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CAPITLLO VIII La tisis de La mesocracia Antes de La conferencia Creelman En 1908, habIa tal costuinbre de obedecer, tal apla- namiento de los caracteres, tal cobardla inyectada pr un terror de treinta aflos, tal destrucción de fibras eréctiles, tal agotamiento de nervios macerados en desverguenzas, tal empobrecirniento de dignidad, tal ausencia de ambición por aparecer animal humano, tal vicio de degradarse experimentando espasmos de canallismo, tal pavor ante la sangre seca que mancha- ba la mano de hierro, y ante los deshuesamientos rea- lizados por sus massages, que se admitla, antes de la conferencia Creelman, la casi segura imposiciOn de Corral, la que se sancionaba con la frase de muche- dumbre con alma de sardina: "Qué se ha de hacer, nada es posible contra la voluntad de ese hombre!" Dulcemente, procurando no disgustarlo, se le habla pedido que preparara leyes orgánicas, adaptables a la sociedad, no orgánicas de la ConstituciOn ideal de 57; se le habla pedido que preparara un hombre, y no haM a querido. El trance imponfa resignaciOn, pues nadie se atrevIa a pensar en derrocar a un coloso na- dando en oro, custodiado por guerreros incorruptibles y crueles, que podlan elevarse a medio millón, dispo- nienclo de la elocuencia de todos los altos intelectuales, y de todas las injurias y calumnias de la "apacherla

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Page 1: CAPITLLO VIII La tisis de La mesocracia Antes de … 'cERDADERO DLAZ Y LA REVOLO.. La conferencia Creelman La piiinera vez que en Mexico tuvo lugar la farsade una convenciOn electoral,

CAPITLLO VIII

La tisis de La mesocracia

Antes de La conferencia Creelman

En 1908, habIa tal costuinbre de obedecer, tal apla-namiento de los caracteres, tal cobardla inyectada prun terror de treinta aflos, tal destrucción de fibraseréctiles, tal agotamiento de nervios macerados endesverguenzas, tal empobrecirniento de dignidad, talausencia de ambición por aparecer animal humano,tal vicio de degradarse experimentando espasmos decanallismo, tal pavor ante la sangre seca que mancha-ba la mano de hierro, y ante los deshuesamientos rea-lizados por sus massages, que se admitla, antes de laconferencia Creelman, la casi segura imposiciOn deCorral, la que se sancionaba con la frase de muche-dumbre con alma de sardina: "Qué se ha de hacer,nada es posible contra la voluntad de ese hombre!"Dulcemente, procurando no disgustarlo, se le hablapedido que preparara leyes orgánicas, adaptables a lasociedad, no orgánicas de la ConstituciOn ideal de 57;se le habla pedido que preparara un hombre, y nohaM a querido. El trance imponfa resignaciOn, puesnadie se atrevIa a pensar en derrocar a un coloso na-dando en oro, custodiado por guerreros incorruptiblesy crueles, que podlan elevarse a medio millón, dispo-nienclo de la elocuencia de todos los altos intelectuales,y de todas las injurias y calumnias de la "apacherla

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EL vl:R[)XDEU0 DTAZ Y LA REVOLCCION

mental" y de la inmensa turba de granujas; di5po.niendo, además, del apoyo del Clero, de la. Banca, dela Agricultura, de la Industria, del Comercio, de cua-trocientos jefes politicos cjue inantenian al pals enestado de catalepsia, y sobre todo, de Washingtonque si era necesario, apoyarIa al "predilecto" coquince millones de soldados, cien mil caflones, y to-rrentes de oro para comprar y matar rebeldes.

Mientras el viviera, no habla temores de derroca.mientos ni de que siquiera fuera sacudido ligeram..te. "El Imparcial," anunciaba que seguIa siendo elCésar tin roble, cada dia más roble. Los seis aflos dela séptima reelecciOn, se los beberla de tin sorbo, y castseguro los de la octava, novena y décima. Muy seriasopiniones de medicos, le aseguraban por lo menos,treinta aflos más de vida, enteramente consagrada a lapatria. Era prematuro y de gente histérica, ponerseacongojado por la probabilidad de tin mal no posibleantes de tin cuarto de siglo, y casi imposible antes dedoce aflos. La anarqufa, no la conocfan las dos genera-ciones vivientes; los viejos, exageran todo Jo bueno ymalo de sus tiempos; preocuparse por lo que no fueraci dia siguiente, no era digno de mexicanos; a vivir y agozar, con el deseo tibio y vergonzante y casi ridfculopor el momento, de que los "cientfficos "no heredasenla omnipotencia del demiurgo.

Y la Repiblica segufa siendo tin salon de baile, consu buen tablado a toda prueba: las costillas y los espi-nazos de las clases populares, que a veces crujian; perolos arquitectos del Imperio, hablan asegurado que p0-dian resistir por largos aflos, por todos los que dura-ran las reelecciones.

El apogeo fara.Onico de 1902, que ya dibujé, se soste-nia: ricos y pobres, magnates y mendigos, altivos yrastreros, honorables y rufianes, valientes y cobardes,todos obedecen, toclos tiemblan por dentro o por fuera,todos saborean la perdiz, la trufa o ci mendrugo deltacaflismo, en el misterio eucarlstico de la omnipoten-cia del demiurgo. Las bocas, se pegan a los coturnos

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LA TISIS D1 LA MESOCRACIA 379

del César, los Grandes Cruces se doblegan ante loslacayos del Capitoiio, y sienten angustia cardlaca, sis"s miradas no les son dulces; los pudores, son ataca-dos por tin fuego inahometano de volatilización; los ca-racteres, se disuelven en éxtasis de prostfbulo: todas]as rodilla.s se encuentran en el suelo y todas las almasen la abyecciOn. De los pebeteros cerebrales de escri-bas Y l)Oetas, jueces, silfos, magistrados, heroes, sedesprende ci humo blanco y tibio de la mirra de Siriay se escucha sin solemnidad, con perfume de temploateo, ci "(llorüe tthi," himno ya fastidioso que dura loque la pürpura en los hombros del CCsar, o mientrases fuerte.

En ese perlodo de vértigos inexplicables y de nirva-n,zaeón en ci Cter que brota de la persona divina, elDictador todo lo puede: el crimen que concibe, es almornento ejecutado; el desatino que suelta., aplaudido;la baba que se le c•ae, recogida y arrojada en ci cálizde la comuniOn de los leales; ci reblandecirniento morales deseado, ci escupitajo de lo alto, bebido, la desver-guenza, honrada como p odor, ci cieno, lamido como nec-tar. Todos se sienten canallas, y se aprueban, se son-rfen, les sudan las manos, se ies enfrfan las rodillas;es que han entrado en ci paroxismo estercolar. Y escuando en los brindis, se of rece ir con ci César a la ig-ioininhu; lo que no agrada a los concurrentes, porqueequivale a dudar de que ilevan ya mucho tiempo de es-tar en ella.

Casi todos esos festivales, terminan como la cacarea-da cena de Baltasar, que ya nadie quiere que se la ci-ten por ser for de la literatura cursi, pero en lo cursipuede existir lo verdadero y lo patCtico. En ci caso deMexico, fuC Baitasar quien escribió las palabras füne-bres que, traducidas del zapoteca al espaflol, fueron:"Ya ci pueblo mexicano está apto para la democracia,lo que en lenguaje de la ciencia quiere decir: ya ci pue-blo mexicano está apto para arrojarme al puente del"Ipiranga."

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EL 'cERDADERO DLAZ Y LA REVOLO..

La conferencia Creelman

La piiinera vez que en Mexico tuvo lugar la farsadeuna convenciOn electoral, con el objeto de des4marcaudidato presidencial de un partido politico, fu4 enmayo de 1892; y los trabajos para organizar esa COG-venciOn, tuvieron lugar en abril del citado aflo, a lornás tres meses antes del dia fijado Coflstjtucjonalmente para las elecciones presidenciales. Se comenzaron, por indicaciOn del general Diaz, los trabajospara la cuarta reelección en febrero de 1896, Cifico me-ses antes de Las elecciones. En octubre de 1899, flueye meses antes de las elecciones presidenciales, el Par-tido Nacional Porfirista, con cohetes, repiques, dianasy poesfas de un mal gusto de falansterio burocrático,aclamO en la ciudad de Mexico la quinta reeleccjón del"Perpetuo." En mayo de 1903, decisiete meses antesde las elecciones de julio de 1904, se inauguraron lostrabajos para la inevitable sexta reelecciOn, y en abrjlde 1908, veintisCis meses antes de las elecciones de1910, el general Dfaz acordO que se comenzaran lostrabajos de la séptima reelección.

Los hechos citados prueban, que la ambición decontinuismo del Principe, seguIa la ley de los grandesvicios, ser progresivamente acelerados. No hay, pues,nada de anormal en esa avidez, injustificada para elvulgo, porque ella no anticipaba el dfa de las eleccio-nes, no infiufa en ciue I ueran inevitables. La criticaelevada, nada encuentra qué decir, reconociendo quela marcha de la avidez tiene que ser paralela a la mar-cha de la degeneraciOn, ajustándose a los preceptosgenerales de la deplorable psicosis.

ObrO el general Dfaz obedeciendo a las exigenciasde su morbo, acordando que en abril de 1908 comen-zaran activamente trabajos ficticios decorativos, debrocha petrificada, para su séptima reelecciOn; y alpblico no le hubiera sorprendido que habiéndose

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LA TISIS DE LA MESORAGIA 381.hecho cargo de la Presidencia por sexta reelección elgeneral Dfaz el 19 de diciembre de 1904, hubiera orde-nado los trabajos para su séptiina, el 19 de enero de19O• Lo que si sorprendiO a las galerias, fué la fa-mosa conferencia Creelman.

Todos los criticos con taniaflos o rabones, han pro-curado conocer cuál fué el objeto de esa conferenejaque, por unanimidad, declaran fatidica e imbédll.

Yo creo que, en primer lugar, tuvo por objeto des-pistar al Presidente de los Estados Unidos, Mr. Roose-velt, brusco, impulsivo, francote, que habfa hecho pro-lesiOn de fe republicana al ordenar la evacuación deCuba, y que aun cuando admiti6 para él una segundareelecciOn, podia re)Ugflarle la septima en un ancianodo ochenta aflos, sobre todo, cuando los sorhos delcontinuismo eran de seis aos de perfodo presiden-cial. En la conferencia Creelman, se lee una doctrinajnaceptable en la America anti-reeleccionista, cuyaemisiOn por el Caudillo, tuvo P01' objeto halagar a Mr.Roosevelt.

Decla el Principe, en la liamada conferencia Creel-man: "no puedo ver una razOn convincente por la queel Presidente Roosevelt no fuera electo de nuevo, si lamayorla del pueblo arnericano desea que continie enla Presidencia. No cabe la menor duda de que Mr.Roosevelt es un hombre fuerte, puro, Un patriota quecomprende y ama a su pals. El temor americano porun tercer perfodo, me parece sin fundamento. Nopuede haber cuestión de principios en esa materia, sila mayorfa del pueblo de los Estados Unidos apruebaSU poiftica y desea que continie en su obra. Este es elpunto de real y vital importancia: si la mayorla delpueblo lo necesita y desea, que continue en la, Presi-dencia." Por de pronto debo decir, que el generalDiaz gozaba con la mania de que todo gobernante debeser reelecto para que continie su obra. La obra degobernar nunca se acaha, todos los gobernantes tie-nen obra pendiente; y serfan imposibles las democra-cias, si se acordara la menor atenciOn a la pamema de

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362 EL VERDADERO DIAZ Y LA REV0LUCI6

la "continuaiu'n de la obra." En el párrafo que acabode copiar, el general Diaz hace el bombo latino acandidatura de Mr. Roosevelt, Para su segunda reelción, to halaga, to unta con esa pomada que paragastan sus aduladores, y sostiene el "COntinuismo"eterno, aduciendo que basta que la mayorfa del puebloto quiera. Se le oividó decir, que un pueblo que tienede esa ciase de mayorfas que quieren OOfltflujg;0 nopuede ser demOcrata. No hay igualdad de Posicjónentre uno y otro Presidente, porque el mexicano tie.ne siempre a la mayorfa del pueblo, en ci tercero oquinto cajón del pup itre del segundo mecanógrafo desu seCretariO particular.

La discreciOn en la diplomacia, es rfgida, y es muyserio, peligroso y fuera del protocolo, que Un Jefe deEstado se lance piblicamente a tratar y deciclir lascuestiones graves de polItica interior de otro pals. Seexponia el Caud illo, a una carga cerrada at denuestopor los part idos norteamericafloS, enemigos de Roose-velt, y a echarse la enemistad personal del sucesor deMr. Roosevelt. El general Diaz, era incapaz de rozarsic1uiera las cuestioneS internacionales, sin su expertoy muy acreditaclo Ministro de Relaciones, licenejadodon Ignacio Mariscal; por consiguiente, el párrafo quecomento, prueba que ci senor Mariscal, consuitado atefecto, no quiso o no pudo evitarlo, y que ambos vene-rabies ancianos, octogenarios y esclerOticos, realizaronuna pifia.

Seguramente, que para despistar at hirviente e im-pulsivo Mr. Roosevelt, y que no pusiera veto imperiala la séptirna reelecciOn, ci general Diaz le disparó unade las mejores mentiras de su bien provisto almacén,pues dijo: "cuando mi actual perfodo termine, me re-tiraré de la Presidencia, cualesquiera que sean las ra-zones ciue mis amigos y partidarios aduzcan en contra,no volveré a servir ese cargo. Cuando esto suceda,tendré ochenta afios."

Hasta aqul lo dedicado a Mr. Roosevelt, y luego si-gue to interesante para los mexicanos: "verla con gus-

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LA TISIS DE LA MESOCRACIA 383

to que en la Repiblica surgiera un partido indepen-diente, si apareciera lo verfa como una bendición y nocomo tin mal. Y si fuera capaz de desarrollar poderbastante para gobernar y no para explotar, me pon-dna de su lado, le ayud aria, le aconsejaria y me olvi-dana de ml mismo en la inauguración de un gobiernoenteramente democrático para mi patria."

Este párrafo extraflo, que por de pronto conmoviO atoda la nación, menos a cincooseis "cientijicos," prue-ha que habla combinación del espIritu reseco y estérildel general Diaz, y del de tin hombre de talento que po-nIa en juego toda su ambiciOn. Hayqueanalizar el pa-r ralo:

Desde luego, se observa que el general Diaz estáresuelto a dar de baja al liamado Partido Nacional Por-firista, porque no era posible ponerse del lado, ayu-dar y aconsejar, a la vez, a dos entidades poilticasrivales, de conducta necesariamente I)1blica, exc.iuyen-do la, perfi(lia.

Después, se observa que el general Diaz confirma suignorancia en ciencia poiltica. Cree I)osible que apa-rezca tin solo partido politico independiente; cuancloesto sucede, lo que aparece es una autocracia con supartid() politico, coino ci partido de Manuelito Godoy,bajo ci reinado de Carlos IV, ci Rasputin bajo el CzarNicolás II, ci de la "Mazorca" bajo don Manuel Rosasy el del coronel Tovar, bajo Porfinio Diaz. El C4sar za-poteca, ignoraba que era iinposible la existencia de unverdaclero partido politico, inico: la libertad no lo con-siente; o tiene vanios hijos, por lo menos dos, o ningu-no. El general Diaz, era un politico que antes dodegenerar, habia entend ido la politica de los dictado-re3 guia.do por ci instinto de su ambiciOn, pero res-pecto a la politica de otras formas de gobierno, siabnIa la boca era para lanzar an desatino.

For otra parte, todos los partidos POlItiCOS SOflindependientes; si dependieran de un at-no o de otropartido politico, ya no serian partidos politicos. EnMxico, se llama partido politico independiente, a toda

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384 EL VERDADERO DIAZ Y LA REVOLUCION

faeciOn enemiga del gobierno, aun cuando no tengamás principio que desprestigiarlo y derrocarlo ate-niéndose, "al qultate tü para que me ponga yo." Inadmisible era que el general DIazresolviera retirarsedela Presidencia, para acaudillar un partido de oposicjóny recobrarla a fuerza de intrigas, infarnias, comedjaagitaciOn y cuartelazo. Debo enseflar, que para el ge-neral Diaz, partido inclependiente sign iticaba el forma.do por personas que no vivian del gobierno en calid,dde empleados o funcionarios. El Caudillo, se sentfa re-mojado en ballo de atarjea COfl la impopularidad delliamado Partido Nacional Porfirista, que el püblicode.nominaba lacayeria o barberfa, y la lrensa americana,banda de empieados hambrientos y corruptos. El or-gullo de so fainilia, se sentia lastimado de que el hom-bre designado p01 Tolstoi como un "prodigio de la na-turaleza," debiera sus reelecciones ala protección quele dispensara una asociación impopular de sus emplea-dos, más que impopulares. Se buscO el modo de aris-tocratizar algo a la banda cursi que afeaha lo solemnede la Dictadura, y con reata al cuello se colocó en lapresidencia al aristOcrata capitalista don José MariaLandero y Cos, quien aceptó el puestO, a reserva de nodesempeflarlo. El Partido Nacional Porfirista, prod 11-

cia en ci orgullo de la familia imperial, escozor insopor-table.

El general Dfaz, tampoco estaba contento con elpartido "cientIfico," les conocfa su impericia de flabe-liferos, Pineda era impropio para "flarnen," la hetero-doxia de los "cientificos" brotaba de su semblante, ysu lenguaje no agradaba por lo herético. Eran, sin du-da, unos ateos frente al Altar, y a! idolo Ic cal an rnal, co-mo se lo dijo a Reyes EspIndola: "Al hahiar o alescribir hacen profundismo." Sobre todo, siempre lehabIan querido imponer al César on I)rOgralfla de go-bierno, y como no se les admitla, lo aconsejaban en pii-blico, se lo dictaban en sus discursos, agitaban losnimos y haclan, como lo gritaba ci ministro don Joa-

quin Barand a: "punible labor antipatriOtica."

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LA TISIS DE LA MESOCRACTA 385No hubo tal conferencia Creelman; el general Diaz

hizo una especie de manifiesto politico, Para impresio-nar a dos naciones: la norteamericana y la mexicana.Se escribiO, seguramente conel asentimiento del licen-ciado don Ignacio Mariscal, y probahiemente sugeridopor ci licenciado don Manuel Calero. El Partido Nacio-nalPorfirista era, en realidad, ci partido del triunviratoReyes, Dehesa, Baranda.; pues como ya lo dije, los por-firistas incondicionales, los dehesistas y los reyistaseran los mismos, en liga amabie, amistosa, con los an-tirreeleccionistas, patrocinados, primero, por don Fib-meno Mata, y después, por el primer caudillo de laanarquia, don Francisco I. Madero.

Un acontecimiento bufo debió haber borrado toda im-presiOn en el pals relativa a la conferencia Creelman.El patriarca de los demagogos, don Filomeno Mata, so-licitO del demiurgo una audiencia con ci objeto deaclarar puntos obscuros de la conferencia Creelman.El general Diaz negO la audiencia, Pero por carta queI)LlblicO el "Diario del Hogar," lo que aclarO foe, que es-taba decidido a aceptar su séptima reeleciOn. Semejan-te declaraciOn I)zblJca, después de haber aseguradoque irrevocablemente se retirarla de la Presidencia,rebajO bastante la fuerza moral que lo apoyaba, másque si hubiera Perdido una gran batalla, porque los ca-flones del ridicubo son los que más derrumban situa-ciones sólidas.

** *

Efectos de In conferencia Creelman

Los pueblos fueron educados durante centenares desiglos, en el dogma de que sOlo la Divinidad tiene tltu-los Para gobernarlos por medio de sus legltimos re-presentantes humanos. Al desconocer los pueblos elderecho divino, exigen ser gobernados por los más ap-tos y respetables, pues la respetabilidad personal ha si-do siempre un prestigio Para gobernar. Si los pueblos

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386 EL vEaDAIJERO DfAZ Y LA REVOLUCION

ilegan a aceptar el gobierno personal plebeyo, aspirana que sea el más apto del pals, reclaman ciue sea un j-telectual, sin peruicio de que posea sable, y en el casode que le falte la cualidad de intelectual, exigen quesepa rodearse de intelectuales. Por consiguiente, loque demanda la opinion püblica, ante todo, de un gobierno, es la aptitud, más que la probidad.

El d ictador indetinidamente reelegible, está obligado,Si no c1uiere tener en contra a opiniOn publica clue, se-gun 01, ad mite como autoridad antes de degenerar, afigurar como el más apto del ImI)erio por lo tanto, enla politica cesarista que tiene por objeto quitar de logojos del pueblo a todos los aptos politicos, es condiciOnre )Ugnaflte, anti-Social, pero necesaria, que el dicta-dor disculpe sus impopulares reelecciones con su ne-eea.rismo. Nada más racional en ci dictador, que su odioa la instituciOn Vicepresidencial.

Si ese dictador se ye obligado, por fuerza mayor co-mo ci general Diaz, a crear la Vicepresidencia, es inde-clinable que procure escoger a un Vicepresidente iguala cero, como lo hubiese sido ci sefior Mariscal, o a unapersona que por ambiciOn se deje infamar hasta cau-sar el asco y desprecio de la naciOn. No hay que car-gar la mano a don RamOn Corral por su sacrificioheroico, de tragar un largo festin de "indigeribles,"por tal de obtener la Vicepresidencia abundaban, yabundan en Mexico y en ci inundo, los arnbiciosos dis-puestos a mayores sacrificios. Por lo tanto, un Diazen el orbe, siempre puede fácilmente encontrar para.Vicepresidente un Corral. Don IRamOn Corral, no ofre-ciO a los mexicanos ni a la Historia el primer caso deun alto funcionario que aguantara lo que le agutntOalgeneral Diaz, que lo cul)riera de escupitajos hasta per-initirie en ellos ejercicios de natac iOn. El caso pruebaque, entre las pasiofleS, la que inás deforma a los hom-bres colocándolos abajo de has bestias y aun de las al-gas, es la ambiciOn.

Si era patriOtico pedir al general Diaz patriotismopara que preparara a unhombre que recibieralaheren-

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ILA TISIS DE LA MESOCRAA 387

cia de su poder, salvando a su pals de la anarqufa, erairracional que el César rechazara designar Vicepre-sidente a un simple mortal honrado, y no odioso a lanación; era pretender enfriar el sol con un soplido, esode que el general Dlaz se fijase para la Vicepresiden-cia en personas simpáticas a la naciOn, y que las rodea-ra de prestigios y fuerzas materiales y poilticas, paracuanto antes convertirlas en otros colosos. La Vice-presidencia es racional en paises latinoamericanos,donde está prohibida la reelección, donde el perlodopresidencial es de cuatro aflos, y donde la Cárnara dediputados no tiene facultades de "Convención Jaco-b ina."

Es claro, ciue Si Ufl Presidente de ochenta afios deedad, ha preparado para la Vicepresidencia a un adul-to inteligente, patriota, enérgico, probo, politico debuena cepa, agradable al pueblo, satisfactorio para ]ascolonias extranjeras, el orden de cosas asi estableci-das tendrá partidarios firmes, resueltos, heroicos,capaces de sostener la paz contra toclo proyecto derevuelta de los descontentos.

En este caso, la dictadura ha dejado de ser un hom-bre, convirtiéndose en una instituciOn mejor que lasmonarqulas absolutas, en las que la persona sucesoradel soberano puede ser una mujer analfabeta e histé-rica, un niflo sarnoso o un adulto o viejo despreciable.

En el caso del hombre preparado con prestigio yelementos para asegurar la continuaciOn pacifica delorden de cosas establecido, nada importa que el Pre-sidente tenga ochenta o den aflos, que esté degene-radoy padezcade cancer en cada viscera, y de estupidezen cada idea, porque nadie le hace caso. Todos se vana la segura, a la cargada, al sol que nace con elegancia

prometiendo vida y perfumes al pals, al Vicepresi-dente, que gobernará más cada dia, en razón inversadel tiempo que le falta al octogenario o centenarioIara morir. Y si el decrépito resiste a la debida ypatriótica postergación, suena el cuartelazo que loacuesta en el destierro, o en la tumba ternida o no te-

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3 EL VERDADE1O DfAZ Y LA REVOLUCION

mida, poco importa. Si el Presidente octogenaj0quiere morir en su puesto, es precisoque aceptevjvjrcomo un parásito más o menos despreciable de la na-ciOn, al cuidado y bueno o mal trato del Vicepresidente.

Antes de Hegar a tan triste situaciOn para un de-miurgo, o para tin remendón de zapatos del proleta-riado, la retirada definitiva al hogar con todos Joshonores, se impone; pero un demiurgo al disfrutar delperlodo en que el pals se le ha convertido en linternamágica de su morbosa imaginaciOn, cree que cadadia está más apto para las funciones de gobierno ultra..personal, y en consecuencia, en vez de retirarse seafianza más que nunca en su programa de eternidadgenitiva. Es otra empresa ultra-necia, pretender queun demiurgo se retire a la vida priva.da voluntaria-mente; su regla es: niiI veces muera la patria, y unrnillOn de veces el mundo, antes que I)erder una horade poder. Y el que no piensa asf, no es demiurgo.

La poiftica tan agradable de los demiurgos, paraentregar a la anarqula a los palses vIctimas de suambición, ofrece peligros respetables, que ni siquieraimaginan. Cuando los pueblos notan que lo que el Ce-sar de ochenta aios les está preparando, y que no ce-sa de prepararles, es la revoluciOn, cada cual trata dedesligarse oportunamente del gobierno, por de pron-to, y de observar cOmo y cuándo seth esa revolución,con el objeto de componerse con lo que venga, dar la"ma.nchincuepa" y caer bien parado. Al sonarquela re-voluciOn se viene encima, escuchan todos los compro-metidos un punto de atención. Si el gobierno aparecedecididamente poderoso, se le of rece a gritos la iilti-ma gota de sangre, el iltimo peso, el iIltimo pensa-miento y la más estupenda de las adulaciones. Si elcaso es dudoso, hay escurrimiento de partidarios ysimpatizadores, por todos los poros de la inconsistentesituación. Liega la hora del triple canto del gallo.

Pero si el Presidente tiene ochenta aflos de edad yno ha preparado sucesor vigoroso, el triunfo de cual-quiera revolución, por débil que se inicie, es casi se-

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LA TISIS DE LA MESOCRAIA 389guro, o mejor dicho, seguro, en virtud del siguienteestado mental del pals que ha fabricado su constantepastel de ideas. Cada cual se dice, o dice: si el demiur-go hubiese preparado una situaciOn sOlida sobre sutumba, mis intereses me obligarian a sostenerlo; su-pongamos que el "decrépito" triunfe de una revolu-ciOn: al morir, otra revolución desgarrará su tes-tamento; y como todo lo que haya dejado es purapolilla, la revoluciOn triunfante, de carácter punitivoatroz, como todas las personalistas, me arruinará Coilsus venganzas; de manera que voy a exponer todo loya adquirido, sin ganar más de lo que pueda aprove-char en los dos o tres aflos que restan de vida a! Ce-sar. En el caso del general Diaz, fuera del puflado delos ocupantes del "Carro Completo," nadie tenia yaqué ganar mientras viviera; y sI todo que perder altriunfar una revoluciOn; en consecuencia, el interéshumano imponla la deserción general en ]as filas delgobierno, y sonreir y agasajar a la revoluciOn.

Ante el pueblo, en 1908, el general Dfaz aparecla cob-salmente fuerte e invencible, cuando en realidad eratin gigante con pies de arcilla reseca, y cabeza de cu-curbitácea. Era indispensable algin fenOmeno quedescubriera la debilidad del coloso, hien tapada por lasapariencias de inagotable fuerza. El primer caudillode Ia anarqula, don Francisco I. Madero, pubiicO susensacional libro "La Sucesión Presidencial." Fué elreactivo que puso en claro la pequeflez del coloso,atrofiándose progresivamente por su incurable dege-neraciOn. Es indispensable no perder de vista que lagran fuerza del gobierno del general Diaz, para sofocary remoler cualquier revolución, consistla en la inmen-sa cantidad de oro que poselan las arcas pi.blicas, y enhi. limpieza y prestigio del crédito del gobierno en elextranjero. Con masas de oro en Mexico, toda revolu-ciOn tenla que ser pulverizada, porque no podia habermás que dos motivos que la fundasen, ci hambre de lasclases populares y la sed de roho de la mesocracia, y enparticular, del proletariado intelectual. Pero el taca-

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iisrno nulificaba completamente todo el poder del go-bierno, y era imposible prescmdir del Wca?i isnoporquelos cerebros estaban licuados y no ensefiaban al gobier..no dónde estaba su fuerza y dOnde su debilidad.

Volviendo al libro del apOstol de Ia anarqufa, hay quecalificarlo de mamarracho jacobino de lo más vulgar.El autor, despues tie una requisitoria tremencla Contrael demiurgo y su obra, termina recomendando la sep_tima reeleceión y aceptandoque ci Vicepresidente seaimpuesto al pals por el Presidente. escogiéndolo entresus amigos, exceptuando a don Rarnón Corral y al ge-neral Reyes.

Siendo el libro una requisitoria tie enorme efectpopular, la Dictadura no debiO haber permitido su cir-culaciOn y debiO haber castigado ejemplarmente alautor. El libro es trasendente, más que toclo lo quese habla publicado contra el César, porque admite lociue se empeaban en negar "El Imparcial" y todos losgohiernistas:laposibilidad tie la revolución; peor aün,admite ci triunfo de esa revolución, que serla muy cos-tosa en sangre y en toda clase de desgracias; todavlapeor: se amenaza al CCsar con la revoluciOn, si no respeta ci voto tie tin pueblo ya apto para 1tdernocraciayla libertad tie su sufragio, reconocida por el mismoCCsar en sit conferencia Creelman. Ahora bien, cuan-do tin dictador soporta que impune y 1)1blicamente sele amenace con la revoiución en un libro tie escnda1o,es porque ya enérgicamente se iniciaron formidables,la revoluciOn y el pánico en ci Capitolio.

Era ci mornento en que el general Diaz debiO haberprocedido con todo rigor contra Madero y su familia,como estaba obligado por ci código muy conocido delos dictadores; era ci momento de aplicar al revoiucio-nario y a su familia que lo apoyaba, toda Ia maquinariaterrorifica; ci terror judicial y fiscal, ci terror del ma-tonismo por duelistas y rijosos, y si no se serenaba elánimo pbiico, la icy fuga. Tolerando el libro, ci gene-ral Diaz hacla pübiica y solemne renuncia de la dicta-dura, y su cafda era indiscutible, porque los demagogos

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vencedores, de ningün moclo y por ningün motivo lepermitirfan ni un minute rnás en el poder. Ellos ha-blan aceptado la sptima reelección, porque lo tomabanpor el tigre que ordenó la matanza de los trescientosobreros en Orizaba y que aplaudiO la matanza ejecuta-da por el general Reyes en Monterrey. Ante la act itudinfeliz del César, con'vertido en mornia de museo, dosfrases ilenaron la atmósfera; todos los enemigos delorden que se deshacla, gritaron: "ya no son los tiem-pos de antes, y el general Diaz sabe que ya es preciseatlojar y que no se puede apretar." Los amigos delgobierno, ilvidos, rabiosos o desmoralizados, corn pren-dieron su ruina y exciamaron: "iya no lazy hombre!"

El libro del apOstol de la anarquIa, sirviO para de-volver al vulgo la, confianza en las palabras del generalDiaz, de que ya ci pueblo estaba apto para la democra-cia, y de que él, Diaz, iba a hacer su paraninfo despuésde treintaafios de ser su paracleta.

Aunque se habla adquirido la idea de que la revolución era posibie y de seguro triunfo, nadie laquerfa,porque en el concepto general no era necesaria: todoestaba arreglado, el Principe no se opondra a que lanación eligiera libremente al Vicepresidente. Se acep-taba la séptima reelección oficial, a cambio de una pj-mera elecciOn popular. Qué más querfa?

Era evidente que una elecciOn libre recaerfa en elgeneral Reyes, que con todas las reglas del arte y du-rante veinticuatro afios la habla amaflado, obrando enfeliz cornbitación con el general Dfaz,que, sin querer lohabla preparado para sucesor. La exhibición rabiosadel general Reyes en la Secretarfa de Guerra, le ha-ba sido funesta ante la mesocracia, que lo calificO detirano centroamericano de la peor estofa. Pero suspartidarios, comprendiendo que no I)odfan cambiar laimpresiOn de su héroe en la opinion pbhca de peso,encontraron dichosa esa fOrmula que barrio con laoposiciOn mesocrática y consigu iO deli rante adhesiOn."El general Reyes, proclamO el reyismo, es tirano perono es ladrOn."

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El medio pelo social y las plebes, eran reyistas denacimiento, de sangre, de raza, de fauna, de religion.El amor atávico del héroe, corriendo majestuoso en elcauce de los siglos, se derramaba en aquellas conciencias medio civilizadas o ásperamente bárbaras,veIan, además de que las democracias se fabrican enlos cuarteles, con sables y peroles de cartucheras co-cidas, que el general Reyes los iba a obsequiar con unasuperior a la de Juárez (que ninguna obsequiO). Laprensa reyista habia creado un general Reyes heroico,épico, que habia asistido al sitio de Querétaro, a! deTroya y a la batalla de Covadonga. En las cantinas, enlos figones, en las puiquerfas, en las escuelas de Ju-risprudencia y Preparatoria, se ola el grito bélico:"Con mi general Reyes, a donde quiera y hasta lamuerte, porque sI, y porque le arrastran ..........Con tan elegante y prof unda plataforma electoral, elnuevo demiurgo tenla asegurada la victoria, y paraproharlo, todos los pechos de aquellos demOcratasintransigentes se empavesaron con claveles rojos.

Las clases ricas aceptaban al general Reyes, comoal salvador ünico de la anarquia, reventando en los fu-nerales del César, antes del canto del primer De Pro-

fundis. No habIa en esas clases entusiasmo, porque elhéroe no podia ser el cuate del aristocrático Principe;lo declaraban cursi al notar que todos sus retratoseran de perfil, como para postulaciOn amorosa. No seconoce un retrato de frente del ilustre divisionario.

La gran masa rural era indiferente, no le descubriaconciencia ni intereses politicos personalistas, ni elmilitarismo espaol destructor de su raza; la ilevabaa algün paralso, aun cuando fuera de fandango caserocon bocoy de aguardiente.

Entre el pelotón de "cientificos," porque no liega-ban a partido, la mayorIa estimaba la situación conprof undo espiritu de ciencia y en una temperatura deserenidad, juzgaba acertadarnente: en 1908 y hastaagosto de 1009, el hombre popular, el deseado por Ianación, el que habria retardado la revoluciOn hasta

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LA T ISIS DE LA MESOCRAOL& 393después de la muerte del general Diaz, era el generalReyes, Si se le hubiese designadoVicepresidente antesde que creciera el pequeflo Madero.

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Era inevitable la revoluclón?

Numerosas son las personas de templado caletre, queaseguran ci ue si el general Diaz deja la elecciOn Vice-presidencial libre en 1910, el general Reyes habria re-sultado electo yla revoluciOn no habria hundido al pals.Más nurnerosas son las personas que dogmáticamenteasientan, que si el general Diaz, inflexible en su demen-cia, no se-hubiera eml)eflado en imponer a Corral, la paznose hubieraturbado, y Méxicorebosarfa desalud,prestigio y riqueza.

Desde luego, hago notar que el general Diaz no po-dia obrar más que como obrO. Cuando un hombre sehalla poseldo por una pasiOn degenerada en vicio sui-cida, no sigue más linea que la del desastre, bien tra-zado por esa pasión. Los vicios de la embriaguez, deljuego, de la lujuria, no se quitan con consejos, ni ob-servaciones, ni doctrinas. Decir: si el general Diaz nohubiera obrado como obrO, Mexico se habria salvadode la revoluciOn, es igual a decir: si tal loco hubieraestado cuerdo, no hubiera cometido determinada locu-ra. El criado de Rabelais, decfa: "si Paris fuera aguar-diente y cupiera en una botella, ya me lo hubiera be-bido."

En las afirmaciones favoritas del pâblico, que acabode citar, se encuentra, prof undizando un poco, el si-guiente absurdo. El delito de imponer a Corral no fuCconsumado, sino frustrado, porque Corral no llegó aser Presidente, y como Vicepresidente agachado, nm-gán mal causO al pals, ni faltO a las leyes, ni molestO apersona alguna, ni siquieradió motivo a que se sintie-ra su existencia. El delito frustrado por el general

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Diaz, aun cuando hubiera sido consumado, flUflC p(ha tener por efecto diez aos, por lo pronto, de revo..luciOn social con nervios de anarqula salvaje Eso&efectos no los produce un hombre. sino Un pueblo eexcepcionales circunstancias, quo no tienen lugar niuna vez en veinte siglos o más.

Por otra parte, ci general Diaz Ilovaba trejnta aflosde cometer el delito de imposiciOn en la Federacjó yen todos los Estados; más aün, habla impuesto a donRamOn Corral como Vicepresidente en 1904, sin que Iajmj)osjciOn causara perturbaciones, más que las que éiliabia autorizado a sus sirvientes incondicionales, paraatacar soezmente a los "cientificos." Por quéla atha-raca volcánica de 1908? Dc 1904 a 1908, Corral, comohombre publico habfa sido irreprochable, ni en lo más.minimo hahfa disgustado a la opiniOn püblica; los "cien -titicos" estaban en 1904 tan satanizados ante ci pals,corno en 1908. El peligro de que la Vicepresidencia deCorral se convirtiera en Presidencia, era indudable-mente mayor en 1910 que en 1904, pero no dejaba deser terrible en dicho aflo de 1904, porque ya ci generalDlaz habla alcanzado los setenta y cuato aflos de ecla&Por qué esa enorme diferencia de efectos politicos,

causados por la misma imposiciOn de Corral en 1904, yIa causada en 1910?

Porque ci César no era ci mismo. En 1904, todostemblaban ante sus cOleras, se le crela inviolable, in-vencible, intransigente en su idea de omnipotencia,sanguinario hastadonde fuera preciso, antes que con-ceder un pliegue imperceptible en su autoridad de amoabsoluto del pals. Un aflo antes de 1904, al saber que la.poblaciOn de Monterrey, que proclamaba su sexta ree-lecciOn y lo aclamaba como a un dios caldeo, habla sidotiroteada y desangrada por la ferocidad del generalReyes, aprobO el crimen y dió la consigna a Ia Cámarade diputados de que inmediatamente absolviera al cri-minal, acusado por los ciudadanos don Antonio DiazSoto y Gama y don Camilo Arriaga. Esa conducta deverdadero tirano de la antiguedad, deformando a un

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LA T1SIS DE LA MESOCRACIA 395honTibre civilizado y civilizador, la explicó el mismo Ce-sar al licenciado don Joaquin Casasüs, presidente dela Cámara de diputados, diciéndole: "si yo consientoen que una I)Obiaciófl me cubra de fibres y de toda cia-Se de halagos, con tal de hacer su voluntad en ci rêgi-men de ese Estado, y rechazar al gobernador clue creaconveniente imponerle, tengo clue dar por conclulda mimisiOn, mi autoridad y mi honra."

Los balazos disparados en Monterrey, en 1903, con-tra una manifestación popular poiltica, decorada conmujeres y fliriOS, silbaban en la cohardIa de los ene-migos de la Dictadura, parapetados detrás del odioa los "cientificos:" y aquéllos, al ver que el CCsar, in-flexible en 1903, se encontraba invariable en 1904. seagacharon, isimulando su enfado, y las clases poilti-cas, burocráticas o extraburocráticas, besaron, co-mo siempre, la paiuela del látigo, y cantaron el Gb-

na l'ibi, el Te T)eum La'ulantn.s y ci ''Ave (1•6sar. 2 deAbril."

Esa actitud de recogimiento de carneros frente algigantesco lobo que los mira, exigiendo culto de diosercador, misericordioso, vengador, que lieva treintaaflos de ensefiar a la opiniOn pühlica que sOlo le per-mite plegarias y jaculatorias, nunca un berrinche, nirnenos una protesta, ni mucho menos una amenazade revolución, ni ci proyecto vago de imperceptiblegesto de resistencia, duró hasta que el apOstoi de laanarqufa le arrojó a su cara de estinge cofta, el librode la "SucesiOn Presidencial," en que se Ic amenazaSi no entrega la Dictadura, y lo convierte en rec) depopulacho, en petate para fandango de cacle, y se lehaila en las narices una revoluciOn que seni sangrien-ta., pero que al tin, dice el apOstol Madero, triunfará.Esa fuC Ia verdadera causa de la revoluciOn, la mismarevoluciOn anunciándose en ci palacio nacional, dandoal demiurgo los buenos dias, y la mala noticia de quesobre él estaba ci pueblo, y ciue ese pueblo estabaapto para la democracia, segün afirmaciOn del mismoCésar, derramada en la. conferencia Creelman. No

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fueron, pues, Limantour ni los "cient1ficos,"j la impsición de Corral, la causa inmediata de la revolucIósine Madero, el iconoclasta que empufió el hacha yrompiO la crisma a! [dolo; y quien puso el hacha enmanos del pigmeo, fué la conferencia Creelman.

Debo deshacer el error general de que el Caudilloimpuso a don Ramón Corral. El 28 de marzo de 1909la "ConvenciOn Reeleccionista" postuló a! generalDiaz y a don RamOn Corral para Presidente y Vice.presidente de la ReI)übhca. Inmediatamente, el Prin.cipe, lara hacer imposible en el piiblico la irnpre..sión de que irnponía a don Ramón Corral, ordenó alPartido Nacional Porfirista, que a 41 lo postularapara la Presidencia de la Repüblica, pero que seabstuviera de hacer postulaciOn para la Vicepresjden.cia. La opiniOn piblica juzgO, con exactitud, que elgeneral DIaz se reservaba designar la candidaturaVicepresidencial, en espera de los acontecimientos;y en consecuencia, todo mexicano ortodoxo tenfa eldeber de esperar, prosternado en las gradas del altar,que de los labios del derniurgo saliera el nombre delcandidato; y entretanto, todo.s debfan abstenerse deser corralistas. Aun era permitido a todo porfirista,mientras más leal fuera, combatir la postulaciOn deCorral, e insultarlo. 'V si esa conducta se permitiO alos porfiristas irrep rochablemente ortodoxos, conmayor razOn los mexicanos independientes podlanimpunemente mostrarse anticorralistas, como lo hi-cieron. Sin ese permiso de combatir rudamente elcorralismo, no hubiera habido jiras, ni prensa, niverbenas contra don RamOn Corral.

Veinte dIas antes de las elecciones 1)residencialesde 1910, el gran Partido Nacional Porfirista postulOa don Teodoro Dehesa, gobernador del Estado de Ve-racruz, para la Vicepresidencia de la Repühlica. EsapostulaciOn, era otro permiso a los mexicanos paraque no votaran por Corral, con tal de que lo hicieranpor Dehesa.

Al ilegar las elecciones presidenciales de 1910, es un

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LA TISIS DE LA MESOcRAOLA 397

becho que el general Diaz dió a los gobernadores delos Estados la consigna de "sauen a Corral," pero alpals le dió la consigna de "saquen si quieren a Dehesa."Desde el momento en que el Partido Nacional Porfi-rista estaba acreditado como la voz ortodoxa de suamo, como su voz ex—cdthedra, como recitador de susencicliCaS pontificales, todos los miembros de ese par-tido votaron por Dehesa, con peculiar agrado del Prin-cipe, y todos los ciudadanos mexicanos pudieron hacerlo mismo, porque para ser miembro del Partido Na-cional Porfirista, no se necesitaban solicitudes, nipadrinos, ni bolas blancas y negras, ni logias masOni-cas, ni formula, trámite o ceremonial a]guno. Bastaba,como lo habfa expresado por escrito y püblicamenteel tal partido, la voluntad individual, y declararlo. Silos más serviles hubieran dicho a los jefes politicos,no voto por Corral sino por Dehesa, porque soy miem-bro del Partido Nacional Porfirista, autorizado por elsenor general Diaz para que sufrague por el senorDehesa, el votante dehesista hubiera sido respetado yaim felicitado por su cordura. Tengo la convicciOn deque el proyecto del general Diaz, fué que votaran aDehesa los electores, sublevánclose cariflosamente con-tra los jefes politicos, y asI burlarse de los cientyieos,cumpliendo la palabra de dar consigna a los goberna-dores para que sacasen a don RamOn Corral.

Wor qué no resultO electo don Teodoro Dehesa?Porque no hubo electores en la elecciOn; en la gran

ma.yorfa de los comicios, se hicieron las elecciones co-mo siempre; las hizo la policia como cualq uier serviciode recoger basura o levantar perros muertos. Los go-bernadores dieron la consigna de votar por Corral alpueblo imaginario, y fueron obedecidos.

La inmensa mayorIa del verdadero pueblo, faltO a sucompromiso de ir a las urnas, como lo habla precep-tuado el apOstol Madero, con paso legal y marcha fi'i-nebre de Ca.lvario a depositar su voto, todo el mundoresuelto a morir inerme, pero glorioso al pie de lasurnas cesaristas. El proyecto de Madero, fué ilevar al

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M-_398 EL VERDADERO DfAZ Y LA REVOLECIÔN

pueblo a las urnas, no a la revolución, y obligar a! ge-neral Diaz a un acto de violencia contra toda la iniponente masa popular, o a recibir esa ola de despr,0nacional en su séptima reelecciOn. Madero fracasô, yera claro que Si no habIa logrado Ilevar al pueblo a lagurnas, menos habria de lograr ilevar al pueblo frentea las burlonas bocas de las ametralladoras, ni a sufrjrlos tremendos golpes mortales de una campafla con ungob ierno sostenido por formidables elementos pro..pios, y por los Estados Unidos.

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MedItaci6n1!

La Dictadura, como lo he probado por mu análisis, ha-bla dejado de ser el gobierno orgánico de Mexico. Ladictadura estable, reposa en su clásico tripiC: bienes-tar material estacionario o creciente del pueblo; co-rrupciOn de los Grandes, o sea de los más aptos segünel medio, para tenerlos quietus; terror, para limitar lasconcupiscencias de los Grandes, y mantener agacha-dos y temblorosos a toda clase de rebeldes mentales.

La primera pata del tripié, estaba completamentehecha pedazos: el jornal real de la mayorfa del pueblo,era la cuarta parte del que disfrutaba cien afios atrás,y su marcha tenla la direcciOn de la muerte por ham-bre. La segunda pata, la habia hecho trizas el taca-f.9mo: todos los favores del poder eran para los del"CarroCompleto, "el del seflor Limantour y el del Prfn-cipe; ocupado Cste, casi en su totalidad, por extranjerosy miembros de su familia. Tanto el César, como suVicario, sostenfan el sistema Rasputfn. Quedaba elterror, con el que se puede marchar algunos a.os, yciertos pueblos muchos aos; y ese gran elemento,el inico que seriamente sostenfa a la dictadura, puesla miseria del pueblo la olfa todo el mundo, y el tacaflis-mo era aborrecido por las clases explotadoras del go-

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LA TSIS DE LA MESOCRACIA 399bierno, fué arrojado el terror a los demagogos, pedazopor pedazo, sin dignidad, sin desdén militar, sin gestode conversion a la democracia, sin disculparse con al-guna virtud fingida.

Los que conservábamos el contacto con la realidad,los estrujados por ese pesimismoque engendran las de-cepciones; envuelto nuestro espfritu por los cresponesde duelo ante la muerte de lo racional; con una angus-tia indecibie y estremecimientos de ahorcados, vela-inos cOmo aquel ancian.o loco, destrufa los beneficiosde la Fortuna, cOmo despedazaba las claves de todaslas bOvedas, los fustes de todas las columnas, las mo-les de todos los cirnientos, y cOmo iban cayendo pied raa piedra, vigueta a vigueta, dovela por dovela, pisO POpiso, toclos los componentes de una paz sucia, pero decivilizaciOn, durante treinta aflos.

La revoluciOn era segura, si al general Reyes no leentregaba su sucesiOn el general Diaz. Que esa revolti-ciOn hubiera triunfado o fracasado, no irnplica que noestuviese al frento de la patria la revoluciOn, mientrasel general Reyes no hubiese desaparecido del seno delos vivientes. La paz, corno tanto lo han dicho, era laambiciOn del gobernador de Nuevo Leon, y habIa queceder 1)atri6ticamellte para ciuitarle al pals de encimauna revoluciOn, antes de que muriera el César.

Ahora bien, ci general Diaz estaba derrumbado porhaber destruldo él mismo, con su colaborador Liman-tour, la dictadura, inica forma de gobierno orgánicodel pals. iHUbiera el general Reyes reconstituldo ladictadura estabie y civilizada?

El vulgo necio, confunde la dictadura con la tiranfa,y es evidente que para tirano, ninguno mejor que cigeneral Reyes. iD6nde estaban sus palabras o sushombres que probasen ci conocimiento de los grandesproblemas econOrnicos fundarnentales, de vida o muer-te para el pals, cjue habla desconocido el sefior Liman-tour? La primera pata del tripié, tenfa que mantenersedestrozada. La segunda, el tacaiiisino, era más graveen el general Reyes que en ci general Diaz y Liman-

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400 EL VERDADERO DIAZ Y LA REVOLCCI6N

tour. Dicho general Reyes, era un politico de promesasbrillantes a la hora de la pesca de partidarios. El sj_tema de Rasputin, estaba indicado en la codieja deRodolfo; si el general Dfaz y el senor Lirnantour sehablan impopularizado con la politica de los "CarrosCompletos," bajo la dictadura del general Reyes debfasurgir la politica de la "Motocicleta Completa," Ro-dolfo manejándola, y agarrado atrás el cufiado, elljceciado Dávila. El terror, lo usarla el general Reyes comosistema, y no como recurso de ültimo extremo, seg-djalo habia usado el general Dfaz, caracterizándose por Unmáximo de benevolencia. Un gobierno que estableceel terror como sistema, no es estable. Ya lo dije, haydictaduras orgánicas, la tiranla jamás es orgánica. Elgobierno del general Reyes, habria sido peor que eldel general Huerta.