caparros nota a julio cortazar

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Nota a Julio Cortazar, por Martin Caparros en Critica

HOMENAJE Espero que nunca le pongan mi nombre a una calle Martn Caparrs 15.02.2009 Sucede una cosa muy curiosa: en el par de das que llevo aqu ya varias personas me preguntaron qu siento con este regreso y cmo encuentro la Argentina. Y yo veo que lo hacen un poco como si recin al desembarcar aqu yo me enterase de lo que ha pasado, y no es as. Muchos de los que hemos vivido tantos aos en condicin de exiliados hemos seguido muy de cerca la situacin argentina, y en algunos planos crticos hemos tenido una informacin mucho mejor que la que poda tener aqu el argentino medio, totalmente cercado por la censura. Anoche un amigo se qued muy asombrado cuando se enter de que yo haba escrito en Francia y difundido en Espaa y Amrica Latina, a travs de la agencia EFE y el diario El Pas, una cantidad de artculos donde le pegaba con las dos manos a la Junta. No tena la menor idea, porque claro, aqu no sali nada. Entonces, cuando me preguntan cmo veo las cosas aqu, digo que la nica diferencia es que ahora estoy materialmente en Buenos Aires, pero en estos diez aos de ausencia he estado todo el tiempo aqu, aprovechando una informacin lo ms completa posible, ya sea periodstica o clandestina. En funcin de esa informacin: qu opins sobre el proceso que se est abriendo en el pas? Tengo la impresin de que al pueblo argentino se le ofrece una oportunidad nica, despus de las elecciones, de iniciar un camino de ascenso, de salir del pozo. No slo es una oportunidad nica, sino que voy a decir algo que no me gusta decir pero no tengo otro remedio: creo que es la ltima oportunidad que tenemos, y que si la perdemos dado el estado de quiebra tanto econmica como tica en que ha cado el pas, los resultados pueden ser catastrficos. Los civiles tienen su destino en sus manos. Qu significa eso? Significa por ejemplo que el trabajo del gobierno se cumpla, no en un clima de unin total porque eso es inconcebible, pero que las oposiciones sean constructivas. Que sean oposiciones crticas todo poder necesita crticas, porque si no cae poco a poco en el cesarismo, pero crticas desde adentro, constructivas. Un poco como sucede en la lucha revolucionaria, donde una cosa es

criticar lo que pasa en Cuba o Nicaragua como yo hago todo el tiempo, pero desde adentro, siendo solidario y otra muy distinta hacerlo desde afuera para destruirla. Habls de trabajar y criticar desde adentro, o sea desde la democracia. En qu medida te parece viable el camino democrtico, considerando que tus opciones polticas han ido por vas ms revolucionarias? Cuidado con eso, porque en primer lugar me parece que la nocin de revolucin no es en absoluto exportable. Yo pienso que las ideas revolucionarias se van abriendo camino, pero que cada pas tiene su estructura propia y puede llegar a la revolucin por caminos totalmente insospechados, pasando por ejemplo por etapas democrticas de progresivo avance socialista. No porque yo apoye a la revolucin nicaragense voy a pensar que aqu habra que seguir ese modelo, sera demencial. Nada asemeja a ese pequeo pas tropical con este gran pas de corte europeo. Desde luego, mi ltimo ideal es la revolucin, un cambio total de las estructuras, porque s muy bien que las llamadas democracias de Amrica Latina son democracias burguesas, en las que las desigualdades sociales siguen existiendo y el control sigue estando en manos de la oligarqua, del poder econmico, como el caso de Mxico. El capitalismo hace el juego de la democracia y es un juego til para nosotros, porque comparar las juntas militares de la Argentina con la democracia es pasar del infierno al paraso, pero bueno, como yo siempre sospech que el paraso est lleno de defectos, tambin pienso que la democracia tal como la sentimos aqu no puede quedarse en ella misma, sino que tiene que ser una puerta que se va abriendo a una evolucin ms amplia, evolucin que pueda eventualmente llevar a una revolucin En 1973. Durante mucho tiempo viviste en Pars por propia eleccin. En algn momento tu emigracin se convirti en exilio? Es una buena pregunta, porque me permite aclarar algunos malentendidos. Hace ms o menos 15 aos, antes de que se iniciara la escalada del terror, en la Argentina me calificaban como exiliado, cosa que no me gustaba nada y que aclar en algn texto, porque el exilio es algo compulsivo. El exiliado es el hombre que se va porque si no se va lo matan. No es mi caso: yo me fui y viv en Pars porque me dio la santa gana. Yo era un emigrado, un emigrado muy especial porque volva a menudo, porque no tena ningn motivo para no venir muy al contrario y entre el 51 y el 73 vine cada dos aos, ms o menos, y me quedaba dos o tres meses, segn mi trabajo. En esa poca todava no me ganaba la vida como escritor. Yo vine

por penltima vez a la Argentina en el 73, y asist al triunfo electoral de Cmpora y sent una gran esperanza porque lo que podramos llamar el ala izquierda del peronismo tena gente muy valiosa, con planes y ganas de hacer cosas. Hablamos bastante, me qued ms de dos meses. A tal punto que pens que ah haba una posibilidad, como la que tenemos ahora. Y entonces promet volver ese mismo ao, en septiembre, para colaborar ms directamente en tareas culturales. Pensabas quedarte definitivamente? No, porque la palabra definitivo es una de las que no me gustan nada. Y no hay que olvidarse que 32 aos de vida en Francia te dan una pertenencia a otro pas, que a m no me parece conflictiva ni disyuntiva ni nada. Yo soy argentino y al mismo tiempo me siento muy francs. En el plano de la cultura tengo muchas races, muchos contactos con Francia. Treinta y dos aos de vivir junto a un pueblo en muy buena relacin te crean un gran amor. De manera que la idea de volver definitivamente a la Argentina no se me ocurri nunca, ni se me ocurre, ni se me va a ocurrir, eso ya lo s. Estbamos con lo que pas en el ao 73... S, yo me fui con la intencin de volver en septiembre, pero quien volvi no fui yo sino Pern, y detrs de Pern vinieron Lpez Rega y la Triple A. Y yo recib formalmente en Pars la condena a muerte: cartas que me desafiaban a venir a Buenos Aires y me trataban de hijo de puta para arriba y para abajo, cualquier cosa. Yo tengo creada una buena fama de loco pero no de zonzo, y entonces venir para que me liquidaran inmediatamente cosa que estoy convencido de que hubiera sucedido me pareci tonto, absurdo desde todo punto de vista, personal y poltico. Entonces, en ese momento, sent por primera vez en mi vida que me converta en un exiliado. Y qu cambi? Fue sobre todo, como es lgico, un cambio en el plano de los sentimientos. Porque una cosa es vivir en un pas sabiendo que el da que te d la gana te toms un avin y te vas a tu otro pas, a tu pas de origen. Eso es algo muy hermoso y agradable. Y otra es cuando de golpe sabs que en un plazo imprevisible que finalmente han sido diez aos no pods volver. Eso te crea un sentimiento muy duro.

Como si algn personaje del Libro de Manuel se realizara en vos. S, en algn sentido s. Ahora la diferencia esencial es una idea que trat de lanzar, y que creo que hizo su camino: una nocin positiva del exilio. La defend en Caracas, en Mxico, en Francia, diciendo que si caamos en la nostalgia, si caamos en el mate regado con las lgrimas de la tristeza nos ibamos todos al quinto carajo. Porque la verdad es que era muy deprimente encontrarme con exiliados que caan lentamente en un pozo de nostalgia, de negatividad. Los pintores que dejaban de pintar, los escritores que dejaban de escribir, la gente que simplemente se defenda para el puchero, para vivir; sentas que haban hecho del exilio una negatividad. Y entonces yo fui incluso un poco cruel porque, llevando la cosa al terreno de la paradoja, dije que eso era ser cmplice de la Junta. Porque lo que la Junta esperaba de nosotros, los exiliados, era que nos hundiramos en la nada, porque formbamos parte de sus enemigos y podamos enjabonarle el piso informando a la opinin pblica europea de lo que suceda. A partir del momento en que te consideraste exiliado aumentaste tu actividad poltica sobre la Argentina? Pienso que la aument por razones obvias, porque en ese momento empez la escalada de torturas, asesinados y desapariciones, sobre los cuales quizs estbamos mejor informados all que aqu. Esa cifra de 30.000 desaparecidos aqu se consider una mentira porque la Junta la presentaba como una calumnia. Y, segn la Junta, ramos nosotros, los exiliados, los que estbamos destruyendo la imagen del pas en el mundo con la complicidad de los enemigos de la Argentina, que no se saba quines eran. ramos, como me calific un seor, los jefes intelectuales de la subversin en el exilio. De modo que, por razones obvias, mi actividad se multiplic en el plano de esa pequea tarea, que es la nica que puedo cumplir, de sentarme en la mquina y difundir artculos que precisaran lo que pasaba aqu. Y en la otra vertiente posible, en el plano literario, qu pas? Sentiste un cambio real cuando la emigracin se te convirti en exilio? No creo que para m haya habido ningn cambio demasiado perceptible, salvo quizs el hecho de que, ya exiliado, escrib unos cuantos cuentos que naturalmente fueron prohibidos aqu cuyos temas eran la realidad de lo sucedido

en la Argentina. Por ejemplo? Por ejemplo ese cuento que se llama Segunda vez, que evoca el tema de las desapariciones, o Apocalipsis en Solentiname, donde hay una visin muy clara de la forma en que estn matando gente en la calle. Y as una serie que culmina con el ltimo cuento de Deshoras, Pesadillas. Trata de una chica que est en estado de coma y tiene un hermano que milita en la Universidad y que lo atrapan. Y en el ltimo momento, cuando ella sale del coma y entra de nuevo en la vida, la polica o el ejrcito estn destrozando a golpes la casa donde est el hermano, matando a todo el mundo. Es un cuento muy cruel, que me result muy difcil de escribir, pero que tocaba directamente la situacin. Hablando de lejanas: muchas veces te han reprochado que escribs en un lenguaje porteo que ya no lo es. sa es una de las ms grandes tonteras que se han podido decir. Eso nace de gente resentida que busca ngulos de ataque y que encontr esa tontera, porque la acusacin consiste en decir que, como yo me fui hace 30 aos, cuando escribo un cuento situado en Buenos Aires con personajes que puedan usar trminos de lunfardo, les hago hablar el lunfardo que conoc en mi poca y que no tengo ni idea del que se habla aqu y ahora. Lo cual es absolutamente cierto: yo no puedo inventar algo que no estoy viviendo ni conozco. Pero el lunfardo no es un idioma sino una excrecencia del idioma, que cambia, que responde a las modas, y cada cinco o diez aos es sustituido por otro nuevo. O sea que utilizar un habla popular de un perodo anterior no cambia nada: el perodo actual es tan efmero como el otro. Dentro de unos aos, ciertas palabras, que ahora todo el mundo usa, como chantapufi, van a desaparecer. Bueno, chantapufi ya casi no se usa. No se usa ms? No mucho. Mir vos. Ah est la cosa, no?

En Buenos Aires. Desde el balcn de la casa donde hablamos se ve el boato neoclsico de la Recoleta, se intuyen los muertos ilustres. La mirada de Cortzar va ms all, hacia el ro, pasea por una ciudad que no logra sorprenderlo, aunque tal vez en su homenaje haya cambiado su puro sempiterno por un atado de Particulares rojos sin filtro. Todava no es medioda, el cielo es cielo y ya quedaron atrs un par de whiskies. La presencia fsica en el propio lugar tambin te puede devolver algunas vivencias que el tiempo haya desgastado. Pero en mi caso no me preocupa tanto, tal vez porque tengo una gran memoria sensual, memoria de formas, colores, olores. Los amigos en Pars me dijeron que ahora, despus de diez aos, me iba a encontrar con un Buenos Aires totalmente distinto; que han levantado esto, que hay edificios nuevos, autopistas. Y cuando vine de Ezeiza al centro vena mirando qu me iba a encontrar. Pero fue el Buenos Aires de siempre: si en el horizonte asoma un gran edificio, y qu? Queda totalmente neutralizado por la imagen general de la ciudad. Adems est el olor. Cada ciudad tiene su olor. Buenos Aires tiene para m un olor que no se puede definir, muy distinto del de Madrid o Pars, y es el olor de mi juventud, de mis vagancias adolescentes. Con qu tiene que ver ese olor? No s si es la calidad del aire o es un resumen de la cocina, porque la cocina influye mucho. Aqu es muy internacional, muy variada, con predominio espaol e italiano, no s... Madrid es olor a frito, a sardina, a aceite de oliva frito. Y Pars es un olor de panadera y de sopa de puerros, que es la sopa del pobre; la ropa de los obreros en el Metro huele a sopa de puerro. Y Buenos Aires quizs era el asadito en la obra, ese olor de la carne en el fuego, pero no slo eso... En fin, el punto es que este Buenos Aires es mi Buenos Aires, me han bastado dos das para recuperar rutinas, bajar a tomar mi desayuno, leer los diarios, tomar taxis y hablar con los taxistas. En ese plano no ha cambiado nada. Te emociona que un taxista te reconozca despus de tantos aos? S, ayer mismo pas en un taxi frente a la embajada americana y el muchacho que manejaba empez a hablar de una manifestacin a favor de Nicaragua. Y a m me llam la atencin que hablara de eso, porque es un tema sobre el que hay muchos malentendidos aqu. l, con la viveza portea, se haba dado cuenta de quin era yo en cuanto sub al taxi, pero no me lo dijo hasta la mitad del viaje, cuando ya haba

un dilogo, y estaba muy contento de llevarme y no me quiso cobrar. Te gustan esas situaciones? Me conmueven profundamente. Es el sentido de no haber vivido totalmente en vano, de haberle dado a ese muchacho en lo que haya podido leer de m ponele un libro o dos suficientes elementos como para que luego me reconozca y, adems, me quiera. Y es terrible, porque es una sensacin de responsabilidad que se va multiplicando. Adems, por un misterio que no alcanzo a explicarme los crticos tal vez lo hagan, los jvenes son mis mejores lectores, en toda Amrica Latina y ahora en Francia y Espaa. Son siempre los jvenes, lo cual no significa que no haya gente adulta que me lea o me estime; no, no es eso. Pero con los jvenes tengo un contacto increble, porque yo soy un viejo y jams escribo con la perspectiva de la juventud, no hago un trabajo de tipo demaggico. Cuando escrib Rayuela yo era un ser totalmente annimo, nadie me conoca o muy poco. Y lo escrib pensando como un hombre de 40 aos que escriba para gente de 40 aos, y result que esa gente no entendi gran cosa del libro. Las primera crticas porque eran ellos los que tenan la manija en los diarios fueron terriblemente negativas. Fijate que la primera crtica de Rayuela que le empezaba con la frase siguiente: Si la imitacin y el plagio son virtudes, Julio Cortzar es un gran escritor. A quin te acusaban de plagiar? A Joyce, por ejemplo, lo cual es una estupidez infinita. Pero te da una idea del mecanismo de resentimiento e ignorancia que funcionaba. En cambio los jvenes, que no se planteaban este tipo de problemas, tuvieron un contacto directo con Rayuela, que sigue siendo un libro clave para ellos. De todo lo que he hecho, Rayuela es el libro mgico para ellos, en toda Amrica Latina. Y para vos? Para m tambin, para m tambin. Es el libro que yo me llevara a la isla desierta. En la autopista. Los autonautas de la cosmopista es el libro de Julio Cortzar que sale en estos das en Buenos Aires. Durante 33 das, Cortzar y su mujer, la periodista franco-canadiense Carol Dunlop, recorrieron minuciosamente y sin dejarla ni un momento la autopista Pars-Marsella. Ochocientos kilmetros en una Kombi preparada para camping. La apuesta era contar, en un libro a cuatro manos,

la trama de este viaje a contrapelo de los viajes, una expedicin a lo cerrado. El viaje termin en junio del 82. Poco despus, en Nicaragua, ella empez a sufrir los sntomas de su enfermedad. Carol Dunlop muri el 2 de noviembre pasado. El libro, sin ms modificacin que un eplogo, qued transformado en elega, testimonio de vida ante la muerte. Para m es un libro... yo lo veo como un libro de amor. Quise profundamente a Carol y fuimos... creo que en el libro se nota que fuimos muy felices durante muchos aos, pero la culminacin fue ese viaje. Fueron 33 das en que estuvimos solos en una autopista, en esa paradoja de haber decidido explorar ese lugar archiconocido pero mirndolo desde otro ngulo; una vez ms, en mi caso, ir en contra de las ideas recibidas. Una autopista es una cosa funcional para ir de tal lugar a tal lugar, y nadie, o casi nadie se plantea otro tipo de problema. Una cosa es hacer el viaje en diez horas y otra en 33 das, ir explorando lentamente el otro lado de la alfombra. Entonces este libro tiene una serie de segundas o terceras lecturas posibles, pero es sobre todo un libro de amor... Y bueno... yo la perd a Carol muy poco tiempo despus de terminar el libro. Lo tuve que terminar solo; no los textos, que ya estaban, sino el montaje, porque todos los papeles quedaron revueltos. De modo que es un libro que a m me toca muy hondamente. Ahora, ya tomando distancias me pregunto cul va a ser la reaccin del lector no slo argentino sino latinoamericano, porque claro, el libro transcurre en un medio muy francs, autopista francesa, todos los nombres son franceses. Los autonautas... es otro libro de ese gnero extrao que practics, mezcla de memoria y ficcin, en la lnea de La vuelta al da en 80 mundos o ltimo round Son los que yo llamaba los libros-almanaques, porque vienen de la fascinacin que yo tena de chico por los almanaques. Como el Almanaque del Mensajero, que mi madre compraba; no s si todava se publica, era sobre todo para los provincianos. Era una maravilla para un nio, tena calendarios, las fases de la Luna, las mareas, recetas de cocina, consejos de jardinera, medicina del hogar, cuentitos, poemas, y todo en un libraco as, de 300 pginas. Entonces, cuando hice La vuelta... y ltimo round, que eran materiales muy heterclitos, los llam los libros-almanaques. Y en alguna medida ste tambin lo es, porque son dos autores y cada uno toma el tema que le interesa en el momento, pero muy centrado en el viaje y en la autopista. Cambiando de libros: cmo ves la literatura argentina actual? Segus en contacto

con ella? S, en ese sentido tengo una posibilidad de privilegio, porque buena parte de los escritores no slo argentinos sino latinoamericanos, y especialmente los jvenes, me mandan sus libros. Sin hablar de los manuscritos porque, con su gran ingenuidad, los jvenes piensan que yo tengo tiempo para leer sus manuscritos y adems sentarme a la mquina y darles una opinin. Hay una cosa muy terrible, que crea un mecanismo de responsabilidad: son las novelas del exilio, de mucha gente que ha pasado por la crcel y la tortura y se descargan en una novela, sin ser escritores, o siendo escritores noveles, y en general escriben novelas que literariamente son muy flojas y que ningn editor va a publicar. Tienen un valor de testimonio, pero son inevitablemente repetitivas, porque la tortura es la misma, la prisin es la misma. Cambian las modalidades segn la ptica y las circunstancias, pero una vez que un editor ha publicado dos novelas sobre torturas y prisiones no puede seguir, porque los lectores ya no las compran. Entonces hay mucha gente que se siente frustrada. Y volviendo a lo editado? S. No es muy lindo hacerlo, pero por razones metdicas dividamos el campo en la literatura que se ha hecho aqu y la que se ha hecho en el exilio. Esa decisin ha creado grandes discusiones, enfrentamientos. A m no me crea ningn problema, pero s s que preocupa a mucha gente. Yo creo que la cosa est muy clara: los escritores argentinos que se quedaron aqu se han encontrado con un mecanismo de represin, de censura, que se reflejaba en las posibilidades editoriales y de librera, que ha hecho, supongo, que haya muchos libros que hasta ahora estaban en un cajn y quiz salgan. No s, es una hiptesis, porque en el franquismo tambin se deca eso, que haba toda una generacin espaola que tena cosas formidables sin publicar, y las tales cosas no han aparecido por ningn lado. As que vamos a ver. Yo soy optimista por naturaleza y quiero creer que aqu hay cosas que se podrn publicar ahora y que fueron escritas en los peores momentos. Y est tambin lo que se escribi y public en los peores momentos, que bueno, puede haber excepciones, pero en general fue una literatura muy autocontrolada, con una autocensura inevitable. En ese sentido, los escritores exiliados tenan una libertad que no han tenido los argentinos; que eso se tradujera en mayor calidad es algo muy discutible. Pero si tomamos el caso de

Osvaldo Soriano, dudo mucho que sus libros se hubieran podido escribir y publicar ac. Escribirlos s, pero publicarlos... si incluso a m me haban prohibido dos libros. Leste Respiracin artificial? S, s, lo le en Pars, claro, me lo pas alguien. Piglia no me lo mand, a pesar de que nos conocimos en Cuba en el congreso cultural del 68. Me pareci el libro de un hombre muy inteligente y muy capaz, desde luego. Ahora, habra que preguntarle en qu condiciones lo escribi, con qu margen. Y te parece que los escritores que estuvieron afuera aprovecharon bien esa libertad? S, yo creo que casi todos han continuado su obra de manera muy positiva. Podra nombrar a gente como Pedro Orgambide o No Jitrik, que estn en Mxico. Sin duda sus libros deben haber entrado de una forma muy clandestina y limitada aqu... Pero eso es lo que yo llamo el exilio positivo. Es una alegra enterarse de que no han aflojado. Y sumemos a los msicos, pintores, escultores, que han llevado adelante su trabajo. En este sentido no hay ningn motivo para temer que diez aos de dictadura sangrienta hayan podido aplastar nuestra evolucin cultural. Creo que la han sofocado, pero no ahogado. Alguna vez se ha hablado, desde afuera, de la complicidad de los que se quedaron. Comparts esa idea? Qu entends por complicidad? Complicidad con la situacin interna? Yo no lo veo as. No, no lo creo. En primer lugar, cuando hablamos de temas culturales, por razones personales tendemos a centrarlo en la literatura de ficcin, pero la nocin es mucho ms amplia, abarca toda la ensaystica y el trabajo de tipo cientfico. Y no veo en qu medida se puede hablar de complicidad que abarque a todos los que se quedaron cuando hay una buena parte del trabajo interno que se ha hecho y se sigue haciendo en la Argentina cuya finalidad no es poltica: el trabajo de un psicoanalista, de una cierta sociologa... En el plano de la literatura, me temo que s, debe haber habido complicidades, pero de ninguna manera hay que generalizar. Haroldo Conti se qued y le ha costado la vida; Rodolfo Walsh, Paco Urondo se quedaron y les ha costado la vida. De qu complicidad se puede hablar? Ellos se jugaron hasta el final, en lo que hacan y en lo que escriban; de modo que... Y estos tres nombres ya son muchos y hermosos nombres.

En el compromiso. Antes de la entrevista Julio Cortzar se quejaba de las preguntas repetidas de los periodistas, sobre todo en ciertos temas polticos. Nunca dejarn de preguntar sobre el escritor comprometido, dijo, y recordaba la broma de alguien que no recordaba, que clamaba por que los escritores comprometidos se decidieran a casarse de una buena vez. Pero el escritor comprometido, o como quiera que se lo llame, reaparece detrs de cada frase, en cada reflexin. Nunca se pierde, nunca se transforma. Uno de los objetivos de su breve paso por Buenos Aires era tomar contacto con gente del nuevo gobierno y, sobre todo, con Hiplito Solari Yrigoyen, su amigo y compaero de tantos gritos en un desierto que se fue poblando poco a poco. En su opinin, cul debera ser la poltica con los responsables de la represin, las torturas y las desapariciones? Es una pregunta muy obvia, no? La respuesta es muy obvia. Tal vez no tanto, a la luz de las discusiones que hay al respecto en los partidos mayoritarios. El primer paso sera establecer las responsabilidades, definir bien quines son; pero no buscar media docena de chivos expiatorios, con eso no engaan a nadie. Todo aquel al que se le pueda probar su participacin en la represin, desde generales hasta sargentos o soldados, y tambin todos los responsables civiles paramilitares, Triple A, gangsters de todo tipo, debe ser castigado por sus crmenes. Y no hay que dejarse engaar por el sistema de defensa que se utiliz en Nremberg, de la orden recibida. Obedecer rdenes no es excusa para torturar y matar a seres humanos. Y el segundo paso es que esos responsables sean sometidos a una Justicia que merezca ese nombre, que no sea un camelo como lo ha sido la Justicia durante la dictadura militar. Y que reciban entonces las penas que correspondan a sus delitos. No es que yo sea partidario de la ley del talin, ni mucho menos, pero desgraciadamente las penas estarn siempre por debajo de lo que han sido esos crmenes, que van ms all de todo castigo posible. Yo estoy en contra de la pena de muerte, pero s creo en la mxima pena carcelaria que puedan recibir esos individuos. ltimamente, ciertos sectores estn intentando presentar el castigo por esos crmenes como una venganza. Qu te parece?

se es un concepto totalmente equivocado. Yo te citara el caso de Nicaragua. Una de las cosas que ms me conmovieron, ms positivas de la revolucin nicaragense, es la clemencia que mostraron con los criminales de guerra, somocistas culpables de crmenes equivalentes a los de aqu. Bueno, lo primero que hizo el sandinismo triunfante fue abolir la pena de muerte, y reemplazarla por un mximo de treinta aos de crcel. Yo asist a los juicios de algunos de los peores criminales, en los que la muerte habra sido poco para castigarlos. Estaba el caso de un coronel que, para aterrorizar a los pobladores, tomaba a un campesino, lo meta en un helicptero y lo tiraba exactamente en el medio de la plaza del pueblo. Este seor se defenda cnicamente en el proceso diciendo que todo era mentira y que l era catlico, y cosas por el estilo. Ese seor tiene treinta de crcel, el mximo. Y uno sale de esos procesos con una sensacin de frustracin, porque qu son treinta aos de crcel al lado de lo que hizo? Pero, en cambio, no me hubiera gustado nada que los fusilaran. De modo que cuando aqu el informe de Rattenbach habla de fusilar a los cuatro chivos emisarios, est diciendo una estupidez, porque jams van a fusilar a nadie, no es Alfonsn el que va a fusilar a esos seores. O sea que ya de entrada estn haciendo una comedia, una payasada. Ya con que vayan a la crcel estaremos ms que satisfechos. Se estaba haciendo tarde, nos esperaban para almorzar. Mientras nos levantbamos, le pregunt si crea que alguna vez le iban a poner su nombre a una calle, a una plaza, si iba a quedarse en la Argentina de esa rara manera. Uy, no, espero que nunca lo hagan. Nada me dara ms horror. Dijo, y se rio.