cap 3 dejours trabajo y desgaste mental

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Capítulo III Trabajo y ansiedad La ansiedad es una dimensión de la vivencia de los trabajadores que es prácticamente ignorada por todos los estudios de psicopatología del trabajo. Hablaremos aquí de ansiedad , no de angustia. Es necesaria una precisión se- itriológica: la angustia resulta de un conflicto intrapsíquico, es decir una con- tradicción entre dos nociones inconciliables. Puede tratarse de una oposición entre dos impulsos, entre dos deseos, entre dos sistemas (inconsciente y consciente, por ejemplo), o entre dos instancias (yo y superyó, por ejemplo). La investigación de la angustia sólo puede encararse por medio del psicoa- nálisis. La angustia es una producción individual cuyas características sólo pueden dilucidarse por la permanente referencia a la historia individual, la estructura de la personalidad y el tipo de relación con el objeto. Nuestro su- jeto de estudio en este caso es la ansiedad, concepto que no es, propiamen- te hablando, de naturaleza psicoanalítica. Responde a un aspecto concreto de b realidad y exige sistemas defensivos específicos que han sido esencial- mente desconocidos hasta nuestros días. La psicopatología del trabajo está particularmente bien ubicada para aislar este nuevo problema, en la medida en que constituye un enfoque específico de la relación del hombre con la rea- lidad. Intentaremos mostrar que la ansiedad está presente en todos los tipos de tareas profesionales, incluso en las tareas repetitivas y los empleos de ofi- cina donde, sin embargo, sólo parece ocupar un lugar modesto. Ciertas profesiones se encuentran expuestas a peligros que pueden afec- tar la integridad corporal. Es el caso, por ejemplo, de la construcción y de las obras públicas, de la pesca en alta mar, del trabajo en atmósfera comprimi- da, de las industrias que elaboran productos tóxicos, etc. En todos los casos el riesgo es para el cuerpo físico. Puede tratarse de asfixia, fractura, quebra- dura, herida, muerte violenta» ahogo, accidente. La causa material del daño corporal puede ser el incendio, la explosión o el escape de gas tóxico, un ac- cidente de descompresión, circunstancias atmosféricas, anomalías en el fun- cionamiento de un instrumento o de una máquina. Varias características de estos riesgos pueden destacarse: el riesgo es exterior y en gran parte inheren- te al trabajo y, por lo tanto, independiente de la voluntad del trabajador. El riesgo, por otra parte, es muchas veces (pero no siempre) colectivo: en una industria de proceso un escape de gas puede ocasionar la intoxicación o la muerte de varios obreros. Es lo que observamos a menudo en este tipo de accidentes. A veces, el riesgo es más personalizado. Es dando un paso en fal- so que el obrero cae de su andamio. Pero muchas veces, incluso en estos ca- 67

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Cap 3 Dejours Trabajo y Desgaste Mental

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  • Captulo IIITrabajo y ansiedad

    La ansiedad es una dimensin de la vivencia de los trabajadores que es prcticamente ignorada por todos los estudios de psicopatologa del trabajo. Hablaremos aqu de ansiedad, no de angustia. Es necesaria una precisin se- itriolgica: la angustia resulta de un conflicto intrapsquico, es decir una con-tradiccin entre dos nociones inconciliables. Puede tratarse de una oposicin entre dos impulsos, entre dos deseos, entre dos sistemas (inconsciente y consciente, por ejemplo), o entre dos instancias (yo y supery, por ejemplo). La investigacin de la angustia slo puede encararse por medio del psicoa-nlisis. La angustia es una produccin individual cuyas caractersticas slo pueden dilucidarse por la permanente referencia a la historia individual, la estructura de la personalidad y el tipo de relacin con el objeto. Nuestro su-jeto de estudio en este caso es la ansiedad, concepto que no es, propiamen-te hablando, de naturaleza psicoanaltica. Responde a un aspecto concreto de b realidad y exige sistemas defensivos especficos que han sido esencial- mente desconocidos hasta nuestros das. La psicopatologa del trabajo est particularmente bien ubicada para aislar este nuevo problema, en la medida en que constituye un enfoque especfico de la relacin del hombre con la rea-lidad. Intentaremos mostrar que la ansiedad est presente en todos los tipos de tareas profesionales, incluso en las tareas repetitivas y los empleos de ofi-cina donde, sin embargo, slo parece ocupar un lugar modesto.

    Ciertas profesiones se encuentran expuestas a peligros que pueden afec-tar la integridad corporal. Es el caso, por ejemplo, de la construccin y de las obras pblicas, de la pesca en alta mar, del trabajo en atmsfera comprimi-da, de las industrias que elaboran productos txicos, etc. En todos los casos el riesgo es para el cuerpo fsico. Puede tratarse de asfixia, fractura, quebra-dura, herida, muerte violenta ahogo, accidente. La causa material del dao corporal puede ser el incendio, la explosin o el escape de gas txico, un ac-cidente de descompresin, circunstancias atmosfricas, anomalas en el fun-cionamiento de un instrumento o de una mquina. Varias caractersticas de estos riesgos pueden destacarse: el riesgo es exterior y en gran parte inheren-te al trabajo y, por lo tanto, independiente de la voluntad del trabajador.

    El riesgo, por otra parte, es muchas veces (pero no siempre) colectivo: en una industria de proceso un escape de gas puede ocasionar la intoxicacin o la muerte de varios obreros. Es lo que observamos a menudo en este tipo de accidentes. A veces, el riesgo es ms personalizado. Es dando un paso en fal-so que el obrero cae de su andamio. Pero muchas veces, incluso en estos ca-

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    sos, el accidente que afecta a un obrero puede afectar a varios: un operador de gras, por ejemplo, al recibir una descarga elctrica, deja que caiga una carga sobre un grupo de obreros que trabajan a nivel del suelo. En el conjun-to de las situaciones de trabajo en donde varios obreros participan de la mis-ma tarea el riesgo es, por regla general, colectivo. Finalmente, si el riesgo se combate con medidas y consignas de seguridad, es casi siempre prevenido de manera incompleta por la organizacin del trabajo, ya sea por la limita-cin de las inversiones necesarias o porque el riesgo se conoce mal (o su apariencia): es el caso de las industrias de proceso donde frecuentemente un accidente revela la existencia de un riesgo hasta entonces desconocido. S-lo son eficaces las medidas protectoras llamadas protecciones colectivas" (por ejemplo las redes de proteccin a lo largo de los andamies). Muchas ve-ces slo se proponen a los trabajadores medidas preventivas individuales: ellas pueden tener un carcter material (dispositivos de proteccin) o un ca-rcter psicolgico (consignas de seguridad). A veces puede ser que el riesgo perdure, sin que ninguna prevencin efectiva sea puesta a disposicin de los obreros.

    De cualquier modo, lo que caracteriza el riesgo residual que no es total-mente borrado por a organizacin del trabajo, es que l debe ser asumido individualmente. De esta oposicin entre la naturaleza colectiva y tnaterial del riesgo residual y la naturaleza individual y psicolgica de la prevencin surge a cada instante del trabajo el problema de la ansiedad en el trabajo.

    Al margen del riesgo real hay que mencionar el riesgo presumido: mal co-nocido en sus detalles, slo es una sospecha. Este riesgo confirmado por ac-cidentes cuyo carcter imprevisible es destacado por las investigaciones, es fuente de una ansiedad especfica que est enteramente a cargo del trabajador.

    Contra la ansiedad, impresin lamentable que se debe asumir, los obre-ros elaboran defensas particulares. Cuando dichas defensas son muy efica-ces, prcticamente no encontramos ms rastros de la ansiedad en el discur-so obrero. Pero tambin para ponerla en evidencia es necesario investigar sus signos indirectos, que son precisamente estos sistemas defensivos.

    1. Los signos directos de la ansiedad

    En la industria qumica en donde el trabajo se organiza segn procesos* el trabajo con guardapolvo tiene la reputacin de ser limpio. Sin embargo, al escuchar a los operadores de las salas de control, notamos necesariamente la importancia de sus preocupaciones referidas a la salud fsica. Los obreros evocan las "enfermedades profesionales y 1as afecciones de carcter pro-fesional* (Estas ltimas, cuyo origen se encuentra efectivamente en el tra-

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    bajo, no estn inscriptas en la lista oficial de las "enfermedades profesiona-les La Seguridad Social toma a su cargo al obrero afectado por esa enfer-medad, como sucede para (oda afeccin mdica que no tenga relacin con el trabajo, en lugar de beneficiar con el rgimen de ia enfermedad profesio- n a r\ que da derecho a mayores reembolsos por concepto de atencin mdi-ca y a las indemnizaciones eventuales por invalidez.) Las Sesiones causadas por eczemas en los dedos no son raras, mientras las lesiones causadas por tascarse con las uas y las erupciones son frecuentes. Un taller es as llama-do taller de la galera, ya que los obreros que trabajan en l manipulan pen- taclorofenol y casi todos sufren de ardores y erupciones. El cncer de hga-do causado por el cloruro de vinilo habra provocado la muerte de varios obreros. Los decesos por inhalacin de fosgeno, los enfermos hospitaliza-dos de urgencia (18 obreros en una sola oportunidad en una de Sas fbricas estudiadas), malestares, infartos del miocardio; 4 obreros muertos en el ta-ller donde se fabrican los desfoliantes, numerosas lceras del duodeno en la empresa, infartos del miocardio entre los 30 y 40 aos, importante disminu-cin del promedio de la esperanza de vida (esperanza promedio: 57 aos), envejecimiento prematuro, trastornos sexuales en el taller de bromuro de isopropileno, riesgos de complicacin ante la menor herida...

    Podemos citar, todava, las condiciones de temperatura; fro o calor con-tinuos; el ruido de 80-90 decibeles en ciertos talleres; ios vapores y polvos: ocurre que en el tiempo que toma provocar una reaccin, los vapores se acu-mulan en todo el taller, incluso en los puestos de control: A veces arranca-mos y ya tenemos hasta las caderas. La desincrustacin es peligrosa: hay que entrar en ta cuba o en el horno y desincrustar las paredes con un marti-llo. Las concentraciones de vapores txicos pueden ser importantes. Men-cionamos del mismo modo fracturas, quemaduras, cuerpos extraos en los ojos, etctera.

    Los riesgos sobre el cuerpo fsico tienen todava una gran importancia a pesar de que en algunas fbricas las cuestiones relativas a la salud fsica si-guen siendo netamente dominantes mientras que se esperara encontrar prin-cipalmente quejas relativas a la salud mental. En cuanto a los daos fsicos, hay que aproximar los riesgos de accidente, de explosin o de incendio, aun-que esta vez sus efectos se hacen sentir sobre todo a nivel de la vida mental.

    Salud fsica y condiciones de trabajo; claramente identificadas por los obreros como fuente de peligro para el cuerpo son efectivamente, y ante to-fo* las condiciones de trabajo las que son acusadas: se trata, en efecto, de los vapores, presiones, temperaturas, gases txicos, ru ido... En una palabra, de las condiciones fsicas o qumicas de trabajo.

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    A propsito de este discurso obrero sobre la salud fsica, es comn que se analice de cerca y ms detenidamente lo que se expresa: hay condiciones de trabajo que son nocivas para el cuerpo. Pero incluso si esta realidad no puede ser puesta en duda nos olvidamos en general de la palabra en s mis-ma desde el momento en que es pronunciada y del tono con el cual se la pro-nuncia. Pero esta palabra es una palabra de ansiedad. A pesar de que muchas veces la relacin cuerpo-condiciones de trabajo es estudiada correctamente, nunca se mencionan las repercusiones de este peligro real a nivel mental, ya que es una carga psquica inherente al trabajo peligroso y que a pesar de to-do entra en el balance de las exigencias. La ansiedad relativa al riesgo pue-de agrandarse notablemente por el desconocimiento de los lmites exactos de este riesgo o por ignorancia respecto de los mtodos de prevencin eficaces* Coeficiente de multiplicacin de la ansiedad, la ignorancia aumenta tam-bin el costo mental o psquico del trabajo.

    Pero junto a esta ansiedad determinante directo, existen otros compo-nentes de la ansiedad que vamos a estudiar.

    En el discurso obrero dentro de las industrias qumicas, el problema prin-cipal, que se evoca espontneamente, es la ansiedad, alrededor de la cual se estructura todo lo relativo al sufrimiento mental de los trabajadores. En la empresa, todo nos recuerda un posible accidente o incidente: carteles en las paredes, seales luminosas, alarmas sonoras y visuales, presencia de cascos, de mscaras, de guantes (al alcance de la mano s, pero en la mayora de los casos cubiertos de polvo), destinados principalmente a estimular la atencin (precisamente porque despiertan la ansiedad) antes que a constituir una ver-dadera proteccin. El aspecto exterior de la fbrica en s mismo no deja in-diferente a los obreros. Imaginemos estas fbricas extendindose sobre va-rios kilmetros, escupiendo fuegos y vapores, en una noche cubierta por el ruido de las mquinas, iluminadas por las luces blanquecinas de fuegos que dan a la silueta del edificio y a las chimeneas una forma inquietante, sumer-gida en una atmsfera contaminada por olores nauseabundos o sofocantes!

    Este riesgo es real pero incuantificable

    Sobre qu base podemos afirmar que una determinada fbrica presenta mayores riesgos que otra? la de su nmero de heridos? Sin dudas, ello es in-suficiente, puesto que un solo accidente es susceptible de provocar el desor-den en la jerarqua estadstica. Poco importa esto, pues el riesgo es real por todas partes. Cualquiera sea su amplitud, el riesgo engendra un estado de an-siedad casi permanente y todos los obreros hablan de sus consecuencias.

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    "Ansiedad y "tensin nerviosa

    En el discurso de los obreros de la petroqumica, cuando se trata de la tensin nerviosa, de estar como pilas elctricas y de sentirse al borde de la crisis nerviosa, etc., se trata efectivamente de la ansiedad. Y no como podramos creerlo, o como incitan a pensarlo los trabajos de ciertos especia-listas,6 bls cuando hablan de los efectos de la carga psicosensorial que in-cluyen por ejemplo los esfuerzos de vigilancia, la tensin de concentracin, de memorizacin, etc., aunque esta carga exista realmente y contribuya en parte al sufrimiento experimentado. En efecto, la ansiedad domina el discur-so obrero. Muy raramente los obreros dan cuenta de este sufrimiento que se-ra la consecuencia de una sobrecarga psicosensoriomotriz o de una satura-cin de trabajo; al contrario, con mayor frecuencia; y no es el aspecto me-nos paradjico de estas investigaciones, ios obreros no dudan en precisar que en definitiva se encuentran poco ocupados por sus tareas y bien lejos de la sobrecarga. Frecuentemente, se les deja tiempo para que discutan entre ellos, para organizar juegos, para jugar al scrable, etc., durante el tiempo de trabajo y al mismo tiempo. Sin embargo, incluso durante estas actividades donde la carga de trabajo es dbil (pero no nula, ya que continan sin esfuer-zo aparente identificando los ruidos inslitos de ciertas alarmas), nunca se desembarazan de la tensin nerviosa : mientras estamos en la fbrica* in-cluso cuando no trabajamos, nunca se puede estar distendido.

    uAnsiedad * y "representacin

    'Todos saben muy bien que trabajamos sobre un polvorn.

    La fbrica es un volcn sobre cuyas laderas nos asentamos sin saber en qu momento entrarn en erupcin.

    La fbrica es como una enorme bestia que haramos marchar ms o me-nos bien, sin saber lo que pasa en el interior de su estmago, y que a cada instante puede volverse furiosa y destruir todo el panal que se encuentra a su alrededor.

    Todas estas representaciones de la fbrica en el discurso obrero ponen en evidencia:

    - La dolorosa ignorancia en la que se encuentran los obreros con respec-to a lo que se produce efectivamente en las reacciones qumicas.

    - El sentimiento agobiante de que la fbrica es susceptible de escapar en ^-^quier momento del control de los obreros.

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    - La conviccin de que la fbrica esconde en s una violencia explosiva y mortal.

    Finalmente y sobre todo, demuestra la extensin de la ansiedad que es la respuesta, a nivel psicolgico, a todo lo que contiene riesgo y no est con-trolado por a prevencin colectiva.

    Otra prueba sobre la intensidad de esta ansiedad est dada por los tras-tornos del sueo y sobre todo por el uso de medicamentos psicotrptcos por parte de casi todos los obreros de la fbrica: ansioltcos durante el da, som-nferos en la noche, psicoestimulantes en la maana-

    2. Los signos directos de la ansiedad: la ideologa defensiva del oficio

    A pesar de que existe en las industrias qumicas una ideologa defensiva especfica, para ilustrar la ideologa defensiva contra la ansiedad tomaremos el caso de la construccin. En esta rama, los peligros tienen una realidad y una importancia que es intil destacar y que se verifica por el gran nmero de accidentes invalidantes y mortales (la mitad de los accidentes mortales de trabajo ocurren en la construccin). Sin embargo, existe un fenmeno ins-lito conocido bajo e1 nombre de "resistencia de los obreros a las consignas de seguridad. Todo pasa como si los obreros de la construccin fueran in-conscientes de los riegos a los que se exponen, basca como si sintieran en ello cierto placer. Es lo que hace afirmar a cienos autores que la "psicologa de los obreros de la construccin se caracterizara por un gusto pronuncia-do por el peligro y el esfuerzo fsico, por tipos de carcter en los que predo-mina el orgullo, la rivalidad, el valor asignado a los signos exteriores de la virilidad, la bravura, pero tambin la temeridad y hasta la inconciencia fren-te a la realidad, y la ausencia de disciplina, tendencia al individualismo, etc. Lo que se designa de este modo corresponde a una cierta realidad. Las acti-tudes con respecto al riesgo de accidentes son bien conocidas. El rechazo de ciertas consignas de seguridad tambin. Las respuestas arrogantes no son ra-ras, incluso en ciertos detalles. Los consejos para el acarreo de cargas pesa-das, tales como: agacharse, tomar la carga en el suelo y levantarse utilizan-do los cuadrceps que son los msculos ms potentes del organismo, porque es mejor que flexionar el tronco y enderezarse accionando la musculatura dorsal que es ms frgil, ya que esto fuerza los pequeos huesos mviles que son las vrtebras y ocasiona dolores de los riones, dorsalgia, lumbalgia y citicas, suscitan muchas veces esta respuesta del obrero: "No soy una mu- jercita y no har la tarea como ustedes me lo indican.

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    Esta actitud de desprecio del riesgo no puede analizarse literalmente co-mo ocurre a menudo. Desprecio, ignorancia e inconciencia frente al riesgo slo son una ostentacin. No podemos admitir sin cuestionarnos que los obreros de la construccin sean de algn modo los ms ignorantes frente al riesgo que corren.

    Nuestras investigaciones demostraron en efecto que esta ostentacin puede derrumbarse y dejar aparecer una ansiedad imprevista y dramtica. Cuando el momento del desafo pas, los obreros cuentan los accidentes de los cuales fue-ron testigos o vctimas. Hablan de sus amigos fallecidos o heridos en el traba-jo- Tambin evocan a las familias de los heridos. El riesgo? Lo conocen ms que cualquier otro y lo sienten a flor de piel en su vida cotidiana. Cuando esta-llan las revelaciones, la tonalidad de la expresin y la emocin no pueden de-jar dudas. La vivencia de la ansiedad existe efectivamente, pero slo aparece sobre la superficie en contadas ocasiones. Es que la ansiedad se encuentra con- tenida, tanto como se puede, por los sistemas defensivos* Estos ltimos son ab-solutamente necesarios. No hablaremos aqu de la buena fundamentacin de un punto de vista finalista en materia de interpretacin de psicopatologa del tra-bajo. A pesar del riesgo de la crtica, afirmamos que si la ansiedad no fuera de ese modo, si pudiera surgir en cualquier momento durante el trabajo, enton-ces, los obreros no habran podido continuar mucho tiempo ms con sus tareas.

    La conciencia aguda, incluso sin un mejoramiento emocional anormal del riesgo de accidente, obligara al obrero a tomar tantas precauciones indi-viduales que se volvera ineficaz en el plano de la productividad. Para otros, la justa evaluacin del riesgo impide completamente la realizacin de un tra-bajo en la construccin. Por otra parte, este caso no es raro y el miedo es una causa importante "de inadaptacin profesional en la construccin. Este miedo no siempre carece de motivos. Pero slo debe aparecer invertido, in-cluso fuera del trabajo: es la larga lista de los sntomas medicalizados de la ansiedad que son los vrtigos, las cefaleas, las impotencias funcionales di-versas que tanto conocen los mdicos tratantes y los mdicos del trabajo.84

    Las actitudes de negacin y de desprecio hacia el peligro son una simple inversin de la proposicin relativa al riesgo. Esta estrategia no basta. Con-jurar el riesgo exige sacrificios y testimonios ms convincentes. Tal es as que los obreros a veces agregan al riesgo de trabajo los riesgos derivados de los grandes esfuerzos personales y de verdaderos concursos de habilidad y valenta. En estas pruebas compiten entre ellos, pero al hacerlo, todo ocurre como si fueran ellos los que crearan el riesgo en todos sus aspectos y no fue-ra el peligro lo que se abate sobre ellos independientemente de su voluntad. Crear la situacin o agravarla, es en cierta medida ser dueo de ella. Esta es-tratagema posee un valor simblico que contiene la iniciativa y el dominio 4e los trabajadores sobre el peligro y no lo contrario.

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    El primer carcter de la fachada la pseudo-inconciencia del p e lig ro - resulta en realidad del sistema defensivo destinado a controlar la ansiedad.

    La segunda especificidad es su carcter colectivo. Este sistema defensi-vo es compartido por todas las profesiones de la construccin. Para funcio-nar, este sistema tiene, en efecto, la necesidad de encontrar confirmaciones. El nico medio de asegurar la eficacia simblica es la participacin de to-dos en la estrategia defensiva. Nadie debe temer. Nadie debe dar a entender esto. Nadie debe quedar al margen de este cdigo profesional. Nadie debe negar la contribucin individual al sistema defensivo. Nunca se debe hablar de peligro, de riesgo, de accidente ni de miedo. Y estas consignas explcitas son respetadas.

    Los obreros no quieren que les hagamos acordar de aquello que tan cos-tosamente buscan conjurar. Es una de las razones por las cuales tas campa-as de seguridad encuentran tal resistencia entre los obreros. Saben muy bien que el cinto de seguridad no acabar con todos los accidentes. Obligar-los a que se lo coloquen es ante todo recordarles que el peligro existe en la realidad, y al mismo tiempo toma la tarea an ms difcil, ya que se la en-cuentra ms cargada de ansiedad.

    Tambin, el rechazo y las resistencias encontradas en la construccin no son el hecho de una supuesta inconciencia o inmadurez, sino ms bien de una conducta deliberada que apunta precisamente a soportar un riesgo que, por su importancia, no sera plenamente atenuado con medidas irrisorias de seguridad.

    Vemos que el sistema defensivo requiere de una gran cohesin y de una solidez frente al peligro de muerte. Por esa razn, sin duda, alcanza la di-mensin de una tradicin de oficio y hasta de una verdadera ideologa de-fensiva caracterstica de la profesin. Esta ideologa necesita sacrificios y mrtires. Es cierto que algunos accidentes son el resultado de estas conduc-tas peligrosas y de estas competiciones en cuanto al desafo lanzado al ries-go. Midamos lo que permiten estos sacrificios: Si se mat, es porque l lo quera, es lo que buscaba. Exager.

    Esto es quizs verdad, pero sobre todo permite a otros pensar que basta con no querer accidentarse para no ser vctima* respuesta altamente capaz de calmar la ansiedad.

    La ideologa defensiva tiene adems un valor funcional con respecto a la productividad. (Aqu se encuentra designado lo que podramos llamar la ex-plotacin de la ansiedad. La explotacin del sufrimiento mental y de los me-canismos de defensa activados para luchar en su contra sern el objeto de un captulo particular. Aunque la ideologa defensiva del oficio tiene un valor funcional para los obreros de la obra, posee tambin un valor con respecto a

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  • T r a b a j o y a n s i e d a d * C h r i s t v p h e D e j o u r s

    los obreros que no participan en el trabajo. En efecto, si un obrero no alcan-za a retomar la ideologa defensiva de la construccin por su propia cuenta, si no llega por ese medio a dominar su aprensin, deber dejar el trabajo. El grupo, armado con la ideologa-defensa, elimina a aquel que no soporta el riesgo. De esta forma el ms frgil de ellos es motivo de burla de los dems. Si no renuncia a su timorata posicin con respecto al grupo, tarde o tempra-no ser eliminado. Si esto es lo que ocurre, el grupo no solamente oper una verdadera seleccin que garantiza el valor operacional de cada obrero que queda en la obra, sino que, adems, se defendi contra la ansiedad que vie-ne a reactivar, a nivel de los individuos y a nivel colectivo, los propsitos y los comportamientos del miedoso.

    sta es la importancia de la ideologa-defensa en la continuidad del tra-bajo.

    Se puede citar otro ejemplo que va en el mismo sentido. Es lo que po-dramos llamar el bautismo de los jvenes obreros que llegan a la obra. No es raro, en efecto, que sean objeto de una verdadera prueba de ingreso: se lo abuchea durante las comidas y se pone en duda su virilidad, se exige de l ciertas performances fsicas, se lo observa... Se lo somete de hecho a la prueba de la ideologa-defensa. Si sale victorioso, se lo acepta en el grupo como uno ms, al mismo tiempo que l retoma por su cuenta los elementos que constituyen la defensa colectiva. Si no soporta este clima, debe desistir, cosa que ocurre a veces.

    La ideologa defensiva es entonces funcional a nivel del grupo, de su co-hesin, de su coraje, lo es tambin a nivel del trabajo; es la garanta de la productividad.

    Duminada de esta manera, la aparente inconciencia de ios obreros cam-bia de significado. Es el precio que deben pagar para superar ia carga de an-siedad que supone el trabajo. El rol del vino y del alcohol se articula con es-ta ideologa. El vino, el calvados, es el trago de energa, no tanto fsico co-mo psicolgico, que ayuda a afrontar las condiciones de trabajo. Antes de re-tomar el trabajo, un trago de vino tinto ayuda por su valor simblico y por su actividad psicofarmacolgica. El rol psicolgico otorgado al vino se junta de manera no fortuita con la tradicin y con los hbitos de vida de los obreros. Esto est en armona adems con la sed engendrada por el esfuerzo fsico.

    En numerosas profesiones encontramos tambin sistemas defensivosprofundamente estructurados por la naturaleza del riesgo en cuestin. Si en

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    ciertos casos estos sistemas poseen analogas, en otros casos son notoria-mente diferentes y especficos de la profesin. Es as como ocurre en la in-dustria qumica, en donde la ideologa defensiva es radicalmente diferente de la de la construccin.

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  • T r a b a j o y d e s g a s t e m e n t a l C h r i s f o p h e D e j o u r s

    ltima caracterstica de la ideologa defensiva: para constituirla, es ne-cesaria la participacin de un grupo obrero, es decir no solamente una colec^ tividad que trabaja en un mismo lugar, sino un trabajo que exija una distri-bucin de las tareas entre los miembros de un equipo. En el caso del traba-jo dividido y repetitivo, donde las comunicaciones entre los obreros son es-casas y donde la organizacin del trabajo es muy rgida, hay poco lugar pa-ra la elaboracin de las ideologas defensivas (ver captulo I).

    3. La ansiedad en las tareas sometidas a una cadencia

    Los especialistas del hombre en situacin de trabajo nunca mencionaron la ansiedad de los trabajadores de la cadena o de los trabajadores remunera-dos segn el rendimiento. Sin embargo, esa ansiedad se observa en todos los textos escritos por los obreros y en el discurso obrero espontneo con slo prestar un poco de atencin. De dnde proviene tal ansiedad?

    Proviene en menor medida de las condiciones psicoqumicas del trabajo que de la performance exigida, es decir del ritmo, la cadencia y las cantida-des por respetar. Esta ansiedad aparece como particularmente ciara en los trabajadores que recin se incorporan a un nuevo puesto. Hay poca o ningu^ na formacin para llevar a cabo tareas descalificadas. Por lo tanto ellas re-quieren siempre ayuda y una habilidad que es necesario conquistar.56 bis

    Incluso cuando el secreto de la habilidad ha sido adquirido, cuando cier-ta costumbre ha sido ganada al precio de esfuerzos y ansiedad con el tiempo y la experiencia, el resultado obtenido es siempre cuestionado por el aumen-to de la cadencia que sobrevendr un da u otro, o en razn de los cambios de puesto asignados sin consultar por parte de la administracin para tapar los huecos all donde faltan obreros que tuvieron que parar de trabajar.

    La ansiedad responde aqu al ritmo, a las cadencias, a a velocidad y, por medio de ellos, a los sueldos, a los incentivos, a las primas. La situacin de trabajo de los obreros remunerados por piezas es totalmente penetrada por el riesgo de no mantener la cadencia y tener que abandonar.

    Esta ansiedad, de la cual se habla muy poco, participa tanto como la car-ga fsica del trabajo en el agotamiento progresivo de los obreros y en su des-gaste. A diferencia de lo que se puede observar en los oficios donde el tra-bajo se realiza en grupos, ac slo hay modestas posibilidades para producir defensas colectivas. Aqu lo esencial de la ansiedad debe ser asumido indi-vidualmente. La nica defensa colectiva que pudimos observar es la que lla-mamos aceleracin colectiva en cadena". Ya dimos un ejemplo ms arriba.

  • T r a b a j o y a n s i e d a d C h r i s t o p h e D e j o u r s

    En L'Etabli, Robert Linhart cuenta cmo un grupo de obreros logr organi-zarse y repartir las tareas de manera tal que uno de ellos, turnndose pueda abandonar el trabajo durante algunos minutos. Prctica y concretamente, abandonar el trabajo durante algunos minutos no es gran cosa en una jom a-da laboral de diez horas. Pero simblicamente* el grupo de obreros venci al ritmo, a la velocidad y al tiempo. Cuando uno de ellos se detiene y sale de la cadena, l no es el nico en gozar, todos los dems aprovechan. Todos par-ticipan en esta picarda simblica de gran valor significativo, tanto con res-pecto a la victoria sobre la jerarqua como con respecto a la solidaridad que une a los obreros durante ese instante. Se comprende que en esas condicio-nes la ansiedad resultante de la lucha ininterrumpida contra los tiempos con-duzca al obrero, cuando ya adquiere un cierto hbito y un rudiment de con-trol de su puesto, a hacer un esfuerzo especial para no perder la ventaja con un cambio de puesto. Es lo que ciertos psiclogos llaman la resistencia al cambio!92

    Al lado de la ansiedad de las cadencias, los obreros hablan sin oculta- miento de los riesgos que para su cuerpo implican las condiciones fsicas, qumicas y biolgicas de su trabajo. Los obreros saben que poseen un grado de morbilidad superior al resto de la poblacin y, sobre todo, que su espe-ranza de vida es diez o quince aos inferior a la de los maestros.54 La impre-sin de ser comido por dentro, desgastado, degradado, corrodo, usado o in-toxicado es sentida por la mayora de los obreros. Los obreros de todas las industrias expresan esta ansiedad patente bajo esa forma detallada. Por ello es que podemos sorprendemos de que, en materia de psicopatologa del tra-bajo, hayamos podido pasar sin reparar al lado de esta ansiedad masiva. Jus-tificada por los hechos, esta ansiedad es parte integrante de la carga de tra-bajo. La ansiedad (ya sea que provenga de las cadencias o de los riesgos que emanan de las malas condiciones de trabajo) roe la salud mental de los tra-bajadores, progresiva e inevitablemente, como el carbn que sofoca los pul-mones del minero afectado por silicosis.

    4. Ansiedad y relaciones de trabajoPor relaciones de trabajo nosotros entendemos todas las relaciones hu-

    manas creadas por la organizacin del trabajo. Las relaciones con la direc-cin, con la supervisin, con los otros trabajadores, son a veces fastidiosas, hasta incluso insoportables. En el caso de las industrias en donde el trabajo est sometido a la cadencia, podemos decir que las relaciones con la jerar-qua son fuente de una ansiedad que se puede superponer con la que hemos ttiencionado acerca del ritmo, de la productividad, de las cuotas, del rendi-miento, de las primas y de las bonificaciones. Se puede superponer en la me-

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    dida en que los supervisores y los capataces tienen como tarea especfica mantener y alimentar esta ansiedad con respecto al rendimiento.

    Se debe hacer una mencin especial respecto de las tcticas de la direc-cin de la empresa. El encargado del grupo y el capataz usan muchas veces bravuconadas y favoritismos para dividir a los obreros, de manera que ade-ms de la ansiedad relativa a la productividad se agregue la que resulta de lo que podemos comparar con el sobrenombre en el ejrcito. La desigualdad en la divisin del trabajo100 es un arma temible de la cual se valen los jefes para dar rienda suelta a su agresividad, hostilidad o perversidad. Es costum-bre presentar estas relaciones de trabajo en trminos polticos y en trminos de poder. La frustracin, la revuelta y la agresividad en las reacciones no pue-den, en la mayora de los casos, encontrar una salida, Se conocen mal los efectos de la represin de esta agresividad sobre el funcionamiento mental de los trabajadores, a pesar de que se pueda sospechar su importancia en la rela-cin salud-trabajo. La discriminacin que opera la jerarqua entre los trabaja-dores no puede ser considerada como un epifenmeno, o como un problema accesorio. Forma parte integrante de las tcticas de mando, a pesar de que no sea explcitamente incluida en el rol de la jerarqua. La situacin ms ejem-plar a este respecto es la del sector terciario y de os empleados de oficinas.

    En los servicios de contabilidad, en las grandes administraciones, los bancos y los servicios, cuando el trabajo no est organizado segn el siste-ma Taylor, podemos observar una tcnica especfica de conduccin. Aqu se utilizan en particular las tcnicas de discriminacin. La apreciacin del jefe abarca los puntos que entran en el clculo del salario, de la promocin, de los pedidos de traslado, de las licencias, de la distribucin de las tareas, re-traso autorizado o sancionado, etc. Las falsas esperanzas, particularmente sobre el ascenso, son hbilmente alimentadas. Las principales vctimas de este sistema de conduccin son las mujeres. En ciertas administraciones, en organizaciones de servicio, los jefes recurren muchas veces a una convoca-toria individual con los empleados. En la oficina del jefe las amenazas ce-den el lugar a un cambio de actitud, a la benevolencia y al paternal i smo. El problema del trabajo es eludido mientras el debate se desplaza hacia las cuestiones personales. La empleada es alentada para hablar de sus dificulta-des familiares y materiales. Algunas confidencias arrancadas de esa manera, servirn luego para la manipulacin psicolgica. No slo las informaciones adquiridas de esta manera son luego utilizadas como medio de presin, sino que a veces se dan a conocer pblicamente, activando o reactivando los con-flictos y las rivalidades entre los empleados.

    De la misma forma, la direccin y los jefes de oficina buscan meticulo-samente las causas de las faltas al trabajo, la naturaleza de los tratamientos seguidos, lo que les permite servirse una vez ms del secreto como palanca

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    de manipulacin psicolgica: vergenza y culpabilidad se suscitan en cual-quier ocasin. Esta atmsfera tiene como efecto principal intoxicar las rela-ciones entre empleados y crear sospecha, rivalidad y perversidad entre unos y otros. As se encuentra desplazado el conflicto de poder. De conflictos en sentido vertical pasamos a contradicciones que juegan ahora a nivel horizon- tal. Este clima psicolgico no es excepcional, es ms bien la regla en los em-pleos de oficina. Apenas surgen lales rivalidades, el jefe podr participar con el poder que le confiere su posicin jerrquica. Podemos preguntarnos por qu la manipulacin psicolgica toma tales dimensiones en los sectores ter-ciarios. Los tiempos, los ritmos de trabajo son ms difciles de hacer respe-tar que en el caso de la cadena, donde todos los obreros se encuentran some-tidos a la misma cadencia por la misma velocidad de la cadena. En el traba-jo de oficina, la vigilancia no puede ajustarse al metrnomo de la fbrica. Del mismo modo la permanencia del control debe recordarse por otros me-dios. Rivalidad y discriminacin aseguran a los supervisores un gran poder

    El jefe tambin busca hacer hablar a los empleados sobre sus compae-ros. Lo que no puede obtener directamente de la interesada, se 1o arrebata a la colega malintencionada. De este modo se forma todo un sistema de rela-ciones de sospecha y de espionaje. Esta trama es bastante compacta y cohe-rente como para tornar difcil la escapatoria o simplemente la no-participa-cin en el sistema. Encarar en el trabajo de oficina nicamente los dolores de posturas o la carga psicosensoriaf es un grave error. A la falta de inters por el trabajo se agrega la ansiedad, fruto de las relaciones humanas profun-damente parasitadas por la organizacin del trabajo.

    El ejemplo del sector terciario es particularmente propicio para la intro-duccin de un nuevo problema respecto de la relacin vida mental-trabajo. Se trata, en efecto, de no limitar la investigacin a las relaciones individua-les o colectivas respecto de la organizacin del trabajo. De sta y de las res-tricciones que provoca al aparato mental (insatisfaccin y ansiedad), no po-demos buscar las repercusiones sobre las relaciones espontneas que podran existir entre los empleados? En el caso del trabajo taylorizado, es el tejido relacional en s mismo el que de alguna manera se disolvi. En el caso de las profesiones expuestas a una fuerte carga de ansiedad como en la construc-cin, por ejemplo, pudimos damos cuenta de los efectos nocivos de la ideo- logia defensiva del oficio.

    La contaminacin de las relaciones afectivas en el sector terciario, su de-sestructuracin en et trabajo en cadena (un ejemplo caricaturesco es ofreci-do por ciertas fbricas de automotores de la regin parisina en las que se constituye una cadena siguiendo la siguiente secuencia: un obrero rabe, luego un yugoslavo, un francs, un turco, un espaol, un italiano, un portu-gus, etc., con el propsito de impedir toda comunicacin durante el traba-

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    jo), son tambin fuente de un sufrimiento suplementario. Frustracin y an-siedad deben ser vividos en el aislamiento y la soledad afectiva, que tiene como efecto agravarlas an ms.

    5. Las diferentes formas de la ansiedad

    Podemos reagrupar esquemticamente los diferentes componentes de la ansiedad en tres rubros:

    a) La ansiedad relativa a la degradacin del funcionamiento mental y del equilibrio psico-afectivo: en base a lo dicho en el piTafo anterior se pue-den extraer dos tipos de ansiedad. La primera resulta de la desestructuracin de las relaciones psico-afectivas espontneas con los compaeros de traba-jo; o de su intoxicacin por la discriminacin y la sospecha; o de la implica-cin forzada en las relaciones de violencia y de agresividad con la jerarqua. La perturbacin de las inversiones afectivas provocadas por la organizacin del trabajo puede poner en peligro el equilibrio mental de los trabajadores. Generalmetne son conscientes de este riesgo. La necesidad de descargar la agresividad conduce a la contaminacin de las relaciones fuera de la fbrica y en particular de las relaciones familiares. Recurrir a bebidas alcohlicas es a veces una forma de atenuar la tensin interior, es una ltima solucin. El segundo tipo de ansiedad se refiere a la desorganizacin del funcionamien-to mental. Ya mencionamos en el captulo de la insatisfaccin en el trabajo las restricciones que terminan en una autorepresin del propio funciona-miento mental y en el esfuerzo por mantener los comportamientos condicio-nados. De estos efectos especficos de la organizacin del trabajo sobre la vi-da mental de los trabajadores, resulta una ansiedad especfica compartida por gran parte de la clase obrera: sentimiento de esclerosis mental, de par-lisis de la imaginacin, de la puesta en reposo de la inteligencia, en cierto modo de despersonalizacin.

    b) La ansiedad relativa a la degradacin del organismo: la segunda for-ma de ansiedad resulta del riesgo que pesa sobre la salud fsica. Las malas condiciones de trabajo ponen en peligro al cuerpo de dos maneras: riesgo de accidente de carcter repentino y grave de entrada (quemaduras, heridas, fracturas, muerte), riesgo de enfermedades profesionales o de carcter pro-fesional, aumento del ndice de morbilidad, acortamiento de la esperanza de vida, enfermedades psicosomticas\ Dijimos anteriormente que las condi-ciones de trabajo impactaban sobre el cuerpo mientras que la organizacin del trabajo tiene como objetivo el aparato mental. Hay que agregar ahora que

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    las malas condiciones de trabajo no slo son nocivas para el cuerpo, sino tambin para el espritu. La ansiedad resultante de las amenazas contra la in-tegridad del organismo es claramente de naturaleza menta!. La ansiedad es el brote psquico del riesgo que hace correr al cuerpo la nocividad de las condiciones de trabajo.

    c) La ansiedad engendrada por la "disciplina del hambre a pesar de un sufrimiento mental que ya no podemos decir que se ignoraba, los traba-jadores permanecen en sus puestos. Exponen su equilibrio y funcionamien-to mental a la amenaza que contiene el trabajo para hacer frente a una exi-gencia que es an ms imperiosa: sobrevivir. Ansiedad de la muerte. Ciertos autores llaman a esta ansiedad la disciplina del hambre.27 Si se encuentra en parte oculta en la clase obrera, esta ansiedad es sin embargo particular-mente explcita en el subproletariado (ver captulo I). Pero en todos los ca-sos la disciplina del hambre no forma parte directamente de la relacin hom- bre-organizacin del trabajo. Ella es ms bien su condicin.

    Antes de retomar el estudio de la insatisfaccin y la ansiedad para anali-zar sus efectos sobre la salud, nos detendremos en un caso particular de la relacin hombre-trabajo en la que se acumula una importantsima cantidad de molestias. Veremos que en lugar de suscitar una ansiedad proporcional, estas temibles condiciones de trabajo estn en el origen de una excepcional adecuacin hombre-tarea. Este destino mental inslito del peligro resulta de relaciones complejas entre satisfaccin y ansiedad. Habamos precisado que la distincin entre estos dos sectores de la carga psquica era arbitraria y pro-puesta slo por las necesidades de hacer esta presentacin. El captulo si-guiente est destinado a mostrar que el anlisis de los detalles no debe ade-lantarse a la observacin del conjunto.

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