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14 CAMUS y LA UNIVERSIDAD DE MEXICO UNIVERSALIDAD E NTRE los incontables premios litera- rios que se otorgan en el mundo al cabo del año, el premio Nobel parece tener una repercusión sin paralelo. se debe seguramente a que es el un.lc.o concurso que yo sepa, en el que partICI- pan auto'res de todos los paises. Y puede que también un poco a la suma nada des- deñable de la recompensa. Todo ello con- tribuye a hacer este premio todo 10 si&,- nificativo que sin duda su fundador ql\l- so que fuera. Pero al mismo tiempo, por su importancia misma, obliga a qLúenes 10 conceden a una prudencia poco alen- tadora y que, por otra parte, hace más araves y visibles sus no pocos yerros b d ' .:...- humanos por 10 emas. Por eso este premio otorgado a Camus es verdaderamente excepcional. Imagino que Nobel se proponía alentar las letras más que recompensarlas.· Por 10 menos así debería ser: concebido como recom- pensa, un premio de este tipo resulta siempre ridículo y como humillante. Pero se comprende también el terror que a esos señores suecos debe de producirles la idea de entregar tan exorbitante galardón a algún jovenzuelo brillante, que con el tiempo nos resulte un Dalí, o algo peor. Por eso se han limitádo tan a menudo a sancionar celebridades ya perfectamente cimentadas. Es posible que esto sea tam- bién 10 mejor para los autores mismos: uria gloria demasiado temprana puede ser más nociva que mil impedimentos. Pero esto depende de la calidad del glorificado, y discernir esta calidad debería ser pre- cisamente la responsabilidad del jurado. La cuestión, en todo caso, es que el pre- mio N obe1 ha sido a menudo una recom- pensa, 10 suficientemente tardía para no facilitar mucho una obra ya bastante re- dondeada, y lo suficientemente cauta para no alentar grandemente a un autor ya bastante alentado, ni para orientar tam- poco a un público que más bien es él la orientación del jurado. Y que es en efec- to excepcional que Camus lo reciba a una edad en que todavía puede darle cierta tranquilidad para realizar una parte de su obra, que bien puede ser la más im- portante (pues la prensa nos informa que este escritor es el más joven, después de Rudyard Kipling, en la lista de premios Nobel). y sin embargo la cosa era de esperar- se. Es natural que se premie excepcio- nahnente a un escritor excepcional. Por- cIue el caso de Call1us es único; y no como son únicos los casos de todos los escrito- res siempre que son de cierta calidad: precisamente en esta época de singulari- dades y excentricislllos, Camus se distin- gue por su universalidad, por su "centra- lidad". La universalidad ha sido un ideal cons- tante del espíritu, al que ha intentado acercarse por diversos caminos. El último que le ilusionó seriamente antes de nues- tra época fuE' seguramente el de la razón natural. Perdida esta ilusión, parece que con ella disipa la idea misma de uni- versalidad. El escritor o el artista va no quiere ser uniyersal : quiere ser la Mayo- ría - o quiere ser el Unico. ¿ De qué otra manera puede esperar salir de la trivia- li,dad, de la indiferencia. de la opacidad Cjt:e ::::lL'l1aza siempre con ahogar las ex- Por Tomás SEGOVIA presiones del hombre, como su vida mis- ma - puesto que ya no cree en una na- turaleza, racional o no, repartida necesa- riamente en todas las almas? Es cierto que entre la mayoría y todos, hay un intervalo absolutamente insalva- ble, y que no se comprende bien cómo con tan poco escrúpulo el espíritu ha po- dido a veces desatender. Pero puesto que esta idea de representar el todo por la mayor parte tiene evidentemente un ori- gen político, puede confiarse al procedi- miento característico de la política, que consiste en suprimir, aunque sólo fuese de derecho, a la menor parte (que no 10 es necesariamente en número sino en peso). En este sentido, la actitud que con- siste en afirmar: "nosotros somos todos", contando como nada todo lo que no forme parte de ese "nosotros", es exactamente Camus -"escogió la expresión" la misma cuando los griegos excluyen a los esclavos y los bárbaros, o cuando los nobles excluyen a los plebeyos, o cuando la aplastante niayoría excluye a la aplas- tada minoría. Pero mientras la política puede permitirse la esperanza de llegar a suprimir efccti\-amente a la menor par- te, la literatura por sí Inism<l no puede sino fingir que la suprime. I.u Clnl no debe de ser muy satisfactorio. a juzgar por la decidida prdlTe!1Cia que los es- critores de nuestra época parl'cen haber dado a la solución contraria. Al intl'nta l' expresarlo mús singular que hay en él. aquello que se sustrae al imperio de todos, el artista no hace divi- siones entre esos- todos. los vuelve a hacer totalidad frente a él. La unidad está más cerca de la totalidad. porque es una tota- lidad en misma, mientras que el nÚl11e- no es parte por definición. Sólo que las totalidades de este género se pagan ca ras. Un arte que fuera verdaderamente de uno solo sería verdaderamente de nadie. Valéry lo comprendió con su habitual lucidez, él que se proponía un arte de este tipo, que recibiría su mayor o menor ex- celencia del grado de independencia de espíritu con respecto al objeto que lo ocu- pa, y el cual fijaría con total desprendi- miento las condiciones que decide satis- facer. Por eso Valéry inquiere sobre el verdadero "autor" de una obra de arte, que no es, como alguHos ingenuos había- mos podido imaginar, la persona viva y real que la produce. Y después de mos- trar con delicia la soberanía de este "au- tor" en relación con su mundo y su vida -"es un arte de profundo escéptico la poesía culta"-, Se pregunta quién es pues ese "obrero" real, y se contesta con arrojo: Pero si no es positivamente nadie !" y tiene razón: porque ser alguien es no ser único, ni desencarnado. Este autor puro y abstracto se hace así la ilusión de ser uno, o más bien el uno. Pero a costa de no ser ya alguien, es decir, de no vivir ya en un mundo de sentidos sino de actos puros. La obra de este "nadie" escapará a esas contingencias y variaciones del mundo de los significados que Valéry ha descrito con tanto cuidado, será como un hecho, y su ideal es ser un hecho comple- to y cerrado, sostenido por una mecánica interna: es decir, un universo. P{)r eso, Valéry, la obra de Mallarmé aspi- ra a "un sentido universal: un sentido de . " umverso . Pero ¿ es de veras lo mismo? Antes bien: precisamente por ser un universo esta obra pierde toda posibilidad de ser universal, - o de ser particular: la cues- tión se hace absurda. Pues en efecto es abusar de las palabras hablar de cosas uni- versales. Ellas pueden tener un sentido universal, pero esta universalidad es un concepto que sólo tiene realidad en este Illundo de los sentidos. Esto explica en parte que las obras de Iluestra época sean a menudo muy poco uni versales. Aunque por caminos di ver- gentes, los dos procedimientos más carac- terísticos de nuestro tiempo se alejan igualmente de la universalidad. Paradó- jicamente, la literatura para masas se ha ido haciendo menos universal a medida que crecía el volumen de su clientela. Al revés de 10 que podría suponerse, la rup- tura que la separaba de aquellos a quienes no se dirigía, se hacía más honda a medi- da que eran más aquellos a quienes se dirigía. En los casos extremos esta ruptu- ra es absolutamente irreparable. Y así la eficacia misma de esta literatura acaba por hacerse argumento en contra. Se hace im- posible creer que una literatura exprese de veras a su público, por extcnso que sea. cuando el resto del público, por re- ducido que sea, no podrá nunca ser ex- presado por ella, incluso en parte o im- perfectamente o a título de posibilidarl. Hay, pues, que concluir que esa pretendi- da expresión es, a su vez, una falacia y que a fin de cuentas el escritor de masas traiciona a todos por haher empezado traicionándose a mismo. Este es el pro- blema de la I1lUY política idea de las ma- yorías, y. por ejemplo. en su terreno pro- pio, la superioridad del socialismo sob¡'e la democracia consiste en que 110 se pro- pone como meta la imposición de la ma- yoría sobre la minoría, que es como una tiranía repartida. sino la efectiva elimina- ción de la minoría, ya sea por la violencia,

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Page 1: CAMUS LA UNIVERSALIDAD · 2014-02-22 · 14 CAMUS y LA UNIVERSIDAD DE MEXICO UNIVERSALIDAD ENTRE los incontables premios litera rios que se otorgan en el mundo al cabo del año, el

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CAMUS y LAUNIVERSIDAD DE MEXICO

UNIVERSALIDAD

ENTRE los incontables premios litera­

rios que se otorgan en el mundo alcabo del año, el premio Nobel parece

tener una repercusión sin paralelo. ,E~tose debe seguramente a que es el un.lc.oconcurso que yo sepa, en el que partICI­pan auto'res de todos los paises. Y puedeque también un poco a la suma nada des­deñable de la recompensa. Todo ello con­tribuye a hacer este premio todo 10 si&,­nificativo que sin duda su fundador ql\l­so que fuera. Pero al mismo tiempo, porsu importancia misma, obliga a qLúenes10 conceden a una prudencia poco alen­tadora y que, por otra parte, hace másaraves y visibles sus no pocos yerrosb d '.:...- humanos por 10 emas.

Por eso este premio otorgado a Camuses verdaderamente excepcional. Imaginoque Nobel se proponía alentar las letrasmás que recompensarlas.· Por 10 menosasí debería ser: concebido como recom­pensa, un premio de este tipo resultasiempre ridículo y como humillante. Perose comprende también el terror que aesos señores suecos debe de producirles laidea de entregar tan exorbitante galardóna algún jovenzuelo brillante, que con eltiempo nos resulte un Dalí, o algo peor.Por eso se han limitádo tan a menudo asancionar celebridades ya perfectamentecimentadas. Es posible que esto sea tam­bién 10 mejor para los autores mismos:uria gloria demasiado temprana puede sermás nociva que mil impedimentos. Peroesto depende de la calidad del glorificado,y discernir esta calidad debería ser pre­cisamente la responsabilidad del jurado.La cuestión, en todo caso, es que el pre­mio N obe1 ha sido a menudo una recom­pensa, 10 suficientemente tardía para nofacilitar mucho una obra ya bastante re­dondeada, y lo suficientemente cauta parano alentar grandemente a un autor yabastante alentado, ni para orientar tam­poco a un público que más bien es él laorientación del jurado. Y que es en efec­to excepcional que Camus lo reciba a unaedad en que todavía puede da rle ciertatranquilidad para realizar una parte desu obra, que bien puede ser la más im­portante (pues la prensa nos in forma queeste escritor es el más joven, después deRudyard Kipling, en la lista de premiosNobel).

y sin embargo la cosa era de esperar­se. Es natural que se premie excepcio­nahnente a un escritor excepcional. Por­cIue el caso de Call1us es único; y no comoson únicos los casos de todos los escrito­res siempre que son de cierta calidad:precisamente en esta época de singulari­dades y excentricislllos, Camus se distin­gue por su universalidad, por su "centra­lidad".

La universalidad ha sido un ideal cons­tante del espíritu, al que ha intentadoacercarse por diversos caminos. El últimoque le ilusionó seriamente antes de nues­tra época fuE' seguramente el de la razónnatural. Perdida esta ilusión, parece quecon ella s~ disipa la idea misma de uni­versalidad. El escritor o el artista va noquiere ser uniyersal : quiere ser la Mayo­ría - o quiere ser el Unico. ¿ De qué otramanera puede esperar salir de la trivia­li,dad, de la indiferencia. de la opacidadCjt:e ::::lL'l1aza siempre con ahogar las ex-

Por Tomás SEGOVIA

presiones del hombre, como su vida mis­ma - puesto que ya no cree en una na­turaleza, racional o no, repartida necesa­riamente en todas las almas?

Es cierto que entre la mayoría y todos,hay un intervalo absolutamente insalva­ble, y que no se comprende bien cómocon tan poco escrúpulo el espíritu ha po­dido a veces desatender. Pero puesto queesta idea de representar el todo por lamayor parte tiene evidentemente un ori­gen político, puede confiarse al procedi­miento característico de la política, queconsiste en suprimir, aunque sólo fuesede derecho, a la menor parte (que no 10es necesariamente en número sino enpeso). En este sentido, la actitud que con­siste en afirmar: "nosotros somos todos",contando como nada todo lo que no formeparte de ese "nosotros", es exactamente

Camus -"escogió la expresión"

la misma cuando los griegos excluyen alos esclavos y los bárbaros, o cuando losnobles excluyen a los plebeyos, o cuandola aplastante niayoría excluye a la aplas­tada minoría. Pero mientras la políticapuede permitirse la esperanza de llegara suprimir efccti\-amente a la menor par­te, la literatura por sí Inism<l no puedesino fingir que la suprime. I.u Clnl nodebe de ser muy satisfactorio. a juzgarpor la decidida prdlTe!1Cia que los es­critores de nuestra época parl'cen haberdado a la solución contraria.

Al intl'nta l' expresarlo mús singularque hay en él. aquello que se sustrae alimperio de todos, el artista no hace divi­siones entre esos- todos. los vuelve a hacertotalidad frente a él. La unidad está máscerca de la totalidad. porque es una tota­lidad en sí misma, mientras que el nÚl11e­no es parte por definición. Sólo que lastotalidades de este género se pagan ca ras.Un arte que fuera verdaderamente deuno solo sería verdaderamente de nadie.Valéry lo comprendió con su habituallucidez, él que se proponía un arte de estetipo, que recibiría su mayor o menor ex-

celencia del grado de independencia de ~m

espíritu con respecto al objeto que lo ocu­pa, y el cual fijaría con total desprendi­miento las condiciones que decide satis­facer. Por eso Valéry inquiere sobre elverdadero "autor" de una obra de arte,que no es, como alguHos ingenuos había­mos podido imaginar, la persona viva yreal que la produce. Y después de mos­trar con delicia la soberanía de este "au­tor" en relación con su mundo y suvida -"es un arte de profundo escépticola poesía culta"-, Se pregunta quién espues ese "obrero" real, y se contesta conarrojo: "¡ Pero si no es positivamentenadie !"

y tiene razón: porque ser alguien esno ser único, ni desencarnado. Este autorpuro y abstracto se hace así la ilusión deser uno, o más bien el uno. Pero a costade no ser ya alguien, es decir, de no vivirya en un mundo de sentidos sino de actospuros. La obra de este "nadie" escaparáa esas contingencias y variaciones delmundo de los significados que Valéry hadescrito con tanto cuidado, será como unhecho, y su ideal es ser un hecho comple­to y cerrado, sostenido por una mecánicainterna: es decir, un universo. P{)r eso,seg~n Valéry, la obra de Mallarmé aspi­ra a "un sentido universal: un sentido de

. "umverso .Pero ¿ es de veras lo mismo? Antes

bien: precisamente por ser un universoesta obra pierde toda posibilidad de seruniversal, - o de ser particular: la cues­tión se hace absurda. Pues en efecto esabusar de las palabras hablar de cosas uni­versales. Ellas pueden tener un sentidouniversal, pero esta universalidad es unconcepto que sólo tiene realidad en esteIllundo de los sentidos.

Esto explica en parte que las obras deIluestra época sean a menudo muy pocouni versales. Aunque por caminos diver­gentes, los dos procedimientos más carac­terísticos de nuestro tiempo se alejanigualmente de la universalidad. Paradó­jicamente, la literatura para masas se haido haciendo menos universal a medidaque crecía el volumen de su clientela. Alrevés de 10 que podría suponerse, la rup­tura que la separaba de aquellos a quienesno se dirigía, se hacía más honda a medi­da que eran más aquellos a quienes sedirigía. En los casos extremos esta ruptu­ra es absolutamente irreparable. Y así laeficacia misma de esta literatura acaba porhacerse argumento en contra. Se hace im­posible creer que una literatura expresede veras a su público, por extcnso quesea. cuando el resto del público, por re­ducido que sea, no podrá nunca ser ex­presado por ella, incluso en parte o im­perfectamente o a título de posibilidarl.Hay, pues, que concluir que esa pretendi­da expresión es, a su vez, una falacia yque a fin de cuentas el escritor de masastraiciona a todos por haher empezadotraicionándose a sí mismo. Este es el pro­blema de la I1lUY política idea de las ma­yorías, y. por ejemplo. en su terreno pro­pio, la superioridad del socialismo sob¡'ela democracia consiste en que 110 se pro­pone como meta la imposición de la ma­yoría sobre la minoría, que es como unatiranía repartida. sino la efectiva elimina­ción de la minoría, ya sea por la violencia,

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tJNtVERStDAD bE MEXICO

o por la asimilación en una sola clasesocial, o por los dos caminos a la vez.Hemos visto pues en la práctica que laliteratura de masas sólo es universal enla medida en que no es de mayorías, delmismo modo que la literatura de "uno"sólo lo será en la medida en que participede un mundo al cual por principio se tra­taba de sustraerla.

Estas consideraciones sugieren, en miopinión, que la universalidad de una obrano reside en ella como una cualidad realsino como posibilidad. Que un autor, enotras palabras, sólo podrá aspirar a seruniversal si coloca su producción en unterreno que no es ni el de la invenciónpura y sin "mundo", ni el del dictadomecánico de un "mundo" cerrado y nece­sariamente parcial, de un "mundo" sin"más allá". Suponiendo que las obras delos dos tipos descritos aspiren a la uni­versalidad, su error sería querer conte­nerla. Una obra que es de nadie, como unaobra que es de muchos, Se condenan aser definitivamente eso, y por lo tanto ano ser nunca de todos. Y puesto que serefectivamente de todos no es sino un lí­mite ideal, la -obra universal eS aquellaque no es, sino que puede ser de cada uno.

De esta clase de obras no creo que nues­tra época ofrezca muchos ejemplos másclaros que la de Camus. En un panoramadonde la literatura casi entera quiere, obien participar en la acción, o bien seracto puro, Camus ha escogido la expre­sión. Esta elección, como es natural, nose ha hecho sin esfuerzo y sin vacilacio­nes. Desde la filosofía del absurdo hastael "pensamiento de mediodía", la ruta deCamus ha rozado los principales jalonesde su tiempo. Su postura política, esa"oposición de izquierda" en la qne siguemanteniéndose difícilmente la mayoría delas inteligencias que pueden todavía es­coger, tiene sin duda mucho que ver conesto. Sartre, qne en los días en que erael defensor incondicional del comunismo,se permitía ironizar sobre la formaciónfilosófica de Camus, sabía muy bien in­cluso entonces que no se trataba de eso.La radical exigencia sartriana de una li­teratura comprometida, en ~l más estrechosentido de la palabra, respondía en efectoa una filosofía. Pero la postura de Camustambién, aun cuando no tomase la forma

técnica que toma en un especialista. Sar­tre, que no es marxista, ni materialista nicomunista, encontraba necesario, sin ~m­bargo, defender todo lo que el comuni. mohace o representa, pero no por los motivosque el comunismo tiene para hacerlo, sinopor los que Sartre tiene para defenderlo.Al anatemizar pues como reaccionario atodo el que no tomara esa mism:1 postura,parecía prohibir a todo el mundo, o bienla posibilidad (que él se adjudicaba) deponer en duda las razones comunistas, obien, si éstas se ponen en duda, la posibi­lidad de hacerlo según otras que no fueranlas de Sartre personalmente. Estas razo­nes son las que le hacen negar, por unlado, tanto al marxismo como al antico­munismo (o más bien al no comunismo),y por otro lado, a la expresión.

Merleau-Ponty ha mostrado cómo estasrazones derivan de la idea sartriana deuna libertad pura y de una conciencia ra­dicalmente constituyente, y se ha esfor­zado en descubrir todo un' mundo inter­medio entre las conciencias puras y lascosas puras de Sartre, un mundo dondecosas y conciencia colaboran, donde lossignificados atribuidos a los objetos porel sujeto son como corroborados o des­autorizados por aquéllos retroactivamente,y que es justamente el mundo de la ex­presión y de los "estilos" de ser; - o, ene! plano político, el mundo de la autocrí­tica y del examen. En literatura, estemundo es el único donde puede situarseuna obra universal. La postura de Sartre-10 cual no es de extrañar- sirve parajustificar al mismo tiempo 'la literaturacomprometida y la más desenfrenada li­teratura de "evasión". El compromisosartriano, en efecto, se funda en el carác­ter de invención pura de toda decisiónhumana. Tenemos que comprometernosradicalmente porque estamos radicalmentesolos; porque entre yo y lo otro río haynada; porque, no hay expresión ni signi­ficación: no hay más que actuar, -o' des­aparecer. Son, como puede verse, motivosmuy parecidos a Jos que sostienen, porejemplo; las ideas radicalmente opuestasal compromiso de un Octavio Paz. Esainvención pura es la misma que le llevaa concebir el poema como un puro acto:

"tiranía repartida"

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invenclOn ex nihilo al mismo tiempo de!poema.'1 del poeta. Sartre mismo dejabala puerta abierta a este desarrollo con sussugestiones acerca de la música al fin;!lde La náusea y con su limitación del com­promiso a la categoría de lo "literario"por oposición a lo "poético". .

Motivos de este orden son los que ha­cen la mayor universalidad de Camus, quee! premio Jobel ha querido expresamen!eseñalar. Esta universalidad es sólo posi­ble en un mundo de expresión. Un mundodonde la libertad es irrenunciable, perono es pura; que no es un orden cerradoy concluso, pero tampoco un caos; unmundo, en una palabra, que na sería talsin nuestra conciencia, pero que no poreso inventamos de cabo a rabo. Y también,por otro lado, un mundo que implica nece­sariamente la autocrítica y el examen, elconstante concurso, a su vez, de! sujeto, ypor lo tanto e! reconocimiento de este su­jeto en su libertad "impura" pero inalie­nable. Por eso, aunque la universalidades tal vez posible, y acaso en una medidaincomparablemente mayor, en una socie­dad verdaderamente socialista (por lo me­nos así parecen haberlo creíelo los marxis­tas prestalinistas), hemos visto, en cam­bio, cuán en vano puede aspirarse a ellaen la fase' totalitaria y burocrática. Laliteratura de consigna es la literaturacomprometida justiticada ele otra manera,y como ella, puede actuar sobre muchos,incluso sobre todos, sin que por ello ex­prese a ninguno. Para poder ser univer­sal,' para ser expresión abierta en esemundo que Sartre llama de lo ~'probable",

tiene que colocarse más allá (o si se quieremás a,cá) de esa rígida alternativa dondelos dos únicos términos son la acción ola reacción, ambas sin mezcla y defini­das de antemano; donde se es o militanteo traidor. Proponer al hombre una ima­gen de sí mismo es también actuar; perono en el mismo sentido en que actúa qui~n

piensa que justamente no hay imágenesentre las cuales escoger. Si esta imagenpuede ser pro-puesta es porque no estápuesta, y porque sabe y acepta desde elprincipio que podrá ser .corroborada odesautorizada. Esta posibilidad es la dela universalidad misma, y es la que estásiempre latente como premisa y motiva­ción al mismo tiempo en toda la obra deCamus. Es también la que hace de estaobra una verdadera obra de artista, y no,bajo el ropaje del arte, una obra de teó­rico, o una obra de táctico.

Que el terreno del arte es en nuestrosdías el más arduo y desacreditado, el más'difícil de justificar y honrar; el menostranquilizador, en una palabra, que puedaescogerse, nadie lo sabe mejor qne él.Pero así enfocado, el prohlema del arte,como el de la expresión que lo envuelve,no es sino el problema general de la vidahumana, para llamar así a esa instancia,a menudo excluida en las alternativas deeste siglo, y que se sitúa entre la concien­cia y las cosas, entre yo y el otro, entreel absurdo y la mecánica, enhe el instan­te y la historia. Por haber sido fiel a estainstancia, Camus ha dado al arte en nues­tros días una dignidad que parecía casiimposible darle; pero también -pues estehonor sigue siendo un honor- se ha he­cho a su vez digno de! arte.