campesinos y cientÍficos: dos sabidurías para enfrentar el

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número 57 § septiembre - noviembre de 2021 § issn: 1909-8715 CAMPESINOS Y CIENTÍFICOS: dos sabidurías para enfrentar el cambio climático

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número 57 § septiembre - noviembre de 2021 § issn: 1909-8715

CAMPESINOS Y CIENTÍFICOS: dos sabidurías para

enfrentar el cambio climático

2 septiembre - noviembre de 2021

EDITORIAL

RectorJorge Humberto Peláez Piedrahita, S. J.Rector de la seccional CaliLuis Felipe Gómez Restrepo, S. J.Vicerrector de Investigación Luis Miguel Renjifo MartínezVicerrector AcadémicoLuis David Prieto MartínezVicerrector de Extensión y Relaciones InterinstitucionalesLuis Fernando Álvarez Londoño, S. J. Vicerrector del Medio UniversitarioLuis Guillermo Sarasa Gallego, S. J.Vicerrectora AdministrativaCatalina Martínez de RozoSecretario GeneralJairo Humberto Cifuentes Madrid

PESQUISA JAVERIANA Publicación de divulgación científica y tecnológica Pontificia Universidad JaverianaISSN 1909-8715Número 57 - año 15Septiembre - noviembre de [email protected]ía de InvestigaciónCarrera 7.ª n.º 40-62, piso 4. Bogotá, D. C.www.javeriana.edu.co/pesquisa

Comité editorialFanny Almario Mayor, Marcela Arrivillaga Quintero, Juan Carlos Cobo Gómez, Juan Pablo Correa Páez, Diana Díaz Alvarado, Adriana Díaz, Diana Victoria Fernández Ramírez, Lisbeth Fog Corradine, Karen González Peña, Juan Pablo Guzmán Mena, Gonzalo Hernández Jiménez, Óscar Hernández Salgar, Nicolás Martínez Durán, Claudia Marcela Mejía Ramírez, Nicolás Morales Thomas, María Fernanda Patiño, Luis Miguel Renjifo Martínez, Marcel Camilo Roa Rodríguez, Daniel Sebastián Zamora Quiroga.Editora generalLisbeth Fog CorradineProductora ejecutivaClaudia Marcela Mejía RamírezAsistente editorialJuan Pablo Correa PáezCorrección de estiloSebastián Montero VallejoEditor gráficoNicolás Martínez DuránDiseño y diagramaciónCamila Mejía ValenciaFotografía de portadaRicardo Pinzón HidalgoProducción editorialEditorial Pontificia Universidad JaverianaPreprensa e impresiónComunican S. A.DistribuciónEl Espectador

PESQUISA JAVERIANA es una publicación de la Pontificia Universidad Javeriana, sedes Bogotá y Cali. Los ar tículos firmados no expresan necesariamente la opinión de la Universidad.

SE PERMITE LA REPRODUCCIÓN DE LOS ARTÍCULOS, SIEMPRE Y CUANDO SE CITE LA FUENTE.

DE LA CURIOSIDAD A LA SOLUCIÓN DE PROBLEMAS CONCRETOS

La investigación no tiene como requisito exclu-sivo atender problemáticas inmediatas de la sociedad. La generación de nuevo conocimiento

orientada por la curiosidad es tan necesaria como la investigación aplicada. Sobre todo, porque del primer tipo de indagación pueden surgir preguntas aparen-temente lejanas de la cotidianidad, pero que podrían ser visionarias y dar respuestas a coyunturas, salvar vidas, transformar procesos sociales y optimizar modelos de negocios o simplemente enriquecer la vida humana a través del conocimiento. Y si no, ¿cómo se explica que, tras desatarse la pandemia, en menos de un año contáramos con vacunas para enfrentar la covid-19? Es muy claro: gracias a la his-tórica pesquisa sobre la evolución genética de virus que tienen como huéspedes diferentes especies de murciélagos y otros tipos de investigaciones, orien-tadas por la curiosidad, hoy se pueden desarrollar vacunas así de rápido.

Esas experiencias que buscan resolver un proble-ma concreto a partir del conocimiento se conocen como ‘innovación’ y cuentan con caminos y métodos para transferirse desde la academia a la sociedad, al Estado o al sector empresarial. No son procesos sencillos ni de corto plazo. Se requiere, además de investigadores comprometidos y resilientes, de un entorno que los soporte, los acompañe y les facilite el extenso recorrido para llevar sus resultados de inves-tigación a una solución puntual.

La comunidad javeriana sí que sabe de eso. Con más de quince años de trabajo promoviendo una cultura de innovación y emprendimiento, la Pontificia Universidad Javeriana se ha consolidado institucionalmente para que esas oportunidades lleguen al mercado y a las comunidades. No es gratuito que sea la primera universidad de Bogotá cuya Dirección de Innovación recibiera por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación el reconocimiento como una Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI).

Esta certificación destaca la excelencia del fomento y la gestión en innovación de la universi-dad. Así mismo, le permite 1) acceder a beneficios tributarios por inversiones en estos campos, 2) participar en convocatorias y programas del Go-bierno nacional en la búsqueda de recursos y 3) contribuir en el diseño de instrumentos y políticas públicas. Con este reconocimiento se destacan su trayectoria y los resultados tangibles que dan cuenta de sus aprendizajes.

Entre sus logros resaltamos las dos Spin-off creadas por profesores javerianos; el primer acuerdo interinstitucional de licencia de una patente suscrito con la Universidad de St. Louis de Estados Unidos, los licenciamientos con el Hospital Universitario San Ignacio (HUSI) de métodos diagnósticos y los dos centros de excelencia que lideran profesores de la Facultad de Ingeniería en Internet de las Cosas (IoT) y en big data con CAOBA, entre otros.

También, la transferencia a la Gobernación de Cundinamarca del dispositivo portátil basado en espectroscopía de absorción UV/VIS para identi-ficar licor adulterado, con base en una tecnología que es el resultado de más de veinte años de trabajo de profesores de la Facultad de Ciencias. Una solución que tuvo sus orígenes en estudios de física básica, es decir, de preguntas orientadas por la curiosidad.

Sin embargo, no solo se busca impactar a la socie-dad desde los desarrollos tecnológicos. La innovación social es otro camino trazado y muy arraigado en el espíritu javeriano. Este año, iniciamos la implementa-ción de dos proyectos financiados por el Sistema Ge-neral de Regalías que buscan mejorar las condiciones de vida de las comunidades.

El primero pretende optimizar la oferta de aten-ción virtual y multimedial en salud mental de los niños, niñas y jóvenes de Bogotá, con profesores de la Facultad de Medicina en alianza con el HUSI. El segundo plantea desarrollar un software que permita la promoción de una cultura del cuidado en zonas vulnerables de Barranquilla, con la participa-ción de investigadores de la Facultad de Filosofía en colaboración con la Secretaría de Educación del Atlántico y Purdue University.

Así, nos sintonizamos con las palabras del Dr. José Luis Larrea, presidente del Consejo Asesor de Deusto Social Lab, de la Universidad de Deusto (España), quien, durante la entrega del Premio Bienal Javeriano a la Innovación, en el XVI Congreso La investigación en la Pontificia Universidad Javeriana, destacó que “la in-novación [en la Javeriana] nos sorprende con perfiles muy variados”. Por ello, su valor reside en reconocer que son diferentes sus metodologías y apuestas.

En esa versión de nuestro congreso de investi-gación se otorgó por primera vez el Premio Bienal Javeriano a la Innovación, para destacar la trayec-toria en este campo de su comunidad académica: este reconocimiento fue entregado a Susana Fio-rentino (Sede Bogotá), por el desarrollo de su tecno-logía DreemBio, fitomedicamentos contra el cáncer y enfermedades con componente inflamatorio, y a Luis Fernando Aguado Quintero (Seccional Cali), por su programa de investigación sobre Medición del Bien-estar en la Niñez.

Nuestra estrategia para aportar a la construcción de país es continuar con la innovación, teniendo a la generación de nuevo conocimiento javeriano como instrumento. Así, nos sumamos a la apuesta de impulsar un ecosistema regional y nacional de inno-vación y emprendimiento, no solo desde los desa-rrollos tecnológicos, sino como un mecanismo para transformar las cotidianidades de las comunidades. Así, desde la ciencia, respondemos con un enfoque aplicado u orientado por la curiosidad científica.

Vicerrector de Investigación

Pontificia Universidad Javeriana

3número 57 septiembre - noviembre de 2021

CONTENIDO

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2EDITORIALDe la curiosidad a la solución de problemas concretosPor Luis Miguel Renjifo Martínez Vicerrector de Investigación Pontificia Universidad JaverianaFotografía: Diederick Ruka

PortadaSALIDA DE CAMPOCampesinos y científicos: dos sabidurías para enfrentar el cambio climáticoPequeños agricultores de Ventaquemada, Turmequé y Tibasosa, en Boyacá, unen su conocimiento con el de la ciencia para lograr una alimentación saludable y adaptarse al cambio climático.Por Lisbeth Fog Corradine

CIENCIA PROFUNDAEl Bajo Magdalena y Venezuela, ligados genéticamenteLa Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad del Norte evidencian la relación genética existente entre los grupos prehispánicos y contemporáneos de Colombia y Venezuela.Por Juliana Gallego Suárez

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CREACIÓN ARTÍSTICAAprender jugando para llegar al sol¿Cómo aprender arquitectura con un juego de mesa? Proyecto entre profesores y estudiantes produce el juego de mesa Camino al Sol. Todos jugaron y todos aprendieron.Por Daniel Zamora Quiroga

PAISAJES CIENTÍFICOSUn mundo pequeño con mucho ruido: el oído medio de los lagartosEstudio del oído medio en lagartos da cuenta de cómo ha cambiado su estructura, lo cual aporta información relevante para resolver las relaciones entre las especies del grupo.Por María Ximena Montaño Rozo

JAVERIANA CALI INVESTIGAControlar los cultivos de arroz y su productividad, mejor desde el aireCon el uso de imágenes aéreas, investigación de la Javeriana seccional Cali ofrece mejor información, reducción de costos y mejora en la productividad de las cosechas de arroz.Por Miguel Martínez Delgadillo

INVESTIGAR EL PAÍS Rastreando a los rastreadores¿Cómo vigilan y actúan los sistemas nacionales de salud de países latinoamericanos ante enfermedades transmisibles como el dengue, el zika o el chikunguña?Por Amira Abultaif Kadamani

JÓVENES QUE INVESTIGANEl joven que investiga los usos medicinales de plantas endémicasEste joven investigador descubre los beneficios de las plantas para dar una mejor calidad de vida a personas que viven con el cáncer y otras enfermedades crónicas.Por Juan Pablo Correa Páez

CIENCIA Y SOCIEDADEl Sol: energía para la educaciónEstudiantes javerianos aprovechan sus conocimientos y la energía solar para ofrecer soluciones a los colegios del país que tienen un acceso limitado a la energía.Por Paula Andrea Grisales Naranjo

NOVEDADES EDITORIALES Ocios coloniales y diversiones republicanas: tiempo, poder y entretenimiento en la Bogotá decimonónicaPor Álvaro David Urrea Ramírez

EL BAJO MAGDALENA Y VENEZUELA,

ligados genéticamente

Un trabajo interdisciplinar entre la Universidad del Norte y la Pontificia Universidad Javeriana logró evidenciar la relación genética existente entre los grupos prehispánicos y contemporáneos de Colombia y Venezuela.

Por Juliana Gallego SuárezFotografías: Laboratorio de Arqueología, Uninorte

El legado de Carlos Angulo Valdés ha tras-cendido. Y es que, aunque muchos lec-tores quizás desconocen este nombre, hace referencia a uno de los antropólo-

gos más importantes que tuvo el Caribe colom-biano en los años ochenta del siglo pasado. En la actualidad, sus estudios se relacionan con el Instituto de Genética Humana de la Pontificia Universidad Javeriana y el Laboratorio de Ar-queología de la Universidad del Norte.

Antropología y genéticaTranscurría el año 1976, cuando la Universidad del Norte, en Barranquilla, contrató a Carlos Angulo Valdés, quien comenzó a consolidar la investigación arqueológica en esta universi-dad. Por esa misma época, cuenta el profesor e investigador Alberto Gómez Gutiérrez, los genetistas de la Pontificia Universidad Jave-riana “bajábamos de una suerte de torre de Babel y salíamos de nuestros encapsulados laboratorios para realizar la Gran Expedición Humana. Es decir, tomábamos la decisión de aproximarnos al trabajo de campo para cono-cer muy de cerca la labor de los arqueólogos”. Y aunque el antropólogo costeño no logró conocerse con los genetistas de la Javeriana, sí consiguió aportarles, a través de sus dis-cípulos, el legado con el que actualmente se intenta dar evidencias que prueben algunas de sus hipótesis arqueológicas.

“Angulo Valdés, desde la década de los ochenta, venía planteando y proponiendo una relación entre el Bajo Magdalena y la Ori-noquia venezolana”, señala Juan Guillermo Martín, arqueólogo y director del Laboratorio de Arqueología de la Universidad del Norte. En esa época se atrevió a establecer dicha

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CIENCIA profunda

“Angulo Valdés, desde la década de los ochenta, venía planteando y proponiendo una relación entre el Bajo Magdalena y la Orinoquia venezolana”.

Juan Guillermo martín, uninorte

TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Bioarqueología del Magdalena

INVESTIGADORA PRINCIPAL: María Claudia Noguera SantamaríaCOINVESTIGADORES: Alberto Gómez Gutiérrez, Javier Rivera, Juan Guillermo Martín, Ignacio Briceño Balcázar

Instituto de Genética HumanaFacultad de MedicinaPontificia Universidad JaverianaLaboratorio de ArqueologíaUniversidad del Norte

PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2016-2019

relación mediante el estudio y la documen-tación de cerámica con casi 3000 años de antigüedad que tenía una decoración muy particular: patrones lineales hechos sobre la arcilla fresca que representaban la fauna propia del Bajo Magdalena, elemento que coincidió con la cerámica analizada por unos colegas suyos en el Bajo Orinoco, en Venezuela, que presentaba el mismo tipo de decoración. Desde ese momento, Angulo Val-dés propuso una posible comunicación entre ambas sociedades, no solo por la similitud en la cerámica, sino por el procesamiento de algunas plantas empleadas para la alimenta-ción, particularmente la yuca amarga.

A pesar de estas evidencias, la hipótesis de Angulo Valdés no se pudo corroborar comple-tamente, por lo que, además de recibir muchas críticas, se le consideró un investigador osado para su tiempo. No obstante, estos reproches fueron zanjados, gracias al diálogo que ge-neraron los genetistas de la Javeriana y los antropólogos de la Universidad del Norte.

El estudio interdisciplinar propiciado por los investigadores en estas dos áreas permitió ana-lizar el ADN de los restos óseos humanos que habían sido encontrados en las excavaciones de Angulo Valdés y, para sorpresa de todos, se logró obtener evidencia genética y, de esta ma-nera, corroborar por completo la asociación es-tablecida, en su momento, con los ancestros de Venezuela. Así, la hipótesis trascendía la mera suposición y presentaba evidencia contundente con un hallazgo genético que sumaba a la cer-teza obtenida desde el punto de vista cultural.

ADN precolombinoEl proyecto que llevan a cabo la Javeriana y la Universidad del Norte, titulado Bioar-queología del Magdalena, hace referencia específicamente al “ADN de los individuos que habitaron la región antes de la migra-ción europea, es decir, antes del siglo XVI y previamente a la llegada de Colón”, según señala Gómez Gutiérrez. “Resulta que, alre-dedor del mundo, las diferentes poblaciones tienen una letra adjudicada a cada una de acuerdo con parte de su composición gené-tica, es decir, una letra que indica la perte-nencia a cierto grupo poblacional, oriundo de una determinada región, con características

propias de la misma. Esto se conoce gracias a los estudios moleculares que, a lo largo del tiempo, han realizado los genetistas”.

En la América precolombina, por ejemplo, las letras adjudicadas son A, B, C y D para los genes que se encuentran en el citoplasma. Suponga que estas letras corresponden a su nombre, denominado en genética como haplogrupo. Pero usted también tiene unos apellidos, y a estos apellidos se les conoce como haplotipos, identificados con letras diferentes que se combinan con números. Como ejemplo, una persona de un haplogrupo B, con haplotipo 5g, sería B5g.

Precisamente, el análisis de los restos óseos excavados en el Bajo Magdalena, espe-cíficamente en Malambo, permitió identificar ADN correspondiente a la variante B. La inves-tigadora María Claudia Noguera, que está a cargo de los experimentos de ADN precolom-bino en el Instituto de Genética Humana de la Universidad Javeriana, explicó cómo lograron, desde el punto de vista genético, determinar la relación existente entre las poblaciones del Bajo Magdalena y de Venezuela: “Tras la iden-tificación del haplogrupo B en los restos óseos precolombinos de Malambo, comenzamos a establecer una serie de variantes que nos llevaron a determinar que se trataba de un haplotipo B2j; un haplotipo que solo se encon-traba hoy en las bases de datos en un individuo de Venezuela en toda Suramérica, evidencia que pudimos obtener a partir de las revisiones bibliográficas realizadas en diversas bases de datos internacionales, que permitieron, a la

vez, determinar la relación biológica entre estas dos culturas o poblaciones”.

Aporte socialSon varios los aportes sociales, de acuerdo con

Gómez y Noguera, de este trabajo: quizás ha llegado el momento de comprender, tal y como argumentan varios pueblos indígenas y algunas comunidades católicas, que ‘todos somos hermanos’. Hecho que cobra relevan-cia una vez confirmada la hipótesis, median-te estudios de ADN, de que todos venimos de los africanos. Tal y como afirma Gómez Gutiérrez: “Hasta el finlandés más blanco del mundo es afrodescendiente”.

Para los arqueólogos Javier Rivera y Juan Guillermo Martín, docentes de la Universidad del Norte, son tres aportes importantes los que quedan para la región Caribe. En primer lugar, dar a conocer a la población la historia

de los antepasados indígenas. En segundo lugar, la riqueza cultural que reposa en la colección arqueológica del Museo Mapuka, de la Universidad del Norte, ubicado en la ciudad de Barranquilla, y cuyo auge se ha incrementado y extendido en toda la región Caribe. En tercer lugar, ampliar la investiga-ción arqueológica en la zona, pues histórica-mente ha sido un territorio muy inexplorado debido a la violencia padecida durante años y a las escasas o nulas inversiones por parte del Estado en temas de investigación. Para Rivera, el Caribe es importante porque “las poblaciones que vivieron en el altiplano tu-vieron, sí o sí, que haber pasado por la costa Caribe”. Pero, lastimosamente, este hecho ha sido muy poco explorado.

Por último, el trabajo de estos investiga-dores deja en evidencia la importancia de la interdisciplinariedad y la relevancia de la inves-tigación en ciencias sociales.

Continuidad de la investigación La historia es infinita, así como lo es su es-tudio. La publicación de estos investigadores sobre la comunidad precolombina de Malambo es la primera de cuatro lugares más que están en estudio actualmente en el Atlántico: Tubará, Valle de Santiago, Ciénaga del Guájaro y Barrio Abajo, en el centro histórico de Barranquilla. Los investigadores de ambas universidades cuentan con los restos óseos de las excavaciones hechas en estos sitios y esperan publicar muy pronto resultados adicionales obtenidos del estudio del patrimonio genético precolombino.

Para leer más:

§§ Noguera Santamaría, M. C. et al. (2020). Análisis genéti-co de restos humanos precolombinos del Bajo Magda-lena sugiere una ruta migratoria y continuidad genética matrilineal en el norte de Suramérica. Revista de la Aca-demia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Natu-rales, 44(12). Recuperado de https://raccefyn.co/index.php/raccefyn/article/view/973

número 57 5septiembre - noviembre de 2021

APRENDER JUGANDO

para llegar al sol

¿Cómo aprender arquitectura con un juego

de mesa? La profesora Yenny Real, junto con sus

estudiantes universitarios, desarrolló un proyecto

que terminó en el juego de mesa Camino al Sol. Todos

jugaron y todos aprendieron.

Por Daniel Zamora QuirogaFotografías: Miguel Martínez Delgadillo

El camino es circular y las fichas de-berán moverse para ir ganando las propiedades que permitan construir una de las ocho ciudades prehispá-

nicas seleccionadas. La última pieza se con-seguirá al llegar al sol, pero primero habrá que hacer ofrendas y sacrificios, y enfrentar retos para recibir la gracia de los dioses ma-yas, aztecas, incas y taironas, que guiarán el tránsito a una de las estrellas sagradas en la cosmovisión de estas culturas.

El azar también será determinante. Los dados, ideados a partir de la numerología maya, que concebía el cero como una se-milla o concha y el cinco como una barra horizontal, ayudan a completar las seis caras del poliedro que dirigirá el camino de quienes asuman este viaje, o Camino al Sol, un juego de mesa que combina la idea del patolli (un juego de apuestas popular en la Mesoamérica de la época prehispánica) con algunas características del Monopolio y que busca mejorar el aprendizaje de la historia del periodo prehispánico para estudiantes universitarios de arquitectura.

De Prehispanópolis a Camino al Sol“No recuerdo haber aprendido con juegos en la universidad”, comienza a contar Yenny Real, creadora de Camino al Sol y arquitecta con maestría en Restauración de Monumentos Ar-quitectónicos de la Pontificia Universidad Jave-riana: “Me acuerdo que en una ocasión, durante el pregrado, cuando estábamos estudiando historia árabe, llevamos algo de comer que re-presentara a la ciudad que estábamos viendo, eso fue lo más raro, el resto eran exposiciones y diapositivas. Se apagaba la luz en el salón de arquitectura y el profesor empezaba a hablar”.

Real es profesora de la Facultad de Arqui-tectura y Diseño de la Javeriana y, en el primer semestre de 2018, junto con sus estudiantes, decidió crear un juego de mesa que contrarres-tara la pasividad y la monotonía en la que se traducía la enseñanza tradicional (exposiciones y evaluaciones) de los contenidos relacionados con la materia de Historia de la Arquitectura y Urbanismo Prehispánico, Hispánico y Moderno.

“La primera versión se llamó Prehispanópolis. Fue un ejercicio muy intuitivo con los estudiantes. Estábamos en la lluvia de ideas y hablaban de un parqués, de un Monopolio, referentes de lo que ellos jugaban en casa. Eso fue en 2018. Tal vez si se hace con los estudiantes de hoy, los referentes

sean otros, quizás digan que hagamos una apli-cación, algo como Preguntados (un videojuego de cultura general), pero esa generación alcanzó a jugar parqués, el juego de mesa en el que se reunían con otras personas”, relata Real.

Los 19 estudiantes que tomaban esa asig-natura se dividieron en equipos para crear el mapa, las tarjetas, las fichas, las instrucciones y los demás objetos del juego, que se puso a prueba luego de una serie de exposiciones sobre las ciudades prehispánicas.

La inclusión de los estudiantes en la creación del juego generó motivación e hizo que poco a poco se descubrieran posibles mejoras en la redacción de las preguntas y en las dinámicas del ejercicio, las cuales, un año después, se aplicaron en Camino al Sol, la nueva versión de Prehispanópolis que también lideró Real y que se construyó en colaboración con una diseña-dora industrial, que se encargó de la elabora-ción de la caja y de las divisiones internas; una arquitecta, que diseñó la parte gráfica e ilustró el juego; y un estudiante de Arquitectura, que había participado en Prehispanópolis.

Estudiar jugando“El aprendizaje basado en el juego (ABJ) es una estrategia pedagógica que utiliza la lúdica

6 septiembre - noviembre de 2021

CREACIÓN artística

Las fichas de juego son tótems que representan a los dioses de las culturas maya, azteca, inca y tairona.

Camino al Sol consta de una caja; un tablero;

instrucciones; 80 tarjetas de preguntas; 80 tarjetas de información; 60 tarjetas de

ofrenda, sacrificio y reto; 8 tótems; 8 tableros-

territorio con 80 elementos; y 2 dados mayas.

TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Aprendizaje basado en el juego aplicado a la enseñanza de la historia de la arquitectura prehispánica

INVESTIGADORA PRINCIPAL: Yenny Andrea Real RamosCOINVESTIGADOR: Juan Guillermo Yunda

Facultad de Arquitectura y DiseñoDepartamento de Arquitectura

PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2018-actualmente

como una herramienta para cumplir con los resultados de aprendizaje de la clase, una he-rramienta que invita a la emotividad a través de, por ejemplo, un juego de mesa. No es jugar por jugar: se espera un aprendizaje al final”, explica Juan Guillermo Yunda, director de la Maestría en Planeación Urbana y Regional de la Javeriana y coautor de la investigación.

Para medir el aprendizaje que se alcanza con Camino al Sol se realizaron encuestas, tres en-trevistas personalizadas y grupos focales con los estudiantes participantes, con el fin de obtener resultados tanto cuantitativos como cualitativos. El 90 % dijo que el juego fue emocionante y ani-mado, el 75 % reconoció que esta metodología ayudó a mejorar la relación con sus compañeros y el 95 % se sintió más motivado para participar.

“Cuando los ponía a jugar se emocionaban por la competencia sana, soplaban los dados, estaba el que ayudaba a dar la respuesta, va-rias veces me quedé pasiva mirándolos inte-ractuar y funcionar solos. Yo únicamente debía coordinar unos detalles, pero ellos le daban la velocidad a ese aprendizaje. Pasé de decirles que participaran a pedirles que hicieran silen-cio”, recuerda entre risas la docente.

En cuanto a las calificaciones, los resulta-dos se compararon con una cohorte de 2017

que no jugó Camino al sol. La nota promedio de ese grupo fue de 6,5 sobre 10, mientras que la de quienes sí lo jugaron (2019) fue de 8,1. En 2017 la nota mínima fue 1 y en 2019, 5.

Una propuesta con más aplicabilidadCuando Real y Yunda realizaban la búsqueda de referentes para el juego se encontraron con que, a nivel pedagógico universitario, la literatura acerca del ABJ es mínima, “pues el juego está relacionado con la infancia y se piensa que, como estamos grandes, no debe-ríamos aprender jugando”, puntualiza Real, y añade que “cuando alguien dice: ‘Juguemos algo’, algunos profesores le restan importan-cia a lo académico o lo descartan de una vez, descalifican el aprendizaje lúdico al verlo solo como algo para los pequeños”.

En su investigación destacan la perspectiva de María Isabel Alba Dorado, arquitecta de la Universidad de Málaga y autora del artículo “Es-trategias formativas en la iniciación del apren-dizaje del proyecto arquitectónico”, en el que sostiene que “el juego nos saca del orden obliga-do, de percepciones y concepciones habituales; nos abre hacia lo otro, lo inventado, lo imaginado, lo antes imperceptible e inconcebible, y genera un ambiente propicio para el aprendizaje”.

A Camino al Sol aún le faltan algunas pruebas, así como implementar mejoras para reducir los tiempos de juego ―que, según los estudiantes, pueden ser muy extensos― y ajustar algunas de las preguntas y tarjetas de información, que, entre otras cosas, tienen có-digos QR para ser consultadas digitalmente. El objetivo es perfeccionar el juego “para aplicarlo a otra temática, ya no solo en arquitectura pre-hispánica, sino en arquitectura antigua y clási-ca, del Medioevo o del Renacimiento, sus obras y otras variantes, y así crear una línea de juegos para otras asignaturas de historia”, finaliza Real.

Para leer más:

§§ Real, Y. y Yunda J. G. (2021). “Aprendizaje basado en el jue-go aplicado a la enseñanza de la historia de la arquitectura prehispánica”. Revista de la Facultad de Arquitectura y Ur-banismo, Universidad de Cuenca, 10(19). DOI: https://doi.org/10.18537/est.v010.n019.a06

número 57 7septiembre - noviembre de 2021

UN MUNDO PEQUEÑO CON MUCHO RUIDO: El oído medio de los lagartos

Estudio del oído medio en lagartos da cuenta de cómo ha cambiado su estructura, lo cual aporta información relevante para resolver las relaciones entre las especies del grupo.

Por María Ximena Montaño RozoFotografías: iStock

L os científicos de esta historia ad-virtieron que esta podría ser de in-terés solo para unos pocos. ¿Quién podría interesarse en entender el

oído medio de un lagarto? Sin embargo, se sorprenderán, pues su valor va más allá del imaginado. Los resultados de esta investi-gación son un aporte más que ayudará en el

entendimiento de la evolución de las espe-cies, y constituyen un incentivo para seguir escudriñando curiosidades del mundo que a veces pasan inadvertidas.

Tal vez usted recuerde sus clases del co-legio cuando el profesor o la profesora, para explicar la evolución de las especies, se dirigía a la imagen de los homínidos, quienes repre-sentaban a nuestros antepasados más anti-guos, hasta llegar al humano moderno. Pero ¿alguna vez imaginó que todos los seres vivos

pasaron por una serie de cambios para llegar a las formas que actualmente conocemos?

Comparando la forma y la estructura in-terna de esta pequeña parte del organismo de 38 especies de estos reptiles, los biólogos Paola Sánchez y Julio Mario Hoyos, y el zoó-logo Juan Diego Daza lograron caracterizar cómo han cambiado las estructuras del oído medio en diversos lagartos, aunque aún la respuesta de por qué sucedió ese cambio no es clara.

PAISAJES científicos

8 septiembre - noviembre de 2021

“Simplemente viendo cómo una estructura tan pequeñita evoluciona, podemos hacer conciencia de sus cambios y la diversidad que hay entre la misma especie”.

Paola Sánchez

TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Estudio comparado del oído medio en anfibios (Anura y Urodela) y en lagartos (Squamata, Sauropsida) de Colombia

INVESTIGADOR PRINCIPAL: Julio Mario HoyosCOINVESTIGADORES: Paola Sánchez (pasante posdoctoral) y Juan Diego Daza

Grupo de investigación Unidad de Ecología y Sistemática (Unesis)Departamento de BiologíaFacultad de CienciasLaboratorio de Sistemática Morfológica y Biogeografía de Vertebrados

PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2017-2018

“Tendemos a pensar que todos los lagartos, las ranas o los murciélagos son iguales. Reco-nocemos a un representante y no distinguimos la gran diversidad que hay entre ellos. Pero, cuando nos damos cuenta de la gran variedad en sus formas, aprendemos a apreciarlos”, dice Sánchez, del Laboratorio de Sistemática Morfológica y Biogeografía de Vertebrados de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Univer-sidad Javeriana.

Por su parte, el profesor Daza, del Depar-tamento de Ciencias Biológicas de la Sam Houston State University, señala que esta variabilidad demuestra cómo una estructura que fue pasada por alto durante algún tiempo presenta una historia que no se conocía.

El órgano auditivo del lagartoEl oído es un sistema estructuralmente com-plejo que tiene la función tanto del equilibrio como de la audición y, según lo han descrito, se divide en oído externo, medio e interno. El primero y más superficial es el encargado de detectar las ondas sonoras y conducirlas al oído medio, compuesto por la membrana tim-pánica, la extracolumela y la columela, en el que las presiones sonoras se transforman en vibraciones que llegan hasta el oído interno.

El elemento cartilaginoso del oído medio recibe por nombre extracolumela y el elemento óseo, columela. De este último, que ha sido estudiado con mayor detalle, hoy se sabe que, por ejemplo, en los mamíferos, se originó de algunos elementos de la mandíbula de sus an-cestros reptilianos que migraron hacia el oído medio, y que hoy forman parte de un sofistica-do sistema de transmisión de sonido, cuyos elementos son tan pequeños como un grano de arroz, explica el profesor Daza.

En esta oportunidad, agrega la bióloga Sánchez, las estructuras estudiadas incluso alcanzaron a ser más pequeñas y, a diferencia de investigaciones previas, encargadas de iden-tificar ciertas funciones o los músculos aso-ciados al oído medio, llegaron hasta el detalle de describir los cambios estructurales en esta parte del órgano auditivo de algunos lagartos.

Procesos para estudiar los pequeños oídos de los lagartosEl equipo de científicos trabajó con ejempla-res de lagartos disponibles en colecciones de la Universidad Javeriana, en su mayoría, y otros de las universidades Nacional de Co-lombia y de Antioquia. Fueron 38 especies

o taxones de lagartos de 24 géneros, los cuales se clasificaron en tres grupos, según las cualidades estructurales de su oído, que identificó el médico alemán Ernst Weber. Es decir, que, dependiendo del espécimen que observaban y sus particularidades en el oído, lo ubicaban en tres patrones diferentes: tipo geco, tipo iguánido o tipo escíncido, explica la investigadora Sánchez.

La técnica que utilizaron para observar en detalle esta parte del oído fue la ‘diafaniza-ción’, con la cual se transparentan los tejidos blandos y se tiñen los huesos de rojo, y los cartílagos, de azul. Según explica la bióloga, “tomamos los ejemplares de lagartos y los pasamos por un procedimiento químico que nos permitió transparentar los especímenes y dejar visibles los huesos, como si fuera una radiografía, pero que se puede ver en 3D. Para guardar los especímenes, al final del proceso se sumergen en glicerina”.

A pesar de que hoy en día existen tecnolo-gías que no destruyen a los ejemplares, como las tomografías axiales computarizadas, y programas de computador sofisticados para crear imágenes en tres dimensiones, en el es-tudio no se utilizó esta metodología, porque la técnica de transparentación aún sigue siendo viable para este tipo de estudio, y así mismo se pueden utilizar muchos especímenes ya diafanizados en colecciones herpetológicas.

Escuche, ¡el oído evolucionó!Lo que los investigadores identificaron, de acuerdo con Hoyos, de la Unidad de Ecología y Sistemática (Unesis) y profesor de la Facultad de Ciencias de la Javeriana, es que las estruc-turas del oído medio de los lagartos, a pesar de haber sido identificadas desde hace años, presentan diversos cambios que no habían sido descritos anteriormente. “Logramos no solo reconocer la estructura, sino conocer en gran parte cuál es la variación morfológica que ha presentado dentro de un grupo”, aclara la bióloga Sánchez. Esto gracias a que los in-vestigadores, además de obtener información de los ejemplares observados, ampliaron el

número de especies con otras que encontra-ron en la bibliografía. Así, lograron describir los cambios morfológicos de la estructura en cada especie y demostraron que la estructura ha cambiado dentro del grupo.

Esta investigación combina la morfología (disciplina que estudia la estructura interna y externa de un organismo, así como sus componentes característicos) y la sistemática

(campo de la biolo-gía que busca esta-blecer las relaciones de parentesco y la reconstrucción de las clasificaciones de los taxones), para estudiar en detalle

los cambios en el oído medio de los lagartos.Dentro de sus aportes complementarios,

además de ver y entender la evolución de esta estructura en las especies, con este estudio también quedan abiertos otros interrogantes. “Esta investigación es una puerta de entrada a varias opciones de pregunta, por ejemplo, ¿cómo estas diferencias morfológicas po-drían o no influenciar en la función del oído? O ¿esta evolución tiene alguna relación con los hábitos de los lagartos?”, complementa Hoyos. Y finaliza diciendo, a modo de ense-ñanza, que así es el juego: “En la ciencia tú trabajas en algo y obtienes unas respuestas, pero sobre esas respuestas surgen otras preguntas de cosas que no conocemos o de las que tenemos poca información y que son potencialmente interesantes”.

Para leer más:

§§ Sánchez - Martínez, P. M., Daza, J. D., Hoyos, J. M. (2021). “Comparative anatomy of the middle ear in some lizard species with comments on the evolutionary changes wi-thin Squamata”. Peer. J. 9. DOI: 10.7717/peerj.11722

número 57 9septiembre - noviembre de 2021

CAMPESINOS Y CIENTÍFICOS: dos sabidurías

para enfrentar el cambio climático

Pequeños agricultores de tres municipios boyacenses –Ventaquemada, Turmequé

y Tibasosa– unen su conocimiento con el de la

ciencia para lograr una alimentación saludable

y adaptarse al cambio climático.

10 septiembre - noviembre de 2021

SALIDA de campo

Por Lisbeth Fog CorradineFotografías: Archivo investigación / Ricardo Pinzón Hidalgo

Don Marco Aurelio Farfán Ruiz debe tener unos 75 años. Solo asistió a la escuela seis meses de su vida, pero puede dar cátedra sobre cómo cul-

tivar cubios, ibias, rubas y diferentes varieda-des de papa, sin usar fertilizantes de síntesis química. Y también sobre cómo adaptarse a los cambios del clima.

Su finca, ubicada arriba en la montaña, en una pendiente pronunciada, cerca de Venta-quemada, Boyacá, se ha convertido en lugar de visita obligado, no solo para comprar plantas, tubérculos andinos y moras recién cosechadas, sino para probar las diferentes recetas que varios como él han ingeniado con estos ingredientes. “El ají lo hacemos con rubas y preparamos mermelada de cu-bios que parece compota de manzana”, dice Luz Marina Peralta Fonseca, de la Junta de Acción Comunal de la vereda Supatá. “Eso le da valor agregado”, agrega esta bogotana que se fue a vivir al campo hace más de una década y que cultiva su propio alimento. Hoy en día ella y sus vecinos han logrado diseñar su propio Plan de Desarrollo, con regulacio-nes internas sobre el cuidado del agua y del suelo, entre otros acuerdos.

La unión de dos conocimientos“Yo vengo de gente antigua y fui criado a pie limpio”, sigue don Marco: “Nuestros padres nos alimentaban con sopa de rubas, ibias y nabos. Era comida sana”, señala. Pero esa tradición fue quedando en el olvido, y el menú fue cambiando. “Yo le agradezco mucho a las universidades, porque vinieron a nuestro pueblo y volvimos a rescatar nuestra comi-da. Si no hubiera sido por eso, no estaríamos contando el cuento hoy en día, porque todo se habría perdido”. Se refiere al trabajo que, desde hace más de 13 años continuos, ha liderado la agroecóloga Neidy Clavijo, direc-tora de la Maestría en Desarrollo Rural de la Pontificia Universidad Javeriana y profeso-ra-investigadora de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales (FEAR). A través de di-versos proyectos de investigación, ha trabaja-do para aportar a la seguridad y a la soberanía alimentarias, y a la dinámica de adaptación al cambio climático, que les ha pegado duro a los campesinos.

Su labor y la de su equipo se ha desarrollado con casi 40 familias de tres municipios boyacen-ses ―Ventaquemada, Turmequé y Tibasosa―, porque “la idea no es dejar un proyecto suelto, sino que todo sea parte de un proceso, en este caso de conservación, pero también de gestión y de autodesarrollo, en donde tú te acercas al conocimiento y a la experiencia local previos y contribuyes al fomento de capacidades en las comunidades para que ellas sigan caminando”, aclara Clavijo. “Como ya habíamos trabajado temas de conservación de agrodiversidad andi-na, y habíamos ayudado a formar asociaciones de agricultores en esta zona, ahora ellos son nuestros pares y no nuestros beneficiarios”.

Así, con base en el conocimiento ances-tral, las familias volvieron al cultivo tradicio-nal en sus propias huertas, de donde toman los ingredientes para preparar torta de cu-bios o mermelada de ibias.

Iniciaron con un proyecto de recupera-ción de memoria para conservar tubérculos andinos. “Fue un trabajo desde el nivel de la parcela, la agrobiodiversidad, el rol de la mujer en el tema de la soberanía alimentaria, el pai-saje de las fincas, hasta el nivel del territorio y de pactos territoriales”, agrega Tomás León Sicard, profesor titular del Instituto de Estu-dios Ambientales (IDEA), de la Universidad Nacional de Colombia.

número 57 11septiembre - noviembre de 2021

“La pandemia nos muestra que la agricultura familiar agrodiversa es la opción para la seguridad y la soberanía alimentarias: una agricultura diversa, limpia, que además mitigue los efectos del cambio climático”.

neidy lorena claviJo, Facultad de eStudioS ambientaleS y ruraleS

Las condiciones del clima han cambiadoEn uno de los proyectos más recientes, el grupo de investigación, en el que participa-ron investigadores de la Universidad Jave-riana y la Universidad Nacional de Colombia, buscó conocer a fondo cómo ha cambiado el clima en la región. Los boyacenses han sido testigos de que ya no hay un “abril lluvias mil”. En épocas tradicionales de calor ahora hace más calor y en épocas de frío hace más frío. También las heladas y las extensas se-quías se han vuelto impredecibles, dicen. Los investigadores, entre otros aspectos, cru-zaron esa información local “con los datos históricos reportados los últimos 50 años en la zona en estaciones meteorológicas ubicadas en un radio de 20 kilómetros de las zonas de estudio”, explica Clavijo. Tam-bién exploraron cómo, durante los últimos 50 años, el paisaje se ha modificado drásti-camente, pues predominan ahora extensas pasturas, monocultivos y concesiones mi-neras, que han afectado bosques y páramos, incidiendo también en el cambio del clima.

Encontraron que, efectivamente, duran-te los últimos diez años la temperatura ha subido de 0,2 ºC a 0,8 ºC, “y eso es muchísi-mo”, aclara la investigadora. “Un incremento

de solo medio grado de temperatura en los cultivos tiene una afectación directa en la aptitud climática de una planta”. Y quienes cultivan, como don Marco y Luz Marina, lo saben: “En agosto la ruba no se veía porque se sembraba en febrero y se cosechaba en noviembre”, añade don Marco. “Ahora no dura sino seis meses. Lo importante es que le llueva harto. Si hizo verano, se jodió”.

La adaptación a las nuevas condiciones climáticas se ha logrado gracias al inter-cambio del conocimiento ancestral sobre los cultivos, a la vivencia año tras año y a la ciencia, a través de talleres de investigación colaborativa en los que todos aportan. Y en el trabajo de campo, luego de todo este tiem-po, Néstor García, profesor de la Facultad de Ciencias, encontró fincas de menos de cinco hectáreas en la zona, con características que antes eran un sueño: minifundios agrobiodi-versos, algunos de ellos con cultivos de hasta 152 especies, entre frutales, tubérculos, plan-tas medicinales, ornamentales y forestales, a pesar de condiciones climáticas adversas, respondiendo a la necesidad de la alimenta-ción diversificada.

Así, el equipo constató que esa “agricul-tura familiar campesina, que ha subsistido

por siglos a pesar de distintos embates políticos, económi-cos y sociales, ahora, además, provee ali-mentos saludables, diversos, nutritivos, sin dañar el medio ambiente, conser-vando los sue los

y ayudando a mitigar el cambio climático”, agrega Clavijo. Porque, de acuerdo con el pro-fesor León, mientras más agrobiodiversidad exista en una finca campesina o agroindus-trial, estas se convierten en sistemas que enfrían el planeta.

Don Marco, por su parte, dice que se atiene “al de arriba”. Y agrega: “A uno le toca adap-tarse al clima porque son cosas de mi Diosito, sumercé. Ha cambiado harto desde el tiempo en que nos criaron, y cambiará”.

Clima, agrobiodiversidad y políticas públicasTodo este trabajo se complementa con la participación del director del Departamento de Desarrollo Rural y Regional de la Javeria-na, el sociólogo Manuel Pérez, encargado del tema territorial, institucional y de política pú-blica. “Él nos ayudó a coordinar la cereza del pastel de nuestro proyecto: la elaboración de pactos territoriales”, subraya Clavijo con la satisfacción de haber logrado conformar un equipo inter y transdisciplinario para que no queden cabos sueltos.

Se trata, explica Pérez, de evidenciar no solo que la agricultura familiar es resiliente al cambio climático y que además contribuye a la seguridad y a la soberanía alimentarias, sino también de crear ejercicios de comunicación en encuentros para que la propia comunidad les cuente a quienes deciden políticas el cono-cimiento que se ha construido colectivamente y que se convierte en los resultados de la inves-tigación. A esos encuentros en cada municipio acudieron los alcaldes y sus secretarios de Agricultura y Medio Ambiente, y representantes de corporaciones autónomas y organizaciones no gubernamentales, entre otros.

12 septiembre - noviembre de 2021

TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Cambio climático, seguridad y soberanía alimentaria, los aportes de la agricultura familiar campesina

INVESTIGADORA PRINCIPAL: Neidy Lorena Clavijo

COINVESTIGADORES: Manuel Enrique Pérez, Néstor García, Tomás León Sicard, Luz Marina Peralta, Marco Aurelio Farfán, Junta de Acción Comunal Vereda Supatá (Ventaquemada), Asociación Semillas en Tibasosa, Asociación Innovadora Tubérculos Andinos Boyacá (Aitab) (Turmequé)

ESTUDIANTES: Hellen M. Sánchez, Juanita Peñaranda, Natalia Sarmiento, Pierina Lucco, Ángela Mendieta, Lina Lozano, Joel Uribe

Facultad de Estudios Ambientales y RuralesFacultad de CienciasPontificia Universidad JaverianaInstituto de Estudios Ambientales (IDEA)Universidad Nacional de Colombia

PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2008-actualmente

Luz Marina explica lo que ahora no dejan de hacer: “Como somos minifundios, tra-bajamos individualmente nuestros predios, y también desde lo colectivo, para que sea menor el impacto del cambio climático”. Estos agricultores recuperan el agua de los ríos y quebradas, recolectan el agua-lluvia, construyen zanjas para drenajes y elaboran surcos a través de la pendiente para distri-buir adecuadamente el agua; con barreras vivas cuidan la flora de los fuertes vientos y producen sus propios abonos orgánicos. Así se benefician el suelo y el ciclo alimentario, y ahora están diseñando cuatro rutas para caminatas de ecoturismo.

Esos parches agrobiodiversos son como oasis que exigen conectividad con bosques y otros ecosistemas naturales. “La reconver-sión a la agroecología es el camino para poder mitigar la problemática del cambio climático a mediano y largo plazos”, sentencia Luz

Marina. Y Clavijo la complementa: “No pode-mos hablar de resiliencia al cambio climático si solamente lo miramos desde un punto de vista ecológico; también lo necesitamos mirar desde ese otro componente de orden social donde la familia, las redes comunitarias y la organización del territorio son fundamentales para poder tomar decisiones”.

Para leer más:

§§ Clavijo Ponce, N. y Sánchez Gil, H. (2019). “Agroecolo-gía, seguridad y soberanía alimentaria. El caso de los agricultores familiares de Tibasosa, Turmequé y Venta-quemada en Boyacá”. En Á. Acevedo-Osorio y N. Jimé-nez-Reinales (comps.), La agroecología: Experiencias comunitarias para la agricultura familiar en Colombia (pp. 35-58). Bogotá: Corporación Universitaria Minuto de Dios-Editorial Universidad del Rosario.

§§ García, N., Peñaranda, J. y Sarmiento, N. (2021). “Diver-sity and use of trees and shrubs in smallholder farming systems in the Colombian Andes”. Caldasia, 43(1), 49-64. Recuperado de https://doi.org/10.15446/caldasia.v43n1.84230

número 57 13septiembre - noviembre de 2021

CONTROLAR LOS CULTIVOS DE ARROZ Y SU PRODUCTIVIDAD,

mejor desde el aireEvaluar los cultivos de arroz en grandes extensiones es todo un reto. Con el uso de imágenes aéreas, investigación de la Javeriana seccional Cali ofrece mejor información, reducción de costos y aumento en la productividad de las cosechas.

Por Miguel Martínez DelgadilloFotografías: Archivo personal

Durante 2020, cada colombiano con-sumió 46 kilos de arroz en prome-dio, según cifras de la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz).

Afortunadamente, el país produce el 93 % de este cereal, porque este parece ser un alimento infaltable en el almuerzo o en el popular ‘co-rrientazo’, tan consumido en el país.

Desde que se siembra hasta la cosecha, pueden pasar entre cuatro y cinco meses, y para su producción masiva se requieren grandes extensiones de terreno. Estos dos elementos suponen un reto importante para los cultivadores, pues deben llevar un estricto control de las condiciones del suelo, de las pla-gas, del agua y del clima, entre otras variables, para cumplir con la demanda.

Para optimizar este proceso, tres investi-gadores del Departamento de Electrónica y

Ciencias de la Computación de la Pontificia Universidad Javeriana, seccional Cali, y uno más del Instituto de Tecnología de Grenoble, en Francia, llevan año y medio trabajando en una tecnología que permite hacer seguimiento a cultivos de arroz usando imágenes multies-pectro recolectadas con drones.

Construir redes con variables“Este proyecto busca estimar la biomasa de plantas de arroz a partir de imágenes tomadas con drones, y también desarrollar una meto-dología para detectar cambios en el suelo ante eventos como incendios, inundaciones o construcciones, usando imágenes satelitales”, explica el ingeniero electrónico Hernán Darío Benítez, uno de los investigadores.

Esta tecnología funciona en dos momen-tos. El primero de ellos es la recolección de las imágenes. En esta fase se utiliza un vehículo aéreo no tripulado (dron), que está equipado con una cámara multiespectral y con un geo-localizador (GPS). Este equipo recorre todo el cultivo, tomando fotos con una ruta previamente programada.

“ U n a c á m a r a multiespectral tie-ne la capacidad de

14 septiembre - noviembre de 2021

PUJ CALI investiga

El proyecto estima la biomasa de plantas de arroz a partir de imágenes tomadas con drones. Además, con imágenes satelitales detecta cambios en el suelo ante eventos como incendios, inundaciones o construcciones.

TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Graph-based data fusion applied to: Change detection and biomass estimation in rice crops

INVESTIGADOR PRINCIPAL: David Alejandro Jiménez-SierraCOINVESTIGADORES: Hernán Darío Benítez-Restrepo, Hernán Darío Vargas-Cardona, Jocelyn Chanussot

Departamento de Electrónica y Ciencias de la ComputaciónPontificia Universidad Javeriana, seccional Cali

PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2019-2020

precisión del 92 %. Esta fase se produce en el mismo dron, pues tiene su propia unidad de procesamiento a bordo, que en menos de un minuto arroja un resultado por cada imagen.

Si bien esta tecnología se basa en el fun-cionamiento del análisis de imágenes sateli-tales, el equipo ha optado por utilizar drones, pues añaden más precisión en términos de recorridos, pero sobre todo de la resolución de las imágenes, lo que permite analizar a nivel de centímetros.

Una nueva oportunidad para el campoEn el proceso normal para calcular la produc-ción de los cultivos de arroz, se deben arrancar algunos ejemplares, que se queman en unos hornos especiales y luego se pesan. Esto se conoce como ‘proceso de muestreo destructi-vo’. “Con el dron se puede hacer un vuelo sobre todo el cultivo y puede tener, específicamente por zonas, una estimación de esta biomasa”, explica Jiménez. “La tecnología javeriana per-mite hacer este cálculo mucho más rápido, sin que sea destructivo y bajando los costos para el cultivador”, añade.

Esta tecnología le apunta a mejorar la pro-ductividad en los cultivos. Su principal aporte es la información para la toma de decisiones. “Es muy importante para la agricultura de precisión poder hacer una estimación de la biomasa en tiempo real y disponer de esa información también de manera histórica. Si hay información confiable, se pueden tomar decisiones acertadas respecto al manejo del cultivo”, resalta el profesor Benítez.

La investigación, que fue patrocinada por el proyecto de Optimización Multiescala In-silico de Cultivos Agrícolas Sostenibles (Ómicas), está próxima a ser aplicada en cultivos de caña en el Valle del Cauca. Los investigadores esperan que en los próximos años el sistema pueda estar en el mercado y así mejorar la productividad de los cultivos.

El profesor Jiménez finaliza haciendo un llamado a los estudiantes a investigar en te-mas que puedan aportar soluciones al país. “Lo más bonito de la investigación es cuando lo que tú haces, además de que funciona en un entorno simulado, se lleva a la aplicabili-dad en la vida real, como en este caso, pues les sirve a los agricultores”.

Para leer más:

§§ Jiménez-Sierra, D. A. et al. 2020. “Graph-based data fu-sion applied to: Change detection and biomass estima-tion in rice crops”. Remote Sensing, 12(17). https://doi.org/10.3390/rs12172683

capturar diferentes longitudes de onda que el ojo humano no puede ver. En este caso, usamos el nivel de reflectancia, o la radiación reflejada, como un indicador del estado de la planta”, complementa David Jiménez, investi-gador principal de este proyecto.

El segundo momento es el análisis de los datos recolectados. Como la cámara toma imágenes en tres canales independientes (rojo, verde y cercano infrarrojo), toda esa informa-ción debe ser centralizada. Aquí los investiga-dores aplicaron el concepto teórico de ‘grafos’, un término matemático de redes que relaciona variables de diferentes orígenes.

En este caso, el equipo investigador desa-rrolló un algoritmo que puede analizar toda la información de los tres tipos de imágenes cap-turadas por la cámara. Dicho análisis evidencia los cambios en el suelo y, además, emite un estimado del estado de cada planta, con una

Imagen del cultivo en longitud de onda roja

Imagen del cultivo en longitud de onda verde

Imagen del cultivo en longitud de onda cercano infrarojo

Imagen del cultivo en RGB, como vemos los humanos

15septiembre - noviembre de 2021número 57

RASTREANDO A los rastreadores

¿Cómo los sistemas nacionales de salud de países latinoamericanos vigilan y actúan ante enfermedades transmisibles como el dengue,

el zika o el chikunguña? Un estudio liderado por la Pontificia Universidad Javeriana y financiado por el BID muestra las claves.

Por Amira Abultaif KadamaniImagen: Shutterstock

Comportarse como sabueso no es una función reservada para razas caninas. Hay personas que también han adquirido un ‘olfato’ especial

para rastrear, no alimentos, sino algo intangi-ble: enfermedades. Se trata de profesionales que, desde distintas orillas del conocimiento —epidemiología, biología, salud pública, entre otras—, se dedican a seguirles minuciosa-mente la pista a patologías contagiosas que pueden propagarse entre una comunidad.

Esa es una de las funciones esenciales de los sistemas de salud de los países: fungir como vigilantes y detectives de señales y sín-tomas para advertir el posible asomo de un brote y, de llegar a desarrollarse, hacer todo lo que esté a su alcance para mitigarlo, como ocurre con la actual pandemia.

Las enfermedades arbovirales, aquellas transmitidas por artrópodos —como los insectos—, han sido muy recurrentes en la historia, afectando a amplias franjas de población en el mundo. Esto deriva en múl-tiples traumatismos: desde pérdida de vidas humanas hasta prolongadas incapacidades laborales, pasando por onerosos costos para los sistemas públicos de salud. Lati-noamérica ha sido uno de los blancos más asolados por estas enfermedades y, debido a ello, el Banco Interamericano de Desarrollo planteó un proyecto de investigación con el objetivo de medir cómo vigilan y responden los países de esta región ante enfermedades transmisibles por vectores y cuantificar la

inversión que deberían hacer para robus-tecer sus sistemas de acción, frente a un modelo idóneo en la gestión epidemiológica.

Cinco naciones participaron en el estudio: Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Las enfermedades seleccionadas para determinar su abordaje por parte de estas naciones fue-ron dengue, zika, chikunguña, fiebre amarilla (todas transmitidas por el mosquito Aedes aegypti) y malaria (transmitida por mosquitos del género Anopheles). Cada cierto tiempo —más o menos tres años— se presenta un brote grande de estas infecciones en diversos países, por lo cual resulta imperioso implemen-tar un sistema de monitoreo y control con miras a reducir al máximo su incidencia y progresión.

Para saber cuáles son las acciones con-cretas por ejecutar, la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Universidad de Friburgo (Alemania) elaboraron, a partir de guías inter-nacionales, un protocolo de cómo deberían ser la vigilancia y la respuesta a estas enfer-medades. Ese modelo de gestión se constitu-yó como el gold standard para cualquier país, y en él se trazan 164 actividades, divididas en tres etapas de gestión del riesgo: 1) planea-ción y preparación para contingencias por brotes de arbovirus y malaria, 2) operación de la vigilancia y 3) respuesta a brotes. Y sobre ese arquetipo se evaluó cuáles países cum-plían con qué actividades.

Tras el análisis, “en la primera y segunda fase Colombia obtuvo el mejor desempeño, entre los cinco países, al cumplir con un 56 % y 70 %, respectivamente, de las actividades necesa-rias. Por su parte, en la etapa tres Ecuador se destacó entre los otros, al ejecutar el 95 % de

las acciones determinadas”, subraya Rolando Enrique Peñaloza, director del Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Javeriana, entidad que lideró y coordinó la investigación.

“Los países están avanzando y hay acciones muy positivas en todos. No obstante, necesitan organizarse mejor para que los sistemas de reporte de casos se integren a los de vigilancia de vectores, al diagnóstico de laboratorio y al análisis de variables climatológicas, todo en tiempo real”, complementa la epidemióloga Margarita Ronderos, coordinadora técnica del proyecto. “Así mismo, la mayoría de los países vigila a los mosquitos cuando son larvas o ya adultos, pero ese es un estadio muy tardío para la vigilancia efectiva; es necesario hacerlo semanalmente, cuando están en estado de huevo, en las ovitrampas”, agrega.

A su juicio, la principal debilidad es que se requieren planes de contingencia muy de-tallados, normatizados y llevados a cabo no cuando haya un brote, sino para evitar que este ocurra, es decir, ante el primer nivel de alerta. Todo esto, aunado a la necesidad de estrati-ficar mejor el riesgo y a la definición precisa de roles de las autoridades sanitarias en los niveles locales y departamentales, permitiría que los países tengan un sistema robusto para hacerles frente a las enfermedades arbovira-les. A la luz de la pandemia que se vive por la covid-19, la planeación y la respuesta rápida ante las contingencias marcan el punto de inflexión entre la contención y la mitigación de una enfermedad. “Los países que tenían capacidad de rastreo de casos vía telefónica lograron responder mucho mejor a la propaga-ción del SARS-CoV-2”, afirma Peñaloza.

16 septiembre - noviembre de 2021

INVESTIGAR el país

ECUADOR: MINISTERIO DE SALUD PÚBLICA E INSTITUTO NACIONAL DE INVESTIGACIÓN EN SALUD PÚBLICA

n Tiene la mejor gestión frente a la estratificación del riesgo de brotes de enfermedades arbovirales.

n Se destaca en la detección y el registro de la presencia de vectores y en la notificación de casos.

n Tiene una respuesta escalonada muy bien estructurada ante las alertas de brotes. Así mismo, su abordaje integra la participación de la comunidad y la comunicación efectiva de los riesgos.

n La función de cada uno de los actores y niveles del sistema está bien definida y delimitada.

CHILE: MINISTERIO DE SALUD E INSTITUTO DE SALUD PÚBLICA

n Cuenta con un sistema electrónico y georreferenciado que integra la vigilancia de vectores y de casos, lo que permite identificar en el mapa dónde hay un incremento de mosquitos, dónde se reporta una persona en estado febril (uno de los síntomas de las infecciones arbovirales) y dónde hay un caso diagnosticado. Así, cualquier persona del sistema de salud puede ver esos registros y hacer un análisis integrado de forma inmediata.

COLOMBIA: MINISTERIO DE SALUD Y PROTECCIÓN SOCIAL E INSTITUTO NACIONAL DE SALUD

n Su norma de vigilancia es muy buena, pues permite hacer una gestión del riesgo de manera ágil, no solo para estas enfermedades, sino para otras transmisibles.

n Tiene una gran disponibilidad de equipos de respuesta rápida.

n Hace un excelente monitoreo de resistencia a insecticidas por parte de los vectores.

BOLIVIA: MINISTERIO DE SALUD Y DEPORTES n El laboratorio de diagnóstico de casos tiene un algoritmo muy preciso

que permite diferenciar cada enfermedad. En otras palabras, dado que el dengue, el zika, el chikunguña y la fiebre amarilla son clínicamente desafiantes de determinar porque comparten diversos síntomas, la definición de cada caso es posible si se tiene una estructura sistemática y detallada de identificación, la cual incluye la realización escalonada de distintas pruebas hasta dar con un diagnóstico positivo.

PERÚ: MINISTERIO DE SALUD E INSTITUTO DE SALUD PÚBLICA

n La notificación de los casos por parte del país se destacó frente a Bolivia, Colombia y Chile.

n Tiene un excelente desempeño en el manejo de los brotes por fiebre amarilla.

Aquí, las principales fortalezas identificadas en cada país estudiado y la autoridad sanitaria respectiva que participó en la investigación:

número 57 17septiembre - noviembre de 2021

Dengue, zika, chikunguña, fiebre amarilla*

Malaria

0

5 000 000

10 000 000

15 000 000

20 000 000

PerúBoliviaEcuadorChileColombia

17 429

 232

7 99

5 59

2

13 749

 359

31 103

5 32

5 19

4

2 06

7 81

1

20 504

 222

1 69

3 35

0

12 433

 206

2 16

0 00

0

TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Creación del Programa Regional de Gestión Estratégica de Emergencias Epidemiológicas de Dengue, Zika, Chikunguña, Fiebre Amarilla y Malaria, en Bolivia, Chile, Colombia, Educador y Perú

INVESTIGADORES: Rolando Enrique Peñaloza, Margarita Ronderos e investigadores de las entidades y países involucrados en el proyecto

Instituto de Salud PúblicaFacultad de Medicina

PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2017-2021

COSTO DE INVERSIÓN (EN DÓLARES) PARA CERRAR BRECHAS¿Cuánto les cuesta a los países estudiados completar todas las acciones necesarias, conforme al modelo creado por la Universidad Peruana Cayetano de Heredia y la Universidad de Friburgo, y la estimación de costos realizada por la Pontificia Universidad Javeriana, para tener un sistema idóneo de vigilancia y respuesta al dengue, al zika, al chikunguña, a la fiebre amarilla y a la malaria? Esta sería la inversión que deben hacer, por etapas y proporcionalmente a su población:

Fuente: estimaciones, hechas por el Programa, de la población que reside en un área en la que hay o puede haber presencia del vector o agente patológico, así como condiciones para la transmisión de la enfermedad.*Dado que para la fiebre amarilla hay vacuna, en teoría la población estaría inmunizada y la inversión que deberían hacer los países sería para garantizar una óptima vigilancia sobre casos selváticos.

Fuente: estimaciones realizadas por el Programa en dólares americanos.

0 10 000 000 20 000 000 30 000 000 40 000 000

Perú

Bolivia

Ecuador

Chile

Colombia455 721312 519208 535228 336313 380

16 689 383416 307

1 833 42018 032 279

33 352 995

706 893527 858

85 27480 301

6 449 601

17 851 9971 256 684

2 127 22918 340 916

40 115 976

USD

Etapas

Total

3

2

1

Etapas1. Planeación y preparación para contingencias por brotes de arbovirus y malaria 2. Operación de la vigilancia 3. Respuesta a brotes

POBLACIÓN EN RIESGO

18 septiembre - noviembre de 2021

número 57 19septiembre - noviembre de 2021

JÓVENES que investigan

EL JOVEN QUE INVESTIGA LOS USOS medicinales de plantas endémicas

El gran huerto que esconde una casa en

San Juan de Pasto y los libros de botánica de su abuelo formaron a José

María Velasco. Hoy descubre los

beneficios de las plantas para mejorar la calidad

de vida de pacientes con cáncer y otras

enfermedades crónicas.

Por Juan Pablo Correa PáezFotografías: Ricardo Pinzón Hidalgo

A los diez años José María Velasco España se aventuró a seguir los pa-sos de su abuelo: cultivar plantas. Por eso fue a una plaza, compró

un cartucho por 2500 pesos y lo sembró en el huerto de su casa. Unos días después notó que su ‘plantica’ tenía un brote, era como un tubérculo alargado, un rizoma. Animado por su curiosidad, cortó las plantas en partes más pe-queñas y las separó. Quería observar qué pa-saría. Ese fue su primer laboratorio científico.

En el Valle de Atriz, donde se asienta la capi-tal de Nariño, creció José María con su madre, Natalia España, en la casa de sus abuelos, Na-bor España y Stella Paz. Con Nabor sembraba y cultivaba plantas y con Stella hacía pan. Cuando no estaba leyendo los libros de botánica y medi-cina de su abuelo o jugando con el microscopio que le regaló su madre, era fácil encontrarlo en la cocina experimentando con sabores y tex-turas, o en el jardín con las plantas: le gustaba abrirlas, ver qué tenían adentro, reproducirlas y hacer injertos. José María vivió entre aromá-ticas como el cedrón y la manzanilla, florales como el cartucho y las rosas, frutales como el níspero, las brevas, las moras y el motilón, y nueces como el nogal.

“En casa siempre hemos consumido mu-chas plantas, en especial aromáticas, porque mi bisabuelo era odontólogo y trataba a sus

pacientes con medicina tradicional”, dice este investigador de 29 años.

Después de graduarse del colegio, a los 16 años, migró a Bogotá para estudiar gastro-nomía. Quería aprender sobre los diferentes procesos que ocurrían en el cuerpo humano al consumir gran variedad de alimentos, pero se encontró con otro tipo de enseñanzas: eran principalmente clases sobre producción y preparación de alimentos. Por eso terminó el tecnólogo en Gastronomía y de inmediato se inscribió en el programa de Nutrición y Dietética de la Pontificia Universidad Javeriana.

En la Universidad hizo parte del grupo de investigación Bioquímica Experimental y Com-putacional. Ahí aprendió sobre el cultivo y el mantenimiento celular. Además, allí realizó su tesis y se desempeñó como joven investigador.

La profesora y bioquímica Sonia Luz Alba-rracín fue quien le abrió las puertas del labo-ratorio para realizar su proyecto de grado, que consistió en una investigación celular para observar si los estímulos de la uva caimarona y el corozo, cuando se incluyen en la dieta, pueden tener un efecto protector en enferme-dades crónicas, como alzhéimer, párkinson y esclerosis lateral amiotrófica.

“El resultado general de mi proyecto de gra-do fue aprender a investigar. Es una sensación inexplicable y la satisfacción es inmensa, pero también es frustrante. La realidad del labora-torio es que las cosas nunca salen como se espera. Es muy difícil trabajar porque los seres

vivos siempre hacen lo que quieren”, dice el hoy estudiante de la Maestría en Epidemiología Clínica de la Javeriana.

Después de graduarse de la carrera, se des-empeñó como nutricionista educativo en el área de salud pública en la Subred de Suroccidente de la Secretaría de Salud de Bogotá y con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en te-mas de trastornos de alimentación y educación nutricional en niños y jóvenes.

Sin embargo, como si fuera un llamado ancestral, en 2019 regresó a los laboratorios de la Javeriana a investigar con plantas como joven investigador e innovador del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. El objetivo era encontrar, en extractos de gulupa, barba del viejo y pimienta negra, efectos protectores en las células no cancerígenas del cerebro que se ven afectadas por la quimioterapia y para la inflamación producida en pacientes con cáncer de mama. Aunque la investigación ya finalizó, aún está en proceso de publicación, por lo que no se pueden revelar resultados.

José María ahora habla de las plantas con la emoción de un niño y la experticia de un cien-tífico. Pero, sobre todo, recuerda los libros de su abuelo, la milanesa de pollo y la poleada de choclo que le hacía su abuela, y el gran huerto que esconde una casa en el centro de Pasto, en donde creció un científico que hoy descubre los beneficios de las plantas para ofrecer una mejor calidad de vida a personas que viven con cáncer y otras enfermedades crónicas.

EL SOL: energía para la educaciónComputadores, proyectores y una adecuada iluminación tienen algo en común: funcionan con electricidad, y muchos colegios del país tienen un acceso limitado a este recurso. Estudiantes javerianos aprovechan sus conocimientos y la energía solar para ofrecer soluciones.

Por Paula Andrea Grisales NaranjoFotografías: Cortesía Empresa WM SAS / Juan Sebastián Pinilla

Encender un bombillo, usar el com-putador, prender el televisor o cargar la batería del celular son acciones cotidianas cuya perspectiva cambia

drásticamente cuando usted está en una de las cientos de poblaciones donde solo hay electricidad durante escasas horas al día, que en Colombia son alrededor de 1710 localidades rurales, según los datos del Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las Zonas no Interconectadas (IPSE).

En la Media Alta Guajira se encuentra una de estas zonas no interconectadas. En algún paraje dentro de esa hermosa “extensión desierta, bajo un cenit ardiente” que es el municipio de Uribia —como lo describe su himno—, a cinco horas en carro partiendo desde Riohacha, en el corregimiento de Ta-parragí, está Kuisa, una comunidad habitada por cerca de 900 wayúus.

Y aunque todos allí viven la escasez de energía eléctrica, podría decirse que los ni-ños y jóvenes en edad escolar son los más afectados. Buena parte de las herramien-tas didácticas que facilitan el aprendizaje requieren de energía eléctrica: computado-res, impresoras, proyectores, televisores y

parlantes, sin contar con el apoyo que brinda una adecuada iluminación. Pero en la escue-la de Kuisa apenas disponían de 300 vatios al día, lo que les permitía conectar solo dos bombillos, un televisor y un parlante.

El Centro Etnoeducativo Nuestra Señora del Carmen de Kuisa es el único colegio de esa zona que tiene bachillerato aprobado por el Ministerio de Educación Nacional hasta 8.º, y actualmen-te busca que lo certifiquen hasta el grado 11.º. Funciona también como internado, pues hay niños y jóvenes que, dadas las largas distancias, no alcanzan a ir y volver a sus casas en el día. El colegio atiende a cerca de 80 niños internos y 270 de la comunidad; además, alberga a 14 profesores de diferentes regiones del país.

20 septiembre - noviembre de 2021

CIENCIA y sociedad

Mientras tanto, en las aulas javerianas“Para la materia de Energía y Sostenibilidad le propuse a mi compañero Javier Areniz hacer un proyecto real para que, al termi-nar la materia, lo pudiéramos presentar a la convocatoria HAC Projects, Humanitarian Activities Committee, del Institute of Electri-cal and Electronics Engineers, IEEE”, cuenta Johanna Castellanos, ingeniera mecatrónica y estudiante del Doctorado en Ingeniería de la Pontificia Universidad Javeriana, al recor-dar el origen de un proyecto que trascendió las aulas y que, en febrero de este año, logró llevar a la comunidad de Kuisa un sistema solar fotovoltaico (basado en paneles sola-res), por valor de 60 000 dólares.

A partir de 2019, Castellanos empezó a gestionar este proyecto de clase que, en efecto, ganó la convocatoria del IEEE, con la que obtuvo los recursos económicos necesarios y que acaba de ganar el primer puesto del Concurso de Proyectos Huma-nitarios convocado por la Sociedad Mundial de Aplicaciones Industriales de la IEEE, tras competir con iniciativas de todo el mundo.

Desde sus inicios, gracias a la pasión del equipo, se fueron integrando otros estudian-tes con los que compartían materias y que tras escucharlos se iban sumando activa-mente, como Jimena Gómez y Camilo Prieto. También Roger Pimienta, quien los conoció en la materia de Eficiencia Energética y que de inmediato se puso a su disposición para ayudar en el almacenamiento de equipos y en el apoyo logístico en La Guajira.

“Las energías alternativas son una gran oportunidad de progreso para regiones tan abandonadas como esta”, comenta Pimien-ta, guajiro e ingeniero electrónico que ac-tualmente cursa el Doctorado en Ingeniería en la Javeriana: “En el caso de Kuisa, pueden ayudar a cientos de niños a educarse y a lo-grar mejores oportunidades para sus vidas. De verdad que este tipo de proyecto cambia vidas. Por mi parte, también cambió la mía”.

Y aunque en buena medida el trabajo ha sido gestionado y ejecutado por estudian-tes, es la suma de muchos esfuerzos, por ejemplo, de sus profesores. Desde el princi-pio, el equipo obtuvo el apoyo de docentes investigadores en energía y energías alter-nativas, como Diego Patiño y Carlos Adrián Correa, de la Javeriana, y Gabriel Ordóñez, de la Universidad Industrial de Santander, quienes ofrecieron su asesoría y el respaldo institucional de las universidades.

El resto de la magia la hace el Sol (y la ingeniería)¿Dotar de energía eléctrica a una escuela usando paneles solares consiste en com-prar los paneles e instalarlos en el techo? La respuesta es no. Elaborar un sistema fotovoltaico parte de identificar el recurso solar presente en La Guajira ―departamento con la mayor riqueza en este recurso en el país―, analizando información del Institu-to de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), para luego realizar un sinnúmero de ecuaciones.

Determinar el número y el tipo de paneles y baterías necesarios requiere calcular la canti-dad de energía eléctrica que se consume por día en la escuela. La cosa se complica porque dentro del sistema también hay un ‘inversor’, que es un dispositivo que convierte la ‘co-rriente continua’ generada por los paneles en ‘corriente alterna’, que es la que puede ser usada en el sistema. Este inversor solo puede

procesar cierta cantidad de energía al tiempo, y, si se sobrecarga, se daña. Por eso hay que identificar cuál es el pico de máxima potencia, es decir, el momento del día en el que ocurre el mayor uso de energía.

El funcionamiento correcto del sistema depende de hacer muy bien todos los cálcu-los. “Salón por salón, espacio por espacio, identificamos qué dispositivos se iban a co-nectar, a qué horas y durante cuánto tiempo. Con base en eso, se genera lo que nosotros llamamos la ‘demanda o el cuadro de uso energético’”, explica Castellanos.

La comunidad debe ser cuidadosa de no conectar cosas que no estaban contempla-das en el diseño inicial, por ejemplo, “más ce-lulares o una licuadora o electrodomésticos con motores, ¡es gravísimo!”, agrega la inge-niera. Por eso, el ejercicio con la comunidad involucró una socialización, de manera que ellos puedan usar correctamente su nuevo sistema fotovoltaico, el cual actualmente

“Las energías alternativas pueden ayudar a cientos de niños a educarse y a lograr mejores oportunidades para sus vidas. Este tipo de proyecto cambia vidas. Por mi parte, también cambió la mía”.

roGer Pimienta, eStudiante del doctorado en inGeniería

Este proyecto se realizó con la participación activa de la comunidad wayuu de Kuisa, para

quienes este ha sido “un sueño hecho realidad”.

número 57 21septiembre - noviembre de 2021

les provee 9 kilovatios por día (9000 vatios), a través de cuatro subsistemas (conjuntos de paneles, inversor/conversor y baterías) que alimentan de electricidad a seis aulas, un taller artesanal, la sala de informática, la cocina y los dormitorios.

“La instalación de los paneles solares significa un sueño hecho realidad, avance y progreso”, comenta Adelco Larrada Ipua-na, autoridad ancestral de la comunidad de Kuisa. “Antes se tenía que tratar de hacer todo temprano, nuestros niños se tenían que acostar temprano y levantarse con la luz del día, lo cual limitaba el horario de clases. Ahora nuestros alumnos realizan sus tareas con tranquilidad y utilizan los medios tecno-lógicos que antes no podían usar”, comple-menta Larrada. El nuevo sistema, además,

les permitirá implementar clases nocturnas de alfabetización y validación del bachillerato.

El equipo de estudiantes javerianos espera continuar aportando muchos más cambios a la comunidad de Kuisa, a través de la cons-trucción de nuevos espacios físicos, dotación de equipos para la educación e, incluso, el desarrollo de un sistema de riego automático con el apoyo del Instituto Javeriano del Agua, para tomar el líquido de la laguna que lleva el mismo nombre de la comunidad y llevarlo hasta la huerta de la población.

Así, queda demostrado que desde los tra-bajos de clase se gestan cambios para un país que busca transformaciones apoyadas en el conocimiento, la pasión y la empatía. Y ello es posible cuando, como indica Johanna Caste-llanos, las aulas conectan el conocimiento con

el territorio: “Algo que me pa-rece muy bonito es que esta iniciativa, en su ejecución, ha sido sobre todo con es-tudiantes. Tú puedes hacer una realidad al descubrir que

Desde los trabajos de clase se gestan cambios para un país que busca transformaciones apoyadas en el conocimiento, la pasión y la empatía.

lo que ves en el aula sí se puede llevar a una comunidad, que es posible hacer un cambio, transformar la vida de las personas. Me en-canta inspirar a que otros se motiven a hacer cosas parecidas. Cada uno desde sus talentos y habilidades puede aportar”.

TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Mejorando las condiciones de educación de un colegio en La Guajira, Colombia

INVESTIGADORES PRINCIPALES: Johanna Castellanos, Diego Patiño y Gabriel OrdóñezCOINVESTIGADORES: Javier Areniz, Roger Pimienta, Jimena Gómez, Jonathan Rodríguez, Camilo Prieto, Carolina García Valencia, Carlos Adrián CorreaCOLABORADORES: IEEE sección Colombia, IEEE subsección Santanderes, IEEE EDS Colombia, Ejército Nacional de Colombia, Fundación Movimiento Ambientalista Colombiano y empresa WM SAS

Doctorado en IngenieríaFacultad de IngenieríaPontificia Universidad JaverianaE3TUniversidad Industrial de Santander

PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: 2019-2021

Antes la comunidad disponía de 300 vatios al día, pero gracias al proyecto aumentó a 9000 vatios diarios, los cuales mejoran las condiciones educativas y posibilitan las actividades nocturnas.

22 septiembre - noviembre de 2021

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novedades editoriales

OCIOS COLONIALES Y DIVERSIONES REPUBLICANAS: tiempo, poder y entretenimiento en la Bogotá decimonónicaPor Álvaro David Urrea RamírezImágenes: “Tienda de vender chicha. Bogotá” (izquierda) y “Galleros” (derecha). Ramón Torres Méndez. Colección de Arte del Banco de la República, AP 1335, AP 1331.

¿Cómo los cambios en las diversiones de una sociedad afectan su concep-ción del tiempo y contribuyen a la consolidación de un orden político y

social? En su nuevo libro, Las desesperantes horas de ocio. Tiempo y diversión en Bogotá (1849-1900), publicado por la Editorial Ponti-ficia Universidad Javeriana, Jorge Humberto Ruiz Patiño estudia la función que desempe-ñaron el tiempo, el ocio y las diversiones en la construcción, transformación y legitimación del orden político republicano en Bogotá du-rante la segunda mitad del siglo XIX.

En 1849, año con el que inicia esta obra, no solo nació el primer Gobierno liberal de la era republicana, también se conmemoró, por pri-mera vez mediante disposición normativa, el aniversario de la Independencia en Bogotá. Si bien esta fiesta patria pronto se integró a toda una serie de elementos lúdicos tradicionales, como las corridas de toros, el consumo de al-cohol, los juegos de azar y las riñas de gallos, también se desligó de la celebración cívica colonial, y confrontó la legitimidad política y social de los festejos religiosos. De este modo, se dio inicio a una importante disputa por la representación y por el ordenamiento temporal de la sociedad republicana decimonónica.

Sin embargo, en lo que quedaba del siglo XIX, la élite de la ciudad fue adoptando nuevas actividades y formas de pasar el tiempo libre que estaban influenciadas por prácticas y dis-cursos europeos que se apartaban de manera aún más radical de la tradición política y cultu-ral de la nación. Pronto los ‛regocijos públicos′ de raigambre colonial dieron paso a los ‛en-tretenimientos públicos′ republicanos, que se salían de los tiempos y los límites establecidos por los tradicionales calendarios festivos.

La adopción de nuevas diversiones por parte de las clases adineradas impulsó la transfor-mación de la idea del tiempo y la construcción y consolidación de un nuevo orden político y social. Más que un simple proceso de imitación, Ruiz propone que, en la capital, las nuevas actividades recreativas y de divertimento fueron el producto de un proceso de mutación, adaptación y sínte-sis. De hecho, la revisión y el análisis de diarios de viajeros, manuales de urbanidad, guías de la ciudad, almanaques, artículos de prensa, leyes, entre otros documentos, le permiten establecer que solo algunas de estas actividades eran nove-dosas, mientras que otras ya estaban presentes desde la Colonia y fueron modificadas para cum-plir con unos ideales ‛civilizadores′.

Este cambio trajo como consecuencia que los juegos de azar, las fiestas en chicherías, las riñas de gallos y las corridas de toros a la vieja usanza dejaran de estar vinculados con las fiestas civiles y religiosas, y se convirtieran en parte de los ritmos del día a día. Incluso la fisionomía de la ciudad se vio afectada por este

proceso de transición: las antiguas plazas colo-niales, en donde antes se reunía la población y tenían lugar las fiestas, fueron remplazadas poco a poco por parques, en los que se podía dar pa-seos, admirar los jardines, escuchar conciertos al aire libre y ver todo tipo de exhibiciones.

Aquellos festejos y actividades que no fue-ron adoptados y adaptados por las clases altas fueron considerados por el Estado como inade-cuados, por su “barbarie e incitación al vicio y la ociosidad”. Mientras tanto, las nuevas formas de divertimento pasaron a ser entendidas como un tiempo de esparcimiento que era necesario para el perfeccionamiento del ciudadano ideal y civilizado. De este modo, hacia el final del siglo, los deseos de las clases privilegiadas bogotanas, la influencia europea y la visión de los extranje-ros confluyeron en la consolidación de un nuevo orden temporal y de una nueva lógica social rela-cionados con el progreso, la razón y la eficiencia.

Gracias al esclarecedor trabajo de Ruiz, se lo-gra entender cómo en la segunda mitad del siglo XIX ocurrió un importante proceso de transición que estuvo determinado por una creciente pre-ocupación estatal por el destino de la sociedad, por el comportamiento de sus individuos y por las nuevas maneras en las que estos invertían su tiempo. Ya se está lejos de esas tan “mentadas desesperantes horas de ocio”, mencionadas por el Club Ciclista Bogotano en una nota de prensa de 1895, que tanto parecían preocupar a la élite capitalina. El nuevo ciudadano del siglo XX tendría que aprender pronto que el tiempo es oro, el oro es poder y el poder es desesperantemente fugaz.

El Centro Javeriano de Emprendimiento celebra sus primeros tres años con más de 2300 emprendedores que han pasado por sus 247 espacios de acompañamiento.

282 emprendedores desarrollaron procesos de preincubación

e incubación para encajar su producto en el mercado real.

El Centro comprende que no existe una sola

ruta, necesidad o etapa en el proceso, por eso ofrece:

§ Zumo+ § Pulso+

§ Panda Tank § Rumbo-e

§ Apoyo Legal § Javeriana, Territorio

EmprendedorEl Centro fortalece la cultura

de emprendimiento y es

articulador del Ecosistema de

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de la Universidad.

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