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Caminantes Dante Vázquez
Prólogo: Fausto Leyva
Diseño de portada: Alfonso Cárcamo Cabrera
© Ciudad de México, 2017
En ti confío porque me haces sentir libre.
Índice
Prólogo 11
Fausto Leyva
Haig: Dimensión de lágrimas 13
Corazón de hojalata 15
Duende: Cabeza nido 16
Corazón de dragón 18
D.: VII poemitas y una canción de cuna para Ann 19
Corazón de cenizas 21
Hug: De parásito a parásito 22
Corazón de mosca 23
El Enterrador 24
Corazón de lagartija 25
Los robots 26
Corazón de león 28
El Guardián del Tiempo 29
Corazón de acero 32
El Escritor Kamikaze 33
Corazón de gato 36
El Lector Suicida 37
Corazón de vampiro 39
El Sr. del Costal 40
Corazón de perro 42
El Señor y la Señora de las Máquinas 43
Corazón de rompecabezas 44
El Cazador 45
Corazón de caramelo 46
Espiral 47
Corazón de titiritero 48
Kourin: Hermosa persona 49
Corazón de chocolate envinado 50
El Poeta 51
Corazón de ángel 52
El Rosal 53
Corazón de cerdo 54
El Cuenta Cuentos: Brujas 55
Corazón de demonio 56
Red: Explosiones en el cielo 57
Corazón de fuego 58
El Verdugo 59
Corazón de arándano 60
El Profeta 61
Corazón de androide 62
Calabacín: Gira-sol 63
Corazón de viento 64
Dieter: Instinto animal 65
Corazón de agua 66
Error 404: Desde la Nada 67
Corazón de tierra 68
El viejo Yoh 69
Corazón de cucaracha 70
Dantlejuice: Una tarde lluviosa 71
Corazón de V-23 (El planeta verdiazul) 72
Los ataúdes 73
Corazón de proxeneta 75
Desolado 76
Corazón de poeta 77
La Vendedora de Palomitas 78
Corazón de conejito 79
El Basurero 80
Corazón de cuyo 81
Caminantes 82
Corazón de rata 83
Un canino abandonado 84
Corazón de zombi 85
Soñante 86
Corazón de nube 87
Un gatito llamado Karma 88
Corazón de polilla 89
Rata 90
Corazón de colibrí 91
Buitre 92
Corazón de fantasía 93
Cucaracha 94
Corazón de café 95
I’m: Sentido 96
Corazón de pulga 97
El Ficus 98
Corazón de luna 99
Estrella fugaz 100
Corazón de cuervo 101
Sr. Destrucción: Te libero de mí 102
Corazón de cristal 105
Polen 106
Corazón de hada 107
Dientecito de león 108
Corazón de luciérnaga 109
Crepúsculo 110
Corazón de sol 111
El Sombrerero 112
Corazón de panda 113
Rostros 114
Corazón de ensueño 115
Vestigio 116
Corazón de unicornio 117
Todo y Nada 118
Corazón de mariposa 119
Tic-Tac 120
Corazón de lobo 121
Aldo C. Vázquez: Después de un día sin sentido 122
Corazón de cocodrilo 123
Pedacito de cielo 124
Corazón de hierro 125
Caminantes
Dante Vázquez pág. 11
Prólogo
Escribir
“Escribo en definitiva
para no volverme loco”.
Israel Miranda.
¿Qué escribir? Sin pensarlo, sobre la verdad. Aclaro, la verdad es subjetiva, pero hay que
escribir desde esa verdad, desde los propios ojos con que se observa. No hay otra forma, aún
con la mayor ficción posible, siempre hay un trozo de verdad. Escribir de cualquier tema, eso
no importa, ya todo está dicho, pero siempre hay otra forma de decirlo, otra forma de ver
arder el mundo.
¿Para qué escribir entonces? Es como preguntar ¿para qué vivir? Creo firmemente que
cualquier acción humana no enfocada a influir en su sociedad simplemente sirve de nada.
Nosotros, como animales sociales, tenemos la necesidad de hacernos presentes y no importa
de qué harteras intenciones queramos hacernos validar, de existir en ella (para bien o mal,
eso no importa) pero al final debemos dejar huella en alguien, que quede constancia de que
pasamos por aquí.
Así el escritor, va dejando constancia de su contemplación, valdría la pena entonces
preguntarnos de la literatura actual: arrojada, violenta, transgresora, pareciera que quiere
trastornar al lector, dejarlo sin esperanza, sin motivos para seguir.
¿Joder o ayudar al mundo? La terapia de shock se ha convertido en la herramienta de algunos
poseedores de la pluma poética, de la narrativa desquiciada, versos que taladran a los que
leen.
Pero ¿por qué escribir? Es ahí donde está la médula del asunto. La respuesta se manifiesta en
un acto de egoísmo puro, el individuo creativo intentará convencernos de su fatalidad, de esa
pasión ya tan maltratada, nos contará al oído lo que sólo es capaz de decir por medio de la
palabra escrita. Escribir es una necesidad de ser, para los que deciden tomar este modo. Nadie
puede salvarse de un par de líneas de un momento epifánico, en donde el lector y el autor son
Caminantes
Dante Vázquez pág. 12
un solo sentimiento. Pero hay que abandonar cualquier esperanza de que esto suceda, sólo
las palabras más contundentes, las que mejor retraten un sentimiento, las que dejen al lector
con el alma agitada y las sensaciones a flor de piel, serán que se sobrevivan al tiempo y sean
epitafio de cualquier suicida, y de esas hay muy pocas.
En mi caso, escribir es la forma de compensar mi alejamiento del mundo, mi ser asocial me
ha orillado a reventarme en versos, es una fuga a la realidad más pronta, la que muchas veces
me niego a aceptar. Escribo de lo que deseo, siento, de lo que veces odio de mis temores, es
un mundo hecho de palabras a mi modo y gusto, porque necesito entender, ver mi alrededor
de otra manera. Escribo para no sentirme tan mal, para hacer que otros se sientan peor y quizá
para estafar un par de billetes o cervezas, incluso intercambiar unos versos por unos labios
rojos, ávidos de vértigo y alcohol malintencionado.
Escribir es un acto purísimo, un momento agónico de la memoria y ahí se queda. Lo que
suceda después con las palabras, es mero accidente.
Fausto Leyva,
Ciudad de México, diciembre 2017.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 13
Haig: Dimensión de lágrimas
Azul solitario. Sol ardoroso.
Viento refrigerante.
Invierno. La calle trasparente.
Alcohol en las venas.
En el pecho una rosa carmesí
llora muda de miedo.
La casa demacrada está cerca.
Una joven mujer
sale de la esquina y me llama:
—¡Mira! ¡Mira! ¡Mira! —
dice lastimera, triste, certera.
Sus ojos caídos. Rojo húmedo.
Solloza una creatura
entre sus brazos desarropados.
Su cabello empolvado,
sobre sus hombros cadavéricos,
le roza por instantes
sus mejillas rasgadas y resecas.
Negro doloroso. Luna afligida.
La habitación helada.
Penumbra. Afuera el silencio
arrastra sus rodillas.
El cuerpo lleno de agua. ¡Agua!
En la mente la imagen
viscosa, amorfa y hambrienta,
de la humanidad
nacida de Esperanza abandonada.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 14
—¡No, niña! ¡No te pierdas! —
digo roto, angustiado, valiente.
Verde brillante. Sonríe, sonríe:
Dolemos porque sólo somos sueño.
Sin embargo,
amamos de la forma más humana posible.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 15
Corazón de hojalata
Para L.
Ann regresó de Lo Desconocido
una noche antes de mi cumpleaños.
Quise reprochar sus actos extraños:
su partida, el dejarme confundido…
Pero, estando contento y conmovido,
le escribí: aprenderás tú con los años
que entre mil verdades y mil engaños
a nuestra existencia damos sentido.
Ojalá contigo Todo bien vaya,
sabes que aquí estaré para escucharte,
hasta que te apagues. Descansa, estalla.
Ann me dio las gracias, y de mi parte,
entregué una sonrisa a Nada. Allá,
de donde ella volvió, iré a buscar arte.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 16
Duende: Cabeza nido
Para Paulina Monroy
I
Fragancia de mandarina en el viento,
tan suave como caricia marina,
almíbar, melodía cristalina,
tan dulce como un beso… lento… lento.
Cuna de palabras en movimiento,
tan cálidas como luz matutina,
hogar de cuentos, pluma femenina,
tan sensual como astro en el firmamento.
Amante de la vida imaginaria,
vehículo de la realidad
a la múltiple fantasía diaria.
Mujer robot, niña bruja, bondad,
muñeca mágica nada ordinaria
que crea escribiroflexia, beldad.
II
Entre robots y brujas
su aroma a mandarina
embellece el plumaje
de las aves ensueño
que se lanzan al vuelo
para encontrarse libres
en escribiroflexia:
fantástico arte suyo,
su yo, su yo, su yo,
eco que crea vida,
Caminantes
Dante Vázquez pág. 17
vida que da alegría
donde Todo comienza
y Nada finaliza:
en la Imaginación.
III
Describe y reescribe vida y muerte,
y el paraíso en sus ojos café
es algo más que esfera azul y verde
que la humanidad en bomba convierte.
Adorable y núbil paisaje: suerte,
encuentro entre lo real y la fe
de una sonrisa de libros que muerde,
acaricia, turba, calma y divierte.
Pequeño secreto, nombre divino,
garcita en vuelo suave, inspiración,
corrige el estilo de más de un Sino.
Imagen nítida de vocación,
regazo de palabras diamantino,
escribe sus días con corazón.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 18
Corazón de dragón
Extiendo las alas del pensamiento
para ser un poco más realista
y volar hasta la rosa amatista
que florece donde naufraga el viento.
De afrontar lunas rojas es momento:
Nada duele en un fin materialista.
Todo pasa en una fuga optimista.
Y una palabra rompe el movimiento.
Me contenta que irte hayas decidido,
aunque, al ver cómo te desvanecías,
en mis ojos entró un sueño perdido.
Gracias por soportar mis tonterías
y por calmarme en tiempo dolorido;
me quedo con tus tiernas alegrías.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 19
D.: VII poemitas y una canción de cuna para Ann
*
De sol caricia,
de luna blanco beso:
tu “Hola”, tu “Adiós”.
*
De chocolate
dos chispitas oscuras:
tus dulces ojos.
*
Cálido soplo
de invierno a primavera:
tu voz, tu nombre.
*
Nacen suspiros,
y de ellos fantasías,
cuando sonríes.
*
El color rosa
de tus labios primeros
seduce, encanta.
*
Te miro y tiemblo,
es tu mirada, humana,
un bello infierno.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 20
*
Angélica alma,
brotas lid en mi mente;
nombrarte es caos.
*
Libérate de Todo,
allá Nada te espera,
un ensueño es un sueño,
rocío astral de instantes
apagándose en ti.
Allá Nada te espera,
navegando en un barco,
gozando de sí misma,
ésta reirá contigo;
libérate de Todo,
imagínate estrella,
centella o supernova;
allá Nada te espera.
Suspirando en silencio,
árboles cristalinos
nacerán en tu pecho,
cajita musical,
humano corazón;
es hora de dormir,
zafiros luz explotan.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 21
Corazón de cenizas
A besos se desnudan los amantes
mientras la tarde alegre se suicida.
Nada pasa, Todo abrasa, es la vida
ardiendo húmeda en cuerpos deseantes:
esporas de tiempo, voces, instantes,
palabras, laberintos con salida,
fuego líquido, llama prohibida,
que brota del gozo de los soñantes:
piel mojada de fogosas caricias,
lúbricas siluetas entrelazadas
en una pira de vivas delicias.
Pronto son ceniza, almas apagadas,
que desaprovecho y que desperdicias
por nostalgias y tristezas quemadas.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 22
Hug: De parásito a parásito
Te quiero:
No, como vicio, no.
No, como necesidad, no.
No, como atadura, no.
Te quiero:
Sí, como deseo, sí.
Sí, como antojo, sí.
Sí, como libertad, sí.
Te quiero:
Representas en mí El mundo dentro de una calabaza;
algo más que un baúl mágico sin fondo,
cuerpo en la barca decrépita de los corazones marchitos:
Existencia.
Si tú quieres, también quiero.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 23
Corazón de mosca
Las rosas rosa que dejaste en casa
ahora están pálidas y oxidadas,
como infancias rotas abandonadas
en callejones donde el hambre abraza.
El polvo es una constante amenaza:
ciegas cucarachas desabrigadas
salen de las sombras desesperadas
deseando a sí mismas darse caza.
Y, en la ventana de la habitación,
se pudre el dulce canto del jilguero
que cada día entregaba ilusión.
Sí. Dentro, muy dentro, hay un aguacero
agazapado en la desolación.
Sí, sí, ¿para qué negarlo? Te quiero.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 24
El Enterrador
Uno nace, se pierde, enferma: muere.
Dos crece, se encuentra, alivia: muere.
Tres envejece, se recuerda, pasa: muere.
Cuatro ocurre, mira, se olvida: muere.
Cinco escucha, sucede, se niega: muere.
Seis despierta, degusta, se afirma: muere.
Siete huele, duerme, se libera: muere.
Ocho juega, acaricia, se abandona: muere.
Nueve se piensa, fue, se reproduce: muere.
Diez se nombra, es, se apasiona: muere.
Once se interpreta, será, se alegra: muere.
Doce concluye: Nones o pares, moriremos,
moriremos,
moriremos:
sólo somos signos para la Muerte y la Vida,
accidentes existenciales de lo Infinito.
Todo lo que hagas hazlo pensando en tu beneficio y bien estar.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 25
Corazón de lagartija
Volveré a charlar con moscas y arañas:
con las segundas en la madrugada,
aunque quiera encontrarte desarmada
sobre una cama alegre y sin patrañas.
Con las primeras en albas extrañas,
mientras oigo la voz agusanada
del canario que te dio el alma alada
de su canción sincera y sin marañas.
Pronto la granizada pasará
y bajo un sol riente de media tarde
la rata de su coladera huirá.
Al aire la herida emponzoñada arde,
duele. Mas de tu aster no libará,
néctar alguno, la abeja. ¡Cobarde!
Caminantes
Dante Vázquez pág. 26
Los robots
Para Paulina Monroy
Descubrimiento, el deseo,
encuentro íntimo, cálido, líquido;
el arrullo, bailar,
engendrar y colonizar, el objetivo:
I
El ser humano y la máquina,
poco a poco se perciben,
se piensan y reconocen
como cuerpos compatibles:
ligeros choques eléctricos
recorren su interior vivo.
II
Se analizan por completo
con los sentidos desnudos:
besos, caricias, mordidas,
temperatura en aumento;
humedad de acero y carne,
esmalte sobre la piel.
III
El ser humano y la máquina
con tranquilidad suspiran
y se entregan al reposo:
manos y piernas en nudo,
el abrazo, acoplamiento
de pálpitos armoniosos.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 27
IV
Se asumirán completud
cuando brote su producto
del vientre maduro y tierno
donde fecundó su unión;
sonreirán para sí mismos,
y de ellos será la Tierra.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 28
Corazón de león
Solloza el silencio en la habitación
donde a versos te desnuda delicada
el alma que un día desamparada
bebió de la noche desolación.
En una cosa tenías razón:
somos una nostalgia acurrucada
en el vientre de una vida pasada,
y de una muerte diaria sin pasión.
Claras sombras y pálpitos sosiegos,
el recuerdo y el olvido presentes.
Tú te quedas, yo me voy, no más juegos.
Agradezco tus mentiras sonrientes
y cada uno de tus detalles ciegos;
enmudecen las lágrimas hirientes.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 29
El Guardián del Tiempo
¿Quieres un cambio?
¡Despierta!
¿Quieres un cambio?
Conócete.
¿Quieres un cambio?
Valórate.
¿Quieres un cambio?
Te presente a los demás.
¿Quieres un cambio?
Te presente a Natura.
¿Quieres un cambio?
Infórmate.
¿Quieres un cambio?
Culturízate.
¿Quieres un cambio?
Caminantes
Dante Vázquez pág. 30
Crea.
¿Quieres un cambio?
Actúa más y habla menos.
¿Quieres un cambio?
Quéjate menos y lee más.
¿Quieres un cambio?
Comparte.
¿Quieres un cambio?
Muévete.
¿Quieres un cambio?
Organízate.
¿Quieres un cambio?
Ten presente a Escucha.
¿Quieres un cambio?
Ten presente a los Ahoras.
¿Quieres un cambio?
Caminantes
Dante Vázquez pág. 31
Ábrete.
¿Quieres un cambio?
Comprométete.
¿Quieres un cambio?
Ensueña.
¿Quieres un cambio?
¡Actúa!
Siempre pasa. Siempre sucede. Siempre ocurre.
Nada es para siempre. Todo siempre marchita.
Siempre en el pasado. Siempre en el presente.
Siempre en el futuro. Siempre en el eterno retorno:
siempre semilla de la flor, siempre flor de la semilla.
Todo es para siempre. Nada siempre florece.
Siempre en primavera. Siempre en verano.
Siempre en otoño. Siempre en invierno. Siempre.
Siempre “Hola”. Siempre “Te amo”. Siempre “Adiós”:
hasta siempre, hasta siempre, hasta siempre…
Siempre fuiste. Siempre eres. Siempre serás: Historia de sangre.
Si tú vives y existes también yo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 32
Corazón de acero
Con una cucaracha en la garganta
me despierto cada frágil mañana,
desde que aventamos por la ventana
aquello que a los amantes encanta:
la libertad que al recelo quebranta,
el coraje que a las heridas sana,
el deseo que a las perezas gana,
la complicidad que al alma levanta.
Pero me pone feliz estar triste:
acepto y asumo mis mil errores,
y que te marchaste porque quisiste.
Pronto pasarán las noches de horrores
y tendré una marca, en el cuello, niste;
es fantástico llorar sin rencores.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 33
El Escritor Kamikaze
Escribir sobre escribir,
reescribir lo vivo, lo muerto,
lo ganado, lo perdido.
Escribir con hambre
o con el estómago satisfecho,
pero escribir natural,
con valentía, elegancia y franqueza.
Escribir al tiempo, al espacio,
al cuerpo, a la palabra,
al horror, al miedo, al terror.
Escribir lo que se desea
y lo que se aborrece,
lo que se admira
y lo que se anhela,
lo que ha de irse
y lo que ha de cambiarse.
Escribir los colores, las texturas,
los sabores, los sonidos y los perfumes
de la Tierra sana o enferma.
Escribir del sueño al insomnio,
del insomnio a una mirada,
de una mirada a un beso,
de un beso a una caricia,
de una caricia a un encuentro sexual,
de un encuentro sexual a un abrazo.
Escribir para uno y para el Otro
desde el otro para Uno.
Escribir al padre, a la madre,
a la familia, a la amistad,
al enemigo, al abandono, a la vejez,
Caminantes
Dante Vázquez pág. 34
al despertar y a la compañía.
Escribir libre, sobre todo, libre:
libre de arrojarse al mundo
en cada letra, en cada signo, en cada voz;
libre de ser responsable
de tus propias ideas y pensamientos;
libre de ti mismo, libre de Todo,
libre de Nada, libre de saberte consciente,
libre de reconstituirte y crear.
Escribir entre escribir,
describir el silencio, el grito, el lamento,
a Natura, lo material,
lo artificial, lo inmediato, lo neutro, lo alternativo,
lo salvaje, lo humano,
el amor, la voluntad, el odio,
la bondad, el placer, la alegría, la tristura.
Escribir en papel, en madera, en la piel,
en la arena, en corcho, con chocolate,
en algún espejo, tu nombre, con mermelada.
Escribir: Gracias. Lo siento. Por nada.
Buen viaje. Suerte. Éxito. Disculpa aceptada.
Me equivoqué. Te aprecio.
Todo estará bien. Sonríe. ¡Al carajo! Anímate.
Confío en ti. Tú puedes. Felices días…
Escribir hasta sangrar el alma,
hasta vaciar la garganta y las vísceras,
hasta que las horas alcancen,
siempre y cuando tenga algo que decirse.
Escribir como posibilidad,
como medio, como herramienta,
Caminantes
Dante Vázquez pág. 35
como encuentro, como despedida,
como la oscuridad que se fragmenta y deteriora
al compartir la sabiduría, el conocimiento.
Escribir para trascender lo finito.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 36
Corazón de gato
Esta noche te espero en Pesadilla,
aseguro traerte de regreso
antes de que vomitemos el seso
en el Bar de la Locura Amarilla.
La Luna enferma: sangra, tiembla, chilla;
necesita unos abrazos, un beso,
escuchar el Blues del Silencio Preso,
y mucho mucho coraje en pastilla.
Vístete de azul te cielo conmigo,
te daré los siete dragones brunos
que creé para sentirme contigo.
Llega cuando el reloj marque tres unos.
En las puertas de la ciudad mi abrigo,
alma mía, estará por ti entre faunos.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 37
El Lector Suicida
Quitarle cinco minutos de sueño
al reloj despertador
y leer la mañana en el fondo de una taza
de té o leche o café.
Darle a la hora de la comida, o descanso,
un bocadito de sopa numérica
y leer la tarde con una sonrisa fresca.
Ordenarle tres mil seiscientos segundos de insomnio
al cuerpo cansado
y leer la noche en el balcón
de una cama arropada o desnuda.
Leer con deseo de leer.
Leer en voz alta un verso.
Leer para comprender y crear algo nuevo.
Leer como posibilidad libertaria.
Leer para repensarte desde Otro.
Leer a caricias unos ojos.
Leer a besos un cuerpo.
Leer a miradas unos labios.
Leer para aprender y desechar algo viejo.
Leer como alternativa visionaria.
Leer para representarte desde ti.
Leer en voz baja un cuento.
Leer con intención de leer.
Sacudirle el polvo a los zapatos
y leer la calle
a paso lento, firme, contento.
Abrirle la puerta a una mariposa
y leer al vuelo
con atención, con ánimo, con emoción.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 38
Coserle el botón a las camisas
y leer la casa
mueble a mueble, rincón a rincón.
Leer es un encuentro íntimo y maravilloso con la existencia.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 39
Corazón de vampiro
Tu sangre dulce entre las mudas sombras,
que contemplan cómo nos escapamos,
de la existencia donde en lid moramos,
sacia mi sed de locura; y me nombras:
“Empalador nocturno, tú, que asombras,
tú, que aterrorizas urbes y páramos,
entra en mi templo libre de reclamos
y desgarra sus rosadas alfombras”.
Cortamos al tiempo la yugular;
eres tú mía, soy yo tuyo, rezo:
“Benditos somos en este lugar”.
Y mientras tus entrañas atravieso,
antes de volver juntos a soñar,
me das un puro y mortífero beso.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 40
El Sr. del Costal
Abrí la cama y me acosté en la ventana.
Una mosca fue mi almohada y una hoja de agua mi cobija.
La noche era amarilla, olía a menta,
y en el suelo volaban diminutos canarios negriazulinos.
Cerré mis cortinas y el canto armonioso de las cucarachas
me ayudó a entregarme por completo al sueño:
—¿Qué seríamos sin sueños?
¿Ojos rojos? ¿Qué somos sin ensueños?
¿Corazones autómatas?
Tú, ¿eres un sueño fantástico?—
me preguntó un hada en la parada del Gatobús.
El armario despertador enmudeció siete camisas tarde.
Le di un trapazo cariñoso para evitar que se descompusiera:
un gesto de aprecio o reconocimiento levanta el ánimo.
Un buen baño de hormigas frías y un vaso de jugo de sol
me devolvieron un poquito más de energía para trabajar:
La primer pesadilla que compré durante la mañana
fue la de una joven muñeca mecánica
con el pecho oxidado:
treinta sueños le pagué por ella.
La segunda a un espantapájaros jubilado:
veintisiete y medio sueños me costó.
La tercera a una madre de trapo deshilachada:
quince sueños aceptó a cambio.
La cuarta a una lagartija asoleándose:
cuarenta sueños quiso que le diera.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 41
La quinta a una nena de librería con su mochila rota:
cien sueños le ofrecí y aceptó contenta.
La sexta a una rata borracha:
sólo me pidió cinco sueños.
La séptima a una mariquita rabiosa:
exigió quince sueños.
Luego vino la octava… la novena… la décima…
En fin… sería una larga jornada laboral:
¿Setenta y dos pijamas de compra y reciclaje de pesadillas,
por doce de descanso, es un reto agotador?
Sí, pero vale la pena devolver sonrisas.
Hagas lo que hagas, sé responsable y entrégate
hasta que la magia se pierda: reconforta y salva
de la gloria y miseria de existir.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 42
Corazón de perro
La última vez que estuve deprimido
me agazapé en un rincón de la casa
durante veinte lunas sin mordaza,
y dormí cuanto pude; confundido.
Comía poquito, estaba perdido,
y bebía agua de una sucia taza,
mientras pensaba: “El ser feliz fracasa
cuando de su imperfección es sentido”.
Una que otra mosca quiso animarme,
pero era sólo yo, solo, el problema,
la herida que se niega a sí sanarme.
El miedo es normal en nuestro sistema,
debes reinterpretarlo y levantarme,
dije. Más que luz irradia un poema.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 43
El Señor y la Señora de las Máquinas
Humana desde los huesos hasta el corazón.
Humana desde el alma hasta las vísceras,
de entre millones de autómatas:
¿has sido tú la elegida para parir al nuevo hombre:
Hombre amo y esclavo de ti.
Hombre por el que derramarás alegrías, sangre y orgullos.
Hombre del que también serás prisionera voluntaria.
Hombre por el que entregarás tu existencia,
a los recicladores de cuerpos de ser necesario.
Hombre que te recordará que fuiste, eres y serás
libre y responsable de afirmarte como intercambio,
de negarte como recompensa, de reconocerte
como representación guerrera y pacificadora
en el hogareño campo cotidiano de batalla?
Humana desde las caricias hasta la voz.
Humana desde los besos hasta el aroma:
¿de ti nacerá la mujer moderna:
Mujer por la que conocerás la victoria y la derrota
en casa y fuera de ésta.
Mujer por la que brotarán de ti: sonrisas, lágrimas y satisfacciones.
Mujer por la que entregarás carne y suspiro a las fabricantes de ataúdes.
Mujer que te nombrará Madre de lo Infinito.
Mujer por la que vivirás encadenada a la memoria mecánica amorosa del universo.
Mujer que te mostrará que la guerra es deseo de paz en expansión.
Mujer que te enseñará que la paz es anhelo de guerra en potencia: Amor,
la voluntad por la que fuiste escogida, la voluntad por la que eres cautiva,
la voluntad por la que serás esclavizada: Infinita humanidad?
Caminantes
Dante Vázquez pág. 44
Corazón de rompecabezas
Nada falta y Todo me sobra contigo:
eres caos que ordena mis pensamientos,
y el orden que en huracanados momentos
vuelve los instantes que paso conmigo.
Y es que te quiero y no como al enemigo
que empuña su palabra y grita a los vientos:
“Seré yo, y yo, quien en cuatro movimientos
obtenga su alma; no tú, Tiempo, castigo”.
Y es que te deseo y no como almohada:
contigo la calma, contigo la prisa,
vértigo de una noche aterciopelada.
Yo contigo, Tú conmigo, mutis, risa,
tormenta, brisa, última pieza aperlada
que despacio al infinito se desliza.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 45
El Cazador
Pedacitos de nubes heladas caen sobre los árboles
y el suelo del bosque.
Dos liebres albinas juguetean entre la nieve,
mientras un lobo blanco las acecha.
—En este mundo puedes derramar tus lágrimas —
susurra cálido el viento —, yo las escucharé.
Tú me salvas del goce y de la desgracia de estar,
por eso te odio bonito, por eso te amo infinito.
Cada fin es un comienzo,
una nueva vida, trascendencia del Ser.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 46
Corazón de caramelo
Mi nombre en tu boca, el tuyo en la mía,
cuerpos descalzándose en la distancia,
existente entre la calma y el ansia,
de un colibrí libando fantasía:
néctar con sabor a la sincronía
del aroma a durazno y la fragancia
del río que empapa, con elegancia,
los valles de nuestra tierra baldía.
Me miras y te miro, suspiramos;
la calidez del viento veraniego
nos acaricia, nos besa; gozamos.
Dices: “Hasta pronto”. Digo: “Hasta luego”.
Nos nombramos. Somos. Nos separamos.
Hacer el amor es un dulce juego.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 47
Espiral
Para Paulina Monroy
Pronunciar en voz alta tu nombre
antes de entrar al bosque donde las palabras,
una a una encadenadas,
le dan sentido y significado, forma y vida,
imagen y movimiento,
negación y afirmación, no y sí,
al ensueño, al Ser, a la existencia mágica:
Mirar de mañana vuelos de colibrí,
olerte fragancia de mandarina o durazno,
néctar de tarde, agüita natural;
rozarte piel de espuma o arena,
oír de noche melodías de piano;
y al final pronunciar tu nombre de nuevo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 48
Corazón de titiritero
Para Ann
Ven. Deja que mis palabras te toquen,
sobre negras y azuladas alfombras,
antes de abandonarnos a las sombras,
haremos que nuestros cuerpos exploten.
Calla. Deja que mis manos te escuchen:
estoy dentro tuyo cuando me nombras
y estás dentro mío cuando te asombras
al saber que nuestras almas se quieren.
Anda. Ven. Liberaremos a besos
la húmeda caricia del infinito,
en nuestro pecho de deseos presos.
Iremos despacito, despacito,
para disfrutar quebrarnos los huesos,
después de cortarnos tiernos el hálito.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 49
Kourin: Hermosa persona
Tengo rotos los bolsillos,
pero te invito a dar un paseo
en Lina mi ballena voladora.
Podríamos contemplar la ciudad
bajo el océano celeste
(mientras comemos
nieve nubosa de coco y vainilla,
y te cuento la leyenda
de El mundo dentro de una calabaza).
O ir al platinado desierto de las mantarrayas,
o al verde valle de las flores de la Luna,
o al cristalino glaciar de la estrella azulina,
o a donde tú imagines:
lo importante es el rumbo,
compartirnos instantes;
el destino, recordarnos momentos.
Te invito a dar un paseo.
Tú le quitas lo aburrido al mundo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 50
Corazón de chocolate envinado
Entre trago y trago evoco y olvido
el sabor agridulce de tu boca,
esa que cálida embriaga y provoca
darle a la existencia un nuevo sentido.
Por momentos me recuesto aturdido,
en la cama que tu aroma retoca,
y pronto la calma al ansia sofoca;
huele a cereza y durazno florido.
“Sólo tú, sólo tú”, la tarde canta
mientras se diluye en el horizonte,
licor de mandarina en la garganta.
Y antes de que el sueño sutil me atonte,
en la penumbra azul que se levanta,
voy a buscarte al plateado monte.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 51
El Poeta
Para La nena de librería
Entre níveos lirios selenitas,
Dulcinea
se transformó en Julieta:
y ella,
encontró una rosa mística amarilla,
se la clavó en el pecho,
y se convirtió en Beatriz:
y ella,
al escuchar el trino de canarios luminosos,
mujer de agua se hizo:
y de ella,
con el cálido hálito del Sol al aire,
nació una nube blanca come estrellas
que reventó
al comer más de ciento ocho en una noche:
y ella,
fue la noche,
y ella,
es la noche,
y ella,
será la noche;
y la noche
te representa a ti,
libélula azulina,
perfume
de noche cristalina,
susurro
en la memoria
del Infinito.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 52
Corazón de ángel
Aunque el cielo ríe azul, y el sol brilla,
tres ratas roen lento mis entrañas:
la primera con trémulas guadañas,
el miedo de romperme otra costilla.
La segunda con dañada cuchilla,
la tristeza de volverme marañas.
Y la tercera con sangrantes mañas,
el enojo de verme pesadilla.
¿Cuándo el amor se transforma en terror?
¿Cuándo matamos a la fantasía?
¿Cuándo el dolor se convierte en horror?
¿Cuándo me corto un ala la apatía?
¿Nos escucha madre? ¿Y nuestro señor?
Calla, dicen, en ti está la alegría.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 53
El Rosal
Poeta, mi Poeta, ven y abrázame hasta vaciarte el alma.
Yo te arroparé de pies a cabeza con mis espinas
para cuidar, de los cuervos hambrientos,
esos tiernos y melancólicos ojos tuyos
con los que has visto el sufrimiento y la felicidad del mundo:
cuerpos desollados
de duendes azules sobre el asfalto,
rostros húmedos
de hadas tejedoras de sonrisas,
manos desnutridas
de brujas blancas abandonas,
unicornios saltando
en bosques de verde brillante,
mariposas marinas
entre nacarados y rojos corales,
la infinitud del universo en una chispa de fénix.
Poeta, mi Poeta, espíritu del océano, el cielo y la tierra,
sobre mis pétalos amarillos llora toda la tristura
que ladra salvaje en tu pecho:
será una dicha escucharlos marchitarse
al caer sobre verde pasto.
Así que derrámate valiente y elegante
y renace y florece de nuevo;
cada lágrima reclusa
desgarra y pudre la voluntad y el ensueño.
Poeta, mi Poeta, ven y abrázame: yo te protegeré
porque tú lo harás conmigo. Por ti aprendí a sentir la calidez del frío.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 54
Corazón de cerdo
La tanga roja que olvidaste en casa
está rota en un rincón y empolvada,
como vieja puta mal maquillada
esperando en una esquina melaza.
¿Levantarte? ¡No! Ni bajo amenaza:
eres una hijita de la chingada,
farsante, rencorosa y amargada.
Pobrita de ti: elegante y tan masa.
Pero la esperanza humana no pierdas,
seguro te recoge alguna rata,
bien sabes disfrazar de miel tus mierdas.
Me enseñaste que la podredumbre ata,
así que gracias por cortar mi cuerdas.
Una existencia olor grasa y hiel mata.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 55
El Cuenta Cuentos: Brujas
Para Paulina Monroy
Reflejos de la noche
entre líquido y niebla:
Oriana frente a casa
sentadita en el muelle
comiendo mandarina,
detrás de ella una vieja
pidiéndole —con voz
impositiva y dura—
que vuele, que se vaya,
que arda arda como el fuego.
Cáscaras de madura
fruta. Pies inocentes:
con sus pasos ligeros,
crujir hace una vieja
la madera mojada
mientras Oriana mira
cómo emergiendo van,
del agua tibia y negra,
la Luna, el Sol, el Mundo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 56
Corazón de demonio
Decidiste descender al Infierno,
con la rosa mística de tu pecho,
para levantarme y florar el lecho,
donde solitario vuelve el invierno.
Zurcí mis alas y aprecié lo tierno,
de compartir con un ángel desecho,
casi siempre sonriente y al acecho,
de suicidios astrales, lloro eterno.
Lluvia de blancas palabras: amor,
miedo, nostalgia, cólera, alegría;
cayó ligera, y regresó el terror.
Te fuiste afirmando que era apatía
el abandono azul en mi interior.
Gracias. Estoy bien. Yo no mentiría.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 57
Red: Explosiones en el cielo
Para Ann
En un lote baldío,
cielo lleno de basura y flora marchita,
una gatita busca alimento
para saciar su hambre de riesgo promiscuo.
Anda sigilosa.
Siete pares de cucarachas la observan sorprendidas
mientras se beben de botellas rotas el sosiego,
su alma desolada,
y la fragilidad de la nena de ojos infinitos.
El “Porque eres tú. Siempre eres tú.
Siempre lo supe. Oh, eres tú…”
que cricrían tres grillos la distrae.
Un perro cojo con la piel pegada a las costillas
la sigue con mirada lasciva entre sombras espesas.
Ha encontrado a su presa:
una rata cocainómana con el hocico roto
y los ojos fijos en las moscas celestes.
Se acerca. Da un salto. Todo enmudece. Nada se perturba.
Estallidos: un ladrido lastimoso,
un maullido desesperado, cricrillos apagados, oscuridad.
—Aún no, pequeña fiera. Aún no estás lista para ser y probar tal carne —
dice un vagabundo acariciándole su pelo color chocolate oscuro —.
Para evitar indigestarte deja que tus entrañas maduren.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 58
Corazón de fuego
Para La nena de librería
Otra noche en el balcón de la casa:
me divierte dibujar tu sonrisa
uniendo con imaginaria tiza
puntitos de luz mientras Todo pasa.
Desde Nada brota tu nombre, abrasa,
se transforma en caricia, se desliza,
hasta mi boca, estalla, estalla, es brisa,
soplo, beso, suspiro, calor, brasa:
una chispa azul dentro de mi pecho,
tú, cajita musical diamantina,
quemándome el miedo para provecho.
En la casa otra noche purpurina;
es momento de encontrarte en mi lecho
y arroparme en tu sombra cristalina.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 59
El Verdugo
Rojo: el que tiñe el hocico y las patas
de jóvenes perros salvajes
después de liarse a mordidas
por un pedazo de carne de cierva.
Rojo: el aroma del matadero
donde cerdos y vacas descuartizan ovejas
para alimentar ratas.
Rojo: el que perfora oídos y vísceras
de seres humanos
cuando son hervidos y despellejados vivos
en nombre de sí mismos.
Rojo: el sabor del corazón
empaquetado en plástico para buitres,
leopardos y chacales.
Rojo: el que penetra hasta el alma y el hueso
de viejas hienas
al estar en las fauces rotas
de leones desnutridos y sedientos.
Rojo: el toro que custodia iracundo a los unicornios.
Rojo: el llanto del cielo en la Nada.
Rojo: el diablo que cuenta aburridos cuentos terrenales.
Rojo: Nuestro pasado. Nuestro ahora. ¿Nuestro mañana?
Rojo: el color de la tinta que debe dejar de escribir la historia.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 60
Corazón de arándano
Para Oh
Lo tierno y lo sensual de tu mirada:
la muerte en un ocaso transparente,
orgasmo de palabras en la mente:
palparte, alma, libertad, azul, hada.
Existir creativa y plateada:
la poesía siempre en ti latente,
lluvia de cielo sosiego y sonriente:
el leerte arrullo de madrugada.
La vida en un alba roja cantando
en el pecho del alegre jilguero
que entre poemas despierta soñando.
Escribe, Muerte, en tus cuentos te espero.
Escribe, Existencia, volando, andando.
Escribe, Vida, en tus versos te quiero.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 61
El Profeta
Cuando canten a una voz los serafines,
las sirenas y los seres humanos:
Caerán
las bardas de lamentos
las torres negras,
los muros de silencios,
los castillos siniestros,
las paredes de espinas,
prisiones imaginarias,
rencores,
desprecio,
enconos:
gárgolas de catedrales,
golems tiránicos,
cruces de las fábricas,
santos monstruosos,
esfinges de las ciudades.
Caerán.
Caerán.
Caerán.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 62
Corazón de androide
Para Paulina Monroy
Nena robot, dinamo creativo de vida:
visto he ballenas blancas cruzando el firmamento
y felinos gigantes dando segundo aliento
a duendes retozando junto a luces suicida:
supernovas, energía cósmica que anida,
en campos azul eólico a través del viento:
etéreo, oceánico, eléctrico —alimento,
onírico, sabor a verde uvita molida—.
Y sin embargo, incluso contemplando elefantes
en playas de arenita rubia hasta que anochece,
o caminando bajo rojas lunas distantes;
jamás olvido, que dentro de ti resplandece,
la infinitud del universo. Eres más que instantes,
más que un cuerpo metálico, el alma que en mí crece.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 63
Calabacín: Gira-sol
Sol, solecito,
decirte quiero
unas palabras
de corazón:
gracias te doy
por despertarme
cada mañana
sonriente y clara.
Gira, Sol, gira,
como la flor
yo a ti te miro.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 64
Corazón de viento
Para La nena de trapo
De la mente al papel, de éste a la boca,
la posibilidad de percibirte
aire, suspiro azul, al desvestirte,
en silencio, bajo una luna loca.
Tu nombre es soplo, imagen que provoca,
el cálido deseo de escribirte,
en la piel, un verso para decirte:
“Cierro los ojos y tu ser me toca”.
La palabra es cárcel o libertad,
ambas huracán en el pensamiento,
acción, elección, oportunidad.
Gracias por estar conmigo un momento,
mientras volvemos a la oscuridad,
un poema atesora nuestro aliento.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 65
Dieter: Instinto animal
Me inquieta más tu silencio
que el cuerpo de un perro
aplastado en la avenida.
Somos animales y no del miedo:
me muerdes con tus palabras,
y luego huyes de las mías.
Nos resguardamos en la distancia
durante la mañana y la tarde,
y de noche salimos de caza
dispuestos a encontrarnos
en una celeste bala perdida.
Sin un "Te amo" o "Te odio",
ni nombres de azúcar,
ni nuestras manos tomadas,
dando un paseo a la deriva:
te deseo y te quiero conmigo.
Cierra tus ojos e ignora mi tristeza,
no quiero que el abismo te mire.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 66
Corazón de agua
Para Gice
Vienes a casa y la llenas de flores;
luego te condensas en la garganta
del canario que al amanecer canta,
borracho por tu perfume y licores.
Hueles a río, a mar, y a los colores,
del arcoíris que a sí mismo encanta.
Sabes a lluvia, a sol, y a suave manta
empapada de alegres resplandores.
¿Abandonarme? ¿Negarme a buscarte?
¿Cómo? ¿Para qué? ¿Por qué, si te quiero
y me humedeces el alma con arte?
Valiente y elegante yo te espero,
fluyes dentro mío al imaginarte,
en un verso o en un beso viajero.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 67
Error 404: Desde la Nada
Soy un fragmento
del Caos y del Orden:
un ser humano.
Vida, existencia y muerte:
un cuerpo es cuerpo
hasta que un yo lo palpa,
desea y nombra.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 68
Corazón de tierra
Para La nena Krishna
Yo era uno de esos chicos desolados
que acostumbran revolcarse en ceniza,
tristeza negra y nostalgia plomiza,
lodo podrido, angustiosos pasados.
Pero una noche, de versos alados,
el desierto tembló al sentir la brisa
proveniente de una clara sonrisa
trazada bajo soles almendrados.
Tú eras una de esas chicas contentas,
reloj de arena y luz dentro del pecho,
que suelen mostrarse sin ornamentas.
Soy un chico terremoto y maltrecho.
Cuando Nada tiembla, Todo acrecientas.
Eres una chica alhelí y provecho.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 69
El viejo Yoh
Encontré una araña rubia
debajo de mi almohada.
Sin saber su nombre
y por qué estaba ahí,
tomé mi zapato y la aplasté.
Esa noche no pude dormir,
pensé en su fragilidad y en la mía.
Ojalá yo hubiera sido ella, suspiro,
pero qué bonito que la vida
me dio la oportunidad de conocerte.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 70
Corazón de cucaracha
Ayer vi a una mosca suicidarse.
Aún su imagen tengo en la cabeza,
y pienso (a ratitos) en la promesa
que musitó valiente al ahogarse:
“Roja la Luna volverá a mostrarse,
durante noches de negra tristeza,
mas será apreciada la azul belleza
de un cielo niste después de llorarse”.
La oscuridad espesa de las sombras
me causa náuseas, temor, me enfada;
buscaré estrellas bajo las alfombras.
Ríe una araña de luz maquillada:
brilla muerte, la existencia transformas,
y vida en el alma queda guardada.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 71
Dantlejuice: Una tarde lluviosa
La nena de librería, aroma a distancia y nuez,
sacó de su mochila un ojo y me lo regaló:
Es níveo. Es gris. Femenino. Sensual. Profundo.
Pestañas cortas. Ceja arqueada y delgada.
Una sombra tenue lo rodea, lo embellece aún más.
Debajo de él un blanco erosionado se extiende.
El anochecer es la última llama solar,
el despertar del poeta, pestañea.
Entre llamas líquidas
una rana arrugada nos indica el camino hacia el adiós:
boa mecánica, amanecer artificial.
En casa, con los zapatos húmedos,
coloqué el mundo sobre algunos libros:
La imaginación debe mirarnos incluso mientras dormimos.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 72
Corazón de V-23 (El planeta verdiazul)
Para La nena de librería
La Ruina avanza a paso desmedido,
las máquinas orgánicas se oxidan
y las sirenas mecánicas cantan
hasta ahogarse en un profundo aullido.
Es hora de regresar al olvido,
al recuerdo, a la ciudad donde anidan
y chillan y ríen y se alimentan
humanos y cíborgs: varillas y ácido.
Luces neón iluminan las calles.
La muerte es sabia, la existencia savia,
y ambas vida incierta, ríos y valles.
Del sutil ocaso el silencio alivia:
explota el día y con él sus detalles.
Lunas verdes duermen bajo la lluvia.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 73
Los ataúdes
Para Paulina Monroy
Macetas de caoba
para cultivar orquídeas con ojos
en algún sótano o cuarto abandonado;
la luz, de la ciudad o del bosque,
los hiere, los marchita, los resquebraja;
la oscuridad y el polvo
los sanan, los renuevan, los embellecen.
Ellos manosean.
Ellos degustan.
Ellos contemplan.
Ellos respiran.
Ellos escuchan.
Hablan de pesadillas
cuando se les deja por mucho tiempo
frente a un espejo; se preguntan:
¿Quién eres? ¿Estás seguro de que eres tú?
¿Te perteneces? ¿Te vives? ¿Te asumes?
¿Te representas, proyectas, o sólo reproduces?
¿A qué le tienes miedo? ¿Crees en ti?
¿Qué necesitas? ¿Qué buscas? ¿Te gustas?
Ellos descubren.
Ellos comprenden.
Ellos aprenden.
Ellos entienden.
Ellos comparten.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 74
Depósitos de nombres
que una vez que te encuentran
aprovechan tu vulnerabilidad humana,
frente a las emociones cotidianas,
y te encantan y te abrazan y te atrapan;
una vez en su interior serás,
nada más un recuerdo, un suspiro material.
Ellos imaginan.
Ellos hablan.
Ellos caminan.
Ellos callan.
Ellos ensueñan.
Cajas de cristal
para cultivar girasoles con corazón,
en algún jardín o patio habitado;
el grito, de la calle o del cementerio,
ni los atemoriza ni los intimida ni los limita;
la música y el silencio
los entretienen, los divierten, los purifican.
Ellos conocen.
Ellos protegen.
Ellos seducen.
Ellos renacen.
Ellos mueren.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 75
Corazón de proxeneta
Para Ann
Sé que tú eres mi chica favorita
porque, cada vez que leo o escribo,
un hermoso demonio creativo
a imaginarte entre versos me incita.
No te quiero princesa ni putita,
pronta o prudente me tienes cautivo;
tu mayor y verdadero atractivo
es desnudar y palparte humanita.
Ojalá algún día me odies bonito.
Ojalá algún día me quieras tierno.
Ojalá algún día me ames poquito.
Somos nuestro paraíso e infierno,
purgatorio musical infinito,
donde para ti sonríe el invierno.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 76
Desolado
Cada día me siento más ajeno a las personas que me rodean,
y los músculos y los huesos y el alma
me pesan más que mi hermano,
dentro de su blanco ataúd, cuando al panteón lo llevamos.
Sólo quiero dormir y nunca jamás volver a despertar por inercia,
ni a levantarme por obligación.
Ayer que escuché, al fin, el grito de una flor de jacaranda
al chocar contra el asfalto, entendí que una vida sin propósito
equivale a una existencia más triste y trágica que la de una rata
en el hocico de un gato bajo un ciego cielo.
Tú siempre de los siempres tendrás un lugar en el altar de mi corazón.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 77
Corazón de poeta
Para La nena de arándano
Jamás he estado muy cerca o muy lejos
del jardín azul te cielo infinito
dentro de tu infernal pecho bendito,
mas te encuentro entre nocturnos espejos:
En ti cuentos y níveos conejos:
nacen, saltan y devuelven el hálito
a las noches en las que a solas grito:
“Al diablo yo y mis tontos complejos”.
En ti poemas y rosas gerberas:
brotan, adornan y dan alegría
a mis diarias pesadillas y ojeras.
¡Cuán bella es la maldita brujería
de las palabras francas y hechiceras!:
aun a distancia te siento alma mía.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 78
La Vendedora de Palomitas
Al final del día
relájate un poco
y olvidar procura
aquellos momentos
que estrés te causaron:
mira las estrellas
o cierra los ojos
y lento respira.
Date un baño tibio
o ve una película.
Mastúrbate o lee.
Oye una canción
o tómate un té,
o escribe un poema,
o haz algo que a ti
la calma devuelva:
más importa el sueño
que un insomnio zombi.
Del disgusto diario
huir nunca podremos,
pero de elegir
crear y vivir
instantes amenos,
posibilidad
antes de apagarnos,
nosotros tenemos.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 79
Corazón de conejito
Para Cami B.
Del odio al amor poema y tatuaje,
un palpitante sangrar infinito,
inquieto silencio… armónico grito:
¡Te leo y corro en el astral lenguaje!
¡Te miro y salto en el blanco ramaje!
¿Qué quiero, qué busco, qué necesito?,
me pregunto, adorable animalito,
mientras tu imagen adorna el paisaje.
¿Quiero la noche azul cuando sonríes?
¿Busco refugio en tus cálidos versos?
¿Necesito la emoción cuando escribes?
Sí, sí, sí. Frente a momentos adversos
de ver al cielo el deseo permites.
Loen tus días tiernos universos.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 80
El Basurero
Fatigado, apático y temeroso,
me acurruco bajo las cobijas sobre la cama,
cierro los ojos e intento apagarme.
Imposible. Tiemblo. Pienso.
La oscuridad me oprime. El silencio me inquieta.
Hecho un ovillo recuerdo los meses en que no salí de casa,
a veces resulta reconfortante desaparecer.
Sonrío. Lloro. Suspiro.
Oigo ladridos, oigo motores, y gotas de lluvia suicidándose
por todos lados.
No quiero hablar ni ver a persona alguna.
¡Qué sea un día menos!,
le pido a mamá y a papá infinitos.
Para amarte tengo la voluntad y el deseo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 81
Corazón de cuyo
Camino a casa mirando hacia el suelo
y con mis dos manos en los bolsillos;
pronto lloverá, y yo sin cigarrillos:
¡Bah! Ni escuchar “Angel” será consuelo.
Prescindí de tu cara y cuerpo al vuelo
para que me rompieras los nudillos;
quise odiarte distinto a los chiquillos,
mas terminé amándote con anhelo.
Y te imaginé soneto y balada.
Y osado rompí las reglas del juego:
*Evitar desear Todo de Nada.
*Ser realista y no un ideal ciego.
Llueve y la ventana está cuarteada:
al diablo, una calco’ le pego luego.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 82
Caminantes
Hace casi nueve años compré un par de zapatos, y uno de tenis.
No iba a hacerlo, pero estaban en oferta
y le brindaron comodidad a mis pies.
Los primeros, dieron sus últimos pasos hace cinco años.
Los segundos, a pesar de su evidente deterioro,
aún conservan el ánimo para ejercitarse.
O para acompañarme a realizar el aseo de casa,
o para chanclear sin preocupaciones.
De los primeros, ninguna persona habla
a pesar de siempre haberlos traído bien boleados.
De los segundos, algunas personas me han dicho:
“Ya tira esos pinches tenis, parecen de limosnero. Cómprate unos nuevos”.
Otras: “¡Qué chow con tus tenis de pordiosero!”.
Yo sólo aprieto los puños, sonrío y, en silencio, retiró pensando:
Con ambos pisé mierda y a ambos yo limpié.
Cuando fui mendigo, de mí ambos sostuvieron y jamás me negaron.
Con ambos trabajé y a ambos yo no olvido:
ambos a diario me recuerdan
que no son los objetos los que nos definen,
sino nosotros a ellos.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 83
Corazón de rata
Ni de puta ni de yonqui tienes facha:
te hace falta calle, malicia y valor;
incluso en el placer también hay dolor:
deja ya de imaginarte cucaracha,
y que das tu cuerpo a cambio de una tacha,
y que inhalar cocaína es lo mejor;
no puedes ni con un churro, hazme el favor,
¿y ya crees que posees garganta ancha?
Putear es un gusto propio y gozoso,
e igual un oficio sano y venerable;
respeta y respétate, roedor soso.
De ser humano ser eres responsable,
así que jódete hasta con pan mohoso;
sólo no juegues al alma miserable.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 84
Un canino abandonado
Desorientado y con la cola entre las patas
me senté, bajo la sombra de un jacaranda,
a mirar cómo sus flores valientes y elegantes
se suicidaban. Unas, resueltas se arrojaban
al asfalto. Otras, a un charco de agua clara.
Las verdes hojas de los ficus de enfrente
alegres brillaban, y seguían su ejemplo,
a pesar del viento frío que barría la calle,
por momentos. La gente pasaba sin mirar,
sin mirar pasa la gente, y el corazón se parte
como el del hombre que me miró, y miraba,
detrás de una reja amarilla, los cadáveres,
el pasar sin mirar de la gente, nuestra muerte.
En un instante él desapareció, y miré al horizonte:
azul, desarmado, con los ojos húmedos, anhelando
ser una flor violeta, o una verde hoja, un mirar,
un pasar, o un charco de agua clara, un cadáver.
Armado, valiente y elegante decidí caminar
hacia la avenida. Existir es una elección del alma.
Quiero dejar un bonito recuerdo en ti.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 85
Corazón de zombi
Mis zapatos están manchados de mierda,
mi pantalón de vómito, y yo no muero.
Me desespera en el pecho un agujero
y existir hace que la paciencia muerda.
—Bebe más, más, más… —gruñe mi mente lerda—.
Estás podrido, maldito carroñero.
Arrástrate otra vez hacia el vertedero,
otra vez a romperte la ceja izquierda —.
Me arrastro, me arrastro, ¿por qué humanos vivo?
Tengo un nombre, pero soy un monstruo hambriento,
ser agusanado, tóxico y nocivo.
Bebo, bebo, bebo… y de nuevo alimento
con la esperanza de amanecer esquivo
hecho un trozo de carne sin movimiento.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 86
Soñante
Para L.
Ojalá estuvieras aquí desnuda de prejuicios
y desarmada de miedos,
huyendo del tiempo y espacio cotidianos,
respirando lento... lento...
después de a versos, besos, caricias delicadas,
palparnos el cuerpo y el alma.
Sueña conmigo como yo nunca soñaré contigo.
Tú me das el valor para levantarme cada mañana.
Descansa.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 87
Corazón de nube
Hoy me permito estar triste y llorar,
no siempre se puede mirar contento
el azul alegre del firmamento;
o un blanco canario en vuelo al cantar.
Es simple, es fácil: lo puedo lograr.
Es natural deshielarse un momento;
quien aprende a doler el sufrimiento
es capaz de dormir y descansar.
Estancada en la pupila una lágrima
con la noche en el corazón graniza
y pronto por ti sombras sienten lástima.
Todo debe pasar sin pausa y prisa,
mañana Nada será una brisa íntima;
estaré bien pensando en tu sonrisa.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 88
Un gatito llamado Karma
Caí junto al cuerpo agusanado
del cuyo que abandoné días antes.
Tenía el hocico roto y una pata fracturada.
Y vomité sangre y bilis
cuando de un tabicazo crujieron mis costillas
y reventaron las entrañas.
Y sentí frío y sentí miedo y sentí nostalgia
antes de que dos tabicazos me destrozaran
la otra pata y el cráneo.
Todo regresa a su origen:
existir de la vida y de la muerte. Maullé.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 89
Corazón de polilla
Yo también tengo miedo de olvidar
y de ser olvido, un libro empolvado
y deshojado, espacio abandonado,
en un bruno rincón de algún hogar.
Sin embargo, no me dejo llevar
ni caer cada día desolado:
dentro de ti un horizonte azulado
espera a que te atrevas a volar.
Por eso te recuerdo y también vivo.
Por eso te quiero poema y verso.
Por eso te pienso y también escribo:
Sé valiente ante tiempo y sueño adverso,
y elegante ante insomnio y mor esquivo;
memoria seremos del universo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 90
Rata
Me temblaba todo el cuerpo
y mis tripas crujían
como la cabeza de mi papá
en el hocico del gato siamés
que se comió a mi mamá
y a mis hermanos y a mis hermanas,
y el que ahora esperaba
bajo una noche de líquidos puñales
a que yo saliera de la coladera.
La lluvia no amainaba,
tenía la boca seca y el agua, el agua,
dejó de correr y subía y subía
y subía cada vez más aprisa, rápido;
y el felino era una sombra
infernal y hambrienta, monstruosa.
Y el cielo se desgarró a truenos lastimosos
como mi carne entre las patas
y la boca de la muda y descomunal oscuridad.
La muerte siempre sabe hacia dónde correr.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 91
Corazón de colibrí
Para Ann
Sí importa que me ignores, o me digas:
“Me caga que le des otro sentido
a una canción, y también al olvido;
no confiaré en ti por mucho que sigas”.
En serio, sí importa que me maldigas;
y si me odias estaré agradecido,
por ti aprendí a quitarme lo podrido:
mañanas, tardes y noches mendigas.
De verdad, sí importa que estés conmigo;
pero no la manera en que te siento:
tú para mí representas abrigo.
En serio, es importante, no te miento,
poder olvidarme y amar contigo:
tú me haces trascender el sufrimiento.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 92
Buitre
Cada día despierto más fatigado
y con menos ganas de levantarme.
Las primeras y últimas palabras,
que vienen a mi mente son:
¡Vamos a matarnos! ¡Podemos elegir ser
cenizas u olvido, terror, fantasía,
cuento, relato, poema,
hocico de oro o lengua de cobre, vulgar, común!
Del sueño al desvelo, del desvelo al sueño,
el deseo de no pensar en ti y en mí:
anhelo de nunca jamás despertar
en este cuerpo vuelto esqueleto,
en este cuerpo vuelto condición de existir.
Vivimos de la muerte, de la carroña, del robo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 93
Corazón de fantasía
Hoy guardaré los rencores, las tristezas,
las iras, las apatías, los temores...
y todo aquello que me cause dolores;
vendrán libres de dudas y de certezas:
Alegría con sus afables princesas,
Confianza con sus enanos voladores,
Vitalidad con sus igores cantores
y Paz con sus adorables vampiresas.
En la mañana jugaré a sonreír,
en la tarde canturrearé soñando
y en la noche simplemente iré a dormir.
Hoy voy a explorar este mundo flotando
como un espectro afanoso por vivir;
porque hoy, sé que puedo mantenerme andando.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 94
Cucaracha
Ya casi es mediodía y yo aún estoy en cama.
Debería levantarme y largarme al trabajo,
pero la cabeza me punza y mis tripas gruñen rabiosas.
No quiero comer, ni fumar, ni beber.
Otra vez el miedo. Otra vez la angustia. Otra vez la culpa.
El mismo error.
El mismo autoabandono.
El mismo dolor.
En el baño me vomito. En el baño me cago. En el baño me miro.
Lloro. Soy miseria.
Lloro. Soy una mierda.
Lloro. Soy desecho.
Vuelvo y escondo entre las cobijas.
¿Merezco amor, odio, un hogar?
Pienso en apagarme:
quiero volverme oscuridad, cenizas, olvido.
En silencio quedo. En silencio respiro. En silencio rezo:
Joven de cabello negro y labios carmesí,
extiéndeme tu delicada y fría mano:
si ayudas a un poeta en su desgracia
seguro luego agradecido te escribirá,
incluso desde la Nada, hermosos versos,
cuando lagrimeé tu inocente corazón,
al mirarte solitaria, noche estrellada.
Cuando miras al abismo él también te mira, eso dicen.
Duermo. Dejar de existir reconforta.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 95
Corazón de café
Con azúcar clara o morena, nombras.
Americano, submarino, suerte.
Fugaz o perenne vicio, tenerte.
Éste, oeste, norte, sur, siempre asombras.
Una mañana al calor de las sombras,
luto express tan amargo como fuerte.
Una tarde con amaretto al verte
en el fondo de un vaso sobre alfombras.
Una noche al helado de las luces,
vida frappé tan dulce como frágil,
hálito de olla y grano bajo cruces.
El sabor de tu mirada versátil
con blancura de chantillí en las bruces:
perfume capuchino, cuerpo grácil.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 96
I’m: Sentido
La piedra es piedra
hasta que un ser humano
la agarra y tira.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 97
Corazón de pulga
Canciones estridentes cantadas por cantores
—ronroneos discretos, chillidos de ratitas,
voces presas benditas, luces libres malditas—,
que grillan grillando grillantes tonos y albores.
Las palabras aúllan a profundos amores.
Las palabras aúllan a emociones marchitas.
De entre basura brotan gusanos y mosquitas
y cucarachas y hermosos y bellos horrores:
Arácnidos ensueños cristalinos voraces
envolviendo escarabajos de pinta sonriente;
sangre plúmbea libando mosquitos rapaces.
Lombrices boreales en el hocico y frente,
de la canina asfáltica. Pulguitas mordaces.
Tú, Yo, Nosotros: ¿repelente más eficiente?
Caminantes
Dante Vázquez pág. 98
El Ficus
Heme aquí,
casi vuelto un esqueleto,
sobreviviendo sin saber motivo,
mientras se resquebraja el cielo altivo
después de haberse tornado concreto.
Ruge y ruge el viento helado indiscreto.
Crujen mis ramas secas y, pasivo,
tiembla de mis hojas el verde vivo
recordando más de un amor secreto.
Si pudiera moverme: ¿adónde iría?
Fui ornamento e inspiración,
aliento, y también hogar, sombra y compañía.
Toda vida quiebra en algún momento
y parte existir,
en diaria agonía,
triste tristeza triste, sufrimiento.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 99
Corazón de luna
Junto a ti mi tiempo se desvanece
como la blanca espuma de la mar
al acariciar el suave soñar
de la arenita que desenmudece.
El espacio puedo yo transformar,
junto a ti, en un mundo donde florece,
el beso nuestro, amor que resplandece,
como el Sol de la noche al despertar.
Ni frío ni llanto siento; amanece,
porque estás presente en mi cavilar.
Junto a ti sólo anhelo suspirar
porque estás presente cuando oscurece.
Junto a ti espacio y tiempo son soñar,
mundo donde deseo despertar.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 100
Estrella fugaz
Otro fin de semana devorado por un agujero negro.
La casa huele a polvo astral, meados de Sol y mierda de Luna.
El vértigo de la hoja en blanco en el estómago
es tan angustiante como el temblor del cuerpo
al arrojarse a la gran piscina terráquea
desde uno de los trampolines de Saturno sin saber nadar.
La luz de mediodía reposa pálida sobre el cochón
y entre supernovas, en la cabeza y pecho, explota la rutina:
Ir un par de horas a barrer meteoritos. Luego volver a tu galaxia enana,
ni a pensar en auroras boreales, ni a escribir acerca de nebulosas,
ni a escuchar música celeste;
sólo a mantenerte orbitando, en sueños, el mayor tiempo posible:
sin o contigo Nada falta, Todo sobra
y el cosmos en tu interior seguirá siendo una cámara de tortura,
hasta que te asumas estrella fugaz, púlsar, energía.
Mientras sigas sonriendo podré brillar en la oscuridad.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 101
Corazón de cuervo
Silencio perpetuo, definitivo,
te miro en noticieros estelares
y te percibo en playas y glaciares
de cada amanecer radioactivo.
¿Por qué tienes que ser dolor nocivo?
¿Por qué pensarte tres o mil pesares?
¿Por qué entregarte tres o mil penares?
¿Por qué debes ser signo negativo?
Te asumo en el llanto de la inocencia.
Te sufro en la agonía de vejez.
Te pronuncio y espero con paciencia.
Muerte. Muerte: la humana insensatez.
Muerte. Muerte: la humana indiferencia.
Muerte. Muerte: la humana estupidez.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 102
Sr. Destrucción: Te libero de mí
Para Ann
Te libero de mí como el Cazador lo hizo
con Caperucita Roja, del Lobo:
Jamás volveré a hacerle copy-paste
al poema “Niña” de Octavio Paz, o a algún otro,
para enviártelo antes de dormir,
o al despertar, o en la tarde,
para desearte un bonito momento.
Borraré el remake que te hice de “El dinosaurio”
de Augusto Monterroso:
Cuando desperté, tu “Hola” todavía estaba allí;
lo que para mí quiere decir:
Cuando estás ausente soy como Léon sin Matilda,
eres la única por quien echaría raíces.
Para evitar invitarte a comer,
o a dar un paseo a la deriva, o al cine,
o a casa a ver una película acompañados
de helado de chocolate, pizza y palomitas,
me prohibiré poner en la PC, aun borracho,
“I always knew”, o “All over”, o “Darts of pleasure”,
u otra de las canciones que me recomendaste.
Dejaré de escuchar, una y otra vez,
“Te vi pasar” de Nach, o “I am yours” de The Adics,
o “Que el soneto nos tome por sorpresa”
de Jorge Drexler, o “Perseide” de Carlos Sadness,
imaginando cómo sería tu alegría
después de saltar con paracaídas desde un avión,
o al emerger del Cenote Dos Ojos.
Guardaré tus dragones junto a la fantasía,
y el anhelo, de palpar tu cuerpo al aire,
Caminantes
Dante Vázquez pág. 103
de mirar el rubor de tus mejillas,
de aspirar tu aroma a miel
y de paladear tu sabor a sal,
mientras dibujas en el mío
la desnudez de tu alma, al ritmo del “Oshin”.
Te libero de mí como el Cazador lo hizo
con Caperucita Roja, del Lobo:
Abandono la esperanza
de apagarme contigo desarmada,
sobre mi pecho, antes de susurrarte:
Tus labios son más besables que los de Chloë Grace Moretz,
tu mirada más salvaje y seductora que la de Cara Delevingne,
y tu nariz más estética que la de Kate Beckinsale.
Siempre supe que no tenías un corazón de nena de librería,
ni la magia de un hada encantada de no estar encantada,
ni la creatividad de una mocita robot. Sin embargo,
te atesoré como mi chica favorita;
entendiste y arriesgaste cuando escribí:
Advertencia
—No regreses a este bosque donde nunca deja de llover, se pueden mojar tus tenis. Yo estaré
bien, humanita.
—Lo sé, pero usted me hace sentir cool con sus ocurrencias. Tenga esta caja, dentro hay
galletas y leche. Es lindo verlo sonreír, señor monstruo. Adiós.
Te libero de mí como el Cazador lo hizo
con Caperucita Roja, del Lobo:
Caminantes
Dante Vázquez pág. 104
Encenderé la luz de vez en cuando
para ahuyentar a las sombras del insomnio,
e intentaré beber y fumar menos
angustia, miedo, melancolía, y dejar el degenere.
Tú con tu rebeldía realista. Tú con tu cajita musical.
Tú con tus palabras francas.
Tú con tus desvelos y enojos compartidos.
Tú con tus disculpas aceptadas.
Tú con tus despedidas improvisadas.
Tú con tu pesimismo valiente:
Soy una mierda de persona, déjame.
Tú tan tú, y tan siempre tú,
me devolviste las ganas de existir
y de querer ser mejor persona.
Gracias: “Ojos color sol”.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 105
Corazón de cristal
Queridos reyes magos:
Sé que a mi casa ya no vendrán
porque poquito a poquito crezco
y lo que hoy con candor les ofrezco
mañana remembranzas serán.
Por eso les pido que me traigan:
un pollo rostizado, un refresco
y, si creen que bien lo merezco,
unas dos piezas dulces de pan,
solamente para mí. Es que quiero
llenar el aujero en mi pancita
sin estar pensando en el dinero.
Espero con ansia su visita
aunque sea nuestro último enero.
Que los proteja la virgencita.
Guadalupe.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 106
Polen
Alegre, un astro,
decide suicidarse;
nace un humano.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 107
Corazón de hada
Para Ángela Guerrero Sanz
A través de la magia en las palabras:
ensueño, ilusión, vuelo, fantasía;
es posible llevar a ti alegría,
polvo astral para que tus alas abras.
Así, al mirar hacia el cielo, sabrás
que más allá de la tierra baldía,
donde vaga la tristeza sombría,
hay campos de sonrisas que tú labras.
Cierra los ojos y escucha: “Te siento,
y en algún instante te encontraré
escribiendo en un astro o en el viento.
Y entre unicornios te regalaré:
un poema, o un relato, o un cuento,
para que sepas que en tu alma estaré”.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 108
Dientecito de león
Para Van Manek
La Luna es una flor
con aroma a cielo;
el cielo es una flor
con aroma a Luna: Y tú,
aroma de luna y cielo en flor.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 109
Corazón de luciérnaga
Asir la noche a los pasos del mendigo
que se pierde entre las sombras de la calle
esperando a que el silencio astros estalle:
es el bello sufrimiento que persigo.
Por eso a estar conmigo no te obligo,
aunque a solas frente a la angustia batalle:
necesito entender, detalle a detalle,
el sombrío dolor que trae consigo.
La vida en la existencia, en ésta la muerte;
y en cada una de ellas miedo a la orfandad:
ser abandonado, no reconocerte.
Para poder trascender la oscuridad
hay que abrazarla sin pensar en perderte:
dentro de nosotros brilla la ciudad.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 110
Crepúsculo
Y con dulzura
tomas mi muda mano;
el Sol se apaga.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 111
Corazón de sol
Ala mar, al amar la mar marea
y en tu cuerpo, mi playa, encallar quiero:
Bendito el sol que te toca sincero.
Bendita la luna que te ve etérea.
Dichoso yo a quien moja la marea
de tu secreto ósculo zalamero.
Dichoso yo a quien acoges efímero
en tu nicho de arenita rosácea.
Ala mar, al amar tu cuerpo, mi playa,
es donde nace un distinto lenguaje
cuando la palabra ensordece y calla:
Me atrevo a palparte cual oleaje,
me tranquilizo, mi deseo estalla,
y a mares pienso en tu grácil paisaje.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 112
El Sombrerero
Para L.
Una noche más que se irá,
otra sin escribirte,
una más que pasaré sentado en el balcón
hasta llegar la madrugada.
¿Qué te hace atractiva?
¿Tu mirada que dice: “Quiero tu cuerpo
como lienzo de mis caricias,
para dibujar en él un par de tardes azul desnudo;
y que el mío sea la hoja en blanco
donde a besos escribas un poema que recuerdes
mientras me apago, libre,
en habitaciones y lugares de paso”?
¿Qué te hace especial?
¿El reloj musical dentro de tu pecho?
¿Qué te hace adictiva?
¿Tu boca que sugiere: “Con elegancia humedece
el rosa natural de mis labios.
Luego sé prudente
al beber el agüita de coco que brota de ellos.
Al final derramaré en ti, y para ti,
ansias de alcanzar a tu níveo conejo”?
Una noche más que se irá, otra sin escribirte,
una más que pasaré sentado en el balcón,
hasta llegar la madrugada,
pensando en tu alma de Cheshire.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 113
Corazón de panda
Para Wendy
Lo que quiero contigo son momentos
que de existir nos devuelvan las ganas.
Cuéntame cómo han sido tus mañanas;
las mías, de cálidos pensamientos:
Al verte se hielan mi miedo y lamentos.
Me tocas sin querer y mi alma sanas.
Oigo tu nombre y abro mis ventanas.
Recordaré tu aroma a bambú, en cuentos.
Podemos jugar en blanco secreto,
acostarnos a comer chocolates,
zarandearnos, ser beso concreto.
Piénsalo. No habrá negros disparates,
ni tampoco algún adiós indiscreto;
rodaremos ante duros combates.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 114
Rostros
Del otro lado
de la diáfana máscara de una pantera
encontré un jaguar.
Y del otro lado
de la siniestra máscara del jaguar
encontré una pantera.
Luz y oscuridad,
oscuridad y luz:
las dos enriquecen, las dos empobrecen.
¿Por quién de ellas debemos ser devorados?
Caminantes
Dante Vázquez pág. 115
Corazón de ensueño
Para Susi Dela Torre
Cuando durmiendo en una papelera
te sueñas poema, relato o cuento,
despiertas al mundo; y, éste, contento,
recuerda tu ser, palabra viajera.
Sin importar si la noche es ligera,
un astro te lee y se da al momento,
sin pensar en la tarde en movimiento,
imaginando tu voz extranjera.
Y si cansada llega la mañana,
un pedacito de tu prosa o verso
basta susurrar para darle gana.
De una hoja en blanco eres frente y reverso,
historia entre tus historias, arcana,
lenguaje onírico del universo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 116
Vestigio
Las lágrimas no ayudan.
Ya lo he vivido.
A mi lado sólo hay
sábanas y almohadas,
de a poco es posible
aceptar nuestras faltas.
Se me viene a la mente:
que el amor no muera.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 117
Corazón de unicornio
Para Laura Trisot
Bondadoso y cruel, animal humano,
existe por tus muertos y tus vivos;
si has de recordar días corrosivos
que sea para sentirte cercano:
cercano a la gentil y tibia mano
de hadas de luz y duendes creativos;
de mamá y papá infinitos motivos
para darte fuerza ante hosco desgano.
Tiempos interesantes y sosiegos
llegan y se marchan, en su momento,
como lazarillos o errores ciegos.
Así que sonríe otra vez contento,
y no tengas miedo de gnomos lóbregos:
la magia dentro de ti es la de un cuento.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 118
Todo y Nada
Arañitas astrales
tejiendo ensueños,
mientras tú duermes, vida.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 119
Corazón de mariposa
Para Laura Athié
Nívea y brillante como la Luna
vienes y te vas volando valiente,
mujer admirable, madre docente,
y contigo las palabras son cuna:
cuna de una historia de luz lobuna,
cuna de una historia de Abril sonriente,
cuna de una historia de hija aliciente,
cuna de una historia de ser fortuna:
fortuna de conocer y leerte,
fortuna de apreciar por ti la vida,
fortuna de agradecer y tenerte.
Y es tu voz arrullo, caricia cálida,
celeste polen, alegría al verte;
siempre a tu lado vaya paz unida.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 120
Tic-Tac
Diminuto y endeble,
un ser humano:
silencio, grito, soplo.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 121
Corazón de lobo
Para María Marie
Soy devoto a tu palabra y lindura:
a la primera, por ser de poeta;
a la segunda, por ser luz que aquieta
la oscuridad que arrastra a la tristura.
Castigo para quien error cometa
al no hallar en tus versos la hermosura:
de la muerte como madre y ternura
de las cosas de la vida concreta.
Dichoso sea quien en tu figura
inspiración encuentra sin careta
para existir valiente y una meta:
de cada día apreciar la ventura.
A Dios debo tu alegría secreta;
a ti, niña, mi sonrisa indiscreta.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 122
Aldo C. Vázquez: Después de un día sin sentido
En este metro, de ganas,
te deseo cuando volteas y rozas tu entrepierna.
Me volteas a ver guiada por la sensación de que me atraes.
Te acercas. No necesito de ti:
bestia traicionera, recolectora de corazones,
sanguijuela de momentos, chacal, robas todo;
lo peor es que no te importa nada de lo que hurtas.
Tendré cuidado. Espero no me inyectes con tu boca
lo que llamas amor.
Me di cuenta a tiempo:
Tú eres muy parecida a una playa bañada en chapa de oro.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 123
Corazón de cocodrilo
Mío también es tu abandono, hermano,
pero no tu dolor y sufrimiento:
a ti te duele un pasado violento;
a mí, un presente lúgubre y marrano.
Tú sufres por un futuro mundano;
yo, por a diario tener movimiento.
¿Cuánta simpleza cabe en un lamento?
¿Cuánta añoranza cabe en una mano?
Tú tienes tus respuestas, yo las mías,
y de ellas ambos somos responsables,
como de vagar por tierras sombrías.
Más allá de recuerdos deplorables,
hay lágrimas que esconden alegrías:
un hogar de historias atesorables.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 124
Pedacito de cielo
Para Van Manek
Nena ojitos color maple,
cuando suave digo “azul”,
amaneces dentro mío:
y la tarde pasa alegre,
y feliz llega la noche,
y con ella la certeza
de encontrar tu alma en un astro:
azul cálido, oceánico.
Caminantes
Dante Vázquez pág. 125
Corazón de hierro
Para Rosa Berbel
Escuché una y otra vez tu poema,
y mi noche se mojó de alegría,
y mi pecho crujió de valentía:
me acepté miedo y temblé sin problema.
Me asumí miedo y te concebí lema:
“Poética del miedo, luz sombría,
tu voz me guía por la tierra baldía,
en mi ser forja tu nombre y tu emblema”.
Los ojos cerré y caminaste lento
hacia la profundidad abismal
de mi paz, del miedo, de mi momento.
Y tu suave aroma de flor real,
que trajo en un suspiro el fresco viento,
fue caricia y abrazo ornamental.
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