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CAMBIOS SOCIALES Y PRCTICAS DE CRIANZA EN LA FAMILIA COLOMBIANA1

Eduardo Aguirre Dvila2

Las discusiones suscitadas en torno a la Modernidad, que comprometen de un

lado posiciones que intentan rescatar lo ms esencial de sta, y de otro a

posturas radicalmente antimodernistas, han puesto de manifiesto los profundos

cambios a los que se enfrenta la sociedad contempornea. Factores como la

consolidacin de la economa de mercado, el alto desarrollo cientfico-tecnolgico,

la globalizacin y el dominio de los medios de comunicacin, y la relativa facilidad

de acceso a la informacin, contribuyen de manera decisiva a la configuracin de

nuevas estructuras sociales y afectan directamente la organizacin de las

relaciones interpersonales.

Actualmente, este momento de cambio motiva un sinnmero de estudios en las

ciencias sociales, con los cuales se pretenden comprender las repercusiones que

estas transformaciones tienen sobre la subjetividad humana, concentrando parte de su atencin en uno de los procesos ms determinantes para conformacin de

la condicin humana, como es el de la socializacin.

1 Publicado en: E. Aguirre y J. Ynez, Eds. (2000). Dilogos 1. Discusiones en la Psicologa Contempornea. Bogot, D.C: Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia,

2 Profesor del Departamento de Psicologa de la Universidad Nacional de Colombia. e-mail: eaguirred@unal.edu.co

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En el caso colombiano, la transformacin que ha vivido la sociedad,

principalmente en los ltimos treinta aos del siglo veinte, se debe entre otros

factores: 1) a la modernizacin de las estructuras sociales y econmicas, 2) al desmonte del frente nacional, que en la prctica se traduce en la desorganizacin

de los partidos tradicionales y la aparicin de nuevos actores polticos, 3) a la mayor cobertura alcanzada por el sistema educativo y por ende al acceso a

informacin ms cualificada, y 4) al desplazamiento hacia las principales ciudades de grandes masas de la poblacin, por efecto de la violencia y el desempleo.

Estas modificaciones de las condiciones sociales afectan necesariamente los

diferentes aspectos de la vida social del pas, produciendo la aparicin de nuevos

fenmenos sociales, como por ejemplo: los cambios en la conformacin de la identidad personal y social de la poblacin colombiana; la reproduccin de la

violencia en sus distintas manifestaciones; los ajustes en la familia y en el papel jugado por la mujer; o la modificacin de los patrones de socializacin.

En este escenario, los cambios que enfrenta la familia se constituyen en un

campo de investigacin de suma importancia para las ciencias sociales, y en

particular para la psicologa. El inters se centra sobre diferentes aspectos que

ataen tanto a la intimidad de la familia como a sus relaciones con el entorno que

la rodea. Son objeto de investigacin aspectos que van desde lo econmico hasta los de carcter estrictamente psicolgicos, y sus resultados brindan informacin

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valiosa para caracterizar a esta institucin, mostrando los cambios y ajustes que ha sufrido la estructura y dinmica familiar y su papel como instancia socializador.

De manera ms concreta, las investigaciones en este terreno han delineado,

por un lado, el tipo de transformacin dada en las relaciones familiares,

especialmente entre padres e hijos, y por otro, el nuevo sentido que encierran dichas relaciones en la convivencia familiar. Especficamente los resultados de

estos esfuerzos investigativos muestran un cambio apreciable en las prcticas de

crianza, como por ejemplo, las expresadas en el rechazo a la violencia ejercida sobre los nios; en el manejo del tiempo libre de los nios; en las prcticas de cuidado de la salud; o en el desarrollo de una nueva representacin social del

nio.

Es en este contexto en el que se inscribe el presente artculo y en el cual se

analizarn aspectos que pueden ser considerados como factores protectores que

contribuyen a la construccin de una nueva sociedad y a prevenir las expresiones

de violencia indiscriminada que vive el pas. Concretamente se expone: la

concepcin que tienen los padres de familia sobre el tiempo libre de sus hijos; la manera como les expresan afecto; y las ideas que poseen sobre el castigo.

Con el fin de establecer unos parmetros tericos en la exposicin de las

modificaciones que han sufrido las prcticas de criaza y el importante papel que

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juega el rol asumido por los individuos en la socializacin, es necesario resaltar dos aspectos. En primer lugar, debe entenderse que la socializacin es un

proceso interactivo, quiere decir que existe influencia mutua entre las personas

involucradas en el proceso de socializacin, donde cada uno de los miembros de

la relacin encarna el todo social al cual pertenece. Los individuos no asumen en

forma pasiva las exigencias sociales sino que participan activamente en el

proceso, aportando de manera efectiva no slo a su propia socializacin, sino

tambin a la reconstruccin del sistema social donde viven y actan.

Desde esta perspectiva, la socializacin no puede entenderse como un evento

de influencia unilateral. Especialmente las prcticas de crianza, no pueden

concebirse como acciones ejercidas unilateralmente por parte de los adultos sobre los nios, sino que tambin es necesario reconocer en esta relacin que los

nios son capaces de condicionar, en algn grado, los alcances de este nexo.

Como sostiene Schaffer

el nio, lejos de empezar siendo un ser antisocial que debe ser socializado a la fuerza, est preadaptado desde que nace para la interaccin social. Lejos de ver la relacin madre-nio como una lucha interminable, los investigadores han llegado a reconocer el impresionante ajuste de los grupos de patrones de conducta de ambos individuos (Schaffer, 1989).

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En segundo lugar, es necesario recordar que la socializacin es un proceso a

travs del cual se desarrolla la identidad personal y social del individuo; es un

fenmeno psicosocial que le imprime un sello distintivo a la persona. Dado que en

la socializacin se actualiza la experiencia acumulada por los hombres, sta

termina dando forma a la personalidad del individuo a lo largo de toda su

existencia, y con esto condiciona el tipo de relaciones que establece con otras

personas. Esta identidad se va conformando primero en la relacin entablada con

los adultos a travs de las prcticas de crianza y posteriormente alcanza una

sedimentacin en la vida adulta por medio de las distintas prcticas sociales.

En la construccin de la identidad personal, como lo propone Martn-Bar

(1985), dista mucho de ser un producto del proceso de delineamiento al estilo del trabajo del escultor que labra una estatua. No es posible concebir por un lado la existencia del individuo y por otro el de la sociedad, como dos realidades

acabadas e independientes (imperfecto el individuo, perfecta la sociedad).

Ahora bien, la identidad personal

antes que experiencia de la propia continuidad, de reflexin o conciencia de s, es identificacin. Pero no identificacin como operacin mental en la que intentamos ser como otros, o identificacin con, sino identificacin desde esos otros. Incluso antes que podamos identificarnos con nuestro nombre, o con nuestro cuerpo, o con nuestros padres, etc., somos identificados por ellos y a travs de ellos (...) Slo desde los otros podemos tener noticia inicial de quines somos. (Torregrosa, 1983)

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Este modo de concebir la identidad personal, atada al reconocimiento de los

otros, se fundamenta en el interaccionismo simblico, el cual rescata en toda

relacin humana el papel formador del proceso comunicativo. Slo a travs de la

comunicacin los individuos pueden construir una imagen de s, imagen que

previamente es producto de la interpretacin con el otro. El autoconcepto se

conforma por las respuestas, o mejor, por las interpretaciones subjetivas de las respuestas que uno recibe de las otras personas (Musito, 1988).

Por otro lado, la identidad social se desarrolla gracias a las condiciones del

medio socio-cultural en el que se encuentre sumergido el individuo, las cuales

moldean las acciones que se expresan de manera ms pblica.

La socializacin marca al individuo con el carcter o sello propio de la sociedad y grupo social en el que histricamente se realiza su proceso de socializacin. La persona surge a travs del proceso como alguien con una identidad propia, pero se trata de un sujeto de tal o cual sociedad, de tal o cual clase social. El de seala una pertenencia desde las races ms profundas de la estructura humana de cada persona. No hay identidad personal que no sea al mismo tiempo y por lo mismo identidad social. (Martn-Bar, 1985).

En este sentido, se puede asegurar que la conformacin de la identidad no es

un problema de carcter eminentemente intrapsquico, sino que por el contrario

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cae en el mbito de lo social, en la medida en que la identidad es producto de la

interaccin.

Resumiendo, los dos aspectos antes resaltados nos muestran que la

socializacin es un proceso interactivo, en el que por medio de la negociacin con

el otro, se facilita la incorporacin progresiva de los rasgos culturales propios del

grupo primario de referencia y de la sociedad en su conjunto, en los pensamientos y las acciones de los individuos.

En este proceso de socializacin tienen un papel importante las prcticas de

crianza, las cuales se deben entender como acciones que realizan los adultos, en

especial los padres de familia, encaminadas a orientar el desarrollo de los nios.

Aunque difieren en la forma como se expresan y en los contenidos que

transmiten, en todos los grupos humanos la finalidad ltima es la misma: asegurar

a los nios la supervivencia y su integracin a la vida social.

A travs de las prcticas de crianza los padres pueden comunicar a los nios

las diferentes exigencias que recaen sobre sus actividades cotidianas, teniendo

que aceptar cierta resistencia de parte de ellos, dado que estos tienen cada vez

ms la oportunidad de expresar sus deseos y necesidades en forma abierta. Las

prcticas de crianza son, entonces, un medio de control de las acciones infantiles,

destinadas a orientar el comportamiento del nio, logrando con esto la inhibicin

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de algunas tendencias y la estimulacin de otras. En consecuencia, las prcticas

de crianza se constituyen en el medio particular a travs del cual la sociedad

facilita la incorporacin de los nuevos miembros, transmitindoles los valores y las

formas de pensar y de actuar que posee el grupo de referencia.

Robert Myers (1994) sostiene que las personas encargadas de los cuidados de los nios

...no solamente inician la interaccin y le dan respuestas directas a las necesidades del nio, sino que tambin ayudan a proporcionarles el ambiente fsico y, en caso necesario, a protegerlo del ambiente mismo.

En este proceso, la persona que cuida al nio trae a esta labor: (1) cierta tecnologa (serie de prcticas); (2) una idea de lo que debe hacer, esto es, las prcticas reglamentarias y (3) creencias de por qu una u otra prctica es mejor que la otra. Esto afecta el estilo y la calidad del cuidado a los nios. Por ejemplo, la prctica de cargar a un nio tiene un efecto diferente en su desarrollo que la prctica de dejarlo en una cuna o en un corra.

En esta interpretacin de las prcticas de crianza, resaltan tres componentes

fundamentales e inseparables de las acciones relacionadas con el cuidado de los

nios: la prctica propiamente dicha, la pauta y la creencia.

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La prctica es lo que efectivamente hacen los adultos encargados de cuidar a

los nios; son acciones que se orientan a garantizar la supervivencia del infante, a

favorecer su crecimiento y desarrollo psicosocial, y el aprendizaje de conocimientos que permitan al nio reconocer e interpretar el entorno que lo

rodea. La pauta se relaciona con el qu se debe hacer? Es el horizonte

normativo, lo esperado en la orientacin de las acciones de los nios. En la pauta,

las determinaciones culturales de la comunidad se expresan como un canon para

el actuar y por tanto se trata de una condicin restrictiva y poco flexible, lo cual no

quiere decir, que no se modifique el deber ser con el transcurso del tiempo. Las

creencias se relacionan con las ideas que fundamentan las explicaciones que dan

los padres sobre el modo como orientan el comportamiento de los nios. Son

certezas compartidas por los miembros del grupo y de acuerdo con Myers (1993) se trata de explicaciones ... de por qu las pautas y prcticas son como son o

como deberan ser. Estas creencias permiten a los padres justificar su forma de proceder, que se legitima en el conjunto de creencias de la sociedad.

En relacin con estos componentes de las prcticas de crianza, los diferentes

estudios realizados en Latinoamrica, en particular en Colombia, muestran que

se viene dando transformaciones, aunque stas se manifiestan de una manera

muy variada. En algunos casos se han producidos cambios efectivos en las

prcticas, los cuales tienen un alcance importante en la poblacin, como es el

caso de ciertos hbitos higinicos que han contribuido a disminuir la presencia de

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distintas enfermedades en la poblacin infantil, mientras que en otros

comportamientos asociados a la crianza, el cambio slo se da en la pauta, como

por ejemplo en el cuidado y vigilancia cotidiana de los nios, ya no se considera que esta tarea sea de responsabilidad exclusiva de la madre, sino que es ms

frecuente encontrar que los padres tambin ven como parte de su

comportamiento el cuidado diario de los hijos.

Todo indica que actualmente en las prcticas de socializacin de las familias

urbanas, se manifiesta una tensin entre formas tradicionales de educar a los

nios y maneras ms contemporneas de orientar su conducta, tpicas de las

sociedades industrializadas. Coexisten concepciones tradicionales sobre el

castigo, que justifican, por ejemplo, el empleo de la violencia como medio para hacer de los nios unos hombres de bien y posiciones que rechazan el empleo

de la violencia como un instrumento para corregir el comportamiento infantil. Ms

an, estas dos concepciones pueden manifestarse simultneamente en las

acciones de los padres de familia. En efecto, pueden emplear el castigo fsico

acompaado de un discurso en el que se reconoce lo inconveniente de esta forma

de proceder, sosteniendo que es preferible dialogar y buscar otras maneras de

corregir a los nios, diferentes al empleo de la agresin fsica. Esto nos indica que

los cambios no han llegado a transformar del todo las prcticas de crianza,

aunque debe reconocerse que s son un indicador importante de que algo est

cambiando en nuestro entorno socio-cultural.

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Una prctica de crianza ms generalizada, que responde a una nueva pauta, se

refiere al reconocimiento que hacen los padres de familia del tiempo libre de sus

hijos como tiempo de ocio, en el sentido de que no se les exigen tareas distintas a las propias de la vida infantil, como por ejemplo el juego. Esto muestra un importante cambio en las relaciones entre adultos y nios y apunta a que en el

proceso de socializacin se exprese la negociacin de tiempos y espacios

propiamente infantiles. Bajo estas nuevas condiciones los nios pueden influir de una manera ms explcita sobre las prcticas de crianza de los padres.

En el pasado los padres no vean con buenos ojos que el nio dedicara parte de su tiempo a actividades diferentes a las labores encomendadas por los adultos

o la escuela, con lo cual se creaban condiciones en las que al nio no le quedaba

otro camino que el de obedecer y someter el empleo de su tiempo libre a los

oficios del hogar o a las labores escolares. La posibilidad que los nios tenan de

contraponer sus necesidades a las exigencias de los adultos se reduca a su

mnima expresin. En estas circunstancias poco o nada podan hacer para exigir

el disfrute del tiempo de ocio, en contraposicin a esto, actualmente los nios,

especialmente de la clase media, pueden demandar abiertamente el que se les

permita dedicarse a actividades ldicas.

Este cambio es el resultado de la divulgacin e incorporacin de las teoras

psicolgicas sobre la importancia que tiene el juego en el desarrollo del nio y de

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la modificacin en la representacin social del nio, el cual ya no se la considera

como un adulto en pequeo, sino que se le reconoce como un individuo que

posee caractersticas propias y diferentes a las del adulto. Todo esto ha

repercutido en la concepcin que tienen los padres de familia sobre el tiempo

libre, quienes consideran que es un mbito de socializacin en el que los nios

aprenden a utilizar herramientas sociales y dominarlas para su empleo futuro.

Tambin ha permitido que valoren este tiempo como un espacio apropiado para

que sus hijos construyan nuevos conocimiento sobre la realidad y valores ticos para la convivencia ciudadana. De esta manera, hoy en da los nios cuentan con

mayores oportunidades para alcanzar un desarrollo ms integral.

Los datos de investigaciones recientes (Reyes-Navia, 1993; Alzate y Arbelaez, (1996); Bueno (1996); Barreto, 1996; Puyana, 1998; Durn y Aguirre, 1998; Echeverri, 1998; Arango et al, 1996) sugieren que hay una mejor apreciacin del tiempo libre y del juego en la poblacin colombiana. Los padres ya no consideran que sea una prdida de tiempo y en muchos casos se aprecia una clara

promocin de las actividades ldicas, con el propsito de favorecer su desarrollo

intelectual y afectivo. En estos trabajos los padres de familia reconocieron que juegan con sus hijos y que este juego se caracteriza por el contacto fsico, los besos, las cosquillas, sentarlos en las piernas o recochar, considerando este

tipo de manifestaciones como algo natural y sano en la crianza de sus hijos, en contraposicin con lo que aconteca en el pasado. En el trabajo de Puyana (1998),

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las madres de mayor edad manifestaron que una de las carencias ms

significativas en su crianza fue la escasa disposicin, tanto del padre como de la

madre, para expresar cario a travs del contacto fsico, en particular a travs de

las caricias y los besos.

Lo anterior evidencia otra interesante modificacin en las prcticas de crianza,

especficamente en lo referente a la expresin de afecto, en donde la pauta est

ms cerca de la prctica de crianza en la medida en que los padres no slo

reconocen que es necesario expresarles afecto y cario a los nios, sino que

tambin a travs de acciones concretas son ms tiernos con sus hijos. De manera frecuente las madres y los padres expresan su afecto hacia los nios a travs de

regalos, verbalizaciones de apoyo y contacto fsico (caricias, besos y abrazos). Segn lo expresan los padres esto contrasta con lo que les toc vivir en su

infancia, en general una relacin distante con sus progenitores, lo cual ha

motivado la necesidad de no actuar como sus padres, estableciendo relaciones

ms afectuosas con los nios. Esta relacin explcitamente ms tierna ayuda a

que los nios manifiesten en la escuela frecuentes y espontneas expresiones de

afecto. De acuerdo con Recagno (1985), este tipo de prctica de crianza responde ms a un modelo adaptativo, dado que las acciones de los padres no reproducen

ciegamente lo que les toc vivir, sino que ajustan sus prcticas y especialmente sus pautas a las condiciones socioculturales actuales.

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Se puede decir, entonces, que los nios actualmente reciben ms atencin y

apoyo emocional de sus padres cuando stos estn tristes, aburridos o callados.

En la investigacin de Aguirre y Durn (2000), la mayora de los padres, que pertenecen a los estratos 1 y 2, se mostraron conscientes y dispuestos a atender

las necesidades afectivas de los nios, lo cual repercute favorablemente en el

desarrollo de la autoestima y en la construccin de unas relaciones ms

gratificantes entre ellos, constituyndose en factor protector del desarrollo infantil.

Este resultado contrasta con lo encontrado por Barreto y Puyana (1997), en su trabajo con mujeres de sectores populares de Santaf de Bogot, que a travs de las historias de vida dan a conocer la manera como fueron criadas por sus padres.

En estos relatos se destaca el hecho de que predomina la ... funcin

socializadora con nfasis en el sufrimiento, al identificar un ejercicio impositivo de la autoridad de los padres sobre sus hijas, una obligatoriedad de trabajar desde muy pequeas, constantes prohibiciones del juego y diversas maneras de represin de la sexualidad; en contraposicin, para los padres actualmente es

importante la atencin y el amor que reciban sus hijos, y esto probablemente est estrechamente relacionado con una nueva representacin social de la infancia,

especialmente de la poblacin perteneciente al rango de edad comprendido entre

los tres y los seis aos. De una concepcin una tanto abstracta y negadora de los

rasgos caractersticos de la infancia, se ha pasado a una representacin del nio

en la que se reconocen como importantes las necesidades de carcter afectivo

que stos tienen y como se mencion anteriormente, que tienen una forma

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particular de comportarse y de pensar, muy distintas a las de los adultos.

En general, el reconocimiento que hacen los padres de la importancia del lazo

afectivo y del contacto fsico, los compromete ms con el desarrollo integral del

nio, facilitando no slo la conformacin de su yo individual sino tambin del yo

social, en la medida en que con las manifestaciones de afecto les brindan

seguridad para enfrentar las relaciones con los otros y con el contacto fsico

procuran que el nivel de confianza y de autoestima del nio se incremente,

habilitndolos para establecer relaciones ms gratificantes y felices con los

dems. Tal como lo sugiere Maturana (1997), estos dos aspectos son los verdaderos fundadores del modo de vida propiamente humano, en la cual es

esencial contar con el deseo de brindar proteccin y confianza a la progenie para

que la sociedad sea un proyecto viable.

El amor es la emocin que constituye el dominio de conductas donde se da la operacionalidad de la aceptacin del otro como un legtimo otro en la convivencia, y es ese modo de convivencia lo que connotamos cuando hablamos de lo social. Por esto digo que el amor es la emocin que funda lo social: sin aceptacin del otro en la convivencia no hay fenmeno social (H. Maturana., 1997).

Los estudios sobre el tema de la expresin explcita y oportuna del afecto,

muestran que los comportamientos paternos basados en el cario promueven la

competencia social en los nios (Moore, 1997). En este sentido, el reconocimiento

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que hacen los padres de manifestar afecto a sus hijos, no slo con palabras sino tambin con el contacto fsico, y de la importancia de este comportamiento para el

desarrollo de los nios, decididamente se constituye en una circunstancia que

favorece el aprendizaje de la convivencia democrtica, dado que sta se crea, como lo afirma Maturana (1997), en el mbito de la emocin. Es en el momento en que se hace evidente la seduccin mutua sin discriminacin ni violencia

sistemtica, cuando la competencia social facilita la convivencia democrtica entre

los seres humanos. Esta idea es realmente sugestiva en la medida en que nos

invita a comprender el vnculo caracterstico de la vida democrtica ms en

funcin del deseo, deseo de amar y ser amado, que en el de la sola razn

instrumental, la cual ve en este tipo de convivencia la solucin prctica a los

conflictos que cotidianamente enfrenta el individuo y los grupos.

Aunque los datos sugieren un cambio en las prcticas de crianza referidas a la

expresin de afecto, es probable que estemos todava distantes de hacer uso

efectivo de este potencial para una real convivencia democrtica, debido

principalmente a que esta transformacin se manifiesta ms en el campo de la

pauta que en el de la prctica.

Por otro lado, no obstante que en las ltimas dcadas ha ido en aumento,

especialmente en las capas menos favorecidas de la sociedad, la proporcin de

mujeres como jefes de hogar (Rico de Alonso, 1999), y se ha transformado el

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papel del hombre como proveedor de la familia y debilitado su autoridad

masculina (Gonzles de la Rocha, 1999), lo cual hace que la responsabilidad de la crianza recaiga en gran medida sobre la mujer. La informacin que se posee en la actualidad sobre las prcticas de crianza, indica que es ms frecuente de lo

esperado que sean ambos padres los encargados de orientar el comportamiento

de los nios y de reprenderlos por faltas que hayan cometido, en oposicin al

pasado cuando el padre se constitua en una figura de autoridad distante y poco

involucrada en la crianza diaria de los nios en edades tempranas.

La mayora de los padres que participaron en la investigacin de Aguirre y

Durn (2000), sostuvieron que la responsabilidad de educar moralmente a los nios y apoyarlos en sus deberes escolares recaa en ambos progenitores. Este

fenmeno est estrechamente relacionado con los cambios socioeconmicos y

culturales a los que se ha visto sometida la sociedad colombiana. El ingreso de la

mujer al sistema de trabajo formal ha desplazado hacia el cnyuge parte de las tareas propias de la crianza. En los hogares donde la pareja convive, los padres tienen que coordinar las rutinas domsticas para poder cumplir con los horarios de

trabajo, de esta forma es frecuente que el bao y el acicalamiento de los nios est a cargo del padre, mientras que la madre se encarga del desayuno. Algo

similar sucede con la tarea de llevar a los nios a las instituciones escolares o a

donde otros familiares.

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Estos cambios tambin se relacionan con una transformacin en la

representacin social que se tiene del hombre en la sociedad moderna. El ncleo

central de esta representacin social se va configurando en torno a un ideal de

hombre ms demcrata, respetuoso del rol de la mujer y preservador de los derechos del nio. Como lo afirma Echeverri,

Es cierto que hay nuevos tipos de padres. Hay hombres que asumen la paternidad como otrora lo hicieran las madres; que cumplen la funcin de crianza y de socializacin, mientras la mujer trabaja y que se sienten orgullosos de hacerlo. Los hay tambin que pelean por conservar a sus hijos despus de una ruptura, o que asumen el manejo del hogar y las relaciones con sus hijos con total dedicacin y afecto. Y tambin aumentan los varones que no slo aceptan, sino que disfrutan de la coparticipacin en el cumplimiento de todas las funciones y con el manejo democrtico de las relaciones domsticas. (Echeverri, 1998).

En cuanto al castigo, los datos muestran que se han suscitado cambios

significativos respecto a su empleo y concepcin como una forma de crianza.

Aunque todava es frecuente el empleo de los castigos fsicos como prctica de

crianza, es tambin evidente que se presenta un cambio tanto en la pauta como

en la creencia debido a que hay un reconocimiento racional de que no se les

debe pegar a los nios y que el maltrato infantil es perjudicial para su desarrollo.

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Los padres consideran que es preferible explicarles a los nios sobre lo

inconveniente de determinada conducta y no someterlos a la reprimenda

acostumbrada. El que manifiesten que es preferible conversar con el nio no

significa que efectivamente no utilicen el castigo como medio para someterlo a un

adiestramiento moral y fsico. Sin embargo, el slo hecho del reconocimiento de la

importancia que tiene el explicarle al nio sobre lo inadecuado de su

comportamiento, muestra un cambio en las prcticas de socializacin tradicionales

y en la representacin social del nio que se tiene actualmente en nuestra

sociedad, en la medida en que las respuestas dadas por los padres no son un

evento aislado, sino que se enmarca dentro de determinaciones socioculturales

ms generales. En esta transformacin, la escuela y los medios de comunicacin

han jugado un papel importante, dado que a travs estas instancias se transmiten nuevos valores y distintas concepciones de mundo, no slo a los nios sino

tambin a los padres y adultos encargados de su crianza. En la educacin es

creciente la conciencia que se tiene sobre el papel que deben jugar los padres en el proceso formativo, dado que se considera a la escuela algo totalmente distinto

a un depsito transitorio de nios. En consecuencia, esta institucin viene

ejerciendo una influencia cada vez mayor sobre los adultos y su papel socializador.

De acuerdo con lo referido por los padres de familia en la investigacin de

Aguirre y Durn (2000), los castigos no son tan severos como en el pasado y todo

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indicara que son menos frecuentes. La mayora de ellos comprenden lo negativo

del castigo y adems son conscientes de las implicaciones legales que puede

acarrear dicho comportamiento. Esto tambin fue corroborado por la investigacin

de Myriam Jimeno sobre comportamientos asociados a la violencia, realizada

entre 1993 y 1994, quien afirma que

se detect un cambio generacional, an incipiente, en la valoracin del conjunto correccin-respeto como aval del empleo de la violencia en el hogar. Fueron precisamente los mayores de 30 aos quienes ms sufrieron los castigos brutales y, en contraste, entre los ms jvenes se encontr una mayor influencia de un sistema de referencia que sanciona el uso de los castigos brutales y otorga un mayor reconocimiento al derecho de los hijos a no ser maltratados (M. Jimeno, 1998)

Algunos padres perciben estos cambios como una amenaza a su autoridad y al

mismo futuro de los nios, por considerar que stos podran criarse sin una

orientacin clara sobre lo bueno y lo malo de su comportamiento. Ms all de los

temores naturales de los padres a perder su autoridad, los cambios que se vienen

registrando no han sido comprendidos del todo por ellos, ya que antes que

menoscabar su responsabilidad y autoridad, se trata de una circunstancia propicia

para reorientar las acciones familiares hacia la construccin de nuevas formas de

relacin y por ende de un renovado mbito social, en el que est menos presente

la violencia hacia los nios y las mujeres. Puede servir de un inicio, de un pretexto para establecer reglas distintas, relaciones menos autoritarias y espacios de

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concertacin de intereses ms efectivos.

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