calígula

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Morán Rodríguez Salma Jael 30605243-9 Letras Inglesas, 1121 El Imperio Romano: Calígula, la tragedia de un Emperador . “...El mundo, tal como está, no es soportable. Por eso necesito la luna o la dicha, o la inmortalidad, algo descabellado quizá, pero que no sea de este mundo.” Calígula, Acto I, Albert Camus Preludio: Todos quieren ser César . Hablar del Imperio Romano es hablar de siglos de construcción y reconstrucción, de decenas de batallas, miles de legionarios, pero el papel principal, sin duda, habrá de ser representado por sus gobernantes: los emperadores. Hombres incomprendidos, corrompidos, audaces, piadosos, generosos, inexpertos, viciosos, carismáticos, tíranos y hasta locos… en fin, todos tuvieron sus cualidades o defectos según lo vieran todos aquellos que vivieron bajo sus respectivos gobiernos y aquellos que años después los han estudiado. De la República al Principado. Tras la muerte de Julio César y la inevitable caída definitiva de la República, Roma necesitaba un nuevo orden. Sería la descendencia de Julio César, es decir sus sucesores, los encargados de instaurar un nuevo rumbo mediante sus muy contrastantes y controversiales gobiernos. La Dinastía Julio- Claudia está conformada por Augusto (27 a. C. –14 d. C.), 1

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Trabajo histórico del Imperio Romano sobre el principe Calígula.

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Page 1: Calígula

Morán Rodríguez Salma Jael30605243-9

Letras Inglesas, 1121

El Imperio Romano: Calígula, la tragedia de un Emperador .

“...El mundo, tal como está, no es soportable. Por eso necesito la luna o la dicha, o la inmortalidad, algo descabellado quizá, pero que no sea de este mundo.”

Calígula, Acto I, Albert Camus

Preludio: Todos quieren ser César .

Hablar del Imperio Romano es hablar de siglos de construcción y reconstrucción, de decenas

de batallas, miles de legionarios, pero el papel principal, sin duda, habrá de ser representado

por sus gobernantes: los emperadores. Hombres incomprendidos, corrompidos, audaces,

piadosos, generosos, inexpertos, viciosos, carismáticos, tíranos y hasta locos… en fin, todos

tuvieron sus cualidades o defectos según lo vieran todos aquellos que vivieron bajo sus

respectivos gobiernos y aquellos que años después los han estudiado.

De la República al Principado.

Tras la muerte de Julio César y la inevitable caída definitiva de la República, Roma necesitaba

un nuevo orden. Sería la descendencia de Julio César, es decir sus sucesores, los encargados

de instaurar un nuevo rumbo mediante sus muy contrastantes y controversiales gobiernos. La

Dinastía Julio-Claudia está conformada por Augusto (27 a. C. –14 d. C.), Tiberio (14–37),

Calígula (37–41), Claudio (41-54) y Nerón (54-68).

El principado fue establecido por Octavio Augusto hacia finales del siglo I a. C. como

una solución a la crisis republicana y como una nueva forma de mantener dentro del gobierno

a los nuevos territorios adquiridos mediante las conquistas, su gobierno nació en base a su

prestigio político y militar, introduciendo así una autocracia cubierta mediante el poder militar.

Si bien el Senado fue restituido, el poder recaía sobre el Príncipe (del latín princeps, que

significa “el primero”, lo que se interpreta como la idea de el Príncipe sólo era “el primero

entre iguales“), es él quien ostenta todos los poderes, y vigila a las autoridades del sistema

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antiguo. En un inicio el cargo estaba destinado a ser temporal, pero con el tiempo fue

evolucionando y sus derechos fueron transferidos mediante la sucesión.

Claro que a lo largo de los años este poder dejó de estar disfrazado (como en el

gobierno de Augusto, quien pretendía evitar y alejar a toda costa de su imagen la asociación

con el poder), y cada emperador lo ejercía a placer y conveniencia, llegando a abusar en más

de una ocasión, pues era bastante fácil sucumbir a la ambición y a la codicia de mantener el

poder. En resumen cada emperador regía según sus valores morales, de su voluntad ante los

hechos. Las consecuencias a estos actos resultaron obvias: emperadores asesinados a manos de

sus propios “aliados” o familiares celosos, pues es ambición de todos ser César. Al final de la

dinastía Julio-Claudia se desató una guerra civil.

La Tragedia de un Emperador.

“Oyósele lamentar más de una vez que no hubiese ocurrido en su reinado ninguna calamidad

pública, mientras que el de Augusto se distinguía por la derrota de Varo, y el de Tiberio por

la caída del anfiteatro de Fidena. Al suyo, decía le amenazaba el olvido por ser demasiado

feliz y frecuentemente deseaba sangrientas derrotas, hambres, pestes, vastos incendios y

terremotos.” (Suetonio, p.199)

Nacido el 12 de agosto del año 12 de nuestra era bajo el nombre de Gayo César-Germánico,

proveniente de la familia de Augusto (era su bisabuelo), hijo de Germánico y Agripina,

matrimonió que tuvo nueve hijos a los cuales sólo les sobrevivieron tres varones y tres

mujeres, siendo Calígula el menor de entre los hombres.

Cuenta Suetonio en “Vida de los Doce Césares” que el nombre Calígula, le fue dado al

emperador durante la infancia; caliga era el nombre de un calzado que usaban los soldados y al

haber usado las ropas de un soldado éstos le llamaron así como una muestra de aprecio. Su

infancia la pasó viajando con su padre Germánico, influyente comandante de las legiones en

Oriente, pero de pronto le sobrevino la muerte a Germánico. Este hecho conmocionó a toda

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Roma pues era un hombre amado por el pueblo romano y por las provincias mismas, aspecto

que traería como beneficio a Calígula durante su gobierno el favor y la simpatía del pueblo

para con él. La muerte de Germánico también trajo la tragedia sobre la familia, pues había sido

adoptado por el emperador Tiberio, y al ser descartado de la sucesión el más probable

heredero al trono era su hijo mayor, Druso.

Era bien sabido en base a los antiguos gobiernos que las conspiraciones no se hacían

esperar. Tiberio vivó con esta paranoia bien justificada hacia los últimos años de su mandato y

no es de asombrarse que haya tomado sus medidas necesarias para proteger su poder. Al

reconsiderar su larga edad (60 años) y las simpatías del pueblo para con los más jóvenes -en

este caso hacia el aspirante a emperador Druso-, hizo un uso inteligente de su autoridad

suprema. Tanto Agripina como sus hijos Druso y Nerón fueron declarados enemigos públicos

por órdenes de Tiberio. La suerte del primero y de la madre fue morir en el exilio. Nerón fue

encarcelado y murió debido a la hambruna que pasaba en aquel deplorable encierro.

A sus 21 años, durante el gobierno de Tiberio -tal vez por conveniencia, tal vez porque

tramaba en silencio su venganza-, Calígula acompañó al emperador en su viaje a Capri. Su

comportamiento fue moderado, tal vez el mayor esfuerzo de conservar su sentir para sí mismo

y no dar razones a Tiberio para convertirlo en su enemigo. Dijo bien el sentir de los demás el

biógrafo Suetonio “que nunca existió mejor esclavo ni peor amo”. Éste viaje a Capri es

importante porque allí se le puso la toga virilis, símbolo del inicio en la vida como adulto. Si

bien su relación con Tiberio no era amistosa tampoco era de enemistad. Tiberio que siempre

gusto de las conversaciones doctas compartió con Calígula la compañía de los hombres

eruditos del reino. Calígula se destacó por poseer amplios conocimientos que pudo haber

adquirido de su temprana educación por oriente en tierras como Egipto, y de la educación que

recibió en casa de su bisabuela, siempre rodeada de gente importante. Por otro lado en el arte

de la oratoria estaba muy bien adiestrado y poseía un talento innato para la improvisación de

argumentos inteligentes. Durante este periodo fue arreglado su matrimonio con Junia

Claudina, hija del consular Marco Junio Silano.

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El fin del gobierno de Tiberio se acercaba y hacia el año 35, había escrito un

testamento en el cual tanto Calígula como Gemelo (nieto legítimo y de sangre) eran

nombrados herederos, con la expresión “tanto vale uno como el otro”. Tiberio murió dos años

después en una base de una flota romana. De su muerte existen un par de versiones que a fin

de cuentas apuntan a que se apresuró su muerte o por aquellos que estaban deseosos de que

Calígula fuera el nuevo emperador o bien, el mismo joven ayudo en tal acción contra su

antecesor. El testamento de Tiberio fue anulado acusándosele de irresponsable de sus

acciones, y por influencia y apoyo de Macro, prefecto del pretorio, el 28 de marzo en Roma a

la edad de 24 años, Calígula, fue reconocido como Gayo César Augusto Germánico y señor

absoluto del Imperio Romano.

Los primeros pasos de su gobierno fueron un acto de adulación al senado y al pueblo,

mediante un discurso hacía promesas, y acordaron que este discurso se repitiera cada año para

que el emperador no olvidara su palabra. Solicitó que a todas las formas públicas de juramento

se añadiera la frase: “Y ni a mí ni a mis hijos estimaré más que a Gayo y a su hermanas”.

Adoptó a Tiberio Gemelo, aceptándolo como coheredero (o una alternativa para otros), y

nombrándolo “Príncipe de la Juventud”. Como Augusto, rechazó cualquier halago que le

hiciese figura superior y representativa máxima de poder. Organizó una serie de actos festivos

nunca antes vistos, banquetes para la ciudad entera, todo esto por la consagración del templo

edificado en honor a su bisabuelo Augusto. Como ya había mencionado, la buena fama de su

padre Germánico le había ayudado a ganarse al pueblo pero a este factor se le puede sumar la

medida que llevó a cabo: el aumento de ingresos monetarios para cada familia, militares,

cohortes urbanas, pretorianos, etc., todos recibieron una cantidad de dinero bastante generosa,

pero el dinero y los juegos no era gratis, en su opinión así se sentirían más en deuda con él.

Este primer período parecía ser muy prometedor, estar dirigido a la prosperidad. Macro y

Silano se encargaron de ayudar a Calígula sobre las decisiones y le instruyeron sobre el debido

comportamiento de un emperador en público.

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En el octavo mes de su gobierno contrajo una enfermedad desconocida que se opina

casi le cuesta la vida. Silano y Macro al ver la delicada salud del emperador comenzaron a

considerar las posibles alternativas en caso de la muerte del César, llegando al acuerdo de que

Gemelo era la persona a quién se heredaría la sucesión. Por supuesto Calígula no murió y su

primera acción fue la de eliminar a Tiberio Gemelo, quién fue acusado de querer esperar la

muerte del emperador y aprovecharse de ella, fue obligado a suicidarse; también Macro fue

obligado a cometer suicidio junto con otras personas culpables. Silano fue castigado perdiendo

su puesto en el Senado.

Existe una historia que dice que durante su enfermedad cierto ciudadano romano

prometió hacerse gladiador con tal de que se reestableciera la salud del emperador, mientras

que un miembro del encuentre juró sacrificar su vida. Al reestablecerse la salud de éste fue su

sorpresa que Calígula les reclamó el cumplimiento de aquellas promesas, y ambos encontraron

la muerte. El tomar las palabras del pueblo, de los senadores, de todo aquel que le comunicase

algo no era sino una mofa, en algún punto toda esa vida lo había cambiado, y en medio de la

locura razonada, que habría de desatarse Calígula había encontrado el asco en el placer de

gobernar entre tanta falsedad. Era momento de usar su propio terror para transmitirlo a sus

espectadores. “Que me odien, con tal de que me teman.” Solía decir el emperador según

palabras de Suetonio.

Tras la caída de Macro y Silano comenzaron a imponerse nuevos decretos. Para Italia

vino un impuesto del 0,5% en la venta de productos. El día 12 de abril, día de la fundación de

Roma y el día en que él subió al poder debían ser días festivos, llamados palilla, como un

alegoría a que él había vuelto a fundar Roma. Cada año en cierto día indicado se llevaría acabo

una procesión conformada por jóvenes y el senado, cantando himnos al emperador en un

recorrido por el Capitolio con un busto dorado de Calígula. Una afición desmedida por los

juegos y el teatro lo siguieron llevando al derroche del tesoro. Estaba muy involucrado en la

creación de nuevos edificios, según cuenta Suetonio se estaban llevando a cabo varias

construcciones fuera de Roma por órdenes del emperador. Por ejemplo hizo construir entre

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Baias y Puzol un puente formado por doble fila de naves de transporte traídas de todos los

mares, sujetas con anclas; terminó el templo de Augusto y el teatro de Pompeyo, comenzó un

acueducto cerca de Tíbur, y un anfiteatro cerca del Campo Marte, proyectó construir el palacio

de Polícrates en Samos, terminar en Mileto el templo de Apolo Didímeo, fundar una ciudad en

la cumbre de los Alpes; pero ante todo, abrir el itso de Acaia. Ante semejante despilfarro

imposible de cubrir era lógico que el tesoro disminuyese en tan poco tiempo. Este era el costo

a pagar por volver posible todo aquello que los demás hubieran tenido por irrealizable.

Durante su gobierno el Imperio Romano no adquirió nuevos territorios, en realidad

Calígula a diferencia de su padre no fue un gran comandante, no dirigió en ninguna batalla.

Salió en una campaña pero no hubo batallas aparte de las que él montaba por diversión. Sin

embargo, durante este periodo fuera, fue cuando más se resintió contra el senado, les echaba

en cara el hecho de que ellos no tuvieran que salir a luchar y vivieran cómodamente con los

lujos que implica ser parte del gobierno. De aquí en adelante cada acción que realice va a ser

tanto un reto o una diversión contra todos.

El constante deseo de aquellas extravagancias fue el que cimentó las bases para

calificar su supuesta demencia, que más que un estado mental era dicho al emperador, por

hombres de otros tiempos claro, como un insulto a lo aberrante que representaban sus actos.

Repasemos algunas de sus principales extravagancias según sus historiadores: Bebía perlas

disueltas en vinagre o comía manjares cubiertos de oro, era bien sabido que su palacio era una

especie de prostíbulo y a sus visitas les pedía favores sexuales siéndole indistinto el sexo, a

veces tomaba a la mujer de su invitado, iba con ella a una habitación contigua y de momento a

momento entre la charla revelaba al esposo lo que le había agradado o desagradado de su

mujer. Durante los juegos su principal propósito era el de rebajar a sus senadores al nivel del

pueblo causando conflictos entre estos, se hizo adorar como una deidad e incluso se dice que

solía vestirse de Venus, quiso convertir a su caballo en cónsul, le dio un cuidado exagerado

otorgándole una casa propia y todo un séquito de sirvientes. Privo a dos cónsules de su puesto

porque olvidaron festejar el día de su nacimiento, mandó a torturar sin piedad y a ejecutar a

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todo aquel que creía estaba en su contra, durante la hora de banquete mandaba a traer presos

para que fueran ejecutados ahí mismo, mando a traer al Zeus Olímpico y más tarde suplanto la

cabeza de este por la suya, mando a sacar la armadura de Alejandro Magno de su sepulcro e

incluso quería trasladar la capital del Imperio Romano a Alejandría, y la lista no termina aquí.

En el año 38 murió su hermana Drusila, a la cual amaba profundamente, hay quienes

aseguran que el amor que le profesaba era más hondo que el un hermano, insinuando que eran

amantes. Esta muerte dio como resultado un estado de perturbación en Calígula, el luto que se

mantuvo en la ciudad fue exagerado, al punto que nadie debía hacer actividad alguna o de lo

contrario era ejecutado. Calígula mando a que la nombrarán deidad, se hizo una estatua de ella

y un templo en su honor, así como ahora las mujeres debían jurar invocando el nombre de la

difunta.

Es bien sabido que hubo temporadas en que por capricho declaraba hambruna

en la ciudad cerrando las puertas de los almacenes de comida. Aún corría el año 38, cuando se

vino la crisis de recursos. Para ganar fondos, Calígula pidió que el público prestara el dinero

del estado (gustaba de preguntar a distintos ciudadanos si no se avergonzaban ser más ricos

que él), impuso impuestos sobre pleitos, la unión y la prostitución… e incluso mando a

despojar de sus riquezas a todo aquel que hubiera heredado de algún antepasado, proclamando

los bienes para el estado, puesto que anulo los documentos o títulos de gobiernos anteriores.

Aunque es una referencia de una obra literaria ficticia considero que Camus ejemplifica con

una brillantez el plan y el razonamiento de Calígula conforme a esta acción:

CALÍGULA. Escúchame bien. Primer tiempo. Todos los patricios, todas las personas del Imperio que dispongan de cierta fortuna —pequeña o grande, es exactamente lo mismo — están obligados a desheredar a sus hijos y testar de inmediato a favor del Estado.EL INTENDENTE. Pero César...CALÍGULA. No te he concedido aún la palabra. Conforme a nuestras necesidades, haremos morir a esos personajes siguiendo el orden de una lista establecida arbitrariamente. Llegado el momento podremos modificar ese orden, siempre arbitrariamente. Y heredaremos.CESONIA (apartándose). ¿Qué te pasa?CALÍGULA (imperturbable). El orden de las ejecuciones no tiene, en efecto, ninguna importancia. O más bien, esas ejecuciones tienen todas la misma importancia, lo que demuestra que no la tienen. Por lo demás, son tan culpables unos como otros. (Al intendente, con rudeza.) Ejecutarás esas órdenes sin

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tardanza. Todos los habitantes de Roma firmarán los testamentos esta noche, en un mes a más tardar los de provincias. Envía correos.EL INTENDENTE. César, no te das cuenta...CALÍGULA. Escúchame bien, imbécil. Si el Tesoro tiene importancia, la vida humana no la tiene. Está claro. Todos los que piensan como tú deben admitir este razonamiento y considerar que la vida no vale nada, ya que el dinero lo es todo. Entretanto, yo he decidido ser lógico, y como tengo el poder, veréis lo que os costará la lógica.

Las acciones del emperador desencadenaron una serie de conspiraciones en su contra,

hasta que finalmente se llevó a cabo su asesinato; en el mismo, se vieron envueltos los

integrantes de la Guardia Pretoriana, liderados por Casio Querea. Calígula siempre supo sobre

de las conspiraciones en su contra, incluso los oráculos de Anzio le advirtieron “que se

guardase de Casio”, y con este aviso mando a matar a Casio Longino, olvidándose que Querea

se llamaba también Casio (Suetonio, p. 216). A los 29 años de edad Calígula fue asesinado en

el Palatino, su cadáver fue llevado a los jardines de Lamia, donde apenas le dieron un entierro

decente. Con tan solo tres años, diez meses y ocho días como emperador.

Era tiempo de nombrar a un nuevo César, la trágica muerte de Calígula ya se venía

venir es por eso que ya habían hecho algunos arreglos para que Claudio, tío de Calígula, fuera

nombrado emperador, éste no dejo la muerte de su sobrino en vano, mando a matar a todos los

conspiradores.

Loco o no es un hecho que sus acciones tenían una clara justificación aunque sus

motivos resultaran difíciles de comprender, cerca de dos mil años después puede que no sea

tan complicado entenderlo si tomamos en cuenta que los testimonios que del emperador se

guardan conservan cierto rencor y no parecen muy objetivos, como dice Aloys Winterling en

su libro sobre Calígula: “Sacan de su contexto las acciones del emperador, de suerte que su

sentido originario ya no es reconocible en absoluto, o si lo es, únicamente con grandes

dificultades.” (Winterling, p. 9) Mucho se ha dicho de Calígula ya y sin duda seguirá dando de

que hablar. Un personaje incomprendido, fascinante, un loco, un monstruo, víctima de sí

mismo y de la sociedad en la que le toco vivir, pero al final de cuentas estaba destinado a la

inmortalidad.

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“[…]A la historia, Calígula, a la historia!

El espejo se rompe y en ese momento, por todas las puertas, entran los conjurados en armas.

Calígula los enfrenta con una risa loca. El viejo Patricio lo hiere en la espalda, Quereas, en

medio de la cara. La risa de Calígula se transforma en estertor. Todos lo hieren. Con un

último estertor, Calígula, riendo, grita: ¡Todavía estoy vivo!” (Camus, Acto III, escena XIII)

Bibliografía.ALBERT CAMUS; traducción de Aurora Bernardez y Guillermo de Torre. “El malentendido; Caligula”.

Buenos Aires: Lozada, 1973.

ALOYS WINTERLING traducción, Pedro Madrigal, “Calígula”. Barcelona: Herder, c2006.

SUETONIO; estudio preliminar y traducción revisada por José Luis Romero, “Vidas de los doce

cesares” México: Cumbre, 1978. Edición 11.

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