cádiar, memoria en blanco y negro

82
I Cádiar Francisco García Valdearenas Vol. I Memoria en blanco y negro

Upload: angeles-lizana-calvo

Post on 12-Mar-2016

264 views

Category:

Documents


13 download

DESCRIPTION

Libro de fotografía histórica de Cádiar

TRANSCRIPT

Page 1: Cádiar, Memoria en blanco y negro

Vol. I

Cádiar

Francisco García Valdearenas

Vol. I

Memoria en blanco y negro

Page 2: Cádiar, Memoria en blanco y negro
Page 3: Cádiar, Memoria en blanco y negro
Page 4: Cádiar, Memoria en blanco y negro
Page 5: Cádiar, Memoria en blanco y negro

A Luis el de “Borico” y María Valdearenas, mis padres. In memoriam

Page 6: Cádiar, Memoria en blanco y negro
Page 7: Cádiar, Memoria en blanco y negro

Cádiar

Francisco García Valdearenas

Vol. I

Memoria en blanco y negro

Page 8: Cádiar, Memoria en blanco y negro
Page 9: Cádiar, Memoria en blanco y negro

NOTA DEL AUTOR

Los datos relativos a las personas que aparecen en las fotografías de este volumen, así como el año de realización de las mismas han sido facilitados por sus propietarios, con grato cariño y sentimiento. Confiamos, por tanto, en su recuerdo y en su buena memoria.

Desde aquí mi más sincero agradecimiento a todas las personas que han contribuido para que este volumen se haya publicado.

Page 10: Cádiar, Memoria en blanco y negro

26

Page 11: Cádiar, Memoria en blanco y negro

27

capítulo 1Paisaje urbano y territorio

Page 12: Cádiar, Memoria en blanco y negro

28

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Page 13: Cádiar, Memoria en blanco y negro

29

1 BOSQUE MAUREL, J.: Granada la Tierra y sus hombres. Granada, 1971, p.78.

Capítulo 1. Paisaje urbano y territorio

EL MARCO GEOGRÁFICO Y GEOLÓGICO DE CÁDIAR.

Situación: El municipio de Cádiar queda delimitado por las siguientes coordenadas geográ-ficas:

Latitud: 36o 48´40´´- 37o 8´24´´ NorteLongitud: 2o 58´16´´ - 3o 31´12´´ Oeste

Cádiar pertenece a la comarca natural de la Alpujarra que, según el profesor Bos-que Maurel, es un gran sinclinal, el gran valle longitudinal (recorrido de Este a Oeste por el río Guadalfeo) que separa Sierra Nevada de las Sierra de Lújar, de la Contraviesa y Gádor. A este sinclinal se añade el complejo anticlinal de la Contra-viesa que hunde su ladera en el mar Mediterráneo. 1

El municipio limita al Norte, con los términos de Bérchules y Alpujarra de la Sierra; al Sur, con Murtas, Albondón, Lobras; al Este, con Ugíjar y al Oeste con los núcleos de Lobras y Timar.

Comprende los núcleos de población de Cádiar, Yátor y Narila, ambos integra-dos en el año 1973 y algunas cortijadas como la Rambla de el Banco.

Cuenta con una población en torno a 1.700 habitantes y una densidad de po-blación de 35 habitantes/km2.

Tiene una superficie de 46,2 km2 de los cuales a Cádiar, corresponde 30,5 Km2; a Yátor ,11,5 km2 y a Narila, 4,2 km2. La extensión del término municipal contabi-liza 4.618 ha, correspondiendo 1542 ha a zona cultivable, de las cuales 1.373 ha se dedican al cultivo de secano y 170 ha a tierra de regadío.

Page 14: Cádiar, Memoria en blanco y negro

38

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Page 15: Cádiar, Memoria en blanco y negro

39

Capítulo 1. Paisaje urbano y territorio

fotoscomentadasCapítulo 1: Paisaje urbano y territorio

Page 16: Cádiar, Memoria en blanco y negro

44

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Valle Cuaternario

Bella panorámica de la cuenca del Alto Guadalfeo o río Grande de Cádiar, tal como le lla-man los lugareños a su paso por Narila y Cádiar.

En la foto tomada en el año 1952, se observa la fértil vega de ambos pueblos con un total aprovechamiento agrícola y nula construcción urbana, a excepción de la Venta de Tarifa. Se trata de una de las cuatro vegas importantes, junto con las de Órgiva, Ugíjar y Laujar, donde históricamente se asentaban las alquerías más ricas e influyentes.16

También se aprecia la balsa de riego de Narila. En el otoño de 1894, al Dr. Oloriz en su visita al pueblo de Narila, le llama la atención la “charca de Narila”.17

Colección: Ayuntamiento

16 TRILLO SAN JOSÉ, C.: La Alpujarra antes y después de la conquista castellana. Universidad de Granada, Granada, 1994, p. 45.17 OLÓRIZ AGUILERA, F.: Diario de la expedición antropológica a la Alpujarra en 1894.Fundación Caja de Granada, Iniciativa Líder Alpujarra, Granada, 1995, p.278.

Page 17: Cádiar, Memoria en blanco y negro

45

Capítulo 1. Paisaje urbano y territorio

Las alamedas

Aspecto del pueblo con sus frondosas alamedas antes de la nube de 1973. Eduardo Soler anota: “Que aquellas frondosas alamedas hermosean el pueblo y le prestan

agradable frescura; así como ofrecen buenas sombras para las horas de calor, frecuentes en vera-no”.18

La foto fue tomada por Santiago Alcázar a su amigo Pepe “el Correo” en 1971 desde el Peñón del Portel. Observamos las casas del Barrio Bajo cubiertas de los típicos terrados de launa amasada y casi ausencia de uralita.

Colección de Pepe Álvarez

18 SOLER y PÉREZ, E . (pról. Titos Martínez, M.): La Alpujarra y Sierra Nevada. (Madrid, 1906), edición Facsímil. Universidad de Granada, Granada, 1993, pp. 37-39.

Page 18: Cádiar, Memoria en blanco y negro

48

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Día de mercado en la primitiva plaza de la Iglesia, 1973(año de la tragedia de La Rábita).

La plaza se puede considerar una aportación cristiana y se generaliza durante la repobla-ción de finales de siglo XVI, tras la expulsión de los moriscos. Constituye el espacio vital de reunión y de actividad social y económica, generalmente está presidida por la Iglesia.

En época musulmana apunta Carmen Trillo21, que tanto Ugíjar como Andarax e, incluso Cádiar, en la Alpujarra Alta, y Berja y Dalias en la Baja, presentan una complejidad en su entramado urbano que merece ser destacada. Mayor número de barrios que el resto de las poblaciones (Cádiar, en época nazarita, contaba con cinco barrios, dotados de mezquitas, baños, torres fortificadas y mercados).

En el siglo XIX Madoz, escribe que en el centro de la población está la plazuela de la Iglesia de la Encarnación de 50 varas de largo, (aproximadamente 41 metros) y 30 varas de ancho (aproximadamente 25 metros).22

Arquitectónicamente coexisten estilos diferentes, como la Iglesia, de cantería del siglo XVI; la casa señorial del cacique y juez municipal de finales del siglo XIX, D. Eduardo Manzano de estilo neoclásico alternándose los balcones rectangulares con voladizo con los balcones sin voladizo, sobre la calzada y enrasados con el paramento de la fachada. Los referidos balcones cuentan con carpintería de castaño y rejería. La cubierta se resuelve con teja inclinada a dos aguas que contrasta con las otras casas de rango inferior, con altillo o cámara y la cubierta de fibrocemento (uralita) y la otra casa, con cubierta de launa.

En el mercado llama la atención la exposición de objetos de la artesanía tradicional: Ata-harres, albarcas, pipotes, lebrillos, combinándose con la incipiente utilización del uso del plástico y nylon.

Colección: Ayuntamiento

21 TRILLO SAN JOSÉ, C., op. cit., p. 162. - 22 MADOZ, P., op. cit., p. 59.

Page 19: Cádiar, Memoria en blanco y negro

49

Capítulo 1. Paisaje urbano y territorio

En el mercado

Foto de Paisajes Españoles, tomada en 1973, que muestra gran parte de la ampliación o ensanche que experimentó la plaza de la Iglesia a partir de 1945.

Tal y como muestra la imagen, en la última década del régimen franquista, el país mos-traba ya una imagen sembrada de coches. Entre los modelos de la época podemos recono-cer: el Seat 600, Seat 1500, Citroen, 2CV, Renault 4L, la furgoneta DKW de la casa Ebro. En definitiva: “En treinta y seis años los españoles lograron con increíble naturalidad bajarse del burro y subirse al seiscientos”.

Las casas y edificios de la citada ampliación no siguen las características de la arquitectu-ra popular alpujarreña. Cádiar, en cierto modo, debido a su relativo desarrollo como centro comercial a mediados del siglo XX, trae consigo la construcción de numerosos edificios que se alejan de la tipología típica alpujarreña, (principalmente se localiza en la plaza de la Iglesia y del Ayuntamiento, C/ Real y C/ San Isidro). Su arquitectura responde a unas características tipológicas propias de la región andaluza. El blanco de la cal sigue apare-ciendo como elemento identificador, pero la disposición regular de huecos, así como una clara definición de la fachada urbana con balcones voladizos (llama la atención el balcón de modernista de la Casa de Alberto, hoy desaparecido) y la cubierta inclinada de teja que determina grandes contrastes con la arquitectura tradicional alpujarreña, bien presente en el Barrio Bajo.

Colección: Ayuntamiento

Page 20: Cádiar, Memoria en blanco y negro

60

Cádiar, Memoria en blanco y negro

¡Mira donde pisas!

Cortejo de autoridades, damas de honor y paisanos por la calle Real en 1959 con motivo de la Fiesta de la Bandera.

En primer plano, de izquierda a derecha, Mauricio Luque, teniente de alcalde; Rosendo Martínez, alcalde; las damas, Pepita López, Herminia Luque y Encarnita Martínez; Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Granada y el Capitán de la Comandancia de Órgiva. Otras personas, Elvira Mendoza, presidenta de la Acción Católica, la maestra Doña Virtudes y Angelina Ortega. Ángeles López, “la Gatera”, observa el paso de la comitiva.

En estos años no era nada fácil andar por las calles y menos con tacones, que a parte de las chorreras en días de lluvia, había que sortear y emplear gran atención al empedrado algo deteriorado, tal y como vemos en la imagen.

Colección de Encarnita Martínez

Page 21: Cádiar, Memoria en blanco y negro

61

Capítulo 1. Paisaje urbano y territorio

Grupo de alumnos de 60 EGB en el año 1987, justo en el ensanche que experimentó la calle Real (oficialmente en el franquismo, c/ General Franco) en el año 1947.

La calle Real hasta el año 1952 fue el único lugar de acceso en coche a la plaza de la Igle-sia y Mesón; de ahí, que en el pleno de 1943 se acuerda ensancharla desde la casa de Doña Lolina hasta el transformador para construir viviendas y ampliar la calle. En este tramo se encontraba una vereda ancha de tierra apelmazada y hazas a un lado. Según consta en Actas de Plenos, el ensanche se lleva a cabo en 1947, por la cantidad de 4500 pesetas, para ello se pide un préstamo para obras de alcantarillado y pavimentación. El asfaltado tendrá que esperar hasta el año 1967.

Colección de Antonio Rivas

Page 22: Cádiar, Memoria en blanco y negro

66

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Las placetas son fruto de la confluencia de calles, de la presencia de signos religiosos o de la existencia de fuentes.

En el pueblo tanto las plazas como las placetas disponían de sus respectivas fuentes.Pepe Reinoso “el Compadrillo” en el año 1958, en el pilarillo que en un principio se en-

contraba en la placeta del Mesón, justo delante de la Posada del Cojo; María Prats, su tía, se encuentra sosteniendo al niño Pepe. Este pilarillo en la actualidad se encuentra al inicio de la cuesta que conduce al Barrio Bajo.

Colección de María Prats

Page 23: Cádiar, Memoria en blanco y negro

67

Capítulo 1. Paisaje urbano y territorio

Colección: Ayuntamiento

Aspecto de la calle Baja recién pavimentada en el año 1973.Esta calle de trazado longitudinal, discurre paralela a la calle Real, ambas entran en con-

tacto a través de callejones con cuestas y tinaos.En un principio, surgiría como camino secular y vertebrador, que comunicaría los dis-

tintos barrios moriscos del Barrio Bajo: Humo, Presidio y Calvario con los del Barrio Alto: Rueda, Prado y Castillejo. La calle Baja, estrecha e irregular, nos hace pensar que sea de carácter musulmán.

Según el arabista Manuel Gómez Moreno, antes de la revolución morisca (mediados del siglo XVI) en Cádiar había seis barrios.32 Tres en el Barrio Bajo, delimitado por el Barranco del Lugar, que eran: de Alajar, o Haratalahax, se encontraba cerca del baño en la vega, junto al río (quizás, correspondería al Barrio Humo en el que se encuentra la calle Baño); de Ha-ratachox, con el fuerte o alhicán (quizás se refiere al barrio del Presidio); de Haratalzamara que tenía rábita, puede referirse al Calvario y algunas casas aledañas del Barrio del Puchero e inicio de la calle Baja. En el Barrio Alto, delimitado por el Barranco de Pedro Conde, se encontrarían: de Haratalzoco, con mezquita y rábita o barrio de la Iglesia, alrededor de la calle Rueda; (en este barrio es posible que existiera un zoco, mercado de comercio regular al que vendrían personas de otros lugares); de Hopra, con rábita, correspondería al Prado, y, por último, el Barrio de Alcudia, con rábita que correspondería al Castillejo que en su día tenía castillo.*

Con respecto a la calle Baja en el año 1919, apareció una noticia en el periódico ABC, contando que se desbordó el río, produciendo el pánico, arrastrando dos casas y quedando en peligro toda la calle Baja; los vecinos abandonaron sus viviendas.

*Nota: Tras la consulta de los arabistas Manuel Gómez e Isidro de las Cagigas, el amigo Paco Alcázar y un servidor hemos llegado a la conclusión que los barrios moriscos citados por ambos autores corresponderían a estos barrios cristianos actuales.

32 GÓMEZ MORENO, M.: “De la Alpujarra”. Revista de las Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada, T. XVI, Madrid, 1951, pp. 17-36.

Page 24: Cádiar, Memoria en blanco y negro
Page 25: Cádiar, Memoria en blanco y negro

capítulo 2TRABAJOS, OFICIOS Y OTRAS OCUPACIONES

Page 26: Cádiar, Memoria en blanco y negro

132

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Page 27: Cádiar, Memoria en blanco y negro

133

Capítulo 2. Trabajos, oficios y otras ocupaciones

1 GARCÍA y BELLIDO, A.: España y los españoles según la Geografía de Estrabón. Colección Austral, Madrid, 1945, pp. 126-128.2 TRILLO SAN JOSÉ, C.: La Alpujarra antes y después de la conquista Castellana. Universidad de Granada, Granada, 1994, p.175.3 TRILLO SAN JOSÉ, C., op. cit., pp. 175-176.

LAS FUENTES DE RIQUEZA Y LA ECONOMÍA ALPUJARREÑA EN LA HISTORIA

La Alpujarra ha sido considerada como tierra muy rica en recursos naturales con abundancia de agua, bosques frondosos y yacimientos mineros que, unido a su proximidad al mar, explica que fuera habitada desde la antigüedad. De esta mane-ra el geógrafo greco-romano Strabon, en su Geografía, describía a la Contraviesa como una “cordillera cubierta de densos bosques y corpulentos árboles que separa la

zona costera del interior”1

LA AGRICULTURA

Históricamente la Alpujarra ha sido fundamentalmente un medio rural y pode-mos considerar la agricultura como la principal fuente de riqueza y el motor de su economía, sin olvidar la importancia de la minería junto con la ganadería, la seda y el comercio.

Con respecto a la agricultura en el siglo X, las fuentes árabes dan noticia de la existencia de una agricultura de regadío.2

En el siglo XII, el geógrafo andalusí Al-Zuhri, citado por la profesora Carmen Trillo, refiriéndose a la comarca escribe que: “En la cumbre de esta montaña las

plantas no crecen ni los animales pueden vivir; pero su falda está salpicada de poblados

muy próximos, en un espacio de seis días de marcha, habiendo gran abundancia de

plantas y frutas”.3

Capítulo 11. Trabajos, oficios y otras ocupaciones

Page 28: Cádiar, Memoria en blanco y negro

158

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Page 29: Cádiar, Memoria en blanco y negro

Capítulo 11: Trabajos, oficios y otras ocupaciones

fotoscomentadas

Page 30: Cádiar, Memoria en blanco y negro

198

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Pepe Olvera

Sea breve, aquí se trabaja.

José Olvera, su hijo Álvaro y un empleado en su taller de carpintería y fábrica de aserrar en los años 30 del siglo XX.

En los años 20 José María Ripoll, oriundo de Albuñol, tenía carpintería en la calle Real, especializada en toneles y cubas. José Olvera, en la calle Baja, disponía de un pequeño taller manual de ebanistería. Este último, en el año 1927, se traslada a la calle Real y en el año 1930 entra en funcionamiento este taller mecanizado (imagen). La maquinaría, de la más moderna del momento, constaba de torno, serradora y cepilladora, fue adquirida en Balaguer, Lérida, por veinticinco mil pesetas. Esta cantidad fue sufragada por Marcos Cruz Álvarez, cuñado de José Olvera, hombre intrépido que cruzó el Atlántico e hizo fortuna, poniéndola al servicio de su cuñado, José Olvera e hijos.

Hasta no hace mucho en la carpintería se hacía todo lo necesario para el uso doméstico y agrícola: muebles, dormitorios, puertas, ventanas, arcas, baúles, e incluso, ataúdes. Tam-bién hacían las maletas que servían tanto para ir a la mili, como a la emigración a Cataluña y a Alemania.

Page 31: Cádiar, Memoria en blanco y negro

199

Capítulo 2. Trabajos, oficios y otras ocupaciones

Foto de Manolo López

En faena

Manuel Olvera, en su taller de carpintería, colocando los correspondientes aros metálicos o encajando el tonel, año 1980.

En Cádiar, tanto las barrilerías como las tonelerías, han estado presentes en la actividad humana desde tiempos pasados, dada la cercanía de la Contraviesa, gran productora de vino. Además, tanto Cádiar como Narila desde mediados del siglo XIX, (Madoz) y princi-pios del siglo XX, (Eduardo Soler) exportaba uva de mesa en pequeños barriles.

Para la elaboración de toneles y barriles se necesitaban herramientas específicas como son: bancos de entallar y escavillar, las jabladeras, raspillas, trasquetas, coqueteadores, etc.

Page 32: Cádiar, Memoria en blanco y negro

202

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Pepi Rodríguez

En Cádiar, a finales del siglo XIX, está la sastrería de Ramón Molina, en la calle Real y a lo largo del siglo XX se suceden un buen número, entre ellas: Las de José Zurita, Paco Bayo, Antonio Juárez, Alberto Zurita, el maestro Ignacio y Pepe “el Porras”.

Hasta bien entrado los años 70, toda la ropa que se gastaba se hacía en la sastrería y ape-nas se compraba confeccionada.

En los años 30, el pueblo contó con una pequeña fábrica de tejidos, que disponía de tres máquinas de tejer, adquiridas por el comerciante José Reinoso. Con estas máquinas, a través de patrones se hacían, principalmente camisetas, refajos y los calzones blancos que llegaban hasta los tobillos (actuales calzoncillos).

En el año 1946, José Reinoso y su familia se trasladan a Granada y la fábrica se desmonta, vendiéndose de nuevo la maquinaria a unos catalanes.

Además, por estas fechas se montaron por distintas casas unos pequeños talleres fami-liares de máquinas o punto o tricotar, que tejían lana y algodón para el público. Algunos de estos talleres era el de Isabel Gaspar, Anita “Tenazas” o Rosario García “la Vilcha”. La persona interesada en una prenda de punto, previo presupuesto, compraba las madejas (cinco pesetas por madeja u ovillo) y la encargaba.

Page 33: Cádiar, Memoria en blanco y negro

203

Capítulo 2. Trabajos, oficios y otras ocupaciones

Los hermanos Manuel y Pepe Rodríguez en una de las balsas de la alfarería, calle Alfarería, batiendo barro en 1965.

Para batir el barro, utilizaban una tabla con agujeros (imagen) a fin de poder removerlo en la balsa. El barro o greda salía de la mezcla de dos tipos de arcilla. La tierra de bujeo traída de la cuesta del Rincón y la tierra colorada o rubial, de los llanos de Cantarranas. Se le añadía un mineral de plomo que venía de Castala, al pie de la sierra de Gádor.

Colección de Pepi Rodríguez

Colección de Pepi Rodríguez

La artesanía del barro en la Alpujarra fue introducida por los hombres del Neolítico y co-menzó a hacerse a mano para terminar modelándose en el torno con el invento de la rueda.

Pepe el alfarero, en el torno, dando los últimos retoques al pipote; le está grabando un cámara de la televisión francesa en 1966.

J.C Spahni nos describe el mecanismo de la siguiente manera: “El artesano utiliza un tor-no de pie que ocupa una fosa estrecha, cavada en el mismo suelo de la alfarería. Ejecuta su tarea (torneado) con una seguridad y velocidad desconcertante, mojándose continuamente las manos. El alfarero trabaja a ojo, sin servirse de un compás ni de un calibrador. Todo lo más, se vale de una caña con la que precisa la forma de los objetos, los alisa tanto interior como exteriormente”.64

La artesanía del barro en la Alpujarra fue introducida por los hombres del Neolítico y co-menzó a hacerse a mano para terminar modelándose en el torno con el invento de la rueda.

Pepe el alfarero, en el torno, dando los últimos retoques al pipote; le está grabando un cámara de la televisión francesa en 1966.

J.C Spahni nos describe el mecanismo de la siguiente manera: “El artesano utiliza un tor-no de pie que ocupa una fosa estrecha, cavada en el mismo suelo de la alfarería. Ejecuta su tarea (torneado) con una seguridad y velocidad desconcertante, mojándose continuamente las manos. El alfarero trabaja a ojo, sin servirse de un compás ni de un calibrador. Todo lo más, se vale de una caña con la que precisa la forma de los objetos, los alisa tanto interior como exteriormente”.64

64 SPAHNI, J.C., op. cit., p.116.

Page 34: Cádiar, Memoria en blanco y negro

210

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Mariano Cruz

El matrimonio gitano Pepe y la “Pintá”, con una parienta, en su puesto ambulante de ces-tas.

La pequeña colonia gitana del pueblo siempre se integró en la dinámica social. Los ofi-cios que han desarrollado principalmente han sido la confección de cestas de mimbre (ima-gen), silleteros; algunos tratantes de bestias; la mayoría hojalateros, tal es el caso de Pepe, Vicente y Carrero, que con su respectivas cajas de herramientas al hombro, en un instante encendían el fuego y en el acto soldaban o lañaban un tazón, un cacillo o “cacíco”, un lebri-llo o hacían un candil de latón. Decía Pepe: “En habiendo carbón hasta niños Jesuses”

Page 35: Cádiar, Memoria en blanco y negro

211

Capítulo 2. Trabajos, oficios y otras ocupaciones

Colección de Pepe Lorenzo

¡Todo tiene arreglo!

Pepe Lorenzo en su zapatería, ubicada en la calle Real, bajo de la casa de los “Montoros” en 1957.

Pepe muestra al fotógrafo la bota que está cosiendo. Al fondo vemos las estanterías re-pletas de albarcas, el producto que tenía mayor demanda; así como una serie de hormas de zapatos para hacerlos a medida.

En estos años, había cinco zapaterías en el pueblo, la mayoría regentadas por Churregos (de Narila).

Page 36: Cádiar, Memoria en blanco y negro

226

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Antonia Valdearenas

La “alsinica” de Manolo

Manuel “el de Borico” y su señora Antonia Valdearenas, apoyados en el taxi de su propie-dad en 1963. El taxi era una furgoneta Tempo Onieva con motor Diésel, fabricada en la Industrias Barreiros, “motor de España” ubicada en Villaverde, Madrid. También fabricaban camiones como el Azor. En los años 60, con capital de EEUU, nace la emblemática Barrie-ros Chrysler, que fabrica modelos como el Dodge Dart o el Simca. En los años 70 Barreiros vende su capital a Chrysler.

En la posguerra y hasta bien entrados los años 70 ante la rareza de los coches particula-res, no más de 4 coches, los coches “Pirata” fueron importantes en la comunidad cadiareña. A finales de los años 40, el primer taxista fue Francisco Martos, más tarde Juan Cabrejas y a partir de 1960 empieza Manuel “el de Borico” con un Ford, comprado en Madrid.

En estos años el taxista, además, de conducir, asesoraba, ayudaba, prestaba dinero y acompañaba en Granada.

Page 37: Cádiar, Memoria en blanco y negro

227

Capítulo 2. Trabajos, oficios y otras ocupaciones

Colección de José María López

Primitivo surtidor de gasolina en 1968, uno de los primeros de la Alpujarra montado por Cándido, entonces alcalde de Cádiar.

En estos años, los precios de los combustibles quedaban fijados para toda España por Campsa, expuestos en un cartel de metal con los respectivos precios en vigor, “la conocida Chapa”, que se colocaba en un lugar visible del establecimiento.

Page 38: Cádiar, Memoria en blanco y negro
Page 39: Cádiar, Memoria en blanco y negro

capítulo 3LA ESCUELA Y LA MÚSICA

Page 40: Cádiar, Memoria en blanco y negro

254

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Page 41: Cádiar, Memoria en blanco y negro

255

Capítulo 3. La escuela y la música

EDUCACIÓN Y ESCUELA

En nuestro municipio hasta la construcción del Grupo Escolar, según Ley de Construcciones Escolares de 1957, las escuelas públicas y unitarias, es decir, no graduadas, además de estar mal dotadas, se encontraban en diferentes locales humildes más o menos residuales de los edificios públicos o en habitaciones de viviendas privadas según momento y circunstancia.

La educación, que está presente en la vida del hombre desde los comienzos de su existencia, es la base esencial para llegar a ser persona y uno de los pilares del desarrollo económico y cultural y, también, de bienestar social. La educación está bien difundida, no falta en ninguna sociedad, ni en ningún momento de la histo-ria. En toda sociedad por primitiva que sea, encontramos que el hombre se educa.

Junto con la familia, la escuela es la institución por antonomasia donde se aprende a ser y a compartir. La educación va mejorando y superándose a lo largo de la historia, atendiendo a la realidad social y cultural del momento.

En el siglo XVIII, conocido como el siglo de las Luces o de la Ilustración, se ini-cia de una toma de conciencia general sobre la importancia que tiene la educación para el desarrollo de los pueblos.

La educación fue una obsesión constante en los monarcas ilustrados, Fernan-do VI, y especialmente, Carlos III. A partir de este período se inician programas para que las clases menos favorecidas tengan acceso a la educación, básicamente en lo que se refiere a las “primeras letras”. A partir de este momento, muchos Ayuntamientos comienzan a crear escuelas públicas, responsabilizándose de la adquisición y mantenimiento del local. A pesar del impulso ilustrado, no todos los pueblos crean escuelas. En nuestro municipio, no nos consta que se contase con maestros de “primeras letras” en este siglo de las Luces.

Capítulo 3. La escuela y la música

Page 42: Cádiar, Memoria en blanco y negro

266

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Page 43: Cádiar, Memoria en blanco y negro

fotoscomentadasCapítulo 3: La escuela

Page 44: Cádiar, Memoria en blanco y negro

272

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Paco Ocaña

D. Francisco Ocaña, con un nutrido grupo de la escuela unitaria en el curso 1933-34, Bienio Derechista de la Segunda República.

La foto está tomada delante del primitivo Ayuntamiento; unos años más tarde, a partir de 1935 se harán pabellones para el cuartel de la Guardia Civil en plaza de la Constitución (plaza del Ayuntamiento).

Los locales escolares, muchas veces, oscuros, húmedos, sombríos y con poca ventilación, eran deficientes tanto en espacio para tantos alumnos, como en el material empleado para la enseñanza

Entre otros Paco Dumont, Ramón Reinoso, Ricardo Reinoso, Manuel el de “Carpico”, Manolo el de “Borico”, Nicolás, “el Chasco”, Melchor. El niño, cogido por el maestro es su hijo: Paco Ocaña. ¿Reconocen a alguno más?

Estos alumnos de la Segunda República se pasaban años deletreando la cartilla; después se pasaban al libro Catón y, no todos, a unos libros de lectura titulados Deberes y Mi Primer Manuscrito. Había pocas Enciclopedias pues, principalmente, los conocimientos eran los transmitidos por el maestro.

Para escribir se utilizaba una pluma que se mojaba en unos diminutos tinteros de loza; la tinta era fabricada por los alumnos con agua y unos polvitos negros o azules que venían en un sobrecito de papel. Para hacer las cuentas o para escribir dictados se utilizaban pe-queñas pizarras con su pizarrín o clarión.

Page 45: Cádiar, Memoria en blanco y negro

273

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Paco Alcázar

D. José Carmona con todos sus alumnos en 1934. La escuela se encontraba en la placeta del mesón. En los años 40, tras casarse (en segundas nupcias) pasa la escuela a su casa de la calle Real (debajo estaba el primitivo casino).

Como vemos en la foto, en estos años y hasta bien entrados los años 60 del siglo XX, en la escuela no había cursos ni grupos, sino niños pequeños, medianos y grandes. La escuela era unitaria, y el maestro hacia unas actividades con los niños grandes, otras diferentes con los medianos y alguna que otra actividad con los pequeños. A pesar de que no había controles ni exámenes, el maestro conocía a cada niño, sabía en qué fallaba y en que tenía que reforzar; en definitiva, lo que hoy llamamos, atención individualizada.

Nos llama la atención el gran número de alumnos en torno a los 60; la gran mayoría, acudirá por poco tiempo, los padres, con harta pena de los zagales, los quitaban de la es-cuela para dedicarlos a las tareas del campo, de ahí que hubiera tanto absentismo escolar.

Entre otros, Manuel Tarifa, Paco Dumont, Antonio Bayo, Manuel Zurita, Rosendo Mar-tínez, Antonio “el Americano”, Álvaro Olvera, los hermanos Manolo y Blas “el de Borico”, Salvador García “Vílchez”. Algunos de los sentados, Antonio, el de José María Rivas, Boro el “Pacho”, Juan Calistro; Pepe Alcázar y el niño pequeño con babero es Paco Rojas.

Algunos alumnos, en horario escolar, hacían de maestros de sus compañeros más pe-queños o rezagados.

Page 46: Cádiar, Memoria en blanco y negro

274

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Virginia Prats

La niña Virginia Lupiáñez, con 13 años, recibiendo clases particulares para prepararse a la prueba de Ingreso en Bachillerato, año 1935. Estudió en Vera, Almería, en donde estaba destinado su primo Juan Ortega, maestro de escuela y natural de Narila.

En la foto se ve que está calculando el cuadrado de la suma de dos números.

Page 47: Cádiar, Memoria en blanco y negro

275

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Paco Alcázar

El maestro D. José Carmona, con su ahijado, Antonio Hidalgo, en 1935.D. José, oriundo de Motril, llega destinado al pueblo en los años 30 con su esposa la

maestra Doña Antonia. Años más tarde se casa en segundas nupcias con la cadiareña Doña Cruz. D. José, fue un personaje con poder económico y social, asiduo a las tertulias del casino.

Al terminar la Guerra Civil, el día 2 de abril, el Comandante militar que tomó el pueblo lo designa Alcalde, auxiliado por los consejeros, Salvador García Tarifa “Borico el Neno” y Frasquito Valdearenas. El nombramiento de Alcalde lo tuvo hasta el día 5 de abril (3 días) en que fue sustituido por José Jiménez.

Page 48: Cádiar, Memoria en blanco y negro

276

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Paco Alcázar

Juego de espejos Foto de estudio de la maestra Doña Antonia Fajardo, natural de Granada, de familia acomo-dada, primera esposa de D. José Carmona en el año 1926.

En esta época era común posar en un estudio fotográfico con el juego de espejos o cali-doscopio.

En principio este matrimonio pedagógico tenía sus respectivas escuelas en la placeta del mesón.

En general, los maestros trataban de enseñar y sobre todo educar, tanto dentro como fuera de la escuela, dejando en los alumnos y en sus familiares un grato recuerdo.

Page 49: Cádiar, Memoria en blanco y negro

277

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Paco Ocaña

Chicas de Cádiar en el Colegio de la Presentación de Granada, situado en la calle San Juan de los Reyes, en el curso 1940-41.

Entre otras: Anita la de Ascensión, Maria Ocaña, Charo García López, sobrina de Ansel-mo y de Antonio “el Artista”.

Page 50: Cádiar, Memoria en blanco y negro

282

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de María Cara

¡Un futuro por descubrir!

Simpática foto coloreada de Luis Ortega, el de Basilio, como recuerdo escolar del curso 1948-49. La escuela estaba ubicada en C/ Real, casa de D. José Carmona.

Los españoles que estudiaron durante el Régimen recibieron una educación en la que se potenciaban las virtudes de España y de su gobernante. Y esto se perseguía con la visión que se daba de la historia de España, en la que se hacía hincapié en las gestas de las glorias imperiales, en la misión civilizadora del catolicismo y en el concepto de hispanidad.

En estos años de miseria, a la mayoría de los padres les bastaba que sus hijos aprendie-ran a leer, escribir y las cuatro reglas. A pesar de ello las clases eran muy numerosas, en alguna ocasión se superó la centena de alumnos por aula, aunque algunos, no pisaban la escuela y otros la abandonaban tras pasar unos años. En definitiva, el maestro practicaba a su manera, pero acertada, la integración escolar, es decir, los alumnos avanzaban al ritmo que cada uno podía.

Page 51: Cádiar, Memoria en blanco y negro

283

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de María Cara

Toda una vida por delante

Recuerdo escolar de la niña María Cara en el curso 1950-51. A diferencia de hoy, los es-colares disponían de poco material a transportar en su desvencijada y descolorida cartera de cartón, todo lo más la pluma con su tintero de loza y una pizarra con su pizarrín y su respectivo trapo para borrar. A veces, al no disponer del pizarrín conveniente para la pizarra en la que se hacían las cuentas o dictados, se usaba para escribir un trocito de la misma que, no pocas veces se encontraba sin marco y rajada. Muchos no disponían de libro de texto ya que utilizaban los libros de lectura que se encontraban en la escuela.

Algunos de los libros de texto que se podían encontrar en las escuelas estaban diferencia-dos entre niños y niñas. Los niños disponían de las Lecturas Graduadas, Glorias Imperiales, la Nueva Emoción de España, Patria, el Libro de España y El Muchacho Español. Las chicas contaban con Guirnaldas de la Historia, Enciclopedia Elemental de la Sección Femenina o Fa-biola.6 En estos libros de texto o de lectura se aprendía lo que un buen español o española, católicos fervientes, tenían que amar u odiar, imitar o rechazar. En definitiva, se trataba de formar “al caballero cristiano y español” y a la mujer como ama de casa, recatada, sumisa, hacendosa y hogareña.

6 SOPEÑA MONSALVE, A.: El Florido Pensil. Memoria de la escuela Nacionalcatólica. Plaza & Janes editores, Bar-celona, 2002 (sexta edición), p.23.

Page 52: Cádiar, Memoria en blanco y negro

292

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Juan Torres

Tú a estudiar, hijo, a estudiar.

Grupo de jóvenes en el porche de entrada de la escuela en 1961.Se preparan la prueba de ingreso al bachillerato elemental. En Junio, los niños en el Ins-

tituto Padre Suárez, y las niñas, en el Instituto Ángel Ganivet, darán cuenta de lo aprendido en estas tardes de clases particulares después de la escuela.

Entre los niños se encuentran, Carlos, hijo del Guardia Civil, “Chinchilla”, Juanito Torres y Juan Fernández el de “Virtudes”; las niñas, Dulce Nombre Blanes, Ma Elena Álvarez, Car-mencita Jiménez y Ma Cruz García, hija de la maestra de la Rambla del Banco.

Nos llaman la atención las niñas con sus típicas faldas de tablas y las carteras del recién aparecido plástico duro a modo de bandolera; los niños van bien equipados con su cartera de mano.

En el bachillerato, que se comenzaba con el “el ingreso” a los nueve años, los libros de texto eran gordos. Llevaban bastante letra y pocos dibujos que había que memorizarlos, sin más remedio.

Page 53: Cádiar, Memoria en blanco y negro

293

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección Juan Torres

¡Labrándose un porvenir!

Los maestros D. Francisco Noguerol y D. Antonio Rodríguez con sus pupilos, estudiantes del “bachillerato libre” en 1963.

Los alumnos, Juan Rodríguez Torres y Juan Fernández; las alumnas, de izquierda a dere-cha: Paquita Rivas, Ma Elena Álvarez, Carmencita Jiménez, Dulce Blanes, Ma Cruz García, Agustina Rivas, Teresita Zurita.

Muchos padres intuyeron el valor de la educación para la promoción de sus hijos y los pusieron a estudiar bachillerato. En ésta época existían tres vías para continuar los estudios tras la escuela, una, seguir el bachillerato en colegios religiosos de pago; propio de econo-mías más saneadas; otra vía, era el Seminario y la tercera, la escogida por muchos paisanos, (se trataba de economías más débiles), era estudiar hasta 40 de bachillerato elemental en el pueblo y en el mes de junio, examinarse por libre en Granada. En Cádiar, el precursor de la enseñanza libre fue D. Paco Mendoza pero la eclosión estudiantil vino de la mano de D. Francisco Noguerol, a los que se sumaron D. Antonio Rodríguez y más tarde, D. Eduardo, que montaron una especie de academia en el Grupo Escolar, iniciativa que merece nuestro más cálido reconocimiento.

Los maestros y maestras a pesar de que cobraban por el Estado, seguían mal pagados y muchos se tuvieron que idear allá por los años 60, el sistema de “permanencias”, o tipos de clases particulares. En 1960, el sueldo mensual de un maestro en ejercicio era de 800 pesetas, de ahí que se dijera “pasas más hambre que un maestro de escuela”. A finales de los años 60, el sueldo se hizo más digno, en torno a las 4000 pesetas. Además, los maestros de vez en cuando, recibían algún regalito, generalmente de productos del campo, algún pollo o conejo.

Page 54: Cádiar, Memoria en blanco y negro

294

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Antonio Rodríguez

Alumnos de la escuela graduada de Narila, delante del recién inaugurado grupo escolar, en el curso 1962-63.

El maestro de la escuela graduada, con 29 alumnos, divididos en pequeños, medianos, grandes era D. Antonio Rodríguez; en el año 1963 fue destinado a Cádiar.

Entre otros, los mayores hasta 14 años, Eduardo Antequera, Rosendo Antequera, Joseico “el Posadero”, Paquillo “el de Presenta”, Esteban Antequera, Serafín Almendros “el de las Piedras” y Carlos Lorenzo. Los pequeños en cuclillas, Custodico, Paquillo “el de Hortensia”, Cristóbal, etc.

En estos años, el Gobierno aprobaba leyes para que ningún niño abandonara la escuela antes de los catorce años, pero ante la débil economía de sus progenitores, muchos de ellos, tenían que enviar a sus hijos a trabajar con diez o doce años, y ningún maestro denunciaba a un padre que hacía esto cuando tenía cinco o seis hijos y ganaba un salario base. En cual-quier caso, las clases eran demasiado numerosas a pesar del absentismo escolar.

Page 55: Cádiar, Memoria en blanco y negro

295

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Antonio Rodríguez

Las autoridades locales del pueblo con los maestros de la zona, en uno de los porches del Grupo Escolar, otoño de 1963.

Los maestros asisten a un cursillo sobre Educación en Alimentación y Nutrición, organi-zado entre el Gobierno español y los organismos internacionales de la F.A.O. y U.N.I.C.E.F.

Entre las autoridades se encuentran de izquierda a derecha, Antonio Mendoza, Presi-dente de la Hermandad de Labradores; D. Luis, el médico; D. Antonio Guerrero, cura; Cristóbal Jiménez, juez de paz; Paco Alcalá, concejal; el Brigada de la Guardia Civil; D. Mauricio Luque, el farmacéutico. Los maestros del pueblo que se encuentran, de izquierda a derecha son: D. Eduardo, D. Francisco Noguerol, D. Antonio, D. Francisco Ocaña y D. José Manrique. Las maestras, Doña Purita, Doña Virtudes, Doña Herminia (en el centro de la imagen), también se encuentra la cadiareña Doña Matilde Mendoza, que estaba de maestra en Torvizcón.

Los maestros/as eran personas respetadas y respetables, en razón de su cargo y de sus cualidades personales. Sabían manejar bien la diversidad de los alumnos, haciendo agru-pamientos flexibles y un seguimiento individualizado, ya que en el aula atendían desde casi párvulos hasta adolescentes.

En Cádiar se da un caso peculiar, no abunda el éxodo entre los maestros, y muchos desarrollarán aquí toda su carrera profesional, integrándose en el pueblo y casándose con cadiareñas o cadiareños.

Page 56: Cádiar, Memoria en blanco y negro

298

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Manuel Jiménez

Doña Purita con algunas alumnas en clase de baile y canto, año 1965.La maestra Doña Purita, daba una formación integral: por la mañana, enseñaba los rudi-

mentos de la cultura recogidos en la Enciclopedia Álvarez y por la tarde daba una formación específica a las niñas, como canto, corte y confección, labores, rudimentos de cocina que se completaban con el curso que impartía la Sección Femenina.

Entre otras de pie, Encarnita Corral hija de Doña Purita, la maestra Doña Purita y Teresita Zurita; sentadas y vestidas de faralaes Rosarito Villalta, Natalia Gómez y Gádor Alcalá.

Page 57: Cádiar, Memoria en blanco y negro

299

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Aurora Luque

La niña Aurora Luque en las bancas de la escuela de Narila en 1966. Su madre estaba de maestra en este pueblo.

En estos años, (como vemos en la imagen), seguían presentes los pesados pupitres de madera, casi destartalados por el uso, de dos asientos con su respectiva oquedad para el tintero, aunque ya estaba en desuso, y con una balda para colgar la cartera.

Según aparece en el periódico Ideal, Aurora, en el año 1980, alumna del Instituto Ángel Ganivet y estudiante de COU, fue la ganadora del VI premio del Cuento y Poesía “Miguel de Cervantes” que organiza con carácter nacional el Instituto de Bachillerato de Alcázar de San Juan. Obtiene un premio en el apartado de Poesía, con el trabajo “Poemas para una mañana de febrero”.

Page 58: Cádiar, Memoria en blanco y negro

300

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Conchita Jiménez

Grupo de párvulos en la guardería infantil privada en la calle Real (casa de Andrés Peña-fiel), año 1967. La guardería infantil término admitido por la RAE en 1971, fue montada por Conchita Jiménez en su casa. En el año 1965 cobraba 1 peseta al día por niño; después subirá a 50 pesetas al mes.

Entre otros se encuentran, de izquierda a derecha: Vicente Gómez (hijo del veterinario), Juan Carlos, hijo del practicante, Antonio Ruiz, hijo del retratista, Isabel Sánchez Lozano “de las Rubias”, Javier Alcalá, Manoli Sánchez la de “Nicolasa”, Ma Luisa Rodríguez, hija de Rosendo Rodríguez, Serafín Villalta, Francisco “el Pilo”, Chari Valdearenas y Ángel Vicente Cara.

La pedagogía de los años 60 consideraba la conveniencia de las escuelas infantiles pero no contemplaba la existencia de guarderías.

Page 59: Cádiar, Memoria en blanco y negro

301

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Antonio Rodríguez

Las mocitas de la E.G.B

Grupo de alumnas de 80 de EGB en el curso 1974-75.De pie y de izquierda a derecha: Loli García, Ma Pilar Almendros, Encarni García, Loli

García, Ma Dolores García, Encarna Olvera, Conchi Molina, Juani Romero, hija de Guardia Civil. En cuclillas: Milagros Juárez, Encarni Almendros, Ana Álvarez.

En su indumentaria predominan las faldas con pliegues, de tablas y plisadas.Los cambios sociales y económicos producidos en la década de 1960-70 también afec-

taron al sistema educativo del país. Durante el ministerio de Villar Palasí (1968-1973) se aprueba la Ley General de Educación en 1970, reestructurándose todo el sistema educativo español, que implanta el sistema en Educación General Básica, gratuita y obligatoria de 6 a 14 años, Bachillerato Unificado Polivalente de 15 a 17 años, y Curso de Orientación Univer-sitaria a los 18 años, preparatorio para la entrada a la Universidad.

Page 60: Cádiar, Memoria en blanco y negro

304

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección: Ayuntamiento

Muestra de bienvenida y agradecimiento a la llegada del maestro enviado a Narila, tras la reapertura de la escuela, cerrada durante un tiempo, en 1982.

En 1981, el pueblo de Narila se moviliza para que no se cierre la escuela, pues contaba con 22 niños. Los padres envían una carta al ministro de Educación, y obtienen resultados satisfactorios, ya que designa un maestro tal y como recoge la foto.

En mayo de 1982 el Ministro de Educación, Mayor Zaragoza, visita el pueblo de Cádiar, con motivo de un mitin electoral y los “churregos” se manifestaron en las Cruces con pan-cartas solicitando la reapertura de la escuela, ante el paso de la comitiva.

Page 61: Cádiar, Memoria en blanco y negro

305

Capítulo 2. La escuela y la música

De nuevo en nuestra escuela

Grupo de vecinos y niños en el interior de la escuela de Narila, año 1982.Están presentes Cándido López, el alcalde, el nuevo maestro y Enrique Lupiáñez, alcal-

de pedáneo. La instantánea recoge el momento de la celebración tras la reapertura de la escuela.

Entre otras se encuentra Dulce García “Pichorra”, Adoración Jiménez, Ma Ángeles Al-mendros, Eloisa Pérez, Cruz Ortega; una de las niñas es Isabel Castillo Estévez.

Colección de Ma Teresa Lupiáñez

Page 62: Cádiar, Memoria en blanco y negro

308

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Page 63: Cádiar, Memoria en blanco y negro

309

Capítulo 3. La escuela y la música

LOS JUEGOS DE ANTAÑO

El Diccionario de la Real Academia Española, en una de sus acepciones, define el juego como ejercicio recreativo sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde.

Las diferentes generaciones de escolares de nuestro pueblo desde los años 20 hasta los años 70 del siglo XX, han compartido y disfrutado un variado abanico de juegos populares, algunos de ellos jugados en otras partes, manteniendo el mis-mo nombre o bien cambiándolo. Este repertorio de juegos, a pesar de la distancia cronológica entre las distintas generaciones, poco ha cambiado en cuanto a sus reglas de juego y desarrollo.

Hemos de señalar que esta muestra de juegos de nuestro pueblo, ha tenido su correspondencia en los diferentes pueblos de nuestro entorno; muchos de ellos han experimentado alguna variante. Estos juegos fomentaban la socialización, el trabajo en equipo, la competitividad; no obstante, algunos de ellos tenían un cariz agresivo y violento (Abejorro, Liebre).

La llegada de la sociedad de consumo, así como la aparición de la TV, la gene-ralización de la bicicleta, la difusión de los juegos de mesa, entre otras, favorecen su declive y olvido.

Nuestro deseo es que estas páginas, no sólo sirvan de regocijo o nostalgia de aquellos que los jugamos, hoy padres y abuelos, sino, en la medida de lo posible, de guía de ocio para las nuevas generaciones que desconocen estas formas de diversión colectiva.

En estos años la división en la escuela por razón de sexo marca también los juegos y se pueden hablar de juegos de género, pues pocos se hacían en común. Todo lo más, con motivo de ciertas festividades, por ejemplo en San Marcos, se jugaba a las ruedas o corros y participaban chicos, chicas, amigos y familiares todos juntos.

En general, podemos destacar, que los niños imprimían en sus juegos mayor energía física, más libertad, mayor dominio del espacio y exploración del entorno; eran juegos más dominantes y agresivos. Los juegos de las niñas eran más se-dentarios, limitados a espacios concretos y próximos (Comba, Quema) y, en cierto modo, ligados a la “condición femenina” tal como era entendida entonces (comidí-

cas, muñecas, casicas). Pasamos a describir cada juego.

Page 64: Cádiar, Memoria en blanco y negro

312

Cádiar, Memoria en blanco y negro

sus espaldas, pudieran saltar. Deberán guardar un orden riguroso. El ritmo de los saltos se medía por el compás que establecía cada uno de estos versos:

San Isidro el labrador

muerto lo llevan en un serón

El pepino era zocato

muerto lo llevan en un pellejo

El pellejo era de aceite

muerto lo llevan en un bonete

El bonete era de un cura

muerto lo lleven a la sepultura.

Al llegar al hoyo

se tiró tres follos:

uno para el cura

otro para el sacristán

y otro para el acólito

Según anota Enrique Morón, en su libro “El Bronce de los días”, realmente los ver-sos son disparatados y con poco sentido común.

Otras veces, al tiempo que se saltaba se cantaba la siguiente tonada:

A las una, canta el cuco

A las dos, el ruiseñor

A las tres, la totobía

A las cuatro, ya es de día

A las cinco, una te “jinco” (en este apoyan un

nudillo de la mano en la espalda)

A las seis, dos jinqueis (se apoyan dos nudillos)

A las siete, planto mi cara puchete

A las ocho, borriquito bizcocho

A las nueve, inclina la bota y bebe

A las diez, acaban de beber

A las once, llama el conde

A las doce, le responde

Una de las reglas de este juego era que el jugador o jugadores que canten los últimos versos que introduce mímica, deberán gesticular al tiempo que saltan o después del salto. El jugador que no cumpla estas reglas o se caiga después de saltar será el próximo en amagarse.

Page 65: Cádiar, Memoria en blanco y negro

313

Capítulo 3. La escuela y la música

En otras ocasiones, según reglas del juego, el niño que permanecía encorvado tenía un zapato en la mano con el fin de arrojárselo a los niños que salían de es-tampida tras la conclusión del último verso. Si el zapato daba en la espalda de uno de los jugadores que huían, este se amagaba y vuelta a empezar.

• Otra canción que introduce mímica y se gesticula al final de la misma es:

El calvario tenía un pino

El pino tenía tres ramas

Cada rama tenía un nido

Cada nido tenía tres huevos

Al tirar al blanco

Me quedé manco

Al tirar al rojo

Me quedé manco y cojo

Y al tirar al “colorao”

Me quedé manco, cojo y jorobado

• Otra tonada:

María la tirititaña

Tiene los pelos de caña

Y las trenzas de tomiza

Madre, que me voy a misa,

Me voy a Puerta Real,

Madre, que no me verás más.

Salto de la muerte.Se jugaba principalmente en otoño e invierno. Consistía en saltar por encima de un caballón de tierra, (llamado muerte) sin pisarlo y de un niño amagado, mien-tras que esta persona va alejándose, poco a poco en cada salto y haciéndolo más difícil.

Los jugadores para ganar posiciones hacían distintos tipos de saltos. Según la dificultad se hacían:

- Salto entero: en éste el jugador entre la muerte y el niño amagado no pone los pies en el suelo. Éste era el que más contaba.- Salto el medio bollo: el jugador puede poner un pie entre el caballón (muerte) y el amagado.

Page 66: Cádiar, Memoria en blanco y negro

332

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Page 67: Cádiar, Memoria en blanco y negro

333

Capítulo 2. La escuela y la música

fotoscomentadasCapítulo 3: La Música

Page 68: Cádiar, Memoria en blanco y negro

336

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección: Ayuntamiento

¡Con los pitos a punto!

Banda Municipal de Cádiar, según foto de Lupiáñez, en la feria de 1944.Para la ocasión los músicos se encuentran flanqueados por los guardias municipales de

campo, Luis García “Marcelo” a la izquierda y Antonio Pérez “el Tanto”, a la derecha, los cuales tenían como cometido la vigilancia del campo y del pueblo en los días de feria. Era común que los programas de la feria terminasen con la coletilla: “serias garantías de orden y exquisita vigilancia”. En estos años para este cargo principalmente se contrataban entre los excombatientes o hijos de viuda.

Entre otros de pie: José Manzano, caja; Pérez, saxofón alto; Carlos Lorenzo, Narila, cla-rinete; Salvador Alcázar, clarinete. Sentados: Agustín Bocarrena, requinto; Paco Álvarez, bombo; maestro Sánchez con batuta; José Rojas, bajo de cilindros; Fernando Cruz, plati-llos; Antonio Álvarez, bombardino; el tío José Álvarez, el músico más antiguo de la banda, bombardino.

En la primera fila: Blas el de Indalecio, Gabriel el de Indalecio, Roque de Narila, Agustín Juárez, trompeta, Indalecio Rojas.

Esta banda en los años 40 obtuvo un premio en Almería y al maestro Sánchez le dieron como trofeo un espadín.

Page 69: Cádiar, Memoria en blanco y negro

337

Capítulo 2. La escuela y la música

La banda de la música en el año 1950.En el año 1949 por excedencia del maestro Sánchez, que se traslada con su familia a Vi-

llaverde (Madrid), ocupa la dirección de forma interina, Antonio Álvarez Olvera que percibe un sueldo de 5000 pesetas anuales, según Actas del Ayuntamiento. En el año 1950 será sustituido por el maestro Ignacio García.

Entre otros: José Rojas, bajo; Teodoro González, trombón; Fernando Cruz, platillos; Paco Álvarez, trombón; Pérez, saxo; Pepe Expósito “el Gato”, caja; Indalecio Rojas, trompeta; Ma-nuel Rojas, trombón; Agustín Juárez, trompeta; José Fernández “Dormido”, trompeta; Paco Rojas, trombón. En cuclillas, Vicente García, Blas el de Indalecio, fiscorno, Luis Gualda, “el de la tía”, clarinete; Joaquín Alcazar.

Muchas familias tanto de Cádiar como de Narila: Álvarez, Alcázar, González, Juárez, Lo-renzo, Rojas, trasmiten la tradición musical a sus hijos y, a veces, a sus nietos. En la banda, con frecuencia, se encontraban distintas generaciones familiares.

A finales de los años 40 del siglo XX los músicos podían conseguir unas 50 pesetas y hospedaje gratis, incluida comida de “fiesta” durante tres o cuatro días.

Colección de Manuel Jiménez

Page 70: Cádiar, Memoria en blanco y negro

342

Cádiar, Memoria en blanco y negro

El maestro Sánchez en el patio de su casa de Madrid en el año 1957.Francisco Sánchez, natural de Cádiar, era de familia de tradición musical. Su padre tocó la

trompeta con los maestros Moreno (finales del siglo XIX) y Pinteño (principios del siglo XX).Las primeras clases de solfeo las recibe en el hogar familiar y en la academia con el

maestro Pinteño. Siendo casi un niño lo mandaban a trabajar al campo y se sentaba debajo de una higuera a leer partituras. A los 17 años, (1910), se marcha a Granada a estudiar música con alguna resistencia por parte de los padres. Antes de marchar a Granada le dice al padre: “He de volver para dirigir la banda y tú quedarás fuera de ella”. Con 19 años se va de voluntario al ejército y entra en la banda de música del mismo. Hace el servicio militar en el Protectorado Español en Marruecos. Terminado el servicio militar estuvo de director de la banda de música de Santa Fe. Además, le ofrecieron que dirigiera la banda de Lanjarón y algunas en Almería. Pero, quizás, el reto que le hace al padre antes de marchar a Granada, le vale de estímulo para recalar en Cádiar.

En el año 1934 ya está dirigiendo la banda del pueblo. Blas Reinoso, alcalde, creó la plaza fija para este maestro.

Durante la Guerra Civil estuvo fuera del pueblo y no volvió hasta finales del año 1940. Los hijos lo consideraban un extraño después de tanto tiempo fuera del hogar. Tenía una guitarra de “palo santo” y durante la guerra estuvo escondida entre los cuartones de una de las cuadras de su casa, como un gran tesoro.

Colección de Rosalía Sánchez

Page 71: Cádiar, Memoria en blanco y negro

343

Capítulo 2. La escuela y la música

¡La Banda se renueva!

Foto tomada en las fiestas de San Agustín de Lobras, puerta de la Iglesia en el año 1958.Juanico Tarifa “Cascarilla”; Antonio Maldonado “Churrero”, Plácido de Narila; José Fer-

nández; Serafín Rojas; Joaquín Manzano “Guijarro”; Agustín Juárez. El niño del clarinete, llamado mascota, viene desde Canjáyar con el maestro Ramírez.

El maestro dominaba todos los instrumentos de la banda. Cuentan que tocaba el corne-tín con la mano izquierda y dirigía la banda con la mano derecha. Durante su etapa como director obtuvo varios premios en certámenes de bandas. También era un virtuoso de la guitarra. Cuanto tocaba la guitarra en su casa, aquellos que pasaban por la calle se paraban a escucharlo. En Almería daba conciertos de guitarra.

En el año 1949 se marcha a Madrid, buscando un mejor porvenir a sus hijos y entra como profesor de música en el Colegio de Huérfanos del Estado; además daba clases parti-culares de guitarra en su casa.

El maestro Sánchez es el autor musical del Himno de San Blas, dejándonos esta melodio-sa, entrañable y emotiva partitura musical que cada año interpreta la banda de música en las novenas y festividad de San Blas. En cuanto a la letra, según Alfredo Álvarez Prats este himno no fue escrito originariamente como himno sino como “Gozos a San Blas”. Es una composición poética en alabanza a la Virgen o a los Santos, que se divide en coplas, después de cada una de las cuales se repite el mismo estribillo.

Colección de Manuel Jiménez

Page 72: Cádiar, Memoria en blanco y negro

346

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Joaquín Manzano “Guijarro”

¡Que alivio!

Un grupo de músicos en las escuelas de Lobras en el año 1960. Tras la función de la ma-ñana, en las fiestas de San Agustín, se han tomado un merecido descanso despojándose del uniforme y mostrando los típicos calzoncillos de lienzo basto, confeccionados por sus madres.

De izquierda a derecha: Cristóbal el de Amelia la “Merenga”; Agustín Juárez, Joaquín, el “Guijarro”; Antonio, el “Churrero”; Plácido el de Narila; Juan Tarifa “el Cascarilla”.

Page 73: Cádiar, Memoria en blanco y negro

347

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Manuel Jiménez

¡La hora de los churregos!

La Banda en la puerta de la Iglesia de Albondón dirigida por el maestro Ignacio, en 1961.Narila siempre contó con buenos músicos que aportó a la banda, pero en estos años tuvo

un peso específico, prueba de ello es que la primera fila está formada por “churregos”.De izquierda a derecha: Serafín Almendros “el de las Piedras”; Paco, el rubio; Paco el de

“Presenta”; Esteban Antequera; Carlos Lorenzo; Serafín “el de Dolores”. En la segunda fila de izquierda a derecha: Cecilio Mellado; Manolo Cruz “Salero”; Alejandro García; Esteban Pérez; Agustín Juárez, Fernando Ruiz, Antonio Maldonado, Antonio Tarifa “Rubio”, Pláci-do, el “Garbancero” de paisano; los dos mayores, Fernando Cruz, José Rojas y el maestro Ignacio.

Paco Alcázar en el libro “Cádiar: Testimonio y Semblanza” nos cuenta que “El joven músico tenía que ganarse el prestigio entre sus compañeros y paisanos. El maestro decidía quien podía pasar del solfeo a tocar su respectivo instrumento y, tras un período de prueba, hacerse acreedor de la paga que le correspondiera: primero una parte de lo asignado a un músico mayor, luego dos partes, a continuación tres partes y, finalmente, la parte entera, según la terminología usada entre ellos” [...] “Era costumbre que cada ascenso del joven músico lo celebrara con sus compañeros, invitándolos a beberse una cuartilla de vino, media arroba, tres cuartos de arroba o una arroba respectivamente, según el tipo de ascenso ”.9

9 ALCAZAR GASPAR, F.: Cádiar: Testimonio y Semblanza. Excmo Ayuntamiento de Cádiar, 1999, p.186

Page 74: Cádiar, Memoria en blanco y negro

350

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Fernando Ruiz

De la banda …a la orquestina

Fernando Ruiz y Juan Lorenzo con trompetas; Serafín Almendros de Narila en la batería montada con el bombo, platillos y caja de la banda; Antonio Maldonado, “Churrero” con clarinete y Paco Tarifa, bombardino, amenizan el baile de las fiestas de Nieles en 1968.

Estos músicos se ganaban unas “pesetillas” extras tras la función de la banda.Destaca la simplicidad y pobreza del escenario, tipo minimalista que se reduce a una silla

para cada músico y que está cubierto con los “faldos” de aceituna y sostenidos por los palos del ejero (timón-clavijero).

Page 75: Cádiar, Memoria en blanco y negro

351

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Ma Elena Álvarez

El gran carrusel

En los años 60 asistimos a la época “Ye-Ye” y con ello al desarrollo de los grupos músico-vocales que proliferan a lo largo del territorio nacional para amenizar los bailes y guateques que estaban tan de moda. Cádiar no podía ser menos al respecto y contó con su conjunto “Los volcanes”, formado por un grupo de jóvenes bajo la dirección de Paco Prats. El con-junto ofrecía en directo versiones de los cantautores y grupos del momento: Beatles, Pe-kenikes, Relámpagos, Fórmula V, Los Diablos, Dúo Dinámico, Brincos, Juan y Junior.Nos cuentan que abrían el baile con la canción “Conocerte mejor” de los Beatles.

Este grupo musical, amenizaba las ferias, fiestas y guateques del pueblo; así como las de los pueblos colindantes y nos convencieron de lo inolvidable que resulta todo “con un sorbito de champán”.

Los componentes de “Los Volcanes”, que están delante de una furgoneta DKW en 1968 son de pie: Juan Lorenzo, trompeta; Tomás Maldonado “Churrero”, batería; Pepe Jiménez, el de Doña Lolina, bajo; Paco Prats, guitarra acústica y solista; agachados: Antonio García, guitarra de acompañamiento y Pepe de Yátor, vocalista por poco tiempo.

Page 76: Cádiar, Memoria en blanco y negro

352

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Juan Lorenzo

¡En horas bajas!

La banda a lo largo de su historia ha vivido momentos de gloria que han sido la mayoría, pero también ha conocido algunas épocas de crisis y desánimo. En el año 1957, la banda llegó a encontrarse sin director, ni uniforme. Otro momento fue en la feria de 1980, en el que la banda estaba deshecha y los músicos desperdigados.

Ante esta situación una comisión formada por el alcalde, Cándido López, Jorge Lara y el secretario del Ayuntamiento, D. Manuel Ferrer, piden el favor a los músicos que se en-contraban en el pueblo de que “hagan la feria”. Los músicos tocan desinteresadamente, es decir, sin cobrar y vestidos de calle, sin uniforme, momento que recoge la instantánea en la Fuente del Vino de 1980.

De pie: Angelitos, platillos; Fernando Cruz, bombo; Fernando Ruiz, bombardino; Paco Rojas, trombón; Facundo Juárez, clarinete; Pérez, saxofón. En cuclillas: Rafael Castillo, caja; Juan Perilla y Juan Lorenzo, trompetas.

Otros paisanos que se encuentran junto a la Fuente son: Joseico el “Garbancero”, D. Ma-nuel Ferrer, el Secretario del Ayuntamiento; Jorge Lara, Cándido López el alcalde, Domingo Reinoso y Blas González, el “Caracol”.

Page 77: Cádiar, Memoria en blanco y negro

353

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Antonio Medina

El arte de repentizar

Tarde de trovo en la puerta de las escuelas de la Rambla del Banco en 1978.“Tocaores” y vecinos se han reunido con motivo de la festividad de la Virgen de Fátima y

celebración de las Primeras Comuniones. Sentada en el porche de la escuela, se encuentra una niña vestida de Primera Comunión.

Entre otros Andrés Linares, que canta y toca el violín, Jesús Díaz, Antonio el de María Martín, con guitarra. Observan y escuchan atentamente Antonio Medina y su hijo Antonio.

El médico Harold López Méndez en su libro “La España desconocida. La Alpujarra: rincón misterioso” dice que “es frecuente sobre todo en los pueblos y cortijos de la Contraviesa la fiesta del “trovo o trova”, palabra que nos recuerda la existencia de los trovadores medievales, poetas profesionales ambulantes, grandes, y no pocas veces, inspirados improvisadores. En esta fiesta se cantan unas composiciones que se repentizan en el momento y que muchas veces son alusivas a los que asisten a ella. También se hace lo mismo en las fiestas y bailes privados, en los que los mozos se valen de la copla para cortejar a la mujer pretendida o para zaherir al rival”.10

10 LÓPEZ MÉNDEZ, H.: España desconocida. La Alpujarra: Rincón misterioso. Madrid, 1967, pp. 81- 82.

Page 78: Cádiar, Memoria en blanco y negro

356

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Colección de Cristóbal Jiménez

Grupo de tambores, cornetas y majorettes, dirigidos por el maestro Ignacio en 1984. Están delante del Centro de Salud, aún en construcción. En mayo de 1979 se solicita un Centro de Urgencia Médica que empieza a construirse en 1984 y entra en funcionamiento en el año 1985.

Entre las majorettes se encuentran de izquierda a derecha: Ani, Tere, Loli, Loli, Ofra, Rosario, Rosi, Toñi, Mati, Espi, Aurora, Loli, Isa; algo adelantadas: Loli, Ana, Encarni, Silvia y Nuria; junto al maestro están: Cristina y Ma Ángeles “Lita” con la bandolera. Entre los tambores, de izquierda a derecha: Simón, Manolo, Blas, Juani, Pedro, José Antonio, Cristó-bal, Emilio; cornetas, de arriba abajo: Eugenio, Manolo, Cristóbal, Teo, José Antonio, Paco. Sentados: Eduardo, Paco, Fini. ¿He dejado a alguien en el tintero?

Page 79: Cádiar, Memoria en blanco y negro

357

Capítulo 2. La escuela y la música

Colección de Cristóbal Jiménez

Foto del Grupo Al-Cadí tomada en el VII Festival de la Alpujarra, celebrado en Cádiar en 1988.

Para la ocasión en el campo del fútbol se monta este escenario con arco apuntado (ima-gen). El grupo interpreta las canciones: el “Cantarillo”, remerino; “Cuando vienes a verme”, pasacalles y “Anoche en tu cocina”, canción tradicional.

Los músicos son: Pepe Reinoso, bandurria; Jesús Calzas y José Luis Prats, guitarras; Do-mingo Reinoso, laúd. Forman el coro de izquierda a derecha: Paco García, Serafín Villalta, Fernando Ruiz y José Jiménez. Entre las mujeres: Elvira Mendoza, Ana Mendoza, Sole Fernández, Trina Linares, Balbina García, Lola la de Valor y Paqui, esposa de Manolo el de “Nívar”.

Tanto el remerino como el trovo no son canciones autóctonas pero el alpujarreño los asume como suyas y desde tiempo inmemorial forma parte del folclore alpujarreño.

Gerald Brenan, en su libro Al sur de Granada, testimonio de su estancia alpujarreña en los años 20 del siglo XX, señala que en “Cádiar y otras aldeas la Navidad se celebraba al viejo estilo, con bailes que tenían lugar en el ático de las casas, al anochecer. Se encendían fuegos y los grupos de chicos y chicas asaban castañas y tocaban la zambomba y, después, bailaban y cantaban formando círculos, cogidos de la mano. Estos bailes eran conocidos como remelilos o remolinos. Se volvían a reunir en la fiesta de la Purificación de la Virgen, el 2 de febrero, en la que se comían rosetas o granos de maíz tostados, y esto se prologaba, en las noches en que hacía buen tiempo hasta el Carnaval”.14

14 BRENAN, G.: Al Sur de Granada. Fábula Tusquets editores, Barcelona, 1997, p.99

Page 80: Cádiar, Memoria en blanco y negro

Cádiar, Memoria en blanco y negro

Cádiar

Francisco García Valdearenas

Vol. I

Memoria en blanco y negro

Page 81: Cádiar, Memoria en blanco y negro
Page 82: Cádiar, Memoria en blanco y negro

CádiarMemoria en blanco y negro