c. vainer patria, empresa y mercadería-traducción e. ferrari

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VAINER Carlos B. (2000) “Patria, empresa y mercadería... Notas sobre la estrategia discursiva del Planeamiento Urbano. En ARANTES,O.; VAINER, C.; MARICATO, E. A cidade do pensamiento único. Desmanchando consensos. Petrópolis. Ed. Vozes, 2da edición. Traducción Prof. Evangelina Ferrari para uso exclusivo de la cátedra Geografía Humana (FFyH, UNC) PATRIA, EMPRESA Y MERCADERÍA. Notas sobre la estrategia discursiva del Planeamiento Estratégico Urbano Carlos B. Vainer 1. Una nueva cuestión urbana: productividad y competitividad. Entre los modelos de planeamiento urbano que compiten para ocupar el trono dejado vacío por el derrocamiento del tradicional patrón tecnocrático-centralista-autoritario está el llamado Planeamiento Estratégico. El modelo está siendo defendido en Brasil y en América Latina por la acción combinada de diferentes agencias multilaterales (BIRD, Hábitat) y de consultores internacionales, sobre todo catalanes, cuyo agresivo marketing inicia de manera sistemática los éxitos de Barcelona 1 . Inspirado en conceptos y técnicas procedentes del planeamiento empresarial, originalmente sistematizados en Harvard Business School 2 , el planeamiento estratégico, según sus defensores, debe ser adoptado por los gobiernos locales, en razón de estar las ciudades sometidas a las mismas condiciones y desafíos que las empresas. Así, por ejemplo, Bouinot y Bermils afirman la necesidad de “transposición de la marcha estratégica para la gestión urbana” porque las ciudades están siendo desafiadas por “mutaciones idénticas” a las vividas por las empresas (Bouinot & Bermils, 1995, p.12). Para Borja, “las ciudades se concientizan de la mundialización de la economía y de la comunicación, y en consecuencia, “se produce una creciente competencia entre territorios y especialmente entre centros nodales, esto es, en las Una primera versión de este trabajo fue presentado en el VII Encuentro Nacional de la Asociación Nacional de Pos-graduación e Investigación en Planeamiento Urbano y Regional, realizado en Porto Alegre, en mayo de 1999. 1 Un grupo que en este trabajo designamos catalanes se destacan Manuel de Forn y sobre todo, Jordi Borja, sea en ejercicio de consultoría, sea en la producción de textos en que se difunden, junto con la experiencia de Barcelona, las virtudes del nuevo modelo. En cierta medida, también integra en grupo Manuel Castells, que ha producido varios trabajos, inclusive un libro, en co-autoría con Jordi Borja. 2 Para una amplia y detallada revisión crítica de los conceptos y modelos aplicados en diversas escuelas de planeamiento estratégico empresarial, ver Mintzberg, 1994. 1

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Geografía Critica. Planeamiento estrategico urbano. Traducción exclusiva para la catedra de Geografia Humana, Facultad de Filosofia y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Citar en caso de usar.

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VAINER Carlos B. (2000) Patria, empresa y mercadera... Notas sobre la estrategia discursiva del Planeamiento Urbano.( En ARANTES,O.; VAINER, C.; MARICATO, E.A cidade do pensamiento nico. Desmanchando consensos. Petrpolis.Ed. Vozes, 2da edicin. Traduccin Prof. Evangelina Ferrari para uso exclusivo de la ctedra Geografa Humana (FFyH, UNC)

PATRIA, EMPRESA Y MERCADERA. Notas sobre la estrategia discursiva del Planeamiento Estratgico Urbano(Carlos B. Vainer

1. Una nueva cuestin urbana: productividad y competitividad.

Entre los modelos de planeamiento urbano que compiten para ocupar el trono dejado vaco por el derrocamiento del tradicional patrn tecnocrtico-centralista-autoritario est el llamado Planeamiento Estratgico. El modelo est siendo defendido en Brasil y en Amrica Latina por la accin combinada de diferentes agencias multilaterales (BIRD, Hbitat) y de consultores internacionales, sobre todo catalanes, cuyo agresivo marketing inicia de manera sistemtica los xitos de Barcelona.

Inspirado en conceptos y tcnicas procedentes del planeamiento empresarial, originalmente sistematizados en Harvard Business School, el planeamiento estratgico, segn sus defensores, debe ser adoptado por los gobiernos locales, en razn de estar las ciudades sometidas a las mismas condiciones y desafos que las empresas. As, por ejemplo, Bouinot y Bermils afirman la necesidad de transposicin de la marcha estratgica para la gestin urbana porque las ciudades estn siendo desafiadas por mutaciones idnticas a las vividas por las empresas (Bouinot & Bermils, 1995, p.12). Para Borja, las ciudades se concientizan de la mundializacin de la economa y de la comunicacin, y en consecuencia, se produce una creciente competencia entre territorios y especialmente entre centros nodales, esto es, en las ciudades (Borja, 19995, p. 276). En Castells es todava ms claro el nfasis en la caracterizacin de la marcha estratgica, como una imposicin del ambiente de concurrencia, inclusive interurbana incierto e inestable:

La flexibilidad, globalizacin y complejidad de la nueva economa del mundo exigen un desarrollo del planeamiento estratgico apto para producir una metodologa coherente y adaptativa de cara a la multiplicidad de sentidos y seales de la nueva estructura de produccin y administracin (Castells. 1990, p. 14).

Si durante largo perodo el debate acerca de la cuestin urbana remita, entre otros, a temas como crecimiento desordenado, reproduccin de la fuerza de trabajo, equipamientos de consumo colectivo, movimientos sociales urbanos, racionalizacin del uso del suelo, una nueva cuestin urbana tendra ahora como nexo central, el problema de la competitividad urbana.

Cuando una liberalizacin del mercado preside al desarrollo de la economa global, la privatizacin y los mercados financieros se tornan rutina, las ciudades necesitan: Competir por la inversin de capital, tecnologa y competencia general;

Competir en la atraccin de nuevas industrias y negocios.

Ser competitivas en el precio y en la calidad de los servicios.

Competir en la atraccin de fuerza de trabajo adecuadamente cualificada (World Economic Development Congress & The World Bank, 1998, p.2)

Difcilmente se podra exagerar en cuanto a la relevancia de una discusin seria y rigurosa de este modelo de planeamiento urbano. Por un lado, es prcticamente total el compromiso de agencias de cooperacin e instituciones multilaterales en su difusin de sus conceptos bsicos, de los que son ejemplos recientes : a) la publicacin del volumen sobre la experiencia de Barcelona , para la Oficina Regional para Amrica Latina y Caribe del Programa de Gestin Urbana, constituido y financiado por la Agencia Hbitat de las Naciones Unidas, para la que Jordi Borja y Manuel Castells produjesen un documento de anlisis y propuestas especialmente para la Conferencia Hbitat (Estambul), en que retoman varios de sus trabajos anteriores y en el que presentan, para all analizar y proponer, verdaderas recetas para la aplicacin del modelo (Borja & Castells, 1997).Por otro lado, impresiona el nmero creciente de ciudades que en Brasil y en Amrica Latina en general, vienen contratando servicios de consultora de catalanes y sus discpulos, o utilizado sus enseanzas. Finalmente, a la par de los catalanes, varios son los autores, planificadores y consultores internacionales que vienen aplicando conceptos y modelos muy parecidos.En las prximas secciones de este trabajo, con base en textos de algunos de los principales portavoces del planeamiento estratgico urbano en los nodos se buscar: a) demostrar que su discurso se estructura bsicamente sobre una paradojal articulacin de tres analogas constitutivas: la ciudad es una mercadera, la ciudad es una empresa, la ciudad es una patria; b) analizar el sentido y la eficacia de cada una de esas analogas en la construccin de un proyecto de ciudad. A lo largo de todo el trabajo, y particularmente en la seccin final, se procurar evidenciar que este proyecto de ciudad implica una directa e inmediata apropiacin de la ciudad por intereses empresariales globalizados y depende, en gran medida, del destierro de la poltica y de la eliminacin del conflicto y de las condiciones de ejercicio de la ciudadana. Subyacente al ejercicio analtico est la intencin de discutirse hasta qu punto, es aceptable la postulacin de los propugnadores del planeamiento estratgico urbano de que su adopcin sera el nico medio eficaz para hacer frente a las nuevas condiciones impuestas por la globalizacin en las ciudades y a los poderes locales; o si, por el contrario, sta propuesta estar, en los prximos aos obligada a disputar un mercado de modelos con alternativas capaces de ofrecer otros valores y proyectos ideales de ciudad.

2. Ciudad-mercadera: la ciudad-objeto de lujo.

La mercadotecnia de la ciudad, vender la ciudad, se convierte [] en una de las funciones bsicas de los gobiernos locales (Borja & Forn, 1996, p. 33-cursiva del autor).

Tal vez esta sea hoy, una de las ms populares entre los neo-planificadores urbanos: una ciudad es una mercadera a ser vendida, en un mercado extremadamente competitivo, en que otras ciudades tambin estn a la venta. Esto explicara que el llamado marketing urbano se imponga cada vez ms como una esfera especfica y determinante del proceso de planeamiento y gestin de ciudades. Al mismo tiempo, ah encontraramos las bases para entender el comportamiento de muchos alcaldes, que parecen ms vendedores ambulantes que dirigentes polticos.

La ciudad, sin embargo, admitiendo asimismo sus convencidos vendedores, es ciertamente la ms compleja de las mercancas que jams existirn. En estas condiciones, qu es lo que, al final de cuentas, se vende cuando se pone en venta una ciudad?

La respuesta no es fcil, pues, la verdad, ella depende de a quin se tiene en cuenta como comparador. Conforme sean las caractersticas de los compradores vistos, los atributos a ser vendidos seran diferenciados: ancianos pueden querer calma y un gran nmero de servicios mdicos, religiosos pueden querer concentracin de lugares de retiro y oracin, jvenes pueden estar buscando ciertos tipos de entretenimiento y ocio, etc.

Algunos de los ms respetados especialistas del llamado marketing urbano enfatizan la necesidad de, a partir del diagnstico de las caractersticas de cada ciudad y de los infinitos mercados a los que puede ser vendida, examinar adecuadamente el tipo de consumidor virtualmente sensible a los atributos locacionales que cada ciudad ofrece o puede ofrecer (Kotler, Haider, Rein, 1994). Esta no es, en tanto, la posicin de los autores aqu analizados. Para ellos, la venta de ciudades, necesariamente, la venta de aquellos atributos especficos que constituyen, de una manera u otra, insumos valorizados por el capital transnacional: espacios para convenciones y ferias, parques industriales y tecnolgicos, oficinas e informacin de asesoramiento a inversores y empresarios, torres de comunicacin y comercio, seguridad (Borja & Forn, 1996, p. 34).

por lo tanto una regin del mundo se articula a la economa global, dinamizando la economa y la sociedad locales, un requisito indispensable es la construccin de un centro urbano de gestin y servicios avanzados , organizados , invariablemente , en torno de un aeropuerto internacional, un sistema de telecomunicaciones por satlite, hoteles de lujo , con seguridad adecuada; servicios de asistencia secretarial de ingls; empresas financieras y de consultora con conocimiento de la regin; oficinas de gobierno regionales y locales capaces de proporcionar informacin e infraestructura de apoyo al inversor internacional; un mercado de trabajo local con personal cualificado en servicios avanzado e infraestructura tecnolgica (Borja y Castells, 1997, p. 37).

Frente a un diagnostico tan universal, no resulta difcil entender porqu las propuestas constantes de todos los lineamientos estratgicos sean cual fuesen las ciudades, se parecieran tanto las unas a las otras: todos deben vender la misma cosa a los mismos compradores virtuales que tienen, invariablemente, las mismas necesidades.

Entre estos comparadores virtuales, es evidente la preferencia por los inversores internacionales:

El gobierno local debe promover la ciudad para el exterior, desarrollando una imagen fuerte y positiva apoyada en una oferta de infraestructura y de servicios (comunicaciones, servicios econmicos, oferta cultural, seguridad, etc.) que ejerzan la atraccin de inversores, visitantes y usuarios solventes a la ciudad y que faciliten sus exportaciones (de bienes, servicios, de sus profesionales, etc.).(Op. cit.)

Se tiene aqu un perfecto e inmediato despliegue del modelo de apertura econmica propuesto por el recetario neoliberal. Para el conjunto de la economa nacional: un mercado externo y, muy particularmente, el mercado constituido por la demanda de localizaciones para el gran capital es el que lo califica de ciudad como mercadera. El realismo de la propuesta est claro cuando nuestros pragmticos consultores dejan en claro que esta apertura para el exterior es claramente selectiva: no queremos visitantes y usuarios en general, y mucho menos inmigrantes pobres, expulsados de los campos o de otros pases igualmente pobres; queremos visitantes y usuarios solventes.

Pero no basta con disponer de los atributos y recursos infraestructurales y simblicos que constituyen, en ltima instancia, los valores de uso que el gran capital trasnacional reconoce en la mercadera ciudad; es necesario , adems de eso, ms que nunca, inspirarse en Barcelona, cuyo planeamiento estratgico contempl una gran operacin de city marketing (Borja, 1995, p.27).

Conviene enfatizar la necesidad de realizar estas acciones (de marketing) mediante productos como por ejemplo: programa de construccin de hoteles, campaas promocionales mediante ofertas tursticas integradas, proyectos culturales, venta de imagen de ciudad segura y/o atractiva, campaas especficas de atraccin de inversores y congresistas, etc.. (Borja y Castells, 1997, p.192.)

La venta de la imagen de ciudad segura muchas veces va junto con la venta de la ciudad justa y democrtica. El diagnostico producido por el Plan Estratgico de Ro de Janeiro, con asesora de consultores catalanes, la ciudad es presentada como laboratorio de experimentacin y perfeccionamiento democrtico, poca intolerancia racial y ejemplo de armona social (sic!) (Plan Estratgico de Ro de Janeiro, p.20). La preocupacin con la imagen tiene su paroxismo entre los estrategas carioca-catalanes cuando el diagnstico apunta como uno de los problemas la fuerte visibilidad de la poblacin de calle: la miseria estratgicamente redefinida como problema paisajstico (o ambiental).

Coherentes con su visin expresada en el Plan Estratgico de Ro de Janeiro, Borja y Castells comentan que la pobreza urbana y la marginalizacin, como parte de lo que llaman de entorno social, condicionan o influyen considerablemente en las decisiones de los agentes econmicos, en la atractividad de la ciudad (Ibd. p.133).

Se puede explorar un poco ms la manera cmo la transformacin de la ciudad en mercadera (de lujo) repercute en la mirada lanzada sobre la pobreza. La transfiguracin de la pobreza en ambiente fue explcitamente formulada por los catalanes, cuando incluyeron en lo que llaman el entorno social el peso de la pobreza. Los pobres son entorno o ambiente por la simple razn de que no constituyen, ni los autctonos, ni los virtuales inmigrantes, en demanda solvente. En todos los niveles, tanto del punto de vista concreto (infraestructura, subsidios, favores fiscales, apoyos institucionales y financieros de todos los tipos) cuando desde el punto de vista de la imagen, no caben dudas: la mercadera-ciudad tienen un pblico consumidor muy especfico y cualificado.

A ttulo de ilustracin de cun exigente puede ser este tipo de cliente, nada mejor que listar algunos de los criterios que la Euronews utiliz para seleccionar la ciudad donde ira a emplear su centro de produccin y emisin: acceso de la ciudad candidata desde las capitales europeas por va area, red viaria y ferroviaria, recursos en telecomunicaciones terrestres y por va satlite, condiciones infraestructurales para la edificaciones previstas (superficies, energa, climatizacin, aislamiento acstico, telefona, estacionamientos, etc.), condiciones de accesibilidad del rea de implementacin de edificaciones (acceso al centro y a los barrios residenciales, transportes colectivos) , garanta de morad para el personal empleado en condiciones financieras favorables, legislacin del trabajo, apoyo financiero, subvenciones y avales bancarios, legislacin financiera y fiscal. (Bouinot y Bermils, 1995, p, 41).

En sntesis, se puede afirmar que la ciudad transformada en cosa a ser vendida y comprada, tal como la construye el discurso del planeamiento estratgico, la ciudad no es slo una mercadera sino tambin, y sobre todo, una mercadera de lujo, destinada a un grupo de elite de potencias compradoras: capital internacional, visitantes y usuarios solventes.

Siempre se podra indagar: y aquellos individuos y grupos que no tienen solvencia para adquirir ese producto de elite en que se transfigura la ciudad planificada estratgicamente? Pero ese es otro problema3. Ciudad-empresa: democracia directa de la burguesa o dictadura gerencial?

La representacin de la ciudad-cosa, de la ciudad-objeto, de la ciudad-mercadera (de lujo) coexiste con otra en que la ciudad aparece como sujeto-sintctico, esto es, lgico: las ciudades en competencia buscan por todos los medios aumentar su poder de atraccin para mantener o desarrollar su capacidad de innovacin y difusin (Borja y Forn, 1996, p.33).

Esta ciudad, que pas de la forma pasiva de objeto a asumir forma activa de sujeto, gana una nueva identidad: es una empresa. As, las ciudades europeas compiten (como grandes empresas) para atraer inversiones y tecnologa, y por tanto empresas multinacionales que puedan transferirla. (Borja y Forn, 1996, p.33).

En cierto sentido, y como se ha sealado en la primera seccin, la analoga ciudad-empresa constituye la condicin misma de la posibilidad de transposicin del planeamiento estratgico de su territorio natal (la corporacin privada) para el territorio (pblico) urbano. No siempre, puede, esta transposicin ser fcil, y algunos autores llaman la atencin de la necesidad de algunas adaptaciones:

La transposicin inevitable de la marcha estratgica, nacida en el universo de la gestin privada, no podra resultar de un simple juego de de calcomana (Bouinot y Bermils, 1995, p.13)

A pesar de la advertencia, y de algunos esfuerzos para escapar a la mesmi de los textos consagrados a la materia, Bouinot y Bermils se muestran incapaces de develar el significado de la operacin de transposicin, reduciendo las dificultades a problemas de naturaleza gerencial, operacional y metodolgica:

Adaptaciones profundas se imponen, al menos por tres razones, en lo tocante respecto a la cultura que preside la escuela de los instrumentos de gestin, al objeto de accin y, en fin, a los criterios de decisin (Ibd., p.13).

Los catalanes, por su lado, no parecen preocupados con este tipo de problema terico, Para ellos las grandes ciudades son las multinacionales del siglo XXI Borja y Castells. 1997, p.190). Encontramos, as, la misma fraseologa ampollada y pretenciosa de dirigentes polticos europeos:

Personalidades del porte de Maragall (presidente del Consejo de Municipios y Regiones de Europa) y Delors (Presidente de la Comisin Europea) definiran las euro ciudades como las multinacionales europeas o `la force de frappe europea. (Castells y Borja, 1996, p.153).

No es la primera vez que, para la realizacin de su planeamiento la ciudad toma como prototipo a la empresa privada, de hecho, todo el urbanismo modernista tiene como modelo ideal la fbrica taylorista, con su racionalidad, funcionalidad, regularidad y productos estandarizados.

Leyendo la Carta de Atenas, creemos a veces estar leyendo una transposicin casi directa de las tesis de Taylor al urbanismo [] la ciudad adquiri el carcter de una empresa estudiada de antemano y sometida al rigor de un plan general la ciudad no ser ms el resultado desordenado de iniciativas accidentales [] la casualidad ceder ante la previsin, el programa suceder a la improvisacin (Ascher, 1995, p.87).

Lo precedente no debe servir, sin embargo, para minimizar las innovaciones trazadas por la difusin del modelo (pos-moderno?) estratgico. Con efecto, en cuanto al modelo modernista activar nociones y conceptos cuya universalidad parecan incuestionables racionalidad, orden y funcionalidad-, ahora es la ciudad, en su conjunto y de manera directa, que aparece asimilada a la empresa. Productividad, competitividad y subordinacin a la lgica del mercado son los elementos que presiden lo que Harvey llam empresarialismo de gestin urbana (Harvey, 1996).

En el modelo modernista, lo que sedujo e inspir a los urbanistas en la empresa fue la unidad de produccin: son los principios de organizacin de la produccin que son transpuestos hacia el plan urbano. Ahora se reflejan en la empresa en cuanto unidad de gestin y negocios. As, ver la ciudad como empresa significa, esencialmente, concebirla e instaurarla como agente econmico que acta en el contexto de un mercado y que encuentra en ese mercado la regla y el modelo de planeamiento y ejecucin de sus acciones. Actuar estratgicamente, actuar empresarialmente significa ms que nada, tener como horizonte el mercado, tomar decisiones a partir de las informaciones y expectativas generadas en y por el mercado. Y en el mismo sentido del plan, y no ms que sus principios abstractos, que vienen del mundo de la empresa privada.

En esta operacin encontramos por lo menos una de las pistas para entender el estratgico pragmatismo de nuestros tericos-consultores, para quienes el realismo constituye una de las grandes ventajas del nuevo modelo en relacin al llamado modelo normativo y comprensivo, culpado de utopismo e idealismo, casi siempre identificado con la intervencin voluntarista del Estado.

El market lead city planning, sin embargo, el ejemplo del neoliberalismo realmente existente, no renuncia de una forma clara y decisiva a la intervencin estatal, ya que se centr en los intereses constituidos y dominantes en el mercado. En esta direccin, comentando la poltica urbana tatcheriana, Ascher observa:

En realidad, no se trataba de abandonar toda intervencin pblica y si de hacer que ella dependiese de las exigencias de los actores privados. El gobierno britnico promovi m entonces, una orientacin del planeamiento urbano como medio de acompaamiento del desarrollo urbano espontneo, encargada de crear las condiciones que permitiesen la intervencin de los actores privados donde ellos aun la dejasen y de actuar donde la lgica privada no pudiese resolver sola un problema de organizacin de infraestructura (Ascher, 1994,p.86).

Nuestros especialistas, hombres acostumbrados a la teora y la prctica, ciertamente reiteran horrorizados esta referencia al thatcherismo, y ciertamente grande es la distancia que los separa de aquella era brutal y heroica en que el proyecto neoliberal todava luchaba por afirmar sus presupuestos, Hoy en da, superados los principales obstculos y legitimada la necesidad pragmtica de curvarse las realidades del mercado, se puede abandonar el ceo fruncido de la dama de hierro. Los presupuestos del market lead city planning, no obstante, permanecen vigentes:

La concepcin liberal de la planificacin urbana est presente probablemente en muchas de las polticas urbanas en Francia, sin embargo, no siempre aparece de manera explcita o se ejecuta de la forma que fue caricaturizado por el gobierno de Thatcher" (Ascher, 1994, p.86).Cmo asegurarse de que la ciudad-empresa, estratgicamente planificada y gestionada como una empresa, alcance la eficacia, es decir, la productividad y la competitividad que se espera de una empresa? La mejor solucin en este caso como en otras situaciones similares, es recurrir a aquellos que entienden el mtier -si de empresa se trata, convocar a los empresarios, si el asunto es de negocios, mejor dejarlo en manos de hombres de negocios. El informe de una conferencia organizada por el organismo vinculado al Banco Mundial es explcito:

"El mensaje clave de esta conferencia fue que, mientras que el sector privado lidera las estrategias econmicas locales, se necesitaba la agencia facilitadora (gobierno o comisin pblico-privada) se haca necesaria para proporcionar informacin y promover el dilogo entre los empresarios privados, las instituciones de educacin -formacin, los proveedores de servicios (infraestructura y sector financiero), y el propio gobierno " ((Asociacin Urbano y la Divisin urbana TWU, 1998, p. 4).Lgica implacable: un nuevo concepto de planificacin impone nuevos actores, el market lead city planning requiere que los protagonistas de las acciones y decisiones sean los mismos que protagonizan las aventuras del mercado. La asociacin pblico-privada se asegurar de que los signos y los intereses del mercado estn presentes adecuadamente, representados en el proceso de planificacin y decisin.Para evitar cualquier duda, Borja es absolutamente claro: "El Planeamiento Estratgico es seguramente la forma ms acabada de la cooperacin pblico-privada " (Borja, 1995, p 16.). De ah la insistencia incansable en la necesidad de "la articulacin pblico -privada en la definicin de objetivos y programas como en la ejecucin de lneas de accin y de proyectos y en la gestin de servicios " (Borja y Forn, 1996, pgina 46.)

El proyecto de la superacin de la " estricta separacin entre el sector pblico y privado " (Borja y Castells, 1996: 159.) no deja lugar a dudas: la expresin privado , a pesar de la ambigedad permanentemente hecha , no se refiere a los intereses , los individuos o grupos privados en general, ni se refiere a la esfera privada de la vida social, que estara asociada con la idea de una organizacin privada, ntima y personal - en comparacin con lo pblico. Si ste fuera el sentido y la comprensin, el uso de la expresin (en el pasaje citado, y en muchos otros discursos sobre la asociacin) contempla a todos los ciudadanos, ya que todos los ciudadanos son, en condicin de individuos, portadores de intereses privados. Pero abandonemos la ilusin: al proponer el final de la estricta separacin entre el sector pblico y el privado, es otra cosa la que se tiene en vista- privado aqu es, claramente, los intereses privados de los capitalistas, y en este sentido, aparece en el mismo campo semntico expresiones como la iniciativa privada, privatizacin y otras, que evocan o se refieren al capital, capitalistas, los empresarios capitalistas.Por lo tanto, la finalidad de la separacin estricta significa, en buen cataln, la participacin directa y sin intermediarios, de los capitalistas y empresarios en los procesos de decisin relacionados con la planificacin y ejecucin de las polticas... hasta qu punto no sera injusto seguir en este punto, calificndolas como pblicas? La formacin de diferentes tipos de agencias pblicas con participacin privada - o viceversa - la aparicin de nuevos tipos de asociacin empresarial con ese aporte de capital por parte del poder pblico para financiar proyectos por grupos empresariales privados, varias son las formas de construccin de nuevos y ms giles mecanismos de transferencia de recursos - financieros, fiduciarios, polticos - para grupos privados (vase, por ejemplo, Compans, 1998; Dreyfuss y Marchand).La introduccin de una clasificacin clara de los grupos e intereses privados est contemplada para, ms all de esclarecer la naturaleza de las asociaciones propuestas, referirse a la institucionalizacin de los diferentes tipos de ciudadanos y diferentes tipos de intervencin en el proceso de formulacin e implementacin de estrategias. La analoga ciudad-empresa se desliza suave y sutilmente, a la analoga ciudad- empresarios. Lo que explica, sin duda que Forn y Foxa se refieran a la participacin, en Barcelona, de los grupos con " escasa relevancia estratgica" (Forn y Foxa, 1993, p. 11 ) e indiquen que los proyectos por ellos propuestos se incorporaron slo para no excluirlos. Lo que parece central extraer de estas lecturas es que la analoga ciudad- empresa no se agota en una propuesta meramente administrativa, o, como a menudo desean presentar sus defensores meramente gerencial u operacional. En realidad, es toda la ciudad y las autoridades locales las que estn siendo redefinidas. El concepto de la ciudad, y con ella los conceptos de gobierno y de gobierno de la ciudad se invierten con nuevos significados, en una operacin que tiene como uno de sus pilares la transformacin de la ciudad en sujeto / actor econmico... y, ms concretamente, un sujeto / actor cuya naturaleza mercantil y empresarial introduce el poder de una nueva lgica, que tiene por objeto legitimar la apropiacin directa de los instrumentos del poder pblico para los grupos empresariales privados.La constitucin y la legitimacin de la nueva ciudadana conferida a segmentos estratgicos van de la mano con la eliminacin de los grupos con " escasa relevancia estratgica. " La ciudad-empresa est obligada a ser realista, para adaptarse a las tendencias del mercado y no pueden darse el lujo de producir planes utpicos. La ciudad-empresa opera en el mercado de ciudades y debe ser competitiva, gil, flexible... Los controles polticos son ajenos a un espacio social donde lo que cuenta es la productividad y la competitividad, y donde lo que vale son los resultados. El rescate de la antinomia eficacia / eficiencia x control poltico ciertamente evocarn en los lectores muchos recuerdos tristes.

Las formas de gestin y contratacin deben garantizar la transparencia y la agilidad y responder a los criterios de eficiencia econmica y eficacia social, no los polticos o de control burocrtico" (Borja y Castells, 1996, p. 159).

Cmo calificar el proceso en marcha? Si se toma la experiencia de Ro de Janeiro, donde un consorcio empresaria y las asociaciones patronales, en colaboracin con el Ayuntamiento, llevaron el proceso de manera absolutamente autoritaria y cerrada a la participacin de los sectores de escasa importancia estratgica, tal vez se debera hablar de la democracia directa la Burguesa. En otra direccin, se puede enfatizar el pasaje del despotismo tcnico burocrtico con pretensiones racionalistas hacia una dictadura gerencial con pretensiones de productivizar a la ciudad y los ciudadanos.

Sea como fuere, lo cierto es que la analoga ciudad-empresa supone, al mismo tiempo que propone, la despolitizacin de la ciudad, transformada en lugar de inscripcin territorial de formas de gestin, no es ms el soporte de la identidad poltica " (Dreyfuss y Marchand, p. 73). Bajo la gida del urbanismo de resultados (Ascher 1994, p 94), el espacio de la ciudad "no es ms pensado en el plano poltico si no en trminos de gestin; no es ms construido como territorio de ejercicio de la democracia local " (Dreyfuss y Marchand, p. 73).Queda examinar de qu manera el planeamiento estratgico aborda y resuelve el problema de su construccin poltico-institucional en el marco de un discurso que habla repetidamente de la necesidad de revitalizacin de las autoridades locales.

4. La Ciudad- patria: el consenso como principio y fin

La instauracin de la ciudad-empresa constituye, en todo y por todo, una negacin radical de la ciudad como un espacio poltico en cuanto polis. Despus de todo, como Marx recordaba, en la puerta de las empresas, laboratorios secretos de la produccin capitalista estaba escrito: " Prohibida la entrada excepto por negocios " (Marx, 1971, p 178.). Aqu no se eligen a los lderes, no se discuten metas, ni hay tiempo y las condiciones para reflexionar sobre los valores, la filosofa o utopa. En la empresa reina el pragmatismo, el realismo, el sentido prctico y la productividad es la nica ley.

Cmo construir condiciones polticas e intelectuales de legitimacin de un proyecto tan radical de encogimiento del espacio pblico, la subordinacin del gobierno a las demandas del capital internacional y local? Tal vez nada es ms consistente y repetidamente enfatizado en los textos analizados respecto de la necesidad de consenso. Si no hay consenso no existe la posibilidad de estrategias ganadoras. El plan estratgico supone, requiere, depende de que la ciudad est unificada, todo ello sin brechas en torno al proyecto.

De hecho, esta condicin se asume desde el inicio, ya que el discurso en cualquier momento, trat a la ciudad como una unidad: la ciudad compite, la ciudad desea, la ciudad necesita. Mientras se discute si las ciudades compiten o no, es lo que ellas desean, se acepta como natural la instauracin de la ciudad como sujeto-sujeto simple, eso sin calificacin. Por un acto de nominacin, como dira Bourdieu, se pretende introducir socialmente la existencia de lo que en el discurso, a priori, se supone existente. "El acto de magia social en tratar de traer a la existencia la cosa nombrada puede resultar por ser aquel que lo realiza capaz de reconocer en su palabra el poder que ella se arroga por una usurpacin provisoria o definitiva, al imponer una nueva visin, una nueva divisin del mundo social: regenera lo sagrado para consagrar un nuevo lmite " (Bourdieu, 1989, p 116.).

La construccin poltica del proyecto ideolgico no est ausente en la reflexin de los catalanes. Al contrario, ocupa ah un lugar destacado, y se estructura en dos elementos solidarios: la necesidad de una crisis de conciencia y el patriotismo de la ciudad.

Ciudadanos los rehenes de la crisis

En varios y diferentes textos, es recurrente la afirmacin de que lo sucedido en Barcelona tiene como punto de partida una aguda y generalizada conciencia de crisis.

"En la velocidad del cambio de han intervenido una diversidad de factores tales como una conciencia aguda de crisis urbana compartida por los actores pblicos y Los principales actores privados. La degradacin del centro histrico y la congestin del centro moderno eran procesos muy visibles y que afectaban negativamente a los principales los actores y a la mayora de los de la ciudadanos. La debilidad infraestructura urbana se hizo sentir tanto por los agentes profesionales y empresariales, como por los residentes y usuarios de la ciudad. En los barrio populares y de clase media se desarrollo una fuerte demanda social reivindicativa, que requera respuestas inmediatas en el contexto democrtico nuevo. La crisis de la base econmica tradicional acentu la urgencia de respuestas urbanas que adems, contribuyeran la reactivacin de la economa y del empleo " (Borja, 1995, p. 8).La misma idea aparece en el siguiente pasaje, en el que, ms all de la experiencia de Barcelona, se est considerando muchas experiencias de ciudades ganadoras:

"En todas las ciudades el proyecto de transformacin urbana es la suma de tres factores: a) la sensacin de crisis aguda por la concientizacin de la globalizacin , b ) la negociacin entre actores urbanos , pblicos y privados, y el sitio de generacin de liderazgo local ( poltico y cvico ), c) la voluntad conjunta y el consenso pblico para que la ciudad de un salto adelante , tanto desde el punto de vista fsica como econmico , social y cultural" (Borja y Castells, 1996 : 156). El siguiente paso es transformar el modelo en lo que se supone que es la enseanza de la experiencia universal". As, en un texto titulado Planes Gua Estratgica Metodologa, Comunicacin y marketing ", el documento de trabajo adjunto elaborado por la Conferencia de Estambul, se encuentra la siguiente formulacin:" La propuesta de un plan estratgico requiere de entrada una serie de condiciones, entre las cuales destacamos las siguientes: vocacin expansiva de la ciudad (en proyecto como en curso), la existencia de actores urbanos aceptan la articulacin; sensacin de crisis generalizada de crecimiento o prdida de oportunidades que les permitan superar los conflictos del da a da, liderazgo (personal o compartido) (Borja y Castells, 1997: 166)En todos los pasajes reproducidos aqu , como en muchas otras del mismo autor, se constata una clara asociacin entre , por una parte , la sensacin (o conciencia) de crisis y, por otro lado, el efecto til producido , que son , las condiciones para una tregua a los conflictos internos o , si se prefiere , para la paz interna.

Si no ha conciencia de crisis, difcilmente se pueda encontrar un consenso pblico-privado operativo. Los desacuerdos sobre lo inmediato se imponen sobre el acuerdo de fondo" (Forn y Foxa, 1993, p. 11 ).

Curiosamente, para estos autores, no es la crisis en s el elemento decisivo, pero si su percepcin. Se trata aqu de las condiciones subjetivas de la tregua y la paz social, la abdicacin, por diferentes actores (todos?), de sus intereses particulares... Slo de esta manera el proyecto unitario, cohesivo, legtimo y universalmente aceptado podr ser llevado adelante.

De la unin para la salvacin urbana al patriotismo de ciudad.

Pero la sensacin de crisis, se sabe, puede ser fugaz. Cmo construir en una base tan frgil, inestable, la unidad y el consenso que necesitan perdurar, indemnes, sin brechas? La respuesta est en la transformacin de la fugaz sensacin de crisis en un consistente y duradero patriotismo de ciudad. As, entre los tres principios que deben guiar la accin, se destaca:"Generacin de un patriotismo de ciudad que permita a sus lderes, actores y conjunto de la ciudadana con orgullo asumir su pasado y su futuro, especialmente en todos los campos " (Borja y Forn 1996, p 46.) En el mismo sentido, en otro texto, entre las cuatro tareas principales del gobierno local se encuentra:"Cabe aun al gobierno local la promocin interna de la ciudad para dotar a sus habitantes de patriotismo cvico, de sentido de pertenencia, de voluntad colectiva de participacin y de confianza y creencias en el futuro de la urbe. Esta promocin interna debe apoyarse en obras y servicios visibles, tanto los que tienen carcter monumental y simblico como los dirigidos a mejorar la calidad de los espacios pblicos y de bienestar de la poblacin" (Borja y Castells, 1996: 160).

De hecho, uno de los elementos estratgicos de la planificacin estratgica es la creacin de condiciones para su establecimiento en cuanto discurso y proyecto de ciudad. Se ve que, curiosa y paradjicamente, el patriotismo de ciudad, a diferencia de la sensacin de crisis, no es una condicin sino un resultado del xito del proyecto en s - en realidad es a la vez condicin y resultado-. La unidad que se presupona en el discurso unitario sobre la ciudad es la unidad que se pretende construir. La paradoja se realiza: el plan estratgico habla de una ciudad unificada cuya construccin pretende generar mediante la promocin del patriotismo.Con tal objetivo, el urbanismo monumentalista patritico es reentronizado, produciendo a finales del siglo XX los nuevos arcos de triunfo del capital transnacionalizado. La inmediata y consciente de la instrumentacin de tecnologas urbanas y arquitectnicas, as como el capital, para movilizar las conciencias se establece claramente como su primer objetivo para alimentar el patriotismo cvico.

"Los monumentos y Las esculturas ( por lo que representan y por el prestigio de sus autores), la belleza plstica y la originalidad del diseo de Infra-estructuras y equipamientos o el cuidadoso perfil de plazas y jardines proporcionan dignidad a la ciudadana , hacen la ciudad ms visible y refuerzan la identidad , incluido el patriotismo cvico de su gente " ( Borja , 1997 , p . 14) [19].Una vez conquistado tregua social por el sentimiento generalizado de crisis, la promocin planificada y sistemtica de patriotismo de ciudad constituye vector estratgico de la reproduccin de las condiciones de la paz social en el contexto de la ciudad-empresa, ahora tambin, cuidad-patria."Crear conciencia o patriotismo de la ciudad son elementos claves para establecimiento de forma permanente de la cooperacin pblico-privada y la posterior difusin del pensamiento estratgico entre los agentes econmicos y sociales de la ciudad " (Forn y Foxa 1993: 6).Desterrar la poltica de la ciudad competitiva y pacificada

Reformadas las metodologas reformadas de la planificacin urbana, revolucionados los conceptos de ciudad, restauradas la unidad y la identidad de todos los habitantes con su ciudad y con su proyecto empresarial, cul es el significado de la poltica? Entramos ahora, por as decirlo, en el terreno de la reforma poltica e institucional, en la que las condiciones garantizarn la productividad y la competitividad estable y permanente.Para empezar , es necesario expresar, en el nivel poltico e institucional , la paz social establecida en la patria urbana reconciliada bajo los auspicios de la iniciativa empresarial - despus de todo , la nueva forma de planificacin es una oportunidad para un "proyecto de consenso que trasciende un poco el campo de las filiaciones polticas y que pueda garantizar a los inversores la permanencia de ciertas elecciones" ( Ascher , 1994 , p . 91 ) . La despolitizacin planificada es, ella tambin, como se ve, parte de las garantas ofrecidas a los socios privados.

Borja y Castells, tambin preocupados por asegurar la continuidad de la gestin municipal, defienden la "eliminacin de los obstculos a la reeleccin y / o ampliacin de los mandatos de cuatro y seis aos " (1996, p. 164). La prohibicin de los enfrentamientos entre partidarios encuentra aqu otra justificacin:"La confrontacin ciudadana no se corresponde con lo que ocurre entre los partidos nacionales. Sera deseable que estos partidos polticos se abstuvieran concurrir como tales en las elecciones municipales " (Borja, 1995, p. 26).El argumento anterior sugiere que las opciones a las que se enfrentan los habitantes son distintas de aquellas a las que se enfrentan los ciudadanos: mientras que stos se dividen en torno a una visin ideolgica, proyectos de sociedad y prioridades nacionales, los habitantes (citadinos) estaran por encima (o ms all) de estas luchas. En otras palabras, el debate sobre las prioridades de la ciudad y el proyecto no tiene nada que ver con el debate sobre la naturaleza, las prioridades y el proyecto de sociedad! En estas condiciones, el liderazgo urbano gana una connotacin particular: pasa a encarnar la tregua y la unidad, situndose, necesariamente por encima de los partidos y de las pasiones. Es necesario un gobierno local fuerte, representativo, eficaz y estable con capacidad de liderazgo (Borja y Forn , p 46). El proyecto poltico-institucional parece coherente con la idea de un proyecto de ciudad impuesto por la crisis y por el realismo, y de lo cual, por tanto, no hay como no estar de acuerdo (a no ser por aquellos habitantes anti-patriticos, obvio!). En estas condiciones, la individualizacin de liderazgos carismticos se torna el elemento estructurador del propio proyecto.

Nuevamente se encuentra la misma y tpica demarche, que viene de la experiencia de Barcelona, pasa por otras ciudades y se transforma en un principio normativo del modelo. As, entre los factores que han contribuido al xito de Barcelona sera "un fuerte liderazgo del personal Alcalde" (Borja, 1995, p. 10). En determinado momento, la presencia o no de los alcaldes con " personalidad fuerte y dinamismo " se convierte en la explicacin de los xitos y fracasos: "Lisboa, Sampaio, y Barcelona, con la figura emblemtica Maragall son un buen ejemplo " de que "difcilmente encontraremos una respuesta positiva se no hay un liderazgo personal, y, en muchos casos, la figura de los alcaldes es decisiva" (Borja y Castells, 1996, p. 156)

Un gobierno fuerte, personalizado, estable, apoltico, carismtico, que expresa la voluntad unitaria de toda una ciudad para mantener la tregua y la cohesin interna para hacer frente con base en un proyecto competitivo y con patriotismo cvico a las otras ciudades. Examinando las relaciones establecidas por el alcalde como el de la poblacin de Montepellier, constantemente invocado, casi tanto como Barcelona, como modelo a seguir, Dreyfuss y Marchand investigan si se puede hablar del nacimiento de un bonapartismo urbano:"Montpellier, cuya poblacin son principalmente de clase media, encontramos en su alcalde un portavoz y le confiaron el futuro de la ciudad la eleccin del alcalde llego a ser tan fuera de toda consideracin de filiacin partidaria del candidato. Ella se apoya sobre la capacidad de hombre providencial para representar el futuro de la ciudad, lo mejor posible sus intereses, en vista de las apuestas locales y nacionales. (Dreyfuss y Marchand) [21].Haber invocado en su origen la necesidad de descentralizacin del poder, y su consiguiente democratizacin en la esfera municipal, el planeamiento estratgico urbano y su patriotismo de ciudad desembocan claramente en un proyecto de eliminacin de la esfera poltica local, transformada en espacio de ejercicio de un proyecto empresarial encarnado por un liderazgo personalizado y carismtico. Transfigurndose en mercadera m en empresa o en patria, definitivamente la estrategia conduce a la destruccin de la ciudad como espacio de poltica, como lugar de construccin de la ciudadana. La Reivindicacin de poder para las comunidades y colectividades locales, conquistada en una lucha trabada en nombre del autogobierno, se consuma con la abdicacin a favor de jefes carismticos que encarnaba el proyecto empresarial. La ciudad conquisto parte de los recursos polticos antes concentrados en el poder central, pero no realizo el sueo del autogobierno.

En ese contexto los llamados a la participacin apenas ocultan que su presupuesto es la adhesin a la utopa mercantil de una ciudad unida por la productivizacin y la competicin. El compromiso patritico de no romper la unidad necesaria al buen funcionamiento de los negocios en la cual la ciudad est ocupada, la abdicacin del poder a un jefe carismtico, la estabilidad y la tregua as conquistadas, junto con otras tantas decenas o centenas de ciudades, con derecho a ser elegidas como localizacin de las prximas inversiones, de las prximas ferias, de las prximas convenciones. 5. Ciudad X Polis

Recorrido el guin anunciado al inicio, esta conclusin podra ser consagrada a contraponer cada una de las afirmaciones o anlisis propuestos por los planeadores estratgicos. Seria sin embargo excesivamente largo para una conclusin y podra representar una prdida de oportunidad para reflexionar a cerca de algunos nexos y estrategias discursivas que se buscan develar.

En primer lugar, no hay como desconocer la centralidad de la idea de competencia entre ciudades en el proyecto terico y poltico del planeamiento urbano. Es la constatacin de la competencia entre ciudades que autoriza la transposicin del modelo estratgico del mundo de las empresas hacia el mundo urbano, como es ella la que autoriza la venta de las ciudades, el empleo del marketing urbano, la unificacin autoritaria y despolitizada de los citadinos y, en fin, la instauracin del patriotismo cvico.

Un primer e interesante cuestionamiento de la idea de competencia entre ciudades o los territorios viene de Bouinot y Bermils, que, a pesar de su compromiso global con el modelo no dejan de percibir que esta competencia entre ciudades constituye, en cierta medida, la forma a travs de la cual se manifiesta la competencia entre empresas en la bsqueda de localizaciones ventajosas. (1995, p. 17).

Porter, a su vez, desde lo alto de su autoridad de Papa de la planificacin estratgica, rechaza la idea, diciendo que no son pases (ciudades, regiones) que compiten, pero si las empresas y sectores industriales que tienen ah sus bases de operaciones. En consecuencia, para Porter, lo ms que podemos decir es que algunos pases (regiones, ciudades) ofrecen un ambiente favorable a la competitividad de determinados sectores industriales (Porter, 1990).Otra posicin interesante ha sido propuesta por Harvey , que identifica en el proceso que se describe como de competencia entre territorios y regiones un mecanismo que lleva a que las ciudades se alineasen "a la disciplina y la lgica del desarrollo capitalista " (Harvey , 1996, p. 56). En este sentido, al seguir las enseanzas y directrices de los consultores catalanes y generalizar la oferta de infraestructuras y servicios necesarios para el establecimiento de las empresas transnacionales , las ciudades haran al mismo tiempo: a) el abaratamiento para la concurrencia, del costo de estos servicios para sus consumidores; b) aumentando la libertad de circulacin y fluidez , es decir , la libertad de eleccin y margen de maniobra de los consumidores de localizacin, una vez que stos hayan proporcionado un nmero cada vez mayor de ciudades con los atributos locacionales indispensables.El cara a cara con un discurso que se transforma constantemente el significado y la funcin lgica (sintctica) de la ciudad no parece ser fcil. El cuestionamiento de la transformacin de la ciudad en una mercanca se diluye en el momento en que vuelve a aparecer bajo la forma de empresa, y la crtica de esta analoga deja de tener sentido cuando es la ciudad- patria que emerge, ofreciendo la paz, la estabilidad y la garanta de lderes capaces de representar, gracias a su carisma, a la totalidad del pueblo. Esta flexibilidad permanente y la fluidez conceptual operan como una poderosa herramienta ideolgica, proporcionando mltiples y combinadas, incluso contradictorias, imgenes y representaciones, que se pueden utilizar segn la ocasin y necesidad.

Esperamos que esta estrategia discursiva no impida vislumbrar, gracias la sucesiva y sistemtica contraposicin de los conceptos e imgenes accionadas, que la participacin propuesta se funda en la negacin de la ciudadana: consumidor de mercaderas, a accionista de empresa o patriota orgullosos, o citadino planificado estratgicamente est condenado a ver desaparecer el espacio y la condicin de una ciudadana desde siempre desafiada en el diseo moderno. Por un lado la city, imponindose a la ciudad como espacio y objeto y sujeto de negocios; del otro lado, la polis, afirmando la posibilidad de una ciudad como espacio de encuentro y confrontacin entre ciudadanos.

All donde la mercantilizacin del espacio pblico est siendo contestada , all donde los citadinos investidos de ciudadana politizan lo cotidiano y cotidianidizan la poltica, a travs de un permanente proceso de reconstruccin y reapropiacin de los espacios pblicos, estn despuntando los primeros elementos de una alternativa que, por no estar aun modelada y consolidada, no por eso es menos prometedora.-

( Una primera versin de este trabajo fue presentado en el VII Encuentro Nacional de la Asociacin Nacional de Pos-graduacin e Investigacin en Planeamiento Urbano y Regional, realizado en Porto Alegre, en mayo de 1999.

Un grupo que en este trabajo designamos catalanes se destacan Manuel de Forn y sobre todo, Jordi Borja, sea en ejercicio de consultora, sea en la produccin de textos en que se difunden, junto con la experiencia de Barcelona, las virtudes del nuevo modelo. En cierta medida, tambin integra en grupo Manuel Castells, que ha producido varios trabajos, inclusive un libro, en co-autora con Jordi Borja.

Para una amplia y detallada revisin crtica de los conceptos y modelos aplicados en diversas escuelas de planeamiento estratgico empresarial, ver Mintzberg, 1994.

Consorcio de 12 cadenas de televisin europea

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