c ua res ma - archidiocesis de valencia · sentido de la cuaresma y pascua 2012..... 12 propuesta...

204
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros Cuaderno Pastoral C U A R E S MA - P A S C U A

Upload: doandien

Post on 02-Oct-2018

217 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

El Verbo se hizo carney habitó entre nosotros

Cuaderno Pastoral

C U AR E SM A -P A SC U A

© Arzobispado de Valencia

Edita: Arzobispado de Valencia

Diseño y producción gráfica:Medianil Comunicaciónwww.medianil.net

Portada:Fra Angelico, La Anunciación, entre 1430-1432.Temple sobre tabla. 154 x 194 cm.Museo del Prado. Madrid, España.

Carta Saludo del Sr. Arzobispo ..................................................................... 04

Presentación del cuaderno ............................................................................ 07

La Palabra ...................................................................................................... 09

Comentario a la Palabra .......................................................................... 10

Sentido de la Cuaresma y Pascua 2012 ........................................ 12

Propuesta de acción cuaresmal de Cáritas para la comunidad parroquial .............................................................. 15

CUARESMA-PASCUA 2O12

PARA LA LiTURgiA ....................................................................................... 19

PARA LA FAMiLiA .......................................................................................... 83

PARA EL COLEgiO ........................................................................................ 87

PARA LA PARROqUiA ................................................................................. 103

Celebración Penitencial .................................................................... 104

Aportación de Comisiones:

Comisión Diocesana de Apostolado Seglar-Laicos ........ 114

Comisión Diocesana de Pastoral de la Salud.............. 122

Comisión Diocesana para los Mayores ........................... 126

Vía Crucis ................................................................................ 129

Vía Lucis .................................................................................. 144

COV Catequesis para niños ................................................... 160

COV Catequesis para jóvenes .............................................. 163

Comisión Diocesana de Espiritualidad ............................ 168

Vía Lucis .................................................................................. 170

Comisión Diocesana de Misiones ....................................... 181

Propuesta de oración cuaresmal de Cáritas para adolescentes y jóvenes ............................................... 185

guión litúrgico para la eucaristía cuya colecta se destina a Cáritas ...................................... 191

PROPUESTA DE CAnTOS .................................................................................. 195

EL MOnASTERiO DE CUARESMA .................................................................. 201

í n d i c e

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Carta Saludo del Sr. Arzobispo

4

Carta del Sr. Arzobispo

5

“Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también nuestra fe; más todavía: resultamos unos falsos testigos de Dios,

porque hemos dado testimonio contra él, diciendo que ha resucitado a Cristo” (1 Cor 15, 14-15)

Queridos hermanos:

La profunda convicción, en el corazón mismo de la Iglesia y de cada uno de nosotros, de que la resurrección de Jesús de entre los muertos es el acontecimiento central de la historia y de nuestra salvación, nos hace ponernos de nuevo en camino hacia la Pascua en el tiempo de Cuaresma que comenzamos. Toda nuestra vida y nuestras acciones, en la Iglesia y en nuestro caminar personal, están conducidas por un mismo deseo: llevar al encuentro con Cristo, resucitado de entre los muertos, a todos aquellos hermanos nuestros que aún no lo conocen. Para ello, nuestra vida cristiana ha de ser estímulo, ejemplo y testimonio de esta resurrección que da un sentido nuevo y pleno a todas las cosas.

Para ayudarnos en esta tarea, constante, de la vida personal y comunitaria, las Vicarías de Acción Caritativa y Social y de Evangelización han preparado, con la colaboración de las distintas Comisiones Diocesanas que las componen, estos materiales con los que se pretende ofrecer una ayuda a las Comunidades Parroquiales, Instituciones religiosas y Colegios para que podamos vivir, con mayor intensidad y sentido, los tiempos de Cuaresma y Pascua, sin olvidar la Semana Santa, “corazón del año litúrgico”.

La liturgia de los domingos de Cuaresma nos propone dos grandes temas: “la alianza” y el “misterio pascual”. Así, semana tras semana, podremos, no sólo escuchar el relato de la continua alianza de Dios con su pueblo, sino escuchar que Dios mismo hace alianza con nostros, nos pide entrar en su misma vida. Para los que estamos en algún grupo del Itinerario, coincidirán estas semanas

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

6

con la lectura y la contemplación de los temas que presentan los primeros pasos de la vida de Jesús como el “cumplimiento de las promesas”. Así, lo que vamos conociendo y contemplando en el IDR lo podremos vivir con mayor profundidad en las celebraciones litúrgicas para, después, dar testimonio con nuestra propia vida. Este tiempo cuaresmal ha de abrir nuestro corazón para acoger, con gozo, el misterio de la resurrección. Como dice el Papa Benedicto XVI, en su carta “Porta fidei”, el “conocimiento de los contenidos que se han de creer no es suficiente si después el corazón, auténtico sagrario de la persona, no está abierto por la gracia que permite tener ojos para mirar en profundidad y comprender que lo que se ha anunciado es la Palabra de Dios”. Ésta es una de las tareas primordiales que hemos de emprender en nuestro tiempo: abrir el corazón de los hombres y mujeres con los que convivimos a diario, algunos alejados de Dios, a la gracia de saberse queridos y acompañados por Dios mismo.

Los recursos y materiales que se proponen desde las Vicarías quieren ser una ayuda y un estímulo para preparar y vivir estos tiempos litúrgicos, de manera que las distintas acciones y celebraciones sean expresión de la vida que se va enriqueciendo en nosotros con la presencia salvadora de Dios. De nuevo en esta ocasión, los diversos contenidos se han agrupado por destinatarios. De este modo puede resultar más fácil encontrar las distintas propuestas y servirse de ellas.

Que la Mare de Déu dels Desamparats, testigo privilegiado de la resurrección de Cristo, que supo acompañar a su Hijo en el camino hacia Jerusalén, que estuvo al pie de la cruz y se nos entregó como Madre, que acompañó a la Iglesia naciente en los encuentros con el Señor resucitado, interceda por nosotros y nos muestre el rostro de su Hijo, para que podamos decir con nuestras vidas que “el Verbo se hizo carme y habitó entre nosotros”.

Con gran afecto os bendice

+ Carlos, Arzobispo de Valencia

7El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros 7

Presentación del cuaderno

9

La Palabra

De la primera carta del apóstol san Juan 1,1-2,3

Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos lo que contem-plamos y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida (porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anuncia-mos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado): lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, a fin de que viváis en comunión con nosotros. Y esta nuestra comunión de vida es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas para que sea colmado vuestro gozo.

Y el mensaje que de él hemos recibido y os trans-mitimos es éste: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que vivimos en comunión con él y, con todo, andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos las obras de la verdad. Pero si camina-mos en la luz, lo mismo que está él en la luz, enton-

La Palabra de la vida y de la luz de Dios

ces vivimos en comunión unos con otros; y la san-gre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engaña-mos a nosotros mismos, y la verdad no está en no-sotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y bon-dadoso es él para perdonarnos y purificarnos de toda iniquidad. Si decimos que no hemos pecado, estamos afirmando que Dios miente, y su palabra no está en nosotros.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Él es propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.

Y sabemos que hemos llegado a conocerlo si guar-damos sus mandamientos.

10

Comentario ala Palabra

De los tratados de san Agustín, obispo, sobre la primera carta de san Juan, Tratado 1,1.3.

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Pala-bra de la vida. ¿Quién es el que puede tocar con sus manos a la Palabra, si no es porque la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros?

Esta Palabra, que se hizo carne, para que pudiera ser tocada con las manos, comenzó siendo carne cuan-do se encarnó en el seno de la Virgen María; pero no en ese momento comenzó a existir la Palabra, por-que el mismo san Juan dice que existía desde el prin-cipio. Ved cómo concuerdan su carta y su evangelio, en el que hace poco oísteis: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios.

Quizá alguno entienda la expresión «la Palabra de la vida» como referida a la persona de Cristo y no al mismo cuerpo de Cristo, que fue tocado con las ma-nos. Fijaos en lo que sigue: Pues la vida se hizo visible. Así, pues, Cristo es la Palabra de la vida.

La misma vida se ha manifestado en la carne

11

Presentación del cuaderno

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros 11

¿Y cómo se hizo visible? Existía desde el principio, pero no se había manifestado a los hombres, pero sí a los ángeles, que la contemplaban y se alimentaban de ella, como de su pan. Pero, ¿qué dice la Escritura? El hombre comió pan de ángeles.

Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con el corazón fuera también vis-to con los ojos, y de esta forma sanase los corazo-nes. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no lo éramos de ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace ca-paces de ver la Palabra.

Os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó, es decir, se ha manifestado entre nosotros, y, para decirlo aún más claramente, se manifestó en nosotros.

Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. Que vuestra caridad preste atención: Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos. Ellos vieron al mismo Señor presente en la carne, oyeron las palabras de su boca y lo han anunciado a nosotros. Por tanto, nosotros hemos oído, pero no hemos visto.

Y por ello, ¿somos menos afortunados que aquellos que vieron y oyeron? ¿Y cómo es que añade: Para que estéis unidos con nosotros? Aquéllos vieron, nosotros no; y, sin embargo, estamos en comunión, pues po-seemos una misma fe.

En esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra ale-gría sea completa. La alegría completa es la que se encuentra en la misma comunión, la misma caridad, la misma unidad.

Sentido de la Cuaresma y Pascua 2012

El cumplimiento de las promesas y de la alianza pascual

12

I. En el corazón del año litúrgico

La Cuaresma y la Cincuentena Pascual, como prepa-ración y consecuencia de la Semana Mayor o Santa, se fueron formando con la mirada puesta en dos gru-pos diferentes de fieles: los catecúmenos que vivirían ese año la iniciación cristiana y los cristianos vetera-nos, que debían purgar los pecados con la penitencia pública o privada y renovar purificados el misterio de su propia salvación. Era un tiempo en que la comu-nidad cristiana se sentía más como “Iglesia madre” y velaba por la incorporación de nuevos hijos o la re-cuperación de los alejados, como algo vital para su propia misión y supervivencia.

Sin embargo, desaparecida la institución del catecu-menado y sustituida la reconciliación pública por la penitencia secreta a partir del siglo VII, la Cuaresma quedó configurada como un tiempo casi exclusiva-mente penitencial y ascético. La ceniza se empezó a imponer a todos los fieles en el siglo IX, cuando ha-bía decaído la práctica de la penitencia pública. Por otra parte, la devoción a la Pasión de Cristo y a la Vir-gen Dolorosa invadió también las últimas semanas de la Cuaresma sobre todo a partir de la Baja Edad Media. Al mismo tiempo se asistió a una decadencia

Presentación del cuaderno

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros 13

litúrgica del tiempo pascual, que ahora se presenta con mayor claridad como Cincuentena festiva y mis-tagógica en la alianza sellada por el misterio pascual y el don del Espíritu.

Por todo ello, el IDR debe ayudar a la plena recupera-ción del verdadero sentido de estos tiempos litúrgicos que afectan a todos los fieles, sin olvidar las aporta-ciones históricas posteriores que, como ocurre con la religiosidad popular, extienden la noticia y la celebra-ción del misterio pascual por toda nuestra sociedad.

II. Una Cuaresma y Pascua singulares: en el segundo año del IDR

En el tiempo en que los grupos del IDR estudian los primeros pasos de la vida de Jesucristo como el cum-plimiento de las promesas hechas a la humanidad y al pueblo de Israel, la liturgia de este 2012 nos pro-pone unidos los dos grandes temas de “la alianza” y del “misterio pascual”, pero la celebración lo hace de forma vivencial, referida a los participantes; de modo que lo que se estudia y contempla en el IDR se vive como alianza que ha llegado a su perfección en el misterio de Cristo y que es el ámbito de amor y fidelidad en el que nos movemos como creyentes.

III. La Cuaresma B y sus particularidades

Los tres ciclos de la Cuaresma, A, B y C, sin dejar de mantener la unidad de este tiempo, están especiali-zados en cada una de sus finalidades: catecumenal, prepascual y penitencial. Este año 2012 corresponde el ciclo B. Los domingos de Cuaresma tienen tres lec-turas cuyos temas no están necesariamente relacio-

nados entre ellos, sino que forman tres secuencias diferentes: la historia de la salvación centrada en la alianza otorgada por Dios (Primera lectura: Antiguo Testamento), el misterio pascual y su aplicación en la Iniciación Cristiana (Segunda lectura: Apóstol) y el tema propio de este año que es el misterio pascual (Evangelio). En algunas ocasiones coinciden los te-mas de la primera lectura y el Evangelio, como pro-fecía y cumplimiento, sirviendo la lectura segunda de clave interpretativa de la relación entre ambas.

La finalidad de este criterio consiste en evitar la dis-persión de temas bíblicos sugeridos por las lecturas, las cuales en los tres años están dispuestas siguien-do la recomendación de san Agustín, para el cual la historia de la salvación está dividida en siete edades; las cinco primeras abarcan el Antiguo testamento, la sexta fue inaugurada por Cristo y la séptima corres-ponde a la Parusía:

Han pasado ya cinco edades del mundo, la pri-mera de las cuales va desde el origen del género humano, esto es, desde Adán, que fue el primer hombre creado, hasta Noé, que construyó el arca durante el diluvio. Luego la segunda llega hasta Abrahán, que con razón fue elegido como padre de todos los pueblos, para que imitaran su fe, pero más particularmente el pueblo judío, en vir-tud de la descendencia carnal (...). Estos momen-tos de las dos edades aparecen claros en los libros antiguos; de las otras tres se habla también en el Evangelio, cuando se recuerda el origen del Señor Jesucristo según la carne. La tercera, en efecto, va desde Abrahán hasta el rey David; la cuarta, desde David hasta aquella cautividad, en que el pueblo de Dios fue deportado a Babilonia; la quin-

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

1414

ta, desde aquella deportación hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. Y a partir de aquella ve-nida comienza la sexta, durante la cual la gracia espiritual, que hasta entonces sólo habían conoci-do unos pocos patriarcas y profetas, se manifiesta a todas las gentes (De catechizandis rudibus, 39).

Así debemos evocar nuestro camino hacia Cristo mediante la iniciación cristiana. Nuestra experien-cia catecumenal comienza este año recordando que cada uno de nosotros ha sido salvado, como Noé en el arca, de las aguas de la muerte, que fueron para nosotros, al contrario, un baño de purificación y re-nacimiento (Génesis 9, 8-15. Primera lectura, 1º Do-mingo de Cuaresma B). En la Pascua deberemos re-novar la profesión de fe y el compromiso bautismal, pero antes habremos de revivir un proceso que nos llevó por pura gracia al Bautismo en el principio de nuestra existencia, que se renovó en forma de cate-cumenado antes de los otros sacramentos de inicia-ción: Confirmación y Eucaristía, pero que podemos volver a recorrer, madurando como cristianos y revi-viendo las gracias de la iniciación cristiana.

IV. Signos para seguir esta Cuaresma.

La señal del Arco Iris como “firma de Dios” en su pri-mera alianza o pacto con la creación puede servir de guía para esta Cuaresma 2012. Según la estructura de cada iglesia, se pueden ir mostrando los siete co-lores del Arco, disponiendo cartulinas en el fondo del presbiterio, o adornando el ambón con bandas ver-ticales: violeta el miércoles de ceniza, añil el 1º do-mingo, azul el 2º, verde el 3º, amarillo el 4º, naranja el 5º y rojo el Domingo de Pasión. A esto se pueden añadir los signos especiales del “Tríptico pascual”:

los escombros el 3º domingo, la cruz el 4º y las es-pigas el 5º y, finalmente, las palmas del domingo de la Pasión del Señor. Al comenzar la homilía se puede invitar a los fieles a que contemplen esos signos, para descubrir su significado completo cuando escuchen la explicación de la Palabra de Dios.

Otros signos se irán indicando en algunos domingos significativos, para destacar su mensaje y conservar-lo especialmente en las familias.

15

Propuesta de acción cuaresmal

de Cáritas para la comunidad

parroquial

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

16

Al principio de la Cuaresma se pondrá en la entrada de la Iglesia una cruz de madera grande (o bien di-bujada sobre un papel continuo pegado en la pared). Sobre la madera de esta cruz estarán pegadas tiras de papel con las necesidades concretas que tiene Cáritas Parroquial, para poder ayudar a personas y familias concretas que atiende y acompaña. (Estas necesidades que se coloquen deberán estar muy bien concretadas, y se pondrán sólo aquellas que se consi-dere que pueden ser cubiertas por la caridad de la co-munidad. A lo largo de las semanas de Cuaresma se podrá también ir colocando nuevas necesidades).

Ejemplo de concreción de las necesidades para favore-cer la ayuda:

1. Una nevera ……… X euros (puedes aportar la cantidad que quieras para colaborar en la com-pra de la nevera, o bien dar una nevera que ten-gas y que no necesites).

2. Una cuna para bebé.

3. Alimentos básicos para un mes para una familia de 4 miembros ……. X euros (puedes aportar la cantidad que quieras para colaborar en la ayuda alimentaria de esta familia).

4. Un recibo de la luz …… X euros (puedes aportar la cantidad que quieras para esta necesidad).

5. El alquiler de un mes …… X euros (puedes aportar la cantidad que quieras para esta necesidad).

6. Hacen falta dos personas que quieran integrarse en el equipo de Cáritas.

7. Etc.

Con todo esto queremos invitar a la comunidad a compartir la carga de la cruz, o aliviar en su Vía Cru-cis, a tantas personas y familias que ahora viven cru-cificadas por la injusticia, la crisis, el paro, la pobreza, el desamparo, la necesidad. Es una llamada a la co-munidad para ser agentes de resurrección, para dar vida donde se vive en muerte, para dar esperanza donde la desesperanza mata.

Al pie de la cruz habrá un cartel para indicar dónde y cuándo puede entregar la gente sus aportaciones para cubrir estas necesidades: en el despacho de

17

Presentación del cuaderno

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Cáritas parroquial en un horario asequible, o antes de las misas en el despacho de Cáritas, o indicando varias personas de referencia a las que acudir y en-tregarlo, etc.

Cada semana de Cuaresma se irán tachando las ne-cesidades de la cruz que se vayan solucionando (no se quitarán de la cruz para que se vea que han sido sa-tisfechas gracias a la ayuda de los miembros de la co-munidad). Y cada semana en la eucaristía dominical recordaremos esta iniciativa de la cruz. (Incluso si se hace en algún momento el Vía Crucis se puede utilizar esta cruz simbólica).

El domingo de resurrección, tras el momento de la comunión, como acción de gracias, se llevará al altar la cruz en la que estarán sólo pegadas las tiras de pa-pel que han sido tachadas a lo largo de la Cuaresma, y se dará gracias a la comunidad por la vida, la esperan-za y el apoyo que, a través de Cáritas, han dado a las personas más necesitadas, porque de esta manera muestran que Cristo sigue vivo y resucitado entre no-sotros, y de que estamos llamados a ser agentes de resurrección, sembradores de Vida y de Esperanza.

Monición para después de la bendición final del sacerdote en el primer domingo de Cuaresma:

A la entrada de la Iglesia habéis visto una cruz don-de están pegadas en tiras de papel, las necesidades concretas que tiene nuestra Cáritas Parroquial para poder ayudar a personas y familias concretas que lo necesitan de verdad.

En este tiempo de Cuaresma os invitamos a ser ins-trumentos de resurrección, para dar vida donde se

vive en muerte, para dar esperanza donde la deses-peranza mata. Os proponemos que en este tiempo cuaresmal contribuyáis con vuestra caridad y com-partáis la carga de la cruz, o aliviar en su Vía Crucis, a tantas personas y familias que ahora, entre nosotros, viven crucificados por la injusticia, la crisis, el paro, la pobreza, el desamparo, la necesidad.

Sólo tenéis que elegir del listado de necesidades que hay clavadas en la cruz, aquella en la que vosotros queráis colaborar con vuestra aportación, y así, cada semana, iremos tachando de la lista las necesidades que ya estén cubiertas.

Lo que queremos conseguir es que en el domingo de resurrección estén todas o casi todas las necesida-des tachadas porque han sido cubiertas por la soli-daridad y fraternidad de nuestra comunidad. En ese día queremos presentar en el altar la cruz vacía de necesidades, y llena de vida, llena de toda la solidari-dad que habéis derramado con vuestra ayuda.

Os animamos desde Cáritas a participar en esta ac-ción de fraternidad solidaria. A la salida, al pie de la cruz tenéis indicado de qué forma y cuándo podéis venir para aportar vuestra ayuda. Gracias de ante-mano por vuestra colaboración en nombre de los que más lo necesitan.

Para la LiTURgiA

1919

Cuaresma-Pascua2012

Para laLITURGIA

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

20

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Joel 2, 12-18:

El profeta Joel describe la liturgia penitencial del “Día de la expiación” en el antiguo Israel, y pide al pueblo de Dios que rasgue su corazón y no los vestidos. La penitencia tiene su pleno sentido cuando se convier-ten las voluntades de las personas. Convertirse es volver a Dios con ánimo firme y sincero. Contestare-mos a la palabra de Dios con el salmo penitencial por excelencia: “Misericordia, Señor, hemos pecado”.

Segunda lectura. 2 Corintios 5, 20-6. 2:

San Pablo considera la conversión auténtica como una tarea permanente cuando dice: “Dejaos reconciliar con Dios” porque nuestro tiempo es breve, y la Cuaresma es tiempo de gracia y salvación. La reconciliación con-siste en recomponer la relación rota o debilitada entre nosotros y Dios, entre nosotros y los hermanos.

Evangelio de san Mateo 6, 1-6. 16-18:

Jesús enseña a sus discípulos cómo tiene que ser su estilo de vida y describe tres dimensiones de la mis-ma: la oración, relación con Dios; la limosna, relación con el prójimo; y el ayuno, relación con uno mismo. La oración es imprescindible para el discípulo de Cristo; la limosna es expresión de sincera caridad y el ayuno muestra la conversión a Dios.

22 de febrero de 2012 Miércoles de Ceniza

21

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Historia de esta celebración

El Martiriologío Romano hace así el “elogio” de esta celebración: “Día de ceniza e inicio de la muy sagra-da Cuaresma: he aquí que vienen días de penitencia para la remisión de los pecados, para la salvación de las almas; he aquí el tiempo favorable, en el que se asciende a la montaña santa de Pascua”.

Desde tiempos de san Gregorio Magno (siglo VI), inaugura este día en Roma la santa cuarentena, por lo que se llama también a este día “in capite jejunii” (en la cabeza o comienzo del ayuno). Antes comenzaba la Cuaresma el primer domingo, pero se extendió al miércoles anterior para que hubiese cuarenta días de ayuno hasta la Pascua, descontando los domingos. Ya en el siglo IV comenzaba este día la penitencia canónica a que debían someterse los penitentes públicos para ser absueltos el Jueves Santo.

En el siglo XI, habiendo caído en desuso la penitencia pública, el Papa, el clero y el pueblo romano toma-ron la costumbre de ir descalzos y cubierta la cabeza con ceniza desde la basílica de santa Anastasia, jun-to al Circo Máximo, hasta la de santa Sabina, en la cima de la vecina colina del Aventino; antes de iniciar la procesión se bendecía tanto la ceniza como los ci-licios (telas de saco). En el año 1091, el Papa Urbano II recomendó la imposición de la ceniza a todos los fieles como signo distintivo de la inauguración de la Cuaresma.

Lo que nos dice ahora este día

El mensaje que recibimos está perfectamente fun-dado en las tres lecturas propias de este día, como se explica en las moniciones que figuran a continuación; todo él se resume en las oraciones de bendición de la ceniza: “Derrama la gracia de tu bendición sobre es-tos siervos tuyos que van a recibir la ceniza, para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con el corazón limpio, a la celebración del misterio pas-cual de tu Hijo”, “Así podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo resucitado, la vida nueva de tu reino”.

Nuestra sensibilidad rechaza la distinción entre pe-cadores públicos y secretos. La imposición general de la ceniza muestra el carácter social del pecado, suma de todos los pecados personales, conocidos u ocultos. Las prácticas cuaresmales recomendadas son la mayor escucha de la Palabra de Dios, junto con la oración, el ayuno y la limosna; concluyendo en una celebración del sacramento de la Penitencia que nos lleve, al final del camino cuaresmal, a reci-bir la gracia del perdón y a participar en la Eucaristía pascual con el ánimo renovado.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

22

Oración de los fieles

Demos gracias a Dios Padre, que estableció en la Sangre de Cristo una alianza nueva y eterna con su pueblo y la renueva en el sacramento del altar, y su-pliquémosle diciendo: Bendice, Señor, a tu pueblo.

R/. Bendice, Señor, a tu pueblo.

Fortalece al Santo Padre Benedicto XVI en el go-bierno de toda la Iglesia, y a nuestro Arzobispo Carlos, en el décimo quinto aniversario de su or-denación episcopal, para gloria tuya y el bien de tu pueblo que peregrina en Valencia.

R/. Bendice, Señor, a tu pueblo.

Ayuda a tu Iglesia en Valencia, para que el Itine-rario Diocesano de Renovación nos una a todos en el deseo de conocer mejor a nuestro Salvador y a responder a su llamada.

R/. Bendice, Señor, a tu pueblo.

Aumenta el fervor de aquellos que, habiéndolo dejado todo, siguieron a Cristo, para que mani-fiesten con su testimonio la vida de la Iglesia.

R/. Bendice, Señor, a tu pueblo.

Tú que creaste a todos los hombres a imagen tuya, haz que sintamos horror de las injusticias y desigualdades entre los hombres.

R/. Bendice, Señor, a tu pueblo.

Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti, y, a nosotros, enséñanos cómo podemos ayudarlos.

R/. Bendice, Señor, a tu pueblo.

Escucha, Señor, nuestras oraciones y extiende tu mano misericordiosa sobre el pueblo penitente, para que estos días de Cuaresma te busquemos con todo corazón y veamos atendidas nuestras plegarias. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

23

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

26 de febrero de 2012 Primer domingo de Cuaresma -B-

La Alianza con la Creación y la llamada

a la Penitencia Monición inicial y aspersión con el agua bendita

La narración de la historia de la salvación comienza este año con el episodio del Diluvio. Se trata de uno de los relatos del Antiguo Testamento más citados en las catequesis de los Santos Padres como imagen profética del Bautismo. Es fácil reconocer en ese re-lato a la familia de Dios que es la Iglesia, la nueva hu-manidad salvada de las aguas de la muerte eterna. Del mismo modo, la Nueva Alianza sellada por Cristo con su sangre es la perfección definitiva de la alianza del Creador con los seres vivientes. Jesús glorificado y todopoderoso se nos muestra ahora desde el cielo rodeado del arco iris (Ap 4, 3) que señala el comienzo de la paz con los hombres a quienes ama el Señor.

Este domingo, el agua que vamos a bendecir y asper-jar sobre nosotros nos recordará la muerte al pecado y la vida nueva que recibimos en el Bautismo.

(Sigue el rito de la bendición y aspersión del agua, como en el Misal o el Libro de la sede, omitiendo la monición inicial)

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

24

Moniciones a las lecturas

Primera y segunda lectura. Génesis 9, 8-15 y Pedro 3, 18-22:

Comenzamos a leer la historia de la salvación a partir del episodio del Diluvio, cuando Dios salvó al justo Noé y a su familia e hizo la primera alianza con la hu-manidad. Todo aquello era un anuncio profético del sacramento del Bautismo, que nos salvó de la muer-te eterna, como lo explica san Pedro en la segunda lectura.

Evangelio de san Marcos 1, 12-15:

San Marcos evita contar con detalle las tentaciones de Jesús en el desierto. Más bien nos lo presenta como el nuevo Adán que vence al tentador, en vez de lo ocurrido con los primeros padres. Al comenzar su vida pública, la primera palabra de Jesús en su predi-cación nos llama a la conversión.

Ideas para la homilía

El comienzo de la Cuaresma

Estamos en el primer domingo de Cuaresma, el tiempo que la Iglesia ha establecido como prepara-ción a la Pascua, para que los fieles se dispongan a una participación más plena del misterio de Cristo, mediante la escucha asidua de la palabra de Dios, la celebración de los sacramentos, la oración, la limos-na, el ayuno y la práctica de las buenas obras, de for-ma que se consiga la verdadera penitencia, es decir, el cambio de mentalidad y de comportamientos.

La Cuaresma tiene, pues, tres finalidades: prepara-ción para la Pascua, revisión del proceso catecume-nal y perdón de los pecados. Precisamente por ello, la oración colecta de este domingo nos sitúa en el momento justo cuando dice: Al comenzar un año más la santa Cuaresma concédenos, Dios todopode-roso, avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud.

Antiguamente, durante la Cuaresma se preparaban los candidatos a recibir el Bautismo en la Vigilia Pascual. También nosotros, durante este tiempo, vamos a rezar por los actuales catecúmenos, y también por los niños y jóvenes que van a completar su iniciación cristiana. Pero la Iglesia quiere asimismo que todos nosotros vi-vamos este tiempo como una experiencia catecume-nal, que volvamos a ser catecúmenos (que significa: aquellos que escuchan). En esta Cuaresma vamos a tener especialmente presentes los temas de la Alianza (Primeras lecturas) y del Misterio Pascual (Evangelios), pero en este segundo año del Itinerario Diocesano de

25

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Renovación los vamos a considerar como anuncio y cumplimiento de las promesas que Dios hizo a su pue-blo y que cumplió y mantiene en Jesucristo.

La historia de la salvación

El camino de la Cuaresma es paralelo al de la historia de la salvación, que hoy ha comenzado a narrarse a partir de la alianza sellada por Dios con Noé después del Diluvio. Tanto el apóstol san Pedro, en la carta que hemos escuchado, como los santos Padres, se sirvieron de este episodio para tratar del Bautismo que nos salva. Toda la Cuaresma de este año nos va a ayudar a conocer mejor el misterio de nuestra rege-neración. Por eso ya desde ahora, al comenzar a reco-rrer la historia de nuestra salvación, hemos de tomar conciencia de nuestro ser cristiano y preguntarnos: ¿De dónde venimos? Del agua bautismal, que des-truyó nuestra antigua condición de pecadores y nos restituyó una conciencia inocente. Venimos de Dios y estamos aquí por su gracia. ¿A dónde vamos? Al encuentro pascual con Cristo, que iremos renovando cada domingo en la Eucaristía, pero que debe ir per-feccionándose a medida que tomamos conciencia de la necesidad de renovarnos por la escucha de la palabra de Dios y nos purificamos por el sacramento de la Penitencia, por la oración y las demás buenas obras que son frutos dignos del perdón.

Jesucristo, el hombre nuevo

Al comienzo de este tiempo de esfuerzo espiritual, se nos proclama que Jesús, después de ser bautiza-

do, se trasladó al desierto, para que allí, como un nuevo Adán, rodeado por los animales salvajes y ser-vido por los ángeles, sostuviese en aquella soledad un combate personal con Satanás, en una prueba que representaba todas las tentaciones que hubo de superar, hasta la grande y última prueba de la cruz, para mantenerse fiel al Padre; entonces fueron los hombres quienes le tentaban para que bajase de la cruz y no llevase a término su obra.

Tenemos aquí el primer anuncio del Misterio Pascual de Jesucristo, que se expondrá a lo largo de los do-mingos de esta Cuaresma -B-. Del mismo modo, el Bautismo hizo de nosotros una nueva creación, pero no nos dispensó de la lucha que habremos de man-tener a lo largo de nuestra vida.

Las primeras palabras de Jesús como Mesías

Confirmado y proclamado por el Padre y ungido por el Espíritu en el bautismo del Jordán, después de vencer en combate singular donde el primer hombre había caído, el divino Maestro, que hoy desciende de su retiro en la montaña y comienza la vida pública, hace de sus primeras palabras una llamada a la apre-miante a los que viene a salvar: “Convertíos y creed en el Evangelio”, en la buena noticia que es, en pri-mer lugar, él mismo. Tiempo de anuncio y cumpli-miento, tiempo oportuno de salvación que se vuelve a inaugurar cada Cuaresma.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

26

Oración de los fieles

Oremos a Dios, nuestro Padre, al comenzar este tiempo de gracia, en este día de salvación.

Por la Iglesia, impulsada por el Espíritu, como Cristo, al desierto de la Cuaresma, para que se vea fortalecida en la lucha contra las fuerzas del mal, roguemos al Señor.

Por tantos «espíritus encarcelados» que podrían escuchar la palabra de aliento que necesitan, y acogerse a la mano amiga de Cristo, que los le-vante, roguemos al Señor.

Por los niños que en este tiempo de cuaresma se preparan con más intensidad a recibir los sa-cramentos de la penitencia y la Eucaristía, para que descubran en su vida la presencia de Dios, roguemos al Señor.

Para que el Itinerario Diocesano de Renovación nos ayude a vivir con más intensidad la cuares-ma y a prepararnos mejor para celebrar la Pas-cua, roguemos al Señor.

Por los que iniciamos esta santa Cuaresma, para que vivamos la experiencia del encuentro con Dios en Cristo, aumente nuestra fe y nos convir-tamos sinceramente, roguemos al Señor.

Dios y Padre nuestro, paciente y misericordioso, es-cucha nuestras súplicas y no nos dejes caer en la ten-tación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Un gesto para vivir y recordar el mensaje de este domingo

Al comienzo de la Misa hemos recibido la aspersión con el agua que nos recordaba el Bautismo. Al salir de la Iglesia podemos hacer nuestro este gesto to-cando el agua bendita que encontraremos en unos recipientes junto a la puerta y haciendo la señal de la cruz, también sobre los niños pequeños, en memoria del principio de nuestra vida cristiana.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

El secreto de Nazaret

La vida de familia conlleva un estilo singular, nuevo, creativo, que hay que vivir y saborear en el matrimonio y transmitir a los hijos a fin de que transforme el mundo.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

27

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

4 de marzo de 2012 Segundo domingo de Cuaresma -B-

Jesucristo, prenda de la Nueva Alianza

Monición y acto penitencial

Abrahán llega este domingo con la segunda etapa de la historia de la salvación, y es mostrado como padre y modelo de los creyentes, de modo especial cuando se dispuso a sacrificar a su hijo, y recibió en cambio una bendición que iniciaba la alianza con el naciente pueblo de Dios. Desde la visión propia del Nuevo Testamento, en paralelo con este pasaje, san Pablo presenta el sacrificio pascual de Cristo como la inmolación del Hijo profetizado en Isaac. Lo que en Abrahán fue una prueba de fe, en el Padre es una muestra suprema de su amor redentor hacia la hu-manidad pecadora en la nueva y definitiva alianza: El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entre-gó a la muerte por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? En el Evangelio, Jesús es asimismo presen-tado por el Padre como su Hijo amado, al que hay que escuchar. Preparémonos, pues, para escuchar la Palabra de Dios con el alma purificada, reconocien-do nuestros pecados.

Tú que no has venido a condenarnos, sino a salvarnos: Señor, ten piedad.

R/. Señor, ten piedad.

Tú que te hiciste obediente hasta la muerte: Cristo, ten piedad.

R/. Señor, ten piedad.

Tú, el Hijo amado del Padre: Señor, ten piedad.

R/. Señor, ten piedad.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

28

Moniciones a las lecturas

Primera y segunda lectura. Génesis 22, 1-2.9-13.15-18 y Romanos 8, 31b-34:

El sacrificio de Isaac es figura de la ofrenda de Cristo en el Calvario. La fe de Abrahán es correspondida por la fi-delidad de Dios. En esta segunda etapa cuaresmal, vivi-mos la experiencia de Abrahán como cristianos, llenos de confianza, pues, como proclama san Pablo: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?

Evangelio de san Marcos 9, 2-10:

El Evangelio de la Transfiguración anuncia la gloria de Jesús cuando resucite de entre los muertos. El Señor manda guardar silencio a los discípulos, porque quiere que su misterio de muerte y vida sea anunciado des-pués de que todo ocurra conforme al plan de Dios.

La fe del hombre con repuesta a la fidelidad de Dios en la alianza

Como nuevos catecúmenos, en el camino de la Cuaresma, ascendiendo a nuestro particular mon-te Moriah o al Tabor, habremos de dar testimonio de desprendimiento de todo lo humano, ofrecerlo, sacrificarlo, para confiar solamente en el Padre del cielo. Pero hay una gran diferencia entre Abrahán y nosotros: él no sabía cómo iba a acabar aquel dra-ma, y subió al monte con su hijo, teniendo el alma en la mayor oscuridad. Nosotros, sin embargo, hemos recibido la revelación por medio de Jesucristo; y por eso sabemos a dónde vamos, tal como hemos orado en el salmo responsorial 115: Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.

Para los bautizados, el país de la vida comenzó al borde de la fuente bautismal; si somos fieles al pacto con Dios, expresado en las promesas bautismales, que vamos a renovar este año en la Pascua de forma más solemne y preparada mediante las catequesis o charlas cuaresmales que se programan en las parro-quias y por la propia liturgia cuaresmal, esta vida ten-drá su continuación ininterrumpida en la vida eterna. ¿Queremos mayor garantía del amor de Dios que la ofrenda del Hijo al mundo? ¿Tendremos mayor prue-ba de la fidelidad de Dios que el misterio pascual de Jesucristo, que murió, más aún, resucitó y está a la de-recha del Padre y que intercede por nosotros? (Rom 8, 34; Segunda lectura).

Ideas para la homilía

La historia de la salvación

La palabra de Dios nos enseña que somos los hijos espirituales de Abrahán, y estamos aquí por la mise-ricordia de Dios, que mantiene su alianza. Por el sim-ple hecho de ser criaturas de Dios, ya disfrutamos de la bendición creadora, renovada tras el Diluvio como alianza con todos los vivientes; pero además somos hijos de Dios, llamados y enviados a recorrer un ca-mino de fe, como el patriarca de los creyentes.

29

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

La fe en Jesucristo, el Hijo amado de Dios

“Éste es mi Hijo amado; escuchadlo” (Marcos 9, 7), dice la voz del Padre en el Tabor; la fe en Jesucristo tiene como primer motivo creer que Él es el Hijo eter-no de Dios, por el que fueron hechas todas las cosas; y al mismo tiempo, de modo inseparable, escuchar con fe todo lo que Él enseñó como Palabra fiel e in-sustituible del Padre, y obedecer las normas de vida que nos dejó mediante palabras y ejemplos. Creer en Jesucristo es, finalmente, comprender todas sus ac-ciones a la luz de la fe de la Iglesia, expresada en sus enseñanzas solemnes y ordinarias acerca de nuestro Señor.

De este modo, en el Evangelio de la Transfiguración descubrimos un adelanto de la gloria pascual de Cristo, cuando el Señor resucite de entre los muertos (Mc 9, 9). La muerte y la resurrección de Jesús son la fuente de nuestra salvación y el contenido principal del anuncio cristiano. Además, la Transfiguración del Señor nos presenta el misterio de la cercanía de Dios, aunque esté normalmente velada por los signos ma-teriales, como entonces ocurría con la humanidad de Cristo y ahora acontece con los sacramentos y el resto de la liturgia.

Ante este impresionante conjunto de lecturas, debe-mos seguir en actitud catecumenal, la cual nos pide en primer lugar que escuchemos a la Palabra de Dios (“Catecúmeno” = “Oyente”), y luego, que mantenga-mos la esperanza en la vida con Cristo. Éstas son las virtudes que los cristianos debemos despertar espe-

cialmente en la Cuaresma. ¿Acaso no dice la voz del Padre, en la transfiguración de Cristo, que tenemos que escuchar al Hijo, al escogido? ¿No nos dirigimos también nosotros hacia un término humanamente inasequible —la gloria— puro don de Dios?

La experiencia del misterio

Para suscitar y vivir esta experiencia, habremos de celebrar unidos la liturgia como revelación del mis-terio de Dios, comenzando por valorar más el silen-cio en el templo, llegar a él sin prisas, dejando atrás los personalismos y las distracciones; y cuando cele-bremos, mirar con asombro, escuchar y cantar con atención, para que al percibir lo divino que hay en Cristo, presente ahora entre nosotros, nos lleve a decir como Pedro, que ya se creía estar en el cielo: “Maestro ¡Qué bien se está aquí! (Mc 9, 5).

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre, que nos ha dado todo con Je-sucristo, su Hijo.

Por la Iglesia, para que no se canse de anunciar, ante el mundo el amor y la misericordia de Dios. Roguemos al Señor.

Por los que buscan a Dios sin saberlo, por los que viven sin esperanza; para que puedan descubrir, el verdadero rostro del Dios vivo, revelado en Cristo, roguemos al Señor.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

30

Por los enfermos, para que la fortaleza de la fe los ayude a poner su confianza en el Señor y pue-dan recobrar la salud, roguemos al Señor.

Por los frutos del Itinerario Diocesano, para que nos ayude a renovar constantemente nuestro seguimiento de Jesucristo, roguemos al Señor.

Por nosotros y nuestras familias, llamados a vivir en la oscuridad y a la luz de la fe; para que no nos desanimemos y confiemos en quien hace nuevas todas las cosas, roguemos al Señor.

Señor, Dios nuestro; tu Hijo Jesús ha destruido nues-tra muerte y ha sacado a la luz la vida inmortal; que tu misericordia venga sobre nosotros, como lo espe-ramos de ti. Por Jesucristo nuestro Señor.

R/. Amén.

Un gesto para vivir y recordar el mensaje de este domingo

Cuando volvamos a nuestras casas, pongamos en un lugar bien visible una imagen de Jesucristo, o desta-quemos el lugar donde la veneramos ordinariamen-te, reuniéndonos ante ella en silencio antes de la co-mida o al acabar la cena, e invitando a cada miembro de la familia a expresar una petición.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

La familia engendra la vida

En la vida de familia las relaciones interperso-nales tienen fundamento y reciben alimento del misterio del amor.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

“Día del Seminario”

Hoy celebramos en nuestra Diócesis de Valencia el Día del Seminario que es una jornada de oración y apoyo a las vocaciones al sacerdocio. Los seminaristas responden a la llamada del Señor y acuden al Seminario, que es el lugar de vida cristiana y discernimiento, con el deseo de entregarse al Señor en el ministerio sacerdotal. Sí, Dios sigue obrando maravillas en favor nuestro y pide nuestra respuesta agradecida, alegre y llena de esperanza.

Las familias son el primer seminario-semillero de vo-caciones, si acogen con alegría la llamada que Dios puede hacer a alguno de sus hijos y si cultivan el res-peto y amor hacia los sacerdotes que pueden ser un modelo atrayente de vida al servicio de la Iglesia.

En la Misa de este domingo puede utilizarse el Guión litúrgico que encontraremos seleccionando el apar-tado: Día del Seminario en la página principal de ar-chivalencia.org.

31

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

11 de marzo de 2012 Tercer domingo de Cuaresma -B-

La Alianza sellada por medio de Moisés y

la novedad de Cristo

El tríptico pre-pascual (I):El signo del Templo

Un signo propio de este domingo

Cuando entramos en la iglesia nos encontramos con un montón de escombros, bloques de cemento rotos, ladrillos de derribo… apilados en un lado del presbiterio o junto al ambón. La pregunta que sugie-ren: ¿Qué significa esto? Encontrará respuesta en el Evangelio, cuando Jesús compare su muerte y resu-rrección con la destrucción y restauración del templo de Dios.

Monición y acto penitencial

Durante esta Cuaresma, los cristianos vamos asu-miendo las sucesivas etapas de la historia de la sal-vación, de modo que hemos de mantener por nues-tra parte el pacto de paz establecido con Noé y sus hijos y la alianza sellada con Abrahán sobre la base de la fe en el único Dios, que puede dar vida a los muertos. Ahora se nos pide ordenar nuestra vida de acuerdo con unos mandamientos que fueron mante-nidos por Jesucristo, si bien los perfeccionó al mos-trarlos como consecuencia de la entrega propia del amor a Dios y al prójimo. En el Evangelio, Jesús se nos muestra como el templo verdadero de Dios, que seguirá presente en la tierra mediante la Iglesia, que es su Esposa y su Cuerpo. Vayamos ahora al encuen-tro del Señor que nos ha convocado en este día de descanso y libertad, pidiendo el perdón que necesi-tan nuestras culpas.

Tú eres nuestra única ley y modelo de vida:

Señor, ten piedad. R/.

Tú eres el templo del Dios vivo:

Cristo, ten piedad. R/.

Tú mantienes la alianza nueva y eterna:

Señor, ten piedad. R/.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

32

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Éxodo 20, 1-17:

La tercera etapa de la historia de la salvación nos lle-va al acontecimiento del Éxodo de Egipto y, en este año, al episodio de la entrega de la Ley de Dios en el Sinaí por medio de Moisés; éste es el “Código de la Alianza” donde Dios pone las condiciones para vivir dentro de este espacio de salvación: los diez manda-mientos.

Segunda lectura. 1 Corintios 1, 22-25:

Los judíos pedían a Jesús que hiciera signos o prodi-gios, para creer en él. Esta exigencia fue rechazada por Jesús, pues el único signo que Dios da es para los hombres “lo necio”, “lo débil”, la cruz, detrás de lo cual está el misterio de la resurrección de Jesús.

Evangelio de san Juan 2, 13-25:

El primero de los signos del misterio pascual de este tríptico de la cuaresma es la destrucción del templo de Jerusalén como símbolo de la muerte violenta de Jesús; y la reconstrucción posterior de su cuerpo, verdadero templo de Dios, en la resurrección.

Ideas para la homilía

La historia de la salvación nos lleva a la tercera etapa que es la del Éxodo de Egipto. Siguiendo con el tema propio de este año, la gran autorrevelación del Dios de la alianza, la primera lectura, tiene dos partes: en la primera, Dios, que ha demostrado su vitalidad y su poder haciendo salir a Israel de Egipto, se presenta como el único Dios (Éx 20, 1-6; cf. Dt 6, 4); por eso ha de reservarse para sí toda adoración y castigar el culto tributado a los ídolos; toda esta parte será re-sumida en el primer mandamiento: Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza (Dt 6, 4).

En la segunda parte exige al pueblo con el que pac-ta la alianza que se comporte, siguiendo el resto de los «diez mandamientos», como corresponde a una alianza pactada con la única y suprema Majestad (Éx 20, 7-17). Todos estos mandamientos no son pres-cripciones deducidas del derecho natural o precep-tos puramente morales (aunque puedan ser también eso), sino exigencias de cómo ha de comportarse el hombre en la alianza con Dios.

Ha sido incluida en la lista la “ley del sábado” (Éx 8, 11), que en este contexto indica ante todo que, entre los días de los hombres, uno está reservado para el descanso, día que está caracterizado como propie-dad privada de Dios y obliga a los hombres, con la liberación del trabajo cotidiano, a ser conscientes permanentemente de ello. Las familias deberían aprovechar bien este don de Dios para crecer en la unidad y en el amor, haciendo fiesta sin dejar de re-unirse en este día de libertad, y participando juntos en la Eucaristía del Día del Señor.

33

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

El tríptico pre-pascual

La Cuaresma de este año B dedica los evangelios de los tres últimos domingos a proponernos tres grandes signos del Misterio Pascual de Jesucristo, muerto, sepultado y resucitado. Estas señales son el templo caído y levantado, la exaltación en la cruz y la semilla enterrada en el campo.

Así pues, el primer cuadro del tríptico pre-pascual nos presenta el signo del templo destruido y reedi-ficado. En medio de la Cuaresma se narra la purifi-cación del templo, para que reflexionemos sobre lo que es el verdadero culto a Dios y la verdadera casa de Dios. El evangelio tiene dos acentos principales: el látigo inexorable con el que Jesús expulsa a todos los traficantes de la casa de oración de su Padre, y la prueba que da de su autoridad cuando los judíos le preguntan por qué obra con tanto celo: el verdadero templo, el de su cuerpo, destruido por los hombres, será reconstruido en tres días (cf. Jn 2, 19).

Con esta imagen Jesucristo nos prepara a compren-der el sentido de su próxima pasión y resurrección como la institución del misterio pascual, del primer acto de culto cristiano —el principal y fuente de to-dos los demás— que se desarrolla en el nuevo tem-plo que es el cuerpo glorioso de Jesucristo.

En este templo espiritual, que se hace visible en la Iglesia, cuerpo y esposa de Cristo, existen células vivas, como las familias, que son pequeñas “Iglesias domésticas”, santuarios de la vida y de la fe, reprodu-ciendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret, y grupos como quienes siguen el Itinerario Diocesano de Renovación, donde se honra a Dios conociendo

mejor su Palabra, haciendo su voluntad en el amor y orando en comunidad y personalmente.

El gran signo de Cristo Salvador

Nosotros predicamos a Cristo crucificado (1 Cor 1, 23). La segunda lectura anuncia nuevamente el misterio pascual de Jesucristo y se une al Evangelio a través del segundo motivo principal del evangelio, en el que los judíos exigen una prueba del poder de Jesús: ¿Qué signos nos muestras para obrar así? (Jn 2, 18).

El único signo que Dios da a los hombres es lo que les parece «lo necio», «lo débil» (1 Cor 1, 25), todo ello re-sumido en la cruz; se requiere la fe para poderlo cap-tar, mientras que los judíos primero quieren ver para poder después creer. Por eso el signo que se les da aparece como un «escándalo» (1 Cor 1, 23), mientras que para los llamados a la fe es Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios, que se manifiesta en el signo supre-mo de la muerte y resurrección de Jesús, que es el mis-terio que vamos a celebrar en la Pascua y para el que nos estamos preparando en esta santa Cuaresma.

El signo de la fe en el mundo

Los cristianos, personalmente o como familias o grupos de fe y apostolado, son también un signo en medio del mundo, porque proclaman la fe en Jesu-cristo como principio en el que se fundamentan para permanecer fieles a Dios y fieles entre sus propios miembros. A veces son un “escándalo” para muchos, porque van contra corriente, y otras veces parecen derrumbarse bajo los golpes de la vida, pero confían en volverse a levantar y reagruparse en su unidad, con la fuerza del Espíritu de Cristo resucitado.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

34

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre, que escucha nuestra oración, en medio de su templo, que somos nosotros.

Por el Papa Benedicto XVI, por los Obispos y to-dos los que tienen en la Iglesia la misión de en-señar, para que difundan con claridad la ley del amor a Dios y al prójimo, en la que se resumen todos los mandamientos, roguemos al Señor.

Por la autoridades y los que más influyen en la sociedad, para que encuentren en los manda-mientos de Dios una orientación permanente para ordenar las relaciones humanas, roguemos al Señor.

Por las familias, pequeñas Iglesias domésticas en el seno de la Iglesia católica, una y santa; para que se mantengan unidas y no se destruyan bajo los ataques del egoísmo y la falta de amor, ro-guemos al Señor.

Por todos los llamados a participar en el Itinera-rio de Renovación, para que hagamos de nues-tros ambiente una imagen viva del Amor miseri-cordioso de Dios, roguemos al Señor.

Por nosotros, para que acogiendo el perdón de Dios hagamos nuestra vida más auténticamente cristiana y nos convirtamos en verdaderos discí-pulos del Señor, roguemos al Señor.

Ten, Señor, paciencia con nosotros, perdona nues-tras culpas y escucha nuestras súplicas. Por Jesucris-to, nuestro Señor.

R/. Amén.

(Hoy se podría decir el prefacio V de Cuaresma “El camino del Éxodo en el desierto cuaresmal”, con la plegaria eucarística I, II o III, o la plegaria eucarística IV completa. En las misas con niños sería adecuado decir la plegaria eucarística III para estas misas con las variantes propias de la Cuaresma)

Un gesto para vivir y recordar el mensaje de este domingo

Mantengamos ya desde este domingo el compromi-so de rezar juntos los que estemos en casa, todos los días, una oración ante la imagen de Jesús que desta-camos la semana pasada, y de mantener encendida ante ella una luz que nos recuerde la presencia de Dios en nuestro hogar, como pequeña Iglesia do-méstica.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

La familia vive la prueba

Juan Pablo II en la Exhortación apostólica “Familiaris Consortio”, dirige la mirada de la Iglesia a leer con amor las fatigas y los sufri-mientos por los que pasa la vida familiar.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

35

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

18 de marzo de 2012 Cuarto domingo de Cuaresma -B-

La infidelidad humana y la fidelidad de Dios

a la Alianza

El tríptico pre-pascual (II):El signo de la cruz

Un signo propio de este domingo

Levantamos en un lugar preferente del presbiterio una cruz de madera, sin Crucifijo, que utilizaremos en el ejercicio del Vía Crucis, en la procesión de las palmas y en la adoración de la cruz el Viernes Santo. Adornaremos la cruz con flores. Este signo nos susci-ta una pregunta sobre su significado, cuya respuesta nos la dará Jesús en el Evangelio, cuando interprete su propia muerte como una glorificación. Domingo de la alegría en medio de la Cuaresma, con ornamen-tos de un color más alegre —el rosa— que el austero morado, animados por la música del órgano, en que todos nos unimos a los que, en Roma, peregrinan a la Basílica de la Santa Cruz, cantando: Laetare, Ieru-salem, “Festejad a Jerusalén, alegraos de su alegría los que por ella llevasteis luto”.

Monición y acto penitencial

La primera lectura nos lleva a la cuarta etapa de la historia de la salvación —en la tierra prometida— y muestra lo que ocurre con el juicio de Dios cuando se actúa pertinazmente en contra de su alianza, y la respuesta de la fidelidad divina que se manifies-ta con su gracia. También nosotros, como el pueblo de la Antigua Alianza, dejamos de tener a Dios y a su voluntad en el centro de nuestras familias y de nuestras vidas, que parecen entonces destinadas a la ruina. Pero confiamos en el perdón que Jesucristo nos mereció en la Cruz, como lo hacemos ahora al reconocer nuestros pecados.

Tú, que has dado la vida en la cruz por nosotros:

Señor, ten piedad. R/.

Tú, que has resucitado para nuestra justificación:

Cristo, ten piedad. R/.

Tú, que perdonas nuestros pecados:

Señor, ten piedad. R/.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

36

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. 2 Crónicas 36, 14-16. 19-23:

La cuarta etapa de la historia de la salvación —en la tierra prometida— nos sitúa en el momento de la destrucción de Jerusalén y del templo de Salomón, como castigo porque el pueblo de Israel se había apartado de la alianza con Dios. El perdón, sin em-bargo, con una nueva oportunidad, está próximo.

Segunda lectura. Efesios 2, 4-10:

Como ocurrió con Israel, Dios nos salva de la muerte que merecían nuestros pecados. El misterio pascual de Jesucristo nos permite participar de su muerte y resurrección.

Evangelio de san Juan 3, 14-21:

El segundo signo del tríptico pre-pascual es el de la cruz, anunciada en la serpiente de bronce que Moi-sés levantó en el desierto. Del mismo modo Jesús, alzado en la cruz, es fuente de salvación para todos.

Ideas para la homilía

La quiebra de la Alianza

En la conclusión del libro segundo de las Crónicas se recuerda la enorme paciencia que Dios tuvo al prin-cipio con el Israel infiel a la alianza, hasta que, final-mente, el desprecio y la burla de que eran objeto los mensajeros y profetas de Dios por parte de Israel llegó a tal punto que ya no hubo remedio (2 Crón 36, 16): la única salida que quedaba era el fin de una época, con la destrucción total de Jerusalén y la deportación a Babilonia para que comenzase una nueva etapa en las relaciones de Dios con el pueblo de la Alianza.

La fidelidad de Dios a la Alianza

Porque éste no es el fin del pueblo elegido: el exilio no durará siempre, surgirá la esperanza de un sal-vador terrestre —el rey Ciro de Persia— que como instrumento de la providencia divina permitirá a los desterrados volver a su patria (ibid. 36, 22-23). Es-tamos todavía en la Antigua Alianza y la gracia de Dios aún no se ha “consumado”, por lo que a partir de aquí no podemos deducir lo que le sucederá final-mente al que menosprecia la gracia suprema de Dios ofrecida en Jesucristo. Nos queda sólo la esperanza ciega de que Dios tendrá al final misericordia incluso de los más obstinados y de que su luz brillará hasta en lo más profundo de las tinieblas. Pero aquí no aca-ba la historia de la salvación, pues faltan todavía la etapa de los profetas y la de la plena manifestación del amor redentor de Dios manifestado en la cruz y la resurrección del Hijo.

37

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

El signo de la cruz

El segundo signo del tríptico pre-pascual propio de esta Cuaresma B es el de la cruz, anunciada en la ser-piente de bronce que Moisés levantó en el desierto para que la mirasen los que eran mordidos por las serpientes venenosas. Del mismo modo Jesús, al-zado en la cruz, es fuente de salvación para todos los que le miran con fe. De este modo, el evangelio nos da la oportunidad, en este tiempo de penitencia, de revisar nuestra propia historia de infidelidades al pacto de amor que Dios selló con cada uno de noso-tros a partir de nuestro bautismo.

La afirmación decisiva es que el que desprecia el amor divino se condena a sí mismo. Dios no tiene ningún interés en condenar al hombre; Dios es puro amor, un amor que llega hasta el extremo de entregar su Hijo al mundo por amor; Dios no puede ya darnos más: Tanto amó Dios al mundo (Jn 3, 16). La cuestión es si nosotros aceptamos este amor, de suerte que pueda demostrase eficaz y fecundo en nosotros, o si, ante su luz, nosotros preferimos ocultarnos en nuestras ti-nieblas. En ese caso “detestamos la luz”, detestamos el verdadero amor y afirmamos nuestro egoísmo de una u otra forma (el amor puramente sensual es tam-bién egoísmo). Si hacemos esto, ya estamos conde-nados, no por Dios, sino por nosotros mismos.

La cruz es un signo de salvación porque Jesús fue ele-vado en ella para dar inicio así a su exaltación a la glo-ria, de modo que cuando miramos al Crucificado con

fe, confesamos que murió por compasión hacia nues-tros pecados, pero fue resucitado para liberarnos de esa culpa y de esa carga que nosotros mismos no po-dríamos jamás reparar: Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser eleva-do el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna (Jn 3, 14-15). De este modo la muerte de Cristo no es sólo un episodio terrible y doloroso, sino que marca la institución del misterio pascual.

La Pascua de nuestra salvación

La lectura de san Pablo enlaza con aquello que ocu-rrió con Israel, pero contemplado desde su experien-cia de la gracia de Cristo, a la luz de su cruz gloriosa; por medio de ella Dios nos salva de la muerte que merecían nuestros pecados, por nuestra infidelidad a su alianza.

El misterio pascual de Jesucristo nos permite parti-cipar de su muerte y resurrección, muriendo, resu-citando y reinando con él mediante los sacramen-tos de la iniciación cristiana (cf. Ef 2, 5-6). Así se nos muestra una vez más el gran amor de Dios rico en mi-sericordia (Ef 2, 4) por nosotros, pecadores, pues nos ha resucitado con Cristo y nos ha concedido un sitio con él en el cielo. Pero nosotros no hemos conquista-do ese sitio, sino que nos ha sido dado por el amor y la gracia de Dios. Y sin embargo no por ello pasamos automáticamente a ser partícipes de la vida eterna, sino que debemos apropiarnos del don que Dios nos

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

38

hace con nuestras buenas obras (Ef 2, 10).

Permanecer en la Alianza con nuestra buenas obras

Pero tampoco tenemos necesidad de inventarnos tra-bajosamente estas buenas obras; el apóstol nos dice que Dios las determinó de antemano para que noso-tros las practicásemos (Ef 2, 10); nos lo muestra me-diante nuestra conciencia, mediante su revelación, mediante la Iglesia y mediante nuestros semejantes lo que debemos hacer y en qué sentido debemos ha-cerlo. Sobre todo, tenemos el ejemplo de Jesús, que se dió por su Esposa, la humanidad redimida, entre-gando su cuerpo y derramando su sangre.

Ante el amor de Cristo en la cruz sólo podemos de-cir como san Pablo en el camino de Damasco: Señor, ¿qué quieres que haga? (Hch 22, 10).

Oración de los fieles

Oremos a Dios, nuestro Padre, que es rico en miseri-cordia y nos muestra su bondad en Cristo Jesús.

Por la unidad de la Iglesia, en comunión con el Papa, para que todos los que hemos recibido un mismo bautismo, celebremos la Eucaristía en uni-dad, como signo del Amor de Dios.

Roguemos al Señor.

Por todos los que padecen las consecuencias del pecado o están pasando por pruebas difíciles, para que pongan su esperanza en la Cruz de Cris-to, que es la llave que nos abre la entrada a la vida gloriosa de la resurrección.

Roguemos al Señor.

Por los que participan en el Itinerario Diocesano de Renovación, para que descubran la riqueza de la gracia de ser salvados por Cristo.

Roguemos al Señor.

Por todas las familias cristianas, para que sean un signo de la Nueva Alianza, fundada en el amor y escrita en el corazón de los hombres.

Roguemos al Señor.

Por todos nosotros, para que reconozcamos nuestras infidelidades a la alianza de amor que Dios desea mantener con todos sus hijos, y vol-vamos a la paz y comunión con Él por la verda-dera penitencia.

Roguemos al Señor.

39

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Padre misericordioso, que no quieres que nadie pe-rezca, sino que todos se conviertan y tengan la vida eterna; escucha nuestras súplicas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

(Hoy se podría decir la primera plegaria eucarística “De la reconciliación” completa. En las misas con niños sería adecuado decir la plegaria eucarística III para estas misas. Las misas vespertinas de este domingo han de ser de la solemnidad de san José).

Un gesto para vivir y recordar el mensaje de este domingo

En todas nuestras casas tenemos cruces o crucifijos; podemos colocar uno de ellos junto a la imagen del rostro de Jesús que pusimos en un lugar destacado el pasado segundo domingo de Cuaresma y lo ador-naremos con flores o ramas verdes. Explicaremos el significado de la cruz a los miembros de la familia e incluso podríamos hacer en el hogar el ejercicio del Vía Crucis.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

La familia anima la sociedad

La familia aporta como don a la sociedad el precioso fruto del amor gratuito que se mues-tra con la dulzura, la bondad, el servicio, el desinterés y la estima recíproca.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

Vigilia por la Vida en la Catedral

Solemne Eucaristía en la Santa Iglesia Cate-dral a las 20 horas, presidida por el Excmo. y Rvdmo. D. Carlos Osoro Sierra, Arzobispo de Valencia.

Durante la celebración de dicha Eucaristía, se procederá a la Solemne Bendición de las mu-jeres embarazadas.

24 de marzo de 2012

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

40

25 de marzo de 2012 Quinto domingo de Cuaresma -B-

El anuncio de la Nueva Alianza por los profetas

El tríptico pre-pascual (III):El signo de la semilla

Un signo propio de este domingo

Adornaremos el altar y el ambón con ramos de es-pigas, o los pondremos junto a la cruz del domingo pasado, como símbolo de la nueva vida que es el fruto de la pasión de Jesucristo, muerto, sepultado y resucitado para restaurar la Alianza entre Dios y su pueblo, perdonando los pecados de la humanidad.

Monición y acto penitencial

Llegamos finalmente este domingo a la quinta etapa de la historia de la salvación, que es la de los profetas que anunciaron la venida de Jesucristo, y en aquel momento Jeremías anunció una alianza nueva, en la que los hombres vivirán en la voluntad y en la ley del Señor. Será una alianza no escrita en piedra sino en el corazón de cada persona. Una nueva alianza ha sido sellada por Dios, después de que la primera fuera quebrantada. Por eso ahora nos acogemos al favor que nos obtuvo Cristo en la Cruz, cuando de-rramó su sangre para el perdón de los pecados.

Tú, que fuiste escuchado en medio de la angustia de tu Pasión salvadora:

Señor, ten piedad. R/.

Tú, que a pesar de ser el Hijo eterno de Dios, aprendiste sufriendo a obedecer:

Cristo, ten piedad. R/.

Tú, que llevado a la cruz y a la sepultu-ra, te has convertido en autor de salvación eterna para todos los que te obedecen:

Señor, ten piedad. R/.

41

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Jeremías 31, 31-34:

Llegamos finalmente este domingo a la quinta etapa de la historia de la salvación, que es la de los profetas que anunciaron la venida de Jesucristo, y en aquel momento Jeremías anunció una alianza nueva, en la que los hombres vivirán en la voluntad y en la ley del Señor. Será una alianza no escrita en piedra sino en el corazón de cada persona.

Segunda lectura. Hebreos 5, 7-9:

Jesucristo es el autor de la salvación: muriendo y siendo enterrado como la semilla del trigo, ejerció su sacerdocio en favor de todos los hombres orando, sufriendo y obedeciendo.

Evangelio de san Juan 12, 20-33:

El tercer signo del tríptico pascual es el del grano de trigo enterrado como simiente de una nueva cose-cha. Siempre cuesta comprender el sentido del dolor y del sufrimiento. Jesús, como la semilla que muere en el surco, debe morir para fructificar en salvación. Es la historia de Jesús y es nuestra historia.

Ideas para la homilía

La etapa de los profetas: La Nueva Alianza

Mientras la soberanía de Dios era ante todo un seño-río basado en el poder —el Señor había sacado a los israelitas de Egipto como a unos niños indefensos, to-mándolos de la mano (Jer 31, 32; Primera lectura)— y los hombres no poseían una visión interior de la esen-cia del amor de Dios, era difícil, por no decir imposible, permanecer fiel a la alianza. Para ellos el amor que se les exigía era en cierto modo como un mandamien-to, como una ley, y los hombres siempre propenden a transgredir las leyes para demostrar que son más fuertes que ellas.

Pero cuando la ley del amor está dentro de sus cora-zones y aprenden a comprender desde dentro que Dios es amor, entonces la alianza se convierte en algo totalmente distinto, en una realidad interior, íntima; cada hombre la comprende ahora desde dentro, na-die tiene necesidad de aprenderla de otro, como se aprende en la escuela: Todos me conocerán, desde el pequeño al grande (31, 34).

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

42

El signo de la semilla enterrada

Y así llegamos al tercer signo del tríptico pre-pascual, que es el del grano de trigo enterrado como simiente de una nueva cosecha. Siempre cuesta comprender el sentido del dolor y del sufrimiento, pero los cristianos somos iluminados por el Misterio Pascual: Jesús, como la semilla que muere en el surco, debe morir para fruc-tificar en salvación. Es la historia de Jesús y es nuestra historia. Este evangelio, ciertamente impresionante, es preludio, profecía e interpretación de la pasión. Algunos gentiles quieren ver a Jesús; su misión, que incluye, más allá de los límites de Israel, a todas las naciones, sólo culminará con su muerte: únicamen-te desde la cruz (como se dice al final del evangelio) atraerá hacia él a todos los hombres (cf. Jn 12, 33).

El grano de trigo tiene que morir; si no, queda infe-cundo. Jesús dice esto pensando en él mismo, pero también, y con gran énfasis, en todos aquellos que quieran servirle y seguirle: El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor (12, 26). Y ante esta muerte (cargado con el pecado del mundo) Jesús se turba y tiene miedo: la angustia del monte de los Olivos le hace preguntarse si no de-bería pedir al Padre que le liberase de semejante tran-ce; pero sabe que la encarnación entera sólo tendrá sentido si soporta la hora, si bebe el cáliz (cf. Lc 22, 42); por eso dice: Padre, glorifica tu nombre (Jn 12, 28).

La voz del Padre confirma que todo el plan de la sal-vación hasta la cruz y la resurrección es una única glorificación del amor divino misericordioso que ha

triunfado sobre el mal (el príncipe de este mundo). Cada palabra de este evangelio está tan indisoluble-mente trenzada con todas las demás que en ella se hace visible toda la obra salvífica ante la inminencia de la cruz.

El sufrimiento redentor

Hay momentos de la historia, como los actuales, en que el dolor de la humanidad se muestra con mayor crudeza y surge la pregunta: ¿Cómo es posible que Dios permita todo esto? Y la respuesta nos la da una y otra vez el testimonio de Cristo: Dios no salva al hombre quitándole el dolor, sino sufriendo con él las consecuencias dolorosas del pecado.

La carta a los Hebreos proclama que Jesucristo es el autor de la salvación: muriendo y siendo enterrado como la semilla del trigo, ejerció su sacerdocio en favor de todos los hombres orando, sufriendo y obedecien-do. Juan, en el evangelio, amortigua en cierto modo los acentos del sufrimiento; para él todo, hasta lo más oscuro, es ya manifestación de la gloria del amor. En esta segunda lectura se perciben por el contrario los acentos estridentes, dramáticos de la pasión. Jesús, cuando se sumergió en la noche de la pasión, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al Dios que podía salvarlo de la muerte (Heb 5, 7).

Por muy obediente que pueda ser, cuando está en la oscuridad del dolor y de la angustia, todo hombre, incluso Cristo, debe aprender de nuevo a obedecer. Todo hombre que sufre física o espiritualmente lo ha

43

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

experimentado, también el que ha iniciado una vida nueva y propia en el matrimonio y la familia: lo que se cree poseer habitualmente, debe actualizarse, ha de re-aprenderse, por así decirlo, desde el principio. Je-sús gritó a su Padre y el texto dice que fue escuchado (5, 7). Y ciertamente fue escuchado por el Padre, pero no le respondió entonces, sino solamente cuando lle-gó el momento de su resurrección de la muerte.

Jesús, cumplidor y dador de la Nueva Alianza

Únicamente cuando el Hijo haya sido llevado a la con-sumación (5, 9), podrá brillar abiertamente la luz del amor que está ya oculta en todo sufrimiento. Sólo Je-sús, el Esposo de la humanidad redimida, fue verda-deramente fiel a la alianza, y solamente cuando todo haya sido sufrido hasta el extremo, se podrá conside-rar fundada esa alianza nueva anunciada por los pro-fetas de la que se habla en la primera lectura, el pacto nuevo que hacemos presente en cada Eucaristía.

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre, por Jesucristo, su Hijo, autor de la salvación eterna.

Por el Papa Benedicto y los demás pastores de la Iglesia, para que en todo momento puedan seguir proclamando la Verdad de Dios, para el bien del pueblo cristiano y de toda la sociedad, roguemos al Señor.

Por los que, aún sin saberlo claramente, desean ver a Jesús, para que puedan reconocerle en los que se llaman discípulos suyos, roguemos al Señor.

Por el pueblo de la Antigua Alianza, para que lle-guen a descubrir en Jesús al Mesías que llevó a plenitud la Ley de Moisés y las palabras de los Profetas, roguemos al Señor.

Por nuestro Seminario Diocesano y las vocacio-nes, para que los jóvenes respondan a la llama-da de Cristo y las familias acojan y cultiven los gérmenes de la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada, roguemos al Señor.

Por todos nosotros, para que las fiestas de pas-cua que se acercan nos ayuden a vivir más inten-samente la vida cristiana, siguiendo la palabra y el ejemplo de Jesús, roguemos al Señor.

Dios, Padre nuestro, que levantaste a tu Hijo del se-pulcro escucha las oraciones que te presentamos, como él, en los días de nuestra vida mortal. Por Jesu-cristo nuestro Señor. Amén.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

44

(Hoy se podría decir el prefacio I o II de Cuaresma con la plegaria eucarística I, II o III. En las Misas con niños, sería adecuado decir la plegaria eucarística III para estas Misas. Las misas vespertinas de este domingo deben ser de la solemnidad de san José)

Un gesto para vivir y recordar el mensaje de este domingo

Cuando salgamos de la iglesia, encontraremos unas mesas con material para escribir. Cada uno de no-sotros puede escribir aquel pecado propio o mala costrumbre que hace difícil la vida en su familia, y luego ir ante la imagen de Cristo crucificado, o ante la cruz que levantamos el domingo pasado, romper allí la hojita y dejarla, como una semilla, enterrada al pie de la cruz. Con este signo enterramos nuestro “yo” egoísta, para que resucite nuestra vida nueva en Cristo, con la fuerza de su Espíritu.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

El trabajo y la fiesta en la familia

No sólo el trabajo, sino el mismo descanso del día de fiesta constituye un derecho funda-mental y a la vez un bien indispensable para las personas y sus familias.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

45

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

1 de abril de 2012 Domingo de Ramos en la Pasión del Señor -B-

La Nueva Alianza en la sangre del Señor

Moniciones a las lecturas

En la bendición de las palmas. Evangelio de san Mar-cos 11, 1-10: Corresponde este año leer el relato de san Marcos correspondiente a la entrada de Jesús en Jerusalén. Como es habitual en este evangelio, se destaca la confesión de fe en Jesucristo como el Mesías Hijo de Dios; pero el mismo pueblo de Jeru-salén que lo recibió en triunfo, renegará de él poco después.

Misa de Pasión

Primera lectura. Isaías 50, 4-7:

El tercer cántico del Siervo del Señor anuncia la pa-sión del Mesías, presentándola como una muestra suprema de obediencia a la palabra y la voluntad de Dios, al someterse al poder del pecado del mundo y padecer por ello mansamente. Gran importancia tiene la recitación del Salmo responsorial 21, men-cionado por Cristo en la cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Segunda lectura. Filipenses0

San Pablo proclama la unidad del misterio pascual de Jesucristo, humillado hasta la muerte de cruz como el Siervo de Yahwéh y glorificado como Hijo de Dios en la resurrección.

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos:

Según la intención propia de este evangelista, todo el relato de la pasión según san Marcos se desarrolla a la luz de las dos grandes líneas directoras de esta Evangelio, que son la proclamación de Jesucristo como Hijo de Dios y como Salvador de toda la hu-manidad y no sólo del pueblo de la antigua Alianza.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

46

Ideas para la homilía

El pórtico de la Semana Santa

Para los que no asisten a la liturgia del Viernes Santo, hoy es el encuentro con Cristo paciente, en contraste con su manifestación gloriosa en el próximo domin-go, día de Pascua. La procesión inicial imita la que se hacía en Jerusalén desde el siglo V. En todas las misas se debe resaltar hoy el rito de entrada, al menos con una monición y un canto apropiado, pero cuando se hace con los ramos y palmas se proclama el relato de la entrada triunfal de Jesús, este año -B- según san Marcos. En la Misa las primeras lecturas se leen to-dos los años. El tercer cántico del Siervo de Yahwéh, el salmo 21 que, leído en su integridad, no es un grito desesperado sino una súplica llena de esperanza, y el gran himno de Filipenses en el que se ensalza la hu-mildad de Cristo y la autenticidad de su encarnación cuando se rebajó hasta la muerte; también se pro-clama su exaltación a la gloria como respuesta del Padre a su obediencia. Toca así mismo leer este año la Pasión según san Marcos, en la que se proclama de modo preferente la dignidad de Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador de la humanidad. La celebración del sacrificio eucarístico manifiesta la unidad del Miste-rio Pascual de Jesucristo, muerto por nuestros peca-dos y resucitado para nuestra justificación.

El sacrificio del Siervo de Dios

Las dos primeras lecturas constituyen el marco de la Pasión del Señor: Jesús no retrocede, se somete a todos los ultrajes de los hombres. Es precisamen-te esto, su entrega y abnegación hasta la muerte en cruz en medio de la historia, lo que hace de él el Señor de la historia —porque la pasión no es un “mito” intemporal, sino que ocurrió realmente “bajo

el poder de Poncio Pilato”—, es la muestra de lo que ocurre desde principio a fin de la tragedia de la hu-manidad: Dios es golpeado, cubierto de insultos y salivazos, mientras él, por nosotros y para tomar so-bre sí nuestros pecados, se rebaja hasta el extremo, hasta someterse incluso a la muerte.

Todo el relato de la pasión según san Marcos se de-sarrolla a la luz de las dos grandes líneas directoras de esta Evangelio, que son la proclamación de Jesu-cristo como Hijo de Dios y como Salvador de toda la humanidad y no sólo del pueblo de la antigua Alianza. De este modo, en el momento culminante de la muerte, el centurión romano que monta guar-dia frente a Jesús, al pie de la cruz, al ver cómo ha-bía expirado dijo: “Realmente, este hombre era Hijo de Dios” (Mc 15, 39). Después de asistir a una serie inacabable de insultos y desprecios por parte de los representantes del pueblo elegido, vuelve a brillar la luz de la fe por boca de un extranjero. Aunque el oficial romano no pudo dar a esta confesión todo el sentido que nosotros le damos, el evangelista Mar-cos ve en ello ciertamente la confesión por un paga-no de la personalidad sobrehumana de Jesús.

En la muerte de Cristo se cumple con toda su real crudeza lo anunciado sacramentalmente en la últi-ma cena: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos” (Mc 14, 24). El misterio pas-cual, renovado perennemente en la Eucaristía y ce-lebrado de modo especial en la Semana Santa, abre el camino de la salvación tanto a los descendientes carnales de Abrahán como a los pueblos que son hi-jos de Dios por la fe.

47

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre, que por nosotros aceptó la muerte de Jesús en la cruz y lo levantó sobre todo, como esperanza y mediador nuestro.

Por la Iglesia, que sufre en sus miembros y en el dolor de hombres probados por la desunión, el hambre, la guerra y las enfermedades; para que sepa decir a los abatidos una palabra de aliento y les comunique el Espíritu de fortaleza, rogue-mos al Señor.

Por la unión de las Iglesias y por la paz y la unidad en el seno de la Iglesia; para que el sacrificio de Cristo nos reúna en la comunión de los hijos de Dios, roguemos al Señor.

Por los enfermos, los moribundos y todos los que sufren; para que apurando el cáliz de la Pa-sión, a semejanza de Cristo paciente tengan la firme esperanza de participar con él en su gloria, roguemos al Señor.

Por el Itinerario de Renovación, para que al reali-zar este camino, descubramos la importancia de los misterios centrales de nuestra fe, que vamos a celebrar estos días, roguemos al Señor.

Por todos nosotros, que nos disponemos a ce-lebrar la Pascua del Señor Jesús, para que su muerte y resurrección se cumplan en nuestras vidas, roguemos al Señor.

Escucha, Padre, la oración de tus fieles, que conme-moran la Pasión de tu Hijo, para que se cumpla siem-pre tu voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

48

Para conocer mejor la historia y la celebración de estos días, se puede consultar la publicación del año pasado o lo que aparece en www.archivalencia.org en el apartado de Liturgia.

Semana Santa

49

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

“Los cincuenta días que van desde el Domingo de Re-surrección hasta el de Pentecostés han de ser celebra-dos con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como un gran do-mingo” (San Atanasio).

Si bien se puede llegar a este tiempo con un cierto can-sancio espiritual, después de la gran actividad de Cua-resma y Semana Santa, no podemos desperdiciar el tiempo que es el fruto de todo aquello: la vida en Cristo resucitado y en su Espíritu. Es tiempo de frutos en los sacramentos de iniciación cristiana: bautismos, confir-maciones y comuniones; tiempo, finalmente, de reto-mar el IDR con alegría y renovada conciencia de que es-tamos en la etapa del cumplimiento de las promesas.

Los ocho domingos de Pascua están organizados en varios grupos temáticos que conviene tener en cuenta; así el primero de éstos es el “tiempo de las apariciones” (domingos 1º, 2º y 3º), luego sigue el “tiempo de Cristo Pastor de la Iglesia” (domingos 4º y 5º), para termi-nar en el “tiempo del don del Espíritu” (domingos 6º, 7º —Ascensión y 8º— Pentecostés). Esto sobre todo en lo que se refiere a los evangelios, porque las otras dos lecturas siguen un orden independiente, que oca-sionalmente se enlaza con el Evangelio, como iremos precisando en cada caso.

La Cincuentena Pascual

La expansión de la Iglesia con la fuerza del Espíritu

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

50

Características de este año B

En primer lugar destaca que la lectura de la “sexta etapa” de la historia de la salvación, la de la Iglesia, según los Hechos de los Apóstoles, selecciona este año especialmente los temas relacionados con el crecimiento de la Iglesia gracias al Bautismo y la ac-ción del Espíritu Santo, que anima la evangelización y la vida comunitaria. El orden de la lectura de los Hechos no es “histórica”, siguiendo el orden del li-bro, sino “litúrgica”, acomodándose en lo posible a los tiempos que marcan las lecturas del Evangelio.

Las segundas lecturas de las solemnidades de Pas-cua, Ascensión y Pentecostés se repiten todos los años, y son comentarios o reflexiones teológicas so-bre el misterio que se celebra. En los demás domin-gos se leen este año pasajes escogidos de la primera carta del apóstol san Juan que proclaman el misterio pascual de Cristo en relación con la iniciación cristia-na y el mandamiento del amor. También en el tiem-po de Navidad leíamos esta carta, pero entonces se seleccionaban los pasajes referentes a la filiación di-vina de Jesús y de los cristianos.

Es muy importante destacar que la carta de san Juan no se lee de forma seguida, sino que los pasajes se han seleccionado de forma que sean una aplicación para la Iglesia actual del mensaje de cada domingo.

8 de abril de 2012 Primer domingo de Pascua -B-

El primer domingo

51

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

O bien, en este año B. Marcos 16, 1-7 (De la vigilia pascual):

Iglesia, que impulsa y da fruto a su actividad, es el mismo Jesús de Nazaret que murió en la cruz y que ha sido resucitado por el Padre con la fuerza trans-formadora del Espíritu Santo.

O bien, en la Misa vespertina. Lucas 24, 13-35:

En la tarde del día primero, dos discípulos todavía confusos por las primeras noticias de la resurrección del Señor, se encontraron con él, que caminó junto a ellos cuando se dirigían a Emaús.

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Hechos de los apóstoles 10,34a-43:

La lectura de los Hechos de los Apóstoles nos intro-duce en la sexta de las edades del mundo, la de la Iglesia de Jesucristo, que comenzó en el año jubilar que inauguró nuestro Salvador.

Segunda lectura. Colosenses 3,1-4:

El apóstol explica el sentido salvador del misterio pascual y lo que significa ahora para nosotros; los cristianos hemos resucitado con Cristo en el Bautis-mo y debemos llevar una vida digna del cielo.

Evangelio de san Juan 20, 1-9:

El Evangelio de san Juan nos relata la primera apa-rición de Jesús resucitado a María Magdalena y la marcha de Pedro y del discípulo amado a comprobar que la tumba del Señor estaba vacía, en la mañana del primer día de la semana.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

52

Ideas para la homilía

Comienza el itinerario pascual

La Semana Santa y, más propiamente, el Triduo Sa-cro de la bienaventurada pasión, muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, terminan en las segundas Vísperas del día de Pascua, de este primer domingo de la Cincuentena Pascual que es el modelo de todos los domingos del año.

La renovación pascual

La lectura de san Pablo nos sitúa en el centro del Mis-terio Pascual y nos revela lo que significa este misterio para cada uno de nosotros: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo… Porque habéis muerto y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios (Col 3, 1 y 4).

Así pues, en nuestra iniciación cristiana, cada cristia-no ha sido incorporado, injertado en Cristo, de modo que su muerte y resurrección no son sólo un hecho del paso o una obra maravillosa de Dios, sino también un misterio de salvación que celebramos todos a partir del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, y que renovamos constantemente, ya sea cuando lavamos nuestra conciencia en la Confesión como cuando par-ticipamos en la Comunión.

Ésta es la aplicación del Misterio Pascual a la vida cristiana: la muerte y resurrección de Cristo, aconte-cimientos ambos que han tenido lugar por nosotros, nos han introducido realmente en su vida: Habéis muerto, habéis resucitado con Cristo. Como todo tie-ne en él su consistencia (Col 1, 17), todo se mueve y vive con él. Pero al igual que el ser de Cristo estaba

determinado por su obediencia al Padre, así también nuestro ser es inseparable de nuestro deber.

En todos estos momentos la efusión del Espíritu Santo nos aplica las gracias y la vivencia del Misterio Pascual. Buscar los bienes del cielo, purificar nuestra conducta, es decir, organizar nuestra personalidad y nuestra vida según el modelo de Jesucristo. Es lo que intentamos con la penitencia cuaresmal y que ahora se nos ofrece como una gracia de la Pascua del Señor si estamos preparados para recibirla.

En el segundo momento del cumplimiento de las promesas en el IDR

En este inicio de la Cincuentena Pascual, la comu-nidad cristiana en Valencia está convocada a dar un paso más en su proceso de renovación, abriéndose a todos nuestros hermanos como lo hizo la Igle-sia apostólica, llena del Espíritu del Resucitado, tal como se ha proclamado en la primera lectura.

El Señor camina con su Iglesia

En la mañana del día primero, María Magdalena, Pedro y Juan, y luego los demás discípulos, “vieron y creyeron” (Jn 20, 18). Del mismo modo los cristia-nos de todos los tiempos, iluminados por el Espíri-tu del Resucitado, pueden ver al Señor presente en los sacramentos que nos salvan y reconocerlo en la fracción del pan y en los signos de salvación que son fruto de la gracia de la fe y la caridad.

53

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

El primer domingo

Por su gran interés merece recordar las palabras del Papa Benedicto XVI en las Pascua 2011 cuando hacía el elogio del “día primero” cristiano como el gran testimonio del acontecimiento de la resurrección del Señor:

“En Pascua, y partiendo de la experiencia pascual de los cristianos, debemos dar aún un paso más. El Sá-bado es el séptimo día de la semana. Después de seis días, en los que el hombre participa en cierto modo del trabajo de la creación de Dios, el Sábado es el día del descanso. Pero en la Iglesia naciente sucedió algo inaudito: El Sábado, el séptimo día, es sustitui-do ahora por el primer día. Como día de la asamblea litúrgica, es el día del encuentro con Dios mediante Jesucristo, el cual en el primer día, el Domingo, se encontró con los suyos como Resucitado, después de que hallaran vacío el sepulcro. La estructura de la semana se ha invertido. Ya no se dirige hacia el séptimo día, para participar en él del reposo de Dios. Inicia con el primer día como día del encuentro con el Resucitado. Este encuentro ocurre siempre nue-vamente en la celebración de la Eucaristía, donde el Señor se presenta de nuevo en medio de los suyos y se les entrega, se deja, por así decir, tocar por ellos, se sienta a la mesa con ellos. Este cambio es un he-cho extraordinario, si se considera que el Sábado, el séptimo día como día del encuentro con Dios, está profundamente enraizado en el Antiguo Testamen-to. El dramatismo de dicho cambio resulta aún más claro si tenemos presente hasta qué punto el pro-ceso del trabajo hacia el día de descanso se corres-ponde también con una lógica natural. Este proceso

revolucionario, que se ha verificado inmediatamen-te al comienzo del desarrollo de la Iglesia, sólo se explica por el hecho de que en dicho día había suce-dido algo inaudito. El primer día de la semana era el tercer día después de la muerte de Jesús. Era el día en que Él se había mostrado a los suyos como el Re-sucitado. Este encuentro, en efecto, tenía en sí algo de extraordinario. El mundo había cambiado. Aquel que había muerto vivía de una vida que ya no estaba amenazada por muerte alguna. Se había inaugurado una nueva forma de vida, una nueva dimensión de la creación. El primer día, según el relato del Génesis, es el día en que comienza la creación. Ahora, se ha convertido de un modo nuevo en el día de la crea-ción, se ha convertido en el día de la nueva creación. Nosotros celebramos el primer día. Con ello celebra-mos a Dios, el Creador, y a su creación. Sí, creo en Dios, Creador del cielo y de la tierra. Y celebramos al Dios que se ha hecho hombre, que padeció, murió, fue sepultado y resucitó. Celebramos la victoria defi-nitiva del Creador y de su creación. Celebramos este día como origen y, al mismo tiempo, como meta de nuestra vida. Lo celebramos porque ahora, gracias al Resucitado, se manifiesta definitivamente que la razón es más fuerte que la irracionalidad, la verdad más fuerte que la mentira, el amor más fuerte que la muerte. Celebramos el primer día, porque sabemos que la línea oscura que atraviesa la creación no per-manece para siempre. Lo celebramos porque sabe-mos que ahora vale definitivamente lo que se dice al final del relato de la creación: ‘Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno’ (Gén 1, 31). Amén”.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

54

15 de abril de 2012 Segundo domingo de Pascua -B-

Domingo de la Divina Misericordia

Oración de los fieles

Oremos a Dios, nuestro Padre, que ha resucitado a Jesús de entre los muertos en este día de salvación.

Por todos los que creemos en Jesús resucitado. Que vivamos con mucha alegría la vida nueva que nace de la Pascua, roguemos al Señor.

Por nuestra diócesis de Valencia, para que reno-vemos nuestro camino de fe, esperanza y cari-dad, a la luz de la Pascua de Cristo, roguemos al Señor.

Por nuestra nación, y por todos los países del mundo, para que la paz que surge de la Pascua inunde el corazón de todos los hombres, rogue-mos al Señor.

Por los que no creen en Jesús, o necesitan prue-bas y no las encuentran. Que lleguen a descubrir el amor de Dios, y encuentren la felicidad de los que creemos sin haber visto, roguemos al Señor.

Por todos nosotros, reunidos como cada domin-go, convocados por Jesús resucitado. Que él mis-mo nos dé la alegría, la paz, la fuerza de su Espíri-tu, roguemos al Señor.

Dios y Padre nuestro, que resucitaste a tu Hijo de la muerte, escúchanos y danos la fuerza de tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

55

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Ideas para la homilía

El domingo de la octava

Ésta es la octava que consagró Cristo con sus apari-ciones, marcando el ritmo de las asambleas litúrgi-cas del nuevo pueblo de Dios. Éste es el misterio que representaron los constructores de los baptisterios, haciendo las piscinas bautismales con ocho lados, como seno de la Iglesia y puerta del paraíso que se inauguró en el octavo día de la última semana de la vieja alianza y día primero de la nueva creación.

Este día nos hace presente el mejor monumento que los primeros cristianos levantaron a la resurrección del Señor. No hecho de piedra, más duradero que el bronce; pues no fue otro que cambiar la sacrosanta observancia del sábado por el nuevo día del Señor, en el primer día de la semana. Y esto fue porque si bien Dios santificó el sábado y en él descansó de su trabajo creador, Cristo consagró el nuevo domingo con su resurrección y su aparición al recurrir este mismo día.

La importancia de la lectura de las dos apariciones que vienen a fundar el nuevo “día del Señor” es tanta que este pasaje evangélico se lee todos los años. Es una estupenda forma de enseñarnos el significado de la asamblea dominical, tan amenazada actualmente entre nosotros por la costumbre del “fin de semana”, cuando éste se plantea como un espacio en el que cabe todo, hasta las compras en domingo, menos el tiempo para formar la asamblea que convoca el Señor.

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Hechos de los apóstoles 4, 32-35:

Las primeras lecturas del tiempo pascual nos van anunciando la sexta y penúltima etapa de la historia de la salvación, la de la Iglesia, aquella en la que es-tamos y que se inauguró con Jesucristo. Hoy se nos describe el maravilloso crecimiento de la primitiva comunidad de los creyentes, con el valeroso testi-monio de los apóstoles, apoyado por un fuerte senti-do de comunión de vida en Jesucristo resucitado.

Segunda lectura. 1 Juan 5, 1-6:

Durante los domingos de Pascua de este año B, lee-remos la primera carta de san Juan, que es una ex-hortación que nos alecciona en este tiempo para re-conocer todo lo que Jesús hizo por nosotros y para que respondamos a esta gracia cumpliendo la nueva ley del amor.

Evangelio de san Juan 20,19-31:

Todos los años leemos en este domingo el mismo pasaje del Evangelio que nos muestra el significado del domingo cristiano: El Resucitado establece el rit-mo semanal del nuevo “día del Señor”, “a los ocho días”, para actualizar el misterio de su muerte y de su gloria, confirmar nuestra fe, llenarnos de alegría y confiarnos su misión.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

56

La sagrada liturgia es toda ella un misterio de presen-cia. Así como no hay ninguna aparición del Resucitado en que los discípulos lo hayan “buscado y encontra-do”, sino que siempre es Él quien ha tomado la inicia-tiva, así en la asamblea dominical Él sigue siendo el convocador. La acción litúrgica parte de la presencia de Cristo en medio de los reunidos en su nombre, se extiende a la Palabra de Dios mismo que, mediante la proclamación de las Escrituras, sigue hablando a su Iglesia, y culmina en la liturgia eucarística.

El testimonio de la comunidad apostólica

Los Hechos de los Apóstoles evocan la comunidad primera de Jerusalén como un momento histórico ideal y modélico para la Iglesia de todos los tiempos. Con la frescura del recuerdo de Cristo y del don del Espíritu Santo, aquellos hombres y mujeres vivieron una intensa vida comunitaria que les hacía ser una referencia y un testimonio fortísimo en medio de la gran ciudad. Un testimonio de vida que los apósto-les proclamaban públicamente, dejando atrás los miedos humanos, como fruto de la resurrección de Jesucristo.

La victoria que vence al mundo es nuestra fe

La Palabra de Dios, por medio del escrito de san Juan, se dirige hoy a nosotros para que tengamos valor, pues ya que somos los que Jesús declaró bienaventu-rados porque “creímos sin haber visto”, podemos ven-

cer al mundo con nuestra fe. Pero se trata de una fe comprometida, que es también amor a Dios y a todo lo que nace de él: en primer lugar al Hijo eterno encar-nado y, consecuentemente, a los hermanos.

Guardar el domingo

En este momento del IDR podemos sellar el compromiso de ser más fieles al encuentro en el que el Señor nos espera cada domingo, a celebrarlo mejor y a llevar a él a quienes se han alejado.

Porque este día, el día que hizo el Señor, es la fuente y el culmen de toda la vida cristiana. Jesucristo abre y crea la asamblea festiva anunciándole la paz que viene de Dios; con él entramos en el descanso activo de la Pascua y recibimos su Espíritu para que poda-mos escuchar su palabra, renovemos su ofrenda y nos entreguemos al servicio de Dios y de los hermanos. Luego volveremos a la asamblea con el cansancio, las lesiones y los frutos de toda la semana, para ofrecér-selos de nuevo en el domingo y volver a comenzar.

Vivamos con alegría este tiempo en el que Cristo —nuestra Pascua— se ha hecho para nosotros solem-nidad y sacramento.

57

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Oración de los fieles

A Jesús Resucitado, presentémosle con alegría nues-tras necesidades por el mundo entero.

Por la Iglesia: por el papa, por los obispos, sacer-dotes y diáconos, por los religiosos y religiosas, por todos los fieles. Que en todos aumenten la fe y la esperanza que nos traen la resurrección del Señor, roguemos al Señor.

Para que crezcan entre nosotros las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida religiosa, ro-guemos al Señor.

Para que en las Iglesias de los países de misión crezcan también las vocaciones. Y para que siempre puedan contar con nuestra ayuda, ro-guemos al Señor.

Para que estas fiestas de Pascua ayuden a estre-char los lazos de amor y cariño en los matrimo-nios, en las familias, en las comunidades religio-sas, entre los amigos, roguemos al Señor.

Por todos nosotros. Que esta Pascua renueve nuestra adhesión a Jesús resucitado, roguemos al Señor.

Dios y Señor nuestro Jesucristo, que resucitado de la muerte, vives y reinas, escúchanos y danos la fuerza de tu Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

El trabajo, recurso para la familia

El trabajo es un recurso para la familia, en dos sentidos: porque constituye una fuente de sostén y de desarrollo de la familia y, al mis-mo tiempo, es un lugar en el cual se ejerce la solidaridad entre las familias y entre las gene-raciones.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

58

Moniciones a las lecturas

Primera lectura y Evangelio. Hechos 3, 13-15. 17-19 y Lucas 24, 35-48:

En su segundo discurso misionero, san Pedro declara que la pasión y resurrección de Jesucristo entraban en el plan salvador de Dios. Es lo mismo que ense-ña Jesús resucitado a sus discípulos, cuando les con-cedió el don del Espíritu Santo para comprender las Sagradas Escrituras que ya hablaban de él y de su misterio pascual.

Segunda lectura. 1 Juan 2, 1-5a:

Este año corresponde leer la primera carta de san Juan como segunda lectura de los domingos de Pas-cua. Hoy el apóstol nos enseña que la muerte de Jesús tuvo como finalidad el reparar los pecados de todo el mundo, ofreciéndose como víctima de pro-piciación.

22 de abril de 2012 Tercer domingo de Pascua -B-

El sentido de la muerte de Jesucristo

59

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Ideas para la homilía

El domingo de las apariciones

El tercer domingo de Pascua está dedicado a recor-dar las apariciones de Jesús resucitado a los discí-pulos; y lo hace siguiendo a san Lucas en el camino y en la posada de Emaús (Ciclo A), posteriormente en el cenáculo de Jerusalén (Ciclo B) y, según san Juan, en las orillas del mar de Galilea (Ciclo C). Las tres apariciones tienen el marco de una comida, y en la primera y la última de ellas Jesús parte el pan; de este modo se proclama para siempre que el Señor se hace presente a su Iglesia en la asamblea litúrgica y de modo especial en la celebración eucarística.

Alegrémonos, pues es el Señor. Nosotros recibimos ahora la visita de Jesús; él nos preside con el poder del Espíritu Santo y se dispone a partirnos el pan que es él mismo.

Siempre que escuchamos el pasaje del Evangelio de este domingo, no podemos dejar de acordarnos del final del libro de Tobías. Allí el arcángel Rafael dice a quienes han ayudado como acompañante y como medicina de Dios: Todos los días me hacía ver de vo-sotros; no comía ni bebía; lo que veíais era una apa-riencia (Tob 12, 18). Todo lo contrario de Jesús, que quiere alejar toda sospecha de docetismo mostran-do la verdad de su encarnación, muerte y resurrec-ción: Soy de carne y hueso. Cuerpo glorioso de Dios, como antes lo fue de Dios crucificado. Todo ello nos lleva a preguntarnos:

¿Por qué sufrió y murió Jesús?

Las lecturas de este domingo dan respuesta a este interrogante, de tanta importancia para los primeros cristianos, y que sigue siendo una de las cuestiones teológicas más tratadas: ¿Era necesario que Jesús padeciera una muerte tan atroz? ¿Quiso Dios Padre que su Hijo sufriera así? ¿Era necesaria la muerte vio-lenta del Mesías?

La Sagrada Escritura no entra en disquisiciones teo-lógicas, sino que afirma con rotundidad que la muer-te de Jesús, unida a su resurrección, formaba parte del plan salvador de Dios. El discurso de san Pedro a los judíos es claro: Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas: que su Mesías tenía que padecer (Hechos 3, 15.17-18; Primera lectura). Del mismo modo, cuan-do Jesús se apareció a los once apóstoles y demás discípulos de Jerusalén, que no acababan de creer a los que habían visto al Resucitado en la posada de Emaús, les declaró: Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse (Lucas 24, 44).

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

60

Jesucristo Salvador por su misterio pascual

Habiendo recibido la fe de Cristo, comprendemos que la voluntad de Dios hacia los hombres siempre ha sido la misma: rescatarlos de la perdición y restau-rar en ellos la imagen de su Hijo, que deformaron los pecados, comenzando por la falta original. Por tanto, junto con la historia del pecado, las Escrituras nos re-latan las obras de Dios y los ejemplos de los justos que intentaron ser fieles a la gracia y a la alianza divinas. Estos hombres y mujeres santos del Antiguo Testa-mento, aunque de forma limitada, fueron profecías de Jesucristo, porque demostraron con el sufrimiento la verdad de su fe y de su obediencia a Dios. Los mis-mos ritos sacrificiales tenían como misión ir educando a los hombres para ofrecerse a sí mismos a Dios, sin recurrir a víctimas sustitutorias.

Todo el Nuevo Testamento anuncia esta verdad de la fe que proclama la liturgia: que Dios aceptó el sacrifi-cio de Jesucristo, que es ahora nuestra propia ofrenda, como aceptó antes los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura del sumo sacerdote Melquisedec (Plegaria eucarística I, Canon Romano).

Nuestro propio sacrificio de amor

Este año corresponde leer la primera carta de san Juan como segunda lectura en los domingos de Pas-cua. Hoy el apóstol nos enseña que la muerte de Jesús tuvo la finalidad de reparar los pecados, ofreciéndose como víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo los nuestros, sino también por los del mundo entero (1 Jn 2,1); de este modo podemos comenzar de nue-vo, ofreciéndonos como víctimas racionales en el sa-crificio incruento o doloroso de la obediencia, porque quien guarda su palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en Él (1 Jn 2, 4-5a). Así amó Dios al mundo desde el principio —así estaba escrito— y así lo amó por medio de Jesucristo; ahora es nuestro momento, para que ese amor se consume en nuestras vidas, tan-to individualmente como en comunidad.

61

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Oración de los fieles

A Jesús, nuestro sacerdote, maestro y guía, que nos protege y nos cuida, orémosle intercediendo por las necesidades de todo el mundo.

Para que nuestra comunidad parroquial dé un buen testimonio de la fe, de la esperanza y del amor del Cristo Resucitado, roguemos al Señor.

Para que todos nosotros seamos, con nuestra palabra y nuestra manera de vivir, testigos de Jesús resucitado, roguemos al Señor.

Por los que durante este tiempo de Pascua reci-birán el bautismo, la confirmación o la primera eucaristía. Que vivan llenos de la gracia del Espí-ritu Santo, roguemos al Señor.

Para que el Señor ilumine con su luz el Itinerario Diocesano de Renovación, haciendo que los dis-tintos grupos que participan en él, se encuentren con el Resucitado, roguemos al Señor.

Por nosotros, reunidos para celebrar la Eucaristía dominical, para que experimentemos la renova-ción de nuestra vida con la gracia de la Pascua.

Señor Jesús, escucha nuestra oración y llénanos de tu Espíritu Santo, para que vivamos con mucha alegría estas fiestas de Pascua. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

El trabajo, desafío para la familia

El cristiano reconoce el valor del trabajo, pero sabe ver en éste también las deformaciones que ha introducido el pecado.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

62

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Hechos 4, 8-12:

El segundo discurso misionero de san Pedro tuvo como ocasión la curación de un paralítico en la en-trada del templo de Jerusalén. El apóstol proclama que Jesús es el único Salvador que ha inaugurado la nueva alianza con Dios, si bien fue antes despreciado por los jefes del pueblo, como dice citando al salmo pascual 117 que se recita hoy como respuesta a esta primera lectura.

Segunda lectura. 1 Juan 3, 1-2:

Por medio de la iniciación cristiana hemos llegado a ser hijos de Dios, y ello es fruto del gran amor de Dios hacia los hombres que se manifestó por medio de Jesucristo.

Evangelio de san Juan 10, 11-18: 10, 11-18:

Jesús se presenta a sí mismo como el buen Pastor, que da su vida por la salvación de sus ovejas. Él quie-re que todas ellas se beneficien del misterio pascual de su muerte y resurrección.

29 de abril de 2012 Cuarto domingo de Pascua -B-

Jesucristo, el único y Buen Pastor

63

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Ideas para la homilía

Jesús, el único Salvador del mundo

A lo largo de los tres ciclos de lecturas dominicales, se lee en este domingo 4º de Pascua el discurso de Jesús en el que se presenta como el Pastor que lleva a los redimidos hacia la salvación.

En la primera parte del discurso (año A), Jesús resuci-tado se proclama como el único pastor de sus ovejas; por eso él las conoce y ellas conocen su voz, le siguen cuando las llama por su nombre (Jn 10, 4) (en el apris-co hay otras muchas ovejas que todavía no son de Cristo) y las lleva a pastar a las verdes praderas. Él es el pastor legítimo que entra en el aprisco por la puer-ta que —en otra imagen— es él mismo, y no como los ladrones y bandidos (los falsos maestros) que en-tran por otra parte para robar y matar (10, 8 y 10).

En este año -B-, avanzando en el mismo discurso, Je-sús se proclama como el único y verdadero buen Pas-tor del rebaño de Dios: Yo soy el buen Pastor (10, 11). Tal como ya se dice en la primera parte del discurso, Jesús pretende para sí la exclusividad del Dios de Is-rael y Señor del universo: Yo soy (Éx 3, 14), el nombre indecible de Dios. Por ello, la verdad de Dios es indivi-sible, y lo es precisamente cuando se muestra como el amor absoluto: el Buen Pastor dará su vida por las ovejas (Jn 10, 15); no existe ningún maestro ni verdad que sea superior, ni siquiera comparable, con Jesús.

Así lo proclama san Pedro en su pregón evangeliza-dor en Jerusalén: Ningún otro puede salvar y, bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda sal-varnos (Hch 4, 12: Primera lectura).

Para los cristianos lo prioritario ha de ser conocer e imitar cada vez mejor a Jesucristo y anunciarlo como el único Salvador del mundo ayer, hoy y siempre, en medio de un mundo en el que se anuncian los “salva-dores” más aberrantes, o en el que se resucitan las experiencias religiosas ya superadas definitivamen-te y que ya fueron asumidas en lo que pudieran tener de bueno por Jesús, para intentar ahora rivalizar con él. Porque tanto ahora como en tiempos del após-tol san Juan, podemos decir: El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él (1 Jn 3, 1; Segunda lectura).

El misterio pascual del Hijo de Dios

La Iglesia ha leído siempre este capítulo de san Juan en el marco de la Pascua, porque el buen Pastor es Jesucristo resucitado. Su señorío universal sobre los hombres le ha sido otorgada por el Padre como res-puesta de amor a su sacrificio pascual: Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder re-cuperarla. Nadie me la quita, sino que la entrego libre-mente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido de mi Padre (Jn 10, 17-18). De este modo, el hecho de la muerte y la resurrección de Jesús fueron un acontecimiento y una celebración a la vez, por ello fundaron el miste-

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

64

rio sacramental de la Pascua, que se actualiza per-manentemente en la celebración de la Iglesia y en la vida de los cristianos.

La visión del buen Pastor en la liturgia y en la espi-ritualidad personal hace que el creyente se sienta tranquilizado y poseído de una serena confianza en su salvación. Somos las ovejas que conocen la voz de su pastor (10, 14), con un conocimiento que sobre todo es la intuición del amor personal recíproco en-tre Cristo y su amigo. No por casualidad el evangelio de san Juan pone a continuación de este discurso la resurrección de Lázaro, miembro de aquella familia a la que tanto amaba Jesús (11, 5). El Pastor no se olvidó de su oveja querida y no se olvidará de noso-tros, a quienes nos dirá, si permanecemos fieles a su amor: “Amigo, sal fuera de la muerte” (cf. 11, 43).

La continuación de la obra pastoral de Jesucristo

Cuando la Iglesia desea calificar del modo más ex-presivo su misión en el mundo, utiliza el término de pastoral; así se identifica como continuadora de la obra salvadora de su Señor Jesucristo. En efecto, el amor del Hijo por el Padre y, a su vez, por sus ovejas primeras, los discípulos de la primera comunidad, no se limita a un círculo estrecho o “familiar”, sino que es un amor infinito: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! (1 Jn 3, 1; Segunda lectura).

Las ovejas que no forman parte del primer círculo de Cristo son aquellas que el buen Pastor quiere guiar asimismo a la vida eterna. Esa salvación se hará cuando escuchen la voz del Pastor, y ello ocurrirá gracias a la predicación y la actuación de los Apósto-les y de sus santos sucesores legítimos, los Obispos y sus colaboradores pastorales, ordenados y laicos, pues para ello el Hijo sacrificado les entregó el Espí-ritu Santo en su primera aparición (Jn 20, 22), para que continuasen su obra. Entonces el género huma-no será reunido, unificado, llevado a la unidad en la Iglesia, con el único Pastor (Jn 10, 16).

65

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Oración de los fieles

Invoquemos a Jesús, nuestro pastor y nuestro guía, que nos protege y dio la vida por nosotros, interce-diendo por las necesidades de todo el mundo

Para que los que guían la Iglesia, como pastores en nombre de Jesucristo, se entreguen total-mente a su misión y reúnan a todos los creyen-tes en la unidad, roguemos al Señor.

Para que los jóvenes respondan con generosidad a la llamada del Buen Pastor y la Iglesia se alegre y crezca con los nuevos ministros sagrados, ro-guemos al Señor.

Por los que durante este tiempo de Pascua reci-birán el bautismo, la confirmación o la primera eucaristía. Que vivan llenos de la gracia del Espí-ritu Santo, roguemos al Señor.

Para que el Señor ilumine con su luz el Itinerario Diocesano de Renovación, haciendo que los dis-tintos grupos que participan en él, se encuentren con el Resucitado, roguemos al Señor.

Por nosotros, reunidos para celebrar la Eucaristía dominical, para que experimentemos la renova-ción de nuestra vida con la gracia de la Pascua.

Señor Jesús, escucha nuestra oración y llénanos de tu Espíritu Santo, para que nunca nos apartemos de ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

La fiesta, tiempo para la familia

La familia que sabe suspender el flujo conti-nuo del tiempo y se toma un descanso para hacer memoria con agradecimiento de los be-neficios que ha recibido de su Señor se entre-na a entrar en el descanso de Dios.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

66

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Hechos 9, 26-31:

Después de los domingos en que hemos escuchado los sermones misioneros de san Pedro, entra en es-cena san Pablo, de quien hoy se resumen los prime-ros tiempos de su ministerio apostólico: su vocación para la evangelización de los gentiles y los judíos de fuera de Israel. La Iglesia crecía bajo la acción del Es-píritu Santo.

Segunda lectura. 1 Juan 18-24:

Alcanzaremos la salvación si permanecemos uni-dos en Cristo resucitado, y ello es posible si dejamos obrar al Espíritu de Dios en nosotros y practicamos el mandamiento del amor que nos dejó Jesucristo como consigna fundamental.

Evangelio de san Juan 15, 1-8:

Jesús se describe a sí mismo como la verdadera vid, cuyos sarmientos son los cristianos, que dan fruto si permanecen unidos a él. Sin la ayuda de Jesús, sin su Espíritu, no podemos hacer nada provechoso para nuestra salvación y la de los demás.

6 de mayo de 2012 Quinto domingo de Pascua -B-

El Pastor permanece con nosotros

67

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Ideas para la homilía

La despedida del Buen Pastor

El domingo siguiente al del Buen Pastor forma una cierta unidad con él, pues cada año nos trae una en-señanza que Jesús, Maestro y Guía de la Iglesia, diri-ge a ésta a la manera de un mensaje fundamental, como un testamento espiritual que la deberá orien-tar en su porvenir. Pero el Pastor no abandona a su rebaño, sino que quiere permanecer en nosotros y que también nosotros permanezcamos unidos a él como los sarmientos a la vid.

El pasaje evangélico de hoy está situado al comienzo del discurso de despedida del Señor en la última Cena. De este modo, mediante un cambio de contexto muy propio de la liturgia, en los próximos domingos, es-cucharemos las palabras de Jesús como preparación a la Ascensión y a Pentecostés. No podemos olvidar que según el esquema de san Juan, la resurrección de Jesús, su ascensión y el don del Espíritu se dan en el mismo acontecimiento de la Pascua. Así, en la litur-gia dominical evocamos esos días durante los cua-les, según san Lucas, Jesús estuvo hablando con los discípulos acerca del reino de Dios (Hechos 1,3). Hoy Jesús comienza describiéndose a sí mismo como la verdadera vid, cuyos sarmientos son los cristianos, que dan fruto si permanecen unidos a él. Sin la ayuda de Jesús, sin su Espíritu, no podemos hacer nada pro-vechoso para nuestra salvación y la de los demás.

Permanecer unidos a Jesús para dar fruto permanente

Jesús prometió la vida eterna al que creyera en él (cf. Jn 6, 47). Y creer es comer el pan de la vida que es Cristo mismo, es permanecer en él y el en noso-tros; esta mutua compenetración está garantizada a aquél que, como el sarmiento, permanece unido en la vid mística mediante la fe: He aquí la verdadera incorporación del creyente a Cristo. Por ello, venir a Jesús y unirse a él no es un simple acercamiento en el espacio o en afecto, sino por medio de la íntima unión que Dios realiza entre su Hijo y los que atrae a él; creer en Jesús es mucho más que aceptar su pala-bra, es entregarse a él, hasta el punto de ser incorpo-rado a sus miembros.

La incorporación a Cristo resucitado se realiza en la iniciación cristiana; en este proceso sacramental so-mos injertados en el Señor (cf. Rom 6, 5), recibimos la savia vital del Espíritu que nos consagra y formamos con él un solo cuerpo, y todo ello conjuntamente por medio del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, si bien cada uno de estos sacramentos posea como gracia sacramental propia una de las dimensiones de la iniciación. Así podemos comprender por qué los antiguos cristianos decoraban los baptisterios con la representación de la vid que es Cristo.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

68

La obra de Cristo en su Iglesia

El injerto de los nuevos cristianos en la cepa legítima que es Cristo hace que la evangelización, el culto y las obras de caridad y solidaridad sean acciones del propio Señor en el mundo y no meras y bieninten-cionadas iniciativas humanas. En la Iglesia y gracias a ella se pueden crear muchas clases de ONG, pero deberemos verlas y trabajar en ellas en comunión de acción con Cristo y con su Espíritu. Esta permanen-cia en Cristo tiene una consecuencia moral que es al mismo tiempo la verificación de la presencia del señor en nuestras vidas; así lo proclama san Juan en su primera carta: No amemos de palabra ni de boca, sino con obras y con verdad. Quien guarda sus manda-mientos permanece en Dios y Dios en él; en esto cono-cemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio (1 Jn 3, 18 y 24; Segunda lectura).

El desarrollo de la Iglesia en comunión con Jesucristo

Después de los domingos en que hemos escuchado los sermones misioneros de san Pedro, entra en es-cena san Pablo, de quien hoy se resumen los prime-ros tiempos de su ministerio apostólico: su vocación para la evangelización de los gentiles y los judíos de fuera de Israel. La Iglesia crecía bajo la acción del Es-píritu Santo.

La primera lectura nos describe la gran fe del antiguo perseguidor de la Iglesia y sus esfuerzos por actuar en comunión con Pedro y los demás apóstoles en Je-rusalén. Pablo es el apóstol de la fe, pero también lo es de la unidad de la Iglesia, cuerpo de Cristo, que, en san Pablo, es otra metáfora semejante a la de la vid en el evangelio de san Juan.

La primitiva Iglesia, como ha continuado ocurrien-do a lo largo de los tiempos, se iba construyendo y progresaba en la fidelidad del Señor y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo (Hechos 9, 31; Prime-ra lectura). Así lo había proclamado Jesús: El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5). Fuera de la comunión con Cristo y de su Iglesia no caben las acciones individuales que pretendan la salvación propia o de los demás.

La Eucaristía es el lugar propio del don renovado del Espíritu que se recibió en la iniciación cristiana; en este sacramento se consagran los dones del pan y del vino, y es consagrada asimismo por el Espíritu la comunidad para ser enviada al mundo y dar fruto abundante.

69

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Oración de los fieles

Acudamos a Jesús, que nos dio el modelo mejor de entrega a Dios y amor universal, para que recomien-de ante el Padre nuestras oraciones.

Por la Iglesia católica, sus pastores y fieles, para que vaya construyéndose y progrese en la fide-lidad del Señor y se multiplique animada por el Espíritu Santo, roguemos al Señor.

Para que todos nosotros, no amemos de palabra y de boca, sino con obras y de verdad, roguemos al Señor.

Por los que durante este tiempo de Pascua están recibiendo la Iniciación Cristiana, para que per-manezcan unidos a Cristo, su Redentor y Salva-dor, roguemos al Señor.

Para que los distintos grupos que participan en el Itinerario Diocesano de Renovación ayuden a incrementar la comunión en la vida de la Iglesia en Valencia, roguemos al Señor.

Por nosotros, reunidos para celebrar la Eucaris-tía dominical, para que experimentemos tam-bién que Dios permanece en nuestras vidas, ro-guemos al Señor.

Señor Jesús, escucha nuestra oración y llénanos de tu Espíritu Santo, para que nunca nos apartemos de ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

La fiesta, tiempo para el Señor

La familia da mucha importancia al domingo, “día de alegría y de liberación del trabajo”. La familia cristiana organiza su vida, se educa a sí misma y a sus hijos de manera que puedan dar prioridad a la Misa respecto a cualquier otro compromiso.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

70

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Hechos 10, 25-26.34-35-44-48:

El episodio de la conversión de un importante solda-do romano muestra como el Espíritu Santo impulsa-ba la obra misionera de la Iglesia naciente, inspirando a Pedro para que incorporase los primeros gentiles a la comunidad cristiana por medio del Bautismo.

Segunda lectura. 1 Juan 4, 7-10:

El mandamiento del amor es la esencia del testamen-to de Jesús, que el apóstol Juan conservó y proclamó repetidamente en esta primera carta que estamos leyendo este año en la Cincuentena Pascual.

Evangelio de san Juan 15, 9-17:

En el discurso de despedida, Jesús se propone a sí mismo como ejemplo del amor que debe distinguir a los cristianos. Nadie tuvo amor mayor que Él, que dio su vida por sus amigos.

13 de mayo de 2012 Sexto domingo de Pascua -B-

La ley del amor en el tiempo del Espíritu

71

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Ideas para la homilía

La Iglesia, animada por el Espíritu Santo

En todo el tiempo de Pascua, la lectura de los Hechos de los apóstoles recuerda continuamente que el na-cimiento y desarrollo de la primitiva Iglesia fue obra del Espíritu Santo, que Jesús resucitado y ascendido al cielo envió a sus discípulos para que perpetuasen su obra de salvación. De este modo, el episodio de la conversión de un importante soldado romano —que se lee este domingo— muestra como el Espíritu San-to impulsaba la obra misionera de la Iglesia naciente, inspirando a Pedro para que incorporase los prime-ros gentiles a la comunidad cristiana por medio del Bautismo.

Más aún, Dios se adelantó a la indecisión de Pedro, que dudaba en abrir de este modo las puertas de la Iglesia, y así cayeron las fronteras del antiguo Israel y comenzó la andadura del nuevo pueblo de Dios, de toda raza, pueblo y lengua. Esto es un motivo de acción de gracias para nosotros, que venimos de la Iglesia de los gentiles. Fue el Señor quien quiso abrir-nos esta puerta, con su redención universal; por eso damos un nuevo sentido a los cánticos del Antiguo Testamento y proclamamos con el Salmo responso-rial 97: El Señor revela a las naciones su justicia; los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Porque ya no se trata de una justicia de castigo, ni de una victoria guerrera de Israel, sino de la justicia que Dios otorga gratuitamente a todos los creyentes, haciéndolos “justos” para Él; y también

de la victoria que Cristo logró para nosotros sobre el pecado y la muerte.

El legado de Jesús a su Iglesia

Después de haber escuchado el domingo pasado la alegoría de la vid que es Cristo y su aplicación perso-nal: Sin mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5), seguimos leyendo en el Evangelio de san Juan el discurso de despedida de Jesús en la última Cena, y llegamos a lo que podríamos llamar su “testamento espiritual”. Ahora recibimos estas palabras en un contexto dife-rente, como despedida antes de la fiesta de la Ascen-sión, pero es el mismo Jesús, presidiendo la mesa de su Cena mística, el que nos entrega el núcleo esen-cial de su mensaje: Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando: que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 15, 14 y 12).

La nueva alianza en el amor

Hoy podemos recordar la palabra de Jeremías en el quinto domingo de Cuaresma, cuando anunciaba una alianza nueva, no escrita por mano de hombre.

Porque ahora no se trata de un mandamiento abs-tracto o genérico, como “sed buenos unos con otros” o de un nuevo código legal, sino que Jesús se pone como modelo concreto de la nueva manera de amar, propia de Dios, que el Hijo de Dios llevó a la perfec-ción en el mundo: Nadie tiene amor más grande que

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

72

el que da la vida por sus amigos (Jn 15, 13). El amor hu-mano, aunque sea muchas veces generoso, se basa en motivaciones humanas y es siempre voluble y efí-mero; sin embargo el amor de Cristo es fuerte como la muerte, es decisivo, como la creación del mundo, y es comprometedor como se entrega a la voluntad del Padre. El mismo grupo de amigos de Jesús no es fruto de la atracción que sintieron por Él, fue Jesús quien los eligió gratuitamente y los hizo amigos su-yos, dándoles su Espíritu, como a nosotros, con un amor regenerador.

El amor que viene de Dios

Del mismo modo que el Espíritu Santo anima a la Iglesia de Cristo, así también desarrolla la obra (crea-dora, redentora, santificadora) de Dios en lo íntimo de cada cristiano. El espíritu nos hizo nacer de Dios y nos ayuda a mantenernos en Cristo, actuando según su palabra. Precisamente el mandamiento del amor es el fundamento del testamento de Jesús, que el apóstol Juan conservó y proclamó repetidamente en esta primera carta que estamos leyendo este año en la Cincuentena Pascual. Hoy llegamos al párrafo central y más conocido: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conoci-do a Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4, 7-8; Segunda lectura). Aquí no se trata de cualquier clase de amor, sino de un don de Dios, gracia del Espíritu Santo, que nos puede llevar a amar a la manera de Dios: dando antes que pidiendo, creando antes que atesorando,

entregándose por los demás antes que deseándolos para uno mismo o utilizándolos.

El Matrimonio, el Orden sacerdotal, la consagración religiosa, la vida laical apostólica como concreciones del Bautismo y, sobre todo, la Eucaristía, son sacra-mentos del amor de Dios, carisma en los fieles que lo reciben y signo de esta divina caridad en el mundo.

Así amó Jesús, imitando el amor creador y generoso de su Padre celeste. Si amamos así, es que perma-necemos en la gracia del Bautismo y podemos sentir que vivimos como nacidos de Dios, del agua y del Es-píritu Santo (cf. Jn 3, 5).

73

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Oración de los fieles

Acudamos a Jesús, que nos dio el modelo mejor de entrega a Dios y amor universal, para que recomien-de ante el Padre nuestras oraciones.

Por la Iglesia de Roma, que preside a las demás en la caridad y por la comunidad cristiana uni-versal, para que extienda el amor que Cristo tra-jo al mundo, roguemos al Señor.

Para que todos nosotros, con nuestro ejemplo y toda nuestra manera de vivir, demos un testimo-nio concorde y eficaz de una vida orientada por el amor cristiano, roguemos al Señor.

Por los que durante este tiempo de Pascua reci-birán el bautismo, la confirmación o la primera eucaristía. Que vivan llenos de la gracia del Espí-ritu Santo y sientan la fuerza de su amor, rogue-mos al Señor.

Para que en este tiempo de Pascua recordemos las promesas del Señor y nos alegremos con su cumplimiento en Jesucristo, roguemos al Señor.

Por nosotros, reunidos para celebrar la Eucaris-tía dominical, para que permanezcamos en la caridad y la paz que son los frutos de este santo sacrificio, roguemos al Señor.

Señor Jesús, escucha nuestra oración y llénanos de tu Espíritu Santo, para que nunca nos apartemos de ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

La fiesta, tiempo para la comunidad

El domingo es la repetición en el ciclo bre-ve del tiempo semanal del gran misterio de la Pascua. Se llama también “pequeña Pascua dominical”.

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

74

Moniciones a las lecturas

Primera lectura y Evangelio. Hechos 1, 1-11 y Mc 16, 15-20:

Estas dos lecturas proclaman el mismo aconteci-miento de la Ascensión del Señor a los cielos que se celebra en esta festividad. Estamos en el penúltimo momento del misterio pascual, antes de la donación del Espíritu Santo.

Segunda lectura. Efesios 1,17-23:

Esta lectura es una reflexión teológica sobre el senti-do profundo que tiene la Ascensión del Señor para la Iglesia y para cada cristiano: Algo nuestro está ya en el cielo y nos llama a compartir plenamente la gloria de nuestro Salvador.

O bien, en este año B. Efesios 4, 1-13:

Jesucristo, glorificado en la resurrección y la ascen-sión, es el modelo del hombre salvado, a la medida de Cristo en su plenitud.

20 de mayo de 2012 Ciclo B

La Ascensión del Señor y el envío misionero

75

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Ideas para la homilía

En la unidad del Misterio Pascual

Esta solemnidad ha sido trasladada en España al do-mingo 7º de Pascua desde su día originario, el jueves de la 6º semana de Pascua, cuando se cumplen los cuarenta días después de la resurrección, confor-me al relato de san Lucas en su Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles; pero sigue conservando el simbolismo de la cuarentena: como el Pueblo de Dios anduvo cuarenta días en su Éxodo del desierto hasta llegar a la tierra prometida, así Jesús cumple su Éxodo pascual en cuarenta días de apariciones y enseñanzas hasta ir al Padre. La Ascensión es un mo-mento más del único misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo, y expresa sobre todo la dimensión de exaltación y glorificación de la natura-leza humana de Jesús como contrapunto a la humi-llación padecida en la pasión, muerte y sepultura.

Al contemplar la ascensión de su Señor a la gloria del Padre, los discípulos quedaron asombrados, porque no entendían las Escrituras antes del don del Espíri-tu, y miraban hacia lo alto. Intervienen dos hombres vestidos de blanco, cuyas palabras son fundamenta-les: Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cie-lo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse (Hechos 1,11).

En un exceso de amor semejante al que le llevó al sa-crificio, el Señor volverá para tomar a los suyos y para

estar con ellos para siempre; y se mostrará como imagen perfecta de Dios, como icono transformante por obra del Espíritu, para volvernos semejantes a él, para contemplarlo tal como él es (1 Juan 3,1-12). Con-templando en la liturgia el icono del Señor —sobre todo en la Eucaristía— intuimos el rostro de Dios tal como es y como lo veremos eternamente. Y lo invo-camos para que venga ahora y siempre.

El anuncio del misterio de la salvación

En el relato de este misterio según el Evangelio de san Marcos propio de este año B (16, 15-20), el Se-ñor envía a los discípulos a proclamar y a realizar la salvación, según el triple ministerio de la Iglesia: pastoral, litúrgico y magisterial: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación formando y desarrollando la vida de la Iglesia, comenzando por el anuncio de la Buena Noticia y aplicando la salva-ción a los que crean en ella, introduciéndoles sacra-mentalmente en la Iglesia por medio del Bautismo.

Como decía Jesús al principio de su predicación: Se ha cumplido el tiempo (Marcos 1, 15) y ha llegado el momento de la gran decisión: El que crea y se bauti-ce, se salvará; el que se resista a creer, será condena-do. Se está cumpliendo el plan de Dios, y la salvación, anunciada primero a Israel, es proclamada a todos

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

76

los pueblos. En esta obra de conversión universal, por larga y laboriosa que pueda ser, los discípulos pudieron pronto darse cuenta de que el Resucitado estaba vivo y operante en medio de los suyos: Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su Palabra con los signos que los acompañaban.

La presencia salvadora del misterio

La lectura apostólica que propone la Iglesia interpre-ta perfectamente, para nosotros, el acontecimiento de la Ascensión del Señor, adentrándonos en el mis-terio del ingreso del resucitado en el santuario celes-te. Ahora podemos decir con el canto del Santo que los cielos y la tierra están llenos de la gloria de Dios (en Isaías 6,3 sólo se nombraba a la tierra). Ahora, con la asunción de la humanidad del Hijo de Dios, re-presentada en el misterio litúrgico, sobre la que reposa la gloria del Padre, adorada por los ángeles, también nosotros somos unidos por la gracia a esta alabanza eterna, en el cielo y en la tierra.

Es un misterio inmenso y consolador: En el seno de la Trinidad laten y sienten un corazón y un alma glo-rificados, pero humanos. Estamos en el penúltimo momento del misterio pascual, antes de la donación del Espíritu Santo al cumplirse los días de la cincuen-tena, el Pentecostés.

El Señor sigue con nosotros

La Ascensión del Señor no significa un apartamiento de la humanidad, sino la forma en que seguirá ac-tuando en el mundo mediante una forma superior y universal, con su ser divino y humano glorificado.

Durante su vida antes de la Pascua, Jesús estaba lo-calizado en un solo lugar y sólo podía ser escuchado o atendido por unas pocas personas presentes junto a él. Pero la glorificación de su naturaleza humana le hace posible estar presente en todo el cosmos y accesible a cada persona y en todo tiempo. Antes, él era el sacramento de Dios; ahora, la Iglesia y los sacramentos que el Señor le confió, son los signos de la acción de Jesucristo en el mundo, con la fuerza del Espíritu santo.

Por eso, el Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nues-tro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramen-tos, especialmente la Eucaristía. En la liturgia de la Iglesia, en su oración, en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, per-cibimos su presencia y, de este modo, aprendemos también a reconocerla en nuestra vida cotidiana. Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor. Dios no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos. Él nos ama y nos hace ver y experimentar su amor, y de este “antes” de Dios puede nacer también en nosotros el amor como respuesta.

77

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

La vida cristiana

Las oraciones de esta solemnidad piden que perma-nezcamos fieles a la doble condición de la vida cris-tiana, orientada simultáneamente a las realidades temporales y a las eternas, huyendo tanto del “hori-zontalismo” como del “angelismo”. Ésta es la vida en la Iglesia, comprometida en la acción y constante en la contemplación. Durante la acción litúrgica y espe-cialmente en la Eucaristía, sentimos esta tensión del “ya, pero todavía no” del Reino de Dios y de nuestra propia salvación, “porque la ascensión de Jesucristo es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo” (Oración colecta).

Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas par-tes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su Pala-bra con los signos que los acompañaban.

Oración de los fieles

Presentemos nuestras oraciones al Padre misericor-dioso, que ha sentado a su derecha a nuestro Salva-dor y mediador Jesucristo.

Por la Iglesia santa y católica, para que unida en el amor a su Maestro y Esposo, fije su mirada en la venida gloriosa de Cristo y aspire a reinar siempre con él en el cielo, roguemos al Señor.

Para que trabajemos por esta gloria futura, sin deja pasar las ocasiones de servir a Jesucristo en los necesitados de alimento, trabajo, educación o consuelo, roguemos al Señor.

Por los niños que reciben estos días la Prime-ra Comunión, para que, junto con sus familias, comprendan la importancia de esta gracia y per-severen en ella, roguemos al Señor.

Para que quienes hemos acompañado a Jesús en sus misterios de sufrimiento y de gloria, reciba-mos también el don del Espíritu que nos consa-gra en la unidad del amor, roguemos al Señor.

Por los que sólo tienen interés por las cosas de la tierra, para que no tengan miedo de aquel que, en su persona, quiere darnos aún aquello que no sabemos o no nos atrevemos a pedir, roguemos al Señor.

Dios y Padre nuestro, recibe con amor las súplicas que tu Iglesia te presenta, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

78

Moniciones a las lecturas

Primera lectura. Hechos 2, 1-11:

Esta lectura proclama el acontecimiento de la veni-da del Espíritu Santo sobre los apóstoles, cuando se cumplió la Cincuentena Pascual o “Pentecostés”.

Segunda lectura. 1 Cor 12. 3b-7.12-13:

Esta lectura anuncia el “misterio” salvador de esta fes-tividad: el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia; él hace posible la confesión de fe y nos une en un solo cuerpo.

Evangelio de san Juan 20,19-23:

En el día de Pascua, Jesús envía a los apóstoles y les comunica su Espíritu. Toda la Cincuentena es un gran día de fiesta, el día que hizo el Señor.

27 de mayo de 2012 Pentecostés -B-

Jesucristo resucitado dador del Espíritu

O bien, en este año B. Gálatas 5, 16-25:

Si vivimos en el Espíritu, debemos caminar en la vida siguiendo las inspiraciones del mismo Espíri-tu de Dios; por ello deben quedar fuera de nuestra conducta los actos que Dios rechaza y, al contrario, abundar en las buenas acciones que son fruto del Es-píritu santo.

Juan 15, 26-27; 16, 12-15:

El Señor, en la última Cena, promete el don del Espí-ritu, que envió desde el Padre, después de su resu-rrección. Este Espíritu inspirará a los apóstoles en la etapa fundacional de la Iglesia, y asistirá a sus suce-sores a lo largo de la historia.

79

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Ideas para la homilía

El Pentecostés cristiano

El día final de la Cincuentena Pascual, al llegar el día festivo de Pentecostés (que significa precisamente “cincuentena”) (Hch 2, 1), cuando en el templo de Je-rusalén aún subía el humo del sacrificio de la maña-na, y las calles se iban llenando de fieles y peregrinos que celebraban la entrega de la Ley de Moisés en el Sinaí, los escasos seguidores del Maestro de Naza-ret, el crucificado, estaban reunidos en oración jun-to con María, la Madre de Jesús. Y allí reciben el don prometido por el Resucitado: la nueva Ley y el alma de la nueva Iglesia, el Espíritu Santo.

El Cenáculo es el lugar del Espíritu. La comunidad re-unida en oración constante es el objeto de la efusión divina. El Espíritu viene, como fuerza irresistible, que sopla donde quiere (Juan 3,8); se siente, pero no se sabe cómo actuará. Ahora viene del cielo, de Dios. Llena la casa, la convierte en un nuevo Sinaí, en su Templo. Es fuego único y se reparte sin disminuir y sin dividirse. Excitador de la alabanza del Dios Al-tísimo, el Único, el Viviente. Los apóstoles, cuando fueron bautizados con el Espíritu Santo, proclama-ban las maravillas de Dios en varias lenguas. Fuego y Palabra irresistibles. A partir de aquí es creada la Iglesia Una y santa. Aquí comienza el anuncio del Evangelio, junto con la celebración del Resucitado y las obras nuevas del Reino.

Jesucristo resucitado, dador del Espíritu

El discurso de san Pedro en este mismo día nos da la clave para comprender el misterio (designio divino) contenido en el acontecimiento de Pentecostés: A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado a la diestra de Dios y recibi-da del Padre la promesa del Espíritu Santo, le derramó según vosotros veis y oís (Hechos 2,32-33).

La obra de Jesucristo como Salvador no podía ter-minar en su victoria sobre la muerte, era necesario que su acción salvadora tuviese una continuidad a través de los tiempos, de modo que pudiese ser el único Salvador del mundo ayer hoy y siempre. Jesús no dispuso de mucho tiempo para preparar a sus se-guidores, ni estableció detalladamente la vida futura de su Iglesia, por eso dejó dicho que “Muchas cosas me quedan por deciros, pero cuando venga él, el Espíri-tu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena” (Juan 16, 12; Evangelio año B). De este modo, el Señor, en la última Cena, promete el don del Espíritu, que en-vió desde el Padre, después de su resurrección. Este Espíritu inspirará a los apóstoles en la etapa funda-cional de la Iglesia, y asistirá a sus sucesores a lo lar-go de la historia.

No podemos separar a Cristo del Espíritu. Sólo el Es-píritu, don del Padre, revela a Cristo resucitado —sólo Cristo revela al Padre— y sólo él con el Espíritu lleva al Padre. El centro de esta revelación es la resurrec-ción como obra del Espíritu (Rom 1,1-4 y 1 Cor 15,45). Y como Cristo, también nosotros (Rom 8,1-10).

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

80

La acción del Espíritu en la Iglesia

Al recibir el aliento del Resucitado (Juan 20,22), los discípulos son creados de nuevo (cf. Génesis 2,7). Son bautizados, confirmados, consagrados sacer-dotalmente, iniciados pues en todo el Misterio divi-no. Son constituidos en portadores del Espíritu a los hombres, con la misión de difundir el fruto de la cruz, reunir la familia de Dios como morada de la Trinidad, conducir hacia el banquete de la redención, hacer de los hombres pecadores y dispersos el Cuerpo de su Jefe, el Resucitado. Y así hasta nosotros.

El “Día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica”

Dentro de dos años, si Dios quiere, Pentecostés aco-gerá la fiesta de la conclusión del Itinerario Diocesano de Renovación. No podemos saber cuáles serán las circunstancias de la Iglesia y de la sociedad, ni quié-nes ni cuántos estaremos allí, pero, ahora, esta fiesta nos aglutina en la unidad y nos lanza a una nueva eta-pa en este proceso, con renovado entusiasmo. Poco a poco, lo que comenzó como estudio y oración, va concretándose en compromiso y evangelización.

Pentecostés es una fiesta misionera, de envío a anunciar a Jesucristo resucitado y su mensaje en to-das los ambientes. Los laicos están llamados a vivir su compromiso apostólico en complementariedad y colaboración con otros miembros de la comunidad cristiana. Deben estar cada vez más convencidos del particular significado que asume el compromiso apostólico en su parroquia. Los laicos han de habi-tuarse a trabajar en las parroquias en íntima unión con sus sacerdotes, a exponer a la comunidad ecle-sial sus problemas y los del mundo y las cuestiones que se refieren a la salvación de los hombres, para que sean examinados y resueltos con la colaboración de todos; a dar, según sus propias posibilidades, su personal contribución en las iniciativas apostólicas y misioneras de su propia familia eclesiástica. La par-ticipación viva de los laicos en la vida de la parroquia permite que ésta responda a su vocación original de ser lugar de comunión para todos los hombres.

81

Para la LiTURgiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Oración de los fieles

Oremos, hermanos y hermanas, y pidamos la presen-cia del Espíritu Santo con sus dones, en este mundo nuestro, para que unidos en él, elevemos nuestras voces al Padre común.

Por la Iglesia una, santa y católica, para que lle-na del don del Espíritu, crezca en su dinamismo apostólico, roguemos al Señor.

Por los que tienen responsabilidades en la so-ciedad, para que la luz del Espíritu les alcance y puedan servir mejor con sus decisiones al bien de la comunidad humana, roguemos al Señor.

Para que conservemos la gracia del Espíritu y él nos lleve al conocimiento de toda la verdad, ro-guemos al Señor.

Por los jóvenes que reciben la Confirmación, para que vivan en adelante fieles a la Eucaristía, como renovación de la Iniciación Cristiana, roguemos al Señor.

Para que quienes agradecemos a Dios la gracia de haber progresado este curso en el Itinerario Diocesano de Renovación, invitemos y acoja-mos fraternalmente a quienes deseen participar en él en adelante, roguemos al Señor.

Dios y Padre nuestro, que enviaste hoy el don del Es-píritu Santo sobre los apóstoles, atiende nuestras sú-plicas y concédenos que lo que tu amor realizó en los comienzos de la Iglesia se realice también ahora en el corazón de los creyentes, por Jesucristo nuestro Se-ñor. Amén.

Catequesis para la Familia:Familia, trabajo, fiesta

VII Encuentro Mundial de las Familias, Milán 2012

www.archivalencia.org/emf2012/emf2012-catequesis.pdf

2 de junio de 2012

Para la FAMiLiA

83

Cuaresma-Pascua2012

Para laFAMILIA

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

84

85

Para la FAMiLiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

En el capítulo anterior: Para la LITURGIA, aparece cada domingo una propuesta de trabajo con la familia.

La Familia, fragua y patrimonio de

la humanidadBenedicto XVI y la Familia

“La familia, fundada en el matrimonio, consti-tuye un patrimonio de la humanidad, una ins-titución social fundamental; es la célula vital y el pilar de la sociedad y esto afecta tanto a cre-yentes como a no creyentes. Es una realidad por la que todos los Estados deben tener la máxima consideración, pues, como solía repetir Juan Pa-blo II, el futuro de la humanidad se fragua en la familia”. (13-05-06)

“El futuro de la humanidad se fragua en la fami-lia. Por consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia”. (04-12-05)

Comisión Diocesana para la Familia y Defensa de la Vida

87

Cuaresma-Pascua2012

Para elCOLEGIO

88

Desde la Comisión de Enseñanza os lanzamos una propuesta para trabajar en vuestros centros los tiempos litúrgicos de Cuaresma y Pascua, de manera interdisciplinar —dejamos las actividades más signi-ficativas para el área de Religión y para las sesiones de tutoría—. Nuestro proyecto abarca las 3 etapas escolares (infantil, primaria, secundaria) y está orga-nizado en torno a los dos tiempos litúrgicos citados anteriormente: CUARESMA y PASCUA. Encontraréis la presentación en formato de tabla, y cada propues-ta está precedida por sus objetivos.

Podéis encontrar:

- Actividades descritas brevemente, apuntadas como ideas que el profesor debe desarrollar. Para llevarlas a cabo señalamos algún vínculo, referen-cia bibliográfica, cinematográfica... en las que el profesor encuentra un apoyo.

- Actividades con materiales ya elaborados, en las que sólo aparece el nombre de la actividad, pero entre paréntesis podéis leer el anexo con el que se corresponde, y en el que podéis encontrar el mate-rial necesario para realizarla.

- Una actividad de “PROYECTO” en cada etapa, que pretende descubrir el sentido de la cruz, muy adaptado especialmente al nivel de los más pe-queños. Os proponemos realizar estas actividades en último lugar, pues una vez finalizadas, todos los trabajos confluirán en un único proyecto que colocaremos en la entrada del Colegio para hacer partícipes a todos los miembros de la comunidad escolar.

Y puesto que la Pascua es tiempo de alegría y espe-ranza para los cristianos, ¿por qué no acabar con una propuesta en la que cada etapa exprese la fiesta y el gozo? Para ello hemos destacado en cada etapa una actividad musical o teatral, con la que os propo-nemos implicar a todo el colegio en un “festival” de Pascua.

Propuesta para Cuaresma-Pascua

Comisión Diocesana de Educación Católica y Pastoral Universitaria

89

Para el COLEgiO

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Etapa InfantilDescubre la Cuaresma

• Celebrar la Cuaresma como preparación a la Pascua.

• Aprender a través de la canción del hijo pródigo una actitud propia de Cuaresma: el perdón.

• Descubrir los símbolos religiosos de algunas celebraciones litúrgicas y su significado: ceniza, palmas, agua bendita...

Elaborar BIT’s con imágenes sencillas relacionadas con la Cuaresma. El BIT se trabaja en gran grupo y detrás del mismo el maestro debe seleccionar algu-nas preguntas que, partiendo de la realidad cercana del alumno, les lleve poco a poco al significado más profundo de la imagen que nos presenta el BIT:

- Sacerdote vestido con la casulla morada.

- Sacerdote imponiendo la ceniza a un niño.

- Domingo de Ramos Jesús entrando en burro: gen-te con palmas y ramos de olivo. Aparece escrita la palabra Hossana.

Queremos que los niños aprendan que Dios es Pa-dre, que quiere nuestro bien, que quiere que seamos felices, confiados en su amor. Con esta actividad queremos iluminar sus conflictos cotidianos con la Parábola de Jesús: el hijo pródigo (Valivan) http://www.youtube.com/watch?v=lFHI4pwMBzY y aquí http://www.valivan.com/LetrasYCanciones.php po-déis encontrar la letra y los acordes para guitarra por si os animáis a cantar en directo.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

90

Etapa InfantilDescubre la Pascua

• valorar el Domingo como la gran fi esta con Jesús, porque es el día que resucitó.

• Descubrir que la cruz es signo de alegría y esperanza.

Elaborar BIT’s con imágenes sencillas relacionadas con la Pascua. El BIT se trabaja en gran grupo y de-trás del mismo el maestro debe seleccionar algunas preguntas que, partiendo de la realidad cercana del alumno, les lleve poco a poco al signifi cado más pro-fundo de la imagen que nos presenta el BIT:

- Sacerdote vestido con la casulla blanca.

- Tres encuentros de Jesús Resucitado con los discípu-los (Emaús, Tomás y cenando a la orilla del lago).

- Ascensión de Jesús al cielo.

- PENTECOSTÉS: los amigos de Jesús reciben el Es-píritu Santo.

- Si hay tradición de procesiones el domingo de resu-rrección presentarles alguna imagen del encuentro de María con Jesús resucitado.

-Trabajar La cruz de los amigos de Jesús.

-PROYECTO: Portadores de la alegre noticia de la salvación.

Nota para el maestro: Nuestra propuesta didáctica y comunicadora consiste básicamente en adaptar los contenidos bíblicos —a veces de difícil comprensión incluso para los adultos—. Queremos acercar a los niños el misterio de la Trinidad, de la eucaristía, de la creación, de Je-sús en la cruz...de un modo sencillo. En la medida de lo posible hemos intentado que el dibujo sea atractivo, alegre y cercano a las vivencias normales del niño de hoy, sin perder la riqueza y profundidad del men-saje de Jesús. Y esto pretendemos hacerlo desde una cruz artística que sea, ella misma, expresión de la ternura y el amor de Dios, para que los niños aprendan que Dios es Padre, que quiere nuestro bien, que quiere que seamos felices y confi emos en su amor.

“Nuestra fe es alegre y esperanzada. Lo que expresamos no es otra cosa que lo que vivimos”.

La cruz de los amigos de Jesús

91

Para el COLEgiO

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

La metodología de trabajo en Infantil será individual, a los niños les repartiremos un folio o cartulina con la imagen de la cruz.

Los maestros debemos saber que el sentido de esta actividad es ver que los niños, en su inocencia, son imagen privilegiada de Cristo y portadores de su ale-gre noticia de Salvación.

ACtiviDAD: Los niños pintarán sus manitas con pintura de dedos y pondrán sus huellas cubriendo la cruz. Después pueden picarla o recortarla. Colocare-mos las cruces en el suelo de la entrada del colegio, y sobre ellas pondremos la escultura que harán los alumnos de Secundaria y Bachillerato. El sentido de poner sus trabajos en el suelo es mostrar a toda la comunidad escolar (alumnos, profesores y padres) cómo la inocencia de los niños, su cercanía a Jesús y su amor expresado en todo lo que hacen, constituye el cimiento fuerte en el que se funda nuestra fe.

En cada etapa, pretendemos descubrir el sentido de la cruz, muy adaptado especialmente al nivel de los más pequeños. Os proponemos realizar estas actividades en último lugar, pues una vez finalizadas, todos los trabajos confluirán en un único proyecto que colocaremos en la entrada del Colegio para hacer partícipes a todos los miembros de la comunidad escolar.

ActividadProyecto Infantil(Cruz signo de la Víctima Inocente) Portadores de la alegre noticia

de la Salvación

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

92

Etapa Primaria Lenguas

Descubre la Cuaresma

• identificar la oración como medio de comunicación con Dios.

• Manifestar algunas actitudes de Cuaresma como el perdón, la caridad, la conversión y la austeridad en gestos concretos.

- Escoger cada semana una cita del Evangelio del domingo, que nos prepare en la Cuaresma para vivir la Pascua. Esa cita motivará la oración de cada día: al inicio de la mañana, los alumnos aña-dirán alguna reflexión/petición/ acción de gracias, de manera que uniéndolas todas formarán, al finalizar la semana, una única oración.

- Los alumnos con el profesor de Inglés y Valenciano traducirán la oración semanal y se encargarán de colgarla en el mural del aula.

- Aprovechar como temas de redac-ciones, de lectura y trabajos las actitudes y gestos de Cuaresma.

93

Para el COLEgiO

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

E.F./Música/Plástica Religión/Tutoría Ciencias- Trabajar “El invierno” de Vival-

di (días cortos, noches largas, frío…) y relacionarlo con la muerte.

http://www.youtube.com/watch?v=cJxTcFFErYg

- Fomentar en las actividades de estas tres asignaturas las ac-titudes propias de Cuaresma: perdón, conversión, misericor-dia... en gestos concretos como perdonar/ser perdonados, estar atentos a las necesidades de mis compañeros, intentar corregir lo que no hago bien y compartir mis cosas. Para reflejar estas ac-titudes en las actividades diarias de clase os proponemos como apoyo:

WEIBEL, Y. Cuaresma 2012 CCS. col. tiempos litúrgicos.(Es un folleto para celebrar la Cuaresma con niños de 7 a 12 años, como preparación a la Pas-cua. Para cada semana se ofrece el mensaje del evangelio, una explicación, una experiencia, un ejercicio de manualidades y una oración).

- Trabajar las tres actitudes funda-mentales de la Cuaresma: ORA-CIÓN, LIMOSNA Y AYUNO.

Realizar actividades en tutoría que impliquen al grupo en las mismas. Para esto os propone-mos como apoyo:

- CINEFORUM sobre la película “El hombre que hacía milagros”. Os invitamos a extraer el diálogo y representar con vuestros alum-nos desde el minuto 74 hasta el 84. (S. Sokolov y D. Hayes, año 2000, 90 min.). Si tienes la op-ción de conectarte a Internet la puedes encontrar en el siguien-te vínculo:

http://pastoralcordoba.blogs-pot.com/2011/03/recursos-para-semana-santa.html

- Para las celebraciones litúrgicas del colegio os proponemos el si-guiente apoyo bibliográfico:

GOMEZ PALACIOS, J.J. Brotes de vida. Cuaresma. Semana San-ta. Pascua. CCS. Col ABBA. (Material para ayudar a cele-brar con niños y adolescentes los dos tiempos litúrgicos fuertes por excelencia).

- Investigar sobre los menús típicos de Cuaresma como expresión vital-cultural: Descubrir el POR QUÉ, su sentido, su raíz cultural y religiosa, el aporte nutricional de los alimentos, sus variantes en las distintas regiones…

- Trabajar el AYUNO: descubrir su sentido y la universalidad del mis-mo en las grandes religiones…

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

94

Etapa Primaria Lenguas

Descubre la Pascua

• Descubrir el vocabulario religioso más usual de Pascua.

• identificar la cruz como signo de los cristianos.

- Hacer un vocabulario trilingüe de los términos más comunes de la Pascua: Resurrección, Ascensión, Pentecos-tés, cirio pascual, procesión, Vigilia Pascual, bautismo, lucernario, cofra-día, etc.

- Redactar distintas felicitaciones de PASCUA para tus amigos, familia, profesores... con mensajes de alegría y esperanza.

Trabajamos un mural en toda la etapa de Primaria. Los alumnos escriben aquello que les cuesta, que les hace sufrir, que no pueden lograr con sus fuerzas: ayu-dar, hacer el bien, perdonar, obedecer, cuidar a mis amigos, reconocer que me equivocado, hablar bien, compartir, hacer algo sin esperar nada a cambio...

Les presentamos la cruz como signo de Resurrección y les explicamos que Jesús puede, si le dejamos, tras-formar en Vida todos estos “signos de muerte”.

ActividadProyecto Primaria(Cruz signo de Resurrección)

La cruz vence los rencores, venganzas, odios... con

un amor que salva, rescata, purifica y que es

más fuerte que la muerte.

95

Para el COLEgiO

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

E.F./Música/Plástica Religión/Tutoría Ciencias- Trabajar “La primavera” de Vi-

valdi (renacer, florecer, nace la vida…) relacionándolo con la re-surrección. http://www.youtube.com/watch?v=s2lbGix2wtE

- Obra de arte: “Escenas de la pa-sión de Cristo” de Hans Memling. Si tienes la opción de conectar-te a Internet en clase, pincha el link: http://roble.pntic.mec.es/jfeg0041/todo_reliduques/jesus/activi_jesus/pas/menling_pas.html

Sitúate sobre cada una de las es-cenas y podrás hacer el recorri-do desde la entrada de Jesús en Jerusalén hasta la Resurrección.

- PROYECTO: Trabajar la cruz como signo de Resurrección

ESPERANZA: Cuál es el sentido de la Resurrección de Jesucristo. Qué significa creer que Jesús es el amor que todo lo puede. Para conocer la importancia de amar gratuitamente, trabajar el video:Cadenas de amor: un obrero ini-cia una cadena de bondad que hace feliz a una persona próxi-ma y despierta en él ese mismo amor hacia los que le rodean.http://www.wimp.com/kindnessboomerang/

Anuncio de Coca-cola: Hay razo-nes para creer.http://www.youtube.com/watch?v=fzXI_8vm1BE

- Buscar tradiciones de Pascua propias de la zona en la que vi-ven y descubrir el origen de las mismas.

- Explicar que el calendario cris-tiano tiene su origen en la Resu-rrección de Jesús, nuestra Vida, así como conocer que la fecha de la Pascua, es móvil, en fun-ción de la primera luna llena de primavera que es la estación en la que nace la vida.http://ec.aciprensa.com/c/calencristiano.htm

Actividad: Dibujamos en papel continuo una gran cruz con un sudario como signo de Resurrección. Para señalar que cada alumno es único, irrepetible y tiene unos sufrimientos concretos, trabajaremos en cartulinas, en folios de colores con distintas formas y tamaños, en papel seda, pinocho... pintaremos con un color oscuro (signo de muerte) aquello que nos hace sufrir y con pintura blanca (signo de Resurrec-ción) aquello que pedimos a Cristo.

Por ejemplo:

EGOÍSMO a aprender a compartirMENTIR a decir siempre la verdadEXCLUIR a acercarme al que está pasándolo mal

Todos esos mensajes los pegaremos en el mural formando un gran collage que colocaremos en la pared de la entrada, detrás de la escultura de Secundaria y Bachillerato y a una altura elevada como signo de Resurrección.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

96

Etapa Secundaria

Lenguas

Descubre la Cuaresma

• Aprender el significado de la Cuaresma para los cristianos.

• traducir en actos cotidianos las tres actitudes de la Cuaresma: el ayuno, la limosna y la oración.

• Profundizar en el término conversión a través de las distintas citas bíblicas, especialmente el hijo pródigo.

• identificar el vocabulario propio de la Cuaresma.

- Escoger cada semana una frase del Evangelio del domingo, que nos prepare para vivir la Pascua.

- Los alumnos con el profesor de Inglés y Valenciano traducirán la frase y se encargarán de colgar-la en el mural del aula.

- Diccionario trilingüe de Cuares-ma: ayuno, limosna, oración, vigilia, ceniza, penitencia, con-versión, etc.

- Descubrir que el calendario cris-tiano tiene su origen en la Resu-rrección de Jesús, nuestra Vida, así como conocer que la fecha de la Pascua, es móvil y se calcu-la en función de la primera luna llena de primavera que es la es-tación en la que nace la vida.

http://ec.aciprensa.com/c/calencristiano.htm

- Investigar sobre los menús típi-cos de Cuaresma como expre-sión vital-cultural: Descubrir el POR QUÉ, su sentido, su raíz cultural, el aporte nutricional…

- Trabajar el AYUNO: descubrir su sentido y la universalidad del mis-mo en las grandes religiones…

Ciencias

97

Para el COLEgiO

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Humanas E.F./Música/PlásticaReligión/Tutoría- Trabajar las tres actitudes fun-

damentales de la Cuaresma: ORACIÓN, LIMOSNA Y AYUNO descubriendo su origen en la PA-LABRA DE DIOS.

Citas bíblicas sobre la Oración1. 1 Pe 3,122. Sant 5,153. Lc 11,2-4

Citas bíblicas sobre la limosna1. Tobías 4,82. Eclesiástico 40,173. Mateo 6,2-44. Lucas 11,415. Lucas 12,33

Citas bíblicas sobre el ayuno1. II Samuel 12,162. Esdras 8,213. Isaías 58,5-6

- Realizar actividades en tutoría que impliquen al grupo-clase en el ayuno, proponer posibles ayunos de HOY (el viernes no usar el móvil, no comer chuche-rías o refrescos), la limosna (no comprar nada en un día/semana y dar el dinero a un pobre…), y la oración (descargar en su móvil el Evangelio del día: http://www.rezandovoy.org/ para rezar cada día un cuarto de hora).

- Trabajar el Vía Crucis de la JMJ (destacar su contenido artístico, musical y espiritual).

http://www.youtube.com/watch?v=Gw3Vkfz17-I

La última semana de Cuaresma rezar el Vía Crucis en la liturgia del colegio.

- Invitar a algún representante de Cáritas parroquial o acción social del colegio que explique cómo atienden las diferentes necesidades con las limosnas que reciben.

- En las actividades de educación física trabajar actitudes de Cua-resma: perdón, respeto, colabo-ración...

- Descubrir las marchas de Sema-na Santa propias de las cofradías de su entorno: los tipos de ins-trumentos, de composiciones musicales, de indumentaria...

www.jchhss.com

- Analizar el cuadro:

El Regreso del Hijo Pródigo, Rembrandt. Para profundizar en el término conversión. Podéis apoyaros en el libro, del mismo nombre, que explica el cuadro, de Henri J. Nouwen, PPC, Ma-drid, 1993.

(ver Anexo 2)

- Audición de alguna pieza clásica:

La Pasión según san Mateo de J.S. Bach parte 1:http://www.youtube.com/watch?v=f7ADZNa6R1Q

parte 2: http://www.youtube.com/watch?v=0O1jERoSX2o&feature=related parte 2

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

98

Etapa SecundariaDescubre la Pascua

• Profundizar en el sentido de la Pascua.

• Descubrir en la resurrección de Cristo la fuente de esperanza para los cristianos.

- Hacer un vocabulario trilingüe de los términos más comunes de la Pascua.

- Redactar distintas felicitaciones de PASCUA para tus amigos, fa-milia, profesores con mensajes de alegría y esperanza.

- Simbología de los números (3, 7, 50…).

- TRABAJO INVESTIGACIÓN. Por grupos hacer un estudio del SANTO SUDARIO para: Acer-carse a la figura histórica de Je-sús, conocer los estudios acerca de la Sábana Santa y la postura de la Iglesia.

- Os podéis apoyar en el enlace a la página oficial del Centro Espa-ñol de Sindonología (CES):

http://www.linteum.com/

Y para centrar la investigación:

http://www.linteum.com/la-sin-done-de-turin.php

- Descubrir el SENTIDO DE LA ESPERANZA CRISTIANA en la PALABRA de DIOS: Los encuen-tros con Jesús Resucitado, que nos narra la Biblia son el lugar propio dónde nace y se desarro-lla la experiencia cristiana.

- Técnica de la contemplación ima-ginativa: nos imaginamos pro-tagonistas en cada uno de ellos. Proponemos alguno:

1. Jn 20,11-182. Lc 24,13-353. Jn 21,15-19

- Grabar con el móvil una entre-vista a los abuelos sobre cómo celebraban la Pascua y Pente-costés.

- Elaborar un ppt sobre la resu-rrección para explicárselo a los peques del colegio.

Religión/TutoríaCiencias

Lenguas

99

Para el COLEgiO

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Humanas E.F./Música/Plástica- Profundizar a través del teatro

en la Pasión de Jesús: Os pre-sentamos una obra a través de la que se relata esto de manera diferente.

El proceso: “¿Quién lo mató?”

http://es.scribd.com/doc/ 2600754/QUIEN-LO-MATO

- Tras la misa de Resurrección se entonan unos cantos populares que expresan la alegría de lo acontecido: Canto de la aurora. En algunos lugares se conserva esta tradición, en otros no, pero es posible recuperarlo pregun-tando a los mayores.

Actividad: poner la tarea a los alumnos de investigar en la lo-calidad si todavía se canta, en caso contrario que pregunten a sus mayores, al párroco… y la presenten en clase. Invitar a pa-dres y alumnos al acto, el día de Resurrección.

- Audición de alguna pieza clásica: La Resurrección de G. Mahler.

http://www.youtube.com/watch?v=36BLUz-aK-c

- PROYECTO: Sois siempre de Él y para Él.

- Profundizar en el significado reli-gioso y cultural que expresan las siguientes obras de arte:

La Última Cena, Juan de Juanes. Cristo Crucificado, Velázquez. El descendimiento de la Cruz. Ro-gier van der Weyden en PÉREZ TRIPIANA, A. / SOBRINO LÓ-PEZ, Mª A. Jesús en el Museo del Prado. Madrid, PPC, 2009.

La Resurrección. El Greco en PÉ-REZ TRIPIANA, A. / SOBRINO LÓPEZ, Mª A. Jesús en el Museo del Prado. Madrid, PPC, 2009.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

100

La cruz en esta etapa adquiere un carácter muy con-creto en el que Jesucristo nos llama personalmente por nuestro nombre, nos invita a subir a su cruz todo lo que nos hace sufrir, preocupaciones, inquietudes, ilusiones, proyectos y a descansar en él. El sentido que los profesores debemos trasmitir a nuestros alumnos es que en ese sufrimiento o debilidad, Cris-to se hace fuerte y su amor crucificado vence todo aquello que nos angustia: delante de la cruz nos vemos tal y como somos, pero no debemos temer nada porque con esa pobreza/debilidad que todos tenemos, Dios nos acoge con los brazos abiertos.

ActividadProyecto Secundaria y Bachillerato(Cruz signo de identidad y permanencia)

Sois siempre de Él y para Él

101

Para el COLEgiO

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

ACtiviDAD: En Secundaria cada alumno escribirá aquello que le hace sufrir, que le preocupa, que no le gusta de él y querría cambiar, en definitiva lo que le hace débil. Por la otra cara del papel responderán a la pregunta: ¿Cómo me ayuda Jesús? Han de descubrir que esta ayuda la reciben a través del catequista, de un monitor, del sacerdote de su parroquia, del profe-sor de religión, de su tutor, con el sacramento de la penitencia, de la eucaristía, en los momentos de ora-ción comunitaria y personal... Para llegar a este nivel de profundidad el profesor debe guiar la actividad, y buscar en la experiencia personal de sus alumnos para alcanzar una repuesta de sentido.

En Bachillerato trabajaremos con una metodología de reflexión y de interiorización. Invitamos a los jó-venes a llevar a cabo una revisión de su día a día, de sus proyectos, ilusiones, debilidades, del rumbo que toma su vida... Invitamos a poner todas esas inquie-tudes en la Cruz, teniendo la confianza de que Dios nos acoge con los brazos abiertos. Tras estos mo-mentos de reflexión les lanzamos la siguiente pre-gunta: ¿Y tú que esperas de Cristo? La manera en la que cada uno se relaciona con Dios es única y muy personal, por eso para responder a esta pregunta da-remos rienda suelta a la creatividad. Los alumnos de Bachillerato responderán como mejor se expresen: a través del arte, música, con la poesía, la narración, por medio de una oración...

Recogeremos todos los mensajes y el tutor de cada clase los pegará en una única cartulina (del tamaño de las caras de la cruz).

Para la estructura de la cruz: forrar con papel con-tinuo 7 cajas de tamaño mediano, pintarlas de marrón y montar con ellas una cruz. Aprovecha-mos las caras visibles de las cajas para pegar el trabajo que cada clase ha realizado.

Para la PARROqUiA

103

Cuaresma-Pascua2012

Para laPARROQUIA

104

Para la reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución individual

Celebración comunitaria del sacramento de

la penitencia

105

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Monición inicial

Dentro del proceso del IDR –convocado por nues-tro Sr. Arzobispo– en que está inmersa nuestra diócesis, este curso se nos recuerda especialmen-te que “el Verbo se hizo carne y habitó entre noso-tros” (Jn 1, 14). Los temas de este ciclo nos hacen recorrer la historia de la salvación y se nos invita especialmente a hacer de nuestra historia perso-nal y comunitaria una historia del amor de Dios.

Descubrimos nuestra condición de criaturas que ocupamos un lugar personal, único e irrepetible en el conjunto de la creación, porque hemos sido he-chos a “imagen de Dios” y puestos para someter la tierra y cuidarla como administradores suyos.

La fidelidad de Dios respecto a la creación y en ella al ser humano se va alargando en el tiempo marcado por Dios con las distintas alianzas que a lo largo de esta Cuaresma escuchamos en la pa-labra de Dios.

Con las palabras del salmo 145 comenzamos nuestra Celebración penitencial en este tiempo de gracia y conversión que es la Cuaresma:

“El Señor es bueno con todos y cariñoso con todas sus criaturas… abres tú la mano y sacias de favores a todo viviente”.

Ritos iniciales

Los ministros hacen su entrada en silencio, precedidos por la cruz y por el libro de los evangelios. Llegados al presbiterio, el evangeliario se coloca sobre el ambón y al lado se coloca la cruz. Como señal de veneración, el presidente puede incensar el libro de los evangelios y la cruz, mientras se canta un canto adecuado, por ejemplo:

Canto de entrada

Éste es el día del Señor. Éste es el tiempo de la misericordia.Delante de tus ojos ya no enrojeceremos a causa del antiguo pecado de tu pueblo. Arrancarás de cuajo el corazón soberbio y harás un pueblo humilde de corazón sincero.En medio de las gentes,nos guardas como un resto para cantar tus obras y adelantar tu reino. Seremos raza nueva para los cielos nuevos; sacerdotal estirpe, según tu Primogénito.

Saludo

En el nombre del Padre , y del Hijo y del Espíritu Santo.

R/. Amén.

El Señor, que en su infinita misericordia nos regenera a la libertad de los hijos, esté con todos vosotros.

R/. Y con tu espíritu.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

106

Monición presidencial

(con estas o parecidas palabras)

El camino de la vuelta a Dios es cada vez una nueva acogida del amor misericordioso con el que el Padre nos sale al encuentro. Él vuelve hacia nosotros su rostro para que, regenerados por su presencia, nos convirtamos en testigos de su amor para con todas las criaturas.

Oración

Padre santo y misericordioso, que llamas siempre a tus hijos con la fuerza y la dulzura del amor. Rompe las durezas de nuestro orgullo y crea en nosotros un corazón nuevo, capaz de acoger el don de la vida de tu Hijo. Él que es Dios y vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

Liturgia de la PalabraCelebrante:

Dispongámonos ahora a escuchar la Palabra del Señor. Acojamos con un corazón abierto esta Pa-labra de vida, para poder reconocer nuestro peca-do y volver a encontrar el camino de regreso a la casa del Padre.

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los Corintios 5, 20-6, 2

Salmo responsorial 94, 1-2. 6-7. 8-9 (R.: 8)

V/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endu-rezcáis vuestro corazón».

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endu-rezcáis vuestro corazón».

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dán-dole gracias, aclamándolo con cantos.

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor...

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor...

Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el cora-zón como en Meribá, como el día de Masá en el de-sierto; cuando vuestros padres me pusieron a prue-ba y me tentaron, aunque habían visto mis obras».

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor...

107

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Aclamación al evangelio (15,32-32) De pie.

R/. Gloria, honor a ti, Señor Jesús.

Convenía hacer fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado.

R/. Gloria, honor a ti, Señor Jesús.

Evangelio según san Lucas 15,13.11-32

«Cuando todavía estaba lejos, el padre lo vio y, conmovido, salió a su encuentro».

Al final se puede repetir la aclamación:

Gloria, honor a ti, Señor Jesús.

Homilía

Sigue una breve homilía, centrada en los textos pro-clamados. Deberá llevar a los penitentes al examen de conciencia, a la renuncia al pecado y a la conversión. Acabada la homilía, cuídese de que siga un oportuno tiempo de silencio, para permitir que los penitentes se recojan en el examen de conciencia y muevan su co-razón a una verdadera contrición de los pecados. Si se cree oportuno, el examen comunitario de conciencia puede sustituir a la homilía. En este caso, este examen debe inspirarse claramente en el texto proclamado.

Esquema para el examen de conciencia comunitario

1. “Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo al padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde. Y él les repartió la hacienda” (Lc 15,11-12).

¿Me creo con derechos en la presencia de Dios?

¿A dónde me ha conducido mi excesivo afán de libertad y autonomía? ¿A la libertad o a la escla-vitud?

2. “Entró en sí mismo y recapacitó” (Lc 15,17).

Como el hijo pródigo de la parábola, ¿tengo la capacidad de reflexionar, de entrar en mí mismo, para darme cuenta de mi situación? ¿Pienso con nostalgia en la casa del Padre?

3. “Cuántos jornaleros de mí padre tienen pan en abun-dancia, mientras que yo aquí me muero de hambre. Me levantaré e iré a mi padre” (Lc 15,17).

Mi voluntad de vuelta a la casa del Padre, ¿es equí-voca e interesada?

4. “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus jornaleros. Partió y se puso en camino hacía su padre” (Lc 15,18-20).

¿Pretendo intercambiar mi condición de hijo con el «pan» que me permitiría sobrevivir?

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

108

5. “Cuando todavía estaba lejos, lo vio su padre y, con-movido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusi-vamente. El hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo” (Lc 15, 20).

¿Cómo reacciono ante la iniciativa del Padre, quien, olvidando toda forma de cálculo, me sale al encuentro, acogiéndome sin reservas, rehabili-tándome en mi dignidad de hijo?

6. “Pero el padre dijo a los criados. Pronto, traed el ves-tido mejor y vestidlo, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo ceba-do, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado. Y comenza-ron la fiesta” (Lc 15,22-23).

¿Soy plenamente consciente de que sólo en el abrazo del Padre podré vivir plenamente mi voca-ción a la libertad?

7. “El hijo mayor se encontraba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque lo ha recobrado sano. Él se irritó y no quería entrar” (Lc 15,25-28).

Frente al amor misericordioso de Dios que perdo-na a mi hermano, ¿cultivo sentimientos de enfa-do, de celos, de desprecio?

¿Me tengo por bueno, justo, fiel?

¿Encuentro excusas para juzgar y condenar a los hermanos?

8. “El padre salió a suplicarle” (Lc 15,28).

¿Estoy dispuesto a convertirme a la lógica del amor del Padre y, sobre todo, al amor fraterno?

9. “Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo, pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuel-to a la vida, estaba perdido y ha sido hallado” (Lc 15, 15, 32-32).

¿Consigo entender el amor del Padre como una realidad viva, presente y visible en los gestos y en las palabras de Jesús, que mediante el Espíritu Santo sigue actuando eficazmente en su Iglesia, sobre todo en los sacramentos? ¿Sé captar, con los ojos de la fe, la caridad del Padre en los aconteci-mientos de la vida humana, en la vida de la Iglesia y en mi propia vida?

¿Cómo respondo a la llamada del Padre, que me lleva a ensanchar mis horizontes y a realizar ges-tos de auténtica caridad?

109

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Rito de reconciliaciónLas invocaciones de perdón pueden ser sustituidas por un salmo o por un canto apropiado. El presidente invita a dirigirse a Dios:

Invoquemos a Dios, nuestro Padre, que espera a los hijos alejados y, a su vuelta, los acoge entre los brazos de su misericordia.

R/. Padre, hemos pecado contra el cielo y contra ti.

No te hemos reconocido como Padre misericor-dioso, nos hemos alejado de tu casa.

Pero, llenos de confianza, nos dirigimos a ti.

R/. Padre, hemos pecado contra el cielo y contra ti.

No hemos administrado con responsabilidad nuestra herencia: nuestra existencia, la libertad que nos has dado.

Pero, llenos de confianza, nos dirigimos a ti.

R/. Padre, hemos pecado contra el cielo y contra ti.

No hemos escuchado la llamada a escuchar tu voz ni tu Palabra de reconciliación. No hemos sa-bido alegrarnos y hacer fiesta por el perdón que tú concedes a nuestros hermanos. Pero, llenos de confianza, nos dirigimos a ti.

R/. Padre, hemos pecado contra el cielo y contra ti.

Oración del Señor

En Cristo, podemos presentarnos al Padre en un solo Espíritu porque hemos sido nombrados he-rederos suyos. Como hermanos: miembros de una sola familia, nos dirigimos con confianza al Padre con las palabras que Cristo Nuestro Señor nos enseñó: Padre nuestro...

Al final, se canta:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

El presidente concluye:

Mira con bondad, Señor, a tus hijos que se reco-nocen pecadores y haz que, liberados de toda cul-pa por el ministerio de tu Iglesia, den gracias a tu amor misericordioso. Por Cristo Nuestro Señor.

R/. Amén.

Confesión y absolución individual

Los ministros de la reconciliación se dirigen a las sedes preparadas. Siguen las confesiones sacramentales in-dividuales. A cada penitente se le encomienda una obra de satisfacción o “penitencia” adecuada a sus faltas.

Durante las confesiones se puede cantar o poner una música suave, de fondo.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

110

Ritos finales

Acción de gracias

Y ahora, con el cántico de la Virgen María, demos gracias a Dios Padre por la gracia de su perdón.

Se aconseja cantar el “Magnificat”en alguna de sus versiones (“El Señor hizo en mí maravillas”, “Mi alma glorifica al Señor mi Dios...”) himno de alabanza al Padre, junto con la ofrenda del incienso alrededor del altar. El presidente concluye la acción de gracias diciendo:

Dios omnipotente y misericordioso, que de modo admirable creaste al hombre y más admirablemente aún lo redimiste; que no abandonas al pecador, sino que lo acompañas con amor paternal. Tú enviaste a tu Hijo al mundo para destruir, con su pasión, el pecado y la muerte y para devolvernos, con su resurrección, la vida y la alegría.

Tú has derramado el Espíritu Santo en nuestros corazones para hacernos herederos e hijos tuyos.

Tú nos renuevas constantemente con los sacramentos de salvación para liberarnos de la servidumbre del pecado y transformarnos, de día en día, en una imagen, cada vez más perfecta, de tu Hijo amado.

Te damos gracias por las maravillas de tu misericordia y te alabamos con toda la Iglesia cantando para ti un cántico nuevo con nuestros labios, nuestro corazón y nuestras obras.

A ti la gloria por Cristo en el Espíritu Santo, ahora y por siempre.

R/. Amén.

Intercambio del gesto de paz

Regenerados por el perdón del Padre, intercam-biad un signo de comunión fraterna.

Bendición final y despedida

Antes de la bendición y la despedida, se puede sugerir, además de la “penitencia” personal, una obra penitencial común de caridad que realizar como signo que actualiza la conversión.

El Señor esté con vosotros.

R/. Y con tu espíritu.

El Dios del amor y de la misericordia os haga concordes en la caridad y os establezca en la paz.

R/. Amén.

111

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Y la bendición de Dios omnipotente, Padre , Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y permanezca para siempre.

R/. Amén.

El Señor os ha perdonado. Podéis ir en paz.

R/. Demos gracias a Dios.

113

Cuaresma-Pascua2012

Aportación de Comisiones

114

Primera Estación

Última Cena de Jesús con sus discípulos

Y tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: «Este cáliz es la nueva alian-za en mi sangre, que es derramada por vosotros» (Lc 22, 19–20).

Jesús, antes de tomar entre sus manos el pan, acoge con amor a todos los que están sentados en su mesa. Sin excluir a ninguno: ni al traidor, ni al que lo va a ne-gar, ni a los que huirán. Los ha elegido como nuevo pueblo de Dios. La Iglesia, llamada a ser una.

Jesús muere para reunir a los hijos de Dios dispersos (Jn 11, 52). «No sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno» (Jn 17, 20–21). El amor fortalece la unidad. Y les dice: «Que os améis unos a otros» (Jn 13, 34). El amor fiel es humilde: «También vosotros de-béis lavaros los pies unos a otros» (Jn 13, 14).

Unidos a la oración de Cristo, oremos para que, en la tierra del Señor, la Iglesia viva unida y en paz, cese toda persecución y discriminación por causa de la fe, y todos los que creen en un único Dios vivan, en justicia, la fraternidad, hasta que Dios nos conceda sentarnos en torno a su única mesa.

Vía Crucis JMJ

Comisión Diocesana de

Apostolado Seglar-Laicos

115

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

«Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás» (Jn 13, 26).

«Se acercó a Jesús… y le besó. Pero Jesús le contes-tó: “Amigo, a qué vienes”» (Mt 26, 49–50).

En la Cena se respira un hálito de misterio sagrado. Cristo está sereno, pensativo, sufriente. Había di-cho: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer» (Lc 22, 15). Y ahora, a media voz, deja escapar su sentimiento más profun-do: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar» (Jn 13, 21).

Judas se siente mal, su ambición ha cambiado, a precio de traición, al Dios del Amor por el ídolo del dinero. Jesús lo mira y él desvía la mirada. Le llama la atención ofreciéndole pan con salsa. Y le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto» (Jn 13, 27). El corazón de Judas se había estrechado y se fue a contar su di-nero, para después entregar a Jesús con un beso. Y Cristo, al sentir el frío del beso traidor, no se lo repro-cha, le dice: Amigo. Si estás sintiendo en tu carne el frío de la traición, o el terrible sufrimiento provocado por la división entre hermanos y la lucha fratricida, ¡acude a Jesús!, que, en el beso de Judas, hizo suyas las dolorosas traiciones.

Segunda Estación

El beso de Judas

«¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en ver-dad te digo: no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces» (Jn 13, 37).

«Y saliendo afuera, lloró amargamente» (Lc 22, 62).

Un cristiano tiene que ser un valiente. Y ser valiente no es no tener miedos, sino saber vencerlos.

El cristiano valiente no se esconde por vergüenza de manifestar en público su fe. Jesús avisó a Pedro: «Sa-tanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti» (Lc 22, 31). «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces hayas negado conocerme» (Lc 22, 34). Y el apóstol, por te-mor a unos criados, lo negó diciendo: «No lo conoz-co» (Lc 22, 57). Al pasar Jesús por uno de los patios, lo mira…, él se estremece recordando sus palabras…, y llora con amargura su traición. La mirada de Dios cambia el corazón. Pero hay que dejarse mirar.

Con la mirada de Pedro, el Señor ha puesto sus ojos en los cristianos que se avergüenzan de su fe, que tienen respetos humanos, que les falta valentía para defender la vida desde su inicio, hasta su término natural, o quieren quedar bien con criterios no evan-gélicos. El Señor los mira para que, como Pedro, ha-gan acopio de valor y sean testigos convencidos de lo que creen.

Tercera Estación

Negación de Pedro

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

116

«Es reo de muerte» (Mt 26, 66).

«Entonces se lo entregó para que lo crucificaran» (Jn 19, 16).

La mayor injusticia es condenar a un inocente inde-fenso. Y, un día, la maldad juzgó y condenó a muerte a la Inocencia. ¿Por qué condenaron a Jesús? Porque Jesús hizo suyo todo el dolor del mundo. Al encar-narse, asume nuestra humanidad y, con ella, las heri-das del pecado. Cargó con los crímenes de ellos (Is 53, 11), para curarnos por el sacrificio de la Cruz. Como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos (Is 53, 3), expuso su vida a la muerte (Is 53, 12).

Lo que más impresiona es el silencio de Jesús. No se disculpa, es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29), fue azotado, machacado, sacrifica-do. Enmudecía y no abría la boca (Is 53, 7).

En el silencio de Dios, están presentes todas las vícti-mas inocentes de las guerras que arrasan los pueblos y siembran odios difíciles de curar. Jesús calla en el corazón de muchas personas que, en silencio, espe-ran la salvación de Dios.

«Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pu-sieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo» (Mc 15, 20).

«Y, cargando Él mismo con la cruz, salió al sitio lla-mado “de la calavera”» (Jn 19, 17).

Cruz no sólo significa madero. Cruz es todo lo que dificulta la vida. Entre las cruces, la más profunda y dolorosa está arraigada en el interior del hombre. Es el pecado que endurece el corazón y pervierte las re-laciones humanas. «Porque del corazón salen pensa-mientos perversos, homicidas, adulterios, fornicacio-nes, robos, difamaciones, blasfemias» (Mt 15, 19). La cruz que ha cargado Jesús sobre sus hombros para morir en ella, es la de todos los pecados de la Hu-manidad entera. También los míos. Él llevo nuestros pecados en su cuerpo (1 Pe 2, 24). Jesús muere para reconciliar a los hombres con Dios. Por eso hace a la cruz redentora. Pero la cruz por sí sola, no nos salva. Nos salva el Crucificado.

Cristo hizo suyo el cansancio, el agotamiento y la desesperanza de los que no encuentran trabajo, así como de los inmigrantes que reciben ofertas labo-rales indignas o inhumanas, que padecen actitudes racistas o mueren en el empeño por conseguir una vida más justa y digna.

Cuarta Estación

Jesús, sentenciado a muerte

Quinta Estación

Jesús carga con su cruz

117

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

«Triturado por nuestros crímenes» (Is 53, 5).

«Jesús cayó bajo el peso de la cruz varias veces en el camino del Calvario» (Tradición de la Iglesia de Je-rusalén).

La Sagrada Escritura no hace referencia a las caídas de Jesús, pero es lógico que perdiera el equilibrio muchas veces. La pérdida de sangre por el desgarra-miento de la piel en los azotes, los dolores muscula-res insoportables, la tortura de la corona de espinas, el peso del madero…, ¡no hay palabras para describir el dolor que Cristo debió experimentar! Todos, algu-na vez, hemos tropezado y caído al suelo. ¡Con qué rapidez nos levantamos para no hacer el ridículo! Contempla a Jesús en el suelo y todos a su alrededor riendo con sorna y dándole algún que otro puntapié para que se levantara. ¡Qué ridículo, qué humillación, Dios mío! Dice el salmo: «Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pue-blo; al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza» (Sal.22, 7–8). Jesús sufre con todos los que tropiezan en la vida y caen sin fuerzas víctimas del alcohol, las drogas y otros vicios que les hacen esclavos, para que, apoyados en Él, y en quienes los socorren, se levanten.

Sexta Estación

Jesús cae bajo el peso de la cruz

«Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo» (Lc 23, 26).

«Y lo forzaron a llevar su cruz» (Mt 27, 32).

Simón era un agricultor que venía de trabajar en el campo. Le obligaron a llevar la cruz de nuestro Señor, no movidos por la compasión, sino por temor a que se les muriese en el camino. Simón se resiste, pero la imposición, por parte de los soldados, es tajante. Tuvo que aceptar a la fuerza. Al contacto con Jesús, va cambiando la actitud de su corazón y termina compartiendo la situación de aquel ajusticiado des-conocido que, en silencio, lleva un peso superior a sus débiles fuerzas. ¡Qué importante es para los cristia-nos descubrir lo que pasa a nuestro alrededor, y to-mar conciencia de las personas que nos necesitan!

Jesús se ha sentido aliviado gracias a la ayuda del Ci-rineo. Miles de jóvenes marginados de la sociedad, de toda raza, condición y credo, encuentran cada día cirineos que, en una entrega generosa, caminan con ellos abrazando su misma cruz.

Séptima Estación

El Cirineo ayuda a llevar la cruz

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

118

«Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Hijas de Je-rusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”» (Lc 23, 27–28).

«El Señor lo guarda y lo conserva en vida, para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos» (Sal 41, 3).

Le seguía una multitud del pueblo y un grupo de mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban llorando. Jesús se volvió y les dijo: «No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos». Llorad, no con llanto de tristeza que endurece el corazón y lo predispone a producir nuevos crímenes… Llorad con llanto suave de súplica, pidiendo al cielo misericor-dia y perdón. Una de las mujeres, conmovida al ver el rostro del Señor lleno de sangre, tierra y salivazos, sorteó valientemente a los soldados y llegó hasta Él. Se quitó el pañuelo y le limpió la cara suavemente. Un soldado la apartó con violencia, pero, al mirar el pañuelo, vio que llevaba plasmado el rostro ensan-grentado y doliente de Cristo.

Jesús se compadece de las mujeres de Jerusalén, y en el paño de la Verónica deja plasmado su rostro, que evoca el de tantos hombres que han sido desfi-gurados por regímenes ateos que destruyen a la per-sona y la privan de su dignidad.

«Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte» (Mc 15, 24).

«De la planta del pie a la cabeza no queda parte ile-sa» (Is 1, 6).

Mientras preparan los clavos y las cuerdas para cru-cificarlo, Jesús permanece de pie. Un despiadado soldado se acerca y, tirándole de la túnica, se la qui-ta. Las heridas comenzaron a sangrar de nuevo cau-sándole un terrible dolor. Después se repartieron los vestidos. Jesús queda desnudo ante la plebe. Le han despojado de todo y le hacen objeto de burla. No hay mayor humillación, ni mayor desprecio.

Los vestidos no sólo cubren el cuerpo, sino también el interior de la persona, su intimidad, su dignidad. Jesús pasó por este bochorno porque quiso cargar con todos los pecados contra la integridad y la pu-reza, y murió para quitar los pecados de todos (Heb 9, 28).

Jesús padece con los sufrimientos de las víctimas de genocidios humanos, donde el hombre se ensa-ña con brutal violencia, en las violaciones y abusos sexuales, en los crímenes contra niños y adultos. ¡Cuántas personas desnudadas de su dignidad, de su inocencia, de su confianza en el hombre!

Octava Estación

La Verónica enjuga el rostro de Jesús

Novena Estación

Jesús es despojado de sus vestiduras

119

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

«Y cuando llegaron al lugar llamado “La Calavera”, lo crucificaron allí, a Él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda» (Lc 23, 33).

Habían conducido a Jesús hasta el Gólgota. No iba solo, lo acompañaban dos ladrones que también serían crucificados. Lo crucificaron; y, con Él, a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús (Jn 19, 18). ¡Qué imagen tan simbólica! El Cordero que quita el pecado del mundo se hace pecado y paga por los de-más. El gran pecado del mundo es la mentira de Sa-tanás, y a Jesús lo condenan por declarar la Verdad: su ser Hijo de Dios. La verdad es el argumento para justificar la crucifixión. Es imposible describir lo que padeció físicamente el cuerpo de Cristo colgando de la cruz, lo que sufrió moralmente al verse desnudo crucificado entre dos malhechores y sentimental-mente, al encontrarse abandonado de los suyos.

Jesús en la cruz acoge el sufrimiento de todos los que viven clavados a situaciones dolorosas, como tantos padres y madres de familia, y tantos jóvenes, que, por falta de trabajo, viven en la precariedad, en la pobreza y la desesperanza, sin los recursos nece-sarios para sacar adelante a sus familias y llevar una vida digna.

Décima Estación

Jesús es clavado en la cruz

«Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró» (Lc 23, 46).

«Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas» (Jn 19, 33).

Era sábado, el día de la preparación para la fiesta de la Pascua. Pilatos autorizó que les quebraran las piernas para acelerarles la muerte y no quedaran col-gados durante la fiesta. Jesús ya había muerto, y un soldado, para asegurarse, le traspasó el corazón con una lanza. Así se cumplieron las Escrituras: No le que-brarán ni un hueso.

El sol se oscureció y el velo del Templo se rasgó por la mitad. Tembló la tierra… Es momento sagrado de contemplación. Es momento de adoración, de situarse frente al cuerpo de nuestro Redentor: sin vida, machacado, triturado, colgado…, pagando el precio de nuestras maldades, de mis maldades…

Señor, pequé, ¡ten misericordia de mí, pecador! Amén.

Jesús muere por mí. Jesús me alcanza la misericor-dia del Padre. Jesús paga todo lo que yo debía. ¿Qué hago yo por Él?

Ante el drama de tantas personas crucificadas por diferentes discapacidades, ¿lucho por extender y proclamar la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida?

Undécima Estación

Jesús muere en la cruz

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

120

«Pilatos mandó que se lo entregaran» (Mt 27, 57).

«José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia» (Mt 27, 59).

Cristo ha muerto y hay que bajarlo de la cruz. Acer-quémonos a la Virgen y compartamos su dolor. ¡Qué pasaría por su mente! «¿Quién me lo bajará? ¿Dónde lo colocaré?». Y repetiría de nuevo como en Nazaret: «¡Hágase!». Pero ahora está más unida a la entrega incondicional de su Hijo: «Todo está consumado». En-tonces aparecieron José de Arimatea y Nicodemo, que, aunque pertenecientes al Sanedrín, no habían tenido parte en la muerte del Señor. Son ellos quie-nes piden a Pilatos el cuerpo del Maestro para co-locarlo en un sepulcro nuevo, de su propiedad, que estaba cerca del Calvario.

Cristo ha fracasado, haciendo suyos todos los fraca-sos de la Humanidad. El Hijo del hombre ha sido eli-minado y ha compartido la suerte de los que, por dis-tintas razones, han sido considerados la escoria de la Humanidad, porque no saben, no pueden, no valen. Son, entre otros, las víctimas del sida, que, con las lla-gas de su cruz, esperan que alguien se ocupe de ellos.

«Una espada te traspasará el alma» (Lc 2, 34).

«Ved si hay dolor como el dolor que me atormenta» (Lam 2, 12).

Aunque todos somos culpables de la muerte de Je-sús, en estos momentos tan dolorosos la Virgen ne-cesita nuestro amor y cercanía. Nuestra conciencia de pecadores arrepentidos le servirá de consuelo.

Con actitud filial, situémonos a su lado, y aprenda-mos a recibir a Jesús con la ternura y amor con que ella recibió en sus brazos al cuerpo destrozado y sin vida de su Hijo. «¿Hay dolor semejante a mi dolor?».

Y, mientras preparaban el cuerpo del Señor según se acostumbra a enterrar entre los judíos (Jn 19, 40) para darle sepultura, María, adorando el Misterio que ha-bía guardado en su corazón sin entenderlo, repetiría conmovida con el profeta:

«Pueblo mío, ¿qué te he hecho?, ¿en qué te he moles-tado? ¡Respóndeme!» (Miq 6, 3).

Al contemplar el dolor de la Virgen, hacemos memo-ria del dolor y la soledad de tantos padres y madres que han perdido a sus hijos por el hambre, mientras sociedades opulentas, engullidas por el dragón del consumismo, de la perversión materialista, se hun-den en el nihilismo de la vaciedad de su vida.

Duodécima Estación

El descendimiento de la cruz

Decimotercera Estación

Jesús en brazos de su madre

121

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

«Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús» (Jn 19, 42).

«José de Arimatea rodó una piedra grande a la en-trada del sepulcro y se marchó» (Mt 27, 60).

Por la proximidad de la fiesta, se dieron prisa en pre-parar el cuerpo del Señor para colocarlo en el sepul-cro que ofrecieron José y Nicodemo. El sepulcro era nuevo, a nadie se había enterrado en él.

Una vez colocado el cuerpo sobre la roca, José hizo rodar la piedra de la puerta, quedando la entrada to-talmente cerrada. Si el grano de trigo no muere…

Y, después del ruido de la piedra al cerrar el acceso al sepulcro, María, en el silencio de su soledad, aprieta la espiga que ya lleva en su corazón como primicia de la Resurrección.

En esta espiga recordamos el trabajo humilde y sa-crificado de tantas vidas gastadas en una entrega sa-crificada al servicio de Dios y del prójimo, de tantas vidas que esperan ser fecundas uniéndose a la muer-te de Jesús.

Recordamos a los buenos samaritanos, que apare-cen en cualquier rincón de la tierra para compartir las consecuencias de las fuerzas de la naturaleza: terre-motos, huracanes, maremotos…

Decimocuarta Estación

Jesús es colocado en el sepulcro

«Madre y Señora nuestra, que permaneciste firme en la fe, unida a la Pasión de tu Hijo: al concluir este Vía Crucis, ponemos en ti nuestra mirada y nuestro corazón. Aunque no somos dignos, te acogemos en nuestra casa, como hizo el apóstol Juan, y te recibi-mos como Madre nuestra. Te acompañamos en tu soledad y te ofrecemos nuestra compañía para se-guir sosteniendo el dolor de tantos hermanos nues-tros que completan en su carne lo que falta a la Pasión de Cristo, por su cuerpo, que es la Iglesia. Míralos con amor de madre, enjuga sus lágrimas, sana sus heri-das y acrecienta su esperanza, para que experimen-ten siempre que la Cruz es el camino hacia la gloria, y la Pasión, el preludio de la Resurrección».

Oración

122

Comisión Diocesana de

Pastoral de la Salud

“Levántate y vete; tu fe te ha salvado” (Lc 17, 19).

La Parroquia es el espacio privilegiado para mostrar la fuerza sanadora de la Evangelización. Ésta, debe asumir con mayor responsabilidad el cometido de educar para la salud.

La Comunidad Parroquial comunica la gracia salvífica y sanadora de Cristo por medio de los Sacramentos y se acerca a los Enfermos y sus familiares integrándo-los como miembros activos de la misma.

Igualmente en los Hospitales y Centros Socio-Sani-tarios de nuestra Archidiócesis, desde los Servicios Religiosos, Sacerdotes y Personas Idóneas, hacen presente a Cristo para que los Enfermos, Familiares y Profesionales Sanitarios, participen en la Iglesia, se sientan parte activa de ella y sean evangelizados.

Propuesta para el Cumplimiento Pascual

PENITENCIA

“Recapacitó y se dijo… volveré a la casa de mi Padre” (Lc 15, 18 – 20).

En su muerte y resurrección, Jesús se presenta como el vértice y la plenitud de la misericordia de Dios. Los

123

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Evangelios así lo van indicando en todas sus páginas. Jesús revela de forma clara el amor misericordioso del Padre y la necesidad de la conversión.

El Sacramento de la Penitencia en su calidad de en-cuentro con Cristo, tiene lugar dentro del ámbito de la Iglesia. Se trata de un encuentro que compor-ta perdón y gracia, y que constituye un verdadero “acontecimiento”. El encuentro penitencial es un “acontecimiento de liberación y de santificación”.

Este Sacramento tiene una triple dimensión:

– Pascual. El encuentro entre Dios y el cristiano pecador se realiza por la Muerte-Resurrección de Cristo.

– Eclesial. Quien peca gravemente rompe la co-munión con la Iglesia separándose de ella.

– Personal. La persona se implica: por una libre decisión, su conversión y el compromiso por una vida nueva.

Celebración del Sacramento de la Penitencia con los Enfermos (ver ritual de este Sacramento).

UNCIÓN

“…Llame a los presbíteros de la Iglesia, que recen por él y le unjan con el óleo en el nombre del Señor” (Sant 5, 14).

La gracia primera de este sacramento es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo, para vencer las di-ficultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que renueva la esperanza y la fe en

Dios y fortalece el desaliento.

Celebración del Sacramento de la Unción de los En-fermos (ver ritual de este Sacramento).

EUCARISTÍA

“…Haced esto en conmemoración mía” (Lc 22, 19).

La Eucaristía es el centro y la forma de la Comunidad Eclesial y de su misión, es centro y forma igualmente de los que padecen la enfermedad y el sufrimiento. Y es centro y forma de la Pastoral de los Enfermos y de los que sufren. La Pastoral de la Salud, recibe de hecho, sus contenidos y significados fundamentales de la Eucaristía, Sacrificio de la Cruz y de la Iglesia.

Celebración de la “Pascua del Enfermo” VI Domingo de Pascua.

Todas las Parroquias en torno al Sexto Domingo de Pascua, celebrarán la Eucaristía en la que participa-ran los Enfermos y personas mayores.

Sugerencias

Los grupos de Pastoral de la Salud de las Parroquias junto con el Párroco, organizarán el Cumplimiento Pascual en la Parroquia, implicando a los demás gru-pos parroquiales.

GUIÓN PARA LA EUCARISTÍA. DÍA DEL ENFERMO

Monición de entrada

Cada mañana los misterios de la vida aparecen ante

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

124

nosotros como un regalo de Dios. Su amor apasiona-do por el hombre le llevó a dar la vida. Reunidos para celebrar la Eucaristía, signo de su amor, su Palabra nos anima a vivir con esperanza en el mundo, pues al regalarnos la vida sólo nos pone una exigencia, un mandato: “Permaneced en mi amor”.

Celebrar la Pascua del enfermo y del mayor es ce-lebrar el amor de Dios que acompaña al hombre en la vida. Recordamos a los enfermos de la parroquia, hospital, residencias, centros geriátricos... a sus fa-milias y a los profesionales de la salud, a los agentes parroquiales... Celebramos con gozo la vida, el amor y esperanza que se encierran en nuestro mundo, a veces marcado por la fragilidad y vulnerabilidad del ser humano.

Acto penitencial

“Está claro que Dios no hace distinciones, acepta al que lo teme y practica su justicia, sea de la nación que sea”. Pidamos su gracia y perdón.

– Tú que quieres a todos por igual y no haces dis-tinciones.

– Tú que nos revelas el Amor del Padre.

– Tú que alientas el deseo humano de vivir en tu Amor por la presencia del Espíritu Santo.

Liturgia de la palabra

Hch 10, 25-26. 34-35. 44-48 El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles

El texto nos narra la conversión de Cornelio, una fi-gura que nos habla de cómo el cristianismo rompe moldes y fronteras, y se va abriendo al mundo de los gentiles. La Buena Nueva es para todos, ya que Dios no hace distinciones. Acepta al que le teme y practica la justicia. El mensaje de Jesús trae la salvación Uni-versal, y es Dios mismo quien se adelanta y supera los prejuicios y divisiones humanas, porque el Espíritu es común y llega hasta quienes uno no esperaría.

El Espíritu hace posible el crecimiento de la comu-nidad.

Sal 97 El Señor revela a las naciones su salvación

El salmo es un himno de alabanza al señor como Rey. Es la victoria de Dios y de su acción salvadora. Salva-ción para todo un pueblo oprimido y desvalido. No es un hecho particular y aislado, sino una línea cohe-rente de amor. El Señor es fiel a sí mismo, se acuerda de su fidelidad. Su amor es revelación para todos y se anuncia un Reino de Justicia y de Santidad.

1 Jn 4, 7-10 Dios es Amor

Juan nos habla del Amor de Dios y de cómo ha de ser nuestro amor por las personas. El amor consiste en que Dios nos ha amado primero y nos da su vida por medio de Cristo Jesús. Todo lo que hagamos es sólo respues-ta a su invitación. “Amaos unos a otros”. Esta llamada de Dios a las personas forma la parte central del men-saje cristiano, que con nuestro estilo de vida, tenemos que hacer creíble en medio del mundo. Un amor que es posible porque la fuente es el amor de Dios.

125

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Evangelio: Jn 15, 9-17 Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos

Jesús habla del amor como algo que se recibe y se trasmite. Dios por medio del amor a su Hijo nos en-seña cómo hemos de amarnos unos a otros. Somos fieles al amor recibido por Dios si amamos. El amor ha sido puesto en nosotros, debemos cuidarlo y vi-virlo. El mundo nos necesita para que el amor del Pa-dre llegue a todas las personas.

Peticiones

– Por la Iglesia destinada a dar testimonio de la re-surrección de Cristo, para que lleve el Evangelio en la vida diaria con su testimonio de amor ante los hombres.

– Por nuestro mundo y sus gobernantes, para que revestidos de sencillez y servicio en su trabajo pongan por encima de resultados a las personas que más sufren.

– Por todos los que se dedican a la atención y cuida-do de los enfermos, para que revestidos de amor sean sacramento de esperanza para el hombre.

– Por todos los enfermos del mundo, que nunca se encuentren solos y que perciban la presencia del amor de dios en quienes les acompañan en su en-fermedad.

– Por nuestra comunidad (parroquia, hospital...) para que por nuestra entrega y servicio otras personas puedan sentir el amor de Dios Padre y que nuestra comunidad sea un hogar de salud y de paz.

– Por todos aquellos que dedicaron su vida a los que sufren, a promover la salud y luchar contra la enfermedad, para que desde los brazos del Pa-dre, su recuerdo sea un estímulo a nuestra tarea.

Despedida

La celebración de la Eucaristía termina, pero sigue en la vida. La Palabra del Padre nos sigue animando para vivir en esperanza y para que proclamemos su Gloria, su grandeza en la vida humana. El tiempo de Pascua nos obliga a ser luz en medio de la oscuridad del mundo, participando de modo activo en la tarea de hacer que cese el sufrimiento de las personas.

Oración por los enfermos

Señor, te encomendamos a todos los que sufren,a los enfermos de nuestra comunidad.

Hemos su queja y su dolor;sus silencios, su soledad, sus lágrimas...nos enmudecen, nos duelen...pero en ti ponemos la esperanza.

Su lucha por la vida, o su desesperación,nos impulsan para reflexionar,a descubrir el corazón de la vida...,la necesidad de mar y ser amados.

Haz, Señor, que, guiados por tu Espíritu, nos pongamos en su caminoy, acompañando su vida, encontremos, juntos, paz y serenidad.

Amén.

126

Comisión Diocesana para

los MayoresLos mayores, testigos del «verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14)

Nosotros, los mayores, fuimos educados en la pro-mesa de la vida eterna a la cual Dios nos llama. Desde nuestro Bautismo estamos recorriendo un camino, el camino de la vida; estamos construyendo una histo-ria, que es historia de salvación: la historia que Dios hace con cada uno de nosotros, como la hizo con el pueblo elegido. Precisamente, el Itinerario Dioce-sano de Renovación, que estamos desarrollando en este tiempo, nos hace presente esta misma historia (cf.: IDR curso 2). Historia que también recordare-mos en el camino de la Cuaresma, especialmente en las primeras lecturas de la liturgia dominical, del ciclo B en que nos encontramos, y que tienen como hilo conductor el de la Alianza de Dios con su pueblo.

Nosotros fuimos creados por obra del amor de Dios, porque Él nos ama profundamente y quiere realizar una alianza de amor con nosotros. Pero muchas ve-ces nos revelamos contra Él, haciendo lo que Dios no quiere: pecamos (cf.: IDR curso 2 tema 2). La Cuares-ma es el tiempo que la Iglesia ha establecido como preparación de la Pascua, para que todos nosotros nos dispongamos a una participación más plena del misterio de Cristo, mediante la escucha asidua de la palabra de Dios, la celebración de los sacramentos, la oración, la limosna, el ayuno y la práctica de las buenas obras, de manera que consigamos la verda-

127

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

dera penitencia, es decir el cambio de mentalidad y de comportamientos.

Para ello, queremos seguir el modelo de Abrahán, nuestro padre en la fe, modelo de acogida obediente de la palabra de vida (cf.: IDR curso 2 tema 3). Quere-mos escuchar a Dios, queremos acoger en nuestro co-razón su palabra y hacer carne en nosotros esa Alianza que Dios hizo con Abrahán y con todos sus descen-dientes, con nosotros, como también nos recuerdan la liturgia del segundo domingo de Cuaresma.

Los mayores tenemos también muy presente las maravillas que Dios ha ido haciendo en nuestra vida y la Alianza que ha establecido con todos y cada uno de nosotros, liberándonos de nuestras esclavitudes (cf.: IDR curso 2 tema 4) y llamándonos a la verdade-ra libertad, la libertad de los hijos de Dios, ayudán-donos a escuchar la voz de Dios que continuamente nos habla (cf.: IDR curso 2 tema 5; domingo 3º de Cuaresma).

De todo ello nosotros somos testigos. A lo largo de nuestra vida hemos podido comprobar cómo Dios lo ha ido realizando en cada uno de nosotros. Es el gran mensaje que también nosotros queremos transmitir a las nuevas generaciones. Somos comos los pro-fetas que anunciaron la venida del Mesías (cf.: IDR curso 2 tema 6; domingo 5º de Cuaresma). Somos nuevos profetas que seguimos anunciando que hay esperanza, que el Señor quiere venir a nuestras vidas y que nos quiere hacer nuevas creaturas. A pesar de nuestras debilidades, enfermedades y padecimien-tos, somos testigos de la alegría en la esperanza de la vida eterna, sabedores que después de la pasión, está la resurrección; detrás de los sinsabores de este

mundo, está el gozo de la eterna bienaventuranza, que ya hoy gustamos aquí.

Somos testigos: no sólo porque lo hemos escucha-do, sino porque lo hemos experimentado en nues-tras vidas, en nuestra historia; es la gran misión a la cual nos llama y en la cual queremos participar.

Y una manera de participar es en la Liturgia parro-quial, en estos días y todo el año, y de muy diversas maneras:

• En la proclamación de la Palabra de Dios, para que haya siempre al menos un mayor que lo haga con alegría.

• En las Oraciones de los Fieles, teniendo pre-sentes a nuestros hermanos mayores, enfer-mos, dependientes, a todos los que sufren en su cuerpo y en su alma.

• En la presentación de las ofrendas, especial-mente en los días más señalados, para que los mayores ofrezcan unidos a los jóvenes, los do-nes para el altar del Señor.

• En la alabanza a Dios con el canto, con nues-tros cantos litúrgicos tradicionales, muchos de ellos de gran belleza y que son un tesoro que deseamos puedan gozar también las nuevas ge-neraciones.

• Mediante el tradicional ejercicio cuaresmal del Vía Crucis, que tan profundamente valoran nuestros mayores. Para ello, os proponemos la utilización del vía Crucis de los mayores, que encontraréis en estas páginas.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

128

• En tiempo pascual, os proponemos la introduc-ción del ejercicio del vía Lucis, que de modo se-mejante al Vía Crucis, hará participar a nuestros mayores, y a todos los fieles, en la dimensión luminosa de la Resurrección de nuestro Señor. Igualmente, hallaréis en estas páginas una pro-puesta del vía Lucis de los mayores.

Por otra parte, en este tiempo fuerte es muy conve-niente que nuestros hermanos impedidos, nuestros ancianos, enfermos y dependientes que se encuen-tran recluidos en sus domicilios, que no pueden parti-cipar de nuestras Eucaristías comunitarias, reciban la visita de nuestros agentes de pastoral (que en su gran mayoría son también mayores, otro modo de cumplir la misión evangelizadora), visita domiciliaria que es vínculo de unión con la gran asamblea eclesial.

En tal sentido, os proponemos que, además de las visitas ordinarias a nuestros impedidos (bien sema-nales, bien mensuales que ya realizáis), al menos una de ellas en Cuaresma y otra en Pascua, sean revesti-das de una mayor solemnidad, haciendo presente la gran importancia que tienen estos días para todos nosotros, incluyendo en ellas la proclamación de la Palabra de Dios, como se indica en la adaptación del subsidio litúrgico del Rito de la comunión eucarística llevada a los impedidos, en tiempo cuaresmal y pas-cual, que encontraréis en este Cuaderno.

Así mismo, os sugerimos unos pequeños detalles que podríais aportar a nuestros impedidos en las visi-tas. En Cuaresma podría ser el de una pequeña cruz, símbolo de nuestra cruz de cada día, nuestros sufri-mientos y debilidades, que llevamos unidos a la Cruz redentora de Cristo. En el tiempo pascual, un signo

adecuado sería el de un pequeño cirio blanco (del tipo de vaso) bendecido en el lucernario de la santa Vigila Pascual, que les hace presente que Cristo es la Luz del mundo, que ilumina nuestro caminar por esta vida en la esperanza de la Luz que un día vere-mos. Tales presentes recuerdan, a nuestros mayores domiciliados, que siguen permaneciendo unidos a la vida parroquial, aunque no puedan desplazarse físi-camente a la Parroquia. ¡Ya veréis con qué alegría los reciben y los ponen en sitio preferente en sus mesas o en las mesillas de sus camas!

Naturalmente, en estos días de comunión, tampo-co nos olvidaremos de nuestros hermanos que resi-den en las residencias de ancianos. Os invitamos a que las parroquias os hagáis presentes en nuestros centros socio-sanitarios, y que además de las visitas personalizadas de nuestros agentes visitadores (de modo semejante a la visita en los domicilios particu-lares), de una manera singular se realicen al menos dos celebraciones eucarísticas especiales en aquellas residencias en que habitualmente no se suele cele-brar la Santa Misa. La primera en Cuaresma, para re-forzar nuestra conversión y prepararnos para el santo Triduo Pascual. La segunda, en Pascua, para celebrar gozosamente la Resurrección de Nuestro Señor.

Que todos nosotros podamos prepararnos en este tiempo de Cuaresma al encuentro del Señor y goce-mos en su Resurrección de la Vida que un día espera-mos gozar en plenitud.

129

Comisión Diocesana para los Mayores

Vía CrucisEntre los ejercicios de piedad con los que los fieles, y especialmente los mayores, veneran la Pasión del Señor, hay pocos que sean tan estimados como el Vía Crucis. A través de este ejercicio de piedad los fieles recorren, participando con su afecto, el último tramo del camino recorrido por Jesús durante su vida terrena: desde el Monte de los Olivos hasta el lugar donde fue sepultado en un sepulcro nuevo, excava-do en la roca.

Nuestros mayores ven reflejado en el Vía Crucis su propia vida diaria: su ancianidad, su debilidad, su enfermedad; pero también la esperanza de la Vida Eterna abierta en la Resurrección de Nuestro Señor.

El Vía Crucis es un camino trazado por el Espíritu Santo, fuego divino que ardía en el pecho de Cristo y lo impulsó hasta el Calvario; es un camino amado por la Iglesia, que ha conservado la memoria viva de las palabras y de los acontecimientos de los últimos días de su Esposo y Señor. Fuego vivo de amor que también derrama el Espíritu Santo en el corazón de nuestros mayores y que ellos a su vez derraman en sus familiares, amigos y en los que los cuidan.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

130

Monición inicial

En el nombre del Padre , y del Hijo y del Espíritu Santo.

R/. Amén.

Señor Jesucristo, tú has querido morir por noso-tros para que nosotros nunca tengamos que mo-rir para ti. Tú has dado tu vida, para que nosotros tengamos la vida eterna. Tú nos invitas a seguirte en el camino de la vida, con sus dolores, penas y aflicciones, pero también con la serena certeza de la esperanza de que detrás de la Pasión está la Resurrección, de que tras la ancianidad y la debili-dad está el gozo de la vida que nunca se termina.

Tú nos invitas a seguirte, ofreciendo nuestra vida como tú se la ofreciste al Padre. Tú eres nuestro modelo de entrega y generosidad, de amor sin lí-mites. Queremos seguirte en tu camino, compar-tiendo generosamente con los demás cuanto tú nos has dado. Ayúdanos, Señor, a caminar por tu Pasión, hacia la resurrección que podamos evan-gelizar a nuestros hermanos con convencimiento y autenticidad.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

131

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Primera EstaciónJesús es condenado a muerte

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Mateo (26,59-60.63-66)

Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno bus-caban un falso testimonio contra Jesús para con-denarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo: «Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios». Jesús le respondió: «Tú lo has di-cho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que viene sobre las nubes del cielo». Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo: «Ha blas-femado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Que decidís?». Y ellos contestaron: «Es reo de muerte».

Oración

Señor, a veces los hombres son contrarios a ti. In-cluso, como en aquella hora, piden tu muerte, por-que en realidad no te conocen, porque no creen en ti. Pero tú siempre das testimonio de la verdad. Nosotros sí que creemos que tú eres el Hijo de Dios y sabemos que un día te veremos sentado a la diestra del Padre en el cielo. Ayúdanos a esperar sin desfallecer, ayúdanos a creer en ti, especial-mente cuando todo se pone en contra nuestra, cuando nos vemos mayores, enfermos y débiles.

Padre nuestro...

Canto

A ti levanto mis ojosa ti que habitas en el cielo;a ti levanto mis ojosporque espero tu misericordia.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

132

Segunda EstaciónJesús con la cruz a cuestas

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Marcos (8,34-36)

Jesús, llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «El que quiera venir en pos de mí, que se nie-gue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?».

Oración

Señor, tú nos dijiste que para seguirte era necesa-rio negarse a sí mismo, cargando con nuestra cruz de cada día: nuestras debilidades, nuestros sufri-mientos. Estamos marcados por la edad, y tal vez por la enfermedad, algunos incluso por la deses-peranza. Ayúdanos a todos nosotros, aceptando nuestra situación humana, ya que muchas veces nos rebelamos contra ella, vencidos por el miedo o el temor, ante el mañana o ante el sufrimiento. Ayúdanos, Señor, a poner nuestra vida en tus ma-nos, a renunciar a que seamos siempre el centro de atención de nosotros mismos y de los que nos rodean. Ayúdanos, Señor, a que llevemos nuestra cruz de cada día.

Padre nuestro...

Canto

Ved la Cruz de la Salvacióndonde Dios nos dio la vida;precio de la redenciónde la humanidad caída.

Cruz de Cristo Vencedor,te adoramos, sálvanos.

133

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Tercera EstaciónJesús cae por primera vez

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del libro del profeta Isaías (53,4-6)

Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nues-tros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras re-beliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él to-dos nuestros crímenes.

Oración

Señor, tú conoces bien cómo son nuestros sufri-mientos y nuestros dolores, nuestras dolencias físicas y espirituales, nuestros pecados; porque tú has cargado con todos ellos, los nuestros y los de todos los hombres. Ayúdanos también a llevar nuestra cruz, pues llevas todas nuestras cruces sobre tu hombro. Que cuando nosotros caigamos bajo el peso de nuestras culpas y debilidades, seas tú quien nos levante. Tú, Señor, que eres fuerte, ayúdanos a nosotros, que somos débiles.

Padre nuestro...

Canto

Perdón, Señor, perdón.

Misericordia, Señor, por tu bondad,por tu inmensa compasiónborra mi culpa.

Perdón, Señor, perdón.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

134

Cuarta EstaciónJesús se encuentra con su Madre

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Lucas (2,34-35.51)

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así que-dará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su madre con-servaba todo esto en su corazón.

Oración

Señor, María, tu Madre, siempre te acompañó, hasta en los momentos más difíciles. Ahora, en la hora de la cruz, María sufre en silencio, en el amor abnegado de una madre a su hijo, en ese amor que ella dio durante toda su vida a Jesús, desde la con-cepción hasta la cruz. El sufrimiento del Hijo es el sufrimiento de María. Nosotros también sufrimos en el amor. El amor y la entrega de María a su Hijo es el modelo del amor cristiano. Ayúdanos, Señor, a saber amar a todos, especialmente a nuestra fa-milia, especialmente en la hora del dolor.

Padre nuestro...

Canto

Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás, contigo por el camino Santa María va.

¡Ven con nosotros al caminar, Santa María, ven!

¡Ven con nosotros al caminar, Santa María, ven!

135

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Quinta Estación

El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Mateo (27,32)

Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz.

Oración

Señor, enséñanos a descubrir y comprender que nosotros también podemos ser Cireneos en nues-tra vida, ayudando en la medida de nuestras po-sibilidades a todos aquellos que nos necesitan. Como el Cireneo, tenemos una gran misión que cumplir: ayudar a los demás a llevar su cruz, es-pecialmente a los que sufren, a los mayores, a los enfermos, a todos los hombres: con nuestra expe-riencia, nuestro tiempo, nuestra compañía, nues-tro testimonio, nuestro afecto y nuestro amor. Da-nos, Señor, la gracia de reconocer como un don el poder compartir la cruz de los otros y experimen-tar que así caminamos contigo.

Padre nuestro...

Canto

Un mandamiento nuevo nos dio el Señor: que nos amáramos todos como Él nos amó.

La señal de los cristianos es amarse como hermanos.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

136

Sexta EstaciónLa Verónica enjuga el rostro de Jesús

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del libro del profeta Isaías (53,2-3)

No tenía figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufri-mientos, ante el cual se ocultan los rostros; despre-ciado y desestimado.

Oración

Señor, danos fuerzas para aceptar las dificultades, como tú lo hiciste durante toda tu vida y especial-mente en el camino de la cruz, porque nos amas. Tú llevabas sobre ti nuestros sufrimientos, dolores y pecados. Por amor a nosotros aceptaste ser des-preciado y desestimado. Ayúdanos, pues, a seguir tu senda, a aceptar nuestras debilidades de la an-cianidad o de la enfermedad, a aceptar nuestros sufrimientos como tú lo hiciste y a darles un senti-do redentor, ofreciéndolos por nuestros pecados y por los pecados de toda la humanidad.

Padre nuestro...

Canto

Con vosotros está,y no le conocéis,con vosotros está,su nombre es “El Señor”.

137

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Séptima Estación

Jesús cae por segunda vez

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Mateo (25,34-36.40)

Venid vosotros, benditos de mi padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de co-mer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme... En verdad os digo que, cada vez que lo hi-cisteis con uno de éstos, mis hermanos más peque-ños, conmigo lo hicisteis.

Oración

Señor, tú que estás en los que sufren, en los ne-cesitados, en los débiles: haz que sepamos des-cubrirte en cada uno de nuestros hermanos. Hay muchos ancianos que viven solos, muchos enfer-mos de los que nadie se acuerda, muchos pobres que apenas subsisten, muchos inmigrantes que únicamente logran sobrevivir. Ayúdanos, Jesús, a levantar a cuantos se encuentran hundidos física o espiritualmente, a compartir con ellos nuestro tiempo y esfuerzo, a transmitirles la esperanza que sólo de ti procede.

Padre nuestro...

Canto

Sí, me levantaré.

Volveré junto a mi Padre.

A ti, Señor, elevo mi alma.

Tú eres mi Dios y mi Salvador.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

138

Octava EstaciónJesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Lucas (23,28-31)

Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Je-rusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen al leño verde, ¿qué harán con el seco?».

Oración

Señor, a aquellas mujeres les dijiste que no de-bían lamentarse inútilmente, que no debían llo-rar por la muerte del justo, sino por la suerte que iban a correr los pecadores. Ayúdanos, Señor, a que cuando nos encontremos en tu presencia, en el día del Juicio, podamos mostrarnos ante ti con el corazón limpio de toda culpa, de toda mancha. Conviértenos, Señor, para que podamos conver-tirnos a ti, y crea en nosotros una vida nueva. Nunca permitas, Señor, que en la hora de nuestra muerte seamos como el leño seco, sino al con-trario, que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, que eres la vid verdadera, y que produzcamos frutos para la vida eterna.

Padre nuestro...

Canto

Hija de Sión, alégrate, porque el Señor está en ti, Salvador y Rey.

Álzate y resplandece porque viene tu luz, sobre ti se alza la Gloria del Señor, mientras las tinieblas se extienden por la tierra y yacen los pueblos en densa oscuridad.

139

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Novena Estación

Jesús cae por tercera vez

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

De la Primera Epístola de san Pedro (2,20-21)

¿Qué mérito tiene que os aguantéis cuando os pe-gan por portaros mal? En cambio, que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia de parte de Dios. Pues para esto habéis sido llama-dos, porque también Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.

Oración

Señor, tú que sufriste por hacer el bien, conoces perfectamente lo que es el sufrimiento injusto e inmerecido. Nosotros también sufrimos. A veces, por nuestros malos actos, por nuestros pecados, pero a veces, también, por las buenas obras que hacemos y que los demás no aprecian o no com-prenden. Ayúdanos, Señor, a pesar de todas las incomprensiones y desprecios a perseverar siem-pre en el bien, según el ejemplo que tú nos dejaste para que así, y siguiendo tus huellas, alcancemos la eterna bienaventuranza.

Padre nuestro...

Canto

Perdona a tu pueblo, Señor, perdona a tu pueblo, perdónale, Señor.

Por tu poder y amor inefable, por tu misericordia entrañable, perdónanos, Señor.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

140

Décima EstaciónJesús es despojado de sus vestiduras

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Juan (19,23-24)

Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogie-ron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida toda de una pieza de arriba aba-jo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a suertes, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica».

Oración

Señor, en la cruz, en medio del sufrimiento, te quitaron hasta lo último que tenías: tus ropas y tu túnica. Pero nunca pudieron arrancarte lo mejor que poseías, aquello de lo que estabas lleno y que querías derramar gratuitamente a manos plenas: el amor. Ese amor que te llevó a la muerte para que ninguno de los que creemos en ti muera para siempre. Ayúdanos, Señor, a desprendernos de los bienes materiales, poniendo nuestros ojos en lo verdaderamente importante, en lo único que nun-ca pasará y que tampoco nadie nos podrá quitar: en el amor.

Padre nuestro...

Canto

Confiad siempre en Dios, confiad siempre en Dios, que es el camino recto.

Tú ves a la gente llena de codicia, trabajar tan sólo para ganar oro.

Tú también sientes ganas de tener como ellos, pero tú sabes que tu oro es el Señor.

141

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Undécima Estación

Jesús clavado en la cruz

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Lucas (23,33-34)

Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús, decía: «Pa-dre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».

Oración

Señor, hasta en el último momento, seguías pen-sando en cada uno de nosotros, y así suplicaste a tu Padre que nos perdonara. ¡Qué inmenso es tu amor! Hasta en la cruz, a la que subiste por nues-tros pecados, seguías amándonos sin límite, per-donándonos con todo tu corazón, que ardía de amor por nosotros. Ayúdanos, Señor, a perdonar también a nuestros hermanos. Llénanos de tu amor misericordioso, para que así, identificados contigo y participando de tu cruz, amemos a todos los hombres en la dimensión de tu misma cruz.

Padre nuestro...

Canto

¡Victoria! ¡Tú reinarás!¡Oh Cruz, tú nos salvarás! El Verbo en ti clavado,muriendo nos rescató,de ti, madero santo,nos viene la redención.

Duodécima Estación

Jesús muere en la cruz

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Mateo (27,45-50.54)

Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tar-de Jesús gritó: «Elí, Elí lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandona-do?» Jesús, dio otro grito fuerte y exhaló el espíri-tu. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios».

Oración

Señor, después de la Última Cena y antes de ser prendido, tú nos dijiste que no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos y que nosotros somos tus amigos si hacemos lo que tú nos mandas. Ayúdanos, Señor, a ser tus amigos de verdad. Ayúdanos, Señor, a dar también nuestra vida por los demás, a amarte sobre todas las cosas y a amarnos los unos a los otros como tú nos has amado.

Padre nuestro...

Canto

Oh rostro ensangrentadode Cristo, el Señor.Cabeza circundadade afrenta y de dolor.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

142

Decimotercera EstaciónJesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Mateo (27,55-59)

Había allí muchas mujeres que miraban desde le-jos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo; entre ellas, María la Mag-dalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia.

Oración

Señor, en la cruz los hombres te dejaron solo. Pero no estabas solo: tu madre y las santas mujeres ve-laban. María, rota de dolor, te recibe en su regazo maternal: la que te dio a luz, vuelve a recobrarte en la hora postrera. La muerte no pudo destruir el amor que tú habías traído a este mundo ni la fe de tus amigos. En la hora de las tinieblas: la fe aguar-daba, el amor estaba en vela. Ayúdanos, Señor, a perseverar en la fe.

Padre nuestro...

Canto

Estrella y camino, prodigio de amor, de tu mano, Madre, hallamos a Dios.

Tú nos lo diste en Belén, en pobre portal, en tu regazo le ven el rey y el zagal.

Tú nos lo diste en la cruz, altar de dolor, muerto en tus brazos está un Dios redentor.

143

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Decimocuarta Estación

Jesús es puesto en el sepulcro

V/. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según san Lucas (23,53-55)

Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la Preparación y estaba para empezar el sá-bado. Las mujeres que lo habían acompañado des-de Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo.

Oración

Señor, tu muerte no fue el fin, nos abrió la espe-ranza de la resurrección. Tú nos prometiste la vida eterna a todos los que creemos en ti. Concédenos que siempre vivamos en esta esperanza, buscan-do siempre amarte a ti y a todos los hombres en ti. Los mayores y los jóvenes, unidos en un mis-mo sentir, tenemos una gran misión que cumplir: continuar con la labor que tú comenzaste: trans-mitiendo la alegría de la fe, a los que no la tienen; haciendo participar del gozo de la esperanza, a los que viven sin esperanza; amando y haciendo que se sientan amados, los que no conocen el amor. Ayúdanos, Señor, a ser testigos de tu resurrección, hasta el fin del mundo.

Padre nuestro...

Canto

Dios es fiel: guarda siempre su Alianza; libra al pueblo de toda esclavitud.Su Palabra resuena en los profetas, reclamando el bien y la virtud.Y Jesús nos dará en el Calvario su lección: “Hágase tu voluntad”.Y su sangre, vertida por nosotros será el precio de nuestra libertad.

144

Comisión Diocesana para los Mayores

Vía LucisRecientemente, en muchos lugares, se está difun-diendo un ejercicio de piedad denominado vía Lu-cis. En él, como sucede en el Vía Crucis, los fieles, recorriendo un camino, consideran las diversas apa-riciones en las que Jesús —desde la Resurrección a la Ascensión, con la perspectiva de la Segunda Venida de Cristo al final de los tiempos— manifestó su glo-ria a los discípulos, en espera del Espíritu Santo que les había prometido. El Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia lo elogió como una forma de piedad propia del tiempo pascual. Así, los fieles re-cuerdan el acontecimiento central de la fe —la Resu-rrección de Cristo— y su condición de discípulos que en el Bautismo, sacramento pascual, han pasado de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia.

Así pues, el Vía Lucis es un excelente instrumento para ayudar a nuestros mayores, a nuestros ancia-nos, y a todos nuestros fieles, a que reflexionen so-bre el misterio pascual, transmitiéndoles la esperan-za en la vida eterna y la alegría de la fe. Proponemos que este pío ejercicio sea realizado en nuestras pa-rroquias y residencias de ancianos durante el tiempo de la Pascua, de modo semejante al Vía Crucis en el tiempo cuaresmal.

El modo de realizar el Vía Lucis es semejante al del Vía Crucis, pudiendo los files recorrer las XIV estacio-nes tras un fiel que porta un cirio encendido, símbolo de la Luz que es Cristo resucitado, o bien, permane-ciendo los fieles sentados.

145

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Monición inicial

El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesús, está con todos nosotros. Hoy, estamos aquí reunidos para celebrar su resurrección, pues nada es más fuerte que el amor de Dios, que tanto nos ama que resucitó a su Hijo para que también nosotros resucitemos con él. Nada puede deshacer el pro-yecto de amor que Dios ha iniciado con Jesús, ni todo el mal que los hombres somos capaces de cometer, ni toda la tristeza, dolor y sufrimiento que hay en nuestro mundo. Como los discípulos de Emaús, vamos nosotros también de camino acompañando a Jesús resucitado. Todos noso-tros, desde hace muchos años, recordamos la Pasión del Señor en el Vía Crucis en el tiempo de la Cuaresma, ahora, en Pascua, celebraremos la Resurrección del Señor con este Via Lucís, es de-cir, el camino de la luz. Dios, que es luz, siempre está con nosotros, como nos lo prometió, hasta que vuelva en el último día.

En el nombre del Padre , y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

146

Oración

Gracias, Señor, porque al mover la piedra de tu sepulcro nos trajiste a nuestras manos la vida ver-dadera, esa vida que todos queremos vivir eterna-mente contigo.

Gracias, Señor, porque al resucitar tú de entre los muertos, nos has abierto a todos nosotros, los que confiamos en ti, la esperanza de que un día tam-bién resucitaremos contigo.

Gracias, Señor, porque con la alegría del anuncio de tu triunfo, sabemos que siempre nos precedes en los azares de nuestra vida, en el gozo que nos da el saber que siempre viviremos contigo.

Padre nuestro...

Canto

¡Resucitó! ¡Resucitó! ¡Resucitó! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Resucitó!

La muerte, ¿dónde está la muerte? ¿Dónde está mi muerte? ¿Dónde su victoria?

Primera Estación

Jesús resucita y conquista la vida verdadera

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Mateo (28,5-6)

El ángel habló a las mujeres: «Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus dis-cípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado».

147

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Segunda Estación

Los discípulos de Jesús encuentran su sepulcro vacío

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Juan (20,3-4.6-8)

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepul-cro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Oración

Padre santo, nosotros también velamos,como María la Magdalena,velamos esperando lo que aún no vemos,mas en la noche de nuestra vida,tu Resurrección nos trae la luz del día.

Corremos jubilosos a anunciar a nuestros hermanos,como María a Pedro y a Juan, el discípulo amado,que nuestro amor ha resucitado.

Bendito día que todos juntos nos alegramos,al saber que los lienzos y el sudarioproclaman la gloria de Aquél que ha resucitado.

Señor, a quien en el Santísimo Sacramento te vemos, permítenos que con Juan te veamos,pues quien vio, creyó, así, también,nosotros creemos y te veremos.

Padre nuestro...

Canto

Acuérdate de Jesucristo,resucitado de entre los muertos. Él es nuestra salvación,nuestra gloria para siempre. Si con él morimos,viviremos con él.Si con él sufrimos,reinaremos con él.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

148

Tercera Estación

Jesús resucitado se aparece a María la Magdalena

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Juan (20,14.16-18)

María la Magdalena se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «¡Ma-ría!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que sig-nifica: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Pa-dre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He vis-to al Señor y ha dicho esto».

Oración

Nosotros, como María la Magdalena,también lloramos en nuestra vida,pues en nuestros sufrimientos,buscamos y no encontramos.«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»,nos dice Aquél a quien tal vez buscamos.El Señor no quiere que lloremos,pues no hay mayor alegría que saberque el Padre mío de Jesús, y el Padre nuestro,es el mismo y único Dios nuestro.

Padre nuestro...

Canto

Éste es el día en que actuó el Señor:sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,porque es eterna su misericordia.

Aleluya, aleluya.

149

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Cuarta EstaciónJesús se aparece en el camino a Emaús

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Lucas (24,13-14.25-27)

Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras con-versaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los pro-fetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les expli-có lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Oración

Hay muchos días que, como los discípulos de Emaús, en nosotros hay aire entristecido, pues pensamos decepcionados que el mundo es desagradecido, que a veces el fracaso nos ha vencido.

Días hay que la soledad, como los discípulos de Emaús, llena nuestro ánimo afligido, de nuestras vanas ilusiones desencantados, de una vida en la que esperamos lo que no bien sabemos que esperamos.

¡Qué necios y torpes somos para creer lo que nos dijo el Señor!: «¿No era necesario que el Mesías padeciera y entrara así en su gloria?».

¡Perdónanos, Señor, que no hemos visto tu gloria cuando estábamos en el dolor!

Mas ahora sabemos, ¡que tu gloria vence nuestro dolor!

Padre nuestro...

Canto

Por los caminos sedientos de luz, levantándose antes que el sol, hacia los campos que lejos están, muy temprano se va el viñador.

No le detiene en su caminar, no le asusta la sed ni el calor.

Hay una viña que quiere cuidar, una viña que es todo su amor.

Dios es tu amigo, el viñador, el que te cuida de sol a sol.

Dios es tu amigo, el viñador, el que te pide frutos de amor.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

150

Quinta Estación

Reconocen a Jesús resucitado al partir el pan

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Lucas (24,30-35)

Jesús, sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dan-do. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocie-ron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Es-crituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reuni-dos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reco-nocido al partir el pan.

Oración

Te reconocemos, Señor, en el Pan Eucarístico.

Te reconocemos, Señor, en el Santísimo Sacramento.

Te reconocemos, Señor, en tu Cuerpo divino.

Te reconocemos, Señor, en tu preciosísima Sangre.

Te reconocemos, Señor, en el Sacramento del Altar.

Te reconocemos, Señor, en el Sagrario velado.

Te reconocemos, Señor, ¡Dios de toda gloria!

Padre nuestro...

Canto

Te conocimos Señor, al partir el pan, tú nos conoces, Señor, al partir el pan.

Llegando a la encrucijada, tú proseguías, Señor; te dimos nuestra posada, techo, comida y calor; sentados como amigos a compartir el cenar, allí te conocimos al repartirnos el pan.

151

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Sexta Estación

Jesús resucitado se aparece a los discípulos en Jerusalén

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Lucas (24,36-39)

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se pre-sentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona».

Oración

Gracias, Señor, porque resucitaste no sólo con tu alma, sino con tu carne también.

Gracias, Señor, porque quisiste vencer la muerte para que te veamos también.

¿Por qué a veces dudamos, Señor? ¿Por qué a veces miedo tenemos, Señor? «Paz a vosotros», nos dices, Señor.

«Confiad en mí», nos dices, Señor. En ti, confiamos. Viéndote, ya no dudamos.

En tu paz, descansamos. En tu gloria, esperamos. Gracias, Señor: ¡en ti reposamos!

Padre nuestro...

Canto

Jesús, nuestra Pascua, por todos murió. Cantemos alegres, que resucitó. (bis)

Pascua sagrada, oh fuente de alegría, despierta tú que duermes, que el Señor resucitó. (bis)

Pascua sagrada, oh Pascua siempre nueva, dejad al hombre viejo, revestíos del Señor. (bis)

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

152

Séptima EstaciónJesús resucitado da su paz a los discípulos y el poder de perdonar pecados

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Juan (20,19-23)

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas ce-rradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípu-los se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdo-néis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Oración

El Señor nos ha dado su paz,y nosotros nos llenamos de alegría,como los discípulos al ver al Señor.

Sí, Señor, tú nos has enviadoa llevar tu mensaje de alegría:a nuestros hijos, a nuestros nietos,a nuestros familiares, a nuestros amigos,a nuestros vecinos, a todos los hombres.

¡Bendito es el Señorque hace de nosotros:

mensajeros de la paz,heraldos del Reino,embajadores de la alegría!

¡Bendito es el Señor,que derrama su Espíritu Santosobre todos los que confiamos en Él!

¡Bendito es el Señor,que nos abre las puertasdel perdón de los pecados!

¡Bendito es el Señor,que nos quita el miedoy nos llena de alegría!

¡Bendito es el Señor!

Padre nuestro...

Canto

Alegrémonos, hermanos, el Señor resucitó, aleluya.

De la muerte nos salvó el amor de nuestro Dios, aleluya.

Su palabra es la verdad, es la vida, es el camino que nos guía.

Aleluya, aleluya, alegría.

153

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Octava Estación

Jesús resucitado, refuerza la fe de Tomás

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Juan (20,24-29)

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no es-taba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discí-pulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Oración

¡Bienaventurados somos, Señor, porque creemos sin haber visto!

Como Tomás, a veces, dudamos, como Tomás, nuestra fe es débil.

Como Tomás, queremos pruebas que nos ayuden a creer en ti.

Como Tomás, a veces no esperamos en lo que tantas veces nos prometiste.

Pero como Tomás, deseamos creer, deseamos verte, deseamos tocarte, deseamos estar contigo.

Tú que fortaleciste la fe de Tomás, fortalece también nuestra fe que titubea, ayúdanos a no tener miedo, aumenta en nosotros la fe.

Mas, a pesar de todas nuestras debilidades, sigue siendo gran verdad: ¡Bienaventurados somos, Señor, porque creemos sin haber visto!

Padre nuestro...

Canto

Creo en Jesús, creo en Jesús,Él es mi amigo, es mi alegría, Él es mi amor.Creo en Jesús, creo en Jesús. Él es mi Salvador.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

154

Novena Estación

Jesús se aparece en el mar de Tiberíades

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Juan (21,1.3-7.12-14)

Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y en-contraréis». La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro: «Es el Señor». Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan se lo da y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la ter-cera vez que Jesús se apareció a los discípulos des-pués de resucitar de entre los muertos.

Oración

Señor, también somos nosotros pescadores de hombres.

No es que, en nuestra vida, hayamos pescado mucho…

¡O tal vez, sí! Eso, Señor, sólo tú lo sabes.

Pero queremos seguir pescando, en tu barca, con tus redes, en tu nombre.

El mar es inmenso, tantos hombres aún no te conocen, tantos hombres que desearían ser pescados…

Ayúdanos, Señor, a pescar. ¡Nunca las redes se romperán, porque, en verdad, eres tú el que pescas!

En tu nombre echaremos las redes, en tu nombre anunciaremos tu Reino, en tu nombre proclamaremos el Evangelio.

Padre nuestro...

Canto

Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos, tan sólo quieres que yo te siga.

Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo, has dicho mi nombre, en la arena he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar.

155

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Décima Estación

San Pedro le reitera su amor a Jesús

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Juan (21,15-19)

Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Si-món, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis ovejas». Por tercera le pre-gunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, tú co-noces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extende-rás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».

Oración

¡Sí, Señor, tú sabes que te quiero! A mí, como a Pedro, me vuelves a hacer tres veces la pregunta:

«¿Me amas?». ¿Qué decirte, Señor?, si tú me conoces, ¡mejor que yo me conozco a mí mismo!

Tú sabes que soy débil. Es verdad, pero te amo.

Tú sabes que muchas veces te he traicionado. Es verdad, pero te amo.

Tú sabes que tú sí que te fías de mí. Es verdad, por eso te amo.

Padre nuestro...

Canto

Un mandamiento nuevo nos da el Señor: que nos amáramos todos como Él nos amó.

Como a mí me ama el Padre, así yo los he amado.

La señal de los cristianos es amarse como hermanos.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

156

Undécima Estación

Jesús resucitado envía a los discípulos

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Mateo (28,19-20)

«Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre , y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiem-pos».

Oración

¡Vayamos, pues, a la misión!El Señor nos envía,¿le diremos que no?El Señor nos precede,¿aún tendremos miedo?El Señor nos lo ha mandado,¿cómo no lo vamos a obedecer?

Sí, tenemos una misión que cumplir.Los mayores y los jóvenes,unidos en el mismo Espíritu,en la misma tarea apostólica.

El Señor está con nosotros,todos los días,hasta el final de los tiempos,nos dijo el Señor.¡Vayamos, pues, a la misión!

Padre nuestro...

Canto

Anunciaremos tu Reino, Señor, tu Reino, Señor, tu Reino.

Reino de paz y justicia, Reino de vida y verdad. Tu Reino, Señor, tu Reino.

Reino de amor y de gracia, Reino que habita en nosotros.

157

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Duodécima Estación

La Ascensión de Jesús

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Evangelio según san Lucas (24,50-53)

Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo ben-diciendo a Dios.

Oración

Y tus manos siguen levantadas. Desde el Cielo, nos sigues bendiciendo. Y bendiciendo, aunque separado, sigues, y por siempre seguirás, unido a nosotros.

Al Cielo fuiste llevado: al Cielo queremos ser nosotros llevados. A donde tú estás, nosotros queremos ir. El camino, bien lo sabemos.

¡Postrémonos ante el Señor! ¡Adoremos a Aquél que ascendió a lo más alto! ¡Adoremos, de rodillas, al Señor de cielo y tierra! ¡Postrémonos ante el Señor!

Y mientras tanto, volvámonos a la tarea: Jerusalén nos espera, nuestros hermanos nos esperan para anunciarles tu gloria.

Con gran alegría, recorramos nuestro camino; con gran alegría, testifiquemos nuestra fe; con gran alegría, participémosla a todos los hombres; con gran alegría, adoremos al único Dios.

¡Bendigamos a Dios, que nos ha bendecido!

Padre nuestro...

Canto

Gustad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a Él.

Gustad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a Él.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

158

Decimotercera Estación

María y los discípulos esperan en oración la venida del Espíritu Santo

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Libro de los Hechos de los Apóstoles (1,12-14)

Entonces se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llega-ron, subieron a la sala superior, donde se alojaban. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración junto con algunas mujeres y María, la madre de Je-sús, y con sus hermanos.

Oración

Todos juntos como hermanos,unidos en la misma fe,con una misma esperanza,en un mismo amor,perseveremos en la oraciónque nos une a nuestro Salvador.

Desde pequeños oramos,de nuestros padres lo aprendimos,a nuestros hijos lo enseñamos,y a nuestros nietos se lo transmitimos,y así juntos todos los hermanosa Dios nuestras voces alzamos.

Día y noche no cesamos de orar,unidos a todos los que esperan,con María y todos los santos,que Dios cumplirá su promesay en la venida del Espíritu Santoa Dios alabamos sin cesar.

Padre nuestro...

Canto

Juntos como hermanos,miembros de una Iglesia,vamos caminandoal encuentro del Señor.

159

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Decimocuarta Estación

Pentecostés: la venida del Espíritu Santo

V/. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.R/. Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

Del Libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-4.11)

Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas len-guas, como llamaradas, que se dividían, posándo-se encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestar-se. Y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua.

Oración

No sólo oímos hablar de las grandezas de Dios,pues también de nuestros labiossurge una alabanza a las maravillas de Dios.

Por el Espíritu Santo,que nos hace creaturas nuevas,alabemos a nuestro Redentor.

Si Jesús resucitó,también nosotros resucitaremos.Si Cristo la muerte venció,en Cristo también venceremos.Si Dios nos llamó,¡acudamos alegres al que nos creó!

Padre nuestro...

Canto

Oh Señor, envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra.

Yo cantaré al Señor toda la vida, mi alegría sólo en ti, Señor.

Monición final

Señor y Dios nuestro, fuente de alegría y de es-peranza, hemos caminado con tu Hijo por su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Es-píritu Santo; haz que la contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos ayude a dar testimonio de Jesucristo en medio del mundo.

Por Jesucristo nuestro Señor.

160

Centro de Orientación Vocacional Catequesis para niños

¿Me amas? (Jn 21,16)

161El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Para la PARROqUiA

Objetivos

- Reflexionar sobre el Amor que nos tiene Jesús, qué es lo que nos pide (“¿Me amas?”) y a dónde nos remite (“apacienta mis ovejas”). Este Amor lo recibimos y lo podemos dar en la Iglesia.

- Posibilitar a partir de la participación en el Fes-tival de la Canción Vocacional la búsqueda del diálogo personal con Dios en el que dar res-puesta a sus preguntas (cómo amarle, cómo responder a ese amor, dónde buscarle,…).

- Crear un ambiente de comunión entre fami-lias, niños, jóvenes, catequistas,… en el que compartir la fe y la alegría de sabernos amados por Jesús.

Texto:Juan 21,15-17Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: Si-món, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te quiero. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a de-cirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te quiero. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres? Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

Para los catequistas:- Jesús tiene un diálogo personal con Pedro.

Jesús busca el encuentro de tú a tú… lo bus-có con Pedro y con cada uno de nosotros… Y el diálogo tendrá un único tema: el amor. ¿Me amas? ¡Eso es lo realmente importante! Lo que Jesús desea saber es si realmente lo amamos, si mantenemos con él un vínculo personal, cer-cano, afectivo… No es el “hacer” o el “cumplir” con una serie de normas lo que nos configura como cristianos sino el amor a Jesús, la adhe-sión a su persona… Y se lo preguntará en tres ocasiones… Muchos dicen que para compen-sar las tres negaciones de Pedro… Y, Pedro, aún consciente de haber negado al Maestro tantas veces, casi con vergüenza, le responde en las tres ocasiones: “Sí, Señor, tú sabes que te amo…”. Pedro se abandona en Jesús que es quien realmente conoce su corazón, débil, sí, pero con un gran amor a Jesús…

- A cada una de las respuestas de Pedro, Jesús lo remite a la Iglesia, a sus hermanos, y le dice: “Apa-cienta mis ovejas… apacienta mis corderos…”. Es decir, el amor a Jesús se expresa en el cuidado a nuestros hermanos, desde los más adultos (ove-jas) hasta los más pequeños (corderos).

- Escuchemos hoy esta pregunta de Jesús: “¿Me amas?”. ¿Qué le respondes…?

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

162

Actividad

1. Se dividen los niños en grupos mezclando las edades. La misión del grupo es construir algo juntos. Lo irán construyendo superando prue-bas y en cada prueba se les dará una pieza de puzle que habremos preparado previamente.

(por ejemplo:)

2. El silbato sonará 3 veces a lo largo de la activi-dad. Cuando oigan el pito sabrán que deben ir a buscar un sobre individualmente (a ser posible personalizado con sus nombres. Si no sabemos los nombres de los participantes se les asignará a cada uno un número y numeraremos los so-bres). Es el momento del diálogo personal con Dios. Habremos escondido 3 sobres juntos con un lápiz para cada niño. Pero sólo abrirán uno cada vez. Cuando lo encuentren, abren el sobre en el que habrá escrita la siguiente pregunta: “¿me amas?”. Ellos tienen que responder (les explicamos que intenten dar una respuesta un poco larga). Habrá un espacio para que escri-ban su respuesta y después pondrá “apacien-ta a mis ovejas”. Cuando respondan, vuelven al grupo y continúan la actividad, superando pruebas y consiguiendo piezas del puzle. Y así

sucesivamente hasta el 3r pitido. En el 3r sobre habrá, junto a la misma pregunta una letra (de la frase “Tú lo sabes todo, tú sabes que te quie-ro”).

3. Se encontrarán de nuevo todos los grupos (cada niño habrá cogido sus 3 sobres), ahora habrá terminado la actividad y se mostrará a los niños el dibujo que ha salido tras ir montan-do las piezas del puzle que han ido consiguien-do juntos. Se comenta con los niños las res-puestas que han ido dando a la pregunta que ¡sorprendentemente! Era la misma las 3 veces. ¿Han dado la misma respuesta?, ¿qué le han dicho a Jesús? (Se da un tiempo de conversa-ción con los niños. Ver “para los catequistas”), ¿por qué responde Él “apacienta a mis ovejas”? Ellos, sin saberlo, han hecho lo que Jesús estaba diciendo porque han regresado al grupo (Igle-sia) y han colaborado para conseguir piezas de un puzle (misión, ayuda al prójimo, evangeli-zación) cuya imagen es esta Iglesia que todos formamos y a la que Jesús quiere que vayamos para encontrar respuestas, para amarle y para amar a los demás.

4. Con las letras que cada uno tiene en el 3r sobre elaboramos una respuesta, que es la que dio Pedro, y la que estamos invitados a darle a Je-sús: “Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero”. Jesús sólo nos pide que le digamos que le que-remos, que deseamos quererle. Y Él toma este deseo y lo cumple, y nos capacita entonces para devolverle este amor y amar a los demás.

163

Centro de Orientación Vocacional Catequesis

para jóvenes¿Me amas? (Jn 21,16)

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

164

Objetivos

Reflexionar sobre una importante dimensión de la vocación: el amor.

La persona llamada por Jesucristo, experimenta cómo Éste le ama. El Señor va enamorando. Y este amor requiere una respuesta. Por eso Jesús le pregunta a Pedro: “¿Me amas?” (Jn 21, 16).

El papa Benedicto XVI nos lo recordó en la JMJ de Madrid, al decirnos que “al amor de Cristo sólo se puede responder con amor... responded con amor a quien por amor se ha entregado por vosotros”.

Es importante saber cómo respondo al amor de Jesucristo. Pedro le respondió diciéndole: “Tu sa-bes que te quiero”. ¿Qué le respondo yo?

Por ello es importante y necesario dar una respues-ta personal a la pregunta de Jesús “¿Me amas?”, para desde ahí escucharle y saber si me pide con-cretar mi amor por Él a través de la vocación sa-cerdotal, religiosa, misionera o contemplativa.

IntroducciónPara el catequista:

Jesús y los discípulos han terminado de comer, de celebrar la eucaristía, y Jesús va a tener un diálo-go personal con Pedro. Sí, Jesús busca el encuen-tro de tú a tú… lo buscó con Pedro y lo busca con cada uno de nosotros… Y el diálogo va a versar sobre un único tema: el amor. Por eso podría re-

sumirse en una pregunta: ¿Me amas? ¡Eso es lo realmente importante, no si eres mejor que los demás, ni si trabajas mucho o poco…

No, lo que Jesús desea saber es si realmente lo amamos, si mantenemos con él un vínculo perso-nal, cercano, afectivo… Todo lo demás, vendrá por añadidura… No es el “hacer” o el “cumplir” con una serie de normas lo que nos configura como cristianos sino el amor a Jesús, la adhesión a su persona… Y se lo preguntará en tres ocasiones…

Muchos dicen que para compensar las tres ne-gaciones de Pedro… Y, Pedro, aún consciente de haber negado al Maestro tantas veces, casi con vergüenza, le responde en las tres ocasiones: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Ya no es el Pedro seguro de sí mismo que lo sabe todo, sino el Pe-dro que se abandona en Jesús, que es quien real-mente conoce su corazón, débil, sí, pero con un gran amor a Jesús…

A cada una de las respuestas de Pedro, Jesús lo remite a la Iglesia, a sus hermanos, y le dice: “Apa-cienta mis ovejas… apacienta mis corderos…”. Es decir, el amor a Jesús se expresa en el cuidado a nuestros hermanos, desde los más adultos (ove-jas) hasta los más pequeños (corderos)… Jesús nos entrega a sus hermanos a nuestro cuidado… ¡Ésa es la prueba del amor a Jesús!

165

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Actividad

Presentación de la actividad (5’) El catequista o responsable introducirá el tema de la catequesis y dispone al grupo a participar.

1er momento: Lectura de la Palabra (15´)

Juan 21,15-17

Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro:

—«Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?».

Le respondió:

—«Sí, Señor; tú sabes que te quiero».

Él le dijo:

—«Apacienta mis corderos».

Volvió a decirle la segunda vez:

—«Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?».

Pedro le respondió:

—«Sí, Señor; tú sabes que te quiero».

Le dijo:

—«Pastorea mis ovejas».

Le dijo la tercera vez:

—«Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?».

Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió:

—«Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero».

Jesús le dijo:

—«Apacienta mis ovejas».

También se les puede entregar a cada uno para que lo relean personalmente.

Después de la lectura se puede comentar el texto en grupo:

¿Por qué Jesús nos pregunta si le amamos? ¿Cuál es mi respuesta?

¿Cuáles son esas ovejas y esos corderos que en-comienda a tu cuidado?

2o momento: Dinámica (20´)

Se trata de hacer un “tiempo de desierto” con el mensaje del Papa Benedicto XVI a los voluntarios en la JMJ de Madrid ´11. Distribuiremos a cada joven en un sitio donde no pueda hablar o ver a otros y así poder estar a solas junto al Señor y es-cucharle a través de su Palabra.

Darles el mensaje y las siguientes preguntas:

• ¿Me he planteado alguna vez “Qué quiere Dios de mí”?

• ¿Siento que me llama Cristo a seguirlo más de cerca?

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

166

• ¿Qué siento cuando pienso en la posibilidad de gastar mi vida entera en la misión de anunciar al mundo la grandeza del amor de Cristo?

Mensaje de Benedicto Xvi a los voluntarios en la JMJ Madrid ´11

Habéis hecho realidad las palabras del Señor: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35)...

Al volver ahora a vuestra vida ordinaria, os ani-mo a que guardéis en vuestro corazón esta go-zosa experiencia y a que crezcáis cada día más en la entrega de vosotros mismos a Dios y a los hombres. Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su designio sobre mi vida? ¿Me llama Cristo a seguirlo más de cerca? ¿No podría yo gastar mi vida entera en la misión de anunciar al mundo la grandeza de su amor a través del sacer-docio, la vida consagrada o el matrimonio? Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor y ofreceos como voluntarios al servicio de Aquel que «no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Vuestra vida alcanzará una plenitud insospecha-da. Quizás alguno esté pensando: el Papa ha ve-nido a darnos las gracias y se va pidiendo. Sí, así es. Ésta es la misión del Papa, Sucesor de Pedro. Y no olvidéis que Pedro, en su primera carta, re-

cuerda a los cristianos el precio con que han sido rescatados: el de la sangre de Cristo (cf. 1P 1, 18-19). Quien valora su vida desde esta perspectiva sabe que al amor de Cristo sólo se puede respon-der con amor, y eso es lo que os pide el Papa en esta despedida: que respondáis con amor a quien por amor se ha entregado por vosotros. Gracias de nuevo y que Dios vaya siempre con vosotros.

3er. momento: Puesta en común (10´)

Conforme vayan volviendo del tiempo de desier-to al punto de encuentro, se acercan a un papel continuo y escriben una sola palabra cada uno, sobre lo que han sentido al meditar el texto, lo que el Señor les ha dicho, o simplemente pala-bras que les haya llamado la atención.

4o momento: Celebración final (10´)

Se pide a cada uno del grupo que escriba una pe-tición a Dios para que continúe enamorando a personas para que le sigan, le amen y continúen su misión del Reino de los Cielos en medio del mundo en que vivimos. Cuando ya las han escri-to, cada uno hace su petición en voz alta.

Al acabar todos juntos hacen esta oración:

Padre Bueno, que por amor nos creaste para vivir junto a ti en los Cielos. Te pedimos por todos los hombres y mujeres que sienten tu llamada a se-guirte más de cerca en Jesucristo tu Hijo. Envía-nos Señor más servidores para construir tu Reino.

167

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

El trabajo es mucho y los trabajadores son pocos. Ayúdame Señor a saber qué quieres de mí, a sa-ber a qué me estás llamando. Dame tu Espíritu Santo para saber si me llamas a seguirte. Dame tu gracia para saber si eres tú el amor de mi vida, la perla por la que merece la pena venderlo todo para obtenerla, el tesoro escondido en el campo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

168

Comisión Diocesana de Espiritualidad

“Cuando déis limosna…”, “cuando recéis…”, “cuando ayunéis…” son las propuestas de Jesús válidas no sólo para la Cuaresma sino para todo tiempo hasta para ayu-nar en Pascua porque ni podíamos ayunar por estar au-sente el novio, ausente está también hoy. El juego de la liturgia nos invita a subrayar algunos de estos acentos. Bien podemos afirmar que son tres rasgos fundamenta-les y personales que propone a sus discípulos. Él, maes-tro y testigo. Recordemos cómo el Maestro propone a sus discípulos el modelo de la pobre viuda que echó en el cepillo del templo dos monedas que era todo lo que te-nía, mientras unos ricos echaban de lo que les sobraba en cantidad. Recordemos otra mujer como modelo al recla-mar justicia a un juez que ni temía Dios ni le importaban los hombres. En tercer lugar recordemos a la mujer siro-fenicia, modelo de fe suplicante.

Si dar de lo necesario es un acto de caridad, y de lo que nos sobre de justicia, basta pensar en cuantos vamos “de compras” por si hay algo de interés o barato, aunque no lo necesitemos, que no a comprar lo que necesitamos.

Dar de lo que nos sobra es un acto de justicia. Dar de lo necesario puede ser un acto de caridad. Bien podemos decir que son estas las motivaciones más radicales ya que están radicadas y edificadas en Cristo, la que la Igle-sia, experta en humanidad, nos propone al comenzar la Cuaresma. Estarían incompletas esta referencias si no

Invitación a la limosna, a la oración y al ayuno

169

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

nos permitieran ver las realidades más dramáticas como las hambrunas persistentes en el continente africano, la pobreza y la violencia causa de emigraciones forzosas, la corrupción de los responsables de la vida política y aún de la propia Iglesia…

A estas situaciones dramáticas hay que añadir, entre otras, el drama del relativismo moral, el drama del huma-nismo ateo, el aparente silencio de Dios, la indiferencia y aún el rechazo de Dios. Sin duda, son muchos los que hoy creen no creer, los que viven como si Dios no existiera, e incluso lo consideran un factor de conflicto. No parece probable que prosperara la propuesta de declarar a Dios patrimonio espiritual de la humanidad.

¿Cuáles son las armas con las que el creyente puede res-ponder a estos desafíos? ¿Acaso con la caridad, la oración y el ayuno? ¿Acaso como David ante Goliat? Podemos dudar de nuestra capacidad para responder a estos desa-fíos. De la duda saldría la fe, a la que Cristo le atribuye el poder de mover montañas.

Sin rezar se puede vivir, razón por la que podemos dejar de hacerlo. Otra cosa es si se puede mantener la fe sin orar, vivir sin orar. La oración es como el aliento de la vida cristiana. Sin ésta muere. Como el sarmiento si no está unido a Cristo. Ante una sociedad laica el cristiano se en-cuentra. ¿Hace falta motivar la oración? Se trata de mo-tivar que sin ella es impensable, por no decir imposible, que permanezca viva la vida de fe. La vida cristiana sin fe se diluye, es para el cristiano lo que el aliento para la vida del hombre.

Son muchos hoy y no parece que la tendencia vaya a cam-biar de inmediato los que se declaran no creyentes y viven como si Dios no existiera. No parece que Dios vaya a ser declarado patrimonio espiritualidad de la humanidad.

¿Cuándo reconocerán nuestros contemporáneos que el eclipse Dios no puede sino llevar al oscurecimiento de la dignidad del hombre?

Dios que nunca nos manda hacer cosas imposibles —como diría san Agustín— cuando nos manda orar siempre sobre los problemas que nos desbordan, nos enseña a hacer lo que podamos y a pedir lo que no podemos.

No se trata de rezar mucho o de hacer muchas oraciones. Ni tampoco de hablar de Dios. Más que hablar de Dios se trata en todo caso de propiciar la experiencia de la cerca-nía de Dios Padre que viene a nosotros, que sabe lo que necesitamos aun antes de que abramos la boca… Más que hablar de Dios a los hombres se trata de hablar de los hombres a Dios, o tal vez se trata de hacer algo más porque hemos dejado de hacerlo; porque nuestra vida de oración ha ido a menos.

O tal vez hacer algo que nos une a toda la Iglesia:

Orar siempre, orar por todos, orar con todos

- Puede ser comenzar el día o iniciar un viaje, o una reunión de trabajo, haciendo las señal de la cruz. ¿qué es un día sino una nueva etapa de un largo viaje que comenzó al ser concebidos y llegará a su meta cuando podamos descansar en Él como un niño en los brazos de su madre? Y ¿terminar dando gracias por lo hecho y juntos rezar el Gloria?

- Como leer un texto breve de la próxima Eucaristía.

- Como rezar el “Ángelus” o el Regina coeli.

- Un gesto o signo común: tener el misal y un cirio en lugar destacado de la casa.

- O cualquier oración que inspire y anime al encuen-tro y experiencia de Dios.

170

Comisión Diocesana de Espiritualidad

Vía LucisCelebración de la Resurrección, la alegría y la cultura de la vida

“Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe…”

Así como en el tiempo de preparación para la Pascua —la Cuaresma—, del Vía Crucis bíblico, promulgado por el Papa Juan Pablo II, en el Tiempo de Pascua, proclamamos y ce-lebramos el Camino de la Luz. No ya meditar y actualizar los misterios que ya pasaron, sino celebrar la realidad de la Persona de Jesús tal como ahora está: resucitado corpo-ralmente y repleto de luz, gloria y esplendor, tal cual esta-remos nosotros transfigurados al final de los tiempos.

Juan Pablo II nos animó a vivir la Pascua

Para ello proponemos recrear las escenas bíblicas de Jesús Resucitado, en estaciones luminosas, gloriosas, transfigurantes. Lo hacemos en este año 2012, en el que la Iglesia queriendo ser fiel al resucitado, en intimidad personal con el Espíritu Santo, celebrará dos aconteci-mientos importantes para la vida de la Iglesia: “El Sínodo sobre la Nueva Evangelización” y la declaración del “Año de la fe”, ambos a partir del 12 de octubre del 2012.

Los acontecimientos del Vía Crucis concluyen en un sepul-cro, y dejan quizá en nuestro interior una experiencia de fracaso. Pero ése no es el final. Jesús con su Resurrección triunfa sobre el pecado y sobre la muerte. Y resucitado, dedicará nada menos que cuarenta días en devolver la fe y la esperanza a los suyos. Después los dejará diez días de reflexión —a modo de jornadas de retiro y oración— junto

171

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Cómo rezar el Vía Lucis

Ambientación

El lugar donde se va a celebrar el Vía Lucis debe mos-trar signos de alegría. Se prepara el cirio pascual en-cendido, el Evangelio abierto en los relatos de la Re-surrección, una sencilla composición de flores, agua bendita, un cartel con una inscripción alusiva a la re-surrección, a la Vida Nueva que nos regala Cristo. Sería conveniente colocar algunas o todas de las imágenes de las distintas estaciones con imágenes alusivas a cada texto.

a María para que reciban la fuerza del Espíritu que les ca-pacite para cumplir la misión que Él les ha confiado.

Con su presencia viene la confianza firme y la paz que ya na-die podrá arrebatarles. Todo se ilumina de una luz nueva.

Pedagogía de la fe

El Vía Lucis es potencialmente una excelente pedagogía de la fe, ya que “per crucem ad lucem” [a través de la cruz (uno viene) a la luz]. Usando la metáfora de un viaje, el Vía Lucis pasa de la experiencia del sufrimiento, que en el plan de Dios es parte de la vida, a la esperanza de llegar al verdadero fin del hombre: la liberación, la alegría y la paz que son esencialmente valores de la Pascua.

El Vía Lucis es un estímulo potencial para la restauración de una “cultura de la vida”, que está abierta a la esperan-za y la certeza que ofrece la fe, en una sociedad que a menudo se caracteriza por una “cultura de la muerte”, la desesperación y el nihilismo.

Así como el Vía Crucis se celebra popular y devocional-mente los viernes, y tal vez los martes (días de misterios “dolorosos”), el Vía Lucis es propio del Domingo, día en que resucitó Jesús al amanecer, y también el miércoles, en que tradicionalmente se meditan los misterios glorio-sos de salvación.

No obstante, si hay dificultad puede buscarse el día o momento más conveniente para celebrarlo, mejor co-munitariamente, pero también puede hacerse de forma personal. Las mismas oraciones y reflexiones expresarán la comunión con los hermanos en la fe.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

172

Esquema general

1. Canto: conocido y expresivo de la alegría pascual.

2. Monitor: En el nombre del Padre , y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

3. Oración inicial.

Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme.

Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles, de las mujeres y de tus discípulos enseñándoles a amar con obras, fortalece también nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti.

Queremos compartir contigo la alegría de tu Resurrección gloriosa en el Cenáculo .

Alegría que tu Madre ya compartió con tus primeros discípulos. Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu Santo, vivamos en una profunda y auténtica “espiritualidad de comunión”.

Danos la fuerza y cercanía de tu Espíritu, para que nos dejemos evangelizar en la intimidad de nuestra mente y nuestro corazón y así podamos evangelizar a nuestros hermanos con convencimiento y autenticidad.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

4. Expresión breve de lo que recordamos y celebramos.

V/. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

R/. Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

5. Enunciado de la estación.

6. Texto evangélico correspondiente (en las dos úl-timas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apóstoles).

7. Oración que pretende tener un tono de súplica o momento de silencio para la oración personal.

8. Entre cada estación se puede cantar estrofas de cantos de Pascua.

173

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Mc 16, 1-8).

Oración

Señor Jesucristo, en la mañana del domingo las mujeres van al sepulcro con una actitud humana y unas preocupaciones humanas, Tú les tenías preparada una sorpresa.

Te pedimos que también a nosotros nos sorpren-das y llenes nuestro corazón—a veces tan huma-no y cansado— de las riquezas de tu Resurrec-ción.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Mc 16,9-11).

Oración

Te pedimos que tengamos la audacia de las pri-meras seguidoras de Jesús. Te pedimos que ex-pulses todos nuestros “demonios” y nos hagas partícipes de tu Resurrección, como a María Magdalena.

Te pedimos que tengamos la audacia, como Ma-ría Magdalena, de anunciar la Resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Primera Estación

Jesús, el crucificado, ¡vive!: ¡ha resucitado!

Segunda Estación

Jesús resucitado se aparece a María Magdalena

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

174

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Jn 20: 1-10).

Oración

Señor Jesucristo, que por el Padre, con la fuerza del Espíritu Santo, fuiste llevado desde las tinie-blas de la muerte a la luz de una nueva vida en la gloria, haz que el signo del sepulcro vacío nos hable a nosotros hombres y mujeres del siglo XXI, y se convierta en fuente viva de fe, de cari-dad generosa, de firmísima esperanza y de plena confianza en el poder del padre y en la fuerza sal-vadora de tu Santo Espíritu.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Lc 24: 13-30).

Oración

Te pedimos que abras nuestros ojos como abriste los ojos de los caminantes de Emaús.

Te pedimos que abras nuestros ojos, a la luz de tu Pascua y Resurrección, para reconocerte vivo delante de los que pregunten por ti.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Tercera Estación

Dos discípulos de Jesús, encuentran su sepulcro vacío

Cuarta Estación

Jesús se aparece en el camino de Emaús

175

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Lc 24: 36-40).

Oración

Te pedimos por los cristianos (sacerdotes, cate-quistas, padres, agentes de pastoral…) desani-mados, desorientados, desilusionados, pesimis-tas… Por los que viven su fe como si aquí ya no hubiera nada que hacer. Por los que esperaban otra cosa. Para que pongan su mirada y su con-fianza sólo en ti, Señor.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Lc 24: 36-40).

Oración

¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! Que allí donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, ponga yo perdón; donde haya discordia, ponga yo unión; donde haya error, ponga yo verdad; donde haya duda, ponga yo fe; donde haya desesperación, ponga yo esperanza; donde haya tinieblas, ponga yo luz; donde haya tristeza, ponga yo alegría.¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto ser consolado como consolar; ser comprendido, como comprender; ser amado, como amar. Porque dando es como se recibe; olvidando, como se encuentra; perdonando, como se es perdonado; muriendo, como se resucita a la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Quinta Estación

Reconocen a Jesús resucitado, al partir el pan

Sexta Estación

Jesús resucitado se aparece a los discípulos de Jerusalén

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

176

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Jn 20: 24-29).

Oración

Te pedimos que como Tomás ya nunca más sea-mos incrédulos, sino que seamos para siempre mujeres y hombres de fe.

Danos fuerza para poder experimentar la verdade-ra humildad de reconocer el poder del Resucitado.

Ayúdanos a : creer sin ver, a sembrar sin querer cosechar, a amar sin esperar nada a cambio.

Que Cristo Resucitado nos regale, como a Tomás, experimentar su presencia en nuestra vida y que esa presencia nos impulse a decir siempre: “Se-ñor mío y Dios mío”.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Jn 20: 19-23).

Oración

Te pedimos que nos hagas ver con los ojos de la fe que todo comienza en un volver a Dios.

Danos fe para fiarnos de que Dios nos puede cu-rar, nos puede sanar, y más aún, nos puede dar nueva vida, nos puede resucitar.

Danos humildad para dejarnos reconciliar por Dios, Padre rico en Misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Séptima Estación

Jesús resucitado da la paz a sus discípulos y el poder de perdonar los pecados

Octava Estación

Jesús resucitado prueba la fe de Tomás

177

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Jn 21: 1-12).

Oración

Te pedimos por nuestra Iglesia de Valencia, in-mersa en el Itinerario Diocesano de Renovación, para que como los discípulos nos fiemos de se-guir echando las redes.

Que este proceso nos haga fieles discípulos de Cristo Resucitado y testigos de su luz, de forma que hagamos creíble la Buena Noticia de la Re-surrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Jn 21:15-19).

Oración

Te pedimos que como Pedro, el recuerdo de las veces que te hemos negado no sea motivo de amargura, sino más bien la ocasión para reafir-marnos en tu seguimiento, hasta donde quieras llevarnos.

Que nunca olvidemos tus promesas, tu compa-ñía, tu constante caminar junto a nosotros, que la vida y tus exigencias que nos exceden por com-pleto, sean un motivo de gozo porque contamos con tu ayuda, gozo por el amor que nos tienes, gozo porque nosotros estamos llamados a mani-festar la gloria de tu Resurrección, porque traba-jamos y servimos a tu causa, que no es otra que la de salvar lo que amas, dando a conocer el Amor que nos tienes.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Novena Estación

Jesús se aparece en el mar de Tibiríades

Décima Estación

Jesús confirma a Pedro en el amor

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

178

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Mt 28: 16-20).

Oración

Te pedimos, Señor, que eres el Camino, la Ver-dad y la Vida, que alimentes nuestra pobre fe en el momento en que sentimos que nos tienes que dejar para prepararnos un lugar junto a tu Padre. Ayúdanos a creer y descubrirte a Ti, Señor Jesús, Resucitado de la muerte. Danos cada día la luz y la fortaleza de tu Santo Espíritu.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Lc 24:44-53).

Oración

Te pedimos que sepamos serte fieles en todo aquello que esperas de nosotros.

Que nuestra oración dirigida a Ti, vencedor de la muerte, sea una bendición continuada dirigida al Padre.

Mantennos en la garantía de que todo está ya completo y un día nosotros también reinaremos contigo en tu Reino.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Undécima Estación

La despedida: Jesús encarga su misión a los apóstoles

Duodécima Estación

La ascensión de Jesús: testigos de la luz

179

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Hch 2: 1-13).

Oración

Haznos dóciles a tu Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.

Que el Espíritu derramado en Pentecostés y presente en la Iglesia nos haga crecer en una auténtica espiritualidad de la comunión y que en ella cada uno de nosotros cumplamos tus palabras: “Que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti” (Jn 17,21).

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Monitor: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.

Todos: Porque con tu Pascua diste la vida al mundo.

Lector: (Hch 1: 12-14).

Oración

Te pedimos ser fieles como María. Saber escuchar tu palabra, meditarla en nuestro corazón y hacer siempre tu voluntad.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Decimotercera Estación

María y los discípulos esperan en oración la venida del Espíritu Santo

Decimocuarta Estación

Jesús cumple la promesa de enviar el Espíritu

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

180

Oración final

Señor y Dios nuestro, fuente de alegría y de esperanza, hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrección y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo.

Haz que la contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite para dar testimonio de Jesucristo en medio del mundo.

Te pedimos por tu Santa Iglesia para: que sea fiel reflejo de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo, manifieste al mundo los tesoros de tu amor, santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partícipes a todos los hombres de la resurrección eterna.

Te pedimos especialmente por nuestra Iglesia de Valencia, para que el Itinerario de Renovación, vivido desde una “Espiritualidad de comunión” nacida y alimentada con tu Pascua dé frutos abundantes de conversión y constancia en la misión evangelizadora

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

V/. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

R/. Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. .

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R/. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Se puede concluir como al principio con un canto cono-cido y expresivo de la alegría pascual.

Vigilia de oración por los

misioneros valencianos

181

Con motivo de su jornada el 20 de mayo de 2012

Comisión Diocesana de

Misiones

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

182

El Papa Juan Pablo II nos dice en la Redentoris Missio:

“Miembros de la Iglesia en virtud del bautismo, to-dos los cristianos son corresponsables de la actividad misionera. La participación de las comunidades y de cada fiel en este derecho-deber se llama «coopera-ción misionera».

Entre las formas de participación, el primer lugar co-rresponde a la cooperación espiritual: oración, sacri-ficios, testimonio de vida cristiana. La oración debe acompañar el camino de los misioneros, para que el anuncio de la Palabra resulte eficaz por medio de la gracia divina. San Pablo, en sus Cartas, pide a menu-do a los fieles que recen por él, para que pueda anun-ciar el Evangelio con confianza y franqueza.

A la oración es necesario unir el sacrificio. El valor salvífico de todo sufrimiento, aceptado y ofrecido a Dios con amor, deriva del sacrificio de Cristo, que llama a los miembros de su Cuerpo místico a unir-se a sus padecimientos y completarlos en la propia carne (cf. Col 1, 24). El sacrificio del misionero debe ser compartido y sostenido por el de todos los fieles. Por esto, recomiendo a quienes ejercen su ministerio pastoral entre los enfermos, que los instruyan sobre el valor del sufrimiento, animándoles a ofrecerlo a Dios por los misioneros. Con tal ofrecimiento los en-fermos se hacen también misioneros, como lo subra-yan algunos movimientos surgidos entre ellos y para ellos. Incluso la misma solemnidad de Pentecostés, inicio de la misión de la Iglesia, es celebrada en al-gunas comunidades como «Jornada del sufrimiento por las Misiones»”.

Redentoris Missio 77a y 78.

Ambientación

Cartel de la jornada misionera.

Imagen de la Virgen María iluminada.

La Palabra de Dios, el leccionario en un lugar central, iluminado.

El cirio Pascual.

Monición introductoria:

(Se lee pausadamente)

Los misioneros necesitan una “retaguardia” de oraciones y sacrificios para llevar a cabo su mi-sión, que es imposible para los hombres, pero para Dios todo es posible, es una tarea a la que nos sumamos en la distancia sabiendo que la ora-ción es eficaz “Pedid y recibiréis”.

Como dice Redentoris Missio: “La oración debe acompañar el camino de los misioneros, para que el anuncio de la Palabra resulte eficaz por me-dio de la gracia divina. San Pablo, en sus Cartas, pide a menudo a los fieles que recen por él, para que pueda anunciar el Evangelio con confianza y franqueza”.

La oración nos une a Cristo y en él a la Iglesia uni-versal, entramos en esa oración de la que depen-den los misioneros que dan la vida en el mundo por amor. El Itinerario Diocesano de Renovación, “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” en la carta del Sr. Arzobispo don Carlos, nos invi-

183

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

ta a nuestra vocación estar abiertos a Dios, aper-tura que “nos urge a dar a conocer a quien es el Camino la Verdad y la Vida”. Con esta oración ya estamos respondiendo a esa llamada de Dios.

Canto de entrada

Ven a Celebrar u otro adecuado.

Celebración de la Palabra

Escuchemos la Palabra que anuncian los misio-neros, vamos a acogerla con mucha atención, pues es el contenido de la Misión.

En el leccionario del libro de “Misas propias de la diócesis de Valencia”, en la página 28, están las lecturas de la fiesta de san Vicente Mártir.

Leemos la segunda lectura de san Pablo a los ro-manos, 8, 35. 37-39. Pág. 29.

Monición a la Carta Apostólica

“La oración pretende la amistad con Dios para estar bien unidos a él”.

Tras su lectura estamos dos o tres minutos aco-giéndola.

Rezamos el salmo 33 de la página anterior, la 28. Podemos cambiar la antífona y cantar “Gustad y ved que bueno es el Señor…”.

Cantamos el aleluya, especialmente en este tiem-po pascual. Por ejemplo Jesus Christ you are my life.

Leemos el Evangelio de san Juan 12, 24-26, (la segunda opción, Pág. 30).

Monición al evangelio:

Los misioneros renuncian a sí mismo y entregan su vida, cada año algunos lo hacen con su san-gre. ¿Cómo puedo yo hacer fructificar mi propia vida?

Tras la lectura del evangelio unos minutos de re-flexión.

Homilía o motivación

Se anima a rezar ante el santísimo o el sagrario, o en presencia de Dios en su Iglesia reunida, y a ofrecer algún sacrificio por los misioneros valen-cianos.

Oración en silencio

Se expone el Santísimo (si es posible).

Se pasan dos bandejas una con papeles rojos donde se sugiere algún sacrificio, según los par-ticipantes: un tipo de ayuno, de comida, de ca-prichos, de medios de comunicación, de obra de caridad, limosna, ahorro de energías…

Otra con papeles amarillos con motivos de ora-ción para los misioneros: por los que están per-seguidos, en la cárcel, por sus catecúmenos, por sus catequistas, por las vocaciones nativas, por las vocaciones misioneras,…

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

184

Si quieren ofrecer, en otra bandeja, con otro color de papel, el nombre y lugar de Misión de misio-neros valencianos para comprometerse a rezar por ese misionero concreto, pueden solicitarlo a la Delegación de Misiones.

E-mail: [email protected] Tl. 96 392 24 12

Tras esto se dejan 15 minutos de oración en si-lencio o con música de fondo, intercalando algún canto… para rezar cada uno concretamente y para comprometerse ante Dios a algún sacrifico.

Se puede ofrecer un libro donde cada uno pueda li-bremente escribir su ofrenda de oración y sacrificio.

Se concluye esta oración con un canto.

Testimonio misionero

Tras esta oración se puede leer un testimonio de un misionero que pide nuestra ayuda. O pueden solicitar la presencia de un misionero en su pa-rroquia si lo piden a la Delegación Diocesana de Misiones.

Oración de los fieles

Se rezan las preces por las misiones del libro de la oración de los fieles.

Padrenuestro

Se canta.

Colecta

Se puede hacer una colecta para los Misioneros Valencianos, si es así conviene avisar al convocar la vigilia de oración.

Reserva

Se reserva al santísimo después de la bendición.

Canto final

Se concluye con un canto a la Virgen de los Des-amparados.

185

Propuesta de oración cuaresmal

de Cáritas para los adolescentes

y jóvenes de la parroquia

Oración de unidad con los que viven en el Vía Crucis de la pobreza

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

186

Desarrollo de la oración

Animador de la oración:

En el nombre del Padre , y del Hijo y del Espíritu Santo.

Bienvenidos a este tiempo de oración. Queremos unirnos en oración a las víctimas de tanta pobre-za e injusticia. Queremos sentir con ellos, rezar con ellos. Queremos unirnos a Dios para que inunde nuestros corazones y nos dé la fuerza y el discernimiento para hacer la parte que nos co-rresponde en la construcción del Reino, en hacer posible a nuestro alrededor un mundo más fra-terno, justo y solidario.

En el suelo se encuentran representadas, sim-bólicamente, las personas que hoy en día viven rotas por la pobreza y la injusticia, por el hambre y la insolidaridad, por la vulneración de sus dere-chos, por la exclusión, por la falta de trabajo, por el abandono y la indiferencia.

Ante ellos Dios nunca permanece callado:

Lector 1:

Lectura del libro del Éxodo 3,7-12

“El Señor dijo: He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado su clamor en presencia de sus opresores, me he fijado en sus sufrimientos. He bajado para librarlos de la mano de los egipcios, y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel. El clamor de los israelitas ha llegado a mí, y he visto

Ambientación

En el suelo se colocarán, por todas partes, numerosas si-luetas de personas hechas de cartulina, papel continuo o papel de periódico que estarán rotas por la mitad.

Delante de todos, en el suelo, encima de varias de estas siluetas humanas rotas, se colocará la Biblia abierta por esta cita: Éx 3, 7-12. A su lado habrá varias velas.

Se entregará a los asistentes fotocopiada una hoja con las dos oraciones, el padrenuestro especial y las ben-diciones.

Se pondrá música de fondo para crear clima de reco-gimiento.

187

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

cómo los oprimen los egipcios. Ahora, anda, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas. Dijo entonces Moisés a Dios: ¿Quién soy yo para ir al Faraón y sacar de Egipto a los israelitas? Respondió Dios: Yo estaré contigo…”.

Animador de la oración:

Hoy en día, el pueblo de Dios son los pobres de la tierra, los excluidos, los últimos, los ninguneados.

Hoy en día, Egipto es la mentalidad materialista y consumista que rige la vida de muchas personas.

Hoy en día cada uno de nosotros somos los que recibimos este mensaje personal: “Ahora, anda, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas… Yo estaré contigo”.

Hoy en día, cada uno de nosotros… somos los enviados de Dios… para hacerlo visible con nues-tras obras, para ser sus manos y sus ojos, para ser su boca y su calor.

Ahora leeremos a dos coros la oración que tene-mos en la hoja titulada “Ayúdanos a cambiar”. Tras su lectura dejaremos unos minutos de silen-cio para la meditación y la interiorización.

Ayúdanos a cambiar, Señor, para mirar las cosas, el mundo, la vida con tu mirada y desde tus ojos.

Sana nuestras cegueras que nos impiden ver el dolor y el sufrimiento de los que caminan al lado, de los que viven en nuestro mundo, bajo nuestro mismo sol.

Sacude nuestro corazón para que aprendamos a ver con los ojos llenos de Evangelio y Esperanza de Reino.

Corre ya el velo de nuestros ojos para que, viendo, podamos conmovernos por los otros, y movernos desde lo profundo del corazón, para acudir a dar una mano, y la vida toda, a los que están caídos y rotos en las cunetas de los caminos, a los leprosos de hoy en día, a los que esta sociedad injusta ha tirado a un costado porque no cuentan,o no interesan, o no son rentables a las leyes del mercado.

Ayúdanos Señor a ver, y a cambiar… a verte y a optar… a utilizar esa mirada maravillosa que nos dejaste para mirar el mundo,

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

188

la realidad, la vida: la mirada del Evangelio, para ver con tus ojos de Dios,

para sentir con tu corazón compasivo, para actuar llevados por la fuerza y el fuego comprometido de tu Espíritu, para hacer posible, ya aquí en la tierra, el mundo nuevo que esperamos, el Reino de los cielos.

Así sea.

Música suave de fondo.

Lector 2:

Lectura del Evangelio según san Mateo 10,1-10.

Y llamando a sus doce discípulos les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda clase de enfermedad y toda dolencia… Y les dijo: Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero se merece su sustento.

Animador de la oración:

Somos enviados para hacer presente el Reino. Cada uno desde nuestras capacidades, desde los talentos que Dios nos ha dado. Somos enviados.

Lo que no hagamos en la parcela de nuestra vida, nadie lo hará por nosotros.

Ahora leeremos a dos coros la oración que tene-mos en la hoja titulada ”Entra en la casa de mi Padre”. Tras su lectura dejaremos unos minutos de silencio para la meditación y la interiorización.

Entra en la casa de mi Padre

Cuando tuve hambre, tú me diste de comer, cuando tuve sed, me diste de beber. Lo que hagas al más pequeño de los míos, es a mí a quien lo haces. Ahora, entra en la casa de mi Padre.

Cuando yo no tenía vivienda, tú abriste tus puertas. Cuando estaba desnudo,me tendiste tu manto. Cuando estaba cansado, me ofreciste reposo. Cuando estaba intranquilo, calmaste mis tormentos. Cuando era niño, me enseñaste a leer.

Cuando estaba solo, me trajiste el amor. Cuando estaba en la cárcel, viniste a mi celda. Cuando estaba en la cama, me cuidaste. En país extranjero, me diste buena acogida. Sin trabajo, me encontraste empleo.

Herido, vendaste mis heridas. Buscando la bondad, me tendiste la mano. Cuando yo era negro, o amarillo, o blanco, insultado y abatido, tú llevaste mi cruz. Cuando era anciano, me ofreciste una sonrisa.

189

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Cuando estaba preocupado, compartiste mi pena. Me viste cubierto de salivazos y de sangre, me reconociste bajo mis facciones sudorosas. Cuando se burlaban de mí, estabas cerca de mí. Y cuando yo era feliz, compartías mi alegría.

Es preciso que nosotros llevemos esta vida de compromiso, para poder continuar sembrando esperanza entre los pobres. Es preciso que nuestro amor se derrame sobre cualquiera. Es nuestra única manera de expresar nuestro amor a Dios.

Dios da lo que hace falta. Lo da a las flores y a los pájaros, y a todo lo que ha creado en el universo. Y los pequeños y últimos son su vida.

Beata M. Teresa de Calcuta

Música suave de fondo.

Animador de la oración:

Ahora vamos a rezar juntos la oración del Padre-nuestro siguiéndolo en la hoja que tenemos.

(Tras cada frase del Padrenuestro, y antes de que inter-venga el lector correspondiente, saldrá una persona ya elegida previamente, para que recoja del suelo una de las siluetas de persona rota y junte las piezas para recompo-nerla a la vista de todos, y ya recompuesta la deje al lado de la Biblia que hay en el suelo presidiendo la oración).

Padrenuestro

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo.

Lector 1:

Pero creemos firmemente que también estás aquí, encarnado en la historia, en nuestra rea-lidad concreta. Padre de todas las personas, en especial de las marginadas, de las que están al margen de la vida, que pasan hambre, sufren vio-lencia, desprecio, ignorancia.

Todos: Santificado sea tu Nombre.

Lector 2:

Ayúdanos a restaurar la santidad de tu nombre de Padre con nuestro compromiso de hermanos. A sabernos dentro de la familia de los pobres y marginados. A sentir el gozo de llamarte PADRE NUESTRO.

Todos: Venga a nosotros tu Reino.

Lector 1:

Te lo pedimos con fuerza: venga ya tu Reino. Tu Reino de Amor, de Libertad, de Justicia, de Paz. Te lo pedimos con la fe de sentirnos hermanos en una comunidad de hermanos, y con el sabor amargo de comprobar que no vivimos el compar-tir y repartir en una familia de iguales.

Todos: Hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

190

Lector 2:

Te pedimos que nos mantengas en la brecha, que no claudiquemos por miedo o por cansancio. Ayúdanos a caminar humildemente junto a tu pueblo desposeído, a sentir juntos los desprecios y sufrimientos, a experimentar en carne propia tanto dolor y tanta vergüenza y a trabajar juntos por la liberación.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día.

Lector 1:

Sin ti no somos nada. Sin ti no podemos nada. Danos el pan y el vino de la Eucaristía. No nos de-jes acaparar riquezas y empújanos a compartir lo que somos y tenemos.

Todos: Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Lector 2:

Perdona nuestras indiferencias y faltas de sen-sibilidad hacia los que malviven en la pobreza. Perdona nuestra tendencia a vivir encerrados en nuestro mundo de bienestar y comodidad.

Todos: No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Lector 1:

No dejes que caigamos en las redes del consu-mismo. No nos dejes caer en la tentación de creer que no podemos hacer nada para cambiar este

mundo, y que lo único que podemos hacer es de-jarnos llevar por lo que hace la mayoría. Líbranos del mal de la falta de utopía, de la falta de sueños y de la falta de Esperanza. Danos el gozo de la fe, y el gozo de sentirnos unidos a muchos otros que hacen su pequeña parte para hacer posible un mundo mejor, tu Reino.

Todos: Amén.

Animador de la oración:

Dejaremos ahora unos minutos de silencio para la meditación y la interiorización con este Padre-nuestro.

Animador de la oración:

En estos momentos, si alguien quiere hacer una petición, alguna acción de gracias, o compartir algo de lo vivido en este espacio de oración, aho-ra es el momento de hacerlo.

Animador de la oración (Después de un tiempo de silencio):

Terminamos nuestra oración invocando la pro-tección de la Virgen María. Decimos juntos: Dios te salve, María…

Si hay un sacerdote, bendice del modo habitual. Si es un fiel laico dice:

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

191

Guión litúrgicopara la eucaristía

del segundo domingo del mes

cuya colecta se destina a Cáritas

Parroquial8 de abril de 2012Domingo de Resurrección

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

192

(Material para que los miembros de cada Cáritas Pa-rroquial puedan animar la Eucaristía dominical, con el fin de sensibilizar e implicar a la comunidad en el com-promiso sociocaritativo).

Ambientación

Antes de la Eucaristía se entregará a todos los asisten-tes la cuartilla fotocopiada y recortada con la oración que hay al final de este guión. También se colocará un cartel en el altar donde se lea esta frase:

Vivid la SENCILLEZ EVANGÉLICA

para ser testigos de RESURRECCIÓN

Monición de entrada

Jesús ya no está en el sepulcro. Ya no está en Jerusa-lén. Ya no está en aquel tiempo pasado. Jesús está aquí entre nosotros. Está aquí irradiando Paz. Está aquí resucitado y resucitándonos.

¿Sientes más paz y alegría? Entonces es que Cristo ha resucitado.

¿Sientes más fuerza interior para afrontar las contrariedades de la vida? Entonces es que Cristo ha resucitado.

¿Sientes más seguridad y más esperanza? Entonces es que Cristo ha resucitado.

¿Sientes más amor para irradiar a los demás? Entonces es que Cristo ha resucitado.

Bienvenido a esta eucaristía donde vamos a celebrar que Cristo está con nosotros resucitado, que tú es-tás siendo resucitado para ser hoy testigo de la re-surrección. Unidos al resucitado, otro estilo de vivir más sencillo y otro mundo son posibles.

193

Para la PARROqUiA

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Palabra de Dios

Monición a la primera lectura: Hch 10,34ª.37-43

En la primera lectura vamos a escuchar cómo Pedro anuncia la buena noticia de la resurrección de Jesús en una casa profana, la del centurión romano Cornelio.

¿Cómo anunciamos hoy en día la resurrección de Je-sús en nuestra sociedad profana? ¿Cómo somos tes-tigos del resucitado?

Monición a la segunda lectura: Col 3,1-4

Buscar las cosas del cielo, pensar sólo en ellas, es buscar en las realidades mundanas y profanas que brille y resplandezca el reino de los cielos, como lo hizo Jesús, que pasó haciendo el bien y curando a to-dos los oprimidos.

Monición al Evangelio: Jn 20,1-9

¿Cuántas veces habremos escuchado el relato de la resurrección de Jesús que ahora vamos a proclamar en el Evangelio? Que no sea hoy una vez más. Hagámos-lo especial. Revivamos con este relato nuestra propia experiencia de encuentro con el resucitado. Reviva-mos el momento en el que VIMOS y CREÍMOS.

Peticiones

1. Señor de la Vida, te pedimos que la fuerza de tu resurrección purifique a la Iglesia y la llene de vida nueva en todos sus miembros. Roguemos al Señor.

2. Señor de la Vida, te pedimos que la fuerza de tu resurrección nos impulse a vivir en la sencillez evangélica para ser testigos de que es posible vi-vir de otra manera más justa, fraterna y solidaria. Roguemos al Señor.

3. Señor de la Vida, te pedimos que la fuerza de tu resurrección derribe los muros y barreras que im-piden la integración y comunión de personas y pueblos. Roguemos al Señor.

4. Señor de la Vida, te pedimos que la fuerza de tu resurrección fortalezca a los débiles, levante a los caídos, consuele a los afligidos, estimule a los desanimados y llene de esperanza a todos los que sufren. Roguemos al Señor.

5. Señor de la Vida, te pedimos que la fuerza de tu resurrección nos llene de los dones del Espíritu y nos convierta en testigos de la resurrección. Ro-guemos al Señor.

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

194

Monición y Oración para después de la comunión

Traemos ahora ante el altar la cruz donde estaban clavadas las necesidades de las personas que atiende y acompaña nuestra Cáritas parroquial. A lo largo de esta Cuaresma, gracias a vuestra fraterna solidari-dad, hemos podido ayudar en su necesidad a (se dice el número de personas y familias ayudadas). Quere-mos daros las gracias en su nombre, porque habéis sido instrumentos de resurrección en manos de Dios, habéis sido sembradores de Vida y de Esperanza.

Queremos dar gracias a Dios por el compromiso so-lidario que nace de vuestra vivencia de la fe. Cristo resucitado vive en vosotros, se hace presente y pal-pable en nuestra comunidad a través de lustra cari-dad fraterna y comprometida. Por esto os invitamos a proclamar juntos esta oración:

Yo sé que Cristo ha resucitado...Porque he experimentado su presencia. Porque experimento que soy amado. Porque nunca me siento solo. Porque siento la necesidad de entregarme y servir.

Yo sé que Cristo ha resucitado...Porque ya he dejado de temer, incluso a la muerte. Porque mi ley es el amor. Porque tengo paz y confianza, y las transmito. Porque noto siempre fresca la flor de la esperanza.

Yo sé que Cristo ha resucitado...Porque hay en mí una fuente de alegría que no se agotaPorque en mis noches siempre me queda una luz.

Porque mis sufrimientos tienen sentido junto a la Cruz. Porque hago míos los sufrimientos de mis prójimos.

Yo sé que Cristo ha resucitado...Porque no me seducen los dioses de la tierra. Porque las Bienaventuranzas son mi camino de vida. Porque no soporto ver la pobreza y la injusticia. Porque espero y adelanto el Reino de la Vida.Porque sólo espero en Jesús.

Yo sé que Cristo me ha resucitado...

195

Propuesta de CANTOS

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

196

Los cantos que proponemos se pueden encontrar en:

– Cantoral Litúrgico Nacional (Coeditores Litúrgicos). Secretariado Nacional de Liturgia. Madrid (CLN).

– Cantoral de Misa Dominical (Centre de Pastoral Litúrgica). Barcelona (MD).

– Cantate Domino (Parròquia Sant Jaume Apòstol). Algemesí (Valencia) (CD).

El Animador puede elegir el canto que considere más apropiado. Téngase en cuenta que en el criterio de la selección debe tenerse en consideración el texto del canto (o cantos), más que la música.

Si no se conoce la música se puede buscar la partitura: los tres cancioneros que proponemos tienen edición de sólo letra y tam-bién de partitura y texto. El Cantoral MD en edición musical va acompañado de un CD, con sólo acompañamiento, que puede ayudar a cantar.

Como último recurso se puede utilizar el texto del canto elegido sin cantar, a modo de oración común.

Propuesta de CANTOS

197

Propuesta de CAnTOS

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

A Ti levanto mis ojos CD: 31 Camina, pueblo de Dios CD: 47 ¿Cómo le cantaré al Señor? CD: 66 Compadiu–vos de mi, Déu meu – Salm 50 CD: 67 Cristo, por nosotros, se sometió / Crist es féu per nosaltres CD: 76 CLN: D35 MD: 128Dios es fi el CD: 93 CLN: 117 MD: 337-1El camí que féu Jesús CD: 99 El Señor es mi fuerza MD: 47El Señor es mi luz y mi salvación – Salmo 26 CD: 104 CLN: 505En Dios pongo mi esperanza CD: 110 MD: 104Éste es el tiempo en que llegas CD: 115 CLN: 657 Excelso Creador del universo CD: 121 Levanto mis ojos a los montes – Salmo 120 CD: 160 CLN: 524 MD: 240Llorando los pecados CD: 168 CLN: 110 MD: 339-2Nosaltres hem de gloriar-nos / Nosotros hemos de gloriarnos CD: 177 MD: 343Nos has llamado al desierto CD: 178 MD: 332-1Perdona a tu Pueblo, Señor CD: 198 CLN: 104 MD: 339-1Piedad, Señor, hemos pecado – Salmo 50 CD: 200 Pequeñas aclaraciones / Cuando el pobre nada tiene CD: 78 CLN: 725 MD: 45Con vosotros está / ¿Le conocéis? CLN: 723 MD: 43Pueblo de reyes CD: 204 CLN: 401 MD: 12Senyor, no ens deixes / Grande es tu ternura CD: 229 MD: 341-1Sí, me levantaré CD: 240 CLN: 107 MD: 321-1Donde hay caridad y amor CD: 95 MD: 179Vell pelegrí / Errante voy, soy peregrino CD: 274 CLN: 715 MD: 38

Cantos para la Cuaresma

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

198

¡Victoria! ¡Tú reinarás! CD: 284 CLN: 106 MD: 334Vós sou, Senyor, la llum del meu cor CD: 287 ¡Oh rostro ensangrentado! ¡Oh testa lacerada! CD: 188 CLN: 102 MD: 338Por valles y aldeas MD: 17-1Ved la Cruz de salvación CLN: 103 MD: 335-1Perdón, oh Dios mío CLN: 105 MD: 332-2Ten piedad de mí CLN: 108 Dame tu perdón / Ten piedad, Dios mío CLN: 111 Acuérdate, Señor CLN: 113 Ten piedad, Señor CLN: 114 Te pedimos perdón CLN: 116 El mandato / Os doy un mandato nuevo CLN: 152 Os doy un nuevo mandato CLN: 153 Pueblo mío CLN: 154 MD: 346A la hora de nona / Por nuestro amor murió el Señor CLN: 155 Oh cruz, te adoramos CLN: 156 MD: 347-1Me invocará y lo escucharé MD: 331-1Hosanna al Hijo de David MD: 333Perdónanos nuestras culpas CLN: 115 MD: 341-2Oh Cruz fi el y venerable MD: 347-2Sube el Nazareno MD: 349Os doy un nuevo mandato MD: 350Cristo nos da la libertad MD: 94Vienen con alegría, Señor CLN: 728 MD: 65

Cantos para la Cuaresma

199

Propuesta de CAnTOS

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

Acuérdate de Jesucristo CD: 3 CLN: 202 MD: 352-1Alegre la mañana que nos habla de Ti CD: 14 MD: 99Alegrémonos, hermanos MD: 360Alegría, alegría, alegría CD: 15 Alegrémonos, hermanos CLN: 215 MD: 360¡Aleluya, aleluya! Es la fi esta del Señor CD: 18 ¡Aleluya! Mujeres santas MD: 354-1Canta aleluya al Señor CD: 49 Canta con júbilo / Este es el día esperado CLN: 219 MD: 369Cantad al Señor MD: 365Como el grano de trigo CD: 65 CLN: 212 Cristo, alegría del mundo CLN: 654 MD: 370Cristo resucitó CLN: 218 MD: 351-1Cristo resucitó MD: 368Danos, Señor, un corazón nuevo / La alianza nueva CD: 79 CLN: 253 MD: 371El Señor os dará su Espíritu Santo MD: 375-1El Señor resucitó MD: 354-2El Señor resucitó MD: 356-1El Señor vive MD: 357-1En la mañana de Resurrección CD: 112 Envía, Señor, tu Espíritu / Envía tu Espíritu CLN: 254 MD: 373Éste es el día en que actuó el Señor – Salmo 117 CD: 114 CLN: 522 MD: 224Gloria, Aleluya CLN: 716 MD: 56Hacia ti, morada santa CD: 133 CLN: O16 MD: 49-1Jerusalem, glorifi ca el Senyor – Salm 147 CD: 142

Cantos para la Pascua

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

200

Jesús, nuestra Pascua CD: 144 CLN: 216 MD: 367La fi esta del Señor MD: 362-2La Vida venció a la muerte MD: 364L’Esperit de Déu ompli l’univers CD: 158 L’Espérit del Senyor vindrá a volsaltres CD: 159 Nosaltres hem de gloriar-nos / Nosotros hemos de gloriarnos CD: 177 MD: 343Nuestra Pascua inmolada CD: 179 CLN: 203 MD: 351-2¡Oh luz gozosa! CD: 183 CLN: 653 MD: 8-1Oh, Señor, envía tu Espíritu CD: 186 CLN: 252 MD: 372Pueblo de reyes CD: 204 CLN: 401 MD: 12Pueblos todos, batid palmas CD: 205 Regína Caeli, laetáre CD: 215 CLN: 303 MD: 392Resucitó el Señor MD: 353-2¡Resucitó, resucitó! CD: 217 CLN: 208 MD: 362-1Resurrección MD: 358Se despertó la vida MD: 353-1Señor, Dios nuestro, ¡Qué admirable es tu nombre! – Salmo 8 CD: 233 CLN: 501 MD: 211Señor, Tú has vencido a la muerte CD: 236 Te conocimos al partir el pan CD: 248 CLN: O25 MD: 178Una nueva vida, tu misma vida CD: 266 CLN: 426 MD: 21Un cántico nuevo MD: 357-2Un solo Señor CD: 271 CLN: 708 MD: 5-1¡Victoria!, ¡tú reinarás! CD: 284 CLN: 106 MD: 334Vive con nosotros MD: 356-2Yo soy el pan de vida CD: 288

Cantos para la Pascua

201

El monasteriode Cuaresma

Cuaderno Pastoral C U A R E S M A - P A S C U A 2 0 1 2

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

202

En este tiempo de Cuaresma y Pascua, tiempo de desierto y contemplación, se nos propone un recorrido por un monasterio virtual.

A través de Internet, en las páginas web www.archivalencia.org y www.idrvalencia.org, encontraremos una ilustración que recrea un monasterio. Podremos recorrer sus distintas estancias en las que encontraremos propuestas para vivir en profundidad este tiempo de salvación.

El monasterio de CUARESMA