buck, pearl s. - asia

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    Recopilacin de artculos y discursos de la autora entre 1932 y

    1942.

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    Pearl S. Buck

    Asia

    ePub r1.0

    Tit ivillus 14.01.16

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    Ttulo original:AsiaPearl S. Buck, 1932Traduccin: Enrique de JuanDiseo de cubierta: Titivillus

    Editor digital: Titivill usePub base r1.2

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    PRLOGO

    No hay razn para dar la forma permanente o semipermanente de libro

    a una serie de artculos y conferencias, excepto cuando stos representanuna tendencia del pensamiento.

    Existen ciertas tendencias de pensamiento comn en esta vasta guerra,

    que no es una sola guerra, sino una serie de combates cada uno de

    suficiente importancia para poder pasar por una guerra en tiempos menos

    complicados que los nuestros. Esas tendencias no se producen de una

    manera suave e ininterrumpida; lo hacen ms bien como acta todo

    crecimiento, en forma de olas, saltos, choques intelectuales. As, durante

    los meses que acaban de transcurrir, la gente de todo el mundo ha estadoluchando en una guerra a la vez que reciba una intensa educacin. China

    ha adquirido una posicin como jams haba tenido antes. El oscuro

    continente de la India, que hasta ahora no haba sido ms que una nube en

    el horizonte de Norteamrica, ha llegado a ser un pas de gente vigorosa.

    El Japn ha pasado de ser una potencia amiga a convertirse en un enemigo

    eligroso.

    Los ensayos contenidos en este libro fueron escritos primeramente

    como alocuciones o cartas, en ocasiones sincronizadas ms o menos

    conscientemente con momentos de sbita comprensin pblica de talescambios. Si como ensayos tienen ahora algn valor, no es porque ofrezcan

    algo nuevo en el terreno de las soluciones de los profundos problemas

    humanos, sino porque representan, con alguna amplitud, cierta progresin

    del pensamiento comn en cierto perodo de tiempo.

    PEARL S. BUCK.

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    I

    LA YESCA QUE PUEDE PRENDER EN LO

    FUTURO[1]

    EL arma de la propaganda racial que el Japn utiliza en Asia estempezando a dar pruebas de su eficacia. Esto es debido no a la formapeculiar en que se realiza, sino a que se ejerce sobre personas que hantenido desgraciadas experiencias en sus relaciones con ingleses y

    norteamericanos.Los japoneses afirman que los prejuicios de raza continan en pleno

    vigor entre la gente blanca. Los programas diarios de Radio Tokio lanzansu propaganda sobre Asia prosiguiendo su campaa tendente a arrojar delcontinente asitico al hombre blanco. Hacen hincapi sobre el empleo detropas de color por los blancos, sobre los malos tratos dados a losfilipinos por los militares norteamericanos y los que en igual sentidoreciben las tropas indias por parte de Los ingleses.

    Alemania ayuda al Japn en la tarea de fomentar el odio de raza enMalaya, la India y Filipinas, afirmando que los intereses de Asia la ligan alImperio del Sol Naciente y no a Inglaterra y los Estados Unidos. Lapropaganda japonesa sostiene una y otra vez en mil formas distintas: Lospueblos de color no pueden abrigar la menor esperanza de justicia eigualdad por parte de los pueblos blancos a causa del inalterable prejuiciode raza que stos sienten contra nosotros.

    Sera mucho mejor para nosotros si nos diramos cuenta del peligroque encierra la propaganda japonesa. La verdad es que el hombre blanco

    ha actuado a menudo en Oriente sin sentido comn ni espritu de justiciaen lo que concierne a su prjimo de color. Y es algo ms que insensatez,es peligroso hoy, no reconocer la verdad, pues en ello est la yesca quepuede encenderse maana.

    Quin puede ponerlo en duda cuando se ha visto a un polica blanco

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    pegar a un coolieen Shanghai, a un marinero blanco dar un puntapi a unapons en Kobe, a un capitn ingls azotar con su ltigo a un vendedor

    hind? Quin de nosotros, tras de haber presenciado semejantes escenas

    orientales u odo el acostumbrado hablar despectivo del hombre blanco enun pas de gente de color, puede olvidar el terrible y amargo odio que serefleja en el rostro del nativo y el brillo que aparece en sus oscuros ojos?Quin de nosotros puede ser tan estpido como para no ver el futuroescrito en esas expresiones?

    Una de las estupideces humanas ms peligrosas es la de la raza blancaque alimenta el prejuicio, sin base alguna, de que la ms ruin de lascriaturas blancas puede despreciar a un rey si la piel de ste es oscura.Qu fcilmente podra ser curada esta estupidez, sin embargo, si se

    limitara al ruin! Pero entre nosotros, aun aquellos que son inteligentes yhonrados se muestran a veces tan ciegos como el ruin.

    El efecto causado por la propaganda japonesa no puede ser soslayadoen modo alguno. Permanece vivo en el espritu y en la memoria demuchos que en este momento son leales aliados de la Gran Bretaa y delos Estados Unidos; se mantiene vivo en el espritu y la memoria de lospases de color de Asia, y tambin en los de muchos ciudadanos de colorde los Estados Unidos, que no pueden negar los cargos hechos por el

    Japn, y que, a pesar de ello, permanecen leales.Porque tales mentes saben que, aunque el nazismo no pueda darles otracosa que la muerte, los Estados Unidos y la Gran Bretaa les han dadodemasiado poco en el pasado y ni siquiera les han hecho promesas para lofuturo. Nuestros aliados de color que se mantienen en guerra contra el Ejeno pueden llamarse a engao. Saben que cuando Hitler haya desaparecido,el nazismo sea aplastado y el Japn retorne a sus islas, esto no significarpara ellos el fin de la guerra. Los pueblos de color estn convencidos deque para ellos la guerra por su libertad continuar contra el mismo

    hombre blanco a cuyo lado luchan ahora.Aunque no sea por otra razn, al menos por sentido comn, los

    pueblos blancos deben percatarse tambin de esta verdad. La calda delnazismo no supondr el fin de la guerra para ellos. Y deben enfrentarsecon esta cuestin: se transformarn en enemigos sus aliados de color?

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    No hay duda de que pueden ser unos terribles enemigos. Si los pueblosde color no ponen toda la carne en el asador en la actual guerra contra elEje, y los pueblos blancos s, aqullos contarn al final con unas reservas

    inapreciables. Y pudiera suceder que no se produjera ningn intervaloentre esta guerra y la prxima, a menos que nosotros demos ahorapruebas de nuestra sinceridad.

    Debemos percatarnos de que un mundo basado sobre viejos principiosimperialistas, con el proceder propio de este sistema, es imposible en laactualidad. No puede existir. En consecuencia, hemos de hacer bien patentenuestra rotunda determinacin de establecer una verdadera democraciapara todos los pueblos, a base de una mutua responsabilidad exigida atodos para cumplir las condiciones de aqulla.

    No podemos posponer nuestra decisin sobre la democracia y decir:Ganemos primero la guerra. En realidad, ni siquiera podemos ganaresta guerra sin convencer previamente a nuestros aliados de color queson la mayora de nuestros aliados de que no luchamos para mantenernuestra superioridad sobre ellos.

    La enorme paciencia de la gente de color est tocando a su fin. Entodos ellos existe la misma resuelta determinacin en pro de la libertad eigualdad que en los norteamericanos blancos y en los ingleses. Pero en

    ellos se trata de una resolucin rebosante de amargura, pues tal resolucinsupone el ser gobernado por el hombre blanco y explotado por la razablanca, llena de prejuicios. Sin embargo, nada har debilitar este deseo.

    Naturalmente, si obrsemos con cordura, nos sera dable utilizar lafuerza concentrada en ese deseo. Nada mejor, para que nuestros aliados decolor pusieran a contribucin en la lucha todo su esfuerzo, que laconviccin de que lo que afirman los dirigentes blancos a propsito de lademocracia significa lo que dicen y no otra cosa.

    En el mundo existen muy pocas cosas simples, pero, en este preciso

    momento, la ms simple es, para el que est familiarizado con el modo depensar de las masas de los pueblos de Asia, la de que nuestros aliados sehallen dispuestos a luchar con todas sus fuerzas por la verdaderademocracia. Mas si estas masas no son convencidas con pruebasinequvocas de la sincera determinacin democrtica de ingleses y

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    norteamericanos, si temen que algn da se vean constreidos a luchar pors mismos, entonces muchos hombres y mujeres prudentes expondrnabiertamente lo que piensan y hasta ahora slo se dice en secreto: No

    sera mejor para nosotros llegar a un acuerdo, no con Hitler, que despusde todo es un hombre blanco del tipo ms arrogante, sino con el Japn,utilizando los recursos militares y modernos de este pas para libramosdel podero blanco?.

    No es necesario mucho sentido comn por parte de los pueblos decolor para que comprendan que si el Japn adquiere ante ellos la posicinde conquistador, sera mucho ms fcil librarse de un nico dominadorque de varios. Para nuestros aliados asiticos no puede ser muy alentadory reconfortante el prrafo final del primer discurso pronunciado por

    Churchill en Washington: Los pueblos britnicos y norteamericanosdeben, por su propia seguridad y para el bien de todos, marchar juntosuno al lado de otro con todo su poder, su espritu de justicia y sus deseosde paz. Que Inglaterra y los Estados Unidos marchen juntos con todo supoder slo puede significar para los pueblos de color un formidableimperialismo blanco, ms peligroso para ellos que nada, incluida laamenaza de un Japn victor ioso.

    Los que abogan por la unin de Amrica con las porciones del

    Imperio britnico de habla inglesa, con los pueblos que se prestengustosos a la unin, nos conduciran en lnea recta a la ms grave de lasguerras que pueda imaginarse. Qu puede pensar China, la ms vieja ypragmtica de las democracias, de una unin de los pueblos blancos dehabla inglesa, que la excluye a ella desde el primer momento? De lamisma manera podramos presentar al Japn, con sus barcos de guerra ysus bombas, abogando por una unin que niegue la democracia de igualforma que nosotros tratamos de afirmarla. Slo las personas dominadaspor la idea exclusiva de Atlntico no pueden dejar de comprender que con

    una unin tan limitada no haramos ms que espaciar la simiente de lafutura guerra. Y en el actual momento es necesario no ser tan sloatlnticos.

    Los Estados Unidos e Inglaterra se encuentran en el momento crticode la presente contienda. Nuestros aliados, la India, China, Filipinas y

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    Malaya, esperan, nos lo digan pblicamente o no, a que aclaremos nuestraposicin de pueblos blancos hacia ellos. La democracia, la justicia basadaen la igualdad humana sern para todos, o bien sus bendiciones se

    extendern nicamente sobre el pueblo blanco?La respuesta debe ser dada con toda claridad y sin tardanza. Eludir lacuestin, aplazar la respuesta, supone una negativa. Y a los Estados Unidosincumbe llevar la voz cantante.

    Porque nosotros no debemos dejarnos arrastrar por las mentalidadesinglesas, aunque sintamos admiracin por ellas, ni por sus jefes, aunquesean fuertes. Debemos pensar y actuar por nuestra propia iniciativa. Sinuestros aliados no tienen una seguridad, Norteamrica puede encontrarseaislada en el Pacfico cuando necesita aliados en l a toda costa.

    Es completamente natural que Inglaterra piense ante todo en Hitler, quees como si el lobo llamase a su puerta. No se debe esperar que los inglesestomen muy en serio la amenaza del Japn. Cmo van a obrar de otromodo si los mismos norteamericanos no tomaron jams en serio al Japny ahora mismo no toman en serio a ningn pueblo asitico? Pearl Harboury Manila constituyen un terrible testimonio de nuestra ignorancia, ytendremos otros testimonios no menos espantosos antes de que finalice lapresente guerra.

    Si Inglaterra no acierta a comprender del todo el peligro que se ciernesobre nosotros en el Pacfico, no por eso debemos permanecerdesprevenidos. Hagamos frente a la situacin, nosotros, losnorteamericanos, tanto en Oriente como en Europa; hagamos frente a ella,s, pero no como el gobernador de un gran pueblo sojuzgado por el podermilitar. Nos enfrentamos con una Asia en la que no contamos con unpoder largamente establecido. No debemos aceptar, por peligrosa,cualquier opinin sobre el Pacfico que no sea la nuestra. Por nuestropropio bien, hemos de sembrar en nuestros aliados de Oriente la

    confianza en nuestros propsitos democrticos.Pero pueden los Estados Unidos cumplir tales propsitos? Esto es lo

    que el lejano Oriente se pregunta tambin, mientras el Japn se apresura aafirmar que no podemos.

    ste declara que tanto en Filipinas, como en China, India y Malaya, e

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    incluso en Rusia, no existen fundamentos que permitan esperar a lospueblos de color la menor justicia por parte de la gente que gobierna enlos Estados Unidos, es decir, el pueblo blanco. Los japoneses aportan

    como prueba especfica de sus afirmaciones el trato que damos a nuestragente de color, ciudadanos de los Estados Unidos desde generaciones.Cada linchamiento que se produce en nuestra patria, cada tumulto de ordenracial, es motivo de verdadera alegra para el Japn. Las discriminacionesen el ejrcito de tierra, en las fuerzas areas y en la armada contra lossoldados y marineros de color, la exclusin de los obreros de color denuestras industrias de guerra y sindicatos, todas nuestras discriminacionessociales son la mayor ayuda que podemos prestar en la actualidad alJapn, nuestro enemigo en Asia. Mirad a Norteamrica! dice el Japn

    a millones de atentos odos. Os concedern la igualdad los blancosnorteamericanos?.

    Quin puede contestar con una rotunda afirmacin? La persistenteresistencia de los norteamericanos a ver una relacin entre losnorteamericanos de color y el extranjero de color, la continuada y pormuchos motivos terrible ignorancia de esa relacin, produce angustia enaquellos leales y ansiosos norteamericanos que conocen bien laspeligrosas posibilidades que se encierran en esa ignorancia.

    Los pueblos de Asia esperan todava hoy, an siguen expectantes, peroal mismo tiempo tienen un odo a lo que el Japn les dice, pues saben queen sus palabras hay bastante verdad. Por una vez, la propaganda japonesaes algo ms que propaganda, y ellos lo saben. Se puede uno rer de lasmentiras, pero la verdad no admite bromas. Quin puede acusar anuestros aliados de que sientan ciertas reservas hacia nosotros, de queduden de nuestras intenciones democrticas en lo que a ellos se refiere?

    Nuestra ignorancia de sus sentimientos es por dems peligrosa, comoes peligrosa la ignorancia de Inglaterra, y lo fue la de Francia, que la

    condujo a la destruccin. Pero la nuestra toma la forma de un peligropeculiar, puesto que la dcima parte de nuestra nacin est compuesta porgente de color. La relacin de Norteamrica con la gente de color y lademocracia no tiene nada que ver con frica o la India, radica al lado deac de nuestras puertas, dentro de nuestros hogares. Y no obrar

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    noblemente con esa gente es no obrar bien con la nacin.Pero aun suponiendo que los norteamericanos se den cuenta del

    peligro, de la responsabilidad y de nuestra peculiar posicin ante el

    problema, estamos capacitados para convertirnos en guas de lademocracia? Qu es esa divisin entre nuestra creencia en la democraciapara todos y nuestra prctica de la democracia slo para algunos?

    No se trata de hipocresa. Los norteamericanos no somos hipcritas,excepto en las cosas de poca monta. Preguntad a un sencillonorteamericano si cree honestamente en la igualdad, en la justicia y en laconcesin de derechos democrticos a todos. Pero pedidle a continuacinque os diga algo sobre el hombre de color, y entonces no daris crdito avuestros odos. Dirase que no era el mismo hombre el que contestaba. No,

    el hombre de color, a lo que parece, no puede recibir idntico trato que elblanco. Por qu?, preguntaris. El norteamericano blanco se rasca lacabeza y responde: Qu s yo! Las cosas son as. Ni que decir tiene queestas palabras producen un gran regocijo a nuestro actual enemigo elJapn.

    Qu es lo que sucede con ese norteamericano? La respuesta es obvia.Padece lo que en psicologa se denomina un desdoblamiento de lapersonalidad. Su interior est formado por dos norteamericanos distintos.

    Uno de ellos es benvolo, amante de la libertad y justo. El otro puede o noser benvolo, pero ciertamente no es demcrata en su postura racial, y enesta cuestin arroja por la borda la justicia y la igualdad humana tan porcompleto como lo hara un fascista.

    Quin puede reconciliar estas dos personalidades en un solo ser aptopara servir de gua a la democracia en el mundo de hoy? Si esas dospersonalidades se dieran en individuos distintos, el caso se resolverafcilmente. Elegiramos al que nos interesa. Podramos incluso tener unanueva guerra civil. Pero la razn por que nuestra primera guerra civil no

    ha dado nunca realmente al hombre de color la libertad ni le ha concedidolos beneficios de la democracia, sigue siendo todava la razn de por quno se los otorgamos hoy. La doble personalidad que es Norteamrica nose da en individuos distintos, sino en la mayora de los seres que formannuestra nacin. Es decir, que estamos divididos en nuestro interior.

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    Esta divisin de la personalidad resulta terriblemente seria enmomentos como los actuales, cuando millones de seres humanos esperande nosotros que los conduzcamos hacia la democracia. Si no podemos

    unirnos en nuestro interior y hacerlo, entonces el gua vendr de otraparte. Puede suplirnos el Japn, o Rusia. Precisamente Rusia se sienteorgullosa de su libertad en lo que respecta a los prejuicios de raza.

    Ahora bien los norteamericanos han de estar seguros de una cosa. Amenos que nos declaremos inmediatamente capacitados para realizar lademocracia total, completa, perderemos nuestra oportunidad de hacer delmundo lo que deseamos que sea, e incluso perderemos nuestro lugar en elmundo, sean cuales sean las victorias que obtengamos. La mayora de lagente que habita el mundo de hoy es de color, y esto no debe olvidarse.

    Cmo podemos integrarnos cada uno de nosotros en beneficio de lademocracia? El primer paso hacia la unificacin de una doblepersonalidad estriba en darse cuenta de la existencia de esa doblepersonalidad. El segundo, en arrojar a un lado la parte indeseable.Debemos apresurarnos a comprender que nuestra divisin interior tiene lams profunda relacin con los acontecimientos exteriores, con lossucesos de esta guerra y con los del mundo que est dibujando una eratotalmente nueva. Que sta era sea una edad de oro de la democracia

    depende por entero de lo que nosotros elijamos ahora como democracia.Sabemos esto mucho mejor que prisa nos damos en cumplirlo. Se hade decir a voz en grito que los pueblos blancos son los que tienen losprejuicios de raza ms arraigados. Esto es en s mismo un signo dedebilidad y temor, y hacemos muy bien en sentir miedo si nos empeamosen persistir en nuestros prejuicios.

    Continuando como hasta ahora, lucharemos en el lado equivocado delfrente de batalla. Estaremos al lado de Hitler. Porque el hombre blanco nopuede gobernar ms tiempo el mundo a menos que lo haga con una fuerza

    militar de tipo totalitario. Pero la democracia no puede gobernar as. Lademocracia prevalecer en este solemne momento de la Historianicamente si se purga de todo aquello que es una negacin de lademocracia, si se atreve a actuar de acuerdo con su credo.

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    II

    PARA QU LUCHAMOS EN ORIENTE[2]

    ?

    He podido darme cuenta de que existe escasa divergencia en lacontestacin que los norteamericanos dan a la siguiente pregunta: Paraqu luchamos en Oriente?.

    Entonces vamos a decir que, como Inglaterra, estamos luchando por lasupervivencia nacional, sabiendo que, si el Eje vence, nuestra vida, talcomo la conocemos y nos gusta vivirla, tendr que sufrir variaciones. Porlo tanto, luchamos para mantener y defender nuestro sistema de vida.Luchamos para conservar libres los caminos del mar y para evitar eldominio de los mismos por el Eje, a fin de que las materias primas vengande Oriente y pueda continuarse el comercio con esa parte del mundo.Luchamos para defender lo que poseemos en Oriente, nuestra poltica ynuestras posiciones econmicas.

    Mas no luchamos slo por nosotros. Lo hacemos tambin por nuestrosaliados en Oriente, Gran Bretaa, China y Holanda, en el mismo sentido

    que ellos lo hacen por nosotros. Asimismo tenemos contrada una deudacon Filipinas, que ser pagada con la independencia, tal como les hemosprometido.

    Por otra parte, creemos con toda sinceridad que ser mejor paraOriente que ganen la guerra las naciones aliadas que no las que forman elEje. Sean cuales fueran las faltas cometidas por las naciones aliadas enOriente, lo ya ocurrido ser siempre mucho mejor que lo que sucederacaso de ser el Eje quien gobernara en lo futuro.

    A pesar de que los Estados Unidos no han intervenido mucho enOriente, hemos mantenido all una poltica muy eficaz, singularmente enChina, y esa influencia se ha ejercido siempre en una China protegidahasta cierto punto por su autodesarrollo en el mundo moderno. Pero noslo los Estados Unidos, sino tambin la Gran Bretaa, han seguido unapoltica muy clara en comparacin con la del Japn. El enojo que produjo

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    a China el cierre por Inglaterra, durante tres meses, de la ruta de Birmaniaen 1940, hizo que algunas veces se olvidase de que la Gran Bretaa habareconocido al Gobierno de la nueva China en 1926, y que en aos

    posteriores devolvi a China alguna de aquellas concesiones y privilegiosespeciales que haba disfrutado bajo otros regmenes.Tambin se debe recordar, por lo que respecta a la India,

    prescindiendo de los errores del imperialismo, que bajo el poder deInglaterra se ha desarrollado all un fuerte y saludable movimientonacional dirigido por hombres como Gandhi y Nehru. Si en la Indiahubiese gobernado el Japn en vez de Inglaterra, esos hombres noviviran ahora. La prueba de lo que decimos la tenemos en Corea, dondemanda el Japn y donde no ha podido medrar ningn lder nacionalista.

    La verdadera grandeza de Inglaterra estriba en que, pese a ser el mspoderoso imperio de nuestros tiempos, ese imperialismo suyo haconsiderado la libertad como un principio digno de existir. Bajo elgobierno ingls la India se ha desarrollado hasta convertirse en unanacin que reclama ahora su independencia. Bajo el gobierno japons,hubiese sido un Estado sojuzgado.

    La derrota del Eje, por lo tanto, significar la derrota de una tiranaque, de triunfar, impedira el desarrollo de la independencia en todas

    partes. Al considerar la derrota del Eje como meta de la guerra, nohacemos ms que tomar parte en una guerra de independencia de unaescala desconocida hasta ahora. Nos gusta pensar que nuestra victoriasupondr la independencia del mundo.

    Esto parece muy claro a los norteamericanos. Yo deseo que se loparezca tan claro a todos los dems, tanto a los aliados de los EstadosUnidos como a los enemigos. Deseara, por ejemplo, si ello fuera posible,convencer a los pueblos de Alemania, Italia y el Japn de que si el Ejefuera derrotado no seran aniquilados ellos, sino que compartiran la

    independencia por la cual nosotros luchamos.No conozco muy a fondo al pueblo de Alemania y de Italia, pero

    conozco al pueblo japons, y estoy segura de que si los japoneses llegarana convencerse de que la derrota del Eje supondra la libertad para ellos, lacosa les producira un efecto profundo. En la actualidad creen que

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    perderan su independencia para siempre si la guerra fuera ganada por lasnaciones aliadas. Pero nos es imposible hacer comprender a nuestrosenemigos que nuestra victor ia supondra su libertad tanto como la nuestra.

    Es natural que piensen que si son derrotados, sern aplastadosirremisiblemente. Ellos, igual que nosotros, luchan por su existencia. Yparece que no hay modo de hacerles comprender que ambos pueblospodemos existir sobre la tierra. Tal como plantean las cosas no hay otrasolucin que ellos o nosotros.

    Pero quiz sea inevitable que los enemigos hagan conjeturas sobre loque suceder una vez acabada la guerra. Lo ms importante para nosotroses, sin duda, saber lo que nuestros aliados orientales piensan sobrenuestros fines de guerra. Qu piensan los hindes, esos trescientos

    noventa millones de seres de piel oscura? Qu piensan los cuatrocientoscincuenta millones de seres de piel amarilla que habitan en China? Esosmillones forman una cifra mayor que los naturales de nuestro pas. Todosellos son nuestros aliados. Estn tambin los millones de rusos, aliadosnuestros contra Hitler, aunque no contra el Japn, millones de seresmezclados que carecen de prejuicios raciales. Todos estos aliados de losEstados Unidos, se sienten satisfechos con los fines de guerranorteamericanos?

    Desde el punto de vista de supervivencia nacional, no hay duda de ques lo estn. China lucha por su supervivencia nacional, y lo mismo leocurre a Rusia. La India pide el derecho a la supervivencia nacional alexigir ser reconocida como nacin. Los filipinos saben que les ha sidoprometida la independencia, y luchan por la supervivencia de esa promesa.De modo que, en cuanto al anhelo de supervivir, estamos todos deacuerdo.

    Pero a nuestros aliados no les interesa luchar por la supervivencia denuestro plan de vida. Esto pertenece a nuestro inters particular en la

    guerra. A los rusos, a los chinos y a los hindes, nuestro nivel de vida lesresulta tan fabuloso como a un granjero el de un millonario. Nuestro nivelde vida no les ha beneficiado mucho anteriormente, y, en consecuencia, nose sienten inclinados a abrigar esperanzas sobre el mismo para lo futuro.

    No es verdad, a juzgar por pasadas experiencias, que, cuando alguien

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    es rico, todos los que estn a su alrededor prosperan. Lo que s parececierto es que cuando un rico aumenta su riqueza, el pobre se torna mspobre, tanto si se trata de naciones como de individuos. Por lo tanto, no

    debemos hablar con demasiada insistencia a nuestros aliados de los finesde guerra que se relacionan con el mantenimiento de nuestro nivel de vida.Ms vale que este argumento nos lo guardemos para nosotros, dando conello una prueba de prudencia. El nivel de vida de los campesinos denuestros tres grandes aliados, China, India y Rusia, es de por s tan bajoque lo ms cuerdo es guardar silencio.

    La libertad de los mares, en cambio, es un excelente fin de guerra. Elcomercio beneficia a todos. Hablemos, pues, de la libertad de los mares.Desgraciadamente, nuestro mejor cliente en Oriente era el Japn, pero

    ahora ya no lo es. China es un buen cliente slo en potencia, pues debido asu extensin, a que se bastaba a s misma y a su bajo nivel de vida, nuestrocomercio con ella nunca lleg a ser lo que esperbamos que fuera. Otrotanto se puede afirmar del comercio de los Estados Unidos con Rusia.

    A lo que parece, el comercio slo se desenvuelve bien entre lospueblos que disfrutan de un nivel de vida ms o menos semejante. Claroque Inglaterra ha extrado un gran provecho de la India. Creo que fueWinston Churchill quien afirm una vez que, de cada diez ingleses, dos de

    ellos dependan de la India.Pero en las ltimas centurias, nuestros aliados no se han beneficiadogran cosa de la libertad de los mares patrocinada por nosotros. Sinembargo, el tema en s es un buen fin de guerra, y nuestros aliados podrnobtener ms ventajas de esa libertad en lo futuro. Adems, la libertad delos mares es excelente para los que ya gozan de ella en la tierr a.

    En cuanto al mantenimiento de nuestras posiciones polticas yeconmicas en Oriente, desconfo de nuestros aliados. Nos ayudarnstos a conservar esas posiciones? No, creo que no. Aun descontando que

    triunfemos en la presente guerra, mucho me temo que tengamos queprepararnos para una futura, en la que ya no nos permitirn mantener talesposiciones.

    China no dir nada mientras se halle enzarzada en una guerra en la quecuenta con nuestro apoyo y ayuda, pero no debemos contar con ella para

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    que colabore en el mantenimiento de esas posiciones polticas yeconmicas cuando concluya la presente contienda. China nos da aentender con suficiente claridad que, si el Japn se ve forzado a renunciar

    a sus avanzadas y privilegios especiales en Oriente, todos los privilegios yposiciones especiales sern barridos hacia afuera. China desea su pas paraella sola, y otro tanto piensan las dems naciones.

    Sin duda disfrutamos de una esplndida cooperacin por parte de losfilipinos, pero ni por un momento os imaginis que hubiramos contadocon ella si no les hubisemos prometido la independencia a plazo fijo.Creo, por lo tanto, y en vista de las circunstancias, que haramos bien nohablando demasiado a nuestros aliados orientales de la conservacin denuestras posiciones econmicas y polticas. Esto podra perjudicar el

    esfuerzo de guerra.Se presenta como una finalidad de guerra el convencimiento general

    de que sera mejor para el mundo que nosotros permaneciramos enOriente que no que el Eje adquiera posiciones all. Como norteamericanaque soy creo en ello firmemente; pero, sin embargo, me doy cuenta coninquietud de que nuestros aliados orientales no se muestran tan conformescon este punto de vista como yo hubiera deseado. Cierto que China est deacuerdo con nosotros en todo; pero, no obstante, hasta ella guarda cierta

    reserva que por ahora no oculta. Afortunadamente para Norteamrica, hasido tan amarga la experiencia que China ha extrado de sus relacionescon el Japn, que nada le har variar de su decidida determinacin deexpulsar de su suelo a los japoneses.

    Si el Japn hubiera desarrollado cierta habilidad en sus planes paraestablecer el nuevo orden en Asia, si hubiera tratado bien al pueblo chinomientras le conquistaba, si los hubiera alimentado en vez de robarlos, silos hubiera ayudado en vez de conducirlos a la ruina, si hubiera sido msbenvolo con ellos que el hombre blanco, poda haberlos vencido

    fcilmente. Tal como estn las cosas, China ser nuestro incondicionalaliado mientras nosotros lo seamos de ella. En otras palabras, podemoscontar con China hasta que el Japn sea arrojado de su suelo. Pero yo nome atrevo a hacer profecas para despus que haya sucedido esto.

    Soy norteamericana por nacimiento y por mis sentimientos, pero un

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    accidente de transporte me condujo a China cuando tena tres meses,habiendo permanecido en ella hasta hace poco, y a causa de esto me pidena veces que hable desde el punto de vista chino. Es completamente casual

    el que yo conozca a China bastante mejor que a mi propio pas. Peroaunque es siempre un gran honor sentir y hablar como una china, hubierasido ms sencillo si slo fuera una norteamericana. Porque parainterpretar adecuadamente a China no se puede hablar con slo una voz.

    Conozco a un chino muy educado e influyente que dira que podemoscontar para nuestra causa con la lealtad de China hasta su ltima gota desangre. Esto es verdad por lo que respecta a la derrota del Japn. Peroaqu tenemos a otro chino. Me refiero a otro chino que yo conozco,igualmente educado e igualmente influyente, aunque en distinto sentido, el

    cual dira que China luchar por la causa aliada mientras esta causa seaverdaderamente democrtica y estemos dispuestos a conceder libertad eigualdad humana a todos los pueblos. Este chino afirmara tambin que supas lucha por la libertad ms bien que por la derrota de otro pas, y que,una vez terminada la guerra, tanto l como otros muchos chinos deseanque los pueblos del Japn y de Alemania sean libres tambin. A estoschinos no les basta con obtener una victoria militar sino que deseaninstaurar la libertad en el mundo como un principio humano.

    Si he de hablar en nombre de China, debo manifestar que ste es elverdadero deseo de los chinos. Estn resueltos a derrotar al militarismoapons, pero no odian al pueblo nipn. Me he sentido tan extraada como

    admirada cuando al hablar con varios chinos he podido comprobar que nosienten odio hacia el pueblo japons, no obstante la cruda guerra quesostienen contra el invasor. Su odio lo reservan para el hombre o lamentalidad capaz de invadir otro pueblo. Por eso los chinos lucharncontra el espritu militarista y agresor del mundo que es responsable de lainjusticia y del sufrimiento.

    Lo que s he encontrado siempre en los chinos es una verdadera pasinpor gozar de un mundo en el que reine la paz y exista una autnticacooperacin humana. Esto es para ellos una finalidad de guerra lo bastantepoderosa como para convertirlos en hombres sufridos, valientes y bravosen un grado que nosotros no hemos podido igualar. Han luchado sin el

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    menor odio contra el pueblo japons, a la vez que con intenso odio contralos militaristas japoneses que hacen la guerra. Su finalidad blica es, pues,acabar con tales hombres, arrojndolos primero del suelo chino y ms

    tarde del mundo.La libertad de su propio pas es, por lo tanto, la primera finalidad deguerra de China. Si esto coincide con nuestros fines de guerra de derrotaral Eje, perfectamente; China coincidir con nosotros mientras losdeseemos. Pero luego que se produzca la derrota del Eje, los chinoscontinuarn ambicionando la libertad de su pas, sin concesioneseconmicas, polticas o militares a favor de otras naciones. Los chinosestn luchando en la actualidad por su libertad, y en el pasado no fue slodel Japn de quien necesitaron librarse.

    Continuar luchando China despus que el Eje haya sido expulsado desu suelo? Yo creo que slo lo har si se convence plenamente de que esosfines de guerra son la derrota del principio fascista en el mundo. Si nologra llevar esta conviccin a su alma, si sospecha que hay motivos paradudar de nuestra creencia en la libertad para todos y en la igualdadhumana para todos esto es, en la verdadera democracia, China noproseguir la guerra. Har un comps de espera para consolidarse yconvertirse en una potencia militar apta para enfrentarse con su prximo

    enemigo.Si nuestros fines de guerra actuales no significan una derrota total ydefinitiva del Eje y de todo cuanto el Eje representa, si luchamos tan slopara seguir ocupando nuestro lugar en el mundo, para la conservacin denuestro statu quoen el planeta, para el mantenimiento de nuestro nivel devida, por nuestras posiciones, polticas y militares, por nuestras zonas deinfluencia, por nuestros mandatos, protectorados e imperios, entonces no,no esperis que China luche por todo esto. No lo har. Sera estpido quelo hiciera.

    Si queremos aliados en Oriente que luchen junto a nosotros hasta elfinal de la contienda, hasta la completa derrota de las ideas totalitarias,debemos definir previamente lo que nosotros entendemos por derrota delEje. Significa para nosotros derrota de los gobiernos de Alemania, Italiay Japn, o bien de las ideas que hay detrs de esos gobiernos? Queremos

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    decir que arrancaremos el poder de manos del Eje para empuarlonosotros, sin ninguna garanta de libertad e igualdad para todos lospueblos?

    Nuestros fines de guerra no resultan muy claros a nuestros aliados.Pueden tener confianza en nosotros tras de las experiencias de laHistor ia? En el pasado, los hombres blancos han gobernado en la India, enIndochina, en Malaya, en Indonesia, en las Filipinas y, en cierto modo, enla China. Qu garantas tienen de que no continuemos gobernndolos enlo futuro? En nuestros fines de guerra no hay estatuido nada que ofrezcagarantas de nuestro cambio de intenciones en relacin con lo futuro.

    No trato de decir, sin embargo, que los fines de guerra de todas lasnaciones aliadas en Oriente sean los mismos. Los nuestros son bastante

    simples, pero bastan para la victoria? Norteamrica no puede obtener lavictoria sin la ayuda de nuestros aliados de Oriente. Y los fines de guerrade Inglaterra en Oriente son ciertamente muy complejos, tan complejosque dudo que puedan ser expuestos con claridad. La Gran Bretaa es unademocracia que lucha por su imperio. No ha existido jams en la historiahumana nada ms complejo que esto. Yo ni siquiera s lo que es.

    Pero la complejidad en los fines de guerra puede resultar desastrosa enlos actuales momentos. Todos deberamos ser capaces de establecer de

    una manera concreta y precisa qu pretendemos de esta guerra. Entoncespodramos realmente luchar con todo el corazn y estar seguros de que lohacemos por el bien comn. Tal como estn las cosas hoy, nuestrosaliados de color, que son la mayora por muchos millones, sienten en loms profundo de su espritu una secreta turbacin.

    No lucharn por nosotros a menos que se convenzan de que lo hacenpor su libertad tanto como por la nuestra, por su supervivencia tanto comopor la nuestra. Porque si nosotros podemos sentirnos libres despus de laderrota del Eje, a ellos no les suceder lo mismo. Tienen un pasado que

    recordar y que vencer.La cuestin de los fines de guerra no es, como pudiera creerse, un

    asunto balad. Nos parece de una gran complejidad porque esta guerra esen s misma enormemente compleja. Ignorar la verdadera naturaleza de lamisma es correr el riesgo de la derrota.

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    Debemos estar preparados en todos los frentes. Ignorar uno, suprimiruno, simplificarlo con falsas simplificaciones, puede representar acabaren un desastre.

    Digo, pues, como una china dira, y al mismo tiempo comonorteamericana que soy, que ninguna finalidad de guerra proclamadahasta hoy es lo bastante grande y suprema para que todos puedan lucharbajo su bandera. Podemos unir, acaso, millones de seres humanos detodas las naciones y razas, Oriente y Occidente, para mantener el nivel devida norteamericano, para defender las posiciones polticas y econmicasdel hombre blanco en Oriente, para conservar expeditos los caminos delmar, de forma que las materias primas or ientales puedan llegar fcilmenteal hombre blanco? No!

    Necesitamos una finalidad de guerra ms grande, un grito de guerrams poderoso para derrotar al Eje.

    Es el hombre blanco lo suficientemente fuerte para lanzar ese gr ito deguerra que unira a todos y les permitira ganar la guerra?

    El gr ito es: libertad para todos, libertad e igualdad humanas. Haramosbien en proclamarlo mientras sea tiempo, mientras seamos un pueblolibre.

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    III

    LIBERTAD PARA TODOS[3]

    En medio de la confusin que envuelve al mundo, empieza a percibirseahora cierta claridad. La causa de por qu la guerra actual resulta tandifcil de enfocar para nuestros espritus, se debe tal vez a que lasfronteras a que estamos acostumbrados han desaparecido. Se trata de unaguerra mucho ms complicada que las antiguas, aquellas guerras en que elhecho de que uno fuera francs, ingls o alemn, nos deca en el acto enqu lugar del frente se encontraba y lo que era.

    En la actualidad, proclamarse uno a s mismo ciudadano dedeterminada nacin no significa nada, pues dentro de cada nacin puedeencontrarse el enemigo. La presente guerra mundial es al mismo tiempouna docena de guerras civiles, una guerra de razas y una guerrainternacional de proporciones desconocidas hasta la fecha.

    Cmo pueden, por lo tanto, encontrarse los aliados unos a otros? Elmejor amigo, el hermano, es amigo o enemigo? El enemigo de un

    hombre puede habitar dentro de su propia casa.Yo creo que existe un santo y sea para reconocerse, y que este santo y

    sea es: libertad para todos. Si un hombre cree en estas palabras y luchapor conseguir la libertad de todos, ste es un aliado nuestro, cualesquieraque sean su nacin y su raza. S, por el contrario, lucha por lograr lalibertad de un grupo, sea este grupo nacional, racial o poltico, entonces esun enemigo.

    Hay que tener presente este santo y sea hoy que las grandes potenciasempiezan a preparar sus posiciones con vistas a un maana que ningunode nosotros podemos predecir. Lo nico que estamos en condiciones desaber es que si la democracia gana la guerra, las cosas no sern comohasta hoy. Nunca ms dominar una raza en el sentido que domin en lopasado. Sin embargo, aunque las ms grandes tiranas que ha conocido elmundo han sido implantadas por la raza blanca, el corazn de la

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    democracia, por extraa contradiccin, tambin se ha alojado en esa raza.Citaremos lo que un coreano dijo hace unos das en Chungking:

    Chungking, 4 de marzo. (CNS) Esta semana, durante un actocelebrado por los Coreanos Libres en Chungking, cierto oradorhizo resaltar una importante diferencia que se observa entre elgobierno colonial britnico de la India y la despiadada actuacinde los japoneses en Corea. El orador, un distinguido funcionariodel gobierno, hizo las siguientes consideraciones:

    Cuando el triunfo del movimiento libertador de la India sea unhecho, nada podr hacer que se olvide lo mucho que esemovimiento debe a la direccin de Gandhi, as como que dichaactuacin no hubiera podido producirse de no gobernar en la Indialos ingleses. En la presente edad del nacionalismo, ni Corea niFormosa ni Indochina hubieran podido tener sus Gandhi. Iba atolerar el Japn la presencia de tales caudillos en Corea y enFormosa? Podan permitir los franceses la actuacin de unagitador revolucionario en Indochina? Esos caudillos hubieransido deportados o muertos. Inglaterra, por el contrario, hapermitido que el movimiento gandhista fuera creciendo

    paulatinamente durante varios aos, autorizando al jefe indio paraque desarrollase sus organizaciones a la luz del da y facilitndolela propaganda necesaria. Cuando Gandhi estaba en la crcel, losestudiantes y obreros de Londres organizaban actos en demanda desu libertad. Cuando Gandhi ayunaba, toda Inglaterra se mostrabainteresada por su vida.

    La notoriedad de Gandhi se debe no slo a su propia grandeza,sino tambin a la poltica relativamente poco opresora de lasautor idades inglesas. Si hemos de ser justos, reconoceremos que lapresencia de Gandhi en la India representa no slo el honor de laIndia, sino que tambin refleja el espritu esencialmentedemocrtico del pueblo ingls.

    Dnde se encontrar en lo futuro el corazn de la democracia? Si no

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    se halla en un pueblo se hallar en otro. Se encontrar, por ventura, en laIndia? Es que la sabidura que encierran las viejas filosofas de la Indiaharn que los hindes sean ms sabios que lo han sido los hombres

    blancos, ms hbiles para darse cuenta de los valores prcticos queencierra la poltica de libertad para todos? Lo ignoramos. De momento nopodemos hacer otra cosa que observar y esperar.

    En cuanto a China, cuyo pueblo ha gozado quizs en mayor grado queningn otro de la ms amplia comprensin de los sentimientos comunes atodos los humanos, podr su sentido comn, viejo de siglos, ayudarle arecordarnos nuestra comn humanidad cuando iguale en poder a lasgrandes naciones? O bien har como otras potencias han hecho antes queella, es decir, sentir ms avidez de poder cuanto ms poderosa sea?

    Nada podemos afirmar en un sentido u otro. Nadie de nosotros est encondiciones de decir, al comprobar que las antiguas diferencias entrepueblos pugnan por hallar un nuevo equilibrio, si este equilibrio acentuarlas diferencias existentes o bien las reducir; si producir una mayorconfusin, o bien si, cuando esos nuevos grandes pueblos ocupen en elmundo su nuevo lugar, existir ms armona entre los seres humanos.Todo lo que podemos asegurar es que la libertad debe ser establecidacomo un principio comn a todos, o bien que todo se perder para todos.

    Porque nuestra democracia ha sido malograda por el imperialismo,aunque la remediaran en parte esfuerzos espordicos e individualestendentes a la libertad. La Revolucin Norteamericana fue uno de losmayores esfuerzos en tal sentido, pero, a despecho de la victoria, nohemos sido capaces de mantener la libertad para todos como ensea lademocracia. Hemos negado la democracia en el trato dado a losciudadanos de color en nuestro propio pas.

    La Revolucin Francesa represent otro gran esfuerzo en pro de lalibertad, pero Francia se olvid de la consigna a causa de su avidez

    nacional y de su imperialismo colonizador.China ha visto interrumpida su revolucin por la guerra. Cierto que se

    ha llevado a cabo una gran labor, pero incluso en China se olvidara laconsigna, ahogada por distintos partidos polticos.

    La gran revolucin de la India se halla apenas en sus comienzos.

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    Recordar la consigna de libertad para todos?Y Rusia, se dar cuenta de que no habr libertad en el mundo hasta el

    momento en que la libertad sea para todos? Dejar de luchar por la

    libertad cuando el enemigo sea arrojado ms all de sus fronteras? Quinpuede medir el espritu de un pueblo?Pero los que dirigen la presente guerra por la libertad deben poseer la

    ms alta idea de lo que la libertad significa. De lo contrario, aunquevenzan con las armas, perdern la guerra. Ms pronto o ms tarde volvera estallar otra guerra, como siempre ha sucedido en el pasado, a menosque el principio de la libertad para todos sea reconocido como inalienablede la vida humana, hacindolo tan esencial como el pan, el aire y el agua.

    Si este principio significa algo provisional que se utiliza porque

    conviene as, pero que no se piensa llevar a la prctica; si tan slo es unafrase, entonces no es nada, y nicamente luchamos en esta guerra paramantener la vieja y enfermiza imperfeccin de unos pocos pueblos quedominan a los dems, que permanecen insatisfechos, respirando rebelda,y piensan ya en otra guerra antes que se haya secado la tinta que ha servidopara firmar el tratado de una paz ficticia.

    El principio de la libertad para todos es un principio moral y comotodos los principios morales, lo ms prctico del mundo. Si algo hemos

    aprendido en esta vida, es lo que sigue: sin la suficiente capacidad parapracticar ntegramente la moral como principio, ninguna nacin puedemantenerse en pie. Si el principio de la libertad para todos hubiera sidomantenido desde la ltima guerra, si todas las cuestiones hubieran sidomedidas por dicho principio y todos los problemas ajustados a dichoprincipio, no hubiese estallado la guerra actual.

    Pero si terminada la presente contienda alguien contina sin someterlos problemas a dicho principio, la paz ser precaria. Cundoaprenderemos que la avidez, la venganza y el poder injusto ejercido sobre

    los seres humanos son las cosas ms costosas e impracticables delmundo? En el pasado nos ha costado billones de dlares y millones devidas humanas, y nos volvern a costar lo mismo en lo futuro si seguimostolerando un mundo cimentado sobre la avidez, la venganza y el poderinjusto.

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    Libertad para todos; tal ha de ser el significado de esta guerra; si no,no tiene ninguno. En dnde est el frente? El frente se halla dondehombres y mujeres amantes de la libertad luchan contra los que slo lo

    hacen por s mismos, por su propia raza, por su propio engrandecimiento,por su propio podero, a expensas de los otros seres humanos.Pero yo abrigo grandes esperanzas para lo futuro. Se avecinan

    esplndidas jornadas. Pronto se llegar a comprender lo que significa latirana, para a rengln seguido deducir lo que la democracia debe ser. Lademocracia es la completa libertad; libertad poltica combinada con lalibertad de la igualdad humana. As la India, en cuanto sea librepolticamente, abolir las grandes desigualdades humanas que existenentre sus gentes y establecer la libertad para todos, si es que desea ocupar

    un lugar adecuado en el mundo nuevo. Nosotros, los norteamericanos,hacemos exactamente lo mismo que la India. Nuestro pueblo goza delibertad poltica, pero no de equidad humana. Nuestra guerra civil abolila esclavitud, pero no nos dio la libertad humana. El pueblo de China gozade libertad humana, pero no de libertad poltica.

    Todos pertenecemos a democracias parciales, no podemos estarseguros de la victoria hasta que no logremos que lo sean completas: Quenorme lucha! La ms noble que la mente humana ha concebido es la que

    se sostiene para que el pueblo sea libre! Y si las personas han de ser librescomo seres humanos, entonces deben ser todas iguales.Hoy, al celebrar la nueva expresin de una vieja amistad entre los dos

    grandes pueblos de India y China, se renuevan mis esperanzas de victoriapara lo futuro. Tres quintas partes de los seres humanos que pueblan almundo, o sea la mayora, habitan en India y China. Si se unen a las otrasdemocracias para lograr una cooperacin con fines humanos en vez depensar en aumentar su poder y en sojuzgar a otros, si todos nos unimospara convertir la libertad para todos en el principio bsico del gobierno

    humano, la democracia no ser derrotada. Al contrar io, vencer.

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    IV

    LAS MUJERES Y LA VICTORIA[4]

    La guerra representa una gran fuerza divisoria entre los hombres y lasmujeres. Esto viene ocurriendo desde los tiempos en que las mujeres sequedaban a hilar en sus hogares mientras los caballeros partan para lasCruzadas. Porque hoy las mujeres sigan hilando en las fbricas y actuandoen la defensa pasiva de las ciudades, no deja de existir esa separacin nitampoco ha desaparecido el hilar de antao. Aunque en esta guerra lasmujeres tienen mucho que hacer, ese trabajo implica asimismo laseparacin y sita a los hombres y a las mujeres en dos grupos distintos.Es inevitable, y mientras en el mundo haya guerras, siempre ocurrir delmismo modo.

    Pero, en la presente contienda, la separacin es tal vez mspronunciada que nunca lo ha sido, y en los Estados Unidos ms que enninguna otra nacin. Expongamos prcticamente el asunto.

    Todos sabemos cul es nuestro lugar en la presente guerra; se harn

    todos los sacrificios que deban hacerse y se harn gustosamente. Perovamos a hablar particularmente del sacrificio de la mujer norteamericana.

    Los hombres norteamericanos estn siendo enviados y seguirn siendoenviados como fuerzas expedicionarias a distintos lugares del mundo. Esmuy probable que perdamos en esta guerra, aun contando con quetriunfemos, muchos ms hombres que hemos perdido en ninguna otra.Pero estamos perfectamente preparados para hacer frente a esta fatalidad.

    Ahora vamos a enfocar otro aspecto de la cuestin. En proporcin alnmero de hombres que perderemos, ser escassimo el de las mujeresque corran la misma suerte, sobre todo, si nos comparamos con los demspases, excepcin hecha del Canad. Inglaterra, Australia, China y la Indiahan sido y sern intensamente bombardeadas, y en esos bombardeosmueren conjuntamente hombres, mujeres y nios. No es probable quenosotros seamos bombardeados, y si lo somos, no en la medida de esas

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    naciones. Nuestra poblacin civil no sufrir como las dems han sufrido osufrirn, siendo el resultado inevitable de ello que al final nosotrosdispondremos de mayor nmero de mujeres que de hombres en una

    proporcin como jams se ha dado en nuestro pas y quizs en puebloalguno.Que las mujeres nor teamericanas se enfrenten decididamente al futuro.

    El mayor sacrificio que se les pide no es el que realizan ahora, cuandoenvan a sus hombres a la guerra, porque tal es su deber, el mayorsacrificio para ellas no es el de hoy, que abandonan sus hogares paratrabajar en las fbricas y en la defensa pasiva. El verdadero sacrificio paraellas en relacin con esta guerra ser el que cumplirn maana, cuandomiles de mujeres, completamente solas, tengan que enfrentarse con la vida

    porque los hombres con quienes se hubieran casado estn muertos.Durante una generacin existirn muchas mujeres que habrn de hacer

    frente a la vida en la ms completa soledad y con una falta absoluta dehogar, entendindose que el hogar est formado por un hombre y unamujer. No hablo de las viudas de guerra. Hablo de las muchachas queahora se encuentran en los colegios y en las instituciones de enseanzamedia, de esas que todava no estn desarrolladas del todo o en parte parael matrimonio y que jams tendrn la oportunidad de casarse.

    Probablemente habr muchos empleos para ellas, pues al acabarse laguerra ser enorme el trabajo. Dispondrn de comida y de bonitosvestidos que ponerse.

    Pero vivirn solas.Las mujeres inglesas conocieron algo de esta soledad al terminarse la

    pasada contienda. Mas esta vez no habr tantos problemas para ellas. Losbombardeos han causado muchas vctimas femeninas y causarn muchasms antes de que se restablezca la paz. Cuando esto se produzca, ser lamujer norteamericana a quien le llegue el turno de la soledad.

    No preguntis por qu hablo ahora de esto. Lo hago porque creo quela gente tiene que estar preparada para la vida. Las mayores oportunidadesse pierden porque la gente no est preparada para darse cuenta de queexisten y, en consecuencia, las dejan pasar de largo.

    A m me parece, por ejemplo, que la oportunidad ms trgica que los

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    Estados Unidos perdieron fue cuando, al terminarse la pasada guerra,tuvimos la oportunidad de entrar en la Liga de las Naciones representandoun papel preponderante en el mundo. Nuestros dirigentes estaban

    preparados para ello. El Presidente Wilson vio en toda su magnitud lagrandeza de la ocasin. Pero nuestro pueblo no estaba preparado. No sehaba percatado de lo que podra suceder al final de la lucha. Estabaabsorbido intensamente por la guerra en s misma, no preocupndose deotra cosa que de ganarla.

    Y no la ganaron. La perdieron, pues de nuevo estamos en guerra hoy,una guerra ms desesperada que la otra y que se ha producido por haberperdido la anterior.

    Por qu perdimos? Perdimos porque nuestra gente no pens en la paz

    hasta el instante mismo en que termin la contienda, y entonces volvimosa las antiguas costumbres. Lo que ellos no saban es lo que nosotrosdebemos saber ahora; es decir, que despus de una guerra no debevolverse jams a las viejas costumbres. Esto es as porque la gente quevive despus de la guerra no es la misma que viva antes. Muchos hanmuerto y los dems estn cansados.

    Si podemos extraer alguna enseanza de la pasada guerra, yciertamente nos debe haber enseado mucho, pensemos que tal enseanza

    consiste en que no debemos esperar despus de una guerra un mundoidntico al anterior y que debemos estar preparados para ese nuevomundo, el cual no tardar en hacer acto de presencia.

    La paz se presenta siempre de sbito, pero nunca estamos preparadospara recibirla, lo mismo que nunca estamos preparados para recibir a laguerra. Pero, no obstante, resulta ms fcil prepararse para la guerra. Lascosas que necesitamos para ella son en extremo concretas: caones,barcos y aeroplanos, junto con la preparacin de hombres en un nico ysimple sentido: el de que sean buenos soldados. Incluso la victoria

    guerrera es una cosa concreta, una cesacin de la lucha tanto para elvencedor como para el vencido.

    Pero la victoria en la paz es algo mucho ms difcil. No es una cosasencilla, no es una cosa concreta, no necesita armas materiales, y enseara la gente a pensar claramente y a sentir con rectitud, es mucho ms difcil

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    que ensearla a realizar los movimientos militares y a hacer puntera.Por todo lo expuesto, debemos llegar a la conclusin de que no nos

    ser fcil obtener la victoria en la paz. Las mujeres, en especial, no deben

    confiarse. Cuando la guerra concluya, habr muchas ms mujeres quehombres. La victoria, pues, depender ms de las mujeres que de loshombres.

    Pero he de hacer constar que no slo depender de las mujeres porqueson mayora en el mundo, sino tambin a causa de los peculiaresproblemas que se plantearn a las mujeres como resultado de la guerra,problemas que el hombre no compartir debido a la gran separacin dehombres y mujeres que la guerra trae consigo. Y si hablo de estas cosasahora, lo hago porque las que somos madres hemos de empezar

    inmediatamente a preparar la vida de nuestras hijas para despus de laguerra, as como las que son maestras deben empezar a preparar a susvenes alumnas.

    He aqu lo que debemos decir al prepararlas para la vida: la guerrahar imposible que muchas jvenes puedan casarse y llevar la vidahogarea que tenemos admitida como normal. Despus de la guerra,muchas mujeres debern vivir sin hogar, sin marido, sin hijos. ste es elhecho con el que deben enfrentarse las jvenes.

    Tienen que comprender que existen dos maneras de enfrentarse con elproblema. Si slo miran para s, si son egostas y prescinden de su deberpara con los tiempos que les ha tocado vivir o para con su patria, y,adems, ciegas ante las oportunidades humanitarias que se les ofrecen, sislo desean coger lo que puedan para ellas, si no pasan de ah, la vida deesas mujeres se reducir a una lucha indigna para obtener marido. Ello nosignificar ms que unas cuantas mujeres disputndose a un hombre. Yaconocis aquel extrao pasaje de la Biblia, un pasaje que hiri miimaginacin cuando siendo nia lo escuch en casa de un sacerdote: En

    tal da, dijo el viejo profeta, siete mujeres se precipitarn a la vez paraapoderarse de un hombre. En la actualidad lo entiendo mejor. Significaque despus de una guerra, las mujeres si se dejan llevar slo de susinstintos, se procurarn a cualquier precio su normal relacin con loshombres. Estos instintos son por completo normales y tienen sus

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    derechos, pero yerran si no estn gobernados por la razn.Cul ser el resultado de esta competicin para lograr un hombre y

    un casamiento el da en que las mujeres sean mucho ms numerosas que

    los hombres? Representar una prdida de toda cualidad personal y delvalor de las mujeres como individuos.Vosotras, lo mismo que yo, habis visto, y deplorado al verlo , que esto

    sucede ya en pequea escala en nuestra sociedad actual. Es una cosa ciertaque ahora las mujeres desean el matrimonio mucho ms que los hombres.Esto sucede, en parte, por los imperativos de la naturaleza, y, en parte, porrazones econmicas. He hablado muchas veces del despilfarro de energay actividad que supone en la vida de las mujeres los aos comprendidosentre los dieciocho y los treinta, un tiempo que los hombres emplean en

    procurarse un perfecto entrenamiento para el trabajo y que las mujeresutilizan exclusivamente en la tarea de cazar marido. Slo cuando superantal edad, es decir, cuando han contrado matrimonio o bien han perdido enms o menos escala la esperanza de casarse, vuelven a pensar en algunasuerte de trabajo para ellas.

    No es que critique a las mujeres por esto, aunque piense que seequivocan un tanto. Y se equivocan porque la mayora de ellas consideranel matrimonio como un beneficio econmico, especialmente cuando se

    trata de mujeres no inteligentes, condenadas a fracasar en la lucha paratriunfar en el trabajo. Tambin se equivocan psicolgicamente las quecreen que el matrimonio es una seguridad para ellas.

    Pero ahora no voy a hablar de todo esto. Slo dir que ya suceda entiempos de paz, cuando los hombres y las mujeres estaban ms o menosigualados en cuanto al nmero, o sea que entonces las mujeres gastabanlos mejores aos de su vida en la lucha por lograr casarse. Qu sucedercuando haya muchos menos hombres que mujeres? Como no eduquemosa nuestras mujeres en un sentido radicalmente distinto del empleado hasta

    ahora, al acabarse la guerra sobrevendr un psimo estado de cosas noslo para las mujeres, sino incluso para la nacin.

    Porque lo que afecta a las mujeres, afecta profundamente a todos. Simuchas mujeres disputan entre s por unos cuantos hombres digamoslas cosas tal como son, la situacin y el poder de los hombres ser

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    exaltado por encima de toda ponderacin, y tendremos inevitablementeuna relacin fascista entre los hombres y las mujeres, esto es, un pesoartificial en favor del hombre. Lo que diga un hombre ser tenido mucho

    ms en cuenta que lo que diga una mujer, a causa de los pocos hombresque habr. Aunque un hombre sea rematadamente estpido, serreverenciado y escuchado, pues dejar de ser un hombre por ello?

    Los instintos de la mujer son, aun en el caso ms favorable, una fuerzapoderosa. La naturaleza pone ms fuerza en el sexo de la mujer que en eldel hombre, pues la mujer es la que propaga la raza, y el hombre es paraella necesario a fin de completar el ciclo de su vida como mujer. Loshombres necesitan a las mujeres, en primer lugar, para s mismos. Pero lamujer necesita al hombre para s misma y para los hijos. La de ella es una

    necesidad doble. Cuando la sociedad aade a esta doble necesidad latremenda de la seguridad econmica en el hogar, cuando el hombre es elque sostiene a la mujer, le proporciona comida, techo y libertad,protegindola contra la lucha del exterior y librndola deresponsabilidades, la necesidad que la mujer siente del hombre resultaevidente a todas luces, surgiendo entonces la competencia, los celos ytodas las desgracias que acarrea el prescindir de la razn y dar riendasuelta a los instintos.

    Eso suceder entre las mujeres cuando se termine la guerra, lo quedesmoralizar a la nacin, a menos que desde ahora empecemos apreparar a las muchachas que habrn de vivir en semejante ambiente.

    Esas muchachas ya han nacido, algunas de ellas asisten a la escuela, yson lo bastante crecidas para enterarse de las cosas.

    Enseemos a esas muchachas, que sern las jvenes de la posguerra,las dificultades con que tendrn que enfrentarse, y de las que no podrnescapar precisamente a causa de la lucha que sostenemos en estosmomentos. Digmosles que, si se enfrentan con esas dificultades en un

    plan de rebelda, resueltas a no pensar ms que en s mismas, lasconsecuencias sern un caos social. Enseemos valientemente la verdad anuestras muchachas, dicindoles que en tal sociedad ninguna de ellaspodr encontrar la felicidad domstica, pues cotizndose los hombres conuna prima muy alta, ninguna de ellas podr estar segura de un hombre. La

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    vida para la mujer ser una continua lucha para conservar lo que hayapodido coger, lucha indigna y degradante que durar tanto como ella viva.

    La nica solucin a esto sera la poligamia, pero cualquiera que haya

    vivido en un pas donde existe la poligamia sabe que sta no es unasolucin para la felicidad de ninguna mujer ni de ningn hombre.S, de las mujeres depende la victoria en la paz, mas las mujeres no

    pueden hacer perder esa paz.Pero las mujeres estn en condiciones de enfrentarse con el futuro de

    otra forma. Esa forma es el completo conocimiento y aceptacin delsacrificio. Es comprender que la vida puede y debe ser vivida condignidad y absoluto desprendimiento en circunstancias que impiden a lasmujeres la satisfaccin de los legtimos instintos del matrimonio y de la

    maternidad. Es la forma de aceptacin y dedicacin del individuo almayor bien.

    Si las mujeres lo desean, si estn preparadas para ello mental yespiritualmente, pueden rendir en el curso de la poca que siga a laterminacin de la guerra su mayor contribucin a la humanidad y a losasuntos humanos. Relevadas, aunque sea con disgusto de ellas, de los lazosy labores que mantienen a las mujeres unidas al hogar, existir una grancantidad de mujeres libres, esto es, de mujeres que podrn dedicarse a los

    asuntos nacionales e internacionales, corregir los males de nuestrasociedad, emprender negocios e implantar una nueva tica en el mundo delos mismos, mejorando su direccin e implantando una administracinprctica y justa. Habr mujeres que podrn intervenir en la vida deltrabajo, asumiendo la direccin, mujeres libres para dedicarse a la ciencia,a la medicina y a las artes, y a todas esas cosas en que las mujeres hanintervenido hasta ahora muy poco o no han intervenido nada.

    Cuando termine la guerra, existir, la oportunidad de que la mujerpueda hacerse un lugar en el mundo. Ha de percatarse de que su sacrificio

    va unido a esta oportunidad, y de esta manera glorificar su sacrificio yhacer que sirva de algo.

    Yo no soy de las que desperdician su tiempo tratando de demostrar quela mujer es igual al hombre. Esto es una cuestin estpida, a propsitopara hacer chistes a su costa. El tema ha sido motivo de irnicas bromas

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    en el mundo entero. Estoy segura de que conocis los mltiples chistesnorteamericanos hechos a este respecto, pero os aseguro que los hay muyparecidos en todos los pases. Un antiguo proverbio chino afirma: Un

    hombre piensa que sabe, pero una mujer sabe. Si los chinos se ren coneste proverbio, lo hacen con verdadera grandeza, pues la risa se laproduce la admiracin que sienten por la mujer.

    Las mujeres son respetadas en China no porque sean como loshombres, sino porque como mujeres resultan unos admirables sereshumanos. Los chinos, dando pruebas de su acostumbrada sabidura, jamsdiscuten el asunto de la igualdad del hombre y de la mujer. Consideran lacuestin una estupidez de tipo acadmico, como lo es sin duda. Cmopueden darse dos entidades diferentes que resulten iguales entre s? La

    valoracin de la mujer es nula cuando resulta equivalente a la del hombre,y lo mismo sucede con la del hombre cuando equivale a la de la mujer. Lasociedad verdaderamente equilibrada exige el trabajo de ambos, y lasociedad china se ha mantenido equilibrada durante muchos siglos.

    La nuestra, por el contrario, no ha sido muy equilibrada. La vidanorteamericana est basada en principios masculinos, y las mujeres sonpara nuestros hombres compaeros de trabajo. Haramos un gran bien anuestro carcter nacional glorificando la naturaleza de la mujer. El sabio

    chino Lin-Yutang dice:

    El espritu chino tiene en gran cantidad de aspectos muchospuntos de contacto con la mentalidad femenina Las cualidades dela inteligencia y de la lgica femenina son exactamente lascualidades del espritu chino. La inteligencia china, igual que lainteligencia femenina, rebosa de sentido comn. Carece detrminos abstractos, igual que el habla de la mujer. La manera depensar es sinttica, concreta, rica en proverbios, como laconversacin de las mujeres stas poseen un instinto de la vidamucho ms certero que los hombres, y los chinos gozan desemejante cualidad en mayor grado que ningn otro pueblo. Loschinos dependen en gran manera de su intuicin para resolver losmisterios de la naturaleza, de esa misma intuicin o sexto sentido

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    que hace que muchas mujeres crean que una cosa es as porque ases. Y la lgica china es como la lgica de las mujeres Un juezchino no piensa en la ley como en una entidad abstracta, sino como

    una cantidad flexible en cuanto a ser aplicada al seor Huang o aldoctor Li. De acuerdo con esto, y siempre siguiendo elpensamiento chino, una ley que no sea lo bastante personal pararesponder a la personalidad del seor Huang o del doctor Li es porcompleto inhumana y, en consecuencia, no es ley. La justicia chinaes un arte y no una ciencia El sentido comn y el esprituprctico son caractersticos de las mujeres ms que de loshombres. Los hombres son ms aptos para levantar los pies delsuelo y volar hacia metas inaccesibles En los chinos, como en

    las mujeres, las cosas concretas ocupan el lugar de lo abstracto.

    He citado lo anteriormente expuesto porque demuestra que China esuna nacin que se ha dejado influir por las mujeres, lo que ha redundadoen su beneficio. Y la prueba de esta influencia no se encuentra slo en loque dice el sabio Lin, sino en que para decirlo prescinde, de su egosmovaronil.

    Ningn hombre norteamericano sera capaz de decir que su patria

    posea cualidades femeninas. Pero los chinos lo dicen sin el menor rubor,pues aprecian y admiran las cualidades de las mujeres chinas, y considerantales cualidades del mismo valor que las suyas propias, e indispensablespara su pueblo.

    Un norteamericano pensara, sin duda, que afirmar que Norteamricaera femenina en sus cualidades significaba debilidad, carencia de valor yde fuerza viril. Esto no sucede con los chinos, que conocen bien a susmujeres, y China, que es la nica potencia que hasta hoy ha luchado conxito contra el Japn, no puede ser tenida por un pueblo dbil ni carente devigor.

    Enseemos, pues a nuestras jvenes que deben contemplar el perodoque siga a la guerra como una gran oportunidad que se les ofrece comomujeres y al mismo tiempo como seres humanos. Si se les presenta elmatrimonio de una manera normal, que lo acepten. Pero han de pensar que

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    puede no presentrseles, y que no deben contar con l como una tarea a laque dedicar sus vidas ni como un recurso econmico. Sobre todo, lasmujeres no deben sentirse fracasadas en su femineidad porque no hayan

    logrado casarse. Puede que sea una ventaja para las mujeres en generalvivir en un perodo en que el matrimonio es imposible para tantas de ellas,pues de esta manera ninguna debe tenerse por fracasada si no consiguecontraer matrimonio. A menudo es tenido ste en nuestros das como untriunfo social y personal.

    A qu deben dedicar su vida las mujeres durante el perodo que tardenen nacer los hombres, el perodo que necesitar la Naturaleza para suplirla siega de vidas humanas que la guerra ha hecho y seguir haciendo ennuestra patria?

    Existen ciertos puestos donde las mujeres pueden y deben trabajar tanpronto como sea posible, para aprovechar su experiencia prctica. Uno deellos es la administracin de los alimentos. La relacin entre la oferta y lademanda en lo que concierne a los artculos alimenticios no ha sidoestudiada hasta la fecha desde el punto de vista de las necesidadeshumanas. Se ha considerado siempre desde el punto de vista mercantil,como una fuente de hacer dinero, de obtener una ganancia, pero jamsanteponiendo en primer lugar las necesidades humanas. Existen amplias

    zonas en el mundo donde la gente no dispone habitualmente de bastantecomida, o del adecuado alimento, mientras en otros lugares de la tierrason arrojadas al mar grandes cantidades de comida.

    He aqu un problema bastante complicado y de suma importancia. Enel mundo desapareceran muchos descontentos si todos dispusieran de loque necesitan para comer. La distribucin de alimentos implica en laactualidad situaciones econmicas y de lucro entrelazadas con el sistemanacional. Pero desde el punto de vista humano, la distribucin de losalimentos significara un importante acercamiento de unos pueblos a

    otros.Despus de la guerra, la educacin de la juventud, ya en manos de las

    mujeres en su mayor parte, crecer en importancia. Las mujeres planearnuna nueva educacin de la juventud, una educacin que alternar sta conel entrenamiento para la paz permanente y la eliminacin de la guerra; en

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    suma, una educacin internacionalista. Si los espritus no son reeducados,los nios alimentarn sus imaginaciones con pensamientos blicos,hablarn de la guerra y conservarn en su memoria experiencias y

    recuerdos de la guerra, lo que dara con el tiempo el amargo fruto desiempre.Pero lo que importa, sobre todo, es que la mujer trabaje en el campo

    donde posee ms conocimientos y donde se requiere ms habilidad: el delas relaciones humanas.

    En la actualidad, los pueblos del mundo se ven impelidos a mantenerentre s una intimidad mucho mayor de la que pueden soportar. Ya antes dela presente contienda las comunicaciones mecnicas nos acercaban unos aotros ms de lo que lo habamos estado antes. Siete das entre la capital de

    nuestra patria y Chungking, la capital interior de China, distancia queestbamos acostumbrados a recorrer en varias semanas; diez das se tardaen llegar a la India, en lugar de meses; en dos das o en menos podemosplantarnos en Europa; en cuatro o cinco en Rusia

    Ni mental ni espiritualmente podemos considerarnos aptos paramantener tal intimidad. Los pueblos de esos pases nos son extraos. Paracolmo, vino la forzada intimidad de la guerra, y entre nuestros aliados haygentes de las que apenas hemos odo hablar. A China la conocemos mejor

    que a ninguno de nuestros aliados asiticos, y, sin embargo, no sabemosactualmente apenas nada del pueblo chino. No sabemos nada del Japn,hoy nuestro enemigo, y es tan importante conocer a un enemigo como aun amigo.

    Esta ignorancia no puede prolongarse si queremos edificar un mundoestable despus de la guerra. No nos est permitido continuar sin conocera esos pueblos cuando estamos luchando unos al lado de otros. Debemosconocerlos para ganar con ellos la guerra. Cuntos de nosotros sabenalgo de la India, por ejemplo, excepto las ftiles noticias de que dan cuenta

    los peridicos a travs de fuentes inglesas? Estoy convencida de que lacensura inglesa es, en general, muy benvola, pero la censura es siemprecensura, y podis estar seguros de que los dirigentes de la India no sehubieran unido como lo han hecho para protestar contra las proposicionesinglesas si no hubieran tenido poderosas razones para ello.

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    Saber por qu el pueblo hind tom las decisiones que tom,enfrentarse con los efectos prcticos de tal resolucin, desastrosa desde elpunto de vista de nuestro esfuerzo de guerra, comprender que es necesario

    que se reanude la discusin sobre la India e intentar llegar de nuevo a unamutua comprensin y acuerdo, es lo que las mujeres deben hacer, puestoque estn suficientemente capacitadas para ello.

    No obstante, parece como si la mayora de las mujeres de nuestro pasignorasen la existencia de la India, y mucho ms que tenga alguna relacincon la guerra y con nuestro mundo. Pero la tiene enormemente con laguerra que sostiene Norteamrica, con nuestra victoria y con nuestra vidaen el mundo de maana. La India tiene mucho ms que ver con la guerranorteamericana, con nuestra victoria y nuestra vida en el mundo de

    maana que la inacabable labor de punto a que nos dedicamos y losprogramas para divertir a los soldados que nos afanamos en ofrecerles,as como todos los bellos detalles de nuestra actual contribucin a laguerra.

    Estos detalles son importantes y excelentes, pero debemos realizarloscon nuestra mano izquierda, mientras nuestra mano derecha, nuestrocerebro y nuestra voluntad se consagren a esas grandes solucionesbsicas, nicas que pondrn fin a los problemas de la guerra y de la paz.

    La mujer debe ocupar un lugar preeminente en todo sitio donde seanecesario que un pueblo comprenda a otro, y para lograr esapreeminencia debe poseer los conocimientos necesarios y lacorrespondiente alteza de miras. La mujer ha de estar presente en todos lospuestos de mando del mundo en que la aplicacin de los dones propios dela mujer pueden ser de algn valor a los seres humanos.

    Las mujeres universitarias gozan del privilegio de las mejoresoportunidades gracias a su educacin y su capacidad de comprensin.Debemos actuar, y no slo en pequeas organizaciones locales en que se

    empaquetan artculos sanitarios, se crean secciones de la Cruz Roja, seenvan paquetes a la Gran Bretaa, se hacen colectas para la ayuda a Chinao se reclutan voluntarias para conducir los coches de los oficiales.

    En este momento, por ejemplo, debemos demostrar nuestra capacidady actuar activamente para lograr que nuestro pas d los pasos necesarios

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    para que la India reanude sus conversaciones con la Gran Bretaa.Debemos procurar cimentar nuestras relaciones con China, nuestro msfuerte y esencial aliado en el Pacfico.

    Cuntas americanas saben que las leyes de inmigracin son msestrictas con los chinos que con los japoneses? Un chino de elevadaposicin me dijo el otro da que si modificramos nuestras leyes deinmigracin que fijan el cupo de inmigrantes chinos, aunque el cupo seaumentara tan slo en unos cuantos centenares cada ao, la impresin queesto producira en China sera enorme. He aqu algo que deben tener muyen cuenta las mujeres.

    En uno de nuestros Estados no les est permitido a los nios chinosasistir a la escuela de los nios blancos. Los chinos han protestado, pero

    de nada les ha servido su protesta. Por qu? Algunos dicen que a causa deque saben que muchos nios son dependientes de tiendas de comestibles.Pero en los grandes almacenes de comestibles pertenecientes a hombresblancos no dejan intervenir a los chinos en el negocio, mantenindolos encondiciones desventajosas.

    No es conveniente establecer diferencias entre nuestros ciudadanos;pero ampliar estas diferencias hasta excluir a los hijos de nuestros aliadosde nuestras escuelas, es amenazar nuestra unidad en el esfuerzo blico. Y

    estad seguras de que todas esas injusticias son conocidas en el extranjero,no slo por nuestra aliada China, sino tambin por nuestro enemigo elJapn. Estas injusticias han penetrado en el espritu de los hindes y hanturbado a millones de ellos. Y ahora se preguntan a s mismos si tambinlos norteamericanos son un pueblo imperialista dispuesto a dominar a lospueblos de color.

    Y qu hay sobre las relaciones entre rabes y judos, entre los rusos ynuestro propio pueblo, entre las colonias africanas y sus gobernantes, ytambin entre los distintos grupos de nuestro propio pas?

    Todo esto es asunto nuestro, de las mujeres. En realidad, todo lo que eshumano es asunto nuestro. Las mujeres inteligentes y de estudios nopodemos reconocer cumplida nuestra misin al dedicar nuestro tiempo ynuestros pensamientos a los asuntos de nuestra pequea localidad. Elmundo aguarda precisamente lo que nos corresponde dar. No hemos de

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    temer la competencia del hombre en el campo de las relaciones humanas,puesto que hasta la fecha no se ha hecho nada en este sentido. Nuestrosasuntos internacionales han sido dirigidos exclusivamente por las

    mentalidades de tipo mercantil de nuestros hombres de negocios.Mas para que puedan llevar a cabo tan grave tarea en la posguerra, lasmujeres deben educar su alma y su espritu. Han de olvidar sus pequeasseguridades personales, sus deseos y ambiciones, y lanzar el pensamientoms all de s mismas, si es que han de ser capaces para el nuevo mundoque nos aportar la victor ia.

    Una hija ma de cinco aos se preparaba el otro da para dibujar sobreuna enorme hoja de papel blanco. Antes de hacerlo estuvo pensandodurante un buen rato. Qu te pasa? le pregunt. No sabes lo que

    has de pintar?. S que lo s me contest. Pero lo quiero hacer muygrande. As que lo primero que tengo que hacer es pensar en grande.

    Esto es lo que todas las mujeres deben hacer antes de emprender losenormes trabajos del maana. Tenemos que pensar en grande y no ennosotras mismas, en nuestro orgullo y en nuestros pequeos triunfospersonales. De qu le iba a servir al mundo mi felicidad, que en otrascircunstancias sera lo nico que me importara?

    Pensad en grande con la vista puesta en el maana, mujeres inteligentes

    y de cultura; pensad en grande, maestras de las mujeres del porvenir. Elmaana nos exige pensar en grande porque grandes son las cosas que hayque hacer. A despecho de lo que sientan y de lo que deseen, las mujeresharn del maana lo que quieran. Si piensan demasiado en pequeo, lasmujeres pueden convertir el maana en un desastre personal y unacalamidad nacional.

    Pero si las mujeres piensan en grande, pueden obtener en todo elmundo la victoria de la paz.

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    V

    LA UNIDAD NORTEAMERICANA[5]

    En la actualidad se prodiga mucho, y con razn, la palabra unidad. Portodas partes se nos dice que, si queremos ganar la guerra, hemos deprocurar estar unidos. Nos aseguran que Hitler considera nuestra desuninactual como nuestro punto flaco, y nos apremian, por lo tanto, para quenos unamos. Los que nos dan prisa para que realicemos esta uninafirman que la unidad es una de las fuerzas del fascismo, y la carencia deunidad una de las debilidades de la democracia, debilidad que debemosvencer de una manera u otra.

    Mas antes de que procedamos a aceptar este criterio, debemosexaminarlo concienzudamente. Qu es unidad? Segn la opinin fascista,es la semejanza de todos los individuos, una semejanza que se expresa enacciones similares, hijas de la similitud de pensamiento que se escondedetrs de la rgida exclusin de todo aquel que rehsa someterse alsistema, llegando incluso a la muerte de los individuos que no se

    doblegan. Todos deben pensar lo mismo, sostienen los fascistas, para quetodo el mundo acte de igual forma, y no se duda en aplicar la fuerza paralograr esa unidad de pensamiento y de accin.

    Tambin es necesario algo de similitud de accin en el campo de lademocracia. En cierto grado, en todos los tiempos, y por completo, enpoca de guerra. Pero no es requisito indispensable que esa accin seafruto de pensamientos exactamente iguales. La democracia acepta alindividuo, pero a la par acepta la diferencia de ese individuo con losdems, tanto en el mundo del pensamiento como en el de la accin. Sinembargo, cuando estalla una guerra, para conseguir el necesario poder deaccin es preciso concertar las voluntades individuales, de modo que seaposible defender y extender la libertad.

    Es obvio que en estos momentos hemos de apresurarnos a prescindirde algunas de nuestras acostumbradas libertades, a fin de poder luchar por

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    esa misma libertad.Pero la democracia utiliza, para el establecimiento de esa accin

    concertada, una manantial distinto a los manantiales de la fuerza fascista.

    El manantial de la unidad democrtica se encuentra en la voluntad de losindividuos. Se trata de un deseo de unidad, y no del resultado de unapresin ejercida en tal sentido por los que gobiernan. Lo primero producela ms poderosa unidad del mundo, la unin de los hombres libres.

    No es verdad, por lo tanto, que la unidad sea una fuerza del fascismo yque la carencia de unidad represente una debilidad de la democracia. LaChina, el pueblo ms democrtico del mundo, ofrece en tiempos de pazuna aparente falta de unidad que sorprende sobremanera a los espritusmetdicos. Sun-Yat-Sen, desesperado una vez ante la repugnancia con que

    eran acogidas sus ideas de unin, hubo de afirmar que su pueblo era comogranos de arena esparcidos al azar. Lo dijo en sentido despreciativo, peroahora ha podido comprobarse que en sus palabras haba ms verdad de loque se imaginaba. Cuando los granos de arena llevan todos la mismadireccin, existe entre ellos una cohesin completa, no slo en cuanto a sumateria, sino tambin en cuanto a su fuerza, la cual arrolla todo lo que lesale al paso. Cualquiera que se haya encontrado ante una tempestad dearena sabe que sta, impulsada por el viento, es invencible. No slo

    detiene el avance de mquinas y hombres, sino que llega a modificar elpaisaje, como ha hecho en vastas zonas del norte de China. El viento, alsoplar sobre las arenas del desierto de Gobi, transforma en inexorabledesierto lo que una vez fue frtil tierra de labor. Usando ejemplosnuestros, podemos preguntar qu fuerza hay ms poderosa que laspartculas de arena que despide el llamado soplador de chorro de arenaque se utiliza en mecnica.

    La unidad fascista parece una montona unin de ladrillos unidosentre s por el cemento fascista. La unidad democrtica es la tempestad de

    arena formada por la fuerza de la voluntad acumulada en el persistenteviento. La ordenada construccin de los fascistas parece de una granutilidad y eficacia, pero la arena puede sepultar ciudades, ahora lo mismoque antes. Y tambin puede deshacer la piedra.

    Rechacemos, pues, en el acto, el tipo de unidad fascista de los

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    individuos. S, debemos rechazarla. Porque si lo que intentsemos realizarfuera la especie de unidad que los fascistas han llevado a cabo, lo primeroque deberamos hacer sera convertirnos en fascistas, y entonces la guerra

    actual resultara totalmente intil. Los fascistas habran vencido en toda lalnea. He aqu la terrible irona de esta contienda, como Hitler sabe muybien, habindose jactado de ello.

    El fascismo conquist a Italia sin lucha. Ni siquiera hubo tiempo deorganizar una guerra civil. Los fascistas se apoderaron del poder antesque el pueblo se diera cuenta de lo que estaba sucediendo. Esto mismopuede ocurrir en cualquier democracia, y Hitler lo sabe. Puede suceder enInglaterra; puede suceder aqu, en Norteamrica.

    Pero es curioso que sea menos posible en China que en cualquier otro

    pas, y precisamente por la misma razn que entristeca a Sun-Yat-Sencuando intent r eunir los granos individuales de arena desperdigados parahacer una revolucin.

    Aunque los fascistas llegaran a apoderarse del gobierno de China, elpueblo chino es tan individualista, est tan acostumbrado a pensar por smismo, que de nuevo surgiran los granos de arena. No existe poder en latierra capaz de conseguir que el pueblo chino se asemeje a un bloque deladrillos. La profunda carencia de ordenacin que se nota en China, la

    misma falta de cohesin poltica que deploran nuestros federalistas, esprecisamente lo que hace a China ms apta que ningn otro pueblo para lademocracia.

    Por otra parte, no existe pueblo alguno tan unido en la guerra como loest el pueblo de China. Una fuerza de un poder inmenso ha hecho que selevantase una tempestad de arena: es la fuerza de la voluntad del pueblo.Como un solo hombre, los chinos se han lanzado a la batalla resueltos aderrotar al Japn y a mantener libre a su patria. Todos los individuos deChina se han unido para ello. No ha sido suprimida la individualidad, no

    est sometida a ningn afn de similitud, sino unida por la fuerza de lavoluntad y por la conviccin de que es necesaria la derrota del Japn y laobtencin de su propia libertad.

    Comparad ahora esto con la unidad del Japn, una unidad tpicamentefascista. Los ciudadanos del Japn no se atreven a pensar, y mucho menos

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    a expresar sus opiniones particulares. En el Japn, existe perfectacohesin, una unidad perfecta. Pero, sin embargo, no ha sido capaz dederrotar a la unidad que hoy existe en China.

    Y nosotros? Los norteamericanos no poseemos, naturalmente, laclase de unidad existente hoy en el Japn. No debemos tenerla jams. Nodebemos nosotros, los pueblos de Norteamrica, formados por todas lasrazas y todas las creencias, permitir que nadie que nos gobierne diga quecarecemos de la unidad de las naciones fascistas a causa de nuestradebilidad. Y cuando alguien nos diga esto, hemos de replicarle que esaunidad de los fascistas es en el fondo una prueba de debilidad y no defuerza, una seal de muerte y no de vida. Significa un pueblo vencido y noun pueblo triunfante, y nosotros, el pueblo de los Estados Unidos de

    Amrica, no tenemos nada de lo primero.No obstante, esa especie de unidad natural de que goza China es algo

    de que estamos faltos nosotros. Los chinos pueden permitirse ser enextremo individualistas precisamente porque poseen esa unidad natural aque me refiero. Pueden permitirse vivir sin una gran unidad poltica,como lo han hecho anteriormente y lo hacen ahora, porque disfrutan deesa profunda y antigua unidad natural; unidad de raza, por ejemplo, quellega a la similitud ms completa en el color del cabello y de la piel;

    unidad en la ms larga y continuada historia del gnero humano; unidadde costumbres y de ideales sociales; unidad en la tolerancia para con lascreencias religiosas; unidad en la estructura de la familia.

    Pero entre nosotros no se dan esas unidades naturales y nacionales, y,por lo mismo, no podemos comparamos a los chinos. stos forman unpueblo tan homogneo, estn tan unidos en lo fundamental que viven enuna democracia prctica desde hace siglos. Por ello no sienten lanecesidad de llegar a la democracia a travs de formas polticas.

    Nuestro caso es muy distinto del de los chinos. Aqu, en un largo trozo