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    Revista Libertas IV: 6 (Mayo 1987)Instituto Universitario ESEADE

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    LA DIMENSIN MORAL DEL FINANCIAMIENTODE LA DEUDA *

    James M. Buchanan

    I . Introduccin

    Los economistas han descuidado casi totalmente los elementos ticos o morales delcomportamiento generado por el moderno rgimen existente de continuos y aceleradosdficit presupuestarios gubernamentales. En la medida en que los principios moralesafectan las restricciones de la eleccin, tal descuido es inexcusable. Nos incumbe anosotros, como analistas econmicos, comprender cmo influye la tica en la eleccin y,en especial, de qu manera la erosin de los preceptos morales puede modificar elfuncionamiento establecido de las instituciones polticas y econmicas. Es necesariocontar con una teora emprica positiva del funcionamiento de las pautas morales, inclusosi queremos dejar la prdica a los moralistas.

    La comprensin de la forma en que las restricciones morales afectan los patrones de losresultados polticos no requiere necesariamente una comprensin similar de los orgenesde las propias pautas morales. En realidad, uno de los argumentos que quiero desarrollaren este ensayo depende crticamente de los atributos "no-racionales" de tales pautasmorales. Los efectos de las restricciones morales son, por supuesto, completamentesimtricos. Si las normas morales restringen las opciones, es decir, si existe lo quepodramos denominar una frontera de factibilidad moral, es evidente entonces que laerosin o destruccin de las normas morales flexibiliza las restricciones, y con ellodesplaza la frontera "hacia afuera", con consecuencias que nosotros, como economistas,estamos en condiciones de analizar.

    En mi opinin, el explosivo aumento del financiamiento de la deuda o del dficitresultante de los gastos del consumo pblico puede explicarse, al menos en parte, por laerosin de las restricciones morales preexistentes. Los hombres que toman las decisionespolticas no "descubrieron" una nueva tecnologa de financiamiento de la deuda a lo largode la mitad de este siglo. Su autointers racional los llevaba a recurrir siempre a fuentesde ingresos pblicos exentas de impuestos. Lo que sucedi en este siglo fue que elfinanciamiento de la deuda dej de ser inmoral. Tenemos aqu un ejemplo casi perfecto

    del dao que puede causar el "constructivismo racionalista" (para usar peyorativamenteeste trmino en el sentido hayekiano). El intento de imponer un comportamiento de"eleccin racional" a quienes estaban constreidos por normas morales preexistentes,derivadas de un proceso evolutivo cultural, ha permitido, de hecho, una reversin haciaesos instintos ms primitivos que anteriormente se mantenan bajo control.

    Debemos evaluar esta dimensin moral del moderno sistema fiscal si queremos hallar unasolucin para este estado de cosas. Las normas abstractas que han evolucionadoinconscientemente no pueden ser restauradas de manera racional. Sin embargo, es posible

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    introducir restricciones racionalmente elegidas que sirvan en parte como sustitutos de laspautas morales erosionadas. Los presupuestos equilibrados que obedecan antes a pautasmorales, no eran mencionados nunca en forma explcita en los documentosconstitucionales formales. En ausencia de tales pautas, sin embargo, las restricciones

    presupuestarias deben ser explcitamente elegidas, impuestas y cumplimentadas.

    I I. La herencia tribal

    No soy etnlogo ni antroplogo, y slo tengo los conocimientos mnimos de un profanoen estos campos de investigacin. De ah que mis observaciones deban considerarsecomo simples conjeturas y no como datos histricamente registrados. Una vez hecha estasalvedad, quisiera sugerir que no hay nada en nuestra naturaleza gentica o biolgica querevele un inters permanente por el futuro abstracto de la especie humana, y ni siquierapor el futuro de entes colectivos arbitrarios que incluyen grandes poblaciones yreivindican el dominio sobre extensos territorios. Desde el punto de vista biolgico,seguimos siendo animales tribales, y nuestros instintos naturales no han evolucionadoms all de aquellos que emergieron en comunidades humanas muy pequeas. Lospreceptos morales que rigen la conducta humana suelen reflejar simplemente nuestrosentido comunitario de lealtad hacia los dems miembros de la tribu.

    Durante el perodo posterior a la Ilustracin, la evolucin de las actitudes tendientes a laformacin, acumulacin y mantenimiento del capital (capacidad acumulada parasatisfacer las necesidades) puso de manifiesto que la familia extendida era consideradasiempre como la unidad tribal pertinente. A travs del proceso de seleccin grupal,sobrevivan y prosperaban aquellas familias cuyos miembros demostraban tenerprudencia financiera. Las normas generalizadas que regan el comportamiento humanorespecto de la acumulacin y conservacin de la riqueza y la propiedad se orientabaninconscientemente hacia los intereses familiares, pasando a segundo plano los interesesde los individuos, y excluyendo los de las entidades polticas afines a las modernasnaciones-estados.

    I I I. De la comunidad moral al orden moral

    Me ha parecido til emplear los trminos "comunidad moral" y "orden moral" paradiferenciar los dos grupos de interpretaciones humanas (vase Buchanan, 1981). Laspersonas pertenecen a una comunidad moral si comparten las lealtades con el grupo,como tal. Participan de un "orden moral" si comparten cdigos de conducta comnmenteaceptados que permitan una interaccin fructfera entre personas pertenecientes adiferentes comunidades morales. Las normas de prudencia fiscal aplicadas por aquellosque actan en nombre de entidades polticas son normas para un "orden moral" antes quepara una "comunidad moral".

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    En un sentido muy realista, estas normas destinadas a propiciar la prudencia fiscalcolectiva se oponen a los impulsos genticos bsicos. Como ha subrayado en particularHayek, especialmente en sus trabajos ms recientes, las normas para un "orden moral"han surgido a travs de un largo proceso de evolucin cultural antes que biolgica (vase

    Hayek, 1979).El hombre moderno adopt gradualmente modos de comportamiento que le permitieronescapar a los lmites impuestos por su herencia tribal: aprendi a comportarse de acuerdocon normas morales que no son de origen gentico pero que, sin embargo, no se aprendenconsciente o racionalmente. Al hacerlo, pudo desarrollar lo que Hayek llamaba la "gransociedad", que equivale a lo que yo denomino "orden moral". El hombre lleg acomportarse, frente a personas que no eran miembros de su propia tribu, de una maneraque hizo posible la realizacin de transacciones recprocas. De este modo, llegaron arespetarse mutuamente los derechos de propiedad, incluso entre miembros de tribustotalmente distintas. Se fueron desarrollando el comercio y el intercambio tal como losconocemos en todas sus formas, desde las ms sencillas hasta las ms complejas, seampli la especializacin del trabajo y se logr el milagro de establecer una coordinacinde los mercados modernos.

    No me propongo criticar ni elaborar aqu los puntos de vista de Hayek. Mi propsito esms limitado: slo quiero sugerir que el cambio de las normas de prudencia fiscal porparte de quienes toman decisiones acerca de las polticas pertinentes ejemplifica el pasode la comunidad moral al orden moral. Nada hay en nuestra herencia tribal que nosobligue a respetar nuestro "capital nacional", as como no hay nada que nos obligue arespetar la vida y la propiedad de aquellas personas que no incluimos, y nunca hemosincluido, en nuestra comunidad moral. El comportamiento individual que muestra respetopor el capital de la nacin, como unidad, es (o era) un producto de la evolucin cultural, yno el resultado alguna herencia gentica. Las normas fiscales de los victorianos, queahora podramos considerar encomiables, derivaban de un proceso evolutivo cultural. Elcambio de una actitud prudente hacia el capital familiar -que podra ser, al menos enparte, de origen biolgico-, a una actitud comparable hacia el capital nacional fueresultante de la evolucin cultural. Es interesante sealar que este cambio estaba ya enplena marcha cuando Adam Smith decidi el ttulo que habra de ponerle a su libro.

    IV. Keynes como revolucionario moral

    La moralidad fiscal victoriana, un conjunto de preceptos de conducta que imponan laadhesin a un estricto equilibrio presupuestario, a un nivel absoluto limitado detributacin y a un rgimen monetario autocumplimentado, no tena un origen racional nibiolgico. Era el resultado de un proceso evolutivo cultural no comprendido por quienescompartan esa moralidad. Exista en permanente tensin con la moralidad tribal, quesegua siendo esencialmente indiferente a las normas victorianas que regan elcomportamiento fiscal: en realidad, se invocaban a veces argumentos presuntamente

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    racionales para justificar el despilfarro monetario-fiscal. En cuanto al problema de ladimensin moral que quiero destacar en este ensayo, Keynes puede ser considerado comoun verdadero revolucionario que destruy los preceptos victorianos. Lo hizo basndoseen fundamentos racionales, y trat de reemplazar la firme, pero esencialmente

    inconsciente adhesin a normas existentes haca largo tiempo, por lo que en esa pocapareca ser una "lgica poltica" bien razonada. Sin embargo, Keynes fue incapaz dereconocer que esas antiguas normas de prudencia monetario-fiscal eran necesarias paracontrolar los instintos tribales que, una vez socavados los preceptos victorianos,emergeran con fuerza suficiente para aplastar todos los argumentos de base racional.

    Podramos haber previsto el financiamiento de la deuda que observamos hoy da con sloanalizar la eleccin pblica respecto del comportamiento poltico. Los electores recibencon beneplcito los beneficios de los gastos pblicos, pero deploran tener que pagarimpuestos. Los polticos electos tratan de satisfacer a los electores. No creo necesariodesarrollar aqu este sencillo modelo de eleccin pblica, que ahora parece tan claro ydirecto. He examinado ya este modelo en el libro que escrib con Richard Wagner hacealgunos aos (Buchanan y Wagner, 1977). Este trabajo va ms all del modelopresentado en dicho libro al explicar por qu las propias propensiones naturales, deciudadanos y polticos por igual, surgieron slo en la era poskeynesiana. Ya me hereferido al hecho de que la teora keynesiana de la poltica econmica rechazabaesencialmente la implcita constitucin fiscal-monetaria evidente en la poca victoriana.

    V. Vulnerabilidad de las normas de origen cultural

    Por qu existan estas normas implcitas y por qu eran tan vulnerables? Es convenienteconsiderar aqu la distincin que hace Hayek entre los cdigos de conducta resultantes deun proceso evolutivo cultural y los instintos de origen biolgico. En las estructuraspolticas modernas, el animal humano ha optado por "devorar" el capital de su nacin.(Porque no debemos equivocarnos al respecto: el financiamiento de la deuda del consumopblico implica precisamente eso, es decir, "devorar" el capital nacional.) Esta eleccinobedece al cambio de las pautas morales encarnadas en la revolucin keynesiana. Ya noes inmoral hipotecar el futuro flujo del ingreso nacional; es, a lo sumo, una obstruccinque cuenta con escaso asentimiento moral. La erosin de las pautas de moralidad fiscalaplicadas a las unidades polticas ha ejercido, como era previsible, excesiva influencia

    sobre las pautas de moralidad aplicadas a los fondos familiares y personales. Subsiste, sinembargo, una diferencia importante en cuanto a la vulnerabilidad de los dos grupos depautas. En cierta medida, al menos, la inmoralidad de destruir el capital familiar opersonal tiene orgenes biolgicos. El despilfarro pblico parece ser ahora casi ilimitadodebido a la destruccin de las pautas morales derivadas claramente de un procesoevolutivo cultural. El despilfarro privado contina siendo controlado por pautas moralesque slo en parte estn determinadas por factores culturales.

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    Desde esta perspectiva, resulta interesante observar que los intentos de los economistasmodernos de "des-enfatizar" las consecuencias de nuestro cambio de comportamientorespecto de los problemas inherentes a la deuda pblica, han incluido el resurgimiento delteorema ricardiano de la equivalencia, que implica la conversin de la deuda pblica en

    sus equivalentes de la deuda privada. En la medida en que se produce realmente estaconversin, las pautas individuales de moralidad relativas al consumo de los capitalesfamiliares o privados se extienden implcitamente a la totalidad de los capitalesnacionales. Empero, estos modelos son defectuosos, precisamente en el mismo sentido enque lo son los sencillos modelos de eleccin pblica. No explican en modo alguno elexplosivo aumento del financiamiento de la deuda pblica derivada de los gastospblicos, que se produjo durante la primera mitad de este siglo. Si los individuos actande hecho suprarracionalmente, a la manera de Ricardo-Barro, por qu la proporcinfinanciera entre tributacin y deuda cambi de modo tan espectacular en la eraposkeynesiana?

    VI. Las normas de origen cultural como capital pblico

    Si mi diagnstico bsico es correcto, es decir, si hemos vivido un perodo durante el cuallas normas de prudencia fiscal culturalmente determinadas que se aplican alcomportamiento de los electores pblicos (en todas sus funciones) han perdido su antiguafuerza moral, es necesario reconocer que hemos destruido una valiosa parte de nuestrocapital pblico. La metfora resulta til por cuanto sugiere que hay aqu implcita unacuasipermanencia, incluso si fuese posible "reconstruir" lo que ha sido destruido. Si lasnormas morales deben evolucionar lentamente y sin una deliberada estructuracin, habrentonces pocas esperanzas de que se lleve a cabo algn intento de restauracin.

    Sin embargo, podemos adoptar un punto de vista algo ms optimista si reconocemos queexiste siempre alguna posibilidad de sustitucin entre las pautas de conducta que reflejannormas morales y aquellas que son explcitamente elegidas como restricciones. Si seadmite esta "sustituibilidad", la erosin que se observa en las normas morales restrictivaspodr neutralizarse, al menos en parte, mediante la deliberada adopcin y observancia deciertas restricciones del comportamiento. Si en el desempeo de nuestras diversasfunciones como electores pblicos (como votantes, como miembros de grupos deintereses especiales que reciben beneficios, como contribuyentes, como miembros de

    partidos polticos, como polticos electos, como burcratas) no estamos constreidos porsanciones morales contra la acelerada destruccin de nuestro capital nacional a travs delfinanciamiento del dficit del consumo pblico, debemos recurrir a las normas msformales de las instituciones polticas en cuyo seno se toman las decisiones pblicas. Noes contradictorio, ni inconsecuente, reconocer que las pautas en virtud de las cualeselegimos puedan no ser ptimas, mientras que al mismo tiempo actuamos dentro de loslmites establecidos por las pautas existentes, de acuerdo con normas que maximizan lautilidad racional. Dada la ausencia de restricciones morales, y dadas las pautas irrestrictasexistentes para la toma de decisiones fiscales, el comportamiento racional por parte de los

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    electores pblicos asegura un rgimen de continuos y acelerados dficitpresupuestarios.(1) En vista de la dificultad, si no de la imposibilidad, de llevar a cabouna deliberada restauracin de los preceptos morales, debemos recurrir a normasexplcitas si queremos reformar el patrn de los resultados.

    Creo que la discusin sobre la enmienda constitucional destinada a obtener el equilibriodel presupuesto gubernamental constituye la propuesta ms constructiva de reformapoltica que se haya formulado en el curso de varias dcadas. Habiendo vivido ladestruccin de la moralidad fiscal ocasionada por los conceptos keynesianos, debemosrealizar todos los esfuerzos posibles para reemplazar esta moralidad por restriccionesdeliberadamente elegidas que generarn sin duda, en medida sustancial, el patrn deresultados prekeynesiano.

    Es necesario, en particular, que los economistas actualicen su pensamiento sobre todasestas cuestiones y se desembaracen, de una vez por todas, de la idea de que su nicafuncin consiste en dar consejos a un gobierno benvolo que ansiosamente los toma encuenta.

    BIBLIOGRAFA

    Buchanan, James M., "Moral Community, Moral 0rder, or Moral Anarchy", AbbottMemorial Lecture N 17. En:The Colorado College Studies, The Colorado College,Colorado Springs, 1981.

    Buchanan y Wagner, Richard, Democracy in Deficit, Academic Press, New York, 1977.

    Hayek, F, A., Law, Legislation and Liberty: The Political Order of a Free People, vol.III, University of Chicago Press, Chicago, 1979.

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    * Publicado con autorizacin del autor. Originalmente editado en Economic Inquiry,junio de 1984.

    (1) Hay, por supuesto, lmites para el financiamiento del dficit. El continuadoincremento de las cargas del servicio de la deuda no puede ser caracterstico delequilibrio econmico o poltico. El incumplimiento explcito, o el incumplimiento debidoa la inflacin impondrn, por supuesto, tales lmites. Sin embargo, incluso el temor a eseincumplimiento puede ser suficiente para generar el apoyo poltico necesario para reducirtemporariamente el tamao del dficit. Pero en las democracias modernas no hay nadaque genere cambios permanentes en el patrn de los resultados.