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    Claudia Brionesyana M. Gorosito-KraMer PersPeCtivasantroPolGiCassoBreel estado-naCinISSN 0325-2221Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologa XXXII, 2007. Buenos Aires.

    PersPectivas antroPolgicas sobre el estado-naciny la etnicidad. argentina, 1936-2006.

    Cladia Brio*

    Aa Mara Goroio-Kramr**

    ResuMen

    e rabajo i dobl objo. Por lado, rar y por coxo la forma q la aropologa ocioclral f dialogado l pa co prodccio dl campo d loedio ico dd 1936 adla. s foca l raamio d la alridad idga-hiricam o d lo lgar privilgiado d prodcci d coocimio d a vri

    Argia- y ofrc alga coordada dd dod viclar la coicidcia o aproximacio

    r lo cadr d la acadmia local iracioal y lo rclamo idga; iclo rla dmada idga y la polica aal, aq argmado q ha ido mcho mlo momo d dcro, lo q ha prodcido ordra y cgra a lciva comoduraderas. Por otro lado, identica algunas tendencias y desafos propios del momento actual

    d coformaci dl campo dicipliar.Palabras clave: aropologa ocioclral - dio ico - alridad - pblo idga

    - Argia.

    ABstRACt

    thi aricl rv a dobl prpo. O h o had, i rvi ad h cox iwhich sociocultural anthropology made his path in Argentina with researches carried in the eld

    of hic di from 1936 oward. I foc o idigo alriy -hiorically a privilgdapc i h ram of h hic qio i Argia placig o a id ohr dimio ofh bjc- ad pr om coordia from which o coc h coicidc or proximiibw h aioal ad iraioal acadmy framig of h bjc ad h aiv dmad,ad alo bw aiv claim ad a policy. th work alo po h argm o hmbr of diagrm ha hav cad blid ad daf a lciv a laig.

    * CONICET, Universidad de Buenos Aires. E-mail: [email protected]** Universidad Nacional de Misiones. E-mail: [email protected]

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    On the other hand, it identies some tendencies and challenges of its own at present regarding

    the disciplinary eld conformation.

    Key words: socioclral Ahropology - hic di - alriy - idigo popl -Argia.

    1. Pese a que sobre todo en las dos ltimas dcadas los espacios pblicos fueron caja deresonancia de debates polticos y acadmicos en contrario, el mito de la uniformidad poblacionalargentina an prevalece a comienzos del siglo XXI como argumentacin impulsada desde unahistoriografa banal, con fuertes ecos en un sentido comn que sigue persuadido de que negros eindios se fueron diluyendo en las sucesivas oleadas de inmigracin europea llegadas al pas desdemediados del siglo XIX. Desde las visiones prevalecientes se habra congurado en la Argentina-y a diferencia de otros pases latinoamericanos como Mxico, Bolivia, Guatemala o Ecuador- loque Darcy Ribeiro (1969) calic como pueblos trasplantados, producto de la dispora europeahacia Amrica.

    Todas estas cuestiones son temticas normalmente abordadas por lo que la disciplina denomina

    campo de los Estudios tnicos, cuyo objetivo es poner la construccin social de diferenciasculturales en sus contextos de produccin. Aunque este campo se formaliza como tal hacia nesde la dcada de 1970, las Ciencias Antropolgicas siempre han participado en la recreacin y noslo en el anlisis de esas diferencias. Resulta entonces imprescindible analizar los encuadres deinterpretacin utilizados, incluso antes de que las nociones de etnicidad y grupo tnico fuesen deuso disciplinar extendido.

    Con respecto a la antropologa sociocultural, como disciplina desde la cual trabajamos1,sostenemos que la narrativa predominante de la nacin blanca emergida del crisol de razas ilustrala escasa capacidad persuasiva de su campo acadmico y profesional para instalar la cuestintnica como relevante y digna de anlisis y consideracin en el tratamiento de la cuestin social,cultural y poltica en nuestro pas. Como la etnografa, tuvo precursores y un temprano origen enla historia de la disciplina, pero entendemos que una de las claves de esta debilidad se encuentra enla ptica, mtodos y conceptos con los que la disciplina fue construyendo las visiones etnogrcasdel pas a lo largo del siglo XX. Consagramos las siguientes lneas a revisar esas visiones. Para ellotomamos como punto de partida 1936, ao de fundacin de la Sociedad Argentina de Antropologa(SAA), y hacemos hincapi en las lecturas antropolgicas de los procesos de alterizacin de lospueblos indgenas, objeto de estudio privilegiado de esos precursores y de nosotras mismas. Alcontextuar y resear ciertos nfasis analticos del campo disciplinar desde este lugar, apuntamosms a introducir debates que a ser exhaustivas. Nuestro argumento consiste en que a lo largo deesa historia ha habido algunos momentos de coincidencia o aproximacin entre los encuadres dela academia y los reclamos indgenas, incluso entre las demandas indgenas y la poltica estatal.Sin embargo, han sido muchos ms los momentos de desencuentro, lo que ha producido sorderasy cegueras tan selectivas como duraderas. Entendemos, a su vez, que este foco ha contribuidohistrica aunque implcitamente a reforzar el supuesto de la inexistencia de afrodescendientes yla absorbibilidad de los inmigrantes, por lo que iremos sealando como dato ciertas omisionesrecurrentes para visibilizar los problemas derivados.

    2. Desde la perspectiva de las academias centrales, la dcada de 1930 fue particularmentefructfera en discusiones y propuestas relativas a los procesos asociados a las relaciones intertnicas,aunque con sesgos que sern sustantivamente modicados a partir de 19682.

    En 1935, a partir del Seminario del Consejo de Investigacin en Ciencias Sociales que se

    celebra en Estados Unidos, se consagra una ptica con duradera inuencia en los estudios cientcosy el lenguaje poltico y de sentido comn. El concepto de aculturacin denido entonces porRedeld, Linton y Herskovits (1936) instaura simultneamente una teora de la historia, un

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    programa de accin poltica y una estrategia de investigacin provista de una terminologa yaparataje conceptual especcos.

    Si hacemos foco en la denicin de los agentes sociales que desencadenan el procesoaculturativo -porque se devendr un aspecto relevante en las disputas tericas de la poca- laformulacin de 1935 sostiene que seran grupos de individuos con culturas diferentes quienes, al

    establecer contactos continuos y directos entre s, generaran a travs de la relacin interpersonallos cambios en los respectivos patrones culturales.En 1938 se conocer la oposicin a estas ideas, proveniente del Seminario sobre Cambio

    Cultural organizado por Bronislav Malinowski para la revisin de los resultados monogrcosde los trabajos de campo desarrollados en la dcada anterior por sus colaboradores del InstitutoInternacional de Lenguas y Culturas Africanas -fundado en 1929. El Ensayo Introductorio queprecede a la publicacin de esos trabajos (Malinowski 1938) propone un encuadre radicalmentediferente, pues el nfasis queda puesto en los grandes conjuntos sociales que van a encontrarse, noen cualquier escenario sino en el espacio africano -y podramos agregar, en el espacio colonizadoen general. As lo que aparece trasladado a ese espacio no es la cultura europea en generalsino una creacin ad hoc, una suerte de versin de Occidente para las colonias caracterizada porinstituciones difcilmente reconocibles en su versin original: la factora, la iglesia, la administracinde justicia, etc. A diferencia de la concepcin anterior, los individuos son tomados aqu comorepresentantes de instituciones y estas, a su vez, como canales del choque cultural y puerta deentrada analtica para los investigadores, cuya tarea implica desglosar un fenmeno complejo ymutuamente informado donde lo que prevalece es el conicto3.

    Un tercer abordaje proviene de la economa poltica y lo propone Furnivall (1939) en sutrabajo. Con el tiempo, sus conceptos de sociedad plural y pluralismo sern retomados desdela antropologa y la sociologa y tendrn una fructfera historia terica, particularmente ligada apercibir a las sociedades plurales menos como yuxtaposicin de diferencias culturales y raciales quecomo producto de una expansin colonial europea y capitalista signada por el disenso, el ejercicio

    de la fuerza y las leyes represivas para el control de los conictos, as como por el desinters yeventual incapacidad para generar conciencia colectiva sobre una pertenencia nacional comn. Ensuma, este tercer encuadre tambin circunscribe fenmenos estrictamente contemporneos ligadosal dominio imperial sobre regiones extra-europeas, y con el conicto como piedra de toque.

    ste era el contexto terico desarrollado por las academias de EE.UU. y Europa -o al menosparte de ellas- cuando se funda la SAA en 1936.

    3.En cuanto a los caminos transitados por la antropologa local para el paulatino encuadramientode la cuestin, conuirn para la poca dos concepciones: una lograr mayor anclaje local y otraencontrar dicultades para institucionalizarse. En la primera direccin resulta destacable la

    gura del italiano Jos Imbelloni, quien en 1933 se convierte en profesor titular de Antropologay Etnografa General en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires yluego en director del Instituto de Antropologa y del Museo Etnogrco de dicha universidaddeviniendo, con el tiempo, en hombre fuerte de la antropologa del perodo peronista (Garbulsky1987).

    En su anlisis del Gran Chaco como rea etnogrca Gastn Gordillo vincula a Imbellonicon un estilo que objetivaba a los pueblos indgenas como tema de estudio que poda abordarsedesde la antropologa fsica, la arqueologa y la lingstica, pero al margen de los acontecimientosque incidan en su recurrente expoliacin, pues lo que interesaba era sobre todo esquematizar elorigen de algunos de los rasgos culturales de la regin (Gordillo 2008:455, traduccin nuestra).Lo cierto es que, preocupado por la constitucin de lo argentino y lo americano, Imbellonidesarroll y aplic en algunos de sus trabajos los conceptos de supervivencia, estrato ytradicin para separar los objetos de la Etnologa y el Folklore y alojar a los pueblos indgenasen coordenadas mximas de alteridad. As, mientras los aborgenes empiezan a ser vistos como

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    evidencia contempornea de las sociedades primitivas y quedan como campo privilegiado delos etnlogos para estudios terico-comparados y de los etngrafos para su descripcin, laspoblaciones que pertenecen a naciones civilizadas (Imbelloni 1959:17) -por ser, en el casoargentino, supervivencias de un pasado colonial ms hispano que indgena- son objeto propioy excluyente del Folklore (Briones y Guber 2008).

    En cuanto a la segunda vertiente, la visita a la Argentina de Paul Rivet, quien dictaraconferencias y cursillos en las Universidades de Buenos Aires y de La Plata, presentar unaperspectiva de la antropologa ligada a la problemtica colonial que predice la inminentedesaparicin de las culturas primitivas y, en consecuencia, la urgente necesidad de llevar a cabotrabajos de campo para recuperar esos ltimos testimonios4. Sus perspectivas resuenan porquean cuando Argentina no se consideraba una nacin colonial -aspecto que ser introducido enla dcada del 1950, a partir de la reexiones de otras antropologas latinoamericanas-, una largatradicin intelectual predeca la inexorable desaparicin de los pueblos indgenas ante el avancedel progreso y como desenlace inevitable del necesario curso de la historia5. En todo caso, es porrecomendacin de Rivet que se traslada al pas su discpulo, Alfred Mtraux, quien luego de vanosintentos de integrarse a los grupos acadmicos de Buenos Aires y La Plata termina radicndoseen Tucumn, para la organizacin y direccin del Instituto de Etnologa entre 1928 y 1933.

    Siguiendo las instrucciones de Rivet, y conforme a su formacin con Nordenskildy Mauss,Nordenskild y Mauss,Mtraux aborda durante sus aos de actividad universitaria en la Argentina el trabajo de registroy recoleccin de estilos de vida y cultura material de los pueblos indgenas como una tarea derescate de lo que consideraba sus expresiones nales. Un sesgo importante en su trayectoria, quelo distingue de los restantes acadmicos en nuestro pas, es su involucramiento con el problemaindgena expuesto en su Informe sobre la situacin de los indios de Chaco y Formosa al Ministeriodel Interior. En opinin de Gordillo (2008), aunque las cuestiones del cambio cultural no formaronparte de la agenda de investigacin de Mtraux, su preocupacin por el bienestar de la gente queestudiaba dej una marca en la Antropologa argentina6.

    Los desacuerdos sobre los temas a incluir en la agenda pblica y sobre la responsabilidad delos acadmicos al respecto se harn patentes -como veremos- en la dcada siguiente. No obstante,el punto a enfatizar aqu es que para ninguna de estas vertientes la presencia de poblacin negrao inmigrante de origen europeo o limtrofe reciente era parte de la tarea acadmica de rescatecultural o de preservacin de la cultura material.

    4. La dcada de 1940 inaugura, a nivel internacional y en el mbito del continente americano,la proyeccin del concepto de aculturacin como poltica de estado. En el marco de estados debienestar en consolidacin se mantiene el supuesto bsico referido al carcter necesario del cambiohistrico para el progreso de las sociedades. Pero ese cambio no se promueve ya como una asimilacin

    forzada por desaparicin de las diferencias, sino como resultado de una integracin sensible alas peculiaridades culturales de los grupos para lograr su ciudadanizacin y modernizacin, eny a travs de polticas sociales especcas (Bengoa 1994, Slavsky 1992). En reciprocidad anteesta nacionalizacin por blanqueamiento, los repertorios de las culturas nacionales incorporaranciertas prcticas de los sectores atrasados y tradicionalistas -marca que distingua a las sociedadesindgenas de los sectores campesinos- como parte de su propio folklore.

    La Conferencia de Ptzcuaro de 1940 constituye el acontecimiento que seala la inauguracinde este cambio de perspectiva, a la vez poltica y acadmica, porque en su transcurso los estados-miembro de la OEA (Organizacin de Estados Americanos) congregados no slo crean el InstitutoIndigenista Interamericano, sino que tambin imparten recomendaciones acerca de las modalidadesdel cambio dirigido con preservacin de formas culturales indgenas.

    En el contexto argentino de la poca otras parecen ser las preocupaciones que llevan al estado acrear dependencias de gestin de la diversidad y a la antropologa a involucrarsedicipliariamen el debate nacional, articulando una estrategia discursiva distinta de las de otros campos del

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    conocimiento (Perazzi 2003:58). A su vez, dos son los eventos que indican cmo se empieza aafrontar explcita y biopolticamente la cuestin tnica desde el estado argentino, y ambos parecenms directamente vinculados a las preocupaciones derivadas de los efectos sociales de la ltimaoleada de inmigraciones europeas masivas que se estaba recibiendo que a la ciudadanizacin delos indgenas.

    Por un lado, y augurando el advenimiento del peronismo como espacio de valorizacin de lopopular y lo nacional, en 1943 se crea el Instituto Nacional de la Tradicin (INT)7. Su primerdirector, Juan Alfonso Carrizo, declaraba que el objetivo del Instituto era salvar el patrimonioespiritual heredado de nuestro pas, as como estudiar y poner en relacin el material registradocon el de otros pases de Amrica y Europa, especialmente Espaa y los de la estirpe Grecolatinaa la que pertenece (Carrizo 1953:26). Segn Lazzari (2002), la misin asumida inicialmenteLazzari (2002), la misin asumida inicialmentepor el INT de promover una idea de clra argia vrdadram aica basada enel nacionalismo de lo criollo participaba de la meta de nacionalizacin denitiva propiciadapor la visin resultante de Ptzcuaro. Sin embargo, esa misin casi destierra del patrimonioheredado cualquier aporte indgena sustantivo para instalar en su centro una ancestra hispana ygrecolatina.

    Por otro lado, en 1946 -ya en pleno gobierno peronista- se crea el Instituto tnico Nacional(IEN), organismo de corta trayectoria (1946-1955). Segn Lazzari (2004), su propsito fueimplementar un diseo poblacional que apuntara a la construccin del tipo argentino mediantecuatro mecanismos, tanto manipuladores como negadores de la heterogeneidad tnica de lapoblacin, a saber: la educacin patritica, el indigenismo, la higiene mental y la seleccin fsica.Es interesante cmo el autor muestra la manera en que la construccin de una antropologaen el estado sirve tambin de tribuna; por ejemplo a Salvador Canals Frau le permite zanjardiferencias acadmicas e institucionales con Imbelloni, a quien le imputa estar ms interesadoen las poblaciones autctonas del pasado que por la argentina poblacin del presente.

    En este marco es que entendemos que la perspectiva continentalmente adoptada en Ptzcuaro

    va a tener un tardo impacto en Argentina, ya que recin se hace explcitamente visible con laprogramacin del Censo Indgena Nacional (CIN), dispuesto por el Decreto 3998 del 27 de mayode 19658. Lo interesante es que cuando lo hace muestra ya estrechas vinculaciones entre la idea deaculturacin y una nocin de desarrollo, encarnada para esa poca en las otras instituciones en lasque trabajaban los antroplogos ms directamente vinculados a la gestin estatal (Lenton 2005). Pero,como veremos en el prximo acpite, el diseo y ejecucin del CIN acontece tambin en medio de lagestacin de ciertos conceptos crticos en el debate latinoamericano, contexto intelectual que llevara algunos antroplogos locales a desconar del CIN y evitar participar en l, a pesar de promovertanto en lo terico como en lo prctico la idea de una antropologa de gestin o aplicada.

    Antes de resear esos debates cabe destacar que, como muestran los criterios de denicin de

    comunidad y pertenencia indgena adoptados por el CIN con participacin de acadmicos de altaresponsabilidad institucional9, para 1966 todava primaba en parte de la antropologa argentina laidea segn la cual lo autnticamente indgena se dena por la persistencia de formas culturales,sociales y de ocupacin territorial que se habran mantenido indemnes a los procesos histricosdesplegados a lo largo de ms de cuatro siglos de enfrentamientos y conquistas regionales, captacinde mano de obra indgena para el mercado de trabajo y consumo, instalacin de regmenes depropiedad de la tierra homogneos con las formas de explotacin econmica de los territoriosconquistados, etc. Curiosamente esta persistencia estaba en agrante contradiccin con las teorasacerca de la desaparicin por transformacin de las sociedades arcaicas, contradiciendo tambinlos preceptos a la vez histricos y polticos que haba instalado la, por entonces remozada peroan vigente, teora de la aculturacin.

    5.En la dcada de 1960 se van gestando en otros pases de Amrica Latina, especcamente enMxico y Brasil, nuevos conceptos y abordajes a la cuestin tnica que ingresarn a la consideracin

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    de los antroplogos argentinos, mayormente en los inicios de la dcada del 197010. En Mxico, serevisan y discuten fuertemente los conceptos instalados por la teora de la aculturacin. GonzaloAguirre Beltrn, Guillermo Bonl Batalla y Pablo Gonzlez Casanova, entre las guras msrepresentativas, intentaban construir enfoques ms ajustados a las realidades latinoamericanas.Lo hacan de manera dispar segn sus experiencias ms ancladas en la gestin o en la academia,

    pero siempre incorporando y redeniendo conceptos. A veces dichos conceptos eran retomados dela sociologa norteamericana -sociedades plurales, pluralismo, desarrollo, etc.-, o de la geografa-reas de refugio, reas de arrinconamiento, fronteras internas- pero en ocasiones de lostrabajos de George Balandier sobre las colonias francesas en frica, en especial su conceptosituacin colonial. Sobre todo la inuencia de ste ltimo producira, en algunos colegas, unareconsideracin crtica radical de la narrativa del encuentro entre culturas, contextuada ahoraen la expansin colonial de los pases centrales hacia el resto del orbe y no slo analizada a partirde las profundas transformaciones locales sino de la suerte de aceptacin de la dominacin,instalada en los dominados a travs de mecanismos ideolgicos fundados en el supuesto de lasuperioridad racial de Occidente y en una serie de estereotipos y preconceptos que, entre otrascosas, fomentaban la divisin entre los segmentos dominados y consecuentemente la imposibilidadde visualizar alianzas contra la sociedad colonial dominante. As, la nocin de colonialismointerno tal como la dene Gonzlez Casanova (1963) expresa cabalmente esta combinacin deenfoques para la construccin de una modalidad local de anlisis sobre la cuestin tnico-nacionalmexicana.

    Entre 1962 y 1968, preocupaciones semejantes cristalizan en el concepto de friccinintertnica acuado por Roberto Cardoso de Oliveira (1978), a partir de un proceso de investigacininiciado en principio como un estudio de colonialismo interno en Brasil11. Originalmente postuladoslo para regiones en las que se estn procesando o se produjeron histricamente contactosefectivos, lo sustancial de esta perspectiva sigue teniendo hoy gran inuencia en los abordajesintertnicos de la antropologa de la regin.

    A su vez estos importantes despliegues de teoras, desde y para los pases latinoamericanosy sus problemticas especcas, gestaban tambin una polmica propia acerca de la pertinenciay eventuales contradicciones entre los conceptos de etnia y clase social que tuvo gran impactocontinental y una importante representacin intelectual. Entre sus exponentes se destaca RodolfoStavenhagen, cuyo texto Siete tesis equivocadas sobre Amrica latina, fue traducido a variosidiomas y circul ampliamente desde 1966 en diversos medios -incluidas las carreras de cienciassociales de nuestro pas. Pero quizs la expresin latinoamericana ms fuerte de esta posicinse encuentre en los escritos de los autores mexicanos vinculados a corrientes marxistas12. Es elcaso de Ricardo e Isabel Pozas (1971) quienes prevean la irremediable destribalizacin de losgrupos indgenas al pasar, desde sus propias organizaciones socio-econmicas y polticas (intra

    estructura), a incorporarse en condicin subordinada y en calidad de trabajadores al sistema dela sociedad nacional (estructura capitalista).Vista desde la perspectiva actual, esta interpretacin lineal y simplista de la historia se

    organizaba de un modo paralelo y homlogo a lo que ya haba planteado el modelo aculturativo yla teora del desarrollo con industrializacin y urbanizacin. La diferencia radicaba en la gestacin,en este proceso, de una conciencia de clase revolucionaria en el proletariado, proceso para el cual,por consiguiente, la identicacin de los sujetos indgenas con sus propias estructuras colectivasy su historia signicaba un factor retardatario para el decurso de la liberacin colectiva 13. Peroel proceso de la historia -que, de la misma manera que en el desarrollismo, se conceba bajo laforma de un despliegue de sus propias determinaciones y contradicciones internas- acabara pordesarmar las tendencias paralizantes de los remanentes tribales y coloniales de su modo deproduccin (Pozas y Pozas 1971:177), incorporando nalmente al indio como sujeto histricopero bajo nuevos ropajes: el del proletariado del campo y la ciudad.

    En suma, la dcada de 1970 se caracteriz por el despliegue de dos grandes lneas de

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    reinterpretacin de la cuestin indgena en la antropologa latinoamericana que generaronprofusos debates entre los respectivos exponentes etnicistas o campesinistas, segn losrtulos estigmatizadores que circulaban de uno y otro lado. En la primera de ellas se intentababuscar el fundamento de la cuestin indgena en una diversidad sofocada, si no anulada, por losdespliegues progresivos de la organizacin nacional como cuestin que requera, a la vez, de la

    creatividad conceptual y de slidas etnografas de base en las que los procesos histricos formaranparte del abordaje investigativo. Se propona una suerte de etnografa e historia de la sociedadnacional, localizada en la regin donde se abordaba la etnografa del pueblo indgena. La segundaperspectiva atenda ms a las contradicciones del capitalismo en general, y particularmente delcapitalismo dependiente en Amrica latina, concentrando preferentemente su discusin tericaen las posibilidades revolucionarias de cada formacin histrico-social precisa antes que en labsqueda de datos empricos para la comprobacin de sus tesis fundamentales.

    Pero adems -o a la par- de esas acaloradas discusiones sobre el carcter poltico, o no, dela conciencia tnica en relacin a la conciencia de clase14 la dcada de 1970 ser tambin rica enactivismo antropolgico y, por cierto indgena, a nivel regional y local.

    En 1971 se da la Declaracin de Barbados, resultante del famoso simposio internacionalpara el tratamiento de la cuestin Friccin Intertnica en Amrica del Sur No-Andina 15. Entrelos once antroplogos latinoamericanos que all convergieron portando documentos acercade la situacin indgena en sus respectivos pases estaba Miguel Angel Bartolom, uno de los

    jvenes recursos formados en la recientemente creada Licenciatura en Ciencias Antropolgicasde la Universidad de Buenos Aires. En la mencionada dcada tambin se constituyeron distintasorganizaciones indgenas en el pas. Buena parte de sus demandas impactar en la orientacinde los antroplogos en formacin de aquella poca, as como en las polticas de estado que muygradualmente incorporarn, al menos en la letra de las disposiciones, algunos de sus reclamos 16.En su transcurso, y con intermitencias y cortocircuitos de diversa ndole, se producir un paulatinoaunque no del todo generalizado encuentro entre parte de la produccin acadmica y las demandas

    y expectativas indgenas, en el contexto de un campo disciplinar sacudido de manera recurrente pordiscontinuidades que fueron acentuando y faccionalizando sus heterogeneidades constitutivas.

    6. Todas las perspectivas hasta aqu reseadas resonaron con dispares oscilaciones, nfasis ycircuitos en la antropologa argentina que se institucionaliza como carrera en las Universidades deBuenos Aires y La Plata a nes de la dcada de 1950, mostrando un decurso que inevitablementeevidencia los polarizantes avatares polticos que ira atravesando el pas, avatares signados por unasucesin de golpes de estado -sobre todo los de 1966 y 1976- que interrumpieron tanto procesosde democratizacin poltica y social como de debate en las universidades17. En todo caso, cabedestacar que sobre todo los debates latinoamericanos mencionados irn apareciendo -de manera

    insular o predominante segn los contextos polticos- en la organizacin de las ctedras y en susmateriales bibliogrcos, presentndose en principio ms para su estudio que en la produccinterica, ensaystica o etnogrca18.

    La primera mitad de la dcada de 1970 puede considerarse como un interregno signado por ladistensin de las medidas represivas del golpe militar autodenominado Revolucin Argentina ypor la emergencia de una potente, pero corta y convulsionada, irrupcin de proyectos de liberacinnacional y popular violentamente reprimidos por un terrorismo de estado hasta el momento inditopor su crueldad y sistematicidad. Vemos que la academia antropolgica produce aproximacionesal menos cuatripartitas pues el histrico-difusionismo coexiste con la fenomenologa bormideana,con una etnologa humanizante y contextuadora y tambin con enfoques provenientes delfolklore y de la antropologa social, ms equipados para pensar los contextos que para entenderlas dinmicas y efectos de la produccin cultural de diferencias y marcas de alteridad indgena19.As, es interesante observar cmo en un mismo volumen deRlacio aparece un artculo dePalavecino (1971), preocupado por una etnologa areal clasicatoria, descriptiva y difusionista,

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    junto a otro de Bartolom (1971), quien toma el concepto de agente intercultural aplicado alshamn av-chirip del modelo de friccin intertnica, da cuenta de las relaciones y dilogosentre el antroplogo y sus interlocutores y muestra procedimientos culturales para controlar losimpactos provocados por el contacto con los blancos.

    Esta coexistencia tensa entre trabajos descriptivos (Milln de Palavecino 1973), articuladores

    de somatologa, tipologizaciones lingsticas y religiosidad (Casamiquela 1973) o contextuadores(Madrazo 1970), centrados en el horizonte mtico (Lettner 1974, Mashnshnek 1972 y 1973,Siffredi y Cordeu 1970), en desafos de la convivencia intertnica (Palma 1972), o en propuestasprogramticas de una investigacin antropolgica global del devenir de la argentinidad, con unmatiz pragmtico, militante, combativo y polmico (Lafn 1974:312-313)20habla de la complejidadinstitucional del perodo, no slo a nivel poltico sino tambin en el campo intelectual donde launiversidad daba cabida por un breve lapso a las ctedras nacionales, mientras el CONICETestaba dirigido por Marcelo Brmida21.

    Ciertamente, esta diversicacin de enfoques encontrar una drstica reduccin a partir dela instalacin ocial del terrorismo de estado con el golpe militar de 1976. Retomando la revista

    Rlacio, el predominio de los trabajos arqueolgicos sobre los etnogrcos y folklricos eraabrumador, quedando stos ltimos enfocados en anlisis mitolgicos (Cipoletti 1980, Casamiquela1977, Cordeu 1978, Mashnshnek 1977, Waag 1975), de narrativas (Chertrudi 1975) y ciclosrituales (Merlino y Rabey 1979).

    Con el retorno democrtico, y progresivamente, no slo se reinstalar una diversicacinde encuadres que retoma discusiones suspendidas -por ejemplo la relativa determinacin entreclase social y etnicidad, o el carcter poltico o retardatario de la conciencia tnica- sino tambinalgn nuevo punto de coincidencia entre los intereses acadmicos y los de sus interlocutoresanalticos.

    7. La dcada de 1980 puede caracterizarse desde una triple ptica para poner en relacin

    el entramado de movimientos indgenas que llegan a la escena nacional para quedarse, lainstitucionalizacin del campo de las relaciones intertnicas como rea destacada en lasinvestigaciones de la antropologa sociocultural argentina, y el cariz tomado por algunas de lasdiscusiones sostenidas.

    En cuanto a la visibilizacin de las demandas indgenas, el retorno a la democracia enmarcado enun crecimiento de los movimientos de derechos humanos ir llevando progresivamente a considerarla diferencia cultural como otro de esos derechos. En Argentina esos reclamos van creando, enmbitos estatales de las provincias y la nacin, un espacio de interlocucin que resulta- en parte-en la promulgacin de leyes indigenistas por primera vez integrales, aunque an imbuidas de unespritu integrador (GELIND 2000). En todo caso, y aunque la antropologa institucional durante

    el proceso de reorganizacin nacional haba desprestigiado el trabajo con pueblos indgenas, estosprocesos atraen la atencin de antroplogos, formados y jvenes, producindose un progresivoincremento en el nmero de colegas volcados a la temtica, en la academia y la gestin.

    Con respecto a la institucionalizacin del campo de estudio, en septiembre de 1983 secelebr el primer Congreso Argentino de Antropologa Social (CAAS) en Posadas (Misiones),sede de uno de los pocos programas de grado en Antropologa que haba logrado subsistir durantela dictadura. Fue a la vez reunin cientca y reencuentro esperanzado ante los nuevos vientosque, se esperaba, sacudieran las estructuras universitarias y acadmicas tras un perodo de ms desiete aos de oscurantismo y persecucin. Una de las mesas de trabajo tuvo por rtulo RelacionesIntertnicas, en relacin con el desarrollo de una asignatura del cuarto ao de la Licenciaturaen Antropologa Social de la Universidad Nacional de Misiones (UNAM), Contacto Culturaly Relaciones Intertnicas, dictada por primera vez en el ao 1979. Desde entonces, la temticaha quedado incorporada en carcter de mesa regular de los siguientes CAAS, siendo un espacioen constante crecimiento. En todo caso, interesa destacar aqu que la inexistencia en el marco de

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    los CAAS de mesas de trabajo que recojan temticas ms propiamente etnolgicas ha hecho quemuchos de los trabajos realizados desde esa orientacin se presenten en la mesa de RelacionesIntertnicas, lo que siempre genera interesantes tensiones, subcomprensiones y discusiones entrelos participantes.

    Si prestamos atencin a los puntos puestos en discusin, el giro barthiano se va instalando

    decididamente. La diferencia de los otros ya no se ve como datopr sino como co-produccin, loque lleva a desarrollar con mayor fuerza la consideracin de las relaciones intertnicas en el marcode la formacin de los estados nacionales latinoamericanos -sesgo cada vez ms estimulado por larevisin historiogrca sobre los procesos de formacin de las modernas naciones occidentales22.Aunque en la dcada de 1980 an se reeditan discusiones entre posturas etnicistas y clasistas,que a esa altura parecan haber empezado a languidecer en otros pases del continente, uno delos puntos abiertos a debate pasa por entender si, y de qu manera, la nacin y sus otros sonformas igualmente tnicas o, recprocamente, nacionales/nacionalitarias en el caso de los pueblosindgenas. Estos desarrollos se expresan hacia el nal de la dcada en la publicacin de un artculode Miguel A. Bartolom (1987), Armacin estatal y negacin nacional. El caso de las minorasnacionales en Amrica latina23. De manera coincidente, y posiblemente ms por demanda indgenaque por precisin acadmica, en la dcada de 1980 las antiguas y tradicionales denominacionesutilizadas tanto en la literatura antropolgica como en el lenguaje legislativo y estatal en generalcomienzan a ser desplazadas, muy lentamente, por nuevos trminos. As, en 1984 en los debatesy declaraciones de la Cmara de Diputados aparece el trmino Naciones Indgenas o Nacinmapuche; en 1986 la denominada Ley del indio de la Provincia de Misiones se reere aPueblo Guaran, existiendo en la actualidad consenso en la utilizacin del trmino PueblosOriginarios24. En el campo poltico donde se dirime el uso de estos trminos resta ver si el debateplanteado por el artculo de Bartolom, incrementado en los aos siguientes, estar augurandofuturas transformaciones en este aspecto. En la dcada de 1990 es cuando los conceptos tericosaci, grpo ico ypblo se empiezan a ver menos como formas de grupo denibles por y

    dependientes de caractersticas objetivas, que como conjuntos poblacionales suturados como unau otra cosa, en y a travs de procesos y contextos de relaciones asimtricas o antagnicas quellevan a etnicizar, racializar o nacionalizar de manera selectiva y dispar a los segmentos socialesinvolucrados.

    8. La dcada de 1990 plantea a los pueblos indgenas del continente una coyuntura quepermite condensar una serie de desarrollos que se venan dando en trminos de revisar las formasde contar la historia, as como de articular continentalmente reclamos y prcticas organizacionales.El Quinto Centenario deviene un evento clave para tornar visibles prcticas histricas de opresinsedimentadas en un presente no menos problemtico. Se comienza a poner el foco en la transformacin

    de las prcticas de expoliacin que permiten a las organizaciones indgenas el establecimientode alianzas con otros movimientos sociales, particularmente con aquellos preocupados por losefectos de la globalizacin y las cuestiones ambientales (Conklin y Graham 1995, Ulloa 2004). Ala vez, se incrementa una disputa por actualizar e implementar marcos jurdicos internacionales(Barsh 1994), en un contexto de reformas constitucionales latinoamericanas que incorporan elreconocimiento de la especialidad de los derechos indgenas y los derechos culturales de otrosgrupos (Van Cott 2000, Sieder 2002).

    Ambas tendencias, tanto la articulacin poltica entre organizaciones y reclamos como ladisputa por los marcos jurdicos, se hacen sentir en Argentina. La reforma de la constitucinnacional, en 1994, y de varias constituciones provinciales en ese perodo, plantean un saltocualitativo con respecto a las leyes indigenistas integrales de la dcada de1980, en tanto se hablade la pre-existencia tnica y cultural de los pueblos indgenas, y se reconoce su derecho a laidentidad, a la educacin intercultural y bilinge y a la participacin. Esos procesos de reformason muestra de la movilizacin de sectores indgenas y grupos de apoyo que lograron incidir en

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    los constituyentes. Con el tiempo, se intensican los esfuerzos de coordinacin de la lucha decomunidades y organizaciones de un mismo pueblo, o de varios pueblos indgenas, para forzarla creacin de campos de interlocucin a nivel nacional donde sea posible visibilizar y disputarla implementacin efectiva de los reconocimientos.

    Ciertamente estos contextos profundizan la recuperacin del inters de la antropologa

    argentina por la temtica indgena en general y tnica en particular, lo que con el tiempo irsealando nuevos puntos de coincidencia entre las investigaciones antropolgicas y las dinmicasde los movimientos sociales y tnico-polticos. Como resultado, la produccin antropolgica seincrementa de modo notable, especialmente por la creciente incorporacin de estudiantes y egresados

    jvenes al campo de los estudios tnicos en general, e indgenas en particular. Buscando mapearesta diversicacin, una de nosotras (Briones 2004) organiz en tres reas temticas amplias lavariedad de trabajos efectuados en la primera dcada a partir de la reforma de la constitucinnacional (1994-2004), a saber: (1) legislacin y polticas estatales, con sealamientos de desfasajesy propuestas de alineamiento, (2) reconguraciones de prcticas, pertenencias e imaginarios denacin y regin y (3) producciones culturales y procesos organizativos indgenas. Para no reiteraraqu esa sistematizacin, o el listado de trabajos realizados, proponemos introducir tres puntosque complementan esa visin de los rumbos de la produccin antropolgica.

    Primero, un remozamiento paralelo al operado en el campo de los estudios tnicos se vienedando en enfoques ms propiamente etnolgicos que retoman y discuten los grandes tpicosque la disciplina ha venido tratando desde su conformacin como ciencia moderna. En esto,son dos los aspectos destacables. Por un lado, ya sea en trminos de las nociones indgenas depersona, de las construcciones sociales de los mundos humanos y no-humanos, o de las formasde practicar la sociabilidad se estn produciendo trabajos que dialogan con los abordajes msactualizados que se estn desarrollando no slo en las academias centrales sino tambin en paseshistricamente menos reconocidos en su capacidad de produccin de teoras, particularmente losde la regin latinoamericana. Por otro lado, quienes emprenden esos estudios etnolgicos lo hacen

    sin descuidar problemticas y desafos que enfrentan los pueblos con que se trabaja para hacervaler sus derechos. Y sin duda, si lo que buscamos a futuro es alguna sinergia entre problemassociales y problemas antropolgicos, lo esperable sera que ni los etnlogos ni los antroplogossocioculturales nos sintiramos exentos de la necesidad de realizar anlisis que atiendan a lo quesuelen ser las dos caras constitutivas de tensiones fundantes de la cuestin indgena: sea la tensinentre condicionamientos y capacidad de agencia, entre imposiciones y resignicaciones, o entrela positividad de ciertas diferencias y ciertas convergencias.

    Segundo, se ha venido dando un impulso comparable al anlisis antropolgico de problemticasque interesan y afectan a los pueblos originarios respecto en el trabajo con otros grupos alterizadosen el pas. En este aspecto, lo interesante es que no slo se van sumando etnografas que analizan

    distintas problemticas que afectan a las colectividades de origen extranjero25

    , sino que tambinse est incentivando una necesaria produccin sobre afrodescendientes26. De ms est decir queel avance paralelo en todos estos temas es vital para caracterizar y monitorear los cambios en laformacin nacional de la alteridad.

    Por ltimo, estamos atravesando una peculiar coyuntura que empieza a reejarse en laproduccin antropolgica crtica. Luego de la desaceleracin momentnea de las demandasindgenas, coincidente con la crisis de 2001 (Lenton y Lorenzetti 2005), se han intensicado unaserie de procesos que muestran la recuperacin de campos de interlocucin de alcance nacionalpor parte del movimiento indgena, como la articulacin transversal de demandas entre distintosmovimientos sociales de base, la incorporacin de referentes de los pueblos como funcionarios-asesores o consultores estatales- y una mayor incidencia de las agencias multilaterales denanciamiento en la promocin de proyectos de fortalecimiento y desarrollo. En ciertos casos,esas agencias ofrecen nanciamiento para programas de los Ministerios de Desarrollo Social,Educacin y Salud, pero en otros buscan una negociacin directa con los mismos destinatarios

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    con mnima mediacin estatal. En 2006 se aprob la primera ley que apunta a un relevamientointegral de la situacin de las tierras de todas las comunidades indgenas del pas, la cual involucraren su ejecucin no slo a los pueblos originarios sino tambin a cuadros tcnicos de los estadosprovinciales y el federal, recursos humanos de las universidades pblicas e integrantes de distintasONGs de apoyo. Estamos frente a un nuevo modo de produccin de soberana estatal (Escolar

    2007) que muestra tensiones entre ciertas prcticas y visiones hegemnicas, histricamentesedimentadas, y vocabularios aggiorado a la mxima de garantizar el derecho a tener derechos,particularmente a la diferencia cultural.

    Todos estos desarrollos requieren anlisis e intervenciones antropolgicas que desmontenpreconceptos y dispositivos rmemente asentados que siguen generando contradicciones entrelo dicho y lo hecho y entre los marcos jurdicos operativos y las inadecuaciones o demoras ensu efectiva implementacin. Hablamos de un cuadro que requiere una presencia antropolgicaque d respuestas urgentes por la propia dinmica de las iniciativas y los proyectos. No obstante,entendemos que esa antropologa solo podr ser slida si est anclada en la produccin deetnografas capaces de poner los problemas en sus contextos y de identicar y analizar tanto lospuntos recicladores de desigualdades y asimetras, como los productores de visiones del mundoy prcticas de lo social alternativas, razn de ser del campo de los Estudios tnicos.

    En suma, transcurrida casi una dcada del siglo XXI, parecen estar dadas las condiciones deun encuentro sostenido entre los reclamos y preocupaciones indgenas, por un lado, y las agendasde investigacin antropolgica, por el otro. No obstante, esto opera en un momento peculiar deconformacin del campo disciplinar. Brevemente, superada la desacreditacin de los trabajosmonogrcos y etnogrcos, paradjicamente nos fuimos introduciendo en una poca en la quela posibilidad de hacer etnografa es entorpecida por los plazos, cada vez ms cortos, requeridospara seguir/entrar en carrera acadmica y por la escasez de recursos para solventar los trabajosde campo prolongados de los recursos jvenes. Para nosotras ambas cosas deben revertirse siesperamos producir marcos explicativos localizados y regionalizados que impacten en las polticas

    de estado y en las formas sociales de pensar y practicar las diferencias legtimas.

    Fecha de recepcin: 6 de febrero de 20086 de febrero de 2008Fecha de aceptacin: 16 de abril de 2008

    NOTAS

    1 Para un anlisis de los trabajos que, emprendidos en el pas desde la Etnohistoria, han abordado tambinel campo de los Estudios tnicos, ver el trabajo de Lorandi y Nacuzzi en este volumen.

    2 Nos referimos al inuyente trabajo de Fredrik Barth, particularmente a la Introduccin, publicado en

    versin castellana en 1976. La primera versin inglesa data de 1969 y fue producto de las reuniones deun seminario organizado en Bergen el ao anterior.

    3 Malinowski expresa: El proceso de cambio cultural y de formacin de nuevas realidades culturales nopuede ser entendido como una mezcla mecnica. No es un conglomerado de elementos tomados al azarde una u otra cultura emparentada. Para comprender cualquier elemento de la nueva realidad de fricaoccidentalizada, debemos emprender el estudio de su emplazamiento real, sus mecanismos propios, bajodirecciones e incentivos que no son prstamos, sino que son engendrados por las nuevas instituciones[] Lo que realmente se produce [] es un juego de fuerzas del contacto especcas: prejuicio racial,imperialismo poltico y econmico, segregacin racial, resguardo del estilo de vida europeo, y la reaccinafricana a todo esto (Malinowski, 1938: xix y xx, destacados del autor).

    4 La propuesta de Rivet, cercana a la concepcin de Malinowski sobre la importancia de los estudios

    etnolgicos en colonias ultramarinas se distingue de la corriente del cambio cultural porque no liganecesariamente estos estudios a su aplicacin prctica como base de una buena administracin, sino aldesarrollo de una antropologa cientca.

    5 Es la ptica con la que se producen los artculos que componen el primer tomo de laHioria d la naci

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    Argia iniciada por Ricardo Levene, publicada en 1936, y que cuenta entre sus colaboradores a losparticipantes del Primer Congreso de Americanistas de 1932. Ellos son: Francisco de Aparicio, EduardoCasanova, Jos Imbelloni, Fernando. Mrquez Miranda, Enrique Palavecino, Flix Outes y MilcadesVignatti, posteriormente miembros de la SAA auspiciada por Outes a instancias de Casanova y Palavecino(cfr. Bilbao 2002).

    6 En todo caso, bastante antes de Mtraux ya se haban producido contundentes llamadas de atencin

    acerca de la necesidad de ese involucramiento. Quizs uno de los primeros momentos de encuentro entrelas voces expertas y los reclamos de sus objetos de estudio est en 1904, se trata de un hito. Ocurrecuando Joaqun V. Gonzlez, el Ministro del Interior de Julio A. Roca, le pide a J. Bialet Mass querealice un diagnstico de las condiciones de vida de los trabajadores en el centro, oeste y nordeste delpas. En lo que Guillermo Gutirrez (1976: 29) dene como el primer y nico trabajo de investigacinantropolgica de conjunto que se realiza en la Argentina, Bialet Mass no slo describe los entornoslaborales y pone en contexto detallado la explotacin de los trabajadores indgenas y no-indgenas delas regiones septentrionales del pas, sino que valoriza el potencial de criollos y nativos como fuerza detrabajo para contrarrestar las voces hegemnicas que an demandaban la importacin de trabajadoreseuropeos para engrandecer y hacer progresar la patria.

    7 Designado en 1955 como Instituto Nacional de Filologa y Folklore; en 1960 como Instituto Nacional

    de Investigaciones Folklricas; en 1964 como Instituto Nacional de Antropologa; y en 1992 comoInstituto Nacional de Antropologa e Instituto Nacional de Antropologa y Pensamiento Latinoamericano(Lazzari 2002).

    8 Este vnculo conceptual resulta transparente en los mismos considerandos del decreto, cuando luego deadvertir en el pas la existencia de grupos indgenas escasamente integrados a la comunidad nacionalse arma: Para inducir cualquier proceso de aculturacin tendiente a producir mejoras en el desarrolloeconmico, en las condiciones de sanidad, educacin, trabajo, debe partirse de un conocimiento conceptualde la realidad cultural y de la estructura antroposociolgica de las comunidades indgenas. Se lograrnas los objetivos bsicos que son el mejoramiento de su nivel de vida y su denitiva incorporacin a lacomunidad nacional (DIP 1991: 89).

    9 La Comisin Ejecutiva del censo estaba integrada por dos funcionarios nacionales y dos acadmicos-el Director del Instituto de Ciencias Antropolgicas de la UBA y el Director del Instituto Nacional de

    Antropologa (DIP 1991).10 Para este cambio de perspectivas fueron decisivos los trabajos de Darcy Ribeiro, particularmente la

    relacin que estableciera entre las caractersticas de los frentes de expansin de la sociedad nacionaly sus requerimientos de tierras, mano de obra y tamao del capital invertido ante las caractersticas deorganizacin sociopoltica de los pueblos indgenas con los cuales entrarn en disputa y confrontacin.Una versin inicial de este enfoque fue presentada en 1957 y la versin ampliada fue publicada en espaolen 1971.

    11 Segn el autor introdujo el concepto en el primer informe de esta investigacin al organismo nancia -dor, Conselho Nacional de Pesquisas (CNPq), publicndolo en 1967 en la versin portuguesa y, al aoConselho Nacional de Pesquisas (CNPq), publicndolo en 1967 en la versin portuguesa y, al aosiguiente, en la versin en espaol (Cardoso de Oliveira 1978: 83).

    12 Entre ellas, especialmente, a las que tenan mayor identicacin con la interpretacin latinoamericanaEntre ellas, especialmente, a las que tenan mayor identicacin con la interpretacin latinoamericana

    sostenida por los partidos comunistas nacionales y reelaboraciones dogmticas de los textos de Marx,aunque se percibe tambin en ellos la inuencia de la discusin acerca de lo tnico y lo nacional de J.Stalin (1973).

    13 Por ejemplo, en suPor ejemplo, en su libro La cla ocial la ocidad agraria, Stavenhagen (1969) presentla tesis segn la cual las categoras tnicas eran construcciones de dominacin que correspondan a unmomento de la historia colonial latinoamericana, que habra sido sucedido por formas de organizacincapitalista, particularmente a lo largo del siglo XX. En esta nueva modalidad organizacional la clase socialy sus contradicciones, as como las relaciones de alianza con otras clases, daran cuenta de una estructurasocial con sus propias determinaciones internas; entretanto el mantenimiento de estraticaciones tnicasestara contribuyendo al disimulo o an al freno de las relaciones de clase.

    14 ComoejemplorepresentativodeestedebateMiguelA.BartolomsostieneenelensayoqueprepararaparaComo ejemplo representativo de este debate Miguel A. Bartolom sostiene en el ensayo que preparara parala segunda reunin de Barbados que conciencia de clase y conciencia tnica, no son trminos excluyentes

    sino complementarios, ya que muchas veces la segunda puede ser la condicin para el surgimiento de laprimera (1979: 320).

    15 Cfr. Documentos de la Segunda Reunin de Barbados (1979: 10). Los antecedentes de esta reunin seCfr. Documentos de la Segunda Reunin de Barbados (1979: 10). Los antecedentes de esta reunin se

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    encuentran en el Congreso Internacional de Americanistas celebrado en Lima en agosto de 1970 y coor-dinado por Georg Grnberg (1972), quien tramit el apoyo nanciero del Consejo Mundial de Iglesiasa travs de su Programa para Combatir el Racismo y con el auspicio de la Universidad de Berna (Suiza)y la Universidad de las Indias Occidentales (Barbados).

    16 En 1970 seorganiza laConfederacin IndgenaNeuquina y un aodespusla ComisinCoordinadoradeEn 1970 se organiza la Confederacin Indgena Neuquina y un ao despus la Comisin Coordinadora deInstituciones Indgenas. Estas van a conuir en el Primer Gran Parlamento Indgena Nacional, celebrado en

    Neuqun entre el 14 y el 22 de abril de 1972. Este hecho impulsa la creacin de organizaciones indgenasen otros puntos del pas: en 1972 la Federacin Indgena de Formosa y en 1973 otras dos Federaciones:Indgena del Chaco, nucleando a los pueblos toba qom, wich y mocov, y de los Valles Calchaques.En Marzo de 1974 aquella Comisin Coordinadora se disuelve en la Confederacin Indgena de laCapital Federal y el Gran Buenos Aires, hecho que expone la importante migracin y reagrupamientode miembros de pueblos indgenas en las localizaciones urbanas, la instalacin de nuevas vertientesde la cuestin indgena en la Argentina, as como el surgimiento de liderazgos en estas organizacionespluritnicas nutridos de sus experiencias urbanas y de un mayor adiestramiento ganado duramente trasfrecuentar las dependencias gubernamentales para la tramitacin de cuestiones diversas como: salud,tierras, educacin, etc. (Colombres 1975). En 1975 ese movimiento regional conuye en la creacinde la Asociacin Indgena de la Repblica Argentina (AIRA) y uno de sus miembros ms conspicuos,

    Eulogio Frites, participar en nombre de este organismo en la Segunda Reunin de Barbados -celebradaentre el 18 y el 28 de julio de 1977 bajo el ttulo Movimientos de Liberacin Indgena en AmricaLatina- e intervendr en los procesos de constitucin del Consejo Mundial de Pueblos Indios (Serbin1981, Carrasco 1991).

    17 As mientras en otros pases de Amrica Latina continuaban los procesos de creacin de marcos tericos,As mientras en otros pases de Amrica Latina continuaban los procesos de creacin de marcos tericos,profundizacin de enfoques y activas polticas de produccin editorial -tanto para la edicin de autoreslocales como para la traduccin de los nuevos materiales que se producan en Estados Unidos y Europa-la Argentina no slo ira perdiendo espacios de investigacin y ncleos de formacin universitaria sinorecursos humanos por desaparicin, exilio, dispora o autocensura. Sus grandes sellos editoriales iranperdiendo con rapidez la dinmica de traduccin/edicin que los haba caracterizado en las dcadasanteriores. Todos estos procesos an inciden en las dicultades evidentes que la antropologa argentina,en general, y el campo de los Estudios tnicos, en particular, siguen padeciendo.

    18 Ntesequelasautoras incorporan referenciasobtenidas desusexperiencias formativasenel departamentoNtese que las autoras incorporan referencias obtenidas de sus experiencias formativas en el departamentode Ciencias Antropolgicas de la Universidad de Buenos Aires, iniciada para una a nes de la dcada de1960 y para otra a nes de la dcada de 1970.

    19 En este ltimo sentido se destaca la investigacin realizada en el Chaco por Ester Hermitte, AlejandroEn este ltimo sentido se destaca la investigacin realizada en el Chaco por Ester Hermitte, AlejandroIsla, Nicols Iigo Carrera, y Piedad Gmez Villa a principios de la dcada de 1970. La obra, publicadarecin en 1995 (Hermitte al. 1995), analiza cmo el capitalismo agrario y las intervenciones estatalestransformaron la vida de los indgenas de la regin y fue -segn Gordillo (2008: 456)- el primer anlisisantropolgico en el Chaco inuenciado por el marxismo.

    20 Cabe destacar que este trabajo de Lafn es ilustrativo en un doble sentido. Por un lado, muestra queCabe destacar que este trabajo de Lafn es ilustrativo en un doble sentido. Por un lado, muestra queparte de las discusiones de la poca se entendan como una opcin entre objetivar esa alteridad y con -templarla y estudiarla como a los peces en un acuario desde una posicin, respetable y asptica o,

    por el contrario, adoptar una actitud militante, de accin, de colaboracin, de poner el hombro que esla que promova el autor (Lafn 1974: 315-316). Por el otro, expresa un momento de renovada simpatapor lo indgena como raz de lo argentino-popular que, sin embargo, recuerda la postura de Carrizo y suInstituto de la Tradicin y reaparecer tambin con posterioridad, como lo evidencia el libro de MartnezSarasola (1992) tituladonro paiao lo Idio. Con respecto a dicha visin, aunque esa simpataredunda en centrar la atencin en los procesos gestores de desigualdad y los mecanismos de incorpora-cin subordinada, lo hace enfatizando ms la victimizacin que alguna capacidad de agencia indgena,an bajo condiciones desfavorables, y valorando ms su aporte a la conformacin del ser nacional ensingular, que destacando la perseverancia en sostener visiones alternativas que hacen a una inevitable ynecesaria heterogeneidad cultural del pas.

    21 Lointeresante,yalavezcomplejodelacoyuntura,seevidenciasobretodoenquedichacoexistenciapodaLo interesante, y a la vez complejo de la coyuntura, se evidencia sobre todo en que dicha coexistencia podaincluso atravesar un mismo texto, como lo muestra un importante libro editado en 1971,D la Algarroba

    al Algod. Movimio milaria dl Chaco Argio, de Edgardo J. Cordeu y Alejandra Siffredi.Se trata de una produccin orientada, por una parte, en los cauces de la antropologa representativa delos enfoques etnogrcos vigentes en la Argentina de la poca, y por otra, anclada en la perspectiva que

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    presta atencin a las modalidades de interpretacin histrica que las sociedades aborgenes producen antelos procesos de cambio inducidos por la expansin de la sociedad nacional. Adems sus autores citan a losclsicos consagrados por la siempre incipiente academia antropolgica nacional, como Marcelo Brmida,pero recorren asimismo a los que por entonces eran muy actuales referencias en el tema -Hobsbawm,Lanternari, Lvi-Strauss, M. I. Pereira de Queiroz, o P. Worsley-, y a contemporneos o miembros de lapropia generacin de antroplogos locales, como Leopoldo Bartolom y Elmer Miller.

    22 LibroscomolosdeEricWolf(1987),BenedictAnderson(1993),ErnestGellner(1988)yEricHobsbawmLibros como los de Eric Wolf (1987), Benedict Anderson (1993), Ernest Gellner (1988) y Eric Hobsbawm(1998) pasarn a formar parte de la bibliografa bsica para reconsiderar la estructura de las relacionesintertnicas en la formacin y evolucin de los estados nacionales.

    23 Una primera versin de este artculo haba sido presentada en un Simposio sobre la temtica en Houston,Una primera versin de este artculo haba sido presentada en un Simposio sobre la temtica en Houston,Texas, en octubre de 1983. En l Bartolom plantea: l m qu u qu um pm m u ju h umpm jp [] la nacin contempornea constituye un especial tipo histrico de comunidad etno-poltica,originada y estructurada a partir de las revoluciones burguesas europeas (Bartolom, 1987:10, negritasen el original). De ello se desprende que las formas organizativas y demandas hacia el aparato estatal porparte de las poblaciones indgenas constituyen fenmenos nacionalitarios o de reclamo de su recono-cimiento como entidades nacionales ante las organizaciones estatales hegemonizantes y expropiadoras.

    En este marco, su calidad de nacin o lo especco de las ideologas nacionalitarias se sustenta tantoen el mbito de lo explcito, en trminos de sus formulaciones polticas y religiosas contestatarias, comoen el mbito de lo implcito; en el marco de las tradiciones, costumbres y signicados que maniestanel ser profundo de las etnias (Bartolom, 1987:38).

    24 Entanto,la utilizacindelconceptodeNacindespiertaresquemoresentre lossectoresmsconservadoresEn tanto, la utilizacin del concepto de Nacin despierta resquemores entre los sectores ms conservadoresde la sociedad argentina, por un lado, y en cierto activismo indgena que lo ve implicado con la mismalgica estatal que los ha subordinado, por el otro.

    25 Sin pretender introducir una lista exhaustiva sino ilustrativa, ver por ejemplo Caggiano 2006, CourtisSin pretender introducir una lista exhaustiva sino ilustrativa, ver por ejemplo Caggiano 2006, Courtis2000, Domnech 2005, Giorgis 2004, Grimson 1999, Grimson y Jelin 2006, Maffa 2002, Trpin 2004 yVargas 2005.

    26 A modo de ejemplo: Colabella 2004, Frigerio 2000, Liboreiro 2001, Otero Correa 2000, Pensa 2006,A modo de ejemplo: Colabella 2004, Frigerio 2000, Liboreiro 2001, Otero Correa 2000, Pensa 2006,

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