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BREVE RESUMEN DE HISTORIA DE CATALUÑA

25breVe resumen de HistoriA de cAtAluÑA

Presentación

Cuando los hombres de la Renaixença, en ple-no siglo xix, se propusieron revitalizar la iden-tidad catalana, dañada por tantos años de centralismo anticatalán, uno de sus objetivos prioritarios consistió en hacer revivir el pasado de Cataluña. Así, los estudios históricos alcan-zaron un lugar destacado en la vida cultural y política. Se trataba entonces de superar el si-lencio con que los gobiernos españoles, desde 1714, habían tratado, tanto en el ámbito cultu-ral como educativo, la cultura catalana y, con ella, la historia del país.

Algo aún más grave, en cuanto a olvido y re-presión, sucedió después de la derrota del 1714. El régimen franquista, a partir del 1939, fue aún mucho más cruel con Cataluña. Ya no se trataba solo de silencio con todo lo que afec-taba a la historia, la lengua y cultura catalanas, sino de una sistemática persecución sin fron-teras. Las cosas cambiaron con la llegada de la democracia y de la autonomía en 1978 y 1980. Cambiaron, pero no lo hicieron lo suficiente. Las carencias han pervivido y el desconoci-miento de la historia de Cataluña continúa en amplios sectores del país. Cuando parecía que, de la mano de la Consejería de Educación de los varios gobiernos de la Generalitat desde 1980, la historia de Cataluña recuperaría de mane-ra definitiva el lugar que le corresponde, una nueva y reciente ola centralista y anticatalana ha invadido, proveniente del Gobierno de Ma-drid, los planes de enseñanza catalanes. Todo lo que contribuya, pues, a paliar este desco-nocimiento y esta nueva agresión, que, como

digo, los planes educativos no han soluciona-do, debe ser bien recibido. Es desde esta pers-pectiva que la síntesis de historia de Cataluña que ha elaborado el amigo Joan Amorós debe ser recibida como muy positiva. No va dirigida a los especialistas, sino, algo aún más impor-tante, a todos aquellos ciudadanos de Cataluña y de todo el mundo interesados por saber de dónde venimos, que Cataluña fue un país in-dependiente durante muchos siglos, que tuvi-mos instituciones de autogobierno propias, un Derecho distinto del de nuestros vecinos, unas Cortes que hacían las leyes del país, y que todo ello se perdió por causa de una guerra, cuyos vencedores aniquilaron la estructura de Estado que tenía Cataluña. Dado que desde 1714 nadie nunca ha permitido que el pueblo catalán pu-diera manifestarse sobre si quería o no volver a la situación histórica anterior a la derrota, es completamente legítimo sostener que, de alguna manera, Cataluña sigue siendo un país ocupado.

Trescientos años después de aquella derrota, a pesar de los avances logrados, la tarea de lu-char por nuestra pervivencia nacional no está acabada y exige un máximo compromiso de aquellos que aspiramos a hacer de Cataluña un país normal entre todos los países del mundo. Este 2014 puede, en este sentido, marcar un cambio decisivo en nuestra historia nacional. Sólo depende de los catalanes.

Jaume soBrequés i CalliCó

Catedrático emérito de Historia de Cataluña de la Universitat Autònoma de Barcelona

26APORTACIONES CATALANAS UNIVERSALES

Introducción

El propósito de este breve resumen es facilitar el conocimiento de la historia de Cataluña seña-lando los aspectos más fundamentales a fin de que se pueda ver en qué contexto se desarrollan las aportaciones que constan en este libro.

De hecho, nuestra historia es una serie de «éxi-tos», «retrocesos» y «recuperaciones». Gracias a los «éxitos» y a las «recuperaciones», nuestro pueblo ha hecho aportaciones significativas al conjunto de la humanidad y ha subsistido hasta el día de hoy.

En el transcurso de los tiempos podemos consi-derar las siguientes etapas: en primer lugar, los prolegómenos, que abarcan desde la prehistoria hasta la invasión musulmana. A continuación viene la génesis y consolidación de la personalidad a partir de los inicios de la Reconquista y hasta Pe-dro el Católico. Llega entonces el primer retroceso con la batalla de Muret y la ruina del incipien-te estado occitanocatalán y con él, claro está, la primera recuperación que supuso la conquista de Mallorca y Valencia y la expansión mediterránea. Nos adentramos después en el segundo retroceso, un largo periodo que incluye los estragos de la última epidemia de Peste Negra, la Guerra de los Segadores (con la separación de los territorios del Rosellón y parte de la Cerdaña) y la Guerra de Sucesión (con la pérdida de las libertades nacionales), para situarnos como consecuencia natural en la segunda recuperación, que compren-de todo el prometedor lapso de la Renaixença, movimiento cultural decimonónico promotor de la recuperación de la lengua y la cultura cata-lanas, que quedó aniquilado por causa del tercer retroceso, periodo que abarca toda la época fran-quista durante la cual se impulsó la persecución más dura que nunca se ha hecho contra nuestro pueblo y su cultura. Y llegamos al último cuarto del siglo xx y primeros años del siglo xxi —¿o tercera recuperación?—, etapa que se inicia con la progre-siva restauración de las instituciones de autogo-bierno y se alarga hasta nuestros días.

A partir de aquí la historia la hacemos nosotros.

Efectivamente, nos encontramos en unos mo-mentos clave, con la positiva consolidación de la Unión Europea y un mayor respeto por los dere-chos individuales y colectivos que configuran un entorno más favorable.

En nuestra área geográfica se dibuja un arco de desarrollo económico que comprende todo el Mediterráneo noroccidental. Dentro de este arco, Cataluña y el espacio occitanocatalán ten-drán cada vez más preponderancia.

Tenemos al alcance la posibilidad de iniciar con el nuevo milenio una tercera recuperación que re-presente un éxito definitivo y borre para siempre todos los retrocesos anteriores.

Que así sea solo depende de nosotros y del es-fuerzo que invirtamos en ello.

Con este resumen queremos rendir homenaje a nuestro gran historiador Ferran Soldevila. Espe-ramos que su lectura nos ayude, como catalanes, a reflexionar y a decidirnos a hacer realmente efectiva esta tercera recuperación. En cuanto al resto de ciudadanos del mundo, a entender más fácilmente los anhelos de nuestro pueblo.

La colonización griega

Los griegos se establecen, entre los siglos viii y vi antes de Cristo, en varios lugares de la costa catalana. Cabe destacar los núcleos de pobla-ción de Rhode (Roses) y Emporion (Empúries). La influencia griega sobre la cultura ibérica fue determinante.

Los íberos

La cultura ibérica se manifiesta (en su máximo apogeo) entre mediados del siglo v y finales del siglo iii antes de Jesucristo.

Se caracteriza por la intensificación de la vida ur-bana, por el uso del hierro como metal básico, por la fabricación de cerámica, por la adopción de un sistema de escritura peculiar, por mani-festaciones notables en escultura y pintura, por la aparición de una economía monetaria y por la incineración de los muertos. Se extendía por toda la vertiente mediterránea desde Murcia hasta las Bocas del Ródano.


Un aspecto importante de nuestra geografía, que ha tenido una influencia capital en nuestra historia, es que los Pirineos Orientales no son frontera. Los pasos de la Albera, el puerto de la Perche y también el puerto de la Quillane y otros son fáciles de atravesar todo el año. Esto ha per-mitido que, en el transcurso de los tiempos, una misma civilización se extendiera a ambos lados de las montañas pirenaicas.

Construyeron grandes vías de comunicación, como la Vía Augusta y la Vía Domitia. Fundaron o refundaron villas y ciudades (entre ellas Tarra-co, la Tarragona actual, Barcelona y Valencia) y la vida urbana tuvo una gran expansión.

La invasión cartaginesa

Los cartagineses, en su lucha contra Roma, du-rante las guerras púnicas, invadieron los do-minios de los íberos a finales del siglo iii antes de Cristo. El general cartaginés Aníbal sometió a buena parte de las tribus ibéricas después de atacar y destruir Sagunto (219 aC).

Los romanos, tras desembarcar en Empúries (218 aC), les fueron expulsando de todas partes.

La romanización

Entre finales del siglo iii aC y finales del siglo ii aC, los romanos dominaron todas las tierras de los actuales países de lengua catalana y de lengua occitana.

Nos legaron la lengua, el Derecho y el impul-so de la agricultura, la ganadería, la industria (principalmente del tejido de lino) y el comer-cio. Nos trajeron su arte (reflejo del arte griego) e hicieron grandes obras públicas: anfiteatros, teatros, circos, termas, puentes, acueductos y otras edificaciones.

La cristianización

Las religiones indígenas desaparecieron como consecuencia de la influencia romana, que insti-tuyó el culto a los dioses romanos y a los empera-dores, pero, más tarde, ese otro culto desapareció bajo la implantación creciente del cristianismo. El estilo de vida cristiano arraigó rápidamente en nuestras tierras y se consolidó plenamente en-tre los siglos i y iii después de Cristo. Al principio hubo persecuciones y mártires, hasta que el Im-perio Romano aceptó la nueva religión.

La jerarquía eclesiástica imitó la organización imperial y dividió la cristiandad en parroquias, obispados y arzobispados, la mayoría de los cua-les han prevalecido hasta nuestros días.

El dominio visigótico

Los visigodos eran los más civilizados de los bárba-ros germanos que invadieron el Imperio Romano.

A principios del siglo v ocuparon buena parte de la actual Occitania y también la Península Ibérica. Primero la capital fue Tolosa de Lenguadoc, pero después, expulsados por los francos, la trasladaron a Narbona, más tarde a Barcelona y finalmente a Toledo. En los territorios actualmente de lengua catalana y en la Septimania (Occitania) se produ-jeron muchas revueltas e intentos de formar un reino independiente de la monarquía de Toledo.

BASCONES

CELTAS

TARTESOS

IBER

OS

Extensión del Imperio Romano


La invasión y el dominio musulmanes

Los musulmanes invadieron la Península Ibéri-ca y la Galia meridional a principios del siglo viii. En Occitania y en la Cataluña Vieja el dominio fue de poca duración pero crucial, porque, con la Reconquista, provocó la aparición de estados cristianos independientes.

Pronto Occitania y la Cataluña Vieja quedaron dentro del Imperio Carolingio, lo que las dife-renció totalmente del resto de reinos cristianos hispánicos.

Las tierras catalanas, al mismo tiempo, fueron un foco de transmisión de los avances de la cul-tura arábiga hacia el resto de Europa.

donde sus descendientes volverían una vez ini-ciada la reconquista franca.

Hay que remarcar que la reconquista de las tie-rras occitanas y de Cataluña es una reconquista franca, mientras que en el resto de la Península Ibérica es una reconquista visigótica.

La reconquista franca reafirmó los lazos entre Cataluña y el resto de las tierras occitanas y nos incardinó plenamente en el núcleo de Europa. Fue iniciada en Poitiers por Carlos Martel el año 732. En 759 se reconquistó Narbona, en 785 Giro-na y en 801 Barcelona.

Los territorios reconquistados fueron erigidos en condados y repoblados con gente procedente de Occitania; por esta razón muchos nombres de lugar se repiten a ambos lados de los Pirineos.

Nuestras tierras participaron directamente de la organización administrativa, social y eclesiástica, así como del renacimiento cultural, promovidos por Carlomagno. Fruto de esta pertenencia al Imperio Carolingio, en Cataluña, a diferencia de las otras tierras ibéricas, se desarrolló plenamen-te el feudalismo.

Los condados catalanes. Wifredo el Velloso

Los primeros condados catalanes fueron los de Rosellón, Cerdaña, Ampurias, Urgel, Osona, Gi-rona y Barcelona. El Pallars y la Ribagorza perte-necían a los condes de Tolosa (Toulouse).

Wifredo el Velloso (870-897), entroncado con la casa condal de Carcasona, conde de Barcelo-

El Imperio Carolingio a principios del siglo ix.El dominio visigótico.

La Reconquista

Muchos habitantes de la Cataluña Vieja, con la invasión musulmana, huyeron hacia territorios todavía libres y después hacia Occitania, desde

La conquista musulmana y la reconquista franca.

REINO DE TOLEDO

549-71

0

REINO DE

TOLOSA

395-51

0

Barcelona

Aquisgran

Lyon

Zaragoza

Conquista musulmana

Reconquista franca


na, Besalú, Cerdaña, Girona y Urgel (nombrado por el rey franco Carlos II el Calvo), repobló todo el centro de Cataluña. Inició la gloriosa Casa de Barcelona, que acabó reinando sobre el conjunto de los países de lengua catalana, buena parte de Occitania, Aragón y también en las islas de Sicilia y Cerdeña.

La leyenda le atribuye el origen de nuestra bandera.

Fundó los monasterios de Santa María de Ripoll y de Sant Joan de les Abadesses.

El abad Oliba y la institución de la Paz y Tregua. Ramón Berenguer I y los Usatges

En 1027, Oliba, obispo de Vic y abad de Cuixà y de Ripoll, estableció a partir del sínodo de Tou-louges la Paz y Tregua de Dios con el fin de dete-ner las continuas luchas feudales de la Alta Edad Media. Esta institución se extendió después por toda la Europa feudal.

Consumada la progresiva desvinculación de los francos por parte de nuestros condes, Ramón Berenguer I (1035-1076) y su esposa Almodis (hija de los condes de la Marca del Lemosín), asistidos por una junta de magistrados y juristas, promulgaron los Usatges, primer código jurídico feudal conocido en todo el mundo. Representan una concepción pactista de las relaciones de po-der, en que la actuación del conde queda limita-da por las costumbres y derechos del país. Son, de hecho, nuestra primera carta constitucional (otorgada ciento sesenta años antes de que fue-ra promulgada la Carta Magna de los ingleses).

Ramón Berenguer I extendió sus dominios por la Cataluña occidental e incorporó a la Casa de Barcelona los condados de Carcasona y Rasés, y varias tierras y castillos en los condados de Tou-louse y de Foix en el Narbonés, en Cominges y en el Sabartés.

Alrededor de 1058, se escribe la Cançó de Santa Fe en un lenguaje fronterizo entre el lenguadocia-no y el catalán. En el siglo siguiente se escribirían en catalán unos fragmentos del Forum iudicum y las Homilies d’Organyà.

Ramón Berenguer III y la unión con Provenza

Ramón Berenguer III confirmó la expansión de la Casa de Barcelona por las tierras hermanas de Occitania. Con su boda en 1112 con Dulce de Pro-venza se incorporó a sus dominios este hermoso país mediterráneo.

También llevó a cabo la restauración de Tarra-gona en 1118 y efectuó expediciones hacia las Ba-leares y hacia Valencia, a pesar de que, en estos casos, sus reconquistas fueron efímeras.

Ramón Berenguer IV y la unión con Aragón

Aragón, con el fin de defenderse de la anexión que pretendían los reyes de Castilla, se decantó hacia Cataluña.

Se convino la boda de Petronila, hija del rey de Aragón Ramiro el Monje, con Ramón Berenguer IV, enlace que tuvo lugar en 1137.

Ni Cataluña ni Aragón no quisieron inmiscuirse en la vida del otro y mantuvieron —con absoluto mutuo respeto— sus propias instituciones bajo un mismo monarca.

Ramón Berenguer IV terminó la reconquista de Cataluña liberando Tortosa (1148), Lleida, Fraga y Mequinenza (1149), Miravet (1152) y Prades y Ciurana (1153) del poder sarraceno.

La expansión de la Casa de Barcelona en tierras occitanas

En la época de Alfonso I el Casto (1162-1196), además de Provenza, estaban vinculados a la Casa de Barcelona los condados o vizcondados de Carcasona, Rasés, Lauragués, Bearn, Bigo-rra, Millau, Gavaldà, Carlat, Montpeller, Foix y otros.

Todas estas tierras se encontraban estrechamen-te unidas con Cataluña por lazos de idioma y de cultura. La poesía de los trovadores florecía en ambos lados de los Pirineos y también en ambas partes se creaba el arte románico.


Pedro I el Católico y la batalla de Muret

En aquel tiempo se había extendido por el Lan-guedoc la herejía albigense o de los cátaros. Para combatirla, se predicó una gran Cruzada que de hecho encubría las apetencias francesas de conquista. Fueron franceses la mayor parte de los cruzados. Simón de Montfort fue uno de sus cabecillas.

Pedro el Católico intentó por todos los medios diplomáticos detener la Cruzada. Viendo que to-dos los esfuerzos eran inútiles acudió a las armas en ayuda de los condes de Toulouse, de Foix y de Cominges, que previamente le habían rendido vasallaje.

Cerca de Muret, en septiembre de 1213, se libró la gran batalla y nuestro rey encontró la muerte. Con su muerte se produjo la ruina del incipiente Estado occitanocatalán.

Jaime I y la conquista de Mallorca y Valencia

Jaime I el Conquistador nació en Montpellier. Tuvo una infancia difícil debido a la muerte pre-matura de su padre. Su educación fue encomen-dada a los templarios.

Cuando apenas tenía veinte años, en una asam-blea en Barcelona en 1228, se decidió la conquis-ta de Mallorca. El 31 de diciembre de 1229 fue conquistada Palma de Mallorca y a continuación el resto de la isla. Ibiza fue conquistada en 1235 y Menorca, tributaria de Jaime I desde 1231, fue

conquistada definitivamente en 1287 durante el reinado de Alfonso el Casto. Jaime I inició la conquista del País Valenciano en 1232. Los mu-sulmanes de la ciudad de Valencia se rindieron el 28 de septiembre de 1238 y el rey hizo su entrada triunfal el 9 de octubre.

Jaume I también conquistó Murcia en 1266, pero la entregó a su yerno Alfonso el Sabio, rey de Castilla.

Jaime I firmó con Luis IX, rey de Francia, el Tratado de Corbeil en 1258, por el que renunciaba a sus derechos sobre las tierras occitanas. A cambio, los franceses renunciaban a los teóricos derechos so-bre Cataluña provenientes de la época carolingia.

Pedro II el Grande

Terminada la gran obra de reconquista de Jaime I, nuestros condes reyes inician la magna aven-tura mediterránea.

Pedro el Grande (1276-1285) acudió a ayudar a los sicilianos, que se habían sublevado contra Carlos de Anjou y sus franceses, que habían in-vadido la isla. La revuelta estalló en 1282 y es co-nocida con el nombre de Vísperas Sicilianas. Los sicilianos ofrecieron la corona a Pedro el Grande y éste, con su hueste, liberó la isla del poder de los franceses.

Carlos de Anjou le desafió personalmente en Burdeos, pero le quería tender una trampa. A pesar de todo, el rey Pedro, disfrazado, acudió a Burdeos y dejó constancia de su presencia.

Más tarde, los franceses invadieron Cataluña, pero fueron derrotados por mar (por el almiran-te Roger de Lauria en la batalla de las islas For-migues) y por tierra (en la batalla del puerto de Panissars) y tuvieron que regresar hacia Francia con el rey moribundo.

De Roger de Lauria es la famosa respuesta a los emisarios del rey de Francia que le pedían una tregua: «Ningún barco irá por mar si no lleva la bandera de Pedro el Grande; ningún pez irá por mar si no lleva en la cola el escudo con las cuatro barras de mi noble señor rey de Cataluña, Ara-gón, Valencia y Sicilia».

Territorios bajo la jurisdicción de la Casa de Barcelona a principios del siglo xiii.


En la época de Pedro el Grande tomaron forma y atribuciones concretas las Cortes catalanas (1283), que de hecho fueron el primer Parlamen-to europeo.

La expansión mediterránea

El Tratado de Anagni, propiciado por el papa Bo-nifacio VIII para acabar las luchas entre catalanes y angevinos (de la Casa de los Anjou) en el Me-diterráneo, daba a Jaime II el Justo (1291-1327) la investidura de Cerdeña y Córcega, pero devolvía Sicilia a los Anjou.

Pero los sicilianos no lo aceptaron y nombraron rey a Federico, hermano de Jaime el Justo, que en aquellos momentos era gobernador de la isla. Con la ayuda de los almogávares (guerreros que combatían bajo las banderas de los reyes de la Casa de Barcelona), lucharon contra los angevi-nos hasta alcanzar la victoria con la Paz de Calta-bellotta (1302).

De esta manera, la Casa de Barcelona seguía rei-nando en Sicilia, que se reincorporó a los domi-nios generales de la Corona de Aragón en tiem-pos del rey Martín el Humano.

Después de estas hazañas, los almogávares, que habían luchado junto a Federico de Sicilia, acudie-ron en ayuda del emperador de Constantinopla en la lucha contra los turcos, donde alcanzaron gran-des victorias, bajo las órdenes de Roger de Flor.

Sin embargo, entre los griegos se formó un po-deroso partido que envidiaba a los almogávares

y en un banquete fueron asesinados Roger de Flor y muchos de sus caballeros.

Los catalanes, dirigidos por Berenguer de Enten-za y Bernat de Rocafort, se hicieron fuertes en Galípoli e iniciaron una guerra terrible contra el Imperio Griego conocida con el nombre de Ven-ganza Catalana, cuyo fruto fue la conquista de los ducados de Atenas (1311) y Neopatria (1318), que pertenecieron a la Casa de Barcelona hasta 1388 y 1390, respectivamente.

En 1323, hacia el final del reinado de Jaime el Jus-to, su hijo Alfonso (que en 1327 le sucedería con el nombre de Alfonso III el Benigno), al frente de una gran expedición, conquistó la isla de Cerde-ña, que desde ese momento pasó a formar parte de la Corona de Aragón.

El florecimiento de las artes, las letras y las ciencias

A medida que Cataluña y los países restantes de lengua catalana desarrollaban sus instituciones nacionales, también se desarrollaba su cultura en todas las ramas del saber humano hasta ocupar un lugar muy elevado en la civilización medieval.

Las instituciones

En cuanto a las instituciones, la más importante de los diversos países de la Confederación cata-lano-aragonesa era la de las Cortes, que tenía atribuciones legislativas, administrativas, econó-micas y judiciales.

Otra institución fundamental, que con el tiempo acabó teniendo un carácter político y de gobier-no, fue la Generalitat, creada en Cataluña y tam-bién en Valencia y Aragón de forma estable por Pedro III el Ceremonioso en 1359. Tuvo su origen en las comisiones designadas por las Cortes, con miembros representativos de los tres brazos que las constituían: militar-nobles, eclesiástico y real-burgueses de las ciudades.

Las ciencias

San Raimundo de Peñafort, en temas de jurispru-dencia (asesoró a san Pedro Nolasco en la funda-ción de la Orden de la Merced), Ramon Llull en el

Expansión de la Corona de Aragón en los siglos xiii, xiv y xv.


campo de la filosofía y Arnau de Vilanova en los ámbitos de la teología y la medicina, fueron tres figuras universales de los siglos xiii y xiv.

La cartografía mallorquina tiene igualmente un valor universal: Abraham Cresques fue nuestro más célebre cartógrafo.

La enseñanza

Las principales universidades fueron las de Montpellier (que destacó por la medicina), Llei-da y Perpiñán, y más tarde Barcelona y Valencia.

La literatura

En todo el espacio occitano catalán, en los siglos xii-xiii floreció la poesía de los trovadores. Los más sig-nificativos son Marcabrú, Bernart de Ventadorn, Berenguer de Palol, Guilhem de Berguedà, Guillem de Cabestany y Guillem de Cervera, entre otros.

Durante el siglo xiv se introducen en Toulouse (1323) y en Barcelona (por el rey Juan I, el 1393) los Juegos Florales, para dar continuidad a la poesía trovadoresca.

La prosa catalana se hace vigorosa con la redac-ción de las cuatro grandes crónicas de Jaime I, Bernat Desclot, Ramon Muntaner (que narra la expansión catalana por el Mediterráneo) y Pedro el Ceremonioso, con Lo Somni («El sueño») de Bernat Metge (siglos xiii y xiv), con Tirant lo Blanc de Joanot Martorell y con la poesía de Ausiàs March (siglo xv).

También cabe destacar las representaciones dra-máticas como, por ejemplo, el Misterio de Elche.

El Derecho

Cataluña desarrolló una legislación propia basa-da en los derechos romano y canónico.

Además, se realizaron diversas compilaciones, como, por ejemplo, el Llibre del Consolat de Mar, código marítimo que fue adoptado por muchos países europeos durante varios siglos.

El arte

La arquitectura románica y la gótica (en la ver-sión catalana, con contrafuertes a menudo in-teriores) es lo más destacado de la época, con

incidencia en iglesias y catedrales, pero también en edificios civiles y militares.

En cuanto al arte románico, destacan los mo-nasterios de Sant Miquel de Cuixà, Sant Pere de Rodes, Santa Maria de Ripoll, Sant Joan de Boí, Santa Maria y Sant Climent de Taüll y Santa Eu-làlia de Erill la Vall.

Los monasterios de Santa Maria de Poblet y Santes Creus (donde están enterrados nuestros reyes más importantes, como Jaime I y Pedro el Grande, respectivamente) son fundamental-mente de transición del románico al gótico.

Las Atarazanas de Barcelona es uno de los edifi-cios góticos civiles más notables de Europa.

La extinción de la dinastía catalana, el Compromiso de Caspe y la entronización de la dinastía de los Trastámara

Con la muerte de Martín el Humano sin descen-dencia directa y sin hacer testamento, fue necesa-rio reunir los parlamentos de Cataluña, Valencia y Aragón en un parlamento general para la elección de un nuevo soberano. La injerencia castellana en Aragón y Valencia y la intervención de Benedic-to XIII (el papa cismático aragonés) hizo que los compromisarios designados por el Parlamento General se decantaran por el Trastámara Fernan-do de Antequera, infante de Castilla, en oposición a Jaime de Urgel, bisnieto de Alfonso el Benigno.

El Compromiso de Caspe acabó, pues, con más de cinco siglos de dinastía catalana de la Casa de Barcelona, descendiente de Wifredo el Velloso.

La mentalidad diferente de la nueva dinastía topó con el talante de nuestra gente y, por pri-mera vez, se estableció un distanciamiento entre los monarcas y el pueblo.

La conquista de Nápoles

Alfonso IV el Magnánimo conquistó Nápoles en 1443, y así los dominios de nuestros reyes llega-ron a su máxima extensión.

Pero Alfonso el Magnánimo codiciaba nuevos territorios y trataba de influir en los países balcá-


nicos de la faja adriática y en diferentes regiones africanas, en luchas y guerras desproporciona-das a las fuerzas de sus reinos, que debilitaron a Cataluña, la cual, por otra parte, ya se encon-traba en una situación precaria debido a los es-tragos provocados por la Peste Negra y la guerra civil de los remensas, que habían diezmado fuer-temente la población.

La preponderancia de Barcelona

Barcelona, «cap i casal» de Cataluña y sede de la corte real catalano-aragonesa, estuvo siempre al frente del movimiento de expansión territorial y marítima. La ciudad se dotó de sus propias insti-tuciones, para el gobierno del municipio, como el Consejo de Ciento (aprobado por Jaime I en 1265) y el carreratge (para extender sus privilegios en otros lugares de la Corona).

La Taula de Canvi —primer banco institucional europeo— fue creada por el Consejo de Ciento barcelonés.

El comercio fue la base de la grandeza de Barce-lona. Especial relevancia tuvo el comercio maríti-mo. Se crearon importantes astilleros donde se construían las naves, y el Consejo de Ciento nom-braba cónsules de Barcelona en todos los países donde Cataluña tenía intereses comerciales.

Mallorca, Valencia y «los reinos Allende Mar»

Mallorca

Las Baleares fueron conquistadas por los cata-lanes y pobladas por catalanes. Inicialmente no tuvieron corte particular y enviaban represen-tantes a las Cortes catalanas.

A la muerte de Jaime I, las Islas Baleares, junto con los condados de Rosellón y Cerdaña y la Se-ñoría de Montpellier, formaron el territorio de los reyes de Mallorca, aunque como feudatarios de los reyes catalanes. En 1344, Pedro el Ceremo-nioso reincorporó estos territorios a Cataluña.

Valencia

Valencia, conquistada por catalanes y aragoneses, fue poblada en su mayor parte por catalanes. El nuevo reino tuvo Cortes y Generalitat propias.

Alfonso el Magnánimo favoreció mucho la ciu-dad de Valencia, que en aquella época llegó a su máximo esplendor material e intelectual.

En 1474 se imprimió en Valencia el primer libro en catalán, las Trobes en llaor de nostra dona Santa Ma-ria (Trobas en loor de Nuestra Señora Santa María).

«Reinos Allende Mar»

Sicilia, Cerdeña y Nápoles constituían los «rei-nos Allende Mar».

Sicilia

Sicilia fue gobernada por un virrey y poseía un Parlamento, también formado por tres brazos, y una Diputación bastante similar a la de Cataluña.

Cerdeña

Cerdeña fue, como las Baleares, una conquista predominantemente catalana. Muchos catala-nes se establecieron allí. Todavía hoy, en la ciu-dad de Alguer se habla catalán. Estaba goberna-da por un virrey y enviaba representantes a las Cortes catalanas. Alfonso el Magnánimo le con-cedió Cortes propias.

Nápoles

En Nápoles se mantuvo el régimen de antes de la conquista (1443). Muchas costumbres catalanas se introdujeron en Nápoles. La lengua catalana fue oficial en la Cancillería.

Atenas y Neopatria

Estos ducados estuvieron gobernados por un vicario general. Los Usatges fueron allí ley y la lengua catalana se convirtió en oficial.

Los Reyes Católicos y el descubrimiento de América

Los Trastámara tuvieron muy a menudo cues-tiones con los catalanes en cuanto a la recauda-ción de los impuestos. Después de un periodo de revueltas contra el rey Juan II, que dejó Ca-taluña desquiciada, ocupó el trono Fernando II el Católico (1479-1516), que se casó con Isabel de Castilla. Las dos coronas reunidas continuarían siendo independientes sin órganos comunes de


gobierno. A pesar de ello, Fernando e Isabel per-manecían más en Castilla que en ningún otro de sus reinos y, en cierto modo, hicieron de Castilla la base de su actuación.

Por otra parte, la disminución de los índices de po-blación, provocada por la Peste Negra, dejó a Ca-taluña y al resto de reinos de la Confederación ca-talano-aragonesa en una posición de inferioridad respecto a Castilla, que tuvo graves consecuencias.

Muerta la reina Isabel (1504), Fernando se casó con Germana de Foix, con quien tuvo un hijo. Pero este hijo, heredero de la Corona de Aragón, murió al poco de nacer. Entonces el heredero de Fernando fue su nieto Carlos, hijo de Juana la Loca de Castilla y Felipe el Hermoso de Austria.

Durante la época de Fernando II el Católico tuvo lugar en Cataluña el segundo levantamiento de los campesinos remensas, que querían ser libera-dos del pago de una redención si dejaban el domi-nio señorial al que estaban adscritos. El rey, final-mente, resolvió la situación a través de una sen-tencia arbitral, llamada «de Guadalupe», que fue una solución de compromiso entre las solicitudes de los campesinos y las pretensiones de la nobleza.

Fue también en época de Fernando II que se produjo el descubrimiento de América con una significada participación de Cataluña en su finan-ciación. En todo este proceso la iniciativa fue de Fernando II el Católico, como lo demuestra un documento tan esencial como las capitulaciones del descubrimiento, firmado por Juan de Colo-ma, secretario de la Consejería catalano-arago-nesa y protonotario real. Incluso el origen catalán de Colón, aunque no se ha demostrado definiti-vamente, cada día es más difícil de contradecir.

La Confederación catalano-aragonesa bajo los reyes de la Casa de Austria

La Casa de Austria es representada en los rei-nos hispánicos por Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV (Felipe I, Felipe II, Felipe III en la Con-federación catalano-aragonesa) y Carlos II. En esa época, Catalunya sufrió un proceso de deca-dencia. A pesar de todo, siguió manteniendo y defendiendo sus instituciones y reclamando au-

torización para al comercio directo con América, lo que le fue denegado en todo momento.

En el Mediterráneo, Cataluña todavía tuvo una fuerte participación en la batalla de Lepanto contra los turcos, que acabó en una gran victoria (1571). La figura del catalán Lluís de Requesens fue clave en la obtención de la victoria.

La Guerra de los Segadores

El ministro de Felipe III (IV de Castilla), el conde duque de Olivares, pretendía reducir todos los reinos de que se componía España «a las leyes de Castilla sin ninguna diferencia».

Entretanto, la Guerra de los Treinta Años, entre las casas de Austria y de Francia, conmovía Europa.

Los catalanes no solían tomar parte en casi nin-guna de las guerras que emprendía la monarquía por cuanto eran consideradas acciones militares de Castilla.

Debido a esta guerra, el Ejército español estuvo durante catorce años estacionado en Cataluña, donde la soldadesca cometió todo tipo de abu-sos, hasta que los catalanes, hartos de pedir su retirada, bajo las órdenes por Pau Claris (presi-dente de la Generalitat), se levantaron en armas y vencieron al Ejército español en la batalla de Montjuïc (en 1641). Después de varias vicisitu-des y luchas, en 1652 se pactó la paz en la que se establecía que se mantendrían los privilegios y constituciones de Cataluña.

De este tiempo es la canción popular catalana «Els Segadors», que más tarde se ha convertido en el himno nacional de Cataluña.

El Tratado de los Pirineos (1659), que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, representó la separa-ción de los territorios del Rosellón y parte de Cer-daña (la actual Cataluña del Norte) del resto de Cataluña (a pesar de la protesta de los catalanes, que no tenían nada que ver con la fenecida guerra).

La Decadencia

Por razón del descubrimiento de América en 1492 por Cristóbal Colón, el comercio del Medi-terráneo se desplazó al Atlántico, lo que afectó


la economía de los países de lengua catalana y de Aragón, a causa de haberles negado el mer-cadeo directo con las posesiones americanas de la Corona (que —pese a la decisiva participación de Cataluña en el descubrimiento— se conside-raban exclusivas del reino de Castilla, sin que Cataluña pudiera hacer gran cosa debido a una demografía muy inferior).

Durante los siglos xvi y xvii, la nobleza catalana emparentó con casas nobiliarias castellanas, ab-dicó el idioma y siguió a la corte en Castilla.

El abandono del uso del catalán fue exclusivo de las clases dominantes, no de las populares.

Debido a la penuria económica, en el campo ca-talán crece el bandolerismo.

La literatura en catalán decae en todos los gé-neros, dado que el catalán deja de ser la lengua vehicular de la cultura y los modelos culturales castellanos son los predominantes. No deja de existir una literatura en catalán, pero la mayoría de escritores catalanes usan el castellano. En el campo de la ciencia, destaca el valenciano Lluís Vives (1492-1540) por sus obras filosóficas, peda-gógicas y jurídicas.

En el siglo xvii aparece el arte barroco en iglesias y casas señoriales.

Afortunadamente, durante los siglos xvi y xvii hubo una importante corriente migratoria de gente de Occitania, que contribuyó a enderezar la demografía de Cataluña y al despertar econó-mico posterior.

La Guerra de Sucesión. El Once de Setiembre Durante el gobierno de la Casa de Austria, Catalu-ña y los otros países de la Confederación catalano-aragonesa conservan todavía sus instituciones. Carlos II fue el último rey de la Casa de Austria y, al morir sin descendencia, nombró sucesor a Feli-pe de Anjou, de la casa francesa de Borbón, pero el archiduque Carlos de Austria tomó las armas para rescatar la Corona. Inglaterra y Holanda se pusieron a su lado y también Cataluña y toda la Confederación catalano-aragonesa, por cuanto el carácter absolutista del rey Borbón hacía peligrar todos sus derechos y libertades.

La guerra, en la Península Ibérica, fue ganada por Felipe de Anjou (Felipe V), que primero con-quistó Valencia (batalla de Almansa en 1707) y luego Aragón, y les arrebató todos los derechos y libertades.

En esta situación murió el emperador de Austria y el archiduque Carlos ocupó su lugar. Los alia-dos, para evitar la unión de Austria y de los rei-nos de España, le abandonaron. En Utrecht, en 1713 se firmó la paz, que dejó a los catalanes en manos de Felipe V, se cedió la isla de Menorca a Inglaterra y se perdieron todos los reinos «Allen-de Mar». Ni el archiduque, ahora emperador, ni los ingleses cumplieron su pacto con Cataluña.

Cataluña, a pesar del abandono de sus aliados, decidió resistir hasta el final. Barcelona, sitiada por todas partes por las tropas españolas y fran-cesas, aguantó casi catorce meses, lo que produ-jo la admiración de Europa.

Finalmente, el 11 de setiembre de 1714 cayó Barce-lona después de uno de los sitios más heroicos que se recuerdan. Destacaron en la defensa de Barce-lona el presidente del Consejo Municipal, Rafael Casanova, y el general Antonio de Villarroel.

Pocos días después cayó Cardona y el año si-guiente se rindió Mallorca, que durante el sitio había abastecido, en varias ocasiones, a la ciudad de Barcelona.

A partir de ese momento se inició una fuerte represión y Cataluña, con los decretos de Nueva Planta dictados por Felipe V, vio suprimidas to-das sus instituciones y se prohibió el uso oficial de la lengua catalana.

Las universidades catalanas existentes fueron clausuradas y sustituidas por una sola, la de Cer-vera, de nueva creación. Toda la enseñanza se tuvo que hacer en lengua castellana.

Cataluña bajo los reyes de la Casa de Borbón

Inicio de la recuperación económica y comercial

Terminada la Guerra de Sucesión, Cataluña co-menzó a trabajar en su recuperación económi-


ca. La burguesía pasó a ser el elemento director de la vida del Principado. En este resurgimiento fue importante la concesión que Carlos III hizo a Barcelona y a otros puertos catalanes de comer-ciar directamente con América (1778).

En esta época se crearon la Real Academia de Buenas Letras (1729), la Real Academia de Cien-cias Naturales y Artes (1770), la Academia de Medicina Práctica, el Colegio de Cirugía de Bar-celona, la Junta de Comercio, las sociedades eco-nómicas de Amigos del País y otras, que dieron gran empuje a las letras, las ciencias y el comer-cio. Se desarrolló fuertemente la industria textil de hilados y de tejidos de algodón y de lana.

La expulsión de los jesuitas, decretada por Carlos III, afectó a la Universidad de Cervera, que empezó a decaer. Barcelona inició la recla-mación para recuperar su universidad, lo que no consiguió hasta 1842.

En la Cataluña del Norte sobresale el gran cientí-fico y político Francesc Aragó (1786-1853), profe-sor de la Universidad Politécnica de París. Perfec-cionó los estudios sobre la refracción de la luz y el electromagnetismo.

En el arte hay que destacar la figura del pintor Antoni de Viladomat (1678/1755).

La Revolución Francesa y Napoleón

Durante el reinado de Carlos IV de España el año 1789, en Francia estalló la revolución que abolió la monarquía y estableció la república. En Cata-luña había muchas simpatías por la República Francesa.

La Revolución Francesa, sin embargo, dio un vuelco y apareció Napoleón, que se hizo nom-brar emperador. Carlos IV y su hijo Fernando le cedieron sus derechos sobre la Corona de Espa-ña. Napoleón separó Cataluña de España y la anexó al Imperio Francés. Cataluña luchó para deshacerse de este vínculo. La batalla del Bruc (1808) y la resistencia de Girona fueron algunos de los hechos heroicos de esta lucha. Finalmen-te, Napoleón, amenazado en otros lugares de Europa, sacó las tropas de España y pactó con Fernando VII el fin de la injerencia francesa.

De Fernando VII a Alfonso XIII

El reinado de Fernando VII y el de Isabel II de España fueron épocas de luchas civiles internas entre liberales y absolutistas que también afec-taron Cataluña.

En estas luchas sobresalió el general y progresis-ta liberal catalán Joan Prim, quien, con la idea de instaurar un régimen monárquico constitucio-nal, destronó a Isabel II y elevó al trono a Ama-deo de Saboya (1870)

Durante esta época, la Corona española perdió todo su imperio colonial.

Muerto el general Prim en un atentado y, más tarde, habiendo renunciado al trono el rey Ama-deo, en 1873 se proclamó la Primera República Española, de ideales federalistas. Sus dos prime-ros presidentes, Estanislau Figueres y Francesc Pi i Margall fueron catalanes. La República duró poco y al año siguiente fue restaurada la dinas-tía borbónica con Alfonso XII, a quien sucedió Alfonso XIII.

En Cataluña, dominan las tesis federalistas y, dentro de la Revolución Industrial llevada a cabo, empieza a tomar forma un potente mo-vimiento obrero inspirado en el anarquismo in-ternacional.

La Renaixença

El renacimiento económico e industrial

A partir de la segunda mitad del siglo xviii, to-dos los inventos de la Revolución Industrial se adoptan o adaptan en Cataluña y se consolida una industria potente en los ramos textil y me-talúrgico.

En el campo de las comunicaciones, en 1848 se inauguró el primer ferrocarril de la Península entre Barcelona y Mataró. En el ámbito de las nuevas invenciones cabe destacar el trabajo rea-lizado por Narcís Monturiol, que en 1859 inventó el submarino Ictíneo.

El empuje económico existente en Cataluña dio lugar a la celebración en Barcelona de la Exposi-ción Universal de 1888.


El renacimiento literario

El renacimiento literario e historiográfico cata-lán se fundamenta en el Romanticismo, inspira-do en el pasado glorioso de la Edad Media.

Bonaventura Carles Aribau, con su Oda a la pàtria (1833), se considera el primer prohombre de la Re-naixença, al que siguieron una multitud innumera-ble de poetas, escritores e historiadores, como por ejemplo: Joaquim Rubió i Ors, Jacint Verdaguer (cuyos poemas más significativos son L’Atlàntida y Canigó), Àngel Guimerà —cuya obra de teatro más destacada es Terra baixa (Tierra baja)—, Joan Mara-gall (autor, entre otros poemas, del Cant espiritual), Teodor Llorente, Miquel Costa i Llobera —autor del poema El pi de Formentor—, Joan Alcover (autor de la poesía La Balenguera), Josep Torras i Bages (autor de La tradició catalana, obra enmarcada dentro de la filosofía del sentido común)...

Todos los territorios de lengua catalana contri-buyen a este resurgimiento, incluso la lejana Al-guer, en la isla de Cerdeña.

Unos años después, fruto de este empuje, tuvo lu-gar la celebración del I Congreso Internacional de Lengua Catalana (1906) y la fundación del Institut d’Estudis Catalans (1907) por Enric Prat de la Riba.

La Renaixença catalana se emparejó con la pro-venzal. Víctor Balaguer y Jacint Verdaguer tu-vieron una gran relación con Frederic Mistral, quien ejerció una notable influencia sobre los es-critores e intelectuales catalanes. Mistral (autor de Mireia) fue también creador de la asociación cultural Félibrige y del himno de la hermandad occitano-catalana el «Cant de la Copa».

La normalización del catalán

Los grandes escritores de la época contribu-yen a la progresiva normalización de la lengua, pero principalmente fue Pompeu Fabra (1868-1948) quien, desde el Institut d’Estudis Cata-lans, con sus Normes ortogràfiques (1913), la Gra-màtica Catalana (1918) y el Diccionari general de la llengua catalana (1932), fijó definitivamente las reglas del catalán moderno, que también fueron aceptadas en el País Valenciano y en las Islas.

Mapa de la extensión territorial de la lengua catalana.

Estas reglas sirvieron también de inspiración al gramático occitano Loïs Alibert para normalizar el occitano contemporáneo. Su Gramàtica occita-na fue publicada por primera vez en Barcelona en 1935 por la Oficina de Relaciones Meridiona-les de la Generalitat.

El renacimiento artístico

El estilo neoclásico del siglo xviii se prolonga has-ta la primera parte del siglo xix. Después se abrió paso el Romanticismo realista y posteriormente el Realismo y el Naturalismo.

Entre los pintores más ilustres cabe mencionar a: Marià Fortuny, Joaquim Vayreda, Ramon Casas, Santiago Rusiñol, Joaquim Sorolla, Isidre Nonell y muchos otros. Entre los escultores, Marià Ben-lliure, Agustí Querol, Josep Llimona, Josep Clarà, Aristides Maillol, Enric Casanovas y Pau Gargallo.

En el campo de la arquitectura se abre paso el Modernismo, con arquitectos tan significativos como Elies Rogent, Antoni Gaudí (el creador del templo de la Sagrada Familia en Barcelona), Lluís Domènech i Montaner (cuyo edificio más significativo es el Palau de la Música Catalana en Barcelona) y Josep Puig i Cadafalch (cuya obra más emblemática es la Casa de les Punxes en Barcelona). En la última etapa, ya entrado el siglo xx, destaca la figura de Josep Lluís Sert, cofundador del Grup d’Arquitectes i Tècnics Ca-talans per al Progrés de l’Arquitectura Contem-porània (GATCPAC).


Ildefons Cerdà, urbanista, diseñó el Ensanche de Barcelona y creó un nuevo modelo de ciudad.

En cuanto a la música, aparece un fuerte movi-miento coral de alcance popular impulsado por Anselm Clavé (1824-1874). Se fundó el Conserva-tori del Liceu (1838) y se creó el Orfeó Català por el maestro Lluís Millet (1891). Aparecen com-positores tales como: Isaac Albéniz, Enric Gra-nados, Amadeu Vives —autor de «L’emigrant» («El emigrante»), obra coral con texto del poeta Jacint Verdaguer—, Antoni Nicolau, Enric More-ra y Pau Casals (violonchelista de fama universal, autor de El pesebre, nominado al Premio Nobel de la Paz y muy conocido por su discurso en las Naciones Unidas, en 1971, de enaltecimiento de la nación catalana y de ánimo de la lucha por la paz y la libertad en el mundo).

El asociacionismo

Durante este periodo, florecen en todos los países de lengua catalana entidades de carácter cientí-fico, cultural o cívico, que dan un fuerte impulso al proceso de concienciación nacional y de cono-cimiento del país; cabe destacar, entre otras mu-chas, el Cercle del Liceu (1847), el Cercle de Lectura de Reus (1859), el Ateneu Català (1860), el Cercle Literari de Vic (1860), la Acadèmia Bibliogràfico-mariana de Lleida (1862), el Centre Català (1880) y el Centre Excursionista de Catalunya (1890).

Las luchas sociales

La progresiva industrialización del país abrió paso a una importante clase obrera.

La primera huelga relevante fue la de 1855, con-tra la implantación de maquinaria moderna, porque se consideraba que era la causa de que los obreros se quedaran sin empleo. En 1868 se crean los primeros núcleos anarquistas.

En 1869 se fundó la sociedad obrera Las Tres Cla-ses del Vapor, de la que saldrán más tarde el Par-tido Democrático Socialista y el sindicato Unión General de Trabajadores.

En 1890 se celebró por primera vez la fiesta de la reivindicación obrera del Primero de Mayo. el 1909 se declaró en Barcelona y otras localidades catalanas una huelga general revolucionaria,

como expresión del malestar popular provoca-do por la Guerra de Marruecos, conocida con el nombre de la Semana Trágica debido a que hubo muchas acciones incontroladas y fue duramente reprimida por el Ejército.

En 1910 se creó en Barcelona la Confederación Regional del Trabajo, que después se llamó Con-federación Nacional del Trabajo (CNT), y que tuvo una función preeminente en las luchas so-ciales hasta los Hechos de Mayo de 1937 y hasta la caída de la Segunda República (1939).

Fruto de las confrontaciones existentes, los di-rigentes Francesc Layret (1920) y Salvador Seguí (1923) fueron asesinados en sendos atentados.

En el campo se creó, en 1922, el sindicato la Unió de Rabassaires.

La evolución política

El catalanismo político se inició al abrigo de la publicación del Diari Català (1879), la prime-ra publicación cotidiana impresa en nuestra lengua, la reunión del I Congreso Catalanista (1880), la fundación del Centre Català (1882) y la celebración del II Congreso Catalanista (1884), que condenó la afiliación de los catalanes a los partidos generales españoles. Continuó con la presentación del Memorial de Agravios a Al-fonso XII (1885), por el trato discriminatorio que recibía Cataluña, y con la aparición de Lo cata-lanisme (primera exposición sistemática de la doctrina catalanista) de Valentí Almirall (1886) y la réplica de Josep Torras i Bages La tradició cata-lana (La tradición catalana) (1892).

Después, en 1891, se creó la Unió Catalanista, de la cual, en la celebración de su primera asam-blea, salieron las famosas Bases de Manresa rei-vindicando un régimen autonómico para Cata-luña (1892).

En 1901 se creó la Lliga Regionalista, con Lluís Domènech i Montaner, el doctor Bartomeu Ro-bert, Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. Te-nía como portavoz el diario La Veu de Catalunya.

Para defender los derechos de Cataluña y ante la amenaza de la Ley de Jurisdicciones del Go-bierno central, que trasladaba a la jurisdicción


militar cualquier ofensa contra la unidad de la patria, se creó el movimiento Solidaridad Cata-lana, que agrupó diversas tendencias catalanis-tas y que consiguió una brillante victoria en las elecciones generales de 1907.

De la Mancomunitat de Catalunya a la Segunda República

La Mancomunitat de Catalunya

Enric Prat de la Riba, que ya era presidente de la Diputación de Barcelona, consiguió, después de un largo proceso negociador con el Gobierno de Madrid, la unión de las cuatro diputaciones ca-talanas y la instauración de la Mancomunitat de Catalunya (1914). Prat de la Riba llevó a cabo una obra de gran mérito, tanto en el aspecto cultural como en el de creación de infraestructuras. En 1917 murió en Castellterçol y fue sustituido por Josep Puig i Cadafalch.

Entretanto, varias personalidades de la Liga —entre ellas Francesc Cambó— participaron en el gobierno de la monarquía sin muchas con-trapartidas para Cataluña. En 1922 se celebró en Barcelona la Conferencia Nacional Catalana, de la que salió la fundación de un nuevo partido, Acció Catalana, de carácter nacionalista, el cual triunfó en las elecciones de junio de 1923.

La dictadura del general Primo de Rivera

La dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930) disolvió la Mancomunitat de Catalunya y infirió daños a la lengua y cultura catalanas. Las conspiraciones y los complots frecuentaron, y el más destacado fue el de Francesc Macià, quien, desde Prats de Molló (1926), pretendía pasar la frontera y liberar Cataluña de la dictadura.

De la República catalana a la Generalitat restaurada

Tras la caída de Primo de Rivera fueron convo-cadas elecciones municipales en abril de 1931. Acció Catalana junto con Acció Republicana for-maron Acció Catalana Republicana o Partit Re-publicà Català, el cual, junto con Estat Català y

otros grupos, creó Esquerra Republicana de Ca-talunya, que bajo la dirección de Francesc Macià logró una gran victoria en las elecciones.

En todo el Estado también triunfaron los parti-dos republicanos o socialistas, lo que dio lugar a la proclamación de la República (14 de abril). Antes, el mismo día, Francesc Macià había pro-clamado la República Catalana. Poco después de una negociación con los representantes del Go-bierno español, la República Catalana se convir-tió en la Generalitat de Catalunya restaurada, de la que Macià fue el primer presidente.

Se redactó un estatuto de autonomía que fue aprobado ampliamente con un plebiscito el año 1932 Unos meses más tarde, tras duras negocia-ciones, fue votado afirmativamente por las Cor-tes españolas.

Las Islas y el País Valenciano también se esforza-ron en la redacción de sus estatutos de autono-mía, pero no consiguieron su instauración.

Avances en los ámbitos cultural y científico

Durante esta época y hasta la supresión de la Se-gunda República se producen grandes avances en los campos cultural y científico, con un gran estallido del Modernismo, especialmente arqui-tectónico, que abrió paso al Novecentismo.

Las artes gráficas y otras artes menores recibie-ron un fuerte impulso.

La industria, eminentemente transformadora, se diversificó y creció en todos los ramos.

Aparecieron escritores posmodernistas o nove-centistas: Josep Carner, Joaquim Ruyra, Guerau de Liost, Eugeni d’Ors (quien elabora la doctrina estética del Novecentismo a través de su Glosari, tribuna diaria que aparecía en La Veu de Cata-lunya), Josep M. López-Picó, Joaquim Folguera, Mercè Rodoreda —autora de Mirall trencat y La plaça del Diamant— y Antoni M. Alcover —autor de Rondalles mallorquines e iniciador del diccio-nario exhaustivo de la lengua catalana: Diccio-nari català-valencià-balear, que más tarde fue terminado por Francesc de Borja Moll—. Surge después el neopopularismo de Sagarra y, a partir


de un toque de atención del poeta Carles Riba, se produce un nuevo impulso en la novelística con Miquel Llor y Joan Puig i Ferrater.

Otro gran escritor y periodista que se inició en estos tiempos fue Josep Pla (1897-1981).

Se publicaron un gran número de revistas y pe-riódicos en catalán. Entre las primeras, por su prestigio, cabe destacar: Revista de Catalunya, di-rigida por Antoni Rovira i Virgili (autor también de la Història nacional de Catalunya), La Paraula Cristiana, dirigida por Carles Cardó, Criterion, sobre filosofía, y las científicas Ciència y Mono-grafies mèdiques.

Muchos catalanes de la época crearon fundacio-nes y entidades de carácter cívico o cultural para ayudar a la plena consolidación de la cultura ca-talana. Entre otros, cabe mencionar la Fundació Bernat Metge (que tradujo al catalán los clásicos grecolatinos) y la Fundació Bíblica Catalana.

De este periodo también cabe destacar a Ferran Soldevila, que por encargo de Francesc Cambó escribió su famosa Història de Catalunya; Josep M. Batista i Roca, que fue el introductor del es-cultismo en los países de lengua catalana y el fundador de los Minyons de Muntanya (movi-miento escultista), en 1927, y Manuel Sanchis Guarner, filólogo e historiador, que en 1931 pu-blicó el libro La llengua dels valencians y después colaboró en la conclusión del Diccionari català-valencià-balear. Batista y Roca impulsó también la creación de la asociación Palestra (1930), enti-dad federada con otras de carácter cultural de las Islas Baleares y del País Valenciano.

En el ámbito artístico, surgen figuras relevantes y aparecen nuevos estilos pictóricos, como el su-rrealismo. Destacan Salvador Dalí con la obra Els rellotges tous o Joan Miró con las obras La masia y Dona i ocell.

Finalmente, en el campo de la medicina destaca el cirujano Josep Trueta i Raspall, famoso por su tratamiento en fracturas y por su libro L’esperit de Catalunya, publicado originalmente en inglés durante su exilio en el Reino Unido. Asimismo, Ignasi Barraquer innovó en el campo de la of-talmología con la aplicación de nuevas técnicas.

La Guerra Civil y la dictadura franquista

Todo este estallido económico y cultural se vio truncado en 1936 con el alzamiento del general Franco contra la Segunda República Española. Después de una guerra fratricida que duró casi tres años, la victoria franquista abolió el Estatu-to y privó Cataluña de todas sus instituciones y libertades. También prohibió el uso oficial y pú-blico del catalán en todas las tierras catalanas.

Se inició una gran persecución contra la cultu-ra catalana y contra todos los miembros desta-cados de las muchas instituciones que existían. Fueron decenas de miles los catalanes que tuvie-ron que exiliarse. Se fusiló al último presidente de la Generalitat, Lluís Companys, y durante cer-ca de cuarenta años el pueblo catalán sufrió la peor persecución que se recuerda.

Sin embargo, a través de la resistencia exterior e interior y el esfuerzo patriótico de mucha gen-te, la cultura catalana, aunque muy deteriorada, subsistió.

Al igual que sucedió después de 1714, durante este período, nuestro pueblo —a pesar de los obstáculos de todo tipo— se concentró en el trabajo y el quehacer de cada día, creó miles de nuevas empresas y cientos de miles de nuevos puestos de trabajo, lo que generó una fuerte co-rriente inmigratoria hacia nuestras tierras (mu-cho más significativa que la que ya se había pro-ducido en el primer tercio de siglo).

La restauración de la democracia

A partir de la muerte del general Franco en 1975, con el regreso del exilio del presidente Jo-sep Tarradellas, se restituyó la institución de la Generalitat.

Con la recuperación del Estatuto de Autonomía en 1980, el restablecimiento del Parlament de Catalunya y la progresiva consolidación del Go-bierno de la Generalitat, se ha iniciado un lento proceso de recuperación nacional, lleno de difi-cultades debido al neocentralismo del Estado es-pañol y al ahogo económico al que nos somete.


Epílogo

Nuestro pueblo ha cooperado de forma destaca-da al progreso de Europa con sucesivas aporta-ciones a lo largo de su historia. Hemos superado periodos muy difíciles que nos han hecho retro-ceder, pero, a pesar de todo, las aportaciones de generaciones anteriores han sido siempre un punto de referencia para remontar situaciones comprometidas y alcanzar mayor relevancia.

Además, en los últimos cien años, Cataluña ha contribuido como nadie al progreso del conjunto de España. Ahora es el momento, pues, que se nos reconozca esta importante ayuda y no se drene de forma disparatada nuestra economía. Tam-bién es la hora de seguir avanzando hacia cotas más elevadas de autogestión de nuestros propios recursos e infraestructuras, a fin de aumentar el bienestar de nuestra gente y seguir creciendo en el proceso de aportación y solidaridad.

Cataluña no puede seguir sufriendo cada año un expolio fiscal de gran magnitud (16.453 mi-llones de euros en el año 2010, lo que represen-ta el 8,5% de nuestro producto interior bruto),

que resta competitividad a nuestras empresas y recursos para estimular la creatividad y la inno-vación, para acrecentar el bienestar de nuestro pueblo (particularmente de los jóvenes, los ju-bilados y los parados) y para la acogida de los inmigrantes que nos llegan de todo el mundo.

Si Cataluña fuera plenamente dueña de sus re-cursos, pasaríamos a ser uno de los primeros países europeos en renta per cápita. Nuestras familias podrían disponer de muchas más facili-dades para pagar las hipotecas; habría pensiones más de acuerdo con un nivel de vida medio; los hogares, las escuelas y las universidades podrían estar más bien equipadas; la asistencia social al-canzaría una mejor cobertura; la capacidad de ahorro aumentaría y, por lo tanto, también la de compra... Asimismo, la autogestión de todos nuestros recursos permitiría importantes reduc-ciones en los impuestos tanto con respecto a las personas (impuesto sobre la renta de las perso-nas físicas, IRPF) como a las empresas (impuesto de sociedades), y más calidad en los servicios, que, en el caso de las empresas, se traducirían

La historia de un país es su trayectoria hacia el futuro

Ahora es el momento de dar, entre todos, un gran paso hacia

delante por Cataluña

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Esquema genérico del proceso aportador de Cataluña


en más capacidad para competir globalmente y generar empleo.

Tampoco podemos seguir sufriendo ataques constantes a los rasgos característicos que con-figuran nuestra personalidad de pueblo dife-renciado.

Cataluña debe poder ejercer libremente el de-recho a decidir su futuro político como nación.

Tras la incorporación a la Unión Europea y de la progresiva internacionalización de nuestra eco-nomía, nos encontramos en un momento crucial.

Las generaciones actuales, incluidos los recién llegados de todo el mundo, deben tener presen-tes los retos de este mundo global, donde solo se incide con éxito con el pleno desarrollo de los seis factores de excelencia: I + D + 4i (Investigación, Desarrollo, innovación, identidad, impacto e in-fraestructura).

El factor identidad incluye la creatividad, la au-toafirmación, el capital intelectual, los valores sociales y culturales, la imagen de marca o de producto...

El factor impacto comprende la internacionalización, la conec-tividad en red, las alianzas es-tratégicas, la capacidad de con-tribuir/competir en un mundo global...

El factor infraestructura conside-ra los aspectos educativos, logís-ticos, tecnológicos, financieros...

Particularmente, es básico el factor de identidad, tanto en las empresas como en los países, a fin de constituir una sociedad civil fuerte y cohesionada para poder sobresalir por encima de las corrientes uniformistas em-pobrecedoras.

Así pues, tenemos que ser cons-cientes de la obligación de al-canzar las cotas de autogobier-no necesarias para ocupar el lugar que nos corresponde en

Europa: de otro modo, podemos iniciar una eta-pa de grave retroceso.

Como decíamos en la «Introducción», tenemos al alcance la posibilidad de iniciar este nuevo mi-lenio con una tercera recuperación que represente un éxito definitivo para nuestro pueblo.

Geográficamente ocupamos un lugar estratégi-co en la Europa latina y estamos vinculados por lazos socioeconómicos, lingüísticos, culturales e históricos con una amplia zona que podríamos llamar Euroespacio Latino Central (euroespacio perfectamente identificado por economistas de renombre universal, como Kenichi Ohmae y Richard Florida, como una de las grandes ma-crorregiones económicas mundiales), donde las probabilidades de desarrollo económico y social son óptimas debido a la emergencia del Medite-rráneo. Empuje que se fundamenta en las cre-cientes relaciones socioeconómicas de la Unión Europea con Asia y el norte de África que justa-mente desembocan, a través de importantes flu-jos logísticos, en el Mediterráneo (ver anexo v).

Euroespacio Barcelona-Lyon y Euroespacio Latino Central.

Extensión territorial de la lengua occitana

Extensión territorial de la lengua catalana

Otros territorios vinculados al Euroespacio Latino Central

Otros territorios de la Europa latina


Además, en este euroespacio —llamado Barce-Lyon por Richard Florida— confluyen dos de los grandes vectores de progreso de la Unión Euro-pea: el del Gran Eje FERRMED (Gran Eje Ferro-viario Escandinavia, Rin, Ródano, Mediterráneo Occidental, que une todas las regiones económi-cas locomotora de la Unión Europea y se adentra hacia el norte de África) y el del Mediterráneo (que va desde el Próximo Oriente hasta la Penín-sula Ibérica, y canaliza el tráfico intercontinental más importante del mundo).

La Unión Europea se encamina hacia una nueva dimensión socioeconómica orientada hacia tres grandes vectores emergentes de progreso. Los ya mencionados FERRMED (o EULER: European Union Locomotive Economic Regions) y Medi-terráneo, y el Euroasiático (que va desde Gran Bretaña hasta los países del Este).

El lugar de encuentro de estos vectores es donde se dan las condiciones más favorables de desa-rrollo en todos los aspectos.

El sector sur de Inglaterra, el Benelux, el norte de Francia y la zona noroccidental de Alemania es el área de cruce de los vectores FERRMED y Euroa-siático, y el Euroespacio Latino Central (el sureste de Francia y la parte oriental de la Península Ibé-rica, a las que hay que añadir la porción noroeste de la Península Italiana), el área donde convergen los vectores FERRMED y Mediterráneo.

Por otra parte, Barcelona es la sede del Secre-tariado Permanente de la Unión por el Medite-

rráneo. Es una gran oportunidad que debemos saber aprovechar.

Es el momento, pues, que nuestra sociedad ci-vil —del mismo modo que supo hacerlo tan ma-gistralmente en la época de la Renaixença— se comprometa y lidere proyectos de alcance euro-peo y de toda la Unión por el Mediterráneo que, de rebote, beneficien altamente a nuestro pue-blo. Debemos lograr una nueva dimensión con aportaciones relevantes de alcance universal.

Debemos ser capaces de promover y desarrollar proyectos que sitúen a Cataluña, y a toda el área geográfica que nos es afín, en los niveles de las zonas más punteras del progreso mundial.

Todo ello, sin olvidar las acciones encaminadas a ejercer nuestro derecho a decidir.

Y eso, si nos lo proponemos, lo podemos hacer con la participación en estos proyectos ilusio-nantes de todo tipo de entidades y empresas y de todas las personas que viven y trabajan en nuestro país sin exclusión.

Depende de todos nosotros.

Finalmente, es de justicia rendir homenaje a tanta y tanta gente autóctona y procedente de todo el mundo (que han hecho del nuestro su país y se han incorporado a él plenamente) que con su esfuerzo han contribuido y siguen contri-buyendo a que ahora, todos juntos, a pesar de los desafíos existentes, podamos contemplar el porvenir de Cataluña con esperanza.Los tres grandes vectores del progreso

en la Unión Europea.

Unión por el Mediterráneo.


Genealogía de la Casa de Barcelona (878 -1410)

Wifredo I el Velloso(878-897)

(m. 897)

Wifredo II Borrell(897-911)

(m. 911)

Ramón Borrell I(992-1017)

(972-1017)

Berenguer Ramón I el Curvo(1017-1035)

(1006-1035)

Ramón Berenguer II Cabeza de Estopa

(1076-1082)(1053-1082)

Ramón Berenguer III el Grande(1096-1131)

(1082-1131)

Ramón Berenguer IV el Santo

(1131-1162)(1113-1162)

Petronila Reina de Aragón(1137-1162)

(1136-1173)

Alfonso I el Casto [de Cataluña-Aragón]

(1162-1196)(1154-1196)

Pedro I el Católico (1196-1213)

(1177-1213)

Jaime I el Conquistador

(1213-1276)(1208-1276)

Jaime II de Mallorca(1276-1311)

(1243-1311)

Fernando de Mallorca(1278-1316)

Sancho I de Mallorca(1311-1324)

(m. 1324)

Jaime III de Mallorca(1324-1349)

(1315-1349)

Jaime IV de Mallorca(1337-1375)

Pedro II el Grande(1276-1285)

(1240-1285)

Constanza de Sicilia(1247-1302)

Alfonso II el Franco(1285-1291)

(1265-1281)

Jaime II el Justo(1291-1327)

(1267-1327)

Pedro III el Ceremonioso(1336-1387) (1319-1387)

Martín el Humano(1396-1410)

(1356-1410)

Martín I de Sicilia(1376-1409)

COMPROMISO DE CASPE

Juan I el Cazador(1387-1396)

(1350-1396)

Yolanda de Bar(1363-1431)

Leonor de Sicilia(1325-1375)

María de Luna(1357-1406)

Alfonso III el Benigno(1327-1336)

(1299-1336)

Teresa de Entenza(m. 1372)

Blanca de Nápoles(1283-1310)

Federico II de Sicilia

(Iniciador de la rama de la Casa de Barcelona en

Sicilia)(1272-1337)

(Iniciador de la branca del Casal de Barcelona a Sicília)

Sancha de Castilla(1154-1208)

María de Montpellier(1181-1213)

Yolanda de Hungría(1216-1251)

Dulce de Provenza(v. 1095-1128)

Berenguer Ramón II el Fratricida(1082-1096)(1053-v. 1099)

Ramón Berenguer I el Viejo(1035-1076)

(1023-1076)

Almodis de la Marca(m. 1071)

Ermesenda de Carcasona(972-1058)

Sancha de Castilla(m. 1027)

Mafalda de Apulia-Calabria(v. 1059-v. 1112)

Suniario I(911-947)

(m. 950)

Miró I(947-966)

(m. 966)

Borrell II(947-992)

(915-992)

Guinidilda

Gersenda

Letgarda de Roergue

Riquilda

v. 993

1021

1052

1078

1112

1150

1174

1204

1235

1262

1295

1314

1349

13721380

Anexo I


Anexo II

Anexo III

Genealogía de la Casa de los Trastámara (1412-1555)

Genealogía de la Casa de los Habsburgo (1516-1700)

Fernando I(1412-1416)

(1380-1416)

Alfonso IV(1416-1458)

(1396-1458)

Juan II(1458-1479)

(1398-1479)

Juana I(1516-1555)

(1479-1555)

Juan(1509-1509)

Juan Príncipe de Girona

(1478-1497)

Fernando II(1479-1516)

(1452-1516)

Leonor de Alburquerque(m. 1436)

Juana Enríquez(1425-1468)

Isabel de Castilla(1451-1504)

Germana de Foix(1488-1537)

María de Castilla(1401-1458)

1393

1415 1447

1506 1469

Maximiliano I Emperador(1459-1519)

Juana I de Cataluña-Aragón(1516-1555)

(1479-1555)

[Juana I de Castilla (1504-1555)]

María de Borgoña(1457-1482)

Felipe I de Castilla(1478-1506)

Ana de Austria(1549-1580)

Margarita de Austria(1584-1611)

Mariana de Austria(1635-1696)

Mariana de Neuburg(1667-1740)

María Luisa de Orleans(1662-1689)

Carlos I(1516-1556)

(1500-1558)

[emperador Carlos V (1519-1556)][Carlos I de Castilla (1516-1556)]

Fernando I(emperador, 1556-1564)

(1503-1564)

[los Habsburgo germánicos]

Felipe II de Castilla(1556-1598)

(1527-1598)

[Felipe I de Cataluña-Aragón (1556-1598)][Felipe I de Portugal (1580-1598)]

Felipe III de Castilla(1598-1621)

(1578-1621)

[Felipe II de Cataluña-Aragón (1598-1621)][Felipe III de Portugal (1598-1621)]

Felipe IV de Castilla(1621-1665)

(1605-1655)

[Felipe III de Cataluña-Aragón (1621-1665)][Felipe III de Portugal (1621-1640)]

Carlos II(1665-1700)

(1661-1700)

[Carlos II de Castilla (1665-1700)]

Isabel de Portugal(1503-1539)

1477

1496

1570

1599

1649

1679 1690

1526

GUERRA DE SUCESIÓN

CASA DE LOS TRASTÁMARA(ver Anexo 2)


Presidencias y presidentes de la Generalitat de Catalunya (1359-2010)

1 Berenguer de Cruïlles 1359 - 1362

2 Romeu Sescomes 1363 - 1364

3 Ramon Gener 1364 - 1365

4 Bernat VallèsRomeu Sescomes

1365 - 13671375 - 1376

5 Joan I d’Empúries 1376

6 Guillen de Guimerà i d’Abella 1376 - 1377

7 Galceran de Besora i de CartellàRamon Gener

1377 - 13781379 - 1380

8 Felip d’Anglesola 1380

9 Pere de Santamans 1381 - 1383

10 Arnau Descolomer 1384 - 1389

11 Miquel de Santjoan 1389 - 1396

12 Alfons de Tous 1396 - 1413

13 Marc de Vilalba 1413 - 1416

14 Andreu Bertran 1416 - 1419

15 Joan Desgarrigues 1419 - 1422

16 Dalmau de Cartellà i Despou 1422 - 1425

17 Felip de Malla 1425 - 1428

18 Domènec Ram i LanajaMarc de Vilalba

1428 - 1431 1431 - 1434

19 Pere de Palou 1434 - 1437

20 Pere de Darnius 1437 - 1440

21 Antoni d’Avinyó i de Moles 1440 - 1443

22 Jaume de Cardona i de Gandia 1443 - 1446

23 Pero Ximénez de Urrea 1446 - 1449

24 Bertran Samasó 1449 - 1452

25 Bernat Guillem Samasó 1452 - 1455

26 Nicolau Pujades 1455 - 1458

27 Antoni Pere Ferrer 1458 - 1461

28 Manuel de Montsuar i Mateu 1461 - 1464

29 Francesc Colom 1464 - 1467

30 Ponç Andreu de Vilar 1467 - 1470

31 Miquel Samsó 1470 - 1473

32 Joan Maurici de Ribes 1473 - 1476

33 Miquel Delgado 1476 - 1478

34 Pere Joan Llobera 1478 - 1479

35 Berenguer de Sos 1479 - 1482

36 Pere de CardonaPonç Andreu de Vilar

1482 - 14851485 - 1488

37 Juan Payo Coello 1488 - 1491

38 Joan de Peralta 1491 - 1494

39 Francí Vicenç 1494 - 1497

40 Pedro de Mendoza 1497 - 1500

41 Alfons d’Aragó 1500 - 1503

42 Ferrer Nicolau de Gualbes i Desvalls

1503 - 1504

43 Gonzalo Femández de Heredia 1504 - 1506

44 Lluís Desplà i d’Oms 1506 - 1509

45 Jordi Sanç 1509 - 1512

46 Joan d’Aragó 1512 - 1514

47 Jaume Fiella 1514 - 1515

48 Esteve de Garret 1515 - 1518

49 Bernat de Corbera 1518 - 1521

50 Joan Margarit i de Requesens 1521 - 1524

51 Lluís de Cardona i Enríquez 1524 - 1527

52 Francesc de Solsona 1527 - 1530

53 Francesc Oliver i de Boteller 1530 - 1533

54 Dionís de Carcassona 1533 - 1536

55 Joan Pasqual 1536 - 1539

56 Jeroni de Requesens i Roís de Liori

1539 - 1542

57 Miquel Puig 1542 - 1545

58 Jaume Caçador 1545 - 1548

59 Miquel d’Oms i de Sentmenat 1548 - 1551

60 Onofre de Copons i de Vilafranca

1551 - 1552

61 Miquel de Ferrer i de Marimon 1552

62 Joan de Tormo 1552 - 1553

63 Miquel de Tormo 1553 - 1554

64 Francesc Jeroni Benet Franc 1554 - 1557

65 Pere Àngel Ferrer i Despuig 1557 - 1559

66 Ferran de Lloaces i PeresMiquel d’Oms i de Sentmenat

1559 - 15601560 - 1563

67 Onofre Gomis 1563 - 1566

68 Francesc Giginta 1566 - 1569

69 Benet de Tocco 1569 - 1572

70 Jaume Cerveró 1572 - 1575

71 Pere Oliver de Boteller i de RiquerBenet de Tocco

1575 - 1578

1578 -1581

Anexo IV


72 Rafael d’Oms i Llull 1581 - 1584

73 Jaume Beuló Pere Oliver de Boteller i de Riquer

15841584 - 1587

74 Martí Joan de Calders 1587

75 Francesc Oliver de Boteller 1587 - 1588

76 Jaume Caçador i Claret 1590 - 1593

77 Miquel d’AgullanaFrancesc Oliver de Boteller

1593 - 15961596 - 1598

78 Francesc Oliveres 1598 - 1599

79 Jaume Cordelles i Oms 1599 - 1602

80 Bernat de Cardona i de Queralt 1602 - 1605

81 Pere Pau Caçador i d’Aguilar-Dusai

1605 - 1608

82 Onofre d’Alentorn i de Botella 1608 - 1611

83 Francesc de Sentjust i de Castre 1611 - 1614

84 Ramon d’Olmera i d’Alemany 1614 - 1616

85 Miquel d’Aimeric 1616 - 1617

86 Lluís de Tena 1617 - 1620

87 Benet Fontanella 1620 - 1623

88 Pere de Magarola i Fontanet 1623 - 1626

89 Francesc Morillo 1626 - 1629

90 Pere Antoni Serra 1629 - 1632

91 Esteve Salacruz 1632

92 Garcia Gil de Manrique y Maldonado

1632 - 1635

93 Miquel d’Alentorm i de Salbà 1635 - 1638

94 Pau Claris i Casademunt 1638 - 1641

95 Josep Soler 1641

96 Bernat de Cardona i de Raset 1641 - 1644

97 Gispert d’Amat i Desbosc de Sant Vicenç

1644 - 1647

98 Andreu Pont 1647 - 1650

99 Paolo del Rosso 1650 - 1654

100 Francesc Pijoan 1654 - 1656

101 Joan Jeroni de Besora 1656 - 1659

102 Pau d’Àger i d’Orcau 1659 - 1662

103 Jaume de Copons i de Tamarit 1662 - 1665

104 Josep de Magarola i de Grau 1665 - 1668

105 Joan Pagès i Vallgornera 1668 - 1671

106 Josep de Camporrells i de Sabater

1671 - 1674

107 Esteve Mercadal i Dou 1674 - 1677

108 Alfonso de Sotomayor 1677 - 1680

109 Josep Sastre i Prats 1680 - 1683

110 Baltasar de Muntaner i de Sacosta

1683 - 1686

111 Antoni de Saiol i de Quarteroni 1686 - 1689

112 Benito Ignacio de Salazar 1689 - 1692

113 Antoni de Planella i de Cruïlles 1692 - 1695

114 Rafael de Pinyana i Galvany 1695 - 1698

115 Climent de Solanell i de Foix 1698 - 1701

116 Josep Antoni Valls i PandutxoAntoni de Planella i de Cruïlles

17011701 - 1704

117 Francesc de Valls i Freixa 1704 - 1705

118 Josep Grau 1706 - 1707

119 Manuel de Copons i d’Esquerrer 1707 - 1710

120 Francesc Antoni de Solanell i de Montellà

1710 - 1713

121 Josep de Vilamala 1713 - 1714

Presidentes de la Mancomunitat de Catalunya

Enric Prat de la Riba i SarràJosep Puig i Cadafalch

1914 - 19171917 - 1924

Presidentes de la Generalitat de Catalunya restaurada

122 Francesc Macià i Llussà 1931 - 1933

123 Lluís Companys i Jové (en el exilio en 1939 y 1940 hasta que fue arrestado por la Gestapo y fusilado en Barcelona por orden del general Franco)

1933 - 1940

124 Josep Irla i Bosch (en el exilio) 1940 - 1954

125 Josep Tarradellas i Joan (en el exilio hasta 1977)

1954 - 1980

126 Jordi Pujol i Soley 1980 - 2003

127 Pasqual Maragall i Mira 2003 - 2006

128 José Montilla i Aguilera 2006 - 2010

129 Artur Mas i Gavarró 2010 - Fuente: Generalitat de Catalunya

El periodo de regencia de 1367-1375, fruto de la resolución de la Corte de Vilafranca de suspender a los diputados residentes en Cataluña, no se ha tenido en cuenta en esta relación.


El peso demográfico y socioeconómico de Cataluña, de los países de lengua catalana y de la megarregión «Barcelona-Lyon» en la Unión Europea

Rango demográfico Dentro del conjunto de la Unión Europea de los 28:

• Cataluña ocupa el 17.º lugar (comparada con cada uno de los estados existentes).

• Los países de lengua catalana ocupan el 9.° lugar.

• A la megarregión «Barcelona-Lyon» le cor-responde el 6.º lugar.

Rango socioeconómico Cataluña —pese al drenaje fiscal que sufre— es una de las grandes regiones económicas loco-motora de la Unión Europea de los 28. Por la aportación del producto interior bruto (PIB) ocupa el 12.º lugar, y el conjunto de los países de lengua catalana, el 8.º.

La megarregión económica llamada Barcelona-Lyon por Richard Florida (que comprende los Países de len-gua catalana y la mayor parte de los países de lengua occitana más Murcia y la región francoprovenzal de Ródano-Alpes) ostenta el 5º lugar en la UE, según el ranking establecido por el propio Richard Florida a propósito de la generación de actividad económica de las grandes megarregiones europeas, basada en técnicas espaciales y estadísticas y en la emanación de luz (LRP).

Del libro Who’s Your City?, de Richard Florida (Nueva York, 2008): «La megarregión binacional Barce-Lyon es habitada por más de veinticinco millones de personas, que producen 610.000 millones de dólares en LRP.

»Los europeos del norte han utilizado esta región como destino de vacaciones durante mucho tiempo; sin embargo, ahora, cada vez más trabajadores también se trasladan aquí.

»Una importante ministra holandesa vinculada a la industria me confió en privado que le preocupaba perder empresas del norte de Europa, en beneficio del clima, la belleza y la acumulación de talento en este corredor de clima soleado».

De hecho, esta megarregión no hace más que expandirse territorialmente y demográficamente, por lo que en 2014 es habitada por más de treinta millones de personas y ha avanzado una posición en el ranking de aportación de riqueza.

Anexo V

Generación de actividad económica de las grandes megarregiones europeas (ranking mundial).


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