breve historia de los libros

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BREVE HISTORIA DE LOS LIBROS María José Calvopiña 1º “B”

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BREVE HISTORIA DE LOS LIBROS

María José Calvopiña

1º “B”

• No conozco hogar en el que no haya un libro. A la hora de mirarlos, de tocarlos con las manos y pasar sus hojas, lo hacemos con una visión modelada por el presente siglo. No solemos preguntarnos por qué sus hojas son de papel y no de pergamino, o por qué se disponen de forma individual y no enrolladas en un eje de madera. 

• Desde el momento que surgió el interés de trasmitir los conocimientos, y no solo de eso, sino también de perpetuarlos, el humano ha utilizado algún tipo de soporte perdurable donde plasmar sus conocimientos – en un principio económicos, después mitológicos, literarios e incluso cronísticos-. Sería un error ver esto solamente como una novedad técnica. El hecho de pensar en las generaciones venideras como principales receptoras del mensaje escrito fue un avance sin comparación en la cultura humana.

• Los primeros testimonios de escritura los encontramos en el oriente fértil, concretamente en Mesopotamia. En torno al 3000 a.C. se datan las bullae, piedras o fragmento de piedras donde se plasmaban, a golpe de martillo y cuña, mensajes complejos, relacionados con la administración y economía. Sumerios, babilonios, asirios o hititas las usaron.

•  En torno al 2000.a.C. los egipcios ya escribían en soporte perdurable. El papiro se extraía de unas plantas acuáticas muy abundantes en las orillas del Nilo, por lo que no debe parecernos extraño su uso abundante en aquel territorio. Después de un elaborado proceso de desecación y prensado, se obtenía unas hojas flexibles que únicamente podían ser usadas por una cara. Era conocido en todo el mediterráneo oriental, pero hasta la época Helenística, entre el siglo IV-III a.C., no alcanzó su apogeo.

•  Debemos comprender que fue un producto bastante caro. En el siglo I d.C. la hoja de papiro costaba  unos 60 dólares de la actualidad. Esto en Egipto, imaginemos cuánto se pagaría para la importación a Europa o Asia Menor. La difusión y conservación de la cultura fue tarea casi imposible, no ya entre los alanos y los hunos, por ejemplo, sino entre los propios romanos -en época de Augusto el 90% de los habitantes de Roma no sabía leer y escribir, si bien practicaban prodigiosamente la transmisión oral. En los colegios solían trabajar con tablillas de cera reutilizable.

• Antes de nuestra era, surgiría un nuevo tipo de soporte de escritura. El pergamino se extraía de la piel de las reses muertas -vacas, ovejas-, y no de una fuente vegetal. Tras quitarles el vellón, tras un proceso de secado, se conseguía un soporte mucho más firme y duradero que el papiro. Bajo Roma nació algo muy parecido al libro actual, el codex membranei. En el Museo Británico podemos ver el ejemplar más antiguo conservado: De Bellis Macedonicis, concebido en su formato actual. El mismo poeta Marcial, en torno al 80 d.C.,  nos recomienda “comprar aquellos libros que se hacen ahora de hojas de tamaño que tu mano puede abarcar”.

•  Es falso que se necesitaran miles de animales para hacer un libro. Las pieles solían estar en torno al medio metro cuadrado, lo que daba para unas doce hojas. Por tanto, un libro de unas cincuenta páginas requeriría entre diez y doce pieles. No obstante, todavía era mucho el gasto para tan poca producción.

•  Papiro y pergamino convivieron durante largo tiempo, pero cuándo se separaron sus caminos. El papiro casi nunca duraba más de doscientos o trescientos años en buen estado, y quizá era algo más económico.  Algunos dicen que la expansión del cristianismo fue clave en la consolidación del códice. Hay que tener en cuenta que era una religión en crecimiento interesada en asentar su doctrina y difundir las Escrituras.

• La llegada del papel revolucionó la cultura del mundo. Su origen es oriental. Este invento se suele datar en el s.II d.C. y se le atribuye a Cai Lun, un eunuco de la corte del emperador chino Hedi. Sus primeros hallazgos  se sitúan en una torre abandonada de la Gran Muralla. Sin embargo, los expertos aseguran que el verdadero hacedor es un desconocido. Con anterioridad a esa fecha debían existir otros modelos más rudimentarios de papel, si bien quizá no se encontraron por su mala confección y el paso del tiempo.