bourdieu - de las reglas a las estrategias (cosas dichas, 1987)

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  • 5/14/2018 Bourdieu - De Las Reglas a Las Estrategias (Cosas Dichas, 1987)

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    De la regla a las estrategias-P. -Desea..-fa que hablaramos del interes que hr. manifestado en suobra por las cuest iones de parentesco y de t ransmisi6n, desde el "Be-arn" y los "Tres estudios de etnologia Kabil" hasta el Homo academ i-cus.Usted fue el primero en abordar en uns. .perpectiva propiamenteetnol6gica la cuesti6n de la elecci6n de cor.junto en el seno de unapoblaci6n francesa (cf "Celibate y condicion campesina", Etudes ru-rales,1962 y "Las estrategias matrimoniales en el sistema de las es-trategias de reproducci6n", Annales, 1972) y en subrayar la corre-laci6n entre el modo de transmisidn de los bienes, desigualitario encada caso, y la logica de las alianzas. Cada transacci6r iuat rimonialdebe, deda usted, ser comprendida como"la financiaci6n de una estra-tegia" y puede ser definida "como un momento en una serie de inter-cambios mater iales y simb6licos (, .. )que dependen en buena parte dela posici6n que este intercambio ocupa en la historia T airimonial deIa familia".R. -Mis investigaciones sobre el casamiento en Bearne fueron paramf el punto de pasaje, y de articulacion, ent re la etnologia. y la socio-logia. Habia pensado de entrada este trabajo sobre mi propio pafs deorigen como una suerte de experimentaci6n epistemol6gica: analizarcomo etn6logo, en un universe familiar Imas 0 menos a distanciasocial) las practicas matrimoniales que habia estudiado en un univer-so social rnucho mas alejado, la sociedad kabil , era darme una posibi-lidad de objetivar el acto de objetivaei6n y el sujeto objetivamente; deobjetivar al etnologo no solamente en tanto qne individuo socialmen-te situado sino tambien en tanto que erudito que haee profesi6n deanalizar el rnundo social, de pensarlo, y que debe por eso ret irarse deljuego, sea que observe un mundo extranjero, donde no tiene puesto susintereses, sea que observe su propiomundo, pero apartandose deljue-go, tanto como sea posible. En suma, no queria tanto observar al ob-servador en su particularidad, 1 0 que no tiene gran inte:.~s en si , comoobservar los efectos que produce sobre Ia observaci6n, sobre la descrip-

    Entrevistu conP. Lamaison, publicada en Terrains, n O 4, mono de1985.

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    ci6n de la cosa observada, la situacion . ie observador, descubrir todoslospresupuestos inherentes a la postura teorica como vision externa,alejada, distante, 0, simplemente, no practice, no comprometida, noinvestida. Y me parecio que es toda una filosofia social, en elfondo fal-sa, que derivaba del hecho de que el etnologo no tiene "nada que ha-cer" con aquellos que estudia, can sus pract icas, con sus representa-ciones, sino estudiarlos: hay un abismo entre tratar de compreder 1 0que son las relaciones matrimoniales entre dos famil ias para casar delmejormodo a suhijo 0suhija, invirtiendo en elloe l mismo interes quelas personas de nuestros medios ponen en la eleccion del mejor esta-blecimiento escolar para su hijo 0 su hija, y tratar de comprender esasrelaciones para construir un modelo teorico. Lo mismo es verdadero sise trata de comprender un ritual.As), el analisis teorico de la visi6n te6rica como vision extern a ysobre todo sin compromiso practice ha sido sin duda el principio de laruptura con 1 0 que otros llamarfan el "paradigma'' estructuralista: esIa conciencia aguda, que no adqui ri solamente por la reflexi6n teori-ca, del desfasaje entre los fines te6ricos de la comprensi6n te6ricay losfines practices, directamente interesados, de la comprensi6n practiea1 0 que me condujo a hablar de estrategias matrimoniales 0 de u so s s o-dales del parentesco mas bien que de reglas de parentesco. Este cam-bio de vocabulario manifiesta un cambio de punto de vista: se t rata deevitar de dar para el principio de la practice de los agentes la teoTia quese debe construir para dar raz6n de ella.P. -Pero, cuando Levi-Strauss habla de las reglas 0de los modelosque se reconstruyen para dar cuenta de el las, no se si tua verdadera-mente en opcsicion con usted sobre este punto.R. -En realidad, me parece que la oposici6n esta enmascarada por laambigiiedad de la palabra regla, que perroite hacer desaparecer elproblema mismo que trate de plantear: no se sabe nunca exactamen-te si par regla se entiende un principia de tipo juridico mas 0m nosconscientemente producido y dominado por los agentes 0 un conjun-to de regularidades objetivas que se imponen a todos aquellos que en-tran en un juego. Cuando se habla de regla de juego, se refiere a unoa a otro de esos dos sentidos. Pero se puede aun tener en mente untercer sentido, el de modelo, de principio eonstruido por el estudiosopara dar cuenta deljuego. Creo que al escamotear estas distincionesse expone a caer en uno de los paralogismos mas funestos en cienciashumanas, el que consiste en dar, segun el viejo dicho de Marx, "lascosas de la 16gica por la logica de las COSBS". Para escapar a eso, es ne-cesario inscribir en la teorfa el principio real de las estrategias, esdecir el sentido practice, 0, si se prefiere, 10que los deportistas llamanel sentido deljuego, como dominio practice de la logiea 0 de la necesi-68

    dad inmanen. te de un juego qLiese adquiere por la experiencia de1jue-g? y que funciona m~s aca de la conciencia y del disCurso (al modo, porejemplo, de las t~cmcas del cuerpo). Nociones como las de habitus (0s.istema de disposiciones), de sentido practice, de estrategia, estanhgadas al esfuerzo por sali r del objet ivismo est ructuralista sin caer enel subjetivismo, POl' esto no me reconozco en 10 que Levi-Strauss dijorec~en~mente a prop6s!to de las investigaciones sobre 1 0 que ~lllamalas scetedades con casa .Esto por mas que n 0pueda no sentinne afec-tado, puesto que he contribuido a reintroducir en la discusi6n teoricaen etnologfa una de esas sociedades en donde los actos deintercambiomatrimoniales Uotros, parecen tener por "tema" la casa la maysou'l'oustau; y tambien a fonnular la teorfa del casamiento c~mo estrate:gia ...P. -l.Quiere hablar de Ia conferencia Marc Bloch sobre "La etnologiay la historian, publicada por los Annales ESC (nil6, nov.-dic. de 1983,pags.121 7-1231), don de Levi-Strauss critica 1 0 que elllama el"espon-tanefsmo"? .R.-Sf.Cuando habla de esta criti ca del estructuralismo "que anda unpo~o.por todas parte~ y que se inspira en un espontaneismo y un sub-jetivismo a In moda (todo esto no es muy gentil), es clare que Levi-Strauss apunta de m8:nera poco comprensiva -es 1 0 menos que sepuede deeir- a un conjunto de trabajos que me parecen participar deotro "universo teorieo" diferente del suyo. Paso sobre el efecto de amal-gama que consiste en sugerir la existencia de una relaci6n entre elpensamiento en tenninos de estrategia y 1 0 que se designs en polit i-ca par espontaneismo. La eleccidn de las palabras sabre todo en Inpolemic.a, no es inocente y se sabe el descredito qu~ se atribuye, aunen poluica, a todas las formas de creencia en Ia espontaneidad de lasmasas. (Siendo ast, entre parentesis, la intuici6n polftica de Levi-Strauss no es completamente engat'losa, puesto que a traves delhabitus, del sentido practice y de la estrategia, se r~introducen elagente, la acci6n, la practiea y sabre todo quid la proximidad delobservador a los agentes y a la practica, el rechazo de la mirada dis-t~nte, que no dejan de tener relacion cori las disposiciones y las posi-crones te6ricas, pero tambien polft icas) . Lo esencial es que Levi-Strauss, encerrado desde siempre (pienso en sus notas del prefacio aMs:,.u~ssobre la fenomenologia) en Ia alternativa del subietivisrno y delobJ~bvls.mo, no puede percibir las tentativas para superar esta alter-nativa sino como una regresion hacia el subjetivi smo. Prisionero, co-~o tantos otros, de la .alternativa de 1 0 individual y de 1 0 social, de Inhbertad y de la necesidad, etc., no puede ver en las tentativas pararomper con el "paradigms" est ructuralista sino retornos a un subjet i-vismo individualis tay por allf a un irraeionalismo: segun el, e l"espon-

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    t aneismo" sust ituye a la estructura por "una media estadfstica queresulta de elecciones hechas con toda libertad 0que e sc ap an po r 1 0me-nos a toda determinacion externa" y reduce el mundo social a "uninmenso caos de actos creadores que surgen todos en escala individualy que aseguran Ia fecundidad de un desorden permanente'' (como noreconocer la imagen 0 el fantasma del "espontaneismo" de mayo de1968que recuerdan, adem as delcon cepto uti lizado para designar estacorriente te6rica, las alusiones ala moda y a las criticas "que andanpor todas partes"? En suma, porque estrategia es para lSIsin6nimo deeleceion, elecei6n consciente e individual, guiada por el calculo ra-cional 0por motivaeiones "6ticas y afeetivas" y, porque se opone alacoercion y a la norma colectiva, no puede sino arrojarfuera de la cien-cia un proyeeto te6rico que tiende en reaHdad a reintroducir el agentesocialisado (y no elsujeto) y las estretegias mas amenos "autornaticas"del sentido practice (y no los proyeetos 0 los caleulos de una con-ciencia).P. -Pero leual es, segun usted,la funci6n de Ia noei6n de estrategia?R. -La noci6n de estrategia es el instrumento de una ruptura con elpunto de vista ohjetivista y con la accion sin agen te que supone el es-tructuralismo (al recurrirpor ejemplo a la noci6n deinconsciente). Pe-ro se puede rehusar ver en la estrategia el producto de un programainconsciente sin hacer de el el produeto de un calculo eonsciente y ra-cional. Ella es el producto del sentido practice como sentido deljuego,de unjuego social particular , his t6ricamente definido, que se adquieredesde la infancia al partieipar en las actividades sociales, especial-mente, en el easo de Kabilia, y sin duda en otras partes, en los juegosinfantiles. EI buenjugador, que es en ciertomodo eljuego hecho hom-

    o bre, haee en cada in s tante 10 que hay que haeer, 10 que demanda yexige eljuego. Esto supone una invencion permanen te, indispensablepara adaptarse a si tuaeiones indefinidamente variadas, nunca per-feetamente identicas. Lo que no asegura la obediencia mecanica a IaregIa explicita, codificada (cuando existe). Describi por ejemplo las es-trategias de doblejuego consistentes en ponerse en regia, en poner eldereeho de su parte, en actuar conforme a intereses mientras se apa-rente obedecer a Ia regla, El sentido deljuego no es infalible: esta de-sigualmente repartido, en una soeiedad como en un equipo, A vecesfalta, espeeialmente en las situaeiones tragicas, en que se apela a losentendidos, que, en Kabilia, son a menudo tambien los poe tas, y quesaben tomarse libertades con la regla oficial que permi ten salvar 10esencial de aquello que la regIa tendia a garantizar. Pero esta liber-tad de invenci6n, de improvisaci6n, que permite producir la infinidadde jugadas hechas posibles por el juego (como en el ajedrez) tiene losmismos limites que eIjuego. Las est rategias adaptadas t ratandose de70

    jugar aIjuego del matrimonio kahil, que no hace intervenir la tierray la amenaza de la repartici6n (por el hecho de In indivisi6n en In re-particion igual entre los agnados); no convendrian si se tra ta dejugaraljuego del matrimonio bearnes donde hay que salvar ante todo la ca-sa y la tierra.Se ve que no se puede plantear el problema en terminos de espon-taneidad y de coercion, de libertad y de necesidad, de individuo y desocial. EI habitus como sentido del juego es el juego social incorpora-do, vuelto naturaleza. Nada es mas libre ni mas restringido 8 18 vezque la noci6n del buenjugador. El se encuentra muy naturalmente enel sitio en que la pelota caera, como si la pelota 1 0 mandase, pero, porallf, 61manda a la pelota, El habitus, como social inscrito en el cuer-po, en el individuo biologico, permite producir la infinidad de los actosde juego que estan inscritos en el juego en el estado de posibilidadesy de exigencies objetivas; las coerciones y las exigencias deljuego, pormas que no esten encerradas en un c6gtco de reglas, se imponen aaquellos -y a aquellos solamente- que, porque tienen el sentido deljuego, es decir el sentido de la neeesidad inmanente del juego, estanpreparados para pereibi rlas y eumplirlas. Esto se t raspone faci lmen-te al caso del casamiento, Como 1 0 mostre en el caso del Bearne y deKabilia, las estretegias matrimoniales son el producto no de la obe-diencia a In regIa sino del senti do del juego que conduce a "elegir" elmejor partido posible dado el juego de que se dispone, es decir lostriunfos 0las malas cartas (las hijss especialmente), y el arte de jugardel que se es capaz, la regla del juego expheita -por ejemplo las pro-hibiciones 0 las preferencias en materia de parentesco 0 las leyes desucesi6n- al definir el valor de laaeartas (de los varones y de las mu-jeres, de los mayo res y de Josmenores). Ylas regu laridades que se pue-den observar, gracias 8 18 estndistiea , son el producto agregado de ae-eiones individualmente orientadas por las mismas restrieciones obje-tivas (las necesidades inscritas en 18estructura del juego 0 parcial-mente objetivadas en Ias reglas) 0 ineorporadas (el sentido del juego,~l rnismo desigualmente distrihuido, porque hay en todas partes, entodos los grupos, grados de excelencia) .P. -Pero lquien produce las reglas deljuego de las que habla, y dine-ren ellas de las reglas defuncionarniento de las sociedades cuyo enun-ciado por los etn61ogos desemboca exactamente en la elaboraci6n demodelos? l.Que es ]0que separa las reglas deljuego de hts 't"eglas de pa-ren1esco?R. -La imagen deljuego es sin duda 10 menes mala para representarlas CO!,8S seeiales. Sin embargo, impljca peJigros. ED efecta, hablar dejuego es sugerlr que hay al comienzo un inventor del juego, un nomo-teta, que ha enunciado las reglas, el contrato social . Mas grave, es su-

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    gerir que existen reglas. de juego, es deci: normas explici~as, gen~-ralmente escri tas, etc., siendo que en reahdad es mucho mas compl i-cado. Se puede hablar de juego para decir que un ~0!1junto de perso-nas participan de una actividad regulada, una actividad que, Sill sernecesariamente el producto de la obediencia de las re~las, 9 be de ce aciertas regularidades, 'Eljuego es el lugar de una necesldadmm~nen-te, que es al misrno tiempo una 16gJ.camm~nen teoNo se h~ce alh cual-quier eosa impunernente. Y el sent ido deljuego, 9u~ contnbuye a estanecesidad y a esta 16gi.ca,esuna forma de cOnOCI~Jllentode e~ta nece-sidad y de esta ldgica, Quien, quiere ganar .a este juego, apropiarse lasapuestas, atrapar la peleta, es deeir P?r,ejempl0 el buen ~artido y !asventajas a~ociadas, debe ~~~r:e~ se"tl~o del Juego,.es decir el sentld~de la necesidad y de la l~i;a ,~~~~~g9. G,Es.n~cesa.no hablar de regIa.Siy no. Se puede hacerlo a,~()n~lc~6n'de distinguir claramente entreregIa y regularidad: EIjgego social esreglado, es ellugar de regula-r idades. Las cosas pasan 'en el de.manera regular; los herederos ncosse casan regularmente con,,;n~m,).resri~as. Eso no quiere decir que ~earegta para los herederos rieos' easarse con rnenor~s ricas. A':ln ,Slsepuede pensar que casarse comma heredera (aun rica, y a fort ior i unamenor pobre) es un er ror , seguramente, a los ojos de los padres, es unafalta. Puedo decir que toda mi reflexi6n parti6 de alh, i,c?mo .1ascon-ductas pueden ser regladas sin ser el producto de la obediencia de lasregIas? Pero no basta romper con Iajuridicidad (ellegalismo, c?mo di-cen los anglosajones) que es tan natural ~ los antropologos, siempredispuestos a escueha r a los dadores de lecciones y de reglas que son losinformantes cuando hablan al etnologo, es decir a uno que no sabe na-da y a quien hay que hablar como a un nino. Para construir un ~ode:1 0 dejuego que no sea ni el simple registro de las normas explfeitas mel enunciado de las regularidades, al mismo tiempo que se integr~n lasunas a las otras es necesario reflexionar sobre los modos de existen-cia diferentes a'los principios de re~laci6n y ~e re~laridad de laspract ieas: esta, seguramente, el habitus, esta disposicion reglada p~-ra engengrar conductas regladas y regulares fl! '-erade t?~a r~ferenclaa las reglas: y, en las sociedades dond~ el. t~ab8Jo decodiftcaCl6nno es-M rnuy avanzado, el habitus es el prmcipio de Ia mayor parte de laspract ieas. Por ejempl0, las practices rituales, como 10 demostre, creo,en Le sens pratique, son el producto de la puesta en o~ra de ~axono-mta praeticas, 0mejor, esquemas clasif icatorios manejados en el,es-tado praetico, prerreflexivo, con todos los efectos q~e se sabe: los ritosy los mitos son 16gicos, pe~o solamente ~asta un cler to,punto. Son 16-gicos con una logica practica (en el sentido en que se ~lce de una ,:,es-timenta que es pract ica), es decir , ~uena p~ra la praet ica, nece~arJa ysuficiente para la practica, Demasiada logica seria a menudo mcom-patible con la practica, 0aun contradictoria con los fines practices deIa praetiea, Sucede 10mismo con las clasif icaciones que producimos a

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    proposito del mundo social 0del Mundo polit ico. He llegado a 10 que meparece ser la intuicion justa de In Iogica practice ~e.la acci6n r~t?alpensandola por analogia can nuestra manera de ~tJhzar l~ oposicionentre la derecha y la izquierda para pensar y clasificar opmiones po-Iiticas 0 personas (habia hasta tratado, algunos aiios mas tarde, conLuc Boltanski de captar como funciona esta l6gica practice en nues-tra experienci~ ordinaria empleando una tecnica derivada de la queernplean los inventores del analisis componencial para ret .ornar las ta-xonomfas indigenas en materia de parentescos, de botanies y de zoo-logia; daba a clasificar pequeiios cartones en los cuales se habfan ins-crito los nombres de partidos por una parte, los nombres de hombrespolit icos por ot ra parte) . Hice una experiencia semejan te con los nom-bres de profesion,P. -Ani t ambien, pasa la linea entre etnologfa y sociologia.R. -Sf.La distinci6n entre sociologia y etnologia impide 81etn61ogosometer su prop ia experiencia al analisis que aplica a su objeto. Lo queobligaria a descubrir que 1 0 que el describe como pensamiento mitico,a menudo no es otra cosa que la 16gica practica que es la nuestra en lastres cuartas partes de nuestras acciones: por ejemplo, en aquellos denuestrosjuicios que son sin embargo considerados como la realizacidnsuprema de la cul tura cultivada, losjuicios de gusto, enteramente fun-dados sobre parejas de adjetivos (hist6ricamente constituidas) .Pero, para volver a los principios posibles ~e la produ~ci6n depractices regladas, es necesario tamar en euenta.junto al habitus, lasreglas explic itas , expresas, formuladas, que pueden ser conservadasy transmitidas oralmente (era el caso de Kabi lia, como de todas las so-ciedades sin escritura) 0 por escrito. Esas reglas pueden aun estarconst ituidas en sistema coherente, de una coherencia intencional,querida, al precio de un trabajo de codifica~i6nq"!le iI_lcumbe.a l?s pro-fesionales de la puesta en forma, de la racionalizaeidn, los juristas.P. -Dicho de otro modo, lla dist inci6n que usted hace al comenzar, en-tre las cosas de la l6gica y la logica de las cosas, seria 1 0 que penniteplantear claramente la cuesti6n de la relacicn entre la regularidad delas praeticas fundada sobre Jas disposiciones, el sentido deljuego, y laregIa explic ita, e l c6digo?R. -Exactamente, la regularidad captable estadisticamente, ala cualel sentido del juego se pJiega espontaneamente, que se "reconoce"praet icarnente "jugando el juego", como se dice, no tiene neeesaria-mente por principio la regia como regia de derecho .0 de prederecho(costumbre refran proverbio, formula que explic ita una regularidad,ast consti tu idn en becho normativo": pienso por ejemplo en las tauto-

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    logias como la que consiste en decir ae un hombre que "es un hombre",sobreentendido un hombre uerdadero, verdaderamente hombre). Su-cede no obstante que ese sea el caso, especialmente en las situacionesoficiales. Claramente enunciada esta dist inci6n, es necesario haceruna teorfa del trabajo de explicitaci6n y de codi ficaci6n, y del efectopropiamente simbolico que produce la codificaci6n. Hay un lazo entre1af6rmulajuridica y la f6rmula matematica, EI derecho, como la 16gi-ca formal, considera la forma de las operaciones sin interesarse en lamateria ala cual se aplican. La f6rmulajuridica vale para todos los va-lares dex. EI c6digo es 10que hace que diferentes agentes concuerdensobre las f6rmulas universales porque son formales (en el doble sen-tido del formal Ingles, es decir oficial , publico, y del formal frances, esdecir relat ivo a la sola forma). Pero me detengo all i. Queria solamen-te mostrar todo 1 0 que abarca la palabra regla, en su ambigiiedad (elmismo error invade toda la historia de la lingi,i is tica , que, desde Saus-sure a Chomsky, tiende a confundir los esquemas generadores quefuncionan en estado practice y el modelo explfcito, la gramatica , cons-truido para dar raz6n de los enunciados) ,P. -Asi, entre las rest ricciones que definen un juego social, l.podrfahaber reglas, mas 0menos est rictas, que rigen Ia al ianzay definen loslazos de parentesco?R. -Las mas poderosas de estas restricciones, por 10menos en las t ra-diciones que estudie directamente, son las que resultan de la costum-bre sucesoria. Las necesidades de Ia economia se imponen a t ravss deelias y las est rategias de reproducci6n deben contar con elias, en pri-mer termino las est rategias matrimoniales, Pero las costumbres, aunlas muy codi ficadas,lo que raramente es el caso en las sociedades cam-pesinas, son el objeto el las mismas de toda suerte de estrategias. Tam-bien es necesario en cada caso volver ala realidad de laspractlcas enIugar de fiarse, como Le Roy Ladurie que sigue a Yver, en la costum-bre, codif icada, es deci r escrita, 0no: al estar fundada para 1 0 esencialen el registro de las "jugadas" 0 de las fa1tas ejemplares y, con estetitulo, convertida en norma, la costumbre da una idea muy inexactade la rutina ordinaria de los casamientos ordinaries, y es el objeto detoda clase de manipulaciones, en ocasi6n de los casamientos especial-mente. Si los bearneses han sabido perpetuar sus t radiciones suceso-rias a pesar de dos siglos de c6digo civil, es que habian aprendido delarga data ajugar con la regla del juego. Siendo asi , no hay que subes-timar el efecto de la codificaci6n 0 de la simple oficializaci6n (a que sereduce el efecto de 1 0 que sellama el casamiento preferencial): las viassucesorias designadas par la costumbre se imponen como "naturales"y tiende a or ientar -nuevamente es necesario comprender c6mo--lasestrategias matrimoniales, 1 0 que explica que se observe una corres-7 4

    pondencia bastante estrecha entre la geografia de los modes de trans-misi6n de los bienesy lageografi'ade las representaciones de los vincu-los de parentesco ..P. -En realidad, usted se diferencia tambien de los estructuralistasen Ia manera de concebir la acci6n de las "coerciones" jurfdicas 0econ6micas.R. -Exactamente. La famosa articulaci6n de las "instancias" que losestructuralistas, sabre los neomarxistas, buscaban en la objet ividadde las estructuras se realiza en cada acto responsable, en el sentido dela palabra inglesa responsible, es decir objetivamente ajustado a lanecesidad deljuego porque esta orientado por el sentido deljuego. EI"buenjugador" toma en cuenta, en cada elecci6n matrimonial, el con-junto de las propiedades estando dada la estructura que se trata de re-producir: en Bearne, elsexo, es decir las representaciones costumbris-tas de la preccdencia masculina, el rango de nacimiento, es decir laprecedencia de los mayores, y, a t raves de elias, de la t ierra que, comodecia Marx, hereda al heredero que la hereda, el r ango social de la ca-sa que hay que man tener, etc. El sentido del juego, en este caso, es,mas 0menos, el sentido del honor ; pero el sent ido del honor bearnes,a pesar de las analogias, no es exactamente identico al sentido delhonor kabil, que, mas sensibleal capital s imb6lico, reputaci6n, renom-bre, "gloria", como se decfa en el siglo XVII , otorga menos atenci6n alcapital econ6mico y especialmente a la tierra. . .P. -Las.est rategias mat rimoniales estan, pues, inscri tas en el siste-ma de las est rategias de reproducci6n ...R. -Yo dirfa, para la anecdota, que son las inquietudes de eleganciaestilistica de la redacci6n deAnnales las que han hecho que mi articulose llame "las estrategias matrimoniales en el sistema de reproduc-ci6n" (10que no t iene mucho senti do) y no, como yo querfa, "en el sis-tema de las estrategias de reproducci6n". Lo esencial esta alii: no sepueden disociar las estrategias matrimoniales del conjunto de las es-trategias -pi en so, por ejemplo, en las estrategias de fecundidad, enlas estrategias educativas como estrategias de ubicaci6n cultural 0 enlas estrategias econ6micas, inversion, ahorro, etc.- por las cuales lafamilia tiende a reproducirse biol6gicamente y sobre todo socialmen-te, es deci r a reprodueir las propiedades que Ie perrnitan rnantener suposicion, su rango en el universo social considerado.P. -Hablando de lafamiliay de sus estra tegias, l .nopostula la homo-geneidad de este grupo, de sus intereses, y no ignora las tensiones ylos conflictos inherentes por ejemplo a la vida en cornun?

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    R -AI contrario, Las estrategias matrimoniales son a menudo laresultants de relaciones de fuerza en el seno del grupo domestico yestas relaciones no pueden comprenderse sino apelando a la historiade ese grupo y en particular a la historia de los casamientos anterio-res. Par ejemplo, en Kabi lia, la mujer, cuando viene del exterior, ti en-de a reforzar su posicion buscando encontrar un partido en su Iinajey tiene tantas mas posibilidades de lograrlo cuanto mas prestigioso essu linaje. La lucha entre el marido y la esposa puede efectuarse porinterposici6n de la suegra. El marido puede tener tarnbien interes enreforzar la cohesi6n del linaje, por un casamiento interno. En suma,la historia de los linajes, y especialmente de todos los casamientos an-teriores interviene en ocasi6n de cada casamiento nuevo par el sesgode esta relaci6n de fuerza sincr6nica entre los miembros de la familia.Este modele te6rico tiene un valor muy general y es indispen-sable, par ejemplo, para comprender las estrategias educativas de lafamilia, 0, en un dominio completamente distinto, sus estrategias deinversion y de ahorro. Monique de Saint-Martin observ6 en la granaristocracia francesa estrategias matrimoniales absolutamente se-mejantes a las que yo habia observado en los campesinos bearneses.El casamiento no es esta operaci6n puntualy abst racts, fundada sobrela sola aplicaci6n de reglas defil iaci6ny dealianza, que describe la tra-dici6n estructuralista, sino un acto que integra el conjunto de las ne-cesidades inherentes a una posicion en la estructura social , es decir enun estado de] juego social, por la virtud sintetica del sentido del jue-go de los "negociadores". Las relaciones que seintroducen entre las fa-mi llas en ocasi6n de los casamientos son tan di flciles y tan importan-tes como las negociaciones de nuestros diplomaticos mas refinados, yIa lectura de Saint-Simon a de Proust prepara sin duda mejor paracomprender la diplomacia suti l de los campesinos kabiles 0bearnesesque la lectura de las N otes a nd Q ue rie s o n A ntro po lo gy . Pero no todoslos lectores de Proust 0de Saint-Simon estan igualmente preparadospara reconocer al senor de Norpois 0al duque de Berry en un campe-sino de rasgos rudos y acento grosero 0en un mon tafies , porque las gri-l Ias que se lesaplican.Ias de la etnologia,llevan a tratarlo, quieraseo no, como radicalmente otro , es decir como barbaro,P. -La etnologfa no trata mas verdaderamente ni a los campesinos nia nadia como barbaro, creo. Sus desarrollos en Francia y Europa hancontribuido por otra parte, probablemente, a modificar mas Ia mira-da que ella arroja sobre las sociedades.R -Tengo conciencia de forzar el rasgo. Pero mantengo sin embargoque hay algo de malsano en la existencia de Ia etnologia como cienciaseparadayque uno se arriesga a aceptar, a traves de esta separaci6n,todo 1 0 que estaba inscrito en la divisi6n inicial de la que ella ha sali-

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    do y que seperpeti ia , crao haberlo rnostrado, en sus metcdos (por ejem-plo, lPor que estaresistencia a la estadist ica?) y sobre todo en sus mo-dos de pensamiento: por ejernplo, el rechazo del etnocentri smo queprohibe al etn61ogo poner 1 0 que observa ell relaci6n son sus propiasexperiencias -como yo 1 0 hacia hace un momenta aproximando lasoperaciones clasificatorias introducidas en un acto ritual y las que in-troducimos en nuestra percepci6n del mundo social - conduce, bajoapariencia de respeto, a instituir una distancia infranqueable, como'en losmejores tiempos de la "mentalidad primit iva". Yesto puede va-lar asimismo cuando se hace la "etnologia" de los campesinos 0 de losobreros.P.-Para volver a la 16gica de las estrategias mat rimoniales, lustedquiere decir que toda la estructura y las historia del juego estan pre-sentes, por intermedio de los habitus de los actores y de su sentido deljuego, en cada uno de los casamientos que resulta de la confrontaci6nde sus estrategias?R -Exactamente. He mostrado c6mo, en el caso de Kabilia, los casa-mientos mas dificiles, por 1 0 tanto mas prestigiosos, movilizan a la casitotalidad de los dos grupos en presencia y la historia de sus transac-ciones pasadas, matrimoniales u ot ras, de modo que no se puede com-prenderlos sino a condici6n de conocer elbalance de esos intercarnbioson el momento considerado y tambien, ssguramente, todo 1 0 que de-5ne la posicion de los dos grupos en Ia distribuci6n del capital econ6-mico y tarnbien slmbolico, Los grandes negociadores son aquellos quesaben sacar el mejor partido de todo esto. Pero esto, se di ra, no vale si-no por tanto tiempo como el casamiento, es asunto de las famil ias.r.-Si. Puede preguntarse si sucede 1 0 mismo en las sociedades comola nuest ra, donde la "elecci6n de conjunto" es aparentemente dejadaa la libre eleccion de los interesados,R-En realidad, el dejar de hacer del mercado libre esconde las nece-sidades. Lomostre en el caso de Bearne al analizar el pasaje de un regi-men matrimonial de tipo planificado al mere ado l ibre que se encuen-tra encarnado en el baile. EI recurso ala noci6n de habitus se impo-ne en este caso mas que nunca: en efecto, l.c6mo explicar de otro modoIa homogarnia que se observa a pesar de todo? Existen seguramentetodas las tecnicas sociales que apuntan a l imi tar el campo de los par-tidos posibles, por una suerte de proteccionismo: competencias, baileeselectos, reuniones mundanas, etc. Pero la mas segura garant fa de lahomogamiay, por alii , de la reproducci6n social, es Ia afinidad espon-tanea (vivida como sirnpatfa) que aproxima a los agentes dotados dehabitus 0 de gustos semejantes, en consecuencia prcduetos de condi-

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    ciones y de condicionarnientos sociales sernejantes. Asirnismo con elefecto de cierre ligado ala existencia de grupos homogeneos social yculturalrnente, como los grupos de condiscfpulos (c1ases del secunda-r io, disciplinas de las facultades, etc.), que son responsables, hoy, deuna gran parte de los casarnientos 0de las uniones, y que deben rnu-cho e110smismos al efecto de la afinidad de los habitus (especialmen-te en las operaciones de cooptaci6n y de selecci6n). He mostradoam-pliamente, enLa distinction, que el arnor puede ser descrito tarnbiencomo una forma de amor fati: amar, es siempre un r lCO amar en otrootra realizaci6n de su propio destino social . Esto 1 0 habra aprendido alestudiar los casamientos bearneses.P. -LeviStrauss, al defender el paradigna estructuralista, dice que"dudar de que el analisis estructural se aplique a algunas (de las socie-dades) conduce a recusarlo para todas" _lEsto no vale tambien, segUnusted, para el paradigma de Ia estrategia?R. -Creo que hay cierta imprudencia al pretender proponer un pa-radigma universal y me he guardado muy bien de hacerlo a partir dedos casos =despues de todo bastante semejantes- que estudie (aunsi creo probable que las estrategias matrimoniales se inscriben uni-versalmente en el sistema de las estrategias de reproducci6n social) ,En realidad, antes de concluir por el monismo 0 el pluralismo, serianecesario verificar que Ia visi6n estructuralista que se impuso en elanal isis de las sociedades sin escr itura no es el efecto de la relaei6n conel objeto y de 1 8 teorfa de la practice que favorece la posici6n de exte-rior idad del etnologo (el easamiento con la prima paralela, que se con-sideraba era la regia en los paises arabe-bereberes, fue el objeto dealgunos ejercicios est ructural istas cuya debilidad creo haber demos-trado). Ciertos trabajos sobre sociedades tipicamente "fr ias" pareeenmostrar que, a condici6n de entrar en el detalle, en lugar de conten-tarse con obtener nomenclaturas 'de los !erminos de parentesco y delas genealogias abstractas, reduciendo asf las relaciones entre los con-juntos a Ia sola distancia genea16gica, se descubre que los intercam-bios rnatrimoniales y, con mayor generalidad, todos los intercambiosmateriales 0 simbolicos, como Ia transmisi6n de los nombres, son Iaocasi6n de estra tegias complejas y que las genealogias mismas, lejosde dirigir las relaciones econ6micas y sociales, son Iaapuesta demani-pulaciones destinadas a favorecer oa prohibir las relaciones econ6rni-cas 0sociales, a legitimar las 0a condenarlas. Pienso en los t rabajos deBateson quien, en Nauen, habra abierto el camino al recordar lasmanipulaciones estra tegicas de las cuales los nombres de lugares 0 li-najes -ya relaci6n entre los dos- pueden constituir el objeto. 0enlos estudios, rnuy recientes, de Alban Bensa, sobre la Nueva Caledo-nia. Desde que el etn6Iogo se da los medios de captar en su suti leza los78

    usos socia les del parentesco -al cornbinar, como hace Bensa, el ami-Ii sis l ingurst ico de las toponimias, el anal isis econ6mico de Ia circu-Iaci6n de las t ierras, Ia interrogaci6n met6dica sobre las est rategiaspolit icas mas cot idianas, etc.-descubre que los casamientos son ope-raciones complejas, que implican una cantidad de parametres que laabstracci6n geneal6gica, que reduce todo ala relaci6n de parentescosepara sin siquiera saberlo. Una de las bases de Ia divisi6n entre lo~dos "paradigrnas" podria residi r en el hecho de que es necesario pasarhoras y horas con los inform antes bien informados y bien dispuestospara recoger las informaciones necesar ias para la comprensi6n de unsolo casamiento -0 por 1 0 menos, de Ia puesta al dia de los parame-tros pertinentes al tra tarse de construir un modelo, estadfsticamentefundado, de las coerciones que organizan las estrategias matrirnonia-les-, mientras que se puede establecer en una tarde una genealogiaque abarque un centenar de casamientos yen dos dias un cuadro determinos de domicilio y de referencia. Tengo tendencia a pensar queen ciencias sociales, el lenguaje de la regia es a menudo el asilo de I~ignorancia.P. -EnLe senspratique, a prop6sito especialmente del r itual, sugie-re que es el etnologo qui en produce artificialmente Ia distancia, Iaextraneza, porque es incapaz de reapropiarse de su propia relaci6ncon la praetica.R. -No habia leido las criti cas implacables que Wit tgenstein dirige a : .Frazer, y que se aplican a Ia mayor parte de los etn6Iogos, cuando des-cribi 1 0 que me parece ser la logica real del pensamien tomitico 0ri tual.Al Ii donde sevio un algebra, creoque es necesarioveruna danza 0unagim.nasia . EI intelectualismo de los etnologos, que redobla su preocu-pacion por dar un aderezo cientifico a su trabajo, les impide ver que,en su propia practica cotidiana, sea que den un puntapie en Ia piedraque los hi:o trastabil lar, segun elejemplo recordado por Wittgenstein,o que elasifiquen los.oficios 0 los hombres polit icos, obedecen a una 16-gica muy semejante a la de los "primitives" que clasifican los objetossegun 1 0 s~co ~ 1 0 humedo, 1 0 caliente y 1 0 frio, 1 0 alto y 1 0 bajo, la de-r~chay Ia izquierda, etc. Nuest ra percepci6n y nuestra practica, espe-cialments nuestra percepci6n del mundo social, estan guiadas port~onomia~ ~m1cticas, las oposiciones entre 10 alto y 10bajo, ]0 mascu-lino (0 10 viril) y 10 femenino, etc., y las clasificaciones que producenestas taxonomias deben su virtud al hecho de que son practicas quepermiten introducir precisamente bastante 16gica para las nece~ida-des de la practiea, ni demasiada-lo imprecise es a menudo indispen-sable, especialmente en las negociaciones-, ni demasiado poca por-que la vida se haria imposible. '

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    P. -lPiensa que existen diferencias objetivas entre las sociedadesque hacen que algunas de entre elias, especialmente las mas dife-renciadas y las mas complejas, se presten mejor a lOS juegos de laestrategia?R. -Por mas que desconfie de las grandes oposiciones dualistas, so-ciedades calientes/sociedades frfas, sociedades hist6ricaslsociedadessin historia, se puede sugerir que, a medida que las sociedades sevuel-ven mas diferenciadas y que en el las se desarrollan esos "mundos"relativamente aut6nomos que yo l lamo campos, las posibilidades deque aparezcan verdaderos acontecimientos, es decir encuentros dese-ries causales independientes, l igadas a esferas de necesidad diferen-tes, no dejan de crecer, y de alh, la libertad dejada a las estrategiascomplejas del habitus, que integran necesidades de orden diferente.Es asf por ejemplo que, a medida que el campo econ6mico se insti tu-ye como tal al inst ituir la necesidad que 10 caracteriza como propio, lade los negocios, del calculo econ6mico, de Ia maximizaci6n del prove-cho material ("los negocios son los negocios", "en los negocios no sehace sentimentalismo"), y que los principios mas 0menos explicitcs yeodificados que rigen las relaciones entre parientes dejan de aplicar-se mas alla de los limites de la familia, s610 las estrategias complejasdeun habitus modelado por las necesidades divers as pueden integraren partidos coherentes las diferentes necesidades. Los grandes casa-mientos aristocraticos 0 burgueses son sin duda los mejores ejemplosde una tal integraci6n de necesidades diversas, relativamente il r e-ductibles, la del parentesco, la de Iaeconomia y Ia de la politica. Puedeser que en las sociedades menos diferenciadas en 6rdenes aut6nomos,las necesidades del parentesco, al no tener que con tar con ningtin otroprincipio de orden concurrente, puedan imponerse sin reparto. Loqueexige verificaci6n.P. -lEstima, pues, que los estudios de parentesco tiene sin embargoun papel que desempeiiar en la interpretaci6n denuestras sociedades,pero que conviene definirlos de otro modo?R. -Un papel principal. He mostrado por ejemplo, en el trabajo quehice, conMonique de Saint-Martin , sobre el patronato frances, que lasafinidades ala alianza estan en el principia de algunas de las solida-ridades que unen esas enearnaciones por excelencia del homo economicus que son los grandesjefes de empresa y que, en ciertas decisio-nes econ6micas de la mas alta importancia, como las fusiones defirmas, el peso de las relaciones de al ianza -que sancionan ellas mis-mas las afinidades de estilo de vida- pueden tener mas peso que losdeterminantes 0 las razones puramente econ6micas. Y,mas general-mente, es cierto que los grupos dominantes, y especialmente las gran-80

    des farnil ias =-grandes, en el doble sentido del termino- asegura- superpetuaci6n al precio de estrategias-en primera fila las estrategiaseducativas- que no son tan diferentes, en su principio, de las que loscampesinos kabiles 0bearneses ponen en practica para perpetuar sucapital material 0 simb6lieo.En suma, todo mi trabajo, desde haee mas de veinte aitos, tien-de a abolir la oposicion entre Ia etnologia y la sociologia. Esta divisi6nresidual, de vestigios, impide a los un os y a los otros plantear ade-cuadamente los problemas mas fundamentales que plantean todaslas sociedades, los de la 16gica de las estrategias que los grupos, y es-pecialmente las familias, emplean para producirse y reproducirse, esdecir para crear y perpetuar su unidad, por 1 0 tanto su existencia entanto grupos, que es casi siempre, y en todas las sociedades, In condi-cion de la perpetuaci6n de su posicion en el espacio social .P. -lLa tsorfa de las estrategias de reproducci6n serfa, pues, insepa-rable de una teoria genetica de los grupos, que tiende a dar cuenta dela 16gica segun la cuallos grupos, 0las clases, se hacen y se deshacen?R. -Completamente. Esto es de tal manera evidente, e importante,para mi, que llegue hasta a colocar el capitulo consagrado a las clases,con el cual habfa pensado concluir La distinction, al terrnino de la pri-mera parte, te6rica, deLe Sens pratique donde habra tra tado 'de mos-trar que los grupos, y especialmente las unidades de base genealogi-ca, existian ala vez en la realidad objetiva de las regularidades y delas coereiones instituidas, y en las representaciones, y tarnbien entodas las estrategias de rnercado, de negociaci6n, de bluff. etc., des-t inadas a modi ficar la realidad al modificar las representaciones,Esperaba asf mcstrar que la Iogica que habfa extrafdo a prop6sito delos grupos debase genea16gica, familias, clanes, tribus, etc., valfa tarn-:bien para las agrupaciones mas tipicas de nuest ras sociedades, aque-llas que se designan can el nombre de clases, Asi como las unidadeste6rieas que afsla, sabre eipapel , el analisis genealogico no correspon-den automaticamente a las unidades reales, practicas, asi las claseste6ricas que distingue la ciencia sociol6gica para dar cuenta de laspracticas no son automat icamente clases movi lizadas. En los dos ca-sos, se tra ta de grupos sobre el papel. .. En sum a, los grupos-familia-res u otros- son cosas que sehaeen, al precio de un t rabajo permanen-te de mantenimiento, de los cuales los casamientos constituyen unmomento. Y sucede 1 0 mismo con las clases, cuando existen aunquesea un poco(lse ha pregun tado 1 0 que es existir para un grupo?): la per-tenencia se construye, se negocia, se merea, sejuega. Y,alli tambien,es neeesario superar la oposicion del subjetivisrno voluntario y del ob-jetivismo cientif ic is ta yrealista: e lespacio social , en elcual las distan-cias serniden en cantidad de capital, define lasproximidades y las afi-

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    nidades, los alejamientos y las incompatibilidades, en una palabra,las probabilidades de pertenecer a grupos realmente unificadcs, fa-milias, clubs 0 clases movilizadas; pero es en la lucha de las clasifica-ciones, lucha paraimponer tal 0 cual manera de recortar este espacio,para unificar opara dividir , e tc ., donde se definen las aproximacionesreales, La clase no esta nunca dada en las cosas; ella es tambien repre-sentaci6n y voluntad, pero que no tiene posibilidad de encarnarse enlas cosas mas que si aproxima 10 que esta objetivamente pr6ximo yaleja 10 que esta objetivamente alejado.

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    La codificacion-Cuando comence mi trabajo de etndlogo, quise reaccionar contra10 que llamaba lajuridicidad, es decir contra la tendencia de los etn6-logos a describir el mundo social en ellenguaje de la regia y a hacercomo si se hubiera informado sobre las praeticas sociales desde que seha enunciado la regla explfcita segun la cual se presume que sonproducidas. ASi ,me alegr6 mucho un dia encontrar un texto de Weberque dec.a poco mas 0menos: "Los agentes sociales obedecen a la reglacuando "l interes en obedecerla la coloca por enei-na del interes endesohedecerla", Esta buena y sana formula materialis ta es interesan-te porquerecuerda que la regla no es automaticamente por sf sola yobl iga a preguntarse en que condici6n una regla puede actuar,Las nociones que he elaborado poco a poco, como la noci6n dehabitus, nacieron de la voluntad de recordar que ellado de la normaexpresay explfcita 0del calculo racional, hay otros principios genera-dores de las practicas. Eso sobre todo en las sociedades en que haypocas casas codificadas; de suerte que, para dar cuenta da lo que lagente hace, es necesario suponer que obedecen a una suerte de "sen-tido del juego" como se dice en deporte, y que, para comprender suspraeticas, es necesario reconstruir el capita l de esquemas informacio-nales que les permite producir pensamientos y practicas sensatas yregladas sin intenci6n de sentido y sin obediencia consciente a reglasexplfcitamente enunciadas como tales. Sin duda se encuentran portodas partes normas, reglas, hasta imperat ivos y el "prederecho", co-mo decla Gernet: son los proverbios, los principios explic itos que con-

    ciernen al uso del t iempo 0 el bando de las cosechas, las preferenciascodificadas en materia de casamiento, las costumbres. Pero la estadfs-tica, muy util en este caso, muestra que las practicas no se conform ansino excepcionalmente a Ianorma: por ejemplo, los casamientos con laprima paralela, que en las tradiciones arabes y bereberes estan una-nimemente reconocidos como ejemplares, son de hecho, rnuy raros, yuna buena parte de ellos estan inspirados par ctras razones, al aportars Comunicaclon presentadn enNeuchdtel enmnyo de1983 y publicada enAc-t es de la r e che rche en sc ie nce s sociai es , 64, septiembre de 1986.

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