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SUMARIO: 143 Las conmemoraciones mortuorias ARGELIERS LEÓN 154 Las creencias religiosas de los afrocubanos y la falsa aplicación del término brujería RÓMULO LACHATAÑERÉ 161 Las firmas de los santos LEOVIGILDO LÓPEZ 171 Separata: Síntesis cronológica alrededor de la esclavitud en Cuba JUAN PÉREZ DE LA RIVA Mayo 1961 La Habana Año 1 No. 5 boletín mensual del CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKL CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKL CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKL CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKL CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNC ORE del TNC ORE del TNC ORE del TNC ORE del TNC ACTAS05.p65 16/07/01, 10:10 a.m. 141 Actas del Folklore (1961), impresas de nuevo por la Fundación Fernando Ortiz, La Habana 2005, 378 páginas

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SUMARIO:

• 143Las conmemoraciones mortuorias

ARGELIERS LEÓN

• 154Las creencias religiosas de los

afrocubanos y la falsa aplicación del término brujeríaRÓMULO LACHATAÑERÉ

• 161Las firmas de los santos

LEOVIGILDO LÓPEZ

• 171Separata:

Síntesis cronológica alrededor de la esclavitud en CubaJUAN PÉREZ DE LA RIVA

Mayo 1961La HabanaAño 1 No. 5

boletín mensual del

CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLCENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLCENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLCENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLCENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNCORE del TNCORE del TNCORE del TNCORE del TNC

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•Lasconmemoracionesmortuorias

por Argeliers León

Entre las múltiples contradicciones quese le presentan constantemente al hom-bre, la de la vida y la muerte constituyeuna de las que más le ha preocupado entodos los tiempos.

Al respecto se han ido acumulando, enel hombre común de un pueblo, de todoslos pueblos, una serie de relaciones en-tre él y esos dos contrastes, de donde hansurgido ideas que le permitan explicarsetal contradicción. La constante lucha y lossucesivos ajustes del hombre a los cam-bios sociales hace que surjan unas pecu-liares estructuras cognoscitivas en don-de toman un lugar importante las repre-sentaciones simbólicas de la muerte y lasideas y creencias que se tienen sobre los

difuntos. Es sobre estas estructuras queforma su saber y los mismos le permitenexplicarse los hechos contradictorios.

La serie de circunstancias que rodeana la muerte constituyen la causa por lacual el hombre de todas las épocas y lati-tudes se ha preocupado por recordar cadacierto tiempo a sus muertos. Primerocomo simple rememoración individual,particular, luego a recordar colectivamen-te a los antepasados, a conmemorarlos.

Pero a la conmemoración de la muer-te el hombre ha llevado una red de ideasque parten de las que la muerte le ha he-cho crear, de aquí que en las conmemo-raciones mortuorias se reproduzcan mu-chas veces las mismas prácticas primiti-

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vas que los deudos le dispensaron al mo-ribundo. Por eso las conmemoracionesmortuorias tienen ciertos aspectos repre-sentativos de lo que fue o pudo ser el tra-tamiento al difunto.

En la conmemoración de la muertehay un reflejo de la manifestación de lavida espiritual del hombre, la que a suvez refleja las relaciones en que está ensu vida material. Pero en las conmemo-raciones mortuorias hay elementosarcaizantes como consecuencia del es-fuerzo que hace el hombre por conser-var viejas prácticas de vida, las cualestienden a conservar restos de la vidamaterial que practicó el difunto. Ocu-rren, a su vez, ideas opuestas que refle-jan las contradicciones objetivas de lavida social. Esas mismas ideas anticua-das pugnan con ideas nuevas. Las dan-zas macabras y autos utilizados en laEdad Media pretendían superar, en laconmemoración generalizada de lamuerte, las contradicciones entre las cla-ses sociales, superándolas en una socie-dad común, de absolutas igualdades, quesi bien no era posible en la tierra, se lealcanzaba en el más allá. La conmemo-ración de la muerte tiene mucho de so-lución de contradicciones. Sin embargo,cada clase social, en una sociedad basa-da en diferencias de clases, toma las mo-dalidades que aparecen en la vida mate-rial de la sociedad. Las clases pudientesconmemoran a sus muertos dispensán-doles los lujos que pudieron tener envida. Las clases pobres o preteridas con-memoran a los muertos esforzándose enbrindarles lo que en vida no pudierontener. La conmemoración de la muerterefleja los caracteres que impone la cla-se social dominante o, dicho de otra ma-nera, la conmemoración de la muerteestá determinada por la estructura de lasociedad misma, constituyendo una es-tructura cognoscitiva que determinaciertas prácticas colectivas.

La conmemoración de la muerte está,por lo tanto, condicionada por la vida

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material de la sociedad. Esta, la vida ma-terial, es una estructura que surge de lasrelaciones que le permiten al hombre ase-gurar una lucha victoriosa sobre las múl-tiples contradicciones que le ofrece la na-turaleza; condiciones necesariamentedeterminadas por el nivel de las fuerzasproductivas.

El mantenimiento de ideas viejas esconservado y cultivado por las clases do-minantes —sacerdotes, nobles, burgue-ses, trusts— las cuales frenan constan-temente el desarrollo de la sociedad. Enuna sociedad donde exista la división declases, las viejas ideas son conservadasy propaladas por individuos comprome-tidos con la clase dominante —prelados,profesores, artistas. Las clases explota-doras tienen, en la conmemoración dela muerte, un medio de ejercer su poderdominante ofreciendo una forma de sa-tisfacción y conformidad, de resignacióny de pasividad ante la idea fatalista, ofre-ciendo una vida paradisíaca como pre-mio a los sacrificios terrenales. En mu-chas personas se ve relacionarse con eldifunto como que ya ha descansado,aconsejándole que se conforme porqueya no tiene que luchar en este mundo yque vea, desde el más allá, como él, eldeudo, está aquí sufriendo. La conme-moración de la muerte se ha conservadopor las clases dominantes, desde las so-ciedades dominadas por la clase sacer-dotal hasta las sociedades burguesas,como medio de fuerza ideológica que vaimplícita en el propio sistema dominan-te. De aquí que en el curso evolutivo dela conmemoración de la muerte como unorden particular de las prácticas de unpueblo, se observe la gradual acumula-ción de contradicciones que determinasus cambios cuantitativos que se refle-jan en períodos de auge o de decadenciaen esas conmemoraciones.

Se ha hablado de sentimientos univer-sales de horror o de miedo como las cau-sas primeras que determinan toda la redque deriva del culto a los antepasados.

Pudiera pensarse en un proceso de acon-dicionamiento provocado tan pronto sur-ge la sociedad clasista. El culto a los muer-tos en la comuna primitiva no era más quela observación de las contradicciones en-tre la vida y la muerte.

El hombre, desde épocas primitivas,tuvo ante él los hechos opuestos de la viday la muerte. Lo animado se le presentóclaramente en oposición a lo inanimado.El animal que tuvo que matar para co-mer o para vencer se lo presentó comoopuesto al mismo animal que antes semovía.

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Situado ante estos dos grandes con-trastes: vida—muerte, el hombre fue acu-mulando una serie de relaciones entre ély los dos contrastes.

La vida significó para el hombre pri-mitivo una serie de circunstancias, deluchas, de sucesivos ajustes y acomoda-ciones, que le llevaron a formular las másdiversas estructuras pensantes, sosteni-das por causas simplistas, pueriles. Lamuerte significó también la formación deconceptos que le llevaron a elaborar es-tructuras cognoscitivas hasta de la mis-ma representación simbólica de las mis-mas. La muerte representó, para el hom-bre primitivo, algo que quedaba fuera desu alcance, que no era contro-lable y en la cual él no partici-paba en unos casos, mientrasque en otros sí podía determi-narla, cuando mataba. Dentrode la muerte misma, se le pre-sentaban contradicciones quedaban la base para resolver-las en las más diversas estruc-turas.

La muerte misma, en loscasos en que el hombre nointervenía, significaba unaserie de cambios, de modifi-caciones, de alteraciones dealgo interior, de una lucha queiba ocurriendo dentro del mo-ribundo, y del moribundomismo, hasta el instante delcambio brusco y definitivo dela muerte, que le llevaron acrear toda una estructura ex-plicativa de este proceso queescapaba a sus posibilidades.La distinción de lugares espe-cíficos para los enterramien-tos, hasta los cementerios res-pondían a la red de criteriosconstruida sobre la muerte.La posición del difunto co-rrespondía a otra red de cri-terios.

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Las posiciones encontradas en los ce-menterios primitivos, en cuclillas, enros-cado, de lado, de pie, orientado hacia unpunto u otro, obedecían a la red de crite-rios sobre el estado de la muerte, hastalos criterios populares actuales de cuidaren el difunto la posición de las manos, ode la cabeza. Las mismas contradiccio-nes entre la vida y la muerte le llevó acrear, al hombre primitivo, una intrinca-da red de ideas sobre los objetos de la per-tenencia del difunto y los que dejaba.Entre los que quiso o pudo haber tenidoy ya no podía tener, que llevan al hombredesde los atributos y obsequios al difun-to hasta los ricos adornos de seda del in-terior del ataúd o las coronas de flores.

Los estados diferentes por los que sepasa desde el instante mismo de la muer-te hasta la total desaparición de las par-tes blandas y la serie de cambios de ladescomposición, fueron la base para queel hombre creara una red de criterios quelo iban a llevar a las más diversas formasde preservación del cadáver o a su totaldesaparición, que con el tiempo se fue-ron integrando con diferentes criterios desalud pública e higiene.

El hombre primitivo estuvo en presen-cia de los cambios cualitativos que se ope-raban en la materia viviente, en la cual éltomaba una parte activa en el aspecto dela procreación. Las contradicciones quese acumulaban en el transcurso de la vidaculminaban en el cambio brusco de lamuerte, la cual podía ocurrir sin su in-tervención, en contra de él mismo. Estesentido de imposibilidad le llevó a bus-car la ayuda de otro, llámese brujo o mé-dico, al cual consideró más facultado.

Las experiencias acumuladas en estesentido condujeron al hombre primitivo aconsiderar aquellos casos en que la pre-sencia de cambios análogos a los que enotros casos conducían a la muerte no con-cluían en ésta sino que había otra fuerzacapaz de entrar en oposición a la muerte,creando toda una estructura sobre el pro-

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ceso de curación, el cual compartió con elbrujo o con el médico. Ahí comienza yauna sociedad clasista, donde un grupo tra-ta de obtener ventajas sobre el otro. Enla conmemoración de la muerte la clasedominante trata de acumular y conservarviejos vestigios de antiguas maneras depensar, que contribuyen a fomentar sudominio.

La muerte venía a ser un nuevo cursoacumulativo de diferencias cualitativasque transcurrían fuera del contacto o pre-sencia diaria.

Las conmemoraciones de la muerteson puntos o momentos en que el hom-bre trató de solucionar el conflicto inter-no que transcurría tras el hecho de lamuerte.

La conmemoración de la muerte res-ponde a una estructura en la cual inter-vienen los procesos contradictorios vida-muerte. La presencia de esta contradic-ción ha mantenido toda la formulación decriterios sobre la conmemoración de lamuerte.

Las diferencias que puedan ser nota-das hoy en cuanto a las formas de con-memorar la muerte a través de la histo-ria y en los diferentes grupos humanos,

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obedecen al proceso natural del pensa-miento como consecuencia de su acciónsobre la lucha de las contradicciones y lavisión diferente, a través del tiempo, delos cambios cualitativos que van de la vidaa la muerte, dentro de la vida y de la muer-te misma, y de las contradicciones quesurgen en el conocimiento del hombremismo al reducir las experiencias diariasa esquemas del pensamiento. Esquemasque están acondicionados por las formassociales de vida, por las características dela sociedad, y por lo tanto, sujetos a suvez a las leyes de evolución del pensa-miento.

Al trasladar las relaciones de la vidamaterial a las relaciones supuestas en-tre el difunto y sus deudos, y entre losdifuntos mismos, surgen unas prácticasque comprenden varios aspectos. Uno deestos aspectos es la petición o reclamoal difunto de unos favores. Muchas ve-ces se le adjudica al difunto la prestaciónde ayuda, ya sea ayudando él mismo,desde el más allá, o sirviendo de inter-mediario entre los deudores que traba-jan y se sacrifican en la tierra y los mági-cos poderes de los conceptos deifi-cadores. Muchos pueblos tienen lacreencia de que esta función de ayuda eintermediario no la puede tener cual-quier difunto, sino que se le otorgan es-tos trabajos al pequeñuelo muerto, o alprimer hijo malogrado. En otros pueblosse conserva la idea de que un familiarquerido, con quien se estuvo unido porestrechos lazos afectivos, es incapaz deolvidarse y de no ayudar a su deudo enel momento de alguna desgracia. La con-memoración de la muerte llega, alestabilizarse, a crear un culto a los ante-pasados. Se le rinde culto a sus perte-nencias, conservándolas en estuches es-peciales o particulares cuidados; se con-servan los retratos o se conserva en lamemoria el recuerdo de sus acciones,manera de ser y sus pensamientos.

El culto a los antepasados llega, por lavía dicha anteriormente, a acondicionar el

constante recuerdo de su imagen y a recu-rrir a ella en los momentos de mayor incer-tidumbre que prepara la reproducción ví-vida de su imagen (apariciones), lo que dalugar a afianzar su autoridad, protegiendo,cuidando, aconsejando en otros casos, ven-gándose de cosas que le hicieron.

De este culto a los antepasados surgela persona o personas que mejor secompenetraron con él o que mejor domi-nan su voluntad, o que han hecho algunapeculiar amistad con la aparición, origi-nándose entonces toda una escala deoficiantes, que va desde el modestoespiritero hasta la más alta jerarquía decualquier iglesia.

Pero el trato con el difunto, en unasociedad complejamente dividida enclases y en niveles económicos profesio-nales y religiosos, es la causa para queno se establezca un orden o sistema deculto uniforme.

Cierto que muchos pueblos primitivostuvieron y tienen todavía —los que aúnexisten— órdenes peculiares de rendirculto a los difuntos. En unos casos se veal difunto como enemigo del grupo —porlo que hay que contentarlo apaciguandosus iras. En otros casos el difunto pasacomo mesías y es todo bondad —por loque hay que agasajarlo para que sepa delagradecimiento que se tiene por él y nose vaya a olvidar de seguir prodigando susbondades.

Muchas costumbres que se conservanen el pueblo, tanto en las conmemoracio-nes de los difuntos como en las ceremo-nias mortuorias, en las formas de ente-rramiento y en los velorios, son formasque se han ido estructurando como con-secuencia de situarse ante los hechosinexplicables de la muerte y del culto quese deriva de ello. El culto mismo, en cual-quiera de los órdenes religiosos que lotomemos, son estructuras cognoscitivasen las que las clases dominantes han con-fiado y ante las cuales han acondiciona-do el pensamiento de los hombres.

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ENCUESTA

1. Observe qué tipo de relación o tratose establece entre las personas queconcurren a conmemorar la muerte desus familiares.a. Se saludan cortésmente. Con qué

frases se muestra el sentimiento.b. Se hablan aún sin conocerse de an-

temano.c. Se muestran afables, serviciales o

solícitos con los que lloran o con losancianos que concurren al cemen-terio o la misa.

d. Cómo demuestran sentimiento odolor los dolientes.

e. Se prestan cosas entre sí.f. Se comentan las virtudes de los

desaparecidos.g. Se dicen chistes de otros, chistes in-

tencionados, décimas especiales.

2. Observe qué actitudes se adoptan paraasistir a cualquier momento de la con-memoracióna. Las mujeres se visten con elegancia especial o modesta y corrientemente.b. Se hacen algunos gastos especiales.c. Se dan propinas, que en otros momentos son desusadas, a los mozos que ven-

den flores o a los cuidadores del cementerio o a los muchachos de la calle.Al respecto, la entrevista con los vendedores de flores y los celadores de ce-

menterios puede arrojar muchos datos interesantes. En los días de conmemo-ración aparecen vendedores que de año en año concurren al lugar. Estos son deespecial importancia para una entrevista.

d. Se comen comidas especiales. En el mismo caso, aparecen venduteros de co-mestibles que pueden ser entrevistados.

e. Se practica el ayuno, o se come más al entrar o salir del cementerio.f. Se muestra algún cuidado solícito a la tumba.g. Se le habla a la tumba como si el difunto pudiera oír.h. ¿Se trata de evitar que el muerto retorne?

3. Observe qué preparación tiene la conmemoración de los muertos.a. Se hacen rezos o se dicen oraciones en la casa.b. Hay alguna forma tradicional de prepararse para la conmemoración.c. Hay algunos detalles particulares personales en ciertos casos como prepara-

ción para la conmemoración.

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d. Se cultivan de antemano ciertas flores que sean las preferidas para estos casos.Al respecto obsérvese qué flores se prefieren, de qué color son, cómo se lle-

van al cementerio o a la iglesia, qué solícitos cuidados se dispensan, cómo secolocan.

e. Existe algún comadreo particular al respecto.f. Se visten o adornan algunos santos.g. Hay algunas tradiciones respecto a lugares, sitios o parajes que de manera es-

pecial tengan que ver con la conmemoración de los difuntos.

4. Qué ideas se tienen y cómo se sitúa la conmemoración de los difuntos.a. En qué fechas tienen lugar estas conmemoraciones.b. Qué tiempo duran.c. A qué horas del día se acostumbra celebrar reuniones, o asistir a cementerios.d. Participan los que sólo tienen deudos recientes o cercanos o personas más

distantes de algún difunto.e. A qué lugares se asiste.f. Qué ritos se practican. Tanto los colectivos o públicos como los individuales y

privados.g. Que prácticas religiosas prevalecen.h. Que prácticas de silencio, recogimiento u otras se adoptan en tales días.i. Se adoptan vestimentas particulares o de «promesa». Algunas personas de edad

pueden preferir vestir de ciertos colores o iniciar o concluir algunas promesaso votos de vestimenta.

j. Se cambia o arregla de manera especial los altares que algunas personas tienenen sus casas.

k. Se venden algunas oraciones impresas. Qué cambios adoptan los comercios.l. Se venden algunos productos especiales de religiosidad popular, como estam-

pas, imágenes, adornos de estilo peculiar.m. Qué participación se le da a los niños.n. Obsérvese cómo se explica la muerte. Qué se dice del difunto. Qué criterios

obran para que se hagan los esfuerzos y sacrificios para conmemorar la muer-te. Si se esperan beneficios particulares con ello, si se espera despertar la aten-ción que se solicita del difunto. Qué ayuda se le reclama. Cómo se hace.

o. Obsérvese si el descuido de algunas tumbas obedece a la idea de castigar a undifunto que fue malo en vida o que no le ha prestado ayuda a sus deudos. A lainversa, obsérvese si el cuidado de una tumba y los lujos dispensados es comocompensación a malas acciones tenidas por los familiares, quienes esperan apla-car las iras del difunto.

p. Obsérvese si prevalecen imágenes de la muerte o figuras siniestras, o por elcontrario, se prefieren imágenes angelicales o seráficas, tanto en los adornoscomo en los impresos.

q. Observe si al conmemorar la muerte de un familiar se estima como si éste revi-viera en esos momentos. O bien se piensa que está agradeciendo lo que se haceo, por el contrario, si se hace como satisfacción, temor personal, o cumplimien-to de un compromiso. Si se le teme al difunto o se le cree amigo.

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r. Qué diferencias hay respecto a los niveles económicos de las familias en la con-memoración de los difuntos.

s. Al concurrir a la iglesia o al cementerio, cómo se mantienen las diferenciasraciales. O si en esos momentos hay algún asomo de igualdad.

t. Si gente de diferentes niveles socio-económicos tienden a igualarse en ciertosmomentos con motivo de conmemorarse algún difunto.

u. Qué promesas y exvotos se hacen con motivo u homenaje a la memoria de losdifuntos. Por qué se hacen. En qué consisten. Cómo se inician o renuevan enlos días de conmemoración o aniversario del deceso.

Anótense todas las diferencias que provengan de las diferencias de clases ytoda modalidad que provenga de los recursos económicos y formas de vida de lafamilia.

5. Qué se hace como conmemoración de los difuntos.a. Qué relación se establece y qué conceptos hay en las personas sobre la conme-

moración del Día de los Fieles Difuntos que celebra la Iglesia Católica.b. Qué relación establece el pueblo con la celebración anterior del Día de Todos

los Santos.c. Qué otros ritos se practican en la localidad y que tengan algo que ver con la

conmemoración de los difuntos.d. Qué prefieren las personas o dónde ponen más cuidado y derrochan más gus-

tos, en la conmemoración de los difuntos en un solo día, o en las ocasionesparticulares e individuales en que ocurra algún aniversario de la muerte.

e. Qué ritos se practican.f. ¿Se comen comidas especiales? (huesos de santos, etc.). Anótense las recetas,

ingredientes, etc.g. Se conmemora la muerte en otra fecha distinta que aquella en que ocurrió físi-

camente. Algunas personas celebran ritos mortuorios después de acaecida lamuerte física. Después se toma esta fecha como la de la propia muerte. Quéimportancia y papel juega esta nueva fecha.

h. Se acostumbra o prefieren las personas pagar misas de difuntos o prefierencobijarse en ritos espíritas u otras prácticas religiosas.

i. Cómo se conservan en el pueblo las partes del ritual católico con motivo de lacelebración del Día de los Fieles Difuntos. Qué ideas se conservan en cantos yrezos o poemas. Hasta dónde se conoce de este ritual. Existen órdenes popula-res de penitentes, se hacen peregrinajes colectivos. Se pueden notar en elpueblo períodos o momentos ya anteriores en que se observara el ritual cató-lico con mayor exactitud; o con mayor predominancia por parte de la IglesiaCatólica.

j. Hasta qué punto gustan las personas de conservar viejas costumbres. Qué res-peto, comprensión o complacencia muestran por las costumbres de los mayo-res o por recordar las cosas tal y como se hacían anteriormente.

6. Qué prácticas de hechicería, exorcismo, de aspersión, de magia o de ofrendas secultivan.

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a. Existen conjuros particulares, entre las personas mayores o entre los niños, quese practiquen con preferencia en los días de conmemoración de difuntos.

b. Qué ofrendas se acostumbran. Aparecen éstas en el cementerio, en las iglesias,o en los caminos.

c. Aparecen algunas ofrendas especiales en los lugares donde se recuerda algúnaccidente.

En algunos lugares se acostumbra erigir cruces, lápidas, placas, o pequeñosaltares en forma de casitas en sitios donde ha habido accidentes, asesinatos osuicidios. Obsérvese si hay prácticas de conmemoración, quiénes la hacen, enqué consisten.

d. Existen ciertas preferencias por algunos santos o divinidades de otras religio-nes a los cuales se les haga especiales ceremonias con motivo de estas fechas deconmemoración.

e. Se practican algunos otros ritos sobre la tumba, como arrojar flores, esparcir lasangre de un animal sacrificado, colocar comida, ropa u otros objetos.

f. Se colocan luces o se encienden velas o faroles. Cómo se colocan. Se dice algunafrase u oración al ponerlas o con qué ideas se colocan. Qué tiempo permanecenencendidas las luces. Si se recogen los cabos de velas y qué se hace con ellos.

g. Si se emplean faroles dónde se colocan, cómo se hacen. Si se prefieren nuevoso se guardan de año en año, o se prefieren los de vieja tradición en la familia.

h. En los casos de no enterrarse en cementerios, si se practican algunas ceremo-nias al conmemorar la muerte.

i. Si hay prácticas especiales en el caso de conmemorarse la muerte de niños.j. Si se conserva la ropa del niño, qué se hace con ella ese día, o si no tiene interés

en la conmemoración.7. Qué otras prácticas conmemorativas se acostumbran.a. Si en el grupo familiar se conservan retratos de difuntos, qué se hace el día en

que tiene lugar un aniversario de su muerte.b. Si se le ponen flores o se le ponen flores nuevas o vasos de agua o copas. Por

qué se prefiere una u otra forma de vasija. Cuándo se limpian esas vasijas.c. Si se prefieren adornos, floreros, vasos, marcos, repisas, etc., antiguas y de vie-

ja procedencia familiar.d. Si se dicen oraciones delante del retrato el día del aniversario.e. Si se prefiere el aniversario de la muerte o el del nacimiento u otro para alguna

conmemoración familiar.f. Si tienen participación todos los familiares o es algo privado de la persona más

allegada al difunto.g. Si se prefieren los días cercanos a alguna conmemoración para trasladar los

restos de una forma de enterramiento a otra. (En nuestro caso el traslado de labóveda al osario.)

h. Qué ideas se tienen sobre la forma de enterramiento y cómo influyen éstas enla conmemoración del difunto. Muchas veces los familiares hacen esfuerzoseconómicos para erigir una bóveda de fabricación de modo que el cadáver estétrasladado para el Día de los Fieles Difuntos, o para algún aniversario.

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Producto de la amalgama fue el despla-zamiento en el suelo de Cuba de rasgospertenecientes a las culturas de los pue-blos africanos que se hicieron sentir du-rante el período esclavista; elementos delos cuales muchos se han ido estruc-turando en una cultura tipo cubano queaún está en su proceso de formación.Otros por la fuerza de sus proyeccioneshan evolucionado y continúan evolucio-nando en la masa afrocubana que expre-sa la esencia de la amalgama de las tribusafricanas. A los primeros pertenecen losfuertes vestigios negros que observamosen las artes vernáculas y en otras másdepuradas y elevadas formas artísticas,además de otras manifestaciones socia-

les que duermen en la «subconsciencia»de la sociedad cubana. A los segundospertenece todo lo que contribuye a lamodelación del carácter y manifestacio-nes vitales del núcleo afrocubano de lapoblación de Cuba; expresando las reli-giones una de las más exuberantes for-mas de expresión en el mosaico culturalde los afrocubanos, cuyo grado de expan-sión ha vaciado los bordes del crisol don-de inicialmente se soldaron los elemen-tos que dieron origen a los cultos que danel grado de esta amalgama, expandiéndo-

•Lascreenciasreligiosasdelosafrocubanosylafalsaaplicacióndeltérminobrujería*

por Rómulo Lachatañeré

* De «El sistema religioso de los lucumís». Estetrabajo es parte de un ensayo publicado por suautor en la revista Estudios Afrocubanos, núms.1, 2, 3, y 4, Vol. III de 1939. (N. de la R.)

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se entre el pueblo cubano que fácilmenteabsorbe el carácter eminentemente rea-lista de estas creencias. Y a éstas es a lasque dedicaremos nuestra atención en estaparte de nuestro trabajo.

El carácter primordial de las creenciasde los afrocubanos está manifestado enun sistema de cultos donde ha de supo-nerse se barajaron las religiones africa-nas pertenecientes a aquellos pueblos delÁfrica que por su cifra elevada, a la vezque la calidad de tales formas religiosas,verificaron intercambios con la religióncatólica hasta darnos el tipo de los men-cionados cultos afrocubanos. Aquí discu-tiremos dos grupos de cultos, con los cua-les estamos algo familiarizados: los deltipo yoruba o lucumí y los del tipo bantúo majumbé, denominaciones dadas entrelos afrocubanos a tales cultos.

De los intercambios realizados entre elcatolicismo y las mencionadas creenciasafricanas surgió el sincretismo entre san-tos del panteón católico y deidades de losrespectivos panteones africanos, creán-dose en estos intercambios un nuevo tipode deidad con caracteres bien diferencia-dos, el cual es conocido entre los creyen-tes afrocubanos bajo el nombre de santo.Del uso corriente de este vocablo se deri-vó otro utilizado para designar el conjun-to de los cultos: tal fue el término sante-ría. El uso continuo y exclusivo de estadenominación nos ha encaminado a co-nocer esta original religión de los afro-cubanos bajo el nombre de santería o cultoa los santos, desechando, por incorrecta,la denominación brujería que hasta aho-ra se ha venido aplicando a tales creen-cias.

Parece ser que en nuestro primer cuar-to de siglo republicano los estudios de an-tropología se encaminaron a tomar el tipoafrocubano como un buen material deensayo para especulaciones en el campodonde esta rama de la ciencia estudia lacriminalidad, fallándose en la elección demétodos apropiados para discutir otros

aspectos de la vida del afrocubano. Estacorriente en los estudios antropológicoscubanos arrastró al profesor FernandoOrtiz, quien tiene el mérito indiscutiblede haber descubierto la existencia de lasformas religiosas afrocubanas, al plantea-miento falso de la discusión del materialque cuidadosamente había colectado. Eneste material o catalogación de las infor-maciones recibidas de gentes enteradasal parecer procedentes del lugar de loshechos, había datos erróneos, quizá por-que los informantes, unas veces fueronmuy reservados, otras muy mal intencio-nados. Por otra parte, tal material fuecomparado con datos procedentes defuentes africanas no muy exactas, y aña-diendo a esto la falla en la elección delmétodo para la discusión, necesariamen-te se hubo de desvirtuar la real naturale-za del problema. Pero el paso estaba dado.Esta contribución de Fernando Ortizabría las puertas a nuevas investigacio-nes en este campo, las cuales, continua-das casi exclusivamente por él, ya que lagente de estudio en Cuba aún despreciaesta clase de estudios o los sigue con re-servas, han proporcionado mucha luz enla discusión del problema, el cual, discu-tido de acuerdo con los conceptos de laantropología social contemporánea, acre-cienta los méritos de este iniciador de losmodernos estudios afrocubanos.

En la discusión presentada por Fernan-do Ortiz1 se reconoce el término brujeríapara designar las creencias de los afro-cubanos, así como se aplica el término debrujo a los sacerdotes de los cultos, voca-blos que no sólo han sido aplicados porél, sino por otros estudiantes de la pre-sencia de las religiones negras entre losafroamericanos del Nuevo Mundo, a loscuales hemos de referirnos también alrefutar el uso de esta designación, la que,de primera intención diremos que esdiscriminativa.

Parte el profesor Ortiz, para aceptar laaplicación de esta terminología, del vo-

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cablo fetiço, utilizado por los portugue-ses de la época de los descubrimientospara designar indiscriminadamente losobjetos de adoración de los africanos, ydel cual se derivó el término fetichero paradesignar a sus sacerdotes. Así este autordice: «Al fetichero se le llama en Cubabrujo sin duda porque al traducir por pri-mera vez la palabra, que en el lenguajeafricano significaba fetichero, aún estaúltima (cuya raíz es portuguesa) no ha-bía sido introducida en Cuba.»

Más tarde se ha visto que los afrocu-banos no pensaron en esas especulacio-nes gramaticales, sino que, aceptando queel término santero o santera, con los queactualmente se designan genéricamentea los sacerdotes y sacerdotisas, respecti-vamente se hayan utilizado posterior-mente a los estudios de F. Ortiz, losafrocubanos designan a los sacerdotes deacuerdo con los cultos, unas veces y otrasutilizando las líneas sacerdotales proce-dentes del África; así a los sacerdotes delos cultos majumbé los nombran mayom-beros y a los de los cultos lucumí los nom-bran utilizando distintas jerarquías sacer-dotales procedentes de Yoruba, talescomo babalawo, ialisha o yalocha, etc., yle llaman brujos o brujas a aquellos sacer-dotes o sacerdotisas o gente fuera delsacerdocio que tienen preferencia por lasprácticas de magia negra, aplicando di-cho concepto en la misma forma que éstese aplica en las sociedades africanas. Par-tiendo de esta falsa interpretación delprimer concepto, nuestro profesor incu-rre en otros errores que revisaremos másadelante.

Como decíamos anteriormente, noso-tros estamos completamente opuestos ala utilización del término brujería, no sólopara designar las creencias afrocubanas,sino las manifestaciones de esta natura-leza que se produzcan en otras partes delNuevo Mundo. En primer término, estevocablo desde la más rudimentaria socie-dad africana de los «bush men» o los

hotentotes hasta las muy adelantadas cul-turas de los yorubas o los bantús, es apli-cado para determinar un agente anti-so-cial o perturbador. El brujo en cualquiersociedad africana fue siempre considera-do como un desnaturalizado, cuyos actoscriminales merecían toda repulsión; eranseveramente castigados con la pena demuerte y precisamente los propios sacer-dotes estaban encargados de juzgarlos.¿Por qué si los esclavos trasladaron ínte-gras sus creencias al Nuevo Mundo, nohubieron de traer también este conceptocriminoso de la brujería?

Ciertamente lo trajeron. Lo que ocu-rre es que hasta hace muy poco tiempo elestudio de las supervivencias africanas enel Nuevo Mundo se ha llevado a cabo concierta ligereza y a veces aplicándose pre-juicios raciales y religiosos. Veamos lo quea este respecto dice Alice Werner.2

A mistake which has sometimes beenmade with regard to these last (the Obiand «Voodoo» rites reported from theWest Indies and the Southern Statesof America) is to treat them as normalmanifestation of African religion,whereas they represent not mere unau-thorized but illicit practices. It should beremembered that most, if not all, of theslaves VOLUNTARY sold by their own tribe,in the days when the trade flourished,were either criminals, or debtors. Simi-larly, we find some writers even now con-fusing witches and witch-doctors —ismuch as if one made no distinction be-tween the thief and the policeman.

Quizás el mal planteamiento de la cues-tión en el material de las «West Indies» yel sur de los Estados Unidos revisado poresta investigadora, la hizo desatender elhecho de que la trata fue un comercio losuficientemente bien organizado paraque la codicia de los traficantes nativos,estimulados a su vez por la codicia de lostraficantes europeos, vertiera en losbarracones de la costa occidental del Áfri-ca no sólo criminales y gente desclasada,sino a personas de todas las categorías,

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desde sacerdotes hasta quizá príncipes,y precisamente, de acuerdo con los re-cientes materiales que tenemos, como porejemplo, el trabajo del profesor Hers-kovits3 sobre Haití y aún los datos recogi-dos por el autor de este trabajo, se ha dellegar a la conclusión de que los «ritos»encontrados, por lo menos en Cuba yHaití, debieron ser elaborados por gen-tes pertenecientes al sacerdocio africano;no obstante, Alice Werner al reconocer laconfusión que se hace entre witch y witch-doctor, con una muy acertada frase porcierto, nos da la clave para entender dequé modo este error fue cometido enCuba.

Es indudable que los cultos que en laactualidad encontramos en Cuba fueronfundados por elementos en íntima co-nexión con el sacerdocio de las religio-nes africanas que concurrieron a su ela-boración, si no fueron sus sacerdotes. Alo menos, la presencia de los Odus de Ifá,procedentes de las culturas yorubas, enlas prácticas de los lucumís, de los cualeshemos podido colectar tres versiones dis-tintas, significa que éstos fueron introdu-cidos por genuinos babalawos o máximossacerdotes yorubas, ya que su complica-do mecanismo y la sabiduría requeridapara su manejo imposibilitaba que pasa-ran a la gente del pueblo; además queaquellos que pacientemente se alecciona-ban en el manejo del oráculo eran gentede la aristocracia que utilizaban la sabi-duría adquirida en el aprendizaje delmencionado oráculo de Ifá como un ins-trumento político engarzado en las rela-ciones entre el pueblo y el Estado. Gentede esta calidad sabía diferenciar la bruje-ría de la religión.

Ahora bien, es indudable también quetanto en Cuba como en las otras partesdel Nuevo Mundo donde hubo esclavitud,entraron brujos, quizá en mayor propor-ción que sacerdotes, y si los sacerdotesmencionados ejercieron su profesión, jus-to es que tales brujos usaran de sus malas

artes; pero si esto se acepta, también hade aceptarse que sus prácticas estuvie-ron en antagonismo con las prácticas re-ligiosas y es muy posible que estos bru-jos en el proceso de la amalgama evolu-cionaran hacia los cultos originales quenacían, lo que ya no es brujería sino san-tería, en el caso específico que estamosestudiando.

Si se reconoce que las prácticas reli-giosas de los afrocubanos están colmadasde elementos del ritual y liturgia católi-cos a causa de los intercambios mencio-nados, ¿por qué los cultos afrocubanos nohubieron de apropiarse —como realmen-te lo han hecho— de ciertos principios éti-cos y morales del cristianismo? La res-puesta negativa a esta pregunta significaevadir la cuestión para caer en el áridoterreno de los prejuicios. Acéptese quepudo haber alianzas entre brujos y sacer-dotes, las que puede que hayan perdura-do hasta los momentos actuales, pero nose caiga en el término brujería para de-nominar el sistema de cultos afrocubanos.

Es cierto que en Cuba, entre personasalejadas de los pormenores del problemaafrocubano, se usa el término brujería ensu acepción occidental alimentada porprejuicios religiosos, de modo que todolo que no esté bajo la pomposa magia dela liturgia católica ha de ser consideradocomo herejía. Pero el aceptar que ciertascapas de la sociedad cubana considerenlas creencias de los afrocubanos comoactos de brujería no es motivo para reco-nocer éstas como tales y despreciar suvalor antropológico.

La verdad es que el concepto policíacode la brujería está medido con el que sele aplicaba a los mágicos medievales y quefue aplicado a las creencias de los africa-nos por los monjes capuchinos que fue-ron a cristianizar el Congo. Veamos si laapreciación del mencionado capuchinoMerolla da Sorento4 sobre los ngangas delCongo no es la misma que perdura en lasesferas oficiales de Cuba.

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Dijo Merolla da Sorento lo siguiente:

Whilst I was in Bengo... my companionfather Francis da Monte Leone, havingseized upon one of the aforessaid wizards[los Gangas o Nzi] sent him to the Portu-guese governor to be punished, whoinmediately upon conviction condemnedhim to death... he was exhorted by fatherFrancis to confess his crime, but insteadthereof, being an obstinate fellow, he gavethis answers: ¡What would yo have me toaccuse myself were I have commited nocrime? My practice has always hithertobeen to do good to all men and not evil;for when the poor people of my countryhaved sowed, and the earth became af-terward dry for want of rain, if I out ofmere charity have conversed with tiger,serpents, lions, and other wild animals,and they have answered me, was thereany harm in it? If at a time when therewas no boat to be found in the river, I outof pure compassion called crocodriles tocarry us over, must this be accounted asin?» After this and the like manner hejustified his crime for some time, yet how-ever at length thought fit the own him-self guilty; but because he had been pros-ecuted by a missioner, he was afterwardpardoned his life and sent bount to Brasil.

Este concepto que tenían los misione-ros que fueron al Congo en el siglo XVI

sobre los rain-makers prácticamente es elmismo mantenido por las autoridadescubanas para medir el «delito de bruje-ría». Aún actualmente, aunque de un pe-ríodo de tiempo a esta parte existe ciertatolerancia para dispensar las prácticas delos cultos afrocubanos, se organizan re-dadas policíacas donde se aprisiona a lossacerdotes y sus acólitos en los lugaresen que se celebraran las ceremonias y ri-tuales santeros; esto simplemente signi-fica el desprecio que se ha hecho del es-tudio de este aspecto de la vida delafrocubano, el cual se refleja en otras for-mas de discriminación racial.

La cuestión a poner en claro es si enCuba se cometieron los llamados delitoscriminales por brujería, durante la época

de los esclavos o en el período republica-no. Fernando Ortiz,5 no habiendo reali-zado investigaciones personales en estecampo, se limita a consignar algunos ca-sos mencionados en la prensa,6 haciendola siguiente salvedad: «Es justo consignaraquí que, pese a su prestigio indudableentre las masas ignorantes, el brujo afro-cubano no ha conseguido la fama de lle-var sus maleficios hasta el envenenamien-to constante como se dice de los obis y losuangas de Haití, Santo Domingo, Jamai-ca y las Antillas francesas, así como delos Estados meridionales de la Repúblicaanglo-sajona y de ciertas corporacionessacerdotales africanas...» Y más adelanteseñala uno de los casos tomados de laprensa, el cual parece tener evidenciacierta, aparte de su exageración, y quetranscribimos como ejemplo:

En la época de la esclavitud ocurría en elingenio Pelayo, ubicado en Aguacate(provincia de la Habana) un raro fenóme-no que llegó a impresionar vivamente, nosólo a los hombres y mujeres que forma-ban la dotación, sino a los dueños y em-pleados de la finca.Frecuentemente notábase la desapari-ción de un negrito y una negrita de cortaedad, hasta se dió el caso de haber des-aparecido algunos a quienes sus padresacababan de poner los falderines paraconducirlos a la pila bautismal.La cifra de niños desaparecidos ascendíaa unos cuarenta sin que nadie hubierapodido conocer el secreto de tan miste-riosas desapariciones. Nunca se sospechóde persona alguna, y el caso no hubierasido jamás conocido sin la feliz casuali-dad de haber enfermado gravemente unode los negros de la dotación.El mayoral de la finca observó que no sa-lía de su rancho un moreno sexagenario,perteneciente a los chapeadores, y fue ainquirir la causa, encontrándolo tendidoen su tarima, casi postrado por intensafiebre, y con el aspecto de un cadáver.Seguidamente fue trasladado al hospital.Días después alguien, por causas desco-nocidas, hubo de levantar la tarima del

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negro. Debajo de ella y casi a flor de tie-rra, fueron hallados multitud de esquele-tos, residuos de ropas y faldines, que die-ron a conocer al ladrón de niños de la do-tación.

Otros casos criminosos son menciona-dos. La índole del citado más arriba pare-ce corresponder a un «delito de brujería»,a pesar de la fantasía puesta en su relato,lo que nos inclina a aceptar que es muyposible que entre los esclavos, y en los pri-meros días de la República, se cometie-ran por los siervos recientemente liberta-dos actos de esta naturaleza; puesto quese sabe había brujos y criminales taradosentre dichos esclavos, cuya vida maleantedebieron continuarla por algún tiempo ymás en las plantaciones azucareras don-de el aislamiento y la opresión daban mar-gen a que el hombre que no tuvo ley en sutierra, continuara sus desafueros en aquelterrible ambiente; pero estos son casoscriminosos que deben de catalogarse fue-ra del estudio de las religiones. Que losbrujos usaran de tales crímenes para prac-ticar la magia negra es cosa muy distintaa que los llevaran a cabo con móviles reli-giosos, y aceptar esto último es descono-cer el fenómeno religioso afroamericanoo bien hacer una indistinguible mezcolan-za entre magia y religión.

Al aceptarse entre los brujos crímenescometidos con la secuencia del ya men-cionado, ha de aceptarse también queéstos pertenecen al estudio de la Patolo-gía criminal, y no porque la brujería afri-cana constituyera nunca un fenómenocapaz de ser catalogado en esta clase deestudios; sino porque ha de entenderseque cualquier individuo, perteneciente acualquier raza, con aficiones criminalesde tal naturaleza, es un tipo demente, unparalítico general, digamos. Pero no seenvuelva a todos los líderes de los cultosafroamericanos en esta clase de demen-cia, porque se puede cometer la falta dederivar dicha demencia de la frambesiatropical, ya que la sífilis nunca fue enfer-

medad endémica ni entre los negros delÁfrica, ni entre los del Nuevo Mundo.

A su vez, si se quiere estudiar el fenó-meno de la brujería en Cuba tomándosecomo punto de partida este fenómeno enel África Occidental, envolviéndola en elproblema religioso, hay que hacer unagran distinción entre ambos factores so-ciales y tener en cuenta que tan pronto lareligión se acerca a la brujería es paraactuar como un agente de represión, por-que las religiones en la mayoría de lassociedades africanas, relacionadas ínti-mamente con el poder represivo del Es-tado, perseguían el delito de brujeríacomo un elemento antisocial severamen-te condenado; y aun más, ocultándose enesto una razón puramente económica, lossacerdotes encargados de la vigilancia deestos delitos muchas veces abusaban desu poder para, acusando a un enemigo detales prácticas, desposeerlo de sus bienes,lo que hacía que fuese menor el porcen-taje real de los casos de esta índole.

Por otra parte el delito en el ÁfricaOccidental estaba atenuado —si lo que-remos observar desde el punto de vistaoccidental— por la naturaleza misma delfenómeno religioso, que por la forma deproyectarse en aquellas sociedades o porlas consecuencias sociales que envuelve,tiende a crear ciertas disposiciones en elindividuo que se desarrolla en un mediodonde son susceptibles temores, cuyascausas han de escudriñarse no en el fe-nómeno religioso en sí, sino en la mismabase económica y social en que descan-san estas sociedades primitivas; así, porejemplo, cuando un «porta-fetiches» delCongo trata de apoderarse de la sombrade un enemigo para trabajarla, como de-cimos en Cuba, hasta lograr la muerte deéste, es cosa que debe de estimarse comoun acto producto o con razón de existen-cia en aquel ambiente abonado para brin-dar ciertas posibilidades de eficacia a ta-les encantamientos; pero al pasar al Nue-vo Mundo estas manifestaciones socialesno debieron de tener una larga continui-

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dad ni producirse en la misma forma, sinoque, puestas en un marco social comple-tamente distinto y hasta cierto punto re-fractario, debieron de evolucionar deacuerdo con el nuevo medio y perder todoel inicial grado de eficacia para conver-tirse, muchas veces, en meras supersti-ciones; de suerte que, para no salirnos delejemplo señalado, en Cuba el concepto dela sombra como un espíritu de vital im-portancia para el individuo se ha trans-formado en una inofensiva superstición,creyendo la gente del pueblo que si unapersona «le coge la sombra a otra» escomo si le arrebatara sus buenas disposi-ciones para triunfar en la vida.

De suerte que para muchos actos deencantamiento realizados por el brujo ensus sociedades primitivas, al ponerse encontacto con un medio socialmente dis-tanciado del que les dio origen —y estí-mase que la esclavitud en el Nuevo Mun-do cortó de raíz la razón económica deestos fenómenos—, paulatinamente losmaleficios perdieron su original eficacia,marchando hacia los cultos que se forja-ban en los intercambios religiosos, y si sequiere la brujería africana, desenvolvién-dose independientemente de las religio-nes, verificó intercambios con elementosde la magia negra de tipo occidental has-ta suavizar su original crudeza; pero loimportante a señalar es que mientras laelaboración del nuevo concepto religiosoganaba en perspectivas dentro de las ori-ginales transformaciones que se ejercíanen el nuevo medio social, los maleficiosbrujos perdían en eficacia.

En última instancia, y acercándonos alproblema de los afrocubanos, si se quie-re designar a sus cultos bajo la denomi-nación de brujería, dado su gran conteni-do de prácticas mágicas, esto significa ale-jarse mucho de la esencia del problema,ya que si bien es cierto que en sus prácti-cas usan de la magia, ésta toma una cate-goría auxiliadora estructurada en talescultos como consecuencia del eminenterealismo de éstos, además que la magiaconstituye la base económica de ellos.

Hechas las aclaraciones expuestas,entendemos que el vocablo brujería en-cierra un concepto despreciativo, el cualpierde su razón de ser tan pronto nosacercamos a estos cultos con un métodoapropiado de estudio, y aceptamos sinreservas el nombre que se desprende delos ya mencionados cultos, o sea el de«santería» o «culto a los santos.»

NOTAS1 Fernando Ortiz: Los negros brujos. Madrid, 1917.2 Alice Werner: «African Mythology», en The

Mythology of All Races. Boston, 1925, vol. 7, p.335.

3 Melville Herskovits: Life in a Haitian Valley.New York, 1937; Rómulo Lachatañeré: Oh míoYemayá. Manzanillo, 1938.

4 Jerome Merolla da Sorento: ob. cit., p. 541.5 Fernando Ortiz: ob. cit., p. 165 y siguientes.6 El caso que produjo más sensación fue el

ocurrido en el mes de diciembre de 1904,condenándose a muerte al brujo Bocú y sus«cómplices», acusados de dar muerte a la niñaZoila. Bocú y sus compañeros fueron linchadospor una multitud enfurecida. Esto ocurrió en laprovincia de Matanzas.

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Nuestro pueblo posee multitud de mani-festaciones culturales populares, forma-das a través de la evolución histórica y delos procesos sociales y económicos. Escultura popular el pregón que se escuchadía a día en las calles de las ciudades ypueblos; lo es también todo el tejido de lafantasía que crea las supersticiones, lasleyendas y los cuentos. En fin hay cultu-ra en todo lo que nace y crece espontá-neamente a la sombra del pueblo. Asimis-mo hay un sinnúmero de otras formasculturales elaboradas que también hansufrido un proceso de adaptación al po-nerse en contacto con el pueblo, y en eseproceso se incorporan multitud de ele-mentos variados, que hacen de la forma

cultural elaborada una variante que espor sí misma una forma; este proceso detransculturación sucede invariablemen-te y es, al ser influido por el pensar y elsentir populares, lo que nos imparte elsello que nos caracteriza como cubanos.

Las creencias religiosas populares,como todas las manifestaciones natura-les del pueblo, no tienen una forma per-fectamente definida, sino que son unaamalgama en la que se mezclan las reli-giones cristianas con el espiritismo y conreligiones africanas, además de otros ele-mentos tales como la superstición, etc.

•Lasfirmasdelossantos*

por Leovigildo López

* El presente artículo corresponde a uno de lostrabajos realizados en el Seminario de Estudiosde Folklore.

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Son varias las religiones de origen afri-cano que se practican en Cuba. Entreellas se cuenta la santería, religión quefue traída a Cuba por los yorubas, y queactualmente tiene vigencia entre los des-cendientes de aquellos que la trajeron; asícomo mayormente cuenta, entre sus par-ticipantes, muchos otros que no son deascendencia yoruba. Y la regla conga, queincluye varias liturgias de procedenciaafricana. Entre ellas podemos señalar lamayombe, a la que pertenecen los que«cogen los muertos»; la kimbisa o embisa,que preparan los brebajes para la salud;el kinfuiti, que se dedican a llorar al muer-to; la briyumba, que según los informan-tes, es la más fuerte, pues las «incluye atodas».

Estas religiones de procedencia africa-na se practican actualmente sostenidaspor razones de índole económica y social.Los africanos, al ser arrancados de unmodo violento de su tierra por la trata yser trasplantados a nuestra patria para suexplotación, lo único que trajeron consi-go fue sus creencias religiosas, que semantuvieron con ellos durante la coloniacomo un elemento de aglutinación, a pe-sar de encontrarse separados unos de losotros. Una muestra de esa unión que per-duró en ellos la encontramos en la fiestadel día de Reyes, el 6 de enero, durante lacolonia. Tenían libertad para reunirse ycelebrar sus fiestas en La Habana. Se in-tegraban formando grupos de acuerdocon la región de procedencia, que a su veztenían una práctica religiosa determina-da. De esta manera los lucumíes, loscongos, los carabalíes, se reunían con sushermanos y bailaban y celebraban la fies-ta como una unidad dentro del conjuntogeneral.

Con la trata surge una barrera artifi-cial, de índole económica, entre los blan-cos y los negros esclavos. Eso hizo quelos esclavos se mantuvieran unidos parapoder sobrellevar mejor las penalidades.Luego, con los síntomas segregacionistas

de un sistema en franca descomposición,continuaron manteniéndose unidos comovíctimas ante los mismos abusos y vejá-menes.

Ante las persecuciones religiosas deque fueron objeto se enfrentaron sin te-mor a las circunstancias terribles soste-nidas y defendidas con argumentos decristiandad, no abandonaron sus creen-cias, no dejaron de estar unidos comomiembros de una clase humilde, objetode calumnias, discriminados por los quelucraban a costa de ellos, que buscabanla manera de evitar nuevas conquistassociales y económicas, manteniéndolos enel atraso.

La trata se nutría de dos modos; bienfuera que mediando el engaño —los ne-greros atrajeron a los naturales hacia lacosta, tal vez con el pretexto de comer-ciar con ellos, y entonces eran atrapadoscolectivamente; o bien mediante las tran-sacciones realizadas por los tratantes condistintos reyezuelos locales, que obteníanla mercancía en guerras; éste últimoejemplo se confirma por la cita de dife-rentes autores, tales como Maurice Dela-fosse. Comoquiera que se realizara, senutría de elementos de diferentes grupos,tanto étnicos como tribales, y por consi-guiente de muy variados sistemas religio-sos. En un principio, en nuestro suelo, seconservó con bastante fidelidad la prác-tica de aquellas religiones, aunque tam-bién es probable que esta práctica fueratambién rudimentaria, pues quizás noafectara a la clase sacerdotal, como suce-dió en otras partes de América. Siendoorientada en gran parte por nativos que,sin ser sacerdotes, no habían cesado depracticarlas, dando lugar a la formaciónde grupos de creyentes a su alrededor.Pero a consecuencia de la diversidad dereligiones, hubo paulatinamente una in-fluencia mayor entre unos sistemas reli-giosos que en otros. La distribución de lapoblación africana en Cuba fue, lógica-mente, de manera irregular, de aquí se

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produjo en muchos aspectos la influen-cia, puesto que si un congo se encontra-ba en un trapiche en el que predominabaun grupo étnico yoruba, se encontrabaaislado en materia religiosa y tenía quepesar sobre él cierta influencia yoruba.Por otra parte, las mezclas de los distin-tos grupos étnicos también introdujeronmodificaciones. Los motivos antes enun-ciados fueron causa de hondas modifica-ciones en los sistemas religiosos de unosy otros, que con la natural influencia delos amos de entonces, que eran practican-tes de otra religión, formó en ellos con-ceptos religiosos producidos por el sin-cretismo que se operaba.

Desde luego, en época de la colonia, enocasión de la fiesta de los Reyes Magos,tenían licencia para unirse y celebrar susfiestas. La Habana era centro de reuniónde los esclavos venidos de ingenios y fin-cas cercanas, que en esa fecha vestían sustrajes típicos y bailaban al ritmo de sustambores recogiendo el aguinaldo. Esedía se reunían los hermanos, los padrescon sus hijos y todos los miembros de fa-milias que vivían y trabajaban en lugaresdiferentes. Es muy importante señalartambién que se reunían atendiendo a losdistintos grupos étnicos a que pertene-cían, de modo que en esa fiesta se repro-ducían sus bailes y sus trajes.

Hemos hecho esta introducción a finde partir de la llegada y presencia delnegro en Cuba. Ahora pasaremos a daruna idea general de la presencia de losobjetos del culto en los grupos congobriyumba, en nuestra capital.

Los congos, según opinión de distin-tos informantes, tuvieron que crear unaserie de objetos que aquí no tenían suequivalente en relación con los del Áfri-ca. Al no haber tigres ni leones, ni mu-chas yerbas, etc., que eran utilizados concarácter litúrgico, tuvieron que buscarotras cosas que las sustituyeran.

Entre los objetos del culto, debemosestablecer una escala por categorías; en

primer lugar, tenemos las cazuelas, quepueden ser de hierro o de barro. Su con-tenido, así como ellas mismas, son la di-vinidad misma. Dichas cazuelas recibenel nombre de nganga o fundamento: elsanto de la cazuela es el de la casa y elcontenido varía según el santo y según lacasa; una cazuela puede contener tierra,agua, la firma del santo, palos o yerbas,piedras, etc.

También entre los objetos del culto secuenta el empaca nmenso, cuerno que tie-ne en su interior ciertos ingredientes depoder y cuyo orificio está cubierto por unespejo en forma circular. El brujo, me-diante un ritual, empaña con humo el es-pejo y lee en él de acuerdo con la figuraque forma el humo en el espejo.

Otro objeto de carácter litúrgico son lostietes. El tiete muana, que pertenece a loshombres; y el tiete ndumba que pertenecea las mujeres. Estos güiros se usan paradeterminar el santo correspondiente con eltrabajo, aunque se puede prescindir de ellossi el brujo es fuerte o ha hecho tratado.

Existe también toda una variedad deotros objetos usados en el culto, talescomo piedras, palos, etc.

Como un elemento de gran importan-cia dentro del culto, tenemos las firmasde los santos; de tanta importancia, quesin las firmas no se pueden hacer cazue-las ni trabajos, aunque desde luego suimportancia es menor que la de las ca-zuelas.

El origen de las firmas no se conocecon certeza. Según los informantes, lasfirmas proceden de África, en donde eranusadas por los brujos, y al venir sus ante-pasados con la trata, esas firmas vinieroncon ellos. Nos añaden los informantes queesas firmas fueron obtenidas a través delempaca, por los brujos africanos.

Podemos decir que, en las investigacio-nes realizadas, al comparar la firma deun santo usada en una casa, con la delmismo santo en otra casa, podemos apre-ciar elementos comunes en ambas, pero

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Centella-ndoki oriyumba vence-guerra

Cuatro-vientos o lucero, mundo saca empeño

Nkoye-lumbamba Burucú-ntela

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Sarabanda oriyumba vence-guerra Siete rayos bariri oriyumba vence-guerra

Chola-nwengue Centella

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Sambia Lucero o Cuatro-vientos Chola

Madre-agua

Sambia-uliri Lucero o Cuatro-vientos Ncuyo bueno

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Firma para la limpieza, conveintiuna cargas de fula

Firma de Sarabanda paratrabajo

Firma para devolver daño

Sarabanda busca bulla

Sarabanda Centella Centella-ndoki

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sin coincidir; unas firmas son más com-plejas que otras. Hasta ahora no hemosvisto firmas que coincidan en dos casas.Esta diferencia entre las firmas corres-pondientes a dos casas puede deberse avarios motivos. A que sean firmas de dis-tintos grupos tribales, cada una con elsello característico de un grupo, aunqueesta opinión tiene el inconveniente de queplantea que no hubo influencia de nin-guna clase en las firmas, después del co-mienzo de su uso en Cuba, así como queno perdieron nada en sus trazos origina-les, ambas cosas sumamente improba-bles. También estas diferencias puedendeberse a que se fueron olvidando mu-chos de sus trazos al pasar de generaciónen generación, ya que la costumbre de lalibreta no es muy antigua. Antes se apren-dían todas las firmas de memoria, sintranscribirse en ningún lugar. Esto pue-de haber ocasionado un olvido de deta-lles, conservándose solamente las partesesenciales. Pudiera ser que fuerantranscritas parcialmente en evitación deque fueran copiadas por otras personasajenas al culto. Eso pudiera haber ocasio-nado su simplificación. Desde luego, cadatata nganga al hablar de sus firmas lasseñala como auténticas sin lugar a dudas.

Como señalamos anteriormente, lasfirmas de los santos se usan para hacertrabajos. En ello juegan un papel de mu-cha importancia. De tanta importancia,que sin firma no se puede hacer nada.Cuando un tata nganga, va a hacer un tra-bajo, después de pedirle permiso aZambia (Dios), y de pedirle permiso a losmuertos y a Lucero, llama al santo de lacazuela, mediante el trazado de la firma,que es la que lo llama. La importancia dela firma se ve a las claras, sin ella no sepuede trabajar, pues por ella responde elsanto a que pertenece. En este momentoestamos en presencia de un modo de lafirma, de trascendencia. Si la firma sehace con tiza blanca, es una firma desti-nada a un trabajo del bien, ya sea este en-

caminado a curar a una persona, o dirigi-do a otro tipo de trabajo que no lleve apa-rejado el mal de nadie. Ahora, si la firmaes trazada con carbón negro, entonces lacosa cambia, estamos en presencia de unafirma destinada a un trabajo judío, es de-cir a un trabajo del mal.

Todos los santos pueden hacer traba-jos judíos, con excepción de Tiembla Tie-rra (sus equivalentes son Obatalá en san-tería y la Virgen de las Mercedes en elrito católico) que sólo pueden hacer tra-bajos buenos.

Tal vez la diferencia de color se deba aun motivo psicológico: lo blanco para elbien, es decir para lo bueno; el negro paralo malo. Ancestralmente, se reconoce elcolor blanco para lo bueno y el negro paralo malo. En cuanto al uso específico de latiza blanca y del carbón, se puede identi-ficar con el pasado en que se usaba cal delas paredes para las firmas buenas y car-bón vegetal para las firmas judías. Estode los colores está relacionado con losanimales que se usan también para elmal; estos animales son la lechuza (es unave nocturna, de la oscuridad) y el auratiñosa, ave de color oscuro, de rapiña yque se alimenta de la carroña, luego estáidentificada con lo sucio, lo repulsivo, lomalo.

Luego de trazada la firma ante el altar,en el suelo o en una tablilla, se trabajasobre la firma colocando en determinadaposición sobre ella semillas vegetales; obien trozos de algún fruto vegetal; tam-bién puede ser que la ceremonia sobre lafirma, conlleve quemar pólvora (fula) so-bre ella. Según versiones, en ocasionesse usa la pólvora o fula sobre la firma conotros fines. Cuando va a realizarse un tra-bajo que lleve aparejado el entrar en otratierra, es decir, el hacer un trabajo judíoque perjudique a un miembro de otrogrupo religioso, como, por ejemplo, parahacerle daño en el momento de ser raya-do en el santo; entonces se distribuye lapólvora sobre la firma en varios monton-

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citos, coincidiendo su número con el delsanto en cuestión, dueño de la firma. Es-tos montoncitos de fula se colocan en va-rios puntos de convergencia de dos líneasen la firma. Entonces se elige uno de ellos,y se le prende fuego a otro. Por simpatía,la pólvora sigue prendiendo sucesivamen-te los distintos montoncitos y si el elegidono se prende, es señal de que se puedehacer el trabajo.

Las firmas también tienen carácterpersonal en los individuos; cada personatiene su firma hecha con trazos compli-cados, análoga a la firma de los santos.Esta firma, al igual que su nombre en len-gua, en el lenguaje usado en el culto, sonlos dos medios de identificar a la personaante el santo o los santos. Por ejemplo,cuando alguien toca en el cuarto consa-grado al culto o munan sumbela, se le pre-gunta: quim ndiambo, que tute. Entoncesla persona responde su nombre en len-gua. A la par que esto ocurre, con las fir-mas ocurre algo similar. Cada persona tie-ne su frontil (trozo de tela con dos cordo-nes para amarrar sobre la frente) y ade-más tiene su pañuelo (pieza de tela deforma cuadrangular para ser colocadodoblado en diagonal a la cintura) ambascosas, el frontil y el pañuelo, tienen uncolor y una firma; tanto el color como lafirma tienen un significado, la firma es lade la persona, que es una variante de lafirma del santo del que es hijo, así comosu color es el de ese santo. Se dice queningún briyumbero escribe su firma com-pleta, pues si así lo hiciera estaría expues-to a que alguien la utilizara para hacerledaño; según informantes, el santo se en-

cuentra en la firma, es decir que cuandoun briyumbero traza una firma el santoviene a ella, así que es probable suponerque, partiendo de esto, cuando un bri-yumbero hace su firma piensa que él seencuentra potencialmente en ella, y quepor lo tanto el que posea esa firma, pue-de disponer de su persona.

Las firmas tienen un gran valor, comovemos dentro del congo o briyumba, y asu vez cada firma de santo tiene unsimbolismo determinado dentro del cul-to; cada uno de los rasgos de una firmaquiere decir algo, tiene un significado,este significado es difícil de conocer yaque los que lo saben —que no son mu-chos— se muestran reacios y evitan ha-blar de ello; y aunque ha habido algunosque al interrogarlos nos han dicho queese significado se desconoce, por el con-trario, hay otros que sí lo saben y no quie-ren revelarlo. Dicho significado está enrelación con el santo. Por ejemplo, la fir-ma de Lucero tiene en su centro dos lí-neas que se cortan formando cuatro án-gulos rectos, estas líneas partiendo delcentro son cuatro, es decir Cuatro Vien-tos o nombre de Lucero. Análogamentecada línea, cada trazo, tiene su significa-do en una firma, relacionado con cadauna de las cualidades atribuidas a un san-to. Aunque el tema del significado de lasfirmas es desconocido hasta el momento,trataremos, en la medida que progresenlas investigaciones, de volver de nuevosobre este tema, abordándolo más amplia-mente en otro trabajo.

Febrero de 1961.

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