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Boletín de los Esteros Número 32, Marzo de 2017 Noticias de la Reserva Natural del Iberá, Corrientes, Argentina Conservación El pecarí de collar y el tapir, del cautiverio a la libertad en el Parque Iberá ����������������������������������������� 2 Paraguay y Yacyretá se suman a los esfuerzos por conservar al yaguareté: llega Chiqui al Proyecto Iberá ������������������������������������������������ 4 Reintroducción del guacamayo rojo: primeros resultados alentadores después de la renovación del programa de reintroducción ������������������ 5 Investigación Una especie de ave descubierta por científicos en los Esteros del Iberá está en peligro de extinción��������8 Turismo y Conservación La Hostería Rincón del Socorro pasa a ser manejada directamente por la Fundación CLT �������������������������������11 Generales ¿Puede un pueblo de más de 200 años reinventarse a si mismo? ��� 14 La feminización de la toponimia del Iberá ���������������������������������������������������������� 16 Historias del Iberá Poncho������������������������������������������������������������� 18 Lucía, la osa viajera������������������������������������ 19

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Boletín de los Esteros

Número 32,Marzo de 2017

Noticias de la Reserva Natural del Iberá, Corrientes, Argentina

Conservación

El pecarí de collar y el tapir, del cautiverio a la libertad en el Parque Iberá ����������������������������������������� 2

Paraguay y Yacyretá se suman a los esfuerzos por conservar al yaguareté: llega Chiqui al Proyecto Iberá ������������������������������������������������4

Reintroducción del guacamayo rojo: primeros resultados alentadores después de la renovación del programa de reintroducción ������������������ 5

Investigación

Una especie de ave descubierta por científicos en los Esteros del Iberá está en peligro de extinción ��������8

Turismo y Conservación

La Hostería Rincón del Socorro pasa a ser manejada directamente por la Fundación CLT �������������������������������11

Generales

¿Puede un pueblo de más de 200 años reinventarse a si mismo? ��� 14

La feminización de la toponimia del Iberá ���������������������������������������������������������� 16

Historias del Iberá

Poncho ������������������������������������������������������������� 18

Lucía, la osa viajera ������������������������������������ 19

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Boletín de los EsterosNúmero 32, Marzo de 2017

Conservación

El pecarí de collar y el tapir, del cautiverio a la libertad en el Parque IberáLos años 2015 y 2016 fueron testigos del desembarco en Iberá de dos grandes herbívoros y frugívoros desa-parecidos de Corrientes, el pecarí de collar y el tapir. El tapir es estrictamente vegetariano y se alimenta sobre todo de hojas y frutos de arbustos y árboles. El pecarí es más generalista, a su amplia dieta herbívora le incorpora eventualmente pequeños animales y carroña.

La reintroducción del pecarí de collar y del tapir supuso un nuevo desafío para el equipo de CLT. Los animales a ser liberados provenían de una larga vida en zoológicos y centros de rescate de fauna. Incluso, la mayoría de ellos, nacieron en cautiverio y nunca fueron silvestres. Esto contrasta con la reintroducción del otro gran herbívoro que se está llevando a cabo en Iberá, el venado de las pampas, donde los individuos fundado-res son especímenes silvestres que son translocados de un ambiente natural a otro.

Trabajar con animales provenientes de cautiverio re-sulta en algunos aspectos mucho más complejo. Se deben realizar largas y estrictas cuarentenas para evitar introdu-cir enfermedades en la naturaleza, que resultan a veces comunes en los lugares de donde proceden. Luego de la cuarentena, los períodos de adaptación a los ambientes donde son liberados son también largos. Aun viviendo en completa libertad, los animales deben ser observados incluso con una periodicidad diaria y los monitoreadores y veterinarios deben estar muy atentos a realizar interven-ciones, como pueden ser curar heridas o suplementarlos con alimento y vitaminas. La decisión no es fácil, se in-tenta que los animales vivan totalmente independientes, pero la adaptación definitiva puede llevar meses o aún años. Solo la experiencia producto de las largas obser-vaciones del personal de campo pueden detectar las dis-tintas necesidades de manejo en cada individuo liberado.

Tres grupos de pecaríes han sido reintroducidos en la Reserva Privada Rincón del Socorro. El primer grupo ya es completamente autosuficiente y ha tenido sus primeras crías. (Fotos: Noelia Insaurralde)

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En el caso de los tapires, la primera pareja reintro-ducida ya lleva viviendo en libertad más de tres meses en la Reserva Privada Rincón del Socorro, lo cual re-sulta sumamente auspicioso. Sin embargo, la atención de los animales es diaria y se les sigue ofreciendo comi-da hasta que conozcan mejor su nuevo territorio y las fuentes de alimento disponibles en el mismo.

La reintroducción de pecaríes se encuentra en una etapa más avanzada. El primer grupo, liberado a media-dos del 2015, ya no necesita de suplementación alimen-taria ni de cuidados veterinarios intensivos. Han pasado de ser animales muy confiados a animales huidizos que no buscan la presencia humana. Al poco tiempo de su liberación una de las hembras del grupo parió dos ca-chorros pero no pudo sacarlos adelante. El nacimiento reciente de cuatro crías en esta nueva etapa donde ya son completamente autosuficientes, nos hace ser opti-mistas en que poco a poco el Iberá volverá a ser territo-rio ocupado por esta especie.

Guardaparque Emanuel Galetto, Responsable de Monitoreo de Fauna Reintroducida en Rincón del Socorro, CLT.

Los siete tapires y los veintiséis pecaríes que se han incorporado al proyecto Iberá provienen de la Estación de Fauna Autóctona de Salta y la Reserva Experimental Horco Molle de Tucumán.

Un macho y una hembra de tapir viven libres desde hacer tres meses en la Reserva Rincón Privada Rincón del Socorro otros cinco animales se encuentran en período de cuarentena. (Foto: Lo Gall)

(Foto: Noelia Insaurralde)

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Paraguay y Yacyretá se suman a los esfuerzos por conservar al yaguareté: llega Chiqui al Proyecto Iberá

El 11 de enero del año 2017 fue un día histórico para el Proyecto Iberá. Por primera vez un animal proveniente del exterior se incorporaba a los programas de reintro-ducción de especies extinguidas llevados adelante por CLT. Y nada menos que un yaguareté.

Chiqui es originario de las nacientes del río Paraguay, cerca de un pueblo llamado Fuerte Olimpo, a pocos kilómetros de la frontera con Brasil y Bolivia. Cuando tenía apenas cuatro meses, cazadores furtivos mataron a su madre y lo redujeron al cautiverio. Al poco tiem-po, fue rescatado en un operativo de la Secretaría de Ambiente de Paraguay y llevado al Refugio Faunístico de Atinguy, un reconocido centro de rescate de fauna donde recibió muy buenos cuidados durante los últi-mos ocho años de su vida. Atinguy es gestionado por

la Entidad Binacional Yacyretá y fue esta institución a la que acudimos en primera instancia para proceder a su traslado a Argentina. Yacyretá enseguida se involu-cró en el proyecto, lo que permitió que una vez cumpli-mentados los trámites necesarios, Chiqui pudiera via-jar a Argentina en calidad de préstamo reproductivo por un año.

Chiqui fue el primer yaguareté importado a nues-tro país para ser incorporado a un proyecto de con-servación. Por esta razón, muchos de los trámites que hubo que hacer fueron novedosos, lo que requirió de mucha buena voluntad de las autoridades involucra-das en ambos países. En este sentido, la predisposición y amabilidad del personal de las agencias ambiental (SEAM) y sanitaria (SENACSA) de Paraguay es algo que queremos destacar, al igual que sus contrapartes argentinas, el SENASA y el Ministerio de Ambiente.

Chiqui se encuentra actualmente en la cuarente-na que CLT posee en la localidad de San Cayetano (Corrientes) y, una vez realizados los estudios sanitarios necesarios, podrá ser trasladado al Centro Experimental de Cría de Yaguaretés ubicado en el Parque Iberá, donde ya se encuentran Tobuna y Nahuel.

La población silvestre de yaguaretés en Argentina se encuentra sumamente disminuida (sobreviven ape-nas unos 200 ejemplares) y la población cautiva es es-casa, está muy envejecida y es altamente endogámica. El grupo con mayor potencial para aportar a un ani-mal serían los 9 yaguaretés presentes en el Complejo Ecológico Municipal Roque Sáez Peña. Hasta el mo-mento su director (Jorge García) no ha querido aportar un ejemplar para el programa de cría, a pesar a haber recibido solicitudes formales de nuestra fundación y de las autoridades de Corrientes. Chiqui durante el traslado. (Foto: Constanza Pasian)

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Para que el proyecto de reintroducción de yaguaretés sea viable, se debe recurrir a otros países como Paraguay o Brasil, que muy generosamente han comenzado a apoyar esta iniciativa única en el mundo. Chiqui es un ejemplar silvestre paraguayo que ahora tendrá la posibi-lidad de originar descendencia que podrá vivir en liber-tad, una oportunidad que él no tuvo. Tobuna nació hace unos 15 años en un zoológico de Tucumán (Argentina). Nahuel nació en el Zoológico de Montevideo (Uruguay). Esperamos en breve incorporar al proyecto a Isis, una hembra nacida en Curitiba (Brasil). De a poco, el es-fuerzo mancomunado de varios países y de instituciones comprometidas con la conservación (Yacyretá, los zoo-lógicos de Batán, Bubalcó y Buenos Aires) nos permiten alentar que el gran carnívoro sudamericano por prime-ra vez recupere una porción de su territorio perdido.

Méd. Vet. Gustavo Solis, Coordinador Veterinario, CLT. Chiqui. (Foto: Constanza Pasian)

La incorporación de frutos nativos (como el ubajay) a la dieta es parte importante del proceso de

adaptación a la vida silvestre. (Fotos: Natalia Volpe)

Reintroducción del guacamayo rojo: primeros resultados alentadores después de la renovación del programa de reintroducción

El 29 de octubre de 2015 fue una fiesta en el sector norte del Parque Iberá. Más de 100 personas observa-ron emocionadas como, por primera vez, una especie completamente extinta en Argentina retornaba a nues-tro país. Ese día, siete guacamayos rojos salieron de su jaulón de presuelta y surcaron los cielos correntinos. La noticia fue ampliamente cubierta por medios perio-dísticos y más de medio millón de personas la vieron a través de las redes sociales.

Sin embargo, un mes después, tres de las aves habían sido depredadas, tres habían dispersado sin conocerse su paradero y una séptima fue recapturada y vuelta a ingresar al jaulón. El proyecto no había comenzado de la mejor manera. Las iniciativas de reintroducción de especies no resultan empresas fáciles y muchas de ellas fracasan. Cuando analizamos estos resultados nos re-sultó obvio que varios aspectos clave a tener en cuenta

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habían sido omitidos o subestimados, sobre todo en lo concerniente a la liberación de aves adultas provenien-tes de cautiverio, que llegaban con poca o nula capaci-dad de vuelo (entre otras habilidades faltantes) en un sitio donde la especie ya no estaba presente. Las alter-nativas eran dos: dar por finalizado el proyecto o rede-finirlo para intentar una nueva suelta. Nos inclinamos por esta última opción, lo que implicó realizar cambios profundos: asumir la coordinación del proyecto de ma-nera directa, y reevaluar y mejorar el equipamiento, la infraestructura y las metodologías de trabajo.

Como resultado de esto, el proyecto fue replantea-do en tres etapas. Una primera etapa de entrenamien-to intensivo de las aves cautivas para que, entre otras cosas, aprendan a volar largas distancias, desarrollen habilidades de vuelo (por ejemplo, realizar maniobras complejas en el aire), aprendan a distinguir potenciales depredadores y reconozcan el alimento que encontra-rán en el campo una vez que estén libres. Una segunda etapa donde las aves serán liberadas progresivamente para que se fijen al sitio de suelta por una largo tiempo

una vez que se encuentren libres, lo que nos permitirá someterlas a un manejo muy activo. Y una tercera etapa, donde esperamos que las aves ya puedan vivir de forma independiente en un territorio mucho mayor, sin ne-cesidad de intervención humana. El proceso completo llevará sin dudas varios años hasta que se pueda esta-blecer una población totalmente autosuficiente y viable en el largo plazo.

Para la primera etapa recurrimos a la ayuda del bió-logo Fabián Gabelli, un especialista en comportamiento y entrenamiento animal, muy conocido por su partici-pación en comerciales y películas que involucran ani-males alrededor del mundo; alguien que podría ayudar-nos a entrenar a nuestros guacamayos para la vida en un ambiente silvestre. Para el entrenamiento de vuelo hubo que construir un túnel de red de 25 metros de largo, al que se le fueron agregando obstáculos móviles y que actualmente posee en los extremos alimentado-res que se activan a control remoto y que incitan a las aves a volar de un extremo a otro del túnel. Durante varios meses, las aves fueron entrenadas a subir a una

Los guacamayos entrenan volando entre alimentadores ubicados en los extremos de un túnel de red.

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balanza (para registrar su peso previo a cada entrena-miento) y pasar luego al túnel de vuelo donde, en sus idas y vueltas, llegaban a volar algunos kilómetros cada día. Con la colocación de nuevos y más complejos obs-táculos cada semana, el vuelo se complicaba y sus habi-lidades mejoraban.

Para que aprendieran a huir de los predadores, Fabián trajo a aves rapaces y gatos especialmente en-trenados que simulaban el ataque a maquetas de gua-camayos enfrente del grupo de aves a liberar. Poco a poco, estas aves que no volaban o lo hacían muy mal, que no reaccionaban a la presencia de peligros y que solo conocían alimento proveniente de verdulerías, co-menzaron a transformarse en animales aptos para ser li-berados. Hoy consideramos que esta etapa se encuentra concluida exitosamente. Los guacamayos cuentan con habilidades de las que antes carecían para tener la opor-tunidad de desenvolverse en libertad.

Actualmente nos encontramos en la segunda etapa: de suelta progresiva. Las aves presentes en el sector Cambyretá del Parque Iberá cada día salen del túnel de vuelo y se desplazan por el exterior, sin barreras, vol-viendo a entrar al mismo cuando termina el entrena-miento. Cada semana, las aves vuelan libres por más

tiempo y mayores distancias. Incluso algunas han per-noctado fuera del jaulón por algunos días.

La primera etapa ha sido concluida en forma exi-tosa gracias a la ayuda de expertos en entrenamiento, del cuidado de los veterinarios de CLT y sobre todo de la incansable dedicación de Noelia, Leandro (los dos técnicos que llevan adelante el manejo de las aves) y sus voluntarios. Seguramente el conocimiento adqui-rido va a servir también como herramienta para reha-bilitar otras aves cautivas (no solo guacamayos rojos) y poder reinsertarlas en la naturaleza como parte de otros proyectos de conservación. Observar cómo cada día aves que estuvieron confinadas por años en peque-ñas jaulas ya vuelan entre los montes de Cambyretá nos alienta a encarar los pasos siguientes con buenas expectativas, a pesar de los tropiezos iniciales. Sabemos que el camino a recorrer es arduo y largo, y que pasa-rá un buen tiempo hasta tener nuevamente una po-blación de guacamayos rojos bien establecida y total-mente independiente en Argentina. Para eso estamos trabajando.

Lic. Sebastián Di Martino, Coordinador Programa de Restauración de Fauna Amenazada, CLT

Nioky maniobrando en el aire para posarse en el alimentador externo.

Los guacamayos empiezan a pasar tiempo en el exterior de la jaula.

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Investigación

Una especie de ave descubierta por científicos en los Esteros del Iberá está en peligro de extinciónHace pocos meses, investigadores del CECOAL (CONICET-UNNE) describieron en una publicación al Capuchino Iberá (Sporophila iberaensis), un pájaro semillero que habita en Corrientes. Por las estimacio-nes poblacionales y las amenazas para el habitat, esta especie ya fue incluida en la lista roja de la UICN y Birdlife International.

Una nueva especie de ave que fue recientemente des-cripta para la ciencia por in-vestigadores del CONICET en Corrientes, ya fue decla-rada en peligro de extinción a nivel internacional. Se trata de un pequeño pájaro semi-llero que habita en pastiza-les húmedos, como los de los Esteros del Iberá, donde se en-cuentra la única población re-productiva conocida hasta el momento.

El Capuchino Iberá fue descrito en una publicación realizada en marzo por Adrián Di Giacomo y Cecilia Kopuchian, ambos investigado-res del CONICET en el Laboratorio de Biología de la Conservación del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE). Mientras los científicos trabajan en estudios más detallados acerca de la genética y de la ecología de la nueva especie, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Birdlife International la incluyeron en

diciembre pasado en la nueva Lista Roja que publican cada año y que reúne a las especies que se consideran más amenazadas en todo el mundo.

Hasta hace algunos años, esta especie de pájaro –que tiene apenas 8 gramos de peso y que habita el Nordeste de Argentina y otros territorios de Paraguay,

Brasil y Bolivia– había sido poco estudiada por los cien-tíficos. En exploraciones que se realizaron en el norte de los Esteros del Iberá y el río Aguapey desde 2001, los in-vestigadores identificaron que las características del plumaje y el comportamiento de estos individuos resultaban distin-tos a los de otros ejemplares del grupo conocido como ca-puchinos o corbatitas, por lo que luego de realizar estudios y experimentos de campo la designaron con otro nombre.

“Al nombrar iberaensis a esta especie, deseamos dirigir

la atención para garantizar la conservación de los Esteros del Iberá como un reservorio único de la riqueza cultu-ral y la diversidad natural de nuestro país”, destacaron los investigadores en la publicación en la que describen por primera vez al Capuchino Iberá.

De acuerdo a la Lista Roja de especies amenaza-das que cada año publica la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) bajo el

Capuchino Iberá (Sporophila iberaensis). (Foto: Constanza Pasian)

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asesoramiento de Birdlife International y que se dio a conocer en diciembre de 2016, el pequeño pájaro descubierto en Corrientes se encuentra entre los más amenazados a nivel global y podría extinguirse en caso de que no se tomen medidas urgentes para su conser-vación. En este escenario, los investigadores continúan reuniendo información acerca del tamaño de las po-blaciones existentes, su genética y su comportamiento.

“El problema con estas aves es que son migratorias y se alimentan exclusivamente de semillas de las gramí-neas nativas de los humedales que es un tipo de ecosis-tema que está muy amenazado en la región por avance de la agricultura, las forestaciones y la ganadería inten-siva. Por eso, es muy importante que se mantengan o se intensifiquen las medidas de conservación de los hu-medales tanto en el Iberá como en otras regiones para que las aves migratorias puedan cumplir todo su ciclo anual de reproducción y migración. La reciente creación

del Parque Nacional Iberá y la Ley de Humedales re-presentan buenas noticias para la conservación de estas especies”, señaló el investigador adjunto del CONICET, Adrián Di Giacomo, quien desde hace tres años se insta-ló en Corrientes para trabajar en diversos proyectos que hacen al estudio y a la conservación de aves de la región.

Mientras se conocía la declaración del Capuchino Iberá como especie en peligro, los trabajos de los cien-tíficos para conocer más sobre esta nueva especie conti-nuaban en Corrientes. Actualmente, se está desarrollan-do un proyecto para conocer la reproducción de estas aves, que está a cargo de las becarias del CONICET en el CECOAL, Constanza Pasian y Melanie Browne, acompañadas por la estudiante de doctorado de la Universidad de Colorado, Sheela Turbek. También participa la estudiante de la Universidad Nacional del Nordeste Noelia Got. El estudio también incluye a otras especies amenazadas, como el Yetapá de collar y otras

Nido con pichones. (Foto: Sheela Turbek)Sheela y Melanie en el campo.

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especies de capuchinos, y tiene el objetivo de determi-nar los mecanismos que regulan a las poblaciones, tanto en áreas protegidas como en áreas bajo manejo gana-dero tradicional.

Cabe señalar que la Lista Roja de Ia UICN deta-lla cuáles son las especies que están en mayor peligro a nivel mundial y necesitan ser conservadas de manera prioritaria, por lo que es una poderosa herramienta para persuadir a gobiernos acerca de la importancia de adop-tar medidas. Este año, se contabilizaron 1460 especies amenazadas, de las cuales 52 corresponden a Argentina. Entre las especies amenazadas de Corrientes también se cuenta el tordo amarillo y el muitu, que también son objeto de los estudios de los investigadores Di Giacomo y Kopuchian junto a sus becarios.

Fuente: CCT CONICET CORRIENTES

Adrián Di Giacomo y Cecilia Kopuchian son doctores en bio-logía por la Universidad de Buenos Aires, y actualmente de-sarrollan su carrera como investigadores del CONICET en el Laboratorio de Biología de la Conservación del CECOAL de la provincia de Corrientes. Desde hace más una década inves-tigan diversos aspectos de la biología y la evolución de las aves de la región, enfocando sus estudios principales en aquellas es-pecies que están en peligro de extinción. Además de estudiar a los capuchinos, junto con sus entusiastas becarios estudian otras especies amenazadas de la región como el Yetapá de collar, el Tordo amarillo, la monjita dominica y el Muitú, a la vez que colaboran con las instituciones educativas y dedicadas a la conservación.

Pastizales, hábitat del Capuchino Iberá. (Foto: Adrián Di Giacomo)

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Turismo y Conservación

La Hostería Rincón del Socorro pasa a ser manejada directamente por la Fundación CLTRincón del Socorro o “Socorro” es una estancia con una rica historia dentro de Corrientes y el Iberá. En la segunda mitad de 1700 el área que hoy es Socorro fue entregada a la familia Cabral por el rey Carlos III en reconocimiento a la donación de unas campanas para la catedral de Corrientes. En una región escasamente poblada, el nombre de la estancia proviene de ser era uno de los pocos lugares a donde se podía acudir para pedir ayuda o “socorro”. En décadas posteriores la es-tancia pasó por las manos de la multinacional cárnica Leibig y varias familias de Mercedes (incluyendo a los Perea Muñoz) y Buenos Aires. Durante todo ese tiempo el Socorro siempre sirvió como estancia ganadera con algunos sectores dedicados a la producción de arroz a finales del siglo pasado.

Esta historia cambió en 2001 cuando el filántropo conservacionista Douglas Tompkins adquirió la pro-piedad para crear una reserva natural de 30,000 hec-táreas, la cual sería manejada por su fundación The Conservation Land Trust (CLT). El objetivo de CLT con la adquisición del Socorro y otros campos en Iberá era sencillo y ambicioso a la vez: crear el mayor parque natural de la Argentina, traer de vuelta a las especies de fauna que se habían extinguido en tiempos históricos por la cacería y la destrucción de los hábitats, y promo-ver una economía basada en el ecoturismo que cuidara el patrimonio natural. Para lograr esto, Tompkins y su equipo restauraron y ampliaron los edificios del casco histórico de la estancia, sacaron el ganado del campo, retiraron cientos de kilómetros de cercos e iniciaron el mayor proceso de reintroducción de fauna localmente extinta del continente americano.

La hostería del Socorro está construida a partir de un casco de estancia de 1896 que luego fue restaura-do y ampliado personalmente por Douglas Tompkins. Los edificios conservan el estilo clásico correntino de influencia española, con grandes galerías que refrescan la casa en los días de calor. Desde el 2004 esta hoste-ría fue manejada en calidad de concesión por Leslie y Valeria Cook. Leslie es un excelente ejemplo de fami-lia inmigrante de origen escocés que se estableció en Corrientes trabajando en distintos campos, mientras que Valeria Verdaguer es originaria de Buenos Aires. Durante todos estos años, los Cook se encargaron de la hostería del Socorro, convirtiéndola en un lugar co-nocido dentro del turismo de naturaleza y de estancias de la Argentina. En este campo, Valeria y Leslie cria-ron a sus cuatro hijos: Ian, Sophie, Alistair y la peque-ña Victoria. Valeria durante varios años ocupó puestos

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de responsabilidad en la Cámara de Turismo y la di-rección de Turismo del Municipio de Carlos Pellegrini. Sin duda, ellos han sido actores claves en la historia del desarrollo turístico del Iberá.

En el último año la Fundación CLT decidió que había una necesidad de dar un paso adelante en el pro-ceso de manejo de la hostería, y se decidió que ésta fuera administrada directamente por la fundación en lugar de estar concesionada. El desafío que se planteó desde CLT es cómo crear una experiencia más comple-ta por parte de los huéspedes para que cuando entren en la hostería sientan que no sólo están disfrutando de un bello alojamiento, sino que se sientan parte de uno de los proyectos de conservación más importantes de Sudamérica. Sabemos que cada vez los turistas buscan experiencias que sientan como auténticas y exclusivas, y desde CLT se busca es que los visitantes del Socorro sigan disfrutando de un servicio hostelero de primera categoría a la vez que ven por dentro el funcionamiento

de un programa de conservación. Es decir: que se sien-tan parte del trabajo de la fundación.

En las 30,000 hectáreas de la reserva Rincón del Socorro se pueden observar varios de los ecosistemas naturales de la Mesopotamia Argentina. A ambos lados de la ruta 40, en el camino hacia Pellegrini, dominan los vastos pastizales temporalmente inundados conocidos como malezales, algunos de los cuales están rodeados por los bellos palmares de Caranday. Las lomadas alber-gan a algunos de los pastizales de paja colorada junto a las sabanas y montes de espinal mejor conservados de la Argentina. Alrededor de los pequeños arroyos que cruzan la propiedad se observan bosques en galería que representan los últimos retazos de la Selva Paranaense que viene desde Brasil. Finalmente, el Socorro ofrece una excelente ventana a los extensos humedales que constituyen el corazón de los Esteros del Iberá.

Tanta variedad de ambientes bien conservados ofre-ce una oportunidad única para la observación de fauna

Hostería Rincón del Socorro. (Foto: Florian Von Der Fecht)

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silvestre, la cual se encuentra especialmente habituada a las personas gracias a años de protección. Para los aficionados a la observación de aves, Socorro significa una excelente ocasión para observar a especies tan raras como el yetapá de collar (Alectrurus risora), el carde-nal amarillo (Gubernatrix cristata), el águila coronada (Harpyhaliaetus coronatus), el jabirú (Jabiru mycteria) y una gran variedad de aves de pastizal, bosque y hume-dales, hasta llegar a las 350 especies identificadas para la zona. Por esto el Socorro fue identificado como un

“Área de Importancia para las Aves” por Birdlife/Aves Argentinas.

En lo que se refiere a los mamíferos, Socorro es la reserva de CLT donde está más avanzado el programa de reintroducción de fauna, contando con poblaciones restauradas de oso hormiguero, venado de las pampas, tapir y pecarí de collar. De hecho, es el único lugar de

la Argentina que alberga a estos cuatro mamíferos en la actualidad. Además, en el Socorro son abundantes lo carpinchos, ciervos de los pantanos, corzuelas, monos carayás, zorros y vizcachas; siendo posible avistar al raro aguará guazú/lobo de crin o al lobito de río. En la vecina laguna Iberá se puede observar a la rara anaconda ama-rilla o curiyú, pariente de la gran serpiente amazónica.

Todo lo anterior hace que Socorro sea un paraíso natural único en Sudamérica por su combinación de paisajes, fauna y flora, el cual lleva siendo manejado como una reserva natural estricta por más de 15 años. Más allá de los bellos edificios de estilo correntino cuya decoración muestra claramente el inconfundible “estilo Tompkins”, el principal atractivo del Socorro reside en las actividades que se pueden realizar lejos de las casas y en el corazón de la reserva: caminatas con guías o en solitario, cabalgatas por los altos pastizales y hacia la costa del estero, salidas en bicicleta, navegaciones en bote a la laguna Iberá, e incluso está la oportunidad de poder ver cómo es el trabajo diario de monitoreo de fauna reintroducida. En el cercano paraje Uguaí se puede charlar con los lugareños y aprender sobre su forma de vida tradicional, compartiendo unos mates y tortas fritas, y observando las artesanías y tejidos lo-cales. En las noches claras, las estrellas y la vía láctea se ven con especial nitidez gracias a la ausencia de luces cercanas y el aire limpio.

En resumen: la Hostería del Socorro es un caso único en la región de “lodge” de Naturaleza que es manejado directamente por una fundación conserva-cionista. En este sentido, Socorro busca no sólo ofre-cer el contacto cercano con la fauna y los paisajes del Norte de Argentina, sino también la oportunidad de estar dentro de un proyecto de conservación único en el mundo. Al ser todos sus ingresos invertidos directa-mente en este proyecto, sus huéspedes podrán sentir que apoyan de manera directa al Parque Iberá, el retor-no de la fauna que había desaparecido y el desarrollo sostenible de la región.

Una salida de picnic en Rincón del Socorro. (Foto: Florian Von Der Fecht)

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Boletín de los EsterosNúmero 32, Marzo de 2017

Generales

¿Puede un pueblo de más de 200 años reinventarse a si mismo?

Con una visión compartida y el compromiso de su co-munidad, si, puede.

Concepción del Yaguareté Cora, cuna de pequeños agricultores y ganaderos, ha logrado, con mucho esfuer-zo, ser un nuevo portal de acceso al Parque Iberá en la Provincia de Corrientes, y ofrecer al visitante: aventura, naturaleza, autenticidad, gastronomía e historia.

Cuando comenzamos a trabajar en Concepción, hace un poco más de cuatro años, no había turistas ni tampoco había servicios para ofrecer a los visitantes. Pero sí había necesidad, necesidad de un futuro mejor. Los más jóvenes necesitaban motivos para quedarse en su querida Concepción. Los más grandes necesitaban recursos para mantener a su familia unida en el pueblo. Concepción del Yaguareté Corá, como muchos otros pueblos del Iberá, sufrió una gran diáspora, a riesgo de vaciarse, de gente, de tradiciones, de memorias, de esperanza.

Como todo proceso, nunca queda claro, cuando co-mienza y posiblemente tampoco quedará claro si algu-na vez termina, ya que el proceso de convertirse en un

destino ecoturístico no tiene fin. Pero si tuviéramos que elegir un hito para contar cuándo comenzó, nosotros como fundación elegiríamos el segundo bautismo de la localidad. El día en que se le restituyó su antiguo nom-bre y pasó de ser sólo “Concepción” a ser “Concepción del Yaguareté Corá” (corral de tigres). Posiblemente fue allí cuando recuperó su identidad, que toda su comuni-dad tomó fuerza y decidió cambiar su destino.

Fueron necesarios muchos recorridos, visitas, conver-saciones serias y charlas animadas en el salón municipal con sus autoridades y los primeros vecinos que creyeron en el Iberá y sus recursos, hasta que se fue consolidando un grupo de líderes locales que impulsaron el proyecto.

Se trabajó junto con distintas instancias del Gobierno Provincial, el Municipal y actores locales en un Plan Estratégico de Ecoturismo para Concepción del Yaguareté Corá.

Posiblemente Concepción se convirtió en el primer pueblo en Corrientes, donde el Gobierno Provincial y los actores que estábamos trabajando en el terreno de-sarrollábamos una política pública clara y enfocábamos nuestros recursos e inversiones en su desarrollo turístico. Fue la base para el actual Plan Maestro de Desarrollo del Iberá, del cual hoy se benefician todos los munici-pios alrededor de esta gran área protegida.

Así se concretaron los museos y centro de interpreta-ción, la asociación de guías y prestadores turísticos, los primeros alojamientos y posadas, las excursiones en kayak, canoa, lancha, pesca, senderismo y el avistaje de aves. Concepción y su gran equipo municipal desarrollaron capacidades para hacer crecer el turismo, como anfitrio-nes de grandes eventos culturales, musicales y deportivos.

Entrada a Concepción del Yaguareté Corá.

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Los Proyectos de Fundación YetapáUno de nuestros primeros proyectos en el pueblo fue el Programa Bienvenidos a Nuestra Casa en alianza con el Ministerio de Industria de la Provincia. Elegimos tres emprendedores que ya estaban comenzando a recibir tu-ristas y junto con ellos hicimos refacciones y mejoras en habitaciones dejándolas con un mayor nivel de confort. Trabajamos también en la identidad de cada hospedaje, utilizando materiales de la zona y objetos elaborados por los artesanos locales. El programa se complementó con capacitaciones para ellos y para todos los que qui-sieran ofrecer este servicio. Se llevaron a cabo más de 10 talleres con 25 participantes que aprendieron sobre atención al turista, limpieza y seguridad, gastronomía básica, registro y control, entre otros conceptos. Fue un programa piloto, con efecto demostración. Queríamos que más concepcionistas se animaran a ser anfitriones en sus casas. Y lo conseguimos, ya que hoy son muchos los que ofrecen esta posibilidad y muchos los turistas que la eligen para conocer de la cultura local. Actualmente estamos trabajando en la segunda etapa de este progra-ma orientado a la gastronomía, guiando a emprende-dores que dan este servicio a mejorar el espacio en el que reciben al visitante, la calidad y la variedad de sus platos y sus productos.

Otra línea de trabajo de la Fundación es transmitir el valor del patrimonio histórico y arquitectónico del pue-blo, y cómo éste puede convertirse en un producto turís-tico. Hemos desarrollado, El Camino de los Artesanos y El Camino de las Capillas Domiciliarias. Estamos trabajando junto con el Ministerio de Turismo de la Provincia y de la Nación en el paisajismo del ingreso a la localidad y en la obra El Camino de Belgrano. Este último permitirá a los visitantes conocer el recorrido que realizó Manuel Belgrano en su paso por la localidad y donde se sumó a sus tropas el Tamborcito de Tacuarí.

Durante el 2015 y con la idea de que la comunidad necesitará en el largo plazo, jóvenes apasionados por sus riquezas naturales e interesados en aportar al ecoturis-mo, sembramos nuestra semilla a través del Taller de Recreación y Aprendizaje para niños Ñangarekó. Un espacio donde jugando se aprende sobre el Iberá y su ecosistema, su fragilidad y cuidado, la lengua guaraní, los lugares turísticos del pueblo, etc. Nos gustaría con-tinuar este programa en el futuro. Creemos que tiene mucho potencial.

Llevamos un tiempo acompañando a Concepción del Yaguareté Cora y nos sentimos orgullos y satisfechos.

Nos queda mucho por hacer, por ejemplo, poder evaluar el impacto que la actividad turística ha tenido

Participantes del Taller de Gastronomía.Taller de Recreación y Aprendizaje para niños Ñangarekó.

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en la mejora de la calidad de vida de la comunidad. Lo vemos en sus sonrisas, en su mirada esperanzadora, que nos motiva a no soltarles la mano y seguir acompañán-doles en este camino del desarrollo local, pero quisiéra-mos poder demostrarlo con números, para que sea irre-futable, esto que nosotros, como fundación creemos y que es nuestra visión: el ecoturismo es una herramien-ta única, que permite a un pueblo, levantarse y crecer, con dignidad, siendo lo que verdaderamente son, va-lorando lo que tienen, permitiéndose soñar y cumplir sus sueños de prosperidad.

Por Mariana Balestrini, Presidente de Fundación Yetapá. Lic. en Ciencias Políticas, ha realizado masters en Desarrollo económico y en Administración de empresas. Se especiali-zó en temas de desarrollo económico y local y ha trabajado en organismos internacionales en Centroamérica en proyec-tos de combate a la pobreza, biodiversidad, y microfinanzas. Actualmente es miembro del Comité Iberá del Gobierno de la Provincia de Corrientes y anteriormente se desempeñó como Consejera del Gobierno Provincial.

La feminización de la toponimia del IberáCuando hablamos de toponimia, nos referimos al sig-nificado de los nombres propios del lugar. Nombrar es un hecho cultural de gran importancia, ya que tiene significados sociales, políticos y económicos, y puede incluso generar o ser la consecuencia de un cambio en el hábitat. Este es el caso particularmente en una zona de difícil acceso como es el Iberá.

Iberá, primeramente, fue tierra de lagunas. En 1527, Gaboto señaló que en la zona de nuestro interés habita-ban indios Caracarás y Timbúes, y Luis Ramírez, inte-grante de la expedición de Gaboto, menciona también a los Mepenes. En casi todos los casos, nos encontra-mos hablando de nombres puestos por los guaraníes, es decir que no fueron determinados por los propios indígenas pertenecientes a estos grupos. La mayoría de estos pueden ser caracterizadas como pertenecientes a varios troncos lingüísticos, y tanto se los podía vin-cular a los guaycurúes como a los charrúas; quizás a ambos. Sin embargo, este no es el caso respecto de los indios Caracarás. Según Reyes, la etimología de la pala-bra Caracará viene de cárcaras o Charcas del Perú. Este autor vincula el nombre con el río Carcarañá y con la palabra nán, camino en quichua. Carcara-ña refiere entonces el camino de los cárcaras, los que se supone que migraron provenientes de esas zonas en busca de

mejores tierras. La escasa información que tenemos de ellos es apenas funcional para interpretar por qué pos-teriormente le dieron su nombre a la laguna: evidente-mente, eran una fuerte presencia en la zona.

Ruy Díaz de Guzman apunta que hacia 1536 hubo una gran matanza de indios caracarás, acción que se debió al Capitán Francisco Ruíz quien, según Díaz de Guzman, “propuso determinadamente dar sobre los in-dios Caracarás sin más razón que decir favorecían a unos indios rebelados contra los españoles. Dio en ellos una madrugada y quemándoles sus ranchos mató gran can-tidad y prendiendo mucha suma de mujeres y demás chusma lo repartió todo entre los soldados”. El hábitat de los caracarás fue caracterizado en un mapa hecho por Ruy de Guzmán como tierra de lagunas, y en ese mo-mento, no había aún un nombre para este lugar.

En el siglo XVII, ya se la conocía como la laguna de los caracarás. Hubo un adelantamiento del ingreso de los españoles al sistema, en lo que consistió la fun-dación de Santa Lucía, y algo que según algunos histo-riadores se produjo en el río Mepene en 1615. La orga-nización de este pueblo se originó con indios guaraníes y aparentemente, su cacique le aportaría el nombre de Astos. El río Mepene pasó entonces a denominarse por extensión río de los Astores, y sólo bastante más tarde

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sería designado como río Santa Lucía. En un mapa je-suítico, que Furlong data de 1632, aparece la designa-ción “río de los Astores” y “la laguna de Caracarás”. En él, la laguna sólo se encuentra unida al río Corrientes, faltando aún la conexión con el Miriñay.

Sabemos que estos indios caracarás todavía existían en 1638, y a estos se les atribuye, junto a los mepenes y guayquirarós, la destrucción del pueblo de Santa Lucía y la muerte del sacerdote jesuita Pedro de Espinosa. Al año si-guiente, muchos de ellos fueron muertos por los españoles.

Hacia el siglo XVIII, los jesuitas ya la llamaban la-guna del Yberá o laguna resplandeciente. Desde nuestro punto de vista, la denominación procede de Jasy (dei-dad guaraní, masculina-femenina) y en su cristianiza-ción, a través de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Jasy, porque la luna trae la luz entre las tinieblas originarias, y la Virgen María porque en sus esculturas aparece la luna en cuarto creciente en la peana: “Ella es hermosa como la luna (Apocalipsis 12,1)”. Con esto, se piensa que fueron los jesuitas quienes aportaron la denominación. Estos recorrieron la zona y produjeron varios mapas, ya que pretendían intervenir en el sistema de aguas, y en 1719 la Compañía de Jesús intentó con-cretar su visión del Iberá como facilitador del transpor-te de cargas. El padre provincial Juan Bautista de Zea encargó a un ingenioso español llamado Alonso Texero,

artillero en el fuerte de Buenos Aires, para que procura-se con su habilidad abrir paso por el itú, arrecife o salto de Apipé, permitiendo así el paso de embarcaciones de todo calado. A su vez, se le pidió que mirase si por arri-ba del itu era factible dar un brazo de comunicación del río Paraná a las cabezadas del río Corrientes, y que de ser posible, lo abriera, con el objetivo de hacer más corto el trayecto entre el Alto Paraná y el Paraná Medio.

A su vez, a mediados del siglo XVIII, los jesuitas se asientan en el Iberá, y cerca de 1745, la Compañía de Jesús empezó a explotar la estancia de Rincón de Luna. Esta lengua de tierra, rodeada de los arroyos Batel y Batelito, tenía un nombre perfectamente representati-vo de su lugar de pertenencia.

El tema del resplandor de la luna en el agua es per-manente en las lagunas y esteros del sistema. En el cuarto del padre Fernando Alles, quien se encontra-ba a cargo de la estancia ya nombrada, fueron encon-trados muchos libros, entre ellos un Lunario, obra del Padre Buenaventura Suarez, el cual nos permite entre-ver la racionalidad con la cual se dedicó este sacerdote a su trabajo en el establecimiento. Este libro, escrito entre 1733 y 1737, determinaba la fecha exacta de los eclipses. La luna, durante este fenómeno y sus distin-tas fases, tiene una fuerza magnética que influye en la prolongación del período de gestación y la frecuencia

Mapa año 1632.Mapa año 1612.

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del celo de las vacas, estableciendo períodos alternados de actividad y descanso en los fluidos orgánicos de los animales; por lo que de un animal en celo se decía que estaba “enlunado”. Esta estancia era por esto el lugar era privilegiado para criar animales, y existían tres rin-cones hechos a propósito por la naturaleza para facilitar la organización de las reses.

Hacia 1777, en el período pos jesuítico, se termi-nan de conformar los asentamientos rurales de los pue-blos misioneros alrededor de la laguna del Iberá. Están los puestos de estancias llamados San Gerónimo, San

Xavier, San Francisco Solano, San Agustín y Asunción ubicados al oeste del río Aguapey, y el camino que los enlaza lleva hasta el pueblo de San Roque, configurán-dose en el mapa de Corrientes un recorrido transversal del Iberá al sur de la laguna.

Por Norberto Levinton, arquitecto y doctor en historia. Se ha especializado en el tema de la influencia de los jesui-tas y franciscanos en la conformación espacial y cultural de la Mesopotamia. Ha escrito artículos y libros sobre su especialidad.

Historias del Iberá

PonchoEsta historia es una carta muy emotiva que recibimos de Pablo Lardone al ver publicado en el Facebook de Proyecto Iberá las fotos de “Poncho”, el osito que llegó desde el Impenetrable chaqueño.

“Una tarde 5 de junio muy fría de regreso a mi casa en el Impenetrable chaqueño, donde vivo desde hace 20 años con mi familia, mi hermana Mónica y mi sobrino, después de recorrer un campo vecino y observar el de-sastre que hicieron en 9 días, topadoras pertenecientes a una reconocida empresa trabajando de noche y de día y más de 2.500 hectáreas devastadas, sin cortinas (las cuales protegen de los fuertes vientos y sirven para el resguardo de animales), solo se ve pampa ahora. Veo un bulto en el costado del camino que me llamó la aten-ción. Me detuve y vì una cría de oso hormiguero muy pequeña. Lo miré, no lo toqué y pensé que su madre estaría por ahí y ya vendría a buscarlo.

En mi casa ya al anochecer, muy frio estaba, me vino la imagen de ese pequeño y fui nuevamente a ver; para mi sorpresa el pequeño ya casi no tenía movimiento y

su madre no estaba. Lo alce, lo puse dentro de mi cam-pera y lo lleve a mi casa. Con mi hermana lo arropamos y lo pusimos frente al hogar a leña, y como a la hora

“Poncho” recién llegado al Centro de Rescate de Osos Hormigueros en junio del 2016

con el ponchito tejido por Mónica.

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empezó a hacer un ruido como un ronquido. Dijimos “tiene hambre”, y bueno, comenzó la lucha para adaptar una mamadera, cada cuatro horas el mismo sonido: la encargada de levantarse por las noches era mi hermana.

Pasaron los días y el muchacho comenzó a crecer, y la pregunta era qué hacer cuando fuese adulto. Bueno,

comenzó la búsqueda donde encontrar una institución que se hiciera cargo y lo protegiera, y después de un mes de mandar muchos mails, la respuesta a nuestro pedido llegó: el personal a cargo de Proyecto Iberá nos contactó y asesoró cómo seguir con su alimentación hasta que los directivos de fauna de la Provincia del Chaco los autoricen y efectúen su documentación para ser transportado a dicha institución. Me dio mucha ale-gría ver esta publicación, es más: el chaleco de Poncho se lo tejió mi hermana Mónica. Solo tengo palabras de agradecimiento a los seres extraordinarios y a todo el equipo de esta institución, un proyecto para que mu-chos podamos copiar. Nuevamente, mil gracias a todos ustedes, gracias por la dedicación y hacer posible que poncho ya sea un adolescente.

Les dejamos un cálido abrazo a sus fundadores y a ese magnífico equipo. Mónica y Fabián.”Poncho 5 meses después y el ponchito que le quedó chico.

Lucía, la osa viajeraLa historia de Lucía comienza hace cuatro años en el paraje Campo Gallo, provincia de Santiago del Estero. El relato podría ser el mismo que el de otros tantos casos similares que llegaron al Proyecto: un osito que se queda huérfano porque matan a la madre y termi-na como animal de compañía en un remoto paraje de campo hasta que una llamada telefónica hace de resor-te para activar el operativo de rescate que la llevaría a su nuevo hogar provisional: el Centro de Recría en la Estación Biológica de Corrientes.

Lucía tenía menos de un mes de edad y llegaba con necesidades nutricionales importantes y una herida en la cola. Tras muchos cuidados y varios meses de estadía en el centro pudo, al fin, cumplir con los requisitos de tamaño, peso y chequeo sanitario para poder ser libe-rada en la isla de San Alonso.

Tras un breve paso por el corral de pre-suelta, Lucía fue puesta en libertad un año después de su llegada a Corrientes. En poco tiempo nos dimos cuenta que esta

osita era diferente: no tardó ni dos meses en aventurar-se más lejos de lo que ninguno de los otros seis osos, que para aquel entonces vivían en San Alonso, hubie-ran viajado jamás.

Grande fue nuestra sorpresa cuando Niño Correa, nuestro vecino más próximo (que vive a unas 5 horas a caballo) nos avisó que había visto a uno de “nuestros” ositos “con mochila”. Correa sólo los había contempla-do en los folletos que llevamos a su casa, año y medio antes, cuando lo visitamos para informarle que íbamos a arrancar con la reintroducción de osos en la isla.

La osita, había decidido instalarse en un pequeño islote de pasto en una zona completamente anegada a unos dos kilómetros de su casa. Viendo que Lucía había perdido bastante peso y que el invierno se avecinaba, y sabiendo que es la época más delicada para los osos re-cién llegados, decidimos reubicarla de nuevo en el corral para poder suplementarla durante los meses fríos para que recuperase el peso perdido. Pasado un tiempo, las

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puertas se abrieron de nuevo para ella y, esta vez, se fue al sur. Tan al sur, que se salió de los 30 km de largo de la isla. Definitivamente, las casi once mil hectáreas de lomada de San Alonso le quedaban pequeñas.

No fue hasta varios meses después cuando consegui-mos, desde el avión, tener señal de nuevo de la osa. Ahí, durante dos días, en colaboración con los pobladores del paraje de Ñu Py, buscamos por tierra, aire y agua..... Fue necesaria toda una jornada en canoa, recorriendo a botador los intrincados y laberínticos canales adyacentes al arroyo Carambola para sentir, al fin, que estábamos ya muy cerca (el equipo de telemetría permite saber de forma aproximada a qué distancia está el radiocollar). Ya con menos fuerzas que ánimos, y pensando que lo único que recuperaríamos sería su cadáver en el fondo del arroyo, Lucía volvió a sorprendernos. Allí estaba, durmiendo plácidamente sobre una minúscula cama de juncos, en medio del agua. No habíamos tenido nunca un caso de oso con tal fijación por el medio acuático.

Después de recapturarla y tras un breve paso por el corral de pre-suelta volvimos a abrir las puertas. Sólo nos dio un mes de margen para que pensásemos que se había convertido en un oso “normal”: la visitábamos

una vez por semana para ubicarla, chequeábamos su arnés y tomábamos las anotaciones de campo pertinen-tes. Todo bien, ... hasta que se esfumó.

Casi dos años después del último avistaje de la osa en la isla (que fue el 1 de enero de 2015) Lucía era lo-calizada. Durante estos dos años fueron muchos los días de preocupación, de impotencia por saber que era im-posible llegar a remota posición en medio del intran-sitable estero. El tiempo jugaba en nuestra contra (la duración teórica del arnés era solamente hasta abril de 2015). Si se quedaba sin batería, perderíamos cualquier posibilidad de rescate. Estaríamos buscando un oso al azar en el medio de miles de hectáreas de pasto alto y agua. A ello se sumaba la necesidad de revisar el arnés con frecuencia (puesto que en los ejemplares juveniles hay que hacer reajustes cada cierto tiempo debido al crecimiento del animal). Teníamos presente que, de ha-llarla, podíamos encontrarnos con una osa con heridas importantes. Aún así, todos teníamos esperanza de que estuviese viva, y de que el pitido que emitía su arnés no se apagara. En este tiempo habían sido reiterados los sobrevuelos para localizar a Lucía desde el avión con el fin de ver si seguía viva y si se acercaba a una zona

Salvador, uno de los baqueanos, arrastrando el bote que lleva a Lucia dentro de la caja.

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donde se pudiera llegar por tierra. Todo se alineó el día en que comenzaba este vera-

no: el personal indispensable estaba dispuesto, el avión podía hacer un vuelo de reconocimiento, la posición de la osa estaba más cerca que nunca de tierra firme (5 km), el clima era favorable, los caballos y la canoa preparados.

Fueron tres largos días en los que Jorge (veterinario) y Pablo (monitoreador), acompañados de Don Salvador Sotelo (guardaparque baqueano) se internaron al este-ro para conseguir llegar a la posición de la osa. Con la canoa y los caballos, y en muchas ocasiones con el agua al cuello, consiguieron ir abriendo un paso entre la tu-pida maraña de juncos y vegetación para, tres días más tarde, llegar al montecito en el que Lucía se encontra-ba. La casualidad quiso que la encontrásemos un día de Nochebuena y, sin duda, el mayor regalo fue localizarla en perfecto estado de salud.

Ahora, Lucía, después de un tiempo en el corral de pre-suelta, ya con arnés nuevo y chequeo veterinario realizado, está por enfrentarse a una nueva aventura. Esta vez será en Rincón del Socorro donde ha sido tras-ladada para ver si su afán de meterse al agua desaparece. Ahí se va a encontrar, bien seguro, con algunos de los

más de 60 ejemplares de su especie que ya viven libres en esa zona de malezal y espinal. Ojalá que el próximo relato que contemos de ella sea acerca del nacimiento de su primera cría.

A día de hoy todos los pobladores que colabora-ron en alguno de sus rescates siguen preguntando por ella. Ninguno la llama Lucía. Todos la citan como “la osa viajera”. Quizás ese deba ser su nombre: yurumi oguatáva.

Salvador y el veterinario Jorge Peña atravesando el estero.

Lucía en la Reserva Rincón del Socorro, su nuevo hogar.