boletín perúdebate año 2 número 1

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ESPACIO PÚBLICO Año 2 Volumen 1 Nº 1 Mayo 2014 boletín Fotorafía ©Adcava

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Page 1: Boletín PerúDebate Año 2 Número 1

ESPACIO PÚBLICO

Año 2 Volumen 1 Nº 1 Mayo 2014

boletín

Fotorafía ©A

dcava

Page 2: Boletín PerúDebate Año 2 Número 1

Sketch drawn por James Richards, FASLA, Profe-sor Asociado de la Uni-versidad de Texas en Ar-lington.

El dibujo es reproducido con autorización del autor para uso exclusivo del presente boletín.

©James Richards FASLA

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1 ed., mayo 2014

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2014-07488

Editado por:Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública©Pontificia Universidad Católica del Perú

Av. Universitaria Cdra.. 18, San Miguel - Lima, Perú

Publicación webhttp://eldebateestaabierto.org/productos/boletines/Enero 2013

Dirección: Carlos Alza Barco.

edición: Equipo PerúDebate.

equipo de investigación: Álvaro Rojas, Francisco Narrea, Hernan Te-llo, Hugo Rimarachín, Juan Carlos Barandiarán, Julián Mezarina, María Claudia Augusto.

Diseño y Diagramación: Hugo Rimarachín y María Claudia Augusto.

Investigadores colaboradores: Jessica Bensa, Omar Pereyra, Jorge Arce.

Fotografías e ilustraciones: Adcava, James Richards, Francisco Na-rrea, Hugo Rimarachín, María Claudia Augusto, Julián Mezarina.

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DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES

PerúDebate es una plataforma del Departamento Académico de Ciencias Sociales y del Centro de Investigaciones Sociológicas, Económicas, Políticas y An-tropológicas (Cisepa) de la Pucp. En el 2014, PerúDebate está a cargo del Grupo de Investigación en Políticas Públi-cas y Gestión Pública (Gippgp), debidamente reconoci-do por el Vicerrectorado de Investigaciones de la Pucp.

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PresentaciónCarlos Alza Barco Políticas urbanas para el espacio público localJessica Bensa

La ciudad y sus veredas: exclusión social en el espacio públicoÁlvaro Rojas, Julián Mezarina y Juan Carlos Barandiarán

Espacios públicos: Espacios de ciudadanía y de socialidadOmar Pereyra

La ciudad y sus parques: la gestión cultural en el espacio públicoMaría Claudia Augusto y Hugo André Rimarachin

Espacio público y planificación en LimaJorge Arce

La ciudad y sus mercados: sociología y cultura en el espacio públicoFrancisco Narrea y Hernán Tello

PerúDebate recomienda

ÍNDICE

40

08

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16

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28

36

50

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PresentaciónLa ciudad es mucho más que un terreno sobre el cual se constru-yen viviendas, plazas y avenidas, y en el que viven las personas. Olvidamos con frecuencia que es un espacio vivo, que crea, un organismo complejo en el que confluyen múltiples actores que in-teractúan entre ellos, con las cosas y con la naturaleza. Lejos de ser una visión idílica es más bien un enfoque que reconoce una reali-dad y aspira a revalorar su esencia para tomar mejores decisiones.

Gobernar atendiendo a esta complejidad es un gran reto. Exige un cambio de paradigma que nos permita comprender y formular las políticas públicas para la ciudad como un proceso que excede las decisiones sectoriales, la mera suma de visiones disciplinares parciales, la racionalización simplificadora de nuestro espacio de vida.

El primer número del 2014 del Boletín PerúDebate está dedica-do al Espacio Público, concepto político que busca replantear los usos y aproximaciones de la ciudad al reconocer en ella, funda-mentalmente, una arena de interacciones que –ante determinadas condiciones- pueden generar inclusión, valores, ciudadanía, de-mocracia y oportunidades para la expansión de nuestras liberta-des y derechos.

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Tres casos referidos a las veredas, los mercados y los parques como espacio público generan evidencia sobre lo que ocurre en Lima. Tres artículos de dos profesores del Departamento Académico de Ciencias Sociales y de un profesional de la administración pública desarrollan aspectos teóricos sobre el espacio público.

La investigación, edición y diagramación del Boletín estuvo a cargo del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública, espacio académico reconocido por el Vicerrectorado de Investigaciones de la PUCP, que este año se hace responsable de darle vida a PerúDebate, facilitando la convergencia de diversas disciplinas como la ciencia política, psicología, sociología, dere-cho, economía, gestión y comunicaciones.

El diálogo recién empieza. Y en el marco de las elecciones mu-nicipales y regionales que se aproximan, consideramos que una discusión abierta y plural desde la academia es imprescindible.

El debate está abierto.

Carlos Alza BarcoCoordinador del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública

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Profesora de Ciencia Política del Departamento Académico de Ciencias Sociales de la PUCP. Licenciada en Sociología por la UNSM, con una maestría en Estudios Latinoamericanos con mención en política por la Universidad de Salamanca y candidata a doctora en Ciencia Política y Administración en el Programa de Go-bierno y Administración de la Universidad Complutense de Madrid- IIUOG. Sus áreas de interés son relaciones intergubernamentales, políticas públicas, políticas urbanas comparadas, descentralización y modernización del Estado.

La evolución de los enfoques teóricos y políticos

El desarrollo acelerado de los proce-sos de industrialización, migración y urbanización generó desde muy

temprano preocupación sobre los efec-tos de la ruptura de los valores y estilos de vida tradicional y acerca de los pro-blemas que las grandes concentraciones urbanas traerían a la vida en sociedad. A finales del S. XIX y comienzos del S. XX se empleó el concepto de “urban disease” para referirse a algunas externalidades negativas de la urbanización acelerada como: la especulación y dispersión urba-nística, la tugurización y marginación de las clases medias y obreras, la falta de sos-tenibilidad, los problemas de salubridad, la delincuencia y corrosión social, el de-terioro generalizado del espacio público y de la calidad de vida.

Una de las primeras reacciones fue el mo-vimiento de las “Garden Cities” o “Ciu-dades jardín” fundado en 1898 por Ebe-nezer Howard (1850-1928) en el Reino Unido cuyas propuestas se recogieron en la Town and Country Planning Aso-ciation (TCPA). Éstas fueron pensadas como urbes concéntricas y sostenibles con grandes espacios públicos abiertos, parques y bulevares para dotar de calidad de vida a los obreros y nuevas clases me-dias. Por su parte desde las ciencias socia-les encontramos las primeras reflexiones sobre la problemática urbana en la Escue-la de Chicago cuyos estudios retrataron a la ciudad como un espacio de fusión de problemas sociales y marginalidad en un mundo urbano peligroso y en descompo-sición (Park/Burgess/MaKenzie: 1925).

Pero será recién a partir de la postguerra en el marco del keynesianismo y del co-munismo que la planificación urbana es

Jessica Bensa

Políticas urbanas para el espacio público local: enfoques teóricos y líneas de intervención

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Jessica Bensa | 11

asumida como función del Estado y por tanto como una política pública. En la década de 1960 el New Towns Movement heredero del proyecto de las “Ciudades Jardín” influye en el proceso de recons-trucción de Europa y también en los Estados Unidos y la URSS. Sin embar-go será el movimiento modernista con propuestas como las de Le Corbusier (1867-1965) el que inspirará la expan-sión de los grandes pro-yectos de vivienda social en Europa y Estados Uni-dos. Con ellos se buscó mejorar la calidad de vida de las clases trabajadoras y medias, apostando por una combinación de den-sidad (grandes bloques de edificios construidos en zigzag), áreas verdes rectangulares y espacios públicos abiertos que ga-rantizarían alojamientos sanos y lugares de trabajo y ocio humanos y funciona-les. Una de las mejores expresiones del modelo Le Corbusier está por cierto en Lima y es la Residencial San Felipe en Je-sús María, construida durante el segundo gobierno de Fernando Belaunde como proyecto de vivienda social.

Pero hasta entonces los enfoques predo-minantes en la planificación del espacio público eran del tipo top-down, centra-dos en planes maestros comprehensivos

que privilegiaban una concepción ne-tamente espacial de lo urbano: se creía que el diseño de la ciudad y sus espacios públicos daría forma y naturaleza a las sociedades que los ocuparían. Dichos enfoques fueron tempranamente cuestio-nados por la urbanista y activista Jane Ja-cobs (1916-2006) quién resaltó la impor-

tancia de tomar en cuenta la experiencia local y las distintas formas de apro-piación y uso del espacio público en el desarrollo urbanístico, entendiendo los barrios como ecosiste-mas donde la vitalidad co-munitaria interactúa con el diseño espacial. Desde finales del S. XX y ya en el S. XXI la tendencia ha sido reemplazar el enfo-que top-down y los planes maestros comprehensivos

por la planificación urbana estratégica orientada a resolver proble-mas concretos, además de abrir el espacio a la participación de las comunidades y stakeholders en la planificación del es-pacio público. Dentro de este campo la planificación participativa, el desarrollo de proyectos integrales de ciudad, las estrategias de placemaking, los procesos de Agenda 21 constituyen algunas de las propuestas de políticas públicas que vie-nen siendo empleadas para planificar y gestionar el uso del espacio público urba-no.

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12 | Políticas urbanas para el espacio público local: enfoques teóricos y líneas de intervención

Tendencias de desarrollo urbano y políticas de gestión del espacio pú-blico. Los retos pendientes

Desde la década de 1960 Lima como otras ciudades latinoamericanas experi-mentó un proceso de urbanización ace-lerada que no estuvo acompañado de políticas de planificación configurando un desarrollo informal y des-ordenado de la ciudad. Si bien durante las décadas de 1970 y 1980 se tendía a interpretar el desarrollo urbano en las ciu-dades latinoamericanas como dual (una ciudad formal y otra informal o marginal), ya desde la década de 1990 la globalización, el crecimien-to económico y el desarrollo de nuevos centros urbanos habría configurado ciudades policéntricas, que empie-zan a ser entendidas como ciudades de múltiples capas o “layered cities” donde el avance de los grandes megaproyectos urbanos estaría configurando una frag-mentación más compleja, combinada con la aparente homogeneización del paisaje público y la aparición de nuevvos “ar-tefactos urbanos” (grandes superficies comerciales y/o edificios corporativos) convertidos en íconos de una nueva fase modernizadora (Mattos:2002). Pero és-tas transformaciones impulsadas por la

globalización y el capitalismo presentan características diferenciadas en función del desarrollo endógeno de las ciudades (Mattos:2002), y probablemente también como consecuencia de las políticas pú-blicas y la intervención de los gobiernos municipales y/o nacionales en la planifi-cación urbanística.

Las transformaciones del espacio público en Lima y otras ciudades perua-nas generalmente han sido estudiadas desde la arquitectura, la sociología o incluso la antropolo-gía. Además de los textos de (Vega Centeno: 1992, 2006, 2013), quizás el tra-bajo que aborda el pro-blema del espacio público urbano desde un enfoque cercano al de las políticas

públicas es el de (Chión/Ludeña: 2005) donde a partir de una revisión de los principales planes, proyectos y acciones realizadas entre 1980-2004 por los di-versos actores involucrados en la gestión del espacio público limeño (gobierno municipal, central, inversores privados, vecinos, ciudadanos) identifican algu-nos ejes de tensión importantes como: la disyuntiva entre ciudad formal vs ciudad informal, entre la remodelación o rehabi-litación urbana vs la construcción de ciu-

“Se creía que el diseño de la ciudad y sus espacios públi-cos daría forma y naturaleza a las sociedades que los ocupa-ría”

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dadanía, entre la recuperación cultural del centro como espacio de uso público político y/o cultural vs la “musealización” del mismo, entre el desarrollo fragmen-tado de Lima vs el impulso de un centro unificador y finalmente, entre la inter-vención o intereses políticos del gobierno local vs la intervención del gobierno na-cional (Chión/Ludeña: 2005).

En la última década las transformaciones más visibles del espacio público en Lima y las demás ciudades grandes e interme-dias del país están asociadas a la expan-sión de la industria inmobiliaria impul-sada por las denominadas “urban growth machines” (Molotoch: 1976) o coalicio-nes de élites relacionadas con los nego-cios inmobiliarios y el capital financiero que a través del impulso de grandes me-gaproyectos urbanos tienen la capacidad de moldear la ciudad y el espacio público (Mattos: 2002). Además de los grandes centros comerciales, la proliferación de complejos residenciales para alojar a las nuevas clases medias, inspirados en el concepto de “club house” refuerza una tendencia al reemplazo de los espacios públicos por ámbitos privados cerrados o “exclusivos”. Los problemas de insegu-ridad ciudadana y caos del transporte no hacen más que contribuir al patrón do-minante.

Pero al lado de éstas tendencias de ur-banización, en los últimos años se han

desarrollado otro tipo de estrategias, quizás menos visibles, pero que intentan moldear el espacio público y planificar el desarrollo urbano de manera integra-da, participativa y sostenible. Algunas se han propuesto impulsar procesos de placemaking involucrando a los ciuda-danos y comunidad en la reinvención o recreación del espacio público y en la so-lución de problemas urbanos, como por ejemplo el programa Barrio Mío en Lima. Otras estrategias de recuperación de lo público son proyectos como el de Parque Rímac, la futura construcción del Parque del Migrante, la iniciativa “Muévete” de la Municipalidad de San Borja, la creación de mini-gimnasios en varios distritos, la promoción del uso de la bicicleta por la municipalidad de Lima, la instalación de internet inalámbrico en las zonas pú-blicas de Miraflores y otros distritos, sin mencionar el ya clásico dinamismo del Parque Kennedy en Miraflores ahora más acogedor con sus hermosas colonias de gatos urbanos que no tienen nada que en-vidiar a las de otras ciudades como Roma.

Éstas iniciativas constituyen ejemplos importantes de buenas prácticas pero aún están lejos de convertirse en modelos alternativos de gestión del espacio públi-co urbano. ¿Qué se necesitaría entonces? Probablemente la clave sea el impulso de procesos políticos de gobernanza lidera-dos por los gobiernos locales que logren

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14 | Políticas urbanas para el espacio público local: enfoques teóricos y líneas de intervención

conciliar los intereses y capitales de la industria urbanística o las “growing machines” con estrate-gias y modelos de desarrollo urba-no integral y sostenible, además de tejer alianzas con los otros niveles de gobierno (nacional y regional) y movilizar a sectores importan-tes de ciudadanos. El impulso de estos procesos pasaría entonces por la conformación de “regíme-nes urbanos” donde los cuerpos públicos y los intereses privados

actúan juntos para poner en mar-cha decisiones de gobierno (Sto-ne:1989). El desarrollo de estos regímenes requiere en primer lu-gar el liderazgo del gobierno local, pues se trata de impulsar procesos de policymaking que trasciendan la implementación de programas focalizados o buenas prácticas y abran paso a modelos de ciudad alternativos viables. Se requiere en definitiva hacer política.

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Jessica Bensa | 15

Bibliografía

Chion, Miriam/ Ludeña Wiley: “Espacios públicos centralidad y democracia- El Centro Histórico de Lima. Período 1980-2004” en: URBES. Revista de ciu-dad, urbanismo y paisaje, Nº 2, (Noviembre de 2005).

Jacobs, Jane, The dead and life of great American Cities, New York, A.A Knopf, 1961

Le Corbusier (Charles-Édouard Jeanneret-Gris), La Ville Radieuse, Boloña, 1935

Mattos (de), Carlos A: “Transformación de las ciudades latinoamericanas. ¿Im-pactos de la globalización?, Revista Eure, Vol. XXVIII, Nº 85, pp. 5-10, Samtia-go de Chile (Diciembre, 2002).

Molotoch, H.L, “The City as a Growth Machine. Toward a Political Economy of Place”, en: American Journal of Sociology, 1976, 82: 309-332.

Park, Robert /Burgess, Ernest/ McKenzie Roderick: The City. Suggestions for Investigation of Human Behavior in the Urban Environment, University of Chicago Press, 1968.

Stone, Clarence: Regime Politics. Governing Atlanta, 1946-1988, Lawrence, UNiversity Press of Kansas, 1989.

Vega Centeno Sara Lafosse, Pablo: “La dimensión social del análisis urbano”, Revista de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, PUCP, Año 7, Nº 7, (Agos-to, 2013).

Vega Centeno Sara Lafosse, Pablo, El espacio público la movilidad y la revalo-ración de la ciudad, Lima, PUCP, 2006.

Vega Centeno Sara Lafosse, Pablo Autoconstrucción y reciprocidad, cultura y solución de problemas urbanos, CEMCA-FOCIENCIAS; Lima, 1992.

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La ciudad y sus veredas:exclu-sión social en el espacio público

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Julián Mezarina, Juan Carlos Barandiarán y Álvaro Rojas *

* Miembros del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública - equipo de PerúDebate. Julián Mezarina (sociología), Juan Carlos Barandiarán (Psicología) y Álvaro Rojas (Ciencia Política).

Equipo pErú DEbatEPor:

A través del caso de las veredas en Villa El Salvador, se explica cómo éstas han ido redu-ciendo su tamaño a lo largo de la historia. Esto puede excluir y limitar el libre movimiento de las personas, en particular, de las personas con discapacidad. ¿Cómo estamos entendien-do el espacio público? ¿Cumplen las veredas su función de espacio público?

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La ciudad y sus veredas18

Las veredas en Lima

En Lima, las veredas tienen, en promedio, 1.2 metros. En algunas zonas, las veredas –si existen- llegan a tener de uno a dos metros, como ocurre en la Av. Javier Prado o en la Av. Benavides. Esto a pesar de contar con un mar-co normativo sobre habilitaciones urbanas que indica que las veredas deben tener entre 1.80 y 3 metros en el caso de las vías principales (ave-nidas) y 1.20 m en el caso de las vías secunda-rias (calles).

A inicios de la República, en cambio, las vere-das llegaban a medir en promedio de 2 a 4 me-tros y tenían árboles (como las de Paseo Co-lón, Av. Alfonso Ugarte o Av. Brasil) (Ludeña 2013: 156). De estas quedan muy pocas y sólo son un viejo recuerdo. “La vereda dominante en la ciudad peruana es la angosta vereda-pel-daño hispánica (de 0.80 a 1.50 m), que se ha reproducido hasta la actualidad bajo diversas expresiones” (Ludeña 2013: 160). Por ello, las veredas han venido perdiendo su espacio fren-te a otros medios de movilización.

Esta “muerte” de la vereda y su reemplazo por una franja pea-tonal destinada a la mera cir-

Cuadro No. 01Normas para el diseño de víasD.S. 006-2011-VIVIENDA

Tipos de víasVías locales principalesAceras o veredesEstacionamiento

Pistas o calzadas

Vías locales secundariasAceras o veredasEstacionamiento

Pistas o calzadas

Industrial

2.403.00

Sin separador2 módulos

de 3.60

1.803.00

2 módulosde 3.60

Usos especiales

3.003.00 - 6.00

Sin separador2 módulos de

3.30 - 3.60

1.80 - 2.402.20 - 5.402 módulos

de 3.00

1.802.40

Sin separadorcentral 2

módulos de

3.60

2.402.40

3.00

Con separdor central 2 módu-los a cada lado del separador

Con separdor central 2 módulos a cada lado

3.003.00

3.30

1.201.80

2 módulos de 2.70

Comercial

3.003.00 - 6.00

Sin separador2 módulos

de 3.60

2.405.40

2 módulosde 3.00

Vivienda

Fuente: D.S. No 006-2011-VIVIENDA.

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Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos 19

culación en fila india, se inicia en los años veinte del siglo XX; progresivamente se pensó en un modelo de ciudad en donde el espacio público es intervenido para una ampliación de carreteras (Ludeña 2013: 157); donde se privilegia el auto y no a que la persona que se desplaza a pie1.

En efecto, la vereda es entendida como el tipo de calle peatonal, la cual a diferencia de la pista, per-mite la circulación y demás actividades de un tipo de actor social “de a pie”. La gran cantidad de ac-tores y la posibilidad de interacciones que pueden realizarse en la misma pueden estar en constante negociación. Como señala Delgado (2007: 129), “las aceras, como espacios urbanos por excelen-cia, deben de ser consideradas por tanto terreno para una cultura dinámica e inestable, elaborada y reelaborada constantemente por las prácticas y discursos de sus usuarios”. La vereda también puede entenderse, sin embargo, como espacio público, vale decir, como aquel que [...] “supo-ne, pues, dominio público, uso social colectivo y diversidad de actividades” (Cepal 2005: 18). La calle y las veredas, en este caso, son entendidas desde los usuarios, sus percepciones y evaluación de las mismas, y como un proyecto de bien públi-co accesible a todos. 1 Este creciente uso de los automóviles ha sido tomado en considera-ción para planificar las ciudades sobre la base de reducir el tiempo de desplazamiento de las personas

Parte de estas percepciones y evaluaciones de las veredas son mostradas por un estudio del Obser-vatorio Lima Cómo Vamos, en el 2013. En esta encuesta el nivel de satisfacción con los diferen-tes aspectos de tránsito de Lima nos muestra que en relación con las “veredas y espacios para la circulación de peatones” la población encuestada nos dice que está “insatisfecho” con las mismas con un valor de 50%2. Aunque la insatisfacción no explica las causas de la misma, como posibles hipótesis tenemos que la existencia de un menor espacio para transitar en las veredas conduciría también a mayores niveles de riesgo de los pea-tones, toda vez que estos se ven forzados a buscar otras estrategias de movilización que muchas ve-ces implica caminar por la pista.

A lo anterior también se debería sumar el hecho de que los peatones no son homogéneos, toda vez que cada uno experimenta y se relaciona de for-ma distinta en el espacio urbano, como por ejem-plo aquellos que tienen una discapacidad motriz, la vereda se convierte no sólo en un espacio redu-cido, sino hasta adverso para el libre desarrollo de la persona, y una barrera de acceso a la ciudad y la vida en comunidad.

2 Cifras obtenidas en base a una encuesta aplicada a una población de 1920 personas mayores de 18 años, residentes en Lima Metropo-litana

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La ciudad y sus veredas

Discapacidad y uso de veredas en Villa El Salvador (VES)

A manera de ejemplo, veamos el caso de Villa El Salvador. De acuerdo con el INEI (2005), el 17.26% de la población total del distrito pade-ce de discapacidad motriz. De ese porcentaje, un 16% percibe dificultad para el acceso a ve-redas y calles. Al respecto, el Jefe de la Red de la Oficina Municipal de Atención a la Persona con Discapacidad (OMAPED) de Lima Sur considera que gran parte de la población con discapacidad no sale a la calle ni siquiera para pasear o recrearse debido a las numerosas di-ficultades presentes como desniveles en la ve-reda o la construcción de kioskos en medio de las mismas3.

En efecto, según el Plan Integral de Desarrollo de Villa El Salvador al 2021, no existen veredas en la mayor parte del distrito (Municipalidad de Villa El Salvador, 2006). Dicha situación afecta la posibilidad de las personas con disca-pacidad motriz, que terminan siendo los acto-res más vulnerados en sus derechos.

A la ausencia de veredas se suma el problema de accesibilidad de las ya existentes. Según la Norma de Accesibilidad para Personas con Discapacidad y de las Personas Adultas Mayo-res4, las rampas de las veredas deberían seguir las indicaciones establecidas en las normas en mención. Así, mientras que las rampas debe-rían tener un ancho de 1m, una longitud de 1.35m y una altura de 15 cm; en el distrito de VES se puede observar que existe una dispa-ridad entre lo que se debería hacer y lo que se hace, encontrando casos en los que las rampas pueden tener una longitud de 90 cm5.

3 Entrevista realizada al señor Eulogio Rojo, jefe de la Red de OMAPED de Lima Sur, el día 07/05/2014 en las instalaciones de la municipalidad de Villa El Salvador.4 Norma a.120 Accesibilidad para personas con discapacidad y de las personas adultas Mayores. Ministerio de Vivienda, Construc-ción y Saneamiento.5 Información obtenida de la entrevista al señor Eulogio Rojo, jefe de la Red de OMAPED de Lima Sur.

Una gestión municipal inconexa puede tener graves consecuencias. La descoordinación en-tre la OMAPED y la Gerencia de Desarrollo Urbano es parte del problema. Si bien la OMA-PED reconoce la exclusión generada por las ve-redas y rampas mal construidas a las personas con discapacidad motriz, y que esta situación está reñida con las normas vigentes, tampoco existe coordinación con la referida gerencia respecto de este tema.

Esta falta de coordinación se evidencia en el es-tado de las veredas del distrito. Los pobladores señalan las dificultades que tienen para acceder y posteriormente desplazarse por las mismas. Los vecinos y vecinas afirman que muchas ve-ces necesitan del apoyo de alguien para poder subir o bajar de una rampa al momento de ter-minar una vereda. En otras ocasiones, algunos mencionan que hasta han tenido que hacer uso de la pista debido al desnivel que presentaban las veredas en distintas zonas del distrito.6

Es así que observamos que las veredas y las rampas pueden llegar a limitar el acceso de los peatones en VES, especialmente, para el caso de las personas con discapacidad motriz. Viendo las definiciones propuestas a la luz del caso estudiado podemos señalar que el espacio público no necesariamente abre posibilidades de acceso, sino que dependiendo de la forma en que ha sido concebida y construida también puede excluir.

La exclusión a un espacio público puede influir en la cantidad de relaciones sociales que puede tener una persona; es así que los actores que tienen discapacidad motriz no solamente se encuentran sin acceso a un espacio físico, sino que además podemos decir que se encuentran sin acceso a un espacio social y de interacción. Esto último se hace evidente en casos extremos cuando las personas con discapacidad dejan de

6 Entrevista realizada a tres vecinos del AA.HH Nueva Era de Villa El Salvador.

20 Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

Page 21: Boletín PerúDebate Año 2 Número 1

La ciudad y sus veredas Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

salir de su casa porque tienen dificultades de desplazarse libremente por las calles.

Conclusiones

El caso de Villa El Salvador evidencia una si-tuación que viene ocurriendo en diversos es-pacios de la ciudad. No es un caso aislado y nos afecta a todos y todas, pero a algunos más que a otros. Como se ha podido apreciar, las perso-nas con discapacidad motriz ven limitado su acceso a veredas y rampas, lo que les impide a su vez disfrutar de la ciudad y de tener un libre desarrollo, derecho que la propia Constitución Política reconoce.

A pesar de existir interés por parte de un ac-tor público (OMAPED) en generar cambios, es necesaria una acción coordinada con otras unidades orgánicas de modo que se cumpla con los reglamentos y se de vida a políticas pú-blicas que faciliten y garanticen la vigencia de los derechos de las personas con discapacidad motriz. Una planificación urbana es indispen-sable en este caso, y requiere la participación de diversos actores.

La vereda, sin embargo, la usamos todos y to-das; es necesaria para el peatón, las personas con bicicletas, aquellos que salen con sus hijos en coche, a caminar para llevar una vida salu-dable, o simplemente para disfrutar de la ciu-dad y reencontrarse con los demás. En ese sen-tido, es necesario prestar una mayor atención a cómo se ha venido tratando desde la gestión de la ciudad el tema de las veredas: se requiere pensarlas como espacio público, donde conflu-ye una diversidad de personas, que constituyen el entramado urbano y necesitan hacer uso de una infraestructura segura y de acuerdo a sus necesidades para que puedan movilizarse y re-lacionarse. Es momento de repensar y revalo-rar las veredas.

Bibliografía

Delgado, Manuel (2007). Sociedades movedizas: Pa-sos hacia una antropología de las calles.Barcelona: Anagrama.

Ludeña, Wiley (2013). Lima y espacios públicos: perfiles y estadística integrada 2010. Lima: Pontifi-cia Universidad Católica del Perú.

Lima Cómo Vamos (2013). Informe sobre la per-cepción de calidad de vida. 2013. Lima: Lima cómo vamos. Observatorio Urbano

Municipalidad de Villa El Salvador (2005). Diag-nóstico de Villa El Salvador. Lima: Municipalidad de Villa El Salvador.

Municipalidad de Villa El Salvador (2006). Plan Integral de Desarrollo de Villa El Salvador al 2021. Lima: Municipalidad de Villa El Salvador.

21

Page 22: Boletín PerúDebate Año 2 Número 1

22 |

Una definición general de espacio público es: “… todas las áreas que son abiertas y accesibles a todos

los miembros del público en la socie-dad” (Neal 2010: 1) . Por supuesto, esta definición está condicionada a una defi-nición previa de ¿quién es “el público”? Actualmente se discute si la noción de “el público” (o “los ciudadanos”) debiera extenderse hasta incluir a los inmigran-tes ilegales, a la gente sin vivienda (ho-meless), a los homosexuales, así como a otros grupos históricamente discrimina-dos y excluidos. Sin embargo, a pesar de ser una discusión políticamente impor-tante, cabe cuestionarse si esta discusión es la que debiera primar para entender los espacios públicos que conocemos. Mi opinión es que este es un punto de vista importante, pero no el único, ni necesa-riamente el mejor.

Precisamente, en la actualidad prima en los estudios sobre los espacios públicos

una visión que se centra en torno a la construcción de ciudadanía. Desde esta perspectiva, el espacio público es visto básicamente como la materialización es-pacial de lo que Habermas (1989) llama la esfera pública o el espacio en donde los individuos (o ciudadanos) se encuen-tran, discuten y toman acuerdos sobre la vida pública. Se espera entonces del es-pacio público que cumpla esta función. Sin embargo, estos lugares de igualdad, democracia y tolerancia se encuentran amenazados, en primer lugar, por lógicas totalitarias o conservadoras que buscan callar o incluso excluir de los mismos a sus enemigos políticos o a los sujetos in-morales (Young 1990); y en segundo lu-gar, por las lógicas del capital que tienden no solo a transformarlos para generar ganancias y/o dinamizar la acumulación del capital, sino también a privatizarlos, excluyendo en su camino a los menos privilegiados (Judd 1999; Harvey 2006; Zukin 2010). En ambos casos, la calidad

Profesor de Sociología del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP. Licen-ciado en Sociología por la PUCP. Magíster en Ciencias Sociales por la Universi-dad de Chicago y Doctor en Sociología por la Universidad de Brown. Sus áreas de investigación abarcan la intersección entre la sociología urbana y estratificación social, en particular el estudio de la formación de identidades barriales y de clase, fronteras simbólicas y sociales, segregación residencial y la economía política del espacio urbano.

Espacios Públicos: Espacios de Ciudadanía y de Socialidad

Omar Pereyra

Page 23: Boletín PerúDebate Año 2 Número 1

Omar Pereyra | 23

y el potencial democratizador del espacio público se ven amenazados; y con ello la ciudadanía y la democracia (Borja y Muxí 2003).

La mencionada es una línea de trabajo académicamente respetable y políticamente importante. Sin embargo, no es la única. Existe otra entra-da a los estudios sobre espa-cios públicos, dejada de lado precisamente por la relevan-cia actual de este proceso de privatización del espacio pú-blico. Se trata de la perspec-tiva de la socialidad que se encuentra en los trabajos de Simmel (1971a; 1971b), Jac-obs (1961), Goffman (1966, 1967), Sennett (1970, 1974) y White (1980). Se entiende por socialidad a la actividad social en sí misma, sin nin-gún deber o propósito, y sin ningún fin más que la contemplación, el encuentro con otros, la diversión, la vitalidad, y el descanso (Simmel 1971a). Esta perspec-tiva se pregunta cómo es posible el orden en espacios concretos. A diferencia de la perspectiva de la ciudadanía, la perspec-tiva de la socialidad se ha centrado en estudios de lugares concretos, haciendo una diferenciación entre los “grandes espacios públicos” como la plaza o la ciudad misma, y los “pequeños espacios públicos” que se encuentran en barrios homogéneos o socialmente diversos.

La perspectiva de la socialidad encuentra que los sujetos no necesariamente usan el espacio público como esfera pública, es decir, como lugar de afirmación o crea-

ción de la ciudadanía. Por el contrario, en los grandes espacios públi-cos, los sujetos general-mente atraviesan dicho espacio sin detenerse o se aíslan buscando un momento de tranquili-dad. Del mismo modo, si la conversación entre sujetos aparece es al in-terior de grupos cerrados que buscan aislarse de los otros. Igualmente, si los individuos conversan con extraños se trata de

conversaciones utilitarias, distantes es in-cluso superficiales (Goffman 1966; White 1980). De esta forma, observar el espacio público es como observar lo que Jacobs (1961) llamaba el “ballet en la calle”, es decir, una suerte de coreografía armada por sujetos o grupos que se auto-contro-lan manteniéndose una distancia, procu-rando no dañar la integridad de otros y evitando posibles conflictos. En la base de este conjunto de arreglos tácitos se en-cuentra la noción de civilidad.

En términos generales, “… [l]a civilidad existe cuando una persona no se con-vierte en un fastidio para otros” (Sen-nett 1974: 269) . Es decir, civilidad es la capacidad de abstenerse de realizar actos

“La construcción de la ciudadanía y la democracia son también fines deseables, pero a fin de cuentas complementarios para el espacio público”

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que resulten molestos para otros, y recí-procamente esperar que otros no realicen actos que nos resulten molestos. Surge así una suerte de pacto social que permite el orden y evita el conflicto en el espacio público (Goffman 1966). Esto no sig-nifica que el espacio esté dominado por un conjunto de reglas rígidas que deban cumplirse al pie de la letra. Al contrario, en primer lugar, estas reglas, o código de civilidad (Anderson 2011) son altamen-te difusas y maleables. En segundo lugar, este código de civilidad varía de lugar en lugar. En este punto la diferencia entre el “gran espacio público” y “pequeño espa-cio público” cobra mayor relevancia: en el gran espacio público el código de civi-lidad es más compartido colectivamente, acercándose a lo que Durkheim llamaba la consciencia colectiva . En cambio, en el pequeño espacio público, el código de civilidad es más restringido y el compor-tamiento de los individuos es vigilado directamente por los habitantes locales quienes cuidan el orden moral local (Su-ttles 1968).

La perspectiva de la construcción de la ciudadanía respecto al espacio público es la que prima entre nuestros académicos y líderes de opinión que buscan influir en los diseñadores de políticas públicas y urbanas. Esta perspectiva es por supuesto importante, pero trae también tiene dos peligros principales. En primer lugar, la tendencia a ver y evaluar todo espacio público como “gran espacio público”. De este modo no sólo perdemos de vista las

particularidades de la vida social de los otros espacios públicos como las peque-ñas canchitas de fútbol, las veredas o las esquinas, sino que incluso esperamos que sean o los evaluamos como si fueran lo que no son ni tienen por qué ser, es decir, como si fueran “grandes espacios públi-cos”. En segundo lugar, juzgamos a estos espacios usando como medida el grado en que se acerquen al ideal de esfera pú-blica; es decir, en la medida en que per-mitan crear o reconocer a otros ciudada-nos y que promuevan actividades (sobre todo) políticas. Nuevamente, encuentro que tanto el “pequeño espacio público” como el “gran espacio público” no de-bieran subordinarse a estos objetivos bien intencionados, deseables e incluso necesarios. En mi opinión estos espacios debieran juzgarse como “exitosos” a par-tir de parámetros más sociales o incluso simplemente lúdicos. En este sentido, me inclino más a pensar que el fin último de un espacio público es la socialidad, es decir, la actividad social en sí misma,

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a.com

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sin ningún deber o propósito, y sin ningún fin más que la contem-plación, el encuentro con otros, la diversión, el descanso e inclu-so la alienación. La construcción de la ciudadanía y la democracia son también fines deseables, pero a fin de cuentas complementarios para el espacio público. Surgen así dos preguntas mucho más ambi-ciosas e incluso difíciles de defen-

der: ¿cómo mantener o proteger el carácter de estos espacios que no tienen una función definida, ni económica ni política?; y ¿cómo mantener la diferencia y lograr la completementariedad entre “pe-queños espacios públicos” (con caracteres y normas más locales) y los “grandes espacios públicos” (con caracteres y normas más me-tropolitanas)?

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26 | Espacios públicos: espacios de ciudadanía y de socialidad

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La ciudad y sus parques: la ges-tión cultural en el espacio público

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María Claudia Augusto y Hugo André Rimarachín*Equipo pErú DEbatEPor:

Fotografía ©PerúDebate

* Miembros del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública - equipo de PerúDebate. María Claudia Augusto (Ciencia Política) y Hugo André Rimarachín (Periodismo).

A través del caso del Parque Zonal Huáscar en Villa El Salvador, se discute la gestión cul-tural en los espacios públicos. No se trata de una mera infraestructura o espacio territorial, sino un lugar de encuentro, creación y afirma-ción de identidad cultural.

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La ciudad y sus parques

En Lima sur, la satisfacción con la oferta de actividades recreativas y culturales al-canza el 48.5% (Lima cómo vamos: 2013). En esta parte de la ciudad se ubica Villa El Salvador, un distrito con más de 900 mil habitantes, en el que sólo el 27% de sus hec-táreas disponibles para espacio público es empleado para tal fin (MUNIVES, 2005).

Ante esto, la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) y los distintos municipios distritales han creado diversos espacios de esparcimiento como parques y alamedas que ofrecen una gran variedad de servi-cios recreativos y culturales. En el presente artículo nos centraremos en los Centros de Cultura, Recreación y Educación Am-biental (CreaLima) como una propuesta de una buena gestión cultural en los espacios públicos. Estos centros fueron creados en el 2012 dentro de los parques zonales ad-ministrados por SERPAR con el objetivo de valorizar los espacios públicos como plataformas para la inversión cultural per-manente a través de espacios formativos y

recreativos para todos, generando una ve-cindad firmemente unida por su identidad cultural (SERPAR; 2013: 3)

El espacio público es entendido de mane-ra general como el lugar donde todas las áreas están abiertas y accesibles a todos los miembros del público en la sociedad (Neal en Pereira 2014). La concepción de espacio público no debe limitarse sólo a lo físico, a la infraestructural, pues, como señala Lu-deña, este espacio debe reproducir “en su uso físico, mental y emocional un deter-minado valor de lo público” (2011, 15) y debe ser un “mecanismo fundamental para la socialización de la vida urbana” (Jordi y Maxí, 2000: 67).

La gestión cultural en el espacio públi-co debe permitir “la multiplicidad de ac-tividades en las que cohabiten distintas trayectorias y sea posible la existencia de más de una voz” (Massey en Verdesoto, 2005) y debe constituir un “instrumento para modificar la configuración cultural de la ciudad: los usos y las apropiaciones de los espacios públicos, las posibilidades de desplazamientos y de encuentros entre distintos actores sociales” (Carman 2013, 89). Estos deben ser, por tanto, “espacios de formación y capacitación en prácticas ar-tísticas” (Verdesoto, 2005) que logren una “participación plural y un disfrute más ple-no de la vida en la ciudad (Carman, Segura y Soldano, 2013: 90).

Actualmente, CreaLima cuenta con 15 ser-vicios que incluyen bibliotecas, ludotecas, anfiteatros, salas de exposiciones y talleres para niños, jóvenes y adultos. Considera-mos que estos centros son un ejemplo de

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Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

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La ciudad y sus parques Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

una buena Gestión Cultural en el espacio público por tres razones: (1) Permite el empoderamiento de la población local, (2) brinda acceso a espacios culturales y (3) busca ser un proyecto sostenible por la comunidad. En las siguientes líneas se abordará específicamente el caso de CreaHuascar, centro cultural de CreaLima, denominado así por estar ubicado en el parque zonal Huascar en Villa El Salvador.

Una forma de empoderamiento

En el año y medio de funcionamiento que tiene CreaHuascar, el programa ha logrado fortalecer los vínculos con la población a través del trabajo con organizaciones loca-les tales como comités vecinales, colegios nacionales y privados, agrupaciones cultu-rales, comités ambientales y pobladores en general que han participado en el diseño de las actividades. De este modo, la comuni-dad identifica los problemas presentes en la zona que son recogidos por el equipo de CREA y ante los cuales se responde a tra-vés de actividades culturales que permiten crear espacios de reflexión sobre distintos temas dentro de los servicios que ofrece el programa. Ejemplo de ello son la Agenda Cultural CREA Huáscar en donde proble-mas como la contaminación y el cuidado del agua vienen siendo tratados a través de talleres de reciclaje o actividades como cuenta cuentos, poesía o recorridos en el parque temático de CreaHuascar compues-to por aulas interactivas que promueven hábitos responsables con el medio ambien-te.

Como menciona Ricardo Gálvez, Jefe de Cultura de SERPAR, “la agenda es la res-puesta cultural a los problemas de la comu-

nidad, no es sólo hacer arte. El arte es una línea pero la otra línea es trabajar los vín-culos sociales y responder a las principales problemáticas” .

Por otro lado, el programa ha contribuido con la visibilización de las agrupaciones culturales locales dentro y fuera del distrito al brindar espacios para que estos presen-ten sus proyectos, participen en la Agenda CREA, obtengan mayor reconocimiento de la comunidad. Agrupaciones como Arena y Esteras, Repercuta, Bigote de Gato, Vicha-ma Teatro o Comuna de Villa colaboran mediante el dictado de talleres gratuitos y la presentación de muestras artísticas en los distintos parques metropolitanos.

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La ciudad y sus parques

Ambos aspectos muestran el empode-ramiento de la comunidad local y de los gestores ya que abren espacios de comu-nicación entre el equipo y la población, participando en la toma de decisiones y el planeamiento de actividades que son rea-lizadas a diario. Este enfoque de gestión participativa genera liderazgo, el fortaleci-miento de los vínculos locales y permite el apropiamiento del espacio público.

Acceso a espacios culturales

Como se mencionó, existe una insatisfac-ción con la oferta de actividades culturales en la zona. La innovación de este proyecto radica en el aprovechamiento del espacio público a través de la instalación de Cen-tros Culturales permanentes con atención diaria en donde niños, jóvenes y adultos asisten con regularidad. Sólo en lo que va del año el CREA Huáscar ha recibido más de 49’ 909 atenciones al público lo que es una cifra importante en su corto tiempo de funcionamiento. El proyecto ha permitido generar una oferta de actividades culturales para todas las edades que contribuyen con la formación y recreación del individuo y se observan principalmente en 4 de los 15 servicios que ofrecen: Las Escuelas CREA, los talleres gratuitos, las bibliotecas y las lu-dotecas.

En una población mayoritariamente joven (60%), las escuelas y los talleres permiten fortalecer las capacidades artísticas de su público, aumentando la accesibilidad a programas que, en otro contexto, tendrían un costo para los participantes. Las Escue-las CREA Lima, por un lado, son talleres

abiertos que promueven diversas activi-dades artísticas con enfoque ciudadano como la danza urbana, danza folklórica, el teatro y el circo. Estos se desarrollan los días domingos y varían semanalmente. Son dictados con el apoyo de organizaciones locales y buscan ser espacios formativos promoviendo el trabajo en equipo, la pro-ducción cultural y la expresión corporal a través de la difusión del arte. Los talleres, por otro lado, responden a las preferencias de los pobladores y su duración varía según la respuesta de sus asistentes. Actualmente, se cuentan con talleres de tejido, guitarra, tai chi, arte en reciclaje, circo y teatro, etc.

Las bibliotecas y ludotecas son servicios permanentes orientados a la promoción de lectura y del juego. Las primeras cuentan con colecciones superiores a los 5000 li-bros con material educativo actualizado de libre acceso y hoy reciben a cerca de 18 mil usuarios mensuales. Esto permite fomentar hábitos de lectura y crear nuevas dinámicas de relacionamiento. Como comenta Rosa Valencia, es interesante “el vínculo que se logra entre el niño y padre de familia. Eso es invalorable porque tanto en la biblioteca como en la ludoteca, las dinámicas, los jue-gos, todo de una otra forma es un aporte para fortalecer estos vínculos familiares”. Las segundas son espacios interactivos que promueven el derecho al juego mediante programas lúdicos promoviendo el desa-rrollo cognitivo y motriz de niños de 0 a 10 años.

Ambos, en definitiva, son espacios de ex-presión para su público asistente que abren

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La ciudad y sus parques Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

espacios para la interacción con otros y permiten mejorar sus capacidades en dis-tintos ámbitos como la danza, el baile o la creación literaria.

Asociarse para la sostenibilidad

Por otro lado, un tercer elemento impor-tante para una buena gestión cultural en el espacio público es su sostenibilidad. En ese sentido, CREALima cuenta con la Red CREA compuesta por 81 organizaciones entre las que destacan agrupaciones loca-les y más mediáticas, instituciones públicas y empresas privadas que permiten darle continuidad al proyecto y evitar cualquier intervención política que lo debilite. Esto se complementa en el modelo de gestión sostenible que viene trabajando la direc-ción de cultura de SERPAR para dejar una base en las futuras gestiones que asuman el proyecto y puedan tener cierta autonomía en el manejo de los recursos a través de un marco legal.

En el área sur se cuenta actualmente con 16 organizaciones y ha permitido consolidar la propuesta local, convirtiéndolo en un proyecto que más allá de la municipalidad involucra a actores interesados por promo-ver la diversidad cultural y las actividades culturales. En el caso de las empresas priva-das, estas elaboran convenios que permiten la intervención con iniciativas culturales de largo plazo. A través de estas alianzas estratégicas se logra el apropiamiento del proyecto, el fortalecimiento de sus actores y la capacitación del equipo a cargo del pro-yecto.

Reflexiones finales

A partir del caso CREA podemos ver el im-pacto que puede tener la gestión cultural en el uso del espacio público. En primer lugar, este proyecto muestra la importancia del uso activo del espacio público más allá de su componente infraestructural, como he-rramienta de socialización que permite el intercambio entre individuos dentro de un mismo espacio y a través de la cultura, su integración.º

En segundo lugar, permite el reconoci-miento de la diversidad cultural. Las es-cuelas, talleres y presentaciones rescatan la variedad de expresiones artísticas que exis-ten en nuestro país y en Villa el Salvador, permitiendo el reconocimiento de agrupa-ciones con distintos intereses.

En tercer lugar, revalora la importancia que tiene la cultura en el desarrollo individual y colectivo de la comunidad y también el papel que cumple el Estado en la creación, transformación y ordenamiento de la ciu-dad y con ello, del espacio público. La cons-trucción de seis nuevos Centros antes que termine el año 2014 aumentará la oferta cultural en varias zonas de la ciudad.

Finalmente, el principal aporte del progra-ma CREA es la implementación de un pro-yecto que no sólo satisface necesidades sino que también crea capital social. El espacio público se convierte en un derecho y, como sostiene Rosa Valencia, el gran reto es con-vertir a la comunidad en protagonista de su desarrollo social y cultural.

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La ciudad y sus parques 35

Bibliografia

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Boletín Nº 1 - 2014: Los espacios públicos

Fotografía ©PerúDebate

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Para abordar el tema y la importancia de los espacios públicos o espacios abier-tos, desde la perspectiva de la planifi-

cación territorial de la provincia de Lima, es conveniente primero definir su concepto, te-niendo en cuenta que son la base del desarro-llo de la vida urbana.

Al respecto se debe entender como tales al espacio o lugares por los cuales los ciudada-nos en general tienen la facultad o derecho de circular libremente de acuerdo a sus necesida-des sociales, económicas, culturales, políticas, recreativas, de ocio u otras relacionadas con el desenvolvimiento de sus facultades físicas, emocionales, mentales y espirituales.

Para nuestro análisis, desde el enfoque jurídi-co, se debe establecer que el espacio público está definido dentro de la propiedad pública, admitiendo que dentro de la propiedad pri-vada también existen espacios de uso públi-co como por ejemplo, centros comerciales, cementerios, locales de actividad cultural, artística, deportiva y recreativa, entre otros; sin embargo, su acceso puede estar restringi-do por la administración de los mismo a ho-ras de visita o al pago de determinada tarifa,

entre otros criterios definidos por su licencia de funcionamiento o por los propietarios privados. De otro lado, siendo de propiedad privada, su uso puede cambiar a solicitud del propietario, con la autorización de la autori-dad competente.

Dentro de este marco de análisis, el uso del espacio público está regulado por normas y reglamentos específicos emitidos por la ad-ministración pública, la cual es la propietaria o posee el dominio del suelo, garantizando a todos los ciudadanos su accesibilidad y deter-minando las condiciones de su utilización.

En este sentido, en vista de su significativa trascendencia en el desarrollo humano, su im-plementación, evolución y gestión deben estar garantizados por el Estado a través de sus tres niveles de gobierno como uno de los sistemas de mayor relevancia en el desarrollo urbano de ciudades, distritos y centros poblados.

En gran medida, la calidad de vida que el go-bierno de las ciudades le puede ofrecer a la población está directamente relacionada con la calidad del diseño, ejecución y gestión de sus espacios públicos, sobre todo si se tiene en

Director Ejecutivo del Instituto Metropolitano de Planifi-cación de la Municipalidad Metropolitana de Lima

Espacio público y la planificación en Lima

Jorge Arce

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cuenta que en el caso de la ciudad de Lima, la capital de la República, debe dejar de crecer de manera extensiva, como se ha mencionado recurrentemente, “semejando una mancha de aceite” para adoptar, en vista del bajo índice de población por hectárea frente a otras ciu-dades latinoamericanas, un crecimiento verti-cal densificando el uso del suelo pero a su vez “esponjando” el tejido urbano con áreas libres, verdes y recreativas. Esta política de densifi-cación selectiva, sobre todo en los corredores viales metropolitanos más importantes u en otras centralidades estratégicas, permitiría reducir los costos que afronta la ciudad en la provisión de los servicios públicos.

Por estas razones en el Plan Regional de De-sarrollo Concertado (PRDC) formulado por la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), aprobado por unanimidad en la Asamblea Metropolitana (que reúne a repre-sentantes de la sociedad civil con los 42 al-caldes distritales y al alcaldesa de Lima), así como por el Concejo Metropolitano a través de la Ordenanza 1659 del 19 de febrero del 2013, se ha tratado el tema con especial énfa-sis dentro de los ejes o dimensiones de análi-sis del plan. Por ejemplo al tratar el sustancial tema de la educación, dentro de las políticas y metas de desarrollo, se introduce el siguien-te párrafo: “En dicho contexto, la propuesta pedagógica del Plan de Lima es definida por el enfoque de la ciudad educadora y plantea que la enseñanza no se restrinja únicamente a las orientaciones del sistema magisterial, sino, además, que la dimensión formativa y educa-tiva se asuma de manera más amplia, tanto en las instituciones educativas, como en otros es-pacios públicos y en las actividades diarias de los ciudadanos y ciudadanas de Lima” .

Es evidente que en el enunciado se trasunta la importancia que tiene para la educación lle-varla más allá de los centros escolares, y que toda la ciudad con su tejido urbano partici-pe en este proceso como la gran aula que nos ofrezca pautas permanentes de valores cívicos, de orden, respeto, convivencia pacífica, disci-plina y solidaridad entre otros, para lo cual es imprescindible que la urbe presente un or-denamiento y paisaje urbano acorde con este objetivo, donde los espacios públicos por su concepción y gestión motiven decididamente a los ciudadanos a percibirlos como parte de sus propios hogares, al sentirlos seguros, con-fortables y amigables cuando transitan libre-mente por ellos.

Para el PRDC resultaba un desafío establecer las políticas públicas orientadas a superar las tendencias de crecimiento de Lima, las mis-mas que revelaban la consolidación del centro de la ciudad como la principal área donde la población satisface sus demandas de servicios; generando relaciones de dependencia con el resto de zonas de la metrópoli denominadas periferia, lo que ocasionó en estas zonas, por lo general, un proceso de urbanización con habilitaciones informales y de autoconstruc-ción de viviendas sin requisitos técnicos, las cuales presentan limitados espacios, déficit de áreas verdes, de recreación, de deportes, y equipamientos, tanto como un sistema vial desarticulado y complejo que dificulta que los espacios públicos, en estas zonas, conformen un sistema organizado.

Ahora bien, ¿cuando hablamos de espacios públicos a que usos del suelo de propiedad pú-blica nos estamos refiriendo de manera gene-ral? Los mismos presentan uso social colecti-

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vo y diversidad de actividades que se pueden clasificar más allá de ser verdes, pavimentados o de tierra como: plazas, parques distritales, parques zonales, campos y/o losas deportivas, áreas de recreación, vías de circulación moto-rizadas y no motorizadas, estaciones de trans-porte, escaleras de acceso a viviendas en lade-ras, entre otros; edificios de la administración pública donde se ofrecen diversos servicios de justicia, de salud, de educación, de seguridad, de cultura, o monumentos precolombinos de carácter patrimonial, como también sedes de gobierno en sus diversos niveles.

También se pueden incluir suelos que presen-tan características apropiadas que les permi-tan encontrarse dentro de la clasificación de espacios públicos. Estos son en algunos casos parte de la estructura ecológica de la ciudad como el litoral costero de playas, las lomas y los humedales, y en otros casos son grandes espacios libres en la ciudad que pudiesen brindar una nueva posibilidad de espacios públicos en el futuro, como los pasivos am-bientales (espacios que hoy forman parte de los servicios de la ciudad y que pudieran, en algunos casos, cambiar de uso e integrarse al sistema de espacios públicos), es decir pueden presentarse diversas posibilidades de crear es-tos espacios incluyendo los virtuales como el Internet.

Es evidente la estrecha relación que presentan estos espacios con la calidad de vida de los ciudadanos sin distinción de ninguna clase. Es en la interacción que se produce entre las diferentes clases sociales que los utilizan que se alcanza la igualdad como supremo fin de la sociedad.

Por estas razones, en el PRDC dentro de las 12 políticas de desarrollo que se enmarcan en las cuatro dimensiones o ejes estratégicos (so-

cial, territorial-ambiental, económico y políti-co-institucional), dentro del eje territorial se establece la siguiente: “Promover las condicio-nes de habitabilidad segura como un derecho ciudadano, a través del acceso y mejora de la vivienda, la movilidad, el transporte, los ser-vicios básicos, la recreación, los espacios pú-blicos y otros reduciendo las condiciones de vulnerabilidad”

A partir de esta estructura de ejes y políticas el PRDC define objetivos estratégicos y espe-cíficos tanto como programas y proyectos en los cuales se desarrolla cada vez con mayor detalle la importancia del establecimiento de los espacios públicos para alcanzar la visión, y las metas propuestas para Lima al 2025. La versión completa del PRDC la pueden obtener en la pag. web: http://www.planlima.gob.pe/html/documentos_plan_completo.html

Concretado el Plan Regional la MML viene formulando el “Plan Metropolitano de Desa-rrollo Urbano Lima-Callao al 2035” como la versión físico - espacial del eje 2 (dimensión territorial – ambiental), concibiendo a los espacios públicos o espacios abiertos, dentro de una renovada concepción de la ciudad, como un sistema que privilegie y articule los diferentes tipos de espacios anteriormente mencionados, por lo que el entendimiento y planificación de los mismos debe hacerse de manera conjunta con otros sistemas urbanos como el sistema de transporte, de equipa-mientos y de servicios, que vertebran el uso del suelo definido como residencial, indus-trial, comercial, patrimonial o de otros usos urbanos complementarios.

En esta articulación cada espacio juega un rol dentro del sistema, la calle, por ejemplo, se convertirá en un espacio público clave, ya que permite integrar a los demás espacios y

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generar una red de articulación. Por otro lado, con la integración de los espacios públicos potenciales al sistema, que forman parte de la estructura ecológica, se podrá desarrollar, por ejemplo con las lomas, espacios de borde ur-bano que permitan preservar las condiciones naturales de estos espacios y a la vez faciliten la integración de los ciudadanos con las áreas naturales.

Son estas las razones por las cuales los ciuda-danos debemos promover, coadyuvar en el mantenimiento y defender los espacios públi-cos, demandando calidad en su implementa-

ción y respeto en su uso. Toda habilitación ur-bana debe prever la adecuada reserva de estos espacios, los mismos que una vez habilitados de ninguna manera deben someterse al aban-dono o al tratamiento indiferente o irrespon-sable de las autoridades y los vecinos, dando lugar para que sean conquistados y adoptados por sectores antisociales y/o delincuenciales de la sociedad. El tratamiento y uso de ellos revela la autoestima que la población, de su área de influencia, tiene de sí mismos, tanto como el respeto que tienen por la vida, ya que estos espacios, en gran medida, contribuyen a sentirnos libres y vivos.

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La ciudad y sus mercados: sociali-dad y cultura en el espacio público

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Hernán Tello y Francisco NarreaEquipo pErú DEbatEPor:

Fotografía: ©Silverman68

* Miembros del Grupo de Investigación en Políticas Públicas y Gestión Pública - equipo de PerúDebate. Hernán Tello (Ciencia Política y Francisco Narrea (Ciencia Política).

A través del análisis de los mercados y super-mercados, se plantea el debate sobre la rele-vancia de los mismos como espacio público. El artículo busca responder a la pregunta ¿Por qué proteger los mercados? ¿Qué competen-cias tienen las municipalidades para ello?

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La ciudad y sus mercados

Lima es una ciudad de mercados. Sólo en Lima Metropolitana y Callao existen apro-ximadamente 1300 mercados tradicionales (sin contar las 500 paraditas y 1500 ferias existentes). A nivel nacional hay 2500 es-tablecimientos, es decir, un poco más de la mitad de la totalidad de los centros de abastos se encuentra en la capital (García Calderón, s/f:1). Nuestra ciudad también cuenta con supermercados, estableci-mientos modernos y de alto potencial de crecimiento: sólo este año se desarrolla-rán alrededor de 10 proyectos de centros comerciales ligados a supermercados, con una inversión de 1000 millones de dólares y se estima que por cada hipermercado o supermercado existen 10 mercados tradi-cionales con un promedio de 80 puestos de mercado cada uno (IPSOS, 2007).

Pese al predominio numérico, las deficien-cias que enfrentan los mercados de abasto generan su desprestigio y están pasando a ser vistos más como un foco de problemas (como la informalidad) que como un espa-cio público vital en nuestra sociedad. Los mercados forman parte de la vida cotidiana y muchas veces la visita a éste implica -más que una transacción comercial- un ritual familiar, con un momento y día en parti-cular (fines de semanas, celebraciones). Es relevante para PerúDebate analizar el pro-ceso histórico del mercado, evidenciar sus funciones para una ciudad como la nuestra e identificar aquellas acciones estatales (o inacciones) e iniciativas no estatales que afectan su dinámica para contribuir en su revalorización y propiciar una mejor ges-tión del mismo.

De los mercados a los supermerca-dos

Los mercados fueron traídos con la colo-nización y adaptados según cada realidad (Latirgue y Yáñez, 2004: 2). De este modo era común ver en plazas de Lima espacios para el intercambio de bienes (García Cal-derón, s/f). En 1861 había tres mercados de abastos: en el antiguo Convento de Santo Tomás; en la Plazuela de las Nazarenas y el de la Plazuela del Baratillo. El Mercado Central, concebido por Ramón Castilla y hecho realidad durante el gobierno de Echenique, estaba en obras y, terminado su edificio, se mantuvo hasta 1903, que fue reedificado (Bromley, 2005: 61).

Con el proceso de modernización y glo-balización post-guerra, llegaron a Perú los supermercados como una “innovación”. El primero de ellos, SuperMarket, de modelo estadounidense, fue fundado en 1953 por los hermanos Aldo y Orlando Olcese, pio-neros en el rubro de alimentos en nuestro país, y con gran éxito. Pronto aparecerían nuevas empresas y, de este modo, entre 1960 y 1985, la capital contó con seis cade-nas de supermercados: Scala, Super Mar-ket, Tía, Monterrey, Gálax y Todos; pero pocos sobrevivieron al gobierno militar y a la crisis económica que nuestro país atra-vesó en los ochenta. Super Market fue esta-tizado y otras empresas como Todos, Galax o Scala Gigante quebraron y fueron vendi-das a los grupos Wong y Santa Isabel . A inicios de este siglo, grupos empresariales nacionales y extranjeros apostaron por in-gresar al sector de abastos, como el holding nacional Supermercados Peruanos del grupo Interbank, propietario de Vivanda y

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Plaza Vea; y las chilenas Cencosud (nuevo dueño de Wong y Metro) y Falabella con Tottus.

El problema y el reto de los merca-dos en las urbes

Paralelamente a la evolución del supermer-cado como una innovación, los mercados tradicionales, conocidos como mercados de abasto, continúan siendo parte funda-mental de la vida de los peruanos. A pesar de la crisis o regímenes, estos continuaron jugando un rol importante en la sociedad. Los supermercados gozan de un gran cre-cimiento en los últimos años gracias a la bonanza económica de nuestro país; sin embargo, aún hoy en día su tasa de pene-tración nacional es baja (no más del 20%). A nivel metropolitano, en Lima y Callao, el nivel de penetración de los supermercados sube a 40% , de modo que el 60% del abas-tecimiento a hogares los hacen los canales tradicionales de mercados de abasto, bode-gas, entre otros.

Los mercados afrontan una serie de defi-ciencias relacionadas a su difícil gestión lo-gística y de recursos humanos (problemas de salubridad, informalidad, precariedad en la infraestructura, etc.). El déficit de atención que viven los mercados desvía la atención de su rol como espacio público al verse desprestigiado por estas deficiencias y podría estar en camino a su desaparición. Pero, ¿por qué mantenerlos vivos? En tan-to espacio público , el mercado trasciende a ser un lugar de intercambio de bienes. Así podemos destacar dos funciones básicas: ser espacio multicultural y ser un espacio de socialización.

En efecto, el mercado puede ser un espacio de intercambio cultural, en el que la gen-te intercambia costumbres y tradiciones. Generalmente uno encuentra distintas realidades: presencia de distintos estra-tos económicos, distinto origen geográfi-co, idioma, entre otros. Muchas veces, los mercados “actúan como punto focal para la localidad, así como un centro de conexio-nes, interconexiones e interacción social” y cuyo mecanismo de expresión es la cultura individual de cada actor que interactúa y aporta (Watson y Studdert, 2006: 11).

La riqueza cultural de los mercados en nuestro país se expresa, además, en la rica oferta de productos, una gran contribución al reconocimiento de la biodiversidad y a la difusión de la gastronomía. El principal rol del mercado es proveer alimentos a las urbes por tradición y todo lo relacionado a garantizarlo -la infraestructura, la distribu-ción- tiene un alto valor cultural (Tangires, 2003), reconocido por quien accede a la

El Mercado como espacio de in-tercambio multicultural

“Las personas se toleran unos a otros cuando se encuentran en el mercado.

Puedes chocarte con una persona y no importa. En ese sentido, puedes conocer

personas, conoces diferentes culturas. Puedo estar comprando vegetales que no

sé como cocinar y la señora de alguna parte de India me dirá cómo cocinar-

lo…”

Mujer Pakistaní entrevistada en el mercado de Queens

(Fuente: Dines y Cattell et al., 2006)

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ciudad como visitante, ya que lo reconoce como parte imprescindible del corredor turístico local: el turista disfruta de la in-fraestructura, busca experimentar platos distintos en los puestos de comida, recorre el espacio en busca de frutos exóticos, con-versa con los vendedores, etc.

Asimismo pueden ser espacios de socia-lización y ayudar a mejorar la calidad de vida de la sociedad, integrar a la ciudad y promover buenas prácticas ciudadanas. Los mercados ayudan a combatir el pro-blema de segregación social y pérdida del tejido social que sufren las ciudades con el proceso de modernización. Uno de los pro-blemas en las ciudades de América Latina es el de la segregación y el encasillamiento de las clases sociales, cuya modernización no ha contribuido a resolver este problema, sino que contribuyó a agravarlo (Segovia y Jordán, 2005), por lo que crecen las des-igualdades de ingresos y de acceso real a las ofertas urbanas entre la población; colecti-vos vulnerables viven en la marginación de guetos o periferias, se pierden o debilitan identidades y referencias o hay crisis de representación política y opacidad de las instituciones que actúan en el territorio (Borja, 2005).

Ante esta pérdida de identidad y fragmen-tación, los mercados constituyen potencia-les espacios de socialización, ya que -desde una perspectiva urbanista- la configura-ción y gestión del espacio público influye en las dinámicas sociales porque integran, promueven prácticas y preservan el tejido social ante la ola privatizadora de la vida diaria y social. La evidencia ha demostrado que en las ciudades en que se han preserva-

do sus mercados públicos, éstos han traído vitalidad para la zona adyacente, permi-tiendo acercar nuevamente a la población hacia los otros espacios públicos cercanos que ofrece la ciudad (The Ford Foundation, 2003: 5).

En este sentido, los mercados son espacios de socialización que impactan tanto en el aspecto cultural como en la seguridad. En los sectores populares, a raíz de problemas como la delincuencia, o la falta de recur-sos, muchos espacios públicos no cumplen su función, pues calles, parques o canchas de fútbol suelen ser ocupados por delin-cuentes, suelen estar poco iluminados, en espacios muy abiertos, etc. Ante esto, los mercados pueden ser lugares relativamen-te seguros para que los ciudadanos puedan conversar, comprar, e interactuar de distin-tas maneras.

(In)acción estatal en los mercados y el aporte privado

El Mercado como espacio de socialización

“A medida que uno va teniendo más tiempo acá, ya tienes esa experiencia

de saber qué tipo de persona se acerca a comprarte, ya sabes cómo es, ya llegas a hablar de más, a veces se han dado casos en que con algunos caseros, ya estableces

una amistad y es algo bonito”.

Alejandra mujer entrevistada en el mercado Comsac

(Fuente: entrevista directa)

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Los mercados son espacios de valor múl-tiple. Su presencia en determinadas zonas puede ser significativo por su valor econó-mico (precio por metro cuadrado), polí-tico (fuente de votos), social (más puntos de encuentro ciudadano), hasta guberna-mental (punto focal para servicios muni-cipales). Sin embargo, como afirma García Calderón (s/f), el Estado busca apoyar con mayor entusiasmo la iniciativa privada tras los supermercados y no apoyar en mismas condiciones a los mercados de abasto.

¿Qué problema existe en priorizar a los su-permercados? El problema radicaría, des-de la posición de algunos, en que el capital privado hace uso del espacio del supermer-cado, pero no se siente parte del entorno territorial, de modo que no necesariamente cumple un rol en el desarrollo local. Los mercados de abasto, por ejemplo, invo-

lucran a las pequeñas empresas y captan jóvenes sin ocupación de los alrededores en los distritos populares, jugando un rol importante en el desarrollo de la localidad.

¿Quiénes son los principales responsables de la gestión regulatoria de los mercados de abasto? Las municipalidades, sin duda. Con la aparición de los grandes mercados, los municipios se convirtieron en los prin-cipales actores de regulación y control de los centros de abasto. A través de las dis-tintas ordenanzas municipales que éstos generen se permite autorizar su funcio-namiento, ordenar el espacio que ocupa, invertir en su mejora, etc. La ley Orgánica de Municipalidades (Ley 27972) define su marco de acción en cuanto competencias exclusivas y compartidas entre municipales provinciales y distritales.

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Fotografía ©PerúD

ebate

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Son constantes los reportes de fiscalización municipal a los mercados, que van desde clausuras, hasta campañas de limpieza y control de balanzas. El cumplimiento de estas obligaciones busca garantizar que los servicios y el espacio físico cumplan están-dares de calidad, liderados generalmente por las Gerencias de Desarrollo Económico de las Municipalidades. Sin embargo, exis-te un problema de fondo: la mayoría de las intervenciones municipales son sanciona-doras y existen pocos incentivos reales para un mejor desempeño de los mercados.

Helen Tangires (2003) menciona que los mercados son el sitio clave para el desarro-llo de una cultura cívica, el terreno común donde los ciudadanos y el gobierno se es-fuerzan por definir los valores comunes de

la comunidad, vitales para generar políticas públicas cívicas frente a lo que denomina economía moral: el esfuerzo por parte del municipio para mantener la salud social y política de su comunidad mediante la regu-lación de la ética del comercio en el merca-do urbano de alimentos.

El desarrollo de políticas públicas a partir de este modelo, que incorporen el entendi-miento de los mercados bajo la idea de un espacio público relevante por su función cultural y social, es muy limitado, pero existe. Son pocas las municipalidades que actualmente trabajan programas de revalo-rización del mercado. Por ejemplo, la Mu-nicipalidad Metropolitana de Lima cuenta con dos importantes programas para mer-cados de abastos:

Tipo de Competencia

Municipalidad Provincial Municipalidad distrital

Exclusiva

Compartida

Regular las normas respecto del acopio, distribución, almacenamiento y comer-cialización de alimentos y bebidas. Establecer las normas respecto del comercio ambulatorio.

Controlar el cumplimiento de las normas de higiene y ordenamiento del acopio, distribu-ción, almacenamiento y comercialización de alimentos y bebidas. Regular y controlar el comercio ambulato-rio, pesos y medidas Promover la construcción, equipamiento y mantenimiento de mercados de abastos, camales, silos, terminales pesqueros y locales similares. Otorgar licencias para la apertura de establecimientos comerciales, industriales y profesionales.

Construir, equipar y mantener, directa-mente o por concesión, mercados de abastos al mayoreo o minoristas.

Realizar programas de apoyo a los productores y pequeños empresarios.

Promover la realización de ferias de productos alimenticios, agropecuarios y artesanales, y apoyar la creación de meca-nismos de comercialización y consumo de productos propios de la localidad

Competencias exclusivas y compartidas de las municipalidades en la regulación de los mercados.

Fuente: Ley Orgánica de Municipalidades

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Mercados competitivos

Tiene como propósito revalorizar los mercados de abastos de Lima metropolitana a través de la implementación de mejoras en la gestión empre-sarial de los mismos a fin de modernizar su funcionamiento y alcanzar adecuados niveles de competitividad.

Mercados saludables

La Promoción de Mercados Saludables es un servicio del Programa Vigilancia Sanitaria de Restaurantes y Alimentos Saludables orientado a verificar la calidad y condición salubre de los alimentos y productos comestibles en general para su comercialización y distribución en los mercados de Lima Cercado y Lima Metropolita-na, mediante inspecciones y análisis de muestras de alimentos y bebidas.

Proyectos de la Municipalidad Metropolitana de Lima para mercados de abastos.

Fuente: Municipalidad Metropolitana de Lima

Tanto Mercados competitivos como Mercados saludables tienen una alta sig-nificancia para la revalorización de los mercados. Estos programas representan iniciativas lideradas por una autoridad metropolitana, por lo que su campo de acción involucra un espacio geográfico amplio y hay un alto nivel de influencia hacia las autoridades distritales hacien-do uso de las competencias compartidas que la Ley Orgánica de Municipalidades menciona. Estas competencias involu-cran a la autoridad metropolitana y a la distrital en el proceso de implementa-ción. Además, el trabajo articulado con la Federación Nacional de Trabajadores de Mercados (FENATM) en la Mesa de Mercados brinda un soporte articulado entre la autoridad y los beneficiarios.

El potencial del mercado es, sobre todo, una oportunidad para la autoridad de atender otros problemas públicos. Un caso particular es el del Municipio de Miraflores con su programa “El casero del Libro” (que cumplirá 8 años de tra-bajo), que promueve la lectura entre co-

merciantes y clientes de los mercados de abastos del distrito. Sin dudar, el merca-do se convierte en un espacio de apren-dizaje y una nueva oportunidad de aten-der otros problemas como la deficiente comprensión lectora en el país, el difícil acceso a material bibliográfico bajo es-tándares, etc.

La iniciativa privada cumple un rol im-portante. Se puede destacar el rol de Fomento de la Vida - FOVIDA, una Or-ganización No Gubernamental sin fines de lucro creada el año 1984 y que trabaja directamente con varias municipalida-des distritales de Lima (Lurín, San Juan de Miraflores, Villa El Salvador, Ate y Lu-rigancho) para generar proyectos comu-nes de mejora de mecanismos de gestión municipal, de desempeño empresarial de los comerciantes, asesoría legal y empre-sarial, de capacitación dirigencial, inci-dencia en políticas públicas (apoyaron el proyecto de ley marco de los mercados de abasto, actualmente archivado) y ges-tión sostenible, competitiva y saludable de los productos a comerciar.

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Por otro lado, la Asociación Peruana de Gastronomía (APEGA) cuenta con un proyecto para mercados de abasto apo-yando a la modernización de mercados de abastos emblemáticos de Lima con la finalidad de que Lima, para el 2021 pue-da ser la Capital Gastronómica de Amé-rica Latina. El resultado más notorio de este proyecto es la renovación del Merca-do Nro. 1 de Surquillo en convenio con la municipalidad y que ha desarrollado capacitaciones sobre calidad de produc-to, marketing, higiene alimentaria y más.

Conclusiones

Los mercados tienen un valor cultural muy importante para la ciudad; cons-tituyendo un espacio de encuentro in-tercultural en tolerancia y aprendizaje mutuo. Además, el mercado es un punto importante en el circuito cultural de la ciudad, por infraestructura, la biodiver-sidad y gastronomía presentes en el es-pacio. Además, el mercado es un espacio natural de socialización, que promueve prácticas ciudadanas, de encuentro e in-teracción entre los individuos frente a la pérdida de identidad y fragmentación. Brinda también soluciones a otros pro-blemas alrededor como la delincuencia.

Las municipalidades son las encargadas de gestionar el mercado. Existen iniciati-vas importantes, pero en pequeña escala (no participan todas las municipalidades y hay pocas iniciativas propias) y aún se requiere incentivar el valor de invertir en

el mercado, no sólo en su infraestructu-ra, sino también en contribuir a forta-lecer las dinámicas internas y externas alrededor del mercado, que forman parte del valor social y público del espacio. Al gestionar los mercados es importante aprovechar el apoyo privado y sindical a la implementación de proyectos.

La subutilización del espacio público es el mayor riesgo y pasivo que puede en-frentar una administración municipal. La existencia de programas municipales

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con la visión anteriormente mostrada no garantiza el máximo aprovechamiento y, muchas veces, si el problema se vuelve insostenible, la autoridad termina por cambiar el giro del espacio público (por ejemplo, La Parada) olvidándose de la función que desempeña, rompiendo con aquellas dinámicas sociales y cul-turales, sin repensar la gestión externa e interna.

Bibliografía

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Borja, Jordi (2005). Revolución y contrarre-volución en la ciudad global.

The Ford Foundation (2003). Public Markets as a vehicle for social integration and upward mobility. New York: Project for Public Spa-ces.

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Marticorena, Manuel (18 de abril de 2014). Las cadenas de supermercados que no so-brevivieron en el Perú. El Comercio, edición digital.

_______________; The social value of public spaces. Joseph Rowntree Foundation.

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Segovia, Olga y Ricardo Jordán (2005). Espa-cios públicos, pobreza y construcción social. Santiago de Chile: CEPAL.

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Publicaciones y enlaces recomendados

Low, Setha y Neil Smith, (2006). The Politics of Public Space. Nueva York: Editorial Routledge.

El espacio público ha dejado de ser espacio democrático para pasar a convertirse en centros de comercio y con-sumo privado, de vigilancia y control policial. Este libro incorpora la movilidad transnacional en la construcción de lo público y del espacio público. Fuente: http://goo.gl/ORml7TEnlace al texto: http://goo.gl/v6MsRy

Ludeña, Wiley; Anna Zucchetti y José García Calderón, (2010). Lima y espacios públicos: perfiles y esta-dística integrada. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad de Arquitectura y Urbanismo.

Ludeña revisa los principales conceptos de espacio público, sus categorías conexas y presenta estadísticas de los diferentes tipos de espacio público y su realidad en Lima y Callao.

Borja, Jordi y Zaida Muxi, (2003). El espacio público: ciudad y ciudadanía. 1ra. edición Barcelona: Electa.

El libro resume diversos enfoques con ejemplos transformadores de espacio público en Europa. La ciudad como nueva organización de las implantaciones desurbanizadas hace necesario encarar los nuevos retos del territorio con una respuesta política: la inserción de los derechos urbanos en la discusión de la ciudad.

Enlace al texto: http://goo.gl/5rDbQd

PerúDebate recomienda...

Orum, Anthony y Zachary Neal, (2009). Common Ground?: Readings and Reflections on Public Space (The Metropolis and Modern Life). Nueva York: Editorial Routledge.

Las investigaciones a menudo adoptan sólo una perspectiva de análisis. Este libro explora cómo el espacio pú-blico puede ser un facilitador del orden civil, un sitio para la energía y la resistencia, y un escenario para el arte, el teatro y el performance.Fuente: http://goo.gl/wZsH00

Vega Centeno, Pablo, (2004). De la barriada a la metropolización: Lima y la teoría urbana en la escena con-temporánea. En: Perú Hoy: las ciudades en el Perú. Lima: DESCO. pp. 45-70.

El estudio explora el desarrollo de las investigaciones urbanas en el Perú a través del proceso de crecimiento de las metrópolis, analizadas, principalmente, por la sociología. El autor busca “revisar brevemente lo producido a fin de poner en relieve algunos temas que a nuestro criterio se trabajaron de manera insuficiente”.

Enlace al texto: http://goo.gl/0XKm8p

Takano, Guillermo y Juan Tokeshi, (2007). Espacio público en la ciudad popular: reflexiones y experiencias desde el Sur. Serie de Estudios Urbanos Nro. 3. Lima: DESCO.

“Un espacio físico abandonado es la más clara expresión del repliegue de lo social y lo político. (…)rescatar ese espacio significa recuperar redes sociales y responsabilidades públicas, esto es, recuperar ciudadanía”. El autor repasa la intervención del Programa Urbano de Desco en distritos de Lima Sur, experiencias realizadas en con-junto con la comunidad organizada y los gobiernos locales.

Fuente: http://goo.gl/BNTJM4Enlace al texto: http://goo.gl/lyiYFf

Page 51: Boletín PerúDebate Año 2 Número 1

PerúDebate recomienda... The Joseph Rowntree Foundation. The social value of public spaces.

Resumen de proyectos de investigación realizados en Inglaterra y Gales, Ken Worpole y Katharine Knox. Explora el uso de espacios públicos tradicionales y nuevos, proporcionando evidencia sobre políticas regenerativas y creación de comunidades sostenibles.

Enlace: http://goo.gl/UkzdM

A sustainting Heritage: Historic Markets, Public Space and Community Revitalization.

Estudio de los mercados como espacio público en perspectiva histórica. Los históricos mercados de Estados Unidos cumplen con el fortalecimiento de las economías de los barrios y distritos, en-riqueciendo la dimensión cultural de los espacios públicos.

Enlace: http://goo.gl/fCMvO4

Punto Edu PUCP: especial sobre espacio público

Presenta perspectivas sobre la crisis del espacio público en Lima. Urbanistas de la PUCP nos expli-can cómo la falta de conciencia por parte de autoridades municipales y los mismos vecinos sobre qué es el espacio público agrava el problema. Fecha: Agosto 2013.

Enlace: http://goo.gl/YJ8uOP

Observatorio Lima Como Vamos - Espacio Público

La sección “Espacio Público” presenta artículos de opinión, entrevistas y notas infor-mativas respecto al tema. Además, cuenta con una definición de espacio público en su barra derecha.

Enlace: http://goo.gl/2tFLnu

Project for Public Space (PPS)

Se trata del eje central del movimiento global “Placemaking”, conectando a la gente con ideas, experiencias y socios que compartan una pasión por la creación de lugares vitales.

Enlace: http://goo.gl/2tFLnu

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www.eldebateestaabierto.org

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