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BOLETIN INFORMATIVO 4 | SEPTIEMBRE 2015 Los especialistas en terapia familiar coinciden en afirmar que una persona saludable es aquella que tiene la capacidad de diferenciarse de su sistema familiar manteniendo el vínculo con los demás miembros de la familia. En muchos casos esto resulta difícil, porque o las personas son muy leales a sus familias y se fusionan con los demás miembros o en otros casos se desconectan de la familia, dejando de ser parte de la dinámica del sistema. Diferenciarse cuesta mucho, porque desde que las personas están pequeñas comienzan a aprender patrones conductuales que se son brindadas por los temas de sus respectivas familias. De este modo, cuando cada cual crece y es adulto ya tiene una configuración emocional que lo hace funcionar en determinada dirección, que generalmente es la que plantea la familia y no el individuo. Hijos que se aíslan de la familia Por: Ramón Emilio Almánzar Psicólogo / Sexólogo / Terapeuta Familiar @REAlmanzar Los hijos que se aíslan del sistema familiar pueden tener sus propias razones y variadas. En este sentido no es bueno generalizar diciendo que siempre que un hijo se aísla es porque se desconectó del sistema familiar, que no correspondiendo con la definición de salud que plantean los terapeutas familiares, entonces no está sano. Lo ideal es explorar cada caso para ver las razones de este aislamiento. Aislarse no necesariamente implica encerrarse, ojo con esto, que no es bueno confundir. Cuando hablamos de aislamiento en terapia familiar, se asume una posición literal de que esta persona asumió una posición funcional de isla, apartado de su familia. Esto no implica que no sea una persona funcional, que crezca como ser humano, que logre sus metas, etc. Sino que, por razones particulares comenzó a caminar su propio sendero. Esta es la excepción a la regla conceptual que define a una persona saludable. En algunos casos, diferenciarse plantea un proceso de separación, de aislamiento, porque permaneciendo conectados con la dinámica familiar no es posible, porque resulta tan tenso, tóxico, contaminante el ambiente que la única salida saludable es caminar solo por un tiempo, como isla, para poder oxigenarse. Este tiempo es fundamental para el crecimiento de las personas cuando sus familias son agobiantes, ya que pueden asumir nuevas destrezas en un proceso de revisión de su historia familiar para aceptarla por un lado, y por otro asumir posiciones saludables y conscientes respecto a cada miembro de su familia.

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B O L E T I N I N F O R M A T I V O 4 | S E P T I E M B R E 2 0 1 5

Los especialistas en terapia familiar coinciden en afirmar que una persona saludable es aquella que tiene la capacidad de diferenciarse de su sistema familiar manteniendo el vínculo con los demás miembros de la familia. En muchos casos esto resulta difícil, porque o las personas son muy leales a sus familias y se fusionan con los demás miembros o en otros casos se desconectan de la familia, dejando de ser parte de la dinámica del sistema.

Diferenciarse cuesta mucho, porque desde que las personas están pequeñas comienzan a aprender patrones conductuales que se son brindadas por los temas de sus respectivas familias. De este modo, cuando cada cual crece y es adulto ya tiene una configuración emocional que lo hace funcionar en determinada dirección, que generalmente es la que plantea la familia y no el individuo.

Hijos que se aíslan de la familiaPor: Ramón Emilio AlmánzarPsicólogo / Sexólogo / Terapeuta Familiar@REAlmanzar

Los hijos que se aíslan del sistema familiar pueden tener sus propias razones y variadas. En este sentido no es bueno generalizar diciendo que siempre que un hijo se aísla es porque se desconectó del sistema familiar, que no correspondiendo con la definición de salud que plantean los terapeutas familiares, entonces no está sano. Lo ideal es explorar cada caso para ver las razones de este aislamiento.

Aislarse no necesariamente implica encerrarse,

ojo con esto, que no es bueno confundir.

Cuando hablamos de aislamiento en terapia familiar, se asume una posición literal de que esta persona asumió una posición funcional de isla, apartado de su familia. Esto no implica que no sea una persona funcional, que crezca como ser humano, que logre

sus metas, etc. Sino que, por razones particulares comenzó a caminar su propio sendero.

Esta es la excepción a la regla conceptual que define a una persona saludable. En algunos casos, diferenciarse plantea un proceso de separación, de aislamiento, porque permaneciendo conectados con la dinámica familiar no es posible, porque resulta tan tenso, tóxico, contaminante el ambiente que la única salida saludable es caminar solo por un tiempo, como isla, para poder oxigenarse. Este tiempo es fundamental para el crecimiento de las personas cuando sus familias son agobiantes, ya que pueden asumir nuevas destrezas en un proceso de revisión de su historia familiar para aceptarla por un lado, y por otro asumir posiciones saludables y conscientes respecto a cada miembro de su familia.

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Cuando la familia no acepta la homosexualidad de un hijo

Por: Patricia ReynaMédico / Terapeuta Familiar

@PatriciaReyna

La familia es el núcleo primario de formación de valores individuales y sociales que permean el sano desarrollo de un individuo. Este aprendizaje y construcción surge de su sistema de creencias, cultura y relación social determinada por las familias de origen y la propia experiencia de los miembros parentales.

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Cuando ejercemos nuestra parentalidad, esta viene carga de expectativas que están estrechamente ligadas a nuestro sistema de creencias y nuestros valores familiares. Muchas de las veces el ideal de lo que esperamos de nuestros hijos no coincide con la realidad de lo que en sí mismos. Este hecho genera una crisis parental y familiar que puede conllevar a destruir la armonía del hogar provocando rechazos, límites rigidez, diferenciación negativa en la relación con los demás hijos, sobreprotección o abandono, pobre comunicación o aislamiento del hijo o hija con el cual se tiene diferencias.

Los cambios son evidentes en la actualidad en las conformaciones de la familia. Estamos ante una realidad diversa de configuraciones familiares que sentimos amenazantes frente a nuestros principios y valores familiares. Este mismo hecho lo vivimos en la construcción de la identidad y orientación sexual de nuestros hijos e hijas. Aquello que desconocemos, resulta amenazante pudiendo generar la reacción de huída (negación, rechazo, abandono) como mecanismo para “cuidar y proteger” nuestra familia y sus miembros.

La ignorancia alimenta los miedos, el miedo es el peor consejero ante la crisis. En estos casos lo mejor es informarse sobre cómo manejar la situación para evitar los conflictos que aparecen en estos casos. En una ocasión recibí una joven de 18 años, formada en una familia conservador católica, vino a la consulta por no saber como revelar a papa y mamá que es lesbiana desde hace muchos años, viene acompañada de su pareja.

Ambas refieren tener temor de la reacción del padre ante la noticia, pues en una ocasión el padre intuyendo la realidad sexual de su hija (aunque sin aceptarla abiertamente) se presenta a una fiesta y la ve junto a su pareja actual, reaccionando ante la mirada de todos con una golpiza a su propia hija, la cual terminó arrastrada hasta el vehículo, maltratada y avergonzada hasta su casa.

Este ejemplo extremo de la realidad que viven muchos de nuestros hijos, reflejan como la impresión de los padres y madres puede degenerar en daños emocionales y físicos permanentes. La incomprensión familiar daña la salud de los hijos e hijas con una orientación sexual no aceptada por su entorno. En estos casos la familia pasa de ser un núcleo protector a un factor de riesgo en sí misma, aumentando el riesgo de depresión, suicidio, abuso de sustancias y conductas sexuales de alto riesgo.

El impacto a la salud mental fue evidenciado en un estudio realizado en el Instituto César E. Chávez de la Universidad del Estado de San Francisco sobre el “Rechazo familiar como factor predictivo de consecuencias negativas para la salud de jóvenes lesbianas, gays y homosexuales blancos y latinos” muestra como perjudica drásticamente el rechazo familiar a la salud mental frente al grupo que recibió el respaldo familiar, teniendo 8,4 veces más inclinación al suicidio, 5,9 veces mayor propensión a sufrir altos niveles de depresión, 3,4 veces mayor tendencia al consumo de drogas ilegales y 3,4 mayor probabilidad de incurrir en prácticas sexuales de riesgo.

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Cuando no aceptamos la homosexualidad de un

hijo tenemos el desafío de elegir el tipo de parentalidad

que ejerceremos, teniendo en cuenta el impacto que

representa nuestra elección en el sano desarrollo de

nuestros hijos e hijas.

¿Cuáles luchas internas debemos enfrentar antes de tomar una decisión?

• “Protección” a los hijos en la anulación o negación de su identidad sexual. El apoyo y aceptación familiar fomenta el desarrollo de su autoestima.

• La “Vergüenza” de reconocer y aceptar la homosexualidad de su hijo fomentando el secreto familiar, estigmatizando el hecho en los entornos de desarrollo social (familia extendida, escuela, amigos). No preste atención al que dirán y ponga en práctica el amor que tiene por sus hijos para que aprendan ellos mismos a aceptarse y apreciarse, aprendiendo autocuidado físico, psicológico, emocional y social.

• Enfrentar los sentimientos de choque, desilusión, culpa enojo, o aversión. Es necesario comprender que nuestros hijos no eligen ser homosexuales, enfrentándose a una lucha difícil por el hecho de ser “diferentes” e incomprendidos frente a lucha social que vive la diversidad en nuestra cultura y sistema de creencias.

Debemos tratar de colocarnos en el lugar de nuestros hijos y buscar comprender hasta con la ayuda de un terapeuta. Entender que esto no es una amenaza a los valores morales o familiares, ni a la perversión de su persona, sino que son individuos que merecen nuestro amor y respeto, nuestra orientación como padres, tener una comunicación fluida, preguntar lo que necesitemos para entenderlos y apoyarlos frente a sus necesidades y temores, tratando de no hacer comentarios negativos.

Siempre es beneficioso buscar apoyo en una comunidad de padres y madres, de nuestro bienestar depende su bienestar físico y emocional. El soporte social contribuye a un mejor estado de salud familiar.

La familia es un apoyo y no un obstáculo, con la capacidad de enfrentar las situaciones y con acompañamiento explotar sus recursos para encarar y superarlas con éxito. Brindemos amor, aceptación y respeto buscando comprender con ayuda de un profesional los hechos que no entendemos.

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Cuando los hijos desafían a los padresPor: Irene García RodríguezPsicóloga / Terapeuta Familiar y de Pareja.

consideramos importante para su salud, su seguridad, su bienestar o su adaptación social. No es extraño que en esos momentos muchos papás y mamás experimenten sentimientos de impotencia y se pregunten si no tendrán razón aquéllos que continúan opinando que “nada es tan útil como una pela a tiempo”.

El hecho es que, aunque seguimos siendo principales responsables de la adaptación personal y social de nuestros hijos, muchas cosas han cambiado desde la época en la cual la amenaza, el castigo físico y otras formas de coerción eran justificados como procedimientos educativos. Básicamente han cambiado las creencias relativas a los derechos de los niños y adolescentes y, con ello, las que concedieron a los padres atribuciones irrestrictas para lograr el control de sus comportamientos.

También se han conocido los nefastos efectos de la humillación y el miedo,

a los cuales apeló la función normativa tradicional, sobre

el desarrollo psicosocial de aquéllos. Hoy en día, además de sensibilizarlos e informarlos en relación a estos aspectos, los profesionales de la

conducta se esfuerzan en entrenar a los padres en la

utilización de recursos tales como el razonamiento, la

negociación y el incentivo, entre

otras herramientas facilitadoras de un ejercicio de sus roles simultáneamente afectuoso y responsable.

Por otra parte, esta nueva manera de asumir la parentalidad aparece asimismo inscrita en importantes cambios atinentes a la concepción de la familia, que actualmente se distancia del modelo tradicional, rígido y autoritario. En el marco del respeto a la individualidad de todos sus miembros la familia que entendemos hoy, cuando enfrenta el desafío de un hijo, lo acepta como expresión de sus diferencias y esta disidencia es susceptible a discusión, negociación y acuerdos. Aun en el caso de que la resolución final del conflicto se vea obligada a depender de una decisión de los padres, una jerarquía sustentada más en el afecto y la confianza que en la imposición arbitraria facilita la posterior superación de los elementos de frustración y resentimiento a través de la comunicación del grupo.

Sin embargo, existen ocasiones en las cuales el comportamiento desafiante a la autoridad parental por parte de uno de los hijos se presenta de manera recurrente y es percibido como un factor de riesgo a su propio desarrollo y a las relaciones familiares. En estos casos es posible evaluar esta conducta como manifestación de dificultades en la dinámica interaccional del grupo total y la atención clínica más efectiva corresponderá a la consulta de un psicoterapeuta familiar.

No importa si se trata de un adolescente fornido o de una criatura cuya estatura apenas sobrepasa la altura de nuestras rodillas. Lo cierto es que pocos de los retos que hoy en día enfrentamos como padres logra hacernos sentir más desasistidos que ese definitivo “no quiero” de uno de nuestros hijos cuando se resiste a acatar una norma de conducta que

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Por: Ana Simó Psicóloga. Terapeuta Sexual, Familiar y de Pareja@AnaSimo

entre hermanosRivalidad

Muchos padres manifiestan que no entienden el por qué

la diferencia tan abismal entre sus hijos si han sido

criados bajo el mismo techo

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Para un terapeuta familiar es muy conocido el trabajo terapéutico donde el tema principal es la rivalidad entre hermanos, aunque los padres traten de minimizar muchas veces justificando el comportamiento de uno, se puede descubrir que existe una diferencia de creencias y accionar contradictorio que lleva a la familia muchas veces a crear alianzas entre sus miembros, lo que produce que se mantenga el conflicto.

Entre las razones por las cuales figura una rivalidad esta la preferencia de uno de los hermanos por los progenitores, el sentimiento de culpa o pena con que se desarrolla la vida de uno de los hijos, como el tipo de nacimiento (prematuro, enfermo, nacer en un momento en que se viva una crisis matrimonial o económica).

Es muy frecuente en una familia donde hay más de un hijo ver algunos problemas en cuanto a la convivencia. Como por ejemplo, entre los hermanos suelen suceder que toman cosas prestadas, y no siempre las devuelven en las mejores condiciones, hay quienes ni siquiera la devuelven, como también la diferencia en la personalidad, por eso vemos hermanos compartiendo la habitación con gustos tan diferentes y no llegan nunca a ponerse de acuerdo

en el manejo del orden, la limpieza o sobre los horarios para descansar o divertirse, provocando muchas veces las burlas y el rechazo ante actividades que se deban compartir.

Muchos padres manifiestan que no entienden el por qué la diferencia tan abismal entre sus hijos si han sido criados bajo el mismo techo, bajo las mismas reglas, que esa competencia y conflicto no son aceptados por ellos pues entienden que entre hermanos no debería existir diferencias y definitivamente esto si ocurre.

Hay hijos que se sienten abusados por sus padres, pues son los que llevan mayor responsabilidad en comparación con otros hermanos, muchas veces ven que los demás disfrutan de ciertos privilegios que a ellos no se los ofertan o se le niega, por lo que éste hijo sentirá celos.

También he visto en consulta que entre los hermanos muchas veces se desarrolla la envidia y el hijo que así lo siente, buscará la forma de opacar al otro, pero repitiendo las conductas aprendidas por su hermano, buscando la forma de manipular a los progenitores para que lo vean como víctima y así poder realizar sus metas.

Y es que quizás los padres cometen el error de marcar esta diferencia no por amar más a uno, sino por entender que ese que resuelve es más fuerte, ha tenido mejor suerte en la vida o porque ellos entienden este hijo puede asumir más por ser el mayor, en cambio, al hijo envidioso, lo ven como aquel que necesita mayor atención y cuidados.

La rivalidad puede llevar a que entre los hermanos exista una competencia que no necesariamente sea mala, todo dependerá de hasta qué grado afecta su desempeño en la vida, aunque un poco de diferencia enseña a lidiar con los conflictos que seguirán surgiendo, también contribuirá a que necesiten esforzarse más por el logro de sus objetivos.

Lo importante, es que los padres nunca se parcialicen ante estas dificultades entre sus hijos, es bueno que cada uno sienta que es escuchado y respetado. Como máxima autoridad deben buscar la forma de enseñarles a mediar ante las situaciones difíciles, además este será un buen momento para enseñarles sobre la importancia del perdón y la aceptación.

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Para poder entender la magnitud de la problemática que genera esta situación dentro de la estructura familiar se hace esencial conocer el esquema que conforma un sistema familiar saludable.

La familia está constituida por dos grupos o subsistemas que son; el grupo conformado por los padres y el conformado por los hijos, ambos grupos pertenecen a diferentes categorías por lo tanto tienen diferentes roles, obligaciones y responsabilidades.

Cuando uno de los padres no comprende a qué grupo pertenece, le permite a uno de los hijos o a los hijos que se involucren en los asuntos de los padres ocasionando una dinámica familiar disfuncional donde las categorías se mezclan, los límites entre los grupos no están claros ni los roles de cada miembro de la familia están definidos.

Familia donde los

hijos se involucran

en los temas de

los padres

Esta distorsión de las posiciones dentro del sistema ocasionará que el hijo afectado abandone el grupo de sus iguales (hermanos), confundiéndose sobre el lugar que ocupa dentro de la estructura familiar pensara y actuará como si perteneciera al grupo de los padres.

En este caso se hace evidente la falta de poner límites claros y precisos por parte de uno de los padres, siempre habrá cosas que los hijos no deben saber ni, escuchar ni de hacer, para de este modo mantener los niveles de jerarquía ya les llegará el momento a los hijos de ocupar puesto ejecutivo, cuando formen su familia nuclear.

La imposibilidad por parte de uno de los padres de mantenerse en el subsistema que le corresponde, es algo muy común en nuestras familias, se observa en adultos con mucha inmadurez emocional y carencias afectivas que arrastran de su familia de origen.

Esta conducta de no respetar los espacios que le corresponde a cada miembro de la familia, ni las jerarquía y el no tener límites claros dentro de la estructura familiar, le imposibilita al hijo afectado la capacidad de involucrarse de manera sana con sus iguales así como de mantener relaciones conflictivas con sus figuras de autoridad, creándole la sensación de no pertenecer a ningún grupo.

Por: Rossanna RamírezPsiquiatra. Terapeuta Familiar@RossannaRamire1