boletin de valores infant y junior 1er bimestre 2013 - 2014
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Cuadro de ejes transversales y valores
Estamos en esa época del año, donde muchos de nuestros niños y niñas e incluso adultos estamos viviendo el regre-so a clases. Es una época de ajustes, crecimiento y transición: Los profesores y estudiantes hacen ajustes entre sí, los padres también deben ajustarse a nuevos horarios…e incluso es probable que usted tenga que ajustar su rutina de la mañana por todo el tráfico escolar. Cambiar, aprender y hacer ajustes son parte de la vida, y son parte del cre-cimiento. Con demasiada frecuencia, nos estancamos y nos resistimos al cambio, y preferimos quedarnos “instalados” donde estamos.
Cabe entonces la pregunta: ¿Será que hay un área en usted o en sus hijos e hijas en la que necesitan hacer mejoras? ¿Habrá algo que usted pueda hacer para afinar sus habilidades? ¿Será que por falta de herramientas o información ha estado aplazando estos cambios tan necesarios? Quizás sea tiempo de regresar a la escuela de la vida y aprender nuevas estrategias. No podemos esperar progreso y mejora en nuestra realidad si no estamos abiertos al cambio.
Si estimulamos en nosotros y en nuestros hijos e hijas los valores del trabajo, la excelencia y la tolerancia, estaremos abier tos a buscar oportunidades de aprender y crecer. Estos valores serán para ellos, y para nosotros mismos, como una consigna que nos invite a dejar ir lo viejo, para hacer espacio a lo nuevo dando apertura a nuevas oportunida-des para aprender y crecer.
Educación Moral y Cívica:
Moral
Conocimiento
Disciplina
Excelencia
Civismo
Identidad Cultural
Trabajo
Educación en Derechos
Humanos:
Autenticidad
Tolerancia
PRIMER BIMESTRE 2013-2014
Buscando la excelencia Revista de valores #1 Infants y Juniors
Colegio Salvadoreño Inglés
Contenido:
Acomodándonos a lo incómodo: enseñe-
mos a trabajar BIEN……………... Pag.2
Somos lo que hacemos cada
día…………………………………….Pag.3
Pequeña guía para aprender a escu-
char…………………………………..Pag.4
Sitios de contacto, sitios de enlace y
contactos……………………………. Pag.5
Muchos padres y madres de familia, evocan escenas de caos, llanto, ruego y desgano
con solo escuchar la palabra “tarea” en la boca de sus hijos e hijas. Por otro lado, mu-
chos escuchamos de boca de nuestros padres en nuestra que “el único trabajo que tiene
un estudiante, es estudiar!” ¿recuerda eso?
En los ambientes educativos se habla mucho del esfuerzo, y a menudo se entiende en
términos del trabajo intelectual. Esto es cierto, pero hay que tomar en cuenta que traba-
jar por rendir bien tiene un papel más vital que el simple éxito académico. En
realidad, es un factor fundamental para alcanzar la madurez como persona.
¿Cómo enseñar a nuestros niños/as a esforzarse en “su trabajo”?
Podríamos pensar que el esfuerzo se aprende sobre todo en el colegio. Sin embargo, el principal lugar para este impor-
tante aprendizaje es la familia. Todas las virtudes necesarias para tener éxito en la vida (profesionalmente, al fundar
una familia, forjar amistades duraderas,...etc) se adquieren en un ambiente de cariño y exigencia proporcionados por la
vida familiar de cada niño/a. La educación en hábitos empieza cuando los niño/a están recién nacidos, pero entre los
seis y los doce años tiene lugar el “periodo sensitivo” de la educación en hábitos propiamente dicha, como la laboriosi-
dad, la responsabilidad, el trabajo etc,...
El esfuerzo en el trabajo es un motor. Si un niño o niña se deja llevar por lo que le apetece en cada momento, posible-
mente no estudiará, no ayudará en casa, no ordenará su cuarto, no se dispondrá a hacer tareas... y cuando sea un adulto
no sabrá enfrentarse a las dificultades y contratiempos. Difícilmente sabrá mantenerse en un trabajo cuando se le pre-
senten retos, ni valorará el resultado exitoso como fruto de su dedicación, etc.
Aunque todavía los vemos muy pequeños, los padres y madres tenemos que tomar conciencia de que la clave no es
ahorrarles a los niños y niñas el mínimo sufrimiento, sino proporcionarles momentos que le reflejen su independencia y
capacidad. Un ejemplo sencillo y cotidiano: Es mejor que el niño o la niña lleve sus libros, porque es perfectamente
capaz y porque son sus libros. Si no, lo que parece
una ayuda, se convierte en obstáculo: una persona
que no ha tenido oportunidades de esforzarse carece
de la seguridad y autoestima que se requiere para
realizar un buen trabajo, con resultados óptimos.
. Un ejemplo sencillo y cotidiano: Es mejor que el niño lleve sus libros, porque es perfectamente ca-paz y porque son SUS libros. Si no, lo que parece
Hay que tener en cuenta que los niños y niñas viven el presente, les cuesta pensar en el futuro. Por eso hay que buscar
motivaciones que les resulten cercanas. Probablemente no les motive escuchar que sus padres quieren que “sea una per-
sona de provecho el día de mañana”…pero sí logrará motivarlos al trabajo el recordarle que si quiere salir con sus ami-
gos, primero tiene que estudiar el tiempo establecido en el horario de casa.
No hace falta pensar situaciones excepcionales para estimular el valor al trabajo: levantarse a la hora, cumplir el hora-
rio, comer de todo, ordenar la habitación, terminar lo que se empieza, practicar algún deporte...son ocasiones cotidianas
para crecer en este terreno. La conclusión de esta reflexión podría ser, una vez más, que los adultos que somos quienes
vamos por delante, seamos fuente de inspiración: si nosotros nos esforzamos, ellos se dan cuenta, aunque no se lo diga-
mos, y nuestro ejemplo será el impulso que ellos necesitan para dar lo mejor de si.
Busque motivaciones cercanas...
La frase de título, la dio a luz hace mu-
chos años el filósofo griego Aristóteles,
pero también podría haber salido de los
labios de Nick Vujicic. Él nació con el
síndrome de tetra-amélia, el cual se ca-
racteriza por la falta de extremidades
inferiores y superiores. Al ir creciendo, el
condado en el que vivía le prohibió que
asistiera a una escuela regular debido a
sus discapacidades físicas (a pesar de que
sus capacidades mentales siempre fue-
ron totalmente normales). Más tarde,
las leyes del estado australiano cam-
biaron, y Nick se convirtió en uno de los
primeros estudiantes discapacitados en
integrarse a escuelas regulares. En la men-
te de Nick Vuijic podría haberse justifica-
do el “yo no puedo” , pero su decisión a
trabajar por alcanzar la excelencia en
su crecimiento personal lo llevó a hacer
cosas inimaginables…
La excelencia, es la caracter ística de hacer las cosas de manera óptima. Cuando so-
mos excelentes, hacemos las cosas bien sin ninguna excusa, sobresalimos de la mediocr idad, estamos por delan-
te de los que hacen todo “a medias”.
Muchos podrán excusarse al pensar que “la excelencia lleva al perfeccionismo”, asegurando que el perfeccionismo no
es una virtud, es más bien un defecto. Pero la diferencia es marcada: el perfeccionismo nace de mi comparación con
otros, muchas veces motivado por el “qué dirán”; mientras que la excelencia nace de la motivación interna de mejorar
uno mismo. La excelencia nos impulsa a ser mejores cada día, no por competir con otros, sino por ponernos en reto a
nosotros mismos para crecer, para llegar más lejos.
Motivador personal Deportista
Autor
Esposo Padre
¿Qué aspectos estimular en nuestros hijos/as para enseñarles a trabajar
en excelencia?
Dedicar el tiempo necesario a cada tarea, organizándose para evitar el tener que trabajar con prisa.
Enseñe a sentir satisfacción de hacer las cosa con dedicación, reconociendo verbalmente las características de esa tarea bien hecha. Por ejemplo: “Este trabajo que vas a presentar va muy completo, te felicito por haber investigado tanto. Es muy enriquecedor, yo no sabía que x cosa, había sucedido en esa época.”
Cree el hábito de revisar: una vez acabado el trabajo, con toda atención y cuidado volver a verlo para, si cabe, me-jorarlo, pero sin caer en la obsesión paralizadora por la perfección.
Enséñele que en cada error es una oportunidad de aprender. Sustituya la palabra “corrección” por “sugerencia” ej. “quiero leer tu tarea para hacerte algunas sugerencias de redacción”. Oír los juicios de sus profesores/as o de sus padres sobre lo que hacen debe ser constructivo. De esta manera serán fuente segura de consejos para mejorar y crecer en excelencia, alcanzando alturas inimaginables.
Una pequeña guía para manejar el arte de escuchar
En algunas ocasiones, podríamos sentir que en la familia estamos
desconectados unos de otros. Pero, hay una razón de peso por la
que esto podría estar sucediendo. Quizás esto sea más obvio al
observar a dos personas mientras sostienen una conversación. Du-
rante la plática, la mayoría de las personas no estamos verdadera-
mente escuchando lo que el otro está diciendo. Por supuesto que
oímos las palabras, pero eso es muy diferente a escuchar con aten-
ción.
La causa de esto es que en realidad no hemos aprendido a comunicarnos genuinamente en la familia. Escuchar signifi-
ca entender el significado detrás de las palabras. Significa estar totalmente absorto en lo que mis hijos/as o mi cónyuge
está diciendo. Significa incluso, prestar atención a lo que se dice con el lenguaje corporal. Muchas veces, no prestamos
atención porque lo que tienen para decirnos no es tan agradable.
La tolerancia es el respeto o consideración hacia las opiniones y prácticas de otros, aunque sean diferentes a las
nuestras. Esta actitud es la expresión más clara del respeto por los demás, por tanto, es un valor fundamental para la
convivencia familiar. Este valor, tiene que ver con reconocer que los otros también son seres humanos (cónyuge, hijos/
as, empleados/as, jefes/as etc.) con derecho a ser aceptados en su individualidad (de carácter, opinión, gustos, prácticas
etc.) Cuando se presentan conflictos, las personas tolerantes prefieren dialogar con sus oponentes y buscar puntos de
acuerdo.
¿Cómo puedo aprender a escuchar a mi la familia?
Activando nuestro deseo de aprender. Una conversación, (con nuestro cónyuge, hijos/as, compañeros,
empleados) es siempre una oportunidad de aprender algo nuevo. La razón por la que en ocasiones sólo oímos y
no escuchamos, es porque no estamos genuinamente interesados sobre la historia del otro. Para escuchar genui-
namente necesitamos cultivar el deseo de aprender y de entender.
Mantenga una mente abierta: muchas veces, nuestras creencias (“qué puedo aprender de un niño/a?” “Él/
ella siempre me cuenta lo mismo”) bloquea las nuevas ideas que entran en nuestra mente. Unido a esto, nues-
tros propios conceptos dan color a lo que el otro está intentando decir. Por tanto, al escuchar a alguien, deje sus
sistemas de creencias a un lado por un rato, para mantener tu actitud de escucha abierta.
Sea receptivo: muchas veces, mientras el otro habla, inter rumpimos sin dejar que digan lo que quieren
expresar. Buscamos constantemente por una oportunidad de añadir lo que tenemos para decir, sin permitirle al
otro expresar sus pensamientos, vivencias o emociones. Como resultado, nunca llegamos a entendernos. Por
eso, mientras tenga una conversación, asegúrese de no interrumpir y detenga su intensión de resolver el proble-
ma. Sólo escuche.
Sea paciente: generalmente andamos de pr isas y no tenemos tiempo para reunirnos y escucharnos unos a
otros. Aún si lo hacemos, es tan rápido que no captamos lo importante, no nos permitimos llegar a la mente del
otro. De ahora en adelante cuando tenga una conversación, no apure el momento, ponga en práctica las reco-
mendaciones anteriores y deje que fluya la conversación. Verá cuanto descubre de quienes tiene alrededor.
Programa de Valores, elaborado por:
Lic. Evelyn Anaya
Revisión técnica:
Lic. Concepción Paz de Arias,
Dr. José Mario Arias,
Equipo Técnico.
Contenido de Boletín de Valores para
Infant y Junior:
Lic. Idalia Ríos
Sitios de Enlace:
www.ecosvisiones.cl/información/amorfam
ilia
http://productividadpersonal.es/definiendo-
valores-personales-la-
excelencia/#sthash.KLCI2LvD.dpuf
www.guiadelnino.com/educacion/juegos-
para-aprender-valores/juegos-para-
aprender-la-tolerancia
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¿Sa
bía
s q
ue…
? Existen estudios que sostienen que en la formación de va-
lores como la excelencia, el trabajo y la tolerancia, influ-
yen tanto la herencia genética como la educación, pero en
distinta proporción.
En el ámbito físico, como por ejemplo en la práctica de un
deporte, la herencia puede pesar hasta un 80%, mientras
que la educación ronda el 20%. Esto significa que si no
hemos nacido especialmente dotados para los deportes,
será bueno que de todos modos los practiquemos, no para
aspirar a ser deportistas de élite, sino por su gran contenido
formativo.
En el ámbito de la voluntad, la herencia llega al 20% y la educación al 80%. En este terreno, lo prioritario
es la educación, no los genes, lo cual es una llamada al optimismo a la vez que a la responsabilidad: no se
trata de que el niño o la niña haya heredado “el mal genio de su abuela” o de que sea “vago como su tío
Julio”:.. Ellos serán lo que nosotros le ayudemos a ser, no lo que ha recibido genéticamente.