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BOLETIN de Ia Oficina Sanitaria Panamericana Año 34 b Val. XXXVIII b Junio, 1955 b No. 6 INMUNIDAD EN LA POLIOR!IIELITIS, CON ESPECL%L RELACION A LA VACUNACION* A. B. SABIN, M.D. Prqfesor de Investigaciones en Pediatria, Colegio de Medicina de la Universidad de Cincinnati, Fundación de Investigaciones del Hospital de Niños, Cincinnati 29, Ohio, Estados Unidos de América El propósito de esta parte de la mono- grafía es presentar un resumen de nuestros conocimientos actuales sobre la inmunidad a la poliomielitis como consecuencia de la infección natural en los seres humanos, y de la infección experimental e inmunización en los animales. Se tratará de distinguir entre los procesos de inmunización que previenen la infección y los que sólo previenen las consecuencias paralíticas de la infección. La prevención de las secuelas paralíticas es de particular importancia en la consideración del problema de la inmunización artificial, mientras que la prevención total de la in- fección es de significación especial para cualquier consideración sobre la epidemio- logía de la enfermedad y la perpetuación de los virus de la poliomielitis en la naturaleza. Sólo fué posible una consideración razona- * Los estudios en que se basa este escrito fueron facilitados por donaciones de la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil, Inc., de Nueva York, Estados Unidos de América. Los artículos que van de la página 577 a la 671 inclusive, de este Boletin, se publicaron en inglés en la Series de Monografías No. 26 de la OMS. En futuros números del Boletín aparecerán los artículos “Epidemiología de la Poliomielitis” por John R. Paul, y “Frecuencia de la Poliomielitis desde 1920” por Matthieu-Jean Freyche y Johan- nes Nielsen, que figuran también en la mencionada monografía. ble sobre los distintos aspectos de la inmu- nidad en poliomielitis después de demostrar en 1951, que todas las cepas conocidas del virus de la poliomielitis de varias partes del mundo corresponden a tres grandes grupos de inmunización, denominados ahora común- mente como tipo 1 (Brunhilde), tipo 2 (Lansing) y tipo 3 (Leon). Otra considera- ción importante es que se ha observado que los virus del tipo 1 (Fig. 1) son causantes de la mayoría de las grandes epidemias, los virus del tipo 3 (Fig. 2) han est,ado ocasional- mente ligados a grandes brotes mientras que aún no se ha hallado que un brot,e epidémico o violento de poliomielitis clínicamente identificado, se deba al tipo 2.13. l5 INMUNIDAD EN EL HOMBRE RESPUESTA DE ANTICUERPOS A LA INFECCION CLINICAMENTE RECONOCIDA Transcurrieron casi 40 años entre el des- cubrimiento del virus causante de la polio- mielitis y la demostración de que la respuesta de anticuerpos a la infección humana, sigue el patrón clásico observado en otras enfermedades virales. Esta prolon- gada demora se debió no sólo a la falta de conocimientos relacionados con la multipli- cidad de tipos inmunológicos, sino más aun quizás al empleo de métodos cuantitativos 577

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BOLETIN de Ia

Oficina Sanitaria Panamericana

Año 34 b Val. XXXVIII b Junio, 1955 b No. 6

INMUNIDAD EN LA POLIOR!IIELITIS, CON ESPECL%L RELACION A LA VACUNACION*

A. B. SABIN, M.D.

Prqfesor de Investigaciones en Pediatria, Colegio de Medicina de la Universidad de Cincinnati, Fundación de Investigaciones del Hospital de Niños, Cincinnati 29, Ohio, Estados Unidos de América

El propósito de esta parte de la mono- grafía es presentar un resumen de nuestros conocimientos actuales sobre la inmunidad a la poliomielitis como consecuencia de la infección natural en los seres humanos, y de la infección experimental e inmunización en los animales. Se tratará de distinguir entre los procesos de inmunización que previenen la infección y los que sólo previenen las consecuencias paralíticas de la infección. La prevención de las secuelas paralíticas es de particular importancia en la consideración del problema de la inmunización artificial, mientras que la prevención total de la in- fección es de significación especial para cualquier consideración sobre la epidemio- logía de la enfermedad y la perpetuación de los virus de la poliomielitis en la naturaleza.

Sólo fué posible una consideración razona-

* Los estudios en que se basa este escrito fueron facilitados por donaciones de la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil, Inc., de Nueva York, Estados Unidos de América.

Los artículos que van de la página 577 a la 671 inclusive, de este Boletin, se publicaron en inglés en la Series de Monografías No. 26 de la OMS. En futuros números del Boletín aparecerán los artículos “Epidemiología de la Poliomielitis” por John R. Paul, y “Frecuencia de la Poliomielitis desde 1920” por Matthieu-Jean Freyche y Johan- nes Nielsen, que figuran también en la mencionada monografía.

ble sobre los distintos aspectos de la inmu- nidad en poliomielitis después de demostrar en 1951, que todas las cepas conocidas del virus de la poliomielitis de varias partes del mundo corresponden a tres grandes grupos de inmunización, denominados ahora común- mente como tipo 1 (Brunhilde), tipo 2 (Lansing) y tipo 3 (Leon). Otra considera- ción importante es que se ha observado que los virus del tipo 1 (Fig. 1) son causantes de la mayoría de las grandes epidemias, los virus del tipo 3 (Fig. 2) han est,ado ocasional- mente ligados a grandes brotes mientras que aún no se ha hallado que un brot,e epidémico o violento de poliomielitis clínicamente identificado, se deba al tipo 2.13. l5

INMUNIDAD EN EL HOMBRE

RESPUESTA DE ANTICUERPOS A LA INFECCION CLINICAMENTE

RECONOCIDA

Transcurrieron casi 40 años entre el des- cubrimiento del virus causante de la polio- mielitis y la demostración de que la respuesta de anticuerpos a la infección humana, sigue el patrón clásico observado en otras enfermedades virales. Esta prolon- gada demora se debió no sólo a la falta de conocimientos relacionados con la multipli- cidad de tipos inmunológicos, sino más aun quizás al empleo de métodos cuantitativos

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578 BOLETIS DE LA OFICIX.4 SASITARI.4 P.4NAMERIC.4S.4

FIG. l.-Virus tipo 1 de la poliomielitis (Cepa Mahoney)

359, con la m~toriznción de los editores.

inadecuados para la demostración de anti- cuerpos, que difirieron el conocimiento de que los anticuerpos para el tipo de virus in- fectante pueden aparecer en el mismo co- mienzo de la. enfermedad clínica. Durante muchos anos las pruebas de anticuerpos se realizaron con unas pocas cepas “standard” de virus, que ahora sabemos, eran en su mayoría del tipo 2; cuando se emplearon las llamadas “cepas epidémicas”, los ensavos . se realizaron ya con cant idades indet,ermina- das de virus o solament’e con especímenes de suero sin diluir de la, fase aguda o de la convalecencia. So es por lo tanto sorpren- dente que esto diera ba’se al criterio de que en la ma.yoría de los pacientes con polio- mielit,is o bien no había anticuerpos en el suero de la. fa.se aguda ni de la convalecencia, 0 que había más 0 menos la “misma canti-

dad” en ambas.R 7 In 1 x Los primeros estudios cuantitativos con cepas de virus recobrado del aparato digestivo de los pacientes cuyos sueros habían sido examinados, fueron lleva- dos a cabo por Hammon y Robertsz3 y Steigman y Sabin.@ Estos estudios, que se realizaron antes de la “era del cultivo de w tejidos” a elevado costo en gran cantidad de monos, demost6raron claramente que, con algunas excepciones, los anticuerpos para la cepa del virus infectante ya se hallaban en el suero de los pacientes apenas transcurridas 12 horas de la aparicion de los primeros sín- tomas y antes de la manifestación de la parálisis,@ y luego continuaron aumentando su título durante un período de varias se- manas. La observación de Steigman y Sabin@ que, en pruebas con sueros sin diluir ante diferentes cantidades de virus, los sueros de

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Junio 19551 IXMUSID.4D T V;\CUNrlCIOS

Frc;. 2.-1’iru.s tipo 3 de la poliomielitis ((‘epa Leon)

579

Somhrwdo con oro-manganina Aumento 37.000X

Tomado de Sabin, A. B., Hennessen. A., y Warren, J. (1054): Proc. Soc. Exp. &ol (N Y . . . con la autorización de los editores.

la fase aguda así wrno los dc la fase de la convalecencia neutralizaron (‘on frecuencia ciertas cantidades nláxinlas del propio virus

del paciente, explica algunos de los incom- prensibles resultados de los primeros anos, cuando este método era comúnmente em- pleado. Fué sólo cualrdo se probaron dis- tintas diluciones dc sueros contra una canti- dad constante apropiada de virus que se pudo demostrar el patrcín clásico del au- mento de anticuerpos específicos durante la convalecencia. En general, el aumento de anticuerpos neutralizantes estuvo limitado al Cpo del \-irus infectante. Sin embargo, también se observaron dos variedades en la respuesta de anticuerpos neutralizantes hete- rotípicos. En una variedad, alrededor del 25 por ciento de los pacientes (G de 24) de- sarrollaron anticuerpos del tipo 2 entre uno

y tres meses después del c*omienzo de la enfermedad clínica, debida a otro Cpo de virus.62 A causa del largo intervalo, esto fu6 interpretado como una subsiguiente infec- ción no aparente, con virus del tipo 2, ya fuera en el hospit,al o en el medio en que vivía el paciente. La otra variedad de respuesta de los ant’icuerpos neutralizantes heterot,ípicos, fué observada por Sabin50 en ll de los 18 pacient’es en quienes se obtuvo virus de poliomielit’is del tipo 1, durante la fase aguda de su enfermedad; en estos casos los anticuerpos neutralizant.es de tipo 2 o bien se presentaron desde un principio (en 6 de 12), o aumentaron su t’ítulo consi- derablemente durant’e las primeras dos a cuatro semanas siguientes, y luego, o bien desaparecieron completamente o disminu- yeron en tít.ulo pasados unos tres meses del

1 85, 359

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580 DOLETIN DE LA OFICINA SANIT.4RIh PAN.?MERIC.kNh

comienzo de la enfermctdad, mientras que los anticuerpos homotípicos persistieron en título elevado. Estos resultados fueron inter- pretados como indicadores de una respuesta mínima y transitoria de los anticuerpos heterotípicos basándose en una relación anti- génica entre algunas (Cquizás todas?) las cepas de virus de poliomielitis de los tipos 1 y 2. La existencia de una relación antigénica entre los tres tipos de virus de poliomielitis es aún más clara en el desarrollo de anti- cuerpos fijadores del complemento para los heterotípicos, así como de los tipos homotí- picos de virus, en una gran proporcibn de pacientes.13 * 63

Hasta ahora sólo se ha comunicado un estudio sobre la persistencia de anticuerpos contra la cepa del virus infectante obtenidos de pacientes durante la fase aguda de la enfermedad.6” En un grupo de pacientes con enfermedad paralítica se hallaron títulos de dilución de suero de 1: 180 a por lo menos 1 : 1,024, y no se manifestó cambio impor- tante en el título entre los tres meses a tres años siguientes después del comienzo de la enfermedad. Aunque los cultivos de tejidos se han empleado extensamente durante los dos últimos años para la medición de anti- cuerpos, no hay hasta ahora comunicación de un estudio sistemático con esta técnica más refinada, sobre el desarrollo y persistencia de los anticuerpos neutralizantes homotípicos y heterotípicos de pacientes con formas de infección paralftica y no paralítica provocada por los tres tipos de virus. Ya que hay indi- cios de variación antigénica entre cepas del mismo tipo inmunolrigico que hasta ahora no han sido plenamente estudiadas14* l5 p 67 (y antecedentes in6ditos de A. B. Sabin y A. H. Fieldsteel), sería sumamente interesante saber hasta qué punto puede variar el nivel de anticuerpos neutralizantes, medido con la cepa infecciosa y alguna cepa hornotípica estándar, en distintas ocasiones después de una infección clínicamente identificada.

RESPUESTA DE ANTICUERPOS A LA INFECCION NATURAL, NO MANIFIESTA 0

SUBCLINICA

El hecho de que la gran mayoría de la población mundial haya adquirido los anti-

cuerpos tic la poliomielitis sin ninguna manifest,ac*itin c.línica rwonwida se acepta ahora como (~\~idencia de In ext,ensa infec- ci6n de virus dc poliomicWs, pero esto por sí mismo no indica que tnles anticuerpos se ’ adquieran nwesariamente sin ninguna clase de trastornos leves. Como las formas dc poliomielitis clínicamente reconocida pro- dujeron por lo general elevados títulos de anticuerpos, y wmo la población en general manifiesta una variedad de títulos, es inte- resantc averiguar si la respuesta de los anti- cuerpos n la infecci6n no manifiesta es dife- rente a la que se observa cn la enfermedad manifiesta no paralítica y en la paralítica. Los estudios de Turner y sus colaboradores”” informan sobre estos dos puntos, en cuanto toca a los virus de poliomielitis del t.ipo 2. Estos investigadores realizaron pruebas cuantitativas para los anticuerpos de polio- mielit,is del tipo 2, con suero de 24 niños tic Baltimore, Estados TTnidos de América, los que no tuvieron tales anticuerpos antes de la ‘*estacZn de la poliomielits”, pero los desarrollaron durante los meses subsiguien- tes, todos sin evidencias c*línicas de polio- mielitis, y muchos sin ninguna historia de otros trastornos febriles, mientras que dur6 la observaciijn peribdica dc los investiga- dores en los años en que no habfa epidemia. Empleando 200 DLso dr virus en pruebas con ratones, hallaron lítulos de 1:2,048 en el 75%; 1~512 en el 4%; 1:128 en el 8%; 1:32 en el 8 % y 1 : 8 en el 4 Oc. Más reciente- mente, Melnick y Ledinko36 tuvieron opor- tunidad de correlacionar ensayos de los tres tipos de anticuerpos dc la poliomielit,is, en sueros obtenidos dc niños antes y después de una epidemia de poliomielitis, debida al virus del tipo 1, en Winston-Salem, Carolina del Norte, Estados Unidos de America. Xo huho infecciones dchidas al virus del tipo 3. Entre 3Tj niños que: desarrollaron anticuerpos del tipo I sin manifestar trastornos, durante el período de epidemia, cl 88 % tuvo títulos desde 1: 100 a 1: 1000 contra 100 dosis de cultivo de virus en tejidos, y los restantes tuvieron títulos de 1: 10. Entre 41 niños que desarrollaron anticuerpos del tipo 2 sin mani- festaciones de enfermedad, durante este período, el 40 % tuvo títulos de 1: 100 o

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Junio 19551 INMUNIDAD Y VACUNACIOS 581

más, el 10 % tuvo títulos mayores de 1: 10, pero menores de 1: 100, y el 41% tuvo títulos de 1: 10 o menos. Aunque algunos de estos títulos tan bajos de los anticuerpos del

4 tipo 2 podría significar una transitoria respuesta en conjunto a la infección con virus del tipo 1,50 ésta no puede ser la inter- pretación de todos los casos, ya que algunos de los títulos bajos se produjeron en ausen- cia de anticuerpos del tipo 1.

Estas observaciones sobre el desarrollo de anticuerpos, realizadas junto con muchas otras sobre el aislamiento de virus de niños sin síntomas ni indicios de enfermedad,21 demuestran que puede presentarse la in- fección no aparente clínicamente. Es también evidente que, mientras que la mayoría de las infecciones no manifiestas motivan títulos de anticuerpos tan elevados como las infec- ciones clínicamente reconocidas hay una variable incidencia de títulos bajos. A propósito podría mencionar que he ob- servado que los monos cynomolgus que desarrollan infección no manifiesta después de la administración oral de grandes dosis de virus virulentos presentan por lo general títulos de anticuerpos de 1:lOO a l:lOOO, mientras que las infecciones no manifiestas resultantes de la ingestión repetida de dosis mínimas de virus virulentos, o de grandes dosis de cepas esencialmente “avirulentas” producen una variada proporción de títulos de 1:25 o menos.

Los anticuerpos como indice de la infección previa

Quedó demostrado hace muchos años, mediante pruebas limitadas realizadas en monos, que el suero de seres humanos adultos sin historia de la enfermedad, en lugares del mundo donde la poliomielitis se presenta en forma epidémica, y de otras partes donde es prácticamente desconocida, casi invariable- mente neutraliza el virus. Durante mucho tiempo, sin embargo, se dudó que la capaci- dad neutralizante se debiera a los anticuer- pos, o que fuera el resultado de la infección con virus de poliomielitis. Aun después que se disponfa del ratón para ensayos en gran escala con los virus de poliomielitis del tipo 2, y que se demostró sin lugar a dudas que

el factor neutralizante era transmitido por vía de la placenta y, como otros anticuerpos específicos resultantes de la infección, desa- parecían luego en la primera infancia, para reaparecer en diferentes grados con el progreso de la edad, existía aún la dificultad de que el suero de diversos animales pre- sumiblemente no susceptibles a la polio- mielitis, neutralizaba varias cantidades de virus.

Entre las muchas observaciones que gra- dualmente desvanecieron las dudas de que la presencia de anticuerpos neutralizantes en el suero humano puede tomarse como un índice de la infección previa con virus de poliomielitis, deben mencionarse las siguien- tes :

(a) Demostración por métodos cuantita- tivos con cepas de virus homotípicas o in- fecciosas de que la respuesta de anticuerpos en la poliomielitis humana no sólo es similar a la que se presenta en otras infecciones por virus, sino que el nivel de anticuerpos es generalmente elevado;

(b) Demostración por Gear y colabora- dore+ de que la adquisición de anticuerpos de los nativos africanos durante su primera infancia, sin manifestaciones clínicas de poliomielitis, está relacionada con una elevada incidencia de infección medida por la recuperación de virus de las deposiciones;

(c) Demostración de que los anticuerpos no aparecen como resultado de maduración en ausencia del virus, como reflejan las pruebas en suero de esquimales de distintas edades,43 o de individuos de diferente estado socio-económico que residían en la misma colectividad.24s N, 49

Si bien hasta ahora no se .han estudiado minuciosamente todos los animales cuyo suero neutraliza el virus de la poliomielitis, las investigaciones realizadas en mi labora- torio durante los dos últimos años aclararon la situación en lo que respecta al ganado. El calostro del bovino neutralizó casi in- variablemente el virus de la poliomielitis del tipo 2, y el suero proveniente del 75 % al 90 % del ganado de más de tres años de edad neutralizó no sólo el virus de la polio- mielitis del tipo 2, sino también el del tipo 1 y en menor proporción, el del tipo 3.

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582 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA I’i\N,4MIì,RIC ZK.1

En terneros de cuatro y seis meses, rara vez resultó neutralizado el virus. Las suhs- tancias neutralizantes, salvo raras exrep- ciones, tenían un título muy bajo, pero por otra parte poseían todas las propiedades observadas en los anticuerpos del suero humano, incluyendo la relación predomi- nante con la frac*c+‘m globulina gamma.62 Sin embargo, los terneros desprovistos de anticuerpos iieutralizantcs, no pudieron ser infectados ron una (sepa virulenta de virus de poliomielitis ya fuera por adminis- tracibn oral, intramuscular o intracerebral, ni llegaron a desarrollar anticuerpos a éstos. De lo que se deduce que al menos en el ganado, los anticuerpos que se presentaron en título bajo con el avance de los años, fué probablemente el resultado dc la inferción con otro agente que poseía grupos anti- génicos relacionados con los del virus de la poliomielitis.

INCIDENCIA DE DIFERENTES TIPOS DE ANTICUERPOS DE POLIOMIELITIS EN DISTINTAS CIRCUNSTANCIAS

vida en distint,os países. Yo inicié un estudio similar ell 1947, cbompararn~o la incidencia de los anticuerpos de la poliomielitis del tipo 2 entre los niños de distintas edades y adultos de una típica ciudad americana (Cincinnati), pon los de Corea, Okinawa y .Jap6n.4H f49 Otros invc&gadorcs, particular- mente IJnn~mon24 y Pnu142 y sus rolahora- dores, llevaron a enho nl)scr\-aciones eom- parativas serokjgicas similares cn otras partes del mundo. He reunido algluros informes cn el Cuadro KO. 1 hac+rrdo un cálculo sobre la ineidcncia cn varios gnrpos de edades com- parables. Debe rrcalcarsc que las cifras de las riudades americanas fueron tomadas prefcrclltctnt~lltt~ de individuos prrtenecientes a los grupos de ingresos más reducidos, y que hay ahora disponible srrficirntr informaci6n estadíst,icba (Jue indica que en los grupos pudienles los anticuerpos SP adquieren con mucha mayor lentit ud.24 * :X* 4g Sin embargo, está bastante elaro que entre las poblaciones con bajos niveles dc higiene y gran hacina- miento, ya sean (‘oreanos, naturales de Okinawa, japoneses, egipcios, cubanos o latinoamericanos CJUP vivan en Texas, los anticuerpos al virus de la poliomielitis del tipo 2 los adquieren más extensivamente y a una edad mucaho más temprana. Los im- portantes datos de ITammon y sus asocia- dos24 sobre ciertas partes de California, Texas, México, .Japi>n, Guam y otras islas del Pa&co, no se inc*luyeron en el Cuadro No. 1 porque no SC aromodaban en com- parables grupos de edad, pero muestran el mismo fenómeno. Muestran además la im- portancia del estado ecomímico sobre la pro- porcion en que se adquieren los anticuerpos, una ohserva&‘m que ha sido plenamente confirmada, en murhos otros est,udios. T.as condiciones sanit,arias primitivas entre los esquimales aislados en el norte de A1aska,43 no influyen en forma alguna mientras no se introduzra en la colectividad el virus de la poliomielit,is; es ent,onres <*uando dichas ron- diciones sanitarias (sontribuyen a diseminarlo rápidamente. A rausa de lo reducido de la

La inesperada alta incidencia de polio- mielitis paralítica durante la segunda Guerra Mundial entre el personal militar de las naciones occidentales estacionado en países cuyos niveles de higiene eran más bajos destaca el hecho de que la inmunidad a la poliomielitis no se adquiere simplemente con envejecer4’j. Es particularmente impor- tante comprender esto porque ha sido de- mostrado con un número de otros virus neurotrópicos que muchos animales experi- mentales adquirieron “resistencia en la madurez”, no a la infeccibn, sino a la invasión del sistema nervioso central (SNC) o al avance del virus en el mismo.46 Como las poblaciones nativas entre las que vivió el personal militar estaban al parecer exentas de las manifestaciones clínicas de la poliomielit,is o solo tenían casos esporádicos en la primera infancia, resultó interesante emplear métodos serológicos como medida del grado de la diseminación del virus en diferentes períodos de la pohlacii>n y su anterior aislamiemo el virus

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,Jvnio 19S] INWUSlD.&D Y VhCUNBCION 583

CU.4DRo So. l.-Zncidencia de anticuerpos newlralizantes del vitos tipo 2 de la polionlielitis a dis- tintas edades y erl diferentes partes del mlcndo.

Ciudad o país I Suero

obte- nido aTIlla

/ mente

Ualtimore, E.Z-.d. 1941-: 1947-t

Cincinnati, E.U.A. 1947 Winston-Salem, Carolina

del Norte, E.U.A.; pre- epidémica \1948

Japón 1946 Corea y Okinawa 1946 El Cairo, Egipto 1950

Texas, E.U.A. (latino- americanos). 1948

Miami, Florida, E.U.A. 1950 La Habana, Cuba.. 1950 >Iunich, Alemania 1951 Islandia. 1950

Alaska.

>Iarruecos Francés ~1953 60

j-9 -

72

43

50 64* 70 97* 79 100

14

si -

56 84 10 50 64 75 20 50 29 49

0 4 -

58

+3 4 __- 180 45

40 40,

90 46 16

90 55 67 100 36 31

96 53 16

14

95 65 80 10 66 22 74 25 75 14

S-19 20$ -- 10 8:

91

Número de suev~o5 ensayados en edad indicada

5

62

1

*

* *

_-

l-

j-9 lo-11 15f -- ~ .48 142 92

30

63 44 19

.< 40

3; 2; 30 49 -- -- l i

49 31 40 49 31 40 18 24 162 18 24 162 16 15 29 16 15 29 22 15 31 22 15 31 33 31 110 33 31 110

1.549 20-t 1.549 20-t -- --

49 45 30 114 49 45 30 114 -l-l-l- ----

41 40 32 41

1

-

L .-

-

Fuentes de mformación

Turner et ~105

Sabin49

Melnick y Le- dinkoaû

Sabin49 Sabin49 Paul et a141

Paul et a142 Paul et alti Paul et al” Paul et a14* Paul et a142

Paul et a143

Horstmann (communica- ción personal)

* Estos informes son para las edades de 4 y 5 años. ** Esto se aplica a la gente de 18 a 50 años de edad del grupo de ingresos más reducidos, mientras que

solamente el 50% eran positivos entre gente de edad similar de un grupo de la clase media.

desaparece de la colectividad hasta que se introduce nuevamente años más tarde. La interpretación más plausible de los resulta- dos obtenidos por Paul y colaboradores43 con los tres tipos de anticuerpos de la polio- mielitis en est’a población esquimal es que el tipo 3 fué importado alrededor del año 1905, el tipo 1 hacia 1915 y el tipo 2 hacia 1930, diseminándose todos extensamente durante un breve tiempo para luego desaparecer.

Aunque los ensayos intensivos de los anti- cuerpos cont,ra los virus de la poliomielitis del t,ipo 1 y 3, sólo se pudieron realizar desde la reciente adopción de los métodos de cultivos de tejidos169 45 los estudios sobre sueros efectuados en El Cairo (Egipto),41 en

Winston-Salem, Carolina del Norte, Estados Unidos de América,3ô en Pittsburgo, Pensil- vania, Estados Unidos de América,59 y en Marruecos Francés (información personal de D. M. Horstmann) indican los mismos principios. Los informes de Salk sobre el vecindario de Pittsburgo indicaban que el 60% de los niños entre tres y ocho años de edad no poseían anticuerpos contra ninguno de los tres tipos, y mientras la incidencia de los diferentes tipos de anticuerpos aumen- taba en diferentes grados con el avance de los años, algo más del 50% de 53 personas de 18 años o mayores carecían de uno u otro tipo. Los importantes anticuerpos para el tipo 1 aumentaron irregularmente de una

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584 BOLETIN DE LA OFWINA SANITARIA P.WAMERIC.~?¡A

incidencia de más o menos 5 % en las edades de 3 a 5 años a alrededor de 40 % en las de 15 a 17, alcanzando aproximadamente el 80% en el grupo de 18 años o mayores. Los preclaros estudios de Melnick y Ledinkos6 efectuados en Winston-Salem, Carolina del Norte, Estados Unidos de América, sugieren que tasas de infeccibn medianamente eleva- das en la poliomielitis del tipo 2, pueden ocurrir anualmente, mientras que los virus del tipo 1 y 3 pueden manifestar tasas de in- fección muy reducidas o inapreciables ex- cepto durante ciertos años de epidemias. Más aún, es interesante que durante la única estación epidémica de su estudio, la tasa de infección para el virus tipo 1 fue de 45% (de aquellos que 110 tenían anticuerpos antes de la epidemia) entre los niños de la clase socio-económica de ingresos más re- ducidos, y solamente de 7 % entre los de la clase socio-económica de mayores ingresos, mientras que para el virus tipo 2 fué de 26 y 14 respectivamente, en los dos grupos. Los recientes informes de D. M. Horstmann (comunicación personal) en Marruecos Fran- cés indican, sin embargo, que en otras regiones con una diferente forma de vida, las elevadas tasas de infección con los tres tipos de virus de la poliomielitis, pueden presen- tarse sin que haya epidemias, siendo la incidencia de los tres tipos de anticuerpos de aproximadamente 75 % en los niños de 2 a 4 años de edad.

IMPORTANCIA DE LOS TITULOS ELEVADOS Y RAJOS DE ANTICUI~RPOS ES LA POBLACION

NORMAL, Y SI: RELACION CON L.2

REINFECCIOS Y RWISTIZNCIA L A LA PARALISIS

Ya se ha indicado que las infecciones sin manifestaciones clínicas con los tipos 1 y 2 de virus de la poliomielitis, producen títulos bastante elevados de anticuerpos neutrali- zantes en la mayoría de los niños. Y sin embargo, (*orno se puede ver en el Cuadro No. 2, entre adultos jóvenes y personas mayores se pudo observar que una proporcibn bastante elevada poseía títulos inferiores de anticuerpos del tipo 2. La cuestión está en saber si los anticuerpos de la poliomielitis, una vez adquiridos persisten durante mu- chos años, y aún durante toda la vida, o si las variaciones observadas en el titulo significan que los anticuerpos se pierden gradualmente a menos que aumenten a causa de repetidas infecciones. Antes de que se trate de analizar este problema debe comprenderse que hasta que no se efectúen estudios con diferentes cepas del mismo tipo inmunológico, no se podrá estar seguro de que algunos de los títulos bajos no se puedan convert,ir en elevados en pruebas con otras cepas. Por ejemplo, est,udios (inéditos) efectuados en mi laboratorio, en colabora- cicín con h. II. Fieldsteel han demostrado que algunos monos ryliomolgus que desarrollan anticuerpos neutralizantes del tipo 2, des-

CUADRO No. 2.-Títulos de anticuerpos neutralizantes rlrl oirtrn tipo 2 rlr IU pdiomipliiis, en niños rlrs- pués de una infección aparente reciente y en la población mayor normal.

~~~ --__

Grupo de adultos DLao del

Casos virus Porcentaje de los sueros que mostraron

el titulo de dilución sérica indicado.

Menores de 15 años (Unos meses después de la

infección inaparente

__~_--_----- --__ --__

14 a 75 años 17 a 37 años. 10 a 72 años.

(Esquimales)

Melnick y Le- dinkoaû

-~-.__ .~~~. .-~ ___~_____

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pués de la ingest,ión de la cepa Y-SK pueden presentar títulos muy altos en pruebas con la cepa hornotípica Lansing, y muy bajos en pruebas con cantidades similares de la

* cepa MER . Sin embargo, se ha observado que la dosificación y la virulencia de la cepa infectante influyen sobre la proporción de monos que desarrollan bajos títulos de anticuerpos después de la infección no mani- fiesta. A este respecto, es notable que Turner y colaboradores,@ hallaran sólo el 4% de los niños de Baltimore con títulos de 1: 10 o menos, mientras que Melnick y Ledinko3’j hallaron el 41 % con tales títulos entre niños de Winston-Salem, poco tiempo después de infecciones con virus del tipo 2 sin mani- festaciones clínicas. En el mismo año en Winston-Salem, cuando virus del tipo 1 causaban una epidemia, el 88 % de los niños infectados con este tipo, sin manifestaciones clínicas presentaba títulos de 1: 100 o más.

Si bien es concebible naturalmente, que los títulos de los anticuerpos de la poliomie- litis disminuyan con el paso de los años, existen ciertas indicaciones de que pueden persistir a elevados niveles durante muchos años, sin necesidad de reinfección.

El hecho de que el 52 % de los esquimales estudiados por Paul y colaboradores43 tuvie- ran aún títulos de l:lOO, 19 años después de la última exposición presumible a la infección de virus del tipo 2 indica no sólo que los anticuerpos pueden persistir sin reinfección, sino que se pueden mantener en título elevado. Los informes de Alaska sobre los anticuerpos del tipo 1 y 3 indican su persistencia durante más de 30 ó 40 años. Los estudios directos informados por Winsser y Sabin68 con las propias cepas in- fectantes de virus del tipo 1 de los pacientes no demuestran un descenso importante en pruebas simultáneas en el título de los sueros obtenidos tres meses a tres años después del comienzo de la enfermedad en un grupo de pacientes que vivía en condi- ciones que no indicaban una amplia disemi- nación del virus.

Se ha sugerido sin embargo que la única explicación plausible del mantenimiento de

altas tasas de infeccidn durante la primera infancia entre poblaciones que habitaban islas semi aisladas, tales como las islas Guam, es que la reinfección de adultos inmunes ayuda a mantener el ciclo de la infección (Hammon, 194gz2). Aun cuando hasta ahora no hay pruebas evidentes, existen algunos informes indirectos que parecen apoyarlo, a la vez que otros informes sugieren que la reinfección de adultos inmunes sólo sucede rara vez. Primeramente entre los in- formes favorables se halla el descubrimiento de que el virus de la poliomielitis se ha re- cobrado de un considerablé’ número de familiares adultos o de otros contactos íntimos con los casos clínicos de poliomielitis. En un resumen basado en más de 25 in- formes de diferentes investigadores realiza- dos entre 1939 y 1951, G. C.Brown (comuni- cación personal) observó que se recobraban virus en el 21% de 115 familiares adultos, en comparación con el 54% de casos aisla- dos positivos de 195 niños en los mismos grupos. En la idea de que la incidencia de inmunidad entre los adultos es de 2,5 veces más que entre los niños, los resul- tados anteriores han sido interpretados como indicación de reinfección entre los adultos inmunes. No resulta improbable, sin embargo, que en las colectividades ameri- canas y en las casas de familia seleccionadas donde se realizaron estos énsayos, el 50 % de los adultos no haya tenido anticuerpos del tipo de virus que ellos llevaban (Véanse re- ferencias a los informes de Salk5” en la página 583). En un estudio similar sobre 12 familias de Africa del Sur, J. H. S. Gear (comunica- ción personal) efectuó la importante observa- ción de que, mientras que el virus se recobraba con frecuencia entre familias europeas, no se encontraban en los sirvientes africanos; a juzgar por las otras observa- ciones de Gear, hay muchas probabilidades de que los africanos sean inmunes. Además, en un estudio que comprendía pruebas para anticuerpos neutralizantes así como la exis- tencia de virus en las heces, como una indi- cación de la infección subclínica, entre los miembros de tres familias con un caso diag-

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nosticado de poliomielitis, Brown y Ainslie” hallaron virus en solo uno de nueve fami- liares mayores de 15 años o mayores y en los 6 menores de 10 años. Del grupo de mayores todos tenían anticuerpos para el virus Lansing, así como también para el “virus de la familia” heterotípico (el único adulto portador desarrollaba anticuerpos del “virus de la familia” en el momento de la prueba, según se comprueba por el titulo en aumento), mientras que ninguno del grupo más joven tuvo anticuerpos del virus Lansing en el momento en que se examino la primera muestra de heces. G. C. Brown (comunicacibn personal) obtuvo similares resultados en estudios posteriores con otras familias. Estos informes arrojan considerables dudas sobre la hipótesis de que los adultos inmunes pueden ser, reinfectados contribuyendo así a la diseminación de virus en una colectividad que presenta prue- bas de una casi continua propagación de la infección. A la par de estos informes sobre seres humanos están las observaciones de Melnick y Ilorstmann,34 Horstmann y Melnick,26 y Howe, Bodian y Morgan2* sobre la reinfección en chimpancés infectados subclínicamente por vía oral. Empleando cepas homotípicas de virus los primeros hallaron una reinfección en doce chimpancés y los últimos observaron cuatro reinfecciones en veintidós de los provocados; dos de estas reinfecciones son de dudosanaturalezayaque el virus se recobró solo seis días después de la inoculación y podían representar algo del material ingerido. Parecería probable que menos del 10% de animales inmunes pueden ser reinfectados con virus homotí- picos y la duración de excreción del virus (y quizás también la cantidad de virus excretada) es menor que en los chimpancés testigos o en los chimpancés provocados con virus heterotípicos. He observado que los monos cynomolgus que desarrollan títulos de anticuerpos de dilucibn de suero de 1:25 o menos, como resultado ya sea de ingestión repetida de mínimas cantidades de virus virulentos o de grandes cantidades de virus ‘Lavirulentos”, presentan un aumento mente lo2 DCT5,, dc virus por gramo de

cuatro veces mayor en los anticuerpos des- pués que reciben grandes cantidades de la misma cepa de virus virulento, mientras que no se manifiesta un aumento tal de anticuerpos en los monos que presentan títulos de anticuerpos más altos como resul- tado de la inferción original. Esto podría sugerir que sería posible la reinfección limitada en los animales (y quizás también en los seres humanos) con una respuesta de inmunización en grado inferior a la infeccibn original. Koprowski, Jcrvis y Norton2g ob- servaron unas cuantas de estas reinfecciones limitadas en ensayos con seres humanos. T,a demostracion de Bodian” de que los titulos elevados de anticuerpos administrados en forma pasiva ni prt>vienen la infección ali- menticia, ni afectan el grado de la excrecii>n de virus en los chimpancés indica que existe una “inmunidad histológica” local a la reinfeccibn en los animales infectados subclí- nicamente por vía oral, lo cual no es una funcicín de los anticuerpos cairculantes. Es de interés que los dos chimpancés del ex- perimento de Radiar1 que tenían anticuer- pos de la poliomic+tis como resultado de la infe46n espontánea no excretaron virus en las heces, aun cuando uno de ellos con un tStulo de anticuerpos de 1:25 presentb un aumento cuatro veces mayor de los anticuer- pos después de la ingestión de virus homotí- pico. En recientes pruebas realizadas en tres personas adultas emontré que la reinfección puede manifestarse después de la ingestibn de lo6 a IO7 DCT,,, de virus “avirulento” cuando el nivel de los anticuerpos adquiridos espontáneamente PS hajo. Uno de los volun- tarios con un título inicial de dilución de suero de 1 : 15 contra virus del tipo 3, excretti lo2 XT,,, de virus del tipo 3 por gramo de heces en el séptimo día pero no después, y su título de anticuerpos aumento a 1:320, mientras que otro voluntario caon un título inicial en la dilución de suero de 1:32 no excretcí virus ni acusó aumento de anticuerpos. El tercer voluntario con un título inicial en la dilucion de suero de 1 :32 contra virus del tipo 2, excretti aproximada-

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heces, siete a diez días después de la ingestión de lo6 DCTsa de virus “avirulento” del tipo 2 pero no después, y su título de anti- cuerpos se elevó a 1:3200. En tanto que

1 sería muy conveniente un estudio ulterior sobre el estado de portador de adultos in- munes, los informes existentes sugieren firmemente que la infección no manifiesta produce una inmunidad duradera a la parálisis, y que la reinfección con virus hornotípicos relacionada con un transitorio nivel inferior en la excreción de virus, puede presentarse en individuos con bajo nivel de anticuerpos.

PARADOJS DE LA INCIDENCIA INSIGNIFICANTE 0 BAJA DE PSR.QLISIS RELACIONADA CON

LA INFECCION DISEMINADA DURANTE LA PRIMER.4 INFANCIA

Aun cuando hay gran incertidumbre con respecto a la actual incidencia de la pobo-, mielitis paralítica en ciertas partes del mundo, parecen existir ahora pocas dudas de que entre los nativos de muchas partes de Africa, Asia, Filipinas, las islas Guam y otras regiones donde la propagación del virus es tan extensa que el 80% o más de los niños adquieren anticuerpos entre los tres y cuatro años de edad, la enfermedad rara vez si es que sucede, se presenta en lus adultos, y esta incidencia es insignificante o muy baja aun en la primera infancia. Como la incidencia inesperadamente elevada de la poliomielitis paralítica entre las tropas extranjeras y otras gentes que allí habitan indica que existen cepas virulentas del virus en esas regiones, es difícil comprender por qué la incidencia de paralisis es baja o insignificante entre los niños indígenas. Me gustaría tratar tres hipótesis que, separada- mente o juntas, han sido consideradas en una u otra ocasión para explicar, esta para- doja: (1) la infección inaparente, encubierta por un anticuerpo materno transmitido a través de la placenta; (2) el efecto protector de la lactancia materna se prolonga más allá de los seis primeros meses de vida; (3)

VACUNACION 587

primera infancia y su mayor gravedad en los grupos de más edad.

Las pruebas realizadas por muchos investi- gadores han establecido que los anticuerpos de la poliomielitis muestran las mismas ca- racterísticas de otros anticuerpos de los seres humanos con respecto a su transmisión a través de la placenta, y el período de su per- sistencia durante los primeros meses de vida postnatal. 65v 36’ 42 Se sabe que los anticuerpos transmitidos por vía placentaria disminuyen regularmente, y que en la persistencia influye el título original. La mayoría de las criaturas entre los 5 y 6 meses carecen de anticuerpos transmitidos por la placenta. Se le ha ocu- rrido a muchas personas que donde el virus de la poliomielitis está diseminado intensa- mente las criaturas podrían adquirir infec- ciones no manifiestas mientras se hallan bajo la~protección de los anticuerpos transmitidos por la placenta. A mí me parece que si los casos postulados de hecho suceden en gran escala la incidencia de anticuerpos de la poliomielitis entre los 6 y 12 meses de vida, debería ser elevada en aquellas partes del mundo en que el virus se propagan extensa- mente y con rapidez, en contraste con la bajísima incidencia observada en los Estados Unidos de América en niños menores de dos años, aun entre los de familias de ingresos sumamente reducidos. De consiguiente, a principios de 1947 procedí a comparar la incidencia de anticuerpos Lansing, par- ticularmente en los grupos de edad de 9 a 23 meses, entre niños pertenecientes a los grupos de ingresos reducidos de una ciudad americana (Cincinnati), una ciudad alemana (Berlín), y otras de Corea, Okinawa, Japón y China. En este estudio especial se halló que, mientras que sólo tenía anticuerpos el 2 % de 43 niños del grupo de Cincinnati, la incidencia era del 13% entre 23 de Corea y Okinawa, y del 23 % entre 47 del Japón.49 Las pruebas de anticuerpos del tipo 2 en el suero de niños de Berlín, Alemania, al término de la grave epidemia de 1947, acu- saron sólo el 8% positivo entre 12 niños de 9 a 11 meses de edad, y el 13 % positivo entre

la benignidad relativa de la infección en la 22 niños de 12 a 23 meses. Pruebas similares

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realizadas wn suero de 14 niños de China que tenían entre 9 meses y 2 años de edad acusaron positivo aproximadamente el 40 %. Fu6 evidente por lo tanto que mientras la incidencia es algo mayor en el Lejano Oriente, es pequeña la proporción de criatu- ras que adquieren anticuerpos cuando se hallan protegidas por la inmunidad trans- mitida por la placenta, y no se puede tener en cuenta para considerar la incidencia insignificante de la enfermedad paralítica en la primera infancia, en esos paises. La edad precisa en que ocurre la adquisición más rápida varía en los diferentes grupos de población, pero todos los estudios en que las pruebas se hicieron con grupos de niños de 7 a 12 meses de edad, indicaron que el rá- pido aumento de anticuerpos se produce después de los 12 meses de vida. De este modo, en los estudios de Paul y colaboradores realizados en Egipto,4l el 7 % tenía anticuer- pos del tipo 2, entre los siete y doce meses de edad, mientras que el 57 % era positivo entre 1 y 2 años de edad. Si bien la incidencia de anticuerpos del tipo 1 y 3 en el grupo de 7 a 12 meses, era mayor que la del tipo 2, la proporción total infectada era aún bastante baja. Es interesante que en el reciente estu- dio de Horstmann realizado con sueros pro- cedentes del Barrueco Francés (comunica- ci6n personal), empleando la técnica del cultivo de t,ejidos, la incidencia de los tres tipos de anticuerpos era del 33 % al 38 % de los niños nativos entre 4 y 12 meses de edad. Un análisis de la incidencia de sueros positi- vos que aparecid en los grupos de 4 a 5 meses, 7 a 9 meses, 10 a 12 meses y 13 a 23 meses de edad, no presentó diferencias importantes, mientras que en el grupo de 2 a 4 años de edad la incidencia de los 3 tipos de anticuer- pos ascendib aproximadament’e al 75 %. Es- tos informes sugieren que mientras cierta proporciún de niños probablemente adquie- ren sus propios anticuerpos antes de perder los que reciben por medio de la placenta, la gran mayoría pierde los anticuerpos transmi- tidos por la madre, y no adquieren nuevos anticuerpos hasta que tienen de dos a cuatro años de edad.

Los informes serológicos sobre criaturas de

diferentes edades, ya referidos, tienen tam- bién una relación con el posible papel de la lactancia materna como factor que podría tener importancia después que han desa- parecido de la circulación los anticuerpos transmit,idos por la madre. Al tercer mes de vida los lactantes consumen alrededor de un litro de leche por día, y se pensó que si la leche contenía substancias antipoliomielfti- cas podría ejercer un efecto en el aparato digestivo donde se cree que el virus se loca- liza. Las pruebas realizadas en mi la- boratorio4g con la leche de 40 madres de Cincinnati, indicaron que las substancias antipoliomielíticas se encontraban en la leche de todas aquellas cuyo suero nuetralizaba también el virus de la poliomielitis. Entre 30 madres de la clase de ingresos reducidos, todas tenían anticuerpos en el suero, y la leche de 10, recogida ent,re dos y cinco días después del parto, así como el 75% de la recogida de 38 a 340 días después del parto, neutralizaba el virus de la poliomielitis. Entre 10 madres del grupo de ingresos más altos, cinco no tenían anticuerpos en su suero, y la leche de seis, obtenida cinco días después del parto, carecía por completo de actividad. Se encontró que el factor anti- poliomielítico de la leche humana tiene las mismas propiedades que los anticuerpos del suero. Sus propiedades eran bastante diferentes de otros fact,ores antivirales que encontramos en la leche humana, sin rela- cibn con la presencia de anticuerpos en el suero, 0 con la exposición previa a la infección (informes inéditos de A. B. Sabin y A. H. Fieldsteel). Se llevaron a cabo experimentos con monos cynomolgus para determinar el efecto de la leche ant’ipoliomielítica bebida contra la infección con virus de la polio- mielitis administrados por vía oral. La leche humana se preparó con mueskas recogidas dos o cinco días después del parto, las que, según nuestras observaciones, contenkn la concentración más elevada de anticuerpos; es decir, con el término medio de una dilución de 1:20 protegida contra 50 DL60 de virus. La leche humana fu6 administrada en cada caso por vía oral, 20 ml tres veces por día, desde un día antes de la administración del

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virus, durante los tres días que se administró el virus, hasta tres días después. No se ob- servaron efectos favorables, ya que el 50% de los 24 monos cynomolgus empleados en el experimento desarrollaron poliomielitis paralítica: casi el mismo coeficiente de para- líticos que en los testigos. El hecho de que la lactancia materna se prolongue durante dos años y a veces más, en algunos grupos de población ha sido considerado por algunos como una parte del fenómeno de la relación de la incidencia elevada de inmunidad en la primera infancia con la incidencia in- significante de la enfermedad paralítica en algunas partes del mundo. Sin embargo, los informes serológicos últimamente citados, que indican que en el Lejano Oriente y otros países del 60% al 85 % de los niños no poseen aún anticuerpos de la poliomielitis cuando se les suspende la lactancia materna, así como los resultados negativos obtenidos en los estudios experimentales con los monos cynomolgus, demuestran claramente que la lactancia materna por sí misma no puede aclarar la paradoja tomada en consideración.

Esto nos conduce a analizar la tercera hipótesis: es decir, que la benignidad de la infección poliomielítica adquirida durante los primeros cuatro años de vida podría ex- plicar la insignificante incidencia de la paralisis. En mi opinión, esta hipótesis es insostenible por las siguientes razones:

(1) Las primeras epidemias de poliomieli- tis, así como muchas de las que aún se presen- tan en ciertas partes del mundo, se caracteri- zan por atacar de modo predominante a los niños de uno, dos, tres y aun cuatro años de edad. No se puede decir, por lo tanto, que los niños de esta edad tienen una resistencia suficientemente alta contra las consecuencias paralíticas de la infección poliomielítica como para explicar la baja incidencia observada en los lugares donde se adquieren los anticuer- pos principalmente durante el período com- prendido entre uno y cuatro años de edad.

(2) Aunque es cierto que la parálisis que ataca a los niños es por lo general menos grave que la que ataca a los mayores, y aunque es cierto que se ha observado que la incidencia de poliomielitis no paralítica es

mayor entre los niños menores de cinco años que entre los grupos de más edad, la diferencia no es lo suficientemente notable como para explicar la baja o insignificante incidencia de la enfermedad paralítica en los países donde se contrae la inmunidad a muy temprana edad. En los primeros estu- dios de este tipo verdaderamente cuanti- tativos, efectuados antes y después de una epidemia provocada por virus de la polio- mielitis del tipo 1, en Winston-Salem, Mel- nick y Ledinko36 calcularon que la cantidad de casos clínicamente reconocidos por mil de infecciones subclínicas era de 10 en el grupo de 1 a 2 años de edad, de 14 en el grupo de 3 a 4 años, de 16 en el de 5 a 9 años, y de 11 en el de 10 a 14 años de edad. Esto propor- ciona pruebas efectivas de que el grado del ataque paralítico en los niños no inmunes en la categoría de 1 a 14 años de edad, durante un período epidémico, no es lo suficiente- mente diferente para explicar la paradoja aquí tratada.

Ya que los factores tratados no aclaran por sí mismos la relación de la baja incidencia de la parálisis con la extensa diseminación de la infección durante la primera infancia, resulta necesario considerar otros factores, entre los que merecen especial atención la virulencia de las distintas cepas de virus, así como la dosificación. He tratado en otra parte al- gunas de las pruebas epidemiológicas que indican que podría alcanzarse amplia in- munidad mediante la infección con cepas de poca virulencia. 4g Un buen ejemplo lo ofrece la situación que se logró en -r/lalta antes de la grave epidemia que comenzó en 1942.6’ Los registros disponibles de los 40 años pre- cedentes indicaban una incidencia de polio- mielitis identificada que no excedía de 2 por 100.000 anualmente. Con todo, cuando se presentó la epidemia de 1942, en lugar de producir parálisis en personas de cualquier edad, se limitó a atacar a los menores de 5 años de edad de la población maltesa. Sin embargo, las tropas británicas que se encon- traban en la isla en la época de la epidemia sufrieron parálisis en un grado similar al alcanzado por los niños malteses menores de cinco años, mientras que las tropas maltesas

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y otros residentes antiguos de Malta no uu- resultando todas avirulentas en los monos frieron ningún trastorno importante. Esta que las recibieron por vía intracerebral. experiencia apoya la idea de que cuando una Otro factor que debe tenerse en cuenta es cepa muy virulenta encuentra niños menores que las pequeñas dosis de virus pueden de cinc-o años, lo suficientemente susceptibles causar una proporción más alta de infección cobra ese elevado impuesto en parálisis, lo no manifiesta que las dosis mayores. En una que da origen a una epidemia de poliomielit,is región hiperend6mica las condiciones sani- que se caracteriza por atacar predominante- tarias e higiénicas deficient,es resultan pro- mente a la población infantil. Es también picias para la diseminaci6n del virus, no evidente que durante los 40 años precedentes sólo por contacto personal, intimo sino por los niños malteses se inmunizaron sin tener intermedio de las moscas, cucarachas y que pagar este elevado impuesto a la paráli- quizás también por el agua. T,a demostración sis. Si suponemos que en las regiones con de Ward66 (y por comunicación personal) de deficiente estado sanitario e higiénico, así virus de poliomielitis en cinco de 36 lotes como con cierto grado de aislamiento del de moscas Musca atrapadas al azar en El extenso tráfico del mundo en general, se han Cairo y poblaciones vecinas, sin relación nin- propagado predominantemente cepas de guna con casos de poliomielitis, señaló cuán virus de poliomielitis de poca virulencia, fácil resultaría ponerse en contacto con pe- podemos comprender como en la población queñas cantidades de virus en un ambient,e local la introducción de una cepa virulenta tal. Es también concebible que las pequeñas podría por lo común hallar mucha rivalidad cantidades de virus introducidos por abra- y muy pocos individuos susceptibles para siones en la piel de criaturas tuvieran im- poder producir ~610 unos pocos casos mani- portancia, así como también la ingestión de fiestos de la enfermedad. Es evidente que virus. El papel de la dosificación fué investi- estas cepas virulentas se presentan periódi- gado en mi laboratorio mediante experi- camente en tales regiones por la incidencia mentos de alimentación en monos cynomol- relativament,e elevada que se observó entre gus, pero con las dos cepas se obtuvieron las tropas y otros extranjeros que quizás resultados distintos. Con la cepa Y-SK (tipo viven en estrecha relaci6n con la población 2) se descubrid> que según disminuía la local. Antes de la adopción de los métodos de cantidad de virus ingeridos, aumentaba la cultivo de tejidos sólo era posible recobrar proporción de infecciones no manifiestas. cepas de virulencia moderada o elevada por- Mediante la administracihn diaria de virus que el criterio del aislamiento se debiG a la muy diluido por un período de 90 días fué producción de parálisis en los monos. Sería posible obtener por lo menos nueve in- posible ahora comprobar la hipótesis de un fecciones no manifiestas (a juzgar por el gran predominio de cepas avirulentas o poco desarrollo de anticuerpos) por cada in- virulentas, (‘on preferencia en esas regiones fección paralítica, comparado con una del mundo donde se adquiere la inmunidad a proporción de 1: 1 cuando se administrb una muy temprana edad. Naturalmente, tam- gran cantidad de virus en pocos días. bién se pueden llevar a efecto estudios simi- Fué también interesante que aun aquellos lares con niños sanos de otros países, durante monos que no desarrollaron anticuerpos los perfodo no epidémicos. rn estudio de este demostrables después del período más largo género se lleva a cabo en mi laboratorio. de administración de dosis mínimas de virus, Pruebas recientemente completadas por M. presentaron una resistencia estadistica- Ramón Alvarez y por mí con muestras mente importante a las consecuencias para- rectales, tomadas con hisopos, de 1.566 niños líticas de la infección cuando fueron puestos sanos de C’incinnati, que no habían tenido a prueba con una dosis grande del mismo contacto conocido con casos evidentes de virus, administrada por vía ora1.56 No se sabe poliomielitis dieron cinco cepas de virus de cuantas cepas existentes en la naturaleza poliomielitis (tres del tipo 2 y una del tipo 3) pueden actuar como el virus Y-SK en los

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monos cynomolgus. Cuando las pruebas se realizaron con la cepa Mahoney del tipo 1, la dosificación parecía no tener efecto sobre la proporción de infecciones no manifiestas; prescindiendo de las dosis ingeridas, hubo aproximadamente dos infecciones paralíticas por cada infección no manifiesta.j3 Sin em- bargo, como se explicará más adelante, cuando se produjo experimentalmente una variante avirulenta de la cepa Mahoney, se observó que, administrada por vía oral podía causar infección inaparente en los monos cynomolgus sin que se presentara ninguna infección paralítica asociada.53 Es muy pro- bable que nuevas observaciones confirmen la hipótesis de que las epidemias de poliomieli- tis se presentan cuando cepas de gran viru- lencia están diseminadas entre las poblaciones insuficientemente inmunizadas por la infec- ción de cepas que o bien son avirulentas o de muy poca virulencia.

INMUNIDAJl El; LOS ANIMALES DE EXPERIMESTACION

DESARROLLO DE ANTICCERPOS EN MONOS T CHIMPANCES INFECTADOS

EXPERIMENT.iLMENTE

T.o más importante sobre el desarrollo de anticuerpos en los animales infectados ex- perimentalmente es que, después de una in- fección transmitida por vía intranasal o intracerebral, los anticuerpos por lo general se desarrollan muy lentamente, a veces semanas después de iniciarse el ataque de la parálisis,54 mientras que después de una in- fección transmitida por vía oral los antji- cuerpos se forman rápidamente,32 y por lo general ya han aparecido cuando se observa por primera vez la parálisis, aun cuando dicha parálisis se presente siete o nueve días después de administrada la primera dosis de virus. El desarrollo de anticuerpos después de la administración oral del virus no es una función de la concentración del virus ingerido, medido por el título intracerebral del material, sino más bien de la capacidad del virus para producir la infección por vía del aparato digestivo.33’ 57 Algunas cepas carecen casi completamente de la propiedad de infectar y de producir anticuerpos por la

vía oral en los monos cynomolgus. Los monos rhesus son mucho más dificiles de infectar por vía oral que los monos cynomolgus, y éstos más difíciles que los chimpancés. Los títulos de anticuerpos medidos por la técnica de dilución del suero contra 32 a 100 dosis infectivas de virus, tanto en ratones Como en cultivos de tejidos, alcanzan por lo general niveles de 1: 100 a 1: 1000 y algunas veces mayores. Títulos de esta magnitud han sido observados tanto en los anticuerpos de tipo 1 en monos cynomolgus infectados con la cepa Mahoney como en los anticuerpos del tipo 2 en monos infectados con la cepa Y-SK; también han sido observados en mu- chos monos cynomolgus que no presentaron lesiones en muchas partes tomadas del sis- tema nervioso. Resulta interesante que los monos cynomolgus que desarrollan anticuer- pos después de la ingestión repetida de dosis mínimas de virus Y-SK durante un período de 90 días con frecuencia (alrededor del 50 %) presentaron títulos muy bajos que variaron entre 1:2 y 1:25.

Los chimpancés infectados con el virus de la poliomielitis por vía oral desarrollaron anticuerpos tan pronto y en un título tan elevado como el que se observó en los monos cynomolgus. Hay pruebas sin embargo, de que las cepas de virus de la poliomielitis que no provocan anticuerpos después de la ad- ministración oral en los monos cynomolgus, los provocan cuando se les da a los chim- pancés. De este modo, Melnick33 informó que virus Lansing suministrado a monos cyno- molgus, no produjo anticuerpos, y noso- tros lo hemos coníirmado en un experimento con 14 monos que recibieron virus Lansing que había sido sometido a dos pases intra- cerebrales en monos cynomolgus. Howe y colaboradores,2P sin embargo tuvieron poca dificultad en demostrar el desarrollo de anti- cuerpos en chimpancés que recibían virus Lansing, aunque esta cepa aparentemente no se multiplica muy extensamente en el apa- rato digestivo de estos animales. En los chimpancés el desarrollo de anticuerpos después de la ingestión de virus, coincide con un período de excreción de virus en las heces, aunque esto puede ser a veces tan breve o tan

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reducido que no se llega a encontrar el virw2”* 28

Resistencia a la rein~ección

Se ha demostrado que los monos que se encuentran paralíticos a causa de la infec- ción intracerebral o intranasal son resistentes a la prueba con la misma cepa de virus ad- ministrada por vía intracerebral 6 intranasal en el momento en que no se encuentran anticuerpos en el suero.64 Aunque se ha in- formado que las substancias neutralizantes del virus pueden demostrarse en el tejido nervioso cuando éste está ausente en el suero de los monos paralizados por el virus LansingTg no se hallaron dichas substancias neutralizantes en el sistema nervioso de monos paralíticos infectados con otras cepas de virus de la poliomielitis.64s 65 Al parecer, pues, existe una cierta resistencia de los teji- dos en el sistema nervioso afectado que no es función de los anticuerpos circulantes. Que esta resistencia es específica de la polio- mielitis quedó establecido por Bodian2 quien demostró que los monos parallticos con- valecientes de la infección con virus de la poliomielitis no eran resistentes a la inocu- lación con el virus de la encéfalomielitis equina occidental. Aunque ciertos informes de dudoso valor sugieren que algunos monos paralíticos pueden no resistir una segunda inyección del mismo tipo, o aun de la misma cepa, de virus de la poliomielitis, los resul- tados de los experimentos de Bodian, cui- dadosamente controlados, indican que los monos con parálisis son invariablemente inmunes a la prueba intracerebral con el mismo tipo de virus de la poliomielitis.2 Además observó un importante grado de resistencia a las pruebas con cepas hetero- tipicas de virus; la tasa de incidencia de mor- bilidad paralitica fué a menudo ~610 la mitad de la que se presentaba entre los testigos, y el grado de complicación en aquellos monos que si desarrollaron infección secundaria debida a los virus heterotípicos, fué in- variablemente menor que el de los testigos.

Esto sugiere cierto grado de inmunidad de grupo, que no se refleja en los anticuerpos circulantes que pueden hallarse en estos animales. La resistencia a la prueba intra- cerebral en los monos que reciben previa- mente virus por vía intramuscular, es pro- bable que varíe segun la cepa de virus que se emplee en la inyección intramuscular. Las cepas que fácilmente producen infecci6n por inyección periférica es probable que originen la inmunización más rápidamente que aque- llasquenoproducen infecci6n periférica. Esto lo demuestra el hecho de que en los monos rhesus era necesario administrar repetidas inyecciones con caljtidades bastante con- siderables de virus pavos antes de que los animales se hicieran inmunes a la prueba intracerebral.40 Por otra parte Melnick y Ledinko36 demostraron que la mayoría de los monos cynomolgus que desarrollaron anti- cuerpos sin acusar parálisis después de la administración oral del virus Y-SK, eran inmunes a las pruebas realizadas por vía intracerebral o intranasal. Es interesante también la observación de estos illvesti- gadores relativa a que en los monos cyno- molgus infectados en forma no manifiesta no hubiera correlación entre el nivel de anti- cuerpos del suero y la resistencia a la prueba intracerebral o intranasal. Esto contrasta con los resultados comunicados por Morgan quien observó que después de la inyección intramuscular de virus vivo de ‘I.ansing en los monos rhesus, no se presentaba una re- sistencia regular a la prueba intrncerebral hasta que el nivel de ant,icuerpos (Gculantes alcanzaba un título de más 0 menos 1: 1000. Resulta interesante que durante el curso del programa de tipificaci6n*4* l6 se hallara que los monos rhesus inyectados por vía intra- muscular con el virus Brunhilde se hicieron resistentes a la prueba intracerehral antes de que se obtuvieran t.ales elevados niveles de anticuerpos neutralizantes. Todo esto señala una diferencia entre la inmunidad resultante de la infección no manifiesta y la que se obtiene mediante los anticuerpos cngendra- dos por antígenos preexistentes.

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Sólo se ha realizado hasta ahora un número limitado de estudies sobre la inmunidad activa a las pruebas por vía oral, en especial con animales que fueron infectados desde un principio por la misma ruta. Ya se ha men- cionado que Melnick y Horstmann,34 Horst- mann y Melnick,2” y Howe, Bodian y Morgan demostraron que los chimpancés por regla general resisten tanto a la rein- fección como a la parálisis cuando reciben por segunda vez el virus hornotípico. Se señaló que si bien el 10 % de los chimpancés volvieron a ser portadores del virus homotí- pico, hubo indicaciones de que el estado de portador no se mantenía mucho tiempo, En contraste con esto se observó que después de recibir virus heterotípico, la incidencia del estado de portador era tan alta como entre los testigos. Los únicos datos que hay sobre la inmunidad a la parálisis después de la rein- fección de chimpancés con virus heterotípico son los de los experimentos de Howe, Bodian y Morgan,?* quienes observaron que los chimpancés que habían sido infectados pre- viamente con el virus Lansing (tipo 2) manifestaban la misma incidencia de paráli- sis (el 25%) cuando recibían después virus Brunhilde (tipo 1) que los chimpancés que habían recibido virus Brunhilde por primera vez. Deberá recordarse, sin embargo, que esta carencia de inmunidad cruzada a la pa- rálisis entre los virus heterotípicos puede no ser la misma para todas las cepas. Por ejem- plo en un experimento que realicé junto con Winsser hallamos que la incidencia de parálisis entre 24 monos cynomolgus que habían experimentado previamente una in- fección no manifiesta después de la ingestión de virus Y-SK, era mucho menor (el 33%) después de la ingestión de virus virulento Mahoney del t,ipo 1, que en 20 testigos ali- mentados simultáneamente con el mismo virus (el 60 %). Nuevas pruebas de que la infección previa con virus Y-SK había modificado la respuesta a la subsiguiente in- fección producida con el virus Mahoney se obtuvieron en los dos grupos en proporción inversa de infección paralítica a no mani- / fiesta. De este modo en el grupo testigo se

presentaron 12 infecciones paralíticas por 6 infecciones no manifiestas, mientras que entre los 24 monos que habían sido infec- tados previamente con virus Y-SK la pro- porción era exactamente a la inversa, en ésta había 16 infecciones no manifiestas por ocho infecciones paralíticas. Como no se ob- servaron anticuerpos de virus del tipo 1 en la sangre de estos monos antes de la prueba, se sugiere nuevamente que, como en los experimentos con pruebas intracere- brales,2 puede haber un grado de inmunidad cruzada entre los diferentes tipos inmuno- lógicos de virus que no se refleja en los anti- cuerpos circulantes. Es interesante observar que no se pudo prevenir la infección con el virus heterotípico, ya que todos los monos desarrollaron anticuerpos contra virus del tipo 1, pero la inmunidad cruzada aparen- temente influyó en alguna forma disminu- yendo la incidencia de parálisis. La posible existencia de un cierto grado de inmunidad cruzada entre la cepa Y-SK del tipo 2 y la cepa Mahoney del tipo 1, fué respaldada por experimentos que realicé con Hennessen, los cuales demostraron que los monos cyno- molgus que recibieron la vacuna de cultivo de tejidos Y-SK, formalinizada y completa- mente inactivada, presentaron una resis- tencia parcial similar a la de la prueba oral con el virus Mahoney-22 % de 37 monos vacunados contrajeron parálisis contra el 58 % en 59 testigos. Aquí tampoco pudo pre- venirse la infección porque los restantes monos vacunados desarrollaron anticuerpos del tipo 1, sin parálisis. Otro ejemplo de in- munidad cruzada heterotípica se halla in- cluído en el informe de Casals, Olitsky y Brown12 quienes hallaron que una impor- tante proporción de ratones vacunados con virus formalinizado MEF, del tipo 2 re- sistieron la prueba intramedular con el virus Leon del tipo 3. Las observaciones realizadas en mi laboratorio sobre la respuesta de los monos cynomolgus-que habían sido infec- tados en forma inaparente por ingestión re- petida de dosis mínimas de virus Y-SK- a la prueba siguiente, con grandes dosis del mismo virus indicaron que los monos no

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~610 no contrajeron parálisis (la incidencia en los testigos era de 60 %) sino que tampoco hubo aumento en el nivel de anticuerpos circulantes, a menos que el título antes de la prueba fuera menor de 1: 25. En este experi- mento un mono con un título de anticuerpos de 1:80 antes de la inoculación de prueba desarrolló parálisis, pero el examen de tejidos indic6 que el virus habfa invadido el sistema nervioso por la vía olfatoria.

Ejectos de los anticuerpos introducidos en jorma pasiva, sobre la resistencia a la parálisis y a la infección

Se ha demostrado en experimentos con ratones y monos que cuando se inoculan cantidades muy elevadas de anticuerpos es posible proteger una proporción significativa de los animales contra la infección, por vía intracerebral o intranasal.‘, 30. 44 Mientras los estudios experimentales estuvieron re- ducidos a las infecciones producidas por la vía intracerebral o intranasal, prevalecía la impresión de que la inmunidad pasiva podía conferirse sólo con cantidades de anti- cuerpos tan elevad%s que resultaba in- concebible emplearlas en seres humanos. Aun en fecha tan reciente como 1945 Howe y Bodianz7 informaron que un experimento profiláctico en chimpancés infectados por vía oral fracasó después de la administración de 170 ml de suero hiperinmune a cada animal. Observaron no ~610 que estos chimpancés se transformaron en portadores de virus, sino también que el sistema nervioso no se hallaba protegido contra la invasión del virus. Estos resultados no son compatibles con las sub- siguientes declaraciones de Bodian6 quien me informó que un nuevo examen de las sec- ciones histológicas de los chimpancés en el experimento de 1945 despertó la duda de que las lesiones fueran de naturaleza poliomielí- tica, con excepción quizás de un caso en el que hubo prueba de invasión por la vía olfatoria.

Se realizó un importante avance cuando Bodian3 demostró que la cantidad de anti- cuerpos requeridos para proteger a los monos cont,ra la parálisis subsiguient,e a la inyección

intramuscular de virus, era mucho menor que la que se requiere para prot,egerlos contra la infección por vía intracerebra,l o intranasal. Esta proteccicín fué propor- cionada por una cantidad de globulina gamma humana (2 ml por kilogramo) que proporcionó un título de 1:25 en la sangre rirculante, al día siguiente de la inyer(+jn. Es de especial interés la indic*ac*icín de Bodian de que los virus empleados en estos ensayos produjeron una parálisis inicial, ron preferencia en los lugares inoculados, lo que sugiere que el sistema nervioso era invadido a lo largo de los nervios regionales. Bodian5 demostr6 luego que cantidades similares de anticuerpos protegían a los monos cyno- molgus contra la parálisis resultante de la infección por via oral. Existe una trnde]tcGa a atribuir la protección proporrionada por estas cantidades más pequeñas de anticuer- pos, a la suposición de que en los animales infectados por vfa oral, el sistema nervioso es invadido por el virus desde la corriente sanguínea.4 En mi opinicín, la loc~aliza&‘m de la parálisis en los nmm inoculados itlt#ra- muscularmente indica decididament,e que en ellos el virus invadía el sistema nervioso a lo largo de los nervios regionales, desde el lugar inoculado en los músculos de la pantorrilla, y que los anticuerpos podían haber ejercido su efecto sobre las estructuras periféricas en el músculo que tienen que ser infectadas por el virus antes de que pueda comenzar la in- vasión de los nervios. Como no hay pruebas de que para prevenir la parálisis se necesi- ten más anticuerpos después de la infec- ri<ín intramuscular clur después de la oral, no se puede inferir que la razí>n de que cantidades relativamente pequeñas de anti- cuerpos puedan proteger contra la parálisis producida por la inorulación periférica de virus sea que previenen la viremia. Au11 no se sabe claramente qué nivel mínimo de anticuerpos es sufiriente para proteger a los monos rontra la parálisis que sigue a la ad- ministración oral del \-irus. Rodian& ha informado srilo una prueba ron orho monos en los cuales la rantitlad de globulina gamma

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(título de 1:500 a 1: 630) administrada era de 0,l ml por kg, lo que daba una cantidad de anticuerpos escasamente perceptible en el suero sin diluir. Aunque cuatro de los nueve controles desarrollaron parálisis mientras 10s

ocho tratados permanecían sin parálisis, esto por sí solo no es un resultado de importancia estadística y no deberá ser la base para establecer que las cantidades escasamente perceptibles de anticuerpos introducidos en forma pasiva pueden prevenir la parálisis en los monos cynomolgus infectados por vía oral.

ESTADO ACTUAL DEL TRABAJO SOBRE VACUNACION

PRINCIPIOS Y OBJETIVOS

Las tasas más altas de incidencia de la enfermedad paralítica en seres humanos se han registrado en ciertos grupos de pobla- ción aislados y también racialmente muy puros, 49 alcanzando un máximo de 21% en la epidemia de 1949 entre los esquimales del Paso de Chest,erfield del Artico Canadiense. Esto representa probablemente la máxima susceptibilidad a la parálisis cuando los seres humanos de constitución genética apropiada son infectados por primera vez con virus poliomielítico altamente virulento. Es de in- terés que los chimpancés que recibieron grandes dosis de la cepa virulenta Brun- hilde del tipo 1, manifestaron una incidencia similar de parálisis.zs El riesgo de adquirir la poliomielitis paralítica durante el curso de toda la vida oscila de 1 entre 100 a 1 entre 100.000, o menos aún, en diferentes grupos de población. Fe deduce de nuestras obser- vaciones sobre la inmunidad a la polio- mielitis que el riesgo no disminuye por el mero proceso de ir envejeciendo si no se pre- senta una ocasión de exposición a las in- fecciones no paralíticas. El principal objetivo de la vacunación, por lo tanto, es eliminar ese 1 en 100 a 1 en 100.000 de riesgo de parálisis durante la vida proporcionando artificialmente una inmunidad duradera. El logro de este objetivo depende del éxito de extensos estudios de vacunación por medio de preparaciones de virus muerto,

y variantes vivas avirulentas. Tales estudios han entrado sólo recientemente en su fase más prometedora como resultado directo de la satisfactoria utilización de las técnicas de cultivo de tejidos para la propagación e identificación del virus de la poliomielitis, y deberá insistirse en que el trabajo acaba de comenzar, más bien que en que está a punto de terminar. La aplicación de los principios conocidos para la inactivación del virus, junto con los seguros métodos para medir la potencia antigénica, es todo lo que se requiere para determinar si las fuentes de tejidos y cepas de virus disponibles pueden producir el material que sea lo suficiente- mente potente, en dosis prácticas, para que resulte útil al realizar, en gran escala, prue- bas finales de efectividad en los seres hu- manos. La mayor ventaja de una vacuna de virus muerto radica en la posibilidad de producir preparaciones completamente libres de propiedades paralitogénicas. Las desventajas son las inherentes a todas las vacunas de virus muerto, es decir, la nece- sidad de grandes cantidades de antígeno preexistente y de las inyecciones repetidas, que en el caso de la poliomielitis podrían tener que repetirse anualmente por el resto de la vida de la persona, así como también ciertas posibles reacciones de sensibilización después de inoculaciones repetidas de pro- teinas extrañas. La primera consideración en las vacunas con virus vivo es la seguridad, y en el caso del virus de la poliomielitis hace poco que fué posible modifirar experi- mentalmente las propiedades paralitogénicas de cepas disponibles e investigar entre niños sanos la presencia de virus “avirulento” que ocurren naturalmente. La ventaja obvia que cabría esperar de una vacuna de Grus vivo es la posibilidad de que produzca una in- munidad duradera con una sola dcsis pe- queña administrada por vía oral o parenté- ricamente, con preferencia durante la primera infancia, mientras que esiste una protección adicional derivada de los anti- cuerpos maternos transmitidos por la pla- centa. Es evidente la necesidad de realizar extensas investigaciones sobre ambas formas

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de abordar el prohlema, porque es impru- dente predecir y suponer demasiado por analogfa, y porque podría aún resultar con- veniente emplear una combinación de ambas formas en ciertas circunstancias.

EXPERIMENTOS EN ANIMALES CON LA VACUiY.4

DE VIRUS MUERTO

individuos, y que los anticuerpos del tipo 1

Royd7 ha publicado recientemente un anilisis muy extenso y detallado de casi todos los informes de experimentos sohre la vacunación de animales. T,a experiencia de la era anterior a la de cultivo de tejidos puede sintetizarse en la declaración de que cuando s6?$dministraron cantidades suficientemente abundantes de virus inactivados, en dosis repetidas durante un largo período de tiempo, se comprobó que era posible in- munizar una gran proporción de monos, ratones y ratas algodoneras cont’ra la inoru- lación intracerebral de virus. Las ratas algodoneras y los ratones se inmunizaron más fácilmente que los monos, pero eso ~610 puede deberse senrillament,e al hecho de que recibieron mucho más antígeno por unidad de peso corporal. T,as pruebas cuantitativas comparadas en las ratas algodoneras indi- caron que la inactivacihn por formalina y rayos ultravioletas produjo material de potencia antigénica equivalente. T,a dosifi- cación requerida para proteger aunque sea una proporción de los animales contra la prueha intracerebral (en el Grmino de 0,4 g a 1,8 g de tejido con contenido de virus por libra (0,88 g a 3,9 g por kg de peso corporal) fu6 de suficiente magnitud para excluir la consideración práct,ica, aun sin hacer objeción al empleo de tejido nervioso. No se registraron experiment’os de vacu- nacii>n con prueba por vía oral o intramuscu- lar, y se desconoce la cantidad de vacuna que podría haber sido eficaz en estas tirruns- tanriae. Sin emhargo, los experimentos en un número pequeño de chimpancés y seres humanos ron vacunas inact,ivadas con for- malina, preparadas con la médula espinal de los monos revelaron que aun las dosis repe- tidas no produjeron anticuerpos en todos los

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eran más difíciles de obttx:wr que los ot,ros dos tipos.

Hasta ahora no hay informes detallados de experimentos sobre la vacunación de ani-

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males con virus de la poliomielitis propa- gados en cultivos de tejidos. EnderP y Milzer y colaboradores38 mencionaron breve- mente que los ratones inoculados intraperi- tonealmente con virus vivo Lansing pro- pagado en cultivo de tejidos resistieron suhsiguientemente las pruebas intracere- hrales, y señalaron estos investigadores que “el grado de tal inmunidad activa . . . era considerablemente menor que el que general- mente se obtenía con virus del SNC de ratbn”. Salk y colaboradoresôO en un resumen publi- cado en 1952 declararon que la antigenicidad de las vacunas formalinizadas de cultivo de tejidos, calculando por el desarrollo de anticuerpos en los monos, era comparable a la que se obtuvo con vacunas similares preparadas con tejido nervioso. Este trabajo sin embargo, fué hecho con virus propagado en cultivos de testículos de mono, que pro- duce generalmente tftulos inferiores a los de cultivos similares con riñones de mono.

Casals y colaboradores*2 informaron que una vacuna formalinizada preparada con SNC de ratones lactant,es infectados con cepa MEFI especialmente adaptada, no ~610 prot,egió a los ratones contra prueba intra- cerebral con el virus homblogo MEF1 (del tipo Z), sino que di6 también un nivel con- siderable de protección contra el virus Leon (tipo 3) inoculado por vía intraespinal. En mi laboratorio (en colaboración con W. A. Hennessen y J. Casals) realizamos un estudio comparativo del poder de esta vacuna de cerebro de ratón lactante y de las vacunas formalinizadas de cultivo de tejidos de riñón de mono, preparadas con las cepas MEFI y Y-SK para proteger a los monos cynomolgus de la parálisis resultante de la infección oral con virus tipo 1 (Mahoney). Las tres vacu- nas resultaron t,ener la misma elevada po- tencia ( lo69 4 dosis infectivas por ml) antes de la inactivación, y todas fueron inactivadas con 0,4 % de formalina a unos 4°C. Es intere- sant,e oue la actividad inmunoaénica homo-

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típica de las tres vacunas fuera diferente cuando se ensayaba en ratones y en monos. La vacuna de cerebro de ratón lactante, después de sólo dos dosis de 0,Ol ml produjo una marcada resistencia a la prueba intra- cerebral en ratones, mientras que aún tres dosis de 0,l ml cada una, con o sin coadyu- vante, de cualquiera de las dos vacunas de cultivo de tejidos, no tuvo efecto inmunógeno contra el virus hornotípico MEF, o el virus heterotípico de Leon. En los monos cyno- molgus, por otra parte, las vacunas de cultivo de tejidos produjeron anticuerpos homotípicos más fácilmente que la de cerebro de ratón lactante. Catorce días después de una sola dosis de 1 ml (con co- adyuvante) el 90% de 19 monos inoculados con la vacuna de cultivo de tejidos desa- rrollaron anticuerpos neutralizantes, y sólo los desarrolló el 37 % de 16 que recibieron la vacuna de cerebro de ratón lactante. Des- pués de tres dosis, las tres vacunas produ- jeron anticuerpos homotípicos en el 100% de los monos. La protección parcial contra la parálisis resultante de la infección oral con virus heterotípico Mahoney del tipo 1 (ya mencionada en la página 593) se obtuvo con la vacuna Y-SK, pero no se pudo obtener con las vacunas MEFI de cultivo de tejidos o de cerebro de ratón lactante.

Una gran cantidad de informaciones orientadoras y cuantitativas debe aún ob- tenerse con trabajos en animales antes de que se puedan llevar a cabo estudios siste- máticos que se puedan repetir en los seres humanos. Entre otras cosas es de suma im- portancia que se elabore un método de in- vestigación conveniente, y que se pueda repetir cuantitativamente en animales de laboratorio fácilmente disponibles. Las ex- periencias ya ritadas indican que las pruebas de inmunidad activa en ratones pueden ser sumamente engañosas. Por otra parte, las pruebas para el desarrollo de anticuerpos en los ratones, hámsters, ratas algodoneras, cobayos o conejos podría conducirlos más fácilmente a una medida cuantitativa de la

, potencia ant,igénica. No es necesario advert,ir contra cualquier ensayo en que se reunan los

sueros de varics animales; el suero de cada animal inoculado con diferentes cantidades de vacuna deberá ser examinado por sepa- rado para permitir el cálculo de un 50% de dosis inmunógena. Sólo después que se haya elaborado tal método de análisis será posible investigar las importantes cuestiones prác- ticas sobre el mejor modo de inactivar el virus, las mejores cepas a emplear, los mejores métodos de conservación para man- tener la potencia antigénica original y-lo más importante de todo-la posibilidad de reproducir la potencia en diferentes lotes, y la relación entre la potencia antigénica ob- tenida por el método común de análisis y la dosis mínima requerida para reproducir anticuerpos que se mantengan durant,e seis meses, por lo menos, en casi todas las per- sonas que carecen de ellos.

PRUEBAS HUMANAS CON LA VACUNA DE VIRUS MUERTO

Hay dos lecciones que deben sacarse de las infortunadas pruebas prematuras realizadas en unos 20.000 niños en el año 1935, que fueron seguidas por 12 casos paralíticos de poliomielitis: (1) no es prudente llevar a efecto tales ensayos en la estación de la polio- mielitis, y (2) no es prudente embarcarse en ensayos en gran escala con seres humanos sin tener información adecuada sobre el pro- ducto a probarse. Aun cuando nadie estaría en desacuerdo con la primera lección, natu- ralmente es mucho más difícil lograr acuerdo respecto a lo que constituye información adecuada.

Aunque no hay informes publicados sobre las propiedades y conducta de las vacunas de cultivo de tejidos de virus muerto en ani- males, que puedan dar un patrón de referen- cia para la evaluación de los resultados ob- tenidos en seres humanos, hay ahora tres informes publicados sobre tales pruebas en seres humanos. Dos de éstos, escritos por Salk58p 5g, incluyen los resultados de pruebas con vacuna formalinizada y el tercero, de Milzer y colaboradores37 cou una vacuna en la que fueron inactivados los tres tipos de virus con luz ultravioleta por medio de un

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aparato especial que demostrti previament,e producir buenos resultados con el virus de la poliomielitis y de otras infecciones. Ambos emplearon las mismas cepas de virus (Ma- honey para el tipo 1, MEF1 para el tipo 2, y Saukett para el t,ipo 3) y cultivos de tejidos de riñón de mono. Al evaluar los resultados de estos experimentos es impor- tante tener en cuenta que hay que distinguir entre la respuesta de individuos que tienen ant’icuerpos contra uno o más t,ipos y la de individuos que no tienen anticuerpos contra ninguno de los t’res tipos. Como ya se ha demostrado que los seres humanos que están infectados con el virus de un tipo pueden desarrollar una respuesta muy transitoria de anticuerpos neutralizantes a otros tipos, y como es muy común en las infecciones humanas el desarrollo de anticuerpos de fijacii>n del complemento para los tres tipos de virus, la presencia de cualquier tipo de anticuerpos puede indicar que los individuos han sido sensibilizados, al menos en parte, por ant,ígenos comunes a los tres tipos de virus. La cantidad de antígeno requerida para un efecto de reactivación puede ser muy pequeña comparándola con la que se requiere para la producción de anticuerpos de nuevo. Por esta razón los experimentos preliminares sobre anticuerpos realizados con suero sin diluir, con pequeñas dosis de virus en el medio más sensible de cultivo de tejidos de riñón de mono son más válidos que los llevados a cabo con suero diluído en los cultivos mucho menos sensibles de testículos de mono. Si bien el primer informe de Salk contiene numerosos resultados in- teresantes de carácter exploratorio no pro- porciona información alguna sobre la res- puest,a de individuos sin anticuerpos al importante antígeno del tipo 1. La deduc- ción de que “en una serie de experimentos se manifest,6 que los ant’icuerpos de los tres tipos inmunológicos fueron causados por la inoculación de pequeñas cantidades de tales vacunas incorporadas en una emulsión de agua en areite”, es engañosa, porque para los importantes anticuerpos del tipo 1 sólo se dcmostrcí un fencimeno de reactivaci&l, sin

formaci6n nueva de antiwcrpos. El segundo informe,59 contiene antecedclltes que señala]) que nueve niños que no poseían anticuerpos de ninguno de los tres tipos en una dilucid de suero de 1:4 presentaron anticuerpos do los tres tipos en diluriones de 1:4 o mayores después de tres dosis de vacuna (total de 3 ml) sin coadyuvante. Entre seis individuos que recibieron ~610 un t,crcio de esta cantidad por vía intracutánea, todos “desarrollaro11” anticuerpos para el tipo 1 y 3, mientras clue dos no manifestaron anticuerpos para el tipo 2. Los t,ítulos bajos (en su mayor parte de 4 a 20) presentados por estos individuos que desarrollaron anticuerpos de nuevo, plan- tean la cuestión de si el suero habrá neutrali- zado o no otras cepas que no sean las que se incorporan en las vacunas, pero aún no SC tienen informes sobre este punto. El otro asunto importante relativo a la proporción de individuos que pueden perder anticuerpos de tan bajo título después de un período de cuatro a seis meses, también permanece sill resolver. Se manifestó, sin embargo, que los resultados notificados en esta última comuni- cación ‘?epresentan los descubrimientos obtenidos con materiales clue en función de métodos ahora disponibles, son anticuados y por lo tanto no revelan la plena potencia- lidad de la aplicación de los principios sobre los cuales se basa la presente propuesta”.&9 Se esperan con interés los nuevos resultados, pero hasta que no se emplee un método es- tándar de análisis será dificillsimo comparar la potencia antigénica de las diferentes preparaciones y determinar la dosis mínima requerida para la produwi<in regular de ant,icuerpoe suficientes en los seres humanos, a fin de que se mantengan por un período mínimo de G a 8 meses.

Milzer y colaboradoress inocularon 30 adultos voluntarios con dos dosis de vacwna trivalente sometida a irradiación ultraviolet,a -la primera consistía de 0,5 ml mezclados con igual cantidad de (boadyuvante y la segunda de 1 ml sin coadyuvante. Se obtuvo aquí el mismo fenómeno de reacbtivac%n, pero la cantidad de antígenos fué evidente- mente insuficiente para la produwi6n regu-

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lar de anticuerpos de nuevo. Entre siete individuos que no poseían anticuerpos del t,ipo 1, en su suero sin diluir antes de la vacunación (no se sabe cuántos de ellos poseían anticuerpos para algún otro tipo) cuatro no los desarrollaron después de la vacunación. No hay informes en la actua- lidad que indiquen que este método de irradiación ultravioleta sea menos adecuado que la formalina para la inactivación de los virus de la poliomielitis.

Sólo estudios futuros demostrarán si la dosis de vacuna de virus muertos requerida para la nueva producción regular de anti- cuerpos, que persistirá 10 menos seis a ocho meses, es lo bastante pequeña para permitir la elaboración práctica de la vacuna de riñón de mono para millones de individuos. La utilidad fundamental de una preparación tal dependerá también de la ausencia de efectos nefrotóxicos y del desarrollo de anti- cuerpos Rh después de inyecciones repetidas de extracto de riñones y eritrocitos rhesus contenidos en ellos. La información de Freund y sus colaboradores1g de que la inoculación de extracto testicular con co- adyuvantes oleosos y micobacteria puede conducir a la degeneración de los testículos, reclama una atención especial en las inyec- ciones repetidas de extractos de tejidos y de otros órganos. RyTo hay razón para creer, sin embargo, que no se pueda superar cual- quiera de las dificultades potenciales men- cionadas mediante nuevos adelantos téc- nicos.

ESTUDIOS SOBRE VARIANTES “AVIRULENTAS” DEL VIRUS

DE LA POLIOMIELITIS

La palabra “avirulento” difícilmente puede emplearse sin muchas calificaciones, las que aumentan junto con nuestros conocimientos sobre variación y mutación del virus de la poliomielitis. Como orien- tación práctica, sin embargo, podemos decir que el virus de poliomielitis es virulento cuando produce parálisis y es avirulento cuando no la produce y es inofensivo en otros aspectos. Puede no producir parálisis por tres distintas razones: (1) puede ser in-

capaz de producir lesiones histológicamente demostrables en las neuronas motoras in- feriores, 0 aun multiplicarse en ellas; (2) puede producir lesiones típicas en las neuro- nas motoras, pero ser incapaz de extenderse lo suficiente para afectar la gran cantidad que es necesario destruir para originar la parálisis clínicamente declarada ; (3) puede ser in- capaz de alcanzar las neuronas motoras, no sólo después de la inoculación periférica, sino aun después de la inoculación intracerebral. Aunque la última declaración puede parecer extraña, puede hallarse un buen ejemplo de esto en la cepa Leon (tipo 3) y la Mahoney (tipo 1) ,3l que paralizan a los ratones después de la inoculación medular, pero no de la intracerebral. Recientemente obtuve rarian- tes medulares similares, para ratones, de la cepa Y-SK (tipo 2), para monos cynomolgus, para cada uno de los tres tipos de virus de la poliomielitis. La virulencia o capacidad para- litogénica depende también del huésped y de la vía de inoculación. Así, una variante de la cepa Brunhilde, que produjo lesiones y pará- lisis ocasional después de la inyección intra- cerebral en los monos cynomolgus, sólo desa- rrolló anticuerpos sin parálisis ni lesiones en los chimpancés inoculados intracerebral- mente.47 Esta misma cepa de virus produjo anticuerpos en uno que otro mono cynomolgus después de ser administrada por vía oral o intramuscular, pero en los chim- pancés inoculados en igual forma desarro anticuerpos regularmente. Estos estudios permiten ver cada vez más que existe una diferente graduación en la parálisis y en la infección inaparente entre los monos rhesus, los cynomolgus y los chimpancés. De este modo la facilidad con que la infección puede producirse con la administración de virus (tal vez también por otras vías extraneurales) aumenta en la serie de rhesus-cynomolgus- chimpancés, mientras que la actividad para- litogénica es manifiestamente menor en el chimpancé que en los monos. La extensa propagación de la poliomielitis en los seres humanos sugiere que el hombre adquiere la infección tan fácilmente o más que el chim- pancé, mientras que la incidencia de parálisis

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indica que el hombre es más bien menos susceptible. Los antecedentes aportados por Turner y colaboradores65 sobre la adquisici6n natural de anticuerpos del tipo 2 indica que se pudieron infectar millares de personas sin que se presentara un solo caso clínicamente reconocido de poliomielitis debida a este virus. De consiguiente, los ensayos, aun en centenares de niños, no pueden indicar por sí mismos si una cepa dada de virus del tipo 2 ha sido privada de sus propiedades pa- ralitogénicas en el hombre. Por otra parte, durante el curso de una epidemia causada por virus del tipo 1, Melnick y Leclinko36 ob- servaron una incidencia de 6 a 16 casos por 1.000 infecciones subclínicas entre niños menores de 15 años, siendo la más baja entre criaturas de menos de 1 afro de edad, y la mayor en niños de 5 a 9 años.

El virus poliomielítico recobrado de pacien- tes cwn poliomielitis paralítica fué por lo general más virulento en los monos inocula- dos intracerebralmente que el recobrado de enfermedades menores o no paralíticas.4g Esto no quiere decir que las cepas muy vi- rulentas no se hayan recobrado de niños con cuadros asintomáticos, pero indica que la alta virulencia por inoculación intracerebral en el mono y la enfermedad paralítica en el hombre tienden a ir paralelas. Por consig- uiente, la actividad paralitogénica de un virus en los monos inoculados intracere- hralment’e puede emplearse como cualidad orientadora para medir la virulencia de las cepas de virus de poliomielitis experimental- mente modificadas o naturales. Durante el curso de los estudios sobre diferentes cepas experimentalmente modificadas, he recono- cido por los menos tres distintas variantes del virus original, plenamente virulento, en los monos cynomolgus inoculados intra- cerebralmente:

(1) Después de la inoculación de diferen- tes diluciones de lrirus, una variada propor- ción de monos, en un amplio promedio de diluciones, 0 bien manifestaron lesiones sin parálisis, 0 ni siquiera manifestaron lesiones. Pases intracerehrales posteriores provenien- tes de uno o más de los monos paralizados

produjeron la enfermedad paralític*a de una manera uniforme. Este feni>meno se inter- preta como una indiracibn de que el material original consistió en una mezcla de virus plenamente virulento y virus modificado.

(2) Después de la inoculación de dilu- ciones diferentes en grupos de 4 o 5 monos, quizás no se observe parálisis ni lesiones y sin embargo cuando se inoculan grandes can- tidades de monos con las concentraciones más altas de virus, unos pocos podrán desa- rrollar parálisis con lesiones típicas en la médula espinal y un elevado título de virus en los cultivos de tejidos, pero se obtuvieron resultados negativos en el ulterior pase intra- cerebral en monos. Recientemente pude demostrar que este fencímeno se presenta con cepas de virus que son “variantes medulares” para el mono; es decir, que producirá general- mente un tipo muy localizado de parálisis y lesiones específicas después de la inocula- ción espinal, pero no después de la inocula- ción intracerebral, excepto en los casos mencionados.

(3) Después de la inoculacibn intracere- bral de virus de cultivo de tejidos de elevada potencia, en diluciones variables, algunos de los inoculados con la mayor cantidad, pue- den desarrollar parálisis (*on lesiones tipicas de la médula espinal, pero no se puede demostrar la existencia de virus ni en el cult,ivo de tejidos ni por pase intracerebral. Sin embargo, cuando la suspensión de la médula espinal de un número de esos monos se pasa intracerebralmente se puede hallar otra vez algún mono con parAlisis y lesiones, pero sin ningún virus demostrable en el cul- tivo de tejidos, y el pase intracerebral ul- terior de tal animal produce parálisis en todos los monos inoculados. Sin embargo el virus que se recobra de ellos aun se encuentra desprovisto de actividad citopatógena en el cultivo de tejidos. Esto ha sido interpretado como la separación de una nueva mutante en el cerebro del mono, capaz de dañar el sistema nervioso, pero no las células epitelia- les ni los fibroblast’os que crecen fuera del tejido no nervioso del molla in vitre.

Antecedentes recientemente obtenidos et)

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mi laboratorio sugieren que el grado de mutación del virus de la poliomielitis propagado en el cultivo de tejidos de riñón de mono fluctúa de 1 en 1.000.000 a 1 en 100.000.000. La inoculación intracerebral de monos con tan grandes cantidades de variantes “intracerebralmente avirulentas” ha arrojado también luz sobre la posible existencia de la llamada “mutante estéril”, en la cual las lesiones típicas y la parálisis se desarrollan sin reproducción evidente de virus infeccioso, tanto como de una mutante que es virulenta por la ruta intracerebral, pero no por la subcutánea.

Estas conclusiones-que son las más re- cientes-se citan aquí sin la documentación completa, que será dada en otra parte, para indicar los problemas que se encuentran al tratar de contestar a la pregunta: “¿Es esta cepa de virus completamente avirulenta para losmonos?” Naturalmente, una cepa de virus no es por completo avirulenta para el mono mientras pueda producir parálisis aunque éstas puedan estar localizadas al ser puesta en contacto con los neuronas motoras. Du- rante un debate en la Segunda Conferencia Internacional sobre Poliomielitis el Dr. S. Gard dijo: “La inoculación de virus en ani- males de experimentación es como sembrar en terreno rocoso. Algunas semillas caen en la roca, otras en tierra fértil.” Cuando se ha separado una variante cuya actividad está ahora limitada a ciertas neuronas motoras, la mayoría de las partículas de virus o “se- millas” introducidas por inyección intracere- bral caen en las “rocas” de tejidos no sus- ceptibles. Sin embargo ese virus puede aún hallar, por accidente de inoculación en el músculo o la piel, las proyecciones de tales neuronas, e invadir así la médula espinal; cuando eso ocurre 1 entre 20 ó 40 monos sufre por lo general lesiones localizadas sin parálisis, pero ocasionalmente produce pará- lisis en un animal. El carácter original de los virus responsables de tales accidentes se com- prueba por el hecho de que el pase intra- cerebral produce resultados negativos. Desde el punto de vista de determinar los me- jores virus “avirulentos” para emplear en la

inmunización potencial humana, la preferen- cia se le dará naturalmente a la variante incapaz de producir parálisis, aun después de la inoculación medular directa. Se ha hallado sin embargo que los virus modificadc s que proceden como “variantes medulares” en los monos cynomolgus, son completamente avirulentos después de la directa inoculación medular en los chimpancés. Una variante que sea avirulenta por la vía medular, en los monos así como en los chimpancés será la preferida, pero la carencia completa de virulencia para los chimpancés podría consti- tuir una adecuada prueba final para una cepa cuyo empleo en los seres humanos se está estudiando.

La primera modificación experimental de la virulencia de un virus de la poliomielitis fué obtenida por Theiler64 cuando halló que después de 50 pases intracerebrales rápidos en el ratón, la cepa Lansing no siguó pro- duciendo signos de poliomielitis en ocho monos inoculados intracerebralmente. Se desconoce si la rapidez del pase o el super- crecimiento accidental de una mutante, o ambos, fueron los causantes, pero no se presentó tal pérdida de virulencia en otros laboratorios donde la misma cepa habfa sufrido 200 pases o más en ratones. Más recientemente, Gear confirmó la ohserva- ción de Theiler sometiendo el virus Lan- sing a una cantidad de pases rápidos por el Mystromys irrorattus, roedor campestre de Africa del Sur. En el centésimo pase Gear observó que aún producía parálisis en uno de cada diez monos inoculados intracerebral- mente, y uno piensa si los virus que pasaron por el ratón constituían aún una mezcla del virus virulento original y el virus modificado, o si estaba complicada una “variante medu- lar” u otro tipo de mutante. La misma pre- gunta hay que hacer sobre la reducida pato- genicidad de la cepa TN del tipo 2 empleada en los experimentos humanos realizados por Koprowski, Jervis, y Norton,29 de la mut,ante del tipo 1 Mahoney patógena para el ratón recogida por Li y Schaeffer,31 y de la variante MEFI del tipo 2 adaptada a los embriones del pollo por Cabasso y colaboradores.*l

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Enders, Weller y Rohhins17 f l8 informaron sobrecrecimieirto selectivo de uira variante primero que la cepa Rrunhilde del tipo 1 más patógena para el huésped cuyo tejido era había sido modificada en su virulencia en los empleado en el cultivo, más hien que a la monos después de mi número de pases en el influencia de selección del tejido no nervioso, tejido no nervioso humano. Después de dos se decidió mantener siempre el mismo hués- pases terminales de la dilucicin, la inocula- ped. Por consiguiente los virus se propagaron ci6n intrscerehral de 105.S dosis de 50% de en el cultivo de tejido de riñón de mono, y cultivo de tejido citopatógeno (DCT&o) todas las pruebas cuantitativas de patogeni- produjo parálisis en 2 de 9 monos. Estudios cidad e inmunidad se realizaron también en más extensos en mi laboratorios1 sobre el monos cynomolgus.51~ 53v 67 Los virus inicia- espectro patógeno e inmunógeno de esta les fueron cepas muy virulentas de cada uno cepa modificada, demostraron que mientras de los tres tipos de inmunidad (Mahoney, las dnsis mayores de virus de cultivo de Y-SR, y Leon). El simple cultivo en cultivos tejido humano produjeron ocasionalment,e de tejido deriñón no tuvo efecto sobre la parálisis y casi regularmente lesiones elt virulencia cuando los cultivos se inicia- los monos cynomolgus inoculados intracere- ron con simples o pequeños números de par- bralmente, esta variante produjo anti- tfculas de virus, y cuando las recolecciones cuerpos sin parálisis ni lesiones en los fueron demoradas por más de 24 horas después chimpancés inoculados intracerehralmente. de la aparición de la alteración citopatógena. Uno de los cuatro chimpancés muri6 de El pase a 24 horas de intervalo, con gran ino- neumonía lobular 8 días después de la inocu- culación (lo5 a 10’ de DCT& produjo flúidos lación intracerehral de 106.7 DCTso , y, ade- de cultivo con disminuída virulencia e inusi- más de la ausencia de lesiones demost#rables tadas normas de respuesta en los monos cy- en el SNC no se hall6 virus en una suspensión nomolgus, y la purificación de tales flúidos de de médula bulbar, cervical y lumhar. Esta es cult,ivo por la técnica terminal de dilución tamhién la cepa que infectó fácilmente (es produjo lo que se podría considerar como decir, produjo anticuerpos en) chimpancés, variantes relativamente avirulentas de cada pero no monos cynomolgus, después de la uno de los 3 t,ipos inmunolbgicos. La titula- edminist,ración intramuscular y oral de los ción intracerehral de cultivos de estas varian- virus. Los virus que fueron excretados en las tes, en grupos de 4 monos por dilución no heces por ~610 uno de los 4 chimpancés in- produjo ni parálisis ni lesiones en el SNC en fectados oralmente (y ninguno de los siete ninguno de los 84 monos empleados en las del grupo intracerebral o intramuscular) pruebas. Sin embargo, se hallaron lesiones tampoco produjeron parálisis en los monos neuronales focales, no asociadas con parálisis, inoculados intracerehralmente. Esta es la en la médula espinal en 3 de 48 monos inocu- cepa que en los monos inoculados intracere- lados intramuscularmente con distintas bralmente produjo una “mutante” que los cant,idades de la variante de Mahoney, en 2 paralizó con regularidad, pero no produjo de 20 que recibían la Y-SK, y en ninguno de por más tiempo un efecto citopatogénetico los 40 inoculados con diferentes cantidades en las células epiteliales o fibrohlastos re- del virus Leon. El virus obtenido de la mé- sultantes del tejido no nervioso de cynomol- dula espinal de uno de estos monos no pro- gus o humano in vitro. dujo parálisis con el pase intracerebral en

A principios de 1953 se realizó un estudio monos. Se supuso que estas variantes po- en mi lahoratorio para determinar las condi- seían una capacidad limitada para afectar ciones en que se pueden producir modifica- las neuronas motoras al ser invadidas directa- ciones en la virulencia, por medio del cultivo mente y la prueba eficaz mediante inyección de tejida no nervioso. Para evitar la posi- intramedular en los monos reveló que estos bilidad de que un cambio producido en la virus modificados eran “variantes medu- virulencia para el mono se pudiera deber al lares”. El grado de multiplicacicín vira1

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después de la inyección medular directa en los monos variaba con las diferentes cepas, pero en la mayoría de los casos esto no re- sultó suficieme para permitir un segundo pase a otros monos.

Los virus modificados propagados en cul- tivo de riñones produjeron títulos de aproximadamente 10’ de DCTho por ml, medidos según su actividad citopatogénica sobre las células epiteliales de tejido de riñon in vitre, pero no se observaron altera- ciones patológicas en los músculos, riñones, testículos, ovarios, suprarrenales, corazón, páncreas, bazo, o hígado, de los monos cynomolgus inoculados intramuscularmente. Aparecieron anticuerpos en los monos inoculados intramuscularmente, pero la incapacidad de una variada proporción de animales, para desarrollar anticuerpos des- pués de la inoculación con las dosis más pequeñas indicó que la capacidad para la mult~iplicación extratieural en el mono era menor que la de las cepas virulentas origina- rias. El virus original del tipo 1 (Mahoney) produjo parálisis aproximadamente en el 60 % de los monos después de la ingestión de 106.7 de DCTso una vez al día durante 3 días. El administrar 10 veces más cantidad del virus modificado no produjo ni parálisis ni lesiones, pero dió origen al aumento de anti- cuerpos y resistencia a la prueba oral con los virus virulentos. ‘I as variantes del tipo 1 (Mahoney) y del t)ipo 2 (Y-SK) produjeron parálisis en los ratones después de la inocula- ción medular, en cambio la variante del tipo 3 (Leon) no produjo parálisis. La inocula- ción medular de estas variantes en ll chim- pancés no produjo ni parálisis ni lesiones.

Una simple administración de 0,5-l ml de tlúido de cultivo de cada uno de los 3 tipos de virus avirulentos para el chimpancé, expe- rimentalmente obtenidos produjo una rá- pida infección immunógena en 7 de 9 chimpancés. Al administrar a 2 chimpancés una mezcla de los 3 virus, los anticuerpos del tipo 1 y 2 se desarrollaron rápidamente, mientras que la respuesta al tipo 3 no se hizo evidente. Sin embargo cuando se inyectó in- tramuscularmente la misma mezcla, en un

décimo de la dosis, ambos chimpancés desarrollaron anticuerpos a los 3 tipos. Prue- bas en humanos adultos voluntarios indi- caron que las cepas avirulentas de chim- pancé del tipo 2 y 3 se pueden multiplicar en el aparato digestivo humano aun en indivi- duos que poseen títulos bajos de anticuerpos hornotípicos adquiridos naturalmente, y que tal infección va seguida por un aumento en los títulos de anticuerpos.

YJO se descubrió viremia en ninguno de los 21 chimpancés que recibieron los diferentes virus modificados, por vía oral o intramuscu- lar. El virus de la poliomielitis fué descu- bierto en las heces entre los 7 y 28 días en 9 de los 15 chimpancés infectados por vía oral, y en ninguno de los 6 que recibieron los virus intramuscularmente. Si por medio de nuevos estudios se confirman las indicaciones de que por la vía intramuscular se puede pro- ducir la inmunidad (a) más regularmente, (b) con dosis más pequeñas, y (c) sin excre- ción de virus, sería necesario pesar estas ventajas contra la simplicidad de la inmuni- zación por vía oral. Las características de los virus excretados por los nueve chimpances y los dos voluntarios humanos, fueron en- sayadas mediante la inoculación intracere- bral en monos. En nueve de estas pruebas no se produjeron mutantes virulentas por vía intracerebral ni en el aparato digestivo humano ni en el del chimpancé, pero deben realizarse nuevos ensayos con el virus original derivado de las heces de dos chim- pancés por lo menos para determinar si pueden aparecer tales mutantes.

Las cepas corrientemente disponibles de cada uno de los tres tipos inmunológicos que no producen ni parálisis ni lesiones después de la inyección en la médula espinal de chimpancés deherán ser objeto de ulteriores investigaciones como candidatas potenciales para la inmunización humana. Entre estas cepas, sin embargo, hay algunas que inocu- ladas en los monos por la médula producen solo una parálisis localizada y muy moderada y esto bastante irregularmente, mientras que otras producen parálisis con más regularidad y extensamente. Las 5 cepas que se pre-

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sentau naturalmente del tipo 2 y tipo 3 que eran los últimos de una dilwitin seriada que se recobraron en niños sanos, produjeron y obtuvimos una cepa que rara VW produw parálisis más regular y extensamente en los parálisis y que cuando la prodwe cs de t,ipo monos inoculados en la médula que las moderado y transitorio. Esta variante cepas Y-SK y Leon que separamos experi- especial de la caepa de Li y Srhacffcr será mentalmente. De ahora en adelante, por lo por lo tanto la mejor candidata disponi- tanto, las últimas son las cepas de elección ble del tipo 1, si los estudios realizados en para los virus de los tipo 2 y 3 a emplearse chimpancés pueden demostrar que 110 ha en estudios posteriores con seres humanos. perdido su capacidad inmunol~ígiw. Mien- Entre los virus modificados del tipo 1 realiza- tras se continúa la investigacicín sobre las mos una comparación cuantitativa de la cepas que son rompletamente avirulentas cepa 13runhilde propagada en el t’ejido hu- por vía medular en el mono, así como cn el mano, por Enders y sus colaboradores’* y chimpancé, se pueden realizar nuevos pro- luego en nuestro propio laboratorio (sori gresos empleando las cepas corrientemente tejidos de riñón de mono51 de la cepa disponibles para los estudios cuantitativos y Mahoney separada en el cultivo de tejidos de orientación, clue indicarán el mejor proce- y de la cepa Mahoney separada en los dimiento para la inmunización activa de seres ratones por 1 i y Schaeffer.31 Como observa- humanos. Empleando lotes fijos de estas mos que la cepa de Li y Schaeffer produjo la cepas, ha sido posible demostrar una sufi- menor parálisis en los monos inoculados en ciente estabilidad genética en ~1 cultivo de la médula, llevamos a cabo nuevos estudios tejidos para permitir su uso wn propósitos con el virus obtenido de t’ubos individuales prácticos.

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