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ARTÍCULOS SOBRE CRISTOLOGÍA LEONARDO BOFF Sumario: ELEMENTOS DE UNA CRISTOLOGÍA EN LENGUAJE SECULAR JESÚS, UN HOMBRE DE EQUILIBRIO, FANTASÍA CREADORA Y ORIGINALIDAD JESÚS: EL HOMBRE DIOS Y EL DIOS HOMBRE JESUCRISTO, LIBERADOR DE LA CONDICIÓN HUMANA JC Y LA LIBERACIÓN DEL HOMBRE LA RESURRECCIÓN REALIZACIÓN DE LA UTOPÍA HUMANA ¿DÓNDE ENCONTRAMOS HOY A CRISTO RESUCITADO? REFLEXIONES SISTEMÁTICAS: EL SURGIMIENTO DEL NUEVO ADÁN ¿QUÉ SIGNIFICA QUE CRISTO SUBIÓ A LOS CIELOS? ELEMENTOS DE UNA CRISTOLOGÍA EN LENGUAJE SECULAR a) Cristo como punto Omega de la evolución, el «homo revelatus» y el futuro presente A pesar de las dificultades todavía no resueltas, nuestra actual concepción del mundo es evolucionista. Se afirma que este mundo es fruto de un largo proceso en el que las formas imperfectas fueron evolucionando hacia formas cada vez más perfectas, hasta alcanzar el presente estadio de ascensión. Mirando hacia atrás, detectamos un sentido en la evolución de la realidad. Por más oscura que se presente la explicación de fenómenos aislados, donde parece prevalecer el acaso y el absurdo, no podemos negar que la totalidad global se orientó de acuerdo con una (sentido latente); de hecho, la cosmogénesis desembocó en la biogénesis; de la biogénesis surgió la antropogénesis, y de la antropogénesis -para la fe cristiana- irrumpió la cristogénesis. La realidad que nos rodea no es un caos, sino un cosmos (armonía). Cuanto más avanza, más se complica; cuanto más se complica, más se unifica, y cuanto más se unifica, más se conciencia. El

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ELEMENTOS DE UNA CRISTOLOGA

ARTCULOS SOBRE CRISTOLOGA

LEONARDO BOFF

Sumario:

ELEMENTOS DE UNA CRISTOLOGA EN LENGUAJE SECULAR

JESS, UN HOMBRE DE EQUILIBRIO, FANTASA CREADORA Y ORIGINALIDAD

JESS: EL HOMBRE DIOS Y EL DIOS HOMBRE

JESUCRISTO, LIBERADOR DE LA CONDICIN HUMANA

JC Y LA LIBERACIN DEL HOMBRE

LA RESURRECCIN REALIZACIN DE LA UTOPA HUMANA

DNDE ENCONTRAMOS HOY A CRISTO RESUCITADO?

REFLEXIONES SISTEMTICAS: EL SURGIMIENTO DEL NUEVO ADN

QU SIGNIFICA QUE CRISTO SUBI A LOS CIELOS?

ELEMENTOS DE UNA CRISTOLOGA

EN LENGUAJE SECULAR

a) Cristo como punto Omega de la evolucin, el homo revelatus y el futuro presente

A pesar de las dificultades todava no resueltas, nuestra actual concepcin del mundo es evolucionista. Se afirma que este mundo es fruto de un largo proceso en el que las formas imperfectas fueron evolucionando hacia formas cada vez ms perfectas, hasta alcanzar el presente estadio de ascensin. Mirando hacia atrs, detectamos un sentido en la evolucin de la realidad. Por ms oscura que se presente la explicacin de fenmenos aislados, donde parece prevalecer el acaso y el absurdo, no podemos negar que la totalidad global se orient de acuerdo con una (sentido latente); de hecho, la cosmognesis desemboc en la biognesis; de la biognesis surgi la antropognesis, y de la antropognesis -para la fe cristiana- irrumpi la cristognesis. La realidad que nos rodea no es un caos, sino un cosmos (armona). Cuanto ms avanza, ms se complica; cuanto ms se complica, ms se unifica, y cuanto ms se unifica, ms se conciencia. El espritu es, en este sentido, no un epifenmeno de la materia, sino su mxima realizacin y concentracin en s misma. Constituye la prehistoria del espritu.

En esta perspectiva, el hombre no surge como un error de clculo o un ser abortivo de la evolucin, sino como su sentido ms pleno, como el punto donde el proceso global toma conciencia de s mismo y pasa a ser dueo de su destino. La comunidad primitiva vio en Jess la mxima revelacin de la humanidad, hasta el punto de que sta revela totalmente el misterio ms profundo e ntimo que encierra: Dios; Cristo es, pues, para nuestra visin evolucionista, el punto Omega, el vrtice donde el proceso todo, en un ser personal, logr alcanzar su meta y as extrapolarse a la esfera divina. En l, Dios es todo en todas las cosas (cf. 1 Cor 15,28), y Cristo es el centro entre Dios y la creacin. El hombre querido por Dios y que es radicalmente su imagen y semejanza (Gn 1,26) no es tanto el primer hombre que deriv del animal, sino el hombre escatolgico que irrumpe en Dios al final de todo el proceso evolutivo-creacional. Encarnado y resucitado, Cristo se presenta con las caractersticas del hombre postrero. El hombre latente en el proceso ascensional se hizo patente: es el homo revelatus. Es el futuro ya anticipado en el presente, el fin ya manifestado en el medio y el camino. Cristo asume as un carcter determinante de impulsor, integrador, orientador y gua para quienes todava estn en la penosa y lenta ascensin hacia Dios. Cristo es un absoluto dentro de la historia.

Esto implica, en primer lugar, que l es el absoluto, porque realiza las esperanzas mesinicas del corazn humano. El hombre vive de un principio esperanza que lo hace soar con una total liberacin. Muchos aparecieron y ayudaron al hombre a caminar hacia Dios, en la dimensin religiosa, cultural, poltica, psicolgica, etc., pero nadie consigui mostrar al hombre una radical liberacin de todos los elementos alienantes, desde el pecado hasta la muerte. Con la resurreccin, esto se hizo patente en la figura de Jess. En l se dio un novum cualitativo con lo cual se encendi una esperanza inextinguible: nuestro futuro es el presente de Jess. El es el primognito entre muchos hermanos (Rom 8,29; Col 18). En este sentido, Cristo es un absoluto dentro de la historia. Ese su carcter no lo consigue a costa de otros predecesores o seguidores, como Buda, Confucio. Scrates, Gandhi, Luther King y otros, sino dando forma plena y radical a lo que ellos vivieron y llevaron adelante. Por otra parte, afirmamos que Cristo es un absoluto dentro de la historia, porque realiza de forma exhaustiva los dinamismos de esa historia. El implica que Cristo, por ser lo que es, est tambin fuera de nuestro tipo de historia. La super y fund otra historia donde las ambigedades del proceso histrico, de pecado-gracia, de integracin-alienacin, fueron superadas. Con l se inaugura nuevo ser, polarizado slo en lo positivo, en el amor, en la gracia, en la comunin total. Como absoluto dentro y fuera de la historia, es crisis permanente para toda Gestalt y todos los smbolos reales del Absoluto y de liberacin total en la historia. As, Cristo se transform en una medida con que se pueden medir todas las cosas sin rebajarlas ni degradarlas. La grandeza de Cristo no se conquista empequeeciendo a los otros, sino exactamente viendo la realidad de Cristo realizada en la real grandeza de las grandes figuras y personalidades liberadoras de la historia humana. b) Cristo, conciliacin de los opuestos, medio divino y sntesis de la experiencia humana La creciente unificacin del mundo a travs de todos los canales de comunicacin est creando en los hombres una conciencia planetaria, ecumnica y solidaria en la bsqueda de un nuevo humanismo. El encuentro de las culturas y de las distintas interpretaciones del mundo, occidentales y orientales, genera una crisis de todos los humanismos tradicionales: el clsico grecoromano, el cristiano, el renacentista, el tcnico y el marxista. De esta fermentacin y de la confrontacin de los distintos horizontes y modelos nacer una nueva comprensin del hombre y de su funcin en el universo. En este proceso, Jesucristo podr ser un factor determinante porque su Gestalt es la reconciliacin de los opuestos humanos y tambin divinos. Primeramente se presenta como mediador entre Dios y el hombre, en el sentido de que realiza el deseo fundamental del hombre por experimentar lo inexperimentable e inefable en una manifestacin concreta. Como mediador, no es una tercera realidad, formada del hombre y de Dios. Eso hara de Cristo un semidis y un semihombre y no representara ni a Dios ni al propio hombre. Para poder representar a Dios ante los hombres y a los hombres ante Dios deber ser totalmente Dios y plenamente hombre. Ya dijimos al exponer el sentido de la encarnacin que Jess-hombre manifiesta y representa a Dios en la radicalidad de la existencia humana, centrada no en s misma, sino en Dios. Cuanto ms hombre es l, ms revela a Dios. As puede representar a Dios y al hombre sin alienarse de Dios ni del hombre. Quien consigue ser tan profundamente humano como Jess, hasta manifestar en s mismo simultneamente a Dios, da sentido a la historia humana y ser erigido como Gestali del verdadero y fundamental ser humano. Cristo configura tambin la conciliacin de los opuestos humanos. La historia humana es ambigua, hecha de paz y de guerra, de amor y de odio, de liberacin y opresin. Cristo asumi esta condicin humana y la reconcili. Perseguido, discutido, rechazado, preso, torturado y asesinado, no pag con la misma moneda: am al perseguidor y redimi al torturador asumindolo ante Dios: Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen (Le 23,34). No sufri simplemente la cruz. La asumi como forma de amor y de fidelidad a los hombres. De esta manera venci la alienacin y la escisin entre ellos con un vigor que es el vigor del ser nuevo revelado en l. CZ/SIMBOLO: La cruz es el smbolo de la reconciliacin de los opuestos: seal del odio humano y del amor de Dios. Cre as una situacin nueva en la humanidad, un medio divino", un mundo reconciliado dentro del mundo divino, con un dinamismo y una actuacin histrica que nos alcanza a nosotros hoy y perdurar para siempre. Desde que por la fe, por el seguimiento, por la esperanza, por el amor y por los sacramentos nos hacemos partcipes de este foco conciliador y reconciliador, tambin nos hacemos nueva criatura y experimentamos la fuerza del mundo futuro. La juventud hippy lo dice con su lenguaje caracterstico: Jess es una experiencia tremenda. Detrs de esta expresin se articula una vivencia tpicamente cristiana que hace a Cristo ser lo que es: el conciliador de los opuestos existenciales y el integrador de las distintas dimensiones de la vida humana en la bsqueda de sentido y luz para el camino. Es ste tambin el contenido humano que se esconde detrs de las frmulas clsicas de la cristologa del Hijo del hombre, del Siervo doliente y del Mesas rechazado.

c) Cristo, crtico, reformador, revolucionario y liberador

El mundo de los ltimos tres siglos se caracteriza por su gran movilidad social. La mentalidad cientfica y las posibilidades de la tcnica han transformado al mundo circundante, natural y social. Las formas de convivencia se suceden unas a otras. Las ideologas legitimadoras de un status social y religioso se ven sometidas a crtica rigurosa. Si no se consigue derrumbarlas, son al menos desenmascaradas. El hombre de hoy se define mucho ms en funcin del futuro que a partir de su pasado. En funcin del futuro elabora nuevos modelos de dominacin cientfica del mundo, proyecta nuevas formas de organizacin social y poltica y crea incluso utopas en nombre de las cuales critica las situaciones sociolgicamente dadas. As surgen reformadores, crticos y revolucionarios. Para no pocos, Cristo es considerado y seguido como un crtico y un liberador, un reformador y un revolucionario. Hasta cierto punto, esto es una gran verdad. Pero no debemos confundir los trminos. Cristo no se define por ir en contra de nada: no es un plaidero. Est a favor del amor, de la justicia, de la reconciliacin, de la esperanza y de la total realizacin del sentido de la existencia humana en Dios. Si est en contra de algo es porque primero se define a favor. Predica, en trminos actuales, una autntica revolucin global y estructural: el reino de Dios, que no es liberacin del yugo romano, ni grito de rebelin de los pobres contra los latifundistas judos, sino total y completa liberacin de todo lo que aliena al hombre, desde las enfermedades y la muerte hasta, especialmente, el pecado.El reino de Dios no puede ser reducido y privatizado a una dimensin del mundo. Su totalidad global debe ser transformada en el sentido de Dios. Desde ese preciso sentido, que excluye la violencia, Cristo puede ser llamado crtico y revolucionario. En nombre de este reino critica el legalismo, la dureza de la religin y la estratificacin sociorreligiosa de su tiempo, que discriminaba a las personas en puras e impuras, profesiones malditas, prjimo y no prjimo, etc.

Conviene dejar bien claro lo que significa ser revolucionario y reformador. Reformador es aquel que quiere mejorar su mundo social y religioso. El reformador no busca crear algo absolutamente nuevo. Acepta el mundo y la forma social y religiosa que tiene ante s e intenta elevarla. En este sentido, Jess fue tambin un reformador. Naci en el judasmo, se adapt a los ritos y costumbres de su pueblo. Pero intent mejorar el sistema de valores religiosos. Sus exigencias fueron duras: radicaliz el mandamiento de no matar, exigiendo erradicar la causa de la muerte, que es el odio; radicaliz el mandamiento de no desear la mujer del prjimo, postulando el cuidado con los ojos; profundiz el amor al prjimo, ordenando amar tambin a los enemigos. Como es evidente, Cristo fue, en este sentido, un reformador. Pero fue ms all. No slo repiti el pasado, perfeccionndolo, sino que dijo cosas nuevas (Mc 1,27). Y en eso fue un gran revolucionario, quiz el mayor de la historia. El revolucionario, a diferencia del reformador, no quiere nicamente mejorar una situacin. Busca introducir algo nuevo y cambiar las reglas del juego religioso y social. Cristo predica el reino de Dios, que no beneficia a esta o aquella parcela del mundo, sino que es una transformacin global de las estructuras de este viejo mundo, la novedad y la jovialidad de Dios reinando sobre todas las cosas. Ser cristiano es ser nueva criatura (2 Cor 5,17), y el reino de Dios, en la interpretacin del Apocalipsis, es el nuevo cielo y la nueva tierra (Ap 21,1), donde no habr muerte, ni llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el viejo mundo ha pasado (21,4).

Cuando Cristo predica y promete esta buena nueva para el hombre, anuncia una autntica revolucin. Pero slo en ese sentido puede ser llamado revolucionario, no en el sentido emocional e ideolgico de revolucionario, violento o rebelde frente a la estructura poltico-social. Tal vez la expresin ms adecuada sera liberador de la conciencia oprimida por el pecado y por toda suerte de alienaciones, liberador de la triste condicin humana en sus relaciones con el mundo, con el otro y con Dios.

d) Jesucristo, arquetipo de la ms perfecta individualizacin

Uno de los deseos fundamentales del hombre es conseguir una creciente integracin de todos los dinamismos de su vida consciente, subconsciente e inconsciente. El hombre es un nudo de relaciones en todas las direcciones. Constituye un proceso doloroso, no siempre libre de conflictos y de dramas existenciales, la integracin de todos los impulsos de la vida humana. El viaje ms largo y peligroso que el hombre hace no es hacia la luna o hacia los otros astros, sino hacia el interior de s mismo, en busca de un centro que todo lo atraiga, polarice y armonice. Esta incesante bsqueda la denominamos, en el lenguaje de la psicologa de los complejos de C. G. Jung, proceso de individualizacin. Este proceso se realiza en la capacidad humana de poder acercarse cada vez ms al smbolo o arquetipo de Dios -Selbst-Self- que se constituye en el centro de las energas psquicas del hombre. El arquetipo de Dios es el responsable de la armona, integracin y asimilacin del yo consciente con sus dinamismos y principalmente del yo inconsciente, formado por la poderosa e insondable masa hereditaria de las experiencias de nuestros primitivos antepasados (vegetales, animales, humanos), del pueblo, de la nacin, del clan, de la familia y de otras diferenciaciones de orden histrico colectivo e individual. Cuanto ms consigue el hombre crear un ncleo interior integrador y asimilador, ms se individualiza y personaliza. La religin que adora al Dios divino y no simplemente al Ser Infinito, necesario al sistema metafsico, desempea un factor decisivo en este proceso. Personas de extraordinaria integracin, como los msticos, los grandes fundadores de religiones y otras personalidades de admirable humanidad, se constituyen en arquetipos y smbolos del Selbst. Jesucristo, tal como se presenta en los evangelios y tal como lo confiesa la comunidad de fe, se manifiesta como la actualizacin ms perfecta y acabada del Selbst (arquetipo de Dios). Surge como la etapa ms consumada en el proceso de individualizacin hasta identificarse, y no slo aproximarse, al arquetipo Selbst (Dios).Cristo asume as un significado trascendente para la humanidad: el hombre que somos cada uno de nosotros, experimentado como un misterio, el hombre que supera infinitamente al hombre y que se siente como un haz ilimitado de posibilidades, y que al mismo tiempo se experimenta limitado y presto en las estrecheces de los condicionamientos histricos, ahora, con Jess muerto y resucitado, percibe que l no es una posibilidad asinttica y un anhelo jams realizado de total integracin, sino que tal integracin se dio al menos en un hombre, brillante y difano como la luz de la primera maana de la creacin. Porque somos solidarios unos de otros, tenemos la esperanza de que la realidad presente de Cristo se torne tambin realidad de cada hombre, abrindose al Absoluto: ahora l va delante de nosotros como camino, luz, smbolo y arquetipo del ser ms integrado y perfecto que irrumpi en el mundo hasta sumergirse en el propio misterio recndito de Dios e identificarse con l.

e) Jesucristo, nuestro hermano mayor

La absoluta integracin de Jess consigo mismo y con Dios (encarnacin) no se realiz en una vida espectacular, sino en los altibajos de la vida diaria. Por la encarnacin Dios asumi la totalidad de nuestra precaria condicin humana, con sus angustias y esperanzas, con sus limitaciones (muerte de Dios) y sus anhelos de infinito. Ese es el gran significado teolgico de los aos oscuros de la infancia y adolescencia de Jess; l es un hombre como todos los hombres de Nazaret, no un superhroe, ni un santo que llame la atencin; solidario con la mentalidad popular, participa del destino de una nacin subyugada por las fuerzas de ocupacin extranjeras. No dej nada escrito. Literariamente, se pierde en la masa annima de los sinnombre. Por la encarnacin, Dios se humill tanto que se escondi al aparecer aqu en la tierra. Por eso, la Navidad es la fiesta de la secularizacin. Dios no teme la materia ni la ambigedad y pequeez de la condicin humana. Dios se revela precisamente en esa humanidad y no a pesar de ella. Cualquier situacin humana es suficientemente buena para que el hombre se sumerja en s mismo, madure y encuentre a Dios. Cristo es nuestro hermano porque participa del anonimato de casi todos los hombres y asume la situacin humana, idntica para todos: la vida merece ser vivida tal como es, cotidiana, montona como el trabajo de cada da, que exige convivir con los dems, escucharlos, comprenderlos y amarlos. El es nuestro hermano mayor, ya que dentro de esta vida humana, asumida en lo que tiene de oscuridad y publicidad, vivi tan humanamente que pudo revelar a Dios, y por su muerte y resurreccin llevar a plenitud todos los dinamismos de que somos capaces. Como deca un conocido telogo: El cristianismo no anuncia la muerte de Dios, sino la humanidad de Dios. Y se es el gran significado de la vida terrestre de Jess de Nazaret.

f) Jess, Dios de los hombres y Dios con nosotros

Lo expuesto anteriormente ha dejado en claro la falsedad de la alternativa Dios o el hombre. Tambin es falsa la alternativa Jess o Dios. Dios se revela en la humanidad de Jess. La encarnacin puede considerarse como la realizacin exhaustiva y radical de una posibilidad humana. Jess, Dios-hombre, se manifiesta como el Dios de los hombres y Dios con nosotros. A partir de esta comprensin debemos desmitizar nuestro concepto comn de Dios, que nos impide ver a Cristo como "hombre revelador del Dios de los hombres en su humanidad. Dios no es un rival del hombre ni el hombre lo es de Dios. En Jesucristo descubrimos una imagen de Dios desconocida por el Antiguo Testamento: un Dios que puede hacerse otro, puede salirnos al encuentro en la debilidad de una criatura, puede sufrir, sabe lo que significa ser tentado, sufrir decepciones, llorar la muerte de un amigo, ocuparse de los hombres insignificantes que no poseen en este mundo ninguna oportunidad y anunciarles la novedad total de la liberacin de Dios. Es evidente que Dios no est lejos del hombre, no es extrao al misterio del hombre; por el contrario, el hombre implica siempre a Dios como el supremo e inefable misterio que envuelve la existencia humana, que cuando se siente no se deja influir por ningn concepto o smbolo, y cuando es revelado en su mxima manifestacin en la humanidad de Jess, no se deja agotar por ningn nombre o ttulo de grandeza. Ese es el Dios humano que revela la divinidad del hombre y la humanidad de Dios.

A causa de Jesucristo, Dios-hombre, ya no se podr concebir al hombre sin implicar en l a Dios y en concreto nosotros los hombres no podremos pensar a Dios sin relacionarlo con el hombre. El camino hacia Dios pasa por el hombre y el camino hacia el hombre pasa por Dios. Las religiones del mundo experimentaron a Dios, como fascinosum y tremendum, en la naturaleza, en el poder de las fuerzas csmicas, en las montaas, en el sol, en las fuentes, etc. El Antiguo Testamento descubri a Dios, en la historia. El cristianismo ha visto a Dios en el hombre. En Jess se hizo evidente que el hombre no es solamente el lugar donde Dios se manifiesta, sino tambin un modo de ser del propio Dios. El hombre puede ser una articulacin de la historia de Dios. Esto se hizo realidad en Jess de Nazaret. Las consecuencias de tal concepcin son de extrema gravedad teolgica: la vocacin del hombre es la divinizacin. El hombre, para hacerse hombre, necesita salir de s mismo y que Dios se hominice. El hombre puede ser articulacin de la historia de Dios nicamente en la libertad, en la entrega y apertura espontnea del hombre a Dios. La libertad produce ruptura, superacin de la necesidad csmica y de la lgica matemtica y la inauguracin de lo imprevisto, de lo espontneo, de lo creativo. Se ha hecho presente el misterio indescifrable. Con la libertad todo es posible: lo divino y lo demonaco; la divinizacin del hombre y la absoluta frustracin humana como consecuencia del cerrarse a la autocomunicacin amorosa de Dios. Con Jess percibimos la indescifrable profundidad humana, que llega a implicar el misterio de Dios y sorprendemos tambin la proximidad de Dios hasta identificarse con el hombre. Bien lo expresaba Clemente de Alejandra (+ 211 o 215) : Si encuentras realmente a tu hermano, habrs encontrado tambin a Dios (Stromata 1, 19).

4. CONCLUSIN: CRISTO, MEMORIA Y CONCIENCIA CRITICA DE LA HUMANIDAD

La cristologa, antes y hoy, intenta responder a la pregunta de quin es Jess. Preguntar quin eres t? es preguntar por un misterio. Las personas no se dejan definir y encuadrar dentro de ninguna situacin. Preguntar quin eres t, Jesucristo, para nosotros hoy? significa confrontar nuestra existencia con la suya y sentir el desafo de su persona, de su mensaje y la significacin que se deduce de su comportamiento. Sentirse interpelado por Cristo hoy es ponerse en el camino de la fe, que comprende quin es Jess, no tanto dndole ttulos nuevos y nombres diferentes, cuanto intentando vivir como l vivi: salir de s mismo, buscar el centro del hombre no en uno mismo, sino fuera de s, en el otro y en Dios, tener el coraje de luchar en la brecha en lugar de los otros, de ser un Cristo-arlequn o el Cristo-idiota de Dostoiewski, que nunca abandona a los hombres, prefiere a los marginados, sabe soportar y aprende a perdonar, es revolucionario, pero jams discrimina y aparece donde el hombre est, que es burlado y amado, considerado loco, pero que manifiesta una sabidura arrolladora. Cristo supo colocar un y donde nosotros solemos colocar una o y as logr reconciliar los opuestos y ser el mediador de los hombres y de todas las cosas. Es la permanente e incmoda imagen de lo que deberamos ser y no somos, la conciencia crtica de la humanidad, que jams debe contentarse con lo que es y conquista, sino que debe caminar hacia la reconciliacin y alcanzar un grado de humanidad que manifieste la armona insondable de Dios, todo en todos (cf. 1 Cor 15,28). Mientras esto no acontezca, Cristo, como deca Pascal, seguir siendo injuriado, seguir agonizando y muriendo por cada uno de nosotros (cf. Pensamientos). En este sentido podemos recitar el siguiente pasaje de un credo para el tiempo secular:

Creo en Jesucristo

quien como hombre solo nada poda realizar.

Tambin nosotros nos sentimos as.

Que luch para que todo cambiara

y fue por eso ejecutado.

Ese es un criterio para comprobar

cun esclerotizada est nuestra inteligencia,

cun sofocada nuestra imaginacin,

desorientado nuestro esfuerzo,

porque no vivimos como l vivi.

Y hasta tememos cada da que su muerte haya sido en vano,

porque lo enterramos en nuestros templos

y traicionamos su revolucin,

medrosos y sumisos ante los poderosos del mundo.

Y olvidamos que resucita en nuestras vidas,

para que nos liberemos de prejuicios y prepotencias,

del miedo y del odio,

y llevemos adelante su revolucin hacia el reino.

(BOFF-LEONARDO-2. Pg. 242-253)

JESS, UN HOMBRE DE EQUlLlBRIO,

FANTASA CREADORA Y ORIGINALIDADPERSONALIDAD:Antes de atribuir ttulos divinos a Jess, los evangelios nos permiten que hablemos humanamente de l; como nos dice el NT, con l apareci la bondad y el amor de Dios a los hombres. No pinta el mundo ni peor ni mejor de lo que es. No moraliza. Con extraordinario equilibrio encara la realidad, posee la capacidad de ver y colocar todas las cosas en su sitio. A ese equilibrio agrega la capacidad de ver al hombre mayor y ms rico que su contexto cultural concreto. Y todo es porque en l se revel lo que hay de ms divino en el hombre y lo que hay de ms humano en Dios.El mensaje de Jess supone la radical y total liberacin de todos los elementos alienantes que se dan en la condicin humana. Jess mismo se presenta como el hombre nuevo, de la nueva creacin reconciliada consigo y con Dios. Sus palabras y actitudes revelan a alguien liberado de las complicaciones que los hombres y la historia del pecado crearon. Ve con ojos perspicaces las realidades ms complejas y simples y va a lo esencial de las cosas. Sabe decirlas breve, concisa y exactamente. Manifiesta un extraordinario equilibrio que sorprende a todos los que estn a su alrededor. Tal vez ese hecho haya dado origen a la cristologa, esto es, a la tentativa de la fe de descifrar el origen de la originalidad de Jess y de responder a la pregunta: Quin eres t, Jess de Nazaret?1. JESS, HOMBRE DE EXTRAORDINARIO EQUILIBRIO Y SENTIDO COMN:Tener equilibrio es un atributo de los grandes hombres. Decimos que alguien lo posee cuando para cada situacin tiene la palabra adecuada, el comportamiento acertado y da de inmediato con el punto exacto de las cosas. El sentido comn est ligado a la sabidura concreta de la vida; es saber distinguir lo esencial de lo secundario. la capacidad de ver y colocar todas las cosas en su debido lugar. El equilibrio se sita siempre en el lado opuesto de la exageracin. Por eso, el loco o el genio, que en muchos puntos se aproximan, en este aspecto se distinguen fundamentalmente. El genio radicaliza el equilibrio. El loco radicaliza la exageracin. Jess, como los testimonios evanglicos nos lo presentan, se manifiesta como un genio de equilibrio y sentido comn. Una serenidad incomparable rodea todo lo que hace o dice. Dios, el hombre, la sociedad y la naturaleza estn ah en una inmediatez extraordinaria. No hace teologa, ni apela a principios superiores de moral, ni se pierde en una casustica minuciosa y sin corazn. Pero sus palabras y comportamientos inciden plenamente en lo concreto, en el mismo corazn de la realidad y llevan a una decisin ante Dios. Sus determinaciones son incisivas y directas: Reconcliate con tu hermano! (Mt 5,24b); no perjurars! (Mt 5,34); no resistis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha presntale tambin la otra (Mt 5,39); amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan (Mt 5,44); cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha (Mt 6,3).a) Jess, un profeta y maestro diferenteEl estilo de Jess nos hace pensar en los grandes profetas. Efectivamente, l surge como uno de ellos (Mc 8,28; Mt 21,11.46). No obstante, no es como un profeta del Antiguo Testamento, que precisa de un llamamiento divino y de una legitimacin por parte de Dios. Jess no reclama para s ninguna visin de misterios celestiales a los cuales slo l tiene acceso. Ni pretende comunicar verdades ocultas y para nosotros incomprensibles. Habla, predica, discute y rene en torno a s discpulos, como un rabino de su tiempo. Y, sin embargo, la diferencia entre uno de aqullos y Jess es como la del cielo a la tierra. El rabino es un intrprete de la Sagrada Escritura; en ella lee la voluntad de Dios. La doctrina de Jess no es solamente una explicacin de los textos sagrados. Lee la voluntad de Dios tambin fuera de la Escritura: en la creacin, en la historia y en la situacin concreta. En su compaa acepta gente que un rabino rechazara indefectiblemente: pecadores, publicanos, nios y mujeres. Extrae su doctrina de las experiencias comunes que todos hacen y pueden controlar. Sus oyentes lo comprenden en seguida. No se las exigen otros presupuestos que los del sentido comn y la sana razn. Por ejemplo: que una ciudad sobre el monte no puede permanecer oculta (Mt 5,14); que cada da tiene bastante con sus inquietudes (Mt 6,34); que no debemos jurar nunca, ni por nuestra propia cabeza, porque nadie puede por s mismo hacer que un cabello se torne negro o blanco (Mt 5,36); que nadie puede aumentar en un milmetro la medida de su vida (Mt 6,27); que el hombre vale mucho ms que las aves de los cielos (Mt 6,26); que el sbado es para el hombre y no el hombre para el sbado (Mc 2,27).b) Jess no quiere decir cosas nuevas a toda costaComo es evidente, Jess nunca apela a una autoridad superior, venida de fuera para reforzar su propia autoridad y doctrina. Cuanto dice posee una evidencia interna. Lo que le interesa es decir no cosas esotricas e incomprensibles, ni cosas nuevas porque s, sino cosas racionales que los hombres puedan entender y vivir. Como puede observarse, Cristo no vino a traer una nueva moral, distinta de la que los hombres ya tenan. Clarific lo que los hombres saban o deban haber sabido y que, a causa de su alienacin, no llegaron a ver, comprender y formular. Basta que consideremos, a ttulo de ejemplo, la regla de oro de la caridad (Mt 7,12; Lc 6,31): Todo cuanto queris que os hagan los hombres, hacdselo tambin vosotros. De Tales de Mileto (660 a. C.) se cuenta que, habindole preguntado por la regla mxima del buen vivir, respondi: No hagas aquello que de malo encuentras en los otros. En Pitacos (580 a. C.) hallamos esta frmula: Lo que aborreces en los otros no lo hagas t mismo. Iscrates (40 a. C.) proclama la misma verdad en forma positiva: Trata a los otros as como quieras ser tratado. Confucio (551/470 a. C.), interrogado por un discpulo acerca de si existe una norma que pueda ser seguida durante toda la vida, dijo: El amor al prjimo. Lo que no deseas para ti no lo hagas a los otros. En la epopeya nacional de la India, el Mahabharata entre (400 a. C. a 40 d. C.), se encuentra la siguiente verdad: Aprende la suma de la ley, y cuando la hubieres aprendido piensa en ella: lo que odias no lo hagas a nadie. En el Antiguo Testamento se lee: No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan (Tb 4,15). En los tiempos del rey Herodes lleg un pagano hasta el clebre rabino Hillel, maestro de san Pablo, y le dijo: Acptame en el judasmo con la condicin de que me digas toda la ley, mientras permanezco sobre un solo pie. A lo que Hillel respondi: No hagas a los otros lo que no quieras que te hagan a ti. En ello se resume toda la ley. Todo lo dems es comentario. Ve y aprende. Cristo nunca ley a Tales de Mileto, ni a Pitacos, ni menos a Confucio y el Mahabharata. Con su formulacin positiva excede infinitamente la negativa, porque no coloca ningn lmite a la apertura y preocupacin por el dolor y por la alegra de los otros. Cristo se afilia a los grandes hombres que se preocuparon por la humanitas. La epifana de la humanidad de Dios culmina con el reconocimiento por Jess de Nazaret de la regla de oro de la caridad humana (E. Stauffer). Cristo no quiere expresar a toda costa algo nuevo, sino algo viejsimo como el hombre; no original, sino que vale para todos; no cosas sorprendentes, sino cosas que alguien comprende por s mismo, cuando tiene los ojos abiertos y un poco de sentido comn. Con mucha razn ponderaba san Agustn: La sustancia de aquello que hoy la gente llama cristianismo ya estaba presente en los antiguos y no falt desde los inicios del gnero humano hasta que Cristo vivi en carne. Desde entonces, la verdadera religin, que ya exista. comenz a llamarse religin cristianas (Retractationes 1, 12, 3).c) Jess quiere que le entendamosUnos cuantos ejemplos, entre otros, nos muestran evidentemente el buen sentido comn de Jess y su apelacin a la sana razn humana. Manda amar a los enemigos. Por qu? Porque si hiciramos el bien solamente a los que nos lo hacen, qu recompensa tendramos? Tambin los pecadores hacen lo mismo (Lc 6,33). Prohbe al hombre tener ms de una mujer? Por qu? Porque en el principio no fue as. Dios cre una pareja, Adn y Eva (Mc 10,6). No basta decir nicamente: No matars o no adulterars. Ya la ira y el mirar codicioso son pecado. Por qu? Porque no basta combatir las consecuencias; primero hay que eliminar las causas (Mt 5, 22.28). No es el hombre para el sbado, sino el sbado para el hombre. Por qu? Porque si un animal, en sbado, cae en un pozo, nos apresuramos a sacarlo. Pero el hombre es ms que un animal (Mt 12,11-12). Debemos confiar en la providencia paterna de Dios. Por qu? Porque Dios cuida de los lirios del campo, de las aves del cielo y de cada cabello de la cabeza. Valis ms que muchos pajarillos! (Mt 10,31). Si, pues, vosotros, siendo malos, sabis dar cosas buenas a vuestros hijos, cunto ms vuestro Padre, que esta en los cielos, dar cosas buenas a los que se las pidan! (Mt 7,11). Es pecado, dice la ley, andar con los pecadores, porque nos hacen impuros. Cristo no se crea complicaciones. Usa la sana razn y argumenta: Los sanos no precisan mdico, sino los enfermos; ni yo he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mt 2, 1?). No es lo que entra en el hombre lo que hace de l un impuro sino lo que sale de l. Por qu? ... Todo lo que entra de fuera en el hombre no puede hacerle impuro, pues no entra en su corazn, sino en el vientre y va a parar al excusado... Lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro del corazn de los hombres salen las malas intenciones: fornicaciones, robos, etc. (Mc 7,18-22). Ese uso de la sana razn en Jess es para nosotros, an hoy, teolgicamente fundamental, pues nos muestra que Cristo quiere que entendamos las cosas. No exige una sumisin ciega a la ley!.d) Jess no pinta el mundo ni peor ni mejor de lo que esLa mirada de Jess sobre la realidad es penetrante y carece de prejuicios. Va directa al meollo del problema. Sus parbolas muestran que l conoce toda la realidad de la vida, buena y mala. No pinta el mundo ni peor ni mejor de lo que es, para luego moralizar. Su primera toma de posicin no es de censura, sino de comprensin. No canta la naturaleza en lo que tiene de numinoso como Teilhard de Chardin o el mismo Francisco de Ass, sino que la ve en su sencillez de creacin. Habla del sol y de la lluvia (Mt 5,45), del arrebol y del viento sur (Lc 12,54 55) del relmpago, que sale del Oriente y brilla hasta el Occidente (Mt 24,27); de los pjaros, que no siembran ni siegan, ni recogen en graneros (Mt 6,26); de la belleza de los lirios del campo y de la hierba, que hoy existe y maana es arrojada al fuego (Mt 6,30); de la higuera, cuyas hojas al brotar anuncian la proximidad del verano (13,28); de la cosecha (Mc 4,3ss.26ss; Mt 13,24ss), de la polilla y de la herrumbre (Mt 6,19), de los perros que lamen las heridas (Lc 16,21), de los buitres que comen cadveres (Mt 24,28). Habla de los espinos y los abrojos, conoce el gesto del sembrador (Lc 12,16-21), se refiere a la ampliacin de un negocio (Lc 12, 16-21) y sabe cmo se construye una casa (Mt 7,24-27). Conoce cmo hace el pan la mujer (Mt 13,33), con qu preocupacin el pastor sale en busca de la oveja perdida (Lc 15ss), cmo trabaja el campesino (Mc 4,3), descansa y duerme (Mc 4,26ss), cmo el patrn exige cuentas a los empleados (Mt 25,14ss), cmo stos pueden ser azotados (Lc 12,47-48), cmo los desocupados viven sentados en la plaza a la espera de trabajo (Mt 20,1ss), cmo los nios juegan a las bodas en las plazas y no quieren danzar, o cmo unos cantan cantos fnebres y los dems no quieren acompaarlos (Lc 7,32), sabe de la alegra de la madre al nacer su criatura (Jn 16,21), cmo los poderosos de la tierra esclavizan a los otros (Mt 20,25), cmo es la obediencia entre los soldados (Mt 8,9). Jess se sirve de ejemplos penetrantes. Toma la vida tal como es. Sabe sacar una leccin del gerente de la firma que roba astutamente a la empresa (Lc 16,1 12), se refiere con naturalidad al rey que entra en guerra (Lc 14,31-33), conoce las envidias que se tienen los hombres (Lc 15,28) y l mismo se compara con un asaltante (Mc 3,27). Hay una parbola considerada autntica de Jess y transmitida en el evangelio apcrifo de Toms, que muestra claramente el sentido profundo y real de Cristo: El reino del Padre es semejante a un hombre que quiso matar a un seor importante. En su casa desenvain la espada y con ella traspas la pared. Quera saber si su mano era suficientemente fuerte. Despus mat al seor importante. Con eso quiso ensear que Dios, al comenzar una cosa, la lleva siempre hasta el fin, a semejanza de ese asesino. De todo lo dicho queda claro que Jess es un hombre de extraordinario sentido comn. De dnde le viene esto? Responder a esa pregunta es ya hacer cristologa.e) En Jess aparece todo lo autnticamente humanoLos evangelios son testigos de la vida absolutamente normal de Jess. Es un hombre que tiene sentimientos profundos. Conoce la afectividad natural que profesamos a los nios y los abraza, les impone las manos y los bendice (Mc 10,13-16). Se impresiona con la generosidad del joven rico: fijando en l la mirada, Jess le am (Mc 10,21). Se sorprende ante la fe de un pagano (Lc 7,9) y la sabidura del escriba (Mc 12,34). Se admira de la incredulidad de sus compatriotas de Nazaret (Mc 6,6). Al asistir al entierro del hijo nico de una viuda, se siente conmovido y la consuela diciendo: No llores (Lc 7,13). Siente compasin por el pueblo hambriento errante como ovejas sin pastor (Mc 6,34). Si se indigna con la falta de fe del pueblo (Mc 9,18), se embelesa con la apertura de los sencillos, hasta hacer una oracin agradecida al Padre (Mt 11,25-26). Siente la ingratitud de los nueve leprosos curados (Lc 17,17-18) y airado, increpa a las ciudades de Corozan, Betsaida y Cafarnan por no haber hecho penitencia (Mt 11,20-24). Se entristece con la ceguera de los fariseos, mirndolos con ira (Mc 3,5). Usa de la violencia fsica contra los profanadores del templo (Jn 2s15-17). Se queja de la ignorancia de los discpulos (Mc 7,18). Se desahoga contra Felipe y le dice: Tanto tiempo estoy con vosotros, y no me conoces, Felipe? (Jn 14,9). Le ocurre lo mismo con los fariseos: dando un profundo suspiro (Mc 8,12): Por qu esta generacin pide una seal? (Mc 8,12). Se pone nervioso ante el espritu de venganza de los apstoles (Lc 9,55) y ante las insinuaciones de Pedro: Retrate, Satans (Mc 8,33). Pero se alegra con ellos al regresar de la misin. Se preocupa para que nada les falte: Cuando os envi sin bolsa, sin alforjas y sin sandalias, os falt algo? Y ellos respondieron: Nada (Lc 22,35). No quiere que lo llamen maestro, sino amigo (Lc 12,4-7; Jn 15,13-15). Todo lo suyo les pertenece tambin a ellos (Jn 17,22). La amistad es una nota caracterstica de Jess, porque ser amigo es una forma de amar. El am a todos hasta el fin. Las parbolas demuestran que conoca el fenmeno de la amistad: con los amigos la gente se rene para festejar (Lc 15,6.9.29) y celebrar banquetes (Lc 14,12-14); al amigo la gente recurre hasta la inoportunidad (Lc 11,5-8); hay amigos inconstantes que lo traicionan (Lc 21 y 16); la amistad puede ser vivida hasta por dos rufianes como Pilato y Herodes (Lc 13,12). El comportamiento de Jess con los apstoles, sus milagros, su actuacin en las bodas de Can, la multiplicacin de los panes revelan la amistad de Jess. Esta es la relacin de Jess con Lzaro: Seor, aquel a quien t quieres est enfermo... Lzaro, nuestro amigo, duerme; pero voy a despertarlo, dijo Jess (Jn 11,11). Cuando Jess llora la muerte del amigo, todos comentan: Mirad cmo le quera! (Jn 11,36). En Betania, con Marta y Mara, se senta en casa (Mt 21-17) y le gusta volver all (Le 11,38.42; Jn 11,17). Para muchos de nosotros, hombres, la amistad con mujeres es un tab. En tiempos de Cristo lo era mucho ms. La mujer no poda aparecer en pblico junto al marido. Mucho menos junto a un predicador ambulante, como era Jess. No obstante, conocemos la amistad de Jess con algunas mujeres que lo seguan y cuidaban de l y de sus discpulos (Lc 8,3). Conocemos los nombres de algunas: Mara Magdalena, Juana, mujer de Cusa, funcionario de Herodes; Susana y otras. Junto a la cruz est una mujer. Son ellas las que lo entierran y van a llorar en el sepulcro al Seor muerto (Mc 16,1-4). Mujeres son tambin las que ven al resucitado. Jess rompe un tab social al dejarse ungir por una mujer de mala vida (Mc 14,3-9; Lc 7,37ss) y conversa con otra, hereje (Jn 4,7ss). Aristteles deca que entre la divinidad y el hombre, a causa de la diferencia de naturaleza, no sera posible la amistad. Este filsofo no poda imaginar el nacimiento de Dios en la carne acogedora y caliente de los hombres. En Jess aparece todo lo que es autnticamente humano: ira y alegra, bondad y dureza, amistad e indignacin. En l se dan, con fuerza innata, la vitalidad y espontaneidad de todas las dimensiones humanas. Jess participa de todos los sentimientos y condicionamientos humanos: hambre (Mt 4,2; Mc 11,12), sed (Jn 4,7; 19,28), cansancio (Jn 4,6; Mc 4,37ss), fro y calor, vida insegura y sin techo (Lc 9,58; cf. Jn 11,53-54; 12,36), lgrimas (Lc 19,41; Jn 11, 35), tristeza y temor (Mt 26,37), tentaciones (Mt 4,1-11; Lc 4,1-13; Hb 4,15; 5,2.7-10). Su mente puede sumergirse en un abismo tan terrible que le haga exclamar: Mi alma est triste hasta la muerte (Mt 26,38); vive el pavor y la angustia de la muerte violenta (Lc 22,44). Por eso, el buen pastor de almas, autor de la epstola a los Hebreos, comentaba: Puede compadecerse de nuestras flaquezas, porque fue probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado (Hb 4,15).2. JESS, HOMBRE DE SINGULAR FANTASA CREADORAJ/FANTASIA FANTASIA/QUE-ESHablar de fantasa creadora en Jess puede parecer extrao. La Iglesia y los telogos no acostumbran expresarse as. No obstante, debemos decir que existen muchos modos de hablar sobre Jess, y el mismo Nuevo Testamento es testigo de ello. Quin sabe si para nosotros esa categora -fantasa- nos puede revelar la originalidad y el misterio de Cristo? Muchos entienden mal la fantasa y piensan que es sinnimo de sueo, de fuga desvanecedora de la realidad, ilusin pasajera. Fantasa significa algo ms profundo: es una forma de libertad; nace del choque con la realidad y el orden vigente; surge del inconformismo frente a una situacin dada y establecida; es la capacidad de ver al hombre mayor y ms rico que lo que el contexto cultural y concreto permite; tiene el coraje de pensar y decir cosas nuevas y andar por caminos an no hollados, pero llenos de sentido humano. As entendida, la fantasa era una de las cualidades fundamentales de Jess. Tal vez en la historia de la humanidad no haya habido persona alguna que tuviese una fantasa ms rica que la suya.a) Jess, hombre que se atreve a decir yoComo ya hemos visto, Jess no acepta lisa y llanamente las tradiciones judas, las leyes, los ritos sagrados y el orden establecido de entonces. Marcos afirma, al principio de su evangelio, que Cristo enseaba una doctrina nueva (Mc 1,27). No repite las enseanzas del Antiguo Testamento. Por eso se atreve a levantarse y exclamar: Habis odo tambin que se dijo a los antepasados -pensaba en la ley, en Moiss y en los profetas- pero yo os digo. Jess dice yo. No se apoya en otras autoridades venidas de fuera. Lo nuevo que predica no es algo que los hombres desconozcan, sino lo que el sentido comn manda y que las complicaciones religiosas, morales y culturales creadas por los hombres haban destruido. Cristo vino a descubrir la novedad de lo ms antiguo y originario del ser humano, hecho a imagen y semejanza del Padre. No pregunta por el orden -que frecuentemente es orden en el desorden-, sino que deja reinar la fantasa creadora. As desconcierta a los instalados que se preguntan: Quin es se? No es el carpintero, hijo de Mara? (Mc 6,3a; Mt 13,53-58; Lc 4,16 30; Jn 6,42). Anda con gente marginada, acepta en su compaa a personas dudosas, como dos o tres guerrilleros: Simn el Cananeo, Judas Iscariote, Pedro hijo de Jons, provoca un cambio en el marco social y religioso diciendo que los ltimos sern los primeros (Mc 10,31); los humildes, maestros (Mt 5,5); y que los publicanos y las prostitutas entrarn ms fcilmente en el reino de los cielos que los piadosos escribas y fariseos (Mt 21,23). No discrimina a nadie, ni a los herticos y cismticos samaritanos (Lc 10,29-37; Jn 4,442), ni a personas de mala reputacin, como una prostituta (Lc 7,36-40), ni a los marginados (enfermos, leprosos, pobres), ni a los ricos, cuyas casas frecuenta; pero les dice: Vosotros sois infelices, porque ya tenis vuestro consuelo (Lc 6,24). No rechaza los convites de sus opositores ms encarnizados, los fariseos; sin embargo, con toda libertad les repite siete veces: Ay de vosotros, fariseos hipcritas y ciegos (Mt 23,13-37).b) Jess nunca utiliz la palabra obediencia J/OBEDIENCIA Jess relativiza el orden establecido, liberando al hombre preso en sus tentculos. La sujecin al orden se llama comnmente obediencia. La predicacin y las exigencias de Cristo no presuponen un orden establecido (establishment). Por el contrario, a causa de su fantasa creadora y espontaneidad, ste es puesto en jaque. La palabra obediencia (y derivados) que aparece 87 veces en el Nuevo Testamento, nunca fue usada por Cristo, segn podemos comprobar(1). Eso no quiere decir que Cristo no haya expresado sus duras exigencias. Obediencia para l no es cumplimiento de rdenes, sino la firme decisin de aceptar lo que Dios exige en cada situacin concreta. No siempre la voluntad de Dios se manifiesta en la ley. Con ms frecuencia esa voluntad de Dios se hace presente en las circunstancias concretas; all, la conciencia queda sorprendida por una propuesta que exige una respuesta responsable. La gran dificultad que Jess encontraba en sus disputas con los telogos y maestros de su tiempo consisti exactamente en que lo que Dios quiere de nosotros no puede resolverse con un simple recurso a la Escritura. Debemos consultar los signos de los tiempos y lo imprevisto de la situacin (Lc 12,54-57). Era una apelacin clara a la espontaneidad, a la libertad y al uso de nuestra fantasa creadora. Obediencia es tener los ojos abiertos a la situacin; consiste en decidirse y arriesgarse en la aventura de responder a Dios que habla hoy y ahora. El Sermn de la Montaa, que no quiere ser ley, es una invitacin dirigida a todos para que tengan una conciencia extremadamente clara y una capacidad ilimitada de comprender, simpatizar, sintonizar y amar a los hombres, con sus limitaciones y realizaciones.c) Jess no tiene esquemas prefabricadosJess mismo es el mejor ejemplo de ese modo de existir, resumido en una frase del Evangelio de Juan: Al que venga a m no lo echar afuera (Jn 6,37). Acoge a todo el mundo: a los pecadores. con quienes come (Lc 15,2; Mt 9,10-11); a los pequeos (Mc 10, 13-16); a la vieja encorvada (Lc 13,10-17), al ciego mendigo a la vera del camino (Mc 10,46-52), a la mujer que se avergenza de su menstruacin (Mc 5,21-34), a un conocido telogo (Jn 3,1ss). No tiene tiempo para comer (Mc 3,20; 6,31) y se duerme profundamente, vencido por el cansancio (Mc 4,38). Su palabra puede ser dura en la invectiva contra el aparentar (Mt 3,7; 23,1-39; Jn 9,44), pero puede ser tambin de comprensin y perdn (Jn 8,10-11). En su modo de hablar y actuar, en el trato que tiene con las distintas clases sociales nunca encuadra a las personas en esquemas prefabricados. Respeta a cada cual en su originalidad: al fariseo como fariseo, al escriba como escriba, al pecador como pecador, al enfermo como enfermo. Su reaccin es siempre sorprendente: para cada uno tiene la palabra exacta o el gesto correspondiente. Bien dice Juan: No tena necesidad de que se le informara acerca de los hombres, pues l conoca lo que hay en el hombre (Jn 2,25). Sin que nadie se lo diga, sabe del pecado del paraltico (Mc 2,5); del estado de la hija de Jairo (Mc 5,39); de la mujer que sufra flujo de sangre (Mc 5,29ss); del hombre posedo por el demonio (Mc 1,23ss; 5,1ss); de los pensamientos ntimos de sus opositores (Mc 2,8; 3,5). Es seguramente un carismtico sin comparacin en la historia. Muestra una dignidad impresionante, Desenmascara preguntas capciosas (Mc 12,14ss) y da respuestas sorprendentes. Puede hacer abrir la boca a sus adversarios, pero tambin cerrarla (Mt 22, 23). Los evangelios refieren muchas veces que Cristo callaba. Escuchar al pueblo y sentir sus problemas es una forma de amarlo.d) Fue Jess un liberal?Esta pregunta se la haca, tiempo ha, uno de los mayores exegetas de la actualidad, y responda: Jess fue un liberal. En esto no se debe ceder un pice, aunque las Iglesias y los piadosos protesten y sostengan que es blasfemia. Jess fue un liberal, porque en nombre de Dios y la fuerza del Espritu Santo interpret y midi a Moiss, la Escritura y la Dogmtica a partir del amor, y con eso permita a los piadosos que siguieran siendo humanos y razonables (E. Kasemann). En apoyo de esta verdad baste recordar el siguiente episodio, que revela a maravilla la liberalidad y la apertura de Jess: Juan le dijo: Maestro hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y no viene con nosotros: nosotros tratamos de impedrselo, porque no es de los nuestros. Pero Jess contest: No se lo impidis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de m. El que no est contra nosotros, est con nosotros:* (Mc 9,38-40; Le 9,49-50). Cristo no es sectario, como lo fueron muchos de sus discpulos a lo largo de la historia. Jess vino para ser y vivir a Cristo, no para predicar a Cristo, o anunciarse a s mismo. Por eso siente realizada su misin donde ve hombres que lo siguen y practican, aunque sin referencia explcita a su nombre, lo que l quiso y proclam Y es evidente que la felicidad del hombre slo puede ser encontrada si se abre al otro y al Gran Otro (Dios) (Lc 10,25-37; Mc 12, 28-31; Mt 22,34-40). Hay un pecado radicalmente mortal: el pecado contra el espritu humanitario. En la parbola de los cristianos annimos (Mt 25,31-46), el Juez Eterno no pregunta a ninguno por los cnones de la dogmtica ni si en la vida de cada hombre hubo o no una referencia explcita al misterio de Cristo. Pregunta si han hecho algo en favor de los necesitados. Esto decide todo. Seor, cuando te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la crcel y no te asistimos? El les responder: En verdad os digo que lo que dejasteis de hacer con uno de estos ms pequeos, tambin dejasteis de hacerlo conmigo (Mt 25,44-45). El sacramento del hermano es absolutamente necesario para la salvacin. Quien lo niegue, niega la causa de Cristo, aun cuando lo tenga siempre en sus labios y oficialmente lo confiese. La fantasa postula creatividad, espontaneidad y libertad. Es exactamente lo que Cristo exige cuando nos propone un ideal como el del Sermn de la Montaa. Aqu no cabe hablar de leyes, sino del amor que supera todas las leyes. La invitacin de Cristo: Sed perfectos como es Perfecto vuestro Padre celestial (Mt 5,48), derrib todas las barreras posibles de la fantasa religiosa, levantadas por las religiones, las culturas y las situaciones existenciales.3. LA ORIGINALIDAD DE JESSAl hablar de la originalidad de Jess, debemos antes aclarar un equvoco. Original no es una persona que dice pura y simplemente algo nuevo. Ni original es sinnimo de extrao. Original viene de origen. Quien est cerca del origen y de lo originario, y por su vida, palabras y obras lleva a los otros al origen y a lo originario de s mismos, se puede ser llamado, con propiedad, original. En ese sentido, Cristo fue original. No porque descubra cosas nuevas, sino porque dice las cosas con absoluta inmediatez y soberana. Todo lo que dice y hace es difano, cristalino y evidente. Los hombres lo perciben al punto. En contacto con Jess, cada uno se encuentra consigo mismo y con lo que de mejor hay en l: cada cual es llevado a lo originario. La confrontacin con lo originario genera una crisis: obliga a decidirse y convertirse o a instalarse en lo derivado, secundario, en la situacin vigente. El sentido comn es la captacin de lo originario en el hombre, que la gente conoce, pero no sabe formular y fijar en imgenes. Cristo supo verbalizar lo originario o la sana razn de forma genial, como hemos visto. Por eso resuelve todos los conflictos y coloca y donde la mayora pone o. El autor de la carta a los Efesios dice muy bien que Cristo derrib el muro que separaba a los paganos de los judos e hizo de los dos un solo hombre nuevo (Ef 3,14.15). Derrib todos los muros: los de lo sagrado y lo profano, los de las convenciones, legalismos y divisiones entre los hombres y entre los sexos, los de los hombres con Dios, porque ahora todos tienen acceso a l y pueden decir Abba, Padre (Ef 3,18; Gl 4,6; Rom 8,15). Todos son hermanos e hijos del mismo Padre. La originalidad de Jess consiste, pues, en poder alcanzar esa profundidad humana que concierne indistintamente a todos los hombres. De ah que no funde una escuela ms, ni elabore un nuevo ritual de oracin, ni prescriba una supermoral. Pero alcanza una dimensin y abre un horizonte que obliga a revolucionar todo, a revisar todo y convertirse. De dnde le viene a Cristo el ser tan original, soberano, el mostrarse con tanta autoridad? Para responder a esta pregunta surgi y sigue surgiendo la cristologa. Antes de dar ttulos divinos a Jess, los mismos evangelios nos permiten hablar humanamente de l. La fe nos dice que en Cristo aparece la bondad y el amor de Dios a los hombres (Tt 3,4). Cmo lo descubrimos? No es acaso en su extraordinario sentido comn, en su singular fantasa creadora y en su inigualable originalidad?4. CONCLUSIN: SIGNIFICADO TEOLGICO DEL COMPORTAMIENTO DE JESSCR/LIBRE: El inters por las actitudes y el comportamiento del Jess histrico parte del presupuesto de que en l se revel lo que hay de ms divino en el hombre y lo que hay de ms humano en Dios. Lo que apareci y se expres en Jess debe emerger y expresarse tambin en sus seguidores: la total apertura a Dios y a los otros, el amor indiscriminado y sin lmites, el espritu crtico frente a la situacin vigente social y religiosa, porque sta no encarna pura y simplemente la voluntad de Dios, el cultivo de la fantasa creadora que en nombre del amor y de la libertad de los hijos de Dios pone en tela de juicio las estructuras culturales, la primaca del hombre-persona sobre las cosas que son del hombre y para el hombre. El cristiano debe ser un hombre libre y liberado. Esto no quiere decir que sea un anarquista y sin ley. Entiende la ley de modo diferente: como dice san Pablo, l no est ya bajo la ley (/Rm/06/15), sino que est bajo la ley de Cristo (1 Cor 9,21), que le permite -siendo totalmente libre (1 Cor 9,19)- vivir ya con los que estn bajo la ley, ya con los que estn fuera de la ley, para ganar a ambos (1 Cor 9,19-23). Como se ve, aqu se realiza la ley al servicio del amor. Para que gocemos de esta libertad, Cristo nos hizo libres... y jams nos debemos dejar sujetar de nuevo al yugo de la servidumbre (Gl 5,1). Todo eso lo vemos realizado, de modo ejemplar, por Jess de Nazaret con una espontaneidad que no encuentra quiz semejanza en la historia de las religiones. Se desteologiza la religin, y la voluntad de Dios habr que buscarla no slo en los Libros Santos, sino principalmente en la vida diaria; se desmitologiza el lenguaje religioso usando expresiones de las experiencias comunes a todos; se desritualiza la piedad, insistiendo en que el hombre est siempre delante de Dios y no solamente cuando va al templo a rezar; se emancipa el mensaje de Dios de su relacin con una comunidad religiosa determinada, dirigindolo a cada hombre de buena voluntad (cf. Mc 9,38-40; Jn 10,16); por fin, se secularizan los medios de salvacin, haciendo del sacramento del otro (Mt 25,31-46) el elemento determinante para entrar en el reino de Dios. Cristo no vino, sin embargo, a hacer ms cmoda la vida de los hombres. Todo lo contrario. En palabras del Gran Inquisidor de Dostoievski: En vez de dominar la conciencia, viniste a profundizarla ms; en vez de cercenar la libertad de los hombres, viniste a ampliarles el horizonte. Tu deseo era liberar al hombre para el amor. Libre debe seguirte, sentirse atrado y preso por ti. En lugar de obedecer las duras leyes del pasado, debe el hombre, a partir de ahora, con el corazn libre, decidir lo que es bueno y lo que es malo, teniendo tu ejemplo ante sus ojos. Intentar vivir semejante proyecto de vida es seguir a Cristo, con la riqueza que esta palabra -seguir e imitar a Cristo- encierra en el Nuevo Testamento. Seguimiento significa liberacin y experiencia de novedad de vida redimida y reconciliada, pero tambin puede incluir, como en Cristo, persecucin y muerte.J/DOSTOIEWSKI: Recordemos, en fin, las palabras de Dostoiewski, al regresar de la casa de los muertos, su condena a trabajos forzados en Siberia: A veces Dios me enva instantes de paz; en estos instantes, amo y siento que soy amado; en uno de esos momentos compuse para m mismo un credo, donde todo es claro y sagrado. Es un credo muy simple. Helo aqu: Creo que no existe nada ms bello, ms profundo, ms atrayente, ms viril y ms perfecto que Cristo; y me lo digo a m mismo, con un amor ms celoso que cuanto existe o puede existir. Y si alguien me probara que Cristo est fuera de la verdad y que sta no se halla en l, prefiero permanecer con Cristo a permanecer con la verdad (Correspondance I (Paris 1961) 157, en carta a la baronesa von Wizine).LEONARDO BOFFJESUCRISTO Y LA LIBERACION DEL HOMBREEDICIONES CRISTIANDAD. MADRID 1981.Pgs. 110-125.........Lc 17,6 no posee un contexto de moralidad, aunque es trabajo redaccional del evangelista sobre Mc 11,23; cf. Mt 21,23. El texto de Mt 18,17 es evidentemente elaboracin teolgica de la Iglesia primitiva; Lc 10,20 no posee tampoco contexto de moralidad.........................................................................J/ADMIRACION:La admiracin, comienzo de la filosofa y de la cristologaLa tradicin filosfica de los griegos siempre insisti en que el origen y la pasin fundamental de la filosofa consisten en la capacidad de admiracin. Admirar alguna cosa o a alguien es captar cmo la luz brilla y resplandece en ellos; es dejarse absorber en el objeto sin querer luego encuadrarlo dentro de un esquema hecho. Si algo nos causa admiracin, se debe a que no se encuadra en categoras preexistentes, sino que emerge en toda su naturalidad y originalidad. Jess fue alguien que provoc enorme asombro, porque rompi todos los esquemas de interpretacin dados. Ya siendo un pequeo de doce aos, los que lo oan quedaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas (Le 2,47). La primera vez que aparece en pblico, en la sinagoga de Nazaret, sus paisanos se preguntan: De dnde le viene a ste tal sabidura y esos milagros? No es ste el hijo del carpintero?... De dnde le viene todo eso? (Mt 13,54-56; Mc 6,23; Lc 4,22-23; Jn 6,42). De la misma forma, cuando predica en la sinagoga de Cafarnan, quedaron asombrados de su doctrina, porque les enseaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas (Mc 1,22; Lc 4,31). Al terminar el Sermn de la Montaa, la gente qued admirada por su doctrina (Mt 7,28). Los milagros provocan la misma reaccin en el pueblo: Qu palabra es sta! Manda con autoridad y poder a los espritus inmundos, y salen (Lc 4,36). Otros exclaman: Jams vimos cosa parecida (Mc 2,12) ; jams se vio cosa igual en Israel (Mt 9,33b). Al aplacar la tempestad en el mar, los discpulos, admirados, exclaman: Quin es ste que hasta los vientos y el mar le obedecen? (Mt 8,27; Mc 4,41; Lc 8,25). Su fama se extiende por todas partes (Lc 4,37) y alcanza hasta el extranjero, como Siria (Mt 4,24). De Idumea, de Tiro y Sidn venan personas para or y ver lo que haca (Mc 3,7.8; Lc 4,17- 18a). La admiracin llega a un climax que se llama pavor (Lc 8,37; Mc 5,43b; Mt 9,8; Mc 4,41). Quin es se? En el asombro que las palabras y el comportamiento de Jess provocan se encierra, ya latente, una cristologa. Jess tiene conciencia de que con l la proximidad del reino de Dios se est realizando. Est abierto a todos: a los pecadores pblicos y a los recaudadores de impuestos, con quienes come; a los guerrilleros zelotas, dos de los cuales pertenecen al grupo de los Doce; a los observantes de la ley y a los fariseos; a las mujeres, a los extranjeros y a los nios. Muestra as que Dios ama a todos y a todos convida al banquete escatolgico (Mt 11,19 y Lc 14). Provocativo para la derecha y para la izquierda, ms prximo a Dios que a los sacerdotes, ms libre frente al mundo que los ascetas, ms moral que los moralistas y ms revolucionario que los revolucionarios, entiende la voluntad de Dios como norma inmediata de accin. Y qu quiere la voluntad de Dios? Para Jess est claro: la felicidad de los hombres 5. En nombre de Dios, a quien se siente unido, habla con un estilo de gran soberana, como quien tiene poder: En verdad, en verdad os digo... Yo, no obstante, os digo, formulaciones que, segn la fe y la tradicin judas, rozan ya la esfera de Dios.....................5 H. Kng, Qu es el mensaje cristiano?: Concilium. Nmero extra (1970) 238.LEONARDO BOFFJESUCRISTO Y LA LIBERACION DEL HOMBREEDICIONES CRISTIANDAD. MADRID 1981. Pg. 162-163JESS: EL HOMBRE DIOS Y EL DIOS HOMBRE

La mayora de los intentos de esclarecer la divinidad y la humanidad de Jess parten del

anlisis de la naturaleza humana o divina, o bien del significado de la persona. Nosotros

intentaremos un camino inverso: procuraremos entender al hombre y a Dios a partir de

Jess mismo. En Jess se revel el hombre en su mxima radicalidad y tambin quin es el

Dios humano. No es, pues, el anlisis abstracto de la humanidad y de la divinidad lo que

permite esclarecer el misterio de Jess de Nazaret, que fascin a los apstoles hasta el

punto de llamarlo Dios. Por el contrario, es la cristologa la que permite elaborar una

antropologa.

Del testimonio de los evangelios y de lo que hemos dicho sobre el extraordinario

equilibrio, la fantasa creadora y originalidad de Jess resulta que su vida fue una existencia

totalmente orientada y vivida para los otros y para el gran Otro (Dios). Jess estaba

absolutamente abierto a los dems, no discriminaba a nadie y abrazaba a todos en

su amor ilimitado, en especial a los descalificados religiosa y socialmente (Mc 2,1517). El

amor a los enemigos que l predic (Mt 5,43) lo vivi personalmente, perdonando a los que

lo clavaron en la cruz (Lc 23,34-46). No posea esquemas prefabricados, ni moralizaba, ni

censuraba a los que venan a l: Al que venga a m no lo echar fuera (/Jn/06/37).

Liberal ante la ley, era riguroso en exigir un amor que ata a los hombres con lazos ms

liberadores que los de la ley. Su muerte no fue solamente consecuencia de su fidelidad a la

misin liberadora que el Padre le confi; fue tambin fidelidad a los hombres, a los que

am hasta el fin (Jn 13,1)

Jess estaba vaco de s mismo. Por eso poda ser completamente colmado por los

otros, a quienes reciba y escuchaba tal como se presentaban. Daba igual que fueran

mujeres o nios, publicanos o pecadores, una prostituta o un telogo, tres ex guerrilleros

(convertidos despus en sus discpulos) o unos piadosos como los fariseos. Jess fue un

hombre que se entendi siempre a partir de los otros: su ser fue continuamente un ser

para los dems>. Particularmente con el gran Otro, Dios, l cultiv una relacin de extrema

intimidad. Llama a Dios Abba, Padre, en un lenguaje que se asemeja a la confianza y a la

entrega segura de un nio (Mc 14,36; cf. Rom 8,15; Gl 4,6). El mismo se siente su hijo

(Mt 11,27; Mc 12,6; 13,52). Su relacin ntima con el Padre no manifiesta indicio alguno de

complejo de Edipo: es transparente y difana. Invoca a Dios como Padre, no se siente

como un hijo prdigo que regresa y se arroja arrepentido en los brazos paternos. Jess

jams pide perdn ni alguna gracia para s. Suplica liberacin del dolor y de la muerte (Mc

14,36 par.; Mc 15, 34.37; Jn 11,41-42), pero no quiere realizar su voluntad, sino la del

Padre (Mc 14,36). Su ltima palabra es de serena entrega: Padre, en tus manos

encomiendo mi espritu" (Lc 23,46). Encuentra el sentido de su vida solamente a partir de

Dios, para quien est absolutamente abierto. San Juan, legtimamente, hace decir a Jess:

"Yo no puedo hacer nada por mi cuenta: ... porque no busco mi voluntad, sino la voluntad

del que me ha enviado" (Jn 5,30). Su intimidad con el Padre era tan profunda que en el

mismo Juan encontramos las siguientes palabras: Yo y el Padre somos uno.

Porque se abri y se entreg a Dios con absoluta confianza -y eso constituye su modo

tpico de existir, que es el existir de la fe-, Jess, como ense el Concilio de Calcedonia,

no posea la hipstasis, la subsistencia, el permanecer en s mismo y para s mismo.

Estaba absolutamente vaco de s mismo y completamente colmado de la realidad del Otro,

de Dios Padre. Se realizaba radicalmente en el Otro, no siendo nada para s, sino todo

para los otros y para Dios. Fue en la vida y en la muerte, la simiente de trigo que muere

para dar vida, el que pierde su vida para ganarla (cf. Mt 10,39). La falta de personalidad

humana (hipstasis o subsistencia) no constituye imperfeccin en Jess, sino su mxima

perfeccin. El vaciarse significa crear espacio interior para ser llenado por la realidad del

otro. Saliendo de s, el hombre queda ms profundamente en s mismo; dando, recibe y

posee su ser. Jess fue hombre por excelencia, el ecce homo, porque su radical

humanidad fue conquistada no por la autrquica y ontocrtica afirmacin del yo, sino por la

entrega y comunicacin de su yo a los otros y para los otros, especialmente para Dios,

hasta identificarse con los otros y con Dios. El modo de ser de Jess como ser para los

dems" nos permite descubrir cul es el verdadero ser y existir del hombre. La existencia

del hombre slo adquiere sentido cuando se entiende como una total apertura y como un

nudo de relaciones que se orienta en una mltiple direccin: hacia el mundo, hacia el otro y

hacia Dios". Su vivir verdadero es un vivir con. Por eso, solamente a travs del t llega

el yo a ser lo que es. El yo es un eco del t y, en su ltima profundidad, una resonancia del

t divino. Cuanto ms se relaciona el hombre y sale de s, ms crece en s mismo y llega a

ser hombre.\Cuanto ms est en el otro, ms est en s mismo y se torna yo. Cuanto ms

estaba Jess en Dios, ms estaba Dios en l. Cuanto ms el hombre-Jess estaba en

Dios, ms se divinizaba. Cuanto ms estaba Dios en Jess, ms se humanizaba.

Jesus-hombre estaba de tal manera en Dios, que se identific con l. Dios estaba en tal

medida en Jess-hombre, que se identific con l; Dios se hizo hombre para que el hombre

se hiciera Dios. Si alguien acepta en la fe que Jess fue el hombre que puede relacionarse

y estar en Dios hasta sentirse de hecho su Hijo -en ello reside la identidad personal de

Jess con el Hijo eterno-, y si alguien acepta en la fe que Dios en tal puede vaciarse de s

mismo (cf. Flp 2,7) hasta llenar la total apertura de Jess, hasta hacerse hombre l mismo,

se acepta y profesa lo que nosotros los cristianos profesamos y aceptarnos como la

encarnacin: la unidad inconfundible e inmutable, indivisible e inseparable de Dios y del

hombre en uno y el mismo Jesucristo, siendo Dios siempre Dios y el hombre radicalmente

hombre.

Jess fue la criatura que Dios quiso y cre para que pudiera existir totalmente en Dios y

que, cuanto ms unida estuviera a Dios, ms se hiciera ella misma; esto es, hombre. De

ese modo, Jess es verdaderamente hombre y tambin verdaderamente Dios. Pero

tambin podemos decir lo contrario: as como la criatura Jess es ms ella misma cuanto

ms est en Dios, de forma anloga Dios es tanto ms l mismo cuanto ms est en Jess

y asume su realidad. Es evidente que, en Jess, Dios y el hombre constituyen una unidad.

Ante Jess, el creyente est frente a Dios y al ecce homo en fundamental inmediatez.

Jess-hombre no es el receptculo exterior de Dios, como el vaso frgil que recibe la

esencia preciosa, Dios. Jess~hombre es Dios mismo cuando entra en el mundo y cuando

l mismo se hace historia: Y la palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros

(Jn 1,14). Dios conoce un hacerse sin perder nada de su ser. Cuando l se hace y se

convierte en devenir e historia, surge el que nosotros llamamos Jesucristo, Verbo

encarnado. La mayora de los cristianos no se ha acostumbrado an a esta idea. El Dios

experimentado y vivido por el cristianismo no es slo el Dios trascendente, infinito, llamado

ser o nada, sino el Dios que se hizo pequeo, que se hizo historia, mendig amor, se vaci

hasta la aniquilacin (cf. Flp 2,7), conoci la nostalgia, la alegra de la amistad, la tristeza

de la separacin, la esperanza y la fe ardientes; un Dios que slo poda ser as siendo

realmente el infinito, amor absoluto y autocomunicacin, que cre el cosmos y la historia

para posibilitar su entrada en ellos. De aqu se deduce que la creacin debe ser pensada

a partir de Cristo. El fue el primer pensamiento de Dios, el que encierra dentro de s al

propio cosmos.

La total apertura de Jess a los otros y al gran Otro no se revel

solamente en el tiempo de su existencia terrestre, donde l pas haciendo el bien (Hch

10,38). La resurreccin manifest toda la profundidad de la comunin y apertura de Jess.

El Jess terrestre, antes de la resurreccin, estaba sujeto a las coordenadas del espacio y

del tiempo, a las limitaciones del cuerpo carnal. Pero por la resurreccin surgi el hombre

nuevo, no ya carnal, sino pneumtico, para quien el cuerpo no es lmite, sino total

presencia csmica y comunin con la totalidad de la realidad. El Cristo resucitado la ocupa

toda, llevando a cabo, en grado mximo, su ser en los otros y para los otros. La

encarnacin no debe ser pensada solamente a la luz del Jess de Nazaret srquico,

participante de nuestras limitaciones y fragilidades, sino que debe ser contemplada a la luz

de la resurreccin, en la que se revel, en su total evidencia y transparencia, lo que se

esconda en Jess de Nazaret: la universal y mxima apertura a toda la realidad csmica,

humana y divina, hasta el punto de que Pablo puede decir de Jess resucitado que es

todo en todas las cosas (Col 3,11).

LA IMPECABILIDAD DE JESS

Estas reflexiones nos invitan a entender dinmicamente la encarnacin. Esta no se

agot en la concepcin del Verbo en el seno de la Virgen. Ah irrumpi para desarrollarse a

medida que la vida creca y se manifestaba. Debemos considerar seriamente el testimonio

de Lucas: Jess iba creciendo en saber, en estatura y en gracia ante Dios y ante los

hombres (/Lc/02/52). Dios no asumi la humanidad en abstracto, sino que fue un hombre

concreto, individualizado e histricamente condicionado, Jess de Nazaret. Si este hombre

es histrico y conoce un desarrollo, unas etapas con caractersticas y perfeccin propias,

entonces nada ms natural que comprender la encarnacin en forma dinmica. Existe un

verdadero proceso de encarnacin. Dios iba asumiendo la naturaleza humana concreta de

Jess a medida que sta se iba manifestando y desarrollando. Inversamente, tambin es

verdad que la naturaleza humana de Jess iba revelando la divinidad a medida que creca

y maduraba. En cada fase de su vida, Jess revelaba a Dios bajo un aspecto nuevo

porque cada fase presentaba su desarrollo correspondiente. Jess-nio revelaba a Dios

dentro de las posibilidades de perfeccin que caben a un nio. Como nio, estaba abierto

a Dios y a los otros en la forma perfecta y plena que un nio puede realizar. Como

adolescente, concret la perfeccin del adolescente y as revelaba la divinidad en el modo

posible a este perodo de la vida. Lo mismo puede decirse de las dems etapas de la vida

de Jess, especialmente de su fase adulta, atestiguada ya por los evangelios. Como

dijimos antes, en ella aparece el hombre en su pleno vigor humano, de soberana, de

fantasa creadora, de originalidad, de compromiso decidido por su causa, de total apertura

a cualquiera que se aproxime a l, de coraje viril en la confrontacin polmica con sus

adversarios ideolgicos (fariseos, escribas y saduceos) y de madura relacin para con

Dios. Los altibajos naturales de la vida humana le servan tambin como formas de

perfeccionarse, acrisolarse y sumergirse con ms profundidad en la percepcin de lo que

es el hombre y de lo que Dios significa. J/TENTACIONES: Las tentaciones referidas en los

evangelios nos permiten afirmar que Jess pas tambin por las distintas crisis que marcan

las diferentes fases de la vida humana. Como toda crisis, las tentaciones significaron un

paso doloroso, pero purificador, de un nivel de vida a otro con nuevas posibilidades de

comprender y vivir la vida en su integridad. En los relatos evanglicos jams se percibe

ninguna queja de Jess sobre las amarguras de la existencia. Nunca se pregunta por qu

existe el mal al lado de un Dios que es Padre y Amor. Para Jess es claro: el mal no est

para ser comprendido, sino para ser combatido y vencido por el amor.

Jess era continuamente beneficiario de la gracia de Dios que lo haca en cada etapa de

su vida, dentro de las posibilidades que la situacin permita, perfecto ante Dios y los

hombres. Descubra, con extrema sensibilidad, la propuesta de Dios. Y al mismo tiempo que

reciba la gracia, corresponda con una respuesta adecuada. En l, la propuesta de Dios y

la respuesta humana llegaron a una perfecta correspondencia. Cuanto ms se le

comunicaba Dios, ms se entregaba Jess a l. En la cruz se dio la mxima entrega de

Jess, hasta aniquilarse y perder su vida en favor de Dios y de los hombres. Pero all se

realiz tambin la mxima comunicacin de Dios. Y esta comunicacin divina se llama

resurreccin. Por tanto, podemos decir que la resurreccin de Jess se dio en el momento

mismo de su muerte, aunque no se manifestara hasta tres das despus, con la asuncin

del cuerpo carnal de Jess transformado ahora en cuerpo espiritual. Con la resurreccin

termina y se completa el proceso de la encarnacin. Aqu, materia y espritu, hombre y Dios,

llegan a una unidad indivisible y a una cabal interpretacin. Slo a partir de la resurreccin

podemos, en alguna medida, representarnos lo que significa realmente hominizacin de

Dios y divinizacin del hombre en una unidad inconfundible e indivisible.

Partiendo de tales reflexiones podemos situar y comprender lo que

significa la impecabilidad de Jess. Los textos neotestamentarios atestiguan la fe de la

Iglesia primitiva en que Jess, aunque vivi en nuestra carne mortal (Gl 3,13; 4,4; 2 Cor

5,21; Rom 8,3; 1 Pe 2,22) y fue probado como nosotros (Heb 4,15; cf. 7,26; 9,14), no tuvo

pecado (2 Cor 5,21; 1 Jn 3.5; Jn 8,46; cf. 14,30). Fue en todo igual a nosotros, excepto en

el pecado. Asumi la condicin humana, marcada por la alienacin fundamental que es el

pecado (Jn 1,14). Pablo dice muy bien que Jess naci de mujer, bajo la ley (Gl 4,4),

hecho por nosotros pecado (2 Cor 5,21). En Rom 8,3 lo explcita diciendo: "Dios, habiendo

enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado y en orden al pecado,

conden el pecado en la carne, a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros.

No obstante, l no tuvo pecado. Es un hecho. La tradicin de los dos primeros siglos

argumentaba, como Pablo, que la impecabilidad de Cristo provena no de una cualidad

especial de su naturaleza, sino de su ntima e ininterrumpida unin con Dios. Slo a partir

de Agustn se comienza a argumentar, a la luz de la concepcin virginal de Jess, que no

slo no pec, sino que tampoco poda pecar porque desde el primer momento, por obra y

gracia del Espritu, fue concebido sin pecado. Adems, la unin hiposttica, segn la cual la

persona divina del Verbo es sujeto de los actos humanos de Jess, excluye cualquier

sombra de imperfeccin y pecado.

Pero entonces, cmo explicar las tentaciones reales de Jess? Cmo se han de

entender su fe y su esperanza? Qu significa su condicin de homo viator y su

crecimiento en gracia y sabidura? Una cristologa que parte de la humanidad de Jess, en

la que se va vislumbrando su divinidad, nos podr iluminar el valor permanente de la verdad

tradicional acerca de la impecabilidad de Jess. La impecabilidad es la forma negativa de

expresar la unin de Jess con Dios y de Dios con Jess. Jess fue un hombre

continuamente centrado en Dios. Santidad es la cualidad de quien est en Dios, unido a l

y penetrado por l. Pecado es lo contrario: es cerrarse en s mismo hasta excluir a Dios,

centrar el yo en s mismo, incapacidad de amar sin egosmo. Dado que Jess estaba vaco

de s y totalmente centrado en Dios, no tena pecado. En cuanto permaneca en esta

actitud fundamental, no slo no peco, sino que tampoco pudo pecar. La impecabilidad de

Jess, por tanto, no consiste en la pureza de sus actitudes ticas, en la rectitud de sus

actos individuales, sino en la situacin fundamental de su unin con l. Si el pecado original

en el hombre consiste en la esquizofrenia de su ser histrico tal como se encuentra, que lo

incapacita para amar, para descentrarse radicalmente de s mismo y lo distorsiona

ontolgicamente, hasta en sus ltimos repliegues biolgicos, impidindole colocarse en una

posicin reverente ante Dios, entonces debemos decir que Jess estuvo totalmente libre

del pecado original. Se encontraba siempre en una posicin recta ante Dios. Asumi

nuestra condicin humana, marcada por el pecado; pero por gracia y obra del Espritu

Santo, le faltaba el ncleo degenerador de todos los actos humanos. Decir que asumi la

condicin humana pecadora significa que asumi la historia del pecado humano.

El hombre es un nudo de relaciones en todas direcciones, pero un nudo enredado tanto

en su vida consciente como en su inconsciente personal y colectivo. Y eso tiene su historia.

Jess, aunque sin pecado, asumi todo eso y, dentro de su vida, por su amor, por su

comportamiento, ante los hombres y Dios, fue superando la historia del pecado en su

propia carne (cf. Rom 8,3), fue desatando el nudo de relaciones dentro de cada etapa de la

vida humana, hasta poder relacionarse adecuadamente con el mundo, con el otro y con

Dios. La resurreccin representa la definitiva liberacin de la estructura pecaminosa de la

existencia humana y la realizacin cabal de las posibilidades de relacin del yo personal

con la totalidad de la realidad. Jess redimi al hombre desde dentro, venci las

tentaciones, las alienaciones y los estigmas que el pecado, en su historia, dej en la

naturaleza humana. Por eso, l es para nosotros un ejemplo y el prototipo-arquetipo del

verdadero hombre que cada cual debe ser y todava no es.

Segn la psicologa de los complejos de C. G. Jung, cada hombre resume en s y lleva en

su inconsciente toda la historia de las experiencias logradas y frustradas que la psique

humana ha realizado desde sus orgenes ms primitivos animales y csmicos. Cada cual, a

su modo, es la totalidad. Admitida la racionalidad de esta hiptesis, ella podr iluminar la

realidad recndita y profunda de la encarnacin. El Verbo, al hominizarse, asumi toda esta

realidad contenida en la psique humana, personal y colectiva, positiva y negativa,

abrazando as toda la humanidad. Desde dentro fue desenmascarando las tendencias

negativas que crearon una anti-historia y una verdadera segunda naturaleza humana, fue

activando los arquetipos de positividad y especialmente el arquetipo de mismidad (el

arquetipo de Dios) y haciendo aparecer al hombre realmente a imagen y semejanza de

Dios. Jess abarca as toda la humanidad, asumindola a fin de liberarla para s mismo y

para Dios.

TODOS ESTAMOS DESTINADOS A SER IMAGEN Y SEMEJANZA DE CRISTO

Lo que acabamos de decir y profesar en la fe sobre Jess a partir de Jess mismo posee

una enorme importancia para nosotros los hombres. Si Jess es verdadero hombre,

consustancial a nosotros, como asever la formulacin dogmtica de Calcedonia, entonces

lo que se afirma de l debe afirmarse tambin, en alguna medida, de cada hombre. A partir

de Jess, el ms perfecto de todos los hombres, podemos entrever quines y cmo somos

nosotros mismos. Como Jess, todo hombre se encuentra en una situacin de apertura a la

totalidad de la realidad. El hombre no est abierto solamente al mundo o a la cultura. Est

abierto al Infinito, que l entrev en la experiencia del amor, de la felicidad, de la esperanza,

del sentir, del querer y conocer que anhela por eternidad y totalidad. El hombre no quiere

slo esto y aquello: lo quiere todo. No quiere slo conocer a Dios; desea ardientemente

poseerlo, gozarlo y ser posedo por l.

El hombre es capaz de infinito, rezaba una frmula clsica de los pensadores

medievales, especialmente entre los franciscanos. Jess realiz de forma absoluta y cabal

esta capacidad humana, hasta poder identificarse con el Infinito. La encarnacin significa la

realizacin exhaustiva y total de una posibilidad que Dios coloc, por la creacin, en la

existencia humana. Esta es la tesis fundamental del ms sagaz y sutil de todos los telogos

medievales, el franciscano Juan Duns Escoto (+ 1308). El hombre puede, por amor, abrirse

de tal modo a Dios y a los otros que se vace totalmente de s mismo y se llene, en la misma

proporcin, de la realidad de los otros y de Dios. Eso se dio exactamente en Jesucristo.

Nosotros, hermanos de Jess, hemos recibido de Dios y de l el mismo desafo: abrirnos

cada vez ms a todo y a todos para poder ser, a semejanza de Cristo, colmados de la

comunicacin divina y humana. En nuestra alienacin y pecado, realizamos de modo

deficiente la relacin que Jess de Nazaret concret de forma exhaustiva y absoluta en su

vida terrestre y pneumtica. El hombre que cada uno es debe ser interpretado no tanto a

la luz de su pasado biolgico cuanto a la luz de su futuro. Este futuro se manifest en

Jess encarnado y resucitado. El futuro de cada hombre est no en la tierra, sino en la

muerte y en el ms all de la muerte, en el poder realizar la capacidad de infinito que Dios

infundi en su ser. Slo entonces realizar en plenitud la imagen y semejanza de Cristo,

que marca toda su existencia. La encarnacin, por tanto, encierra un mensaje concerniente

no slo a Jesucristo, sino tambin a la naturaleza, al destino de cada hombre. Por ella

sabemos quines somos de hecho y a qu estamos destinados, quin es Dios, que en

Jesucristo nos vino al encuentro con una imagen semejante a la nuestra para

respetando nuestra alteridad asumirnos y colmarnos con su divina realidad.

(BOFF-LEONARDO-2. Pg. 207-216)

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2. JESS ES EL PUNTO OMEGA DE LA HISTORIA,

EL MESAS, EL HIJO DE DAVID ESPERADO,

EL HIJO DE DIOS

La resurreccin muestra que, con Cristo, la historia llega a su punto

Omega, porque la muerte ha sido vencida y el hombre totalmente realizado e insertado en

la esfera divina. Por eso, l es el Mesas y, como Mesas, de la familia real de David. Con

las genealogas de Jess tanto Mateo (1,1-17) como Lucas (3,23-38) quieren probar que

Jess, y nadie ms que Jess, surgi cuando la historia haba llegado a su punto Z; que l

ocupa en la genealoga davdica el lugar exacto que corresponde al Mesas y que se

inserta en esa genealoga, de tal forma que se cumple la profeca de Isaas (7-14) -de ser

hijo de una virgen- al recibir el nombre y con ello su inclusin genealgica de su padre

adoptivo Jos.

Segn Esdras 14,11-12, desde Adn se esperaba al Mesas, Salvador de todos los

hombres para el final de la undcima semana del mundo. Once semanas del mundo son 77

das del mundo. Lucas construye la genealoga de Jess desde Adn, mostrando que el

mismo Jess apareci en la historia cuando se cumplieron los 77 das del mundo, cada da

con un antepasado de Jess. Por eso, la genealoga contiene, desde Adn hasta Jos, 77

antepasados. La historia lleg a su punto Omega cuando Jess naci en Beln. Se trata

de una genealoga artificialmente construida, como se ve, comparndola con la de Mateo.

Adems, hay muchos espacios vacos entre una generacin y otra.

Mateo utiliza un procedimiento semejante para probar que Jess es hijo de David y el

Mesas esperado. Al sustituir las consonantes del nombre David (las vocales no cuentan

en hebreo) por sus respectivos nmeros resulta el nmero 14 (D = 4, V = 6, D = 4; total:

14). Mateo elabor la genealoga de Jess de modo que resultaran, como l mismo lo dice

expresamente (1,17), tres veces 14 generaciones. El nmero 14 es el doble de 7, nmero

que para la Biblia simboliza la plenitud del plan de Dios o la totalidad de la historia. Las 14

generaciones, desde Abrahn hasta David, muestran el vrtice de la historia juda: las 14

generaciones de David hasta la deportacin a Babilonia revelan el punto ms bajo de la

historia santa; y las 14 generaciones desde el cautiverio babilnico hasta Cristo evidencian

el definitivo punto culminante de la historia de la salvacin, que jams conocer ocaso,

porque en l surgi el Mesas. A diferencia de Lucas, Mateo incluye en la genealoga de

Jess cuatro mujeres, todas ellas de mala fama: dos prostitutas, Tamar (Gn 38,1-30) y

Rahab (Jos 2; 6,17.22ss) ; una adltera, Betsab, mujer de Uras (2 Sm 11,3; 1 Cr 3,5), y

una moabita pagana, Rut (Rut 4,12ss). Mateo quiere insinuar as que Cristo asumi los

altibajos de la historia y tom tambin sobre s las ignominias humanas. Cristo es el ltimo

miembro de la genealoga, exactamente aquel con quien la historia llega a su punto Z,

completando tres veces 14 generaciones. Por tanto, slo l puede ser el Mesas prometido

y esperado.

(BOFF-LEONARDO-2. Pg. 181-182)JESUCRISTO, LIBERADOR

DE LA CONDICIN HUMANA

En la religin juda de tiempos de Jess todo estaba prescrito y determinado: primero, las

relaciones con Dios; despus, las relaciones entre los hombres. La conciencia se senta

oprimida por un fardo insoportable de prescripciones legales. Jess formula una

impresionante protesta contra semejante esclavizacin del hombre en nombre de la ley. En

este captulo se muestra cul es la actitud fundamental de Jess: libertad frente a la ley,

pero slo para el bien y no para el libertinaje. La ley tiene nicamente una funcin humana

de orden, de crear posibilidades de armona y comprensin entre los hombres. Por eso las

normas del Sermn de la Montaa presuponen el amor, el hombre nuevo y liberado para

cosas mayores.

El tema de la predicacin de Cristo no fue l mismo ni la Iglesia, sino el reino de Dios. El

reino de Dios expresa la total liberacin de la realidad humana y csmica, utopa inscrita en

el corazn del hombre. Es la situacin nueva del viejo mundo, totalmente lleno de Dios y

reconciliado consigo mismo. En una palabra: se podra decir que el reino de Dios significa

una revolucin total, global y estructural del viejo orden llevada a cabo por Dios y solamente

por Dios. Por eso, el reino es reino de Dios en sentido objetivo y subjetivo. Cristo se

entiende a s mismo no slo como un predicador y profeta de esta novedad (evangelio),

sino como un elemento de la nueva situacin transformada. l es el hombre nuevo, el reino

ya presente, aunque bajo una apariencia de debilidad. Adherirse a Cristo es condicin

indispensable para participar en el nuevo orden introducido por Dios (Lc 12,

8-9). Para que se realice esa transformacin liberadora del pecado, de sus consecuencias

personales y csmicas y de todos los dems elementos alienantes sentidos y sufridos en la

creacin, Cristo formula dos exigencias fundamentales: conversin de la persona y

reestructuracin de todo su mundo.

1 EL REINO DE DIOS IMPLICA UNA REVOLUCIN

EN EL MODO DE PENSAR Y ACTUAR

El reino de Dios afecta primero a las personas. A ellas se les exige la

conversin. Conversin significa mudar el modo de pensar y actuar en el sentido de Dios, y

esto supone una revolucin interior. Por eso Jess comienza predicando: Convertos,

porque el reino de los cielos est cerca (Mt 3,2; 4,17). Convertirse no consiste en

ejercicios piadosos, sino en un nuevo modo de existir ante Dios y ante la novedad

anunciada por Jess. La conversin implica siempre una divisin: Pensis que he venido

a traer paz a la tierra? No, os lo aseguro, he venido a traer la divisin, porq