blanco y negro-17.08.1974-pagina 010

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ASTRONAVE DE HACE 3j;00 AÑOS Este grabado figura en la parte posterior de un colgante en forma de escarabeo, encontrado por el egiptólogo Geri en una tumba de la XVÜl dinastía (unos 1500 años antes de Cristo). Representa la llegada de tres astronautas a la Tierra. Los especialistas de este tipo de iconografía —que ha dejado huellas en todas las civilizaciones antiguas— suponen que la astronave proviniese de Venus, por algunos símbolos astrológicos. Después de una historia novelesca el escarabeo, que perteneció también al rey Faruk, ha lle- gado hace unas semanas a manos de un coleccionista mi- lanos, que amablemente ha permitido obtener esta foto absolutamente inédita. vez más, completamente ver- tical. También a mí me pare- ce verlo por un instante, pero no estoy tan seguro como an- tes. Cuando lo hemos visto por primera vez eran las 4,45. Ahora son ias 5,20. Me escue- cen los ojos. Regreso a la ciudad y trato de dormir. A las diez llamo a la oficina de Tráfico de la A. T. 1., en Roma. Me contesta el señor Cusano, que amable- mente me promete ayudarme a identificar al piloto del vue- lo 214. A las 13 vueh/o a te- lefonear. El comandante se llama Giampaolo Pelti, pero no se le encuentra. Ha des- embarcado en Roma. Proba- blemente ha estado durmien- do hasta hace poco, y luego ha salido, porque su teléfono no contesta. A las 14, encon- tramos al segundo piloto; está en casa, acaba de des- pertarse. Se llama Claudio Poce, cuatro años de magni- fica carrera, dos mil quinien- tas horas de vuelo. Tampoco él se maravilla, como ios otros, ni se muestra irónico. «Esta mañana», me dice, «hemos pasado sobre el ra- diofóro de Voghera, poco des- pués de la medianoche. No hemos notado nada extraño y aterrizamos en Uñate nor- malmente. A las dos embar- caron otros cien pseajeros y nos preparábamos para des- pegar en la ruta de regreso para Aighero-Cagliari. Fue entonces cuando empezó la conversación. Los de la torre me han didho que se h^ía visto iHi O. V. N. I. sobre Pa- vía. Puede que lo supieran por usted». «No, porque yo he telefo- neado a las tres.» «Es curioso. Y, sin embar- go, de algún modo lo han sa- bido, pero será difícil que al- guno le diga cómo. Yo sé lo que me han dicho y qué les contesté: bien, vamos a in- terceptarlo. ¿Qué quiere? En ciertos momentos es mejor tomarse las cosas alegremen- te. Yo no he visto nunca un O. V. N. i., pero muchos pi- lotos me han hablado, inclu- so recientemente, y puedo decirle que son gerrte seria. Cierto es que gran número de estas apariciones swi fru- to de sugestión o de ilusio- nes ópticas. No hay duda que vivimos en monrentos de ex- pectativa y temor, condicio- nes decididameme favorables a todo lo que se presenta como misterioso. Las cosas van mal en la tierra, y espe- ramos que llegue alguien del cielo para hacer algo, ni si- quiera sabemos qué, pero siempre se espera que des- pués viviremos un poco me- jor. Esto es verdad. Sin em- bargo, yo no me atrevo a ase- gurar que en el espacio no haya alguien más, junto con nosotros». MILLARES DE PERSONAS, IMOLUIOO ElNSTEm, HAN VISTO OVNIS Le cuento los detalles de la aparición. «Si es como us- ted dice», c o n t e s t a , «ex cluido que pueda tratarse de un avión». También para él la p o s i c i ón de la luz, que permanece idéntica después de un cambio brusco de ruta, es inexplicable. «Si usted te- nía luz de un faro rígida hacia sus ojos, no es posible que haya seguido viéndolo cuan- do se ha movido de izquierda a derecha. Los aviones no son congrejos, por lo que yo sé». En la tarde del domingo 21, regreso a Pavía. Los carabi- neros han hecho sus medi- ciones escrupulosamente, lo- calizando la posición de la icasa y la ruta aproximada del O. V. N. 1. Ahora necesito una carta aeronáutica p a r a comparar esta ruta con la del radiofaro que conduce los aviones al NDB de Linate, úl- timo punto de ayuda antes del aterrizaje. Choco, naturalmente, con el secreto militar. Nada de mapas; hay que solicitar el permiso a Boma. Calculando que tengo casi cincuenta aííos, renuncio y telefoneo a un amigo en otra ciudad. Es piloto y tiene un avión pro- pio. Ha salido hace poco para ir ai campo. Telefoneo al csun- po, pero está despegando: me manda saludos a través de la torre de control, y dice que hace un día espléndido. Feliz él que dentro de una hora llegará a una isla del Mediterráneo y esta misma noche saldrá ya en una barca a pescar. De todas formas, me recomienda a sus amigos. Salgo de Pavía y de noche llego al aeroclub. Puedo foto- grafiar el mapa prohibido, a condición de no decir dónde ni cómo lo he logrado. «Esta- mos en Italia», me explican. Vuelto a Milán comparo las dos rutas con ayuda de una brújula. No tiene mucha im- portancia, toda vez que si- guen direcciones diferentes. En los periódicos del mar- tes leo confirmaciones des- concertantes. El «Corriere della Sera» da la noticia de un O. V. N. 1. visto sobre la Lomeilina, entre el sábado y el domingo. La «Stampa» re- fiere apariciones en Turín, en el valle de Susa, en Condove, en ChivassD, en Poirino, en Carmagnola. Un astrónomo torinés ha seguido con el te- lescopio una formación de OVNIS. TCKJOS los testigos afirman que los OVNIS luego han partido de repente y que los destellos coloreados se han hecho más intensos con la aceleración. Hay otros nombres y ape- llidos, y relatos concretos. En los últimos veinte años dece- nas de millares de personas han dicho que los OVNIS existen. Incluso Einstein fi- gura entre ellos. Es difícil sostener que todos sean unos exaltados. Giuseppe Grazzini EN LA LUNA LE ESPERABAN LOS OVNIS Son las 4,56 de la maña- na del 21 de julio de 1969. Por primera vez en la his- toria un hombre, Neil Armstrong, está a punto de poner su pie sobre la Luna. De repente, las trans- misiones de radio se ven interrumpidas por extrañí- simas interferencias. El centro de Houston ordena a los astronautas que con- trolen los aparatos. Fun- cionan ¡perfectamente, pe- ro las interrupciones se re- piten. Armstrong descien- de, se aleja de la cápsu- la. «¿Qué diablos era», impreca. Desde Houston preguntan qué les sucede. «Veo objetos enormes», responde. «¡Dios mío! Hay otras astronaves aquí. Es- tán alineadas en el otro borde del cráter y me es- tán observando.» Este diá- logo no pasa al registro sonoro de la televisión, pero fue recogido por va- rios radioaficionados. Hoy Armstrong ha dejado la Aviación. Ensena ingenie- ría aeronáutica en la Uni- versidad y se niega a res- ponder a quien le pregun- ta qué es lo que vio, de verdad, aquel día que es- tuvo en la Luna. 10 lli|||:|l!ií!li milllllíWiilllliliUUIJBlllliUlIIm Blanco y Negro (Madrid) - 17/08/1974, Página 10 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. 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  • ASTRONAVE DE HACE 3 j ;00 AOS

    Este grabado figura en la parte posterior de un colgante en forma de escarabeo, encontrado por el egiptlogo Geri en una tumba de la XVl dinasta (unos 1500 aos antes de Cristo). Representa la llegada de tres astronautas a la Tierra. Los especialistas de este tipo de iconografa que ha dejado huellas en todas las civilizaciones antiguas suponen que la astronave proviniese de Venus, por algunos smbolos astrolgicos. Despus de una historia novelesca el escarabeo, que perteneci tambin al rey Faruk, ha lle-gado hace unas semanas a manos de un coleccionista mi-lanos, que amablemente ha permitido obtener esta foto absolutamente indita.

    vez ms, completamente ver-tical. Tambin a m me pare-ce verlo por un instante, pero no estoy tan seguro como an-tes. Cuando lo hemos visto por primera vez eran las 4,45. Ahora son ias 5,20. Me escue-cen los ojos.

    Regreso a la ciudad y trato de dormir. A las diez llamo a la oficina de Trfico de la A. T. 1., en Roma. Me contesta el seor Cusano, que amable-mente me promete ayudarme a identificar al piloto del vue-lo 214. A las 13 vueh/o a te-lefonear. El comandante se llama Giampaolo Pelti, pero no se le encuentra. Ha des-embarcado en Roma. Proba-blemente ha estado durmien-do hasta hace poco, y luego ha salido, porque su telfono no contesta. A las 14, encon-tramos al segundo piloto; est en casa, acaba de des-pertarse. Se llama Claudio Poce, cuatro aos de magni-fica carrera, dos mil quinien-tas horas de vuelo. Tampoco l se maravilla, como ios otros, ni se muestra irnico.

    Esta maana, me dice, hemos pasado sobre el ra-diofro de Voghera, poco des-pus de la medianoche. No hemos notado nada extrao y aterrizamos en Uate nor-malmente. A las dos embar-caron otros cien pseajeros y nos preparbamos para des-

    pegar en la ruta de regreso para Aighero-Cagliari. Fue entonces cuando empez la conversacin. Los de la torre me han didho que se h^ a visto iHi O. V. N. I. sobre Pa-va. Puede que lo supieran por usted.

    No, porque yo he telefo-neado a las tres.

    Es curioso. Y, sin embar-go, de algn modo lo han sa-bido, pero ser difcil que al-guno le diga cmo. Yo s lo que me han dicho y qu les contest: bien, vamos a in-terceptarlo. Qu quiere? En ciertos momentos es mejor tomarse las cosas alegremen-te. Yo no he visto nunca un O. V. N. i., pero muchos pi-lotos me han hablado, inclu-so recientemente, y puedo decirle que son gerrte seria. Cierto es que gran nmero de estas apariciones swi fru-to de sugestin o de ilusio-nes pticas. No hay duda que vivimos en monrentos de ex-pectativa y temor, condicio-nes decididameme favorables a todo lo que se presenta como misterioso. Las cosas van mal en la tierra, y espe-ramos que llegue alguien del cielo para hacer algo, ni si-quiera sabemos qu, pero siempre se espera que des-pus viviremos un poco me-jor. Esto es verdad. Sin em-bargo, yo no me atrevo a ase-

    gurar que en el espacio no haya alguien ms, junto con nosotros.

    MILLARES DE PERSONAS, IMOLUIOO ElNSTEm, HAN VISTO OVNIS

    Le cuento los detalles de la aparicin. Si es como us-ted dice, c o n t e s t a , ex cluido que pueda tratarse de un avin. Tambin para l la p o s i c i n de la luz, que permanece idntica despus de un cambio brusco de ruta, es inexplicable. Si usted te-na luz de un faro rgida hacia sus ojos, no es posible que haya seguido vindolo cuan-do se ha movido de izquierda a derecha. Los aviones no son congrejos, por lo que yo s.

    En la tarde del domingo 21, regreso a Pava. Los carabi-neros han hecho sus medi-ciones escrupulosamente, lo-calizando la posicin de la icasa y la ruta aproximada del O. V. N. 1. Ahora necesito una carta aeronutica p a r a comparar esta ruta con la del radiofaro que conduce los aviones al NDB de Linate, l-timo punto de ayuda antes del aterrizaje.

    Choco, naturalmente, con el secreto militar. Nada de mapas; hay que solicitar el permiso a Boma. Calculando que tengo casi cincuenta aos, renuncio y telefoneo a un amigo en otra ciudad. Es piloto y tiene un avin pro-pio. Ha salido hace poco para ir ai campo. Telefoneo al csun-po, pero est despegando: me manda saludos a travs de la torre de control, y dice que hace un da esplndido. Feliz l que dentro de una hora llegar a una isla del Mediterrneo y esta misma noche saldr ya en una barca a pescar. De todas formas, me recomienda a sus amigos. Salgo de Pava y de noche llego al aeroclub. Puedo foto-grafiar el mapa prohibido, a condicin de no decir dnde ni cmo lo he logrado. Esta-mos en Italia, me explican.

    Vuelto a Miln comparo las dos rutas con ayuda de una brjula. No tiene mucha im-portancia, toda vez que si-guen direcciones diferentes.

    En los peridicos del mar-tes leo confirmaciones des-concertantes. El Corriere della Sera da la noticia de un O. V. N. 1. visto sobre la Lomeilina, entre el sbado y el domingo. La Stampa re-fiere apariciones en Turn, en el valle de Susa, en Condove, en ChivassD, en Poirino, en Carmagnola. Un astrnomo torins ha seguido con el te-

    lescopio una formacin de OVNIS. TCKJOS los testigos afirman que los OVNIS luego han partido de repente y que los destellos coloreados se han hecho ms intensos con la aceleracin.

    Hay otros nombres y ape-llidos, y relatos concretos. En los ltimos veinte aos dece-nas de millares de personas han dicho que los OVNIS existen. Incluso Einstein fi-gura entre ellos. Es difcil sostener que todos sean unos exaltados.

    Giuseppe Grazzini

    EN LA LUNA LE

    ESPERABAN LOS OVNIS

    Son las 4,56 de la maa-na del 21 de julio de 1969. Por primera vez en la his-toria un h o m b r e , Neil Armstrong, est a punto de poner su pie sobre la Luna. De repente, las trans-misiones de radio se ven interrumpidas por extra-simas interferencias. El centro de Houston ordena a los astronautas que con-trolen los aparatos. Fun-cionan perfectamente, pe-ro las interrupciones se re-piten. Armstrong descien-de, se aleja de la cpsu-la. Qu diablos era, impreca. Desde Houston preguntan qu les sucede. Veo objetos enormes, responde. Dios mo! Hay otras astronaves aqu. Es-tn alineadas en el otro borde del crter y me es-tn observando. Este di-logo no pasa al registro sonoro de la televisin, pero fue recogido por va-rios radioaficionados. Hoy Armstrong ha dejado la Aviacin. Ensena ingenie-ra aeronutica en la Uni-versidad y se niega a res-ponder a quien le pregun-ta qu es lo que vio, de verdad, aquel da que es-tuvo en la Luna.

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    lli|||:|l!i!li milllllWiilllliliUUIJBlllliUlIIm

    Blanco y Negro (Madrid) - 17/08/1974, Pgina 10Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproduccin, distribucin, puesta a disposicin, comunicacin pblica y utilizacin, total o parcial, de loscontenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorizacin, incluyendo, en particular, su mera reproduccin y/o puesta a disposicincomo resmenes, reseas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposicin expresa, a salvo del uso de losproductos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.