biologizacion y racismo menendez

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  • 5/24/2018 Biologizacion y Racismo Menendez

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    ALTERIDADES, 200111 (21): Pgs. 5-39

    Biologizacin y racismo en la vida cotidiana

    EDUARDO MENNDEZ*

    Desde la dcada de los cincuenta observamos una constante expansin de teoras, reprentaciones y prcticasbiologicistas sobre diversos aspectos de la subjetividad, la sociedad y la cultu

    ra, que en parte aparecen relacionados con propuestas y actividades racistas. Sibien en algunos campos se generaron investigaciones y reflexionessobre la significacin de lo biolgico y de lo racial en la vida cotidiana, lo dominante ha sido la escasez de investigaciones antropolgicas sobre estos aspectos, inclusive en las corrientes preocupadas por el estudio de la diferencia,y especialmente por la etnicidad. Esta escasez contrasta con el continuo incremento de conflictos tnicos y de losdeslizamientostnico-racistas, as como con el creciente inters por problemticacluyen lo biolgico, especialmente las referidas al cuerpo y al proceso salud-enfermedad-atencin. Respecto de ambas problemticas, losantroplogos analizaron en particular las concepciones dualistas (cultural-biolgico; cuerpo-mente), que hallan enla biomedicina una de sus principales expresiones, a partir de desarrollar una c

    oncepcin unificada del cuerpo ydel padecimiento. Desde nuestra perspectiva todo racismo es siempre sociocultural, ms all de que se expresea travs de criterios religiosos, tnicos o biolgicos; de all la importancia de recer que la creciente biologizacinde la vida cotidiana evidencia que toda una variedad de representaciones y prcticas derivadas de la biomedicina seconvierten en parte normalizada de los saberes culturales de diferentes conjuntos sociales, y que dicha biologizacin puede favorecer el desarrollo de racismos cotidianos.

    Durante las dcadas de los setenta y ochenta la antro-cana, produjo respecto de ladimensin biolgica y de

    pologa social tom escasamente en cuenta las conse-la cuestin racial un modelo expcativo segn el cual lacuencias ideolgicas, epistemolgicas, sociales y pol-cultura y sus individuos eranxplicables bsicamenticas generadas por la constante expansin de teoras, te por la ultura, por la dimensin simblica, de talinterpretaciones y sobre todo intervenciones biolgicas manera que las dimensionesbiolgica y racial emergansobre la subjetividad, la sociedad y la cultura, lo cual como secundarias e irrelevantes para explicar la culturacontrasta con la importancia dada a algunos de estos y sus sujetos. Esta concepcin se convirti en domiprocesos entre los aos treinta y cincuenta. nante no slo etropologa sino en el conjunto de

    Durante este ltimo lapso en funcin de su propia di-las ciencias sociohistricas.nmica acadmica, pero estrechamente relacionada No obstante, a partir de los cincuenta, toda una se-con la situacin sociopoltica europea, la antropolo-rie de investigaciones y propuestas explicativas fueronga, y en particular la antropologa cultural norteameri-poniendo cada vez ms en dudicha interpretacin.

    * Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social-Centro.

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    Biologizacin y racismo en la vida cotidiana

    El notorio silencio de la mayora de la produccin denuestra disciplina sobre dichos trabajos, salvo respectode la sociobiologa, expresa a nuestro juicio no slo elpeso de las orientaciones dominantes, sino las limitaciones o tal vez el desinters para enfrentar este problema.Tanto las corrientes tericas interpretativas como lasautodenominadas crticas siguen desarrollndose comosi la ingeniera gentica no existiera, como si el SIDA

    fuera exclusivamente un problema cultural, como si elclera fuera solamente una metfora. Ms an, lastendencias multiculturalistas y las llamadas poscolonialistas han tenido la capacidad inusitada de cuestionar reiteradamente el racismo en los Estados Unidos(EEUU) sin considerar los avances constantes de lasorientaciones y prcticas biologicistas en la vida cotidiana, pese al resurgimiento de interpretaciones racistassobre la incidencia del alcoholismo en indios americanos o sobre la causalidad del SIDA en nativos africanos.La polmica desatada a fines de la dcada de los ochentaen torno a la interpretacin bioracial del SIDA en sociedades africanas1 se redujoa unos escasos antroplogossin interesar demasiado a la produccin general de

    nuestra disciplina.El retorno de lo biolgicoy la omisin de lo racial

    Durante los cincuenta, y a travs de varios campos, sedesarrollaron en forma sostenida investigaciones y explicaciones que hallan en lo biolgico la causa bsicadel comportamiento humano. La investigacin etolgica dedicada a estudiar la conducta animal gener unconjunto de investigaciones respecto de las conductasdel ser humano y especialmente sobre su naturalezaagresiva y competitiva. Desde los sesenta asistimos a

    un incremento constante de indagaciones biolgicas,bioqumicas y genticas sobre las causas y desarrollosde una amplia variedad de procesos y comportamientos humanos. As, la esquizofrenia, las adicciones engeneral y el alcoholismo en particular o la hiperkinesisinfantil pasan a ser explicadas, por lo menos parcialmente, por causas de este tipo. Enfermedades, comopueden ser determinadas formas cancergenas o ciertasenfermedades ocupacionales, a las que se les atribuan

    causas biosociales, tienden cada vez ms a ser reducidas a explicaciones biolgicas.El proyecto genoma humano y su vertiginoso desciframiento a mediados delao 2,000 constituye la expresin cientfica, econmicoproductiva y simblica ms no

    este proceso.2

    Pero adems en este lapso se impulsa el papel de lastecnologas biolgicas como decisivas no slo para lacuracin y prevencin de enfermedades y comportamientos desviados, sino para interr y modificar aspectos decisivos de la produccin y reproduccinhumana. Las propuestas y tcnicas biolgicas pasan aser determinantes respecto del control o planificacinde la natalidad; la reproduccin artificial(fecundidad invitro); la posibilidad de escoger el sexo del hijo antes de

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    que nazca; la clonacin aprobada para la produccinde embriones humanos con fines teraputicos; la posibilidad del cambio de sexo a travs de varias tecnologasbiomdicas complementarias o de modificar el cuerpocon la intencin de demorar la vejez y prolongar la juventud o de recuperar la apariencia de sujeto-objeto sexual.

    Las investigaciones biolgicas, ms all de generarexplicaciones causales, producen en forma crecientetecnologas que actan sobre los comportamientosindividuales y colectivos, ya sea como medio de control

    de sujetos considerados enfermos mentales o, sobretodo, de los comportamientos normalesejercidos enla vida cotidiana. Se incrementa continuamente laproduccin y consumo de medicamentos contra el dolor, el sufrimiento y el insomnioas como de frmacosconsumidos para funcionar cotidianamente en el trabajo, en el ocio, en la desocupacin as como en espacios pblicos de relaciones sociales o en espacios privadosde relaciones sexuales. Cada vez ms sujetos necesitanconsumir drogas generadas por la biomedicina paratransitar conflictos como duelos, separaciones o enfermedades.

    Las causas biolgicas vuelven a ser utilizadas desdefinales de los sesenta para explicar la persistencia

    de la pobreza, el fracaso educativo y los comportamientos violentos. Entre la dcada de los cincuenta y laactualidad se ha buscado reiteradamente la causalidad biolgica de la violencia, fenmeno que se expresa en los diferentes mbitos de la vida cotidiana desdelas agresiones intrafamiliares hasta el desarrollo queobservamos en los estadios de futbol, pasando por la

    1 La polmica se origin a partir de una interpretacin biologicista que remite explamente la causalidad y desarrollo del SIDAa factores biolgicos con claras implicaciones racistas. Ver Rushton y Bogaert, 1989; Rushton, 1990; Leslie, 1990; McEwan,1990; Owen, 1990. Recordemos que durante esos mismos aos surgieron explicacionesracistas sobre la incidencia del SIDA

    en poblacin negra norteamericana y haitiana.

    2 Mientras la mayora de la reflexin antropolgica no incluye la dimensin econmicca, los usos posibles del genomahumano la colocan en el centro de la problemtica, dado que se estn llevando a cabointensas discusiones respecto dequines controlarn los usos industriales y comerciales de dichos descubrimientos, polmica que desgraciadamente sloincorpora a un escaso nmero de investigadores, pues la mayora acta como funcionars y profesionales.

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    Eduardo Menndez

    altsima incidencia de homicidios en Amrica Latina(especialmente en Brasil, Colombia y Mxico). La investigacin biomdica genera inteitentemente explicaciones depositadas en alguna parte del cerebro humano

    o en determinados aspectos genticos que coinciden endetectar los sujetos violentos con especial nfasis en lasclases subalternas:En la ltima dcada hemos podido comprobar la creciente

    insistencia en los argumentos deterministas biolgicos;en atribuir a disfunciones cerebrales de los individuostodos los problemas sociales desde las violencias en lascalles, pasando por la pobre educacin en las escuelas hasta los sentimientos de falta de sentido de la vida que padece la mayora de las amas de casa de mediana edad(Lewontin et al., 1991: 203).

    El biologicismo supone la explicacin del comportamiento humano, incluyendo sus padeceres, por estructuras biolgicas innatas; consecuentemente, para elsociobilogo Wilson (1974) la religin, la competencia,la cooperacin, la dominacin masculina, y la agresinson genticas.

    Una gran cantidad de bilogos en los aos sesentay setenta recuperaron la idea de la existencia de unanaturaleza humanaque fuera cuestionada entre lasdcadas de los treinta y cincuenta especialmente porlos antroplogos, misma que fue retomada por algunosetlogos; as Eibl-Eiberfeldt (1977) sostiene en la dcada de los setenta que el comrtamiento humanoest, por lo menos en parte, preprogramado biolgicamente. Y si bien ste y otros aures incluyen el papelde los factores sociales, los mismos aparecen como epifenomnicos y/o no decisivos. La recurrente discusinentre medio ambiente y herencia que en los cincuenta

    pareca zanjada a favor de los procesos socioculturales

    o de una articulacin entre lo cultural y lo biolgico,surge una vez ms a partir de propuestas biologicistas.En los ochenta reaparecen en la produccin antropolgica teoras biolgicas previamedescartadas,que vuelven a explicar instituciones humanas como elincesto a travs de la dimensin biolgica (Cromk,1991; Wolf, 1993).3Pero adems de lo sealado, el incremento constantey sostenido de explicaciones centradas en lo biolgiconos preocupa porque el biologicismo constituye el ncleo manifiesto en torno al cual se legitima por lo me-

    nos una parte de las concepciones y acciones racistas,que sigue estando presente, reaparece o comienza adesarrollarse durante los setenta en numerosos contextos tanto de pases centralescomo perifricos.

    Ahora bien, respecto de estos y otros procesos no segener, desde la dcada de los cincuenta hasta la actualidad, una actividad significativa de investigaciny reflexin socioantropolgica. Ya a fines de los sesenta, y en un simposio organizado por la asociacin estadounidense para el desarrollo de la ciencia, Mead

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    (1969) conclua que los antroplogos sociales no parecen demasiado informados ni preocupados por la cuestin racial, sealando adems que la informacincientfica manejada por sus colegas en los sesenta eramucho menor y de inferior calidad que la utilizada enlas dcadas de los treinta y cuarenta. Hoy da podramosconcluir lo mismo, lo cual no significa asumir que noexistan crticas, investigaciones y reflexiones, relativasa los avances de las explicaciones y acciones biologicistas pero la mayora de ellas no proceden del campoantropolgico, sino de los bilogos, de los genetistas,de los psiclogos, de los investigadores interesados en la

    educacin. En los ltimos aos algunos autores latinoamericanos han subrayado el esco inters desarrollado sobre la problemtica racista en la antropologaregional (Castellanos, 2000).

    Esta trayectoria contrasta sin embargo con un desarrollo disciplinario que incluye cada vez ms la enfermedad y su atencin como objetivos de estudio, yque dara lugar en los sesenta a la constitucin de la antropologa mdica en tanto especializada de nuestradisciplina y que a partir de mediados de los ochenta se convertira en la especialidad ms dinmica de laantropologa norteamericana. No obstante, persiste yse acenta en las principales corrientes tericas el limitado inters por el papel dela dimensin biolgica, por

    la articulacin entre lo cultural y lo biolgico y por la significacin de la constae expansin de las explicaciones biologicistas y de las reacciones de los conjuntossociales respecto de las mismas. Esta situacin se observa en la falta de cuidadode los antroplogos sobre diversos procesos sociales vinculados a esta problemtica,como son los casos del desarrollo del movimiento religioso creacionista y el incremento del rechazo a lasconcepciones evolucionistas por sectores de la sociedadnorteamericana, que consiguieron inclusive modificarel contenido de los textos de enseanza secundaria respecto de la evolucin humana,lo cual dio lugar a unareaccin e intensa labor de difusin en favor del evolucionismo, que fue impulsada c

    asi exclusivamente por cientficos y profesionales dedicados a las ciencias naturales,con muy escasa participacin de antroplogos sociales, quienes no se preocuparon porestos procesos nisiquiera en trminos de su avance como movimientossociales antievolucionistas y creacionistas (Scott, 1997).

    La rehabilitacin de la teora de Westermack sobre la aversin innata sexual que exiira entre personas que viven continuamente juntas, simboliza para m el retorno delas explicaciones biologicistas dentro de la antropologa (ver Wolf, 1993).

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    Pero esto no slo se da en los EEUU, sino tambin enpases del Tercer Mundo donde predominan determinadas tendencias musulmanas, perotambin cristianas,que se oponen a la evolucin en nombre de la religin.Dicho desinters no slo se expresa en el plano delas investigaciones, sino a nivel docente, dado que lainformacin y discusin sobre el evolucionismo biolgico y cultural han disminuido o

    esaparecido delcurriculo formativo de los antroplogos sociales.

    Este silencio antropolgico es, por lo menos interesante, pues la instrumentacin ideolgica y socialde las explicaciones biolgicas, y particularmente sucontnua aplicacin prctica, obedece en gran medidaa nuevas situaciones sociales como el fenomenal incremento de la migracin clandestinaa los pasescapitalistas centrales, pero tambin a circunstanciasque evidencian la persistencia y la no solucin de viejos problemas sociales.

    Una serie de movimientos y procesos impulsados

    en este lapso potencian la recuperacin del biologicismoy tambin del racismo. As, en los EEUU una serie dehechos como el fracaso de la lucha contra la pobrezay la continua produccin de pobres (y de pobres que ensu mayora son negros, hispanos o amerindios); elincremento de las patologas y desviaciones sociales(homicidios, adicciones); el fracaso de la escolarizacinque opera en particular en pobres y grupos tnicos; laemergencia combativa de grupos hasta entoncescaracterizados por la pasividad social (especficamentenegros y mujeres), etctera, favorece la recuperacinde explicaciones y acciones racistas, mxime cuando

    se hace evidente que las medidas aplicadas no resuelven el problema de la pobreza, de la violencia, ni de lasadicciones ni en el mediano ni en el largo plazo: Laexpansin del pensamiento y del argumento determinista biolgico en los tempranos setenta fue precisamente una respuesta a las demandas militantes cadavez ms difciles de atender... Para cada militancia hayuna explicacin biolgica apropiadamente confeccionada que la priva de su legitimidad (Lewontin et al.,1991: 36; tambin Rose, 1979).

    Pero es necesario subrayar que la recuperacin deexplicaciones e intervenciones biolgicas no obedeceslo a estas instancias, sino que deben ser articuladas

    con otras que responden a objetivos diferentes aunque complementarios, dado queel desarrollo de determinadas formas de vida incide en el uso y consumo detecnologas biomdicas, favoreciendo el surgimientode explicaciones y solucionesbiolgicas.

    Los nuevos usos del tiempo personal por la pareja (hombre o mujer) o por algunode sus miembros,estrechamente vinculados a determinados estilos devida, favorece cada vez ms la intolerancia a la hiperactividad o a otros comportamientos de los hijos; en la

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    misma medida en que las limitaciones econmicas ysociales provocan una creciente exclusin de los ancianos del medio domstico. Paralelamente la necesidadde las instituciones hospitalarias, en especial geritricas y de salud mental, dereducir costos y organizarmejor los controles burocrticos sobre los pacientesimpulsan funcionalmente la formulacin de explicaciones biologicistas y, sobre todo, el uso de prcticas farmacolgicas de control, basadas en la aplicacin detranquilizantes tanto a nios, como a ancianos y a enfermos mentales. Ms aun, segnlgunos autores,una de las consecuencias paradjicas de la despsiquiatrizacin hospitalaria en vario

    s pases, ha sido el mayor consumo de frmacos como mecanismo decontrol

    del paciente en la vida cotidiana. Es decir que toda una

    serie de procesos dismiles y aparentemente no relacionados y puestos en prctica tanto a nivel de instituciones como de grupos domsticos se potencianpara favorecer el uso de tecnologas biolgicas.

    Dichos procesos refuerzan el papel de las interpretaciones biolgicas de la enfermedad y tambin de labiomedicina, incluyendo el descubrimiento por antroplogos, socilogos y literatos de que en torno a las enfermedades se constituyen algunas de las principalesmetforas de la sociedad, por lo menos de la occidental, lo cual fue analizado para un amplio espectro depadecimientos que van desde el alcoholismo hasta el

    SIDA, pasando por la tuberculosis y el dolor crnico.La enfermedad y la biomedicina son constantementeutilizadas para resignificar procesos econmico-polticos

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    en trminos de enfermedad, de tal manera que desdela desnutricin dominante en varias regiones de Brasily especialmente en el noreste (Sheper-Hughes, 1997)hasta la masa creciente de personas que no tienenvivienda en los EEUU, tienden a ser analizados y a encontrar solucionesno en trmos socioeconmicos,sino en trminos de problemas de salud, inclusive desalud mental, que en el caso de los sujetos sin viviendaes relacionado con el pro

    ceso de deshospitalizacinpsiquitrica (Mathieu, 1993).

    Uno de los procesos intersticiales ms opacados, atravs del cual podemos observar la expansin de labiomedicalizacin, es el que refiere al continuo incremento de la esperanza de vida en prcticamentetodas las sociedades, pero especialmente en las capitalistas desarrolladas, as como al aumento incesantede sujetos que padecen enfermedades, invalidez oadicciones crnicas o cronificadas. De sujetos cuyospadecimientos son detectados a edades cada vez mstempranas, de tal manera que se ampla constantemente una poblacin caracterizada po

    r vivir la mayorparte de su vida con determinado padecimiento. As,un sujeto a quien a los quince aos se le detecta diabetes desarrollar su vida a travs de su enfermedad,lo cual significa no slo que un nmero importante desus actividades debern reorganizarse en torno a lamisma, sino que su padecer es un elemento de su forma normal de estar en el mundo,como diran losfenomenlogos. Pero este estar en el mundo no slonormaliza lo patolgico en tanto parte de la vida hastaposiblemente despatologizarlosino que normaliza eluso de medicamentos y tratamientos que en su mayoraproceden del saber biomdico y de la industria qumicofarmacutica (por lo menos par

    algunos sectores sociales), que en determinados pases tanto centrales comoperifricos son los mayoritarios. Este tipo de procesos que es parte sustantiva dela vida de los sujetos ygrupos, normaliza la biomedicalizacin como integrantede los saberes cotidianos.

    Ahora bien, durante el mismo lapso asistimos auna crtica sostenida respecto del saber biomdico yespecialmente del proceso de medicalizacin. Se descubreque el saber biomdico gen, desde mediadosdel siglo XIX, explicaciones y tcnicas que normalizancientficamente la discriminacin de sujetos y grupossociales en trminos biolgicos, justificando la intervencin biomdica sobre los mi

    . Las concepciones ytcnicas eugensicas y las esterilizaciones son desdefines del siglo XIX, elementos de un saber biomdico

    que aplica inicialmente la esterilizacin a la poblacinsubalterna de los pases de mayor desarrollo capitalista. En el caso norteamericano, la primera ley eugensica data de 1907 y la esterilizacin eugensica fuepermitida hasta 1994, ao en el cual la esterilizacinforzada era todava legal en dieciocho estados respecto de locos, dbiles mentales,violadores. Debemos recordar que el descubrimientode estas intervenciones

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    eugensicas se dio previamente en las dcadas de loscuarenta y cincuenta, para ser olvidado y volver a reaparecer durante los ochenta.

    De etnicidades y deslizamientos racistas

    El reconocimiento de la expansin biologicista, ascomo la crtica a la misma y al proceso de medicalizacinse desarrollaron en campos acotados sin incidir en elanlisis de situaciones donde emergan conflictos entorno a lo tnico o que evidenciaban el avance del denominado racismo cultural.4 E

    sta omisin es ms notoria porque durante los sesenta y setenta, junto conla emergencia y movilizaciones de los grupos tnicossubalternos, surgen sectores sociales que se asumencomo racistas o etnorracistas, que generalmente nosuelen ser reconocidos ni incluidos por quienes reflexionan sobre las etnicidades o sobre las diferencias,cuyas elaboraciones se centran en la identidad tnica

    o nacional, escindidas de las propuestas o de los deslizamientos tnico-raciales.Si bien ulteriormente unconjunto de los denominados estudios culturales recuperar la discusin sobre el racismo, la referir casiexclusivamente al racismo blancoy escindido de las

    relaciones organizadas en torno a la etnicidad y muchoms de los avances del biologicismo.Contrastan estas ausencias con los procesos organizados en torno a las relaciones intertnicas y entrenacionalidades que dieron, y siguen dando, lugar a situaciones caracterizadas ennumerosos casos por laextrema violencia, traducida en masacres e inclusive en etnocidios en varios casos silenciados, en lascuales el cuerpo del Otro fue y es cosificado poltica,racial, tnica o religiosamente. Si bien algunos de estos conflictos se expresan bsicamente a travs de lasdimensiones ideolgico-poltica y econmico-poltica(El Salvador, Cambodia), la mayora de los conflictos

    y masacres se expresan mediante problemticas tnicas, religiosas o nacionales (Palestina, Ruanda, Burundi, Uganda, Sudfrica, Kurdistn, Indonesia,

    Debe subrayarse que la discusin sobre lo cultural y lo biolgico tuvo un fuerte impulso especialmente durante los sesentadentro de los estudios sobre la mujer realizados en los EEUU, particularmente dentro de la produccin antropolgica.

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    Bosnia, Kosovo, Chechenia, Afganistn, Irlanda). Msaun, ciertos conflictos cuyas caractersticas a nivelmanifiesto aparecen como polticos, evidencian sinembargo que la mayora de la poblacin asesinada,torturada y vejada es la de origen indgena, como es elcaso de Guatemala. Respecto de, por lo menos, determinados conflictos se ha pretendido que no constituyenfenmenos de tipo racista, pese a que una parte de los

    mismos establece en la prctica una diferencia radicale incompatible con el Otro, traducida en las polticasde limpieza tnicapropiciadas por algunos de estosmovimientos.

    Pero adems, durante este periodo se han llevadoa cabo recurrentes episodios de violencia racial en varios pases europeos y en los EEUU contra poblacinmigrante de Amrica Latina, Asia y frica, que se observan no slo en actos ms o meaislados, sino enpolticas estatales (por ejemplo en EEUU donde losms altos porcentajes de detenidos en prisiones, y enparticular los sujetos condenados a muerte por la justicia civil, pertenecen a mi

    noras tnicas, es decirnegros, hispanos y amerindios). Actualmente los negrosy los hispanos constituyen el 56% de los condenados amuerte y el 42% de los ejecutados; estos porcentajesse estn incrementando pues durante 1998 y 1999 el75% de las peticiones de pena de muerte han sido paramiembros de estas minoras, especialmente para losnegros. Tal situacin debe correlacionarse con el incremento de la denominada brutalidad policiacaquedurante los ochenta y noventa se ha orientado hacialas minoras tnicas y, tal vez, con que el 98% de losjueces en los EEUU sean blancos.

    Paralelamente surgen grupos, movimientos o parti-dos polticos centrados en lo tnico, en lo nacional o enlo racial; en varios de ellos observamos una sntesis deelementos culturales, polticos y racistas, que se manifiestan en organizaciones polticas con alta expresinen el electorado de Austria, Blgica, Suiza o la actualRusia.5

    Varios procesos evidencian el desarrollo o mantenimiento de prcticas racistas; enlas ltimas guerras debaja intensidadllevadas a cabo por los EEUU, el mayor porcentaje de soldados norteamericanos muertoscorresponde a minoras tnicas, observndose una

    especial mortalidad de hispanos; en el Tercer Mundoy especialmente en Amrica Latina ciertas prcticasde control de la natalidad se ejercen preferentemente enmujeres amerindias y negras, en ocasiones con esterilizaciones aplicadas sin consentimiento.

    Estos episodios demuestran la continuidad de prcticas racistas o, si se prefiere,de etnocentrismo tcnico,que aparecen normalizadas en un caso por instituciones militares y en otro por instituciones mdicas.

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    Numerosos autores sostienen que dichos gruposno slo pertenecen a minoras tnicas, sino tambin alos estratos marginales y pauperizados de la sociedady, si bien gran parte de estas situaciones operan fenomnicamente en trminos tnicoacistas, las mismasno son comprensibles si no se las articula con las condiciones de desigualdad ysubalternidad socioeconmica. Por ello, considero necesario retomar el anlisisde las diferencias en trminos de articulacin claseraza-etnia, pues a pesar de quees una articulacinreconocida, no contamos con explicaciones satisfactorias en cuanto a los proceso

    s de exclusin-inclusinque operan entre condiciones tnicas y de clase en losdiversos contextos latinoamericanos.

    A principios del 2000 el Instituto de InvestigacionesAplicadas (IPEA) de Brasil inform que los trabajadores negros ganaban la mitad del salario percibido porlos blancos, ya que mientras estos obtienen una mediamensual de 403 dlares, los negros slo reciben 187dlares. La continuidad de esta situacin se patentizadesde la dcada de los sesenta hasta la actualidad gracias a los resultados de lasinvestigaciones sobre la pobreza, marginalidad y deprivacin econmica y culturalrealizadas en los sesenta y los setenta, as como a los

    trabajos referidos a la infraclase (underclass) concluidos especialmente en losochenta y noventa, segnlos cuales son las minoras tnicas, y especficamentela poblacin negra, la que est en peores condicionessocioeconmicas, y la que desarrolla la menor participacin poltica (Fassin, 1996).

    La informacin epidemiolgica, particularmente laproducida por la Salud Pblica de los EEUU, se distingue por utilizar la categora raza para describir y codificar las enfermedades y la mortalidad, apuntando queson los grupos raciales negro, hispano y, sobre todo,el amerindio los que tienen las ms altas tasas de mortalidad y morbilidad, y lasmenores esperanzas de vida.Esto opera prcticamente en todos los campos, desde

    las investigaciones sobre alcoholismo, donde se observa que en la poblacin amerindia las tasas de mortalidad de los principales padecimientos relacionadoscon el consumo de alcohol duplican y hasta cuadruplican las tasas de la poblacinblanca en trminos demortalidad (Menndez, 1990b); hasta los trabajos sobre contaminacin ambiental que desde fines de los

    Esto no supone reducir dicha situacin a los pases capitalistas centrales. Asumimosque una parte de las tendencias etnicistas que tienen lugar en el Tercer Mundo,de manera explcita o a travs de sus prcticas, estimulan actitudes y representacies de tipo racista

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    setenta ponen sobre la mesa que las minoras raciales son las ms expuestas a la polucin, llegando a laconclusin de que la raza constituye el criterio mssignificativo para predecir la relacin entre condiciones de vida, morbimortalidady toxicidad del medioambiente, lo cual conduce a algunos autores a hablarde racismo ambiental (Grossman, 1993).

    Esta informacin de los EEUU, se ha obtenido debido a que la Salud Pblica ha utilizado el indicador razapara describir y analizar los padecimientos, pero procesos similares operan en otros contextos, aun cuandopermanecen ocultospor falta de informacin. No obstante, una creciente masa de instigacin antropolgica ha ido dando cuenta de esta situacin en lascomunidades indgenas y rurales en diversos mbitoslatinoamericanos y especialmente en Mxico (Mendoza,1994; Menndez, 1984; Nervi, 1999; Ortega, 1999).

    El racismo cotidiano ha sido un fenmeno normalizado en Amrica Latina, y puede observarse en los recientes episodios de violencia racial hacia bolivianosen la provincia de Buenos Aires, as como en los cnticos antisemitas y en la exhibi

    cin de smbolos nazispor ciertas hinchadas de futbol en Argentina. Peroel racismo no slo adquiere caractersticas fsicas ysimblicas como las sealadas, sino que se expresa enciertos comportamientos registrados sobre todo ensociedades de Amrica Latina cuya poblacin mayoritaria es de origen amerindio. En pases como Mxico losmedios de comunicacin masiva, especialmente la televisin, proponen como ideal de la figura humana asujetos singularizados por su blancura. En estos medios las actrices y los actores, sobre todo los protagnicos, o las y los modelos que venden publicidad atravs de sus cuerpos son inevitablemente blancas yblancos. Esto ocurre inclusive cuando los actores centrales representan personaj

    es de clase baja, incluidasempleadas domsticas, cuyos rasgos rubios o geroscontrastan con los de la masa del personal domsticode ese pas.

    Estos procesos expresan valores colectivos colocados en la blancura de la piel yque se manifiestan mediante una variedad de comportamientos histricamentedetectados pero escasamente analizados en su significacin racista en trminos de hegemona-subalternidad,como por ejemplo la tendencia de las madres a blanquearla piel de sus hijos, prctica tambin desarrolladapor los adolescentes (especialmente mujeres), para locual no slo contamos con tcnicas populares y tradicionales de blanqueamientoque

    den adquirirse en los mercados sino que en los ltimos aos se hanincrementado en los medios de comunicacin masiva (de nueva cuenta con la televisina la cabeza,donde los programas de publicidad prometen a travs

    de aplicaciones cutneas o de la ingestin de ciertassustancias aclarar tu piel ms all del tono genticode origen, es decir disminuir el tono oscuro de la piel,utilizando productos que fundamentan su eficacia enla tecnologa cientfica con que son elaborados).

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    Sin embargo, los antroplogos dedicados a las etnicidades en trminos de diferenciasiguen sin embargoanclados en el estudio de determinados aspectos simblicos, inclusive cuando tratan fenmenos vincula-dos al poder, ya que aunque en los EEUU algunos deellos incluyan el papel que, manifiesta o larvadamente,cumplen las representaciones y prcticas de tipo racista o tnico-racista, las analizan en forma unilateralignorando los procesos de deslizamientos tnicos haciael racismo. Un segmento de estos estudios opera como

    si la descripcin de ciertas prcticas utilizadas por lospropios grupos subalternos, y que ponen sobre la mesael peso de las relaciones de hegemona-subalternidaden la reproduccin del racismo, cuestionaran la identidad tnica; mientras que otrosautores indagan lo tnico o ciertas identidades nacionales como si se dieranen un vaco de posibilidades de ser encausadas haciaposturas expresamente racistas, hacia actividades noslo de masacres y etnocidios sino de prejuicios discriminatorios, odios, agresiones tnico-raciales en lavida cotidiana.

    Lo importante a recuperar es que no slo la discusinsobre la relacin entre lo cultural y lo biolgico o la informacin actualizada sobr

    la dimensin biolgica noson incluidas en sus reflexiones por los multicultura

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    Biologizacin y racismo en la vida cotidiana

    listas o los etnicistas, sino que los procesos de racismointersticial construidos en las relaciones de hegemonasubalternidad no parecen interesar a la mayora de lastendencias antropolgicas. Dentro de nuestra disciplina las preocupaciones especficas se han reorientadohacia la etnicidad y el multiculturalismo en trminosde fundamentar la diferencia, identidad o hibridez delos sujetos sociales, lo cual nos parece relevante, pero

    la mayora de los especialistas en estas problemticasno reparan demasiado en el trnsito potencial queopera entre lo tnico y lo racial, y que puede convertiren odio racial lo que durante un tiempo fue nicamenteidentidad o pertenencia tnica.

    Lo que ms subrayan algunos autores desde losochenta y sobre todo durante los noventa es el nuevopapel que cumple la cultura como mecanismo racista,y destaco lo de nuevo por la revisin que haremos msadelante.

    En esta actitud pesan fundamentalmente dos tendencias; la primera organizada en

    la produccin antropolgica durante 1920-50 y que desarroll unaconcepcin del ser humano como constituido exclusivamente a travs de la cultura, locual fue asumido porel conjunto de los sectores socialistas y/o marxistas:

    ...la nueva izquierda britnica y estadounidense posteriora 1968 ha mostrado una tendencia a considerar la naturaleza humana como casi infinitamente plstica, a negarla biologa y a reconocer nicamente la construccin social. El desamparo de la infaia, el dolor existencial de lalocura, las debilidades de la vejez, todo fue trasmutadoa meras etiquetas que reflejaban las desigualdades en elpoder. Pero esta negacin de lo biolgico es tan contraria

    a la verdadera experiencia vivida que ha hecho a la gentems vulnerable ideolgicamente al llamamiento al sentidocomndel determinismo biolgico reemergente (Lewontinet al., 1991: 22-23).

    Esta concepcin, como lo he analizado recurrentemente, se expresa en una antropologa que hastafechas recientes ha podido describir y analizar la enfermedad y la muerte casi exclusivamente en trminossimblicos y prcticamente sin referencias a la mortalidad, el dolor o las consecuencias de la enfermedaden el sujeto y en su sociedad (Menndez, 1981, 1990a,1997). Pero lo que me interesa subrayar es que tanto

    el multiculturalismo como el construccionismo actuales manejan estas problemticassin incluir los referentes racistas y biologicistas que eran centrales paralos culturalistas que construyeron el paradigma antropolgico respecto de la relacin biolgico-culturalentre los veinte y los cuarenta.

    Adicionalmente, tenemos una segunda tendenciadesarrollada desde los sesenta, que frecuentementeha legitimado el etnicismo radical considerando que elracismo es una creacin unilateral de la sociedad occidental (blanca), contra la c

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    l valdran todos losmedios de enfrentamiento, incluidos los raciales, detal manera que determinadas acciones que van desde elasesinato individual o masivo de extranjeroshastala violacin de mujeres recordemos los escritos y acciones de E. Cleaver durante los sesentaaparecenvalidados por ideologas que, por lo menos en parte,constituyen reacciones contra la sociedad blanca dominante. Estas propuestas, que legitimaron la violenciaantioccidental como respuesta y superacinde la situacin colonial, fueron desarrdas por el fanonismo,

    algunas tendencias del movimiento negro norteamericano de los cincuenta y sesenta, y ulteriormente poralgunos fundamentalismos culturalistas de los setentay ochenta, y se expresan actualmente a travs de algunas corrientes de los estudios sobre cuestiones tnicasy, paradjicamente, de una parte de los interesados enprocesos multiculturales donde el racismo es reducidoa racismo caucsico. As, para autores como McLaren,el racismo blanco es parte nuclear de la ideologa dominante en los EEUU, operandoen forma conscientepero sobre todo inconsciente, ya que aparece comoun comportamiento normalizado tanto para los blan-coscomo para los grupos restantes, por lo cual: En

    vez de acentuar la importancia de la diversidad y de lainclusin, como hace la mayora de los multiculturalistas, debera hacerse ms nfasel papel queha tenido la construccin social y poltica de la suprema-ca blanca(1998: 8). Para autores como McLaren,una vez erradicada la supremaca blanca desaparecera todo racismo, confundiendo elcolor de la piel conla dominacin capitalista y tambin con otros tipos dedominaciones.

    Una parte del multiculturalismo y del poscolonialismo centran su discurso en laeliminacin de la suprema-ca blanca como expresin bsica del colonialismo y de

    la hegemona occidental, por ello para algunos autoressera secundaria la orientacin esencialista o hibridistaque adquieren los diferentes tipos de cuestionamientos,dado que el objetivo es la eliminacin de la hegemonade la sociedad occidental, de la cual el racismo blancoaparece como su componente ms significativo, articulado con el sexismo, la homofobia y todo un conjuntode exclusiones a diferentes sectores sociales.

    Sin negar el papel decisivo de la expansin colonial en la construccin del racismo(Menndez, 1968,1969, 1972; Rivas, 1973) y sin desconocer el papel delas concepciones y prcticas tnicas violentas como mecanismo para legitimar la prop

    ia identidad deteriorada

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    Eduardo Menndez

    y posibilitar el autodesarrollo, la reduccin de todoracismo a racismo blanco y la interpretacin de toda actitud etnicista radical exclusivamente como diferencia cultural, limitan la comprensin de los diferentesprocesos en que se expresan estas prcticas de exclusin fsica y simblica, mxime en dichosanlisis el sistema capitalista no aparece o es circunscrito a sistema cultural oa capital simblico, pese alconstante proceso de politizacin de la etnicidad

    (Tambiah, 1989). Diversos episodios actuales: desdeel golpe de Estado dado en Fidji a mediados del ao2,000 por un grupo de la poblacin nativa para excluirdel poder poltico a otra minora tnica (particularmente a la hind), y establecer titucionalmenteque slo los originarios de Fidji pueden gobernar

    En la interpretacin de estos procesos domina unalnea de pensamiento que sostiene que el etnicismoradical, el racismo y el nacionalismo desarrolladosen pases asiticos, africanos o latinoamericanos sonuna consecuencia exclusiva del colonialismo, es decirreacciones ajenas a la verdadera identidad de los grupos locales del Tercer Mund

    o. No obstante, sin negar elpeso de la situacin colonial, sta no puede explicarpor s sola las exterminaciones y masacres o las exclusiones de una parte de la poblacin que en nombre dela religin o de la etnia se generaron antes y despusdel sistema colonial, previa y ulteriormente a la constitucin del concepto de raza y de las ideologas racistas y de las cuales han sido una expresin continua laspersecusiones contra los judos llevadas a cabo en

    dicho pas, hasta el exter

    diferentes mbitos euro

    minio de entre 500,000 y

    peos, asiticos, africanos

    800,000 tutsis y hutus mo

    y americanos anteriores y,

    derados realizada por los

    por supuesto, coetnea

    hutus en Ruanda durante

    mente al desarrollo del sis

    1994, descubren la per

    tema capitalista. Que unas

    sistencia o el desarrollo de

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    construcciones ideolgi

    relaciones tnico-racistas

    cas se legitimaran en la re-

    que aunque estn rela

    ligin y otras en la ciencia

    cionadas con el proceso co

    no debe hacernos olvidar

    lonialista no pueden ser

    que ambas constituyen

    reducidas exclusivamente

    construcciones ideolgico

    al mismo. Mxime cuando

    culturales que puedencasi siempre las acciones

    tener efectos de discrimi

    de limpieza tnicautili

    nacin, dominacin y ex

    zan smbolos de identidad

    terminio.

    cultural, como podemos

    Reducir el racismo a

    observar en las acciones

    una sola sociedad, al papel

    desarrolladas por los da

    del Estado o a las clases

    yak de Borneo (Indonesia)

    dominantes limita la com

    desde 1997 hasta la fecha

    prensin de estas proble

    contra inmigrantes de las

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    mticas, ya que si bien el

    islas cercanas pertenecien

    racismo puede ser impul

    tes a otros grupos tnicos. En sus acciones antiinmigrantes, los dayak no slo se visten y pintan consignos tradicionales de su cultura, sino que suelencortar las cabezas de por lo menos algunos inmigrantespara exhibirlas en desfiles y desarrollan actos de canibalismo ritual, todo lo c

    ual remite a principios de identidad y de justificacin tnica de sus acciones. Debeasumirse que las limpiezas tnicas se hagan en nombrede la raza, de la religin, de la economa o del significado de la tierra, que constituyen siempre limpiezasculturaleso poltico-culturales, y en consecuencia noes nicamente un acto de cinismo que los serbiobosnios denominaran limpieza culturala sus actividadesgenocidas antimusulmanas, sino una referencia explcita de sus acciones a la identidad cultural.

    sado intencional o funcionalmente por determinadosEstados y grupos dominantes, debe asumirse que dicho proceso conduce a que, por

    lo menos una parte delos grupos subalternos, lo incluyan como elementode su propia identidad positiva o negativa y frecuentemente en un nivel no consciente o, si se prefiere,de inconsciente cultural. Debemos reconocer que losracismos se desarrollan histricamente, y que es endicho proceso que se van constituyendo las representaciones y prcticas del conjunto de los sectoressociales y no slo de los sectores dominantes. Reducirel racismo slo a los grupos hegemnicos supone desconocer que dichos grupos buscanjustamente expandir su ideologa a los grupos subalternos, y quedicho proceso se constituye en funcin de una amplia

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    Biologizacin y racismo en la vida cotidiana

    variedad de relaciones construidas dentro de relacionesde hegemona-subalternidad y que van desde la reproduccin de las ideologas racistahasta su enfrentamiento, de tal manera que pueden gestarse representacionesy prcticas racistas tanto en los grupos hegemnicoscomo en los subalternos.

    Asimismo, los grupos sociales en los cuales actual-mente observamos problemas en las relaciones tnicas,

    de gnero o centradas en la religin son grupos caracterizados por sus modificaciones histricas; su diferenciaactual constituye una continuidad respecto delpasado precolonial o preimperialista que no es idntica a la subjetividad precolonial o preimperialista. Laahistoricidad esencialista, explicitada o no, sigue proponiendo la posibilidad de un sujeto social que persistecasi idntico a s mismo pese a los procesos econmicopolticos e ideolgicos dentros cuales constituyesu subjetividad.

    Probablemente hayan sido los estudios del gnerofemenino los que ms han cuestionado esta visin culturalista (racista) a partir delanlisis de la situacin

    de la mujer, evidenciando la incongruencia de considerar la agresin ejercida hacia la mujer en ciertosgrupos tnicos o religiosos como un proceso, que aunimplicando la muerte temprana de ella, aparece legitimado culturalmente. De estemodo, es observada comoun proceso simblico cuya legitimidad remite al puntode vista del actor, mientras que la violencia antifemenina observada en contextos urbanos con mayora depoblacin mestiza es considerada negativa. As, paraciertas tendencias tericas, la legitimacin o deslegitimacin de un proceso no pasa or sus consecuencias,por ms graves que fueren, sino por su referencia a losimblico, entendido como cultura, como verdad. Sin

    ignorar la significacin de la denominada sociedadoccidental en la construccin y el impulso del racismoy del sexismo y de la homofobia, reducirlo slo aella simplifica una problemtica que incluye otro tipode complejidades, imposible de acotar al maniqueismo con que algunos multiculturalistas o etnicistas pretenden hacerlo.

    El desarrollo desde mediados de los ochenta deanlisis que reconocen la existencia de un racismocultural en varios pases europeos, segn los cuales laxenofobia no se refiere ahora a criterios biorracialessino a criterios culturales, posibilita redescubrir queel ncleo del problema no reside en los criterios utilizados sino en el sentido da

    do a los mismos, as comoen las fuerzas sociales que los impulsan, ms all deque apelen a lo biolgico, a lo religioso o a lo tnico.Esto, por supuesto, no niega la concurrencia de especificidades, sino que cuestiona el uso de una miradaunidireccional respecto de los procesos de xenofobia.

    La secundarizacin de la dimensin biolgica y deletnorracismo contrasta tambin con la recuperacindel cuerpocomo categora central de la antropologa de los setenta en adelante, d

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    observamos quela lnea dominante tiende a ver el cuerpo como uncuerpo exclusivamente culturalizado y casi sin referencias a lo biolgico o a lo racial. Recupera la posturaelaborada por el culturalismo norteamericano entrelos veinte y los cincuenta que fue el que fundament laidea de cuerpo culturalizado pero, y esto est frecuentemente ausente en la actualidad, una parte del relativismo cultural construy o por lo menos resignificdicha concepcin justamente a partir de una lucha noslo acadmica sino ideolgica contra el biologismo yel racismo. Se suele olvidar que pocos aos despus de

    que Ruth Benedict publicara el texto que en cierta medida cimentara el relativismo cultural en antropologa(1934), no slo se empe en una lucha contra el racismo (que inclusive la llev a lel), sino que produjo un notable texto sobre el racismo (1941) que escomplementario del anterior, aunque las lecturas culturalistas actuales tiendena recuperar el primero y aolvidarse consistentemente del segundo.

    El cuerpo y sus bondades

    Los procesos y tendencias analizados deben ser relacionados con el notable desarrollo de las investigacionessobre el cuerpo, en particular dentro de la antropologa mdica. El cuerpo fue red

    bierto a partir de lossesenta en trminos de su papel en la vida cotidianay en particular como preocupacin central de lo queluego seran los estudios de gnero, y desde los setenta cobr importancia en las cicias antropolgicasque abordaron una variedad de problemas, especial-mente los referidos al proceso salud-enfermedadatencin (S-E-A), para convertirseen la siguiente dcadaen una de las categoras centrales de la antropologa, especialmente de la norteamericana (Johnson,1987; Martin, 1992; Sheper-Hughes y Lock, 1987; Turner, 1985).

    Dentro de la antropologa mdica hay varios ejes

    tericos de recuperacin del cuerpo, entre ellos subrayamos el que se refiere al deubrimientode la dualidad cuerpo-mente, cuerpo-alma o biolgico-culturalen la sociedad occidental tanto a nivel de cosmovisinde por lo menos un segmento de los conjuntos sociales, como sobre todo en el plano de las concepcionescientficas y filosficas dominantes. Desde esta perspectiva, los antroplogos analin y cuestionan el desarrollo de una idea dualista o tripartita del ser humanoy de la naturalezaen general, que institucionaliza una

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    Eduardo Menndez

    visin escindida del sujeto, fundamentada por cienciasespecficas que normalizan acadmicamente esta concepcin. As sucede con la biologbiomedicinaque se encargan del cuerpo biolgico, con la psicologa que se ocupa de la mente y con las ciencias sociales e histricas que se apropian de la cultura, y estono tanto pensado en trminos de niveles de anlisis,sino en trminos de partes diferenciadas y excluyentes.Clasificaciones que no obedecen slo a una divisin

    del trabajo cientfico, sino a una nocin sobre la realidad del cuerpo.La biomedicina es tomada como expresin paradigmtica de la escisin cuerpo-alma en inos cientficos,pero adems por el papel que cumple en la institucionalizacin de esta concepcin enl saber de los conjuntossociales. Para los antroplogos, el dualismo cartesianoarticulado con concepciones mecanicistas constituyeparte de la base epistemolgica e ideolgica de la biomedicina, de tal manera que sradica la enfermedadexclusivamente en el cuerpo (al cual considera independientemente de las caractersticas psicolgicas y sociales del paciente) (Hepburn, 1986: 60-61). Ms an, sibien los mdicos clnicos asumen que el sujeto no es

    nicamente un ser biolgico, su base formativa e institucional conduce a que consideren lo biolgico comolo determinante, por lo menos respecto de la enfermedad de los sujetos (Menndez,1978, 1990b; Menndezy Di Pardo, 1996). Este dualismo fue puesto de manifiesto en el enfoque biomdicodominante aplicado a lasalud mental y al cuerpo femenino, enfoque que recurriendo a criterios cientficosconstruy no slo representaciones tcnicas y sociales de las enfermedadesmentales y de los cuerpos y padecimientos femeninos,sino que produjo diagnsticos y tratamientos que reforzaron la concepcin dualista ysustentaron la subalternidad de estos sujetos.

    Hasta la dcada de los setenta la antropologa social estuvo poco preocupada por la

    problemtica delcuerpo, respecto del cual desarroll dos lneas bsicas.Por un lado el culturalismo norteamericano, la escueladurkheimiana, el cognitivismo y una parte de las escuelas interpretativas que seconcentran exclusivamente en los aspectos simblicos, ya sea en trminos decognicin o de significacin respecto del proceso S-E-Ay, por otro las tendencias materialistas culturales, especialmente las propuestas ecolgicas que reaccionaron primero contra el cognitivismo (Alland, 1970)y luego contra las tendencias interpretativas (Browneret al., 1988) proponiendo un enfoque unificado quepartiera de las condiciones biolgicas del ser humanoy de los factores ambientales dentro de los cuales vive,en funcin de una adaptacin que considera a la cultura como el principal factor ada

    ptativo.

    Las tendencias interpretativas (fenomenolgicas omarxistas) recuperaron los planteos de Alland (1970),pero cuestionaron la tendencia dominante de los estudios ecolgico-culturales quecolocaban el eje enla adaptacin y ponan en segundo lugar los aspectossimblicos y econmico-polticos, impulsando una perspectiva muy similar a la biomdsegn la cual lobiolgico y lo bioecolgico eran considerados como los

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    procesos determinantes (Good, 1994; Singer, 1989).Las corrientes interpretativas, que en su mayora proponen la unicidad bioculturala travs de concepciones construccionistas, se caracterizan sin embargoporque en forma radical o ms o menos ambigua vuelven a colocar el eje de la relacin entre lo cultural y lobiolgico en lo sociocultural. Inclusive esto sigue operando en quienes critican reducir la explicacin de lasemociones o de los padeceres a las dimensiones simblica o social, como en el casode Sheper-Hughes,concluyen No soy tan radical como para afirmar queno existen impulsos humanos para el sexo, el cario,

    etc... Sin duda tenemos necesidades instintivas, peroson la experiencia y la cultura las que moldean los objetosde nuestros impulsos yel ritmo de nuestrosdeseos(1997: 530). Es decir retoma la lnea dominante del culturalismo norteamericano desarrollada entre1920 y 1950, sin agregar tericamente mucho ms,aunque en determinados casos hizo excelentes aportesetnogrficos.

    Ahora bien, varias de las propuestas antropolgicas actuales que tratan de superarel dualismo sebasan en el concepto de cuerpo entendido como experiencia en el mundo, no acotado a las representaciones

    colectivas sino referido a las prcticas de un cuerpoque no slo experimenta sino que produce la realidad.El cuerpo no es observado en trminos de biologa o decultura, sino de una unidad que algunos remiten a laexperiencia, otros a la accin y varios a las prcticas.

    Para un segmento de estas propuestas el mundo seexperimenta a travs del cuerpo, en particular a travsdel padecimiento; el cuerpo expresara la sociedad yla cultura mediante la accin de cada sujeto y de susituacin. Por otra parte colocar el eje en el cuerpocuestionara limitar la realidad a representaciones yconocimientos, para situar el inters en la experiencia

    que permite al sujeto unificar lo corporalcon lo psicolgico y con lo cultural. Laprcticas del cuerpoposibilitan la intersubjetividad en gran medida gracias a instancias prerreflexivas incluidas en el cuerpo(Bourdieu, 1971; Crapanzano, 1996; Csordas, 1988,1990, 1994a, 1994b; Lock, 1993; Nguyen, 1996), ydesde estas perspectivas la antropologa actual trata deno ser identificada con las concepciones no slo biomdicas sino antropolgicas que minaron el estudio del cuerpo o de la enfermedad.

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    Ms an, segn Good (1994) y Del Vecchio Good(1992) la antropologa culturalista norteamericana aligual que la ecologista divergen en mltiples aspectos,pero ambas asumen la existencia de una base biolgicay biopsicolgica universal en el ser humano por locual, si bien consideran que los padecimientos se expresan como formas culturalizadas, no piensan quedichos padecimientos sean culturales en s, lo cual

    las diferencia de las nuevas tendencias interpretativas que afirman que el sujeto culturalizado es quienda sentido y significado a su padecimiento y, adems,que el self (s mismo) est culturalmente constituido(Csordas, 1990, 1994a, 1994b).

    Las escuelas interpretativas en antropologa mdicahan desarrollado esta nocin de unicidad en torno a lainvestigacin del padecer y de los sistemas mdicos, yen particular de la biomedicina como ya lo sealamos,y es justamente en sus propios trabajos que observamos ms que la superacin de la dualidad, la confirmacin de la manera antropolgica de pensar y superarel dualismo cuerpo-mente y las relaciones sujeto y

    cultura, y lo hacen colocando el eje descriptivo e interpretativo en lo sociocultural. As, encontramos que ladefinicin de la biomedicina (Hahn y Kleinman, 1983)y en particular de la psiquiatra (Gaines, 1992), comoetnociencias producidas por la denominada culturaoccidental, se basa en que las mismas trabajan con elsujeto enfermo a partir de la dualidad cuerpo-menteexpresando una determinada concepcin del mundo.Congruentemente, una vez cuestionada sta y otrascaractersticas de la biomedicina, los antroplogospasan a explicar tanto la actividad mdica como la enfermedad en trminos simblicossociales, psicosociales o econmico-polticos. Incluso, autores como Gaines(1979, 1992), cuestionan la posibilidad de establecer

    sndromes universales y, ms especficamente, ponenen duda a los sistemas mdicos universales, pues concluyen que cada cultura produce su propio sistemamdico.

    Para estos y otros autores las categoras que manejala psiquiatra biomdica son categoras sociales (incluidas sus tcnicas diagnsticaraputicas), que influyen en la manera de pensar y vivir la enfermedadpor los pacientes. As por ejemplo, la concepcin delpadecimiento como somatizacin es considerada unaconstruccin social biomdica que deriva de la propuesta cartesiana sobre la dualidad cuerpo-mente ynicamente tiene sentido dentro de una psiquiatra

    que asume dicha dualidad en el diagnstico y tratamiento de la enfermedad mental (Fabrega, 1990).

    Este modo de pensar la biomedicina se ha convertidoen dominante en el interior de estas corrientes antropolgicas y Young es uno de sus principales exponen

    tes tericos, cuya propuesta justamente se caracterizapor reconocer el continuo proceso de biologizacin dela psiquiatra desde los sesenta. Su anlisis se concentra en demostrar que no slo

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    cha psiquiatra es unaconstruccin social, sino que su accin se singularizapor producir conceptos y prcticas que construyennuevos padecimientos y nuevos sujetos (Young, 1997).Para ello describe el sndrome de estrs postraumtico, analizando las diferentes pruestas desarrolladaspor la psiquiatra y la biomedicina desde finales delsiglo XIX hasta la actualidad. Parte de reconocer que,a travs de toda su trayectoria, dicho sndrome codificalo que realmente sufren-viven determinadas personas,y explicita que su trabajo como etngrafo no es ne-

    gar ese sufrimiento y esos sntomas sino explicar cmoeste sndrome, definido y aplicado por los psiquiatras,ha pasado a ser parte de la manera de enfermar, describiendo los mecanismos a partir de los cuales lasconcepciones sobre esa enfermedad penetran en la vidade las personas, adquieren facticidad y pasan a serelementos del autorreconocimiento de los pacientesy del saber tanto de los clnicos como de los investigadores: No dudo sobre la realidad de este sndrome;mi divergencia con los psiquiatras se refiere a los orgenes de su realidad y universalidad(1997: 6). Esdecir, el estrs postraumtico tal como lo manejan losenfermos, los terapeutas y los investigadores es producido por las prcticas, tecn

    ologas y narraciones apartir de las cuales se diagnostican y tratan los sntomas del paciente. Young subraya que dichas prcticas,tecnologas y narraciones tienen relacin con diferentesintereses institucionales y grupales.

    As como la psiquiatra construye el estrs postraumtico y la pediatra la hiperkinConrad, 1976;Conrad y Schneider, 1980), los diferentes sistemasmdicos (etnomedicinas) construyen tambin nosologas que producen enfermedadesy tes, lo cualconduce a concluir que en la prctica no slo tenemosetnociencias, y sndromes culturalmente delimitados,

    sino que tenemos cuerpos y biolgicas locales (Lock,1993). Y nosotros no negamos que lo propuesto porCsordas, Young, Lock o Conrad ocurra en las formasnarradas por ellos o en otras formas, lo que subrayo esque estas propuestas no superan el dualismo cuerpomente, sino que siguen colocando el eje de su anlisisen lo simblico, en lo sociocultural, en la construccinsocial. Adems, stas no son propuestas originales, hansido las maneras de interpretar o analizar estos procesos por la antropologa y por una parte de la sociologa y de la psiquiatra entre los veinte y los cincuenta.La principal diferencia radica en que algunas de las recientes propuestas pretenden ser una superacin dela dualidad cuerpo-mente a travs de un determinado

    manejo de las categoras cuerpo y experiencia.

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    Eduardo Menndez

    Es como si el cuerpo hubiera pasado de ser buenopara pensarcomo lo defina la antropologa cognitiva

    o bueno para socializardesde el punto de vista de laantropologa neoanaltica a ser bueno para estar ahactuar en el mundocomo lo conlas antropologas interpretativas, y que se identifica con la forma depensar el cuerpo por una parte significativa del pensamiento europeo entre los veinte y los cincuenta. Fanon,

    como psiquiatra y como negro de origen latinoamericano, analizando (su)piel negraescriba en 1952: Mi

    yo corporal va reuniendo experiencias en un mundoespacio-temporal. ste me parece el esquema fundamental del ser(1966: 114).Dichas tendencias antropolgicas produjeron crticas, que en gran medida compartimos, hacia los dualismos, especialmente hacia el dualismo impulsadopor la biomedicina (Menndez, 1978, 1990b). Me parece que la mayora de tales crticy propuestas desuperacin de los dualismos si bien retoman elaboraciones anteriores como sealan eos autores invocando a Merleau Ponty, Sartre, Heidegger o Cassirerniegan o reconocen escasamente su continuidad conlas escuelas antropolgicas previas y, sobre todo,dejan de lado una serie de propuestas cuya inclusin

    posibilitara observar no slo dicha continuidad y elhecho de que la mayora de las propuestas actualesevidencian una suerte de eterno retorno antropolgicoa las perspectivas desarrolladas, especialmente entrelos treinta y los cincuenta, respecto de la relacinentre lo cultural y lo biolgico y ms an respecto dela unicidad biocultural. Las interpretaciones antropolgicas actuales del cuerpo remiten simultneamente al culturalismo norteamericano y al pensamiento yciencia alemanas del periodo.

    Si bien Good (1994) ha reconocido recientementeque Ruth Benedict propone ya en los treinta que lasrepresentaciones que maneja una cultura respecto de

    la enfermedad o la anormalidad-normalidad son explicaciones intrnsecas a la cultura, y algo similar lereconoce Csordas (1990, 1994) a Hallowell para loscuarenta, lo que debe asumirse es que esta perspectivano debe reducirse a dichos autores sino que es la manera de pensar las relaciones padecer-cultura desarrolladas por un sector de las antropologas norteamericanay alemana del periodo. Incluso las referencias a Heidegger o Merleau Ponty podrancomplementarse conla inclusin de autores como Gehlen o Mlhmann,quienes desde la antropologa alemana proponanconcepciones unificadas del hombre de muy diversotipo, pero similares a las impulsadas por los interpretativos norteamericanos entre los setenta y los noventa.

    La ciencia antropolgica organizada en este periodoy referida a problemas de salud mental, suicidio u ho

    mosexualismo supone referir dichos problemas a lacultura global y se opone tajantemente a toda perspectiva factorial. El culturalismo antropolgico es heredero de Durkheim, del historicismo alemn y enmenor medida de Freud y se distancia notoriamentedel enfoque biomdico hegemnico al considerar quees la cultura la que unifica la realidad, y por ello genera

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    una visin que cuestiona la divisin cuerpo-mentecultura, pero para reunificarlos atravs de la cultura.As, por ejemplo, Margaret Mead (1957) al analizar enla dcada de los cuarenta la fatigaexpresada en elcuerpo de los habitantes de Bali, considera que por msque el anlisis psicolgico determine de manera muyprecisa el grado de fatiga de los balineses en relacina distintas clases de actividades no permite entenderel problema de la fatiga, lo cual slo es posible si refiere que los usos del cuerpo se relacionan con las diferentes situaciones culturales en que emerge y tiene

    sentido la fatiga. Solamente la descripcin integralde los usos culturales del cuerpo a travs del trabajo, del baile, de la embriaguez, de la enfermedad odel manejo del cuerpo del hijo posibilita observar ycomprender qu es la fatiga para este grupo tnico.Esta autora apunta que la fatiga slo puede comprenderse a travs del sentido y significado cultural, y es lacultura la que unifica dichos significados; la fatigapuede o no ser un hecho universal, pero la fatiga en determinado grupo son las prcticas y significados elaborados y usados por dicho grupo. La antropologainterpretativa actual constituye una continuidad deestas propuestas, que frecuentemente parecen olvidar (pese a ser la forma en queuna parte de la antropologa estudi el proceso S-E-A, la anormalidad o los

    usos del cuerpo.La antropologa gener una nocin del cuerpo segn la cual ste era algo dado y univque cadacultura modificaba a travs de tcnicas del cuerpo queestablecan formas especficas de comer, caminar o relacionarse sexualmente, y lo que estudiaba dichaantropologa era el cuerpo culturalizado. Una parte deesta produccin se plante explcitamente articular lobiolgico, lo psicolgico y lo cultural integrando concepciones psicoanalticas y cuuralistas y recurriendo aautores como Sapir, Dubois, Linton y, en general, a losantroplogos organizados en torno a las relaciones

    entre cultura y personalidad. Las crticas a estas propuestas no debieran confundirse con ignorar que tanto la articulacin como la superacin de los dualismosestaba en el centro de sus preocupaciones, aun cuandosus tesis centraran sus explicaciones en lo cultural o enlo psicocultural.

    Una parte de estos antroplogos desarrollaron susproposiciones utilizando el anlisis de lo normal

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    anormal, especialmente referido a las enfermedadesmentales, ofreciendo una interpretacin fuerte en elsentido de que tanto las neurosis como las psicosis(Hallowell, 1941; Henry, 1967) expresaban los procesossocioculturales dentro de los cuales se construan y apartir de los cuales eran manejados dichos trastornosmentales por los sujetos y sus comunidades, incluidospor supuesto sus curadores. En una gran variedad de

    notorias variantes, esta aproximacin, se aplic a muydiferentes problemas de salud mental, especficamente al alcoholismo, respecto delual la antropologagenerar desde fines de los treinta una produccinsostenida caracterizada por impulsar una crtica consistente respecto de las explicaciones biofisiolgicasdel mismo, cuestionando criterios centrales de la biomedicina como desinhibicin odependencia, y proponiendo tal como lo hacen los interpretacionistasactualesque es la cultura y no la sustancia qumicala que establece los usos y desusos del alcohol, ascomo sus principales consecuencias. Esta concepcinalcanza una notable sntesis terica a fines de los sesenta en el trabajo de Mac Andrew y Edgerton (1969),

    pero la base de la misma vena elaborndose desdefines de los treinta a partir del trabajo de Bunzell (1940),y haba sido reforzada continuamente con los aportesde Heath (1958), Gusfield (1963) o Lemert (1967). Sibien trabajos antropolgicos de los setenta y ochentaincluyen nuevas descripciones, anlisis y aportes sobre problemas particulares, losustantivo sigue siendola interpretacin establecida entre fines de los treintay la dcada de los sesenta de considerar el alcoholismo y sus tratamientos como construcciones socioculturales (Room y Collins, 1984), subordinando o excluyendo la dimensin biolgica y en menor medida lapsicolgica en la mayora de los casos, pero proponiendoque el alcoholismo, incluidas la mayora de sus manifestaciones biolgicas, es expre

    sin de una culturadeterminada (Stein, 1985, 1990) o, como he sealadoreiteradamente, es lo que los sujetos de una sociedaddeterminada hacen con el alcohol (Menndez, 1990b).

    Las descripciones, en trminos cognitivistas o no,de las representaciones y prcticas que los grupos tnicos tenan de su fisiologa ytoma; las continuasetnografas sobre medicina tradicional y sobre enfermedad mental que propondran trmnos como psicosis tnicas, sndromes culturalmente delimitados

    o sndromes estilizados tienden a sealar como ideadominante la existencia de anatomas, fisiologas y

    padecimientos locales, lo cual est ya elaborado enlos trabajos de Benedict de mediados de los treinta. Losaportes ms recientes centrados en el cuerpo, ademsde sus descripciones etnogrficas de problemas particulares, lo que hacen es extender estas concepciones a sociedades desarrolladasy al sistema mdicooccidental o a los sistemas de otras sociedades complejas como la japonesa o lahind.

    Pero la concepcin de que la realidad, incluido el

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    proceso salud-enfermedad-atencin, se define a partirde los significados dados por cada cultura, y que enconsecuencia toda enfermedad se expresa localmente,era claramente manejada por una vasta serie de autores que, como Hallowell, sostenan a principios delos cuarenta que:

    Los fenmenos celestes y meteorolgicos o las plantas yanimales del habitat del hombre nunca estn separadasde los conceptos y creencias que sobre ellos tiene unacultura particular. La actitud del hombre hacia los mismos

    es funcin de la realidad definida culturalmente y no entrminos de su mera existencia fsica... Los objetos fsicosdel medio slo penetran en el orden de la realidad delhombre como funcin y normas especficas de una cultura(citado por Kluckhohn y Mowrer, 1944: 13).

    Es la cultura la que construye los significados atravs de los cuales los sujetos se manejan con los objetos naturales, que en esa mdida pasan a ser productos culturales.

    Desde nuestra perspectiva las propuestas fenomenolgicas actuales reiteran algunasde estas manerasde pensar, especialmente las desarrolladas por Benedict, Hallowell o Mead. Consi

    dero que la diferenciams importante entre los antiguos y los nuevos culturalistas no radica en la manera de pensar la unidadbiocultural, sino en el papel dado al sujeto en el desarrollo de esta unicidad,ya que mientras para autorescomo Csordas, del Vecchio Good o Kleinman el individuo es el agente de la unicidad biocultural en su trayectoria de vida, para Benedict o Mead lo decisivo esel patrn cultural de comportamiento. Pero a partir derecordar, como lo hemos sealado reiteradamente,que algunas tendencias del culturalismo norteamericano recuperaban el papel delsujeto como ningunaotra corriente antropolgica del periodo lo hiciera, elnuevo culturalismo fenomenolgico constituye, tambin en este aspecto, una continuid

    ad respecto de Benedict, Hallowell o Mead, ms all de su propio registrogenealgico.

    No es la concepcin de unicidad biocultural lo quelos distingue sino el papel diferencial dado al sujeto, detal manera que aunque para autores como Csordas(1994 a y b) la nocin de estar en el mundo es la decisiva para explicar la unidadbiocultural, en sus narraciones dicha nocin se refiere a la dinmica de unindividuo ms que a la de una cultura; de un individuoque puede inclusive modificar la cultura en sus procesos

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    y estructuras ms sagradas. Desde esta perspectiva esimportante reconocer que este tipo de propuestas posibilita el trnsito hacia unaantropologa de las prcticas, pero reducida al papel del individuo y donde sepierde u opacan las dinmicas culturales colectivas.

    Ahora bien, gran cantidad de estas concepcioneseran tambin dominantes en el pensamiento alemn,que adems tempranamente remite esta interpretacin

    no slo a los grupos tnicos no occidentales sino a todas las culturas incluida la occidental. La expresinms difundida fue La decadencia de Occidente deSpengler (1993) para quien la msica, la religin yla plstica son productos culturales como tambin loson los productos cientficos. Se centr en un anlisisde la matemtica y de la fsica para demostrarlo, queinfluy notablemente a un grupo de fsicos tericosalemanes, como lo han demostrado Forman y otros historiadores de la ciencia y tecnologa contemporneas(ver tambin Herf, 1990). Para Spengler, igual que paramuchos antroplogos del cuerpo actuales, no existeuna fsica o una biologa sino muchas y diferentes, correspondientes a culturas part

    iculares. Toda concepcin sobre la naturaleza, por cientfica que sea, no existeen trminos de una ciencia nica comn a todos loshombres, pues expresa el saber de una cultura especfica sobre la naturaleza (Forman, 1984), y no olvidemos que Spengler, junto con Nietzche, articuladosa Boas y a la teora de la gestalt, son las principales influencias tericas de Benedict.

    Los postulados de Spengler expresaban algunas delas tendencias del pensamiento alemn que se oponana determinadas concepciones dominantes de la cienciaoccidental, especialmente de la biomedicina. Debemosrecordar que dentro del campo biomdico, en pasesde Europa Central entre otros, se desarrollaron y

    mantuvieron concepciones mdicas que hasta la actualidad se diferencian en aspectos tcnicos y epistemolgicos de la biomedicina hegemnica. La medicinanaturista, la balneoterapia, la homeopata o el sistemakrull constituyen algunos de estos desarrollos. Peroadems el psicoanlisis, las denominadas psiquiatrasdinmicas y la psiquiatra fenomenolgica que surgieron por lo menos parcialmente dee la biomedicinacuestionan una gran variedad de aspectos centralesde la misma. A fines de los treinta conclua F. Alexander:

    Vista histricamente la aparicin del psicoanlisis puedeser considerada como uno de los primeros signos de reaccin en contra del desarrollo tan paralizante que caracteriz

    a la medicina de la segunda mitad del siglo XIX; unareaccin contra la negacin del hecho biolgico fundamental de que el organismo es ununidad y que las funciones

    de sus partes slo pueden ser entendidas desde el punto devista del sistema en su conjunto (Alexander, 1962: 32).

    Y agregaba que el psicoanlisis justamente evidencien su prctica la unidad cuerpo-mente:

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    El estudio psicoanaltico de pacientes revel que bajo lainfluencia de trastornos emocionales permanentes, puedenproducirse trastornos orgnicos crnicos... Freud demostr adems que cuando una emoo puede ser expresada y canalizada a travs de cursos normales puedellegar a ser el origen de trastornos crnicos psquicos yfsicos (Alexander, 1962: 37).

    Es justamente a partir del encuentro entre psicoanlisis y determinadas corrientesde investigacin biolgica que surgir en los veinte la denominada medicinapsicosomtica tanto en Alemania como en los EEUU yel Reino Unido, y que en el campo especficamente psiquitrico tendr como principal

    nfluencia las propuestas freudianas.En el desarrollo de la perspectiva psicosomticaintervinieron tambin socilogos y antroplogos a partir del manejo de marcos refereiales comunes deorientacin psicoanaltica, que posibilitaba tanto a loscientficos sociales como a los mdicos superar el dualismo cuerpo-mente, aun cuando, como seala Mead,la medicina psicosomtica slo trataba de integrarcuerpo-mente mientras que la perspectiva antropolgica incluira la dimensin socioctural:

    El presupuesto de que todo cuerpo humano est moldeado

    por la cultura en la que el individuo se ha socializado noslo a travs de la dieta, de la exposicin a enfermedadesinfectocontagiosas, de enfermedades ocupacionales, catstrofes y experiencias traumticas, sino tambin socializadoa travs de las normas y disciplinas de una cultura especfica debe ser vinculado alenfoque psicosomtico de notorias variantes, esta aproximacin, [agregando] en losltimos quince aos la investigacin mdica ha demostradoque los trastornos cardiacos, las fracturas, el asma, la hipertensin arterial, laanorexia, la migraa, etc. no puedenser explicadas slo por procesos biolgicos sino que deben ser relacionados con la conducta y personalidad ensentido global (1947: 63-64).

    Pero la medicina psicosomtica se reduce a articular cuerpo-mente, dejando de ladola cultura ...cuyacomprensin es decisiva para el conocimiento del cuadro psicosomtico individual(Md, 1947: 74).

    Subrayo estas conclusiones de Mead porque secorrelacionan con algunas de las tendencias desarrolladas por la antropologa alemana entre 1920-1940,

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    as como con los trabajos interpretativos sobre el cuerpo gestados por la antropologa norteamericana durante los ochenta y noventa.

    Ahora bien fue dentro del pensamiento centroeuropeo, y especialmente en Alemania, donde se desarrollaron desde fines del siglo XIX el psicoanlisis, lapsiquiatra dinmica, la psiquiatra fenomenolgica,la medicina psicosomtica y toda una serie de corrientestericas y metodolgicas en psicologa, biologa y antropologa que propusieron una

    olstica, quetuvo notoria significacin terica y aplicada a partir delos veinte y treinta. Estas tendencias no slo cuestionaron el mecanicismo y elementalismo de la cienciadominante, sino que produjeron conceptos que trataronde incluir o por lo menos pensar la vida tanto animalcomo humana en trminos de totalidad. Uno de esosconceptos fue el de mundoque desde Uexkull hastaLorenz constituir una de las categoras centrales dela biologa alemana, segn la cual todo animal constituye una unidad no slo en s scon su medio, yaque el medio aparece como parte intrnseca del mundoanimal; no incluirlo limitara o directamente imposibilitara comprender el comporta

    miento animal, que slopuede ser entendido a travs de su medio particular:

    Uno de los errores fundamentales de las antiguas teorasbiolgicas, psicolgicas y antropolgicas consiste en haberconsiderado al mundo siempre en forma identica paratodas las formas de vida... Uexkull (1921) fue quizs elprimero que trat de demostrar que cada animal tiene supropio mundo, cualitativamente especfico, concebido detal manera que forma con el animal una unidad completa,una entidad de un orden superior. Una de las tareas msimportantes de la biologa moderna consiste en determinar la estructura del mundoespecfico para cada grupo

    de animales (Werner, 1965: 299).6

    En consecuencia los alemanes iban a desarrollar laidea de que el medio naturaldel hombre es la cultura, y que la misma es parte intrnseca de su estar enel mundo, pero una cultura ligada inexorablemente ala sangre y el suelo, de all la propuesta de regresoa la tierray de colocar en el campesino los valorescentrales de la nacionalidad.

    El pensamiento y la ciencia alemana se caracterizaron durante este lapso por desarrollar la idea detotalidad y unidad frente al dualismo cartesiano, o la

    intuicin frente al anlisis, y por cuestionar el mecanicismo y especialmente el principio de causalidad, alcual oponen categoras como propsito, meta y valor.Con diversos matices y diferencias esta orientacin seexpresa en fsica (Schrdinger), en biologa (Goldstein),en filosofa (Heidegger), en biomedicina (von Weizsacker), en psicologa (Kholler),en educacin (Spranger)y en prcticamente todas las disciplinas.

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    En el caso de la antropologa, tenemos una variedad de autores que va desde quienes plantean la unidadcuerpo-espritu (biolgico-cultural) a travs de concepciones biorraciales (Gunther)asta quienes cuestionanesta mirada biologista y colocan la unidad en la accinhumana, y cuya principal expresin son los trabajos de Gehlen. A mediados de los treinta este autorconsidera que el dualismo cuerpo-alma o cuerpo-almaespritu sigue sin solucionarse, por lo que propone considerar al hombre en trminos de accin, entendidacomo la actividad destinada a modificar la naturaleza con fines tiles para el hombre. Parte de la nocin del

    hombre como ser carenciado biolgicamente yabiertoal mundo, cuya naturaleza es por definicin cultural,

    ya que para Gehlen el hombre tiene una predisposicinnatural y hereditaria que requiere de la cultura parafuncionar, y a su vez la cultura se construye a partirde esas predisposiciones. Como l seala:

    En todo caso, se puede decir que el hombre, expuestocomo el animal a la naturaleza agreste, con su fsico y sudeficiencia instintiva congnitos, sera en todas las circunstancias inepto para lavida. Pero esas deficiencias estncompensadas por su capacidad de transformar la naturaleza inculta y cualquier ambiente natural de manera

    que se torne til para su vida. Su postura erecta, su mano,su capacidad nica de aprender, la flexibilidad de sus movimientos, su inteligencia, su objetividad, la aperturadesus sentidos poco potentes, pero no limitados solamentea lo importante por los instintos; todo eso, que puede considerarse un sistema,una conexin, capacita al hombrepara elaborar racionalmente las condiciones naturalesexistentes en cada caso [y agrega] (...) cuando se habla dela accin, excluimos todo dualismo. La divisin del procesoen corporal y anmico no aportara nada, y describirlo sloservira de obstculo... La accin es de por s un movimientocclico complejo que se conecta a travs de las cosas delmundo exterior, la conducta se modifica segn los resultados que avisan la vuelta.

    Como todo trabajo humano...

    Werner utilizar la nocin de mundo para describir y analizar los mundos del hombrerimitivoque ... es sobre todo unmundo de conducta, un mundo en el cual todo es visto como un gesto, por as decirlo fisonmicamente, y donde todo, ya seareferente a las personas o a los objetos, existe en accin. No es un mundo de conocimientos, sino de hechos; no es estticosino dinmico; no es terico, sino pragmtico(1965: 315). Debe subrayarse que los peros trabajos de este autor fuerondesarrollados en Alemania a partir de 1920.

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    tenemos all una base que nos permite meditar sobre elhombre sin caer en formas dualistas... (1993: 33 y 34).

    Gehlen desarrolla una crtica radical a las concepciones dominantes sobre la unidad cuerpo-espritu enAlemania, as como a la teora de los instintos y de losimpulsos bsicos, a travs de un marco terico queapunta que los impulsos se constituyen en las acciones

    humanas especficas. Cuestiona la existencia de unanaturaleza humana previa y parte de las condicionesde existencia de los seres humanos, encontrando en elpraxis el rasgo diferencial de los mismos (Gehlen)1987: 36).

    Estas y otras propuestas tan cercanas al conceptomarxista de praxis, pero tambin al culturalismo antropolgico norteamericano fue publicada por primeravez en 1940 en la Alemania nazi, y expresa justamenteel desarrollo de una serie de tendencias centradas enla unidad biocultural que intentaron, desde diferentes disciplinas, superar el dualismo.7 Esta diversidad

    puede observarse respecto de una concepcin bastantedifundida en Europa, segn la cual el proceso civilizatorio incida sobre las condiciones bioculturales de losgrupos, de tal manera que para autores como Elias(1987) dicho proceso tenda positivamente a reducirlas acciones de violencia; pero para investigadorescomo Gehlen o Lorenz la civilizacin generaba un proceso de domesticacin que reducel papel de determinadas tendencias humanas consideradas valiosas,especialmente las conductas agresivas, lo cual podatener consecuencias negativas. As mientras Gehlenreconoce en 1940 el papel de las instituciones para superar las consecuencias negativas de la domesticacin,en el mismo ao Lorenz llega a conclusiones diferentes, dado que considera que

    ...la domesticacin reduce la tendencia natural a rechazarlos tipos degenerados de la especie, por lo cual es necesariointervenir sobre esta tendencia. Lorenz en plena campaa de exterminio nazi propone que la seleccin de caractersticas como el herosmo o la utilidad social puedenser desarrolladas por instituciones humanas al haberdisminuido los procesos naturales de seleccin. El idealracial como base del Estado alemn puede hacer muchoal respecto (Lewontin, 1980: 350).

    Pese a que la propuesta holstica y el cuestionamiento de las explicaciones dualistas se dieron en todas lasramas del saber en los pases de Europa Central, fue

    en el campo mdico donde se generaron ms sealamientos crticos y alternativos. En gral trataron derecuperar la unicidad del sujeto enfermo incluyendola situacin y la biografa del mismo para explicar laconstitucin del padecimiento y para proponer vas desolucin.

    Durante el periodo 1920-1940 diversas autoresreferirn la unidad del sujeto a la articulacin psiquiscuerpo, incluyendo algunos quienes a travs de la biografa, de la situacin, del mundo del sujeto manejarn

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    determinados aspectos socioculturales, especialmentelos referidos a la dimensin religiosa. No es casual quevarios psiquiatras (Muller-Eckhard, Hafner, Gebsattell,Machel, Maeder, etc.) que trabajaron durante ese lap-so y durante la dcada de 1950 concedieran un papeldecisivo a los aspectos religiosos (Kberle, 1965), queunos manejan en trminos de religiosidad en s (Muller-Eckhardt) y otros en trminos culturales referidos especialmente a la relacin mdicpaciente (Maeder 1965).

    En pases europeos de lengua alemana se desarroll

    una biomedicina que inclua, de diferente manera, elementos culturales, inclusivea travs de aspectos tnicoraciales, que intentaba articular lo demandado porMead (la relacin cuerpo-psiquis-cultura), pero queposteriormente fueron eliminndose o marginndose por razones de tipo cientfico y, bre todo, paradiferenciarse ideolgicamente de las consecuenciasgeneradas por algunas de estas propuestas durante elperiodo nazi.

    Relativismo cultural y biologas locales

    La ciencia alemana en casi todas sus ramas, y en particular en biomedicina, se caracterizar por cuestionar

    varios de los principios centrales de la epistemologacientfica dominante, a partir no slo de reflexionessino de investigaciones. En el caso de la biomedicina8se hace evidente la influencia de la filosofa de la vida,del vitalismo y de la fenomenologa, y es dentro deestas orientaciones que, por ejemplo, von Weizsakerconstruye durante los treinta una corriente que deno

    7 Es interesante sealar que en revisiones ulteriores Gehlen (1987 y 1993) recupera los aportes de la antropologa culturalnorteamericana, especialmente los de Benedict y de Mead, as como recordar la recuperacin que Lukcs (1983) hizo dela obra de Gehlen vinculndola con propuestas marxistas.

    8 Debe subrayarse que durante los siglos XVIII y XIX se desarrollaron propuestasholsticas dentro de la medicina acadmicaelaborada en varios pases europeos y que la medicina romntica alemana propuso y aplic profesionalmente una concepcin del hombre como unidad biocultural, cuyo ncleontegrador estaba colocado en el espritu. Ver Gode von Aesch,1947.

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    min antropologa mdica de notable influencia enAlemania pero tambin en Espaa entre fines de 1930y la dcada de 1960, la cual considera al sujeto humano como una unidad, colocandoel ncleo del trabajomdico ...en la experiencia que el paciente tiene desu enfermedad, y entendiendo al paciente a travs de lacomprensin del significado simblico y prctico dela enfermedad, es decir lo que la antropologa actual

    llama illness narrative(Harrington, 1996: 195-96).

    Estos y la mayora de los puntos de partida de laciencia alemana, tan similares a los actualmente propuestos por las antropologasinterpretativas norteamericanas y por los estudiosos del cuerpo y la enfermedad(ver Csordas, 1994; Csordas y Kleinman, 1990; Good,1994; Lock, 1993) seran aplicados en trminos tnicoracistas por la biomedicina en Alemania nazi y nonicamente por los mdicos de los campos de concentracin. En dicha biomedicina lo htico, la prioridadde la prctica, la unidad cuerpo-alma-cultura, el hombre abierto al mundo, la experiencia del cuerpo comosntesis tanto del sujeto enfermo como sano, etctera,

    iban a ser manejados ideolgica, profesional y tcnicamente a travs de categoras racistas. Estabiomedicina asumi que la concepcin holstica y unificada de la realidad era caracttica de la forma deser aria, mientras que el mecanicismo y el principiode causalidad eran propios del ser judo, lo cual se tradujo en una legislacin queestableca que los mdicosarios, slo deban atender a los arios y los judos sloa los judos, basados en la existencia, como diramoshoy, de biologas y sistemas mdicos locales y tnicosdiferenciales, posicin que fue asumida y aplicada porla profesin mdica. Acadmica y jurdicamente estaconcepcin del mundo posibilit (dentro y fuera de los

    campos de concentracin) realizar investigaciones cientficas in vivo con sujetos deorigen judo, gitano o eslavo, generando notorios avances cientficos respectode determinados tipos de tifus, gangrenas o problemashepticos, as como el desarrollo de las ms sofisticadas tcnicas de esterilizacin idas hasta entonces,

    experimentaciones que concluyeron con la muerte dela mayora de los sujetos seleccionados ideolgica ycientficamente para realizar sobre sus cuerpos estetipo de investigacin (Menndez, 1972) .

    La mayora de los temas-problemas sobre el cuerpo,el dualismo, la ciencia como etnociencia o sobre las

    bio