bioetica global gracia diego

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    Acta Biotica 2002; ao VIII, n 1

    DE LA BIOTICA CLNICA A LA BIOTICA GLOBAL:TREINTA AOS DE EVOLUCIN

    Diego Gracia Guilln*

    Resumen: Los seres humanos son respetables porque son seres humanos, no porque tengan los mismos valores ocompartan las mismas creencias. Una nueva generacin de derechos humanos conlleva necesariamente a un nuevoproceso de legitimacin de las instituciones polticas. Es el tema de democracia y biotica. La vida se encuentraamenazada y de ah emerge la importancia de elaborar una nueva tabla de derechos humanos, los derechos ecolgicosy del medio ambiente, los derechos de las colectividades y los derechos de las futuras generaciones.Los nuevos derechos son globales y por tanto exigen un nuevo tipo de democracia, la llamada democracia global lacual debe ser deliberativa. La biotica es en esencia deliberacin y, en ese sentido, debe hacer escuela. La democraciadeliberativa podr ser algn da realidad en la medida que se instale en la sociedad la confrontacin plural de ideas.

    Palabras clave: Biotica, derechos humanos, democracia, globalizacin, deliberacin

    FROM CLINICAL BIOETHICS TO A GLOBAL BIOETHICS:THIRTY YEARS OF EVOLUTION

    Abstract: Human Beings are respectable because they are Human Beings; not because they have the same worth orshare the same beliefs. A new generation of human rights necessitates a new process of legitimization of politicalinstitutions. This is the essence of Democracy and Bioethics. Life as we know it is under threat and from thereemerges the importance of formulating a new table of human rights; ecological and environmental rights; the rightsof different groups within society and the rights of future generations.These new rights are global and therefore demand a new type of democracy; it is this call for a global democracy,which must be discussed. Bioethics, in essence is a process of deliberation and discussion and therefore it is fittingthat bioethics should provide the arena for discussion. It is important to realize that one day, deliberative democracycould be the reality, and be responsible for establishing a debate which reflects the diversity of ideas within society.

    Keywords: Bioethics, human rights, democracy, globalization, deliberation

    DA BIOTICA CLNICA AO BIOTICA GLOBAL:TRINTA ANOS DA EVOLUO

    Resumo: Os seres humanos merecem respeito por sua condio intrnseca e no porque tenham os mesmos valoresou compartam as mesmas crenas. Uma nova gerao de direitos humanos conduz necessariamente a novo processode legitimao das instituies polticas. Esse o tema da democracia e biotica. A vida encontra-se ameaada, oque faz emergir a importncia em elaborar nova carta de direitos humanos, os direitos ecolgicos e do meio ambiente,os direitos das coletividades e os direitos das futuras geraes.Esses novos direitos so globais e, portanto, exigem novo modelo de democracia, a chamada democracia global que necessariamente deliberativa. A biotica , em essncia, deliberao e, nesse sentido pode ser guia dessatransformao. A democracia deliberativa poder ser realidade algum dia na medida em que se instaure na sociedade

    a confrontao de idias plurais.Palavras chave: Biotica, direitos humanos, democracia, globalizao, deliberao

    * Doctor en Medicina. Director del Departamento de Salud Pblica e Historia de la Ciencia, Universidad Complutense de Madrid,Espaa.Correspondencia: [email protected]

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    De la Biotica Clnica a la Biotica Global - D. Gracia

    Introduccin

    La biotica es un movimiento muyreciente: tiene apenas treinta aos de vida. A

    lo largo de ellos, y con una periodicidad queviene a coincidir con la dcada, ha idoenfrentando diferentes cuestiones, hasta elpunto de que puede hablarse de tresgeneraciones de problemas, la de los aossetenta, la de los ochenta y la de los noventa.Por eso cabe ver el desarrollo de la bioticacomo una pieza teatral, con un escenario y tresactos, correspondientes a las tres fases por lasque ha ido pasando en su desarrollo. De ahque mi exposicin vaya a constar de cuatropartes:

    Primero, el escenario sobre el que hay quesituar este movimiento y desde el queadquiere sentido

    Segundo, los problemas propios de laprimera dcada, el movimiento deautogestin del cuerpo y el principio deautonoma.

    En tercer lugar, los problemas bioticos desegunda generacin: las cuestionesrelacionadas con la economa, la distribucin

    de recursos y el principio de justicia.

    Y finalmente veremos la tercera generacinde problemas bioticos, todos losrelacionados con el fenmeno de laglobalizacin, la proteccin del medioambiente y los derechos de futurasgeneraciones

    Como conclusin, intentar resaltar laimportancia que tiene para la sociedad civil laeducacin en los procedimientos deliberativos.

    I. El escenario: La tica de la vida en lacultura occidental

    El sentido del trmino biotica vienedeterminado por las dos palabras griegas que

    entran en su composicin, bos, vida, y thos,costumbre. Etimolgicamente, el trminobiotica sirve para designar las costumbres quetienen que ver con la vida o el cuidado de la

    vida. Puede entenderse el trmino de unsegundo modo, dando a sus races un sentidoms cientfico. As, la raz bos vendra adesignar las ciencias de la vida, y la raz thosla ciencia de las costumbres, la tica. De estemodo, la biotica sera la parte de la tica queanaliza los problemas planteados por lasciencias de la vida, hoy tan acuciantes.

    Como puede suponerse, no hay unasola definicin del trmino biotica. Cada

    grupo lo entiende de un modo distinto, o lo dotade un contenido diferente. As, por ejemplo,para ciertos autores la biotica debe definirsecomo la tica de la vida, entendiendo por tal ladisciplina que se ocupa de recordar a los sereshumanos los deberes sacrosantos que tenemoscon la vida, ante el olvido o la negligencia que,segn ellos, se produce en este campo. stossuelen poner como santo y sea de todo elmovimiento, el lema de la santidad de la vidao de la inviolabilidad de la vida humana.

    Otros, por el contrario, consideran que suobjetivo principal es la calidad de vida, y nola defensa a ultranza de la vida.

    Yo no voy a seguir ninguno de esosprocedimientos. Pienso que lo ms correcto esproceder histricamente, analizando el modocmo la cultura occidental ha gestionado susdeberes morales para con la vida a lo largo detoda su historia, a fin de que luego veamos lasnovedades que la biotica ha intentado

    introducir en este campo y las razones que lehan movido a ello.

    Nadie pone en duda, ni ha puestonunca, que la vida es un valor muy importantey que la preservacin o conservacin de la vidaes una obligacin moral primaria. Ms an,

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    habra que decir que se ha considerado comoun valor y un deber de tal importancia, que seha protegido de una forma que hoy nos pareceextrema. Esta forma extrema consiste no slo

    en considerar que hay conductas contra la vidaque son inmorales y deben ser castigadas conel procedimiento ms coactivo que lassociedades tienen, el derecho penal, sino que,adems de eso, sin llegar a tales extremos, seha considerado que los individuos no sonquines para gestionar su cuerpo y su vida, yque las decisiones sobre ellos deben de tomarlasciertas personas especialmente cualificadas,como son los mdicos o los sacerdotes. Estoes lo que hoy se conoce con el nombre de

    paternalismo. La gestin tradicional de nuestrosdeberes para con el cuerpo y la vida ha sidopaternalista. Qu quiere decir esto msexactamente?

    El paternalismo mdico es la teora queafirma que la gestin del cuerpo del pacienteno puede hacerla el propio paciente sino otrapersona especialmente cualificada para ello, elmdico. No ha sido el nico tipo depaternalismo que se ha dado en la cultura

    occidental. Como principio genrico cabe decirque en ella todas las relaciones socialesimportantes se han establecido conforme a esemodelo vertical o paternalista. Los ciudadanosno eran quines para intervenir en el gobiernoy gestionar la cosa pblica, razn por la cual larelacin de los gobernantes con sus sbditosera paternalista, en el mejor de los casos, otirnica, en el peor de ellos. En la poca queeufemsticamente se conoce en historia con elnombre de despotismo ilustrado se deca

    aquello de todo para el pueblo pero sin elpueblo. Esa frase es la quintaesencia de lapoltica paternalista. Y lo mismo cabe decir detodas las dems relaciones sociales, como porejemplo las de pareja o las que establecen lospadres con sus hijos. ste es el teln de fondoque era necesario tener presente para entender

    el desarrollo de la biotica. La tesis bsica deeste teln de fondo es que la gestin del cuerpo,de la sexualidad, de la vida y de la muerte, leha estado vedada al individuo durante siglos y

    siglos, quedando a cargo de personasespecialmente cualificadas, mdicos,gobernantes, sacerdotes, jueces, etc.

    II. Primer acto: Revolucin liberal y gestindel cuerpo

    El paternalismo entr en crisis hace yasiglos, con las llamadas revoluciones liberales.Recordemos brevemente lo que sucedi. A

    partir del ao 1517, fecha en que Lutero hacepblicas sus noventa y cinco tesis, se inicianlas guerras modernas de religin entreprotestantes y catlicos. Duraron ms de sigloy medio. El objetivo de esas guerras, en unprincipio, fue la aniquilacin del contrario. Nose poda tolerar que alguien defendiera tesisque iban contra la doctrina de la Iglesia deRoma. Esto es lo que en historia se conoce conel nombre de debate sobre la tolerancia. La tesisoficial fue que quienes defendan creencias

    distintas de las oficiales eran herejes, personasdifusoras de doctrinas religiosas errneas ypeligrosas y que, por tanto, deban retractarseo desaparecer. Si a quienes quitan la vida delcuerpo se les condena a muerte, dice SantoToms, cunto ms a quienes atentan contra lavida del alma. La intolerancia era consideradauna virtud y la tolerancia, un vicio.

    ste fue el punto de partida. Pero elpunto de llegada iba a ser muy distinto. En

    primer lugar, porque ninguno de los dos bandostuvo la capacidad de exterminar al otro. Segnpasaba el tiempo, cada vez era ms necesariollegar a un armisticio, a una especie decoexistencia pacfica; dicho de otro modo,haba que aprender a tolerar al discrepante,a pesar de que no tuviera las mismas creencias.

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    Es el descubrimiento del llamado principio dela tolerancia, uno de los grandes temas delsiglo XVII: A partir de l se fue elaborandotoda la teora de la libertad religiosa,

    entendida sta como un derecho humano. Losseres humanos son respetables porque son sereshumanos, no porque tengan los mismos valoreso compartan las mismas creencias. Hay querespetarlos en su diversidad. Ese es el conceptode libertad de conciencia, que en el sigloXVII cobra cuerpo. Se ha iniciado el mundomoderno, la homogeneidad de valores va pocoa poco diluyndose , y se impone el acuerdode que los valores de las personas tienen queser en principio respetados, aunque nocoincidan con los nuestros. Es el llamadoderecho a la libertad de conciencia.

    En torno a este descubrimientofundamental se elabora la teora de los derechoshumanos bsicos, o derechos personales osubjetivos, el derecho a la vida, a la salud, a lalibertad de conciencia y a la propiedad. Lockees el primero que los formula de este modo. Laafirmacin de estos derechos supone elreconocimiento de la autonoma de losindividuos para gobernar su vida y sus asuntos.

    En primer lugar, los asuntos religiosos. Ya lohemos visto. Pero muy pronto se llev estemismo espritu al tema de los asuntos polticos.De hecho, las revoluciones liberales, a la cabezade todas la Revolucin Francesa, se hizo conla carta de derechos humanos por estandarte.Todos los hombres tienen derecho a interveniren la elaboracin de las leyes y en el gobiernode la cosa pblica. Del rgimen absolutista omonrquico se pasa al rgimen democrtico.El soberano ya no es el monarca sino el pueblo.

    Pues bien, esa revolucin liberal queadmite el pluralismo y la autogestin de lascreencias religiosas y de las opiniones polticasy que triunfa en los siglos XVII y XVIII, nollega en esa poca al espacio de la gestin delcuerpo. Es un fenmeno realmentesorprendente. La revolucin liberal no lleg a

    la medicina. Aqu las decisiones importantesseguan tomndolas los mdicos de acuerdo consu sistema de valores, no con el sistema devalores del paciente. Por eso cabe decir que en

    este espacio de la gestin del cuerpo elpaternalismo ha llegado hasta la segunda mitaddel siglo XX. Y lo que se dice de la medicinaes extensible a las otras dimensiones de lagestin del cuerpo. As, por ejemplo, la ticasexual, o la tica de la vida y de la muerte hanseguido en manos de los telogos y las iglesias,exactamente igual como suceda con la ticapoltica antes de las revoluciones liberales. Elrespeto de la autonoma, es decir, de lossistemas de valores de las personas, no hallegado a ese mbito ms que en las ltimasdcadas.

    Veamos el caso concreto de la medicina.Si el modelo clsico de relacin clnica era elque hemos llamado vertical o monrquico,basado en relaciones de mandato y obediencia,a comienzos del siglo XX comienzan aintroducirse novedades que obligarn a sustituirese modelo por otro que cabe denominaroligrquico, en el que el profesional se veobligado a compartir su poder con otros

    compaeros, pero sin por eso renunciar a larelacin vertical. Slo en las ltimas dcadasla relacin clnica se ha horizontalizado, y ellopor razones que se gestaron fuera del mbitode la medicina. No han sido los mdicosquienes han liderado ese cambio. Todo locontrario. La medicina ha ido a remolque deotras muchas instituciones sociales, como lapoltica o la familiar, en las que la nivelacinde los roles se inici bastante antes. El resultadode este proceso ha sido la inclusin de los

    pacientes en el proceso de toma de decisionesy, de esta forma, la democratizacin de lasrelaciones sanitarias. En el momento en quelos usuarios han pasado a participaractivamente en el proceso de toma dedecisiones, ste ha dejado de ser monrquico uoligrquico, para tornarse en claramentedemocrtico.

    De la Biotica Clnica a la Biotica Global - D. Gracia

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    Esto equivale a decir que en las ltimasdcadas se ha producido una autnticarevolucin o, quiz mejor, que ha tenido lugarla revolucin liberal en un nuevo espacio, que

    ya no es el religioso ni el poltico, sino el de lagestin del cuerpo. Como en los dos casosanteriores, se trata de superar el paternalismoy considerar a los individuos autnomos ylibres para tomar sus propias decisiones;decisiones sobre sus creencias religiosas, sobresus opciones polticas y sobre la gestin de sucuerpo y de su sexualidad, de su vida y de sumuerte. Mientras los individuos sean adultos ycapaces, mientras no se trate de nios o deincapaces, nadie tiene derecho a prohibir la

    autogestin del cuerpo y de la vida de cada uno,de acuerdo con su propio sistema de valores yde creencias. Frente al paternalismo, laautonoma de los ciudadanos en el campo dela gestin del cuerpo, de la sexualidad, de lavida y de la muerte. Esto se produce sobre todoa partir de los aos sesenta. De ah laimportancia que adquieren los movimientos afavor de los derechos civiles de aquelloscolectivos sociales que no los disfrutaban enplenitud, afroamericanos, mujeres, enfermos,

    grupos gay, etc. En el caso concreto de lamedicina, la aparicin de los cdigos dederechos de los enfermos y todo el tema delconsentimiento informado obedecen a estamentalidad, que toma cuerpo en la dcada delos aos sesenta y empieza a dar sus frutosmaduros en los aos setenta.

    III. Segundo acto: Justicia social ydistribucin equitativa de recursos en salud

    Los aos setenta trajeron novedadesimportantes que obligaron a plantear nuevosproblemas. La dcada se abri con una famosacrisis econmica, la crisis de 1973, la primeracrisis de recursos en la historia de lahumanidad. Ella ha sido considerada en

    mltiples ocasiones como el final de laeconoma keynesiana y el comienzo del declivedel Estado de bienestar. Los sistemas de seguropblico empezaron a tener problemas graves

    de financiacin, lo que a su vez plantecuestiones hasta entonces prcticamentedesconocidas en mbitos como el de los segurosobligatorios de asistencia sanitaria, en especialel fenmeno de la explosin de costes y loscriterios de distribucin de recursos escasos.

    Las bases tericas del Estado debienestar se instalaron, como es bien sabido, apartir de las revoluciones sociales de la segundamitad del siglo XIX. El resultado de esas luchas

    fue la proclamacin de una segunda carta dederechos humanos, los llamados derechoseconmicos, sociales y culturales, entre los queestaba el derecho a la asistencia sanitaria. sees el origen de los seguros pblicos yobligatorios de enfermedad, que fueronapareciendo poco a poco en la prctica totalidadde los pases europeos. Tras la revolucinliberal, cuyo estandarte fueron los derechosciviles y polticos, ahora se haba producidootra, en la cual las reivindicaciones tenan un

    carcter ms material y tangible. Ya no setrataba de conquistar la libertad frente a lasleyes serviles o a los caprichos del monarca yla nobleza, sino de gozar de las condicionesnecesarias y suficientes para que esa libertadpudiera ser ejercida realmente. De ah que losmovimientos socialistas esgrimieran siemprela tesis de que sin los derechos econmicos,sociales y culturales, la conquista de losderechos civiles y polticos tena un carcterms formal que real. Los estratos ms

    desprotegidos de la sociedad seguan sufriendo,a pesar de las revoluciones liberales, lasconsecuencias de la ignorancia, de lamarginacin y siendo objeto de abuso por partede los dems miembros de la sociedad. Slo lapuesta en prctica de esa segunda tabla dederechos humanos, poda convertir en realidad

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    lo que hasta entonces haba sido slo un sueo,la igualdad bsica de oportunidades entre todoslos miembros de una sociedad o un Estado.

    Advirtase lo que esto supona. De loque se trataba era de reformular comoobligaciones perfectas o de justicia, muchas delas que hasta entonces haban sido consideradasobligaciones imperfectas o de beneficencia.Dicho de otro modo, se trataba de acabar conel viejo paternalismo, haciendo pasar esosdeberes a un nuevo concepto que hubo quecrear entonces, el de justicia social. Delpaternalismo a la justicia social: se fue elgrito de los revolucionarios de 1848 y de los

    movimientos sociales posteriores a tal fecha.Muchos de los deberes que el Estado liberalconsider privados o de beneficencia, debanverse como pblicos o de justicia. Por tanto,no eran deberes imperfectos, o deberes nocorrelativos a derechos, sino muy al contrario,deberes generados por los derechos de lasdems personas. De ah que, por ejemplo, laasistencia sanitaria pasara de verse como unaobligacin privada de beneficencia aconsiderarse un deber pblico de justicia, de

    lo que entonces empez a llamarse justiciasocial. Por eso el Estado se vio en la obligacinde procurar una asistencia mnima decente odecorosa a todos, y a todos por igual.

    Pues bien, esto que comenz a gestarsea mediados del siglo XIX y que fue tomandocuerpo, especialmente en los pases europeos,a lo largo del siglo XX, muy en particular enlas dcadas posteriores a la Segunda GuerraMundial, entr en crisis en torno a 1973. Hastaentonces todo haba ido bien, excesivamentebien. El concepto de justicia social funcionabasin grandes problemas y el Estado social demercado pareca slidamente establecido en lamayora de los pases occidentales.

    La explosin de costes y la aparicinde nmeros rojos en las cuentas de

    prcticamente la totalidad de los sistemas deseguro pblico fue un poderoso toque deatencin al conjunto de la sociedad. Eranecesario analizar con ms detalle el tema de

    la justicia, el concepto de justicia social.Cules eran, realmente, las obligaciones delEstado en este campo? Eran absolutas? Erantotales? Qu deba entenderse por justiciasocial? Ese fue el gran tema de la segunda mitadde los aos setenta y sobre todo de los ochenta,y fue tambin la gran novedad en los debatesde la biotica a lo largo de su segunda dcadade existencia. De fijar la atencin en el temade la autonoma pasa a ponerse ahora el nfasisen el de la justicia.

    Recordemos algunas fechas muysignificativas. El ao 1971 aparece el gran librode John Rawls, A Theory of Justice(1),probablemente el de mayor importancia en estamateria a todo lo largo de la centuria. Unos aosdespus, en 1974, le contesta Robert Nozickcon Anarchy, State, and Utopia (2), y a partirde ese momento se inicia un debate que hadurado no menos de una dcada. No hay porqu seguir aqu su desarrollo en detalle. S

    conviene recordar que ese debate generalrepercuti inmediatamente en biotica, dondeel tema de la justicia ocup y preocup de modomuy importante a todo lo largo de la dcada delos aos ochenta. Es significativo a tal respecto,por ejemplo, que Norman Daniels, uno de losbioeticistas ms significativos en este campo,empezara a aplicar las teoras de Rawls a laasistencia sanitaria en torno a 1980, y que susdos libros ms importantes, Just Health Care(3)y Am I My Parents Keeper?(4), se publicaranlos aos 1985 y 1988.

    Del inters por la autonoma a lapreocupacin por la justicia. Son dosdimensiones de la vida moral que se exigenmutuamente, pero que tambin entran enpermanente conflicto. Sin una justicia queasegure la igualdad bsica de oportunidades de

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    todos en la vida social, la autonoma se vuelveretrica. De ah que fuera necesario relegitimarel Estado liberal mediante la adopcin de losderechos econmicos, sociales y culturales. Y

    de ah que en biotica se diera un fenmenomuy similar, y de la defensa de la autonomade los pacientes se pasara pronto a lapreocupacin por la justicia sanitaria. Fue elsegundo escenario, el segundo acto de estarepresentacin. Pero la cosa no acaba aqu.Porque hay, al menos, otro ms, el tercero, queha ido cobrando progresiva importancia a lolargo de estos ltimos aos. Veamos en quconsiste.

    IV. Tercer acto: Globalizacin, medioambiente y futuras generaciones

    Los aos noventa han aportado supropia novedad. El trmino que mejor la definees, quiz, el de globalizacin. Vivimos en laaldea global. Las comunicaciones permitensaber lo que sucede en cualquier lugar delplaneta en tiempo real y desplazarsefsicamente all en muy pocas horas. Lasfronteras de los Estados nacionales se hanquedado pequeas y los problemas son cadavez ms globales, afectan a todos. El mercadode capitales y el comercio se haninternacionalizado como nunca antes. De ahque cada vez se haga ms necesario pensar entrminos globales. Hay que globalizar laeconoma, porque slo as ser posibleconseguir lo que ahora se propone comoobjetivo fundamental, el desarrollo sosteniblede todos, frente al desarrollo insostenible del

    primer mundo y al subdesarrollo, tambininsostenible, del tercero. Sin desarrollosostenible no podremos conservar el medioambiente ni asegurar un futuro digno a lasprximas generaciones. Se est produciendouna nueva revolucin que, como las dosanteriores tiene como consecuencia el

    surgimiento de una nueva tabla de derechoshumanos, los derechos del medio ambiente ylos derechos de futuras generaciones. Una vezms, cuestiones que eran consideradas de

    gestin privada pasan a convertirse en deberespblicos o de justicia. Slo as seremos capacesde proteger la vida, el presente y el futuro de lavida. He aqu el nuevo frente que se le haabierto a la biotica.

    Esto, a su vez, obliga a cuestionar lasestructuras polticas vigentes. Una nuevageneracin de derechos humanos conllevanecesariamente un nuevo proceso delegitimacin de las instituciones polticas. Es

    el tema de democracia y biotica. No es laprimera vez que esto sucede. Cada generacinde derechos humanos ha tenido por objetolegitimar al poder poltico. Los derechos civilesy polticos legitimaron el Estado liberal frenteal absolutismo propio del antiguo rgimen. Loque se empez a decir entonces fue que lasleyes emanadas del Estado absolutista eranlegales pero no legtimas. Por eso hubo queinstaurar los parlamentos democrticos. Algosimilar sucedi a partir de 1948. La aparicin

    de los derechos econmicos, sociales yculturales tuvo por objeto dotar de nuevalegitimidad a los Estados, hacindoles pasar demeros Estados liberales a Estados sociales. Nopareca fcil ir en el futuro ms all de esepunto. Caba imaginar nuevos procesos delegitimacin? Las luchas entre el Este y el Oesteque salpicaron la historia de Occidente desde1848, y sobre todo desde 1917 hasta la cadadel muro de Berln, el ao 1989, tena queconducir necesariamente a la reforma del

    Estado liberal y a la aparicin del Estado social.Pero ms all de ste no era posible concebirningn otro. La historia pareca terminar ah.Y sin embargo, poco a poco se ha ido abriendopaso un nuevo horizonte de problemas. Latensin entre el Este y el Oeste ha idodifuminndose hasta desaparecer, y una nueva

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    ha surgido, sta entre el Norte y el Sur. Ahorael conflicto se plantea entre los pasesdesarrollados y aquellos otros que,eufemsticamente, se denominan en vas de

    desarrollo. Es la confrontacin de la vida, dela supervivencia presente y futura y de lacalidad de vida. No se trata slo de la vidahumana sino de la vida en general. La vida estamenazada. Y est amenazada, precisamente,por el desarrollo insostenible de los pases delllamado Primer Mundo y por el subdesarrollo,tambin insostenible, de los del Tercero. De ahla importancia de elaborar una nueva tabla dederechos humanos, los derechos ecolgicos ydel medio ambiente, los derechos de las

    colectividades y los derechos de futurasgeneraciones.

    El problema de estos derechos es queno son individuales sino colectivos y que, porello mismo, no pueden gestionarse ms quecolectivamente, globalmente. En la primerageneracin el marco de referencia era elindividuo y en la segunda, el Estado. Ahora lasfronteras del Estado resultan insuficientes o,mejor, intiles, cuando no perjudiciales. Los

    nuevos derechos son globales y exigen, pues,un nuevo tipo de democracia, la llamadademocracia global. La tesis que se va poco apoco imponiendo es que el viejo Estadonacional surgido tras la paz de Westfalia, enpleno siglo XVII, toca a su fin y que estamosentrando en una nueva poca en que todo,incluidas la poltica y la tica, habrn de serglobales o no sern nada.

    Qu es globalizar? Por lo pronto,

    romper las fronteras nacionales y permitir quetodo lo que sucede en el globo terrqueo se hagapresente y se viva como propio por cualquiermiembro de la comunidad humana. Laglobalizacin de las comunicaciones permiteya estar al tanto de las noticias de todo elmundo, poder seguirlas en tiempo real y, de

    ese modo, sentirlas como propias. Ahora todoafecta a todos. Esto es obvio en el ordeninformativo y de las comunicaciones. Perosucede tambin en otros muchos mbitos.

    Pensemos, por ejemplo, en el financiero. Losmercados de capitales se han globalizado, ycualquier pequeo ahorrador del ms remotopas puede invertir su dinero en la bolsa decualquier otra parte del mundo. Lo mismo lessucede a las mercancas. Por vez primera cabehablar de un mercado mundial. El acero que seconsume en Barcelona puede haberseproducido en Japn o en Corea y las fresas quecomemos pueden ser chilenas.

    Esta globalizacin econmica planteainmediatamente problemas polticos. Ahora,por ejemplo, la liberalizacin de las economasse convierte en un principio sacrosanto. Se tratade algo tan revolucionario como lo que sucedien la poca de Adam Smith. Si entonces seluch contra los monopolios mercantiles, ahorase est derribando otro tipo de monopoliosmucho ms poderosos, los Estados nacionales.La globalizacin econmica exige un nuevotipo de Estado, con una soberana, digamos,

    limitada.

    Y todo esto conlleva una tica. Porprimera vez somos conscientes de que nuestrasacciones afectan al conjunto de todos los sereshumanos, no slo presentes sino futuros. Elprincipio de universalizacin formulado porKant adquiere as un nuevo sentido, imposiblede percibir a la altura del siglo XVIII, la pocaen que Kant vivi. No se trata ya de hacer unapirueta mental para comprobar si el mvil de

    nuestra voluntad podra convertirse en ley enuna sociedad de seres humanos dignos. Ahorano hacen falta esos ejercicios de imaginacin,porque por vez primera en la historia tenemosla posibilidad de dar voz a todos aqullos quepuedan verse afectados por el acto o la normaen cuestin. Todos tenemos claro que las

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    decisiones que se toman en Washington o enBruselas afectan a muchas ms personas quelas que habitan en el interior de las fronterasde Estados Unidos o de la Unin Europea.

    Muchas de esas decisiones, la mayora, afectangrande y gravemente a los pases del Tercermundo. Ahora bien, si esto es as, deberanser tenidos en cuenta sus intereses y no slolos de los habitantes de esas naciones o zonas?Evidentemente, s. Y ello por la misma raznpor la que en los siglos XVII y XVIII seconcedi voz y voto a todos los ciudadanos deun pas. La tesis es que todos ellos tenanderecho a intervenir en la formulacin de lasleyes, precisamente porque eran los

    depositarios de la soberana; eran soberanos,el pueblo soberano. Ahora bien, no cabe decirpor lo mismo que todos los afectados por unanorma, por ms que habiten fuera de lasfronteras nacionales, deberan tener hoy lacapacidad de debatirla e intervenir en suaprobacin o reprobacin? Y si esto es as, nohabra que hablar de algo as como de unasoberana global?

    En tica caben pocas dudas a este

    respecto. El problema de nuestras democraciases que son poco democrticas, es decir, pocorepresentativas, o mejor, poco participativas ypoco deliberativas. Dicho de otro modo, elproblema de nuestras democracias es queposeen un grave defecto de legitimacin moral.Cmo enjuagarlo? Caben muchasposibilidades. Uno se imagina que a travs delas nuevas redes de telecomunicacin tiene queser posible abrir la vida poltica a laparticipacin de todos los interesados en algo,y que de ese modo puede suplirse este defectocrnico de nuestros sistemas polticos. En eltiempo de la Revolucin francesa tena sentidoque las provincias tuvieran que elegir susparlamentarios, para que fueran a Pars y losrepresentaran. Ese fue el origen de la llamadademocracia representativa. Pero hoy, con losnuevos sistemas de comunicacin, parece que

    las cosas deban organizarse de otro modo.

    Quienes probablemente pondrn msobjeciones a este tipo de razonamientos sern,

    sin duda, los polticos. Del mismo modo queen el antiguo rgimen haba unos profesionalesde la poltica que eran los nobles, a partir delas revoluciones liberales surgen otros, que sonlos llamados polticos a secas, los polticosprofesionales. Ellos estn convencidos que sibien el pueblo es soberano, no sabe gobernar.Los que saben gobernar son ellos. De ah quela democracia se legitime a travs de las urnas,pero dejando claro que en stas no puedenelegirse ms que a polticos profesionales. Lo

    que el ciudadano hace es elegir entre ellos, nadams. El objetivo de las votaciones no es otroque elegir a los gobernantes entre los distintosmiembros de la clase poltica. Los polticosprofesionales tienen bien claro que quienestienen que gobernar son ellos y no el pueblo.De ah la alergia que profesan a los sistemas oprocedimientos asamblearios. La democraciatiene que ser representativa, no participativa.

    El problema es si este punto de vista

    sigue siendo vlido hoy y, sobre todo, si lo vaa seguir siendo en el futuro. Dicho de otromodo, la cuestin est en saber si los sistemasrepresentativos son los adecuados para lainstauracin de una verdadera democraciaglobal.

    La opinin que empieza a cundir es queno. Hay que ir ms all de los sistemasrepresentativos, hacia otros bsicamenteparticipativos y deliberativos. No es que notenga que haber polticos; es que deben adquirirun nuevo estilo. Lo que quiz est a punto dedesaparecer es el tipo de poltico surgido de laRevolucin francesa.

    La cuestin est entonces en describircon alguna precisin qu se entiende pordemocracia participativa y deliberativa, o en

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    qu han de consistir ambos procedimientos, laparticipacin y la deliberacin. La respuesta noes fcil. Basta hojear la abundantsima literaturahoy existente en torno a la democracia

    deliberativa, para darse cuenta de ello. Pero esamisma produccin bibliogrfica, surgida en lasdos o tres ltimas dcadas, es a su vez unexcelente indicador de lo que est sucediendoen el interior de la ciencia poltica.

    La clave est en el trminodeliberacin. Aristteles dej dicho que ladeliberacin es el mtodo de la racionalidadprctica y, por ende, el propio de las decisionestcnicas o artsticas, as como de las ticas y

    las polticas. Se delibera para tomar decisiones,y las decisiones son siempre y necesariamenteconcretas. Aqu, pues, no valen los juiciosuniversales. Si queremos que nuestrasdecisiones sean correctas, habremos de teneren cuenta tambin las circunstancias del acto ylas consecuencias previsibles. Las decisionesconcretas no pueden tomarse en abstracto. Uncapitn de barco no puede guiarse slo por losprincipios generales que se explican en loslibros de nutica, sino que, adems, debertener en cuenta las circunstancias concretas enque se encuentra la mar y su barco y que, portanto, han de ser tenidas en cuenta a la hora detomar la decisin, si es que pretende que stasea prudente y razonable. Para conseguir estoltimo es para lo que deber deliberar. Ladeliberacin es el proceso intelectual deponderacin de los factores que deben sertenidos en cuenta en un proceso razonable detoma de decisiones. Decimos razonable y noracional, porque nunca seremos capaces deincluir todas las circunstancias de una situacin,

    y menos an de prever todas las consecuenciasdel acto. Esto es sencillamente imposible. Lamente humana no es nunca capaz de agotar larealidad. De lo que cabe concluir que lasdecisiones concretas no pueden aspirar nuncaa la inerrabilidad o infalibilidad. Sus juicios noson como los del lgebra o la trigonometra.

    Deben de ser razonables, pero no sern nuncacompletamente racionales. Y ello por ms deun motivo. En primer lugar porque, comoacabamos de decir, nunca tienen carcter

    apodctico. Y en segundo, porque en esasdecisiones juegan un papel importante no slolas razones sino tambin otros factores que noson racionales o que, al menos no soncompletamente racionales, como lossentimientos, los valores, las creencias, etc. No,el razonamiento prctico no es apodctico odemostrativo. Lo cual permite entender queante un mismo hecho puedan tomarse distintasdecisiones, todas ellas razonables y prudentes.La prudencia no debe confundirse con el

    consenso, y menos con la unanimidad.

    La deliberacin es, en consecuencia,un mtodo de conocimiento, un procedimientointelectual, cuyo objetivo es la toma dedecisiones, y de decisiones prudentes. Sedelibera dando razones y escuchando lasrazones de los dems, en el convencimiento deque nadie est en posesin de toda la verdad,precisamente porque, como ya hemos dicho,la realidad siempre nos supera y cualquieracontecimiento tiene ms facetas de todas lasque nosotros podamos tener en cuenta. Elpropio proceso de formacin profesional es yaun sesgo para el anlisis de la realidad. Laformacin nos hace sensibles a ciertos rasgosde las cosas, a la vez que deja en la penumbraotras. Un mdico, un pintor y un donjunperciben cosas distintas ante un cuerpo demujer. Y un banquero, un profesor de arte y unconstructor perciben cosas distintas ante elespectculo que les ofrece una catedral gtica.

    Todo lo que forma, deforma. Y todo loque descubre, encubre. El dirigir la miradahacia algo y verlo con claridad, exige siempredejar en la penumbra otros aspectos de la cosa.Nunca hay una claridad total. En este mundono hay una luz que no genere, ella misma,sombras. Como dijo y escribi Ortega, la

    De la Biotica Clnica a la Biotica Global - D. Gracia

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    Acta Biotica 2002; ao VIII, n 1

    claridad total es caracterstica que slo puedepredicarse de Dios. Por eso no existe la verdadtotal. El trmino griego para verdad esaltheia, que significa des-cubrimiento o des-

    velacin. Se trata de correr el velo que oculta alas cosas, descubrir sus secretos. Pero esadesvelacin, por lo dicho, es siempre parcial.De ah que no sea nunca del todo verdadera.Deliberamos para buscar la verdad, paraacercarnos a ella, pero siendo conscientes deque nunca llegaremos a poseerla plenamente.Por eso las otras perspectivas, los otros puntosde vista nos son necesarios. Se delibera conlos otros, con las otras personas, para conocersus puntos de vista sobre la cosa y de ese modo

    enriquecer nuestro razonamiento con nuevasperspectivas. Cuantas ms perspectivas seamoscapaces de integrar, ms fcil ser que nuestradecisin merezca los calificativos de prudentey correcta.

    Tras lo dicho, tendra perfecto sentidoconcluir que las decisiones sociales y polticasdeberan tomarse tras un amplio proceso dedeliberacin, en el que intervinieran la totalidadde los afectados por ellas. Sera la manera delegitimar moralmente esas decisiones, dehacerlas realmente justas, vlidas, legtimas. Deah la importancia que hoy tiene en filosofapoltica el concepto de democracia deliberativa.La democracia global debe ser deliberativa.

    A esto responden los polticos diciendoque se trata de una propuesta puramente idealy, por tanto, impracticable. Sabe de hecho lagente deliberar? Es indudable que ladeliberacin tiene unos requisitos: es precisopartir del respeto al otro, a la diferencia, as

    como saber argumentar, saber dar razones delos propios puntos de vista y ser capaz deprestar atencin a las razones de los dems. Poreso Aristteles incluy a la prudencia entre lasvirtudes dianoticas o intelectuales. Ahora bien,sabe hacer esto la gente? Y aun en el caso deque supiera, estara dispuesta a hacerlo?

    No es ste el momento de llegar alfondo de estas cuestiones. Pero s convieneadvertir que esto es lo que est planteando entoda su crudeza el tema de la pedagoga de la

    deliberacin, o de la educacin deliberativa.Hay que educar en la deliberacin a los niosya desde la escuela primaria. Esa es lapropuesta que una de las ms agudasrepresentantes de la democracia deliberativa,Amy Gutmann, ha hecho en su esplndido libroDemocratic education(5), recientementetraducido al espaol. La deliberacin no es slouna metodologa; es tambin una pedagoga,una tica y hasta una asctica.

    Y aqu entra en juego la biotica.Porque la tica en general, y la biotica muyen particular, tienen y no pueden no tener pormtodo la deliberacin. La biotica esdeliberativa. O mejor an, la biotica es, debede ser, tiene que ser una escuela de deliberacin.se es su objetivo. Esa deliberacin tuvo porobjeto en la dcada de los aos setenta el nivelque podemos denominar micro, el de la tomade decisiones en torno al propio cuerpo. En ladcada de los setenta subi un peldao y sesitu en el nivel meso, el de las decisionesinstitucionales y estructurales. Y en los aosnoventa ha ampliado an ms sus horizontes,abarcando tambin el nivel macro, el propiode la tica global. Son tres estratos de un mismoproceso, el proceso deliberativo: el estratopersonal, el institucional y el global. Mi tesises que se hallan internamente articulados entres, de tal modo que el primero de ellos conducenecesariamente al segundo, y ste al tercero yque, por ende, deben verse como momentos deun todo indisoluble.

    Qu concluir de todo esto? A mi modode ver, dos cosas. Primera, que la biotica escada vez ms consciente de que su mtodo esla deliberacin. Y segunda, que el ejercicio desu propia metodologa la est llevando aenfrentar problemas cada vez ms globales,

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    hasta el punto de que de ser una disciplinafundamentalmente clnica est pasandopaulatinamente a convertirse en un instrumentode anlisis social, institucional y poltico. Eso

    es lo que hace que cada vez se la vea menoscomo una tica profesional y ms como unatica general, interesada tanto por lasdimensiones personales como por lasinstitucionales y globales. Hace ahora ms dediez aos, en 1989, escrib, en el prlogo demis Fundamentos de biotica, estas lneas: Sien otros tiempos la medicina monopoliz lasciencias de la vida, hoy eso no es as y, portanto, sera un error reducir el mbito de labiotica al de la tica mdica, o convertirla en

    mera deontologa profesional. Se trata, a miparecer, de mucho ms, de la tica civil propiade las sociedades occidentales en estastortuosas postrimeras del segundo milenio.Hoy, ya doblado el cabo del nuevo milenio, nosabra decir otra cosa.

    Conclusin: Por una sociedad deliberativa

    El reto de los aos setenta fue la

    reivindicacin de los derechos civiles de losenfermos, tanto somticos como mentales. Enlos ochenta el reto pas de los derechosindividuales a los sociales, y el debate gir entorno a los temas de justicia sanitaria. En uncierto momento pudo parecer que no poda irsems all. Pero la dcada de los noventa nos haconvencido a todos que an era necesarioampliar el horizonte y plantearse de frente otrosnuevos derechos relativos a la vida y a sugestin, que ya no son individuales ni sociales,sino globales. Se trata de los derechos de lavida en general y, en consecuencia, de losecosistemas, de la vida humana actual en sutotalidad, y de las futuras generaciones. Estosderechos no pueden gestionarse ni individualni socialmente, es decir, dentro de los lmitesde las nacionalidades clsicas. Las nacionesmuestran siempre una gran insensibilidad ante

    los problemas globales, aunque slo seaporque, como su nombre indica, se definen porel nacimiento y, por tanto, por la pertenenciaal grupo familiar y tnico, al grupo de los

    prximos, no al de los lejanos. Con losprximos se tienen vnculos afectivos yemocionales que no se dan con los lejanos. Yeso acaba teniendo consecuencias morales deprimera categora. Ojos que no ven, coraznque no siente, dice la sabidura popular. Losemocionalmente lejanos difcilmente se nosconvierten en perentorio problema moral. Deah la importancia de aprender a pensar y sentirglobalmente. Los derechos sobre el medioambiente, la bsqueda de un desarrollo

    sostenible, ms all del desarrollo insostenibledel primer mundo y del subdesarrollo, tambininsostenible, del tercero, y los derechos de lasfuturas generaciones, no pueden gestionarsems que globalmente.

    De ah la importancia de que laglobalizacin pase de ser meramente mercantily financiera a convertirse en poltica. Ese es elobjetivo de todo el amplio movimiento tericoen torno a las democracias participativas y

    deliberativas. Por supuesto, hoy por hoy se tratade meras teoras. Y para muchos, de teorasutpicas, irrealizables. La deliberacin exigegrupos pequeos, mucho ms pequeos de losmnimos concebibles en la prctica poltica.Pues bien, ah la tica y la biotica puedenresultar de enorme utilidad. La deliberacin esel mtodo clsico de la tica. Una de susfunciones sociales, quiz la principal, es laenseanza y la prctica de la deliberacin. Deah su importancia en orden a lograr unaverdadera democracia deliberativa. Slo si lassociedades aprenden a deliberar, la democraciadeliberativa podr ser algn da realidad.

    Quiero finalizar expresando miconvencimiento de que el xito de la bioticase ha debido a la necesidad que la sociedad civilsiente de reflexionar y deliberar sobre los

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    problemas relativos a la gestin del medioambiente, del cuerpo y de la vida de los sereshumanos presentes, y de nuestros deberes paracon las generaciones futuras. Ya no pueden ser

    los mdicos, ni los polticos, ni los economistas,ni tampoco los sacerdotes o los telogosquienes detenten el monopolio de la decisin

    en este tipo de cuestiones. Ha de ser la sociedadentera la que delibere y decida sobre ellas. Slode este modo se conseguir lo que, por lodems, todos consideramos imprescindible, el

    alumbramiento de un nuevo mundo mshumano; es decir, de una nueva cultura.

    Referencias:

    1. Rawls J. A theory of justice. Cambridge, Mass: Belknap Press of Harvard University Press;1971.

    2. Nozick R. Anarchy, state, and utopia. New York : Basic Books; 1974.

    3. Daniels N. Just health care. Cambridge New York: Cambridge University Press; 1985.

    4. Daniels N. Am I my parents keeper?: an essay on justice between the young and the old. NewYork: Oxford University Press; 1988.

    5. Gutmann A. Democratic education. Princeton, N.J.: Princeton University Press; 1987.