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  • 8/12/2019 Beverly-Encrucijada Estudios Culturales

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    Re vi sta Iberoameri cana , Vol. LXIX, Nm. 203, Abril-Junio 2003, 449-464

    LOS ESTUDIOS CULTURALES EN LA ENCRUCIJADA DE LAINCERTIDUMBRE

    POR

    GEORGEYDICENew York University

    1. INTRODUCCIN

    Dos hechos signan esta reflexin sobre los estudios culturales. En primer lugar, ladeclaracin en el encuentro de LASA, en septiembre de 2001, de que se haba terminadola alianza de los que venimos participando de los estudios culturales latinoamericanos(ECLA) en los ltimos doce o trece aos. En segundo lugar, el atentado a las torresgemelas pocos das despus en New York y lo que significa este acontecimiento para ellugar que le atribuimos a la cultura, la identidad, la religin y, desde luego, la geopoltica.Ambos hechos constituyeron para m un llamado a pensar autrement, como gustaba decirFoucault. Esta afirmacin no quiere decir que vaya a acertar en la configuracin de unanueva orientacin analtica y crtica; ms bien se trata de aprovechar mi estado deconsternacin para hacer un balance, o mejor un desordenamiento epistmico. Estamosacostumbrados a pensar que la cultura es un terreno importante de lucha social. Habraque preguntarse si el atentado no reorienta los estudios culturales hacia otros tipos delucha. Debemos preguntarnos si en la nueva encrucijada es la cultura la que orientar hacia

    nuevas soluciones polticas y sociales la esperanza de los que apostaron por el aportede la sociedad civil en la poca posdictatorial o si emerge una nueva situacin epocalen la que la nocin misma y los usos de la cultura cambiarn.

    2. FINDELAALIANZADELOSESTUDIOSCULTURALESLATINOAMERICANOS?

    En el tercer panel de la serie sobre los ECLA en LASA, de donde provienen muchosde los trabajos en este nmero deRevista Iberoamericana, Nstor Garca Canclini, trasescuchar las diatribas de John Beverley y otras declaraciones sobre la contradictoriainstitucionalizacin de los ECLA en las universidades estadounidenses y su inefectividad

    poltica, opin que ya no existan las condiciones que gestaron un proyecto comn. Acasohaba llegado el momento de que cada uno siguiera su propio camino. Supongo que GarcaCanclini hizo esta declaracin para provocarnos a repensar y no necesariamente para que

    pongamos fin a las colaboraciones y los debates que han sido realmente enriquecedores.

    Como no es mi propsito hacer una historia de los ECLA, apenas mencionar algunosnombres para dar una idea de la variedad de acercamientos: mediticos (Martn Barbero,

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    Brunner, Landi), sobre culturas populares (Garca Canclini, Bonfil Batalla), sociolgicos(Ortiz, Miceli, Lechner), antropolgicos (Lins Ribeiro, Mato), marxistas (Dussel, Quijano),intelectuales y literarios (Rama, Ramos, Sarlo, Santiago, Schwarz), estticos (Richard),filosficos (Castro-Gmez), feministas (Lamas, Costa). Ya existen bastantes estudios que

    perfilan cnones y contra-cnones de los ECLA: Ydice, Franco y Flores (1992), Beverleyy Oviedo (1993), Castro-Gmez, Gonzlez Stephan, Reynoso, Moraa, Mato y lo que haaparecido en laLatin American Literary Review(1992) y en laJournal of Latin AmericanCultural Studies. Tampoco quisiera entrar en el debate sobre si lo que por convenienciahe llamado ECLA debiera llamarse crtica cultural, siguiendo a Nelly Richard, o estudiosen cultura y poder, siguiendo a Mato.

    Lo que s quisiera destacar es el contraste entre EE.UU. y los pases de Amrica Latinaen lo que respecta a la institucionalizacin de los ECLA. Estos han sido acogidos enEE.UU. en los departamentos de Letras o en programas de Comunicaciones, Estudios de

    rea y Estudios tnicos,1

    mientras que carecen casi totalmente de hogar acadmico enAmrica Latina. Fuera del programa de Garca Canclini en la UAM-Iztapalapa, que sededica a los Estudios sobre la Cultura Urbana, o el Programa Avanado de CulturaContempornea de Helosa Buarque de Hollanda en Ro de Janeiro, slo hay cursos

    particulares dentro de programas de letras, antropologa, sociologa y comunicologa.Pero la diferencia entre EE.UU. y Amrica Latina es todava mayor. Cada vez ms losECLA forman parte de la alianza entreAreayEthnic Studies, resolviendo as la tensinentre lo latinoamericano y lo latino, a menudo sin examinar las diferencias. Esto se debea su funcin dentro de la academia estadounidense: los ECLA, sobre todo en el mbito degrado, satisfacen requisitos curriculares de culturas mundiales, es decir, culturas que sesuponen no herederas de occidente. Puesto que el multiculturalismo responde a polticasgubernamentales y mercadolgicas (sobre todo en la publicidad, los medios y elconsumismo) no debe sorprender que haya un nutrido nicho para la oferta latino-latinoamericana.

    Esta institucionalidad de los ECLA en EE.UU. conduce a un fenmeno notable: queen EE.UU. se diseen los ECLA continentales mientras que en Amrica Latina lo que sesuele conocer y estudiar son los EC nacionales. Esta diferencia cobra mayor peso alconsiderar la crisis econmica por la que est pasando Amrica Latina, teniendo en cuentaque las polticas de reajuste han reducido el alcance de las universidades latinoamericanas.

    No hay manera que se pueda competir y los profesores residentes en EE.UU. han logrado

    1Los estudios de rea son en su mayor parte creacin de la academia estadounidense, sobre todoa partir de la revolucin cubana en los 1960 (si bien ya existan desde los aos 1930), para conocery as mejor negociar las relaciones externas en Amrica Latina, la URSS, frica y Asia. Cada unade estas reas de produccin de conocimiento corresponda a los intereses estratgicos estadounidenses.Los estudios tnicos surgen a partir de las polticas de derechos civiles para minoras racializadasa fines de los 1960, cuando se forman programas de estudios negros, chicanos y puertorriqueos.Con el final de la guerra fra en los 1990 y con el debilitamiento de las movilizaciones minoritarias,ambos tipos de estudios perdieron importancia en la sociedad estadounidense. No obstante, se pens(con el apoyo de fundaciones como la Ford, que haba invertido $270 millones en los estudios de reay que no quera verlos morir) que podran reanimarse ambas iniciativas, sobre todo alindolas ofundindolas. Vase Ydice, en prensa.

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    una importancia inusitada en Amrica Latina que invierte la situacin de hace 30 o aun 20aos, cuando los escritores e intelectuales latinoamericanos eran muy solicitados enEE.UU. Si hace 20 aos un ngel Rama o una Beatriz Sarlo impartan sus conocimientosespecficamente latinoamericanos, hoy en da los que se han formado segn corrientesintelectuales en EE.UU., como Walter Mignolo o John Beverley, desempean esa funcinen el sur.2Podra decirse que esta situacin refleja el transnacionalismo caracterstico delfin del siglo pasado y comienzos del actual, pero transnacionalismo e igualdad decondiciones no es lo mismo. Los ECLA deben reflexionar sobre esta desigualdad y hastaaspirar a modificarla, acaso estableciendo alianzas entre universidades del norte y las delsur, sin que las primeras dictaminen las condiciones de esas alianzas ni desencadenen unafuga de cerebros trayndose a los mejores estudiantes y profesores a EE.UU.

    A pesar de estas diferencias, creo que hay un inters compartido por todos los queparticipan en los ECLA, que es, como viene enfatizando con ahnco Daniel Mato desde

    hace aos, la relacin entre las manifestaciones culturales (artsticas, mediticas ocomunitarias) y las relaciones de poder (clasistas, raciales, empresariales, institucionalesy geopolticas). En el encuentro de LASA se debatieron al menos tres posiciones respectoa esta relacin: (1) que los ECLA institucionalizados contribuirn a formar una conciencia

    progresista en los egresados que salgan a trabajar en otros campos (Romn de la Campa);(2) que la institucionalizacin misma y la bsqueda de una efectividad social o poltica(v.gr., que los ECLA conduzcan a un cambio, revolucionario para algunos y reformista

    para otros) necesariamente someten el pensamiento y la cultura a criterios funcionalistas(Alberto Moreiras, Nelly Richard); (3) que no existe un afuera del entorno institucionaly por lo tanto el efecto que los ECLA puedan tener siempre es algo negociado, gestionadoy administrado (George Ydice).

    En el LASA del 2001 no surgi el debate entre latinoamericanos y latinoamericanistasresidentes en EE.UU. como en el LASA de la primavera de 1997. En su ponenciamagistral, Hugo Achugar hizo una crtica implcita a John Beverley por importar los

    estudios subalternos de la India y Sud Asia al contexto latinoamericano, y a WalterMignolo por tomar como paradigma para el estudio de lo latinoamericano el pensamientofronterizo o border thinkingque ste derivaba del trabajo de Gloria Anzalda y otrosintelectuales chicanos. Lo que suscit la crtica de Achugar, y tambin la de Nelly Richarden otro panel, fue el sometimiento de lo latinoamericano como objeto de estudio a

    paradigmas tericos que, se deca en ese entonces, no surgan de las realidades locales.Este debate se disemin en las pginas de laRevista de Crtica Culturalcon las respuestasde Mabel Moraa (1997) y Federico Galende (1996), foro en el que ya haba salido la

    2Al decir que se han formado en EE.UU., no me refiero slo al lugar en el que obtuvieron su Ph.D.,sino ms bien al lugar de cuyas corrientes intelectuales-acadmicas derivaron su orientacin crtica.Este es el caso de Mignolo, que si bien se doctor en semitica en Pars no obstante desarroll suinters por la epistemologa fronteriza en relacin con los estudios minoritarios estadounidenses,sobre todo de los intelectuales chicanos, as como su elaboracin del poscolonialismo y del

    subalternismo a partir del trabajo de intelectuales sud-asiticos residentes en EE.UU. Desde luego,no argumento que la rica elaboracin crtica de Mignolo se limite a estos aportes, sino quecondicionan su discurso y contornan su lugar de enunciacin.

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    crtica contundente de Beatriz Sarlo a los estudios culturales. Como si se tratara de unaplaga, Sarlo pregunt: Cmo se mantiene una sociedad despus del multiculturalismo?.En El boomdel subalterno, Moraa critic los criterios poscoloniales, subalternistas,minoritarios y sexuales a partir de paradigmas prevalecientes en EE.UU. Adems, se

    juzgaba que los estudios culturales haban abandonado la literatura.

    3. LOSESTUDIOSCULTURALESLATINOAMERICANOS ENTIEMPOSDETERRORISMO, VIGILANCIAYGUERRAMUNDIAL

    Pero estos debates, por importantes que sean, quedan en un segundo plano alreflexionar sobre las repercusiones del atentado a las torres gemelas y la llamada nuevaguerra del gobierno de Bush contra Afganistn y las redes de terroristas que se encuentranen todas partes del globo. Parecera no tener nada que ver con Amrica Latina ni con los

    ECLA, pero considrense las siguientes repercusiones: de inmediato se cierran lasfronteras entre EE.UU. y Mxico que el gobierno de Fox estaba tratando de abrir an ms;el Plan Colombia, que debe eliminar el problema del narcotrfico y de la guerrilla, seasimila al nada nuevo nuevo orden mundial de vigilancia y guerra a terroristas; la

    piratera de los productos de la industria global del entretenimiento y de la industria digitaltambin se asimilan a las redes terroristas y se intensifica el control de lugares comoCiudad del Este o Manaos; los sistemas de televisin, desde donde la mayora de losresidentes de Amrica Latina recibe sus informaciones, no tienen acceso a otrasinformaciones sobre la guerra que las que permita el gobierno estadounidense que imponeuna censura que elBig Brotherde Orwell o Huxley envidiara. Todo esto quiere decir quela ayuda econmica, que ha servido para salvar a los inversores en tiempos de crisiseconmica, ya ni tendr que legitimarse mediante polticas para mitigar la pobreza yfortalecer la sociedad civil. Pero an ms, ya ni se aprobarn los bailoutspara pases cuyaseconomas ya no forman parte significante del nuevo rgimen de acumulacin; de ah la

    negacin de prstamos para salvar la economa argentina. La seguridad del orden mundialya no se medir en esos trminos, sino que ir a producir todava ms ganancias para lastres industrias que apoya Bush: el complejo militar-industrial, la industria farmacutica(que por lo visto ya es parte del complejo militar) y el petrleo. Habra que aadir, adems,lo que James Der Derian (2001) ha denominado la red militar-industrial-meditica-y-de-entretenimiento.

    Hay que reorientar a los ECLA a una crtica del nuevo o acaso no tan nuevoimperialismo, con su alianza de intereses militares y empresariales, y como veremos,mediticos. Esta crtica acaso posibilite que se mantenga la alianza entre acadmicos

    progresistas estadounidenses e intelectuales latinoamericanos, cuyo puente podra ser elmovimiento de crtica a la globalizacin al estilo del Foro Econmico Mundial.

    4. RENACIMIENTODELACRTICAALIMPERIALISMOMS-QUE-CULTURAL?

    Tocar todos estos puntos, pero primero cabe sealar que hay una nueva actitud haciaEstados Unidos en Amrica Latina, cuyas poblaciones se preguntan, como en otras partesdel mundo, si los atentados no sern la revancha que se merecen. En otras palabras, los

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    atentados dieron lugar a numerosas expresiones de antiimperialismo, notando queEE.UU. se haba mantenido ms o menos a salvo a pesar de las innumerables intervencionesen el Medio Oriente y otras regiones. Ahora, finalmente, les tocaba experimentar laviolencia que ha sido cotidiana en Israel, Palestina, Irak y otras partes del mundo.Considrese, por ejemplo, las opiniones de David Vias, Hebe Pastor de Bonafini, SergioSchoklender y Vicente Zito Lema, expresadas en una clase pblica Sobre la guerraimperialista en la Universidad Popular de las Madres de la Plaza de Mayo. Viasconsider los atentados como expresin de la lucha de clases, una revancha desde abajocontra la violencia institucional del imperio, contra la violencia enquistada arriba, ycompar las acciones de los sometidos, los humillados del mundo a las de Robespierrey Castelli.3 Zito Lema concord con el anlisis de la lucha de clases y caracteriz a BinLaden como un revolucionario y lo compar con San Martn, Belgrano, Artigas, el CheGuevara y sus compaeros cados en combate durante la guerra fra. Para Shoklender

    se trataba no de actos terroristas sino, usando la misma terminologa ofuscadora delgobierno estadounidense, de operaciones quirrgicas contra los centros precisos depoder del enemigo que nos est destruyendo. Aadi que se alegr al constatar que losEE.UU. no eran invulnerables y que tenemos la posibilidad de resistir y enfrentarlos.Bonafini, quien se encontraba en Cuba durante los atentados, declar su admiracin porlos que pilotearon los aviones, observando que declararon la guerra con sus cuerpos,manejando un avin para estrellarse y hacer mierda al poder ms grande del mundo. Y me

    puse contenta. Vio los atentados, adems, como el saldo de una deuda de los desaparecidosargentinos para con los estadounidenses, pues ahora viven el miedo que nos metieron anosotros, con la persecucin, con la desaparicin y con la tortura [...] Ese pueblo que secall y aplaudi las guerras.

    Dems queda explicar que las vctimas de los atentados no se limitaron a loscapitalistas. Las listas de los ms de tres mil muertos revela que la mayora erantrabajadores, muchos de ellos extranjeros de unos 80 pases (entre ellos muchos

    latinoamericanos), para no hablar de las minoras racializadas en EE.UU., como losinmigrantes indocumentados, centenares de los cuales murieron en las torres (Robles2001). Al menos otros 700 se quedaron sin trabajo (Moreno Gonzales 2001). Tampocome parece acertado considerar a los autores de los atentados como revolucionarios quedieron y entregaron sus vidas para un mundo mejor (Bonafini), pues la lucha geopolticaen la cual participan que hay que reconocer no fue iniciada por ellos sino por EE.UU.y otros pases europeos no es para establecer un mundo mejor en el sentido socialista,sino para consolidar regmenes autoritarios (como Irak), teocrticos (como Afganistn) ymilitares (como Paquistn), que no respetan derechos polticos, civiles o humanos.

    Como explican Verbitsky y Rolando Astarita, quien renunci a su puesto en la mismaUniversidad de las Madres de la Plaza de Mayo tras escuchar las palabras de sus colegas,el billonario Bin Laden no representa la causa de los desheredados del mundo, ni losatentados son parte de la lucha de clases, cuyos parmetros son otros, ni se trata de accionesque promuevan el socialismo. Para Astarita el socialismo jams ha defendido la matanza

    3Todas las citas a Vias, Bonafini, Shoklender y Lema provienen del reportaje de Verbitsky (11 deoctubre de 2001). Los textos completos se pueden consultar en Resumen Latinoamericano.

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    indiscriminada de personas ni su objetivo es la venganza invocada por Bonafini sinoacaba[r] con la propiedad privada de los medios de produccin (Astarita 2001).Verbitsky aade que Mientras [Vias] no ... revele [sus fuentes de informacin respectoa que Bin Laden dirigi los atentados], parecera que sus autores no han sido proletariosen lucha por la revolucin socialista, sino el rgimen teocrtico de Afganistn, supresorde todas las libertades que permitiran vivir y desarrollar su obra en ese pas a losintelectuales crticos, ateos, socialistas y judos como Vias. Y a sus mujeres, detalle nomenor.

    Que los promotores de la justicia para los desaparecidos en la guerra sucia descartenlos derechos humanos como campo de lucha es sintomtico de un cambio preocupante enlos pases latinoamericanos. Zito Lema, por ejemplo, despreci a los intelectualesargentinos que lloran por el poderoso cuando son cmplices cotidianos de la muerte yque no habl[an] de derechos humanos cuando 35.600 nios [] mueren todos los

    das. Si bien es verdad que EE.UU. han usado la retrica de los derechos humanoshipcritamente, no para sancionar a las dictaduras que cuidan de sus intereses sino paraintervenir en los pases con cuyas polticas y acciones no estn de acuerdo, tambin esimportante tener en cuenta que sin la poltica de los derechos humanos no se habra logradocombatir a sus violadores y llevarlos a la justicia, como se ha hecho inclusive con figurasantes consideradas intocables como Pinochet.

    Despus de dos dcadas de activismo de derechos humanos estamos viendo sucrisis? Si bien es verdad que las guerras desatadas por EE.UU. para defender el libre flujodel capital son una forma del terrorismo, ello justifica que algunos activistas de losderechos humanos aplaudan los ataques terroristas a estadounidenses, como si se tratarade un desquite por las desapariciones en el Cono Sur? Ser que se ha perdido el juicioque pueda distinguir entre la resistencia a la opresin y los asesinatos cometidos porgrupos guerrilleros como las FARC? Verbitsky nos recuerda que los argumentos con queTrotsky se opuso al terrorismo individual en 1911 todava son vlidos para el terrorismo

    organizado por el Estado o por redes religiosas o polticas, pues cuanto ms exitoso, tantamenos autoorganizacin y autoeducacin protagonizarn las masas y tanto mayor ysalvaje ser la represin policial. De hecho, como ya observ ms arriba, los atentados lehan dado a EE.UU. la justificacin para extender sus aparatos de espionaje, vigilanciay control militar a lo largo del mundo, lo cual se verifica con el entusiasta apoyo del ReinoUnido, Australia y el endiosamiento de la OTAN y las alianzas con los gobiernos deoccidente, alianzas que restringirn los derechos polticos y humanos. Ya el Secretario deJusticia Aschcroft identific a 36 grupos que sern perseguidos, como tambin acualquiera que tenga relaciones con ellos. Esto produce enormes peligros para elincipiente movimiento antiglobalizacin, cuyas acciones ahora sern mayor objeto derepresin que en Seattle o Gnova. Ya han sido detenidas miles de personas por su

    parecido fsico o por sospechas suscitadas por los libros que leen, como verifica ladetencin de Tariq Ali, que llevaba un libro de Marx cuando estaba por abordar un avinen Alemania (Ali 2001).

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    5. VIGILANCIAOMNMODA

    Las acciones de los terroristas y del gobierno de Bush se alimentan recprocamente,pues por un lado la guerra desatada contra Afganistn fomenta la solidaridad de muchosmusulmanes que se opondran a la represin de libertades polticas, civiles y culturales por

    parte de los estados teocrticos, y por otro justifica la mayor penetracin del militarismoy de las fuerzas y tecnologas de seguridad estadounidenses a lo largo del mundo. As selogra adems incorporar a su radio de accin luchas que poco tienen que ver con elconflicto en el Medio Oriente y en Sud Asia, como es el caso de los narcotraficantes y lasguerrillas en Colombia. Si bien las FARC parecen haber perdido toda consecuenciaideolgica con los secuestros y asesinatos ya no slo a los dirigentes de la contrainsurgenciasino tambin a civiles y hasta a misioneros indgenas de izquierda, ello no quiere decir quehaya un parentesco entre ellos y las fuerzas del Al-Qaeda, como ya han declarado

    representantes de EE.UU. Por ejemplo, Anne Patterson, embajadora estadounidense enColombia, aleg que las FARC y Bin Laden tienen la misma hipocresa moral y falta deideas. Los talibanes afganos no representan al Islam y los guerrilleros colombianos no

    buscan la justicia social (citada en Kollmann).La ayuda militar a Colombia ya se justificaba por el combate al narcotrfico, pero

    como sealan analistas de esa situacin, la accin estadounidense en Colombia tambinresponde a los llamados de las empresas estadounidenses, pues la guerra civil no facilitamantener sus ganancias. A pesar de la gran prdida de vida de civiles y la violacin dederechos humanos por los guerrilleros, los narcotraficantes, las fuerzas armadas y los

    paramilitares, las empresas han logrado que los $1,6 mil millones en ayuda militarestadounidense se usen para defender sus propios intereses (Staples). Y como si esto nofuera suficiente, la propaganda estadounidense ya est estableciendo los vnculos entreBin Laden, las FARC, el narcotrfico (herona y cocana) y la Triple Frontera entreArgentina, Brasil y Paraguay. Habiendo perdido toda legitimidad, los militares

    latinoamericanos procuran asociarse a las reforzadas polticas de seguridad de EE.UU.(v.gr., Operacin Centauro) para aumentar sus presupuestos en una poca en que losgobiernos latinoamericanos han tenido que apretar los cinturones (Bonasso). 4 Ms

    problemtica todava es la inclusin en las listas de terroristas del gobierno de Bush degrupos progresistas latinoamericanos, sobre todo insurgencias antiautoritarias o paraexpandir los derechos de minoras, como es el caso de los zapatistas. El comandante delUnited States Southern Command (USSOUTHCOM) en Amrica Latina ha dicho que su

    propsito es eliminar el trfico de armas y drogas (Pace), pero los efectos de esa vigilanciaincluye la represin de la oposicin popular al neoliberalismo, acaso el verdadero blancode esas polticas militares. Las protestas que echaron abajo al gobierno argentino en

    4. La Operacin Centauro fue desarrollada por la CIA y el Secretariado de Inteligencia de Argentina(SIDE) para vigilar la triple frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil luego del atentado a laAsociacin Mutual Israel-Argentina (AMIA). El propsito era infiltrar a grupos islmicosfundamentalistas, como la Hezbollah, que segn la inteligencia argentina, tena planes para poner

    bombas en la embajada estadounidense en Asuncin (Bonasso 2001).

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    diciembre y enero de 2002, son un ejemplo de la inestabilidad que preocupa a los agentesde esta vigilancia.

    Por qu estas conexiones? Segn el reportaje de Kollman, la guerra en Afganistnha suscitado el traslado a Colombia de la produccin de herona, droga que tiene diez ysiete veces el valor de la cocana. EE.UU., adems, teme que el conflicto colombianomigre hacia el vecino productor petrolero Venezuela, cuyo presidente Hugo Chvez ya hadeclarado en ms de una ocasin su solidaridad con la guerrilla. Las conexiones queEE.UU. viene trazando, pues, son parte de una estrategia de fortalecimiento de las redesde vigilancia y militarizacin en distintas regiones, en este caso, haciendo entrar aArgentina y Brasil en el conflicto colombiano, para pactar el desarme, como ocurri conel IRA irlands, o para intervenir en la accin armada contra los revolucionarioscolombianos, a los que ellos llaman como en Afganistn la narcoguerrilla (Kollmann).

    6. SEGURIDADPARAELRGIMENDEACUMULACIN

    Si es verdad, como sugiere Staples, que los atentados han dado un nuevo impulso alas fuerzas polticas y econmicas que vienen generando la globalizacin de manera queestamos entrando en un nuevo perodo histrico, vale la pena considerar cmo esto afectaa Amrica Latina. Pero primero es necesario entender el contexto global en que se insertael caso latinoamericano. Creo que el nuevo rgimen de vigilancia y seguridad amenazasobremanera a los movimientos sociales y de sociedad civil, neutralizndolos represivamenteo absorbindolos a la maquinaria de la seguridad, que toma varias formas sociales yculturales. De ah la importancia de las polticas culturales en este nuevo perodo. Laglobalizacin generada por la transnacionalizacin de las empresas y los flujos financierosha producido mayor desigualdad que en los veinticinco aos despus de la segunda guerramundial. Pero en lugar de disear polticas para contrarrestar la pobreza generada por laglobalizacin, las instituciones financieras y comerciales internacionales (Fondo Monetario

    Internacional, Banco Mundial, Organizacin Mundial de Comercio, etc.) se limitan a crearnuevos programas para rebajar o eliminar la enorme deuda externa de los pases mspobres, a la vez que recurren crecientemente a la cultura como panacea (Wolfensohn;World Bank). Pero aun cuando se elimine la deuda externa de los pases pobres, eso noafecta la estructura que genera la desigualdad, que es la legalizacin de la divisininternacional del trabajo y la produccin de propiedad.

    Las privatizaciones llevadas a cabo en casi todos los pases latinoamericanos son unejemplo de la transformacin del bien patrimonial en bien privado en el transcurso delEstado-Nacin moderno al estado neoliberal. Herscovici explica que la designacin de

    patrimonio o propiedad privada a ser valorada conforme al mercado no responde a factoresnaturales sino ms bien a decisiones polticas que corresponden a la insercin en laeconoma mundial (Herscovici 55). El control que los pases centrales ejercen sobre losotros se ve claramente en las polticas de patentes y propiedad intelectual que regulan la

    produccin internacional de medicamentos. Brasil, la India y Sudfrica llevan aostratando de conseguir cierta autonoma respecto del rgimen de propiedad intelectual queles ha prevenido de producir medicinas para combatir el SIDA a precios que posibiliten

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    que sus ciudadanos puedan sobrevivir la epidemia (CPTECH 2001). La industriafarmacutica ha combatido con bastante xito, si bien ha habido casos recientes en los queestos pases lograron una rebaja en el pago de los derechos tras amenazar con producirversiones genricas. En el Brasil, por ejemplo, existe una ley que dictamina que se pueden

    producir versiones genricas en casos de emergencia. Ante este caso, es interesanteobservar la poltica del gobierno estadounidense que se resisti a comprar versionesgenricas de los antibiticos contra el anthrax, mientras que Canad autoriz la produccingenrica.

    Las desigualdades generadas por estos regmenes de derechos de propiedad intelectual,pues, agudizan la pobreza de otra manera. Puesto que todas las mayores empresas delmundo son conglomerados globales con sede en los pases del Grupo de los Siete (G-7),no se ha permitido que los pases metropolitanos perifricos (Europa del sur, Europaoriental) y mucho menos los pases en vas de desarrollo, inclusive con economas del

    tamao de la brasilea, la novena del mundo, puedan aprovecharse de los instrumentos deacumulacin. Las universidades estadounidenses y europeas, por ejemplo, que en alianzacon las empresas son motores de innovacin para la acumulacin, no tienen contrapartesen Amrica Latina. De hecho, se est destruyendo el modelo de la universidad pblica,inclusive las ms importantes como UNAM, USP y UBA, y se est fomentando la creacinde universidades privadas donde se llevar a cabo la Investigacin y Desarrollo (I&D) bajocontratacin para los conglomerados globales. Esta transformacin tiene la desventaja,adems, de que se cerrar la va de acceso de las capas sociales ya no slo ms bajas sinotambin de muchas capas medias al ascenso social.

    Segn el Ministro de Educacin del Brasil, Paulo Renato de Souza, a nfase noensino universitrio foi caracterstica de um modelo de desenvolvimento auto-sustentadoque demandava criar pesquisa e tecnologias prprias [...] hoje este modelo est em agoniaterminal (Souza). Segn Souza, el entrelazamiento internacional de la globalizacinhace imposible esta autonoma; por lo tanto el ministerio apoya o acesso ao conhecimento

    fica facilitado, as associaes e joint ventures se encarregam de prover as empresas depases como o Brasil do know-how de que necessitam. Aade que la terciarizacin de lasuniversidades, como en Corea, faz mais sentido do ponto de vista econmico. Unacrtica de estas polticas gubernamentales, Em defesa da Universidade Pblica, sealaque puesto que el 99% de las patentes pertenecen a las empresas multinacionales del G-7, el alto costo de los derechos de propiedad intelectual impide el acceso de las mayorasa medicamentos, productos agrcolas, etc. (ANDES-SN 2001).

    El debilitamiento del sistema universitario, y por ende de su posible funcin comogenerador de propiedad intelectual, ya se ha realizado con los cortes presupuestarios paralas noventa y nueve universidades federales, que no han recibido aumento desde 1995.Adase que el presupuesto para bibliotecas y servicios relacionados ha cado 80%. Lasituacin es todava peor en la Argentina donde el nuevo acuerdo con el FMI, inspiradoen las violentas medidas adoptadas en el pas, ya produjo cortes ms violentos como lareduccin de salarios, por medio de la rebaja de gratificaciones y otras medidas que elMinisterio de Educacin present al Congreso Nacional, augurando una mayor transicina la privatizacin de la universidad, aboliendo la estabilidad de empleo, lo cual hace

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    imposible que el profesorado pueda planear sus programas con autonoma. Es justamenteesta autonoma la que no interesa al capital (ANDES-SN 2001).

    Como seal Verbitsky, los atentados en EE.UU. no han destruido el poder msgrande del mundo, declaracin de Bonafini que le parece de una pattica ingenuidad,

    pues el software que mide el riesgo pas ya fue instalado en otro edificio. Es decir, lastecnologas de control operan como se dice en computacin, en el fondo o background,a escondidas, sin que uno se d cuenta. No se dispone de suficiente perspectiva histrica

    para determinar cmo ser el futuro del rgimen de acumulacin actual ni tampoco de laactual guerra para sostenerlo ante los contraataques terroristas. Lo que s parece evidentees que se est gestando una nueva manera de controlar las contingencias en un mundo enel que las nuevas tecnologas las han multiplicado exponencialmente. Este nuevo rgimende control es sumamente cultural, aunque no lo parezca. No se trata tanto del tipo deimperialismo cultural impugnado por Dorfman y Mattelart hace tres dcadas, si bien,

    como nos dice Benjamin Barber (1995), el Jihad se ha levantado contra McMundo. Estainterpretacin es la ms civilizacional, en el sentido que la esboza Samuel Huntington(1993) en su notorio ensayo The Clash of Civilizations. Pero ms que el consumismoen s, que errneamente se supone repudiado en el Medio Oriente, se trata del rgimen de

    propiedad y acumulacin que lo subyace.Considrese que el mundo empresarial globalizado requiere de las fuerzas de

    seguridad para proteger sus ganancias. Esto es evidente en el caso de la industria delentretenimiento (cine, TV, msica, libros, videojuegos) y de otros productos digitales, quela piratera o trfico de productos de entretenimiento hostiga, expoliando una cantidadequivalente a la que esa industria genera globalmente. Para tener una idea de la enormidadde esa expoliacin, considrese que en 1998 el sector de artes, entretenimiento,comunicaciones y copyrightalcanz unos $360 mil millones slo en los EE.UU. (Arthursy Hodsoll 104). Como dice el columnista delNew York TimesThomas Friedman, la manooculta del mercado siempre opera con un puo oculto. McDonalds no prospera sin

    McDonnell Douglas, fabricador dejetsde caza F15. Y el puo oculto que mantiene almundo seguro para las tecnologas del Silicon Valley no es sino el Ejrcito, la Marina yla Fuerza Area de EE.UU. (citado en Staples).

    7. ELCONTROLCOMUNICACIONAL

    Los sistemas de comunicacin tambin participan de ese control mundial. Latransformacin de los sistemas de comunicacin mediante procesos neoliberales(privatizacin, desregulacin, eliminacin de los servicios proporcionados por el estado

    benefactor por razones polt icas y econmicas) resulta en una recomposicin yresignificacin de territorios y pblicos. La transnacionalizacin y (neo)liberalizacin delas industrias culturales impone (1) la necesidad de insertarse a una economa supranacionaly (2) reestructuraciones para facilitar esa insercin que responde a una dialctica de launiformizacin y de la diferenciacin (Herscovici 58). Por una parte, se uniformizan

    protocolos jurdicos, tecnologas y formas administrativas; por otra, la acomodacin almercado transnacional requiere la generacin de diferencias locales que posibiliten la

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    rentabilidad de contenidos allende las fronteras territoriales. [C]ada espacio geogrficoprecisa diferenciarse y construir su imagen meditica a fin de valorarse con relacin alexterior para poder insertarse en esas redes internacionales; la cultura es ampliamenteutilizada en la construccin de esta imagen meditica (Herscovici 58-9). El hecho de quela valorizacin de localidades y de sus contenidos se hace a partir de la generacin de esasdiferencias (orquestadas en un principio por el entorno mercadolgico transnacional)obliga a que los procesos de formacin de identidades culturales obedezcan a mandatos

    performativos. En otras palabras, las diferencias no se pueden pensarfueradel entornodel cual derivan su valor; de ah que se pueda argumentar que las diferencias se constituyendentro de los procesos de globalizacin (Lacarrieu 4-5).

    Tomar conciencia de esto complica nuestra comprensin de los programas dereivindicacin de lo local, pues nos damos cuenta que la diferencia es el recurso que

    permite la valoracin, inclusive en iniciativas de la sociedad civil que no corresponden

    directamente al mercado. Los territorios que no puedan o no respondan al imperativoperformativo proyectado desde el campo de fuerzas sern excluidos de o marginados enlos procesos de produccin de valor. Desde luego, me refiero a tendencias de absorcinde esos movimientos que como los sem terraen el Brasil o los neozapatistas en Chiapas

    procuran participar enla distribucin de bienes y servicios, sean estos del Estado, delmercado o de la sociedad civil. Pero tambin hay movimientos de resistencia, por ejemplolas Madres de la Plaza de Mayo, o Hijos en el contexto argentino, que procuran rescatarla memoria de lo que el Estado y el mercado han invisibilizado y que la llamada sociedadcivil no facilita siguiendo las polticas de representacin vigentes.

    Los medios cada vez ms colaboran en el sistema de control. Como constataronvarios tericos de las nuevas formas de guerra reticular (Arquilla y Ronfeldt, Stephanson,Castells), quien controla la informacin y su encuadramiento gana la guerra (Garreau). Deah la importancia de una nueva censura que se vislumbr durante la Guerra del GolfoPrsico. El estado militarizado estadounidense ya no permiti que los periodistas buscaran

    informacin por cuenta propia, sino que los encaminaron a los lugares y escenarios queel gobierno quera que se vieran. Esta vez, el gobierno ha sido todava ms descarado(acaso ms desenmascarado). El 10 de octubre Condoleezza Rice, consejera de Bush paraseguridad nacional, les pidi a las redes televisivas que no mostraran sin editar mensajesenviados por Osama Bin Laden. Todas las redes accedieron (Roberts). Ms an, comosabemos, la televisin se ha convertido en un arma de la guerra del gobierno. Pero estaguerra no se limita al espacio nacional sino que, debido a la influencia de los conglomeradosmediticos y de entretenimiento, se ha presionado para que la televisin en Amrica Latinatambin edite sus mensajes. Los televidentes de CNN en Amrica Latina se quejaron delas evidentes estrategias de manipulacin. Observa Piscitelli (2001) que CNN viol sus

    propios manuales de estilo que tenan hasta hace poco, como ejes rectores la religin deluso del sonido ambiente, y la inexistencia de trucos de edicin, as como la obligatoriedadde la diseminacin de opiniones alternativas. En los tres aspectos CNN rompi suscdigos arrastrada obviamente por la ola de patriotismo y por la sed de venganza.

    En Estados Unidos, todas las redes televisivas aportaron cobertura hasta la nusea sinpasar anuncios. La razn por la cual hubo esta prdida de ingresos publicitarios no se

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    debi slo al patriotismo y la sed de venganza, sino al galardn que les dara el gobierno.Slo dos das despus del atentado, la Federal Comunications Commission (FCC) eliminlos ltimos artculos de regulacin que quedaban despus de dos dcadas de desregulacinneoliberal (FAIR 2001). As se logr que los dueos de peridicos tambin puedancomprar canales de televisin y operar en la misma rea nacional. Este tipo deconvergencia ya existe en Amrica Latina. Con ello se logra que los conglomeradosgigantescos como News Corporation (de Rupert Murdoch), AOL Time Warner (dueode CNN), VIACOM y Disney, diseminen todava ms su influencia. Lo mismo acontececon la Rede Globo en Brasil y el Grupo Clarn en Argentina.

    Y este acceso no se limita a la televisin. De hecho, el director de AOL confes quesu divisin de Internet ya colabora con el servicio de inteligencia, dndole acceso a la CIAal correo electrnico de sus suscriptores. Aade que no se opondr a otras medidas anti-terroristas solicitadas por el Departamento de Justicia (Roberts). Como dice Castells

    (1996), hay que combatir las redes con las redes (citado en Garreau), y no hay mejorvehculo para hacerlo que Internet. Esto implica la coleccin clandestina de informacinmediante tecnologas como los cookies. Por ejemplo, cuando el usuario navega la web

    para comprar boletos, los cookiesse comunican con su computadora e instalan un softwarede vigilancia en ella que enva informacin cada vez que se usa. Los tericos de la guerrareticular (netwar) describen una nueva estrategia segn la cual se infiltran sitios de internetvisitados por activistas y se les insertan softwareinteligentes que monitorean todas susactividades, dando la impresin que estuvieran en el mundo del Truman Show (Arquillay Ronfeldt).

    8. LAPRESCRIPCINDENARRATIVAS

    Hay pues que reconstruir nuestra comprensin de la totalidad, generar mapascognitivos, como dijera Jameson hace dos dcadas, pero no es evidente en qu registro se

    pueda lograr. Acaso se trate de adoptar la forma de redes, que no operan slo en relacincon una localidad fija, sino en conexiones relativamente autnomas, como las que yaadopt el capitalismo, segn Manuel Castells (2001), y que por lo visto tambin adoptaronlos terroristas y el movimiento antiglobalizacin. Esta forma de organizacin y demonitoreo fomenta nuevas experiencias culturales, inclusive virtuales, pues muchas deellas estn u ocultas o son generadoras de verosimilitud. Lo ms insidioso acaso sea quenos estn preescribiendo las narrativas.

    En 1996, Arquilla y Ronfeldt escribieron The Advent of Netwarpara el InstitutoNacional de Investigacin en Defensa, un centro de investigacin y desarrollo financiadopor la Oficina del Secretario de Defensa, los Jefes del Estado Mayor y otras agencias dedefensa. Arquilla y Ronfeldt pronosticaron que los que posean mejor inteligencia ganarnla guerra entre redes humanas. Tambin hicieron algunas recomendaciones tcticas paracombatir las redes humanas con contra-redes que ya haban dado resultado contra loshackers. Estas recomendaciones incluyen: infiltrar las redes enemigas y hacer al ms tontocreerse la figura ms importante del ncleo; discernir a las figuras ms peligrosas ycuestionar su lealtad al grupo; controlar las historias que la gente se cuenta al dar su razn

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    de ser y de actuar. Segn Ronfeldt, el relato terrorista les da a sus seguidores una causacomn un nosotros contra ellos. Pareciera que en este momento EE.UU. tienen laventaja a escala mundial en este respecto, pero podemos ver que los palestinos bailan enla calle [para festejar el colapso de las torres gemelas]. Segn su relato, la maldad y la

    presencia estadounidenses son culpables de los problemas en el Medio Oriente. Nosotrostenemos que atacar esa parte del relato (Arquilla y Ronfeldt).

    Esta ingeniera narrativa se logra desprestigiando al enemigo; destruyendo sus redesde apoyo; infiltrndolo con grupos con valores diferentes, por tanto dividindolo yconquistndolo; aumentando el nmero de contra-redes humanas en la propia sociedadcivil. En cuanto a los espectculos, se opina que los ataques militares ya no proporcionanla nica accin efectiva, pues cada vez que erran con sus misiles, muestran que no tieneninformacin confiable y adems hacen posible construir narrativas en nuestra contra(Stephenson, citada en Garreau).

    9. HOLLYWOODDEFIENDESUSINTERESES

    Para concluir, considero dos opciones respecto al lugar de la cultura en la nuevaencrucijada. La primera es la que tomaron los militares al invitar a cineastas y guionistascomo Steven E. De Souza y Joseph Zito, que dirigieron Delta Force One, para generarnuevos escenarios de terrorismo meditico (Roberts). Tambin se usan las nuevastecnologas de simulacin hollywoodense para entrenar a los militares (Bart; Hart; U.S.Army Goes Hollywood 1999). Este uso de los medios sin duda apunta en direcciones muydistintas a los estudios mediticos tpicos de la academia estadounidense e inclusive a losde estudiosos como Martn-Barbero. Ms an, cuanto ms participan los usuarios de estosescenarios preescritos, de estos parmetros para interpretar el mundo, tanto ms controlse ejerce en este nuevo rgimen de vigilancia.

    Detrs de la simulacin, pues, se encuentra la violencia y el militarismo. Incumbe a

    los intelectuales y a los artistas combatir estos usos de los medios o, como en el caso delartista de medios estadounidense Jordan Crandall o de la ciberescritora Giselle Beiguelman,subvertirlos, opcin que exploro en otro ensayo publicado recientemente en Revista

    Iberoamericana(Ydice). Pero como dije al principio, me parece que acaso la cultura nosea el campo ms apto para combatir el rgimen de acumulacin, que ya ha absorbido engran parte la labor cultural. De hecho, Rifkin (2000) argumenta que la experiencia mismadevino recurso de explotacin en la nueva economa. Por tanto, se requieren prcticas quenos lleven ms all de las resistencias y subversiones, que a menudo no proponen nadanuevo o diferente.

    Reflexionando sobre la bancarrota econmica y poltica de la Argentina a comienzosde 2002, Gabriela Massuh se pregunta si en medio de este marasmo de realidades urgentes[no sea posible] [...] detenerse en el nico factor en el que la Argentina puede comenzara rescatar el futuro. El nico viaje al exterior para el cual no se necesitan divisas oficiales,

    paralelas o flotantes: la cultura (Massuh). A qu cultura se refiere? A la literatura, cine,msica, pintura y otras artes que dan a Argentina una visibilidad internacional [...] queacaso no se corresponda del todo con la realidad, pero es parte de nuestra intransferible

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    y a garrotazos tallada identidad cultural. Parece asomar en la perspectiva de Massuh elargumento de que si el Estado hubiese fomentado ms, a la vez dando autonoma a estasexpresiones, acaso habran cundido nuevas formas de interaccin en el pas, ayudndoloa crear salidas ante el inminente desastre. A mi ver, la cultura podra ayudar a sobrevivirel desastre pero no a evitarlo.5 A estas alturas, los lugares comunes de los estudiosculturales, sobre todo los de raigambre gramsciana, dejan mucho que desear. Estamos enuna poca distinta, en la cual se tiene que volver a dar prioridad a la economa poltica,inclusive a la economa poltica de la cultura.

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    5Massuh misma escribe: En tiempos de escasez la cultura y los artistas son los que ms saben depobreza. Para alivio de todos sera imprescindible que ninguna subsidiariedad les recortase esas alaspropias que con creces supieron conseguir en esta castigadora tierra.

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