berdegué, proctor - 2014 - ciudades en la transformacion rural

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    SERIE DOCUMENTOS DE TRABAJO

    Documento Nº 130Grupo de Trabajo: Desarrollo con Cohesión Territorial

    Ciudades en la Transformación Rural 

    Julio A. Berdegué y Felicity J. Proctor

    Diciembre, 2014

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    Este documento es el resultado del Programa Cohesión Territorial para el Desarrollo

    coordinado por Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, y fue posible

    gracias al financiamiento de la Fundación Ford y al International Development Research

    Centre (IDRC, Canada). Se autoriza la reproducción parcial o total y la difusión del

    documento sin fines de lucro y sujeta a que se cite la fuente.

    Cita:

    Berdegué J. A. y Proctor F. J., 2014. Ciudades en la Transformación Rural. SerieDocumentos de Trabajo N° 130. Grupo de Trabajo: Desarrollo con Cohesión Territorial.Programa Cohesión Territorial para el Desarrollo. Rimisp, Santiago, Chile.

    Autores:

    Julio A. Berdegué, investigador principal en Rimisp –Centro Latinoamericano para el

    Desarrollo Rural, Santiago, Chile.

    Felicity J. Proctor, consultora independiente, Reino Unido.

    Rimisp in América Latina (www.rimisp.org) 

    Chile: Huelén 10, Piso 6, Providencia, Santiago, Región Metropolitana

    | Tel. +(56-2)2 236 45 57 / Fax +(56-2) 2236 45 58

    Ecuador: Av. Shyris N32-218 y Av. Eloy Alfaro, Edificio Parque Central, Oficina 610, Quito | Tel.+(593 2)

    3823916 / 3823882

    México: Yosemite 13 Colonia Nápoles Delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal | Tel/Fax +(52)

    55 5096 6592 

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    Ciudades en la Transformación Rural1 

    La transformación rural es un proceso de cambio social integral mediante el cual lassociedades rurales diversifican sus economías y reducen su dependencia de laagricultura; llegan a ser dependientes de lugares distantes en materia de comercio y enla adquisición de bienes, servicios e ideas; se mueven de aldeas o rancherías dispersas apueblos y pequeñas y medianas ciudades, y llegan a ser culturalmente más similares alas grandes aglomeraciones urbanas (Berdegué, Bebbington y Rosada, 2014).

    Esto no es una cuestión marginal; alrededor de 3 mil 400 millones de personas viven enzonas rurales, esto es 46% de los habitantes de nuestro planeta. Otros mil 700 millonesde personas, la mitad de la población urbana mundial, reside en pueblos y ciudadespequeñas y medianas de hasta 300 mil habitantes, la mayoría de los cuales son en

    realidad pueblos con tan sólo 2 mil habitantes; esto es alrededor del 23% de poblacióntotal del mundo2.

    La transformación rural comparte muchas características centrales en todos los países, apesar de significativas idiosincrasias regionales, nacionales y subnacionales. Una de ellases la urbanización de las regiones rurales. Esto es parte del proceso general deurbanización que en sí mismo es un componente integral de la transformaciónestructural de los países como un todo. La urbanización de las regiones rurales se refierea una serie de diferentes tendencias. Económicamente, los hogares rurales diversificansu empleo e ingresos por medio de la participación en la manufactura y las actividades

    de servicios que solían ser parte de la identidad urbana. Demográficamente, muchoshogares ahora se pueden describir como multi-ubicación, pues sus miembros viven y/otrabajan a lo largo de la división urbano-rural. La cultura rural también está cambiando,para bien o para mal (o con elementos de ambos), debido a un acceso más fácil para lasciudades y los pueblos a la difusión de la radio, la televisión, y más recientemente a losteléfonos móviles y al Internet. Lo rural y lo urbano solían ser mundos diferentes, perolas distinciones se están difuminando. Este proceso de urbanización rural se desarrollacon la intensidad más fuerte en la (crecientemente porosa) interfaz de la antiguadivisión rural-urbano. Pueblos y ciudades pequeñas están en la parte urbana de estazona verdadera de cambio.

    Las tres grandes regiones en desarrollo, África, Asia y América Latina, estánexperimentando un rápido declive de lo que cada país define oficialmente como lapoblación rural, a un ritmo de entre el 1% y el 2% por año durante el período 1985-2015. América Latina ya tiene menos del 20% de su población viviendo en lo que sedescribe oficialmente como zonas rurales, y en menos de 20 años a partir de ahora Asia

    1 Este artículo se basa en parte en una revisión de los vínculos urbano-rurales encabezados por los autores para la FundaciónFord. Berdegué agradece el apoyo del International Development Research Center (IDRC, Centro Internacional de

    Investigaciones para el Desarrollo), de Canadá, para varios programas de desarrollo territorial en América Latina, coordinadospor Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, de los que emergen muchas de las ideas expresadas en esteartículo. Los autores reconocen y agradecen a la Fundación Ford y al IDRC por su apoyo, aunque el artículo es exclusivamente

    nuestra responsabilidad.2 Los datos en este apartado son de la revisión 2014 de las Perspectivas de la urbanización mundial (Naciones Unidas, 2014).

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    y África habrán cruzado el umbral del 50%. Pero, ¿dónde está el resto de la población? Amenudo se asume que todos ellos se han movido a las grandes ciudades, poblando lasvastas barriadas de lugares como la Ciudad de México, Bombay, o Lagos. Menoscomentado es que numerosos pueblos y centros urbanos pequeños y medianos estáncreciendo vigorosamente en África, Asia y América Latina, a un ritmo que es tanto o más

    rápido que la tasa de crecimiento de la población de las grandes aglomeracionesurbanas y megalópolis.

    En América Latina la proporción de la población total que vive en pueblos y pequeñas ymedianas ciudades ya es de 40%. En contraste, en esta región en desarrollo  –comoocurrió antes en Estados Unidos, Europa, Australia y Nueva Zelanda- ya observamos unaestabilización, y en varios países, una disminución de la proporción de la población totalque reside en gran ciudades, en un nivel alrededor o por debajo del 50%, mientras quelos centros urbanos provinciales pequeños y medianos continúan expandiéndose muyrápidamente. Este patrón es consistente con la hipótesis de Williamson (1965), de una

    curva entre el crecimiento del ingreso per cápita y la aglomeración urbana: en lasprimeras etapas de desarrollo, las economías de la aglomeración conducen a un procesoacumulativo que favorece una mayor concentración urbana. A medida que crecen lasciudades, las deseconomías de la aglomeración y los costos de congestión comienzan aacumularse y favorecen la dispersión de la actividad económica hacia localidadesurbanas pero más pequeñas.

    No sabemos a ciencia cierta si o cuándo África y Asia (donde las grandes ciudades siguencreciendo en su participación de la población total) seguirán el mismo patrón en el cualla proporción de la población de las grandes ciudades se estabiliza, las áreas “rurales

    profundas” siguen disminuyendo, y los centros urbanos medianos y pequeños crecen en

    importancia relativa. En cada una de estas dos regiones la proporción de la población enlos pueblos de provincia y ciudades pequeñas y medianas ya está por encima de 20%, yahora está creciendo a un ritmo que se asemeja al que tuvo América Latina entres lasdécadas de 1950 y 1970.

    La importancia relativa de estos pueblos y centros urbanos pequeños y medianosdepende del grado de concentración urbana, es decir el grado en que la poblaciónurbana se localiza en un número muy pequeño de muy grandes ciudades3. Más de untercio de la población de Angola vive en las tres ciudades más grandes, en comparacióncon el 19% o 13% de los brasileños y paquistaníes, respectivamente. Diferentes países

    africanos muestran niveles muy distintos de concentración urbana, incluso para nivelessimilares de urbanización (por ejemplo, Tanzania, Mozambique y la RepúblicaDemocrática del Congo tienen niveles similares de urbanización con 26%, 31% y 34% depoblación urbana, respectivamente, pero sus ciudades con un millón de personas o másalujan a 29%, 16% y 51% de la población urbana). Si el proceso de urbanización del paísen su conjunto sigue un patrón de concentración urbana, el resultado es un tipo muydiferente de transformación rural que cuando el proceso general de urbanización sedistribuye entre un mayor número de ciudades pequeñas, medianas y grandes.Christiaensen y Todo (2014) argumentan que este último tipo conducirá a un

    3 Aunque la urbanización y la concentración urbana tienden a confundirse, son procesos bastante diferentes (Henderson2003).

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    crecimiento más socialmente inclusivo, en comparación con la altamente concentradaurbanización, y que esto se debe probablemente a los vínculos entre los pequeñoscentros urbanos y las zonas rurales.

    Siete de cada diez de todos nosotros que estamos en la Tierra (los 5 mil millones que se

    mencionan antes en este artículo) vive en lugares que, no obstante las clasificacionesadministrativas de urbano o rural, en realidad son profundamente interdependientes.Estas relaciones determinan restricciones y oportunidades en el empleo y en losingresos, en los servicios y en la infraestructura a que tienen acceso, en los bienes quepueden comprar y vender y en los mercados en los que realizan estas operaciones, en lacalidad del medio ambiente en que viven, en el la diversidad de sus sociedades próximasy la naturaleza de las redes sociales de los cuales son parte, y en las reconfiguracionesde los espacios en los que se llevan a cabo todos estos intercambios sociales, es decir,los lugares en los que realmente viven independientemente de la etiquetasadministrativas asociadas a ellos.

    Personas como los autores, que son especialistas en desarrollo rural, se centran en estasinteracciones desde la perspectiva de la población rural, conscientes del potencial de lasciudades de parasitar la parte rural de este sistema, pero también de las formaspositivas en que pueblos y ciudades pequeñas y medianas sirven a las poblacionesrurales, como eslabones clave de las interacciones sociales que influyen o determinan elacceso a los mercados más allá de la vecindad, a los servicios, a las redes políticas ysociales amplias, a nuevas influencias culturales e ideas, a la diversidad social y al restodel mundo más allá de los límites tradicionales de las sociedades agrarias. Si esto ha sidoo no un intercambio generalmente positivo desde el punto de vista de la poblaciónrural, ha sido motivo de debate teórico, intelectual y político por lo menos desde que

    Arthur Lewis (1954) articuló su teoría del modelo sectorial dual. En aquellos días, lacreación de vínculos entre las zonas rurales y urbanas fue una cuestión de elecciónpolítica (en el caso de Lewis, para apoyar la urbanización y la industrialización aexpensas de las sociedades rurales y la agricultura). Hoy en día, los vínculos urbano-rurales son una cuestión de hecho en todo el mundo, aunque el debate sigue siendoválido acerca de qué hacer al respecto: construir puentes o construir muros protectores.

    Y, sin embargo, los censos de población y las encuestas nacionales de hogares cuentanindividuos u hogares en localidades “rurales” o “urbanas”: una ranchería, un pueblo, ouna ciudad. Aunque en un momento dado una persona tenga su residencia en una sola

    ubicación, esto no implica que él o ella conduzcan su vida dentro de los límitesadministrativos de ese espacio. Como Douglass (1996: 3) ha dicho, “para un hogar rural,el escenario de la vida diaria incluye tanto elementos rurales como urbanos”. Podemos

    plantear la hipótesis de que sólo una pequeña minoría de la cifra oficial de 5 milmillones de residentes rurales y urbanos de los que estamos hablando conducen su vidasocial dentro de los límites de la localidad individual en la que residen.

    Estos espacios más grandes pueden ser mejor definidos no en una dicotomía de rural yurbano separados y fracturados, sino en un gradiente de condiciones que va desdelocalidades “rurales profundas” –muchas en número, pero con cada vez menos personasen ellas—  hasta, en el otro extremo, aglomeraciones urbanas. En el medio hay un

    espacio grande y rico donde la mayor parte de las sociedades rurales contemporáneas

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    se colocan: territorios rurales-urbanos, es decir, arreglos socio-espaciales que involucranvarias aldeas rurales, algunas pueblos y tal vez una o dos o tres ciudades pequeñas cuyotamaño varía dependiendo en gran medida de la población total del país (hastaalrededor de 150 mil en Chile, con una población total de 17 millones, y varios cientosde miles en China). En México, por ejemplo, el 7% de la población vive en 554 territorios

    “rurales profundos” que carecen incluso de un pequeño pueblo y el 43% en 399

    territorios rurales-urbanos con una pequeña a mediana ciudad (con una población dehasta 250 mil personas). Esto no es un patrón exclusivo de América Latina; en el Áfricaoccidental, el programa Africapolis informa que “El aumento de la propagación de lasaglomeraciones, al pasar de 125 unidades a mil 500 en 70 años, ha fomentado el llenadode espacios vacíos, así como la densificación de las áreas ya urbanizadas. Entre 1950 y2000, la expansión promedio anual de la superficie urbanizada ha sido de 5.1%, encontraposición con 4.3% para la población. La distancia media que separa lasaglomeraciones se ha dividido en tres, al pasar de 111 kilómetros a 33 para toda laregión”. 

    Lo que es crucial es que estos territorios funcionales no son sólo un conjunto deubicaciones individuales distribuidas al azar en un espacio geográfico, sino un sistemasocial, o un lugar con una identidad socialmente construida (Schejtman y Berdegué,2004). Estos lugares, o territorios, están unidos por flujos de personas, bienes, serviciosy dinero (así como por servicios ambientales), que son frecuentes, repetidos yrecíprocos (por ejemplo, flujo de bienes en una dirección y flujo de dinero en ladirección opuesta). Comparten una historia social, política y económica, y comoresultado se han enraizado instituciones formales e informales que son fundamentalesen la formación de su vida social, así como las formas en que interactúan con las

    grandes fuerzas y tendencias del desarrollo nacional y la globalización.La frecuencia de estas interacciones es tal que conduce a la interdependencia: la vidasocial y económica de cada aldea (o ranchería), pueblo o ciudad-dentro del territoriodepende de en gran parte de la vida social y económica de los demás, y de los vínculosentre ellos. Las personas que viven en las zonas rurales del territorio pueden ir al trabajoo a estudiar al centro urbano, mientras que los hombres y las mujeres urbanas pueden irdiariamente a trabajar al campo o durante partes de la temporada agrícola. La poblaciónrural hace sus compras en el pueblo cercano, y comerciantes urbanos dependen de losconsumidores rurales para mantener vivo su negocio. Pequeños y medianos agricultoresprósperos pueden invertir parte de sus ganancias en abrir una pequeña empresa, y los

    miembros de las familias de agricultores pueden participar en un rango de empleos noagrícolas de tiempo parcial o completo, formal o informal, en la ciudad cercana. Laciudad atrae y retiene obreros calificados, técnicos, burócratas, administradores ymaestros. Radios locales, periódicos provinciales y escuelas técnicas se establecen enestos núcleos urbanos, y organizaciones no gubernamentales abren oficinas locales yregionales, proporcionando fuentes de nuevas ideas. Todos estos cambios dan luz acoaliciones sociales y políticas que serían inimaginables en un paisaje puramenteagrario. Los centros urbanos conectan a las sociedades rurales con el mundo exterior deuna manera que simplemente no se produce cuando el lugar más poblado es un pueblode unos pocos cientos o, a lo sumo, unos pocos miles de individuos. En resumen, la

    aparición y desarrollo adicional de los territorios rural-urbanos tiene el efecto de

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    difuminar lo que alguna vez fueron agudas distinciones económicas, sociales y culturalesentre los lugares, las personas y las sociedades urbanas y los rurales.

    Estos territorios funcionales trascienden las fronteras administrativas, dando lugar aimportantes problemas de gobernabilidad: ¿con quién debe quejarse una comunidad

    que vive en la ranchería A, pero cuyos niños asisten al centro de salud en el pueblo B, silos servicios son insuficientes? ¿Debería el gobierno local del lugar A co-invertir en lasinstalaciones del mercado del pueblo B donde sus agricultores venden sus productos?¿Debería un gobierno local recibir sus transferencias presupuestarias con la base de susresidentes, o la del número de usuarios reales de sus servicios?

    Las sociedades están en continua integración y desfragmentación, pero los límitesadministrativos rígidos están rezagados ante esta realidad. Algunos países en desarrollocomienzan a prestar atención a los problemas derivados de esta falta de coincidencia;Colombia ha iniciado recientemente un proceso para actualizar la forma en que sedefine lo que es rural y lo que es urbano, tomando una perspectiva territorial, ypensando en los sistemas de ciudades y acerca del gran número de personas que vivenen zonas rurales-urbanas intermedias del país (Misión Rural, 2014).

    Mientras las sociedades rurales se están transformando bajo la influencia de fuerzasmás amplias, la forma en que las definimos, limitamos, y medimos siguen muyarraigadas en ideas, criterios y, muy a menudo, datos obsoletos. Debido a que enmuchos países lo “rural” es en términos oficiales simplemente el residual de ladefinición urbana, la transformación rural y la urbanización de las sociedades rurales sehace en gran parte invisible. Esta mala definición, los errores de clasificación y loserrores de medición de lo “rural” son profundamente políticos, porque son necesarios

    para mantener el sesgo urbano en las estrategias y políticas de desarrollo (Lipton, 1977).Por otra parte, también están en la raíz del prejuicio metropolitano de las políticas dedesarrollo urbano (Ferré, Ferreira y Lanjouw, 2014), que dejan a los pueblos y pequeñasciudades en una “tierra de nadie” (Christiansen y Todo, 2014). 

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    Referencias

    Africapolis. Sin fecha. Urbanization Trends in West Africa 1950-2020. Consultado enhttp://www.afd.fr/Africapolis. 

    Berdegué, J. A., Bebbington, A.; Rosada, T. 2014. The rural transformation. In: B Currie-Alder, R. Kanbur, D. M. Malone, and R. Medhora, International Development. Ideas,Experience, and Prospects. Oxford University Press.

    Christiansen, L. y Todo, Y. 2014.  Poverty Reduction During the Rural –UrbanTransformation. The Role of the Missing Middle. World Development 63: 43-58.

    Douglass, M. 1998. A regional network strategy for reciprocal rural-urban linkages. Anagenda for policy research with reference to Indonesia. Third World Planning Review,20:1, 1-33.

    Ferré, C., Ferreira, F. H. G., y Lanjouw, P. 2010. Is there a metropolitan bias? The inverserelationship between poverty and city size in selected developing countries. PolicyResearch Working Paper Series 5508. The World Bank.

    Henderson, J. V. 2003.  The urbanization process and economic growth: the so-whatquestion.  Journal of Economic Growth, 8 (1). 47-71. ISSN 1381-4338.

    Lipton, M. 1977.  Why Poor People Stay Poor: A Study of Urban Bias in WorldDevelopment, London: Temple Smith.

    Misión Rural, Departamento Nacional de Planeación. 2014. Propuesta para la definiciónde la ruralidad. Manuscript.

    Schejtman, A. y Berdegué, J. A. 2014. Desarrollo territorial rural. Serie Debates y TemasRurales N° 1. Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural. Santiago, Chile.

    Williamson, J. G. 1965.  Regional inequality and the process of national development: adescription of the patterns. Economic Development and Cultural Change (4) 3 –84. pp.

    http://www.afd.fr/Africapolishttp://www.afd.fr/Africapolishttp://eprints.lse.ac.uk/52081/http://eprints.lse.ac.uk/52081/http://eprints.lse.ac.uk/52081/http://eprints.lse.ac.uk/52081/http://eprints.lse.ac.uk/52081/http://www.afd.fr/Africapolis