benjamín barajas - la gracia inmóvil

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poesía La gracia inmóvil Benjamín Barajas

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Poesía. Colección Desde la Otra Orilla. México

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es

íaLa gracia inmóvil

Benjamín Barajas

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La gracia inmóvilBenjamín Barajas

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© Benjamín Barajas 1a edición. 2001. Impresa. Ediciones del Lirio Tintanueva Ediciones 2a edición. 2009. Internet.

Ilustración de la portada: Carmina Hernández

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Tu nombre

Tu nombre vuelve a despertar mi boca y mi boca habla de ti perdida del contexto y la memoria. Vuelve tu voz a definir contornos a recrear escenas que vivimos con la vecindad del cuerpo. Vuelve tu nombre a estremecer mis labios y como un loco repentino recurro a cada sílaba y la digo.

( Para Mariana Mercenario)

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Detrás del tiempo

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La vida

La vida se insinúa en tu sangre en ese rostro que cambia de color tras la mirada atenta, deslumbrante. La vida asoma como el gato que antes de zarpar sobre sí mismo se reclina y finge su acto.

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Diálogo

Recojo en el teléfono tu presencia remota, y van cayendo las palabras como agua resistente a toda sed y a toda boca. Me detengo a la orilla del asombro y tu voz es luz adjunta que aumenta la emoción de un diálogo sin formas.

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La flor que tú eres

No la que das, la flor que tú eres quiero. No el bálsamo de un beso que se enrede calmo en el cabello. No el fruto del estío y su postrer remordimiento ni el teléfono nocturno ni la voz acariciando mi deseo. Quiero la rosa y la ruta de su aliento, quiero la rosa y el tremor del colibrí para vivir estremeciendo.

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Detrás del tiempo

A veces te sorprende la risa inesperada y vuelve tu expresión de la vigilia a recrear en cada línea la luz clara. Parece que otro sol cubre los astros y te llenas de ese aire indescriptible y amplio. A veces te sorprende como a un dios la gentil adoración y sonríes frente al espejo dueña del insomnio y de la paz de tus deseos.

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Espejo

Con humildad de espejo acostumbro repasar desde el umbral tus movimientos. Con la humildad del perro en las orillas de la noche sostenido de dos puntos en la frente, te presiento. Tú eres el ritmo de mi voz mil violines caben en tu mano eres un acto de expresión para mi cuerpo electrizado.

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Mi deseo

Mi deseo tiene tu sangre, la clave de tu risa y refleja tu expresión con vuelco de imágenes furtivas. Mi deseo se amolda a tu figura y repite aquel derrumbe del agua ornamental sobre tus muslos, pura. Mi deseo tiene tu brillo, el tacto de animal que sabe proceder en superficies con holgura. Tu cuerpo es la mansión y a su abrigo aprendemos a contar el número mayor de nuestros giros.

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Vuelves a los ojos

Vuelves a los ojos como un sol exacto, como el pan extraño va a la boca y juega a ser gustado en cada mordedura que desborda. Vuelves a los ojos como imagen clandestina que nos llena de rubor y nos excita.

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Humo cansado

Comemos sombra y devoramos el sueño o la sombra y callamos.

Vicente AlexAindre

Vivo de la sombra del humo cansado y de las rosas. Vivo de tu voz, de la sonrisa de tus labios y del pan de una palabra que se va multiplicando en cada boca. Me alimenta la sospecha la fría posibilidad del sí o el no de tu justicia austera, me muevo en el peligro como gestual gacela que sabe presentir la proximidad del tigre y así lo espera.

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Y atardece

Un recurso de la luz es tu expresión desnuda, un sustento de la llama sobre el hontanar crecida. Un remolino antiguo nos nutre de alegría y voy a ti como el insecto deslumbrado y giro en torno de tu forma adolescente hasta que el humo cae al corazón y el sol se humilla.

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Fruto

En mis ojos pervive la visión nocturna el negro oleaje de tu pecho donde pude alguna vez perder la suma. En mis ojos resiste el imperio de tu forma, la sonrisa suprema el tiempo desnudo de dos cuerpos en vaivén de

[brumas.En mis ojos gobierna la tiniebla de tu piel como un fruto al que se vuelve siempre en ayunas.

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La mano te resume

La mano vuelve a recorrer tu espacio Se mueve lenta por todo lo que fue un corazón crecido bajo el yugo de la muerte simultánea a un sólo grito. La mano te resume en el lugar vacío y no quiere reintegrarse al cuerpo horizontal para vivir su sacrificio.

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Lámpara desierta

La luz vierte tu ausencia el paso simple que aprendimos a escuchar junto a una lámpara desierta. La luz me trae el sueño la diaria decadencia de estos ojos que no ven más tu recuerdo.

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La noche intacta

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El caos

El caos entra a los sueños, y proclaman las imágenes su credo. Vuelven los días de los remotos hechos, parten la alegría con vieja espada y nos dejan esa forma acariciable y vaga.

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Al despertar

Al despertar exhibimos en la cama nuestra condición reclusa. Hay en la frente una síntesis de luz y en los labios la fatiga de un sabor que nos implica. Despertamos para un grito un alarido y volvemos a la antigua condición vacíos.

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Como un árbol

Como un árbol respiramos en secreto y comemos pan extraño mezcla de la lluvia con el sol y dulce sal de muerto. Como un árbol emprendemos el oficio de la vida y seguimos al verde desafío que a nadie obliga.

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Ciudad

Un miedo sin fantasma nos hechiza, se enciende la ciudad en nuevos ritmos y reparte en cada lámpara una gota de su vida. Ciudad de amor terrestre, de apresurada huella, espacio en que perdemos la mirada en un rostro de mujer, de hombre o de quimera.

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De lo disperso

Reunimos en un punto la pasión de lo disperso: una lámpara que arde con círculo nocturno una voz que va palpando la piel de otro deseo, reunimos las imágenes en torno a la memoria, preparamos la palabra y la sonrisa natural como una herida, preparamos el desnudo como la luz se prepara antes de hacer el día.

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Utopía

En lo mejor de la calle tal vez un rostro nos permita construir las realidades. A la mitad del viento o en el centro del agua horizontal emerge como isla que el fuego levantó de las profundidades. En lo mejor de la calle el pensamiento se deja deslizar por esa piel de superficie suave.

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Puertas

Tocamos puertas de imposible llave vamos en medio de la noche como náufragos metódicos esperando la señal, la clave… Bajo el rigor oscuro, queremos insistir, partir las sombras y esperamos el nuevo amanecer desde un presente alcoholizado y crudo.

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Cada mañana

Cada mañana descubríamos (como el agua o el animal ) el rumbo que tomar, cada mañana había en los ojos un deseo de claridad y apurábamos la taza de café y seguíamos el ímpetu del sol sin fatigar. Cada mañana trajo un árbol y a su abrigo la noche se reunía puntual.

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La orilla de la llama

En los ojos persiste la ilusión el rito de la forma en vieja danza, el ritmo al que supimos penetrar con un salto de emoción, sin gracia. Se aviva el sol y el aire juega con la orilla de la llama y es grande cada beso, cada mordedura de raíz deja su marca.

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Cerrar los ojos

Cerrar los ojos es quedar solas como bestia sin destino acostumbrada a retener del rostro de los otros algún vago jeroglífico. Cerrar los ojos es quedar a solas delgados de mirar la ruta de la luz por los resquicios de una casa a oscuras. Cerrar los ojos es reír para nosotros como locos rodeados de destierro.

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Sabores

Pasada la memoria de cuerpos y de nombres, pasada la angustia y el deseo sobre el espejo que proyecta nuestra paz inmóvil. Se detiene en este cuerpo la sangre sencilla y torpe y una risa involuntaria como una herida noble se tiñe de nostalgia y de cándidos sabores.

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Cotidiana

Between the desire And the spasm… Fall the Shadow

t. S. eliot

Vivimos la alegría de un vino crudo entre días sin contenido y llenos de ese sol a la mirada absurdo. Vivimos la alegría sonámbula compartimos la breve intimidad de una mirada y la pequeña muerte de un deseo. Vivimos la luz en retroceso y el sueño de oro limitado por un cuerpo.

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Agua equivocada

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El otro

A veces imitamos las maneras de algún muerto, bajamos de la cama en otro pie y vamos al espejo sin mirar lo que hay en él. A veces por nosotros hablan otras voces y se llena nuestra piel de sensaciones y de nombres.

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Exploramos…

Para Dolores Castro, mínimo homenaje

Exploramos el mundo con el cuerpo como el pez explora al mar y es la síntesis de él y su alimento. Gozamos de la luz y de la noche en su reverso, del aire interrumpido entre las hojas, del árbol de pie quieto. Vivimos del silencio y su postrer suceso, del tacto y del gemido y buscamos la respiración dentro del pecho. Exploramos el mundo con el cuerpo y el mundo es su nutriente y ambos ya son uno y su reflejo.

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Cuerpo 1

El cuerpo es el archivo de los días, un registro de trofeos que se pegan en el pecho como heridas.

El cuerpo es el guardián de nuestra vida, la línea del umbral sobre su piel gravita, y lleno de deseos lo habremos de llevar como llevamos al amigo de leal mirada.

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Cuerpo 2

El cuerpo es una tarde de imprecisa luz, de fríos riachuelos y guijarros tristes. Conviven en su seno las huellas de la antigua espina y la herida en sus arenas del agua consumida. El cuerpo trae en la memoria un nudo de serpientes, un armario de vasijas por la fuerza de la imagen concebidas. En línea horizontal se extiende, denso, y sobre el rostro del deseo la yerba criba.

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Guarida

Descubrimos en el cuerpo otra guarida, otro espacio que no alcanzamos a llenar con viejas luces de llama pensativa. Descubrimos otros pozos donde el pie o la mirada o la gota sin cansancio abisman. Y el cuerpo en su vaivén en el umbral oscila.

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Virtud y vicio

Somos hijos de ese dios que concentró virtud y vicio, la ejecución de sus caricias o la mueca o el sin sentido de su vago jeroglífico. Somos la boca y el oído, el sabor de una mirada en que cuajó el asombro. Somos el delirio en que padece su razón, Somos el cuerpo donde oficia el rito.

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Más allá, más adentro

Más allá de nuestro cuerpo nace el rito la acrobacia de impudor que apostamos revivir con desafío. Más allá de nuestro cuerpo crece el espejismo, la imagen ideal con obsceno movimiento en torno a un símbolo. Más allá de nuestro cuerpo nace el viento que inventa al humo, al remolino, al sueño, más allá, más adentro la tierra inclina la cabeza entre las aguas y la voz no alcanza al aire ni el oído puede descifrarle.

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Los supuestos

Los días vuelven sin brillo, imposibles de mirar al auge de la sombra entre nosotros viva. Olvidamos el tiempo de la gloria, la batalla del cuadro en la pared queriendo derramar su fuerza. Olvidamos la palabra que quiso ser imagen y reunimos los supuestos en un solo deseo: que nuestros ojos vuelvan a insertar dentro del mundo un solo cuerpo.

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Espejismo

Llevamos por el mundo un cuerpo que nos sobra, un relato fracturado de bárbara prosodia. Tocados del deseo quisiéramos romper los muros de la piel, ser otros bajo el vértigo o el prodigio. Llevamos por el mundo un ademán, un giro y seguimos entre líneas al tigre o su espejismo.

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Miramos a distancia

Se esconde bajo un sueño la figura que hoy miramos a distancia, a fuerza de pensarla se anuda en la memoria y nos teje una sorpresa en la garganta. La noche cierra nuestro ojos, contiene la respiración y detrás de alguna puerta sin entraña nos sentimos proceder, lentos, los dos. Las manos se detienen en la forma de ese cuerpo y parecen aún reconocer el fruto de su voz sobre la piel estremeciendo.

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Reposada sombra

Vuelve el cuerpo a resentir la huida, el calor se va muriendo en las orillas de la piel después del tacto de discreta rima.

Se mueve lento cual criatura vegetal, el cuerpo y busca en la frontera y siente en sus extremos la distancia alterna. Vuelve el cuerpo a buscar un equilibrio y cae dentro de sí como cae la luz al pozo de reposada sombra.

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Prófugos

La mujer se aleja por toda conjetura, su mano calma abre espacios en la piel y siembra imágenes que nublan. Atrás de cada insomnio una caricia o una mirada de fácil proyección nos desespera y descoyunta. Con ella van la fe y las preguntas, aquí estamos sin nada, Como súbditos del rey de los mendigos.

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Tiranía

Por frágiles pasillos ejecutamos la fluctuante sombra y caen los sueños de la mano como arena inteligente que desborda. Las paredes recobran espesor y cansados de pensar nos volvemos un ovillo ante la nueva tiranía de cada hora.

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Acento

Van las manos sin acento como el gesto de algún mimo que moldea las superficies con el aire entre los dedos. Va la voz como un balido que soñamos prorrumpir a la mitad del sueño va la mano sin sentido hasta alcanzar alguna grieta en el cristal, su rojo signo.

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Viaje

Mantuvimos el cuerpo en dirección al día, simulamos ese viaje de paisajes diminutos como rimas. Atrás no quedó nada y así, como serpientes que mudaban de camisa aprendimos que la vida era un secreto que ocultaba la luciérnaga

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Agua equivocada

Nos bañamos otra vez en el agua equivocada. Creímos presentir en esas manos la cálida penumbra de la luz desde su fuente derramada. Tocamos el silencio en esos labios y los pájaros en vano retuercen los sonidos. Las palabras van al sol, se enredan en su forma de ángel que ríe para nosotros como un niño.

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Rumbo nuevo

Retoma la mirada un rumbo nuevo. Un aire silencioso nos recorre todo el cuerpo. Seguimos esa pista que se infunde de sonidos y de imágenes de incendio, aguzamos la intención como aquel ciego que se pierde con el ritmo de sus pensamientos.

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El vino joven

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A veces…

A veces soy un niño que al mirarse en el espejo encuentra la imagen de sus muertos. Pasan las voces y los nombres entre suaves galerías pasa la sombra que recoge la hora azul, la roja cima… A veces soy un hombre que esquiva cada golpe como roca que defiende sus márgenes inmóvil.

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Escucho el pan

A mi costado escucho el pan y el manso movimiento de las bocas, oigo las voces y un fermento de memoria gime allí donde la luz se vuelve imagen, piel reconocida. Siento ese calor raíz de llama que no quiere despegar, que se extravía, y vuelvo a construir un muro simple que se nubla de vapor y de alegría mientras las manos se hunden en oscura proyección, verticales, posesivas.

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Síntesis

Podría decir que hubo una vez precioso instante en que latió la mutua sangre. Podría decir que hubo unas manos y una luz que predicaba su color frente a la sombra y su desmayo, podría decir… pero son grandes las palabras y la síntesis puntual no captan.

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Cierro las cortinas

En las manos se entorpece el mes de julio. Se pierde cada hora en su negro recorrido. En las manos no hay lugar para la historia de otro cuerpo. Y caen los días como ‘caóticas serpientes’ mientras cierro las cortinas para ocultar la noche.

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La gracia inmóvil

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Milagro

Te divides en la luz de cada día y ves la gente de sonrisa esclava, de apetecido cuerpo como faro indiferente a toda orilla. Te divides en la sangre de otro beso y te escondes en la noche perseguido por la ruina del milagro que esperabas.

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Carrera

Te envejece la carrera, la cuenta regresiva de tus pasos. Te envejece la memoria y envejeces en el nombre que te han dado. Ensayas el camino y aplicas la mirada como un perro que perdió la huella y el aullido.

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Ensayo

Ensayas otro verso otra forma de decir que te hace falta, al frente de los días con ojos de impudor miras la imagen de un fantasma. Ensayas el poder, la indiferencia, el rostro simple que devora los deseos. Ensayas con el cuerpo otra presencia y reduces el dolor al placer inevitable.

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Destituido

Te desprendes de otra risa de la pesada sensación de otro deseo. Oscilas como un árbol a la orilla del rumor y del espejo. Reúnes en un punto a los fantasmas que cortejas mientras vas destituido por el mundo.

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Epílogo

Por Arturo Souto Alabarce

Mejor, sí, para un libro de poemas, un epílogo que un prefacio. Podrá ser conveniente ubicarlo, hablar un poco de su autor, dar vueltas en torno, pero en verdad todo ello sobra. Sobra y aplaza. Con los años, se lle-ga a pensar en la inutilidad de las reflexiones previas que clasifican, casi siempre arbitrarias, prejuzgan y estorban la pura lectura. Ante la obra de arte, cuando lo es de veras, visión singular, ofrenda gratuita, sólo cabe el silencio, o si se quiere la intuición contem-plativa. La poesía, como todos los grandes misterios, no se explica. Las razones que pretenden desentra-ñarla naufragan, son más bien racionalizaciones que escudriñan lo evidente. De ahí que resulte preferible abreviar introducciones y limitarse a una especie de humilde colofón.

Lector: los poemas que recién has leído son, a mi juicio, esencialmente líricos, es decir: breves, sintéticos, quintaesenciados. El lenguaje, la materia, con que es-tán hechos tiende a elegir las palabras más sencillas y exactas. Esto último: la precisión, es, a mi ver, lo que la voz poética, en este caso la de Benjamín Barajas, bus-ca y con depurada frecuencia logra. Ser lo más direc-to posible, conseguir el tono, la concisión y la exactitud justamente necesarias para conseguir un verso a la vez

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inteligente y sensible. No digo “intelectual” porque po-dría pensarse en aquella poesía llamada “sabia” de los años veinte, cuando por oponerse a los largos poemas discursivos y retóricos, se quiso eliminar la anécdota y el sentimiento. Por lo contrario, la poesía de Benjamín Barajas no es fría. Lejos de la deshumanización sugeri-da por adjetivaciones como “la noche intacta”, el “agua equivocada”, “la gracia inmóvil”, este afán de precisión parte de vivencias y deseos humanos concretos. Al tra-vés de la palabra exacta, casi matemática, se traslucen sueños, sentimientos enraizadamente subjetivos. Podría ser definida, si algo puedan valer definiciones, como una poesía romántica.

Los temas, los motivos, las imágenes que se en-cuentran en los poemas de Benjamín Barajas, inexora-bles obsesiones de todo escritor, a primer oído pueden parecer un tanto herméticos, abstractos, intelectua-les, en efecto: tiempo, espacio, ausencia, pasión de lo disperso, imposible llave...., pero lo que subyace, y se desborda, es sobre todo un estado de conciencia pro-fundamente sensible, emotivo. La lucha entre el de-seo, los sueños y el cuerpo; la aspiración del espíritu contra un cuerpo que nos sobra:

El cuerpo es el archivo de los días, un registro de trofeos que se pegan en el pecho como heridas. El cuerpo es el guardián de nuestra vida, la línea del umbral sobre su piel gravita,

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y lleno de deseos lo habremos de llevar como llevamos al amigo de leal mirada.

Este nuevo libro de Benjamín Barajas es sin duda una notable contribución a la actual poesía mexica-na y en él sobresalen poemas muy alejados de la “ex-tinción de la personalidad” que pedía Eliot, (citado por el autor en uno de sus epígrafes, siendo los otros Aleixandre y Dolores Castro) y a pesar de ello en bue-na medida autobiográfico. Un ejemplo:

A veces soy un niño que al mirarse en el espejo encuentra la imagen de sus muertos. Pasan las voces y los nombres entre suaves galerías pasa la sombra que recoge la hora azul, la roja cima... A veces soy un hombre que esquiva cada golpe como roca que defiende sus márgenes inmóvil.

Leyendo estos versos, no puedo evitar la referen-cia a la subjetividad romántica que a toda costa recha-zaban hasta no hace tantos años los poetas entonces modernos. Tampoco puedo evitar que de un modo dis-tinto vuelva el péndulo del gusto literario a su bien ganada posición.

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Contenido

Tu nombre 3

detráS del tiempoLa vida 6Diálogo 7La flor que tú eres 8Detrás del tiempo 9Espejo 10Mi deseo 11Vuelves a los ojos 12Humo cansado 13Y atardece 14Fruto 15La mano te resume 16Lámpara desierta 17

lA noche intActAEl caos 20Al despertar 21Como un árbol 22Ciudad 23De lo disperso 24Utopía 25Puertas 26Cada mañana 27La orilla de la llama 28

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Cerrar los ojos 29Sabores 30Cotidiana 31

AguA equiVocAdAEl otro 34Exploramos… 35Cuerpo 1 36Cuerpo 2 37Guarida 38Virtud y vicio 39Más allá, más adentro 40Los supuestos 41Espejismo 42Miramos a distancia 43Reposada sombra 44Prófugos 45Tiranía 46Acento 47Viaje 48Agua equivocada 49Rumbo nuevo 50

el Vino joVenA veces… 52Escucho el pan 53Síntesis 54Cierro las cortinas 55

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lA grAciA inmóVilMilagro 58Carrera 59Ensayo 60Destituido 61

Epílogo, por Arturo Souto Alabarce 63

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La edición para internet de

La gracia inmóvil deBenjamín Barajas

se terminó en la Ciudad de México

en julio de 2009.

En su composición se usaron

tipos de la familia Candida BT.