béguin. - poesía como conocimiento

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Albert Béguin, El alma romántica y el sueño. México: FCE, 1978. LA POESÍA COMO CONOCIMIENTO El mundo sensible y lo absoluto parecen erigirse, ante la conciencia creadora, como muros infranqueables que contienen en sí mismos todas las formas de la percepción y el conocimiento. Uno actúa determinando una suerte de reducción ab infero de toda sensorialidad, mientras que el otro indica la última posibilidad el conocer. Encerrada entre estos límites, la conciencia se esfuerza por superarlos, por incorporarlos a su dominio experimental, como si fuera su necesidad expresarse a través de ellos. Esta facultad de recepción constituye la actividad por excelencia de la conciencia, que se realiza mediante un doble proceso de inmersión en la realidad y de fusión con lo absoluto. Cuando se logra la suma de estos grados, su actividad se transforma en pasividad, en saber profundo, en conocimiento perfecto. El esfuerzo que pone la conciencia en ser ella […] proviene de ese principio de Unidad que rige todos sus actos y que en su más recóndita interioridad no es más que intuición de la eternidad. Estar presente en toda cosa, ser esa visión absoluta que abarca la realidad viviente, es la clave de la ida eterna. En la aspiración a ese estado coinciden tanto la experiencia mística como la poética. Schelling ha visto la poesía como una creación que requiere la unión de dos realidades contrarias, y no lejos de él, todos los poetas y los místicos han celebrado esta unidad como el fin supremo de la vida. Tal estado de plenitud se manifiesta como un volver a las fuentes originarias de la conciencia., fuera del tiempo y del espacio, a través de esa noche profunda de la que se desprende el sueño de una visión integral. Rolland de Renéville ha estudiado “esta propensión a obrar con los empujes de la tiniebla”. La Noche ha venido a configurar la esencia misma de este pensamiento y bajo su encantamiento se ha podido sortear la noción primera del caos, al tiempo que ella ha hecho evidente la realidad del alma. La necesidad de conocerse a sí mismo ha impuesto a poetas y místicos una reflexión […] (éstos) han buscado en la interioridad de sus conciencias individuales el principio generador de la vida, atribuyendo al no-ser los vínculos perdidos que los enlazaban a la eternidad. La Noche, el no-ser, ante sus ojos atónitos, se ha investido del poder de la creación y en esta rendición de la voluntad del hombre a los designios misteriosos de un Creador omnisciente, sa he forjado un modo de participación, una forma de enlace que hace posible la revelación.

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Teorias literarias

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LA POESA COMO CONOCIMIENTO

Albert Bguin, El alma romntica y el sueo. Mxico: FCE, 1978.LA POESA COMO CONOCIMIENTO

El mundo sensible y lo absoluto parecen erigirse, ante la conciencia creadora, como muros infranqueables que contienen en s mismos todas las formas de la percepcin y el conocimiento. Uno acta determinando una suerte de reduccin ab infero de toda sensorialidad, mientras que el otro indica la ltima posibilidad el conocer. Encerrada entre estos lmites, la conciencia se esfuerza por superarlos, por incorporarlos a su dominio experimental, como si fuera su necesidad expresarse a travs de ellos. Esta facultad de recepcin constituye la actividad por excelencia de la conciencia, que se realiza mediante un doble proceso de inmersin en la realidad y de fusin con lo absoluto. Cuando se logra la suma de estos grados, su actividad se transforma en pasividad, en saber profundo, en conocimiento perfecto.

El esfuerzo que pone la conciencia en ser ella [] proviene de ese principio de Unidad que rige todos sus actos y que en su ms recndita interioridad no es ms que intuicin de la eternidad. Estar presente en toda cosa, ser esa visin absoluta que abarca la realidad viviente, es la clave de la ida eterna. En la aspiracin a ese estado coinciden tanto la experiencia mstica como la potica.Schelling ha visto la poesa como una creacin que requiere la unin de dos realidades contrarias, y no lejos de l, todos los poetas y los msticos han celebrado esta unidad como el fin supremo de la vida. Tal estado de plenitud se manifiesta como un volver a las fuentes originarias de la conciencia., fuera del tiempo y del espacio, a travs de esa noche profunda de la que se desprende el sueo de una visin integral. Rolland de Renville ha estudiado esta propensin a obrar con los empujes de la tiniebla.La Noche ha venido a configurar la esencia misma de este pensamiento y bajo su encantamiento se ha podido sortear la nocin primera del caos, al tiempo que ella ha hecho evidente la realidad del alma. La necesidad de conocerse a s mismo ha impuesto a poetas y msticos una reflexin [] (stos) han buscado en la interioridad de sus conciencias individuales el principio generador de la vida, atribuyendo al no-ser los vnculos perdidos que los enlazaban a la eternidad. La Noche, el no-ser, ante sus ojos atnitos, se ha investido del poder de la creacin y en esta rendicin de la voluntad del hombre a los designios misteriosos de un Creador omnisciente, sa he forjado un modo de participacin, una forma de enlace que hace posible la revelacin.

La idea de la Noche se ha confundido, pues, con el principio de identidad de la conciencia. La Noche aparece as consustanciada con el pensamiento, pero, por carecer de origen, su visin es anterior a la nocin de tiempo y espacio. La Noche est desnuda de todo atributo; es esencialmente ella misma. Por eso, de su tiniebla primera a su luminosidad oscura hay un proceso de induccin que implica, adems, una ntima modificacin de la misma conciencia percibiente.En la medida en que la conciencia traspasa los umbrales de la simple realidad y se confunde con la visin absoluta, la Noche va erigindose en eternidad. Aqu cabe hacer el distingo entre lo que es noche del sentido y noche del espritu. La primera est sealada por la apreciacin habitual y defectuosa de la vida en cuanto contingencia. Es vista como trnsito en el tiempo y como correctivo necesario. De esta noche del sentido se desprende la nocin de un extravo, acenta la angustia, impone la necesidad de una purificacin. La noche del espritu es todava ms yerta y ciega. Pero en su extrema aridez hay una orientacin fervorosa; la visin es transportada hacia una oscuridad resplandeciente que en su intensidad participa ya de un algo ajeno que la inteligencia no puede discernir. Este desdoblamiento tan caracterstico en San Juan de la Cruz se encuentra tambin en Novalis.

Al comienzo de los Himnos a la Noche se establece la radical distincin entre la sombra que piadosamente es proyectada sobre nosotros y la Noche verdadera, cuyo reino est fuera del tiempo y el espacio. Pero Novalis no alcanza esta distincin por experiencia mstica como San Juan de la Cruz, sino a travs de una intuicin intelectual. Para llegar a esta intuicin ha sido necesaria una previa modificacin del mundo, de los rganos de percepcin de las sensaciones, mediante un acto voluntario de creacin. El poeta que se sirve del mundo lo ha transformado mgicamente y se ha transformado a s mismo. Tal videncia lo sita en un presente espiritual donde el pasado y el futuro se actualizan. La actividad de la conciencia, por este acto unificador, se transmuta en pasividad, fuera ya del imperio de lo terreno. As se llega al gran saber. La Noche verdadera, en oposicin a la noche del mundo, surge para Novalis como una sntesis de su pensamiento, como una realidad absoluta que fuerza a la creencia y que es evidencia incontestable de la eternidad.Tambin en Mallarm se da la doble apariencia de la Noche. Su presencia real est fundida en la ausencia y lo que de ella subsiste es el sueo puro de una Medianoche desaparecida en s misma. Su unidad slo es percibida en el trnsito infinito, en ese infinito fijado definitivamente como condicin de una supervivencia en el tiempo. La Medianoche se evoca a s misma, evoca su sombra desaparecida en la oscuridad y se hace evidente en un acto de creacin de s misma. Se libra as de su muerte anterior y de noche increada se convierte en noche creada por esos infinitos y sucesivos actos que la ordenan sobre el caos primero. Su tiempo es ya pura posteridad y al acabar el tiempo _como mera posibilidad_ ella se anular a s misma. Igual que el yo del poeta proyectado hacia lo absoluto, la Noche de Mallarm incluye al universo en su constante realizacin. Se realiza con l y con l se anular. Mejor dicho, anular toda necesidad de ser. Quedar al fin, como Noche eterna, la realidad suprema del no-ser.Para llegar a la percepcin de la noche del espritu, de la noche verdadera y eterna, se ha seguido el camino de una transformacin interior, de una desposesin de los atributos conferidos a la conciencia por el tiempo y el espacio. Ha sido necesario superar toda contingencia, todo lmite, entrar en una realidad superior para alcanzar el fin absoluto. Jaspers ha dicho que es necesario que el pensamiento fracase. Mediante este fracaso de las relaciones entre sujeto y objeto del conocimiento, mediante esta anulacin de la dualidad cognoscitiva, es posible la intuicin de la unidad integral.

A travs de esta intuicin es recobrada la conciencia. De su primitivo estado de inmersin en las cosas pasa a ser videncia o vivencia de la totalidad del universo. De su visin temporal, por medio de un ahondamiento en su propia esencia, se eleva extratemporalmente hacia el principio de identidad. En su autorrevelacin se ve a s misma como fuente original y creadora. Su ser en estado de pureza es, pues, trasladado ms all de toda existencia, de todo conocimiento relativo.De idntico modo, San Juan de la Cruz es llevado en su experiencia mstica a ese estado de unin perfecta con el Creador cuya escondida presencia es fuente de todo origen. El anhelo amoroso de alcanzar la presencia y la figura de Amado lo lleva a travs de las edades interiores del alma por el abrupto camino de la soledad, de la noche que purifica en las escalas de sus nadas recprocas. Su experiencia ha sido considerada por Baruzi como un drama interior. Hay en San Juan de la Cruz un denodado esfuerzo por afirmar la realidad del ser verdadero mediante la destruccin purgativa de la conciencia limitada.El deseo de transfundirse en una realidad superior ha sido experimentado tambin por Novalis. En su pensamiento, el poeta, lo mismo que el mstico, se ve proyectado ms all de las categoras del mundo relativo. Alcanza lo absoluto mediante un salto. El acto de saltar sobre s mismo _dice_ es, en todo sentido y siempre, el acto ms puro, el punto cardinal, la gnesis de la vida. De este modo penetra en el espritu, donde ya todo es tranquilidad. En esta completa cesacin de su voluntad activa, en esta pasividad que es saber profundo, consigue la unidad total. El poeta se convierte, por tanto, en ser en estado de poesa, en ser en estado de creacin absoluta.

Mallarm afirma que el poeta es el encargado de ver divinamente. Este hroe dramtico puede causar la sombra soplando la luz. La llama del mundo sensible es aniquilada por este acto voluntario. Al final de su experiencia el poeta reposar sobre las cenizas de los astros luego de haber bebido la gota de la nada. Una vez confundido con la nada, slo quedar la obra pura, imaginada por l a travs de las ausencias infinitas de la noche. Alejada la nada del poeta _su terrenalidad_ resplandecer el castillo de la pureza.La experiencia de la Noche es, pues, una forma de integracin al ser verdadero. Imagen de la vaciedad interior, de la frustracin del conocimiento relativo, la oscura sombra se cierne sobre la conciencia absorta. Es ya presencia incondicionada de la eternidad en cuya esencia va a darse la contemplacin integradora. Fuera del tiempo y del espacio, la conciencia se infunde de poderes creadores. Se convierte en espritu.He aqu el fin perseguido. Slo el espritu poda dar al poeta y al mstico la dimensin sin medida de la totalidad. La idea de la transmutacin en el Amado en San Juan de la Cruz, la nocin de un estado eterno para el hombre en Novalis, en ell cual el poeta se erige como creador absoluto, el ser en s mismo de Mallarm, que nicamente la eternidad sostiene, son, en suma, expresiones del principio de identidad. El Lui-mme es quien concentra el sentimiento de la unidad. Es un momento de extrema objetividad pues en este caso, desde un punto de vista fenomenolgico, sentir _como ha dicho M. Dufrenne_ es probar un sentimiento, no como un estado de mi ser, sino como una propiedad del objeto.Transcripcin de ctedra. Teora literaria.

Prof. Gabriela Rizzi