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Enfoques XXV, 1 (Otoño 2013) Editorial Con esta nueva entrega de ENFOQUES nos acercamos a los lectores con trabajos proceden- tes de un variado espectro disciplinar. Son siete los artículos de esta edición. Cruz García Lirios junto a varios colegas, por medio del análisis de la mediatización de la infor- mación, nos ayudan a comprender los procesos políticos que inciden sobre los ciudadanos. Marina Alejandra Goldman nos conduce en el análisis de la idea sinmeliana de tragedia moderna de la cultura, y el establecimiento de un vínculo entre educación y cultura con sus consecuencias. En la esfera de la responsabilidad social em- presaria, Ana Lía Mercedes Chitarroni nos guía en el análisis comparativo de las dimensiones de aquélla y los principios del cooperativismo. En el área de la Psicología Educativa y la Psico- metría, Antonio Humberto Closas y un equipo de investigadores, nos ayudan a comprender las diversas aplicaciones del Análisis Multivarian- te en un mundo donde la complejidad debe ser atendida. Elizabeth Massena nos explica a través del estu- dio de casos, cómo influyen los sistemas sociales, institucionales y de creencias, en la configuración de cadenas migratorias, redes sociales y el desa- rrollo de comunidades. La Investigación Acción Participante es la me- todología utilizada por Nicolás Diana Menéndez, en un trabajo realizado con un grupo de “carto- neros” de la provincia de Buenos Aires. Allí nos presenta las intervenciones y sus resultados. Leandro Velardo parte de Bellum Judaicum para ofrecer sus aportes al debate de la fórmula τὴν εἱμαρμένην ἄφυκτον (“el destino lo decre- tó”). Finalmente, Darío de los Santos nos ofrece una reseña sobre el libro Psicología y otras Ciencias del Comportamiento. Compendio de investiga- ciones actuales, de Editorial Universidad Adven- tista del Plata. Los invito a disfrutar de sus lecturas. Autoridades de la UAP Rector CP Oscar Ramos Vicerrector Académico Dr. Víctor Armenteros Vicerrector de Asuntos Económicos CPN Rubén Boidi Vicerrector de Bienestar Estudiantil Mag. Walter Lehoux Secretaria General CP Nilde Mayer de Luz Secretario Académico Dr. Daniel Gutiérrez Raina Secretario de Ciencia y Técnica Dr. Fabio Pacheco Secretario de Extensión Dr. Carlos Cerdá Facultad de Cs. de la Salud Decano: Dr. Milton Mesa Secretario Académico: Lic. Diego Desuque Facultad de Cs. Económicas y de la Administración Decano: CP Horacio Casali Secretario Académico: Lic. Eduardo Ciuffardi Facultad de Humanidades, Educación y Cs. Sociales Decano: Dr. Fernando Aranda Fraga Secretaria Académica: Prof. Susana Tabuenca Facultad de Teología Decano: Dr. Carlos Steger Secretario Académico: Dr. Rubén Otto Director de Posgrado Teología: Dr. Laurentiu Ionescu Dirección editorial UAP Lic. Edith Soriano Edith Soriano

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  • Enfoques XXV, 1 (Otoo 2013)

    Editorial

    Con esta nueva entrega de ENFOQUES nos acercamos a los lectores con trabajos proceden-tes de un variado espectro disciplinar. Son siete los artculos de esta edicin.

    Cruz Garca Lirios junto a varios colegas, por medio del anlisis de la mediatizacin de la infor-macin, nos ayudan a comprender los procesos polticos que inciden sobre los ciudadanos.

    Marina Alejandra Goldman nos conduce en el anlisis de la idea sinmeliana de tragedia moderna de la cultura, y el establecimiento de un vnculo entre educacin y cultura con sus consecuencias.

    En la esfera de la responsabilidad social em-presaria, Ana La Mercedes Chitarroni nos gua en el anlisis comparativo de las dimensiones de aqulla y los principios del cooperativismo.

    En el rea de la Psicologa Educativa y la Psico-metra, Antonio Humberto Closas y un equipo de investigadores, nos ayudan a comprender las diversas aplicaciones del Anlisis Multivarian-te en un mundo donde la complejidad debe ser atendida.

    Elizabeth Massena nos explica a travs del estu-dio de casos, cmo influyen los sistemas sociales, institucionales y de creencias, en la configuracin de cadenas migratorias, redes sociales y el desa-rrollo de comunidades.

    La Investigacin Accin Participante es la me-todologa utilizada por Nicols Diana Menndez, en un trabajo realizado con un grupo de carto-neros de la provincia de Buenos Aires. All nos presenta las intervenciones y sus resultados.

    Leandro Velardo parte de Bellum Judaicum para ofrecer sus aportes al debate de la frmula (el destino lo decre-t).

    Finalmente, Daro de los Santos nos ofrece una resea sobre el libro Psicologa y otras Ciencias del Comportamiento. Compendio de investiga-ciones actuales, de Editorial Universidad Adven-tista del Plata.

    Los invito a disfrutar de sus lecturas.

    Autoridades de la UAP

    RectorCP Oscar RamosVicerrector AcadmicoDr. Vctor ArmenterosVicerrector de Asuntos EconmicosCPN Rubn BoidiVicerrector de Bienestar EstudiantilMag. Walter LehouxSecretaria GeneralCP Nilde Mayer de LuzSecretario AcadmicoDr. Daniel Gutirrez RainaSecretario de Ciencia y TcnicaDr. Fabio PachecoSecretario de Extensin Dr. Carlos CerdFacultad de Cs. de la SaludDecano: Dr. Milton MesaSecretario Acadmico: Lic. Diego DesuqueFacultad de Cs. Econmicas y de la AdministracinDecano: CP Horacio CasaliSecretario Acadmico:Lic. Eduardo CiuffardiFacultad de Humanidades, Educacin y Cs. SocialesDecano: Dr. Fernando Aranda FragaSecretaria Acadmica: Prof. Susana TabuencaFacultad de TeologaDecano: Dr. Carlos StegerSecretario Acadmico: Dr. Rubn OttoDirector de Posgrado Teologa:Dr. Laurentiu IonescuDireccin editorial UAPLic. Edith Soriano

    Edith Soriano

  • Enfoques XXV, 1 (Otoo 2013): 7-23

    Fundamentos sistmicos de la complejidad poltica

    Cruz Garca Lirios, Mara de Lourdes Morales Flores, Jos Marcos Bustos Aguayo, Javier Carren Guilln, Gerardo Arturo Limn Domnguez y Jorge Hernndez ValdsResumenEl objetivo del presente artculo es exponer los sistemas de la complejidad poltica (SCP). Se entiende por SCP procesos deliberados, planificados y sistemticos simblicos que re-percutirn en los derechos, capacidades, necesidades, expectativas, decisiones y acciones de la ciudadana. Para tal propsito, se plantea la mediatizacin de la informacin que genera el Estado para persuadir a la ciudadana e influir en su esfera pblica y privada. Se revisan y comparan los anlisis de Luhmann, Giddens, Ralws, Bauman, Nozick, Klymicka y McCombs para esclarecer la idea de coercin y persuasin en las formas y regmenes de Estado tribales, totalitarios, autoritarios, transitivos y democrticos. Posteriormente, se discute la construc-cin de una agenda pblica como evidencia del sesgo y manipulacin informativa dirigida a transformar a la ciudadana en consumidores. De este modo, el presente trabajo contribuye a la discusin sobre la legitimidad del Estado en relacin a la participacin ciudadana en el futuro.Palabras claves: sistema, complejidad, coercin, persuasin, agenda

    AbstractThe objective of this essay is to expose the political complexity systems (PCS). PCS is unders-tood symbolic deliberate, planned and systematic processes that impact on the rights, capabi-lities, needs, expectations, decisions and actions of citizenship. For that purpose, this article suggests the mediatization of the information generated by the State to persuade citizens and to influence their public and private sphere. This essay reviews and compares the analysis of Luhmann, Giddens, Ralws, Bauman, Nozick, Klymicka, and McCombs to clarify the idea of coercion and persuasion in tribal, totalitarian, authoritarian, transitive, and democratic forms and regimes of State. Subsequently, it discusses the construction of a public agenda as evidence of bias and manipulation of information with the purpose to transform citizens into consumers. Thus, this essay contributes to the discussion on the legitimacy of the State in relation to the participation of citizens in the future.Keywords: system, complexity, coercion, persuasion, setting

    Introduccin

    El anlisis de la complejidad poltica definida como un sistema persuasivo en el que el Estado es presentado por los medios de comunicacin como una entidad imperfecta, pero imprescindible para afrontar las causas y los efectos de la inseguridad, la violencia, la delincuencia y dems indicadores de incertidumbre y riesgo que sufre la ciudadana

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    y amenaza con su exterminio, puede realizarse a partir del contraste entre los Estados tribales, autoritarios, totalitarios y democrticos.

    Los sistemas polticos contemporneos, a diferencia de los sistemas po-lticos del pasado, se caracterizan por su ubicuidad persuasiva que consiste en difundir mensajes por los medios de comunicacin masiva. Tal ubicuidad meditica es el resultado de un proceso complejo de influencia y relaciones asimtricas entre Estado y ciudadana. En el pasado, el Estado anhelaba con-trolar la informacin relativa a su permanencia o destitucin. Los regmenes tribales, autoritarios y totalitarios tenan una red de espionaje, contraespio-naje y vigilancia entre sus sbditos cuya informacin defina decisiones y acciones de conflicto y cambio. Incluso, la arquitectura de tales tribus, mo-narquas u oligarquas, se dise para proteger al representante mximo. La expansin y posterior colonizacin es otra evidencia de la ubicuidad coerci-tiva predominante en los Estados absolutistas-colonialistas.

    Sin embargo, los avances industriales, comerciales y despus tecnolgi-cos cambiaron la geopoltica determinando la construccin del Estado Mo-derno. Ante s, los nuevos estados tuvieron que lidiar con el incremento exponencial de la poblacin registrada, una vez que las enfermedades de ex-terminio masivo fueron medicamente contrarrestadas. Cada una de las revo-luciones en las que la monarqua fue transformada en una repblica, liberal y democrtica, evidenci una trayectoria de conflictos y cambios en los que el Estado sera sustituido por otra organizacin social que lidiara con las dife-rencias, los intereses y los dilemas. El Estado requera de su transformacin coercitiva a persuasiva para identificarse con sus adherentes y simpatizantes, al mismo instante en que requera disuadir a sus adversarios o cooptar a sus disidentes. El Estado transform su sistema simple de seguridad a partir de su separacin con los sbditos en uno complejo de inseguridad a partir de la unin con la ciudadana. La divisin entre Estado y sbditos determin el derrumbe de imperios, pero la unin entre Estado y ciudadana determinar su perennidad. La desunin implic la exclusin, certidumbre, agotamiento, conflicto, declive y cambio, la unin implicar inclusin, incertidumbre, rea-vivamiento, conformidad y permanencia.

    La complejidad poltica tiene en su agenda su principal indicador de in-certidumbre, riesgo e inseguridad. La agenda pblica definida como el con-junto de temas de inters, debate, solucin, implementacin y seguimiento por parte de la ciudadana en pleno ejercicio de sus derechos fundamentales de expresin, comunicacin, asociacin y participacin, desde la aproximacin sistmica de la poltica, es el

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    resultado de subsistemas persuasivos tales como los medios de comunica-cin masiva.

    En torno a la agenda pblica, giran fundamentos sistmicos que eviden-cian la complejidad poltica. Bertalanfly, Luhman, Giddens, Rawls, Bauman, Nozick, Kymlicka y McCombs son autores que han fundamentado, directa e indirectamente, la hiptesis en torno a la cual los sistemas polticos evo-lucionan en sus formas y regmenes de gobierno porque sustituyen paulati-namente sus subsistemas coercitivos tales como el ejrcito por subsistemas persuasivos tales como los medios de comunicacin masiva.

    En este sentido, la agenda pblica es el resultado de la produccin de informacin seleccionada, enmarcada y distribuida por los medios de co-municacin a las audiencias. En tanto sectores y estratos de persuasin, los pblicos o espectadores, son influidos por los temas que la televisin, radio, internet y prensa ponen a su disposicin con base en criterios de mercado en los que el nivel de audiencia y comercializacin determinan la intensidad de cobertura de hechos, situaciones o eventos pblicos.

    Al producir informacin, los medios de comunicacin masiva se des-prenden de su funcin transmisora y se transforman en emisores, convierten a las audiencias en intermediarios de presin pblica ante la clase poltica, su principal objetivo: influir en la agenda poltica determinando la agenda pblica.

    Para pensar la complejidad poltica, es indispensable revisar sus funda-mentos histricos. Para pensar la agenda pblica, es necesario establecer las relaciones asimtricas entre los medios de comunicacin, la ciudadana y el Estado.

    La complejidad sistmica de la poltica

    Un sistema, definido como un modelo de factores orgnicos abiertos al inter-cambio de energa con otros sistemas, fue planteado por Bertalanffy para explicar la estructura de la biosfera.1 Esta propuesta fue retomada por Luhmann para referir a la auto-organizacin comunicativa del poder.2 A diferencia de Bertalanffy, quien afirma que todo sistema est organizado a partir del

    1 Ludwig Bertalanffy, General System Theory: Foundations, Development, Applications (New York: George Braziller, 1968).

    2 Niklas Luhmann, Complejidad y Democracia, en Sistemas polticos: trminos conceptuales, ed. Manuel Cupolo, 27-52 (Mxico: UAM-A, 1986).

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    intercambio con su entorno, Luhmann sostiene que el Estado es un sistema de comunicacin que se especializa en la persuasin de sus subsistemas. La simplicidad poltica es una dimensin coercitiva del Estado derivada de la ilegitimidad electiva y concentracin del poder en un lder o grupo. La sim-plicidad coercitiva alude a procesos irracionales en los que la personalidad del lder o la dinmica del grupo en el poder determinan sus decisiones y acciones sin considerar los costos y los beneficios de sus convicciones. La simplicidad ilegtima se sustenta en una tica carente de responsabilidad y propensin al futuro. Se trata de una aversin a la certidumbre en la que las emociones definen el rumbo de un Estado. El azar aunado a la mstica parecen ser considerados para emprender conflictos en nombre del naciona-lismo, la identidad, el poder e ideologa. La simplicidad coercitiva representa una dimensin de la historia de la humanidad en la que los conflictos pro-ducan cambios an a pesar de que tales discrepancias se sustentaran en los lmites personales o grupales que ilegtimamente representan a un Estado. La simplicidad poltica es un mecanismo de coercin de los sistemas tribales, autoritarios, totalitarios o en transicin que aspiran a la democracia, aunque sta implique un cambio diversificado en las formas de Estado y los regme-nes de gobierno (ver Figura 1).

    Fig. 1. Los sistemas polticos.

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    El pensamiento sistmico luhmaniano parece coincidir con la propuesta de un Estado moderno slido. Bauman sostiene que las ciudades fueron construidas bajo el principio de modernidad que consiste en seguridad e identidad en torno a un Estado omnipresente.3 Las urbes fueron edificadas para proteger a sus habitantes de las invasiones o inundaciones. Toda ciudad moderna, tena un centro de poder en el que ubicaban panpticos que per-mitan la vigilancia interna y externa. Durante esta etapa de modernidad, el Estado era sinnimo de solidez y robustez. Este planteamiento baumaniano del poder monoplico del Estado, concuerda con el concepto luhmaniano de autorganizacin sistmica. El Estado, es un sistema que se organiza en torno a sus elementos internos y factores externos que justifiquen su coer-cin. Ambos, son esenciales para el funcionamiento sistmico del Estado. Los elementos endgenos, al ser amenazados por los factores externos, ne-cesitan someterse a un sistema de coercin que garantice su seguridad. Tan-to Bauman como Luhmann piensan en un Estado coercitivo que unifica las simetras y extermina las asimetras.

    Sin embargo, entre el planteamiento baumaniano y la propuesta luhma-niana hay una diferencia sustancial que alude a la modernidad del Estado. Para Bauman el mercado est sustituyendo al Estado, para Luhmann el Es-tado se ha complejizado hasta un punto tal que el mercado es un nuevo mecanismo de control persuasivo.4

    El Estado guiddeniano refiere a una autoestructuracin de sus subsistemas endgenos. Se trata de una democracia estructurante. Es decir, los elementos endgenos del Estado convergen en normas que los diferencian de los factores exgenos. Ms an, los elementos internos del rgimen, son considerados, en primera instancia, sbditos por Guiddens porque slo internalizan sus normas coercitivas. Luhmann sostendra que el Estado, en tanto se organiza internamente, determina sus subsistemas endgenos, pero son estos elementos internos los que configuran al rgimen. Si la poltica es el debate de ideas y la construccin de consensos en torno a una agenda, entonces el Estado incide en el debate pblico por medio de sus instituciones de gobierno al mismo tiempo que los individuos, grupos, asociaciones, sindicatos, gremios, agrupaciones, conglomerados y sociedades reconfiguran su gobernanza.5 En este nivel de anlisis, Luhmann

    3 Zygmunt Bauman, La globalizacin: consecuencias humanas (Mxico: FCE, 1998).4 Zygmunt Bauman, Vida de consumo (Barcelona: Anthropos, 2008).5 Anthony Giddens, Central problems in social theory: Action, structure and contradiction in social

    analysis (Berkeley: UCLA, 1979).

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    parece referir a una democracia participativa en el mismo sentido planteado por Kymlicka (1989). El filsofo alemn parece convenir con el filsofo canadiense en la idea de participacin poltica como complemento de la estructuracin del Estado. Es aqu donde el mercado tiene cabida en el esquema sistmico del poder poltico, las formas de gobierno y los regmenes de Estado.

    El mercado, aparece como un tercer poder, incluso coercitivo, entre el Estado y sus elementos endgenos que Kymlicka llama ciudadana partici-pativa y Guiddens reconoce, en segunda instancia, como agencia. Estado, mercado y ciudadana seran estructuras de un mismo sistema develado por su tendencia a excluir la diversidad que atente contra su estructuracin po-ltica coercitiva. Esta triada en tanto sistemas interdependientes o subsiste-mas convergentes de coercin son los fundamentos sistmicos de la realidad poltica. Es decir, los individuos que integran las instituciones, las personas que trabajan en las organizaciones y los ciudadanos que participan en las sociedades, son factores de coercin con el objetivo de excluir a portadores de normas, valores y creencias que diversifiquen la realidad poltica.

    La coercin poltica esgrime instituciones pretorianas que se encarga-ban de ejecutar los designios de los lderes. Tales instituciones mantenan una vigilancia sobre los sbditos porque eran considerados disidentes y por ello haba que someterlos a un rgimen represivo que les impidiera vaticinar cambios estructurales desfavorables al sistema (ver Figura 2).

    No obstante, los avances tcnicos y cientficos incrementaron el inter-cambio comercial entre los feudos y con ello el aumento de la poblacin fue considerada una amenaza para el rgimen. Por ello, las fronteras se abrieron al comercio y la migracin. Ambas germinaron en ideas de libertad. Una vez puesta en marcha la ideologa liberal se requera de instituciones que contri-buyeran a la legitimidad de la repblica reduciendo la disidencia a un plano crtico disuasivo de las movilizaciones armadas.

    Una vez creadas las constituciones, los partidos, los lderes, los simpati-zantes e incluso los disidentes, se firmaron los protocolos para legitimar la contienda, el debate, los comicios, la transferencia y el ejercicio del poder poltico. El nuevo sistema se diversific, fue adoptado y ajustado segn las caractersticas de la ciudadana y sus integrantes.

    En sociedades individualistas tales como las europeas y las norteamerica-nas, en el mbito pblico, los Estados otorgan autonoma absoluta o relativa a sus ciudadanos para que en el mbito privado su autocontrol determine

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    decisiones y acciones personales ms que grupales, sectoriales o sociales. El crecimiento y la prosperidad econmica es el resultado de esfuerzos, capaci-dades, conocimientos, habilidades e innovaciones individuales.

    Figura 2. Los sistemas polticos coercitivos.

    En sociedades colectivistas tales como las latinas o asiticas, los Estados intervienen en las esferas pblicas y privadas para contribuir a la identidad y el arraigo de sus ciudadanos. El Estado apela al crecimiento, al avance y al progreso como resultado de la unin de las diferencias y las desigualdades, la solidaridad y la cooperacin.

    En el plano poltico, el sistema persuasivo no ha sido diversificado del todo a pesar de que cuenta con tres modelos de representacin y gober-nanza. Se trata del parlamentarismo, el presidencialismo y el semi-presiden-cialismo. Principalmente, el sistema presidencialista ha sido asociado con la concentracin del poder, iniciativa y veto, el cual estara relacionado con los sistemas coercitivos puesto que en sociedades colectivistas con un presiden-te tienden al populismo (ver Figura 3).

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    Fig. 3. Los sistemas polticos persuasivos.

    Sin embargo, los sistemas persuasivos en el futuro parecen orientarse hacia dos formas de Estado y regmenes de gobierno. Dado que el dete-rioro ecolgico amenaza cada vez ms a economas, regmenes polticos y ciudadanos-consumidores, el nuevo modelo de desarrollo sustentable defi-nir dos sistemas complejos: aversin o propensin al futuro. El primero se caracterizar por un amplio espectro de opciones partidistas, candidaturas, debates, contiendas en general que vaticinarn a la escasez o extincin de recursos y distribucin condicionada entre las especies animales y vegetales, las generaciones actuales y futuras como su principal justificacin, estrategia, plataforma y legitimidad poltica. El segundo tendr una amplia gama de ideas en las que cada una sern discutidas para definir una agenda universal como principal estandarte de disponibilidad y distribucin equitativa de los recursos entre especies y generaciones (ver Figura 4).

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    Fig. 4. Los sistemas persuasivos futuros.

    En sntesis, la simplicidad coercitiva y la complejidad persuasiva son po-lticas de aversin y propensin al futuro construidas por instituciones tanto ilegtimas como legtimas en torno a las cuales coexisten desigualdad e igualdad, represin y liber-tad, injusticia y justicia, sometimiento y dignidad, irracional y racionalidad, disidentes y adherentes, estructura y coyuntura, economa y comunidad, globalizacin e identidad. En suma, Estado y ciudadana. Tal coexistencia se debe a la transferencia sesgada y manipulada de informacin por parte de los medios de comunicacin masi-va de una entidad poltica a una entidad cvica.

    La mediatizacin sistmica de la poltica

    El Estado, en su proceso evolutivo que va de la simplicidad coercitiva a la complejidad persuasiva, ejerce su poder sobre la ciudadana predomi-nantemente en imgenes y discursos que, por un lado, propician emociones y comportamientos intermitentes, y, por el otro, provocan razonamientos sistemticos sobre su legitimidad (ver Figura 5).

    Semi presidencialismo; presidente que al ser elegido por el pueblo slo puede formar su gabinete con el apoyo y la censura del parlamento.

    Parlamentarismo; primer ministro y gabinete elegidos por el parlamento y sustituidos por su censura.

    Presidencialismo; presidente que al ser elegido por el pueblo puede formar un gabinete sin apoyo o censura del parlamento.

    Propensin al futuro (sustentabilidad ecocntrica). Legitimidad a partir de la disponibilidad de los recursos naturales y distribucin equitativa entre las especies animales y vegetales, actuales y futuras, tarifas, subvenciones, sanciones e incentivos.

    Aversin al futuro (Sustentabilidad antropocntrica). Legitimidad a partir de la disponibilidad de los recursos naturales y distribucin condicionada dando prioridad a consumidores que puedan costear la variacin de tarifas, sanciones, incentivos y subvenciones.

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    Fig. 5. La mediatizacin sistmica de la poltica.

    El Estado puede ser coercitivo, estructurante al individuo mediante sus instituciones segn Giddens, pero es en esencia un modelo persuasivo que excluye del poder a sus subsistemas competidores para autorganizarse.6 Bauman se aproxima al concepto luhmaniano de Estado al considerar que evolucion para ser considerado un instrumento de seguridad, confort e identidad para los habitantes de la zona central slida urbana en referencia a la inseguridad, pauperizacin y desarraigo de los migrantes asentados en la periferia urbana.7 Sin embargo, Luhmann aclara que en tanto sistema, el Estado diversifica las relaciones de poder que tiene con sus subsistemas. Si el Estado Baumaniano ha transitado de la solidez a la liquidez, el Estado luhmaniano ha transitado de la simplicidad a la complejidad, de la coercin a la persuasin.

    En esencia, el Estado Moderno y su sistema poltico persuasivo difunden imgenes ms que discursos porque tales smbolos propician indecisin e inaccin entre los habitantes de un territorio.8

    6 Anthony Giddens, Structuration theory: past, present and future, en Giddens Theory of structuration. A critical appreciation, ed. David Jary, 101-118 (London: Routledge, 1991).

    7 Zygmunt Bauman, La sociedad sitiada (Mxico: FCE, 2002).8 David Easton, Esquema para el anlisis poltico (Buenos Aires: Amorrourtu, 1965/1966).

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    Luhmann sostiene que un sistema autoevoluciona a partir de un subsis-tema persuasivo regulador de las desigualdades entre sus elementos end-genos. En esencia, ste subsistema ha evolucionado de otro que empleaba la coercin para dividir y unir a los subsistemas. Este sistema regulador es persuasivo porque controla los flujos de informacin que les permitiran a las personas tomar decisiones acordes a la situacin por la que atraviesa el sistema.9 En la concepcin luhmaniana, el control de los medios masivos de comunicacin provee de un poder limitado al Estado ya que las nuevas tecnologas y sobre todo su evolucin, conllevan ms costos que beneficios. El Estado debe evitar envolverse en la incertidumbre que caracteriza a las sociedades. Incluso, mediante campaas polticas, el Estado debe disuadir a los factores exgenos que lo amenazan y persuadir a los elementos end-genos que lo fortalecen. El Estado totalitario o autoritario que control los medios de comunicacin termin por construir una imagen de injusticia. En cambio, el Estado que otorga libertades a los medios se somete a la crtica, infundada, de sus disidentes e incluso simpatizantes. Por ello, el Estado debe mostrarse con apertura al dilogo, al debate, al plebiscito, al juicio moral, social y poltico. El Estado alcanza su legitimidad construyendo una imagen que el electorado perciba como justa o cuando menos, no injusta. Luhmann descubri primero que nadie, el futuro meditico del Estado y centr su anlisis en la comunicacin con sus subsistemas. En tiempos donde la ima-gen se impone al discurso, el Estado requiere de publicistas, mercadlogos y diseadores ms que de estrategas antimotines, policas antidisturbios o periodistas proselitistas. En efecto, la justicia es un tema que se olvida en la medida en que la apariencia de la imagen se impone como instrumento de legitimidad y legalidad ante la percepcin del electorado. En este senti-do, Kymlicka advierte que la participacin ciudadana debe ir ms all de la exigencia, la crtica o la manifestacin, la libertad le ha sido otorgada al indi-viduo para construir un sistema redistributivo del poder en el que los con-trapesos son fundamentales para su conservacin.10 No obstante, Bauman asegura que al vivir en un sistema consumista no ser necesaria la perpetua-cin del Estado, la persuasin subsistmica o la participacin multicultural porque antes de que eso ocurra el sistema se habr autoliquidado.11 Es decir, los medios de comunicacin en tanto subsistema persuasivo de la comple-jidad poltica, seleccionan y difunden los temas que la opinin pblica, en

    9 Niklas Luhmann, Sociologa del riesgo (Mxico: UdeG, 1992).10 Will Kymlicka, Filosofa poltica contempornea. Una introduccin (Barcelona: Ariel, 1995).11 Zygmunt Bauman, Vida Lquida (Barcelona: Paids, 2005)

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    primera instancia, y el Estado, en ltima instancia, adoptaran en una agenda pblica de discusin.

    McCombs elabor la Teora del Establecimiento de la Agenda para ex-plicar dos mecanismos subsistmicos de seleccin y difusin de los temas que la opinin pblica y la clase poltica adoptar como agenda de discusin pblica. Los titulares y encabezados de los medios de comunicacin masi-vos son elaborados a partir de criterios mediticos tales como los niveles de audicin y comercializacin. En este sentido, los eventos, sucesos o hechos no implican necesariamente la cobertura meditica sino implican altos ni-veles de expectacin e inters de patrocinadores. Debido a que la cobertura meditica es diferente a los hechos porque los maximiza, los minimiza, los omite o los distorsiona, los medios de comunicacin inciden directamente en la agenda pblica e indirectamente en la agenda poltica.12 McCombs con-sidera a la televisin, la radio y los peridicos no como medios transmisores de los acontecimientos pblicos sino como productores de informacin. En este sentido, los pblicos no son los receptores de la informacin sino intermediarios que transmiten los intereses informativos de los medios para incidir en las polticas pblicas. McCombs concibe a los medios de comu-nicacin como estructuras persuasivas que determinan tanto los elementos endgenos como los elementos exgenos del sistema poltico. Al seleccio-nar y difundir determinados hechos, los medios de comunicacin definen la inclusin y exclusin de temas y criterios de discusin correspondientes. Al incidir en la opinin pblica, los medios de comunicacin homogenizan los subsistemas persuasivos reduciendo las libertades a una agenda meditica.

    En tal sentido, McCombs contrapone el trmino audiencia al concepto de participacin de Kymlicka. La justicia es para McCombs el resultado de una seleccin y difusin de temas y criterios para su discusin. La agenda meditica para Kymlicka es el resultado de la participacin racional ciudada-na. La audiencia en el planteamiento mccombsiano es intermediaria y trans-misora de la informacin fragmentada y reducida a imgenes que influirn en las protestas, mtines, marchas, bloqueos y manifestaciones colectivas que en la concepcin kimlickaniana son el resultado de la racionalidad individual y la discusin pblica.

    La Teora del Establecimiento de la Agenda de McCombs complementa el planteamiento baumaniano de la modernidad lquida. Si la modernidad

    12 Maxwell McCombs, The agendasetting function of mass media, The public Opinion Quarterly 36 (1972): 176-187.

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    slida se sustentaba con los subsistemas coercitivos tales como el ejrcito que provea seguridad a los sbditos, la posmodernidad lquida se construye con subsistemas persuasivos tales como los medios de comunicacin que proveen criterios de discusin de temas a los pblicos o audiencias. No obs-tante, McCombs estara en desacuerdo con Bauman sobre la liquidez del sis-tema poltico. El Estado, su sistema persuasivo y sus subsistemas mediticos, son productores de informacin que las audiencias adoptan en forma de va-lores, normas, percepciones, creencias, actitudes, motivos e intenciones im-provisadas, pero permanentes porque se activan cada vez que las audiencias discuten un tema. Es decir, el sistema de la complejidad poltica se perpeta mediante la estructura de creencias y valores provocados por la seleccin y difusin de informacin. En este punto, McCombs y Giddens interceptan sus teoras al evidenciar la primaca de las normas, valores y creencias sobre los conocimientos de la opinin pblica y las polticas pblicas.

    Afectividad de la complejidad poltica

    La relacin asimtrica en el Estado y la ciudadana, al estar mediatizada, produce afectividad discursiva ms que conflicto y cambio. Es decir, los sm-bolos en torno a la disponibilidad y distribucin de los recursos naturales a partir de derechos, capacidades, necesidades y expectativas de la ciudadana delinean creencias, decisiones y acciones antropocntricas que por su natu-raleza emotiva son intermitentes (ver Figura 6).

    Fig. 6. Afectividad de la complejidad poltica.

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    20 Garca Lirios y otros

    Si la complejidad de un sistema consiste en un incremento de la identidad ciudadana hacia su Estado, si la identidad denota acuerdos y desacuerdos con el Estado, si los subsistemas muestran la diversificacin del poder, en-tonces el Estado une a disidentes y adherentes al mismo tiempo que frag-menta principios, creencias, decisiones y acciones.

    Si el Estado ha dividido a sus subsistemas en centrales y perifricos fa-voreciendo a los primeros y obstaculizando a los segundos, el Estado luh-maniano ha seducido a sus subsistemas hasta un punto tal en el que lo con-sideran imprescindible para su desarrollo. A pesar del liberalismo poltico, que supone la maximizacin de las libertades frente a la minimizacin de las igualdades, el Estado luhmaniano se erige como el gendarme por excelencia y legitimidad sin el cual, el mercado estara condenado a su extincin. Es por ello que Rawls se aproxima a la concepcin luhmaniana del Estado al con-siderar que una libertad sin Estado o por el contrario, el totalitarismo, son polos injustos cuyas consecuencias convergen en una distribucin asimtrica del poder. Por ello, tanto Rawls como Luhmann estn de acuerdo en que el Estado asuma el control limitado de la sociedad para perpetuarse como la institucin poltica ms importante de la historia.

    De este modo, el Estado es un sistema persuasivo que distribuye asimtricamente el poder para perpetuar su hegemona sobre los subsistemas que lo configuran.

    Si el Estado busca su eternizacin y trascendencia complejizando su he-gemona poltica, entonces los subsistemas son factores externos e internos que fundamentan la autorganizacin del Estado.

    Kymlicka observa un problema fundamental en la sociedad multicultu-ral canadiense a la que expone como un conglomerado de diversidad.13 La preocupacin del filsofo canadiense es muy parecida a la advertencia del filsofo ingles Rawls: la justicia en la equidad y la diversidad. En efecto, de-trs de todo sistema poltico est el dilema fundamental de la igualdad versus la libertad.14

    Un sistema en el que todos tienen el mismo punto de oportunidad y necesariamente tendrn un mismo punto de llegada o encuentro, es una sociedad altamente coercitiva y por ende, injusta. Un sistema en el que las oportunidades estn reservadas para unos cuantos limita la libertad de elec-cin y, con ello, amplifica la brecha entre los subsistemas favorecidos y los

    13 Will Kymlicka, Liberalism, Community, and Culture (Oxford: Oxford University Press, 1989).14 John Rawls, A theory of justice (Cambridge: Harvard University Press, 1971).

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    Fundamentos sistmicos de la complejidad poltica 21

    subsistemas excluidos. Por ello, tanto el filsofo canadiense como el fil-sofo norteamericano estn a favor de la libertad en su ms amplio sentido. Sin embargo, Kymlicka es menos efusivo al plantear que la participacin ciudadana es la determinante de toda libertad y justicia en un sistema. En contraste Rawls considera que es el mismo sistema quien debe procurar la compatibilidad entre la libertad individual y la equidad social. Ambos, estn a favor de la libertad que diversifique y al mismo tiempo unifique al sistema. Un Estado que promueve la libertad ciudadana para su participacin acepta su restructuracin en funcin de la diversidad de ideas. Un rgimen que limi-ta la libertad asume las consecuencias de la injusticia social. Una democracia injusta requiere de subsistemas para legitimarse y un Estado justo se legitima a partir de la libertad de sus elementos endgenos a costa de eliminar los factores externos.

    La distribucin de recursos en un sistema implica un problema funda-mental en torno a su redistribucin. En esencia, el Estado no podra encar-garse de regular las relaciones entre sus elementos endgenos, pero puede otorgar libertades de decisin y accin. Por ello, en la concepcin liberal de Nozick, el Estado se enfoca en cuestiones mnimas tales como el derecho de propiedad y la seguridad de la misma. El Estado deja a la libre eleccin la competencia y la solidaridad entre sus elementos endgenos15.

    El Estado produce injusticia retributiva porque slo atiende a las nece-sidades de quienes son propietarios de recursos. En contraste, Rawls consi-dera que el Estado debe impulsar la libertad de eleccin como contrapeso a las desigualdades endgenas del sistema. El Estado rawlsiano, a diferencia del nozickniano, maximiza la libertad y minimiza la desigualdad, se trata de un Estado en el que se produce justicia limitando las decisiones personales que contravienen el bienestar colectivo. Este mecanismo de coercin al in-dividualismo requiere de mecanismos de consenso en donde los subsiste-mas endgenos participan racionalmente en el debate, votacin, legislacin e implementacin de una ley reguladora de la competencia por los recursos. Nuevamente, la complejidad del sistema se asoma para insistir en el final de la coercin y el devenir de la persuasin.

    15 Robert Nozick, Anarqua, Estado y Utopa (Mxico: FCE, 1998).

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    Conclusin

    El presente ensayo ha expuesto los fundamentos sistmicos de la com-plejidad poltica y concluye que existe una relacin asimtrica entre los me-dios de comunicacin masiva, las audiencias y la clase poltica la cual evi-dencia las similitudes entre la agenda meditica y la agenda pblica, pero muestran diferencias entre la agenda meditica-pblica y la agenda poltica. Mientras los medios de comunicacin seleccionan temas, los enmarcan y difunden con el propsito expreso de minimizar la libertad individual y la justicia social maximizando la exclusin de los factores exgenos por medio de la supresin de los temas crticos en la agenda pblica, el Estado parece empearse en desaparecer los valores y las virtudes de legitimidad que lo llevaron a su emergencia y consolidacin.

    La complejidad poltica consiste en la mediatizacin de smbolos que al ser sesgados y retransmitidos a las audiencias legitiman al Estado como garante de la seguridad a partir de la unin ante la escasez de recursos natu-rales. Como resultado de la mediatizacin poltica, la afectividad de la ciu-dadana se orienta a la captacin de smbolos y procesamiento heurstico de informacin como determinantes de sus derechos, capacidades, necesidades y expectativas.

    El trnsito de los sistemas coercitivos a los sistemas persuasivos indica la simplicidad de los regmenes tribales, totalitarios y autoritarios al mismo tiempo que presente a los regmenes democrticos como persuasivos pues-to que las formas democrticas de Estado se desarrollaron a la par que los avances cientficos y las innovaciones tecnolgicas.

    En cada sistema persuasivo democrtico, subyacen factores exgenos tales como disidentes y recursos naturales que por su externalidad son con-siderados insumos del sistema, pero espurios en su incidencia participativa puesto que el Estado, a travs de los medios de comunicacin, reduce su amenaza coercitiva a ideas crticas, diversificadas y etreas. Por una parte, tal diversificacin participativa justifica la ubicuidad del Estado moderno. Es decir, justifica el empleo de las Tecnologas de Informacin y Comunicacin (TIC) para espiar y contraespiar a la ciudadana. Por otra parte, nulifica la organizacin de la ciudadana reducindola a meros consumidores al frag-mentarlos en individuos y necesidades de consumo slo satisfechas por el mercado.

    Sin embargo, el Estado persuasivo por s slo no agota la complejidad poltica dado el proselitismo, estrategia, plataforma y eleccin poltica, la

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    Fundamentos sistmicos de la complejidad poltica 23

    concentracin y alternancia del poder, la participacin ciudadana, la creacin y desarrollo de instituciones, la mediatizacin de la informacin que genera el sistema poltico, la diversificacin de mensajes, derechos, capacidades, ne-cesidades, expectativas, razonamientos, decisiones y acciones, son tambin elementos fundamentales. La complejidad poltica alude a la coercin per-suasiva y a la persuasin coercitiva cuando el Estado decide por una ciuda-dana renuente a la coercin, pero cada vez ms creativa y por ende unida, principales requerimientos para una revolucin econmica, poltica y social.

    Cruz Garca Lirios.Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Facultad de Estudios Zaragoza. E-mail: [email protected]

    Mara de Lourdes Morales Flores. Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Facultad de Estudios Zaragoza. E-mail: [email protected].

    Jos Marcos Bustos Aguayo. Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Facultad de Estudios Zaragoza. E-mail: [email protected]

    Javier Carren Guilln.Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Facultad de Estudios Zaragoza. E-mail: [email protected]

    Gerardo Arturo Limn Domnguez. Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Facultad de Estudios Zaragoza. E-mail: [email protected]

    Jorge Hernndez Valds. Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Facultad de Estudios Zaragoza. E-mail: [email protected]

    Recibido: 19 de agosto de 2011Aceptado: 29 de julio de 2013

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    La educacin como puente: Simmel, la tragedia de la cultura, y el desarrollo significativo del ser

    Marina Alejandra GoldmanResumenSe debate la idea simmeliana de tragedia de la cultura en el marco de la relacin entre cul-tura y vida en la modernidad. Complementariamente se indaga el potencial de la pedagoga escolar para, segn Simmel, establecer un vnculo entre educacin y cultura. Finalmente, se reflexiona sobre las deseables consecuencias que el establecimiento de este vnculo podra acarrear para el aplacamiento de la tragedia moderna descripta por el autor. Palabras clave: cultura, modernidad, tragedia, pedagoga, educacin.

    AbstractThe author discusses the Simmelian idea of tragedy of culture in the context of the re-lationship between culture and life in the modern age. She explores the potential of school education for establishing a link between education and culture. Finally, she reflects on the desirable consequences this link once established could lead to the appeasement of modern tragedy described by Simmel.Keywords: culture, modernity, tragedy, pedagogy, education.

    Introduccin

    Este trabajo se inscribe en el marco de los cambios que trae aparejados la llegada de la modernidad en tiempos donde el hombre ya no encuentra refugio en Dios y donde a su vez la ciencia y la tcnica han reemplazado el fin ltimo de la vida1. El inters del mismo radica en reflexionar sobre las posibilidades de la educacin como puente para alcanzar el desarrollo cultu-ralmente significativo del ser.

    Comenzar por una breve presentacin de la tragedia de la cultura, la relacin entre cultura y vida, en la modernidad. A continuacin seguir una

    1 La tcnica, es decir, la suma de medios necesarios a la existencia, se convierte en el conte-nido propio de los esfuerzos y las valoraciones, hasta que el hombre se encuentra rodeado por todas partes por empresas e instituciones que corren en todas direcciones, y a todas las cuales les faltan los fines definitivos que les dan valor. En tal situacin de la cultura, es cuando se siente la necesidad de un fin ltimo para la vida en general. Mientras la vida se llena con series cortas de fines, satisfactorias cada cual de por s, le falta el desasosiego que ha de producirse al darse cuenta de que se encuentra presa en una red de medios, rodeos, soluciones provisorias (Georg Simmel, Schopenhauer y Nietzsche [Buenos Aires: Terramar, 2004], 17-18).

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    indagacin, al interior de una seleccin de captulos de las lecciones sobre la pedagoga escolar de Simmel, sobre aquellas conceptualizaciones, ideas que permitan establecer imbricaciones entre la educacin y la cultura. Para as, por ltimo, partiendo de esta articulacin, repensar un posible consuelo o aplacamiento de esta inexorable tragedia moderna.

    El dinero y la preponderancia de los medios sobre los fines

    El desarrollo de la economa monetaria capitalista constituye el origen histrico de la experiencia de la modernidad. El dinero por su carcter din-mico, efmero y prctico es el smbolo de la modernidad por excelencia. Su capacidad de equiparar, de medir, de cuantificar absolutamente todo,2 configura un mundo objetivo.3 El dinero como medio ltimo expresa la pre-ponderancia de los medios sobre los fines.

    La complejidad y la confusin crecientes que la vida moderna conlleva, impiden que se satisfaga en forma lineal la secuencia: deseo, medio, fin. A tal punto que convierten al trmino intermedio en una pluralidad de medios. Esa extensin de las series de fines hace de la vida un problema tcnico. La conciencia queda detenida, atrapada en los medios, y los fines ltimos, de los cuales recibe sentido y significacin toda la cadena, permanecen ocultos.

    Slo cuando comprendemos el carcter de medios que tienen innume-rables actividades e intereses en los que nos habamos concentrado, como en valores definitivos, advertimos el problema agudo de significacin y el objeto del conjunto.

    El cristianismo prest a la vida el fin absoluto que sta ansiaba, uno po-dra perderse en un laberinto de meros medios y relatividades, pero la salud

    2 El espritu moderno se ha convertido cada vez ms en un espritu calculador. Al ideal de la ciencia natural de transformar el mundo en un ejemplo aritmtico, de fijar cada una de sus partes en frmulas matemticas, corresponde la exactitud calculante a la que la economa monetaria ha llevado la vida prctica; la economa monetaria ha llenado el da de tantos hombre con el sopesar, el calcular, el determinar conforme a nmeros y el reducir valores cualitativos a cuantitativos (Georg Simmel, Individuo y libertad: Ensayos de crtica de la cultura [Barcelona: Pennsula, 1986], 250).

    3 En la medida que el dinero equilibra uniformemente todas las diversidades de las cosas y expresa todas las diferencias cualitativas entre ellas por medio de diferencias acerca del cuanto, en la medida en que el dinero, con su falta de valor e indiferencia, se erige en deno-minador comn de todo valor, en esta medida, se convierte en el nivelador ms pavoroso, socava irremediablemente el ncleo de las cosas, su peculiaridad, su valor especifico, su incomparabilidad (ibd., 252).

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    del alma y el reino de Dios se ofrecan a los hombres como el fin absoluto ms all de todo lo singular, fragmentario y absurdo de la vida.4 Sin embargo, en los ltimos siglos, este fin absoluto perdi, para muchos, su capacidad orientadora. Lo que permaneci ante la prdida de la fe, fue el anhelo de un fin ltimo de la vida. Tal inclinacin forma parte del legado del cristianismo.5

    Para Simmel, este estado ntimo del hombre moderno est expresado en la filosofa de Schopenhauer, quien establece en su punto central que la esen-cia de la metafsica del mundo y de nosotros mismos encuentra su mxima expresin general y decisiva, en la voluntad. La voluntad es el material cons-tituyente de nuestra subjetividad, su esencia. Porque lo irrefutable del ser es su movimiento constante. Su permanente rebasarse a s mismo.

    La voluntad es la sustancia de nuestra vida subjetiva, porque lo absoluto del ser es su impulso incesante, un continuo ir ms all de s mismo, que est condenado a quedar eternamente insatisfecho. Porque la voluntad no puede hallar nada fuera de s en que satisfacerse, y es impulsada en un camino eter-no a continuar tras cada etapa de descanso aparente.6

    De esta manera, Schopenhauer expresa, en una concepcin general del mundo, la demanda de un fin ltimo para la existencia y, al mismo tiempo, su imposibilidad.7 Schopenhauer se detiene en la negacin de la voluntad del fin ltimo, por lo que la nica conclusin que puede sacar al respecto, es la de la negacin de la voluntad de vivir.

    4 El cristianismo vino a traer a este anhelo una realizacin radiante. Por primera vez en la historia occidental se ofreca a las masas un valor absoluto del ser que trascenda todo lo singular, fragmentario y absurdo del mundo emprico: la salvacin del alma y el reino de Dios. Ahora, cada alma tena un lugar en la casa de Dios y como cada una de ellas era por-tadora de su salvacin eterna, todas resultaban infinitamente valiosas, las de las personas menos decisivas e importantes, como las de los hroes y sabios. Por medio de la relacin del alma con Dios, toda la importancia, la totalidad y la trascendencia de este, irradiaba so-bre aquella. De esta manera, por medio de un acto de poder soberano, que conceda al alma un destino eterno y una importancia ilimitada, aquella se liberaba, de un golpe, de todo lo meramente relativo, de todo mero ms o menos de la apreciacin. Y el fin ltimo, con el que el cristianismo haba vinculado el valor absoluto del alma, experimentaba una evolu-cin peculiar (Georg Simmel, Filosofa del dinero [Madrid: Instituto de Estudios Polticos, 1977], 445. Obviamente encontramos en Simmel una descripcin antropolgica dualista del cristianismo.

    5 Simmel, Schopenhauer y Nietzsche, 18-19.6 Ibd., 19.7 Lo absoluto de la voluntad, que es idntico a la vida, no le deja llegar a aquietarse en nada

    exterior a ella, porque fuera de ella nada existe. Y de esta manera expresa la situacin de la cultura del momento, llena de anhelo por un fin ltimo de la vida, que siente como desva-necido para siempre, o como ilusorio (ibd., 19).

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    Nietzsche encuentra en el hecho de la evolucin del gnero humano la posibilidad de un fin que permite a la vida afirmarse. Para Schopenhauer la vida est condenada en ltima instancia a la carencia de valor y de sentido, por ser en s misma voluntad. sta no posee fin ltimo, si lo tuviera dejara de ser voluntad.

    Para Nietzsche, la vida puede llegar a ser su propio fin. La vida efectiva ser tanto ms evolucin cuanto mayor sea el nmero de elementos que se desplieguen para el fortalecimiento de su propio ser. El fin de la vida es la vida misma, su intensificacin, su evolucin, su elevacin. Contiene en s misma posibilidades de intensificacin, puede volverse ms rica y ms plena, ms vida. La vida es superacin y constante fluir. La evolucin no es otra cosa que el desarrollo de las energas latentes, la realizacin de aquello que exista escondido en forma de mera posibilidad.

    La vida es una suma incalculable de fuerzas o posibilidades, dirigidas en s mismas a la elevacin, intensificacin y aumento de la eficacia del proceso vital.8

    Sobre la filosofa de la cultura

    Los conflictos ms delicados de la vida moderna, provienen de la resis-tencia que ofrece el individuo a ser nivelado, de la aspiracin del hombre moderno de preservar su peculiaridad y su autonoma frente a la preeminen-cia de la sociedad.

    Las grandes ciudades propician condiciones para poner en crisis la vida anmica de los urbanitas. El permanente intercambio de impresiones inter-nas y externas, incrementa la vida nerviosa e impide que la consciencia pue-da ser animada por las diferencias. Hay una sobreestimulacin que impide la captacin de esta diferencia, que es primordial para la asimilacin de lo particular. La multiplicidad de estmulos imposibilita esta experiencia.

    8 Nietzsche, en oposicin a Schopenhauer, ha extrado del pensamiento de la evolucin un concepto completamente nuevo de la vida: el de que la vida es, en su ser ms ntimo y propio, intensificacin, aumento, concentracin cada vez mayor de las fuerzas ambientes en el sujeto. [] la vida puede llegar a ser su propio finla vida aparece como una suma incalculable de fuerzas o posibilidades, dirigidas en s mismas a la elevacin, intensificacin, y aumento de eficacia del proceso vital (ibd., 20-21).

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    En este sentido, como tctica defensiva prevalece el entendimiento como mediacin entre sujetos y objetos, desplazando al sentimiento.9 As como tambin, para atenuar el nerviosismo se emplean diversas estrategias de ais-lamiento; emergen la indiferencia, la indolencia.10 Quiz no haya ningn otro fenmeno anmico que est reservado tan incondicionalmente a la gran ciudad como la indolencia.11

    La paradoja trgica que subyace a la cultura, tiene que ver con la posi-bilidad del alma subjetiva de crear abundantes figuras objetividades que subsisten independientemente de ella y de la condicin de atemporalidad de estas objetividades fijas, que se oponen al continuo fluir de la subjetividad creadora que se sabe finita.12

    La vida contiene en su presente su futuro en forma especfica, esto per-tenece nicamente, es propio del proceso vital. En su interior, abraza a la personalidad como totalidad y como unidad, que porta en s misma su posi-bilidad de realizacin, de alcanzar la plenitud.

    Es lo propio de la cultura contribuir a la realizacin de la significacin cultural. Ser el puente desde el cual el sujeto salga de s mismo para luego poder volver hasta s mismo; pero, este proceso resulta inacabado, porque esa objetividad cultural autnoma no puede ser significada por el sujeto.13

    9 De este modo, el tipo del urbanitase crea un rgano de defensa frente al desarraigo con el que le amenazan las corrientes y discrepancias de su medio ambiente externo: en lugar de con el sentimiento, reacciona frente a stas en lo esencial con el entendimiento, para el cual, el acrecentamiento de la consciencia, al igual que produjo la misma causa, procura la prerrogativa anmica (Simmel, Individuo y libertad: Ensayos de crtica de la cultura, 248).

    10 De hecho, la sobreestimulacin de sentidos con innumerables impresiones y yuxtaposi-cin constante con individuos annimos produce un nerviosismo acentuado, y para miti-garlo se requieren diversas formas de retiro interior y distancia social, y provoca incluso un estado total de indiferencia(David Frisby, Fragmentos de la modernidad. Teoras de la modernidad en las obras de Simmel, Kracauer y Benjamin [Madrid: Visor, 1992], 478).

    11 Ibd., 251.12 El espritu produce innumerables figuras que continan existiendo en una peculiar auto-

    noma con independencia del alma que las ha creado, as como de cualquier otra alma que las acepta o rechaza. Estas objetividades se oponen a la vivacidad que fluye, a las tensiones cambiantes del alma subjetiva, y es en esta oposicin de formas que experimenta la tragedia dada por la oposicin entre una vida subjetiva incesante, pero temporalmente finita, y sus contenidos que, una vez creados, son inamovibles, pero validos al margen del tiempo-atemporales (Georg Simmel, Sobre la aventura: Ensayos filosficos [Barcelona: Pennsula, 1988], 317-318).

    13 Es el concepto de toda cultura el que el espritu cree un objeto objetivo autnomo, a tra-vs del cual el desarrollo del sujeto tome su camino desde s mismo hasta s mismo; pero precisamente con ello, aquel elemento integrador, que condiciona la cultura, queda prede-terminado hacia un desarrollo propio que consume cada vez ms fuerzas de los sujetos a su va, sin llevar con ello a estos ltimos a la cima de s mismos: el desarrollo de los sujetos ya no puede recorrer el camino que toma el de los objetos; siguiendo, sin embargo, este

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    La forma objetiva, independiente del proceso vital creador debe ser lue-go incluida de nuevo en el proceso vital subjetivo. Sin embargo, el objeto puede apartarse de su significacin mediadora, derribando los puentes sobre los que transita su camino cultivado. Es decir que la trayectoria de sujetos a sujetos a travs de objetos puede verse obstaculizada. De modo que es este desvo el que impide el cultivo del sujeto o la realizacin del sujeto cultivado. Es entonces cuando cabra preguntarse por el papel que desempea la edu-cacin en cuanto al desarrollo de la subjetividad, no slo en referencia a la internalizacin de contenidos culturales sino tambin como promotora de su creacin.Y es en este sentido que se instituye la educacin como fuente reparadora de la tragedia de la cultura. La enajenacin que adopta el objeto frente a los sujetos que lo crearon sobre la base de la divisin del trabajo es una de las causas fundamentales de esta obstruccin. En este sentido, se podra tipificar la produccin, en base al grado de participacin en la planifi-cacin consciente del trabajo cooperativo por parte de un individuo o sin tal participacin en la planificacin consciente. Simmel postula varios ejemplos que se diferencian en base a esta distincin.

    Para ejemplificar la primera categora, se hace mencin a la fbrica en la que trabajan veinte obreros que slo conocen su tarea, desconociendo las de los dems, como as tambin su articulacin. En consonancia con esto, se ubica la orquesta, en la que cada msico se ocupa de su instrumento.

    Ambos casos coinciden en que el todo es dirigido por la voluntad de una personalidad central, rectora, mientras que esto no se cumple para el caso de la ciudad. Si bien, vista sta en su totalidad, resulta una figura plena de senti-do, la misma no ha sido construida en base a planes previos, sino siguiendo las necesidades contingentes de individuos particulares.

    Entre estas dos categoras descriptas, podemos hallar una tercera, cuyo ejemplo puede rastrearse en la produccin de un peridico que, si bien su aspecto y significacin pueden estar a cargo de una personalidad directora, se origina a partir de las contribuciones ms diversas y recprocamente con-tingentes de las ms heterogneas personalidades, completamente extraas entre s:14 El carcter de fetiche que Marx adscribe a los objetos econmi-cos en la poca de la produccin de mercancas es slo un caso peculiarmen-te modificado de este destino general de nuestros contenidos culturales.15

    ltimo se extrava en un callejn sin salida o en el vaciamiento de la vida ms ntima y ms propia(ibd., 354-355).

    14 Ibd., 346-347.15 Ibd., 350.

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    Concisamente, este tipo de fenmenos se caracteriza por la participacin de varias personas en la produccin de un objeto cultural, que en tanto uni-dad (todo) no presenta ningn creador; es decir, que no se corresponde con la unidad de un sujeto anmico.

    El tipo de estos fenmenos es, expresado absolutamente, el siguiente: por medio de la actividad de diferentes personas surge un objeto cultural que, en tanto que todo, en tanto que unidad est ah y acta especficamente, no tiene ningn productor, no ha surgido a partir de una correspondiente unidad de un sujeto anmico.16

    Los elementos se han asociado como si siguieran una lgica e intencin creadora propia, han embestido a su creador, son formas cosificadas no sustentadas por espritu alguno.17 El ineluctable destino de los elementos culturales est dado por la lgica inherente de su desarrollo. Desafortunada-mente se apartan del curso que los faculta para formar parte en el perfeccio-namiento subjetivo de las almas humanas. Esto se debe a las derivaciones de la divisin social del trabajo, a la excesiva especializacin del mismo.18

    sta despoja de sujeto al contenido cultural, lo cosifica, desterrndolo del proceso cultural genuino: la divisin del trabajo que desprovee de sujeto al contenido cultural, le da una objetividad sin alma con la que se lo arranca del autntico proceso cultural.19

    Afortunadamente, existen objetos culturales paradigmticos, cuya cuali-dad exclusiva radica en su capacidad de preservacin frente a la divisin del trabajo. Y esto, les otorga un valor cultural inconmensurable debido a que lo concebido, para el caso de las obras de arte, mantiene su correspondencia con la unidad subjetiva que lo cre:

    16 Ibd., 347.17 Los elementos se han aunado como si siguieran una lgica e intencin conformadora que

    habita en el interior de ellos mismos, en tanto que realidades objetivas, con la que no han cargado su creador. la produccin posee, sin embargo la figura acabada, realizada de una forma puramente corporal, no alimentada por ningn espritu con su significacin ahora efectiva, y puede seguir dndole curso en el proceso cultural (ibd.).

    18 Toda la excesiva especializacin que hoy en da es deplorada en todos los mbitos de trabajo y cuya prosecucin apremia, sin embargo, bajo la ley como con implacabilidad demoniaca, es slo una configuracin particular de aquel destino fatal de los elementos culturales: que los objetos poseen una lgica propia de su desarrollo- no una lgica con-ceptual, no una lgica natural, sino slo la de su desarrollo en tanto que obras culturales humanas- y en cuya consecuencia se desvan de la direccin con la que podran insertarse en el desarrollo personal de las almas humanas(ibd., 353).

    19 Ibd., 359.

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    Por ello la obra de arte es un valor cultural tan inconmensurable, porque es inaccesible a toda divisin del trabajo, esto es porque ahlo creado conser-va al creador de la forma ms ntima.20

    Son valores culturales slo en la medida que conducen a travs de s aquel camino del alma desde s misma hasta s misma, desde aquello que podra denominarse su estado natural hasta su estado cultural.21

    La cultura resuelve la tensin entre las valoraciones del espritu subjetivo y las del objetivo, llevando a cabo su unidad atravesando a ambas. En este sentido, la cultura implica aquel tipo de desarrollo personal que slo puede hacerse efectivo por medio de la incorporacin o utilizacin de valores cul-turales, que se encuentran ms all del sujeto.22

    La cultura es el punto de reunin del alma subjetiva y del producto espi-ritual objetivo. Ahora bien, el desarrollo culturalmente significativo del ser personal es un aspecto que existe puramente en el sujeto, pero que depende de la previa aprehensin y utilizacin por parte del mismo de los contenidos objetivos, del estar-cultivado. Es por esto que se sostiene al cultivo como tarea infinita, debido a que la incorporacin de contenidos objetivos para obtener la perfeccin del ser personal es interminable.23

    20 Ibd.21 Ibd., 332.22 En tanto que estas valoraciones del espritu subjetivo y del objetivo estn respectivamente

    la una enfrente de la otra, la cultura lleva adelante su unidad a travs de ambas: pues la cultura significa aquel tipo de perfeccin individual que slo puede consumarse por medio de la incorporacin o utilizacin de una figura suprapersonal, en algn sentido ubicada ms all del sujeto. El valor especfico de estar-cultivado resulta inaccesible para el sujeto si no lo alcanza por el camino que discurre sobre realidades espirituales objetivas; stas, por su parte, son valores culturales slo en la medida que conducen a travs de s aquel camino del alma desde s misma hasta s misma, desde aquello que podra denominarse su estado natural hasta su estado cultural (ibd., 331).

    23 La cultura surge-y esto es absolutamente esencial para su comprensin- en tanto que se renen dos elementos, ninguno de los cuales la contiene por s: el alma subjetiva y el pro-ducto espiritual objetivo. Este entrejuntamiento es absolutamente nico, en tanto que el desarrollo culturalmente significativo del ser personal es un estado que existe puramente en el sujeto, pero es un estado tal que no puede ser alcanzado de absolutamente ninguna otra forma que no sea la incorporacin y el aprovechamiento de contenidos objetivos. Por ello el cultivo es, por una parte, una tarea que reside en lo infinito- pues nunca cabe considerar como cerrada la utilizacin de momentos objetivos para la perfeccin del ser personal- (ibd., 323, 340-341).

    La insistencia en la forma en tanto proceso de ensear y aprender ser una contante en la Schulpdagogie. Con lo cual Simmel sostendr, a lo largo del curso, que tal proceso de forma-cin del estudiante- y posteriormente de autoformacin de la persona- se contina dentro y fuera del aula. Otorga as un carcter siempre incompleto- en proceso a la educacin, que no tiene fin. Esto ltimo, en el sentido de que el proceso de formacin/autoformacin nunca se acaba mientras haya vida (Esteban Vernik, Formacin humanista y pedagoga en Georg Simmel, en Georg Simmel. Una revisin contempornea, ed. Olga Sabido Ramos, 85-102 (Barcelona: Anthropos-UNAM, 2007), 97.

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    La educacin como puente: Simmel, la tragedia de la cultura... 33

    Sobre la pedagoga escolar

    Las lecciones sobre pedagoga fueron impartidas por Simmelen Estras-burgo durante el semestre del invierno de 1915/1916. stas tenan por ob-jeto perfeccionar la praxis pedaggica.

    Simmel establece tres estadios esenciales para la leccin: la observacin o experiencia de la realidad concreta del objeto; su comprensin, la cual se ob-tiene mediante la inclusin del objeto en un Todo ms elevado, y por ltimo su utilizacin, el trabajo autnomo del alumno en ejercicios de aplicacin para la internalizacin de lo aprendido: apropiacin.

    La pedagoga implica un saber hacer dualista. Esta dualidad se encuen-tra ntimamente relacionada con dos exigencias propias de la pedagoga; es decir, con los contenidos subjetivos y objetivos que aparecen concurrente-mente en cada prctica y leccin. Es por ello que se seala que los docentes recorren el camino ms unificado, siempre en dos piernas:

    A travs de que sus exigencias tienen siempre, a la vez, un contenido subje-tivo y otro objetivo, ella est continuamente obligada a mixturas, compro-misos y fusiones de intereses. En fin, nosotros recorremos el camino ms unificado, siempre en dos piernas.24

    Para que esto se lleve a cabo, el docente incorpora diferentes mtodos de enseanza como bagaje para su praxis pero de ninguna manera debe aplicar-los mecnica y dogmticamente.25

    Un mal mtodo y sistema de enseanza, practicado por un buen pedagogo, es siempre mucho mejor que los principios y contenidos de enseanza ob-jetivos ms excelsos que utiliza un mal pedagogo Los esquemas objetivos de los mtodos son meros suplefaltas del talento personal.

    Cada docente posee su mtodo. Segn Simmel,l es un mtodo. Esto no hace ms que confirmar que todo saber en pedagoga es un medio para un fin que es la formacin del hombre. En este sentido, las tareas pedaggicas se dividen en dos direcciones: las que se orientan hacia fines objetivos y las que se orientan hacia fines subjetivos.

    El docente de escuela tiene que cumplir con dos tareas que resultan he-terogneas entre s. Porque para contribuir a la apropiacin de saberes ob-jetivos por parte del alumno, el docente debe colocar entre parntesis la

    24 Georg Simmel, Pedagoga escolar (Barcelona: Gedisa, 2008), 31.25 Ibd., 22.

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    subjetividad del mismo, as como su desarrollo.26 Y, a su vez el docente tiene la obligacin de educar; es decir, la de desarrollar todas las potencialidades del alumno.

    Es entonces cuando surge un tercer objetivo que se encuentra por en-cima de los dos anteriormente descriptos, que tiene que ver con el poder hacer. Se trata de formar a un ser para que pueda hacer, que efectiva-mente adquiera esa capacidad de gozar de autonoma, de ser autnomo.27 No se trata de una educacin cuyo fin resida en volcar conocimientos en un recipiente pasivo, sino de una educacin pensada para la actividad, para la vida.28 En este sentido resulta interesante cuando Simmel refiere a Jan Amos Comenius, quin fue pionero en vislumbrar al alumno en su condicin de actividad. ste exigi al alumno comprensin y la posterior evidencia de esa comprensin, a partir de la aplicacin de lo asimilado.

    La miseria de la leccin reside en que sta tiene como propsito que los alumnos puedan incorporar figuras acabadas, contenidos culturales que, si bien provienen de la vida, se encuentran solidificados. Entonces, no pode-mos experimentar su unidad vital, a menos que, a partir de estos productos parciales aislados, podamos ser capaces de construirla.29

    26 Debe aportar al alumno una determinada suma de saber objetivo, por lo que queda sin consideracin el valor subjetivamente humano del alumno, su condicin personal y el desa-rrollo de sta. El alumno es aqu solamente el portador de saber, cuya apropiacin es el fin ltimo de su actuar. Pero, por otro lado, el docente debe educar al alumno, debe desarrollar, con todos los medios a disposicin de la escuela, todas las posibilidades en l existentes de tipo intelectual, moral y cultural al mximo, y encauzarlas en sus andamiajes ms valiosos; ahora, el aprender slo es uno de esos medios disponibles (ibd., 22-23).

    27 El objetivo de la pedagoga es formar sujetos que se autorrealicen, lo que requiere que en un momento dado el sujeto se independice del pedagogo. El sujeto pasa as a su proceso de autoformacin en el que, como en la vida, la curiosidad por lo nuevo, por lo nunca escu-chado an, se presenta como horizonte-gua (Vernik, Formacin humanista y pedagoga en Georg Simmel, 101).

    28 La pedagoga es una cosa viviente, que tiene como objeto la cosa viviente. Georg Sim-mel, Pedagoga escolar (Barcelona: Gedisa, 2008), 22. Apoyndose explcitamente en la for-mulacin de la tragedia de la cultura, de hipertrofia de la cultura de las cosas y atrofia de la actividad de los sujetos, la educacin simmeliana apunta a estimular la actividad del alumno contra las corrientes que ven al alumno como mero recipiente de conocimientos objetiva-dos (ibd., 97).

    29 La miseria de la leccin es que sta tiene como objeto las figuras terminadas, empujadas desde la vida a la superficie y all solidificadas, las figuras demarcadas de la vida. Esto es la contrapartida de que sea exigido al alumno el rendimiento objetivo (que tambin debe exigirse)No experimentamos su unidad vital, sino que debemos construirnos a partir de sus productos parciales aislados, vueltos fros una unidad secundaria sinttica. Ahora bien, no debe negarse que esa unidad, sin embargo, se conserva idealmente, una articulacin objetivamente lgica de sus contenidos que, por un lado, tiene un significado propio pleno de valor, y por otro lado, es una contrapartida y smbolo, o tambin una forma ideal de su unidad vital (ibd., 29).

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    La educacin como puente: Simmel, la tragedia de la cultura... 35

    Para Simmel, el inters del alumno mismo en la leccin se orienta en dos direcciones, por un lado hacia el contenido y por el otro, hacia la expansin y el desarrollo de su personalidad:

    El inters del alumno mismo en la leccin es de esta doble forma: 1) en el contenido, en el objeto... 2)en la expansin y desarrollo del Yo propio.30

    La doble cara [Zwetheit] de leccin y educacin es, dentro de la escuela, la unidad siguiente: que la leccin tiene como objeto el contenido, mientras que la educacin, el proceso de ensear y aprender.31

    Todos los contenidos de enseanza desempean un doble papel. Por un lado, deben ser incorporados, como aprendizajes, contenidos culturales, as como tambin ser funcionales al fortalecimiento, perfeccionamiento y elevacin moral del alumno.

    La formacin, es la sntesis de ambos objetivos. No es ni el mero poseer contenidos de saber, ni el mero ser. Formado es aquel en el cual los saberes objetivos han sido apropiados y lo siguen siendo en forma creciente.32 Por eso es que cada leccin debe ser una educacin, debe valer para la vida del sujeto.

    Slo cuando los contenidos son comprendidos, es que la vida podr ubi-car correctamente esa comprensin. Lo que no es entendido, difcilmente pueda ser apropiado por la subjetividad. En este sentido, la leccin es un medio fundamental:

    (Falso! Slo cuando lo aprendido fue entendido mnimamente de algn modo, es que la vida profundizar y ubicar correctamente esa comprensin. Lo que no fue entendido en absoluto no se desarrolla ms, se conserva encapsulado).33

    30 Ibd., 31.31 Ibd., 30.32 Todos los contenidos de enseanza tienen el doble significado de que, por un lado, debe

    ser conocidos como contenidos sin ms.Luego no obstante, ellos sirven funcionalmente al fortalecimiento, refinamiento, a la manera de oscilar del espritu, a su elevacin moral-esttica, a la direccionalidad del alma hacia lo espiritual y pleno de valor. Formacin, es la sntesis de esos dos objetivos, de ambos. La formacin no es ni el mero poseer contenidos de saber, ni el mero ser, cual una constitucin del alma sin contenido. Formado es, mucho ms, aquel cuyo saber objetivo se ha disuelto en la vivacidad de su desarrollo y existencia subjetivos, y cuya energa espiritual, por otro lado est llena con un volumen, lo ms amplio posible y siempre creciente, de contenidos en s de pleno valor (ibd., 52).

    33 Ibd., 31.

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    36 Marina Alejandra Goldman

    La leccin no slo funciona como medio de la educacin, sino que tambin la educacin, esto es la formacin de las capacidades del alma, del a priori de aprender y autoafirmarse, influye sobre la leccin.34

    Este principio, expuesto recientemente, sienta las pautas sobre las cuales debera ser impartida cada leccin escolar, nuestras explicaciones. Ningn material de enseanza debe ser transmitido meramente para que se conozca, los contenidos deben ser tiles para la vida del alumno.35 Simmel establece indicaciones, consejos para la prctica del docente en base a determinadas cuestiones pedaggicas. Aqu se mencionan algunos ejemplos.

    Procurar adquirir tan pronto como sea posible, desde el rendimiento sin-gular, una figura de la personalidad completa del alumno.36 Observarlo en forma constante, no slo en lo que a su rendimiento refiere, para as poder conocer claramente su ser, su realidad del alma.37 Que el alumno como su-jeto sea el centro de su inters, y no el material de enseanza objetivoes tambin la nica posibilidad para el docente de no ser completamente inefectivo y de solidificarse.38

    Que el docente tenga claro que en todo lo que demanda del estudiante y en cada juicio, que l no tiene frente a s a alguien que entrega piezas de trabajos, sino que stas son singulares funciones, lados, expresiones de una totalidad de vida.39

    El material de enseanza debe ser elegido de tal modo que promueva, junto con el objeto tratado, las cualidades valiosas del alumno: capacidad de concentracin, inters objetivo, capacidad de conciencia moral, capacidad de juicio, facultad de distinguir entre valores, capacidad de accin reflexiva, talento para la combinatoria y la honradez. Con ello cada leccin de moral en particular se hace, tambin, innecesaria.40

    34 Ibd., 33.35 Aqu est el principio-explcito o implcito- que formula la disposicin en la cual debera

    ser impartida cada leccin escolar y bajo la cual estarn todas nuestras explicaciones, desde los lados ms variados. Ningn material de enseanza debe ser transmitido meramente para que se conozcaNada debe ser aprendido que, ms all de su contenido sustancial o por medio del suyo, no provea una utilidad para la vida del alumno (ibd., 37).

    36 Ibd., 48.37 Ibd., 50.38 Ibd.39 Ibd., 54.40 Ibd., 51.

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    La educacin como puente: Simmel, la tragedia de la cultura... 37

    Conclusiones: la cultura y la educacin

    En el segundo captulo de Pedagoga escolar aparece como central una tensin entre idea y vida. La idea, representada por la escuela y la edu-cacin como objetividades, como fijezas que tienen que ser aprehendidas por el alumno, y la vida del alumno ofreciendo cierta resistencia ante estas verdades atemporales. La paradoja de lo inmvil intentando ser aprehendido por lo vivo, las fijaciones de los contenidos singulares de la vida, sobre la vida.41 Observando esta oposicin podramos concluir que resulta idntica a la presentada en la tragedia de la cultura, lo cual es predecible porque en el proceso de aprendizaje los contenidos culturales a incorporar son resistidos por la vida subjetiva.

    En ese sentido, podramos advertir que, de ningn modo, difiere lo que ocurre en el aula de lo que transcurre fuera de ella, en la gran ciudad. Sin embargo, Simmel encuentra elementos pedaggicos para que la significacin cultural de los contenidos culturales pueda realizarse. Cuando el docente reconoce que se equivoca, subsume su autoridad, su persona a la idea, a la verdad objetiva, se presenta como mediador de la idea, lo que induce en el alumno una enseanza significativa, en tanto comprende esta mediacin.

    Es ah cuando la verdad objetiva se encuentra por encima del docente y de s mismo.42 Este acto no slo eleva moralmente al docente, sino que tambin permite que se eleve moralmente el alumno ante esta evidencia. Al comprender que los contenidos culturales estn por encima de l, pero tambin del maestro, desarrolla su personalidad.

    A travs de la formacin, que no es ni el mero poseer contenidos de saber, ni el mero ser, se sintetizan ambos objetivos. La incorporacin de saberes

    41 Todos estos significados distintos de la consecuencia fijaciones- de contenidos de vida singulares sobre la vida, nunca para ser fijada, amenazados continuamente por el conflicto con ella, aunque sin perder por eso su derecho- deben tener efecto sobre el alumno, no slo segnsu contenido respectivo, sino que stos deben tambin arribar ms o menos a su conciencia, como consecuencia (ibd., 88).

    42 l debe sentir, que la vida precisa, necesariamente, de un apoyo como ste. Que colocado, ms all de su propio ritmo y que pertenece a la movilidad de la vida el aprehender en s esto inmvil.existen casos de una contradiccin ineludible con esa consecuencia, en los cuales se revela que la idea misma ha surgido, finalmente, slo de la vida, con sus oscila-ciones y oposiciones. Son los casos en los que el docente se ha equivocado. Ibd., 88. eleva el respeto del docente si ste admite haberse equivocado. Y eso no tiene slo ese efecto personal de presentar al docente como personalidad libremente justa, sin prejuicios, sino que indica al alumno que la idea y la verdad objetiva estn sobre el docente y sobre s mismoes lo maravilloso que tiene el significado de la idea, que la autoridad docente, como persona, no sufre por eso, sino que gana, pues la constelacin que l cura representa demasiado (ibd., 89).

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    y su apropiacin subjetiva. Slo cuando los contenidos son comprendidos, es que la vida podr ubicar correctamente esa comprensin. Lo que no es entendido, difcilmente pueda ser apropiado por la subjetividad. En este sen-tido, la leccin es un medio esencial para el conocimiento y para el desarrollo de la personalidad.

    Una de las posibilidades de realizacin de la significacin cultural resi-de en las vivencias pedaggicas como encuentros subjetivantes que se dan entre el docente y sus alumnos.43 En la escuela como espacio esencial para el cultivo de las cualidades y como garante de autonoma que permita a los seres desarrollar valores culturales que permitan conducir a travs de s, aquel camino del alma desde s misma hasta s misma, desde su estado natural hasta su estado cultural. De modo que, ni el alma subjetiva ni el producto espiritual objetivo pueden considerarse por s mismos cultura, sino que sta emerge en el momento en que stos logran unirse. En este sentido, la educa-cin actuara como puente porque propiciara esta asociacin promoviendo un ambiente para la elevacin, intensificacin y aumento de la eficacia del proceso vital.

    Este entrejuntamiento es absolutamente nico, en tanto que el desarrollo culturalmente significativo del ser personal es un estado que existe puramen-te en el sujeto, pero es un estado tal que no puede ser alcanzado de absoluta-mente ninguna otra forma que no sea la incorporacin y el aprovechamiento de contenidos objetivos. Por ello el cultivo es, por una parte, una tarea que reside en lo infinito, pues nunca cabe considerar como cerrada la utilizacin de momentos objetivos para la perfeccin del ser personal.

    De modo que el desarrollo de seres autnomos con capacidad para com-prender los contenidos de la cultura y tambin para hacer los propios resulta una tarea inagotable cuya realizacin mitigara la tragedia de la cultura ex-puesta por Simmel.

    Marina Alejandra Goldman.Instituto de Investigaciones Gino Germani

    Universidad de Buenos AiresE-mail: [email protected]

    Recibido: 24 de enero de 2013Aceptado: 2 de agosto de 2013

    43 Vemos ahora tambin un tipo de vivencia pedaggica, que ocurre excepcionalmente, de tanto en tanto, en situaciones extraordinarias mientras se dicta una clase, en la que por un instante el horizonte de comprensin del docente se fusiona con el de su auditorio (Ver-nik, Formacin humanista y pedagoga en Georg Simmel, 97).

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    Responsabilidad Social Empresaria: Una traslacin de los principios cooperativos al mbito de las

    empresas comerciales?

    Ana La Mercedes ChitarroniResumenEn el presente artculo se analizan comparativamente los principios cooperativos con las actuales dimensiones de la Responsabilidad Social (RS). La comparacin realizada pretende determinar coincidencias y disidencias entre ambos principios. El estudio se realiz desde un abordaje cualitativo, de carcter descriptivo; investigacin pura, de corte exclusivamente terico. El mismo, determin las cuestiones de la RS no profundizadas en el modelo coope-rativo, como asimismo, que no se puede concebir una cooperativa que se gestione mediante sus valores y principios, y que no sea, a su vez, socialmente responsable. Palabras claves: Cooperativas, Tercer Sector, Responsabilidad Social, valores cooperativos, grupos de inters.

    AbstractThis article examines comparatively cooperative principles with the current dimensions of Social responsibility (SR). The comparison seeks to determine consensus and disagreements between these two principles. It is a study with a qualitative approach of descriptive charac-ter; pure research, exclusively theoretical cutting. It is has been able to determine that the SR issues are not deepened by the co-operative model, also that it is inconceivable a coopera-tive that is managed through its values and principles but, at the same time, is not socially responsible. Key words: Cooperative, Third Sector, Social responsibility, cooperative values, stakeholders.

    Introduccin

    Las cooperativas integran el Tercer Sector de la economa, compuesto por aquellas organizaciones que no pertenecen a la actividad gubernamental ni a la privada. Estas entidades no persiguen fines de lucro, son autogestionadas y poseen una clara definicin de sus valores y principios. Justamente, fue este ltimo aspecto -el de los valores y principios cooperativos- el que atrajo la atencin para estudiarlos comparativamente con las dimensiones de la Res-ponsabilidad Social Empresaria (RSE).

    Por un lado, el movimiento cooperativo logr una identidad propia, y existe una declamacin expresa en su ideario acerca de la necesidad de su gestin con aplicacin de RS. Y, por otro lado, se observan ciertas

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    discordancias entre los enunciados de la Declaracin sobre la identidad cooperativa y la actual concepcin de la RS.

    Para facilitar el anlisis, se elaboraron tres cuadros comparativos que per-miten visualizar las similitudes entre ambos tipos de principios. A continua-cin, se reflexiona sobre los elementos en los que difieren, y que se pueden observar en la gestin de la RSE.

    Principios Cooperativos, origen y evolucin

    El movimiento cooperativo moderno, como se lo conoce actualmente, tiene sus orgenes durante el siglo XVIII, en Inglaterra. Surgi, presumible-mente, como respuesta a los efectos de la Revolucin Industrial. sta gener nuevas empresas, lo que signific demanda de mano de obra, movimiento de la poblacin de zonas rurales a zonas urbanas que comenzaban a formarse, y produjo un reordenamiento social. El crecimiento de las empresas no iba en consonancia con el beneficio recibido por la poblacin obrera. La Revo-lucin Industrial trajo aparejados efectos que perjudicaban a los trabajadores frente a la prosperidad empresaria: extensas jornadas laborales, en condi-ciones marginales y mal remuneradas, empleo de las mujeres y los nios de manera abusiva, crecimiento del desempleo, subocupacin.

    El individualismo y el liberalismo de los filsofos del siglo XVIII signi-ficaron, en la prctica y en la doctrina econmica, el principio de la libre concurrencia, el del dejar hacer y dejar pasar. Esto condujo a una nueva organizacin de la vida econmica, al capitalismo moderno. Esta nueva or-ganizacin se caracteriza por el predominio de la empresa capitalista, es decir de una forma de explotacin, en que la actividad no est determinada por las necesidades bien establecidas de una persona o grupo de personas, desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo, sino que se propone la valorizacin del capital, es decir su reproduccin con beneficio.1

    Durante este perodo, en distintos pases de Europa, comenz a cobrar relevancia entre los trabajadores el pensamiento de los denominados precur-sores del movimiento cooperativo moderno como Robert Owen en Gran Bretaa, Luis Blanc en Francia, Friedrich Raiffeisen, y Herman Schulza Delitzsch en Alemania. Todos ellos conceban una sociedad ms equitativa.

    Robert Owen (1771-1858) dirigi la Gran Hiladera de New Lanark, en Escocia y, desde ese rol, logr reducir las jornadas laborales, consigui

    1 Mladenatz Gromoslav, Historia de las Doctrinas Cooperativas (Buenos Aires: Intercoop Edito-ra Cooperativa Limitada, 1969).

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    legislacin limitativa para el trabajo de mujeres y nios, fund colonias comunitarias a las que llam aldeas cooperativas y fundamentalmente las cooperativas de trabajo.

    Louis Blanc (1812-1882) bas su sistema cooperativo en la formacin de grupos de produccin, en la creacin de talleres sociales o sociedades obreras, pero no en la creacin para la industria pequea o artesanal, sino para la gran industria.

    Hermann Schulze Delisch (1808 1883) contribuy a la organizacin de las cooperativas de crdito, fundamentalmente en Alemania. Dichas entida-des estaban destinadas a pequeos comerciantes. Form ms de mil nove-cientas a lo largo de su vida.

    Pero fue en 1844, en Rochdale, Inglaterra, que veintiocho tejedores de la franela, recordando las ideas y experimentos de Robert Owen, formaron la primera cooperativa en sentido moderno. Crearon un almacn comunitario que proveera a sus socios mercaderas de buena calidad y precio justo, y el excedente, de existir, se distribua a prorrata del consumo. Este ltimo aspecto fue, y es, uno de los elementos que diferencia a las cooperativas de las empresas privadas.

    Fueron estas veintiocho personas quienes sentaron base en la definicin y aplicacin de principios fundados en valores como: la honestidad, el res-peto, la solidaridad y la ayuda mutua. Se atribuy a uno de ellos, Charles Howarth, la redaccin de los principios fundamentales, que posteriormente se denominaron las reglas de oro de la cooperacin:

    a) En las cooperativas de consumo debe venderse al contado y a los precios de plaza.

    b) Debe devolverse el sobrante o excedente a prorrata del consumo.c) Debe concederse un voto a cada socio para realizar as dentro de la socie-dad los principios democrticos.d) Debe acordarse un dividendo reducido al capital.2

    Como sostuvo Charles Gilde, el sistema cooperativo no ha salido del cerebro de un sabio, ni de un reformador, sino de las entraas mismas del pueblo.3

    2 Julio Kesselman, Sociedades Cooperativas (Buenos Aires: Victor P. de Zavalia, 1979, 2 Edi-cin), 28.

    3 Ibd., 25.

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    Desde sus orgenes en Rochdale, las cooperativas, aunque con diferentes objetos y modalidades en su implementacin, crecieron en numerosos pases de Europa durante el siglo XIX y se extendieron al resto del mundo durante el siglo XX. El movimiento cooperativo fue creciendo y organizndose de tal manera que en el ao 1895 se funda la Alianza Cooperativa Internacional (en adelante ACI), organizacin no gubernamental que rene a cooperativas de diferentes pases de todos los sectores de actividad: bancarias, agrcolas, de crdito y ahorro, vivienda, salud, industriales, de seguro, turismo, consu-mo, servicios sociales, servicios pblicos, entre otras.

    A travs de los aos, la ACI ha llevado a cabo amplias revisiones a los principios de Rochdale que brindaron una formulacin de los mismos iden-tificando a las cooperativas de todo el mundo. La primera de ellas se llev a cabo en 1937 en Paris, la segunda en 1966 en Viena y, finalmente, en 1995 en el Congreso Centenario de la ACI realizado en Manchester, donde no slo se aboc a la revisin de los principios, sino tambin, a la definicin de una cooperativa4 y un listado de los valores cooperativos bsicos.

    Estas revisiones peridicas de los principios son una fuente de energa para el movimiento cooperativo. Demuestra de qu manera ha de aplicarse el pensamiento cooperativo en un mundo cambiante, sugieren de qu forma las cooperativas pueden organizarse para hacer frente a nuevos desafos; in-volucran a los cooperativistas del mundo entero en la revisin de los prop-sitos bsicos de su movimiento.5

    Como se mencion, en el Congreso de Manchester se aprobaron dos do-cumentos: la Declaracin sobre la Identidad Cooperativa y el Informe, como documento de referencia acerca de la primera. La Declaracin comienza con una definicin de cooperativa, para luego precisar los valores y por ltimo conceptualizar los principios. El Informe realiza un anlisis pormenorizado de estas enunciaciones, lo que resulta sumamente importante porque brin-da una clara definicin sobre este tipo de organizaciones, identificando las caractersticas fundamentales de las mismas que permite diferenciarlas de otras formas de empresas, resultando vlida para las cooperativas de todo el mundo, ms all del objeto de las mismas.

    4 Una Cooperativa es una asociacin autnoma de personas que se unen voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones econmicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta democrticamente gestionada (Alianza Cooperativa Internaciona