autolesión, el dolor como remedio

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Entrevista con Cecilia Quero Vásquez, psicoterapeuta adscrita a la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (Amapsi), sobre lesionea autoinfligidas, principalmente en jóvenes y adolescentes.

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AUTOLESIÓN: EL DOLOR COMO REMEDIO

Creciente número de adolescentes lesionan su cuerpo o se golpean a sí mismos para experimentar sensación de dolor que les permita afrontar estados

depresivos o encauzar emociones desagradables. Conozca más de este problema, sus causas y tratamiento.

Rafael Mejía

Las heridas son impresionantes, quizá más que las generadas en un accidente por la mano del azar, ya que en estos casos las marcas son precisas, ubicadas en partes del cuerpo bien determinadas y realizadas con trazos fríamente calculados. Ante todo, la pregunta que persiste al conocer este problema es: ¿por qué alguien, casi siempre joven, toma un cuchillo o navaja para cortarse la piel, ocasionarse dolor y crear huellas imborrables en su cuerpo?

La respuesta no es sólo una ya que, a decir de la psicóloga Cecilia Quero Vásquez, psicoterapeuta adscrita a la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (Amapsi), “debemos entender que hacerse daño a uno mismo no es un padecimiento concreto, sino un síntoma que puede asociarse con diversos trastornos mentales y psiquiátricos, por lo que puede ser una manera de expiar culpas, encauzar frustración, hacer frente a una depresión profunda o como reacción a alucinaciones”, es decir, percepciones imaginarias que parecen reales .

La especialista, egresada de la Facultad de Estudios Superiores de Zaragoza (Ciudad de México), perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México, afirma que su experiencia le ha dejado ver que la principal causa de este problema es un intento por superar el dolor emocional, el cual es más frecuente en varones adolescentes que en niños, mujeres u hombres adultos; sin embargo, especifica que no hay un grupo social ni una causa definitiva, y que por ello cada persona requiere de una evaluación precisa que ayude a establecer el mejor tratamiento.

Recurso peculiarA fin de comprender mejor este padecimiento, la psicóloga narra curiosa anécdota que le ocurrió durante su infancia. “Cuando cursaba la primaria hubo una ocasión en que me caí al jugar y me puse a llorar por un raspón que me hice en la rodilla; entonces llegó un compañerito que dijo que podía quitarme el dolor y, aunque al principio lo dudé, le pedí que lo hiciera. Para mi sorpresa, me pegó en el hombro muy fuerte y luego me preguntó: ‘¿ahora en donde te duele?'. Le contesté que en el brazo y, en efecto, se me había olvidado lo de la pierna”.

Parece extraño, pero este episodio describe en forma sencilla la conducta que siguen muchas personas que se lastiman y hacen cortaduras. “Alguien con depresión profunda puede comenzar a agredirse para desplazar el dolor emocional que le resulta insoportable, y lo transforma en una experiencia física que siente que puede controlar mejor, ya que la profundidad, número y tamaño de las lesiones obedece a una decisión personal. También hay ocasiones en

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que encontramos individuos que se hacen heridas porque consideran que es una forma de ‘entrenarse' en el manejo de experiencias difíciles y tristes”, explica.

Al respecto, la Dra. Quero Vásquez comenta que algunos adolescentes de 14 a 18 años pueden comenzar a hacerse heridas con una navaja o cutter como parte de un “juego” en el que se retan para ver “quién aguanta más”. Estas prácticas no tienen trascendencia en la mayoría de las veces, pero en ocasiones actúan como el “gatillo” que desencadena un comportamiento de autolesión en jóvenes que, sin causa aparente, empiezan a lastimarse cuando están solos en su habitación.

Esto no es fácil de detectar, asegura la especialista, debido a que “al principio los muchachos tienen la tendencia a dañarse en lugares expuestos, como brazos y piernas, pero cuando reciben las primeras llamadas de atención comienzan a lesionarse en el tronco, espalda y muslos, que no son visibles para sus padres o maestros”. Ante todo, resalta que este problema se establece o aumenta de intensidad cuando se convierte en una forma de hacer frente a un vacío emocional, generado por falta de relaciones afectivas placenteras.

Aunque estas prácticas nunca tienen el objetivo de generar la muerte, la psicoanalista puntualiza que pueden catalogarse como “tendencias suicidas” pues, además de que hacen que la persona pierda sensibilidad respecto a su propio cuerpo, pueden convertirse, junto con comportamiento depresivo y manejo inadecuado de los problemas, en el antecedente de intentos reales de quitarse la vida.

Por otra parte, Cecilia Quero manifiesta que al ejercer su labor como psicóloga ha encontrado que algunos jóvenes con conducta de autoagresión “también gustan de hacerse perforaciones y tatuajes (como los chicos emo) o, dentro de la subcultura dark o gótica, se afilan los colmillos para simular que son un vampiro. No quiero decir con esto que todos los chicos que recurren al piercing u otras manifestaciones de este tipo tengan la tendencia a hacerse cortaduras u otras formas de daño físico, pero sí he notado que en ciertos casos, además de la finalidad estética, existe deseo por experimentar dolor en forma sublimada, es decir, a través de recursos que aunque agresivos son mejor vistos socialmente”.

Más de un origenLa especialista afirma que hay otras causas que desencadenan la agresión a uno mismo, por ejemplo, cuando alguien se siente culpable o merecedor de un castigo. Estos casos de autoflagelación se convierten en una manera de tratar de alcanzar el perdón, y su origen se encuentra en problemas emocionales generados por una educación familiar, escolar, religiosa y/o social demasiado rígida, cargada de leyes y normas de comportamiento regidas por el miedo al castigo. Sería el caso de aquellos adolescentes que se hieren porque creen que son responsables del divorcio de sus padres o la muerte de alguien.

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Otro aspecto relativamente común, asegura, es que “frente a la incapacidad para resolver situaciones conflictivas que generan mucha frustración, hay personas que se destrozan la mano y los nudillos porque, por ejemplo, al discutir con su pareja llegan a grados muy altos de desesperación y golpean la pared o hasta rompen el cristal de su automóvil”.

En este tipo de conducta, aclara, hay notable sensación de incapacidad para alcanzar un objetivo o para entender la frustración relativa (aquella que se presenta ocasionalmente y que impide el cumplimiento de un anhelo), lo cual es generado por una “bomba” de emociones contenidas, como dolor, tristeza, temor e impotencia que el individuo no ha resuelto y que hace que se vuelva violento en dos direcciones: hacia sí mismo o hacia los demás.

Mención aparte merece la esquizofrenia, trastorno de la personalidad que se caracteriza por ocasionar distorsión del pensamiento. “En personas con este padecimiento mental se llega a presentar zoopatía delirante, en la cual el paciente tiene alucinaciones que le hacen creer que hay animales, gusanos o insectos debajo de su piel, por lo que toma un cuchillo o empieza a rasguñarse para tratar de sacarlos”.

Así, la psicóloga subraya que cada problema de autolesión puede tener causas diversas y que por ello el tratamiento debe ser determinado a través de la exploración de un psicólogo o psiquiatra mediante una entrevista personal que le ayude a conocer las características del individuo.

Alternativas de tratamientoEs difícil que los pacientes acudan a consulta por prácticas de autoagresión; más bien, solicitan ayuda por problemas relacionados. “Ningún paciente me ha dicho que necesita ayuda porque se hace heridas en el cuerpo —afirma Cecilia Quero—, y por lo general se sabe que en estos casos las personas afectadas acuden al psicoterapeuta porque se sienten ‘extraños', han perdido habilidades, tienen dificultad para establecer relaciones o están deprimidos, y sólo conforme avanza la terapia hacen referencia a este tipo de conductas”

Haciendo hincapié en los adolescentes, que son quienes presentan esta actitud con mayor frecuencia, explica que es común notar fuerte incapacidad para relacionarse debido al resentimiento que generan experiencias de soledad, traición o abandono de los padres. “Son chicos que no se vinculan porque les molesta el trato con los demás; tienen un amigo o amiga ‘favorita´, pero no cuentan con más personas de confianza; en ocasiones finalizan una relación de noviazgo de varios meses de duración para ‘no lastimar' a su pareja o no permitir que se interesaran o ‘clavaran' con ellos”.

Al respecto, la psicoanalista afirma que un factor determinante del vacío emocional radica en que la sociedad actual ha creado dinámicas de vida contradictorias. Por un lado, resulta imposible estar solo físicamente en una ciudad, pese a lo cual se percibe la desolación de la gente que trata de relacionarse con otros sin saber cómo. Por el otro, se estimula que las personas se alejen de gran parte de sus sentimientos por considerarlos perjudiciales o sin utilidad.

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“Se dice que tenemos cuatro emociones básicas de las que se derivan todas las demás: alegría, tristeza, ira y miedo, pero también existe la idea generalizada de que hay sentimientos ‘positivos' y ‘negativos'. Bajo esta óptica sólo es permisible experimentar felicidad, de modo que mutilamos el 75% restante de nuestro espectro. Buscando una equivalencia, sería como dejar de contar con tres de nuestras extremidades”, asegura Cecilia Quero.

Así pues, el tratamiento se encamina a que el paciente desarrolle tres tipos de habilidades que le ayuden a superar sus dificultades personales y para relacionarse con la gente:

Emocionales. Se trata de que el paciente aprenda a identificar, expresar y evaluar la intensidad de sus propios sentimientos para que logre entender qué le están diciendo, así como para manejar sus impulsos, tomar decisiones adecuadas y lograr mejor comunicación. Es muy importante aprender que no hay nada de malo en experimentar miedo, tristeza o ira , y que no es posible estar siempre alegre.

Cognitivas o de conocimiento. Tienen el objetivo de desarrollar la conciencia de uno mismo y de trabajar sobre los pensamientos irracionales que pueden desencadenar estallidos emocionales o acciones desfavorables. Además, son útiles para comprender el punto de vista de los demás, mantener una actitud adecuada ante la vida, mejorar la toma de decisiones, solucionar problemas, establecer objetivos, planificar proyectos y rechazar o aceptar peticiones.

De conducta. Las hay verbales (establecer comunicación eficiente, enviar mensajes claros, responder eficazmente a la crítica y aprender a escuchar y a negociar) y no verbales (realizar expresiones corporales y faciales acordes con lo que se quiere transmitir, tener seguridad en el comportamiento y manejar adecuadamente el contacto visual), mismas que en conjunto abren la posibilidad de crear nuevas relaciones, mantener las ya existentes y hablar en público.

Así, es básico que el paciente sepa que miedo, enojo o dolor le pertenecen, y que de ello depende poder reconstruir su vida emocional. “Es normal que haya tristeza ante una separación, porque alguien a quien contemplabas en tu proyecto de vida ya no está, pero ser capaz de decir ‘estoy triste' brinda la oportunidad de saber qué está pasando y qué puede hacerse para resolver el problema, además de que sirve para evaluar si es algo normal o si se necesita ayuda de un especialista para salir adelante. La solución a un problema no radica en negar nuestras emociones”.

En lo que se refiere a los problemas de autolesión que se originan por esquizofrenia, deberán ser atendidos mediante distintas estrategias debido a que en este padecimiento mental interviene tanto el funcionamiento inadecuado de algunos neurotransmisores (sustancias que segregan las células cerebrales para comunicarse entre ellas) como la deficiente relación que tiene el individuo con su familia y comunidad. Es por ello que este padecimiento debe ser atendido por un psiquiatra, quien se auxiliará en el uso de medicamentos y terapia psicológica por tiempo indefinido, a fin de controlar al paciente y evitar recaídas.

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Por último, la Dra. Cecilia Quero subraya que un comportamiento de agresión hacia uno mismo es, en la mayoría de los casos, una reacción que se generan ante la falta de habilidad para manejar dolor emocional, culpa o frustración, y que por ello se necesita crear mayor conciencia sobre la trascendencia que tiene la salud mental en nuestra vida, sin olvidar la importancia de desarrollar la destreza de evaluar nuestra propia situación.

“En la Amapsi desarrollamos una lista de criterios de autoexploración para que una persona reflexione si se siente libre, autónoma y con las riendas de su vida. Algunos de estos puntos son: contar con alto nivel de autoestima sin caer en la egolatría, tener flexibilidad para adaptarse a circunstancias imprevistas, expresar con cordialidad las virtudes, cualidades y éxitos propios y de los demás, mantener congruencia entre lo que se piensa, siente, dice y hace, llevar a cabo acciones de amor sincero y generosidad, tomar decisiones y asumir las consecuencias, disponer de proyectos en el corto, mediano o largo plazos, y establecer relaciones interpersonales adecuadas en las que haya comunicación cordial y directa. Cuando estos criterios están presentes, la dinámica de vida de una persona se aleja de la enfermedad, pero en caso contrario es posible que se necesite ayuda para superar una situación problemática”, concluye.

http://www.saludymedicinas.com.mx/nota.asp?id=1739