autobiografla. - bdigital.unal.edu.co · mi madre, que vivía en el pueblo de guama, me llam6 á su...

12
AUTOBIOGRAFlA.

Upload: trinhtuyen

Post on 12-Oct-2018

213 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

AUTOBIOGRAFlA.

Page 2: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

I

AUTOBIOGRAFIA

OAPíTULO L

lit NAOIMI1!lNTO.- PRIMEltOS A1I'OS DE 'MI .JUVENTUD.- ENCl1J1IiNTRO

OON SALTBADORES.-MUERTE DE UNO DE ELLOS.-MI nuIDA AL

BATO DE LA OALZADA.-QUE SON LOS HATOS.-EL NEGRO 'MA.-

NUELOTE.-EN LOS NEGOOIOS.

1790-1809.

EL 13 de Junio de 1790 nací en una muy modesta casita,, orillas del riachuelo Ourpa, cerca del pueblo de Acarigua,cantón de Araure, provincia de Barinas, Venezuela. Enla iglesia parroquial de aquel pueblo recibí las aguas delbautismo. Juan Victorio Páez y María Violante Herrerafueron mis padres, habiéndome tocado ser el penúltimo desus hijos y el solo que sobrevive de los ocho hermanos queéramos. Nuestra fortuns era escasísima, Mi padre servíade empleado al gobierno colonial, en el ramo del estanco detabaco, y establecido entónces en la ciudad de Guanare, dela misma provincia, residía allí para el desempeño de susdeberes, léjos con frecuencia de mi excelente madre, quepor diversos motivos jamás tuvo con sus hijos residencia fija.Tenia ya ocho años de edad cuando ella me mandó á la

escuela de la señora Gregoria Días, en el pueblo de Guama,

Page 3: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

2 AUTOBIOGRAFÍA

y allí aprendí los primeros rudimentos de una enseñanzademasiado circunscrita. Por lo general, en Venezuela nohabía escuelas bajo el gobierno de España, sino en las pobla-ciones principales, porque siempre se tuvo interés en que lailustracion no se difundiera en las colonias, ¿ Cómo seria laescuela de Guama, donde una reducida poblacion, apartadade los centros principales, apénaa podia atender á. las necesi-dades materiales de la vida ? Una maestra, como la señoraGregoria, abría escuela como industría para ganar la vida, yenseñaba tí leer mal, la doctrina cristiana, que á. fuerza deazotes se les haeia aprender de memoria á los muchachos, ycuando mas á formar palotes segun el método del profesorPalomurcs. Mi cuñado Bernardo Fernnndez me sacó de laescuela para llevarme á su tienda de mercería ó bodega, endonde me enseñó á detallar víveres, ocupando las horas dela mañana y de la tarde en sembrar cacao.

Con mi cuñado pasé algun tiempo, hasta que un parientenuestro, Domingo Päez, natural de Canarias, me llevó, encompañía de mi hermano José de los Santos, á la ciudad deSan Felipe, para damos ocupación en iUS negocios, que eranLastante considcrnbles,

Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 ásu lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi-sion de llevar cierto expediente sobre asuntos de familia áun abogado que residia en Patio Grande, cerca de Cabudare,pueble de la actual provincia de Barquisimeto. Debía ade-mas conducir una regular suma de dinero. Tenia yo entoncesdiez y siete años, y me enorgullecí mucho con el encargo,tanto mas, cuanto que para el viage se me proveyó con unabuena mula, una espada vieja, un par de pistolas de bronce,y doscientos pesos destinados :\ mis gastos personales.Acompañubamo un peon, que á. su regreso debía llevar variascosas para la familia.

Ninguna novedad me ocurrió á la ida; mas, a) volver ácasa, sumamente satisfecho con la idea de que yo era hombrede confianza, joven, y como tal imprudente, enorgullecidoademás COll la cantidad de dinero que llevaba conmigo; ydeseoso de lucirme, aproveché la primera oportunidad de

Page 4: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

DEL GENERAL PÁEZ. 3

hacerlo, la cual no tardó en presentarse, pues, al pasar por elpueblo de Yaritagna, entré en una tienda de ropa á pretestode comprar algo, y al pagar saqué sobre el mostrador cuantodinero llevaba, sin reparar en las personas que habia presen-tes, mas que para envanecerme de que todos hubiesen vistoque yo era hombre de espada y de dinero.Los espectadores debieron conocer desde luego al mozo

inconsiderado, y acaso formaron inmediatamente el plan derobarme. No pensé yo mas en ellos y seguí viage, entrandopor el camino estrecho que atraviesa, bajo alto y espesoarbolado, la montaña de Mayurupf. Ufano con llevar armas,pensé en usarlas, y saqué del arzón una de las pistolas, laúnica que estaba cargada, para matar un loro que estabaparado en una rama. Pero al punto se me ocurrió que eraya tarde, que tenia que viajar toda la noche para poder llegará mi casa, y que en la pistola cargada consistía mi principaldefensa. N o bien seguí avanzando cuando la ocasion vino ádemostrar la certeza de mi raciocinio, pues á pocos pasos mesalió de la izquierda del camino un homhre alto, tí quiensiguieron otros tres que se abalanzaron tí cojerme la mulapor la brida. Apenas lo habian hecho cuando salté yo alsuelo por el lado derecho, pistola en mano. Jóven, sin es-periencia alguna de peligros, mi apuro en aquel lance nopodia ser mayor; sin embargo, me sentí animado de extra-ordinario arrojo viendo la alevosía de mis agresores, y enpropia defensa resolví venderles cara la vida. El que parcciagefe de los salteadores se adelantaba hacia mí con la vistafija en la pistola con que le apuntaba, mientras iba yo retro-cediendo conforme él avanzaba. El tenia en una mano unmachete, y en la otra el garrote. Tal vez creía que no meatreveria yo :'t dispararle, porque cuando le decia que se de-tuviera, no hacia caso de mis palabras, pensando quizá quecomo ya se habia apoderado de mi cabalgadura, le seria nomenos fácil intimidarnie ó rendirme. Avanzaba pues siempresobre mí cn ademan resuelto, y yo continuaba retrocediendo,hasta que, cuando estábamos cosa de veinte varas distantesde RUS compañeros, se me arrojó encima, tirándome unafuriosa estocada con el machete. Sin titubear disparé el tiro,

Page 5: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

4 AUTOBIOGRAFÍA

todavía sin intencion de matarlo, pues hasta ent6nces mecontentaba con herirlo en una pierna; pero él, por evita! labala, se hizo atrás con violencia, y la recibió en la ingle.Mudo é inmóvil permanecí por un instante. Creyendo habererrado el tiro, y que el mal hombre se me vendria luego álas manos, desenvainé la espada y me arrojé sobre él paraponerle fuéra de combate; mas al ir á atravesarlo me detuve,por que le ví caer en tierra sin movimiento. Ciego de cóleray no pensando sino en mi propia salvacion, corrí entóncescon espada desnuda sobre los demas ladrones; mas estos noaguardaron, y echaron á huir cuando se vieron sin gefe, yperseguidos por quien, de joven desprevenido y fácil de ame-drentar, se había convertido en resuelto perseguidor de SUB

agresores. Fortuna grande fué para mí, que allí tal vez habriapagado con la vida la temeridad de sostener un ataquetan desigual. Comprendiéndolo así, sin pérdida de tiemposalté con presteza sobre mi mula, abandonarla en la mon-taña; y al pasar por junto al cadáver del salteador, arrojésobre él, lleno de rabia, la pistola, que se había reventado enmis manos al dispararla, y proseguí bien á prisa mi viage.Solo entónces eché de ver que la pistola, al salir el tiro, mebabia lastimado la mano.

Una hora despues de este acontecimiento sobrevino lanoche, acompañada de truenos y de una copiosa lluvia, y tanoscura y tenebrosa, que muchas veces me veía obligado ádetenerme para buscar á la luz de los relámpagos el senderoque debia seguir. Era mi posicion sumamente embarazosa;rodeado por todas partes de torrentes que estrepitosamentebajaban por las quebradas, parecía que todo conspiraba áaumentar mis zozobras y temores, á pesar de que se meocurría que lo que habia hecho era un acto justificado porlas leyes divinas y humanas. A las cuatro de la mañanallegué á casa, sumamente preocupado, y no comuniqué loocurrido á otra persona mas que á una de mis hermanas.Permanecí allí tranquilo por algunos días, hasta que princi-piaron á esparcirse rurnores de que yo había sido el héroede la escena del bosque. Entónces, sin consultar á nadie, éinducido solamente por un temor pueril, resolví ocultarme,

Page 6: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

DEL GENERAL PÁEZ. 5

y tomando el camino de Barinas, me interné hasta las ríberasdel Apure, donde, deseando ganar la vida honradamente,busqué servicio en clase de peon, ganando tres pesos pormes en el hato de la Calzada, perteneciente á Don ManuelPulido.Diré lo que era un hato en aquella época, pues los que se

encuentran actualmente en los mismos sitios difieren tantode los que conocí en mi juventud, cuanto dista la civiliza-cion de la barbarie. El pIOgreso ha introducido en ellos milreformas y mejoras; y si bien ha ejercido gran influenciasobre las costumbres de los habitantes, no ha podido emperocambiar completamente el carácter de estos, por lo cual nome detendré á copiar lo que, con tanta verdad y exactitud,han descrito el venezolano Baralt y el granadino Samper.Pintaré pues los hatos cómo los conocí en los primeros añosde mi juventud.En la gran extension de territorio, que, como la vasta

superficie del océano, presenta al rededor un inmenso círculocuyo centro parece estar en todas partes, se veian de dis-tancia en distancia ora pueblecillos con pocos habitantes, yarústicas casas con techos de hojas secas de palmeras, que enmedio de tan gran soledad parecian ser los oasis de aquel á lavista desierto ilimitado. Constituían estos terrenos las ri-quezas de muchos individuos, riquezas que no sacaban de lasproducciones de la tierra, sino de la venta de las innume-rables hordas de ganado caballar y vacuno, que pacían enaquellas soledades con tanta libertad como si estuvieran enla patria que el cielo les habia señalado desde los primerostiempos de la creacion. Estos animales, descendientes delos que tuvieron en la conquista tanta parte como los mismosaventureros á cuyas órdenes servian, eran muy celosos de susalvaje independencia; y muchas y grandes fatigas se nece-sitaban paraobligarlos á auxiliar al hombre en la obra de lacivilizacion. Tocaba acometer tan atrevida empresa al habi-tante de los llanos; y cómo podian estos alcanzar tan dificily peligroso empeño, se comprenderá recordando ellinaje devida á que estaban sometidos.

La habitación donde residían estos hombres era una espe-

Page 7: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

6 AUTOBIOGBAFU.

cie de cabaña cuyo aspecto exterior nada diferente presen-taba de las que hoy se encuentran en los mismos lugares.La yerba crecia en torno á su placer, y solo podia indicar elacceso á la vivienda la senda tortuosa que se formaba con laspisadas ó rastro del ganado.

Constituian todo el mueblaje de la solitaria habitacioncráneos de caballos y cabezas de caimanes, que servian deasiento alllanero cuando tornaba á la casa cansado de opri-mir ellomo del fogoso potro durante las horas del sol; y síqueria estender sus miembros para entregarse al sueño, notenia para hacerlo sino las pieles de las reses ó cueros secos,donde reposaba por la noche de las fatigas y trabajos deldia, despues de haber hecho una sola comida, á las siete dela tarde. ¡Feliz el que alcanzaba el privilejio de poseer unahamaca sobre cuyos hilos pudiera mas cómodamente resti-tuir al cuerpo su vigor perdido!

En uno ú otro lecho pasaba la noche, arrullado muy fre-ouentemente por el monótono ruido de la lluvia que caiasobre el techo, ó por el no ménos antimusical de las ranas,del grillo y de otros insectos, sin que despertará azorado alhorrísono fragor de los truenos, ni al vívido resplandor delos relámpagos. El gallo, que dormia en la misma habita-cion con toda su alada familia, le servia de reloj, y el perrode centinela. Á las tres de la mañana se levantaba, cuandoaun no habia concluido la tormenta, y salia á ensillar su ca-ballo, que habia pasado la noche anterior atado á una macoyade yerba en las inmediaciones de la casa. Para ello teniaque atravesar los eecobero«, tropezando á cada instante con lasosamentas de las reses, que entorpecian sus pasos, y quegracias á una acumulacion sucesiva de muchos años, habríanbastado para erijir una pirámide bastante elevada. Y tén-gase presente que el llanero anda siempre descalzo.

Montado al fin, salia para la espedicion de ojear el ganado,que iba espantando hasta el punto en que debia hacerse laparada. Esta operacion se conocia con el nombre de rodeo ;pero cuando se hacia solamente con los caballos, se llamabaJunta. "Juntas!" decian los llaneros cuando, mas tarde, leshablaron de las que se formaron en las ciudades para la de-

Page 8: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

DEL GENERAL P.Á.EZ. 7

fensa de la soberanía de España, "nosotros no sabemos demas juntas que de las de bestias que hacemos aquí."Hecha la parada, se apartaban los becerros para Ia lMrra,

6 sea para ponerles marca, se recogian las vacas paridas, secastraban los toros, y se ponia aparte el ganado que se des-tinaba á ser vendido. Si la res 6 caballo apartado tratabade escaparse, el llanero la perseguía, la enlazaba, Ó si no te-nia lazo, la coleaba para reducirla á la obediencia.

Cuando comenzaba á oscurecer y äntes que les sorprendierala noche, dirijíanse los llaneros al hato para encerrar el ga-nado, y concluida esta operacion mataban una res, tomandocada uno su pedazo de carne, que asaba en una estaca, y quecomía sin que hubiese sal para sazonar el bocado, ni pan queayudara á su digestion. El mas deleitoso regalo consistíaen empinar la topara, especie de calabaza donde se conser-vaba el agua fresca j yentonces solía decir el llanero con eldespecho casi resignado de la impotencia:

.. El pobre con agua justa,y el rico con lo que gusta."

Para entretener el tiempo despues de su parca cena, po-níase á entonar esos cantares melancólicos que son prover-biales-las voces plañideras del desierto- algunas vecesacompañados con una bandurria traída del pueblo inmediato,en un domingo en que logró ir á oir misa. Otras veces tam-bien, antes de entregarse al sueño, entreteniase en escarme-nar cerdas de caballo para hacer cabestros torcidos.Tal era la vida de aquellos hombres. Distantes de las

ciudades, oian hablar de ellas como lugares de dificil acceso,pues estaban situadas mas allá del horizonte que alcanzabancon la vista. Jamás llegaba á sus oidos el tañido de la cam-pana que recuerda los deberes religiosos, y vivian y moríancomo hombres a quienes no cupo otro destino que luchar conlos elementos y las fieras, limitándose su ambicion á llegarun día á ser capataz en el mismo punto donde había servidoántes en clase de peon.ICon qué facilidad se escribe todo esto en una sala amue-

blada y al lado de un fuego agradable I Pero cuán distinto

Page 9: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

8 A.UTOBIOGRAFÍA

era ejecutarlo 1 La lucha del hombre con las fieras-que noson otra cosa los caballos y los toros salvajes-lucha ince-sante en que la vida escapa como de milagro, lucha que poneá. prueba las fuerzas corporales, y que necesita una resisten-cia moral ilimitada, mucho estoicismo ó el hábito adquiridodesde la niñez j esa lucha, digo, debia ser yera durísimaprueba para quien, como yo, no habia nacido destinado ásostenerla, y la consideraba además como castigo del des-tierro que me había impuesto por falta de reflexion y buencriterio.Imagine el lector cuán duro habia de ser el aprendizaje

de semejante vida, que solo podia resistir el hombre de ro-busta complexion, ó que se habia acostumbrado desde muyjoven á ejercicios que requerian gran fuerza corporal y unasalud privilegiada. Este fué el gimnasio donde adquiri larobustez atlética que tantas veces me fué utilísima despues,y que aun hoy me envidian muchos hombres en el vigor yfuerza de sus años. Mi cuerpo, á fuerza de golpes, se volvióde hierro, y mi alma adquirió, con las adversidades en losprimeros años, ese temple que la educacion mas esmeradadifícilmente habria podido darle.Tocóme de capataz un negro alto, taciturno y de severo

aspecto, á quien contribuia á hacer más venerable una hís-pida y poblada barba. Apénas se habia puesto el novicio ásus órdenes, cuando, con voz imperiosa, le ordenaba quemontase un caballo sin rienda, caballo que jamás habia sen-tido Robre ellomo ni el peso de la carga, ni el del domador.Como ante órdenes sin réplica ni escusa, no babia que vaci-lar, saltaba cl pobre peon sobre el potro salvaje, echabamano á sus ásperas y espesas crines, y no bien se había asen-tado, cuando la fiera empezaba á dar saltes y corcovos, ótirando furiosas dentelladas al jinete, cuyas piernas corriangraves peligros, trataba de desembarazarse de la estrañacarga, para él insoportable, ó despidiendo fuego por ojos ynarices, se lanzaba enfurecida en demanda de sus compañe-ros CIl los llanos, como si quisiera impetrar su auxilio contrael enemigo que oprimia sus hijares,El pobre jinete cree que un huracán desencadenando toda

Page 10: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

DEL GENERAL PÁEZ. 9

BU furia, le lleva en sus alas y le arrastra casi sobre la super-ficie de la tierra, que imagina á. corta distancia de sus piés,sin que le sea dado alcanzarla, por que ella tambien huyecon la velocidad del relámpago. Zumba el viento en SUl!

oídos cual si penetrase con toda Sil fuerza en las concavidadesde una profunda caverna; apenas se atreve el cuitado á res-pirar; y sí conserva abiertos los espantados ojos, es sola-mente para ver si puede hallar auxilio en alguna parte, óconvencerse de que el peligro no es tan grande como pudierarepresentárselo la imaginacion sin el testimonio del sentidode la vista.El terreno, que al tranquilo espectador no presenta ni la

mas leve desigualdad, para el aterrado jinete, se abre á cadapaso en simas espantosas, donde él y la fiera van sin remedio ádespeñarse. N o hay que esperar mas amparo que el quequiera dar el cielo, y encomiéndese con todo fervor á la Vir-gen del Carmen, cuyo escapulario lleva colgado al cuello,aguardando por momentos su último instante. Al fin cesa laangustia, pues el caballo se rinde de puro cansado, y abandonapoco á poco el impetuoso escape que agota sus fuerzas.

Cuando repite la operación, ya el novicio llanero tieneménos susto, hasta que al fin no hay placer para él masgrande que domar la alimaña que ántes le habia hecho es-perimentar terrores inesplicables.El hato de la Calzada se hallaba á cargo, como he dicho,

de un negro llamado Manuel ó, segun le deciamos todos,Manuelote, el cual era esclavo de Pulido y ejercia el cargode mayordomo. El propietario no visitaba en aquella épocasu finca, por haberse quemado la casa de habitacion, y todocuanto existía en el hato se hallaba á disposicion del ceñudomayordomo. Las sospechas que algunos peones habían he-cho concebir á Manuelote, de que, bajo el pretesto de buscarservicio, habia ido yo á espiar su conducta, hicieron que metratase con mucha dureza, dedicándome siempre á los trabajosmas penosos, como domar caballos salvajes, sin permitirmemontar sino los de esta clase; pastorear los ganados duranteel día, bajo un sol abrasador, operacion que por esta cansay la vigilancia que exijia, era la que yo mas odiaba; velar

1-

Page 11: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

10 AUTOBIOGRAFIA

por las noches las madrinas de los caballos, para que no S8

ahuyentasen; cortar con hacha maderos para las cercas, yfinalmente, arrojarme con el caballo á los rios, cuando aunno sabia nadar, para pasar como guia los ganados de unaribera {t otra. Recuerdo que un día, al llegar á un rio, megritó: "Tírese al agua y guie el ganado." Como yo trtu-bease, manifestándole que no sabia nadar, me contestó entono de cólera : "Yo no le pregunto á V. si sabe nadar ó no;le mando que se tire al rio y guie el ganado."

Mucho, mucho sufrí con aquel trato: las manos se me ra-jaron á consecuencia de los grandes esfuerzos que hacia parasujetar los caballos por el cabestro de cerda que se usa paradomarlos, amarrado al pescuezo de la bestia, y asegurado albozal en forma de rienda. Obligado á bregar con aquellosindómitos animales, en pelo ó montado en una silla de ma-dera con correas de cuero sin adobar, mis muslos sufríantanto que muchas veces se cubrian de rozaduras que brota-ban sangre. Hasta gusanos me salieron en las heridas, cosano rara en aquellos desiertos y en aquella vida salvaje; se-mejantes engendros produce la multitud de moscas queabundan allí en la estacion de las lluvias.

Acabado el trabajo del día, Manuelote, echado en la ha-maca, solía decirme: "Catire Päez, traiga un camazo conagua, y Iäveme los pies"; y después me mandaba que le me-ciese hasta que se quedaba dormido. Me distinguía con elnombre de catire (rubio), y con la preferencia sobre todos losdemas peones, para desempeñar cuanto había mas dificil ypeligroso que hacer en el hato.

Cuando, algunos años despues, le tomé prisionero en laMata de la Miel, le traté con la mayor bondad; hasta hacerlesentar á mi propia mesa; y un dia que le manifesté el deseode serle útil en alguna cosa, me suplicó como único favorque le diera un salvo-conducto para retirarse á su casa. Almomento le complací, por lo que, agradecido al buen trata-miento que había recibido, se incorporó mas tarde en misfilas. Entonces, los demás llaneros en su presencia solíandecirse unos á otros con cierta malicia: "Catire Päez, traigaUD camazo de agua y láveme los piés." Picado Manuelote

Page 12: AUTOBIOGRAFlA. - bdigital.unal.edu.co · Mi madre, que vivía en el pueblo de Guama, me llam6 á su lado el año (le 1807, y, por el mes de Junio, me dió comi- sion de llevar cierto

DEL GENERAL PÁEZ. 11

con aquellas alusiones de otros tiempos, les contestaba: " Yasé que Vds, dicen eso por mí; pero á mí me deben el tener ála cabeza un hombre tan fuerte, y la patria una de las mejo-res lanzas, porque fui yo quien lo hice hombre."

Después de vivir dos años eD el hato de la Calzada pasécon Manuelote al de Pagüey, propiedad tambien de Pulido,con el objeto de ayudar á la hierra y á la cojida de algunganado para vender. Allí tuve la buena suerte de conocerá Pulido, quien me sacó del estado de peon, empleándome enla venta de sus ganados, y como mi familia me había reco-mendado á él, me ofreció su proteccion conservándome á sulado. Cerca de un año desempeñé la comisión de que meencargó: bajo su patrocinio aprendí el negocio y mas tar-de me retiré para ocuparme en él por mi propia cuenta. An-dando el tiempo tuvo Pulido necesidad de reunir cierta sumade dinero por medio de la venta de ganado. Me encargóde ella; con gusto y agradecimiento desempeñé su encargo,y cuando concluí, volví de nuevo á atender á mis propios ne-gocios.

Hay épocas en la vida, que aunque insignificantes en apa-riencia dejan recuerdos indelebles. Parece que la Providen-da se complace en darle cierto descanso al hombre äntes dehacerle partícipe de grandes acontecimientos. Ella me habiaescojido como uno de sus instrumentos para contribuir á li-bertar á mi patria de la tiranía española, y antes de lanzarmeen el torbellino de los combates, quiso hacerme olvidar Iavida que había pasado de peon y saborear las dulzurasde una época sosegada y ennoblecida por el placer de ganarholgadamente el pan con el sudor de mi frente. Adquirí enaquel tiempo 'algunos bienes de fortuna: mi trabajo me pro-porcionaba lOBmedios suficientes para vivir con independen-cia, me sentia satisfecho y feliz, Y para mí mismo nada masdeseaba. Sin embargo,acercábase la hora de la redencion,y Venezuela se disponía á conquistar su libertad I