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Aurora y Titón Mar.05, 2009 in Mitos Griegos Deja tu Opinion! La bellísima y rubia diosa del amanecer, Aurora, que preparaba todos los días del mundo el camino a Apolo, el dios del sol, para que todo lo iluminara, se enamoró del joven príncipe troyano Titón. Cauta, pidió permiso a los dioses para desposarse con él, y una vez concedido solicitó para el que ya iba a ser su esposo la vida eterna, para que como ella, nunca murieran y estuvieran siempre juntos. Aurora, como todos los dioses, nunca envejecería: siempre permanecería joven e inmortal. Pero Titón fue madurando hasta llegar a la senectud (craso error de la risueña Aurora: pidió para su consorte vida eterna pero no edad inmortal), y al no morir nunca, como resolvieron los dioses, fue precipitándose hacia la más triste decrepitud. Aurora perdió su risa, y apática abría todas las mañanas los cielos a Apolo. Reparó en que ya sólo lo que amaba en su marido no era sino un recuerdo, una figura que ya sólo existía en su memoria, pues no soportaba al anciano en que se había convertido su otrora vigoroso marido. Por demás, le atormentaba el hecho de verle abocado a un deterioro progresivo sin fin, pues no podía morir. Para evadirse comenzó a frecuentar el monte Himeto, en el que halló a un joven cazador, Céfalo, del que se enamoró apasionadamente y al que finalmente haría su amante. Esta historia nos hace reflexionar sobre el paso del tiempo, y sobre todo, si el amor puede resistir su feroz embestida. Tal vez si hubiese pedido para su esposo juventud sempiterna, otro hubiera sido el desenlace. Píramo y Tisbe

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Aurora y TitónMar.05, 2009 in Mitos Griegos Deja tu Opinion!

La bellísima y rubia diosa del amanecer, Aurora, que preparaba todos los días del mundo el camino a Apolo, el dios del sol, para que todo lo iluminara, se enamoró del joven príncipe troyano Titón.

Cauta, pidió permiso a los dioses para desposarse con él, y una vez concedido solicitó para el que ya iba a ser su esposo la vida eterna, para que como ella, nunca murieran y estuvieran siempre juntos.

Aurora, como todos los dioses, nunca envejecería: siempre permanecería joven e inmortal.

Pero Titón fue madurando hasta llegar a la senectud (craso error de la risueña Aurora: pidió para su consorte vida eterna pero no edad inmortal), y al no morir nunca, como resolvieron los dioses, fue precipitándose hacia la más triste decrepitud.

Aurora perdió su risa, y apática abría todas las mañanas los cielos a Apolo. Reparó en que ya sólo lo que amaba en su marido no era sino un recuerdo, una figura que ya sólo existía en su memoria, pues no soportaba al anciano en que se había convertido su otrora vigoroso marido. Por demás, le atormentaba el hecho de verle abocado a un deterioro progresivo sin fin, pues no podía morir.

Para evadirse comenzó a frecuentar el monte Himeto, en el que halló a un joven cazador, Céfalo, del que se enamoró apasionadamente y al que finalmente haría su amante.

Esta historia nos hace reflexionar sobre el paso del tiempo, y sobre todo, si el amor puede resistir su feroz embestida. Tal vez si hubiese pedido para su esposo juventud sempiterna, otro hubiera sido el desenlace.

Píramo y TisbeMar.02, 2009 in Mitos Griegos Deja tu Opinion!

Como decían los romanos: “nihil novi sub sole” (nada hay de nuevo bajo el sol). Pero os explicaré mejor el porqué de empezar la narración de este mito con este adagio al final.En Babilonia, en dos casas contiguas, vivían los jóvenes Píramo y Tisbe. Bastó el verse por primera vez, para que ambos respondieran a la flecha de Eros y se enamoraran.Pero sus pudientes y respectivas familias eran rivales, sosteniendo una guerra sin cuartel desde hacía mucho tiempo. Estando destinados a odiarse, sin embargo, contra todo pronóstico, el Amor les escogió para amarse. Una vez enterados sus padres, montaron en cólera, y levantaron un alto y

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robusto muro entre sus moradas, a fin de impedir todo contacto entre ellos.Píramo cayó en una muda desesperación, a la vez que el bello rostro de Tisbe se anegó de lágrimas. Perdieron el apetito, la energía y hasta el benevolente Morfeo, dios del sueño, les era esquivo.Desde el Olimpo Afrodita les contemplaba consternada, y con su poder abrió una brecha en la maldita pared que separaba sus vidas. A través de la oquedad, volvieron a verse a escondidas, con renovada ilusión. La vez primera que se contemplaron, después de tanta ausencia, fue tal la dicha que los invadió, que olvidaron todo dolor pasado al instante. Su existencia entera giraba alrededor de esa divina fisura abierta en el tabique, y gracias a la cual no sólo pudieron mirarse, sino también hablar sin miedos ni testigos.

Semanas después las palabras cedieron el paso a los besos y a los abrazos. El tiempo transcurría, y su mutua necesidad crecía al compás, hasta volverse acuciante y urgente. Pactaron quedar de noche, debajo del árbol de los jardines que circundaban sus hogares. Tisbe llegó primero, y la impaciencia le pudo. Buscó anhelante a su amado entre unos matojos, pero entonces rugió un fiero león, con lo que huyó corriendo despavorida. Su velo cayó, y el salvaje animal lo desgarró, si bien ella salió ilesa. Cuando Píramo apareció, asimismo al no hallar a su novia bajo el árbol, se adentró en los alrededores, entonces vio la tela de Tisbe hecha pedazos y al rugiente león asomando su cabeza entre las plantas.

 Una súbita desolación hizo presa de él, clavándose su propia daga en el medio del corazón. Cuando Tisbe vio el cadáver, imploró a los dioses en vano que lo revivieran. Pero ante su inapelable silencio frente al funesto desenlace, la hermosa joven asió la daga, arrancándola del corazón de él, y clavándosela en el suyo propio se quitó la vida. La sangre de ambos cambió el color de la fruta de la morera que los cobijaba, y esa fue la razón por la que la mora dejó de ser blanca y se tornó encarnada.Los dos amantes nos recuerdan mucho a los ya universales Romeo y Julieta, obra de Shakespeare que el cineasta Luhrman llevó al celuloide con bastante fidelidad a la literalidad de la misma y a su vez audazmente, trasladando la Verona de la historia a los tiempos actuales. Como les pasó a ellos: Su único amor nació de su único odio.

SísifoFeb.26, 2009 in Mitos Griegos 1 Comentario

Sísifo fue un criminal despreciable: mientras fue rey de Corinto, abusó de su poder, robó, asesinó, engañó a los dioses…. Su conducta fue castigada en el Tártaro, donde fue condenado a llevar rodando una enorme rueda de piedra hasta la cima de una colina muy alta y empinada: tan pronto llegaba a la cumbre, creyendo su tarea ya realizada, la roca se escapaba de sus manos y caía de nuevo abajo, hasta el pie de la colina, obligándole a empezar de nuevo: “A través de nubes de polvo y con el sudor descendiendo a chorros”(Homero). Para los filósofos existencialistas Sísifo representa el absurdo de la existencia humana. Cuántas veces en nuestra vida nos hemos sentido así tras cualquiera de nuestros pequeños o grandes naufragios: otra vez a empezar de cero, de nuevo subir la piedra a lo alto de la montaña y otra vez verla caer ante nuestros ojos: dolorosa sensación de “deja vu”.Una vez leí en un libro que un niño nunca se cansaba de rehacer su muralla de arena en la orilla cada vez que una ola se la tiraba, y pensé que todos éramos capaces de hacer lo mismo. Leí en otro “que un éxito bien vale 100 fracasos”.

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PigmaliónFeb.23, 2009 in Mitos Griegos Deja tu Opinion!

“My fair lady”, es una película americana protagonizada por Audrey Hepburn, que trata de un profesor que se enamora de una chica pobre e inculta tras trasformarla en todo lo contrario: una dama elegante y con conocimientos. Pues bien, esta cinta está inspirada en esta historia.

Pigmalión era el rey de la isla de Chipre. Tenía un ideal de mujer que no hallaba en la realidad, por lo que renunció a casarse y se dedicó a su trabajo en cuerpo y alma (era escultor, además de sacerdote).

Con el concepto de mujer que tenía en su mente, esculpió una bellísima estatua a la que puso de nombre “Galatea”. Todos los días admiraba su obra, y sin saberlo se enamoró de la misma. Por las noches soñaba que al día siguiente Galatea cobraría vida, pero al despertar una vez más sólo veía la fría y preciosa escultura.

Rezó a la Diosa del Amor una noche para que, y a la mañana siguiente la imagen se había hecho de carne y hueso. Se había convertido en realidad: Se trataba de la mismísima Venus (o Afrodita, para los griegos), que le dijo estas palabras:“Mereces la felicidad. Aquí tienes la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal.”

Se ha hablado mucho entre los expertos en psicología del llamado “efecto pigmalión”. Algo parecido al pensamiento de los budistas, que sostiene que “todo está hecho de mente”. Este mito significa que las expectativas, los deseos, son susceptibles de transformarse en realidades. Así, de lo que se trata es de no perder la ilusión en aquellos que tenemos a nuestro alrededor, en no perder la fe en ellos ni en sus posibilidades, para que así se realicen, se vuelvan realidad.

Atlanta e HipómenesFeb.19, 2009 in Mitos Griegos Deja tu Opinion!

La princesa Atalanta era una apasionada de los bosques y las montañas. Le gustaba correr, y el entrenamiento continuo hizo que ni el viento pudiera alcanzarla; tal era su ligereza y velocidad.

Tuvo multitud de pretendientes, y de acuerdo con su padre el Rey, decidió que sólo se casaría con aquél que la ganara en carrera, si bien quien perdiera frente a ella recibiría una justa muerte. Habían ya perecido muchos cuando el joven, apuesto y listo Hipómenes se enamoró de la bella e inasequible princesa. Acudió a Venus para pedirle ayuda, y la Diosa, conmovida por la magnitud de su amor le entregó misteriosamente tres relucientes manzanas de oro, con la promesa de revelarle que debía hacer con ellas una vez se iniciara la atlética competición. Atalanta siempre concedía cierta ventaja al principio a su rival, a fin de que su victoria fuese aun más aplastante. Venus, conocedora de este detalle, indicó a Hipómenes, al que la princesa dejó salir antes, para que dejara caer la primera áurea manzana al suelo. La veloz corredora se quedó

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deslumbrada ante el brillo luminoso y dorado de la bella fruta, y se detuvo para recogerla.

Hipómenes, con aguda inteligencia, midió bien los tiempos en que debía dejar caer las otras dos manzanas, que produjeron el mismo efecto en su amada contrincante, dándole la ventaja necesaria para ganar la carrera. Atalanta, que no conocía el amor, miró a los cálidos ojos azules de Hipómenes, navegando por el oleaje de pasión que contenían. Él la envolvió en un cerrado abrazo, hasta que el corazón de Atalanta latió a más velocidad aun que sus piernas en las carreras. ¿Alguien puede escapar al amor, si es ése su destino final, por más rápida que sea su huida?. Se casaron y fueron siempre dichosos.

CliciaFeb.16, 2009 in Mitos Griegos Deja tu Opinion!

La joven ninfa Clicia se enamoró de Apolo, el dios Solar, y éste, a su vez, también le quiso. Apolo tenía todos los atributos imaginables para volver loca de amor a una mujer, pues era atractivo, inteligente y con una gran personalidad. Pero pronto dejó de interesarse por Clicia para atender a otras conquistas. La muchacha lloró amargamente durante largos e interminables días, pues ella sí era estable en sus emociones, y siempre amaría a Apolo, hasta el fin del propio Tiempo, y nunca podría querer a otro en su lugar. Como la canción de Sinead O´Connor: “Nothing compares to you” Nothing Compares To You - Sinead O’Connor, para ella nada podía compararse con su adorado Sol. Tal era su abatimiento que viajó sola por la ancha Tierra hasta llegar al más extenso y ardiente desierto que jamás ojos humanos contemplaron. Allí se alimentó de pobres e insignificantes alimentos y dio satisfacción a su sed con las gotas del rocío matutino contemplando curiosa la bóveda celeste para ver el carro del Sol de su adorado Apolo. Todas las noches repetía la misma oración a los Dioses del Olimpo: no dejar de contemplar nunca el rostro de su amado. Los dioses se apiadaron de ella, y pronta a expirar, la convirtieron en una hermosa flor, cuya corola se movía siempre en dirección a la luz del sol. Su nombre: el girasol.

SONETO DE INVIERNO

Pasan los días: azul monotonía¿Y por qué no gris? Porque el cielo no quiereLa Naturaleza siente y no sienteNo te siente: ella te desafía

Telúrica te sostiene y te envíaA despertar con ella: ser celesteMortal que sueña con ser trascendenteFirmamento azul: eternidad… ¿Fría?

Cegador Apolo invernal en lo altoNo mires arriba: ansiosa CliciaAnhelante del calor del verano

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Quédate abrigada aunque tibiaRecuerda: Todo pasa y nada en vanoLa vida trascurre en calma… Respira

M.F

NO SERÉ CLICIA

No encontrará nadie en mí a Clicia, al sol rendidaMi orgullo es mi escudo de plataY aunque se agriete mi almaMe quedo con mi luna, mi noche y las rimas.

Me quedo entre los nuevos sueñosque la oscuridad alimenteEn ellos libres son los vuelossin control de la mente

M.F

Céfalo y ProcrisFeb.12, 2009 in Mitos Griegos Deja tu Opinion!

Antes de caer en las redes de Eos (Aurora), y es que los mitos tienen mucho de culebrón, Céfalo estaba casado con Procris, una de las ninfas de Diana. Aurora envidiaba su felicidad conyugal, pues ella, con su anciano esposo al lado, se sentía completamente sola. Trató infructuosamente de competir con su rival, pero el amor del matrimonio del cazador y la ninfa era demasiado grande.Durante el cálido estío, Céfalo descansaba tras sus jornadas cinegéticas en algún umbroso lugar, y entonces invocaba a la brisa, al dulce aire para que acudiera a refrescarlo. Eos sabía de esta costumbre y aunque conocía perfectamente la inocencia de la misma, pues Céfalo sólo llamaba al aire para sofocar su calor, engañó a su mujer y provocando sus celos, le hizo creer que Céfalo se encontraba con una joven muchacha en la soledad del bosque…Hay una canción d un grupo español, “La Unión”, que evoca el poder que esta emoción puede llegar a alcanzar sobre una persona (“Fueron los celos, y no yo, si de algo soy culpable es de amor… Sólo pretendía guardar algo de mi posesión…”). Como ocurre con las fábulas, de los mitos también puede extraerse frecuentemente una moraleja.

Procris se escondió para comprobar por sí misma lo que le habían contado, y fue sólo escuchar “Dulce aire, ¡ven!” y creer que tales palabras eran la prueba definitiva de su infidelidad, se desmayó súbitamente. Céfalo sólo escuchó el estrépito de su caída y creyendo que se trataba de una bestia salvaje dispuesta a atacarlo, lanzó su jabalina de cazador en mitad de la espesura, atravesando el corazón de su mujer. Oyó entonces la voz agonizante de su amada y se acercó a ella, dando tiempo a aclarar la verdad antes de que expirara, con lo que Procris murió con la felicidad de saber que su amor era verdadero.

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Céfalo nunca supo de la torticera intervención de la diosa del amanecer en el luctuoso final de su matrimonio. Visitaba con frecuencia el monte Himeto para huir de su sentimiento de culpa y estar completamente solo. Aunque cayó en los brazos de la atractiva Aurora, refugiándose en su joven y sinuosa figura, nunca olvidó a su esposa. Así, cuando cerraba los ojos y besaba a Eos, soñaba que era su adorada Procris, de nuevo viva entre sus brazos.

Como la famosa canción del italiano Nek, “Laura no está, y no la olvidaré en tu piel… Es enfermizo, sabes que no quisiera, besarte a ti pensando en ella. Esta noche inventaré una tregua, ya no quiero sufrir más, contigo olvidaré su ausencia. Y si te como a besos, sabrás que sólo Laura es dueña de mi amor…”. Procris, aun desparecida de la tierra, siempre tuvo todo el amor de Céfalo para ella.

El titán Atlas [editar]

Atlas fue el jefe de los Titanes en la Titanomaquia o guerra contra los olímpicos. Cuando fueron derrotados, Zeus le castigó a cargar con el peso de llevar los cielos sobre sus hombros. Se contaba que Atlas, a pesar de su superior fuerza, gemía al sujetar la bóveda celeste.

También se decía que Atlas reinó en Arcadia hasta ser sucedido por Deimas, hijo de Dárdano (rey que fundó la casa real de Troya), pero también que gobernó el noroeste de África, donde tenía entre otras riquezas un árbol de hojas y frutas doradas. Según algunos, fueron éstas las manzanas doradas que Gea dio como regalo de bodas a Zeus y Hera.

A este reino habría ido Perseo tras haber matado a la Medusa, donde se presentó como hijo de Zeus y pidió hospitalidad a Atlas. Pero éste, que había rodeado su huerto con murallas y puesto un dragón a vigilar su árbol dorado, recordó la profecía de Temis [ 1 ] y amenazó a Perseo, aconsejándole que se fuera. Entonces Perseo sostuvo la cabeza de Medusa ante los ojos de Atlas, convirtiéndole en una enorme piedra a la que se llamó cordillera del Atlas. Se decía de estas montañas que eran tan altas que tocaban el cielo, aunque sus árboles eran tan densos que impedían subirlas.

Sin embargo, otras versiones cuentan que Heracles, descendiente de Perseo, engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro del jardín de las Hespérides como parte de sus doce trabajos. Prometeo le había aconsejado que no fuese él mismo a buscarlas, sino que enviase a Atlas. Para lograrlo, Heracles se ofreció a sujetar el cielo mientras Atlas iba a buscarlas. Pero al volver, Atlas no quiso aceptar la devolución de los cielos, y dijo que él mismo llevaría las manzanas a Euristeo, el hombre que las había pedido. Heracles le engañó de nuevo, pidiéndole que sujetase el cielo un momento para que pudiera ponerse su capa como almohadilla sobre los hombros, a lo que éste accedió. Entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó.

Mito de la Diosa Afrodita. Mitología griega. Mitos y leyendas. Cuentos.

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Afrodita es la diosa del amor y la belleza, y se identifica en Roma con la antigua divinidad itálica Venus. Según una tradición es hija de Urano y según otra de Zeus y Dione.

En el caso de la primera historia, el nacimiento ocurre en el momento que Cronos (dios del tiempo) corta los genitales de su padre Urano y los lanza al mar, de donde surge Afrodita. De ahí que se le conozca como “la diosa nacida de las olas” o “nacida del semen de dios”.

Una vez que salió del mar, Afrodita fue llevada por los vientos Céfiros, primero a Citera y luego a Chipre, donde las Horas la vistieron y la guiaron a la morada de los Inmortales.

Posteriormente, Platón imaginó que había una Afrodita Urania, la diosa del amor puro e hija de Urano; y Afrodita Pandemo, hija de Dione y diosa del amor vulgar. Sin embargo esta es una concepción filósofica tardía.

Afrodita es partícipe de un sinnúmero de leyendas. Primero, se casó con Efesto (el divino cojo y dios del Fuego), pero estaba enamorada de Ares (dios de la Guerra).

Cuenta Homero (escritor de La Odisea y La Iliada) que mientras los enamorados se entregaban a la pasión en una madrugada, en el lecho de Afrodita, Efesto celoso les había puesto una trampa, pues el Sol le había contado que su amada le estaba siendo infiel.

Cuando los amantes se dieron cuenta ya estaban atrapados en una red mágica que tenía el esposo de la bella diosa, y éste fue a llamar a todos los dioses para que fueran testigos del engaño. Todos se burlaron del asunto, pero Poseidón (dios del Mar) pidió clemencia y por eso Afrodita y Ares fueron liberados.

La diosa avergonzada huyó a Chipre, mientras que Ares se fue a Tracia. Sin embargo, sus amores tuvieron fruto y de tal unión nacieron Eros (dios del amor) y Anteros, Deimo y Fobos (el Terror y el Temor) y Harmonía. A veces también se agrega a Príapo.

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A parte de Ares, Afrodita estuvo involucrada amorosomente con Adonis y a Anquises con quien tuvo a Eneas (héroe troyano y personaje de La Eneida de Virgilio) y a Lirno.

Pero, la diosa fue especialmente conocida por sus maldiciones e iras, pues cuando alguien caía en la desgracia de ofender a la diosa, se condenaba a tormentos terribles. Por ejemplo, castigó a la Aurora con un amor irrefrenable por Orión, ya que había cedido a las seducciones de Ares. También castigó a todas las mujeres de Lemnos, ya que éstas no la honraban, y las impregnó con un olor insoportable que provocó que sus hombres las abandonaran. De igual manera castigó a las hijas de Cíniras y las obligó a prostituirse con extranjeros.

Por otra parte, caer en su gracia era igual o más peligroso. Cuando la Discordia lanzó una manzana a la más hermosa de las diosas, e hizo que compitieran Afrodita, Palas Atenea y Hera, y Zeus decidió que fuera Alejandro (Paris, héroe troyano) el que definiera quién era la más hermosa, cada una le ofreció un regalo a cambio de que la escogiera. Palas Atenea le ofreció hacerlo invencible en la guerra, Hera le prometió el reino del universo, y Afrodita la mano de Helena (hija de Zeus y hermana de los Dioscuros), quien era la mujer más hermosa del mundo. Paris eligió a Afrodita y fue por esta promesa que se inició la famosa Guerra de Troya.

Afrodita agradecida con Paris, lo protegió durante toda la campaña así como a los demás aqueos, incluyendo a su hijo Eneas, a quien logró salvar de la muerte.

Aunque Troya iba a perder la guerra definitivamente, Afrodita logró rescatar la raza de los aqueos con su hijo Eneas, quien luego viajara a una tierra desconocida donde sus descendientes Rómulo y Remo fundarían Roma.

Así es como para lo romanos Afrodita, Venus para ellos, fuera su protectora particular y por eso César le levantó un templo bajo la invocación de Venus Madre.

Los animales favoritos de esta diosa eran las palomas, y estas aves arrastraban su carro. Sus plantas eran la rosa y el mirto.

Por EnCuentos

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Esta diosa equivale en Roma a Diana, la Cazadora. Según algunas tradiciones, es hija de Démeter (diosa de la fertilidad); sin embargo es más común que se considere hermana gemela de Apolo (dios del arte y de la adivinación), y por lo tanto hija de Leto y Zeus (dios de los dioses).

Ella es la primogénita, e inmediatamente ayudó a Apolo a venir al mundo. Luego, recién nacidos, Apolo y Ártemisa que tenían grandes habilidades de cazadores, mataron a un dragón que se disponía a atacarlos. Pero, una de sus más renombradas azañas es la de asesinar, entre los dos, a los hijos de Níobe, quien había insultado a Leto. Apolo se enfrentó y acabó a los seis muchachos, mientras que Ártemisa se encargó de la seis doncellas. Famoso es también el hecho de que para salvar a su madre mataron al gigante Ticio que trataba de violarla.

Ártemisa se mantuvo eternamente virgen y joven, por lo que siempre fue un emblema de las doncellas jóvenes. Nunca conoció la dependencia a hombre. Su único placer era la caza, y debido a esto andaba siempre armada con una arco, con el que cazaba y perseguía a sus víctimas que iban desde veloces ciervos hasta humanos caídos en desgracia. Uno de sus castigos clásicos, es enviar la muerte a las mujeres que van a dar a luz. Las muertes repentinas e indoloras son también de su cosecha. Es muy propicia a la cólera y es en extremo vengativa.

Dentro de sus luchas y triunfos más destacados se pueden contar el combate contra los Gigantes, donde se enfrentó a Gratión. De igual forma, venció en combate a los monstruos Alóadas; en Arcadia, a Búfago (el devorador de bueyes); a Orión, el cazador gigante, quien habría incurrido en la cólera de la diosa, por retarla a lanzar el disco, según algunas tradiciones. En otras versiones, Orión intenta robar a una de sus compañeras, e incluso hay quienes dicen que el cazador intentó violar a la propia Ártemis. Otra de sus víctimas importantes fue Calisto, a la que mató por orden de Hera (esposa de Zeus), quien quería castigarla por haberse dejado seducir por Zeus.

Interviene en la historia de la familia de los atridas (Agamenón y Menelao), pues Agamenón al matar un ciervo, comparó su habilidad con la de la propia diosa. Ésta en

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respuesta, inmoviliza su flota y exige el sacrificio de Ifigenia, a quien salva en el último momento trasladándola a Táuride.

Se ha identificado a la diosa con la luna errante por las montañas, paralelamente a su hermano que era la personificación del sol. Sin embargo, no todos los cultos o mitos referentes a Ártemisa son celenes (lunares), pues en el panteón helénico era clasificada como la diosa de las bestias, e incluso ha sido objeto de cultos que incluían el sacrificio humano, como el de Táuride.

Ártemisa era la protectora de las amazonas, quienes eran cazadoras y guerreras como ella y estaban libres del yugo masculino igual que ella. (ver Las Amazonas).

Su culto se expandió por todas las regiones montañosas de Grecia como Arcadia, el territorio espartano, el monte Taigeto, Élide y Laconia entre otras. Su mayor templo se encontraba en Éfeso, donde la cazadora había asimilado a la diosa de la fecundidad asiática.

La leyenda del unicornio. Leyendas del mundo. Criaturas mitológicas.

Muchos años atrás, cuando el mundo era aun muy joven,salvajes y maravillosas creaturascorrían libres por todas partes.El mas hermoso de todos ellos era el Unicornio.

Constantemente perseguido por los poderes mágicos de su cuerno, el Unicornio no era fácil de capturar.No solo era suave y gentil,sino también extremadamente rápido,

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seguro y agraciado,lo que frustraba hasta los más expertos casadores.

Pero lo que aseguraba la captura segura del Unicornio,era la ayuda de una joven e inocente moza.Pues a la creatura le atraía su pureza,se acercaba confiado y descansaba su cabeza en las piernas de la joven.

Era así como la indefensa y despreocupada creatura era capturada. Y de esta manera,despues desaparecieron todos los Unicornios.¡Oh, el mundo ahora lamenta la perdida de este ser tán mágico!Y ahora que es demasiado tarde,aun extrañamos su belleza.

El mito de Hera. Mitología griega. Mitos y Leyendas.

Hera es la diosa con mayor rango en el Olimpo, pues es esposa y hermana de Zeus, el dios de los dioses en la mitología griega.

Esta diosa es la hija mayor de Cronos y Rea, y como todos sus hermanos fue tragada por su padre, hasta que Zeus fue salvado de las terribles fauces paternas y, luego, pudo entonces liberar a todos sus hermanos.

Durante la lucha que hubo entre Zeus y los titanes, la diosa fue criada -según unas versiones- por Océano y Tetis, con quienes ella quedó muy agradecida, por lo que cuando ellos riñeron, ella trató de reconciliarlos. Otros narran que fue criada por las Horas, por el héroe Témeno e incluso por las hijas de Asterión.

Una vez que Zeus ganó la gran batalla y se estableció el poder olímpico, éste contrajo matrimonio con Hera. Se cuenta que ella era su tercera esposa, después de Metis y Tetis,

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no obstante el amor entre Hera y Zeus era anterior incluso a la batalla con los titanes. La boda fue más que suntuosa, y de acuerdo a la tradición, se indica como lugar de la celebración el jardín de las Hespérides (aunque a veces se dice que las manzanas de este jardín fueron sólo el regalo de Gea a Hera el día de su casamiento, y que la diosa las cembró en su jardín). En la Ilíada se cuenta que la boda se llevó a cabo en la cumbre del Ida de Frigia. También, se ha mencionado que se realizó más bien en el lugar místico de Eubea. La divina unión tuvo como frutos cuatro hijos: Hefesto, Ares, Ilitía y Hebe.

Como esposa del líder de los dioses, Hera se convirtió en la protectora de todas las mujeres casadas. Por ello, se la representa como mujer celosa, vengativa y violenta, pues Zeus -que le era infiel constantemente- provocaba sus iras, de las que hacía víctimas no sólo a las amantes sino a los hijos producto de los amores prohibidos.

Fue así como Heracles cayó en desgracia con Hera, pues era hijo de Zeus y Alcmena, y fue tal vez el que más sufrió la cólera de la diosa. A ella se le ocurrió la idea de los doce trabajos a los que se sometió al semidios, y lo persiguió sin límite hasta el fin de sus días.

Sin embargo, estos ataques de celos también le costaban caros a la diosa, pues Zeus siempre protegía a sus hijos y a sus amantes de la venganza de Hera. Por ejemplo, cuando Heracles se vio envuelto en una tormenta enviada por Hera cuando él regresaba de tomar Troya, Zeus la suspendió del Olimpo y le ató un yunque en cada pie. Hera más tarde se reconcilió con Heracles.

Las leyendas en que esta importante diosa interviene son muchas. Por ejemplo, persigue a Io, la convierte en vaca y convence a los Curetes de desaparecer a su hijo, interviene en el trágico origen de Sémele, produce la locura de Tamante e Ino por haber criado a Dionisios, hijo bastardo de Zeus con Sémele. Aconseja a Artemisa para que asesine a Calisto, e intenta impedir el parto de Leto, de dónde nacieron Apolo y Artemisa.

Sin embargo, la ira de Hera no siempre se relaciona con los celos, a veces también lucha por poder. Por ejemplo, castigó a Tiresias y lo dejó ciego, por darle la razón a Zeus en una discusión que entabló la pareja sobre quién gozaba más de los placeres del amor, si el hombre o la mujer.

Además, participó en el concurso de las manzanas para averiguar cuál diosa era la más bella, donde Paris fue árbitro. Como éste eligiera a Afrodita, su cólera cayó sobre él y sobre Troya, por lo que la balanza se inclinó por los griegos o aqueos, hecho que se confirmaba porque Hera naturalmente estaba designada como la protectora de Aquiles, héroe griego hijo de Tetis, a quien Hera le debía tanto, como ya dijimos. Incluso, la diosa extendió su protección a Menelao, y lo hizo inmortal. Anteriormente, Hera había protegido a los Argonautas, y ayudó a que salieran bien librados de las Rocas Cianeas y de los pasos de Caribdis y Escila.

Por otro lado, se sabe que la diosa participó en la lucha contra los Gigantes y que fue perseguida y atacada por Porfirión que se había enamorado de ella. Éste intentó hacerla suya por la fuerza, pero mientras le arrancaba los vestidos, Zeus llegó en auxilio de la diosa y le envió un rayo al atacante que fue asesinado completamente por un flechazo de Heracles. De igual forma, Ixión también la atacó con un deseo incontrolable y

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violento, pero Zeus una vez más la protegió mediante una nube que modeló para engañar al pérfido.

Sus atributos comunes eran el pavo real, cuyo plumaje pasaba por ser los ojos de Argos, el guardián que Hera le asiganra a Io, y sus plantas eran el helicriso, la granada y el lirio. En la mitología latina o romana fue conocida como Juno.

El mito de Europa. Mitología griega. Mitos y leyendas. Cuentos.

Europa era hija de Agenor y Telefasa, aunque a veces se dice que era hija de Fénix y por lo tanto nieta de Agenor.

Europa jugaba con sus compañeras en la playa de Sidón o a veces Tiro donde reinaba su padre, cuando Zeus la divisó y quedó maravillado por su belleza, por lo que se prendó de ella.

Como Zeus sabía que Europa podía rechazarlo si se le presentaba naturalmente, se transformó en un hermoso toro blanco que tenía cuernos parecidos al creciente lunar, y fue a rendirse a los pies de la bellísima doncella.

Primero, la joven se asustó, pero luego fue tomando confianza. Primero opta por acariciar en el lomo al maravilloso animal y decide por último montar en su espalda. Zeus que esperaba esta acción de Europa, inmediatamente se levantó y partió hacia el mar. 

Europa gritaba y se aferraba con fuerza a los curvados cuernos, pero Zeus no se detuvo, se adentró en la olas y se alejó de tierra, hasta llegar a Creta. Los hermanos y la madre de Europa salieron en su búsqueda desesperados y por orden de su padre, pero no dieron con ella.

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En Gortina, Zeus logra su cometido y se une con Europa cerca de una fuente y unos plátanos que bendecidos por haber presenciado el divino acto de amor nunca más volvieron a perder sus hojas.

De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis. Además, se cree que fue la madre de Carno, amado de Apolo, y Dodón.

Pero Zeus no podía quedarse con su bella Europa, por lo que para recompensarla le da tres regalos. El primero es Talo el autómata, que era de bronce y cuidaba las costas de Creta contra los desembarcos extranjeros. El otro fue un perro que nunca fallaba en la cacería y siempre lograba atrapar a sus presas. Por último, le entregó una sorprendente jabalina que siempre y sin excepción acertaba en el blanco elegido.

Adicionalmente, y para recompensarla por completo, Zeus logró que Europa contrajera matrimonio con Asterión, quien al no tener hijos, adoptó a los de Zeus.

Cuando Europa murió le fueron concedidos los honores divinos y el toro que había sido la forma en que Zeus había amado a Europa fue convertido en constelación e incluido en los signos del zodíaco.

Por otro lado, se conocen otras heroínas con este nombre. Una es la hija de Ticio que tuvo a Eufemo depués de unirse con Poseidón (dios del mar). Otra es una de las Oceánides, hijas de Tetis y Océano. También, la madre de Níobe, esposa de Foroneo se llamaba Europa. Y por último, la hija del Nilo y una de las esposas de Dánao.