atributos de dios

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ASEIDAD Y dijo Dios a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY,” y añadió: “Así dirás a los Israelitas: ‘YO SOY me ha enviado a ustedes.’ (Éxodo 3:14 NBLH) Dios estaba enviando a Moisés a Egipto para liberar a su pueblo. Pero Moisés sabía que el pueblo tenga una pregunta. En un mundo de tantos dioses, que dios te envía? ¿Cuál es su nombre? Dios respondió: “Yo Soy el que Soy”. Sí, la respuesta de Dios era misteriosa. Pero piensa en ello. En este tiempo, Dios no se compara con nada (“yo soy más grande”). Él no se refieren a cualquier persona (“Yo soy tu rey”). Pero en este caso, era como si le estuviera diciendo – Yo Soy – Yo no necesito a nadie más. Dios es auto existente. No necesita su creación. No necesita nada. Este atributo de Dios a veces se llama su aseidad (de las palabras latinas a se – de si mismo). Dios es totalmente independiente y autosuficiente. Él tiene todo lo que necesita en su interior. No hay otro ser como él. En las palabras del Apóstol Pablo: El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas. (Hechos 17:24-25 NBLH) ETERNIDAD El tiempo es uno de los mayores misterios de la ciencia. Puede que no sepamos mucho sobre ello, pero sí sabemos que Dios lo creó. Dios no está limitado por el tiempo. Se puede interactuar con las criaturas en el tiempo, sino que él mismo es eterno. Eso no quiere decir que sólo vive un tiempo muy largo, o que es muy viejo. No, ya sea en tiempo o fuera de él, Dios simplemente es. Isaías 57:15 dice que Dios “habita la eternidad” o “vive para siempre”.

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caracteristicas de Dios ante otros dioses

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Page 1: Atributos de Dios

ASEIDAD

Y dijo Dios a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY,” y añadió: “Así dirás a los Israelitas: ‘YO SOY me ha enviado a ustedes.’ (Éxodo 3:14 NBLH)

Dios estaba enviando a Moisés a Egipto para liberar a su pueblo. Pero Moisés sabía que el pueblo tenga una pregunta. En un mundo de tantos dioses, que dios te envía? ¿Cuál es su nombre?

Dios respondió: “Yo Soy el que Soy”.

Sí, la respuesta de Dios era misteriosa. Pero piensa en ello. En este tiempo, Dios no se compara con nada (“yo soy más grande”). Él no se refieren a cualquier persona (“Yo soy tu rey”).

Pero en este caso, era como si le estuviera diciendo – Yo Soy – Yo no necesito a nadie más.

Dios es auto existente. No necesita su creación. No necesita nada.

Este atributo de Dios a veces se llama su aseidad (de las palabras latinas a se – de si mismo).

Dios es totalmente independiente y autosuficiente. Él tiene todo lo que necesita en su interior. No hay otro ser como él.

En las palabras del Apóstol Pablo:

El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas. (Hechos 17:24-25 NBLH)

ETERNIDAD

El tiempo es uno de los mayores misterios de la ciencia. Puede que no sepamos mucho sobre ello, pero sí sabemos que Dios lo creó.

Dios no está limitado por el tiempo. Se puede interactuar con las criaturas en el tiempo, sino que él mismo es eterno.

Eso no quiere decir que sólo vive un tiempo muy largo, o que es muy viejo. No, ya sea en tiempo o fuera de él, Dios simplemente es.

Isaías 57:15 dice que Dios “habita la eternidad” o “vive para siempre”.

Page 2: Atributos de Dios

Moisés bendijo a los hijos de Israel, describiendo a Dios de esta manera: El eterno Dios es tu refugio, Y debajo están los brazos eternos. (Deuteronomio 33:27) ¡Qué palabras de esperanza!

La naturaleza eterna del Mesías se insinúa en Miqueas 5:2:

Pero tú, Belén Efrata, Aunque eres pequeña entre las familias de Judá, De ti Me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, Desde los días de la eternidad.

Nuestro Señor es eterno. Nada volverá a darle una sorpresa. Él está listo para el futuro, porque él ya está allí. Él está listo para su futuro.

Por eso dice Isaías:

Acuérdense de esto, y estén confiados; Pónganlo en su corazón, transgresores. Acuérdense de las cosas anteriores ya pasadas, Porque Yo soy Dios, y no hay otro; Yo soy Dios, y no hay ninguno como Yo, Que declaro el fin desde el principio Y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: ‘Mi propósito será establecido, Y todo lo que quiero realizaré.’ Isaías 46:8-10

Con razón Dios es alabado en Apocalipsis 5:13: ¡Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos!

INMUTABILIDAD

Imagínese lo que pasaría si tuviéramos un Dios todopoderoso y eterno – que constantemente cambia.

Claro, él puede decirnos que nos perdonará. Pero ¿todavía perdonar el próximo año?

Él podría decirnos que debemos amar a nuestra familia. Pero lo que si cambió de opinión la próxima semana?

Él sería un dios caprichoso. No tendríamos ninguna esperanza, ninguna confianza.

Malaquías habla de la inmutabilidad de Dios en el contexto de dos cosas. En primer lugar, Dios juzgará el pecado – como siempre. Él no ha cambiado de opinión. Sigue siendo un pecado para explotar a los débiles, por ejemplo.

Pero todavía es un Dios de misericordia. Si las personas se arrepientan, y vendremos a él, se le perdonará.

Page 3: Atributos de Dios

Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? Malaquías 3:6-7

Dios, entonces, habla de los diezmos que no habían sido pagadas. Hubo varios diezmos de Israel, algunos como una forma de impuesto nacional.

Al igual que un ancla en el capítulo 13 de hebreos, el autor nos recuerda: Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. (Hebreos 13:8)

A diferencia de las cambiantes luces y sombras de este mundo, nuestro buen Dios nunca cambia. Santiago 1:16-18:

Amados hermanos míos, no se engañen. Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación. En el ejercicio de Su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas.

El gran don de la salvación es algo cierto. Se basa en la promesa de un Dios bueno, y Dios nunca cambia.

Juicio de pecado, la misericordia, el amor, la perfección, su plan eterno – estas cosas nunca cambiarán en Dios. Si usted está en Cristo – perdonado por la fe en Él – tiene la esperanza de que nunca le fallara.

SOBERANÍA

La soberanía de Dios representa la capacidad de poner en práctica Su santa voluntad o supremacía. El Altísimo, Señor del Cielo y de la tierra, tiene poder ilimitado para hacer lo que haya resuelto. Al ser absolutamente independiente, Dios hace lo que le place. Nadie puede disuadirlo, nadie puede obstaculizarlo. En Su Palabra, Dios declara: "Yo soy Dios, y no hay otro Dios; y nada hay semejante a mí. . . "que digo: 'Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero'" Isaías 46:9-10). Nabucodonosor, el Rey de Babilonia, edificó obras arquitectónicas que fueron clasificadas entre las Siete Maravillas del Mundo. Aún así, alabó la soberanía del Altísimo. "Cuyo dominio [el de Dios] es sempiterno, y su reino por todas las edades. . . Y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra. Y no hay quien detenga su mano...” (Daniel 4:34-35). Soberanía divina significa que Dios es Aquel que se sienta en el Trono del universo. Él es Dios en nombre así como en todas las cosas, dirigiendo todas las cosas, y "el que hace todas las cosas según el designio de su voluntad" (Efesios 1:11). En medio de la aflicción que Dios permitió en su vida, Job reconoce la grandeza y esplendor de Dios en contraste con su propio orgullo y pecado. "Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti" (Job 42:2). Finalmente, Job reconoce que los propósitos de Dios son supremos y que Él es soberano.

Page 4: Atributos de Dios

La Confesión de fe de Westminster dice: "Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que sucede."1

Soberanía de Dios - ¿Cuáles son los Parámetros? Aunque la supremacía de Dios no tiene restricciones, hasta la soberanía de Dios tiene sus parámetros. "En última instancia, Dios tiene completo control sobre todas las cosas, aunque Él puede escoger permitir que ocurran ciertos acontecimientos según las leyes naturales que Él ha ordenado."2

Dios no puede hacer nada que vaya en contra de Su propio carácter. Debido a que Dios es inmutable, Sus palabras deben reflejar Su integridad (Números 23:19). Dios no puede mentir (Hebreos 6:18). En todos los casos, Dios no sólo continúa siendo veraz, sino que cumple todas las promesas que hace.

Dios no puede ser tentado por el mal. No existe ningún elemento en Su naturaleza que pueda ser tentado por el mal (Santiago 1:13). Aunque Dios a menudo nos prueba, Él no tienta a nadie. De hecho, Dios utiliza Su poder ilimitado para permitirnos resistir y escapar del mal (Primera de Corintios 10:13).

Dios no puede negarse a Sí mismo ni contradecirse. Dios permanece fiel a las promesas de Sus pactos (Malaquías 3:6). Una promesa es tan verdadera como la persona que la hace. Al igual que Dios, Su Palabra es inmutable (Primera de Samuel 15:29). Dios no revoca lo que ha dado ni desecha a quién ha escogido (Romanos 11:29).

Dios no puede perdonar el pecado mientras no haya sido pagado. Debido a que Dios es justo, no puede simplemente "hacer borrón y cuenta nueva" (Romanos 6:23). Cristo clamó en el Jardín de Getsemaní, "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. . .” (Mateo 26:39). Cristo tuvo que soportar una terrible agonía física y espiritual, la justicia perfecta de Dios pronunciada sobre el pecado.

Dios no puede forzar nadie a amarlo ni a recibir Su regalo de salvación eterna mediante Jesucristo. Es un acto de libre albedrío del hombre (Juan 1:11–13). Cuando un individuo escoge responder con fe, recibiendo a Jesús en su vida, se convierte en una nueva criatura.

Soberanía de Dios - ¿Cómo es vista? Aunque la soberanía de Dios es infinita, el uso de Su poder está delimitado por Sus otros atributos. Características tales como veracidad, bondad, fidelidad, justicia, y amor definen cada una de las acciones de Dios. Si un atributo estuviera desproporcionado o exagerado, esto resultaría en un caos a nivel universal. Imagínese a un dios que favoreciera a una persona más que a otra. Dios no favorece a un individuo por su estatus social, nacionalidad, o bienes materiales (Hechos 10:34-35). En cambio, Dios nos acepta, recibiéndonos en una relación justa, mediante la fe en Jesucristo. Por la soberanía de Dios tenemos libre albedrío y somos capaces de elegir y tomar decisiones que moldean nuestras vidas. Aunque no poseemos el poder infinito de Dios, podemos someter nuestros corazones, almas, y mentes de maneras que concuerden con

Page 5: Atributos de Dios

Su santa voluntad. De esta manera, honramos al Creador y Sustentador de todas las cosas, reconociendo que Dios es verdaderamente soberano (Colosenses 1:16-17).

OMNISCIENCIA

Si “omnis” significa “todo” y “sciéntia” significa “conocimiento”, la “Omnisciencia” divina significa que Dios lo sabe todo. Y cuando decimos “todo”, es absolutamente todo. Hasta nuestros más ocultos pensamientos, Dios los conoce mejor que nosotros, y los conoce antes de que siquiera se nos puedan ocurrir.

Dios, entonces, conoce todas las cosas: conoce todo lo que ha existido y lo que puede llegar a existir, todo lo que se ha hecho y todo lo que pueda llegar a ser hecho.

Dios conoce perfectísimamente todas las cosas. Y las conoce, no de una manera confusa o general, sino con un conocimiento clarísimo y singular, el cual llega hasta las más mínimas diferencias y detalles.

Esto significa que Dios conoce íntimamente todo lo material y lo espiritual: conoce una partícula de polvo que pueda atascar un mecanismo delicado y conoce igualmente el sentimiento secreto de una persona.

Los textos de la Sagrada Escritura son abundantes y elocuentes:

“Mira el Señor de lo alto de los cielos, y contempla a los hijos de los hombres.

Del lugar en que vive está observando a todos los que habitan en la tierra; El, que solo formó sus corazones, El, que escudriña todas sus acciones”. (Sal. 32, 13-15)

“Tú sabes, Señor, si me he extraviado, pues no te están escondidos mis errores”. (Sal. 68, 6)

"El mundo infernal y la muerte están a la vista de Yahvé, ¡cuánto más los corazones de los hombres!” (Prov. 15, 11).

“Porque El reconoció a los que son falsos” (Job 11, 11).

“En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos”. (Hb. 4, 12)

“No hay criatura a la que su luz no pueda penetrar; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de Aquél al que rendiremos cuentas” (Hb. 4, 13).

“El cuenta las estrellas una a una y llama a cada una por su nombre” (Sal. 146, 4). “Incluso los cabellos de sus cabezas están contados” (Lc. 12, 7).

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Ahora bien, la forma de conocer de Dios y nuestra manera de conocer son bien diferentes. El ser humano va conociendo una cosa tras otra, lentamente, algo parecido a como un niño que comienza a hablar, palabra tras palabra.

No así Dios. Dios conoce todas las cosas de una sola vez. Y las conoce así desde toda la eternidad. El conoce a todos los que hemos vivido, cada árbol y cada planta, cada pensamiento nuestro. Y todo esto, en un instante.

Los especialistas requieren casi una vida para obtener conocimiento en una determinada especialidad. Dios lo conoce todo… todo, todo… instantánea y completamente.

“Me llegó una palabra de Yahvé: Antes de formarte en el seno materno te conocía; antes de que tú nacieras, Yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones” (Jer. 1, 4-5).

Dios inclusive conoce lo que hubiera sucedido en un caso dado, pero que no llegó a suceder. Por ejemplo, Dios sabe qué hubiera sido de una persona si en vez de haber estudiado para ser Médico, hubiera estudiado Ingeniería.

Otro ejemplo: Dios conoce también lo que hubiera sido de una persona con vocación sacerdotal que, no siguiendo el llamado de Dios, decidió seguir otro camino. Aplicando esto a un caso del Evangelio, Dios supo qué hubiera sido del joven rico si hubiera dejado sus bienes y hubiera seguido a Jesús, quien lo llamó para ser uno de sus discípulos. (cf. Mt. 19, 16-26).

Este conocimiento de Dios que incluye todas las otras alternativas posibles de un instante concreto de la vida de cada uno de nosotros y de la historia de la humanidad lo hace Juez infinitamente Justo, pues al conocer todo, toma en consideración todas las posibilidades. Este tipo de conocimiento divino está descrito por Cristo en el Evangelio, cuando se refiere a dos ciudades donde había hecho muchos milagros:

"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han realizado en ustedes, seguramente se habrían arrepentido, poniéndose vestidos de penitencia y cubriéndose de ceniza. Yo se lo digo: Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que ustedes en el día del juicio” (Mt. 11, 21-22)

Dios sabe cómo dirigir todo de la mejor manera para llevar a cabo su plan de salvación para cada uno de nosotros. La Sabiduría Infinita de Dios es el funcionamiento de su Omnisciencia.

Dios conoce perfectamente todas las cosas, “porque todo queda desnudo y al descubierto a sus ojos” (Hb. 4, 13), “incluso lo que ha de acontecer por libre acción de las criaturas” (Concilio Vaticano I).

“Yo ya sé que el Rey de los Egipcios no los dejará salir, si no es obligado por la fuerza. Por esto Yo extenderé mi mano y azotaré a Egipto con toda clase de males extraordinarios, de manera que él mismo los echará fuera” (Ex. 3, 19-20).

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“Señor, Tú me examinas y conoces, sabes si me siento o me levanto, Tú conoces de lejos lo que pienso. Ya esté caminando o en la cama, me escudriñas; eres testigo de todos mis pasos. Aún no está en mi lengua la palabra, cuando ya tú, Señor, la conoces entera” (Sal. 138, 1-4).

“Pero hay entre ustedes algunos que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que creían y quién lo iba a entregar” (Jn. 6, 64-65).

“En verdad te digo que hoy, esta misma noche, antes de que cante el gallo por segunda vez, me habrás negados tres veces” (Mc. 14, 30).

OMNIPRESENCIA

Así como Dios es ilimitado o infinito con respecto al tiempo, Dios es ilimitado con respecto al espacio. A esta característica de la naturaleza deDios se le llama omnipresencia (el prefijo latino omni quiere decir «todo»). La omnipresenciade Dios se puede definir como sigue: Dios no tiene tamaño ni dimensionesespaciales y está presente en todo punto en el espacio con todo su ser, y sin embargo Dios actúaen forma diferente en diferentes lugares.

El hecho de que Dios es Señor del espacio y no puede estar limitado por el espacioes evidente primero del hecho que él lo creó, porque la creación del mundomaterial. (Gn 1: 1) implica también la creación del espacio. Moisés le recordó al puebloel señorío de Dios sobre el espacio: «Al Señor tu Dios le pertenecen los cielos ylo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella» (Dt 10:14).

a. Dios está presente en todo lugar. Sin embargo hay pasajes específicos que hablande la presencia de Dios en cada parte del espacio. Leemos en Jeremías lo siguiente:

«¿Soy acaso Dios sólo de cerca? ¿No soy Dios también de lejos? -afirma elSeñor-¿Podrá el hombre hallar un escondite donde yo no pueda encontrarlo?

-afirma el Señor-o ¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra? -afirma el

Señor» (Jer 23:23-24). Aquí Dios está reprendiendo a los profetas que piensan quesus palabras o pensamientos están escondidos de Dios. Él está en todas partes y llena el cielo y la tierra.

David expresa hermosamente la omnipresencia de Dios:

¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu?

¿Adónde podría huir de tu presencia?

Si subiera al cielo, allí estás tú;

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Si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí.

Si me elevara sobre las alas del alba,

O me estableciera en los extremos del mar,

Aun allí tu mano me guiaría,

¡Me sostendría tu mano derecha! (Sal 139:7-10)

No hay lugar en el universo entero, en tierra o mar, en el cielo o en el infierno,adonde uno pueda huir de la presencia de Dios.

También debemos notar que no hay ninguna indicación de que simplementeuna parte de Dios está en un lugar y otra parte de él en otro. Es Dios mismo que estabapresente dondequiera que David pudiera ir. No podemos decir que algo deDios o simplemente una parte de Dios está presente, porque eso sería pensar de suser en términos espaciales, como si estuviera limitado de alguna manera por el espacio.

Parece más apropiado decir que Dios está presente con todo su ser en todaparte del espacio (cf. también Hch 17:28, donde Pablo reiteraba la corrección de laspalabras: «"puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos"», y Col 1:17, quedice de Cristo: «Por medio de él forman un todo coherente»).

b. Dios no tiene dimensiones espaciales. Aunque parece necesario que digamosque todo el ser de Dios está presente en toda parte del espacio, o en todo lugar delespacio, es también necesario decir que a Dios ningún espacio lo puede contener porgrande que sea. Salomón dice en su oración a Dios: «Pero ¿será posible, Dios mío,que tú habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte,¡mucho menos este templo que he construido!» (1 R 8:27). Los cielos, por altos quesean, no pueden contener a Dios; en verdad, no puede contenerlo el espacio másgrande imaginable (cf. 1s 66:1-2; Hch 7:48). Aunque el pensamiento de que Diosestá presente en toda parte y lugar con todo su ser debe animamos grandementeen la oración sin que importe donde estemos, el hecho de que de ningún lugar sepuede decir que contiene a Dios también debe desalentamos en cuanto a pensarque hay algún lugar especial de adoración que le da a los seres humanos un accesoespecial a Dios; a Dios no lo puede contener ningún lugar.

Debemos guardamos en contra de pensar que Dios se extiende infinitamentelejos en toda dirección de manera que él mismo existe en una especie de espacio infinitoe interminable. Tampoco debemos pensar que Dios es como un «espaciomás grande» o un área más grande que rodea el espacio del universo que conocemos.

Todas estas ideas equivalen a pensar en el ser de Dios en términos espaciales, como si fuera simplemente un ser extremadamente grande. Más bien, debemostratar de evitar pensar en Dios en términos de tamaño o dimensiones espaciales.

Dios es un ser que existe sin tamaño ni dimensiones espaciales. Es más, antes deque Dios creara el universo no había materia ni material, de modo que tampocohabía espacio. Sin embargo, Dios existía ya. ¿Dónde estaba Dios? No estaba en unlugar que pudiéramos llamar un «donde», porque no había «donde» ni espacio.

Page 9: Atributos de Dios

¡Pero Dios ya era! Este hecho nos hace damos cuenta de que Dios se relaciona alespacio de una manera muy diferente que nosotros o que alguna otra cosa creada.

Dios existe como una especie de ser que es muy diferente y mucho más grande delo que podemos imaginar.

También debemos tener cuidado de no pensar que Dios mismo es equivalentea alguna parte de la creación o la totalidad de ella. Un panteísta cree que todo esDios, o que Dios está en todo lo que existe. La perspectiva bíblica es más bien queDios está presente en toda parte de su creación, pero también es distinto de su creación.

¿Cómo puede ser esto? La analogía de una esponja llena de agua no es perfecta,pero es útil. El agua está presente en toda parte de la esponja, pero el agua siguesiendo agua y la esponja sigue siendo esponja. Ahora bien, esta analogía sedesbarataen puntos muy pequeños dentro de la esponja, en donde se pudiera decir quetodavía hay esponja en cierto punto pero no agua, o agua pero no esponja. Sin embargoesto se debe a que la analogía está tratando con dos materiales que tienen característicasy dimensiones espaciales, en tanto que Dios no tiene ni lo uno ni lootro.

c. Dios puede estar presente para castigar, sustentar o bendecir. La idea de laomnipresencia de Dios ha sido problema para algunos que se preguntan cómoDios puede estar presente, por ejemplo, en el infierno. Es más, ¿no es el infierno loopuesto de la presencia de Dios, o la ausencia de Dios? Esta dificultad se puede resolveral damos cuenta de que Dios está presente en diferentes maneras en diferentes lugaresy que actúa en forma diferente en lugares diferentes de su creación. A vecesDios está presente para castigar. Un aterrador pasaje de Amós pinta vívidamenteesta presencia de Dios para castigo:

Ni uno solo escapará,

ninguno saldrá con vida.

Aunque se escondan en lo profundo del sepulcro,

de allí los sacará mi mano.

Aunque suban hasta el cielo,

de allí los derribaré.

Aunque se oculten en la cumbre del Carmelo,

allí los buscaré y los atraparé.

Aunque de mí se escondan en el fondo del mar,

allí ordenaré a la serpiente que los muerda.

Aunque vayan al destierro arriados por sus enemigos,

allí ordenaré que los mate la espada.

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Para mal, y no para bien, fijaré en ellos mis ojos. (Am 9: 1-4)

En otras ocasiones Dios está presente no para castigar ni para bendecir, sinomeramente presente para sustentar o para mantener el universo existiendo yfuncionandode la manera que él quiso que funcionara. En este sentido la naturaleza divinade Cristo está presente en toda parte y lugar: «Él es anterior a todas las cosas,que por medio de él forman un todo coherente» (Col 1:17). El autor de Hebreosdice que Dios Hijo es (continuamente) «el que sostiene todas las cosas con supalabra poderosa» (Heb 1:3)

Sin embargo, en otras ocasiones o en otros lugares Dios está presente para bendecir.David dice: «Me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha» (Sal 16:11).

Aquí David está hablando no de la presencia de Dios para castigarni solo sustentar, sino de la presencia de Dios para bendecir.A decir verdad, la mayoría de las veces que la Biblia habla de la presencia deDios, se refiere a la presencia de Dios para bendecir. Por ejemplo, es de esta maneraque debemos entender la presencia de Dios sobre el arca del pacto en el AntiguoTestamento. Leemos del «arca del pacto del Señor Todopoderoso, que reina entrelos querubines» (1 S 4:4; cf. Éx 25:22), que es referencia al hecho de que Dios daba aconocer su presencia y actuaba de una manera especial para dar bendición y proteccióna su pueblo en el lugar que había designado como su trono, es decir, ellugarsobre las dos figuras de oro de seres celestiales ((querubines») que estabanencima de la cubierta del arca del pacto. No es que Dios no estuviera presente enotras partes, sino que más bien allí daba a conocer de una manera especial supresencia y allí manifestaba de una manera especial su carácter y daba bendición asu pueblo.

En el nuevo pacto, no hay un lugar de la tierra que Dios haya escogido como sulugar particular de morada, porque podemos adorarle en todas partes (veaJn. 4:20).

Pero ahora y por toda la eternidad, Dios ha escogido el lugar que la Biblia llama«cielo» para que sea el enfoque de la manifestación de su carácter y la presencia desu bendición y gloria. Así que cuando la nueva Jerusalén desciende del cielo de

Dios, Juan en su visión oye una voz fuerte del trono de Dios que dice: «¡Aquí, entrelos seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellosserán su pueblo; Dios mismo estará con ellos» (Ap 21:3). Puede parecer desorientadordecir que Dios está «más presente» en el cielo que en otras partes, pero tambiénno sería desorientador decir que Dios está presente de una manera especial enel cielo, presente especialmente allí para bendecir y mostrar su gloria. Podemostambién decir que Dios manifiesta su presencia más plenamente en el cielo que en otros lugares.

De esta manera se puede entender también la afirmación de Pablo en cuanto aCristo: «Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo» (Col2:9). En cierto sentido, por supuesto, podemos decir que todo el ser de Dios estápresente en todo punto en el espacio y por consiguiente en todo punto en toda persona,y no sólo en Cristo. Pero hay dos dificultades al hablar de esta manera: (1) laBiblia nunca habla de una manera directa de la presencia de Dios en los que nocreen, probablemente para evitar cualquier conexión entre Dios y la responsabilidado culpa por las malas obras, y probablemente también para evitar cualquier sugerenciade la presencia de Dios para

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bendecir, puesto que es sólo una presenciapara sustentar. (2) Todavía más, este sentido de «presencia para sustentar» no es elsentido que Pablo tiene en mente en Colosenses 2:9. De hecho, allí Pablo ni siquieraparece querer decir simplemente «presente para bendecir» en el mismo sentidoen que Dios está presente para bendecir en la vida de todos los creyentes. Más bien, Pablo parece querer decir que en Cristo la propia naturaleza de Dios está presentepara bendecir y para manifestar su carácter de la manera más plena y más completa posible.

Nuestra dificultad para comprender cómo expresar la manera en que Dios estápresente en los que no creen, por ejemplo, nos lleva a darnos cuenta de que aunquela Biblia puede hablar de que Dios está presente en toda parte y lugar, cuando laBiblia dice que Dios está «presente» por lo general quiere decir «presente para bendecir». Es decir, aunque hay unas pocas referencias a la presencia de Dios para sustentaro presencia para castigar, la vasta mayoría de las referencias bíblicas a lapresencia de Dios son simplemente maneras más breves de afirmar que él está presentepara bendecir. Cuando nos familiarizamos más con esta forma de hablar, se hace más difícil hablar de la presencia de Dios de alguna otra manera. Y tal vez es incluso desorientador hacerlo, a menos que se pueda dar una clara explicación delo que queremos decir.

Algunos ejemplos del significado bíblico usual de la expresión son los siguientes:

2 Corintios 3:17: «Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad»; Romanos8:9-10: «Según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes.... si Cristoestá en ustedes... el Espíritu que está en ustedes es vida»; Juan 14:23: «El que meama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda enél», y así por el estilo. Todos estos versículos hablan de la presencia de Dios y danpor sentado que entendemos que quieren decir la presencia de Dios para bendecir.

En una especie de expresión paralela, cuando la Biblia habla de que Dios está«lejos» por lo general quiere decir que «no está presente para bendecir». Por ejemplo, Isaías 59:2 dice: «Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios»,y Proverbios 15:29 declara: «El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escuchalas oraciones de los justos».

En resumen, Dios está presente en toda parte del espacio con todo su ser, sinembargo actúa en forma diferente en diferentes lugares. Es más, cuando la Bibliahabla de la presencia de Dios, por lo general quiere decir su presencia parabendecir,y es simplemente normal que nuestra habla se ajuste a este uso bíblico.

Herman Bavinck, en The Doctrine ofGodcita un hermoso párrafo que ilustra laaplicación práctica de la doctrina de la omnipresencia de Dios:

Cuando quieres hacer algo malo, te retiras del público a tu casa en donde ningúnenemigo pueda verte; de los lugares de tu casa que son abiertos y visibles a losojosde los hombres te retiras a tu cuarto; incluso en tu cuarto temes algún testigo de algúnotro lugar, así que te retiras a tu corazón, y allí meditas: él está más adentro quetu corazón. Adondequiera, por consiguiente, que huyas, él está allí. De ti mismo,¿adónde vas a huir? ¿No te seguirías tú mismo adondequiera que huyeras? Peropuesto que hay Uno más interior incluso que tú mismo, no hay lugar adonde

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puedashuir de un Dios colérico sino a un Dios reconciliador. No hay ningún lugar alcual puedas huir. ¿Huirás de él? Huye a él.

OMNIPOTENCIA

“Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es la fortaleza” (Sal. 62:11)

El poder de Dios es la facultad y la virtud por la cual puede hacer que se cumpla todo aquello que agrada, todo lo que le dicta su sabiduría infinita, todo lo que la pureza infinita de su voluntad determina

A menos que creamos que es, no sólo omnisciente, sino también omnipotente, no podemos tener un concepto correcto de Dios. El que no puede hacer todo lo que quiere y no puede llevar a cabo todo lo que se propone, no puede ser Dios.

El tiene, no solo la voluntad para resolver aquello que le parece bueno, sino también el poder para llevarlo a cabo Así como la santidad es la hermosura de todos los atributos de Dios, su poder es el que da vida y acción a todas las perfecciones de la naturaleza Divina.

¡Qué vanos serían los consejos eternos si el poder no interviniera para cumplirlos! Sin el poder, su misericordia no sería sino una debilidad humana, sus promesas un sonido vacío, sus amenazas alarmas infundadas. El poder de Dios es como él mismo: infinito, eterno, inconmensurable; no puede se contenido, limitado ni frustrado por la criatura.

“Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es la fortaleza” (Sal. 62:11). “Una vez habló Dios”, ¡no es necesario más! El cielo y la tierra pasarán, más su Palabra permanece para siempre. “Una vez habló Dios”, ¡Cuán digna es su majestad divina! Nosotros, pobres mortales, podemos hablar y, a menudo, no ser oídos; pero cuando él habla, el trueno de su poder se oye en mil colinas. “Y tronó en los cielos Jehová y el Altísimo dio su voz: granizo y carbones de fuego. Y envió sus saetas, y desbaratólos; y echó relámpagos, y los destruyó. Y aparecieron las honduras de las aguas, y descubriéronse los cimientos del mundo, a tu reprensión, oh Jehová, por el soplo del viento de tu nariz” (Sal. 18:13-15).

“Una vez habló Dios”. He aquí su autoridad inmutable. “Porque ¿quién en los cielos se igualará con Jehová? ¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados? (Sal. 89:6). “Y todos los moradores de la tierra por nada son contados; y en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, hace según su voluntad; ni hay quien estorbe su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Dan. 4:35).

Esto se puso claramente de manifiesto cuando Dios se encarnó y habitó en el tabernáculo humano. El dijo al leproso: “Quiero; se limpio. Y luego su lepra fue limpiada” (Mat. 8:3). A uno que había estado cuatro días en la tumba le llamó, diciendo: “Lázaro, ven fuera”, y el muerto salió. El viento tormentoso y las olas feroces fueron calmados con una simple palabra de su boca; y una legión de demonios no pudo resistirse a su mandato autoritario.

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“De Dios es la fortaleza”, y de Dios solo. Ni una sola criatura en todo el universo tiene un átomo de poder, si Dios no se lo ha dado. Su poder no puede adquirirse, ni está en las manos de ninguna otra autoridad. Pertenece inherentemente a Dios. “El poder de Dios, como El mismo, existe y se sostiene por sí mismo. El más poderoso de todos los hombres no podría añadir ni aumentar ni una pequeñez el poder del Omnipotente. El mismo es la causa central y el originador de todo poder.

La creación entera confirma el gran poder de Dios y su completa independencia de todas las cosas creadas. Oigan su reto: “¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra?” Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre que están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular?” (Job 38:4-6) ¡Cuán cierto es que el orgullo del hombre está asentado sobre el polvo!.

El poder es también usado como un nombre de Dios, “el Hijo del hombre sentado a la diestra de la potencia” (Mar. 14:62), es decir a la diestra de Dios. Dios y su poder son tan inseparables que son también recíprocos. Su esencia es inmensa, no puede ser limitada en el espacio; es eterna, no puede medirse en términos del tiempo; omnipotente no puede ser limitada con relación a la acción. “He aquí, estas son partes de sus caminos: más cuán poco hemos oído de él! Porque el estruendo de sus fortalezas, ¿quién lo detendrá?» (Job. 26:14).

¿Quién es capaz de contar todos los monumentos de su poder? Incluso lo que en la creación visible, se muestra de su poder, está más allá de nuestra capacidad de comprensión; aún menos podemos concebir la omnipotencia misma. En la naturaleza de Dios hay infinitamente más poder del que todas sus obras revelan. “Partes de sus caminos” es lo que vemos en la creación, la providencia y la redención, pero sólo una pequeña parte de su poder se nos revela en ellas.

Esto es lo que, con evidente claridad, nos dice Hab. 3:4: “Allí estaba escondida su fortaleza”. Es imposible hallar capítulo más grande y elocuente que éste, en el que hallamos tal riqueza de imágenes; sin embargo, nada supera su grandeza a esta declaración. El profeta vio en visión cómo, en una asombrosa demostración de poder, Dios desmenuzaba los montes.

No obstante, el versículo mencionado dice que esto, lejos de ser una manifestación de poder, era una ocultación del mismo. ¿Qué significa esto? Sencillamente que el poder de la Divinidad es inconcebible, inmenso e incontrolable. Y que las terribles convulsiones que él actúa en la naturaleza son sólo una pequeña muestra de su poder infinito.

Es muy hermoso poder unir los pasajes siguientes: “él... anda sobre las alturas de la mar” (Job 9:8), que expresa el poder irrefrenable de Dios; “mientras se pasea por la bóveda del cielo.» (Job 22:14), que expresa la inmensidad de su presencia; “él anda sobre las alas del viento” (Sal. 104:3), que nos habla de la rapidez de sus operaciones.

Esta última expresión es muy interesante. No dice que “vuela” o “corre”, sino que “anda”, y que lo hace en las mismísimas “alas del viento”, uno de los elementos más impetuosos, capaz de ser lanzado con tremenda furia y de arrastrarlo todo con rapidez inconcebible, pero que, así y todo, esta bajo sus pies, y bajo su perfecto control.

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Consideremos ahora, el poder de Dios en la creación. “Tuyos los cielos, tuya también la tierra; el mundo y su plenitud, tú los fundaste. Al norte y al sur tú los creaste” (Sal. 89:11,12). Para trabajar, el hombre necesita herramientas y materiales, pero Dios no; una palabra sola creó todas las cosas de la nada. La inteligencia no puede comprenderlo. Dios “dijo, y fue hecho; él mandó, y existió» (Sal. 33:9). Bien podemos exclamar: “Tuyo el brazo con valentía; fuerte es tu mano, ensalzada tu diestra” (Sal. 89:13).

¿Quién, mirando el cielo a media noche y considerando el milagro de las estrellas con los ojos de la razón, puede dejar de preguntarse de que fueron formadas en sus órbitas? Por asombroso que parezca, fueron hechas sin materiales de ninguna clase. Brotaron del vacío mismo. La obra impotente de la naturaleza universal emergió de la nada,

¿Qué instrumentos usó el arquitecto Supremo para ajustar las diversas partes con exactitud tal, y para dar al conjunto un aspecto tan hermoso? ¿Cómo fue unido todo formando una estructura tan bien proporcionada y acabada? Un simple mandato lo consumó. “Sea”, dijo Dios, y no añadió más; y en seguida apareció el maravilloso edificio adornado con toda la belleza, desplegando perfecciones sin número, y declarando, con los serafines, la alabanza de su gran Creador. “Por la Palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca’” (Sal. 33:6).

Consideren el poder de Dios en la conservación. Ninguna criatura tiene poder para conservarse a sí misma. “¿Crece el junco sin lodo? ¿Crece el prado sin agua?” (Job 8:11). Si no hubiera hierbas comestibles, tanto los hombres como las bestias morirían, y si la tierra no fuera refrescada por la lluvia fertilizadora, las hierbas se marchitarían y morirían.

Por tanto, Dios es el Conservador “del hombre y el animal” (Sal. 36:6) El “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Heb. 1:3) ¡Qué milagro del poder divino en la vida prenatal del ser humano! El que un ser pueda vivir durante tantos meses, en un lugar tan reducido y sucio, y sin respirar, sería inexplicable si no fuera por el poder de Dios. Verdaderamente, “El es el que puso nuestra alma en vida” (Sal. 66:9).

La conservación de la tierra de la violencia del mar es otro ejemplo claro del poder de Dios. ¿Cómo ese furioso elemento se mantiene encerrado en los límites en los que El lo colocó en el principio, continuando allí sin inundar y destruir la parte baja de la creación? La posición natural del agua es sobre la tierra, puesto que es más ligera, e inmediatamente debajo del aire, porque es más pesada.

¿Quién refrena sus naturales cualidades? El hombre ciertamente no, ya que no podría. Lo que la reprime es el mandato de su creador: “Y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás delante, y aquí cesará la soberbia de tus olas” (Job 38:11). ¡Qué monumento más permanente al poder de Dios es la conservación del mundo! Consideremos el poder de Dios en el gobierno. Tomen por ejemplo, la sujeción en que tiene a Satanás. “El diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1Ped. 5:8). Está lleno de odio contra Dios y de enemistad furiosa contra los hombres, especialmente los santos. El que envidió a Adán en el paraíso, envidia la felicidad que para nosotros significa el disfrute de las bendiciones de Dios.

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Si pudiera, trataría a todos como trató a Job: enviaría fuego del cielo sobre los frutos de la tierra, destruiría el ganando, haría que un viento huracanado derribara las casas y cubriría nuestros cuerpos de sarna maligna. Sin embargo, aunque los hombres no se den cuenta de ello, Dios lo reprime hasta cierto punto, impidiéndole realizar sus propósitos malignos, y sujetándole a sus órdenes. Asimismo, Dios restringe la corrupción natural del hombre. El permite suficientes brotes del pecado como para mostrar la tremenda ruina que la apostasía del hombre ha producido, pero, ¿quién es capaz de imaginar los terribles extremos a los que el hombre llegaría si Dios retirara su brazo moderador?

Todos los descendientes de Adán, por naturaleza, tienen bocas “llenas de maledicencia y de amargura; sus pies son ligeros a derramar sangre” (Rom. 3:14,15) ¡Cómo triunfarían el abuso y la locura obstinada si Dios no se impusiera y no edificara muros de contención a las mismas! “Alzaron los ríos, oh Jehová, alzaron los ríos su sonido; alzaron los ríos su estruendo. Jehová en las alturas es más poderoso que el estruendo de muchas aguas, más que las recias olas del mar.» (Sal. 93:3,4). Observemos el poder de Dios en sus juicios. Cuando Dios hiere, nadie puede resistírsele: “¿Estará firme tu corazón? ¿Estarán fuertes tus manos en los días cuando yo actúe contra ti? Yo, Jehová, he hablado y lo cumpliré” (Eze. 22:14.) ¡Qué ejemplo más terrible de ello el que nos ofrece el diluvio! Dios abrió las ventanas del cielo y rompió las fuentes del gran abismo, y la raza humana entera (excepto los que se hallaban en el arca), impotente ante el temporal de su ira, fue arrasada.

Con una lluvia de fuego y azufre fueron destruidas las ciudades del valle. Faraón y todas sus huestes fueron impotentes cuando Dios sopló sobre ellos en el Mar Rojo. ¡Qué palabras más terribles las de Rom. 9:22! “¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira preparados para muerte?” Dios mostrará su gran poder sobre los reprobados, no sólo encarcelándolos en la Gehena, sino también conservando sus cuerpos, además de sus almas, en los tormentos eternos del lago de fuego.

¡Bien podemos temblar ante tal Dios! Tratar desdeñosamente a Aquel que puede aplastarnos como si fuéramos moscas, es una conducta suicida. Desafiar al que está vestido de omnipotencia, al que puede hacernos pedazos y arrojarnos al infierno al momento que lo desee, es el colmo de la locura. Para decirlo de la manera más clara: obedecer su mandamiento es, cuando menos, actuar con sensatez. “Besad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino, cuando se encendiere un poco su furor” (Sal. 2:12). ¡Bien hace el alma iluminada en adorar a un Dios semejante! Las perfecciones maravillosas e infinitas de un Ser así requieren la más ferviente adoración. Si los hombres poderosos y de renombre reclaman la admiración del mundo, cuánto más debería llenarnos de asombro y reverencia el poder del Todopoderoso. “¿Quién como tú, Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnifico en santidad, terrible en loores, hacedor de maravillas?” (Exo. 15:11)

¡Bien hace el santo en confiar en un Dios tal! El es digno de confianza implícita. Nada le es imposible. Si el poder de Dios fuera limitado. Podríamos desesperar, pero viéndole vestido de omnipotencia, ninguna oración es demasiado difícil para impedirle contestarla, ninguna necesidad demasiado grande para impedirle suplirla, ninguna pasión demasiado violenta para impedirle dominarla, ninguna tentación demasiado fuerte para impedirle librarnos de la misma, ninguna aflicción demasiado profunda para

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impedirle aliviarla. “Jehová es la fortaleza de mi vida: ¿de quién he de atemorizarme?” (Sal. 27:1). “A Aquel que es poderoso para hacer las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de todas las edades, para siempre. Amen” (Efe. 3:20,21)

LA SANTIDAD DE DIOS

“¿Quién no te temerá, oh Señor, y engrandecerá tu nombre? Porque tú sólo eres santo” (Apoc. 15:4).

Sólo El es infinita, independientemente e inmutablemente santo. Con frecuencia Dios es llamado “El Santo” en la Escritura; y lo es porque en él se halla la suma de todas las excelencias morales. Es pureza absoluta, sin la más leve sombra de pecado. “Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1Juan. 1:5).

La santidad es la misma excelencia de la naturaleza divina: el gran Dios es “magnífico en santidad” (Ex. 15:11). Por eso leemos: “muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio” (Hab. 1:13). De la misma manera que el poder de Dios es lo opuesto a debilidad natural de la criatura, y su sabiduría contrasta completamente con el menor defecto de entendimiento, su santidad es la antítesis de todo defecto o imperfección moral.

En la antigüedad, Dios instituyó algunos “que cantasen a Jehová y alabasen en la hermosura de su santidad”. (2Crón.. 20:21). El poder es la mano y el brazo de Dios, la omnisciencia sus ojos, la misericordia su entraña, la eternidad su duración, pero «la santidad es su hermosura”. Es esta hermosura lo que le hace deleitoso para aquellos que han sido liberados del dominio del pecado.

A esta perfección divina se le da un énfasis especial. “Se llama santo a Dios más veces que todopoderoso, y se presenta esta parte de su dignidad más que ninguna otra. Esta cualidad va como calificativo junto a su nombre más que ninguna otra. Nunca se nos habla de Su poderoso nombre, o su sabio nombre, sino su grande nombre, y, sobre todo, su santo nombre. Este es su mayor título de honor; en ésta resalta toda la majestad y respetabilidad de su nombre.” Esta perfección, como ninguna otra, es celebrada ante el trono del cielo por los serafines que claman: “Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos” (Isa. 6:3).

Dios mismo destaca esta perfección: “Una vez he jurado por mi santidad” (Sal. 89:35). Dios jura por su santidad porque ésta es la expresión más plena de sí mismo. Por ella nos exhorta: “Cantad a Jehová, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad” (Sal. 30:4). “Podemos llamar a éste un atributo trascendental; es como si penetrara en los demás atributos y les diera lustre” (J. Howe 1670). Por ello leemos de la “hermosura del Señor” (Sal. 27:4), la cual no es otra que la “hermosura de su santidad” (Sal. 110:3).

“Esta excelencia destacada por encima de sus otras perfecciones, es la gloria de éstas; es cada una de las perfecciones de la deidad; así como su poder es el vigor de sus otras

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perfecciones, su santidad es la hermosura de las mismas; de la manera que sin omnipotencia todo sería débil, sin santidad todo sería desagradable. Si ésta fuera manchada, el resto perdería su honra.

Esto sería como si el sol perdiera su luz: perdería al instante su calor, su poder y sus virtudes generadoras y vivificadoras. Así como en el cristiano la sinceridad es el brillo de todas las gracias, la pureza en Dios es el resplandor de todos los atributos de la divinidad. Su justicia es santa, su sabiduría santa, su brazo poderoso es un santo brazo (Sal. 98:1). Su verdad o palabra es una Santa Palabra (Sal. 105:42). Su nombre, que expresa todos sus atributos juntos, es un Santo Nombre (Sal. 103:1)”

La santidad de Dios se manifiesta en sus obras. Nada que no sea excelente puede proceder de El. La santidad es regla de todas sus acciones. En el principio declaró todo lo que había hecho “bueno en gran manera” (Gen. 1:31), lo cual no hubiera podido hacer si hubiera habido algo imperfecto o impuro.

Al hombre lo hizo “recto” (Ecl. 7:29), a imagen y semejanza de su creador. Los ángeles que cayeron fueron creados santos, ya que, según leemos, “dejaron su habitación” (Judas. 6). De Satanás está escrito: “perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado hasta que se halló en ti maldad” (Eze. 28:15).

La santidad de Dios se manifiesta en su ley. Esa ley prohibe el pecado en todas sus variantes: en las formas más refinadas así como en las más groseras, la intención de la mente como la de contaminación del cuerpo, el deseo secreto como el acto abierto.

Por ello leemos: “la ley a la verdad es santa y el mandamiento santo y justo, y bueno” (Rom. 7:12). Sí, “el precepto de Jehová es puro que alumbra a los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos” (Sal. 19:8,9).

La santidad de Dios que se manifiesta en la cruz. La expiación pone de manifiesto de la manera más admirable, y a la vez solemne la santidad infinita de Dios y su odio al pecado. ¡Cuán detestable había de serle este cuando lo castigó hasta el límite de su culpabilidad al imputarlo a su hijo! “los juicios que han sido o que serán vertidos sobre el mundo impío, la llama ardiente de la conciencia pecadora, la sentencia irrevocable dictada contra los demonios rebeldes, y los gemidos de las criaturas condenadas, nos demuestran tan palpablemente el odio de Dios hacia el pecado como la ira del Padre desatada sobre el Hijo.

La santidad divina jamás apareció más atractiva y hermosa que cuando la faz del salvador estaba más desfigurada por los gemidos de la muerte. El mismo lo declara en el Salmo 22. Cuando Dios esconde de Cristo su faz sonriente y le hunde su afilado cuchillo en el corazón haciéndole exclamar Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has abandonado?, Cristo adora esa perfección divina: “pero tu eres santo, v. 3”.

Dios odia todo pecado porque El es santo. El ama todo lo que es conforme a sus leyes y aborrece todo lo que es contrario a las mismas. Su palabra lo expresa claramente: “el perverso es abominado de Jehová” (Prov. 3:32). Y otra vez: “abominación son a Jehová los pensamientos del malo” (Prov. 15:26). De ello se desprende que él, necesariamente ha de castigar el pecado.

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El pecado no puede escapar a su castigo porque Dios lo aborrece. Dios ha perdonado a menudo a los pecadores, pero jamás perdona el pecado; el pecador sólo puede ser perdonado a causa de que otro ha llevado su castigo, porque “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (He. 9:22). Por eso se nos dice que “Jehová se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos” (Nah. 1:2).

A causa de un pecado Dios desterró a nuestros primeros padres del Edén. Por un pecado toda la descendencia de Cam cayó bajo una maldición que todavía perdura. Moisés fue excluido de Canaán a causa de un pecado. Y por un pecado el criado de Eliseo fue castigado con lepra y Ananías y Safira fueron separados de la tierra de los vivientes.

En eso tenemos pruebas de la inspiración divina de las Escrituras. El alma no regenerada no cree realmente en la santidad de Dios el concepto que de su carácter tiene es parcial. Espera que su misericordia superará todo lo demás. “Pensabas que de cierto sería yo como tú” (Sal. 50:21), es la acusación de Dios a los tales.

Piensan en un dios cortado según el patrón de sus propios corazones malos. De ahí su persistencia en una carrera de locura. La santidad atribuida en las Escrituras a la naturaleza y carácter divinos es tal, que demuestra claramente el origen sobrenatural de estas. El carácter atribuido a los “dioses” del paganismo antiguo y moderno es todo lo contrario de la pureza inmaculada que pertenece al verdadero Dios.

¡Los descendientes caídos de Adán jamás podían idear un Dios de santidad inenarrable que aborrece totalmente todo pecado! En realidad, nada pone más de manifiesto la terrible depravación del corazón humano y su enemistad con el Dios viviente que la presencia del que es infinita e inmutablemente sabio.

La idea humana del pecado está prácticamente limitada a lo que el mundo llama “crimen”. Lo que no llega a tal gravedad, el hombre lo llama “defectos”, “equivocaciones”, “enfermedad”, etc. E incluso cuando se reconoce la existencia del pecado, se buscan excusas y atenuantes.

El “dios” que la inmensa mayoría de los que profesan ser cristianos “aman” es como un anciano indulgente, quien, aunque no las comparta disimula benignamente las “imprudencias” juveniles. Pero la Palabra de Dios dice: “Aborreces a todos los que hacen iniquidad” (Sal. 5:5), y “Dios está airado todos los días contra el impío” (Sal. 7:11).

Pero los hombres se niegan a creer en este Dios, y rechinan los dientes cuando se les habla fielmente de como odia al pecado. No, el hombre pecaminoso no podía imaginar un Dios santo, como tampoco crear el lago de fuego en el que será atormentado para siempre.

Porque Dios es santo, es completamente imposible que acepte a las criaturas sobre la base de sus propias obras. Una criatura caída podría más fácilmente crear un mundo que hacer algo que mereciera la aprobación del que es infinitamente puro. ¿Pueden las tinieblas habitar con la luz? ¿Puede el inmaculado deleitarse con los “trapos de inmundicia”? (Isa. 64:6). Lo mejor que el hombre pecador puede presentar está contaminado. Un árbol corrompido no puede producir buen fruto, si Dios considerara justo y santo aquello que no lo es, se negaría a sí mismo y envilecería sus perfecciones; y no hay nada justo ni santo si tiene la menor mancha contraria a la naturaleza de Dios.

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Pero bendito sea su nombre, porque lo que su santidad exigió, lo proveyó su gracia en Cristo Jesús, Señor nuestro. cada pobre pecador que se haya refugiado en él es “acepto en el amado” (Efe. 1:6). ¡Aleluya!.

Porque Dios es santo, debemos acercarnos a él con la máxima reverencia. “Dios terrible en la grande congregación de los santos y formidable sobre todos cuantos están alrededor suyo” (Sal. 89:7). “Ensalzad a Jehová nuestro Dios, e inclinaos al estrado de sus pies: él es santo” (Sal. 99:5). Sí, “Al estrado”, en la postura más humilde, postrados ante él. Cuando Moisés se acercaba a la zarza ardiendo, Dios le dijo: “quita tus zapatos de tus pies” (Exo. 3:5).

A él hay que servirle «con temor” (Sal. 2:11). Al pueblo de Israel dijo: “En mis allegados me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado” (Lev. 10:3). Cuando más temerosos nos sintamos ante su santidad inefable, más aceptables seremos al acercarnos a él

Porque Dios es santo, deberíamos desear ser hechos conformes a él. Su mandamiento es: “Sed santos, porque yo soy santo” (1Ped. 1:16). No se nos manda ser omnipotentes u omniscientes como Dios, sino santos, y eso “en toda conversación” (1Ped. 1:15). Este es el mejor medio para agradarle. No glorificamos a Dios tanto con nuestra admiración ni con expresiones elocuentes o servicio ostentoso, como con nuestra aspiración a conversar con El con espíritu limpio, y a vivir para El viviendo como El”.

Así pues, por cuanto solo Dios es la fuente y manantial de la santidad, busquemos la santidad en él; que nuestra oración diaria sea que “El Dios de paz os santifique en todo; para que vuestro espíritu y alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión para la venida de nuestro Señor Jesucristo” ( 1Tes. 5:23).

LA JUSTICIA DE DIOS

Justicia (o rectitud). En español los términos rectitud y justicia son palabrasdiferentes,pero en el Antiguo Testamento hebreo y en el Nuevo Testamento griegohay sólo una palabra detrás de estos dos términos castellanos. (En el Antiguo Testamentolos términos traducen primordialmente formas del grupo de palabras tsedec,y los del Nuevo Testamento del grupo de palabras dikaíos). Por consiguiente,estos dos términos se considerarán juntos al hablar de este atributo de Dios.

Lajusticia de Dios quiere decir que Dios siempre actúa de acuerdo con lo que es recto y élmismo es la normafinal de lo que es recto.Hablando de Dios, Moisés dice: «todos sus caminos sonjustos. Dios es fiel; nopractica la injusticia. Él es recto yjusto» (Dt 32:4). Abraham apela con éxito al propiocarácter de justicia de Dios cuando dice: «Tú, que eres el]uez de toda la tierra, ¿noharás justicia?» (Gn 18:25). Dios también habla y ordena lo que es recto: «Los preceptosdel Señor son rectos: traen alegría al corazón» (Sal 19:8). yDios dice de símismo: «Yo, el Señor, digo lo que es justo, y declaro lo que es recto» (Is 45: 19). Debidoa la justicia de Dios, es necesario que trate a las personas conforme a lo que semerecen. Así que es necesario que Dios castigue el pecado, porque el pecado nomerece recompensa; es malo y merece castigo.

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Cuando Dios no castiga el pecado, parece indicar que es injusto, a menos quese puedan ver otros medios de castigar el pecado. Por eso Pablo dice que cuandoDios envió a Cristo como sacrificio para llevar el castigo del pecado, lo hizo «paraasí demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado poralto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido ajesucristo para manifestarsujusticia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el quejustifica a los que tienenfe en]esús» (Ro 3:25-26). Cuando Cristo murió para pagar la pena de nuestros pecadosmostró que Dios era realmente justo, porque en efecto aplicó castigoapropiado al pecado, aunque perdonó a su pueblo sus pecados.

Con respecto a la definición de justicia dada arriba, podemos preguntar: ¿qué esjusto? En otras palabras, ¿qué debe suceder en y qué debe ser? Aquí debemos responderque lo que se conforma al carácter moral de Dios es justo. Pero ¿por qué es quetodo lo que se conforma al carácter moral de Dios es justo? ¡Esjusto porque se conformaa su carácter moral! Si Dios es la norma final de justicia, no puede haber normafuera de Dios para medir la rectitud o la justicia. Él mismo es la norma final.

(Esto es similar a la situación que encontramos respecto a la verdad y respecto aque Dios es la norma suprema de la verdad). Siempre que la Biblia enfrenta la preguntade si Dios mismo es justo o no, la respuesta definitiva siempre es que las criaturasde Dios no tienen derecho de decir que Dios es injusto. La criatura no puededecir eso del Creador. Pablo responde a una pregunta muy dificil en cuanto a lajusticia de Dios diciendo: «¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? ¿Acaso ledirá la olla de barro al que la modeló: "¿Por qué me hiciste así?" ¿No tiene derechoel alfarero de hacer del mismo barro unas vasijas para usos especiales y otras parafines ordinarios?» (Ro 9:20-21).

En respuesta a la pregunta deJob en cuanto a si Dios ha sido justo en sus tratoscon él, Dios le responde: «¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende?¿Vas acaso a invalidar mi justicia? ¿Me harás quedar mal para que tú quedesbien?» (Job 40:2,8). Así que Dios responde no en términos de una explicación que lepermitiría aJob entender por qué las acciones de Dios fueron justas, ¡sino más bienen términos de una declaración de la majestad y poder de Dios! Dios no necesitaexplicarle aJob la justicia de sus acciones, porque Dios es el Creador yJob es la criatura.

«¿Tienes acaso un brazo como el mío? ¿Puede tu voz tronar como la mía?»(Job 40:9). «¿Alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana, o le has hechosaber a la aurora su lugar oo.» (Job 38:12). «¿Puedes elevar tu voz hasta las nubespara que te cubran aguas torrenciales?¿Eres tú quien señala el curso de los rayos?¿Acaso te responden: "Estamos a tus órdenes"?» (Job 38:34-35). «¿Le has dado al caballosu fuerza?» (Job 39: 19). «¿Es tu sabiduría la que hace que el halcón vuele y quehacia el sur extienda sus alas?» (Job 39:26).]ob responde: «Qué puedo responderte,si soy tan indigno? ¡Me tapo la boca con la mano!» (Job 40:4).

No obstante, debe ser motivo de agradecimiento y gratitud damos cuenta deque Dios posee tanto justicia como omnipotencia. Si fuera un Dios de perfecta justiciasin poder para poner en práctica esa justicia, no sería digno de adoración y notendríamos ninguna garantía de que la justicia a la larga prevalecerá en el universo.Pero si fuera un Dios de poder ilimitado, y no hubiera justicia en su carácter, ¡quéinconcebiblemente horrible sería el universo! Habría injusticia en el centro de todaexistencia y nada podría hacerse para cambiarlo. La existencia no tendría sentido, ynos veríamos lanzados a la más

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absoluta desesperanza. Por consiguiente, debemoscontinuamente agradecer y alabar a Dios por 10 que él es, porque «todos sus caminosson justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo» (Dt 32:4).

LA IRA DE DIOS

“Temed a aquel que, después de haber dado muerte, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo: A éste temed”. (Lucas 12:5).

Es triste ver a tantos cristianos que parecen considerar la ira de Dios como algo que necesita excusas y justificación, o que, cuando menos, celebrarían que no existiese. Hay algunos que, aunque no irían tan lejos como para admitir abiertamente que la consideran una mancha en el carácter Divino, están lejos de mirarla con deleite, no les agrada pensar en ella, y rara vez la oyen mencionar sin que se levante un resentimiento secreto hacia ella en sus corazones.

Incluso entre los de juicio más moderado, no son pocos los que imaginan que la severidad de la ira divina es demasiado aterradora para constituir un tema provechoso de meditación. Otros admiten el engaño de que la ira de Dios no es compatible con su bondad, y por esto tratan de desterrarla del pensamiento.

Sí, muchos huyen de la visión de la ira de Dios como si se les obligara a mirar una mancha del divino carácter, o una falta de la autoridad divina. Pero, ¿qué dicen las escrituras? Al leerlas, nos damos cuenta de que Dios no ha tratado de ocultar la realidad de su ira. El no se avergüenza de proclamar que la venganza y el furor le pertenecen.

Su propia demanda es: “Ved ahora que yo, soy yo, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y yo hago vivir, yo hiero, y yo curo; y no hay quien pueda librar de mi mano, y diré: Vivo yo para siempre, si afilare mi reluciente espada, y mi mano arrebatare el juicio yo volveré la venganza a mis enemigos, y daré el pago a los que me aborrecen” (Deut. 32:39-41). Una mirada a la concordancia nos revelará que, hay más referencias al enojo, el furor, y la ira de Dios que a su amor y benevolencia. El odia todo pecado, porque es santo; y porque lo odia, su furor se enciende contra el pecador (Sal. 7:11). La ira de Dios constituye una perfección divina tan importante como su fidelidad, poder o misericordia.

Ha de ser así, por cuanto en el carácter de Dios no hay defecto alguno, ni la más leve tacha; ¡Sin embargo, habría si careciera de “ira”! La indiferencia al pecado es una falta moral, y el que no lo odia es un leproso moral. ¿Cómo podría El, que es la suma de todas las excelencias, mirar con igual satisfacción la virtud y el vicio, la sabiduría y la locura? ¿Cómo podría El, que se deleita sólo en lo que es puro y amable, dejar de despreciar lo que es impuro y vil?

La naturaleza misma de Dios que hace del infierno una necesidad tan real, un requisito tan imperativo y eterno como es el cielo. No solamente no hay en Dios imperfección alguna, sino que no hay perfección que sea menos “perfecta” que otra. La ira de Dios es su eterno aborrecimiento de toda injusticia. Es el desagrado e indignación de la rectitud

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divina ante el mal. Es la santidad de Dios puesta en acción contra el pecado. Es la causa motriz de la sentencia justa que pronuncia contra los que actúan mal.

Dios se enoja contra el pecado porque es una rebelión contra su autoridad, un ultraje cometido contra su soberanía inviolable. Los que se sublevan contra el gobierno de Dios aprenderán que Dios es el Señor. Se les hará conocer la grandeza de su Majestad que ellos desprecian, y lo terrible que es esa ira que se les anunció y que ellos repudiaron. No es que la ira de Dios sea una venganza maligna, que hiera por herir, o un medio para devolver una injuria recibida. No; Dios vindicará su dominio como Gobernador del universo, pero nunca será vengativo.

Que la ira divina es una de sus perfecciones de Dios es evidente, no sólo por las consideraciones presentadas hasta el momento, sino, lo que es más importante, porque así lo establecen las afirmaciones categóricas de su propia Palabra. “Porque manifiesta es la ira de Dios desde el cielo” (Rom. 1:18).

Se manifestó cuando fue pronunciada la primera sentencia de muerte, cuando la tierra fue maldita y el hombre echado del paraíso terrenal; y, después, por castigos ejemplares tales como el Diluvio y la destrucción de las ciudades de la llanura (Sodoma y Gomorra) con fuego del cielo, y especialmente, por el reinado de la muerte en todo el mundo.

Se manifestó, también, en la maldición de la Ley para cada transgresión, y fue dada a entender en la institución del sacrificio. En el capítulo 8 de Romanos, el apóstol llama la atención de los cristianos al hecho de que la creación entera está sujeta a vanidad, y gime y está de parto.

La misma creación que declara que hay un Dios, y publica su gloria, proclama también que es el Enemigo del pecado y el Vengador de los crímenes de los hombres. Pero, sobre todo, la ira de Dios fue revelada desde el cielo cuando su Hijo vino para manifestar el carácter Divino, y cuando esa ira fue presentada en sus sufrimientos y muerte de un modo más terrible que en todas las señales que había dado anteriormente de su enojo por el pecado.

Además, el castigo futuro y eterno de los impíos se declara ahora en unos términos más solemnes y explícitos que nunca. Bajo la nueva dispensación, hay dos revelaciones celestiales; una es de ira, la otra es de gracia. Por otra parte, que la ira de Dios es una perfección divina queda demostrado claramente en lo que dice el Salmo 95:11: “Por tanto juré en mi furor”. Hay dos motivos por los que Dios “jura”, al hacer una promesa (Gén. 22:16), y al anunciar un castigo (Deut. 1:34).

En el primer caso, Dios juró en favor de sus hijos; en el segundo, para atemorizar a los impíos. Un juramento es una confirmación solemne (Heb. 6:16). En Gén. 22:16, Dios dijo: “Por mi mismo he jurado”. En el Sal. 89:35, declaró: “Una vez he jurado por mi Santidad.” Mientras que, en el Sal. 95:11, afirmó “Juré en mi furor”.

Así el gran Jehová apela a su furor, o ira, como una perfección igual a su Santidad; ¡él jura tanto por la una como por la otra! Pero aún hay más: como que en Cristo «había toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Col. 2:9), y ya que en él lucen

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gloriosamente todas las perfecciones divinas (Juan 1:18), es por ello que leemos de “la ira del Cordero” (Apoc. 6:16).

La ira de Dios es una perfección del carácter divino sobre la que necesitamos meditar con frecuencia. En primer lugar, para que nuestros corazones sean debidamente inculcados del odio que Dios siente hacia el pecado. Nosotros siempre nos inclinamos a considerar trivialmente el pecado, a excusarlo, y a consentir su fealdad.

Pero cuanto más estudiemos y meditemos la aversión de Dios hacia el mismo, y su terrible venganza sobre él, más fácilmente nos daremos cuenta de su enormidad. En segundo lugar, para engendrar en nuestros corazones un temor verdadero a Dios. “Retengamos la gracia por la cual sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Heb. 12:28,29).

No podemos servirle “agradándole” a menos que tengamos “reverencia” a su Majestad sublime, y “temor” a su justo furor; y la mejor manera de producirlo en nosotros es recordando a menudo que “nuestro Dios es fuego consumidor”. En tercer lugar, para elevar nuestras almas en ferviente alabanza por habernos librado “de la ira que ha de venir” (1Tes. 1:10).

Nuestra rapidez o nuestra desgana en meditar sobre la ira de Dios es un medio eficaz para ver cuál es nuestra verdadera posición delante de él. Si no nos gozamos verdaderamente en Dios por lo que es en sí mismo y por todas las perfecciones que habitan eternamente en él, ¿cómo puede, pues, morar en nosotros el amor de Dios?

Cada uno de nosotros necesita orar y estar en guardia para no hacerse una imagen de Dios según sus propias ideas e inclinaciones malas. El Señor, en la antigüedad, se quejó de que “pensabas que de cierto sería yo como tú” (Sal. 50:21).

Si no alabamos “la memoria de su Santidad» (Sal. 97:12), si no nos regocijamos al saber que, en un cercano día, Dios desplegará gloriosamente su ira al vengarse de todos los que ahora se oponen a Él, eso es una prueba positiva de que todavía estamos en nuestros pecados, en el camino que conduce al fuego eterno.

“Alabad, gentes (gentiles), a su pueblo, porque el vengará la sangre de sus siervos, y volverá la venganza a sus enemigos” (Deut. 32:34). Y, de nuevo: “Oí como la gran voz de una enorme multitud en el cielo, que decía: “¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios. Porque sus juicios son verdaderos y justos; pues él ha juzgado a la gran ramera que corrompió la tierra con su inmoralidad, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. Y por segunda vez dijeron: “¡Aleluya!” (Apoc. 19:1-3).

Grande será el gozo de los santos en aquel día cuando el Señor vindicará su Majestad, ejercerá su poderoso dominio, magnificará su justicia, y derrotará a los rebeldes orgullosos que se han atrevido a desafiarle. “Si mirares a los pecados, ¿quién oh, Señor, podrá mantenerse?” (Sal. 130:3). Haremos bien en hacernos esta pregunta, porque está escrito que «no se levantarán los malos en el juicio” (Sal. 1:5).

¡Qué agitada y angustiada estaba el alma de Cristo bajo el peso de las iniquidades de los suyos que Dios le imputaba al morir! Su agonía cruel, su sudor de sangre, su gran

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clamor y súplica (Heb. 5:7), su reiterado ruego «si es posible, pase de mi este vaso”, su último grito aterrador “Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado?”,

Todo ello muestra que terrible era el temor que sentía por lo que significa el que Dios “mire a los pecados”. ¡Bien pueden clamar los pobres pecadores: “Señor ¿quién podrá mantenerse?”, cuando el mismo hijo de Dios tembló así bajo el peso de su ira!, Si ustedes no se han “afianzado de la esperanza” que es en Cristo, el único salvador, “¿Qué harán en la espesura del Jordán?” (Jer. 12:5).

El gran Dios, pudiendo destruir a todos sus enemigos con una palabra de su boca, es indulgente con ellos y provee a sus necesidades. No es extraño de él, que hace bien a los ingratos y malvados, nos mande bendecir a los que nos maldicen. Pero no piensen los pecadores, que escaparán; el molino de Dios va despacio, pero muele muy fino; cuanto más admirable, sea ahora su paciencia y benignidad, más terrible e insostenible será el furor que su bondad profanada causará.

No hay nada tan suave como el mar, sin embargo, cuando es sacudido por la tempestad nada puede rugir tan violentamente. No hay nada tan dulce como la paciencia y la bondad de Dios, ni nada tan terrible como su ira cuando se enciende”. Así que, “huyamos” hacia Cristo; “huye de la ira que vendrá” (Mat. 3:7) antes que sea demasiado tarde.

Es necesario que pensemos que esta exhortación no va dirigida a alguna otra persona. ¡Va dirigida a nosotros! No nos contentemos con pensar que ya nos hemos entregado a Cristo. ¡Asegurémonos de ello! Pidamos al Señor que escudriñe nuestro corazón y que lo revele.

COMPARACION ATRIBUTOS DE DIOS VERSUS ATRIBUTOS DE OTROS DIOSES.

Los atributos de Ala. http://islamhoy.com/islam-2/jurisprudencia/los-atributos-de-allah/

Atributos de Allah Sus opuestos

(los que son imposibles)

1) La Existencia (al-Wudjûd) La Inexistencia (al-’Adam)

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2) El No-Comienzo (al-Qidam) El Comienzo (al-Hudûth)

3) La Infinitud (al-Baqa’) La Finitud (al-Fanâ’)

4) La Unicidad (al-Wahadâniyya)

La Pluralidad (Nafyu-l-Wahda)

5) La Independencia (al-Ginà) La Dependencia (al-Iftiqâr)

6) La Diferencia con lo Creado (Mujâlafatu-l-Hawâdith)

La Similitud a lo Creado (Mumâthalatu-l-Hawâdith)

7) La Vida (al-Hayât) La Muerte (al-Mamât)

8) El Poder (al-Quwwa) La Incapacidad (al-’Adjz)

9) El Conocimiento (al-’Ilm) La Ignorancia (al-Djahl)

10) La Voluntad (al-Irâda) La Compulsión (al-Karâha)

11) El Oído (as-Sam’) La Sordera (as-Samam)

12) La Vista (al-Basar) La Ceguera (al-’Amà)

13) La Palabra (al-Kalâm) La Mudez (al-Bakam)

Estos atributos, son de creencia obligatoria en lo que Allâh se refiere.

Estos atributos que acabamos de enumerar, es necesario creer que son imposibles en lo que a Allâh se refiere.

A continuación procederemos a examinar con más detalle cada uno de los atributos obligatorios e imposibles en lo que a Allâh se refiere.

En cuanto a la Existencia es necesario creer que Allâh existe y que su inexistencia es imposible.

Racionalmente, es claro que el mundo, la existencia o la creación, como quiera que se le quiera denominar, no podría nunca haber llegado a ser sin la intervención de un agente externo a ésta que hubiese establecido su comienzo. Pues las cosas existentes, sean de la naturaleza que sean no encierran en su seno – a causa de su propia contingencia y de su sometimiento a las vicisitudes espacio-temporales – la capacidad de ser o no ser. Todo lo existente puede ser o no ser. Qué es pues lo que las ha llevado a ser y no a no ser, sino Allâh, exaltado sea. Por lo tanto, todo ser creado no es más que un signo (âya) que indica hacia Aquél que lo ha creado, que lo ha llevado de la nada al ser. Por lo tanto,

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Allâh existe necesariamente y la Existencia es uno de sus atributos, siendo su Inexistencia impensable ya que tanto la Revelación, la Creación como el intelecto humano prestan testimonio de la Existencia Obligatoria del Ser Supremo.

La prueba textual que fundamenta dicha creencia es el dicho de Allâh en el Corán:

“¿Acaso puede haber duda acerca de Allâh, el Creador de los cielos y de la tierra…?” (Sura de Ibrahim, 10)

En cuanto al No-Comienzo:

Es impensable que Allâh haya tenido un comienzo, ya que si así fuese cabría preguntarse quién fue, pues, el que a su vez le creó, lo cual hace caer en un círculo vicioso ilógico. Por lo tanto, es obligatorio creer que Allâh nunca tuvo comienzo. Su prueba textual es el dicho de Allâh:

El es el Primero y el Último. (Sura del Hierro, 3)

En Cuanto a la infinitud:

Del mismo modo, hay que creer que Allâh es Infinito, o sea que nunca tendrá fin, ya que lo que nunca tuvo comienzo no puede tener fin. Asimismo, es obvio que al ser su existencia necesaria, no puede afectarle la caducidad, finitud o aniquilación.

La prueba textual de ello radica en la misma aleya coránica anterior:

El es el Primero y el Último. (Sura del Hierro, 3)

En cuanto a su Unicidad:

Es necesario creer que Allâh es Uno en su Esencia, Atributos y Actos. La prueba de su Unicidad consiste en que si hubiese más de un dios, sus voluntades colisionarían anulándose la una a la otra. Y ante la voluntad de Allâh nada ni nadie se puede alzar en contra. Por lo tanto, es necesario creer que Allâh es Uno en su Esencia, Atributos y Actos.

La prueba textual se halla en la aleya coránica:

Di: Él es Allâh, Uno. (Sura de la Adoración Pura, 1)

En cuanto a su independencia de las cosas:

Se refiere a que Allâh no necesita de ningún ser para existir ni de ninguna esencia en la que existir.

Ello quedó ya claro cuando establecimos que todas las cosas creadas necesitan de alguien que les lleve a la existencia, mas Allâh no, ya que El, exaltado sea, nunca ha dejado ni dejará de ser. Su ser es independiente de todas las cosas, pero todas las cosas dependen de Él. Asimismo, no precisa de esencia en la que existir ya que, a diferencia de los cristianos, los musulmanes no creemos que la Divinidad sea un atributo que se establece en una esencia. Pues los cristianos, al creer que la Divinidad es un atributo, llegan a afirmar que Jesús, la paz sea con él, es “divino”. Para nosotros los musulmanes,

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nada puede ser divino más que la propia Divinidad. La Divinidad no es un atributo que se atribuye a ciertos seres creados, sino una esencia totalmente independiente del resto de la creación. Por lo tanto Allâh es totalmente independiente.

La prueba textual de ello radica en la aleya coránica:

Allâh es el Rico. (Sura de Muhammad, 38)

En cuanto a su diferencia con respecto a los seres creados:

Allâh, glorificado sea, es totalmente distinto y diferente a los seres creados. Si Allâh tuviese algún tipo de semejanza con los seres contingentes, sería contingente como ellos, lo cual, como ya hemos establecido, es totalmente imposible. De ahí que nada de lo que podamos imaginar o concebir se parece de modo alguno a Allâh, exaltado sea. En cuanto a las aleyas coránicas que aparentemente sugieren algún tipo de antropomorfismo, como las que hablan de la faz de Allâh, la mano de Allâh, etc., estamos obligados a:

1. Aceptarlas tal y como son sin preguntarnos nada acerca de su significado. Y esta era la postura de los primeros musulmanes.

2. Interpretarlas a la luz de las aleyas anteriores en las que se establece la no-semejanza de Allâh con respecto al resto de las criaturas, buscando una interpretación que exima a Allâh, exaltado sea, de ningún tipo de semejanza con las criaturas. Y esta es la postura de las generaciones posteriores de ulemas. Ambas posturas son totalmente aceptables. Lo que no debemos nunca es tomar el significado literal y por lo tanto atribuirle a Allâh miembros, ya que así caeríamos en el antropomorfismo. O sea, dotar a Allâh de atributos humanos.

La prueba textual está establecida en las aleyas coránicas:

Y no hay nadie que se Le parezca. (Sura de la Adoración Pura, 4)

No hay nada como Él. (Sura de la Consulta, 11)

En cuanto al establecimiento de los cuatro atributos siguientes: la Vida, el Poder, el Conocimiento y la Voluntad, y la negación de sus opuestos:

Es claro ya que si Allâh no poseyese dichos atributos el mundo no podría nunca haber existido.

En efecto, cómo podría, pues, Allâh haber creado el mundo sin el Poder, el Conocimiento, la Voluntad y la Vida necesarias para diseñar y crear la increíble maravilla que es el Cosmos y la Creación. No hay más que observar y reflexionar sobre los signos que vemos dentro y fuera de nosotros mismos para darse uno cuenta del Poder, Voluntad, Conocimiento y Vida infinitos del Creador, exaltado sea.

Las aleyas que lo prueban son:

Allâh, no hay dios sino Él, el Viviente, el Sustentador. (Sûra de la Familia de ‘Imrân, 2)

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Allâh es Poderoso sobre todas las cosas. (Sûra de la Vaca, 148)

Allâh es conocedor de todas las cosas. (Sûra de la Mesa Servida, 97)

Él que hace lo que quiere. (Sûra de las Constelaciones, 16)

Con respecto a los tres últimos atributos, el Oído, la Vista y la Palabra:

Están establecidos por el Corán, la Sunna y el Consenso de la Comunidad de Musulmanes, pues son atributos de perfección, y constituiría un defecto el hecho de que Allâh estuviese desprovisto de ellos.

Entre aleyas que respaldan dichos atributos figuran las siguientes:

Allâh es Quien oye y Quien ve. (Sûra de la Peregrinación, 61)

Y a Mûsà le habló Allâh directamente. (Sûra de las Mujeres, 164)

Por consiguiente, ha quedado establecido la obligatoriedad de atribuir a Allâh los trece atributos anteriormente mencionados y la imposibilidad de atribuir a Allâh los opuestos de dichos atributos.

A continuación, ha de quedar claro que Allâh es libre de hacer en Su Reino a voluntad

Tu Señor crea lo que quiere y elige. (Sûra del Relato, 68)

Sus actos son el resultado de Su Voluntad y Su Poder, los cuales no están constreñidos por límite alguno. El ha creado este mundo tal y como lo ha creado, pudiendo haber sido de otra manera; pero, por Su Voluntad, El ha querido que sea tal y como es.

Nota: Todo lo aquí tomado está tomado del famosísimo Murshid al-Mu’în de Ibn ‘Âshir.

Buda (Budista) http://www.meditacion-merida.com/budismo

¿Qué es el budismo?

Más que una religión o una mera filosofía, el budismo es un conjunto de ideas y métodos que llevan a la liberación del individuo de sus peores opresores: el odio, la codicia y la ignorancia, ayudándolo a aprovechar su vida al máximo. El artículo que sigue ha sido traducido de las páginas principales de los Amigos de la Orden Budista Occidental en inglés.

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Aspectos del Buda o Budismo.

¿Qué es el Budismo?

¿Quién fue el Buda?

¿Que pasó después de la muerte del Buda?

¿Que enseña el Budismo?

¿Cómo uno se convierte en Budista?

¿Qué es el Budismo?

El Budismo es un camino de enseñanzas prácticas. Las prácticas Budistas, tales como la meditación, son un medio para que uno mismo se transforme, desarrollando las cualidades de consciencia, bondad y sabiduría. La experiencia desarrollada dentro de la Tradición Budista durante miles de años creyó un recurso incomparable para aquellos que desean seguir un sendero del desarrollo espiritual. El sendero Budista nos lleva a lo que se conoce como Iluminación o Budiedad.

¿Quién fue el Buda?

La palabra Buda es un título o un epíteto y no un nombre. Significa "alguien que está despierto" en el sentido de haberse "despertado a la realidad". El título describe el logro de un hombre llamado Siddharta Gautama, quien vivió hace 2,500 años en el norte de la India. Cuando tenía 35 años, después de largos años de esfuerzo, logró la Iluminación al estar en una profunda meditación. Durante los restantes 45 años de su vida viajó por gran parte del norte de la India, diseminando su enseñanza del sendero hacia la Iluminación. Su enseñanza se conoce en el Oriente como el Buddha-Dharma - "la Enseñanza del Iluminado".

Viajando de lugar a lugar, el Buda enseñó a numerosos discípulos, muchos de los cuales lograron también este estado de Iluminación. Ellos, a su vez, enseñaron a otros y de este modo una cadena ininterrumpida de enseñanza que continua hasta el día de hoy.

El Buda no era un Dios ni profeta de Dios, tampoco se declaró como un Ser divino. En el Budismo no existe el concepto de un Dios creador. El Buda fue un ser humano quien, a través de esfuerzos tremendos, se transformó y trascendió su limitación humana creándose en el un nuevo orden de Ser: Un ser Iluminado.

El estado de Iluminación que alcanzó tiene tres facetas. 1) Es un estado de "Sabiduría", de ver las cosas como realmente son. 2) Es una fuente de "Compasión" o Amor que se manifiesta en una actividad constante para el beneficio de todos los seres. 3) Y es la liberación total de las energías de la mente y cuerpo para que estén al servicio de la mente plenamente consciente.

Este concepto de la Iluminación no se conoce en Occidente donde tenemos limitados entendimientos de la capacidad espiritual que la vida ofrece. Algunos estudioso la

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interpreten en un sentido humanístico como llegar a ser un humano ético y con cualidades morales, careciendo de un orden espiritual. Otros entienden la meta en términos de un dios mas allá de todo y creador de las cosas, la meta en este caso seria comunión o unión con él.

¿Que pasó después de la muerte del Buda?

El Budismo desapareció de la India hace mil años (aunque recientemente esta reviviendo). Así mismo la enseñanza se expandió hacia el sur a Sri Lanka y el Sudeste de Asia, donde la forma "Theravada" de Budismo aun sigue floreciendo. También se difundió al norte al Tíbet, China, Mongolia y Japón. Las formas "Mahayana" de Budismo se practican en estos países, aunque en el último siglo han sufrido mucho de los efectos del comunismo, y consumismo. En el último siglo el Budismo ha aterrizado indudablemente en Occidente y muchas personas se han convertido en Budistas.

¿Que enseña el Budismo?

El Budismo ve a la vida como un proceso en constante cambio y sus prácticas tratan de tomar ventaja de éste principio inherente de las cosas. Esto significa que uno puede cambiar para mejorar. El factor decisivo para transformarnos es la mente y el Budismo se ha desarrollado muchos métodos para trabajar con la mente. Uno de los principales es la meditación, la cual es una forma de desarrollar estados mentales más positivos caracterizados por calma, concentración, consciencia y emociones como la amistad, ecuanimidad y felicidad. Usando la mente clara y positiva que se desarrolla en la meditación, es posible tener una mayor comprensión de uno mismo, de los demás y de la vida misma.

Los Budistas no buscan "evangelizar" o coercer a otras personas para que adopten su religión, pero sí ponen sus enseñanzas a la disposición de quien esté interesado. La gente tiene la libertad de tomar lo poco o mucho para lo que se sientan listos. Muchas personas toman las prácticas de la meditación o la filosofía de vida del Budismo para mejorar sus vidas sin ser estrictamente Budistas aun.

¿Cómo se convierte uno en Budista?

Convertirse en Budista en el sentido completo implica comprometerse con los Ideales centrales del Budismo. Estos son el Buda, o el ideal de la Iluminación; el Dharma, las enseñanzas y prácticas del Budismo; y la Sangha, la comunidad de personas que también están siguiendo el camino quienes aportan amistad, estímulo, inspiración y guía. La ordenación en la Orden Budista Occidental significa comprometerse a estos ideales. No implica un estilo de vida en particular. De esta forma rompemos la dicotomía entre monjes y laicos que se observa en algunos países de oriente.

El camino Budista está abierto a todos por igual: a hombres y mujeres, jóvenes y viejos, gente de todas las nacionalidades, razas y antecedentes.

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BRAHMA, VISHNU Y SHIVA.

LA TRIMURTI HINDÚ. http://elrincondelsadhu.blogspot.com/2011/05/dios-brahma-vishnu-y-shiva-la-trimurti.html

BRAHMA es considerado como el Ser Supremo, el dios de dioses; Brahma, Vishnu y Siva, son sus manifestaciones. Es verdad que en algunos versos de los Vedas, algunos de sus atributos también se dan a otras deidades, y en algunos de los Puranas se dice que hay varios dioses iguales al Supremo Brahma. No obstante, Brahma es considerado por los hindúes, opinión que encuentra mucho fundamento en sus escrituras, como el Supremo Dios: el origen de todos los demás y del que éstos son sus manifestaciones. En el Atharva-Veda se lee:"Todos los dioses están en Brahma como las vacas en un establo". En el principio, Brahma era este universo, el creó a los dioses. Habiendo creado a los dioses, los colocó en los mundos. Agni, en este mundo, Vayu en la atmósfera y Surya en el cielo. Y en los mundos que son más altos, colocó a los dioses que son aún más elevados. Entonces Brahma partió hacia la esfera más alta llamada Satyaloka, el más excelente y

lejano de todos los mundos. Los dioses eran originalmente mortales, pero cuando fueron penetrados por Brahma, se volvieron inmortales.

En el TaittiriyaBrahmana se dice que: Brahma creó a todos los dioses y a este mundo entero. Dentro de él están todos estos mundos. Dentro de él está este universo entero. Brahma es el más grande de todos los seres. En Brahma están los treinta y tres dioses.

VISHNU:AVishnu se le conoce como la segunda persona de la Trimurti o tríada Hindú; pero a pesar de ser el segundo, esto no implica en modo alguno que deba ser considerado inferior a Brahma. En algunos libros se dice que Brahma es la primera causa de todas las Cosas, en otros se afirma, fuertemente que este honor pertenece a Vishnu, mientras que en otros se le concede a Siva. Así como el principal trabajo de Brahma es la creación, el de Vishnu es el de la preservación y el de Siva, la destrucción. Vishnu, sin embargo, crea, conserva y destruye, aunque en tres formas distintas. Tuvo varias encarnaciones en La Tierra. La primera fue como un pez, luego como una tortuga, la tercera como un jabalí y la cuarta como un león. La quinta encarnación fue como un

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enano, la sexta Parasurama, con la forma de un guerrero, la séptima como Rama y la octava como Krisna. Estas dos últimas encarnaciones fueron muy importantes para la tradición hindú. Para algunos hinduistas y, obviamente para los budistas,Buda fue la novena encarnación de Vishnu. Se espera todavía una siguiente encarnación que se llamará Kalki quien se supone cabalgará por La Tierra y castigará a los malos. Sus apodos: Ananta-Infinito, Hari-Ladron salvador, Madhana-La miel, Mukanda-Libertador, Narayana-Origen, Svayambhu-Existencia propia, Yajnesvara-Señor del sacrificio, etc.

El Dios Vishnu siempre es representado en posición vertical, llevando una corona, y portando algunos elementos como una concha, la flor de loto, un disco y un palo, que muestra en cada uno de sus 4 brazos. Hoy en día Vishnu sigue siendo una deidad de culto, y alberga dentro del territorio hindú a una serie de templos y lugares a donde peregrinar.

SIVA O SHIVA:Siva es la tercera persona de la Tríada Hindú. Siendo Brahma el Creador y Vishnu el preservador y estando todas las cosas sujetas a decaer, hacía falta un "destructor" para completar el sistema y es por eso que su nombre significa "el que no es propicio"; la destrucción es considerada como la función especial de Siva. Esto no parece armonizar mucho con la forma mediante la que se le suele representar. Debería recordarse,sin embargo, que según las enseñanzas del Hinduismo, la muerte no implica muerte en el sentido de pasar a la no-existencia, sino simplemente un cambio a una nueva forma de vida. Aquel que destruye, por lo tanto, hace que los seres asuman nuevas fases de existencia: el Destructor es realmente un re-Creador. De ahí que le sea dado el nombre de Shiva, el Radiante

o el dichoso. No hubiera sido así en caso de considerársele como el destructor en la acepción corriente de este término. En el Hinduísmo reciente, y según las enseñanzas de las Epopeyas y los Puranas, Siva juega un papel muy importante, habiéndose escrito varios libros dedicados a cantar sus alabanzas. Sin embargo, su nombre no figura entre los dioses de los Vedas. Por ello y a fin de aumentar su veneración entre los hombres, se ha afirmado que coincide con el Rudra de los Vedas. También se le conoce como Mahadeva o Mahayogui. Algunos lo consideran un dios hogareño, casado con la Diosa Parvati, mientras que otros lo consideran viviendo solo como un asceta en el Monte Kailash en los Himalayas. Se cree que el río sagrado Ganga vino a la tierra desde el cielo a través del cabello de Shiva. El símbolo más común es la linga, (símbolo fálico) una piedra cilíndrica colocada en una base circular. Se cree que la linga representa la totalidad de la visión Hindú del mundo. Como corona tiene la luna creciente, y un adorno hecho de piel de tigre y elefante. Su garganta es azul, con una gran cobra enrollada alrededor del cuello.

Lleva collares y una guirnalda, y serpientes trepando por todo su cuerpo. También lleva un fajín, un cordón sagrado, y brazaletes. Tiene tres ojos y cuatro brazos, con ceniza

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sagrada esparcida por todo su cuerpo. Con dos de sus manos sostiene un tridente, y un tamborcito (damaru); con las otras dos manos forma mudras, de abhaya (protección) y varada (concede bienes). Sus ojos están medio cerrados, una postura sagrada llamada sambhavimudra. Los ojos medio cerrados de Shiva indican que su mente permanece en el Ser, mientras que su cuerpo está actuando en el mundo externo.

Shiva/Shakti es el aspecto dual de la Divinidad. La parte derecha del cuerpo corresponde al aspecto masculino (Shiva), y la parte izquierda del mismo representa el aspecto femenino,que a través de diferentes momentos adopta distintas Formas y Nombres. Esta forma andrógina se llama Ardhanarisvara o "Las dos mitades de la personificación de Dios".

ATRIBUTOS DE KRISHNA

Krishna (hare krishnas) http://articulosimportantes.blogspot.com/2011/02/atributos-de-krishna.html

Dice el Glosario Teosófico:

“Krichna (Krishna) (Sánscrito).- El más célebre avatar de Vichnú, el “Salvador” de los indos y su dios más popular. Es el octavo avatar, hijo de Devakî y sobrino de Kansa, el rey Herodes indo, que mientras le buscaba entre los pastores y vaqueros que le tenían culto, hizo matar millares de sus niños recien nacidos. La historia de la concepción, nacimiento e infancia de Krichna es el verdadero prototipo de la historia relatada en el Nuevo Testamento. Los misioneros, como es natural, se

esfuerzan en demostrar que los indos robaron a los primeros cristianos que llegaron a la India la historia de la Natividad. [Se le representa en una hermosa figura, con el cuerpo atezado (Krichna, negro), cabello negro fuertemente ensortijado y con cuatro brazos, teniendo en las manos una maza, un disco llameante, una joya y una concha. Era hijo de Vasudeva y de la virgen Devakî, y primo de Arjuna. He aquí por orden descendente la genealogía de Krichna en su forma mortal: Yadu, Vrichni, Devaratha, Andhaka, Vasu (o Zûra) y Vasudeva (hermano de Kuntî). Para escapar de la persecución de su tío Kansa, Krichna, recien nacido, fue puesto bajo el amparo de una familia de pastores que vivía al otro lado del río Yamunâ. Desde muy joven empezó a predicar, y acompañado de sus discípulos, recorrió la India enseñando la moral más pura y obrando prodigios inauditos. Murió al principiar el Kali-yuga, o sea unos cinco mil años atras, traspasado el cuerpo y clavado en un árbol por la flecha de un cazador. Al fin de la edad presente aparecerá de nuevo para destruir la iniquidad e inaugurar una era de justicia. En el Bhagavad-Gîtâ, Krichna es la representación de la Divinidad suprema, Âtman o Espíritu inmortal, que desciende para iluminar al hombre y contribuir a su salvación. Por este motivo se

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representa al dios desempeñando en favor de Arjuna el papel de guía o conductor de su carro en el campo de batalla; así como Arjuna es la representación del hombre, o mejor dicho, de la Mónada humana, como viene a probarlo el significado mismo de Nara (hombre), que es uno de los varios nombres de dicho príncipe. –Krichna es designado con varios epítetos; Vâsudeva (o “Hijo de Vasudeva”), Yâdava (“Descendiente de Yadu”), Hrichîkeza (“de ensortijado cabello”), Kezava (“de abundante cabellera”), Govinda (“Vaquero” o “Pastor”), Kezinichûdana (“Matador de Kezin”), Madhusûdana (“Matador de Madhu”), etc. –Véase: Bhagavad-Gîtâ, Inocentes, Jesús, Kansa, etc. –Krichna es también el nombre que se da a la quincena obscura, la quincena en que mengua la luna, o sea la segunda mitad del mes lunar, desde el plenilunio a la luna nueva”.

1) Elementos de reconocimiento: piel azulada, ropas amarillas o anaranjadas, flauta, brazaletes, pluma de pavo real.

2) Color: La tonalidad de piel del dios Krishna es azul porque este color se ha asociado siempre a lo infinito, lo elevado como el alto cielo o el profundo mar. Sin embargo, este azul se combina magníficamente con las vestiduras amarillas de su sagrada presencia. El amarillo (a veces anaranjado) nos evoca la arena de las playas o en definitiva, la tierra. Esto nos da a entender que la figura azulada de Krishna se refiere a una divinidad o realidad infinita con ropajes finitos (encarnada).

3) Flauta: Krishna utiliza una flauta para ejecutar una deliciosa música sagrada que simboliza el gozo de la realización. La flauta es sencilla y hueca pero de su interior brotan sonidos mágicos, es decir que la armonía espiritual proviene del interior.

La gente se siente atraída por las melodías espirituales que produce la flauta sagrada y acude al camino de los caminos al sentir el llamado del Espíritu.

4) Brazaletes: Los brazaletes de plata que usa Krishna lo identifican con su pueblo, ya que los pastores de ganado de Brinda generalmente usaban estos adornos en sus tareas diarias.

Muchas veces los brazaletes eran un recordatorio de promesas realizadas. En el caso de Krishna, los adornos de sus brazos nos remiten a sus tres votos sagrados:

1º Encarnación periódica para revivir y resucitar el drama.

2º Brindaré paz y prosperidad a los que confían en la presencia divina.

3º Liberación de la rueda de Samsara (nacimientos y muertes) a los que se entregan a la divinidad.

5) Pluma: La pluma de pavo real que corona su cabeza simboliza el esplendor divino, la belleza y plenitud del camino espiritual.

La sencillez de Krishna está dada por su abstinencia a lucir la insignia divina que vemos en otros dioses de la India. Esta insignia está compuesta de una caracola, una maza, una rueda y un loto.

Existen otras imágenes populares de Krishna:

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a) Krishna niño, donde aparece generalmente robando manteca a sus vecinos de Vrindavan, por lo cual se le llama “el ladrón de manteca”.

Algunos pueden escandalizarse al percibir a un dios realizando algo tan impropio como robar, pero en este caso esta “travesura” de Krishna puede entenderse si nos remitimos al concepto hindú de que el mundo es un “juego divino” y el dios encarnado lo que hace es simplemente continuar el juego más allá de la moralidad convencional. Si entendemos esto, el papel de “ladrón de manteca” se convierte en una imagen extremadamente divertida y simpática.

Muchas veces su compañero de travesuras es su hermano Balarama.

b) Krishna con las gopis (pastoras). En estas imágenes agrestes, el dios toca su flauta mientras las bellas mujeres del bosque lo escuchan atentamente o danzan a su alrededor. La principal gopi es Radha, que aparece en muchas representaciones junto a Krishna. El amor de Krishna y Radha se interpreta como un símbolo de la interacción entre la divinidad y el alma humana.

c) Krishna con Arjuna en el fragor de la batalla entre kurúes y pandavas, relatada en el Bhagavad Gita. La guerra que mantiene Arjuna es un combate interior, entre el Yo Superior y el yo inferior. La profundidad de los simbolismos del Gita escapan a estos comentarios iconográficos.

d) Krishna con Balarama. Según la leyenda, Vishnú tomó dos cabellos de su cabeza: uno negro y uno blanco. Con ellos impregnó el vientre de Devakim que dio vida a Krishna con el cabello blanco mientras que a Balarama con el negro.

Balarama es el compañero de juegos del Krishna niño y actúa como su hermano mayor. En las imágenes religiosas aparece generalmente a la derecha de su hermano.