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ATENDIMIENTO A LOS JOVENES (MERCEDES CRUZ)TRANSCRIPT
ATENDIMIENTO A LOS JÓVENES 09/09/2010
Mercedes Cruz Reyes El equipo familiar en el mundo no siempre es un jardín de flores. A veces, es una
espina de preocupaciones y de angustias, reclamando sacrificios. Aunque se
necesite firmeza en las actitudes para la temperancia de la afectividad que es
propia a los padres, jamás conseguirán sanar las heridas del ambiente
particular con el látigo de la violencia o con el emplasto de la dejadez.
Los hijos son las obras preciosas que el Señor confía a todos los padres,
solicitándoles cooperación amorosa y eficiente. Criar y educar a los hijos no es
tarea fácil. La mayoría de los padres viven desviados, sea en los excesos de
ternura o en la demasía de la exigencias, más a la luz del Evangelio caminaran
todos rumbo al progreso, comprendiendo que, para ser padre o madre son
necesarios profundos dotes de amor, al frente de esas cualidades debe brillar
el divino don del equilibrio.
En la actualidad es muy grande la preocupación de los padres y profesores por
las dificultades que se enfrentan, a diario, a la hora de criar a los hijos o
impartir educación a sus alumnos. Existen relatos e historias de experiencias
con hijos o alumnos “difíciles”. Jóvenes que prefieren un estilo diferentes para
expresar sus ideas, sentimientos o llevar a cabo sus planes.
La realidad, es que el estilo de vida, ha cambiado en la actualidad, es muy
diferente a como se vivía en la antigüedad.
Reflexionando acerca de los jóvenes, vemos que ellos agregan a las tendencias
del pasado las experiencias adquiridas recientemente.
Con excepción de los que renacieron sometidos a la observación de la patología
mental, todos han venido de la etapa infantil para dar cumplimiento a un noble
destino.
¡Todos, sufren ansiedades y flagelaciones antes de afirmarse en el puerto
seguro del deber a cumplir!...
Incuestionablemente, es preciso apoyarlos todo cuanto nos sea posible.
Comprendiendo, sin embargo, de que ampararlos no será trazarles la
obligación de copiarnos los tipos de felicidad o de vivencia.
Cuando Jesús nos recomendó no despreciar a los pequeñitos, esperaba de
nosotros no solamente medidas providenciales alusivas al pan, y a la
vestimenta. No basta alimentar el cuerpo, es imprescindible el abrigo moral
que asegure al espíritu renacido el clima de trabajo necesario para su
sublimación.
“Muchos jóvenes son víctimas del empobrecimiento y de la marginación social,
de la falta de empleo, de una educación que no responde a las exigencias de la
vida, del narcotráfico, de la guerrilla, de las pandillas, de la prostitución, del
alcoholismo, de abusos sexuales”. Muchos jóvenes viven adormecidos por la
propaganda de los medios de comunicación social y además por imposiciones
culturales y por el pragmatismo inmediatista que ha generado nuevos
problemas en la moderación efectiva de los adolescentes y jóvenes.
La juventud de hoy debe hacer un alto y reflexionar.
Quizás a tu alrededor tienes a jóvenes difíciles para dirigirlos
convenientemente en la vida.
No nos compete el derecho de abandonarlos a si mismos cuando aun son
inexpertos, eso está claro. Mientras tanto, eso no significa que debamos
destruirles la vocación, frustrándoles la autenticidad en que se les caracteriza
la existencia.
Soñaremos para nuestros hijos, en el mundo, envidiable destaque en las
profesiones liberales, con primorosas titulaciones académicas, más es
probable que haya renacido entre nosotros para servicios de la gleba,
aspirando a adquirir duros callos en las manos, a fin de realizarse en la
elevación que demandan.
Otras veces ideamos para ellos la formación del hogar en el que nos premien el
ansia de poseer respetables descendientes. No en tanto, es posible que estén con
nosotros para largas experiencias en condiciones de celibato, cargando
problemas y pruebas que les dicen respecto al mejoramiento espiritual.
Algunas veces gritamos furiosos contra ellos, exigiendo nos adopten el modo de
ser. Frecuentemente, sin embargo, si eso acontece, acabamos por perderlos en
manos que los deslustran los sentimientos o les amargan la vida, cuando no
los empujamos, inconscientemente, para la furnia de los tóxicos o para los
despeñaderos del desequilibrio metal con los que se matriculan en los
manicomios.
Compadécete de los hijos que parezcan diferentes a ti.
Acéptalos como son y auxílialos a cada uno de ellos en la integración con el
trabajo el que se hagan dignos de la vida que vinieron a vivir.
Ampáralos sin imposición y sin violencia.
Antes de surgir ante ti como hijos de tu amor, son hijos de Dios, cuyo amor
infinito vela en nosotros y por nosotros.
Aun mismo cuando evidencien características inquietantes, bendícelos y
oriéntalos, cuanto te sea posible, a fin de que se mantengan como estilos vivos
de rendimiento del bien en el bien común.
Y aun mismo cuando no puedan compartir el techo y se aparten de tu
compañía, a pretexto de independencia, bendícelos a un mismo así,
comprendiendo que todos nosotros, desde que nos vinculamos al orden y al
trabajo en el deber que nos compete, sin perjudicar a nadie, disfrutamos por
ley divina el privilegio de descubrir cual es para nosotros el mejor camino a
seguir y servir, vivir y sobrevivir.
El respetable cuadro que traen de las Esferas Superiores, se revela a través de
sentimientos en forma de entusiasmo y sueños juveniles y se confunden con las
deformaciones de la realidad terrestre que aguarda en ellos la redención que
aportará el futuro.
Muchos abandonan la niñez mutilados moralmente por las manos mercenarias
a las que fueron confiados desde la cuna; otros en cambio despiertan en el
laberinto de los ejemplos lamentables, provenientes de aquellos de quienes
esperaban recibir las orientaciones para la superación interior.
Muchos son arrojados a los problemas de la orfandad cuando más necesitan el
apoyo amistoso, otros andan por el mundo como aves cuyo nido fue destrozado,
abandonado sin rumbo en la tempestad de las pasiones inferiores.
Muchos en rebeldía por el lodo arrojado en sus esperanzas, descienden a los
más sombríos cenagales del crimen, mientras que otros artos de miseria se
refugian en prostíbulos dorados para concluir sus días en la condición de
náufragos de la noche.
Se les reclama el porvenir, pero se les arruina el presente.
Se les adorna el aspecto, pero se les pervierte la conciencia.
Se les enseña el verbo refinado de la cultura académica pero en la intimidad se
les comunica la palabra degradada del lenguaje vulgar.
Se exalta para ellos el ideal de la belleza de la virtud y se ríen de ellos cada vez
que demuestran que no son modelos perfectos de la animalidad inferior.
Les hablamos de la glorificación del carácter pero atormentamos su alma en el
delirio del alcohol o en la frustración de los estupefacientes.
Les suministramos abandono y criticamos su conducta.
No debemos condenar a los jóvenes cuando notemos que han caído en la
demencia o en la inconsecuencia.
Cada niño o adolescente constituye en el mundo un proyecto de la Sabiduría
Divina al servicio de la humanidad, y cada niño o adolescente desviado es un
proyecto de la Sabiduría Divina al que la humanidad ha corrompido o
menospreciado.
Recibamos a los jóvenes de todas las condiciones como a nuestros propios hijos
y procuremos con todas nuestras fuerzas estimular en ellos el amor al trabajo y
a la iniciativa de la educación.
Ellos que inician la lucha, necesitan, que los “comprendan y que velen por ellos”
con el fin de que sepamos sembrar y construir, porque en todas las épocas,
cuando se desampara a la juventud la vida se extingue.
La etapa de la juventud está cargada de interrogantes vitales y presenta el
desafío de tener un proyecto de vida, personal y comunitaria. Un proyecto que
dé sentido a su vida; que no la deje caer en un valor existencial, sino que le
permita lograr a plenitud su realización como persona. La juventud cuestiona
todo, tiene un espíritu de riesgo, de valentía y una capacidad creativa para
responder a los cambios y exigencias del mundo en que vive.
Ella aspira a mejorar siempre como signo de esperanza, gozo y felicidad.
Además, es muy sensible a los problemas sociales y exige autenticidad y
veracidad. Rechaza con rebeldía una sociedad invadida por la hipocresía y los
antivalores. Pero con sentimientos de dolor, podemos afirmar que nuestra
sociedad actual está muy lejos de ser la sociedad en que tienen derecho a vivir
él y la joven de hoy. Actualmente, son muchos los y las jóvenes que son víctima
de:
Un empobrecimiento y marginación social producto de la gran injusticia social.
Un rechazo ante sus conductas, motivadas quizás por los traumas psicológicos
de ser hijos e hijas cínicos, mimados, consentidos; de padres y madres
divorciados de un hogar donde no se dialoga, comprende, ama...
Un sistema educativo que no responde a sus inquietudes ni llena sus
expectativas.
Un estado que no proporciona estabilidad, seguridad e incentivo para el futuro;
con salarios bajos, sin posibilidad para ejercer su profesión u oficio.
Un adormecimiento por la propaganda de los medios de comunicación que lo
alienan con imposiciones culturales y con el pragmatismo, generando así
nuevos problemas en su moderación psicológica y afectiva.
Una carencia de entusiasmo y amor por los grandes ideales de vida, de la
patria, sus estudios...
Una sociedad que les propone la riqueza, el poder y el placer como el camino
mejor para “Vivir la Vida”
Un narcotráfico y corrupción descarados. Unas guerrillas crueles.
La propaganda falaz que promueve la prostitución, el aborto, el alcohol, el
consumismo... como productos de la época, del avance y la civilización.
Una música que aturde, excite y atolondra la mente.
La Juventud tiene derecho a vivir en otra sociedad donde:
La Familia: juegue su verdadero papel y en ella se ame, se corrija, se dialogue.
Se aprendan los verdaderos valores. Donde haya un lugar de encuentro, de
búsqueda, de soluciones, no de conflictos, donde vivir en armonía, con fidelidad,
amor, tolerancia y comprensión.
El Estado: asuma su rol y ofrezca una educación basada en los derechos que
señala el código de protección al niño; niña y adolescente que dice: “Todos los
niños(as) y adolescentes, tienen derecho a la educación, encaminada al sano
desarrollo de su persona, a fin de que puedan prepararse para ejercer
plenamente sus derechos ciudadanos y por eso deben tener: Igualdad,
Enseñanza Primaria, Acceso gratuito a Escuelas Públicas.”
Además el estado debe dar a la juventud oportunidades para que se pueda
realizar profesionalmente. Se debe crear un clima en el cual la juventud pueda
adquirir un sentido crítico de la vida en la práctica de la justicia, la
democracia, la paz, la igualdad social y vivir teniendo la seguridad personal sin
violencia, ni drogas, ni prostitución.....
La Sociedad debe ofrecer a los jóvenes la oportunidad de ser hombres y
mujeres responsables, creativas, participativas, activas en las estructuras
culturales, políticas, educativas, familiares para ser así protagonistas de su
propio presente y futuro ejerciendo sus derechos y deberes.
En fin, los jóvenes de hoy tienen derecho a una sociedad en la que puedan
realmente vivir y desarrollarse con dignidad como lo que son: Hijos e Hijas de
Dios.
Para que los jóvenes se realicen como personas en todos los niveles, tienen que
crecer y desarrollarse, no estancarse. Son diversas las áreas en las que, como
personas, tienen que crecer para lograr un desarrollo integral y armónico.
Es decir, tener capacidad para adaptar su propia vida; lo que es, lo que tienes.
Saberse y sentirse digno del lugar y las personas con que le ha tocado convivir.
Así como poder tener relaciones con los demás, armónicas, amables,
respetuosas. Han de e iniciar una búsqueda sincera de la verdad, la libertad y
el gusto por los valores auténticos. Ir creando un juicio crítico frente a los
acontecimientos, con equilibrio e imparcialidad. Lograr tener un espíritu de
diálogo de comprensión, compromiso, que lo lleve a asumir responsabilidades
familiares, sociales, políticas y trabajar por la paz y la justicia. Sentir la
necesidad de prepararse, intelectual y espiritualmente; detener el deseo de
superarse, de ser alguien y no algo. Apreciar y valorar su patria y todo lo que
ella es y tiene.
En el área Intelectual; en la que se tiene deber de: Aprovechar las
oportunidades que le brinda la familia o el estado para estudiar y tomar sus
estudios con responsabilidad perseverancia y amor. Proponerse lograr una
profesión u oficio que ofrezca beneficio para sí mismos, la familia y el estado.
Ser también agentes multiplicadores de sus conocimientos para que otros(as)
aprendan, se capaciten y sean útiles. Tener interés de seguir siempre
perfeccionando sus estudios y capacitándose día a día; recordando que siempre
es posible aprender algo, no importa la edad.
Todos los jóvenes precisan del amparo de los padres, sin embargo en la
adolescencia, en general, la rebeldía de los hijos es inevitable. Una tradición de
severidad paterna, pautada por el autoritarismo político o religioso, dio a los
padres el concepto erróneo de que deben sujetar a los hijos – y particularmente
a los jóvenes – a sus principios y maneras de ser. Más los jóvenes traen su
propia personalidad o su propio camino en la vida, y justamente en esa fase de
la adolescencia están afirmando su “yo” ante el mundo.
Es conocido el problema de la “crisis en la adolescencia”, sobre la cual Maurice
Debesse escribió uno de sus libros más bellos y profundos. Más es en René
Hubert, en el capítulo sobre “Psicología de la juventud”, de su Pedagogía
general, donde encontramos mayor sintonía con los principios espiritas.
Psicólogos y Pedagogos conocen bien ese problema que responde por el
llamado “conflicto de las generaciones” Emmanuel nos da su llave al recordar
que cada espíritu ya trae para la Tierra su prueba y su camino de servicio,
escogidos libremente en la vida espiritual según sus necesidades de evolución y
mejoramiento.
El amparo de los padres no puede ser dado por medio de imposición y
autoritarismo, bajo pena de dejar de ser amparo para transformarse en
tiranía. Si el “conflicto de generaciones” siempre existió en el mundo, ahora se
muestra más violento porque el tiempo de la tiranía está finalizando porque la
era de la transición en que vivimos acentúa en los jóvenes las ansias del futuro.
Los padres solo podrán ampararlos si tuvieran amor suficiente para
comprenderlos y ayudarlos sin exigencias. Esta es también una hora de
aprendizaje para los padres. Y solo el amor verdadero por los hijos puede
socorrerlos.
El joven de hoy es el hombre de mañana. Los tiempos cambian y no podemos
querer sujetarlos a nuestro modelo. Cualquier coacción paterna solo podrá
apartarlos de casa y de la familia, lanzándolos a medios y compañías
peligrosos. La verdadera educación es el equilibrio entre el amor y la
comprensión. La energía paterna y la disciplina filial brotan naturalmente
entre esos dos márgenes, fluyendo como las aguas de una fuente en el paisaje
de la vida.
La política que mejor conviene a los padres de adolescentes, si desean captar la
estima, el respeto y la obediencia, consiste en procurar comprenderlos,
ayudándoles a vencer las dificultades inherentes a esa etapa de su crecimiento,
en usar de infinita paciencia con ellos y ser condescendientes con las cosas
secundarias, reservando las exigencias apenas a aquello que sea esencial para
su buena formación intelectual, moral y espiritual
“Invóquese el auxilio de religiosos, profesores, filósofos y psicólogos, a fin de
que la excesiva agresividad filial no alcance la línea de la perversidad o de la
delincuencia para con los padres y tampoco que la excesiva autoridad de los
padres violente los hijos, en nombre de extemporánea o cruel desvinculación.
Padres e hijos son, originalmente, conciencias libres, hijos de Dios empeñados
en el mundo a la obra de auto-burilamiento, rescate de débitos, reajuste,
evolución.
Trabajo extraído del libro “Religión de los Espíritus” de Chico Xavier, de mensajes
para la juventud de Emmanuel y de internet. Y de “Vida y Sexo” de Chico Xavier.