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François-René de Chateaubriand (Saint-Malo, Francia, 1768- París, 1848) es el autor de esta novela que se considera la fundara de un nuevo subgénero narrativo. El título, repitiendo la fórmula de la primera novela sentimental, Pamela de Samuel Richardson, y que se convertirá en una característica del romanticismo, se refiere a la protagonista de la historia principal, una indígena mestiza de 17 años, bella, exótica, ingenua y llena de virtudes de sacrificio, Atala es la epítome de la virginidad, destinada a morir inmaculada como la virgen María: “encantada por el ángel de la melancolía, y por el doble sueño de la inocencia y del sepulcro: no he visto cosa más celestial. El que hubiese ignorado que aquella joven había gozado de la luz, hubiérala creído la estatua de la Virginidad dormida” 1 . La historia principal transcurre en las tierras de Luisiana, EE.UU., a finales del siglo XVIII. El sacerdote de la tribu nativa de los Natchez, Chactas, anciano y ciego, le cuenta a René joven francés que se une a la tribu, su tragedia de amor. Cuando tenía 19 años, Chactas se enamoró de Atala, quien era la princesa de la tribu enemiga. Atala ayuda a escapar a Chactas, pues su tribu lo había hecho prisionero, y huye con 1 Todas las referencias a Atala pertenecen a la edición en línea de www.elaleph.com.

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Page 1: Atala

François-René de Chateaubriand (Saint-Malo, Francia, 1768-París, 1848) es el autor de esta novela

que se considera la fundara de un nuevo subgénero narrativo. El título, repitiendo la fórmula de la

primera novela sentimental, Pamela de Samuel Richardson, y que se convertirá en una

característica del romanticismo, se refiere a la protagonista de la historia principal, una indígena

mestiza de 17 años, bella, exótica, ingenua y llena de virtudes de sacrificio, Atala es la epítome de la

virginidad, destinada a morir inmaculada como la virgen María: “encantada por el ángel de la

melancolía, y por el doble sueño de la inocencia y del sepulcro: no he visto cosa más celestial. El

que hubiese ignorado que aquella joven había gozado de la luz, hubiérala creído la estatua de la

Virginidad dormida”1.

La historia principal transcurre en las tierras de Luisiana, EE.UU., a finales del siglo XVIII. El

sacerdote de la tribu nativa de los Natchez, Chactas, anciano y ciego, le cuenta a René joven

francés que se une a la tribu, su tragedia de amor.

Cuando tenía 19 años, Chactas se enamoró de Atala, quien era la princesa de la tribu enemiga.

Atala ayuda a escapar a Chactas, pues su tribu lo había hecho prisionero, y huye con él. Durante la

huida los atrapó una tormenta, pero fueron socorridos por el padre cristiano Aubrey. Aun así Atala

enfermó, y en su lecho de muerte confiesa la razón por la que, a pesar de amar tanto a Chactas, se

había negado al matrimonio con él y el por qué, para vencer la tentación, se había tomado un

veneno: su madre, india cristianizada, cuando estaba pariéndola, le prometió a la virgen que si

salvaba a la pequeña, haría que se consagrara a ella y permaneciera virgen. Finalmente, Atala

muere, más de pasión que de envenenamiento, y es enterrada por Chactas y el padre Aubrey.

Atala combina los grandes temas que más le interesaban a Chateaubriand, la naturaleza, la patria y

Dios. Dicha combinación más los tópicos del amor, la muerte y el nativo americano, hicieron de

Atala un éxito comercial.

El primer esbozo de novela fue escrito en Londres, mientras Chateaubriand se cuidaba de los

antirrevolucionarios –se había exiliado en Inglaterra durante la época de terror–, y fue publicada en

1801. La segunda versión fue incluida en Le genie du christianisme (1802) por su alto contenido

moral y su carácter de apología del catolicismo. Se dice que la muerte de su madre, y de su

hermana, en 1798, generaron en Chateaubriand un renacer de su fe católica, la fe de su infancia; a

1 Todas las referencias a Atala pertenecen a la edición en línea de www.elaleph.com.

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partir de entonces se volvió un radical defensor del catolicismo: “el cristianismo es el culto más divino

y puro que han practicado los hombres” (Chateaubriand, 1990: 378).

En Atala las sentencias morales de naturaleza católica –la mayoría en la voz del padre Aubrey, el

conquistador religioso, quien “armado con la antorcha de la religión”, morirá como un mártir–, tienen

que ver con la efimeridad del hombre, su condición humana y mortal: “el grande error de los

hombres, en sus ensueños de felicidad, es olvidarse de la muerte, condición esencial de su

naturaleza”, o esta otra que se encuentra en epílogo del autor: “¡Así pasa en la tierra todo lo bueno,

virtuoso y sensible! ¡Hombre! no eres otra cosa que un rápido sueño, una dolorosa fantasía; no

existes sino para el mal; no tienes otro valor que el de la tristeza de tu alma, y la eterna amargura de

tus pensamientos”

En Atala, Chateaubriand no pone reparos en proponer el cristianismo como la vía de salvación no

solo de los individuos sino de la sociedad, y se queja de la corrompida sociedad europea –

francesa–:

¿qué pensarías si hubieses sido testigo de los males de la sociedad, y si al llegar a las

costas de Europa, hubiese lastimado tu oído el prolongado grito de dolor que exhala esa

tierra envejecida en el crimen? ¡El habitante de la cabaña y el del palacio sufren y gimen en

este mundo: lloran las reinas, como las más humildes mujeres, y la mente se asombra al

considerar la cantidad de lágrimas que vierten los ojos de los reyes.

Para Chateaubriand, el Nuevo Mundo y el salvaje nativo se le antojaban como el caldo de cultivo de

una renovada catolicidad. Crhistopher Dominguez Michel (2004:177) cree que Chateaubriand,

huyendo de las ideas revolucionarias y del contrato social de Rousseau, había viajado a América en

búsqueda del buen salvaje, quien no podía ser sino cristiano. Del epilogo de Atala, también,

recuperamos el siguiente fragmento:

En esta narración he visto el cuadro del pueblo cazador y del pueblo labrador; la religión,

primera legisladora de los hombres; los peligros de la ignorancia y del entusiasmo religioso,

tan opuestos a las luces, a la caridad y al verdadero espíritu del Evangelio; los combates de

las pasiones y la virtud en un corazón sencillo, y por último, el triunfo del cristianismo sobre

el sentimiento más vehemente y el temor más terrible: el amor y la muerte.

Este buen salvaje católico tendría entre sus virtudes el patriotismo y el vínculo familiar, virtudes ya

perdidas en Europa; Fray Aubrey se lo dice a Chactas cuando lo consuela después de la muerte de

Atala: “mientras Atala ha vivido, yo mismo te he pedido que permanecieses en mi compañía; mas tu

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suerte ha cambiado, y te debes a tu patria [...] Vuelve a las orillas del Meschacebé, y vé a consolar a

tu madre que te llora todos los días y ha menester tu apoyo”.

La religión es también el origen de lo más pasional presente en la naturaleza exótica: “la humilde

gruta estaba henchida de la grandeza de aquella muerte cristiana, y los espíritus celestiales asistían

sin duda a aquella escena en que la religión luchaba sola contra el amor, la juventud y la muerte”. La

naturaleza para el romanticismo puede ser tanto amiga como enemiga y en la narración se

encuentra una relación subjetiva entre los momentos más pasionales de los protagonistas,

recordemos la escena de la tormenta, momentos antes del encuentro con el padre Aubrey. También

se puede percibir esto cuando Chactas regresa algunos años después a buscar el sepulcro de Atala,

y son elementos de la naturaleza, una cierva y un pelícano, quienes le indican el lugar indicado, todo

esto en una estampa descriptiva que recuerda los estragos inevitables dela naturaleza.

En la misma sintonía el anciano Chactas, introduce durante sus pausas narrativas, algunas

comparaciones naturalistas de estilo homérico: “El corazón más tranquilo en apariencia, se asemeja

al pozo natural de la sabana Alachua, cuya superficie brilla pura y serena; pero al fijar la vista en el

fondo, descubre un enorme cocodrilo, que emponzoña las falaces aguas”.

Atala es la primera novela romántica que dibuja una idealización del indio americano, otorgándoles

cualidades heroicas y cristianas con la intención de que sirva de contraste con el europeo. Europeo

que, para Chaetaubriand, está corrompido por las ideas revolucionarias las cuales se le antojan al

autor ateístas, y es allí donde choca con su alta religiosidad y de donde deviene el carácter crítico-

moralizante de la novela.

BIOGRAFÍAS Y VIDA, s/f. “François-René de Chateaubriand” en Biografías y vida: la enciclopedia

biográfica en línea. [http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/chateaubriand.htm]

CHATEAUBRIAND, François-René de, 1999. Atala. www.elaleph.com.

CHATEAUBRIAND, François-René de, 1990. El genio del cristianismo. México: Porrúa.

DOMÍNGUEZ MICHAEL, Christopher, 2004. Vida de Fray Servando. México: Era.

GONZÁLEZ RUIZ, Édgar, 2013. “Chateaubriand, monarquista y católico” en Contralínea.com.mx.

[http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2013/12/22/paginas-de-la-reaccion-

chateaubriand-monarquista-catolico/]