asimov, isaac - un guijarro en el cielo

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  • Un guijarro en el cielo

    Isaac Asimov

    Ttulo original: Pebble in the Sky.

    Traduccin de Eduardo Goligorsky.

    1950, Isaac Asimov

    1992, Ediciones Martnez Roca, S. A.

    Biblioteca Asimov N 8.

    ISBN 84-270-1646-8

    Edicin digital de Umbriel. Mayo de 2002.

    Segunda correccin (1.2): Febrero de 2004

  • Un guijarro en el cielo Isaac Asimov

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    NDICE

    1 Entre Un Paso Y El Siguiente ................................................................................ 4 2 Alojamiento Para Un Desconocido ...................................................................... 11 3 Un Mundo... O Muchos? .................................................................................... 17 4 El Camino Real .................................................................................................... 25 5 El Voluntario Involuntario ................................................................................... 32 6 Temores Nocturnos .............................................................................................. 41 7 Una Conversacin Con Locos? .......................................................................... 47 8 Encuentro En Chica.............................................................................................. 54 9 Conflicto En Chica ............................................................................................... 62 10 Una Interpretacin De Los Acontecimientos ..................................................... 71 11 La Mente Que Cambi ....................................................................................... 77 12 La Mente Que Mata............................................................................................ 86 13 Telaraa En Washenn......................................................................................... 93 14 Segundo Encuentro .......................................................................................... 101 15 Las Ventajas Perdidas ...................................................................................... 109 16 Elija Su Bando! ............................................................................................... 116 17 Cambie De Bando!.......................................................................................... 124 18 El Duelo! ......................................................................................................... 132 19 El Plazo Final Se Acerca .................................................................................. 139 20 Se Cumple El Plazo.......................................................................................... 146 21 El Plazo Ha Vencido ........................................................................................ 154 22 Lo Mejor An No Ha Llegado ......................................................................... 159

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    A mi padre, quien me introdujo en la ciencia-ficcin.

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    1 Entre Un Paso Y El Siguiente

    Dos minutos antes de desaparecer para siempre de la faz de la Tierra que conoca, Joseph Schwartz estaba paseando por las tranquilas calles de las afueras de Chicago, recitando a Browning para sus adentros.

    En cierto sentido esto resultaba extrao, porque ningn transente que se hubiera cruzado con Schwartz habra tenido la impresin de que ste era un conocedor de Browning. Joseph Schwartz pareca exactamente lo que era un sastre jubilado totalmente desprovisto de lo que las personas sofisticadas de nuestros das llaman una educacin formal, pero haba desahogado una buena parte de su curiosidad en lecturas desordenadas. Una voracidad indiscriminada le haba hecho asimilar conocimientos superficiales sobre prcticamente todas las materias, y haba conseguido mantenerlo todo ordenado gracias a que posea una excelente memoria.

    Por ejemplo, cuando era ms joven haba ledo dos veces el Rabino Ben Ezra, por lo que naturalmente se lo saba de memoria. La mayor parte del poema le resultaba indescifrable, pero durante los ltimos aos el ritmo de los tres primeros versos haba latido al unsono con su corazn; y en aquel da muy soleado y luminoso de comienzos del verano de 1949 Schwartz los declam para s en las profundidades de la silenciosa fortaleza de su mente.

    Envejece a mi lado! Lo mejor an no ha llegado. El final de la vida, para el cual fue creado el principio...

    Schwartz senta en toda su plenitud el mensaje del poema. La serenidad de una vejez acomodada resultaba muy agradable despus de los sacrificios de su juventud pasada en Europa y de los primeros aos de su madurez en los Estados Unidos. Tener dinero y una casa propia haban permitido que Schwartz pensara en la posibilidad de jubilarse, y eso era justamente lo que haba acabado haciendo. Con una esposa sana, dos hijas felizmente casadas y un nieto que alegrara los ltimos y mejores aos de su vida, de qu tena que preocuparse?

    S, claro, estaba la bomba atmica, pero Schwartz crea en la bondad bsica de la naturaleza humana. No crea que fuese a haber otra guerra. Crea que la Tierra no volvera a ver el infierno solar de un tomo detonado por la ira, de modo que sonrea con tolerancia a los nios con los que se

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    cruzaba desendoles en silencio un paso veloz y no demasiado difcil a travs de la juventud hasta la paz de lo mejor que todava estaba por llegar.

    Levant el pie para pasar por encima de una mueca de trapo que sonrea abandonada en la cuneta, y cuya desaparicin todava no haba sido notada. An no haba terminado de bajar el pie...

    En otra zona de Chicago se alzaba el Instituto de Investigaciones Nucleares, un lugar en el que los hombres quiz tambin tenan sus teoras sobre el valor esencial de la naturaleza humana, pero donde se avergonzaban un poco de ellas porque an no se haba inventado ningn instrumento capaz de medirlo cuantitativamente. Cuando pensaban en esas cosas, muchas veces era para desear que alguna intervencin divina impidiese que la naturaleza humana y el maldito ingenio humano acabaran convirtiendo todo descubrimiento inocente e interesante en un arma mortfera.

    Sin embargo, y si llegaba a ser necesario, el mismo hombre que no poda lograr que su conciencia controlara la curiosidad que le inspiraban esas investigaciones nucleares, que algn da quiz pudieran aniquilar a la mitad de la poblacin de la Tierra, era capaz de arriesgar su vida para salvar la de un semejante sin importancia.

    Lo que primero atrajo la atencin del doctor Smith fue el resplandor azul que brillaba detrs del qumico.

    Lo observ al pasar frente a la puerta entreabierta. El qumico era un joven siempre alegre y animado, y estaba silbando mientras enderezaba una cubeta volumtrica en cuyo interior ya se haba alcanzado el volumen deseado de solucin. Un polvo blanco caa lentamente sobre el lquido y se iba disolviendo a su debido tiempo. Por un momento eso fue todo, pero un segundo despus el instinto del doctor Smith que, para empezar, era el causante de que se hubiera detenido delante de la puerta hizo que se pusiera en accin.

    Entr corriendo en la habitacin, cogi una varilla graduada y barri la superficie de la mesa con ella lanzando al suelo todo lo que contena. Se oy un siniestro chasquido de metal fundido. El doctor Smith sinti que una gotita de transpiracin se deslizaba hacia la punta de su nariz.

    El joven contempl con expresin desconcertada el suelo de hormign sobre el que el metal plateado ya se haba endurecido formando manchitas que todava irradiaban un calor muy intenso.

    Qu ha pasado? pregunt con un hilo de voz. El doctor Smith se encogi de hombros. l tampoco lo saba con certeza. No lo s. Explquemelo usted... Qu proceso se estaba elaborando aqu? Ninguno! exclam el joven qumico. No era ms que una muestra de uranio en bruto.

    Estaba haciendo una determinacin electroltica de cobre, y no entiendo qu puede haber ocurrido. Bien, joven, fuera lo que fuese por lo menos puedo informarle de lo que vi. Ese crisol de

    platino tena una corona, entiende? Se estaba emitiendo una radiacin muy poderosa. Ha dicho que se trataba de uranio?

    S, pero era uranio en bruto y no es peligroso. Quiero decir que... Bueno, la pureza total es una de las condiciones ms importantes requeridas para la fisin, verdad? Se humedeci rpidamente los labios con la lengua. Cree que se trataba de una fisin? No es plutonio, y no estaba siendo bombardeado.

    Y adems estaba por debajo de la masa crtica aadi el doctor Smith con voz pensativa o, por lo menos, estaba por debajo de las masas crticas que creemos conocer. Contempl la mesa de esteatita, la pintura quemada y ampollada de los armarios y las vetas plateadas que se haban extendido a lo largo del suelo de hormign. Pero el uranio se funde aproximadamente a 1.800 grados centgrados, y los fenmenos nucleares no son tan bien conocidos como para que podamos hablar de ellos con demasiada seguridad. Despus de todo, esta sala debe de haber quedado saturada de radiaciones perdidas... Ser mejor que despeguen el metal del suelo en cuanto se haya enfriado, y que lo recojan y lo analicen detenidamente. Su mirada pensativa recorri lo que le rodeaba, y de repente fue hacia la pared que tena delante y roz con las yemas de

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    los dedos un punto situado casi a la altura de su hombro mientras lo contemplaba con cara de sorpresa. Qu es esto? le pregunt al qumico. Siempre ha estado aqu?

    El qu, seor? pregunt el joven. Fue hacia el doctor Smith con paso rpido y nervioso, y clav la mirada en el punto que

    estaba sealando. Haba un agujerito minsculo que podra haber sido causado por un clavo incrustado en la pared y retirado despus..., pero que hubiese atravesado el yeso y el ladrillo en todo el grosor de la pared del edificio, ya que se poda ver la luz del da por l.

    El joven qumico mene la cabeza. Nunca haba visto esto antes dijo. Pero la verdad es que tampoco haba examinado esa

    pared, seor. El doctor Smith no hizo ningn comentario. Retrocedi lentamente y pas al lado del

    termostato, una caja en forma de paraleleppedo hecha con delgadas lminas de hierro. El agua que haba en su interior se arremolinaba mientras el agitador giraba a merced de la monomana del impulso electromotriz, y las lamparitas elctricas que estaban debajo del agua y que servan como calefactores seguan el comps de las palpitaciones del regulador de mercurio con un enloquecido parpadear.

    Bueno, y esto estaba aqu antes? pregunt el doctor Smith. Rasc suavemente con la ua un punto situado cerca del borde superior de la cara ancha del

    termostato. Era un pequeo crculo de bordes muy lisos que atravesaba el metal. El nivel del agua no era lo bastante alto para llegar hasta l.

    El joven qumico abri mucho los ojos. No, seor dijo. Eso no estaba ah... Puedo garantizrselo. Hum... Hay otro en el lado opuesto? Bueno, que me lleve el diablo! Quiero decir... S, seor! Muy bien. Ahora venga aqu y mire a travs de los orificios. Pare el termostato, por favor.

    Ahora qudese ah... El doctor Smith coloc un dedo sobre el agujero de la pared. Qu ve? pregunt.

    Veo su dedo, seor. Es ah dnde est el agujero? El doctor Smith no contest. Mire desde el otro lado dijo con una calma que estaba muy lejos de sentir. Qu ve

    ahora? Nada, seor. Pero el crisol que contena el uranio estaba ah... Est viendo exactamente el sitio en el que

    estaba, verdad? Creo que s acab diciendo el qumico sin mucho entusiasmo. Esto es ultrasecreto, seor Jennings dijo el doctor Smith con voz glida despus de

    dirigir una rpida mirada al apellido escrito en la puerta que segua abierta. No quiero que hable de esto absolutamente con nadie. Me ha entendido?

    Desde luego, seor! Bien, entonces salgamos de aqu. Enviaremos a los tcnicos en radiaciones para que revisen

    el laboratorio, y usted y yo iremos a ponernos bajo observacin en la enfermera. Cree que puede haber quemaduras por radiaciones? pregunt el qumico palideciendo. Pronto lo sabremos. Pero tampoco haba ninguna seal seria de quemaduras por radiaciones. Los recuentos de

    glbulos sanguneos dieron un resultado normal, y un anlisis de las races capilares no revel nada

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    anormal. Las nuseas sufridas fueron diagnosticadas como psicosomticas, y no hubo ningn otro sntoma.

    Y ni entonces ni en el futuro apareci nadie que fuese capaz de explicar por qu un crisol que contena una cantidad de uranio en bruto muy por debajo de la masa crtica, y que no estaba sometido a ningn bombardeo directo con neutrones, se haba derretido repentinamente irradiando aquella corona tan mortal como significativa.

    La nica conclusin a la que se lleg fue la de que la fsica nuclear an estaba llena de enigmas extraos y peligrosos.

    Pero el doctor Smith nunca se decidi a contar toda la verdad en el informe que redact posteriormente. No mencion los orificios descubiertos en el laboratorio, ni la circunstancia de que el ms prximo al lugar donde haba estado el crisol apenas era visible y que el del otro lado del termostato era un poco mayor, en tanto que el de la pared, que estaba situado al triple de distancia del lugar del accidente, era tan grande que podra haber permitido el paso de un clavo.

    Un haz que se expandiese en lnea recta podra recorrer varios kilmetros antes de apartarse de la curvatura de la Tierra lo suficiente como para que no se produjeran nuevos daos, y cuando eso ocurriese su seccin habra alcanzado un dimetro de unos tres metros.

    Despus se proyectara en el vaco, expandindose y debilitndose, y constituyendo un hilo extrao en la trama del cosmos.

    El doctor Smith nunca le habl a nadie de aquella fantasa. Nunca le dijo a nadie que al da siguiente haba solicitado que le trajeran los diarios de la

    maana an estaba en la enfermera, y que revis las columnas de texto impreso con un propsito muy definido en su mente.

    Pero en una metrpoli gigantesca desaparecen muchas personas al da, y nadie haba corrido a una comisara para gritar a los policas que un hombre (o acaso sera medio hombre?) haba desaparecido delante de sus ojos..., o por lo menos ningn peridico hablaba de algo semejante.

    Y el doctor Smith acab consiguiendo olvidar lo ocurrido.

    Para Joseph Schwartz todo ocurri entre un paso y el siguiente. Haba levantado el pie derecho para pasar por encima de la mueca de trapo y se haba sentido mareado durante un instante, como si hubiera quedado atrapado fugazmente en el interior de un cicln que hubiese vuelto su cuerpo del revs. Cuando volvi a bajar el pie derecho dej escapar todo su aliento en una exhalacin jadeante, y se sinti caer y resbalar lentamente sobre el csped.

    Esper con los ojos cerrados durante bastante rato..., hasta que acab abrindolos. Era cierto! Estaba sentado sobre el csped, en el mismo sitio donde antes haba estado

    caminando sobre el pavimento. Y las casas haban desaparecido! Todas las casas blancas, cada una con su jardn, que se

    alineaban a ambos lados de la calle..., todas haban desaparecido! Y Schwartz no estaba sentado en un jardn, porque el csped creca en abundancia y estaba

    descuidado, y haba muchos rboles a su alrededor, y se vean ms rboles recortndose contra el horizonte.

    Fue entonces cuando se llev la mayor de todas sus sorpresas, porque algunas hojas de los rboles tenan un color rojizo; y un instante despus Schwartz sinti la seca aspereza de una hoja muerta en la curva de su mano. Schwartz era un hombre de ciudad, pero saba reconocer el otoo cuando lo vea.

    El otoo...! Y, sin embargo, l haba levantado el pie derecho en un da de junio, cuando toda la vegetacin estaba teida de un verde fresco y resplandeciente.

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    Cuando pens en eso baj la mirada automticamente hacia sus pies. Schwartz lanz una exclamacin estridente y extendi los brazos hacia abajo. La muequita de trapo sobre la que haba pasado, un pequeo hlito de realidad, un...

    Oh, no! Schwartz la hizo girar entre sus manos temblorosas. La mueca no estaba entera, pero tampoco estaba destrozada: estaba cortada. Y eso s que era realmente extrao! La mueca haba sido rebanada en sentido longitudinal de manera tan concienzuda que no se haba movido ni una sola hilacha del relleno de estopa. Todos los hilos terminaban en extremos limpiamente cortados.

    Y un instante despus el dbil brillo de su zapato izquierdo atrajo la atencin de Schwartz. Pas el pie sobre su rodilla levantada sin soltar la mueca de trapo. El extremo delantero de la suela, esa parte que se extiende sobresaliendo un poquito de la puntera del zapato, estaba perfectamente cortado. Haba sido cercenado de una forma que no podra haber sido duplicada por el cuchillo de ningn zapatero del mundo. La nueva superficie revelada por el corte era increblemente suave, y desprenda un brillo casi lquido.

    La confusin haba ido subiendo poco a poco por la mdula espinal de Schwartz movindose en direccin al cerebro, y cuando lleg hasta l su mente qued paralizada por el horror.

    Y al fin, y porque incluso el sonido de su voz poda ser un elemento tranquilizador en un mundo donde todo lo dems era totalmente absurdo, Schwartz habl. La voz que lleg a sus odos sonaba apagada, tensa y jadeante.

    En primer lugar, no estoy loco dijo. Me siento igual que me he sentido siempre por dentro... Claro que si estuviese loco no lo sabra, o me equivoco? No... Schwartz sinti que la histeria creca en su interior, y luch por reprimirla. Tiene que haber alguna otra posibilidad... Un sueo, quiz? se pregunt. Cmo puedo averiguar si esto es un sueo o si no lo es? Se pellizc y sinti el dolor, pero mene la cabeza. Supongo que se puede soar que sientes un pellizco, as que esto no es una prueba de que est soando.

    Mir desesperadamente a su alrededor, y se pregunt si los sueos podan llegar a ser tan ntidos y detallados y durar tanto tiempo. En una ocasin haba ledo que la inmensa mayora de los sueos no duraba ms de cinco segundos, que eran provocados por las perturbaciones insignificantes que sufra el durmiente y que su duracin aparente era totalmente ilusoria.

    No era un gran consuelo, desde luego! Schwartz estir hacia arriba el puo de su camisa y ech un vistazo a su reloj de pulsera. El segundero giraba, giraba, giraba... Si se trataba de un sueo, los cinco segundos se estaban prolongado de una manera increble.

    Mir en otra direccin, y se pas la mano por la frente en un intil intento de enjugar la transpiracin helada que la cubra.

    Y si fuese amnesia? En vez de responder a su propia pregunta, Schwartz fue inclinando lentamente la cabeza hasta

    sepultarla en sus manos. Si haba levantado un pie, y al hacerlo su mente haba abandonado los rieles gastados y bien

    engrasados por los que se haba estado encarrilando con tanta fidelidad durante tanto tiempo; si tres meses ms tarde, en otoo, o un ao y tres meses despus o diez aos y tres meses despus haba bajado el pie en aquel lugar desconocido en el preciso instante en el que su mente volva a... S, claro, le habra parecido que se trataba del mismo paso, y entonces todo aquello... Dnde haba estado y qu haba hecho durante aquel intervalo de tiempo?

    No! exclam. El monoslabo brot en forma de grito estridente. Era imposible! Schwartz se mir la camisa.

    Era la misma que se haba puesto aquella maana o lo que deba de haber sido esa maana, y estaba recin lavada. Recapacit, meti la mano en el bolsillo de su chaqueta y sac una manzana.

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    Le dio un mordisco casi desesperado. La manzana estaba madura, y an conservaba un poco del frescor de la nevera en cuyo interior haba estado guardada hasta dos horas antes..., o lo que deberan haber sido dos horas.

    Y qu pensar de la muequita de trapo? Schwartz empez a sentirse vagamente furioso. O se trataba de un sueo o se haba vuelto

    realmente loco. Not que la hora del da haba cambiado. La tarde ya estaba avanzada o, por lo menos, las

    sombras se estaban empezando a alargar. La silenciosa desolacin de aquel lugar inund de repente a Schwartz producindole un extrao efecto paralizante.

    Se puso en pie. Estaba claro que tendra que buscar a alguien a cualquier persona, y resultaba no menos obvio que tendra que buscar una casa, y la mejor forma de encontrarla sera buscar un camino.

    Se volvi automticamente en direccin al lugar donde los rboles raleaban un poco y empez a caminar.

    Cuando lleg a la recta e impersonal cinta de asfalto el frescor del crepsculo ya se estaba infiltrando por debajo de su chaqueta, y las copas de los rboles se haban vuelto indefinidas y un poco amenazadoras. Schwartz corri hacia la carretera lanzando sollozos de alegra, y le complaci sentir la dureza del pavimento bajo los pies.

    Pero cuando mir en ambas direcciones vio que slo haba una desolacin total, y por un momento volvi a experimentar un escalofro. Haba esperado encontrar automviles. Lo ms sencillo habra sido hacerles seas para que se detuviesen y preguntar Oiga, va por casualidad a Chicago? (Schwartz estaba tan nervioso que pronunci las palabras en voz alta).

    Y si no estaba cerca de Chicago? Bueno, ira a cualquier ciudad importante, a cualquier lugar donde pudiese encontrar un telfono. Slo tena cuatro dlares con veintisiete centavos en el bolsillo, pero siempre se poda recurrir a la polica.

    Schwartz empez a caminar por el centro de la carretera escrutndola continuamente en ambas direcciones. No prest ninguna atencin a la puesta del sol, y cuando salieron las primeras estrellas tampoco se fij en ellas.

    Ningn coche. Nada! Y estaba empezando a ponerse verdaderamente oscuro... De repente vio un resplandor en el horizonte, hacia su izquierda, y lo primero que pens fue

    que quiz estuviera sufriendo una repeticin del mareo anterior; pero el glido fulgor azulado visible entre los claros de la arboleda era real. No se trataba del rojo llameante que Schwartz imaginaba poda corresponder a un incendio forestal, sino de una dbil fosforescencia que pareca deslizarse entre las tinieblas; y el pavimento que tena debajo de los pies tambin pareca emitir una dbil claridad. Schwartz se agach para tocarlo, pero le pareci normal al tacto. Aun as, segua viendo aquel tenue resplandor con el rabillo del ojo.

    Ech a correr desesperadamente por la carretera. Las suelas de sus zapatos chocaban con el asfalto en un ritmo veloz e irregular haciendo mucho ruido. De repente, Schwartz se dio cuenta de que su mano segua sosteniendo la mueca de trapo que haba sufrido aquel extrao rebanamiento, y la arroj por encima de su cabeza impulsndola con todas sus fuerzas.

    Aquella parodia de vida con su sonrisa burlona... Y entonces el terror surgi de la nada e hizo que Schwartz se detuviera de repente. Fuera lo

    que fuese, la mueca de trapo era una prueba de su cordura. La necesitaba! Se puso de rodillas y empez a arrastrarse moviendo las manos a tientas en la oscuridad hasta que encontr la mueca, una mancha oscura recortada contra aquella fosforescencia casi imperceptible. El relleno haba empezado a salirse, y Schwartz volvi a meterlo distradamente.

    Un instante despus volva a caminar. Estoy demasiado aturdido para correr, se dijo.

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    Empezaba a sentir hambre y a estar realmente asustado cuando vio aquel resplandor hacia la derecha.

    Era una casa, naturalmente! Grit y no obtuvo respuesta, pero era una casa, una chispa de realidad que le haca guios a

    travs de la horrible desolacin sin nombre de las ltimas horas. Schwartz sali de la carretera y empez a correr a campo traviesa. Salt zanjas, esquiv rboles, cruz matorrales y vade un arroyo.

    Qu extrao! Las aguas del arroyo tambin emitan un tenue resplandor fosforescente, pero aquel hecho inexplicable slo fue captado por una parte minscula del cerebro de Schwartz.

    Y de repente estuvo junto a la casa, y estir las manos para tocar la dureza de la estructura blanca. No era ladrillo ni piedra ni madera, pero no se preocup por eso. La casa pareca estar hecha de una porcelana mate y muy resistente, pero a Schwartz le daba absolutamente igual con qu estuviese construida. Estaba buscando una puerta, y cuando lleg a ella y no vio ningn timbre la atac a puntapis y empez a gritar como si se hubiera vuelto loco.

    Oy un movimiento en el interior, y despus oy el maravilloso sonido de una voz humana que no era la suya.

    Eh, los de dentro! volvi a gritar. Hubo un dbil zumbido de engranajes bien engrasados, y la puerta se abri. Una mujer

    apareci en el umbral y contempl a Schwartz con un brillo de alarma en los ojos. Era alta y nervuda, y detrs de ella haba un hombre alto y de rasgos bastante marcados y toscos vestido con ropa de trabajo... No, no era ropa de trabajo. En realidad Schwartz nunca haba visto unas prendas parecidas, pero por algn motivo indefinible le recordaron a la clase de ropa que un hombre se pone para trabajar.

    Pero en aquellos momentos no se senta demasiado inclinado al anlisis. Las dos personas y sus ropas le parecieron increblemente hermosas, tanto como slo puede serlo la presencia de rostros amigos para un hombre que est totalmente solo.

    La mujer habl con voz lquida y suave, pero en un tono perentorio, y Schwartz tuvo que agarrarse a la puerta para mantenerse erguido. Sus labios se movieron sin lograr emitir ningn sonido, y todos sus temores ms descabellados volvieron de repente para agarrotarle la garganta y oprimirle el corazn.

    Porque la mujer acababa de hablar en un idioma que Schwartz no haba odo jams.

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    2 Alojamiento Para Un Desconocido

    Loa Maren y Arbin, su estlido esposo, estaban jugando a las cartas y disfrutando del frescor de la noche cuando el anciano sentado en la silla de ruedas a motor arrug colricamente el peridico entre sus manos hacindolo crujir.

    Arbin! grit. Arbin Maren no respondi enseguida. Acarici delicadamente los suaves rectngulos de finos

    bordes que sostena en las manos, y pens en cul sera su prxima jugada. Qu quiere, Grew? pregunt por fin mientras tomaba una decisin sin apresurarse. El anciano de cabellos canosos llamado Grew lanz una mirada airada a su yerno por encima

    del peridico y volvi a hacerlo crujir. Producir aquella clase de ruidos era uno de sus desahogos preferidos. Cuando un hombre desborda energa y se encuentra confinado en una silla de ruedas con dos estacas muertas por piernas, tiene que encontrar alguna forma de expresarse, y Grew utilizaba su peridico. Lo haca crujir y gesticulaba con l, y cuando era necesario lo utilizaba para golpear las cosas.

    Grew saba que fuera de la Tierra haba mquinas teleinformadoras que emitan rollos de microfilme con las ltimas noticias, y que bastaba con tener un modelo normal de visor de libros-pelcula para leerlos; pero Grew se burlaba en silencio de aquel tipo de cosas. Otra costumbre estril y degenerada!

    Te has enterado de que van a enviar una expedicin arqueolgica a la Tierra? pregunt Grew.

    No respondi Arbin sin inmutarse. Grew se haba enterado de ello porque era el primero en leer el peridico, y la familia haba

    tenido que vender su holovisor el ao pasado; pero en realidad su pregunta slo haba sido un gambito de apertura.

    Bien, as que va a venir una expedicin arqueolgica dijo. Y por concesin imperial, nada menos... Qu opinas de eso? Grew baj la mirada hacia el peridico, y empez a recitar el texto del artculo con ese tono inexplicablemente vacilante y entrecortado que adoptan la mayora de las personas cuando leen en voz alta. Durante una entrevista concedida a Prensa Galctica, Bel Arvardan, Director de Investigaciones del Instituto Arqueolgico Imperial, manifest que confiaba en obtener valiosos resultados de los estudios arqueolgicos que proyecta llevar a cabo en el planeta Tierra, situado en las inmediaciones del Sector de Sirio (ver mapa). "La civilizacin

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    arcaica y el entorno excepcional de la Tierra manifest el doctor Arvardan nos ofrecen una cultura atrasada que ha sido dejada de lado durante mucho tiempo por nuestros socilogos excepto como ejemplo de dificultades en el gobierno local. Albergo grandes esperanzas de que los aos venideros producirn cambios revolucionarios en algunos de los conceptos sobre la evolucin social y la historia humana que hemos tenido por fundamentales hasta el momento". Etctera, etctera concluy Grew con una sonrisa.

    Arbin Maren no le haba prestado mucha atencin. Qu quiere decir eso de cultura atrasada? murmur. Loa Maren no haba escuchado nada de cuanto haba dicho el anciano. Arbin, te toca jugar se limit a decir. Bien, no vas a preguntarme qu razn ha podido tener el Tribune para publicar esto?

    sigui diciendo Grew. Ya sabes que no publicaran una noticia remitida por Prensa Galctica ni a cambio de un milln de crditos a menos que hubiera un buen motivo para ello, no? Grew guard silencio durante unos momentos esperando una respuesta que no lleg. Pues porque tambin publican un editorial sobre el tema continu, un editorial de una pgina entera dedicado ntegramente a meterse con el tal Arvardan... Un tipo quiere venir a la Tierra con fines cientficos, y enseguida lo ven todo negro y hacen cuanto pueden para impedrselo... Lee esta difamacin! Vamos, lela! Grew agit el peridico en direccin a su yerno. Por qu no la lees?

    Loa Maren baj sus cartas y tens sus delgados labios. Pap, hemos tenido un da muy pesado dijo, as que no lo compliquemos ahora con la

    poltica. Quiz ms tarde, eh? Por favor, pap... Por favor, pap..., por favor, pap la imit Grew frunciendo el ceo. Me parece que

    debes de estar muy harta de tu anciano padre si le prohbes incluso el decir unas cuantas palabras sobre la actualidad, no? Supongo que te estorbo, verdad? Sentado en este rincn dejando que vosotros dos trabajis por tres... Quin tiene la culpa de eso? Soy fuerte. Quiero trabajar, y los dos sabis que con un tratamiento adecuado mis piernas volveran a estar tan bien como antes. Grew se las palme mientras hablaba. Las palmadas fueron asestadas con una fuerza salvaje, y Grew oy el considerable ruido que hicieron, pero no sinti los impactos. El nico motivo de que no pueda trabajar es que ellos consideran que soy tan viejo que no vale la pena curarme. No os parece que eso es un buen ejemplo de cultura atrasada? De qu otra manera se puede calificar a un planeta en el que un hombre puede trabajar, pero no se lo permiten? Por todas las estrellas...! Creo que ya va siendo hora de que acabemos con todas esas tonteras sobre lo que ellos llaman nuestras instituciones peculiares. Peculiares? Absurdas, as las llamo yo! Creo que...

    Grew haba empezado a agitar los brazos y la clera le congestionaba el rostro. Arbin se levant, fue hacia el anciano y puso una mano sobre su hombro apretando con

    fuerza. Vamos, Grew, por qu se pone tan nervioso? pregunt. Cuando usted haya terminado

    con el peridico leer el editorial, le parece bien? S, pero de qu servir eso si ests de acuerdo con ellos? Ah, los jvenes sois todos unos

    peleles..., un montn de barro en las manos de los Ancianos. Clmese, padre se apresur a decir Loa. No empiece con eso, quiere? Se qued escuchando en silencio durante un momento. No podra haber explicado por qu lo

    haca, pero... Arbin experiment aquel cosquilleo helado que senta siempre que se mencionaba a la

    Sociedad de Ancianos. Hablar como lo haca Grew, burlarse de la cultura de la Tierra..., era una imprudencia, no caba duda.

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    Vaya, pero si era asimilacionismo puro. Arbin trag saliva. Asimilacionismo..., una palabra obscena incluso cuando estaba confinada en el pensamiento.

    Durante la juventud de Grew se haban dicho muchas estupideces sobre la ruptura con las viejas costumbres, cierto, pero entonces eran otros tiempos. Grew tendra que saberlo..., y probablemente lo saba, pero no resulta fcil ser razonable y comprensivo cuando ests atrapado en una silla de ruedas esperando que pasen los das hasta el prximo Censo.

    Grew quiz era el que se haba alterado menos de los tres, pero no dijo nada ms. Se fue tranquilizando poco a poco, y a medida que pasaba el tiempo le fue resultando cada vez ms difcil ver con claridad las letras. An no haba tenido tiempo de llevar a cabo un detallado anlisis crtico de las pginas deportivas cuando su cabeza cay lentamente sobre su pecho despus de haber estado oscilando hacia delante y hacia atrs durante un buen rato. El anciano dej escapar un suave ronquido, y el peridico cay de sus dedos con un ltimo crujido involuntario.

    Quiz no estamos siendo justos con l, Arbin susurr Loa con voz preocupada. Es una vida muy dura para un hombre como pap... Si la comparas con la vida que llevaba antes es como si estuviese muerto.

    Por mala que sea una vida no se parece en nada a estar muerto, Loa. Tiene sus peridicos y sus libros, verdad? No te preocupes tanto por l! Esas rabietas le sientan bien. Ahora estar tranquilo y satisfecho durante unos das...

    Arbin haba empezado a estudiar nuevamente sus cartas, y se dispona a colocar una sobre la mesa cuando oyeron los golpes en la puerta y los gritos enronquecidos que no llegaban a formar palabras.

    La mano de Arbin tembl y se qued inmvil. El temor invadi los ojos de Loa, y mir a su marido. Su labio inferior haba empezado a estremecerse incontrolablemente.

    Deprisa, saca de aqu a Grew! exclam Arbin. An no haba acabado de hablar cuando Loa ya estaba junto a la silla de ruedas haciendo

    ruiditos tranquilizadores con la lengua. Pero el anciano dormido lanz una exclamacin, y se despert sobresaltado al primer

    movimiento de la silla de ruedas. Grew se irgui y busc automticamente su peridico. Qu ocurre? pregunt con irritacin, y en un tono que no tena nada de murmullo. Shhhh! No pasa nada respondi Loa sin prestarle mucha atencin. Empuj la silla de ruedas hasta la habitacin contigua, cerr la puerta y apoy la espalda en

    ella. Su delgado pecho suba y bajaba a toda velocidad, y sus ojos buscaron los de su esposo..., y entonces se repitieron los golpes.

    Permanecieron el uno junto al otro en una actitud casi defensiva mientras la puerta se abra, y se enfrentaron irradiando hostilidad con el hombre bajito y regordete que intentaba sonrer.

    En qu podemos servirle? pregunt Loa con ceremoniosa cortesa. Un instante despus retroceda dando un salto mientras el hombre lanzaba una exclamacin

    ahogada y se agarraba a la puerta para no caer. Est enfermo? pregunt Arbin mirndole con perplejidad. Ven, Loa, chame una

    mano con l... Las horas siguientes fueron transcurriendo poco a poco hasta que Arbin y Loa se prepararon

    para acostarse en el silencio de su dormitorio. Arbin... murmur Loa. Qu pasa? No es peligroso? Peligroso? repiti l, fingiendo no haber entendido a qu se refera su esposa. El tener a ese hombre en casa... Quin es?

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    Cmo quieres que lo sepa? respondi Arbin con irritacin. Pero de todas formas no podemos dejar en la calle a un hombre enfermo, verdad? Si no tiene documentos de identidad, maana notificaremos lo ocurrido al Consejo Regional de Seguridad y ah terminar todo.

    Arbin se dio la vuelta para poner fin a la conversacin. No supondrs que puede ser un agente de la Sociedad de Ancianos, verdad? No olvides

    que tenemos en casa a Grew... insisti Loa. Te refieres a lo que dijo esta noche? Oh, eso est ms all del lmite de lo razonable. No

    quiero hablar de eso, Loa. No me refiero a eso, y t lo sabes. Quiero decir que... Bueno, hace dos aos que tenemos

    aqu a Grew aun sabiendo que es ilegal, y ya sabes que con eso estamos violando la Costumbre ms importante.

    No hacemos dao a nadie mascull Arbin. Cubrimos nuestra cuota a pesar de que est fijada para tres personas..., para tres trabajadores. La cubrimos, verdad? De acuerdo en que violamos la Costumbre, pero por qu van a sospechar que lo estamos haciendo? Venga, si ni tan siquiera permitimos que salga de casa...

    Podran seguir la pista de la silla de ruedas. Tuviste que comprar las piezas y el motor, no? No vuelvas a empezar con eso, Loa. Te he explicado un montn de veces que cuando

    constru la silla de ruedas slo compr equipo de cocina de lo ms comn... Adems, no hay ninguna razn lgica para suponer que ese hombre pueda ser un agente de la Hermandad. Acaso crees que recurriran a un truco tan complicado para descubrir a un pobre anciano invlido? No te parece que podran venir de da con una orden de registro totalmente legal? Intenta analizar las cosas, por favor.

    Entonces... Arbin, si realmente piensas eso... Los ojos de Loa haban empezado a brillar, y su voz adquiri un tono de excitacin. Yo deseaba que lo pensaras, sabes? Entonces tiene que ser un espacial... No puede ser un terrestre.

    Por qu dices que no puede ser un terrestre? Esto es todava ms ridculo que lo que decas antes. Loa, por favor, s razonable. Qu motivos podra tener un habitante del Imperio para venir a la Tierra?

    No tengo ni idea de cules pueden ser sus motivos! Quiz cometi un crimen en su mundo... Loa se dej arrastrar por aquella fantasa apenas la hubo concebido. Por qu no? Es lgico, verdad? La Tierra sera el mejor lugar para esconderse... A quin se le podra pasar por la cabeza la idea de buscarle aqu?

    Siempre que realmente sea un espacial, claro. Qu pruebas tienes de eso? No habla nuestro idioma, verdad? Tienes que admitirlo, eh? Venga, acaso entendiste

    una sola palabra de todo lo que dijo? Tiene que venir de algn rincn lejano de la Galaxia donde se habla un dialecto extrao... Dicen que los habitantes de Fomalhaut tienen que aprender un idioma prcticamente nuevo para hacerse entender en la corte del Emperador en Trntor. Pero es que no comprendes lo que puede significar todo esto? Si es un espacial que ha venido a la Tierra de manera ilegal no estar registrado en el Consejo del Censo, y lo que ms debe desear es que nadie se entere de su presencia aqu. Podramos utilizar a ese hombre en la granja como sustituto de pap, y entonces volveran a ser tres personas y no dos las que tendran que cubrir la cuota fijada para tres trabajadores durante la prxima temporada... Incluso podra ayudarnos ahora con la cosecha.

    Loa contempl con expresin anhelante el rostro apesadumbrado de su esposo, quien analiz el problema en silencio durante un buen rato.

    Bueno, acustate dijo por fin. Lo veremos todo ms claro con la luz del da, as que ya volveremos a hablar de eso maana...

    Los murmullos cesaron, la luz fue apagada y el sueo acab aduendose del dormitorio.

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    A la maana siguiente le lleg el turno a Grew de estudiar el problema. Arbin se lo plante con expresin esperanzada. Cuando se trataba de pensar, Arbin siempre haba tenido ms confianza en su suegro que en l mismo.

    Bien, Arbin dijo Grew, es evidente que todas tus dificultades derivan del hecho de que yo estoy registrado como trabajador, por lo que en consecuencia la cuota de produccin est fijada para tres personas. Estoy harto de crear problemas, sabes? ste es el segundo ao que vivo de ms... Ya es suficiente.

    No se trata de eso replic Arbin empezando a ponerse nervioso. No estoy intentando sugerir que su presencia aqu suponga un problema para nosotros, Grew.

    Bueno, y cul es la diferencia despus de todo? El Censo se realizar dentro de dos aos, y entonces tendr que marcharme de todas maneras.

    Por lo menos habr podido disfrutar de dos aos ms de descanso y lectura. Por qu habramos de privarle de eso?

    Porque les ocurre lo mismo a muchos otros. Y qu ser de ti y de Loa? Cuando vengan a por m tambin se os llevarn a vosotros. Qu clase de hombre tendra que ser yo para consentir en vivir unos cuantos aos ms a cambio de que...?

    Basta, Grew. No quiero tragedias, entendido? Ya le hemos dicho muchas veces lo que pensamos hacer. Notificaremos su situacin una semana antes del Censo.

    Y supongo que pensis engaar al mdico, no? Sobornaremos al mdico. Hum. Y ese hombre..., agravar la situacin, claro. Tambin vais a esconderle, eh? Dejaremos que se vaya. En nombre del espacio, por qu hemos de preocuparnos ahora

    pensando en todo eso? Disponemos de dos aos... Qu vamos a hacer con l? Un espacial que surge de la nada para llamar a nuestra puerta murmur Grew. No se

    sabe de dnde viene, habla un idioma que no entendemos... Francamente, no s qu consejo daros. Se comporta de una manera muy humilde y educada, y parece estar terriblemente asustado

    explic el granjero. No puede hacernos ningn dao. Est asustado, eh? Y si se tratara de un retrasado mental? Y si sus balbuceos resultan

    ininteligibles no porque hable en un idioma extranjero, sino porque son las divagaciones de un loco?

    No me parece que eso sea posible replic Arbin, pero se estremeci. Quieres convencerte de eso porque deseas utilizar al desconocido. Est bien, te dir qu

    tienes que hacer... Lleva a ese hombre a la ciudad. A Chica? pregunt Arbin poniendo cara de horror. Pero eso sera nuestra perdicin! Nada de eso replic Grew sin inmutarse. Tu gran problema es que no lees los

    peridicos, Arbin; pero por suerte para esta familia yo s lo hago. Bien, pues resulta que en el Instituto de Investigaciones Nucleares han inventado una mquina que se supone ayuda a aprender ms deprisa. El suplemento semanal traa una hoja entera dedicada a eso, y parece ser que necesitan voluntarios para probarla. Lleva all a ese hombre, y deja que sea utilizado como voluntario.

    Est loco! exclam Arbin meneando enrgicamente la cabeza. Nunca sera capaz de hacer eso, Grew... Empezarn por pedir su nmero de registro, y el no tener las cosas en orden equivale a provocar una investigacin..., y entonces descubrirn que vive con nosotros.

    No, Arbin, te equivocas. El Instituto de Investigaciones Nucleares solicita voluntarios porque la mquina an se encuentra en la fase experimental. Probablemente ya ha matado a algunas personas, de modo que estoy seguro de que no harn ninguna clase de averiguaciones... Y si muere, el espacial no estar mucho peor que ahora, verdad? Ahora coge el lector de libros y pon la palanca de seleccin en la sexta bobina. Ah, y treme el peridico apenas llegue, de acuerdo?

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    Cuando Schwartz abri los ojos ya era ms de medioda. Enseguida sinti ese dolor sordo que oprime el corazn y se alimenta de s mismo, el dolor provocado por la ausencia de una esposa que no estaba a su lado al despertar, de un mundo familiar irremisiblemente perdido...

    Ya haba experimentado aquel mismo dolor en una ocasin anterior, y de repente su memoria le trajo un recuerdo fugaz que ilumin con ntido brillo una escena olvidada. Schwartz era ms joven y estaba en una aldea nevada azotada por el viento..., con el trineo esperando..., y al final de aquel viaje estara el tren..., y despus del tren, el barco inmenso...

    Aquel miedo melanclico y abrumador provocado por la prdida del mundo conocido hizo que durante un momento Schwartz volviera a ser el muchacho de veinte aos que haba emigrado a los Estados Unidos.

    La frustracin era demasiado real. Aquello no poda ser un sueo. Schwartz se incorpor sobresaltado cuando la luz que estaba sobre la puerta parpade, y un

    instante ms tarde oy la incomprensible voz de bartono de su anfitrin. Despus se abri la puerta y le sirvieron el desayuno: una abundante racin de lo que pareca una especie de gachas que no reconoci, pero que tenan un ligero sabor a trigo (con una agradable diferencia a favor de las gachas) y leche.

    Gracias dijo Schwartz, y sacudi la cabeza vigorosamente. El hombre contest algo que Schwartz no entendi, y levant su camisa del respaldo de la

    silla en la que estaba colgada. La inspeccion cuidadosamente contemplndola desde todas las direcciones, y prest una atencin especial a los botones. Despus volvi a colgarla y abri la puerta corredera del armario. Schwartz, vio por primera vez la clida blancura lechosa de las paredes.

    Plstico, pens para s, utilizando esa palabra que lo inclua todo con la seguridad con que siempre lo hacen los profanos. Tambin se dio cuenta de que la habitacin careca de ngulos o rincones, y que todos los planos se fundan unos con otros en delicadas curvas.

    Pero el hombre le estaba alargando objetos, y le haca seas que no haba forma alguna de malinterpretar. Estaba claro que Schwartz deba lavarse y vestirse.

    Schwartz obedeci, y fue recibiendo ayuda e instrucciones a medida que lo haca. No encontr nada con que afeitarse, y los gestos con que se seal repetidamente la barbilla no obtuvieron ms respuesta que un sonido incomprensible acompaado por una mueca de evidente disgusto. Schwartz acab rascndose su incipiente barba gris y dej escapar un ruidoso suspiro.

    Despus fue conducido hasta un pequeo vehculo de forma ahusada con dos ruedas al que se le orden que subiera mediante gestos. El pavimento corri velozmente por debajo de ellos, y la carretera vaca se fue deslizando hacia atrs a ambos lados hasta que vieron una ciudad de edificios no muy altos de fulgurante blancura. Ms adelante se poda distinguir el azul del agua.

    Chicago? pregunt Schwartz sealando excitadamente con la mano. La reaccin supuso el ltimo agitarse de la esperanza en su interior, porque no caba duda de

    que Schwartz nunca haba visto nada menos parecido a Chicago que aquella ciudad. El hombre no dijo nada.

    Y la ltima esperanza muri.

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    3 Un Mundo... O Muchos?

    Bel Arvardan, que acababa de ser entrevistado por la prensa con motivo de su inminente expedicin a la Tierra, tena la sensacin de que por fin estaba en paz con todos y cada uno de los cien millones de sistemas estelares que componan el omnmodo Imperio Galctico. Ya no se trataba de ser conocido en este Sector o en aquel otro. Si sus teoras respecto a la Tierra resultaban ser ciertas, su reputacin quedara asegurada en todos los planetas habitados de la Va Lctea, y Arvardan sera conocido en todos los mundos sobre los que se haba posado el pie del ser humano a lo largo de las decenas de miles de aos que haba durado su expansin por el espacio.

    Esas cumbres potenciales de fama y esas pursimas y refinadas cimas intelectuales de la ciencia a las que aspiraba llegaban a l a una edad temprana, pero el camino no haba resultado nada fcil. Arvardan an no haba cumplido los treinta y cinco aos, pero su carrera ya estaba jalonada por las controversias. Todo haba empezado con un estallido que hizo temblar los claustros de la Universidad de Arturo cuando Arvardan se gradu como Arquelogo Mayor en aquella institucin acadmica a la edad sin precedentes de veintitrs aos. El estallido no menos efectivo por el hecho de no ser material consisti en que la revista Anales de la Sociedad Galctica de Arqueologa rechazara su tesis doctoral negndose a publicarla. Era la primera vez en toda la historia de la Universidad de Arturo que se rechazaba una tesis doctoral, y tambin fue la primera vez en toda la historia de aquella publicacin tan seria y respetable en que se usaban trminos tan severos para argumentar el rechazo.

    Para un profano, naturalmente, el motivo de tanta clera contra una monografa tan oscura y rida, titulada Sobre la antigedad de los artefactos encontrados en el Sector de Sirio, con algunas consideraciones acerca de la aplicacin de los mismos a la hiptesis del origen humano por irradiacin, tena que resultar inevitablemente misterioso; pero lo que realmente estaba en juego era la actitud de Arvardan, quien haba adoptado como propia desde un primer momento la teora propuesta inicialmente por cierto, grupos de msticos que estaban mucho ms interesados en la metafsica que en la arqueologa..., es decir, la teora de que la humanidad se haba originado en un solo planeta y haba ido irradiando gradualmente a travs de la Galaxia. Era la teora favorita de los escritores de fantasas romnticas de la poca, y la bte noire de todo arquelogo respetable del Imperio.

    Pero Arvardan se convirti en una figura que deba ser tomada en consideracin incluso por los arquelogos ms respetables, porque en apenas una dcada lleg a ser el mximo especialista en

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    las reliquias de las culturas preimperiales que an quedaban en los remolinos y remansos de la Galaxia.

    Por ejemplo, haba escrito una monografa sobre la civilizacin mecanstica del Sector de Rigel, donde el desarrollo de los robots haba creado una cultura independiente que perdur durante siglos. La misma perfeccin de aquellos esclavos mecnicos fue reduciendo la capacidad de iniciativa humana hasta tal punto que las poderosas flotas de Moray, Seor de la Guerra, apenas tuvieron dificultad para asumir el control de todo el Sector de Riges. La arqueologa ortodoxa insista en la evolucin independiente de los tipos humanos en distintos planetas, y utilizaba los casos de culturas atpicas como la de Rigel en calidad de ejemplos de diferencias raciales que todava no haban sido eliminadas por los continuos cruces. Arvardan destruy de una vez para siempre aquellos conceptos demostrando que la cultura de los robots rigelianos no era ms que una consecuencia natural de las fuerzas econmicas sociales presentes en aquel Sector durante esa poca.

    Tambin estaban los planetas brbaros de Ofiuco, que los ortodoxos haban presentado durante mucho tiempo como ejemplos de una humanidad primitiva que todava no haba progresado lo suficiente para llegar a la fase del viaje interestelar. Todos los textos acadmicos utilizaban esos planetas como la mejor prueba disponible de la Teora de la Fisin, la cual argumentaba que la humanidad era la culminacin natural de la evolucin en cualquier mundo; que su evolucin se basaba en la qumica del agua y el oxgeno combinada con las intensidades adecuadas de temperatura y gravitacin; que cada rama independiente de la humanidad poda llegar a cruzarse con las dems; y que esos cruces tenan lugar en cuanto se descubra el viaje interestelar.

    Pero Arvardan descubri rastros de la civilizacin primitiva que haba precedido a la por aquel entonces ya milenaria barbarie de Ofiuco, y demostr sin lugar a dudas que las crnicas planetarias ms antiguas contenan referencias al comercio interestelar; y despus asest el golpe de gracia al demostrar de manera incontrovertible que cuando emigr a aquella zona de la Galaxia el ser humano ya haba alcanzado un estadio de civilizacin considerable.

    Ya haban pasado ms de diez aos desde que Arvardan present su tesis doctoral, pero los A. Soc. Gal. Arqueol (para citar a los Anales con la abreviatura por la que eran conocidos en el mundillo de la arqueologa profesional) slo se decidieron a publicarla despus de que hiciera aquel gran descubrimiento.

    Y ahora la investigacin de su teora favorita conducira a Arvardan al planeta probablemente menos importante de todo el Imperio..., el planeta llamado Tierra.

    Arvardan se pos en la nica delegacin imperial que exista en toda la Tierra, un rea situada entre las desoladas alturas de las mesetas del norte del Himalaya. Un palacio que no era obra de la arquitectura terrestre refulga all donde no haba radiactividad ni la haba habido nunca. En esencia, era una copia de los palacios que ocupaban los Virreyes del Emperador destinados a planetas ms afortunados. La delicada exuberancia del terreno resultaba ideal para conseguir el mximo de comodidad. Las rocas de dimensiones imponentes haban sido recubiertas con humus, regadas, sumergidas en un clima y una atmsfera artificiales..., y haban acabado convirtindose en quince kilmetros cuadrados de canteros y jardines artificiales.

    El coste energtico invertido en todos aquellos trabajos haba sido impresionante para las pautas de la Tierra, pero estaba respaldado por los increbles recursos de un Imperio compuesto por decenas de millones de planetas a los que se aadan continuamente nuevos mundos. (Se ha calculado que en el ao 827 de la Era Galctica un promedio de cincuenta planetas al da obtena la categora de provincias, para lo que deban cumplir con la condicin de tener una poblacin superior a los quinientos millones de seres humanos).

    El Procurador de la Tierra viva en aquel entorno tan poco terrestre y, a veces, el lujo artificial del que se hallaba rodeado incluso le permita olvidar que era Procurador del Imperio en un mundo insignificante y acordarse de que era un aristcrata de linaje muy antiguo y respetado.

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    Su esposa se dejaba engaar con menos frecuencia, especialmente cuando al llegar a la parte ms elevada de una loma cubierta de csped poda ver a lo lejos la implacable y repentina aparicin del lmite que separaba esos terrenos de la espantosa desolacin de la Tierra. Era entonces cuando ni las fuentes multicolores (que por la noche brillaban produciendo el efecto de un lquido fuego fro) ni los senderos floridos y los matorrales idlicos podan compensar la melancola del exilio.

    Y quiz por eso Arvardan disfrut de un recibimiento aun ms clido de lo que exiga el protocolo. Despus de todo, para el Procurador la visita de Arvardan traa consigo un reflejo del Imperio, la inmensidad y el infinito.

    Y, por su parte, Arvardan encontr muchas cosas que admirar. Todo se ha hecho magnficamente..., y con muy buen gusto dijo. Es asombroso

    observar cmo incluso los distritos ms remotos de nuestro Imperio pueden llegar a asimilar un pequeo fragmento de nuestra cultura central, Procurador Ennius.

    Me temo que la corte del Procurador de la Tierra resulta ms agradable como lugar de turismo que como residencia coment Ennius, y sonri. Lo que ve no es ms que un cascarn que suena a hueco cuando se lo golpea... Si nos descarta a m y a mi familia, al personal de servicio, a la guarnicin imperial tanto de aqu como de los centros ms importantes del planeta y a un visitante ocasional como usted mismo, ya ha agotado toda la influencia de la cultura central existente en la Tierra. Francamente, me parece bastante poco...

    Estaban sentados en el peristilo, y la tarde mora poco a poco. El sol proyectaba sus rayos en una trayectoria casi rasante hacia las cumbres brumosas y enrojecidas que se alzaban en el horizonte, y la atmsfera estaba tan saturada por los perfumes de la vida en continuo crecimiento que incluso las brisas parecan lnguidos suspiros de cansancio.

    Manifestar una curiosidad excesiva hacia las actividades de un invitado no resultaba muy correcto ni tan siquiera cuando quien lo haca era todo un Procurador del Imperio, naturalmente, pero no haba que olvidar el tormento que supona vivir permanentemente aislado del resto del Imperio.

    Piensa quedarse aqu mucho tiempo, doctor Arvardan? pregunt Ennius. No tengo ningn plan definido al respecto. Me he adelantado al resto de mi expedicin para

    familiarizarme un poco con la cultura de la Tierra y ocuparme de todos los requisitos legales. Por ejemplo, tengo que obtener de usted el acostumbrado permiso oficial para establecer campamentos en los lugares necesarios...

    Oh, ya puede darlo por concedido! Pero cundo empezar a excavar, y qu cree que puede llegar a encontrar en este msero montn de escombros?

    Si todo va bien espero haber terminado de instalar el campamento base dentro de unos meses. En cuanto a este mundo..., bueno, para m es cualquier cosa menos un msero montn de escombros. La Tierra es algo nico en toda la Galaxia.

    nico? repiti secamente el Procurador. De ningn modo! Es un planeta de lo ms vulgar... De hecho, es una pocilga, una fosa sptica, una cloaca o prcticamente cualquier otro trmino despectivo que le apetezca emplear; pero a pesar del refinamiento que ha llegado a alcanzar en su infamia, ni tan siquiera puede distinguirse por su bajeza, y sigue siendo un mundo de campesinos toscos y brutales sin nada de particular.

    Pero la Tierra es un mundo radiactivo respondi Arvardan, un poco desconcertado ante la apasionada energa con que haban sido enunciados los argumentos totalmente carentes de base que acababa de or.

    Y qu importancia tiene eso? Varios miles de planetas de la Galaxia son radiactivos, y algunos en un grado mucho mayor que la Tierra.

    En ese instante la atencin de ambos fue atrada por el casi inaudible deslizarse de un armario mvil que se detuvo al alcance de sus manos.

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    Qu prefiere? pregunt Ennius sealando el armario. No soy muy exigente. Quiz un zumo de lima... No habr problema. El armario de las bebidas cuenta con todos los ingredientes

    necesarios... Con o sin Chensey? Con un chorrito contest Arvardan, y alz el ndice y el pulgar dejando muy poco

    espacio entre ellos. Y un camarero entr en accin en el interior del armario (que quiz fuese el producto

    mecnico resultado del ingenio humano ms difundido en toda la Galaxia), pero se trataba de un camarero no humano cuya alma electrnica no mezclaba las bebidas por copas sino por medidas atmicas, cuyas raciones siempre resultaban perfectas y que no poda ser igualado ni por toda la inspiracin de un simple ser humano.

    Los vasos altos parecieron surgir de la nada y quedaron colocados en sus nichos correspondientes esperando el momento de ser cogidos.

    Arvardan cogi el verde, y por un momento sinti su frescura contra la mejilla. Despus se llev el vaso a los labios y sabore su bebida.

    Perfecto coment, y dej el vaso sobre el ancho brazo de su cmodo silln. Tal y como usted ha dicho, Procurador Ennius, hay miles de planetas radiactivos, pero slo uno de ellos est habitado..., ste, Procurador.

    Bien... Ennius hizo chasquear los labios sobre su vaso, y pareci perder parte de su sequedad despus de tomar un trago del lquido que contena. Puede que la Tierra resulte excepcional en ese sentido, pero considero que es una distincin muy poco envidiable.

    Ah, pero no se trata tan slo de una cuestin de particularidad estadstica dijo Arvardan con voz decidida hablando entre sorbo y sorbo. Es algo que va mucho ms lejos, y encierra potencialidades inmensas. Los bilogos han demostrado, o afirman haber demostrado, que en los planetas donde la intensidad de la radiactividad existente en la atmsfera y los mares supera cierto punto de la escala de medicin nunca llega a desarrollarse la vida..., y la radiactividad de la Tierra supera ese punto por un margen considerable.

    Es interesante. No lo saba, doctor Arvardan, y supongo que esto constituira una prueba definitiva de que la vida de la Tierra es fundamentalmente distinta de la del resto de la Galaxia, no? Eso debera satisfacerle, puesto que usted es de Sirio. El comentario pareci hacerle sentir una alegra sarcstica. Sabe que el mayor problema con el que se tropieza uno al gobernar este planeta es el de controlar el intenso sentimiento antiterrestre que existe en todo el Sector de Sirio? aadi a continuacin el Procurador Ennius en tono confidencial. Y los terrestres devuelven ese odio con creces, desde luego... No estoy afirmando que el sentimiento antiterrestre no exista de forma ms o menos difusa en muchos lugares de la Galaxia, naturalmente, pero nunca con tanta intensidad como en el Sector de Sirio.

    Arvardan respondi en un tono apasionado e impregnado de vehemencia. Procurador Ennius, rechazo lo que usted quiere dar a entender dijo. Le aseguro que

    soy el ms tolerante de los hombres. Creo con toda mi conviccin en la unidad de la raza humana, y eso incluye tambin a la Tierra. Toda la vida es fundamentalmente una, porque toda ella se basa en complejos protenicos que se hallan en un estado de dispersin coloidal..., lo que llamamos protoplasma. El efecto de la radiactividad al cual acabo de hacer referencia no es aplicable nicamente a algunas formas de vida humana o a algunas formas de cualquier tipo de vida. Se aplica a toda la vida, porque es algo basado en la mecnica cuntica de esas macromolculas; lo cual quiere decir que se aplica a usted, a m, a los terrestres, a las araas y a los microbios.

    Como probablemente ya sabe, tanto las protenas como los cidos nucleicos son agrupamientos inmensamente complicados de nucletidos de aminocidos y otros compuestos especializados dispuestos formando intrincadas arquitecturas tridimensionales que resultan tan poco estables como los rayos del sol en un da nublado. Esta misma inestabilidad es la vida, puesto que la

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    vida cambia constantemente de posicin en un esfuerzo por mantener su identidad..., igual que si fuese una vara muy larga colocada en equilibrio sobre la nariz de un acrbata.

    Pero esos productos qumicos maravillosos tienen que ser formados a partir de la materia inorgnica antes de que pueda existir la vida. As pues, en el principio mismo y por influencia de la energa irradiada por el sol que caa sobre esas inmensas soluciones que llamamos ocanos, las molculas orgnicas fueron aumentando gradualmente su complejidad pasando del metano al formaldehdo y, finalmente, a los azcares y almidones en una direccin y de la urea a los aminocidos y las protenas en otra. Estas combinaciones y desintegraciones de tomos son fruto de la casualidad, naturalmente, y en un mundo el proceso puede requerir millones de aos mientras que en otro puede realizarse en slo unos centenares de aos; pero lgicamente lo ms probable es que dure millones de aos, y lo ms probable es que no llegue a ocurrir nunca.

    Bien, los fisicoqumicos orgnicos han elaborado con gran exactitud toda la cadena de reacciones, especialmente en la parte energtica..., es decir, las relaciones de energa generadas con cada cambio atmico. Ahora se sabe sin lugar a dudas que varias de las etapas cruciales del proceso de creacin de la vida requieren la ausencia de energa radiada. Si esto le parece extrao, Procurador Ennius, me limitar a decirle que la fotoqumica es decir, la qumica de las reacciones inducidas por la energa radiada es una rama muy bien desarrollada de la qumica general; y que existen innumerables casos de reacciones muy sencillas que se desarrollarn de manera distinta segn se lleven a cabo en presencia o en ausencia de los cuantos de energa luminosa.

    En los planetas normales el sol es la nica fuente de energa radiante o, por lo menos, la mayor. Los compuestos de carbono y nitrgeno se combinan una y otra vez al amparo de las nubes o durante la noche en las formas posibilitadas por la ausencia de esas diminutas fracciones de energa con que son bombardeados por el sol, como si se tratase de bolas que hacen impacto en un nmero infinito de palos de bolera de dimensiones infinitesimales.

    Pero en los planetas radiactivos la situacin es muy distinta, ya que con sol o sin l cada gota de agua est iluminada por el veloz trnsito de los rayos gamma que embisten los tomos de carbono o los activan, como dicen los qumicos, incluso en lo ms tenebroso de la noche e incluso a diez kilmetros de profundidad; obligando a que ciertas reacciones clave sigan una determinada orientacin..., una orientacin que nunca acaba dando como consecuencia la vida.

    Arvardan haba vaciado su vaso. Lo dej encima del armario, y el vaso qued introducido instantneamente en un compartimiento especial donde fue lavado, esterilizado y puesto en condiciones de volver a ser llenado.

    Otra copa? pregunt Ennius. Pregntemelo despus de cenar replic Arvardan. Por ahora ya he bebido bastante. Ennius alz un dedo, y una ua que haba sido sometida a un concienzudo proceso de

    manicura repiquete sobre el brazo del silln haciendo un ruidito casi imperceptible. Cuando habla consigue que los procesos de la vida parezcan fascinantes, doctor Arvardan

    dijo. Pero cmo se explica entonces que haya vida en la Tierra? Cmo lleg a desarrollarse? Ve? Usted tambin empieza a tener dudas, no? Pero yo creo que en realidad la respuesta

    es muy sencilla: cuando el grado de radiactividad supera el mnimo requerido para detener la creacin de la vida, an no basta para destruir la vida que ya se ha formado. Puede modificarla, desde luego, pero no la destruye salvo cuando llega a alcanzar intensidades realmente excesivas; y en ese caso los procesos qumicos son distintos. En el primer supuesto se trata de impedir que las molculas crezcan, y en el segundo las molculas complejas que ya se han formado deben ser destruidas. No es lo mismo, comprende?

    No entiendo cul es la aplicacin de todo eso que me est diciendo replic Ennius. Acaso no le parece evidente? En la Tierra la vida se origin antes de que el planeta se

    volviese radiactivo. Mi querido Procurador, es la nica explicacin posible que no nos exige negar

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    el hecho de que hay vida en la Tierra, y que no destruye un nmero tan elevado de teoras qumicas como para poner patas arriba la mitad de esa ciencia.

    Oh, vamos, no puede estar hablando en serio! exclam Ennius mientras contemplaba a Arvardan con una expresin entre incrdula y desconcertada.

    Por qu no? Que por qu no? Bueno, cmo es posible que un planeta llegue a volverse radiactivo? La

    vida de los elementos radiactivos de la superficie de un planeta se mide por magnitudes de millones y miles de millones de aos..., al menos eso es lo que me ensearon en la universidad, a pesar de que slo tuve contacto con esas materias durante el curso previo a mis estudios de derecho. Su existencia pasada es tan larga que a efectos prcticos puede considerarse como indefinida, no?

    Pero existe algo llamado radiactividad artificial, Procurador Ennius..., y puede llegar a existir a gran escala. Hay millares de reacciones nucleares con la energa suficiente para crear toda clase de istopos radiactivos. Si los seres humanos utilizasen una reaccin nuclear aplicada a fines industriales sin ejercer el control debido sobre ella, o incluso para librar una guerra..., suponiendo que pueda imaginarse una guerra librada en un solo planeta, naturalmente..., bien, entonces es muy razonable suponer que la mayor parte de la superficie podra acabar siendo radiactiva. Qu opina de mi explicacin?

    El sol haba muerto desangrado en las montaas, y el reflejo del ocaso haba enrojecido el rostro de Ennius. Se levant una suave brisa nocturna, y el adormecedor murmullo de las variedades de insectos cuidadosamente seleccionadas que vivan en los terrenos del recinto palaciego result ms sedante que nunca.

    Me parece muy rebuscada y poco slida coment el Procurador. En primer lugar, no concibo que sea posible llegar a utilizar reacciones nucleares en la guerra, ni tampoco la posibilidad de que escapen al control de quienes las emplean hasta tal punto...

    Naturalmente, Procurador Ennius replic Arvardan. Usted tiende a subestimar las reacciones nucleares porque vive en el presente y porque ahora resulta muy fcil controlarlas. Pero qu habra ocurrido si un ejrcito hubiese usado esas armas antes de que se inventaran las defensas contra ellas? Habra sido el equivalente a utilizar bombas incendiarias antes de que los seres humanos supiesen que el agua o la arena pueden apagar el fuego.

    Hum murmur Ennius. Habla usted igual que Shekt, doctor Arvardan. Quin? pregunt Arvardan alzando rpidamente la mirada. Un terrestre. Uno de los pocos terrestres decentes..., quiero decir que es alguien con quien

    un caballero puede conversar. Es fsico, y en una ocasin me dijo que la Tierra quiz no siempre hubiese sido radiactiva.

    Ah... Bien, la teora que acabo de exponerle no es una creacin ma, por lo que eso no tiene nada de extrao. Forma parte del Libro de los Ancianos, que contiene la historia tradicional o mtica de la Tierra prehistrica. En cierta forma, me he limitado a repetirle lo que dice ese libro, aunque he transformado su fraseologa tpicamente perifrstica en definiciones cientficas equivalentes.

    El Libro de los Ancianos? Ennius pareci sorprendido y un poco preocupado. Dnde averigu todo eso?

    En distintos lugares. No fue fcil, y slo obtuve algunos fragmentos. Aunque no sea de naturaleza realmente cientfica, toda esa informacin tradicional sobre la ausencia de radiactividad resulta muy importante para mi proyecto, naturalmente. Por qu me lo pregunta?

    Porque ese libro es el texto sagrado que venera una secta fantica de terrestres, y a los no nacidos en la Tierra les est totalmente prohibido leerlo. Si fuese usted yo no ira comentando que lo ha ledo mientras est en la Tierra. Algunos no terrestres..., espaciales, como les llaman ellos, han sido linchados por motivos de menor importancia.

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    Habla como si el poder de la Polica Imperial no fuese muy efectivo en la Tierra, Procurador.

    No lo es en caso de sacrilegio. Le ruego que haga caso de mi consejo, doctor Arvardan! Una campanilla emiti una melodiosa nota vibrante que pareci armonizarse con el susurro de

    las hojas de los rboles. El sonido se extingui lentamente, y se fue perdiendo poco a poco y casi de mala gana, como si estuviese enamorado de su entorno.

    Es hora de cenar dijo Ennius, y se puso en pie. Quiere acompaarme y gozar de la pobre hospitalidad que puede brindar esta isla del Imperio en la Tierra, doctor Arvardan?

    Las excusas para celebrar una cena de gran gala eran demasiado escasas, y no se poda dejar pasar por alto ningn pretexto por frgil que resultase. Hubo muchos platos, y el ambiente fue delicioso en todo momento. Los hombres eran cultos, y las mujeres encantadoras; y hay que aadir que el doctor Bel Arvardan de Baronn, Sirio, fue agasajado y atendido hasta un extremo casi embriagador.

    Durante la ltima parte del banquete Arvardan aprovech el tener pblico para repetir una buena parte de lo que haba dicho a Ennius, pero esta vez su exposicin tuvo menos xito.

    Un caballero de rostro rubicundo que vesta uniforme de coronel se inclin hacia Arvardan. Si no he interpretado mal sus exposiciones, doctor Arvardan dijo en el marcado tono de

    condescendencia tpico del militar que se encuentra ante un intelectual, usted pretende hacernos creer que esos perros terrestres son los ltimos representantes de una raza antigua que en tiempos quiz fuese la antecesora de la humanidad.

    No me atrevo a afirmarlo de una manera tan terminante, coronel, pero creo que existen bastantes probabilidades de que as fuese. Espero que dentro de un ao podr emitir un juicio definitivo al respecto.

    Bien, doctor, si demuestra la veracidad de su teora, de lo que dudo mucho, quedar extraordinariamente sorprendido observ el coronel. Ya llevo cuatro aos destinado a la Tierra, y he ido acumulando cierta experiencia. Todos los terrestres son unos bribones despreciables en los que no se puede confiar para nada, y no hay ninguna excepcin. En el aspecto intelectual son claramente inferiores a nosotros. Les falta ese impulso que ha diseminado a la humanidad por toda la Galaxia... Son vagos, supersticiosos y avaros, y tienen el alma ruin y mezquina. Le desafo y desafo a quien sea a que me muestre un terrestre que pueda estar al nivel de un autntico ser humano en cualquier terreno..., de usted y de m, por ejemplo. Slo entonces aceptar que esos terrestres pueden ser los ltimos representantes de una raza que quiz haya sido nuestra antecesora; pero hasta ese momento le ruego que me disculpe si le digo que su teora me resulta totalmente inconcebible.

    Se suele decir que el nico terrestre bueno es el terrestre muerto dijo de repente un hombre bastante corpulento sentado en un extremo de la mesa, y an as apesta! aadi, y celebr su chiste con estruendosas carcajadas.

    Arvardan clav la vista en el plato que tena delante y lo contempl frunciendo el ceo. No deseo discutir las posibles diferencias raciales dijo sin levantar la mirada,

    especialmente porque no tienen ninguna relacin con el problema real. Yo estoy hablando de los terrestres de la prehistoria. Los terrestres actuales han vivido aislados durante mucho tiempo, y han estado sometidos a la influencia de un entorno altamente inusual..., y aun as debo decir que creo un error apresurarse a hablar de ellos de una forma tan despectiva. Se volvi hacia Ennius. Procurador Ennius, creo recordar que me habl de un terrestre antes de la cena...

    De veras? No me acuerdo. Un fsico. Shekt. Oh, s... S, cierto. Se refera por casualidad a Affret Shekt?

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    S. Haba odo hablar de l con anterioridad? Creo que s. Desde que usted me habl de l me he pasado coda la cena pensando, y creo

    que por fin he conseguido recordar de quin se trata exactamente. No trabaja en el Instituto de Investigaciones Nucleares de...? Oh cmo demonios se llama ese lugar? Arvardan se dio un par de palmadas en la frente. De Chica, quiz?

    Exacto. Bien, qu ocurre con Shekt? Oh, nada. Ver, en agosto la revista Estudios de fsica public un artculo suyo... Me fij en

    l porque estaba recogiendo toda clase de material que tuviera relacin con la Tierra, y en las revistas de circulacin galctica aparecen muy pocos artculos escritos por terrestres... Bien, quera llegar a lo siguiente: ese hombre afirma haber creado un aparato, al que llama sinapsificador, que se supone mejora la capacidad de aprendizaje del sistema nervioso de los mamferos.

    De veras? pregunt Ennius en un tono de voz excesivamente fro. Nunca he odo hablar de ese aparato.

    Si lo desea le dar la referencia exacta... Es un artculo muy interesante, aunque naturalmente no pretendo haber entendido todos sus clculos matemticos. Lo que ha hecho Shekt es tratar con el sinapsificador a un animal nativo de la Tierra que creo se llama rata, y despus hizo que la rata resolviera un laberinto. Supongo que ya saben a qu me refiero, no? Resolver un laberinto significa averiguar el trayecto correcto que lleva hasta una provisin de alimentos. Utiliz ratas no tratadas como controles del experimento, y descubri que las ratas sinapsificadas siempre resolvan el problema en menos de un tercio del tiempo que necesitaban las otras ratas. Comprende el significado de todo esto, coronel?

    No, doctor Arvardan, me temo que no respondi con voz indiferente el militar que haba iniciado la discusin.

    Pues entonces se lo explicar: estoy convencido de que por muy terrestre que sea, un hombre de ciencia capaz de inventar semejante aparato es innegablemente mi igual intelectual, por lo menos..., y si me perdona la suposicin, tambin el suyo. Adems...

    Disclpeme, doctor Arvardan, pero me gustara volver al sinapsificador le interrumpi Ennius. Sabe si Shekt lleg a probar su aparato con seres humanos?

    Dudo mucho que lo hiciera, Procurador Ennius dijo Arvardan, y se ri. Nueve de cada diez ratas sinapsificadas murieron durante el tratamiento. Shekt no se atrever a emplear cobayos humanos hasta que no haya hecho ms progresos.

    El Procurador Ennius se recost contra el respaldo de la silla con el ceo ligeramente fruncido, y a partir de aquel momento no habl ni comi durante el resto del banquete.

    Y antes de que llegara la medianoche se separ en silencio de los comensales, y parti en su nave particular para hacer el trayecto de dos horas a Chica despus de haberse despedido lacnicamente de su esposa. Segua teniendo el ceo fruncido, y la preocupacin haca que su corazn latiera ms deprisa de lo normal.

    sa fue la cadena de circunstancias que dio como resultado el que la misma tarde en la que Arbin Maren lleg a Chica con Joseph Schwartz para que ste fuese tratado con el sinapsificador, Shekt hubiera pasado ms de una hora encerrado en una habitacin nada menos que con el Procurador Imperial de la Tierra.

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    4 El Camino Real

    Estar en Chica haca que Arbin se sintiera muy nervioso. Tena la impresin de hallarse rodeado. En algn lugar de Chica una de las mayores ciudades de la Tierra, de la que se deca que contaba con una poblacin de cincuenta mil seres humanos haba funcionarios del gran Imperio Galctico.

    Arbin nunca haba visto a un habitante de la Galaxia, naturalmente, pero desde que estaba en Chica no paraba de volver el cuello de un lado a otro temiendo ver uno. Si le hubieran interrogado al respecto no habra podido explicar cmo pensaba diferenciar a un espacial de un terrestre, aun suponiendo que viera uno, pero Arbin tena el vago presentimiento de que deba existir alguna diferencia fcilmente reconocible.

    Antes de entrar en el Instituto mir por encima de su hombro. Su vehculo estaba aparcado en un rea abierta, con un cupn dndole derecho a ocupar la plaza de estacionamiento durante seis horas. Y si esa extravagancia resultaba sospechosa? Todo le asustaba. El aire pareca estar lleno de ojos y odos.

    Esperaba que aquel hombre tan extrao se acordara de que deba mantenerse escondido en el fondo del compartimiento trasero. Haba asentido enfticamente, pero le haba entendido? Arbin se sinti sbitamente encolerizado consigo mismo. Por qu haba permitido que Grew le convenciera de hacer algo tan absurdo?

    Y entonces la puerta se abri delante de l, y una voz interrumpi el hilo de sus pensamientos. Qu desea? pregunt la voz. Pareca un poco impaciente. Quiz ya le haba hecho esa misma pregunta varias veces y Arbin

    no la haba odo. Es aqu donde hay que ofrecerse para el sinapsificador? pregunt con voz enronquecida,

    sintiendo que las palabras se le atascaban en la garganta como si fuesen partculas de polvo. Firme aqu dijo la recepcionista mirndole fijamente. Arbin cruz las manos detrs de la espalda. A quin he de ver para lo del sinapsificador? pregunt. Grew le haba dicho cmo se llamaba el aparato, pero al salir de sus labios la palabra le son

    extraa y ridcula, como si fuese un balbuceo carente de significado.

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    Oiga, si no firma en el registro de visitantes no podr atenderle dijo la recepcionista con voz firme y seca. Lo exige el reglamento, entiende?

    Arbin gir sobre s mismo sin abrir la boca y se dispuso a marcharse. La muchacha sentada detrs del escritorio tens los labios, y su pie hizo bajar el pedal de seales que haba al lado de la silla.

    Arbin luchaba desesperadamente por pasar inadvertido, y saba que estaba fracasando. La muchacha le miraba fijamente, y Arbin pens que mil aos despus an se acordara de l. Sinti un deseo casi incontenible de echar a correr hacia su vehculo y volver a la granja.

    Una persona vestida con una bata blanca de laboratorio sali con paso apresurado de la otra habitacin, y la recepcionista alz una mano.

    Un voluntario para el sinapsificador, seorita Shekt dijo. No ha querido decir cmo se llama.

    Arbin levant la mirada. La persona de la bata blanca era una mujer, y el que fuese bastante joven aument la ya considerable confusin de Arbin.

    Es usted la encargada de la mquina, seorita? No respondi ella sonriendo con cordialidad, y Arbin sinti que se relajaba un poco.

    Pero puedo llevarle hasta el encargado aadi. Es verdad que ha venido para ofrecerse como voluntario a ser tratado con el sinapsificador?

    Quiero ver al encargado insisti tercamente Arbin. De acuerdo dijo la joven. La brusquedad de Arbin no pareci molestarla en lo ms mnimo, y volvi a entrar en la

    habitacin de la que haba salido. Hubo una breve espera, y por fin un dedo le hizo seas de que... Arbin sigui a la joven hasta una pequea antesala. El corazn le palpitaba con gran

    violencia. Si puede esperar, el doctor Shekt le atender dentro de media hora dijo la joven con

    afabilidad. Ahora est muy ocupado. Si desea algunos libros-pelcula y un visor para distraerse, me encargar de trarselos.

    Pero Arbin mene la cabeza. Las cuatro paredes de la pequea habitacin parecan estarse acercando para encerrarle en una trampa. Estara atrapado? Y si los Ancianos estaban viniendo a por l en aquel mismo instante?

    Fue la espera ms larga de toda la existencia de Arbin.

    El Procurador Ennius no haba tenido ninguna de las dificultades experimentadas por Arbin a la hora de hablar con Shekt, aunque estaba casi tan nervioso como l. Era su cuarto ao en el cargo de Procurador Imperial, pero una visita a Chica segua siendo un gran acontecimiento. Tericamente ser el representante legal del lejano Emperador de la Galaxia colocaba a Ennius al mismo nivel que los Virreyes Imperiales que gobernaban inmensos sectores galcticos que extendan sus volmenes iridiscentes a travs de centenares de parsecs cbicos de espacio, pero su posicin real apenas estaba un poco por encima del exilio.

    Estar atrapado en el vaco estril del Himalaya y verse involucrado en las disputas igualmente estriles de un pueblo que odiaba a Ennius y al Imperio que representaba haca que incluso un viaje a Chica fuese un gran acontecimiento.

    Adems, sus escapadas eran breves. Tenan que serlo, pues en Chica era necesario usar continuamente ropas impregnadas de plomo incluso para dormir y, lo que resultaba todava peor, era preciso tomar constantemente metabolina.

    Ennius habl con bastante amargura de todo aquello a Shekt.

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    La metabolina quiz sea el smbolo ms exacto de todo lo que su planeta significa para m, amigo mo dijo el Procurador alzando la pldora rojiza delante de sus ojos. Su funcin consiste en aumentar la velocidad de todos los procesos metablicos mientras estoy sumergido en la nube radiactiva que me rodea, esa nube que usted ni tan siquiera percibe. Ennius trag la pldora. Listo! Ahora mi corazn latir ms deprisa, mi respiracin iniciar una carrera por voluntad propia y mi hgado hervir en esas sntesis qumicas que, segn afirman los mdicos, lo convierten en el laboratorio ms importante de mi cuerpo; y a cambio de todo esto despus tendr que pagar un tributo en forma de jaqueca y cansancio.

    El doctor Shekt le estaba escuchando con visible diversin. Shekt daba la impresin de ser miope, no porque usara gafas o sufriera de alguna afeccin visual, sino simplemente porque su trabajo le haba hecho adquirir la costumbre inconsciente de observar las cosas con fijeza y de sopesar meticulosamente todas las circunstancias antes de emitir una opinin. Era alto y bastante mayor y su delgada silueta siempre estaba un poco encorvada.

    Pero posea amplios conocimientos sobre la cultura galctica, estaba relativamente libre de la expresin de hostilidad y desconfianza universal que hacan tan repulsivo al terrestre medio, incluso a los ojos de un habitante del Imperio tan cosmopolita como Ennius.

    Estoy seguro de que en realidad no necesita la pldora para nada coment Shekt. La metabolina no es ms que otra de las supersticiones, Procurador, y usted lo sabe. Si yo sustituyese sus pldoras de metabolina por comprimidos de glucosa sin que se enterase no se sentira peor, y adems esas jaquecas que le afligen despus de haber ingerido la metabolina son provocadas por usted mismo y tienen un origen totalmente psicosomtico.

    Dice eso porque vive en su propio ambiente, Shekt. Acaso niega que su metabolismo basal tiene un ritmo de actividad superior al mo?

    Pues claro que no lo niego, pero qu importancia tiene eso, Ennius, s que en el Imperio hay una supersticin muy extendida, que afirma que los habitantes de la Tierra somos distintos de los otros seres humanos, pero no existe ninguna diferencia esencial O ha venido aqu en calidad de embajador de los antiterrestres?

    Oh, por la vida del Emperador! gru Ennius. Sus camaradas de la Tierra son los mejores misioneros de esa causa... Mientras sigan viviendo como lo han hecho hasta ahora y continen encerrados en su planeta letal alimentndose con su odio, los terrestres slo sern una lcera en el costado de la Galaxia. S, Shekt, hablo en serio... Qu otro planeta tiene tal cantidad de rituales presente en su vida diaria y los cumple con la furia masoquista con que lo hacen ustedes? No pasa un solo da sin que reciba la visita de delegaciones de alguno de sus Consejos de Gobierno que vienen a pedir la pena de muerte para algn pobre desgraciado cuyo nico delito ha sido entrar en una Zona Vedada, tratar de escapar a la Costumbre de los Sesenta, o quiz simplemente comer una racin mayor que la asignada.

    Ah, pero usted siempre concede la pena de muerte, Procurador... Me parece que su disgusto idealista no es lo bastante fuerte como para impulsarle a rechazar la peticin.

    Las estrellas son testigos de que hago cuanto puedo para negar la condena que me piden. Pero qu puedo hacer yo? El Emperador exige que todas las subdivisiones del Imperio conserven sus costumbres locales..., y es una medida muy acertada, porque quita toda posibilidad de obtener apoyo popular a los imbciles que de lo contrario provocaran una rebelin cada da. Adems, si me mantuviese inflexible cuando sus Consejos, Senados y Cmaras exigen la pena de muerte, estallara tal tempestad de protestas, gritos y denuncias contra el Imperio y todas sus dependencias administrativas que preferira dormir veinte aos rodeado por una legin de demonios antes que enfrentarme a la Tierra en ese estado aunque slo fuera durante diez minutos.

    Shekt suspir y se alis los escasos cabellos que le quedaban en el crneo. Suponiendo que se nos tenga en cuenta, para el resto de la Galaxia la Tierra no es ms que

    un guijarro en el cielo; pero para nosotros es la patria..., la nica patria que conocemos. Sin

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    embargo, no somos distintos de ustedes, sino nicamente ms desgraciados. Estamos hacinados en un mundo casi muerto, envueltos por un muro de radiaciones que nos aprisiona, rodeados por una Galaxia inmensa que nos rechaza. Qu podemos hacer para luchar contra el sentimiento de frustracin que nos consume? Estara dispuesto a enviar al espacio nuestro exceso de poblacin, procurador Ennius?

    Cree que me importara hacerlo? replic Ennius encogindose de hombros. Pero los habitantes de los otros mundos jams lo aceptaran. No quieren ser vctimas de las enfermedades terrestres.

    Las enfermedades terrestres! repiti Shekt con voz malhumorada. Eso no es ms que una idea absurda que debe ser eliminada... Los terrestres no somos portadores de la muerte. Usted Vive entre nosotros, Procurador. Acaso ha muerto?

    Bueno, si quiere que le sea sincero debo decir que hago todo lo posible por evitar el contacto con los terrestres respondi Ennius, y sonri.

    Eso se debe a que incluso usted siente el temor fomentado por la propaganda, que despus de todo ha sido creada por la estupidez de sus fanticos.

    Vamos, Shekt... Pretende decirme que la teora de que los terrestres son radiactivos carece de todo fundamento terico?

    Oh, pues claro que los terrestres son radiactivos. Cmo iban a poder evitarlo? Usted tambin lo es, Procurador. Todos y cada uno de los habitantes de los cien millones de planetas del Imperio son radiactivos. Confieso que nosotros lo somos en mayor grado, pero no tanto como para daar a ningn ser humano.

    Pero me temo que el ciudadano medio de la Galaxia cree lo contrario, y yo no quiero descubrir la verdad por experiencia propia. Adems...

    Va a decir que adems somos distintos, eh? No somos seres humanos porque entre nosotros las mutaciones se producen ms deprisa debido a las radiaciones atmicas, y por eso hemos cambiado en muchos aspectos, verdad? Eso tampoco est probado.

    Pero es lo que se cree. Y mientras se crea, Procurador, y mientras los terrestres seamos tratados como parias, usted

    encontrar en nosotros todas las caractersticas que desaprueba. Si se nos oprime de una forma intolerable, acaso es tan extrao que nos resistamos? No, no... Somos ofendidos en un grado mucho mayor que ofensores.

    Ennius se sinti un poco disgustado por la clera que haba provocado, y pens que incluso los mejores terrestres tenan el mismo punto dbil, el mismo sentimiento de antagonismo que enfrentaba a la Tierra contra todo el resto del universo.

    Le pido que disculpe mi torpeza, Shekt dijo con todo el tacto de que era capaz. Que mi juventud y mi aburrimiento le sirvan de excusa, de acuerdo? Tiene ante usted a un pobre muchacho de slo cuarenta aos de edad y le recuerdo que en el funcionariado profesional cuarenta aos es casi la edad de un nio que est haciendo su aprendizaje en la Tierra. Quiz pasarn bastantes aos antes de que mi nombre quede suficientemente grabado en la memoria de los idiotas del Departamento de Provincias Exteriores como para ascenderme a un cargo menos peligroso. Bien, los dos somos prisioneros de la Tierra y, al mismo tiempo, tambin somos ciudadanos de ese gran mundo del cerebro en el que no ex