asimov demócrito
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Grandes ideas de la cienciaIsaac Asimov
Alianza Editorial
Título original: Great Ideas of Science. Traductor: Miguel Paredes Larruca
© 1996 by Isaac Asimov© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid
ISBN: 8420639818 Depósito Legal: M. 13.2682004Impreso en ClosasOrcoyen, S.L. Polígono Igarsa Paracuellos de Jarama (Madrid)Printed in Spain
Capítulo 5Demó crito y los Á tomos
Demó crito y los Á tomosLe llamaban el «filósofo risueño» por su eterna yamarga sonrisa ante la necedad humana. Su nombre era Demócrito y nació hacia el año 470a. C. en la ciudad griega de Abdera. Susconciudadanos puede que tomaran esa actitud suyapor síntoma de locura, porque dice la leyenda que letenían por lunático y que llegaron a recabar la ayudade doctores para que le curaran. Demócrito parecía albergar, desde luego, ideasmuy peregrinas. Le preocupaba, por ejemplo, hastadónde se podía dividir una gota de agua. Uno podíair obteniendo gotas cada vez más pequeñas hastacasi perderlas de vista. Pero ¿había algún límite?¿Se llegaba alguna vez hasta un punto en que fueseimposible seguir dividiendo?
¿El final de la escisió n?
Leucipo, maestro de Demócrito, había intuido queesa escisión tenía un límite. Demócrito hizo suyaesta idea y anunció finalmente su convicción de quecualquier sustancia podía dividirse hasta allí y nomás. El trozo más pequeño o partícula de cualquierclase de sustancia era indivisible, y a esa partículamínima la llamó átomos, que en griego quiere decir«indivisible». Según Demócrito, el universo estabaconstituido por esas partículas diminutas eindivisibles. En el universo no había otra cosa quepartículas y espacio vacío entre ellas. Según él, había distintos tipos de partículas que, alcombinarse en diferentes ordenaciones, formabanlas diversas sustancias. Si la sustancia hierro seaherrumbraba —es decir, se convertía en lasustancia herrumbre— era porque las distintasclases de partículas que había en el hierro sereordenaban. Si el mineral se convertía en cobre,otro tanto de lo mismo; e igual para la madera alarder y convertirse en ceniza. La mayoría de los filósofos griegos se rieron deDemócrito. ¿Cómo iba a existir algo que fuera
indivisible? Cualquier partícula, o bien ocupabaespacio, o no lo ocupaba. En el primer caso teníaque dejarse escindir, y cada una de las nuevaspartículas ocuparía menos espacio que la original. Yen el segundo caso, si era indivisible, no podíaocupar espacio, por lo cual no era nada; y lassustancias ¿cómo podían estar hechas de la nada? En cualquier caso, dictaminaron los filósofos, laidea del átomos era absurda. No es extraño que lasgentes miraran a Demócrito de reojo y pensaran queestaba loco. Ni siquiera juzgaron convenienteconfeccionar, muchos ejemplares de sus escritos.Demócrito escribió más de setenta obras; ninguna seconserva. Hubo algunos filósofos, para ser exactos, enquienes sí prendió la idea de las partículasindivisibles. Uno de ellos fue Epicuro, otro filósofo,que fundó una escuela en Atenas, en el año 306 a.C, casi un siglo después de morir Demócrito. Epicuroera un maestro de gran renombre y tenía numerososdiscípulos. Su estilo filosófico, el epicureismo, retuvosu importancia durante siglos. Parte de esta filosofíaeran las teorías de Demócrito sobre las partículas. Aun así, Epicuro no logró convencer a suscoetáneos, y sus seguidores permanecieron enminoría. Lo mismo que en el caso de Demócrito,ninguna de las muchas obras de Epicuro ha logradosobrevivir hasta nuestros días. Hacia el año 60 a. C. ocurrió algo afortunado, y esque el poeta romano Lucrecio, interesado por lafilosofía epicúrea, escribió un largo poema, de títuloSobre la naturaleza de las cosas, en el que describíael universo como si estuviera compuesto de laspartículas indivisibles de Demócrito. La obra gozó degran popularidad, y se confeccionaron ejemplaresbastantes para que sobreviviera a los tiemposantiguos y medievales. Fue a través de este librocomo el mundo tuvo noticia puntual de las teorías deDemócrito. En los tiempos antiguos, los libros se copiaban a
mano y eran caros. Incluso de las grandes obras sepodían confeccionar solamente unos cuantosejemplares, asequibles tan sólo a las economíasmás saneadas. La invención de la imprenta hacia elaño 1450 d. C. supuso un gran cambio, porquepermitía tirar miles de ejemplares a precios másmoderados. Uno de los primeros libros que seimprimieron fue Sobre la naturaleza de las cosas, deLucrecio.
De Gassendi a Boyle
Así fue como hasta los sabios más menesterososde los tiempos modernos tuvieron acceso a lasteorías de Demócrito. En algunos, como PierreGassendi, filósofo francés del siglo XVII, dejaronhuella indeleble. Gassendi se convirtió en epicúreoconvencido y defendió a capa y espada la teoría delas partículas indivisibles. Uno de los discípulos de Gassendi era el inglésRobert Boyle, quien en 1660 estudió el aire y sepreguntó por qué se podía comprimir, haciendo queocupara menos y menos espacio. Boyle supuso que el aire estaba compuesto departículas minúsculas que dejaban grandes vanosentre ellas. Comprimir el aire equivaldría a juntarmás las partículas, dejando menos espacio vacío. Laidea tenía sentido. Por otro lado, el agua podría consistir en partículasmuy juntas, tan juntas que estaban en contacto. Poreso, razonó Boyle, el agua no se puede comprimirmás, mientras que, al separar las partículas, el aguase convertía en vapor, sustancia tenue parecida alaire. Boyle se convirtió así en nuevo seguidor deDemócrito. Como vemos, durante dos mil años hubouna cadena ininterrumpida de partidarios de la teoríade las partículas indivisibles: Demócrito, Epicuro,Lucrecio, Gassendi y Boyle. La mayoría, sinembargo, jamás aceptó sus ideas. «¿Qué? ¿Unapartícula que no puede dividirse en otras menores?¡Absurdo!»
Vigilantes del peso
Pero llegó el siglo XVIII y los químicos empezarona reconsiderar la manera en que se formaban loscompuestos químicos. Sabían que eran producto dela combinación de otras sustancias: el cobre, eloxígeno y el carbono, pongamos por caso, se uníanpara formar el compuesto llamado carbonato cúprico.Pero por primera vez en la historia se hizo el intentode medir los pesos relativos de las sustanciascomponentes. Joseph Louis Proust, químico francés, realizómediciones muy cuidadosas hacia finales de siglo.Comprobó, por ejemplo, que siempre que el cobre, eloxígeno y el carbono formaban carbonato de cobre,se combinaban en las mismas proporciones de peso:cinco unidades de cobre por cuatro de oxígeno poruna de carbono. Dicho de otro modo, si Proustusaba cinco onzas de cobre para formar elcompuesto, tenía que usar cuatro de oxígeno y unade carbono. Y aquello no era como hacer un bizcocho, dondeuno puede echar una pizca más de harina o quitarun poco de leche. La «receta» del carbonato decobre era inmutable; hiciese uno lo que hiciese laproporción era siempre 5:4:1, y punto. Proust ensayó con otras sustancias y constató elmismo hecho: la receta inflexible. En 1779 anunciósus resultados, de los cuales proviene lo que hoyconocemos por «ley de Proust» o «ley de lasproporciones fijas». ¡Qué extraño!, pensó el químico inglés John Daltoncuando supo de los resultados de Proust. «¿Por quéha de ser así?» Dalton pensó en la posibilidad de las partículasindivisibles. ¿No sería que la partícula de oxígenopesa siempre cuatro veces más que la de carbono, yla de cobre cinco veces más que ésta? Al formarcarbonato de cobre por combinación de unapartícula de cobre, otra de oxígeno y otra decarbono, la proporción de pesos sería entonces5:4:1. Para alterar ligeramente la proporción delcarbonato de cobre habría que quitar un trozo a una
de las tres partículas; pero Proust y otros químicoshabían demostrado que las proporciones de uncompuesto no podían alterarse, lo cual quería decirque era imposible romper las partículas. Daltonconcluyó que eran indivisibles, como pensabaDemócrito. Dalton, buscando nuevas pruebas, hallócompuestos diferentes que, sin embargo, estabanconstituidos por las mismas sustancias; lo que diferíaera la proporción en que entraba cada una de ellas.El anhídrido carbónico, pongamos por caso, estabacompuesto por carbono y oxígeno en la proporción,por pesos, de 3 unidades del primero por 8 delsegundo. El monóxido de carbono también constabade carbono y oxígeno, pero en la proporción de 3 a4. He aquí algo interesante. El número de unidadesde peso de carbono era el mismo en ambasproporciones: tres unidades en el monóxido y tresunidades en el anhídrido. Podría ser, por tanto, queen cada uno de los dos compuestos hubiese unapartícula de carbono que pesara tres unidades. Al mismo tiempo, las ocho unidades de oxígeno enla proporción del anhídrido carbónico doblabanexactamente las cuatro unidades en la proporcióndel monóxido. Dalton pensó: si la partícula deoxígeno pesara cuatro unidades, entonces elmonóxido de carbono estaría compuesto, en parte,por una partícula de oxígeno y el anhídrido por dos. Puede que Dalton se acordara entonces delcarbonato de cobre. La proporción de pesos delcarbono y el oxígeno eran allí de 1 a 4 (que es lomismo que 3 a 12). La proporción podía explicarse siuno suponía que el carbonato de cobre estabacompuesto de una partícula de carbono y tres deoxígeno. Siempre se podía arbitrar un sistema quehiciese aparecer números enteros de partículas,
nunca fracciones. Dalton anunció su teoría de las partículasindivisibles hacía el año 1803, pero ahora en formaalgo diferente. Ya no era cuestión de creérsela o no.A sus espaldas tenía todo un siglo deexperimentación química.
Á tomos por experimento
El cambio que introdujo Galileo en la cienciademostró su valor (véase el capítulo 4). Losargumentos teóricos por sí solos nunca habíanconvencido a la humanidad de la existencia real departículas indivisibles; los argumentos, más losresultados experimentales, surtieron casi deinmediato el efecto apetecido. Dalton reconoció que su teoría tenía sus orígenesen el filósofo risueño, y para demostrarlo utilizóhumildemente la palabra átomos de Demócrito (queen castellano es átomo). Dalton dejó establecida asíla teoría atómica. Este hecho revolucionó la química. Hacia 1900, losfísicos utilizaron métodos hasta entonces insólitospara descubrir que el átomo estaba constituido porpartículas aún más pequeñas, lo cual revolucionó asu vez la física. Y cuando se extrajo energía delinterior del átomo para producir energía atómica, loque se revolucionó fue el curso de la historiahumana.