asimov arquímedes
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Momentos Estelares de la CienciaIsaac Asimov
SALVAT
Título original: Breakthroughs in Science. Publicado por acuerdo conScholastic Magazines Inc., New York. Traductor: Miguel Paredes Larruca
© Scholastic Magazines Inc.© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid© Por la presente edición: Salvat Editores, S. A., Barcelona, 1984Calle Mallorca, 4149Traducción cedida por Alianza Editorial para esta edición
ISBN: 8434545055 Depósito Legal: NA. 1261984
Fotocomposición: PérezDíaz, S.A. Madrid Impresión: Gráficas Estella, S. A. Estella, NavarraPrinted in Spain
Capítulo 1Arquímedes
Arquímedes
Cabría decir que hubo una vez un hombreque luchó contra todo un ejército. Los historiadoresantiguos nos dicen que el hombre era un anciano,pues pasaba ya de los setenta. El ejército era el dela potencia más fuerte del mundo: la mismísimaRoma.
Lo cierto es que el anciano, griego por másseñas, combatió durante casi tres años contra elejército romano... y a punto estuvo de vencer: eraArquímedes de Siracusa, el científico más grandedel mundo antiguo.
El ejército romano conocía de sobra lareputación de Arquímedes, y éste no defraudó lasprevisiones. Cuenta la leyenda que, habiendomontado espejos curvos en las murallas de Siracusa(una ciudad griega en Sicilia), hizo presa el fuego enlas naves romanas que la asediaban. No erabrujería: era Arquímedes. Y cuentan también que enun momento dado se proyectaron hacia adelante gigantescas garras suspendidas de una viga, haciendopresa en las naves, levantándolas en vilo yvolcándolas. No era magia, sino Arquímedes.
Se dice que cuando los romanos —que,como decimos, asediaban la ciudad— vieron izarsogas y maderos por encima de las murallas deSiracusa, levaron anclas y salieron de allí a todavela.
Y es que Arquímedes era diferente de loscientíficos y matemáticos griegos que le habíanprecedido, sin que por eso les neguemos a éstos unápice de su grandeza. Arquímedes les ganaba atodos ellos en imaginación.
Por poner un ejemplo: para calcular el áreaencerrada por ciertas curvas modificó los métodosde cómputo al uso y obtuvo un sistema parecido alcálculo integral. Y eso casi dos mil años antes deque Isaac Newton inventara el moderno cálculodiferencial. Si Arquímedes hubiese conocido los
números arábigos, en lugar de tener que trabajar conlos griegos, que eran mucho más incómodos, quizáhabría ganado a Newton por dos mil años.
Arquímedes aventajó también a susprecursores en audacia. Negó que las arenas delmar fuesen demasiado numerosas para contarlas einventó un método para hacerlo; y no sólo lasarenas, sino también los granos que harían faltapara cubrir la tierra y para llenar el universo. Con esefin inventó un nuevo modo de expresar cifrasgrandes; el método se parece en algunos aspectosal actual.
Lo más importante es que Arquímedes hizoalgo que nadie hasta entonces había hecho: aplicarla ciencia a los problemas de la vida práctica, de lavida cotidiana. Todos los matemáticos griegosanteriores a Arquímedes —Tales, Pitágoras,Eudoxo, Euclides— concibieron las matemáticascomo una entidad abstracta, una manera de estudiarel orden majestuoso del universo, pero nada más;carecía de aplicaciones prácticas. Eran intelectualesexquisitos que despreciaban las aplicaciones prácticas y pensaban que esas cosas eran propias demercaderes y esclavos. Arquímedes compartía en nopequeña medida esta actitud, pero no rehusó aplicarsus conocimientos matemáticos a problemasprácticos.
Nació Arquímedes en Siracusa, Sicilia. Lafecha exacta de su nacimiento es dudosa, aunque secree que fue en el año 287 a. C. Sicilia era a lasazón territorio griego. Su padre era astrónomo ypariente de Hierón II, rey de Siracusa desde el año270 al 216 a. C. Arquímedes estudió en Alejandría,Egipto, centro intelectual del mundo mediterráneo,regresando luego a Siracusa, donde se hizoinmortal.
En Alejandría le habían enseñado que elcientífico está por encima de los asuntos prácticos y
de los problemas cotidianos; pero eran precisamenteesos problemas los que le fascinaban a Arquímedes,los que no podía apartar de su mente. Avergonzadode esta afición, se negó a llevar un registro de susartilugios mecánicos; pero siguió construyéndolos ya ellos se debe hoy día su fama.
Arquímedes había adquirido renombremucho antes de que las naves romanas entraran enel puerto de Siracusa y el ejército romano pusierasitio a la ciudad. Uno de sus primeros hallazgos fueel de la teoría abstracta que explica la mecánicabásica de la palanca. Imaginemos una viga apoyadasobre un pivote, de manera que la longitud de la vigaa un lado del fulcro sea diez veces mayor que el otrolado. Al empujar hacia abajo la viga por el brazo máslargo, el extremo corto se desplaza una distanciadiez veces inferior; pero, a cambio, la fuerza queempuja hacia abajo el lado largo se multiplica pordiez en el extremo del brazo corto. Podría decirseque, en cierto sentido, la distancia se convierte enfuerza y viceversa.
Arquímedes no veía límite a esteintercambio que aparecía en su teoría, porque sibien era cierto que un individuo disponía sólo de unacopio restringido de fuerza, la distancia carecía defronteras. Bastaba con fabricar una palancasuficientemente larga y tirar hacia abajo del brazomayor a lo largo de un trecho suficiente: en el otrobrazo, el más corto, podría levantarse cualquierpeso.
«Dadme un punto de apoyo», dijoArquímedes, «y moveré el mundo.»
El rey Hierón, creyendo que aquello era unfarol, le pidió que moviera algún objeto pesado:quizá no el mundo, pero algo de bastante volumen.Arquímedes eligió una nave que había en el dique ypidió que la cargaran de pasajeros y mercancías; nisiquiera vacía podrían haberla botado gran númerode hombres tirando de un sinfín de sogas.
Arquímedes anudó los cabos y dispuso unsistema de poleas (una especie de palanca, peroutilizando sogas en lugar de vigas). Tiró de la soga y
con una sola mano botó lentamente la nave.
Hierón estaba ahora más que dispuesto acreer que su gran pariente podía mover la tierra siquería, y tenía suficiente confianza en él paraplantearle problemas aparentemente imposibles.
Cierto orfebre le había fabricado una coronade oro. El rey no estaba muy seguro de que elartesano hubiese obrado rectamente; podría haberseguardado parte del oro que le habían entregado yhaberlo sustituido por plata o cobre. Así que Hierónencargó a Arquímedes averiguar si la corona era deoro puro, sin estropearla, se entiende.
Arquímedes no sabía qué hacer. El cobre yla plata eran más ligeros que el oro. Si el orfebrehubiese añadido cualquiera de estos metales a lacorona, ocuparían un espacio mayor que el de unpeso equivalente de oro. Conociendo el espacioocupado por la corona (es decir, su volumen) podríacontestar a Hierón. Lo que no sabía era cómoaveriguar el volumen de la corona sin transformarlaen una masa compacta.
Arquímedes siguió dando vueltas alproblema en los baños públicos, suspirandoprobablemente con resignación mientras sesumergía en una tinaja llena y observaba cómorebosaba el agua. De pronto se puso en pie comoimpulsado por un resorte: se había dado cuenta deque su cuerpo desplazaba agua fuera de la bañera.El volumen de agua desplazado tenía que ser igualal volumen de su cuerpo. Para averiguar el volumende cualquier cosa bastaba con medir el volumen deagua que desplazaba. ¡En un golpe de intuiciónhabía descubierto el principio del desplazamiento! Apartir de él dedujo las leyes de la flotación y de lagravedad específica.
Arquímedes no pudo esperar: saltó de labañera y, desnudo y empapado, salió a la calle ycorrió a casa, gritando una y otra vez: «¡Lo encontré,lo encontré!» Sólo que en griego, claro está:«¡Eureka! ¡Eureka!» Y esta palabra se utiliza todavíahoy para anunciar un descubrimiento feliz.
Llenó de agua un recipiente, metió la corona
y midió el volumen de agua desplazada. Luego hizolo propio con un peso igual de oro puro; el volumendesplazado era menor. El oro de la corona habíasido mezclado con un metal más ligero, lo cual ledaba un volumen mayor y hacía que la cantidad deagua que rebosaba fuese más grande. El rey ordenóejecutar al orfebre.
Arquímedes jamás pudo ignorar el desafíode un problema, ni siquiera a edad ya avanzada. Enel año 218 a. C. Cartago (en el norte de África) yRoma se declararon la guerra; Aníbal, generalcartaginés, invadió Italia y parecía estar a punto dedestruir Roma. Mientras vivió el rey Hierón, Siracusase mantuvo neutral, pese a ocupar una posiciónpeligrosa entre dos gigantes en combate.
Tras la muerte de Hierón ascendió al poderun grupo que se inclinó por Cartago. En el año 213a. C. Roma puso sitio a la ciudad.
El anciano Arquímedes mantuvo a raya alejército romano durante tres años. Pero un solohombre no podía hacer más y la ciudad cayó al finen el año 211 a. C. Ni siquiera la derrota fue capazde detener el cerebro incansable de Arquímedes.
Cuando los soldados entraron en la ciudad estabaresolviendo un problema con ayuda de un diagrama.Uno de aquellos le ordenó que se rindiera, a lo cualArquímedes no prestó atención; el problema erapara él más importante que una minucia como elsaqueo de una ciudad. «No me estropeéis miscírculos», sé limitó a decir. El soldado le mató.
Los descubrimientos de Arquímedes hanpasado a formar parte de la herencia de lahumanidad. Demostró que era posible aplicar unamente científica a los problemas de la vida cotidianay que una teoría abstracta de la ciencia pura —elprincipio que explica la palanca— puede ahorraresfuerzo a los músculos del hombre.
Y también demostró lo contrario: porquearrancando de un problema práctico —el de laposible adulteración del oro— descubrió un principiocientífico.
Hoy día creemos que el gran deber de laciencia es comprender el universo, pero tambiénmejorar las condiciones de vida de la humanidad encualquier rincón de la tierra.