articulaciones espaciales, cuerpos y rocas: estetica y arte rupestre

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ARTICULACIONES ESPACIALES, CUERPOS Y ROCAS: EXPLORANDO UNA ESTÉTICA DEL ARTE RUPESTRE EN EL CENTRO NORTE DE CHILE Andrés TRONCOSO Departamento de Antropología, Universidad de Chile Proyecto Fondecyt 1080360 Resumen La conformación estética ha estado indisolublemente unida a la materialidad de los objetos y su percepción, reproduciendo una dicotomía entre objeto/sujeto-naturaleza/cultura propia a Occidente. En arte rupestre, como bien ha sido ya mencionado, no podemos excluir sus espacios de inserción como referente significativo para la comprensión de esta materialidad. En este trabajo, a partir de la definición del concepto de arquitectura imaginaria, proponemos que la conceptualización estética del arte rupestre se establece a partir de una relación dialógica entre un conjunto de elementos que traspasan la oposición naturaleza/cultura, tales como son: rocas con grabados, rocas sin grabados, espacios con rocas, espacios sin rocas, campos de visibilidad y otros. A partir de su sintaxis, el arte rupestre promueve una experiencia espacial anclada en la estética del ser-en-el-espacio. Esta proposición se explora a partir de la discusión de un caso de estudio en el Norte Semiarido de Chile.

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Page 1: Articulaciones Espaciales, Cuerpos y Rocas: Estetica y Arte rupestre

ARTICULACIONES ESPACIALES, CUERPOS Y ROCAS: EXPLORANDO UNA ESTÉTICA

DEL ARTE RUPESTRE EN EL CENTRO NORTE DE CHILE

Andrés TRONCOSO

Departamento de Antropología, Universidad de Chile

Proyecto Fondecyt 1080360

Resumen

La conformación estética ha estado indisolublemente unida a la materialidad de los objetos y su

percepción, reproduciendo una dicotomía entre objeto/sujeto-naturaleza/cultura propia a Occidente. En

arte rupestre, como bien ha sido ya mencionado, no podemos excluir sus espacios de inserción como

referente significativo para la comprensión de esta materialidad. En este trabajo, a partir de la definición

del concepto de arquitectura imaginaria, proponemos que la conceptualización estética del arte rupestre

se establece a partir de una relación dialógica entre un conjunto de elementos que traspasan la oposición

naturaleza/cultura, tales como son: rocas con grabados, rocas sin grabados, espacios con rocas, espacios

sin rocas, campos de visibilidad y otros. A partir de su sintaxis, el arte rupestre promueve una experiencia

espacial anclada en la estética del ser-en-el-espacio. Esta proposición se explora a partir de la discusión de

un caso de estudio en el Norte Semiarido de Chile.

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Andrés TRONCOSO

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Introducción

Dentro de las múltiples aproximaciones que

se pueden efectuar al arte rupestre, el

entendimiento desde una perspectiva estética

es uno de ellos. Morphy (2005: 53), ha

definido la estética como “the effect of the

physical properties of objects on the senses,

and the qualitative evaluation of those

properties”. A través de esta definición el

autor enfatiza la necesidad de evaluar las

relaciones sensibles que se establecen entre los

seres humanos y los atributos materiales de

los objetos, uniendo en una sola gran

perspectiva una arqueología de la materialidad,

de la percepción y de la corporalidad.

En la misma línea, Heyd (2003-2004, 2005),

ha explorado esta relación enfatizando la

centralidad del espacio en la conformación de

las condiciones que definen las experiencias

estéticas en el arte rupestre, considerándolo

como un elemento central y significativo en la

comprensión de esta materialidad. Es en el

espacio donde se ancla y materializa tanto la

experiencia estética, como los efectos sobre

los cuerpos. La centralidad del espacio en la

comprensión del arte rupestre es hoy en día

una propuesta básica de la arqueología de esta

materialidad (p.e. Bradley 1997, Bradley et al

1994, Tilley 1994), y es a través de la

comprensión de la articulación de los sujetos

sociales, la conformación de los espacios

arquitectónicos del arte rupestre y la

comprensión de los procesos de producción y

recepción de las imágenes, que podemos

acceder tanto a entender su lógica social (p.e.

Bradley 2009, Tilley 2008), como las bases

sobre las que se fundan las condiciones de

apreciación para una experiencia estética.

En efecto, son parte de estas condiciones de

apreciación estéticas las que se materializan en

el arte rupestre, sus atributos iconográficos y

su sintaxis espacial. En particular, a través de

la noción de cadena operativa (Fiore 2007), es

posible dimensionar las prácticas y contextos

fenomenológicas en las que ellas se insertan.

La cultura material, y sus relaciones espaciales,

por tanto, son producto y productor de estas

experiencias estéticas mediadas por la lógica

de la creación y recepción de las imágenes.

En este trabajo desarrollamos un primer

acercamiento a la comprensión de las

condiciones que definen la apreciación estética

del arte rupestre en el llamado Norte

Semiarido de Chile. Para ello, presentamos los

resultados tanto de las investigaciones sobre

las expresiones rupestres en el sitio Los

Mellizos (cuenca superior del río Illapel,

Provincia del Choapa), como de las

excavaciones arqueológicas realizadas en el

lugar. A través de la correlación de ambos

conjuntos de evidencias, sumado a la

caracterización de los contextos socio-

históricos en los que se ejecutan y perciben

estas representaciones, discutimos las formas

en las que se habrían estructurado

materialmente estas experiencias.

Desafortunadamente, el carácter totalmente

inédito de este enfoque en la región, no

permite establecer correlaciones, ni

comparaciones con otros espacios en busca de

reconocer las generalidades y particularidades

que definen estas experiencias en la región.

Para cumplir estos objetivos, fundamos

nuestra propuesta en dos premisas teóricas

que guiarán nuestra investigación:

Premisa 1: Mientras la modernidad planteó una

segregación y dicotomía entre

naturaleza/cultura, sujeto/objeto,

material/inmaterial como fundamento

ontológico, reproduciéndose de una u otra

manera en la conceptualización del arte

rupestre, nosotros partimos desde un enfoque

simétrico en el que no es posible establecer

tales dicotomías. Muy por el contrario, y

como bien lo indican diferentes autores (p.e.

Bradley 1997, Tilley 1994), consideramos que

en cuanto materialidad inmueble el arte

rupestre se inserta dialógicamente con el

entorno que lo rodea y su espacio de

inserción. Este diálogo implica la presencia de

una sintaxis necesaria entre rocas grabadas,

rocas no grabadas, espacios entre las rocas,

espacios sin rocas, campos visuales y el cuerpo

humano, todas las que en su conjunto

conforman una arquitectura imaginaria de tipo

relacional (Troncoso 2008).

12/ Estética e Arte Rupestre / Aesthetics and Rock Art

12/ Estética e Arte Rupestre / Aesthetics and Rock Art

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Congresso Internacional da IFRAO 2009 – Piauí / BRASIL

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Premisa 2: Toda experiencia estética se articula

con su inserción en prácticas sociales que le

entregan sentido y significación. Entender la

producción del arte rupestre y su

conformación estética requiere la

recuperación de su contexto fenomenológico

como un punto central, pero no desde un

enfoque subjetivista que transculturiza las

experiencias de cuerpos actuales en el pasado,

sino más bien desde el mismo registro

arqueológico, evaluando las relaciones

espaciales y perceptivas que articulan esta

materialidad, así como las prácticas sociales

que se asocian a su producción/recepción y,

que son en última instancia, las que enmarcan

y orientan estas condiciones de apreciación.

Ambas premisas se encuentran unidas a partir

de las nociones de inscripción y

corporización. Por un lado, inscripción en

cuanto que todo acto de producción rupestre

es una práctica que modifica materialmente el

entorno plasmando significados sobre las

superficies de las rocas, insertándose

dialécticamente en un

espacio específico que

le entrega sentido y

significado. Por otro,

corporización, por

cuanto las experiencias

de producción y

recepción se

encuentran asociadas a

una incorporación

espacial y material de

los sujetos humanos en

el entorno de la obra

rupestre y en el soporte

rocoso mismo. Es asi

como mientras la

primera da cuenta del

proceso de

construcción material

del espacio, la segunda

hace referencia a la

incorporación de los

sujetos sociales dentro de tal espacio inscrito.

Inscripción y corporización no son dos

entidades homogéneas, sino que varían

transculturalemente a partir de los contextos

históricos, sociales, materiales y experienciales

que las definen.

Los Mellizos, su Arte Rupestre y sus

Prácticas Asociadas

Los Mellizos se encuentra ubicado en el curso

superior del valle de Illapel, valle que se

emplaza en el extremo meridional de la región

conocida como Norte Semiárido Chileno

(Figura 1). Es un valle angosto y de corta

extensión (ca. 30 km en el caso de Illapel), con

una orientación Este-Oeste, y un relieve

constituido por tres formaciones: i) cadenas

montañosas que son estribaciones de la

Cordillera de Los Andes y que delimitan al

valle por sus sectores Norte-Sur, ii) quebradas

interiores, correspondientes a cursos

esporádicos de agua que cortan los cordones

de cerro que delimitan el valle y iii) terrazas

fluviales ubicadas a los pies del cordón

montañoso y adyacentes al curso del río

Illapel, que se constituyen en los espacios de

habitación de las actuales comunidades

campesinas.

Figura 1: Mapa de la zona de estudio con indicación de

sitios mencionados. Círculos indican sitios del Período

Alfarero Temprano, Cuadrados indican sitios de los

períodos Intermedio Tardío y Tardío

ARTICULACIONES ESPACIALES, CUERPOS Y ROCAS: EXPLORANDO UNA ESTÉTICA DEL ARTE RUPESTRE

EN EL CENTRO NORTE DE CHILE

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Andrés TRONCOSO

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Si bien el Illapel como río tiene su nacimiento

en la alta cordillera andina, el valle como tal se

origina en la confluencia de los ríos Illapel y

Tres Quebradas, lugar desde el que se

comienza a desarrollar un sistema de terrazas

fluviales hacia aguas abajo y que marca el

inicio del espacio utilizable por poblaciones

sedentarias de forma continua durante todo el

año.

El rasgo anterior permite dividir el Illapel en

dos grandes sectores. La precordillera ubicada

aguas arriba de la confluencia del Illapel con

Tres Quebradas, correspondiente a un paisaje

cordillerano delimitado por altos cordones

montañosos en sus lados Norte-Sur, un río

muy encajonado, pocas terrazas y de baja

extensión. Sus condiciones naturales, sumado

a la presencia de nieve en invierno, no

permiten una ocupación en este espacio

durante todo el ciclo anual.

El segundo es el valle mismo, caracterizado

por un paisaje de amplias y fértiles terrazas

fluviales, sumado a conos de deyección que se

forman en los pies de los cerros y que

posibilitan una ocupación durante todo el año

en el lugar.

Los Mellizos se ubica en el primero de estos

espacios, la precordillera, en particular, en una

estrecha terraza fluvial adyacente al cordón

montañoso que delimita el valle por su sector

Sur y a una distancia cercana a los 2 km de la

confluencia del río Illapel con el Tres

Quebradas (Figura 2).

Si bien el sitio había sido trabajado

previamente (Ballereau y Niemeyer 1998),

recientes investigaciones han permitido

reconocer la presencia de 160 bloques rocosos

con representaciones rupestre, todos las cuales

corresponden a petroglifos, aunque en dos

soportes se reconoce la presencia de

pigmentos entre los surcos del grabado.

El análisis de los conjuntos rupestres en el

sitio ha permitido proponer su asociación con

tres momentos diferentes la historia

prehispánica local. El primero de ellos hace

referencia al período Alfarero Temprano (0-

900 d.C.), momento en el que nos

enfrentamos a comunidades humanas móviles

con un régimen de vida cazador recolector y

una horticultura a muy baja escala, centrada

básicamente en la explotación de la quinoa

(Chenopodium quinoa) (Pavlovic 2004, Pavlovic

y Rodríguez 2006). De este momento se

reconocen 23 bloques grabados en Los

Mellizos, los que se caracterizan por presentar

básicamente diseños no figurativos basados en

la aplicación de círculos o líneas, todos los que

fueron elaborados a partir de una técnica del

tipo lineal discontinua definida por dejar

restos de corteza en el surco del grabado y

con la traslación horizontal como un principio

de simetría básico (Figura 3). Espacialmente,

se distribuyen aisladamente por los diferentes

puntos de Los Mellizos, sin que se reconozca

un claro patrón de distribución.

Figura 3: Bloque con arte rupestre del

período Alfarero Temprano

Figura 2: Vista del sitio Los Mellizos

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Congresso Internacional da IFRAO 2009 – Piauí / BRASIL

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Un segundo conjunto hace referencia al

período Intermedio Tardío (900-1450 d.C.),

momento caracterizado por la presencia de la

Cultura Diaguita Chilena, primera sociedad

campesina en la zona definida por un patrón

de asentamiento sedentario centrado en el uso

de las terrazas fluviales aledañas a los

principales cursos hídricos del valle (Troncoso

1999). De este momento se reconocen 41

bloques grabados en el sitio, que se

caracterizan por una variedad de diseños

decorativos. Acá encontramos diseños no

figurativos como círculos y óvalos

yuxtapuestos dispuestos oblicuamente, líneas

meándricas y zigzag, grecas y escalerados.

También máscaras, definidas por el uso de

contornos cuadrangulares en los que ojos y/o

bocas se crean a partir del uso de escalerados,

con presencia de segmentación al interior del

rostro y la aplicación de principios simétricos

simples como la rotación y reflexión; Y

camélidos de cuatro patas, con angulaciones

de cuello sobre los 100º y figuras

antropomorfas simples elaboradas a partir de

la aplicación de líneas. En sus aspectos

técnicos, se observa una continuación de un

surco con trazo lineal discontinuo, pero

también otros con trazos continuos o

semicontinuos (Figura 4).

Espacialmente, se distribuyen por los mismos

espacios de los petroglifos del momento

anterior, pero amplían su presencia a partir de

la creación de una mayor cantidad de diseños

en las superficies de las rocas intervenidas. En

su distribución combinan dos principios;

primero, una organización lineal en un sentido

Este-Oeste definida por la presencia en este

eje de bloques con grabados; segundo, una

organización circular basada en espacios

vacíos que se encuentran delimitados por

rocas con representaciones rupestres.

Figura 4: Petroglifos del período Intermedio Tardío. A)

Diseños no figurativos, B) Máscara

Un tercer conjunto hace referencia al período

Tardío (ca. 1450 – 1450 d.C.), momento

caracterizado por la inclusión de las

poblaciones Diaguita al sistema estatal incaico.

De este momento se reconocen 54 bloques

grabados en Los Mellizos, que se caracterizan

tanto por la continuación en los tipos de

diseños presentes desde el momento anterior,

pero con patrones de simetría más complejos

(al igual como se observa en los patrones

decorativos de la alfarería (González 2004)),

ARTICULACIONES ESPACIALES, CUERPOS Y ROCAS: EXPLORANDO UNA ESTÉTICA DEL ARTE RUPESTRE

EN EL CENTRO NORTE DE CHILE

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Andrés TRONCOSO

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como por la inclusión de nuevos referentes

visuales adscritos al estado Inca, tales como

clepsidras, cuadrados ajedrezados, reticulados,

grecas incaicas, así como escenas de camélidos

domesticados que sólo se conocen en este

momento. Los atributos técnicos de estos

petroglifos se definen por la presencia de un

surco de trazo lineal continuo y también de

cuerpo relleno (Figura 5). Espacialmente,

mantienen el patrón lineal y circular

reconocido en el momento inmediatamente

anterior, pero ampliando la cantidad de

bloques intervenidos.

Figura 5: Petroglifos del período Tardío: a) Diseños No

Figurativos, b) Diseño no Figurativo con técnica areal

parcial (ajedrezado)

A ellos se suman 42 bloques con

representaciones que fueron asignadas

genéricamente a los períodos Intermedio

Tardío y Tardío, por cuanto los indicadores

no eran suficientemente claros para su

segregación. Estos diseños son por ejemplo,

camélidos aislados sin claras indicaciones de

angulaciones de cuellos, círculos simples y

grecas simples, entre otros, todos los que son

compartidos entre ambos momentos, siendo

diferenciables cuando están formando parte

de composiciones mayores, pues en ellos

podemos reconocer patrones de simetría

específicos, o bien la sintaxis de las escenas.

En otros 30 soportes se reconocieron diseños

que no fue posible asignar claramente a uno u

otro momento debido a su mal estado de

conservación, pero se esperaría que se

ajustasen a las tendencias de frecuencias

reconocidas para cada momento en estudio.

Junto con este registro rupestre, en el sitio se

condujeron excavaciones arqueológicas

orientadas a caracterizar los depósitos

estratigráficos ahí presentes. Específicamente,

se excavaron 30 m2, que permitieron

reconocer únicamente cultura material mueble

asociada a una ocupación asignable al período

Alfarero Temprano, sin que se identificasen

objetos de época posterior. Este hecho se ve

avalado por las cuatro dataciones por

termoluminiscencia efectuadas en el lugar que

confirmaron tal rango temporal (Tabla 1).

En particular, de las excavaciones se

recuperaron restos de alfarería, instrumental

lítico y fragmentos de huesos de animales, lo

que sugiere la realización en este espacio de

una serie de actividades cotidianas como

cocción de alimentos, preparación de

instrumentos líticos, trabajo sobre la madera y

explotación de fauna local. Este material se

distribuía por distintos espacios del sitio,

observándose dos áreas diferenciales de

ocupación con una diferencia cronológica

entre ellas. Ambas áreas sugieren actividades

de tipo cotidiano, en particular, la reconocida

en el sector Oeste del sitio, donde junto con el

tipo de materiales antes descrito, se reconoció

también un piso habitacional asociado a restos

de un fogón y agujeros de poste. Esto indica

la presencia de una estructura de tipo

habitacional no permanente, posiblemente

una tienda, dada su asociación con una gran

12/ Estética e Arte Rupestre / Aesthetics and Rock Art

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ARTICULACIONES ESPACIALES, CUERPOS Y ROCAS: EXPLORANDO UNA ESTÉTICA DEL ARTE RUPESTRE EN EL CENTRO NORTE

DE CHILE

Congresso Internacional da IFRAO 2009 – Piauí / BRASIL

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Tabla 1: Dataciones absolutas por termoluminiscencia

de cerámica del sitio Los Mellizos

roca que permitiría el sostenimiento de su

estructura, así como lo restringido de la

ocupación temporal en el lugar.

Interesante es que en esta totalidad excavada

no se recuperó ningún elemento material

asociado a los períodos Intermedio Tardío y

Tardío, lo que es coherente con las evidencias

materiales observadas en superficie a lo largo

del sitio. En este contexto, el único elemento

teóricamente adscribible a este tiempo

deberían ser los instrumentos líticos con los

que se elaboraron los petroglifos; sin

embargo, de momento no hay forma de

obtener una datación absoluta de estos

artefactos.

Estas características de los contextos

materiales presentes en el lugar, son las que

nos permiten intentar acceder a comprender

las experiencias estéticas que guiaron la

producción y recepción del arte rupestre,

sugiriendo que las prácticas y condiciones

materiales que definieron estas experiencias

no fueron homogéneas a lo largo de la historia

prehispánica local. Son estas modificaciones

las que exploramos a continuación.

Arte rupestre y Condiciones de

Apreciación Estéticas en Los Mellizos

Las diferencias en la configuración del registro

arqueológico reconocido para Los Mellizos

nos permiten sugerir que en ellas se

materializan condiciones de apreciación

estéticas diferentes que vienen definidas por

sistemas de producción/reproducción del arte

rupestre divergentes y que, en última instancia,

debieron constituir experiencias estéticas

diferentes para cada uno de los segmentos

temporales en estudio Si bien podemos

plantear unas condiciones diferentes para cada

uno de estos períodos, en una primera

instancia, proponemos que ellas pueden

separarse en dos grandes tipos.

Una primera configuración de la apreciación estética:

Habitando con Petroglifos

Proponemos que una primera articulación de

las condiciones de apreciación estética del arte

rupestre en Los Mellizos se remite al período

Alfarero Temprano, experiencia histórica

particular que se diferencia de lo que acaecerá

en los momentos posteriores de la prehistoria

local. En esta primera articulación, tales

condiciones de producción/recepción de las

representaciones rupestre se basa en la

ausencia de separación espacial de este ámbito

del resto de la vida cotidiana de estas

poblaciones. Se establece una coexistencia

fenomenológica y espacial entre la creación y

consumo de arte rupestre con una serie de

otras prácticas sociales cotidianas de las

comunidades Alfareras Tempranas.

En efecto, como lo demuestran las

excavaciones arqueológicas y dataciones

absolutas, en Los Mellizos se efectúan una

serie de prácticas asociadas al ámbito de lo

habitacional (fogones, establecimiento de

estructuras, preparación de artefactos líticos,

consumo de alimentos y manejo de vasijas

cerámicas) que comparten espacio y tiempo

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Andrés TRONCOSO

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con lo que es la producción y recepción del

arte rupestre. Las prácticas inscriptivas y la

corporización se establecen en un plano de

continuidad espacial con otras acciones

sociales, encadenando, por tanto, parte de los

sentidos y contextos que definen estas

experiencias estéticas con el conjunto de otros

haceres que acaecen en ese mismo instante en

el sitio, generando una totalidad que sin duda

es punto básico para comprender los posibles

significados de esta materialidad. Es así como

la totalidad de la cadena operativa que define

la creación de los petroglifos del sitio ocurriría

únicamente en este lugar.

En este sentido, si bien el tema de la

cronología del arte rupestre es un tema

conflictivo, se abre la posibilidad a que la

producción de arte rupestre no se realizará

directamente en relación con actividades

cotidianas, sino en los tiempos en que el sitio

no estuviese ocupado por estos campamentos

residenciales. Esta hipótesis alternativa, si bien

es coherente e interesante, no la tomamos

como nuestra por dos razones: i) existe una

tendencia en los sitios del Alfarero Temprano

a asociarse con bloques con grabados, lo que

da cuenta de un patrón donde la explicación

más económica es su asociación con prácticas

cotidianas y ii) en las excavaciones efectuados

en Los Mellizos, se encuentran instrumentos

aptos para la producción de arte rupestre

asociados con el resto del contexto

habitacional.

Esta articulación de la producción y recepción

del arte rupestre con las prácticas cotidianas y

espacios habitacionales de los grupos Alfarero

Temprano implica necesariamente que ellas

están articuladas a su vez con las estrategias de

movilidad que definen el ser social de estos

grupos. La existencia de una movilidad

residencial planteada para estas poblaciones

(Pavlovic 2004), que posiblemente articula

diferentes espacios a ambos lados de la

cordillera andina, implica que estas

experiencias estéticas se encuentran

mediatizadas por la temporalidad de los

movimientos de las comunidades. La

temporalidad del movimiento y la espacialidad

de los lugares de vivienda serían las

condiciones estructurales para definir las

condiciones de apreciación en el arte rupestre.

En una primera instancia, el patrón de

movilidad regional definido sugiere un uso

reiterado, pero no continuo de estos lugares,

por lo que la experiencia estética del arte

rupestre, en producción y recepción, se ajusta

necesariamente a los ritmos de esa actividad.

En segundo lugar, la conformación de

asentamientos en estos espacios implica un

segundo patrón de movilidad, a microescala y

que se relaciona con la distribución de los

grabados en el lugar, los que se ubican a lo

largo de los diferentes sectores ocupados en el

sitio durante este momento.

Estos dos hechos definen unas condiciones de

apreciación estética en la que se da una lógica

de movimiento regional / movimiento

microespacial / producción y recepción de

diseños / prácticas sociales cotidianas. En esta

articulación, tres elementos son centrales en

tanto mediadores: el cuerpo de los sujetos

sociales, espacio y tiempo. Es a través del

primero que se establece la apreciación

estética y sobre el que se funda toda la

movilidad al interior del sitio. Es en el

segundo donde se establece la materialidad a

producir/observar, pero es también en la

secuencia de espacios que une y articulan las

prácticas de movilidad que esta experiencia se

espacializa, así como los diseños que se

reconocen en cada uno de ellos. Y esta

espacialización de las prácticas inscriptivas y

de recepción se define en su asociación con la

temporalidad que rige los ritmos y lógicas de

estos movimientos. Esta articulación de la

movilidad con el arte rupestre se referencia

incluso en los mismos diseños del sitio, donde

se reconoce la presencia de un ofidio/felino

identificado como un diseño propio a la

iconografía Aguada del Noroeste Argentino

(Troncoso y Jackson 2010).

De esta manera, las prácticas inscriptivas en

Los Mellizos, así como las condiciones de

producción/recepción de este arte rupestre,

encadenan la apreciación estética en un

habitar fundado en la movilidad a través de la

cual se establecen relaciones entre diferentes

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espacios (lugares de habitación) y diferentes

conjuntos visuales (bloques de arte rupestre)

que están mediadas por los tiempos del

movimiento y sus ritmos. La articulación entre

diferentes sitios habitacionales y de arte

rupestre en la región, como son el caso de Los

Mellizos, Pichicavén 1 y Parcela Alejandro

Mánquez, establecen una espacialización y

temporalización en las prácticas de

producción y recepción de arte rupestre que

definen sus condiciones de apreciación

estéticas básicas (Figura 1). En última

instancia, este hecho es coherente con las

formas de construcción social del espacio por

parte de los grupos móviles, fundados en la

idea del punto (sitios de habitación) y la línea

(rutas), como ejes fundamentales de todo

paisaje (Ingold 1987, Criado 1991).

La conformación de esta realidad, sin

embargo, no se funda en una modificación

altamente significativa del entorno de los

espacios de ocupación, sino que más bien

remite a una alteración del entorno de una

baja intensidad dada la poca cantidad de

bloques de arte rupestre grabados. A través de

ello, las condiciones de apreciación estética se

basan en espacios poco construidos, donde

ella dialoga con el reconocimiento y

observación de otras rocas no grabadas, asi

como con el espacio local, con un claro

predominio del segundo por sobre el primero,

sin que, por tanto, se establezca una clara

separación no sólo entre ámbitos sociales,

sino también entre estas actividades socio-

culturales y la naturaleza.

Las condiciones de apreciación estética, por

tanto, no se establecen como un dominio

diferenciado y segregado de otras actividades

en la vida social, sino que por el contrario, se

insertan en una serie de ritmos y actividades

de otro tipo que le otorgan un contexto de

acción, repercutiendo ello en que los actos

sensibles de la apreciación del arte rupestre se

integran con otras prácticas conformando una

totalidad.

De hecho, la baja cantidad de bloques

grabados en este lugar, sumado al carácter

técnico de estas representaciones que se

definen por surcos sin una alta cantidad de

trabajo invertido, no construyen un espacio

sensorial notoriamente definido por estas

marcas en las rocas. Ello repercute en que no

se genera una saturación visual mayor al

momento de observar los paneles rupestres,

sino por el contrario, en la visualidad se

conjugan una observación con otras rocas y

otras prácticas, a la vez que no son los diseños

los que priman en la mirada hacia el soporte

rocoso.

Una segunda articulación de la experiencia estética:

Espacializando las Prácticas Rupestres

En oposición a lo que sucede durante el

período Alfarero Temprano, las comunidades

de los períodos Intermedio Tardío y Tardío

habrían materializado una experiencia estética

completamente diferente en Los Mellizos, la

que comienza con unas condiciones de

producción y recepción del arte rupestre

divergentes a las de tiempos anteriores. El

principio básico para la estructuración de estas

experiencias estéticas sería la espacialización

de la cadena operativa del arte rupestre, y en

particular, la disociación espacial entre lo que

son las prácticas de producción y recepción

del arte rupestre y las prácticas sociales

cotidianas de las comunidades Diaguitas.

Las prácticas de inscripción espacial en Los

Mellizos, y en general durante este tiempo,

descansan en la separación de los espacios

sociales, generando experiencias espaciales y

dinámicas de los cuerpos de los sujetos

sociales que implican una total separación de

las prácticas inscriptivas rupestres en relación

con las prácticas sociales del habitar cotidiano.

Mientras los sitios de vivienda de los grupos

Diaguita se ubican en las terrazas fluviales

próximas a cursos hídricos que posibiliten las

labores agrícolas, los bloques rupestres se

emplazan en puntos que son bisagra entre este

espacio cotidiano y los espacios que no son

utilizados reiterada e intensivamente por estas

poblaciones, tal como son los cerros y la

cordillera. Los petroglifos, por tanto, se

disponen en los límites de los espacios

cultivables, en faldas de cerro, conos de

ARTICULACIONES ESPACIALES, CUERPOS Y ROCAS: EXPLORANDO UNA ESTÉTICA DEL ARTE RUPESTRE

EN EL CENTRO NORTE DE CHILE

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Andrés TRONCOSO

676

deyección o, como en el caso de Los Mellizos,

al ingreso a la cordillera, distanciándose 2

kilómetros del asentamiento Diaguita más

cercano.

Las condiciones de apreciación estética, y por

ende, la cadena operativa de la producción de

arte rupestre en este momento, comienza por

la idea de la separación y el alejamiento de los

espacios de lo cotidiano para insertarse los

sujetos en lugares no habitados diariamente,

para finalmente, producir y/o consumir arte

rupestre sin que se realicen otras actividades

que implican la generación de cultura material

recuperable arqueológicamente. Este hecho

implica que la relación entre los sujetos, las

rocas y el espacio en Los Mellizos no se

encuentra mediatizada por otros elementos de

la cotidaneidad social, marcando una

diferencia con tiempos anteriores en que ella

estaba mediatizada por una serie de otros

objetos y prácticas relacionadas con el habitar

cotidiano. Sin esta separación espacial, que es

en el fondo una segregación de los ámbitos de

acción social, no es posible ningún tipo de

apreciación estética.

Pero a la vez que se establece esta separación,

las condiciones de apreciación son bastante

más intensas que las anteriores, por cuanto en

Los Mellizos se interviene un mayor número

de bloques que en tiempos anteriores, se

establecen una mayor cantidad de diseños y se

organiza un espacio fundado en dos premisas

básicas: la linealidad del movimiento al

interior del sitio, como antes, pero también la

creación de espacios circulares enmarcados

por arte rupestre, las que generan pequeñas

estaciones al interior del lugar donde se

produce la acción de grabar y observar los

petroglifos .

Esta estructura espacial implica que junto al

movimiento regional de separación de los

espacios cotidianos se necesita un movimiento

microespacial en un eje Este-Oeste, o

viceversa, en el que se establecen paradas en

entornos construidos circularmente por medio

de los bloques con grabados. En ese

movimiento y pausas es que nuevamente las

condiciones para la apreciación estética

articula a los petroglifos con rocas no

grabadas, espacios vacíos y el entorno local,

pero esta apreciación es diferente a tiempos

anteriores, tanto porque el espacio construido

es más amplio y más estructurado,

enmarcando de mayor manera la experiencia

en el espacio, como porque no se establece

una asociación visual con otras prácticas

sociales de tipo cotidiano.

La mayor intensidad en las condiciones de

apreciación estética en este momento no sólo

se refrenda por la mayor cantidad de bloques

intervenidos, sino también porque los

grabados se manufacturan con una técnica

que permite su mayor visibilidad (lineal

continua), y son de un tamaño mayor a los del

momento previo. El uso de rocas más altas, y

también la mayor intervención sobre los

soportes, vuelve a esta actividad una práctica

performativa más amplia que en tiempos

anteriores, conjugándose una mayor presencia

y significación del cuerpo de los sujetos como

recurso de percepción estética.

De la misma manera, las condiciones que

fundan esta experiencia incorporan ahora

nuevos elementos visuales que establecen

posiblemente nuevos discursos que deberían

reposicionar esta experiencia. Tales elementos

visuales son las representaciones de humanos

y máscaras que se remiten a este tiempo.

Mientras previamente esta experiencia

descansaba en la visualidad de los elementos

no figurativos, ahora se une a estos elementos

e incorpora nuevos referentes visuales que

amplían los tipos de discursos presentes en el

lugar, pues remiten a aspectos no

referenciados en los petroglifos previamente,

tal como son las máscaras, por ejemplo. En

particular, la creación de máscaras se vuelve

un elemento de interés, por cuanto en su

configuración visual recuerdan la imagen del

personaje antropomorfo/zoomorfo de las

vasijas, sujeto que ha sido interpretado como

un personaje de importante poder político al

interior de estas comunidades, pero también

de importante significación simbólica

(Troncoso 2005, 2010). Su presencia en Los

Mellizos, y por ende, en estos espacios fuera

de lo cotidiano, no haría más que establecer

12/ Estética e Arte Rupestre / Aesthetics and Rock Art

Page 11: Articulaciones Espaciales, Cuerpos y Rocas: Estetica y Arte rupestre

Congresso Internacional da IFRAO 2009 – Piauí / BRASIL

677

lazos ente los discursos visuales reconocidos

en los hogares y en estas áreas marginales. Las

condiciones de apreciación estética, por tanto,

establecerían algún tipo de relación entre los

contextos habitacionales y domésticos por

medio de la presencia de un referente visual

similar y los imaginarios sociales con los que

se asocia.

Un aspecto interesante, es que si bien ella

implica una espacialización de la vida social,

ella no va de la mano con una ampliación de

los espacios de movimiento de las

poblaciones. En efecto, mientras el modo de

vida móvil de los grupos Alfareros

Tempranos los llevaba a unir diferentes

espacios del valle, e inclusive de la cordillera,

las comunidades Diaguita reposan sobre un

movimiento menor, que es producto de su

sedentarismo, movimiento que en el fondo

articula los espacios habitacionales con estos

espacios de producción rupestre. Esta

disminución de la espacialidad Diaguita se

refrenda en los mismos diseños rupestres,

donde no se reconoce iconografía proveniente

de regiones foráneas como, por ejemplo, el

Centro Oeste Argentino.

Esta conformación de la experiencia estética

del arte rupestre en Los Mellizos recuerda de

buena manera las propuestas sobre la

conformación del espacio en las comunidades

campesinas, ancladas en una clara noción de

territorio y donde se define de manera

explícita los márgenes de la vida cotidiana a

través de una serie de marcadores que se

transforman en elementos simbólicos de alto

valor ritual (Hernando 2002, Criado 1991,

Bradley 1993). Es en esta línea, que Los

Mellizos como espacio y realidad

fenomenológica debe ser pensada.

De esta manera, estas condiciones de

apreciación estética están segregadas de una

serie de otras actividades sociales de tipo

cotidiano, por lo que los mismos actos

sensibles relacionados con la producción y

consumo del arte rupestre comienzan con esta

separación de los sujetos de sus espacios

cotidianos, ampliando por ello la lógica

espacial de estas condiciones de apreciación

estética. Esta segregación, por tanto, separa

los efectos sensoriales del arte rupestre de las

experiencias fenomenológicas acaecidas en

otros dominios de la vida social,

construyéndola como un ámbito sensorial

particular donde se mezcla su inserción en

estos espacios alejados con la visualidad de los

grabados.

La mayor cantidad de rocas modificadas,

sumado a la creación de paneles rupestres con

una mayor sobrecarga de diseños transforman

también la visualidad del lugar, y por ende, las

estrategias de percepción óptica. Por un lado,

la ausencia de actividades cotidianas le entrega

una mayor sensorialidad a las prácticas de

recepción y producción de arte rupestre, pues

no están intervenidas por otros elementos.

Esta mayor sensorialidad se ve también en la

mayor construcción material del espacio y en

el mayor trabajo invertido en los surcos de los

grabados lo que le entrega una mayor

visibilidad.

Por otro, los paneles rupestres se organizan

internamente de manera más compleja, tanto

por el uso de principios de simetría, como por

la mayor cantidad de diseños que se crean, por

lo que las condiciones de observación se

complejizan, implicando una conformación

sensorial diferente a la de tiempos anteriores,

donde la imagen adquiere un valor más

preponderante, tanto en términos de

frecuencia, como en términos de inversión de

tiempo para su observación y decodificación.

Los lineamientos reconocidos para la

estructuración de la experiencia estética

durante el Período Intermedio Tardío son

válidos también para el período Tardío, o

momento de incorporación al estado Inca de

las comunidades Diaguita. Esta continuidad

entre uno y otro momento es coherente con

las continuidades que se observan en los

restantes ámbitos de la vida material y social

de estas poblaciones. Sin embargo, y como

sucede en los ámbitos antes mencionados, se

establecen algunas diferenciaciones producto

de este proceso de anexión estatal.

ARTICULACIONES ESPACIALES, CUERPOS Y ROCAS: EXPLORANDO UNA ESTÉTICA DEL ARTE RUPESTRE

EN EL CENTRO NORTE DE CHILE

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Andrés TRONCOSO

678

Por un lado, nos enfrentamos a que las

condiciones de apreciación se ven enfrentadas

a la incorporación de nuevos elementos

visuales en el arte rupestre, diseños que

establecen relaciones semánticas con el

Estado Inca debido a su directa asociación

con éste. Ejemplo de ello son diseños como la

clepsidra, los ajedrezados y el camélido

esquemático rígido (Sepúlveda 2004), los que

introducen nuevos significados y elementos

para la articulación de ésta, las que ya no

descansan únicamente en la materialidad de

una visualidad que apela hacia lo local, sino

también se integra dentro de otros discursos

de mayor amplitud espacial, como lo

evidencian tanto estos diseños, como la

presencia de representaciones antropomorfas

similares a las reconocidas en el Norte de

Chile y Noroeste Argentino.

Por otro, nos enfrentamos a una mayor

intensidad en la producción de las

visualidades, reconocida no sólo por el

aumento en los bloques grabados en este

momento, sino también por la sumatoria que

se establece con los soportes grabados en

momentos previos, potenciándose la

ordenación circular y lineal definida en

tiempos anteriores. Esta intensificación se

observa también en la dramatización que se

establece en el ingreso al sitio, emplazando

sobre una gran roca una figura humana con

un hacha en la mano que es visible desde

fuera del sitio, y ubicándose en el punto en el

que es más fácil vadear el río para entrar a Los

Mellizos. Con ello, se establece un nuevo

parangón para la apreciación estética al

expandirla visualmente hasta afuera del sitio y

dramatizar la incorporación a este espacio por

medio de la presencia de un personaje

asociado a un elemento de amplio capital

simbólico en estos contextos: las hachas.

Esta reconfiguración espacial y visual del sitio

durante el período Tardío implica una

intensificación en las condiciones que orientan

la apreciación estética de los petroglifos. A

través de ella se mantiene la separación en lo

sensible entre la producción y recepción de

arte rupestre de un conjunto de otras

actividades sociales. Esta intensificación se

expresa de forma clara en tres aspectos. Uno,

la ampliación de la visualidad del sitio, dada

tanto por la mayor cantidad de rocas

intervenidas, como por los atributos técnicos

de los surcos, donde los surcos son más

profundos creando una mayor visibilidad de

los diseños.

Dos, este aumento en la visibilidad y en la

recepción visual de los diseños se refrenda

también en el uso de la técnica de cuerpo

relleno que genera representaciones

fácilmente observables y que revierten en una

mayor apreciación de este tipo de diseños por

sobre otros, conformando paneles rupestres

más complejos tanto por el número de

petroglifos creados, como por las diferencias

en la jerarquía visual de ellos.

Tres, la ampliación sensorial de la visualidad

del sitio hacia espacios ubicados al exterior de

la terraza donde se ubica Los Mellizos, tal

como lo demuestra el personaje con hacha

que es reconocible desde la vereda norte del

río, previo ingreso al sitio.

A través de ello, las condiciones de

apreciación estética se intensifican, con una

clara apelación al sentido visual de los sujetos

que recorren tal espacio, creando un espacio

construido más amplio y más fuerte en

términos perceptivos. Estas condiciones de

apreciación conjugan, por ende, la

tradicionalidad de un espacio que se ha

ocupado reiteradamente dentro de la dinámica

de las poblaciones locales, como la

incorporación de nuevos discursos visuales

que jerarquizan diseños, integran imágenes

foráneas a la región y requieren sujetos que

perciben este lugar y sus imágenes a partir de

la segregación desde sus áreas de

cotidaneidad.

Con respecto a este último punto, el

reconocimiento en este momento de un

sistema de traslado de pescados y moluscos

secos hacia la vertiente oriental de Los Andes

(Troncoso et al. 2004) puede bien llevar a

pensar que la producción y recepción de arte

rupestre en Los Mellizos ahora se articulase

12/ Estética e Arte Rupestre / Aesthetics and Rock Art

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Congresso Internacional da IFRAO 2009 – Piauí / BRASIL

679

también dentro de estos circuitos de

movilidad regional que articulan distintos

espacios del Estado Inca.

Conclusiones: La variabilidad de las

expresiones estéticas en Los Mellizos

A través de las páginas precedentes hemos

intentado desarrollar una primera

aproximación a caracterizar las condiciones

que definen la apreciación estética de los

petroglifos en el sitio de Los Mellizos; para

ello hemos recurrido a evaluar las condiciones

que definen la producción y recepción del arte

rupestre a partir de los contextos materiales y

espaciales asociados con los petroglifos del

lugar.

Es así como hemos reconocido una

modificación significativa en cómo las

condiciones materiales y las prácticas sociales

enmarcan estas experiencias estéticas,

definiendo un primer momento asociado al

período Alfarero Temprano con una

incorporación de estas experiencias dentro de

una serie de otras prácticas sociales que están

mediadas por el desplazamiento espacial y la

temporalidad que impone un modo de vida

móvil.

En contraposición, posteriormente

identificamos un segundo momento asociado

a los períodos Intermedio Tardío y Tardío en

el que estas experiencias se espacializan desde

las prácticas cotidianas, fundándose en una

separación entre los ámbitos de lo cotidiano y

de la producción/recepción del arte rupestre.

Esta separación viene dada por la

conformación de un modo de vida campesino

centrado en el sedentarismo. Este último

punto no es menor, pues no sólo implica una

separación del ámbito ritual de lo doméstico,

sino también la materialización de espacios de

reproducción social diferenciados entre sí.

Significativo en todo ello es cómo con el paso

del tiempo, no sólo se produce un cambio en

las condiciones de apreciación estética, sino

también una intensificación en la

materialización del espacio construido que

enmarca estas experiencias, insertando a los

sujetos en un lugar donde la cultura material

aumenta los dispositivos que apelan a lo

sensible de los humanos, en particular, los

movimientos de los sujetos y la visualidad. En

esta dinámica, se pasa de un arte rupestre que

comparte espacio con los aspectos sensibles

asociado a otras prácticas cotidianas, a otro

donde estas experiencias sensibles no

comparten espacio fenomenológico con

elementos asociadas a la vida diaria.

Esta mayor construcción de un entorno

modificado que define las condiciones de

apreciación estética implica que las

transformaciones que reconocen entre los

diferentes momentos del tiempo en la región

no sólo son de tipo social y económico, sino

que ellas también varían en lo que Gosden

(2001), define como la educación de los

sentidos, repercutiendo en fenomenologías

diferentes que apelan de manera distinta a lo

sensible, y el arte rupestre es un ejemplo de

ello.

Esta apelación diferencial a lo sensible

reconocida en el caso de estudio, implica

también una articulación con lo natural donde

hay continuidades y transformaciones.

Continuidades en cuanto es un mismo punto

espacial donde se materializa la acción social

del arte rupestre, pero con dinámicas

diferentes; transformaciones, en cuanto las

condiciones de apreciación estética en el

tiempo van descansado cada vez más en un

espacio construido materialmente, como por

el hecho que estos lugares adquieren

posiblemente significaciones diferentes a

partir de su inserción dentro de las prácticas y

dinámicas regionales de estas comunidades.

De hecho, en este proceso de complejización

de las condiciones de apreciación estética, un

rol importante lo juegan las rocas de gran

tamaño, las que son utilizadas en los tiempos

más tardíos para realizar grabados que tengan

un mayor impacto visual, ya sea a partir de

poder incluir un número mayor de diseños,

como que ellos tengan una mayor visibilidad.

ARTICULACIONES ESPACIALES, CUERPOS Y ROCAS: EXPLORANDO UNA ESTÉTICA DEL ARTE RUPESTRE

EN EL CENTRO NORTE DE CHILE

Page 14: Articulaciones Espaciales, Cuerpos y Rocas: Estetica y Arte rupestre

Andrés TRONCOSO

680

Sin embargo, esta dinámica de las condiciones

de apreciación estética pensamos que dan

cuenta en tiempos Intermedio Tardío y Tardío

de los principios que han sido propuestos para

definir una estética andina (Cereceda 1988).

En efecto, esta autora ha planteado como un

fundamento central de la estética en Los

Andes es la noción de mediación entre

opuestos la que se expresa espacialmente

tanto en los mitos, como en los tejidos, cuyo

objetivo final es el intentar mantener el

equilibrio y orden del mundo (Cereceda 1988),

conceptos que en última instancia remiten a

una noción de belleza andina que para

Cereceda (1988), articula directamente con el

ideal estético andino. Pensamos que esta

mediación es la que se materializa en Los

Mellizos, pues a partir de la espacialización de

los ámbitos sociales, la producción y consumo

de arte rupestre se establece en estos lugares

alejados de lo cotidiano, en puntos bisagras

con espacios no usados diariamente. En Los

Mellizos, como vimos, tal bisagra es entre el

valle, el espacio ocupado cotidianamente, y la

cordillera, un espacio no habitado por las

comunidades Diaguita.

A partir de su ubicación espacial, y la

construcción material de este espacio, Los

Mellizos durante estos momentos materializa

esta estética andina fundada en la noción de

mediación entre dos espacios, creando un

lugar donde este quiebre es mediado por el

hacer y observar petroglifos, organizando un

centro en el que se establece el equilibrio entre

estos dos espacios diferentes, equilibrio que

para el mundo andino es el ideal de la noción

de belleza, o como bien dice la autora:

“La mediación es, pues, una entidad

independiente que relaciona partes divididas o

en discordia, sin que ellas pierdan su

identidad; así, cuando los jugadores utilizan el

dado para entrar en contacto con el alma del

difunto, el plano de la vida y el plano de la

muerte se tocan, pero continúan siendo dos

realidades distintas. Tal como lo hemos visto,

la mediación es algo más que un punto o

instante de contacto: es capaz de recubrirse

con un sentido propio y de desplegarse de una

manera compleja, sea en un proceso, como

ocurre, por ejemplo, en una batalla ritual, sea

en una estructura, como sucede en las k’isa;

diríamos que se mueve entre dos instancias:

los trabajos para establecer el contacto y los

mecanismos para impedir que sea excesivo,

función que cumplirían los ritos” (Cereceda

2001: 349)

Es a la luz de este aspecto que podemos

pensar no sólo cada acto de producción de

arte rupestre en Los Mellizos como guiado

por esta noción de estética andina, sino

también como parte de un proceso de

mediación que intenta unir la división entre

estos dos espacios, sin que ellos pierdan su

particularidad. Es por ello, que según esta

estética andina, la separación de los sujetos

sociales desde sus espacios cotidianos es un

punto central para la conformación de las

condiciones que definen esta estética, pues el

desplazarse y recorrer estos espacios se

transforma en el medio privilegiado para

hablar o provocar este contacto entre lo

separado. Pero en este distanciamiento

espacial, ingresando no sólo a la cordillera,

sino también a los espacios no ocupados

cotidianamente, que podemos definir como

espacios salvajes, es donde radica también la

belleza de esta estética andina, pues “si la

mediación parece otorgar a la belleza la

ambigüedad que le es propia, la belleza, en

cambio, parece conferir a la mediación un

carácter inestable y peligroso” (Cereceda 2001:

354).

Es sobre esta noción de mediación que ahora

los diseños de arte rupestre pasan a

materializar esta idea, conformándose cada

acto productivo como un acto que materializa

esta estética, desplazando en cierta medida la

propiedad de la imagen en pos de privilegiar la

noción de espacio como bisagra y fundamento

de esta estética andina. En contraposición, la

conformación espacial de los petroglifos del

período Alfarero Temprano no respondería a

los fundamentos de esta estética andina, lo

que es coherente con la comprensión de estas

poblaciones más bien a la luz de un horizonte

ideológico amazónico que Andino.

12/ Estética e Arte Rupestre / Aesthetics and Rock Art

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Congresso Internacional da IFRAO 2009 – Piauí / BRASIL

681

Finalmente, sobre estas realidades materiales

se establecen las realidades estéticas que se

materializan en cada uno de los diseños

rupestres del sitio. Sin entrar en mayor

profundidad en el tema, no podemos dejar de

mencionar que los cambios en las técnicas de

producción de los grabados repercuten

directamente en las formas de percepción de

éstos. Es así, como el predominio de la

técnica lineal discontinua en los diseños del

Período Alfarero Temprano implica que la

producción y observación de estas

representaciones unen en su manufactura y

recepción los sectores golpeados de la roca y

los intersticios que quedan entre cada golpe al

interior del diseño.

En contraposición, el predominio de la

técnica lineal continua para el período

Intermedio Tardío implica una segregación

visual y productiva de estos diseños,

eliminando cualquier intersticio sin golpear

que quedase en el surco de la representación,

constituyéndolo como una entidad que se

define visualmente sólo por los golpes. En el

período Tardío esta última situación se

amplifica aún más, pues el uso de la técnica

áreal implica el borrado total de la superficie

de la roca asociada con el diseño, pues no sólo

el surco es continuo, sino que el área

enmarcada por estos surcos también se golpea

rotundamente.

Estas tres técnicas, por tanto, van de la mano

con maneras de concebir la representación

visual y la percepción de los diseños

totalmente diferentes. Lo interesante es que

ellas guardan un paralelo con lo que

observamos en la construcción material y

espacial del sitio. En resumen nos

encontramos a una secuencia con:

- Un período Alfarero Temprano con un sitio

poco estructurado espacialmente donde las

rocas grabadas no destacan en términos de

frecuencia dentro de los soportes rocosos del

lugar, y con un surco en que no se picotea

todo el contorno, compartiendo espacio con

la superficie de la roca.

- Un período Intermedio Tardío con un sitio

más estructurado y una mayor presencia de

bloques modificados que arquitecturizan de

mayor forma un espacio construido, asociado

a un surco donde no se dejan intersticios entre

los diferentes golpes que conforman el surco.

- Y finalmente, un período Tardío con un sitio

altamente estructurado y construido

materialmente, donde los distintos golpes

generan un continuo sin que queden

intersticios, e inclusive se rellenan los espacios

interiores de los diseños.

Cada una de estas condiciones de apreciación,

en última instancia, deviene en estéticas

concretas (Heyd 2005), para cada una de las

comunidades en estudio. Finalmente, a través

de ésto se establecen y reproducen diferencias

y continuidades que articulan al menos para

las comunidades de los períodos Intermedio

Tardío y Tardío con una estética andina en el

que el hacer y el ir hacia los petroglifos actúa

como un elemento de mediación para

mantener el equilibrio del mundo. La

apreciación de los petroglifos, en ese

contexto, pasa a ser un recurso simbólico

esencial para la reproducción social de las

comunidades y del mundo

Agradecimientos

A todos quienes han participado en las

campañas de terreno en Los Mellizos y que

han alentado todo este trabajo. A Thomas

Heyd y una evaluadora anónima, quienes con

sus comentarios ayudaron a profundizar de

manera significativa un primer manuscrito. Al

Consejo Nacional de Investigaciones

Científicas y Tecnológicas de Chile que

financió este trabajo a partir del proyecto

Fondecyt 1080360.

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