artemio de valle-arizpe
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Bibliografía de un diplomático y escritor mexicanoTRANSCRIPT
ARTEMIO DE
VALLE-ARIZPE
(1884-1961)
La vida literaria de Artemio de Valle-Arizpe fue larga: cuarenta y
un años de intensa labor, cortada apenas en la víspera de su
muerte. Aparte sus actividades de escritor, fue, a partir de 1919,
diplomático, y como tal sirvió en las legaciones de México en
España, Bélgica y Holanda. En la Península residió cinco años
y formó, entre otros conocidos intelectuales, en la Comisión de
Investigaciones y Estudios Históricos. Antes, en años tempranos -
1911- representó como diputado al Congreso de la Unión a un
distrito de Chiapas, que por cierto sólo conocía de nombre, y,
con tal investidura, asistió al derrumbe del régimen del sr.
general don Porfirio Díaz Mori.
Hijo de Saltillo y de un gobernador del Estado, hizo sus primeros
estudios en el antiguo Colegio de San Juan, donde enseñaban los
jesuitas a los chicos de la mejor posición social. Pasó a
continuación al Ateneo Fuente, fundado apenas dos décadas
antes y ya famoso por sus disciplinas. En la ciudad de México
hizo la carrera de abogado, que ejerció únicamente en un
brevísimo lapso, unos cuantos años más tarde. En 1912 -era
diputado- viajó a San Luis Potosí, donde conoció y trató al obispo
Ignacio Montes de Oca, árcade de Roma y académico de la
Lengua, y al alto poeta Manuel José Othón, tan dispares y tan
eminentes, así como a otros potosinos, uno de los cuales lo
recordaba, tiempo después, en un cuadernillo de anécdotas. No
lo llamaba, ni con mucho -no lo llamó nunca-, la política, casi
inevitable atracción del escritor en México. En cambio, inició con
entusiasmo, a partir de 1919 en Madrid, la vida diplomática, en
la cual sirvió por unos meses en nuestra legación en la Villa y
Corte. Ese mismo año publicó su primera novela, Ejemplo,
precedida en prosa y verso por un aluvión de padrinos de la
más alta marca: Luis González Obregón, Luis G. Urbina, Eduardo
Colín, Amado Nervo, Enrique González Martínez, Rafael López y
Enrique Fernández Ledesma. Aparte del valor intrínseco de la
obra, denunció Valle-Arizpe, de entrada, su gustosa inclinación
por una temática y un estilo de corte colonial que cultivaría
como un modo orgánico de su temperamento. A la muerte de
Luis González Obregón, fue designado Cronista de la ciudad de
México.
El 29 de agosto de 1924 la Academia Mexicana de la Lengua
lo nombra Correspondiente; el 2 de diciembre de 1931,
reemplazó a su querido amigo Victoriano Salado Álvarez, finado
en octubre del mismo año, como Miembro de Número.
La moda de lo colonial que ganó a prestigiosos escritores,
pasó pronto, como todas las modas; Valle-Arizpe siguió
escribiendo con su fruicioso modo colonial, sin importársele lo
que sólo aparentemente era semejante. Así se fueron los años,
uno tras otro y muchos tras muchos, y su producción crecía
más y más en su curso. Aquel gran trabajador no soltó la
pluma un tramo, el más corto, de tiempo.
Su estilo –su modalidad, su tonalidad, su concertación
arcaizante- es, prácticamente, único en México. Con precisa
justeza pudo escribir José Luis Martínez: …"Su larga
frecuentación de las cosas de la Colonia le ha llevado en sus
obras de ficción a inventar un estilo arcaizante, falso o
verdadero, y a recrear tipos y ambientes con la habilidad del
consumado erudito y la viveza del buen novelista, mezclando con
desenfado libertad e imaginación". El México de su evocación
tiene una savia que emana fragancia; el encanto de sus
invenciones y ensayos se viste de un aire de inimitables
perfumes.
De tan copiosa, su obra exige, a simple título bibliográfico,
muchos renglones: Ejemplo (novela), 1919; Vidas milagrosas,
1921; Doña Leonor de Cáceres y Acevedo y Cosas tenedes,
1922; La muy noble y leal ciudad de México, según relatos de
antaño y ogaño, 1924; Del tiempo pasado, 1932; Amores y
picardías, 1932; Virreyes y virreinas de la Nueva España, 1933;
Libro de estampas, 1934; Historias de vivos y muertos, 1936; El
Palacio Nacional de México, 1936; Tres nichos de un retablo,
1936; Por la vieja Calzada de Tlacopan, 1937; Lirios de
Flandes, 1938; Historia de la ciudad de México, según relatos
de sus cronistas, 1939; Cuentos del México antiguo, 1939;
Andanzas de Hernán Cortés y otros excesos, 1940; El Canillitas
(novela de burlas y donaires), 1941; Notas de platería, 1941;
Leyendas mexicanas, 1943; Cuadros de México, 1943; Jardinillo
seráfico, 1944; La movible inquietud, 1945; Amor que cayó en
castigo, 1945; En México y en otros siglos, 1948; La Lotería en
México, 1948; La Güera Rodríguez, 1949; Calle vieja y calle
nueva, 1949; Espejo del tiempo, 1951; Lejanías entre brumas,
1951; Sala de tapices, 1951; Fray Servando, 1951; Coro de
sombras, 1951; Inquisición y crímenes, 1952; Piedras viejas
bajo el sol, 1952; Juego de cartas, 1953; Personajes de historia
y leyenda, 1953; De la Nueva España, 1954; Papeles
amarillentos, 1954; Horizontes iluminados, 1954; Engañar con la
verdad (novela), 1955; Deleite para indiscretos, 1955; Cuando
había virreyes, 1956; Gregorio López, hijo de Felipe II, 1957; De
otra edad que es esta edad, 1957; Cosas que fueron así, 1957;
Historia, tradiciones y leyendas de las calles de México, 1959;
Santiago, 1959; Memorias (historia de una vocación), 1960.
BIBLIOGRAFÍA:
Mauricio Magdalena Semblanzas de Académicos. Ediciones del
Centenario de la Academia Mexicana. México, 1975, 313 pp.