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TEMA 64: LA ARQUITECTURA EN LOS SIGLOS XIX Y XX. EL MODERNISMO. En el siglo XIX se van a producir cambios fundamentales que afectan a la arquitectura y propician la transformación de la ciudad con la Revolución Industrial y sus efectos, con nuevas necesidades de espacios y a la creación de ámbitos habitacionales. A nivel formal la arquitectura sufrirá una gran reacción contra los estilos tradicionales, afirmada por el uso de nuevos materiales (hierro, cristal, acero, etc.). Finalmente se impone la simplicidad y sobriedad estilística. Como sucede en las artes plásticas los cambios estéticos en la arquitectura serán rápidos y drásticos creando una nueva visión del concepto urbano, totalmente desconocida hasta el momento. 1. LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX. 1.1. LA NUEVA CIUDAD. La llegada de la Revolución Industrial a las ciudades provocará una serie de efectos como son el crecimiento demográfico urbano y la instalación de espacios industriales. Asimismo, la especialidad funcional y el desarrollo de los transportes permitirán un crecimiento periférico a los cascos antiguos, desplazando a los nuevos ensanches, a la mano de obra y a la industria. Este nuevo urbanismo adoptará el plano reticular porque la ciudad es un espacio especulativo, y por que la creciente protesta obrera es más fácilmente manejable desde este plano regular, como afirmaba Cerdá en la elaboración del Ensanche de Barcelona o Haussmann en París. Ante estos problemas el socialismo utópico intentó dar una respuesta, por lo que trazó un nuevo urbanismo. Destacan Robert Owen que en un informe de 1817 traza sus ideas para la construcción de aldeas, comunidades de unas 1200 personas construidas alrededor de un gran rectángulo, que albergaría los edificios públicos y los laterales serían las viviendas. Este plan lo llevó a cabo en New Lanark (Escocia) y New Harmony (USA). El otro caso sería Charles Fourier que concibe la ciudad dividida en tres franjas proponiendo el modelo del falansterio que es un enorme edificio regular, en cuyo centro estarán las funciones públicas. Por otro lado las nuevas ideas higienistas y las necesidades de seguridad ante los movimientos obreros, provocará un movimiento generalizado de urbanizar las ciudades. Será la gran burguesía conservadora la encargada de hacerlo y los ejemplos más significativos son, entre otros las reformas de Paris encargadas al Barón Haussmann y realizadas junto a Jean Charles Adolphe Alphand, la de Bruselas por Jules Anspach, o la creación por Joseph Bazalguette del nuevo sistema de colectores a lo largo del Támesis en Londres En España, se crea por Real Decreto en 1860 el Plan Cerdá para el ensanche de Barcelona. Se trata de una solución muy original para rellenar el espacio entre la montaña del Tibidabo, los pueblos circundantes y la ciudad antigua mediante una red reticular recorrida por avenidas diagonales y meridianas. Además se crea una manzana octogonal, que permitirá áreas de servicios en sus chaflanes. Asimismo, en Madrid en 1882 se comienza la Ciudad Lineal de Arturo Soria: una ciudad de longitud indefinida y de 500 1

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TEMA 64: LA ARQUITECTURA EN LOS SIGLOS XIX Y XX. EL MODERNISMO.

En el siglo XIX se van a producir cambios fundamentales que afectan a la arquitectura y propician la transformación de la ciudad con la Revolución Industrial y sus efectos, con nuevas necesidades de espacios y a la creación de ámbitos habitacionales. A nivel formal la arquitectura sufrirá una gran reacción contra los estilos tradicionales, afirmada por el uso de nuevos materiales (hierro, cristal, acero, etc.). Finalmente se impone la simplicidad y sobriedad estilística. Como sucede en las artes plásticas los cambios estéticos en la arquitectura serán rápidos y drásticos creando una nueva visión del concepto urbano, totalmente desconocida hasta el momento.

1. LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX.

1.1. LA NUEVA CIUDAD.

La llegada de la Revolución Industrial a las ciudades provocará una serie de efectos como son el crecimiento demográfico urbano y la instalación de espacios industriales. Asimismo, la especialidad funcional y el desarrollo de los transportes permitirán un crecimiento periférico a los cascos antiguos, desplazando a los nuevos ensanches, a la mano de obra y a la industria. Este nuevo urbanismo adoptará el plano reticular porque la ciudad es un espacio especulativo, y por que la creciente protesta obrera es más fácilmente manejable desde este plano regular, como afirmaba Cerdá en la elaboración del Ensanche de Barcelona o Haussmann en París.

Ante estos problemas el socialismo utópico intentó dar una respuesta, por lo que trazó un nuevo urbanismo. Destacan Robert Owen que en un informe de 1817 traza sus ideas para la construcción de aldeas, comunidades de unas 1200 personas construidas alrededor de un gran rectángulo, que albergaría los edificios públicos y los laterales serían las viviendas. Este plan lo llevó a cabo en New Lanark (Escocia) y New Harmony (USA). El otro caso sería Charles Fourier que concibe la ciudad dividida en tres franjas proponiendo el modelo del falansterio que es un enorme edificio regular, en cuyo centro estarán las funciones públicas.

Por otro lado las nuevas ideas higienistas y las necesidades de seguridad ante los movimientos obreros, provocará un movimiento generalizado de urbanizar las ciudades. Será la gran burguesía conservadora la encargada de hacerlo y los ejemplos más significativos son, entre otros las reformas de Paris encargadas al Barón Haussmann y realizadas junto a Jean Charles Adolphe Alphand, la de Bruselas por Jules Anspach, o la creación por Joseph Bazalguette del nuevo sistema de colectores a lo largo del Támesis en Londres

En España, se crea por Real Decreto en 1860 el Plan Cerdá para el ensanche de Barcelona. Se trata de una solución muy original para rellenar el espacio entre la montaña del Tibidabo, los pueblos circundantes y la ciudad antigua mediante una red reticular recorrida por avenidas diagonales y meridianas. Además se crea una manzana octogonal, que permitirá áreas de servicios en sus chaflanes. Asimismo, en Madrid en 1882 se comienza la Ciudad Lineal de Arturo Soria: una ciudad de longitud indefinida y de 500 m. de anchura construida sobre una calle con tranvías de comunicación. Los espacios verdes y la armonía y ritmo de los edificios públicos pretendían conciliar la ciudad con el medio rural.

1.2. LA ARQUITECTURA HISTORICISTA.

La aparición del movimiento historicista va en relación con varios factores como son el Romanticismo y su gusto por el pasado y la construcción de nuevos espacios (estaciones de ferrocarril, palacios, bibliotecas) que por su valor simbólico deben ser realizados en un estilo, que le de patente cultural. El historicismo pretende la resurrección (revival) de estilos arquitectónicos alejados en el espacio y en el tiempo. Todo ello mezclado de una forma contradictoria con las nuevas construcciones en hierro y cristal.

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TEMA 64: LA ARQUITECTURA EN LOS SIGLOS XIX Y XX. EL MODERNISMO.

Al iniciarse el siglo predomina el Neoclásico pero con dos tendencias diferentes. En primer lugar, Francia adoptará el estilo romano, destacando obras como la Plaçe de la Concorde, la Plaçe Vendôme (Lepére y Gondoin) donde se colocó una columna helicoidal conmemorativa al estilo de la trajana, o la iglesia de la Madeleine (Vignon) se hace de acuerdo con la Maison Carré de Nimes. En segundo lugar, la coalición antibonapartista, y especialmente Gran Bretaña, adoptará el estilo griego. Así el Museo Británico imita al Erecteión o la National Galery, que destaca por su gran pórtico. Otras obras neoclásicas son en España el Museo del Prado (1819) de Juan de Villanueva que lo construye con extraordinaria claridad y racionalismo. En Alemania von Klenze levanta en Ratisbona para Luis I de Baviera el Walhalla (1830-42) como templo dórico igual al Partenón, la Gliptoteca o los Propíleos de Munich. La independencia de los Estados Unidos y la necesidad de construir nuevos edificios para las sedes de los órganos políticos, conducirá a la adopción del neoclasicismo como una forma de imponer el racionalismo a las nuevas instituciones. Importantísima será la contribución de Jefferson, tercer presidente, y cuya villa de Monticello (1809), proyectada por él mismo, tendrá una influencia decisiva.

Otra corriente historicista será el neorientalismo que surge a partir de la expedición egipcia de Napoleón que pondrá de moda en Occidente el gusto por lo oriental, en concreto lo egipcio, dando origen al estilo neoegipcio. Las pirámides se escogerán como modelos funerarios de forma que entre 1840 y 1860 se construyeron en Inglaterra y Estados Unidos muchos cementerios de este estilo, utilizando los propileos de entrada a la ciudad de los muertos. El carácter eterno de la justicia llevó a J. Havilland a construir el Palacio de Justicia de Nueva York a semejanza de los templos y mastabas egipcias. El estilo neoindio, producto de la conquista de aquel subcontinente, triunfa en Inglaterra, donde J. Nash construyó el Pabellón Real de Brighton (1818), utilizando columnas, vigas y barandillas de hierro colado, mezclándolo incluso con el gótico.

Pero entre todas las corrientes destaca sobre todo el neomedievalismo y, dentro de ella, el denominado neogótico, que hunde sus raices en las ideas del romanticismo, al que tan querida resultaba la Edad Media, y que dará lugar a grandes ejemplos de gran interés. Así ocurrió con A. W. N. Pugin, arquitecto de la catedral de Killarney y decorador gótico del Parlamento de Londres, edificio neogótico construido por Ch. Barry. Pugin publicó Contrastes (1836) donde pretendía demostrar la superioridad del edificio gótico frente a los modernos. Para él las invenciones del XIX son puramente mecánicas, por lo que si queremos resucitar la vieja espiritualidad hay que recurrir al más puro gótico. J. Ruskin publicó libros como Las Piedras de Venecia o Las siete lámparas de la arquitectura, en los que describe un mundo en el que ni el paisaje ni la vida humana sean degradados por las máquinas de la civilización industrial. El francés E. Viollet-le-Duc restaurará gran número de edificios góticos y publicará el Diccionario razonado de la arquitectura francesa desde el S. XI al XVI. Le interesa el pasado no para copiarlo sino para utilizar sus elementos más originales. Es más, el gótico satisface estos deseos porque permite mejor que ninguno utilizar los nuevos materiales, sobre todo el hierro.

1.3. LA ARQUITECTURA DE HIERRO Y CRISTAL.

La llegada de la segunda revolución industrial coincide con una gran expansión de la construcción como consecuencia del crecimiento productivo y demográfico. Las nuevas construcciones exigen nuevas tecnologías que utilizarán el hierro y el cristal. El hierro era más barato que la piedra, más elástico y soportaba mejor el fuego que la madera. Como se podía fundir a gran distancia de donde se utilizase, esto permitió la construcción de sistemas prefabricados, que posteriormente eran ensamblados. Las potencialidades del hierro y cristal fueron puestos a prueba en los grandes espacios que requerían gran iluminación: galerías comerciales, mercados, bibliotecas, invernaderos y las naves para el ferrocarril. Las filigranas de hierro con paneles de cristal permitían una gran transparencia. Así, pronto se construyen grandes bóvedas metálicas como Halle aux Blé (Brunet y Bellangé), de París (1813); Galerie d'Orleans; Providence Arcade (1828) en Rhode Island; o Passage Pommeraye en Nantes (1843). Aunque ya antes se habían

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construido puentes, como el del Severn de Pritchard y el de Coalbrockdale (1779) o los parisinos de las Artes de Cessart y Dilion en 1803 o el Austerlitz en 1806.

Entre los arquitectos más interesantes habría que señala a H. Labrouste que fue de los primeros en demostrar las posibilidades estéticas de la fundición, pues aunque utiliza el hierro para elementos estructurales no quita los aspectos decorativos; ejemplo es la Bibliotheque Nationale (1858), donde en su sala de lecturas, 16 ligeras columnas de fundición sostienen a nueve metros de altura bóvedas esféricas cuya abertura permite el paso de la luz. Por su parte, V. Baltard construyó Les Halles Centrales, inaugurando una serie de mercados en hierro. En cambio en el mundo anglosajón están más preocupados por los problemas de estructura que los estéticos. Así W. Fairbairn comenzó en 1845 una refinería de ocho plantas combinando las columnas de fundición como soportes con vigas de hierro forjado a la que dio formas de arcos rebajados.

Por último, señalar que se usan otros materiales como el cristal que va a permitir construir amplias superficies de techos y paredes transparentes y grandes lucernarios en numerosos edificios, como en 1829 la Galerie d'Orleans del Palais Royal de París obra de Percier y Fontaine, el invernadero del Jardín des Plantes de Rouhault en 1833, o el Jardín d'Hiver en los Campos Elíseos de Texier. Por su parte el cemento armado se empezó a utilizar desde la mitad del siglo, pero se limitó inicialmente a la realización de elementos de poca envergadura, como tuberías o paneles. Más adelante se construyeron pequeños puentes, que fueron lógicamente ampliándose.

Un aspecto fundamental a comentar es la existencia de las grandes Exposiciones Universales donde se muestran las conquistas de la industria naciente, del comercio y de las artes. El edificio destinado a albergar tal celebración debería expresar las conquistas de la industria moderna y poseer una gran amplitud y diafanidad. La primera fue la Gran Exposición del Trabajo y la Industria de todas las Naciones de 1851 y se celebró en Londres. Para albergarla J. Paxton construyó el Palacio de Cristal, utilizando el hierro, el vidrio y elementos prefabricados, siguiendo la idea de los invernaderos. La más famosa de todas fue la Exposición que conmemoró el primer centenario de la Revolución Francesa (1889). Compuesta de un conjunto de pabellones articulados, sus construcciones más espectaculares fueron la Galería de las Máquinas, de enormes dimensiones y que cuenta con la mayor luz hasta entonces en bóvedas, y la Tour Eiffel. El ingeniero A. G. Eiffel, que trazó la estructura metálica que sostiene a la Estatua de la Libertad y las esclusas del Canal de Panamá, levantó una torre de trescientos metros de altura, concebida sólo como una estructura de hierro.

1.4. LA ESCUELA DE CHICAGO.

El incendio de 1871 permitió la reconstrucción de Chicago cuando existían dos elementos de gran importancia posterior: el hormigón y la electricidad. Su uso será una de las características de la denominada Escuela de Chicago. Esta escuela va a tener importancia por dos razones: la creación del rascacielos como alternativa funcional y la importancia que tendrán los arquitectos frente a los ingenieros y técnicos del periodo anterior. La premisa artística básica será el racionalismo constructivo, primando la estructura sobre los elementos decorativos. Entre las figuras más destacadas se encuentra W. L. B. Jenney (1832-1907), considerado el iniciador de la escuela, cuya principal aportación consiste en sustituir los muros exteriores por columnas de hierro. También sobresalen D. Burham y J. W. Root, que formaron una asociación que construyó numerosos encargos (Monadnock Building, Reliance Bullding...). Pero el más imaginativo fue L. Soullivan (1856-3924), que se asoció con D. Adler, que construyeron el Auditoriam Building de Chicago, cuya torre no desentona con la rica decoración del interior. Los Almacenes Carson, sirven para desarrollar todas las características racionalistas, utilizando ya la típica ventana apaisada.

1.5. EL MODERNISMO.

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TEMA 64: LA ARQUITECTURA EN LOS SIGLOS XIX Y XX. EL MODERNISMO.

Bajo este término se agrupan denominaciones nacionales como Art nouveau, en Francia, Modern Style, en Inglaterra, Jugendstil, en Alemania, o Sezessionstil, en Austria, pero que tienen una serie de características comunes como es que buscan sus antecedentes en el medievalismo de ciertas naciones europeas. Asimismo, desean acortar la distancia entre las denominadas artes “mayores” y las “aplicadas” y buscan una funcionalidad decorativa. Por último, el fondo lo que desean es la creación de un lenguaje internacional o europeo. El modernismo no copia fielmente los estilos históricos sino que pretende imitar las formas de la naturaleza. Predominan los arabescos y curvas; la decoración orgánica prevalece: flores, árboles, olas marinas, libélulas, pavos reales, mariposas, garzas, cisnes, o cabellos femeninos. No obstante, en algunos se dan la línea recta y los planos perpendiculares. Sin embargo el problema teórico que se plantea es si existe o no una arquitectura o se trata simplemente de un movimiento decorativo. No obstante hay características estructurales que las pueden definir como escuela arquitectónica, como el deseo de que los elementos estructurales (columnas, vigas, etc.) queden a la vista y funcionen como parte del sistema decorativo, el modelado plástico y sinuoso de las superficies murales y de la organización planimétrica, que el edificio es concebido como un ser vivo que crece y el desarrollo racionalista de los espacios interiores. Se desarrollan dos escuelas principales: El modernismo ondulante en España, Bélgica y Francia y el modernismo geométrico de Gran Bretaña y Austria.

Con respecto a la primera de estas escuelas tendríamos que señalar la pujanza que va a tener Cataluña, que presentaba unas condiciones en las que había triunfado la revolución industrial y existía una poderosa clase burguesa. El estilo fue utilizado masivamente por la burguesía catalana, pero no impidió que se desarrollase también entre otros grupos sociales: comercios, casas de vecinos, casitas de pueblos... Asimismo, la Exposición Universal de Barcelona de 1888 conectaba a Cataluña con el resto de las ciudades europeas y americanas que habían promovido este tipo de manifestación. Destacan arquitectos como Domenech i Montaner con obras como el Restaurante de la Exposición, el Palau de la Música Catalana o el Hospital de Sant o Puig i Cadafalch, destacando su Casa Amatller, Casa Serra o Casa Martí “Els Quatre Gats”.

Pero sobre todo sobresale la figura de Antoni Gaudí, influenciado al principio por las corrientes historicistas como el mudéjar (Casa Vicens, El Capricho de Comillas, Pabellones de la finca Güell, Palacio Episcopal de Astorga, la Casa de los Botines de León, etc.) Poco a poco va adquiriendo un lenguaje modernista que se va a ir concretando en las obras que realiza para la familia Güell, como la Iglesia de la Colonia Güell (1898) que tiene una planta absolutamente original: estrellada pero de forma orgánica pues se acomoda a la estructura del terreno. Utiliza variados materiales: ladrillo, piedra basáltica, hierro, cerámica, vidrieras... Pero sobre todo, las soluciones constructivas con columnas que parecen surgidas de la naturaleza. En el Parque Güell (1900-14) es un trabajo de imaginación aplicada al urbanismo pues en principio el proyecto era una ciudad jardín. Trazó caminos sinuosos para unas parcelas en las que nunca se construyeron casas. Para respetar la topografía hizo un viaducto con materiales del lugar que, como árboles, se integran armónicamente con la naturaleza por el color, las líneas y la textura. Construyó los dos pabellones de la entrada, de planta y cubierta curva, recubiertos de fragmentos de cerámica (trecandis); lo mismo hizo con el banco corrido que rodea lo que sería la plaza y una especie de sala hipóstila con columnas de sabor dórico. En el Ensanche de Barcelona levanta dos edificios de carácter doméstico como son la Casa Batlló (1904) y la Casa Milá (La “Pedrera”), en la que predominan elementos expresionistas y escultóricos. Por último su obra inacabada es el Templo expiatorio de la Sagrada Familia, donde levantó la cripta, el ábside, la fachada del nacimiento y parte de las torres.

En Bélgica destacarán V. Horta que combina las teorías simbolistas y racionalistas francesas con las tendencias prerrafaelistas inglesas, sobresaliendo obras como la Casa Tassel o la Casa del Pueblo de Bruselas, donde combina varios materiales, hierro y cristal. En Francia el arquitecto y decorador más famoso fue H. Guimard, que construyó el Castel Béranger las estaciones del metro parisino: singulares armaduras de hierro y cristal, las farolas parecen surgir de altos tallos metálicos, como si fueran capullos de flores.

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En relación al modernismo geométrico hay que señalar en Gran Bretaña la obra de Mackintosh como la Escuela de Arte de Glasgow (1898) en cuya fachada junto al hierro y al cristal utiliza la piedra. En el interior utiliza pilares rectilíneos abstractos. En Austria destaca O. Wagner que como profesor de la Academia de Viena lleva a cabo un proceso de revisión de toda la arquitectura austriaca, interesándose por los nuevos materiales (hierro y cristal), por el urbanismo y las tipologías arquitectónicas. Transformó la Rarsplatz de Viena, con pasos elevados. En la Caja de Ahorros, la Iglesia de Steinhof y la Biblioteca Universitaria de Viena reviste los edificios con mármol o piedras. Por su parte, J. M. Olbrich (1867-1908) utiliza un estilo más poético, como el edificio de la Secesión de Viena, que culmina con una gran esfera metálica decorada con motivos vegetales.

2. LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XX.

El desarrollo de la segunda revolución industrial exigió un nuevo urbanismo cuyos elementos más importantes son, entre otros, la aparición de las ciudades jardín, cuyo origen hay que buscarlo en la obra de E. Howard, o los ensanches que pueden organizarse en retícula o en cuadrícula. Asimismo, a lo largo del siglo XX aparecerán nuevas teorías urbanistas que se podrían concretar en dos corrientes. La primera es la denominada urbanismo racionalista, cuyo principal representante es Le Corbusier, que lo prima el crecimiento vertical sobre el horizontal, siendo los edificios en altura autónomos unos de otros. La segunda es la que identifica como urbanismo orgánico, que frente a la frialdad funcional del racionalismo opone la diseminación y la unión con la naturaleza, cuyo ejemplo más significativo es la ciudad imaginaria, Broadacre City, de Ll. Wright. Algunos ejemplos de actuaciones urbanizadoras son el plan de reconstrucción de Londres, comenzado en 1941 por Aberbrombie y Forshaw, la creación de Brasilia en l956 encargada a O. Niemeyer y posteriormente a L. Costa, o de K. Tange el plan de Ordenación y Ampliación de Tokio.

2.1. LAS PRIMERAS CORRIENTES ARQUITECTÓNICAS.

A comienzos de siglo van a aparecer una serie de corrientes que intentan innovar en la creación arquitectónica. Entre ellas destacará el protorracionalismo, que abarcará desde 1910 hasta el final de la primera guerra mundial. Se diferencia del art nouveau, en que rechazó la morfología y produjo una reducción a la geometría. tiene en cuenta la problemática sociocultural, que se desarrolló en la tecnología y en la urbanística. destacarán en Francia arquitectos como T. Garnier con obras como la Ciudad industrial (1917) o sus trabajos en Lyon, como el Mercado y matadero, Hospital Grande Planche, Estadio Municipal y Barrio de los Estados Unidos, o A. Perret, que utilizará por primera vez la estructura de cemento armado en la casa de la calle Franklin de París (1903). En Alemania veremos que en 1907 se funda la Asociación Gremial Alemana de arquitectos, cuyo principal animador será H. Muthesius, propugnando la racionalización de los proyectos y su acomodación a la función que tenga el edifico. Destacarán P. con la Fábrica de Turbinas de la AEG, W. Gropius con el Faguswerk donde por primera vez se utilizó sólo cristal en la fachada, con apoyaturas de vigas metálicas.

Otra corriente de gran interés será el Futurismo donde sobresale la labor teórica y práctica de A. Sant'Elia que dibuja en Italia la Ciudad nueva o futurista, o en Alemania B. Taut que realizó el Pabellón de Cristal de la Exposición de Colonia de 1914. Por último, señalar como en Rusia tras la revolución se desea hacer un arte útil y al servicio del pueblo, como se puede ver en V. Tatlin, que en 1920 proyectó el Monumento a la III Internacional, mezcla de arquitectura y escultura, y quien utilizó un importante despliegue de medios tecnológicos. Asimismo, es de destacar como los arquitectos rusos se organizan en dos grandes grupos como son la ASNOWA (Asociación de nuevos arquitectos) y la OSA (Unión de arquitectos contemporáneos.

2.2. EL RACIONALISMO.

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TEMA 64: LA ARQUITECTURA EN LOS SIGLOS XIX Y XX. EL MODERNISMO.

Los años que mediaron entre las dos guerras europeas transcurrieron en un periodo de crisis que alentaron la estabilidad. Culturalmente supuso la recuperación de las tradiciones nacionales (el Regionalismo andaluz, por ejemplo). El racionalismo, llamado a veces también “Movimiento Moderno”, se caracteriza por la simplificación de formas, el retorno a los volúmenes elementales (cubo, cilindro...), el uso de estructuras vistas y la construcción de edificios sobre pilotes. Triunfó en el período de entreguerras, y sus precursores son los arquitectos de la Escuela de Chicago (Sullivan), así como los protorracionalistas europeos (Garniet, Pret, etc...).

Entre todos los movimientos y grupos racionalistas destaca la Bauhaus que tiene su origen en 1919 cuando W. Gropius fundó una escuela de diseño, arquitectura e industria (Bauhaus) en Weimar, que tuvo un destacado papel, y en la cual podemos distinguir varias fases. La primera llega hasta 1924 y en ella todos los profesores proclaman los sueños utópicos-expresionistas. Las únicas realizaciones importantes corresponden a W. Gropius (1883-1969) que hizo en 1922 el proyecto para el Chicago Tribune Tower. En este caso el rascacielos, que no llegó a construirse, toma el valor de la forma simbólica en el que dominan la estructura, las anchas ventanas tripartitas y las formas rectangulares. La segunda fase, entre 1925 y 1930, destaca por la construcción del Edificio de la Bauhaus en Dessau (1925). La disposición del edificio en forma de doble L o de esvástica truncada, los diferentes ejes creados, la articulación de los cuerpos y los volúmenes son como composiciones de Klee o de Kandinsky. La línea recta y la supresión de toda decoración junto con las superficies acristaladas marcan la verticalidad del edificio. Gropius terminó marchándose a Estados Unidos. Con M. Meyer (1889-1954) como director se dirigió la atención hacia la arquitectura de temática funcionalista y social, aunque Meyer consideraba que la realización de una arquitectura socialista en el seno de una sociedad capitalista era un vano intento. Construyó para el ayuntamiento de Viena. Finalmente, la tercera etapa con Mies van der Rohe (1886-1969), que siguió a Meyer en la dirección. Las primeras obras estuvieron marcadas por el expresionismo arquitectónico (Monumento a Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, Berlin, 1926; el Pabellón alemán para la Exposición Internacional de Barcelona, 1929; la Casa Tugendhat de Brno, 1930).

La otra gran corriente es el funcionalismo que está liderada por Le Corbusier que propuso el uso de volúmenes simples en arquitectura y definió la vivienda como “la máquina para vivir”. El funcionamiento de un edificio tenía que tener como principio generador la planta, y los volúmenes habían de mantener un equilibrio formal. Para ello ideó los llamados «cinco puntos de una nueva arquitectura» que representan una importante innovación conceptual para la época, aprovechando las nuevas tecnologías constructivas, derivadas especialmente del uso del hormigón armado:

Los «pilotes»: para que la vivienda no se hunda en el suelo, y —por el contrario— quede suspendida sobre él, de forma tal que el jardín «pase» por debajo.

La terraza-jardín: que permite mantener condiciones de aislación térmica sobre las nuevas losas de hormigón, y convierten el espacio sobre la vivienda en un ámbito aprovechable para el esparcimiento.

La planta libre: aprovechando las virtudes del hormigón, que hacen innecesarios los muros portantes. De esta forma, se mejora el aprovechamiento funcional y de superficies útiles, liberando a la planta de condicionantes estructurales.

La ventana longitudinal: por el mismo motivo del punto anterior, tambien los muros exteriores se liberan, y las ventanas pueden abarcar todo el ancho de la construcción, mejorando la relación con el exterior.

La fachada libre: complementario del punto interior, los pilares se retrasan respecto de la fachada, liberando a ésta de su función estructural.

Para poder aplicar esto trazó un canon: el modulor, como la esencialidad y la pureza de las formas simples. El Modulor, es un sistema de medidas en que cada magnitud se relaciona con la anterior por el Número Áureo, para que sirviese de medida de las partes de arquitectura. De esta forma retomaba el ideal antiguo de establecer una

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relación directa entre las proporciones de los edificios y las del hombre. Además, atendió al hombre como colectividad, desarrollando su obra en base a diversos principios (casa sobre pilares, techos-jardín, ventanas apaisadas para mayor iluminación, planta y fachada libres...) que han tenido una notable difusión.

Construyó casas como, por ejemplo, la casa Dom-Ino, la Casa-estudio para Ozenfant (París, 1925), y sobre todo la Ville Savoy en Poissy (1929). Asimismo, le interesó también la ciudad. En 1922 realizó el primer proyecto de ciudad ideal (Una ciudad moderna para tres millones de habitantes) en la que se articula la ciudad de acuerdo con la función del espacio: circular, residir, trabajar o pasear. El tipo de edificio es en altura: grandes rascacielos cruciformes en el centro, casas de seis pisos en la parte intermedia y los inmeubles-villes de la periferia. La trama será ortogonal que supondrá un esfuerzo de racionalización no sólo para el espacio sino también para los usuarios. Este modelo urbano lo aplicó en: Plan Voisin de París (1925), Plan Obús de Argel (1931), Plan Macía de Barcelona (1932) y otros. Además, otra gran aportación serán la creación de las Unité d'Habitation de Marsella, que se considera un edificio colectivo y autónomo. Tiene una capacidad para 1600 personas en 337 viviendas de las que se dan 23 variantes tipológicas. Dentro del edificio hay una calle comercial a 25 m. de altura que exteriormente se traduce en una serie de láminas de cemento. Como edificio autónomo tiene restaurante, sala de reuniones y en la azotea, gimnasio, solarium, guardería, teatro al aire libre y piscina. Las opiniones de Le Corbusier se extendieron por todo el mundo gracias a la creación en 1928 de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM), cuyas reuniones llegaron hasta 1956.

El racionalismo se extenderá a lo largo de Europa, destacando Italia donde aparece en 1926 el MIAR (Movimiento Italiano para la Arquitectura Racional) en el que destaca G. Terragni cuya obra maestra fue la Casa del Fascio de Como (1934), donde se pone de manifiesto la permisividad fascista con la arquitectura, o España donde se alcanzó una renovación trascendental. En 1930 un grupo de arquitectos españoles (García Mercadal, Esteban de la Mora, R. Aníbal Álvarez y V. Calvo en Madrid; Aizpurúa y Labayen en S. Sebastián; J. Lluís Sert, Torres Clavé, Subirana y otros en Barcelona) fundaron el GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) que se incorporó al racionalismo. En aquellos momentos las obras de E. Torroja están a la vanguardia por lo que respecta a la utilización del hormigón armado (Hipódromo de la Zarzuela de Madrid, 1935). De todos ellos el grupo catalán (GATCPAC -Grupo de Artistas y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea-) fue el más activo. Sus realizaciones más notables fueron: La Joyería Roca de Sert, el Dispensario Central Antituberculoso de Barcelona de Sert, Subirana y Torres Clavé; el Club Náutico de S. Sebastián de Aizpurúa y Labayen, etc.

2.3. EL ORGANICISMO.

La última gran corriente contemporánea es el organicismo es una reacción a cierto racionalismo, pero por otro es un punto de partida, sobre todo en las primeras etapas. La crisis económica de los años treinta, la propia II Guerra Mundial y otras crisis supusieron un duro golpe para las grandes creaciones tipo rascacielos por lo que fue apareciendo una arquitectura que partiendo del racionalismo lo combine con la naturaleza. Será un movimiento menos intelectual, basado también en el hombre pero como ser individual, y con un mayor carácter poético que el frío racionalismo. Este movimiento se extendió sobre todo por Estados Unidos, donde la figura más representativa es Frank Lloyd Wright (1869-1959) quien frente al rascacielos construye la casa de campo o la simple vivienda. Sus edificios tienen una planta libre y se despliegan hacia fuera sin prestar demasiada atención a su aspecto externo. Trata de integrar la arquitectura en su ambiente natural, y denota cierta influencia de la arquitectura japonesa. Los ejemplos más famosos son la Casa Robie de Chicago (1909), la Casa sobre la Cascada en Pittsburg (1935) o la Casa Willits en Illinois, siendo también autor del Museo Guggenheim de Nueva York (1959).

2.4. LA ARQUITECTURA DE LA POSTGUERRA.

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TEMA 64: LA ARQUITECTURA EN LOS SIGLOS XIX Y XX. EL MODERNISMO.

La destrucción de la II Guerra Mundial va a permitir la realización de grandes intervenciones en ciudades destruidas: Bakeman y Van der Broeck en Rotterdam. Por su parte, Le Corbusier y el finlandés A. Aalto trabajan en Europa, aunque suavizando su racionalismo. En Italia P. L. Nervi explota todos los recursos de las nuevas tecnologías y de los materiales para crear una obra monumental: el Palacete de los Deportes. En colaboración con G. Ponti construye el Edificio Pirelli de Milán: las estructuras son puestas al servicio de la funcionalidad. En España la destrucción de la G. Civil fue terrible. Por lo que había mucho que construir y poco para hacerlo. Además la producción de cemento y de hierro eran muy reducida. Por ello hubo que recurrir a la piedra y al ladrillo, materiales que estaban de acuerdo con los intereses ideológicos del momento. La influencia de la arquitectura escurialense se aprecia en edificios como el Ministerio del Aire de L. Gutiérrez Soto, así como en algunos edificios de la Ciudad Universitaria. La renovación vendrá a cargo de autores como Torroja, Saenz de Oiza (Torres Blancas), Oriol Bohigas o R. Bofill (que introduce el racionalismo) y del Grupo R.

Asimismo, destacaran nuevas zonas como Latinoamérica, fundamentalmente Brasil, con la construcción de Brasilia, de cuyo plano fue autor Niemeyer y L. Costa. En Brasilia destacan los alardes dinámicos de entronque entre elementos sustentantes y elementos sustentados. En los restante países no se da la fuerza de Brasil: En Argentina y Uruguay destaca A. Bonet (Restaurante de Punta Ballena) o los rascacielos proyectados por A. Williams; en México se da un neobarroco con F. Candelas; en Venezuela, C.R. Villanueva construye el Museo de Bellas Artes y La ciudad universitaria de Caracas. También señalar la pujanza de Japón con actuaciones como la de F. Ll. Wright construyó el Hotel Imperial (1918), las colaboraciones de Maekawa y Sakakura con Le Corbusier (Pabellón de Japón, Exposición de París, 1937), sin embargo en Occidente no se conoció demasiado bien la arquitectura japonesa.

2.5. LAS ÚLTIMAS CORRIENTES.

Señalar en primer lugar el Brutalimo, movimiento que surge en Gran Bretaña y que propugna que los materiales deben presentarse tal como eran tratados, como configuran la estructura del edificio. A veces se trataba de evidenciarlos, como en la Escuela Hunstanton o el Economist Bullding de A. y P. Smithson en Londres.

Otra corriente es el Movimiento Moderno que plantea una estética de lo superficial cuyo lenguaje adopta del racionalismo sólo los elementos formales. Las razones de este arte hay que buscarlas en la crisis ambiental de los años sesenta y el aburrimiento de los estilos anteriores. El resultado fue la construcción de numerosos bloques de viviendas, inhóspitas y frías, lo que dio lugar a la búsqueda de nuevos horizontes, surgiendo así dos corrientes donde aparece esta nueva estética:

La primera sería el Tardomoderno, donde se exageran los elementos del racionalismo y se realzan los valores tecnológicos. La decoración es la propia construcción y los edificios presentan cierto carácter escultórico, con gran fuerza en sus líneas externas. Utiliza masivamente elementos relacionados con la tecnología y la industria, como se observa en el Centro Pompidou de París (R. Roges y R. Piano) y lo mismo le ocurre al italiano A. Rossi. Por su parte, J. Stirling comenzó siendo un racionalista puro pero posteriormente llevará un gran radicalismo a sus construcciones (Escuela de Ingeniería de Leicester o el Edificio Olivetti, cerca de Londres). En 1959 K. Tange recibió el reconocimiento occidental y se convirtió en el arquitecto de los Juegos Olímpicos 1964 de Tokio. Sus obras son duras, artificiosas y audaces. Una de las últimas ha sido el Centro cultural Niquinan, en Tokio, uno de los edificios más violentos en el que el hormigón armado presenta la superficie exterior llena de laceraciones y texturas. También destacó, como vimos, por sus aplicaciones urbanísticas.

La otra de estas nuevas corrientes es el Posmoderno, que dos características: sigue vinculado al racionalismo y trata de comunicarse con las elites, pero también le interesa el público en general, recurriendo al revival, al historicismo, y a elementos del

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lugar, por lo cual utiliza un doble código. En sus intentos de ser comprendida por el gran público alcanza unos resultados sorprendentes, creando espacios ambiguos, que abandonan la cuadrícula racionalista y recurriendo a plantas en ángulos oblicuos, a colores fuertes para provocar efectos visuales, y a la ornamentación y el simbolismo. Entre los autores más característicos están M. Graves (Edificio The Pórtland, en Pórtland), R. Venturi (Museo del National Foottall de New Brunswick, la Gulld House, o la Johnson Gallery (Ohio). Dentro de esta corriente podríamos incluir al catalán R. Bofill que en su taller de arquitectura proyecta Apartamentos Plexus y Xanadús de Calpe (1967), los Apartamentos de El Castillo de Sitges. Cuando traslada su taller a París proyecta Les árcades du Lac (1981) o Les Halles, donde es muy fuerte el componente historicista. Obras suyas son la casa del viaducto (Saint-Quentín-en-Yvelines), el Donnelley Building de Chicago o el Teatro Nacional de Cataluña de Barcelona.

En los últimos años destaca también la labor de Rafael Moneo (con obras como el Edificio Bankinter de Madrid, el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, la terminal del Aeropuerto de San pablo de Sevilla, el Kursaal de San Sebastián o la Catedral de Los Ángeles); Norman Foster (Centro Sainsbury de Artes Visuales de Norwich, Centro Renault de Swindon, Aeropuerto Stansted de Londres, la Torre Century de Tokio y el Metro de Bilbao); Alvaro Siza (Servicio de Meteorología de Barcelona, Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela, recuperación del Chiado en Lisboa o el Pabellón de Portugal en la Exposición Universal de Lisboa de 1998); y la labor del arquitecto e ingeniero S. Calatrava, que suele inspirarse en las estructuras óseas de los seres vivos, y entre cuyas obras pueden citarse la estación de ferrocarril de Stadelhofen (Zurcí), el puente de Bach de Roda en Barcelona, el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia o el estadio olímpico de Atenas (2004).

4. CONCLUSIÓN.En definitiva, podemos concluir afirmando que en los dos últimos siglos la

arquitectura ha revolucionado profundamente sus presupuestos. La utilización de nuevos materiales (hierro, hormigón, vidrio…), el crecimiento urbano, la configuración de la sociedad de masas, etc…, han sido fenómenos que han condicionado esta manifestación artística. De las diversas tendencias existentes en el S. XIX (Historicismo, Arquitectura del Hierro, etc…), se pasó en la centuria siguiente a dos grandes corrientes principales (funcionalismo y organicismo) que intentaron dar respuesta al carácter urbano de la sociedad contemporánea. Y más recientemente, dichas tendencias han dado origen a otras menos diferenciadas (estilo “internacional”, tardomoderno, posmoderno, etc…).

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