Matríztica

ARTE Y CIENCIA DEL PENSAR Y EL CONVERSAR EN LA

CREATIVIDAD HUMANA SOCIAL E INTELECTUAL

Arte saber cómo: Si reflexionamos en torno a cómo hace su hacer una persona en el ámbito de la artesanía, de la música, de la pintura de retratos o paisajes, del baile, de la actuación, de la poesía, de la terapia, de la ciencia, de la medicina, de la empresa, de la ingeniería; en general de todo hacer el cual distinguimos se hace de forma “artística”, la pregunta que surge es: ¿qué distinguimos cuando distinguimos arte? Distinguimos arte en un mundo multidimensional cuando distinguimos una obra de cualquier naturaleza realizada por un hombre o mujer que evoca en nosotros placer, estética, conmoción, admiración, respeto. Distinguimos al artista cuando distinguimos un hacer que fluye en un hombre o mujer desde la inspiración de hacer lo que hace y que se funda en el placer de realizar su obra. Distinguimos talento cuando este hacer se manifiesta sin mayores conocimientos de la técnica y sólo fluye como un modo natural de hacer lo que se hace amando ese hacer, amando su circunstancia. ¿Y qué nos sucede a nosotros hombres, mujeres, niños, niñas y jóvenes cuando nos relacionamos con el arte? Nos sucede que al sentirnos como personas invitadas o convocadas por alguna obra de arte, el escuchar, el ver, el tocar y porque no, el oler y el gustar, nos cambian. Nuestros sentidos se transforman, y con ello cambia nuestra emoción. Pasamos entonces desde un estar que puede ser la “indiferencia”, “el aburrimiento” o “cegueras culturales”, a un estar con toda nuestra corporalidad en un espacio o lugar en el que la persona que se mueve como observador en el observar se encuentra allí, gozosa, maravillada, inquieta, reflexiva, conmovida. Desde lo anterior entonces el o la artista, fluyen espontáneamente en el hacer lo que hacen, tejiendo una trama relacional estética, paso a paso, como quien hace una filigrana. ¿Y cómo lo hacen? Sabiendo cómo; sabiendo cómo moverse con todos los elementos que reconoce necesarios para generar un momento estético lleno de inspiración que transforma el mundo por un momento con sus manos, con su cuerpo, con sus evocaciones, con las distinciones que hace desde su particular sensibilidad en su multidimensionalidad. La conciencia de saber cómo hacemos lo que hacemos, nos permite reconocernos a las personas como creadoras y generadoras de nuestro mundo en cualquier dominio de nuestra existencia, nos permite fluir espontáneamente desde la confianza de que lo que hagamos surgirá oportuno y estético, y que, por lo tanto, ese hacer pasará a formar parte de las coherencias de nuestro mundo natural, sin dudas. Si reflexionamos en torno al hacer de una persona como Leonardo da Vinci podemos verlo hoy como un creador de mundos que se realizaron en su presente y se proyectaron en el futuro. En un momento histórico en el que él no tenía todos los elementos tecnológicos con los que contamos hoy, sin embargo creo mundos, obras de arte inigualables que muchos siglos después son consideradas obras magistrales que se han mantenido en el tiempo y

siguen hoy siendo admiradas. ¿Qué conservó Leonardo Da Vinci en su hacer cuando hizo lo que hizo? Impecabilidad, seriedad, inspiración, talento, una mirada respetuosa a su entorno natural, responsabilidad… todos ellos elemntos posibles desde el fundamento de nuestra naturaleza humana, de nuestro modo de vivir humano en la biología del amar. Ciencia saber qué: El desear saber qué es lo vivo, qué es la muerte, qué es el cosmos, qué es lo humano, qué es el conocer, qué es el educar, qué son las emociones, entre otras infinitas preguntas, tiene que ver en quien pregunta con una actitud, con una pasión, conciente e inconsciente, desde donde surge “la pregunta que pregunta curiosa”. Cuando en el vivir cotidiano humano cultivamos el saber que surge de la comprensión sistémica de nuestro habitar, traemos con ello la ampliación de nuestra mirada reflexiva, libre, exploradora haciéndose cargo de la curiosidad de quien pregunta. Este saber que abre reflexiones y que esta dispuesto a indagar, a conmoverse, para volver a preguntar hasta que la respuesta con la que se encuentre le haga sentido en su propio escuchar, es un saber que podemos distinguir como la “ciencia del saber”. Todo lo que hacemos los seres humanos tiene un fundamento emocional, que se basa en los deseos o sentires de quien hace lo que hace. Lo fundamentos de la ciencia están en las emociones y en nuestros sentires íntimos. Más aún, al reflexionar sobre ello nos podemos dar cuenta que las emociones que fundan el quehacer de la ciencia son guiadas y moduladas desde la curiosidad por los deseos y sentires íntimos de quien hace ciencia en y desde la biología del amar. Es desde la biología del amar que se abre un espacio relacional en que uno o una mismos, el otro, la otra, lo otro surgen desde su legitimidad y lo podemos ver, respetar. Un fundamento relacional este que hace posible el preguntar, el explicar, dejando que la curiosidad se transforme en la pasión que lleva a la acción. Y no a cualquier acción…. A una acción liberadora, una acción ética que surge desde la misma biología del amar. “La ciencia no ciega si el científico no se deja atrapar por la ambición de poder por el deseo de riqueza o por la búsqueda de la fama que su práctica puede ofrecer. La ciencia no constituye a la sabiduría como modo de convivir pero no la niega como posibilidad al que la practica”. (HM) Bueno y es precisamente eso lo que hacemos cuando decimos desde el entendimiento de nuestros fundamentos biologicos-culturales que hacemos Arte y Ciencia del Pensar y Conversar. En tanto hemos comprendido lo que decimos cuando decimos que esto es arte y cuando decimos que esto que surge es ciencia podemos ahora preguntarnos ¿Hacemos arte y ciencia con el pensar y el conversaer desde nuestra condición natural y espontánea de ser seres vivios biológicamente amorosos? Si eso hacemos, ¿cómo hacemos lo que hacemos en el espacio relacional de nuestro vivir cotidiano? En el momento que uno se encuentra inmerso en el entendimiento de la nuestros fundamentos bioloógicos-culturales, fluimos en el entendimiento reflexivo de nuestro propio habitar. Y, desde la mirada que ve y escucha el habitar de uno o una mismos, del

otro o la otra, se nos revela nuestra existencia como modos de vivir humanos en el conversar que determinan las derivas estructurales que cada uno desea seguir. Haciendo posible también desde allí, el escuchar y la posibilidad de abrir conversaciones reflexivas que nos puedan liberar a nosotros o nosotras, cualquiera sea la comunidad humana u organización que habitemos, del mal-estar, del dolor o del sufrimiento en que nos encontramos. Dolor que podemos distinguir como una encrucijada emocional que surge cuando nuestro vivir y convivir se hace en y desde el mal-estar, deseando el bien-estar. Y ¿qué es la reflexión? La reflexión es un acto en la emoción, y el arte desde la reflexión pasa precisamente por abrir espacios reflexivos desde donde uno o una mismos, el otro o la otra se encuentren a sí mismos en el reflexionar, sin prejuicios, sin expectativas, sin temor a preguntar, y a preguntarse, ya que todas las preguntas son legítimas. “Sin miedo a entrar en un pozo séptico, y salir chorreando de inmundicia”. El artista no asusta a quienes contemplan su obra, sólo invita, convoca, seduce... Desde el arte de las conversaciones reflexivas con sus consecuencias liberadoras, sólo invitamos al otro o la otra, para que desde su libertad de ser y hacer acepte o rechace esta invitación. Si acepta la invitación, la acepta desde un querer, desde un desear, y desde allí distinguiremos que se sintió empujado a preguntar desde su curiosidad o su dolor. En ese momento podremos hacernos cargo que estamos haciendo Arte y Ciencia en el Pensar y el Conversar abriendo dominios reflexivos inimaginables. El moverse desde este entendimiento expanden nuestra inteligencia y creatividad, lo que nos da seguridad en cualquier hacer ya que surge desde una confianza fundamental en la legitimidad de los diferentes mundos que vivimos, lo que nos permite actuar oportunamente con fluidez y responsabilidad social y ética en cualquier dominio humano al que seamos convocados. No se nos olvide, que cuando hacemos Arte y Ciencia del Pensar y el Conversar ponemos la mirada en las comunidades de seres vivos, en general, y en las comunidades humanas, en particular. Podemos así ver que las comunidades humanas están organizadas de distintas maneras, esto es, desde distintas dinámicas relacionales o emocionales dependiendo del quehacer por el que han sido convocadas. El emocionar de las comunidades humanas puede llevar a las personas que la constituyen a un habitar que puede ser tanto en la deriva del mal-estar como del bien-estar, según el trasfondo de deseos o sentires que las guíe. En términos generales el Arte y Ciencia del Pensar y el Conversar como trasfondo de entendimiento de los fundamentos biológicos-culturales de lo humano, abre un espacio para modular el co-habitar humano en un camino de generación de bien-estar ya que sólo puede ser realizado en la biología del amar, como el emocionar que funda la reflexión. Finalmente, en este presente cultural, es importante agregar que una comunidad humana reunida en una coordinación de haceres o tareas con el propósito de generar bienes o servicios, es lo que distinguimos como una organización o empresa productiva o de servicios.

Y, en toda organización, y en particular las organizaciones productivas o de servicios, las personas que las realizan pueden generar desde su emocionar un co-habitar que resultará generador de bien-estar o mal-estar según sea el deseo fundamental de quienes guíen su quehacer. Lo que hemos descrito más arriba como Arte y Ciencia del Pensar y el Conversar constituye un instrumento conceptual, relacional y reflexivo que hace posible guiar el emocionar de la organización en torno a generar una producción o servicio de calidad y sentido social ético en la realización y conservación de un habitar en la honestidad, equidad, colaboración y respeto mutuo por las personas que integran a esa organización como una comunidad humana. Ximena Dávila Yáñez Matríztica Mayo de 2015