arte, memoria, cultura y desplazamiento

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MIENTRAS HUYO, CANTO: ARTE, MEMORIA, CULTURA Y

DESPLAZAMIENTO EN COLOMBIA Y EN LOS MONTES DE MARÍA.REFLEXIONES A PARTIR DE LA III EXPEDICIÓN POR EL ÉXODO1

Carlos Eduardo Satizábal*

LA MEMORIA ESTÁ EN LOS CANTOS

Una antigua sentencia recuerda que “un puebloque no tiene memoria está condenado a repetirsus desgracias.” Y si alguna huella del pasadocompartimos en Colombia es gracias al arte querecrea nuestros hechos colectivos. El arte nacio-nal ha estado preocupado de manera constantepor los personajes y las historias nuestras, porpreguntarnos por nuestro destino como nación ycomunidad cultural. De hecho, en todo pueblolas recreaciones de la vida colectiva que hace elarte, han sido fundamento de la memoria común,de la leyenda nacional compartida, e iluminaciónpara comprender la época, lo que sucede, y darrespuestas colectivas al porvenir. No somos ajenosa esta tendencia. Por ello el país pareciera nece-sitar de la ficción y de la elaboración estética paraasumir colectivamente los hechos, los recuerdos yel destino. Por ello la escasa memoria compartidaque tenemos en Colombia circula en gran medidagracias al arte nacional, y casi nunca por lahistoriografía, a veces sólo encerrada en la acade-mia o tristemente interesada en inventar unahistoria oficial; salvo notables excepciones degrandes maestros de las ciencias sociales comoOrlando Fals Borda, autor de la Historia Doble de

la Costa y coautor con Umaña Luna y MonseñorGuzmán del clásico libro La Violencia en Colom-

bia, o como Hermes Tovar, autor de la notableinvestigación sobre la Conquista Relaciones y Visi-

tas a los Andes. Ellos dos entre muchos académicosy sabios e investigadores de nuestra vida colectiva,infortunadamente a menudo ignorados por losmedios masivos de difusión y por los discursos demoda.

Por ello, el relato que compartimos como memoriacolectiva de los dolorosos años de la llamadaViolencia en Colombia, se lo debemos al arte; anovelas como Viento Seco o Cóndores no entie-rran todos los días y a la película del mismonombre; a obras teatrales como Guadalupe AñosSin Cuenta o a pinturas como La Violencia. Asítambién, si algo sabemos de la masacre de LasBananeras se lo debemos a las novelas Cien añosde soledad y la Casa Grande y a piezas teatralescomo Bananeras o como Soldados. Pareciera quesólo la memoria artística de los hechos de la vidacolectiva fuera nuestra única memoria común.Pareciera que sólo las creaciones del arte tuvieranesa fuerza de síntesis y ese secreto para hablarle a laconciencia y a las fibras más secretas del alma y delcuerpo de todos y de cada uno, y curar al recordar,haciendo pasar de nuevo por el corazón lo que undía fué doloroso y ahora por obra de arte vuelveconvertido en fuente de placer. La elaboraciónartística de la memoria nos concede, al mismotiempo, con el relato o la representación del despo-jo y de los hechos más dolorosos, los dones del goceestético y el alivio del sufrimiento al convertir enlenguaje compartido las memorias de la infamia ydel horror vividos. La memoria colectiva recreada ycompartida a través de los lenguajes del arte y através de los encuentros vivos, es memoria, com-prensión, disfrute y cura. Ya Homero recordabaestos dones curativos de la poesía cuando dijo en laOdisea: “parece que los dioses labran desdichaspara que las generaciones tengan qué cantar.”

LA POLIFONÍA Y LA EXPEDICIÓN

CULTURAL POR EL ÉXODO

Bajo estas intuiciones y el reconocimiento de quela memoria compartida circula más frecuentemen-te en los lenguajes de las artes y de la conversación

1 Por Carlos Eduardo Satizábal. Corporación Colombiana deTeatro

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que en el lenguaje conceptual del pensamientohistoriográfico, vimos la necesidad de reflexionarpolifónicamente sobre el éxodo. Es decir, pensarnuestros hechos colectivos no sólo desde la acade-mia y los conceptos, sino también desde la culturay el pensamiento vivo de las artes y los múltipleslenguajes de las tradiciones. El estilo polifónicoreconoce que una reflexión compleja sobre la vidacolectiva precisa igualmente del pensamiento artís-tico: del cine, de la canción popular, de la literatura,de la poesía, del teatro, de la danza, del testimoniovivo, de la conversación, de los conocimientos,saberes y sabidurías de las tradiciones populares.Así, en el marco de la V Cátedra Anual de HistoriaErnesto Tirado Mejía, Éxodo, Patrimonio e Identi-dad, del Museo Nacional de Colombia, la Corpora-ción Colombiana de Teatro (CCT) con un grupode artistas, académicos y organizaciones sociales yde la población desplazada, convocando diversasvoces y lenguajes, realizamos el primer encuentropolifónico sobre el desplazamiento forzado y laprimera Expedición Cultural por el Éxodo enColombia, con el apoyo de organizaciones de lacomunidad internacional y autoridades del estadoresponsables de la política frente al desplazamien-to forzado.2

La reflexión polifónica nos reveló que desde laConquista la historia de Colombia es asolada pormúltiples y sucesivos éxodos causados por el con-flicto social, político, cultural y militar. Cada tantocruentas y crueles luchas reviven un ciclo irresueltode odios, venganzas y despojos que impide quelogremos construir un proyecto democrático eincluyente de país. Y con cada nuevo resurgimien-to, este ciclo acrecienta las riquezas de los másricos y crea nuevos pobres, y a los pobres de siemprelos hace más pobres.

Durante la Tercera Expedición por el Éxodo, conversos de gran belleza, un niño de once añosreflexiona sobre este último retorno de la guerraque viven los pueblos y campos de Los Montes deMaría, en los que él ha crecido. Llamó a su canciónMe contó mi papá y la cantó en ritmo de paseovallenato:

Me ha contado mi papáque hace treinta años atrásmi pueblo era un paraísoera un lugar muy bonitodonde reinaba la paz.Que en el campo y la ciudadexistía felicidad,que se vivía como hermanosen invierno y veranoen otoño y primavera.Que la vida era muy bella, bellay el temor no se tenía.Que de brujas y espantos erael miedo que se sentía.Pero de un momento a otrotodo cambió de repentela vida se transformó,se llenó de horror el campoy el dolor el luto el llantoa mi pueblo sacudió.Y hasta al niño en su inocenciade su lecho fue sacado,víctima de una violencia injustaque a todos nos ha afectado.Y aquellos que no murierontuvieron que irse dejando su tierra,

2 El PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarro-llo, la OIM: Organización Internacional para las migraciones,y Red de Solidaridad Social. A partir de esta primera reflexiónpolifónica sobre el desplazamiento forzado y el conflictocolombiano, la Corporación Colombiana de Teatro vieneorganizando cada dos años la Expedición Cultural por elÉxodo. De octubre a noviembre del 2004 se realizó la Tercera.La III Expedición Cultural por el Éxodo organizó en variasciudades del país foros y encuentros polifónicos alrededor detres ejes: las mujeres en el desplazamiento, las manifestacionesartísticas y culturales de la población desterrada y el relato delas faenas y luchas campesinas de la región y de los hechos dela violencia de los años sin cuenta, memoria viva en la voz y eltestimonio de los abuelos y las abuelas campesinos, de la gentemayor. Uno de ellos fue el foro regional Mujer, Arte, Memoria,Cultura y Desplazamiento en los Montes de María. En esteencuentro participaron comunidades que huyeron de diversasveredas de la región, “por la violencia”, como todos repiten, yahora están refugiadas en barrios y asentamientos de munici-pios de los Montes de María. De este encuentro regional partióa Bogotá una delegación de mujeres, artistas y gente mayor, aencontrarse con desterrados de otras ciudades del país, conartistas, intelectuales, académicos, organizaciones de dere-chos humanos, organizaciones de estado y de cooperación

internacional. El foro regional de los Montes de María y la IIIExpedición por el Éxodo contó de nuevo con el apoyo delPNUD (a través del BCPR y Redes), con el apoyo delprograma de Desarrollo y Paz y sus equipos en cada municipioy de la Diakonía para la paz de la diócesis de Sincelejo.

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abandonándolo todo por salvar su vidapor culpa de una guerra.Que nada resuelve al fínque nada resolveráporque a punta de fusil, compadre,la paz nunca llegará. (repite).Éxodo, despojo y horror.

Las expediciones por el éxodo nos han mostradoque el despojo y la violenta negación del derechode las poblaciones campesinas a la propiedad, esuna estrategia calculada. Al punto que podemosdecir que no hay éxodo por que hay guerra sinoque el objetivo del cíclico retorno de la guerra esprovocar el éxodo, el destierro, el despojo, laexpropiación de los pequeños campesinos: comorecuerda un hermoso bambuco de Silva y Villaba,publicado en los años sesenta:

mi yegua con su potrancay mi vaquita lecheralas perdí en la cruel violencialo mismo la platanera.

Aquí la expresión “cruel violencia” sólo revela susignificado real a quien ha vivido o escuchado losrelatos de los espantosos rituales de horror a queson sometidos en Colombia los campesinos paraexpropiar sus tierras. Una de las obras de teatrorepresentada en la III Expedición por el Éxodopor un grupo de mujeres de la costa caribe, relatael horror durante la masacre de El Salado:

“Les voy a contar nuestra salida del pueblo Un díallegaron unos de un grupo armado y reunieron atodos en la plaza; hombres a un lado, mujeres alotro y niños a otro lado, y con lista en mano fueronllamando a los hombres y les disparaban en lacabeza o los mataban con motosierra. Cuandollamaron al marido de una muchacha embarazadaella fue se enfrento con el comandante y le pidióque no lo matara. El tipo la mandó matar con lamotosierra; le abrieron la barriga, le sacaron elfeto y la descuartizaron. Luego hizo montar unaolla con agua en un fogón, le echaron condimentoy allí le echaron el feto y los pedazos de la mucha-cha; y nos hizo beber la sopa a todos en el pueblo…¡Fueron 3 días vomitando!

Por esos hechos nosotras pedimos verdad y justi-cia. Pero sobre todo verdad… ¿Cómo nos pidenperdón y olvido?

CULTURA, MEMORIA Y AFECTO:

EL EQUIPAJE VIVO DE LOS HUYENTES

Junto con el relato de la verdad del despojo, lareflexión polifónica nos ha revelado que los pue-blos y ciudades de Colombia, así como la amplia-ción de la frontera agrícola, han sido fruto deltrabajo de la población desterrada. Que Colombiaes un país transformado, social, política, económi-ca y culturalmente por el éxodo y la expropiacióna los campesinos, obligados por la cruel violenciaa una movilidad constante. Y que sus tierrasdespojadas pasan a formar las grandes haciendas yextensos latifundios.

Pero también la reflexión polifónica nos ha mos-trado que la población desterrada de lo único queno puede ser despojada y trae consigo a las ciuda-des, son las riquezas culturales y las memoriascolectivas de las regiones que abandonaron loshuyentes. Toda esa riqueza humana acumulada enla memoria común con la cual una comunidadhace su vida. Como dice una de las canciones de unmúsico desterrado de los Montes de María: “miequipaje es la vida, una ropa desteñida y el granamor de mi familia.”

Los saberes, conocimientos y sabidurías sobre elterritorio tropical, sobre las artes del campo, sobrela medicina de las plantas, sobre la alimentación ylas artes culinarias; las fiestas, los cantos, danzas,poemas, relatos y el gusto por el lenguaje y laconversación alrededor de un tinto, son su únicamaleta de viaje. El afecto, la memoria y la culturason su equipaje, la única riqueza que no puedendespojarle. Pero es una riqueza que puede perder-se si ya a nadie le importa en los sitios de arribo.Una riqueza que a menudo se pierde en la invisi-bilidad y el rebusque diario de la vida, en la infamelucha contra el hambre y el desconsuelo, cuandoantes se vivía en medio del campo cultivado y losrebaños.

Al llegar a las ciudades y pueblos escapando a “lacruel violencia”, hoy los huyentes sólo son consi-derados “un problema humanitario”, expresiónque infortunadamente pone el acento en la pala-bra “problema”, más que en el sentido de humani-

dad. No podemos recibir a los huyentes sólo desde

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la misericordia. Es necesario recibirlos tambiénreconociendo la riqueza única y dolorosa de suslenguajes, de sus saberes y su memoria. Es necesa-rio hacer visible, reconocer, valorar y convocarestas riquezas y esta memoria, invitándoles a con-tribuir desde ellas a resolver la situación en que seencuentran. Es necesario invitar a la ciudad arecibir conscientemente las riquezas culturales quetraen. Sólo el reconocimiento y la convocatoria desus riquezas humanas, simbólicas y creativas consi-gue que esa riqueza no desaparezca del alma y delcuerpo de los huyentes, muchos de los cuales sesienten en derrota o casi muertos.

Los diversos relatos, testimonios y memorias y lasdiversas creaciones artísticas presentes en la Expe-dición por el Éxodo, nos han recordado que somosuna nación de desterrados, que casi no hay familiacolombiana que en una cercana generación ante-rior no haya sufrido las desventuras del éxodo. Esepasado común con los huyentes y desarraigados dehoy, nos pide reconocer y proteger su memoria ysus riquezas como dones de valor incalculable,pero perdibles, mortales. Sino les recibimos conafecto y agradecimiento por devolvernos las anti-guas imágenes coloniales y republicanas que nosfundaron sobre lagos de nuestra propia sangre, yque nos siguen fundando en los crueles hechos deuna Conquista que no termina, muchos de esosabuelos y abuelas, de esos hombres, niños, niñas yesas mujeres migrantes, serán devorados por laindiferencia y la desmemoria que les imponen losoficios de la sobrevivencia en la ciudad o la terribleindignidad de la mendicidad.

EL DESPLAZAMIENTO Y UNA NUEVA CULTURA

URBANA AGROPOLITANA

Sí, siempre quedan algunos que resisten con suscantos, con sus rituales y fiestas, con sus artesculinarias, con sus saberes y sabidurías, con suslenguajes artísticos, y que se niegan a ser desapa-recidos en la barahúnda de la homogenizaciónurbana o de una falsa cultura ciudadana que creeque la ciudad construye su cultura sobre imágenespropagandísticas o mediáticas o sobre simples abs-tracciones jurídicas y legalismos, y no sobre heren-

cias culturales reales, herencias que en Colombiason aquellas de las culturas regionales y campesi-nas.

Paradójicamente mucha de la riqueza de los paísesde Colombia al llegar con los huyentes a lasciudades, se mezcla y se mestiza con la modernidadurbana, no para desaparecer, sino para perdurar.Esta paradoja de la resistencia de la cultura raizalse manifiesta, por ejemplo, en las nuevas músicasurbanas que se fundan en las raíces y ritmoscampesinos de las regiones de Colombia. Aunqueesto es aún invisible para los grandes medios, paralos políticos y funcionarios y para los grandesdiscursos sobre la “modernidad” o modernización,que ven en nuestra memoria campesina un lastreantes que riqueza y oportunidades. Los desterra-dos huyen a pueblos y ciudades con sus riquezas ycon ellas de modo generalmente desapercibidotransforman la cultura local, al producirse con sullegada un nuevo mestizaje. En Bogotá o enMedellín hoy comemos chontaduro y galletas cu-cas y bailamos porros chocoanos y bambazús yaguabajos, porque los trajeron los desterrados delPacífico; con su rítmica y su color y sus girosmelódicos y su poesía, ellos enamoraron a lajuventud y a los jóvenes músicos urbanos. El olorde la leche de coco en que se cocinan las cazuelasde pescado y mariscos según un milenario arteculinario tropical, ahora cruza las calles llamandoa su disfrute. Y el sabor de la gaita y el pitoatravesao, de la tambora, el alegre y el maracónencanta las calles y las noches de la fiesta. Pero larelación de esta nueva riqueza urbana con eldesplazamiento parece invisible para muchos. Ig-noramos el origen de estos cambios formidables,las ciudades colombianas parecieran enriquecersesilenciosa e inexplicablemente.

En la Segunda Expedición por el Éxodo un lídercultural chocoano observó que “mientras una matade maíz se dá en tres meses uno vé en los asenta-mientos mucha gente desplazada que lleva cincoaños esperando que le regalen el bulto de fríjol yel puño de arroz.” En un asentamiento deSincelejo, una joven mujer, líder de la comunidaddesde el primer momento que les tocó huir de susfincas, piensa de modo semejante:

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Cuando uno está en su parcela cada uno se dedicaa trabajar lo suyo. Aquí nos ha tocado muy diferen-te, acostarse sin comer, ir donde la vecina a pedirpara los niños. Pero entre nosotros la costumbreno es pedir sino generar lo propio. Aquí haypersonas que a esta hora no han comido nada. Ladesnutrición aquí es aguda. Pero no queremos quese meta un carro aquí y nos reparta arroz a todos,sino que nos den empleo. Y si mi comidita la traemi compañero trabajando en el moto taxi, la ayudaque aquí me traigan yo se la dejo a otra persona quela necesita. Quien dijo que en 3 meses deja lapersona de ser desplazado. Ni en 10 años uno serecupera, la vida, la escuela para los hijos, eltrabajo, su vivienda. Hay momentos que uno qui-siera dormir y no despertar más. A mi compañeroy a mí la autoestima se nos bajó. Yo tenia oro en mistobillos, en todos los dedos anillos, mi cadena, ytodos mis hijos también tenían sus cadenas.

Una de las conclusiones o propuestas que hadesarrollado la reflexión colectiva durante losencuentros polifónicos del éxodo, es la de cultivaren la ciudad, como sugiere el líder chocoano.Investigadores de la FAO, la Unesco y ONU-Hábitat que han participado en la reflexiónpolifónica del éxodo, así como algunos urbanistasy pensadores contemporáneos de la gran ciudad,llaman a esta propuesta de sembrar en las perife-rias y en los baldíos y parques de la ciudad,“agricultura urbana”.3

El conocimiento tradicional sobre el manejo de laagricultura en el trópico es una de las mayoresriquezas de la población campesina. Igualmente eluso curativo de las plantas. En los encuentrospolifónicos y las tres Expediciones por el éxodorealizadas, se ha desarrollado un proyectoagricultural para la ciudad y las periferias urbanasasí como para el retorno a los campos, que pro-mueve la agricultura orgánica urbana y periurbana,

con asociaciones de campesinos y de desplazadosen alianza con redes de madres comunitarias,comedores escolares y comunitarios, mercadospopulares, redes tradicionales de comercializa-ción en la ciudad, las universidades, los ecologistasy los artistas.4

Pero en ciertos lugares no sólo no se promueve lautilización de los saberes campesinos vivos en lamemoria y la cultura de la población desplazada,sino que hay manos invisibles que lo impiden,como cuenta una mujer montemarianas que cita-mos:

No es que los hombres no quieran liderar, es quelos hombres tienen miedo. Porque ellos son porlos primeros que llegan. Por eso cuando salimosme tocó ser líder y hacer la comida comunitaria enuna olla para todos. A veces no comemos sino unacomida. Y llega uno aquí y no lo dejan trabajar enlo que sabe. Hay gente que cree que si uno seorganiza para trabajar es para hacer el mal. A micompañero le hicieron un atentado porque orga-nizó una asociación de campesinos desplazados,consiguió un terreno con la gobernación, allá paraArroyo Arena, (en las afueras de Sincelejo). Cul-tivaban arroz. Pero después del atentado le tocódejar todo tirado y rebuscarse en una moto taxi, enla que si mucho se gana tres mil pesos en el día.

3 En el país los Hogares Juveniles Campesinos, las escuelas

agropecuarias, las escuelas indígenas y ciertas granjas agrarias

del SENA han desarrollado en periferias urbanas huertas

integrales, multidiversas y orgánicas, huertas que no emplean

abonos químicos sino humus de lombricultura y control

biológico de plagas, sembrando plantas que repelan insectos

o regando con preparados de plantas medicinales, entre

muchas otras estrategias propias de la agricultura tradicional

campesina e indígena tropical.

4 Como futuro inmediato de las grandes ciudades del trópico,

esta propuesta integradora que aprovecha la cultura y la

memoria, ha sido denominada por Hernando Gómez Serrano

–uno de los investigadores y filósofos vinculados a la reflexión

polifónica– como el proyecto de la nueva ciudad agropolitana.

Un proyecto que vincula los saberes y sabidurías tradicionales

sobre el trópico, con los artistas y las creaciones del arte

nacional y contemporáneo, con las energías limpias, el reciclaje,

la ecología, el equilibrio de géneros, las tecnologías financieras

solidarias y las organizaciones de la comunidad, entre otros

conocimientos, capacidades y desarrollos populares actuales.

Es una propuesta que busca hacer de la gran ciudad tropical

colombiana una ciudad moderna donde se pueda vivir poé-

ticamente, una ciudad de la posguerra, de la reconciliación,

de la creatividad, solidaria, amorosa, sin exclusiones ni pobre-

za. Acercarnos a la riqueza humana de las poblaciones

campesinas desplazadas nos muestra las inmensas posibilida-

des de esta utopía.

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EL ÉXODO Y LAS MUJERES

Por todo el país mujeres viudas de la guerra o solasporque sus esposos huyen, lideran la reconstruc-ción y la resistencia de las comunidades campesi-nas. Pero en los Montes de María la participaciónfemenina en las luchas colectivas tiene una largahistoria, como lo recuerda en su Historia doble elmaestro Orlando Fals Borda: es heredera de latradición indígena zenú en la cual la mujer siempreha compartido con el hombre la dirección de lacomunidad. Y guarda también el antecedenteúnico de una mujer conquistadora y encomenderaque obtuvo del rey español el rango de Conquis-tadora y Pacificadora de la Provincia de Urabá (delSinú hasta el Darién): Francisca Babtista deBohórquez, quien jugó “un papel formativo de lasociedad costeña.”5

ÉXODO Y RETORNO A LA TIERRA

En los Montes de María, como en otras regionesque padecen la violencia y el despojo, a pesar dela zozobra, el anhelo campesino por trabajar en lopropio ha promovido procesos de organizaciónpara retornar a las fincas abandonadas. Algunosde estos retornos han contado con apoyo de lasautoridades. Otros los hacen campesinos despla-zados que regresan a sus parcelas a trabajar duran-te el día y vuelven en la noche a los asentamientosdonde están refugiados. Se llaman “trabajadoresde sol”, bello nombre que lamenta el hecho de nopoder salir a laborar el campo antes del amanecersegún la tradición campesina. Otros más alquilantierra, regresando a antiguas formas coloniales desujeción del trabajo campesino, contra las cualesen la región de Sucre hubo en el siglo pasado variasprotestas campesinas triunfantes, que luego, alcabo del tiempo, trataron de ser echadas para atráspor la venganza violenta de los grandes latifundis-tas. Otros se emplean de jornaleros. Pero la mayo-ría como muchos repiten están “de brazos cruzados,a la merced de la caridad ajena”.

Según los testimonios de varios abuelos y según lostrabajos de algunos investigadores, esta última olade violencia y desplazamiento que hoy sufre laregión, es una venganza contra el movimiento detoma y “recuperaciones” de tierra liderada por laAsociación Nacional de Usuarios Campesinos(ANUC) y legalizada por el Instituto Colombianode la Reforma Agraria (INCORA) durante lapresidencia de Carlos Lleras Restrepo, a finales delos años sesenta y comienzo de los setenta. Histo-ria amorosamente relatada por el maestro OrlandoFals Borda en el citado último volumen de La

Historia Doble de la Costa.

En el encuentro de los Montes de María uno de losabuelos recordó:

Aquí recuperamos la tierra en los años veintes,cuando Adamo era uno de los dirigentes agrarios.Pero después mataron a Gaitán y la Violencia sehizo más dura y nos quitaron de nuevo la tierrapara hacer haciendas. En los sesentas volvimos aorganizarnos e impusimos el Incora. Ahora esta-mos desplazados otra vez. Pero nosotros vamos avolver a recuperarla, porque somos campesinos ysin tierra no somos nada.

ÉXODO Y REPOBLAMIENTO

Pero así como la riqueza invisible de la poblacióndesplazada es la fuente de la riqueza humana delos múltiples mestizajes urbanos, de nuevas cultu-ras ciudadanas y de un modelo agrícola para laciudad tropical, a las regiones asoladas de dondehuyeron los desplazados con sus afectos, su memo-ria y su cultura como único equipaje, con su huídallega el empobrecimiento y la muerte de veredas,montañas, costas, ríos y los campos antes cultiva-dos. La dolorosa soledad de los pueblos campesi-nos abandonados y las veredas fantasmas con suscasas derruidas, devoradas por la salvaje vegeta-ción sin cultivar, es vivamente descrita en uno delos cantos que hizo parte de la reflexión, en el foropolifónico de la III Expedición por el Éxodo. Es eltema El Desplazado, en ritmo de paseo vallenato,compuesto y cantado con su hija de doce años, poruna mujer líder de la población desplazada en otrode los municipios de los Montes de María:

5 Historia Doble de la Costa IV, Retorno a la tierra, Machismo

y Colonización, página 33 y siguientes.

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Mucha nostalgia me dáal recordar mi pueblo lindome desplazaron de alláa mi familia y todos mis hijos,ya yo no puedo volver jamástodas las casas ya se han caído,hasta la escuela se ha convertidosólo en montaña, todo lo perdimos.Un desplazado soycómo alimento a mis hijos,a dios piedad le he pedido,muy sufrido ya estoy.Mi profesión se perdióporque de nombre me la cambiaron,un campesino era yo,ahora me llaman el desplazado.Ay muchas lágrimas se han derramadoya estoy pasando mucho trabajoy mis costumbres allá quedaronjunto a aquel rancho que me quemaron.Un desplazado soycómo alimento a mis hijos,a dios piedad le he pedido,muy sufrido ya estoy.

Pero esta soledad y abandono de los puebloscampesinos es algo transitorio. Pronto, comosucede en otras regiones, en las fincas abandona-

das y los pueblos fantasmas aparecen nuevospobladores. Expropiar las tierras a los campesi-nos y repoblarlas con “fieles” estableciendo unnuevo control del territorio, es el proyecto eco-nómico, político y militar que alienta el desplaza-miento. Así lo reveló el escritor e investigadorAlfredo Molano en su ponencia al Foro Polifóni-co Los nuevos rostros del desplazamiento forzado,realizado durante la III Expedición Cultural porel Éxodo:

La expulsión de poblaciones ha ido cambiando yhoy permite ver su verdadero carácter: un proyec-to económico y político de largo alcance. En elfondo se trata de un programa que busca repoblarcon fieles, las regiones ocupadas por la acciónconcertada de paras y ejército. -La guerrilla haadoptado muchas de estas tácticas dedespoblamiento, control local y repoblamientocon desplazados y fieles- (...) El resultado final esel reenvase para desarrollar megaproyectos conmiras al TLC. La agricultura por contrato es unapolítica complementaria con la anterior y con lareinserción de paramilitares. (...) La expulsióncontinuará, quizás atenuada por sustracción de

materia, pero se agravará la tendencia a emigrarhacia las zonas fronterizas.