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ART FUTURA PLAYTIME Hagan juego... si pueden. Art Futura, el festival de creación multimedia que lleva celebrándose desde hace once años en diferentes capitales españolas (habiéndose instalado definitivamente en Barcelona desde el año pasado), congregó a adolescentes y postadolescentes altamente tecnologizados en su fiesta Playtime. El festival lleva ya un tiempo tomándole el pulso al mundo de los videojuegos y tratando de reformular el discurso en torno a ellos, planteando sus elementos estéticos y/o familiares. En esta ocasión la fiesta trataba de recuperar el espíritu de la tecnología tosca y entrañable de las primeras consolas, combinando las proyecciones con DJ´s encargados de reinterpretar en clave postpostmoderna las sintonías de aquellos juegos. El resultado fue cuando menos confuso: una vez más Art Futura nos habla de arte y tecnología a la par cuando se trata de un festival altamente patrocinado; lo cual resulta muy significativo por cuanto otros festivales igualmente dotados de sponsors no se encuentran rodeados y saturados de tales patrocinadores; y una vez más la “parcela de riesgo” que un festival de carácter comercial como éste se atreve a cubrir resulta difícil de tragar para un público que no esté hiperespecializado en los temas tratados (¿los propios artistas? Quienes pudieran presenciar la edición anterior pudieron pensar lo mismo de las exposiciones sobre el arte de los videojuegos y la creación en el centro IUA). Los organizadores de Playtime, Fiftyfifty, son un colectivo de origen variopinto y ubicación barcelonesa encargados de distribuir cultura electrónica a través de la ciudad. Sus propuestas son eclécticas y han generado actuaciones interesantes ocupando espacios institucionales como el Centro de Cultura Contemporánea o el Centro Cívico Convent de Sant Agustí, donde suelen organizar workshops de software poco corriente. No obstante, en esta ocasión creo que se les hizo difícil conciliar sus pretensiones con lo retorcido de algunos de los participantes (puede ser maravilloso pasarte la vida delante de la computadora, pero, ¿constituye una buena manera de ganarte a un público sociable antes de una actuación musical?), y con el revoloteo de muchachos de quince años

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Este artículo se publicó originariamente en la revista mexicana UNDO (2002). Se trata de una crítica, me temo que demasiado caústica, al aparato que rodea el festival Art Futura.

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Page 1: Art futura playtime

ART FUTURA PLAYTIME Hagan juego... si pueden.

Art Futura, el festival de creación multimedia que lleva celebrándose desde hace once años en diferentes capitales españolas (habiéndose instalado definitivamente en Barcelona desde el año pasado), congregó a adolescentes y postadolescentes altamente tecnologizados en su fiesta Playtime. El festival lleva ya un tiempo tomándole el pulso al mundo de los videojuegos y tratando de reformular el discurso en torno a ellos, planteando sus elementos estéticos y/o familiares.

En esta ocasión la fiesta trataba de recuperar el espíritu de la tecnología tosca y entrañable de las primeras consolas, combinando las proyecciones con DJ´s encargados de reinterpretar en clave postpostmoderna las sintonías de aquellos juegos. El resultado fue cuando menos confuso: una vez más Art Futura nos habla de arte y tecnología a la par cuando se trata de un festival altamente patrocinado; lo cual resulta muy significativo por cuanto otros festivales igualmente dotados de sponsors no se encuentran rodeados y saturados de tales patrocinadores; y una vez más la “parcela de riesgo” que un festival de carácter comercial como éste se atreve a cubrir resulta difícil de tragar para un público que no esté hiperespecializado en los temas tratados (¿los propios artistas? Quienes pudieran presenciar la edición anterior pudieron pensar lo mismo de las exposiciones sobre el arte de los videojuegos y la creación en el centro IUA).

Los organizadores de Playtime, Fiftyfifty, son un colectivo de origen variopinto y ubicación barcelonesa encargados de distribuir cultura electrónica a través de la ciudad. Sus propuestas son eclécticas y han generado actuaciones interesantes ocupando espacios institucionales como el Centro de Cultura Contemporánea o el Centro Cívico Convent de Sant Agustí, donde suelen organizar workshops de software poco corriente. No obstante, en esta ocasión creo que se les hizo difícil conciliar sus pretensiones con lo retorcido de algunos de los participantes (puede ser maravilloso pasarte la vida delante de la computadora, pero, ¿constituye una buena manera de ganarte a un público sociable antes de una actuación musical?), y con el revoloteo de muchachos de quince años enganchados a los videojuegos de toda la vida, y que por supuesto ignoraban las actuaciones presentes. La idea de celebrar este evento en el Mercat de les Flors resultaba estimulante por cuanto este viejo teatro barcelonés ha empezado a reutilizarse recientemente como espacio para conciertos, performances e instalaciones de carácter audiovisual. En la medida en que el Mercat puede traer y atraer una heterodoxia de público y espectáculos será bienvenido; sin embargo, discrepo respecto a los intentos de Art Futura de liderar la expresión de lo “artístico multimedia”, por cuanto los debates y presentaciones realizados pasan al parecer inevitablemente por el embudo Playstation y la animación Made in Hollywood.

Quizás haya llegado un momento de consolidación en que Barcelona

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constituya en cierto modo una plataforma importante de difusión del multimedia (festivales y eventos son constantes); sin embargo, no creo que la unidireccionalidad comercial y las fijaciones en ciertos planteamientos y contenidos contribuyan a que Art Futura trascienda como espectáculo de fuegos de artificio y genere hechos expositivos de carácter más elaborado.

Referencias:

http://www.artfutura.org/03/index.htmlhttp://www.fiftyfifty.orghttp://www.mercatflors.com