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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA “BENITO JUÁREZ” DE OAXACA ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX EN GUANAJUATO EJEMPLOS CONSPICUOS M. ARQ. CARLOS A. RAMÍREZ MONTES M. ARQ. WENDY M. MONTES PONCE DR. ESTEBAN SUMANO SÁNCHEZ

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA “BENITO JUÁREZ” DE OAXACA

ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX EN GUANAJUATO EJEMPLOS CONSPICUOS

M. ARQ. CARLOS A. RAMÍREZ MONTES M. ARQ. WENDY M. MONTES PONCE

DR. ESTEBAN SUMANO SÁNCHEZ

1

ÍNDICE

PRESENTACIÓN 2

INTRODUCCIÓN 4

LA ARQUITECTURA EUROPEA EN EL SIGLO XIX 7

LA ARQUITECTURA EN MÉXICO EN EL SIGLO XIX 13 (LA REAL ACADEMIA DE LAS TRES NOBLES ARTES DE SAN CARLOS DE LA NUEVA ESPAÑA)

LA ARQUITECTURA FUERA DE LA ACADEMIA 20 LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX EN GUANAJUATO 22 EJEMPLOS CONSPICUOS DE LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX 27 EN GUANAJUATO, CAPITAL. El MERCADO HIDALGO 28

LA ALHONDIGA DE GRANADITAS 33

EL TEATRO JUÁREZ 37

LA CASA DEL CONDE RUL 40

EL PALACIO LEGISLATIVO 44

ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX EN CELAYA, GTO. 46 EL TEMPLO DEL CARMEN 47

LA COLUMNA DE LA INDEPENDENCIA 56

EL TEMPLO DE SAN FRANCISCO 58

LA CAPILLA- TUMBA DE FRANCISCO EDUARDO TRESGUERRAS 61

BIBLIOGRAFÍA 64

2

PRESENTACIÓN

La arquitectura es una disciplina multifacética, que permite amplias y variadas

posibilidades de enfoques. Como objeto de estudio, nos presenta la oportunidad de

abarcarla desde diferentes ángulos y puntos de vista. En la actualidad, se avanza

notablemente en la innovación tecnológica en aspectos constructivos; en la

experimentación de nuevos materiales; en la aplicación de sistemas actualizados en

los procesos de diseño; en la elaboración de nuevas normas de construcción,

acordes a las necesidades presentes. Estos conocimientos son ampliamente

socializados y los arquitectos tenemos acceso a ellos, para utilizarlos

cotidianamente en nuestro ejercicio profesional. Sin embargo, no se tiene el mismo

grado de interés en el estudio de las obras de nuestro pasado, que contienen

información importante sobre nuestro devenir histórico.

Nuestro país cuenta con un bagaje arquitectónico inconmensurable; por doquier se

encuentran obras antiguas importantes, a la espera de que los profesionales de la

arquitectura develen la trascendental información que guardan; es necesario

acercarnos a ellas y escudriñar entre sus espacios; entre sus piedras; entre sus

paredes; entre sus ornamentos, y aprehender la información que nos ofrecen.

La principal motivación de este trabajo es aportar una visión contemporánea de la

materialización de los valores espirituales y artísticos en el tránsito de la concepción

colonial del mundo, a la visión independiente que se presenta actualmente en su

expresión física, plasmada en los monumentos arquitectónicos de esa época, para

motivar el interés de la sociedad, por valorar y conservar la arquitectura patrimonial

que forma parte importante del pasado, presente y futuro de nuestras raíces

culturales como elemento fundamental de la identidad de nuestra Nación mexicana.

Por ello, de esos momentos clave de nuestro devenir histórico se ha elegido el que

corresponde a las manifestaciones arquitectónicas de la Nación mexicana en sus

inicios como república independiente, porque quizá, de todas las épocas pretéritas,

es la etapa en la que menos se ha aportado información respecto al quehacer

arquitectónico. Esto motiva el interés de la investigación que se propone, limitada en

tiempo y espacio para cumplir con los objetivos de la investigación, La época se

ubica en el siglo XIX y el espacio en el estado de Guanajuato, debido a que es una

de las entidades con un vasto número de ejemplos relevantes de la arquitectura de

esta etapa.

3

Esta investigación no tiene como objetivo, el estudio de todas las obras destacadas

que nos dejó el siglo XIX en el estado de Guanajuato, sino la presentación de una

muestra de obras relevantes que se edificaron en el citado siglo, particularmente en

la ciudad de Guanajuato capital y en Celaya, citando algunas magnas obras de

destacados representantes de la arquitectura de la poca como: Francisco Eduardo

Tresguerras, José del Mazo y Avilés, Antonio Rivas Mercado, Ramón Rodríguez

Aragoity y Luis Long, entre otros, para mostrar las notables obras de los arquitectos,

ingenieros y maestros del siglo XIX, que dejaron constancia de su arte, en esta

entidad, que nos permita conocer sus antecedentes, sus motivaciones, así como sus

manifestaciones estilísticas, con la finalidad de contribuir a su difusión y

conservación.

4

INTRODUCCIÓN

El arte del siglo XIX en Europa, está ligado indudable e irremediablemente a los

grandes acontecimientos del siglo que le precede. Todos los ámbitos de la vida

social están marcados por el ascenso y primacía de la razón sobre la fe, que había

imperado no sólo en el contexto religioso, sino en todos los ámbitos de lo cotidiano

en los siglos anteriores.

El siglo XVIII acaba con la preponderancia de la religión y abre los espacios a la vida

civil, a la participación ciudadana, haciendo énfasis en los temas educativos, a las

ciencias, lo que conlleva a la Ilustración, que define esta época como “el siglo de las

luces”. Muchos pensadores trasforman los conceptos hasta entonces aceptados

como únicos, en lo económico, en político y en social. Se discute en todos los

ámbitos, las leyes, la moral, el arte; es la revolución del pensamiento, que ocupa a

todos los filósofos.

La expresión pedagógica de la ilustración, se da en el enciclopedismo; en una vieja

sociedad en la que la inmensa mayoría era analfabeta. El enciclopedismo recopila

las ideas de la Ilustración, teniendo como meta la divulgación del conocimiento y la

democratización de las ideas.

Así también, la ilustración tiene su expresión política en el Despotismo Ilustrado, que

trae como consecuencia, la idea de la separación de poderes, que busca el fin de la

superstición, de la ignorancia y de la tiranía, que marca el fin del derecho divino de

los reyes, con base a preceptos de razón, libertad, igualdad, fraternidad, que acaban

con el viejo régimen.

En esta etapa es fundamental el trabajo de los enciclopedistas, destacadamente, la

labor de Jean D´alembert, Rosseau, Voltaire y Montesquieu, encabezados por

Diderot, quienes se abocaron a resumir todo el conocimiento ilustrado de su época;

ellos marcan no sólo el destino de la vieja sociedad europea del siglo XVIII sino que

sientan las bases de lo que será el devenir del siglo XIX y que tendrá su más grande

expresión social, en la Revolución francesa.

Surge entonces una nueva sociedad, basada en la razón, que tiene como centro de

importancia al hombre y ya no a Dios.

La enciclopedia sustituye hegemónicamente a la Biblia, en cuanto a documento

preponderante de donde abrevan los hombres cultos y los que abandonan el

analfabetismo.

5

En este siglo XVIII, surge un fenómeno que trastocó todos los esquemas

establecidos en diversos ámbitos: la Revolución Industrial, como un movimiento

científico y tecnológico, que viene a transformar la producción de todo tipo y a

reubicar física y laboralmente a una gran cantidad de personas, con base a la

posesión o no, de los medios de producción, apareciendo un nuevo modelo político y

administrativo: el Capitalismo.

La consolidación del capitalismo, viene prohijado por el pensamiento filosófico de la

época y la plenitud de la revolución industrial, que trae consigo el fortalecimiento de

la nueva estratificación social basada en la plena definición de las dos grandes

clases sociales, antagónicas e irreconciliables: La burguesía y el proletariado.

En lo arquitectónico, surge el acero y el concreto armado como materiales de

construcción, lo que conlleva un cambio también en los procedimientos de aplicación

de los nuevos materiales, lo cual permite hacer más grandes y más altas las

edificaciones.

Hablando de nuestro país, de toda la historia que nos precede, son especialmente

interesantes, las etapas cruciales, que conformaron los parteaguas esenciales de

nuestra historia y que fueron determinantes en la conformación de lo que hoy

constituye nuestra nación mexicana. Afortunadamente, nuestro pasado aún se palpa

a través de las expresiones culturales intangibles que se encuentran presentes en

nuestra vida cotidiana y de los monumentos arquitectónicos, testigos del esplendor

de épocas pretéritas y que guardan mudo testimonio de nuestra historia.

El pasado histórico ha constituido siempre un atractivo místico que motiva el interés

general. El valor de todo lo que nos identifica y afirma nuestra identidad nacional y

que nos aporta datos de la magnitud artística de nuestros antepasados, es siempre

apasionante.

Es innegable que no se puede entender el presente sin conocer el pasado, debido a

que nuestra cultura antigua tiene fuertes incidencias en nuestro presente, lo que nos

obliga a escudriñar en estas pretéritas presencias físicas. Todo aquello que nos sea

útil para aprovechar esas experiencias.

Lo que nuestros antepasados no pudieron escribir, debemos hacerlo nosotros, a

partir de las evidencias físicas que nos legaron y que han trascendido al paso del

tiempo, con el fin de transmitir esta información y contribuir así a la conservación de

estos monumentos.

6

Ante la vasta muestra de magníficos ejemplos del arte mexicano, podemos encontrar

obras prehispánicas, coloniales, de la Nación independiente y de la época moderna.

De las dos primeras y de la última se ha investigado tal vez más, no así de las obras

del siglo XIX, contextualizadas en la incipiente Nación mexicana.

De esta época se han publicado resultados de investigaciones y análisis, en términos

generales, ubicando algunas obras como ejemplos o bien a modo de catálogo, con

sólo la identificación de las mismas, pero no se habla de las edificaciones como

objetos unitarios, que nos permita el conocimiento completo de las mismas. Es

importante estudiar particularmente cada uno de estos monumentos y hallar su

relación con el tiempo, el espacio y la forma, que les fueron comunes.

7

LA ARQUITECTURA EUROPEA EN EL SIGLO XIX

Es indudable que toda manifestación artística, es, consciente o inconscientemente,

el reflejo de la dinámica social de la época en la que se produce el objeto artístico.

La revuelta del pensamiento, la conciencia del conocimiento y la revolución de las

ideas, surgidas en el siglo XVIII. El fin de la hegemonía eclesiástica en todos los

ámbitos sociales, se ve reflejada en la arquitectura del siglo XIX; ya no son templos

los que ocupan a la mayoría de los arquitectos, ahora son los espacios públicos,

administrativos, gubernamentales o privados, que son la expresión civil de la nueva

sociedad, como resultado directo de la ilustración, el enciclopedismo y el despotismo

ilustrado. Los arquitectos de finales del siglo XVIII y principios del XIX, pasaron a

rechazar la religiosidad intensa de la estética anterior y la exageración del Barroco.

Se buscaba una síntesis espacial y formal más racional y objetiva,

En la arquitectura, en el tránsito del XVIII al XIX, impera el estilo neoclásico, que en

realidad no es un estilo nuevo, sino la reinterpretación del renacimiento, con la

utilización de los nuevos materiales que nos obsequia la revolución industrial. Es el

mismo ideal clásico de Gracia y Roma, ejecutado con otros materiales y otras

tecnologías. Un nuevo elemento, ausente hasta ese momento, surge en el siglo XIX,

el crecimiento vertiginosos y dinámico de las ciudades, que albergan a los nuevos

edificios que generan nuevas demandas sociales relativas al control del espacio

urbano, lo cual conlleva el surgimiento de una nueva disciplina que dé respuesta a

las nuevas necesidades: el urbanismo que procederá a la planificación del

crecimiento de la ciudad, de forma que sus distintos elementos puedan cumplir las

funciones a las que se les destina.

La nueva ciudad se caracteriza por la separación entre barrios burgueses, céntricos,

con grandes avenidas y núcleos comerciales elegantes, y barrios obreros, con

viviendas miserables, a menudo no urbanizadas, insalubres, por la importancia

creciente de las vías de comunicación interna y por la aparición de nuevos edificios -

las fábricas- con sus sórdidos alrededores. La ciudad decimonónica, en definitiva, es

un fiel reflejo de la nueva estructura social.

El inicio del siglo XIX es preponderantemente neoclásico; se copian las formas del

periodo clásico y del renacimiento; se estudian y aplican los tratados que determinan

los cánones que regirán la construcción de los nuevos edificios: bancos, casas de

bolsa, edificios gubernamentales, fábricas, estaciones de ferrocarril, viviendas, etc.

8

La arquitectura se puebla de elementos de la antigüedad griega: pórticos,

escalinatas, frontones, columnatas, entablamentos, balaustradas, florones;

combinación de la arquitectura con la escultura, ya sea adosada o exenta,

predominando la simetría y la austeridad en los ornamentos (imagen 1).

Imagen 1. Panteón de París.

http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=panteon%20de%20paris%20arquitectura&s=images&p=1

Pero las nuevas tecnologías y los nuevos materiales, surgidos con la revolución

industrial, no encuentran su utilidad propicia en los edificios neoclásicos e inicia un

peregrinar por diversas opciones estilísticas, la primera de las cuales va a ser el

historicismo.

Esta tendencia surge del problema que representa la nueva realidad, que no es del

gusto de todos porque representa el triunfo de la técnica y del maquinismo, y surge

un reclamo cada vez mayor del retorno a los órdenes anteriores; estas demandas de

reivindicación se concretarán en el revival, que se entiende como la materialización

del anhelo dominante en la época, surgiendo con ello los “neos” que en la

arquitectura se refleja de múltiples maneras, a partir de las cuales los arquitectos,

reconstruyen la historia de la arquitectura y que se conocen como: neoetrusco,

neoegipcio, neogriego, neorromano, neorrománico, neobizantino, neoislámico,

neogótico (el más recurrente), neorrenacimiento, neobarroco y neorrococó. El

principal rasgo del revival es la mirada hacia el pasado con la intención de realizar

9

una interpretación idealizada, por lo tanto selectiva. Ese pasado idealizado se

entiende como el paraíso perdido que se debe rescatar para un presente que no

satisface.

Esta tendencia se destaca primeramente en la pintura, con el movimiento romántico,

en el que, por las causas arriba señaladas, los artistas buscan otras opciones de

expresión que no estén sujetas a reglas tan estrictas como las que imperaban en la

época; así, como resultado de esa búsqueda, la temática se torna melancólica, triste,

nostálgica, con una gran necesidad de hallar en el pasado, lo que el presente no

llega a satisfacer a los artistas; se pintan entonces, cuadros plagados de estos

sentimientos: desastres ( erupciones volcánicas, naufragios), el mar embravecido,

árboles torcidos y secos, cementerios, edificios en ruinas o imágenes fantásticas;

generalmente plasmadas detrás de un ambiente de brumas y neblina.

Es en este ámbito en el que se da la arquitectura de hierro, como consecuencia de

la Revolución Industrial, que propicia la utilización de este material como elemento

constructivo, en combinación con el acero laminado, el hormigón armado y el cristal.

Esta arquitectura ha sido una auténtica revolución, tanto desde el punto de vista de

los materiales como de las formas arquitectónicas o de sus motivos. Se construían

en estos materiales: torres, invernaderos, mercados, naves, estaciones ferroviarias,

fábricas, edificios de comercio o almacenes, así como pequeñas construcciones

como quioscos, bocas de metro, lugares funcionales; todo un repertorio de nuevas

formas que influirán decisivamente en la arquitectura actual y que surgen de las

necesidades de la nueva sociedad capitalista e industrial (imagen 2).

Imagen 2. El Palacio de Cristal

http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=arquitectura%20de%20hierro%20palacio%20de%20cristal&s=images&p=1

10

El hierro permite la aparición del rascacielos. Los primeros se construyen en Chicago

y tienen claro su carácter comercial. Tras el incendio de 1871, que arrasó todo el

centro urbano, se propició la reconstrucción de la ciudad con nuevas tendencias

arquitectónicas.

Son edificios dedicados a grandes almacenes, o son sus plantas bajas las que se

dedican al comercio, dejando las altas para vivienda. En Chicago se construyeron

los edificios más emblemáticos, como los almacenes Marshall Fiel y el auditorio de

Chicago. En 1885 William le Baron Jenney construye el primer rascacielos, en

Chicago Illinois, con 10 niveles y 42 metros de altura, siendo el material

predominante, el hormigón armado, utilizando también el ladrillo en la fachada

(imagen 3).

Pero además de las bondades del este material, el rascacielos no hubiera sido

posible sin el invento previo de una máquina que, aunque conocidos sus principios

desde la antigüedad, fue diseñada en su concepto moderno por E. G. Otis, en 1857:

el ascensor mecánico.

Imagen 3. Rascacielos

http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=primer%20rascacielos&s=images&p=1

Quizá la edificación más emblemática de este estilo y construida con los citados

materiales, sea la torre erigida por Gustave Eiffel en París, que al contrario que otras

torres, no fue desmontada y se ha convertido en un símbolo con sus trescientos

metros de altura, toda ella hecha con piezas prefabricadas y con cálculos precisos

relativos a la dilatación térmica y a la fuerza del viento.

11

En contraposición a la tendencia de la industrialización en todos los ámbitos, La

primera tentativa de respuesta se dio con el pensamiento de los románticos John

Ruskin y William Morris, proponentes de un movimiento estético que fue conocido

justamente con el nombre de Arts and Crafts (artes y oficios). El movimiento

propuso la investigación formal aplicada a las nuevas posibilidades industriales,

viendo en el artesano una figura a destacar: para ellos; el artesano no debería

extinguirse a causa de la industria, sino hacerse su agente transformador, su

principal elemento de producción.

Toda esta sucesión vertiginosa y dinámica de los estilos que desfilan durante el siglo

XIX, provocando una sobreposición de tantas tendencias, es lo que da origen al

eclecticismo, que consiste en aceptar que una obra arquitectónica es la síntesis de

elementos formales ya establecidos y ejecutados con anterioridad, en una tendencia

que se desarrolla entre el neoclasicismo y el gusto por el historicismo, que abarca

una buena época en la segunda mitad del siglo XIX.

El término viene de una voz griega que significa: escoger y se define como la

“Combinación de elementos de diversos estilos, ideas o posibilidades” (Diccionario de

la Real Academia Española).

Los arquitectos de la época se dan la posibilidad de escoger, los estilos del pasado

y combinarlos, aprovechando las experiencias del historicismo.

Se desarrolla en la segunda mitad del siglo XIX y trasciende a los principios del XX

En decadencia de esta manifestación artística, surge al final del siglo, una de las

últimas tendencias arquitectónicas de la época, como una influencia del estilo Arts

and Crafts, llamado Art Nouveau. Este movimiento nace en Bélgica, en las

postrimerías del siglo XIX, con Victor Horta y Henry Van del Velde, y surge como

consecuencia inercial de los estilos anteriores (Arts and Crafts, Revival, Arquitectura

de Hierro) intentando reconciliar el arte con la técnica, impulsando las técnicas

constructivas y utilizando masivamente materiales como hormigón, cristal, hierro,

ladrillo, vidrio y madera en el mismo edificio con la facilidad de poder producir en

serie los objetos.

En este estilo predomina la línea curva, los motivos orientales y naturales,

ponderando la figura de la mujer, en su cabello, sus vestimentas y en las formas de

su propio cuerpo

Aparecen cambios basados en teorías y enfoques estéticos novedosos, lo fantástico

y mitológico, conjuntamente con la influencia de las civilizaciones orientales.

12

También se da un interés por los elementos ornamentales y la simetría. La línea se

presenta en movimiento y la ornamentación tiene motivos naturalistas, inspirada en

la flora y la fauna, utilizándose con fines decorativos y para definir la forma.

Podemos decir también que se desarrolló en la época de la detonación de la

publicidad, surgida para la venta de las mercancías que ahora se producían

industrialmente.

Imagen 4. La Casa Milá. http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=casa%20mila&s=images&p=1

Las posibilidades arquitectónicas del hierro anuncian el racionalismo que será el

estilo arquitectónico de inicios del siglo XX. Los rascacielos se extienden por todo el

mundo, si bien la ciudad que se distinguirá por ellos, será Nueva York.

Esta tendencia basa sus principios, en la utilización de los elementos estandarizados

y en el uso del propio material como ornamento, considerando fundamentalmente:

estructura y función, con la preponderancia de las formas geométricas simples.

13

LA ARQUITECTURA EN MÉXICO EN EL SIGLO XIX

(LA REAL ACADEMIA DE LAS TRES NOBLES ARTES DE SAN CARLOS DE LA NUEVA ESPAÑA)

Las manifestaciones arquitectónicas, a las que nos referimos en el capítulo anterior,

tienen su expresión local en la Nueva España y en la nueva nación mexicana.

La llegada del neoclasicismo a México se da en el último periodo del virreinato, de

1781-1821, cuando se establece en España el gobierno borbónico. Se funda así, por

decreto de Carlos III, la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos de la

Nueva España en 1783. Esta academia, tuvo entre sus objetivos, modernizar la

producción de artesanos y gremios. Así, se instauró un nuevo método, y un gusto

distinto afectó las manifestaciones artísticas. Atrás quedaba el sobrecargado y

decadente estilo barroco (imagen 5).

Imagen 5. Academia de San Carlos. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Esta Academia se funda por petición de Gerónimo Antonio Gil, Tallador Mayor de la

Corona española y Director de la Casa de Moneda de la Nueva España, quien veía

en dicho fin principal, el establecer una escuela de grabado en el entonces virreinato

novohispano con la intención de mejorar la producción y acuñación de moneda, al

establecer dicha academia. Se inspiró su fundación en el modelo de la Real

Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y fue la primera Academia

14

erigida en el continente americano. Las disciplinas principales que se impartieron en

la academia fueron las de arquitectura, pintura y escultura, además del grabado.

Tuvo una vida difícil a lo largo del siglo XIX entre las revoluciones y las guerras que

sacudieron al país, hasta comienzos del siglo XX. En sus instalaciones impartieron

clases y estudiaron los más acreditados arquitectos, pintores y escultores del país,

educados bajo los modelos que predominaron en su momento.

El florecimiento de la Academia de San Carlos se dio durante los Siglos XVIII y XIX,

pues fue el punto de origen de casi toda la pintura, la escultura y el dibujo que se

produjo en México y Centroamérica en ese momento.

Si el objetivo de la Academia de San Carlos era el de imponer el estilo arquitectónico

imperante en Europa en esos momentos, la mejor manera de hacerlo era importando

a los Directores y profesores para esa Institución, así llegan: Manuel Tolsá para

dirigir la escuela de escultura; Rafael Ximeno y Planes, Director de pintura; Antonio

Gonzáles Velásquez, Director de Arquitectura y Gerónimo Antonio Gil, Director de

grabado, quienes se encargaron, en primera instancia, de instituir el arte neoclásico

como el único que debería prevalecer en la Nueva España. La Academia determinó

así, el rumbo de la arquitectura en México hasta el Porfiriato.

Las construcciones neoclásicas de esa época eran grandiosas y se identificaban

fácilmente por sus frontones, columnatas, pórticos, escalinatas, balaustradas,

remates con esculturas; todo armónicamente distribuido en una perfecta simetría.

Estas edificaciones contienen mayoritariamente, espacios dedicados a la actividad

productiva, de carácter civil, diseñados y ejecutados por los arquitectos egresados de

la Academia de San Carlos; se erigían fábricas, almacenes, bancos, teatros y

espacios administrativos. Se construían también templos pero no figuran en el

porcentaje de obras: la fe da paso a la razón.

Manuel Tolsá fue la gran figura que resplandeció sin sombra alguna en este periodo;

su gran obra arquitectónica lo constituye el palacio de minería (imagen 6), ejemplo

máximo del arte neoclásico; también concluyó la fachada de la Catedral

Metropolitana; la cúpula del crucero del mismo edificio y las esculturas que rematan

el frontispicio; la casa del Marqués de Buenavista; la casa del Marqués del Apartado;

el ciprés de la catedral de Puebla; el proyecto del Hospicio Cabañas en Guadalajara,

entre otras obras, amén de su prolífica obra escultórica.

15

Imagen 6. Palacio de Minería.

http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=palacio%20de%20mineria&s=images&p=1

El criollo veracruzano José Damian Ortiz de Castro realizó las torres y la fachada de

la Catedral Metropolitana (imagen 7) y la Catedral de Tulancingo. Antonio González

Velásquez, realizó la reconstrucción de la plaza mayor; la iglesia de San Pablo; la

cúpula de la capilla del Señor de Santa teresa y la fábrica de tabacos “la ciudadela”.

Los arquitectos Ignacio Castera y don Agustín Paz construyen la Iglesia de Loreto.

Imagen 7. Torre de la catedral metropolitana. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

16

La corriente neoclásica se impuso rápidamente en la Nueva España; el sector culto

de la población, que leía a los enciclopedistas y a otros autores ilustrados, fue

asequible a su influencia; aceptar el neoclásico era aceptar lo moderno, acomodarse

en un presente europeo al que anhelaba estar ligado. Los testimonios de su

esplendor se encuentran no solo en la capital del país como ya se mencionaros los

mejores ejemplos. Sino también en la provincia.

La Guerra de Independencia concluye con la primera etapa del instituto que rige los

destinos artísticos del país y después de consumada la independencia, la Academia

se reorganiza bajo la égida de Antonio López de Santa Anna, con las mismas

intenciones de la anterior; la copia del arte europeo como signo de cultura y

modernidad y así llegan ahora `para dirigir las escuelas de la Academia: Pelegrín

Clavé, en pintura; Manuel Vilar en escultura y Javier Cavallari en arquitectura; en

esta segunda etapa, la pintura y la escultura sobresaldrán notoriamente sobre la

arquitectura, que languidece a mediados del siglo; las materias impartidas en esta

disciplina se basan en las matemáticas, la mecánica racional, la estereotomía y la

composición; la técnica en predominio absoluto, aunque brilla por solitaria la historia

de la arquitectura, incorporada por la influencia del historicismo europeo y la pléyade

de artistas extranjeros que marcaron una época importante en nuestro país y que

representaban el romanticismo.

Pero esta poca actividad arquitectónica durante la segunda etapa de la Academia

no obstó para que surgieran nombres que perduraron en el tiempo como los

hermanos Ramón y Juan Agea, así como Rodríguez Arangoity, quienes se formaron

como pensionados en Europa, este último construye el palacio del poder ejecutivo

del Estado de México; la catedral de Toluca y su Palacio Municipal; pero si hubo

obras destacadas en este periodo, las realizó el arquitecto Lorenzo de la Hidalga,

formado en Madrid y París, llega a México y se pone al servicio de Santa Anna y

después, de Maximiliano; de sus obras, la mayoría han sido demolidas en aras del

crecimiento de la ciudad; .podemos nombrar entre ellas la reconstrucción de la

cúpula de Santa Teresa; el mercado del volador; el pedestal de la estatua de Carlos

IV; el ciprés de la catedral Metropolitana; el gran Teatro de Santa Anna llamado

después Teatro Vergara y más tarde Teatro Nacional, gran Teatro Imperial y

finalmente, Teatro Nacional (imagen 8).

17

Imagen 8. Teatro Santa Anna.

http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=teatro%20santa%20anna&s=images&p=1

Pero Cavallari, Director de Arquitectura trae ideas nuevas, producto de su

experiencia como Director de la Academia de Milán, su innovación consiste en unir

las carreras de arquitectura e ingeniería civil. Enseñó a sus alumnos tanto los

órdenes clásicos como las técnicas del hierro, aunque su único trabajo de

arquitectura fue la modificación del edificio de la Academia, construyendo la fachada

almohadillada con medallones, un salón de actos y las galerías de pintura. Intentó

también, con sus alumnos, llevar a cabo la construcción del ferrocarril a Veracruz,

pero el intento sólo quedó en proyecto. Tuvo aún así, la satisfacción de formar la

primera generación de ingenieros-arquitectos, quienes tuvieron en su

responsabilidad, la transformación urbanística y arquitectónica de la ciudad de

México, abriendo nuevas calles y ensanchando las existentes, con lo cual se

destruyeron muchos edificios coloniales.

Así las cosas, llega a la presidencia de México el General Porfirio Díaz. Este

gobierno prohijó un arte capaz de proporcionar el lujo y la modernidad que

representaba lo europeo, principalmente lo francés. El programa de gobierno incluía

la fundación de industrias por doquier así como instituciones de crédito; la

multiplicación de ferrocarriles y telégrafos; incorporación de la luz eléctrica y el

teléfono; servicios de navegación y tranvías, y la modernización de las grandes

ciudades, y para ello Díaz abrió de para en par las puertas al capital extranjero, como

símbolo de la entrada del progreso a México.

La construcción en México durante el Porfiriato se reactiva, después de la languidez

en la que transcurrió durante la segunda época de la Academia, se erigen cantidad

18

de edificios públicos y privados, muchos proyectos se encargaban a París, como

correspondía al afrancesamiento de este gobierno y destacan entre otros, los

arquitectos: Emilio Dondé, quien construye el Palacio Dondé, con columnas jónicas y

estructura de hierro fundido, que actualmente ocupa la Secretaría de Gobernación,

también construye la iglesia de San Felipe de Jesús, de estilo neorrománico. Antonio

Rivas Mercado, autor del Teatro Juárez de Guanajuato, de estilo neoclásico en el

exterior y mudéjar en el interior y de la columna de la independencia, inaugurada

durante los festejos del centenario de la independencia. Guillermo Heredia, levanta

el monumento a Juárez, en la alameda central (imagen 9). Mauricio Campos, quien

erige, sobre los restos del teatro Iturbide, un palacio para la Cámara de Diputados,

con columnas jónicas, escalinata y frontón, y Manuel Gorozpe, construye el palacio

municipal y la iglesia de la Sagrada Familia.

Imagen 9. Hemiciclo a Juárez….

http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=hemiciclo%20a%20juarez&s=images&p=1

Sin embargo, las grandes obras del Porfiriato, las realizaron arquitectos extranjeros

entre los que citamos a los que Porfirio Díaz confió algunas obras en la Ciudad de

México: Émile Benard, quien construyó el Palacio Legislativo y el Monumento a la

Revolución y Silvio Contri, autor del Senado de la República y del Museo Nacional y

Adamo Boari, quien diseña e inicia la construcción del Palacio de Bellas Artes.

El estilo imperante durante esta época fue el eclecticismo. Por lo prolongado del

período porfiriano, encontramos que no existe, en realidad, una doctrina

arquitectónica única y definida en cuanto a repertorios formales y organización de los

espacios; sin embargo podemos establecer un común denominador en ella: la

importación de todo extranjerismo. Hay que considerar que los arquitectos que se

19

establecieron en nuestro país: franceses, belgas, italianos, ingleses y

norteamericanos, contribuyeron a la diversificación de los esquemas arquitectónicos,

ya que pertenecían a diferentes tendencias: eclécticos, historicistas, y seguidores del

art nouveau, fundamentalmente. Por otra parte, hay que tomar en cuenta que

muchos arquitectos mexicanos de aquella época, habían recibido su formación

profesional en Europa o en los Estados Unidos de Norteamérica, o bien provenían

de la Escuela de Arquitectura dependiente de la Academia Nacional de San Carlos

en la cual, lógicamente, recibieron una formación también europea.

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20

LA ARQUITECTURA FUERA DE LA ACADEMIA

Durante el siglo XIX, la Academia se dedicó a formar artistas (pintores, arquitectos y

escultores fundamentalmente), conocedores de la técnica y de todos los aspectos

formales, acatadores de las normas y los cánones, fuera de ellas surgieron artistas

libres, que podían o no seguir los dictados de la Academia y que, por libres, podían

jugar con las corrientes actuales o anteriores de una manera plástica, teniendo como

objetivo, la satisfacción del cliente con la aportación profesional y artística de los

arquitectos, pintores y escultores, por lo general autodidactas o formados

directamente empíricamente en la experiencia cotidiana; hacedores de arte que

resolvían las necesidades de las personas con los suficientes recursos monetarios

para pagar la obra; así surgieron artistas no sólo en la capital del país sino en el

interior de la República, principalmente en el Bajío, en el Norte y en Puebla.

Son muchos los casos de personas que sin ser arquitectos ni académicos, dejaron

su impronta sobre la tierra patria de nuestra nación mexicana; los que construyeron

sobre estos suelos fueron arquitectos, ingenieros civiles, ingenieros militares,

agrimensores, constructores y maestros de obra; de estos últimos se nutre la

arquitectura no académica del siglo XIX en nuestra naciente nación.

Algunos de estos edificadores:

NOMBRE OFICIO OBRAS

Antonio Alderete Maestro de obras Teatro Santa Cruz y Hospital Porfirio Díaz.

Francisco Bonequi Profesor de dibujo Oficinas y pórtico del panteón municipal de Oaxaca

Pedro José Ciprés Maestro de obras Hospicio Cabañas, conclusión del Oratorio de San Felipe Neri y la Casa de Moneda

Juan Bautista Crouzet

Constructor Catedral de Monterrey y Palacio de Gobierno de San Luis Potosí

Benigno Montoya Maestro de obras, cantero y escultor

Iglesia de Mapimí,; el arzobispado de

Durango; múltiples retablos, altares y

esculturas

Pedro Ortiz Maestro de obras Inicia la construcción de la Catedral de Tulancingo y construye el convento de las Carmelitas Descalzas en Querétaro.

21

Lucio Uribe Colima El Portal de Medellín; la Iglesia de la Salud; el Teatro Santa Cruz y el Palacio de Gobierno.

Indudablemente que en este listado faltan dos grandes constructores de la parte

central de la República, del Bajío: Francisco Eduardo Tresguerras y Refugio Reyes

Rivas, que son, sin duda, los más prolíficos en el arte de construir, los más famosos

y de quienes se ha observado más sus obras para defenderlas o para denostarlas,

pero que para ningún estudioso de la arquitectura mexicana, pasan desapercibidos.

22

LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX EN GUANAJUATO

Guanajuato, del purépecha Ouanaxhuato: lugar montañoso de ranas, se funda en

1541, por orden del Virrey Antonio de Mendoza, con el nombre de Real de Minas de

Guanajuato, por el descubrimiento de minas de plata en la zona. En 1570 se

convierte legalmente en el pueblo de Santa Fe de Guanajuato; en 16879, se eleva a

la categoría de Villa y en 1741, adquiere el título de muy noble y leal ciudad de Santa

Fe y real de Minas de Guanajuato.

A principios del siglo XIX, esta ciudad adquiere relevancia por los acontecimientos

que en su suelo se generan como parte fundamental del movimiento

independentista.

Guanajuato es considerado por ello, cuna de la Independencia de México.

La ciudad se desarrollo en una distribución urbana de plato roto, determinado por su

irregular topografía, de cerros, lomas y pequeños valles (imagen 10). Si bien, como

ciudad colonial, hasta finales del siglo XVIII, la fisonomía de la ciudad era totalmente

colonial, la llegada del estilo neoclásico encuentra campo fértil en este espacio y las

edificaciones se van desarrollando de acuerdo a los cánones que rigen este estilo;

pronto, las nuevas edificaciones se distinguirán por la muestra imponente de la

arquitectura clásica retomada del arte griego, y muchas construcciones coloniales se

reconstruyen en este nuevo estilo.

Imagen 10. Plano de la ciudad.

http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=plano%20ciudad%20de%20guanajuato&s=images&p=2

23

Durante la guerra de Independencia, poca actividad constructiva hubo en

Guanajuato, y es después de la consumación de la misma, que hace su prolífica

aparición, la arquitectura neoclásica; no hay edificación en la ciudad, que no tenga al

menos un elemento de este estilo, así como muestras terminadas del gusto por lo

clásico, como la Alhóndiga de Granaditas, que fue de las primeras grandes

edificaciones neoclásicas, que marcaron el rumbo del estilo arquitectónico que

sentaría sus reales en este sitio.

Existen muchos edificios civiles, públicos y casa habitación, que pueblan esta ciudad

y que serían objeto de otro estudio más amplio y detallado de este estilo; hoy nos

ocupan los ejemplos conspicuos, de esta ciudad y de Celaya, donde se prodigó el

más prolífico constructor de la época, del estilo y del lugar: Don Francisco Eduardo

Tresguerras (imagen 11).

Imagen 11. Autorretrato de Francisco Eduardo Tresguerras en el templo del Carmen.

Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Francisco Joseph Eduardo Maximiliano Fernández Martínez de Ibarra, hijo del señor

Francisco Joseph Eduardo Fernández Tresguerras originario de Santillana del Mar y

de María Guadalupe Martínez de Ibarra, nació el 13 de octubre de 1745 y desde

pequeño mostró una gran tendencia por el dibujo, factor indispensable – en esa

época- para el estudio de la arquitectura. En 1773 contrae matrimonio con María

Guadalupe Ramírez, de quien pinta su retrato de cuerpo entero, lo que constituyó su

primera incursión formal en la pintura (imagen 12).

24

Imagen 12. María Guadalupe Ramírez, en el Museo de Celaya. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

En su autobiografía, Tresguerras afirma ser grabador, carpintero y tallista (la sillería

del coro del templo de San Francisco en Querétaro, ostenta su firma).

Contradictorio en su vida y su actuar, se precia en inicio de sólo ser dibujante y

aficionado a la música, la poesía y las bellas artes en general, aunque después

afirma ser ya arquitecto reconocido y licenciado por la Academia para cualquier tipo

de obra, lo cual es improbable, debido a que no existe registro alguno en esa

Institución, que avale su dicho, aunque se sabe que varias veces lo intentó.

Asiste a la Academia de San Carlos aunque no como alumno regular. Sus

conocimientos sobre las Bellas Artes fueron de carácter bibliográfico, estudiando

particularmente los libros de los renacentistas Vitrubio y Serlio, así como los de sus

contemporáneos Palomino y Ponz, además de la práctica cotidiana. Sus obras

arquitectónicas corresponden al neoclásico pero sin el rigor europeo. Repudiaba el

estilo barroco mexicano.

Tresguerras fue un artista polémico, de mentalidad muy singular y visionaria,

profundo estudioso, famoso por su posición contraria al estilo barroco, hizo posible

el florecimiento del Neoclásico; Tresguerras es, sin lugar a dudas, constructor de la

imagen del Bajío: que influye en las principales ciudades del centro del país,

identificando en su obra, un sello de sobriedad, elegancia y firmeza.

25

Actualmente es objeto de admiración y rechazo, unos defienden su obra y lo

consideran un gran artista mientras otros critican acremente su obra, lapidando su

legado.

Fue diputado, síndico, regidor y alcalde de Celaya y falleció el 3 de agosto de 1833

en su ciudad natal.

SUS OBRAS COMO ARQUITECTO:

EN GUANAJUATO:

La casa del Conde Rul.

EN CELAYA:

La reconstrucción de la Iglesia del Carmen, en estilo neoclásico.

El obelisco y fuente conmemorativa del rey Carlos IV.

La torre de San Agustín.

La torre, cúpula, fachada y altares de San Francisco.

Los altares de la Tercera Orden.

El puente de cinco ojos sobre el Río la Laja (las monas).

La capilla- tumba, construida en el atrio del templo de San Francisco.

EN QUERÉTARO:

La fuente de Neptuno.

El convento de las Teresitas

EN SAN LUIS POTOSÍ:

El teatro Alarcón.

El altar mayor del Templo del Carmen.

El obelisco conmemorativo de la Independencia en la plaza mayor.

EN MICHOACÁN:

La catedral de Zamora.

SUS OBRAS COMO PINTOR:

El retrato de su esposa.

26

Su autorretrato.

Santa Ana, La Virgen Niña, dos frescos en la iglesia del Carmen de San Luis

Potosí.

El juicio Final en la capilla de los Cofrades en la Iglesia del Carmen en Celaya.

La Dolorosa en la capilla de Los Dolores.

SUS OBRAS COMO ESCULTOR

San Elías, estatua de la iglesia del Carmen de Celaya.

La Virgen del Carmen.

Santa Rosa de Viterbo.

Educación de la Virgen.

SUS OBRAS COMO ESCRITOR

Obras devocionales, ejemplo de ello, la novena a la dolorosa que aun se reza en la ciudad de Celaya.

Sátiras poéticas.

Se publicó un cuaderno de notas de carácter crítico en 1962, con el título de Ocios

literarios, que se conserva en la biblioteca de la Academia de San Carlos.

27

EJEMPLOS CONSPICUOS DE LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX EN GUANAJUATO, CAPITAL.

El estado de Guanajuato se ubica en la parte central del país, en el área geográfica

conocida como: el Bajío. Colinda con los estados de San Luis Potosí, Querétaro,

Michoacán, Jalisco y Zacatecas.

Está conformado administrativamente, por 46 municipios y geográficamente se divide

en cinco zonas: El Bajío , La sierra central, La sierra Gorda, Los altos, y Los Valles

Abajeños.

Los orígenes de la entidad se remontan a la ocupación del lugar por grupos

Chichimecas, Otomíes y Purépechas.

La entidad fue, desde la conquista, una de las principales ciudades mineras, junto

con Zacatecas, San Luis Potosí, Taxco, Pachuca, Durango, Monclova y SLP.

El centro histórico nos muestra una gama de edificios coloniales, decimonónicos y

modernos, de tanta valía, que por ello fue declarado por la UNESCO: Patrimonio

Cultural de la Humanidad, en 1988 (imagen 13).

Del siglo XIX, presentamos en este trabajo, cinco ejemplos significativos: el mercado

Hidalgo; la Alhóndiga de Granaditas; el Teatro Juárez, la Casa del Conde Rul y el

Palacio Legislativo.

Imagen 13. Ciudad de Guanajuato, capital. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

28

EL MERCADO HIDALGO

Ubicado sobre la avenida Juárez, fue construido en 1904, en el mismo sitio en el que

se hallaba la plaza de toros Gavira, la cual fue demolida para dar paso a la nueva

obra, que fue dirigida por el arquitecto francés Ernest Brunel, uno de los arquitectos

europeos llegados a México como consecuencia de las políticas de Porfirio Díaz

respecto a la arquitectura, algunos investigadores aseguran que también participó

en la obra, el arquitecto Antonio Rivas Mercado.

A pesar de ser construida a inicios del siglo XX, presenta todas las características del

eclecticismo decimonónico.

El 11 de febrero de 1904, el Congreso del Estado, autorizó al ejecutivo a construir el

mercado y el 11 de junio del mismo año, iniciaron las obras, cuyo diseño fue

elaborado por la empresa Pearson & Sons, de Londres, Inglaterra. Un año después

las obras se interrumpieron por la gran inundación que sufrió la ciudad, no

reiniciándose hasta el 30 de diciembre de 1908, bajo la dirección del mismo

arquitecto francés y el ingeniero Ponciano Aguilar.

El inmueble fue inaugurado por Porfirio Díaz el 16 de Septiembre de 1910, como

parte de los festejos del centenario de la Independencia.

El edificio se erige sobre una planta en forma de T, con dimensiones generales de

70 por 35 metros (imagen 14), contando con tres accesos, el principal cuenta con un

amplio vestíbulo y destaca con mucho sobre los dos restantes, uno de las cuales se

comunica con el mercado Gavira y el otro con la plaza Gavira.

La mayor parte de su estructura es de hierro, combinado con la cantera rosa, que se

halla en los cerros que circundan la ciudad; la estructura se conforma de diez

armaduras con viguetas, con la cubierta de lámina acanalada (imagen 15), al centro

de la cual se observa una linternilla a modo de torre, que se eleva sobre 8 columnas

y es cubierta por una cúpula bulbosa, en cuyo tambor están ubicados cuatro relojes

(imagen 16); todo lo anterior rematado por un elevado pináculo, completamente

ejecutado en hierro.

29

Imagen 14. Cubierta del mercado. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Imagen 15. Estructura interior. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

30

Imagen 16. Linternilla. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

La esbelta portada principal, que da a la Avenida Juárez, se levanta majestuosa

teniendo como elemento predominante, un arco en arquivolta, sostenido por sendos

macizos a cada lado, construidos de cantera rosa, con sillares aparentes, como

característica primaria de la arquitectura neoclásica, sobre unos colosales

basamentos de más de tres metros de altura. El friso que precede a la imposta,

presenta menuda ornamentación de follajería, que soporta una línea de dentículos

que corren por toda la imposta (imagen 17). El arco de mayor dimensión, que da al

frente, ostenta una hilera de modillones por todo su intradós, y al centro, una clave

resaltada, a modo de blasón, de estilo barroco, en cuyo tímpano se inscribe

“Mercado Hidalgo 1910”. El segundo arco de la arquivolta, presenta una serie de

bajorrelieves de flores de cuatro pétalos, de reminiscencia prehispánica, que

simbolizan un lugar sacro o fundación de sitios sagrados. El tercer arco presenta

una sencilla ornamentación, con un fino listel a los largo de la curva. Entre el tercer y

cuarto arco, se halla un tímpano en el que destacan, pintadas en rojo, nuevamente

31

las flores de cuatro pétalos, sobre un fondo amarillo. El cuarto y último arco es de

fabricación sencilla, mostrando dos delgados listeles a lo largo de la curva frontal,

con una clave resaltada a modo de modillón. Sostienen este arco, sendas pilastras

acanaladas.

Imagen 17. Portada frontal. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

En las paredes frontales del macizo, a ambos lados del acceso, se observan sendas

cartelas en marco acodado, en las que se consigna la siguiente información sobre el

inmueble: “COMENZO (SIC) LA CONSTRUCCION (SIC) DE ESTE EDIFICIO EL 15

DE ENERO DE 1909 Y TERMINO (SIC) EL 16 DE SEPTIEMBRE DE 1910 BAJO

LA DIRECCION (SIC) DEL SEÑOR ARQUITECTO D. ERNESTO BRUNEL. EL

COSTO DE LA OBRA FUE DE $ 170, 000. 00 (…) “(imagen 18).

La segunda cartela dice: “ ESTE MERCADO FUE INAUGURADO EL 16 DE

SEPTIEMBRE DE 1910 EN CELEBRACION (SIC) DEL PRIMER CENTENARIO DE

LA INDEPENDENCIA NACIONAL SIENDO PRESIDENTE DE LA REPUBLICA (SIC)

EL SEÑOR GENERAL DE DIVISION (SIC) D. PORFIRIO DIAZ (SIC) …” (imagen

19).

32

Imagen 18. Cartela. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Imagen 19. Cartela. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

33

LA ALHÓNDIGA DE GRANADITAS

Alhóndiga es una palabra árabe que significa: “Casa pública destinada para la

compra y venta del trigo. En algunos pueblos sirve también para el depósito y para la

compra y venta de otros granos (…)” Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

Tal era la función de esta construcción, llamada de granaditas porque se erigió sobre

el terreno de una hacienda que producía árboles de granada.

El edificio se encuentra ubicado estratégicamente en el corazón del centro histórico

(calle 238 de septiembre esquina con Mendizábal) y en una parte alta, situaciones

ambas que eran requisito indispensable para la construcción de las alhóndigas

debido a que debían estar alejadas de la humedad, para proteger los granos y

ubicadas al medio de la ciudad para su fácil protección por parte de las autoridades.

Su construcción duró 11 años, de 1798 a 1809, con la promoción del intendente

Juan Antonio Riaño y Bárcenas y por orden del virrey Miguel de la Grua y Braciforte.

Sólo cumplió su misión como alhóndiga por unos cuantos meses, debido al inicio de

la Guerra de Independencia y nunca más funcionó como tal, pues al término de la

guerra, la construcción fue utilizada como fábrica, almacén de tabaco, vecindario,

cuartel y cárcel, utilización que perduró hasta 1945, en que se convirtió en el Museo

de la Alhóndiga, transformado en 1949 en el Museo Regional de Guanajuato, a

cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Los planos fueron elaborados en 1796 por José Alejandro Durán y Villaseñor y

revisados por el arquitecto José del Mazo y Avilés.

El edificio tiene 70 metros de longitud y presenta un sencillo esquema ortogonal con

patio central, desarrollado en dos y tres plantas, debido a la inclinación del terreno;

Con una altura máxima de 23 metros. Ocupa una manzana completa, por lo que

cuenta con cuatro fachadas así, la fachada frontal y las laterales presentan dos

plantas y tres, la fachada posterior.

La construcción se ejecuta con mampostería irregular con piezas de construcción y

relieves de cantera rosa, proveniente de la misma región.

La fachada frontal esta construida totalmente de cantera rosa (típica de la ciudad),

presenta un vano adintelado, flanqueado por sendas columnas de media muestra,

rematadas por una pequeña arquitrabe que sostiene un friso ornamentado con

triglifos y motivos vegetales en las metopas, rematadas por un frontón circular

cerrado que abarca el ancho de toda la composición y sobre él, una pequeña

balaustrada que sostiene un elemento alabeado en relieve, a cuyo centro

34

encontramos una figura realzada (imagen 20). El resto de la fachada es plana, en la

que se pueden apreciar, en la planta baja, ventanas rectangulares en vertical y en el

segundo nivel pequeñas ventanas rectangulares horizontales con dintel y

enmarcamiento, rematando toda la composición, una sencilla cornisa con dentículos

y un pretil.

La fachada lateral está elaborada con el mismo material y mismas características

hasta la cornisa del entablamento, sobre la cual se levanta un dado con pilastras y al

centro, un medallón con un relieve, al igual que la fachada frontal, rematando el

diseño un pequeño frontón circular cerrado (imagen 21).

El resto de la fachada presenta en los dos niveles, pequeñas ventanas rectangulares

horizontales, adinteladas y con platabandas.

Por la puerta de esta fachada tuvo lugar el hecho que la leyenda registra como un

gesto heroico del minero de San Miguel de Allende, Juan José de los Reyes

Martínez, conocido popularmente como “el Pípila”, al incendiar la puerta para dar

paso a los insurgentes, quienes así, pudieron tomar la Alhóndiga.

. Imagen 20. Fachada frontal Imagen 21. Fachada lateral (puerta del Pípila)

Fotografía: Carlos Ramírez Montes Fotografía: Carlos Ramírez Montes

35

La fachada posterior, da a una explanada y compensa la diferencia de altura del

terreno con una amplia escalinata que se desarrolla a todo lo ancho de la portada de

tres niveles, que se presenta completamente plana, sin ornamentación alguna y en la

que se observan ocho puertas distribuidas de manera equidistante y sobre cada una,

se abre una ventanita de las mismas características antes descritas, con dintel y

platabanda, en el segundo y tercer cuerpo se repiten las ventanitas

correspondiéndose entre sí en su ubicación con respecto a los demás niveles.

Remata la composición una sencilla cornisa con un pequeño pretil (imagen 22).

Imagen 22. Fachada posterior. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Los muros de esta construcción son de 1.10 mts. de espesor y el entrepiso y

cubierta, son de vigas de madera y terrado.

En el interior destaca su amplio patio central limitado en sus cuatro direcciones por

columnas de capitel toscano rematadas por dinteles y en la planta alta, una

balaustrada rodea el edificio a modo de barandal, repitiéndose en la estructura, el

esquema de la planta baja (imagen 23).

36

Imagen 23. Vista interior. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Relata la historia que en cada esquina exterior de este edificio, pendieron las

cabezas de los principales líderes del movimiento insurgente, de1811 a 1821 (Miguel

Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez), a quienes se les rinde

homenaje en sendas salas de este museo.

37

EL TEATRO JUÁREZ

Está ubicado sobre la calle sopeña, al frente del jardín unión, colindando con el

templo de San Diego, en el mismo sitio en el que originalmente se levantaba el

convento de los franciscanos descalzos, que fue demolido para construir el hotel

Emporio, que estuvo vigente hasta 1872, año en el que fue adquirido por el gobierno

del estado, para demolerlo y construir el teatro Juárez.

El diseño es obra del arquitecto José María Noriega, quien dirigió también la obra,

que inició en 1873 y la continuó hasta 1875; posteriormente la obra se suspendió,

reanudándola en 1891, el arquitecto Antonio Rivas Mercado y el ingeniero Alberto

Malo, concluyéndose las obras en 1897 (imagen 24), siendo inaugurado 6 años

después, el 27 de octubre de 1903, por el Presidente Porfirio Díaz

Una escalinata de dos tramos da acceso al pórtico del edificio - el espacio

representativo del teatro- sostenido por dos hileras de seis columnas estriadas,

conformadas por tambores de cantera verde con capiteles atípicos de bronce, con

representación de ovas, liras, grutescos y motivos vegetales (imagen 25 ); la

escalinata es flanqueada por faroles de bronce y sendos leones sedentes, de

bronce, ejecutados por Jesús Conteras, escultor del gobierno porfirista (imagen 26),

mientras una balaustrada limita el breve pórtico, cubierto por un plafón artesonado,

con molduras y laminados troquelados.

Imagen 24. Vista de conjunto. Imagen 25. Pórtico.

Fotografía: Carlos Ramírez Montes Fotografía: Carlos Ramírez Montes

38

La columnata frontal remata en una pequeña arquitrabe sobre la que se encuentra

un friso ornamentado, en toda su longitud, por guirnaldas y mascarones sobre el

mismo, corre una cornisa sobre la que se observa un balaustrada sólo suspendida

por los dados que sustentan las esculturas de cada una de las 8 musas, que coronan

la portada. Presentes están: Calíope (la poesía épica); Clio (la historia); Euterpe (La

música); Melpómene (la tragedia); Polimnia (el canto); Talía (la comedia); Terpsícore

(la danza) y Urania (poesía didáctica), con la ausencia de Erato (poesía lírica), ¿el

motivo? La conservación de la simetría, una de las principales características del

estilo neoclásico, como parte del eclecticismo del edificio (imagen 17).

El esquema volumétrico del conjunto está determinado en tres segmentos: el primero

formado por el pórtico, el siguiente, de forma también rectangular, que constituye el

vestíbulo y finalmente el que domina el espacio, que corresponde a la sala de

espectáculos.

Imagen 26. Esculturas exentas Imagen 27. Las musas Fotografía: Carlos Ramírez Montes Fotografía: Carlos Ramírez Montes

El pórtico concluye donde se levanta la segunda fachada del teatro, formada por un

paramento de cantera rosa, en dos niveles, con sillares aparentes, como caracteriza

al estilo neoclásico. Esta fachada da paso al acceso, donde encontramos el

vestíbulo, los servicios, la taquilla y oficinas administrativas, en planta baja y los

salones fumadores en la alta; el piso está conformado por losas de cantera verde,

cortada en octágonos; dos grandes nichos destacan en este espacio en el que se

39

hallan sendas esculturas de jóvenes mancebos; las ventanas exteriores son

rectangulares verticales, las de planta baja rematadas con arcos de medio punto y

las de la planta alta, son adintelados, rematados con un frontón triangular cerrado;

todos enmarcados con cantera rosa.

La sala de espectáculos es impresionante, de planta de herradura, se construyó

cuidando con esmero la acústica y la visibilidad en toda su extensión, con un aforo

de 358 personas (imagen 28).

Imagen 28. Sala de espectáculos. http://www.skyscraperlife.com/ciudades-y-arquitectura/24765

El partido arquitectónico general, lo constituyen: escalinata, pórtico, vestíbulo, palcos,

palcos primeros y segundos, anfiteatro, segundo anfiteatro, palcos de proscenio, foso

de orquesta, escenario, camerinos, utilerías y acceso para los artistas (imagen 29).

Imagen 29. Planta arquitectónica. http://www.cnmh.inah.gob.mx/400162.html

40

LA CASA DEL CONDE RUL

Está ubicada en la Plaza de la Paz o Plaza Mayor, perteneció a Don Antonio de

Obregón, Conde de la Valenciana, dueño de la mina de plata del mismo nombre.

Entre sus descendientes, su hija Ignacia contrae nupcias con el coronel Diego Rul,

comerciante malagueño, quien consigue en 1804, el título de Conde de Casa Rul y

que posteriormente militaría en las filas realistas, combatiendo a los insurgentes,

siendo diezmado en Cuautla por los independentistas.

La obra se le atribuye a Don Francisco Eduardo Tresguerras.

La residencia ha tenido diversos usos a lo largo del tiempo, entregándola en

comodato al gobierno federal y recuperada después para albergar oficinas

administrativas, sirvió también como Palacio de Gobierno de 1942 a 1971, en que es

ocupado por el Primer Tribunal Colegiado del Decimosexto Circuito y actualmente se

ocupa para las actividades protocolarias del gobierno del estado.

La obra se desarrolla sobre una planta cuadrada con espacios edificados en dos

niveles en torno a un gran patio central, con un barandal de herrería que corre por

todo el límite del claustro. La estructura es sostenida por columnas de orden jónico y

las puertas adinteladas se rematan con frontones triangulares cerrados y frontones

circulares también cerrados (imagen 30).

Imagen 30. Vista interior. http://www.google.com.mx/imgres?q=casa+del+conde+rul+en+guanajuato&um

41

Toda la obra esta construida simétricamente, con la típica cantera rosa del lugar, la

fachada se alza como un gran ejemplo del neoclásico mexicano, en el paramento de

la cuadra, en conjunción con las construcciones que la flanquean, formando un

armonioso conjunto, dos cuerpos la conforman, limitados por ornamentadas cornisas

y un remate central (imagen 31).

Imagen 31. Fachada. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

El primer cuerpo muestra un paramento de sillería aparente con un portón central,

resguardado por dos ventanas de un lado y dos puertas más pequeñas del otro;

remata el primer nivel un friso tallado con triglifos y metopas, estas últimas

ornamentadas con rosetones, y en la parte superior una saliente cornisa abarcando

toda la fachada y que sirve de balcón al segundo nivel, protegido por un barandal

corrido (imagen 32).

42

Imagen 32. Fachada primer nivel. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

El segundo nivel presenta cinco puertas-ventanas, que corresponden a los cinco

vanos de la planta baja; los vanos son enmarcados y rematados con frontones

triangulares cerrados, a excepción del vano central, que ostenta un frontón circular

cerrado; las cuatro ventanas laterales son resguardadas por sendas pilastras

pareadas y estriadas, con capitel jónico, mientras el vano central, muestra a cada

lado, columnas pareadas y estriadas de capitel también jónico, sobre las que corre

una arquitrabe lisa sobre la que destaca el friso con ornamentación de listeles a

modo de grecas, con la cornisa de remate dentellada a todo lo largo. La parte central

superior se soluciona con un frontón triangular cerrado, en cuyo tímpano se ubica el

escudo de la familia Rul (imagen 33).

Imagen 33. Fachada segundo nivel, Fotografía: Carlos Ramírez Montes

43

EL PALACIO LEGISLATIVO Colindante a la Casa del Conde Rul, se construyó en 1753, el palacio del Marqués

de San Clemente.

Mediante decreto emitido por el Congreso del Estado, en 1831, el edificio es

declarado sede del Congreso del Estado, entre otras instituciones que ahí también

se asentaron y cumplió estas funciones durante 66 años, hasta que el gobernador en

turno determina la demolición del inmueble, para construir el actual edificio, para

sede de los tres poderes del Estado.

El diseño y construcción de esta edificación, fue realizado por el arquitecto inglés

Luis Long, quien desarrolló su vida profesional en el bajío mexicano. La obra

concluyó en 1900 y fue inaugurada en 1903 por el presidente Porfirio Díaz

La fachada frontal se desarrolla en dos cuerpos, con un remate central elevado. Los

elementos arquitectónicos visibles nos muestran los elementos típicos del estilo

neoclásico (34).

Imagen 34. Fachada. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

El primer cuerpo presenta al centro, la puerta de acceso con dos pares de ventanas

rectangulares adintelados a cada lado; en todo el paramento se aprecian sillares

aparentes, sin aplanar. En el segundo cuerpo se observan 5 ventanas rectangulares

adinteladas que se corresponden con las ventanas y el acceso del primer cuerpo,

44

cada una con balcón soportado por modillones; a modo de clave, sobre cada dintel,

hay un rostro femenino y sobre él, un frontón triangular cerrado; separan las

ventanas en sentido vertical, pilastras con capitel ornamentado, que no corresponde

a estilo clásico alguno. El entablamento presenta un friso decorado con relieves de

follajería, rematado por una línea de dentículos.

A modo de pretil, una balaustrada baja y, al centro del edificio, un cubo coronado por

un frontón circular abierto de cuyo tímpano emerge el escudo nacional (imagen 35).

Imagen 35. Segundo cuerpo. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Visiblemente desde la fachada, este edificio y su colindante, la casa del Conde Rul,

armonizan perfectamente en cuanto a estilo, formas, texturas, alturas, material y

ornamentos, cual si hubiesen sido diseñados de manera integral (imagen 36).

Imagen 36. Fachadas. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

45

El diseño interior es señorial, con un patio central, limitado en sus cuatro costados,

por columnas lisas de capiteles estilizados, con un entablamento sencillamente

ornamentado, rematado por una balaustrada corrida (37).

El piso presenta una decoración de formas diversas, compuestas por teselas.

Frente al acceso, se alza una suntuosa escalera, con barandas balaustradas.

Imagen 37. Interior.

http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=palacio%20legislativo%20guanajuato&s=images&p=2

46

ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX EN CELAYA, GTO.

Otro sitio privilegiado en cuanto a obras arquitectónicas del sigo XIX, es la ciudad de

Celaya. Una ciudad que presenta una traza lo más aproximado a un damero o

tablero de ajedrez (imagen 38).

El término Zelaya es de origen vasco y significa “Tierra Llana” y debido a su gran

importancia industrial y comercial, es conocida como “Puerta de Oro del Bajío”

En esta ciudad nació el ilustre constructor, Don Francisco Eduardo Tresguerras y

aquí erigió la mayoría de sus obras y llegó a ocupar incluso, importantes cargos

administrativos y en donde diseñó su propia capilla mortuoria.

De sus obras en esta ciudad, presentamos una muestra de las más destacadas y

que aún se conservan.

Imagen 38. Traza central de la ciudad. http://search.iminent.com/es-ES/search/#q=mapa%20de%20celaya%20guanajuato&s=images&p=2

47

EL TEMPLO DEL CARMEN

En 1597 arriban los frailes carmelitas a Guanajuato, asentándose en una casa

donada y en donde se levantó un templo construido de materiales deleznables y

dedicado a Nuestra Señora del Carmen.

Aunque no hay datos precisos respecto a la fecha de conclusión del templo se sabe

que para 1685, se trabajaba en la remodelación del inmueble que incluye el cambio

de techumbre. En 1736 en este el edificio que se hallaba prácticamente en ruinas,

se inician los trabajos de restauración, que concluyen en 1744, y en 1802, el templo

se incendia, quedando totalmente inhabitable.

Los trabajos de reconstrucción se le encargan a Francisco Eduardo Tresguerras,

quien tardó cinco años para realizar el encargo, quedando la obra como hoy la

podemos apreciar.

Tresguerras, recalcitrante censurador del barroco, respeta la planta barroca de cruz

latina del antiguo templo y sobre ella erige una construcción neoclásica.

El templo, ubicado en el centro de la ciudad de Celaya, Gto. Se erige sobre una

típica planta de cruz latina, con capillas laterales y al frente, como un esquema

innovador en la Nueva España, un pórtico central sobre el que se desplanta la única

torre campanario, esquema que es atribuido a Tresguerras como el creador del estilo

pero que hoy sabemos que mucho tiempo atrás, el arquitecto inglés, Green, había

utilizado en la construcción de varios templos edificados en Inglaterra como: S.

Benetfink, S. Martin Ludgate, Sta. María At Hil y S. Magno Mártir, entre otros.

El esquema volumétrico acusa en la perspectiva, la cruz latina de su planta,

destacando verticalmente la torre campanario sobre el pórtico del acceso y la cúpula

sobre el crucero.

Los elevados muros del contorno del templo se cierran a la misma altura con una

balaustrada con florones de tramo en tramo y sobre los contrafuertes, coincidiendo

con la terminación del segundo cuerpo del pórtico-torre-campanario. (Imagen 39). El

frontis, en primer plano, muestra un nártex al que se llega a través de una escalinata

de cinco peldaños que corre por el frente y los laterales. El nártex está formado por

cuatro columnas que provocan tres accesos frontales y dos laterales, previos al

acceso al templo, al que se ingresa a través de un arco de medio punto y que

presenta una ventana rectangular adintelada a cada lado, correspondiéndose con los

accesos al pórtico a cada lado del central.

48

Imagen 39. Perspectiva del templo. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Las cuatro columnas del nártex son de fuste estriado con capitel jónico, que

sostienen un entablamento con una arquitrabe lisa y un friso con metopas y triglifos

rematados con un frontón triangular cerrado, al centro y sobre el vértice, el emblema

de la orden Nuestra Señora del Monte Carmelo, resguardado por un florón a cada

lado. Tras el ancho del frontón corre una basa que sostiene el segundo cuerpo de la

torre, que se reduce al ancho de las dos columnas centrales del nártex, mediante

unas largas volutas a modo de ménsula invertida, de tipo barroco. Este cuerpo se

encuentra enmarcado por almohadillas y al centro se abre una ventana ovalada. El

tercer cuerpo presenta al centro un reloj y sirve de basa al campanario de dos

cuerpos y planta cuadrada, con vanos en cada orientación y columnas lisas a cada

lado, de capitel jónico en el primer cuerpo y corintio en el segundo; cada cuerpo es

rematado por cornisas prominentes en entrantes y salientes al estilo barroco. La

cubierta es una cúpula campaniforme sobre tambor circular.

Detrás de la torre, a los lados de la misma, se muestra la fachada del templo, con

una ventana rectangular adintelada a cada lado, que se corresponden con las del

primer cuerpo, y que están flanqueas por otras largas volutas que descansan sobre

49

los contrafuertes laterales, como en los demás contrafuertes, a modo de remate

(imagen 40).

Imagen 40. Portada frontal. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

La fachada lateral es de dos cuerpos y remate, en el primero, presenta cuatro

columnas lisas de capitel corintio, que resguardan la escalinata de acceso a una de

las capillas laterales del templo, dedicada a San Plácido, con vano adintelado; la

columnata es unida en la parte superior por un entablamento sencillo con friso

ornamentado con relieves de follajería y un frontón curvo cerrado, ornamentado con

dentículos en todo su contorno, que muestra el escudo carmelita en su tímpano. El

segundo cuerpo presenta un basamento elevado con giraldas y roleos en relieve,

sobre el cual se desarrolla un elemento cóncavo, a modo de hornacina, con cuatro

columnas lisas de capitel corintio, que envuelven el nicho central con la escultura de

la Virgen del Carmen, sobre un elevado pedestal estriado, de forma cilíndrica, la

cornisa que cierra este cuerpo, se desarrolla con entrantes y salientes, al estilo

barroco, lo que le da un juego de luz y sombra a la composición. El remate lo

constituye un cubo central con un arco que cierra el nicho de la Virgen con una

analogía del Monte Carmelo del escudo de la orden y en la parte superior, una gloria

central como elemento destacado (imagen 41).

50

Imagen 41. Portada lateral. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Todo el interior es absolutamente neoclásico, excepto la planta; todo en color blanco

con vivos dorados, con un cornisamiento que se prolonga por todos los muros,

sostenido por una serie de modillones en dorado; las columnas lisas, blancas, con

capiteles corintios y frontones triangulares cerrados. Los albos retablos, pueblan las

paredes interiores de la nave (imágenes 42, 43, 44, y 45).

51

Imagen 42. Retablo principal Imagen 43. Retablo lateral Fotografía: Carlos Ramírez Montes Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Imágenes 44 y 45. Retablos laterales. Fotografías: Carlos Ramírez Montes

52

Bóvedas de arista cubren la nave incluyendo el presbiterio (imagen 46), mientras el

crucero es cubierto por una esbelta cúpula apuntada sobre tambor octogonal, con

ventanas rectangulares adinteladas en cada uno de sus lados y columnas lisas

pareadas, de capitel corintio en cada vértice, rematadas en florones (imagen 47).

Imagen 46. Cubierta de la nave. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Imagen 47. Cúpula del crucero. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

53

La capilla de San Plácido, a la que se accede directamente desde la calle, aloja en

uno de sus muros, otra expresión artística de Tresguerras,: la pintura; nos muestra

dos grandes murales, uno dedicado al pasaje bíblico de la resucitación de Lázaro por

Jesús y el otro a “el juicio final”, que corresponde a la interpretación de un pasaje

bíblico, del libro del Apocalipsis, el cual describe una escena del fin del mundo.

Tresguerras representa la composición dividiendo el cuadro en dos tramos, el

superior representa el cielo, en donde se observa a Jesús y a la Virgen maría,

rodeados de ángeles, y el inferior, que representa lo terrenal y en donde se observa

a los mortales en dos grupos definidos, uno rodeado de ángeles y el otro, asediado

por los demonios (imagen 48).

Imagen 48. El Juicio Final. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Una ilustración que se destaca en la parte baja central de la composición, llama la

atención por su vínculo con la vida del autor; se trata de un esqueleto en actitud de

salir de la tumba, y en la lápida se pueden ver sus iniciales (F.E.T.). Tresguerras

pareciera que presentía que lo enterrarían vivo, como cuenta la leyenda, que en

realidad sucedió y al momento de ser desenterrado para llevar sus restos al

54

mausoleo, el cadáver se encontraba boca abajo, misma posición en la que se

encuentra el esqueleto en el mural (imagen 49).

Imagen 49. “Premonición”. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

En la parte superior del mural se encuentra una inscripción en latín: "ECCE DIES DO

MINI VENIET, CRVDELIST INDIGNATIONIS PLENVS, ET TRAE EVRORSISQVES

AD PONENDAM TERRAM IN SOLITVDINEM ET PECCATORES EIVS

CONTERENDOS DE EA" (ISA XII), en este versículo del libro de Isaías dice: "He

aquí que viene el día de Jehová, implacable, lleno de indignación y de ardiente ira,

para convertir la tierra en desolación y para destruir en ella a sus pecadores”

(imagen 50).

Imagen 50. Inscripción en el mural del juicio final. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

55

En el mural también se muestra su capacidad literaria, pues en su estampa

premonitoria plasmada en la obra, escribió una décima, en la cual advierte al viajero

que habrá un juicio final, del cual solamente saldrán libres los humildes, insinuando

que el único pecado que no perdona Dios, es la soberbia (imagen 51).

Imagen 51. Cartela en el mural del juicio final. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

56

LA COLUMNA DE LA INDEPENDENCIA. Este monumento, levantado en el centro de Celaya, a un costado del templo de San

Francisco y frente a la Catedral, tiene la peculiaridad de haber sido el primero en

erigirse para conmemorar la independencia de México, antes de que ésta se

promulgara.

La obra es de Francisco Eduardo Tresguerras y es una columna de fuste estriado

con capitel corintio; fue construido originalmente como un monumento al Rey de

España, Carlos IV, en 1791, considerando el diseño, la estatua del monarca sobre la

columna; sin embargo, al consumarse la independencia, la estatua fue derribada,

siendo sustituida por Tresguerras por un águila imperial (imagen 52).

Imagen 52. Columna de la Independencia. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

Esta águila rampante, con los atributos que le acompañan, símbolo de nuestra

mexicanidad, tiene a sus pies toda la parafernalia de los combates: espadas, balas,

banderas desplegadas y un tambor de guerra (imagen 53).

57

Imagen 53. Águila imperial. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

En la base cuadrada de la columna, se aprecian sendas cartelas, con las siguientes

inscripciones:

I. A la perpetua memoria de la independencia.

II. Estas armas, blasón glorioso de la patria.

III. El testimonio de fidelidad y amor

IV. Erigió Celaya el año de 1822 segundo de su libertad.

58

EL TEMPLO DE SAN FRANCISCO

El 12 de octubre de 1570, el virrey, Don Martín Enríquez de Almanza autoriza la

fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción y tres años después,

otorga a los franciscanos, su establecimiento en la ciudad y la fundación de su

convento. El 2 de febrero de 1683, se coloca la primera piedra del actual edificio del

templo de San Francisco, consagrándolo a la Virgen de la Purísima Concepción; en

1715, se edifican las bóvedas y la cúpula, y se concluye la obra con la construcción

de la torre-campanario en 1725.

La fachada, la cúpula, la torre y los altares, se le atribuyen a Tresguerras, quien los

desarrollaría entre 1818 y 1820. En 1847, el propio Tresguerras, sustituye la cúpula

original y la torre, por las que actualmente ostenta el templo.

La fachada es de estilo neoclásico, con un mínimo y simbólico pórtico, formado por

cuatro columnas de fuste liso y capitel jónico, que se corresponden a las pilastras

de la portada; estas columnas sostienen un saliente entablamento en cuyo friso se

observan de manera rítmica, las llagas del Señor, símbolo de la orden franciscana,

rematados por una línea de dentículos y sobre ellos una hilera de ovas y lancetas

que dan paso a la cornisa y un frontón circular cerrado, al centro de la composición,

sobre el cual se desplanta una escultura flanqueada por sendos pares de macetones

(imagen 54).

Imagen 54. Fachada frontal. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

59

La cúpula del crucero y la torre campanario son elevados; la cúpula es apuntada, de

perfil ojival y con gallones, erigida sobre un tambor circular con grandes ventanas en

su contorno (imágenes 55 y 56).

.

Imagen 55. Cúpula del crucero. Imagen 56. Interior de la cúpula. Fotografía: Carlos Ramírez Montes Fotografía: Carlos Ramírez Montes

El campanario que corona la única torre en la fachada del templo, es de tres

cuerpos, de planta cuadrada, con dos vanos por cada lado, el primer cuerpo muestra

pilastras lisas; el segundo, columnas tritóstilas de media caña, con fuste estriado y el

tercio bajo con canaladuras en zigzag, y el tercero, pilastras tableradas, todo

cubierto con una sencilla cúpula (imagen 57).

Imagen 57. Campanario. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

60

Los altares son sencillos, de corte neoclásico, facturados en cantera rosa con

discretos filetes dorados (imágenes 58 y 59).

Imágenes 58 y 59. Retablos. Fotografías: Carlos Ramírez Montes

61

LA CAPILLA-TUMBA DE FRANCISCO EDUARDO TRESGUERRAS

En el atrio del convento de San Francisco, en Celaya, existía un Vía Crucis, el final

del cual, remataba con la capilla-tumba que Tresguerras construyó para sí mismo,

diseñado y sufragado por él.

Esta construcción la presentamos no como una obra destacada del siglo XIX en

Celaya, sino por la gran carga simbólica que conlleva, por el significado de la misma

para el pueblo de Celaya y por ser la morada final de tan destacado constructor, de

esta tierra. En la portada neoclásica, se observa un arco de medio punto con clave

resaltada, flanqueado por sendas pilastras acanaladas tritóstilas, con el primer tercio

con contracanales, de capitel florido y rematadas por un sencillo entablamento cuyo

friso presenta relieves de ornamentación vegetal, con flores estilizadas de ocho

pétalos, a cuyo centro se aprecia una banda con una inscripción en latín; la cornisa

se levanta sobre una hilera de dentículos, sobre la que se extiende una línea de ovas

y lancetas en relieve, que sirve de base a la proyección frontal de los modillones que

sostienen el volado de la ligera cornisa, sobre la que se alza el frontón triangular

cerrado, a modo de remate (imagen 60).

Imagen 60. Portada de la capilla-tumba. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

62

A los lados de las pilastras, a la altura de los capiteles, se observan sendos

medallones, con versos sacros, escritos por Tresguerras (imágenes 61 y 62).

Imágenes 61 y 62. Medallones. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

La puerta bajo el arco de acceso era originalmente de madera, de dos manos, con

nudos de fierro y en medio dos óvalos con rejas de fierro y vidrios finos.

El interior es un pequeño espacio de planta ortogonal (imagen 63), de siete varas de

largo por cinco y medio de ancho, hecha de mampostería y bóvedas de cañón

anguladas y seccionadas en fajas longitudinales rectangulares totalmente

ornamentas con relieves de flores y follajería, con pinjantes en las partes

centrales.(imagen 64),

Imagen 63. Planta arquitectónica. Croquis: Carlos Ramírez Montes

63

Imagen 64. Bóveda. Fotografía: Carlos Ramírez Montes

En el muro testero, en el interior, una torrecita de un arco con su campana y en el

altar, la imagen de la Virgen de los Dolores, pintada al óleo.

En esta tumba, el arquitecto guardó una cantidad de objetos que el consideraba

representativos y que acumuló a lo largo de su vida: el cuadro de la Virgen de

Dolores, Cristo y los apóstoles, San Francisco, San Eduardo; todos pintado por él;

también hay copas, vasos, jarras; un aguamanil, versos, sonetos. . .

Al centro de este espacio, una lápida con la que se ubica el sitio exacto en el

reposan los restos de Tresguerras y una inscripción que consigna la identificación y

el periodo de vida de nuestro personaje (imagen 65).

Imagen 65. Tumba de Francisco Eduardo Tresguerras

64

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