arqueología en antioquia y el nuevo milenio

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  • 7/25/2019 Arqueologa en Antioquia y El Nuevo Milenio

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    R e s e a s

    Arqueologa en Antioquia y el nuevomilenio: comentarios en torno a 50 aosde investigacin

    Construyendo el pasado. Cincuenta aos

    de arqueologa en Antioquia

    Sofa Botero Pez (ed.)

    Boletn de Antropologa Universidad de Antioquia (edicin especial), Departa-

    mento de Antropologa, Museo Universitario, septiembre de 2003, 219 p.

    Indudablemente, las miradas retrospectivas tienen un sentido al menos doble: recordar

    para no olvidar y recordar para ver a futuro. Las dos no son automticas, y mientras

    que la primera quiz se alcance con ms facilidad sin entrar aqu en consideracio-

    nes de objetividad del recuento como producto directo del ejercicio de viajar en

    la memoria, lo mismo no puede decirse de la segunda, pues esta supone, adems

    del ejercicio de rememorar, la intencin de introducir en el recuento, observaciones,

    anlisis, sntesis y crticas que dejen vislumbrar caminos a futuro. Conjugar estos

    sentidos de manera orgnica es el reto que plantea este volumen especial delBoletn

    de Antropologade la Universidad de Antioquia, ya que al tiempo que rendirle un

    homenaje pstumo a Graciliano Arcila Vlez, lo que busca es presentar para suanlisis y discusin las distintas versiones y miradas que se han elaborado sobre la

    historia ms antigua de este departamento [Antioquia], al tiempo que ofrecer a la

    comunidad datos e informacin que por distintas razones han circulado de manera

    restringida, como se anota en la presentacin del volumen (p. 10). De manera ms

    enftica se plantea que el reto que quisimos enfrentar fue presentar un texto propo-

    sitivo que nos permitiera identificar, a nosotros y las nuevas generaciones, no slo

    las encrucijadas acadmicas sino los caminos sociales, analticos y metodolgicos

    para avanzar en ellas. Se trataba de cumplir con un una exigencia que desde hacia

    aos nos estaban y nos estbamos haciendo (p. 10).Un volumen con tales pretensiones conformado por 8 secciones (dos iniciales

    de presentacin y 6 textos centrales) hace que sea tambin un reto realizar una

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    resea integral del mismo, ya que, por una parte, no todos los textos estn centra-

    dos en una sola temtica al tratar estos de abarcar la obra de Arcila Vlez, y,

    por otra, porque los textos que en principio abordan temticas similares, presentannfasis y caractersticas bien diversas. Por esto, de antemano, debemos decir que

    nuestros comentarios se centrarn de manera especial en lo relacionado con la recons-

    truccin histrica del poblamiento humano en esta regin, en especial sobre los grupos

    agroalfareros, tratando tangencialmente las otras temticas abordadas en los diferentes

    textos. El sesgo que estaremos introduciendo, no es de por s garanta de lograr una

    mirada de conjunto sobre esa temtica, pero al menos, creemos, nos ofrece un punto

    de referencia comn para las reflexiones generales que hagamos.

    El volumen, concebido entonces como algo ms que un homenaje pstumo a

    Graciliano Arcila Vlez, el padre de la arqueologa en Antioquia entendiendo estecalificativo en el ms amplio sentido de la palabra, ya que fue fundador del Museo

    Antropolgico, del Museo Histrico, delBoletn de Antropologa, de la Sociedad de

    Antropologa de Antioquia y del Departamento de Antropologa de la Universidad

    de Antioquia, hace que los textos principales recurran a su obra para destacar sus

    aportes, lo cual no puede negarse, alcanza a generar un nmero de pasajes reiterativos,

    en especial en las introducciones de los diferentes textos, lo que les da un tono algo

    acartonado (obligado); quiz este sea uno de los precios del homenaje.

    Tanto la seccin Presentacin,por Sofa Botero, como la segunda, titulada

    Palabras del seor Rector de la Universidadde Antioquia, por Alberto Uribe Co-

    rrea, sealan el derrotero de la obra, la primera dibujando el panorama de los textos

    principales y la segunda exaltando la figura del investigador Arcila Vlez.

    En el primero de los 6 textos centrales, titulado Graciliano Arcila y la Arqueo-

    loga en Antioquia, Emilio Piazzini destaca el aporte del investigador poniendo de

    manifiesto el contexto histrico en que se mueve el personaje, de la mano con la

    creacin y consolidacin de un espacio de reconocimiento para el ejercicio de la

    antropologa y la arqueologa tanto en el pas como en Antioquia, proceso que arranca

    con la creacin del Servicio Arqueolgico Nacional en 1937 y que contina hasta

    la creacin de los departamentos de antropologa en las universidades colombianas.

    As, sobre la base de un panorama de la poltica educativa del pas, el autor generael espacio para, al tiempo que describir la trayectoria seguida por Arcila, incursionar

    en las tensiones que se suscitan en la obra de ste, donde se puede observar cmo

    las convicciones filosficas y polticas, as como las investigaciones y gestiones

    acadmicas, estaban guiadas por una estrecha articulacin entre la fe en la ciencia y

    la religin, entre el conocimiento antropolgico y el propsito de incorporacin de

    los sectores sociales marginados a la dinmica de un progreso basado en las carac-

    tersticas propias de la poblacin (p. 21). Este periplo por la obra de Arcila aborda

    tambin consideraciones en torno a las concepciones de ste frente a la arqueologa

    como disciplina, su campo de accin y el rol de la difusin como elemento de ex-plicacin en particular las migraciones en su obra.

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    El texto de Piazzini logra ambientar un escenario detallado para entender otros

    aspectos de la obra del investigador, como ocurre con el segundo texto central del

    volumen titulado Contribucin de Graciliano Arcila Vlez al conocimiento bioantro-polgico de la poblacin amerindia nativa colombiana, por Javier Rosique Gracia.

    En este, en efecto, se hace un detallado viaje por la obra del investigador colocando

    en perspectiva las investigaciones que realiz en el campo especfico de la antro-

    pologa biolgica, destacando los conceptos y datos que manejaba en funcin de lo

    que era el punto de vista predominante en la comunidad cientfica en las dcadas de

    los 40, 50 y 60 del siglo pasado. El texto, no obstante, trasciende esa descripcin al

    contrastar esas ideas con el estado actual de la discusin sobre los mismos, aspecto

    que le da al texto un valor especial. Entre los conceptos y temas abordados estn el

    concepto de raza, el aporte de los estudios hematolgicos, las consideraciones sobreantropometra de los indios nativos y el origen de la poblacin sudamerindia. Como

    plantea Rosique (p. 65), los temas que dominaron el trabajo de Arcila en este campo

    siguen siendo centrales en el debate contemporneo de la antropologa fsica, lo cual

    hace necesario un conocimiento detallado del desarrollo alcanzado en el pasado para

    perfilar los desarrollos futuros, tanto de la antropologa biolgica en general, como

    de las investigaciones en dicho campo en Colombia.

    El tercer texto,Arqueologa de Antioquia balance y sntesis regional, por Gus-

    tavo Santos Vecino y Helda Otero de Santos, es un texto ambicioso que busca hacer

    una memoria/recuento histrico pormenorizado sobre el desarrollo de la investigacin

    de las ocupaciones humanas en la regin antioquea que es lo tratado en la primera

    parte del ensayo (pp. 71-91), y un estado del arte de los datos y periodizaciones (la

    reconstruccin histrica del poblamiento) para la arqueologa de la regin, que es lo

    tratado en la segunda parte (pp. 91-117). El texto, podra decirse, es una lectura (una

    memoria) muy personal, en el sentido que los autores son actores de primer orden

    en la historia y temtica reseada. No es gratuito que Obregn (siguiente texto del

    volumen), ubique a Santos como uno de los personajes que definen la trada central

    sobre cuya base, segn ste, se desarrolla la arqueologa en Antioquia.

    La primera parte del texto, titulada El desarrollo de la Arqueologa en An-

    tioquia, donde se describe el itinerario y los actores de las investigaciones ar-queolgicas, est subdividida en cuatro apartes denominados Antecedentes, Las

    primeras investigaciones en Antioquia, Las investigaciones iniciales en la zona

    montaosa de Antioquia y Arqueologa de Rescate, e investigaciones recientes.

    Mientras que la seccin Antecedentes describe el estado de la investigacin entre

    las dcadas del 40 al 70 del siglo pasado, en donde Arcila es personaje central, y

    ubican el inicio de una arqueologa fundamentada en la aplicacin de mtodos y

    tcnicas de campo y laboratorio y fechas de radiocarbono y estudios de suelos (p. 72) a

    finales de los 70 del siglo pasado, la seccin Las primeras investigaciones en Antioquia

    abarca el periodo de la dcada del 70 al 90 del siglo pasado (p. 75). Este periodo estcaracterizado por tener, entre sus objetivos, la definicin de complejos culturales

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    o arqueolgicos (o conjuntos de vestigios asociados), y el conocimiento de su dis-

    tribucin cronolgica y espacial, con base en los rasgos estilsticos de la cermica

    (forma y decoracin de las vasijas), y [] el establecimiento de las relaciones delos complejos tardos con los grupos tnicos del siglo XVI (p. 73). Esta agenda,

    como la del resto del pas, se caracterizaba por la ausencia de discusiones sobre

    los presupuestos terico-metodolgicos que implcitamente se adoptaban (p. 73).

    Consideran los autores, no obstante, que como resultado de estas investigaciones

    pioneras se logra establecer un esquema para las ocupaciones humanas en Antio-

    quia en el cual se identificaron fases, complejos, tradiciones y estilos cermicos,

    como Urab, Ferrera, Marrn Inciso, Pueblo Viejo, Inciso con Borde Doblado, La

    Sorga, La Aguada y Tardo (p. 75). Se anotan tambin avances en la realizacin de

    inferencias sobre patrones de asentamiento, actividades de subsistencia, organizacinsociopoltica, adems de la introduccin y desarrollo de metodologas de campo no

    slo de reas pequeas y entierros sino de excavaciones en rea de sitios de vivienda

    y prospecciones en rea (p. 76).

    La tercera parte, Las investigaciones iniciales en la zona montaosa de An-

    tioquia, se concentra en la zona montaosa debido al amplio espectro de zonas de

    investigacin en el departamento (p. 76). La investigacin en esta regin, indican

    los autores, permiti la construccin de una propuesta de periodizacin basada en

    la identificacin de dos periodos para las sociedades agroalfareras, uno Temprano

    representado por los estilos Ferrera (siglos Va. C. a VId. C.) y Marrn Inciso (siglos

    Ia VId. C.) y otro Tardo (siglos Xa XVIId. C.) representado por el estilo Tardo que

    incluye los complejos Inciso con Borde Doblado, La Aguada y el Tardo del Valle

    de Aburr. Esta propuesta contrastaba con otra alterna que propona la coexistencia

    de los estilos Ferrera y Marrn Inciso o Pueblo Viejo hasta la poca de la Conquista

    en el Valle de Aburr (p. 77).

    Santos y Otero de Santos consideran que estas periodizaciones, contrastan

    tambin con varios intentos hechos por diversos investigadores para tratar de superar

    la definicin de perodos estrictamente cronolgicos y de introducir elementos para

    tratar de establecer perodos fundados en cambios de orden econmico, social y po-

    ltico los cuales no prosperaron en la forma de servir como elementos orientadoresde investigaciones especficas (pp. 78 y 79).

    En la ltima parte o seccin Arqueologa de Rescate, e investigaciones re-

    cientes, se registra el desarrollo de la arqueologa de rescate, inicindose a mediados

    de la dcada del 90 del siglo pasado y llegando hasta las investigaciones recientes

    primeros aos del presente siglo. En la seccin se listan las investigaciones

    realizadas y se afirma que si bien con la arqueologa de rescate se introducen nue-

    vos enfoques y nuevas metodologas de campo y laboratorio, la mayora de estos

    estudios recientes,

    [] se orientaron a precisar o discutir el marco Histrico-Cultural (la definicin de los

    estilos cermicos, sus relaciones y sus cronologas, y las secuencias de ocupacin o perodos

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    originalmente propuestos), y, en algunos casos, los planteamientos sobre la explotacin

    indgena de la sal, [] sin que se hubieran desarrollado nuevas problemticas, nuevos

    enfoques, o nuevas metodologas de campo y laboratorio, lo cual es sintomtico de una

    arqueologa que, de alguna manera, se bas en las investigaciones iniciales y se desarrollen un ambiente carente de enfoques tericos, aislada de las discusiones acadmicas de la

    arqueologa en los mbitos nacional y mundial (p. 81).

    En este panorama, y como excepciones a las investigaciones sin una orienta-

    cin terica explcita (p. 84), merecen consideracin especial para los autores los

    proyectos realizados en Riachn, Porce IIIy San Andrs (Ardila, 1997 y 1999) por

    una parte, y el realizado en el Valle de Aburr (Langebaek et al., 2002), por otra,

    pues con estos se introdujo un nuevo discurso en la arqueologa de Antioquia, deri-

    vado de la arqueologa Procesual [sic], basado en la concepcin neopositivista de la

    ciencia de probar o contrastar modelos o hiptesis (p. 84). Estos proyectos y otroscomo el realizado en el rea de influencia de Guaico (Jaramillo et al., 1998), indican

    los autores, asumieron la regin como la escala necesaria para la comprensin de

    patrones de comportamiento cultural relacionados con los asentamientos, la agri-

    cultura y la explotacin de recursos y de las dinmicas de la poblacin (p. 85). No

    obstante, reiteran los autores, los eventos y procesos del desarrollo de sociedades

    prehispnicas en la zona montaosa de Antioquia, estn involucrados engrandes

    contextosterritoriales que superan la escala regional (p. 85, nfasis aadido).

    La seccin contina reflexionando sobre diversos aspectos de los proyectos

    mencionados, tanto en el orden terico como metodolgico, y termina con una re-flexin sumaria sobre el ejercicio de la arqueologa en el contexto actual en donde,

    adems de plantear que en el mundo posmoderno de hoy, con el cuestionamiento

    a los paradigmas o modelos tericos del siglo pasado y el reconocimiento de sus

    limitaciones y de sus frustraciones, lo que ha dado origen a una crisis en las ciencias

    sociales, incluyendo la arqueologa se debe propender a una apertura terica, en

    la que los presupuestos bsicos de investigacin estn claramente planteados; no

    se trata de cerrar filas en torno a una versin verdadera del pasado prehispnico,

    desconociendo otras versiones ni tampoco asumiendo el relativismo desbocado

    (en el que todos los puntos de vista tienen el mismo valor) sino de revelar las ideasque subyacen en la prctica arqueolgica, y su relacin con un contexto social y

    poltico histricamente situado (p. 90). Se mencionan temticas que no han sido

    an seriamente abordadas por la arqueologa as como los campos nuevos en que se

    est incursionado y que determinan derroteros promisorios a futuro.

    La segunda parte del artculo, como mencionamos, presenta varias discusiones

    alrededor de los modelos o esquemas de periodizacin que se vienen utilizando en la

    regin. La propuesta de los autores es abordarlo con base en dos grandes periodos en

    donde la produccin de alimentos es el factor esencial para marcar el paso del uno al

    otro: cazadores-recolectores hortcolas y sociedades agrcolas y alfareras (3.000 a. p.

    hasta el siglo XVI). En la discusin detallada de cada periodo, la primera parte incluye

    la cermica Cancana, y la segunda en orden cronolgico est representada por lo

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    Ferrera, lo Marrn Inciso y lo Tardo (que es una serie de subestilos), llegando hasta

    lo colonial y republicano.

    Las consideraciones iniciales sobre los precermicos (dejando aqu de lado lapresentacin de las evidencias y sus fechamientos) lleva a Santos y Otero de Santos

    a llamar la atencin sobre las deficiencias en la calidad de los estudios de cazadores

    y recolectores, falencias que como se plantea en la cita 29 de la pgina 103, abarcan

    tanto los factores de orden social y cognitivo, como la competencia por recursos, la

    territorialidad y la interaccin social entre otros. Esta seccin, como se indic antes,

    incluye la presentacin de la ocupacin Cancana, pues todas las evidencias sugieren,

    bsicamente, una continuacin de este modo de vida, slo que con la presencia de

    cermica como elemento nuevo.

    Con relacin a los reclamos que hacen los autores al esbozar las deficienciasque aprecian en los estudios de cazadores-recolectores, si bien uno puede estar de

    acuerdo, lo que se debe enfatizar y queda claramente de manifiesto es que esas

    falencias tienen su origen, ante todo, en que las estrategias de investigacin no se

    han orientado a esos grupos como tal, siendo el hallazgo fortuito de yacimientos

    de esas poblaciones en el marco de otras investigaciones o actividades lo que ha

    predominado, y de all, por consiguiente, las deficiencias anotadas.

    Al entrar de lleno en la parte de los grupos agroalfareros se destaca el argu-

    mento segn el cual, y con base en las fechas radiocarbnicas graficadas en la figura 1

    de la pgina 92, los estilos cermicos conocidos como Cancana, Ferrera, Marrn

    Inciso y Tardo, muestran una secuencia cronolgica de los estilos u ocupaciones

    prehispnicas (figura 1), en detrimento de la versin sobre la coexistencia de todos

    los estilos cermicos (p. 91 nota 24).

    La ocupacin representada por el estilo Ferrera, no obstante, la ubican los

    autores entre el siglo Va. C. y el IVd. C., pues las fechas ms tempranas y ms tardas

    son consideradas como anmalas. Se plantea que mientras para algunos estos grupos

    no alcanzaron un desarrollo de complejidad social estilo cacicazgo, para otros este

    nivel s se alcanz, lo cual deja abierta la discusin sobre su estructura social as

    como su gnesis, hecho sobre el cual tambin hay diversas opiniones.

    Una situacin similar se presenta con la ocupacin Marrn Inciso donde des-pus de descartar varias fechas, se establece que la ocupacin est entre el siglo Ia.

    C. y VIId. C. Con base en estas fechas, los autores entonces plantean para el Valle

    de Aburr, la coexistencia de Ferrera y Marrn Inciso por casi cinco siglos (p. 109).

    Tras presentar diversos argumentos algunos contrastantes entre s, sobre el ca-

    rcter de estas agrupaciones Marrn Incisas, tanto en lo poltico como social y en

    las actividades econmicas, los autores concluyen que en efecto, Ferrera y Marrn

    Inciso representan cada uno una ocupacin sin que sea claro todava la dinmica de

    cambio y desarrollo al interior de stas (p. 114).

    La seccin final aborda el denominado Tardo, el cual se ubica a partir del siglo Xd. C.,representado por nuevas manifestaciones culturales de sociedades agroalfareras,

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    caracterizada por una alfarera distinta a la de las ocupaciones anteriores y por ce-

    menterios de tumbas de pozo con cmara lateral (p. 114). La proliferacin de estilos

    o subestilos en este periodo, ha sido explicada de diversas maneras, pero anotan losautores que la principal problemtica contina siendo la de comprender los proce-

    sos y factores que llevaron al aparecimiento de nuevas manifestaciones culturales a

    partir del siglo VIIId. C., fenmeno que ocurre tambin en la cuenca montaosa del

    Cauca y la parte superior del valle medio del Magdalena (p. 117).

    El texto de Santos y Otero de Santos, es un texto que, si bien en trminos de es-

    tructura y contenido, aborda la historia de la arqueologa en Antioquia no simplemente

    como una historia de fechas y estilos (hallazgos), sino como una en la que se trata de

    evidenciar los elementos fundantes de ese ejercicio arqueolgico aproximndose a

    los conceptos centrales que subyacen a las investigaciones como son los conceptosde cultura, evolucin, etc., y que, en esa medida, tambin explora las diferencias

    epistmicas y metodolgicas de las diferentes tendencias arqueolgicas en que

    se enmarcan esos ejercicios arqueolgicos, no alcanza su cometido con claridad, al

    menos por dos razones principales. La primera es la falta de un enunciado claro por

    parte de los autores de la posicin terica y metodolgica desde la cual estn reali-

    zando esa lectura crtica, pues en consonancia con su propia argumentacin de que

    no creen como plantean algunas posiciones posmodernas que todo vale por

    igual, resulta imprescindible tal gua para que el lector sopese tanto la coherencia y

    contundencia de la crtica a las corrientes tericas o nfasis tericos que son tratados

    en el texto, como la coherencia misma de la reconstruccin histrica para Antioquia

    por ellos propuesta. En segundo lugar y de la mano con lo anterior, creemos que, en

    lugar de complementarse, cada una de las dos secciones mayores en que est divi-

    dido el texto, compite con la otra, restndose espacios (pginas) necesarios para ser

    desarrollados cada uno con mayor independencia y profundidad, lo cual contribuye

    a generar problemas de argumentacin y dificultad de lectura.

    En el sentido del primer problema planteado, puede tomarse como ilustrativo,

    por ejemplo, lo relacionado con la argumentacin en contra del reconocimiento

    regional sistemtico (p. 108), pues planteada esta crtica en la forma que all se

    hace, resulta, cuando menos, de un simplismo preocupante. Situacin que se hacems preocupante al observar que en el texto, particularmente en la segunda parte,

    los resultados del estudio de Langebaek et al. (2002) en el valle de Aburra, son

    rescatados como parte central de la ambientacin interpretativa de la secuencia

    (ej.: pp. 112, 116). En ltimas, es curioso ver cmo las explicaciones o escena-

    rios dinmicos de las sociedades se reconstruyen usando la informacin de dicho

    proyecto, siendo la metodologa utilizada por este, objeto de crtica abierta. En este

    sentido, queda entonces una preocupacin con la argumentacin, pues si bien sta

    enfatiza la necesidad de explicitar los supuestos bsicos de las investigaciones (tan-

    to tericos como metodolgicos), y s, como en este caso, los del reconocimientoregional sistemtico son criticados, no se entiende entonces cmo se puede luego

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    pasar a incorporar las conclusiones de esos estudios para reforzar los esquemas e

    interpretaciones que se ofrecen.

    Otro aspecto problemtico de carcter argumentativo en esta seccin se puedeobservar, por ejemplo, en las afirmaciones referentes al problema de escala de los

    fenmenos investigados (las sociedades agroalfareras de Antioquia), pues all, como

    anotamos anteriormente, para los autores, las relaciones o interacciones son de

    tal magnitud, que rebasaran cualquier escala de trabajo hasta el presente realizada,

    es decir, que la nica escala a la que parece que sera posible trabajar es la escala

    departamental (lase departamento de Antioquia) (p. 85). Este problema sobre

    el que volveremos luego al tratar el artculo de Sofa Botero, es serio, pues en

    muchos pasajes son frecuentes las expresiones relacionadas con la interaccin amplia

    entre grupos como posible explicacin a, por ejemplo, la distribucin de cermicascon atributos similares en amplias zonas (pp. 113, 115, 116). Ahora bien, como

    muestra el mismo artculo, no existe ningn trabajo a tal escala que sustente las

    afirmaciones sobre las interacciones entre lites en tal universo. No obstante, esas

    relaciones supuestas, constituyen un eje argumentativo central para los autores.

    En sntesis, mientras encontramos crticas a metodologas especficas para abordar

    aspectos sociales en la escala regional, no se encuentra ninguna propuesta clara de

    cmo hacerlo, la cual sera, en principio, la utilizada por ellos para poder que sus

    propios argumentos de interacciones macro regionales tengan soporte.

    La nota de pie de pgina nmero 5, en la pgina 75, es otro ejemplo de afirma-

    ciones carentes de soporte, pues no se explica cmo el comportamiento estratigrfico

    de algunos componentes del registro arqueolgico puede servir de punto de partida

    para inferencias sobre formas de organizacin social.

    En cuanto a la secuencia de ocupacin agroalfarera, se debe sealar por su parte

    que el texto se presta a confusin argumentativa, pues al estar estructurado sobre la

    afirmacin de la clara sucesin de estilos (p. 91) segn la grafica 1, no es fcil de

    comprender luego que por una parte, Ferrera y Marrn Inciso coexistan por cinco

    siglos, pero que al tiempo se enfatice que son dos grandes desarrollos regionales

    con diferencias culturales (p. 110). Igualmente llamativo resulta el ltimo prrafo

    de la seccin sobre Marrn Inciso (p. 114), pues en este una vez ms se dice queambas ocupaciones (Ferrera y Marrn Inciso), sealan ocupaciones con rangos

    temporales muy amplios. Qu quiere decir entonces ocupacin y desarrollo

    regional? Aqu, sin lugar a dudas, lo nico claro es que el fenmeno Marrn Inciso-

    Ferrera todava no est claro.

    En esta discusin del Marrn Inciso, obviamente, el aspecto de los fecha-

    mientos ocupa un lugar central. Y llama la atencin que mientras los autores son

    claros en manifestar sus discrepancias con la forma en que Langebaek et al. (2002)

    descartaron ciertos fechamientos en su argumento (p. 87), stos, a diferencia de los

    cuestionados, no aportan ningn argumento para sustentar las que ellos han incluido(y dejado de incluir, quiz), sin que sea posible evaluar las implicaciones de tales

    decisiones sobre la grfica 1, que es el centro de la argumentacin.

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    En relacin con los argumentos sobre los diferentes estilos, resulta tambin

    preocupante quiz por demasiado sinttica la argumentacin frente al Tardo,

    pues si ste est constituido por un conjunto de subestilos como son entre otros,para la cuenca montaosa del Cauca, el Cauca Medio, Caldas, Aplicado Inciso, La

    Aguada e Inciso con Borde Doblado, y para el valle medio del Magdalena y la Cor-

    dillera Central, los complejos Tardo, Picarda y Horizonte del Magdalena Medio o

    Complejo Colorados, puede uno, entonces, vlidamente preguntarse qu es lo que

    se grafica en la figura 1 como Tardo? Si la respuesta es que aqu se ha compactado

    informacin de todos estos subestilos, la preocupacin que surge es en cuanto a las

    posibilidades de ver ms all de los tiestos, es decir, de poder evaluar y considerar

    en la reconstruccin de esa secuencia de ocupacin, las implicaciones sociales de

    esta diversidad estilstica.El texto, allende de las dificultades anotadas, se mueve en la direccin correcta

    del mucho ms complicado ejercicio de poner en claro los fundamentos de las inves-

    tigaciones realizadas, para poder sopesar la coherencia interna de las reconstrucciones

    histricas que se ofrecen. El texto, tambin tiene como mrito propio, el colocar en

    el centro del debate temas que sin lugar a dudas son centrales en el ejercicio de la

    arqueologa de esta regin y zonas adyacentes, como lo relativo a las escalas de

    investigacin, las periodizaciones y las tipologas cermicas, temas que van de la

    mano en cualquier intento de reconstruir el pasado, y cuya discusin, seguramente,

    ayudar a perfilar camino(s) para los arquelogos del hoy y del maana.

    El cuarto texto,Poblamiento prehispnico del valle de Aburr: nuevos apun-

    tes sobre un discurso fragmentado, por Mauricio Obregn Cardona, comienza con

    una premisa clara en el sentido de que adems del homenajeado (Ardila Vlez), la

    arqueologa de Antioquia conforma su trada principal con los trabajos de Castillo

    (1995) y Santos (1995), quienes se basaron en una concepcin etnicista de la cul-

    tura material, que asimil a priori los conjuntos de artefactos o estilos cermicos

    definidos por los investigadores, con entidades tnicas autoidentificadas (la idea

    corriente de los grupos portadores del estilo...) (p. 126). Para el autor, esta postura

    terica, aunada con una visin positivista del conocimiento, trajo como consecuencia

    una reduccin del horizonte de discusin restringiendo la cronologa a la sucesinmecnica de estilos, la interaccin a la dispersin simple de rasgos formales, y el

    cambio social a las explicaciones catastrofistas que presuponen eventos caticos tales

    como invasiones y exterminios, la decadencia de las culturas y algunos desastres

    naturales (p. 126).

    El panorama cambia en la dcada de los 90 cuando se comienzan a diversificar

    los intereses y las voces acadmicas, pues aparecen en escena nuevos investigadores

    formados en tradiciones extranjeras o disciplinas diferentes, as como ensayos de

    crtica sobre el cmo, el porqu, el qu, etc. (pp. 128 y 129), proceso que se tradu-

    ce en la formulacin explcita y articulada de un conjunto de nuevas preguntas deinvestigacin (p. 129).

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    424 /Boletn de Antropologa, Vol. 18 No. 35. 2004. Universidad de Antioquia

    Para el autor, la heterogeneidad discursiva consolidada en la ltima dcada,

    no representa una babel disciplinar [sic], un caos epistmico; la interpreto como una

    condicin generalizada de los saberes contemporneos y como un sntoma favorablede vitalidad renovada en nuestra comunidad de saber (p. 130).

    La segunda parte del ensayo se ofrece no como el manual de arqueologa

    de Antioquia, sino como una coleccin de reflexiones sobre tpicos diversos que

    tiene por fin estimular el intercambio y vida de la comunidad acadmica. Este texto

    tiene a su favor que siendo una reflexin sobre la historia, a diferencia de otros, no

    arranca con los hechos (los datos) sino con las representaciones de las comunidades

    que tales evidencias materiales soportan. As, tras mostrar el cuadro de la pelcula

    comenzando por los primeros pobladores y discutiendo cmo ha cambiado esa

    nocin, el autor aborda el cuadro correspondiente a los agricultores y alfareros,argumentando que el guin tradicional plantea para estos avances tecnolgicos un

    origen externo al igual que para los paleoindios, lo que lo lleva a plantear que una de

    las caractersticas de ese guin es que no ha planteado una solucin de continuidad

    entre sus partes integrantes, es decir, en esta perspectiva no se concibe la existencia

    de procesos de transformacin que vinculen orgnicamente a los pobladores iniciales

    del valle con los desarrollos posteriores (p. 134); de igual forma se viene a explicar

    los subsecuentes desarrollos como la agricultura y la alfarera, es decir, por oleadas

    migratorias; los famosos grupos portadores de la cermica (p. 134).

    En cuanto a esta crtica a la visin portadora, y confirmando quiz lo enraiza-

    da que sta est aunque puede ser tan slo un recurso estilstico (mordaz), vemos

    que el autor no puede escapar a ella al afirmar: En buena medida, los cacicazgos

    portadores de la cermica marrn incisa son todava un asunto bastante especula-

    tivo, argumentado ms desde los modelos que desde la informacin arqueolgica

    (p. 141).

    El texto aborda tambin entonces la representacin de las poblaciones Ferrera

    y Marrn Inciso, destacando los cambios que se han presentado en esas configura-

    ciones, para tambin, en la parte final, abordar las implicaciones cronolgicas de

    esos estilos. En este sentido y tomando como soporte dos grficas de fechamientos

    para cada uno de los estilos, incluidas como figura 1 (p. 143), se argumenta quecada da aparecen ms evidencias que permiten suponer que el lmite temprano

    se extiende ms en el tiempo (siglo Xa. C.), frontera que podra llegar a ampliarse

    hasta tocarse con los desarrollos asociados del poblamiento temprano del Valle de

    Aburra. Con relacin al lmite reciente, se considera que hay consenso en que las

    clsicas producciones alfareras denominadas ferrera y marrn inciso no van ms

    all del siglo Xd. C. (p. 142).

    Por otra parte, y en cuanto a las relaciones entre Ferrera y Marrn Inciso, el

    argumento central es que parece existir consenso en que la mayora de fechamien-

    tos ms tempranos son para Ferrera, lo que al tomar en consideracin una posiblecontinuidad en el poblamiento del valle desde momentos muy tempranos hace que

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    Arqueologa en Antioquia y el nuevo milenio: comentarios en torno a.../425

    las preguntas se direccionen hacia los contextos sociales que hicieron posibles los

    cambios en la produccin de artefactos, entendidos como la aparicin de un de-

    terminado estilo, su popularidad y su decadencia, es decir, los interrogantes tiendena enfocarse en cules fueron los significados y los usos sociales vinculados a los

    artefactos, y por lo tanto, los procesos de cambio que impulsaron las variaciones

    formales en los productos alfareros, su consolidacin como estilos y su paulatino

    reemplazo por nuevos conjuntos (p. 142).

    Esta argumentacin presenta un contraste con la argumentacin de Santos y

    Otero pues la argumentacin no indica una clara secuencia entre estilos, sino de

    fechas con tendencias que en principio ubicaran lo Ferrera como ms temprano

    que lo Marrn Inciso, pero sobre todo, en que se abre un panorama de anlisis en el

    que ambas manifestaciones no compiten entre s, sino que hacen parte de un nicoescenario social.

    La discusin de Obregn contina luego abordando el tema de la ocupacin

    tarda, en donde afirma que ms que la alteracin y destruccin de sitios, el principal

    problema para el estudio sistemtico de esta parte de la secuencia es que la comu-

    nidad acadmica ha visto esto como algo negativo, un premio de segunda categora

    frente al reporte o estudio de sitios ms tempranos, as como por una visin que

    impide el trabajo con especialistas de otros campos, como con los historiadores por

    ejemplo.

    La argumentacin incluye como tesis central una propuesta o hiptesis segn

    la cual la concepcin del periodo tardo, como manifestacin de la decadencia

    en el poder de las lites [], ha sido construida localmente mucho ms desde la

    valoracin esttica y comparativa de las producciones cermicas y orfebres, que

    desde argumentos tericos y empricos aportados por procesos de investigacin

    (p. 147-148).

    Destacando entonces cmo en los ltimos aos se han iniciado trabajos con

    perspectivas y metodologas que permiten hacer consideraciones y evaluaciones de

    la evidencia desde otros ngulos, al punto que es posible empezar a leer el registro

    de esas sociedades tardas no como decadentes, sino como simples en virtud

    de que las lites ya no utilizan dichos elementos como fundamento de su poder(p. 148), Obregn cuestiona las afirmaciones hechas por Langebaek et al. (2002)

    sobre demografa en el Tardo, argumentando que la clasificacin cermica realizada

    por estos estara inflando lo Tardo pues all incluyeron colonial y republicano;

    plantea que es curioso que sean ms densas las ocupaciones Marrn y Ferrera que

    las tardas, lo que llevara a pensar en un declinamiento demogrfico. A esto, el autor

    claramente concluye que el debate est abierto (p. 149), y que sin claridad sobre

    los atributos tecnolgicos que permitan identificar de manera confiable la cermica

    producida entre el siglo Xy el XVI, no se podr avanzar mucho en reconstrucciones

    demogrficas (p. 151).

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    426 /Boletn de Antropologa, Vol. 18 No. 35. 2004. Universidad de Antioquia

    El texto concluye augurando un futuro esperanzador para la arqueologa de esta

    regin, alimentado por los procesos de auto reflexin de los arquelogos locales

    sobre la dimensin epistmica, tica, poltica y esttica del discurso y de la praxisacadmica (p. 152).

    El quinto texto,De la arqueologa temprana de los bosques premontanos de la

    Cordillera Central colombiana, por Francisco Javier Aceituno Bocanegra, pretende

    hacer una resea sobre cmo se ha construido el discurso de cazadores-recolectores

    del Holoceno temprano y medio en bosques hmedos premontanos, para lo cual la

    estrategia [] ha sido la deconstruccin del discurso con el fin de descubrir los pilares

    tericos, metodolgicos y empricos sobre los cuales se construy la morfologa de

    un discurso sobre cazadores-recolectores prehispnicos en Colombia (p. 158).

    Tras sealar cmo los trabajos de Salgado (1995) y Gnecco (1995, 2000) sien-tan una ruptura en los estudios al deslindar y abrir el panorama para la existencia de

    otros cazadores con sus tecnologas diferentes a los ya paradigmticos Sabana

    de Bogot, el autor presenta una discusin pormenorizada sobre el entorno de los

    contextos arqueolgicos, mejor decir, ambientales, que sern discutidos (pp. 157-

    161). Estos contextos son los investigados por el Departamento de Antropologa

    de la Universidad de Antioquia en una dcada, desde los comienzos de los aos 90

    en la Cordillera Central (Porce), y los contextos precermicos del Cauca medio,

    excavados por el equipo de arquelogos de INTEGRAL.

    En las pginas 161 a 167, el autor, en una seccin titulada Alineacin: de la

    ecologa humana, establece el marco terico de los proyectos bajo anlisis, des-

    tacando las posiciones de la ecologa cultural como la dominante y marcando un

    contraste con el trabajo del autor mismo, en el que se invoca un modelo de ecologa

    conductual, entre otros tpicos.

    En la seccin Escenificacin: interacciones bioculturales (pp. 167-171), se

    discuten los logros alcanzados en la identificacin del manejo del medio, destacn-

    dose cmo, por la ausencia en el registro arqueolgico de restos de fauna, ste ha

    sido considerado como de menor importancia, aunque en teora puede haber tenido

    tanto o mayor papel que las plantas en la dieta de esas poblaciones. Al discutir la

    evidencia de plantas, el autor puntualiza que las primeras prcticas de cultivo nodebieron marcar una ruptura con el forrajeo de plantas y la caza de animales, sino

    que la caza, la recoleccin y el cultivo de plantas formaron parte de un continuum

    de explotacin del medio [] cuyo efecto fue la domesticacin del bosque en

    su acepcin tanto econmica como simblica, dando lugar, en palabras de Rindos

    (1990), a sistemas agrolgicos basados en relaciones de codependencia con plantas

    protegidas, dispersadas y cultivadas a pequea escala (p. 169).

    En la seccin siguiente, Ubicacin: espacio y tiempo, el autor discute el

    concepto de territorialidad as como su apropiacin por estas comunidades, llegando

    a plantear que puesto que existen similitudes geogrficas (Porce y Valle de Cauca),cronologa similar y formas de explotacin similares, es posible plantear la hiptesis

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    Arqueologa en Antioquia y el nuevo milenio: comentarios en torno a.../427

    de un origen comn para estos cazadores-recolectores de montaa. Ms an, indica

    el autor que

    [] el hecho de que 3000 aos ms tarde aparezca una [sic] estilo cermico, el marrn

    inciso, que conecta ambas regiones, pudo haber sido antecedido varios milenios atrs por

    los primeros habitantes de ambas regiones, aunque esto no explica por qu la cermica

    Cancana no se expande hacia el curso medio del ro Cauca, si asumimos que ambas

    regiones no estaban aisladas la una de la otra. Nuevos datos ayudarn a aclarar cules

    fueron las relaciones entre ambas regiones, tanto desde un punto de vista del origen como

    de la evolucin (p. 174).

    A manera de conclusin, el autor plantea que los trabajos analizados no cons-

    tituyen una ruptura terica, movindose ambos en lo que denomina como paradigma

    de la arqueologa tropical, el cual se puede definir como un quehacer cientfico queestudia desde un punto de vista ecolgico la explotacin de los bosques hmedos

    tropicales por sociedades forrajeras y el origen de la horticultura (p. 177). Anotando

    que la ecologa, en su versin materialista ha sido el marco terico ms influyente,

    plantea como su principal problema el

    [] reduccionismo de explicar la conducta de los individuos desde un punto de vista

    adaptativo ambientalista, lo cual, por supuesto, no es rechazable, simplemente se trata de

    que las decisiones de los individuos no solamente se toman dentro de ecosistemas natu-

    rales sino tambin en contextos ideolgicos y sociales que son tan determinantes como

    las caractersticas del medio o la propia tecnologa (p. 177).

    Se reconoce entonces como deseable, incorporar otras estrategias como pue-

    de ser la ecologa simblica (p. 178). En igual sentido, plantea el autor como algo

    deseable, incrementar y sistematizar el uso de la etnografa como soporte de las

    investigaciones de cazadores-recolectores, pues considera que las limitaciones y

    riesgos de la analoga etnogrfica no justifican su ausencia a la hora de plantearnos

    hiptesis, aspectos conceptuales y elementos para interpretar el pasado (p. 178).

    Entre los temas planteados por el autor est una consideracin sobre las dataciones,

    las cuales siguen siendo deficientes para poder generar un esquema apropiado para

    formular las reconstrucciones sociales. En este sentido, llama la atencin tambinsobre el predominio de una idealizacin de las sociedades cazadores-recolectoras

    cuando stas son vistas como sociedades altamente eficaces en la explotacin del

    medio, olvidando que estas sociedades transforman su relacin con el medio

    (p. 179).

    Una de las cosas que llama la atencin en este texto, es que tanto en el inicio

    como en las conclusiones, se enfatice casi como una camisa de fuerza, que el

    anlisis se centra en los proyectos realizados por el Departamento de Antropologa

    de la Universidad de Antioquia. Por una parte, no es claro hasta qu punto este tipo

    de restriccin tenga una sustentacin terica o de cmo puede afectar la lectura dela temtica tratada asumiramos que negativamente, dado el evidente macrorre-

    gistro de estas poblaciones en la actualidad; por otra parte, porque el autor hace

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    428 /Boletn de Antropologa, Vol. 18 No. 35. 2004. Universidad de Antioquia

    un esguince que tampoco es claro, pues para lograr su cometido, recurre a trabajos

    realizados por una firma privada como lo es INTEGRAL, la cual no representa al

    Departamento de Antropologa. Una cosa es que los arquelogos que realizaronesos trabajos sean egresados del Departamento de Antropologa de la Universidad

    de Antioquia, y otra bien distinta si de lo que se trata es de hacer un balance de la

    produccin de dicha unidad acadmica.

    No obstante, y asumiendo que lo importante es el anlisis de la temtica y no

    la autora institucional de las investigaciones (tema que bien ameritara un estudio

    si se pretende evaluar la existencia de escuelas de pensamiento arqueolgico en el

    pas, por ejemplo), debemos sealar que las crticas sobre las falencias en cuanto a

    la informacin de estos grupos, si bien destacan hechos o nfasis sobre los que uno

    puede estar fcilmente de acuerdo, no se ofrece ninguna propuesta para remontarel estado de cosas, en especial para abordar los campos cognitivos de esas pobla-

    ciones. El texto, no obstante, hace un esfuerzo claro por explicitar los fundamentos

    tericos de las investigaciones realizadas, as como de mostrar el contraste e impli-

    caciones de unas y otras. Como hecho curioso, llama la atencin el agradecimiento

    del autor a quien hizo el mapa de ubicacin de la regin de estudio (p. 180), pues

    ste no aparece en el texto.

    El sexto y ltimo texto,La nacin entre los tres ros, o ensayos de relectura

    sobre fuentes documentales, por Sofa Botero Pez, comienza por plantear que en

    Antioquia, la falta de trabajos que a partir del anlisis de las fuentes documentales

    escritas, pretendan dar cuenta de la historia de los indgenas e intenten ir ms all

    de la citacin literal y suelta de frases o ideas, ha llevado a generar entre los arque-

    logos una prevencin frente a las crnicas mismas, por considerarlas inapropiadas

    en razn de una multiplicidad de elementos asociados con su creacin como son

    causas polticas y econmicas, sesgos polticos, ideolgicos o por considerar que

    son simplemente relatos fantasiosos (pp. 185 y 186).

    Pero el texto, dice la autora, es justamente lo contrario a la desazn: es una

    invitacin a cambiar las preguntas y releer la informacin, de tal manera que como

    objetivo, el trabajo busca contribuir a la

    [] reconstruccin de la historia de los indgenas que vivieron en los territorios que

    hoy conocemos como Departamento de Antioquia, a partir del anlisis de la documen-

    tacin escrita ms temprana conocida hasta el momento [y] evidenciar la existencia de

    una nacin localizada entre los ros Atrato, Cauca y Magdalena. Se propone ampliar los

    espacios geogrficos y de anlisis en los que se considera debe trabajar la arqueologa y

    se ponen a discusin y ojal a verificacin las mltiples hiptesis que se generan de

    este trabajo (p. 186).

    En la nota de pie de pgina 1, se anota que este texto se deriva de un trabajo

    mayor que viene realizando con Estella Mara Crdoba, titulado Fragmentos de la

    historia de una gran nacin, los hevexicos en el can del ro Cauca.

    La desaparicin fsica de la poblacin despus de la conquista, y el no haber

    dejado textos escritos sobre sus vidas y costumbres, aunado al estado actual de las

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    Arqueologa en Antioquia y el nuevo milenio: comentarios en torno a.../429

    investigaciones arqueolgicas, dice la autora, llevan a que slo se tengan generali-

    zaciones que deben ser superadas ya que stas repiten y reafirman la visin de los

    conquistadores siendo causa del desinters por el conocimiento del pasado msantiguo de esta regin (p. 186). Por ello, la autora considera que quiz, ese pasado

    indgena es esquivo, inaprensible, no por la naturaleza de la informacin de que

    disponemos para apropiarlo sino en virtud de nuestra propia historia conceptual

    (p. 187) que se alza como el mayor obstculo para ver ese pasado tal y como fue:

    grande y complejo, como opuesto a la idea generalizada de que en Antioquia no se

    desarrollaron sociedades indgenas importantes (p. 187).

    Dejando claro que la pretensin no es hermenutica ni tampoco de sntesis,

    ni que se parta del anlisis de la situacin sociopoltica de quienes escribieron, la

    autora plantea que[] slo se tratar de recuperar, de las crnicas y textos escritos por los primeros con-

    quistadores y colonizadores, los elementos que permitan observar de la manera ms fiel

    posible lo que los espaoles encontraron o vieron inicialmente, para volver a mirar desde

    distintas perspectivas el panorama indgena que exista en el Departamento de Antioquia,

    con el fin de tener mayor acceso y claridad sobre los escenarios naturales e ideolgicos

    desde los que se contar la historia hasta nuestros das (p. 187).

    As, se plantea que desde una perspectiva terico-metodolgica, lo que se

    propone es utilizar las fuentes documentales escritas como una herramienta de

    prospeccin arqueolgica, que permite la observacin de situaciones y paisajescontemporneos al documento, susceptibles de ser ledos y reconocidos actualmente

    (p. 188). Se indica tambin que la trascripcin de textos se hace en extenso con el

    fin de proveer al lector de la informacin completa y no generar en ste dudas sobre

    el contexto narrativo ni social en que se desarrollaron los documentos (p. 190).

    Con base en las anteriores consideraciones, el texto procede en una primera

    seccin subtitulada Oro y canbales en la que se deja constancia de que tanto la

    condicin de canibalismo generalizado como la riqueza aurfera de la zona fueron

    clara y reiteradamente establecidas en los documentos de la poca a ilustrar de

    qu forma y por qu razones las fuentes documentales s aportan los elementos parauna relectura o prospeccin arqueolgica. Entre stos se sealan la naturaleza de los

    relatos, destacando que muchos fueron realizados por quienes intervinieron en el

    descubrimiento de la regin (testigos de primera mano), el inters de los espaoles

    por garantizar su propia ubicacin (lo que los llevaba a sealar accidentes geogrfi-

    cos u otras caractersticas de fcil y clara recordacin), y que muchas de las voces o

    vocablos utilizados han llegado hasta nosotros. Anota entonces la autora, en lo que

    se constituye una de las tesis centrales del trabajo, que

    La prolfica mencin de seores, jefes y caciques replica de manera incierta la

    jerarqua y estructura ideolgico-poltica propias de la monarqua espaola del siglo XVI,al igual que la gran cantidad de denominaciones como pueblos, provincias, reinos

    y comarca que aparecen en los documentos espaoles reproduce su estructura adminis-

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    430 /Boletn de Antropologa, Vol. 18 No. 35. 2004. Universidad de Antioquia

    trativa. Ello se torna doblemente problemtico al hacer muy difcil establecer la situacin

    propiamente indgena, y al momento en que estas asignaciones se toman literalmente,

    se ha credo que las estructuras sociales indgenas asentadas en el Can del ro Cauca

    corresponden a sociedades extremadamente diferenciadas, pequeas y atomizadas, lascuales se cree vivan en un estado de guerra crnico (p. 194).

    La autora, no obstante, manifiesta creer lo contrario:

    Lo que observaron los espaoles fueron extensas y densas naciones entre las que no exista

    una jerarquizacin vertical determinante sino en las que coexistan muchos principales

    o personajes que por una u otra razn, eran visiblemente reconocidos por sus comunida-

    des; organizados social y territorialmente, segn las necesidades propias de cada ncleo

    de poblacin, cuyos procesos histricos y mecanismos de accin poltica y cultural les

    permitieron diferenciarse de otras naciones y los hicieron capaces de responder como un

    solo cuerpo frente a problemas o ante naciones agresoras (p. 194).

    Argumenta entonces que en apoyo a esa tesis est el tamao y nucleacin

    poblacional de los distintos sitios a los que llegan los cristianos espaoles, lo cual

    registra Trimborn de la siguiente forma:

    Los europeos no encontraron a los habitantes del Valle del Cauca y de los territorios

    colindantes diseminados por el espacio cultural y aislados en familias, sino generalmente

    reunidos en agrupaciones rurales. El hecho de que los poblados predominaran en forma

    de aldeas y no de chozas dispersas se refleja con tal regularidad en las descripciones de

    los testigos oculares que hace innecesaria su demostracin documentada (Trimborn citado

    por Botero en la p. 194).

    Agrega la autora la presencia de vastos caminos que unan los grandes

    centros de la poca como eran la ciudad de Antiochia a la villa de Anserma

    (p. 194), indicando adems que El hecho de que las crnicas refieran constante-

    mente que cerca de los caminos no se encuentran casas ni gente, se debe entender

    en el hecho de que los indgenas huan de las rutas a travs de las cuales entraron

    los conquistadores, sus enemigos; no se tratara, por tanto, de una situacin propia

    de la naturaleza socio-poltica de las relaciones entre indgenas (p. 195), lo cual

    respalda con esta cita de Cieza:

    [] Todo ello o lo ms est poblado de indios, y tienen las casas muy apartadas del cami-

    no. Luego que salen de Antiocha se hallega a un pequeo cerro que se llama de Corome,

    que est en unos vallecetes, donde sola haber muchos indios y poblacin; y entrados los

    espaoles a conquistarlos, se han disminuido en gran cantidad (Cieza citado por Botero

    en la p. 195).

    En este punto debemos hacer un alto para comentar varios aspectos de la ar-

    gumentacin que consideramos relevantes porque parecen ir en claro contrasentido

    con lo que se ha dicho son las precisiones terico-metodolgicas y el objeto del

    texto mismo. En primer lugar, si se trata de ver lo que vieron los espaoles, nocreemos que el mejor procedimiento sea dejar de lado la demostracin o corrobo-

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    Arqueologa en Antioquia y el nuevo milenio: comentarios en torno a.../431

    racin documentada de los hechos, an, y menos quiz, dejarla de lado a expensas

    de una generalizacin realizada por un lector posterior como es el investigador

    Trimborn. En este sentido, considero apropiado mencionar que como lo planteanteriormente en un documento que aunque aparece en la bibliografa nunca es re-

    seado en la obra (Jaramillo, 1995: 49), tan problemtico como aceptar las crnicas

    sin cuestionamientos, resulta el asumir las afirmaciones generalizantes de Trimborn,

    pues stas, como es apenas obvio, al ofrecerse como indicadores para todo el valle

    o cuenca del ro Cauca, dejan de lado las particularidades que seran importantes

    para comprender las diferentes trayectorias de las comunidades indgenas, y como

    efecto de esto, genera un estado de cosas que no es el que exista en todas partes.

    La obra de Trimborn, sin lugar a dudas importante, no puede convertirse en sello

    de garanta sobre lo que vieron los espaoles; su misma visin debe ser analizadaen su contexto, y de igual manera que se requiere una consideracin sobre concep-

    tos clave utilizados por los cronistas como el de nacin (p. 194), por ejemplo,

    sera de revisar los de familia, seoro y barbarie en la obra de Trimborn,

    pues stos, tambin son gafas que median para ver lo que en el Valle del Cauca

    y zonas aledaas aconteca.

    En segundo lugar, y de la mano con lo anterior, resulta llamativa la manera de

    la argumentacin referente a la poblacin y su grado de nucleacin. Por una parte,

    son claras las afirmaciones de las crnicas en el sentido de que las aldeas propiamente

    dichas no tenan un plano fsico compacto (tipo casero de casa juntas), siendo ge-

    neralmente agregados con diversos grados de compactacin, principalmente en los

    lugares de residencia de los caciques, quienes actuaban como fuerzas centrpetas.

    Por otro lado, la cita de Cieza que se plantea para soportar la afirmacin de que los

    indgenas huan de los caminos y por ello los espaoles anotaban que no haba casas

    ni gente cerca de ellos, no dice que los indios huyan de los caminos, dice que sus casas

    estn retiradas de stos, es decir, esa sera la configuracin indgena. Por otra parte,

    lo que anota la crnica es una disminucin de la poblacin cuya causa asunto por

    evaluar puede ser porque huyeron o se murieron o una combinacin de ambas.

    Hechas estas observaciones, podemos decir que la argumentacin contina

    ahora invocando el aspecto lingstico como elemento central para poder rescataresas comunidades o grandes naciones. En efecto, la autora considera que no hay

    elementos ni argumentos que nos hagan dudar de las diferencias lingsticas que re-

    portan los espaoles, y que stas eran marcadores sociales y territoriales (p. 195).

    As, la segunda seccin del texto denominada El territorio de los Hevexicos

    (pp. 196-216), se dedica a documentar la existencia de dicha nacin y delimitar su

    territorio recurriendo tanto a crnicas como a historias regionales contemporneas

    para definir la zona de ocupacin. Esta seccin requiere que el lector conozca con

    mucho detalle la regin del estudio para poder seguir la discusin con claridad o

    poseer un mapa con una escala suficientemente apropiada para ver los argumen-tos hechos a la luz de los toponmicos, accidentes geogrficos, rutas, clculos de

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    432 /Boletn de Antropologa, Vol. 18 No. 35. 2004. Universidad de Antioquia

    distancias, etc., que se discuten. Desafortunadamente, tal mapa no existe, pues el

    incluido en la pgina 204 apenas permite leer el nombre del departamento. Allende

    esta complejidad, la seccin presenta otros temas que tambin son de inters dediscusin, y aunque no se pueden abordar todos, vale mencionar lo concerniente al

    uso y significado en las crnicas de categoras como la de provincia, que la misma

    autora reconoce fue de uso indistinto y que por ello no es muy claro a qu se refieren

    cuando lo emplean (p. 205), o el de categoras como legua, nacin, etc.

    El texto concluye con una llamada de atencin al futuro fascinante de la inves-

    tigacin del territorio entre los tres ros, haciendo este final quiz ms sorpresivo,

    inesperado, llamativo y polmico, la denominada propuesta interpretativa segn

    la cual, las tres bandas verticales de pintura blanca ubicadas en una vasija cermica

    ilustrada como foto 3 en la pgina 216, seran la manera de sealar la procedenciao el territorio entre los tres ros. Bueno

    Mas all de los comentarios realizados sobre los problemas que veo en la ar-

    gumentacin, creo que se debe destacar el hecho de que por ser el texto un extracto

    de un trabajo mayor, sea necesario y prudente conocer ese otro donde quiz se logr

    un mejor balance entre los argumentos centrales y las largas y extensas citas de sus-

    tentacin de la argumentacin. Considero que un mrito propio del trabajo es, sin

    lugar a dudas, el ser una invitacin a releer no slo las crnicas, sino a reconstruir

    modelos espaciales y temporales en los cuales reconstituir las sociedades prehis-

    pnicas, aspecto este ltimo que sera muy pertinente para aproximar, por ejemplo,

    con mejor resolucin, las elaboraciones y reconstrucciones de las relaciones entre

    la multiplicidad de grupos y estilos cermicos que se reportan en este volumen

    para el periodo Tardo.

    Comentarios finales

    Este volumen especial del Boletn de Antropologa, creemos, logra su cometido

    central como es el de presentar al lector un panorama que va ms all de la revisin

    de datos e informacin puntual, ofreciendo visiones contrastantes sobre un tema

    comn como es la reconstruccin del pasado prehispnico en Antioquia. Estas visio-nes, adems, incorporan reflexiones sobre otros aspectos ms generales tanto tericos

    como metodolgicos sobre la prctica de la arqueologa y la investigacin histrica

    en general, aspecto que le da al volumen un sello especial, pues se convierte en ms

    que una obra de referencia necesaria para los interesados en el tema y sta regin,

    siendo tambin de inters para quienes quieran ver el desarrollo de la arqueologa

    en Colombia ms all de los datos.

    Llama la atencin que en ninguno de los textos de este volumen, pero especial-

    mente en la presentacin y en el artculo de Piazzini, se menciona la resea realizada

    por Barragn (2002), pues sta es, sin lugar a dudas, un complemento necesariode cualquier homenaje a Graciliano Arcila. En un sentido similar, llama tambin

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    Arqueologa en Antioquia y el nuevo milenio: comentarios en torno a.../433

    la atencin que ninguno de los ensayos aborde de manera detallada el trabajo de

    Graciliano Arcila sobre Urab.

    El texto presenta algunos errores editoriales de diversa ndole, aunque nosustanciales; el papel y la calidad de la edicin son buenos, con excepcin del mapa

    de la pgina 204.

    Tratando de poner en perspectiva los argumentos sobre la reconstruccin del

    pasado prehispnico en Antioquia, podramos indicar varios elementos que se des-

    prenden del texto visto en conjunto:

    En primer lugar, la falta de investigacin emprica en todos los rangos tem-

    porales y sociales de esa historia antioquea. Esa falta no es slo en trminos

    absolutos (cantidad), sino condicionada a programas de investigacin que surjan

    con preguntas claras y con estrategias acordes (metodolgicas y tcnicas). En elcaso de las ocupaciones cazadoras-recolectores-hortcolas, tanto Santos y Otero

    de Santos, como Aceituno y Obregn, reconocen que las deficiencias del registro

    para estas poblaciones es grande, pero sus quejas involucran argumentos que si

    bien poseen sentido terico como la necesidad de incorporar lo simblico no

    aventuran, siquiera hipotticamente, lo que debera ser el tipo de investigacin con

    que se alcanzara la informacin necesaria para abordar las temticas presentadas

    como falencias. Un ejercicio en tal sentido, creo que puede contribuir ms que el

    solo sealamiento de la carencia. Lo anterior, por su puesto, no desconoce como

    un hecho positivo el que en estos textos, se trate de explicitar cada vez ms, tanto

    las perspectivas terico-metodolgicas utilizadas, como las implicaciones de los

    argumentos sean estos evolucionistas, culturalistas, estructuralistas o ecologistas

    en sus varias manifestaciones.

    El panorama con las ocupaciones agroalfareras, no es tampoco ajeno a esa ne-

    cesidad de mayor informacin, pero sobre todo, de nuevo, de informacin recuperada

    con claras metas y perspectivas metodolgicas para abordar o solucionar problemas

    en el conocimiento de estas sociedades. La discusin planteada por ejemplo por

    Obregn frente a la curva demogrfica del Tardo, en vista de los argumentos del

    trabajo de Langebaek et al., pone en evidencia la importancia de tales metodologas

    para cimentar discusiones entorno a variables que a pesar de ser reconocidas comocentrales en todos los anlisis, pocas veces son claramente sustentadas.

    En relacin con estas comunidades agroalfareras, tambin se manifiesta la

    necesidad de profundizar ms, tanto en las tipologas como en los fechamientos. Y

    en esa dimensin, hacemos eco de las llamadas de atencin de Santos y Otero de

    Santos, Obregn y Botero, en el sentido de revalorar las tipologas y las clasifica-

    ciones como parte importante del quehacer arqueolgico. Creemos que as como

    en su momento tuvo sentido la reaccin frente a la tiestologa (en favor de una

    arqueologa con preguntas y ms all de la descripcin temporal y funcionalis-

    ta de las sociedades), es hora de hacer un llamado de atencin pues se ha pasadorpidamente al otro extremo, en el que con precarias caracterizaciones tipolgicas

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    434 /Boletn de Antropologa, Vol. 18 No. 35. 2004. Universidad de Antioquia

    de complejos, subcomplejos y estilos, se pasa a realizar reconstrucciones histricas

    cuyo valor analtico es cuestionable. En este sentido, no encuentra uno claro que ante

    las facilidades de la aldea global (Internet, pginas web, imgenes digitales) sigasiendo tan difcil encontrar registros grficos de buena calidad para un tema en el que

    la mxima de que una imagen vale ms que mil palabras, debera ser la esencia.

    Bibliografa

    Barragn, Carlos Andrs (2002). In Memoriam Graciliano Arcila Vlez. En:Revista Colombiana de

    Antropologa, volumen 38, pp. 349-360.

    Jaramillo, Luis Gonzalo (1995). Guerra y canibalismo en el valle del ro Cauca en la poca de la

    conquista espaola. En:Revista Colombiana de Antropologa, volumen 32, pp. 41-84.

    Luis Gonzalo Jaramillo E.

    Arquelogo

    Departamento de Antropologa

    Universidad de los Andes