arqueología de la costa central del perú en los periodos

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Bulletin de l'Institut français d'études andines 33 (3) | 2004 Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos Tardíos Peter Eeckhout (dir.) Edición electrónica URL: http://journals.openedition.org/bifea/5044 DOI: 10.4000/bifea.5044 ISSN: 2076-5827 Editor Institut Français d'Études Andines Edición impresa Fecha de publicación: 1 diciembre 2004 ISSN: 0303-7495 Referencia electrónica Peter Eeckhout (dir.), Bulletin de l'Institut français d'études andines, 33 (3) | 2004, « Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos Tardíos » [En línea], Publicado el 08 diciembre 2004, consultado el 08 diciembre 2020. URL : http://journals.openedition.org/bifea/5044 ; DOI : https://doi.org/10.4000/ bifea.5044 Les contenus du Bulletin de l’Institut français d’études andines sont mis à disposition selon les termes de la licence Creative Commons Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modication 4.0 International.

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Bulletin de l'Institut français d'études andines 

33 (3) | 2004Arqueología de la Costa Central del Perú en losPeriodos TardíosPeter Eeckhout (dir.)

Edición electrónicaURL: http://journals.openedition.org/bifea/5044DOI: 10.4000/bifea.5044ISSN: 2076-5827

EditorInstitut Français d'Études Andines

Edición impresaFecha de publicación: 1 diciembre 2004ISSN: 0303-7495

Referencia electrónicaPeter Eeckhout (dir.), Bulletin de l'Institut français d'études andines, 33 (3) | 2004, « Arqueología de laCosta Central del Perú en los Periodos Tardíos » [En línea], Publicado el 08 diciembre 2004, consultadoel 08 diciembre 2020. URL : http://journals.openedition.org/bifea/5044 ; DOI : https://doi.org/10.4000/bifea.5044

Les contenus du Bulletin de l’Institut français d’études andines sont mis à disposition selon les termesde la licence Creative Commons Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modification 4.0International.

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403INTRODUCCIÓN SOBRE LA ARQUEOLOGÍA DE LA COSTA CENTRAL DEL PERÚBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 403-423

LA SOMBRA DE YCHSMAENSAYO INTRODUCTORIO SOBRE LA ARQUEOLOGÍA DE LA COSTA

CENTRAL DEL PERÚ EN LOS PERIODOS TARDÍOS

Peter EECKHOUT *

“Pluralitas non est ponenda sine neccesitate”

(La explicación que reclama menos hipótesis

resulta ser probablemente la más correcta)

William Occam, siglo XIV

El título del presente ensayo se inspira en otro, publicado recientemente por PeterKaulicke, dedicado a una revisión minuciosa y muy instructiva del fenómeno Huari enla costa central, con sus múltiples implicaciones. A finalizar su análisis, Kaulicke (2000:347) señala que las reconstrucciones del trasfondo político sugeridas por Menzel en basea la alfarería más parecen fantasmas, en el sentido de que carecemos de más trabajosespecíficos al respecto. “La sombra de Pachacamac” que el autor evoca es una imagenbastante elocuente. Desafortunademente también se puede aplicar mutatis mutandis alperiodo siguiente, es decir este lapso de tiempo todavía mal definido que sigue a Huariy precede al Tahuantinsuyu, periodo durante el cual, parece, el sitio de Pachacamac esconocido bajo el nombre de Ychsma, según las informaciones recogidas en los tiemposde la Colonia y recopilados por María Rostworowski en varios ensayos (1972; 1992;1999) (1).

* Université Libre de Bruxelles, Faculté de Philosophie et Lettres (CP 175). E-mail:[email protected]

(1) Aunque en la literatura se ha utilizado una variedad muy grande de ortografías diferentespara este término (Ichma, Ichimay, Ishma, Irma, Ixma, etc.), se ha decidido emplear Ychsma a todolo largo del presente volumen, por ser la forma más antigua bajo la cual se conoce este nombre enfuentes etnohistóricas dedicadas específicamente al tema (ver Rostworowski, 1999) y por correspondera la pronunciación vernacular del mismo (Rostworowski, 1992: 79).

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La costa central de Perú abarca los valles desde Huaura hasta Cañete (cf. Lumbreras,1974). Aunque entre las ponencias presentadas en el marco del coloquio se encontraba unainteresantísima contribución de Walter Tosso y Miguel Guzmán sobre la zona de Chancay,el artículo correspondiente desafortunadamente nunca nos llegó. Por lo tanto, el enfoquegeográfico abarca principalmente los valles del Rímac y Lurín, con la excepción del artículode Angeles y Pozzi sobre Asia. Esta región recibió atención por parte de todos los pioneros,sin embargo, se considera que los primeros estudios con carácter científico, en el sentidomoderno del término, empezaron con Reiss & Stúbel en la necrópolis de Ancón (1880-1887) y Max Uhle en 1896 en el sitio de Pachacamac (Uhle, 1903). Gracias a susexcavaciones al pie del Templo Pintado y otras partes del sitio, Uhle pudo armar la primerasecuencia cronológica en América del Sur, basada en el esquema preHuari/Huari/postHuari/Inca. Este esquema sigue vigente hasta hoy, por supuesto con muchos añadidos—especialmente por lo que concierne la parte temprana de la prehistoria andina— yprecisiones tanto a nivel general (Rowe, 1962; Lumbreras, 1974; Menzel, 1977) comoregional. En el marco del presente volumen, nos centramos en el Periodo Intermedio Tardío(ca 900-1470 dC) y el Horizonte Tardío (ca 1470-1533 dC).

Luego de Uhle se sucedieron los trabajos en Pachacamac y en la costa central,tanto por parte de investigadores peruanos (Tello, 1943; 1999; Villar Córdova, 1935;Iriarte Brenner, 1960; Jimenéz Borja, 1962-1963; 1985; Bueno Mendoza, 1982, porsolo citar algunos) como extranjeros (Jijón y Caamaño, 1949; Kroeber, 1954; Strong &Corbett, 1943; Willey, 1943; Patterson, 1966; 1971a; Stumer, 1954a; 1954b; 1954c;1956; 1958; Tabío, 1965; 1969; Horkheimer, 1970[1963]; Krzanowski, 1991; etc.).

La cantidad de vestigios arqueológicos es impresionante en la zona (Bonavia, 1965;Ravines, 1985) y a pesar de que mucho ya se destruyó antes de saber lo que era en términosarqueológicos, especialmente en Lima, una proporción apreciable recibió atención científica.Se debe, sin embargo, recalcar que muchas excavaciones y trabajos de campo nunca sepublicaron y que una enorme cantidad de datos y material queda por procesar y estudiar.De esta situación salió la broma ya clásica según la cual la arqueología de la costa centralen los periodos tardíos resulta ser otra forma de tradición oral.

Yo creo que esta broma ya no es de actualidad y prueba de ello es que el coloquioque organizamos en el 2004 con el fin de celebrar los cinco primeros años del ProyectoYchsma está ahora publicado. El Proyecto Ychsma fue diseñado para esclarecer lasproblemáticas relacionadas con el funcionamiento, el desarrollo y la influencia del sitiomonumental de Pachacamac en los periodos tardíos, siendo el estudio de las pirámidescon rampa el enfoque de mayor trascendencia del proyecto. A partir del primer conveniocelebrado entre la ULB y el INC para realizar investigaciones arqueológicas en elperiodo 1999-2003, nos pareció importante realizar un balance de los resultadoslogrados durante estos 5 años. Pero Pachacamac no se puede entender sin explicar suentorno y relaciones de contemporaneidad e influencia, es decir, los sitios tardíos quepresentan arquitectura y vestigios relacionados con el gran centro costeño, lo que, segúnlos estudios etnohistóricos, se ha considerado como el “Señorío de Ychsma”. Por estarazón, el interés de organizar este coloquio era el contar con la participacion de todoslos investigadores comprometidos con esta problemática. El coloquio reunió a 23arqueólogos cuyos trabajos se relacionan con el tema, con datos de primera mano, sea

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de prospecciones, excavaciones, estudios de materiales e incluso, archivos inéditos enun caso.

Esta reunión tuvo lugar durante dos días en el Museo Nacional de Arqueología,Antropología e Historia del Perú en Lima. Después de las ponencias hubo una sesiónplenaria en la cual fueron evocados diversos aspectos relacionados con el tema generaldel coloquio. Esto me permite decir que este encuentro, plasmado en el presentevolumen, constituye en sí una especie de instantánea del estado de la investigación ennuestro campo, y más que esto, también un balance de los resultados logrados hastaahora en nuestro entendimiento de los periodos tardíos de la prehistoria de la costacentral del Perú.

Del contenido de los artículos y de las problemáticas discutidas por los variosautores se destacan cuatro líneas principales de investigación y reflexión:

1. La arquitectura monumental;

2. la estructura de la organización social, más específicamente en lo queconcierne a las relaciones de poder entre los varios componentes de lasociedad;

3. los estudios tipológicos y cronológicos del material alfarero;

4. el impacto de la conquista inca y la índole del dominio imperial en la costacentral.

1. LA ARQUITECTURA MONUMENTAL

Villacorta (2) hace remarcar con justa razón que

“la discusión sobre la arquitectura tardía ha sido restringida a las formas presentesen Pachacamac, particularmente al tipo denominado pirámide con rampa. Estaconstrucción representó por mucho tiempo el paradigma arquitectónico para laregión, lo que limitó la discusión al quedar excluidos de los análisis edificioscontemporáneos no menos importantes pero de distintas características.”

Las contribuciones de Díaz, Eeckhout, Farfán, Franco y Villacorta, en efecto, seconcentran principalmente en las pirámides con rampa (de aquí en adelante denominadasPCR) de los valles del Lurín y Rímac, siendo estos edificios los más investigados entérminos de arquitectura monumental en esta zona. Recordamos aquí que las PCR secaracterizan por una serie de rasgos formales (plataforma, rampa, patio delanterocercado por un muro con acceso desde el exterior y otros elementos) ampliamentedetallados en los ensayos mencionados. Se pueden distinguir 3 tipos principales segúnla posición de la rampa (Eeckhout, 2003; este volumen). El tipo que más atención recibióes el llamado tipo C, es decir, las pirámides con rampa central, aunque los otros tipostambién se han mencionado (Eeckhout, Farfán, Villacorta). Varios debates rodean lasPCR, pero los principales puntos de discusión son la función de estos edificios, el papel

(2) Para evitar repeticiones fastidiosas, se citarán solo los nombres cuando se haga referenciaa las contribuciones de los autores en este volumen.

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que tuvieron en el marco general de los desarrollos sociopolíticos regionales, así comosu relación con el culto de Ychsma-Pachacamac.

Conforme a los resultados de excavaciones, todos los autores están de acuerdoen atribuir una función económica importante a la pirámides con rampa central, lascuales están frecuentemente equipadas de tendales y depósitos para almacenar productosprobablemente fruto de algún tipo de tributo. Muestran evidencias de festines obanquetes que encajan con el principio de reciprocidad y redistribución comúnmenteadmitido para el ejercicio del poder en los Andes antiguos. Se acepta también la idea deque individuos de alto rango social encabezaban las actividades llevadas a cabo dentrode estas PCR, incluyendo la producción de bienes como cerámica y tejidos (Eeckhout,Franco). El debate se focaliza sobre la definición y características de estos líderes y lasrelaciones que existieron entre ellos y entre Pachacamac y su comarca.

En efecto, tradicionalmente, se han opuesto dos modelos generales para explicarel fenómeno de las PCR en Pachacamac y su comarca. Para unos, se trata de palaciossucesivos de señores locales que pertenecían a una o varias dinastías (Eeckhout, Farfán)mientras que para otros se trata de templos secundarios de etnias foráneas afiliadas alculto de la divinidad principal cuya sede se encuentra en el llamado Recinto Sagrado enPachacamac (Franco; Bueno Mendoza, 1982; Jiménez Borja, 1985, Paredes, 1988). Enel Rímac, Díaz considera que la función religiosa es la más probable, mientras queVillacorta piensa que se trata de palacios pero con vinculación estrecha con el sitio dePachacamac por medio de una red religiosa. En favor de la hipótesis de templos, losautores usan reiteradamente fuentes etnohistóricas (p. ej. Franco) pero también delaspecto mismo de los edificios, por ejemplo, el hecho de que las partes superiorespresentan un acabado fino, nichos, banquetas, etc. (Díaz, Franco). El equipamientomismo de las PCR sirve para justificar este modelo, pues,

Uno: hay ciertos ejemplos de estos edificios que no incluyen una zona “residencial”,así que no podrían ser palacios donde viviera un curaca, y

Dos: hay grandes diferencias de tamaño entre las PCR, tanto en el Rímac comoen Pachacamac y el Lurín, siendo ciertos edificios tan reducidos que difícilmentepueden ser considerados como palacios o residencias de elite (Franco, Villacorta).

Franco y Villacorta opinan que la existencia de pirámides “no-residenciales” sejustifica por el hecho de que las PCR no fueron ocupadas de manera permanente sinosolo para ciertas ceremonias en determinados periodos del año. Villacorta sugiere quelas diferencias de tamaño podrían reflejar una forma de jerarquía, mientras queEeckhout opina que podría corresponder a las fluctuaciones del poder de cada curaca alo largo del desarrollo del sitio. A la fecha resulta difícil elegir entre estas posibilidades,pues no hay argumentos definitivos o datos suficientes para una u otra hipótesis. Porejemplo, si seguimos a Franco cuando dice que las PCR no fueron residencias porquealgunas de ellas no están al parecer equipadas para estos fines, queda por explicar porqué otras obviamente sí lo son. Asimismo, Eeckhout y Farfán avanzan que cada PCRrepresenta una construcción sucesiva, tomando como argumento el abandono voluntariode dichos edificios, un evento relacionado con el entierro de un personaje importante.Los fechados radiocarbónicos disponibles sustentan esta hipótesis, pero conciernensolo a un número reducido de PCR. Díaz observa también en las PCR de Armatambo

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eventos de abandono voluntario similares a los descritos en Pachacamac, y Francoadmite haber encontrado la tumba del personaje principal de la PCR que él excavó, perosostiene que se trata de “un líder religioso”.

Como ya tuve ocasión de explicar en varias oportunidades (Eeckhout, 1999a;1999b; 2000a; 2003, este volumen), creo que la clave para avanzar en el debate es lacronología. Las últimas excavaciones llevadas en el sitio en el marco del ProyectoYchsma (Eeckhout & Farfán, 2004) se concentraron en las PCR ubicadas en la periferiade la zona monumental y proporcionaron datos sumamente interesantes al respecto. Enefecto, en dos casos (PCR 4 y 5) se comprobó que dichos edificios habían sidoparcialmente desmontados y remodelados por los incas, los cuales sepultaron lostradicionales equipamientos de banquetas y accesos posteriores en la plataformasuperior para reemplazarlos por altares con escaleras y hueco central con ofrendas paraprobables ídolos. Esto sugiere una transformación del uso de dichos edificios, que en laépoca inca pasaron a ser tal vez los “altares provinciales” mencionados por el cronistaCalancha, referencia que tantas veces se usó como supuesta prueba para sustentar lahipótesis de embajadas religiosas y templos secundarios (cf. Franco). En Armatambo,Díaz remarca también que el incremento espectacular de los bienes exóticos en losajuares funerarios del periodo inca y su relativa escasez en el periodo anterior sugieren“que estaría representando bajos niveles de intercambio con grupos sociales extraregionales. Lo que podría significar que el culto muy extendido de Pachacamac hayasido una creación incaica y no de origen local” (ver también Eeckhout, 1998a; enprensa). En efecto, una de las debilidades mayores del modelo de embajadas religiosasforáneas en el Periodo Intermedio Tardío es la casi ausencia de material foráneo en lasPCR. Esto se aprecia también en la zona supuestamente más ceremonial del sitio, laPlaza de Peregrinos, cuyos niveles inferiores pre-inca no revelaron a la fecha otromaterial que no fuera local (Shimada y colegas).

Considerando este conjunto de evidencias, me parece que la oposición entretemplos secundarios y palacios sucesivos tal vez es una creación artificial debida a lafalta de datos, pues existe la posibilidad de que las PCR funcionaran como palacios enel Periodo Intermedio Tardío y que algunas de ellas fueran transformadas en lugares deculto para los peregrinos venidos de los cuatro lados del Imperio Inca en el HorizonteTardío. Por lo menos esto podría explicar la aparente discrepancia entre las diversasfuentes etnohistóricas (ver Eeckhout, 1999a; 2000a) y entre estas fuentes y el registroarqueológico en Pachacamac. Creo que se tendrá que evaluar esta posibilidad en elcampo, pero las evidencias ya nos enseñan que no hay que considerar el sitio comoestático sino más bien dinámico, como lo dicen con justa razón Shimada y sus colegas,

“se impone un enfoque complementario, uno que asuma en su práctica concretade investigación la concepción del sitio como una totalidad con múltiplescomponentes dinámicos e integrados, y que se interese en su composición,organización y dinámica social”.

Pero más allá de estas perspectivas y recomendaciones, yo creo que básicamenteya se ha logrado un avance esencial: tenemos un debate y este debate se nutre ante todode la arqueología. Me refiero al hecho de que durante años, en realidad desde queJiménez Borja empezó sus trabajos pioneros en la PCR1 de Pachacamac hace casi medio

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siglo, no hubo jamás ninguna intención de discutir los resultados ni las interpretacionesavanzadas, así que los modelos propuestos tomaron valor de dogma, un dogmainspirado ante todo por los escritos coloniales, como varios autores lo denunciaron(Marcone; Eeckhout, 1999a; Shimada, 1991; etc.).

Tal situación no es específica del tema que nos interesa aquí, pues Gary Feinman,tomando ejemplos en la China del Neolítico Tardío (2600-1900 aC) y el Suroeste deEstados Unidos constata que

“En cada caso los hallazgos arqueológicos se encuentran disminuidos frente alos registros más recientes en etnografía o documentos, los cuales han sido tratadosselectivamente. Las tradiciones y prácticas culturales descritas en textos tardíosson aplicadas al pasado más remoto, resultando en una tendencia a comprimir ladiversidad temporal y/o espacial así como a minimizar la extensión de los cambiosidentificados” (Feinman, 1997: 369, traducción mía).

Así en la arqueología andina, solo para tomar un ejemplo, el modelo de centro deperegrinaje panandino, tal como lo fue Pachacamac bajo el impulso de los incas, seconvirtió en referencia obligada y fuente de inspiración para interpretar otros sitiosmonumentales a veces miles de años más antiguos, como Chavín de Huantar (Burger,1988; 1995; Patterson, 1971b). Me parece muy importante que el máximo de datos deprimera mano se recolecten científicamente en Pachacamac para que se evalúedebidamente este tipo de comparación y argumentación.

El entendimiento de la arquitectura monumental tiene implicaciones immediataspor lo que concierne a la reconstrucción del entorno sociopolítico en la costa central,pues por naturaleza, tales edificios necesitaron fuerzas de trabajo que sobrepasan lasposibilidades de grupos familiares, por ejemplo, así que supone una organización y unaprobable jerarquía que nos llevan directamente a las esferas más altas del poder local.Por lo tanto, el debate religioso/secular toma otra dimensión, pues de ser templosocupados por etnias foráneas sometidas al clérigo de Pachacamac o palacios de curacaslocales, las PCR constituyen según todas las evidencias, un elemento clave en laproblemática de la estructura del poder en los periodos tardíos, como vamos a verlo enseguida.

2. LA ESTRUCTURA DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL

Las fuentes etnohistóricas han sido usadas para reconstruir el paisaje sociopolíticoregional antes de los incas (Rostworowski, 1978). Según estos datos, existía un Señoríode Ychsma cuya sede se encontraba en el sitio epónimo. Este Señorío constaba de 7curacazgos: 1 en el valle del Lurín, llamado también Ychsma y otros 6 en el valle delRímac. Junto con otros señoríos de la comarca, habrían formado un especie deconfederación yunga conocida como el Reino de Cuismancu, jefe principal que residíaen Pachacamac, el mismo que juntó un ejército poderoso que rechazó a los Chimús enCarabayllo y se sometió poco tiempo después a las fuerzas incas llevadas por TopaYupanqui. Parte de estos datos ya están obsoletos; por ejemplo, parece que el nombrede Cuismancu ha sido erróneamente atribuido al soberano Ychsma por Garcilaso, quele confundió con un señor de Cajamarca. Otra parte de estos datos son inciertos, por

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ejemplo, los límites territoriales de los diferentes curacazgos del Lurín y del Rímac, puesRostworowski propuso como hipótesis de trabajo que tenían como límites las acequiasprincipales del valle bajo, algo que a la fecha parece difícil de asegurar como veremosmás adelante. Otras partes, en fin, parecen imposibles de verificar, o muy dudosas, comola batalla victoriosa de los aliados yungas en contra de los chimús o las negociacionesy eventos reales que llevaron a la integración de la costa central en el Imperio Inca(Eeckhout, 2005).

Para el valle de Lurín, los ychsmas estuvieron divididos en 4 ayllus: Ychsma,Manchay, Quilcay y Caringa. Paredes avanza que

“la persistencia de la rígida organización territorial dual que tenía el valle delLurín es posible deducir a través de los nombres de los caciques y sus sucesoresen su condición de señores naturales”.

Él proporciona datos más precisos y atribuye asentamientos arqueológicos a cadaayllu (3), que resumo en el cuadro 1:

Cuadro 1 – Relación de asentamientos en los 4 ayllus del valle del Lurín.

Ychsma Ychsma * Puente Lurín, Las Palmas, Lomas Atocongo

(Pachacamac)Manchay Pampa de Flores Quebrada Golondrina, Tambo Inga

Quilcay Playa San Pedro-Mamacona

Caringa Pueblo Viejo- Lomas Caringa, Pampa Pacta, QuebradaPucará Malanche, Lomas de Lúcumo, Manzano

* Los asentamientos en negrita representan las capitales de ayllus.

Estas afirmaciones concuerdan bastante bien con lo que otros autores sostienenen base a datos arqueológicos, pues recientemente se descubrió en el montículo PuebloViejo de Quilcay situado cerca de la playa, un asentamiento pre-inca que consta de unapirámide con rampa, obvio símbolo de poder de la elite (Paredes). Eeckhout (1999c;2003) identificó el sitio de Pampa de Flores como la sede del ayllu Manchay y mitadhanan de la capital dual del curacazgo de Ychsma en el valle de Lurín y Chilca.Pachacamac mismo constituye obviamente la sede del ayllu Ychsma, mientras queMakowski y Vega Centeno consideran el sitio de Pueblo Viejo-Pucará como elasentamiento principal de los Caringas de Huarochirí en el Horizonte Tardío, una de lasdos parcialidades de la mitad Caringa (ver también Mujica, 1992; 1997).

(3) Obviamente aquí solo se mencionan algunos asentamientos. Para mayor información sobreestas subdivisiones y la relación completa de sitios ver Eeckhout, 1999a; Feltham, 1983.

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Por lo tanto, vemos poco a poco dibujarse los linderos de cada ayllu del Lurín perotambién la importancia de la bipartición, de la dualidad y de la cuatripartición, algo quequizás también se ve reflejado en los aspectos simbólicos del diseño de los asentamientos(Farfán). En efecto, tal vez una vía suplementaria para entender el sitio de Pachacamacresida en el hecho de que está dividido en 4 partes por sus calles principales (Hyslop,1990; Uhle, 1903) y que tal subdivisión podría tener correspondencias con lassubdivisiones del mismo curacazgo del cual el fue la capital.

Hasta aquí no tenemos razón para dudar de la fiabilidad del registro etnohistórico,el cual en ningún momento —como lo subraya Rostworowski en su presentación deldocumento de Andrade para los ychsma del Lurín— permite unir el poder político conel religioso en una misma persona y esto “a pesar de ser el curacazgo de Pachacamac unsantuario de tanta importancia en el ámbito andino” (Rostworowski, 1999: 14 y ss)

En este sentido, la observación de Farfán se revela sumamente importante, puesél se pregunta “¿si de alguna manera tendríamos también en Pachacamac un organismoreligioso dentro de los límites de la primera muralla y un organismo secular dentro dela segunda muralla?”

Los documentos coloniales estudiados por Paredes confirman que lo queimportaba en el Lurín fueron los curacas, sus subdivisiones y jerarquías, donde no hayrelación con lo religioso, sino más bien con los aspectos más seculares del poder(territorio y tributo). La continuidad cultural que Paredes observa desde las estructuraspre-coloniales (ya hasta tal vez pre-inca) hasta la época republicana y más, sugieren queeste tipo de organización tiene raíces profundas en las tradiciones locales. Tal vez es unargumento adicional en favor de la existencia de poderes separados en Pachacamac ysu comarca, religioso por un lado (totalmente erradicado por los conquistadores) yseculares por el otro (que sobrevivió siglos luego de la Conquista).

Para el Rímac, Cornejo, Díaz y Villacorta siguen las propuestas de Rostworowskipor lo que concierne al papel de linderos que tenían los canales para subdivisionesterritoriales entre los diferentes curacazgos. Sin embargo, Villacorta plantea la hipótesisde que “los territorios del curacazgo (¿o del curaca?) no estuvieron señalados por el trazofísico del canal, sino por la extensión de los campos que ellos podían regar y cultivargracias a la fuerza de trabajo de los contingentes humanos que dirigían, (...) así lasfronteras o límites entre los curacazgos bien pudieron no ser tan rígidos, adaptándose alpapel que le correspondía desempeñar a cada grupo de acuerdo al propósito del cultivo”.

Según Cornejo, “los seis señoríos (4) conocidos etnohistóricamente e identificadosarqueológicamente, presentan la siguiente organización”:

(4) Vale la pena otra vez recalcar que, desafortunadamente, no existe todavía consenso sobredefiniciones claras en cuanto a los términos “reino”, “señorío”, “curacazgo”, “cacicazgo”, ni siquiera“ayllu”, lo que tiene como consecuencia que estos términos sean empleados según los autores demaneras diferentes y a veces intercambiables, como ya lo lamentaba Bazán del Campo hace 15 años(Bazán, 1990).

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Cuadro 2 – Relación de curacazgos en los seis señoríos del valle del Rímac.

Señoríos Curacazgos*

Ate Puruchuco Los Inkas

Surco Armatambo Perales La Calera

Guatca Limatambo Cacaguasi Santa Cruz

Lima Magdalena Lima

Maranga Maranga Mateo Salado

La Legua Paredones

* Los curacazgos en negrita representan las capitales de señoríos.

Cada uno de estos “curacazgos” constaba de arquitectura monumental, incluyendolo que Villacorta define como palacios, o sea, “centros de acopio, transformación ydistribución de los recursos más importantes de la comunidad y referente fundamentalde su idiosincrasia social (...) fue el palacio el edificio que dio coherencia a los patronesarquitectónicos y de asentamiento del valle medio bajo del Rímac durante el IntermedioTardío. Desde aquí los curacas yungas regían los destinos de las poblaciones adscritasa su régimen y se establecían los vínculos que configuraban el tramado político yeconómico de la región”. Al ejemplo de lo que acabamos de ver para el Lurín, se puedenpercibir relaciones de jerarquía, dualidad, bipartición y multipartición entre las elites(o sea, los curacas) y lo mismo también entre los asentamientos que regían. Las PCR,si seguimos el razonamiento de Villacorta, no constituyen otra cosa que una de las clasesde palacios.

Sin embargo, siguiendo el modelo de la confederación religiosa, Franco sostieneque “los señoríos más prestigiosos del Rímac y Lurín, con cierto poder económico,tuvieron representatividad en el centro ceremonial (de Pachacamac), y uno de loselementos diagnósticos de la presencia de estos son precisamente el modelo de PCR yel patrón constructivo presentes en algunos sitios o asentamientos rurales”. En otrostérminos, Franco considera que el aspecto formal de las PCR, es decir su arquitecturaespecífica, no solo corresponde a una semejanza de uso entre las diferentes PCR, sinotambién a una forma de vinculación entre las mismas y a una prueba de la filiación detodas las PCR con el centro de Pachacamac. Agrega este autor

“El modelo de este tipo de construcciones ha sido identificado desde el valle delLurín hasta el valle de Pacasmayo en el norte, lo que hace pensar que estos sitiostenían vinculación con el culto a Pachacamac”.

En otros lugares (Eeckhout, 1998b; 2000b; 2005; etc.), ya tuve oportunidad deexpresar mis dudas respecto a este tipo de propuestas muy audaz, así como de explicarque por lo que me concierne, considero que hay efectivamente una estructura común defuncionamiento —un poco lo que Villacorta describe como un palacio— que se expresaen manifestaciones arquitectónicas semejantes, pero no por ello todos los monumentosque se parecen a PCR en el Perú están vinculados con el mismo supuesto culto, menos

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todavía antes del Imperio inca. Me resulta, pues, sumamente difícil permanecer objetivorespecto al modelo elaborado por Franco así que invito el lector a evaluar los argumentosde los unos y de los otros con el fin de hacerse una opinión propia sobre este tema.

3. LOS ESTUDIOS TIPOLÓGICOS Y CRONOLÓGICOS DEL MATERIALALFARERO

Los trabajos pioneros de Feltham (1983) en el valle del Lurín y Bazán del Campo(1990; 1992) en el valle del Rímac, constituían hasta hace poco los únicos intentos deabarcar el conjunto de la alfarería tardía —incluido el material no decorado— yproponer tipologías y cronologías desde fines del Horizonte Medio hasta la Época deTransición. Sin embargo, estos investigadores se encontraron limitados en sus resultadospor trabajar mayormente sea con piezas de museos con procedencia aproximada, sea conmaterial de recolección de superficie con potencial limitado en términos cronológicos.Por lo tanto, sin quitarles el mérito obvio de haber abierto la vía en este campo muycomplejo, se necesitaba refinar, precisar, completar y quizás revisar parte de suspropuestas. En este sentido, las excavaciones realizadas en la PCR2 de Pachacamac porParedes y Franco (Franco, 1993; 1998) y en la PCR3 por mi (Eeckhout, 1997; 1999a)proporcionaron material contextualizado que permitió avanzar en la definición ycronología de la cerámica Ychsma y estilos asociados. En el Rímac Díaz & Vallejo(2002; Vallejo, 1998) trabajaron sobre material que procedía de ajuares funerarios biendocumentados, lo que permitió nuevos avances en el campo alfarero.

En este volumen se publican tres ensayos inéditos que representan el estadoactual de la investigación sobre la cerámica Ychsma. Vale la pena subrayar que estosestudios conciernen a material recolectado en estratigrafía controlada y hasta confechados radiocarbónicos asociados (Feltham y Eeckhout, Makowski y Vega Centeno).Afortunadamente, los tres ensayos se enfocan en fases diferentes del estilo Ychsma,aunque por supuesto también hay encuentros y puntos comunes. En términos heurísticos,podríamos decir que Vallejo trata mayormente del Ychsma Medio y Tardío, Feltham yEeckhout del Ychsma Tardío e Inca local, Makowski y Vega Centeno del Ychsmaasociado al Inca. Por supuesto también se presenta material alfarero en otros ensayos(Cornejo, Franco, Shimada y colegas) cuyo tema principal no es la cerámica, sino quecompletan felizmente el panorama.

Cuadro 3 – Desarrollo del estilo alfarero Ychsma.

Periodo Fase

Horizonte Tardío Ychsma Tardío B

Periodo Intermedio Tardío 7-8 Ychsma Tardío A

Periodo Intermedio Tardío 1-6 Ychsma Medio A-B

Periodo Intermedio Tardío 1-6 Ychsma Temprano B

Horizonte Medio 4 Ychsma Temprano A ?

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413INTRODUCCIÓN SOBRE LA ARQUEOLOGÍA DE LA COSTA CENTRAL DEL PERÚ

Para el Rímac, Vallejo propone una ambiciosa síntesis en base al materialexcavado en Armatambo con Luisa Díaz y a una revisión general de materialesprocedentes de otros valles (Lurín, Chilca, Mala y otros). Según este autor, se puededividir el estilo en tres fases (Temprano, Medio y Tardío) y cada una de estas fases estádividida en dos sub-fases A y B (cf. cuadro 3). El Ychsma Temprano A empezaría a finesdel Horizonte Medio 4 (siguiendo el cuadro cronológico general establecido por Rowey Menzel (Menzel, 1977), pero la muestra reducida necesitaría ser ampliada paraasegurar este planteamiento. El estilo Ychsma se desarrolla a lo largo de todo el PeriodoIntermedio Tardío, siendo la fase Ychsma Tardío B contemporánea a la ocupación incaen el Horizonte Tardío. Feltham y Eeckhout se han dedicado al material procedente delas excavaciones llevadas a cabo en el complejo piramidal n° 3 de Pachacamac, el cualha sido fechado desde fines del siglo 14 hasta el siglo 15, constando también decontextos intrusivos de la época inca (Eeckhout & Farfán, 2000; 2001; Michzinscky etal., 2003). Siguiendo la secuencia general definida por Vallejo, este material correspondea las fases Ychsma Tardío A y B, así como a estilos asociados (Inca mayormente). Latipología propuesta por Makowski y Vega Centeno en base al material excavado en elasentamiento de Pueblo Viejo-Pucará (Lurín) abarca el Ychsma Tardío B y estilosasociados, al igual que los ajuares funerarios analizados por Cornejo en la Huaca SantaCruz (Rímac). Por supuesto todavía no hay consenso perfecto entre los autores respectoa nomenclaturas y cronología absoluta de las fases, pero en su conjunto nos parece quepoco a poco el estilo Ychsma se va definiendo mejor. No hay espacio suficiente en elmarco de este ensayo para una síntesis de los varios aportes en la tipología, pero sinembargo me parece importante hacer unas observaciones.

Así por ejemplo, se nota un acuerdo general en considerar que el llamado “tipofitomorfo”, caracterizado por la presencia de una aplicación en forma de serpienteondulada en el hombro de la vasija, no corresponde a fines del Horizonte Medio (Bazán,1992) sino más bien representa un tipo diagnóstico del Ychsma Tardío B posiblementeinfluenciado por el estilo Inca imperial.

Como Feltham y Eeckhout dicen

“Aquí está el punto difícil que produce muchos debates: ¿El Ychsma Tardío esfruto de la conquista Inca y el aumento de contactos con otras regiones o es algoque iba evolucionando lentamente antes de la conquista Inca? o sea ¿es anterioro no a la conquista Inca?”.

De las contribuciones del presente volumen, se desprende que ahora parece haberconsenso en aceptar que el estilo Ychsma tuvo su propio desarrollo desde la fase mediahasta la fase tardía sin que esto sea debido a la influencia inca. Vallejo diferencia dosfases en el Ychsma Tardío: una temprana (A) que empieza a fines del PeriodoIntermedio Tardío y sigue hasta Horizonte Tardío, cuando recibe influencia inca y sevuelve, pues, el Tardío B. Feltham y Eeckhout estiman que el Ychsma Tardío sigueproduciéndose bajo el incanato, con rasgos influenciados por los incas o que aparece eneste periodo. Se puede ver esta ligera discrepancia como dos caras de una misma moneday me parece importante insistir sobre un punto esencial al respecto, también subrayadopor Makowski y Vega Centeno, o sea:

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414 Peter EECKHOUT

“la producción alfarera local no ha sido necesariamente sustituida del todo porlas técnicas y diseños imperiales”.

Otro punto esencial, a mi modo de ver, es no caer en la caricatura y pensar en estasfases Ychsma en términos demasiado rígidos, pues “la evolución del estilo Ychsma eraun proceso lento y los rasgos que lo definen no cambiaron repentinamente” (Feltham yEeckhout). Ciertos tipos y formas se desarrollaron a lo largo de varios siglos y estánpresentes, pues, en varias fases, lo que nos conduce a pensar que la cronología del estiloy el uso instrumental de las secuencias propuestas deben aplicarse más que todo acontextos y no a piezas aisladas, salvo unas muy específicas, tales como las serpentiformesya mencionadas o los famosos cuencos carenados típicos del Ychsma Tardío, así comoel engobe guinda o los agarraderos en forma de sapo, ambos rasgos diagnósticos delHorizonte Tardío, etc.

Se tendrán que comparar estos avances con los estudios recién de Willey Cocky Daniel Guerrero, respectivamente, en Huaquerones-Puruchuco y Rinconada Alta,pero ya parece claramente que los ensayos del presente volumen constituyen un pasoimportante en la definición y descripción del estilo Ychsma.

4. EL IMPACTO DE LA CONQUISTA INCA Y LA ÍNDOLE DEL DOMINIOIMPERIAL EN LA COSTA CENTRAL

Cerca de 1470 d.n.e. Topa Yupanqui y sus tropas se hacen amos de los valles delLurín y Rímac, entran en Pachacamac y toman la ciudad del Oráculo (Brundage, 1963:317). Sabemos por los documentos que la integración de la región en el imperio semanifestó por una reorganización administrativa, concretamente, la creación de tresHunus de 10 000 tributarios cuyos centros fueron Carabayllo, Maranga y Armatambo(Cobo, 1964[1653], II: 301-2). Ychsma, rebautizado Pachacamac, se volvió un importantecentro administrativo y ceremonial (Rostworowski, 1992; Rowe, 1946). Uhle (1903) yanotó los cambios profundos introducidos por los incas en el sitio, desde la construccióndel Templo del Sol, Acllahuasi y Plaza de Peregrinos hasta la probable redefinición deldiseño general del sitio (cf. Hyslop, 1990). Las excavaciones que hemos llevado a caboen varios puntos del sistema de circulación interna del sitio confirman que los incasformalizaron el mencionado sistema (Calle Norte-Sur y ramificaciones), al parecer paracontrolar el tráfico desde las afueras del sitio hacia la Plaza de Peregrinos (Eeckhout,1998a; en prensa; Eeckhout & Farfán, 2003; 2004). Dicha plaza es una creación inca(Uhle, 1903), algo que se comprobó por las excavaciones de Tello (1942) y últimamentelas de Shimada y sus colegas. Nuestras excavaciones en los albores de la entrada oestede la PCR13 (ver plano en Eeckhout) así como las de Ramos cerca del Ushnu que seencuentra por el lado sur de la Plaza de Peregrinos, sugieren que existieron entre otrascosas estructuras monumentales de tipo PCR que los incas destruyeron y/o sepultaron.Las evidencias presentadas por Shimada y sus colegas en los niveles pre-incas de laPlaza lo confirman:

“Durante el predominio Ychsma del sitio, el mismo espacio parece haber sidodividido en áreas funcionalmente diferentes, cada una con un tipo de arquitectura,extensión y densidad particulares”.

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415INTRODUCCIÓN SOBRE LA ARQUEOLOGÍA DE LA COSTA CENTRAL DEL PERÚ

Lo hallado hasta ahora son, sea contextos de carácter doméstico incluyendoactividades de producción, sea huellas de actividades de índole ceremonial y ritual. Enotros términos, la misma dicotomía entre doméstico y ceremonial que se encuentra enotras partes del sitio. Estas excavaciones son muy prometedoras en lo que respecta a lasecuencia, pues los fechados indican que los niveles más profundos logrados hasta ahorase remontan al año 1000 dC, mientras que el radar de penetración de suelos sugiere lapresencia de tumbas profundas, a semejanza de lo que Uhle descubrió en 1896 ynosotros en el 2004 (Eeckhout & Farfán, 2004) (5). No hay duda de que el aporte de losdistintos proyectos que trabajan actualmente en Pachacamac y la emulación recíprocaque generarán contribuirán de manera sustancial al entendimiento del sitio.

La presencia inca también se percibe en el valle del Lurín, tanto en la parte baja(Eeckhout, 1999a) como en Cieneguilla (Marcone) y más arriba por lo menos hastaSisicaya (Cornejo, 1999; 2000; Feltham, 1983; en prensa; Hyslop, 1990; Negro &Fuentes, 1989; Sánchez Borjas, 2000). Al contrario de lo que se observa en Pachacamac,parece que las PCR siguen construyéndose y usándose como palacios bajo el Incanato,como lo demuestran las excavaciones realizadas en varios sitios del valle (Eeckhout,1999a). Probablemente refleja la estrategia inca que reiteradamente se aprovecha de lasestructuras locales de autoridad, contentándose con encabezar un sistema ya existente(cf. D’Altroy, 1992; 2002; Mallpass, 1993). Sin embargo, los incas también favorecenla creación de sitios importantes cuando se revela necesario, como es el caso de PuebloViejo-Pucará, probable puesto de defensa y control del valle frente a los rebeldes delCañete (Makowski y Vega Centeno). En este sitio, como en otros asentamientos de eliteocupados durante el incanato, se nota la presencia de artefactos y bienes exóticos enmayor proporción que en épocas anteriores. La red interregional de producción yredistribución de bienes organizada por los incas se manifiesta a través de las relacionesestrechas observadas durante el Horizonte Tardío entre el Lurín y el Rímac y entre estosdos valles y otras partes del Imperio, como la costa norte por ejemplo (Cornejo, Díaz).

En el Rímac, en términos arquitectonicos “la presencia Inca se manifiesta en dostipos de evidencia: la primera es la incorporación de criterios de edificación yornamentación en la construcción de palacios cuyo ejemplo más característico esPuruchuco. La segunda corresponde a expresiones arquitectónicas que se basan en eltrazo, a escala reducida, de criterios de emplazamiento y organización espacial semejantesa los denominados centros administrativos incas, los que consideran una serie deedificios tipo, como ushnus, kallancas, depósitos, etc. distribuidos en torno a una plaza”(Villacorta). Díaz confirma este planteamiento:

“En cuanto a la distribución urbanística de Armatambo, es claro que se definensectores o barrios, articulados entre sí por medio de un camino principal quecruza la ciudad de norte a sur, al cual llegaban los caminos secundarios, algunosde ellos construidos durante el periodo Ychsma y posteriormente reutilizados porlos incas”.

(5) Las excavaciones llevadas a cabo por el Proyecto Ychsma en el patio posterior de la PCR13,no muy lejos de la Plaza de Peregrinos, proporcionaron estratigrafías profundas con fechadosabsolutos de semejante antigüedad, lo que hace sospechar que esta zona constituye tal vez el núcleode la ocupación permanente en Pachacamac (Eeckhout & Farfán, 2003; 2004).

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416 Peter EECKHOUT

Aquí, como en Pachacamac, los incas imponen su marca y remodelan losasentamientos mayores según sus criterios propios (ver también Angeles y Pozzi).

En términos de artefactos, Cornejo advierte que la presencia de bienes foráneosen la costa central del Perú se debe tal vez al intercambio, pero también puede reflejar“el afán de conseguir más jerarquía, en la idea de que lo foráneo es difícil de conseguir,por tanto, quien posee artefactos foráneos goza de más nivel social”.

En efecto, el análisis minucioso del fardo del hombre de la Rinconcada Alta porFrame y sus colegas demuestra que locales pudieron ascender en la jerarquía socialgracias a su incorporación en la estructura estatal inca, en este caso probablemente elejército, incluso en un nivel modesto. Esto demuestra otra vez cómo los incas buscanintegrar a las poblaciones locales conquistadas dentro de su sistema burocrático yestatal, resultando dicha integración finalmente provechosa para el Imperio (cf. Eeckhout,2005). Asimismo, basándose en el estudio de patrones funerarios, Cornejo demuestrade manera convincente la presencia de probables mitimaes en el Rímac y el Lurín, algoque a la fecha solo se conocía de manera muy superficial gracias a unas menciones endocumentos históricos (Rostworowski, 1978).

Las estrategias de dominio imperial no solo conciernen a los campos militares,materiales, económicos y sociales, sino también religiosos y varios autores ya subrayaronla importancia que tuvieron el culto y el peregrinaje a Pachacamac en el Incanato(Hyslop, 1990; Patterson, 1983; Rostworowski, 1992; Uhle, 1903). Sin embargo, estono significa que siempre tuvo tal importancia ni escala, como ciertos autores sostienen(Menzel, 1968). El ejemplo de los Santuarios de las Islas de la Luna y del Sol en el lagoTiticaca ilustra perfectamente lo que quiero decir. Las investigaciones llevadas a caboallá por Bauer & Stanish (2001) muestran que los incas transformaron un lugar de cultobásicamente local en un centro panandino de peregrinajes a gran escala, es decir,exactamente lo mismo que ocurrió en Pachacamac. La razón profunda de la elección deestos dos sitios permanece incierta, pero al parecer se debe buscar en las creenciascosmológicas incas. En efecto, según el informador de Avila

“(...) los ingas creían que los límites de la tierra se encontraban en Titicaca y, porla otra parte del mar, en las tierras de Pachacamac; mas allá no había más nada.Era quizá a causa de esta creencia que adoraban a estos dos huacas más que atodas las demás y levantaron una imagen del sol en las proximidades de Pachacámacde Abajo” (Avila, 1987[1608?]: cap. XXII).

La misma clase de restricciones de acceso se aplicaba en esos santuarios: ayunoritual, etapas sucesivas y acercamiento progresivo por patios restringidos (Bauer &Stanish, 2001: 213-40; Pizarro, 1872[1533]). Tanto en Pachacamac como en elSantuario del Titicaca, solo unos individuos con estatus especial estaban autorizados atener contacto directo con el Ídolo o la Roca Sagrada. Como Bauer & Stanish (2001:244-249) demostraron, ese control estrecho de los cultos más solemnes formaba parteintegral de las estrategias sociopolíticas incas de dominación. Parece pues que los incas,como en muchos otros campos, no inventan la práctica del peregrinaje, sino que lacanalizan a su provecho y la llevan a niveles antes desconocidos, tanto a nivel de

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417INTRODUCCIÓN SOBRE LA ARQUEOLOGÍA DE LA COSTA CENTRAL DEL PERÚ

distancia como del número de peregrinos involucrados. En este contexto, se puedeentender mucho mejor la “red religiosa” evocada por los defensores del papel religiosode las PCR (Franco; Jiménez Borja, 1985; Paredes, 1988): si existía, se trataba ante todode una manifestación del expansionismo inca en el Horizonte Tardío.

5. YCHSMA Y LOS YCHSMAS

Ahora bien, queda una pregunta importantísima por elucidar todavía, unapregunta que a la fecha permanece algo difusa en todos los ensayos de este volumen yque no podemos dejar de lado: ¿quiénes fueron los ychsmas?

¿De qué estamos hablando cuando no referimos a Ychsma? ¿Un estilo decerámica particular? ¿Un área geográfica de distribución de ciertos rasgosarqueológicamente observables? ¿Alguna formación con valores culturales compartidos?¿Un grupo étnico o social con una organización determinada? ¿Todo esto a la vez?

Cornejo, por ejemplo, habla de la “nación Ychsma”, pero desafortunadamente enninguna de sus publicaciones hasta la fecha proporciona una definición de lo que se debeentender por esto (Cornejo, 1999; 2000). La acepción moderna del término supone quetodos los miembros de una nación se reconocen como tales y viven en un territoriodeterminado, de manera permanente o no (cf. las primeras naciones norteamericanas,algunas de ellas nómadas). Las naciones generalmente comparten un mismo idioma(aunque si tomamos como ejemplo la nación belga actual, son tres idiomas oficiales losque se hablan en un territorio grande como el departamento de Lima…). Estos criteriosen su mayoría difícilmente se pueden comprobar por medio de la arqueología. SegúnMarcone “lo Ychsma sería la suma de distintos grupos o facciones, que viven endiferentes áreas a través de una tradición cultural común.Tradición posiblementegestada desde los fines del Horizonte Medio y que quizás tenga al Santuario dePachacamac, como eje articulador.”

Pero ¿cómo definir lo que es una tradición cultural en este caso particular? Estetema ha sido tocado en la mesa redonda que clausuró el coloquio en mayo de 2004, perosin que se llegara a un acuerdo. Como arqueólogos, tenemos cierta tendencia a seguirtodavía la metodología y principios de la corriente histórico-cultural y por lo tantoasimilar algo rápidamente cerámicas y gentes, producciones materiales e identidades.Al respecto, Makowski y Vega Centeno recuerdan que

“Las redes de distribución de recipientes cerámicos de variada función utilitariay ritual no tienen por qué guardar siempre una relación espacial y temporal conlas identidades políticas o étnicas de los usuarios”.

Esto obviamente se revela especialmente cierto en el caso del Imperio Inca, peronos obliga a considerar también lo local con prudencia.

Si vemos rápidamente —pues sería ilusorio intentar desarrollarlo en el marco deun ensayo como este— cómo se definieron las llamadas “culturas andinas prehispánicas”,desde Chavín hasta Moche, Nasca, Huari, Sicán, Chimú, Chancay, etc., notamos, sinembargo, que se usaron mayormente criterios materiales procedentes de lasinvestigaciones arqueológicas, como las características específicas de los artefactos

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418 Peter EECKHOUT

(técnica, formas, estilo, iconografía…), de la arquitectura (patrones de asentamiento,diseño de los edificios, técnica constructiva, rasgos específicos de equipamiento odecoración…), de los patrones funerarios y del manejo de los recursos naturales, sin serexhaustiva esta lista. Es gracias a la distribución espacial y temporal de estos criteriosmateriales que se pudieron definir e “identificar” estas culturas y los procesos dinámicosque llevaron a su desarrollo, su transformación, y las relaciones entre ellas. Hasta quecambien estos paradigmas, me parece que debemos, pues, examinar en qué medida losrestos materiales de todas clases dejados por los ychsmas responden a criteriosespecíficos que permitan considerarlos como parte de una”“cultura arqueológica” talcomo las mencionadas arriba.

Tal perspectiva sobrepasa de lejos, lo repito, mis ambiciones para este ensayo,así que me contentaré con algunas observaciones destinadas ante todo a esclarecer elcamino que nos queda por hacer hasta encontrar las respuestas a estas importantescuestiones.

A mi modo de ver las producciones materiales de artefactos como la alfarería, eltextil, la metalurgia, la madera, etc., tienen que ser examinadas bajo los ángulostécnicos, estilísticos, iconográficos y geográficos (su distribución) y luego comparadascon las producciones identificadas como Chancay o Chincha, por ejemplo, con el fin dedeterminar si tenemos algo específicamente Ychsma o si se trata más bien de una sub-manifestación de algo más amplio. Lo mismo debe ser aplicado a otros campos comola arquitectura monumental. En efecto, existen por ejemplo PCR en el Lurín y el Rímac,pero también hay edificios semejantes en otras partes de la costa como en Chancay,Huaura, y más al norte. También hay otras por el sur (Mala, Cañete, Chincha…). ¿Enqué medida estos edificios son o no distintos unos de otros? ¿Qué representan estasdiferencias y semejanzas? ¿Cómo se pueden cruzar los datos de distribución geográficay temporal de la arquitectura con los artefactos? ¿Qué tipo de evidencias nos puedeservir para la reconstrucción de la organización sociopolítica regional? Un tercer campopara el cual tenemos bastantes evidencias es el funerario. Desde los modos detratamiento del cuerpo hasta las características de la envoltura, del ajuar, del entierromismo, cantidades enormes de información tienen que procesarse y compararse todavíapara llegar a definir la eventual especificidad Ychsma en este campo.

Nunca tenemos que olvidar que detrás de estas producciones materiales haygentes y hay una dinámica social compleja que sería absurdo esperar reducir a una seriede categorías o clasificaciones. Sin embargo, me parece que, en toda lógica, y aunquela metodología esbozada aquí, obviamente, tiene que ser debatida y discutida, nopodemos evitar de preguntarnos: ¿de qué estamos hablando, a fin de cuentas?

Agradecimientos

El coloquio “Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos Tardíos” se llevóa cabo bajo los auspicios del Instituto Nacional de Cultura, de la Université Libre de Bruselas yde la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villareal de Lima. Quisieraagradecer a estas instituciones por el apoyo brindado y más especialmente al Dr. Luis Lumbreras,

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419INTRODUCCIÓN SOBRE LA ARQUEOLOGÍA DE LA COSTA CENTRAL DEL PERÚ

jefe del INC, al Pr. Pierre de Maret, rector de la ULB y al Decano Lorgio Guibovich del Carpio,de la UNFV. El evento tuvo lugar en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historiadel Perú en Lima, donde su director, el Dr. Enrique González Carré y el Director de Investigaciones,Carlos del Aguila, nos brindaron todas las facilidades, por lo cual les agradezco muchísimo. Laorganización del coloquio no hubiera sido posible sin la ayuda indefectible de mi amigo y colegaCarlos Farfán Lovatón, co-director del Proyecto Ychsma en Pachacamac y Profesor en la UNFV.El conjunto del equipo del Proyecto Ychsma participó con entusiasmo y eficiencia y contribuyóen hacer del coloquio el evento exitoso del cual todos los participantes, ponentes y público, seacuerdan. Quisiera también expresar mis más profundos sentimientos de agradecimiento yrespeto por todos los colegas que contribuyeron en las ponencias, la sesión plenaria y los artículosdel presente volumen, que para mi es un sueño de años que finalmente se viene realizando.Agradezco especialmente a mi amiga Anne-Marie Brougère, responsable de las ediciones en elIFEA, quien llevó a cabo con paciencia y talento la edición de este compendio. Finalmente, pudecontar con la minuciosa revisión del presente ensayo por parte de mi querida amiga y colega MaríaJesús Jiménez Díaz, quien transformó mi original “francellano” en verdadero castellano, tareaingrata por la cual merece muchos elogios. Por supuesto, me responsabilizo de todos errores quepudieran subsistir.

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425PACHACAMAC Y EL PROYECTO YCHSMA (1999-2003)Bull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 425-448

PACHACAMAC Y EL PROYECTO YCHSMA(1999-2003)

Peter EECKHOUT *

ResumenEl Proyecto Ychsma (Universidad Libre de Bruselas, Bélgica - Instituto Nacional de

Cultura del Perú) empezó en 1999 con el fin de esclarecer el funcionamiento, desarrollo einfluencia del sitio de Pachacamac durante los periodos Intermedio Tardío y Horizonte Tardío,siendo la arquitectura monumental el enfoque principal de las investigaciones en el campo. Sepresenta aquí una síntesis de los avances logrados hasta el presente, específicamente en el estudiode las pirámides con rampa, su funcionamiento, cronología y papel en la expansión del sitio. Lasexcavaciones intensivas y extensivas en la Pirámide n˚ 3 de Pachacamac y las exploracionespuntuales en las demás pirámides de la zona arqueológica y su comarca sugieren modelos nuevosde interpretación del sitio, bastante diferentes de lo que se ha propuesto hasta ahora en base afuentes etnohistóricas, o datos arqueológicos interpretados en función de las mismas fuentes.También se presentan los avances en el mapeo digital, nomenclatura de los edificios yreconstrucción virtual del conjunto del sitio de Pachacamac, una tarea a largo plazo que serviráde base para futuras investigaciones y debates acerca de un asentamiento que consta entre los másimportantes de los Andes Centrales.

Palabras claves: Arqueología precolombina, arqueología monumental, estructura del poder.

PACHACAMAC ET LE PROJET YCHSMA (1999-2003)

RésuméLe Projet Ychsma (Université Libre de Bruxelles, Belgique - Instituto Nacional de

Cultura del Perú) a débuté en 1999 afin d’éclairer le fonctionnement, le développement etl’influence du site de Pachacamac durant les périodes Intermédiaire récent et Horizon récent.L’architecture monumentale constitue le thème principal des recherches de terrain.

Une synthèse des résultats obtenus jusqu’à présent est présentée ici, avec un accentparticulier mis sur l’étude des pyramides à rampe, leur fonctionnement, leur chronologie et leurrôle dans l’expansion du site. Les fouilles étendues et intensives de la pyramide n˚ 3 dePachacamac ainsi que les explorations ponctuelles des autres pyramides de la zone archéologiqueet ses environs suggèrent de nouveaux modèles d’interprétation du site, fort différents de ce qui

* Université Libre de Bruxelles, Faculté de Philosophie et Lettres (CP 175). E-mail:[email protected]

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426 Peter EECKHOUT

a été proposé jusqu’à présent sur la base de sources ethnohistoriques, ou de données archéologiquesinterprétées en fonction de celles-ci. Les avancées dans le domaine de la cartographie digitalisée,de la nomenclature des édifices et de la reconstitution en images de synthèse de l’ensemble dusite de Pachacamac sont également évoquées. Il s’agit d’une entreprise à long terme destinée àservir de référence aux futures recherches et débats à propos d’un établissement qui compte parmiles plus importants des Andes centrales.

Mots clés : Archéologie précolombienne, archéologie monumentale, structure du pouvoir.

PACHACAMAC AND THE YCHSMA PROJECT (1999-2003)

AbstractThe Ychsma Project (Université Libre de Bruxelles, Belgium - Instituto Nacional de

Cultura del Perú) started back in 1999. Its main objectives are the understanding of thefunctionning, development and influence of the site of Pachacamac during the Late IntermediatePeriod and Late Horizon, with a focus on monumental architecture.

A synthesis of the results is presented here, paying specific attention to the study ofpyramids with ramps, their functionning, chronology and role in the site expansion. Extensiveand intensive excavations of Pyramid n˚ 3 at Pachacamac as well as strategical explorations ofother pyramids of the archaeological area and surroundings suggest new models of interpretationfor the site, very different from those proposed until now on the basis of ethnohistorical sourcesor archaeological data interpreted in reference to those sources. Current advances in the fields ofdigital survey, building nomenclature and 3D computerized reconstitution of the whole site ofPachacamac are also presented. It is a long-term project aimed to serve as a reference for futureinvestigations and debates about one of the most important settlement of the Central Andes.

Key words: Precolombine archeology, monumental archaeology, estructure of power.

En el marco del presente ensayo intentaré resumir los resultados logrados por elProyecto Ychsma en Pachacamac desde 1999 hasta 2003. Este proyecto, auspiciado porla Universidad Libre de Bruselas, el Fondo Nacional Belga de la InvestigaciónCientífica y diferentes fondos privados belgas y estadounidenses, se llevó a cabo bajoun convenio de cooperación científica entre el INC y la ULB, siendo el autor directorde las investigaciones.

Cuando empecé las excavaciones en 1999, ya tenía alguna experiencia en el sitio,donde habíamos excavado la pirámide n˚ 3 y hecho el levantamiento de las otraspirámides con rampa entre 1993 y 1995. Todos los resultados de estas temporadas sepublicaron en una serie de artículos, así como en un libro dedicado al Periodo IntermedioTardío en Pachacamac y su comarca (Eeckhout, 1999a; 1999b; 2000).

Obviamente, quedaban todavía muchas preguntas por contestar, vías deinvestigación por explorar, hipótesis por verificar y parte del material por estudiar.Todos estos interrogantes sirvieron de punto de partida para elaborar el programa deinvestigaciones del Proyecto Ychsma, dedicado al esclarecimiento del funcionamiento,desarrollo e influencia del sitio en los periodos tardíos.

El enfoque principal del proyecto ha sido la arquitectura monumental, la mismaque hizo famoso a este sitio, pero que de manera sorprendente permanecía bastante mal

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427PACHACAMAC Y EL PROYECTO YCHSMA (1999-2003)

conocida a la fecha, por lo menos desde el punto de vista arqueológico. En efecto, al igualque otros autores, he denunciado el peso algo excesivo de los datos etnohistóricos en lainterpretación del sitio y de sus edificios (Eeckhout, 2000). No solo las excavacionesdebidamente publicadas fueron muy escasas, sino también sus mismos objetivos yresultados estaban a veces sujetos a una visión dogmática de modelos interpretativosinspirados, ante todo, por las fuentes coloniales (Franco, 1998; Jiménez Borja, 1985;Paredes, 1988; Paredes & Franco, 1987). Este tema, por supuesto, queda por debatir,como lo demuestran varias contribuciones al presente volumen.

¿Cómo entender un sitio tan grande, cuyas “… claras estratificaciones, reveladasal practicarse los cortes profundos, son evidencias de una larga historia, medidaen siglos (…)?” (Tello, 1967: 229)

Si partimos de la arquitectura, observamos que la mayor parte del sitio conedificios, es decir la segunda muralla, consta en realidad de una serie de construccionesque se parecen, o que por lo menos comparten una serie de rasgos formales (plataforma,rampa, patio delantero cercado por un muro con acceso desde el exterior y otroselementos). Estos rasgos permiten clasificarlas bajo el rubro de pirámides con rampa (deahora en adelante: PCR), según una terminología introducida por Arturo Jiménez Borjaa inicios de los años sesenta del siglo pasado (Jiménez Borja, 1962-1963). No todos losedificios de Pachacamac son pirámides con rampa, pero sí la mayoría. Entonces, si unoquiere entender lo que fue Pachacamac en los periodos tardíos, sería importanteentender primero lo que fueron las pirámides con rampa (Fig. 1).

Las fuentes etnohistóricas son de poca ayuda en este caso, pues resultan muyvagas y confusas respecto a la segunda muralla, siendo el Recinto Sagrado con lostemplos el punto focal de interés de los conquistadores, así como de los cronistas.Quisiera ya subrayar el hecho de que este desequilibrio de la información ha tenido comoconsecuencia directa que la función religiosa del sitio se puso en evidencia y rebasó elmencionado Recinto Sagrado para afectar al conjunto del sitio, llevando a la interpretaciónde las pirámides como templos secundarios de divinidades provinciales (Jiménez Borja,1985; Paredes, 1990; Rostworowski, 1992), aunque, como veremos más adelante, losdatos de campo proporcionan otras vías de explicación.

Pero regresando a mi propósito inicial, si para entender el sitio se tiene queentender sus componentes, ¿cómo?

Para esclarecer el funcionamiento y el papel de las pirámides con rampa, sedecidió proceder en dos fases:

� Primero excavar por completo un ejemplo representativo de este tipo deestructuras;

� Segundo establecer una clasificación tipológica que permita determinar cuálesedificios pueden compararse con el ejemplo excavado, siguiendo la hipótesis deque forma y función se corresponden, es decir, que si dos edificios son semejantes,han sido usados de manera semejante.

En base a los resultados logrados, pude avanzar en la problemática y verificar lashipótesis propuestas gracias a investigaciones suplementarias, las cuales detallaré másadelante.

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428 Peter EECKHOUT

La pirámide que se eligió fue la n˚ 3, ubicada en la parte noreste de la segundamuralla, la misma que ya habíamos parcialmente explorado antes de 1999 (Fig. 2). Lametodología se puede resumir de manera muy simple: hemos excavado un árearepresentativa en cada ambiente del complejo, con el fin de recolectar indicios que nosayudarían a definir la índole de la ocupación en el conjunto de la pirámide. Además, cadavez que fue posible, hemos excavado hasta la roca madre, para definir el proceso dedesarrollo arquitectónico, así como las características de las ocupaciones pre-pirámide(Eeckhout, 1999a; Eeckhout & Farfan, 2000; Eeckhout & Farfan, 2001).

Gracias a una serie de más de treinta fechados radiocarbónicos, se pudodeterminar de forma muy precisa la cronología del edificio, así como del abundantematerial que hemos encontrado (Feltham & Eeckhout, este volumen; Michzcincky etal., 2003).

Aunque existen huellas de estructuras pre-piramidales en la parte sur, estántotalmente cubiertas por las construcciones posteriores y no han tenido influencia sobreel plano o diseño de la pirámide propiamente dicha, la cual se asienta en una zona queestuvo mayormente virgen de cualquier otra estructura. El complejo piramidal, por usarel término que mejor lo define, se compone en realidad de dos pirámides: A y B, siendoesta última la más antigua (Figs. 3A, 3B).

En efecto, esta pirámide se construyó hacia el año 1400 de nuestra era y casino sufrió ninguna modificación durante los 30 a 40 años que fue ocupada. Graciasa los fechados absolutos, a la estimación precisa del volumen construido, el recursoa la arqueología experimental llevada a cabo durante la temporada 2000, y laestimación de la mano de obra disponible determinada en base a los estudiospaleodemográficos realizados por Jane Feltham en el Valle de Lurín, pude calcularla cantidad de trabajo, la duración de los mismos, así como la cantidad de genteempleada en la obra (Eeckhout, 2001). Resulta que la Pirámide B ha sido construidaen menos de 6 meses, probablemente por tareas sucesivas de menos de 200individuos, trabajando unas 30 jornadas de 5 horas. Esta rapidez relativa encajaperfectamente con el modelo de funcionamiento general de las pirámides enPachacamac, como lo veremos más adelante. Por otro lado, los datos recolectadosrespecto a la organización del trabajo nos informan de manera sustancial sobre laestructura local de autoridad en el periodo pre-Inca, un tema que desafortunadamenteno puedo profundizar en el marco de este ensayo.

En cuanto a la índole de las ocupaciones, parece que se pueden básicamentedistinguir tres partes en cada pirámide. La primera parte es la pública, es decir el patiodelantero, dedicado a las actividades diarias (cocina, elaboración de tejidos, crianza decuyes). En esta zona viven los empleados del ocupante principal, sirviendo también elpatio de lugar de recepción puntual para banquetes y fiestas (Fig. 4). La segunda partees la que podríamos definir como el despliegue de la autoridad: se trata de la plataforma,encima de la cual está sentado un personaje importante, el cual participaba de las fiestasen el patio (Fig. 5). No hay huellas de actividades en la plataforma ni en los recintosalrededores, los cuales están sistemáticamente enlucidos pero nunca pintados yfrecuentemente equipados con banquetas, hornacinas, y hasta probables ventanas. Elconjunto de la plataforma y de los recintos dispuestos en U alrededor estuvo

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429PACHACAMAC Y EL PROYECTO YCHSMA (1999-2003)

Fig. 1 – Mapa del sitio de Pachacamac (dirección: Peter Eeckhout y Carlos Farfán;levantamiento: Valérie Decart y Daniel Parent; planimetría: Valérie Decart). Las

“P” indican las pirámides y las otras letras las diversas estructuras, según el barrioadonde se encuentran (en proceso, estado diciembre 2004).

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430 Peter EECKHOUT

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431PACHACAMAC Y EL PROYECTO YCHSMA (1999-2003)

Fig. 2 – Complejo piramidal n° 3 visto desde el Oeste (foto P. Eeckhout).

techado, sirviendo de residencia al personaje principal y sus familiares o gentescercanas (Fig. 6).

Estos recintos en U, así como los depósitos hundidos y patios anexos solo sonaccesibles desde la plataforma y conforman la tercera parte o parte “privada” de lapirámide, la cual está protegida por muros altos con entrada estrecha, probablementevigilada. Los depósitos de la pirámide n˚ 3 se encontraron todos vacíos, pero en lapirámide n˚ 2, excavada por los colegas Franco y Paredes, se encontraron productosagrícolas como el ají (Paredes, 1988), mientras en las pirámides del valle de Lurín seencontró maíz en un caso (Eeckhout, 1999a: 289-290) y algodón crudo en otro (Bonavia,1965: 91-92). Estas evidencias sugieren que los ambientes hundidos sirvieron paraalmacenar parte de los excedentes de producción local. De hecho, tanto en estos casoscomo en las capas de ocupación en los patios y plazas anexas, el material vegetal yfáunico es exclusivamente local, típico de la zona yunga costeña y de la zonachaupiyunga adyacente. Se debe mencionar también la presencia de talleres alfarerosdirectamente asociados con las pirámides, como en los casos de las pirámides 1 y 3(Eeckhout & Farfan, 2001; Jiménez Borja, 1985).

Entre los otros rasgos recurrentes de la ocupación de las PCR, figura la presenciade tumbas de varios tipos, que básicamente pueden dividirse en dos categorías: lastumbas asociadas al abandono voluntario del edificio y la tumbas intrusivas de laÉpoca Inca.

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Fig. 4 – Reconstitución virtual del patio de la pirámide 3A de Pachacamac(dirección: Peter Eeckhout y Carlos Farfán; levantamiento: Daniel Parent; diseño

infográfico: V. Thieren).

Fig. 5 – Vista de la plataforma de la pirámide con rampa 2A (foto P. Eeckhout).

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434 Peter EECKHOUT

Las primeras son todas tumbas de élite con ajuar abundante compuesto pormetales preciosos, tejidos polícromos y artefactos importados, de los cuales quedadesafortunadamente muy poco, a causa de los saqueos. Por las características queacabo de mencionar y el hecho que estas tumbas son muy escasas, pensamos quese trata de los personajes principales antes mencionados, que a su muerte seenterraron en la residencia, la cual está ritualmente abandonada y se vuelve huaca,lugar sagrado donde uno viene a consultar a los ancestros. En efecto, varios indiciosllevan a proponer esta hipótesis: el hecho de que, en el caso del complejo piramidaln˚ 3, las dos pirámides sean sucesivas, pues la B, construida hacia 1400, estáabandonada y parcialmente cubierta por la pirámide A hacia 1435, siendo estaúltima también abandonada voluntariamente antes de 1470. Estos lapsos de tiempopodrían corresponder, respectivamente, a un reinado. El abandono voluntario estámarcado por ofrendas lujosas (espondylus, artefactos de metal, etc.), así como porlas tumbas importantes ya mencionadas, las cuales siguen siendo accesibles pormedio de corredores especialmente acondicionados, mientras que el resto delantiguo edificio está clausurado, marcando así que ya no está en uso.

Propongo, pues, que las pirámides podrían corresponder a palacios de señoreslocales que se sucedieron según una regla de tipo dinástico, cada uno siendo enterradoen su palacio cuando muere, mientras su sucesor construye su propia pirámide.

Fig. 6 – Reconstitución virtual de la plataforma de la pirámide 3B de Pachacamac(dirección: Peter Eeckhout y Carlos Farfán; levantamiento: Daniel Parent; diseño

infográfico: V. Thieren).

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435PACHACAMAC Y EL PROYECTO YCHSMA (1999-2003)

Aparece también, aunque de manera sutil, el carácter bipartito izquierda/derechade ambas pirámides. Este rasgo se observa a nivel del sistema de tránsito interno en lapirámide A, pues desde la terraza posterior de la plataforma A, uno puede acceder a laparte sureste por un lado y la parte suroeste por otro lado. Las dos partes están separadaspor muros altos y no se relacionan entre sí por ninguna vía de acceso (Fig. 7). La terrazade la plataforma A, pues, es como un vestíbulo, un punto de distribución focal deltránsito, el cual nunca pudo ser abundante, por estrechos que son los accesos y pasajes.

Al parecer, la parte sureste está relacionada con depósitos hundidos, mientras laparte suroeste se relaciona con un recinto con hornacinas y el acceso restringido haciala antigua pirámide B (Fig. 7). Tal vez se trata de una división espacial de las funcionesentre lo económico-material por un lado y lo ritual por el otro. Observo que en lapirámide B también hay una clara diferencia entre los ambientes de tipo depósitos yterrazas que se encuentran a la izquierda de la plataforma superior y los ambientes detipo residencial y recintos con hornacinas en la parte derecha.

Esta constatación concuerda con los comentarios de Christopher Donnan respectoa la organización del espacio en la Huaca 1 y otros edificios del sitio de Pacatnamú, enel valle de Jequetepeque (Donnan, 1986: 79). En efecto, Donnan remarca que el tránsito

Fig. 7 – Esquema de circulación en el corredor que lleva desde la pirámide 3A haciala 3B (dirección: Peter Eeckhout y Carlos Farfán; levantamiento: Daniel Parent;

diseño infográfico: V. Thieren).

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436 Peter EECKHOUT

por la izquierda es reiteradamente asociado con las estructuras y barrios relacionados afunciones domésticas y de almacenamiento, mientras el camino hacia la derecha llegaa las partes supuestamente dedicadas a las actividades ceremoniales y administrativas.Para explicar esta dicotomía, Donnan (Donnan, 1986: 79) se refiere a los trabajos deRostworowski sobre la dualidad y bipartición del poder tradicional en la Costa Peruanaprehispánica, y específicamente al concepto de división en Hanan-Hurin.

Es interesante remarcar que esta división se encuentra más formalizada todavíaen los últimos desarrollos de la fase A. En efecto, cada extremo de los brazos de la U queforman el conjunto de ambientes ubicados encima de la Plataforma A son accesibles pormedio de pequeñas rampas idénticas y ubicadas exactamente frente una a la otra(Fig. 7). Estas rampas casi no muestran ninguna huella de uso. Cada una de ellas llegaa un recinto pequeño. Las excavaciones en ambos recintos han revelado que su pisohabría sido cuidadosamente ejecutado y sobrepuesto al piso original del lugar. Seencontraron muchos restos de huaquería en el relleno, así como ofrendas adheridas alpiso en el ambiente 8. El material recuperado consiste en fragmentos de cerámica condecoración muy fina, tejidos polícromos, instrumentos para tejer y un artefacto de metal.Este artefacto representa a un ave (cf. Eeckhout, 2003: fig. 11). Se trata de un colgantepara fardos funerarios (comp. Bourget, 1990). Estos diversos elementos sugieren quelos ambientes se usaron para colocar fardos y su ajuar y que dichos ambientes y susrampas fueron probablemente concebidos y construidos para estos fines funerarios. Lafalta de uso de las rampas y el nuevo piso en los ambientes sugieren que correspondena cámaras sepulcrales dedicadas a personajes importantes cuyas momias fueroncolocadas allí al final del periodo de ocupación de la pirámide A, tal vez al momento desu abandono voluntario (1).

A nivel formal y simbólico, no se puede omitir el hecho de que estas estructurascon rampa son como maquetas o representaciones miniaturas de la misma pirámide. Sise considera que la pirámide fue la sede del curaca durante su reino, uno puede imaginarque el curaca y su co-regente se enterraron en modelos reducidos de su palacio, dondetodavía pudieron ser consultados y venerados por sus descendientes y herederos. Labipartición que se observa pues en la pirámide se prolonga de esta manera luego de lamuerte física de sus ocupantes principales.

En conclusión, a pesar de sus aparentes diferencias, las dos fases sucesivasdeterminadas en base a las excavaciones muestran que la pirámide más nueva sesuperpone parcialmente a la antigua, pero se inspira mucho en ella para su diseñoarquitectónico, su sistema de circulación, etc. También los diferentes sectores de cadapirámide muestran el mismo tipo de ocupación. Esto sugiere que ambas pirámidestenían el mismo papel y funcionamiento general y que ambas pertenecen a una mismatradición, cuyos códigos y reglas son mucho más precisos de lo que se sospechó hastala fecha.

(1) Es interesante comparar la ubicación de la cámara n° 40 en la pirámide B con los recintos n˚7 y n˚ 8 en la pirámide A, pues observamos otra vez una recurrencia, puesto que en ambos casos lassupuestas cámaras sepulcrales se encuentran en las esquinas de la parte delantera de las plataformas. Elcorredor de acceso al ambiente n˚ 40 se remodeló en un periodo no determinado para darle pendiente, loque posiblemente podría corresponder a las rampas asociadas a los recintos n˚ 7 y n˚ 8 en la pirámide A.

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Para esclarecer estos puntos, se ha evidenciado súbitamente tener planos precisosde cada pirámide y establecer un catastro de la zona arqueológica. Esta es una tarea queya habíamos empezado hace varios años y a la cual nos hemos dedicado sistemáticamentedesde 2002. En efecto, el plano del sitio que todos conocemos fue levantado por Ühlehace más de un siglo (Uhle, 1903). Por más que se trata de un trabajo remarcable, lasconvenciones y la escala usada no se adaptan a un estudio afinado de la arquitectura.Además, Ühle no detalló suficientemente la descripción del sitio, por lo que se haceindispensable proponer una nomenclatura coherente y completa del área monumental,de tal manera que todos los investigadores puedan fácilmente referirse a los diversosedificios. El levantamiento sistemático de las estructuras empezó con las pirámides conrampa, siendo nuestra ambición no solo rehacer el plano de Ühle, sino agregarle latercera dimensión gracias a los recursos informáticos actuales (Eeckhout & Farfan,2003). A estas tareas se agrega otra, sumamente importante a mis ojos, es decir lareconstrucción del flujo interno de circulación dentro de la segunda muralla y entre estaúltima y el recinto sagrado con los templos.

En efecto, si nos paramos un rato para resumir lo que acabo de decir hasta ahora,aparece poco a poco la idea que las PCR en Pachacamac podrían ser varios palaciossucesivos de señores locales, lo que podría explicar la multiplicación del modelo perotambién el desarrollo arquitectónico del mismo sitio.

Ahora bien, esta hipótesis tiene que ser contrastada con los datos de campo, puespor más que la sucesión ocupacional me parece demostrada en lo que concierne alComplejo Piramidal n˚ 3, resultaría algo arriesgado aplicar estrictamente este modeloa todas las pirámides del sitio hasta que tengamos suficiente evidencia al respecto. Elmayor peligro que se tiene que evitar es el de fijarse a una hipótesis un tanto rígida, pueseso puede causar una lectura orientada de los datos, es decir, justamente lo que denunciérespecto al modelo de templos-embajadas. En efecto, como veremos, las pirámides sonbastante numerosas (15 complejos en Pachacamac, totalizando unas 21 pirámides), ybastante diferentes también, tanto a nivel de tamaño como de la distribución de susrasgos arquitectónicos. Por lo tanto, varias vías interpretativas pueden coexistir. Porejemplo, por lo que concierne al tamaño, propuse (Eeckhout, 1999a: 434) que podríareflejar las fluctuaciones del poder de cada curaca, según la teoría termodinámica clásica(cf. Trigger, 1990). Sin embargo, es cierto que también esta diferencia de tamaño puedecorresponder a una cierta forma de jerarquía entre los ocupantes de las pirámides (cf.Villacorta, este volumen), con acceso diferenciado a la fuerza de trabajo. Este tipo dejerarquía se refleja también en la distribución y tamaño de los asentamientos tardíos enel valle bajo y medio del río Lurín (cf. Eeckhout 1999a: 466-469). Se pueden pues, demanera preliminar, imaginar varias formas de particiones del poder, expresadas tantoen Pachacamac como en su comarca por las diferencias de talla entre los edificiosmonumentales.

Esta posibilidad (o probabilidad, según los puntos de vista) lleva immediatamenteal otro aspecto decisivo del modelo dinástico, es decir la cronología. Este aspectofundamental de toda arqueología tiene aquí una importancia singular, y me parece porlo tanto necesario dedicarle unas líneas. Son tres tipos de cronología los que se tienenque esclarecer por lo que concierne a las PCR0: (1) la cronología relativa de cada

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438 Peter EECKHOUT

conjunto piramidal; (2) la cronología absoluta de cada conjunto piramidal y (3) lacronología relativa y absoluta entre los conjuntos piramidales.

La cronología relativa de cada conjunto se determina en base a excavaciones ylevantamientos. En varios casos (n˚ III, VII, IX, XII) se pudo o se podrá determinar silos diferentes componentes (es decir las diferentes pirámides con rampa) de cadaconjunto han funcionado conjuntamente o sucesivamente.

Una vez establecido esto, resulta importante fechar de manera absoluta cadaetapa, es decir cada fase del desarrollo arquitectónico y ocupacional de cada conjunto.La hipótesis dinástica se apoya en lo que he llamado el crecimiento generacional, lo quesignifica que cada pirámide es usada durante un lapso de tiempo que corresponde a unreinado, es decir, por lo general entre 20 y 40 años. Aunque los métodos clásicos defechado radiocarbónico generan márgenes de error a menudo superiores a este lapso,existen recursos estadísticos que permiten reducirlos (ver Miczyncky et al., 2003).Existe pues la esperanza de lograr determinar la duración y época de uso de cadapirámide del sitio.

En base a estos resultados, se podrán evaluar las diferentes hipótesis propuestaspara las pirámides en general, es decir el funcionamiento y desarrollo del sitio dePachacamac en los periodos tardíos.

A nivel metodológico, los primeros pasos son la tipología formal de los edificioscon rampa y la cronología de los mismos.

La tipología arquitectónica que he desarrollado no solo abarca el sitio dePachacamac sino también el conjunto del valle de Lurín. Pudimos identificar trestipos diferentes de edificios con rampa: las pirámides con rampa lateral, aquéllascon rampa pegada a un costado del patio y las pirámides con rampa central (Fig. 8).La posición de la rampa se acompaña de otras diferencias que he detallado en otroslugares (Eeckhout, 2003). A este nivel, dos implicaciones del análisis tipológiconos interesan. Uno, que la índole de la ocupación en cada tipo de pirámide esdiferente; dos, que la distribución de cada tipo en el valle es muy reveladora encuanto a la organización política en el supuesto curacazgo de Ychsma. Laspirámides con rampa lateral, llamado tipo A, son bastante escasas, encontrándoseun solo ejemplar en cada sitio del valle (Fig. 9). Las excavaciones llevadas en lapirámide de tipo A de Pachacamac dejan poca duda en cuanto al papel ceremonialdel edificio (cf. Farfan, este volumen), que hemos denominado Templo del Mono,por la presencia de un mono momificado a manera de ofrenda en la capas de rellenoconstructivo de la primera terraza del edificio (Figs. 10A, 10B). Dicho animal, asícomo otras ofrendas y sacrificios, subrayan el carácter especial del edificio, el cualno muestra ninguna huella de ocupación doméstica, al contrario de lo que seobserva en las pirámides de tipo C, por ejemplo. Las evidencias recolectadassugieren que el Templo del Mono tal vez sirvió para preparar a las momias quedebían de enterrarse en uno de los cementerios del sitio (Eeckhout, 2002). Laspirámides con rampa pegadas a un costado son características de sitios del valle,como Panquilma o Tijerales (Fig. 11). Según Jane Feltham que excavó uno de estosconjuntos en Panquilma, se trata de estructuras funerarias comunes para honrar agrupos de ancestros por parte de linajes establecidos en los alrededores (Feltham,

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442 Peter EECKHOUT

1983: 319). Este sitio ha sido recién excavado por Enrique López (com. pers.2004), mientras Tijerales ha sido excavado por arqueólogos de la UniversidadVillareal, así que esperamos tener más precisiones con la difusión de los resultados deestas investigaciones en curso (Farfán, com. pers. 2003). El último tipo, o tipo C, designaa las pirámides con rampa central y conjunto de recintos dispuestos en U sobre laplataforma, los mismos que hemos excavado en Pachacamac y otros sitios y que, demanera tentativa, interpretamos como palacios de señores locales (Fig. 5). La distribuciónde estas pirámides es muy instructiva, pues parece que la gran mayoría de ellas estánpresentes en dos sitios: Pachacamac y Pampa de las Flores, y que se encuentran ennúmero comparable en ambos sitios (Cuadro 1). Esta constatación, junto con otras

Fig. 11 – Isometría de la pirámide con rampa Oeste de Panquilam, valle de Lurín(dirección: P. Eeckhout y C. Farfán; levantamiento y dibujo: C. Farfán).

SITIOS TIPOS

A B C Total Pachacamac 1 1 18 20

Pampa de las Florès 1 13 14

Tijerales 1 2 2 5

Panquilma 3 3

Huaycán 1 1

Total 3 6 34 43

Cuadro 1 – Distribución de las pirámides con rampa en Pachacamac yValle de Lurín.

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443PACHACAMAC Y EL PROYECTO YCHSMA (1999-2003)

evidencias, tanto arqueológicas como etnohistóricas, me ha llevado a proponer queestos sitios conformaban la capital dual del curacazgo que dominaba al valle bajo ymedio del río Lurín en el Periodo Intermedio Tardío, según el principio de biparticióndel poder ampliamente documentado, tanto para la costa central como para la costa norte(Eeckhout, 2003).

A mi modo de ver, esto constituye un indicio suplementario del papel secular delas pirámides con rampa central, pero para comprobar totalmente la hipótesis dinástica,queda un punto importantísimo por esclarecer, el de la secuencia cronológica de lasdichas pirámides.

Pues para que la hipótesis de la sucesión dinástica y del crecimiento generacionaldel sitio de Pachacamac pueda ser verificada y discutida, se necesitan más datoscronológicos respecto a cada uno de esos edificios, es decir, saber cuándo se construyerony hasta cuándo funcionaron. La mayoría de los autores admiten obviamente que laspirámides no han sido construidas todas a la misma vez. Así es más probable que hayansido construidas a lo largo de varios siglos, pero la diferencia entre el modelo clásico detemplos secundarios de divinidades provinciales, es que este supone que todas laspirámides funcionaron simultáneamente a la llegada de los incas, es decir que el sitiohabría crecido conforme al éxito del culto y de los epígonos del culto. La gran diferenciacon el modelo dinástico es que se tiene que suponer que nunca funcionaronsimultáneamente, sino que fueron abandonadas una tras otra. Entonces resulta importantedeterminar no solo el momento de fundación de cada pirámide, sino también elmomento de su abandono (Cuadro 2). A estos fines, hemos empezado en 2003 una seriede sondeos en lugares claves de cada pirámide con rampa. Las investigaciones llevadasen la pirámide XII confirmaron totalmente el modelo propuesto. Es importante saberque la pirámide XII es una pirámide doble, es decir que se compone de dos unidadesarquitectónicas incluidas en una misma muralla. Las estratigrafías descubiertas hanpermitido poner en evidencia de manera indiscutible la sucesión de los edificios en elcomplejo: la pirámide XIIA se ocupó durante dos fases sucesivas y luego se abandonóy se clausuró, mientras parte de su patio anterior se utilizó para la pirámide XIIB, la cualtambién tuvo dos fases principales antes de ser abandonada (Figs. 12A, 12B). Elconjunto del complejo ha sido usado como sitio de campamento provisional porperegrinos bajo el Imperio Inca, mientras que los depósitos anexos se usaron comocámaras funerarias en el mismo periodo (Eeckhout & Farfán, 2003).

Cuadro 2 – Modelos interpretativos de las PCR y sus implicaciones arqueológicas.

Templos-embajadas Palacios sucesivos

�¿Fundaciones sucesivas? �Fundaciones sucesivas

�Material foraneo �Material local

�Ocupaciones simultáneas �Ocupaciones sucesivas

�Abandono forzado por causa �Abandono voluntario por

de los incas (HT) causa de la muerte del rey

(PIT)

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444 Peter EECKHOUT

Fig. 12a – Reconstitución virtual de la pirámide 12A de Pachacamac (dirección:Peter Eeckhout y Carlos Farfán; levantamiento: Daniel Parent; diseño infográfico:

V. Thieren).

Fig. 12b – Reconstitución virtual de la pirámide 12B de Pachacamac (dirección:Peter Eeckhout y Carlos Farfán; levantamiento: Daniel Parent; diseño infográfico:

V. Thieren).

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445PACHACAMAC Y EL PROYECTO YCHSMA (1999-2003)

Las fases de cada pirámide son muy interesantes, pues se marcan entre otroselementos, por el crecimiento de la rampa central, siendo la primera fase totalmentecubierta por la segunda.

Las estratigrafías halladas en la pirámide XIII (Fig. 13) son desafortunadamentemenos claras: disponemos de datos seguros para la fundación pero menos evidentes parael abandono. En efecto, por un lado las ocupaciones inca y luego coloniales (chivateros)han afectado profundamente las estructuras, pero además, los saqueos post-conquistahan sido particularmente destructivos. Pozos de sondeo abiertos en otras partes deledificio deberían aportar información complementaria respecto a la duración de laocupación inicial de la pirámide XIII.

La pirámide XV (Fig. 14) ha sido descubierta en el año 2002 durante la temporadade levantamientos planimétricos. Ha sido identificada en base a una parte de elementosestructurales que conforman generalmente ese tipo de edificios, pero la rampa no fueencontrada, así que habíamos sugerido que había sido destruida. Las excavaciones hanconfirmado dicha suposición, pero una fase más temprana, relativamente bien conservada,ha sido descubierta. En esta pirámide también las destrucciones de todo tipo dificultanla interpretación en esta etapa del proceso de los datos: el estudio detallado de dichosdatos de campo, del material y el aporte de los fechados permitirán precisar las cosas demanera sustancial. Las ofrendas que se hallaron (joyas y objetos diversos en platadorada), sin embargo, dejan poca duda en cuanto a la ocupación de la estructura por lasélites más altas en la jerarquía local.

Los fechados no están disponibles al momento de escribir estas líneas, pero demanera preliminar se puede señalar que, en base a los fechados disponibles para las trespirámides del sitio, la pirámide 2 y las pirámides A y B del complejo n˚ 3, pueden serordenadas en una secuencia que empieza en la segunda mitad el siglo XIV (con lapirámide 2), seguida por las pirámides 3B y luego 3A (Michzcincky et al., 2003).

Muchos aspectos y objetivos del proyecto Ychsma no han sido tratados en estabreve presentación, por razones obvias de espacio. La puesta en valor del conjuntomonumental, los estudios de la alfarería, textil, antropología física, recursos marinos,adobes y otros, así como la cuestión del flujo circulatorio son objeto de otrascomunicaciones del presente volumen (Feltham & Eeckhout), de publicaciones yadisponibles (Béarez et al., 2003; Feltham, 2002) o en proceso. Esperamos haberayudado en algo en la muy compleja problemática de los periodos tardíos en la costacentral del Perú, siendo plenamente conscientes de que mucho, muchísimo, quedatodavía por descubrir y estudiar.

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446 Peter EECKHOUT

Fig. 13 – Reconstitución virtual de la pirámide 13 de Pachacamac (dirección: PeterEeckhout y Carlos Farfán; levantamiento: Daniel Parent; diseño infográfico:

V. Thieren).

Fig. 14 – Reconstitución virtual de la Pirámide 15 de Pachacamac (dirección: PeterEeckhout y Carlos Farfán; levantamiento: Daniel Parent; diseño infográfico:

V. Thieren).

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Agradecimientos

Agradezco al INC por haber otorgado los permisos respectivos. La financiación delproyecto Ychsma se aseguró gracias a fondos proporcionados por la Facultad de Filosofíay Letras de la ULB, el Fonds de la Recherche Fondamentale Collective (Bélgica), el FondsNational de la Recherche Scientifique (Bélgica), así como a una Research Grant (#6676-99)del Comittee for Research and Exploration of the National Geographic Society (Washington)y una Field Grant de la Mary T. And Curtiss G. Brennan Foundation (Santa Fe). Quisieraagradecer especialmente a Luis G. Lumbreras por el apoyo brindado al proyecto así comoa mis amigos y colaboradores en el campo: Carlos Farfán, Jane P. Feltham, Daniel Parent,Valérie Decart y Vincent Thieren. Las excavaciones beneficiaron del apoyo muy valioso delos asistentes de campo Vicky Aranguren, Ronal Ayala, Anderson Chamorro García, MiltonLuján, Manuel Perales, José Ramírez Rojas y Luis Alberto Sánchez, así como de numerososestudiantes de la UNFV, UNMSM, PUCP y ULB. Mis sinceros agradeciemientos tambiéna los directores del Museo de sitio de Pachacamac, sucesivamente Jesús Ramos Giraldo yGiancarlo Marcone, así como a todo el personal del museo por su amabilidad y disponibilidad.Agradezco a los revisores anónimos cuyas remarcas pertinentes me ayudaron en precisar lasideas presentadas aquí. Mi querida amiga y colega María Jesús Jiménez Díaz revisó muyamablemente la traducción del presente ensayo. Asumo la total responsabilidad delcontenido, así como de los errores que podrían subsistir.

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449ASPECTOS SIMBÓLICOS DE LAS PIRÁMIDES CON RAMPA: INTERPRETACIÓNBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 449-464

ASPECTOS SIMBÓLICOS DE LAS PIRÁMIDESCON RAMPA

ENSAYO INTERPRETATIVO

Carlos FARFÁN LOBATÓN*

Resumen

Las investigaciones sobre Pachacamac, y en particular de las pirámides con rampa,descansan en una problemática central donde se enfatiza, a partir de los datos arqueológicos, elaspecto funcional y cronológico de estas instalaciones, y otros, bajo el soporte de documentosescritos en el siglo XVI y XVII a partir de la conquista española.

En este ensayo se pretende, a partir de las evidencias vigentes, proponer un enfoque deinterpretación basado en los significados simbólicos, subyacentes en los componentesarquitectónicos y su asociación. Nos estamos refiriendo a la organización del espacio dentro dela pirámide con rampa, que no solamente obedece a los criterios funcionales de sus componentes,sino que también obedecen a un orden racional de éstos, donde están imbricados los aspectossimbólicos con lo funcional, lo sagrado con lo profano, oposiciones y complementariedad.

Palabras claves: Pirámides con rampa, simbolismo, Ychsma, Pachacamac, Valle del Lurín.

ASPECTS SYMBOLIQUES DES PYRAMIDES À RAMPE.

ESSAI INTERPRÉTATIF

RésuméLes recherches relatives à Pachacamac et en particulier à propos des pyramides à rampe,

renvoient à une problématique générale où l’accent est mis sur les aspects chronologiques,fonctionnels, et autres de ces structures, sur base des données archéologiques et des docuemntsécrits à partir de la conquête espagnole aux XVIe et XVIIe siècles.

Dans le cadre de cet essai, l’interprétation se focalise sur les significations symboliquessous-jacentes aux éléments architecturaux et à leurs associations. Nous nous référons ici à

* Universidad Nacional Federico Villareal, Facultad de Humanidades. Escuela Profesional deArqueología: Av. Nicolás de Piérola 351, Lima. E-mail: [email protected]

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l’organisation de l’espace à l’intérieur de la pyramide à rampe, laquelle organisation obéit nonseulement aux critères fonctionnels de ses composants mais obéit aussi à un ordre rationnel deceux-ci, où s’imbriquent le symbolique et le fonctionnel, le sacré et el profane, les oppositionset la complémentarité.

Mots clés :Piramides à rampe, symbolisme, Ychsma, Pachacamac, Vallée du Lurín.

SYMBOLIC ASPECTS OF PYRAMIDS WITH RAMPS.AN ESSAY ON THEIR INTERPRETATION

AbstractResearch on Pachacamac, specifically on pyramids with ramps, is based on a central set

of data whereby emphasis is placed on the functional, chronological and other aspects of thesebuildings, using archaeological material, or else the support of written documents from the 16th

and 17th centuries after the Spanish conquest. This article suggests an interpretative focus basedon the symbolic meanings underlying the architectural features and their association. Referenceis made to the spatial organization within a pyramid with ramps, which arises not only from anestimate of the functional characteristics of its components, but is also due to a rational orderingof these components, where symbolic aspects are interwoven with functional ones, the sacredwith the profane, and opposing elements with complementary ones.

Key words: Pyramids with ramps, symbolism, Ychsma, Pachacamac, valley of Lurin.

1. ASPECTOS GENERALES

Dentro de la monumentalidad de los edificios de barro en la costa central seencuentran las denominadas pirámides con rampa (de ahora en adelante: PCR) cuyapopularidad se difunde en el Periodo Intermedio Tardío. De su estudio se han desprendidovarias interpretaciones de carácter funcional siendo el de mayor notoriedad los trabajosbasados en un enfoque religioso. En oposición a esta propuesta, hay los que afirman quesu carácter es secular.

Como antecedente previo a esta problemática se puede decir que el interés porestos edificios se inicia en la década del 60’ del siglo pasado con las excavaciones en laPirámide 1 o “JB”. Posteriormente se retoma la problemática de las pirámides y seexcava la Pirámide 2, ambos trabajos desde una perspectiva del dato arqueológico y unavisión turística (Paredes, 1988; Paredes-Franco, 1987; Franco, 1998). Luego sería laPirámide 3, excavada ampliamente desde 1993 hasta el 2003 por P. Eeckhout, nosolamente con criterio arqueológico, sino también de puesta en valor (Eeckhout, 1995;1999; 2000; 2003; 2003ª). Además entre los años 2000 y 2001 se ha excavado un edificioanexo a la Plaza de los Peregrinos, trabajo a cargo de Jesús Ramos G., por entoncesencargado de la Dirección del Museo de Pachacamac. Ahí descubrió y confirmó que el

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edificio que había sido considerado Ushnu era inicialmente una PCR y que J. C. Telloya había trabajado (J. Ramos, com. pers.). Desde una perspectiva etnohistórica se hanpropuesto criterios y enfoques dedicados a la problemática Ychsma (Espinoza, 1987;Rostworowski, 1972; 1992; 1999) que en mucho de los casos ha condicionado lasinterpretaciones de algunos arqueólogos. En resumen, el debate se centró entonces enuna problemática central cuyo enfoque funcional se derivó en dos tendencias claramenteperceptibles: una por investigadores tratando de explicar la forma y función de loscomponentes arquitectónicos apoyados por los datos arqueológicos, y otra bajo elsoporte de documentos escritos en el siglo XVI y XVII a partir de la conquista española.

Nosotros queremos, a partir de las evidencias vigentes, proponer un enfoque deinterpretación basado en los significados simbólicos inherentes a estos edificios en basea los componentes arquitectónicos y su asociación. El propósito es aproximarnos aexplicar las posibles causas de la presencia de rasgos formales y organización delespacio que conforman el modelo arquitectónico “PCR” dentro de un contexto desacralidad y una perspectiva de lo secular.

Para una comprensión del problema esbozaremos algunos aspectos previos delas PCR.

1. 1. Jerarquía y arquitectura en las PCR

Los estudios de los edificios denominados PCR obedecen a criterios funcionalessobre los cuales ya existe literatura abundante. Este enfoque fue el interés desde elprincipio de las investigaciones que han abundado en la descripción del proceso. Haylos que afirman que estos edificios representan a las distintas provincias sometidas aPachacamac, formando verdaderas embajadas, y que su carácter funcional es cívicoceremonial (Jiménez Borja, 1985; Paredes, 1988) o ceremonial-cultista (Franco, 1998).Estas propuestas en el fondo sustentan que estos edificios tenían carácter religioso,también por su ubicación en el entorno del centro ceremonial ampliamente descrito porlos cronistas del siglo XVI y XVII. Estos edificios (PCR), según la opinión de estosautores eran centros a manera de oráculos provinciales. Esta propuesta fue ampliamenterebatida por P. Eeckhout a la luz de los datos de campo (Eeckhout, 1999; 2000; 2003).Él propone como hipótesis alternativa que se tratan de edificios o palacios para un curacao rey que, a su muerte, es enterrado en la pirámide, que luego es abandonada.Consecuentemente es construida otra pirámide por su sucesor, obviamente en otrolugar. A esto el autor lo llama modelo de sucesión generacional de tipo dinástico; porconsiguiente su carácter es secular antes que religioso. Esta propuesta está tomandocuerpo toda vez que está basada y fundamentada en datos de campo de investigacionesprolongadas y sostenidas, pero surgen algunas debilidades derivadas de la hipótesisprincipal, al proponer que son generacionales. Nos estamos refiriendo al grado deparentesco que deben tener cada una de las pirámides y su ordenamiento cronológico.¿Estamos hablando de una genealogía de curacas o de una genealogía de PCR? o devarias, ¿cómo se han distribuido los espacios para la construcción de cada pirámide?,¿hubo normas de manejo del espacio basadas en la sacralidad u ordenamientosociopolítico?, ¿por qué la diferencia en orientaciones y componentes estructuralesedificándose unas simples, y otras complejas? La trama urbanística ¿está definiendo una

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bipartición, tripartición o cuatripartición? Se ha propuesto que en el valle de Lurínfuncionó una organización dual donde Pampa de las Flores era el Anan y Pachacamacel Urin (Eeckhout, 2003). Esta propuesta es similar a la hecha por H. Silverman paraCahuachi y el sitio 165 (Ventilla), donde este último sería el centro urbano de caráctersecular y Cahuachi el centro ceremonial (Silverman, 1993a; 1993b), de modo que lainteracción religioso-secular lo convierte en un organismo dual. Es decir, ¿tendríamostambién en Pachacamac un organismo religioso dentro de los límites de la primeramuralla y un organismo secular dentro de la segunda muralla? Si se observa la dispersiónde las PCR en Pachacamac, veremos que efectivamente hay una alta concentración alinterior de la segunda muralla, no obstante existir un vació donde se edificaron la Plazade los Peregrinos y las Mamacunas al igual que en la zona del Conjunto Taurichumpi,lo que indicaría que los incas demolieron de una u otra manera otras instalaciones quepodían ser PCR. Dentro de este universo de pirámides la problemática de jerarquía yfunción, al igual que la cronología de estos edificios se complican, por lo que elordenamiento y explicación del rol jerárquico dentro de la estructura política y religiosaserá la base para aproximarnos a resolver el problema.

Para explicar la arquitectura del modelo formal de las PCR encontramos tresdimensiones: la visión bidimensional, explicada a partir de la organización y distribucióndel espacio en planta; la volumetría explicada a partir de sus componentes tridimensionalesy su capacidad de poseer varios planos a distinto nivel; la dimensión funcional,explicada a partir del uso del espacio y sus relaciones de articulación, que definen el flujode circulación y jerarquía en el uso del espacio.

La visión bidimensional nos muestra un módulo de tres cuerpos: patio delantero,cuerpo piramidal y patio posterior (Fig. 1). El patio delantero o principal es el que poseeel ingreso y la rampa en sus tres variantes (Eeckhout, 1999; 2003); el cuerpo piramidalcontiene las plataformas y la distribución de los ambientes principales. De este cuerpose pueden generar hacia los espacios laterales algunos depósitos o ambientes de modoque se define el área nuclear de la pirámide. La volumetría está determinada por laproporción y distribución de los volúmenes de plataformas incluidas las cubiertas ytechos. De este modo, para que exista una rampa debe considerarse necesariamente ladiferencia de niveles de piso cuya norma son las plataformas.

Sabemos que el modelo de PCR mantiene un patrón constante. Sin embargo, haydiferencias en el equipamiento físico interior de las que pueden estar definiendo unajerarquía organizada dentro de la trama urbana de Pachacmac si consideramos que las callesEste-Oeste, Norte-Sur y las vías de circulación complementarias definen espacios queobedecen a una distribución racional del espacio (1). De este modo, no se descarta laposibilidad de encontrar pirámides con más poder que otros. Uno de los propósitosjustamente del Proyecto Ychsma es definir el tránsito interno, y estos resultados derivaránen una fehaciente definición de la organización del espacio a través del tiempo.

(1) La mayoría de los asentamientos prehispánicos, por más pequeños que sean, tienen unaorganización del espacio que obedece a conceptos de cosmovisión (orientación a sus pacarinas) uorientación en relación a las estrellas como lo menciona Sakai para Chanchan (Sakai, 1998). Puedentambién estar basados en organización sociopolítica anan y urin, ichoc y allauca o barrios de origenétnico ligados a una estructura de parentesco.

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1. 2. Material y sistema constructivo

La mayoría de los edificios en la costa fueron construidos a partir del barro,piedra y material perecedero para la estructuración de techos y cubiertas. La forma y elacabado definen en última instancia la función y el uso del edificio.

Las actividades civiles, militares y agrícolas de las sociedades del pasadoestuvieron íntimamente ligadas a un sistema ideológico basado en la magia, religión yobservaciones estelares para lo cual se diseñó un esquema mental basado en lacosmovisión, cuya estructura aún es perceptible en la vida cotidiana de algunascomunidades andinas. Esta idea nos permite sugerir que detrás de toda obra constructivasubyacen ciertos patrones de conducta y tradiciones capaces de explicar las causas desus complicadas funciones, por lo que no se puede ver las construcciones solo desde superspectiva descriptiva o cuantitativa. Por ejemplo para la construcción de una viviendaexisten rituales de fundación, al igual que para su abandono (Eeckhout, 1999). Una obracivil como las PCR, cuya construcción puede ser de carácter corporativo, implica un

Fig. 1 – Modelo piramidal: en planta, isometría y corte.

1 2 3

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cierto nivel de jerarquía social con un organismo de control sujeto a un programa deconstrucción. Si tenemos en cuenta que la construcción de un muro en una pirámidepuede tener varias funciones: de linderación (muro perimetral), de sostén o contención(muros de plataformas), muros separadores o de cortina (muros de recintos internos),obviamente cada uno de ellos requiere de una técnica y un tratamiento. Para generar losvolúmenes piramidales se han construido muros muy sólidos puesto que soportarán losrellenos constructivos. Del mismo modo los muros de sostén tendrán una mecánicadistinta, cuanto más elevado sea este muro se manejará una ligera inclinaciónconvirtiéndose en un muro casi piramidal; a esto debemos agregar el sistema deemparrillado; cuando la plataforma es de mayor área se construyen muros ortogonalesentrecruzados sobre los cuales las cargas de los rellenos se amortiguan y disminuyenhacia los muros externos. Esto puede estar sucediendo por ejemplo en la plataformas delas Pirámides 13 y la 3E.

De otro lado, el clima de la costa central es de alta humedad y escasa lluvia porlo que los techos y cubiertas fueron construidos con material aligerado y perecedero.Este mismo hecho no nos permite reconstruir su estructura y cuáles estuvieron techados.En escasos casos se han encontrado restos de posibles techos o cubiertas. Por ejemplo,algunos de los llamados recintos hundidos, asociados a las pirámides, tuvieron unacubierta o techo sobre el cual se realizaba otro tipo de actividades y en otros casos estosrecintos hundidos podían haber sido lugares para los personajes principales muertos,como sucede en uno de los recintos hundidos de la pirámide XII en Pachacamac (2)(Proyecto Ychsma, Temporada 2003). Encontramos este mismo caso de manera casualen 1986 en Tambo Colorado puesto que uno de los recintos con su piso casi natural cedióy encontramos un recinto más bajo con un grupo de fardos funerarios en estado original.

2. ATRIBUTOS ESTRUCTURALES DE LAS PCR

Las PCR en la costa central están focalizadas en el valle de Lurín para el PeriodoIntermedio Tardío (siglos XI al XV) entre las cuales destacan: Pachacamac, Pampa deFlores, Tijerales y Panquilma, y de manera dispersa en los valles del Rimac (Mangomarcay Huaquerones) y en Chancay (Pisquillo), solo por señalar los más conspicuos, sindescartar la presencia del uso de rampas en algunas otras estructuras de otros sitios,funcionando como elementos aislados.

El modelo de PCR se presenta bastante rígido dentro del patrón formal. Susatributos son perceptibles a simple vista y se genera a partir de un modulo ortogonal yadescritos por otros autores (Paredes-Franco, 1988; Franco, 1998; Eeckhout, 1999).Podemos diferenciar los atributos de las PCR a partir de sus componentes estructuralesen lo siguiente:

� Patio delantero y patio posterior: estos espacios delimitan en su eje principalal cuerpo piramidal y por definición son espacios abiertos, donde el patio

(2) Los recintos hundidos de las PCR inicialmente se concibieron como depósitos, pero alparecer en periodos tardíos se convirtieron en lugares de sepultura de los principales o curacas dedichas pirámides.

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principal sería de concentración masiva y el patio posterior de concentraciónrestringida. Aquí es posible encontrar una oposición, tanto por su ubicación comopor su función. No podemos afirmar que esto es una norma fija, pero sí son losmás comunes.

� Rampa: es el elemento arquitectónico que define su carácter piramidal endirecta relación con las plataformas. Es también el nexo o vía de comunicaciónde un nivel más bajo (patio) con otro más alto (plataforma). Su pendiente esvariable, no mantiene un estándar, pero por su posición en el patio, puede ser detres formas ya explicado por Eeckhout (Eeckhout, 2003: 164). Estas tres formasson: rampa central directa, rampa central indirecta y rampa lateral. Estasposiciones no solo obedecen a un criterio funcional: por ser parte del ingresoprincipal pueden estar ligadas a conceptos de orden o jerarquía y poder, toda vezque estos edificios tienen un carácter de congregación donde se percibe oposiciónentre el cuerpo de poder, los que ocupan el volumen piramidal y el cuerpo popularque ocupa la parte baja.� Plataformas: las plataformas son parte del volumen piramidal y se generan paradar origen al cuerpo piramidal y la necesidad de una rampa. Son construccioneshechas en base a capas de barro con niveles de piso, como si estos fueranutilizados en algún momento y han crecido como los hallados en la Pirámide 3de Pampa de las Flores (Eeckhout, 1998: 77; 1999: 285), pero en general sonsuperficies que dependen del muro de contención donde se han rellenado. Estasobservaciones solo son posibles si se excava de forma exhaustiva hasta el suelogeológico en cuerpos piramidales, lo que no sucedió en las Pirámides 1 y 2 dePachacamac. Sin embargo, en la Pirámide 3 se ha excavado hasta el suelogeológico indicando otro tipo de sistema constructivo para las plataformas,mostrándose más bien rellenos de arena para crear estos cuerpos piramidales, loque estaría indicando obviamente diferencias a nivel de sistemas constructivosinternos, pero sin descuidar el modelo básico. Las causas de estas diferencias aúnson difusas pues no hay evidencias contundentes. A manera de hipótesispodemos sugerir que puede ser causa de simplificación constructiva o prevalecerel modelo formal antes que sus componentes estructurales. Otro aspecto de estasplataformas es que formarían el espacio sepulcral del ancestro por lo que su valorsimbólico adquiere un poder que sobrepasa el tiempo histórico ingresando a untiempo mítico.� Depósitos: todas las PCR poseen este tipo de equipamiento por lo que debió seruna necesidad inobjetable. Su ubicación en el local esta íntimamente relacionadaal espacio de poder y control, es decir, en ambos flancos de la plataformaprincipal. Este hecho indicaría que una de las razones de estos edificios esalmacenar los tributos que deben ser entregados en ceremonia especial desde elpatio hasta los depósitos. Estos tributos que pueden haber sido bienesmanufacturados o materia prima son distribuidos una parte para las festividadesy agasajos que se celebraban en el patio y la otra eran entregados a la deidadprincipal de Pachacamac, de manera que la función de estos curacas o jefes erael acopio y redistribución de los tributos y a la vez ser intermediarios entre laadministración central y estos edificios piramidales.

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� Habitaciones: en este caso, estas instalaciones no son a gran escala; apenaspueden ser para un grupo muy reducido de personas. En cada pirámide esteequipamiento es diferente, aunque en las Pirámides 1 y 2 son muy ortodoxospuesto que sus habitaciones forman una U en torno al atrio principal y ademástiene doble rampa que articula hasta tres plataformas. La circulación en el cuerpopiramidal obedece a un orden, puesto que estos edificios distribuidos en Udefinen tres espacios: ichoc, chaupi y allauca. Hipotéticamente podemos deducirde ello que se genera una tripartición difícil de explicar por el momento.

� Pasadizos y caminos epimurales: este tema fue tratado ampliamente porEeckhout mostrando el sistema de circulación interna en las pirámides medianteflujos en donde están representados el patio principal (rectángulo) y la plataforma(cuadrado), desde los cuales salen líneas y puntos que representan la capacidadde circulación (Eeckhout, 1999; 2003). En este esquema se puede ver mayortransito desde el cuerpo piramidal (Fig. 2). A esto habría que mencionar un

Fig. 2 – Ambiente 17, Unidad 23 de la Pirámide 3.

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recurso arquitectónico para cruzar de un extremo a otro. Nos estamos refiriendoa los caminos epimurales que resuelven en muchos de los casos una circulaciónorgánica donde aparentemente hay un orden establecido. Esto por lo menos esvisible en las Pirámides 1, 2, 9 y 12 de Pachacamac. Sin embargo, la direccióny articulación de los pasadizos y vanos, por más que pueden dar posibilidad a unacceso, tenían una circulación basada en un orden de carácter jerárquico y a lavez ritual.

3. ATRIBUTOS SIMBÓLICOS DE LAS PCR

Hemos visto los atributos de las PCR con implicancias funcionales y formalesque definen espacios articulados y organizados. Esta organización forma parte de unesquema ideológico al cual es difícil de acceder a través de los datos arqueológicos. Perosi analizamos detenidamente la estructura espacial de las pirámides veremos queencontramos racionalidad, equidistancia y a veces simetría bilateral que puede derivarseen una bipartición o una organización dual con rasgos de correspondencia ycomplementariedad. Por ejemplo el eje de la rampa divide la pirámide en dos partes,ichoc (izquierda) y allauca (derecha). Sin embargo cuando la rampa no está en el eje yse encuentra en uno de los lados ligados a la plataforma (Tipo A y B: Eeckhout, 2003:164), esta correspondencia no existe. Los tipos A y B son propios del valle, es decir dePampa de las Flores, Tijerales y Panquilma. Hay un solo caso en Pachacamac en laPirámide 3C al que Eeckhout denomina “Templo del mono” debido a que en laplataforma 1, a la altura del acceso por rampa, se halló un fardo conteniendo un mono.Esto puede estar indicando que existe una diferencia sustancial en la conceptualizaciónde la Rampa entre las pirámides de Pachacamac y las del valle, lo cual reforzaría lahipótesis de la existencia de una organización dual con los asentamientos de Pampa delas Flores, Tijerales y Panquilma puesto que, al ingresar por el eje central, automáticamenteel cuerpo piramidal es dividido en dos partes, mientras que con el ingreso lateral estafunción es nula, lo cual marca una oposición en el uso de ambos tipos. La Pirámide 3Ces el único caso de Pachacamac que tiene una característica muy sui géneris, es deciraquí se percibe claramente una estructura dual en la arquitectura relacionada a su aspectofuncional (Proyecto Ychsma, Temporada 2000). Esta pirámide como se dijo tiene unarampa central del tipo A que articula el patio con la plataforma 1; de esta plataforma seaccede a la plataforma 2 a través de una rampa empotrada dividiendo la plataforma endos partes, nuevamente en ichoc (izquierda) y allauca (derecha) (3). Esta estructuraincluye también el chaupi (Taupi para Espinoza Soriano, 1990) o centro que estaríaconformado por la rampa empotrada y un altar al final de la rampa. Sin embargo, almismo tiempo, esta división se puede convertir en dualidad de oposición, puesto queeste concepto estaba presente en todas las actividades cotidianas y sagradas del mundoandino. Aquí tendremos que sintetizar los datos de campo para diferenciar lascaracterísticas de estos tres espacios: cuando ingresamos por la rampa empotrada hacia

(3) Espinoza Soriano menciona tres tipos de trisecciones: Allauca, Taipe e Ichoc; Jatun, Anany Urin; Collana, payan, Cayao, de los cuales los más importantes eran Allauca, Jatun, Anan y Collana(Espinoza Soriano, 1990: 371).

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la plataforma 2, se bifurcan dos caminos: uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda,no antes de presenciar un pequeño poyo cuadrangular en el eje de la rampa adyacentea la Plataforma 3 a manera de altar (Fig. 3). El camino que conduce hacia la derechagenera un circuito de circulación en zig-zag hasta llegar a un patio delimitado por dosmuretes. Las excavaciones en este lado no reportaron muchos elementos a excepción deáreas de cremación que corresponden al abandono. Sin embargo, el lado izquierdo secomunica de la misma manera pero hay elementos rituales complejos que se superponeny adquieren significados. Hubo presencia de vasijas a manera de fuentes al nivel delsuelo con intenso uso, la conformación del piso también muestra las huellas deimprontas de patas de camélidos que han permanecido atados o sueltos. Hubieron postescon ofrendas de cuy en la base y posiblemente postes tallados a manera de ídolo. No esel caso de detallar estos contextos, por ahora nos interesa la diferencia sustancial en eluso de dos espacios opuestos que ocupan el mismo plano con un solo ingreso y concircuito de circulación similar. Esto es una clara muestra del funcionamiento de losespacios bajo el principio de oposición y complementariedad. Hemos hablado de ichocy allauca ahora falta el chupi o centro que está conformado por la rampa y el atrio. La

Fig. 3 – Flujo de circulación en la Pirámide 3 C (Templo del Mono).

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particularidad de la rampa ya está dada en su forma de presentarse en la plataforma, sinembargo, en ambas jambas del inicio de rampa se encontró una gran acumulación demateria orgánica a base de maíz (4) ofrendas de cuy y otros cereales como si estoshubiesen formado parte de una ofrenda obligatoria de aquellos que ingresaban oaquellos que tributaban luego de su abandono (Figs. 4, 5). Las costras de esta materiason abundantes y forman varias capas pequeñas alternadas con apisonados como sidenotaran usos cíclicos pero de intensa actividad por mucho tiempo. De este modo,

Fig. 4 – Frontis de la Pirámide 3 C.

Fig. 5 – Corte de la Pirámide 3 C.

(4) La elaboración de la chicha a base de maíz o jora (maíz germinado), deja como saldo elvagazo o masa el cual, al igual que la hoja de coca masticada, conforma un elemento ritual propiciatorioy protector que es derramado en lugares sagrados. Aun en la actualidad se realizan en las apachetas,en las huacas o cuevas de los cerros. Pensamos que la masa derramada en las jambas de la rampa eseste vagazo de la chicha.

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vemos funcionar perfectamente un esquema de rituales asociados a un modelo depirámide con rampa en el cual encontramos el componente bipartito y a la vez dual.

Otro atributo de las PCR se refiere a la ancestralidad tomando en cuenta que laspirámides son la sepultura del curaca que ahí vivió, por lo que el local se convierte enlugar de recuerdo del ancestro donde se depositan ofrendas a lo largo del tiempo,evocando sus hazañas. Pero también los hechos y relatos, con el correr del tiempo,adquieren otras características donde se puede percibir una forma de mitificación. Deeste modo, la ancestralidad de las PCR se encuentra dentro del tiempo histórico y eltiempo mítico. Siguiendo este mismo criterio vemos que las PCR como local estánreferidas a un origen y fundación y a la vez a una descendencia y parentesco.

Finalmente, otro atributo de carácter simbólico son las orientaciones de lasrampas que orientan también los edificios piramidales. Existen tres variantes deorientaciones: la variante A, rampas orientadas hacia el Noroeste (Fig. 6); la variante B,rampas orientadas hacia el Noreste (Fig. 7) y la variante C las rampas que combinan lasdos variantes en un solo edificio (Fig. 8). Dentro de la variante A tenemos las Pirámides4, 5, 6, 7 y 9 de Pampa de las Flores y Panquilma que obviamente pertenecen al valle.Solamente 3 de las 15 pirámides de Pachacamac corresponden a esta variante, son lasPirámides 1, 13 y 14. En la variante B tenemos las Pirámides 2, 5, 6 y 7 de Pachacamacy las piramides 8 y 10 de Pampa de las Flores A y la Pirámide Pampa de las Flores B,finalmente en la variante C están las Pirámides 3 y 12 de Pachacamac, Pampa de lasFlores 1, 2 y 3 y Tijerales B. En términos generales las orientaciones fluctúan entrenoroeste y noreste, no aparecen orientaciones hacia el sur, tampoco directamente alnorte o al oeste o este. Este hecho nos hace pensar en orientaciones de oposición, es decir,al haber solo dos opciones de orientación dentro del patrón, se vuelve más propenso almanejo simbólico de los opuestos, dentro de un esquema de fundación y abandono, denacimiento y muerte y que estaría muy bien diferenciado en la variante C, cuandotenemos las dos orientaciones de oposición juntas y que arqueológicamente sonpirámides construidas en diferentes momentos.

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Fig. 6 – Variante A.

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Fig. 7 – Variante B.

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Fig. 8 – Variante C.

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465PACHACAMAC: DEL HORIZONTE MEDIO AL INTERMEDIO TARDÍOBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 465-506

PODER RELIGIOSO, CRISIS Y PROSPERIDAD ENPACHACAMAC: DEL HORIZONTE MEDIO AL

INTERMEDIO TARDÍO

Régulo G. FRANCO JORDÁN *

ResumenPachacamac ha sido definido como un gran centro ceremonial con mucha fama en el

Antiguo Perú. Sus orígenes se remontan al Período Intermedio Temprano. En este artículo damosa conocer algunos resultados de la presencia de cambios climáticos ocurridos principalmente enel Horizonte Medio, que ocasionaron cambios sustanciales en la ideología religiosa. A partir deentonces, otras crisis climáticas ocasionaron el afincamiento de grupos de gentes altoandinascuyos restos se encuentran debajo de las pirámides con rampa, que devino posteriormente en unreplanteamiento del centro ceremonial, dando inicio a una reestructuración del mismo con laaparición de las pirámides con rampa, que vienen a ser una suerte de embajadas religiosas querepresentaron a los señoríos más prestigiosos de la costa central. Se discute sobre la función delas pirámides con rampa, tomando como ejemplo especialmente la Pirámide con Rampa n˚ 2, dedonde se recuperaron evidencias alfareras que, junto con las que se encontraron en el TemploViejo, permiten establecer una secuencia temporal y estilística. Algunas interpretaciones setoman en consideración en base a los resultados de las excavaciones realizadas en las dos últimasdécadas.

Palabras claves: Templo Viejo, Horizonte Medio, pirámides, Pachacamac, señorío de Ichsmay,cerámica, Costa Central, valle de Lurín.

POUVOIR RELIGIEUX, CRISE ET PROSPÉRITÉ À PACHACAMAC : DEL’HORIZON MOYEN À L’INTERMÉDIAIRE RÉCENT

RésuméPachacamac a été défini comme un grand centre cérémoniel très connu dans l’ancien

Pérou. Ses origines remontent à l’Intermédiaire Ancien. Dans cet article nous donnons quelques

* Actual Director del Programa Arqueológico Complejo “El Brujo”. Arql. de la FundaciónAugusto N. Wiese. Direcc.: Av. Canaval y Moreyra 522-piso 16, San Isidro, Lima; telf. 441-2201. E-mail: [email protected]

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résultats concernant la présence de changements climatiques survenus principalement à l’HorizonMoyen, qui ont provoqué des changements substantiels dans l’idéologie religieuse. À partir dece moment-là, d’autres crises climatiques ont provoqué l’installation de groupes de personnesoriginaires des hautes Andes dont les restes ont été retrouvés sous les pyramides à rampe. Ceciprovoque par la suite une remise en question du centre cérémoniel, permettant une restructurationde ce dernier avec l’apparition des pyramides à rampe, qui sont assimilées à des ambassadesreligieuses qui ont représenté les señoríos les plus prestigieux de la côte centrale. Le débat portesur la fonction des pyramides à rampe, en prenant comme exemple spécifique la Pyramide àRampe nº 2, d’où l’on a récupéré des céramiques qui, avec celles qui ont été trouvées dans le VieuxTemple, permettent d’établir une séquence temporaire et stylistique. Quelques interprétationssont prises en considération sur la base des résultats des fouilles effectuées au cours des deuxdernières décennies.

Mots clés: Vieux Temple, Horizon Moyen, pyramide, Pachacamac, señorío de Ichsmay,céramique, côte Centrale, vallée de Lurín.

RELIGIOUS POWER, CRISIS AND PROSPERITY IN PACHACAMAC: FROMMIDDLE HORIZON TO THE LATE INTERMEDIATE PERIOD

AbstractPachacamac has been defined as a great ceremonial center with much fame in Old Peru.

Their origins go back Early to the Intermediate Period. In this article we present some results thepresence of happened climatic changes mainly in the Average Horizon, that caused substantialchanges in the religious ideology. From then, other climatic crises caused the installation ofgroups of people altoandinas whose rest are underneath Pyramids with Ramp, that happened laterin a reframing of the ceremonial center, giving beginning to a reconstruction of the same one withthe appearance of Pyramids with Ramp, that come to be a kind of religious embassies thatrepresented the prestigious señoríos but of the central coast. The Pyramid with Ramp nº 2 Inclineis discussed on the function of pyramids with Ramp, taking like example specially, of whereevidences recovered potters who along with those that was in the Old Temple, they allow toestablish stylistic a temporary sequence and. Some interpretations are taken in consideration onthe basis of the results of the excavations made in the two last decades.

Key Words: Old Temple, Middle Horizont, pyramid, Pachacamac, señorío of Ichsmay, pottery,Central Coast, valley of Lurin.

INTRODUCCIÓN

Pachacamac, con sus impresionantes estructuras ceremoniales, es uno de lossitios más importantes de la costa peruana (Fig. 1). Los resultados arqueológicosobtenidos en estos últimos años han ayudado mucho en la comprensión de la naturalezadel sitio (Eeckhout, 1995; 1999; 2003a; 2003b; Franco, 1998; Paredes, 1985; 1988;Paredes & Franco, 1987; Shimada, 1991).

Algunos de los aspectos que discutimos son los cambios culturales ocurridos enel Horizonte Medio, gracias a las excavaciones realizadas en el Templo Viejo, a partirde lo cual se ha podido obtener datos de la aparición de un meganiño, generándose un

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proceso de cambios en la arquitectura y la ideología de este período tan discutido porlos investigadores. Ha sido importante encontrar la relación y aclaración cronológica delTemplo Pintado en relación al Templo Viejo, que hasta hace más de una década veníansiendo confundidos.

Por otro lado, planteamos algunas ideas sobre el surgimiento de las pirámides conrampa (de ahora en adelante: PCR) a raíz de una crisis climática ocurrida hacia finalesde la Época 3 así como la aparición de un centro ceremonial que va a aglutinarse a unaserie de edificios piramidales convertidos en una suerte de embajadas religiosas yrepresentativas de los cacicazgos o curacazgos de mayor poder económico del señoríode Ichsmay. El mayor poder de cada representación estaba en la acumulación demayores productos y bienes en los depósitos o almacenes que tenía cada unidadpiramidal, que servían para la tributación y el comercio desarrollado en las épocas defestividades particulares y centrales.

Tomamos en cuenta una parte de la información contenida en la Pirámide conRampa nº 2, que nos ha permitido discutir el modelo, la función de sus espaciosarquitectónicos y establecer comparaciones con el resto de pirámides excavadas. Es

Fig. 1 – Axonometría de Pachacamac, levantado por Gladys Romero, con laasesoría del autor.

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importante indicar que este inmueble viene a ser el modelo más completo de unapirámide conocida hasta el momento.

Otro de los aportes de este trabajo es el estudio de la cerámica a partir delHorizonte Medio, Época 3, en los diversos estilos, como la caracterización del estilotricolor modelado encontrado en un contexto de ofrenda en el Templo Viejo, así comodespués el surgimiento de un estilo simple como la cerámica llana a veces pintada decolor crema. Encontramos también el inciso-punzonado que es un estilo que no hamerecido todavía mucha atención, y que nos permite ahora presentar algunas muestrasrepresentativas encontradas estratigráficamente en una época anterior a la construcciónde las PCR en Pachacamac. Asimismo, presentamos algunos grupos de cerámicaasociados al funcionamiento de las PCR.

Considero que este trabajo en conjunto aportará algunos datos importantes paraestablecer una parte de la secuencia cultural de Pachacamac y la aclaración desde mipunto de vista de algunas ideas que vienen siendo discutidas en estos últimos años.

1. EL TEMPLO VIEJO Y LA CRISIS CLIMÁTICA DURANTE ELHORIZONTE MEDIO

Al finalizar el Intermedio Temprano, el interior del Templo Viejo tuvorepresentaciones pictóricas en negro sobre blanco. Su abandono se debe a copiosaslluvias que causaron gruesas capas de lodo sedimentado sobre los pisos pintados enblanco de los recintos principales. Estas capas se conservaron con improntas de pisadasde niños y adultos. No hay dudas que las lluvias que ocasionaron este hecho correspondena un meganiño, el cual determinó la modificación del edificio y la introducción dealgunos elementos constructivos ajenos a la cultura local (Franco & Paredes, 2000:611). Evidencias comparables provienen del grupo Tello de Cajamarquilla, donde unaluvión invadió la parte baja y posterior del edificio principal, determinando una granmodificación arquitectónica (Franco, observación personal, 1999). Este meganiño fueel primer desorden climático fuerte que se produjo a partir de la segunda mitad delprimer milenio, el cual ha sido registrado como un fenómeno de consecuenciascatastróficas en los Andes Centrales alrededor de los 600 D.C. (Moseley & Feldman,1982; Nials et al., 1979; Shimada et al., 1991; Thompson et al., 1985). La fecha de esteincidente es muy temprana, lo cual hace que deberíamos tenerla en cuenta con muchocuidado para discutir si este ha sido verdaderamente la causa del colapso de lassociedades más organizadas. De lo que sí podríamos estar seguros es que hubo un grandesorden en la estructura de las sociedades de entonces, a tal punto que la debilitadaeconomía de las poblaciones se vio impulsada por una reorganización en los estamentosmás sólidos del poder, el incremento de la producción y la interacción entre ellas (Shady,1982). Se hace necesaria todavía una interpolación de los datos de campo para definirsi este es el fenómeno climático que afecta la desocupación de los centros de poder másimportantes. En el caso del Templo Viejo, su función continuó después de una granremodelación. A partir del Horizonte Medio la relación de Pachacamac con la costanorte y sur estuvo muy fuerte, debido al prestigio y fama del oráculo de Pachacamac,que acrecentó su importancia en ambos territorios. Especialmente la diseminación de lareligión desde la costa central hacia la costa norte y viceversa, produjo un sincretismo

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cerámico (Shimada, 1991: XLVIII-IL). De hecho Pachacamac cumplió el rol demediador entre las regiones del norte y sur del mundo andino (Shady, 1982: 71).

Algunas versiones mítico-cosmológicas y de genealogía demiúrgica establecenel gran cambio cultural y de advocación a Pachacamac a partir de una nueva era degrandes movimientos migratorios y dificultades para el sostenimiento de las poblacionescosteñas durante el Horizonte Medio. De ahí que es necesario tener en cuenta una citade Zárate tomada por Uhle (1903: 50) y más tarde retomada por Rostworowski (1977:142-143), cuando afirma que del norte vino “Con”, hijo del Sol y la Luna, a crear a losprimeros hombres, y tenía poderes para transformar el poblado en desierto y ordenar quela lluvia no se produjera. A partir de entonces no hubo lluvia en la costa. Según el relato,del sur vino “Pachacamac” hijo del Sol y la Luna, desterrándolo y convirtiendo a suscriaturas en aves, monos, gatos, osos, pumas, loros y otras criaturas. Rostworowski(1977: 142), señala que el mito de Con es una manera de explicar la ausencia de agua,identificándose a esta deidad con el agua. Por otro lado Uhle (1903: 50) considera quePachacamac personificaba los poderes creativos de la tierra, la fertilidad de los vallesy que además sería un dios de significado cultural. De estas versiones se desprendealgunas hipótesis de trabajo: en principio, hemos planteado (Franco & Paredes, 2000:611-612) que la época a la que se refiere el documento corresponde al Horizonte Medio,una época de cambios climáticos precedida por una fuerte sequía, y por otro lado, seproduce un encuentro entre dos deidades tanto norteña como sureña que señala laconvergencia cultural de dos tradiciones. Desde el punto de vista iconográfico, seindicaría que la divinidad del Sur corresponde a la representación del personaje llamadopor Menzel front-faced deity o male deity (1964: 19; 1977: 33-55; Cf. Uhle, 1903: 26,fig.16) o “Deidad con báculo” (Cook, 1994: 176-177) de origen Tiwanaku-Wari. Laversión norteña podría ser la que aparece en un textil encontrado por Ühle enPachacamac (Uhle, 1903: 22-23, Fig. 1a; Shimada, 1991: LI) que representa a un sersobrenatural de frente portando en sus manos una cabeza trofeo y un tumi, exornada conserpientes que rematan en cabezas de felino. La combinación de ambas representacionesoriginó una nueva imagen de la deidad en la versión costeña representada como un sermítico de perfil o de frente con la cabeza de costado con rasgos felínicos portandobáculos serpentiformes. Esta nueva imagen de Pachacamac de carácter agrario perteneceal grupo de dioses fertilizadores, vinculado a la iconósfera Tiwanaku-Wari (Paredes,1991: 374-375), el cual se empezó a difundir a lo largo de la costa peruana y sierracentral, y su culto se centralizó en el Templo Viejo de Pachacamac (Fig. 2). A partir delHorizonte Medio, la identidad de Pachacamac nunca cambió: lo que para Ühle esWiracocha, pudo haber sido el mismo Coniraya, Irma-Pachacamac o Pachacamac(Paredes, 1991: 374-375).

Hay suficientes indicadores para afirmar que hubo una última remodelación delTemplo Viejo. Esta última ocupación está relacionada con la introducción de un nuevotipo de adobe de forma rectangular y de mayor espesor similar a los adobes que seencontraron en niveles profundos de la Pirámide con Rampa n° 2 (Franco, 1998: 30-38).Aparecen algunas refacciones o arreglos en los muros y algunas construcciones nuevasrealizadas en los sectores más importantes del templo. Del mismo modo, se emplea unpigmento verde-celeste para la decoración de los muros, reportado anteriormente parael Templo Pintado de Pachacamac (Muelle & Wells, 1939: 276-277; Paredes & Franco,

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1985: 81-83). Esta fase corresponde a un proceso de degradación del esplendor que tuvoel viejo oráculo. Por ejemplo, los pisos de esta fase tienen un acabado rústico sin pintura.Una de las razones de esta última refacción del edificio antiguo, seguramente se debea que el culto se centralizó en un nuevo templo construido hacia el lado oeste. Una delas pruebas del funcionamiento de ambos edificios es la comunicación entre ellas através de un pasaje-escalinata de piedra con sus alfardas, ubicado entre la terraza nortedel Templo Viejo y el frente este del Templo Pintado.

Se infiere que mientras estaba en uso la última fase del Templo Viejo, el nuevooráculo tuvo dos fases de ocupación reflejadas en las evidencias de las graderías delfrontis principal del Templo Pintado (Franco & Paredes, 2000: 612). Una primera fasese relaciona a unas terrazas pintadas de rojo (Paredes, 1985: 73-74), con pisospolicromados (rojo, blanco, verdiceleste). Una segunda fase tiene que ver con nuevasterrazas sobre las anteriores donde se repiten los motivos decorativos pintados en ocreamarillo sobre rojo y blanco sobre amarillo. Para ambas construcciones se emplearonadobitos y adobes. La presencia de adobitos en estas dos fases constructivas tienerelación con el desmantelamiento de las fachadas de los tres frentes del Templo Viejo,cuyos adobitos fueron reutilizados para el nuevo edificio.

El Templo Viejo nuevamente fue afectado por un Fenómeno de El Niño, conlluvias esporádicas que dejó huellas en la superficie del último piso, lo que desembocaen su desocupación final y en la realización de un rito de ofrenda de cerámica en losrecintos importantes (Figs. 3 y 4), después de lo cual el Templo Policromado del

Fig. 2 – Fragmento de cerámica policroma del Horizonte Medio, encontradas enel Templo Viejo.

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Fig. 3 – Detalle del contexto de las vasijas de cerámica escultórica tricolor de laÉpoca 3, descubiertas en el Templo Viejo.

Fig. 4 – Vista parcial del proceso de excavación de los cántaros en el Templo Viejo.

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Horizonte Medio lo reemplazaría plenamente, con su consecuente crecimientoarquitectónico durante la Época 3. El abandono del viejo edificio concuerda con la fasefinal de la Época 3, cuando la cerámica y algunos artículos ceremoniales decaen encalidad artística, como resultado de la reducción del prestigio e influencia de Pachacamac(Menzel, 1964: 73). Se denota un aumento en la producción de artículos locales.

2. EL TEMPLO PINTADO Y LA RESPUESTA A LA CRISIS

El modelo de terrazas que adquiere el Templo Pintado es una influencia norteñaexperimentada por primera vez en el frente principal del Templo Viejo durante su últimaetapa de ocupación. Sin embargo, el diseño en general es una resultante de lacombinación entre las formas de edificación local con las formas norteñas ampliamenteconocidas (Figs. 5 y 6). Hay que tomar en cuenta que las pirámides mochicas delterritorio sureño presentan el modelo de pirámides truncas con frentes escalonados y unpatio superior asociado a recintos. Quizás este modelo con algunas variantes en laarquitectura de la costa central, tuvo una presencia temprana en el Grupo Tello deCajamarquilla, donde se registra en su frontis un aterrazamiento simple con un accesoindirecto hacia un patio superior con recintos ceremoniales colindantes (Fig. 7)(Franco, 1998).

Las representaciones de la fachada del Templo Pintado fueron descritas por Uhle(1903), Muelle & Wells (1939) y revisadas por Bonavia (1985). Considero que estasrepresentaciones pictóricas en las terrazas estuvieron vinculadas con el restauramientode las subsistencias agrícolas y marinas, que sin dudas tendría relación con el últimomeganiño que dejó huellas en el Templo Viejo. Uhle encontró en sus excavaciones unmural con la representación de una procesión de personajes humanos al parecer atadoscon soga. Jorge C. Muelle con Richard Wells (1939) encontraron otras representacionescon plantas de maíz, peces y aves, pintados de amarillo, rojo, rosa, gris, verde oscuro,blanco, negro, marrón y verdiceleste. Obviamente, aquí se representó los mundosterrestre y marítimo relacionados con el recuerdo de aquellas épocas de crisis, que al

Fig. 5 – Isometría del Templo Pintado.

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Fig. 6 – Detalle del frontis principal del Templo Pintado.

Fig. 7 – Vista parcial del frontis principal de la Pirámide Tello de Cajamarquilla.

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estar diseñados en las paredes del templo principal cumplieron una función mágico-religiosa vinculada con el deseo de incrementar las subsistencias.

Los oficiantes del Templo Pintado subieron a la cima del Templo Viejo pararealizar ritos propiciatorios con el fin de reinstaurar el orden. Dejaron una variedad deofrendas de cerámica con formas diversas: piciformes, fitomorfos, zoomorfos, personajeslibando y tocando; representaciones fitomorfas en piedra, spondylus, elevados al gradode conopas, entre otros, y finalmente sacrificaron llamas (Franco & Paredes, 2000: 613-617). Dentro de la colección de peces recuperados de la excavación, se identificaron tresespecies marinas, peces sol, barrilete y palometa, que son indicadores biológicos de lapenetración de lenguas oceánicas ecuatoriales hacia la costa central. El Fenómeno de ElNiño posiblemente causó una fuerte sequía, debido a que los oficiantes enterraron 12cántaros grandes en el mismo recinto de las conopas de cerámica del Templo Viejo. Elestilo de los cántaros es local, pero el contexto ritual es de inspiración altoandina. Esteestilo ha sido anteriormente establecido por el autor como “Ichimay tipo pinturaamarillo pálido sobre color natural” (Franco, 1998: 29, 46 y 60: fig. 40). Algunasevidencias permiten plantear que cuando el Edificio Pintado estaba en funciones y elTemplo Viejo abandonado, en el centro ceremonial se establecieron asentamientos deuso doméstico, cuyas evidencias permanecen debajo de las PCR. Es probable que huboun afincamiento de grupos humanos altoandinos, que afectados por el desordenclimático, emigraron de la sierra al centro ceremonial, después de lo cual lasperegrinaciones al centro ceremonial se incrementaron.

En la Época 3, la imagen de Pachacamac se popularizó tanto que fue imitado enmuchos artefactos suntuarios, especialmente en cerámica y madera. De esta época, serecuperó un ídolo a imitación del principal que estuvo en funciones en el Templo dePachacamac hasta el siglo XVI y que fue derribado por los conquistadores españoles enel momento de la toma del templo, según indican los cronistas. Después de cuatro siglos,este ídolo fue recuperado por Alberto Giesecke en 1938, en las excavaciones de losescombros del frente principal del Templo Pintado o templo de Pachacamac. Existenmuchas interpretaciones sobre su significado. Se ha planteado que los rostros opuestosde la parte superior se identifican con una figura siamés (Bueno, 1974-1975: 189); o quela dualidad representaría a Vichama y Pachacamac que, en un mito de creación,simbolizan el día y la noche; o que la oposición de rostros tiene relación con unadivinidad masculina y otra femenina (Cf. Dulanto, 2000: 177-181). En mi opinión, setrata de una figura humano-siamesa en la que convergen íconos cosmogónicos costeñosy serranos, relacionados con el maíz, mencionado en el mito de Pachacamac y Vichama(Rostworowski, 1986: 43-44). La representación de rostros opuestos sería la calificaciónde cualidades duales de un ser sobrenatural que fue denominado Pachacamac. Su parteinferior tiene mucho que ver con la integración del cosmos, que alude a manifestacionesdel mundo celestial, en el que se aprecia al legendario ser cultural con cinturón deserpientes descendiente de Wiracocha y Aiapaec, cuyos báculos se convierten enprogenitoras de plantas de maíz. Además, aparecen fenómenos estelares o luminares,vinculados con ciertos seres como el jaguar, la serpiente y el gallinazo. El arco celestialbicéfala o Vía Láctea encubre a un gallinazo, asociado al jaguar o animal lunar quesimboliza la alternancia y el cambio y su relación con las pléyades o luceros y la cruzdel sur (Fig. 8). Conviene recordar que las Pléyades o Cabrillas —según el testimonio

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Fig. 8 – Composición iconográfica de la parte inferior del Ídolo de Pachacamac(tomado de Jiménez Borja, 1985: foto 4).

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de los cronistas— (Cobo, 1956[1653]; Calancha, 1976[1638]) eran progenitoras de lavida, encargadas de la preservación humana y del movimiento del tiempo a partir delcual se tomaba cuenta del transcurso del año, así como eran las encargadas de darles decomer y mantener sus sembríos. Por estas razones, considero que el tema iconográficocentral está basado en la germinación del maíz, que ha sido el atributo esencial dePachacamac, lo cual puede indicar en conjunto que las representaciones del ídoloasumen la función de un calendario agrícola abstracto en torno a la germinación de laplanta sagrada del maíz.

Con respecto a la figuración del ídolo, hay un diseño textil de composicióncompleja encontrado por Uhle (Cf. Shimada, 1991: 43, fig. 56) (Fig. 9), al que ledenomina tapestry with mithological design, en el que se aprecia a un grupo de oficiantesen torno al tótem o árbol sagrado benefactor del maíz. Al parecer, lo que se aprecia enel diseño textil, viene a ser una alegoría al ídolo principal que estaba en funciones en elTemplo Pintado.

3. LA REESTRUCTURACIÓN DEL PODER RELIGIOSO Y ELSURGIMIENTO DEL CENTRO CEREMONIAL CON LAS PIRÁMIDESCON RAMPA

La presencia del desorden climático de gran magnitud geográfica instó a lassociedades costeñas a replantear muchos aspectos de su estructura religiosa ysocioeconómica. La reestructuración del orden se vio como un gran movimiento de

Fig. 9 – Diseño textil de una alegoría vinculada al Ídolo de Pachacamac(tomado de Uhle, 1903: fig. 56).

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reinvindicación con las fuerzas del orden en los Andes Centrales. Se plantea un esquemasui géneris en cada uno de los centros ceremoniales o cabeceras religiosas de losdiferentes reinos o señoríos de la costa peruana. Las pruebas son obvias, porque a partirde esta época, surgen grandes centros ceremoniales desde Chincha hasta Lambayeque,con edificios concentrados, como Cajamarquilla en el valle medio del Rímac (Bueno,1974-1975; Shady, 1982; Franco, 1998; Mogrovejo & Segura, 2000), Pisquillo Chicoen Chancay (Horkheimer, 1970; Bonavia, 1991), Pacatnamú en el valle de Jequetepeque(Hecker & Hecker, 1985; Donnan & Cook, 1986) y Túcume (Heyerdahl et al., 1996) enel valle de Lambayeque, entre los más conocidos. No está demás indicar que gran partede los sitios mencionados tienen una ocupación anterior correspondiendo al IntermedioTemprano, lo cual respalda la importancia y prestigio religioso que tuvieron cada unode estos sitios.

En Pachacamac se estableció una especie de confederación religiosa con larepresentatividad de los señoríos más prestigiosos de los valles costeños, quienesconstruyeron edificios muy costosos para la época. La presencia de estas unidadespiramidales fue aceptada por el poder religioso central para tener presencia en el centroceremonial y, de esta manera, mantener la unidad y armonía del señorío de Ichsmay.Obviamente esta aceptación estuvo de acuerdo con el incremento de los excedentes deproducción de estos señoríos en la medida que tributaban a la deidad y al sacerdocioprincipal. Al respecto, Alberto Bueno (1974-1975) dice:

“los dirigentes del culto asegurábanse que los nuevos inquilinos tengan solvenciaeconómica como para mantener regularidad en los servicios y tributación, puesdetrás del culto existía una verdadera organización económica, cuyos administradoresy usufructuarios eran los líderes del culto”.

Cada una de las representaciones construyó sus edificios en forma paulatina, deahí que encontramos muchas construcciones inconclusas que se quedaron postergadas.Los edificios piramidales lograron formar un trazo primigenio que creció de sur a norte,que terminó formando dos calles principales orientadas a la dirección de provenienciade los peregrinos y tributarios (Bueno, 1974-1975: 187). La calle Norte-Sur conducíadirectamente a los templos principales y la calle Este–Oeste (Fig. 10) se dirigía a lossectores de Urpayhuachac, la laguna de los patos y hacia algunas huacas y construccionesfrente al mar. Cada calle estaba empedrada y tenía hermosas portadas principales queconducían al interior de las pirámides con rampa (Fig. 11). Los peregrinos quetransitaban por estas calles encontraban en cada esquina una guaca o un ídolo queenriquecía su fervor y su identificación con la religiosidad del sitio, según refieren lasfuentes históricas. Al respecto, nosotros hemos encontrado en una esquina de la calleEste-Oeste, a unos metros antes de llegar a la portada principal de la Pirámide conRampa nº 2, un recinto pequeño de piedra que contenía una saliente de la roca madrerevestido con arcilla, que simboliza la flor naciente del cerro o Apu, que como sabemos,era el símbolo de la pakarina o lugar de origen de la ancestralidad, que significaba haceruna reverencia a la montaña (Fig. 12).

Todavía queda por definir mejor quiénes fueron los que tomaron posesión de lastierras de Pachacamac para la construcción de sus edificios piramidales. Por el momentoes todavía difícil de responder, a pesar de que muchos señoríos de la costa central fueron

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Fig. 10 – Vista general de la calle Este-Oeste de Pachacamac.

Fig. 11 – Portada principal de la Pirámide con Rampa nº 2.

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identificados por María Rostworowski (1977). Por lo tanto, hay razones para pensar quepor lo menos los señoríos más prestigiosos del Rímac y Lurín, con cierto podereconómico, tuvieron representatividad en el centro ceremonial, y uno de los elementosdiagnósticos de la presencia de estos son precisamente el modelo de PCR y el patrónconstructivo presentes en algunos sitios o asentamientos rurales, tales como los sitiosde Pampa de las Flores, Panquilma, Tijerales y Huaycán en el valle de Lurín,últimamente estudiados por Peter Eeckhout (2003a). De otro lado, de igual manerapodemos hacer un seguimiento del modelo en el valle del Rímac. Estos sitios son elcomplejo Armatambo (Bazán, 1992b; Díaz & Vallejo en este volumen), Huaquerones(Bueno, 1974-1975: 188; Villacorta en este volumen) y quizás algunos sitios todavía porestudiarse que tienen este tipo de edificios. Dentro de estos sitios mencionados, haymuchas razones para pensar que Armatambo al margen de tener áreas residenciales,

Fig. 12 – Recinto conteniendo un pequeño promontorio al cual se le rindió culto,ubicado en la calle Este-Oeste.

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sectores ceremoniales, áreas de trabajo y cementerios (Bazán, 1992b) fue un lugarestratégico para el comercio marítimo que estuvo estrechamente vinculado con elcentro ceremonial hasta épocas tardías; uno de los elementos diagnósticos es lacerámica con los estilos conocidos en Pachacamac, entre ellos las vasijas con lasrepresentaciones de sapos escultóricos unidos al borde y algunos estilos locales.Naturalmente estas y otras evidencias nos indican que entre Pachacamac yArmatambo hubo una fuerte dependencia, a tal punto que Armatambo tuvo unarepresentatividad importante en el centro ceremonial y esta quizás podría ser laPirámide con Rampa nº 2.

El modelo de este tipo de construcciones ha sido identificado desde el valle deLurín hasta el valle de Pacasmayo en el norte, lo que hace pensar que estos sitios teníanvinculación con el culto a Pachacamac (Jiménez Borja, 1985: 52). Uno de los sitios quepuede tener mucha relación con la estructura organizativa de las PCR de Pachacamaces Pacatnamú, ubicado en la margen derecha de la desembocadura del río Jequetepeque(Donnan & Cock, 1986). Aunque el modelo de cada PCR de Pacatnamú no esnecesariamente igual a los de Pachacamac, sin embargo podemos afirmar que laestructura funcional es la misma. Por ejemplo, es interesante advertir que la composiciónde uno de los complejos más grandes del sitio denominado Huaca 1 (Fig. 13) tiene loscomponentes de volumen aterrazado con rampas centrales que se articulan a una plazao patio delantero (Donnan & Cock, 1986: 118, fig. 1). El edificio primigenio ha tenidouna ampliación en el sector lateral de una estructura escalonada con rampas centrales,modelo que se compara relativamente con el complejo piramidal XII de Pachacamac(Eeckhout, 2003a: 154, fig. 22). Llama nuevamente nuestra atención en este caso delcomplejo Huaca 1 y de otros edificios de este sitio, la ausencia de áreas de vivienda orecintos de servicio, lo que es más evidente es la presencia de una buena dotación dedepósitos o almacenes en el volumen principal, anexos y al interior de los cercados.

Fig. 13 – Isometría de la Huaca 1 de Pacatnamú(tomado de Donnan & Cook, 1986: 118, Fig. 1).

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Otro elemento que ayuda a comprender la proveniencia de los peregrinos ypropietarios de los edificios instalados en Pachacamac, son las portadas principalesrelacionadas con el interior del valle de Lurín y el camino con la costa (Bueno, 1974-1975; Paredes, 1991). Una de las portadas se encuentra en la tercera muralla, al noroeste,que desafortunadamente fue seccionada por la construcción de la autopista. La otraportada debió ubicarse al noreste, cerca al río Lurín, que se articulaba con un caminoepimural de gran magnitud hallado en la parte posterior del pueblo Julio C. Tello dePuente de Lurín, en el sector Las Palmas, cuyo propósito era evitar transitar sobre la capade arena. Este camino se unía a un camino real que atravesaba el valle de Lurín (Paredes& Ramos, 1994).

Considero que no debe haber dudas sobre la naturaleza del poder en Pachacamacdurante el período Intermedio Tardío, debido a que existe abundante información sobresu condición. Hay consenso que este sitio cumplió el rol de un gran centro ceremonial,cabecera religiosa del señorío de Ichimay, calificación ofrecida por muchos cronistas einvestigadores (Cieza, 1986[1550]; Calancha, 1974[1638]; Bueno, 1982; JiménezBorja, 1985; Paredes, 1991; Franco, 1998; Rostworowski, 1977; 1992; Uhle, 1903;entre otros). Pachacamac desde épocas tempranas tuvo mucha fama y prestigio, comoya lo hemos sustentado líneas arriba. Estoy de acuerdo con la definición que hacePonciano Paredes (1988: 43) cuando discute el carácter de Pachacamac, indicando queel modelo tiene una larga tradición y que estos son centros de peregrinación y romería.Asimismo el mismo autor señala que las PCR son como

“embajadas religiosas, que poseen un patrón estereotipado que va a variar soloen su mayor o menor volumetría y en la orientación de sus rampas-ejes hacia elnorte o al este con posibles implicancias astronómicas” (Paredes, 1988: 44).

Precisamente uno de los modelos de este planteamiento es la Pirámide conRampa nº 2, que considero fue el edificio más prestigioso y completo de Pachacamac.

Durante el Intermedio Tardío, la religiosidad y las creencias por las divinidadesprotectoras, y en especial por Pachacamac, se hizo más evidente. Las peregrinaciones oromerías a este lugar santo fueron cada vez más intensas, de ahí las grandes concentracionesde edificios. Naturalmente las fiestas religiosas ofrecían un derroche de imágenes, bienes,intercambio, consumo etc. La relación de la sociedad Ichimay con los dioses tutelares semanejaba de una manera consustancial. El mercadeo de productos alimenticios, de prendasreligiosas, de bienes, etc. era propio de estas celebraciones, e incluso, la producción dealgunos bienes al interior de algunas PCR, llámese talleres, se justificaba en la medida quese producían para los gastos de la élite que permanecía el tiempo necesario para cumplir conlos requerimientos de las ceremonias o fiestas y también para el intercambio. La mecareligiosa normalmente recibía como producto de los tributos o intercambios objetossuntuarios de territorios distantes. La magnitud de basurales en Pachacamac revela una grandinámica de festines religiosos.

Cada embajada que acudía al centro ceremonial llegaba con una comitivacompleta que se instalaba en las pirámides con rampa, cuyos espacios estabandiferenciados para albergar a diferentes grupos humanos jerarquizados. El grupo de laélite se mantenía en el interior de las pirámides, mientras que el grupo relacionado conlos servicios se ubicaba al interior de las canchas, donde existían espacios habitables con

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casas perecederas, y muchos espacios grandes usados como corrales para la estancia decamélidos. Lo normal en las excavaciones de las canchas que acompañan a laspirámides, es encontrar evidencias de habitación (Franco, 1998: 22- 23; Eeckhout,2003b: 25), sendos basurales, espacios para secar alimentos (Jiménez Borja, 1985: 42),espacios para mercadear y una gran dotación de depósitos que fueron incrementándoseen la medida que los líderes de cada conjunto tenían mayor riqueza. Este modelo decanchas con depósitos en crecimiento puede observarse en todos los centros religiososconocidos como Túcume, Pacatnamú, Chan Chan, Cajamarquilla y otros. Las pirámidesestaban regentadas por los señoríos más prestigiosos de la nación de Ichimay.

Últimamente Peter Eeckhout (1999; 2003a: 168-169; 2003b: 24-25) ha planteadoalgunas hipótesis contrastables sobre el carácter de las PCR en Pachacamac, en el quese identifica cada PCR como el palacio de un rey que ocupa el edificio durante su viday tiene el control de la producción agropecuaria, la fuerza de trabajo local, la pesca y elcomercio marítimo. Según el autor, a su muerte había una sucesión dinástica, dandopreferencia a la construcción de otro edificio, al igual que el modelo Inca. Además,Eeckhout dice que los palacios fueron la morada final de estos señores principales.Considero que estos argumentos señalados por Peter Eeckhout serían interesantes en lamedida en que el centro ceremonial hubiera sido sustituido por un centro urbano o unaciudad donde el poder económico, religioso, la producción y los servicios públicoshubieran estado concentrados, de tal manera que los señores principales ocuparían enforma doméstica las pirámides con rampa. Esto me hace pensar, más bien, en un modelopoco probable, porque solamente si contrastamos las 14 pirámides registradas por elmismo autor y consideradas como palacios, la gran mayoría de estos immuebles no estanhabilitados para residencias permanentes. Hay una enorme contradicción entre elnúmero de espacios de uso humano con el número excesivo de depósitos en cada unidadpiramidal. Muchas están dotadas de almacenes antes que de espacios residenciales yademás son construcciones inconclusas que no completaron el modelo de las Pirámidescon Rampa n˚ 1 y 2 para referirnos en forma especial. No hay entonces evidenciasconvincentes para tal afirmación. La sucesión dinástica del uso religioso de estosedificios puede tener relación con el número de remodelaciones como la Pirámide n˚ 2(Franco, 1998) y quizás con la ampliación de algunos edificios adjuntos —empleandoel mismo modelo— de menor capacidad para el heredero, tal como vemos en muchosedificios, especialmente en los complejos piramidales II, III, VII, IX y XII, que han sidomuy bien registrados por Peter Eeckhout (2003a: 152-155).

Hay una cita que debemos tomar en cuenta, porque considero que se ajusta al usode las pirámides con rampa en Pachacamac, planteado por el Agustino Antonio de laCalancha (1974[1638]), cuando decía que estos edificios son

“… altares de particulares familias, pueblos, reynos; provincias, que como capillasque adornan i hazen autoridad a una de nuestras catedrales…”.

Según esta referencia citada, da la impresión que Calancha trata de forzar supropuesta con términos propios, sin embargo, el concepto de la organización y funciónde las pirámides estaba basado en este modelo esbozado por el cronista y que dichomodelo se ajusta a las evidencias encontradas en las pirámides más conocidas.

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Con las evidencias encontradas en las PCR, principalmente en la n˚ 2, podemosafirmar que uno de los propósitos de estos edificios piramidales fue acumular riquezabasado en mayores bienes para los gastos del culto particular que se realizaban al interiorde cada edificio, para tributar a la deidad central instalada en el templo principal yparticularmente para el comercio en las celebraciones centrales. Este es un modelo suigéneris que todavía sobrevive en los Andes. Sabemos que en los depósitos seacumulaban ají, algodón, maíz, mates, etc. (Cf. Franco, 1998: 19), como los hallazgosde la Pirámide con Rampa nº 2, que en la época Inca eran administrados mediante loskipus, una forma de administración que seguramente viene desde épocas anteriores.

Una pregunta interesante es ¿dónde se realizaban las celebraciones particularesy centrales vinculadas con la deidad principal? Hay suficientes datos que indican quelas celebraciones religiosas particulares se realizaban en los patios principales de lasPCR, y si no habían patios definidos, se realizaban al interior de algunas canchas ocercados. De otro lado, las celebraciones centrales obviamente se habrían realizado enun espacio abierto o plaza ubicado frente al Templo de Pachacamac, donde hay ausenciade edificios monumentales, los cuales más bien, fueron trazados más al norte. Esteespacio santo seguramente fue ampliado en la época Inca con mayores construcciones,el cual ha sido considerado como la Plaza de los Peregrinos. En un principio quizás esteespacio fue abierto y en un segundo momento fue amurallado, para separar el área delcementerio que empezó a crecer desmesuradamente de sur a norte a partir de la Época3, como ha sido demostrado con las excavaciones de Uhle (1903).

Hasta el momento se han excavado tres PCR en Pachacamac (Jiménez Borja,1985; Paredes & Franco, 1987; Paredes, 1988; Franco, 1998; Eeckhout, 1999; 2000;2003a y 2003b). La primera fue excavada entre 1958 y 1960 por el Dr. Arturo JiménezBorja; la segunda pirámide fue excavada entre 1981 y 1983 por Ponciano Paredes y elautor, y la tercera pirámide fue excavada a partir de 1993 por Peter Eeckhout. Estas trespirámides sirven de modelo para una discusión sobre la función y organización de estasunidades arquitectónicas, propuesta que alcanzaremos tomando en cuenta muchosaspectos de la excavación de los interiores. El resto de las pirámides aún no han sidoexcavado integralmente, pero a la fecha conocemos algunos comentarios, levantamientosplanimétricos realizados por Peter Eeckhout (2003a: 149-155) y cateos de prospecciónque aún no se han reportado (comunicación personal P. Eeckhout, 2004), que seguramentepermitirán a futuro hacer algunas comparaciones y propuestas interesantes sobre lasrelaciones arquitectónicas entre las pirámides.

La primera pirámide denominada nº 1 o “JB” (Fig. 14), no ha sido debidamenteinvestigada y lo único que ha quedado son algunas notas de campo otorgadas por JorgeZegarra Galdos, asistente de campo de Arturo Jiménez Borja. Ciertamente el objetivode la excavación de este tiempo fue limpiar la pirámide para mostrarla al público, de ahíque carecemos de información de campo. Esta pirámide tiene un eje de orientación alNoroeste, aunque también inconclusa, pero es a la fecha la que tiene mayores espaciosarquitectónicos comparables con la Pirámide nº 2 y cumple el modelo de volumenelevado, patio delantero, patio posterior y almacenes (Fig. 15). Lo particular de estapirámide es que tiene un modelo adjunto de volumen elevado, rampa y plaza delantera,que la hace comparable con los conjuntos piramidales VII y IX (Cf. Eeckhout, 2003a:

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Fig. 14 – Isometría de la Pirámide con Rampa nº 1 (levantado por el autor, 1985).

Fig. 15 – Vista parcial del patio y volumen de la Pirámide con Rampa nº 1.

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153, figs. 18 y 20). La presencia de un taller de cerámica y secadero en su patio anexo(Fig. 16) (Jiménez Borja, 1985: 42) la hace comparable con las evidencias de áreas parasecar cerámica precocida encontrada en el patio principal de la Pirámide nº 2 (Franco,1998: 40-42). En los patios delantero y posterior y alrededores se encontraron grandesacumulaciones de basura con material Inca, que revela el estado de abandono odesocupación del edificio antes del arribo de los conquistadores. Dentro de losmontículos de basura se recuperaron numerosos fragmentos de cerámica retratando alos señores principales que ocuparon la pirámide; también se recuperaron figurinas,colgajos, representaciones de monos, perros, loros y otras mascotas que seguramenteacompañaron al señor principal, cerámica ceremonial marrón sobre crema conrepresentaciones de sapos escultóricos y otras representaciones vinculadas con el cultocentral. Aunque no hay resultados cronológicos para este edificio, se puede deducir quetiene pocas remodelaciones, lo cual sugiere que este edificio es uno de los más tardíoscon relación a los otros. Es probable que su uso se haya establecido al poco tiempo dela llegada de los incas a Pachacamac. Al igual que la Pirámide nº 2, el uso que se le dioa este edificio en la época Inca fue quizás de mayor permanencia que durante el periodoIntermedio Tardío, que finalmente fue abandonado y tugurizado con grandesacumulaciones de basura.

Fig. 16 – Dibujo de una de las áreas de producción y secado de cerámica en laPirámide con Rampa nº 1 (elaborado por Jorge Zegarra Galdos, 1961).

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La tercera pirámide denominada nº 3 (Fig. 17), ha sido estudiada por PeterEeckhout (1995; 1999; 2003a y 2003b). Es un edificio ubicado sobre un promontoriorocoso al este de la Pirámide nº 2, desde el cual se obtiene una vista completa del centroceremonial. Su autor llega a indicar que todos los datos de campo en varios sectoresconducen hacia una función ritual, debido a numerosas ofrendas de sacrificios deanimales, textiles y algunos entierros, entre los cuales se incluye la de un niño y unamujer adulta con un mono; correspondiendo todos ellos a la fundación del edificio(Eeckhout, 2003: 163). Las investigaciones del mismo autor llegan a establecer tresocupaciones que tienen relación con el crecimiento del edificio, cuyos fechados oscilanentre 1390 D.C. hasta 1460-1470 D.C., según las calibraciones realizadas (Cf. Eeckhout,2000: 233, 241; Michczynski et al., 2003). De acuerdo al conjunto arquitectónico setratarían de tres pirámides con rampa (pirámides A, B, C), que corresponden a diferentesmomentos de ocupación, siendo la pirámide B la más antigua. De otro lado, se deduceque hay un primer edificio pequeño orientado al Este, que presenta el modelo devolumen, plaza delantera y depósitos anexos, con un acceso principal hacia la esquinasureste de su patio. Posteriormente se establece un nuevo edificio anexo de mayormagnitud orientado al Norte, con un acceso principal hacia el Este (Cf. Eeckhout, 1999:188-192). Hay un crecimiento final hacia el Oeste, con el establecimiento de unapequeña pirámide con rampa lateral y patio delantero que tiene en su volumen depósitos

Fig. 17 – Isometría de la Pirámide con Rampa nº 3 (levantado por el autor).

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en forma de colmena. Llama mucho la atención la ausencia de recintos dehabitación en estas tres pirámides del mismo conjunto, lo que hace notar que granparte de los espacios cerrados están preferentemente vinculados con depósitos oalmacenes. Una vez más eso reitera la propuesta de que el propósito de estosedificios fue aprovisionar bienes antes que estos espacios sirvieran para ocuparlosen forma doméstica o permanente. Considero por eso y otros motivos, aun cuandolo mismo se ve en la mayor parte de conjuntos piramidales, que estos edificiosestuvieron para acumular los excedentes de producción de las élites que teníanrepresentatividad en el centro ceremonial.

Las excavaciones en una plaza amplia ubicada entre el edificio C y B (Eeckhout,1995), revelaron algunos hallazgos que señalan que este espacio sirvió para la realizaciónde eventos ceremoniales importantes que tenía como centro un estrado con rampaorientado al Oeste. Eeckhout señala que hubo ocupaciones más tempranas anteriores alas pirámides, que indican una ocupación doméstica con cerámica atribuible al HorizonteMedio Tardío que considero serían contemporáneas con las evidencias encontradas enlos sustratos de la Pirámide con Rampa nº 2.

4. LA PIRÁMIDE CON RAMPA Nº 2 COMO MODELO DEINTERPRETACIÓN

En los años de 1981-1983, bajo la dirección de Ponciano Paredes, se excavó laPirámide nº 2 (Figs. 18 y 19) gracias a la gestión del Dr. Arturo Jiménez Borja y el apoyoeconómico de Cooperación Popular, durante el gobierno del Presidente del PerúFernando Belaúnde Terry. Las investigaciones en este inmueble permitieron discutir laforma o el modelo y sus espacios ceremoniales, luego de lo cual se consideró que esteedificio con relación a sus similares fue el de mayor prestigio e importancia para sutiempo, debido al mayor esfuerzo arquitectónico en su diseño.

Su portada principal es muy bella y su acceso es por la calle Este-Oeste. Antesde ingresar hubo una banqueta para el descanso de los peregrinos con sus provisionesque llegaban al sitio después de un largo viaje. Sobre una plataforma alta, estabanseguramente los guardianes que cuidaban el edificio y estaban a la expectativa dequienes a menudo transitaban por la calle.

En la época de las celebraciones religiosas, las familias o clanes seguramenteingresaban al interior del edificio sorteando algunos ambientes y pasajes, que era unaforma de prepararlos espiritualmente antes de tomar contacto con los espacios sagradosdel interior. En la actualidad nos ocurre algo similar, cuando atravesamos el primersector de acceso, de pronto aparece un marco arquitectónico sobrecogedor, constituidopor el patio, la rampa principal y el volumen piramidal. Realmente es una vistaimpresionante.

Nuestras excavaciones (Paredes & Franco, 1985; Franco, 1998) revelaron que enel patio se veneraban a ídolos y se realizaban libaciones y banquetes que formaban partede los ritos propiciatorios a las divinidades del agua, ritos para el bienestar de laagricultura y para el incremento de las subsistencias marinas. Las pruebas en esteespacio ceremonial o patio son grandes acumulaciones de basura conteniendo restos de

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Fig. 18 – Frente norte de la Pirámide con Rampa nº 2.

Fig. 19 – Isometría de la Pirámide con Rampa nº 2 (levantado por Carlos Farfán yel autor, 1984). 1. Ingreso principal (sector I); 2. Patio principal (sector II); 3.Volumen aterrazado (sector III); 4. Depósitos posteriores (sector IV); 5. Patioadicional hundido (sector V); 6. Áreas de viviendas (sector VI); 7. Depósitos y

recintos laterales (sector VII); 8. Recintos laterales (sector VIII); 9. Áreaceremonial y de vivienda (sector IX).

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comida y cientos de fragmentos de vasijas de cerámica que tenían como particularidadla presencia de sapos escultóricos o aves marinas sujetados a los bordes. Asimismo, sedemostró que antes de la llegada de los incas, el patio fue también un espacio designadopara actividades artesanales vinculadas con la producción de textiles (Fig. 20), metalesy tardíamente para la producción de cerámica.

Pasando el patio hay una gran rampa que conduce a una elevación piramidal oaterrazamiento, donde se concentraba y se dirigían las actividades ceremoniales(Fig. 21). Este es un espacio central a modo de auditorio, rodeado de recintos especialescon hornacinas para contener imágenes de culto y banquetas que servían obviamentepara el pernocte del líder del culto (Fig. 22) y algunos oficiantes que permanecían eltiempo que duraban las celebraciones. Hacia el Suroeste se ubicó una cámara funerariacon nicho interior que desafortunadamente fue saqueada totalmente. Esta cámara fue latumba del líder religioso. El espacio central formado por recintos que conforman una“U” orientada al Este, fue el escenario de las actividades rituales, el cual presentaba doscolumnatas de adobe que soportaban un techo horizontal construido con cañas amarradascon soguillas de totora y revestida con barro y formaba un acceso central dirigido alrecinto mayor. De otro lado, este espacio a modo de auditorio, tenía banquetas finashacia los muros norte y sur que sirvieron para la colocación de algunos artículos que se

Fig. 20 – Vista parcial del patio principal de la Pirámide con Rampa nº 2, donde seaprecian las excavaciones de un sector vinculado con la producción textil.

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Fig. 21 – Reconstrucción hipotética del sector ceremonial (sector III) de la Pirámidecon Rampa nº 2.

Fig. 22 – Uno de los depósitos que contenía ají en la parte posterior delvolumen piramidal.

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empleaban en la ceremonia. De otro modo, podríamos indicar que este sector funcionócomo una plataforma ceremonial donde se ejecutaba todo el programa religioso enpresencia de una multitud de peregrinos apostados en el patio delantero. Este sectormedular de la pirámide estaba intercomunicado directamente con unos depósitos queestaban ubicados en la parte posterior, que en un momento determinado estuvieronabastecidos de ají, maíz, mates, etc. los cuales fueron conservados con arena seca de río(Fig. 23). El acceso directo del volumen piramidal a estos depósitos hace sospechar quelos líderes del culto usaban estos productos almacenados para su consumo y comerciocon sus vecinos instalados en otras pirámides. Estos líderes religiosos tenían tambiénacceso a otros sectores de la pirámide para desarrollar sus oficios con relación a otrascelebraciones o acontecimientos religiosos. Por ejemplo, uno de los epimurales delpatio conducía a un espacio destinado para el culto a los muertos (Fig. 24) ubicado aleste del edificio. Se caracterizaba por tener una terraza elevada orientada al Norte concinco nichos que servían para contener quizás los cuerpos momificados o Mallquis delos señores principales a quienes se les rendía culto y un pequeño compartimientoadjunto que se utilizó para guardar la parafernalia funeraria y para otras necesidades.Sobre la misma terraza, hay unos depósitos donde se almacenaban los tributosconferidos a los muertos o a los ancestros. Este modelo de terraza con hornacinas es unantecedente de la terraza con nichos ubicada en el frente occidental del Templo del Sol(Franco, 1996). En la parte baja también habían recintos y depósitos en uno de los cualesse encontró los restos disturbados de algún señor importante de la administración Inca

Fig. 23 – Recinto mayor con banqueta en el volumen piramidal .

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cuya tumba fue tal vez saqueada en la época de la extirpación de idolatrías (Franco,1998: 20-21). En consecuencia podemos decir que a la muerte de algún señor importante,las exequias se realizaban en el patio principal que luego culminarían en el ambientededicado a los ancestros.

Hay otro sector hacia el oeste de la pirámide (sector VI) que presenta un conjuntode recintos que forman una‘“U” orientada al Oeste, con un patio central con banquetaslaterales. Tiene recintos con banquetas y depósitos pequeños que sirvieron para guardarlas despensas. Además se ubicó un recinto especial caracterizado por la presencia de unaltarcillo (Franco, 1998: 20) (Fig. 25). Las excavaciones en el recinto más grande de estesector revelaron que hubo un movimiento telúrico que derribó los muros sobre losutensilios de cerámica Inca (Fig. 26). Es posible que este sismo fue el que experimentaronlos españoles un día antes de su arribo a Pachacamac.

El sector VI se vincula hacia el Este con un patio hundido (sector V), dentro delcual se concentró mucha basura como producto de un alto consumo de alimentos ydesechos utilitarios que dejaron los ocupantes del sector VI en la época Inca. Por lacalidad de los utensilios y la presencia de cerámica imperial, sospechamos que estesector estuvo ocupado por una familia o Panaca Real. Los ocupantes del sector VItuvieron acceso a un sector ubicado en la parte baja del lado norte del volumen piramidal,donde se ubicaban ambientes especiales para el culto, los cuales se asocian a un depósitoen forma de cruz.

Por toda la información que tenemos al presente podemos deducir que laPirámide con Rampa nº 2 es el modelo más completo de un edificio de este tipo enPachacamac; siempre merece ser tomarda en cuenta para tener referencias con relacióna su diseño, secuencia y función de sus espacios arquitectónicos.

Fig. 24 – Reconstrucción hipotética del sector funerario (sector IX) de la Pirámidecon Rampa nº 2.

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Fig. 25 – Reconstrucción hipotética de un altarcillo (sector VI) de la Pirámide conRampa nº 2.

Fig. 26 – Vano de acceso de uno de los recintos del sector VI, donde se observan losrestos de recipientes aplastados por los escombros como consecuencia de un sismo.

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5. APRECIACIONES SOBRE LA SECUENCIA ALFARERA

Por algunos resultados estratigráficos conocidos hasta el momento de excavacionesprincipalmente realizadas en el Templo Viejo y la Pirámide con Rampa n˚ 2, se puedeestablecer una secuencia de grupos cerámicos y la introducción de nuevos estilos en elcentro ceremonial.

Las excavaciones del Templo Viejo y algunas evidencias ofrecidas por Max Ühle(1903) nos permiten asumir que el estilo de cerámica tricolor de uso ceremonialofrendada en el Templo Viejo (Cf. Franco & Paredes, 2000: 620-628) (Figs. 27, 28 y 29),es más antiguo que el grupo de cerámica doméstica de cántaros llanos sin pintura opintados de color amarillo pálido tenue (Fig. 30) y el grupo de cerámica inciso-punzonado que fueron encontrados en distintos sectores de Pachacamac, principalmenteen la Pirámide nº 2. En este último edificio se encontraron sobre el nivel rocoso, recintosde adobe y piedra de uso doméstico (Figs. 31, 32 y 33), asociados a fragmentería decerámica llana y a veces pintada con figuras reticulares o bandas de pintura amarillopálido sobre el color natural de la cerámica (Franco, 1998: 44-47), que corresponden ala misma familia de los cántaros del Templo Viejo (Franco & Paredes, 2000: 615-616).El otro grupo de cerámica con un estilo definido es el inciso-punzonado (Fig. 34) queaparece al sur del Templo Viejo y debajo del Templo del Sol. Algunas formas conocidasson de escudillas y cuellos convexos de cántaros decoradas con figuras geométricas.

Fig. 27 – Botellas antropomorfas con representación de personajes de frente,asignadas a la Época 3 del Horizonte Medio.

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Fig. 28 – Botellas con representaciones de peces, asignadas a la Época 3del Horizonte Medio.

Fig. 29 – Vasos con rostros y motivos geométricos, asignadas a la Época 3del Horizonte Medio.

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Tenemos el caso particular de una asa con la representación de un batracio escultóricoincidido, que es un tema vinculado al culto al agua, que viene a ser un antecedentecercano de los batracios que se representaron en la alfarería del grupo marrón sobrecrema del Intermedio Tardío. Otro fragmento con la misma técnica fue hallado en laPirámide con Rampa n˚ 3 (Cf. Eeckhout, 1995: 77-79), así como también en el sectorde las Palmas (Paredes & Ramos, 1994: 339-340). Uhle también encontró en una tumbaal pie del Templo de Pachacamac (Cf. Shimada, 1991: Lámina 8 - fig. 9), una botella deinfluencia Lambayeque con diseños incisos en el cuerpo de la vasija. Uno de losproblemas que todavía afrontamos, debido a que no contamos con una muestrasignificativa de este grupo cerámico, es la relación de este alfar con el estilo “Teatino”inciso-punzonado del área Chancay-Chillón, a juzgar por la técnica decorativa y lasrepresentaciones (Franco, 1998: 60-61). En términos de cronología relativa, este grupocerámico aparece en Pachacamac probablemente hacia fines de la Época 3. Todavía nohay datos suficientes para discutir la comparación del inciso-punzonado de Pachacamaccon el inciso punzonado del área nor-central costeño, aunque por lo pronto encontramosalgunas variaciones morfológicas y cronológicas, porque el estilo Teatino ha sido

Fig. 30 – Cántaros recuperados en las excavaciones del Templo Viejo.

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Fig. 31 – Pequeño recinto de piedra y adobe de uso doméstico, asociado a nivelestempranos antes de la construcción de la Pirámide con Rampa nº 2.

Fig. 32 – Vista parcial de recintos de adobe de uso doméstico, asociado a nivelestempranos antes de la construcción de la Pirámide con Rampa nº 2.

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ubicado dentro del Horizonte Medio 2 y 3 (Bonavia, 1959; Kaulicke, 1997; Villacorta& Tosso, 2000). Por lo pronto podríamos sugerir que este estilo inciso-punzonado es underivado del grupo Teatino, aun cuando no hay datos confiables sobre la presencia deeste tipo de alfar en el valle del Rímac por ser un área intermedia; esto se debe quizásal poco interés por investigarla. Solo tenemos algunas muestras de cerámica con algunasvariantes morfológicas encontradas en los sitios de Santa Catalina y Conde de la Torre,que hace muchos años fue considerada como”“Ichimay inicial” (Bazán, 1992a:20-28, 31).

A partir de la desaparición de los grupos anteriormente esbozados, se introducenen Pachacamac una variedad de vasijas de diferentes formas que han sido encontradasen los sustratos inferiores de la Pirámide con Rampa nº 2 (Franco, 1998: 45-50). El grupode alfares registrados en capas subyacentes al primer piso del patio, fue tambiénutilizado por los constructores de la pirámide. Existe una variedad de tipos, en su mayorparte cerámica doméstica (Figs. 35 y 36). Tenemos el caso de un cuello aquillado de uncántaro cuya forma comparamos con una vasija completa encontrada en el valle delRímac y que ha sido considerado como “botella Ichma-fitomorfo” ubicada dentro de la

Fig. 35 – Cerámica doméstica del patio principal, asociada a la ocupación tempranade la Pirámide con Rampa nº 2.

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Fig. 36 – Cerámica doméstica del patio principal asociada a la ocupación tempranade la Pirámide con Rampa nº 2.

época Ichma Medio (Bazán, 1991). Hay cántaros cara–gollete con pintura marrónoscuro sobre amarillo pálido que en otros casos es considerada como marrón sobrecrema (Bazán, 1992a: 20). Hay también vasijas abiertas y escudillas de paredes rojizas,vasijas cerradas carenadas pintadas de color amarillo pálido o blanco en el terciosuperior y rojo oscuro o color concho vino en el cuerpo inferior que sigue la tradiciónde la pintura de las vasijas del Horizonte Medio. Se suman algunos fragmentos de ollasde uso doméstico trabajadas en cerámica oxidada con elementos decorativos en relievede serpientes con diseños incisos o impresos y un cara-gollete en color negro de ladosdivergentes con tratamiento inciso y ojos alados de profunda influencia Lambayecana.También se recuperaron fragmentos con pintura tricolor (rojo, negro, blanco), donde elcolor negro y blanco aparecen siempre unidos en líneas delgadas sobre un fondo rojooscuro, representando esta colección como una de las de mayor valor tecnológico.Desafortunadamente no hemos recuperado vasijas enteras de este tipo para su mejorestudio, pero más bien, se observó algunas piezas de este estilo en el museo de sitio,tratándose de cántaros con motivos figurativos delineados de negro y pintados de coloramarillo pálido o blanco sobre un engobe rojizo, lo que se definiría como vasijas tricolorcon motivos figurativos y de personajes de frente con cara-gollete y cuerpo pintado quehan sido caracterizadas como uno de los estilos clásicos Ichimay. En otros casos soncántaros simples engobados de rojo y pulidos.

Tenemos otro grupo de cerámica del tipo marrón oscuro sobre amarillo pálido(Figs. 37 y 38). Las vasijas más representativas son ollas de cuerpo aquillado, base convexa

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501PACHACAMAC: DEL HORIZONTE MEDIO AL INTERMEDIO TARDÍO

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502 Régulo FRANCO JORDÁN

o redondeada, con batracios escultóricos (Buffo spinolosus) adheridos al borde. Hay otrosrecipientes con carena en el tercio superior del cuerpo, donde aparecen cabezas de avesmarinas de pico largo u otras veces son agarraderas compactas. Hay que advertir que estegrupo de cerámica siguió produciéndose hasta la época Inca, lo que sugiere que los incasaprueban y mantienen la producción de este estilo cerámico para los ritos propiciatorios delagua. Hace muchos años, observé en una exposición de la Casona de San Marcos unacolección de cerámica de este estilo proveniente de Armatambo, al parecer encontradoasociado a una ocupación Inca. La diferencia con los de Pachacamac radica en que losfragmentos de Armatambo tenían una tonalidad más verdosa o clara. Llama mucho laatención que este grupo de cerámica aparece —hasta donde sabemos— en las partes bajasde los valles de Lurín y Rímac. Sería interesante que en el futuro se investigue este tipo decerámica para establecer su origen y distribución.

Asimismo son reconocibles algunos fragmentos de piezas de estilos locales coninfluencias de estilos foráneos. Por ejemplo se encontró un par de piezas gemelasfitomorfas en color negro que parecen, junto con otras, tener influencia Chimú. De otrolado, se destaca la abundancia de fragmentería de estilo Inca policromo en todas susformas, que ha sido primero bautizado por Uhle (1903) como “estilo Cuzco” ydenominado por Strong & Corbett (1943) como estilo “Inca Policromo” o “Inca-Pachacamac” (Lavallée, 1969: 241). Este grupo de cerámica Inca, si bien es cierto queestilísticamente es inconfundible, algunas veces la pasta y los colores empleados hacenpensar en la utilización de materiales locales. De ahí puede desprenderse que muchosalfareros están produciendo cerámica Inca imperial en la costa.

El análisis de temperantes del grupo de cerámica del Intermedio Tardío, realizadoen el departamento de Geología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, diocomo resultado la utilización de cuarzo hialino, partículas líticas angulosas, yeso,feldespato blanco con impregnaciones de óxido, feldespato blanco cremoso, feldespatosblancos oscuros y arcilla cocida molida. No necesariamente todos los temperantes estánjuntos, más bien se encuentran alternados.

CONCLUSIONES Y COMENTARIOS

Después del colapso de la cultura Regional Lima, el centro religioso de Pachacamacdesempeñó una función ideológica predominante de carácter interregional, cuyo cultoa la deidad Pachacamac se centralizó en el Templo Viejo. Las evidencias indican quehubo muchos cambios en la arquitectura, debido principalmente a la presencia de unmeganiño que determinó la modificación del edificio y la introducción de una nuevaideología que cumplió el rol de mediador entre las regiones del norte y del sur.

Un segundo meganiño averió la arquitectura del Templo Viejo, lo que precipitóla culminación de una nueva sede para el culto a Pachacamac, cuyo auge se desarrollódurante la Época 3 del Horizonte Medio. Los diferentes programas decorativos en elnuevo edificio estuvieron relacionados con la propiciación del mundo doméstico,carácter ideológico que se impuso a raíz del desorden climático.

La aparición de arquitectura de tipo doméstico que se encuentra en las bases delas PCR, reflejan una ocupación de ciertos grupos de migrantes altoandinos que,

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503PACHACAMAC: DEL HORIZONTE MEDIO AL INTERMEDIO TARDÍO

sacudidos por una sequía ocurrida hacia los primeros siglos de la segunda parte delmilenio anterior, arribaron a Pachacamac. Estos grupos humanos usaron cántaros yvajillas de cerámica llana y otras decoradas con la técnica del inciso-punzonado.

Después de la crisis, hay una reestructuración del centro ceremonial con laaparición de las PCR en Pachacamac. Este modelo de restructuración se repitió en otroscentros religiosos importantes como por ejemplo, Cajamarquilla en el Rímac, PisquilloChico en Chancay, Pacatnamú en Pacasmayo, Túcume y Batán Grande en Lambayeque,entre otros.

El modelo de PCR se difundió en menor tamaño hacia el interior del valle deLurín, en los sitios de Pampa de las Flores, Panquilma y Tijerales, y en otros sitios menosimportantes asociados a asentamientos rurales. Así también, el modelo se difundió haciael norte, en el valle del Rímac, en los sitios de Armatambo y Huaquerones, extendiéndosequizás hasta Chancay. Pacatnamú sería el modelo más lejano de las PCR, con ciertasvariaciones, pero con la misma función. Todo esto indica que el centro ceremonial seconvirtió en una especie de confederación religiosa con la representatividad de losseñoríos más prestigiosos de los valles costeños. Los que se establecieron eran lasrepresentaciones o embajadas que tenían cierto prestigio con el poder religioso centraly los que a la vez tenían poder económico para tributar a la deidad principal y a lossacerdotes que lo representaban.

Se ha tomado como referencia la Pirámide con Rampa nº 2, como un modelo dela manera de funcionar de una unidad piramidal completa. A partir de los rasgosarquitectónicos, se definió la función de los distintos espacios ceremoniales,demostrándose que el centro de las actividades ceremoniales fue el volumen piramidalque funcionó como un anfiteatro, con directa interrelación con el patio principaldelantero donde se realizaban las distintas celebraciones religiosas, especialmentevinculadas con ritos propiciatorios del agua. Asimismo se ha establecido un sector conviviendas (sector VI) para la instalación de un pequeño grupo humano relacionado conla élite. Cada sector como el del culto a los ancestros estaba dotado de depósitos oalmacenes que servían para acumular los distintos productos y bienes que estabarelacionado con la tributación que ofrecía cada representación.

La alfarería del Intermedio Tardío ha sido recuperada de las excavaciones de laPirámide con Rampa nº 2, que representa una muestra no tan significativa comohubieramos querido, pero que por lo menos establece algunos estilos y formas conocidasdentro de la costa central. Uno de los grupos de cerámica que ha llamado nuestraatención son las vasijas de cuerpo carenado con pintura marrón sobre crema y con larepresentación de sapos escultóricos o aves marinas, cuya función estaba destinada paralos ritos de libación asociados a la fertilidad, que se realizaban en el patio principal dela pirámide. Otros grupos son los clásicos cara-gollete pintados en rojo, crema o blancoy negro, cuya presencia se rastrea hasta la época Inca. Como hemos podido notar,algunas vasijas de cerámica Ychsma se seguían produciendo en la época Inca, y lo quesignifica que la producción de la cerámica Ychsma Intermedio Tardío no fue eliminadapor la élite Inca.

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504 Régulo FRANCO JORDÁN

Por último, debo indicar que Pachacamac tiene que ser visto como un gran centroceremonial de mucho prestigio y poder religioso en el antiguo Perú, que ha merecidomuchas narraciones, comentarios y publicaciones desde la época de la conquista.

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5072003: NUEVA EVALUACIÓN DE LA PLAZA DE LOS PEREGRINOS DE PACHACAMACBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 507-538

UNA NUEVA EVALUACIÓN DE LA PLAZA DE LOSPEREGRINOS DE PACHACAMAC:

APORTES DE LA PRIMERA CAMPAÑA 2003 DEL PROYECTO

ARQUEÓLOGICO PACHACAMAC

Izumi SHIMADA*, Rafael SEGURA LLANOS** , María ROSTWOROWSKIDE DIEZ CANSECO*** , Hirokatsu WATANABE****

ResumenDurante los meses de junio a agosto del año 2003, el Proyecto Arqueológico Pachacamac,

bajo la co-dirección de Izumi Shimada, Rafael Segura Llanos y María Rostworowski de DiezCanseco, llevó a cabo su primera temporada de campo, en el marco de un programa deinvestigaciones de largo plazo. Este proyecto, de carácter interdisciplinario e internacional, tienecomo principal orientación el estudio de los fundamentos sociales y el contexto natural delafamado sitio de Pachacamac. Uno de los objetivos específicos de nuestros trabajos durante elaño 2003 fue definir la localización y extensión de las áreas residenciales correspondientes adiferentes periodos de tiempo, mediante prospecciones con un radar de penetración de suelos yexcavaciones de sondeo. En esta oportunidad, presentamos los resultados más importantes detales intervenciones en la Plaza de Los Peregrinos, en un sector próximo al llamado Ushnuincaico. Entre los diversos niveles ocupacionales Ychsma detectados, nos ha llamado notablementela atención algunos asociados con una repetida veneración y entierro de cántaros, resaltando quecada una de estas vasijas fue hallada dentro de construcciones de adobe o cercaduras de piedracuidadosamente construidas. En general, consideramos que los datos obtenidos abren una nuevaoportunidad para revisar nuestra actual concepción de la zona considerada sagrada, a la luz de 1)el hallazgo de ofrendas diversas, densas y superpuestas asociadas con estructuras de quincha yadobe, igualmente superpuestas pero espacialmente diferenciadas; y 2) el registro de una seriede cambios importantes en la naturaleza del uso del área a través del tiempo.

Palabras claves: Pachacamac, Plaza de los Peregrinos, ofrendas.

* Izumi Shimada: Southern Illinois University at Carbondale. E-mail:[email protected]** Rafael Segura: Instituto Riva Agüero, Pontificia Universidad Católica del Perú. E-Mail:

[email protected]*** María Rostworowski: Instituto de Estudios Peruanos. E-mail: [email protected]**** Hirokatsu Watanabe: Terra Information Technology, Yokohama, Japon. E-mail:

[email protected]

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508 I. SHIMADA, R. SEGURA, M. ROSTWOROWSKI, H. WATANABE

UNE NOUVELLE ÉVALUATION DE LA PLACE DES PÈLERINS DEPACHACAMAC. APPORT DE LA PREMIÈRE CAMPAGNE 2003 DU PROJET

ARCHÉOLOGIQUE PACHACAMAC

RésuméEntre les mois de juin et août 2003, le Projet Archéologique Pachacamac, co-dirigé par

Izumi Shimada, Rafael Segura Llanos et María Rostworowski de Diez Canseco, a mené sapremière campagne de terrain dans le cadre d'un programme de recherche à long terme. Ce projetinterdisciplinaire et international a comme objectif principal l'étude des fondations sociales et ducontexte naturel du celèbre site de Pachacamac. L'un des objectifs spécifiques de nos travaux en2003 a été de définir la localisation et l'extension des zones résidentielles au cours du temps, cegrâce a un radar de pénétration des sols et à des fouilles de sondage. Dans cet essai, nousprésentons les résultats les plus importants de ces interventions sur la Place des Pèlerins, plusprécisement un secteur proche de l'Ushnu inca. Parmi les divers niveaux d'occupation Ychsmaqui ont été détecté, certains ont plus particulièrement attiré notre attention, car ils sont associésà des épisodes récurrents de vénération de jarres en céramique, chacune insérée dans desconstructions d'adobes ou des enceintes en pierres soigneusement élaborées.

En termes généraux, il nous paraît que les données obtenues représentent une opportuniténouvelle de reviser nos conceptions actuelles de la zone considérée comme sacrée, à la lumièrede 1) la découverte de diverses offrandes, denses et superposées, associées à des structures encanne de joncs et adobes, également superposées mais spatialement differenciées; et 2) lamanifestation d'une série de changements importants dans la nature de l'utilisation de la zone aucours du temps.

Mots clés : Pachacamac, Place de Pèlerins, offrandes.

A NEW ASSESSMENT OF THE PILGRIMS’ PLAZA AT PACHACAMAC:SIGNIFICANCE OF THE RESULTS OF THE FIRST SEASON (2003) OF THE

PACHACAMAC ARCHAEOLOGICAL PROJECT

AbstractDuring the months of July and August of 2003, the Pachacamac Archaeological Project,

under the co-direction of Izumi Shimada, Rafael Segura, and Marí9a Rostworowski de DiezCanseco, conducted its first season of what is envisioned as long-term fieldwork. This projectwith its interdisciplinary and international character has the principal objective of elucidating thesocial foundations and environmental context of the famed site of Pachacamac. One of thespecific aims of our fieldwork in 2003 was to define the location and extent of residential areascorresponding to different time periods by means of ground-penetrating radar survey and relatedtest excavations. In this paper, we present the salient results of this fieldwork in the area of thePilgrims’ Plaza close to the so-called Incaic’ushnu. Notable among the various documentedYchsma occupational levels are those with indications of repeated “cántaro burials andveneration”; in most cases each vessels was placed inside a carefully built adobe or stoneenclosure. In general, the data we collected force us to reassess the existing conception of this“sacred zone” in light of (1) the discovery of numerous, dense and superimposed offerings ofmundane items associated with quincha and adobe structures, that are equally superimposed butspatially differentiated, and (2) the documentation of a series of important changes over time inthe nature of the use of the zone.

key words: Pachacamac, Pilgrims’ Plaza, offerings.

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5092003: NUEVA EVALUACIÓN DE LA PLAZA DE LOS PEREGRINOS DE PACHACAMAC

1. ORIENTACIÓN GENERAL DE NUESTRAS INVESTIGACIONES

No es ninguna novedad decir que Pachacamac (Fig. 1) es uno de los sitiosarqueológicos más importantes y conocidos del Perú. Su extensión, su cercanía a Lima yla temprana atención que recibió de los conquistadores europeos desde la visita hecha porHernando Pizarro en enero de 1533 (Estete, 1985[1534]) han contribuido sin duda algunaa su especial publicidad. Tampoco es inusual conferirle a este sitio un carácter profundamenteceremonial, como espacio físico donde alguna vez residieron deidades andinas queformulaban oráculos de importancia pan-regional. De hecho, pocos podrían negar queexiste la creencia, tan extendida como tácita, de que se cuenta con una buena cantidad dedatos y una cada vez mejor comprensión de los procesos culturales ocurridos en este sitio.No es así sin embargo. En verdad, la realidad se dibuja de otra manera, especialmentecuando comparamos los datos arqueológicos con aquellos etnohistóricos, y cuando nosenteramos de cuánto la arqueología ha descubierto en centros similares en otras partes delmundo. Pensamos por ello que, a pesar de los esfuerzos de muchos, aún necesitamosconocimientos firmes sobre una serie de aspectos fundamentales que nos permitan avanzaren la comprensión de Pachacamac y de sus posibles instituciones asociadas.

La creencia de que conocemos bien Pachacamac parecería tener sentido cuandomiramos hacia atrás, y nos percatamos de la larga sucesión de investigacionesarqueológicas de campo conducidas en el sitio desde la pionera investigación realizadapor Max Uhle en 1896 (Uhle, 1903; véase Cornejo, 2000; Daggett, 1988; Eeckhout,1999; 2003; Shimada, 1991; en prensa, para una discusión sumaria del trabajo conducidoen el sitio y en sus alrededores). Sin embargo, exceptuando el trabajo del arqueólogoalemán y de algunos otros (en particular el Proyecto Ychsma que empezó sus trabajosde campo en Pachacamac en 1999), no creemos caer ni en exageraciones ni en omisionescuando decimos que la mayoría de tales intervenciones arqueológicas han sido publicadasde manera poco satisfactoria, o han tenido una limitada orientación, escala y duraciónde investigación que no se condice con la complejidad del sitio. Como todos sabemos,en el pasado varios proyectos de investigación se focalizaron en zonas de alta sensibilidady complejidad arqueológica como los templos más representativos dentro del áreasagrada. Los aportes de estos proyectos han sido sustantivos desde una perspectiva queha privilegiado tales áreas ceremoniales y monumentales. Sin embargo, casi veinte añosatrás Duccio Bonavia ya llamaba la atención acerca del estado de nuestros conocimientoscientíficos en Pachacamac, al lamentar que

“It is a great pity that work has been concentrated in a single sector [I] ofPachacamac, while the rest remains covered by sand, partly destroyed forever,and now spoiled by poorly conceived reconstructions.” (1) (Bonavia, 1985: 137;véase también Shimada, 1991: LV).

Creemos que tales afirmaciones aún mantienen su innegable actualidad. Másrecientemente Peter Kaulicke (2000: 313) también ha expresado un sentimiento

(1) “Es una gran pena que el trabajo se haya concentrado solo en un único sector (I) enPachacamac, mientras que el resto se mantiene constantemente cubierto por la arena, y ahoraperjudicado por reconstrucciones pobremente concebidas” (traducción de los autores).

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510 I. SHIMADA, R. SEGURA, M. ROSTWOROWSKI, H. WATANABE

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5112003: NUEVA EVALUACIÓN DE LA PLAZA DE LOS PEREGRINOS DE PACHACAMAC

parecido con relación al impacto de la intrusión Huari sobre la costa central, alsostener que

“Se requiere investigaciones más acordes con la problemática específica antes depoder proponer hipótesis alternativas dentro de un contexto social mayor.”

Considerando que aún queda mucho por elucidar en torno al contexto social y alos procesos de cambio cultural en Pachacamac, es indudable que esta afirmación esigualmente aplicable al sitio. Consecuentemente, recogiendo estas apreciaciones, seimpone un enfoque complementario, uno que asuma en su práctica concreta deinvestigación la concepción del sitio como una totalidad con múltiples componentesdinámicos e integrados, y que se interese en su composición, organización y dinámicasocial.

Nuestro proyecto intenta contribuir al conocimiento de Pachacamac adentrándoseprecisamente desde este lado del problema, preguntándose por los fundamentos socialesque permitieron la notable resiliencia (2) y prolongada duración del sitio a través de másde 1000 años de historia, lapso en el que sobrevino una serie de cambios políticos deenvergadura y de alteraciones medioambientales. Nuestro enfoque parte de ciertaspreocupaciones elementales, tales como quiénes vivieron en el sitio y qué rol cumplieron;en precisar si Pachacamac fue, en algún momento de su historia, un sitio ceremonialvacío; en cómo sus residentes aseguraron su subsistencia; o en esclarecer si lasvariaciones en la extensión física del sitio y sus posibles significados extra-localesestuvieron relacionados con condiciones medioambientales particulares. Este últimopunto es pertinente, ya que nos preguntamos sobre el origen de la concepción dePachacamac como una deidad que incorporó fuerzas antitéticas de creación y destrucción.

2. LA TEMPORADA 2003: OBJETIVOS ESPECÍFICOS Y METODOLOGÍADE TRABAJO DE CAMPO

Ya que los trabajos del 2003 fueron nuestra primera temporada en el sitio, hemosbuscado establecer un sondeo básico para un examen más seguro de las líneas deinvestigación que se abrirán en el futuro.

Nuestro primer objetivo de campo fue iniciar un proceso de localización de lasposibles áreas residenciales pertenecientes a diferentes periodos de tiempo en el sitio.Para ello venimos empleando un Radar de Penetración de Suelos (Fig. 2) y excavacionesde prueba complementarias. Desde nuestro punto de vista, las prospecciones con unradar de este tipo y las excavaciones de prueba concomitantes conforman una estrategiade costo efectivo. El radar permite una rápida detección no destructiva de contextos yelementos enterrados bajo grandes áreas, permitiendo identificar puntos concretos deexcavación sin necesidad de realizar excavaciones exploratorias demasiado extensas odiversas sin seguridad de éxito (Clark, 1996; Conyers, 2000; Conyer & Goodman,1997). Se trata pues de un instrumento ideal para sitios grandes y complejos como

(2) “Resiliencia” es un término que en mecánica refiere a la resistencia de los cuerpos a la roturapor choque. En este caso lo usamos para referirnos a la capacidad de una institución para adecuarsea las diversas circunstancias históricas que le toca enfrentar.

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Pachacamac, donde los estratos secos y relativamente homogéneos permiten la detecciónde rasgos ubicados hasta 7 u 8 m debajo de la superficie actual.

Nuestro segundo objetivo consiste en establecer una historia medioambientalintegral de Pachacamac y su zona circundante. Para ello venimos obteniendo yexaminando una serie de muestras profundas de sedimentos provenientes de la Lagunade Urpay Wachak y de otros puquios antiguos. Es de esperar que las muestras desedimentos proporcionen polen de la vegetación local, organismos lacustres y sedimentosintermitentes depositados en patrones que puedan atestiguar variaciones anómalas en elregistro hídrico. Tales contenidos y su estratificación son cruciales para nuestrainvestigación. Cabe precisar a este respecto nuestra especial atención al análisis dediatomeas, debido a su gran potencial para la reconstrucción medioambiental. Como sesabe, las diatomeas son organismos unicelulares con altos contenidos de sílica,notablemente sensibles a los cambios medioambientales en razón de sus cortos periodosde vida. En muestras estratificadas las diatomeas pueden convertirse en indicadoresplausibles de los cambios drásticos ocurridos en el clima, la humedad, la percolación delsuelo, y la calidad de tierra y agua (Denys & De Wolf, 1999; Juggins & Cameron, 1999).Por las características del presente ensayo, este segundo objetivo y los trabajos yresultados correspondientes no serán desarrollados aquí.

Fig. 2 – Vista panorámica de la prospección con radar (GPR) en el sector oriental(frente de la plataforma del ushnu incaico) de la Plaza de Los Peregrinos. Foto

por Izumi Shimada.

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3. ALGUNOS RESULTADOS DE NUESTRO TRABAJO DE CAMPO EN LAPLAZA DE LOS PEREGRINOS

Como se verá enseguida, tanto los trabajos de prospección con radar como deexcavación en la Plaza de Los Peregrinos nos han proporcionado evidenciasreveladoramente útiles para empezar a captar la naturaleza y los cambios ocupacionalesy de uso de esta parte de Pachacamac.

3. 1. Prospección con radar

Dentro del marco de nuestras prospecciones con radar, la plaza inca llamadaPlaza de Los Peregrinos (Fig. 3) fue sin duda centro de nuestra especial atención. Dichaplaza, un área rectangular de aproximadamente 65 x 320 m está flanqueda en su lado surpor una plataforma de adobes que contiene una estructura denominada Ushnu, unelemento arquitectónico que constituyó uno de los símbolos físicos más importantes dela ideología inca (Hyslop, 1990: 259). Desde luego, el Ushnu no fue construido encualquier parte; de hecho se emplaza en una zona altamente sacralizada con antecedentesevidentes (próximo al Templo Pintado de Pachacamac, Templo Viejo de Pachacamac,cementerios como el excavado por Uhle, etc.).

La prospección con radar y la excavación exploratoria desarrollada aquí buscaronexaminar la hipótesis de que la Plaza de Los Peregrinos fue el resultado de unareconfiguración inca de gran escala del paisaje sagrado, lo que implicó el entierro demuchas construcciones de periodos anteriores, incluyendo los del Horizonte Medio y elPeriodo Intermedio Temprano (cf. Hyslop, 1990: 258-259). Como se verá a continuación,el radar viene proporcionando evidencia que apoya esta hipótesis.

Nuestras prospecciones señalan cierto tratamiento diferente entre las mitadesoeste y este de la plaza. En la mitad oeste se ha podido reconocer, básica y preliminarmente,los dos siguientes elementos arquitectónicos (Fig. 4) :

1) Un conjunto de plataformas pequeñas con aparentes cámaras centrales,generalmente ubicadas a aproximadamente 1,5 a 3,0 m debajo de la superficieactual y en la parte sur de este lado de la plaza (“1” en la parte inferior de Fig.4). Por sus dimensiones consideramos que podrían tratarse de plataformasceremoniales o estructuras funerarias.

2) Una serie de construcciones, posiblemente de adobes, de función indeterminadaa una profundidad aproximada de 2,0 a 4,0 m debajo del superficie actual (“2”en la parte inferior de Fig. 4).

Entre tanto, los hallazgos de la mitad este de la plaza parecen ser más densos yalgo diferentes. En este caso tenemos (Fig. 4):

1. Un área adyacente a la base oriental de la plataforma del Ushnu inca. Laintensidad y el patrón de señales del radar reproducidas en el monitorconducen a pensar que se trataría de un cementerio con un mínimo de cuatrosfosas o cámaras funerarias ubicadas a una profundidad aproximada de 2,0 a4,0 m debajo del superficie actual (“1” en la parte superior de Fig. 4).

2. Una serie de construcciones relativamente pequeñas (circa 10 m de lado) consubdivisiones internas que corresponderían a residencias o talleres a

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Fig. 4 – Dibujo esquemático de los diferentes rasgos detectados por la prospeccióncon radar (GPR) en los sectores oriental y occidental de la Plaza de Los Peregrinos.

Dibujado por Hirokatsu Watanabe.

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aproximadamente 1,5 a 3,0 m debajo del superficie actual (“2” en la partesuperior de Fig. 4). Las señales del radar sugieren que sobre estas estructurasse superponen varias capas con alto contenido orgánico.

3. Un espacio abierto pero estrecho en la parte central de este lado de la plaza,que por oposición a las estructuras sólidas laterales podría corresponder a uncorredor (“3” en la parte superior de Fig. 4).

4. Diversas construcciones (posiblemente de adobes) diseminadas debajo de laplaza (a una profundidad aproximada de 1,5 a 3,5 m debajo del superficie actual)cuyo carácter aún es indeterminado (“4” en la parte superior de Fig. 4).

5. Hacia la esquina sureste de nuestra trinchera 1 (véase más adelante), lasseñales del radar y la inclinación del terreno indicaron la existencia de unarampa que conecta con un posible patio hundido ubicado en el lado este,exactamente frente a la porción central de la plataforma del Ushnu inca. Estaposible rampa parece hallarse a 2 m debajo de la superficie. Se deduce portanto la existencia de construcciones ubicadas debajo de dicha plataforma quepudieron haber sido parte de un acceso central al frontis del Templo dePachacamac, actualmente oculto por las construcciones posteriores.

6. Una serie de construcciones (próximos a los 4 m de profundidad con relacióna la superficie actual) subyacentes a la calzada con borde de piedra queatraviesa longitudinalmente la plaza (de suroeste a noreste). Como sabemosesta calzada sustentó una fila de pilastras de adobe.

De acuerdo a lo expuesto, podemos señalar que el radar indicó que la plazaesconde muchas construcciones pre-incas, quizás de diferente naturaleza, enprofundidades que van de 1 a 6 ó 7 m debajo de la superficie. En nuestra opinión, esbastante claro que el acceso y la organización arquitectónica alrededor y delante delTemplo de Pachacamac y del Templo Viejo de Pachacamac fueron sustantivamentediferentes de lo que se observa hoy, existiendo la posibilidad de que existan construccionesque pasan debajo de la plataforma del Ushnu y que llegan al pie del Templo dePachacamac.

3. 2. Excavación de la trinchera 1

Durante el año 2003 se abrieron cuatro trincheras en diferentes sectores del sitio(Shimada et al., 2003). Una de ellas, la trinchera 1 de 5 x 5 m (Fig. 5), fue localizada enla Plaza de Los Peregrinos basada en los datos del radar y en las relaciones espacialesentre el Ushnu inca y el templo de Pachacamac. Las señales de microondas indicaronla presencia de depósitos culturales estratificados de apreciable densidad y profundidad(hasta 6 ó 7 m debajo de la superficie) frente al Ushnu mencionado. Consecuentemente,la trinchera 1 fue establecida exactamente sobre este punto a fin de definir la naturalezade la ocupación pre-inca a través de un considerable espacio de tiempo.

Aunque prevenidos en cierto modo por las señales del radar, debemos decir quenuestra excavación solo alcanzó una profundidad de 1,8 m debajo de la superficie, puesla secuencia ocupacional y depósitos culturales asociados resultaron ser algo máscomplejos de lo esperado. Hemos documentado 31 pisos sin contar las numerosas

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refacciones del enlucido y las capas de relleno. Nueve de dichos pisos presentaron unaperfecta superposición secuencial. Además se registraron numerosos rasgos asociados(57 en total) y varias edificaciones de quincha y adobe también superpuestas. Engeneral, a juzgar por los recientes fechados radiocarbónicos que hemos obtenido, losrestos enterrados en la Plaza de Los Peregrinos se extienden entre la parte final delHorizonte Medio y las postrimerías del Horizonte Tardío.

3. 3. Secuencia y naturaleza de ocupación en la Trinchera 1

La superficie actual de la plaza consiste de una capa delgada de arena (circa 5 cmde grosor) que contiene pocos artefactos y restos diversos. Inmediatamente debajo se

Fig. 5 – Plano 1 de la Trinchera 1 en la Plaza de Los Peregrinos señalandoarquitectura y rasgos de la parte tardía del Periodo de Intermedio Tardío (Ychsma

Tardío). Leyendas: A = adobe; B = entierro; C = corte intrusivo; F = piso; Q =huella de quincha; R = recinto; S = piedra; Sh = fragmento de cerámica; W = muro

de adobe; Números arábicos consecutivos = rasgos.Dibujado por Izumi Shimada y César Samillán.

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extiende una superficie compactada y delgada (menos de 5 cm de espesor) de cantosrodados mezclados en una matriz de arcilla. Esta superficie articula la base de laplataforma del Ushnu inca (en el lado sur de la plaza) con la calzada de las pilastras (queatraviesa longitudinalmente la parte central de la plaza). Tal asociación nos conduce ainferir que esta segunda capa corresponde al apisonado inca de la plaza, lo que serefuerza con la presencia de artefactos y rasgos de contextos primarios diagnósticos. Lacapa de arcilla y cantos rodados se sobrepone a su vez sobre un grueso relleno de arenade 30 a 40 cm de grosor. Considerando su origen no local y su tamaño y distribuciónuniforme, inferimos que los cantos rodados fueron traídos durante la ocupación inca delsitio desde la playa y/o el lecho del río Lurín.

En esencia, la gruesa capa de arena que hemos mencionado enterró las ocupacionesYchsma pre-inca, y proporcionó un cimiento limpio para la construcción del piso de laplaza y la extensión de la capa de arcilla y cantos rodados. Evidencia similar fue halladapor Julio C. Tello y reportada en un breve artículo periodístico dando cuenta de sustrabajos en la mitad oeste de la Plaza de Los Peregrinos (Tello, 1940). La práctica deextender una capa de arcilla con cantos rodados a modo de piso sobre una gruesa capade arena limpia fue un hábito extendido entre los incas al momento de construir lasplazas de sus centros más importantes, tal como ocurre en Huánuco Pampa (Hyslop,1990; Craig Morris: comunicación personal, 2004).

Es bastante claro que existe un notable cambio ocupacional debajo del piso de laplaza inca, pues hemos encontrado más de un metro de construcciones de quincha ysuperficies ocupacionales superpuestas, todas ellas asociadas con abundantes rasgos,restos de producción textil y desechos orgánicos. La presencia de áreas con pupas degusanos otorgaron la impresión inicial de que estábamos delante de un basuralconvencional. La asociación constante con cerámica de estilo Ychsma y los resultadosde dos recientes fechados radiocarbónicos (Cuadro 1) señalan que dos de estos niveles(Figs. 5 y 6) estaban en uso durante una fase tardía del periodo Ychsma en el sitio (1300-1450 y 1300 -1430 A.D [según los fechados 540 ± 60 y 570 ± 50 BP calibrados a 2sigmas de las muestras Beta-184646 y 184647 respectivamente]). En general, ladensidad de desechos y rasgos no deja ninguna duda de que las ocupaciones de esteperiodo fueron claramente intensivas.

La cantidad de hoyos intrusivos registrados ha sido tal que el tránsito dentro denuestra trinchera fue sumamente difícil para realizar nuestro trabajo. De hecho, algunoshoyos conservaron las marcas de los cortes de cuatro a cinco hoyos sucesivos hechossobre el mismo lugar. De forma similar, las paredes de quincha que demarcaron recintosrectangulares en la mitad oeste de la trinchera fueron reiteradamente construidas unassobre otras (Figs. 5 y 6). Significativamente debemos llamar la atención sobre el hechode que estos muros mantuvieron esencialmente las mismas orientaciones, ubicación ydimensiones (aproximadamente 30 grados al oeste del norte magnético y de 2,5 a 3,2 mde lado).

La presencia de hoyos de poste señala que al menos ciertas partes de los espaciosestuvieron techados. Los hoyos de poste pudieron ser diferenciados del resto de hoyosgracias a su diámetro relativamente pequeño, considerable profundidad, forma cilíndricay, en algunos casos, debido a los restos de postes e improntas de madera preservadas enla arcilla que revestía los hoyos.

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Cuadro 1 – Fechados radiocarbónicos de algunos niveles de la Trinchera 1.

N° de Beta Fechados Contextos y afiliación culturalAnalítico

184644 950±50BP (AD 1000-1200; Fogón (Rasgo 51), Piso 7, T-1,2 sigmas) Plaza de Perigrinos; Pachacamac-Tardío

Ychsma Temprano transitorio

184645 560±80 BP (AD1280-1460; Fogón (Rasgo 56C), Piso 5, T-1, 22 sigmas) Plaza de Perigrinos; Ychsma Medio

184646 540±60 BP (AD 1300-1450; Fogón (Rasgo 31), Piso 4B, T-1,2 sigmas) Plaza de Perigrinos; Ychsma Medio-

Tardío

184647 570±50 BP (AD 1300-1430; Poste (Rasgo 9), Recinto 1, Piso 1C,2 sigmas) T-1, Plaza de Perigrinos; Ychsma Tardío

184648 1350±70 BP (AD 580-790; Barra de madera, Piso 1, T-2, Templo2 sigmas) de Urpay Wachak; Lima Final

184649 360±50 BP (AD 1440-1650; Mazorcas de maíz, Rasgo 22A, Piso 5,2 sigmas) T-3; a lo a lo largo de la Calle Norte-

Sur, oeste de la entrada al Sector II;Immediatamente pre-Inka

184650 580±50 BP (AD 1290-1430; Fogón (Rasgo 19), debajo de piso 7,2 sigmas) T-4, pequeño montículo en Sector III;

Ychsma Medio

Sin embargo, los contextos más comunes fueron los hoyos cónicos que sirvieroncomo repositorios de vasijas de cerámica o algunas ofrendas. En muchos casos lasporciones bajas de las vasijas fueron halladas dentro de los hoyos. La configuracióndeposicional del contenido de estos hoyos sugiere que luego de la remoción de lasvasijas, muchos hoyos fueron usados para depositar ofrendas. Dado que frecuentementetales ofrendas consistieron de objetos y restos mundanos —lo que incluyó, entre otroscontenidos, concentraciones de huesos de pescado, huesos de cuy, moluscos y crustáceos,productos agrícolas y fragmentos de cerámica depositados de manera aislada o mezcladoscon piedras— nosotros los consideramos inicialmente como basura doméstica. Nuestraerrada identificación fue en apariencia reforzada porque muchos hoyos de ofrendaalteraron y destruyeron parcialmente otros anteriores de iguales características. Debeanotarse también que algunas ofrendas fueron excavadas en el relleno que separabaalgunos pisos de barro propiamente preparados.

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Fig. 6 – Plano 2 de la Trinchera 1 en la Plaza de los Peregrinos señalandoarquitectura y rasgos de la parte media del Periodo de Intermedio Tardío (Ychsma

Medio). Dibujado por Izumi Shimada y César Samillán.

A pesar de su carácter mundano, estos restos fueron cuidadosamente seleccionadosy localizados en los hoyos, dando forma a los contextos que hemos excavado. Porejemplo, en la mitad oeste de la trinchera fue frecuente el hallazgo de concentracionesde pescados de diferentes especies y tamaños muy bien preservados, al punto deconservar no solo prácticamente la totalidad de su estructura ósea, sino también lasescamas todavía intactas. Aparentemente, los pescados quedaron en exposición poralgún tiempo, permitiendo que las moscas depositaran sus huevos, según se desprendede la gran cantidad de restos de larvas que hemos hallado. Dentro del contexto de lasofrendas, este hallazgo no parece del todo fortuito si recordamos que existen referenciasetnohistóricas que señalan la colocación de ofrendas de anchovetas y sardinas en la plazaprincipal de Pachacamac (supuestamente la Plaza de los Peregrinos) con el objeto dealimentar y mantener a los buitres y gallinazos cerca del templo, aves éstas quesimbolizaban “un aspecto tenebroso de la divinidad” de Pachacamac (Rostworowski,1992: 47; 2003).

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Las agrupaciones de tiestos de cerámica tampoco reúnen fragmentos provenientesde diferentes partes del cuerpo o de diversos tipos de vasijas al azar. Más bien, lascantidades apreciables de fragmentos de cuerpo, cuellos y bordes de vasijas semejantes(e.g. cántaros y ollas de tamaños similares) fueron reunidas y colocadas juntas dentrode los hoyos, por lo general en la mitad oeste de nuestra excavación. A pesar de que aúnqueda por determinar si estos fragmentos provienen de vasijas enteras intencionalmenterotas, es evidente que los fragmentos resultantes fueron mezclados y re-agrupados porpartes para ser enterrados en áreas debidamente prescritas. Una serie de fragmentos detextiles y de implementos para textilería (e.g. agujas de madera rotas o completas) fuehallada especialmente en el sector noreste de la trinchera.

En suma, una amplia variedad de artículos de subsistencia comúnmente disponibles(e.g., maíz y maní) y artefactos utilitarios asociados con actividades productivas (desdevasijas para cocinar y torteros y agujas para textilería, hasta martillos para trabajarmetal) fueron cuidadosamente combinados bajo ciertos parámetros y localizados endiferentes áreas. Es de notar que el patrón de distribución diferencial de diferentesofrendas persistió casi sin variaciones en el espacio que hemos trabajado a través de losaproximadamente 300 años de ocupación Ychsma.

La presencia de una variedad de artefactos relacionados con la producciónartesanal sugiere la existencia de un área cercana de producción actualmente enterrada.En anterior oportunidad la evidencia de producción textil y alfarera ha sido reportadaen las Pirámides con Rampa I (de ahora en adelante: PCR) (Jiménez Borja, 1985: 42)y III (Eeckhout, 2003: 147) situadas al noreste de nuestra excavación.

En contraste a aquellos indicadores, creemos que nuestros hallazgos pueden estarrelacionados con la preparación de fardos funerarios. La evidencia es más consistentepara las actividades textiles, especialmente para las fases de hilado. Además de ciertonúmero de husos y agujas de madera fragmentados ya mencionados, hemos recuperadovarios piruros y especialmente una apreciable cantidad de torteros (discos con orificiocentral que se encajan en el huso) en varios estadios de manufactura. Los torteros fueronhechos de tiestos reciclados de cerámica (especialmente cuerpos de vasijas medianas agrandes) y típicamente midieron de 5 a 7 cm de diámetro y de 7 a 12 mm de grosor. Supeso y dimensiones nos sugieren que fueron usados para trabajar hilos relativamentegruesos y burdos. Muchos torteros fueron descartados por defectos o accidentes en sumanufactura. Varios fragmentos de tejidos e hilos recuperados nos señalan que la fibraque preferentemente se estaba hilando era el algodón.

Por otro lado, también hemos hallado pequeñas cantidades de cinabrio y pinturaocre en contextos secundarios, así como del interior de algunas conchas bivalvas, y lapresencia algo recurrente de yunques y al menos un martillo de piedra (posiblementediorita) para el trabajo de metal. Cabe señalar sin embargo que la evidencia disponibleno permite plantear la existencia cercana de un taller para procesamiento de metal en elárea inmediata a nuestra excavación.

Todos estos hallazgos pueden parecer dispares hasta que consideramos el ampliocontexto en que se encuentran. Desde nuestro punto de vista es posible establecerrelaciones innegables con el tratamiento mortuorio recibido por los miembros de lasélites durante este periodo. Muchos entierros han sido huaqueados o excavados

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científicamente en Pachacamac y en otras partes de la costa central (e.g., Kaulicke,1997). Como se sabe, la mayoría, sino todos los fardos funerarios fueron envueltos concapas consecutivas de telas de algodón, provistos con máscaras de madera pintadas concinabrio o hechas de tela igualmente pintadas, además de pectorales hechos con láminasde metal diversamente decorados (3). Pensamos que al menos desde le mitad del PeriodoIntermedio Tardío hasta fines de este mismo periodo, una parte de esta zona dePachacamac pudo haber servido como área de soporte laboral de los ambientes detrabajo propiamente dicho y como zona para el descarte ritualizado de los desechos deproducción. En cualquier caso, nos parece razonable estimar la cercanía espacialaltamente probable de los talleres donde se producían textiles y artefactos de metal,además de otros productos, todos ellos materiales necesarios para las momias de loslíderes muertos que se enterraban en el sitio.

Nuestro planteamiento puede ser también relevante considerando la hipótesisformulada por Peter Eckhout (2000), respecto de que las PCR funcionaron comopalacios y mausoleos de los señores Ychsma, en modo semejante a las “ciudadelas”Chimú. Esta propuesta induce a preguntarnos acerca del personal y las actividades deservicio de las residencias de élite. Pensamos que las excavaciones fuera de los edificiosmonumentales amurallados, como las efectuadas en la Plaza de Los Peregrinos,revelarán el otro lado de la moneda: los restos de las actividades cotidianas de la genteque trabajaba para Pachacamac, que ofrendaba a Pachacamac y que servía a sus señores.Creemos que contextos de este tipo, tal como demuestran nuestras excavaciones, seencuentran en varias áreas del sitio y no únicamente concentradas en el amplio sectorque se extiende entre la segunda y tercera murallas.

3. 4. Veneración y entierro de cántaros

Los niveles más profundos alcanzados en la trinchera 1 durante el 2003, quecomo ya hemos dicho se trata de una profundidad modesta, corresponden a las etapastempranas del Periodo Intermedio Tardío, alrededor de 1000 - 1100 d.C. (véase Cuadro1), quizás incluso abarcando la parte terminal del Horizonte Medio. En estos niveles,junto con tiestos Ychsma tempranos frecuentemente decorados con incisiones en elcuello (Fig. 7), recuperamos ocasionales tiestos polícromos de estilo Epigonal (Uhle,1903; Fig. 8) e incluso fragmentos de cerámica Lima tardíos (Fig. 9) que fuerondisturbados por la excavación de los hoyos de ofrendas Ychsma, varios de ellosapreciablemente profundos.

Nuestras excavaciones revelaron que en estos niveles el área abarcada por latrinchera 1 estuvo ocupada por los restos completos o parciales de al menos diezespacios cerrados, correspondientes a pequeñas cercaduras soterradas de forma circularo rectangular (circa 1,0 a 1,5 m de diámetro o largo máximo) demarcadas por hileras deadobes y/o piedras (Figs. 10-11). Tales cercaduras sirvieron como escenario para lo que

(3) Al respecto, veáse las fotos de los fardos funerarios de Pachacamac excavados por Uhle(Kaulicke, 2000: Figs. 1-6).

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Fig. 7 – Fragmentos de estilo Ychsma con decoración incisa recuperados de laTrinchera 1 en la Plaza de Los Peregrinos. Foto por Izumi Shimada.

Fig. 8 – Fragmentos de estilo Epigonal recuperados de los niveles inferiores de laTrinchera 1 en la Plaza de Los Peregrinos. Foto por Izumi Shimada.

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nosotros denominamos actividad de “veneración y entierro de cántaros” (4). Todas estasvasijas fueron enterradas de manera especial dentro de los espacios delimitados a modode cercaduras.

La presencia de una cercadura cerca de la esquina sureste de nuestra trinchera fuedetectada tempranamente por las ondas del radar. Allí, dentro del primer metro deexcavación, registramos una depresión oval de aproximadamente 1,7 x 2,5 m (Rasgo13) rellenada con tierra bien consolidada mezclada con tiestos de cerámica y piedras. Talcomo se aprecia en las figuras 5, 6, 10, 11 y 12, este rasgo persistió extendiéndose hacialos niveles inferiores (véase discusión más abajo).

Fig. 9 – Fragmentos de estilo Lima tardío recuperados de los niveles inferiores de laTrinchera 1 en la Plaza de Los Peregrinos. Foto por Izumi Shimada.

(4) “Cántaros” es un término que, en esta oportunidad, usamos de manera genérica parareferirnos a vasijas de almacenamiento generalmente grandes con cuello estrecho y borde divergente.Algunas de ellas, sin embargo, por su forma, tamaño y ocasionales restos de hollín podrían sercatalogadas como ollas.

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El ejemplo mejor conservado de una cercadura circular de adobes conteniendoun cántaro fue el Rasgo 45 ubicado en la esquina noreste de la trinchera. Este contextoilustra una larga secuencia de actos simbólicos asociados con el entierro de las vasijas(Fig. 13). En primer lugar, es bastante claro que la construcción de la cercadura se inicióexcavando ligeramente un área circular y luego delimitándola con una hilera de adobesrectangulares (circa 20-22 cm de longitud y 18 cm de ancho) inusualmente delgados(6-8 cm de grosor), los cuales fueron plantados en forma oblicua, abiertos hacia fuera.Esta estructura se superpuso y dañó al menos dos cercaduras circulares pre-existentes

Fig. 12 – Plano 5 señalando varias cercaduras y cántaros en los niveles inferiores dela Trinchera 1 en la Plaza de Los Peregrinos.

Dibujado por Izumi Shimada y César Samillán.

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(una de las cuales fue registrada como Rasgo 52). Otra cercadura, esta vez de formarectangular, adyacente por el lado noroeste (Fig. 12) fue probablemente construida almismo tiempo que el Rasgo 45, ya que las paredes de ambas cercaduras estuvieroninterconectadas con mortero de arcilla. Los adobes empleados en la cercadura circular(Rasgo 45) fueron desbastados por una cara a fin de adelgazarlos y posteriormentecolocados oblicuamente con un ángulo hacia fuera de 30 grados con relación a lavertical. El mismo procedimiento de desbastado y colocación oblícua de los adobes fueregistrado en otras cercaduras semejantes (Rasgos 48 y 56. Fig. 12).

Fig. 13 – Dibujo de reconstrucción presentando la secuencia y los componentes dela “veneración y entierro de cántaros” en el Rasgo 45 de la Trinchera 1. Leyendas:A1 = cercadura inferior de adobe; A2 = muro de adobe; B = base de piedra tabular;

C = impronta de una esterilla tejida; D = impronta de una tela; E = adobes; F =cercadura superior de adobe; G = cántaro; H = argamasa de barro; I = caja demadera; J = objeto hecho de una serie de fajas tejidas en fibra vegetal; K = una

bolsa cónica tejida de fibra vegetal. Dibujado por Izumi Shimada y Steve Muller.

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La construcción de la cercadura, en el caso del Rasgo 45, continuó con laconstrucción de un piso de arcilla en el interior y con la localización de una piedra tabularen el centro y a ras de dicho piso. Luego se extendió sobre ella una esterilla tejida ydecorada (Fig. 13). Cierta cantidad de adobes y tierra fue colocada encima de todo estoa fin de sustentar el fondo cónico de un cántaro, el mismo que fue asentado en el centrode la cercadura exactamente sobre la piedra y la esterilla. Intermitentemente una seriede cañas fueron colocadas en el relleno para estabilizar los adobes. Otra hilera de adobes,esta vez asentados verticalmente sobre uno de sus lados, fue colocada sobre la primerahilera que hacía de base de la estructura, a la par que una pequeña caja de madera condecoración exterior incisa fue cuidadosamente colocada a un lado del cuerpo de la vasijay enterrada. Luego, más adobes y relleno de tierra fueron depositados hasta alcanzar elcuello del cántaro.

El acto final de esta compleja secuencia de entierro incluyó la localización de unaofrenda dentro de la vasija misma y de una bolsa (“canasta”) cónica tejida de fibravegetal enterrada a un lado y a nivel de la boca del cántaro, pero fuera de la cercadurapropiamente dicha. La ofrenda colocada en el interior de la vasija consistió en un objetode función indeterminada que fue hecho de una serie de fajas tejidas en fibra vegetal yunidas entre sí. Las fajas exhibieron una estructura en zig-zag con los bordes oscuros ymás delgados a ambos lados.

El entierro del cántaro descrito representa el ejemplo más elaborado que hemostenido oportunidad de documentar. En realidad, sospechamos que todo el proceso fuemás complejo. Otros ejemplos de entierros son variantes similares del caso que hemospresentado. Por ejemplo, el Rasgo 56A-C corresponde a un contexto que incluyó trescántaros, dos de los cuales fueron hallados juntos (Rasgos 56B y C) a menos de 50 cmal oeste del cántaro 56A (Figs. 12, 14). Al mismo tiempo, los cántaros 56B y C tuvieroncada uno un gran tiesto cubriendo sus bocas, además de otros tiestos similares y depiedras tabulares plantadas verticalmente alrededor de las vasijas como si estuvieranprotegiéndolas. Estos elementos estuvieron ausentes en el cántaro del Rasgo 56A.Ninguna de estas vasijas tuvieron alguna ofrenda preservada en el interior o exterior,pero las tres estuvieron en el interior de un espacio oval cercado por una pared de adobesrectangulares adelgazados y también plantados oblicuamente sin mortero de barro, entodo similar al Rasgo 45 descrito líneas arriba. Posteriormente la cercadura junto con loscántaros fueron enterrados cuidadosamente.

Algún tiempo más tarde, una nueva cercadura, esta vez más pequeña y hecha abase de piedras y adobes intruyó la cercadura subyacente. Sin embargo, el grupo socialque construyó la cercadura oval, o sus descendientes, posteriormente construyeron almenos otras dos cercaduras superpuestas sobre la cercadura original. Más tarde aún, enintervalos difíciles de precisar, al menos siete capas de tierra con alto contenido dearcilla fueron depositadas encima y compactadas. Nuestra prospección con radar habíadetectado estos rasgos como un todo, pero no los diferenció como cercaduras superpuestasy capas compactadas que, ahora sabemos, representan alrededor de 300 o más años decontinuidad.

De igual manera, hemos podido documentar una cercadura rectangular hecha depiedras (Rasgo 34) con un cántaro en su interior, cerca de la esquina noroeste de la

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trinchera, lo que representa otra variación del evento de entierro de cántaros (Figs. 10-12, y 15). Dicha cercadura fue construida sobre un piso nivelado a 1,80 m debajo de lasuperficie actual, usando básicamente piedras de cerro de la zona y grandes cantosrodados. Un bloque de piedra, el más alto entre todos, se ubica en el centro de la paredeste de la cercadura y presenta en una de sus caras 16 hoyos grabados de igual tamañoy uniformemente distanciados en hileras, de forma muy semejante a una piedralocalizada entre los dos cántaros del Rasgo 56 (Rasgos 56B y C. Fig. 16). Bordeandola cima de la pared este del Rasgo 34 se hallaron varios tiestos grandes de cerámica. Estoshabían sido colocados sobre su cara plana y de tal manera que crearon un piso“pavimentado” que conectaba a su vez con un piso de barro bien preparado quecircundaba la cercadura (Piso 8, Fig. 12).

Posteriormente, un gran cántaro con borde divergente fue asentado en formainclinada sobre el piso interior de esta estructura. Cierta cantidad de piedras y de rellenode tierra con alto contenido orgánico fue depositado cuidadosamente alrededor de lavasija para sustentar su inusual posición, presumiblemente para facilitar el acceso alcontenido de la vasija. De hecho, algunas piedras sirvieron como cuñas colocadas a laaltura de la parte media del cuerpo del cántaro. A medida que el relleno ganó altura, doshileras de piedra adicionales fueron colocadas sobre la pared de la cercadura. Luego,material orgánico aún no determinado y pobremente preservado fue localizado en elinterior de la vasija. La boca del cántaro fue tapada con dos piedras tabulares lisas quesirvieron como batán y chungo respectivamente (i.e., yunque y mano de piedra paramolienda; Fig. 15).

Fig. 14 – Cántaros correspondientes a los Rasgos 56A, B y C, Trinchera 1.Foto por Izumi Shimada.

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Fig. 15 – Cercadura de piedra y cántaro asociado correspondientes al Rasgo 34,Trinchera 1. Foto por Izumi Shimada.

Fig. 16 – Bloque de piedra con depresiones circulares grabadas en hileras. Lapiedra formó parte de la cercadura que definía el Rasgo 34 en la Trinchera 1.

Foto por Izumi Shimada.

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Una pequeña caja de adobe (Rasgo 42), asociada a otra cercadura parcialmentepreservada (Figs. 11, 17) con un gran hoyo circular vacío (donde pudo localizarse uncántaro no habido) ofrece otra perspectiva del entierro de cántaros. La caja en mención(con medidas interiores de 32 x 23 x 32 cm de profundidad) fue cuidadosamente hechacon adobes confeccionados a base de arcilla de grano fino de color amarillo claro yunidos con mortero de barro. Sobre la cima de su esquina suroeste se halló una cabezade porra de piedra de forma lobulada, y una piedra ovoide pulida que podría haberservido como una bola o piedra de honda. A unos 30 cm de distancia, fuera de la cajade adobes, se halló también un fragmento de cristal de cuarzo. Creemos que la caja y losobjetos de piedra constituyeron una ofrenda hecha a un cántaro enterrado más abajo quenuestras excavaciones no llegaron alcanzar.

Fig. 17 – Pequeña cercadura de adobe del Rasgo 42, Trinchera 1.Foto por Izumi Shimada.

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La variabilidad observada en el tamaño, forma, materiales y técnicas deconstrucción de las diez cercaduras excavadas y de los cántaros asociados sugiere quedistintos grupos que compartieron ciertas creencias básicas efectuaron estos entierrosy su subsecuente cuidado y veneración. La superposición de cercaduras y deposiciónintencional de capas sucesivas de tierra sugieren que hubo una memoria colectiva socialo simbólica notablemente perdurable que vinculó los cántaros y cercaduras en uso conaquellos enterrados, así como una evidente continuidad social o incluso identidadbiológica de los individuos que ocuparon o utilizaron el área a través de un considerableespacio de tiempo. A pesar de que aún no hemos iniciado los análisis de la cerámica, cabeconsiderar la posibilidad de que los tiestos provenientes de los pisos y los cántarosmismos correspondan a distintas fases dentro de la tradición alfarera Ychsma.

Pero ¿cuál fue el significado de los cántaros enterrados? Desconocemos aún susignificado simblico preciso, aunque considerando el habitual uso de estas vasijas en lapreparación y almacenamiento de chicha, puede sugerirse que habrían desempeñado unrol importante en los ritos propiciatorios o en el culto a los ancestros. Informaciónderivada de las campañas de extirpación de idolatrías durante el siglo XVII nos brindainterpretaciones complementarias y plausibles. Por ejemplo, en 1662, varios testigos enla pequeña comunidad de Mangas, al noreste de Cajatambo en la cabecera del valle dePativilca, describieron cómo los miembros del ayllu local, Cotos, veneraban y danzabanhaciendo ofrendas de plata y otros artículos a un ídolo femenino llamado Coya huarmi,representado por un cántaro cuidadosamente vestido y ataviado (e.g. con collares ycinturones) (Duviols, 1986: 328-344). Se decía que Coya huarmi y su hermano,Condortocas, progenitores del ayllu, habían venido de la costa. Estos y otros testimonios(Duviols, 1986: 328-391) sugieren que en la región de Cajatambo, hubo un amplio cultocentrado en cántaros antropomorfizados femenino y masculino, de diferentes tamañosy colores, que representaron a la hermana y hermano primordiales.

Otro documento, también proveniente de la región de Cajatambo y fechado hacia1662-1663 (Polia, 1999: 503-504) relata una adoración similar de vasijas de cerámicaque fueron envueltos en piel de llama o vestidos como mujeres y que sirvieron comooráculos que atendían peticiones y preguntas. Se contaba también que las vasijasrealizaban favores de acuerdo a la cantidad de bebida (agua o chicha) mantenida en ellas.En la medida en que las vasijas frecuentemente sirvieron para almacenar agua, tambiénfueron empleadas como objetos especiales en el culto al agua.

El registro etnohistórico mencionado es altamente sugestivo, pero cabe destacarque no contamos en el presente ni con una buena correspondencia entre el tratamientode los cántaros que hemos registrado arqueológicamente en Pachacamac y los datoshistóricos, ni con una clara conexión cultural entre la ocupación del Periodo IntermedioTardío en este sitio y las regiones serranas mencionadas anteriormente. Al mismotiempo, estos registros etnohistóricos sugieren la amplia distribución del uso prehispánicode vasijas como sustitutos de deidades o de ancestros míticos o reales para aquellosquienes no tuvieron acceso a sus íconos, tumbas o lugares de veneración más prestigiosos.¿Pudieron los cántaros ser usados de esta manera por aquellos grupos sociales que notuvieron acceso a los espacios más sagrados del Templo de Pachacamac?

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Como Whitley (2002: 122-123) nos recuerda, “… rites of burial and rites of‘ancestor worship’ are ritually and often spatially distinct.” (5) Sea cual fuese laexplicación, enfatizamos la posibilidad de que la variabilidad observada en los cántaros,así como en las cercaduras que los contienen y en su tratamiento de entierro, es altamentesugestivo de la coexistencia de varios grupos sociales.

Los cántaros que hemos documentado intruyeron los pisos más profundos denuestra excavación (circa 1,70 m de debajo de la superficie). Un vaso llano de cerámicatipo kero fue hallado asentado en un corte sobre uno de estos pisos profundos, junto alfeto de una llama. Muy cerca, identificamos un entierro de un adulto masculino, el cualfue introducido con cierta dificultad dentro de una fosa pequeña. Su cabeza, que sehallaba desarticulada y que había sido orientada dando cara al Templo de Pachacamac,fue colocada exactamente sobre el cuerpo flexionado y envuelto en una teladesafortunadamente desintegrada. La presencia de dos bordes de matricescorrespondientes a dos fosas diferentes sugiere que la fosa original fue abierta entiempos antiguos para remover la cabeza y colocarla en la posición mencionada. Estoshallazgos, junto con la presencia de algunos tiestos de cerámica de estilo Epigonal,sugieren que nuestra excavación del 2003 se detuvo en niveles correspondientes al finaldel Horizonte Medio o a un tiempo muy cercano. De hecho, un fechado radiocarbónicoobtenido de un fogón asociado a este nivel (Piso 7) nos arrojó un resultado de 1000-1200A.D (según el fechado 950 ± 50 BP calibrado a 2 sigmas proveniente de la muestra Beta–184644).

4. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Resulta evidente que la visión habitual del sitio de Pachacamac ha sido en granmedida modelada por la información etnohistórica y por lo que es visible en el sitio, porejemplo: fuerte condicionamiento en nuestras interpretaciones por las evidenciasprehispánicas de periodos tardíos, omnipresencia de edificaciones monumentales oespacios de naturaleza religiosa para uso de la élite en gran parte del sitio. A pesar desu número y tamaño limitado, las excavaciones de nuestra primera intervención enPachacamac demuestran que es posible superar visiones parciales, estáticas y simplistas.

Los recientes hallazgos en la Plaza de Los Peregrinos, por ejemplo, ilustran nosolo la continuidad e intensidad de la ocupación en el lapso que, por lo menos, va de finesdel Horizonte Medio al Horizonte Tardío, sino también su dinámica y caráctercambiante. Entre las varias conclusiones preliminares de nuestras excavaciones almomento realizadas, se pueden señalar en esta oportunidad las siguientes:

1) Como hemos planteado inicialmente, hemos corroborado que debajo de laplaza inca de Los Peregrinos existen numerosos y diversos restos de ocupaciónprehistórica, superpuestos y consecutivos a través de un espacio de tiempoque se extiende al menos del 600 d.C. (Lima tardío) al 1460 d.C. (Ychsmatardío). Es pertinente anotar que aún cuando la ocupación Lima tardío fuedeterminada a partir de la presencia de tiestos de cerámica dispersos y algunossegmentos muy destruidos de paredes de adobitos, no procedimos a una

(5) “Con frecuencia los ritos funerarios y los ritos de ‘veneración a los ancestros’ son ritual yespacialmente distintos.” (traducción de los autores)

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investigación detallada de tales restos en la medida que solo alcanzamos estosniveles precisamente al finalizar nuestra temporada del año 2003.

2) La naturaleza del uso del espacio anterior a la construcción de la plaza incacambió a través del tiempo. Durante la dominación inca del sitio, la plazaparece haber sido un amplio espacio, plano y limpio, subdividido por unacalzada con dos filas de pilastras que sigue un eje longitudinal suroeste/noreste. Durante el predominio Yschma del sitio, el mismo espacio parecehaber sido dividido en áreas funcionalmente diferentes, cada una con un tipode arquitectura, extensión y densidad particulares. Estas ocupaciones pre-Ychsma quedan aún por ser definidas.

3) Durante la ocupación Ychsma, la porción de la plaza que se extiende frentea la plataforma del Ushnu inca (lado norte) fue escenario de intensos ycontinuos eventos de deposición de ofrendas, focalizados especialmente enel “entierro y veneración de cántaros”. Tales cántaros fueron localizadosdentro de espacios soterrados circulares, ovales o rectangulares, y delimitadospor cercaduras de adobes y/o piedras. La extensión espacial de estos usosrituales también son tarea por enfrentarse en el futuro, aunque los datos denuestra prospección por radar sugieren que se trata de un espacio confinadoa la porción central de la mitad este de la plaza.

4) Las ofrendas tipo hoyos o concentraciones de restos diversos fueronespacialmente diferenciadas, ya sea agrupándolas en la cima o alrededor delas cercaduras subyacentes.

5) La diferenciación espacial y agrupación de ofrendas presentó una fuertecontinuidad a través del tiempo, sugiriendo que cada agrupación puederepresentar efectos acumulados de ofrendas y otras actividades ritualesrealizadas a través de varias generaciones por un grupo social o étnicoespecífico.

6) Los daños parciales o incluso la casi completa destrucción de muchascercaduras y ofrendas más tempranas fue el resultado de la construcción decontextos similares posteriores, lo que sugiere enfáticamente que el procesode la ejecución del ritual (incluyendo la construcción de las cercaduras) fuemás importante que lo ofrecido, enterrado o construido.

7) La naturaleza de las ofrendas documentadas se encuentra básicamenterelacionadas con la subsistencia básica (pesca y agricultura) y con otrasactividades productivas (e.g., textilería de algodón).

8) Dada la frecuencia de alimentos que fueron dejados expuestos a la intemperie,el área puede haber tenido una condición especial en términos de salubridad,maloliente e infestado de moscas durante los meses de verano.

9) Hay indicios que sugieren que pudieron haber existido no muy lejos del lugarde las ofrendas talleres de textilería o para trabajo del metal, los cualesprodujeron los artículos necesarios para la preparación de fardos funerarios.De hecho, parte del mismo espacio puede haber sido usado para entierros dela élite.

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Cabe recordar, con relación al punto 6, el hecho reconocido de que la sustanciareal de las ofrendas que se hacen y la participación propiamente dicha en los ritualesasociados (incluyendo experiencias sensoriales y corporales) se encuentran estrechamentevinculadas, y por lo tanto definen de manera crucial el verdadero significado de lasofrendas mismas (p.e. Turner, 1969; Pfaffenberger, 2001). Esta perspectiva puedeayudarnos a comprender la lógica cultural que subyace a la construcción y superposiciónrepetida de las cercaduras documentadas, especialmente de los Rasgos 13 y 45. Si bienesta actividad de construcción repetida dañó o destruyó las cercaduras y ofrendas mástempranas, también sirvió para renovar el espacio y poder sagrados que las cercadurasy los cántaros asociados representaban, y en esa medida validar los lazos espirituales delos participantes en el ritual. En este sentido, creemos que las creencias que subyacena la renovación de las cercaduras, tal como ha sido documentada en la Plaza de LosPeregrinos, pueden muy bien ser similares a, o derivados de, la antigua y ampliamentedistribuida (tanto en la costa como en la sierra) tradición de “entierro ritual de templos”,iniciada en tiempos del Precerámico tardío (p.e. Burger & Salazar-Burger, 1980; Izumi& Terada, 1972; Shady & López, 2003). La hipótesis es razonable tomando en cuentaque los seis episodios de renovación arquitectónica documentada en la Huaca de LaLuna en el valle de Moche presentan que esta tradición de entierro masivo de estructurasy frisos más antiguos persistió al menos hasta el siglo VII d.C. (Uceda, 2001: 58-62) yque en el Montículo II de Huaca Soledad en el Complejo de Batán Grande, valle de LaLeche, los cuatro templos superpuestos que lo componen, cada uno de los cuales fueenterrado con un relleno artificial cuidadosamente preparado que incluyó capas de hojasde algarrobo (Prosopis pallida) (Shimada, 1986: 173-175), abarcan en conjunto unlapso que va del Periodo Intermedio Temprano al Horizonte Tardío. Los ejemplosciertamente pueden multiplicarse, lo que demuestra una continuidad cultural que almenos en sus rasgos más saltantes parece difícilmente rebatible. Postulamos por ello,y a manera de hipótesis, que los conceptos subyacentes al entierro ritual de templos yal entierro de cántaros pudieron contener el mismo interés básico en renovar y reforzarla conexión simbólica entre la población y sus “huacas” sagradas.

Similarmente, el uso de piedras sin modificación alguna o de fragmentos decerámica como ofrendas cuestionan nuestra noción etic; es decir, nuestra perspectivadesde fuera del contexto cultural original de las ofrendas rituales. Siguiendo lasdescripciones históricas que dan cuenta que el acceso al interior del recinto sagrado dePachacamac estuvo restringido a las élites, y considerando el alto estatus de los entierrosque Uhle (1903) excavó en la base del Templo de Pachacamac, podríamos haberesperado el hallazgo de ofrendas de alta calidad y/o extraordinaria naturaleza en nuestratrinchera. Pero tal expectativa no parece ser del todo apropiada. A diferencia delpensamiento occidental moderno que considera los objetos, tales como las piedras decampo y los tiestos de cerámica, como elementos inanimados que existen por sí mismos;los pueblos prehispánicos que depositaron estos restos frente al Templo de Pachacamacpueden haberlos considerado como poseedores de alguna forma de espíritu o fuerzavital, y por consiguiente pudieron haber interactuado con ellos de una manera especial.Bajo este razonamiento y dentro del contexto de los eventos rituales, parece oportunoconsiderar algunas ideas de Walker (2001: 88), quien nos advierte que

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“For impractical objects, ... what they mean is far more important than whatthey do.” (6)

No cabe duda pues que el significado cultural de las ofrendas que nosotros hemosdocumentado se entienden mejor en su propio contexto social y ritual. Postulamos porello la hipótesis de que los cántaros y sus espacios cercados (i.e. huacas) simbolizaronancestros míticos o reales, y que su mantenimiento, a través del ofrecimiento de nuevasofrendas y de la renovación de cercaduras, sirvió para definir y reforzar la identidad ycohesión de los grupos sociales involucrados. Si la tradición de entierro y veneración decántaros fue realizada únicamente durante el período Ychsma en Pachacamac, o siempezó en una época anterior, es un tema que queda por ser evaluado. De igual manera,queda en espera la clarificación de si esta práctica incluyó solo a aquellos grupos socialesque no tuvieron acceso a las áreas fúnebres de sus ancestros y/o a los templos. Por elmomento nuestra hipótesis de que el entierro y la veneración de cántaros, así como larenovación de las cercaduras asociadas, fueron realizadas por diferentes grupos socialesprovenientes de distintos lugares, viene siendo examinada mediante dos procedimientoscruzados: análisis de activación de neutrones de fragmentos de diferentes cántaros yanálisis de las diatomeas contenidas en los diversos adobes usados en la construcciónde cercaduras y muros asociados.

En suma, a pesar de la extensión limitada de nuestra excavación durante el año2003 en la Plaza de Los Peregrinos, creemos haber demostrado la importancia delmuestreo en zonas no monumentales que tradicionalmente no han recibido muchaatención dentro del sitio, haciendo uso de una visión dinámica y diacrónica en pro decaracterizar la naturaleza y variabilidad de la ocupación humana de Pachacamac.

Agradecimientos

Nuestro trabajo de campo fue autorizado mediante Resolución Directoral N° 00166 delInstituto Nacional de Cultura y sustentado financieramente por la National Science Foundation(BCS-0313964), National Geographic Society (Grant 7472-03), y Heinz Family Foundation.Agradecemos profundamente la participación de todos los miembros del proyecto, peruanos yextranjeros, a los obreros especializados y en particular a nuestros jóvenes arqueólogos HugoIkehara, Mónica de la Vega, Alejandra Mendoza y Daniel Saucedo. Go Matsumoto elaboró elplano digital del sitio de Pachacamac que aparece en la Figura 1. El Dr. Hartmut Tschauner tuvoa bien facilitarnos el uso de un GPS de alta precisión para ajuste de medidas en el campo. El Dr.John Jones de la Washington State University (EE.UU) dirigió los trabajos de extracción desedimentos en la Laguna de Urpay Wachak.

(6) “Respecto de los objetos poco prácticos... es mucho más importante su significado que suempleo utilitario.” (traducción de los autores)

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539LOS PALACIOS EN LA COSTA CENTRAL DURANTE LOS PERIODOS TARDÍOSBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 539-570

LOS PALACIOS EN LA COSTA CENTRALDURANTE LOS PERIODOS TARDÍOS:

DE PACHACAMAC AL INCA

Luis Felipe VILLACORTA O. *

ResumenRecientes estudios para la costa central del Perú han evidenciado que durante el periodo

Intermedio Tardío (S. XI a XV d.C.) la arquitectura del poder estuvo íntimamente ligada a un tipoparticular de edificio: la residencia de elite o palacio. Las evidencias también indican que luegode la ocupación Inca de la misma región (S. XV), esta variedad de edificio conservó su vigenciacomo símbolo distintivo del poder político de las elites gobernantes (v.g. curacas). La persistenciade los palacios de tradición local como referentes del ordenamiento político de la llamadaprovincia inca de Pachacamac —al menos en la parte correspondiente al río Rímac— pone enevidencia un tema siempre actual en la discusión arqueológica: ¿cuáles fueron las característicasde la dominación política resultado de la ocupación inca de esta parte del Tahuantinsuyo? y ¿cuálfue la reacción de las elites locales ante el nuevo orden representado por este acontecimiento?

El presente artículo desarrolla este tema a partir de la definición de los atributos formalesde los palacios, la descripción y uso de los artefactos asociados a los mismos, así como del análisisde las fuentes históricas que dan cuenta de las características particulares de la sociedadprehispánica tardía de la Costa Central.

Palabras claves: Monumental, palacio o residencia de elite, chaupiyunga, ushnu, inca.

LES PALAIS DE LA CÔTE CENTRALE DURANT LES PÉRIODES RÉCENTES :DE PACHACAMAC À L’INCA

RésuméDes études récentes portant sur la côte centrale du Pérou ont mis en évidence le fait que

durant la période Intermédiaire récent (XIe au XVe s. dne) l’architecture reliée au pouvoir étaitétroitement liée à un type particulier d’édifice : la résidence d’élite ou palais. Les donnéesindiquent également que durant l’occupation inca dans la même région (15-16e siècles), ce typede bâtiment conserve toute son importance en tant que symbole spécifique du pouvoir politiquedes élites gouvernantes (c'est-à-dire les curacas). La persistance des palais de tradition localecomme référents de l’organisation politique de ce que l’on appelle la province inca de Pachacamac

* Director del Museo Raimondi – Lima. Miembro ordinario del Instituto Riva Agüero - PUCP.E.mail: [email protected]

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— tout du moins dans la zone correspondant au fleuve Rimac — met en evidence un thèmetoujours d’actualité dans le débat archéologique : quelles furent les caractéristiques du contrôlepolitique résultant de l’occupation inca dans cette partie du Tahuantinsuyu ? Quelle fut la reactiondes élites locales face à l’ordre nouveau issu de la conquête ?

Cet article développe ce thème à partir de la définition des attributs formels des palais, ladescription et l’usage des artefacts associés à ceux-ci, ainsi que l’analyse des sources historiquesqui rendent compte des caractéristiques particulières de la société préhispanique récente de lacôte centrale.

Mots clés : Monumental, palais ou résidence d’élite, chaupiyunga, ushnu, inca.

PALACES ON THE CENTRAL COAST DURING THE LATE PERIODS: FROMPACHACAMAC TO THE INCA

AbstractRecent studies on the central coast of Peru have shown that during the Late Intermediate

Period (11th to 15th centuries A.D.) the architecture of power was closely linked to a certain typeof building: an elite residence or palace. The evidence also indicates that after the Inca occupationof the above-mentioned region (15th century) this kind of building retained its effectiveness asa distinctive symbol of the political power of the governing elites, i.e. the curacas. The fact thatlocal-style palaces continued to exist as referents of the political ordering of the so-called Incaprovince of Pachacamac (at least in the Rimac area), throws light on a topic that is still currentin archaeological debate: What were the characteristics of the political domination that resultedfrom the Inca occupation of this corner of Tawantinsuyu? And what was the reaction of the localelites when faced with the new order that arose from this event? The present article develops thistopic via the definition of the formal attributes of palaces, their description and the use of artefactsassociated with them, as well as the analysis of historical sources that document the particularfeatures of late pre-Hispanic society on the central coast.

Key words: Monumental, palace or elite residence, chaupiyunga, ushnu, Inca.

INTRODUCCIÓN

El curso inferior de la cuenca del Rímac fue el más importante y extenso delsistema de valles de Lima, integrado además por los tramos bajos de los ríos Chillón yLurín. En su conjunto, los valles bajos de estas tres cuencas conformaron prácticamenteuna unidad agropecuaria e hidráulica conocida tradicionalmente como “Costa Central”(ver p.e. Rostworowski, 1978; 1989; Bonavia, 1991; Eeckhout, 1999; 2000; Cornejo,2000; etc.). La importancia estratégica de la cuenca del Rímac, vislumbrada a partir desu mayor capacidad productiva, se manifiesta en su especial configuración geográficala que favorece en su curso inferior o bajo un amplio abanico aluvial. Esta circunstancianatural fue potenciada al máximo por las poblaciones prehispánicas mediante eldesarrollo de una impresionante red de canales, muchos de los cuales tienen susnacientes en la parte del cuello del valle, a la altura de las estribaciones andinas o vallemedio bajo del Rímac (Rostworowski, 1978; Villacorta, 2001).

El desarrollo de la red de canales significó en la práctica la integración a ladimensión económica costeña de una zona con características medioambientales

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particulares: la chaupiyunga (p.e. Rostworowski, 1978; 1981). Esta situación permitióa los grupos costeños tener tanto el crucial control de la red hidráulica que abastecía losfértiles campos del valle bajo como acceder a productos agropecuarios viables solo eneste tipo de ecosistema (v.g. chaupiyunga), los que además gozaban de alta estimaciónen el mundo andino (p.e. ají y coca costeña).

Estas condiciones, sumadas a los cambios de paradigmas que rigieron la regiónluego del Horizonte Medio, se vieron reflejadas en un desarrollo arquitectónico pococonocido e investigado hasta la fecha en este tramo del valle del Rímac, el mismo queen los periodos tardíos alcanzó su síntesis en una variedad de edificación: la residenciade elite o palacio. El presente estudio reseña las características principales de este tipode edificación, las particularidades que tuvo en el valle medio bajo del Rímac, así comolas dimensiones de su acción teniendo en cuenta los cambios en las relaciones de poderrepresentados en primera instancia por la hegemonía regional del oráculo de Pachacamacy luego durante la ocupación Inca de la “Costa Central”.

1. EL ÁREA DE ESTUDIO: GEOGRAFÍA, MEDIO AMBIENTE Y PAISAJECULTURAL

El Rímac es uno de los ríos de mayor caudal e importancia en la costa peruana.Su cuenca tiene una extensión aproximada de 3 500 Km2, discurriendo en direcciónSudeste-Noroeste a lo largo de 140 kilómetros de recorrido (IGM, 1989: 361). Susnacientes se ubican en la cordillera occidental de los Andes, en el nevado de Ticlio, auna altura cercana a los 5 000 m.s.n.m. El origen de sus aguas es glacio-níveo-pluvial,es decir se forman de la fusión de los deshielos de glaciales y nieves de las altas cumbresandinas, así como por las lluvias estacionales del verano austral. Por esta razón, y comola mayoría de ríos de la costa, su régimen de aguas es torrencial o irregular, con grandesavenidas durante la época de lluvias y una fuerte reducción del caudal durante el periodode estiaje. A pesar de ello, el Rímac es uno de los pocos ríos de la costa que mantienecaudal durante todo el año (p.e. Tumbes, Chira, Santa, Pativilca, Cañete, entre otrospocos ríos costeros).

El presente estudio se realizó en un tramo de 14 kilómetros de extensióncorrespondiente al valle medio bajo de la cuenca del Rímac, área que tiene comoextremos a los sitios arqueológicos de la Puruchuca (270 m.s.n.m.) y Huaycán dePariachi (575 m.s.n.m.; ver Villacorta, 2001; Fig. 1). Este sector del Rímac presentacaracterísticas geográficas particulares; así es evidente comprobar que el río en surecorrido a la altura de Ricardo Palma, Chosica y Chaclacayo es torrentoso debido a loestrecho de su cauce. Es solamente a partir de la zona de Huaycán y Carapongo que estasituación experimenta un cambio sensible. La superficie aluvial se amplíaconsiderablemente, aparecen en ambas márgenes grandes quebradas tributarias, cuyosconos de deyección forman en su parte baja importantes extensiones de superficiecultivable (p.e. cuenca de la quebrada Huaycoloro, Huachipa, Pedreros, Santa Clara,Monterrey, Barbadillo, Pariachi, etc.). Además el cauce es más amplio, la pendiente esmucho más suave y por lo tanto el discurrir de sus aguas es más pausado, observándoseun considerable ensanchamiento en el espejo de agua, lo que favorece las filtracionesy la alimentación de la napa freática.

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Un rasgo interesante a destacar es que este tramo de la cuenca posee una altaproductividad agrícola, tanto por la abundancia de agua superficial y subterránea, comopor las avenidas estacionales del Rímac, las que enriquecen con nutrientes el contenidode las aguas (limos), renovando la capacidad productiva de los suelos. Estas condicioneshan hecho posible que una hectárea del valle medio bajo del Rímac (entre Puruchucoy Huaycán) posea estándares de productividad similares a aquellos terrenos ubicados enel valle bajo, el área más rica de toda la cuenca del río (ONERN, 1975; ver Fig. 1).

Desde el punto de vista mediambiental el valle bajo del río Rímac forma parte deldesierto del Pacífico, cuyo clima se caracteriza por ser cálido en el verano y templadoen el invierno, alcanzado en esta última temporada índices de humedad relativa de hasta100 % (Brack Egg, 1996: 24-25). Estas condiciones se pueden generalizar para toda lafaja costera del Perú desde Trujillo hasta Tacna, especialmente en el área contigua allitoral Pacífico y por un ancho promedio de 20 km hasta las nacientes de las estribacionesde la cordillera de los Andes. Esta ecorregión ha sido denonimada como Chala o Costaen la famosa clasificación de Pulgar Vidal (1996: 33 - 59). Según este autor la regiónChala o Costa “se extiende desde la orilla del mar, a cero metros, tierra adentro hastadónde la pendiente alcanza los 500 metros” (Pulgar Vidal, 1996: 34).

Al respecto debemos indicar que estudios históricos han rescatado la vozindígena de “chaupiyunga” como el término que hace referencia al tramo de los ríos dela vertiente occidental cuyo clima es seco y soleado la mayor parte del año, donde noexisten las pronunciadas fluctuaciones de temperatura entre el día y la noche quecaracterizan a otras regiones altoandinas y que a la vez se encuentra fuera del alcancede las neblinas propias de la faja de territorio contiguo al litoral Pacífico. Estasespeciales condiciones climáticas hicieron prosperar ciertos cultivos de valor económicoy simbólico importante para el poblador prehispánico, especialmente el ají y laapreciada variedad de coca costeña (capsicum sp. y erythroxylum sp. respectivamente;ver Rostworowski, 1989: 239-261). A partir de las mismas fuentes se ha establecido queel rango de altitud que define esta área oscila entre los 200 a 1 200 m.s.n.m. Es decir quedesde el punto de vista ecológico y cultural, el tramo del Rímac donde realizamosnuestras investigaciones corresponde a lo que en tiempos prehispánicos era conocidopor los indígenas costeños como chaupiyunga (Rostworowski, 1989: 246) (1).

Esta observación tiene un interesante correlato en la toponimia con la que seconoce a esta región del valle medio bajo del Rímac, ya que sabemos que la zona queactualmente conocemos con el nombre de Puruchuco es resultado de la composición dedos vocablos de origen quechua: puca y rucha (o algunas voces semejantes) (2), lo quetraducido al español y debidamente estructurado significaría “ ají rojo” . La importanciade esta toponimia se basa en que mediante ella se hace referencia expresa a las

(1) Los trabajos de Pulgar Vidal sobre las ecorregiones de los Andes hacen marcado énfasisen conceptos tradicionales, de evidente raíz prehispánica, los que influenciaron decididamente en laorganizan de su clasificación. Por razones que desconocemos no incluye el término que proponeRostworowski (v.g. Chaupiyunga). En todo caso, el aporte de la investigadora puede considerarse unacontribución que enriquece la perspectiva del primero.

(2) María Rostworowski, comunicación personal. Ver discusión sobre el término y otrosposibles significados en Jiménez Borja, 1988: 7-8.

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características medioambientales de la zona (cálida y soleada), las que son propiciaspara la siembra de esta variedad de cultivo (v.g. ají) como otros que pudieron crecer encondiciones semejantes (p.e. coca) (3).

Esta condición medioambiental adquiere una connotación especial si tenemos encuenta uno de los testimonios arqueológicos más impresionantes del valle bajo delRímac: su compleja y eficiente red de canales de regadío (Rostworowski, 1978). Estesistema hidráulico tiene sus nacientes en el denominado valle medio bajo, lo que poneen evidencia que desde el momento de la construcción de esta red (p.e. finales delintermedio tardío; Shimada, 1994: 122-123), se formalizó una estrecha relación con elcurso inferior de la cuenca del Rímac. Justamente importantes canales de la margenizquierda del Rímac como los ramales de Ate o Surco tienen sus nacientes a la altura deSanta Clara y las Salinas respectivamente (Cerdán & Pontero, 1793; ver Fig. 1).

Resulta evidente que la implementación de esta amplia red hidráulica permitióa los grupos costeños aumentar su frontera agrícola y elevar la productividad de suscampos. Ello les otorgó una gran ventaja con respecto a los grupos del valle medio y alto(la mayor parte de toda la cuenca), donde la gran mayoría de áreas de cultivo estabasometida al régimen de secano, lo que las hizo más vulnerables ante cualquier desarregloclimático o desastre natural. A su vez, la ubicación de las bocatomas de estosimportantes canales, en un nicho medioambiental distinto al del litoral vecino, permitióque los grupos costeros gozaran de un acceso directo a importantes recursos agrícolasde alta estima social, como el ají y la coca costeña.

2. HACIA UNA DEFINICIÓN DE CONCEPTOS: ARQUITECTURAMONUMENTAL Y “ PALACIOS O RESIDENCIAS DE ELITE”

El presente artículo pretende abordar lo que desde nuestra perspectiva representala manifestación más significativa de la arquitetura monumental de los periodos tardíosdel valle del Rímac: el palacio o residencia de elite (4). Sin embargo, debemos admitirque antes de entrar en detalles sobre las características de lo que denominamos“palacio”, es necesario precisar lo qué entendemos por “monumental”. Quizás la mayorriqueza de este término es la sensación imprecisa que deja, lo que le otorga una granversatilidad, ajustándose tanto a las diversas formas y escalas de la cultura materialcomo de la complejidad social. La ejecución de una obra de características monumentalesno se define a partir del tamaño o escala del edificio, sino por la magnitud de la inversiónsocial que la comunidad que la ejecuta está en posibilidad de realizar sin afectar supropia estabilidad. En ese sentido compartimos las ideas de Bruce Trigger quien definela monumentalidad de la manera siguiente:

“ Its principal defining feature is that the scale and elaboration exceed therequirements of any practical functions that a building is intended to perform”(Trigger, 1990: 119).

(3) La Dra. María Rostworowski fue testigo hace ya muchos años de plantas de coca cultivadasjunto con árboles de pacae en una chacra en la quebrada de la “Era”, esto es en la margen derecha delRímac, frente a Huaycán de Pariachi (comunicación personal).

(4) En el caso del presente estudio, y ante el estado actual de nuestras investigaciones,utilizamos ambos términos como sinónimos.

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Esta breve definición enfatiza la escala relativa de la construcción, resultandosuficientemente clara para percibir lo que la magnitud particular de lo monumentalrepresenta para una sociedad determinada, y en la que el concepto se entiende por elgrado de inversión social manifiesto en sus edificios, particularmente aquellos decarácter público. Ellos son testimonio de las capacidades tecnológicas (elementos ytécnicas constructivas) y sociopolíticas (organización y ejecución del proyectomonumental) de una sociedad en particular. Sin embargo, ¿cuál es el estímulo quemotiva la inversión, aparentemente innecesaria, en la construcción de un edificio cuyamagnitud excede las necesidades prácticas que satisface, cualquiera que sea su función?

La respuesta está en el concepto mismo de “monumento”, uno de cuyossignificados evoca la memoria o el recuerdo. Así, cada obra de escala monumentalpretende perpetuar un mensaje (Moore, 1996; Wason, 1996). El espacio monumental nodebe ser entendido sólo como la manifestación empírica de las capacidades coercitivasy productivas de los grupos que le dan origen, sino como un espacio que tambiénsimboliza diversos aspectos de la cosmología e ideología de la comunidad. Así porejemplo, puede ser la residencia de los ancestros, representar el orden y la estructurasocial o simbolizar el calendario de las actividades rituales (véase Rapoport, 1969;Anders, 1986; Salomon, 1995; entre otros). Las obras de escala monumental son elreflejo del poder de la comunidad, y en muchos casos están estrechamente ligadas a lasatribuciones exclusivas de las elites gobernantes. Jerry Moore afirma lo siguiente acercade la relación entre arquitectura y poder en los Andes:

“Monuments are public, although the public may range from few families to anation-state of millions. Monuments are structures designed to be recognized,expressed by their scale or elaboration, even though their meaning may not beunderstood by all members of a society” (Moore, 1996: 92).

Siguiendo la línea de nuestra investigación, un monumento tiene entonces comocaracterística intrínseca un carácter o componente público que simboliza un mensaje depoder, al margen de cualquiera que haya sido su función primaria (religiosa, residencial,administrativa o militar).

El otro concepto que utilizamos es “residencia de elite o palacio”, el que nosplantea como reto esclarecer y caracterizar la “función” de los edificios de nuestramuestra a los que definimos con este término. Ante la imposibilidad de realizarexcavaciones arqueológicas y debido a la escasez de publicaciones sobre los trabajos decampo previos en la zona, estamos limitados a inferir la función a partir de los atributosde la configuración arquitectónica, la misma que además nos brinda criterios sobrecronología relativa e interpretación de los patrones de organización espacial.

Asimismo hemos asumido tácitamente que este tipo de edificación (v.g. lospalacios) tendría características monumentales. Ello se debe a que en las sociedadesfuertemente estratificadas, como la descrita en las fuentes etnohistóricas para la costacentral (p.e. Cieza de León, 1986[1553]; Cobo, 1964[1639]), la residencia de ungobernante representa una manifestación de “pretensiones” públicas (su arquitecturadestaca de manera particular), un lugar de toma de decisiones (atribución administrativa)y la materialización del poder de sus ocupantes. De este modo asumimos que la

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“residencia de elite o palacio” difiere de otro tipo de construcciones que cumplen lamisma función residencial (casas de los comunes), y también de aquellos edificios quefueron hechos para satisfacer otras necesidades públicas (mausoleos —chullpas—,edificios religiosos, construcciones militares, etc.).

Antes de caracterizar desde el punto de vista arquitectónico a una residencia deelite o palacio, es necesario precisar el significado de este término y —sobretodo—cuáles son las funciones de esta variedad de edificación, tanto desde el punto de vistade la teoría antropológica, como de la propia experiencia de la arqueología andina.

Al respecto, Paul K. Wason (1996: 141) sostiene que las residencias de elite secaracterizan por disponer de un espacio más amplio que el resto de viviendas de lacomunidad que cumplen con el mismo propósito doméstico. Esta realidad se fundamentaen el hecho de que esta “casa” es también el espacio donde se atiende a otros gruposdistintos al de la familia del líder (v.g. la comunidad). Así, muchas de las facilidades quejustifican esta amplitud encuentran su explicación en la necesidad del líder por controlary atender aspectos como el almacenamiento de excedentes, la manufactura de objetossuntuarios, o la organización de la redistribución y las redes de intercambio. Lacentralización de todas estas actividades y recursos fue privilegio exclusivo del líder yfundamento de su status social. De esta manera, los rasgos descritos permiten vislumbrara la residencia de elite como una edificación que puede ser reconocida por:

a) sus características físicas;b) su tamaño “monumental”;c) su ubicación prominente;d) el uso de elementos y técnicas constructivas particulares o “más elaboradas”;e) el diseño y construcción unitario de la obra;f) por la asociación de múltiples componentes arquitectónicos formalmente

diversos como parte del mismo espacio construido, donde es posible distinguiráreas públicas y otras reservadas.

De acuerdo con lo expuesto, se puede sostener que el diseño de los edificios encuestión (v.g. palacios o residencia de elite), excede largamente a la sola funcióndoméstica. Su complejidad se sustenta en la centralización de la toma de decisiones—exclusivas de sus ocupantes principales—, que conciernen al control, transformacióny administración de los recursos materiales e ideológicos de una sociedad determinada.

Pero ¿cómo es posible percibir en la arquitectura y desde la perspectivaarqueológica —aplicada para el caso andino— aquellos rasgos en la ubicación,construcción y configuración de los edificios que permitan atribuir funciones de controly administración, propias del “palacio o residencia de elite”? Al respecto, Mackey(1987: 126) realizó un interesante sumario en la que se pueden distinguir sietecaracterísticas principales:

a) un sector de vivienda para el administrador;b) el control de otros asentamientos;c) la administración de recursos naturales, especialmente tierras y agua;d) el control de la fuerza de trabajo con objetivos económicos o militares;

e) colecta, almacenamiento y envío de bienes;

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f) realización de actividades ceremoniales y religiosas;

g) control de la producción manufacturera del Estado.

Los rasgos señalados por Mackey resumen diversos estudios hechos en distintasépocas y regiones de los Andes centrales; sin embargo, ellos no son excluyentes entresí, ya que son el resultado del distinto énfasis que los investigadores han atribuido a sustrabajos. Muchos de estos resultados no han sido inferidos sobre la base de laproblemática del presente trabajo (v.g., características de la residencia de elite opalacio). No obstante, se encuentran estrechamente ligados, debido a que forman partede la misma discusión: las relaciones de poder en la sociedad a partir del control yadministración de sus recursos, y una de sus manifestaciones empíricas, en este caso, laarquitectura.

Para los edificios que forman parte de la presente investigación, la atribución delas funciones señaladas en el listado previo solo tiene coherencia a partir de laidentificación de aquellos componentes arquitectónicos recurrentes en su configuración,que finalmente los relacionan entre sí, otorgándoles no solo una identidad funcional,sino también, cultural (p.e. Ychsma, Inca, etc.).

Así, y para el caso de la Costa Central en particular, definir las características dela arquitectura local ha sido siempre un problema difícil de abordar para los arqueólogosespecialistas en la problemática tardía. A pesar del registro de una cantidad importantede sitios en los valles del Chillón, Rímac y Lurín, con diversas expresiones monumentales,la discusión sobre la arquitectura tardía ha sido restringida a las formas presentes enPachacamac, particularmente al tipo denominado “pirámide con rampa” (de ahora enadelante: PCR). Esta construcción representó por mucho tiempo el paradigmaarquitectónico para la región, lo que limitó la discusión, al quedar excluidos de losanálisis edificios contemporáneos no menos importantes pero de distintas características(p.e. Ravines, 1985; UNI-FORD, 1994; Eeckhout, 1999; Villacorta, 2001).

Las pirámides del valle medio bajo del Rímac, exhiben características particularescon respecto a las de Pachacamac (ver Fig. 2; Villacorta, 2001). La configuración deaquellas de Huaquerones y Monterrey ubicadas en el valle del “río hablador” serestringe, en cuanto a sus componentes arquitectónicos se refieren, al volumen principal,patio, rampas y depósitos; prescindiendo de los demás componentes registrados en lasestructuras más elaboradas del santuario como los grandes depósitos (5), caminosepimurales, ingresos tortuosos o áreas compatibles con la actividad residencial (Paredes& Franco, 1987). Es también evidente el propósito de minimizar intencionalmente lainversión en materiales y mano de obra, como en el caso de Huaquerones, donde se hanaprovechado los desniveles de una estructura más antigua para la construcción de laspirámides de este complejo (6). Así, las pirámides del Rímac pueden considerarsemanifestaciones simplificadas de sus símiles de Pachacamac (ver Fig. 3).

(5) La presencia de depósitos ha sido comprobada para la PCR 3 de Huaquerones; sin embargolas dimensiones de estos depósitos cuadrangulares no se pueden comparar con aquellos enormes delas PCR de Pachacamac o incluso con otras del mismo Rímac, como los registrados en el “palacio” oConjunto Arquitectónico N° 5 del complejo arqueológico de Huaycán de Pariachi.

(6) Probablemente de la cultura Lima. Observaciones de campo del autor.

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Es así que por la simplicidad del trazo de las PCR del Rímac, donde los patios sonreducidos a espacios pequeños (7), los desniveles no son dramáticos y las plataformasson convertidas virtualmente en podios, lo que pone en relieve la intención de resaltaren su construcción solo sus atributos primarios o “canónicos”, los que finalmentepermiten reconocerlas como una misma variedad de edificio, y por lo tanto asumir apartir de la recurrencia de estos componentes arquitectónicos una función común a todoslos edificios de este tipo. Debido a las evidencias disponibles es difícil establecer lanaturaleza precisa de la función de las PCR. Eeckhout ha planteado que en el caso dePachacamac representan palacios donde residía la casta señorial de los Ychsma,organizada en un sistema de sucesión dinástica (Eeckhout, 1999).

(7) En los casos extremos, dichos patios difícilmente albergaron más de cincuenta personas(p.e. PCR 4 PCR 5 de Huaquerones; Villacorta, 2001).

Fig. 2 – Vista aérea de las PCR de Huaquerones (1944). ServicioAerofotográfico Nacional.

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Fig. 3 – Vista de las PCR N° 1, 2 y 3 de Huaquerones.

Ante las características mencionadas es difícil sostener la posibilidad que losedificios identificados en el Rímac, sensiblemente menores a los de Pachacamac,puedan haber sido utilizados como palacios. Si ellos albergaron a manera de residenciaa un curaca local, es evidente que el área que corresponde a esta función doméstica jamásfue considerada en el diseño del edificio, integrado solo por el patio, plataforma y, a lomás, algunos depósitos (Villacorta, 2001).

La reproducción o estandarización de los rasgos mínimos de las PCR tiene anuestro juicio otras connotaciones que estarían relacionadas a funciones de índolereligiosa y/o administrativa. Énfasis especial merece la “audiencia”, espacio público porexcelencia de estos edificios y que esta integrado por la(s) terraza(s) y el patio unidospor la rampa (8). Este diseño favorece un escenario de ejercicio del poder, remitiéndonosal acto de presenciar/dirigir reuniones en un entorno físico que condiciona y acentúa unarelación jerárquica (p.e. arriba y abajo; superior e inferior; pocos y muchos; etc.). Porla construcción sucesiva y recurrente de varios edificios de este tipo en un mismoasentamiento, los atributos públicos de su diseño y la ausencia de espacios residenciales,proponemos que las PCR corresponderían a estructuras de uso eventual y cíclico(Villacorta, 2001). Adelantando una opinión con respecto a su uso, consideramos quees posible vislumbrar que este modelo arquitectónico representó un escenario social

(8) Cabe indicar que el término “audiencia” es utilizado en el caso del Rímac para hacerreferencia a la asociación de una terraza que domina un gran patio al interior de un mismo conjuntoarquitectónico. Este componente arquitectónico es común a las PCR como a los palacios. Ellos son elespacio público por excelencia en ambos tipos de edificios, a los que se accede directamente desde elexterior por el único acceso que permite el muro perimétrico característico de estas construcciones (verVillacorta, 2001). El uso de este término (audiencia) no debe confundirse con aquel que hace referenciaa las estructuras en forma de “U” de las famosas ciudadelas de Chan Chan o los centros administrativosprovinciales Chimú (ver p.e. Andrews, 1980; Cavallaro, 1997; etc.). En cuanto a su función, lasaudiencias del Rímac serían análogas a las grandes plazas o patios interiores de las ciudadelas Chimú,las que, coincidentemente, también están dominadas por una terraza.

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donde los curacas del Rímac asumían la dirección de los eventos derivados de lasobligaciones locales que los vinculaban con el santuario de Pachacamac. El rango deobligaciones incluía el cultivo y procesamiento de los productos agropecuarios así comola elaboración de distintas manufacturas (cerámica, textiles, etc.). Estas labores eranrealizadas por distintos grupos locales, siguiendo turnos y eran renovadaspermanentemente al amparo y coordinación de esta variedad de estructuras. Lasdiferencias en su configuración (forma y tamaño) entre las de Lurín y el Rímac seexplicarían a partir de las posibilidades sociales y económicas de sus promotores (p.e.disposición de mano de obra, uso de excedentes, etc.), como a restricciones derivadasdel sistema político o religioso acordadas, impuestas o toleradas por Pachacamac. Sibien hasta la fecha no se han realizado trabajos de excavación arqueológicos sistemáticosen las PCR del Rímac, existen a nuestro juicio razones para suponer en este primer nivelde análisis que estas estructuras fueron contemporáneas con sus similares de Pachacamac.Sin embargo esta contemporaneidad tendrá que ser demostrada en un futuro próximo afin de confirmar tanto el aspecto cronológico como el tipo de relación (¿jerárquica?) quevinculaba las pirámides del Rímac con las de Pachacamac.

3. PURUCHUCO: UN PALACIO DEL HORIZONTE TARDÍO EN EL RÍMAC

Desde la perspectiva arquitectónica, y a pesar de las suspicacias que despertó surestauración entre la comunidad de arqueólogos de la época (9), Puruchuco muestracaracterísticas sincréticas en su fábrica, pues su construcción es resultado evidente dela confluencia de dos tradiciones distintas: aquella propia de los grupos localesdesarrollada durante el Intermedio Tardío, y otra de influencia Inca (ver Fig. 4; Cornejo,2000; Villacorta, 2001). Podemos definir como atributos arquitectónicos de la tradiciónlocal algunos rasgos que Puruchuco comparte con las PCR, a saber: el muro perimétricoque aísla al edificio, la existencia de un solo acceso, un patio interior y una terraza oplataforma que, junto con la última, configuran la audiencia.

Sin embargo Puruchuco exhibe características distintas de las PCR. Podemosmencionar el desarrollo horizontal de los volúmenes arquitectónicos así como laevidente intención de restringir el ingreso y circulación de personas más allá de laaudiencia. En su área reservada encontramos ambientes compatibles con la actividadresidencial; en otro sector aparecen asociados un patio con depósitos interiores. En elúltimo caso es evidente que el patio corresponde a zonas de laboreo donde se procesabanlos productos almacenados en los depósitos contiguos. Cabe indicar que durante lalimpieza de este patio se encontró un batán (10), hallazgo que se vincula al maízregistrado en los depósitos adyacentes (ver Fig. 5).

La dinámica de circulación restringida se reafirma en la clara intención decontrolar la movilidad de las personas que ingresan y transitan por el edificio, propósitomanifestado en vanos pequeños (portadas) y especialmente en corredores angostos.

(9) Ver discusión sobre la restauración de Puruchuco en Villacorta, 2004. Asimismo verdistintas atribuciones cronológicas de Puruchuco en Milla, 1974; Agurto, 1984; UNI-FORD, 1994.

(10) Comunicación personal de Arturo Jiménez Borja. En la actualidad este ambiente delPalacio aún exhibe el batán registrado durante los trabajos de limpieza.

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Fig. 4 – Puruchuco antes de su restauración. Foto Henri Reichlen, 1950. ArchivoSucesión Jiménez Borja.

Fig. 5 – Puruchuco antes de su restauración (1944). Aparecen señalados las áreasrelevantes para este estudio. Foto Servicio Aerofotográfico Nacional.

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(11) Si bien esta afirmación se puede generalizar, existieron algunas excepciones comoalgunas construcciones de Pachacamac o Mateo Salado.

Fig. 6 – Puruchuco luego de su restauración.

Asimismo, el diseño de ciertos ambientes del edificio favorece al control del ingreso ycirculación de las personas por sus patios y pasadizos. Estos atributos difícilmentepueden ser considerados casuales, considerando —además— que Puruchuco, comotodo conjunto arquitectónico de ese tiempo, muestra señales inequívocas de haber sidoel resultado del diseño y ejecución de un solo proyecto constructivo. Esto se deduce apartir de su tamaño “reducido”, su edificación en un espacio previamente definido porun muro perimétrico, así como por la continuidad de su trazo y la preponderancia de unasola técnica constructiva: la tapia (ver Fig. 6). Así —a diferencia de las PCR— es posibleafirmar que en Puruchuco las áreas compatibles con actividades residenciales o devivienda formaron parte original del diseño monumental del edificio (Gasparini &Margolies, 1977: 186; Jiménez Borja, 1988: 9, 13). Esta apreciación es particularmenteimportante, pues, luego del Horizonte Medio ocurrió un cambio de paradigma en laescala (¿y función?) de los edificios monumentales de la costa central: nunca más selevantaron construcciones de gran tamaño como aquellas de los periodos previos (v.g.,Camajarquilla, Maranga, Huaca Juliana, Huaca Trujillo o Catalina Huanca para elperiodo Intermedio Temprano y el Horizonte Medio; Villacorta, 2001; 2004 [11]).

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Por otra parte, la asimilación de componentes arquitectónicos de influencia Incaen Puruchuco es evidente; destaca el rectángulo o la típica “cancha” donde está“inscrita” la estructura (cf. Cornejo, 2000; Villacorta, 2001 —ver Fig. 5—). A ello sesuman los atributos ornamentales del estilo imperial cuzqueño, como vanos de formatrapezoidal, nichos triangulares y portadas de doble jamba (ver Figs. 7 y 8). Estos rasgosson compartidos, en mayor o menor medida, por otros importantes asentamientos Incasde la costa centro-sur, como Pachacamac (Shimada, 1991[1903], Uquira (Coello,1998), Incahuasi (Hyslop, 1985: fotos 52, 68), o Tambo Colorado (Gasparini &Margolies, 1977: fig. 184).

Ello no debe sorprender por que se sabe, gracias a las fuentes históricas, que lospalacios o residencias de los incas fueron una variedad de construcción común en laarquitectura del Cuzco imperial, de la que incluso existieron diversos tipos (p.e. palaciosen la ciudad del Cuzco, palacios de campo o de retiro así como palacios de funcionariosimperiales —adscritos a cuaracas, administradores provinciales, etc.—). Al igual quesus símiles costeños, los palacios cuzqueños estaban reservados solo para la máximaautoridad (el Inca), su panaca, aliados de elites provinciales y los más altos funcionariosde la burocracia imperial (ver Kendall, 1985: 56-67). Desde estos edificios se centralizababuena parte de la toma de decisiones ordinarias concernientes a la administración delimperio y sus provincias.

Por otro lado, los objetos hallados en Puruchuco convalidan la afirmación de queel edificio corresponde a una construcción del Horizonte Tardío (Villacorta, 2001;2004). Las evidencias son abundantes y representativas. Entre ellas destaca el hallazgode dos keros de cerámica que en sus características dejan apreciar la mezcla de

Fig. 7 – Portada de doble jamba de Puruchuco antes de su restauración. ArchivoMuseo de sitio Arturo Jiménez Borja-Puruchuco. Instituto Nacional de Cultura.

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elementos incas (p.e. forma) con otros de tradición local (p.e. representacionesiconográficas; ver Figs. 9 y 10). Otro hecho que convalida el carácter inca del sitio esel hallazgo de más de veinte quipus en 1956. Este descubrimiento ocurrió al exponer unmausoleo intacto del Horizonte Tardío que contenía tres fardos funerarios (uno con falsacabeza) enterrados en dos momentos distintos (Fig. 11). Todos los quipus fueronencontrados dentro de una olla cuya abertura estaba cubierta con un mate (Villacorta,2004; Urton & Brezine, Ms.).

Estudios recientes realizados en esta colección, en realidad “archivo de quipus”,han demostrado que un grupo significativo de ellos contenía información numéricarecurrente y estructurada en tres niveles jerárquicos (Urton & Brezine, Ms). Incluso losautores postulan que algunos kipus tienen un “segmento introductorio” que muy bienpodría identificar el topónimo del lugar de origen/destino de la información contenidaen el quipu, es decir “Puruchuco” (Urton & Brezine, Ms). Los estudios del “archivo dequipus de Puruchuco” aún se encuentran en proceso, sin embargo lo avanzado hasta lafecha es realmente alentador y brinda luces sobre el rol e importancia de este lugar enel esquema de orden político Inca de esta parte de la cuenca del río Rímac.

Siguiendo en este mismo tema, la función administrativa de Puruchuco se apoyatambién en el hallazgo de un número significativo, aunque indeterminado, de fieles debalanza. Estos instrumentos dan cuenta de actividades altamente especializadas yexclusivas, pues habrían sido utilizados para el control del peso de objetos de altaestimación en el mundo prehispánico como las hojas de coca. Por otra parte no puede

Fig. 8 – Vista del muro de los nichos triangulares apenas iniciada su restauración(circa 1953). Archivo Sucesión Jiménez Borja.

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Fig. 9 – Kero de cerámica dePuruchuco. Museo de sitio Arturo

Jiménez Borja-Puruchuco. InstitutoNacional de Cultura.

Fig. 10 – Kero de cerámica dePuruchuco. Museo de sitio Arturo

Jiménez Borja-Puruchuco. InstitutoNacional de Cultura.

Fig. 11 – Fardo de falsa cabeza de Puruchuco (1956). Archivo Museo de sitioArturo Jiménez Borja-Puruchuco. Instituto Nacional de Cultura.

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excluirse la posibilidad de que la audiencia haya sido el espacio de celebraciones deíndole religiosa o propiciatoria animadas por música y danzas; prueba de ello fue elhallazgo de instrumentos musicales como tambores, antaras y quenas (Villacorta,2004).

También es interesante constatar que en Puruchuco se realizaron detalladasobservaciones astronómicas. Esta fue seguramente la función principal del recinto delos “seis nichos”; el juego de sombras proyectadas en las hornacinas y sus variacionesa lo largo del año permitieron controlar el ciclo anual del sol mediante el seguimientode su movimiento en el horizonte (Wakeham Dasso, 1978 —ver Fig. 5 y 8—). La periciapara controlar esta información, así como su acceso, debió haber sido extremadamentereservada dada la ubicación de este ambiente en la zona privada del edificio.

Es así que desde la perspectiva definida en este artículo (v.g. su monumentalidadcon respecto a los paradigmas de su época, las características y complejidad formal desu arquitectura, los materiales recuperados de cada uno de los ambientes de estaestructura y por la función de muchos de estos objetos asociados), Puruchuco puede serdefinido como una residencia de elite o palacio, sede de la máxima autoridad local yprobablemente vinculada directamente al Inca. Las funciones del edificio no serestringieron al ámbito doméstico o residencial, sino que fueron más amplias,cumpliéndose también importantes tareas de índole económica, administrativa eincluso religiosa, cuya influencia involucraba a la comunidad adscrita al jefe étnico ocuraca (Villacorta, 2001; 2004).

4. LA OCUPACIÓN INCA DEL VALLE MEDIO BAJO DEL RÍMAC

La presencia Inca en el área de estudio se manifiesta en dos tipos de evidencia:la primera es la incorporación de criterios de edificación y ornamentación en laconstrucción de palacios cuyo ejemplo más característico es Puruchuco. La segundacorresponde a expresiones arquitectónicas que se basan en el trazo, a escala reducida,de criterios de emplazamiento y organización espacial semejantes a los denominadoscentros administrativos incas, los que consideran una serie de edificios tipo, comoushnus, kallancas, depósitos, etc. distribuidos en torno a una plaza (p.e. Gasparini &Margolies, 1977; Hyslop, 1990).

Emplazamientos del último tipo han sido identificados en la Puruchuca, San Juan(Fig. 12) y con reservas en Huaycán de Pariachi. Todos exhiben rasgos particulares; loque les otorga una apariencia poco usual en comparación a edificios semejantes deregiones costeras vecinas (Villacorta, 2001).

El único ushnu excavado es el de la Puruchuca, en cuya plataforma se encontróun ambiente elaborado de adobes cuyas paredes estaban finamente enlucidas de blanco;aquí se develó una columna redonda sobre la que aún se apoyaba un bowl de formasemicircular con un orificio precocción en su fondo (12) (ver Figs. 13 y 14). SegúnZuidema, uno de los objetivos específicos de los ushnus sería correlacionar e integrar

(12) Agradecemos al Lic. Daniel Guerrero por compartir esta información además de lasfotografías de este hallazgo a fin de ilustrar este artículo.

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Fig. 12 – Detalle del Palacio n° 2 de San Juan de Pariachi y las edificaciones deestilo Inca adyacentes donde destacan la plaza y

el ushnu.

Fig. 13 – Vista del bowl donde se aprecia orificio precocción. Fue registrado sobrela columna de abobes que aparece en la Fig. 14. Cortesía Daniel Guerrero.

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(13) Zuidema utiliza este término para hacer referencia a una columna o palo que no dabasombra cuando el sol, en determinadas épocas del año, se encontraba en su cenit (1989: 408 - 412).

los calendarios agropecuarios locales (p.e. de los grupos conquistados) a las necesidadesde la organización económica, religiosa y política del imperio (1989). Mediante lasactividades celebradas en los ushnus se formalizaban las relaciones simbólicas con losterritorios conquistados, los que tienen claras connotaciones político-administrativasimbuidas de un fuerte espíritu religioso. De esta manera se establecieron obligacionescalendarias con respecto a la siembra y cosechas de los campos de cultivo en el ámbitolocal y cuya producción se dedicaba al imperio del Cuzco. En ese sentido la orientaciónde La Puruchuca y San Juan de Pariachi, alineadas con respecto a los ejes cardinales, esuna evidencia de las consideraciones astronómicas tenidas en cuenta al momento de suconstrucción (Villacorta, 2001).

De acuerdo con las descripciones de los cronistas, el ushnu comprendía ademásde un escenario elevado para las celebraciones públicas, que podía ser una estructuraartificial (pirámide) o un promontorio natural, una serie de objetos relacionados con laparafernalia oficial del Tahuantinsuyo, a saber: una silla o banqueta, una columna omojón (13) y un recipiente para las libaciones, ya sea de chicha, sangre, cenizas o lamezcla de todos ellos. Hay que decir que el contexto en el que se registró el bowl halladoen la Puruchuca concuerda bien con esta definición, lo que favorece nuestra interpretación.

Fig. 14 – Vista de banqueta y columna de abobes enlucidos en blanco luego de lalimpieza. Cortesía Daniel Guerrero.

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Al margen de detalles relacionados con el canon arquitectónico imperial,preferimos enfocar la discusión en las implicancias de la dominación Inca de la región.En ese sentido, debemos decir que la evidencia de Puruchuco es categórica en señalarque el palacio continuó representando el paradigma arquitectónico de la región duranteel Horizonte Tardío. Esta visión puede darnos la impresión de una situación estática.Nada más lejos de la realidad (Guerrero, 2004; Cock & Goicochea, 2004). Múltiples sonlas evidencias en todos los sitios de la región que dan cuenta de cambios significativosen este tiempo: la cultura material se transforma visiblemente; así la conspicua alfareríalocal tiende a homogeneizarse estilísticamente, especialmente en lo que respecta a losalfares utilitarios, probablemente los más relevantes desde el punto de vista económico(Guerrero, 2004). Asimismo a partir de la llegada de los incas a la costa central, sedinamiza el intercambio de piezas de estilo imperial de distintas provincias vecinas, cosaque no se observa con la misma intensidad para el periodo previo (Guerrero, 2004). Dela misma manera todo parece indicar que las manufacturas textiles elevan su productividadcomo calidad (Rossana Mendoza, 2004). Maranga reverdece su antiguo esplendor y sedesarrolla el impresionante sitio de Armatambo (Daniel Guerrero, 2004), cuyo apogeoes acompañado por un santuario de Pachacamac sometido a intensas remodelaciones(Hyslop, 1990).

La evidencia de numerosos (y quizás nuevos) contingentes humanos en la regiónse confirma con la aparición de cementerios en quebradas antes escasamente ocupadas(p.e. Huaquerones y La Rinconada). Se puede afirmar, a partir de la recurrencia vista enlos ajuares funerarios registrados, que existió una especialización en las actividadeseconómicas en cada una de las poblaciones representadas en estos cementerios,dedicadas tanto a la elaboración de textiles como a la orfebrería respectivamente (Cock& Goicochea, 2004; Guerrero, 2004).

Por otra parte, en el estado en el que se encuentran nuestras investigaciones,resulta imposible postular siquiera una identidad histórica a la evidencias culturalesregistradas (¿nos encontramos ante el curacazgo de Lati?). Sin embargo la multitud deestructuras palaciegas y asentamientos complejos en el ámbito asociado a este canal noshablan de una compleja estructura social, la que hace insoslayable el auxilio de fuenteshistóricas que contribuyan a enriquecer nuestros modelos explicativos fundamentadosen el registro arqueológico.

Todo indica que en la región de estudio (valle medio bajo del Rímac) los incasrespetaron el antiguo sistema previo a su llegada, en virtud de la eficiencia con el quefuncionaba, y cuyos “cambios” probablemente se limitaron a elevar la productividadmostrada, pero sobre la base del tradicional sistema de organización costeño. Estesistema tuvo como símbolo en su nivel elemental, en lo material al palacio, y en lo socialla relación del curaca con su grupo étnico y la administración concertada de la fuerzadel trabajo. Muchos de los emplazamientos de estilo Inca registrados en el área deestudio representarían, más que una imposición coercitiva de los incas, una manifestaciónde las habilidades diplomáticas de los curacas locales a fin de conservar sus privilegiostradicionales ante las nuevas condiciones políticas impuestas por el Tahuantinsuyo.

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5. LOS PALACIOS DURANTE EL INTERMEDIO TARDÍO: PARADIGMADEL ORDEN POLÍTICO, SOCIAL Y ECONÓMICO DE LA COSTACENTRAL

Cabe preguntarse si complejos palaciegos similares a Puruchuco fueronconstruidos en el valle del Rímac antes de la llegada de los incas. Existe en efecto ungrupo de edificios cuyo diseño integra una zona pública y otra privada. En ellos esposible identificar todos los rasgos correspondientes a la tradición local y queluego manifiestan su vigencia en la arquitectura de Puruchuco, como por ejemploel muro perimétrico, el acceso restringido, la audiencia, patios interiores privados,finos depósitos cuadrangulares internos (con ménsulas para soportar techos delajas), además de cuartos y recibos apartados, de buen acabado y perfectamentecompatibles con la actividad residencial (ver Fig. 15 del palacio de Gloria Chica;Villacorta, 2001). Hay varias razones para pensar que estas estructuras fueronconstruidas durante el periodo Intermedio Tardío y que constituyen la manifestaciónde la tradición constructiva local.

El caso más evidente es aquel que ocurrió en el complejo arqueológico deSan Juan de Pariachi, donde al denominado palacio 2, se adosa un emplazamientoque incorpora y desarrolla en su trazo una planta de clara influencia inca (ver Fig.12). Este ejemplo de estratigrafía horizontal es una de las claves para atribuir unaasignación cronológica relativa pero consistente a los palacios, esto es comoedificios cuya tradición se remonta al Intermedio Tardío.

Por otra parte un atributo recurrente refuerza nuestra interpretación de estacategoría de edificio como palacio. Nos referimos al sistema de terrazas ubicadassobre las laderas del cerro que definen el ámbito del sitio y que se asociaconsistentemente a un anillo de silos o depósitos en sus inmediaciones. Esinteresante notar que las terrazas, llamadas coloquialmente secaderos o tendalestambién han sido registradas en complejos PCR como Huaquerones y Monterreyen el Rímac (Villacorta, 2001) o Pampa de Flores y Huaycán de Cieneguilla enLurín (Eeckhout, 1999).

Nos parece evidente que existen relaciones funcionales directas entre lasterrazas y los silos identificados en su perímetro inmediato. Su asociación aabundantes cantidades de herramientas en la superficie, como manos de moler ybatanes, nos hacen afirmar que ambos formaban parte de un mismo sistema deprocedimientos (p.e. secado, molido, almacenado, etc.) a los que se sometían losdiversos productos agropecuarios de la zona. Aquí se procesaban aquellos bienesque, a manera de tributo, eran ofrendados al curaca que habitaba el palacio, lo quehacían posible mantener vigentes los mecanismos de la reciprocidad. En síntesislos palacios eran centros de acopio, transformación y distribución de los recursosmás importantes de la comunidad y referente fundamental de su idiosincrasiasocial. Las ofrendas eran insumos que se convertían en bienes suntuarios comotejidos, cerámica o metales o bien en comidas y bebidas, los que eran a su vezredistribuidos y consumidos entre los diferentes estamentos de la sociedadprehispánica de la costa central como de otras partes del litoral, especialmente lacosta norte (ver Ramirez Horton, 2001). A pesar de que el trazo y fábrica de lospalacios son diferentes, ya que no existe una estandarización tanto en su diseño

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como en elementos y técnicas constructivas, ellos comparten los mismoscomponentes arquitectónicos, lo que expresa una racionalidad común y no es másque la manifestación de una misma función. En ese sentido Puruchuco simbolizala continuidad y expresión material de esta concepción, pero en un momentodistinto: el Horizonte Tardío.

6. ARQUITECTURA, FUNCIÓN Y PODER DURANTE EL INTERMEDIOTARDÍO

De lo expuesto proponemos que fue el palacio el edificio que dio coherencia a lospatrones arquitectónicos y de asentamiento del valle medio bajo del Rímac durante elIntermedio Tardío. Desde aquí los curacas yungas regían los destinos de las poblacionesadscritas a su régimen y se establecían los vínculos que configuraban el tramado políticoy económico de la región.

Por lo general estos conjuntos residenciales están rodeados por una serie deconstrucciones menores, de las que existen tres tipos, a saber: ambientes de configuraciónortogonal elaborados de barro y piedra (recintos rústicos). Estos suelen formar una seriede construcciones de apariencia desordenada, casi siempre ubicadas en el espacio quequeda entre el palacio y los campos de cultivo. Lamentablemente solo tenemosreferencia de un proyecto arqueológico que realizó excavaciones en una edificación deestas características: Monterrey I (ver Tosso, 1997). Los trabajos en este lugar pusieronen evidencia cuartos ortogonales, que presentaban en todas sus esquinas pequeñosrecintos elaborados para contener grandes vasijas de almacenamiento de líquidos (p.e.agua o chicha). Sobre los pisos se encontró abundante material para la manufacturaartesanal (p.e. piedras para moler, pulidores, piruros para tejer, etc.). Estos artefactosdan cuenta fidedigna del tipo de actividades que se realizaban en estos ambientes(Villacorta, 2001: mapa 8). De alguna manera esta variedad de estructuras, por suscaracterísticas y materiales asociados, cumplían funciones de servicio de atención a laestructura principal o palacio al que estaban asociados. Ellos nos recuerdan en muchoa los SIAR (14) de Chan Chan, los que ciertamente cumplían una función análoga a ladescripción antes señalada (Topic, 1980).

El segundo tipo de estructuras asociadas son los tendales o secaderos, los que seapoyan en flanco empinado de los cerros. Por último existen los silos o depósitossoterrados de forma circular, cuyas paredes están revestidas de piedra y que en lamayoría de casos están asociados a gran cantidad de manos de moler y batanes (ver Figs.15 y 16 en este artículo).

Las edificaciones de la periferia (recintos rústicos, tendales y silos) son elementosrecurrentes y resultado de las necesidades derivadas de los requerimientos propios delpalacio, formando una misma unidad, es decir que son partes de un todo que le otorgauna función, personalidad y coherencia a la arquitectura de la época (ver Fig. 16). Estoscomplejos son el referente directo del orden y organización social de la región duranteel Intermedio Tardío. Sus pretenciones públicas son distinguibles también si apreciamos

(14) Small Irregular Aglutinated Rooms por sus siglas en inglés.

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el lugar que ocupan, siempre sobre los flancos áridos, al pie de las áreas cultivables, perodonde el edificio resaltaba nítidamente con respecto al paisaje circundante, adquiriendoasí una prominencia que le otorga un carácter omnipresente.

Palacios e infraestructura complementaria (v.g. recintos rústicos, tendales ysilos) permitieron atender dos niveles fundamentales de la organización del poder en laCosta Central de la época: el primero era aquel constituido por el curaca, que veíarecompensada su habilidad para gobernar recibiendo constantemente tributo de susfieles, reafirmado así los privilegios ancestrales que justificaban su status social. Loscomunes debían obediencia a su autoridad directa, sea brindando su fuerza de trabajo,sea sus productos agropecuarios. A cambio veían retribuidos sus esfuerzos y obedienciaen la garantía de un excedente lo suficientemente amplio a fin de que beneficie a lapoblación en general, manteniendo así la salud social, una de cuyas manifestaciones mássignificativas eran las festividades o banquetes durante los cuales la población gozabade la “hospitalidad” del Señor. Se trata de una relación simbiótica, donde ambas partesse necesitan mutuamente y el balance en sus relaciones se obtiene mediante mecanismossimbólicos de reciprocidad y redistribución, ya que en la práctica es probable intuir unadistribución asimétrica de los recursos sociales y económicos en favor del curaca. Losrecursos y despliegue suntuario de la parafernalia que adornaba a los curacas (p.e.tejidos, arte plumario, metalurgia, etc.) es una manifestación inequívoca de estatendencia (ver al respecto Mendoza, 2004; Vetter, 2004).

El segundo nivel es aquel que exigía al curaca establecer relaciones con sus pares(otros curacas), como con autoridades jerárquicamente superiores (p.e. deidades delámbito regional como Pachacamac). Este tipo de relaciones privilegiadas se articulabanmediante mecanismos sociales análogos a los señalados en el párrafo anterior. Sinembargo tienen manifestaciones distintas, uno de cuyos rasgos particulares es lacirculación de una variedad de presentes u obsequios privativos de los grupos de statussuperior, casi siempre manufacturas de alta calidad como tejidos, cerámica o metales.Así el palacio no solo es la vivienda de la autoridad más importante de la comunidad (elcuraca), sino también es la sede donde se centraliza la toma de decisiones con respectoal futuro de la misma (15) (Villacorta 2001; 2004).

En ese sentido la comparación de los palacios con las PCR es insoslayable. Surelación con Pachamamac es evidente, siendo las del Rímac mucho más pequeñas.Ambas comparten sus rasgos formales distintivos como la misma lógica de crecimiento.¿Podría tratarse de estructuras vinculadas a las autoridades que controlaban a laspoblaciones que tributaban directamente al santuario de Pachacamac? Este es unpostulado cercano al concepto de enclave territorial, que con algunos matices ha tenidoalgunos defensores (p.e. Jiménez Borja [1985] y su tesis de las “embajadas provinciales”;así como Rostworowski [1978] y “las tierras de la huaca”). La clave para dilucidar estainquietud está en los elementos constitutivos que palacios y pirámides comparten, comola audiencia, depósitos y tendales. Por ende, es válido sostener que las PCR y los palacios

(15) María Rostworowski (1978; 1981, 1989) y Susan Ramirez Horton (1996) analizan ybrindan muchos ejemplos de esta modalidad de relación económica y social para los grupos costeñosde la Costa Central y Costa Norte, respectivamente.

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cumplían funciones análogas en su faceta pública, es decir a través de ellas se procedíaa la recolecta, transformación, almacenamiento y redistribución de una serie deproductos, ya sean agropecuarios o manufacturados (Jiménez Borja, 1985; Franco,1998).

En el caso de los palacios, el curaca y sus allegados fueron los administradoreso destinatarios finales de los productos almacenados. Estos recursos, casi siempremanufacturas, fueron el valor circulante fundamental de las redes de reciprocidad eintercambio de más alto nivel en el mundo prehispánico andino en general (p.e.Rostworowski, 1978; 1981; Ramirez Horton, 1996). Por otra parte estamos tentados apostular la hipótesis que las PCR constituían espacios ritualizados cuyos elementosconstitutivos evocan simbólicamente a un destinatario lejano: el oráculo de Lurín. Loscuracas que ocupaban el lugar privilegiado en la cima de la plataforma de PCR seríanlos encargados de enviar los productos locales con destino a Pachamamac, dedicarlosa la celebración local de la misma deidad o garantizar la manutención de los contingenteshumanos que cumplían faenas para el santuario en esta parte del Rímac. En los Andesprehispánicos, por razones ambientales y de tradición tecnológica, el control de la manode obra resulta más importante y práctico que el control del territorio (Golte, 1987).

Sin embargo en el caso de la costa este escenario adquiere característicasparticulares si consideramos, como lo sostiene María Rostworowski (1978), que una delas funciones de las acequias fue que su trazo a través de las áreas cultivables erautilizado como señal o límite de los territorios que conformaban cada uno de loscuracazgos. Esta interesante afirmación nos introduce al tema de la territorialidad(entendida como el ejercicio de una autoridad sobre un espacio determinado) y definidoa partir de señales físicas (p.e. acequias o canales). A partir de ello planteamos lahipótesis que los territorios del curacazgo (¿o del curaca?) no estuvieron señalados porel trazo físico del canal, sino por la extensión de los campos que ellos podían regar ycultivar gracias a la fuerza de trabajo de los contingentes humanos que dirigían.

Sin duda debió existir una jerarquía de canales y ramales, los que exigían diversaintensidad en su control y cuidado, lo que con seguridad tenía algún significado en elorden social, político y económico entre los curacazgos de los valles bajos del Rímacy Lurín (Villacorta, 2001). Es probable considerar que hechos como la variedad decultivos, su destino final (p.e. curaca, festividades religiosas, autoconsumo, etc.), laépoca del año de la siembra y cosecha, así como la apertura o clausura de las bocatomas,influenciaban decididamente en el ámbito susceptible de irrigar, y por lo tanto en elcontrol y administración del recurso hídrico como los resultados de la cosecha.

Es probable que el alcance de la autoridad, y por lo tanto de control sobre unterritorio determinado, debió de haber estado regido por algunos de los criterios antesseñalados. Así las fronteras o límites entre los curacazgos bien pudieron no ser tanrígidos, adaptándose al papel que le correspondía desempeñar a cada grupo de acuerdoal propósito del cultivo. La organización de estas actividades y la asignación de roles(p.e. limpieza del canal, preparación del terreno, siembra, control del riego, cosecha,barbecho, etc.), bien pudieron ser controlados utilizando dos sistemas no excluyentes:a partir de una autoridad centralizada o por mecanismos de reciprocidad básicamentesimétricos. Si esta observación es valida, las PCR se entenderían como los espacios en

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566 Luis Felipe VILLACORTA O.

los que se renovaban de manera periódica y cíclica los vínculos que relacionaban a losgrupos del Rímac con aquellos de Pachacamac bajo cualquiera de las modalidades antesseñaladas, y probablemente al amparo de lazos de parentesco entre los ancestros yautoridades locales y el ancestro divino universal: el oráculo de Lurín.

Es evidente que las necesidades sociales que dieron origen a las PCR fueroninstitucionalizadas y renovadas cíclicamente, como se comprueba en la construcción ysuperposición de varias de estas estructuras en un mismo complejo arqueológico (p.e.Pachacamac, Pampa de Flores, Tijerales, Panquilma, Huaquerones, Monterrey,Huanchihuaylas, etc. Ver p.e. Eeckhout, 1999; Villacorta, 2001).

7. A MANERA DE CONCLUSIÓN

De acuerdo con lo expuesto, se puede plantear que la residencia de elite (v.g.,palacio) fue la edificación más importante en el área durante el Horizonte Tardío. Esdecir, al igual que en el periodo Intermedio Tardío, el palacio fue la construcción quedio a la vez coherencia a los patrones de asentamiento y se constituyó en el fiel reflejode la organización social de la costa central.

Todo hace indicar que, en la región estudiada, los incas respetaron el sistemaprevio, en virtud de su eficiencia económica. Los “cambios”, probablemente, selimitaron a elevar la productividad mostrada, pero sobre la base del mismo sistema deorganización (p.e. traslado de mitimaes a esta región). En este sentido, Puruchucosimboliza la continuidad de esta concepción, pero en un momento distinto: el HorizonteTardío (Villacorta, 2001; 2004). No se puede descartar la posibilidad de que, durante elHorizonte Tardío, continuase la construcción de residencias de elite con los cánonesarquitectónicos tradicionales (cf. Villacorta, 2001: Anexo 1 de Puruchuco).

Por otra parte, en la zona investigada, las formas arquitectónicas de plazas yaltares (ushnus), articulaban el calendario agrícola local, con el ciclo agrario oficial delTahuantinsuyo. Estas estructuras representarían una rápida y eficiente capacidad dereacción de los curacas locales ante el nuevo orden político representado por el dominiodel Tahuantinsuyo. La continuidad en la ocupación de los asentamientos del PeriodoIntermedio Tardío es la primera evidencia de esta posibilidad. Esto queda reafirmadoen la escala reducida de los edificios de “influencia inca” —a todas luces, secundarios—con respecto a los conjuntos arquitectónicos vecinos del mismo asentamiento, en sumayoría, residencias de elite o palacios de tradición local (v.g., CA 1 y 2 de San Juande Pariachi; ver Fig. 16). Además, se debe tener en cuenta al poco cuidado en conservarrasgos “ortodoxos” de la arquitectura imperial Inca, tanto en técnicas constructivas,como en su trazo, considerado solo en sus formas más elementales. Asimismo debemencionarse que los sectores atribuibles al desempeño de actividades específicas, comotalleres y depósitos asociados a estos asentamientos (v.g., áreas de servicios), sonbastante reducidos como para haber gozado del interés directo del Tahuantinsuyo. Hayque señalar que todos los rasgos mencionados se encuentran en los componentesarquitectónicos de gran escala, comunes en todos los asentamientos incas denominados“centros administrativos”, que —incluso— tuvieron un ámbito de influencia regionaldurante su funcionamiento (v.g., Huanuco Pampa, Morris & Thompson, 1985: Pumpu,

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567LOS PALACIOS EN LA COSTA CENTRAL DURANTE LOS PERIODOS TARDÍOS

Matos, 1994, y Jauja, D´Altroy, 1992). Si, además, se considera la gran riqueza de losterritorios costeños, la eficiencia y productividad de la mano de obra yunga, y el uso quelos curacas locales pudieron hacer de estos valores como herramienta de negociaciónpolítica ante los incas (a fin de conservar sus privilegios tradicionales), entonces estaalternativa de interpretación parece la más veraz ante el estado actual de nuestrosconocimientos.

La influencia de la ocupación Inca no sólo se aprecia en la arquitectura, sino encasi toda la cultura material de la región. En este sentido, destaca la gran influencia delos diseños de la cerámica, la textilería, así como los trabajos en madera y demásmanufacturas. Todas estas evidencias tienen una peculiaridad muy interesante: muestranuna gran libertad en la representación de los elementos o iconos de la tradición religiosalocal sobre soportes de tradición cuzqueña. Si bien la ausencia de contextos biendocumentados impide señalar claramente la procedencia de la mayoría de piezas (p.e.Hyslop & Mujica, 1992), las recientes investigaciones demuestran que los objetoshíbridos del contacto entre ambas tradiciones habrían estado al alcance de todos losniveles sociales de la época (Eeckhout, 1999: 361, fig. 10.23). En ese sentido es muyprobable que los curacas locales en todos los niveles jerárquicos de la organizaciónpolítica tradicional (p.e. hatun curaca, curacas, mandones, mandoncillos, etc.) tuvieranun rol fundamental en la política de difusión y asimilación de los nuevos iconos ysoportes propios de la religiosidad cuzqueña. La validación social de esta política sedebió sustentar en un control efectivo de las redes de reciprocidad y redistribuciónsocial, las que tenían al palacio como catalizador de los acuerdos (entre curacas localese incas —o sus representantes—), de los recursos naturales y sociales así como de lasredes de distribución e intercambio de subsistencias y bienes suntuarios. Este esquematan permisivo y a la vez políticamente efectivo, solo pudo ser posible en el marco de untipo de dominación incruenta, que, probablemente, estaba sustentada en algún acuerdoo alianza de carácter pacífico.

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571ARMATAMBO Y LA SOCIEDAD YCHSMABull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 571-594

ARMATAMBO Y LA SOCIEDAD YCHSMA

Luisa E. DÍAZ ARRIOLA *

ResumenEl presente documento busca caracterizar de manera preliminar la ocupación cultural

Ychsma de Armatambo (al sur de Lima, Perú), correspondiente a los periodos Intermedio Tardíoe Inca. Para ello, partimos de nuestras investigaciones llevadas a cabo en ese sitio entre los años1998 y 2004. Como primer paso nos hemos planteado la necesidad de disgregar las evidenciasarqueológicas Ychsma, de carácter local, de las manifestaciones culturales Inca. Esto nospermitirá iniciar la construcción de una secuencia cultural sólida de Armatambo, para llegar aconocer el proceso de formación social y ocupación Ychsma en esta parte de Lima.

Palabras claves: Armatambo, periodo Intermedio Tardío, periodo Inca, arquitectura Ychsma,patrón funerario Ychsma, mullu.

ARMATAMBO ET LA SOCIÉTÉ YCHSMA

RésuméLe présent essai a pour objectif de caractériser de manière préliminaire l’occupation

culturelle Ychsma de Armatambo (au sud de Lima, Pérou), laquelle correspond aux périodesIntermédiaire récent et Inca. Pour se faire, nous nous basons sur les recherches conduites sur lesite entre 1998 et 2004. Dans un premier temps, il nous apparaît nécessaire de différencier leséléments archéologiques Ychsma, de caractère local, des manifestations culturelles incas. Cettepremière étape permettra d’élaborer une séquence culturelle de référence pour Armatambo et,partant, de définir le processus d’occupation et de développement social Ychsma dans cette partiede la vallée.

Mots clés : Armatambo, période Intermédiaire récent, période inca, architecture Ychsma,modèle funéraire Ychsma, mullu.

* Directora. Proyecto Arqueológico Armatambo. E-mail: [email protected]

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572 Luisa DÍAZ

ARMATAMBO AND THE YCHSMA SOCIETY

AbstractThis document tries to describe in a provisional way the Ychsma cultural occupation of

Armatambo archaeological site (south of Lima, Peru), during the Late Intermediate and IncaPeriods. We start from our own investigations in the same site, that were carried out from 1998until 2004. As a first step, we defined the necessity to separate the archeological discoveries witha local Ychsma character from the finds that express the Inca culture. This will permit us to startand build up a solid cultural secuence for Armatambo, in order to begin to understand the processof social structuring and Ychsma occupation in this part of Lima.

Key Words: Armatambo, Intermediate Late Period, Inca Period, Ychsma Architecture, YchsmaFuneral Pattern, Mullu.

1. UBICACIÓN GEOGRÁFICA Y MEDIO AMBIENTE

La antigua ciudad de Armatambo se encuentra ubicada en la margen izquierdadel cono deyectivo del río Rimac. Se asienta en la ladera oriental del promontoriodenominado Morro Solar, el mismo que se encuentra en el distrito de Chorrillos, al surde la ciudad de Lima (Fig. 1). Este macizo rocoso se caracteriza por ubicarseinmediatamente al pie del mar, y dar continuidad a la geomorfología de la bahía deChorrillos, la que se inicia en La Punta y culmina al pie de este macizo. La geomorfologíadel Morro Solar es rocosa y accidentada, dando origen a las playas de La Herradura yLa Chira, y en su punto más alto alcanza una altura de 281 m.s.n.m. con una extensiónaproximada de 7,48 km2, que corre de Norte a Sur, paralelo al litoral.

La ladera oriental del Morro Solar presenta, en su parte baja, una inclinación queva de suave a moderada, caracterizada por la presencia de suelos formados en la EraTerciaria y cubiertos por depósitos no consolidados del Cuaternario (Fernandez, 1958:17). Estos suelos son de tres tipos: de origen aluvial, como los observados en las terrazasdel Salto del Fraile y La Herradura. Son producto de factores eólicos las playas arenosasde Villa y Conchán, y los de origen fluvial, que son de elementos pocos disgregados queforman parte del abanico aluvial del río Rimac.

Inmediatamente al sur como al este del Morro Solar, anteriormente se podíanapreciar bosques y humedales (Fig. 2), ricos en fauna silvestre propia de estosecosistemas. Hoy solo perduran los humedales de “Pantanos de Villa” por tratarse deuna zona ecológica protegida por las leyes peruanas. En esta parte de Lima se puedenidentificar cuatro grandes grupos de zonas de vida: biocenosis marinas cercanas a latierra; de transición entre el mar y la tierra; terrestres cercanas al mar y antropocenosis,las que reunidas configuraron un territorio muy rico para establecer un asentamientocomplejo como lo fue Armatambo; demás está decir de su ubicación estratégica en estaparte del litoral de Lima. Armatambo se asentó protegido de las brisas y nubosidadesprovenientes del mar, aprovechando la topografía inclinada del terreno que le permitióser un asentamiento orientado hacia las zonas agrícolas (al este), visualmente ligado a

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573ARMATAMBO Y LA SOCIEDAD YCHSMA

Fig. 1 – Foto aérea de Armatambo, SAN 1945.

Fig. 2 – Plano de ubicación del Morro Solar y ecosistemas cercanos, tomado de laSociedad Geográfica de Lima, 1925.

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574 Luisa DÍAZ

la ciudad de Pachacamac (Fig. 3) y a inmediaciones de una caleta de pescadores,caracterizada por sus aguas apacibles y de fácil desembarco, que fue muy utilizada porlos naturales (Cobo, 1882[1639]; Rostworowski, 1977: 220), lo que hizo de Armatamboel natural puerto de Pachacamac.

2. ESTADO ACTUAL DE ARMATAMBO

En la actualidad, el avanzado proceso de consolidación urbano acaecido en lasladeras del Morro Solar ha modificado de gran manera las estructuras arqueológicasvisibles en Armatambo. Así muchas estructuras han cedido su ubicación a las casas delos actuales moradores, quedando algunas de ellas totalmente sepultadas, mientras quede otras permanecen únicamente las bases estructurales. De otro lado, han sobrevividode pie únicamente los complejos o edificios arquitectónicos de mayor volumen, queidentificamos como huacas aisladas dentro de la nueva trama urbana que se le superpone(Bueno, 1978). Uno de estos espacios es la Huaca San Pedro y sus alrededores, que hasido motivo de nuestras últimas investigaciones desde enero de 2003 hasta marzo de2004, donde la evidencia arqueológica recuperada nos ha permitido definir de mejormanera los patrones arquitectónicos, las prácticas mortuorias y las características ycronología de la cerámica Ychsma. Los otros monumentos aún visibles correspondena la Huaca Los Laureles, Marcavilca, Cruz de Armatambo, Ministerio de Salud y Virgendel Morro.

Fig. 3 – Foto aérea oblicua del Morro Solar. Servicio Aéreo Nacional del Perú, 1956.

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575ARMATAMBO Y LA SOCIEDAD YCHSMA

3. LA CIUDAD DE ARMATAMBO

Armatambo, hoy identificada como la “Zona Arqueológica e HistóricaArmatambo-Morro Solar”, hacia el siglo XV de nuestra era, fue la sede principal delcuracazgo de Sulco o Surco (Bandelier, 1970; Hyslop & Mujica, 1992 ) que, bajo lasupremacía de la antigua ciudad-santuario de Pachacamac, se constituyó en uno de losmás importantes centros urbanos de la cultura Ychsma (Rostworowski, 1978: 56).Cultura que administró las cuencas bajas de los ríos Rímac y Lurín, así como el litoralpróximo, donde se ubican las islas San Lorenzo y Pachacamac. El curacazgo de Sulcoo Surco, comprendía lo que hoy son los distritos de Chorrillos, Barranco, Surco,Surquillo y parte de Miraflores (Rostworowski, 1978: 57; Varón, 1997: 443); era regadopor las aguas del canal o “río Surco”, cuya toma se iniciaba en el fundo Salinas yterminaba en la hacienda Villa (Cerdán y Pontero, 1901[1793]), siendo además el másimportante del valle bajo del Rímac (Díaz & Vallejo, 2003b: 358). De otro lado, unareferencia de la importancia de Armatambo la realiza Cobo (1882[1639] ), quiendescribe a Armatambo como un lugar con mucha población, donde las casas de loscaciques poseían paredes pintadas, y contaba con una huaca y edificaciones bienconservadas. Además menciona que como zona de residencia de sus gobernantes poseíauna población que vivía en sus alrededores.

Durante los años trabajados por nosotros en este importante sitio arqueológico,hemos podido observar que la construcción de esta ciudad durante el periodo Ychsma,se realizó modificando la topografía en declive del suelo, lo que se consiguió mediantela preparación de terrazas al nivelar y remover grandes volúmenes y extensiones deterreno. Posteriormente, sobre estos espacios, se erigieron grandes edificaciones, quepermanentemente fueron motivo de remodelaciones y transformaciones arquitectónicas,realzando la monumentalidad de Armatambo, acorde con su importancia desde sufundación Ychsma hasta el apogeo incaico.

La ciudad se emplazaba en un eje aproximado de Norte a Sur, y estaba organizadaen sectores o “barrios”, los que se pueden definir como conjuntos arquitectónicosdiferenciados, que se articulaban entre sí mediante un camino principal (eje Norte–Sur),caminos secundarios y pasajes. Al parecer, estos conjuntos habrían tenido funciones decarácter residencial, administrativo y religioso que, en la actualidad, no podemosprecisar por la desaparición casi total de los vestigios arqueológicos. Dentro de estossectores, a modo de reutilizaciones del período Inca, hemos podido verificar laexistencia de zonas de cementerio.

En Armatambo sobresale la presencia de algunas pirámides con rampa (de ahoraen adelante: PCR) de tamaño variable, las que mayormente se concentraban hacia ellado norte de la ciudad, presentando un eje de orientación general Este–Oeste. Hoy endía las únicas estructuras de este tipo que todavía subsisten son Marcavilca y la PCR(SP1-Ar) de la Huaca San Pedro (Díaz & Vallejo, 2003a: 51 – 54).

4. LA ARQUITECTURA EN ARMATAMBO

A partir de nuestras investigaciones (Díaz, 1998; 2000; 2004) hemos podidoconstatar que tanto los materiales constructivos como las técnicas arquitectónicas

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576 Luisa DÍAZ

atribuibles a los periodos Ychsma e Inca en Armatambo, son claramente diferenciablesy superpuestas entre sí. Así es observable la superposición de los adobes rectangularessobre el tapial, lo que en correspondencia con otros elementos culturales asociados, nosha permitido definir claramente la relación de cada una de estas técnicas con el periodoYchsma o Inca respectivamente.

La arquitectura Ychsma utiliza el tapial de manera recurrente, el cual se empleabaen las grandes edificaciones, recintos ortogonales y pasajes de circulación interurbana.En la unidad de excavación “P”, ubicada en la parte central de Armatambo (Díaz, 2004,vol I: 67-78), fue evidente la posición cronoestratigráfica del tapial, asociado a cerámicaYchsma, y subyacente al adobe rectangular de tipo Inca.

En esta unidad se descubrió un pasaje con rampa incorporada (Fig. 4) de más de12 m de largo por 2,30 m de ancho, alineado en eje Norte-Sur. Esta pasaje está definidopor dos gruesos muros de tapial de 1 m de ancho en promedio, por 3,60 m a 3,70 m dealto, cuyas bases fueron levantadas en zanjas poco profundas y directamente excavadassobre los estratos naturales (Fig. 5). La construcción de estos tapiales se realizó medianteel acondicionamiento inicial de adobes achatados, de bordes descuadrados y con unasola superficie alisada, los que fueron dispuestos horizontalmente en doble hilera yunidos con argamasa de barro (Fig. 6a). Sobre estos se asentó una cama de barro de 20cm de espesor, siguiendo la técnica de construcción de los tapiales. Luego de esa cama

Fig. 4 – Pasaje con rampas. Unidad P.

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de barro de 20 cm se puso nuevamente una línea de adobes achatados de las mismasmedidas, los que otra vez fueron cubiertos por otra capa de barro de 32 cm de espesor,y al último se volvió a poner otra línea de adobes. Estos tapiales muestran en susuperficie huellas de improntas de cañas, indicando que la caja que los contenía fuehecha con cañas dispuestas de manera vertical. Estos adobes tenían 40 cm de largo, 8 cmde alto y un espesor no precisado ya que se encontraban dentro del muro. Luego de estaprimera porción del muro, que alcanza una altura de 90 cm, se superponen más camasde barro que marcan notorias líneas horizontales, donde no se aprecian más adobesachatados.

El empleo de esta técnica constructiva también ha sido observado en algunasestructuras de la parte central de la Huaca San Pedro y en las unidades “O” y “X-3”,ubicadas en otras zonas de la Huaca (Díaz, 2004, vol. I). En este punto es interesantenotar la presencia de este tipo de adobes en el Templo Pintado (Muelle & Wells, 1939:274) en Pachacamac, indicándose que estos adobes fueron hechos con gaberas demadera, los que llevaban impresos huellas de dedos y que en promedio tenían 7 x 27 x

Fig. 6 – Detalle constructivo del tapial Ychsma. Unidad P.

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45 cm. Además, esta técnica y este tipo de adobes están presentes en otros sectores deArmatambo, como por ejemplo en la Huaca Cruz de Armatambo (frontis y plataformasur), Huaca Los Laureles (restos de muros en el lado oeste). En una revisión másdetallada de los elementos arquitectónicos de Pachacamac, también se evidencia lapresencia de este tipo de adobe, empleado no solo en asociación con los tapiales, sinoconformando grandes edificaciones que emplean muros conformados exclusivamentecon estos adobes achatados. Es interesante notar que, en general, las medidas de estosadobes suelen ser de 0,40 cm de largo x 0,10 cm de espesor x 0,26 cm de ancho, aunquetambién hay adobes de 0,42 cm de largo x 0,10 cm de espesor. La temporalidad de estosadobes y de estas técnicas constructivas se relaciona también con el periodo Medio yprobablemente el periodo Temprano de desarrollo de la sociedad Ychsma; pues en elsector comprendido al este del montículo Urpayhuachac (Fig. 7), junto al cementerio IIIde Uhle (1903: plano general), se asocian estas estructuras con material cerámico desuperficie perteneciente al Ychsma Temprano (Fig. 8) (1). En la Calle Este-Oeste dePachacamac, próximo al cruce con la Calle Norte–Sur, se aprecia la superposiciónhorizontal de un muro de adobes rectangulares grandes, que cubre un muro más antiguoconfeccionado con adobes achatados.

(1) Esta cerámica guarda semejanzas con la cerámica que hemos podido revisar del sitio deMacattampu asignable al periodo Ychsma Temprano, existente en el MNAAHP, como también a lacerámica de inicios del periodo Medio, identificada en Armatambo (Díaz & Vallejo, 2002). Lassemejanzas se refieren a las formas y acabados identificados en la cerámica de este periodo. En cuantoa las formas, nos referimos a la presencia de cuellos altos, golletes de perfil compuesto, paredesgruesas, labios adelgazados, cuerpos globulares. En cuanto a los acabados, se aprecia la ausencia dedecoración pictórica, restringiéndose al uso de un engobe blanco cremoso muy diluido. Los alisadosson toscos y se emplean las líneas bruñidas aparentemente como forma decorativa.

Fig. 7 – Foto de un muro con adobes achatados identificado en las estructuras aleste del montículo Urpayhuachac.

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En Armatambo, los recintos definidos por estos tapiales suelen ser de plantaortogonal, de tamaño pequeño (3 m en promedio) y tamaño mediano (5 m en promedio).En algunos casos también se han encontrado evidencias de pisos enlucidos en losrecintos más elaborados. En términos generales la posición de los tapiales siempre esvertical y con escasa cimentación.

En cuanto a la arquitectura de la época Inca, la técnica constructiva cambiaradicalmente, ya que se emplearán los adobes de manera frecuente en vez del tapial.Estos adobes son de forma rectangular “tipo Inca” (Tello, 1999a: 37) o paralelepípedos.Es resaltante notar que, en términos generales, los adobes rectangulares no son de untamaño regular, pues lo que predomina son los adobes de tamaños variados, aunque laaltura promedio puede fluctuar entre los 12 cm y 25 cm. Las improntas en estos adobesson observadas por el lado superior, donde se pueden encontrar huellas de manos o dealgún animal doméstico (como un perro), demostrando que esa es la superficie queestuvo totalmente expuesta dentro de la gavera. Los adobes Inca emplean algunasinclusiones en la mezcla arcillosa, como pequeñas piedras, fragmentos de moluscos opedazos de cerámica en pequeñas proporciones. Las edificaciones construidas con estosadobes corresponden a PCR, como la de la Huaca San Pedro o recintos rectangularescomo el Recinto con Pintura Mural de la unidad “O”.

4. 1. La pirámide con rampa SP1 Ar.

Como mencioné, el empleo de estos adobes ha sido encontrado en una de las PCR(Unidad “R”) recientemente excavada por nosotros en Armatambo (Díaz, 2004, vol. I;

Fig. 8 – Cerámica Ychsma Temprano identificada al este del montículoUrpayhuachac.

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Díaz & Vallejo, 2003a; 2003b) (Fig. 9) evidenciando la continuidad constructiva de lospatrones arquitectónicas propios de la región Ychsma durante la ocupación Inca de esteterritorio, demostrando por ello una pervivencia muy significativa de las expresionesculturales locales. Asimismo, el empleo de este tipo de adobes ha sido encontrado en unpequeño recinto (Unidad “O”) con pintura mural Inca (Díaz, 2003: 45 -46).

La PCR de la Huaca San Pedro (SP1-Ar) corresponde a un edificio menor de50 m por 25 m, cuyo eje principal se orienta hacia el Este. Caracteriza a este espacio elaprovechamiento de la topografía inclinada del terreno, donde se erigió un edificio quefue ganando progresivamente altura mediante el uso de plataformas, de tal manera quese logró realzar su volumetría. En la plataforma más elevada se construyó el patiosuperior en U, que presentaba recintos laterales y posteriores (Fig. 10), conectados conla plaza delantera a través de una rampa.

El patio en U muestra dos momentos constructivos atribuibles a la época Inca. Elprimero corresponde a una construcción que evidencia mayor cuidado en el tratamientoarquitectónico, como la presencia de finos enlucidos de 1 cm de grosor, sobre los quese realizaron algunos graffitis (Díaz, 2003: 48 y 49). Luego el segundo momentocorresponde a un enterramiento, donde se construyeron muros sencillos y toscos que sesuperpusieron al primer momento constructivo (Fig. 11). Por las características deltratamiento arquitectónico que presenta este patio, y el poco desgaste observado, sepuede concluir que estaba restringido a actividades de carácter ceremonial, mientras queen los recintos laterales se dieron actividades productivas y de descanso. Los rellenosde arena de los recintos superpuestos al patio en U, estaban en su mayoría limpios, peroal momento de sellarlos se realizaron algunos tipos de ofrendas, consistentes enconcentración de vegetales y restos malacológicos, a modo de delgadas capas sobre los

Fig. 9 – Patio en U. PCR SP1-Ar. Unidad R.

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Fig. 10 – Recintos laterales del patio en U.

Fig. 11 – Obsérvese los muros superpuestos al patio en U, definiendo la técnicadel emparrillado.

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pisos y esquinas. Dentro de los rellenos se han encontrado adobes enlucidos, infiriendoque los muros han sido derribados como parte del nuevo proceso constructivo.

Una rampa E-W es la que caracteriza a esta unidad arquitectónica. Se trata de unaconstrucción de 2 m de largo por 1,20 m de ancho, con una elevación que va desde 0 anivel del piso del patio, hasta 34 cm de altura, a nivel del piso elevado del patio. Suconstrucción se realizó utilizando adobes de 30 cm de ancho por 40 cm de largo enpromedio, unidos con barro y recubiertos por un fino enlucido plomizo casi pulido hastade 1,5 cm de espesor en la parte superior de la rampa.

En el piso elevado encontramos cuatro hoyos cubiertos de arena, ubicados en elcentro del recinto. Podemos suponer que se trataban de los lugares donde descansabanlos troncos o columnas. En el piso a nivel de la rampa encontramos otras dos intrusionesuna a cada lado de la base de la rampa, en los que se encontraron restos de troncos quehan sido removidos al momento de rellenar el patio. Las intrusiones se encontraban demanera equidistante guardando simetría entre sí con el patio, por lo que pensamos quetodo el patio estaba techado al momento de su funcionamiento (2). En el extremo oestedel recinto se encontró un muro enlucido de 93 cm de ancho, con un vano que se ubicaen el eje central de la rampa y los hoyos para los postes. El vano mide 1,40 m de anchoy se angosta ligeramente en la parte inferior; este se encontraba clausurado con tres filasde adobes que, al retirarlos, dejaron ver el relleno de arena del recinto al cual conduce.El vano no llegaba hasta el nivel del piso del patio, sino que se eleva a 20 cm por encimade él, formando un escalón con la impronta de un madero en el filo. El piso del vano escasi pulido muy similar al de la rampa pero con menor grado de desgaste, por elloasumimos que se trataba de un espacio aún más restringido, destinado solo a personalidadesde rango elevado. Es necesario señalar, que los dos muros construidos para sellar el patioen U se construyeron alineados sobre los hoyos de poste, con lo que se cubriócuidadosamente este espacio ceremonial, evitando el desplazamiento del relleno delpatio, funcionando a modo de emparrillado.

4. 2. El recinto con pintura mural

Este recinto (Recinto 2) fue construido reutilizando parte de un recinto ortogonalpre existente de mayores dimensiones (Recinto 1), el que fue construido anteriormentecon muros de tapiales Ychsma. El Recinto 1construido durante el período Ychsma erade planta cuadrangular, con muros de tapial Ychsma, con la técnica de intercalar hilerasde adobes achatados en la estructura del tapial. En el relleno de este recinto no seencontraron adobes o fragmentos de adobes del tipo Inca, lo que confirma lacorrespondencia cronológica del mismo y de su relleno posterior al Intermedio Tardío.El material cerámico presente es escaso, pero relacionado con fragmentos de grandesvasijas, como tinajas o cántaros grandes pertenecientes a la época Ychsma Medio,

(2) Franco (1998: 18, Fig.10) a partir de sus investigaciones en la PCR Nº 2 de Pachacamacrealiza una reconstrucción del nivel superior del volumen aterrazado (sector III), en el que representauna hornacina central y columnas para sostener una techumbre. En nuestro caso, el patio en U presentaun vano central alineado en el eje de los postes. Estos dos casos evidencian una convención en el patrónarquitectónico Ychsma.

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algunos de ellos similares a los descritos anteriormente para esta época (Díaz & Vallejo,2002). La superficie de estos fragmentos corresponde a vasijas de superficie llana, depasta muy oxidada. No se han identificado elementos decorativos adicionales.Funcionalmente, este recinto parece haber servido para actividades ceremonialesligadas al depósito o utilización de grandes tinajas, de las cuales existían las improntasde su ubicación en el piso.

El Recinto 2 (Fig. 12), de planta rectangular (2,5 m x 1,5 m) y de característicasintrusivas con respecto a los muros y al relleno del Recinto 1, posee una escalinataindirecta de ingreso. La orientación básica de los muros es N-S y E-W, manteniendoiguales orientaciones que los muros del Recinto 1. Toda la estructura de la escalinata estáhecha en adobes paralepipedos de tamaño mediano (34 x 24 x 14), unidos por unaargamasa de barro, aunque los muros que delimitan la escalinata son de una sola hilerade adobes, dispuestos en soga y apoyados directamente sobre el relleno del Recinto 1.Este hecho le confiere al muro que delimita la escalinata, como a ella misma, muy pocaestabilidad estructural.

Tres de los muros de este recinto (norte, este y oeste) tenían evidencias dedecoración mural (Fig. 13), siendo los muros norte y este los mejor conservados.Aunque se debe precisar que el trabajo de conservación más detallado se realizó en elmuro este, por que la decoración pictórica se encontraba en mejor estado. Además,

Fig. 12 – Recinto con pintura mural. Unidad O.

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también se encontraron algunos pedazos de adobes con restos de pintura de peces (Díaz,2003: 49) similares a los reportados por Uhle (1903) en Pachacamac (Muelle & Wells,1939), también investigados por Bonavia (1974) y Marcone (2003). El mural mejorconservado presentó un fondo amarillo ocre, sobre el cual se elaboraron dos diseños deplantas enteras de maíz (Díaz, 2003: 46), delineadas en negro y en rojo alternativamente.Estos maices se encontraban enmarcados dentro de dos paneles rectangulares delineadosen rojo. Tanto el maíz dibujado en rojo como su panel respectivo, estaban a su vezremarcados en un color oscuro (¿negro ?) (3) . Es apreciable distinguir en el tratamientodecorativo de estos murales una filiación estilística Ychsma, donde la convención es eltratamiento estilizado de ciertas representaciones también recurrentes en Pachacamac,como el maíz y los peces (Marcone, 2003). Finalmente, resulta contrastante la finadecoración de los muros, con la poca cimentación estructural de los mismos, aunque nocabe duda que esto constituye una evidencia excepcional. Todo el conjunto estructuraldel recinto pareciera haber utilizado tanto las técnicas como los materiales más a lamano, pues no se percibe un planeamiento elaborado del mismo y su construcciónquizas obedezca a un momento coyuntural. El carácter intrusivo del recinto, su poca

Fig. 13 – Detalle de decoración de maíz.

(3) Estilísticamente el diseño de estas plantas de maíz se relaciona con algunas representacionessimilares presentes en vasos de cerámica, también correspondientes a la época Inca hallados enPachacamac (Eeckhout, 1995: Fig. 27) y Armatambo (Díaz, 2003: 46).

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elaboración arquitectónico-estructural, parece coincidir con un recinto de ofrenda o deuso momentáneo. Asimismo, en el sitio de Pachacamac también se registró este tipo deprácticas de recintos ceremoniales intrusivos a estructuras preexistentes. Tello (1999b)reporta el hallazgo de un recinto de la época Inca elaborado en piedra canteada de colorrosado (4) que intruye una estructura más antigua y que en su concepción es muy similaral Recinto 2 de Armatambo (Fig. 14).

5. EL PATRÓN FUNERARIO YCHSMA

Los resultados de nuestras investigaciones respecto al patrón funerario Ychsmase respaldan en un número de 221 contextos funerarios excavados recientemente en lasproximidades de la Huaca San Pedro. Hallamos 189 de ellos en el sector conocido como“22 de Octubre” (Díaz, 2004, vol. II) y que corresponde a un grupo funerarioperteneciente a la sociedad Ychsma, mientras que los restantes fueron recuperados enla zona Huaca San Pedro (Díaz, 2004, vol. I). En este grupo la forma recurrente depreparación del individuo es el empleo del fardo, existiendo algunas variantes al interior

(4) Este recinto mide 2,03 m de largo (N-S), 1,45 m de ancho (E-O) y 1m de profundidad. Poseeuna escalera indirecta, donde el primer tramo presenta dos escalones, mientras que el segundo tienetres escalones. El recinto preexistente es de planta cuadrangular construido con adobes rectangulares.

Fig. 14 – Recinto construido con piedra canteada de color rosado,identificado por Tello en Pachacamac entre 1940 y 1941.

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de este tipo, dependiendo de los elementos que acompañan de manera estructural alenvoltorio de telas. El ajuar funerario externo presenta varios rasgos comunes que, apesar de las variantes, permiten definir la filiación cultural Ychsma, correspondiente alas fases Ychsma Medio e Ychsma Tardío A (5) (ver Vallejo en esta misma publicación),aunque existen algunas excepciones a la regla, como algunos entierros extendidos, losque por lo general carecen de ajuar funerario. Además sabemos muy poco a nivelantropológico sobre estos individuos, y sobre todo desconocemos la causa que motivóun tipo de enterramiento diferente. En términos generales, la investigación de estecementerio Ychsma nos ha permitido confirmar las características generales de estepatrón observado en años anteriores, en el cementerio Ychsma de La Rinconada (Díaz,2002) en el distrito de La Molina al este de la ciudad de Lima (6).

La elaboración del fardo, generalmente consiste en dos o tres telas simples (7) queenvuelven al cuerpo. Mediante pliegues y simples costuras, se busca que las telas seacondicionen al cuerpo del individuo, que estará en posición flexionada si es adulto osub-adulto. Al interior, el cuerpo presenta un tipo de relleno (8) que generalmente es dealgodón en copos conservando sus semillas. El empleo de este último se tornaráabundante y muy recurrente durante el Ychsma Tardío. Las variantes observadasradican en la presencia de otros elementos que se superponen a las telas que envuelvenal cuerpo. Estos otros elementos pueden ser capas vegetales, presencia de cañaslaterales, esterillas, mallas reticuladas de junco y con soguillas reticuladas. Este últimocaso, además, tiene una connotación cronológica, ya que el empleo de fardos revestidoscon una malla hecha de soguillas reticuladas solo ha sido observado por nosotros,durante la fase Ychsma Tardío en Armatambo y en La Rinconada (Díaz, 2002), comotambién en la Huaca Granados (Mendoza, 1983: 9), en La Salina (Machacuay &Aramburú, 1998: 48-49), por mencionar algunos.

Sin embargo, el patrón funerario Ychsma no solo presenta recurrencias en cuantoa la preparación del individuo, sino también en la disposición del ajuar funerario externoe interno y en la elaboración de la cista funeraria.

En cuanto a la preparación del cadáver, por lo general, los adultos presentan unaposición flexionada de cubito dorsal, que es mantenida mediante la utilización de telastorcidas para sujetar al cuerpo en esa posición. Además se les practica un corte parcial

(5) La secuencia cronológica cerámica Ychsma propuesta por Vallejo (1998; 2004), quehemos venido utilizando (Díaz & Vallejo, 2002; 2003c; 2004) señala tres épocas denominadasYchsma Temprano, Medio y Tardío, donde al interior de cada una de ellas existen dos fases,denominadas respectivamente A y B, la que también es presentada en esta publicación.

(6) Recientemente hemos desarrollado una descripción más precisa del patrón funerarioYchsma de acuerdo con la secuencia cerámica Ychsma (Díaz & Vallejo, en prensa)

(7) En términos generales ésta suele ser la norma en Armatambo y La Rinconada, pero tambiénes posible encontrar fardos que llegan a poseer 4 a 5 capas de telas. Generalmente, las dos primerastelas suelen ser llanas, 2 x 2, balanceadas, mientras que las telas interiores pueden presentar decoraciónde listas, que combinan gamas del color marrón, o del color marrón y el color azul. El material utilizadosuele ser el algodón.

(8) En el sitio arqueológico La Rinconada Alta, de los 104 individuos recuperados en el año 2002,en 5 individuos aproximadamente se utilizó una fibra vegetal no identificada, tipo grama (¿?), dispuestaa modo de atados, conformando el relleno del fardo. El ajuar funerario externo es pobre o nulo.

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del cabello, dejándolo muy corto, incluso en las mujeres. El individuo suele tener unaposición central en la cista circular, que es excavada directamente en el suelo, sinpresencia de ningún acondicionamiento estructural. Este hoyo puede realizarse intruyendocapas naturales, capas de basura e incluso removiendo parcialmente entierros anteriores.Los entierros suelen ser individuales, con el ajuar funerario externo ubicado en formade media luna frente al individuo, que puede estar dispuesto en uno o dos niveles.

La presencia de metales está restringida a algunas láminas pequeñas en las órbitasde los ojos, en la boca o fragmentos de éstas en una de las manos. Los metales suelenser de una mala aleación. Los varones suelen presentar pinzas en las manos, mientrasque algunas mujeres pueden presentar algunas láminas de forma irregular que sondobladas y puestas en las palmas cerradas de las manos. Otra recurrencia es la presenciade una suerte de hilos enmadejados que envuelven las manos tanto de los individuosmasculinos como femeninos. Al interior del fardo, y dispuestos en pequeños grupos acada lado del individuo, se pueden encontrar grupos de dos o de cuatro cañitas huecas,que poseen tapones de algodón, al parecer utilizados para impedir que algún contenidose pierda. Un rasgo muy particular del patrón funerario Ychsma, y que se da mayormenteen su época Media y Tardía, es la utilización de un gran mate circular relleno de cenizaque se encuentra siempre dispuesto al interior del fardo como asiento del cadáver.

En cuanto a los individuos que se entierran en posición extendida podemosseñalar a los infantes, los que son preparados en pequeños fardos, sujetos mediantesoguillas a una camilla hecha de carrizos cortos. Es la camilla la que da el soporteestructural al fardo, el que luego de preparado es dispuesto en un hoyo simple enposición vertical. Se observa que algunos niños pueden presentar pequeñas laminas demetal al interior del fardo, así como algunas vasijas formando parte del ajuar externo.

Un contexto funerario sumamente atípico, lo constituyó el entierro simbólico deunos báculos (Fig. 15), ubicado cronológicamente en el período Ychsma Medio deacuerdo a la cerámica asociada. Este consistió en una cámara rectangular en un eje Este-Oeste (2m x 0,95 m) construida con adobes rectangulares —bastante más alargados queanchos— que contenía los dos báculos de madera, uno llano y más pequeño, y el otrotallado y de mayor tamaño. En ambos casos las bases de los báculos estaban desgastadasy aplanadas, como si permanentemente hubiesen sido golpeados sobre una superficieplana. Sobre las puntas lanceoladas de estos 2 instrumentos se depositaron 6 vasijas. Eneste grupo de vasijas destacó una, modelada con la figura de un prisionero atado de piesy manos (Fig. 16). El tratamiento superficial alisado simple y la aplicación del engobeblanco “cremoso chorreado” sobre algunas porciones de la vasija es un rasgo típico delYchsma Medio.

En la parte externa de la cámara y en posición paralela a esta se encontró unindividuo extendido que presentó los tobillos y los muslos sujetos por una fibra vegetaltrenzada. La asociación de la cámara y de este individuo es clara ya que forman partede la misma matriz. Desconocemos el acto ritual preciso que esté representando, perono hay duda de que se trata de una de las pocas manifestaciones de autoridad y poderreconocidas para la sociedad Ychsma. Otro contexto funerario Ychsma, único y quetambién denota jerarquía es el C.F. 162 (Díaz, 2004, vol II), recuperado en el sector de“22 de Octubre”. Este contexto consiste en una cista de planta ovalada de 2 m (E-W) x

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Fig. 15 – Entierro simbólico de dos báculos, identificados en el sector de San Pedro.

Fig. 16 – Vasija escultórica representando a un prisionero. Esta vasija formó partedel ajuar funerario asociado al entierro de los báculos. Estilísticamente esta vasija

pertenece al Ychsma Medio.

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2,80 m (N-S), dentro de la cual se inscribe una cámara rectangular de paredes lateralesde cañas, con techumbre tipo barbacoa. Esta cámara contenía dos individuos principales,un adulto y un niño, los que estaban enfardelados mirando hacia el Sureste. El ajuarfunerario presentaba, entre otras cosas, collares de nectandras, collares de chaquiras, untextil con plumas negras, un penacho de plumas, 10 vasijas de cerámica, dentro de lascuales habían por lo menos 3 vasijas escultóricas. Sin embargo, lo más interesante esque, asociados a ellos, se encontraron alrededor de 12 individuos: un adulto, dos niñosy nueve neonatos. La presencia de los recién nacidos llama mucho la atención ya queestamos ante una práctica funeraria observada en algunos otros contextos funerarios,pero en mucho menor cuantía, sustentada en creencias para nosotros desconocidas.

Finalmente, hay que señalar que existe una preferencia recurrente en cuanto a laubicación de los cementerios Ychsma, ya que estos son ubicados en pequeñas hondonadas,con suelos calichosos y cubiertos de arena, los que se utilizan por estar alejados de loscentros con arquitectura monumental, a diferencia de lo que sucede en la época Incadonde la tendencia es a enterrarse intruyendo espacios arquitectónicos o cerca de ellos.

6. LOS OBJETOS SUNTUARIOS

En Armatambo uno de los elementos suntuarios más representativo y de valorcronológico es el mullu (Spondylus princeps), ya que nos permite establecer la presenciadel Estado incaico en la región Ychsma, debido a que su presencia es diferencial durantelos periodos Intermedio Tardío e Inca. El mullu suele ser abundante en los contextosfunerarios y de otros tipos durante el periodo Inca, mientras que su presencia es mínimao inexistente en los ajuares funerarios Ychsma. Creemos que esto responde a una fuertelimitación en cuanto a la disponibilidad del mullu para las diferentes prácticas socialesde la población local, quedando su acceso restringido únicamente a las clases gobernantes.La poca presencia del mullu durante el Intermedio Tardío en Armatambo, y en la regiónYchsma en general, evidenciaría escasos niveles de intercambio con la costa norte.Luego de que la Costa Central fuera conquistada por el Estado Inca se dinamizó lacirculación de este bien, permitiendo el ingresó de grandes volúmenes de este bivalvoa la región de Lima, logrando que la población tenga mayor acceso a este.

Los escasos niveles de intercambio percibidos en Armatambo durante el IntermedioTardío, no solo se expresa en la popularidad del mullu, sino que también se observa conlos metales, con los pigmentos y con otros moluscos (Conus sp y Ostrea sp) propios delas aguas cálidas. Esto estaría manifestando bajos niveles de intercambio con grupossociales extrarregionales, lo que reforzaría la percepción de que el culto muy extendidode Pachacamac haya sido una creación incaica y no de origen local.

La gran presencia de mullu, conus y ostras en los registros arqueológicos deArmatambo se da durante la ocupación Inca y, al parecer, debe estar respondiendo a laeficaz red de comercio y/o tributación desplegada por la administración imperial Incaluego de anexar los pueblos de la región norte del Perú y del Ecuador, logrando con estared, que productos suntuarios diversos llegaran de manera permanente a distintas partesdel imperio como Pachacamac. En esta red de manejo administrativo y circulación debienes creemos que Armatambo jugó un rol geopolítico importante, ya que era el puerto

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más cercano al Santuario que podía ser utilizado por embarcaciones de mayor tamaño.Además, debemos tener en cuenta que Armatambo se vinculaba a Pachacamac pormedio del “Camino de los Llanos”, el que atravesaba la ciudad de norte a sur. Estascondiciones geográficas particulares, al parecer, le dieron a Armatambo un mayor statuseconómico y social durante la época incaica, constituyéndose en un foco de crecimientopara una clase social de mercaderes locales que alcanzaron una elevada posicióneconómica, dentro del nuevo tejido social incaico.

CONCLUSIONES

De acuerdo con nuestras investigaciones en Armatambo, y complementadas conlos trabajos también realizados en La Rinconada, podemos afirmar que los Ychsmadurante el Intermedio Tardío se configuran como una formación social restringida a lascuencas bajas de los ríos L urín y Rímac, además de ocupar la zona de Chilca, área delitoral. Durante esta época, la ubicación de Armatambo debe haber respondido a suproximidad a la bahía, hoy conocida como de Chorrillos, cuyas aguas tranquilas fueronpunto de acceso a los recursos alimenticios (caza de mamíferos marinos, pesca, etc.) queproveía el mar. De otro lado, la diversidad de recursos de playa arenosa, playa rocosay humedales de la zona favorecieron grandemente su ubicación, sin olvidar los camposagrícolas que se extendían en sus faldas, alimentados por el canal de Surco o “Sulco”.En la concepción de su ubicación se escogió y aprovechó la falda del Morro Solar quepermitía tener una relación visual con la ciudad de Pachacamac, sumado al hecho deencontrarse resguardada de los vientos y neblinas provenientes del mar.

La arquitectura local, manifiesta en la utilización de tapiales con adobes achatadosen su interior, definía varios espacios ortogonales abiertos, algunos poseyendo banquetas,los que se articularían entre sí mediante el uso de pasadizos con rampas. No es posiblepara nosotros tener aún una idea clara de la configuración urbana de Armatambo en esaépoca, pero es probable que el sector de PCR observado en las fotos aéreas (SAN 1943)se haya comenzado a construir en este periodo, tal vez concentrando la arquitecturamonumental hacia la porción norte de la ciudad.

En cuanto a las costumbres funerarias pre incas, estas evidencian simplicidad enel tratamiento de los individuos y escasa presencia de productos extrarregionales(metales, moluscos exóticos del norte). Por ello, no se aprecia mayor diferenciación destatus o diferenciación social en las actividades realizadas a través de los ajuaresexternos asociados. Sin embargo, son apreciables los pocos casos que evidencianjerarquía y poder como es el caso particular del contexto de los báculos y el contextofunerario complejo identificado en “22 de Octubre”.

La escasa presencia de productos suntuarios obtenidos mediante la actividad delcomercio a larga distancia, nos configurarían una sociedad circunscrita a resolver suexistencia principalmente con los recursos obtenidos en su espacio territorial, aunqueeventualmente accedía a algunos productos suntuarios exóticos, los que eran empleadosen las prácticas rituales. Obviamente, este panorama se podrá ampliar luego deanalizados otros elementos asociados que por ahora no contamos. En todo caso, todopareciera indicar que los Ychsma estarían resolviendo mayoritariamente su distintasnecesidades mediante la obtención de recursos de los valles o regiones más próximos.

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592 Luisa DÍAZ

Sin embargo, la situación en la región Ychsma cambiará radicalmente durante laocupación Inca. Los cambios son muy perceptibles en la arquitectura, ya que seintroducirá la utilización de los adobes rectangulares del tipo Inca. Creemos que estanueva adopción responde a la forma y necesidades urbanísticas de la administraciónincaica, creando la posibilidad de construir estructuras variadas, con muros másdelgados y menos masivos. Es claro que la utilización de tapiales no podría facilitar laedificación de espacios reducidos y diversificados con poco esfuerzo y menor trasladode materia prima.

Es así que se continuará construyendo las PCR (SP1- Ar) propias de la regiónYchsma, empleando esta innovación arquitectónica incaica. En cuanto a la distribuciónurbanística de Armatambo, es claro que se definen sectores o barrios, articulados entresí por medio de un camino principal que cruza la ciudad de Norte a Sur, del cual sedesprendían los caminos secundarios, algunos de ellos construidos durante el periodoYchsma (Unidad P) y posteriormente reutilizados por los incas. Asimismo, hacia el surde la ciudad se habrían ido construyendo de manera aislada y separadas algunas PCRmenores como la excavada por nosotros en la zona de San Pedro.

En cuanto a las prácticas funerarias, es evidente que las convenciones de supatrón, el hoyo de planta circular excavado en el suelo, el tratamiento del individuoenfardelado, la posición central del mismo dentro de la cista y la disposición del ajuarfunerario frente al individuo, se mantienen y no cambian. Lo que cambia es la riquezade los ajuares funerarios, acrecentados por la presencia masiva de productos exóticos,sobre todo provenientes de la costa norte. Cambia además la complejidad del tratamientoexterno del fardo y la mayor presencia de vasijas decoradas y modeladas, como el tipo“cara-gollete” identificado en Puerto Viejo (Bonavía, 1959). Contemporáneamente, seobservará la presencia de contextos funerarios de planta rectangular, como el C.F. 24(Díaz & Vallejo, 2003b: 370) con adobes reutilizados, atribuibles a la elite localvinculada a la administración incaica.

De acuerdo a las evidencias arqueológicas presentadas, se puede afirmar que elperiodo Inca en Armatambo y La Rinconada demuestra una incorporación verticalpaulatina de nuevos elementos culturales y no de una suplantación de los mismos. Estaes la manera que permite explicar la continuidad de la tradición cultural Ychsma, quesubsiste a pesar de su anexión al estado imperial incaico.

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595EL ESTILO YCHSMABull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 595-642

EL ESTILO YCHSMA: CARACTERÍSTICASGENERALES, SECUENCIA Y DISTRIBUCIÓN

GEOGRÁFICA

Francisco VALLEJO BERRÍOS *

ResumenLas recientes investigaciones arqueológicas que hemos venido realizando en los sitios de

La Rinconada y Armatambo, así como la revisión de material cerámico proveniente de diversossitios como Macattampu, Pachacamac, entre otros, han permitido elaborar un cuadro básico dela secuencia cerámica Ychsma; definir sus características generales en cada una de sus fasescomprendidas y esbozar un espacio de distribución geográfica a partir de material comparativode los valles del Rímac, Lurín, Chilca y Mala, sumándose también material proveniente de vallesvecinos.

La necesidad de establecer los parámetros básicos del corpus cerámico Ychsma, comotambién encontrar su relación secuencial a partir del marco creado por los dos grandes horizontestemporales, el que le antecede y el que le sucede respectivamente, se ha convertido en una de laspremisas fundamentales en la mayoría de investigaciones arqueológicas desarrolladas en cadauno de los valles mencionados.

Por ello, este trabajo apunta principalmente al estudio de la cerámica como importantemarcador temporal a partir de su desarrollo estilístico y a los contextos arqueológicos asociadoscon ella, de acuerdo con la relación estratigráfica presente.

Palabras claves: Estilo Ychsma, Pachacamac, Armatambo, periodo Intermedio Tardío, periodoInca, cerámica Ychsma.

LE STYLE YCHSMA : CARACTÉRISTIQUES GÉNÉRALES, SÉQUENCE ETDISTRIBUTION GÉOGRAPHIQUE

RésuméDes recherches archéologiques récentes menées sur les sites de La Rinconada et

Armatambo, ainsi qu’une révision du matériel céramique de plusieurs sites tels que Macattampuet Pachacamac, entre autres, nous ont permis de tracer une première ébauche de la séquence

* Co-director del Proyecto Arqueológico Armatambo. Correo: [email protected]

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596 Francisco VALLEJO BERRÍOS

céramique Ychsma, de définir les caractéristiques générales de chacune de ses phases etd’esquisser sa distribution géographique, tout cela en ayant recours à du matériel de comparaisonissu des vallées du Rímac, du Lurín, du Chilca et du Mala, ainsi qu’à du matériel supplémentaireprovenant des vallées voisines. L’un des principaux buts de la majorité des recherches menéesdans ces vallées a été d’établir les paramètres essentiels du corpus de la céramique Ychsma etde définir comment celle-ci s’intègre au cadre fixé par les deux grands horizons qui la précèdentet la suivent. Le présent travail s’attache donc essentiellement à l’analyse de la céramique en tantque marqueur temporel via son développement stylistique et les contextes archéologiques qui luisont associés, conformément aux informations fournies par la stratigraphie.

Mots clés : Style Ychsma, Pachacamac, Armatambo, Période Intermédiaire récent, PériodeInca, céramique Ychsma.

YCHSMA STYLE: GENERAL CHARACTERISTICS, SEQUENCE ANDGEOGRAPHICAL DISTRIBUTION

AbstractRecent archaeological research at the sites of La Rinconada and Armatambo and a

revision of ceramic material from several sites such as Macattampu and Pachacamac, amongothers, have enabled us to form a basic picture of the Ychsma ceramic sequence ; to define itsgeneral features for each of its phases and to outline its geographical distribution, usingcomparative material from the Rimac, Lurin, Chilca and Mala valleys as well as additionalmaterial from other neighbouring valleys.

One of the principal goals driving much of the archaeological research carried out in theabove-mentioned valleys has been to establish the basic parameters of the Ychsma ceramiccorpus, as well as to define how it fits into the framework established by the two great horizonsthat precede and succeed it. Hence the present work is mainly concerned with the analysis ofceramic data as an important temporal marker via its stylistic development and the archaeologicalcontexts associated with it in accordance with the information provided by current stratigraphy.

Key words: The Ychsma style, Pachacamac, Armatambo, the Late Intermediate Period, the IncaPeriod, Ychsma ceramics.

1. LA CERÁMICA YCHSMA

Si bien Pachacamac y, recientemente, varios de los sitios arqueológicospertenecientes a la sociedad Ychsma han sido sujeto de muchas investigaciones, escontradictorio que su cerámica haya sido apenas descrita, faltando, por supuesto,realizar una seriación completa de la misma. De hecho, el problema de definición de lacerámica Ychsma es uno de los más importantes, si se quiere conocer las principalescaracterísticas arqueológicas y cronológicas de esta sociedad.

Varios investigadores ya han efectuado algunos análisis iniciales y esbozadomodelos de clasificación de la cerámica Ychsma, incluyendo a aquellos que han usadoanteriormente las denominaciones de “Huancho” y “Puerto Viejo” o, simplemente, lade cerámica “Tardía”. Sin embargo, es claro que aún subsisten bastantes vacíos en lassecuencias propuestas o la muestra en estudio ha sido pequeña y circunscrita a un solositio. Entre los investigadores que han efectuado los más significativos aportes al tema

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597EL ESTILO YCHSMA

de la cerámica Ychsma o sus afines, se pueden citar a Uhle, 1903; Strong & Corbett,1943; Bonavia, 1959; Iriarte, 1960; Feltham, 1983; Engel, 1984; Bazán, 1990; Paredes& Ramos, 1994; Franco, 1998; Díaz & Vallejo, 2002.

Si partimos de la información arqueológica conocida, en torno a la cerámicahallada en los valles bajos del Lurín y del Rímac (en términos cronológicos y culturales),resulta determinante, en primer lugar, el poder establecer sus parámetros dentro de unmarco temporal y espacial. El lapso de tiempo comprendido entre los horizontes Huarie Inca enmarcan los rangos de actividad del estilo Ychsma, aunque es fundamentalentender correctamente sus raíces u orígenes a finales del Horizonte Medio y su vigenciadurante el periodo Inca.

1. 1. Distribución geográfica

Los reportes arqueológicos que indican la presencia de cerámica del estiloYchsma coinciden en ubicar a ésta en la región costera de los valles del Rímac, Luríny la quebrada de Chilca. Aun en estos valles la distribución de la cerámica Ychsma seencuentra mayormente restringida al área de los valles bajos y parte de las primeraselevaciones andinas; se puede decir que la zona conocida como la chaupiyungaconstituye su límite hacia el este. Comparativamente se trata de un área pequeña parala consolidación de un ente político centralizado y con posibilidades de excedentesproductivos capaces de generar una expresión cultural propia y consistente en el tiempo.Es necesario, sin embargo, señalar que ésta es una de las características principales delárea andina en su conjunto y en particular de la costa peruana, donde prácticamenteexiste una “cultura” específica por cada valle.

En este espacio o territorio Ychsma también está comprendida el área de lomasque se extiende a ambos lados de estos valles y que, de por sí, constituye un áreasumamente extensa en términos espaciales, aún mayor que la de los valles mismos.Además, existen varios ecosistemas propios del litoral que posibilitan otras áreas deocupación, como son las caletas intermedias y especialmente las áreas de humedales opantanos. La isla de San Lorenzo también registra evidencias de ocupación humana(Isla, 1995; Hudtwalcker & Pinilla, 2004), especialmente del periodo Ychsma e Inca,lo que indica claramente una intensa ocupación de todos los ambientes geográficosexistentes y con posibilidades de aprovechamiento humano.

Aun teniendo como eje económico de la sociedad Ychsma las actividadesagrícolas de los valles bajos logradas mediante un complejo sistema de riego a partir decanales hidráulicos de derivación de los ríos, es claro que el espacio susceptible deocupación humana es mayor que el que representa únicamente el área cultivable en cadavalle. Esta situación posibilita el establecimiento de mayores asentamientos en esteterritorio, y por consiguiente, una mayor población. De hecho, actividades como lapesca y el marisqueo incrementan significativamente las posibilidades de alimentacióncon su gran aporte proteínico, lo mismo que las actividades de ganadería de camélidosdesarrolladas en las lomas vecinas o mediante el aprovechamiento del forraje de lasáreas cultivadas en los valles bajos.

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598 Francisco VALLEJO BERRÍOS

Con todo, varias interrogantes surgen a este cuadro, en especial en el área del bajoChillón, donde la cerámica ha sido apenas descrita y aún no se ha aclarado la presenciade la cerámica Chancay; incluso la situación de la banda derecha del Rímac es casidesconocida. Por el sur, en el valle de Mala, tampoco es clara la presencia del materialcerámico y más bien parece ser ésta una zona de contacto e influencia con el grupoHuarco de Cañete. El material cerámico que Kroeber (1926) presenta como Late Cañetepara la zona de Cerro Azul y el bajo Cañete, de hecho pertenece a otra tradición cerámicadiferente a la de Ychsma y solo pareciera tener cierta relación o semejanza con algunostipos cerámicos de la fase Ychsma Temprano B, en la secuencia aquí propuesta.

Conviene precisar que en época del Imperio Incaico, la cerámica Ychsma (faseYchsma Tardío B) aparecerá en una mayor extensión de territorio que la que presentabaanteriormente, excediendo los límites del territorio clásico Ychsma como en Ancón(Ravines & Stothert, 1976) (1) y en puntos de mayor altura en los valles, como el casodel sitio de Nieve-Nieve (Negro & Fuentes, 1989) en el Lurín.

1. 2. Tecnología y producción de la cerámica YchsmaPor lo general, las características tecnológicas de la cerámica son bastante

simples y básicas. Las formas principales son obtenidas mediante el modelado, aun enlos tipos cerámicos más recurrentes, como también en los especímenes escultóricos ocon apliques escultóricos. La gran variabilidad de los tipos cerámicos Ychsma y de losespecímenes cerámicos se debe fundamentalmente a las características específicas decada artesano o de cada taller en general.

Los tipos o especímenes cerámicos obtenidos mediante la técnica del moldeadoson prácticamente desconocidos en las fases Temprana y Media de la secuencia Ychsmay solo llegan a hacerse relevantes en la fase final de la misma, correspondiente con elHorizonte Tardío (fase Ychsma Tardío B). En la fase Tardío A, sin embargo, comienzanya a presentarse casos de uso de moldes, especialmente en pequeñas figurinas y enalgunos apliques escultóricos.

Tipos de Pasta: Como criterio básico de clasificación de pastas hemos usado los componentesconstitutivos de la misma, empezando por el componente principal de la cerámica: la arcilla.De esta manera, los principales tipos de pasta en la cerámica Ychsma son correspondientes,a su vez, a tres zonas geográficas particulares desde donde se obtiene la materia prima, esdecir, la arcilla. Cada una de estas zonas presenta componentes arcillosos específicos, queestablecen las características más evidentes de los tipos de pasta, como el color y laconsistencia. Los materiales no plásticos, como los temperantes o desgrasantes adicionadosintencionalmente en cada tipo de arcilla, también aportan mayores características a la pastaque generarán a su vez, variantes o subgrupos dentro de cada tipo principal.

La sociedad Ychsma hizo uso de los bancos arcillosos que existían en su entorno propio, esdecir, en la franja litoral, las lomas y las quebradas inmediatas. En cada una de estas zonas,

(1) Si bien Ravines denomina como “Huancho” al material cerámico hallado, no cabe duda queestas piezas se inscriben en el corpus cerámico Ychsma para su fase más tardía. Además de dosespecímenes “Huancho” (uno de los cuales es claramente del estilo Ychsma), también se hallanasociados a este contexto funerario una figurina femenina de cerámica en estilo Ychsma y dos piezasdel estilo Inca Regional.

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599EL ESTILO YCHSMA

la arcilla presenta características muy particulares debido principalmente a la procedenciageológica y demás factores intempéricos que han afectado los yacimientos arcillososexistentes. El tipo de pasta es, bajo este aspecto, un excelente indicador de la procedenciadel material cerámico y de los talleres involucrados en su proceso.Veamos los tres principales grupos:Tipo A : también la hemos denominado del tipo Litoral . Este tipo de pasta emplea losbancos arcillosos existentes en la franja litoral caracterizada por las grandes terrazasaluviónicas o conos de deyección que se han formado en la parte baja próxima al mar, entorno a los cauces de los ríos. Estos bancos arcillosos se presentan generalmente en estratoso capas bien definidos. Su formación se debe al periodo de derretimiento de los glaciares altoandinos que produjeron corrientes de agua en la costa y formaron las terrazas aluvialescosteña a manera de conos deyectivos. Este tipo de arcilla, llamada también arcilla decorrientes o arcillas diluviales, es de grano fino, se encuentra bastante impurificada porvarios materiales erosionados y arrastrados a su vez por la corriente y que, por el tipo departícula, también de grano fino, suelen depositarse junto con la arcilla. Entre estosmateriales se encuentran principalmente la arena y otros componentes minerales como la caly sustancias ferrosas (2).A nivel macroscópico, la pasta del tipo A o Litoral es de color rojizo claro o anaranjado.Presenta numerosas inclusiones calcáreas de color crema y de arena de grano fino. Tienenpor lo general poca consistencia y alto grado de porosidad.Tipo B: denominada también del tipo Quebrada. Las arcillas de este tipo de pasta seoriginan en bancos arcillosos ubicados en las quebradas próximas a la costa. Son tambiényacimientos arcillosos formados en el periodo cuaternario por la erosión pluvial generadaen las laderas rocosas próximas. Presentan un variado contenido de piedras, arena, gravilla,etc., depositadas junto a la arcilla por arrastre y por gravedad. El contenido de piedras puedeser eliminado mecánicamente y las más pequeñas generalmente se pueden mantener en lapasta o se hace previamente una trituración de las mismas a fin de homogeneizar y dar mayorplasticidad a la pasta.A nivel macroscópico, la pasta del tipo B o Quebrada, es de color rojo, con numerosasinclusiones de piedras de grano pequeño. El contenido de cal (carbonato de cal) en estasarcillas suele ser mucho menor que en las arcillas del tipo A. Es de muy buena consistenciay de una porosidad mediana.Tipo C: llamada también del tipo Lomas. Proviene de yacimientos arcillosos originadosigualmente en los periodos glaciales del cuaternario y que se encuentran ubicados en lascolinas próximas a las grandes terrazas aluviales costeñas. Estos yacimientos demuestranuna gran exposición a diversos factores intempéricos, como la putrefacción vegetal(precisamente por el clima de lomas) y especialmente a la acción del oxígeno, transformandolas inclusiones ferrosas. Su contenido de cal es casi nulo o muy pequeño debido a laspermanentes infiltraciones de agua que han lavado progresivamente el carbonato de calpresente.

(2) La arcilla del tipo Litoral no es exclusiva de la región Ychsma, pues en realidad estápresente en gran parte de las terrazas aluviónicas que forman los valles costeños. Por ejemplo, con finescomparativos se puede revisar los análisis efectuados por el Smithsonian Institution mediante elmétodo de Scanning electron microscope + energy dispersive X-ray unit que reportan Shady & Ruiz(1979: gráficos 1 y 3) para muestras cerámicas de Végueta (Huaura). Aunque en este caso, las muestrascerámicas pertenecen cronológicamente al Intermedio Temprano, son muy similares en los componentesminerales de la pasta de tipo Litoral utilizada por los alfareros Ychsma.

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600 Francisco VALLEJO BERRÍOS

A nivel macroscópico, la pasta del tipo C o Lomas, es de color marrón, con variantes clarasy oscuras. Presenta buena consistencia y poca porosidad. Las inclusiones más usuales en estetipo de pasta son granos pequeños de cuarzo lechoso.

La preparación de la pasta: los procesos generales o básicos para la preparación de la pastaarcillosa comprenden variados niveles de actuación y de procedimientos, como la seleccióndel material, su limpieza o retiro de elementos de impureza como las piedras y la arenagruesa, el tamizado o el lavado. Todos estos procedimientos serán claros indicadores delnivel de especialización del taller cerámico involucrado.El procedimiento empleado también corresponde directamente a la función a la cual sedestinará la vasija y en algunos casos éste guarda relación con determinado grupo culturalo época. Así, por ejemplo, en el periodo Inca, los tipos cerámicos decorados o de función nodoméstica, aumentan proporcionalmente con respecto a los tipos domésticos, generandovariadas vasijas de acabado fino, de formas escultóricas y que están empleando unapreparación de la pasta muy cuidadosa.Uno de los elementos más evidentes en la preparación de la pasta está en el empleo demateriales no plásticos, como desgrasantes. Entre estos están una serie de inclusiones delíticos diversos y que incluso brindan, en muchos casos, mayor consistencia y dureza a lacerámica. Estos líticos son también correspondientes a la zona de procedencia de la arcillae indican el lugar de producción de los talleres cerámicos. Sus características, presencia yproporción generan varios subgrupos en cada tipo principal de arcilla.Por ejemplo, existe un subtipo en la pasta de tipo A o de arcilla del tipo Litoral , que adicionalíticos laminares provenientes de la formación rocosa del Morro Solar. Su empleo estádirigido a vasijas de gran tamaño, como tinajones. En general la pasta del tipo A no adicionalíticos pues la presencia de la arena es suficiente como material desgrasante. Los casos enque se emplean se asocian con la función de la vasija que requiere de ésta mayor dureza. Otrosubtipo, por ejemplo, emplea esta misma arcilla del tipo A con abundantes líticos de tamañopequeño, a manera de gravilla o de arena gruesa, empleados en algunas ollas cerradas de lafase Tardío B.La pasta del tipo B o Quebrada emplea preferentemente líticos de grano pequeño como lagravilla, en colores que varían del gris al negro y la mica.La pasta del tipo C o Lomas, emplea preferentemente líticos de grano pequeño compuestosgeneralmente de cuarzo lechoso, pirita y algunos feldespatos.En estos dos últimos casos, las variantes o subtipos están mayormente relacionados con lapresencia y proporción de estos elementos líticos en la pasta arcillosa.El Acabado: la mayoría de los casos incluso no emplean engobes, manteniéndose el colororiginal de la arcilla. El alisado superficial suele ser bastante tosco. Éste debió ejecutarseempleando un trapo húmedo por las estrías que han quedado impresas en las superficies delas vasijas.

En pocos casos, se ha utilizado un pulimento de buen acabado y más bien éste ha dejadohuellas del instrumento empleado, generalmente pequeñas piedras (cantos rodados) desuperficie muy lisa que hacían las veces de pulidores. Este tipo de instrumentos se halla conbastante frecuencia en los basurales arqueológicos Ychsma.

La Decoración: para el decorado de las vasijas Ychsma, se han empleado varios métodos,la mayoría de ellos bastante simples, en especial en los periodos previos a la ocupaciónincaica.

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601EL ESTILO YCHSMA

Los métodos más usuales son el punteado y las incisiones, aplicados a los especímenes queno utilizan la pintura. Este punteado debió hacerse con espinas dada la forma, grosor yprofundidad del mismo.La decoración pictórica está basada en cuatro colores básicos: crema, blanco, negro y rojo.Estos pigmentos son de origen mineral y se emplearon siempre pre-cocción. El color cremaes uno de los más usados en la decoración Ychsma y se utiliza preferentemente para el rellenode los campos de diseño. Su composición mineral parece tener una base calcárea (obtenidamuy probablemente en los mismos bancos arcillosos del litoral), la cual muestra grandesvariaciones en la acentuación del color crema debido a las diferentes concentraciones delmineral en las preparaciones acuosas, notándose frecuentemente fluctuaciones entre elcrema claro y crema amarillento (3). El color negro también se ha empleado frecuentementeen la decoración Ychsma y por lo general acompaña al crema como líneas de delimitaciónde los diseños. En el caso del color rojo, son pocos los especímenes que lo utilizan y, engeneral, se encuentran conjuntamente con ambos o alguno de los colores ya descritos. Encuanto al blanco, éste correspondería a un pigmento de origen distinto al crema, pues pareceutilizar un mineral mucho más seleccionado que el crema; su utilización es muy escasa enla cerámica Ychsma.Los casos de pintura post-cocción están restringidos a un tipo cerámico de la época Inca, decolor negro pulido elaborado en ambiente reductor que emplea incisiones y estampados. Loscolores post-cocción empleados son el blanco y el rojo ubicados al interior de las incisionesy como resalte de elementos escultóricos como los ojos.En las fases Temprana y Media de la secuencia cerámica Ychsma, aparecen en la superficiede las vasijas, a manera de decoración, unas líneas bruñidas que algunas veces se entrecruzanentre ellas. El efecto de estas líneas, que resaltan con la superficie de la vasija mayormenteáspera, se acrecienta cuando esta está mojada.

La Cocción: la cocción puede ser otro elemento de clasificación de la cerámica Ychsma y,por supuesto, se distinguen dos grandes grupos: los de ambiente oxidante y los de ambientereductor. Al respecto conviene señalar que existen muy pocas evidencias arqueológicassobre hornos cerámicos y, en general, sobre la manera específica de efectuar la cocción dela cerámica. Una visión general de la cerámica Ychsma demuestra que esta empleópreferentemente la cocción en ambiente oxidante y con bastantes casos de imperfección enla misma por la variabilidad de la temperatura. Los casos de sobrecocción (recochos) no sonnumerosos y creemos por tanto que, en promedio, se alcanzaban temperaturas mínimas paraefectuar la cocción de la mayoría de piezas cerámicas Ychsma.En el caso de las de ambiente oxidante y especialmente aquellas elaboradas con la pasta deltipo A, aparecen con frecuencia adheridas vitrificaciones de color amarillo verdoso en lasuperficie de las vasijas. Estas vitrificaciones son una clara evidencia del tipo y métodos decocción empleado por la sociedad Ychsma. De hecho estas vitrificaciones solo se ubican enla parte externa de la vasija o en el borde y su presencia se debe al contacto con la arena almomento de la cocción cuando probablemente se superaban los puntos de fusión de la arenaen puntos específicos del horno.

(3) De igual manera que en la cerámica de tipo Litoral , el pigmento de color crema empleadoen la cerámica Ychsma, es muy similar —en la composición química y mineralógica— al de otrasregiones costeñas como es el caso de Végueta. Los análisis efectuados por procedimiento idéntico alde la cerámica (ver nota anterior) a una muestra de pigmento del tipo Blanco engobado de Végueta(Shady & Ruiz, 1979: gráfico 4) arrojan un alto índice de Calcio en este pigmento.

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El horno parece ser de tipo abierto y el método de cocción consistía en poner boca abajo lasvasijas y cubrirlas con arena haciendo un pequeño montículo y luego quemar elementoscombustibles sobre el montículo o en uno de sus lados en dirección opuesta al viento paraque este avivara y dirigiera el calor hacia el montículo de arena que cubría las vasijas. Estemétodo debe haber generado picos de calor así como bajas del mismo, sin embargoutilizándolo por un tiempo relativamente prolongado se lograría la cocción deseada. Enalgunos de los picos de calor al momento de la cocción, se ha debido producir la fundiciónde la arena que cubría las vasijas formándose así estas adherencias vítreas.

2. LA CERÁMICA DE FINALES DEL HORIZONTE MEDIO

Los trabajos de Dorothy Menzel (1968) han podido, en gran parte, clarificar elproceso y los estilos cerámicos inmersos durante el Horizonte Medio, también llamadoperíodo Huari, en particular aquéllos que se presentan en la región en estudio para laépoca 2A y 2B. El trabajo de seriación y ubicación secuencial de esta cerámica fue hechobásicamente a partir de los materiales asociados a contextos funerarios Huari que hallóUhle en Pachacamac, Ancón y Nievería; a las colecciones de Baessler y Gretzer; almaterial que reporta Stumer procedente del sitio de Vista Alegre y también a entierrosregistrados por Marino González en Ancón. Gracias a ello podemos contar con unaclasificación de los principales motivos iconográficos y morfológicos de esta colección,que incluso conforman, según Menzel, un estilo propio denominado por ella como“Pachacamac”.

Un elemento de vital importancia, en cambio, está ausente en esta clasificación:la cerámica considerada doméstica o aquella no decorada que se asociaba igualmentecon estos contextos funerarios y creemos importante, porque es en base a estas formasy técnicas de manufactura o decoración que se podría ver la convivencia de los estilosformales Huari con el estilo local inmerso en aquel periodo, como también con los tiposcerámicos que luego serán también la base para el desarrollo del estilo Ychsma. Unejemplo claro de este elemento se puede apreciar con la situación del estilo Teatino enel valle de Chancay y en las necrópolis de Ancón, donde este estilo netamente local seasocia directamente con los estilos Huari de la época 2 (4).

Hacia las épocas 3 y 4 de Huari, de acuerdo con Menzel, las técnicas decorativasy de manufactura decaen fuertemente, utilizándose en los mejores casos solo losmotivos iconográficos secundarios de la época 2 y que ahora se convertirán en losmotivos principales o únicos en la decoración de las vasijas. El proceso parecegeneralizado en los Andes, especialmente en la costa, aunque hemos podido apreciarque éste no es uniforme a todos los valles costeños. La situación en las épocas 3 yespecialmente la 4 parece más bien estar segmentada por varios procesos culturalesindependientes. Efectivamente, en las zonas de Ica y de Huaura, se configuran nuevos

(4) Aunque el estilo Teatino supera largamente la definición de cerámica doméstica, parecemás bien haber gozado de gran popularidad durante el periodo Huari, a diferencia de algún estilo localen los valles de Lima y Lurín por ahora desconocido. Para mayor información sobre el estilo Teatinover: Bonavia, 1962; Menzel, 1968; Villacorta & Tosso, 2000.

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estilos de características propias y sumamente dinámicos, pues aunque compartanmuchos elementos comunes a partir de sus orígenes en la época 2, son en esenciabastante diversos.

El estilo Huaura, del cual solo se han hecho escuetas referencias (Ravines,1994) (5), toma su nombre del valle del mismo nombre ubicado al norte de Lima. Supresencia o influencia será también extensible a otros valles vecinos como los dePativilca y Supe al norte de Huaura y a los valles de Chancay y Lurín al sur. En esenciaeste estilo parece recoger mucha de la iconografía de la época precedente, pero suscaracterísticas tan propias y particulares hacen pensar de hecho en un distanciamientoreligioso y cultural de los iconos precedentes Huari de la época 2.

La diferenciación estilística entre la época 3 y 4 no es del todo clara para el estiloHuaura, faltando por supuesto aun mayores precisiones al respecto, pues especialmentese carece de una seriación completa de este corpus cerámico. Sin embargo, en unainvestigación de este estilo y en estudios arqueológicos publicados donde aparece estacerámica, las diferencias pueden ser reconocidas mayormente a nivel de la iconografíay de acabado. Un estudio preliminar de material de superficie en sitios Huaura, indicaque en la época 3 predominan aún los motivos provenientes de la época 2, como motivosantropomorfos que hacen recordar al personaje de los báculos y otros elementos anexos,pero por supuesto con un tratamiento totalmente diferente. A nivel de pigmentosempleados y en detalles de los personajes o motivos tratados, el abandono completo oparcial de estos elementos precedentes de la época 2 es notorio. Aunque todavíapermanezca un tratamiento de pulido en la superficie de la cerámica Huaura 3, ésta escada vez menor en proporción con las formas que emplean un acabado mate. Con todo,para el estilo Huaura, la época 3 y comienzos de la época 4, parece ser la de su mayorexpansión y prestigio, ya que durante finales de la época 4 es más evidente que en losvalles vecinos se comienzan a adoptar nuevos elementos decorativos y morfológicos yabastante diferenciados del estilo Huaura (6).

En su desarrollo, el estilo Huaura progresivamente irá dejando de lado casi todoslos elementos que en un inicio le fueron comunes con la iconografía Huari, al punto deque más bien parece corresponder a una unidad cultural totalmente independiente (Fig.1 a, b). En cambio, la influencia del estilo Huaura para los valles vecinos, será tan fuerteque es a partir de este estilo que surgirán los estilos locales del Intermedio Tardío en cada

(5) Según Ravines (1994: 351), el estilo Huaura fue inicialmente tipificado por Rebeca CarriónCachot. Material Huaura fue igualmente reconocido en las excavaciones que el Museo de Arqueologíay Antropología y el Patronato de Arqueología efectuaron en Ancón desde 1945. Toribio Mejía Xesspe,en 1953 escribió el artículo “Cultura Huaura. Ensayo de interpretación sobre su origen y desarrollo”,en el diario El Comercio de Lima (Dominical del 23 de agosto), detallando algunos elementos del estiloHuaura.

(6) Las variantes estilísticas al interior de la época 4, apreciadas tanto en la cerámica de Huauracomo en la reportada pon Ravines (1981) para Ancón, hacen pensar en la existencia de dos momentosdiferenciados o fases que podrían denominarse tentativamente como 4a y 4b. Existe además el hechoque los sitios arqueológicos asociados con esta época son numerosos en los valles de Huaura yChancay, lo que hace pensar en una duración en el tiempo bastante larga. Un estudio más detenido dela época 4 del Horizonte Medio en la costa central, indica que ésta corresponde tanto a un periodo degran complejidad social como a un periodo de evolución estilística bastante dinámico.

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Fig. 1 – Cerámica del estilo Huaura H.M. 4. Végueta.

(7) El valle del Huaura es un importante valle que hasta el momento ha sido poco estudiado,de hecho los inicios del Intermedio Tardío están caracterizados por una cerámica muy propia y únicade este valle, diferente del anterior estilo Huaura y diferente también del estilo Chancay, por lo quecreemos conveniente segregarla con la denominación de “Huacho”. En los periodos Medio yespecialmente en las fases finales del Intermedio Tardío, la cerámica Chancay se hará presente en elvalle de Huaura en cantidades importantes, sugiriendo quizás una mayor preponderancia del valle deChancay con respecto al de Huaura.

uno de ellos, como el estilo Chancay y el estilo Ychsma respectivamente (ver Fig. 2).En el propio valle de Huaura, para inicios del Intermedio Tardío surgirá también unnuevo estilo cerámico diferente, que denominamos Huacho (7).

Fig. 2 – Diseños iconográficos de finales del H.M. 4. Pachacamac(Colección Templo Viejo).

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605EL ESTILO YCHSMA

Para finales del Horizonte Medio época 4, tanto en el valle de Chancay comoespecialmente en los valles del Rímac y del Lurín, el estilo Huaura comienza adesaparecer o sus formas básicas son de manufactura local con particularidades propiasa cada zona. Aunque no conocemos la duración de esta época, pareciera configurarsecomo una compleja etapa de tránsito, donde bien pareciera considerarse por igual supertenencia al estilo Huaura como a los nuevos estilos que surgirán en cada zona. EnChancay, muchas de las formas y motivos del estilo llamado “tricolor geométrico”(Horkheimer, 1970: 366a) serán la base para el estilo Chancay o también aparecenasociados con vasijas que exhiben únicamente los dos colores básicos de la decoraciónfutura Chancay: el negro y el crema.

En los valles del Rímac y del Lurín el fenómeno es similar al del Chancay, aunquela muestra en estudio es mucho más pequeña, dado que, a diferencia del valle delChancay y de la bahía de Ancón, en Lima y Lurín los sitios de esta época son muy escasosy en general poco estudiados. Es cierto que mucho del avance urbano que ha experimentadoLima en los últimos años ha hecho desaparecer la mayoría de sitios arqueológicosalterando la muestra, pero la situación se repite en el valle del Lurín donde el avanceurbano no ha sido grave.

De hecho, el único sitio que registra material de esta época, y en especial de estafase, es el cementerio ubicado a los pies del Templo Pintado de Pachacamac, dondeUhle, durante sus excavaciones en 1898, halló numerosas tumbas de este periodo (Uhle,1903) y en los hallazgos del Templo Viejo, realizados por Franco y Paredes (2000).

Tal parece, de acuerdo a las evidencias, que el valle del Rímac permanece en unnivel de depresión económica y poblacional en esta época, especialmente si tomamosen cuenta a la poca presencia de sitios asociados, a sus dimensiones y a los escasosreportes arqueológicos que evidencien material asociado cronológicamente (8). Aunquetanto el estilo Huaura como el Chancay inicial, son estilos netamente costeños, supresencia puede detectarse fácilmente en las partes medias de los vallescorrespondientes (9). En el caso de Lima y Lurín la presencia de material asociado conesta época, está casi restringido a la faja próxima al litoral. En el caso del valle bajo delChilca, que se encuentra cercano al del Lurín, prácticamente se desconoce la presenciade material cerámico correspondiente con esta época (Engel, 1984), por lo que quizásla explicación para esta ausencia de material corresponda a factores climáticos, teniendoen cuenta que Chilca es particularmente sensible a los periodos de sequía (10).

A diferencia de la situación en el Rímac y el Lurín, en los cementerios de Ancón,el material relacionado con finales del Horizonte Medio 4 es numeroso y variado.Mucho del material cerámico ahí hallado, obedece a un patrón estilístico hasta cierto

(8) Menzel (1968) ya lo había señalado anteriormente, pero correspondiente con la época 3.

(9) Incluso en el valle del Chillón, en el sitio arqueológico de Chocas, correspondientegeográficamente con las cercanías de la chaupiyunga, se han detectado restos de alfarería del estiloHuaura (Pérez & Arce, 1989: 25); aunque siempre en escasa proporción.

(10) La secuencia cerámica en la parte baja del valle del Chilca es bastante correlacionable conlas de Lurín y Lima para los periodos tardíos, por lo que los cambios en las fases cerámicas o la ausenciade determinada fase puede ser indicativa de procesos paralelos en los valles mencionados.

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punto constante, muy relacionado con los cánones estilísticos de Huaura (11). Lastumbas suelen ser bastante trabajadas, con elementos estructurales como los techadosy con aditamentos en los fardos bastante representativos como las falsas cabezas.

3. LA SECUENCIA DE LA CERÁMICA YCHSMA

3. 1. La Fase Ychsma Temprano ACuando tratamos el tema de la cerámica Ychsma ha sido siempre importante

dilucidar su origen y las características de ésta. La tarea ha sido difícil considerando laescacez de información y sitios relacionados, sin embargo, creemos que el origen delestilo Ychsma se encuentra precisamente a finales del Horizonte Medio 4. Evidenciasmateriales de ello pueden detectarse en algunos de los estratos inferiores de Pachacamac,Armatambo y La Rinconada, aunque aún la muestra permanece pequeña. La asociaciónde estos estratos con un nivel específico de ocupación y de arquitectura no es del todoclara, impidiendo precisar elementos asociados. Este mismo material cerámico es, porel contrario, más abundante y claro en varios contextos funerarios hallados tanto en elRímac como en el Lurín.

En el valle del Rímac, los contextos funerarios más claros y que pertenecen a estamisma época son los de Huallamarca, hallados en tumbas intrusivas a un montículo másantiguo. Reportes sobre estas tumbas aún no han sido publicados, pero la coleccióncerámica puede apreciarse en los depósitos de Huallamarca y Puruchuco. Casas &Dolorier (2004, ms), recientemente han venido realizando estudios sobre algunos de loscontextos funerarios de Huallamarca, en especial aquellos en que los individuos denotanpertenecer a funciones agrícolas o de textilería. En varios de estos contextos sonapreciables elementos cerámicos pertenecientes tanto a finales del Horizonte Medio 4(o fase 4B), como a comienzos del periodo Ychsma (fase Ychsma Temprano A).

En Pachacamac parece también ubicarse un importante cementerio de esta época,pero del cual solo se reportan noticias escuetas. Aparentemente Uhle, en sus excavacionesde 1896, encontró todo un nivel estratigráfico con estas tumbas, cuyo material asociadodenominó como estilo “epigonal”, pero solo registró las tumbas “tiahuanacoides”subyacentes (Menzel 1968) (12). En las láminas que acompañan la publicación de Uhlese pueden apreciar, sin embargo, algunas vasijas asociadas con los inicios del YchsmaTemprano A (Uhle, 1903: lam. 8 figs. 2, 3, 6).

Un hallazgo de excepcional relevancia, perteneciente también a esta época, se haefectuado en Pachacamac durante las excavaciones efectuadas en el Templo Viejo,donde se ha descubierto un conjunto de vasijas escultóricas ofrendadas, en su mayoríarepresentando animales marinos (Paredes & Franco, 1989; Franco, 1993). Lascaracterísticas de manufactura y decoración de las mismas (Fig. 2), coinciden tanto conel inicio del estilo Ychsma, como a su vez con las características finales del estilo

(11) Ravines (1981), reporta varias tumbas de esta época, que el denomina “entierros de laépoca C”. Ver figs. 7316a, 7316b, 7375, 9632, 9644, 9646, 9733, 9958.

(12) Recientemente se han publicado algunas fotos de los trabajos de Uhle en Pachacamac(Kaulicke, 2001), donde se puede apreciar claramente la gran concentración de tumbas en ese sector,así como algunos elementos de la superposición estratigráfica entre ellas.

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Huaura. Elementos iconográficos y morfológicos similares con el Ychsma TempranoA han sido hallados a su vez en Ancón (Willey,1943: plate 1; Kauffmann, 1994: lams.24 y 27).

En esta época, el tipo de morfología y decoración de la cerámica, de lo que hemosdenominado Ychsma Temprano A (Fig. 3) (Uhle, 1903: lam. 7, figs. 4, 5, 6 y lam. 8 figs.1, 4) (13), se basa todavía en una gran diversidad de formas, tanto en los tipos decoradoscomo no decorados. El uso de varios tipos de cuencos, platos, escudillas y vasos porejemplo, lo relaciona directamente con la época precedente. Las variantes son másdistinguibles especialmente en la decoración pictórica aplicada y a nivel de formasescultóricas, pues estas no alcanzan el nivel plástico de la época anterior. Una forma quecomienza a hacerse más rara es la botella de doble cuerpo, muy popular en la épocaanterior (Fig. 3c). Están presentes también las botellas que incorporan un asa cintada enforma ovalada o curvada entre el pico y el cuerpo de la botella (Fig. 3d), así como lasbotellas de doble pico con asa puente (Franco & Paredes, 2000: figs. 17, 18, 20, 21); estasúltimas en una tendencia muy decreciente. Los picos de las botellas son generalmentealtos, gruesos y de forma tronco cónica.

Los cuellos redondeados y convexos son frecuentes en esta fase, presentes envarios tipos de vasijas como pequeños cántaros y jarras (Fig. 3b, c). Otro tipo de cuellosaltos y ligeramente convexos están presentes (Fig. 3a). Esta forma será en la siguientefase muy común, pero ya sin decoración pictórica.

(13) De este grupo de vasijas, la única que continuara en la fase siguiente, al menos en la forma,será la Nº 5. Todas las otras formas como platos, vasos y cuencos prácticamente desaparecerán.También ver Mason, 1969: fig. 28b.

Fig. 3 – Formas cerámicas de la fase Ychsma Temprano A.

a b c

d e f

g h i

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Los cántaros presentan generalmente un cuerpo globular algo achatado, con elgollete ligeramente evertido. Los labios adelgazados serán una de las constantes de estafase. La decoración estará presente en el tercio superior del cuerpo de la vasija y en elcuello. Ésta consistirá en bandas oblicuas alternadas con puntos de color negro o blanco,o también en pequeños semicírculos con puntos negros en su interior, ubicados en losbordes de las vasijas (Fig. 3f, h).

Los colores usados son más limitados en esta época, restringidos a variantes derojo u ocre, blancos, cremas y negro. La mayoría de estos colores son aplicados dejandoespacios o el tercio inferior de la vasija con el color de la arcilla natural. El acabado esmayormente mate, desapareciendo de manera casi total los tipos de acabado pulido. Esnotoria también una aplicación de la pintura un tanto descuidada o con claras huellas deimperfección, tanto en el trazo como en el relleno de los motivos representados (Purin,1990: figs. 189, 190, 191).

3. 2. La Fase Ychsma Temprano BEn la fase Ychsma Temprano B (Fig. 4), los cambios en la cerámica a nivel de

la morfología y la decoración se muestran más drásticos que los cambios gradualesexperimentados en la fase precedente con respecto a las demás fases del HorizonteMedio. En general se percibe un abandono casi completo de muchos de los elementosde la fase anterior; solo en el aspecto morfológico, el abandono de formas clásicas comolos cuencos, escudillas, platos, tazones y vasos es una constante. También en ladecoración las variantes son importantes, pues el uso de colores se restringe fuertementea apenas dos o tres colores básicos: crema, blanco y negro. En numerosos casos estoscolores solo se aplican aisladamente, como el crema sobre la superficie natural de lasvasijas.

El deterioro de la decoración pictórica, que en gran parte mantenía equivalenciasy afinidades en la fase anterior con los valles del norte como el del Chancay y el delHuaura, será uno de los elementos más evidentes del cambio en esta fase.Coincidentemente, el proceso de manufactura cerámica tendrá también cambiosrelevantes, aumentando más bien los tipos cerámicos de acabado pulido especialmenteen las vasijas elaboradas en ambiente reductor. En otros casos, para las de ambienteoxidante se emplea un fuerte alisamiento de la superficie con instrumentos o materialesque en muchos casos han dejado impresas las huellas del alisado. Las arcillas empleadasen varios casos son de color rojizo oscuro, como también frecuentemente de color rojoclaro, correspondiente con las arcillas del litoral, estas últimas provenientes de lechosaluviónicos, más claras y con una fuerte presencia de arena de grano fino.

Un importante grupo morfológico surge en esta fase, predominando los contornoscompuestos, en especial de los cuellos o golletes (Fig. 5). En algunos casos se añadenpequeños apéndices cónicos laterales, ubicados a la altura del cuello (Fig. 4d), enespecial en la unión del cuello con el cuerpo, o en la parte media del cuerpo (Fig. 4d, h,k, l, n, p) (Engel, 1984: plate 20 p. 4457; Paredes & Ramos, 1994: figs. 22c, 22d, 26e,26f, 33d; Franco & Paredes, 2000: figs. 10 [segunda hilera], 15e, 15f). Estas formascompuestas se elaboran tanto en ambiente reductor como oxidante, pero la proporción

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a b c d

e f g h

i j k l

m n o p

Fig. 4 – Formas cerámicas de la fase Ychsma Temprano B.

Fig. 5 – Cerámica de Macattampu perteneciente a la faseYchsma Temprano B (MNAAHP – a: c-51156/MT3918;

b: c-51112/MT80227; c: c-50564/MT3854; d: c-51735/MT4058).

a

c

b

d

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es bastante mayor para las de horno abierto. Con todo, las formas imperantes sonsiempre de cuerpo globular y de cuello alto, denotando fines utilitarios o domésticos encasi todas ellas. Destacan particularmente algunas vasijas con cuerpo cónico y las basesplanas o ligeramente convexas (Fig. 5c).

Las formas escultóricas son sumamente raras y entre los pocos elementosdecorativos que se adicionan a las vasijas están una serie de líneas bruñidas que seentrecruzan entre ellas (Fig. 4e, n) (Franco & Paredes, 2000: figs. 10, 15 —solo la fig.15j corresponde a la fase Medio A—), o simples diseños en color crema, como puntoso líneas que se entrecruzan (Figs. 5b; 4 b, c); algunas aplicaciones pictóricas recuerdantodavía algo de la decoración de la fase anterior (Fig. 5a). Las ollas presentan muchasveces el cuello recto y largo, bastante divergente (Fig. 4i, j) (Paredes & Ramos, 1994:fig. 23 —inferior derecha—; Franco & Paredes, 2000: fig. 15c). Un tipo de vasija muytípica de esta fase corresponde a un cántaro de cuerpo globular, cuello recto ligeramenteconvergente y de labio adelgazado (Paredes & Ramos, 1994: fig. 43e).

Las jarras son también típicas de esta fase, y éstas, en general, son de gran tamaño(Fig. 4p) (Franco & Paredes, 2000: figs. 15g, 15h). Aparecen varios tipos de ánforas, quetambién son generalmente de grandes dimensiones (Fig. 4o) (Franco & Paredes, 2000:fig. 15f).

Contextos arqueológicos donde se han hallado especímenes pertenecientes alYchsma Temprano B, son Armatambo; La Rinconada; Huallamarca, Pachacamac yMacattampu (14). En Huallamarca, Casas & Dolorier (2004) reportan algunos contextosfunerarios que podrían estar relacionados directamente con esta fase. En La Rinconada(Díaz, 2002), el material ha sido hallado dentro de estratos arqueológicos perorestringido a solo fragmentería; en Pachacamac en cambio el hallazgo corresponde aofrendas de vasijas ubicadas en la parte superior del Templo Viejo (Franco, 1993: foto4) y algunos contextos funerarios. Es muy probable que el gran cementerio dePachacamac ubicado frente al Templo Pintado contenga numerosas tumbas de esta fase,a juzgar por los reportes de Uhle (1903) y por algunas fotos de la época que evidencianeste tipo de vasijas. En el Museo de Sitio de Pachacamac, existe un grupo de ceramiospertenecientes a esta fase y que han sido catalogados como provenientes del sector dePuente Lurín.

Los materiales más numerosos por el momento, se encuentran asociados concontextos funerarios, hallados en Armatambo (Pérez, 1997), Huallamarca (Casas &Dolorier, 2004) y principalmente en Macattampu (Tello, 1999), sitio hoy completamentedesaparecido.

3. 3. La Fase Ychsma Medio AEn las dos fases que componen el periodo Ychsma Medio, el estilo Ychsma

adquiere sus formas más clásicas y reconocibles como propias. En general, durante elYchsma Medio A, algunas de las formas compuestas de la fase anterior se continuarán

(14) Aunque aún faltan publicarse los recientes trabajos arqueológicos en Cajamarquilladonde se muestre el material cerámico asociado, pensamos que muchos elementos cerámicos halladosen este sitio y que son considerados genéricamente como "tardíos" podrían pertenecer a esta fase.

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fabricando pero en escasa proporción, surgiendo más bien los tipos cerámicos llanos,que algunas veces incorporan figurines modelados en el cuello o en el cuerpo de la vasija(Fig. 6); o aquellos que presentan decoración pictórica, estampada, bruñida o incisa. Losespecímenes decorados siempre constituirán una muestra menor dentro del corpuscerámico de esta fase, pues la mayor proporción la constituyen formas globulares decontorno simple, sin mayor decoración pictórica o modelada, como ollas y cántaros(Fig. 7d, e, f, g).

Fig. 6 – Botella con aplicación escultórica de finales de la faseYchsma Medio A. Armatambo.

Fig. 7 – Formas cerámicas del Ychsma Medio A. Armatambo. (Díaz & Vallejo, 2002).

a b

c d

g h

e f

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Se vuelven comunes las formas de gran tamaño, como cántaros, tinajas ytinajones de base convexa y contorno simple. Algunas de estas vasijas tienen el cuellorecto o ligeramente convergente, con una depresión o rebaje adicional cerca del labio(Fig. 8h) (Paredes & Ramos, 1994: fig. 18a, 32b, 38c; Eeckhout, 1995: fig. 15c; Díaz& Vallejo, 2002: formas 26 y 41) o cuellos ligeramente combados que, en algunos casos,se presentan bastante divergentes (Eeckhout, 1995: fig. 15d; Díaz & Vallejo, 2002:formas 35 y 36). Algunos cántaros o tinajas de esta fase se presentan con frecuencia conel cuello largo, las paredes rectas y divergentes, donde igualmente se utiliza el labioadelgazado o con rebajes cerca del cuello (Figs. 8b, c) (Paredes & Ramos, 1994: figs.30, 31; Díaz & Vallejo, 2002: formas 22 y 23).

Fig. 8 – Cerámica de la fase Ychsma Medio A (Díaz & Vallejo, 2002).

a g

También surgirá un tipo de tinaja sin cuello que aplicará un borde oblicuo enforma de T, con la única decoración de líneas gruesas de color crema cerca del borde(Díaz & Vallejo, 2002: formas 38) y pequeños apéndices cónicos en altorrelieve cercadel borde o también pequeñas asas de función decorativa (Díaz & Vallejo, 2002: formas38a y 38b). En casos raros se reproducirán diseños geométricos en color crema sobre lasuperficie natural.

Es usual durante esta fase, hallar contextos intrusivos en el terreno que secomponen principalmente del entierro de gran cantidad de fragmentería cerámica, tantoen hoyos simples como en pequeñas estructuras que reutilizan materiales constructivosprovenientes de otras estructuras. En La Rinconada (Díaz, 2002) se han hallado variosde estos contextos pero su significado es por el momento desconocido (Fig. 9).

c i

d j

e k

f l

b h

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En Chilca, Engel (1984) y González (2001) reportan un conjunto de formas ytipos cerámicos correspondientes geográficamente al valle medio y pertenecientes alestilo Cuculí, muy cercanos estilísticamente con los materiales del Rímac y Lurín paraesta fase, predominando ahí también los cuellos altos, muchos de ellos de contorno enforma convexa algo grande, que pareciera formar todo un cuerpo adicional. Incluso susfragmentos pueden llegar a ser confundidos con ollas o cuencos cuando en realidad soloconstituyen el cuello de grandes cántaros (Engel, 1984: plate 7 p. 4409, 4334 y plate 6p.4645, 3916; Franco,1998: lam. 39 figs. 4, 5) (15) o de vasijas más pequeñas, pero conel cuello compuesto igualmente convexo y protuberante, que semejan una “tulipa”(Díaz & Vallejo, 2002: forma 3). La decoración pictórica está prácticamente ausente encasi todas estas formas, salvo en especímenes muy particulares y escasos (Paredes &Ramos, 1994: fig. 42b; Díaz & Vallejo, 2002: forma 3a). En el caso de Chilca, estasformas presentan muchas veces una decoración en base a círculos estampados (16), peroen el caso del Rímac (área del valle bajo y litoral), estas formas son por lo generalcompletamente llanas, con algunos casos menores de vasijas elaboradas en ambientereductor.

Fig. 9 – Perfil estratigráfico donde se aprecia un contexto intrusivo asociado concerámica fragmentada. La Rinconada Alta (Díaz, 2002 ms).

(15) Schmidt (1929) publica una vasija escultórica muy rara, hallada en Pachacamac que, alparecer, pertenece a esta fase y en donde se aprecia a un personaje cargando a las espaldas precisamenteuno de estos cántaros. Este personaje presenta una nariz “ganchuda” bastante pronunciada.

(16) Este tipo de cerámica que reporta Engel para Chilca y que denomina estilo Cuculí,presenta casi siempre una pasta de color marrón con temperantes de cuarzo, en un grupo muy similaral que denominamos pasta tipo Lomas. La decoración en algunas de estas vasijas con círculosestampados es semejante técnicamente a la que Krzanowski (1991) reporta para Chancay y denominatipo Lauri impreso. Algunos investigadores ven en este tipo de cerámica influencias e inclusoprocedencias serranas; sin embargo este grupo cerámico parece tener más relación con los grupos delomeros afincados en los valles medios de las vertientes occidentales, los cuales comparten elementoscomunes en prácticamente todos los valles de la Costa Central. Hay que tener presente que en realidad,la comunicación de estos grupos era más bien en un sentido paralelo al del litoral, en un eje norte-sur,a través de vías y senderos hoy olvidados, pero que hacían que los diferentes ecosistemas de lomas se

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C

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UNIDAD 29, PERFIL W

Fogón

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En los primeros momentos de esta fase, Ychsma Medio A, no es inusual elhallazgo de especímenes provenientes de Chancay, valle que ahora reemplaza en gradode influencia al que anteriormente ejercía Huaura. Sin embargo, el tipo de influenciadebe haber sido quizás esporádica o restringida a pocos elementos que por lo general selimitan a pequeñas botellas (Fig. 7b), pues formas muy comunes en Chancay comoplatos, cuencos o vasos son prácticamente desconocidos en esta fase. En los contextosfunerarios Ychsma, por ejemplo, los mates reemplazan siempre a estas formas cerámicas.

El tipo de decoración pictórica es quizás el rasgo más notorio de esta faseYchsma, siendo comunes las vasijas que emplean únicamente el color crema en acabadomate como elemento decorativo, pero aplicado solo alrededor del cuello, el terciosuperior o en los bordes (Fig. 7c), de una manera tan peculiar como descuidada que hasido denominado como tipo “crema chorreado” (Díaz & Vallejo, 2002: fig. 7a). Laaplicación del color crema se presenta muchas veces de forma aleatoria a manera detoscos “brochazos” o en el mejor de los casos, en simples líneas gruesas (Díaz & Vallejo,2002: fig. 4).

En algunos tipos cerámicos la decoración pictórica muestra un mejor tratamientocuando se trata de representar diversos motivos. Estos, sin embargo, se restringen tantoa diseños geométricos como reticulados (Bazán, 1990: lam. 2, fig. 610; Díaz & Vallejo,2002: fig. 3 v. 4) o líneas zigzagueantes; puntos o semicírculos. Precisamente en algunasvasijas, se ubican alrededor del borde una serie de semicírculos concéntricos como unaforma decorativa típica de esta fase; aunque este diseño en particular provenga de fasesanteriores (17). Los trazos de todos estos motivos se realizan siempre en color negrosobre un fondo crema, por lo que se le ha venido denominando como “negro sobreblanco”. Toda esta decoración se aplica únicamente sobre los dos tercios superiores dela vasija, dejando el tercio cercano a la base solo en el color natural de la arcilla o ligerasaplicaciones aguadas de engobe de color marrón claro.

Son algo frecuentes también las vasijas donde la decoración consiste en líneasincisas zigzagueantes que describen pequeños triángulos o líneas incisas paralelas y

encontrasen íntimamente ligados a partir de las áreas intermedias entre los valles y quebradasoccidentales. En algunos planos antiguos puede aún verse estas antiguas rutas de arrieros y lomerosque interconectan en un enorme espacio todos estos valles.

González (2001) en un interesante estudio de campo, define una predominancia geográfica del estiloCuculí en el valle medio de Chilca y en las quebradas paralelas como la de Parca. Sitios importantesreportados en este estudio, con presencia abundante de material Cuculí, como Chichacara y Cuculí,se ubican respectivamente a los 1450 y 1200 msnm, además de un gran número de sitios arqueológicosmenores distribuidos a lo largo del valle medio y de las quebradas adyacentes, hoy bastante áridas. Lasformas cerámicas principales, que componen el estilo Cuculí, están distribuidas funcionalmente entrecántaros y ollas, que utilizan una pasta de color marrón mayormente con temperantes líticos de cuarzo,pirita, y líticos de color negro. Salvo el empleo de este tipo de pasta y el mayor grosor relativo de lasformas cerámicas del estilo Cuculí, existen varios casos de semejanzas evidentes con formas cerámicasde igual función del estilo Ychsma (fases Medio A– B y Tardío A), indicando contactos frecuentesentre estos dos grupos culturales.

(17) En la fase Ychsma Temprano A es común el empleo de este diseño decorativo en losbordes de las vasijas. Incluso en el estilo Huaura de finales del Horizonte Medio 4, es usual su empleo.(Ver Fig. 1).

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que, al interior de estas se ha aplicado repetidamente un punteado fino (Fig. 10). Estetipo de decoración, conocida como “punteado en zona”, se ubica con mayor frecuenciaen ollas, alrededor del lado interno del cuello (Díaz & Vallejo, 2002: formas 18b, 18cy 18d), aunque también se conoce su empleo en otros tipos de vasijas (18). Losespecímenes que aplican el punteado en zona elaborados en ambiente reductor sondesconocidos, dado que en general se aplica esta decoración en vasijas de horno abierto.Más bien se desarrolla un grupo cerámico escultórico, consistente en varios tipos defigurinas siempre modeladas, de formas antropomorfas o zoomorfas, destacando entrelas formas antropomorfas la de representación femenina, con los rasgos y detallesresaltados con líneas incisas y/o punteados en zona (Engel, 1984: plate 21 p. 4588).

Fig. 10 – Decoración del tipo “punteado en zona”. Armatambo(Díaz & Vallejo, 2002).

Las formas típicas donde este tipo de técnica decorativa se presenta, son ollas decuello abierto y varios tipos de figurinas, especialmente aquellas femeninas (tambiénver: Strong & Corbett, 1943: fig. 19i; Eeckhout, 1995: fig. 15 a; Franco, 1998: lam. 39figs. 1 y 2). Aparentemente todos los tipos cerámicos Ychsma donde se presenta este tipode decoración podrían funcionar como un sub-estilo que convive con el estilo Ychsma.No conocemos especímenes que mezclen la decoración pictórica Ychsma con elpunteado en zona.

Otras formas escultóricas parecen reducirse a pequeños y simples figurineszoomorfos, de factura tosca, siempre modelados y en donde destaca la representaciónde cuadrúpedos, que bien podrían tratarse de camélidos, perros o zorros. No se conocenelaboraciones de estas formas escultóricas elaboradas en molde (Engel, 1984: plate 21

(18 ) La decoración incisa y punteada pareciera tener sus antecedentes más reconocibles en unade las formas decorativas del estilo Teatino del Horizonte Medio 2 (ver: Bonavía, 1962; Franco, 1998;Villacorta & Tosso, 2000). Sin embargo, las diferencias en la aplicación del punteado y de lasincisiones entre ambos estilos es evidente. En las fases tempranas del estilo Ychsma es muy escasa supresencia, pues solo a partir de las fases medias su presencia comienza a ser relevante. Uhle reportauna pequeña jarra caragollete donde se puede apreciar este tipo de decoración incisa y punteada (Uhle,1903: Lam. 8, fig. 9).

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p. 4617). En los casos que la representación modelada es antropomorfa, los personajesexhiben frecuentemente una nariz “ganchuda” y prominente, muy típica de los personajesde esta fase (Schmidt, 1929) (19).

En las vasijas que no presentan decoración pictórica o escultórica es usual elempleo de varias líneas bruñidas paralelas, que en algunos casos se interceptan entreellas, causando un efecto decorativo en la superficie de las vasijas, dado que la superficierugosa alisada contrasta con estas líneas bruñidas. El efecto se acrecienta cuando lavasija está mojada, lo que no es raro tratándose principalmente de botellas y cántarosdonde este tipo de decoración bruñida se emplea.

En pocos casos se suele añadir un elemento escultórico zoomorfo o antropomorfoen uno de los lados del cuerpo de las vasijas a manera de aplicación modelada, dondelos detalles del figurín son realzados con líneas incisas, punteadas o estampadas depequeños círculos (Franco, 1998: lam. 39, fig. 3; Eeckhout, 1999: fig. 29).

Un rasgo característico de esta fase es el aumento de un tipo cerámico caracterizadopor ollas medianas que adicionan un pequeño pedestal en su base y que puedenincorporar además decoración del tipo crema chorreado, aunque son muy comunesaquellos ejemplares que solo presentan la superficie natural (Fig. 7 a). En este tipo deollas las asas son de forma cintada y de buena factura, siendo ubicadas en la parte mediasuperior de la vasija (Bazán, 1990: lam. 2, fig. 483; Díaz & Vallejo, 2002: fig. 4v, 8).

En cambio, en otras ollas menores (Fig. 7g), sin pedestal, con el cuello compuesto,de labio adelgazado evertido y cuerpo globular, las asas son muy pequeñas, tubularesy mal elaboradas, por lo general apenas adheridas al cuerpo de la vasija; éstas se ubicansiempre en el tercio superior de la vasija o en la unión del cuello con el cuerpo de la vasija(Figs. 7e, f) y todo indica que su función es solo decorativa (Díaz & Vallejo, 2002: fig.7b y formas 6, 7). Estos tipos de ollas, tanto las de pedestal como las ollas sin pedestalde cuello abierto como cerrado, serán una constante en esta fase y la siguiente,produciéndose muy pocos cambios entre ellas.

Morfológicamente, las vasijas de esta fase se caracterizan por las formasglobulares y por presentar con frecuencia los labios adelgazados (Fig. 8) o con pequeñosrebajes o depresiones decorativas cerca del borde (Figs. 8c, h). Un grupo de vasijastípicas de esta fase está constituido por cántaros de cuello recto, ligeramente combadoy convergentes que provienen como tipo cerámico de la fase anterior, pero que en estafase presentan el cuello más corto y el labio adelgazado (Figs. 8j, k). Algunas ollas,continuando de alguna manera con la tradición anterior, mantienen el cuello largo conlas paredes rectas y bastante divergentes (Fig. 8d) (Paredes & Ramos, 1994: fig. 43c;Díaz & Vallejo, 2002: forma 17).

En los contextos funerarios es frecuente el hallazgo de pequeñas cantimploras decuerpo lenticular y cuello angosto y alargado. Por lo general, es usual la aplicación deun poco de pintura de color crema y de apariencia acuosa alrededor del cuello (Franco& Paredes, 2000: fig. 15j).

(19) Un textil proveniente de Pachacamac publicado igualmente por Schmidt (1929) y otropublicado por Uhle (1903) que se asocian al parecer con una de las fases Ychsma Temprano, tambiénrepresentan a cada uno de los personajes ahí diseñados con una nariz “ganchuda”.

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Otros tipos cerámicos pertenecientes a esta fase pueden ser apreciadas en Paredes& Ramos, 1994; y Díaz & Vallejo, 2002.

3. 4. La Fase Ychsma Medio BEn la fase Ychsma Medio B (Fig. 11) se desarrollarán los tipos cerámicos más

reconocibles del estilo y donde las representaciones decorativas de las vasijas tendráncomo elemento más recurrente los motivos de peces estilizados, puntos y las líneaszigzagueantes. Las formas cerámicas adoptarán muchas veces la forma modelada deuna calabaza o un zapallo, especialmente en las botellas y cántaros medianos y pequeños(Fig.11 a, f). En algunas vasijas de cuerpo globular y cuello alargado, se le adiciona unpequeño figurín modelado antropomorfo, zoomorfo o fitomorfo según sea el caso,ubicándose siempre en la unión del cuello con el cuerpo de la vasija (Fig. 11d).

Fig. 11 – Formas cerámicas pertenecientes a la fase Ychsma Medio B.

Las formas cerámicas se vuelven más variadas, lo mismo que sus diversoselementos, como las asas y los cuellos. Las asas, por ejemplo, emplean la forma trenzadacon bastante frecuencia (Fig. 11c, d). La decoración es también mucho más frecuenteen estas nuevas formas, aunque el porcentaje de vasijas no decoradas sigue siendoimportante, como las ollas. En estas, sin embargo es frecuente el encontrar la mismadecoración de la fase anterior, en la forma de pequeñas líneas gruesas acuosas de colorcrema (“crema chorreado”), en el labio, el cuello o alrededor de las asas (Fig. 12c). Ladecoración del tipo punteado en zona y de líneas incisas se mantiene en algunas vasijas,pero su frecuencia es cada vez menor. Las figurinas en general continúan realizándoseexclusivamente con la técnica del modelado y siempre con un acabado tosco.

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Aumenta la presencia de jarras pequeñas, botellas (Figs. 12d; 13a, b) y cantimplorasen los contextos funerarios, así como la variedad de estas, sea en tamaño y forma comoen los motivos pictóricos de su decoración. Los colores siguen siendo mate, aunque yavarias vasijas presentan más frecuentemente los alisados con un mejor acabado.Algunas formas incorporan adiciones escultóricas modeladas, sea en el cuerpo de lavasija como en el cuello; los motivos suelen ser zoomorfos como antropomorfos (Fig.11c, i) con detalles que parecen asociarse con el personaje de los cántaros cara-gollete.

Fig. 12 – Cerámica perteneciente a la fase Ychsma Medio B.Armatambo (a, b, d) y La Rinconada (c).

Fig. 13 – Formas cerámicas de finales de la fase Ychsma Medio B (a, b) y de lainterfase entre las fases Ychsma Medio B e Ychsma Tardío A (c, d). Armatambo.

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En esta fase comienza a hacerse popular un tipo de decoración estampada oimpresa, consistente en pequeños círculos hechos aparentemente con pequeños carrizosy que se ubican mayormente en el cuerpo de la vasija cerca de la unión con el cuello alcual circundan incluso en varias series. Por lo general, este tipo de decoración sepresenta en las ollas medianas con pedestal u ollas de cuello corto cerrado. En este últimotipo de ollas, las huellas de tiznado u hollín son frecuentes, denotando su carácterenteramente doméstico (20).

También en esta fase comienza a hacerse más constante el uso de vasijasmedianas del tipo cántaro que incorporan un rostro modelado en el gollete o cuello, yque serán conocidas como vasijas “cara-gollete” (Fig. 11b). La particularidad de estetipo de vasijas hará que esta sea la forma más típica del estilo Ychsma, pues en ellamisma se resumen muchos de los elementos plásticos que serán de uso en este estilo. Elcuerpo de los “cara-golletes”, será de forma cónica algo alargada, con aplicaciones deasa laterales cintadas ubicadas en la parte media del cuerpo. El cuello será mayormenteevertido, con el labio redondeado y huellas o estrías del trabajo de alisamiento en elborde interno o externo. El tratamiento del personaje representado será a su vez tantomodelado como pictórico, haciendo que las manos, ojos, nariz y orejas se presentenespecialmente en relieve. A menudo se representa escultóricamente una pequeña aveubicada siempre entre las manos del personaje.

Los detalles escultóricos y otros elementos adicionales, como los brazos, elpectoral y usualmente un pez o varios motivos estilizados de ellos, se reproducen deforma pictórica. El interior de los brazos, como el del pectoral, se encuentra rellenadocon pequeños motivos adicionales de tratamiento geométrico o diseños de peces muyestilizados. Los colores son los usuales del estilo Ychsma, es decir, fondo crema condiseños delineados en color negro, ambos colores en acabado mate. Los motivosrepresentados pictóricamente son tratados en formas más redondeadas o curvilíneas,especialmente los de las facciones del rostro, ojos y peces del vientre. Los elementosescultóricos, como los ojos son globulares, sin mayores detalles adicionales y la narizsuele ser prominente; la boca del personaje se confunde con la unión del gollete y elcuerpo de la vasija (Hyslop & Mujica, 1992: fig. 20). En algunos casos el rostro delpersonaje guarda mucha semejanza con el de un ave (Bueno, 1983: 26, fig. b).

Representaciones de rostros similares a los de estos cántaros, se ubicarántambién, aunque de manera menos elaborada, en el cuello de algunas botellas pequeñas(Fig. 11c).

Un grupo de botellas medianas será bastante popular en esta fase, presentando elcuerpo de forma globular algo achatado, con la base convexa o cóncava, asas cintadaslaterales y con el cuello angosto elaborado en forma de “tulipa”, siendo esta particular

(20) Este tipo decorativo guarda bastantes elementos similares con aquéllos que son utilizadosen la cerámica denominada Cuculí por Engel (1984) y reportada también por González (2001) para elvalle medio de Chilca y Quebrada de Parca; así como también con el tipo o estilo denominado Lauriimpreso por Krzanowski (1991) y reportado además por Cornejo (1992). En el caso de la cerámicaYchsma de la fase Medio B y especialmente en la siguiente, esta decoración está presente en ollas, todasellas elaboradas mayormente con pastas del tipo Litoral, denotando su carácter y producciónnetamente local.

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forma de cuello, a veces de forma algo alargada. La superficie de estas botellas suele serbien alisada o pulida, presentando siempre buena cocción. La arcilla empleada en estetipo de vasijas es por lo general de color marrón claro (Engel, 1984: plate 10 p. 2729,2730). Algunos cántaros pequeños o botellas de cuerpo globular más redondeado,también utilizan este tipo de cuello en tulipa, pero este es de forma más redondeada. Elacabado es algo más tosco y elaborado en arcilla natural de color rojo (Engel, 1984: p.3940, 4291; Bazán, 1990: lam.1 fig. 521).

Otro tipo de botellas, de cuerpo globular algo achatado, bastante típico de estafase (Fig. 11j), emplean una decoración pictórica alrededor del cuello, de líneas gruesasy simples de color crema (Paredes & Ramos, 1994: fig. 21d y 48).

Una vasija típica de esta fase, es un tipo de cántaro de cuerpo globular y baseplana, con el cuello o gollete recto y expandido, y con un par de pequeñas asas cintadasque se ubican en la unión del gollete con el cuerpo. La decoración de estos cántaros seubicará invariablemente en la parte superior del cuerpo de la vasija y consistirá en líneasparalelas de color negro sobre fondo crema, a las cuales se les intercalarán varias seriesde círculos negros (Fig. 11e). A veces se recurre como motivo decorativo a líneas en Vde color negro, igualmente sobre fondo crema (Fig. 11h).

En esta fase comienza a aparecer un tipo de cuello muy particular por suconstrucción, especialmente aplicado en vasijas destinadas a contener líquidos; esteconsiste en un cuello angosto y largo donde cerca del borde se le ha añadido una cintasuplementaria de perfil adelgazado. El borde es ligeramente expandido (Fig. 12d)(Engel, 1984: plate 16p. 4509).

Las formas consideradas domésticas conservan muchos de los elementos básicosde la fase anterior, como por ejemplo las ollas con pedestal (Fig. 12a). Las ollas simplesde cuello abierto mantienen el cuerpo globular, los cuellos rectos y expandidos (quetienden a ser más cortos). Las asas presentan ligeras modificaciones en su conformaciónpasando de las tubulares a asas achatadas o medianamente cintadas (Machacuay &Aramburu, 1998: fig. 9a). Las ollas cerradas mantienen igualmente el cuerpo globulary los cuellos altos ligeramente divergentes (Machacuay & Aramburu, 1998: fig. 8c), oen el caso de los cuellos cortos presentan asas más consistentes en la unión del cuellocon el cuerpo (Machacuay & Aramburu, 1998: fig. 9b).

Las vasijas sin cuello, que al parecer funcionan algunas como pequeñas ollas, noson tan comunes y mantienen cierta frecuencia especialmente en los contextos funerarios.Varias incluso recuerdan la forma de un tipo especial de mates (Machacuay &Aramburu, 1998: figs. 7c, 8a) o de pequeñas canastas (Fig. 12b).

Las tinajas y tinajones, muy comunes en los contextos pertenecientes a las fasesYchsma Medio, presentarán una construcción algo similar a la fase precedente, siendomás recurrente un tipo de tinaja cerrada sin cuello, con un grueso labio en T. Este tipode tinajas presenta un par de asas pequeñas o pequeños apéndices cónicos, que se aplicancerca del borde, solo de función decorativa. Los cuerpos de estas vasijas son siempre degran tamaño y de forma ovoide con base cónica-convexa. El acabado será siempre encolor natural con algunos casos donde se aplica adicionalmente pintura de color cremaen el borde, a manera de toscos brochazos (Bazán, 1990: lams. 17g, 27d-e).

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Aunque es poco frecuente, no es del todo raro encontrar en los contextosarqueológicos de esta fase, especímenes cerámicos pertenecientes al estilo Chancay, porlo general siempre restringidos a piezas pequeñas del tipo botella o principalmentedestinadas a contener líquidos (Fig. 11k).

3. 5. La Fase Ychsma Tardío ALuego de la época Ychsma Medio, los cambios que se producirán en la sociedad

Ychsma parecen ser de envergadura, percibiéndose modificaciones importantes en casitodos los órdenes culturales y tecnológicos. Muchos de estos cambios, son definitivamenteanteriores al periodo Inca y están asociados además con un mayor dinamismo de lacerámica Ychsma. Los contextos arqueológicos de esta fase suelen ser más complejosy numerosos comparativamente que los de las fases anteriores. En sí mismo, estoscontextos indican una mayor movilización de elementos culturales, de la cual lacerámica es un reflejo.

En la fase Ychsma Tardío A, aparecen varias nuevas formas cerámicas, peromanteniendo en gran parte los mismos cánones decorativos de la fase anterior. Porejemplo, aparecen unos cuencos anchos, con contorno carenado o “aquillado”, queincorporan los mismos motivos estilizados de peces en su decoración, o motivosgeométricos como líneas paralelas, rectángulos y puntos en color negro. Tanto loscolores usados, crema y negro, como la forma de aplicarlos es muy similar al modelotípico Ychsma, con un acabado mate. En algunos casos existen pequeñas aplicacionesmodeladas laterales a manera de asas (Engel, 1984: plate 8 p. 4346; Paredes & Ramos,1994: fig. 40a, b, c; Franco, 1998: lam. 43, figs. 9, 10, 11, 12, 13 y lam. 46 fig. 20;Eeckhout, 1999: fig. 16b, c, d).

Tal vez un rasgo diferencial con las fases precedentes sea en el tipo del colorcrema empleado, pues este presenta notorias variaciones en su tonalidad, desde el cremaclaro, casi blanco hasta un crema verdoso. Estas variaciones son también acentuadas porla mayor y mejor cocción de las vasijas en esta fase (Fig. 14b).

Fig. 14 – Cerámica perteneciente a la fase Ychsma Tardío A. Armatambo.

a b

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Las vasijas decoradas en general comienzan a mostrar gran variedad, aunquesiempre serán escasas en comparación del material no decorado. Estas vasijas decoradas,incorporan nuevos elementos plásticos, como el de acompañarse de figurines escultóricos,tanto en la unión del cuello con el cuerpo como en el cuerpo mismo, especialmente enfiguras de monos, perros y felinos. Varias veces estos animales se encuentran tapándoseel rostro con una de sus patas.

Un tipo de vasija que comenzará a ser común, es un cántaro de cuerpo globular,base plana o ligeramente convexa y cuello expandido. El asa cintada se ubicará entre launión del cuello con el tercio superior de la vasija. El rasgo más destacado de este tipode cántaros será la aplicación modelada de una figura escultórica representando a uncánido, en posición extendida y las extremidades desplegadas sobre el cuerpo de lavasija (Engel, 1984: plate 18 p. 4475).

Un elemento decorativo importante es la aparición de culebras o serpientes en ladecoración, presentes a manera de adiciones escultóricas en las vasijas. El uso y posiciónde estas serpientes en esta fase es bastante libre, encontrándose variados ejemplos de suempleo en diversos tipos de vasijas.

Las formas domésticas como ollas y cántaros, también experimentan muchoscambios, lo cual es novedoso en la producción cerámica Ychsma, pues este tipo devasijas en las fases anteriores son las de menor variabilidad. Las ollas por ejemploemplean ahora las asas medianamente cintadas en unión del labio con el tercio superiordel cuerpo (Engel, 1984: p. 4261; Franco, 1998: lam. 45 fig. 9).

Surge un nuevo tipo de olla, de cuerpo globular alargado, con el cuello corto,convexo y el par de asas horizontales, ligeramente alzadas (Fig. 15b). Este tipo de olla,más propia por su forma como un cántaro, se volverá bastante común durante eldesarrollo de esta fase, encontrándose casi siempre con la superficie tiznada, comoevidencia de su uso doméstico (Ravines, 1994: fig. 543) (21).

(21) Un rasgo notable de este tipo de ollas es que en la fase siguiente incorporará siempre ladecoración escultórica de una serpiente ondulante ubicada en el cuerpo y que dará una gran variedadde formas paralelas.

Fig. 15 – Formas cerámicas de la fase Ychsma Tardío A.

a b

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Aparece más recurrentemente un tipo de cántaro de cuerpo algo cónico, asaslaterales cintadas y cuello de contorno compuesto, con el labio expandido y redondeado,elaborado siempre en un tipo de pasta particular que utiliza una arcilla de color marrónoscuro y temperantes líticos del tipo de cuarzo lechoso. El acabado suele ser en colornatural sin adiciones pictóricas (Ravines, 1994: fig. 547).

Muchos de los cambios que se producen en esta fase, están distribuidos entrevarias características tecnológicas o morfológicas que afectan a casi todas las vasijas.Las arcillas, hasta la fase anterior casi siempre locales, ahora comienzan a mostrarse másvariadas, donde se percibe mayor movimiento de vasijas que están manufacturadas enotros talleres en base a arcillas y temperantes no locales. Los temperantes principalmente,más el tipo de arcilla empleada, son muy buenos indicadores de la procedencia de lavasija y de la zona geográfica donde se produjo. Así, los temperantes en base a piedramolida, como el granito, son más frecuentes en esta fase.

La cocción también experimenta cambios, pues en general las vasijas exhibenmejor cocción y con mayor temperatura, ya que los tipos con sobrecocción son másabundantes y especialmente aquellos que presentan vitrificaciones. Las vasijas elaboradasen ambiente reductor presentan un mejor acabado, incluso la superficie es pulida (Fig.16 c).

Fig. 16 – Cerámica de inicios de la fase Ychsma Tardío A. Armatambo.

Una de las vasijas que exhibe mejor elaboración es la del tipo cara-gollete,utilizando colores con mejor fijación a la superficie de la vasija, mejor cocción e inclusoadiciones del color rojo con mayor frecuencia y distribución, especialmente en losdiseños que constituyen el rostro del personaje (Figs. 14 b; 17) (Isla, 1995: fig. 6d; Díaz& Vallejo, 2003b: fig. 3). El uso y frecuencia de este tipo de vasijas es mayor que en lafase anterior, existiendo incluso variantes locales como las de Chilca y Mala, donde sonbastantes recurrentes para esta fase. Los cara-golletes de estos dos valles, muestran engeneral un buen acabado y se diferencian de los del Lurín y Rímac, por tener el cuello

a

b

c

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más recto o escasamente evertido. El labio suele mostrar un ligero adelgazamiento y esmuy frecuente el uso del color rojo, además del crema y negro. En varios casos de Chilca,el personaje principal, como en el Rímac y el Lurín, aparece también besando el picode una pequeña ave que se encuentra entre sus manos (Figs. 16a; 14b) (Uhle, 1903: fig.83; Bonavía, 1959: lam. I; Engel, 1984: 4481, 4473, 4483), o como el caso de Mala,donde el ave es regularmente pintada de perfil en el cuerpo de las vasija.

Morfológicamente las vasijas incorporan o popularizan nuevos elementos, comolos bordes biselados (Paredes & Ramos, 1994: figs. 16g, 26c), las bases planas y loscuellos bastante expandidos. También es notorio un incremento de vasijas que aplicanun grueso reborde en el labio, a manera de adorno suplementario, especialmente en lasvasijas de cuello expandido (Engel, 1984: 3946; Paredes & Ramos, 1994: fig. 16f). Enalgunas de estas vasijas con reborde, correspondientes a cántaros, se les suele agregarla aplicación de un rostro de facciones toscas y gruesas en el cuello o gollete (Fig. 14a).Entre los acabados aumentan los tipos cerámicos que presentan un engobe de colormarrón, pero aplicado de manera tosca e irregular (Fig. 16b).

Existe un grupo de tinajas y tinajones que incorporan un reborde muy saliente deforma lenticular (Bazán, 1990: lam. 46; Paredes & Ramos, 1994: fig. 45a). Este tipo detinajas son casi siempre elaboradas en una pasta arcillosa de color marrón oscuro y sonmuy populares en la banda derecha del Rímac y en la zona del valle bajo del Chillón,aunque en esta fase y especialmente en la siguiente se hallaran con frecuencia en todoel valle bajo del Rímac.

Los motivos iconográficos son bastante similares con los de la fase anterior,reproduciendo estilizaciones de peces (Fig. 13c), escalonados (Figs. 13d; 15 a) oromboides (Bonavía, 1959: lam. IVa, b, c, d, g, h) y se concentran mayormente en lostipos cara-gollete y en los cuencos aquillados o pequeñas botellas.

3. 6. El periodo IncaDurante el periodo Inca las modificaciones que se producirán en la sociedad

Ychsma serán de enorme trascendencia y no solo afectarán de manera aislada a diversoscomportamientos culturales sino que se verán mayormente muchas incorporaciones

Fig. 17 – Cerámica del tipo “cara-gollete” de la fase Ychsma Tardío B. Isla SanLorenzo MNAAHP- N°3358 / C-23338 (foto L. Díaz).

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625EL ESTILO YCHSMA

tecnológicas a nivel de los artefactos y diversas manufacturas (Díaz & Vallejo, 2003b;2004). En los contextos arqueológicos de este periodo, la presencia de varios corpuscerámicos es clara y manifiesta, notándose una confluencia de variadas corrientesestilísticas y grupos alfareros.

Durante este periodo, el grupo cerámico principal parece estar basado en tresgrandes corpus cerámicos que confluyen e interactúan entre ellos: el estilo Ychsma, elestilo Inca cuzqueño y el estilo Inca Regional. Tanto el Ychsma como el Inca, son dosestilos que se inscriben respectivamente cada uno de ellos, en una tradición anterior ypropia; el estilo Inca Regional surge como una mezcla o “hibridación” de los dosanteriores y que a su vez recibe aportes importantes de estilos de origen norteño comoel Chimú o el Chimú-Inca.

Además de las formas pertenecientes a los estilos Ychsma e Inca Regional, esalgo frecuente hallar formas pertenecientes al estilo Chimú (Uhle, 1903: lam.13, figs.9, 12), o del estilo Chimú-Inca (Uhle, 1903: lam. 18, fig.11; Hyslop & Mujica, 1992: fig.22; Isla, 1995: fig. 7b; Eeckhout, 1995: fig. 28c), lo que ha llevado a algunosinvestigadores a diversas interpretaciones, asociándolas la mayoría de ellos a lapresencia de mitimaes provenientes de la costa norte peruana (22). Sin embargo, esnotorio que estas vasijas son completamente diferentes, a nivel estilístico, al YchsmaTardío y al Inca Regional. Incluso su producción es totalmente foránea a la regiónYchsma, en especial la perteneciente al estilo Chimú. La presencia de muchas de estasvasijas puede deberse más bien, sin descartar la presencia de mitimaes, a niveles deintercambio o de tributación, elementos muy comunes durante el periodo Inca, enespecial este último que parece determinante en gran parte de las correspondenciassociales que se dieron en este periodo. Es imprescindible por ello, un análisis definitivode arcillas y pastas que identifique claramente los centros de producción alfarera en laregión Ychsma para, a partir de ello, esclarecer la situación de los mitimaes y suimplicancia en el desarrollo de la cerámica en la región para el periodo Inca.

Causa sin embargo extrañeza la poca o nula presencia de material o influenciasde los estilos Chincha e Ica, a pesar de su gran calidad estética y plástica, lo cual losconvertiría en elementos de prestigio y demanda. Tal parece que la relación con estaregión sureña fue muy escasa o limitada a solo algunos pocos elementos culturales,hecho ya notorio durante todo el desarrollo del estilo Ychsma y que se repite tambiéndurante el periodo Inca.

En cambio, la presencia del material cerámico de estilo Inca es manifiesta y muyvariada, presentándose en los contextos asociados todas las formas típicas del estilo

(22) Aunque Larco (1948: 54-57) comenzó a esbozar las formas cerámicas y las característicasgenerales del estilo Chimú-Inca, es poco lo que se sabe sobre el comportamiento de este estilo tanparticular y en especial, los rangos de distribución geográfica y popularidad. Fuera del área nuclearChimú, la presencia de material cerámico perteneciente a este estilo o asociado a él, se ha asumidocomo indicador claro de la presencia de mitimaes norteños. Al margen de este tipo de interpretaciones,es necesario profundizar en las características formales de este estilo e identificar los tipos y formascerámicas del mismo. En general, muchos arqueólogos han rápidamente asignado como pertenecientea este estilo a todos los tipos cerámicos que presentan cocción reductora y acabado pulido; sin embargo,en la tradición cerámica Ychsma, estos elementos están también presentes en fases preincaicas.

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cuzqueño. Los aríbalos (Uhle, 1903: lam. 18, fig.1; Strong & Corbett, 1943: fig. 7a, b,fig. 8f, fig. 9a, 10b; Eeckhout, 1995: fig. 8b; Isla, 1995: fig. 9; Franco, 1998: lam. 48,figs. 5 y 6; Eeckhout, 1999: fig. 26; Córdova, 2000: foto 188; Diaz & Vallejo, 2003b:fig. 10), platos (Uhle, 1903: lam. 7, fig. 15 y lam. 18, fig. 6; Strong & Corbett, 1943: fig.7c, d, e y fig. 8a, b, c, d; Eeckhout, 1995: fig. 8a; Franco, 1998: lam. 48, fig.15; Diaz &Vallejo, 2003b: fig. 11) y tazones (Uhle, 1903: lam. 18, fig. 3; Strong & Corbett, 1943:fig. 9g, 12b; Engel, 1984: 3962, 3286, 4062; Silva, 1992: fig. 148; Isla, 1995: fig. 8;Franco, 1998: lam. 48 figs. 1 y 2; Córdova, 2000: foto 189; Makowski, 2003: fig. 8b;Díaz & Vallejo, 2003b: fig. 12) son los más frecuentes en los contextos del periodoYchsma Tardío B, pero es común hallar estas vasijas con otras formas cerámicas delmismo estilo Inca cuzqueño (Uhle, 1903: lam. 18 figs. 4, 5, 7; Guerrero, 1998: 105 y 106;Makowski, 2003: fig. 10d). Varias de estas formas, pertenecientes exclusivamente alestilo Inca cuzqueño y que son de uso doméstico muy particular, como las halladas porUhle en Pachacamac (Uhle 1903: lam.18, figs. 4 y 5), denotan claramente la presenciade grupos de personas de este mismo grupo étnico, por la función cotidiana que en estetipo de vasijas está implícita. Fragmentería cerámica similar ha sido hallada a su vez enArmatambo, indicando también la presencia en el lugar de personas de origen étnicocuzqueño.

Incluso muchas de estas formas incaicas son de manufactura local, empleándoseen efecto las arcillas y los pigmentos locales (Eeckhout, 1995: fig. 27; Makowski, 2003:fig. 10b; Diaz & Vallejo, 2003b: figs. 9, 11, 12), o como en el caso de los pequeños platosque adicionan un apéndice a manera de asa representando el cuello y cabeza de una ave(Strong & Corbett, 1943: figs 9b, 10a), que pueden llegar a ser manufacturados con lastécnicas locales de cocción reductora (Strong & Corbett, 1943: fig. 9d).

Es claro que la ocupación incaica fue intensa en esta región y la llegada deelementos cerámicos del estilo cuzqueño bastante usual. Los contextos arqueológicosasociados con este periodo presentan una significativa cantidad y variedad de elementoscerámicos del estilo Inca en tal grado que indudablemente la producción de la alfareríaincaica fue generalizada.

Además de las formas típicas del estilo Inca, surgen nuevas formas y elementosdecorativos, que bien pueden considerarse como mezclas del estilo Inca con el estilolocal o como evoluciones propias de los tipos cuzqueños (23). La denominación de estetipo de vasijas es dificultosa debido a que ya se ha usado repetidamente el término deInca Provincial con varias significaciones, por ello preferimos denominarlas IncaRegional, dado que este conjunto es exclusivo de una región determinada, en este casola costa central peruana.

Dentro de este grupo, que llamaríamos Inca Regional, se encuentra una serie devasijas cara-golletes, elaboradas tanto en ambiente reductor como oxidante. El motivoescultórico, presente en las vasijas cara-gollete se aplica también a varios tipos debotellas y jarras, en especial estas últimas, sea con el cuerpo carenado, base plana y

(23) Incluso aparecen con cierta frecuencia en los contextos de este periodo varias vasijastotalmente atípicas, en especial aquellas escultóricas. Algunas de estas raras piezas son reproducidaspor Schmidt (1929). También ver: Cornejo, 2003: figs. 2b y 3b; Makowski, 2003: fig. 10c

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cuello evertido; o con el cuerpo enteramente globular. Algunas de estas vasijas inclusoreproducen los brazos del personaje, incisos en el cuerpo de la vasija y/o pintados. Estasvasijas pueden presentarse de color negro (ambiente reductor) o policromadas, enacabado mate o pulido (Uhle, 1903: fig. 79 y lam.13, figs. 3, 4; Bazán, 1990: lam. 35,fig. a; Cornejo, 2000: foto 3; 2003: figs. 1a, 1b, 2a, 2c, 3a, 3c, 4d, 5a, 5d).

También se vuelven populares, un grupo de pequeñas botellas con el cuerpo enforma de cucurbitáceas, con el cuello alto, ligeramente abierto; aunque el número, tipoy posición de las asas suele ser variada. El tratamiento más usual de estas botellas es enambiente reductor, pero existen especimenes en tratamiento oxidante, engobadas enocre o pulidas, y con líneas cremas remarcando los detalles. En algunos casos en la unióndel cuello con el cuerpo suele añadirse un reborde circular con incisiones zigzagueantes(Uhle, 1903: figs. 69, 70, 71, 86 y lam. 13, fig. 13; Engel, 1984: 4435; Franco, 1998: lam.47 fig. 14).

Otra vasija recurrente en los contextos de esta fase es la que consiste en unabotella que representa a un personaje masculino, con las facciones del rostro bienelaboradas y el tocado que se convierte en el borde mismo de la botella. El cuerpo de lavasija sirve para representar a su vez el cuerpo del personaje, donde se detallan susextremidades inferiores y los pies. Las extremidades superiores suelen ser representadascon mayor realismo y detalle (Uhle, 1903: lam.13, fig. 2).

Una botella particularmente vistosa y bastante recurrente es la de doble cuerpo,elaborada en ambiente reductor y de acabado pulido; ambas botellas se unen en el cuerpopor un asa puente a la altura de los cuellos (Fig. 18). El común de estas vasijas es el tiposilbador, para lo cual se ubica siempre un figurín escultórico en el tope del cuello de unade las botellas, colocándose precisamente debajo de este figurín el silbato (Uhle, 1903:lam. 13, fig. 8, lam. 18 fig. 12; Engel, 1984: 4480; Isla, 1995: figs. 7c, d, e; Makowski,2003: fig. 10a).

Fig. 18 – Botella de doble cuerpo silbadora del estilo Inca Regional(Schmidt, 1929).

Otra vasija perteneciente a este grupo, es un cuenco de contorno fuertementecarenado y base ligeramente convexa o plana. El labio presenta por lo regular unpequeño reborde. Estos cuencos tienen como características principales su manufacturaen color negro, por ambiente reductor y su decoración estampada de figuras muypequeñas de aves, cruces romboides escalonadas, círculos y otros diseños estilizados,distribuidos entre paneles trapezoidales o triangulares definidos por líneas incisas. Envarios casos se encuentra pintura post-cocción de color blanco y rojo al interior de estosdiseños estampados (Strong & Corbett, 1943: fig 10e, 11e; Silva, 1992: figs. 150, 152).

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Algunas miniaturas en forma de pequeños cuencos, también aplican este tipo dedecoración estampada, con similares motivos iconográficos y apliques de pintura post-cocción (Ravines & Stothert, 1976: Sp. An26/76f).

Entre las miniaturas existe una muy usada, la cual se compone de un pequeñoplato de base convexa al que se le ha añadido a la altura del borde cuatro apéndices querepresentan las alas, cola y cabeza de un ave. La cabeza del ave es tratada escultóricamente,mientras que en las alas y cola se resaltan sus elementos con incisiones. Algunas veces,las partes internas de las incisiones y detalles de la cabeza del ave, son decoradas conpintura post-cocción en colores invariablemente blanco y rojo (Uhle, 1903: lam. 18 fig.10; Engel, 1984: plate 4, p. 4347; Isla, 1995: fig. 3d). Las miniaturas son frecuentes enlos contextos de esta fase, existiendo gran variedad de ellas, especialmente de pequeñasollas, platos y cuencos. Por lo general, el acabado de este tipo de vasijas en miniaturasuele ser vistoso, con pulimento superficial, engobes, incisiones y en pocos casosaplicaciones de pintura. En algunos casos raros, se aplican incluso detalles escultóricosen ellas (Isla, 1995: figs. 3c, 5a; Franco, 1998: lam. 47, fig.13).

Las formas escultóricas suelen ser bastante variadas, tanto las polícromas comolas de color negro, aunque en algunos casos hay recurrencia en el tipo de representación.Son algo usuales la representación de un pescador o un personaje montado sobre uncaballito de totora (Canziani, 1983) o la de un cargador de vasijas de cerámica(Disselhoff, 1961: 224) (Fig. 19b). En otros casos estas formas escultóricas son bastantecomplejas, incorporando elementos plásticos de varias tradiciones cerámicas; sinembargo, son escasas en comparación con los otros tipos cerámicos que conforman elcorpus del Inca Regional.

Fig. 19 – Cerámica del estilo Inca Regional (a, b, c) y del estiloYchsma Tardío B (d) (Schmidt, 1929).

c

ab

d

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Un tipo de botella escultórica que parece ser bastante usada representa a unpersonaje de facciones toscas, sujetándose una de las extremidades (Fig. 19a). Elacabado es casi siempre en negro por la cocción reductora empleada y de superficiepulida (Schmidt, 1929; Engel, 1984: plate 20, 3244).

En general, las botellas del Inca Regional son muy variadas, en especial aquellasde color negro trabajadas en ambiente reductor y que presentan siempre un acabado muypulido y brillante. El elemento morfológico común en ellas está constituido por el tipode cuello, de tipo angosto con el labio evertido; un asa pequeña cintada es colocada enla unión de la base del cuello con el tercio superior de la vasija. Los cuerpos presentanlas mayores variantes, utilizando temáticas diversas pero principalmente de elementosfitomorfos como frutos y tubérculos, o elementos zoomorfos como caracoles (Uhle,1903: lam. 13, figs. 14, 15). Las variantes en este grupo cerámico están mayormenteconstituidas por botellas que combinan varios elementos temáticos escultóricos, siendoestas de construcción compleja y elaborada (Uhle, 1903: lam. 18, fig.11). En algunoscasos las botellas que tienen el mismo acabado en ambiente reductor y pulido, utilizanapliques escultóricos en la unión del cuello con el cuerpo y tanto el asa como el cuellorecuerdan más las formas del estilo Ychsma (Guerrero, 1998: 101 [arriba]).

Una forma escultórica, seguramente de uso ritual, es la que representa a unpersonaje femenino, de cabeza o tocado en forma trapezoidal. Este personaje suele serrepresentado sentado y es común el tratamiento en color negro pulido, con detallesincisos y modelados; pequeñas aplicaciones de pintura suelen resaltar algunos de losdetalles representados (Fig. 19c). Adiciones como orejeras escultóricas, algunas finamentetrabajadas, son también frecuentes en estas formas antropomorfas (Schmidt, 1929;Hyslop & Mujica, 1992: fig. 21).

Otro tipo de pieza escultórica, muy rara, parece representar al mismo personajefemenino, pero de pie y con los brazos abiertos a los lados; el tocado es también algotrapezoidal. Este tipo de representaciones guarda mucha correspondencia con piezassimilares del valle de Chancay y con las figurinas femeninas del estilo Ychsma; sinembargo, en este caso su acabado es en color negro producto del ambiente reductor, lasuperficie pulida y con adiciones decorativas como líneas incisas zigzagueantes ypuntos estampados entre ellas. Los ojos son de forma romboidal alargada (Bazan, 1990:lam. 34). De igual manera, existe un tipo de variantes en estas piezas escultóricasbastante elaborado, que utiliza las incisiones y los bajo relieves de manera profusa pararesaltar varios detalles, principalmente, de los ornamentos que acompañan al personaje,como un tipo especial de cara-gollete (Uhle, 1903: fig. 81).

Las formas cerámicas Inca del tipo “paqcha” encuentran gran difusión ydiversidad en los motivos representados, manteniendo siempre estas característicasescultóricas, así como muestran gran variedad en los acabados (Canziani, 1983: fig.saltamontes y fig. caracol).

Los acabados en el Inca Regional son bastante finos, como las vasijas desuperficie pulida terminadas en cocción reductora, algunas de las cuales presentan unacabado en color negro brillante muy particular, denominado como “plombatinado” oplombaginado. Muchas de las formas incas aribaloides reproducidas en pequeñas jarras

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o cántaros de color negro pulido con la reproducción de un rostro en el gollete (Bonavía,1959: lam. XVI), son frecuentemente acabadas con la técnica del plombatinado, aunqueexisten variantes con decoración polícroma elaboradas en ambiente oxidante (Uhle,1903: lam. 18 fig. 2). Un tipo frecuente de forma aribaloide es elaborado en ambientereductor y presenta en el cuello la reproducción de un rostro, de facciones algo similaresa las que se reproducen en las jarras aribaloides, pero que añade además una decoraciónincisa en el cuerpo de la vasija con detalles de los brazos y manos del personaje (Ravines& Stothert, 1976: Sp. An06/ 76; Silva, 1992: fig. 81).

También se usan repetidamente engobes de color naranja, con acabado pulido yengobes de color rojo violáceo con acabado mate; en este ultimo tipo de engobe sueleasociarse casi siempre un tipo de pasta que incorpora gran cantidad de elementos líticosmolidos como el granito.

Para el Inca Regional, existen variados tipos de cuencos y platones, por lo generalacabados en superficie pulida sobre un engobe de color naranja o marrón claro. A veceses notoria una capa de pintura marrón que sustituye o se superpone al engobe y que seaplica en toda la superficie externa de estas vasijas pero de forma irregular (Bonavia1959: lam. XV).

3. 7. La Fase Ychsma Tardío BEn la fase Ychsma Tardío B se consolidan muchos de los cambios de la fase

anterior, pero es evidente que los cambios son de mayor trascendencia y que excedena los elementos cerámicos. En lo que respecta a las formas propiamente del estiloYchsma, hay varias que son únicas de esta fase y aunque no necesariamente adoptanmodelos iconográficos cuzqueños, se asocian contextualmente y cronológicamente conlos tipos cerámicos Inca; sin embargo, por técnica, morfología y decoración pertenecena la tradición cerámica local, por lo cual se les ha segregado como pertenecientes a lafase Ychsma Tardío B (Fig. 20).

Entre las vasijas propias de esta fase, están un tipo de tazones o platos hondos,en los cuales la característica principal es la de presentar un par de sapos escultóricos,elaborados en molde y que funcionan a manera de pequeñas asas (Fig. 20 d). Estos sapossiempre se ubican en par y en el borde de las vasijas, uniéndose con la parte superior delcuerpo. La base es convexa y el contorno presenta siempre un carenado o aquillado. Ladecoración pictórica consiste en el cubrimiento en crema de la parte media y superiorde la vasija y, a menudo, la aplicación adicional de líneas negras que describen motivosgeométricos en los bordes internos y en el tercio superior externo (Bueno, 1983; Bazán,1990: lam. 20; Isla, 1995: fig. 3a; Eeckhout, 1995: fig. 28a; 1999: fig. 16g, 16h; Franco,1998: lam. 43, figs. 3, 4, 5 y lam. 44, fig. 11; Córdova, 2000: foto 191; Guzmán, 2002:fig. a). La aplicación de estos figurines escultóricos en muy pocos casos se incorpora aotras formas cerámicas como cántaros o cuencos de cuerpo globular (Bazán, 1990: lam.43; Isla, 1995: fig. 3b).

Otro tipo de vasijas típicas de esta fase, son las ollas con decoración en relievede serpientes ondulantes dispuestas en posición horizontal, que se ubican tanto en elcuerpo como en los cuellos de estas vasijas (Fig. 20a, b, f). Existen varios tipos

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principales de ollas que incorporan este tipo de decoración; la más común consiste enuna de cuerpo globular, asas cintadas en el cuerpo y cuello convexo (Fig. 20a). La otraes también una olla, pero de cuerpo más oblongo, sin cuello; a veces un reborde biseladoreemplaza al cuello y da más resalte al borde (Isla, 1995: fig. 4b). Las asas cintadas sonalargadas y elevadas (Fig. 20f) o también aquéllas que prácticamente no presentancuello (Fig. 20b). La decoración pictórica en estos dos tipos de vasijas con serpientes essiempre en color crema sobre un fondo rojizo a veces violáceo, producto del engobe quese aplica sobre este tipo de vasijas. Los elementos en crema se aplican a manera depequeños círculos sobre el lomo de las serpientes, líneas paralelas sobre las asas y franjasalrededor de las asas y en el borde de las vasijas. En algunos casos varias protuberanciascirculares acompañan a los diseños en relieve de las serpientes. Un caso poco frecuentees la aplicación del motivo serpentiforme en las ollas de cuello abierto y de asas lateralesen la unión del labio con el cuerpo; o en ollas donde se le adiciona también la decoraciónpictórica en bandas de color crema (Uhle, 1903: fig. 85; Engel, 1984: 3226; Bazán, 1990:lams. 15, 32a, 39a-b; Silva, 1992: fig. 71, 78, 79; Eeckhout, 1995: fig. 20; Franco, 1998:lam. 46, fig.10) (24). Algunas raras variantes incluso incorporan adicionalmente unadecoración estampada en el cuerpo de la vasija (Isla, 1995: fig. 4c). Muchas de estasvasijas son halladas con claras huellas de uso, generalmente impregnadas de hollín, loque denota su utilidad doméstica (Fig. 21a).

Fig. 20 – Formas cerámicas de la fase Ychsma Tardío B.

a

on

ml

p

b

k

ji

h

gfe

d

c

(24) Una variante a estos tipos principales es presentada también por Engel, 1984: 4537;Córdova, 2000: foto 193.

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632 Francisco VALLEJO BERRÍOS

Una variante importante en las vasijas que incorporan la decoración serpentiformees la de aquéllas que le adicionan la decoración estampada de círculos; estos suelen serpequeños y se ubican en el lomo de la serpiente. Es recurrente la asociación entre ladecoración serpentiforme con el estampado de pequeños círculos, en vasijas que utilizanla pasta arcillosa de color marrón y temperantes de cuarzo lechoso (pasta de tipo C oLomas), aunque existen también las que utilizan otros tipos de pasta; el acabado esmayormente rústico exhibiendo únicamente la superficie natural, con poco trabajo dealisado (Bazán, 1990: lam. 45a ; Silva, 1992: fig. 135; Franco, 1998: lam. 41, fig. 3) (25).

Las ollas sin cuello en esta fase alcanzan gran popularidad, existiendo diversasvariantes entre ellas; aunque manteniendo una conformación común, como el cuerpooblongo de base ligeramente convexa, asas laterales cintadas, en posición vertical,algunas veces alargadas y sobreelevadas con respecto a la altura del borde (Fig. 20b);o también manteniendo las mismas características del cuerpo, pero con las asas enposición horizontal. Por lo general, su acabado es en natural o también con engobes rojooscuro o rojo violáceo, con aplicaciones de pintura crema (Engel, 1984: plate 5, p. 4557y plate 7, p. 4281; Negro & Fuentes, 1989: Fb-6; Silva, 1992: fig. 82; Eeckhout, 1995:fig. 21). Existe también un tipo de olla sin cuello, que parece reproducir formasanteriores, pero que en esta fase presenta aplicaciones de engobe rojizo y pintura cremaalrededor del borde o en casos raros, aplicaciones escultóricas (Isla, 1995: fig. 4a).

Una botella también es recurrente en esta fase, la cual está constituida por elcuerpo globular, base plana, asas cintadas laterales en posición vertical y cuello angostodel tipo “tulipa”, a veces algo más alargado que el que se presentaba en vasijas similaresde fases anteriores. La decoración de estas vasijas es pictórica, compuesta por líneasnegras en diseños geométricos, a manera usual de líneas zigzagueantes paralelas, sobreun fondo crema. Estos diseños se ubican torno al cuello, sobre el tercio superior delcuerpo de la botella (Engel, 1984: plate 10 p. 4066).

Las botellas en general son bastante variadas existiendo diversos tipos. Una deellas está compuesta por un cuerpo globular, con asas laterales pequeñas y alzadas sobre

a

b

c

Fig. 21 – Cerámica perteneciente a la fase Ychsma Tardío B. Armatambo.

(25) Material similar también se ha reportado procedente del sitio de Chocas en el valle delChillón. Ver: Pérez & Arce, 1989: lam. XII

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633EL ESTILO YCHSMA

el cuerpo de la vasija; el cuello es angosto y su terminación bastante expandida. Enalgunos casos, este tipo de botellas presenta un trabajo escultórico alrededor del cuelloen la unión con el cuerpo, simulando una pequeña pirámide escalonada (Guerrero, 1998:99). En estas vasijas es frecuente la aplicación de pintura crema sobre este detalleescultórico y el borde, con la superficie del cuerpo alisado en color natural o naranjaclaro.

Las botellas del tipo cantimplora, usuales en las fases Ychsma precedentes, sonfrecuentemente trabajadas ahora en ambiente reductor y con bastante pulimentosuperficial. El borde suele ser recto y divergente (Silva, 1992: fig. 88; Isla, 1995: fig. 5c;Makowski, 2003: fig. 9).

Entre los elementos decorativos de esta fase está la de un figurín antropomorfoelaborado en molde que suele añadirse al cuello de algunos cántaros, especialmente deaquellos que tienen forma y dimensiones similares a las usadas por los tipos caragollete(Fig. 20m). La forma de este figurín moldeado es bastante repetitiva, pues suele mantenerlas mismas facciones en todos los casos, que asemejan bastante las facciones de uninfante. Este tipo cerámico proviene de o se relaciona directamente con la fase anteriordonde las facciones del personaje son más toscas y con las orejas dispuestas cerca delrostro (Fig. 14a). El rostro en la fase Tardío B es siempre de forma redondeada y enalgunos casos se le añade un par de orejas modeladas a cada lado del cuello de la vasija(Strong & Corbett, 1943: fig. 10e; Bazán, 1990: lam. 22; Franco, 1998: fig. 45 nº 3).

Muchas formas cerámicas de las fases anteriores entran en un nuevo desarrollodurante esta fase, en especial presentando un acabado en ambiente reductor biencontrolado, lo que les proporciona un color negro muy intenso, además del efecto delpulido superficial. En este grupo se encuentran una serie de vasijas de tamaño mediano,con un ancho cuerpo globular, cuello angosto y borde expandido. El asa se ubica entreel cuello y el tercio superior del cuerpo. A estas vasijas, se les suele añadir un apliqueescultórico representando por lo general a un felino en una postura echada (Fig. 20p)(Silva, 1992: fig. 90). En otras formas cerámicas, pero siempre tratadas en ambientereductor, se aplica la representación escultórica de un mono con una de sus extremidadessobre la cara (Eeckhout, 1995: fig. 29). La utilización de elementos escultóricos, comofelinos o monos, en diversas formas cerámicas, muestra mayor libertad y frecuencia,sumado a un mejor tratamiento de los detalles escultóricos de estas representaciones(Isla, 1995: fig. 7a).

Entre estas vasijas de cocción reductora existe una de contorno carenado y labiosfuertemente biselados, con aplicaciones en relieve de protuberancias ovales y alargadas(Fig. 20l). Estas aplicaciones son bastante peculiares resaltándose el motivo conincisiones paralelas en sentido longitudinal (Engel, 1984: plate 8, p. 3973; Silva, 1992:fig. 149).

Los cambios morfológicos en esta fase son muy variados, aunque se encuentranenmarcados dentro de un comportamiento similar que afecta a la mayoría de tiposcerámicos. Los patrones de cambio están generalmente establecidos por el uso másfrecuente de bases planas, asas cintadas, labios con bordes o rebordes fuertementebiselados (Fig. 20f, k, l) (Engel, 1984: 4273; Silva, 1992: fig. 80) o labios con un gruesoreborde pendiente (Fig. 20i) (Silva, 1992: fig. 115). También es recurrente la utilización

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de cuellos expandidos de forma acampanulada (Negro & Fuentes, 1989: Fc-3; Isla,1995: fig. 5c). En diversas vasijas la decoración es, frecuentemente, en base a bandasparalelas de color blanco o crema (Figs. 20j, o), que a menudo presentan además uncírculo pintado alrededor de la base del asa, también del mismo color, aplicado en amboscasos sobre una base engobada de color rojo violáceo (Silva, 1992: figs. 82, 84).

Las vasijas del tipo cara-gollete pertenecientes a esta fase son casi siempreacabadas con cuello más expandido o evertido y el labio bastante biselado (Fig. 21c);incluso los diseños del rostro del personaje son bien delineados en estilizacionesbastante recurrentes, con trazos más rectilíneos y de líneas más delgadas (Fig. 20k). Losdetalles escultóricos en este tipo de vasijas son a veces pequeños, como la nariz y los ojosque disminuyen de tamaño con respecto a las fases precedentes (Bueno, 1983: 26, fig.a; Franco, 1998: lam. 45, figs. 15, 17; Guzmán, 2002: figs. e, f —los diseños sin embargoaparecen en la publicación invertidos—). Con todo, las variantes durante esta fase en eltipo cara-gollete, son numerosas y de diversa índole, mezclándose muchos elementosiconográficos y morfológicos, restringidos anteriormente a otras vasijas o que surgenexclusivamente en esta fase (Uhle 1903: lam.13 figs. 5, 6).

Una variante de las vasijas cara-gollete bastante novedosa en esta fase, está dadapor un grupo que utiliza la técnica de cocción reductora, con acabado de la superficiepulida (Strong & Corbett, 1943: fig. 11g). Los detalles escultóricos del personajerepresentado son similares al de los cara-golletes de cocción oxidante pero en menortamaño; existen además varios casos donde los ojos son de forma alada (Franco, 1998:lam. 42, fig. 1).

Otras variantes en las vasijas cara-gollete lo constituyen un grupo de cántaros quereproducen el rostro modelado de un personaje, pero en posición sentada, con lasextremidades inferiores resaltadas por detalles escultóricos o pictóricos. Los piesigualmente son representados en forma escultórica en varios casos, que se adaptan a labase plana. Los acabados de estas vasijas son variados, predominando los acabadosmate, aunque existen especimenes pulidos. El cuello es usualmente recto, con el labioredondeado y las facciones del rostro del personaje tratadas escultóricamente con mayordetalle. Los ojos muchas veces son romboidales o alados (Hyslop & Mujica, 1992: fig.23 [B/1132 y B/1128]; Cornejo, 2003: figs. 2b, 2d, 3b, 3d, 4b, 5c).

Esta misma representación, aunque prescindiendo de los detalles de lasextremidades inferiores y los pies, es hallada en cántaros de cuello recto, cuerpo globularovoide y de base convexa o plana. La posición de los brazos y las manos suele ser variada(Hyslop & Mujica, 1992: fig. 23 [B/1125]; Isla, 1995: figs. 6a, b).

En algunas botellas o jarras pequeñas, suele también reproducirse el rostro de unpersonaje con bastante afinidad a las vasijas cara-gollete de mayor tamaño. Los pies serepresentan en la base de la vasija con dos pequeñas aplicaciones salientes. En algunoscasos el rostro es de características zoomorfas, imitando las facciones de un ave. Elcuerpo de la botella es usado para representar otros elementos del personaje, como lasmanos. La decoración de este tipo de botellas es variable: puede ser solamente pictóricaen color negro sobre una base crema, negro pulido por cocción reductora o utilizar líneasincisas (Isla, 1995: fig. 6c).

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635EL ESTILO YCHSMA

Los cuencos aquillados alcanzan gran difusión en esta fase, mejorando inclusosu conformación plástica. En varios casos resalta la aplicación de un engobe marrón enla parte externa inferior e interior de la vasija, donde anteriormente se presentabaúnicamente la arcilla natural (Fig. 21b). Una variante de este tipo de vasijas es una queincorpora una aplicación escultórica de la cabeza de un ave estilizada, de perfil alargado,que se ubica alrededor del cuello, en el tercio superior de la vasija; las alas y la cola sontambién aplicadas a la misma altura con respecto al borde de la vasija. Dichasaplicaciones servían también como asas (Franco, 1998: lam. 45, fig. 2; Eeckhout, 1999:fig. 16f).

Las ollas y cántaros usan mayormente la decoración de gruesas bandas paralelasubicadas verticalmente en el cuerpo de la vasija (Fig. 22). Estas gruesas líneas a manerade bandas se pintan siempre en color crema sobre el fondo rojo natural (Ravines &Stothert, 1976: Sp. An05/76; Engel, 1984: 4459, 4470; Ravines, 1994: figs. 543, 544),con un tratamiento mucho más delineado y rectilíneo que los toscos brochazos de lasfases anteriores (Bazán, 1990: fig. 16a). Las asas en las ollas, aplicadas en la unión delcuello con el cuerpo, suelen ser más anchas y a veces un pequeño reborde superior queexcede el nivel del labio. El cuello de estas ollas también suele ser más evertido (Franco,1998: lam. 46, fig. 1; Córdova, 2000: foto 196).

Los componentes y tipos de arcillas empleadas en la producción de la cerámica,son más seleccionados y es frecuente el uso de temperantes líticos, como el granitomolido. La presencia de este tipo de elementos líticos será más evidente en las vasijasengobadas de rojo violáceo, denotando talleres especializados en las zonas donde estematerial existe. El uso de estos temperantes líticos es constante en las tinajas y otrasgrandes vasijas; es claro que el objeto de añadir este tipo de temperantes e inclusionesen la pasta, se relaciona con la dureza y mayor solidez que estas vasijas adquirían luegode la cocción, predominando por ello los tipos cerámicos que utilizan la pasta del tipoB o “quebrada”.

Entre las vasijas más características de esta fase, están las tinajas del tipo“pepino”, denominadas así por la forma y decoración que exhiben (Fig. 20o). Estastinajas presentan siempre un cuerpo ovoide alargado, con un par de asas lateralesubicadas en el tercio superior. La decoración es constante y similar en todas ellas,

Fig. 22 – Ollas típicas de la fase Tardío B. La Rinconada.

a b

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636 Francisco VALLEJO BERRÍOS

consistiendo en una serie de franjas paralelas de color crema que recorren verticalmenteel cuerpo de la tinaja. El cuello es pequeño, con un grueso reborde externo en el labio(Uhle, 1903: fig. 66; Hyslop & Mujica, 1992: fig. 19).

Otro tipo de tinajas provenientes de la fase anterior, que utilizan un gruesoreborde en el labio de forma lenticular (Fig. 20n), algunas veces con bastante saliente,aparece ahora con mucha más frecuencia (Silva, 1992: fig. 108).

Uno de los cambios importantes en esta fase está en el uso de moldes, especialmenteen la elaboración de figurinas femeninas, las cuales se volverán muy populares yvariadas, aunque manteniendo los mismos cánones de concepto (Fig. 20g). Es comúntambién el adicionarle a estas figurinas una capa de pintura crema sobre toda lasuperficie o en algunos de los detalles escultóricos (Fig. 19d) (Uhle, 1903: fig. 87;Ravines & Stothert, 1976: Sp. An26/76g; Engel, 1984: plate 21, p. 4587, 3884, 4582;Vallejo, 1988: fig. 12; Eeckhout, 1995: fig. 19; Guerrero, 1998: 104 arriba).

Muchos de los motivos y diseños del Ychsma Tardío B reproducen los elementosiconográficos de las fases anteriores, en especial el de los peces, siempre delineados encolor negro sobre una base crema o blanca (Engel, 1984: 4490; Franco, 1998: lam. 45figs. 6, 10; Guzmán, 2002: fig. g); o también se incorporan motivos tomados aparentementede los textiles por su trazo geométrico, como escalonados y aves estilizadas (Engel,1984: plate 8, p. 3975, 4489 y plate 10, p. 3260), aunque también existen especímenesdonde el diseño es bastante libre (Isla, 1995: fig. 5b). En varios casos los motivos serestringen a círculos en blanco o crema, delimitados por líneas en color negro que seaplican generalmente en el cuerpo de las vasijas globulares (Strong & Corbett, 1943: fig.12f). En las vasijas mejor trabajadas, todos estos diseños representados tienen una buenacomposición y el trazo es mejor delineado; y es frecuente que los bordes internos o lasasas presenten decoración pictórica de delgadas líneas paralelas, círculos y escalonados(Strong & Corbett, 1943: fig. 9e, f; Franco, 1998: lam. 46 figs. 2, 4).

Se continúa aplicando la decoración estampada de círculos como en las fasesanteriores, en especial en ollas de manufactura tosca (Franco, 1998: lam. 46, fig. 13).

4. DISCUSIÓN

Si bien el trabajo de clasificación y seriación de la cerámica Ychsma aparenta serestructurado a partir de criterios puramente estilísticos, lo cierto es que éste obedeceestrictamente a criterios arqueológicos contextuales. De hecho, se ha tomado comoprincipal punto de referencia los estudios de campo efectuados en los sitios deArmatambo (Díaz, 1998; 2000; 2004a; 2004b; Díaz & Vallejo 2002; 2003a; 2003b;2004; Ruales et al., 1983; Vallejo, 1988; 1998) y La Rinconada (Díaz, 2002); como asu vez, la comparación de estos datos con los hallazgos y estudios desarrollados pordiversos investigadores tanto en Armatambo (Bazán, 1990; Bragayrag, 1982; Pérez,1997), y en otros sitios del espacio geográfico involucrado, como los de Pachacamac(Bueno, 1982; 1983; Eeckhout, 1995; 1999; Franco, 1993; 1998; Franco & Paredes,2000; Menzel, 1968; Paredes & Ramos, 1994; Strong & Corbett, 1943; Uhle, 1903);Huallamarca (Casas & Dolorier, 2004); Puerto Viejo (Bonavía, 1959); Huaca San Borja(Rea, 2001); El Sauce (Córdova, 2000); La Salina (Machacuay & Aramburú, 1998); Isla

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San Lorenzo (Isla, 1995); Huachipa- Jicamarca (Silva, 1992); Pueblo Viejo (Makowski,2003); entre otros. Incluso se ha efectuado algunas correlaciones con material de valleso áreas geográficas aledañas como los de Ancón (Ravines, 1981; Ravines & Stothert,1976); Chocas (Pérez & Arce, 1989) y del valle medio de Chilca (Engel, 1984;González, 2001).

Dado que Armatambo, corresponde a un sitio de especial relevancia en elcontexto social y político del grupo cultural Ychsma, es claro que los hallazgosarqueológicos en términos de correlación estratigráfica y estilo cerámico, sean tambiénen gran parte correspondientes al total del espacio Ychsma.

De por sí, este estudio intenta esbozar un primer cuadro general de la cerámicadel estilo Ychsma en sus diferentes fases y periodos cronológicos. Es claro que los tiposcerámicos involucrados en este proceso son mayores de los aquí representados, puesvarios de ellos corresponden a contextos arqueológicos que están actualmente en trabajode clasificación y estudio. Es importante señalar que varios de estos contextos sonfundamentales para llegar a un estudio completo de la cerámica Ychsma, como porejemplo los contextos de enterramiento ritual de cerámica hallados en La Rinconada,correspondientes con la fase Ychsma Medio A (Díaz, 2002), basurales arqueológicospertenecientes a la fase Tardío B (Díaz, 1998) y el reciente descubrimiento enArmatambo de un denso cementerio correspondiente con las fases Medio B y Tardío A(Díaz, 2004b) de la secuencia Ychsma aquí propuestas.

Siendo la cerámica uno de los principales indicadores arqueológicos, tanto anivel de secuencia cronológica como de características culturales y estilísticas, resultaevidente que la sociedad Ychsma, antes de la dominación incaica, mantuvo en gran partesu desarrollo en el mismo espacio geográfico comprendido principalmente entre losvalles bajos del Rímac y del Lurín, con áreas de control en las lomas inmediatas y en laquebrada de Chilca. Su extensión hacia las vertientes occidentales próximas en generalno alcanzó áreas geográficas más allá de la chaupiyunga, por lo que se puede afirmar quese trató principalmente de una sociedad y una cultura propia del litoral y las quebradasinmediatas.

En el desarrollo de la secuencia cerámica Ychsma, es notoria por un lado, lapresencia de material proveniente de la zona de Huaura para las fases tempranas y deChancay para las fases medias. Algunas de estas piezas son incluso pertenecientes aestos valles y fueron en algún momento trasladadas a los valles del Rímac y del Lurín;otras más bien son el resultado de una fuerte y constante influencia proveniente de estosvalles hacia el área Ychsma. Diversas hipótesis se pueden esbozar en torno a este hecho,desde los contactos puramente comerciales y de intercambio, como la existencia delSantuario de Pachacamac que debió generar movimientos de población a efectos deperegrinaje.

Por el contrario, es también notoria la ausencia de material cerámico provenientedel valle de Chincha o de formas que hayan sido elaboradas con su influencia. Siendola cerámica Chincha particularmente vistosa y de buen acabado, es casi incomprensibleesta ausencia en el corpus cerámico Ychsma. Basta comparar las formas presentadas porMenzel (1976) para el estilo Chincha, con las formas y tipos cerámicos Ychsma, paraver la total incomunicación entre estas dos tradiciones cerámicas.

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La incorporación de la sociedad Ychsma o del llamado Señorío de Ychsma(Rostworowski, 1972; 1978) al organigrama político incaico, de hecho tuvo fuertesrepercusiones en las manufacturas cerámicas, haciendo que éstas encuentren nuevasvariantes estilísticas y que sus mecanismos de distribución se dinamicen ostensiblemente.Es claro que en este periodo, coincidente con la parte final de la fase Ychsma Tardío Ay especialmente con toda la fase Ychsma Tardío B, los especímenes cerámicos Ychsmaalcanzan de manera recurrente otras áreas geográficas como el bajo Chillón, Ancón eincluso Mala (sitio de La Ensenada por ejemplo). Este hecho es además equivalente conla información histórica, la cual señala la existencia de una unidad política incaicacorrespondiente a los valles bajos del Chillón, Rímac y Lurín, expresada en tresimportantes Hunu: Carahuayllo, Maranga y Surco (Cobo, 1882[1639]: 42), de la cualya se ha venido sistematizando su estudio a partir de la llamada Provincia incaica dePachacamac (Cornejo, 2000; Díaz & Vallejo, 2003b; 2004).

La llegada de los españoles en 1533 a Pachacamac marca un punto de ruptura enla continuidad y supervivencia del estilo Ychsma. Aunque es seguro que durante losprimeros años de la Conquista y la Colonia la cerámica debió continuar produciéndose,es evidente que los niveles y características formales de la misma se fueron perdiendoa la par de la extinción de la población indígena local y del abandono progresivo de suspatrones culturales propios. No es raro por ello que prácticamente no se conozcanespecimenes cerámicos que mezclen los nuevos elementos hispánicos con losprovenientes del antiguo estilo Ychsma.

5. CONCLUSIONES

La definición geográfica, estilística y secuencial del corpus cerámico Ychsma,constituye una pauta importante en la consolidación del concepto de una sociedad y unaestructura política del mismo nombre, que funcionó durante el Intermedio Tardío en lacosta central peruana, básicamente en los valles bajos del Rímac y del Lurín.

Desde el punto de vista geográfico, estos dos valles representan el área nuclearde la sociedad o cultura Ychsma, con extensiones e influencias hacia los valles aledaños.Si cuantificamos el área productiva del territorio Ychsma, incluyendo por supuesto lasáreas de cultivo, las lomas y el litoral pesquero, entre otras, veremos que los rangos deobtención de alimentos son muy importantes, capaces por sí solos, para el mantenimientode un nivel poblacional alto y económicamente autosustentable, capaz de servir de basea la estructura económica de cualquier unidad política y social desarrollada. Aunque esnecesario profundizar en las investigaciones del aspecto económico, político y social dela cultura Ychsma, la definición de los tipos cerámicos Ychsma establece la posibilidadde situar los sitios y contextos arqueológicos existentes en un marco espacial y temporal,elemento necesario para la comprensión del desarrollo evolutivo de esta sociedad.

Bajo el criterio estilístico era imprescindible la definición arqueológica del estiloYchsma en vista de la existencia de denominaciones anteriores, las cuales se restringíansolo a determinados tipos cerámicos del propio estilo Ychsma, dando una lectura parcialy quizás equivocada de la situación espacial de esta sociedad. Es claro, por ejemplo, quelas denominaciones anteriores de Huancho o Puerto Viejo son en esencia propuestas detrabajo que se esbozaron en un primer momento de la investigación arqueológica, pero

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que fueron asumidas rápidamente por otros investigadores, al punto que en algunoscasos aparecen ambas denominaciones de Huancho o Puerto Viejo, como estilosdiferentes y aun como correspondientes a áreas geográficas distintas. En realidad,ambos grupos, definidos en base a ciertas características decorativas principalmente,son parte integrante del corpus cerámico Ychsma y más bien representan diferenciacionestemporales propias de la evolución del estilo a través del tiempo.

Con respecto a la secuencia, se ha visto que el incremento de las investigacionesarqueológicas en el territorio Ychsma y especialmente en una lectura adecuada de lasrelaciones estratigráficas y de los contextos asociados, han permitido realizar unaseriación del material cerámico en grupos estilístico-cronológicos que obedecen tambiéna importantes características de comportamiento de la sociedad Ychsma. Así, por unlado, las variaciones más importantes, registradas a partir de cambios en los diversosórdenes de actuación y dinamismo social de la cultura Ychsma, han sido agrupados entres grandes épocas denominadas Temprano, Medio y Tardío; cada una de ellasdefiniendo determinados tipos de comportamiento y características culturales. Por otrolado, la posibilidad de aislar arqueológicamente grupos cerámicos específicos al interiorde estas épocas, ha sido expresada a través de fases que indican también cambiosgraduales dentro de una época específica y en mayor grado de una época a la otra.

Agradecimientos

Quiero agradecer al Dr. Miguel Cornejo por su apoyo y motivación para que este estudiose lleve a cabo y, especialmente a la Lic. Luisa Díaz quien con su constante apoyo, profesionalismoe interés por la sociedad Ychsma, ha permitido que este estudio sea posible.

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643PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMABull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 643-679

HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA:APORTES PRELIMINARES SOBRE LA CERÁMICA

YCHSMA TARDÍA DE LA PIRÁMIDE III DEPACHACAMAC

Jane FELTHAM *, Peter EECKHOUT **

ResumenEste artículo trata del estilo Ychsma en cuanto se refiere al Ychsma Tardío. Las

excavaciones en la pirámide III y el Templo del Mono han dado a luz un buen corpus de materialcerámico, tanto de vasijas enteras como de tiestos diagnósticos. Los fechados radiocarbónicoscolocan el Ychsma Tardío desde fines del siglo catorce hasta la llegada de los incas en la CostaCentral. Hay dos fases del estilo. La primera precede la llegada de los incas y la segundaevolucionó durante el Incanato, ya que ellos introdujeron nuevas formas y técnicas decorativas.Las técnicas de fabricación junto con la evolución de las formas y la decoración son debidamentedocumentadas. Por último se propone un nuevo método de seriación, la cual confirma lacolocación de ciertas formas y técnicas decorativas dentro de estas fases.

Palabras claves: Cerámica, Pachacamac, estilo Ychsma o Ychsma Tardío.

VERS UNE DÉFINITION DU STYLE YCHSMA : APPORTS PRÉLIMINAIRES DELA CÉRAMIQUE YCHSMA RÉCENT DE LA PYRAMIDE III DE PACHACAMAC

RésuméCet article traite de l’évolution du style Ychsma et plus spécifiquement du style Ychsma

Récent. Les fouilles de la pyramide III et du Temple du Singe ont mis à jour un bon corpus dematériel céramique, aussi bien de vases entiers que de tessons diagnostiques. Les datationsabsolues situent l’Ychsma Récent à partir de la fin du quatorzième siècle jusqu’à l’arrivée desIncas sur la côte centrale. Le style comprend deux phases : la première précède l’arrivée des Incaset la seconde s’est développée sous l’Empire inca, avec l’introduction de nouvelles formes ettechniques décoratives. Les techniques de fabrication ainsi que l’évolution des formes et de ladécoration sont dûment détaillées. Enfin, une nouvelle méthode de sériation est proposée,laquelle confirme la position chronologique de certaines formes et techniques décoratives au seinde ces phases.

Mots clés: Céramique, Pachacamac, style Ychsma ou Ychsma Récent.

* Unversity of Liverpool, Reino Unido. E-mail: [email protected]** Université Libre de Bruxelles, Bélgica. E-mail: [email protected]

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644 Jane FELTHAM, Peter EECKHOUT

TOWARDS A DEFINITION OF THE YCHSMA STYLE: A PRELIMINARYCONTRIBUTION ON LATE YCHSMA CERAMICS FROM PIRAMID III AT

PACHACAMAC

AbstractThis article discusses the evolution of the late Ychsma style. Recent excavations in

pyramid complex no III have uncovered a fine corpus of ceramic material which includescomplete vessels as well as diagnostic sherds. Radiocarbon dates place the Late Ychsma stylefrom the end of the 14th century to the arrival of the Incas on the central coast. There appear tobe two phases in the style, the first of which precedes the Inca regime. The second phase refersto the period under the Incas who introduced new forms and decorative techniques. Manufacturingtechniques as well as the evolution of forms and their decoration are given full discussion. Finallya new method of seriation is proposed, which confirms the placement of certain forms anddecorative features within these phases.

Key words: Ceramics, Pachacamac, Ychsma style or late Ychsma.

Dentro del marco del proyecto Ychsma, uno de los temas que despierta mayorinterés es el de la cerámica. Por lo tanto creemos importante difundir los resultados denuestras primeras temporadas en cuanto a la cerámica Ychsma se refiere. Enfocaremoseste artículo sobre la alfarería encontrada en el complejo piramidal no III (1) durante lasinvestigaciones realizadas allí entre enero y marzo de 1999 y en setiembre-octubre de2000. Dichas excavaciones se concentraron en las partes altas del complejo, es decir enlas plataformas A y B y en los ambientes asociados, y en el Templo del Mono y su plazaasociada, que es la Plaza IV (Fig. 1). En 1999 la superficie total de las excavacionesalcanzó 458 m2. Cada ambiente o recinto fue explorado sistemáticamente con elpropósito de recoger evidencias sobre el carácter de la ocupación. En varias ocasioneslas excavaciones llegaron hasta la roca madre porque queríamos obtener columnasestratigráficas que se podrían relacionar con el desarrollo del edificio a la vez quedeseábamos saber más de las ocupaciones anteriores a la construcción del complejo.Una serie de 24 muestras radiocarbónicas han sido fechadas (Michczynski et al., 2003),lo cual nos ha permitido definir una cronología muy detallada, tanto de la historia deledificio como del material asociado. Volveremos más tarde a estos puntos cronológicos.

En efecto en 1999 hubo 469 bolsas de tiestos procedentes de dichas excavacionescon un total de más de 60 000 tiestos. Unos 3 000 de estos, es decir un 5 %, seconsideraban diagnósticos. Entre estos había varios estilos, algunos de los cuales seremontaban hasta el Intermedio Temprano. Los siguientes estilos fueron reconocidos:el Inca Provincial, el Inca-Chimú, el Ychsma, el Lima, el Nievería y un estilo llano delIntermedio Temprano. Los tiestos de los estilos tempranos siempre son pequeños y algodeteriorados en los bordes, lo que nos lleva a pensar que provienen del relleno de lospisos y de los adobes de los muros. No se encuentran en un contexto seguro debajo de

(1) El complejo piramidal III está compuesto de dos pirámides, A y B, y de un edificio algoapartado de estas que llamamos el Templo del Mono.

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645PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA

las ocupaciones tardías, pues se encuentran tanto en la superficie como en las capasinferiores. No vamos a detenernos en estos estilos tempranos, ni en el estilo de Cuzco,lo cual pensamos hacer en una presentación futura. Por ahora nos interesa considerar elestilo Ychsma y los problemas que han surgido en cuanto a su definición, problemas quetodos los que trabajan con este material han hecho resaltar.

Todos reconocemos la importancia histórica del sitio de Pachacamac en eldesarrollo de la arqueología científica del Perú. Los trabajos pioneros de Max Uhle afines del siglo XIX le permitieron establecer la primera secuencia relativa de cerámicaprocedente de tumbas en la América del Sur, un logro que a partir de ese entonces haservido de base para las secuencias elaboradas en los Andes Centrales hasta hoy día(Uhle, 1903). Sin embargo, a pesar de la importancia del trabajo de Uhle, hay quereconocer que nuestros conocimientos respecto a la alfarería tardía de Pachacamactodavía permanecen limitados. Las razones de esto son las siguientes:

Uno: la huaquería que viene afectando el sitio desde la Conquista. Uhle (1903: 12)calculó que había entre 60 000 y 80 000 tumbas en Pachacamac pero hasta lafecha actual solo una docena han sido debidamente excavadas y documentadas.

Dos: el hecho de que la mayor parte de la cerámica encontrada consiste en cerámicallana de poco valor estético en comparación con otros estilos del IntermedioTardío, como por ejemplo, el Chimú, el Chancay y el Ica, de modo que no lesha llamado la atención a muchos investigadores.

Tres: la falta de fechados absolutos hasta hace poco. Los treinta y dos fechadosobtenidos dentro del marco del proyecto Ychsma (Michczynski et al., 2003;Eeckhout, 1999: 380-381) representan un 90 % del total de los fechadosdisponibles para el sitio de Pachacamac. Dichos fechados serán

Fig. 1 – Reconstitución del complejo piramidal III de Pachacamac que muestra lasdos pirámides, la IIIA y la IIIB junto con el Templo del Mono.

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646 Jane FELTHAM, Peter EECKHOUT

complementados dentro de poco con otros 25 que están siendo procesados eneste momento, y con otros que saldrán de las excavaciones en curso.

Cuatro: La profusión de nomenclaturas respecto a la cerámica tardía de los vallesdel río Rímac y del río Lurín. Cada investigador ha empleado un términodiferente para esta cerámica pasando del Huancho del Padre Villar Córdova(1935) y Francisco Iriarte (1960), por el Sub-Chancay de Gordon Willey(1943), Late Red, Black and White o Inca Associated de Strong & Corbett(1943) hasta el Orangeware (Feltham, 1983; 1984), Lurin Orange (Eeckhout,1999) y el Ichimay/ Ichma de otros investigadores recientes (Bueno, 1978;1982; Bazán del Campo, 1990; 1992; Franco Jordán, 1998; Díaz & Vallejo,2002). Al mismo tiempo muchos han señalado una variedad de pastas ydecoraciones y solo en la última década se han empezado los intentos desintesizar todas las informaciones.

Según vemos, uno de los problemas que han surgido alrededor de las definicionesse debe al hecho de que muchos han trabajado con tiestos y no los han relacionado conuna vasija entera o casi entera que conocen. Hay que subrayar que los antiguos nofabricaban tiestos, sino vasijas. Por esto se debe cuidar en no crear tipos únicamente abase de tiestos porque esto crea una profusión tipológica que no ayuda en nada acomprender la evolución del estilo. Damos, como ejemplo, el caso de un pequeño tiestocon lo que parece ser un engobe blanco y una decoración en negro. Entonces se crea unaclase o tipo “negro sobre blanco”, cuando en efecto el tiesto proviene de un cuenco quetiene un engobe rojo, sobre el cual hay una capa de pintura blanca y luego la decoraciónen negro, pero solo los dos últimos rasgos aparecen en el tiesto. Sin embargo esto no setoma en cuenta y el tiesto llega a ser clasificado en una categoría poco válida (2).

Otro problema es el de la clasificación de colores. En efecto para el estilo enterono hay más que tres: un negro, un rojo y un blanco que hacen contraste el uno con el otro.Sin embargo muchos investigadores, queriendo ser muy precisos, hablan de otroscolores, como el marrón y el amarillo. En realidad el negro a veces toma un matiz marróny el blanco parece amarillento, pero son los contrastes entre los colores lo que importany no todos los matices que pueda haber; en realidad estos matices resultan de ligerasdiferencias durante el proceso de cocción. Esto no quiere decir que los maticesdiferentes que se notan no tengan ninguna importancia para designar a alfareros,localidades, diferencias temporales etc., pero que en el estado actual de nuestrosconocimientos sería algo aventurado examinar esto sin estar seguros de la secuencia deformas y cambios de decoración a través del tiempo, la cual todavía ignoramos.

(2) Hay que poner énfasis en este punto porque muchos han hablado de un tipo “negro sobreblanco” (Paredes & Ramos, 1994: 346; Bazán, 1990: 169; Eeckhout, 1999: 46-47) a base de tiestos,lo que implica un engobe total blanco con decoración en negro como se ve en el estilo Chancay Tardío.Si uno repasa las colecciones de cerámica de fines del Horizonte Medio/principios del IntermedioTardío como las de Huallamarca, o de Bandelier en Pachacamac, se da cuenta que las vasijas con unadecoración de negro sobre blanco llevan diseños negros sobre paneles o bandas blancas sobre un fondoque tiene el color natural de la pasta (que suele ser naranja o marrón claro) o sobre un engobe rojo.Entonces no se trata de un estilo “negro sobre blanco” como el de Chancay. Tampoco se trata delTricolor Geométrico cuyo centro de difusión parece ser la costa nor-central, si bien tiene semejanzas.Además las vasijas nuestras tienen una superficie mate y no bruñida como la del Tricolor Geométrico(vease la nota 4).

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647PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA

Antes de proseguir conviene dar una definición del territorio de los Ychsmaspasando desde luego al estilo. A través de sus estudios etnohistóricos María Rostworowskiha dado a entender que el señorío de Ychsma abarcaba los valles bajos del Lurín y delRímac, extendiéndose hasta Manchay en el Lurín y Pariachi en el Rímac (1972; 1978:59). No hay motivo para dudar de esta definición. Sin embargo se ha notado que lacerámica que vamos a tratar aquí se encuentra más allá del mismo territorio de losYchsmas, porque se ha encontrado en la orilla sur del Chillón e incluso en Chilca. Enel Lurín se encuentra hasta 500 m.s.n.m. en Huaycán y Molle. Más allá de esos sitios,donde empieza la Chaupi Yunga, no es tan frecuente y parece que solo en el HorizonteTardío encontramos fragmentos en la zona de Sisicaya (3). A lo mejor esto se debe a laconquista Inca que dio lugar a los desplazamientos de poblaciones y a viajes frecuentesa otros lugares por parte de los campesinos que hacían su mit’a. También hay querecordar que los incas establecieron una provincia de Pachacamac, cuyas fronteras nocoincidían con las de los Ychsmas, pues parece que aquellos incluyeron a los Colliquedel valle bajo del Chillón en esta nueva provincia (Cornejo, 1999: 8; 2000: 149).

Si bien fue María Rostworowski (1972; 1977; 1978: 50) la primera en señalar laimportancia del nombre Ychsma para designar a los antiguos habitantes de los valles delRímac y Lurín, los trabajos arqueológicos del doctor Arturo Jiménez Borja y de AlbertoBueno (1978; 1982) establecieron el uso de este nombre Ichimay/Ichma para la culturade dichos valles. Más tarde Francisco Bazán del Campo hizo la primera síntesis de lacerámica (1990; 1992), rechazando por completo el nombre de Huancho propuesto porVillar Córdova (1935) e Iriarte Brenner (1960), y dando el nombre correcto de Ychsmaal estilo de cerámica prevalente en la región después del Horizonte Medio. En los añosrecientes otros aportes han sido publicados por Paredes Botoni & Ramos Giraldo(1989), Franco Jordán (1998) y por Díaz & Vallejo (2002). Los cuadros cronológicosde estos autores están reproducidos en cada estudio y serán comentados a continuación.

En su estudio del valle de Pachacamac (1982) Alberto Bueno da unas brevesnoticias del estilo Ychsma haciendo hincapie en las formas “cara-gollete”. El cuadrocronológico al final del estudio coloca el estilo Ychsma dentro de las FormacionesSeñoriales, es decir entre 1200 y 1470 d. C., pero no subdivide el estilo entre temprano,medio y tardío, si bien el énfasis sobre los tipos de cara-gollete hace pensar que estádescribiendo un Ychsma Tardío. Por otra parte Bazán del Campo hace esta subdivisiónen su resumen del estilo que llama Ychsma. Él presenta un cuadro con la secuencia delos estilos en los tres valles de la Costa Central, aunque no da fechados absolutos parasus períodos (Bazán del Campo, 1992: cuadro 1). Sostiene que el Ychsma Inicialempieza en la tercera época del Horizonte Medio y continúa hasta la cuarta A, época en

(3) Cuando la primera autora trabajaba en el valle medio del Lurín en los años 70 del siglopasado encontró bastantes fragmentos del estilo Ychsma alrededor de Molle, Huaycán y algunos enChontay (ver Feltham, 1983; 1984), pero en ese entonces lo llamó orangeware por el tipo de pasta quecontrastaba con la del valle arriba que era marrón. Además apenas se había difundido el nombre deYchsma. Al repasar sus apuntes está claro que la mayor parte de los fragmentos eran del Ychsma Tardíotal como se define aquí. Más allá de Chontay hay poquísimos fragmentos de lo que se llama YchsmaMedio, aunque estos se encuentran en Panquilma, Huaycán y Molle, lo cual parece confirmar laseparación de la zona de Sisicaya de la de Huaycán en el Intermedio Tardío.

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648 Jane FELTHAM, Peter EECKHOUT

que el Ychsma Medio lo reemplaza. El Ychsma Medio continúa hasta fines delIntermedio Tardío para ser reemplazado por el Ychsma Tardío en el Horizonte Tardío.La categoría Ychsma Fitomorfo existe como entidad separada durante todos losperiodos de desarrollo del estilo Ychsma. Coetáneo con el Ychsma Inicial y la primeraaparición del Ychsma Medio va el Tricolor Geométrico (4). La descripción del estiloYchsma está más concentrada en el Ychsma Inicial y Medio y no proporciona muchosdatos escritos sobre el estilo Ychsma Tardío, aunque casi todas las láminas, desde la 8hasta la 47, contienen dibujos de vasijas y tiestos denominados Ychsma Tardío,procedente la mayor parte de Armatambo. Volveremos a estos dibujos como punto decomparación con lo nuestro.

Los cuadros cronológicos de Franco Jordán (1998: 70 y 71) son los únicos queproponen fechas, quizá porque disponía de fechados radiocarbónicos. Considera que elestilo Ychsma está arraigado en el Intermedio Tardío, es decir después de 1050 d.C.,aunque no lo divide en Ychsma Inicial/Medio/Tardío, como lo hace Bazán del Campo.Por lo contrario, divide el estilo del Intermedio Tardío en tres fases según los tiposcaracterísticos de cada fase.

� La fase uno incluye tipos Inciso-Punzonado, es decir con decoraciónpunteado en zona, tipos con y sin pintura, y un tipo amarillo pálido sobre elcolor natural de la pasta cocida;

� la fase dos incluye tipos con engobe rojizo bruñido y sin bruñir, tricolorblanco negro y rojo y un tipo bruñido;

� la fase tres incluye un tipo marrón obscuro/amarillo pálido.

Para el Horizonte Tardío hay muchos tipos: un tipo Inca Asociado, un tipoamarillo pálido/engobe rojo, o blanco sobre rojo, un tipo llano sin pintura; un negrobruñido o pulido y un Inca Imperial. Sin embargo no está claro si los primeros de estostipos del Horizonte Tardío son el resultado de una evolución del estilo Ychsma o no.Aunque su descripción de la evolución de los tipos es bastante correcta, discrepamos deél en algunos puntos, por ejemplo, hay una pequeña proporción de negro bruñido en elIntermedio Tardío y el tipo llano sin pintura existe desde los comienzos del estiloYchsma. Al mirar el cuadro parece que su tricolor blanco, negro y rojo de la fase dos nopersiste en la fase tres ni en el Horizonte Tardío, lo que no es probable porque en realidades el tipo Inca Asociado o sea el Ychsma Tardío.

Para el sitio de Las Palmas, que es un sector de Pachacamac, Paredes & Ramos(1989) presentan una descripción minuciosa de varios tipos de la cerámica Ychsma sibien no la llaman así (5). Colocan la cerámica recuperada en el Intermedio Tardío y elHorizonte Tardío. Hacen resaltar el hecho de que los tipos del Intermedio Tardíosiguieron siendo producidos durante el Incanato (Paredes & Ramos, 1989: 347). Por

(4) A veces es difícil saber lo que quieren decir varios autores por el término TricolorGeométrico. Parece que a veces hablan del estilo comentado por Strong (1925) y Menzel (1977), elcual es un conjunto de algunos rasgos Wari con formas locales (a veces con cuatro colores y no tres);otras veces es evidente que se refieren al estilo Ychsma Tardío, o Inca Asociado, que también tienemuchos elementos geométricos en tres colores, pero este suele ser mate mientras que el verdaderoTricolor Geométrico tiene un ligero bruñido, según se ve en los ejemplares de Ancón y Pachacamac.

(5) Ellos hacen referencia (1989: 344) a un cuadro cronológico 5, pero desgraciadamente falta.

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649PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA

ejemplo proponen que la cerámica llana y sencilla perdura durante todo el IntermedioTardío hasta el Horizonte Tardío con poca variación de formas y que el tipo Negro sobreBlanco tiene sus raíces en la primera parte del Intermedio Tardío junto con el tipoEngobe Rojo y que siguió siendo producido en el Horizonte Tardío (Paredes & Ramos,1989: 346). Aunque Díaz & Vallejo clasifican la cerámica de Las Palmas en YchsmaMedio (2002: figura 9, cuadro cronológico), algunos tiestos demuestran elementos delYchsma Tardío, por ejemplo el tipo Negro sobre Blanco o Crema (6), que en realidadproviene de los cuencos carenados (o aquillados) con decoración en blanco y negrosobre un engobe rojo (fig. 40 a-c). Otros elementos del Ychsma Tardío son los cuencoscarenados del tipo negro pulido (fig. 43 f) y asas que unen el labio con la parte superiordel cuerpo (fig. 34). Por otra parte los investigadores de Las Palmas no han encontradomuchas evidencias de la cerámica de los incas, pues no hay más que un aríbalo y muypoca cerámica del tipo negro pulido: unos 28 tiestos entre 3 175 (Paredes & Ramos,1989: cuadro 3). Faltan también otros elementos indicativos de la cerámica Ychsma delos incas, como por ejemplo las serpientes modeladas en el cuerpo o el cuello de lasvasijas. Pero a pesar de esto es probable que Paredes y Ramos tengan toda la razón aldecir que el sector estuvo ocupado durante dichas épocas. Como prueba, hacen mencióndel tipo de vasija con pestaña en pasta marrón tosco (p. 347 y fig. 45a).

A fines del siglo pasado Eeckhout resumió nuestros conocimientos del estilo(1999: 33-75) pero como Paredes y Ramos trató tipos en vez del estilo entero y no lollamó Ychsma. Para la zona del valle bajo del Lurín que incluye Pachacamac, repartióla cerámica en 4 tipos generales: Lurín Orange y Engobe Rouge (los cuales pertenecenal estilo Ychsma), Brun Lissé (la cerámica del valle alto) y Noir Poli (Negro Pulido queforma una pequeña parte del estilo Ychsma). Dentro de estos tipos hubo 14 pastas y 7formas, las cuales difieren un poco de las descritas aquí. Con la ayuda de lasexcavaciones estratigráficas de Pachacamac ha podido crear una seriación de las formasentre estos cuatro tipos. Sin embargo una ojeada a los cuadros donde presenta losresultados de la seriación (Eeckhout, 1999: 72-74) demuestra que la mayor parte de losfragmentos estudiados son del siglo quince. Los fechados radiocarbónicos le ayudan adar fechas absolutas a las formas y tipos de decoración si bien no los subdivide en unYchsma Inicial, Medio y Tardío. En efecto las seriaciones propuestas confirmanmuchas de nuestras hipótesis sobre el Ychsma Tardío y ayudan a clarificar algunospuntos.

En resumen se puede decir que hay algún acuerdo sobre lo que constituye elYchsma Tardío, sobre todo por cuanto toca al tipo negro y blanco sobre rojo pero faltanmuchos detalles, como por ejemplo una discusión seria del tipo de decoración denominadopunteado en zona. Un intento serio de separar el Ychsma Medio del Ychsma Tardío hasido el estudio reciente de Díaz y Vallejo sobre contextos Ichma en Armatambo (Diaz& Vallejo, 2002). Ellos han podido aislar la cerámica del Ychsma Medio por medio desus excavaciones en un basural y en tumbas que no muestran evidencias de cerámica

(6) En un párrafo anterior hemos comentado los problemas con este tipo que no pareceproceder de una vasija con engobe blanco y motivos pintados de negro al estilo del Chancay Tardío,sino de vasijas con paneles o bandas blancas sobre el color natural de la pasta o sobre un engobe rojo(véase figura 11).

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Inca ni la que suele estar asociada con esta. En el Ychsma Medio la poca decoraciónqueda limitada a brochazos blancos formando bandas alrededor del cuello a la queagregan unas líneas negras en contadas veces. Llama la atención la falta general de unengobe rojo como base para la pintura blanca. Las formas son sencillas: jarras con cuelloevertido, recto, abombado o compuesto, con algunos frascos y tinajas. Díaz y Vallejohan realizado un estudio de mucho valor, subrayando la diferencia entre los contextosdescritos para Armatambo que son del Ychsma Medio y los contextos de otros sitiosrecopilados en su cuadro cronológico, que son del Ychsma Tardío. Para ellos lascaracterísticas del Ychsma Tardío consisten en vasijas con morfología Inca, vasijas conaplicaciones decorativas hechas en molde, culebras, sapos, vasijas con contornoaquillado con una decoración de negro sobre blanco, y ollas con asas cintadas uniendoel labio con la parte superior del cuerpo (Díaz & Vallejo, 2002: 70) (7). Por lo dicho esevidente que una porción de la cerámica de Las Palmas es del Ychsma Tardío lo queconfirma las propuestas de Paredes y Ramos. En efecto en su cuadro cronológico Díazy Vallejo identifican el Ychsma Tardío con el Inca (Díaz & Vallejo, 2002: figura 9,cuadro cronológico), colocando el Ychsma Medio y Temprano en el Intermedio Tardío,si bien no niegan la existencia de un Ychsma Tardío antes del Incanato. Aquí está elpunto difícil que produce muchos debates: ¿el Ychsma Tardío es fruto de la conquistaInca y el aumento de contactos con otras regiones o es algo que iba evolucionandolentamente antes de la conquista Inca? o sea ¿es anterior o no a la conquista Inca?Esperamos que lo expuesto abajo ayude a resolver este problema.

Pasando a una descripción en términos generales vamos a definir el estiloYchsma como un estilo de dos componentes: uno llano y otro decorado, el cual fuefabricado en la Costa Central a partir de fines del Horizonte Medio hasta fines delHorizonte Tardío, e incluso en los principios de la época colonial. Las técnicas defabricación se ven en el cuadro adjunto:

Cuadro 1 – Técnicas de fabricación.

1. Con rollos: cuerpo, cuello y a veces las bases

2. Modelado: bases, asas, y a veces pequeñas vasijas en miniatura

3. Moldeado: figurinas y vasijas Chimú-Inca e Inca-Ychsma del

Horizonte Tardío

4. Combinación de todas estas técnicas

El método más común de fabricar una vasija era formar el cuerpo y el cuello pormedio de rollos de arcilla. A veces modelaban la base sobre un fragmento de una vasijarota. Muchas veces se notan los vestigios de los rollos en el interior de una vasija cuando

(7) Después de escribir este artículo, salió a fines de 2004 otro artículo de Díaz y Vallejo quecontribuye mucho a nuestros conocimientos del Ychsma Tardío por su analisis de material procedentede otros sitios del Rímac. Ellos subdividen el estilo en dos fases: A antes del Incanato y B durante elIncanato (Ver bibliografía).

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no la han alisado bien. Según vemos, los moldes no se empleaban hasta el HorizonteTardío y entonces solo para figurinas y algunas vasijas negras del estilo Inca-Chimú oInca-Ychsma y algunas aplicaciones (Fig. 2). Solían modelar algunos apéndiceszoomorfos que se encuentran en las vasijas de todas las etapas de la evolución delestilo (Fig. 3).

Fig. 2 – a) Molde de una figurina femenina procedente de la Plaza III. b) VasijaInca-Chimú procedente de la píramide IIIA.

Fig. 3 – Apéndice zoomorfo colocado en el asa de una vasija del Ychsma Tardío de lapirámide IIIA. Nótense las pequeñas manchas de vitrificación en el cuerpo superior.

a) b)

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652 Jane FELTHAM, Peter EECKHOUT

Obtenían las arcillas de las colinas y cerros circundantes, aunque todavía no sehan descubierto las minas o bancos de arcillas utilizados por los antiguos habitantes dePachacamac. De estas arcillas creaban varias pastas cuyas inclusiones varían bastante(ver Díaz & Vallejo, 2002: 58; Paredes & Ramos, 1989: 330-31; Eeckhout, 1999: 34-36). En el pueblo serrano de Santo Domingo de los Olleros mezclan las arcillas dediversas minas para hacer una pasta fina (ver Ramón Joffré, 1999: 226). En aquel pueblolos alfareros le comentaron a la primera autora en 1978 que cuanto más arcillas hay enuna mezcla, tanto mejor será la pasta. Se supone que habrán hecho lo mismo en laantigüedad y por esto las inclusiones visibles parecen variar desde cuarzos y feldespatoshasta granitos marrón oscuro (ver Paredes & Ramos, 1989: 330-331). Todas estasinclusiones se notan en mayores o menores porcentajes, lo que puede resultar en unsinnúmero de pastas para los que quieren clasificarlas (véanse los autores citadosarriba). Lo que sí se puede afirmar es que agregaban temperantes a propósito cuandoquerían fabricar algo poco corriente, por ejemplo un tinajón grande. En este casoagregaban piedrecitas y moluscos de más de un centímetro de largo (Fig. 4a). Sifabricaban una olla sencilla (Fig. 4b y c), entonces es más probable que las inclusionesse deban a la mezcla intencional de arcillas más que a algún temperante, aunque es

Fig. 4 – Varias pastas del estilo Ychsma: a) pasta para tinajas y tinajones; b) pastafina; c) pasta corriente empleada para la mayoría de las vasijas.

a)b)

c)

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verdad que la mayor parte de estas inclusiones parecen ser de cuarzo y a lo mejorprovienen de un banco de arcilla cerca de depósitos arenosos (Díaz & Vallejo, 2002: 58;Paredes & Ramos, 1989: 330).

Las vasijas fueron cocidas en una atmósfera oxigenante que resultó en un alfarcon una gama de colores desde un marrón claro hasta un anaranjado vivo. A veces lacocción es incompleta, resultando en un núcleo gris dentro de la pasta. Muchas vecesse notan pequeñas manchas de vitrificación en el exterior de la vasija (véase Fig. 3). Estopodría ser el resultado de estar cubierta de arena durante la cocción; es decir que losgranitos de arena se han pegado a la vasija, vitrificándose al ser sometidos a unatemperatura alta; o bien puede ser que es simplemente el resultado de la cocción a unatemperatura demasiada alta que los alfareros no sabían controlar.

Hemos hablado de dos componentes: uno llano y otro decorado y en efecto lacerámica llana abunda más, pues abarca un 60 % del total. Pero no por esto hay quedejarla de lado porque también evolucionó durante las épocas mencionadas arribaaunque lentamente (Fig. 5). También hay un componente de cerámica negra, cocida enuna atmósfera reductora, cuyo porcentaje no supera el 5 % del total durante elIntermedio Tardío. Parece que la cerámica negra se iba haciendo más popular duranteel curso de aquella época porque en el Ychsma Tardío aparecen los cuencos carenadosnegros (Paredes & Ramos, 1989: fig. 43f) y para el Horizonte Tardío son abundantesnuevas formas y nuevos tipos de decoración, como los cuencos incisos con motivosgeométricos (Fig. 6).

Las técnicas de decoración se ven en el cuadro 2. La decoración más frecuentedurante el Ychsma Medio y Tardío solía consistir en brochazos de pintura blanca sobrela superficie mate de la vasija que a veces llevaba un engobe rojo (Fig. 7). Los alfareros

Fig. 5 – Vasija llana del Ychsma Tardíoprocedente de la pirámide IIIB.Nótense las asas horizontales.

Fig. 6 – Cuenco negro pulido conincisiones pintadas después de lacocción. Es de la superficie de la

pirámide IIIB y muestra característicasdel Ychsma Tardío del Incanato.

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también empleaban un tercer color, el negro, con el cual pintaban motivos sobre un panelblanco. Otro rasgo decorativo consiste en una decoración plástica, sea esta un estampadopor medio de la punta de una caña (Fig. 8) o bien una decoración incisa con relleno depuntitos que se suele llamar “punteado en zona” o “punzonado inciso” (Fig. 9). Los dostienen sus antecedentes en los fines del Horizonte Medio/principios del IntermedioTardío porque unas vasijas de Huallamarca de tipo cara-gollete muestran esta forma dedecoración (Fig. 10); sin embargo el primero no era muy frecuente hasta el YchsmaTardío cuando se hizo muy popular perdurando a través del Horizonte Tardío, puesencontramos bastantes tiestos en las pirámides IIIA y B. Por otra parte el punteado enzona es más frecuente durante la primera parte del Intermedio Tardío, perdiendo supopularidad en Ychsma Tardío y desapareciendo durante el Horizonte Tardío.

Pasamos ahora al Ychsma Tardío que es lo que mayormente encontramos en lasexcavaciones de 1999 y 2000. ¿Cómo lo diferenciamos del Ychsma Medio descrito porDíaz & Vallejo, quienes ya dieron unas indicaciones de las características del YchsmaTardío en su artículo de 2002. Como ya señalamos, los rasgos que citan parecen ser

Cuadro 2 – Técnicas de decoración.

1. Pintura a) Blanco sobre el color natural de la pasta

b) Blanco sobre un engobe rojo

c) Negro sobre paneles o bandas blancas sobre el color natural de lapasta

d) Negro sobre paneles o bandas blancas sobre un engobe rojo

2. Decoración a) Estampado Por medio de la punta de una caña sobre elplástica color natural de la pasta o sobre un engobe blanco

parcial (8). En las vasijas de negro pulido del Incanatosolían emplear un tipo de cuño, tal vez de madera,para estampar pequeñas aves o cruces en la superficiede la vasija

b) Punteado Con un instrumento agudo, tipo buril, se grabanzona diseños geométricos rellenos de puntos sobre el

color natural de la pasta, o sobre un engobe blancoparcial

3. Modelado Véase el cuadro 1 porque también es técnica de fabricación. Aquí serefiere a las figuras zoomorfas y fitomorfas como aves, serpientes,sapos y corontas de maíz que estaban aplicadas sea al cuerpo de lavasijas, sea a las asas, sea al borde mismo del cuello.

4. Moldeado También es técnica de fabricación. Algunas aplicaciones como la“cara boba” (Bazán del Campo, 1992: lámina 31) pueden ser moldeadascon el resto del cuello.

(8) Se llama engobe parcial porque nunca llega a cubrir la vasija entera. Ver Díaz y Vallejo2002, sección 3 en las Características de la Producción.

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655PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA

Fig. 7 – Frasco procedente del valle delLurín con brochazos blancos

sobre un engobe rojo.

Fig. 8 – Decoración estampada conpunta de caña. El tiesto viene de la

píramide IIIB.

Fig. 9 – Decoración de punteado enzona sobre una vasija de Pachacamac.Fue excavada por Adolphe Bandelier

en el cementerio no I delante delTemplo Pintado.

Fig. 10 – Vasija de Huallamarca defines del Horizonte Medio con cara-

gollete y decoración punteado en zonay estampado.

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656 Jane FELTHAM, Peter EECKHOUT

coetáneos con lo incaico pero nosotros creemos que la evolución del Ychsma Medio alYchsma Tardío tuvo lugar un poco antes de la conquista Inca, o sea a fines del siglocatorce según los fechados radiocarbónicos para la píramide IIIB. En efecto el rasgo quemás lo define es el mayor uso por parte de los alfareros de diseños blancos y negros sobreun engobe rojo hacia fines del Intermedio Tardío. Muchos autores llaman Inca Asociadoa este estilo de blanco y negro sobre rojo (Franco Jordán, 1998: fig. 46, no 2, 4, 20) o blackand white on red style (Strong & Corbett, 1943: 60, fig. 12 c-f), pero nos parece que susraíces se encuentran ya en el Intermedio Tardío. Se trata de un florecimiento de motivosque antes se limitaban a lo geométrico (líneas o rayas negras sobre una banda blanca(Fig. 11) y ahora incluyen aves, peces, rombos, escalones y triángulos. Es verdad queel engobe rojo ha sido empleado a partir de los fines del Horizonte Medio, pues se notanvasijas con este color de engobe en las colecciones de Bandelier de Pachacamac y deHuallamarca (Fig. 12) de Arturo Jiménez Borja, pero nos parece que hacia fines delIntermedio Tardío, durante la segunda mitad del siglo catorce, el engobe rojo se hizomucho más popular.

En cuanto a los diseños en blanco y negro sobre rojo, estos también se remontanhasta principios del Intermedio Tardío como se ve en las láminas de Uhle (1903: lams.8, 2-4, 6), pero los motivos suelen ser muy geométricos, es decir líneas paralelas rectaso en zigzag con pequeñas rayas o puntitos dentro de los espacios (ver Fig. 11); o bienunas líneas cruzadas para formar un tipo de enrejado (Díaz & Vallejo, 2002: 54, fig. 3).Estos diseños se realizaban sobre el color naranja de la pasta misma según se nota en unavasija procedente de las excavaciones de Díaz y Vallejo en Armatambo (Díaz & Vallejo,2002: fig. 3) y según se ha visto en algunos ejemplos del valle del Rímac que se

Fig. 11 – Vasija de Huallamarca condecoración negro sobre blanco sobre

engobe rojo. Nótense los motivossencillos, geométricos.

Fig. 12 – Vasija de Pachacamacexcavada por Adolphe Bandelier con

engobe rojo y pintura blanca.

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657PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA

encuentran en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Las formas más notablesdel Ychsma Tardío son los cuencos carenados que exhiben los motivos nuevosmencionados arriba (Fig. 13) y las jarras con cara-gollete (Fig. 14) (cf. Franco Jordán,1998: figs 43, 7-13 y 44). Como ejemplo de las diferencias entre el Ychsma Medio y elYchsma Tardío un pequeño frasco que se encontró en la Pirámide III (Fig. 15) cuyaforma recuerda algunas de Las Palmas (Paredes & Ramos, 1989: fig. 19). Se notan losbrochazos blancos sobre un engobe rojo. En la figura 16, que es del Ychsma Tardío,vemos el mismo tipo de frasco con diseños en negro sobre blanco (muy deteriorados)sobre lo que parece ser un engobe rojo.

Fig. 13 – Dibujo de cuenco carenado dela Plaza V de la pirámide IIIB con

motivo de peces.Fig. 14 – Cara-gollete de la Plaza II del

complejo piramidal III.

Fig. 15 – Pequeño frasco procedente dela pirámide IIIA.

Fig. 16 – Pequeño frasco de Armatambosemejante a la figura 15, con decoración

en negro sobre blanco sobre rojo.

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658 Jane FELTHAM, Peter EECKHOUT

Las excavaciones en las piramides A y B dentro del complejo piramidal yamencionado nos han proporcionado bastantes datos sobre el Ychsma Tardío. Es verdadque algunos rasgos pueden atribuirse a la influencia Inca, pero otros se debenigualmente a la evolución del estilo, quizas debido a mayores contactos foráneos a causade la creciente influencia y prestigio de Pachacamac hacia fines del Intermedio Tardío.Según se explicó arriba, el estilo Ychsma Tardio duró desde fines del siglo catorce hastalas primeras décadas de la Colonia. Los tiestos del estilo cuzqueño de los incas y unoscontados tiestos coloniales en las pirámides confirman esto. A continuación se presentanalgunos datos sobre el estilo.

En cuanto a las formas, para fines de una descripción adecuada, solemosrepartirlas entre 6 clases: los platos, los cuencos, las jarras, los frascos y botellas, lastinajas y tinajones y las vasijas en miniatura (9). En el Ychsma Tardío no hay platos perotampoco los hubo en el Ychsma Medio, ni hubo cuencos. Por otra parte, en el YchsmaTardío los cuencos son bastante frecuentes en las plazas de las pirámides. Los tiestosson lo bastante grandes como para suponer que muchos cuencos fueron rotos apropósito durante algún rito. Se llaman cuencos carenados por el ángulo de carenacióncuya línea queda bien marcada en el exterior (Figs. 17 y 18a). Suelen llevar un engoberojo y luego una capa de pintura blanca en la parte superior y sobre esta capa han pintadoun diseño de pequeños rectángulos con un punto dentro, o de triángulos, o de peces(Fig. 18b). Si tienen un pequeno reborde, este suele llevar grupos de líneas negras enel interior (Fig. 18d). Este es el tipo de cuenco más frecuente en el Ychsma Tardío. Mástarde durante el Incanato fabricaron otras formas de cuencos además de los cuencoscarenados pero, como aquellos tienen una clara relación con lo incaico no serán tratadosaquí. A veces hay un sapo o un ave modelada en la carenación o sobre el borde delcuenco (Fig. 18c), pero parece que estos elementos decorativos también son delIncanato (cf. Isla, 1995: figura 3a-3c).

Hay vasijas cerradas que muchos reparten entre ollas y cántaros, teniéndose encuenta su función o de almacenar líquidos o de ser empleados para cocinar. Preferimosno decir nada sobre su función mientras que esta no esté clara y por lo tanto las llamamostodas jarras, siendo vasijas cerradas las que llevan algún tipo de cuello. Este cuellopuede ser recto divergente, la más popular de todas las formas, la cual se encuentra conmuchas variaciones. A veces el cuello tiene un alto de 10 cm y es ligeramente evertido;otras veces es mucho más bajo (Fig. 19). En Ychsma Medio el labio de estas vasijassuele ser redondo, ligeramente afilado, a veces biselado hacia el interior o ligeramenteevertido (ver Diaz & Vallejo, 2002: formas 17, 18, 19, 20, 22). En Ychsma Tardíocontinúan estas formas de labios, pero se agregan otros tipos de labios, aplanados, y másevertidos (Fig. 20) (10). En el Ychsma Medio muchas veces estas formas no llevandecoración, si no es una pintura burda, blanca sobre el color natural de la pasta o unengobe rojo. Esta pintura consiste en bandas blancas alrededor del cuello o del labio,o alrededor de la base de las asas (Fig. 21). En Ychsma Tardío empieza la costumbre

(9) Para una mayor explicación sobre estas formas, véase en el texto, la nota al final de esteartículo.

(10) Cf. Bazán del Campo, 1992: láminas 16a, 18a; Franco Jordán, 1998: figura 46-1; Silva,1992: figuras 70, 86, 95, 101.

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Fig. 17 – Cuenco carenado sin reborde de la pirámide III B.

Fig. 18 – Cuencos carenados con reborde. a) cuenco entero; b-d) tiestos procedentesde la pirámide IIIB.

a) b)

c) d)

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Fig. 21 – Jarra con pintura burda en la forma de brochazossobre el color natural de la pasta. Viene de la pirámide XIII.

Fig. 19 – Jarra con cuello recto divergente procedente de lalimpieza del muro sur de la Plaza III.

Fig. 20 – Tiestos que muestran labios aplanados típicos delYchsma Tardío. Vienen de la Plaza II.

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661PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA

de pintar bandas blancas verticales sobre el cuerpo de la vasija (Fig. 22). Más tarde enel Incanato estas bandas son más anchas cubriendo la mitad de la superficie del cuerpode la vasija (Fig. 23).

Ya hablamos de la decoración de punteado en zona, que está más vinculada alYchsma Medio e Ychsma Temprano. Consiste en colocar en el cuerpo o en el cuello dela vasija unas líneas incisas en forma de triángulos o líneas paralelas en zigzag, cuyocampo interior ha sido punteado con algún instrumento agudo. Parece que esta formade decoración se remonta por lo menos hasta principios del Intermedio Tardio (FrancoJordán, 1998: 70, cuadro 1; Feltham, 1983: 717-718; Eeckhout, 1999: 74, cuadro 4.17).Uhle encontró algunas vasijas de este estilo en el cementerio I, aunque no menciona másque una en su obra (Uhle, 1903: lamina 8, fig. 9). Las formas tempranas en las que seencuentra esta decoración son tipos de cara-gollete (véase Fig. 10) o vasijas con cuelloabombado (Fig. 9). Para Ychsma Medio la decoración se limita a triángulos y líneaszigzagueantes o paralelas en el interior de un cuello evertido (Díaz & Vallejo, 2002:formas 18 B, C, D; Franco Jordán, 1998: figura 39-1, 2). Son únicamente las líneasparalelas en zigzag (Fig. 24) que continuaron en el Ychsma Tardío. Estas líneas siemprese encuentran en el interior del cuello y no en el exterior de los cuellos, como en loscuellos abombados y las cara-gollete del Ychsma Temprano o Inicial (Figs. 9 y 10).

Las vasijas llanas sin decoración continuaron en el Ychsma Tardío; muchasveces son de cuello recto con asas horizontales que no suelen ser decoradas (Fig. 5).Anteriormente en Ychsma Medio eran completamente llanas o llevaban un engobeblanco parcial o completo (Fig. 28). Lo que es bastante popular es el cuello abombado

Fig. 22 – Jarra de Huallamarca delYchsma Tardío que muestra bandas

blancas verticales.

Fig. 23 – Jarra con labio en forma de“media flecha” con las bandas blancas del

Incanato. Viene de la pirámide IIIA.

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662 Jane FELTHAM, Peter EECKHOUT

que tiene la forma de un pequeño barril o copa colocada sobre el cuerpo de la vasija(Fig. 25). En el Ychsma Medio, según se nota por ejemplo en Armatambo y lascolecciones de Adolfo Bandelier de Pachacamac, estos cuellos solían ser más altos (Fig.26; Díaz & Vallejo, 2002: forma 14 A) (11), mientras que en el Ychsma Tardío siempreson más bajos (Uhle, 1903: figs. 84 y 85; nuestra figura 25; Bazán del Campo, 1992:lámina 9f, 23d, 26c; Franco Jordán, 1998: figura 46-5; Silva, 1992: figs. 89, 93, 154.2).En el Ychsma Medio a veces llevan un asa que une el punto medio del cuello con la partesuperior del cuerpo (Díaz & Vallejo, 2002: forma 11). En el Ychsma Tardío esta formanunca lleva decoración de punteado en zona, como ocurre en el Ychsma Temprano yMedio. Puede ser completamente llana o llevar una decoración de bandas blancas sobreun engobe rojo, tal como se ve en la vasija de la figura 27, la cual es del Incanato porque

(11) Tambíén los hay bajos en el Ychsma Medio (Díaz & Vallejo, 2002: formas 6 y 14) perolos cuellos abombados bajos prevalecen en el Ychsma Tardío.

Fig. 24 – Tiesto de la Plaza III quemuestra el interior de un cuello evertidocon decoración de punteado en zona. Laslíneas paralelas zigzagueantes tienen un

relleno de puntitas.

Fig. 25 – Jarra llana del YchsmaTardío, procedente del valle del Luríncon cuello abombado. Nótense las asas

horizontales.

Fig. 26 – Jarra llana del YchsmaMedio, procedente de las excavacionesde A. Bandelier en el cementerio no 1

de Pachacamac. El cuello ambombadomás alto y con menor diámetro que el

de la Fig. 25.

Fig. 27 – Jarra con engobe rojo ydecoración blanca con cuello

abombado. Es del valle del Lurín ydel Incanato porque lleva serpientes

modeladas.

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663PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA

lleva un par de culebras modeladas en la parte superior del cuerpo (Fig. 27). Lasserpientes pueden ser combinadas con pequeñas protuberancias que forman dos filas acada lado de la serpiente (Uhle, 1903; Bazán del Campo, 1992: fig. 32a).

Los cuellos compuestos también se remontan al Ychsma Temprano (Feltham,1983: 533) y al Ychsma Medio pues se encuentran en las excavaciones de AdolpheBandelier y de Squier (Fig. 28). La de Squier se parece a una forma descrita por Díaz& Vallejo de Armatambo (2002: forma 7 y Fig. 7) con asas verticales, un engobe blancoy un diametro de boca entre 12 y 14 cm. En el Ychsma Tardío, el cuerpo es másredondeado, las asas son horizontales y si hay engobe, este es rojo (Fig. 29). Hay quenotar también otra variedad del cuello compuesto en el Ychsma Tardío según se ve ennuestra figura 22, en que el cuello y la disposición de las asas son muy parecidos a losdel estilo Chancay. En el Ychsma Medio estos cuellos compuestos pueden ser muchomás pequeños, con el diámetro de un frasco más que una jarra (Fig. 12).

Otra forma de interés que parece ser exclusivamente del Ychsma Tardío delIncanato es la que llamamos “la media flecha”. Consiste en un cuello recto o ligeramenteevertido con un labio muy aplanado y biselado al exterior para dar un perfil de la mitadde una flecha (Figs. 23 y 30). Muchas veces suele ser cubierta con una capa de pinturablanca sobre el interior y el exterior del cuello encima de un engobe rojo según se ve enla figura 30a. Otro método de decoración es el estampado con punta de caña, consistiendoen dos o tres filas de círculos hechos con la punta de una caña y dispuestos alrededor delhombro de la vasija, un poco debajo del cuello o en el interior del cuello (Fig. 31). Estaforma de decoración es bastante tardía y se parece mucho a la descrita por Bonavia enPuerto Viejo, Chilca (Bonavia, 1959: lámina XI) donde la mayoría de la cerámica tienesemejanzas con el Ychsma Tardío. Durante el Incanato esta forma de vasija a veces llevaserpientes modeladas del mismo modo que las otras formas descritas arriba.

Fig. 28 – Vasija del Ychsma Medio concuello compuesto y engobe blanco

encontrada por Squier en una tumba dePachacamac.

Fig. 29 – Vasija con cuello compuesto dela piramide VIII. Es del Ychsma Tardío.

Nótense las asas horizontales.

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Fig. 30 – Dos ejemplos del cuello de “media flecha” del Ychsma Tardío delIncanato. Vienen de la Plaza III.

Fig. 31 – Vasija del Ychsma Tardío con cuello abombado y decoración deestampado por puntita de caña. Viene del valle del Lurín.

a) b)

También destaca el hecho de que muchas vasijas del Ychsma Tardío llevan asashorizontales, lo cual es poco común en el Ychsma Medio. Cuando repasábamos unascolecciones conocidas del Ychsma Temprano, como Huallamarca, y del Ychsma Medioen Armatambo, pudimos constatar que la mayoría de las vasijas, cuando llevan asas, lasllevan verticales en el diámetro máximo de la vasija, o partiendo de un punto a la mitaddel cuello y terminando en el hombro superior de la vasija (Fig. 32; Díaz & Vallejo,2002: formas 11, 15 y la figura 4). En el Ychsma Tardío creemos que iba prevaleciendouna preferencia para las asas horizontales (véase, por ejemplo, Uhle, 1903: 66, figs. 84-85) (12). Otro rasgo característico del Ychsma Tardío, ya comentado por Díaz & Vallejo

(12) Esto no caracteriza las vasijas de clara morfología Inca como las que se ven en las páginas64 y 65 de Uhle, las cuales llevan asas verticales; tampoco se nota en las vasijas “cara-gollete”.Tampoco quiero decir que todas las jarras del Ychsma Tardío llevaban asas horizontales, sino que en

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(2002: 70), son las asas cintadas que unen el labio mismo con la parte superior del cuerpo(Fig. 19) a diferencia de las del Ychsma Medio. Nos parece que en la primera fase delYchsma Tardío el labio sigue siendo redondo o ligeramente aplanado, mientras que mástarde en el Incanato el labio llega a ser muy plano.

Pasamos ahora a las vasijas más conocidas del estilo, la cara-gollete, las cualesparecen ser fuertes marcadoras del Ychsma Tardío (Bueno, 1978: 68; 1982: 41-42).Estas tienen una cara modelada en el cuello, con orejas/y o orejeras, nariz, boca y ojos,siempre en negro sobre blanco sobre un engobe rojo que cubre toda la vasija (Figs. 14y 33). La cara es blanca y las facciones quedan pintadas de negro. El cuello es alto,ligeramente evertido y el labio puede ser plano con una ligera eversión o redondo. Enel cuerpo de la vasija hay brazos pintados (a veces modelados también) con manos quese juntan sobre el vientre (Uhle, 1903: lámina 13, fig. 6; Isla, 1995: 6d; Hyslop & Mujica,1992: fig. 20; Bazán del Campo, 1992: láminas 16b, 29, 30; Franco Jordán, 1998; figura45-15,17; Hyslop & Mujica, 1992: 61, fig. 20). Muchos quieren ver estas vasijas comomanifestación del Incanato pero creemos que están arraigadas en el Ychsma Tardío unpoco antes de la incursión de los incas. Parece que durante el Incanato, estas vasijastenían más variedad en la cara (Uhle, 1903: lámina 13, fig. 4, 5, 7; Isla, 1995: fig 6), puesuna cara sonríe, y otra lleva las manos a los sienes de la misma manera que unas vasijasde Chincha que pertenecen a la última fase del Intermedio Tardio (Kroeber & Strong,1924: plate 12d). Según hemos visto, las colecciones de Huallamarca y de Bandelier enPachacamac contienen vasijas cara-gollete (Fig. 9). Algunas de estas vasijas tienen unaclara relación con las del Horizonte Medio, y son algo parecidas a la descrita por Uhle(1903: lámina 7-1). Otras son más tardías y tienen una decoración de punteado en zona.

Fig. 32 – Vasija de cuello recto con asasque unen la porción media del cuello

con la parte superior del cuerpo. Vienede Pachacamac.

algunas formas de jarras sencillas las asas horizontales iban prevaleciendo. Algunas vasijas de YchsmaMedio llevaban asas horizontales (Díaz & Vallejo, 2002: figura 3) pero no son muy frecuentes. Hemosvisto un solo ejemplo en las colecciones de Huallamarca y no las hay entre las 231 vasijas excavadaspor Bandelier en el cementerio no 1 de Pachacamac.

Fig. 33 – Vasija cara-gollete de laPlaza II.

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Es probable que las pintadas, descritas aquí del Ychsma Tardío son las descendientesde aquellas pero todavía no sabemos si la cara representa a algún dios o a varios dioseso si no tiene nada que ver con la religión.

La cuarta clase de vasijas son las tinajas y tinajones que se encuentran confrecuencia en las plazas de las píramides. Parece que allí mismo fueron fabricadas,porque hemos encontrado desechos de la fabricación y algunas herramientas. No hemosdescubierto ninguna tinaja o tinajón entero en la píramide III, solo fragmentos grandes,y por esto su reconstrucción es todavía problemática. Llamo tinajas a vasijas dealrededor de medio metro o más de alto con un borde de más de 30 cm de diámetro. Lasparedes de estas vasijas son bastante gruesas alcanzando un mínimo de 1 cm de grosor(Fig. 34a). Como no son fácilmente portátiles, se supone que fueron rotos in situ. Laforma más popular en el Ychsma Tardío tiene un cuello ligeramente abultado con unlabio engrosado y plano (Fig. 35). En el estado actual de nuestros conocimientos pareceque en el Ychsma Tardío no hay mucha evolución desde el Ychsma Medio. Hay tinajascon cuello evertido, generalmente llanas o con pintura blanca chorreada sobre el exteriordel cuello (Díaz & Vallejo, 2002: forma 36); otras con cuello convergente (Díaz &Vallejo, 2002: forma 34A); y otras como la forma 38. También hay de tipo pepino quese suele asociar con el Incanato (Uhle, 1903: 63, fig. 66; Hyslop & Mujica, 1992:fig. 19). Los tinajones son vasijas tan grandes que no fueron fabricadas con frecuenciaporque se esperaba que iban a durar mucho tiempo. Estos tienen paredes de más de 2 cmde grueso (Fig. 34b) con una altura más de un metro y medio, de modo que una personapodía caber dentro. El borde de los tinajones suele ser muy sencillo, con una forma decoma (Fig. 36) o parecido al de Díaz & Vallejo (2002: formas 37 y 38).

Las últimas clases que vamos a tratar son los frascos, botellas y vasijas enminiatura. En el Ychsma Medio aquellos pueden tener un cuello alto, recto o ligeramenteevertido (Díaz & Vallejo, 2002: formas 1 y 2) o pueden ser abombado (Díaz & Vallejo,2002: forma 3). Parece que estos tipos siguieron siendo fabricados durante el YchsmaTardío (Fig. 37) pues se encuentran como ajuar funerario en asociación con vasijas delYchsma Tardío. Es cierto que servían para ofrendas o ajuar funerario más que para usodiario (véase Paredes & Ramos, 1989: 326 y figura 19). El cuello puede ser ligeramenteevertido o abultado y es de corto diámetro, entre 4 y 8 cm. En el Ychsma Tardío, a vecesestán decoradas con pintura negra y blanca sobre un engobe rojo (Fig. 16), o pueden serllanas con brochazos blancos o bandas blancas verticales (ver Uhle, 1903: 66, fig. 86).

Los incas introdujeron la forma de botella al estilo Ychsma. Son siemprefabricadas en molde, en pastas gris y naranja, pero mucho más finas que las del Ychsmacorriente, siguiendo las pautas Chimú, para dar luz a un estilo híbrido que llamamosInca/Ychsma/Chimú (Figs. 2b y 38). Suelen ser del tipo asa estribo. A diferencia delestilo Ychsma, tales botellas nunca tienen un acabado mate, pero siempre fueronbruñidas para dar un lustre muy atrayente. En ese sentido no forman parte del verdaderoestilo Ychsma y serán tratadas en otra ocasión. En cuanto a las vasijas en miniatura, seconsideran ofrendas y su forma es muy sencilla. Suelen no llevar decoración sino de vezen cuando algunos brochazos blancos (Fig. 39). Nos parece que la forma de estas vasijasen miniatura no ha cambiado desde el Ychsma Medio.

Esto, en resumen, es la clase de cerámica que compone el Ychsma Tardío. Se notaque no hemos tratado ninguna cerámica de pasta gris ni las formas que siguen una

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Fig. 34 – Tinaja y tinajón de la Plaza II.

a) b)

Fig. 35 – Dibujo del borde de una tinaja, tipo E I c.

Fig. 36 – Dibujo del borde deun tinajón.

Fig. 37 – Pequeño frasco de la Plaza II,unidad 43, entierro tardío.

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Fig. 38 – Asa estribo de botella naranja pulido del estilo Inca-Ychsma-Chimú.

Fig. 39 – Vasija en miniatura procedente de la Plaza III.

(13) Bandelier excavó 227 vasijas del cementerio delante del Templo Pintado. Seis de estosson de pasta gris, tipo negro pulido, es decir un 2,6 %. Ya hemos mencionado la cerámica del sectorLas Palmas. De los 3 715 tiestos recuperados en Las Palmas solo 61 (1,64 %) eran del tipo negro pulidoo pasta gris (Paredes & Ramos, 1989: 329, Cuadro 1).

morfología inca. Es verdad que en el estilo Ychsma siempre ha habido un pequeñocomponente de cerámica de pasta gris que sale del horno con una superficie negrabruñida, pero este componente es muy reducido es decir un 3 % no más en el YchsmaMedio (13). En esa época las formas eran muy sencillas e imitaban las formas de pastanaranja, o sea jarras con cuellos evertidos o abombados, a veces con una animalmodelado sobre el cuerpo superior (Fig. 40). En el Ychsma Tardío empezaron a fabricarcuencos carenados con y sin reborde pero parece que no son muy frecuentes. Fueroncocidas en una atmósfera reductora para dar la superficie negra y a diferencia de lasvasijas de pasta naranja fueron bruñidas (Paredes & Ramos, 1994: fig. 43f).

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Como ya se ha explicado, los saqueadores de las pirámides han revuelto todo demodo que es difícil encontrar contextos seguros. Los fechados radiocarbónicos(Michczynski et al., 2003) sitúan la construcción de la pirámide IIIB hacia fines del siglocatorce y la de la pirámide IIIA un poco más tarde. La cerámica que hemos descritoarriba, denominándola Ychsma Tardío proviene mayormente de la pirámide IIIB. Perono por esto se debe pensar que no hay fragmentos de Ychsma Medio en dicha pirámideporque hemos encontrado bastante. El frasquito de la figura 7 es un buen ejemplo. Loque sí queremos decir es que la evolución del estilo Ychsma fue un proceso lento, y losrasgos que lo definen no cambiaron repentinamente. Es lógico que muchas formas ymétodos de decoración del Ychsma Medio hayan continuado hasta las últimas décadasdel siglo catorce y principios del siglo quince. Lo mismo pasó después de la conquistaInca o sea que continuaron fabricando la misma cerámica de antes y poco a pocoadoptaron nuevas formas, motivos decorativos, colores etc. Al mismo tiempo, como seha afirmado arriba, queremos saber si hay una diferencia entre lo que fabricaban a finesdel Intermedio Tardío y lo que fabricaban después de la llegada de los incas a la costacentral. Abajo en el cuadro III se presenta una lista de elementos de la cerámica quefueron influenciados por los incas o que ellos mismos introdujeron. Según lo expuestoarriba, pudimos averiguar estos cambios al analizar la cerámica de algunas capas másbajas de la pirámide III con contextos seguros, la cual cotejamos con la cerámica de lasexcavaciones en la Plaza IV del Templo del Mono y con la que proviene de los hallazgosrecientes en Armatambo y otros lugares.

En cuanto a las pastas, con la llegada de alfareros de otras regiones, la cerámicade Pachacamac tomó muchas senderos diferentes. Empezaron a fabricar vasijas de estiloInca, las cuales solemos llamar estilo Inca Provincial; de estilo Chimú —el cualllamamos Inca Chimú o Pachacamac Inca Black Ware y uno híbrido de rasgos Inca,Chimu e Ychsma— (Fig. 41). Se notan unas pastas mucho más finas que no se veíandesde el Intermedio Temprano. También se notan las inclusiones de piedrecitas negras,marrón y rojas que no había antes.

Fig. 40 – Vasija negra del Ychsma Medio con cuello abombado, excavadapor Adolphe Bandelier.

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Cuadro 3 – Aportes de los incas a la cerámica Ychsma.

1. Nuevos tipos de inclusiones en la pasta naranja

2. Tendencia a labios aplanados y/o fuertemente biselados al exterior

3. Bandas blancas verticales más ordenadas y bastante anchas sobre un

engobe rojo

4. Engobe guinda, casi púrpura

5. Aumento de la cerámica negra. Decoración incisa de diseñosgeométricos pintados después de la cocción

6. Serpientes pareadas modeladas horizontales sobre el cuerpo superiory/o el cuello de la vasija

7. Batracios (¿sapos?) modelados de forma que parecen agarrados alborde mismo del cuello

8. Otros apéndices zoomorfos que siempre están colocados en el bordemismo de la vasija

Ya hemos llamado la atención sobre los labios biselados y aplanados. Creemosque algunos se remontan a la última fase del Intermedio Tardío, pero la mayoría se debena la influencia Inca. Lo más notable son las vasijas con labio en forma de “media flecha”y los labios planos de los cuellos evertidos que tienen un asa que une el labio con la partesuperior del cuerpo (Fig. 19). En el Intermedio Tardío, según vemos en el Templo delMono, las asas unían la porción media del cuello con el cuerpo (Fig. 32) (cf. Díaz &Vallejo, 2002: fig. 3 V2, fig. 4, V 6 y 9 y forma 15).

Pasando a la decoración, en el Ychsma Tardío se notan algunas vasijas conbandas blancas verticales, pero estas bandas son más estrechas y no alternan con elengobe rojo en una forma sistemática. Nos parece que después de la conquista Incahicieron que las bandas blancas ocupasen una mayor superficie (Fig. 23). Bien se sabeque estas bandas cubren las tinajas de tipo “pepino” que son del Horizonte Tardío (Uhle,1903: 63, fig. 66; Hyslop & Mujica, 1992: fig. 19). A veces el engobe rojo llega a sercasi púrpura (Fig. 42) con un brillo metálico que puede estar relacionado con unpigmento de hematita especular (Feltham, 1983: 607) el cual también produce lacerámica negra según la cocción que se le da (Muelle, 1954: 189).

Es consabido que después de la conquista los incas trajeron a Pachacamac aalfareros Chimú para mejorar la producción de la cerámica en un lugar que querían quetuviera aún más renombre y fama. Entonces aumentó la manufactura de la cerámica depasta gris para dar nuevas formas lo que resultó en el híbrido Inca-Chimú o PachacamacInca Black Ware (según Menzel, 1976: 122), que es del Horizonte Tardío y tampocoforma parte del estilo Ychsma porque la pasta es demasiado fina para ser consideradadentro de las normas del estilo Ychsma. En cuanto a la cerámica local de tipo negropulido en el Horizonte Tardío, como ya hemos señalado, empezó la moda de decorar loscuencos carenados con incisiones que pintaron de negro, blanco, rojo y amarillo después

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de la cocción (Figs. 6 y 43). También modelaron aves o sapos que colocaron alrededordel borde del cuenco (Figs. 43a y b.)

En las pirámides A y B hay muchos labios planos biselados al exterior y haymayor empleo del engobe rojo que a veces alcanza un matiz casi púrpura. Por otra parteen el Templo del Mono hay algunos cuencos carenados pero no hay serpientes, ni sapos,

b)a)

Fig. 41 – Botella Inca-Ychsma-Chimúprocedente de la pirámide IIIA. La

forma con asa estribo es Chimú. Losmotivos son Ychsma y el labio plano con

decoración de triángulos es Inca.

Fig. 42 – Tiesto con engobe rojo-púrpurade la Plaza II.

Fig. 43 – a) Pequeño cuenco, tipo negro pulido, con ave modeladada en el borde yagarraderas pintadas después de la cocción. b) El mismo cuenco en pasta naranja.

Los dos son del Incanato y provienen del valle del Lurín.

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que más son elementos serranos. En la sierra tanto el sapo como la serpiente estánrelacionados con el culto al agua. Se nota la disposición horizontal de la serpiente en lasvasijas que encontró Bingham en Machu Picchu (Bingham, 1930: 151, figs. 104-105),y también aparece esculpida en los muros de piedra en Cuzco. Parece que los incasintrodujeron estas formas a la cerámica Ychsma después de su llegada a la Costa Central.Reconocemos que la serpiente desempeñó un papel importante en la Costa Central enel Intermedio Temprano, como es evidente en los motivos del estilo Lima y algunostapices de Ancón. El motivo de la serpiente continuó siendo modelado en las vasijas delYchsma Medio pero es vertical con cabeza grande y no se encuentra con frecuencia(Fig. 44). Su forma es distinta a la de las serpientes de las vasijas del Horizonte Tardío.

Las diferencias que hemos señalado entre el Ychsma Medio, el Ychsma Tardíoy el Ychsma del Incanato se destacan al cotejar la cerámica del Templo del Mono conla de las Pirámides IIIA y IIIB. En el Templo del Mono hay tiestos del Ychsma Medio,e incluso del Ychsma Inicial, que están asociados al estilo Rojo, Blanco y NegroGeométrico y con formas tempranas del punteado en zona. En este edificio no hay tiestosInca sino de algunos entierros en el recinto de la entrada y solamente algunos delYchsma Tardío, por ejemplo cuencos carenados pero sin sapos (Fig. 18a). Hay muypocos diseños en negro sobre paneles blancos sobre un engobe rojo como se ven en lasvasijas cara-gollete y los cuencos carenados. No hay serpientes, ni bordes con forma demedia flecha tales como se encuentran en las piramides IIIA y IIIB. Ya se han publicadolos fechados para estas dos pirámides, cuya construcción respectiva se puede fecharentre 1400 y 1430, es decir antes de la conquista Inca (Michczynski et al., 2003). Aunquehay dudas sobre la fecha de 1470 que sugirió Rowe (1946) para los comienzos delIncanato en la Costa Central, es improbable que los incas hayan llegado antes de 1420.De modo que estamos seguros que alguna parte de la cerámica Ychsma Tardío es

Fig. 44 – Jarra de Ychsma Medio, excavada por Adolphe Bandelier, tipo negropulido, con serpiente vertical.

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anterior a esta conquista, como hemos tratado de demostrar arriba, separando los rasgosInca del corpus del Ychsma Tardío.

Sin embargo, lo expuesto arriba son generalidades porque seguimos clasificandotanto las vasijas enteras como los tiestos entre varios tipos, los cuales daremos a conoceren un artículo de mayor envergadura. Además los nuevos descubrimientos queseguramente iremos haciendo van a agregar nuevas formas y diseños a nuestro corpus.Al difundir todos estos datos queremos hacer resaltar que nuestro corpus está compuestomayormente de fragmentos que proceden de capas de ocupación, basurales o rellenosconstructivos. Al mismo tiempo gran parte del material proviene también del relleno dehuaquería que corresponde a los desechos de las tumbas saqueadas en un pasado máso menos lejano. En otros términos, tenemos pocos contextos de ajuar funerario, loscuales suelen ser empleados con fines de seriaciones cronológicas. Por estas razoneshemos querido desarrollar metodologías alternativas para fechar la cerámica.

El siguiente método es uno que se ha elaborado en base a los fechadosradiocarbónicos para los contextos y las asociaciones de tipos. Gracias a estos fechadosy al estudio detallado del desarrollo arquitectónico del complejo pudimos determinaruna serie de siete etapas sucesivas a partir de los fines del siglo catorce hasta la conquistaespañola del siglo dieciséis (Michczynski et al., 2003). Cada capa estratigráfica (y elmaterial que contiene) puede ser relacionada con una o varias de estas etapas,exceptuándose las capas removidas por acción humana después de la Conquista. Laseriación que se propone aquí abajo se hizo cotejando los contextos, fechados yasociaciones de los tipos y se presentará con todos sus detalles en otra ocasión. En elcuadro anexo (Cuadro 4) se ve una seriación de todos los tipos Ychsma de pasta naranjaque se han encontrado en las pirámides IIIB y IIIA. Los tipos que llevan un número de1 o de 1 a 2 (14) en la columna con título “life” son más tempranas que los tipos que llevanun número 6 que son del Horizonte Tardío.

Es interesante notar que entre todos los tipos y sub-tipos que se definieron parael estilo Ychsma, un 18 % se encuentra exclusivamente en el Período Intermedio Tardíoy un 19 % únicamente en el Horizonte Tardío. El resto del material, es decir más de un60 % existió ya en el Ychsma Tardío y siguió siendo producido bajo el Incanato. Estoindica que por más fuerte que fuese la influencia imperial, por ejemplo, al nivel de lacantidad de vasijas fabricadas, las formas locales siguieron siendo populares, hasta ensitios totalmente controlados y remodelados por los incas, según es el caso dePachacamac. Aquí no haremos más que mencionar algunos elementos típicos delYchsma Tardío y del Ychsma del Horizonte Tardío.

Por ejemplo encontramos que las tinajas con cuello ligeramente abultado y labioaplanado son muy típicas del Ychsma Tardío (tipo E I c, figura 35). También lo son lostinajones de paredes gruesas sin cuello (tipo E III). A nivel de la decoración, las formas(C I 1 i c ii y C I 1 i j ii), con cuellos evertidos cuyo interior lleva un punteado en zona,

(14) Las cifras de la segunda columna se refieren a la “vida” o life-span de un tipo. Para hacerla seriación se han empleado únicamente los tipos que provienen de contextos seguros. Los tipos quellevan una cifra 7 provienen de capas disturbadas y pueden caer o en el Intermedio Tardío o en elHorizonte Tardío o en los dos.

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Cuadro 4 – Seriación de los tipos dentro del estilo Ychsma.

Tipo Life Etapa 1 Etapa 2 Etapa 3 Etapa 4 Etapa 5 Etapa 6 Etapa 7 (undet.)LIP LH

47 C.I.2.i /69 C.II.2.i /7 B.II.1.b 1 XXX17 C.I.1.i.a.iii 1 XXX28 C.I.1.i.j.ii 1 XXX42 C.I.1.ii.i 1 XXX51 C.I.2.ii.d 1 XXX53 C.I.2.ii.f 1 XXX61 C.II.1.i.e 1 XXX76 C.III.1.a.ii 1 XXX81 C.III.2.c.i 1 XXX85 C.IV.b 1 XXX87 C.V.a.ii 1 XXX90 C.V.d 1 XXX104 E.I.a 1 XXX30 C.I.1.i.l 1-2 XXX XXX46 C.I.1.ii.l.ii 1-2 XXX XXX59 C.II.1.i.c 1-2 XXX XXX106 E.I.c 1-2 XXX XXX109 E.III 1-2 XXX XXX20 C.I.1.i.c.ii 1-3 XXX XXX83 C.III.2.d 1-3 XXX XXX23 C.I.1.i.f 1-5 XXX XXX XXX XXX XXX8 B.II.1.c 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX12 B.II.2.a 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX13 B.II.2.b 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX15 C.I.1.i.a.i 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX19 C.I.1.i.c.i 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX21 C.I.1.i.d 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX22 C.I.1.i.e 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX24 C.I.1.i.g 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX29 C.I.1.i.k 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX31 C.I.1.i.m 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX32 C.I.1.i.n 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX34 C.I.1.ii.a 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX41 C.I.1.ii.h 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX43 C.I.1.ii.j 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX48 C.I.2.ii.a 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX49 C.I.2.ii.b 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX52 C.I.2.ii.e 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX60 C.II.1.i.d 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX67 C.II.1.ii.a.i 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX74 C.II.2.ii.e 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX77 C.III.1.b 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX86 C.V.a.i 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX88 C.V.b 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX105 E.I.b 1-6 XXX XXX XXX XXX XXX XXX14a B.II.2.c.i 2 XXX64 C.II.1.i.h 2 XXX14b B.II.2.c.ii 2-6 XXX XXX XXX XXX XXX16 C.I.1.i.a.ii 2-6 XXX XXX XXX XXX XXX27 C.I.1.i.j.i 2-6 XXX XXX XXX XXX XXX40 C.I.1.ii.g 2-6 XXX XXX XXX XXX XXX62 C.II.1.i.f 2-6 XXX XXX XXX XXX XXX75 C.III.1.a.i 2-6 XXX XXX XXX XXX XXX84 C.IV.a 2-6 XXX XXX XXX XXX XXX89 C.V.c 2-6 XXX XXX XXX XXX XXX

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38 C.I.1.ii.e 3 XXX63 C.II.1.i.g 3-6 XXX XXX XXX XXX73 C.II.2.ii.d 3-6 XXX XXX XXX XXX3 B.I.a 4-6 XXX XXX XXX6 B.II.1.a 4-6 XXX XXX XXX14c B.II.2.c.iii 4-6 XXX XXX XXX45 C.I.1.ii.l.i 4-6 XXX XXX XXX68 C.II.1.ii.a.ii 4-6 XXX XXX XXX97 D.I.b 4-6 XXX XXX XXX112 F.III 4-6 XXX XXX XXX57 C.II.1.i.b.i 5-6 XXX XXX107 E.I.d 5-6 XXX XXX108 E.II 5-6* XXX XXX1 A.I 6 XXX2 A.II 6 XXX9 B.II.1.d 6 XXX11 B.II.1.f 6 XXX18 C.I.1.i.b 6 XXX25 C.I.1.i.h 6 XXX26 C.I.1.i.i 6 XXX33 C.I.1.i.o 6 XXX36 C.I.1.ii.c 6 XXX37 C.I.1.ii.d 6 XXX54 C.I.2.ii.g 6 XXX56 C.II.1.i.a 6 XXX72 C.II.2.ii.c 6 XXX92 C.VI.1 6 XXX93 C.VI.2 6 XXX94 C.VI.3 6 XXX98 D.I.c 6 XXX99 D.I.d 6 XXX103 D.II.b 6 XXX4 B.I.b. 75 B.I.c 710 B.II.1.e 735 C.I.1.ii.b 739 C.I.1.ii.f 744 C.I.1.ii.k 750 C.I.2.ii.c 755 C.I.2.ii.h 758 C.II.1.i.b.ii 765 C.II.1.i.i 766 C.II.1.i.j 770 C.II.2.ii.a 771 C.II.2.ii.b 778 C.III.2.a 779 C.III.2.b.i 780 C.III.2.b.ii 782 C.III.2.c.ii 791 C.V.e 795 C.VII 796 D.I.a 7100 D.I.e 7101 D.I.f 7102 D.II.a 7111 F.II 7110 F.I 7

Type Life Step 1 S. 2 S. 3 Step 4 Step 5 Step 6 Step 7 (undet.)

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tienen su origen en el Intermedio Tardío y dejaron de ser elaboradas en el Incanato. Lasvasijas con cara-gollete (C I 1 ii g) aparecen en nuestras excavaciones a partir de 1400y siguen siendo producidas durante el Incanato.

Los elementos Ychsma característicos del Horizonte Tardío ya han sido descritospero hay que subrayar que la seriación comprueba que la forma cuzqueña del plato(A I) fue introducida por los mismos incas; que hubo imitaciones (A II) pero que noexistió en el Ychsma Tardio del Intermedio Tardío. Las botellas con cuello estribo (DII b) son también diagnósticas del Incanato, así como los cuencos abiertos de un negropulido y de labio muy plano. Ya hemos explicado que la pasta gris con un acabado negropulido no es un rasgo exclusivo del Horizonte Tardío pues ya existía en el YchsmaTardío pero su proporción aumentó bastante durante el Horizonte Tardío con nuevaspastas, formas, y decoración. Al mismo tiempo no se debe confundir estos tipos nuevosque son más de la tradición Ychsma con el Negro Pulido que tiene cierto brillo y unosreflejos metálicos que forma parte del estilo Inca Chimú o Pachacamac Inca BlackWare.

Entonces resumimos abajo los puntos más importantes de nuestras investigaciones:1. El Ychsma Tardío es una continuación del estiloYchsma Medio y parece

haber evolucionado hacia los fines del siglo catorce perdurando durante todoel siglo quince hasta la conquista española.

2. Los rasgos salientes son un mayor uso del engobe rojo como fondo paradiseños en blanco y negro. Los motivos son geométricos y zoomorfos,consistiendo en rectángulos o triángulos con puntitas dentro o peces y avesestilizadas. La forma de la cara-gollete se hizo popular junto con unapreferencia para las asas horizontales en las vasijas sencillas. Cuando huboasas verticales estas unían el labio con la parte superior del cuerpo, si bien hayexcepciones en los frascos y vasijas cara-gollete.

3. Decayó la técnica del punteado en zona que se limitó a dos líneas en zigzag,colocadas en el interior del cuello, con una sola fila de puntitas dentro. Almismo tiempo se hizo popular la decoración por medio de una punta de caña,formándose dos filas alrededor de la parte superior de la vasija.

4. Las formas también evolucionaron. Las formas nuevas más destacadas son loscuencos carenados con o sin reborde.

5. La conquista inca produjo un aumento en la cantidad de cerámica fabricadaa la vez que introdujo nuevas técnicas, formas, y decoraciones para resultaren una cerámica Inca Ychsma de la que hemos podido dar unos pocos detallesaquí.

Nota sobre las formas. Solemos repartir las formas en seis clases:

a) Los platos son recipientes muy abiertos, casi planos, con un diámetro muchomás grande que su altura, la que no suele sobrepasar los 4 cm.

b) Los cuencos son recipientes que no llevan cuello. Los cuencos abiertos tienenuna boca más grande o igual al diámetro máximo de la vasija; b) los cerradostienen una boca más reducida que el diámetro máximo. Los dos pueden llevarun pequeño reborde.

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677PIRÁMIDE III DE PACHACAMAC: HACIA UNA DEFINICIÓN DEL ESTILO YCHSMA

c) Las jarras son recipientes con un cuello que puede tomar varias formas. Hayque notar que no hacemos diferencia entre un cántaro y una olla, como hacenmuchos, en el sentido de que una olla es para cocinar y un cántaro paracontener líquidos. Como el estado actual de nuestros conocimientos no nospermite conocer la función de estas vasijas, es aventurado hacer esta distinción,sobre todo cuando se trata de fragmentos.

d) Las botellas y frascos son recipientes con un cuello angosto. En las botellasla boca del cuello no supera los 4 cm de diámetro. El frasco posee un diámetrode más de 4 cm y menos de 8 cm. Todos los cuellos altos que tienen undiámetro mayor de 8 cm se clasifican en (c) es decir jarras, si bien muchosquieren llamarlos cántaros. Otros incluyen vasijas con un cuello alto que tieneun diámetro de 9 cm o más cuando definen una botella. Estos los llamamamosjarras con cuello alto.

e) Las tinajas y tinajones son recipientes muy grandes. Se supone que son paraalmacenar alimentos, sean estos líquidos o sólidos. Las tinajas son másgrandes que las jarras con un borde de más de 30 cm de diámetro y con paredesmucho mas gruesas que las jarras, alcanzando un grosor de 1 cm. Lostinajones tienen paredes de 2 cm de grueso y una altura de más de un metro.

f) Las vasijas en miniatura son recipientes para ofrendas y no miden más de10 cm de alto. Uno puede compararlas con las prendas en miniatura quetambién se daban como ofrenda. Estas vasijas pueden ser cuencos o jarras.

Agradecimientos

Al British Academy de Londres por haber patrocinado el viaje de la primera autora al Perúen 2003. Al INC por haber otorgado los permisos respectivos. Al Centro de InvestigacionesArqueológicas de la Universiad Libre de Bruselas, el Fondo Nacional Belga de la InvestigaciónCientífica, el Committee for Research and exploration de la National Geographic Society porhaber contribuido en la financiación del Proyecto Ychsma en Pachacamac así como a todos losintegrantes del equipo de campo. Agradecemos también a todos los colegas que nos han ayudadoen discusiones y comentarios.

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681VALLE DEL LURÍN: ESTILOS REGIONALES EN EL HORIZONTE TARDÍOBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 681-714

ESTILOS REGIONALES EN LA COSTA CENTRAL ENEL HORIZONTE TARDÍO

UNA APROXIMACIÓN DESDE EL VALLE DEL LURÍN

Krzysztof MAKOWSKI *, Milena VEGA CENTENO A. **

ResumenLa imagen establecida sobre el Horizonte Tardío se ha vuelto mucho más compleja

gracias a las excavaciones a gran escala emprendidas en los últimos años. Una variedad notablede estilos y alfares de cerámica fue descubierta no solo dentro del área del mismo yacimientoarqueológico sino incluso dentro del mismo contexto primario, tanto en Pueblo Viejo-Pucará, elasentamiento urbano de mitimaes abandonado inmediatamente después de la conquista española,probable asentamiento principal de los Caringa de Huarochirí, localizado a 15 km de Pachacamacen el valle del Lurín , como en otros sitios del mismo periodo. Las identidades de productores,de los encargados de distribución y de los usuarios raramente son coincidentes porque el imperioha creado las condiciones de mini-sistema–mundo y realizaba además la bien conocida políticade desplazamientos forzados de artesanos y de poblaciones enteras, especializadas en ciertasáreas de producción. La procedencia hipotética de los constructores de Pueblo Viejo-Pucará dela sierra de Huarochirí se sustenta en la organización espacial del asentamiento, en la mampostería,en el diseño arquitectónico, en los comportamientos funerarios registrados, y en las fuentesescritas del siglo XVI. El análisis convencional macroscópico y microscópico de cerámica en unamuestra de 3 456 fragmentos diagnósticos seleccionados entre 41 871 tiestos registrados hapermitido definir 16 alfares y varios estilos: “Ychsma” local del valle bajo, la cerámica marróndel valle alto, “Puerto Nuevo” de la costa, estilo influenciado por la Costa Norte, incluyendo el“Chimú-Inca”, el “Inca provincial”. El caso de Pueblo Viejo-Pucará demuestra una vez más queen el contexto de periodos tardíos, la arquitectura y los comportamientos funerarios constituyenmejores indicadores de la “identidad étnica” de los constructores y usuarios de un asentamientoque el estilo de cerámica. Las tradiciones cerámicas del Periodo Intermedio Tardío se hanmantenido vigentes durante el Horizonte Tardío. No obstante, el desplazamiento de mitimaes,incluyendo a los alfareros especializados, hacia la Costa Central ha tenido algunos efectosinmediatos: han surgido nuevos estilos y nuevos diseños formales y decorativos.

Palabras claves: Inca, Horizonte Tardío, etnicidad, Ychsma (Ichma), estilo de cerámica,Pachacamac, Huarochirí, mitimaes (Mitmaquna).

* Pontificia Universidad Católica del Perú, Departamento de Humanidades, Arqueología.E-mail: [email protected]

** Pontificia Universidad Católica del Perú. Proyecto PUCP - Cementos Lima “Lomas deLurín”. E-mail: [email protected]

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682 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

STYLES RÉGIONAUX DE LA CÔTE CENTRALE À L’HORIZON RÉCENT. UNEAPPROCHE À PARTIR DE LA VALLÉE DE LURÍN

RésuméGrâce aux fouilles intensives menées ces dernières années notre perception de l’Horizon

Récent est beaucoup plus raffinée qu’auparavant. Un grand nombre de traditions technologiquespotières et de styles ont été enregistrés pendant les fouilles de Pueblo Viejo-Pucará, une villefondée par les mitimaes dans la vallée de Lurín, a 15 km de Pachacamac, et abandonnée juste aprèsla conquête espagnole. Il s’agit probablement de la capitale de la communauté des Caringa deHuarochirí. On observe la même situation sur d’autres sites archéologiques fouillés sur la CôteCentrale. L’identité des producteurs, de ceux qui s’étaient chargés de la distribution, et de ceuxqui utilisaient les objets fabriqués, coincident rarement, puisque l’Empire Inca avait créé lesconditions d’un « mini-système monde ». Il avait également mis en place la politique bien connuedes déplacements forcés des artisans et des populations entières, spécialisées dans certains typesde production. On déduit la provenance de ceux qui ont construit Pueblo Viejo-Pucará, villagedes hautes terres de Huarochirí, à partir de l’organisation spatiale de la ville, des traitscaractéristiques de l’architecture, de la maçonnerie même, des coutumes funéraires et des sourcesécrites du XVIème siècle. L’analyse conventionnelle de céramique, macroscopique etmicroscopique d’un échantillon de 3 456 fragments sélectionnés parmi 41 871 tessons recueillis,a permis de définir 16 traditions technologiques potières co-existantes et plusieurs styles :l’« Ychsma » local de la basse vallée, la céramique brune de la haute vallée, « Puerto Viejo » dela côte, style influencé par les traditions de la côte nord, y compris « Chimú-Inca », Inca desprovinces. Le cas de Pueblo Viejo-Pucará démontre une fois de plus, pour les périodes récentes,que l’architecture et les coutumes funéraires sont meilleurs indicateurs de l’identité « ethnique »des constructeurs et des habitants que le style de la céramique. Les traditions potières de la PériodeIntermédiaire Récent ont survécu pleinement à la conquête inca. Néanmoins le déplacement desmitimaes, y compris quelques groupes d’artisans, vers la côte centrale a eu des conséquencesimmédiates : des nouveaux motifs et des nouveaux styles apparurent.

Mots clés : Inca, Horizon Récent, ethnicité, Ychsma (Ichma), style de céramique, Pachacamac,Huarochirí, mitimaes (Mitmaquna).

REGIONAL STYLES OF THE CENTRAL COAST AT THE LATE HORIZON.AN APPROACH FROM THE LURIN VALLEY

AbstractThe picture that is currently being developed for the Late Horizon is far more complex

now, thanks to the intensive field research recently undertaken in the last years. In Pueblo Viejo-Pucara, a mitimaes settlement abandoned in just after the Spanish conquest, perhaps the chieftown of the Caringa from Huarochiri moiety (12 ha and about 570 family units), which lies 15 kmfrom Pachacamac in the Lurin Valley, like in other sites from the same period, remarkable varietyof ceramic styles and wares were recorded not just within the same area or site, but even withinthe same primary context. The identities of the producers, distributors, and the builders ofdomestic and public spaces rarely coincide because the empire gave rise to miniature worldsystem conditions and used the well-known policy of forced relocation of artisans and wholepopulations specialised in certain areas of production. The conclusion regarding the highlandprovenance of the builders of Pueblo Viejo-Pucará is supported by the spatial organisation of thesettlement, bonding, architectural design, burial rituals and many written sources from XVI s.The conventional macroscopic and microscopic analysis of the wares in the sample comprising3 456 diagnostic fragments chosen among 41871 sherds, enabled the definition of 16 differenttechnological traditions of pottery making and many styles: local lower valley “Ychsma”, brownupper valley ceramic, coastal “Puerto Viejo”, north coastal influenced including Chimu Inca,

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provincial Inca. The case of Pueblo Viejo-Pucará once more evinces that in the context of lateperiods, architecture, funeral behaviour and not ceramics are the best indicators of the identityof the builders and the users. The Late Intermediate Period ceramic traditions lasted throughoutthe Late Horizon. However, the transfer of mitimaes —including some skilled potters— to theCentral Coast had some immediate effects: new design and new styles appears.

Key words: Inka, Late Horizon, Ethnicity, Ychsma (Ichma), Pottery Style, Pachacamac,Huarochirí, Mitimaes (Mitmaquna).

INTRODUCCIÓN

Los estudios sobre la cronología de los periodos tardíos en la Costa Central, asícomo sobre la identidad étnica de los grupos humanos asentados en esta parte del litoralperuano se fundamentaron hasta el presente en algunos supuestos implícitos. El primerode ellos concierne a la supuesta relación directa entre los estilos de la arquitecturapública y de la cerámica, por un lado, y la identidad étnica de las poblaciones. El segundoatañe a la equivalencia entre el grado de centralización del poder político y launiformidad o variedad estilística perceptibles en la región. Por consiguiente, se esperaa menudo que la distribución espacial de ciertos rasgos estilísticos o estilístico-formales(previamente seleccionados con fines cronológicos) dé una definición precisa de lasfronteras de señoríos prehispánicos, y confirme o descarte la exactitud de informacionesrecogidas por los cronistas y visitadores españoles, o conservadas en documentosjudiciales. En los últimos años se multiplicaron justificadas críticas hacia la tradicionalequivalencia entre la cultura material y el ethnos, tan fuertemente enraizada en laarqueología antes y después de la influyente polémica de Gordon Childe con GustafKossinna (Graves-Brown et al., 1996; Sillar & Dean, 2002, inter alia). La correspondenciadirecta entre el espacio político, el estilo cerámico y arquitectónico y la identidad étnicase da en contados casos, y requiere de condiciones especiales para manifestarse, comopor ejemplo:

1. Cuando la construcción, o la producción y la distribución estén organizadasy normadas centralmente por las instancias del poder dominadas por un solocomponente étnico.

2. Cuando la identidad étnica, derivada de la conciencia de ser diferente de losvecinos y/o ser amenazado por ellos, se exprese en estilo, tal comoefectivamente ocurre a veces con las sociedades fragmentarias (véase lasculturas de la selva peruana, por ejemplo Shipibo-Conibo, DeBoer & Moore,1982; DeBoer, 1992).

En el caso de la costa y de la sierra de los Andes Centrales, la supuestaequivalencia entre el estilo, la organización política y la identidad étnica de elite se nutríay se nutre aún de aparentes argumentos empíricos con las evidencias concernientes a ladifusión de formas y diseños inca en cerámica, textiles y arquitectura. Pocos autores

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684 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

supieron escapar a la tentación de agrupar, como pertenecientes a la época anterior a laconquista inca, a todos los alfares, formas, técnicas y diseños decorativos que carecende claros componentes, cuyo origen podría atribuirse a los artesanos de Cuzco imperial.Para comprobarlo basta revisar los primeros y muy meritorios intentos de construir lacronología regional de la Costa Central en los periodos tardíos por Lavallée (1965-1966:241). Feltham (1983), Bazán (1990; 1992), Paredes & Ramos (1994: 347), y recientementetambién Eeckhout (1999), Díaz & Vallejo (2002). Asimismo, solo las variables conindudables paralelos cuzqueños, y en particular los fragmentos de aríbalos polícromos,sirvieron de elementos diagnósticos exclusivos del Horizonte Tardío en los estudios dematerial de superficie, y también de contextos estratigráficos excavados.

Por nuestra parte, tenemos dudas si los supuestos mencionados son aplicables alos periodos tardíos y a las complejas relaciones políticas y socioeconómicas que lascaracterizan. Consideramos que el seguimiento de la cronología y de la distribuciónespacial de estilos de cerámica da cuenta directa de la organización de la producción ydistribución de los artefactos (1). Las redes de distribución de recipientes cerámicos devariada función utilitaria y ritual no tienen por que guardar siempre una relación espacialy temporal con las identidades políticas o étnicas de los usuarios. En cambio, los estudiosde iconografía y de la historia de diseños decorativos pueden llevar a esclarecer losmecanismos de relaciones entre elites, de los mecanismos del poder y en particular delpapel de la ideología religiosa (Earle, 1987; Cook, 1994; Makowski (comp.), 2000-2001; Makowski, 2004).

El caso del Horizonte Tardío es particularmente ilustrativo al respecto. Elimperio crea condiciones de mini sistema-mundo (Wallerstein, 1973; Wilkinson, 1991;Peregrine, 1991; La Lone, 1994; Chase Dunn & Hall, 1997; véase también Salomon,1980; 1986; 1987 y su comparación entre las áreas nor- y centro-andina); los productosy los ejes de distribución interconectan a poblaciones de muy variado origen (Lorandi,1988; 1991; D’Altroy et al., 1992) y por ende, las identidades de productores,distribuidores, constructores de espacios domésticos y públicos raramente coinciden.Las ideologías imperiales suelen materializarse en arquitectura ceremonial y en laparafernalia de culto oficial, pero no necesariamente impregnan de su particular sellola arquitectura residencial, y la producción de cerámica, textiles e incluso artefactos demetal. Sus productores siguen expresándose en estilos y tecnologías regionales e inclusolocales (Morris, 1995; 1998, Lynn Bray, 2003). En todas estas esferas de producción ycreatividad aflora la identidad del productor o constructor y eventualmente la procedenciadel usuario. Los investigadores que trabajan en la Costa Central conocen la situación dela coexistencia de un número importante de estilos de cerámica y de textiles dentro dela misma área e incluso dentro del mismo contexto primario, sea este entierro humanoo piso de ocupación (véase también Malpass, 1993; Hayashida, 1994). Esta situación yaha sido constatada por Uhle (Shimada, 1991; Kaulicke, 1998), Strong & Corbett (1943:56) que describen el estilo inca y los estilos asociados al mismo, y por Lavallée (1965-

(1) Esta manera de entender el estilo, libre de ideas preconcebidas acerca de la relaciónnecesaria entre la historia de formas, diseños y acabados y las entidades étnicas o las estadías dedesarrollo caracteriza, es menester recordarlo, a la obra de John Howland Rowe, así como de variosde sus colaboradores.

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685VALLE DEL LURÍN: ESTILOS REGIONALES EN EL HORIZONTE TARDÍO

1966: 241). Las excavaciones recientes en los valles del Lurín y del Rímac la hanconfirmado (Paredes & Ramos, 1994; Isla, 1995; Franco, 1996; 1998; Eeckhout, 1999;1998a; b; 2000; Cock & Goycochea, 2004; Diaz & Vallejo, 2002; Guerrero, 2004). Larevisión de estas evidencias conduce a algunas preguntas.

Por un lado, la importancia que se supone que el santuario de Pachacamac tuvieraantes de la conquista de la Costa Central por los incas, en el Horizonte Medio y en el PeriodoIntermedio Tardío, debería expresarse en una variedad de estilos locales y foráneos.Recordemos que se usaba el paralelo de Pachacamac para interpretar al fenómeno Chavín,y esta comparación se sustentaba entre otros, en numerosos hallazgos de alfarería en los másvariados estilos regionales (Burger, 1988; 1993) dentro y alrededor del templo en las orillasde Mosna. En el caso de Pachacamac esta diversidad es un hecho, por lo menos en cuantoal Horizonte Medio 2 y 3 (Shimada, 1991; Dulanto, 2001; Kaulicke, 2001; véase tambiénel caso de Cajamarquilla: Mogrovejo, 1999; Segura, 2001). Por el otro lado, existe unmarcado e implícito consenso entre los investigadores que las vasijas en estilo inca seproducían localmente (Lavallée, 1965-1966; Feltham, 1983) con un abanico amplio detecnologías, variantes formales y decoraciones en los que se mantienen vivos varioscomponentes de las tradiciones de alfarería costeña, no-inca o pre-inca. De ahí se desprendeque la producción de la cerámica local no ha sido necesariamente sustituida del todo por lastécnicas y diseños imperiales.

La reflexión sobre la variabilidad de formas, diseños y técnicas de cerámica deperiodos tardíos en la Costa Central es tan antigua como la arqueología científica y seinicia con los estudios de Reiss, Stübel y Uhle. No debe extrañar por ende que la manerade concebir el estilo como fenómeno cultural y como herramienta, y ponderar lasvariables de análisis, varía sustancialmente entre los autores, de generación en generación,en estrecha relación con los cambiantes modos de entender la cultura, el proceso y lasrazones de cambio en la prehistoria. Unos autores hacían prevalecer en su definición larelación con las formas y diseños foráneos, o los vínculos comprobables con losantecedentes tecnológicos y morfológicos locales en el Periodo Intermedio Tempranoo Horizonte Medio. Otros subordinaban su clasificación a los variables relacionados conel acabado y la decoración, otros más, consideraron prioritario enfatizar los criteriostecnológicos que atañen a la pasta y a las técnicas de construcción (alfares) (2) . Como

(2) Compárese a título de ejemplo las siguientes clasificaciones realizadas sobre el material deperiodos tardíos proveniente de Pachacamac:

Las Palmas Pirámide con rampa n° 2 Pachacamac y otros sitios del(Paredes y Ramos, 1994) (Franco, 1998) valle del Lurín (Eeckhout,

1999)

Las Palmas llano - Ychsma tipo inciso-punzonado Tipo Lurín anaranjadoLas Palmas crema restregado - Ychsma engobe rojizo bruñido Tipo Lurín engobe rojoLas Palmas negro sobre crema y sin bruñir Tipo Lurín marrón pulidoLas Palmas crema sobre rojo - Ychsma tipo negro bruñido Tipo Lurín negro pulidoLas Palmas punteado en zonas - Ychsma tipo marrón oscuro/ Grupo importado I: estiloLas Palmas negro pulido amarillo pálido ChancayLas Palmas policroma - Ychsma tipo marrón oscuro/ Grupo importado II: IncaLas Palmas marrón tosco amarillo pálido asociado aLas Palmas engobe rojo lo Inca

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destacarán Conkey & Hastdorf (1990: 1) citando a Sauerländer (1983: 254): el estilo es“una construcción hermenéutica altamente condicionada y ambivalente que se elaboraen distintos momentos de la historia social e intelectual” (3). Consideramos también queel estilo constituye en el mismo tiempo un fenómeno histórico y social, y un herramientaconstruida por el investigador cuya agudeza y utilidad depende de cómo se la concibe.Por otro lado, a todas las investigaciones realizadas en el transcurso de los últimos 100años se aplicaría en algún grado la crítica de Davis (1990: 25). A pesar de los aportesde un Panofsky y un Kubler, o un Binford, Wobst o Hodder, en la mayoría de los estudiosde historia de arte y arqueología del siglo XX, los análisis estilísticos partían de unsupuesto falaz, a saber: los diseños, los principios de composición, la variabilidad derasgos materiales clasificables pueden describirse en abstracción del contexto social, esdecir en abstracción de los procesos tecnológicos, y en abstracción de las funciones yde los significados que los productores y los usuarios asignaron a los objetos e imágenesde acuerdo con su morfología y su decoración. Se espera de manera paradójica que esta“pura y a-histórica descripción estilística”, la que tampoco controla los prejuicios delinvestigador, fundamentados por las estéticas y los hábitos de su propia cultura (Davis,1990), lleve al entendimiento del proceso histórico del pasado y de comportamientos desociedades no-occidentales y pre-industriales (4).

Compartimos con Davis (1990: 19-21) el convencimiento de que en la prácticade investigación el estilo es equivalente al taxón, siendo fruto de clasificación analíticamediante la cual se crean clases politéticas (5), con criterios en parte subjetivos yrelacionados con la metodología del autor, en parte resultantes de la comparaciónempírica entre el universo investigado (contenido de una unidad estratigráfica, hallazgos

Las Palmas guinda - Inca asociado, compuestoLas Palmas naranja pulido por: a. –tipo amarillo pálido oLas Palmas marrón micáceo blanco sobre engobe rojoLas Palmas gris c. –tipo negro bruñido o pulido

En la clasificación de Eeckhout (1999: 34-76) el tipo de la cocción, el acabado y la pastaconstituyen los criterios rectores en la clasificación estilística. Franco (1998: 44-62) prefiere dar mayorpeso al acabado mientras que Paredes y Ramos a la técnica de decoración. La terminología empleadapor los tres sugiere diferentes expectativas de los autores en cuanto a la representatividad de sumaterial. Franco con el término Ichma sugiere que existe una formada tradición local, Ychsma, conuna distribución espacial coincidente con la de fronteras políticas del señorío del mismo nombre.Eeckhout, más prudente, piensa en un conjunto de estilos imperantes en el valle, “estilos Lurín”,opuestos a estilos foráneos. Paredes y Ramos indican con los términos usados que su objetivo selimitaba a describir la variabilidad de la cerámica hallada localmente, en la periferia de Pachacamac.

(3) “... a highly conditioned and ambivalent hermeneutical “construct” worked out at adistinct moment in social and intellectual history” (traducción K. Makowski).

(4) Véase por ejemplo la defensa de esta postura desde las posiciones del neo-evolucionismodarviniano. no sin introducir el imperativo de la reconstrucción de cadenas operativas (en Hurt &Rakita eds., 2001).

(5) “En un grupo plenamente politético de artefactos, (1) cada artefacto posee un (amplio)número de atributos del grupo (clase); (2) cada atributo caracteriza a un (amplio) número de artefactosque conforman el grupo (la clase); cada artefacto que conforma el grupo (la clase) posee más de unatributo diagnóstico” (Davis, 1990:19; traducción K. Makowski).

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en un sitio arqueológico previamente desconocido, etc.) y los paralelos a disposición enla época en la que se realiza el estudio. Los intentos cada vez más decididos, ysofisticados desde el punto de vista teórico, para dar dimensión antropológica alconcepto de estilo y anclarlo dentro del contexto más amplio de producción (cadenasoperativas: vg. Dietler & Herbich, 1998; Dobres, 2000), de distribución, de transmisiónde la información tecnológica, y del ejercicio del poder (vg. Earle, 1987) no llegan aúna tener impacto en la práctica de investigación sobre la costa central prehispánica. Serequiere de una profunda revisión de conceptos clasificatorios y de un sistemáticoseguimiento de la distribución de talleres con sus tradiciones tecnológicas previamentedefinidas (a partir de análisis petrográficos en el caso de cerámica), con el listado de losestilos locales y foráneos que estos talleres son capaces de reproducir o imitar, y con losespacios sociales que abastecen. Ello requiere de un esfuerzo mancomunado de variosproyectos para conformar una base de datos a partir del muestrario común, alimentadocon los subsiguientes resultados de análisis petrográficos, siempre y cuando los estudiosestén realizados con metodologías compatibles. Esta tarea sobrepasaría por supuestocon creces el marco de esta investigación. Tampoco constituye nuestro objetivo que selimita a dos tareas precisas anunciadas previamente. Queremos demostrar que:

1. Los procedimientos tecnológicos de los alfareros, las formas y los diseñosprevios a la conquista de la Costa Central por los incas no han sidomayormente afectados por la coyunturas políticas y seguían en uso despuésde la incorporación de estos valles al Tahuantinsuyu.

2. La complejidad política del Imperio Inca tiene una directa expresión en lavariedad de estilos, la que se desprende tanto de la co-existencia de lastradiciones locales con la producción de objetos que imitaban a los talleres dela capital, como del desplazamiento forzado de alfareros a lo largo delterritorio imperial.

Más allá de precisiones necesarias en el futuro, resulta ampliamente suficienteusar para este fin las clasificaciones presentes en la literatura del tema de las que sedesprende la presencia de variadas tradiciones tecnológicas y estilísticas en los periodostardíos, en los valles del Lurín y Rimac. Algunas de ellas tienen comprobado su presuntoorigen local, otras son sin duda de procedencia foránea, otras parecen haberse formadogracias a la asimilación selectiva de algunos procedimientos de acabado e imitación dediseños decorativos que se originaron fuera de ambas cuencas. De manera preliminarse vislumbran los siguientes conjuntos:

� la cerámica comparable desde el punto de vista formal y de decoración conla producción de talleres cuzqueños, en particular los aríbalos Cuzco PolícromoA; en este grupo las imitaciones locales suelen constituir casi 100% de lamuestra siendo muy poco frecuentes los casos comprobados de importaciones(vg. Inca-Pachacamac de Lavallée, 1965-1966: 241; Inca de Eeckhout(1999); Inca asociado b de Franco, 1998);

� la cerámica comparable formalmente y por las características de la pasta conlas tradiciones difundidas en la sierra de Lima (Feltham, 1983: 404; Farfán,1994; Guerrero, 2004: 172, fig. 21, véase también el estilo Cuculi de Engel,1966);

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688 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

� la cerámica que posee algunos rasgos de decoración, acabado y detallesformales que permiten relacionarla con variados estilos del Horizonte Tardío(vg. Chimú-Inca) y que, además, suele aparecer en asociaciones con estiloscuzqueños (vg. Inca asociado de Strong & Corbett, 1943: 56, que comprende“negro pulido”, “blanco sobre rojo”, “negro y blanco sobre rojo” etc.; o elestilo derivado del Inca local en la clasificación de Eeckhout (1999: 30-31);

� la cerámica con préstamos estilísticos e imitaciones posiblemente originariosde las áreas de la costa al sur del valle del Lurín y al norte del valle del Chillón(vg. el estilo Puerto Viejo, Bonavía, 1959);

� la cerámica que carece de características o préstamos foráneos, salvo los queproceden de los vecinos de la Costa Central, y que suele encontrarse encontextos posteriores al Horizonte Medio 3. Se propone para ella ladenominación Ychsma o Ichma (vg. Bueno, 1982: 41-42; Bazán, 1990;Shimada, 1991: XXVII; Isla, 1995: 87).

Los últimos dos grupos son los más problemáticos por dos razones. La principalfuente de potenciales confusiones se desprende de la escasez de contextos primariosexcavados y publicados hasta el presente que cuenten con estratigrafía firme, yabundante material diagnóstico. Solo el comienzo de la secuencia relacionada con elHorizonte Medio 3-4 está sólidamente respaldado, entre otros por los contextosfunerarios de Ancón, y más recientemente, por los de Huallamarca y Armatambo(Guerrero, 2004). Por esta razón las definiciones de la cerámica Ychsma o Ichma varíandrásticamente entre los autores, de acuerdo con la idea que cada uno de los investigadorestiene sobre la evolución estilística y el peso de préstamos foráneos durante el PeriodoIntermedio Tardío y Horizonte Tardío. Hace 20 años Bueno (1982: 41-42) escribió:

“el estilo Ichma se caracteriza por… cuencos, cántaros y ollas que frecuentementepresentan decoración estampada y pintura blanco sobre rojo. También se caracterizapor la presencia de cántaros modelados que presentan figuras humanas y animalesde cierto parecido a los de Chancay Tardío”.

En las publicaciones recientes de Díaz & Vallejo (2002) y Guerrero (2004) latradición cerámica local comprende formas mayormente utilitarias de cántaros y ollascon poca decoración y baja calidad en cuanto a la cocción y acabado.

Afortunadamente en la última década se realizaron varias excavacionessistemáticas, y en área, en asentamientos y cementerios con la ocupación del HorizonteTardío bien fundamentada, gracias a la estratigrafía y a las firmes asociaciones con lacerámica diagnóstica Inca: los cementerios de Rinconada de Lago y Huaquerones(Guerrero, 2004; Cock & Goycochea, 2004) en el valle del Rímac y el asentamiento dePueblo Viejo-Pucara en el valle del Lurín. Consideramos que el análisis de la relaciónentre las tecnologías y diseños locales y foráneos en el material cerámico del HorizonteTardío es el primer paso, y quizás el más importante, para poder luego definir el o losestilos locales producidos por los ceramistas en las cuencas bajas del Rímac y Lurín enel hipotético territorio del señorío Ychsma (Rostworowski, 1972; 1978).

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1. PUEBLO VIEJO-PUCARÁ

Este asentamiento urbano del Periodo Horizonte Tardío (aprox. 1470 – 1533d.C.) se encuentra ubicado (Fig. 1) en el laberíntico sistema de quebradas laterales queatraviezan las primeras estribaciones de los Andes en la margen izquierda del río Lurín

Fig. 1 – Ubicación de Pueblo Viejo-Pucará en el valle del Lurín.

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(6). Las dos fases definidas estratigraficamente en todos los sectores excavadoscorresponden al Horizonte Tardío, un terremoto que causa el colapso de parte de lasestructuras marca el fin de la primera fase (Fig. 2). Hasta el presente, todas las evidenciasregistradas apuntan hacia el abandono del asentamiento poco después de la llegada delos españoles puesto que no se cuenta con ningún material colonial, salvo dos cuentasde vidrio en la capa de abandono en el sector II, probable residencia del curaca y de sulinaje. Con sus 10 ha de área construida, sin contar el sistema de andenería ni los sitiossatélites, Pueblo Viejo-Pucará parece haber sido el segundo asentamiento en importanciadespués de Pachacamac, luego de la ocupación de este valle por los incas. Es probableque se trate del asentamiento principal de los Caringa de Huarochirí, una de las dosparcialidades de la mitad Caringa en el unu de Luren (Makowski, 2003: 165). Lacaracterística distribución de núcleos de arquitectura en las cimas intermedias y lalocalización del sitio en la zona de pasturas utilizada hasta hoy por los pastores serranosde Santo Domingo de los Olleros, la manpostería de piedra en las modalidadesdesconocidas en la Costa Central, pero difundidas en las alturas de Huarochirí, laorganización modular de espacios domésticos, los comportamientos funerarios y lapresencia del componente serrano en el repertorio de estilos de cerámica, indican queel asentamiento fue construido y habitado por los pobladores serranos desplazados poriniciativa política de los gobernantes del Tahuantinsuyu.

Las evidencias sugieren también que el cuidado de rebaños de camélidos y elcontrol militar del valle se contaban entre los deberes de los habitantes de Pueblo Viejo-Pucará. Hallazgos de conchas de Spondylus princeps, cobre y sus aleaciones, plata, oro,plomo (estos últimos en cantidades reducidas), de cerámica fina Inca polícromo,Chimú-Inca entre otros estilos de origen local, todos ellos en contextos domésticos ofunerarios directamente asociados a los recintos de vivienda, demuestran que lospobladores tuvieron una posición particularmente privilegiada en la estructura políticadel Tahuantinsuyu.

El asentamiento cuenta con aproximadamente 570 unidades domésticas familiares,distribuidas entre cuatro aglomeraciones de arquitectura doméstica distantes unos deotros 200-300 m en promedio, además de dos complejas estructuras de diseño ortogonalcon patios internos y amplios espacios de almacenamiento. Estas últimas poseencaracterísticas de residencia de elite. Hay también dos pequeños sitios-satelite en loscaminos de acceso desde la sierra que atraviezan las vecinas quebradas de Pucará0 y deRío Seco. Dos aglomeraciones y una de las dos residencias de elite se encuentrandistribuidas en las cimas desde las cuales se domina visualmente la costa con la entradaal valle, y el acceso al santuario de Pachacamac desde el sur. Las dos aglomeracionesrestantes y la más monumental de las dos residencias “palaciegas” están escondidas enel fondo de las quebradas tributarias de la quebrada Pueblo Viejo, al abrigo de los doslugares fuertes (pucaras) arriba mencionados, siendo protegida adicionalmente por lamuralla natural conformada por terrazas fósiles, cuya forma recuerda la de las morenaslaterales del paisaje glacial. La ubicación es estratégica tanto desde el punto de vistaofensivo como defensivo.

(6) Se encuentra entre las coordenadas UTM 18304211 E, 8650496 N. Durante los 5 años deexcavaciones en área que abarcaron 3 400 m2, se ha podido comprobar que todos sus componentesfueron construidos sobre el nivel esteril durante el Horizonte Tardío.

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Fig. 2 – a. Estratigrafía típica en el interior de las estructuras domésticas:estructura EA11, Sector III, perfil Sur. Dibujo Cristina Rospigliosi. b. cerámica

diagnóstica Inca de diferentes contextos domésticos.

a)

b)

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2. PROCEDENCIA DE LA MUESTRA

En este trabajo hemos tomado en cuenta una muestra representativa delabundante material cerámico procedente del Sector III (una de las cuatroaglomeraciones de arquitectura residencial). Como las otras, esta aglomeración secompone de un conjunto de unidades plaza integradas por 3 a 5 casas, cuyasentradas dan al patio común. En este sector se ha excavado 1 080 m2 en área, tantode la arquitectura doméstica como dos áreas de descarte de basura; una de estasáreas tiene el carácter de un gran basural estratificado (Figs. 3, 4). Por estas razonesla muestra de este sector es particularmente representativa para ambas fases deocupación del asentamiento durante el Horizonte Tardío. Sin embargo, no excluimosque hay diferencias en las proporciones de alfares entre los sectores, las residenciascomunes y los dos conjuntos arquitectónicos de elite que destacan por sus ampliasdimensiones, trazo ortogonal y amplios patios o plazas cercadas (respectivamentelos sectores II y IV-1) (7).

3. RESULTADOS DE LOS ANÁLISIS CERAMOLÓGICOS

Gracias al cruce de información procedente de las excavaciones de zonas deactividad, zonas de residencia y zonas de descarte se ha podido concluir que, segúntoda probabilidad, los pobladores de Pueblo Viejo no producían localmente ningúntipo de cerámica, salvo un caso aislado de confección de figurinas de molde. Ellose desprende, en primera instancia de la ausencia de piezas mal cocidas, deformadaso bizcochos (Vega Centeno, 2004: 185). Tampoco hemos encontrado hornos olugares de confección y acabado o eventuales instrumentos como pulidores, platosde alfarero, paletas, etc. La forma de plato de alfarero está presente en un alfarserrano, pero en número limitado de casos. Hay también varias evidencias indirectasa favor de esta conclusión. Son muy frecuentes los casos de reuso de fragmentosde cerámica para hacer figurinas, raspadores y piruros. Por otro lado, en sitiosdonde se producía localmente la cerámica, los hallazgos de ollas y cántarosreparados suelen ser excepcionales, en cambio, en Pueblo Viejo-Pucará tenemosvarios ejemplos de fragmentos con filas de perforaciones de ambos lados de unagrieta, para poder consolidar el recipiente y seguir usándolo (Vega-Centeno, 2004:185). Finalmente, la gran diversidad de pastas (Cuadro 1), tipos morfológicos, yestilos con diseños y técnicas de decoración particulares, demuestran que loshabitantes del asentamiento tuvieron acceso a la producción procedente de variostalleres ubicados en la costa y en la sierra central.

El análisis convencional macroscópico y microscópico de pastas de lamuestra compuesta por 3 456 fragmentos diagnósticos seleccionados entre 41 871fragmentos recuperados ha permitido definir 16 alfares y 18 tipos y variantes depastas. Algunos de los alfares con mayor recurrencia se presentan en más de una

(7) El material cerámico del Sector III fue comparado sistemáticamente con otros sectores ycon la cerámica proveniente de las excavaciones de Daniel Guerrero y Hernán Carrillo en la portadade la IIIra muralla de Pachacamac.

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Fig. 3 – Pueblo Viejo-Pucará, Sector III: a. Plano de aglomeraciones dearquitectura doméstica con unidades patio reconocidas y la ubicación del extenso

basural estratigraficado (unidad 4); b. vista del sector desde el oeste.

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Fig. 4 – Basural en la unidad 4, Sector III, corte estratigráfico Este-Oeste. DibujoMilena Vega Centeno.

variante de la pasta, con ciertas diferencias en cocción, tamaño y densidad dedesgrasantes, como el alfar 4 (pastas D y H), alfar 5 (pastas E-1, E-2 y F) y alfar6 (pastas G-1 y G-2). A pesar de estas diferencias que sugieren variaciones encuanto a tratamiento de la arcilla y ligeras diferencias en el procedimiento deamasado, el repertorio de formas es casi igual en todos estos casos.

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Pasta Características Diseños Formas

Alfar

Alfar 1 A - Pintura precocción: Antropomorfos, Cántaros, cantarosnegro-crema sobre rojo, aves, serpientes cara-gollete, ollas,

crema sobre engobe aplicadas, peces figurinas y aríbalos

rojo y negro sobre crema y mayormente

geométricos

- modelados y acoplados Choclos de maíz Cántaros

Alfar 2 B - Pintura precocción: negroGeométricos y Cántaros cara-

-blanco sobre engobe antropomorfos gollete, cántaros,

rojo, crema sobre engobe ollas y figurinas

rojo y negro sobre crema

Alfar 3 C - Pintura precocción: Geométricos Cántaros muy

franjas negras sobre grandes (“tinajas”)

engobe rojo

Alfar 4 D y - Apliques y pintura post- Incisiones Cántaros, botellas

H cocción en las incisiones geométricas miniatura, cuencos

y olla miniatura inca

Alfar 5 E-1, - Marrón llano Pintura roja Cántaros, ollas,

E-2 post-cocción platos, cuencos y

y F - Apliques Serpientes algunos platosaplicadas alfareros

Alfar 6 G-1 - Pintura precocción: Antropomorfos Cántaros, ollas

y 2 franjas cremas sobre y mayormente y cuencos minia-

pasta, crema sobre engobe geométricos tura y aríbalos

rojo y negro sobre marrón

- Estampado Diseños Ollas

geométricos

- Apliques De tipo “ojos ¿Ollas o cántaros?

de papa”

Alfar 7 I Incisiones y superficie Líneas paralelas Cuencos miniatura

bruñida y botellas

(8) El subrayado indica la presencia de cerámica inca local.

Cuadro 1 – Los alfares de Pueblo Viejo y sus principales características (8).

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696 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

Alfar 8 J Pintura precocción: negro Antropomorfos Cántaros cara-

sobre crema, negro-crema y geométricos gollete. Ollas y

sobre rojo y crema sobre cuencos y aríbalos

engobe rojo

Alfar 9 K - Pintura precocción: Antropomorfos Cántaros cara-

negro-crema sobre rojo, y geométricos gollete, cántaro

negro sobre engobe rojo, “ojos llorosos”,

crema sobre engobe rojo cántaros, ollas,

y negro sobre crema cuencos y”aríbalos

Alfar L - Pintura precocción: Mayormente Cántaros, ollas

10 franjas cremas diseños geomé- y cuencos

y chorreadas tricos y escasas

serpientes

aplicadas

- Impresos Círculos Cántaros

impresos

Alfar M - Pulido, bruñidos y a Zoomorfos Piruros y cuencos

11 veces con apliques miniatura

Alfar 12 N - Superficie bruñida Cuencos y aríbalos

Alfar O - Superficie bruñida Botellas y cuencos

13 miniatura

Alfar P - Pintura precocción: Geométricos y Cántaros, cuencos,

14 negro sobre crema, escasas serpientesollas y olla Inca

negro-blanco sobre aplicadas

engobe rojo y pintura

en incisiones y apliques

Alfar Q - ¿Ausente ? Cántaros y ollas

15 pequeñas

Alfar 16 R - Pintura precocción Franjas cremas Cántaros

Descripción de pastasPasta A: semi-porosa de textura granular, la fractura regular en ocasiones lisa; lasinclusiones muy finas (menores de 0,05 mm), distribuidas de manera homogénea constituyenun 10% de la pasta; la cocción oxidante, color naranja por lo general (Munsell 5YR 4/6 ó2,5R 4/8); las inclusiones de mayor recurrencia son las siguientes:

Fuente: Vega Centeno, 2004: 129 cuadro N° 14

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- granos sub-angulares y sub-redondeados de cuarzo lechoso de color blanquecino opaco enun 90 % aproximadamente;

- partículas no identificadas angulares y a menudo alargadas de roca negra, con la presenciade 9 %;

- mica dorada o feldespato.

Pasta B: semi-porosa de textura granular, la fractura regular, color rojo amarillento (Munsell5YR 6/4 ó 5YR 6/6); las inclusiones muy finas (menos de 0,05 mm), distribuidas de manerahomogénea constituyen un aproximado de 10 % de la pasta y comprenden:

- granos de cuarzo lechoso, de forma sub-angular y sub-redondeada;

- partículas negras, opacas de formas angulares, no identificadas.

Pasta C: porosa de textura granular, de fractura regular, lisa, y de color anaranjado (Munsell10 YR 5/1 ó 2,5 YR 6/6); las inclusiones de grano de tamaño variado (0,5-7 mm), por logeneral fino a medio, distribuidas de manera homogénea constituyen hasta 50 % de la pastay comprenden:

- cantidad predominante de cuarzo lechoso muy fino y su-bredondeado;

- menor cantidad de inclusiones negras opacas angulares de tamaño muy reducido;

- porcentaje mínimo de partículas muy grandes de roca roja opaca, angulosa o sub-redondeada.

Pasta D: semi-porosa de textura laminar, la fractura regular, en ocasiones lisa, color marróngrisáceo (Munsell 2,5 Y 5/2); las inclusiones distribuidas de manera homogénea comprenden:

- partículas sub-redondeadas y sub-angulares de cuarzo lechoso en un 90 %;

- piedras alargadas angulares negras y sin brillo de tamaño muy reducido en un 9 %;

- escasas granos sub-angulares y redondeados de color rojo opaco en un 1 %.

Grupo E de pastas

Pasta E 1: porosa de textura granular y fractura regular, de color marrón (Munsell 10 YR4/6); las inclusiones de tamaño fino a medianamente fino, de 0,05 a 1,00 mm constituyen un20% de la pasta y están distribuidas de manera irregular; entre las inclusiones se distinguen:

- cuarzo lechoso sub-redondeado y sub-angular con aprox. 79 %;

- gravilla angulosa y sub-redondeada de color negro oscuro en un 20 %;

- mica amarilla y feldespato en cantidades que no sobrepasan 1 %.

Pasta E-2: a diferencia de la anterior tiene la consistencia porosa y la fractura irregular; latextura es granular; su color es también marrón (Munsell 5 YR 5/4). Las inclusionesdistribuidas de manera irregular conforman el 30 % de la pasta; destacan entre ellas:

- granos gruesos (de aproximadamente 2 mm) de cuarzo lechoso de forma sub-redondeaday sub-angular;

- partículas negras angulosas y sub-redondeadas en un porcentaje menor que oscila alrededordel 20 %;

- cantidades mínimas de mica amarilla y feldespato.

Pasta F: semi-porosa de textura laminar, fractura regular, en ocasiones lisa, de color marrón(Munsell 5 YR 5/4). Las inclusiones muy finas (menos de 0,5 mm), que constituyen un 5 %de la pasta, están distribuidas de forma irregular y comprenden:

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698 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

- granos de cuarzo lechoso;

- en menor porcentaje partículas negras alargadas y angulares de color negro opaco;

- muy escasa mica amarilla o feldespato.

Pastas G: En este grupo hemos diferenciado dos tipos debido a diferencias en la cantidady el tamaño relativo de inclusiones.

Pasta G-1: porosa de textura granular y fractura levemente irregular, sinuosa, de coloranaranjado claro (Munsell 5YR 5/8). Las inclusiones distribuidas de manera irregularconstityen un 30 % de la pasta y comprenden:

- gravilla angular, negra opaca, de tamaño variado, que puede llegar a medir 2 mm;

- escasa cantidad de granos angulares de color beige;

- menor cantidad de granos pequeños de cuarzo lechoso;

- partículas alargadas y angulares, negras opacas en cantidades mínimas;

- presencia mínima de feldespato o mica amarilla.

Pasta G-2: presenta las carácterísticas iguales que la precedente salvo la cantidad y eltamaño de inclusiones, que constituyen un 10 % de la pasta y poseen el tamaño entre 0,5 y1,5 mm.

Pasta H: porosa, de textura granular, y fractura irregular, sinuosa, de color gris (Munsell 10YR 5/1 ó 2,5Y 5/1). Las inclusiones distribuidas de manera irregular constituyen un 20 %de la pasta y comprenden:

- granos de cuarzo lechoso sub-angulares redondeados en un 10 %;

- partículas negras, opacas, angulosas, a veces alargadas, en un 9,5 %;

- cantidad mínima de mica amarilla o feldespato.

Pasta I: semi-porosa, de textura granular y fractura regular, en ocasiones lisa, de color rojoamarillento (Munsell 5 YR 6/8). Las inclusiones pequeñas (menos de 0,5 mm) distribuidasde forma homogénea constituyen un 10 % de la pasta y comprenden tres componentes enproporciones iguales:

- granos de cuarzo lechoso sub-angulares o redondeados;

- partículas negras de forma angular;

- mica amarilla o feldespato.

Pasta J: semiporosa de textura laminar y fractura irregular, de color rojo claro (Munsell 2,5Y 6/4 ó 2,5 Y 6/6). Las inclusiones muy finas (menos de 0,5 mm), que constituyen solo un5 % de la pasta, están distribuidas de manera irregular y comprenden:

- aglomeraciones amorfas de sustancia blanca incrustada en poros, de color blanco a crema,posiblemente arcilla blanca, caolinita o carbonato de calcio;

- granos de cuarzo lechoso;

- partículas planas de color negro opaco.

Pasta K: semiporosa de textura laminar, de fractura regular y color rojo claro o rojo (Munsell10 YR 5/6, 10 R 4/8). Las inclusiones de tamaño muy fino (menos de 0,5 mm), queconstituyen solo un 5 % de la pasta, están distribuidas de manera irregular y comprenden:

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- granos de cuarzo lechoso de forma sub-angular y sub-redondeada;

- partículas negras opacas, de forma plana y angular;

- aglomeraciones amorfas de sustancia blanca incrustada en poros, de color blanco a crema,posiblemente arcilla blanca, caolinita o carbonato de calcio;

- granos medianos de color beige, sub-redondeados y angulares.

Pasta L: porosa de textura laminar y fractura irregular. Su color es anaranjado claro (Munsell5 YR 5/8). Las inclusiones de tamaño fino (0,5 – 1,0 mm) constituyen un 10% de la pastay comprenden:

- granos de cuarzo lechoso;

- diminutas partículas negras angulosas y sub-redondeadas;

- granos rosados sub-redondeados y angulares;

- mica amarilla o feldespato en mínimas proporciones.

Pasta M: compacta, de textura granular y fractura regular, en ocasiones lisa, de color marrón(Munsell 7,5 YR 5/6, 7,5 YR 5/4). Las inclusiones de tamaño muy fino (menos de 0,5 mm)constituyen solo un 2 % de la pasta, están distribuidos de manera irregular y comprenden:

- granos de cuarzo lechoso;

- partículas opacas de color negro, angulares y planos, semejantes al carbón vegetal.

Pasta N: semi-compacta, de textura granular y fractura regular, de color rojo claro (Munsell5 YR 5/8, 5 YR 6/8). Las inclusiones muy finas (menos de 0,5 mm) constituyen tan solo un3 % de la pasta, están distribuidas de manera homogénea y comprenden:

- aproximadamente 60 % de cuarzo lechoso;

- un 10 % de partículas negras, opacas, de formas angulares y alargadas que se asemejan alcarbón vegetal;

- partículas de mineral negro, angulares, a veces alargadas;

- mica amarillenta o feldespato en mínimas cantidades.

Pasta O: semi-porosa, de textura laminar y fractura regular, a veces lisa, de color marrónclaro (Munsell 10 YR 6/4). Las inclusiones muy finas (menos de 0,5 mm) constituyen soloun 5 % de la pasta, están distribuidas de manera homogénea y comprenden:

- partículas negras opacas, de forma angular alargada, en mayor proporción;

- granos brillantes de color blanco o rojizo, de forma sub-redondeada;

- granos de cuarzo lechoso.

Pasta P: porosa, de textura granular y fractura irregular, de color rojo claro (Munsell 5 YR5/8). Las inclusiones de tamaño muy fino (menos de 0,5 mm) constituyen un 20 % de lapasta, están distribuidas de manera irregular y comprenden:

- granos de cuarzo lechoso;

- granos de mineral de color beige, tamaño mediano y de formas sub-redondeadas;

- partículas negras brillantes, angulosas y sub-redondeadas.

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700 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

Pasta Q: porosa, de textura granular y fractura irregular, sinuosa, de color rojo (Munsell 2,5Y 5/8). Las inclusiones de tamaña grueso (entre 1 y 5 mm) constituyen un 30 % de la pasta,están distribuidas de manera homogénea y comprenden:- granos angulares y sub-redondeados de cuarzo lechoso;- escasa mica amarilla o feldespato.Pasta R: porosa, de textura granular y fractura irregular, de color rojo amarillento o marrónfuerte (Munsell 5 YR 5/6, 7,5 YR 5/6). Las inclusiones de tamaño grueso (de 1 a 5 mm),constituyen un 30 % de la pasta, se encuentran distribuidas de manera irregular y comprenden:- granos de cuarzo lechoso;- granos de mineral negro de forma sub-redondeada, en la misma proporción que cuarzo;- granos sub-angulares o sub-redondeados de color rojizo opaco, en un 10 %;- granos de roca de color gris opaco, de forma angular y tamaño entre 3 y 5 mm;- mica amarilla o feldespato en cantidades mínimas.

Dos son los alfares más recurrentes (Cuadro 2), entre ellos el alfar 5 que parececorresponder a la tradición tecnológica serrana, a juzgar por el repertorio de formas muycaracterísticas (cántaros con labios reforzados interna y externamente, cántaros concuellos compuestos, ollas, pequeñas botellas, platos, etc.) y el acabado marrón llano. Laúnica decoración registrada consiste en el uso de pintura roja post-cocción y, en algunoscasos, en las serpientes aplicadas (Fig. 5).

El segundo lugar en cuanto a la popularidad (Cuadro 2) ocupa el alfar 10 que secaracteriza por un solo tipo de pasta (L) de color naranja. Las vasijas de este alfar tienenacabado alisado tosco, con decoración de pintura crema chorreada o de franjas verticalesen el cuerpo y cuello de las vasijas o al alrededor de las asas (Fig. 6). Las formasregistradas corresponden en mayor parte a las que Díaz & Vallejo (2002) registran enArmatambo y denominan estilo Ychsma Medio (9). La influencia Inca se expresa enla presencia eventual de serpientes aplicadas en el cuello y cuerpo de las vasijas.Asimismo, se ha registrado la decoración con círculos estampados, semejantes a los quecaracterizan al estilo Lauri impreso (Krzanowski, 1991).

(9) La existencia de todas las formas Ychsma Medio ilustradas en nuestro material puede tenerdos explicaciones. Por un lado no está por excluir que se trata de tipos de cerámica que se seguíanproduciendo sin modificaciones formales o tecnológicas durante el Horizonte Tardío. Por otro lado,Daniel Guerrero (com. personal) quién ha realizado sus excavaciones en Armatambo a pocos metrosde distancia, afirma que el nivel de entierros Ychsma Medio pertenece en realidad al conjuntoestratigráfico del Horizonte Tardío. De ser fundada esta afirmación los entierros dichos Ychsma Mediocorresponderían a población local de nivel bajo, cuyos ajuares carecen de componentes de cerámicadecorada diagnóstica para el Horizonte Tardío.

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701VALLE DEL LURÍN: ESTILOS REGIONALES EN EL HORIZONTE TARDÍO

Cuadro 2 – Frecuencia de los alfares en Pueblo Viejo.

Fig. 5 – Cerámica en estilo serrano, alfar n° 5.

Fig. 6 – Cerámica en estilo Ychsma, alfar n° 10.

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702 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

No menos recurrente en la muestra de Pueblo Viejo es la tradición alfareracosteña que Bonavia (1959) denominó como Puerto Viejo (Fig. 7). Sin embargo, lafragmentería correspondiente a este estilo se reparte en cuatro alfares, cada unocaracterizado por tipo diferente de pasta: A, B, J y K que corresponde a los alfares

a)

b)

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703VALLE DEL LURÍN: ESTILOS REGIONALES EN EL HORIZONTE TARDÍO

Fig. 7 – Fragmentos en estilo Pueblo Viejo: a. alfar n° 1; b. alfar n° 2;c. alfar n° 8; d. alfar n° 9.

c)

d)

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704 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

n° 1, 2 y 8, 9 (ver cuadro 1). Este estilo local tardío, entre sus características estilísticasy morfológicas más representativas presenta las vasijas cara-gollete con pintura negra-blanca sobre engobe rojo. Bonavia creía que se trataba de un estilo local costeño pre-inca(1959: 116). Sin embargo, hay vasijas que tienen rasgos relacionados con el HorizonteTardío. Las vasijas Puerto Viejo fueron halladas no solo en el sitio epónimo sur deChilca, sino también en Pachacamac, en la Isla San Lorenzo (Isla, 1995: 88), Mala(Engel, 1966: 2) y en el valle del Rímac.

Mediana recurrencia posee en nuestra muestra el alfar n° 4, con dos pastasdiferentes D y H, que se relacionan con el mismo repertorio de formas. Hemosencontrado algunas piezas enteras o fragmentos grandes (vg. asa puente calada debotella doble con el característico gollete) que comparten estas características de pastay pueden asignarse sin duda al estilo Chimu Inca (Fig. 8). El alfar n° 4 se caracteriza por

Fig. 8 – Alfar n° 4, cerámica en varios estilos, entre otros Inca (a) y Chimú-Inca (b).

a)

b)

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705VALLE DEL LURÍN: ESTILOS REGIONALES EN EL HORIZONTE TARDÍO

engobes grises producto de la cocción reductora o reductora en enfriamiento. Las formasmás frecuentes son los cuencos miniatura, botellas y cántaros. Strong & Corbett (1943:fig. 11) denominaron a este tipo de cerámica “el estilo negro pulido inca asociado”.

Similares niveles de popularidad tiene el alfar n° 6 con dos ligeras variantes depasta G-1 y G-2. Las vasijas más recurrentes son: cántaros, ollas, cuencos miniaturas,ollas con estampados y modelados-aplicados “ojo de papa”. También se relaciona conformas Inca provincial como los aríbalos. Hay fragmentos pintados pre-cocción de colorcrema sobre pasta, crema sobre engobe rojo y negro sobre marrón. Los diseños sonantropomorfos y geométricos. Algunas formas y decoraciones recuerdan lo que a vecesrecibe la denominación de Ychsma Tardío (Fig. 9).

Muy poco representados son los alfares 7 (pasta I), 11 (pasta M), 12 (pasta N),y 13 (pasta O). Se trata de fragmentos de vasijas ceremoniales de cocción oxidante, consuperficies bruñidas y pastas de color naranja con engobes y acabados finos (verMakowski, 2003: fig 10B y 10C).

El ultimo grupo de tres alfares poco representados por los n° 3, 15 y 16 (ver cuadro2), caracterizados cada uno por un tipo de pasta de color anaranjado, C, Q, R, comprendefragmentos de vasijas grandes de almacenamiento, las que presentan engobe rojo ycrema. Su acabado es burdo y la decoración escasa, en la mayoría de los casos.

Fig. 9 – Cerámica Ychsma e Inca provincial, alfar n° 6.

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706 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

ALGUNAS CONCLUSIONES

El análisis expuesto reveló que la cerámica utilitaria de formas chicas y medianasde mayor uso, cántaros, ollas, cuencos y platos, se relaciona con la tradición serrana dealfarería de pasta marrón Huarochirí, lo que concuerda bien con el diseño arquitectónicoy con las técnicas de construcción. La fragmentería de este tipo constituye no más de40 % de la muestra. El resto se reparte entre las vasijas muy variadas desde el punto devista de la tecnología, el estilo y la probable procedencia. La población de Pueblo Viejo-Pucará tuvo amplio acceso a los recipientes cerámicos en estilos conocidos en laliteratura como Ychsma o Ichma y Puerto Viejo. Tal como lo hemos sospechado, lostalleres que produjeron alfarería en los estilos costeños y serranos, tradicionalmenteatribuidas al Periodo Intermedio Tardío seguían plenamente activos durante el HorizonteTardío. Los fragmentos y las vasijas en estos estilos están directamente asociados enpisos sellados y contextos de ofrendas con otras en estilo inca local. Se trata de aríbalosy algunas ollas con diseños geométricos (líneas, triángulos, puntos) de colores negro,marrón, crema, blanco, anaranjado y rojo. Se ha registrado algunos fragmentos y dospiezas enteras polícromas con diseños de helechos, inspirados en Cuzco polícromo A(Rowe, 1944).

Las decoraciones aplicadas con el motivo de serpiente, según Bazán (1992: 27-32) se derivarían del repertorio de Horizonte Medio, y caracterizarían al estilo “Ychsmafitomorfo” (ver Fig. 10). Sin embargo, parecen tener un claro origen cusqueño y las ollasde Pueblo Viejo-Pucará imitan claramente las ollas de estilo inca encontradas en Cuzcoy sus alrededores (Pardo, 1939: Láminas 3 y 5; Bauer, 1992:104; Farfán, 2000: Figs. 9y11). En todo caso, los antecedentes de este tipo de motivos decorativos que se conoceen el valle del Lurín desde las primeras fases del Periodo Intermedio Temprano noparecen guardar ninguna relación directa con los diseños del Horizonte Tardío (10).

La conquista inca y la presencia de la administración imperial no tuvieron porende como consecuencia el ocaso o la decadencia de estilos locales. Todo lo contrario.Artesanos de la Costa Central tuvieron la oportunidad de convivir con los especialistasforáneos desplazados. Su producción solo en parte quedó afectada por la aculturaciónen un medio pluricultural, y por la impronta que dejó el discurso con el estilo oficial,imperial. En muchos casos se ha producido la afirmación de su identidad tecnológica yestilística frente a los advenedizos que no fue incompatible con algunos préstamos. Elcontacto y el discurso entre tradiciones ha favorecido sin duda la mejora del niveltecnológico de talleres locales. Uno de los varios ejemplos posibles de este fenómenoestá en los variantes Inca del estilo Pueblo Viejo. Nos referimos a los cántaros cara-cuello que se caracterizan por la representación de las orejeras modeladas y larepresentación de “ojos llorosos”.

Consideramos también posible que el incremento de la presencia de diseños yformas serranas locales en la producción alfarera costeña al sur del Chillón es otro delos efectos de la conquista inca. Los diseños con círculos estampados o impresiones decañas caracterizan la decoración de ciertas vasijas del alfar 10 (pasta L) de Pueblo Viejo,

(10) Véase también la discusión en Eeckhout (1999: 58) con otros casos registrados ensupuestos contextos del Intermedio Tardío y Horizonte Tardío.

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707VALLE DEL LURÍN: ESTILOS REGIONALES EN EL HORIZONTE TARDÍO

que se relacionan con las formas costeñas locales Ychsma. Como técnica decorativa seencuentran en diferentes períodos y área de los Andes Centrales. Para la Costa CentralIsla sugiere que tienen su origen en los estilos epigonales del Horizonte Medio (1995:88). Los paralelos más cercanos para nuestros fragmentos provienen sin embargo deChancay (Cornejo, 1992: 327-328; Krzanowski, 1991: 239), de estilo Lauri impreso.Krzanowski, observa de manera acertada que esta tradición decorativa tiene su origenen la sierra y que se difunde hacia la costa durante el Intermedio Tardío y HorizonteTardío creando una especie de “horizonte regional de círculos estampados” (Krzanowski,1991: 235- 237). Eeckhout (1999: 48) cita casos que demuestran la distribución de estatécnica decorativa en el valle del Mantaro, la costa nor-central, los valles del Huaura,Chillón, ocasionalmente Rímac y Lurín. Sin embargo no necesariamente se trata de ladifusión a partir de uno o dos focos.

Fig. 10 – Ollas con aplicaciones de serpientes, imitación Inca.

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708 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

Cuadro 3 – Pastas, alfares y acabados en las muestras de Pueblo Viejoy Pachacamac.

Cerámica de Cerámica de Pueblo Presencia de La presencia

Pueblo Viejo Viejo: variedades según alfares de del estilo

los criterios de cocción Pueblo Viejo inca en

y acabado en el material la muestra

de Pachacamac,

(cortesía deDaniel

Guerrero)

Alfares Pastas Alfar Estilo

Alfar 1 A Tipo anaranjado alisado x Inca

Alfar 2 B Tipo anaranjado (pintura x

crema, negro y rojo)

Alfar 3 C Tipo anaranjado tosco x

(vasijas grandes)

Alfar 4 D y H Tipo gris x Inca

Alfar 5 E-1, E-2 Tipo marrón llano x

y F

Alfar 6 G-1 y 2 Tipo anaranjado tosco x Inca

con engobe rojo

Alfar 7 I Tipo anaranjado bruñido x Inca

Alfar 8 J Tipo anaranjado x

Alfar 9 K Tipo anaranjado (pintura Inca

crema, negro y rojo)

Alfar10 L Tipo anaranjado tosco

Alfar 11 M Tipo anaranjado pulido

Alfar 12 N Tipo anaranjado bruñido Inca

Alfar 13 O Tipo anaranjado

Alfar 14 P Tipo anaranjado con Inca

engobe rojo

Alfar 15 Q Tipo anaranjado alisado

y posible engobe rojo

Alfar 16 R Tipo anaranjado alisado

y posible engobe crema

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709VALLE DEL LURÍN: ESTILOS REGIONALES EN EL HORIZONTE TARDÍO

Los resultados de nuestros trabajos en Pueblo Viejo-Pucará, probable coloniamilitar que protegía los accesos a Pachacamac y aseguraba el control de valle bajo,confirman una vez más que las poblaciones privilegiadas y las elites de poder estuvieronfavorecidas a una escala sin precedentes con el acceso a un abanico de materias primasexóticas (Owen, 2001), de productos “suntuarios”, símbolos de poder y de parafernaliaritual (Morris, 1995) incluyendo artefactos concebidos a varios cientos de kilómetros dedistancia (D’Altroy, 2000; Costin & Earle, 1989) así como sus imitaciones. Laintervención de la organización administrativa imperial no se limitaba sin embargo aestos aspectos relativamente bien conocidos y descritos en varias publicaciones. Elnúmero y la variedad de alfares y estilos registrados respectivamente en Pueblo Viejoy en la IIIra muralla de Pachacamac son similares. Varios de ellos están presentes enambos sitios (véase el cuadro 3). De igual manera se pueden comparar el repertorio deobjetos y materias primas exóticas o suntuarias. Notables coincidencias encontramostambién con los resultados de las investigaciones de Eeckhout (1999: 34-76) en las quecompara la cerámica de la Pirámide con rampa n° 3 con los hallazgos en otras partes delvalle del Lurín. De las 15 pastas descritas, 10 han estado en uso durante el HorizonteTardío y 3 corresponderían a piezas importadas, respectivamente en estilos Chancay eInca Imperial. Estas 15 pastas se relacionan con la totalidad de tipos tecnológico-estilísticos diferenciados por Eeckhout. Dado que el investigador ha puesto énfasis enlos conjuntos arquitectónicos y asentamientos, los que han sido construidos y usados enel Periodo Intermedio Tardío, como la pirámide con rampa n° 3 en Pachacamac, puedesorprender el hecho de que la totalidad de sus tipos guarda plena vigencia en el HorizonteTardío (11). Varios tipos de pasta determinados por Eeckhout parecen guardar

(11) Hemos resumido estos resultados en la siguiente tabla:

Pasta A, tipo Lurín decoración: marrón/crema, negro/crema, Inca-Lurín*Anaranjado crema/rojo, negro/rojo, bandas negras,

círculos impresos, punteado en zonasPasta B, tipo Lurín Marrón decoración: serpientes aplicadas, Inca-Lurín

círculos impresosPasta C, tipo Lurín Naranja decoración: marrón/crema, negro/ Inca-Lurín

crema, crema/rojo, negro/rojo, círculosimpresos, punteado en zonas

Pasta D, tipo Lurín decoración: bandas cremas, bandas negras, Inca-LurínEngobe Rojo crema/rojo, negro y crema/rojo, círculos

impresos, punteado en zonasPasta E, tipo Lurín decoración: eventualmente incisa o modelada Inca-LurínNegro PulidoPasta F, tipo Lurín decoración: marrón/crema, negro/crema, Inca-LurínAnaranjado círculos impresos, bandas negras,

punteado en zonasPasta G, tipo Lurín decoración: marrón/crema, negro/crema, Inca-LurínAnaranjado crema/rojo, negro/rojo, bandas negras,

círculos impresos, punteado en zonasPasta H, tipo Lurín decoración: eventualmente incisa o modeladaNegro PulidoPasta I, tipo Lurín decoración: marrón/crema, negro/crema, Inca-LurínAnaranjado crema/rojo, negro/rojo, bandas negras,

círculos impresos

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710 Krzysztof MAKOWSKI, Milena VEGA CENTENO

Pasta J, tipo Lurín decoración: crema/rojo, negro/rojo Inca-LurínAnaranjadoPasta K, tipo Lurin decoración: punteado en zonas Inca-LurínAnaranjadoPasta L, tipo LurínAnaranjadoPasta M, cerámicaimportada ChancayPasta N, cerámicaimportada ChancayPasta O, cerámica importada IncaInca (sólo de Chaymayancay Avillay)* la anotación “Inca-Lurín” indica la presencia de fragmentos con elementos diagnósticos delHorizonte Tardío.

(12) Según Eeckhout (1999: 58) este tipo corresponde a “Browne Ware ” de Feltham (1983:830-867),” “Marrón” de Lurín y Rimac de Bazán (1990: 115), entre otros y se relacionaría con unatradición serrana.

correspondencia con nuestros alfares, pero sería aventurado afirmarlo sin la comparacióndirecta y sistemática de ambas muestras (véase la nota 10 y los cuadros 2 y 3). Laincidencia en la muestra del valle del Lurín del tipo Lurín Marrón Alisado, correspondienteprobablemente a nuestro alfar 5, con 20,6 %, comparado al 70,6 % del tipo Lurínanaranjado llama la atención (12). Recordemos que en el material de Pueblo Viejo-Pucará el alfar 5 constituye el 40 % de la totalidad de fragmentos analizados.

Estas evidencias sugieren que la variedad estilística y tecnológica de cerámicahallada en Pueblo Viejo no se debe a un trueque a escala local emprendido individualmentepor cada una de las familias o por la comunidad. Resulta más bien probable que partede estos bienes que llegaban al curaca del Pueblo Viejo formaban parte de tributoshechos a la administración imperial.

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Page 313: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

715CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCASBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 715-734

Giancarlo MARCONE FLORES *

ResumenEn el presente trabajo intentamos esbozar nuestras primeras hipótesis sobre el distrito de

Cieneguilla, tratando de plantearnos la línea de trabajo que deberemos adoptar en la investigaciónsobre el Horizonte Tardío en esta zona. Trataremos de exponer las evidencias geográficas,arqueológicas (especialmente el patrón de asentamiento) y etnohistóricas que conocemos hastael momento, así cómo ver estas hipótesis en relación con el fenómeno y problemática Ychsma.

Queremos principalmente llamar la atención sobre la posible presencia de diversos segmentosde lo llamado “Ychsma”, en relación a las diferentes secciones identificables en el valle, quemarcarían la existencia de una formación política descentralizada que fue transformada por los incas.

Palabras claves: Ychsma, Inca, Cieneguilla, historia ecológica, Lurín, segmentos.

CIENEGUILLA À L’ARRIVÉE DES INCASAPPROCHE À PARTIR DE L’HISTOIRE ÉCOLOGIQUE ET DE L’ARCHÉOLOGIE

RésuméCet essai cherhce à résumer nos hypothèses préliminaires à propos du district de

Cieneguilla pendant l’Horizon récent et définir la stratégie des recherches à appliquer dans cettezone. Nous entendons expliquer les données géographiques, archéologiques et ethnohistoriquesdisponibles jusqu’ici en mettant l'accent sur la distribution des établissements. Nous entendonségalement mettre en relation ces hypothèses avec la problématique de la définition du phénomèneYchsma. Concrètement, nous voulons attirer l’attention sur la présence possible de plusieurssegments « Ychsma » en rapport avec différents secteurs identifiables de la vallée du Lurín. Cessegments montrent l’existence d'une entité politique décentralisée qui fut plus tard transforméepar les Incas.

Mots clés: Ychsma, Inca, Cieneguilla, histoire écologique, Lurín, segments.

CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCASAPROXIMACIONES DESDE LA HISTORIA ECOLÓGICA Y

LA ARQUEOLÓGICA

* University of Pittsburgh, Pittsburgh Pensilvania 3H01 Wesley W. Posvar Hall, PA 15260.E-mail: [email protected]

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716 Giancarlo MARCONE FLORES

CIENEGUILLA ON THE ARRIVAL OF THE INCASAPPROACHES VIA ECOLOGICAL HISTORY AND ARCHAELOGY

AbstractIn this paper we formulate our first hypotheses and initial line of investigation about the

Cieneguilla district in the Late Horizon. We review the geographic, archeological (especially thesettlement pattern) and ethnohistoric evidence that are known at present. We also look at ourhypotheses in relation to the Ychsma problematic.

We try to draw attention principally to the possible presence of different “segments” ofwhat is usually denominated “Ychsma” in the valley, in relation to the different identifiablesections of the valley, that demonstrate the existence of a decentralized (segmentary) polity thatwas transformed by the incas.

Key words: Ychsma, Inca, Cieneguilla, ecologic history, Lurin, segments.

En el año 2002, cuando teníamos la responsabilidad de dirigir el museo de sitiode Pachacamac, así como de velar por el desarrollo y protección de los sitios arqueológicosdel valle del Lurín, encontramos la posibilidad, debido al interés de los vecinos, deempezar con un ambicioso plan de puesta en valor y conservación de los principalessitios arqueológicos de Cieneguilla (López-Hurtado & Marcone, 2002) (1). Pese a queel proyecto no llegó a cumplir todos los objetivos, ni tomar la forma que deseábamos,no hemos renunciado todavía a la idea original del proyecto, pues estamos convencidosde las posibilidades del distrito y de su potencial arqueológico, turístico y social. En esteproyecto los sitios arqueológicos pueden constituirse en el sostén de un cambio socialmayor y el mejoramiento de la calidad de vida de la población. El proyecto debería serimplementado y sostenido por los mismos habitantes del distrito.

Este proyecto nos permitió y obligó esbozar un estudio sobre la arqueología deldistrito y del valle del Lurín. Al empezar el estudio arqueológico, nos centramosespecialmente en la problemática tardía de la zona, debido a la presencia de sitioscomplejos, de un tamaño más que significativo y directamente aprovechable para losfines del proyecto (2), además de ser los que estaban en mayor peligro por la presiónurbana de la zona (3).

(1) El “Programa de puesta en valor y habilitación turística de los principales sitios arqueológicosdel distrito de Cieneguilla” fue desarrollado con la ayuda de los vecinos del distrito, principalmenteJosé Antonio Iturrizaga. Contempla la generación de un circuito de sitios que generará una ofertaturística al distrito, así como una identidad que vinculará los distintos grupos de personas e interesesque actúan en el distrito.

(2) Si bien el primer esfuerzo estuvo centrado al Periodo Tardío, se han realizado algunosreconocimientos a sitios más tempranos. Estos sitios parecen ser asociables al Intermedio Temprano,cultura Lima. Sorprende la ausencia de sitios ubicables temporalmente entre estos y los del PeriodoTardío, materia de nuestro trabajo.

(3) Por todos es sabido que el valle del Lurín es la próxima zona de expansión urbana, sinembargo —salvo los directores del Santuario de Pachacamac—, nadie se ha preocupado por protegerlos sitios arqueológicos. De no tomar conciencia rápido de esta problemática tendremos, en pocosaños, los mismos problemas y grado de destrucción que vemos en el Rímac.

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717CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

Iniciando con los recorridos en el valle, especialmente en Cieneguilla yuna excavación prospectiva en el sitio arqueológico de Panquilma (Marcone &López-Hurtado, 2002; 2003), decidimos cuidar y revisar los datos existentes para lo queconsideramos puntos fundamentales del trabajo arqueológico como son el contexto y eltiempo, generar datos arqueológicos que nos permitieran avanzar en la problemática sinrenunciar a discusiones más elaboradas, cuidándonos de no caer en el error reiterativode la zona, es decir el tratar de entender la historia cultural del valle casi exclusivamentea partir de las fuentes etnohistóricas o planteamientos antropológicos.

La primera revisión de los datos cronológicos y corológicos para el área nosmostró un cuerpo de datos sumamente limitado, especialmente en el aspecto cronológico.Este punto es una verdadera preocupación para los investigadores centrados en estaproblemática y salvo algunas aproximaciones a través de secuencias cerámicas(estilísticas) de distinta calidad (Bazan, 1920; Feltham, 1982), se carece de estratigrafíaspara la zona y el valle. Exceptuando quizás los trabajos en el Santuario de Pachacamac(Eeckhout, 1999 y en este número).

Creemos que los trabajos sobre la problemática Ychsma o del Periodo Tardío dela Costa Central aún no han provisto de elementos reales para la discusión temporal, loque nos obliga a centrar la discusión en lo que podríamos llamar “la foto final” de estaproblemática, perdiendo de vista parte de las implicancias temporales en las evidenciasque manejamos.

Por otro lado, la recolección de datos corológicos es más sugerente y junto con unanálisis de la geografía del valle, nos permitió esbozar nuestras primeras hipótesis.

El tema del presente trabajo es formular estas hipótesis para el distrito deCieneguilla, señalar en que nos hemos basado para formular dichas hipótesis y luegodiscutir qué implicancias tendrían las mismas para la discusión Ychsma en general.

Es importante señalar que el énfasis que se le ha dado a la geografía en el presentetrabajo no es casual. Creemos que el estudio de la “geografía” de áreas tan diversas ycon tanto rango de variabilidad —como la de la Costa Central, que se supone ocupó lasociedad Ychsma, donde el cambio de pendiente y clima es muy rápido, por lo tanto,también los recursos— es fundamental para entender esta sociedad y tratar de explicarsus características.

1. PRIMERA HIPÓTESIS

En Cieneguilla, para los Periodos Tardíos, encontramos evidencia de personasviviendo en esta área. Estas personas forman parte de un fenómeno cultural-social que sedesarrolla en la costa central peruana y que se ha identificado (4) como Ychsma. Si bien estaspersonas que habitaban Cieneguilla serían parte del fenómeno Ychsma, creemos encontrarsuficiente evidencia para pensar que se trata a la vez de un grupo, segmento o faccióndiferenciable dentro de los Ychsma, donde Cieneguilla, como espacio definido y únicodentro de la Costa Central, condiciona y delinea a estas personas y sus relaciones con losotros grupos o facciones Ychsma. Así, a nuestro entender, lo Ychsma sería la suma de

(4) Identificación hecha básicamente a través de fuentes etnohistóricas y datos estilísticos.

Page 316: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

718 Giancarlo MARCONE FLORES

distintos grupos o facciones, que viven en diferentes áreas a través de una tradición culturalcomún, posiblemente gestada desde los fines del Horizonte Medio y que quizás tenga alSantuario de Pachacamac como eje articulador.

Es así como en nuestro concepto, la costa central peruana vendría a ser el lugardónde se integran (en lo Ychsma) varias formaciones sociales, culturales y quizáspolíticas (facciones o segmentos), que no pueden ser vistas por separado de sus mediosambientes específicos y que funcionarían dentro de estos, con la capacidad única detransformarlos.

A continuación, trataremos de exponer cómo fuimos llegando a esta hipótesis,que nos sirve de idea inicial de discusión, para el presente trabajo.

2. HISTORIA ECOLÓGICA, GEOGRAFÍA, RELIEVE Y MEDIO AMBIENTE

En nuestra búsqueda del entendimiento de las manifestaciones culturales tardíasen el valle del Lurín, decidimos empezar un nuevo camino, que suele ser olvidado porla arqueología: el medio ambiente.

El medio ambiente es motor y a la vez resultado de los cambios culturales, no soloes soporte muerto y estático de organizaciones culturales, ni simplemente recursos,medios y/o factores de producción (5). No es estático, afecta a la cultura y a lassociedades en la misma medida que estas lo afectan (Meléndez, 2002).

La arqueología peruana, a nuestro entender, se ha quedado en los análisis másmaterialistas de la geografía y en el entorno, dándoles contenido solo en función a lasociedad, limitando su capacidad y perdiendo la posibilidad de plantear elcondicionamiento de las formas políticas por el entorno geográfico, siempre pensadascomo creaciones culturales aisladas, donde uno de los aspectos de esta creación culturalson las adaptaciones al medio ambiente. Es decir, nos quedamos mirando la adaptaciónal medio ambiente como un resultado cultural y no hemos indagado sobre cómo lahistoria humana es una interacción dinámica de ida y vuelta entre el hombre, su mediocultural y su medio ambiente. El hombre se adapta a su medio ambiente, al adaptarse lotransforma y origina así nuevas adaptaciones que a su vez vuelven a transformarlo.

“Un segundo nivel de análisis se refiere a las transformaciones sucesivas de esepaisaje por la intervención humana, expresadas en dos dimensiones vinculadas entresí: la de las formas y propósitos de organización del trabajo humano y la aplicaciónde tecnología, por un lado, y la de las consecuencias, para la organización socialhumana, de la reorganización de la naturaleza producida por tales intervenciones,que pueden ir desde emigraciones o inmigraciones masivas, hasta el surgimiento odesaparición de grupos sociales completos” (Castro Herrera, 2002).

En este punto es importante señalar que con esto no queremos proponer undeterminismo geográfico (6) renovado en el sentido clásico, sino un concepto máscercano al de la llamada Historia Ambiental.

(5) Los materialistas clásicos como los Marxistas o la New Archeology le daban una importanciaal medio ambiente y a los recursos naturales, solo en función y como consecuencia de las sociedades.

(6) El hombre no es determinado a su geografía porque la transforma, pero esta condicionadoo mejor dicho es también transformado por su geografía. Distintos grupos responden de maneras

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719CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

La Historia Ambiental como disciplina, que tiene sus bases en la ecología y enla transformación hacia la historia moderna (7), y aunque no es creación latinoamericana,surge con mucha fuerza en nuestro continente, debido en parte a su convenienciapolítico-académica, para convertirse en un disciplina de resistencia a las condicionesimpuestas por el Occidente y que se resumen bajo el concepto grueso de “Economía deRapiña” (Brunhes, 1920; Castro Herrera, 2002), así conveniente también como unaforma de hacer historia en Latinoamérica, de manera independiente de otras escuelas y“políticamente correcta y reivindicativa”.

Pero más allá del manejo político que se le da a esta disciplina, creemos que estosconceptos aportan nuevas líneas de análisis para entender las sociedades prehispánicas,ya que los sitios arqueológicos así concebidos son parte y resultado de un ecosistema,por lo que no pueden ser visto fuera de él.

Lamentablemente la utilización “política” de esta línea de investigación ha hechoque el análisis y los trabajos sean algo sesgado. Existen trabajos muy gráficos de estosaspectos, cuando se habla de una confrontación cultural entre el mundo prehispánico yla observación de la transformación ecológica llevada a cabo por los españoles, pese aque esta obedeció a fines económicos, sociales, etc. Esta transformación ecológica llevótambién al replanteo, por parte de los europeos, de las estrategias sociales, rompiendoasí las relaciones existentes entre los indígenas y su medio ambiente, logrando ademásel rompimiento de las mismas relaciones sociales de los indígenas. Pensando en voz alta,por ejemplo: las reducciones, así como otras estrategias coloniales españolas, queresponden a un nuevo objetivo político y económico, rompen la relación del hombre consu medio ambiente como venía sucediendo y ocasionan la caída de esquemas políticosancestrales.

Sobre este momento de tránsito y cambio claro, que es la llegada de los españolesa América, abundan los trabajos. Entre otros ejemplos podemos citar el de Melville(1994), sobre sociedades pastoriles mexicanas. Usualmente esta visión, como en el casodel análisis hecho por la Historia Ambiental para épocas más recientes (8), puede ser malentendida, formando la idea de la idea del paraíso natural prehispánico donde loshombres vivían en armonía con su medio ambiente, paraíso que solo fue disturbado porlas formas iniciales de capitalismo.

Estos conceptos formados a partir de la ya mencionada necesidad de estableceruna “ideología” de resistencia intelectual, así como por la alta comprobabilidad de loscambios surgidos a la llegada de los españoles, donde los cambios son claros y fácilesde seguir, han alejado este tipo de lectura de las relaciones entre sociedades prehispánicas.

Nosotros pensamos, más allá de estos sesgos “políticos”, que procesos similarespueden haberse sucedido entre las distintas sociedades prehispánicas. Es el caso por

distintas a situaciones geográficas parecidas, pero sus respuestas siempre están relacionadas con estascaracterísticas y generan a su vez nuevas características a las que necesita responder.

(7) Nos referimos a cómo se hace la historia, sucedida a partir de la revista Anales y dehistoriadores como Bloch o Lucien.

(8) Son los estudios sobre los mecanismos de dominación impuestos por el Occidente a travésde la explotación de las recursos naturales como el café, el azúcar y los plátanos, depredando la riquezanatural del Tercer Mundo, en suerte de un sistema mundial que no beneficia a este.

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720 Giancarlo MARCONE FLORES

ejemplo de los incas llegando a la costa central peruana, donde como veremos másadelante, las evidencias etnohistóricas nos dejan ver que las motivaciones y estrategiasincas tenían claramente un fin de aprovechamiento de las ventajas agrícolas de la yungay de algún producto específico, como la hoja de coca. Es decir, un objetivo que alteróun ecosistema específico, cambiando la forma cómo las sociedades locales se relacionabancon este y, en algunos casos, incluyendo movimientos de grupos enteros de población.Del mismo modo queremos ensayar una lectura similar para los mismas grupo localesantes de la llegada de los incas, pensando que las relaciones entre ellos también puedeny deben ser vistas en relación con el medio ambiente.

Para nosotros estos planteamientos abren toda una línea de investigación einterpretación nueva poco utilizada en la arqueología peruana. Sin embargo, estamosempezando a recorrer este camino y consideramos que a nuestro análisis le falta muchosmás aspectos que los que discutimos en el presente trabajo. No solo se trata delentendimiento del paisaje natural (pendientes, quebradas y ríos) sino también internarseen diferencias climáticas y biológicas entre las distintas áreas y durante las distintasépocas, para así poder tener una visión global, tarea que aún está pendiente y queesperamos continuar en lo sucesivo.

El valle del Lurín, al igual que la mayoría de los valles costeños, puede serdividido de una manera tradicional en valle bajo, medio y alto. Esta división, a nuestroentender, resulta algo gruesa y es factible establecer divisiones geográficas más finas.Es así que para nosotros el valle bajo del Lurín presentaría dos divisiones mayores: unaparte compuesta por el cono de deyección propiamente dicho, y una segunda parte queva desde el nacimiento de este cono o ensanchamiento final del valle, es decir, a la alturade la actual localidad de Tambo Inga —donde coincide con la salida de dos quebradasde importancia, usadas hasta el día de hoy como vías de comunicación entre las partesaltas del valle y la costa; la quebrada de Tinajas, que continúa siendo la vía de accesoprincipal a la zona de Santo Domingo de los Olleros y la quebrada de Tambo Viejo—hasta la altura de Sisicaya. Este es el sector que algunos llaman “Chaupi Yunga” y quenosotros pensamos que por altitud y clima, sigue siendo parte del valle bajo.

Tomando como punto de partida y siguiendo la idea de Earle sobre el valle (Earle,1972) (9), encontramos que para una de estas dos sección del valle bajo, La ChaupiYunga, es posible determinar la presencia de “bolsones” y/o ambientes específicos yrealizar subdivisiones a partir de estos.

Estos bolsones son secciones del valle que se ensanchan básicamente por lapresencia de varias quebradas. Estas subdivisiones parecen tener determinadacorrespondencia con cambios apreciables en los patrones de asentamiento y aspectossugeridos por algunas fuentes etnohistóricas.

Hemos establecido así, a manera de propuesta inicial, dos sectores dentro de laChaupi Yunga:

1. Desde el Tambo Viejo hasta el sitio arqueológico de Río Seco.

(9) Si bien nos basamos en el trabajo de Earle, hay diferencias sustanciales con los límitespropuestos por él y los nuestros.

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721CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

2. Desde el sitio lindero hasta Avillay/Sisicaya (Fig. 1).

La separación marcada, tanto geográfica como culturalmente, estaría entre elsitio de Río Seco y los sitios de Lindero y Chontay, donde el valle se estrecha ydesaparecen las quebradas. La sección comprendida entre Tambo Viejo y Río Secocorresponde más o menos al actual distrito de Cieneguilla.

La división entre valle bajo (cono de deyección y Chaupi-Yunga) y el valle medioestaría relacionada con la discusión sobre la confrontación e intercambio que se dabanentre los habitantes del valle bajo o costeños y los habitantes del valle medio y alto quepresenta mayor similitud con la gente de los Andes y del valle interandino.

Pensamos además que dentro del valle bajo, como demuestra la revisión delpatrón de asentamiento, podrían existir diferencias entre los habitantes de cada sección,sin embargo, manteniendo su identificación entre ellos y su diferenciación con loshabitantes del valle medio y alto. Aunque los límites entre las secciones, así como entrevalle bajo y valle medio, no deben ser vistos como absolutamente rígidos, variarían deacuerdo al tiempo y a las sociedades que se desarrollaron en el valle, ya que no se tratade límites políticos sino de diferencias geográficas.

Fig. 1 – Mapa del valle.

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722 Giancarlo MARCONE FLORES

Estas propuesta de sectorización ya había sido presentada en un artículo anterior(Marcone & López-Hurtado, 2002), y es a partir de esta y del cruce con otras evidencias,que pensamos que pudieron haber divisiones dentro de los mismos “costeños”. Si bienesta sectorización responde básicamente a cambios en el relieve, pensamos que puedeestar relacionada a cambios climáticos y biológicos, lo que tiene que ser materia denuestras futuras investigaciones.

3. PATRÓN DE ASENTAMIENTO

Como ya mencioné líneas arriba, pensamos que el valle bajo (cono de deyeccióny Chaupi Yunga) no tuvo una unidad político-social total, que tuvo probablementevarias divisiones en segmentos o facciones. Esta división ya ha sido propuesta conanterioridad, tanto para el valle del Lurín (Cornejo, 2000) como para otros vallescosteros, aunque estas propuestas han sido formuladas desde la etnohistoria y no comofruto del trabajo de datos arqueológicos. Un ejemplo de esto se puede apreciar en el vallede Cañete (Hyslop, 1990). En el caso que estas divisiones dentro de la población costeñafueran ciertas, deberían ser apreciables en el análisis del patrón de asentamiento.

En el cono de deyección existen una serie de sitios pertenecientes al PeriodoTardío que están relativamente separados entre sí, donde algunos son de gran tamañoy multicomponentes (10), como el sitio Pampa de Flores, mientras que otros son demenor tamaño y parecen tener un solo componente, ya sea cementerio, sitio habitacionalo monumental.

Queremos aprovechar para llamar la atención sobre algunos sitios que no parecencorresponder al resto de sitios en este sector y más parecen sitios construidos enmomentos determinados y específicos. Estos sitios son las Golondrinas y el TamboInga, que tanto por ubicación como por planta, no se comportan de acuerdo con el restode sitios Tardíos del cono de deyección.

Por otro lado, si subimos por el valle, llegamos al sector que es de nuestro interés.En Cieneguilla, donde se encuentra el sitio arqueológico de Panquilma —que habíamosdefinido como la parte baja de la Chaupi Yunga, entre el cono de deyección y un recododel río, donde el valle se angosta a la altura de Río Seco—, los sitios se presentan en sumayoría como multicomponentes y están relativamente seguidos, a diferencia del conode deyección, esto imposibilita establecer una jerarquía entre los sitios.

Hay un sitio multicomponente en cada una de las quebradas y guardan similitudesentre ellos, aunque también algunas diferencias.

Los sitios que se ubican en este sector del valle son básicamente el sitio deTijerales o Achotillo, Huaca Grande, Hacienda, Cervasi, Panquilma, Molle Alto, VillaToledo, Huaycán de Cieneguilla, San Francisco y Río Seco (Fig. 2), mostrando unadensidad de sitios que no se explica solamente en el potencial agrícola de esta parte delvalle, que es muy angosta.

(10) Llamamos multicomponentes a los sitios que presentan sectores diferenciados y quecumplen funciones distintas, es decir, hay cementerios, arquitectura pública, doméstica, sectores quepodrían ser propuestos como almacenamiento, etc.

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723CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

Arriba de Ri ó Seco

•Disminuye la cantidad

de sitios Tard íos.

•Los sitios son complejos y multicomponentes.

•No es clara la jerarqu ía de sitios.

•Desaparecen los

edificios p úblicos identificables como

Pirámides con Rampa.

•No se presentan muros con cenefas. Salvo en

Chontay.

•Los sitios presentan una densidad y conservaci ón

similar al área de

Cieneguilla•Si bien se mantienen las

estructuras de planta

rectangular, aparecen en los sitios estructuras de

planta circular.

Por encima de Avillay,

aumentan las estructuras circulares de tal manera

que la zona entre Rio

seco y Avillay parec ía presentar rasgos de

arriba y rasgos de abajo.

Cieneguilla

•Gran densidad de sitios

sitios muy cercanos en

una zona del valle muy angosta.

• Muchos de ellos

Complejos -Multicomponentes

• No se aprecia una

jerarqu ía clara entre ellos – No en cuanto a

tama ño y complejidad.

• Presentan edificios P úblicos que Encajan en

lo que la discusi ón

arqueol ógica define como “Pirámides con

Rampa ”• Algunos sitios

presentan decoraciones

en las paredes que son conocidas con el nombre

de ¨Cenefas ¨.

• Los sitios presentan un desorden, con

basurales,

reutilizaciones, accesos tapados, muros

parchados,

aglomeramiento de estructuras y sobre todo

mucho Huaqueo.

• Estructuras ¨domesticas ¨, con planta rectangular.

Cono de Deyecci ón

•Los sitios Tardios se

encuentran distanciados

entre si.•Hay sitios

multicomponentes, pero existe una mayor presencia

de sitios aislados y de

complejidad limitada.•Es factible establecer una

jerarquía, donde sitios como

Pachacamac, est án por encima de sitios como

Pampa de las flores, que a

su vez est án por encima de Pingollo y Gallinacera.

Jerarquia basada en tama ño

y complejidad.•Los edificios P úblicos

presentan en su mayor ía

Rampas y entran dentro del patrón clasico de “Pirámides

con Rampa ”.•No hemos identificado

Cenefas en ning úno de los

sitios del Cono de Deyecci ón del Lurin.

•Muchos de los sitios se

encuentran muy impactados, pero al parecer son menos

aglomerados y dan.

•Planta rectangular de las estructuras domesticas.

Cuadro Comparativo del Patrón de Asentamiento.

Los sitios de Panquilma, Tijerales, Río Seco y Huaycán (Figs. 3, 4, 5 y 6) son losde mayor tamaño y presentan características similares, donde se puede intentar identificaráreas domésticas, cementerios y áreas monumentales. Esta realidad nos lleva a plantearnosla pregunta, ¿cómo se sustentaron tantos sitios de gran tamaño, que conformanevidencia de una gran ocupación, en un sector del valle con poca base agrícola?

La arquitectura monumental nos muestra algunas diferencias sustanciales entreestos sitios y los sitios con arquitectura monumental ubicados en el cono de deyección,como Pampa de Flores.

La arquitectura monumental existente ha sido identificada como parte del tipo deedificio que se conoce con el nombre de “Pirámides con Rampa” (de ahora en adelante:PCR), que parecen ser típicos para la Costa Central, presentes tanto en el valle del Rímaccomo en el del Lurín. En el cono de deyección, estos edificios monumentales guardan

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724 Giancarlo MARCONE FLORES

el patrón típico de atrio, plaza y rampa, que se conecta al atrio con el patio, parecidas alas del Santuario de Pachacamac. Este tipo de edifico, pegado al patrón clásico, seencuentra hasta el sitio de Tijerales, con algunas diferencias.

Mientras subimos por el valle, después del sitio de Tijerales, vemos que los sitiospresentan un tipo de PCR ligeramente distinto, donde las rampas no existen o sonlaterales y de tamaño reducido, como en el caso de Panquilma. Es fácil caer en latentación de explicar este cambio de patrón como un cambio político o cultural, peroconsideramos que la información existente hasta el momento sobre este patrónconstructivo es insuficiente como para aventurarnos a sostener algo así. QuizásEeckhout es el más ha avanzado en la investigación y caracterización de estos edificiosy a la vez ha propuesto una tipología de los mismos (Eeckhout, en este número), aunquecreemos que él no piensa como nosotros.

Por otro lado, más arriba en el valle, desde el sitio arqueológico Río Seco, ya noaparecen estas PCR, por lo menos reportadas arqueológicamente. Actualmente Río

Fig. 2 – Sitios tardíos en Cieneguilla.

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725CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

Fig. 3 – Sitio Panquilma.

Fig. 4 – Sitio Tijerales.

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726 Giancarlo MARCONE FLORES

Fig. 5 – Sitio Río Seco.

Fig. 6 – Sitio Huaycán.

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727CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

Seco se encuentra prácticamente destruido por el asentamiento de la población moderna,lo que nos impide reconocer adecuadamente el sitio.

Aparte de esta diferencia relacionada con la presencia de las PCR, existe otrorasgo arquitectónico que nos parece distintivo. En esta sección del valle, aparecenparedes con decoración en bajo relieve, conocidas como “Cenefas” (Fig. 7). Las másfamosas de estas Cenefas se encuentran en Huaycán de Cieneguilla; además aparecenen otros sitios, como en Panquilma y Molle Alto. Sánchez señala que no existe este rasgoen los sitios de valle arriba (Sánchez, 2000) (11), mientras que nosotros no las hemosubicado en el cono de deyección.

Valle arriba, entre Río Seco y el siguiente sitio del Periodo Tardío de regulartamaño, existe una relativa distancia, donde ya mencionamos que el valle se angosta ydesaparecen las quebradas. Sánchez propone que el sitio de Río Seco pertenece a unatradición arquitectónica costeña, aunque su definición no es del todo clara para nosotros(Sánchez, 2000). Básicamente se identifica la arquitectura doméstica costeña con plantarectangular, mientras que la supuesta arquitectura serrana tiene plantas circulares. Pordebajo del sitio arqueológico de Chontay no hay evidencia de una arquitectura de plantacircular. Según estas evidencias, proponemos que Tijerales y Río Seco podríanpertenecer a diferentes formaciones sociales, encontrándose ambos en los límites delsector de Cieneguilla. En ambos casos pertenecerían a la población costeña, pero en basea sus diferencias podríamos separarlos del resto de sitios de Cieneguilla.

Tijerales, que presenta PCR más claras, es el sitio ubicado a menor altura dentrode esta sección de la Chaupi Yunga y estaría funcionando, según este patrón monumental

(11) Tenemos algunas referencias vagas que existían Cenefas en el sitio de Chontay, pero ennuestras visitas no hemos podido encontrarlas, quizás porque el sitio ha recibido alteracionesrecientemente.

Fig. 7 – Cenefas de Huaycán.

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728 Giancarlo MARCONE FLORES

(12) Según la evidencia obtenida de Panquilma, los edificios monumentales aparecen fuera deuso y con intensa cantidad de basura con componentes Incas por encima, así como otras evidencias detransformación y/o disturbio de todo el sitio en general (Marcone & López-Hurtado, 2002).

con los sitios del cono de deyección, mientras que Río Seco marcaría un cambio conrespecto a los sitios ubicados más arriba como Chontay y Chama llanca (ausencia deCenefas y de edificios piramidales), ubicados para nosotros en el sector final de laChaupi Yunga (desde Río Seco hasta Avillay).

En base entonces a la arquitectura y a la sectorización propuesta, planteamos queesta zona, entre el sitio de Río Seco y Sisicaya / Avillay, correspondería a la zona queestuvo en constante lucha entre los costeños y los serranos, es decir, sería un áreageográfica que, a inicios del Horizonte Tardío, fue tomada por los serranos, comoveremos más adelante, probablemente apoyados o sustentados por el sistema Inca.

En cuanto a la presencia Inca en el sector de Cieneguilla, el único que parecepresentar un componente Inca monumental es el sitio de Huaycán de Cieneguilla. Paranosotros corresponde a un edificio aislado. No existen sitios Incas propiamente dichos,ni edificios en los otros sitios que puedan ser identificados con lo Inca. Esto hace suponerla utilización de una estrategia de control indirecto por parte de los incas que, lejos denecesitar un sitio Inca administrativo, presenta edificios que marcan su presencia ycontrol en los sitios locales existentes, estableciendo control a través de las jerarquíaslocales, aunque transformándolas. Es recién, en este momento y dentro de la nuevaorganización Inca, donde se puede proponer a Huaycán de Cieneguilla como un sitio queocupa un peldaño más alto dentro de la jerarquía de sitios del sector. Antes de laedificación Inca en el sitio, no es sustentable afirmar que Huaycán sea más importanteo este jerárquicamente por encima de Panquilma o sus similares.

Los incas además construyen un camino inca, que une el valle bajo (Pachacamac)con el valle alto (Pariacaca); es aquí a la vera del Camino, que aparece el sitio de SanFrancisco. Este es un sitio de andenes que amplia de manera significativa la baseagrícola de la sección, aunque esta sigue siendo limitada para sostener tantos sitios y laevidencia de gran ocupación que este tiene.

No podemos determinar por el momento la fecha, ni filiación de este sitio de SanFrancisco (Fig. 8), este podría haber sido construido desde el Intermedio Tardío oposteriormente por los incas, para el aprovechamiento de determinado recurso. Estainvestigación se torna básica para entender los cambios políticos y el aprovechamientodel medio ambiente del sector, antes y después de la llegada de los incas.

Del mismo modo, determinar el tamaño de los sitios antes de la intensatransformación que reciben a la llegada de los incas (12), nos permitirá entender laconcentración de población, hasta qué punto fue local o solo se da como resultado de lasestrategias incas de aprovechamiento del entorno. Existe la posibilidad que estaconcentración de población fuese producto de los cambios sociales y económicos quetrajeron los incas y la importancia que tomó este valle como ruta de unión de entrePachacamac y Pariacaca. En este tema no podemos perder de vista la estratégicaubicación del sector para otras rutas de comunicación, que pudieron tener una importancialocal: rutas de comunicación tanto con valles vecinos como con la gente de la serranía.Esto habría permitido y sustentado una concentración de población anterior a los incas.

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729CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

Estas posibles rutas son:1. La quebrada de tinajas, que hoy en día aún comunica la zona de Huarochirí y

Santo Domingo de los Olleros con el valle del Lurín. Existe un sitio casi en launión de la quebrada con el valle; lo conocemos como “Hacienda” y seencuentra debajo de un actual cementerio municipal del distrito de Cieneguilla,detrás de la antigua casa hacienda.

2. La quebrada de Molle, que uniría la quebrada de Huaycán del Rímac, con elvalle de Cieneguilla. Faltaría verificar el uso que tuvo esta quebrada durante eltiempo prehispánico. Al final de la quebrada se ubica el sitio de Molle Alto.

3. La ya mencionada ruta ente valle bajo y valle medio, de la misma cuenca porel mismo valle. Esto implicaría una organización política y administrativa conrelaciones complejas con los otros segmentos o facciones ubicados en el valleo incluso intervalles.

Es importante señalar que nuestro análisis solo es parcial, debido a que nocontamos con la posibilidad de ver todos los sitios, pues estos han sido alterados enrepetidas ocasiones. No tenemos mayor información de Huaca Grande y Cervasi queestán casi totalmente destruidos, y solo contamos con información parcial de Río Seco,que presenta un fuerte impacto, además de necesitar excavaciones para confirmar eltamaño y función de los sitios y sus supuestos componentes.

Este patrón de asentamiento es más que sugerente a la hora de pensar en larepercusión que tuvo el aprovechamiento del medio ambiente en la organización social,y cómo esta y la organización política fueron condicionado al mismo, en cuanto pudo

Fig. 8 – Sitio San Francisco.

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730 Giancarlo MARCONE FLORES

(13) Eeckhout en este número propone que el sitio arqueológico de Pampa de Flores podríaser el centro de uno de estos cacicazgos.

ser transformado por la presencia de una política foránea, que llegaba con estrategiaspre-diseñadas y objetivos económicos específicos ligados al aprovechamiento delmedio natural.

A continuación revisaremos algunas de las principales fuentes etnohistóricas quese refieren a esta sección del valle, para ver hasta qué punto coinciden con nuestros datosarqueológicos, aunque claramente se trata de complementar la arqueología y no de haceretnohistoria, esperando no perder nuestro objetivo, como suele pasarle a muchos denuestros colegas, que terminan forzando sus datos arqueológicos para que calcen conlos etnohistóricos.

4. LAS DATOS ETNOHISTÓRICOS

Desde que empezamos nuestro trabajo en el Santuario de Pachacamac no quedóclaro que la mayoría de la investigación tanto del Santuario como del valle del Lurínhabía sido realizada a partir de una influencia de la etnohistoria, principalmente eltrabajo de la doctora Rowstorosky. Esto generó la costumbre de interpretar el pasadodesde esta perspectiva, asumiendo que la versión propuesta por la etnohistoria es laversión principal que se debe aceptar, y donde la arqueología se vuelve una forma decomplementar esta lectura. Es a pesar de que, como lo demuestra este volumen, hemosempezado a hacer arqueología, con sus preguntas y respuestas específicas, así comometodologías definidas para nuestro campo. Aún existen muchos arqueólogos quesiguen planteando sus investigaciones a partir de las propuestas etnohistóricas.Personalmente no considero que estemos en la capacidad de realizar un análisisetnohistórico propiamente dicho, ya que nuestro manejo de fuentes es bastante limitadoy no las hemos investigado específicamente. Sin embargo, creemos necesario mencionaralgo de lo que hemos ido encontrando en nuestra investigación sobre el distrito deCieneguilla.

Principalmente, encontramos dos fuentes de datos para la Costa Central yespecíficamente el valle del Lurín. La primera de estas fuentes se genera a partir de lostrabajos de la Doctora María Rostworosky, recientemente compilados y republicadospor el IEP (Rostworosky, 2002), complementados actualmente con las investigacionesde Miguel Cornejo (Cornejo, 2000), entre otros.

Rowstorosky propone, básicamente sobre informaciones de Calancha yAlbornoz, que los valles del Rímac y Lurín confo rmaban una unidad política, queluego de la llegada de los incas, se transformarían en una provincia (Rostworosky,1972). Cornejo, por su lado (quien básicamente está de acuerdo), complementa lainformación hablando de cuatro curacazgos bajo una sola hegemonía —que seríanla base para la posterior división administrativa Inca en Guarangas— que son losde Pachacamac, Manchay, Caringas y Quilcayuna (Cornejo, 2000), posiblementeubicados en lo que nosotros llamamos el cono de deyección. Además, no tenemosidea sobre su distribución física en el valle, ni qué sitios podrían corresponder acada cacicazgo (13).

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731CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

Rostworosky (2002) propone además, de manera casi aceptada por todos,que la reorganización del espacio por parte de los incas incluyó dar tierras en layunga, a la gente de la sierra o Yauyos, especialmente aptas para el cultivo de lahoja de coca, una variante de hoja pequeña actualmente desaparecida, aprovechandoasí la antigua rivalidad existente entre ellos. Vestigios de esta rivalidad sonapreciados desde las épocas del Intermedio Temprano (Patterson et al., 1982). Sesupone que de manera variable, esta frontera entre Yauyos y Yungas estuvo entreel valle bajo y el valle medio por ejemplo, después de la llegada de los incas, variosautores proponen que estuvo a la altura del sitio Huaycán de Cieneguilla (Cornejo,2000; Negro, 1977), es decir, arriba de Huaycán, si bien eran tierras costeras, estasserían las que fueron entregadas a los Yauyos.

Nosotros no encontramos evidencia de esto, pensamos más bien que es porencima de Río Seco (sección superior de la Chaupi Yunga) donde encontraremosesta área de directa rivalidad y movimiento de población durante el HorizonteTardío. Quizás es por eso que encontramos arquitectura asociable a la serranía enlos sitios como Chontay, en la parte superior de la Chaupi Yunga y no por debajode Río Seco, sección inferior de la Chaupi Yunga.

La segunda fuente de datos etnohistóricos que queremos revisar en estetrabajo, viene del relato Dioses y Hombres de Huarochirí, que corresponde a larecopilación de mitos y leyendas de la población de la región de Huarochirí, en lasierra de la Costa Central y que correspondería al área ocupada por los Yauyos.Estos relatos fueron recogidos básicamente por Francisco de Ávila y creemos quede manera indirecta estos relatos nos dan información relevante para nuestradiscusión. Pensamos que es factible ver dentro de estos relatos los siguiente puntos:la rivalidad entre los yauyos y los yungas, así como el movimiento y comunicaciónentre el valle bajo y alto, algunas características y pistas sobre los vecinos de losyauyos y yungas, como por ejemplo, la “tugurización” de los sitios costeños y lapresencia de andenería sobre los valles. Para graficar parcialmente estos puntosutilizaremos algunas citas de la traducción que hizo Arguedas de estos relatos(Arguedas, 1966).

5. DIOSES Y HOMBRES DE HUAROCHIRÍ

Finalmente consideramos importante revisar y dar énfasis a la información quenos presentan a partir de Dioses y hombres de Huarochirí, que correspondería a larecopilación de mitos y leyendas de la población de Huarochirí, es decir, a lo que hemosestado llamando Yauyos en este trabajo.

Estos relatos están relacionados con la religión y las creencias existentes en estazona, recogidas por Francisco de Ávila. Sin embargo creemos que hay mucha informaciónque podemos obtener de este relato, especialmente para determinar las relacionesYauyos-Yungas.

Existen numerosas citas que nos ejemplifican la dicotomía arriba-abajo o Yungas-Yauyos, una en especial que creemos nos remite directamente a nuestra zona de estudio ynos da algunas luces en la línea de la relación de esta zona con la gente de arriba.

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732 Giancarlo MARCONE FLORES

“Entonces ese huaytacuri, caminando de Uracocha hacia Sieneguilla, en el cerropor donde solemos bajar en esta ruta se quedo a dormir. Ese cerro se llamolatauzaco. Mientras ahí dormía vino un zorro de la parte alta y vino también otrozorro de la parte baja: ambos se encontraron. El que vino de abajo pregunto alotro Como están los de arriba?” (Arguedas, 1966: 37).

Pensamos que este párrafo hace referencia directa a un punto del camino dondesería el límite de arriba y abajo o el punto donde se encuentran los caminos que vienendesde arriba o desde la parte baja del valle. También puede ser una referencia a la rutapropuesta por nosotros en la quebrada de Tinajas.

“… todos los pueblos de que hemos hablado, los que forman el conjunto depueblos de que hemos hablado, los que forman el conjunto de pueblos de laprovincia de Huarochirí y también de la provincia de Chaclla Mama, teníanyuncas (Pariacaca) los empujo hacia abajo“‘aquí van habitar mis hijos’…” (Arguedas,1966: 63).

Este pasaje claramente nos habla del movimiento que hubo entre valle bajo y altoy las posibles rivalidades justificadas con respuestas ideológicas, como los mitos yleyendas recogidas por De Ávila (1966[1598]). Pasajes como el anterior están presentesen todo el relato y parecen ser una referencia a la invasión yauyos a zonas anteriormenteyungas.

Este relato también nos da una visión yauyo de sus vecinos los yungas.Considerando que nuestra área de interés es básicamente yunga, creemos que hayalgunas afirmaciones que podrían sustentar un estilo de vida, como el quearqueológicamente estamos documentando, donde los sitios costeños aparecen enalgunos casos tugurizados.

“…Y estos pueblos, los pueblos de toda región, tenían muchos yuncas. Por esoaumentaron tanto al principio y, como se multiplicaron de ese modo, vivieronmiserablemente, hasta en los precipicios y en las pequeñas explanadas de losprecipicios hicieron chacras, escarbando y rompiendo el suelo. Ahora mismo aúnse ven, en todas partes, las tierras que sembraron, ya pequeñas, ya grandes. Y enese tiempo las aves eran muy hermosas, el hiritu y el caqui, todo amarillo, o cadacual rojo, todos ellos”.

Tiempo después, apareció otra huaca que llevaba el nombre de Pariacaca. Entonces,el, a los hombres de todas partes los arrojó. De esos hechos posteriores y delmismo Pariacaca vamos hablar ahora (Arguedas, 1966: 21).

CONCLUSIONES Y CONSIDERACIONES FINALES

Partiendo de la idea que los sistemas político-culturales en el mundo andinoestaban sumamente relacionados con el medio ambiente, la llegada de los incas, aunqueno trató necesariamente de ser un control directo, ocasionó una transformación en laspoblaciones locales. Esta transformación se dio en la medida que el objetivo deaprovechamiento de determinados recursos, por parte de los incas, implicó movimientosde población y rompimiento de jerarquías.

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733CIENEGUILLA A LA LLEGADA DE LOS INCAS

En algunos casos, este rompimiento incluye su reemplazo y en otros lareorganización de las jerarquías locales. Este diferente tipo de estrategia generarádiferencias y transformaciones en los sitios arqueológicos, más allá de la aparición deuno u otro edificio tipo (Ushnus, Callancas, etc.).

Estos cambios, a nuestro entender, son más visibles en la Chaupi Yunga que en elcono de deyección, debido a que las estrategias incas estarían más orientadas hacia elaprovechamiento de recursos de esta zona que a un control central en términos actuales.

Pensamos de manera inicial que estas diferencias, existían antes de la llegada delos incas, diferencias entre serranos y costeños, así como entre la misma poblacióncosteña asentada en distintas partes del valle. Creemos que es posible determinar lasdiferencias entre las poblaciones costeñas en relación con las secciones del valle queocupan, identificando segmentos con algún grado de independencia cultural y políticapor determinar, que sin embargo no serían posibles de explicar, si no es en relación consus vecinos.

Es así como creemos, de manera inicial y aún por confirmar con más datosarqueológicos, en la existencia de una identidad Ychsma formada a partir de variasfacciones, ubicadas en la costa y Chaupi Yunga de por lo menos los valles del Rímacy Lurín. Identidad sostenida quizás a través de Pachacamac u otros sitios ya casidesaparecidos como Armatambo.

Agradecimientos

Quiero agradecer en esta oportunidad a todas las personas que trabajan en el Santuario dePachacamac y en el INC que creyeron en las posibilidades de este proyecto, que dieron lospermisos y el apoyo necesario.

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734 Giancarlo MARCONE FLORES

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735VALLE DEL LURÍN, 1733, 1787: CONTINUIDAD DEL LINAJE DE LOS SABABull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 735-782

NOTAS Y COMENTARIOS RESPECTO A LACONTINUIDAD DE LOS SEÑORES NATURALES DELLINAJE DE LOS SAVAC (SABA) EN LOS PADRONESY REPARTIMIENTOS DE TIERRAS DE 1733 Y 1787

EN EL VALLE DEL LURÍN

Ponciano PAREDES B.*

ResumenLa investigación en los fondos del Archivo General de la Nación (Lima, Perú) permite

conocer los Padrones de Pobladores y los Padrones de Reparto de Tierras de los años 1733 y 1787en el valle del Lurín. En ambas clases de fuentes, juega un rol relevante la presencia de loscaciques que, en su condición de señores naturales, pudieron mantenerse por más de dos siglosdespués de la conquista hispana para seguir representando a sus pobladores y continuaradaptándose y reclamando en los nuevos tiempos las prerrogativas de sus derechos de sucesiónal cargo que pudieron mantener desde el siglo XVI hasta el siglo XIX.

Palabras claves: Señoríos naturales, padrones de población, reparto de tierras, linaje Saba,Pachacamac, valle del Lurín.

NOTES ET COMMENTAIRES AU SUJET DE LA CONTINUITÉ DE LAPRÉSENCE DES SEIGNEURS NATURELS DU LIGNAGE DES SAVAC (SABA)

DANS LES RECENSEMENTS ET LES LISTES DES REPARTITION DE TERRESDE 1733 ET 1787 DANS LA VALLÉE DE LURÍN

RésuméLa recherche dans le fonds de l’Archive Général de la Nation (Lima, Pérou) permet de

connaître les listes de recensement des habitants et de répartition des terres au cours des années1733 et 1787 dans la vallée de Lurín. On y remarque le rôle prépondérant des caciques qui, depar leur condition de seigneurs naturels, réussirent pendant plus de deux siècles après la Conquêteespagnole à continuer de représenter les populations dont ils avaient la charge. Ils réussirent aussià s’adapter et à continuer de réclamer, par la suite, les prérogatives sur les droits de successionde leur charge qu’ils purent maintenir entre le XVI et le XIX siècles.

Mots clés : Seigneurs naturels, recensements de population, répartition des terres, lignage Saba,Pachacamac, vallée de Lurín.

* E-mail:[email protected]

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736 Ponciano PAREDES

INTRODUCCIÓN

Para la arqueología de la costa central del Perú sigue siendo un tema de estudiopendiente la reconstrucción de las estructuras sociales de las sociedades segmentariasy de jefaturas de la costa a la luz de la información etnohistórica. Se carece de casos yejemplos explícitos que permitan explicar la división dual de los asentamientosarqueológicos y su organización en mitades, reconocer los clanes y subclanes que laconformaban y establecer, en la historia cultural del valle del Lurín, su relación con loslinajes que sobrevivieron en el periodo colonial al etnocidio físico y cultural de losantiguos señoríos naturales prehispánicos. Es necesario también tener en cuenta losrápidos procesos de adaptación y continuidad económica y social acorde a los nuevostiempos que asumieron los señores naturales.

Miguel Cornejo G., en el año 2000, propuso definir arqueológicamente y demanera preliminar “la provincia inka de Pachacamac” en la nación Ychsma:

“La provincia inka de Pachacamac comprende tres valles: Lurín, Rímac y Chillón.Siguiendo a Rowe (1946: 262), cada provincia fue dividida dentro de tres ocuatro partes llamadas saya (¿hunus?), por lo tanto en Pachacámac cada valledebió haber sido una saya. Cada saya fue dividida en guarangas y cada guarangaen diez pachacas (Julien, 1982: 121-123). Este sistema usó normalmente la estructuradel sistema preexistente de gobierno, de manera que las unidades políticas inkasdevienen de las unidades locales compuestas por señoríos y curacazgos”.

“Pärssinen (1992: 341-342), citando a Cobo (1882: 391[1639]), dice que la provinciainka de Ischma comprendió 3 hunus, cada uno de 10,000 familias, establecidorespectivamente cada uno en los tres valles costeños mencionados. Pachacamac

COMMENTS AND DISCUSSION ON THE CONTINUITY ON THE NATIVE LORDSOF THE SAVAC (SABA) LINEAGE TAKEN FROM THE 1733 AND 1787 LAND

DISTRIBUTION REGISTRIES IN THE LURIN VALLEY

AbstractResearch in the early archives of the the Archivo General de la Nación in Lima has

enabled us to become acquainted with the population census and land distribution for the years1733 and 1787 in the Lurin valley. From both kinds of sources it can be seen that an importantpart was played by the presence of local caciques who were able to maintain their position asnative lords, and to continue to represent their peoples for more than two centuries after theSpanish conquest. In this new era they continued to adapt and to claim the prerogatives of theirrights of succession to the position they were able to maintain from the 16th to the 19th centuries.

Key words: Native lords, population census, land distribution, Saba lineage, Pachacamac,Lurin valley.

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737VALLE DEL LURÍN, 1733, 1787: CONTINUIDAD DEL LINAJE DE LOS SABA

y el bajo Lurín formaron un hunu con el señorío de Surco en el Rímac, elsegundo fue Rímac con su capital en Maranga, y el tercero abarcó la margennorte del Rímac y el bajo Chillón con su capital en Caraguayllo. Esta ideatripartita de organización provincial se refleja también en otras provincias, comoWanka (Espinosa Soriano, 1971), Smith (1967-1968: 88) en su estudio de poblaciónprehispánica, sugiere 150,000 indígenas habitando la provincia Inka de Pachacámac.”(Cornejo, 2000: 150).

Asimismo, sobre la base de los resultados de varios años de investigación en lasLomas de Lurín entre los años 1999 y 2003 y, en especial, en el que parece ser el segundoasentamiento en importancia después de Pachacamac, luego de la ocupación de estevalle por los incas —el sitio Pueblo Viejo-Pucará—, se llega a la definición de laarquitectura, estilo e identidad asociados a los habitantes de un asentamiento delHorizonte Tardío que “se ubica en el laberíntico sistema de quebradas laterales queatraviesan las lomas de la margen izquierda del río Lurín” (Makowski, 2002: 138).

“Por la ubicación tan próxima al valle de Lurín, el sitio de Pueblo Viejo tampocofue incluido en las investigaciones de los sitios de Lomas por Elías MujicaBarreda (1997), que incluyeron las Lomas de Lúcumo, Malanche y Cruz deHueso o Chamaure. Mujica ha demostrado que los asentamientos conocidos enlas fuentes etnohistóricas fueron efectivamente ocupados prósperamente durantetodo el año. Esto fue posible gracias al ingenioso sistema de captación de neblina.El sistema descrito por Mujica es el mismo que el existente en Pueblo Viejo; sinembargo, la arquitectura doméstica es diferente tanto en el plano como en elaparejo.” (Makowski, 2002: 147)

“… localiza tres capillas que indicarían tentativamente la ubicación de pequeñoscuracazgos: Caringa, en las lomas del mismo nombre frente a San Bartolo, Patca(también Pacta, Pacat), en la Quebrada de Malanche, y PuebloViejo...

La descripción parece referirse a la capilla en las lomas de Manzano y Pucará.La cuarta capilla señalada por Roswtworowski es la de (la) quebrada Atocongo.Posteriormente (Rostworowski, 1992: 100), a esta lista se agregan las capillas deLúcumo, Lacigazgo (Icascos o Casicaya), Chamaure y San Juan.” (Makowski,2002: 149)

En 1999 fue publicado El Informe de Rodrigo Cantos de Andrade de 1573 a lasDoctrinas de Pachacamac y Caringa y una de las primeras interrogantes que surge anteeste nuevo libro de la Dra. María Rostworowski, es la precisión que se tiene respecto ala denominación y ubicación usada en 1573 del nombre de Pueblo de PachacamacYchsma, que a su vez era la sede de la Doctrina de los indios de Pachacama y Caringa.Desfilan en sus páginas mediante declaraciones de parte de los señores naturales frentea los nuevos señores o encomenderos, y tratando cada uno de conservar sus mejoresderechos en tierras y hombres al amparo de la nueva legislación vigente (Rostworowski,1999: 238.)

“En esta visita se confirma la subdivisión del valle bajo en dos parcialidades:Hanan Ychsma y Hurin Ychisma” (Makowski; 2002: 149).

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738 Ponciano PAREDES

“En todo caso, la presencia simultánea en las lomas de las poblaciones que sedecían proceder de las tierras altas de Huarochirí y de la arquitectura del mismoorigen, difícilmente puede ser considerada una simple coincidencia” (Makowski,2002: 151).

“Las evidencias materiales presentadas coinciden bastante bien con las informacionesetnohistóricas y justifican, a juicio del autor, la identificación de PuebloViejo-Pucará con un asentamiento principal de los “Caringa de Huarochirí” y con laresidencia de sus curacas. El cuidado de rebaños, acaso los mismos que abastecíanal templo-oráculo de Pachacamac, y el control militar de esta parte de la costa,parecen haber sido las razones para desplazar un número de familias que superóa 500, desde las alturas de Huarochirí a la costa” (Makowski, 2002: 165).

Sin embargo, es necesario confrontar estas apreciaciones con lo que sucedehistóricamente en la colonia y se sustenta en los títulos expedidos a las comunidadescampesinas de Cucuya-Santo Domingo de los Olleros y la de San Salvador dePachacamac. En el caso de esta última, el 16 de mayo de 1746, por Real Cédula delmarqués de Salinas Don Manuel de Amat, ya que los territorios reclamados por ambascomunidades campesinas se superponen hasta el presente:

“… quedando a favor del común de Pachacamac toda la extensión demarcada desus respectivos centros. Quedando para los indios de Olleros los pastos sobrantesde la línea divisoria para que tengan dichos crianderos pastos de costa y desierra, por ser su pueblo falto de agua y sus cerros áridos y en su mayor parteescabrosos” (Córdova, 1923: 3v).

Por este documento colonial protocolizado el 20 de diciembre de 1923, que secustodia en el Archivo General de la Nación a fojas 3,065 V. del protocolo Nº 13 delNotario Miguel A. Córdova, se cita entre otros lugares, a favor del Pueblo dePachacamac: Pampas de Parca, Cerro Culebra, Cerro Papa, Negritillo, Manzano, Pampade Atosisa, Alto de la Higuera, Punta Blanca, Quebrada de Botija, Pueblo Viejo, CerroChirimoyo, Cerro Sauce y Quiebra Leña. Es obvio que el 21 de marzo de 1867, el juezLucio Barrios otorgó a los comuneros de Pachacamac la posesión de muchos escenariosgeográficos y, sobre todo, la de un asentamiento arqueológico: “Pueblo Viejo”

“… de los que di posición a los comuneros de Pachacamac, real y corporal, cualpor derecho se requiere sin oposición de persona alguna e hicieron actos deverdaderos poseedores, tomándolos de las manos, tiraron piedras arrancaron yerbasse revolcaron en el terreno y gritaron en alta voz poseción, poseción, posesión…”(Córdova, 1923; 6v).

Si hubiera existido un asentamiento enclave inca de por medio, éste se hubierausado como argumento a favor de la otra comunidad, pero los “pastos, tierras y canchas”de las lomas de la costa se reclamaban en el caso de la comunidad de Pachacamac comoterritorio ancestral de una típica comunidad campesina de la costa.

En la relectura de la Visita de 1573, es posible percibir entrelíneas un rápidoproceso de adaptación a los nuevos mecanismos y procedimientos de justicia por parte

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739VALLE DEL LURÍN, 1733, 1787: CONTINUIDAD DEL LINAJE DE LOS SABA

de los caciques de ambas parcialidades, tanto de Hanan Ychsma como de Hurin Ychsma,realizándose las declaraciones de los testigos y acusados en el pueblo y/o reducción de“Pachacamac Ychsma” y en lugares aledaños como Chilca, Huarochirí o Lima.

Pese a ser un informe muy temprano —realizado apenas cuarenta años despuésde la Conquista— no existe información relevante sobre la importancia religiosa yeconómica que tuvo la “Guaca Templo Pachacamac” (De La Calancha [1638],1972:939), con la excepción del testigo Pedro Puertocarrero que refiere la presencia delmarqués de Cañete en la “Fortaleza Pachacama”. Aun así surgen nuevas luces sobre larígida organización social y territorial dual que tenía el valle bajo del Lurín y que esposible deducir a través de los nombres de los caciques y sus sucesores.

Tampoco es posible identificar plenamente a los conspicuos líderes religiososque regentaban y representaban a su hábil talosacracia antes de la llegada de losespañoles:

“Taurichumbi es conocido, en cambio, como el curaca que alojó a HernandoPizarro en Pachacamac (Estete, en: Fernández de Oviedo 1945: 54). Rostworowskisugiere que se trata de la segunda persona en el señorío, dado que el hatun curacaestaba en el tiempo de la visita en Cajamarca (Rostworowski 1999: 15). ¿Habríaque pensar que Taurichumbi fue el señor de los Urin (Luren) Ychsma?” (Makowski,2002: 150)

“Tauri Chumbi que aparece en la crónica de Miguel de Estete. Chumbe Saguaque aparece en la probanza del fiscal Benito López de Gamboa y que EdmundoGuillén transcribe en su libro —Versión Inca de la Conquista— y don HernandoLlaxahuayla que aparece en la probanza de Don Gonzalo Curaca de Lima en1559. Queda en la oscuridad el nombre del sacerdote mayor, que hablaba con lahuaca, que fue a Cajamarca y que Atahualpa le hizo poner cadenas. Tauri Chumpirecibe a los españoles y parlamenta con ellos, Miguel de Estete lo llama “principal”.Chumbe Sagua era mayordomo del Inca. Don Hernando Llaxahuayla de 80 añosen 1559 dice ser curaca desde el tiempo de los Incas” (Jiménez Borja, 1985: 50).

En realidad, el llamado Obispo de Pachacamac, de acuerdo a la referencia deMiguel de Estete en la Relación de Viaje de Cajamarca a Pachacamac del CapitánHernando Pizarro y su comitiva, toma noticia el miércoles 8 de enero de 1533 que:

“En este pueblo de Andamarca lo alcanzó la respuesta del señor Gobernador, enque decía que, pues tenía noticia que Chilicuchima y el oro venían tan lejos, queya sabía que él tenía en su poder al obispo de la mezquita de Pachacama y elmucho oro que había mandado...” (Del Busto, 1967: 67).

Por otro lado, Juan José Vega refiere el probable nombre del mismo:

“Para forzarlos a deponer esta actitud, el Inca encadenaría después al SumoPontífice de Pachacamac, Sana... (¿Saba?)” (Vega, 1992: 109-115).

La cuenca baja de los ríos Rímac y Lurín formaban ambas una unidad política,de tal forma que hacia 1559 en una Probanza realizada por Don Gonzalo Curaca deLima, su testigo Hernando Llacsa, señor principal del Valle de Ishmay, señaló que“fueron sujetos a este testigo y sus antepasados” (Rostoworowski, 1992: 78).

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“Los cronistas mencionan diversas “provincias” en el Tahuantinsuyu, es decir degrandes demarcaciones territoriales, pero de forma muy confusa y vaga, sinespecificar sus territorios, límites ni jurisdicción.

La investigación llevada a cabo en los archivos ha confirmado la presencia de‘grandes señoríos o macroetnias’ prehispánicas que ejercían una hegemonía sobreun número más o menos importante de curacas menores y subalternos. La preguntaes cómo demarcaban sus fronteras aquellos señoríos.” (Rostworowski, 2001: 323)

Los límites de una macroetnia no comprendían un territorio homogéneo, continuoy definido, sino que correspondían a posesiones salpicadas o discontinuas en la queexistían dos tipos de enclaves: los enclaves socioeconómicos o verticales anunciadospor John Murra (1975, in Rostworoski, 2001), y los enclaves religiosos en torno a lashuacas o divinidades más importantes cuya influencia podía ser vertical u horizontal(Rostworowski, 2001: 324).

“Una de las medidas para definir una macroetnia consiste en conocer y analizar laextensión de su territorio y definir los grupos que la componen. Sin lugar a dudas,es más fácil delimitar los curacazgos costeños, pues estaban demarcados de nortea sur por los desiertos, y al oeste por el mar; en este caso, la única frontera movibleera la del Este (ver Rostworowski 1993). Un problema más difícil es el de definirlas fronteras de los distintos señoríos serranos” (Rostworowski, 2001: 324).

1. DIVISIÓN EL VALLE BAJO DE LURÍN EN EL SIGLO XVI:TESTAMENTO DE ALONSO SABA, SAVAC O SABAT

Según el testamento de 1584 del cacique Alonso Sabá o Sauac, “señor natural”del valle de Ychsma (Pachacamac-Lurín), en el siglo XVI existían cuatro ayllus oparcialidades en la cuenca baja del valle: Quilcay, Manchay, Pachacamac y Caringa(Matos Mar & Portugal, 1964:19; Espinosa, 1964: 136). Este mosaico sociopolítico parael valle bajo del río Lurín permite señalar ayllus y señoríos naturales con definidasvocaciones productivas y especializaciones económicas: pescadores, agricultores ypastores durante el Período Intermedio Tardío, Inca y Colonial Temprano.

“Estos cuatro curacazgos pueden ser definidos y usando esta base territorial, suspatrones de asentamiento pueden ser examinados, obteniendo una visión generalde su organización. La relación entre modernos topónimos y restos arqueológicoscercanos es la primera etapa de asociación e interpretación. Cada curacazgo tuvosu propio santuario ancestral y fue gobernado por un kuraka, naturalmente elprestigio logrado por el santuario del Pachácamac representa un considerablepoder político y religioso sobre no sólo los otros curacazgos en Lurín, sino sobretodos los demás curacazgos en [la nación] Ischma” (Cornejo, 2000: 154).

La ubicación geográfica de estos asentamientos arqueológicos en el valle bajo deLurín se comprueba por los registros de campo en la Playa San Pedro-Mamacona (aylluQuilcay), Pampa de Flores, Quebrada Golondrina, Tambo Inga (ayllu Manchay),Puente Lurín, Las Palmas, Lomas Atocongo (ayllu Pachacamac-Ychsma) y Lomas

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Caringa, Pampa Pacta, Quebrada Malanche, Lomas de Lúcumo, Pucará y Manzano(ayllu Caringa) (Paredes, 1995; 1996).

El valle medio comprende cuatro curacazgos: Cieneguilla, Huaycán, Sisicaya yAntioquia. La Costa Central estuvo organizada durante el Período Intermedio Tardío endos naciones, conocidas como la nación Ychsma, que ocupaba los valles del Lurín y delRímac, y la nación Colli, que ocupaba el valle del Chillón. Durante el Horizonte Tardíolos territorios ocupados por estas dos naciones fueron conquistados por la administraciónInca, sobre las bases o la infraestructura local y realizando pocas modificaciones en elterritorio (Cornejo, 2000: 167).

No es de la misma opinión Krzysztof Makowski, quien sostiene que no existenevidencias en los documentos para precisar las áreas controladas por los curacas:

“Desafortunadamente las evidencias disponibles no dan pistas inequívocas paraatribuir los ayllus de Manchay y de Quilcaycuna a sus respectivas parcialidades.Sin embargo el significado de las palabras ‘hanan’ y ‘lurin’ (luren) sugiere quela frontera entre ambas parcialidades separaba la parte baja de la parte alta delvalle bajo.” (Makowski, 2002: 151)

Sin embargo este planteamiento se contrapone en su interpretación a un mapacolonial temprano de Dávila Briceño (1586), en el cual se marca a la altura deCieneguilla la frontera de las naciones yungas del valle bajo respecto a las naciones deAnan Yauyos y Lorin Yauyos, que compartían una frontera bipartita en relación alcauce, aguas arriba, del actual río Lurín; comprendiendo tanto el valle medio como elvalle alto hasta el Santuario de Pariacaca (Dávila Briceño, 1965[1586]. Es decir el ríoLurín o Pachacamac en el siglo XV-XVI era la frontera entre dos parcialidades de unamisma nación. La separación se daba por una banda u otra del río y no necesariamentepor la parte alta y baja del valle.

Respecto a la cronología de la ocupación post-Wari de las Lomas al sur del valledel Lurín, las investigaciones arqueológicas de Elías Mujica (1987; 1991; 1997; Mujicaet al., 1992) en la Quebrada de Malanche han definido tres fases de ocupación:

“La primera está compuesta por lo que ha sido definido como poblaciones localesde lomas, que ocupan repentinamente toda la quebrada tardíamente, en todo casodespués de la época Wari. Es sin duda la ocupación más importante y significativadel uso de las lomas, y que desarrolló una tecnología transformativa del medioampliando el área susceptible de ser cultivada (Mujica, Ms: 205-206; 1987: 19;1991: 67-100).

La segunda está compuesta por la ocupación Inka, cuya presencia ha sido detectadaen un asentamiento poblado (M3), en un sitio de arquitectura compleja no doméstica(M14), y con una pequeñísima presencia en el poblado M1. Hay claras evidenciasde la coexistencia entre las poblaciones locales con la Inka, así como que lapresencia Inka se dio cuando las poblaciones locales estaban ya plenamenteestablecidas en la quebrada. La tercera fase de ocupación corresponde a la épocacolonial temprana, identificada tanto por el uso del calicanto en sitios agrícolas(M5 y Lomas de Pacta) como construcciones y otras evidencias culturales en elpoblado M3.

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En resumen, se trata de una ocupación intensiva de la quebrada por pobladorestardíos, desconociéndose hasta el momento su procedencia así como la época desu arribo; una presencia inka coexistiendo con la población local; y persistenciaen el uso de los recursos de lomas durante los primeros años de la colonia,probablemente hasta las reducciones de pueblos ejecutada por el virrey Toledo.”(Mujica et al., 1992: 84-85).

En la Visita de 1573 a la Doctrina de Pachacamac y Caringa, llama también laatención que, pese a todas las amenazas de ser quemados vivos o aperreados por losencomenderos, como sucedió en las décadas precedentes, comparecieron los caciquesprincipales y pobladores como don Luis Loyan, Luyan o Loyam, gobernador caciquede Hanan Ychsma; don Juan Cuchigualle, Principal de Hanan Ychsma; don AlonsoChoque Guamaní, de Hanan Ychsma Caringa; Francisco Mallma, de Hanan Ychsma;Leandro Caucalla, de Hanan Ychsma; don Martín Cancho Macan, cacique y alcalde, yAlonso Maca Yauri, cacique de los indios Caringas. Los de mayor rango social eranindios ladinos o requerían de lenguas o intérpretes para declarar ante el visitador.

También declararon, pero en menor proporción, los de Hurin, como don PedroChumbizca, indio de la parcialidad de Hurin Ychsma; Pedro Puertocarrero, vecino dela ciudad del Cuzco que había comprado tierras hacia el mar; Francisco Gómez, moradordel Pueblo de Pachacamac, que refiere que una laguna era de los indios de Hurin,Jerónimo Calanco, indio principal y gobernador de Hurin Ychsma, y Alonso Sabatcacique de todo este repartimiento (Paredes, 2000: 311-314).

La Ordenanza de Tambos de Cristóbal Baca de Castro fechada al 31 de mayo de1543, refiere que para ir o venir de Lima, la ciudad de los Reyes, a la Villa de Arequipa“se tiene de ir de la dicha ciudad al Tambo de Pachacama en el qual han de servir losindios de Hernán Gonzáles y Bernardo Ruiz. Y del dicho Tambo de Pachacama se tienede ir al Tambo de Chillca en el qual an de servir los Indios de Alconchel.” (Anónimo,1909: 447). No hay precisión del lugar donde se emplazaba el referido Tambo en el casodel valle del Lurín, pero como aún no existían reducciones, éste debe haber funcionadoen uno de los inmuebles que conformaban el perímetro físico de la ciudad sagrada dePachacamac.

2. INICIOS DE LA EVANGELIZACIÓN EN EL VALLE EN EL SIGLO XVI

De los informes y averiguaciones del Visitador Don Rodrigo de Cantos deAndrade, entre 1573 y 1580, acerca de la Doctrina de Pachacamac y Caringa, secomprueba la poca o nula preocupación que tuvieron sus encomenderos por instruir enla fe a los habitantes de sus repartimientos. De tal forma que, hasta la Tasa de la Gascaen 1552, no existió en el valle bajo del Lurín “Doctrina, ni clérigo, ni seglar entre ellos”(Rostworowski, 1992: 123).

Al respecto, el padre Julián Heras, OFM, en su libro Aportes de los Franciscanosa la Evangelización del Perú (Lima, 1992), señala que se pueden identificar dosperiodos. El primer periodo abarca desde la llegada de los españoles en 1532 hasta 1551,cuando se celebra el Primer Concilio Limensi que suponía una evangelización masivade la población indígena y el establecimiento de la jerarquía eclesiástica.

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“Cuando Francisco Pizarro fundó la capital del virreinato peruano (Lima), en1535, los franciscanos, ya establecidos en el valle de Pachacamac, pidieron unlugar para fundar un convento, que recién en 1545 pudo comenzar Fray Franciscode la Cruz.” (Heras, 1992: 11)

La evangelización de la América española”—señala el Padre Heras— se llevóa cabo al principio, mediante las llamadas “doctrinas” que, sustancialmente, consistíanen “parroquias de indios”.

“Pero es bueno saber que los franciscanos, por lo menos en los primeros tiempos,rehusaron encargarse de las parroquias de indios como verdaderos párrocos, puesello les obligaba a estar bajo la jurisdicción de los obispos; decían que habíanvenido como misioneros y no como curas. Más adelante, en cambio, defendieronsus doctrinas quizá con excesivo apego.” (Heras, 1992: 48)

Hacia 1570, los padres agustinos comenzaron a impartir la doctrina en el valle porespacio de 30 años. En la Corónica Moralizada del Padre Calancha, publicada en 1638,se menciona los servicios doctrinantes del padre Fray Antonio Baeza hacia 1571 paralos indios de Mala, Chilca y la Reducción de Manchay, a quien le sucedió el padre FrayFrancisco Tristán:

“Algunos años después que salió de Pachacámac y sus contornos continuó laorden esta predicación, y cuando dejó todas las doctrinas que estaban cercanasa las ciudades, pueblos de España, dejó estos, oy son tan cortos y despoblados(hacia 1600) que Pachacámac, es pueblezuelo pequeño y aldehuela que no tienedoscientas ánimas, no en el sitio donde está su templo o Guaca, ni donde estuvosu población” (De La Calancha, [1638]1976: 944-945).

La misma crónica de Calancha se encarga de señalar la ubicación en el valle delLurín de la primera Casa y Templo de la Orden Agustina, entre los predios de la exHacienda Las Palmas, La Venturosa, Obando y Matamoros en la margen izquierda delrío Lurín.

“El valle era dilatado, fructífero y de agradable temple, donde avía gran sumade casas en los contornos de su eminente Guaca para los habitadores, y puertoa propósito de pesquería para sus comercios...”

“Pasaron el pueblo del lugar en que estaba la suntuosa Guaca al sitio donde oyestá el Tambo, o el mesón, cerca dél viven oy paredes blancas el templo i casade San Agustín; junto esta avía un vistoso jardín, i una regalada guerta que oyes alfalfar. Tuvo casa la ínclita orden seráfica cerca de la puente, distante de laguaca despoblarónle, y cuando dejaron la doctrina se pasó al pueblo donde oyestá” (De La Calancha, [1638]1976: 920-921).

Sobre este tema, la declaración de don Alonso Choque Guamaní, indio principalde la parcialidad de los Caringas es muy preciso:

“Y que además de lo que dicho tiene se acuerda que avrá siete u ocho años[1565] poco más o menos tiempo que los frailes de señor Sant Agustín, quetenían la doctrina de los yndios dél de comunidad les cercasen una huerta y

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tierras que tienen en torno de la iglesia de tapias, y que anduvieron en la obramuchos indios, y de su parcialidad de los Caringas andavan más cantidad quedeste pueblo de Pachacama, y que nunca se les dio ni pagó cossa alguna por sutrabajo más de dalles de comer. Y que la dicha huerta y tierras cree que la tiene//agora don Luys Loyam que gobierna los indios deste repartimiento.” (f.53v)(Rostworowski, 1999: 118).

De acuerdo a los testimonios de servicios de los padres Agustinos en la Doctrinadel valle del Lurín entre 1570 a 1638 refieren que la misma se ubicaba:

“... cuatro leguas largas de Lima, territorio entonces muy poblado de labradores,y mucho más de pescadores marítimos, que con red y en balsa se ocupaban enla pesca.” (De La Calancha, [1638]1976: 752)

El Dr.Waldemar Espinoza Soriano ha señalado la importancia de la asociaciónentre el oficio de los pescadores con la de los mercaderes en el siglo XVI; asimismo hadestacado el rol que jugó la habilidad mercantil de la talasocracia yunga en elfuncionamiento de Pachacamac como capital del Reino de Ychsma la cual incluso teníaembarcaderos a mar abierto en la Playa Mamacona (Espinoza, 1987, T. II: 49-53).

3. EL CASO DEL PUEBLO VIEJO DE QUILCAY Y LOS ORÍGENES DELPUEBLO DE LURÍN EN LOS SIGLOS XVI-XVII

El Pueblo Viejo de los Pescadores de Quilcay se situaba al centro del valle y a la veradel mar en la actual playa San Pedro de Lurín. El pueblo de Quilcay existió hasta 1746, añoen el que un terremoto y, luego un maremoto devastaron la región. Los escasos sobrevivientesfueron enviados al pueblo de San Pedro de Lurín.

El pueblo lomero de Caringa —encomendado en el siglo XVI a Miguel de Estetey después a Hernán Gonzáles y Bernaldo Ruiz— fue obligado, bajo el gobierno delvirrey Toledo, a abandonar sus aldeas de lomas y establecerse en el recién creado pueblode Lurín (Rostworowski, 1992: 97-98).

“Lurín es un pueblo típico costeño cuya aparición se remonta a principios delsiglo XVII. Surge como consecuencia de la reducción de indígenas en San Pedrode Quilcay en 1601, nombre primitivo de Lurín”. (Matos Mar, 1964: 42)

“En 1601 de acuerdo al documento Nº 140 dela Sección Propiedad que se guardaen el Archivo Nacional de Lima, se fundó la Reducción Indígena de San Pedrode Quilcay...” (Espinoza, 1964: 143).

Pero una revisión más prolija del legajo Nº 5, Cuaderno Nº 140 del año 1669-1684, folio 41, fechado en Lima al 06 de marzo de 1669, nos revela mayores detalles paradeslindes cronológicos. En efecto, Martín Espichán, Procurador del pueblo de Quilcay,y Don Luis Espichán y Domingo de Moya Alcaldes, naturales de dicho pueblo,sostenían un pleito judicial con el maestre de Campo Don Luis de Sandoval, que alegabaque el p ueblo de Quilcay —que lindaba con sus haciendas— era propiedad suya, ya quelo compró junto con sus chacras. Ante esto, el Licenciado Juan Domínguez López

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efectuó la visita y “reconocido el paraje donde dicho pueblo está situado más tiempo denoventa años y ser playa del mar y arena pura como lo és…”. “… el paraje de dichopueblo es de los indios, así porque es más de noventa años que aquí se fundó dichopueblo”.

Puesto que los recurrentes son autoridades del Pueblo Viejo de Quilcay y quehasta en dos oportunidades mencionan que, en 1669, dicho pueblo ya estaba situadocerca de la playa por más de noventa años, se concluye que Quilcay formó parte de unpueblo viejo y/o reducción hacia 1579-1580. Este periodo coincide con los años de lareorganización poblacional implementada por el Virrey Toledo. También se confirmamediante el legajo Nº 5, Cuaderno Nº 140 del año 1669-1684 del A.G.N, que DonToribio Alfonso Mogrovejo y su secretario Bernardino de Almeida, expidieron licenciaa los pescadores del valle para “instituir y fundar en la iglesia” del Pueblo Viejo deQuilcay, la cofradía de San Pedro, “lo cual se les concedió el 15 de abril de 1598”. Sinembargo las investigaciones arqueológicas realizadas en este montículo aún nosreservan muchas sorpresas como el hallazgo de los cimientos de una iglesia colonial,una pirámide con rampa y un asentamiento pre inca (Miguel Cornejo, com. pers, 2002).

La desestructuración impuesta por la Conquista y las guerras civiles y laconformación de“concentraciones” y “reducciones” de indios tributarios, junto a laorganización de encomiendas y repartimientos alteraron notablemente los patronesprehispánicos de asentamiento y población de este y otros valles del Perú que estuvieronaparejados a profundos cambios en todos los órdenes de la vida de los pueblos.

4. COMPOSICIÓN Y REPARTIMIENTO DE TIERRAS EN EL SIGLO XVIII

En los expedientes ejecutados en el Repartimiento de Lurín y Pachacamac de1787, se señala que en la Doctrina de San Pedro de Lurín “no se ha actuado numeracióndesde el año 1687” (AGN, Leg. 14. Cuad. No. 14, 1787). Esto se debe, entre otrasrazones, a dos terremotos que asolaron la región en 1687 y en 1746, lo cual se confirmatambién con la falta de registro de datos en los Libros Parroquiales del Archivo de laParroquia San Pedro de Lurín desde 1704 hasta 1714 (10 años) y desde 1720 hasta 1778(58 años) (Aurelio Ávila Reyes, Comunicación Personal, febrero 2004). En el ArchivoGeneral de la Nación existe, en la Sección Tributos/Informes, el Legajo Nº 1, CuadernoNº 4, Año 1735, un expediente ordenado por Decreto del 25 de julio de 1732 del VirreyMarques Castelfuerte que ordena la composición de las tierras y haciendas de laCongregación en el valle del Lurín. Dicho decreto fue actuado por el Dr. Don Pedro deConcha y Roldán, Fiscal General de los Naturales, y el Escribano Público, DonFrancisco de Arredondo, en los autos sobre la mensura y deslinde de las haciendas enel valle de Pachacamac y del Lurín, con el objetivo de dar posesión y amparar a losdueños de las haciendas Chacra Grande, El Olivar y Chacarilla que poseyó don Luis deSandoval y poner composición a las tierras del Oratorio de San Felipe Neri y sedistribuyan y repartan entre los indios del Pueblo de Lurín, a su cacique y demáspobladores no originarios. Con esta finalidad se levanta un Censo de pobladores queregistra en el Pueblo de Lurín ciento treinta indios, sin viudas y muchachos y en el Pueblode San Salvador de Pachacama con treinta indios, sin incluir viudas y muchachos.

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5. LA COMPARECENCIA EN 1733 DEL CACIQUE PRINCIPAL YGOBERNADOR DON FRANCISCO TAULI CHUMBI SABA O FRANCISCOATUN APO CUIS MANGO SABA CAPAC

Para esta diligencia se notificó a Don Francisco Savak, Cacique y Gobernador dedichos pueblos, con el objetivo que presenten los padrones de indios que había en ambospueblos, excluyendo a los originarios, casados y a los forasteros reducidos. Asimismoque se hiciera juntas por pregones y que acudan a recibir las tierras que se les iba arepartir. Dicha notificación fue realizada en el Pueblo de San Pedro de Lurín el 15 denoviembre de 1733.

En el Padrón del Pueblo de Lurín se registra como Indios Originarios a Don PedroEspichán de 80 años y Don Pedro Alexando Luyando de 50 años y, entre las viudas, aDoña Michaela de Luyando de 90 años, como madre del cacique. Por otro lado en elPadrón del Pueblo de San Salvador de Pachacama se registra como Principal a DonFrancisco Tauli Chumbi Saba, Cacique Principal y Gobernador de los Pueblos dePachacamac y Lurín, de 70 años de edad. En el padrón también se registra a sus nuevehijos que llevan el mismo apellido: “Tauli Chumbi Saba”. De acuerdo, entonces, a estepadrón colonial de 1733, la madre del cacique residía en Lurín como “Originaria”,mientras que el Cacique y Gobernador de ambos pueblos residía en Pachacamac con lacondición de “Principal”. Gracias a estos mismos padrones sabemos también que otroshijos de la Casica en realidad se apellidaban “Llullani”, por lo cual ése debe ser elapellido correcto de la misma en lugar de Luyando.

Fue el propio Francisco Savak, Cacique y Gobernador de dichos pueblos, quiencompareció el 23 de noviembre de 1733 ante el Juez y Escribano y exhibió dos padronesde los indios del Pueblo de Pachacama y Lurín excluyendo a los originarios y forasterosque en ellos vivían. Había avisado para que cada uno acudiese a recibir la tierra que lecorrespondía, con la condición que “no las puedan vender ni enajenar en manera alguna,ni dejarlas a cofradía sino solo poseerlas en la forma que se ha acostumbrado... FranciscoArredondo”.

En este primer repartimiento de tierras a los indios de los Pueblos de Pachacamacy Lurín, en 1733, a Don Francisco Savac se le entregaron 24 fanegadas en su condiciónde Cacique Principal y Gobernador de los Indios de este valle de Pachacamac y Lurín:“por su propio derecho y por pertenecerle por títulos y haber recaydo en el Cacicazgo”.De las 24 fanegadas, 21 se ubicaban junto a la hacienda El Olivar, colindaban con BuenaVista y las tierras del Tambo y, por la parte que mira a la hacienda Villena, con el caminoreal que baja para la mar. El Cacique poseía, por propio derecho, otras 2 fanegadas enla Rinconada del Puruay. Además se le entregaron:

“9 almudes y medio en continuación de los solares que se le asignaron en unade las calles que se delinearon de nuevo para que pudiesen habitar los matorralesque estaban sin sitio y son los mismos 9 almudes y medio que tenía y poseía porsuyos propios dicho gobernador en compañía de Pedro Alejandro Luyando, Sebastiánde Thorres y Juan Bautista Gómez los cuales lindan con el camino que va a laRinconada de Alapec y por el otro lado con el respaldo de dichos solares y porel otro con tierras que se le dieron y repartieron a Don Ignacio Tauli ChumbiSavac.”

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Don Ignacio Tauli Chumbi Savac era tío del Gobernador Don Francisco Savac,y se le entregaron:

"25 almudes de tierras que lindan con las tierras del dicho Gobernador y por otrolado con tierras de Juan Bauptista Gómez y Pedro Alejandro, y por la parte deabajo con tierras de Don Pedro Espichán; y por el otro lado con las espaldas delos dos solares que se asignaron al dicho Don Ignacio en la calle nueva que sedelineó y los demás que es guerta era de Cantte.”

Tanto Pedro Espichán como Pedro Alejandro Luyando o Llullani que eranvecinos del Gobernador Francisco Savac en el Pueblo de Pachacamac, habían sidoempadronados como Indios Originarios en San Pedro de Lurín.

El Padrón de Repartimiento y Entrega de Tierras culminó el 23 de noviembre de1733. A Don Pedro Alejandro Luyando se le entregaron en total 25 almudes de tierras.Del total de esas tierras, dos almudes y medio se encontraban en posesión de su madreDoña Michaela Luyando, en un rancho donde residía con la condición de “madre delGobernador” y que se ubicaban “por la parte que mira al pueblo con tierras de PhelicianoRivera, por la parte que mira al mar lindan con tierras de Lorenzo Valentín por la parteque mira a las lomas con tierras de Martín Alvarado, y por la parte que mira a los arenaleslinda con tierras de Joseph Dionisio Campa.”

Continuando con este rastreo histórico del linaje de los “Saba”, como señoresnaturales del valle, vemos que parte de este mismo linaje aparece en 1725 desfilando enLima en una “Fiesta de los Naturales” organizada en honor a la muerte del Rey FelipeV y ordenada por el Marqués de Castelfuerte con el nombre de:

“Francisco Atum Apo Cuis Mango Saba Cápac noble natural, cacique de Lurín,Pachacamac y sus huertos” (Millones, 1993: 284).

“Con ocasión de este desfile que duró tres días del 26 al 28 de Enero de 1725,el grupo conformado por Tunupa, Chimor Capac y Atum Apo-Cuis Mango (‘Señorde Pachacamac’) y el Inca Guascar es ‘tremendamente significativo’. Ya que losseguía Chuquis Manco (‘señor que fue de los valles de Lunaguaná’ y ‘Capitánde la Guardia del Inca’). Marchaban a continuación veinte y cuatro orejones omiembros de la nobleza cusqueña. Detrás de ellos iban otras tres autoridadesgenerales. Yncap Rantin Rimac ‘Protector del Pueblo’, Incap Quipocnin ‘Grancronista quipo camayo’, y Acolla Tupa ‘Gran Capitán de la Guardia’. Luegoempezando por Guaina Capac, desfilaron todos los Incas, acompañados pordanzantes, guardia personal y pajes, al parecer que los demás, dio una vuelta ala plaza dando vivas al ‘gran Ynca Don Luis Primero’, arrojando a la plebemonedas de plata y cumpliendo con hacer reverencias ante las autoridades españolas(Castro y Bocángel, 1725: 85)” (citado por Millones, 1993: 278).

Por todo lo expuesto, se concluye que ambos personajes, Francisco Atum ApoCuis Mango Saba Capac y Francisco Tauli Chumbi Saba, son en realidad uno y setrata del cacique Principal y Gobernador, como Señor Natural de los pueblos dePachacamac y Lurín en este tiempo. Sin embargo, a criterio del antropólogo LuisMillones, el noble Saba Capac de 1725 pertenecía a linajes de nobles norteños mochicas

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que organizaban el desfile bajo la perspectiva garcilacista de la historia y se encontrabanenclavados en el sur de Lima controlando cultivos de pan llevar para la capital (Millones,1993: 284). Llama además poderosamente la atención la permanencia de los cargos ydesignaciones honoríficas a la que hace alusión su largo nombre sobre todo en el uso delantropónimo: Cuis Mango, Cuismancu o Cuismanco. Para el Inca Garcilazo de la Vega(1609) no existen dudas que se tratan de dos poderosos señoríos multivalle: el señor deChuquimancu controlaba el valle de Runahuanac, Huarcu, Malla y Chillca y el Señor deCuismancu controlaba los valles de Pachacamac, Rímac, Chancay y Huaman (La Barranca)(Millones, 1993). Es muy probable que se trate, no de una liga de señoríos naturales, sinode anfictionías bélicas, religiosas y/o económicas lideradas por un señorío natural dominante.A tal punto que los incas regresaron al Cusco en el siglo XVI “trayendo en su compañíaal rey Cuismancu” (Esquivel y Navia, [1749]1980: 35).

Entre 1749 y 1763, otro personaje del linaje de los Saba era el tenedor de bienesdel Curaca y Gobernador del Pueblo de Pachacamac y se llamaba Francisco SabáRoldán (Harth-Terré, 1973: 61). Del mismo modo que en 1778 Felipe Sabá fue Alcaldede Pachacamac, en 1801 lo fue también Alejo Sabá.

6. CONTINUIDAD EN EL CACICAZGO DEL LINAJE A FINES DEL SIGLOXVIII: MANUELA SABA

El expediente de 1787 del Archivo General de la Nación (Leg. Nº 14, Cuad. Nº14) sobre Tierra de Comunidades fue realizado con motivo del empadronamiento deindios del Partido del Cercado y del Repartimiento de Lurín y Pachacamac, quienessolicitaban el reparto de tierras que en exceso poseía la casica Manuela Sabá, paraquienes no poseen y no pueden pagar tributos.

Doña Manuela Sabá sucedió en el Cacicazgo a su hermano Francisco Sabá; tenía48 años en el censo de 1787 y residía en San Pedro de Lurín. El documento registra afolios 66 que era Casica en propiedad y poseía título del superior gobierno por el cualera casica por sucesión de sangre de este pueblo de Lurín y Pachacamac. Era viuda deDon Pedro Malache y tenía una hija casada que se numerará en el pueblo de Pachacamaccon el nombre de Nicolaza Malache Sabá, casada con don Lorenzo Mariano de Ávila.Esta noticia se confirma con el Padrón de Feligreses del año 1759 donde figuran ensituación de casados Don Pedro Malache con Doña Manuela Sabá, Casica. En los LibrosParroquiales de Matrimonios y Bautismos del Archivo de la Parroquia San Pedro deLurín figuran los siguientes descendientes del Linaje de los Sabá en el siglo XVIII (ÁvilaAurelio, 2004).

Matrimonios Fecha de Bautismo de los Hijos:* Justo Alejo Sabá con María Bernarda Robles Higinio Sabá Robles (1780)

Juana Bautista Sabá Robles (1783)Narcisa Sabá Robles (1785)Josefa Bartola Sabá Robles (1786)Micaela Sabá Robles (1789)Joaquina Martina Sabá Robles (1794)

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749VALLE DEL LURÍN, 1733, 1787: CONTINUIDAD DEL LINAJE DE LOS SABA

* En 1784 Toribio Arias con Jacoba Sabá Marcelina de Jesús Arias Sabá (1784)* En 1787 Justo Sabá con María Teresa de Jesús Lara Maria de la Asunción

Maria NatividadPedro EstebanMaría Trinidad (1802)Miguel Sabá Lara (1803)Gertrudes Catalina (1810)Manuela Saba Lara (1815)

* En 1794 Toribio Lara con Jacoba Sabá Higinio Lara Sabá (1794)María de la Asunción Lara Sabá (1815)

El Censo y Padrones de 1787 sirvieron para el reparto de tierras solicitado, ya queen 1809 (Legajo Nº 40, Cuaderno Nº 147 del A.G.N.) se levantó un plano de las tierrasrestantes, pertenecientes a la difunta Casica Manuela Sabá y que se ubicaban en variossectores del valle bajo: El Olivar, Buenavista, Guarangal del Olivar, Cerro Colorado,Villena y Rinconada de Puruai. En el Padrón de Repartición Provisional de Tierras de1787 efectuado a folios 47 se dispone:

“para que con este pronto auxilio puedan cumplir con los pagos de tributos ydemás obligaciones personales a que queden sujetos”.

En el Pueblo de San Salvador de Pachacamac se registra a folios 56 a DonLorenzo Mariano de Ávila y “Doña Nicolasa Malache y Zava Gobernadora enpropiedad de este Pueblo de Pachacama y sucesora al Casicazgo se le aplican las tierrasque tenía su madre Doña Manuela Zava en este Pueblo y constan de 48 almudes o docetopos que es lo mismo y lindan por un costado con tierras que llaman de Ramón Venturapor otro con tierras de Villena y por otro con el camino real para que los goze con donLorenzo Mariano de Ávila su marido.” En tanto que en el folio 59 v., al referirse a DoñaManuela Zava, se precisa lo siguiente:

“De las tierras que tenía en posesión la cacica de este Pueblo y del de LurínDoña Manuela Zava que constan de diecinueve fanegadas, doce almudes excluíantres que se hallan en disputa con el dueño de la Hacienda de Buenavista. Avíanaquellas junto al Olivar de San Pedro se asignan a dicha Doña Manuela 48almudes que son los que le corresponden como Cacica en propiedad por subseciónde sangre, quedando las demás en arrendamientos para fondo de Bienes deComunidad por ahora y mientras se ejecutará la mensura general según consta dela diligencia de comparecencia y de conformidad con el común de dicho pueblo.”

En el Censo de la Doctrina de San Pedro de Lurín de 1787 de Originarios yForasteros con Tierras, figura en primer orden Doña Manuela Zava de 48 años, Cacicaen propiedad, con título del Superior Gobierno de este Pueblo y del de Pachacamac,viuda de Don Pedro Malache y con una hija que se numerará en el Pueblo dePachacamac.

Sobre la base de los datos contenidos en las Partidas de Bautismo, Matrimoniosy Defunciones del Archivo de la Diócesis de Lurín, el Profesor Aurelio Ávila Reyes halogrado identificar los apellidos de las familias migrantes a Lurín y los principales

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lugares de procedencia para el siglo XVIII: Santo Domingo de los Olleros, San José delos Chorrillos, Nuestra Señora de la Asunción de Chilca.

“A los apellidos “originarios” tales como Malache, Robles, Ventura entre otros, asícomo de los del poblado de Quilcay, que según registro de 1697 a 1701 eran losOruña, Oliva, Reyes, Esteban, Cárdenas, Carhuaz, Quispe, Huamán y la Rosa, etc.,se unían a éstos los procedentes del movimiento migratorio indígena, de los negrosesclavos que se establecieron en estas zonas para el trabajo de las Haciendas, asícomo el de los patrones y administradores de las Haciendas” (Avila Aurelio, 2005).

De Santo Domingo de los OllerosReyes, Candela, Mendoza Blas, De la Cruz, La Rosa, Ramos, Pérez, Navarro,

Melo, Núñez, Quispe, León, Celestino, Vicente, Torres, Gómez, Gutiérrez, Medina,Godoy, Romero, Toledo, Solís, Rivera, Salvatierra, Quiróz, etc.

De San José de los ChorrillosYanavilca, Rodríguez, Ramos, Gómez, García, Evangelista, Quin, De la Cruz,

Quispe, Santos, Marcos, Soriano, Parco, Ruiz, Romero, Ramírez, Villa, Laynes,Avalos, Manrique.

Nuestra Señora de la Asunción de ChilcaAvila, Agapito, Torrejón, Francia, Huapaya, Chumpitaz, Arias, Manco, Yaya,

Conde, Lescano, Cuya, Malásquez, Gómez, Caycho, Ayala, Trigueros, Aparicio, Julca,Tumay, Avalos, Torres, Ruiz, etc.

De los esclavos de las haciendasZavala, Palomares, Lastre, Gallos, Solano, Cuenca, Pacheco, Carvajal, Alcántara,

Falcón, Rodríguez, Jáuregui, etc. (algunos apellidos son recibidos de los amos).

De la ascendencia española(Dueños y/o administradores de las haciendas) Perez, Acevedo, De la Sierra,

Holguín, Espinoza, Alarcón, Manrique, Figueroa, Acuña, Pacheco, Olmedo, Jaramillo,Molina, Montero, Morales, Valdez, Gamarra, Robles, Salazar, Jáuregui, Montoya,Vera, etc.

Es necesario aclarar que entre 1704 y 1714 (10 años) y entre 1720 y 1778 (58años) no se encuentran datos en los Libros Parroquiales. Sin embargo los padrones dehabitantes de 1733 y el de 1759 nos permiten algunos de estos datos. En el Padrón de1733 de los indios originarios y forasteros de Lurín (AGN) aparecen los apellidosCabrera, Cante, Alvarado, Campa, Espichán, Rivera, Valentín, Godinés, Moya, Rivas,Tagle, Gómez, Zamudio, Bruno, Luna. Mientras que en el Padrón de Feligreses de 1759(Del AHAL), figuran los Ramírez, Meraz, Palomino, Melchor, Paredes, Liébano,Maldonado, Montellanos, Vásquez, Rodríguez; hacia 1780 (APL), encontramos losapellidos Carazas, Nalque, Adán, Matumay, etc.

Una vez culminado la implementación computarizada de los Libros de Bautismo,Matrimonio y Defunciones que datan de 1697, la parroquia San Pedro de Lurínprocederá a brindar el servicio de Información Genealógica de las familias que lorequieran (Avila Aurelio, 2005).

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7. CONTINUIDAD EN EL CACICAZGO EN EL SIGLO XIX: JULIÁN JAYOTAURICHUMBI SABÁ MANGO CAPATINGA (O CAPAC INGA) Y SUSOBRINA JOSEFA SABÁ Y ATIENZIA

En base a los testamentos del 23 de diciembre de 1809 (AGN. Prot. 281, fol.138v.), de un codicilo del 29 del mismo mes (AGN. Prot. 281, fol. 141v.) y del segundotestamento del 23 de junio de 1817 (A.G.N. Prot. 551, fol. 366), el historiador RaúlAdanaqué Velásquez ha redescubierto la existencia del pintor Julián Jayo TaurichumbiSabá Mango Capatinga (o Cápac Inga) como natural de Lima, quien fue hijo legítimode Fernando Jayo y Francisca Taurichumbi Sabá. Del mismo modo señala que “el p.Rubén Vargas Ugarte S. J. (1947: 314) afirmó que Julián Jayo ‘era natural de Chilca yalgunos han escrito su nombre Fayo y otros Jayo’” (Adanaque, 1993: 73). FranciscaTauli Chumbi Saba de acuerdo al Padrón de 1733, es una de los nueve hijos del CaciquePrincipal Don Francisco Tauli Chumbi Saba que residían en San Salvador de Pachacamac(Paredes, 1995: 21).

El pintor colonial limeño Julián Jayo Taurichumbi heredó el Cacicazgo de Luríny Pachacamac por cláusula del testamento de su prima hermana Manuela TaurichumbiSabá y en su testamento “mencionó por sus hijos naturales con Manuela Garrido, aJuliana, Luisa, Eduvigis y Eusebia Jayo Garrido”. En tanto que:

“en el codicilo afirmó otorgar a Josefa Sabá y Atienzia, su prima tercera, elcacicazgo de Lurín y Pachacamac en razón de no tener heredero legítimo” (Adanaque,1993: 74).

Nombró como sus albaceas a su hija Luisa Jayo conjuntamente con su esposoMariano Bravo. Declaró por sus herederas a sus hijas naturales “por carecer de herederoforzoso en línea ascendente o descendente” (Adanaque, 1993: 76). En cuanto a su obraartística, Rubén Vargas Ugarte refiere que “bajo la dirección de Fray Gabriel GarcíaCabello, pintó los cuadros murales del primer claustro del Convento de La Merced enLima, […] que inició en 1783 y terminó en 1788. […] En la casa de los ejercicios de losdescalzados de Lima, hay un San Francisco que fue pintado por él en 1793 (1947: 314).”(Adaneque, 1993: 75)

“El estilo de Julián Jayo era algo ornamental —continúa Bernales Ballesteros(1979: 60-63)— y de ciertas ingenuidades en la estructuración de sus cuadros,pues mantiene un tono suave que transmite estados emocionales llenos de delicadeza.Aunque no militó el academicismo no fue ajeno a ello. Otros lienzos pertenecientesal pintor conservados en el convento de La Merced son ‘La aparición a SanRaimundo de Peñafort’ y ‘La aparición de la Virgen en el coro a los frailesmercedarios’, este último de los más interesantes por los intentos del pintor porlograr posturas de recato y naturalismo, con la incorporación quizás de algunosretratos y por los tonos sienos y rojizos que predominan en todo el lienzo.Lamentablemente esta serie fue restaurada con poca fortuna en 1914. Tambiénpintó para el gabinete de la marquesa de Guirior, esposa del virrey Manuel deGuirior (1776-1780), un cielo raso con figuras femeninas casi desnudas (Hart-Terré 1963, T. XXVII:87)” (Adanaque, 1973: 75-76).

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De acuerdo con Raúl Adanaque este pintor murió en relativa pobreza según losinsertos de sus testamentos de 1809 y 1817 y se espera encontrar el inventario y tasaciónde sus bienes para obtener más luces sobre su oficio de pintor:

“Aunque estos datos nos muestran que también pintaba mamparas, cajas de loscoches, conjuntamente con los lienzos y murales.” (Adanaque, 1973: 76)

A nivel local, el primero en llamar la atención en Lurín sobre la importanciahistórica de este personaje fue el Prof. Carlos Augusto Rivas, en el Programa RadialParadigmas en el año 2001, a través de una larga entrevista sobre la vida y obra delcacique pintor que realizó al historiador Raúl Adanaque. Este último anunció en dichaentrevista el hallazgo que en el Archivo Departamental de Piura en el Catálogo deIntendencias Civiles 1785-1820, del Legajo Nº 35, Expediente Nº 662, constaba elnombre de Julián Jayo Apumayta Avila Tauri Chumbi Saba y la expedición de su Títulode Cacique incluido en su testamento de fecha 23 de junio de 1817. Sobre la base de estedocumento y después de su muerte, su hija, Juliana Jayo Apumayta Tauri Chumpi Saba,reclamó también la herencia nobiliaria del que fuera Cacique Gobernador y GuardaMayor de los pueblos de San Pedro de Lurín y Pachacamac, en su condición de hijaprimogénita y mujer legítima de Mariano Bravo.

Asimismo en una reciente conferencia en Lurín (enero de 2005) Adanaqueanunció que estaba trabajando en base al Testamento de Manuela Sabá del 20 de marzode 1805, habiendo descubierto que fue enterrada en la iglesia de la Buena Muerte enBarrios Altos, probablemente frente al altar mayor por su condición de Casica. En tantoque su primo Julián Jayo que murió el 10 de setiembre de 1821 lo hizo en la iglesia deSan Marcelo de Lima. Es todavía una incógnita por resolver la fecha de muerte y el lugarde entierro del cacique principal Francisco Tauli Chumbi Sabá que inferimos sea en laantigua iglesia de Pachacamac lugar donde residía habitualmente. Del mismo modo quela madre de dicho cacique doña Michaela Luyando o Llullani debió haberse sepultadoen la iglesia colonial de San Pedro de Lurín. Son tareas que quedan pendientes para laarqueología histórica del valle bajo de Lurín.

8. ALGUNOS PERSONAJES DE LOS SABÁ EN EL SIGLO XX

En el estudio etnológico realizado por la Universidad Nacional Mayor de SanMarcos en el valle del Lurín y el Pueblo de Pachacamac, publicado en 1963, se entrevistóal comunero costeño y personero de la Comunidad de los Almácigos don Eufemio Sabá,que además fue teniente gobernador por un cuarto de siglo y tenía 73 años cuando fueentrevistado entre 1961-1962. Era uno de los últimos descendientes del antiguo linajede los Sabá o Sauac en el valle del Lurín. Su padre había sido activo partícipe de larevolución pierolista y se llamó José del Carmen Alejo Sabá y había nacido también enla comunidad tradicional de los Almácigos en 1839.

Considero finalmente que el tema de la continuidad de los linajes de los señoresnaturales de un típico valle costeño justifica esta rápida revisión; ya que en su condiciónde caciques, curacas, gobernadores o como simples comuneros que, a lo largo de variascenturias y hasta fines del siglo XX, se mantuvieron vinculados a las tierras de mayor

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valor agronómico en el valle del Lurín. Con gran sabiduría regnícola desarrollaronestrategias de usufructo discontinuo y múltiple en el manejo sustentable del recursotierra agrícola en un pequeño valle de la actual costa central del Perú.

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783PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMACBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 783-814

Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO*

ResumenEn este artículo se presentan evidencias inéditas recuperadas en las investigaciones

realizadas en la Huaca Santa Cruz, sitio arqueológico asociado al canal y Señorío de Guatca y ala presencia de poblaciones foráneas en la costa central del Perú. Algunas de estas evidencias, seencuentran también en el complejo arqueológico de Pachacamac y en algunos otros lugaresimportantes de la provincia Inca. Creo que estas evidencias revelan un interesante patrón deenterramiento de poblaciones funerario locales y foráneas. Este trabajo intenta introducir algunasideas sobre la presencia de mitimaes en la provincia Inca de Pachacamac.

Palabras claves: Mitimaes artesanos, provincia Inca, Pachacamac, Guatca, patrón funerario.

PACHACAMAC ET LE CANAL DE GUATCA DANS LA BASSE

VALLÉE DU RÍMAC

RésuméCet article présente une série de données inédites à ce jour, récoltées lors des recherches

archéologiques menées dans la Huaca Santa Cruz. Ce site est associé à un canal d’irrigationappartenant à la chefferie de Guatca, ainsi qu’à la présence de groupes étrangers sur la côtecentrale du Pérou. Des indices similaires ont été mis en évidence dans le site de Pachacamac etdans d’autres établissements importants de la province inca à laquelle il appartenait. À mes yeux,ces éléments montrent un intéressant modèle funéraire permettant de différencier les enterrementslocaux et non locaux. L’ambition de cet essai est de proposer quelques idées relatives à la présencede mitimaes dans la province inca de Pachacamac.

Mots clés : Artisans, Mitimaes, province Inca, Pachacamac, Guatca, modèle funéraire.

PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCAEN EL BAJO RÍMAC

* Miembro investigador del Instituto Riva Agüero, Pontificia Universidad Católica del Perú.Jirón Camaná 459, Lima-Perú. Email:

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784 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

PACHACAMAC AND THE GUATCA CANAL IN THE LOWER RIMAC

AbstractIn this article unpublished evidences recovered in the investigations made in the Huaca

appear Santa Cruz, associated archaeological site to the channel and Señoroo de Guatca and tothe presence of foreign populations in the Central Coast of Peru. Some of these evidences alsoare in the archaeological complex of Pachacamac and some other important places of the Incaprovince. I believe that these evidences reveal an interesting funerary pattern of local and foreignfuneral populations. This work tries to introduce some ideas on the presence of mitimaes in theInca Province of Pachacamac.

Key words: Mitimaes or foreign craftsmen, Inca Province, Pachacamac, Guatca, funerarypatterns.

La redacción de este artículo se basa en mis investigaciones realizadas en la costacentral del Perú en varias etapas: la primera se inició con dos temporadas de excavacionesinéditas durante 1986 y 1988 en la Huaca Santa Cruz, valle del Rímac, auspiciadas porEDUBANCO del Banco Continental; la segunda etapa se inició en noviembre de 1994,dentro del contexto de mis estudios de Post Grado (Ph. D.), auspiciados por la AustralianNacional University y el Parlamento Australiano y terminados con una tesis en 1999.A partir del año 2000, inicio una reevaluación de mis investigaciones a la luz de nuevasevidencias en mis investigaciones de campo y como producto de las continuasconversaciones con los colegas y estudiantes en Lima. Estas investigaciones han sidoconstantemente difundidas a través de mi labor docente, mis investigaciones de campoy en eventos como el presente coloquio sobre ARQUEOLOGÍA DE LA COSTACENTRAL DEL PERÚ EN LOS PERIODOS TARDÍOS.

Es mi intención adelantar algunas ideas que presenté en este evento, solo con elfin de estimular más la investigación de estos temas, pues como advertí en públicodurante el evento, considero que las evidencias de los temas que trataré aquí no son aúnsuficientes ni definitivas; sin embargo considero que bastan para tomarlas en cuenta enlas investigaciones venideras. He tratado de ordenar la información que he recopiladocon el fin de sugerir que el buen uso del método de patrones funerarios puede ofrecernosimportante información sobre la presencia de mitimaes en la provincia Inca dePachacamac.

El mayor problema que enfrenta esta propuesta es quizás el entendimiento de quela presencia de artefactos foráneos en la costa central del Perú se deba también alintercambio, concepto muy antiguo y enquistado como premisa en todo análisis demateriales foráneos. Otro entendimiento quizás más razonable es el de explicar lapresencia de artefactos foráneos como producto del afán de conseguir más jerarquía, enla idea de que lo foráneo es difícil de conseguir, por tanto, quien posee artefactosforáneos goza de más nivel social.

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785PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

En base a mi propuesta más amplia sobre la provincia Inca de Pachacamac(Cornejo, 1999), las evidencias arqueológicas nos hablan de una región cubierta depirámides y edificios de adobe y barro, los cuales supervisaban y controlaban laspoblaciones rurales existentes a su alrededor. Como toda gran población tardía, debióexistir una división de barrios especializados en distintos oficios. Así debieron existirbarrios de ceramistas, de tejedores, de agricultores, de pescadores y demás, todos ellossupervisados por su autoridad correspondiente, un kuraka o un señor, el cual residía enun complejo piramidal desde donde administraba los recursos que por tradición lepertenecían.

Al imponerse el Estado Inca en la Costa Central, asimiló esta forma de control,preexistente desde tiempo inmemorial, y lo mejoró. Al tener el control total de todas loscuracazgos y señoríos, creó una administración compleja con capital en Pachacamac,regido por un orejón, un sacerdote cuzqueño, conformando una provincia Inca. Estaprovincia estaba compuesta por distritos y subdistritos, es decir unidades políticasdefinidas a partir de su estructura local de curacazgos y señoríos. En realidad, con el finde diferenciar las unidades políticas definidas arqueológicamente (Cornejo, 1999) delas mencionadas en las fuentes etnohistóricas, hemos creado estas nomenclaturas. Paramotivos de este trabajo usaré los términos etnohistóricos por considerarlos de mejorcomprensión. Aunque hay que atender a las diferencias metodológicas.

Por último, según las fuentes etnohistóricas (Betanzos, 1987[1551]; Cieza deLeón, 1962[1550], 1967[1553]; 1986[1553]; Cobo, 1882[1639], 1956[1653],1980[1653]; Estete, 1917[1532–1533]; Garcilaso de la Vega, 1976[1609]; 1995[1609];Guaman Poma de Ayala, 1980[1615]; 1987[1615]; Murúa, 1962-1964[1590–1600];Polo de Ondegardo, 1916[1571]; Taylor, 1987), la administración Inca movilizó gruposde mitimaes artesanos, procedentes de diferentes lugares del Tawantinsuyu, insertándolosen los grupos de artesanos locales, con el fin de ampliar y acelerar el proceso deproducción de bienes suntuarios y comunes en la región. Es mi interés probar que elestudio de los patrones funerarios en cementerios del Horizonte Tardío puede aclarartanto el volumen de las poblaciones de mitimaes que se movilizaron, como suprocedencia y su oficio.

1. PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

He denominado así a este trabajo, en el entendimiento de que las evidenciasarqueológicas recuperadas en la Huaca Santa Cruz (Cárdenas, 1986; 1988; Cornejo,1986; Olivera, 1987; Vivar,1982; 1987), sitio perteneciente al Señorío de Guatca,consistente en una pirámide de plataformas superpuestas, reutilizada en el HorizonteTardío como cementerio y perteneciente a su vez a la nación Ychsma (Fig. 1) y por tantoa la provincia Inca de Pachacamac, guardan relación con la capital de provincia, es decir,el complejo arqueológico de Pachacamac (Franco Jordán, 1996), como con las demásunidades políticas de la provincia.

El patrón funerario asociado a la Huaca Santa Cruz (Fig. 2) debe ser, en principio,el mismo que el de Pachacamac y las demás unidades políticas de la provincia (Fig. 3)(Cornejo, 1999). Hemos encontrado un patrón de distribución de contextos funerariosen la Huaca Santa Cruz, que presenta un orden espacial de contextos en función a su

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786 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

Fig. 1 – Foto aérea donde se aprecian los límites relativamente actuales de la HuacaSanta Cruz insertada en el actual distrito de San Isidro.

Fig. 2 – Vista Panorámica de las excavaciones en la Huaca Santa Cruz, en el actualdistrito de San Isidro.

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787PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

procedencia étnica. También encontramos un patrón en la identificación de oficios enla población funeraria. Se tratan de artesanos locales y foráneos a juzgar por los estilosidentificados en sus respectivos ajuares.

Para el valle del Rímac los seis señoríos conocidos etnohistóricamente eidentificados arqueológicamente (Betanzos, 1987[1551]; Cieza de León, 1962[1550],1967[1553]; 1986[1553]; Estete, 1917[1532-1533]; Garcilaso de la Vega, 1976[1609];1995 [1609]; Rostworowski, 1977), presentan la siguiente organización:

Fig. 3 – Esquema del sistema de Guarangas que insertó el Inca en la provincia Incade Pachacamac sobre una estructura local.

Cuadro 1 – Relación de curacazgos en los seis señoríos del valle del Rímac.

*Los curacazgos en negritas representan las capitales de señoríos.

CuracazgosSeñoríosLos Incas

Perales

Cacaguasi

Lima

Mateo Salado

La Calera

Santa Cruz

Puruchuco*

ArmatamboLimatambo

Magdalena

MarangaParedones

Ate

Surco

Guatca

Lima

Maranga

La Legua

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788 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

2. EL SEÑORÍO DE GUATCA

Comprende una larga zona asociada al canal de Guatca, que tiene su toma en elRímac en algún lugar al este del centro de Lima y se divide en dos ramales. Comprende3 curacazgos: Cacaguasi, Limatambo y Santa Cruz (Fig. 4).

Según Rostworowski (1978: 60-61) el pueblo principal del señorío se llamabatambién Guatca y su kuraca principal en 1562 fue Don Diego Chumbi. La capital delseñorío debió ser Limatambo, probablemente llamado Guatca antiguamente, aquí debióubicarse la sede del kuraka, el santuario de Límac y un templo inca al Sol.

En su curso, el canal Guatca cruzaba por varias haciendas coloniales como la deSanta Beatríz, Orrantia, Mata Lechuza, San Isidro, Santa Cruz y, para terminar, cercadel molino de Santa Clara (Rostworowski, 1978: 61).

Fig. 4 – Esquema del Señorío de Guatca con los sitios arqueológicos que componensus tres curacazgos.

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789PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

2. 1. Curacazgo de CACAGUASI

En el centro de Lima, el canal Guatca se divide en dos, su ramal E. se dirige haciala actual Av. Grau y se asocia con la Huaca Felicia Gómez, en los actuales terrenos delHospital Obrero. Al SW. de esta huaca existía otra sin nombre ubicada en la intersecciónde la Av. Andahuaylas y Av. 28 de Julio. Otra guaca sin nombre, también desaparecidase encontraba en la esquina de la Av Petit Thouars y la Av. 28 de Julio, esta última seasocia al ramal W. del canal Guatca. Estas tres huacas cercanas entre sí, representan losúnicos testigos del curacazgo de Cacaguasi.

Cacaguasi, fue un ayllu o cacicazgo en el valle de Lima, lo que posteriormentefue el Cercado (Rostworowski, 1992: 91), zona vinculada al recorrido del canal Guatcay por su ubicación es muy probable que se relacione con un conjunto de edificios queen su mayor parte han desaparecido. Sin embargo existe la Huaca Felicia Gómez y lainformación de 2 huacas destruidas. En base a estas dos fuentes, consideramos esta zonacomo perteneciente al Curacazgo de Cacaguasi.

En resumen, el curacazgo se ubicaba en la zona del Cercado de Lima, zonavinculada a la bocatoma del canal Guatca. La mayor parte de los sitios que comprendíahan desaparecido por completo, por su cercanía al Palacio de Gobierno y al centro deLima; sin embargo existe la Huaca Felicia Gómez y la información de 2 huacasdestruidas. Estas tres huacas cercanas entre sí, representan los únicos testigos delcuracazgo de Cacaguasi (Ravines, 1985: 52; Rostworowski, 1992: 91).

2. 1. 1. Huaca Felicia Gómez

Se ubica a 1,2 km al sur del Rímac, asociada al ramal E. del canal Guatca, en laprolongación Raimondi 1 020, en los actuales terrenos del Hospital Obrero, en LaVictoria - Lima, a 12°03’50" L. S. y 77°01’35" L. O. y a una altitud de 170 m.s.n.m. Susestructuras son de tapia con ocupación del Horizonte Tardío, sobre un montículo de 5,4m de altura.

2. 1. 2. Huaca s/n. 1

Se ubicaba en la intersección de la Av. Andahuaylas y 28 de Julio, en el distritode La Victoria. Fue destruida en 1902.

2. 1. 3. Huaca s/n. 2

Se ubicaba en la esquina de la Av. Petit Thouars y la Av. 28 de Julio, esta últimase asocia al ramal Oeste del canal Guatca. Fue destruida en 1910.

2. 2. Curacazgo de LIMATAMBO

Se ubica en las inmediaciones del cruce de las avenidas: prolongación Iquitos,Av. México, Vía Expresa y Teodoro Cárdenas, en Lince, Lima Asentamiento delHorizonte Tardío, que Bandelier llamó las Huacas de Lince (Fig. 5). Comprende 14estructuras de las cuales 13 figuran en plano de Bandelier, más la huaca La Universidad.

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790 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

De estas 14 podemos describir solo 5 estructuras que son Limatambo (N˚ 2, 3 y 11),Huaca Santa Catalina (N˚ 12), Huaca Balconcillo (N˚ 1), Matalechucita (N˚ 13) y LaUniversidad. No contamos con información suficiente de un grupo de estructurascorrespondientes a las huacas 4, 5, 6, 7, 8 y 9 ubicadas al sur de la huaca principal, y lahuaca 10 al oeste de la misma en el plano de Bandelier. También son llamadas Huacasde Lince (Bandelier, 1892: Lám. 1; Strong et al., 1943: figs. 10c, 11a, g; Stumer, 1954:147; Valcarcel, 1966: 43; Ghersi & Zegarra, 1971-1972; Rostworowski, 1978: 65;Ravines, 1985: 66, 96; Wiener, 1993[1880]: 651).

La capital del curacazgo debió ser Limatambo, recinto amurallado donde debióestar la sede del kuraka. La huaca N˚ 2 de Bandelier debe ser la misma que dibuja Squier(1973[1877]: 86-87) con los frisos en bajo relieve del triángulo escalonado, las demásestructuras fueron poblados y templos locales.

La Huaca Matalechucita debió corresponder a la N˚ 13 según el plano deBandelier, que es la más extrema hacia el W. La Huaca Balconcillo debió correspondera la N˚ 1 de Bandelier, coincidiendo no solo su ubicación, sino que hasta ahora existenlos muros que, cercando diferentes áreas, rodean el montículo. La Huaca Santa Catalina,excavada y restaurada por Ghersi & Zegarra (1971-1977) con un pequeño friso en bajorelieve de felino, debe corresponder a la Huaca N˚ 12 del Mapa 1 de Bandelier (1892).

Fig. 5 – Foto inédita de Limatambo tomada por Hyslop de un dibujo de Bandelier enla Hacienda de Lince. Cortesía del National Museum of Natural History of New York.

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791PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

2. 2. 1. Limatambo

Se ubicaba en los terrenos del actual Colegio Melitón Carbajal y tres huacas,ahora totalmente destruidas. Las tres guacas corresponden a los dos pedazos extremos,uno hacia el norte y otro hacia el sur de la Huaca mayor N˚ 2, cortada por la mitad y unatercera al oeste, catalogada como la Huaca N˚ 11 en el plano de Bandelier. La huacamayor N˚ 2 de Bandelier debe ser la misma que dibuja Squier (1973: 86-87), en dondeel motivo básico es un triángulo escalonado, repetido a lo largo de tres líneassuperpuestas.

2. 2. 2. Huaca Santa Catalina

Se ubica entre las calles Pascual Saco y Miguel Checa de la Urb. Santa Catalina,La Victoria - Lima, a 12°05’35" L. S. y 77°01’29" L. O. y a una altitud de 138 m.s.n.m.Es una pirámide escalonada, construida con tapial; presenta una clara remodelacióntardía y un cementerio del Horizonte Tardío. La Huaca Santa Catalina, excavada yrestaurada por Ghersi (1971-1972) en el distrito de la Victoria debe corresponder a laHuaca N˚ 12 del Mapa 1 de Bandelier (1892).

2. 2. 3. Huaca Balconcillo

Se ubica entre las calles Nicolás de la Barra, Casimiro Negrón, José Cortéz yAntonio de la Guerra de la Urb. Balconcillo, en La Victoria - Lima, a 12°05’05" L. S.y 77°01’40" L. O. y a una altitud de 145 m.s.n.m. Es una pirámide escalonada conocupación del Horizonte Tardío, también llamada Huaca Santa Catalina 2. La HuacaBalconcillo debió corresponder a la N˚ 1 de Bandelier, coincidiendo no solo suubicación, sino que hasta ahora existen los muros que cercando diferentes áreas rodeanel montículo y que Bandelier dibujó en forma precisa.

2. 2. 4. Matalechucita

Se ubica en la cuadra 19 de la Av. Salaverry, cerca al cruce con la Av. del Ejércitoy al S. del parque Los Próceres, asociada al ramal W. del canal de Guatca, distrito deLince. La Huaca Matalechucita debió corresponder a la N˚ 13 según el plano deLimatambo de Bandelier, que es la más extrema hacia el W. Fue destruida en 1951.

2. 2. 5. La Universidad

Se ubicaba en los terrenos del actual Hospital Edgardo Rebagliati de Essalud,entre las calles E. Rebagliati, P. Cueto, Coronel Zegarra, L. Montero y las AvenidasArenales y Salaverry. Fue destruida entre 1935 y 1950. Denominada también SantaBeatriz.

2. 3. Curacazgo de SANTA CRUZ

Se ubica al extremo oeste del canal Guatca, cerca al mar. Comprende 7 guacas,3 de ellas con clara ocupación incaica, que son Santa Cruz, Huallamarca y Pukllana; las4 restantes han sido totalmente destruidas y son Santa Cruz 2, Clínica Delgado, San

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792 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

Isidro B y Huaca Orrantia 2 (Stevenson, 1971[1829]; Raimondi, 1865; Hutchitson,1873; Ccosi Salas, 1951; Gunther, 1983: Plano 21 y 22; Ravines, 1985: 74, 96; Cornejo,1986; 1988; Huallamarca, 1993).

2. 3. 1. Huaca Santa Cruz

Se ubica frente al Colegio Belén, San Isidro - Lima a 12°06’27" L. S. y 77°03’25"L. O., a una altitud de 78,7 m.s.n.m. Cementerio del Horizonte Tardío con más de 100tumbas asociadas con cerámica inca, es una pirámide escalonada. La estructura tienetambién modificaciones de la época Inca, la más importante es una puerta trapezoidalcon doble jamba. Se conectaba con la Huaca Juliana mediante un camino y un sistemade canales. Un gran estanque existía al E. de la huaca. Se llama también Huaca SantaMaría de Santa Cruz.

2. 3. 2. Huallamarca

Se ubica en el distrito de San Isidro - Lima, a 12°06’10" L. S. y 77°02’50" L. O.,a una altitud de 102 m.s.n.m. Cementerio del Horizonte tardío en una pirámideescalonada temprana. Tiene recintos abiertos, áreas de depósitos y adoratorio delHorizonte Tardío. Al E. de la pirámide se han registrado tumbas con componentesChancay e Inca. Rompiendo parte de las estructuras antes mencionadas se registranvasijas y recipientes de cerámica (cántaros) vinculados a la época Inca. Además se hanregistrado ofrendas de mates, Spondylus, tejidos, instrumentos de textilería y, alparecer, sacrificios de niños y adultos. Se llama también Wallamarka y Pan de Azúcar.

2. 3. 3. Huaca Pukllana

Se ubica en el distrito de Miraflores - Lima a 12°06’55" L. S. y 77°02’27" L. O.,a una altitud de 111,5 m.s.n.m. Es un cementerio del Horizonte Tardío sobre unapirámide escalonada temprana (Ravines, 1985: 74; Florez, 1996; Tawantinsuyu, 1996).

2. 3. 4. Huaca Santa Cruz 2

Se ubicaba en los terrenos del actual Colegio Santa María Reina, entre las callesAgustín La Torre, Francisco Salas y Felipe Pardo y Aliaga en el distrito de San Isidro.Es un extenso montículo de 8 400 m2 y 10 m de altura, compuesto por recintos, rampasy escalinatas sobre plataformas superpuestas escalonadas. Fue destruida en 1951.

2. 3. 5. Huaca Clínica Delgado

Se ubicaba entre las cuadras 4 de la Av. Angamos y la calle Chiclayo, frente a laClínica Delgado. Fue destruida en 1946.

2. 3. 6. San Isidro B

Se encontraba en los actuales terrenos del Lima Golf Club, entre la calle LosCedros y la Av. El Rosario, 400 m al S. de la Huaca Pan de Azúcar, en San Isidro. En1907 y 1908 esta huaca aparece en dos planos antiguos con el nombre de Orrantia.

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793PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

2. 3. 7. Huaca Orrantia 2

Se ubicaba en la cuadra 33 de la Av. Salaverry, distrito de Magdalena Vieja, enla rivera S. del ramal W del canal de Guatca. Tiene estructuras de tapial de plantacuadrangular. Se llamaba también San Felipe o Salaverry. Fue destruida en 1945.

3.- ANÁLISIS ESPACIAL DE LA MUESTRA SEPULCRAL EN LA HUACASANTA CRUZ

El análisis funerario en la Huaca Santa Cruz se realizó a partir de una muestra de65 contextos funerarios, de los cuales 5 aún se encuentran cerrados, 7 son contextos deofrendas y 2 son contextos funerarios simbólicos. Por lo tanto, la población funerariaanalizada es de 81 individuos de diferentes edad, sexo y atributos, distribuidos en 51tumbas, de las cuales 44 son simples (un individuo) y 7 son complejas (más de unindividuo).

El análisis de la distribución espacial de estos 65 contextos fue muy revelador,al cruzar la información concerniente a la orientación de los individuos con los estiloscerámicos asociados a ellos (Figs. 6 y 7); la muestra se dividió en cuatro grupos:

Fig. 6 – Distribución de los contextos funerarios en la Huaca Santa Cruz de acuerdoa su orientación.

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794 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

Grupo 1: todos los individuos están orientados al Norte, los adultos están enposición sentada flexionada mirando al Norte y los niños están en posición extendidacon la cabeza orientada hacia el Norte. Este grupo posee exclusivamente cerámicaceremonial de estilo Chimú-Inca e Inca Regional y cerámica doméstica de estiloYchsma. Un número de 14 vasijas de estilo Chimú Inca e Inca están distribuidas en 12contextos funerarios: consisten en 3 aríbalos, 1 cántaro, 5 jarras, 3 botellas de doblecuerpo y 2 cuencos. Sin embargo, tres contextos funerarios orientados hacia el Este seubican en el extremo Norte y dentro del pasadizo ocupado por el primer grupo. Estedesorden da la impresión de romper el patrón, sin embargo, uno de estos contextos (CF-37) presenta una vasija ceremonial Ychsma (CF-37:1), el segundo contexto (CF-71)presenta una vasija doméstica Ychsma (CF-71:1) y el otro es un contexto funerariosimbólico. Al parecer, este extremo del pasadizo se encuentra en la frontera con el grupo2, que revela cierto grado de desorden. Obsérvese también una leve desviación en elpatrón de orientación de los contextos funerarios 20 y 21 en la misma zona. Por último,la presencia de un contexto funerario (CF-20) con cerámica de estilo Inca-Chincha seencuentra también en esta área fronteriza (Figs. 8, 9, 10, 11, 12, 12, 14, 15, 16 y 17).

Fig. 7 – Distribución de los contextos funerarios en la Huaca Santa Cruz de acuerdoal estilo que presentan sus ofrendas.

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795PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

Cuadro 2 – Vasijas de estilo Chimú-Inca en la Huaca Santa Cruz.

Tipo Color Descripción

CF-21:1 Jarra Negra Personaje rascándose un pie

CF-22:1 Aríbalo Negro

CF-22:2 Botella Negro Doble cuerpo

CF-42:1 Aríbalo Pequeño

CO-46:1 Botella Negro Doble cuerpo, mitad faltante

CF-48:1 Cuenco Naranja Alargado

CF-49:2 Botella Negro Doble cuerpo

CF-50:1 Aríbalo Tricolor Grande

CF-51:2 Jarra Naranja Personaje sentado, tuerto

CF-56:1 Jarra Negro Pequeña

CF-61:3 Cuenco Negro Pequeño

CF-68:1 Cántaro Rojo Personaje alimentando pájaro

CF-70:1 Jarra Negro Estilizada

Cuerpo de papa ymono como asa

CF-69:1 Jarra Negro

Fig. 8 – Contexto funerario Chimú en la Huaca Santa Cruz.

Page 366: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

796 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

Fig. 9 – Contexto funerarioChimú en la Huaca Santa Cruz.

Fig. 10 – Vasija de estilo Chimú-Inca,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 11 – Vasija de estilo Chimú-Inca,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 12 – Vasija de estilo Chimú-Inca,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Page 367: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

797PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

Fig. 13 – Vasija de estilo Chimú-Inca, procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 14 – Vasija de estilo Chimú-Inca, procedente de la Huaca Santa Cruz.

Page 368: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

798 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

Fig. 17 – Fragmentos de estilo Chimú-Inca recogidos de estratos removidos de laHuaca Santa Cruz.

Fig. 15 – Vasija de estilo Chimú-Inca,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 16 – Vasija de estilo Chimú-Inca,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Page 369: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

799PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

Grupo 2: compuesto por 5 contextos funerarios, orientados al Este y no al Surcomo sería lo esperado, dentro de un pasadizo. Este grupo presenta cerámica de estiloInca-Chincha (Figs. 18 y 19). El contexto funerario (CF-20) con más vasijasrepresentativas de este estilo se encuentra en el área fronteriza con el grupo 1, trescontextos funerarios (CF-30, CF-32 y CF-35) se encuentran en el mencionado pasadizoal norte del grupo 1 y el último contexto funerario (CF-17) se encuentra fuera delpasadizo, en el extremo Noreste de la muestra.

Fig. 18 – Vasija de estilo Chincha procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 19 – Vasija de estilo Chincha, procedente de la Huaca Santa Cruz.

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800 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

Grupo 3: compuesto por un grupo de contextos funerarios orientados al Este, endonde sobresalen dos jarras antropomorfas representando a un sacerdote (CF-29:3 yCF-37:1), personaje documentado también en un contexto funerario (E-13:2) de laHuaca Corpus-1 (Corbacho, 1971) y también en la Tumba 3 de la Huaca Santa Catalina(Ghersi & Zegarra, 1972-1977: 5). Pero la mayor parte de las vasijas son domésticas deestilo Ychsma, consistentes principalmente en ollas y cántaros, caracterizadas porpresentar dos aplicaciones en forma de serpiente colocadas en forma opuesta en elcuerpo o el gollete. Estas serpientes pueden también aparecer pintadas, o con ambostipos de decoración (Figs. 20, 21, 22, 23, 24, 25 y 26). Se caracterizan también porpresentar bandas pictóricas cremas en las asas y cuello. A este grupo deben agregarselos tres contextos funerarios ubicados en el pasadizo del grupo 1, pues presentancerámica Ychsma y están orientados al Este (Figs. 26 y 27).

Cuadro 3 – Vasijas representativas del estilo Chincha en la Huaca Santa Cruz.

Crema, rojo y negroPersonaje con los brazos levantados

Vasija escultórica zoomorfa (cérvido)

Código Tipo Descripción

Aríbalo antropomorfo

Pequeña

Pequeño

Representa una papa Representa un zapallo

Representa un zapallo

CF-17:1

CF-20:1

CF-20:2

CF-20:3

CF-20:4

CF-20:5

CF-30:1

CF-32:1CF-35:1

CF-35:3

Jarra

Aríbalo

Aríbalo

Jarra

Jarra

Cuenco

Figurativo

CántaroCántaro

Cántaro

Fig. 20 – Vasija de estilo Ychsma, procedente de la Huaca Santa Cruz.

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801PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

Fig. 21 – Vasija de estilo Ychsma,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 22 – Vasija de estilo Ychsma,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 23 – Vasija de estilo Ychsma,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 24 – Vasija de estilo Ychsma,procedente de la Huaca Santa Cruz.

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803PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

Grupo 4: este cuarto grupo pudo ser definido a partir de la tumba CF-58, quepresentó entre sus ofrendas una vasija antropomorfa (CF-58:1) de color gris de claroestilo Chanka, identificada también por Lumbreras (1977: 198, fig. 201) y ANDES(1958: 285, fig. 4), (Figs. 29 y 30).

Suplementariamente a este análisis contamos con una vasija asociada a doscontextos funerarios con claros diseños Lambayeque (Fig. 31); y por otro lado, coninformación estratigráfica de la presencia del estilo Chancay. A pesar de que no seencontró cerámica Chancay Negro/crema asociada a algún contexto funerario en laHuaca Santa Cruz, se halló fragmentería procedente de los rellenos usados para inhumara la población funeraria en Santa Cruz. El significado de esta fragmentería se asocia ados interpretaciones, la primera entiende que son los restos de ajuares de contextosfunerarios disturbados y la segunda contempla una ocupación anterior al cementerio, endonde la fragmentería vino con el relleno constructivo de los alrededores de la Huaca.En todo caso, el estilo Chancay Negro/crema es contemporáneo tanto del PeríodoIntermedio Tardío como del Horizonte Tardío. En la primera temporada de excavacionesse registraron dos fragmentos (Cornejo, 1986: A-0496 y A-0408) y en la segundatemporada de excavaciones se registraron 13 fragmentos con la típica decoración delestilo correspondiente al grupo 4 de Santa Cruz (Cárdenas, 1988: 3 y 9, Lám. 2). Por últimodebemos mencionar la presencia del estilo Inca local o Inca Ychsma (Figs. 32 y 33).

Fig. 29 – Vasija de estilo Chankaprocedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 30 – Vasija de estilo Chanka reportadapor Lumbreras como típica Chanka.

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Fig. 31 – Vasija de estilo Lambayeque,procedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 32 – Aríbalo Inca Localprocedente de la Huaca Santa Cruz.

Fig. 32 – Aríbalo Inca local procedente de la Huaca Santa Cruz.

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805PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

Este especial tratamiento del espacio en la distribución de las tumbas en losespacios estudiados en la Huaca Santa Cruz no solo responde a un ordenamiento delcementerio con fines de ahorrar espacio.

El significado de esta conducta de enterramiento de grupos separados, asociadaa orientaciones diferentes de las tumbas y a estilos cerámicos diferentes, responde a unreflejo de la organización social de la población. Estos cuatro grupos de contextosfunerarios en la Huaca Santa Cruz están representando la presencia de cuatro grupos demitimaes, trasladados por el Inca a la provincia de Ychsma para cumplir con oficiosespecíficos. Su presencia significa además, que al morir, estos mitimaes no regresabana su lugar de origen, eran enterrados en el lugar donde ejercían su función junto conalgunas de sus pertenencias y dentro de un ritual funerario formal que sintetizaba lasdiferencias culturales.

Estos mismos estilos están presentes en otros cementerios de la Provincia deYchsma (Canziani, 1983; 1987; Cárdenas et al., 1977; Corbacho, 1971; Cornejo, 1993;1999; Mendoza, 1983; Mujica, 1991; Paredes, 1994; Shimada, 1991; Tabío, 1969), loque quiere decir que la huaca Santa Cruz no es un caso aislado, sin embargo ladocumentación es muy vaga en esos casos.

4.- BUSCANDO EVIDENCIAS EN PACHACAMAC

En Pachacamac, contamos con varios reportes interesantes, pero que aún faltanampliarse y documentarse mejor.

4. 1. La Tumba de Squier en Pachacamac

Squier exploró varias tumbas en Pachacamac durante 10 días de 1864, publicandola información de una “tumba múltiple” reocupando una zona de viviendas (Squier,1978[1869]: 216), ubicada mas allá del borde de la “ciudad antigua”en la inmediacionesdel templo. Squier (1978[1869]: 210) realiza una buena descripción de este contexto,con algunas ideas preconcebidas, pero al final una buena descripción. Nos interesaremarcar aquí la descripción de los cinco individuos descritos por él, un masculino demediana edad, un individuo femenino joven, una niña de 14 años, un niño y un infante.

La importancia de este contexto funerario múltiple radica en que los individuosdescritos reflejan por su ajuar algunas características de sus oficios y procedencia. Lasevidencias sugieren los oficios de pescador y tejedora y/o hiladora. También lascaracterísticas de los ajuares sugieren que el individuo femenino procede de la costanorte, asociado por vínculos familiares o étnicos. Es probable que se trate de artesanoslocales, aunque algunos elementos en los ajuares de la mujer adulta reflejan el estiloChimú.

El masculino adulto se encontraba en un fardo que presentó tres cubiertastextiles en total; dos cubiertas eran de tela de algodón, la primera sujeta por una cuerdade lana de llama y una tercera cubierta compuesta por una red vegetal. Presentó comoofrendas una red de pescador de fibra torcida de agave, colocada alrededor de su cuello.Envueltos en una tela entre sus pies, se encontraron varios cordeles para pesca de varios

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806 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

tamaños, anzuelos aserrados de cobre y plomadas de cobre. Debajo de cada axila habíaun rollo de lana de alpaca blanca, una lámina de cobre dentro de su boca. Colgada delcuello por una cuerda había una pinza de cobre.

El femenino adulto presentó también un complicado y profuso enfardelamientocon tela hecha de lana de alpaca tejida en dos colores. Representaba un diseñodiamantado donde se insertaron representaciones de monos subiendo y bajando escalones.Entre otras muchas telas de estilo norteño.

Presentó un peine de espinas de pescado en madera de palma en una mano.Alrededor de su cuello había un collar triple de conchas, entre su cuerpo y sus rodillashabía una serie de ofrendas relacionadas con tejido.

En un contenedor de tela decorada y fina se encontró fréjol, algodón, fragmentosde un ornamento de plata y dos colgantes en forma de discos delgados de plata y cuentasde calcedonia.

Los envoltorios de la niña son similares a los encontrados en la mujer. Su cuerpoestaba sentado sobre una cesta de tejido. Su pelo estaba peinado y amarrado alrededorde su cabeza con una tela blanca de algodón y un sujetador de plata, unos brazaletes deplata en su brazo.

La cesta de tejido tenía alrededor de 18 pulgadas de largo, 14 de ancho y 8 dealtura y contenía implementos de tejido, un peine, un cuchillo de cobre…; huesos depelicano usados como contenedores de pinturas tapados con algodón, un espejo de piritade hierro en forma de medio huevo con el corte pulido; ornamento representando a unamariposa; instrumento para hacer redes de madera dura y el cuerpo de un loro seco.

El niño llevaba solo una honda amarrada en la cabeza.

El cuerpo del infante estaba tendido en una tela de alpaca, luego envuelto en ropafina de algodón y después colocado en un saco o canasta de red con dos asas terminales.Presentó como única ofrenda una concha conteniendo piedras.

Muchas otras ofrendas formaban parte de este contexto funerario, que Squier nodescribe en 1869 y tampoco en 1877 donde repite el texto anterior. A partir de sus opacasláminas se observa cerámica con características norteñas.

4. 2. Las excavaciones de Wiener en Pachacamac

Es muy probable que el sector de las excavaciones de Wiener (1993[1880]: 69)en Pachacamac coincida con el cementerio VI de Uhle. Recuperó 96 objetos de susexcavaciones (1993[1880]: 74-75).

Estos objetos pueden ser clasificados en: i. Adornos personales; ii. Objetosrelacionados con hilado y tejido. Herramientas para trabajo de madera y caña; iii.Armas; iv. Instrumentos musicales y v. Un bastón de mando.

Las ofrendas, de igual manera, sugieren la presencia de artefactos con diseñosforáneos Chimú en contextos funerarios ubicados en Pachacamac. Sugieren también lapresencia de cementerios de artesanos locales y probablemente de mitimaes.

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807PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

4. 3. Los hallazgos de Uhle en Pachacamac

Uhle (1903) reporta un conjunto de artefactos procedentes del complejoarqueológico de Pachacamac, sobretodo artefactos de madera y textiles de claro estiloChimú.

Pero los más estudiados y presentados en múltiples publicaciones son los clarosestilos Chimú-Inca y Chincha-Inca expresados en la cerámica reportada de varios de suscementerios.

Cuadro 4 – Artefactos exhumados por Wiener de Pachacamac.

Artefactos Cantidad

Brazaletes de oro, plata, cobre y dientes humanos

PinzasSortijas

Collares de coral y semillas de chirimoya

Tejidos con diseños Chimú e Ychsma

TelarHusos y piruros o torteras de cerámica

MacanasFlautas de huesoCincel de cobre

Hacha de cobre trapezoidalCetro labrado con figura humana

4 7 9 2 8 122 6 2 1 1 1

Cuadro 5 – Presencia del estilo Chimú-Inca en Pachacamac.

Código Tipo Descripción Referencia

Antropomorfa Bandelier, 1892

Antropomorfo Bandelier, 1892

Antropomorfo Bandelier, 1892

Antropomorfo Bandelier, 1892

B/8877

B/8350

B/8893

B/8503

Jarra aribaloide

Cántaro negro

AríbaloAríbalo

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808 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

5. BUSCANDO EVIDENCIAS EN OTROS LUGARES DE LA PROVINCIA

Considero que otros curacazgos de la provincia Inca de Pachacamac, tanto en elvalle del Lurín como del Rímac, presentan la misma calidad de evidencias. Sinembargo, los registros no han sido los adecuados y la información no se ha podidorecuperar completamente. A continuación presento algunos análisis hechos en algunossitios de la provincia con el fin de probar la amplia distribución de algunos de losaspectos documentados en la Huaca Santa Cruz, relacionados con estilos foráneospresentes en cementerios locales.

En Maranga se pueden reconocer algunos estilos como el Chincha-Inca y elChimú-Inca. Me parece que en Maranga la presencia del estilo Chincha-Inca es claro,sin embargo, Jijón y Caamaño (1949) no reconoce su procedencia, varias formas sonmuy sureñas. El problema es que sus dibujos son muy esquemáticos y podríamos caeren un error, sin embargo la figura 165 con cuerpo de barril es sureña, definitivamente(Jijón y Caamaño, 1949: 338, fig. 165).

La presencia del estilo Chimú-Inca en Maranga es amplia, el estilo está presentetanto sobre soportes textiles como cerámicos (Buntinx, 1970; Donan, 1997; Ramos deCox, 1969; 1970a; Rostworowski, 1988). En la visita a Maranga de 1549 en el tambode Mayacatama, uno de los tres principales dijo serlo de una colonia de gente Mochicaestablecida en Maranga (Rostworowski, 1978: 93).

En la Huaca Santa Catalina existen evidencias de 4 estilos foráneos: Chancay,Chimú-Inca, Chincha-Inca y Chanka. El estilo Chancay presenta formas y variantesestilísticas propias del valle, consistentes en 10 grupos de fragmentos de cuchimilcos,5 grupos de fragmentos de vasijas de estilo Negro/crema y 2 fragmentos de vasijas deestilo Lauri Impreso. El estilo Chimú-Inca presenta 6 aríbalos, 1 jarra, 1 botella de doblecuerpo y 1 cántaro. El estilo Chincha-Inca presenta 2 cántaros y el estilo Chanka,definido por una Jarra de gollete antropomorfo con las piernas levemente insinuadas(Ghersi & Zegarra, 1971-1972: Esp-143).

Cuadro 6 – Presencia del estilo Chincha-Inca en Pachacamac.

Jarra

Jarra

Jarra

Jarra

Jarra

Jarra

Cántaro

Jarra

Cántaro

Borde decorado Uhle, 1903: 63, Fig. 67

Asa oblicua Uhle, 1903: 63, Fig. 68

Cuerpo de zapallo Uhle, 1903: 63, Fig. 69

Cuerpo de zapallo Uhle, 1903: 63, Fig. 70

Asa oblicua Uhle, 1903: 64, Fig. 71

Asa estilizada Uhle, 1903: 64, Fig. 73

Collar aplicado Uhle, 1903: 64, Fig. 74

Asa oblicua Uhle, 1903: 64, Fig. 75

Color rojo Uhle, 1903: 66, Fig. 86

Tipo Descripción Referencia

1

2

3

4

5

6

7

8

9

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809PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

Cuadro 7 – Presencia del estilo Chancay en la Huaca Santa Catalina.

Esp-380 ? Frag. Negro/crema Ghersi, 1972-77: Inf-5: 28

Esp-382 ? Frag. Lauri-impreso Ghersi, 1972-77: Inf-5: 12

Esp-636 ? Frag. Lauri-impreso Ghersi, 1972-77: Inf-5: 59

Esp-449 Cántaro Frag. Negro/crema Ghersi, 1972-77: Inf-5: 30

Esp-629 ? Frag. Negro/crema Ghersi, 1972-77: Inf-5: 58

Esp-638 ? Frag. Negro/crema Ghersi, 1972-77: Inf-5: 59

Esp-644 ? Frag. Negro/crema Ghersi, 1972-77: Inf-5: 59

Esp-651 ? Frag. Negro/crema Ghersi, 1972-77: Inf-5: 60

Esp-371 Cuchimilco Frag. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 28

Esp-372 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 28

Esp-373 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 28

Esp-374 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 28

Esp-375 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 28

Esp-376 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 28

Esp-388 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1971-73: Inf-5: 29

Esp-389 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 29

Esp-648 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 60

Esp-659 Cuchimilcos Frags. Chancay Ghersi, 1972-77: Inf-5: 60

Código Tipo # Estilo Referencia

Cuadro 8 – Presencia del estilo Chimú-Inca en Santa Catalina.

Esp-133 Aríbalo Negro Antropomorfo Ghersi, 1972: Inf-3: 10

Esp-162 Aríbalo Negro Antropomorfo Ghersi, 1972: Inf-3: 17

Esp-191 Aríbalo Negro Antropomorfo Ghersi, 1972: Inf-3: 20

Esp-192 Aríbalo Negro Antropomorfo Ghersi, 1972: Inf-3: 20

Esp-190 Aríbalo Marrón Antropomorfo Ghersi, 1972

Esp-358a Jarra Negro Pulido Ghersi, 1972

Esp-139 Botella Rojo Doble cuerpo Ghersi, 1972: Inf-3: 11

Esp-358b Cántaro Negro Lúcuma Ghersi, 1972

Esp-161 Aribalo Antropomorfo Ghersi,1972

Código Tipo Color Descripción Referencia

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810 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

En la Huaca Granados está presente el estilo Chimú-Inca. En Armatambo estánpresentes los estilos Chimú-Inca, Puerto Viejo y el estilo Chincha-Inca. En Pando, enla Huaca Corpus I está presente el estilo Chimú-Inca.

Cuadro 9 – Presencia del estilo Chincha-Inca en Santa Catalina.

Esp-318 Cántaro Ghersi, 1972

Esp-194 Cántaro Ghersi, 1971-1977

Código Tipo Referencia

Cuadro 11 – Presencia del estilo Chimú-Inca en Armatambo.

Tipo Color Descripción Referencia

Código Tipo Descripción Referencia

Antropomorfo Bandelier, 1892

Antropomorfo Bandelier, 1892

Antropomorfo, doble cuerpo Bandelier, 1892

B/9009

B/8921

B/1143

Cántaro

Cántaro

Botella

Cuadro 10 – Presencia del estilo Chimú-Inca en la Huaca Granados.

1

2

3

4

Canziani, 1983: 9-10

Canziani, 1983: 9-10

Canziani, 1983: 9-10

Canziani, 1983: 9-10

Representa una embarcación conun remero y un personaje

importante, colores rojo, blanco ymarrón.

Escultórico

Escultórico

Escultórico

Escultórico

Tricolor

Tricolor

Rojo

Tricolor

Representa una embarcación conun remero y un personaje

importante, colores rojo, blanco ymarrón.

Representa un Strombus

Insecto (grillo o saltamontes) rojo,blanco y negro.

Page 381: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

811PACHACAMAC Y EL CANAL DE GUATCA EN EL BAJO RÍMAC

Considero que la provincia Inca de Pachacamac recibió, como otras provinciasIncas, grandes contingentes de mitimaes para apoyar la administración provincial Inca.Estos grupos de pobladores foráneos no llegaron a la provincia en forma desordenada,más bien su número y oficio estaban bien administrados, dentro de los planes deproducción del Estado Inca. Es un reto para la arqueología ubicar los lugares dondefueron ubicadas estas poblaciones foráneas, es decir, conocer dónde residían, dondeinstalaron sus talleres, qué status tenían, cómo eran tratados en la muerte. Este artículoha tratado de explicar el último punto con todas la evidencias que he podido reunir, sinembargo, tema de otro texto será tratar de explicar la ubicación y las características desus residencias, así como de sus talleres.

Las investigaciones arqueológicas y etnohistóricas por entender mejor estosimportantes movimientos de poblaciones en la búsqueda de mayor y mejor producción1estatal Inca no son aislados. Se están realizando desde hace varios años en diferenteslugares del mundo (Murra, 1978; Espinoza Soriano, 1975-1976: 63-82; 1983: 38-52;

Cuadro 12 – Presencia del estilo Puerto Viejo en Armatambo.

Cuadro 13 – Presencia del estilo Chincha-Inca en Armatambo.

Código Tipo Descripción Referencia

B/974

B/981

Cántaro

Cántaro

Bandelier, 1892

Bandelier, 1892

Personaje con avePersonaje con ave

Cuadro 14 – Presencia del estilo Chimú-Inca en la Huaca Corpus I.

Esp-0011 Jarra Negro Instituto Riva Agüero, PUCP.

Esp-00107 Cántaro Negro Instituto Riva Agüero, PUCP.

Esp-00106 Cántaro Negro Instituto Riva Agüero, PUCP.

Código Tipo Color Colección

Código Tipo Referencia

B/1034

B/1633

Cántaro

Cántaro

Bandelier, 1892

Bandelier, 1892

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812 Miguel Antonio CORNEJO GUERRERO

1984: 157-279; Lorandi, 1983a: 3-50, 1983b; 1984: 303-327; 1988: 235-259; 1991: 213-236; Lorandi, Cremonte & Williams, 1987; Williams, 1983: 49-59; 1991: 75-103; 1995;Spurling, 1993; Oberem y Hartmann, 1980: 373-390; Heffernan, 1996: 23-36 y algunosinvestigadores más).

La Huaca Santa Cruz ha ofrecido un excelente registro de los contextosfunerarios y los resultados de los análisis espaciales pueden ayudar a ordenar materialesde otras colecciones en la región. Espero que estos avances en mis investigacionespuedan servir a la comunidad arqueológica para entender un poco más la problemáticade los mitimaes en la provincia Inca de Pachacamac y en el Tawantinsuyu en general.

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815RINCONADA ALTA: UN FARDO FUNERARIO DEL HORIZONTE TARDÍOBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 815-860

* Especialista en textiles, Proyecto Rinconada Alta. E-mail: [email protected]** Arqueólogo y Director, Proyecto Rinconada Alta. E-mail: [email protected]*** Arqueóloga y especialista en restos humanos, Proyecto Rinconada Alta. E-mail:

[email protected]**** Conservadora textil, Proyecto Rinconada Alta. E-mail: [email protected]

UN FARDO FUNERARIO DEL HORIZONTE TARDÍODEL SITIO RINCONADA ALTA, VALLE DEL RIMAC

Mary FRAME *, Daniel GUERRERO ZEVALLOS ** , María del CarmenVEGA DULANTO *** , Patricia LANDA CRAGG ****

ResumenEste artículo informa sobre el desenfardelamiento de un fardo funerario costeño que data

de la época Inca. El fardo, el cual fue excavado en el sitio de Rinconada Alta, ubicado en el valledel Rímac, abunda en indumentaria y accesorios textiles, brindándonos la oportunidad deexaminar un conjunto de textiles asociados a un solo hombre. Se han identificado tanto los tiposde indumentaria Inca como los tipos costeños, aprovechando para ello los estudios recientes sobretextiles Inca e Inca provincial. Las informaciones etnohistóricas sobre la producción y distribuciónde la indumentaria han sido relacionadas en cuanto sea posible con los textiles arqueológicos delfardo. Se han hecho comparaciones con otros entierros costeños de la misma época paradeterminar el prestigio relativo de los objetos encontrados dentro del envoltorio funerario. Pormedio de los estudios arqueológicos, etnohistóricos y técnicos ya disponibles, se puede deducira través de los textiles algo acerca del estatus del hombre enterrado en Rinconada Alta y lospapeles que desempeñaba durante la vida.

La configuración del fardo y la disposición espacial de los artículos no textiles estántambién documentadas. Los tipos de ofrendas y su ubicación en el fardo indican que mientrasalgunas costumbres mortuorias podrían haber sido locales, otras eran prevalentes en la costa delPerú durante una época larga.

Palabras claves: Costa central, fardo funerario, textiles, Horizonte tardío.

UN FARDEAU FUNÉRAIRE DE L’HORIZON RÉCENT DU SITE DE RINCONADAALTA, VALLÉE DU RÍMAC

RésuméCet article porte sur l’ouverure d’un fardeau funéraire originaire de la côte et datant de

l’époque Inca. Le fardeau, trouvé sur le site de Rinconada Alta, vallée du Rímac, est particulièrementriche en vêtements et accesoires textiles et nous permet d’examiner un ensemble de tissus

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816 Mary FRAME, Daniel GUERRERO, María del Carmen VEGA, Patricia LANDA

associés à un seul homme. Aussi bien les vêtements Incas que côtiers ont été identifiés grâce àdes études récentes sur les textiles de l’époque Inca et Inca provincial. L’information ethnohistoriquesur la production et la distribution des vêtements a été comparée, dans la mesure du possible, avecles textiles trouvés dans le fardeau. Des comparaisons ont été faites avec d’autres enterrementsde la côte de la même époque pour déterminer le niveau de prestige des objets trouvés dans lefardeau. On peut déduire des études arquéologiques, ethnohistoriques et des techniques disponiblessur les textiles le status et les rôles joués au cours de sa vie par l’homme trouvé à Rinconada Alta.

L’information est suffisante sur la configuration du fardeau et la disposition dans l’espacedes objets non textiles. Les types d’offrandes et leur disposition dans le fardeau nous font penserque, tandis que certaines coutûmes mortuaires furent locales, d’autres ont été plus largementpratiquées sur la côte du Pérou pendant longtemps.

Mots clés : Côte centrale, fardeau funéraire, textiles, Horizon Récent.

A LATE HORIZON FARDO DATING FROM RINCONADA ALTA, RIMACVALLEY

AbstractThis article documents the unwrapping of a coastal fardo dating to the Inca period. The fardo,

excavated at Rinconada Alta in the Rimac Valley, is particularly rich in garments and textileaccessories, and provides the opportunity for examining the suite of textiles associated with one man.Garment types, both Inca and coastal, are identified using recent studies of Inca and Inca-provincialtextiles. Ethnohistoric information on Inca production and distribution of cloth is linked wherepossible to the archaeological textiles in the fardo. Comparisons with other coastal burials of thisperiod are made to assess the relative prestige of the objects in the fardo. Using the archaeological,ethnohistoric, and technical studies now available, inferences can be drawn from the textilesregarding the status and roles during life of the man buried at Rinconada Alta.

The configuration of the fardo and the spatial disposition of non-textile items are alsodocumented. The types of offerings and their placement in the fardo suggest that, while somemortuary customs may have been local, others were widely practiced on the coast of Peru overlong periods of time.

Key words: Central coast, funerary bundle, textiles, Late Horizon.

El conjunto de artículos que le acompañan al difunto en el rito mortuorio peruanopuede arrojar una luz tenue sobre muchos aspectos de la vida antigua, por ejemplo, lascreencias y rituales de la comunidad, la categoría, oficio y aptitudes del individuo, yhasta las interacciones sociopolíticas que rodeaban al enterrado durante la vida. Unhombre que vivía en las afueras de Lima, hace más o menos 500 años, fue desenterradodurante una temporada de rescate arqueológico en el sitio de Rinconada Alta en 1999.Se puede deducir algo sobre su vida y la época en que vivía a partir del tratamientofunerario que recibió por parte de su familia y la comunidad. Su fardo o envoltoriofunerario es a la vez típico de las prácticas de enterramiento de la región, y es un reflejopersonal de él como individuo en un momento determinado de la historia.

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817RINCONADA ALTA: UN FARDO FUNERARIO DEL HORIZONTE TARDÍO

Hay dos perspectivas teóricas opuestas sobre la arqueología mortuoria, lascuales han sido resumidas por Brown (1995: 392) y que son pertinentes para nuestrasobservaciones sobre el fardo. La primera perspectiva parte del principio a menudocitado de que el tratamiento en la muerte está determinado por el estatus pasado delpersonaje como individuo vivo. La segunda posición dice que los difuntos son tratadosde acuerdo con las necesidades y deseos de los vivos. La primera perspectiva concuerdacon muchas de las inferencias esbozadas a partir del análisis de los textiles, es decir quela ropa y los accesorios reflejan el estatus y roles del hombre durante su vida. La segundaperspectiva sirve para examinar la configuración del fardo y la presencia de ofrendasrepetidas y la ubicación de estas dentro del envoltorio.

El fardo de forma ovaloide fue armado mediante muchas capas (Fig. 1), como losenvoltorios funerarios de otros sitios en muchas épocas. Unas ofrendas como valvas despondylus, maíz rojo, hojas de coca y fibras hiladas fueron dispuestas entre las capas detela y fibra del fardo, y una pequeña pieza de metal martillado fue colocada en la bocadel difunto. Estas ofrendas se repiten en los entierros costeños (Cock, 2002; Eeckhout,2002; Menzel, 1977; Ravines & Stothert, 1976; Stothert, 1979; Uhle, 1991[1903]), locual implica que algunos de los actos celebrados en la preparacion del difunto para suentierro fueron dictados por rituales duraderos y una red de creencias que tal vezvinculaban a los antepasados con conceptos de fertilidad (Salomon, 1995: 324-28).

Por otro lado, la indumentaria, los accesorios y las armas indican algo sobre lospapeles que desempeñaba el individuo en la sociedad, la categoría que ocupaba entre loshabitantes de la Costa Central y su posición dentro de una jerarquía más amplia. Lavariedad que se nota entre los textiles del fardo también nos da un punto de partida paradeducir algo sobre la interacción sociopolítica en la Costa Central en aquella época.

Fig. 1 – En las capas exteriores del fardo excavado en el Sector I en Rinconada Alta senotan una gruesa capa de algodón sin semillas y un vestido de mujer del estilo Inca.

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Entre ellos se encuentran prendas tejidas y distribuidas solo durante la corta época deldominio Inca, cuando aquellos serranos llegaron a la costa central del Perú (1470 - 1532d.C.). Los efectos personales del difunto incluyen también prendas y accesorios quetienen características costeñas, lo que indica la continuidad y resistencia de lastradiciones que operaban por debajo del nivel de los intereses imperiales. Un examenminucioso de estas prendas, efectos personales y ofrendas, así como la construcción delfardo, enfocan nuestra visión de una forma más clara sobre la vida y tiempos de unhombre costeño, enterrado en Rinconada Alta.

1. RINCONADA ALTA

El sitio Rinconada Alta está ubicado en la margen sur de la parte baja del valledel Rimac, en el distrito limeño de La Molina (Fig. 2). El sitio, junto con otros sitioscomo Huaquerones-Puruchuco y La Puruchuca, está situado a lo largo del canal de Ate,el ramal más sureño del río Rimac. Anteriormente Rinconada Alta cubríaaproximadamente veintidós hectáreas, y consistía en cementerios y una zona deviviendas. Hay evidencias de una larga ocupación del sitio, desde el Formativo Mediohasta el Horizonte Tardío (época Inca). Sin embargo, las ocupaciones más tempranasson bastante reducidas en comparación con la de la época Inca.

Cuando el proyecto actual comenzó en 1996 (1), el sitio quedaba ya severamentedestruido. Un noventa por ciento de la zona de viviendas y entre un setenta y un ochentapor ciento del cementerio habían desaparecido durante la construcción de un cementeriomoderno, y lo que es más de lamentar, todo esto fue destruido por operaciones noautorizadas de extraccíon de arena. Lo que comenzó como un proyecto de rescatearqueológico antes de la expansión del cementerio moderno, se convirtió en un esfuerzode investigación a largo plazo, en vista de que el estudio de los materiales arqueológicosexcavados continúa hasta la actualidad. Muchos textiles e implementos para producirlosfueron recuperados en entierros disturbados; y el estudio de los textiles realizado por losautores y otros investigadores (ver Agradecimientos) ha contribuido a la interpretacióndel fardo que aquí ofrecemos.

Una de las hipótesis propuestas es que la población que vivía en Rinconada Altadurante la época Inca correspondía a mitimaes, es decir, a unos colonos trasladados alsitio por los incas. Los colonos trasladados por los incas a nuevas regiones a veces seespecializaban en la producción de bienes que eran recogidos y redistribuidos bajo elsistema tributario imperial (mit’a) (2). El descubrimiento de numerosas cesterillastextiles (costureros) y algunos cuantos equipos de herramientas para trabajar metalesponen de manifiesto la producción artesanal en este sitio. Los costureros de los

(1) Las tres temporadas de excavaciones llevadas a cabo en Rinconada Alta fueron conducidaspor el arqueólogo de campo Daniel Guerrero, con autorización del Instituto Nacional de Cultura (RDNNº 036 firmado el 16/01/96). Seis sectores fueron excavados. El fardo fue recuperado en el Sector Ien 1999, siendo registrado con el número de campo 1816-E3.

(2) La política incaica de reasentamientos sirvió para muchos propósitos: la introducción decosechas o la producción local de ciertos bienes en nuevas zonas, el control de sectores insurgentes enel imperio, y la sustitución por nuevos colonos de poblaciones que estaban ocupadas en otro tipo detrabajo para el imperio (Betanzos, 1996[1551-1557]: 115, 120, 125, 170, 194, 202).

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tejedores, que contienen diversos útiles de textiles provienen generalmente de contextosdisturbados (3). La cerámica, textiles y metales procedentes del sitio correspondenprincipalmente al estilo de la Costa Central, aunque no exclusivamente. Algunosobjetos parecen ser de un estilo norteño (Chimú) y una pequeña cantidad podría provenirde la zona de Ica o de las serranías de Lima. Las evidencias inconfundibles de lainfluencia Inca se notan en los estilos y técnicas de los artefactos del sitio. Lasindicaciones de actividades artesanales, la presencia de estilos foráneos, y las señales deinfluencia Inca en los textiles y la cerámica podrían indicar que la población deRinconada Alta fue reasentada allí durante la época Inca (4).

Aunque resulta difícil interpretar el registro arqueológico tan complicado querefleja el control Inca en zonas costeñas, los estudios recientes sobre varios aspectos delos textiles Inca e Inca provincial han incrementado nuestros conocimientos sobre estaclase de objetos. Ahora es posible identificar prendas y proponer con mayor precisiónlas condiciones bajo las cuales varios tipos de prendas fueron confeccionados, utilizadosy distribuidos. Las investigaciones recientes, así como los estudios publicados de fardos

(3) Un número de costureros con útiles e hilos fueron donados por algunos residentes quevivían en las cercanías del sitio.

(4) Esta hipótesis viene de la investigación y excavaciones llevadas a cabo por Daniel GuerreroZevallos en Rinconada Alta y otros sitios de la Costa Central. El contenido del fardo funerario descritoaquí no contradice esta hipótesis, pero tampoco ofrece evidencias para apoyarla.

Fig. 2 – Mapa del valle bajo del Rímac que muestra Rinconada Alta ysitios cercanos.

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comparables, serán aprovechadas aquí para explicar en cierta forma, el registrocontenido en el fardo de Rinconada Alta.

2. LA CAPA EXTERIOR DEL FARDO

El fardo no era muy largo (120 cm) y tenía una circunferencia de 160 cm. Fueencontrado en el Sector I por unos obreros que estaban sacando arena para el nuevocementerio. El arqueólogo Daniel Guerrero Zevallos recuperó el envoltorio funerariodel fondo de una fosa cilíndrica rellena de arena, cuyas dimensiones eran 2,5 m deprofundo y 1,2 m de diámetro. No se encontraron ofrendas que acompañaban al fardo.El estado de conservación era más o menos regular, excepto por las fragmentadassoguillas exteriores y el deterioro parcial de la tela envolvente exterior.

Las soguillas que ataban el fardo (elemento 1) (5) estaban hechas de fibra vegetal,posiblemente juncus sp o typha sp. Las soguillas, fuertes y retorcidas, tienen un diámetrode 0,8 cm y están retorcidas en Z-2S, (o sea hiladas en Z y retorcidas en S). Estospequeños fragmentos no dan indicios sobre la forma original en que el fardo estaba atado(6). El envoltorio textil de algodón que rodeaba todo el fardo (elemento 2) es de colormarrón medio en el centro, flanqueado por bandas anchas de color crema y bordesestrechos del mismo color que la sección central (Fig. 3). Este tejido de dos piezas estáfabricado de una manera uniforme en ligamento llano con cara de urdimbre. Sinembargo dos secciones grandes en esquinas opuestas están deterioradas. En el momentoen que fue armado el fardo, un fragmento arrancado de otro textil fue cosido a unextremo. Se supone que así lo hicieron para que el envoltorio textil fuese lo suficientementelargo como para cubrir todo el fardo. Hicieron que este primer textil o mortajaenvolviese todo el fardo, mientras que el fragmento cosido fue extendido alrededor delos pies, al ser colocado el fardo en posición vertical. Unas puntadas gruesas aseguraronlos bordes expuestos de la mortaja.

Esta mortaja exterior nos brinda una historia interesante. Las medidas, el listadoy la densidad del ligamento del textil principal están conformes con las de un vestidoestandarizado de estilo Inca fabricado en la costa. Las características de los vestidosIncas para mujer, tanto costeños como serranos, han sido cuidadosamente descritas(Katterman & Riddell, 1994; A. Rowe, 1997). Una gran cantidad de vestidos de algodónpara mujer han sido registrados en el sitio de Rodadero, cerca de Tambo Viejo en el vallede Acarí (Katterman & Riddell 1994). Este sitio parece ser un almacén pues seencontraron estos vestidos cuidadosamente doblados en pilas de paños, los cuales aúnno habían sido cosidos entre sí. El largo de un vestido de Rodadero, tal como sale deltelar ( que es diferente de la largura tal como se lleva) varía entre 148 y 182 cm, mientras

(5) El Anexo 1 enumera los elementos y ofrendas en el orden de retiro de las seis capas delfardo.

(6) Stothert & Yarberry (1979) describen el atado de cuerdas de un fardo de Ancón, fechadoal Horizonte Tardío según los autores. Las amarras de un envoltorio funerario del Horizonte Tardíode Puruchuco-Huaquerones pueden ser observadas a través de fotografías (Cock, 2002: 81, 82). Ladirección de la torsión de las soguillas de estos dos fardos es contraria a la de los fragmentos de soguillaencontrados en el exterior del fardo que se comenta aquí.

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que el ancho, a base de dos piezas del telar, oscila entre 136 y 176 cm. El largo y el anchodel vestido convertido en mortaja del fardo de Rinconada Alta miden 166 cm y 164 cm.El tamaño y la disposición de las bandas laterales de color coinciden con los de losvestidos de Rodadero. También coincide la textura espesa de la tela.

El almacenamiento de vestidos y mantos de mujer en el sitio de Rodadero indicaque todos fueron tejidos en cantidades considerables en el Valle de Acarí. A lo mejorfueron confeccionados para el cumplir el trabajo de tributo (mit’a) impuesto a lapoblación por los incas (Katterman & Riddell, 1994:148; A. Rowe, 1997:14, 34). Lostejedores podrían haber sido vecinos de la región, o tal vez colonos (mitimaes) dedicadosa la producción de ropa para el régimen imperial (y liberados de otros tipos deobligaciones de mit’a). Tal vez los especialistas cosían y remataban las piezas. Despuésde esto los vestidos estaban listos para ser distribuidos por los incas. Fragmentos devestidos semejantes han sido documentados entre los restos de entierros disturbados deRinconada Alta.

Fig. 3 – Dibujo del vestido Inca y el fragmento añadido (elemento 2) que cubría elexterior del fardo (209 x 164 cm). Un fragmento de otro vestido femenino encontrado

en la última capa del fardo fue cosido con tres paños fragmentados (elemento 18).

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Son tan uniformes los vestidos Inca de algodón provenientes de muchas zonasdiferentes de la costa que es difícil saber si fueron fabricados en su vecindad o si fueronrecibidos por los vecinos bajo la política imperial de dádivas, conocida como lareciprocidad. Es probable que los vestidos Inca de algodón fueran confeccionados yrecogidos en diversas partes de la costa en el cumplimiento de la mit’a. Hasta laactualidad, no hay forma de determinar dónde fue tejido el vestido del fardo deRinconada Alta.

Los vestidos de este tipo, cuando no se llevaban puestos, son paños cuadradoscon bandas simétricas de color, estando compuestos de dos piezas del telar hechas enligamento llano con cara de urdimbre. Dichos vestidos habrán sido llevados de maneraque envuelven el cuerpo con las bandas de color colocadas horizontales, y ceñidos conuna faja. Las puntas están sujetadas con alfileres en los hombros. Este vestido de tipoenvolvente es más de origen serrano que costeño (7). A pesar de que el estilo es serrano,el uso del algodón indica que probablemente fueron confeccionados en la costa, deacuerdo con un tamaño estandarizado establecido por los incas. Ahora están disponibleslas medidas y los detalles técnicos y de diseño para una gran cantidad de prendasestandarizadas, tanto de hombre como de mujer (túnicas, mantos, vestidos y chales) demodo que se pueden efectuar comparaciones (Julien, 1999; Katterman & Riddell 1994;Katterman, 2002, 2005; A. Rowe, 1997; Uhle, 1991[1903]).

Es evidente que el envoltorio exterior del fardo es un vestido de mujer, mientrasque el individuo enterrado es hombre, lo que parece una anomalía. Podemos comprendermejor esta situación si recordamos la condición fragmentaria del vestido y la piezaañadida (Fig. 3). Es posible que esas telas pudieran ser extraídas de otras tumbas paraobtener una tela envolvente lo bastante larga como para rodear todo el fardo, unacircunstancia que podría explicar su condición fragmentaria, así como la anomalía delsexo. Otra explicación posible es que el vestido ya no sirvió para tal y cayó en desuso(por desgaste, roturas, etc.) pero que fue guardado y adaptado después para envoltoriode fardo. Otros cuatro fragmentos rotos fueron utilizados como relleno alrededor de laspiernas en el fardo (elemento 18). Uno de estos es fragmento de otro vestido, cuyaidentificación ha sido hecha en base al tamaño y disposición de la banda de color y ladensidad del ligamento. La reutilización de textiles desgastados o que provienen deotros entierros podría haber sido una práctica bastante común, ya que se encuentranfragmentos en otros fardos. Exceptuándose los determinados fragmentos mencionadosaquí, los textiles estaban enteros cuando fueron colocados en este fardo, y correspondena prendas llevadas o utilizadas por hombres.

Entonces la capa exterior del envoltorio funerario de La Rinconada Alta nos haproporcionado algunas sorpresas, a pesar de no estar totalmente intacta: el uso de unvestido de mujer para envolver el fardo de un hombre y la reutilización probable de

(7) Los vestidos costeños de las épocas tardías tienen una forma y construcción totalmentediferentes (Uhle, 1991[1903]: 68, Fig. 94; Prümers, 1998; Aponte, 2000). Son vestidos holgadoscompuestos de varias piezas de tamaños diferentes, y presentan típicamente pliegues verticales en ladelantera y aberturas horizontales para los brazos y la cabeza en la costura de los hombros. Unacantidad de fragmentos de vestidos costeños están presentes entre los textiles recuperados de tumbasdisturbadas en el sitio Rinconada Alta.

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textiles sacados de otras sepulturas. Lo que menos nos sorprende, debido a la presenciade otros artefactos Inca en el fardo, es la indicación clara de que el envoltorio estabarodeado por un textil que fue confeccionado según las dimensiones y proporcionesestandarizadas de los incas.

3. CAPA 2 DEL FARDO

Debajo del vestido/mortaja había una gruesa capa de algodón (Gossypiumbarbadense) de varios colores al que se le habían extraído las semillas (elemento 3).Dentro del algodón se encontraron pequeñas ofrendas de sustancias animales, vegetalesy minerales. Un material orgánico masticado, posiblemente granos de maíz, fue halladocerca de la cabeza (ofrenda 1) y de los pies (ofrenda 7) del entierro. Una pluma verdebrillante, posiblemente de papagayo (ofrenda 2), una costilla humana que medía10,5 cm (ofrenda 3), semillas de calabaza (ofrenda 4), una hoja de coca (ofrenda 5) y unalasca de piedra negra (ofrenda 6) fueron recuperadas dentro de la enorme cantidad dealgodón. Otros pequeños objetos identificados como siendo de la segunda capa, loscuales podrían haber sido incluidos sin querer en el algodón circundante fueronfragmentos de cáscaras de maní, varias hojas sin identificar, un fragmento de caña y untallo de de frijol. Otras ofrendas principales de esta capa incluyen una valva de spondyluscon los bordes color naranja, la cual estaba colocada al pie del fardo (ofrenda 9), y unacalabaza (¿lagenaria siceraria?) con forma de foco (ofrenda 10). La calabaza nopresenta decoración alguna y tiene un tapón de algodón, habiendo sido colocada en lazona donde se encontraba el pecho del difunto, debajo del nivel de las fibras de algodón.El contenido de la botella no ha sido analizado, pero podría ser cal, una sustancia alcalinaque se colocaba en la boca junto con la coca para soltar el estimulante de las hojas. Unasegunda calabaza que tenía un tapón tallado en madera (ofrenda 16c), fue encontradadentro del contenido de una bolsa tejida que había sido metida muy en el interior delfardo.

La capa espesa de relleno de algodón cerca del exterior del fardo es una señalprecisa que indica que el entierro fue realizado durante la época del dominio Inca delvalle costeño del Rímac. Daniel Guerrero Zevallos ha desarrollado una tipología de losfardos funerarios procedentes de los sitios ubicados en las cuencas del Rímac y Lurín.Una capa de relleno de algodón es una característica constante de los entierros de laépoca Inca. Otro fardo que tenía una capa de algodón crudo fue excavado en el sitiocercano de Puruchuco-Huaquerones por Guillermo Cock (2002). Este también es de laépoca Inca, según lo confirma la presencia de una bolsa tejida al estilo Inca y otrosobjetos del fardo.

4. CAPA 3 DEL FARDO

Al retirarse la capa de fibras de algodón, cuyo espesor era variable, se hizomanifiesto el contorno general del cuerpo (Fig. 4). Las rodillas del individuo estabanfuertemente flexionadas, pero las caderas no lo estaban.. El ángulo obtuso formado porel torso recto y los muslos indicaba que el cuerpo había sido colocado en una posiciónatípica. Él no tenía las rodillas apretadas hacia el pecho, según la posición observada

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comúnmente en los entierros de la Costa Central (Schmidt, 1929: 556-558; Reiss &Stübel, 1880-1887: Láminas 20, 30). Cuando el fardo fue puesto parado, el cuerpomostraba una posición arrodillada/sentada, con las pantorrillas colocadas debajo de sí.Al parecer, algunos palos de madera hallados en esta capa y en otra al interior lemantenían erecto el torso.

La tercera capa del fardo consistía en un textil envoltorio grande, dos palos demadera, fragmentos de cuerdas que ataban los palos de madera al fardo, y una ofrendade cuatro mazorcas de maíz rojo (Zea mays). Las cuerdas (elemento 4), retorcidas defibra vegetal, estaban hiladas en S y retorcidas en Z. Tienen un tono más rojizo y son másfinas que aquellas utilizadas al exterior del fardo, y también están hiladas y retorcidasen una dirección opuesta. Las ataduras de cuerda estaban rotas, pero mantenían más omenos su posición original. Una cuerda cruzaba la base del fardo, luego se entrecruzabacon una sección de la misma cuerda que pasaba por encima de los muslos del difunto.Otro par de cuerdas pasaba por encima de la zona del vientre, y otro más circundaba lazona del pecho. Las cuerdas rodeaban tanto al cuerpo como los largos palos de maderadispuestos al lado del cuerpo, fijando los palos en su sitio. Ambos palos son gruesos ybien acabados, fabricados de una madera pesada. El palo de madera ubicado en el ladoizquierdo del cuerpo (elemento 5), presenta un extremo más ahusado, con un largo de121 cm y una circunferencia de 9,5 cm. El palo de madera del lado derecho (elemento6) es menos ahusado y un poco más pequeño, con un largo de 105 cm y unacircunferencia de 8,5 cm. A lo mejor los palos servían para otros propósitos antes de serincorporados en el fardo para darle rigidez a la postura del difunto.

Fig. 4 – Después de retirar la capa de algodón, se hace más visible en la capa 3, lapostura arrodillada del difunto, con las rodillas dobladas y el torso derecho.

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Cuatro mazorcas de maíz (ofrenda 10) fueron colocadas cerca de la barbilla, enel lado derecho del cuerpo. Las mazorcas son rojas y miden entre 7 y 12 cm de largo.Debajo del maíz, los palos y las cuerdas había un solo textil envolvente (elemento 7),que rodeaba totalmente el cuerpo del individuo. Después de deshacer las gruesaspuntadas que sujetaban los bordes de la tela, los rasgos del envoltorio pudieron serdescritos.

El tejido está compuesto de tres piezas de telar largas (147 cm) y cosidas juntasa lo largo de los orillos laterales (Fig. 5a). El fardo fue echado diagonalmente sobre estetejido grande y las dos esquinas laterales y opuestas fueron dobladas por encima de él.Despúes, las dos esquinas del pie y de la cabeza del fardo fueron dobladas hacia adentrotambién. Finalmente, todo borde expuesto del textil envoltorio fue cosido con puntadasgrandes y anudadas.

La textura y la forma del tejido envolvente son muy diferentes del vestido Incadel exterior del fardo (elemento 2), lo que supone una tradición textil distinta. El textilenvolvente es una tela más flexible, siendo fabricado de tres piezas de telar cuyo anchoes menos que el del vestido Inca. Las características físicas de la tela coinciden con latradición costeña de tejer textiles de algodón en un telar de cintura que se puede tensionarcon el movimiento del cuerpo. En la tradición costeña, las urdimbres, que son los hilosdispuestos verticalmente en el telar, son más finas y están un poco más espaciadas quelas urdimbres del vestido Inca del exterior del fardo. Los hilos que atraviesan las

Fig. 5 – Dibujos de los mantos a cuadros y listados usados como mortaja en las capas3, 4, y 5 del fardo. Las flechas indican la dirección de la urdimbre. a) Elemento 7:

147 x 160 cm; b) Elemento 8: 145 x 162 cm; c) Elemento 9: 116 x 134 cm.

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urdimbres, denominadas tramas, pueden ser vistas parcialmente entre las primeras. Estetipo de ligamento llano se llama de “urdimbres predominantes”, mientras que el tipo deligamento llano del vestido Inca del exterior del fardo se llama de “cara de urdimbre”(Emery, 1966; A. Rowe, 1977). La alternación de los colores en los hilos de la trama yde la urdimbre del textil envolvente resulta en un tejido con una apariencia de cuadrossútiles. Las listas de color azul y marrón oscuro que se encuentran a lo largo de los orilloslaterales contrastan con los hilos de color beige y canela de la tela a cuadros. Estas listasmuestran un diseño sencillo de ajedrez tejido por medio de hilos flotantes.

Tejidos semejantes han sido encontrados en muchos sitios de la Costa Centraldurante los periodos tardíos, tanto antes como durante la época Inca. Muchos tejidos acuadros y listados aparecen en contextos funerarios (Reiss & Stübel, 1880-1887; Cock,2002: 85-86), pero a lo mejor servían para otra cosa antes de ser utilizados como textilesenvoltorios. El hombre de Rinconada Alta poseía tres tejidos enteros de este tipo(elementos 7, 8, y 9; Figs. 5a, b, y c). Los textiles de tres piezas del telar serán mantosmasculinos de estilo costeño, una hipótesis que se ve reforzada por el hecho de que nose encontraron mantos de estilo Inca en el fardo (8).

5. CAPA 4 DEL FARDO

La cuarta capa del fardo dio a luz ofrendas arregladas como paquetes dentro depaquetes, así como otra textil envolvente de tres piezas y un tocado de plumas conmuchos adornos. Dos pequeños rollos de fibras vegetales no torcidas, posiblemente defurcraea, fueron colocados uno cerca de la cabeza (ofrenda 11) y otro a los pies (ofrenda12). Ambos fueron enrollados con mucho cuidado en paquetes con un largo de 3,3 cmy 4,5 cm. Fueron asegurados por unas de las mismas fibras enrolladas alrededor de ellos.

Un tocado de plumas (ofrenda 14) fue encontrado debajo del hombro y al ladoizquierdo del cuerpo, entre el textil envolvente de la capa 3 (elemento 7) y el textilenvolvente de la capa 4 (elemento 8). A pesar de que la tela base y las plumas estándeterioradas en cierto grado, el tocado está básicamente entero. Consiste en un gorro detela rematado con un penacho de plumas (Fig. 6). El penacho consiste en algunas plumasgrandes a las que han agregado unas plumitas por medio de un cordón fino que envuelvelas púas de cada grupo de plumas. Un paño colgante está sujeto a la parte trasera delgorro. Tanto el gorro como el paño colgante están adornados con sartas de pequeñasplumas cosidas a la tela base. Las plumas del tocado son mayormente marrones yblancas, pero se notan plumas verdes incorporadas en un diseño del paño posterior. Estasplumas verdes ahora se encuentran oscurecidas por la carbonización.

Tocados semejantes, algunos más impresionantes, han sido recuperados deRinconada Alta y sitios aledaños (Cock, 2002: 91), así como de la Costa Norte (A. Rowe,1984: figures 191, 194-197). Rowe considera que los tocados de pluma son una

(8) Otros fardos de la Costa Central repiten la pauta de incluir mantos de estilo costeño y túnicasInca o de influencia Inca. Uhle (1991: 37-39) menciona túnicas y mantos de diferentes estilos en dostumbas (A y B) de Pachacamac, e ilustra túnicas Inca y de influencia Inca. A. Rowe (1997: 33), quienhizo una revisión de muchos textiles de Pachacamac que ahora están almacenados en el Museo de laUniversidad de Filadelfia, notó que los mantos de las tumbas A y B no son Inca.

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especialidad de los Chimú, basándose en los rasgos técnicos de la tela base (1984:175-184) y otras evidencias. Los tocados estudiados por ella coinciden en el uso de urdimbrespareadas hiladas en S en el ligamento llano de la tela base. Este rasgo predomina en lostextiles Chimú. El paño colgante del tocado de Rinconada Alta muestra la estructuraidentificada por Rowe como Chimú, o sea un ligamento llano con las urdimbrespareadas e hiladas en S, pero no es así en el caso del gorro. Es posible que los tocadosde plumas de este tipo hayan seguido siendo confeccionados por los especialistas Chimúpara abastecer los almacenes Inca.

Los tocados muy ornamentados muestran un par de paños estrechos sujetos acada lado del gorro, además del paño posterior colgante; algunos están decorados conplumas de los colores brillantes de las aves selváticas. Si bien estos tocados son lobastante raros como para considerarlos prendas prestigiosas, también hay un númerosuficiente como para distinguir varios niveles de prestigio entre la muestra de veinteejemplos publicados y sin publicar. El hombre de Rinconada Alta fue sepultado con unmodelo más sencillo y menos pintoresco (9).

Fig. 6 – Un tocado de plumas con gorra, paño trasero y penacho (ofrenda 14) estabacolocado debajo del hombro izquierdo, entre las mortajas de las capas 3 y 4.

(9) A. Rowe (1984: 177-78) ha sugerido que los tocados de plumas marrones y blancas podíanser de la época colonial, basándose en la hipótesis que las rutas de intercambio utilizadas para obtenerplumas de colores de la selva habrán sido interrumpidas durante la conquista española. Es igualmente

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Betanzos (1996[1551-1557]: 105) cuenta que, según las leyes ordenadas por elInca Yupanqui, nadie podía vestir ropa fina ni plumas, a no ser que las vestimentashubieran sido otorgadas por el soberano mismo a cambio de servicios recibidos. SiBetanzos describió con acierto el control mantenido por los Incas sobre las prendas deplumas, el tocado indica que el hombre de Rinconada Alta había alcanzado cierto gradode favor con los incas.

Aunque se supone que los tocados de plumas eran llevados por personas de ciertadistinción sociopolítica, las representaciones artísticas y en las crónicas sugieren que lossoldados también los usaban. Una figurina de plata del Museo Americano de HistoriaNatural (B/9588; A. Rowe, 1984: figura 192), posiblemente de la época colonial, muestraa un hombre que lleva una porra estrellada y usa un tocado y un tabardo de plumas. Lostocados de plumas también están representados en los dibujos que hace Guaman Poma decapitanes nobles y un soldado plebeyo. Largos paños posteriores y/o paños laterales seextienden del casco de guerra hacia abajo (2002[1615]: 147, 149, 151, 153, 161, y 196). Enlas escenas de guerra de la crónica de Guaman Poma, es el líder de la unidad de combateInca quien usa los paños distintivos que están colgados del casco.

El gorro y los paños emplumados del tocado, usados con un casco, podrían haberprotegido el cuello durante los encuentros militares mejor que el penacho de plumaserguidas en la parte superior del casco. Los paños colgantes, dispuestos en capas ycubiertos de plumas, estaban acolchados con puntadas que sujetaban las sartas deplumas y podían haber servido de una armadura de poco peso. Los tabardos emplumados,que se conservan también en cantidades considerables podrían haber protegido la partesuperior del cuerpo de los guerreros que luchaban de cerca. Pachacuti Yanqui cuenta queYáhuar Huácac hacía sus preparativos para la guerra ordenando que se dispusiera ropaemplumada junto con otras prendas con placas de metal para proteger el pecho y loshombros de los militares contra las flechas y lanzas (1995: 55). Murra cita a bastantescronistas para demostrar que la ropa decorada con plumas tenía una asociación especialcon los militares y la guerra (1980: 77).

La presencia del tocado emplumado en el fardo del hombre de Rinconada Altaindica que uno de los papeles que desempeñaba en la vida fue el de ser soldado, ya queel servicio militar era uno de los deberes con que los tributarios tenían que cumplir porturnos para el imperio. Si nuestro soldado fue o se convirtió en líder de una unidadregional dentro del ejército imperial, podría haber recibido el tocado de plumas por suvalor o liderazgo. El Inca disponía de un sistema detallado de honores y recompensaspara militares, y a los individuos la valentía en la guerra les permitía atravesar unabarrera social, “la que de otra forma era hereditaria e impenetrable” (Conrad &Demarest, 1984: 124). El tocado de plumas es una entre varias señales del fardo quedemuestra que el hombre de Rinconada Alta podría haber alcanzado un buen nivel deliderazgo en la burocracia provincial Inca, posiblemente a través de servicios distinguidoscomo soldado.

posible que los tocados marrones y blancos hayan representado el extremo inferior de una escala Incade prestigio, donde los tocados que exhiben plumas de color y figuras estaban en el extremo superiorde la escala. Las túnicas hechas de algodón o de fibra de camélido en tonos naturales (crema, canelay marrón) también parecen ser de menor prestigio que las túnicas en tapiz que están teñidas y muestrandiseños.

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El vínculo establecido por Conrad y Demarest entre la valentía en la guerra y elascenso social de los provincianos dentro de la burocracia estatal podría indicar que unregalo prestigioso, tal como un tocado de plumas, era usado en situaciones tantoceremoniales como militares. En las situaciones ceremoniales nuestro soldado podríahaber usado el tocado con penacho mientras que en la batalla lo llevaba sin penacho, paraservir de armadura.

Una ofrenda compleja dentro de la cuarta capa del fardo apoya la hipotesis queel difunto de Rinconada Alta era un hombre destacado en asuntos civicos y militares yque esa distinción era modesta pero significante. Un paquete envuelto en telas, quecontenía ropa poco corriente y otros objetos, fue colocado al lado ventral del cuerpo(Fig. 7), extendiéndose desde la barbilla hasta la mitad del muslo (ofrenda 13). Elpaquete contenía dos túnicas decoradas (ofrendas 13b y 13c), un taparrabo (13d) y unbulto anudado (13e) que estaba relleno de hilos, fibras no hiladas y varias pequeñasbolsas rellenas de hojas (Fig. 8). Ambas túnicas muestran una influencia Inca, pero unaparece estar relacionada con un papel sociopolítico, mientras la otra puede estarrelacionada con un papel militar (10).

(10) Las dos túnicas sin mangas fueron dobladas de una manera al parecer proscrita: dosdobleces verticales seguidos por dos horizontales. Al ser desdoblada la túnica, las arrugas formabandieciséis cuadrados iguales. Esta forma de doblar una túnica ha sido observada en una túnica de tapizInca con una banda en la cintura que muestra un diseño de rombos (A. Rowe, 1978: fig. 4).

Fig. 7 – El paquete cuidadosamente doblado (ofrenda 13), que se encontró en elcentro sobre el torso en la capa 4, contenía telas, hojas, hilos, fibras vegetales y

gránulos de concha quemada.

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Fig. 8 – Cuando las esquinas del paquete (ofrenda 13) fueron desdobladas, dostúnicas dobladas (ofrendas 13b y c) fueron expuestas.

La primera túnica (ofrenda 13b) tenía las proporciones largas y estrechas de unatúnica Inca, pero los rasgos exhibidos en su confección, la textura de la tela y el diseño delborde coinciden con la tradición costeña (Fig. 9). La túnica tiene 93,5 cm de largo y 73 cmde ancho, medidas dentro de las normas para las túnicas de tapiz Inca (Julien, 1999:Cuadro1). Las túnicas del estilo Inca imperial suelen ser confeccionadas de una sola piezadel telar. Esta túnica está tejida en dos piezas del telar, cosidas entre sí con una costuracentral, un rasgo constructivo y típico de las túnicas cortas y anchas usadas en la costa.También se notan un diseño y técnicas costeñas en el borde de aves entrelazadas, tejidas conhilos de camélido de colores vivos. Los fragmentos de túnicas costeñas cortas y anchasexcavados en Rinconada Alta, Armatambo y Pachacamac (Uhle, 1991[1903]: figura 50)presentan unos bordes semejantes. La textura de la tela, que es de un ligamento llano, y elligamento del diseño del borde que es un ligamento de tramas complementarias, sonconformes con los textiles tejidos en un telar de cintura, que se tensiona por el movimientodel cuerpo. Este tipo de telar fue utilizado en muchas zonas costeñas..

La túnica es una mezcla de rasgos costeños e Inca pues une el tamaño y proporción de lastúnicas Incas con las características constructivas y decorativas de las túnicas costeñas. A. Rowe(1992), quien ha publicado ejemplos de túnicas híbridas Inca que provienen de muchas regionesde la Costa Sur y Norte, los denomina estilos “Inca provincial”. Esta túnica parece ser de un estiloInca provincial usado en la Costa Central (11).

(11) Hay una variedad considerable de túnicas Inca provincial, provenientes de sitios de laCosta Central. La sección superior de las túnicas puede ser decorada en un ligamento de gasa, unligamento flotante, un ligamento de tapiz o de brocado, y puede mostrar una gran variedad de diseñosgeométricos o figurativos.

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La existencia de túnicas de muchos estilos Inca provincial indica que la mezclade características era una manera de vincular las comunidades regionales con el ImperioInca. Una túnica Inca provincial afirma la afiliación regional del que la usa (a través dela decoración y técnica), pero también reconoce que el estatus local está encerradodentro de una estructura política imperial (a través del tamaño y medidas estandarizadas).Es de suponer que los funcionarios provinciales del imperio, tenían el derecho y la razónpor usar una prenda de forma Inca con diseños costeños. El fuerte control impuesto porel Inca sobre los códigos de la indumentaria indica que el derecho de usar una prendade estilo Inca provincial tenía que ser ganado. Como el valor militar era la formaprincipal de movilidad social para los plebeyos en las provincias (Conrad & Demarest,1984: 123), es razonable pensar que el hombre de Rinconada Alta puede haber entradopor el peldaño más bajo de la burocracia provincial a través del servicio militar.

La ropa era un medio efectivo para exteriorizar las alianzas entre el imperio y lasprovincias, y los incas lo explotaban de otras formas. Betanzos cuenta que el IncaHuayna Capac, cuando visitaba las provincias, paraba en las afueras de los pueblos y sevestía la ropa y el tocado de los vecinos (1996[1551-1557]:168-9). En la situacióndescrita por Betanzos, parece probable que el Inca, o su enviado desde la capital, pudierahaber vestido una túnica Inca provincial, en vez de una prenda muy de estilo local. Eluso de una túnica Inca provincial podría haber sido una demostración gráfica de alianza,la cual seguramente iba a halagar y complacer a la población de la vecindad..

Fig. 9 – La túnica Inca provincial (ofrenda 13b) combina técnicas, materiales ydiseños costeños con las proporciones de una túnica Inca (93,5 x 73 cm).

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La indumentaria de estilo Inca provincial podría haber servido para controlar alas poblaciones provinciales, a quienes no les estaba permitido movilizarse librementefuera de sus propias provincias. Según Cobo, era fácil reconocer a la gente de diferentesnaciones o provincias que asistía a cualquier asamblea del Inca, o iba a la batalla, pormedio de la indumentaria y el tocado (1983[1653]: 196-197]).

La segunda túnica del fardo (ofrenda 13c), corresponde a una de las clases detúnicas Inca con “diseños estandarizados” descritas por J. Rowe en su artículo original(1979: fig. 15). La túnica presenta un diseño de cuatro cuadrados concéntricos en lamitad inferior (Fig. 10). Los contornos concéntricos del diseño alternan entre negro yblanco, y un cuadrado mayor de color blanco encierra los cuatro cuadrados. El diseñode la túnica, denominada casana, es uno de los pocos diseños para el cual tenemosregistrado un nombre en la lengua indígena. Guaman Poma menciona el nombre casana(caxane) al describir la túnica llevada por el Inca Maita Capac en su crónica ilustrada(2002 [1615]: 98). El diseño casana de la túnica de Maita Capac, como el del hombrede Rinconada Alta puede ser producido en dos colores: los cuadrados concéntricosparecen flotar el uno dentro del otro y juntos se destacan sobre el cuadrado de fondo.El Inca Maita Capac, quien lleva un casco de guerra y carga armas, está representadoen su papel de guerrero.

Fig. 10 – La túnica en teñido de reserva (ofrenda 13c) exhibe el diseñoestandarizado de la casana. Los tintes se han corrido debido a la humedad dentro

del fardo, lo cual ha oscurecido un poco el diseño de cuatro cuadrados concéntricos(83,5 x 79,1 cm).

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La túnica casana de Rinconada Alta se parece a una túnica entera, tejida enligamento de tapiz con hilos de camélido, la cual lleva también un diseño casana ennegro y blanco (National Museum of Natural History, Smithsonian 307 655, J. Rowe,1979: figura 15; Zuidema, 1991: figura 9b). Una túnica de algodón en ligamento de tapiz(Peabody Museum of Archaeology and Anthropology, Harvard 46.77.30/7684) muestratambién un diseño casana bicolor (marrón y rosado), pero no está entera. Ambas túnicasen tapiz están tejidas de la manera serrana, en una sola pieza del telar utilizando la técnicadel tapiz trabado. La túnica de algodón del fardo tiene más o menos las proporciones ydimensiones de la túnica entera de camélido (83,5 cm x 79,8 cm) y (88 cm x 76 cm)respectivamente, pero las dos difieren mucho en otras características técnicas. La túnicadel fardo está confeccionada de dos piezas del telar en un ligamento llano con cara deurdimbre y utilizando hilos de algodón, según el estilo de las túnicas Inca provincial(Fig. 9). Se ha logrado el diseño casana a través de un teñido en reserva que utiliza untinte semi-fugitivo, el cual se destiñó cuando la túnica doblada empapó la humedad dela tumba. La mancha está centrada a lo largo de un doblez horizontal, oscureciendoparcialmente el diseño casana. Se supone que el diseño fue realizado por un especialistadiestro y capacitado en la técnica del teñido en reserva.

Mientras que las túnicas en tapiz que llevan el diseño casana pudieron ser tejidaspor un especialista masculino conocido como cumbicamayoc, la túnica del fardo deRinconada Alta parece haber sido producida en un taller costeño por especialistas queconocían el teñido en reserva sobre algodón. La torsión de los hilos de la urdimbre esS-2Z, lo que parece indicar que fue fabricada en la Costa Norte, donde los hilos dealgodón eran torcidos a menudo en la dirección S en un huso sostenido horizontalmente.

John Murra (1962; 1980) ha recopilado de las crónicas unas informaciones sobrelas diversas situaciones en que el Imperio Inca hacía fabricar, recoger y distribuir lostextiles. Las prendas estandarizadas producidas tanto por los campesinos como por losespecialistas (cumbicamayoc) habrán sido recogidas por una red de centros regionales,almacenadas en depósitos imperiales y distribuidas a los vecinos de varias zonas delimperio. Dada la escala imperial de la fabricación, traslado y distribución de los textiles,la relación entre el artesano y el usuario de las prendas estandarizadas era impersonaly muchas veces distanciada. Ofrecer una túnica con un diseño estandarizado como lacasana estaba en el derecho imperial. Un provinciano lo habrá considerado un honor alrecibir una túnica de diseño Inca.

En la crónica de Guaman Poma, los hombres que usan túnicas con un diseñocasana como el que está dibujado en la túnica de Maita Capac (2002 [1615]: 98) tambiénllevan cascos de guerra y cargan armas y escudos (2002 [1615]:149, 159, 196, 254). Loscuatro cuadrados concéntricos del diseño casana de sus túnicas se destacan sobre elcuadrado de fondo, pudiendo ser realizados en dos colores, tal como en las túnicasexistentes ya citadas. Las personas que usan estas túnicas y llevan armas incluyen a unmonarca, a varios nobles y a un plebeyo (12). Al parecer el diseño casana atravesaba lasdiversas categorías de rango, tal como el servicio militar.

(12) Un dibujo del Inca Tupac Yupanqui de la crónica de Martín de Murúa (Zuidema, 1991:fig. 9a) muestra al Inca que lleva un casco de guerra y una túnica con una variante del diseño casana.Zuidema analiza el diseño casana.

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Algunos autores, sobretodo J. Rowe (1979: 261), Zuidema (1991: 170-1), yMujica Pinilla (2002: 29), no han distinguido entre las representaciones de los diseñoscasana de Guaman Poma, los cuales pueden ser realizados en dos colores y aquellosdiseños con cuadrados que tienen que ser realizados en tres colores o más. Ellos agrupanlos diseños con bandas verticales u horizontales entre pares de cuadrados concéntricosy/o los con un marco ancho alrededor de los cuatro cuadrados. Los contornos esbozadospor Guaman Poma no representan colores, pero sí representan los límites de cada zonade color. Cualquier zona contigua que comparte un perfil tiene que ser de un colorcontrastante, de acuerdo con su costumbre de dibujar. Un diseño de cuatro colores serápercibido de una forma diferente de un diseño de dos colores. Según la disposición y elcontraste de ciertos colores, las diferentes zonas de los diseños de tres, cuatro o cincocolores irían a dominar el diseño y presentarían una configuración distinta.

Todas las representaciones del diseño casana en Guaman Poma que pueden serrealizadas en dos colores muestran a hombres en su papel de guerrero, es decir, con cascode guerra, escudos y armas. Sus representaciones de túnicas con diseños que incluyencuadrados concéntricos, pero que requieren tres colores o más, no son imágenes deguerreros (2002[1615]: 252, 258, 279, 283, 346, 354, 767, 818, 1163). La correlacióntotal entre el diseño casana de dos colores y los guerreros en las ilustraciones de GuamanPoma es un fuerte indicio de que el hombre con la túnica casana de dos colores enterradoen Rinconada Alta habría servido también como soldado. Al parecer, la asociación entreel servicio militar y el diseño casana continuó durante la época colonial. Un ejemplocolonial de una túnica casana bicolor se encuentra en un kero del siglo diecisiete(Cummins, 1998: Fig. 35). El kero muestra también a un hombre que lleva un escudoy una porra estrellada.

Los diseños que exigen más de dos colores no son lo mismo, a pesar de quepueden tener una relación con los diseños casana bicolores, sea en un nivel muy generalo sea en un nivel inferior. Ciertas variantes que requieren más de dos colores estánagrupadas en varios contextos no militares (por ejemplo, en el rompimiento ritual de latierra y en la hechicería). Un examen más detallado de las variantes podría llevar a unamayor comprensión de los diseños, los cuales podrían tener relación con el diseñocasana usado por los hombres en los contextos militares.

Los ejemplos de diseños casana tanto enteros como fragmentarios que se hanencontrado hasta ahora en los museos son del tipo bicolor, como lo es el ejemplo deRinconada Alta. Por lo visto era el tipo más común. Las túnicas casana varían bastanteen su calidad y en el trabajo requerido para fabricarlas. Además de la túnica de algodónteñida en reserva descrita aquí, y las túnicas en tapiz ya referidas, hay otros fragmentosde túnicas casana en los museos, por ejemplo fragmentos de una túnica emplumada,piezas confeccionadas en tapiz y una túnica confeccionada con la técnica de urdimbresdiscontinuas, todas con diseños casana. El diseño siempre queda representado en doscolores, con cuadrados concéntricos que se destacan contra el fondo cuadrado. Lascombinaciones adicionales de dos colores incluyen el azul/marrón y el naranja/crema.

Si bien Guaman Poma indica que las túnicas casana son apropiadas para el papelde guerrero, sobretodo para el líder en una batalla, las diferencias de calidad, evidentesen las túnicas arqueológicas, podrían señalar diferencias de prestigio. Costó menos

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trabajo fabricar la túnica de teñido en reserva de lo que costó fabricar las versiones entapiz. Aquella fue hecha de materiales menos valiosos que la túnica emplumada, siendotal vez la recompensa apropiada otorgada a un plebeyo por servir con una unidadpequeña o en un encuentro menos crítico.

El soldado plebeyo representado en Guaman Poma (2002[1615]:196) que cargaarmas y lleva una túnica casana, evoca analogías con el hombre de Rinconada Alta. Lospaños que cuelgan por debajo del casco podrían representar los paños de un tocado deplumas, según se indicó anteriormente. Su descripción del “indio tributario” y “valientemozo” tal vez podría ser pertinente al hombre de Rinconada Alta, quien fue enterradocon sus hondas, su túnica casana y su tocado de plumas.

A diferencia de la túnica casana y la túnica Inca provincial, el tercer ejemplar devestuario entre las prendas de vestir del paquete no muestra influencias Inca. Eltaparrabo de algodón (ofrenda 13d) es estrecho en el centro y más ancho en ambosextremos. Esta forma particular se encuentra mucho entre los taparrabos provenientesde sitios cercanos a Lima como Rinconada Alta, Puruchuco, Armatambo, Pachacamacy Santa Cruz. Algunos taparrabos procedentes de estos sitios tienen diseños en brocado,es decir creados por tramas suplementarias discontinuas en el paño frontal (13). Osborne(1950) publica algunos ejemplos del sitio que ella llama Ate, que a lo mejor son deldistrito de Puruchuco. Otros publicados por ella son procedentes de sitios sureños, tanalejados como el valle de Chincha. Que yo sepa, ningún taparrabo de esta forma ha sidoatribuido a sitios ubicados al norte del río Chillón.

El taparrabo está confeccionado en ligamento llano de dos piezas de telar, lascuales tienen un largo de alrededor de 75 cm. Está tejido con finos hilos de algodónhilados en S y empleados sencillos. La marcada torsión de los hilos produce una telaelástica. La forma inusitada de las piezas fue producida en el telar al cambiar la densidady tensión de los hilos de la trama. En cada extremo de la pieza las hileras fueron muyapretadas, pero en el centro quedaron más apartadas. En las secciones del centro de laprenda, la trama fue estirada con mayor tensión para hacer más estrecha la tela.

El hilado y la tejedura son conformes con lo que se conoce de los útiles y técnicasde la Costa Central pues allá hilaban con delgados husos puntiagudos en ambosextremos, los cuales llevaban un tortero en forma de cuenta cerca del centro. El hilopodía ser hilado desde cualquier extremo del huso. Los husos podían ser usadosverticales para hacer hilos con torsión en Z, u horizontales para obtener hilos con torsiónen S. La marcada torsión de los hilos torcidos en S indica que se sujetaba el husohorizontal y que el hilo torcido saliá desde el extremo opuesto al que se girabarápidamente con los dedos. Muchos husos de este tipo han sido registrados en loscostureros de Rinconada Alta.

La forma acampanada de la tela concuerda también con el tipo de telar utilizadoen la Costa Central. Un telar de cintura, en el que el tejedor puede ajustar fácilmente lacantidad de tensión en las urdimbres al cambiar la posición del cuerpo, conviene muy

(13) A veces estas tramas quedan colocadas en la misma calada que la de la tela base; otrasveces están colocadas en otra calada de modo que parecen flotar sobre la superficie de la tela encimade una mayor cantidad de urdimbres.

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bien para cambiar la densidad de las tramas y el ancho de la tela. Parece probable quelos taparrabos de este tipo fueran producidos en la misma zona donde se usaban, tal vezpor las unidades domésticas, y posiblemente por los miembros de una familia.

Tanto la forma como la elasticidad de la tela contribuyen a la manera en que eltaparrabo se llevaba puesto. El hombre del fardo vestía un taparrabo parecido (elemento14), el cual demuestra perfectamente la manera de usarlo. Las esquinas anchas de laparte trasera del taparrabo fueron atadas en la cintura, siendo ceñidas alrededor de estay anudadas en la delantera. La sección más estrecha pasaba por entre las piernas, y el otroextremo ensanchado y libre pasaba por debajo de las esquinas anudadas formando asíuna especie de faldilla o delantal por delante —una forma cómoda y modesta de vestirun taparrabo elástico y medio transparente—.

Además de las prendas de vestir descritas, el paquete de la capa 4 conteníaun bulto de tela con fibras, hilos, y varias bolsas con hojas (Fig. 11). El pequeñopaño envolvente (ofrenda 13e) es una sola pieza de tela de algodón deaproximadamente 28 cm cuadrados, cuyos orillos terminales llevan un diseñohecho con tramas amarillas, rojas y marrones de lana de alpaca. Las dos esquinasopuestas del paño fueron anudadas para sujetar parcialmente el contenido. Algunasfiguras pequeñas están pintadas y bordadas sobre la tela, la cual tiene una técnicay diseño típicos de la costa, si bien el uso de urdimbres pareadas hiladas en S indicaque fue tejida por alguien de la Costa Norte (Chimú) según el estudio de A. Rowe(1984), y no por un tejedor de la Costa Central.

Fig. 11 – Un pequeño atado (ofrenda 13e) dentro del paquete de ropa (ofrenda 13)contenía bolsitas de hojas y las fibras e hilos usados en las hondas del difunto.

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Dentro del paquete había un bulto de fibra vegetal sin hilar, posiblementefurcraea, de colores rojo-marrón, canela y negro, y algunas madejas pequeñas de hilode camélido, de colores amarillo, dorado, negro y rojo (ofrendas 13e3 y 13e4). Las fibrase hilos corresponden muy bien al material usado para hacer las tres hondas esmeradamentetrabajadas, las cuales se encontraron sobre el pecho del difunto (ofrendas 20a, b y c). Lapresencia de hondas trenzadas y de materiales sin hilar utilizados para fabricarlas indicaque el hombre mismo las confeccionó, y que fue enterrado con los materiales quenecesitaba para hacer otras. Hoy día el trenzado de las hondas sigue siendo una actividadtextil masculina en los Andes (Cahlander et al., 1980; Zorn, 1982); estas son utilizadasen la cacería, el arreo, las batallas simuladas (tinku) y danzas. Las hondas también fueronutilizadas en la guerra Inca, tal como se observa en numerosas imágenes de guerrerosen la crónica ilustrada de Guaman Poma.

Dos bolsas, con un largo de 10 cm y 12 cm, estaban incluidas también en el bultoanudado (ofrendas 13e1 y 13e2). Ambas fueron tejidas a partir de una pieza de algodónde color canela, la cual fue doblada y cosida a lo largo de los orillos laterales (Fig. 11).Estaban rellenas de hojas, siendo atadas en la abertura. Una de las bolsas (13e1) habíasido embellecida con un ribete de colores cosido a lo largo de los lados y de la base. Eltipo de punto utilizado para sujetar el ribete y la presencia de barras de colores repetidosrecuerdan el tratamiento dado a los bordes de las túnicas de tapiz estandarizadas y a lasbolsas (chuspa). Otra bolsa más, rellena del mismo modo con hojas y atada en laabertura, (ofrenda 13f), fue hallada al exterior del bulto anudado pero dentro de la telaenvolvente más grande con las prendas de vestir (ofrenda 13). De las tres bolsas yaenumeradas una mostraba el rasgo norteño (Chimú) de emplear urdimbres pareadashiladas en S (A. Rowe, 1984), lo que no se nota en las otras dos bolsas.

A lo mejor las bolsas contenían hojas de coca. A veces bolsas de algodónparecidas con la abertura cerrada están cubiertas con juncos y redes (Uhle, 1991[1903]:38 y Lám. 7, fig. 18; A. Rowe, 1997, fig. 50), o con plumas (A. Rowe, 1997: fig. 49;Schmidt, 1929: 529). Las bolsas con hojas han sido reportadas o ilustradas en entierroscosteños de hombres y/o mujeres en Pachacamac (Uhle, 1991[1903]) y Huaquerones-Puruchuco (Cock, 2002: 85-86), así como en los entierros de niños en las alturas (verA. Rowe, 1997: nota 139).

El tamaño y los adornos de las bolsas varían. Estas habrán sido otro premioimperial otorgado por los incas a los individuos dignos de recibirlas, según una escalade tamaños cuidadosamente clasificados. El hombre de Rinconada Alta poseía tresbolsas de reducido tamaño y no más que una estaba decorada. Como la dirección de latorsión de los hilos de algodón cambia según la bolsa, esto indica que las bolsasencontradas en el fardo podrían haber sido tejidas en regiones distintas, y redistribuidasdesde depósitos centralizados. Las bolsas con hojas de coca hacen suponer que elhombre de Rinconada Alta había ganado algún favor con los incas.

Una sustancia granular gris (ofrenda 13g) estaba esparcida por dentro de la telaenvolvente. Los gránulos, que tienen el aspecto de conchas quemadas, habrán tenido quever con la práctica de masticar hojas de coca. La cal es una sustancia que libera elestimulante de las hojas; a veces está elaborada de conchas quemadas. Además en lasdiferentes capas del fardo se encontraron dos pequeñas calabazas con tapones, los cualeseran caleros, o frascos para cal, según se supone (ofrendas 8 y 16c).

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El paquete grande de la capa 4 junto con su contenido parecen corresponder aartículos personales y muy apreciados del dueño. Estaban empaquetados como para unviaje dentro de una tela cuidadosamente doblada (Fig. 8). Las dos túnicas de mayorprestigio, un taparrabo adicional, material para hacer sus hondas, y las bolsas de cocafueron esmeradamente dispuestas, tal vez por un miembro de su familia. La manera deempaquetar estos objetos en el ritual mortuorio podría reflejar una creencia en latransformación del difunto en ancestro viviente. Cobo hace referencia a las creenciasincaicas sobre la vida después de la muerte y a los rituales mortuorios que acompañabanel entierro (1990[1653]: 19-21; 250-52), lo cual indica que se pensaba que los muertosrealizaban un largo viaje desde el espacio/tiempo del reino de los vivos, hacia otro reinodonde continuaban la vida como antepasados.

Un elemento final de la cuarta capa del fardo es otra tela envolvente (elemento8) que podría haber sido un manto (Fig. 5b). Al igual que la tela envolvente de la terceracapa, esta consiste también en un tejido de tres piezas, cuyas medidas, textura y diseñoreflejan su fabricación en la costa. El tejido de algodón presenta listas de color canelay marrón y en los orillos laterales tiene listas que hacen contraste con esos colores. Laslistas del borde muestran un diseño de rombos tejidos por urdimbres flotantes ydivergentes (A. Rowe, 1977: 63), flanqueados por unos hilos azules y negros.

El cuerpo fue colocado diagonalmente sobre la tela envolvente y las esquinasopuestas fueron dobladas de un lado al otro del cuerpo. La tela fue más o menos lobastante larga para cubrir las rodillas encorvadas y las espinillas —una hilera depuntadas toscas apenas sujetaba los bordes de la tela en esta zona—. La esquina en lacabeza del difunto fue doblada y otras puntadas aseguraron los bordes traslapados de latela. Al retirarse la tela envolvente, quedó expuesta una nueva capa del fardo quemostraba el cuerpo vestido.

6. CAPA 5 DEL FARDO

El hombre vestía una túnica llana y sus brazos descubiertos habían sidocolocados cruzados en el pecho, el izquierdo encima del derecho. En el pecho seencontró un cuchillo de hoja curva, cubierto con sales metálicas y verdosas, con elmango junto a la mano izquierda. Tres hondas trenzadas le cubrían el torso de un ladoal otro, con la paleta en el hombro derecho. Una bolsa (chuspa) esmeradamente tejidaestaba colocada sobre cada hombro. Una almohadilla de fibras de algodón procesadocubría su rostro por completo, y otro paño le cubría la parte inferior del cuerpo y laspiernas (Fig. 12). Unos instrumentos largos de madera de tamaños diferentes fueroncolocados al lado derecho e izquierdo del cuerpo. Al retirar el primer paño de la parteinferior del cuerpo, la mayor parte de la ropa quedó expuesta.

La tela que cubría la parte inferior del cuerpo y las piernas (elemento 9, Fig. 5c)era otra de tres piezas, igual en el ligamento y la textura a los tejidos envolventes de lasotras capas (Fig. 5a, b). El tamaño es más reducido que el de los otros tejidosenvolventes, pero la construcción es parecida.. Los dos bordes exteriores llevan listascontrastantes con un diseño de pequeños cuadrados. La pieza central del tejido tambiéntenía listas con el mismo diseño. Todos los tejidos envolventes compuestos de trespiezas estaban enteros cuando fueron puestos en el fardo. Como hemos indicado,

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podrían haber sido mantos usados por los costeños durante la vida, siendo reutilizadoscomo mortajas en el entierro. Unos mantos de estilo costeño fueron encontrados juntoa túnicas Inca y de influencia Inca en dos fardos de Pachacamac excavados por Uhle(1991[1903]: 37 - 39; A. Rowe, 1997: 33). Los mantos de estilo costeño difieren de losmantos Inca para hombre. Los mantos de estilo Inca están confeccionados con dospiezas de tela que que muestran una textura más densa (A. Rowe, 1997: 26-28;Katterman, 2005: Tabla 4 y figura 11), pero son bastante raros en la Costa Central.

A medida que se retiraba este tejido, se hizo evidente que otro tejido estabametido a lo largo del lado izquierdo del cuerpo, parcialmente pegado a la pierna. Conpaciencia, fue posible retirar una túnica entera (elemento 10) que medía 91 cm x 75 cm(Fig. 13). Esta túnica llana tiene las proporciones y medidas que caen dentro de la gamade las túnicas en tapiz Inca (Julien, 1999: tabla 1) las cuales están tejidas de una solapieza. A diferencia de las túnicas en tapiz, esta túnica está compuesta de dos piezas detelar, y está tejida con hilos de algodón en ligamento llano, cara de urdimbre. El color,la textura y la sencillez de la túnica indican que es del tipo de túnicas Inca costeñoconfeccionadas para cumplir con la obligación de la mit’a (14) y redistribuidas a lapoblación bajo la norma Inca de la reciprocidad. El hombre del fardo usaba una túnicasemejante (elemento 13).

Fig. 12 – Un cuchillo tumi (ofrenda 18, arriba al centro) y tres hondas finas(ofrendas 20a, b, y c) descansan sobre el pecho del difunto en la capa 5. Un

acolchado de fibra de algodón le cubre el rostro.

(14) Katterman (2005) describe una variante del tipo de la túnica llana de algodón, queproviene de la quebrada de la Vaca en el valle de Chala. Ella presenta informaciones y dibujos dedieciocho túnicas de algodón que fueron tejidas de una sola pieza. Parece que las túnicas llanasproducidas en la costa, supuestamente bajo la obligación de la mit’a para con los incas, pueden habersido tejidas en uno o dos piezas de telar, quizás según la zona de producción.

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La capa 5 también incluye dos implementos largos de madera en ambos lados delcuerpo. En el lado izquierdo, extendido desde el codo hasta el talón, se encontró unimplemento finamente alisado con un extremo aplanado y ahusado (elemento 11). Tiene62 cm de largo y un diámetro máximo de 3,5 cm. El implemento presenta un extremocon una sección transversal redondeada, mientras que el otro extremo es aplanado, conla forma de una espada (15). Al lado derecho del cuerpo se halló un palo delgado queestaba roto en uno de los extremos y tenía el otro ahusado. Tiene un largo de 86 cm yun diámetro de 1,8 cm, pero estas medidas no indican el uso original. Parece que estosimplementos de madera ayudaban a mantener erecto al torso dentro del fardo; para estemismo propósito habrían servido los palos atados al fardo que recuperamos en la capatres (elementos 5 y 6).

En los hombros del hombre de Rinconada Alta fueron encontradas dos bolsastejidas con esmero (ofrendas 16 y 19); alguien había atado juntas las asas de las bolsascerca del pecho para que permanecieran en su sitio. Las bolsas con listas verticalesfueron tejidas con hilos de camélido; las dos tienen ribetes de colores que se parecen alos ribetes cosidos a las túnicas Inca en tapiz. Estos rasgos reflejan las bolsas de estiloInca recuperadas en muchas zonas costeñas, las cuales, según A. Rowe, correspondena los acostumbrados regalos diplomáticos (1997: 30-31; 36). Una bolsa parecida estabaincluida en el fardo de un hombre con una porra procedente de Huaquerones-Puruchuco(Cook, 2002), y varios ejemplares fueron recuperados de los entierros humildes deRinconada Alta. Las dos bolsas del fardo de Rinconada Alta aquí tratadas conteníanvarios objetos como pinzas, un peine, un frasco para cal, conchas, hojas y semillas.

Además de los diseños de ajedrez y de zigzags en algunas listas, y de los diseñosen el asa, la bolsa del lado izquierdo del difunto (Ofrenda 16 y Fig. 14) presentaba unrasgo interesante. Una cara estaba tejida con hilos teñidos de colores rojo y amarillo,mientras la otra cara estaba tejida con los tonos naturales de la fibra de camélido. Las

Fig. 13 – Las cuatro túnicas en el fardo tienen las proporciones de las túnicas Inca.Las túnicas llanas a la derecha (elementos 10 y 13) son el tipo de tributo más

corriente entre las prendas de vestir que se conservan en la costa.

(15) Cobo (1990: 218) describe un arma de madera llamada macana, la cual era manejada comosi fuera un sable. Está descrita con dos bordes afilados y con una empuñadura redondeada.

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bolsas Inca existentes incluyen ejemplares hechos enteramente con hilos teñidos y otrosque están confeccionados enteramente con hilos sin teñir (ofrenda 19). Uno podríapensar que el teñir o el no teñir de los hilos de los regalos diplomáticos reflejaba unaescala de prestigio. Una posición intermedia en esta escala la ocuparía la bolsa con lamitad teñida y la mitad sin teñir (ofrenda 16), y otras como ella (Cahlander & Baizerman,1985: Fig. 4-1) (16). Se ha informado sobre una pequeña cantidad de bolsas de tapizteñidas y con diseños, las cuales a lo mejor corresponden a las más prestigiosas de todaslas chuspas (A. Rowe, 1997: Fig. 48; Schmidt, 1929: 480).

A través de los colores, la técnica y/o los diseños, la chuspa podría haberseñalado la categoría o las hazañas del destinatario. La crónica ilustrada de GuamanPoma (2002[1615]) indica la predilección Inca por la organización jerárquica y pormanifestar las jerarquías mediante el uso de la indumentaria y los accesorios. El cronistaexplica gráficamente las diversas categorías a través de detalles en los vestidos y elarreglo personal; por ejemplo mediante el uso de orejeras, peinados, y adornos de lacabeza y la decoración de las túnicas.

Se solía llevar la coca y la cal para el uso personal en una bolsa de estas medidas.Sin embargo, las dos bolsas del fardo contienen muchos otros tipos de objetos. Atadas

Fig. 14 – La bolsa tejida al lado izquierdo del hombre (ofrenda 16) contenía unpeine, pinzas, calero de mate, concha espiral, hojas, y una cuenta de spondylus.

(16) Es razonable esta hipotesis, cuando se tiene en cuenta el trabajo adicional ocasionado porel teñido, así como la comunicación potencial evidenciada en el uso sistemático de colores. Hacemucho tiempo que se supone que las túnicas Inca de colores muy vivos, las cuales son también las másfinamente tejidas, son las túnicas de mayor estatus. El estatus inferior de los textiles sin teñir quedaindicado por el uso de colores mayormente naturales en las prendas de vestir que fueron producidaspara el tributo común en la costa y también por lo tosco que solían ser.

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por una cuerda al asa de una bolsa había una pinza y una cuenta de concha spondylusen forma de una luna creciente (ofrenda 16b). La pinza consistía en un par de placasredondas y convexas, unidas por una estrecha tira doblada de metal. La pinza muestrauna coloración verde grisácea, la cual indica que había sido hecha de una aleación decobre. Se han recuperado pinzas Inca hechas en diferentes formas y de diversosmateriales en los entierros de hombres y de mujeres en Huaquerones-Puruchuco (Cock2002: 89) y Machu Picchu (Salazar & Burger, 2004: Fig. 130, 132), entre otros sitios.

En el apartado de la crónica de Guaman Poma que trata la vida post-conquista delPerú, el cronista ilustra a cuatro hombres que llevan pinzas atadas al asa de la bolsa tejidade la misma forma que se ve aquí (2002[1615]: 767, 769, 818, 879). Uno es un alcalde,dos son supervisores (mandoncillos) de cinco o diez tributarios, y uno es un plebeyo(indio), a quien se le ve compartiendo la coca. Ninguno de los dibujos de Guaman Pomade la vida pre-conquista muestra a hombres que llevan pinzas amarradas al asa de unabolsa. A pesar de que no podemos estar seguros de que Guaman Poma hacía referenciaa cierta práctica de los plebeyos provincianos durante la época colonial, las ilustracionesabren la posibilidad de que la vida del hombre de Rinconada Alta podría haberseextendido más allá de la época Inca (17).

Otro objeto hallado en la bolsa fue una pequeña calabaza con un tapón de maderatallada (ofrenda 16c). Este hallazgo apoya la hipotesis de que la vida del hombre podríahaberse extendido hasta la época post-conquista. La calabaza está decorada conincrustaciones circulares de un metal gris. La incrustación de plomo o estaño es unatécnica usada para decorar algunos vasos (keros), después de agujerear la madera delvaso para recibir los metales. J. Rowe (1961: 326-329) considera que esta técnica espost-conquista, ya que aparece junto con la técnica de laca en la decoración de los keros,la cual fue comúnmente utilizada en el periodo post-conquista.

El tapón de madera de la calabaza está tallado con dos felinos, colocados cabezacon cola. Una cuerda de algodón está atada alrededor de la boca de la calabaza paraajustar el tapón. Las calabazas pequeñas con un tapón separado se suelen considerarcaleros, o frascos para cal, que se usaban para llevar la sustancia caliza consumida conlas hojas de coca. La bolsa también contiene una cantidad de fragmentos de hojas(ofrenda 16f), las cuales parecen ser hojas de coca.

Otro artículo de uso personal en la bolsa es un pequeño peine (ofrenda 16e), queconsiste en espinas de madera suaves, atadas juntas con hilos de algodón. Este pequeñopeine está cuidadosamente fabricado; en la sección central dos púas negras alternan condos púas de color marrón rojizo. Un peine parecido pero con una secuencia diferente depúas rojas y negras fue encontrado en el fardo de un hombre enterrado en el sitio cercanode Huaquerones-Puruchuco (Cock, 2002: 89).

La bolsa también contiene una concha blanca en espiral (ofrenda 16d) con unapunta muy afilada y el otro extremo plano. La concha será un conus fergusoni; tiene10,5 cm de largo y 7,5 cm de diámetro. La segunda bolsa del difunto, la que se encontró

(17) Los textiles Inca recuperados de la chulpa de quebrada de la Vaca (Katterman, 2005)abarcan los últimos años de la ocupación Inca y los años tempranos de la Colonia, según se nota porel hallazgo de cuatro cuentas de vidrio azul en uno de los entierros.

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al lado derecho, también contiene conchas, pero son dos valvas de spondylus. Ningunade estas conchas se encuentra en las aguas de la costa peruana, pues ambas proceden delas aguas más calientes del Ecuador. Las valvas de spondylus son muy numerosas en lastumbas de la época Inca de Rinconada Alta, pero no se encuentran en Armatambo, dondelas tradiciones regionales parecen ser más fuertes, incluso durante la época Inca.

Las conchas aparecen como ofrendas en contextos funerarios en muchas partesdel Perú en épocas que se remontan por lo menos a 1000 a.C. Se suele suponer que tienenuna relación con la fertilidad por su asociación con el agua (Pillsbury, 1996; Davidson1982). El contraste entre un bivalvo y una concha en espiral en el fardo refleja unaoposición de gran antigüedad. Al supuesto “Dios sonriente”, esculpido en piedra en elsitio de Chavín de Huantar se le ve sujetando una valva de spondylus en una mano y unstrombus en la otra; el Obelisco Tello también representa conchas de spondylus ystrombus (J. Rowe, 1967). El contraste entre la concha en espiral colocada en la bolsadel lado izquierdo del hombre y las valvas de un molusco que posee una simetría dereflejo exacto en la bolsa del lado derecho podría reflejar creencias muy antiguasrespecto a la eficacia de las conchas y la relación entre ellas. Conchas de Spondylus yde conus fergusonii también aparecen juntas en el ritual mortuorio de la Costa Norte,tanto en entierros Chimú (Montoya Vera, 1996) como en entierros Moche de alto estatusen Sipán (Alva & Donnan, 1993).

Cuando la bolsa (ofrenda 16) fue retirada del cuerpo, llamó la atención unapequeña cuenta de color turquesa que estaba escondida entre los dobleces de la túnicadel guerrero (ofrenda 17). La cuenta de piedra turquesa a lo mejor es de malaquita,siendo pequeña y de forma cilíndrica con un hueco perforado. No se encontraron otrascuentas de piedra.

La bolsa tejida al lado derecho (ofrenda 19) estaba también llena de muchosobjetos. La bolsa está tejida en tonos naturales de fibras de camélido, los cuales estándispuestos de una manera simétrica en siete bandas verticales (Fig. 15). En el centro decada banda hay una lista estrecha con diseños. Estas listas también flanquean las bandas.El diseño sencillo de estas listas no presenta más que barras horizontales o puntitos, loscuales surgen directamente del tipo de ligamento del tejido a través del orden por el cuallos colores son alternados. El tejedor no tuvo que hacer ningún recojo manual de los hilospara producir el diseño. Tanto la ausencia de hilos teñidos como la ausencia de diseñosque necesitaban un manejo manual de los hilos indican que esta bolsa tenía un valor másreducido como regalo diplomático de lo que tenía la bolsa del lado izquierdo del hombre,cuya mitad estaba confeccionada de hilos teñidos. La bolsa está rematada con un puntoespecial que tiene el aspecto de pequeñas barras de colores a lo largo del borde. Estepunto realizado sobre el borde es típico del remate de las túnicas de tapiz Inca. Se llamapunto anillado tricotado cruzado y los colores de los hilos alternan de una manerarítmica, siendo teñidos de rojo, amarillo, negro, marrón y dorado. La larga asa de la bolsaestá tejida en ligamento llano con cara de urdimbre y muestra una banda de puntitosmarrones sobre un fondo negro en el centro.

Había una espina puntiaguda de 4,8 cm de largo (ofrenda 19d) atada al asa de labolsa por medio de un cordón de fibra vegetal. No está claro cómo se empleaba la espina.Quizás servía para el arreglo personal como las pinzas y el peine. Como fue constatado

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anteriormente, la bolsa contenía dos valvas de spondylus. Una es más grande (ofrenda19b) que la otra (ofrenda 19c), lo que indica que formaban un par desigual. Ambas tienenlos labios de un color anaranjado rosáceo en el lado de adentro y las típicas escamaspuntiagudas en la parte de afuera. Dos semillas (ofrenda 19e) estaban ensartadas en elcordón de fibra vegetal. Serán los cotiledones de la nectandra. Towle (1961: Lámina IV-8) publica un hallazgo idéntico dentro de una canasta del cementerio de Chancay. Hayreferencias a collares hechos de los cotiledones perforados de la nectandra encontradosen los sitios de la Costa Central de Pachacamac, Chuquitanta, y Ancón (Towle, 1961:40), e ilustrados con un fardo excavado en Huaquerones-Puruchuco (Cock, 2002: 85-86). Collares parecidos de nectandra han sido encontrados también en entierros de laCosta Norte (Montoya Vera, 1996: 205-207). Un hilo corto de algodón (10 cm) yfragmentos de hojas secas, posiblemente de la coca, se encontraron también en la bolsa(ofrendas 19f y 19g).

Los últimos de los artículos hallados dentro de la bolsa estaban atados juntos. Erauna bolsita de cuero (ofrenda 19h.1) que estaba atada a una pequeña tira de pielamarillenta 19h.2). La bolsita de cuero contiene una sustancia granular que puede serun pigmento mineral. La piel amarilla puede ser de un cuy. Se encuentran cuyes enteroso trozos de ellos en contextos funerarios de esta época y otras más tempranas (Cock,2002: 85-86; Reiss & Stübel, 1888: vol. 3, pl. 119-2; Schmidt, 1929: 561-1, -2).

En efecto las dos bolsas tejidas del fardo contenían numerosos artículos. Seríaaventurado suponer que el contenido de las bolsas o incluso del fardo son simplementeefectos personales. A lo mejor estos objetos tienen otro significado relativo a lascostumbres funerarias. Un indicio que ayuda a descifrar este otro significado reside enlas formas en que los objetos están arreglados —en pares desiguales—; en lados oextremos opuestos del cuerpo. La variedad de los materiales con que se fabricaron lasofrendas —metal, concha, fibras vegetales, fibras de camélido, semillas, hojas, piel,cuero— podría repetir conceptos significativos y relaciones que eran apropiadas en

Fig. 15 – La bolsa al lado derecho (ofrenda 19) contenía hojas, valvas de spondylus,semillas ensartadas (nectandra), un pedazo de piel amarilla, y una bolsita de cuero.

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contextos funerarios. Las ofrendas de concha, coca, maíz rojo y cuy se repiten en fardosdurante épocas largas y a través de una gran distancia, lo que indica que formaban partede una red amplia de creencias y rituales pertinentes a los muertos. Sería fácil pasar poralto el significado de las ofrendas, como los “masticados” (ofrendas 1 y 7) y lospequeños paquetes de fibra vegetal sin hilar (ofrenda 11 y 12), pero estas están colocadasen formas que sugieren acciones rituales, es decir, a la cabeza y a los pies del difunto.

Los otros artículos en la Capa 5 del fardo incluyen tres hondas trenzadas concuidado (ofrendas 20a, b y c). Las tres hondas se destacan, estando colocadas a travésdel torso, con las paletas de las hondas al lado del hombro derecho. Además de ser bienfabricadas, las tres hondas se parecen en tamaño, fabricación y materiales (Fig. 12). Lashondas fueron trenzadas de largas fibras vegetales, a lo mejor de furcraea, y llevan unpoco de decoración hecha de fibras de camélido de varios colores. La paleta consiste enfuertes soportes laterales espesos. El espacio entre los soportes consiste en una malla enforma de rombo que está fabricada de algunas trenzas finas. El proyectil de piedra, quehabía de ser colocada en la malla, habrá tenido el tamaño de un huevo de gallina, parapoder ser sostenido por una malla tan grande.

A pesar de que las hondas se encuentran a menudo entre los restos arqueológicosde la costa durante muchas épocas, todavía no se ha publicado un estudio detallado desus contextos. Las representaciones en cerámica de épocas más tempranas demuestranque las hondas servían a veces para tocados, además del uso presunto en la caza,pastoreo, baile y guerra. El tamaño, la esmerada calidad y la uniformidad de las treshondas en el fardo, y el hecho de que se destacan sobre el torso, indican que la identidaddel hombre de Rinconada Alta está muy ligada a ellas. La presencia de materiales sintrabajar para hacer otras hondas de este tipo dentro del paquete envuelto con telas(ofrendas 11, 12, 13e.3, y 13e.4) repite su identificación con estas tres hermosas hondasdurante esta vida y en la siguiente. Otra honda más pequeña y más sencilla, hecha defibras vegetales más bastas, estaba adherida a la parte superior del brazo debajo de sutúnica (ofrenda 22). La diferencia cualitativa entre las tres hondas bien fabricadas,dispuestas sobre el torso y la honda doblada y anudada adherida al brazo indica que losdos tipos servían para propósitos diferentes. Mientras la honda más pequeña y sencillapodrá haber sido empleada en la cacería o pastoreo, las tres hondas más grandes parecenser apropiadas para la guerra.

Cobo afirma que los soldados empleaban hondas hechas de lana o de cabuya (unafibra vegetal, posiblemente furcraea), la cual es muy fuerte, según dice (1990[1653]:Bk. 14, ch. 9, 215-219). Los guerreros que peleaban con hondas eran los primeros enentrar en batalla, lanzando sus piedras desde lejos.

El tipo de malla, fabricada de fibras vegetales largas y duraderas, y los espaciosentre las trenzas indican que tres de las cuatro hondas del fardo eran apropiadas paralanzar grandes piedras, como se había de esperar de las armas usadas en la guerra.También los elementos y ofrendas del fardo son todos uniformes lo que sugiere que elhombre de Rinconada Alta habría servido, a veces, como soldado en el ejército del Inca.Está acompañado de prendas de vestir y accesorios, tales como la túnica casana y eltocado de plumas, los cuales están asociados con guerreros que comandaban unas tropasen la batalla (Guaman Poma, 2002[1615]). Asimismo, tenía una cantidad de regalos

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diplomáticos del tipo de los recibidos por los plebeyos en situaciones como el serviciomilitar, es decir, bolsas con coca, chuspas y túnicas llanas.

Aunque el servicio militar no era la única circunstancia que dio lugar alotorgamiento de regalos diplomáticos, se podría mantener con bastante razón que erala ruta más común por la cual un provinciano podía llamar la atención favorable de laadministración Inca. El servicio militar era también la vía principal para que losplebeyos mejorasen su categoría social (J. Rowe, 1947: 279-80). El hombre deRinconada Alta fue enterrado con una túnica Inca provincial, lo que sugiere que habíaalcanzado al menos un nivel humilde entre las varias categorías sociales de la burocraciaprovincial. Él no tiene las orejas perforadas de la nobleza, ni lleva los metales preciosos,textiles muy decorados, ni banquillo de madera (tiyana), todo lo cual podría indicar quepertenecía a la pequeña nobleza de administradores provinciales llamados kuracas(Menzel, 1977: 8-18). Es más probable que haya alcanzado el nivel de mayoral de unpequeño grupo de tributarios, como los mandoncillos de la época Colonial (GuamanPoma 2002[1615]: 767, 769). El contenido del fardo indica un distinguido serviciomilitar y una categoría social regular y esto refleja la práctica Inca de recompensar elvalor militar con el ascenso social.

El último artículo en la capa 5 del fardo es un cuchillo en forma de T (tumi), otroobjeto que podría indicar tanto un nivel de categoría social como un destacado serviciomilitar. El cuchillo estaba dispuesto sobre el pecho del difunto de la misma manera quelas tres hondas. La hoja delgada y curvada (4,5 cm) está afilada y tiene un mango en elcentro del borde superior (Fig. 12). La parte superior del mango tiene un agujero, lo quesugiere que el cuchillo podía estar suspendido de un cordón alrededor del cuello. La hojacurvada y el mango están hechos de una sola lámina de metal y los depósitos de colorverde grisáceo indican que el cuchillo está hecho de una aleación rica en cobre,probablemente el bronce de cobre y estaño que se solía emplear durante la época Inca.(Lechtman, 1979:16). El mango delgado está cubierto por dos pedazos de caña que estánunidos al mango por cordones. Algunos de los cordones pasan a través de unaperforación en la unión del mango y hoja, la cual sujeta los cordones y la caña que cubreel mango. Unas huellas de una sustancia negra y resinosa quedan en la base del mango.Hay informaciones sobre cuchillos Inca parecidos que se han encontrado desde elEcuador hasta el Chile. Algunos tienen un remate más decorado (Salazar & Burger,2004:191-3 y Fig. 154).

Aunque los cuchillos tumi podían haber sido empleados en rituales y llevadoscomo una señal de la categoría social, una imagen de Guaman Poma (2002[1615]:163)indica que los cuchillos eran también usados por capitanes del ejército que servían bajolos órdenes del Inca. El fiero Rumiñahui, con un hacha de batalla al lado, emplea elcuchillo para cortarle el estómago a su víctima, el Inga Illescas, que está colgado con lacabeza para abajo. Guaman Poma cuenta que Rumiñahui hizo un tambor de la piel delInca, una copa para beber de la cabeza y una flauta de los huesos. Estas son acciones quetambién requieren de un cuchillo. Se cree con toda razón que algunos soldados llevabano empleaban los cuchillos, además del arma de pelea que era su especialidad. A lo mejorel gobierno desempeñaba un papel en la producción y distribución de los cuchillos tumi(Salazar & Burger, 2004: 192). Los cuchillos más sencillos, como el del fardo de

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Rinconada Alta, parecen ser de un tipo estandarizado y habrán sido otorgados con mayorfrecuencia que los cuchillos muy decorados con un remate de pequeñas figuras.

Unas herramientas para trabajar metales han sido descubiertas en varios contextosde Rinconada Alta, lo que indica que el trabajo con metales era el oficio de algunaspersonas que vivían en el sitio y estaban sepultadas allí. Algunos instrumentos fueronencontrados en bolsas tejidas enterradas con individuos mientras que otros quizás eranofrendas enterradas en los edificios. Carcedo de Mufarech y Vetter Parodi (2002)proponen que los orfebres, sin ser Incas, fabricaban objetos de metal usando las técnicasy aleaciones Inca, quizás como mita o tributo al Inca. El cuchillo del guerrero pudo habersido fabricado en esta zona o igualmente pudo haber sido fabricado en otra parte delimperio. Es difícil, quizá imposible, determinar donde un objeto estandarizado fuefabricado porque la producción y redistribución de los bienes hechos por mitimaessegún las pautas establecidas por los Incas tenían lugar en muchas regiones del imperio.

Al cuchillo tumi se le da un lugar de honor sobre el pecho del hombre vestido.Junto con sus tres hondas esmeradamente trenzadas, el cuchillo parece haber sido unbien muy importante, el cual estaba muy vinculado a su identidad y/o logros.

7. CAPA 6 DEL FARDO

La última capa del fardo consiste en objetos en contacto directo con el cuerpo delhombre (Fig. 16). Estaba vestido con una túnica y un taparrabo, del mismo tipo que losque se encontraron como ofrendas en las capas exteriores del fardo.

La túnica llana que usaba (elemento 13) es parecida a la túnica colocada a lo largodel costado izquierdo (elemento 10), sino que las costuras laterales no están cosidas

Fig. 16 – El difunto usaba una túnica sin coser (elemento 13) y un taparrabo(elemento 14). El cuerpo fue acomodado de rodillas y las manos y los brazos fueroncruzados sobre el pecho, la mano izquierda sobre la derecha. Un collar de fibra de

algodón muy sólido le rodeaba el cuello.

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(Fig. 13). La túnica de algodón es de color marrón claro y está tejida en un ligamentollano con cara de urdimbre.

Las proporciones y medidas (87 x 74 cm) concuerdan con las pautas marcadas porlos incas, pero la túnica está tejida en dos piezas de telar y cosida en el centro. Es parecidaa otras túnicas llanas de Pachacamac (Uhle, 1990: 37-9) y Chincha (Garaventa, 1977). Lasdos túnicas llanas del fardo pertenecen al tipo más común entre las túnicas estandarizadasde algodón, aunque en la Costa Sur, las túnicas llanas de algodón con proporciones Incaestán confeccionadas a veces de una sola pieza (Katterman, 2002; 2005). Las túnicas llanasde calidad regular eran distribuidas de los almacenes Inca a los provincianos en variasocasiones según la necesidad o como una recompensa. Cuando el Inca presidía una seriede ritos de matrimonio en las provincias, a las parejas se les regalaban dos juegos de ropa(Betanzos, 1996[1551-1557]: 57; 63). A los soldados también se les regalaba la ropa, quesolía consistir en dos prendas por turno de pelea, de acuerdo con la generalización hecha porMurra, quien se basó en varias crónicas (1986: 52).

El taparrabo de algodón que usaba el difunto (elemento 14) es típico de lostaparrabos de la Costa Central y Sur. Como fue descrito antes, tiene un faldón delanterode forma acampanada que cuelga hacia delante como un mandil. La única decoraciónsobre el taparrabo marrón claro son unas cuantas hileras de hilos azul y marrón quefuncionaban como las cuerdas de extremidad. Las cuerdas de extremidad de colores seencuentran a menudo en los fragmentos de taparrabos de Rinconada Alta y Armatambo,como también se encuentran los hilos torcidos en S. Se midió el taparrabo que se habíapuesto rigido a fin de encontrar la medida de la cintura del difunto. Esta medía 75 cm,lo que indica que el hombre tenía una complexión delgada.

Su cara estaba completamente cubierta por un acolchado espeso de algodón(elemento 15). A las fibras se les habían retirado las semillas, y luego habían sidopeinadas para estirarlas. Alrededor del cuello llevaba un collar en forma de un anillosólido de fibras estiradas y comprimidas (elemento 15). El anillo, que tenía un diámetrode 20 a 22 cm, parece haber funcionado como un refuerzo del cuello para mantenerderecha la cabeza. Está unido de forma espiral con un cordón hilado de fibras vegetales.Como no había ningún corte en el anillo, parece que fue hecho in situ por los quepreparaban el cuerpo para el entierro. Cuando se retiró el acolchado de algodón de lacara, apareció una placa rectangular de metal de 2,00 x 0,80 cm, la cual estaba adheridaal lado inferior del acolchado (ofrenda 23). El color de la placa y los depósitos sobre ellaindican que en la aleación predomina la plata con un poco de cobre. Unos depósitos desales metálicas sobre los dientes del difunto muestran que la placa había sido colocadaen la boca.

El colocar una lámina de metal dentro de la boca del muerto era una costumbremortuoria muy difundida en el antiguo Perú. Las láminas de metal colocadas en la bocade los muertos tenían la forma de un disco en los entierros Inca e Ychsma de Armatambo,y en los entierros tardíos en el sitio de Macas en el Valle del Chillón (c.p. Daniel GuerreroZevallos).

Hay razones para creer que el tipo de metal correspondía a la categoría delindividuo, por lo menos en esta época, porque el derecho de usar objetos de oro era unprivilegio otorgado por el gobierno imperial Inca. La nobleza costeña era enterrada con

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una cantidad de vasijas y ornamentos de oro, tal como ocurrió con los llamados “noblesde oro” excavados por Uhle en Ica Viejo, y descritos por Menzel (1977: 8-18). Loscuerpos recuperados en un mausoleo de quebrada de la Vaca Oeste (Katterman, 2002;2005) llevaban escamas de oro sobre las órbitas de los ojos. Es posible que la aleaciónde la placa colocada en la boca del hombre de Rinconada Alta sea de plata y cobre, loque indica que su categoría social era bastante humilde en comparación con la de losnobles.

Otra ofrenda de spondylus fue colocada encima del pecho del hombre, debajo dela túnica que usaba (ofrenda 21). Otras tres valvas (ofrendas 9, 19b y c) estaban incluidasen su atado. Ofrendas de valvas de spondylus fueron encontradas en muchos entierrosde la época Inca en Rinconada Alta, así como en sitios cercanos (Cock, 2002: 85-85).Al parecer, el uso del spondylus estaba menos restringido que antes, puesto que losentierros Ychsma con spondylus en Armatambo suelen estar asociados con individuosde un estatus más alto. La cantidad de spondylus en los entierros en Rinconada Altapuede indicar que la gente recibía las conchas como un pago simbólico por los serviciosprestados a través de una red estatal de distribución. Los Spondylus trabajados podríanhaber llevado un mayor prestigio, como el collar con colgantes de spondylus queacompañaba a un joven con orejeras doradas enterrado en Ica Viejo durante esta época(Menzel, 1977: 12-13).

Una cuarta honda (ofrenda 22) se encontró adherida a la parte superior del brazoderecho del difunto. La honda era más sencilla, burda y pequeña que las otras tres hondas(ofrendas 20a, b, y c), habiendo sido doblada dos veces por la mitad y atada con un nudoflojo. La calidad y el tamaño de esta honda contrastaban con los de las otras tres (ofrenda20a, b y c), lo que indica que podría haber servido para un propósito diferente, quizáspara cazar aves y la caza menor.

La mitad inferior del fardo estaba en malas condiciones en esta capa, sin duda porla descomposición del cuerpo. Sin embargo, un pedazo grande de un mate redondo(lagenaria) fue retirado del lado derecho del cuerpo en la zona de las nalgas (elemento17). A juzgar por la parte intacta, parece que el hombre podría haber estado sentadosobre el mate con las pantorrillas metidas debajo de él. En los entierros Ychsma enArmatambo, Daniel Guerrero Zevallos ha observado que los cuerpos o fardos estabancolocados algunas veces sobre mates grandes con cenizas dentro, lo que podría indicarque el uso del mate era una práctica regional. Es posible que soguillas de fibras vegetalespudieran haber atado el mate al cuerpo. Inicialmente estas soguillas daban varias vueltaspara amarrar la cavidad estomacal, pero estaban sueltas cuando tuvo lugar eldesenfardelamiento. Fragmentos desiguales de cuatro paños (elemento 18) rellenabanel espacio entre los muslos y las pantorrillas de sus piernas que estaban muy flexionadas.

El mate, las soguillas y las telas de relleno sugieren que el cuerpo del hombre fuecolocado en una postura determinada para el entierro. Las rodillas muy flexionadas y eltorso erecto indican una postura arrodillada, con las pantorrillas y los pies metidosdebajo de él. La colocación de palos de madera o implementos a cada costado del cuerpo(elementos 5, 6, 11, y 12) en dos capas diferentes del fardo sugiere que los quepreparaban el fardo querían mantener el torso erecto. El collar sólido de algodón que lerodeaba el cuello (elemento 15) también indica un intento de mantener la cabeza

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levantada. Aunque el cuerpo podía haber estado echado durante las varias etapas delenfardelamiento y de la colocación de ofrendas, al final el fardo debió quedar erecto, locual le devolvió al cuerpo su postura arrodillada.

Si bien una postura arrodillada no es muy corriente, el cuerpo de otro fardoprocedente del sitio cercano de Huaquerones-Puruchuco muestra una postura semejante(Cock, 2002: 85-86, 88-89). Cock señala que el cuerpo tenía las rodillas dobladas comosi estuviera arrodillado y los dedos de los pies extendidas como los de un bailarín. Lailustración muestra que el torso se mantenía casi erecto. Los brazos de los dos hombresestaban acomodados de una forma parecida sobre el pecho, con la mano izquierda sobrela derecha. Hay bastantes semejanzas en la construcción y el contenido de los dos fardos,muchos de los cuales ya han sido mencionados anteriormente. Quizás las semejanzasde mayor importancia, además de la postura, son la presencia de textiles y armas Incao de influencia Inca. El hombre de Rinconada Alta poseía tres hondas grandes mientrasque el otro hombre poseía una porra en forma de estrella. Al describir la guerra Inca,Cobo (1990[1653]: 215-219) se refiere a escuadrones de militares provincianos quepeleaban con armas diferentes (hondas, flechas y arcos, lanzas y dardos, bolos, picas,porras, hachas de guerra), los cuales estaban encabezados por su propio teniente, quiena su vez estaba bajo el mando de un comandante de linaje Inca . La postura poco corrienteque estaba compartida por los hombres de los dos fardos puede reflejar su rol comosoldado en el ejército Inca, pero hará falta cotejar otros ejemplos con estos si hemos deconfirmar esta suposición.

CONCLUSIONES

Avances en la investigación de textiles Inca e Inca-provincial (Julien, 1999;Katterman & Riddell, 1994; Katterman, 2002; 2005; Menzel, 1977; A. Rowe, 1978;1984; 1992; 1997; J. Rowe, 1979; Zuidema, 1991) nos proporcionan una base paraidentificar con mayor seguridad las prendas de vestir de esta época. Las crónicasespañolas describen las prácticas Inca relativas a la manufactura y distribución detejidos en las provincias, y varios etnohistoriadores han sopesado y sintetizado lasinformaciones sobre la producción textil Inca a partir de las fuentes coloniales (Murra,1962; 1980; 1986; J. Rowe, 1947; 1979; Uhle, 1991[1903]). Ahora las informacionesetnohistóricas pueden ser vinculadas más precisamente con los textiles arqueológicosde la época Inca porque hay mejores datos sobre los tipos de prendas de vestir. El fardode Rinconada Alta abunda en restos de indumentaria y en accesorios textiles y brindala oportunidad de examinar el conjunto de textiles asociados con un individuo (Fig. 17)a la luz de los estudios etnohistóricos y arqueológicos. Así llega a ser posible plantearunas hipótesis más detalladas y más precisas acerca de las hazañas y el estatus de unhombre enterrado en Rinconada Alta durante el Incanato.

El hombre de Rinconada Alta fue enterrado con textiles y ofrendas que reflejanla vida de un provinciano que consiguió el favor de los Incas. Su fardo contiene el tipode regalos diplomáticos (bolsas de hojas de coca, chuspas, un cuchillo tumi y túnicasllanas) que podrían haber sido otorgadas a un plebeyo de provincia. Son recompensasde gran significado pero no de la mejor calidad. Unas comparaciones con otros entierrosdel Incanato en la costa muestran unas diferencias sútiles en la calidad y en los materiales

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de los regalos diplomáticos Inca (Cock, 2002; Katterman, 2002; 2005; Menzel, 1977;Uhle, 1991[1903]). El fardo también incluye señales de que nuestro provinciano podríahaber servido en el ejército Inca. Sobresale el hecho de que tiene tres hondas hermosas,una túnica con el diseño casana y un tocado de plumas con paño trasero, un conjuntode tres artículos que Guaman Poma asocia con los soldados Inca de todas las clases(2002[1615]: 98, 149, 159, 196, y 254). Su origen costeño es claro debido al estilo delos taparrabos y mantos en su fardo. Al parecer, a pesar de sus antecedentes poco nobles,ni siendo Inca, él alcanzó un modesto nivel social en la jerarquía Inca. La túnicaprovincial Inca en el fardo manifiesta que él llegó a ocupar una posición en la jerarquíaadministrativa de la provincia. Sin embargo, la calidad y cantidad modestas de suindumentaria y la ausencia total de ciertos artículos (orejeras, ornamentos de oro y elbanquillo de madera llamado tiyana) indican que su categoría era inferior a la de lanobleza hereditaria provincial (kuracas). Él podría haber sido mayoral de un pequeñogrupo de tributarios.

Los incas tenían en gran estima a los plebeyos provincianos que estaban en laedad militar y recompensaban actos de valor militar a través de un sistema complicadode honores militares y recompensas. Si el difunto ganaba sus regalos diplomáticos, talescomo la túnica casana estandarizada, por medio de sus hazañas militares, a lo mejor élera hondero. Su tocado de plumas puede señalar que mandaba un cuerpo de honderos

Fig. 17 – El conjunto de textiles en el fardo incluye tipos de mantos y taparraboscosteños, así como chuspas Inca y túnicas de influencia Inca.

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de su región. Era probable que el modesto estatus social que alcanzó dentro de laburocracia provincial estuviese vinculado a un distinguido servicio militar, porque estaera la ruta principal para el ascenso social, la cual habría estado abierta a un plebeyo delas provincias bajo el Imperio Inca (J. Rowe, 1947: 279-80; Conrad & Demarest, 1999:123-125). Como el soldado plebeyo con la túnica casana que fue representado en lacrónica de Guaman Poma (2002[1615]: 196), el hombre de Rinconada Alta al parecercontribuyó sustancialmente a los esfuerzos imperiales, y los incas le recompensaron pormedio de regalos y un ascenso social a una categoría baja de la burocracia provincial.

Agradecimientos

A los autores los ayudaron a desenfardelar el envoltorio funerario y a registrar elcontenido los arqueólogos Moira Novoa Silva y Santiago Morales Erroch, la conservadoraÁngela Pacheco Carrillo, y el dibujante Rafael Luna Bernal. El estudio de los textiles deRinconada Alta se ha llevado a cabo durante varios años. Quisiéramos agradecer la contribuciónde Arabel Fernández, Marianne Watson, y Rosa de Noriega. Les agradecemos a los colegasSergio Barraza y Arabel Fernández quienes nos ofrecieron sus comentarios en el borradorpreliminar de este artículo y a la antropóloga forense María Inés Barreto por sus comentariossobre la fractura cervical del individuo.

La primera autora agradece especialmente el apoyo de la Fundación Selz, que le pagó losgastos del viaje al Perú. Nuestras gracias también a la Sra. Mary Cragg de Landa por su interésen el Proyecto Rinconada Alta y por su hospitalidad en muchas ocasiones.

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ANEXOS

ANEXO 1CAPAS, ELEMENTOS Y OFRENDAS EN EL FARDO 1816-E3,RINCONADA ALTA

La lista sigue la secuencia del desenfardelamiento del envoltorio funerario,empezando por la capa exterior. El Fardo tiene 6 capas, indicadas en la columna 1.Objetos importantes usados en la construcción del fardo se llaman aquí “elementos”.Otros objetos incluidos dentro o entre capas se llaman aquí “ofrendas”. Los elementosy las ofrendas están numerados por separado pero en esta lista se ha guardado la posiciónde cada objeto relativa a los otros. Algunas ofrendas eran paquetes que contenían unacantidad de objetos; en tal caso se han añadido letras minúsculas para indicar suasociación dentro de la misma ofrenda. En un solo caso, un paquete dentro de otropaquete contenía objetos separados. Se ha indicado su asociación a través de una serienúmero-letra-número. Se han dado las medidas en centímetros. Si no se indica locontrario el largo precede al ancho. Otras medidas son abreviadas así: diámetro (D);circunferencia (C); altura (A).

Capa Ele- Ofren- Descripción Dimensionesmento da

1 1 fragmentos de soga del envoltorio D: 0,8exterior, Z-2S

1 2 tela envoltorio; vestido de algodón 209 x 164más fragmento

2 3 gruesa capa de fibra de algodón2 1 un masticado, cerca a la cabeza 3,6 x 2,52 2 pluma, verde; cortada 3 x 1,52 3 costilla humana 10, 5 x 0,82 4 3 semillas de mate 1,6 x 0,92 5 hoja de coca 4 x 22 6 fragmento de piedra negra 2 x 0,52 7 un “masticado”, cerca a los pies 4 x 32 8 botella de mate con tapa de algodón A: 9; C: 21,52 9 valva, spondylus princeps, a los pies del 9 x 12,2

fardo3 4 fragmentos de soga, S-2Z D: 0,63 5 palo de madera, ahusado; lado izquierdo L: 121; D: 33 6 palo de madera, ahusado; lado derecho L: 105; D: 33 10 4 mazorcas de maíz morado; cerca a L. 7,2 - 12

la barbilla, lado derecho3 7 tela envoltorio, 3 paños; a cuadros 147 x 160

Page 427: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

857RINCONADA ALTA: UN FARDO FUNERARIO DEL HORIZONTE TARDÍO

4 11 atado de fibra vegetal, sin hilar; 3,3 x 1,3cerca de la cabeza

4 12 atado de fibra vegetal, sin hilar; cerca 4,5 x 1,0a los pies

4 13 atado de tela con vestimenta, saquitos 68 x 33y pequeño atado

4 13a tela envolvente exterior, 1 paño; algodón 77 x 83,24 13b túnica, Inca provincial; borde coloreado 93,5 x 734 13c túnica, teñido en reserva; diseño casana 83,5 x 79,14 13d taparrabo, 2 paños; acampanado en 75 x 60 (max.)

ambos lados4 13e atado de tela con 2 esquinas anudadas; 18 x 16 x 6

saquitos e hilos adentro4 13e tela envolvente 1 paño; bordes con diseños 28 x 27,5

figurativos4 13e.1 bolsita de algodón conteniendo hojas 10 x 74 13e.2 bolsita de algodón conteniendo hojas 12 x 74 13e.3 atado de fibras vegetales; marrón rojizo, 20 x 4

negro4 13e.4 fibras de camélido; amarillo, anaranjado,

negro, dorado4 13f saquito de algodón conteniendo hojas 9,5 x 54 13g gránulos grises; ¿concha quemada?4 14 tocado de plumas; pluma superior, 61 x 33

gorro, y paño trasero vertical4 15 vértebra de pescado 0,8 x 0,44 8 tela envolvente, 3 paños; listada 145 x 1625 9 tela sobre la parte inferior del cuerpo, 116 x 134

3 paños5 10 túnica, doblada; lado inferior izquierdo 91 x 755 11 implemento redondo de madera; un 62 x 3,5 (D)

extremo aplanado; ambos ladosangostos; lado izquierdo

5 12 palo de madera, puntiagudo; un extremo 86 x 1,8 (D)roto; lado derecho

5 16 bolsa tejida y su contenido; lado izquierdo5 16a bolsa tejida; camélido; diseño listado y 17,3 x 18

asa; un lado con colores teñidos5 16b cordoncillo atado al asa de la bolsa con 1,2 x 0,9

cuenta de concha, spondylus princeps y 4,5 x 3,5pinzas, depósito gris verdoso en la superficie

Page 428: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

858 Mary FRAME, Daniel GUERRERO, María del Carmen VEGA, Patricia LANDA

5 16c calero de mate con tapón de madera 13 x 7,4 (D)tallada y metal gris incrustado

5 16d concha blanca y cónica con un final 10,5 x 7,5 (D)estrecho

5 16e peine; espinas rojas, negras; hilo envuelto 7,3 x 4,25 16f fragmentos de hoja sueltos en bolsa; ¿coca?5 17 cuenta de piedra, cilíndrica; color 0,8(D)x0,4(A)

turquesa; ¿malaquita?5 18 cuchillo tumi, hoja en media luna; sobre 13,5 x 13,5

el pecho5 19 bolsa tejida y su contenido; lado derecho5 19a bolsa tejida; camélido; listado en colores 18 x 19,5

naturales; asa 70,55 19b valva de concha, spondylus princeps 10 x 10,85 19c valva de concha, spondylus princeps 8,2 x 95 19d espina, atada con cordoncillo al asa de la bolsa4,8 x 0,85 19e mitad de semillas en cordoncillo; nectandra sp.2 x 1; 2 x 15 19f hilo de algodón, Z-2S 105 19g fragmentos de hoja sueltos en bolsa; ¿coca?5 19h.1 bolsa de cuero con polvo adentro 10 x 45 19h.2 pedazo de piel amarilla unida a la bolsa de cuero 5 x 35 20 3 hondas; fibra basta, trenzadas; sobre el pecho5 20a honda; diamantes en fibra de camélido roja 188 (L)5 20b honda 184 (L)5 20c honda; pájaros en fibra de camélido roja, 192 (L)

amarilla, negra6 13 túnica, algodón; sobre el cuerpo 87 x 746 14 taparrabo, algodón; sobre el cuerpo N/A6 15 fibra de algodón sobre el rostro, alrededor

del cuello6 16 fragmentos de soga, basta; cavidad estomacalVarios6 17 sección de un mate; alrededor de las nalgas6 21 valva de concha, spondylus princeps;

sobre el pecho6 22 honda; fibra basta, trenzada; parte Doblada

superior del brazo derecho6 18 fragmentos de 4 telas cosidas juntas; 83 x 92 (max.)6 23 placa de metal; deposito gris verdoso; 2 x 0,8

área de la boca

Page 429: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

859RINCONADA ALTA: UN FARDO FUNERARIO DEL HORIZONTE TARDÍO

ANEXO 21. EL INDIVIDUO AL INTERIOR DEL FARDO

El hombre de Rinconada Alta tenía entre 35 y 40 años al momento de morir(Suchey et al., 1988; Iscan & Loth, 1986, in Ubelaker, 1989: 87-91; Lovejoy et al., 1985,in Buikstra & Ubelaker eds., 1994: 24-32; Meindl & Lovejoy, 1985, in Ubelaker, 1989:83-84; Brothwell, 1987: 108). Su altura estimada es de entre 157 y 160 cm, según lastablas de Genovés para indígenas mexicanos (Genovés, 1967; en Krogman e Iscan,1986: 319). No presentaba deformación craneana. Su cabello era corto, llegando a laaltura de la nuca. Restos de piel y cartílago estaban presentes, sin embargo, seencontraban en proceso de carbonización.

1. 1. Posición del cuerpo

Los codos estaban moderadamente flexionados, descansando en la parte másbaja del pecho y formando un ángulo de aproximadamente 45º. La mano derecha seencontraba semi flexionada y sobre el antebrazo izquierdo. La mano izquierda se hallabadesarticulada, pero pudo haberse situado sobre el húmero derecho. La espalda estabaerecta, los fémures formaban un ángulo de aproximadamente 135º con la pelvis y unode 45º con las tibias, formando una posición “arrodillada”. Los pies estaban desarticulados.Faltaban todos los tarsos, exceptuando uno, así como cuatro falanginas y una falangetade los pies.

1. 2. Traumatismos

El hombre presenta una fractura peri mortem entre la primera y quinta vértebracervical, la cual pudo ser la causa de muerte. Esta fractura más parece haber sido causadapor una caída que por un golpe, según la opinión de María Inés Barreto (antropóloga,especialista en Antropología Forense de la Universidad Nacional de Colombia). Unafractura antigua en el extremo distal de una quinta falange de la primera hilera del pie(posiblemente del lado izquierdo, hacia medial), también es evidente.

1. 3. Osteoartritis o artritis degenerativa

El hombre de Rinconada Alta pudo haber sufrido un gran dolor en el cuellodebido a varias lesiones en las vértebras cervicales, las cuales incluyen una erosiónconsiderable en la parte inferior del cuerpo de la sexta cervical y otra en la parte superiorde la séptima (amabas hacia ventral), así como erosiones leves en diferentes partes dela primera, tercera, cuarta y quinta cervical, incluyendo al cóndilo izquierdo deloccipital. Estas dolencias están relacionadas a la fusión congénita de la quinta y la sextavértebras cervicales.

La zona sacra-lumbar muestra también una labiación moderada en la lumbar 4(superior e inferior) y el sacro (parte superior), así como una labiación severa en lalumbar 5 (parte superior), todas ellas hacia la parte ventral. Erosiones moderadas estánpresentes en el codos (cabeza de radio izquierdo hacia medial y en el derecho, haciaventral y superior), muñeca izquierda (epífisis distal del radio, hacia medial) y en las

Page 430: Arqueología de la Costa Central del Perú en los Periodos

860 Mary FRAME, Daniel GUERRERO, María del Carmen VEGA, Patricia LANDA

rodillas (parte dorsal de cóndilos laterales de los fémures). En la mano derecha hay unacaries moderada en epífisis distal del primer metacarpo, mayor hacia palmar. Un gradoleve de erosiones se observa en el codo derecho (línea divisoria entre tróclea y capitoliodel húmero, hacia dorsal y ventral) y en el tobillo izquierdo (epífisis distal del peroné).En la muñeca derecha están presentes dos caries leves (semilunar, en articulación conel piramidal).

1. 4. Signos de estrés

Hiperostosis porótica curada y cribra orbitalia en proceso de curación estánpresentes. También son evidentes hipoplasias lineales del esmalte en varios periodos desu vida: desde los 18 meses +/- 6 meses hasta los 5 años +/- 16 meses (con mayorseveridad en el último) y a los 12 años +/- 30 meses (Ubelaker, 1989: 64).

1. 5. Salud dental

No hay evidencias de caries. El desgaste dental es moderado. El grado de sarroes moderado a considerable y está asociado a una resorción alveolar moderada (severaen la zona de los molares, con pérdida ante mortem de los terceros molares derechos).Estas patologías están relacionadas a erosiones leves en las articulaciones témporo-mandibulares.

Resumiendo, el hombre de Rinconada Alta no muestra señales de violenciainterpersonal como fracturas en el cráneo o fracturas defensivas en el antebrazo (fracturade Parry), que son esperables en el caso de guerreros. Su ausencia, sin embargo, nosignifica que el hombre de Rinconada Alta no lo haya sido. Podría haberse tratado deun guerrero que nunca sufrió aquellas heridas en batalla. Las actividades que realizódurante su vida le causaron un mayor deterioro en el cuello y cintura. La ausencia decaries en los dientes sugeriría un consumo de pocos carbohidratos (tal como maíz).Asimismo, sufrió episodios de estrés de orígenes inciertos durante su niñez, pero parecehaber sido una persona saludable en el momento de su muerte, causada posiblemente poruna fractura en el cuello debido a una caída.

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861EL VALLE DE ASIA: DEL HORIZONTE MEDIO AL HORIZONTE TARDÍOBull. Inst. fr. études andines

2004, 33 (3): 861-886

Rommel ANGELES FALCÓN*, Denise POZZI-ESCOT**

ResumenEl valle de Asia, situado a 100 kilómetros al sur de Lima, jugó un rol de importancia

durante el Horizonte Medio. En efecto, los contextos funerarios de Huaca Malena, así como losfinos textiles que los acompañan indican una fuerte relación con Wari, Pachacamac, la CostaCentral y la Costa Norte. De acuerdo con la evidencia textil, el tránsito del Horizonte Medio alperiodo Intermedio Tardío incrementó las relaciones con la costa central.

Para el periodo Intermedio Tardío, de acuerdo a la información etnohistórica, el valleestuvo habitado por los coayllo, quienes tributaban a Pachacamac. Durante el Horizonte Tardío,los incas construyen importantes centros administrativos en el valle, y la cerámica durante esteperiodo se relacionó fuertemente con los estilos propios de los vecinos valles norteños de Mala,Chilca y la costa de Lima.

Palabras claves: Asia, Huaca Malena, textiles, Coaylllo, Pachacamac.

DE L’HORIZON MOYEN À L’HORIZON RÉCENT SUR LA CÔTE CENTRALE :LE CAS DE LA VALLÉE DE ASIA

RésuméLa vallée de Asia, située à quelque 100 km au sud de Lima, a joué un rôle important durant

l’Horizon moyen. En effet, les contextes funéraires de la Huaca Malena et les textiles élaborésqui en sont issus, suggèrent d’étroites relations avec Huari, Pachacamac, et les côtes centrale etnord. L’étude des textiles nous permet de voir que la transition de l’Horizon moyen à la périodeIntermédiaire récent se marque par une croissance des relations avec la côte centrale.

Selon les données ethnohistoriques, la vallée de Asia était durant la période Intermédiairerécent habitée par les Coyallo, qui versaient tribut à Pachacamac. À l’Horizon récent, les Incasconstruisirent d’importants centres administratifs dans la vallée, et durant cette période le

DEL HORIZONTE MEDIO AL HORIZONTE TARDÍOEN LA COSTA SUR CENTRAL: EL CASO DEL VALLE

DE ASIA

* Museo Municipal Huaca Malena, Asia. E-mail: [email protected]** ICOM Perú. E-mail: [email protected]

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862 Rommel ANGELES, Denise POZZI-ESCOT

matériel céramique montre de fortes relations avec les styles des vallées voisines au nord, commeMala, Chilca, et la côte aux alentours de Lima.

Mots clés : Asia, Huaca Malena, textiles, le Coayllo, Pachacamac.

FROM THE MIDDLE HORIZON TO THE LATE HORIZON ON THE SOUTHCENTRAL COAST: THE CASE OF THE ASIA VALLEY

AbstractThe Asia valley, which is situated 100 km south of Lima, played an important role during

the Middle Horizon. In fact, the funerary contexts of the Huaca Malena, as well as the elaboratetextiles that were found in them, suggest a strong relationship with Wari, Pachacamac, the centraland the north coasts. From the textile evidence the transition from the Middle Horizon to the LateIntermediate Period showed an increase in relations with the central coast.

In accordance with ethnohistorical data, during the Late Intermediate Period the valleywas inhabited by the Coayllo, who gave tribute to Pachacamac. During the Late Horizon the Incasbuilt important administrative centres in the valley, and during this period the ceramic materialshows a strong relationship to styles found in neighbouring valleys to the north, such as Mala,Chilca and the coast around Lima.

Key words: Asia, Huaca Malena, textiles, the Coayllo, Pachacamac.

1. EL VALLE DE ASIA

El valle de Asia se encuentra situado a 100 kilómetros al sur de Lima, entre losvalles de Mala por el norte y Cañete por el Sur (Fig. 1). Destaca por su aridez, el ampliocono deyectivo y sus playas arenosas frente a la isla de Asia donde habitan lobos de mar,además de constituir un importante lugar para el anidamiento de aves guaneras.

Destaca la pesca artesanal, que se realiza principalmente desde las peñas. Lasextensas playas arenosas son frecuentadas por aves guaneras y habitadas por moluscosy bivalvos como la “macha” (Mesodesma donacium), el “morocho” (Donax sp.); un tipode concha (Mulinia edulis) y el crustáceo “muy-muy” (Emerita análoga). Hasta haceunos veinte años, era frecuente el uso de balsas de totora para la pesca artesanal,embarcaciones construidas con materia prima procedente de Bujama, en el vecino vallede Mala.

El valle bajo presenta una alta densidad de sitios arqueológicos correspondientesal periodo Precerámico (Engel, 1963), Inicial (Angeles, 2003) así como al IntermedioTemprano, como es el caso de Huaca Malena (Engel, 1963; 1987; Tello, 2000; Angeles& Pozzi-Escot, 2000). Es un valle de clima árido y semicálido, sus suelos sonrelativamente planos y de naturaleza aluvial, coluvial y eólica, observándose en losperfiles la presencia de avenidas y huaycos que a lo largo de los años han dado formaa este territorio.

El río Asia trae agua de manera esporádica solo unos días durante el verano porlo que la agricultura es bastante difícil, utilizándose para tal efecto el agua del subsuelo

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863EL VALLE DE ASIA: DEL HORIZONTE MEDIO AL HORIZONTE TARDÍO

Fig. 1 – Mapa de la costa indicando los sitios mencionados en el texto.

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864 Rommel ANGELES, Denise POZZI-ESCOT

mediante pozos. A casi un kilómetro de la playa, el cauce del río se divide en dos ramalesque se denominan El Gallo y Río Chico; al parecer esta desviación podría ser de carácterprehispánico. A la altura de la localidad de Coayllo existe un puquio de agua y de lascercanías nace un canal de irrigación para el valle, mientras otro canal irriga la porciónnorte del valle. Ambos se inician casi en la misma toma (Tello, 2000: 13).

Hacia arriba en el valle, el espacio de las lomas es explotado en la actualidad demanera temporal por los ganaderos de la sierra, y de manera permanente para laextracción de piedras y gravilla como material de construcción por los pobladores de lacosta. La lomas se ubican en ambas márgenes del valle, destacando las de Puquio Salado,Marquesa, Casablanca, Pacay, Perico, El Huaranguito al norte; las lomas de Quilmanáy Ancapuquio al sur. La zona de lomas presenta sitios arqueológicos generalmentetardíos, siendo necesaria la realización de trabajos sistemáticos para definir mejor estasocupaciones. En las inmediaciones de la loma Casablanca existen líneas y geoglifos querequieren ser fechados con precisión.

El valle medio es estrecho y de bordes pendientes, ensanchándose a la altura delas localidades de Coayllo, Uquira y Omas. Coayllo es el poblado principal, tiene unclima cálido y agricultura permanente. Presenta una iglesia que data del periodocolonial, el ordenamiento físico de las manzanas es de origen español pero adaptado ala estrechez del valle. Las características del clima permiten el cultivo de frutales y maíz.En la actualidad, el valle medio presenta una baja densidad poblacional a pesar de quepresenta las áreas de mayor productividad. Ello contrasta con el alto número de sitiosprehispánicos que indicarían quizás una mayor densidad poblacional.

El valle medio destaca por la gran cantidad de sitios correspondientes alHorizonte Medio y a los periodos tardíos, representados ya sea por aldeas o por centrosadministrativos (Angeles, 2003).

Frédéric Engel señala la existencia de 190 sitios (20 precerámicos, 87 Chavín, 3Huari, 2 huacas post-huari: Huaca Malena y Huaca Partida, 26 poblados Ica-Chincha-Cañete y uno con rasgos incaicos así como 50 no determinados [Engel, 1987: 165]).

2. EL HORIZONTE MEDIO EN EL VALLE DE ASIA

El Horizonte Medio constituyó una etapa crucial en los Andes Centrales queimplicó cambios en el patrón funerario, el crecimiento de una serie de asentamientos yel desarrollo de un sistema ideológico que unificó gran parte de esta zona con susrespectivos aportes locales. El tránsito de este complejo periodo y su transformaciónhacia un periodo donde las sociedades adquieren una personalidad particular, decarácter local, es un fenómeno poco conocido.

La primera época del Horizonte Medio presenta un estilo cerámico particular,reconocido como Estilo Cerro del Oro (Kroeber, 1937), derivado del importante sitio delmismo nombre en el valle bajo de Cañete, donde se ubica el sitio de mayor complejidady dimensión (Kroeber, 1937; Stumer, 1971; Ruales, 2002).

Sitios con arquitectura y cerámica de estilo Cerro del Oro son reportados tambiénentre Chilca (Sawilka), Mala (San José del Monte, Esquivilca, Cerro Salazar [Gabe,2000]), Asia (Quisque, Las Palmas, entre otros) y Cañete (Cerro del Oro, La Quebrada,

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865EL VALLE DE ASIA: DEL HORIZONTE MEDIO AL HORIZONTE TARDÍO

Lunahuaná). Este estilo no se encuentra presente en el valle de Lurín y tampoco enChincha y Pisco (Angeles, 2003).

Efectivamente, en los valles vecinos de Chilca, Mala y particularmente en el vallede Asia, los sitios de este periodo son generalmente de tipo habitacional, ubicándose enpequeñas quebradas o en terrazas con arquitectura de piedra y pequeños adobes cúbicoshechos a mano, no habiéndose registrado grandes complejos de uso ceremonial oadministrativo. Esto hace pensar que podría tratarse de una sociedad centralizada, cuyasede principal se ubicaría en el valle de Cañete. La arquitectura asociada a los mismos,se caracteriza por estructuras de piedra a manera de plataformas sobre las cualesaparecen muros de pequeños adobes cúbicos hechos a mano (Angeles, 2003).

La Época 2 del Horizonte Medio implica un cambio radical, pero no se hanreconocido sitios habitacionales con claridad; sin embargo, destacan las tumbasemplazadas sobre las estructuras de las edificaciones del Intermedio Temprano deHuaca Malena (Angeles & Pozzi-Escot, 2000; 2002).

En 1997 realizamos excavaciones arqueológicas en Huaca Malena (Fig. 2), sitioarqueológico ubicado en el valle bajo de Asia, a 100 kilómetros al sur de Lima en eldistrito de Asia, provincia de Cañete, departamento de Lima. El sitio destaca por suarquitectura de adobes hemicilíndricos, hechos a mano, que conforman una extensaplataforma artificial de 4 hectáreas sobre la cual se ubican plataformas menores a lascuales se accede por rampas. De acuerdo con la arquitectura y la cerámica, el sitio datade fines del periodo Intermedio Temprano. La parte superior de la misma fue reutilizada

Fig. 2 – Huaca Malena en el valle bajo de Asia.

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866 Rommel ANGELES, Denise POZZI-ESCOT

como cementerio durante el Horizonte Medio, destacando las tumbas de la época 2 y 3del Horizonte Medio así como algunas más tardías. El sitio se hallaba altamentedepredado por el huaqueo; sin embargo, recuperamos una gran cantidad de textilesdecorados y llanos correspondientes a estos periodos, así como contextos funerariosintrusivos que nos permiten aproximarnos a una interpretación diferente de la que nosproporciona la cerámica y la arquitectura (Angeles & Pozzi-Escot, 2000).

En Huaca Malena se han reportado tumbas de élite conteniendo fardos funerariosde falsa cabeza con finos tejidos Wari, de similares características a las halladas enPachacamac (Kaulicke, 2002) y en Ancón por Reiss & Stübel (1896-1897). La cerámicaasociada, sin embargo, es llana y ausente de decoración, a excepción de pocosejemplares que incluyen cántaros cara-gollete y vasos con la representación simplificadadel grifo de Pachacamac (Fig. 3). Los tejidos de Huaca Malena son particulares, sedistinguen tapices del más puro estilo Wari, así como otros correspondientes a estilosde la costa central, la costa norte y la costa nor central, subdivididos a partir de laiconografía plasmada principalmente en los tapices.

3. EL PATRÓN FUNERARIO

Las tumbas de Huaca Malena son intrusivas ya que se han desmantelado murospara crear cámaras funerarias; en otros casos ocupan áreas de rellenos arquitectónicoso están adosadas a muros. Generalmente las tumbas son de planta circular, cubiertas conlajas de piedra o caliche, sobre las cuales se colocan adobes y un pequeño palo a manerade señal de tumba. Al interior de la tumba pueden situarse de uno a seis individuos;generalmente los adultos ocupan la parte inferior y sobre ellos se colocan fardos deinfantes.

Fig. 3 – Cerámica del Horizonte Medio 2 B – 3 procedente de Huaca Malena.

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867EL VALLE DE ASIA: DEL HORIZONTE MEDIO AL HORIZONTE TARDÍO

Los fardos funerarios de adultos se encuentran, en muchos casos, vestido con unacamiseta o uncu; en la cabeza llevan un tocado de cestería acompañado de un penachode plumas y una huaraca de fibra vegetal (Fig. 4). Las mujeres llevan mayormente untejido de algodón o pelo de camélido que lo envuelve a manera de túnica sujetada a laaltura del hombro por unos tupus, alfileres de metal o hilos de colores. En la cabezallevan una vincha de pelo de camélido de trama tubular de color rojo con diseñoszoomorfos.

Algunos fardos funerarios principales se caracterizan por presentar una especiede falsa cabeza que incluye ojos y lacrimales formados por láminas de metal; nariz defibra vegetal y en algunos casos representaciones de las cejas en lana. Estos se hallanigualmente vestidos por finos tejidos.

4. LOS TEJIDOS DE HUACA MALENA

Las excavaciones nos permitieron recuperar aproximadamente 4 000 textiles encontextos funerarios primarios y una gran parte procedente de la primera capa disturbadapor el huaqueo y el saqueo de las tumbas.

Fig. 4 – Fardo funerario de adulto vestido. Posee vincha de fibra vegetal y penachode plumas: Sector 1, Muro 8 (Horizonte Medio, Época 2B - 3).

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868 Rommel ANGELES, Denise POZZI-ESCOT

La materia prima para la confección de los tejidos de Huaca Malena son elalgodón y el pelo de camélido. Los tejidos de algodón se presentan en colores naturales(crudo, blanco, pardo y marrón) y, en algunos casos, teñidos en azul o naranja. Haypaños que sirvieron como envoltorio de fardos funerarios, para confeccionar miniaturasde prendas masculinas y femeninas que son colocadas en la parte externa de fardosfunerarios; o para confeccionar tejidos cara de urdimbre en la técnica de paneles, asícomo para prendas femeninas en gasa y uncus cortos de uno o dos colores. Hay un uncude mangas que recuerda a los reportados en Huaca Cao Viejo en La Libertad (Oakland& Fernández, 2000: Fig. 27).

Existe una gran cantidad de paños de algodón con tapiz en medallón. Del mismomodo hay tejidos en técnica doble tela con acentos coloreados, creados por una tramasuplementaria de lana de color dispuesta sobre flotantes de urdimbre, técnica reportadaen materiales del Horizonte Medio en Huarmey y Pacatnamú (Conklin, 1978).

La lana, o pelo de camélido, fue utilizada de manera intensa; técnicas de cara deurdimbre en sus variedades son comunes en el material de Huaca Malena. Del mismomodo, el algodón fue utilizado en la urdimbre de tapices en sus diversas variedades.

El junco sirvió para la confección de vinchas de cestería asociadas a personas desexo masculino; se acompañan por penachos de plumas y una honda o huaraca de fibravegetal. Las vinchas poseen la apariencia de sombreros sin alas, en varios casos se hallansuperpuestas una sobre otra, destacando su gran flexibilidad. Ejemplares similares hansido reportados en Huaca Cao Viejo (Oakland & Fernández, 2000) así como en elCastillo de Huarmey (Prumers, 2002) y en Ancón (Kaulicke, 1997: Figs. 32 y 33 ).

Por último, los filamentos de agave fueron utilizados para la confección de lospenachos de plumas. El hallazgo de algunos manojos de estas fibras nos indica que estasartesanías fueron confeccionadas localmente.

Los tapices Wari destacan en la variedad de tapiz excéntrico con urdimbres dealgodón y trama de pelo de camélido, que se presenta en uncus o camisetas (Angeles &Pozzi-Escot, 2002: Fig. 12). También se encuentran unas peculiares bandas rectangularescon apéndices, que culminan en cordoncillos confeccionados en tapiz excéntrico muyfino, con representaciones de personajes Wari en posición de perfil (Angeles & Pozzi-Escot, 2002: Figs. 14, 15, 16 y 17). Se trata de bandas en técnica de tapiz excéntrico conurdimbre de algodón y trama de pelo de camélido policromo, con diseños estilizados defelinos alados, personajes en posición de perfil, el grifo de Pachacamac o diseñosrelacionados a Wari (Fig. 5), siempre sobre fondo rojo y diseños contrapuestos. Deacuerdo con Ann Rowe (com. per.) se tratarían de piezas en estilo Wari Provincial.

También se encuentran presentes tapices relacionados a Sicán o Lambayeque(Angeles & Pozzi-Escot, 2002: Figs. 8 y 20). Este dato es importante toda vez que losreportes previos indican la presencia de finos tejidos de este estilo en Ancón y enPachacamac (Kaulicke, 2002: Figs. 37 y 38). Los tejidos Sicán de Huaca Malenacorresponden a bandas de tapiz excéntrico y ranurado, en las cuales predominan losdiseños en paneles rectangulares con personajes antropomorfos de rasgos ornitomorfosen posición de perfil (Fig. 6). Diseños de aves y peces también son comunes.

Los tejidos en técnica cara de urdimbre en pelo de camélido son muy recurrentesen el material de Huaca Malena; estos incluyen tejidos de urdimbres discontinuas,

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869EL VALLE DE ASIA: DEL HORIZONTE MEDIO AL HORIZONTE TARDÍO

Fig. 5 – Detalle de tejido Wari con el grifo de Pachacamac. Corresponde a unabanda de tapiz excéntrico. Procede del Sector I de Huaca Malena.

Fig. 6 – Detalle de banda en técnica tapiz, estilo Sicán o Lambayeque, procedentedel sector III de Huaca Malena (Horizonte Medio, Época 3-4).

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870 Rommel ANGELES, Denise POZZI-ESCOT

principalmente para la confección de uncus o camisetas anchas. La trama de colormarrón y la urdimbre presenta colores rojo, amarillo, verde, rosado, marrón, lila y negro.Los diseños son escalonados y aserrados, en algunos casos se incluyen paneles condiseños de felinos.

Grandes mantas de lana en técnica cara de urdimbre de urdimbres complementarias,se asocian a contextos funerarios femeninos (Fig. 7). Se trata de prendas conformadaspor dos piezas, una de ellas posee decoración en paneles distribuidos en bandas paralelasdestacando los tonos rojo, amarillo, marrón, ocre y rosado. Los motivos sonzoomorfos (sapos y serpientes bicéfalas) y geométricos (rombos y rectángulos)para separar los paneles.

En la misma técnica han sido confeccionadas bolsas con asas laterales y boca conpasadores y ojales (Fig. 8). Los diseños incluyen un personaje estilizado de cabezatriangular, cuerpo hexagonal y miembros flexionados. Al interior de este personajeaparece un diseño zoomorfo. Adicionalmente, son comunes los diseños zoomorfos enposición de perfil, con el lomo encorvado y colmillos en la boca, entre otros diseños queincluyen diseños derivados de Wari.

La Doble Tela es una técnica que está presente en el material de Huaca Malena.Se trata de paños rectangulares de 96 cm de altura por 89 cm de ancho central. Los

Fig. 7 – Detalle de manta en técnica cara de urdimbre de urdimbres complementarias.Procede del sector I de Huaca Malena (probablemente Horizonte Medio).

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diseños más comunes corresponden a serpientes bicéfalas, predominando el color rojoa los que incluyen acentos coloreados creados por una trama suplementaria de lana decolor dispuesta sobre flotantes de urdimbre (Fig. 9). Se presentan del mismo modo amanera de cintas con diseños geométricos simples. Piezas con esta técnica han sidoreportadas en Pacatnamú, Huaca del Sol y Huarmey (Conklin, 1978: 306-307), asícomo en Ancón (Kaulicke, 1997: Figs. 35, 47 y 48), asociadas al Horizonte Medio.Sin embargo, difieren en la forma e iconografía con relación a las reportadas enHuaca Malena.

Vinchas de lana policroma, en técnica doble tela y doble cara con trama tubularcuyo anverso presenta tejido cara de urdimbre de urdimbres complementarias y elreverso posee tejido cara de urdimbre, son relativamente comunes en Huaca Malena(Fig. 10). La cara externa, por lo general, posee diseños zoomorfos, aves y serpientesgeometrizadas, dentadas y entrelazadas y la cara interna presenta motivos geométricosescalonados. Estas se asocian a contextos funerarios femeninos.

5. HUACA MALENA Y SU RELACIÓN CON LA COSTA CENTRAL

El sitio epónimo por excelencia de la costa central es Pachacamac, uno de losprincipales asentamientos prehispánicos de la costa, centro de culto y peregrinaje confunciones económicas, políticas y religiosas, probablemente a partir de los desarrollosregionales, que cobró un auge especial durante el Horizonte Medio y cuya influenciacreció durante los Estados y Señoríos Tardíos hasta la transformación que ejercieron losincas en el lugar.

Fig. 8 – Bolsa en técnica cara de urdimbre, probable confección serrana,procedente de Huaca Malena (Periodo Horizonte Medio).

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Fig. 9 – Tejido en técnica doble tela de algodón ypelo de camélido (Periodo Horizonte Medio).

Fig. 10 – Vinchas en pelo de camélido, de uso femenino(Periodo Horizonte Medio).

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Son los textiles procedentes de los contextos funerarios del Horizonte Medio quepermiten establecer una relación entre Pachacamac y Huaca Malena.

Las excavaciones de Max Uhle en Pachacamac permitieron recuperar una seriede fardos funerarios (Kaulicke, 2002: Figs. 2, 4, 5 y 6) con rasgos similares a losrecuperados en Huaca Malena, principalmente en lo referente al tocado y la vestimentade una camiseta de tapiz y plumas (Kaulicke, 2002: Figs. 1, 2, 3, 4, 5 y 6). DePachacamac igualmente proceden tejidos de estilo Lambayeque (Kaulicke, 2002: Figs.37 y 38) con similares características a los hallados en Huaca Malena.

Max Uhle (1903) publicó una serie de tejidos del Horizonte Medio, bajo ladenominación “Periodo Epigonal”, procedentes del cementerio Wari; éstos compartensimilitudes con los de Huaca Malena. Citaremos el caso de las bolsas rectangulares entécnica cara de urdimbre de urdimbres complementarias (Fig. 11), tapices ranurados conla representación de cabezas de peces raya y otros diseños estilizados ilustrados porVanstan (1967: Figs. 27, 28, 52, 55 y 70) son similares a los de Huaca Malena, locual insinuaría una fuerte relación entre los entierros de Pachacamac y aquellos deHuaca Malena.

En el material recuperado por Uhle en Pachacamac, se incluyen tejidos enminiatura que tienen forma de túnicas y de uncus cuadrangulares, así como bolsasalargadas conteniendo semillas (Vanstan, 1967: Figs. 1, 2, 3 y 4), relativamentecomunes en los contextos de Huaca Malena y colocados en la parte media superior delos fardos funerarios. Asimismo, los uncus cortos y anchos son característicos,confeccionados en algodón o en pelo de camélido generalmente mediante la técnica decara de urdimbre (Vanstan, 1967: Figs. 16, 17 y 18).

Fig. 11 – Bolsa rectangular con borlas en técnica cara de urdimbre de urdimbrescomplementarias. Predomina el color rojo y los diseños son zoomorfos y

geométricos (Horizonte Medio).

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6. EL PERIODO INTERMEDIO TARDÍO

El tránsito del Horizonte Medio al periodo Intermedio Tardío —así como elmismo periodo Intermedio Tardío— es poco conocido en la costa sur central. Lasecuencia cultural más destacada procede de Puerto Viejo, al norte del valle de Mala,donde Duccio Bonavia (1959) definió el estilo del mismo nombre el cual aún no ha sidocorroborado estratigráficamente mediante excavaciones. A pesar de la gran cantidad desitios arqueológicos reportados en el valle de Mala (Gabe, 2000: 9) y Cañete (Stumer,1971), no se han realizado excavaciones o levantamientos planimétricos de las estructurascorrespondientes a este periodo. Del mismo modo, la información para el valle de Asiaes escueta y necesita ser ampliada y sistematizada.

Un grupo de fardos funerarios de Huaca Malena pertenece a las primeras fasesde este periodo; se trata de fardos de forma ovalada con envoltura de algodón llano alexterior, sujetada con soguillas de fibra vegetal que presentan tapices ranurados querecuerdan a iconos interlocking de serpientes geometrizadas entrelazadas (Fig. 12). Losfardos no se encuentran vestidos exteriormente. Algunos presentan en la cabeza unabolsa de lana beige y marrón similar a materiales procedentes de Ancón.

Se han reportado tejidos a manera de bandas, de aproximadamente 70 cm deancho y 20 cm de altura, confeccionadas en tapiz ranurado, con iconografía relacionadaal estilo interlocking de la costa central (Angeles & Pozzi-Escot, 2002: Fig. 22). Estospresentan diseños diagonales de serpientes aserradas entrelazadas y delineadas en negro.

Del mismo modo, se aprecian tejidos en cara de urdimbre que incluyen diseñosde aves estilizadas que recuerdan a los materiales reportados por Max Uhle en Ica(Rowe, 1979: Fig. 7).

Textiles recuperados de la Pirámide con Rampa n° 3 de Pachacamac, han sidopublicados por Jane Felthan (2000); ellos corresponden al periodo Intermedio Tardíopero no guardan relación con los tejidos de Huaca Malena.

Con relación a la cerámica del valle de Asia, esta es llana y de color marrón,mayormente en cántaros de asas laterales y ollas de cuello corto expandido. Algunas

Fig. 12 – Tapiz ranurado interlocking con diseños derivados de Lima (probableinicios del Intermedio Tardío).

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vasijas que poseen decoración tricolor (Fig. 13), se encontraron en los sitios habitacionaleso administrativos del valle medio.

En este período, el valle medio se caracteriza por el desarrollo de grandesasentamientos administrativos y aldeanos que se ubican principalmente en lasinmediaciones del actual pueblo de Coayllo (Fig. 14). Se trata de poblados conarquitectura de piedra y barro conformando recintos rectangulares. Algunos sitiosincluyen plataformas que poseen grandes vasijas incrustadas en patios interiores o sobrelas plataformas. Los sitios más destacados de este periodo son Sequilao, Corralón,Coayllo y La Yesera, así como una serie de poblados ubicados en Coayllo. Laarquitectura presenta muros de piedras angulosas con cantos rodados de mediano y grantamaño unidos con argamasa de barro, y adobes irregulares que se encuentran encimade esta base (Fig. 15), que poseen un enlucido de barro muy tenue. Estos muros llegana medir hasta dos metros de altura. La parte superior posee piedras pequeñas. Laarquitectura se adapta perfectamente a la topografía abrupta del terreno.

Algunos grandes asentamientos se ubican a la entrada de grandes quebradaslaterales que sirven de vía de comunicación directa con los valles vecinos.

Los sitios tardíos comprenden asentamientos aglutinados a manera de aldeas,estructuras aisladas y centros administrativos pequeños con una fuerte reocupaciónInca. En el valle bajo destaca El Pacae, que constituye una aldea; asimismo, existe unsitio habitacional a la altura del cementerio moderno de Asia, donde se observa una grancantidad de coprolitos de cuy (Cavia sp.) así como artefactos de hueso que sirvieronprobablemente para desgranar maíz.

Fig. 13 – Cerámica tardía de Coayllo.

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Fig. 15 – Detalle de la arquitectura tardía del valle de Asia, sector Coayllo.

Fig. 14 – Mapa de sitios tardíos en el valle de Asia.

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Resulta característico también el uso de huesos de mamíferos incrustados en losmuros de algunos recintos. Este detalle es igualmente común en sitios tardíos de losvalles de Mala y Cañete, principalmente en el valle medio. Finalmente, es característicoen la arquitectura Coayllo la presencia de grandes vasijas llanas incrustadas en patiosy recintos, que al parecer servían para almacenaje y se corresponden con un patrónrecurrente entre los valles de Mala y Cañete, de acuerdo a observaciones efectuadas endichas zonas.

Según María Rostworowski (1980), los Coayllo fueron el grupo étnico quehabitaba el valle a la llegada de los incas; habrían estado relacionados a los yauyosquienes al parecer establecieron buenas relaciones diplomáticas con los incas, quienesles dieron tierras en Cañete luego de la derrota de los Huarco. Efectivamente, los sitiosubicados en Coayllo incluyen, en algunos casos, la presencia de cámaras funerariasrectangulares similares a las que se hallan en la localidad de Omas.

Los coayllo eran naturales del valle de Asia y habitaban la chaupiyunga de lacuenca del río Asia u Omas. Cuando se creó la Villa de Cañete, una amplia zona en elcontorno de lo que es hoy San Luis, estaba habitada por indígenas de Coayllo.

De acuerdo con María Rostworowski, el valle de Asia originalmente eradenominado Oclla u Ocsa, siendo unos de sus últimos curacas don Juan Coyllo, caciquedel valle de Oclla y don Francisco de Ocsa. Otras maneras de referirse a Coayllo fueronCosillo, Oquilla, Socsa u Ocsa (1980: 166).

Estete (1968) indicaba en 1535, que los señores curacas de los valles de Huarco,Mala y Socsa tributaban a la “mezquita” (Pachacamac); por ello se considera que Socsadebe corresponder al valle de Asia.

De acuerdo con Antonio Coello (1998), los Coayllo se extendieron por el estedesde La Muralla (sitio arqueológico que se encuentra ubicado en Esquina de Omas,provincia de Yauyos) hasta el litoral por el oeste, ocupando el valle bajo y medio del ríoAsia. Por el sur se encontraban limitando con los guarco y por el norte con los calangoy los mala.

Podemos destacar al sitio arqueológico de Sequilao, que presenta una ocupacióndel Intermedio Tardío y Horizonte Tardío. Incluye arquitectura rural de barro y piedras,un cementerio del Intermedio Tardío y una estructura a manera de plataforma delperiodo Inca con grandes adobes cuadrangulares hechos con molde (Fig. 16).

El sitio La Yesera, ubicado en el anexo del mismo nombre en el distrito deCoayllo, ocupa aproximadamente 8 hectáreas que incluyen dos estructuras Inca, uncementerio de la misma época y una serie de estructuras del periodo Intermedio Tardío,además de sectores con ocupación del Intermedio Temprano. Las estructuras tardíaslocales incluyen batanes. Parte del sitio fue arrasado por un fuerte huayco (Fig. 17).

El sitio de Corralón, por su parte, corresponde a un extenso sitio habitacional yadministrativo con ocupación en la ladera del cerro. Los incas ubicaron dos estructurasprobablemente de control en la boca de la quebrada. Otros sitios destacados son PiedraHueca y Uquira 2.

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Fig. 16 – Vista de Sequilao, sitio con ocupacióndel Intermedio Tardío alHorizonte Tardío.

Fig. 17 – La Yesera, vista del sector Intermedio Tardío con reocupación Inca.

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7. EL HORIZONTE TARDÍO

A inicios del s. XV aproximadamente, los incas inician una serie de conquistasentre las que se incluyen el dominio de los valles de Mala, Asia y Cañete. En Mala, lossitios más representativos son La Vuelta, que incluye un gran asentamiento y un edificiode carácter religioso con entradas de doble jamba y pintura roja en las paredes de claroestilo Inca; Salitre, que se caracteriza por ser un extenso sitio habitacional concementerios. En la cima del cerro se ubica un edificio de planta rectangular conhornacinas Inca; probablemente se trata del Uscovilca o centro ceremonial principal. Enel valle de Asia destacan Paredones, Corralón y Uquira, además de Pueblo Viejo, enOmas. En el valle de Cañete destacan Huarco en el litoral de Cerro Azul, Incahuasi enLunahuaná y Huacones en San Luis.

La ocupación Inca en el valle es relativamente fuerte tomando en cuenta laestrechez del mismo y su baja producción agraria. Sin embargo, al igual que en otrosvalles de la costa, los incas imponen una red de caminos que permite unir sus principalesasentamientos desde el litoral hasta el valle alto.

Paredones —conocido igualmente como El Tambo de Asia— en el valle bajo deAsia, constituye un extraño complejo donde destaca la presencia de cuatro muros paralelosconstruidos en diferentes momentos que se inician detrás de unas edificaciones piramidalesde tapia y concluyen tras más de un kilómetro de recorrido en una pequeña loma.

Corralón es un gran asentamiento con dos componentes, tanto del IntermedioTardío como Inca. Del lugar proceden tejidos del periodo Inca y cerámica Inca local. Lostejidos son fajas de telar en pelo de camélido, sumamente toscas con decoración dechevrones en los bordes, predominando el color negro y los tonos amarillo y rojo, conterminales de caña en ambos extremos de urdimbre y completamente diferentes almaterial de Huaca Malena.

Sequilao 3 o Coayllo es un extenso sitio habitacional y administrativo conestructura Inca.

Uquira es el emplazamiento Inca más destacado del valle; posee planeamientoInca característico aunque con rasgos propios de la costa, recordando a Tambo Coloradoen el valle de Pisco. El sitio se caracteriza por estar ubicado sobre una gran plataformaartificial en la boca de una pequeña quebrada a la cual se accedía a través de una rampa.Se conservan dos sectores diferenciados y parte de un camino que se dirige hacia la partealta del valle (Fig. 18).

Uquira incluye una plaza con pequeñas rampas laterales de acceso. La decoraciónde los muros recurre al uso de adobes colocados de manera alternada o escalonada paraformar diseños escalonados o de cruces. Algunas hornacinas son trapezoidales pero lamayoría de ellas son rectangulares y similares a las existentes en Sequilao en el valle deAsia e Incahuasi en Cañete.

Tanto Sequilao 3 como Uquira poseen lugares de control o miradores en la partemedia de los cerros.

La intención de control del valle queda evidenciada por la fuerte reocupaciónInca de los sitios Coayllo, en especial los relacionados a las zonas de mayor producciónagrícola y la boca de las quebradas laterales que los une con los valles de Mala y Cañete.

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Sitios con ocupación Inca del valle se sitúan principalmente en la margen izquierda delrío Asia u Omas en el eje del importante sitio de Uquira. Un camino de penetración ala sierra, del cual sobreviven algunos tramos, indica la importancia del valle como víade penetración.

En el valle alto destaca el extenso sitio Inca de Pueblo Viejo, en cuyasinmediaciones se encuentra ubicada la reducción española de Omas.

Si bien algunas edificaciones tardías como Uquira y Sequilao incluyen elementosarquitectónicos como rampas, estas son secundarias y no corresponden al eje principalde la edificación. Por lo expuesto, al menos en el valle de Asia no están presentes laspirámides con rampa tal como sucede en la costa central.

8. LA CERÁMICA

A partir de las observaciones de superficie podemos indicar que la cerámica delperiodo Inca incluye la tradición previa de vasijas llanas en pasta naranja y marrón asícomo el desarrollo del estilo Puerto Viejo tricolor. Ciertamente el material observadocorresponde a las mismas formas y pastas de la cerámica descrita por Bonavia y que sonabundantes en el valle de Mala.

La cerámica Puerto Viejo se distribuye desde el litoral (cementerios ubicadosfrente a la playa), hasta las localidades de Esquina de Omas, es decir, llega hasta 30kilómetros en el valle. Ésta incluye dos tipos de pastas principales, una de grano yalisado fino con decoración tricolor, que incluye cantaros cara gollete con asas lateralesy cántaros de cuello expandido, con diseños de peces estilizados y diseños geométricos;se ha observado también fragmentos de vasijas escultóricas y de figurinas. Las vasijas

Fig. 18 – Uquira, sitio administrativo Inca en la localidad de Coayllo(Horizonte Tardío).

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llanas corresponden a cántaros de forma ovoide y base pequeña, presentan un acabadoalisado y restregado, y la pasta contiene bastante arena. Asociado a este se reporta unacerámica llana color naranja donde predominan los cántaros de cuerpo globular, asaslaterales y cuello expandido.

Materiales procedentes de dos contextos funerarios del litoral nos permitencomprender mejor la cerámica tardía de Asia. El primero de ellos corresponde al sectordenominado Playa Bonita, donde durante la construcción del sótano de una vivienda seregistró un contexto funerario a 70 cms de profundidad, en mal estado de conservación.El cuerpo descansaba echado sobre la arena, en posición flexionada, poseía restos de untejido de fibra vegetal que le cubría la cabeza. Estaba acompañado de un cántaroglobular llano, con huellas de alisado tosco, de cuerpo ovoide y cuello corto con bordereforzado hacia el exterior; la base es estrecha (Fig. 19). En los alrededores se observócerámica llana y decorada de estilo Puerto Viejo.

El segundo conjunto corresponde a otro contexto funerario hallado en los prediosdel Club Sol y Mar, que fue recuperado hace algunos años no contándose con el registrodel contexto; sin embargo, todas las vasijas fueron retiradas y analizadas (Fig. 20).Destaca un cántaro cara gollete correspondiente al Estilo Puerto Viejo; al igual quefigurinas y cántaros llanos. Algunas de las vasijas corresponden al Estilo Puerto Viejomientras que otras piezas como los cántaros en miniatura han sido reportados en Cañetepor Kroeber (1937) y por Julio C. Tello, de acuerdo a la cerámica tardía que recolectóen el sitio de Cerro del Oro.

Estas vasijas cara-gollete son comunes entre Chilca, Mala y Asia. Algunas piezashan sido halladas en Pachacamac y otras en Armatambo, siendo denominadas “de estiloYchsma”. Es importante mencionar, sin embargo, que la mayor distribución de estasvasijas corresponde a los valles precitados, por lo cual consideramos que debe tomarseen cuenta la posibilidad de que se trata de vasijas confeccionadas entre Chilca y Asia.

Fig. 19 – Cántaro llano procedente del litoral de Asia, sector Playa Bonita(Horizonte Tardío).

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Efectivamente los cántaros de tipo cara-gollete de cuello expandido yrepresentando a un personaje con pintura facial representa al denominado estilo PuertoViejo descrito por Bonavia. Su presencia en contextos funerarios frente al litoral nosconfirma la fuerte relación entre los valles de Mala y Chilca y la costa central. Del mismomodo, si bien de acuerdo a la etnohistoria cada uno de estos valles representaba unaunidad política, los materiales culturales tales como la cerámica se desplazaban ydistribuían entre ellos, conformando una unidad cultural. Estos cántaros cara-golleteson abundantes en los basurales y cementerios de los sitios tardíos de los valles de Malay Chilca; hacia la costa central su número es menor y al parecer se restringe a contextosfunerarios. Es probable que su origen se encuentre entre Chilca, Mala y Asia, y se tratede piezas importadas hacia los valles del Rímac y Lurín.

9. HOYAS DE CULTIVO

Una serie de hoyas de cultivo o “chacras hundidas” (wachaques) se sitúan en elextremo norte del valle de Asia, a escasos metros del litoral. Estos sistemas de cultivoson similares a las existentes en el valle bajo de Chilca y en Pisco. Su cronología se iniciaen el periodo Intermedio Tardío y llega hasta el Horizonte Tardío, conforme indica lacerámica hallada en la superficie.

10. LOS TEJIDOS

La ausencia de trabajos de excavación en los sitios tardíos del valle haimposibilitado por el momento contar con materiales de estudio. Julio C. Tello recuperóun contexto de ofrenda en Huaca Malena (Tello, 2000: 157-166) que incluía objetos demetal así como una bolsa cuadrangular de estilo Inca. En la colección Tello procedente

Fig. 20 – Conjunto de vasijas asociadas a contexto funerario múltiple procedentesdel litoral de Asia (Horizonte Tardío).

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de Huaca Malena y depositada en el Museo Nacional de Arqueología Antropología eHistoria del Perú, existe un tapiz Inca (Fig. 21), asimismo dos fajas de telar proceden delsitio Corralón, una bolsa Inca conteniendo un tocado de plumas procedente deSarapampa y un quipu Inca procedente del sitio denominado Quisque 2 obran encustodia del Museo Huaca Malena. Las fajas recuerdan al material procedente delcementerio Inca de las mujeres sacrificadas en Pachacamac.

11. LA OCUPACIÓN EN LAS LOMAS

Es importante mencionar la importancia de las lomas en la vida desarrollada enel valle de Asia, espacio en el cual Frédéric Engel reportó una serie de asentamientostempranos y líneas o geoglifos con cronología indeterminada. Igualmente existe unaserie de asentamientos sin cronología definida debido a la ausencia de materialcerámico. Recientemente, hemos podido observar fragmentos de cerámica cara-golletede estilo Puerto Viejo en la loma Casablanca.

APRECIACIONES FINALES

El valle de Asia jugó un rol de importancia durante el Horizonte Medio; loscontextos funerarios de Huaca Malena así como los finos textiles que los acompañanindican una fuerte relación con Wari, Pachacamac, la costa central y la costa norte.

Fig. 21 – Tejido Inca en técnica tapiz excéntrico procedente de Huaca Malena(Colección MNAAHP).

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Es indudable que el valle de Asia compartió rasgos de su cerámica, arquitecturay textiles con los vecinos valles de Mala y Cañete, aunque el valle bajo de Cañete habríaestado más fuertemente relacionado a Chincha, cuya relación probablemente seincrementó durante el periodo Inca.

Pachacamac como santuario debió de ejercer una fuerte influencia en laspoblaciones del valle de Asia. Las excavaciones de Max Uhle en ese importante sitiomostraron contextos funerarios de similares características así como tejidos quecomparten rasgos con los procedentes de Huaca Malena.

La cerámica conformada por cántaros, ollas y botellas llanas con pintura blancaaplicada de manera descuidada, que tipifica los contextos del periodo Intermedio Tardíode los valles del Rímac y Lurín, no son comunes en Asia. La arquitectura de piedra ybarro comparte algunos rasgos, sin embargo, el planeamiento de los sitios tardíos entrela costa de Lima y Asia son diferentes. Los datos esbozados indican la necesidad deconocer mucho más la costa sur central para poder entender mejor la costa central.

Durante el periodo Intermedio Tardío el valle de Asia estuvo dominado por elgrupo denominado Coayllo; de acuerdo a la cantidad de sitios arqueológicos, el centromás importante debió estar ubicado en el valle medio, área de mayor producciónagrícola. El valle alto estaba dominado por los yauyos, quienes ocupaban las cabecerasde los valles de Mala, Asia y Cañete.

Si bien la etnohistoria reconoce grupos independientes tales como los chilca,mala, coayllo y los guarco y runahuanac en los valles de Chilca, Mala, Asia y Cañeterespectivamente, resulta interesante la relación cultural estrecha que existe entre estosvalles si comparamos la cerámica, los textiles y la arquitectura. Adicionalmente, en elvalle bajo de Cañete hemos observado la presencia de cerámica Chincha en el sitio deCerro del Oro.

Documentos del siglo XVII indican la existencia del Tambo de Asia, desde dondepartía un camino que subía por el valle hacia la sierra central. Se indica que uno de losgrandes problemas de ese entonces era la falta de agua y la aridez del valle. En el sitioParedones existen evidencias de arquitectura colonial y de cerámica vidriada delperiodo colonial. En Capilla de Asia, durante la construcción de la municipalidad, sereportó cerámica colonial temprana. El pueblo de Coayllo tiene origen colonial aunqueno se descartan ocupaciones prehispánicas debajo de este. La iglesia de Coayllo fueconstruida en el siglo XVII-XVIII. En Piedra Estrella existen evidencias coloniales y enUquira, Antonio Coello ha reportado la presencia de grafitis coloniales. Finalmente enPueblo Viejo de Omas se constituyó la primera reducción colonial formada al parecersobre parte del asentamiento Inca de la zona.

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